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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 19 de abril de 2015 ■ Núm. 1050 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

El

NEOLIBERALISMO como

ANTIHUMANISMO Entrevista con el obispo

Raúl Vera

Las sagas islandesas: la segunda piel de Islandia, Á nxela R omero -A stvaldsson • J uan A ntonio M asoliver , un heterodoxo contemporáneo, J osé M aría E spinasa • El doble según E dmundo V aladés , L uis G uillermo I barra


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BAZAR DE ASOMBROS

Pedro de Tavira Egurrola en una escena de Melville en Mazatlán, de Vicente Quirarte

Fuente de inagotables claroscuros, la Iglesia católica siempre ha tenido entre sus filas lo mismo a personajes absolutamente impresentables como Marcial Maciel, que a figuras de incuestionable valor y estatura moral, como el obispo Raúl Vera, hoy por hoy una de las voces más respetables, conscientes y com­ prometidas en la búsqueda de soluciones a la situación de crisis absoluta por la que atraviesa el país. De esa labor social y espiritual, el obispo Vera habla con Renzo D’Alessandro en la entrevista que ofrecemos a nuestros lectores, donde hace explícita su postura respecto del verdadero significado del neoliberalismo, entendido como un antihumanismo. Publicamos además un ensayo de Ánxela Romero-Astvaldsson acerca de las sagas islandesas, así como sendos artículos sobre Edmundo Valadés y Juan Antonio Masoliver. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

El

NEOLIBERALISMO como

ANTIHUMANISMO Portada: Expoliación Diseño de Marga Peña

MELVILLE EN MA-ZA-TLÁN

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n el pequeño y versátil foro Sor Juana Inés de la Cruz del cada día más activo “cultisur”, la dupla integrada por el escritor Vicente Quirarte y el director teatral Eduardo Ruíz Saviñón, nos situaron frente a las costas de Mazatlán y nos rodearon de agua marina, gaviotas y ba­ llenas. La ballena blanca, la inmortal Moby Dick, ocupó gran parte del escenario y fue el eje del magnífico texto de Quirarte y de la excelente puesta en escena de Ruíz Saviñón (pensé minuciosamente estos dos adjetivos). Quirarte parte de una anécdota que oscila entre la verdad y la leyenda y nos cuenta que en el número 99 de la calle Constitución de Mazatlán, y muy cerca del mar, hay una casa que fue colegio y ahora es un hotel que lleva el misterioso nombre de The Melville. Cerca de la puerta hay una placa aún más misteriosa. En ella están escritas las últimas palabras del primer capítulo de Moby Dick, novela publicada en 1850: “Amo los mares pro­ hibidos, la tierra y las costas salvajes”, dice el genial no­ velista estadunidense. Vicente y Eduardo nos aseguran que Melville, grumete de la fragata ballenera United States, estuvo, durante tres semanas, viendo desde la cubierta el puerto de Mazatlán, mientras repetía un nombre lleno de música: Mazatlán, Ma-za-tlán. Por co­ medidas órdenes de Vicente, los espectadores creí­ mos que, disfrazado de ferviente católico en Semana Santa, el grumete Melville dejó la fragata y se perdió por las calles de la ciudad con nombre musical, ese puerto sinaloense que es tan marítimo (valga la redundancia), como los activísimos puertos de la Oda Marítima, de Pessoa, la costa gaditana de Alberti, el cementerio fren­ te al mar de Valéry o el contemplado atlántico de Pedro Salinas desde la isla de Puerto Rico. Gustosamente aceptamos la hermosa fabulación del poeta Quirarte y nos dejamos envolver por los efectos poéticos de la es­ cenografía, la luz y el sonido de la extraordinaria puesta en escena de Eduardo Ruiz Saviñón. Muchos años después de la estancia mazatleca, de la deserción, del abandono de la escritura, de la angus­

Hugo Gutiérrez Vega tiosa rutina aduanal, de la soledad y el silencio sólo roto por la secreta redacción de su última no­vela, Billy Budd, Melville camina por los rumbos del Battery Park neoyor­ quino y se encuentra con el grumete desertor que quie­ re entregar su vida a la literatura. El diálogo parte del disgusto por la ruptura de la soledad y por la insisten­ cia inquisitiva del grumete, aunque después recorre los caminos a veces difíciles y pedregosos y de repente plácidos y nostálgicos de todo verdadero intercambio. Es entonces cuando las ballenas, grandes dioses ma­ rinos y su dios de dioses, la ballena blanca, la persegui­ da Moby Dick que siempre termina con la vida y la obse­ sión de Ahab, ocupa toda la atención del público, produciendo un intenso enervamiento que proviene de la palabra poética y de la poesía de las imágenes. Son notables las actuaciones de Arturo Ríos, crea­ dor en plena madurez, intérprete dueño de su per­ sonaje y capaz de la mayor sutileza para formar los matices de su ente de ficción, y de Pedro de Tavira Egu­ rrola, joven actor que logra emocionarnos porque sabe emocionarse y, al mismo tiempo, puede controlar sus emociones. Ambos, que son uno y lo mismo y son, al mismo tiempo, diferentes, dialogan en Battery Park y reflexionan sobre la vocación de escritor, los extre­ mos de la creación, la apasionada búsqueda de pala­ bras, emociones, ideas e imágenes; del silencio dolo­ roso y expectante y, a pesar de ese silencio, la vocación que se mantiene firme y sigue buscando las formas de manifestarse. Pasamos una hora veinte minutos en el mar, escu­ chamos el canto melancólico de las ballenas y sentimos el deseo del viaje. Todo esto nos fue entregado por Melville, Quirarte, Ruiz Saviñón, Arturo, Pedro y un for­ midable equipo de artistas y técnicos. A lo lejos se en­ cendían las débiles luces de Mazatlán, Ma-za-tlán...

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ENSAYO

19 de abril de 2015 • Número 1050 • Jornada Semanal

Luis Guillermo Ibarra

El doble según L

POR UNA LITERATURA CON TENSIÓN SOCIAL Y FUNCIÓN LÚDICA E IMAGINATIVA

a obra de Edmundo Valadés (1915-1994) recorrió múltiples senderos. Su labor como divulgador del cuento durante varias décadas fue acompañada por el ímpetu creativo del género literario. A él le debemos el descubrimiento de muchos escritores que nos dejaron un solo relato memorable pero sí suficiente ante el vértigo de páginas reiterativas en nuestro tiempo. Su revista El Cuento fue un paseo con estos héroes desconocidos de la palabra. Al igual que ellos, el sonorense sabía que en unas cuantas páginas podía representar un cosmos de complejidades. Con un lenguaje de respiración sostenida, de medidas casi matemáticas, construyó historias exactas en las cuales se reveló como un penetrante observador de su tiempo y de su realidad. Con pocos libros de relatos, entre ellos: La muerte tiene permiso (1955), Antípoda (1961), Las dualidades funestas (1966), Sólo los sueños y los deseos son inmortales, Palomita (1986), Edmundo Valadés siguió protegiendo el camino de Sherezade y elevando la herencia de Poe, Chéjov o Maupassant. Valadés fue hijo de la Revolución y atinado cronista de sus secuelas, contradicciones y desencantos. Este evento marca su vida y la concepción de su literatura. Descubre rápidamente en las narraciones de Martín Luis Guzmán, Mariano Azuela y Rafael f . Muñoz un personaje memorable: “el paisaje”. En uno de sus libros sobre el tema, afirma: “Nunca se ha reunido en toda nuestra literatura un mural geográfico tan solidario del hombre en sus afanes de justicia y libertad.” Este legado era un territorio lleno de cicatrices. Por lo mismo, el lenguaje y la historia inmediata proclamaban la construcción de nuevas realidades. Para Valadés, la imaginación era un elemento de sustancial importancia para entender todo aquello, un instrumento que “despierta para asociar la naturaleza a las cosas vivas”. En los más mínimos de­ talles ejerció con suma inteligencia y sensibilidad esta idea. Basta realizar una relectura de su cuento “La muerte tiene permiso” para encontrarnos con manos y rostros que surgen desde una raíz lejana y desconocida; el lenguaje de la piel de los personajes reclamando su derecho a la tierra; el eterno reencuentro de la civili­ zación y la barbarie con la violencia y la muerte. Si hablamos de los múltiples senderos de la obra de Edmundo Valadés es por lo mismo. Observemos solamente esa doble ima-

gen fusionada del lector infatigable y el creador de cuentos. Cada vez que regreso a Valadés es para seguir uno de esos caminos de su imperio imaginativo. Está el del roussoniano grito de la “justicia primitiva” contra la corrompida civilización; el de los hombres or­dinarios que se obsesionan con pequeños objetos; el mundo de los sueños y las breves historias; está también presente el del dostoievskiano mundo del juego y el azar. Esta última referencia al escritor ruso quizá no es del todo casual. Uno de los temas fun­d amentales de Dostoievsky y de mayor influencia en los cuentos de Ed­m undo ValaFoto: Paulina Lavista dés es, sin lugar a dudas, “el doble”. El escritor abre ahí las puertas a los íntimos infiernos de la conducta humana. En los cuentos “Los dos” y “El cuchillo”, incluidos en el libro Las dualidades funestas, es claro el dominio del juego de espejos del personaje. En esta última historia, un vendedor de productos para el hogar al borde de la desesperación por la desfavorable situación de su suerte, intenta suicidarse con el objeto de sus obsesiones: el cuchillo. Se arrepiente y arroja el filoso objeto por la ventana. Desde ahí, en la semioscuridad, ve “la sombra de un hombre” detenerse y recoger aquel punzante abandono en el suelo. El desconocido hace al cuchillo “penetrar de un golpe certero en todo lo que era su vida”. La duda se abre ante nuestro pequeño héroe al observar aquel suceso: “Nadie, ni yo, sabe si ese hombre era la sombra de un hombre o yo mismo.” Los cuentos de La muerte tiene permiso es el semillero de estas imágenes. En uno de los relatos del libro, un personaje se presenta como “un animal que huía, un animal de lúcido y acertado instinto” y a la vez como “un hombre del que sólo queda conciencia en su embriagado corazón”. En el discurso de esta historia los juegos de los pronombres “él” y “yo” sirven al narrador para señalar los atributos de la felicidad, la conversión que sufren la naturaleza y el hombre. En su obra, de manera constante, surge ese “yo” dividido en los laberintos de la conciencia humana. Las historias de un hombre mediocre que se ve en el espejismo de la fortuna que le entrega el azar o las de aquel héroe que reflexiona sobre el sentido del mundo sin su presencia, son ejemplo de ello. Para Edmundo Valadés había en la literatura cierta obligación de representar una tensión social que no estaba de espaldas a su función lúdica e imaginativa. Esto se manifestaba en el intenso diálogo que mantenían los personajes con su entorno. Ahí habitaban esos hombres que intentaron alcanzar una imagen, la de su doble, poseedora de todos sus deseos. Hombres que sin embargo despertaron en un mundo fraguado por el desconcierto y el fracaso. El escritor leyó con suma atención esos mundos. Al mencionar esto, debo hablar también de la imagen de “el doble” en Edmundo Valadés. Ese hombre que descubrió la grandeza de historias plasmadas en unas cuantas páginas, ese lector atento y vasto a la vez; y ese otro, el mismo, que desplegó su genio creativo en historias ya imborrables para la literatura hispánica

Edmundo

Valadés


Las sagas

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islandesas: la segunda piel de Islandia

Ánxela Romero-Astvaldsson NARRACIONES HISTÓRICAS QUE RELATAN VIDAS Y ENFRENTAMIENTOS DE PERSONAJES Y FAMILIAS

