Semanal18012015

Page 1

Hintervencionismo aití ■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 18 de enero de 2015 ■ Núm. 1037 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

fabrizio loruSSo

y hambre

EnriquE SEmo: las enseñanzas de la historia, Héctor Díaz-Polanco • Notas sobre rubén bonifaz nuño y manuEl acuña, marco a. campoS


18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

BAZAR DE ASOMBROS UN LIBRO DE JUAN MANZ (I DE II) En innumerables listas y recuentos mundiales de todo orden, Haití suele ser mencionado como uno de los últimos o el último eslabón: servicios de salud, niveles educativos, alimentación, más un largo etcétera. Sin embargo poco se habla de las causas de que el país caribeño esté siempre al final del supuesto convoy que habría de llevar al mundo demo­ crático directamente al pleno desarrollo. En su ensayo, Fabrizio Lorusso identifica al asistencialismo alimentario como una de esas múltiples causas y reflexiona en torno al caso haitiano que, con escasas diferencias, es reproducido en cuanto país entra en los intereses geopolíticos, pero también de mercado, de quienes son capaces de torcer el sentido de la solidaridad humana para usarlo con fines de dominación, control y provecho propios. Publicamos también un texto de Héctor Díaz-Polanco sobre el historiador Enrique Semo, así como un artículo de Marco Antonio Campos sobre los poetas Rubén Bonifaz Nuño y Manuel Acuña.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

E

l epígrafe de Trashumo de mirada, libro de Juan Manz, está tomado del Eclesiastés, uno de los más hermosos y sabios textos de la Biblia: “Vi que todo era vanidad y aflicción de es­ píritu, y que nada hay estable en este mundo.” En sus poemas hay una mezcla de admiración ante la variedad de lo creado y la riqueza del trabajo ar­ tístico, así como una forma especial de oración que busca reconciliar el yo con una realidad en la cual, como le decía Hamlet a Horacio, “hay más cosas de las que sueña tu filosofía”. Tiene razón José Javier Villa­ rreal –otro miembro de una co­ fradía de excelentes poetas del norte–, cuando af irma que los versos de este Trashumo “obede­ cen a una necesidad, y el acto de la rogativa surge y nos lleva a la re­ flexión, a la urgencia de la pausa, al acto de pensarnos”. Y es que Juan parte de la ad mi­ ración y el asombro ante las obras del hombre, en este caso el David, de Miguel Ángel, para entrar en los te­ rritorios del misterio y preguntar a los demás cuál es el sentido y cuáles son los sinsen­ tidos de este transcurrir por la vida y por el mundo que nos hechiza como lo hizo con Quevedo ya reti­ rado a la paz de sus desiertos. Juan Manz ha dedicado una buena parte de su vida a hacer crecer las plantas y los frutos. Parale­ lamente ha venido escribiendo, con cuidado y pa­ ciencia, una obra poética que muestra la virtud de la orginalidad, aunada a una profunda y genuina preocupación metafísica. Al lado de estas tareas cumple con entusiasmo las obligaciones de difun­ dir la poesía en el noroeste, y organiza con genero­ sidad el encuentro de escritores que lleva un nom­ bre que recuerda a John Donne, el metafísico inglés: “bajo el asedio de los signos”, título inspirado en un poema de Octavio Paz.

Hugo Gutiérrez Vega El verso siempre ha dado una mayor fuerza ex­ presiva a la oración. En todos los tiempos y en todas las oraciones, las rogativas buscan una cadencia que las haga asequibles a los fieles, y que de acuer­ do con los rituales lleguen a su destino resplande­ cientes de belleza y de sinceridad, esa sinceridad que Rubén Darío consideraba consubstancial a la vida y la obra del poeta. En la tradición católica, las letanías a la Virgen reúnen los elogios más finos y delicados: “arca de la alianza”, “casa de oro”, “estrella de la mañana”, “puerta del cielo”. Las alabanzas se van desgranando y “la poesía nace de la voz”. El rezo pertenece a nuestra intimidad y, eventualmente, se une a otras intimidades para alabar o para suplicar. Este milagro tiene su culminación en las palabras del “Cántico espiritual”, de San Juan de la Cruz: la música callada, la soledad sonora, la cena que recrea y enamora.

Desde la peana que lo inmoviliza presiden este fluir de palabras y admiraciones, Da­ vid y la lasitud de su honda apoyada en el hombro. Esa honda de la que salió el “bíblico guijarro del man­ cebo” del que hablaba López Velarde. David está solo, encerrado en su majestuosa e impecable belle­ za, en este recinto de mármoles esculpidos del que habla Juan Manz. Su actitud es de espera y cae sobre él el fulgor de las múltiples miradas. Lo rodea la ad­ miración sin límites, pero también el silencio. No hay quien cruce con él una palabra, con él que fue hecho para hablar y para orar a través de los Salmos: “El se­ ñor es mi Pastor, nada me habrá de faltar.”

(Continuará.) jornadasem@jornada.com.mx

Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega, Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS CórdoVa, aLeyda aguirre rodríguez y riCardo yáñez, Coordinador de arte y diseño: FranCiSCo garCía noriega, Diseño de portada y dossier: marga Peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Iconografía: a rturo F uerte , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a LeJandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: Humillados y ofendidos Marie Aschehoug-Clauteaux/ Flickr (CC BY-ND 2.0)

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Sema­ nal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

2


Marco Antonio Campos

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

Algo sobre

é b

nifaz N o B n

u ño

Ru

3

2 1

L

as cenizas de rbn: Durante los últimos meses de 2012 urgía a mi amigo Joaquín Diez-Canedo Flores, entonces director del FCe , para que saliera la obra poética de Bonifaz Nuño. “No puede morir sin verla”, insistía. En enero de 2013, el mes más fúnebre para los escritores mexicanos, al fin salió. Meses antes había comentado a Paloma Guardia, la asistente de Bonifaz, que era esencial que el maestro tuviera en sus manos la edición. Le expliqué que para un poeta lo más valioso, antes de morir, es dejar publicada su poesía. Saber que lo más íntimo de él, convertido en música verbal, permanecerá en la Tierra. El azar y los dioses ya sabrán qué plaza darle dentro de las promociones venideras. Visité a Bonifaz Nuño por última vez en diciembre de 2012 en el modesto cuarto de su modesta casa en el barrio popular de San Bernabé Ocotepec. Lo encontré sumamente débil y enflaquecido. “Le queda muy poco”, me dije. Llevaba acostado en cama desde finales de agosto. Estaba lúcido pero sin ilusiones. Le dije que era inminente la salida en el FCe de su poesía completa. Como otras veces, me repitió que no tenía ningunas ganas de vivir, pero había seguido en la batalla por la mucha gente que dependía de él. “Quedó a medias la traducción de Marcial, le quedo en deuda”, repuso a una última pregunta. Luego de veinte minutos, pidió a la enfermera que me acompañara a la puerta de la calle. Cuando en enero Paloma Guardia tuvo los primeros ejemplares en la mano, como todos los días fue a su casa, y en su cuarto, de pie frente a la cama, le contó que había salido su poesía completa, le explicó cómo era la edición y Bonifaz Nuño, en su infinito cansancio, íntima y hondamente, comprendió el significado y dio las gracias. Paloma puso los tomos al lado del lecho, sobre el buró, que lo acompañaron hasta el 31 de enero a las 18:20 horas cuando se alejó y se despidió del mundo. Antes de incinerar el cuerpo, en una bella intuición, Paloma puso sobre su pecho los libros. Juntos, Bonifaz y su poesía ardieron, y ahora, en el largo allá, en la casa de la noche, donde el tiempo no niega las estrellas, juntos también platicarán día tras día de los deleites e infortunios del amor, sabiendo que en lo último del último horizonte hay una mujer a quien se amó y no se olvida.

yM

Obras completas de Manuel Acuña: Por su espléndido diseño, los dos tomos publicados de la obra y sobre la obra de Manuel Acuña por la Secretaría de Cultura del Gobierno de Coahuila y Conaculta me remiten a las bellísimas ediciones artísticas de biografías y ensayos italianas, francesas y alemanas. En ambos tomos encontramos, entre otras cosas, toda la poesía; las correcciones de Acuña a sus poemas en donde se muestra que la gran mayoría de las veces mejora los versos en el retoque final; fotografías y grabados de Acuña o relacionados con él; el poema en que Eduardo Lizalde recrea el “Nocturno” a Rosario para adaptarlo modernamente; rescates, como la “Romanza para Mezzosoprano”, compuesta a finales del siglo xix por Eduardo Figueroa Orrantia, a partir del poema “Lejos de ti”, y de la que ignoro si esté grabada; la traducción de Samuel Beckett del mejor poema del saltillense, “Ante un cadáver”, de la cual la poeta regiomontana Diana Garza Islas busca mostrar cómo el poeta y dramaturgo irlandés logró que se correspondiera con el espíritu del original; las páginas de recuerdos de Juan de Dios Peza donde narra aquella ocasión en que, en el cuarto de becario de Acuña en la Escuela de Medicina, un grupo de amigos escribió sobre un cráneo humano que estaba sobre una cómoda, y sobre el cual Acuña redactó una cuarteta memorable: “Página en que la esfinge de la muerte/ con su enigma de sombras nos provoca./ ¿Cómo poderte descifrar si es poca/ toda la luz del Sol para leerte?” Se incluyen en el libro ensayos de Evodio Escalante, Julián Herbert y Ernesto Lumbreras. El de Escalante, “Manuel Acuña y los abismos del pensamiento”, es quizá el mejor ensayo escrito sobre el saltillense de las últimas décadas. En él hay una crítica a los críticos, como a José Rojas Garcidueñas, con su insoportable actitud conmiserativa ante la obra y la figura del saltillense, y a José Luis Martínez, quien nunca comprendió a Acuña. Escalante hace asimismo un análisis muy inteligente tratando de mostrar con buen número de ejemplos el obsesivo ateísmo y la fijación por la muerte del joven saltillense. Se incluyen también el ensayo de dos poetas que frisan entre los cuarenta y dos y los cincuenta años. Julián Herbert juega con el ejercicio literario de la triple posibilidad sobre el suicidio de Acuña, y Ernesto Lumbreras se detiene ante todo en los poemas preferidos de poetas y escritores que han trabajado la obra de Acuña, y en el significado de la tragedia. Una bellísima edición que mucho merecía Acuña

a ñ a n u e l Ac u


18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

Héctor Díaz-Polanco

Enrique Semo: las enseñanzas de la historia

Foto: Luis Humberto González/ La Jornada

A

finales del pasado 2014, Enrique Semo recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía. Acertó Aristóteles al considerar que la “grandeza no consiste en recibir honores, sino en merecerlos”. Este es un justo reconocimiento para uno de nuestros investigadores de peso completo, quien en su faceta de historiador y economista (o historiador de la economía) ha iluminado los procesos seculares de conformación del país. Semo no es sólo un especialista, un profesor universitario, sino además un personaje público, un militante político, un ciudadano comprometido con causas sociales. Esto es, un intelectual en el sentido preciso que lo definió Sartre. Se trata del sujeto que en el ejercicio de su actividad profesional descubre las “contradicciones” entre sus descubrimientos y la realidad social. Debe, dice Sartre, “a la vez ejercer su oficio y comprometerse en la manifestación de las contradicciones de la sociedad. Uno no

es posible sin el otro”. Y al asumir y denunciar esa “doble contradicción”, el científico (o el artista, etcétera) deviene entonces en intelectual. Fue ese intelectual (hombre de pensamiento y de responsabilidad pública) el que, en el acto de entrega de los mencionados Premios de Ciencias y Artes, envió un mensaje al presidente de la República: “Queremos hechos, no discursos” para abordar y resolver los grandes problemas nacionales. La obra de nuestro autor está marcada por un rigor analítico que desemboca en las enseñanzas de la historia para la compresión de los largos períodos y de la realidad actual. Para ilustrarlo, tomemos como ejemplo su reciente obra de síntesis: México: del antiguo régimen a la moder­ nidad. Reforma y revolución, editada por la unam y la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en 2012. En varios sentidos es un libro monumental, considerando el vasto período que abarca, sus alcances teóricos y empíricos y,

