■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 20 de marzo de 2016 ■ Núm. 1098 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
Mario CaMpuzano
Cultura de época y psicoanálisis en la postmodernidad El español, ¿casa o destierro?
alessandra GaliMberti Antologías de poesía
El arte del Sol
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20 de marzo de 2016 • Número 1098 • Jornada Semanal
El árbol de la causa y el azar A partir de las teorías de Lipovetsky,
Manuel Martínez Morales
Foucault y otros pensadores, el psicoanalista y académico Mario
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Campuzano explica las causas y el
se frondoso árbol que nos prodiga su fresca sombra y nos obsequia sin dulces frutos, da también la noble madera de la que se hacen guitarras, muebles, herramientas, juguetes y el papel en el que ahora escribo. Puedo mirarlo como inagotable objeto de investigación científica; indagar, por ejemplo, sobre el misterioso mecanismo mediante el cual transforma la energía solar en energía vital, además de escuchar sus melancólicas canciones en las noches de brisa ligera. El árbol: tótem, ídolo, fetiche, objeto de adoración o instrumento de hechicería y magia; lo mismo cobija la vida que sirve de poste del ahorcamiento. Un árbol es origen de efectos y desafectos, objeto de conocimiento, medio de comunicación cósmica. El hombre es como un árbol, solía decir José Revueltas, con la cabeza envuelta en nubes, sueños y estrellas, y los pies llenos de barro, estiércol y gusanos. Un árbol nace y crece maravillosamente moldeado por causas y azares; leyes físicas y biológicas le dan su ser genérico y las contingencias del medio –una mano amable hoy, un ventarrón mañana, la lluvia, el calor, las aves– dan forma a su individualidad. Este árbol no es un árbol como cualquier otro. La poesía se adelanta a la ciencia. La anticipa y la provoca. El poeta, sumergido en la realidad, “comprende” el mundo, comprende el árbol mejor que el biólogo, mejor que el talador, mejor que el agricultor que cosecha sus frutos; lo comprende mejor porque arriba a su integridad. La “efectividad poética” trasciende la poesía. Hay algo profundamente poético en la historia de aquella manzana que disparó en el cerebro de Newton la grandiosa Ley de la Gravitación Universal.
entorno económico y sociocultural que han reducido la idea de libertad al mero hecho de la libertad de consumo: de mercancías, diversión, servicios, deportes, e incluso de cultura. Asimismo, desde el concepto de la Cultura de Época pormenoriza los cambios, a nivel individual y colectivo, derivados de la manipulación del deseo y la globalización de esa estrategia política y económica. Completan este número una entrevista imaginaria con Ignacio Rodríguez Galván, considerado el primer poeta romántico mexicano, un texto acerca de la lengua española a propósito del Día Internacional de la Lengua Materna, una entrevista con el narrador, ensayista, periodista y editor guatemalteco Gerardo Guinea, así como un artículo sobre algunas creaciones plásticas y musicales
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II Abro no tan al azar La máquina de cantar, oráculo más cercano a mí que el I Ching, y leo: El hombre es el provocador del mundo, porque es el convocado por su necesidad de mundo [...] La máquina del mundo humano funciona, cuando funciona, como lenguaje vivo. La imaginación de las cosas mismas, el viento de hidrógeno que se despliega y sopla y produce encuentros, llega a mirarse cara a cara en el espacio de lo que permite dar cara, expresarse, ser: en la tensión habitante que mantiene el mundo abierto como lenguaje, cuando no es letra muerta. Me instalo al instante en el centro del profundo problema de la casualidad, la necesidad y el azar cuando escucho a Silvio Rodríguez, el poeta, cantar: Cuando Pedro salió a su ventana/ No sabía mi amor no sabia/ Que la luz de esa clara mañana/ Era luz de su ultimo día/ Y las causas lo fueron cercando, cotidianas, invisibles/ Y el azar se le iba enredando, poderoso, invencible... “Cuando acabe este verso que canto/ Yo no sé, yo no sé madre mía/ Si me espera la paz o el espanto/ Si el ahora o el todavía/ Pues las causas me andan cercando, cotidianas, invisibles/ Y el azar se me viene enredando, poderoso, invencible...”
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referidas o inspiradas en el Sol. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega(†), Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS CórdoVa, aLeyda aguirre rodríguez y riCardo yáñez, Coordinador de arte y diseño: FranCiSCo garCía noriega, Diseño de portada y dossier: m arga P eña , Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a Le Jandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx
Portada: Bichos, alimañas y monstruos de la postmodernidad Ilustración de Gabriela Podestá
La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.
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El español,
Alessandra Galimberti
¿casa o destierro?