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a palabra “saga” significa “lo dicho, lo contado”, y se puede traducir genéricamente como “narración”; sin embargo, el sentido fundamental del término ha pasado a referirse a un tipo específico de obra literaria producida en Islandia de los siglos xiii hasta mediados del xiv , y considerada un género único. Se trata de narraciones de carácter épico producidas por autores individuales centradas en personajes islandeses que vivieron entre el descubrimiento del país (874) y la primera generación de islandeses cristianos –1020 aproximadamente–, cuyas acciones se desarrollan en los siglos ix y xi , cuando los vikingos procedentes de Noruega luchaban en una tierra inhóspita plagada de conflictos entre líderes regionales y campesinos libres. Pero al tiempo que se producían esas tensiones, florecían las letras. Desde el siglo xi se había comenzado a componer obras islandesas y a traducir obras extranjeras, pues los centros islandeses de enseñanza desarrollaban una actividad superior a la de otros países escandinavos. Islandia produjo una literatura original, formada por los distintos tipos de sagas, obras historiográficas, recopilaciones de leyes, traducciones, al tiempo que se ponían por escrito poemas orales de época pagana como la Edda, o se compilaban antiguos poemas mitológicos o poesía escáldica. Fue en esta época, considerada la época heroica de Islandia, cuando se fundó el carácter peculiar de lo islandés frente

al resto de Escandinavia. Se conservaban las características de la sociedad germánica primitiva, aunque en proceso de cambio, con cierta igualdad social, sin que existiera una nobleza destacada del resto de la población, compuesta mayoritariamente por hombres libres propietarios de tierras y de esclavos de origen céltico; instituciones democráticas como el Thing, donde se reunían los hombres libres para impartir justicia, tomar decisiones políticas y modificar las leyes o dictar nuevas; o la costumbre arraigada de viajar a la península escandinava y a las Islas Británicas para hacer comercio, participar en expediciones vikingas, conseguir favores de los reyes o ver mundo y, sobre todo, guiada por unos principios éticos y morales netamente paganos, en los que primaban la idea de destino, del valor personal como medio de alcanzar la posteridad, la hospitalidad, la fidelidad y la amistad, pero, igualmente, con aspectos que actualmente consideraríamos antivalores, como una desmedida crueldad. Un rasgo que ayuda a entender las sagas es conocer lo que hoy llamaríamos el sistema penal. Cuando se producía un delito con resultado de muerte, los familiares de la víctima podían optar entre pedir una compensación económica o vengarse con el culpable o con sus familiares. En este caso, podía producirse una cadena de venganzas sangrientas. Igualmente, se podía acudir a la asamblea y juzgar al asesino, allí se podía decidir la promoción de un acuerdo entre las familias afectadas estableciendo compen­saciones económicas o condenar al asesino al destierro; término éste que no implicaba la expulsión de la región o del país, sino la indefensión absoluta del condenado, de forma que cualquiera podía matarlo sin incurrir en res­ponsabilidad, y todos sus bienes podían ser incautados. Para los islandeses medievales, la saga era una narración estrictamente histórica que trataba de temas diversos, por lo que se las clasificaba en “sagas de reyes”, “sagas de obispos”, “sagas de santos”, pero las más interesantes por su valor literario son las denominadas Íslendingasögur o “sagas de los islandeses”, que relatan las vidas y enfrentamientos de personajes y familias enteras durante la denominada Edad de las Sagas, entre 930 y 1030. Dentro de éstas, las hay de carácter histórico, mientras que otras unen realidad histórica y ficción; otras en las que pre­ domina lo ficticio e incluso algunas que son obras de fic-

ción sin base histórica comprobable. Podrían compararse en cierta medida con novelas históricas o con biografías noveladas en las que el autor sitúa la acción en un tiempo pasado documentándose bibliográficamente, y compone una narración en su mayor parte inventada en la que entrevera elementos históricos. Los personajes pueden ser variados, aunque predominan los poetas o los guerreros vikingos, que a veces también eran poetas, como Egil Skallagrimsson, héroe de la saga del mismo nombre; pero podía tratarse de campesinos o jefes territoriales. Lo fundamental era que el personaje fuera una personalidad destacada e islandés. Respecto a su estilo, son las sagas de islandeses las que generan lo que se conoce como “estilo saga”, por los rasgos comunes de estructura y expresión que presentan, como el empleo de la expresión oral, conversacional, reflejo de la lengua hablada, o la presentación del material y el tratamiento de los personajes que se definen por lo que hacen o dicen, nunca por la información proporcionada por el autor, y la simplicidad sintáctica. Todos estos recursos favorecían su memorización y su lectura en voz alta. Cabría preguntarse: ¿cómo y por qué se escribieron las sagas? La tradición de estudios literarios e históricos coLa muerte de Baldrs es representada en esta ilustración de un manuscrito islandés del siglo XVIII


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Estas historias orales se conservaban a lo largo de los siglos, puesto que se originaron después de la muerte de los personajes. Esto explicaría la predominancia de los rasgos estilísticos de las sagas más propios del lenguaje hablado que del escrito, además de las variaciones entre los diversos manuscritos.

menzó en el siglo xviii con el interés de los eruditos daneses: en Islandia, provincia danesa hasta 1914, seguían copiándose y leyéndose las sagas medievales y muchos manuscritos cayeron en manos de sabios daneses que los estudiaron y publicaron. Desde entonces, la investigación sobre las sagas ha pasado por numerosos avatares. El islandés siempre ha sido un pueblo aficionado a las historias. Desde la colonización gustaban de componer historias en verso sobre personajes de su país, especialmente de la época de la colonización. Estas historias tenían un carácter exclusivamente oral. Su función era múltiple: servían de entretenimiento, al tiempo que salvaguardaban los hechos históricos, las genealogías familiares, los acontecimientos destacados de cada región y de sus principales familias. Para los partidarios del estudio romántico de las sagas, predominante en el siglo xix y principios del xx , y que aún cuenta con defensores, en esta costumbre oral radica el origen de las sagas. El proceso de su creación sería como sigue. Determinados personajes y familias destacadas tenían numerosas hazañas que se transmitían oralmente. Cada vez que se recitaban se recodificaron, pues el narrador las aprendía de memoria ayudado por las características del estilo literario propio de la transmisión oral, como las repeticiones o las fórmulas fijas. Como era previsible, pese a los intentos de fidelidad a la versión inicial, los errores de memoria o los gustos del narrador generaba variantes, aunque siempre dentro de ciertos márgenes. Estas historias orales se conservaban a lo largo de los siglos, puesto que se originaron después de la muerte de los personajes. Esto explicaría la predominancia de los rasgos estilísticos de las sagas más propios del lenguaje hablado que del escrito, además de las variaciones entre los diversos manuscritos. Finalmente, explicaría en buena medida el carácter histórico que se puede asignar a las sagas; un carácter histórico que llega al extremo de que en una de las más mejores sagas, la de Njál, se narra la quema de la casa de uno de los principales personajes, Gunnar de Hlidarendi, indicando en qué punto exacto del país se produjo. En los años veinte del siglo pasado, los arqueólogos descubrieron el lugar, incluso hacen mención de los restos de una casa quemada que coincidía con la descripción de la saga. Todo ello apunta a cierta confiabilidad histórica, lo cual no sería

extraño si las sagas no fueran sólo historias contadas oralmente, sin modificación desde la época en que sucedieron los hechos. La saga es, para los partidarios de esta teoría, un género de literatura oral puesto por escrito por escribas sobre pergaminos siglos después de acaecidos los hechos. Lo que explicaría por qué son anónimas. Hasta aquí la teoría tradicional. Actualmente, la mayoría de los estudiosos la refutan: no se trata en su origen de un género oral, sino escrito, obra de autores individuales que las crearon del mismo modo que un novelista actual compone una novela. Esta teoría, ahora predominante, tiene variantes. Algunos llevaron esta idea de creación personal al extremo, pero la explicación más plausible es una combinación de factores. Sin duda, existían narraciones orales, pero eran escuetas y no articuladas creativamente. Sólo existía entonces el alfabeto rúnico, que nunca se utilizó para componer textos extensos. Sin embargo, con el cristianismo se adoptó el romano y se estableció relación con los centros europeos de la ciencia medieval y de su producción literaria. Así, los islandeses conocieron historias de santos, de la Virgen, narraciones bélicas y demás,

La talla de Ramsund en Ramsund, Suecia

incluyendo obras de ficción. Los islandeses tenían un considerable interés por la literatura reflejada en la poesía, sobre todo la escáldica, de los siglos ix al xii , y todos estos factores acentuaron su gusto. Se empezó, como en otros lugares de la Europa medieval cristiana, a redactar historias de personajes sagrados; primero en latín, luego en islandés. Este paso a la lengua vernácula se vio favo­ recido por la asentada tradición literaria oral, y por dos peculiaridades islandesas: la conservación de la lengua, sin cambios y sin apenas variaciones dialectales, y el orgullo nacionalista, representado en las sagas. Comenzó a generarse una considerable actividad literaria en lengua islandesa en los géneros de la época. A veces traducciones, pero, sobre todo, creaciones propias. Querían contar su historia y, como ésta era muy reciente, tenían dos posibilidades: contar la breve historia de Islandia o narrar la historia de Noruega, país del que procedían la mayor parte de los colonizadores. Dado que la historia de un país es la historia de sus gobernantes, la historia de Noruega, primer capítulo de la de Islandia, se convirtió en las historias de los reyes de Noruega. Los islandeses adoptaron esa vía: compusieron historias de sus obispos, de los reyes noruegos y de la colonización de su propio país. Estos libros se escribían recurriendo a las fuentes, que en su caso eran casi exclusivamente orales al principio. Cuando hubo un corpus literario e histórico, se le sumaron las escritas, no sólo islandesas, sino extranjeras. Surgieron el Libro de los Islandeses, del sabio Ari Thorgilsson; luego los sucesivos Libros de colonización, anónimos algunos, otros de autores conocidos, Se escribieron historias como las Sagas de obispos, resúmenes de la historia de Noruega, y otras más. Una tradición que culminó con una soberbia obra historiográfica: Historias de los reyes de Noruega o Heimskringla, de Snorri Sturluson, político y escritor islandés de entre siglos siglo xii-xiii. Un elemento que llama la atención en toda esta literatura es la ausencia, comparativamente con la europea, de elementos fabulosos. Los islandeses, pragmáticos, sometían sus fuentes a una criba sigue

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Ilustración de The Flatley Book

crítica en la que rechazaban lo que no parecía creíble. Y en este proceso es donde tal vez es más plausible encontrar el origen de las sagas: del mismo modo que escribían vidas de excelsos personajes extranjeros, componían biografías de los islandeses. Como en Islandia no había nada comparable a las aristocracias europeas, se otorgaba la grandeza al personaje en virtud de sus obras. Consistía, por tanto, en escribir vidas de islandeses notables del mismo modo que se escribían las de extranjeros sobresalientes, lo cual realzaba la nación islandesa. Además, en la época en que se escribieron las sagas, había tensiones con los reyes noruegos, que deseaban convertir la isla en un Estado vasallo, privándola de su se­cular independencia. La lucha contra los afanes expansionistas noruegos prosiguió hasta la definitiva absorción en el siglo xiv, por lo que la literatura servía de arma política. Las sagas de islandeses transcurren en la época heroica de la isla, pero también hubo sagas de contemporáneos que trataban los acontecimientos de la misma época de redacción o de poco antes. No se trataba de cró­ nicas, sino de historias noveladas donde es posible discernir qué es real y qué inventado. Su modo de composición debió de ser paralelo al que se empleaba en otros lugares de Europa en la época: un autor, a menudo un monje o alguien relacionado con un monasterio, escribía la historia de un personaje del pasado o que había vivido en su región. Para confeccionarla utilizaba todas las fuentes a su alcance, tanto de tipo histórico, como genealogías, libros de la colonización u otras sagas, como las transmitidas oralmente de generación en generación. En el proceso de examen de la documentación se rechazaba o pulía lo que resultaba no creíble para los lecto-

res de la época. Al tenor de este procedimiento, puede afirmarse que las sagas no son narraciones orales meramente transcritas al pergamino, sino obras literarias confeccionadas por individuos con conciencia creativa y no sin valor histórico, dado que se apoya en fuentes que lo son. El autor actuaba con libertad para inventarse peripecias o personajes, pero podía tomarlos prestados de otras sagas o de las convenciones literarias de la época. Por otra parte, aunque la cronología de las sagas no está del todo clara, parece que las primeras contenían un número mayor de estrofas escáldicas y que, con el paso del tiempo, iban siendo más escasas, hasta llegar a aquellas que no tienen ninguna. Es decir, parece que según fue pasando el tiempo predominó el elemento de ficción y perdió importancia el histórico. Esto sería una evolución lógica a partir del origen de las obras de carácter historiográfico: las sagas empiezan como historias noveladas para acabar en novelas de ambiente histórico. De manera que las sagas pueden utilizarse como fuentes históricas, pero no se pueden considerar como historias verdaderas íntegramente, como pretendía la interpretación romántica. Los manuscritos de las sagas que se conservan, algunos completos, otros fragmentarios, y de diverso carácter y antigüedad, no son los de su época de redacción, es decir, no se trata de los manuscritos originales autografiados de los autores. Tomando en cuenta que se copiaban reiteradamente desde su redacción hasta el siglo xix, es razonable que presenten variantes. Y este aspecto guarda relación con la autoría, pues si se conocen algunos autores de la mayoría parece lógico que su nombre no se recogiera de un manuscrito a otro, puesto que no le diría nada al campesino islandés siglos después de que la saga se hubiera redactado. En cuanto a sus centros de producción, coinciden con las regiones de desarrollo de las mismas, ya que son básicamente regionales, tanto por su historia como por sus autores; de hecho, se pueden esta­ blecer grupos de sagas por la región en que se desarrollan, que suelen coincidir con las regiones donde se encontraban los centros de enseñanza en torno a los cuales se escribieron. Se compusieron ciclos de sagas de las grandes familias de cada región de Islandia, muchas de ellas actualmente extraviadas. Islandia no fue excepción al tener en los monas-

terios los centros literarios, si bien, a diferencia de otros lugares de Europa, en ellos no se redactaban sólo obras de carácter religioso, sino que se prestaba atención a las obras profanas, como prueban las sagas. Centros islandeses de erudición, enseñanza y religión a la vez que de producción literaria fueron los obispados de Skálholt, en el sur de la isla, y de Hólar, en el norte. Las sagas permearon durante siglos el alma de los islandeses, pues eran leídas a la luz del fuego para paliar la soledad y el aislamiento en los largos inviernos, y transmitidas de viva voz de generación en generación. Por ello, los islandeses contemporáneos recitan fragmentos enteros de memoria, y cuando se visita la isla señalan con certeza lugares reales donde se sitúan episodios centrales de las mismas. Su importancia para la colectividad nacional la resumía Halldór Laxness al decir: “Las sagas son nuestros cimientos culturales.”