4

en fin, la potente audacia interpretativa que lo caracteriza. Se trata de ensayos que abarcan el período que va “desde el último tercio del siglo xVii hasta la primera mitad del siglo xx ” (1780 a 1940). El espacio es el territorio del Virreinato de la Nueva España, que devino lo que fue México, con sus fronteras cambiantes. No es un lapso escogido al azar. El autor aclara que dicha periodización “obedece a un concepto teórico: la transición del Antiguo Régimen colonial a la Modernidad subdesarrollada”. Y el filo teórico también determina el trayecto de la obra, los “hilos conductores” que se despliegan a partir de “cinco grandes preguntas”, a saber: 1. ¿Cómo se hizo México capitalista?; 2. ¿Por qué adquirió esa sociedad un carácter subdesarrollado?; 3. ¿A qué se debe la desigualdad extrema que la distingue?; 4. ¿Por qué, entre todas las formas de cambio posibles, predominó la revolución?, y 5. ¿Cuáles fueron las principales corrientes ideológicas y en qué contextos surgieron y se desarrollaron? Son probablemente las preguntas esenciales para aproximarse al conocimiento de cómo surgió el capitalismo en México y sus vicisitudes; por qué ese capitalismo, a diferencia de otros modelos, engendró una sociedad subdesarrollada y espantosamente desigual, y finalmente por qué los saltos sociopolíticos adquieren la forma predominante de revoluciones. No se descuida el papel de las ideas y concepciones del mundo en ese proceso. Desde el arranque, el autor deja entrever su enfoque: los ensayos “son aproximaciones al conocimiento histórico concebido como proceso de múltiples determina­ ciones”. Se reconoce de inmediato la presencia teórica de Marx. Para Semo, en la Nueva España operan simultáneamente, pero con pesos diferenciados, formas feudales dominantes y secundariamente impulsos capitalistas. En suma, no obstante sus complejas y arrítmicas formas, el autor cree firmemente que los “modos de producción son el mejor de los modelos de análisis posible en la economía política de las grandes congregaciones y el largo plazo”. Ese régimen antiguo llega a su punto de crisis en el último tercio del siglo xViii ; y entre 1880 y 1940, “el país comenzó a adentrarse en la era del capitalismo industrial y la modernidad”. El estudio de este desplazamiento es, en esencia, el análisis del desarrollo del capitalismo en México; una peculiar modernidad que se abre paso en la espesura de la tradición, las relaciones señoriales y los sistemas productivos no capitalistas orientados más al consumo que al mercado. Se trata de una configuración “siempre en movimiento, llena de ambigüedades y de apariciones fugaces” que, al generarse en un país subdesarrollado, se presenta como “un juego de espejos en el cual el hábito adquiere faz moderna y la modernidad se esconde en la tradición”. Detrás de todo ello está la “llegada del capitalismo industrial [y comercial] a México” que se impone a partir de los años cuarenta del siglo xx en su versión subdesarrollada, y que se expresa en “dos fases”: “el salto del México tradicional al México moderno, [y] del México rural al industrial-agrícola”. Para explicar por qué las cosas ocurren de esta manera (capitalismo dominado y subdesarrollo en México, a diferencia de Europa y eu ), el autor compara estos procesos discordantes, lo que lo conduce a los enfoques de la dependencia, relegados durante mucho tiempo por la irrupción de otras perspectivas teóricas. El estudio se completa con el análisis de otra problemática central: las condiciones específicas que empujan al país a resolver las contradicciones avivadas por las herencias coloniales a partir de dos grandes acontecimientos (quizás en el sentido de Badiou): “la llegada de grandes inversiones extranjeras y las dos revoluciones mexicanas: la Reforma y la de 1910”.


Como telón de fondo, resalta una constante: el subdesarrollo del capitalismo. El autor ve el subdesarrollo como una condición que “cambia de forma, pero durante el período estudiado nunca desaparece ni es superado”. Y aquí se manifiesta uno de los atributos más interesantes de la obra de Semo: el valor de la información y el análisis históricos para la reflexión sobre las condiciones actuales del país. Veamos cómo sintetiza algunas de las características “distintivas del capitalismo subdesarrollado”: dependencia tecnológica y bajo nivel de innovación endógena; falta de impulsos internos para el ahorro y la acumulación de capital; alto nivel de desempleo y bajos salarios; fuerte desigualdad de ingresos; débil mercado interno; endeudamiento especialmente exterior; crecimiento urbano en desproporción con el desarrollo de la industria y los servicios. En lo político: inestabilidad, estados autoritarios o fallidos, y gran concentración de poder en manos de una oligarquía cada vez más reducida. En este punto, uno puede preguntarse: ¿estos no son rasgos que persisten en el México contemporáneo, casi en su totalidad? El país ha experimentado cambios notables, pero si se observan las relaciones esenciales y la dinámica central, seguimos atrapados en el mismo modelo de profundización de la dependencia y el subdesarrollo. Y, en el campo sociopolítico, los perfiles oligárquicos son tan acentuados como en fases anteriores. Si atendemos ahora al tema de las revoluciones (estudiado con detenimiento en el capítulo titulado “El ciclo de las revoluciones mexicanas”, que cierra la segunda parte del libro) y las modernizaciones que le preceden, encontramos también elementos inquietantes e inspiradores para el análisis de nuestra coyuntura. La tesis central de Semo es que esas revoluciones (para el caso, la Independencia, la de Reforma y la que inicia en 1910) están precedidas de otras “revoluciones”. Estas son “otra forma de cambio que podemos llamar parafraseando a Gramsci ‘revoluciones pasivas’ o más acorde con un país dependiente como el nuestro de modernización desde arriba o modernización pasiva”. En el caso de México, el autor registra “tres períodos que corresponden como gotas de agua a modernizaciones pasivas desde arriba”. La primera en los años 1780-1810, esto es, las llamadas reformas borbónicas; la segunda un siglo después en los años de 1880-1910, o sea, el período conocido como Porfiriato, y la tercera en la fase aciaga que va de 1982 hasta nuestros días, correspondiente de manera clara a la “modernización” neoliberal. ¿Qué propiedades comunes ve el autor en estas diversas “modernizaciones”? Semo lo resume de esta manera: “Esta forma de cambio social y económico se refiere al intento en que un hombre fuerte, dictador o rey, los cír­ culos políticos dominantes y sectores de la clase hegemó­ nica, pretenden introducir en un país atrasado las refor­ mas necesarias para ponerlo al nivel de los países desarrollados, sin consultar al pueblo, obligándolos a cargar con todos los costos de las reformas, recurriendo en todos los casos necesarios a la represión”. ¿No es ésta, efectivamente, una síntesis del tipo y modelo de reformas modernizadoras impuestas a sangre y fuego en el México de las últimas tres décadas, sin consultar a la mayoría de los mexicanos (a tono con su carácter autoritario y dependiente de los intereses externos) y que, como en las dos primeras modernizaciones, debido a sus efectos sobre las mayorías, han conducido a revoluciones propiamente dichas, con su fuerza transformadora y desquiciadora del orden imperante? Tenemos aquí, pues, un campo fértil para la reflexión sobre nuestra situación actual y sus perspectivas, derivado de la historia del país

Ricardo Ramírez Arriola/ Facebook/360gradosfoto

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

Los desaparecidos ya no lo están Eduardo Mosches

E

n estos días, si se va caminando por ciertas zonas cálidas llegamos a toparnos con algún cafetal, donde los frutos rojos resplandecen y nos acercamos a ver los frutos de más cerca, extrañamente, es

posible escuchar un tenue murmullo, y aguzando el oído, encontramos que es una larga conversación entre jóvenes. Los desaparecidos no se han ido. Están dando vueltas, conversando con nosotros, entre ellos, arremolinados discrepan, actúan contra la imposición de hacerlos fantasmas, no son invisibles, son miles los que danzan y caminan. Se ponen a pintar, aúllan, escriben, gritan miles de flores amarillas hechas consignas, salta el fuego de sus bocas, son dragones de amor. Mirar al otro, no olvidarlo. Caminan y andan. Están destrozando laberintos, toman el toro salvaje, acarician su testuz con palabras, encuentran aliados en esta vida. Crearla, moldearla sin moldear, nueva como cordero recién nacido, revolotean las mariposas en busca del polvo de la vida, no aceptar lo ya hecho, huele a café quemado, tomar el vellocino de la existencia, untarse los dedos en el aceite del sudor, el sol se convierte en llamarada , y no hay silencio, hablar, hablar y hablar hasta la sofocación de los esclavizadores. Las palmas golpetean en un sonido que retumba por las montañas, las calles repletas de automóviles, las esquinas se llenan de hombres y mujeres, las paredes se pintan de colores, se reparten arcoíris en los barrios, los frutos del cafeto se hacen llamas violentando el rojo de su grano. Juntando granos logramos crear montañas Foto: Facebook/Desinformemonos

5


CUENTO

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

6

La si

Lenin Guerrero Sánchez

Y si anda la noche en el camino Mirar de frente el miedo y sonreír De sospechar que llega un asesino Carlos Eduardo Turón

¿H

as sentido alguna vez la mirada de alguien que vigila? ¿Recuerdas? El contorno de esos ojos, esas líneas oblicuas que enmarcan en su centro el reposo infinito de la muerte como perros agitándose a mitad del sueño. Ojos poderosos. Pestañas que envuelven, poseen y súbitamente nos despiertan. –Todo se trata de dinero ¿no, Joy? –Sí. –Serías capaz de vender a tu propia madre, Joy. –Sí. –Por algunos sobres como éstos, Joy. –Así es. –Aunque de por medio vaya tu propia vida, Joy. –Sí.

En la simetría del tejado rojo, la silueta de un cuervo con mirada siniestra, casi obscena, anuncia la llegada del último tren a Santo Cristo. Adentro, en la estación, dos tipos esperan impacientes. Con movimientos teatrales y cínicos, imitando un show en pasarela de la moda norteña, despiertan temor en los transeúntes. Son dos mastines: usan lentes oscuros, botas vaqueras de lagarto, jeans ajustados y texana: cortesía del gobierno federal. Del vagón central desciende el asesor. Detrás del paso sosegado esconde, entre la multitud, su dureza primitiva. Al mirarse se identifican y con discreto movimiento de manos se saludan. En el estacionamiento flota la niebla sobre los manchones verduzcos de césped insertados entre retazos de concreto. Se dan tiempo para abordar un Jaguar blindado. Dentro del auto la información se transmite en breve bisbiseo, a la vez que se reparten seis gruesos fajos de billetes verdes. Al recibirlos dan señal de estar conformes. Cierran el pacto. Tras del crepúsculo la noche cae con suavidad. Mirarás las manecillas del reloj alcanzar el cuatro. Martha sellará en tu mejilla la suave caricia de sus labios, como todas las veces que sabe y comprende que precisamente

Street art en la ciudad de Guadalajara, México, 2014

a esa hora, apresurado, intentarás darle sentido a los motivos de tu lucha. Dialogarás con tus compañeros en el pequeño recinto rodeado de libros, con aroma de café. Pero ellos, por alguna razón que está fuera de tu entendimiento, no llegarán puntuales. Dispersos y en distintos momentos te harán saber su acuerdo; lo sabes y, sabes que es buena señal. Está bien, te dices, como te dices tantas cosas. Aquí dudas, se tambalean levemente tus esquemas, comprendes la complejidad de establecer correspondencias con el hecho concreto. Tus manos en el bolsillo del pantalón buscarán el objeto que has consentido como amuleto y no lo encuentras. Caminas. La figura blandengue de una anciana atizando la lumbre en el brasero recobrará tu inconsciente donde se agitan tantos pretextos y sigues, le pides el café que tú inventas merecer, el sabor a barro del tazón te impacienta, entre el tintineo de las monedas te sientes marioneta y aspiras, observas el humo, compruebas en un parpadeo las sombras de las llamas. Ahí estás. Eres tú. Sí, caminas el mismo sendero, la mente alerta; despejas una variante, la contrapones en una infinita serie de incógnitas, tu ecuación se ajusta, se alarga, a punto de romper los números, estiras los brazos, los dejas caer en péndulo, sientes su dureza metálica, cortante, de aspas. No eres el único, muchos a esa hora se mueven en distintas direcciones, respiran de distintos modos, en ene reflejos se piensan una y otra vez. Anónimos. En acto temerario intentas penetrar en sus pensamientos, conocer sus intenciones, cruzar una mirada, ser el hombre invisible. Algunos se saludan, tú lo evitas. Ahora sonríes. Te das cuenta de que el cuerpo ya está libre del influjo de la nicotina al notar una rara especie de luciérnaga intermitente multiplicada en las bocas de extraños seres. La oscuridad está para abrirse a la mañana sin violencia. A la labor. Adentro, en las oficinas de Sector, lo entiendes, eres una palabra más en el organigrama, no importa, en poco tiempo la jubilación llegará, así, despacito. Imaginas que el tiempo para de golpe, y el espejo en la oficina te desmiente, se ha escurrido disperso en horas y horas de hacer nada o lo mismo. Eres de la vieja guardia normalista. Entonces te sabes, todo ha quedado en el paralizado ímpetu de juventud igual a una endeble fotografía. Blanco y negro. En el campo de batalla, impulsivos, ustedes han logrado cimbrar a los altos mandos, han aprendido, engordaron

el filo activista de la experiencia. Pero reflexiona, donde estás. Avanzas o retrocedes. Acaso el andar en círculos y paralizar Palacio les aprovecha. Dónde sitúas entonces tu continente. Dónde situar estas palabras. Dónde situar a cuatro sujetos que interrumpen el silencio. Estás solo. El velador lo nota. En medio, detrás y delante cuidan esos hombres que no se desborden tus pasos de goma. Soportas tu historia, el golpe a los riñones, el insuflo del rencor en las costillas, doblas la cintura y, un codo, veloz, rompe el hueso crujidor de tu nariz. El velador anota, verifica, saca cuentas, vuelve a verificar, avisa, eso, sólo avisa. Sospecha. Especulación e impotencia. Y velocidad, mucha velocidad de los neumáticos en el asfalto. En el terraplén. Esperas otros golpes, insultos. Te dan silencio y el beneficio de la incerti-