SAGAS TRADUCIDAS AL ESPAÑOL Saga de los Ynglingos de Snorri Sturluson (edic. s . Ibánez, Miraguano), de Snorri Sturluson; Saga de los volsungos (edic. de j . Díaz Vera); Saga de los habitantes de Eyr (edic. de María Pilar Fernández Álvarez y Teodoro Manrique Antón, Tilde); Saga de Gisli Sursson, (edic. de José Antonio Fernández Romero, Tilde Ediciones); Saga de Bósi (edic. de Mariano González Campo, Miraguano); Saga de Odd Flechas y Saga de Hrölf Krak, (edic. de Santiago Ibañez Lluch, Gredos); La Saga de Egil Skallagrímsson, de Snorri Sturluson, (edic. de Enrique Bernárdez, Miraguano Ediciones); Saga de Eirík el Rojo (Nórdica) y La Saga de los groenlandeses, de la que puede encontrarse la editada por e . Bernárdez o ambas en edición de Antón y Pedro Casa­r iego (Siruela); la Saga de Fridthjóf el Valiente y otras sagas islandesas (edic. de Santiago Ibáñez Lluch, Miraguano); la Saga de Hervor (edic. de Mariano González Campo, Miraguano); Saga de Nial (edic. de Enrique Bernárdez, Siruela); Saga de Ragnar Calzas Peludas (edic. de Santiago Ibáñez Lluch, Miraguano)

Monumento Barco vikingo, Reykjavik, Islandia

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Juan Antonio

Masoliver, un heterodoxo contemporáneo Foto: carloscoronelsolis.blogspot

José María Espinasa

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uan Antonio Masoliver es un caso extraño entre los escritores contemporáneos de lengua espa­ ñola. En el medio literario provoca envidia, de la buena, aunque sepamos que la envidia nunca es buena, por su inteligencia e independencia. Y entre los lectores provoca asombro al reunir cualidades combinadas –frescura, humor, densidad– nada frecuentes en el idioma. Tal vez eso se deba a que sus lecturas fueron fundamentalmente inglesas e italianas en sus años de formación –Eliot y Montale como faros críticos paradigmáticos–, y una amplitud de mirada que le permite a la vez leer y admirar literaturas locales –la catalana, herencia familiar y parte de su infancia, por ejemplo– y vivir un cosmopolitismo nada lastrado por nacionalismos ni con genuflexiones a glorículas locales. A diferencia de los escritores anteriores a él generacionalmente, no fue París sino Londres la ciudad que lo atrajo y en la que vivió muchos años. Y no fue el compromiso político ni la pirotecnia de las vanguardias, sino el sentido ético de la literatura lo que lo guió. La mayor sorpresa, sin embargo, es que no parece ni un escritor catalán inglés ni uno italiano, sino claramente uno en castellano, con una ironía y una gracia que le otorgan la conciencia de un idioma extraordinariamente flexible en sus manos, pero que no quiere volver sobre las florituras de las vanguardias o los alardes del boom garciamarquiano. Si hoy hubiera que actualizar a Los heterodoxos españoles, él ocuparía sin duda un lugar relevante. En su más reciente libro, El ciego en la ventana, por ejemplo, bautiza su escritura como “monotonías”, con un triple guiño, primero el familiar y amistoso a quienes lo conocen afectuosamente como Tono, después a aquellos que se enredan en definir una escritura que escapa a ellas y como una manera de hermanarse y distanciarse de esa vanguardia que representa muy bien Ramón Gómez de la Serna y sus greguerías. Y, por último, un guiño a su recurrencia temática en una muy divertida monotonía. A Masoliver no le interesa ser un encantador de serpientes que con fuegos de artificio nos encandila, sino alguien que sugiere un tono introvertido y reconcentrado de la alegría de vivir. A los que ya lo han leído les sorprenderá que lo califique aquí de alegre, pero así es, se trata de un pesimismo alegre, de una desesperanza fes-

SEGÚN EL BARCELONÉS: “SÓLO AQUEL QUE NO PUEDE MIRAR TERMINA VIENDO LAS COSAS COMO SON”

tiva, como la que comparte con autores como Cioran en francés o Tomás Bernhard en alemán. Y, es uno de sus rasgos que más envidio, sin una pizca de resentimiento; sí con rabia, pero sin ninguna trampa. Es, por lo tanto, una literatura cuya orientación es ante todo ética, pero con una ética que no deviene ni moral ni sistema de juicio. Si en los escritores en español, incluso en los más brillantes, parece haber en el fondo la sombra de un inquisidor, en él esa tentación no existe. Justamente, al no ser juez tonante, puede hacer juicios muy críticos sobre el mundo que le tocó vivir, sus contemporáneos, sobre sí mismo y sobre las relaciones humanas. Y manejar esos juicios con un súbito lirismo. Por ejemplo, si bien mencioné antes a Montale, en muchos libros suyos aparece un eco pavesiano, cuando la infancia irrumpe en la memoria como una evidencia de lo vivido, sin maquillajes y sin idolatrías. Y hasta con una pizca de la melancólica iluminación de Ungaretti. Me detengo un poco sobre su libertad en el uso genérico. Los críticos se disputan desde hace varias décadas la definición formal de sus libros. Los libros de poema no tienen problema, están en verso, lo que nos permite calificarlos. ¿Pero su prosa? Se ha llamado a sus libros de distintas maneras: memorias heterodoxas, antino­ velas, diarios, y cuando se piensa que ya se tiene fijada la taxonomía Masoliver publica un libro de cuentos clá­

sicos. Igualmente, cuando se busca vincularlo con modelos –Cortázar, Monterroso, Josep Pla, el Pavese de los diarios– él se escabulle en busca de sus personales monotonías, juega con sus lectores y termina divirtién­dose con ellos en un ánimo lúdico compartido. Y entonces también se problematizan sus libros de poemas, que son también diarios, un único fluir entre ellos que los vuelve reflexivos… Y sus libros de crítica son también raros, heterodoxos, suerte de autorretrato hecho en el espejo de los otros. Además, los hispanoamericanos le debemos agradecer que nos lea y se ocupe de nosotros con constancia proverbial. Cuando lo leo, creo que también les pasará a ustedes, uno se asombra y hasta se espanta de su cruda visión del mundo, de enorme pesimismo, pero más se sorprende de leer esa virulencia vitriólica muerto de risa, no sólo con una sonrisa en los labios sino a veces a carcajadas, al grado de que uno cierra discretamente el volumen para ver si no hay alguien que lo está mirando. Una carcajada que, además, para ser sinceros, no se puede compartir; es un humor antigregario, lejano del chiste de ocasión o la broma de circunstancia; es el humor vuelto literatura. Le encanta hacer pastiches, falsas entrevistas, páginas de diario de un día que no ocurrió y por eso es más verdadero, conversaciones paródicas con colegas, imaginar encuentros que se vuelven realidad. No tiene empacho en usar distintos estilos, en cambiar de registro abruptamente, en recurrir al fragmento, pero sus libros nunca nos dan la sensación de ser informes. El ciego en la ventana es un buen ejemplo: sólo aquel que no puede mirar termina viendo las cosas como son. Ese ciego no es Homero, tampoco Borges. Es en realidad todo hombre contemporáneo si asume el planteamiento ético que Masoliver pone en escena en la página. Sus libros aparecen con regularidad en El Acantilado, la notable editorial barcelonesa que sufrió hace unos meses la muerte de su director, Jaume Vallcorba, a quien vaya esta nota como homenaje. Eso hace que, no sin cierta dificultad, los libros de Masoliver estén en nuestras librerías y así siga encontrando a sus lectores. En una visita reciente a México –durante la Feria del Libro del Zócalo, el propio Masoliver habló de dos modelos literarios que no dejan de sorprender: Bob Dylan y Leonard Cohen, y remató: un músico que canta poesía y un poeta que hace canciones

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19 de abril de 2015 • Número 1050 • Jornada Semanal

El NEOLI

El obispo Raúl Vera en una marcha acompañando a las madres de indocumentados desaparecidos

Monseñor Raúl Vera se graduó en Teología, con grado summa cum laude, en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino de Roma. Es obispo de Saltillo, Coahuila, y obispo coadjutor de San Cristóbal de las Casas. En esta conversación habla, entre otros temas, de la necesidad de una nueva Constitución política. Monseñor Raúl Vera llega al aeropuerto de Tuxtla como un pasajero más. Nadie imagina que este amistoso hombre de cabello completamente blanco, vestido con una chamarra negra y camisa de franela, que lleva una cruz en su bolsillo, busca reformular las bases jurídicas, así como la organización política y civil de México. Presente en Chiapas para lanzar su plan para el Nuevo Constituyente, Vera comparte su visión crítica y aguda del panorama actual y la clase política nacional.

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ué evoca en usted su estancia en Chiapas? –Lo que aprendí aquí, en medio de los her­ manos mayas, choles, tzotziles, tzeltales y tojolabales. Aquí vi una diócesis que don Samuel organizó espléndidamente y cuyo trabajo pastoral y evangeli­ zador se realizó bajo el espíritu del Concilio Vaticano Segundo. Antes de llegar aquí, me decían que en Chiapas “se idealizaba a los indígenas”, pero la realidad es que quienes hablaban así sólo justificaban su racismo, ya que no conocían al mundo indígena más que por las películas de la India María. Tenían la mentalidad del indigenismo que piensa que los indígenas deben abandonar su lengua, valores, costumbres y relaciones con la tierra, el agua y el bosque. Don Samuel decía, cuando el levantamiento zapatista: “Si estos hermanos quieren entrar en México a vivir con su cultura y su riqueza es porque saben lo que le pueden aportar a este país.”

entrevista con Raúl Vera Renzo D´Alessandro –En ese contexto, ¿existen las condiciones para la construcción de un diálogo que cree un nuevo pacto social y de paz con el Estado? –No. Aquí el diálogo va a ser entre los ciudadanos. Desgraciadamente no tenemos Estado mexicano, ese es nuestro problema. El diagnóstico que resultó de las preaudiencias y audiencias del Tribunal Permanente de los Pueblos (tpp) presenta pruebas fehacientes de la situación de usurpación que hace el Estado mexicano en contra de la población. Entonces no vamos a dialogar con un Estado, o mejor dicho, con un equipo de gobierno deshonesto, que no está cumpliendo con sus obligaciones sino, al contrario, destaza la Constitución con sus reformas estructurales para que vengan a saquearnos. ¿O acaso no llenaban de elogios en Inglaterra al señor Peña Nieto por sus re­ formas estructurales? Es igual que Walter Raleigh, el pi­ rata de Isabel i : así va a ser recordado, por llevar el título del “pirata de la reina”. El diálogo es entre nosotros. ¿Qué vamos a dialogar con ellos? ¡Queremos redactar la Constitución que necesitamos nosotros, el pueblo! ¿Cómo vamos a llegar? Mediante el Artículo 39 de la Constitución, que establece una vía pacífica para tener el gobierno que queremos. Tenemos que plasmar las bases que rijan el pacto social, las relaciones que tenemos con nuestra tierra, propiedades, petróleo, energéticos, metales, y especialmente con nuestro maíz. No van a regirnos leyes como las que le están dando a Monsanto la propiedad intelectual del maíz criollo para que mañana, si le encuentran a un campesino maíz criollo en su casa, lo terminen encarcelando porque ya es Monsanto la dueña de la patente del maíz que domesticaron nuestros pueblos ori­ ginales. Vamos a llegar mediante el plebiscito, el referéndum, la revocación del mandato, la consulta popular y los consejos ciudadanos presentes, y no con esos equipos de poder fácticos como el Instituto Nacional Electoral. Queremos llegar a una elección popular con nuestros representantes populares, que serán los que hagan y con­ formen una asamblea constituyente. No queremos la participación de los partidos políticos que han mandado cantidad de bazofia a las Cámaras, y han puesto en el [Poder] Ejecutivo a gente deshonesta y truhán que se ha dedicado a desviar el poder para que seamos despojados. –¿En qué se parece el proceso del Nuevo Constituyente con el que implicó la preparación y la construcción de los Acuerdos de San Andrés? –En que es un diálogo con el pueblo. Los diálogos de San Andrés se pararon. Mientras se estuvo hablando

Ilustración: constituyenteciudadana.org

de derechos y cultura indígena, de cosas que, decían algunos, “les interesan a esos inditos”. Hasta el día de hoy los pueblos originarios no son sujetos de derecho, son simples objetos de derecho. La ley indígena hoy no es otra cosa que un planecito de Sedesol para seguir dando maicito, lechita y tonterías. Es necesario reconstruir los dis­ tritos electorales para que cada uno de los grupos y las familias dispersas en la República tengan una representación en las Cámaras. Siempre discutieron que no podría haber un cuarto nivel de gobierno, pero ¿no dice el Ar­ tículo 2 de la Constitución que somos una nación plural? Ni siquiera llevaron a la Constitución esa ley, pero se mantenían en el diálogo, aunque ya empezaban a hacer su estrategia contrainsurgente de guerra de baja intensidad con los paramilitares matando y echando fuera a los hermanos de sus comunidades, con el fin de quitarle el agua al pez para que se muriera. Pero, además, gastando un dineral, porque para atacar a los 15 mil sublevados, ata­ caron a los otros 85 mil. ¡Magnifico!, eso les diría Estados Unidos, que les vendía las armas y era el que proveía de todo. Es entonces cuando se empieza a hablar de democracia y de justicia, y surge la reflexión de que la estruc­ tura de México es la que tiene que cambiar. Entonces empezamos a pensar en una nueva Constitución, porque no quisieron que desde aquí surgiera un camino hacia un nuevo México para que se integraran no solamente los hermanos, sino todos los mexicanos que estaban afuera. Hoy México está en hambre, en miseria, en violación de los derechos humanos, todo el país está como estaba Chiapas en esos días. –Pero entonces, ¿cómo se articula la propuesta del Nuevo Constituyente con el contenido y método de otras propuestas, como la Sexta Declaración de la Selva Lacandona? –Bueno, no hemos hecho nosotros ese ejercicio. Ese lo van a tener que hacer nuestros hermanos, pero las experiencias previas por supuesto que van a ser un abono. Aquí


VOZ INTERROGADA

IBERALISMO como ANTIHUMANISMO MÉXICO, EL PAÍS MÁS DESTRUIDO DE LA TIERRA A LO QUE APUESTA EL CAPITALISMO NEOLIBERAL ES A LA DESAPARICIÓN DE PARTE DE LA HUMANIDAD

–¿Cuál sería la diferencia de su concepción del sujeto social en este proceso, respecto de la que tuvo en su momento don Samuel Ruiz? –Son lo mismo, es el ser humano, es un amor libre, crítico, capaz de tener una cultura de servicio en el ámbito político, que entiende que la tierra es de todos, que esta casa es la casa de todos. Hay valores universales que vienen en el Evangelio, porque aquí lo predicó Samuel Ruiz: “Yo lo único que anuncio es el Evangelio, no tengo nada que ver con el capital, ni con el marxismo. El Evangelio es de por sí liberador del hombre”; punto y se acabó. El concepto del hombre que tiene el Evangelio es universal, no estamos inventando un hombre diferente, es el mismo que tiene la capacidad de organización social y comunitaria de nuestros hermanos que están por tradición preparados para hacerla. –¿Cómo se articularían los resolutivos del tpp y el proceso del Constituyente con otros procesos de base, por ejemplo los Espejos zapatistas, los acuerdos entre el cni y el ezln ? –No hay ningún problema. El tpp no es un grupo que creó un movimiento, lo que hizo fue someter a juicio a

partir de acusaciones al gobierno mexicano en torno a la victimización que están generando en este momento los mecanismos gubernamentales y las víctimas que crea este sistema injusto en el que estamos. El tpp hizo una revisión orgánica de esa injusticia a través de los muchos sectores que escuchó. Lo que estamos haciendo es seguir el legado de la sentencia final, las acusaciones y la des­ cripción del período espantoso que vive México, el país más destruido de la tierra. El tpp es la visión y la identificación de las causas comunes que ahí surgen. Es todo, es una iluminación para que nosotros tengamos un camino a seguir, que no es distinto del camino a seguir que están buscando todas estas personas. O sea, no hay ningún problema, estamos unidos porque tenemos enfrente al mismo enemigo de la vida, de la paz y de la justicia en que se ha convertido en este momento el gobierno mexicano. –¿Considera realmente que en México existe el capital humano para poder lograr un nuevo Constituyente? –El capital humano que ya existe ahí está. Lo tenemos que organizar y también nos tenemos que dar tiempo para generar ese capital en donde todavía no existe. Por eso nos estamos proponiendo formar cuadros ahí en las aldeas, los parajes, las rancherías, los barrios. Ese es un

Si empezamos a compartir la energía que la Tierra produce para todos, vamos a tener que vivir más modestamente, y el uno por ciento de los habitantes de la Tierra quiere seguir en el lujo y en el despilfarro.

no se trata de que un grupo va a avasallar, se trata de que todo el pueblo sea consciente. No vamos a decir: “ah, ellos ya lo hicieron, entonces vamos a hacer lo mismo” o “como ya lo hicieron entonces les copiamos todo”. Si algo nos enseñó el camino que realizaron aquí los pueblos de Chiapas –que fue una organización de la Iglesia, aquí lo hizo la Iglesia–, es que no queremos que un grupo avasalle. Aquí la gran riqueza que le dio fuerza a este movimiento, no sólo a nivel nacional sino mundial, fue el sujeto social que aquí se creó. Y si algo nos pueden dar los pueblos originarios a este proceso es la riqueza humanística que tienen.

Marcha el Obispo Raúl Vera en Chilpancingo, 10 febrero, 2014

camino de crecimiento como ciudadanos críticos que quieren participar en la construcción del país. El empoderamiento viene del pueblo que dice: “Yo dicté esta Constitución, es mía, no me la dieron esos señores.” ¿Qué se piensan? ¿Que les dimos el derecho a hacer leyes de todo tipo, incluyendo la porquería que nos están dando ahora con la Ley Federal del Trabajo, la Ley de Aguas? Es vender y vender, porque a lo que le apuesta el capitalismo neoliberal es a la eliminación de una parte de la humanidad. La razón fundamental es que no quieren en la Tierra más gente que consuma energía, porque no están dispuestos a rebajar su nivel de vida. Si empezamos a compartir la energía que la Tierra produce para todos, vamos a tener que vivir más modestamente, y el uno por ciento de los habitantes de la Tierra quiere seguir en el lujo y en el despilfarro. ¡Esa es la raíz del capitalismo neoliberal! Eliminar a la gente porque no quieren abandonar el lujo en el que siempre han vivido

Los Obispos Raúl Vera López y Francisco Villalobos Padilla piden que la violencia pare en peregrinación


LEER Voz viva de México Llegaron a esta redacción los números 24, 26 y 124 de la célebre colección que la unam edita desde hace ya muchos años: Obra reunida, del querido cocodrilo Efraín Huerta, El luto humano (fragmentos) del entrañable José Revueltas, y No para mucho tiempo, del amigo y colaborador de estas páginas Marco Antonio Campos. Para no caer en los inevitables lugares comunes a la hora de hacer una ponderación –a estas alturas más que innecesaria, por supuesto– respecto del valor de la obra de los autores, sobre todo de los dos primeros, coméntese aquí solamente que, en el primer caso, la selección de la poesía huertiana viene precedida por una presentación a cargo de José Emilio y Cristina Pacheco; que en el segundo, es Eduardo Lizalde quien hace los honores –o tiene el honor, según se vea–, y que en el tercero dicha presentación corre a cargo de Hugo Gutiérrez Vega, director de estas páginas. Por supuesto, en los tres casos el valor más alto consiste en la posibilidad de apreciar una obra, así sea fragmentariamente, en la voz del propio autor.

In memoriam Eduardo Galeano (1940-2015)

In memoriam Günter Grass (1927-2015)

19 de abril de 2015 • Número 1050 • Jornada Semanal

Mujeres de danza combativa, Frutos de mujer. Las mujeres en la danza escénica, Margarita Tortajada, inba /Conaculta, México, 2014.

LOS FRUTOS DE LOS FRUTOS ANGÉLICA ÍÑIGUEZ Frutos de mujer. Las mujeres en la danza escénica y Mujeres de danza combativa, ambos libros de Margarita Tortajada, que reeditó el Instituto Nacional de Bellas Artes recientemente, tienen múltiples lecturas posibles. Describo tres que me cautivaron como lectorainvestigadora. Ambos títulos conforman una historia universal y nacional de la danza desde la perspectiva de género, tema en el que Tortajada es pionera, lo que resulta en un abordaje original, pues da voz a quienes antes no la tuvieron ‒por ejemplo, en Mujeres de danza combativa, a las creadoras de la danza moderna mexicana. En términos de Peter Burke: “Es una historia escrita como reacción deliberada contra el paradigma tradicional”, ése que ha supuesto que existe una sola manera de abordar el pasado y que se limita a ser una narración de acontecimientos “desde arriba”, “mientras que la nueva historia ‒como la que nos ofrece Margarita‒ se dedica además al análisis de estructuras”. Es, en todo caso, una nueva historia que se cocina con ingredientes múltiples, elegidos por la doble posición de la autora, como bailarina y como investigadora. La perspectiva de género de este recorrido histórico aporta elementos que permiten tener una visión más crítica de lo que sucede con la danza en la actualidad. En Frutos de mujer, la autora nos cuenta que en tiempos de Nellie y Gloria Campobello y la fundación del Ballet de la Ciudad de México, y debido a la escasez de bailarines varones, éstos recibían un trato especial tanto en la end como en la compañía. Las mujeres debían cursar sus estudios formal y puntualmente en la escuela, pero a los hombres se les permitía ser sólo bailarines e incluso graduarse sin haber sido alumnos regulares. En mi experiencia de varios años como estudiante intermitente de ballet clásico y como bailarina de danza contemporánea, he visto y vivido exactamente lo mismo: los varones, al ser escasos, son generalmente mejor tratados y, con tal de que bailen, son liberados de los reglamentos. Incluso las exigencias de peso y figura corporales quedan, para ellos, en un segundo término; maestras, maestros, coreógrafas y coreógrafos prefieren hacerse de la vista gorda antes que perder a un varón- macho-del sexo masculino, como suelen decir. No así para las mujeres, pues para ellas ‒para nosotras‒ las reglas aplican con severidad, aun cuando otro de los dichos tapatíos en las academias particulares de ballet ‒que son las únicas formadoras de bailarines‒ asegura que la que paga es buena. En una segunda lectura, Frutos de mujer… y Mujeres de danza combativa son potenciales lecciones de metodología, pues al transparentar su estructura, permiten que los lectores jóvenes investigadores nos familiaricemos con la composición, de manera parecida a lo que ocurre con los cinéfilos que muy frecuentemente pasan de su condición de espectadores a la de creadores audiovisuales, porque las piezas de

sentido y forma encajan tan bien que la frontera entre ellas queda fuera de foco. Lo potencial se activa con la capacidad de puesta en práctica del lector que se acerque a los textos de Tortajada. Desde mi punto de vista, lo que hace posible que el espectador acceda a las dos cuestiones anteriores ‒y esta es mi tercera lectura‒, es la capacidad de la autora para volver accesibles las complejidades que aborda, no sólo mediante un lenguaje preciso, pero sencillo y sin artificios, sino por la elección de lo narrado. Y es que a todos nos gusta que nos cuenten historias, que nos pongan al día en el chisme ‒más allá de la investidura otorgada por la academia, los investigadores son chismosos profesionales, que componen y recomponen los teléfonos descompuestos que con gusto contestarán los lectores, otros chismosos de gran oficio. Pero Margarita en eso es muy cuidadosa y aporta, como diría el poeta Jaime Sabines, la dosis precisa y controlada de chisme. Así, saber que durante su invento, en la postrevolución francesa el Papa censuró el color carne en las mallas e impuso que fueran azules, o que Nellie Campobello aseguraba tener sangre comanche a la vez que hay evidencias de su doble discurso racista y nacionalista, o enterarse de chismes de camerino, es fundamental para generar un estado de distensión en lectoras y lectores, lo que facilita el acceso a la obra que, por supuesto, es fuente obligada de consulta. Cuando leo Mujeres de danza combativa y Frutos de mujer puedo escuchar la voz de Margarita, como en los cursos de Historia de la Danza que organizamos en Guadalajara entre 2009 y 2012 ‒y que en sus últimas ediciones tuvieron más audiencia incluso que los talleres de técnicas corporales, cosa poco frecuente en la danza‒, donde el estudio se vuelve divertido y el suspenso insoportable, por lo que las ansias de saber se acrecientan. El trabajo de Margarita Tortajada ha t e n i d o re p e rc u s i ó n e n G u a d a l a j a r a , donde la historiadora Sureya Hernández emprendió un análisis historiográfico sobre su obra, en el que considera que Tortajada “ha allanado un camino sinuoso en la investigación de la historia de la danza, con un entramado de memorias de personajes que se entrecruzan en sus textos, en tinta impresa sobre el papel que contiene el recuerdo de coreografías, técnicas, formas dancísticas y fenómenos escénicos, así como también el de amistades y enemistades, de viajes y rebeldía, de disciplina y el sudor causado por el esfuerzo en la escena, en el salón de clases… en la vida que pulsa movida por la danza”. Yo m i s m a h e t o m a d o c o m o modelo la estructura de Mujeres de danza combativa para presentar a diez personajes pioneros de la danza escénica en Guadalajara cuyo trabajo es un legado nacional (Íñiguez, 2012). Y me produce auténtica felicidad encontrar en los libros de Margarita datos que se vinculan con mis hallazgos sobre sucesos de la danza tapatía, lo que permite ir tejiendo en el país una historia de la danza cada vez más amplia y diversa. A los cursos de Margarita en Guadalajara han asistido historiadores, lingüistas, bailarines y estudiantes de danza, para quienes sus investigaciones son referente, por lo que, con suerte, veremos en el futuro cercano nuevos frutos de los frutos. Y para que esta polinización siga su curso, resulta esencial la reedición de estos dos títulos •

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LEER

Jornada Semanal • Número 1050 • 19 de abril de 2015

Aprendizajes del estudio de Estados Unidos, Luis Maira, Centro de Investigación y Docencia Económicas, ac, México, 2014.