7

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

ilueta Cartel en la ciudad de Oaxaca, México, 2009

En el jardín del centro de la plaza, con los huesos rotos y la garganta cercenada yace un hombre de piel cobriza con los ojos abiertos. La gente se reúne en torno a él. Es raro: cómo los cuerpos carecen de significado. Mirándolo bien, los muertos no son diferentes entre sí. Bueno, en el color de la piel sí, y en el último gesto que hacen al despedirse de este mundo. Pero en esencia no, pues ayer don Leovigildo manifestaba una gran vitalidad, sostenida con firmeza por

una conciencia plena en el discurso y sus acciones. Realmente don Leovigildo había logrado movilizar a mucha gente y poner en aprietos a los mandos claves del poder. La masa, convencida, lo seguía con la ilusión de que en sus vidas se darían profundos cambios; por supuesto que era una utopía, pero al fin y al cabo lo seguían y de pronto, ahora, todas las grandes esperanzas se hundían como si enormes zonas de este mundo hubiesen sido tragadas por enormes bestias. Entre los crisantemos estaba el cuerpo devastado. Entre el ir y venir, voces y mariposas revoloteaban alrededor. –Se lo merecía, por transa y revoltoso. –No jodas, hombre. Siempre fue derecho, gran amigo. –Pobre mujer cuando sepa la noticia. –Ella, como quiera. La va librar. Lo difícil serán sus niños. –Eso no tiene vuelta de hoja. –Maldito asesino, ahora sí se le hizo; ahora sí ha de estar conforme. –¿Quién? –Pues quién más: el cabrón de Celerino y sus rabiosos perros. –Mundo loco –dijo la loquita. La gente en vano intentaba dar un sentido, una explicación, a veces con preguntas y respuestas vagas, enredada en laberintos. Sí, era un hecho, se había dado un asalto en el espacio-tiempo, y en la nueva dimensión, lo que fue ya era lo que menos importaba, pues ahora las cosas tomaban un giro diferente. En la imaginación de Sabás, en acto semejante a la proyección de un filme, el conflicto se agudizaba y el movimiento quedaba trabado durante siete largos años. De hecho, él predijo el crimen y ahora, antes y después, con su misteriosa voz lo relataba con especial énfasis en el detalle. Tal vez por eso nadie le creyó. Todos decían: estás loco. ¿Sirve de algo la memoria? A juzgar por su cuento, Sabás decidió que no. Que los habitantes de Santo Cristo, absortos en sus intereses, olvidaban la lección, día a día, porque el peligro, según ellos, no era el bramadero agazapado de una creciente. La ausencia del inseparable amigo en los últimos días lo delataba como el principal sospechoso. Los otros, los dolidos e indignados, en medio del silencio gestaban su ofensiva. Algunos entendían con claridad

Jen Wilton, Narco skull, exibición en CASA, San Agustín, Oaxaca. Con permiso CC BY-NC 2.0

Entre el ir y venir, voces y mariposas revoloteaban alrededor.

dumbre. Preso en angustia, tendido boca abajo sobre el suelo ranurado de la camioneta: escuchas el sonido del viento. Crees tener capacidad de palpar los giros los cambios los suelos las respiraciones su piel sus ojos. Pero te equivocas, atrozmente.

que aquí estaba perdida la batalla, pero también que el juego daba inicio y no, no claudicarían. Los obstinados, ellos, simplemente sacrificarían la vida. Sabás, solitario, escuchó –Así, caminito, así– al arrullo del murmullo que canturreaba un niño saltando las líneas de la rayuela frente a las escalinatas de piedra labrada que daban a Palacio, un Palacio abandonado donde una ráfaga de viento hacia piruetas, piruetas prodigiosas que alcanzaban los remiendos de sus zapatos. Entonces, los ojos de don Leovigildo cerraban sus párpados muertos para siempre. Pitaba el ferrocarril. Dentro de un vagón, unas manos encendían un cigarrillo conectado a una boquilla de marfil. A través del vidrio empotrado en la ventanilla, de perfil, la sombra del hombre inhalaba nicotina, duro, satisfecho por el método invisible y su eficacia. De golpe, en el solitario paraje una mole de acero al chirriar iniciaba el desplazamiento de sus ruedas sobre los rieles, en tanto la serpentina de su humo formaba volutas que se desvanecían en el aire. Mientras, en lo alto, sobre la simetría del tejado rojo, la silueta de un cuervo con mirada siniestra, casi obscena, desgranaba el aviso de salida del primer tren de Santo Cristo


E

Barrio de Cite Soleil, www.wikiwand.com

Haití

intervencionismo y hambre Fabrizio Lorusso n abril de 2014, el World Food Program –Programa Mundial Alimentario– lanzó una alerta sobre la crisis de inseguridad alimentaria de la región norte-oeste de Haití. Sin embargo, en lugar de funcionar como denuncia de las causas reales del problema o como estímulo hacia el gobierno y la comunidad internacional para que intervinieran y fomentaran la producción agrícola local, el aviso sirvió como excusa para llamar a mayores esfuerzos en las donaciones desde el exterior. Entonces, se favoreció la llegada de productos importados. Pasó lo mismo en 2010, tras el sismo que dejó 250 mil víctimas en la capital, Puerto Príncipe, así como un millón y medio de personas sin techo. Todavía hoy, 140 mil haitianos viven bajo carpas en los campos de desplazados. “El país tiene una necesidad desesperada de alimentos y de asistencia para la nutrición”, remarcó en abril Peter de Clercq, representante de la minuStaH , la misión militar de Naciones Unidas para la “estabilización de Haití”. Hace décadas que las peticiones lanzadas por alguna agencia internacional legitiman respuestas que raramente persiguen los intereses de la población de los países “asistidos”, sino más bien sirven a los objetivos de las multinacionales de la solidaridad y del comercio, de las potencias económicas y, asimismo, de las asociaciones religiosas foráneas. Pese a las “ayudas”, en los últimos cuatro años el precio del frijol, del arroz y otros alimentos creció cuarenta por ciento y se multiplicaron las protestas populares, sobre todo en el norte, en el distrito de Cabo Haitiano. For Haiti With Love es un nombre que suena bien, aunque un poco cursi. Es una organización cristiana sin fines

de lucro que sabe aprovechar las ocasiones que se abren tras cada crisis alimentaria y los pedidos de ayuda de alguna institución internacional. “Para Haití con Amor” pidió a sus simpatizantes un esfuerzo mayor en estos términos: “Tenemos que rezar verdaderamente para que más gente se interese por Haití y ayude a compartir el fardo de las ayudas allá, pero la ayuda financiera directa es lo que más necesitamos realmente justo ahora.” Así, paliando sufrimientos, tapando alguna falla con alimentos importados y oraciones, la protesta social y la inconformidad de los agricultores locales se va aliviando y los negocios pueden seguir. El país caribeño tiene una tasa de pobreza del ochenta por ciento de la población, con un salario mínimo de 4.5 dólares al día que muchas empresas no quieren pagar. Veinte por ciento de los niños padece desnutrición, un millón y medio de personas pasa hambre y 6.7 millones tienen dificultades para cubrir su necesidades nutricionales básicas. Los programas asistenciales no han mejorado la situación y, por el contrario, han creado dependencia. La prensa mundial tiende a presentar los problemas de Haití de manera tendenciosa, extrapolándolos de su historia y del contexto neocolonial en que se engendraron, como si la pobreza endémica, la deforestación, el cólera, los daños de las catástrofes naturales y el arrebato de la soberanía hubieran sido producidos por un pueblo inconsciente o por un clima adverso. En cambio, se minimizan las responsabilidades de gobiernos y agencias extranjeras que se reparten donaciones, programas y prebendas, y de las multinacionales que

dominan la economía de la isla. Lo mismo pasa con el papel de la corrupción e ineptitud de la élite política nacional, aliada con la de las potencias más influyentes en la historia haitiana, como Francia, Estados Unidos y Canadá. Poco se habla de los despilfarros y costos logísticos de las más de 10 mil ong presentes en Haití que, en la mayoría de los casos, constituyen más del sesenta por ciento de su presupuesto. También la militarización de Haití es un hecho incontrovertible y poco mencionado. La comunidad internacional ha preferido invertir en misiones armadas, prácticamente desde principios de la década de los años noventa del siglo pasado, y no en el desarrollo y la democratización; baste recordar que ha habido dos golpes de Estado y miles de asesinatos políticos en los últimos veinte años en Haití. El territorio es ocupado por ejércitos extranjeros cada vez que hay alguna crisis, como sucedió después del terremoto, cuando llegaron más de 20 mil marines estadunidenses, así como centenares de soldados de otros países. Además, Haití es controlado permanentemente por una fuerza internacional, la minuStaH , que desarrolla tareas policíacas y militares, fuera del control del Poder Ejecutivo haitiano, que no cuenta con fuerzas armadas propias. La injerencia de milicias foráneas se ha justificado con la presunta violencia de las ciudades haitianas y con los conflictos políticos internos que generarían inestabilidad en toda la región. En realidad, el verdadero afectado por las crisis caribeñas es Estados Unidos, donde reside cerca de un millón de haitianos y se vive con miedo la Mary’s Meals Haiti. Foto: Angela Catlin


18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

reanudación de flujos migratorios “no deseados”. Además, Haití no es un país violento: su tasa de homicidios es de siete por cada 100 mil habitantes, mientras que el promedio del Caribe es de diecisiete; en México dicho índice llega a veinticuatro y en Honduras alcanza noventa y uno.