PARA CONOCER AL VECINO ANDREA TIRADO

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na selección de dieciséis ensayos escritos por Luis Maira entre 1975 y 2010, publicada por el cide (Centro de Investigación y Docencia Económicas), es apenas la carta de presentación de un profundo estudio sobre Estados Unidos de América. Aprendizajes del estudio de Estados Unidos surge de la voluntad de relanzar el estudio sobre Estados Unidos a partir de la consolidación de un equipo creado precisamente con ese propósito. Este es el segundo volumen, resultado del trabajo del grupo y de sus reuniones. La obra se divide en dos partes: la primera se concentra principalmente en Estados Unidos, y en ella el autor traza un recorrido que parte de la construcción del sistema político estadunidense y de su posición en el mundo. Una vez expuestas las premisas y el contexto necesario para entender cómo se construye la política de un país como Estados Unidos, el autor arriba a su segunda parte, la cual es de mayor interés para nuestra región, ya que aborda el impacto de esa política en América Latina. El estudio de Maira sobre Estados Unidos no se extravía en la historia; su metodología es de tal manera precisa, que proporciona las claves para entender cómo Estados Unidos ha logrado posicionarse como potencia mundial. Maira sostiene que, desde el inicio, Estados Unidos ha sido un país que ha conocido un solo modo de producción: el capitalista, y una sola forma de organización política: la democrática-liberal. Al mismo tiempo, adoptó una posición de “aislacionismo internacional”, la cual lo sustrajo de conflictos europeos, permitiéndole consolidarse como un Estado con alcance continental. Esto queda expuesto ante el mundo, sin lugar a dudas, al término de la segunda guerra mundial, al emerger como la primera potencia en el sistema internacional, lo que le conduce a la confrontación con la Unión Soviética, cuya consecuencia mundial fue la Guerra fría y un escenario internacional enteramente bilateral. Con el colapso de la Unión Soviética, el escenario mundial se modifica nuevamente y Estados Unidos aparece como la superpotencia hegemónica. Sin embargo, las nuevas condiciones apuntan a un mundo multipolar donde la hegemonía estadunidense queda un tanto en entredicho. En efecto, el número de actores en el escenario mundial, sean Estados nacionales u organismos internacionales, ha crecido, conformando un reacomodo de influencias. De los cincuenta y un países que fundaron la onu , se ha llegado a casi doscientos, algunos de ellos resultado de la desintegración del bloque socialista, por ejemplo los Estados resultantes de la desaparición de la antigua Yugoslavia.

El autor analiza los distintos escenarios internacionales que han tenido lugar desde los años setenta, desde el fin de la Guerra fría y hasta el 11 de septiembre, así como el proceso de formación de las políticas exteriores, notablemente las de los países industrializados. Su análisis se debe a que existe la firme convicción de que dichas cuestiones son asuntos que afectan directamente la capacidad internacional de América Latina. Se constata que en los años en que el académico y diplomático chileno escribió sus ensayos no existía en español ninguna o suficiente literatura sobre estos temas. Realizar este esfuerzo de conocimiento desde una óptica latinoamericana constituiría un ejercicio de gran valor, incluso para un mejor manejo de la estrategia internacional de los gobiernos latinoamericanos. Para tener un mayor conocimiento del escenario global, los países latinoamericanos pueden trabajar en función de las tendencias dentro del sistema internacional. El autor propone cinco factores cruciales que parecen ser básicos para el seguimiento permanente del proceso de formación de la política exterior estadunidense hacia América Latina. Maira propone llamarlos “claves”, como si se tratase de alguna combinación que se tuviera que descubrir. Algunas de estas claves son: considerar erróneamente la política exterior de Estados Unidos con un grado de coherencia y armonía, pues es la suma de una colección de políticas exteriores especializadas, entre las cuales muchas veces no existe armonía sino conflicto. Otra clave es que las decisiones de política exterior tienen diversos alcances en cuanto a su vigencia espacial. Algunas son de alcance global, otras regional, subregional y bilateral. Finalmente, quizás una de las claves más importantes es advertir que los dos grandes partidos de Estados Unidos (Republicano y Demócrata), parten de supuestos diferentes e incorporan en su manejo a segmentos distintos de la élite estadunidense. Cada partido tiene aproximaciones diferentes respecto a América Latina. El autor ejemplifica la ideología de cada partido. Primero con Jimmy Carter y posteriormente con Ronald Reagan; explica por igual las consecuencias que ambas estrategias políticas tienen para los países latinoamericanos. A grandes rasgos ‒y para no restar el interés por la lectura del libro‒, se dirá solamente que la principal diferencia entre ambos es que mientras los demócratas insisten en la necesidad de tener intercambios equitativos con América Latina, los republicanos se han interesado en ella debido a que, en dicha zona, se podrían impulsar con mayor facilidad y menores riesgos acciones destinadas a nulificar a la Unión Soviética, y que el gobierno de Washington asumía una nueva actitud para asegurar un balance mundial de fuerzas favorable a Estados Unidos. (Recuérdese que esto era así durante la época en la que Maira redactó sus ensayos). La ventaja del libro es que está compuesto por diferentes ensayos independientes que también se pueden leer por separado y en el orden que se desee. Por ello, se sugiere concluir con el ensayo sobre los

atentados del 11 de septiembre que, aunque no sea el final de la obra de Maira, es el último en orden cronológico (2010). La importancia de los hechos del 11 de septiembre es resaltar que la naturaleza de los conflictos actuales ha cambiado; hoy en día tienen que ver con factores de carácter religioso, según Maira. Por primera vez, el Estado más poderoso del mundo empieza a vivir una realidad de inquietud que nunca había conocido. Tras el 11 de septiembre se produce un gran cambio. Estados Unidos se da cuenta de que no puede actuar como un “gendarme global autónomo”, como lo hizo en la segunda guerra mundial e inicios de la Guerra fría. Para el autor, con el fin de lograr una acción eficaz, Estados Unidos tiene que coordinarse con otros actores, como la onu . Después de los atentados del 11 de septiembre, el mundo se confrontó con un nuevo escenario internacional. El escenario actual es un derivado de estos hechos. Así, lo interesante es percibir cómo Maira rescata lo más esencial de la política exterior estadunidense en su segunda parte, con el propósito de ver cómo afecta a América Latina. El académico propone incluso ciertas recomendaciones o correcciones sobre la lectura de la política exterior de Estados Unidos. Maira quiso dar cuenta del esfuerzo mexicano que se ha hecho por estudiar lo ocurrido en Estados Unidos en el último cuarto de siglo. Sin embargo, este libro se presenta en dos dimensiones: como un descubrimiento para neófitos en el tema estadunidense, y como una invitación para que investigadores continúen con la labor que se realiza en el cide . A través de los distintos ensayos se revela lo indispensable que resulta el impulsar el quehacer académico dentro de este campo, con el fin de servir a los mejores intereses internacionales de México. Es, en suma, una sugerente invitación al estudio de Estados Unidos y a la lectura de la reflexión de un académico, quien vivió en México y también se desempeñó como diplomático •

En nuestro próximo número

EDUARDO GALEANO , voz en libertad Adriana Cortés, Luis Hernández Navarro y Gustavo Ogarrio

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

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La Jornada Semanal


ARTE Y PENSAMIENTO ........ Naief Yehya

Agustín Ramos

N SERIES EMINENTEMENTE SHAKESPEAREANAS como Juego de tronos y Los Tudor resuena un Shakespeare “actualizado”. Sin embargo, para conseguir esa sensación de proximidad no se necesita la imaginería mercadotécnica y tecnológica, basta comparar dos formas de titular las mismas obras: Los dos hidalgos de Verona, Los dos caballeros de Verona, La doma de la bravía, La doma de la fiera, Trabajos de amor perdidos, Trabajos de amor en vano, A vuestro gusto y Como les guste. Las primeras corresponden a la traducción de Luis Astrana Marín para Aguilar. Las segundas son versiones contemporáneas reunidas por Andreu Jaume nicos. En su momento, Dante no encontró un género adecuado para clasificar su obra cumbre, y Shakespeare, como anota Jaume, “se atuvo muy pocas veces a las reglas clásicas de los géneros y lo que hizo –y con mayor libertad a medida que engordaba su obra– fue mezclarlos, violentarlos y subvertirlos…” ¿Esta perdurabilidad se explica por el poder transgresor, por la sensibilidad de quienes trasladan a Shakespeare a sus presentes o por la perdurabilidad de un estilo que se enriquece del habla vulgar y le paga con réditos desde el escenario? El asunto no se agota en las traducciones o en las exégesis multidisciplinarias. Mucho menos, en el texto. En un reportaje modelo de nuevo periodismo sin estridencias titulado ”Las serenas cosas benéficas”, el escritor indobritánico Ved Mehta relata que el librero británico Basil Blackwell le reveló a un ilustre crítico shakespeareano algo que este último desconocía de Shakespeare. “–¿Qué le dijiste, Viejo –preguntó Lady Blackwell. –Que en la versión original de Hamlet el fantasma no decía nada. Simplemente aparecía y le hacía una señal a Hamlet, y Hamlet pasaba cierto tiempo con él fuera de escena. Puesto que nadie sabía lo que el fantasma le había dicho a Hamlet, los motivos de sus acciones ulteriores quedaban en el misterio. La obra era mucho más interesante así. Fue el gerente del teatro quien insistió en que Shakeaspeare escribiese un parlamento para el fantasma. El gerente… dijo que el público era demasiado lerdo para seguir un tratamiento tan oblicuo. La esposa del librero pregunta a su esposo cómo se enteró de esto y él responde que nada más lo imaginó. Esta anécdota me lleva a pensar que la imaginación en la literatura le exige parejo al escritor y al lector, a quien propuso y a quien dispone. Para la época contemporánea Shakespeare debe y, sobre todo, puede decir más •

El Califato islámico: la idea y el territorio ¿Primeras derrotas? A principios de abril, el ejército iraquí, ayudado por Estados Unidos, retomó la ciudad de Tikrit. Fue la primera derrota importante del Estado Islámico (eiis o isis por sus siglas en inglés o Daesh) en Iraq y Siria. Al mismo tiempo, asesores iraníes, jordanos y europeos están planeando, con tropas y milicias shiítas, una gran batalla para retomar la provincia de Ambar. Esta será una guerra larga y extremadamente costosa. Probablemente estas “coaliciones” logren destruir al Califato, sin embargo, lo realmente preocupante es ¿cómo derrotar una idea semejante?

El común denominador Comencemos por afirmar que ninguna religión organizada puede llamarse “un credo de paz”. Toda religión, al promover y tratar de imponer fantasías, prodigios imposibles, milagros, ilusiones y delirios mágicos, requiere de elementos de presión, extorsión, intimidación y violencia. Unos cuantos se creerán los cuentos de dioses voladores y ángeles cachetones, pero a muchos más habrá que convencerlos con rituales y palacios suntuosos, así como con el poderío económico deslumbrante de las instituciones religiosas. Los demás tendrán que ser convencidos a sangre y fuego. Miles de años de torturas ejemplares, sacrificios espeluznantes y guerras santas lo demuestran. Las tres grandes religiones monoteístas no son, ni remotamente, la excepción. Por el contrario, comparten una larga historia de abusos, crímenes ingeniosos, ejecuciones y genocidios con el único fin de intimidar a sus seguidores, exterminar a los infieles y aterrorizar a los dudosos.

Los verdugos piadosos De una manera perversa y retorcida, la aparición del Daesh ha venido a sacudir las certezas y a cambiar las preguntas acerca del fundamentalismo islámico o de lo que llamamos el islam político. La creación del Califato ha puesto una zancadilla brutal a grupos como Al Qaeda pues lo pone en evidencia por no ser “suficientemente islámicos”; ha dejado sin argumentos a los apologistas de la militancia religiosa violenta y ha impuesto un nuevo discurso. Lo primero que debemos considerar es que isis no predica una forma enloquecida y divergente del islam, ni ha improvisado un siniestro culto apocalíptico de la muerte, sino que su credo sigue rigurosa y fielmente los más antiguos dogmas de la religión, así como sus normas bélicas. Así las cosas, se equivocan quienes quieren descalificarlos por supuestamente pervertir el islam, como afirmó Graeme Wood en su polémico artículo en The Atlantic. Ahora bien, la única ventaja moral que tienen los seguidores de otras religiones al condenar las atrocidades que comete isis diaria y regularmente es que sus propias insti-

tuciones sagradas han suspendido (hace pocos siglos) el uso de la tortura, el asesinato, el genocidio y la defensa de la esclavitud que ahora presume isis.

La batalla por la eternidad El Daesh se distingue de cualquier otro grupo islámico, como la Hermandad musulmana o Al Qaeda, en que tratan de restaurar el Califato y así prepararse para el final de los tiempos. isis no es ni ha sido un grupo subterráneo inspirado en los movimientos de izquierda revolucionaria. A diferencia de sus predecesores, el Daesh necesita del territorio para reafirmar su credibilidad. No les interesa ocultar o disimular sus crímenes contra la humanidad (decapitaciones, violaciones masivas de infieles, amputaciones, lanzamiento de homosexuales al vacío y crucifixiones) ni justificarlos, ya que se trata de castigos inspirados en las divinas escrituras. Cuando su portavoz, Abu Muhammad al-Adnani, declara: “Conquistaremos Roma, romperemos sus cruces y esclavizaremos a sus mujeres, y si esto no sucede en nuestro tiempo sucederá en el tiempo de sus hijos y sus nietos a los que venderemos en el mercado de esclavos”, no está intentando ganar amigos ni negociar ni solicitar su ingreso a la onu, sino demostrar que el eiis vive en otro tiempo (más o menos en el siglo vii ) y el pragmatismo les importa muy poco. Esto es evidente por la forma en que provocan a sus viejos y nuevos enemigos y amplían constantemente sus frentes de batalla. No les preocupa ganar una guerra hoy; quieren conquistar la eternidad y lo peor es que honestamente lo quieren.

Pureza de la repugnancia Este idealismo, esta extraordinaria devoción, es el verdadero imán con que el Estado Islámico atrae a miles de fieles en el mundo entero. Las hordas de jóvenes de la generación Youtube que disfrutan con los videos de alta calidad producidos por el Daesh y los que están dispuestos a abandonar a sus familias y amigos para ir al “peor lugar del mundo” en busca del paraíso, como escribe Wood, se han ilusionado con una fantasía de pureza en la que los horrores más espantosos despiden un tufo de santidad y redención. ¿Cómo derrotar una idea semejante? •

JORNADA VIRTUAL

E

TOMAR LA PALABRA

naief.yehya@gmail.com

Poder decir

para Random House (en México acaban de aparecer Comedias y Tragedias, primeros dos de cinco tomos). Aunque el trabajo de Astrana Marín se remonta a los años treinta del siglo pasado, sigue vivita y coleando. Escuchen: Enrique viii finge consolar al cardenal Wolsey diciendo: –Muchos enemigos no saben por qué lo son pero, semejantes a los perros de una aldea, ladran cuando oyen a sus compañeros…. Esto, en México, se traduce casi mecánicamente al dicho de un jilguero priísta:“Los disidentes son como los perros de rancho, nomás el primero sabe por qué ladra.” A mí me gusta imaginar una farsa donde Macbeth es Salinas, Colosio es Duncan y las brujas son los sectores priístas (o bien, ahora, en 2015, sus partidos comparsa de izquierda y derecha), representando la dictadura en vías de perfeccionamiento. No, no pretendo ser original (Macbird es alusión a Kennedy, West Side Story se basa en Romeo y Julieta, Hamlet es una puesta al día de La Orestiada…), lo que pretendo es repasar la lección. Más adelante, también en Enrique viii , Astrana explica a pie de página por qué tradujo cierto giro que está en español en el original, y concluye: “los acostumbrados al lenguaje shak espeariano saben bien cuánto abunda nuestro poeta en osadías de expresión que han hecho de su estilo el más vibrante de los existentes”. Al presentar las traducciones contemporáneas, Andreu Jaume, apoyándose en t . s . Eliot, pondera el peso del habla del vulgo dentro del canon shakespeareano. En su teatro, dice, “conviven armónicamente el estilo elevado y el demótico. En este sentido [Shakespeare] hizo lo mismo que Dante por el italiano, es decir, moldear un habla y construirle una casa en la que pudiera habitar”. Hay otras semejanzas. Como el estilo. El mejor, según Middleton Murry, es el estilo que combina la máxima expresión de la personalidad y la mayor impersonalidad posible. Otra similitud es la voluntad de transgredir los géneros canó-

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Jornada Semanal • Número 1050 • 19 de abril de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO Alonso Arreola

germaine@casalamm.com.mx

@LabAlonso

Jeff Koons ¿genio o ingenio?

A cincuenta años de My Generation, tar… tar.. tartamudeos sobre The Who

E

L ARTISTA ESTADUNIDENSE JEFF Koons (Pensilvania, 1955) ostenta el título del artista vivo mejor pagado de la historia al haber alcanzado la suma de 58.4 millones de dólares en la venta de su escultura Balloon Dog (Orange) en una subasta en 2013, superando así el récord anterior obtenido por una obra del alemán Gerhard Richter. Esta noticia sacudió al mundo del arte y dejó perplejos a sus seguidores y detractores quienes, por un lado, lo consideran el genio de nuestro tiempo y, por el otro, un impostor. En toda suerte de foros se ha cuestionado su verdadera contribución al arte, mientras que en otros tantos se lo ha colocado en el pedestal más alto del Olimpo contempo-

ráneo. Lo cierto es que Koons no ha llegado hasta donde está por sí solo: se dice que fue el primer artista en contratar un agente de relaciones públicas que lo ayudó a escalar velozmente los primeros peldaños hacia la fama y muy pronto se convirtió en un genio de la autopromoción que consiguió las mejores alianzas con los galeristas más destacados –Gagosian, Sonnabend, David Zwirner–, voraces y audaces promotores con poder de convertir a sus artistas en una marca a través de la publicidad: aquí predomina el ingenio sobre el genio. Es el vivo ejemplo de la especulación triunfante en el escenario teatral del mercado del ar te contemporáneo, a su vez vivo ejemplo de la “civilización del espectáculo” que tan brillantemente describe Mario Vargas Llosa en su libro del mismo nombre, donde habla de la propensión de nuestras sociedades a convertir el entretenimiento banal en el bien supremo, a favor de la frivolidad y el fraude artístico. Escribe Vargas Llosa: “La literatura light, como el cine light y el arte light, da la impresión cómoda al lector y al espectador de ser culto, revolucionario, moderno, y de estar a la vanguardia, con un mínimo esfuerzo intelectual.” Esa sensación me provocó la exposición retrospectiva de Jeff Koons en el Centre Pompidou de París, el evento más visitado de la primavera, donde hordas de turistas de todas las nacionalidades se daban codazos para abrirse espacio y hacerse selfies frente a los “juguetes” monumentales de acero inoxidable pulido, esculturas en porcelana, aluminio, bronce y madera que ostentan imágenes kitsch provenientes del imaginario popular estadunidense. La exhibición resulta “divertida” en el sentido vargasllosiano del término: la m o d a e s pasearse por los museos y galerías como quien visita un parque de diversiones, para pasar el rato sin ánimos de reflexión o cuestionamiento y, lo que resulta más perturbador, sin la menor intención de buscar un arte que toque las fibras de la emoción. Estoy con el escritor peruano: lo de hoy es el arte light; el de Jeff Koons divierte y arranca sonrisas, pero me asalta la pregunta una y otra vez: ¿será capaz de conmover a quienes se declaran sus admiradores? La duda se multiplica: ¿Los coleccionistas de Koons realmente experimentan una emoción gozosa ante sus obras o les

mueve puramente el ánimo especulativo y el ego de poseer una pieza del artista más caro del mundo? Concuerdo con el escritor español Manuel Vicent quien afirma, en referencia a Balloon Dog, que “un coleccionista sólo estará dispuesto a pagar esta cifra si con ello experimenta la pulsión erótica que se produce cuando el arte entra en contacto con el dinero y le ofrece ante el mundo la marca oficial de hombre rico y caprichoso.”“¡Tiene usted

que tener un Koons en su colección!”, machacarán los asesores de arte a los grandes coleccionistas que puedan pagarlo. Poseer un Koons es símbolo de poder económico y estatus social. En esas esferas, la emoción estética es un término totalmente desechable. Hay que reconocer que la factura de sus esculturas es impecable, pero el aspecto de lo novedoso me sigue pareciendo cuestionable. Desde mi punto de vista, el rey del pop kitsch no ha cortado el cordón umbilical con su ascendente Warhol. Éste fue un auténtico enfant terrible, mientras que Koons es un enfant gâté que no consigue una provocación genuina ni con sus escandalosas pinturas de coitos explícitos con su exmujer, la porno star Cicciolina. El tiempo ha mostrado que la genialidad de Dalí –alter ego de Koons– estaba más en la creación de su personaje que en su obra. El propio tiempo mostrará si la obra de Koons sobrepasa la genialidad de su marketing. Por el momento, Jeff Koons es una marca que se cotiza en la bolsa de valores del arte contemporáneo. Sólo el tiempo definirá si se mantiene al alza •

Balloon Dog; arriba, Antiquiti 3

ARTES VISUALES

Germaine Gómez Haro

N

UN… NUN… NUNCA FUI fanático de The Who. Mi primer encuentro con ellos se dio gracias a Cecilia García Robles, tía de un amigo, hace unos veinticinco años. Ella tenía su ropero cubierto con fotografías de la banda, además de una batería al centro de la habitación, lo que enaltecía su opinión frente a un par de adolescentes que, a diferencia de ella, no habían visitado Inglaterra. Fue la primera en decirme: “Deberías escuchar a John Entwistle, es un gran bajista.” Pero algo me detuvo. Me faltaba vida. Pasarían años para que tuviera mi propio

encuentro con The Ox, como también respecto a su lenguaje y producción. llamaban a ese genio de las cuatro Sí, algunos claman que sus letras son cuerdas que cambió el sonido del bajo demasiado bobas, pero pese a la simen el rock. Recuerdo que Cecilia tam- pleza me parece que cuentan con bién habló sobre Keith Moon, bateris- solidez su idea del amor, la historia del ta virtuoso del cuarteto, y que se apa- desencanto en pareja. Además, la sionó elogiando a Roger Daltrey, su inclusión de “I don’t Mind”, de James cantante, y a Pete Townshend, su em- Brown, es un acierto enorme. Cosa cublemático guitarrista y compositor riosa, la pieza que da nombre al disco, principal. la mejor de todas y uno de sus mayoSucedieron varios giros al sol antes res himnos, se sale de cauce. Acaso la de que viera por primera vez Tommy, máxima conquista de ese track, “My película que presentaba la ópera rock Generation”, sea la interpretación tarque catapultó a The Who como una de tamuda de Daltrey, quien ostentando las bandas pioneras en la hechura de un cinismo metatextual se burla de los proyectos conceptuales. No me con- paranoicos detractores de una juvenmovió (aunque hubo momentos sor- tud nacida en la postguerra, en plena prendentes como “Pinball Wizard”). búsqueda de una identidad generaDebió pasar aún más tiempo para que, cional impulsada por el mod, esa suersaliendo de una tienda de discos lon- te de pre hipsterismo: “Don’t try to dig dinense, me prometiera replantear what we all s-s-s-say. I’m not trying to juicios sobre el conjunto, pues poco a ‘cause a big s-s-sensation. I’m just talkin’ poco me atraía más. Pero había razo- ‘bout my g-g-g-generation.” nes que detenían mi acercamiento. Claro, volví a ver Tommy, no una siSiempre interesados en el negocio y no varias veces. Mi gusto por ella fue en repetir algunas de sus fórmulas (las en crescendo. No pasó lo mismo con el “óperas”, por ejemplo), hasta lo de la disco Quadrophenia, pero sí con el conmítica destrucción de sus instrumen- cierto en Leeds y el Who’s Next (el que tos al final de cada concierto, me pare- abre con “Baba O’Riley”, tema de la cía una burda grandilocuencia con la serie csi ). Me di cuenta de que había que buscaban superar los arrebatos sido un tanto injusto desde aquel día de Hendrix para sorprender a melóma- de mi adolescencia platicando con Cenos en ciernes, más que un performan- cilia. Reconocí la fuerza de la imaginace proto-punk. ción en The Who, su talento para consIncluso cuando ya los admiraba truirse en el momento adecuado y en abiertamente, afectó mi entusiasmo el lugar indicado, la potencia de lo que que, tal como pasó tras la desaparición se sabe nuevo en el mundo. ¿Cuántos de Moon, el grupo decidiera seguir en pueden presumir actuaciones al hilo tour semanas después del deceso de e n e l M o n t e r e y Po p Fe s t i v a l d e Entwistle en Las Vegas. Tampoco me 1 9 6 7 , en el Woodstock de 1969 y en la ayudaron las acusaciones sobre pe- Isla de Wight en 1970? Ellos hicieron derastia que apuntaron a Townshend, que al rock se le cayera a pedazos el ni que él y Daltrey se presentaran a roll del otrora rock and roll, transfordúo en el Superbowl y luego en las maron la estancia de un grupo en el Olimpiadas pero como The Who. (Algo escenario, le dieron la razón al Bob muy diferente a lo de Robert Plant y Dylan electrificado, le subieron el voJimmy Page con Led Zeppelin.) lumen al legado de los Beach Boys y Así, pues, aunque no me volví un los Beatles, hicieron que los Rolling amante irredento de su música, suce- Stones dejaran de verse tan malos. De dió que un día me puse a escucharlos allí que su show del próximo 26 de jucon detenimiento. Bueno, corrijo, me nio en el Hyde Park de Londres, culmipuse a escuchar atentamente My Gene- nación de su gira por los cincuenta ration, su disco debut de 1965 que este años del –gran– disco My Generation, año cumple cinco décadas. Fue cuan- sea insoslayable en esta columna tan do caí en la cuenta: tenían alrededor poco ágil y tartamuda. Se lo recomende veinte años al momento de grabar- damos. Bu… bu… buen domingo. Bu… lo. Eso es lo que más sorprende, que bu… buena semana. Bu… bu… buea esa edad fueran tan visionarios con nos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