FAROL DE LA onu En la Asamblea de la onu , en septiembre del año pasado, el presidente Enrique Peña Nieto anunció la intención de que México participe en las Misiones de Mantenimiento de la Paz de las Naciones Unidas que son aprobadas por el Consejo de Seguridad. Se enviarán contingentes civiles y militares para integrarse a los Cascos Azules, lo cual es una novedad para la política exterior mexicana y su tradición castrense no intervencionista. Ya hay países latinoamericanos, como Uruguay, Brasil, Venezuela, Bolivia

por países latinoamericanos” y “México de manera natural tiene un lugar”, según dijo la exembajadora Olga Pellicer. Cabe destacar que la minuStaH está bajo el mando de Brasil y hablar, en este caso, de “misión de paz”, es un eufemismo. La Misión en el país caribeño tiene tareas de policía y militares para el control, mejor dicho “la ocupación”, del territorio. Además de ser responsables de la epidemia de cólera que ha cobrado casi 9 mil víctimas y producido más de 750 mil contagios en cuatro años y medio, los cascos azules brasileños, latinoamericanos y de otras regiones se han manchado con crímenes y abusos a los derechos humanos desde su llegada en 2004 hasta la fecha. Por ejemplo, los perpetrados por las misiones de “pacificación” en el barrio de Cite Soleil a cañonazos, causando la muerte de decenas de inocentes, para buscar a presuntos delincuentes y a seguidores del expresidente Jean Bertrand Aristide, víctima de un golpe y deportado por militares estadunidenses en febrero de 2004. Precisamente su expulsión forzada, orquestada por la Cia y el International Republican Institute de Estados Unidos y otras potencias hegemónicas en la isla, como Francia y Canadá, justificó la entrada del ejército de la onu en apoyo al régimen antidemocrático (2004-2006) del presidente Alexandre Boniface y su primer ministro Gérard Latortue, en el cual hubo 4 mil asesinatos políticos. Los cascos azules y la onu tardaron casi tres años en reconocer su responsabilidad frente a la epidemia de cólera, y el plan de erradicación de la enfermedad costará 2.2 billones de dólares. La minuStaH ha tenido tareas positivas de protección de la población tras catástrofes naturales y en momentos de conflictividad política, Fotos: haitigrassrootswatch.squarespace.com

¿Por qué Haití tiene hambre y este flagelo es más fuerte ahora que en los últimos cincuenta años?

y otros nueve, que mandan tropas al extranjero, bajo el control de la onu y, asimismo, asignan personal civil y grupos de profesionales a las misiones. Como parte de la comunidad internacional, las misiones apuntan a la creación de “cierto estatus” para los países, más allá de las presuntas “responsabilidades” o compromisos “morales” y “democráticos” que se enarbolan para justificarlas. La estrategia para generar “prestigio” manu mi­ litari, aun en el ámbito de Naciones Unidas, y la política de “potencia regional mediana” estaban detrás del anuncio presidencial, junto a la aspiración de contar más en el concierto mundial y en sus instituciones, y quizás ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad. Hay otros países, como Noruega, Suiza o Cuba, que prefieren elevar su “estatus” sin hacer hincapié en las milicias o únicamente en los intereses de los “jugadores globales” dominantes, sino que se ganan respeto con el soft power, el poder blando, es decir negociando acuerdos de paz, intermediando en conflictos armados, ofreciendo recursos, servicios e instituciones en el exterior y generando confianza mediante su imparcialidad o capacidad negociadora. Pero no es el camino que Peña Nieto parece privilegiar. Entre las diecisiete misiones onu en el mundo, en México se mencionó un caso específico para arrancar: el de Haití y la minuStaH, ya que allí la operación es “encabezada

pero también ha actuado como fuerza extranjera de control social, al margen de las decisiones del gobierno local y al servicio de Estados Unidos, principalmente. Los mecanismos, a veces perversos, de la cooperación internacional y las misiones que desde hace más de veinte años, con nombres diferentes, han sido conducidas por la “comunidad internacional” en Haití, han tenido resultados controvertidos y dudosos, si no es que desastrosos, quitando soberanía al país y provocando constantes protestas de la población. México no ha participado en los asuntos militares y policíacos de Haití, o sea la minuStaH , lo cual a todas luces, hasta la fecha, ha sido una ventaja.

LA INDUSTRIA DEL HAMBRE Las alarmas sobre crisis alimentarias acaban llenando los bolsillos de productores e intermediarios estadunidenses, de agencias gubernamentales e “independientes” que administran el flujo de alimentos y dinero. Haiti Grassroots Watch (Hgw ) es uno de los pocos medios que informa cabalmente sobre esta cuestión, entre otras. ¿Por qué Haití tiene hambre y este flagelo es más fuerte ahora que en los últimos cincuenta años?, pregunta en un artículo en su página web. Los representantes de la Red Nacional para la Soberanía y Seguridad Alimentaria ( rena HSSa ) atribuyen al gobierno el empeoramiento de la situación, pero hace ya mucho tiempo que economistas, agrónomos y expertos diseñan proyectos y ganan licitaciones, contratos y becas para supuestamente encarar el hambre. Los donantes dan billones de dólares en “ayudas alimentarias”, “para el desarrollo” y la “asistencia humanitaria”, y controlan programas de fomento que no tocan las causas estructurales del hambre, que son al menos seis, según Hgw : 1. La pobreza, la precariedad salarial y la privatización de todos los servicios; 2. El régimen de la propiedad de la tierra, la falta de su gestión racional, la inexistencia de un registro y el uso clientelar de la tierra; 3. El neoliberalismo, que impuso aranceles bajísimos sobre los productos importados hace más de veinte años y causó éxodos del campo a las ciudades, sobrepobladas y peligrosas, como también se vio con el sismo de 2010, cuando murieron más personas en los barrios más poblados, pobres y hacinados; 4. El aumento demográfico con producción agrícola estancada, basada en técnicas obsoletas y abandonada por el Estado; 5. El impacto negativo de la “asistencia” internacional que actúa según coyunturas y emergencias, por sus propios intereses, fuera del poder del gobierno local; 6. Las ineficiencias del mercado interno, los oligopolios de los importadores de comida que mantienen altos los precios. Según Hgw , más del cincuenta por ciento de la ayuda alimentar para Haití proviene de programas gubernamentales estadunidenses. Sólo una pequeña parte pasa por el Ejecutivo haitiano, pues la mayoría es administrada por agencias como el World Food Program y contratistas como World Vision, Care , aCdi - VoCa y Catholic Relief Service. Estas “importaciones” de bajo costo hacen competencia o dumping a la producción haitiana y generan recursos para las ong . El gobierno de Estados Unidos compra arroz, trigo, harina, aceites, pollo y frijoles a sus productores, y luego los envía a las organizaciones que pueden revender los alimentos y obtener efectivo para sus propios proyectos. La industria del hambre es un gran negocio para el cual se crean mercados cautivos en los países receptores de la ayuda, ahogando la expansión de la agricultura local. También por ello el hambre es una plaga endémica que se relaciona con los mecanismos de la cooperación internacional y la imposición externa de políticas comerciales depredatorias

9


LEER Sin rastro de nosotros, Luis Tovar, Eternos Malabares/inba-Conaculta, México, 2014.

DESCRIBIR, DESCUBRIR, DESESCRIBIR: ÉTICA Y ESTÉTICA LITERARIAS AGUSTÍN RAMOS

U

n autor desnudo, audaz, leal, busca reencontrar el sentido del amor a fuerza de palabras. En la primera parte de su novela nos extravía en el laberinto de Mario y Marta mediante un recorrido que mantiene su estatura en la tensión, el tono, el estilo, el ritmo y la sintaxis. Qué diferente la descripción de este laberinto traductor de la pasión, la vida erótica, animal, anfibia, de una pareja que va entre la luz de la locura y la ceguera de los cuestionamientos. Qué diferente de aquellos laberintos descritos desde arriba y desde afuera en tanta novela “nueva” que se da a la tarea de “atrapar” lectores desde el primer renglón y apuesta (con todo lo que de tahúr comporta el término) a ganar lectores desde el primer párrafo. Aquí, por el contrario, el lector se enreda de entrada en setenta páginas en las que cada palabra se respira imprescindible y la historia –toda– se impone sin trucos clásicos de moda (clásico y moda: el oxímoron de nuestras letras actuales), sin tremendismos ni suspensos grises (que no llegan a negros), sin personajes prefabricados, reconocibles de una ojeada y no con la nariz ni con el tacto ni, mucho menos, con el sexo. En la segunda parte, un cambio de punto de vista se corresponde con otra historia de pasión que se contempla desde fuera: la relación de Mario con Angélica, desplegándose como espejo deslumbrante en una literatura sin héroes. Porque “estamos demasia demasiado acostumbrados al consu consumo de la más típica y empo empobrecida idea de lo que es un héroe. Ignoramos que para el héroe, los actos heroicos son actos cotidianos, y ya nos tragamos completita la mentira de que solamente aquel que muestra algo supuestamente heroico puede tener algún interés… ¿De veras es así? Ya sé que la vida cotidiana puede ser aburridísimamente repetitiva, que los que somos comunes y corrientes nos parecemos unos a otros como gotas de agua, y también que muchísimas obras memorables lo son precisamente porque funcionan a manera de escape. No vas al circo para ver a los trapecistas cuando están comiendo o cuando van al baño, sino cuando están echando maromas. Nos fascina la singularidad. Pero sucede que la vida de a pie, la verdadera vida, no es ni especial ni extraordinaria y hasta los hechos memorables no pasan de ser sucesitos, nimiedades que sólo por el hecho de habernos ocurrido a nosotros mismos, en un momento y en un lugar determinados, los guardamos en la memoria”. Fuera pues del laberinto pero sin incurrir en ligerezas que abarcan mucho y aprietan poco al lector de superficialidades: sumergiéndose en el absurdo, es decir en un intenso y extenso flashback, en un filme

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

donde leer significa escuchar la evocación de una voz de dieciocho años, en la dinámica de una familia común, en la agonía de un padre hospitalizado… “Volvimos al mostrador, de donde el mediquito sacó unos papeles. Los leyó y me dijo, casi como quien habla de carburadores o de bujías flameadas, que mi papá necesitaba un hígado. Quién sabe qué pensé, quién sabe qué le dije, quién sabe qué hice en ese momento. Tendría que inventármelo porque no me acuerdo de nada más salvo de que ese momento enfermeras y médicos, tal vez deliberadamente me dejaron solo con mi padre…” Leer, entonces, se transforma en asistir a un matrimonio entre adolescentes, matrimonio irracional, predestinado por un orden social que condena a quien no proviene de familias integradas, armónicas, prósperas (doy por sentado que toda familia es disfuncional). Leer, entonces, es aterrizar en simulacros juveniles, atestiguados y a la vez narrados desde adentro en virtud de la técnica. Una técnica depurada que consigue el efecto de la focalización exterior, predominantemente, sin por ello renunciar al privilegio escritural de la interiorización eventual mediante diálogos y monólogos que dotan de ritmo y variaciones de acción y descripción que la primera parte, por su técnica epistolar, no permitía. En otras palabras, fuera del laberinto, la técnica facilita el cambio de velocidad, de enfoque y de narrador único a polifonía, y de epístola a panóptico; no sólo para ver más sino para ver de otro modo, con una visión enriquecida de la misma historia. Pero no sólo es la focalización: la arquitectura de la segunda parte avanza derecha para culminar en el preámbulo de la materia del primer capítulo: Marta. Así, mediante el recurso de un guión cinematográfico se presenta la última riña entre Angélica y Mario. En este guión, ética, prudente, estética, cínicamente, se excluye a la hija de tres años, la peor víctima y el testigo desaparecido de este drama de destrucción que resulta imposible denominar de baja intensidad. En la tercera parte, un texto que Mario anuncia como ficticio en la primera parte, sobreviene la extinción total: los personajes centrales ya no están, no ha quedado rastro de ellos. Sin rastro de nosotros, pasa así de título a sentencia: el autor ocupa la supremacía pero no impunemente: su autocrítica lo sumerge en un texto convencional y el personaje femenino deriva en una caricatura. ¿Qué queda entonces? La literatura, la escritura irremediable de una destrucción, el testimonio desnudo de referencias extratextuales, biográficas: queda la capacidad de la crítica, el ojo implacable de quien necesitaba ese tercer escalón para ver más de cerca, mejor, con más distancia, el tipo de relaciones amorosas más frecuente, las destructivas, las depredadoras, las hechas de vacíos y fulgores, nutridas de infidelidad y mezquindad: nuestras relaciones, las de todos, las aquí expuestas. En suma, conforme se describe y se descubre, la narración va cobrando solidez y, al mismo tiempo, mediante la estructura que el tema impone y permite, se va des-escribiendo, hasta resultar más una experiencia que una lectura, dejando en el lector la sensación de una compañía entrañable •

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

Un espejo roto. Antología del nuevo cuento de Centroamérica y República Dominicana, Sergio Ramírez (antologador), Grupo de Editoriales Independientes de Centroamérica (geica)/Goethe Institut-México, Honduras, 2014.