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tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

Faldas

Galeano, Grass, la estulticia, el terror, el abandono

A

L PENSAR EN FALDAS la primera cosa que llega a la mente es esconderse: esconderse adentro de unas faldas enormes e hipotéticas, o ponerse una falda para alimentar el misterio de las piernas y sus desembocaduras. La falda, en efecto, es una cueva, un cortinaje de teatro, el de las piernas bailarinas, díscolas y a veces dislocadas. Larga o corta anuncia algo, una fiesta con sus pliegues y holanes, una conferencia con su rectitud y seriedad, una libertad cuando se niega a ocultar muslos y rodillas que danzan entreverados en la tela de la falda que revolotea, “bajo un manto de guirnaldas para que el cielo no vea”, decía Machado. Y cuando, por el contrario, accede a ocultar, aparece la “falda bajada hasta el huesito”, de la Suave Patria.

“Líos de faldas”, dicen del que anda enredado, de enagua en enagua, y decir la falda borra lo demás, la falda se convierte metonímicamente en la mujer, la falda nos tapa, como las cortinas al amante, como la sábana a los fantasmas. Las bailarinas rusas que parecen deslizarse sobre el hielo al ejecutar la danza del abedul con sus larguísimas faldas, simulan no tener piernas, sino misteriosos mecanismos que las impulsan de un lado a otro, en círculo simultáneo, como los que animan a las figuras de las cajitas de música. En ellas se cumple el misterio de la falda igual que en algunas muñecas o en las efigies de santos y santas de las iglesias, ataviados con largos faldones bajo los cuales nunca sabremos qué hay: de ahí el temor y el respeto ante sacerdotes y magistrados, bajo cuyas faldas se esconden hogueras, cárceles o procesiones que ocultan el cuerpo y las piernas en el misterio de lo sobrenatural. En cambio, por ejemplo, la falda de la bailarina jarocha se mueve y danza a su alrededor como las figuras de la linterna mágica: la falda expone el movimiento y las piernas pisan fuerte, cantan su alegría como las montañas cuando se llenan de flores en la primavera. Las montañas usan faldas generosas, que extienden como manteles para que vayamos de picnic o incluso fundemos pueblos en ellas. Son la expre‑ sión de la falda antigua, maternal y generosa que guarda bajo sus pliegues el calor primero.“Tu falda de maíz ondula y canta, tu falda de cristal, tu falda de agua”, dice Octavio Paz en Piedra de sol. Desilusión de la niña ante la muñeca de trapo sin piernas, las faldas cosidas alrededor de otras faldas infinitas como capas de cebolla: será imposible cambiarla de ropa, será imposible cambiarse a través de ella, cambiar simplemente. Por el contrario, ilusión de la niña ante el regalo de la falda de bailarina: la pone a danzar bajo el sol para convertirse en mariposa, papalote o flor, una princesa de la luz. Según el propósito, las piernas se convierten en serpientes tentadoras, marmóreas columnas rectas e inexpresivas, o ágiles, sorprendentes y libres esculturas bajo el tutú de la bailarina de ballet: el espíritu de las piernas contagia al espíritu de las faldas. La falda tableada, la falda mandil: el trapo que limpia el mundo.

Hace un par de siglos apenas, los hombres mostraban las piernas bajo calzas y calzones; lucían empeines, medias blancas y rosas, zapatos con hebillas: piernas musculosas, como en el célebre cuadro de Luis xiv, el Rey Sol, o más cerca de nuestra historia, el que muestra a Hernán Cortés; pantorrillas fuertes y delicadas, como Napoleón, o tiesas y cansadas, como las de muchos otros. De ese orgullo vendrán las faldas escocesas, quizá, del secreto que se presume y airea bajo los cuadros del tartán. Quizá los pantalones largos, los de la madurez, fueron también los del misterio, un misterio geométrico y victoriano, hijo del asfalto y las tuberías citadinas, como lo fueron los

sombreros-chimenea. A ellos correspondieron las faldas negras que barrían las calles al pasar, como un servicio de limpia en botines. Para la sensualidad: la falda de Marilyn Monroe, en la célebre escena de La comezón del séptimo año, que se levanta al pasar encima de la coladera, como una travesura erótica y risueña a la vez (no siempre van juntas). Las faldas de tubo al estilo María Victoria, casi la ropa de una sirena voluntaria, erguida en sus tacones. O las faldas de las colegialas, monjiles adentro de la escuela, afuera un poco más cortas gracias a que se enrolla la cintura, para novios ilusos y viejos perversos. Las mujeres con pantalones abolimos a veces el misterio de la falda que enardece y se goza, pero también es vulnerable. Al huir, nos podemos tropezar con la falda •

PASO A RETIRARME

Ana García Bergua

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OR REFLEJO AUTOMÁTICO NACIDO del estupor prendo la tele al enterarme, con terrible descontón (áperca, diría Cortázar) de los fallecimientos casi simultáneos de Eduardo Galeano en Montevideo y de Günter Grass en Lübeck. Galeano tenía setenta y cuatro años y un cáncer de pulmón fatal. Grass tenía ochenta y siete. Ambos modelaron buena parte de la literatura y el pensamiento crítico modernos. Ambos cuestionaron el sistema social que privilegia el dinero por encima de la gente, las empresas por encima de sus trabajadores. Ambos eran acérrimos críticos de los expansionismos y cualquiera de sus antifaces hipócritas.

Ambos conocían la bestia por dentro y, desde luego, virtuosos pero también falibles, cosecharon filias y fobias, cariño y acrimonia. El hombre corre a una autodestrucción imbécil, fascinado con su propia capacidad de aniquilar, sintetizaron ambos en lúcidos textos, conferencias o entrevistas. Basta echar un vistazo a cualquier periódico para atestiguar que no se equivocaban. Hoy el pequeño Oskar Matzerath, niño cruel que decidió dejar de crecer en El tambor de hojalata, envejeció de golpe. Hoy supuraron más Las venas abiertas de América Latina y el mundo es un poco más que de ordinario esa enorme cabeza podrida de caballo en cuyas cuencas retozan resbaladizas anguilas. Hoy el rodaballo sabe mal. Mientras se desvanecen dos figuras fundamentales del pensamiento moderno, en la televisión según Televisa, ese hada madrina del régimen actual en México, todo es felicidad. Bueno, los bellos también lloran: el guatemalteco Héctor Sandarti, uno de esos empleados del consorcio que se dicen conductores, nos hace saber que otro empleado de la empresa, Arath de la Torre, conmovió hasta las lágrimas en el programa radial de Juan Osorio, otro empleado de la empresa. Allí no existe la muerte de Galeano ni importa el último aliento de Grass. Allí no hay ingratitudes gubernamentales ni una corrupción rampante que se ha llevado el país a la mierda. Allí, a menos que sea pagada su aparición, no existen payasos como el guanajuatense Diego Leyva, disfrazado de mamarracho para ser otro más del medio millar de diputados vividores que se solazan con cargo al erario y son compinches de la oligarquía mafiosa en lugar de legisladores para el pueblo. Allí no hay partido turquesa fundado por una ladrona encarcelada hasta que se cobra la factura de la propaganda. Allí el pri adquiere mueca esperanzadora en lugar de exponerse como la pandilla criminal que es realmente. Allí al colaboracionismo más vergonzoso y traidor se le llama izquierda.

Esta distopía de afuera que contradice la utopía de la caja idiota (o siniestra), este desencuentro neurótico entre pantalla y ventana, entre fantasía y realidad, la desaparición de la inteligencia y la consolidación de la estupidez, representan la colisión constante en que se contradice y fractura esta dimensión que habitamos. Un imperio –cualquiera de los varios que se disputan nuestra voluntad y nuestra conciencia, el gobierno, la Iglesia, la banca, la televisión– nos inocula su realidad, aunque choque estrepitosamente contra la nuestra, la de Los hijos de los días, a propósito de Galeano: la de la calle, la del pesero atestado al que se suben dos asaltantes, la de la niña robada y prostituida, la de la masacre, la del empleo del terror, la desaparición forzada o el asesinato para despejar el horizonte de todo lo que estorbe megaproyectos trasnacionales, como afirma Federico Mastrogiovanni en Ni vivos ni muertos (Grijalbo, México, 2014) que, por cierto, convertido en documental por el mismo Mastrogiovanni y por el director, Luis Ramírez Guzmán, puede ser visto en YouTube y parece alimentado por la imaginación de Galeano, de Grass y hasta de Cormac McCarthy Esa realidad en la Europa de la segunda guerra mundial o en la América Latina de 1960 (o México en 2015) nos sigue escupiendo a la cara nuestra verdadera naturaleza oportunista, depredadora, intonsa y cruel. En que desaparecen los pocos creadores de conciencia colectiva que nos quedan mientras se multiplican quienes buscan adormecerla y su rebaño de marionetas de corbata, copete y discurso vacuo. Los que nos dan la razón a los sanamente pesimistas y se siguen llevando egoístamente este país y buena parte del mundo, si no todo, entre las pezuñas al despeñadero. Adiós, Eduardo Galeano. Adiós, Günter Grass. Nos dejan afortunadamente exquisitos, singulares senderos de imaginación, inteligencia y rebeldía que ojalá muchos transitemos •

CABEZALCUBO

Jorge Moch


Jornada Semanal • Número 1050 • 19 de abril de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO Luis Tovar

Juan Domingo Argüelles

@luistovars

El cine y la cifra (i de ii)

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N LAS MEDITACIONES DEL Quijote, José Ortega y Gasset escribió su célebre frase:“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo.” Manuel Ortuño, Txetxu Barandiaran y Manuel Gil, editores y promotores del libro de la madrileña revista Texturas (Trama Editorial) quisieron aplicar de manera práctica la sentencia orteguiana y, a mediados del año anterior, recurrieron a editores y promotores del ámbito de la lengua española para conocer su estado de ánimo que reflejara la circunstancia editorial. Comparto con los lectores el resultado en mi caso.

Me llamo Juan Domingo Argüelles, y en el sector del libro o como mero lector se me conoce como Juan Lector. Me gusta leer porque leer es un verbo aparte y placentero. Es cierto que, además de los libros, las revistas, los periódicos, etcétera, se leen también el cine, la pintura, la música, la danza y nuestros semblantes y nuestras actitudes. Pero leer en la cultura escrita es aportar imaginación, emoción e inteligencia a un universo simbólico que exige una atención dialógica que no siempre se da en las otras lecturas. Soy escritor, editor y promotor de la lectura. Cuando le cuento a un extraño (sólo si me lo pregunta) por qué me gusta leer o por qué ando entre libros, le digo que no tiene nada de extraordinario y que más bien me parece asombroso que haya personas que no tengan relación con ellos. Mi día a día es así: Me despierto y leo. Luego escribo y leo. Antes de dormir, leo. Y a veces sueño que leo y otras veces, al despertar, he soñado una escritura que, si es algo intensa, puedo anotar en una libreta y convertirla después en objeto de lectura. Ser lector es una especie de enfermedad o de síndrome de locura. La gente realmente cree que los que leen libros están locos o enfermos de algo. Aún más, si te dedicas a lo mío la gente no dejará de tocarte las narices con la esperanza de entender qué tipo de espécimen es ese orate que en vez de discutir sobre futbol habla de lecturas. He perdido el entusiasmo por lo que hago cuando me doy cuenta de que la lectura es sólo un tema de moda en la retórica de los políticos y de los periodistas; cuando me doy cuenta que la lectura les importa un carajo pero es políticamente correcto decir que leer es bueno; cuando me doy cuenta que el tema de la lectura,

en general, es sólo un pretexto para ennoblecer la idiotez política y burocrática que lo invade todo. Lo mejor de mi trabajo es, sin duda, comunicarme con profesores, promotores, lectores comunes y corrientes, que desean y propician el diálogo sobre lo que nos emociona y nos deleita: leer. Uno de mis mejores días en lo laboral fue cuando, agotado y enfermo, renuncié a la oficina y mandé al cuerno todas las exigencias absurdas que no permiten hacer nada que no sea jalar la rueda burocrática como un bruto, y donde todo el entusiasmo se ha perdido en los laberintos del sinsentido tecnocrático. Cuando quiero tomarme un descanso me dedico a ver películas y escuchar música, caminar sin rumbo y dar por azar (¡qué casualidad!) con una librería de usado. Me preguntan (y yo también me lo pregunto, aunque sólo de vez en cuando) cómo veo el futuro de mi profesión. Lo veo así: un futuro casi imposible para ser profesionista. Editar (y, por tanto, leer) más que una profesión, es una pasión, ni siquiera un oficio, sino un vicio, en un mundo donde la gente lo único que quiere es contar y acumular dinero. Eso sí, si un día logro jubilarme querré pasar el tiempo que me queda dormido, porque ya habré leído lo suficiente (más quizá de lo que debía) como para saber que es imposible agotar todo lo que merece ser leído. El último libro que he leído ha sido Firmin, de Sam Savage; llegué tarde a él; no lo leí cuando fue una novedad en español en 2007, pero sé que uno llega, tarde o temprano, a los libros que no debe perderse. Lo conseguí en una librería de usado. Y el primero que recuerdo que leí fue Corazón, diario de un niño, de Edmundo de Amicis, un libro que todavía se deja leer, pero que ya casi nadie lee. En mi mesilla tengo ahora para leer las Cartas a Juan Antonio, de Julio Ramón Ribeyro. Un día de octubre de 2011, en Cali, Colombia, escribí un poema que creo que resume mi vida con los libros y la lectura. Se titula precisamente “Lectura” y está en mi libro Final de diluvio (Hiperión/Universidad Autónoma de Nuevo León, 2013):“Ser y no ser lector/ mas leer siempre/ la luz, el aire, el sol,/ la lluvia, el mundo./ Y leer para ser/ –sólo un segundo–/ la luz, el aire, el sol,/ la lluvia, el mundo./ Ser y no ser lector./ Nadie ha podido/ pasar sin ser lector/ por este mundo./ Leemos, nos leemos/ y nos leen también/ los que sólo leer/ saben el mundo./ Ser y no ser lector,/ mas leer siempre,/ porque nunca el que vive/ se arrepiente/ de vivir y leer,/ salvo el suicida/ que sin embargo lee/ en el trágico libro/de su vida.” • José Ortega y Gasset

H

AY QUE CONGRATULARSE POR la continuidad que el Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine) ha dado a la publicación del Anuario Estadístico de Cine Mexicano, que con la edición correspondiente a 2014 ha llegado a su quinta edición. Lo fue desde el principio, y conforme pasen los años es un hecho que seguirá siendo la principal fuente de datos duros a la cual acudir cuando quiera llevarse a cabo un análisis serio del estado que guarda el fenómeno cinematográfico nacional, tanto año con año como en un sentido comparativo.

La dureza del dato Durante 2014, fueron 240 millones las veces que alguien asistió a una sala cinematográfica. Puesto que el país es habitado por unos 120 millones de personas, el promedio de asistencia anual por habitante fue igual a dos –desde luego, eso no significa que la totalidad de los mexicanos haya ido al menos dos veces al cine el año pasado–; es decir que no hubo prácticamente ningún cambio respecto del año anterior en este rubro. Se registró un crecimiento de cineclubes y otras salas, ya sean institucionales o independientes, que de 300 en 2013 pasaron a 380 en 2014, para un aumento de casi veinticinco por ciento. El porcentaje suena alto, pero además de la concentración de dichos espacios en pocas localidades a lo largo del territorio nacional, no debe perderse de vista que, comparativamente hablando, las cifras son ínfimas: hay quince pantallas comerciales por cada cineclub, y sólo uno de éstos por cada 315 mil 789 habitantes. Por su parte, la infraestructura comercial de exhibición creció a 670 complejos cinematográficos y alcanzó las 5 mil 678 pantallas, noventa por ciento de las cuales cuenta con tecnología digital. Con el tradicional formato 35 milímetros en franca y total retirada, todo indica que en el futuro inmediato la digitalización exhibidora alcanzará el cien por ciento. Con un promedio de costo por boleto de 47 pesos, los dueños de las salas cinematográficas se metieron al bolsillo nada menos que 11 mil 237 millones de pesos, un cinco por ciento menos que en 2013. El Anuario Estadístico no lo indica, pero se sabe que ningún cambio ha habido, respecto de los años previos, en la distribución de estos dineros: los exhibidores continúan quedándose con la parte del león, mientras los productores reciben un porcentaje ínfimo de las ganancias que generan sus productos. El único cambio, todavía poco significativo pero creciente, es el retroceso de los distribuidores en la repartición gananciosa, debido a lo que tiene todo el aspecto de ser una lenta pero segura desaparición de la figura del

distribuidor, cuyas tareas son asumidas cada vez más ya sea por los productores –sobre todo en el caso de las pequeñas producciones mexicanas–, o bien por los propios exhibidores. Entre ficción y documental, la producción de largometrajes mexicanos alcanzó en 2014 la cifra de ciento treinta, muy cerca de las realizadas en el ya lejano 1959, que sigue ostentando el récord con 135. Las filmadas el año pasado fueron cuatro más que en el año previo, dieciocho más que en 2012, cincuenta y siete más que en 2011, sesenta y una más que en 2010 y más del doble que en 2009. Para no ir más lejos, anótese que en la última década esta producción fue casi triplicada y que, año tras año, el porcentaje más alto de la misma corresponde a filmes apoyados por el Estado –por ejemplo, noventa y cuatro de las ciento treinta producidas el año pasado. Sin embargo, este auge en la producción continúa siendo acompañado por la ya inveterada anemia exhibidora: sólo sesenta y ocho filmes mexicanos fueron estrenados en 2014, es decir poco menos de cincuenta por ciento del total, a lo que debe añadirse el déficit de años anteriores. En términos comparativos los estrenos nacionales también disminuyeron, pues en 2013 fueron 101, lo que arroja una reducción de un tercio prácticamente. A diferencia de lo que sucedió en 2013, cuando tuvieron lugar las atipicidades taquilleras No se aceptan devoluciones y Nosotros los nobles, en 2014 ni una sola producción mexicana figuró entre las diez películas con mayor asistencia a salas, dejándole esos lugares al habitual miasma estadunidense. Por lo que hace a número de espectadores de cine mexicano, la cifra reculó de 30.1 millones en 2013 a 24 millones en 2014. Empero, hay un dato relativamente positivo: si bien el porcentaje de estrenos totales se redujo de 27 a 21 por ciento, los estrenos nacionales registraron una asistencia promedio por película superior a la de 2013 y, en palabras del Anuario,“ninguna película superó los cinco millones de asistentes, pero ocho lograron más de un millón de espectadores”. • (Continuará.)

CINEXCUSAS

La circunstancia del yo-lector

JORNADA DE POESÍA

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ENSAYO

La Venecia de hoy

19 de abril de 2015 • Número 1050 • Jornada Semanal

Iván Bojar

U

na ciudad muere cuando deja de ser ciudad. Venecia, conocida por su ambiente mágico y su sinfín de monumentos, festivales culturales y características urbanísticas, tiene que luchar con problemas cada año más graves. Antes que nada, con la problemática de la despoblación. Desde los años setenta, cuando estuve por primera vez en Venecia, y a partir de entonces alrededor de treinta veces, he podido observar la evacuación gradual de la ciudad. Hace dos décadas Venecia tenía varios cientos de miles de habitantes; hoy, la cifra no supera los diez mil. Los servidores de la industria turística desfavorecían la vida urbana y lo subordinaban todo a la imitación y a la formación de la imagen melindrosa de una ciudad falsa. Poco a poco, Venecia ha llegado a ser un parque temático de sí misma, y todo lo que antes era verdadero hoy no es más que pura copia. Todavía es una ilusión creíble, pero a partir de la tendencia de los últimos años es claro que, sin cambios adecuados, la situación va a empeorar aún más, aunque ya esté bajo construcción el dique alrededor de Venecia y haya un montón de programas internacionales con el objetivo de preservar los valores urbanísticos frente a los cambios del nivel del mar producidos por el calentamiento global. Empero, lo esencial es que la ciudad está vaciándose poco a poco. Hay cada vez más protestas y levantamientos que han obligado a los turistas a dejar los espacios públicos donde antes pasaban las noches con sus mochilas, y hay luchas contra los enormes buques de lujo que llegan llenos de viajeros acomodados. Sin duda, es un espectáculo peculiar ver que un monstruo de unos doce pisos entra y pasa al lado de la Santa Maria della Salute. La cúpula de la iglesia, que debido a su aspecto monumental domina la boca del Canal Grande, parece una frágil y diminuta caja de joyas. Además de la

desproporción de las escalas, hay otro problema: las agobiantes masas de turistas, lo cual no deja de ser contradictorio, porque este sitio de edificios y hogares abandonados depende precisamente de esos turistas, que contribuyen con sumas considerables a los ingresos de la ciudad y del Estado italiano, mientras los habitantes se han desplazado a los pueblos del litoral. ¿Qué se puede hacer? Los arquitectos estrella contemporáneos en Venecia querían crear un nuevo atractivo y encargaron a Santiago Calatrava diseñar el cuarto puente de piedra de los últimos mil años sobre el Canal Grande. Aunque se haya resuelto la conexión peatonal entre la estación ferroviaria, la terminal de autobuses y la Piazzale Roma que sirve de estacionamiento para los coches y autobuses que llegan a l a c i u d a d , e l n u e v o p u e n t e h a p ro v o c a d o varios debates. La población de la ciudad que se ufana de tener una facultad de arquitectura de gran tradición, no estaba completamente contenta con la combinación de piedra caliza y vidrio, cuya superficie se desliza con las lluvias, donde el paso para las sillas de ruedas y las carriolas es igual de difícil como en cualquier otro punto de la ciudad. Incluso lo consideraron demasiado moderno y hubo varias manifestaciones en contra. A pesar de todo, Calatrava ganó el concurso internacional y dispuso del dinero llegado de la Unión Europea. Venecia hace esfuerzos para organizar programas dignos del perfil de la ciudad y se basa en el turismo cultural. Hace algo más de dos décadas se sumó la Bienal de Arquitectura al Festival de Cine, de gran tradición, así como a la Bienal de Arte. En el lapso intermedio se organizan festivales de baile y teatro y ha retornado el Carnaval. Todo lo anterior tiene como propósito llenar los hoteles en todas las temporadas, sin olvidar que el público de los festivales abarrota los restaurantes también. Además del desarrollo de

los programas se promocionan las colecciones de los museos privados. El de Venecia es un círculo vicioso: ser extranjero en la ciudad de Casanova y los dux es algo excelente, aunque ya resulte difícil encontrar a algún veneciano entre la muchedumbre de los vendedores de los bazares que acompañan el proyecto exitoso de festivales. En el fenómeno de la transformación de la ciudad en un parque temático, quizás sean precisamente los vendedores de regalos quienes desempeñan el papel más desagradecido. Las joyas de cristal y los objetos de decoración tradicionales de Murano están por desaparecer y cada vez se encuentran más artículos baratos de artesanía falsa, fabricados en China. Es curioso, porque a los turistas les agrada gastar y llevar a casa las experiencias en forma de algún pequeño objeto. En los restaurantes, al llamar al cameriere, en ocho casos de diez se trata de camareros chinos amables y corteses que llevan las pizzas hablando un italiano perfecto. Los italianos de la Venecia de antes ahora son habitantes de Mestre, Marghera y Jesolo, y no vuelven a la isla para trabajar. Esa es la vida según el orden de la globalización, y es un síntoma característico del proceso descrito. Venecia es una ciudad única y excepcional. Para volver a ser una ciudad viva debería dar respuestas únicas y singulares, en vez de utilizar los métodos de planificación creativa tan característicos de tantas ciudades. El pasado histórico y el sabor del ambiente especial construido ya no son suficientes. Sería necesario desarrollar nuevas condiciones con el propósito de promover nuevas funciones verdaderas y la formación de nuevos puestos de trabajo que aseguren el sustento, para conseguir que los habitantes vuelvan y, en los próximos siglos, puedan seguir recibiendo a sus visitantes en uno de los ambientes urbanos más hermosos del mundo •

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