ROMPER EL AISLAMIENTO GEOGRÁFICO-LITERARIO ÁNXELA ROMERO-ASVALDSSON

E

ste volumen viene a sumarse a otras antologías de cuento centroamericano ‒Puertos Abiertos. Antología del Cuento Centroamericano, edición de Sergio Ramírez, Fondo de Cultura Económica, México, 2001; Pequeñas resistencias 2: antología del cuento centroamericano contemporáneo, edición de Enrique Jaramillo Levi; Páginas de Espuma, España, 2003; Los centroamericanos, edición de José Mejía, Alfaguara, Guatemala, 2002, y Tiempo de narrar, edición de Francisco Alejandro Méndez, Editorial Piedra, Guatemala, 2007‒, publicadas en la primera década del siglo con mayor o menor fortuna, pero la que motiva estas líneas cobra particular relevancia por varias razones. Se gestó como iniciativa tras Centroamérica cuenta, el primer encuentro centroamericano de narradores celebrado en 2013, en la ciudad nicaragüense de Managua, convocado por el escritor Sergio Ramírez y Carátula, revista cultural centroamericana. Coordinada y prologada por el propio Sergio Ramírez, acoge a jóvenes cuentistas de los seis países de Centroamérica, independientemente de donde residan, ordenados por estricto orden geográfico, y de la República Dominicana, por su afinidad lingüística y cultural con la región. Cuatro cuentos por país, a excepción de El Salvador, del que sólo hay tres; cantidad que fue la premisa numérica de la que partió el compilador, y que después aumentó. La mayor parte de los cuentistas que la integran han nacido a partir de 1970, otro de los presupuestos de los que arrancó el compilador; sólo en tres casos, como excepción, a partir de 1964: Mauricio Orellana Suárez (1965), de El Salvador; Jessica Clark Cohen (1969), de Costa Rica; y Juan Dicent (1969), de República Dominicana. Si la funcionalidad de la misma es otorgarles a los autores la visibilidad que le es negada en sus países originarios, nombrarlos en aras de individualizarlos parece oportuno: Guatemala: Eduardo Halfon, Maurice Echeverría, Denise PhéFunchal, Javier Payeras; El Salvador: Mauricio Orellana Suárez, Vanessa Núñez Handal, Alberto Pocasangre; Honduras: Jessica Sánchez, Kalton Harold Bruhl, Gustavo Campos, José Manuel Torres Funes; Nicaragua: María del Carmen Pérez Cuadra, Berman Bans, Ulises Juárez Polanco, Roberto Carlos Pérez; Costa Rica: Jessica Clark Cohen, Guillermo Barquero, Warren Ulloa, Carla Pravisani; Panamá: Carlos Oriel Wynter Melo, Melanie Taylor, Lili Mendoza, Lucy Cristina Chau y República Dominicana: Juan Dicent, Rey Andújar, Frank Báez, Rita Indiana Hernández. Si bien la temática se formuló en la convocatoria como libre, necesariamente presidida por una indiscutible calidad literaria, la selección final se hizo con base en textos que retrataran la realidad cotidiana de Centroamérica en toda su compleja extensión. Vemos desfilar por los relatos la migración, el narcotráfico, la inseguridad ciudadana, la corrupción política a diferentes grados y a todos los niveles, el

10


11

LEER

Jornada Semanal • Número 1037 • 18 de enero de 2015

crimen organ izado, el lavado de dinero, la pobreza endémica confrontada con la abundancia obscena, la violencia feroz asolando todos los ámbitos de la cotidianidad, la prostitución, el abuso infantil, la devastación del espacio urbano, las contradicciones entre tradición y modernidad, y las controvertidas relaciones entre los distintos países de la región. El conjunto de las historias traza el mapa descarnado de la Centroamérica del siglo xxi . La mayoría de los cuentos pone de manifiesto individualidades creativas con voz y estilo propios, con conocimiento del manejo técnico de la composición del relato y en conjunto cumplen el criterio de calidad. No en vano todos ellos ya han sido publicados en antologías, revistas e incluso en colecciones de cuentos individuales, si bien descuellan los del guatemalteco Halfon, y del hondureño Gustavo Ocampo, a nuestro juicio. Si tuviéramos que ponerle un pero a este trabajo, sería que hubiera resultado útil que en la nota biográfica de los autores que encabeza los cuentos, al mencionar los libros publicados hasta el momento por cada uno de ellos, se hubiese añadido el nombre de las editoriales, no sólo los países en que los libros aparecieron; únicamente se hace en uno de los casos, el de la escritora costarricense Carla Pravisani. Se trata, en todo caso, de un detalle menor que no ensombrece su aportación. Pero el mayor acierto de la antología radica, a nuestro juicio, en que se les haya preguntado a los autores antologados qué implica escribir en/ desde Centroamérica; respuestas que encontramos a renglón seguido de cada uno de los relatos, en tonos y talantes diversos, pero que reinciden en parámetros comunes: la condena a la casi absoluta invisibilidad debido a limitaciones materiales que les impide el acceso a los mercados internacionales, la propia ausencia de mercados editoriales nacionales, la falta de distribución entre países del área, factores todos que convierten a la creación en un ejercicio de compromiso y resistencia personal ante una realidad perturbada y fagocitadora, en la que el silencio no es una opción. Este conjunto de reflexiones cartografían la incierta situación del escritor centroamericano y otorgan a la propuesta un sesgo, además de estético, ético, que pone en relieve que ser escritor en Centroamérica es una labor de riesgo continuo por ineludible. Que Un espejo roto se haya editado casi de inmediato en alemán –fue presentado en la Feria del Libro de Frankfurt bajo el título Entre sur y norte. Nuevos narradores de C e n t ro a m é r i c a ( Z w i s chebn Süd und Nord. Neue Erzähler aus Mittelamerika), Editorial Unionsverlag– le augura una merecida distribución. Tal vez se haya roto el conjuro y estemos ante el primer paso hacia un nuevo tiempo •

La apuesta por la vida. Imaginación sociológica e imaginarios sociales en los territorios ambientales del sur, Enrique Leff, Siglo xxi Editores, México, 2014,

EL ENTORNO COMO INTEGRACIÓN RICARDO GUZMÁN WOLFFER

U

na de las premisas básicas de la humanidad suele olvidarse en los tiempos de la necesidad antropocéntrica: el clima modifica el actuar social, lo determina y, en muchas ocasiones, lo aniquila. El olvido de la dependencia humana hacia las condiciones de su hábitat ha derivado en concepciones incompletas del pensamiento humano. No tendrá más de unas décadas que la crisis ambiental h a s a c u d i d o a l g u n a s conciencias, muy pocas, p a r a i n t e n t a r r e p l a n t e a r m u c h a s f o r m a s d e producción, de políticas ambientales, pero, sobre todo, la concepción del hombre como rector de lo inmediato. El planteamiento de Leff resulta de tal amplitud que sus implicaciones tocan casi todos los campos del conocimiento, pero lo sistematiza para hablar de la sociología ambiental, la ecología política, los imaginarios sociales a partir de la sustentabilidad de la vida, la reinvención de las identidades colectivas para buscar la reinserción en la naturaleza y la constitución del campo socioambiental. Una aproximación compleja a los planteamientos del individuo como parte de una sociedad: si es el clima el que determina la mera estancia en una región, ¿cómo desvincularme de otros grupos socioeconómicamente contrarios, de otras naciones, si todos compartimos los mismos fenómenos climáticos? Ello cambia el sentido de los países. En la frontera norte, donde la infraestructura cambia dramáticamente en los centímetros que separan ambos países, debería replantearse si unos son tan distintos de otros. Y bastará ampliar el ángulo de visión para entender que no hay país que pueda ser desvinculado. Descola, Bourdieu, Weber y muchísimos más son analizados en la búsqueda de esa concepción global que funcione a los grupos menos implicados en la toma de decisiones ecopolíticas, pero que son afectados por los cambios climáticos debido a los modos de producción. Claro, hablar de la emergencia de una conciencia ecológica planetaria en sectores políticos como el mexicano, donde otros temas (como la continuidad de las franquicias partidistas, por ejemplo) opacan cualquier planteamiento ambientalista de fondo, o que sea planteado con su verdadera importancia, suena

a tiempo perdido. Pero hay una necesidad ineludible que en los medios y espacios públicos ni se menciona ante los abusos de los políticos incapaces de ver más allá de sus propios apetitos. En ello también reside la complejidad del planteamiento: las élites jamás tendrán la misma visión o compromiso que los sobrevivientes moribundos: la lejanía de lo imperturbable modifica la necesidad de integrarse. Incluso el sujeto iluminado por la reflexión integralista deberá plantearse las posibilidades de actuar frente a la complejidad de los factores involucrados. Un libro magnifico para comenzar a entender las implicaciones de la propia identificación y sus referentes •

Un poder indestructible, movimiento civil en los Estados Unidos, Howard Zinn Los Nuestros/LaJornada Ediciones México, 2010

Para Howard Zinn, excombatiente de la segunda guerra mundial, haber participado en ésta como piloto de un bombardero no es motivo de orgullo sino de vergüenza. La experiencia le enseñó que la guerra es un recurso inútil y que quienes detentan el poder no necesariamente son los más ricos ni los mejor armados. El libro abunda en ejemplos de cómo se ha alterado la realidad en nombre de la conservación del poder y el porqué de la existencia invisible de grupos que se levantan contra el sistema establecido: la negativa de los indígenas a desaparecer; la rebelión de la población afroamericana en los movimientos contra la esclavitud y contra la segregación racial, y las huelgas y protestas que ha realizado la clase trabajadora a lo largo de la historia de eu. Dice Howard Zinn: “Escribo con el fin de ilustrar el creativo poder de la gente que lucha por un mundo mejor. La gente, el pueblo, cuando se organiza, tiene un enorme poder, más que cualquier gobierno. Nuestra historia fluye profunda en los relatos de gente que se yergue, se expresa, se protege mutuamente, se organiza, se conecta, forma redes de resistencia y altera el curso de la historia.” Un libro que propone una reflexión acerca de las atrocidades cometidas en nombre del poder, que nos dejará convencidos de que las guerras son absolutamente innecesarias y asimismo hace patente la necesidad de comprender a fondo los problemas y las carencias de los sectores de la sociedad más perjudicados por el poder centralizado en los círculos privilegiados.

La Jornada Semanal

@JornadaSemanal

En nuestro próximo número

LA TERCERA INDEPENDENCIA de América Latina Gustavo Ogarrio

jsemanal@jornada.com.mx

Albert Camus y el exilio Emmanuel Carballo y la autobiografía


ARTE Y PENSAMIENTO ........

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

Francisco Torres Córdova

Ricardo Venegas ricardovenegas_2000@yahoo.com

Felipe Garrido MENTIRAS TRANSPARENTES Ensueño Lo que ella deseaba era tener un compañero. Sentirse querida, tomada en cuenta; demostrar abiertamente su cariño. Acostarse con su pareja. No que quisiera tener sexo todo el tiempo; quería dormir con alguien, estar a su lado en la noche; desvanecerse tibiamente entre sus brazos. Cada mañana se sentaba al borde de la cama y dejaba pasar el tiempo mientras imaginaba que él estaba en la regadera y ella le planchaba la toalla, para que la tuviera calientita. Que cocinaba para sorprenderlo; paso a paso planeaba visitas a las iglesias, caminatas por los parques, idas al cine o a la feria o de compras; construía sus conversaciones con minucia; qué diría ella, qué le contestaría él; las palabras exactas que le irían cayendo al oído cuando fueran en el Metro o caminaran entre los árboles o vieran llover desde una ventana, siempre abrazados. Quería pasar la vida de su mano, envejecer a su lado. Y el tiempo seguía deslizándose, sin ruido, sin compasión •

Guillermo Samperio DE PASO Luna danza La noche de estrellas marroquíes, fiera extravagante. El filo de la luna cortaba la colina. Los pedernales silenciosos, fracturadas las puertas, las ventanas. La memoria nebulosa gemía sus danzas doloridas sobre la arena. Nadie conoce ya aquel deseo que bajó en las aguas prófugas del río. Sólo residuo extraño pero noble, más triste, pero baile. “Danzarás”, era el trozo de la voz ausente. ¿Por qué?, nadie sabía ni para qué ni qué. Dulcificantes respuestas rodaban por el camino. Sonoros varones tañían misterios absurdos, ardientes convalecencias; Annamores, la bailarina de las sombras y los atardeceres, de cualquier modo se entregó al delirio en un baile de filigranas deslumbrante. El brillo de sus joyas venía del ocaso. La noche entonces caía otra vez, cobijaba las desdichas, arropaba el silencio, resguardaba los movimiento de baile de la mujer •

ftorrescordova@gmail.com

monólogos compartidos

bitácora bifronte Mar de Tasmania, de Lucía Cupertino Su belleza como una sandalia de oro me ha herido la frente. Alda Merini

L

a poesía italiana, heredera de la colosal obra de Dante, consigna una nómina de poetas relevantes como Giacomo Leopardi, Dino Campana, Césare Pavese, Giuseppe Ungaretti, entre otros, que han sido traducidos a nuestra lengua, y otros más que, como bien lo afirmara Guillermo Fernández respecto a Pier Paolo Pasolini, no son tan conocidos, como sería deseable en México con los autores más recientes, pese a las numerosas muestras de antologadores como Emilio Coco. Mar de Tasmania (2014), de Lucía Cupertino, editado por la editorial italiana Isolda, y presentado recientemente en el Festival Bilbolbul de Bologna, reúne un conjunto de poemas en los que la autora se sumerge en la tradición de sus antecesores: “Usted tiene que caer con la decadencia del sol/ como la hierba/ que ya no corre al norte/ a reabrir brotes/ amaneceres lanzados/ ser supremo/ turgencia/ desaparece retráctil/ y es amar manchas/ cicatrices que se fugan/ y la rugosidad de estos malditos ecos del valle/ ninguna fuente, el amor.” Lucía Cupertino (Putignano, Italia, 1986) es antropóloga cultural, escribe en italiano y en español y es traductora. Además, es doctoranda en Literaturas modernas, comparadas y postcoloniales por la Universidad de Bolonia, amén de sus colaboraciones frecuentes en revistas literarias. Muy cerca de Los mares del sur (1930) del gran Cesare Pavese, Lucía emprende un viaje similar al del gran poeta italiano que con su obra inaugura un nuevo momento en la lírica italiana, tal como lo rememoran las traducciones del flamante italianista Guillermo Fernández: “Pero cuando le digo que está entre los afortunados que han visto la aurora/ en las islas más hermosas del mundo,/ sonríe al recordarlo y responde que el sol/ se levantaba cuando el día ya era viejo para ellos.” Pavese describe Tasmania como una isla “rodeada de un mar más azul y feroces escualos, en el Pacífico, al sur de Australia”. Mar de Tasmania, cuyo interior alberga dibujos de Paolo Cattaneo, es uno de los volúmenes diseñados y producidos por Mariagiorgia Ulbar con la colaboración de Andrea Bruno. La serie congrega libros que combinan la poesía y la ilustración. Tanto el dibujo como el poema parecen encender una llama que invade los mares, tal como aconteció en Pompeya, la ciudad sepultada en la eternidad, la historia que origina un mito que se repite en el poema, una metáfora que vuelve como un eco perseverante: “Entre los arcos de este puente/ crecerá mi forma de cantar./ Un eco de las cigarras/ las uñas ya se sienten planta,/ primavera y el murmullo y la ansiedad/ de la bahía entre sus curvas/. Entre estos arcos la sombra/ ha robado tanta luz en silencio/ la hierba crece y respira el orbe.” Mar de Tasmania es un canto de navegantes varados en la tormenta,“una Pompeya que todavía no era cigarras”, que nos entrega una experiencia memorable para la poesía italiana de nuestros días •

Vigilia

E

n la sombra de los hijos sin camino de regreso, en el contorno de sus hombros un instante recortado por el sol en

la mañana, o en la orilla de la tarde a fuego lento, cuando el filo de las horas se talla con el frío de las piedras; en la noche que crece y se dilata de cansancio después de una jornada de búsqueda tenaz entre malezas, surcos, cuevas, cañadas o barrancas, ahí donde nadie nunca nada y donde acaso todo siempre algo alguien se aparezca –una prenda, el destello de un objeto suyo, el lodo seco de una huella, una silueta de cenizas. En el hueco que dejaron fuera, disperso en todos lados, y que habrán de recoger en su persona, ponerlo dentro de sí y de la casa, para que vengan de nuevo las cosas a su impulso llano y amoroso de familia; en los pies palpitantes y polvosos echados a andar por los tantos recovecos de la ausencia, o ya desparramado el cuerpo en una silla, dormitando apenas, sudor sobre sudor la espalda, la nuca y el pecho, es sencilla y severa la memoria de los padres. Y no cesa y tampoco se desborda, no se diluye en la tardanza y la indolencia de la ley, no esa memoria que viene de tanta cercanía a la espiral que le abre de pronto la distancia vertida en cada parte; de la cadencia de los días y sus llanas esperanzas al tajo vertical del robo de la voz, el despojo de la risa, el paso, el talle y la estatura, ese modo de ser que tiene cada uno y su intención en el aire del planeta arrebatado al aire del planeta. El crimen que incita su vigilia tal vez tendrá culpables reales o ficticios. Y los culpables tal vez encontrarán alguna forma de castigo. Pero al cabo, en la áspera conciencia de estar vivo desde entonces, nada es suficiente, nada calla el zumbido de la ausencia entre las sienes, nada apaga el hielo que quema el pensamiento o sana la mordida que deja la violencia en el borde de la lengua y el alma del lenguaje. Y sin embargo, con sus tiempos forzados al destiempo, dislocados de la curva de la vida, desplazados sus linderos, esa memoria no se asienta, no se ovilla en el tibio nicho del recuerdo solamente, y exige entonces su derecho a lo que habrá y habría de ser; a un ayer, un mañana y un ahora que reclama el múltiple compás de lo posible truncado en lo que fue. Es una memoria alerta y llena que hace las preguntas más sencillas y rotundas: dónde, cómo, cuándo, por qué, quién, quiénes, para qué, y al silencio muerto que les sigue imbricado en un tumulto de gestos y palabras se resiste, aquí, en este territorio embrutecido y roto por el lujo y la miseria: “De día amordazábamos/ nuestro dolor en las gargantas/ y las grutas de la sierra./ De noche huíamos diezmados/ la boca llena de polvo/ y un ascua ardiente en el estómago.// ¡Tantos muertos y heridos/ dejados al pairo en aquel valle/ bajo un sol impávido y sereno!// Esa noche uno cantó:/ –Háblenme montes y valles/ Grítenme piedras del campo–…/ y otro repitió viejas palabras:/ –En el país derrotado/ ríos y colinas impasibles–…// –¿Es que no lo escuchan/ las nubes el agua las montañas?/ ¿No sienten que en su hechizada paz/ tampoco para ellas hay justicia?// Bajo el chisguete de la Vía Láctea/ no nos resignamos a creer/ que Dios nos haya abandonado” (De tan lejos, poema 181, en Partidas, Francisco Segovia.) •

12


13

Jornada Semanal • Número 1037 • 18 de enero de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com

LA OTRA ESCENA

Cómo escribir teatro, las pedagogías múltiples

U

NA ASIGNATURA PENDIENTE EN la dramaturgia mexicana es el trazo del árbol genealógico que han propiciado los últimos cincuenta años de su escritura en México. Cuando digo teatro me refiero no sólo a la potencia creadora de las ficciones, sino también a la posibilidad de hacer del teatro un horizonte de sucesos escénicos diversos que recorren géneros, estilos y abordajes temáticos en el orden de lo documental y testimonial y su diversidad genérica. Fernando Wagner y Seki Sano son parte de una escuela que se caracteriza por el encuentro con el diálogo transmisor de la tradición artística. Con la tradicional distinción entre dramaturgia y puesta en escena contribuyeron a crear vasos comunicantes entre las distintas tradiciones de lo clásico y lo contemporáneo. Wagner, influido por la escuela rusa y por el teatro de Brecht, impuso una forma de rigor que consistía en pensar a México en un concierto de influencias y pedagogía. La contribución decisiva de Seki Sano le dio una orientación nueva al teatro mexicano y sus enseñanzas tuvieron alto impacto en la escritora Luisa Josefina Hernández (una de las maestras de teoría dramática más deslumbrantes en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam ), de quien puso en escena una obra, Los frutos caídos, en 1957, que fue polémica por lo que mediáticamente se consideró una abordaje melancólico, depresivo y pesimista de México, aunque los cronistas de la época aplaudieron la dirección de Sano y la dramaturgia de Luisa Josefina. Seki Sano formó actores y directores comprometidos socialmente, ya que su ruta artística estuvo modelada por su filiación comunista, misma que provocó que lo expulsaran de todas partes a donde llegó, aunque a

donde iba llevaba la representación de la Organización Internacional de Teatro Revolucionario que lo llevó a Moscú, donde adquirió la enseñanza de Stanislavsky y Meyerhold durante tres años. Después de varios periplos llegó a México en 1939 gracias a la política de asilo de Cárdenas, y se quedó hasta su muerte. Fundó la Escuela de Artes Dramáticas y su pedagogía se dirigió más a la educación del actor. Eso pasó también con Ludwig Margules, cuya pedagogía actoral exigía un pensamiento y una claridad semejante a la que se esperaría de un escritor, de un dramaturgo dedicado a la escritura de lo escénico. Las pedagogías han incluido el aprendizaje de la crítica y la capacidad de análisis de textos sin que pasen por la puesta en escena. Es el caso de Sergio Magaña, contemporáneo de Luisa Josefina y Emilio Carballido. En cuanto a Salvador Novo, deslumbrante, su enseñanza fue el ejemplo y no pasó más allá de tirar línea a sus admiradores. Quienes sí continuaron y fundaron una tradición fueron, de modos distintos, Luisa Josefina y

Emilio Carballido. Me atrevo a sostener que Ibargüengoitia aprendió mucho de las intuiciones dramáticas de estos dos jóvenes amigos suyos, tan cercanos entonces. Los poderosos talleres de Leñero y Hugo Argüelles son/fueron los dos espacios creativos más importantes de la segunda mitad del siglo xx para el teatro contemporáneo, dueños de una gran capacidad para vislumb ra r l o e s c é n i co co m o e l d e s t i n o d e l a p o é t i c a dramatúrgica. Aunque Argüelles optó por controlar sus textos y fue eligiendo directores a los que pudiera dirigir. La humildad de Leñero frente al trabajo del director permitió que sus obras se completaran en la escena. En ambos talleres circularon dramaturgos tan potentes como Sabina Berman y González Dávila, Víctor Hugo Rascón Banda y José Ramón Enríquez, tal vez los más relevantes de esa corriente que el destacado crítico e investigador Armando Partida llamó Nueva Dramaturgia, del que formaron parte otras originalidades como Óscar Liera y Carlos Olmos. Ambos con una voz propia, Alejandro Licona y Tomás Urtusástegui tomaron de sus maestros la experiencia como talleristas y formadores de escritores. Proveniente de la escuela de Carballido y Tomás, heredera de Argüelles. Estela Leñero tiene uno de los talleres más consolidados no sólo por su capacidad literaria sino también por su capacidad de gestión para llevar a escena, publicar e incursionar en una manera total de abordar el teatro. Silvia Peláez, aunque de manera episódica, ha enseñado a través de cursos y no con la lógica del taller, hasta donde sé. La publicación de Cómo escribir teatro, historia y reglas de la dramaturgia (Escenología, 2014), de Édgar Ceballos, motiva estás líneas que anticipan un recorrido por su propuesta •

Seki Sano

Alonso Arreola @LabAlonso

BEMOL SOSTENIDO

Nueva York en fade out In memoriam René Peñaloza

E

N LA AVENIDA BOWERY, cerca de los sandwiches de Katz, está el Bowery Electric, un bar en cuyo sótano se presentan bandas de jazz y rock antes de que, noche a noche, su foro se convierta en discoteca. Dos casas a la izquierda, transformado en una tienda de ropa y música “alternativas”, se halla el local que albergaba al cbgb , nido de la música punk y de vanguardia en los setenta y ochenta. Sí, hablamos del Lower East Side de Manhattan, allí donde hace apenas veinte años era imposible caminar sin sentirse amenazado. Allí donde prostitutas y adictos reinaban empujando a los turistas hacia el Midtown y donde, poco a poco, los jóvenes artistas fueron creando un bastión que terminaría derrotado por la imbatible gentrification. ¿Conoce el término, lectora, lector? Una década antes del punk, el área de rebelión ideológica se situaba un poco arriba, en el Washington Square de la Calle 4, donde hippies y cantautores protestaban por la guerra en Vietnam. Allí está la Universidad de Nueva York, rodeada por bellos edificios que hoy reciben a una Quinta Avenida arrogante, estirada paso a paso desde Central Park. A poca distancia solía estar el Bottom Line, donde tantos y tantos músicos importantes tocaron, donde las cosas también eran harto distintas antes de que, sí... ganara la gentrificación y la música callejera se fuera a ninguna parte, cortesía de alcaldes de derecha cercanos a los bienes raíces y a un poder policíaco irrestricto: Giuliani y Bloomberg. Sobre ello hablamos con algunos artistas de estas latitudes. Joe Mendelson, músico e ingeniero de sonido amante de México (“de esa energía que Nueva York ha perdido”),

asegura que a lo largo de cien años, de finales del siglo xix a finales del xx , la Bohemia del Greenwich Village fue desapareciendo dejando sus vestigios a los turistas y millonarios, algo que vino a empeorar el internet, pues los freaks, los raros, dejaron de buscar un espacio donde reunirse cara a cara. “No más Edgar Allan Poe, ni Miles Davis ni Lou Reed caminando, interactuando por el lado salvaje”, dice. Bryan Zwirsky, manager de The Sonics y promotor de rock y punk en Nueva York desde los tiempos del cbgb , recuerda con melancolía cuando siendo niño su madre le decía,“no vayas más allá de la Calle 93 al norte, ni de la 14 al sur, pues puede pasarte algo malo”. Ahora él vive con su familia en un barrio de inmigrantes fuera de Manhattan, en Brooklyn, donde espera no ser tocado por la “modernización”, por el falso “renacimiento” que impide el desarrollo de negocios pequeños, esenciales para la vida de colonias y zonas populares. Y es que, actualmente y como se puede leer en algunas entrevistas del cineasta y activista negro Spike Lee, enormes zonas de Brooklyn, Harlem y el Bronx, antes famosas por su criminalidad, están siendo reconfiguradas en una –aún más peligrosa– gentrificación que manda en avanzada a músicos, artistas, chefs sedientos de legitimidad y vida barrial para calentar la zona y hacerla “hip” y, más tarde, perderla a manos del mercado que diluye la cultura local. Así es como los hipsters que

hicieron de Williamsburg un punto fundamental para la vanguardia sonora, terminaron siendo desplazados por un fenómeno grotesco que está reproduciéndose en ciudades de todo el mundo. En México: el Distrito Federal (Escandón, San Miguel Chapultepec, Centro), Monterrey (Barrio Antiguo), Guadalajara (Zapopan), Chiapas (San Cristóbal), Veracruz (Tlacotalpan). Resumamos el proceso de gentrificación: una zona urbana de clase media baja recibe a artistas que necesitan espacios y no tienen dinero. Al poco tiempo algunos de esos artistas abren un café, una galería, un foro, todavía integrándose con los habitantes del área. Todo bien hasta que el barrio empieza a ponerse de moda y a ser atractivo para inversionistas que, claro, necesitan autenticidad al presumir su propio carácter ante clientes, nuevos pobladores y turistas que desean “legitimidad”. Después las rentas se disparan y la gente común y los artistas son desplazados a otro sitio y el fenómeno comienza de nuevo. Así las cosas, y para terminar en fade out, es triste ver cómo en los últimos cinco años desaparecieron las tiendas de instrumentos de la Calle 48, la maravillosa librería sonora Colony de la Sexta Avenida, muchas disquerías del Village e incontables clubes que se suman a los daños de esta explosión que en cámara lenta va empujando o destruyendo la vida de barrio, allanando el camino de las cadenas y megacorporaciones, ésas que construyen nuestra tenebrosa sonrisa global. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •


ARTE Y PENSAMIENTO ........

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

14

Jorge Moch Verónica Murguía

tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch

Para Tania Huerta

A

NTES QUE NADA, DOS definiciones del Pequeño Larousse. Primero, miedo (del latín metus). Sentimiento de inquietud causado por un peligro real o imaginario. La segunda: respeto (del latín respectus, atención). Veneración, reverencia. Homenaje. Como se ve, estrictamente hablando no tienen que ver. Es verdad que el miedo impone obediencia y una de las acepciones del respeto es obediencia, pero no es lo mismo venerar que temer. Me asomé al diccionario bajo la tristísima impresión que me ha causado el ataque al semanario satírico francés Charlie Hebdo. Como sabemos, tres hombres armados

irrumpieron en las oficinas de la revista y dispararon al director Stephane Charbonnier, a los caricaturistas Cabu, Tignous y Wolinski así como al economista Bernard Maris. También mataron a policías. Doce muertos. Esto para vengar las “faltas de respeto” en las que había incurrido el semanario, ya que en Charlie Hebdo se hacía burla del Islam radical. Los extremistas, como lo han demostrado, solucionan sus asuntos matando a quienes no los respetan. Charbonier, apodado Charb, había declarado; “No tengo miedo de las consecuencias. No tengo hijos, esposa o crédito. Suena, quizás, pomposo, pero prefiero morir de pie a vivir de rodillas.” Una actitud tan desafiante, de un hombre cuya sola arma eran sus dibujos, sí suscita respeto. El respeto se opone al miedo, surge de lugares muy distintos del ser. Lo que un extremista provoca es miedo. El respeto, qué pena, se gana con otras conductas que poco se parecen a matar con ametralladoras a personas desarmadas. Además, la falta de respeto tal y como la describen los musulmanes extremistas, no es dañina para nadie excepto el ego de los fanáticos. La historia reciente del extremismo musulmán se puede leer como una heterogénea lista de crímenes contra civiles –niños, incluso, como aquellos 132 que murieron el 16 de diciembre de 2014 en Pakistán– que tiene como único elemento en común la desobediencia “irrespetuosa” de las víctimas. Yo no entiendo: si Dios es todopoderoso, invulnerable al tiempo y creó el universo entero, ¿qué le puede hacer un chiste? Menos que nada. El chiste más ofensivo es inocuo si lo comparamos con el daño que hacen las armas. Yo no creo que las blasfemias, en la religión que sea, hayan tenido consecuencias para alguien aparte del blasfemo, quien suele pagarlo caro. En México, la primera vez que criminales expusieron las cabezas cortadas de sus enemigos, en este caso el comandan-

te Mario Núñez y el policía Alberto Ibarra, lo hicieron, si mal no recuerdo, el 20 de abril de 2006 en el martirizado estado de Guerrero. Aparecieron clavadas en una reja, con el letrero en el que se leía:“Para que aprendan a respetar.” Si alguien se pusiera a revisar los narcomensajes que los sicarios acostumbran dejar cerca o sobre sus víctimas, nos daríamos cuenta de que una de las palabras más usadas es, precisamente, respeto. Es como si los criminales estuvieran obsesionados con el respeto y sus estribaciones. Supongo que por respeto entienden la obediencia sumada al servilismo, a la adulación y el terror. Pero la consideración que se debe a la vida, esa no importa. En El Padrino iii , el personaje Joey Zasa, interpretado por Joey Mantegna, conspira y hace matar a la mayoría de los jefes de las familias de la mafia italiana porque, claro, no lo respetan. Lo que sigue es un baño de sangre que termina con la muerte del mismo Zasa durante una procesión. Plutarco cuenta que cuando Alejandro Magno de Macedonia fue a India, se entrevistó con los gimnosofistas, llamados así porque eran sabios e iban desnudos. Una de las arduas preguntas que el conquistador macedonio hizo a los filósofos indios fue la siguiente: “¿Cómo podría ser el más amado entre los hombres?” Que esta pregunta surgiera de un general que supo cómo concitar la lealtad más fervorosa es muy revelador, aunque no tanto como la respuesta: “Que siendo el más poderoso, no se hiciese temer.” Sería preferible que estos asesinos, tan semejantes a Saza, dejaran a Dios fuera de sus asuntos. La blasfemia los enoja debido a las circunstancias de sus vidas. Sienten que su honor y el de Dios son lo mismo. Alá, Cristo, la bandera, la patria, el cártel y hasta el equipo de futbol funcionan como abstractas extensiones del yo, del ego. Es imposible respetar eso. Y miedo, sí: a cualquiera que esté armado y tenga vacíos el cerebro y el corazón •

R

OBERTO SAVIANO BIEN PUDO haber nacido en Acapulco en lugar de Nápoles. La novela que lo catapultó a esa fama que hoy maldice (y lo arriesga a una ejecución decretada por la delincuencia napolitana, la Camorra), Gomorra, bien pudo titularse Iguala o Cocula. Y no es que se trate acá de trivializar la tragedia que ha vivido Guerrero cuando a raíz de la balacera en que fueron asesinados y luego desaparecidos estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, esa nueva suma de atrocidades a las muchas que acumula en tan breve tiempo el fallido gobierno de Enrique Peña Nieto (siguen inexplicados la masacre de Tlatlaya o el vergonzoso asunto de la casa blanca de Las Lomas, y persiste a pesar del discurso triunfalista la caída libre de la economía y más lejana cada hora la bonanza prometida por sus contrarreformas), Ayotzinapa adquirió un lamentable reconocimiento internacional. Se trata de reiterar el estribillo de que realidad supera ficción. Aunque esta a veces logra imitar aquella casi a perfección. En la obra de Saviano descuella la esposa del boss del clan Savastano, Immacolata Savastano, Donna Imma. Parece un clon –la actriz Maria Pia Calzone, caracterizada para su personaje, guarda un enorme, inadvertido parecido físico– de “nuestra” María de los Ángeles Pineda Villa, Lady Iguala, la esposa del depuesto y encarcelado edil de Iguala, José Luis Abarca, quien fungía como fachada pública del presunto grupo criminal en el que en realidad, según las pesquisas de la autoridad (tampoco sólo por ello del todo confiables, si ya sabemos cómo se las gasta luego el aparato de la injusticia mexicana, pero en fin) dirigía y operaba ella: se dice que no se movía nada en Iguala y sus alrededores, ni un peso ni una piedra, sin la aprobación de Pineda Villa. Y que no es ningún secreto que profesaba un ardoroso aborrecimiento a “los ayotzinapos”, que es como buena parte de la pequeñoburguesía guerrerense llama, con matiz de evidente desprecio clasista a los estudiantes, famosos por su activismo político y sus tendencias rebeldes de confrontación ante las autoridades. Una de esas autoridades la constituían, precisamente, el narcisista Abarca –cuentan que tiene la insufrible manía de verse en el espejo todo el tiempo, de que se rodeaba de espejos en su oficina y en su casa, a saber si ello para nutrir una abigarrada leyenda urbana– y su fría mujer, no solamente por la alcaldía, sino por la red de lavado de dinero al parecer producido por el narcotráfico. Como se sabe, Pineda Villa es hermana de al menos tres reconocidos miembros del cártel Guerreros Unidos y sus propios padres fueron vinculados al cártel de los Beltrán Leyva (del que Guerreros Unidos es precisamente una escisión) que los convirtió en

los ricos del pueblo, dueños de propiedades, joyerías y otros negocios y hasta un centro comercial. Quizá hay más propiedades que no han salido a la luz. Guapas, las dos, Donna Imma y su cruel –y petulante– contraparte de nuestra triste realidad nacional, son dechado de crueldad y frialdad al calcular las consecuencias de que se sigan o se desobedezcan sus preceptos. Ambas mafiosas hacían gala de algún buen gusto al escoger maquillajes, atuendos, calzado, peinados y sobre todo joyas, todo ello sin embargo tirando un poco a un kitsch cándidamente provinciano. Pero de cándidas ambas villanas, la de carne y la de papel (y luego celuloide, cuando Gomorra fue dirigida por Matteo Garrone en 2008; y más tarde, recién en 2014, en la televisiva Gomorra, la serie, producida por el mismo Saviano y dirigida en alternancia por los estupendos Stefano Sollima, Francesca Comencini y Claudio Cupellini) no tienen nada. Como dice Donna Imma cuando reúne a los jefes de los clanes competidores del suyo: “No se equivoquen porque soy mujer, también mato”. A Pineda Villa en realidad no se la ha vinculado directamente con las desapariciones de los normalistas ni con la orden de tirotear autobuses que alguien dio a los policías-sicarios en Iguala y Cocula. Bastó escarbar en una vasta fortuna de muchos millones de origen inexplicable y encontrar montones de triangulaciones sospechosas de dinero evidentemente mal habido. Pero le fue bien, está en la cárcel, en un penal de alta seguridad en Nayarit. Perdió el maquillaje, el glamur y el miedo de la gente, pero conservó hasta ahora la vida. A Doña Imma, en cambio, la acribillaron como un perro en una avenida concurrida, en un barrio elegante de su amada Nápoles y a plena luz del día. Como si fuera México •

CABEZALCUBO

De villanas

LAS RAYAS DE LA CEBRA

El respeto y el miedo


Jornada Semanal • Número 1037 • 18 de enero de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Enrique López Aguilar

Luis Tovar

Breve recuento alrededor de la generación mexicana del Medio Siglo

Eso que llaman vida

L

A LLAMADA GENERACIÓN MEXICANA del Medio Siglo representó un florecimiento insólito dentro de la literatura y otras actividades artísticas e intelectuales de nuestro país. Para esto, se sumaron el talento, la originalidad y la diversidad, pues dicha generación es tan amplia que, más bien, cabe pensar en un gran número de grupos cuyos integrantes nacieron entre 1920 y 1939. Además, a ella se agregaron los hijos de los exiliados españoles que llegaron durante el régimen de Lázaro Cárdenas. La nómina de dicha generación es muy amplia e incluye a narradores, poetas y ensayistas: Salvador Elizondo, Juan García Ponce, Sergio Pitol, Jorge Ibargüengoitia, Inés Arredondo, Juan Vicente Melo, Huberto Bátis… Muchos de ellos fueron iconoclastas,

irreverentes, cinéfilos “de no muy buenas costumbres”, según José de la Colina; fue “la generación alcohólica”, a decir de Juan García Ponce. Un segmento fue la que en los años sesenta convirtió a la Casa del Lago en uno de los centros más destacados de la vanguardia artística. Algunos de los autores fueron compañeros en la Universidad Nacional, sobre todo en Mascarones, de lo cual queda evidencia en la llamada Antología Mascarones, dedicada a los poetas: Inocencio Burgos, José Pascual Buxó, Luis Rius, César Rodríguez Chicharro, Tomás Segovia, Jesús Arellano, Héctor Azar, Rosario Castellanos, Dolores Castro, Luisa Josefina Hernández, Margarita Paz Paredes y Jaime Sabines. Posteriormente, surgió una publicación emblemática la Revista Mexicana de Literatura, donde colaboraron Carlos Blanco Aguinaga, Tomás Segovia y Carlos Fuentes; más adelante, el mismo Segovia fue integrante del grupo que configuró el segmento conocido como de la Casa del Lago, y García Ascot se enfiló como crítico de artes plásticas y de cine en diversas revistas mexicanas. Para la literatura, después de varios años con fiestas de balas, Pérez Jolotes y dioseros, no parecía haber más camino que la reflexión nacionalista. Los mismos José Revueltas y Rosario Castellanos se acercaron a la literatura del momento con obras como Dormir en tierra y Oficio de tinieblas, aunque su mirada no fuera complacientemente folclorista o costumbrista. Después de la condenación gritona del “universalismo” desde los foros de los años veinte, de la caricatura de los intelectuales disidentes en los murales públicos y del dictamen de afeminamiento de cuanto oliera a malinchista, el trabajo de muchos autores quedó, si no en el relegamiento, sí en los márgenes del “camino mexicano”. Visto desde el tiempo nacionalista, parece difícil entender cómo se llegó a

los cambios ocurridos en la literatura de los cincuenta y cómo La región más transparente fundó una modernidad narrativa. Sin embargo, hay una línea ancilar que viaja desde algunos autores del Ateneo de la Juventud, pasa por Ramón López Velarde y el grupo de la revista Contemporáneos, más adelante a los de las revistas Taller y Pan y, finalmente, desemboca en 1958, cuando el Fondo de Cultura Económica publicó la primera novela de Carlos Fuentes. Aparte de los autores en los que este autor fue abrevando con sus lecturas, son insoslayables los antecedentes de otros que prepararon en México la madurez narrativa y conceptual de dicha obra: Julio Torri, Martín Luis Guzmán, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Juan José Arreola y Juan Rulfo. Los perfiles de esa línea muestran que el conflicto entre “nacionalis tas” y “universalistas” no fue una desavenencia de temas sino de maneras, pues los últimos también escribieron acerca de México, sólo que sin el carácter propagandístico de los primeros y sin la intransigencia de sus posiciones. De hecho, el acercamiento al país estaba más tamizado por la perplejidad que por la certidumbre y más por el sano apoyo en los autores de otras latitudes que por la autosuficiencia de las “raíces”. Cuando Fuentes publicó La región más transparente, ya existían las condiciones para que una novela como ésa tuviera los alcances que le son peculiares. Desde el punto de vista cronológico, La región más transparente es una de las últimas obras de la serie que, en los cincuenta, ejerció la ruptura con la tradición nacionalista de México; sin embargo, desde el punto de vista de lo que inauguró, al sintetizar una tradición que llegó a ella y al descubrir nuevos territorios, fue la primera de otra serie en la que los escritores jóvenes (incluido el propio Fuentes) fundarían el camino de lo que se puede considerar la modernidad literaria del país •

twitter: @luistovars

A LÁPIZ

alapiz2000@gmail.com

I

NEFABLES PARA NO PERDER costumbre, los distribuidores de Boyhood (Richard Linklater, eu , 2014) decidieron ponerle al título un “complemento” de ésos cuya intrínseca cursilería puede ahuyentar: momentos de una vida. Es muy posible que una de las causas de su despropósito simplón consista en la factura misma de la cinta: cumpliendo un propósito personal, Linklater filmó una historia cuyo arco temporal abarca doce años, desde 2002 hasta 2013, lo cual sería un dato no especialmente significativo si esa década y fracción se refirieran solamente a la diegesis fílmica, pero resulta que esa docena de años también corresponde al tiempo de producción. Compactados en sólo treinta y nueve días de rodaje, que fueron llevándose a cabo a lo largo del tiempo, esos doce años de historia pueden ser considerados como una suerte de paralelo con lo que se conoce bajo el concepto de tiempo real, sin por

supuesto serlo en sentido estricto. Lo que Linklater hizo fue concebir una historia base y después ir desarrollándola, con las modificaciones y ajustes que necesariamente fuesen presentándose durante más de una década, y no sólo eso: en el afán de lograr un alto grado de realismo trabajó siempre con los mismos actores (Ellar Coltrane, Ethan Hawke y Patricia Arquette, entre otros), que de manera natural prestaron, por decirlo así, los efectos del paso del tiempo sobre sí mismos. Destaca en este sentido el trabajo de Coltrane, protagonista central del filme bajo el nombre de Mason, quien al comenzar el rodaje tenía seis años de edad, y al finalizar contaba dieciocho.

La gente: uno Con los anteriores elementos formales bastaría para que Boyhood fuese una cinta tal vez no necesariamente notable pero sí notoria, así fuera sólo por la peculiaridad –quizá mejor dicho excepcionalidad, rareza e incluso extravagancia– del modo en el que fue concebida y llevada a cabo. Por lo demás, su peculiaridad cobra especial cariz cuando se toma en cuenta el entorno que la enmarca, es decir, una industria fílmica –la estadunidense–y un público –el mismo estadunidense y sus muy bien amaestrados adláteres alrededor del mundo– bastante mal dispuestos a la originalidad, la osadía, la experimentación, la pausa narrativa y, en particular, el largo aliento, por cierto este último no sólo referido al pietaje. Por fortuna, la intención de este realizador texano nacido en 1960 y previamente conocido por más de una cinta –Muchagente recordará, quizá particularmente, la tríada cuyos títulos comienzan siempre con Antes del…– está muy lejos del mero alarde formal, que por sí solo siempre resulta inane y estéril como bien deberían saberlo, aunque pareciera que prefieren ignorarlo, todos aquellos directores que se fascinan con su propia

capacidad, por ejemplo, para ejecutar un largo plano secuencia, y más aún aquellos que disponen de verdaderas fortunas aplicadas en toda suerte de efectos especiales y digitales para vestir de espectacularidad –cuántas veces antípoda exacta de la profundidad, e incluso del simple interés– una trama tan chata como previsible y repetitiva de filme a filme. A co n t ra p e l o d e t a l e s m i s e r i a s, Linklater se sir vió del método –una suerte de stanislavskianismo en producción, por decirlo de algún modo– para alcanzar un resultado de otro modo quizá improbable y, eso sí seguro, menos eficiente, a la hora de registrar el tránsito vital del mencionado Mason desde que es un niño en primer grado de primaria y hasta que ingresa a la universidad. Lo que se cuenta, como ya debe saberlo o intuirlo el amable lector, es la vida misma, y aquí conviene insistir en la conveniencia de olvidarse del subtítulo bobalicón que le endosaron al filme, o bien dejar de lado la postura reduccionista de que un “momento” corresponde única y exclusivamente a lo que cierto cine –y cierta literatura, cierta música, cierto teatro, etcétera– considera memorable o, en otros términos, digno de formar parte de una trama: siempre y por fuerza el cisma, la crisis máxima, la coyuntura decisiva, el giro definitivo, el punto de no retorno… No se trata en Boyhood de los otrora llamados “momentos Kodak” y similares: por el contrario, el ámbito narrado es el de la más pura y dura cotidianidad, hecha efectivamente de algideces como las arriba referidas, pero también de largos días y noches en los que sólo en apariencia no pasa nada, que es cuando suele pasar todo, como debería saberlo cualquiera de quienes no andan por el mundo salvándolo, ni tampoco se la viven paseando su celebridad o su singularidad. Gente de a pie y como uno, nada más, pero nada menos •

CINEXCUSAS

15


CREACIÓN

A

18 de enero de 2015 • Número 1037 • Jornada Semanal

l hombre anclado en la esquina del olvido, al hombre escupido por viejos matones de barriada,

Al imprudente que no espera a que el flautista de Benarés duerma la cobra para mirarla a los ojos,

Al que jugó su corazón y se lo ganó la violencia, al que intenta dormir “en la carreta que lo conduce de la cárcel al patíbulo”,

Al jubilado de sí mismo, al muchacho humillado que se esconde detrás de su acuosa mirada,

Al hombre de cristal que atraviesa en medio de una pelea entre dos bandos de picapedreros,

Al perseguido que pretende esconderse en el poema de un gitano y al gitano que pretende esconderse tras la sombra de un violín,

Al que estorba en la fiesta de los audaces, a los que no han tenido oficio conocido y no podrían balbucir el retrato hablado de su madre, A los que siempre parecen estar en otra parte, al que escapa de las miradas cuando lo buscan en el parque como pasto de burlas, Al confinado al cepo del silencio en la ronda nocturna de los sabios, al que tartamudea como una vela encendida,

A los desobedientes que quisieran confinar en un rincón del museo del olvido, al que nadie espera al regreso de la guerra, A los que desalojan de su casa y luego expulsan para siempre de su cuerpo, al espantapájaros burlado por el cuervo, Al portavoz de sí mismo que odian los feligreses de todos los partidos, al que conducen a la comisaría mientras grita que la civilización es “puta vieja y desdentada”,

Al impulsado a la plaza del escarnio, al asediado por la jauría de Salieris de parroquia que le ladran a su sombra, Al calumniado por los sacristanes de la envidia que lo maldicen en la lengua de los muertos, A los que no extienden su sombrero para pedir migajas de milagro, a los que están en la mira de los hacedores de villanos en los diarios y en las redes policiales, Al que sólo conoce la lengua del silencio, al que llevan al tribunal por negarse a vestir el uniforme de la muerte,

Al que está a punto de abrir la puerta de emergencia que conduce a un pasadizo de ingreso al otro mundo,

Al que devela la miseria que ocultan los himnos, a los hombres acosados que sospechan que todas las ventanas del mundo están a punto de saltar al vacío,

A la oveja negra de la familia que picotea fármacos y grajeas para intentar espantar la jauría de sus miedos, Al sumo sacerdote de la religión de las derrotas, a los despreciados por sus espejos, al que prefiere ser prófugo de su cuerpo antes que ser su propio carcelero,

A los desplazados y sus muros de aire, al boxeador que cae a la lona sacudido por un gancho de derecha,

Al incierto cuya sombra cojea más que su cuerpo, a los que han sido más pateados que el balón de una escuela, al sospechoso de todas las aduanas por su morral lleno de vacío,

Juan n de ració Ilust

Al que cambiaría el becerro de oro por una charla con parias y tenderos, al aturdido, al turulato, al pestífero que pregunta en qué lugar queda la vida,

Puga

A los que ignoran qué responder cuando preguntan “¿quién anda por ahí?”, al que “le daban duro con un palo y duro también con una soga”,

A los que desafinan en el coro, al que suena como el platillo de una batería que cae en el silencio de un velorio,

Al que se niega a escuchar el canto de los vendedores de humo, al gato escaldado por el carnicero, al caballo espoleado por el miedo, Al sin suerte que practica el tiro al blanco y siempre atina en el centro del error, al niño solitario que espía la vida a través de los cerrojos,

Al que no logra ser jinete de sí mismo, a los que ejercen el papel de niños clandestinos y sólo juegan cuando no los obligan a mendigar, Al hereje hecho a imagen de nadie, a los ab ucheados por la multit ud en un país de dioses abolidos,

A los locos del pueblo que cruzan enfundados en una capa de harapos como reyes miserables,

Al pobre diablo Juan Manuel Roca

Al aguafiestas. Al que llega tarde a su propio velorio. A los poetas enjaulados por todos los tiranos Les dedico esta ronda de palabras sin blasones: algo de ellos convive sin remedio en mi pellejo •

16


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.