A PROPÓSITO DEL DÍA INTERNACIONAL DE LA LENGUA MATERNA
L
a lengua materna es la casa propia. Es el lugar seguro; ahí desde donde se nombra, interpela, se invoca, evoca y convoca el mundo y a la gente querida. Ahí donde se tiene cobijo, donde uno se mueve tranquilamente a sus anchas y a su gusto; donde están los muebles –los nuevos y los heredados de la abuela o una tía difunta– con sus esquinas, sus cajones, sus tarros de flores, sus fotos de toda una vida; ahí donde quedan guardados los primeros balbuceos, las risas y las lágrimas compartidas, las palabras primigenias –amor, fe, esperanza. Ahí donde cada objeto está en el lugar consabido, donde cada espacio es recorrido, habitado día a día, colmado de significados y memoria. Sin embargo, sucede que muchos y muchas son expulsados a diario de sus propias casas; despojados de sus lenguas; desterrados y arrojados al total desamparo en mundos totalmente ajenos, lenguas ajenas, lenguas extrañas. La nada. No se habla sólo de los migrantes que al cruzar la frontera norte han de enfrentarse al desierto y, luego, también, a las amenazas berreadas en inglés por el agente migratorio en turno; palabras que no entienden pero comprenden perfectamente porque son más parecidas a ladridos de perros que a cualquier dulce bienvenida. Tampoco se habla de los refugiados sirios que arriban a las costas mediterráneas entre mil cadáveres flotantes, hinchados de tanta muerte, con su palabra muda para siempre. Tampoco de los guineanos, nigerianos, senegaleses que en las noches cruzan el Estrecho de Gibraltar y llegando a territorio español escuchan voces de odio que gritan “fuera, negro”. No se habla ni siquiera de los judíos de antaño que, hostigados aquí y allá, una y otra vez, se reinventaron y reencontraron en el exilio, en el yiddish o en el sefardí. Se habla fundamentalmente y sobre todo de lo que acontece aquí, ahora, en este país, cada vez que una persona náhuatl, zoque, rarámuri, maya, seri, chontal, tzotzil, tzeltal, purépecha, popoluca, tojolabal o de cualquier otra etnia indígena, deja su comunidad de origen y arriba por caminos de polvo a la ciudad, cualquier ciudad, grande o pequeña, de este ancho y maltrecho territorio nacional donde se vive bajo el mando lingüístico absoluto del idioma español. Llegan y para sobrevivir han de morir: deben despojarse de sus atuendos –buena presentación, rezan los
carteles en los comercios que buscan personal– y de sus idiomas respectivos –¿entiendes español? es la primera pregunta indagatoria, tuteando, si ven a alguien de rostro “demasiado indio” y semblante asustado. Como Noemí, de diecisiete años, que desertó hace tiempo de la escuela y llegó a la urbe para trabajar en el servicio doméstico porque apenas podía decir buenos días en español y la familia a la que sirve sabe mucho de inglés (don’ t you?) y también de francés (liberté, fraternité, égalité, madame), pero nada de su lengua bonita, de ella, de Noemí, de su lengua serrana, su lengua mixe. Como Edith, chinanteca, de ahí donde hacen los huipiles de tres lienzos y largos listones de colores –exhibidos elegantemente en las vitrinas de los museos textiles–, que reprobó el examen de admisión a la universidad por no poder explicar en buen castellano sus conocimientos matemáticos ni –lo que en el fondo más le hubiera gustado– poder hablar de la herida todavía abierta en las tierras anegadas de sus abuelos que, en los años cincuenta, fueron desplaza-
dos por la presa Miguel Alemán que genera luz para medio país, pero no para su comunidad. O como don Luis, que para trabajar de albañil cambió su cargo por la carga, en una constructora de casas que jamás habitará. O como don Esteban que solo, solo con su mixteco, no tiene cómo defenderse ante la embestida del juez que lo condena en español por la ritual caza anual del venado. O como doña Bertha, enferma, abandonada en la sala de espera de un centro de salud cualquiera porque nadie, nadie, escucha, entiende, ni quiere saber de sus dolencias zapotecas. Entonces, todos ellos, para poder estudiar, trabajar, sanar, defenderse; para poder ser mirados a los ojos, de frente, y seguir caminando camaleónicamente en una nación que de origen, que de entrada, que todavía, los rechaza y excluye, deberán hacer de lado su lengua materna, negarla y sustituirla como puedan por el español, para ellos la lengua del destierro y el desarraigo, más que de la integración. Y de este modo, la lengua de uno, la lengua de una, la lengua propia, la lengua de Noemí, de Edith, de don Luis, de don Esteban y doña Bertha, se convierte en la lengua del susto, la vergüenza y el olvido. Y no queda más remedio que callarla, que ocultarla, que abandonarla y quedarse así, en la indefensión, sin casa propia, porque la casa del otro no es la casa propia, y la casa propia, aquella resguardada otrora por la lengua propia ya no está o, mejor dicho, quedó vacía, despojada de sus muebles, de sus tarros de flores, de sus estampas, supurando solamente un viejo olor rancio a naftalina. Y así, nuestras ciudades crecen y se desarrollan y se edifican y se expanden y se yerguen orgullosas, pero en realidad no son más que cementerios de lenguas maternas indígenas, sacrificadas en nombre del progreso y del bien común, como si los sesenta y ocho idiomas prehispánicos originarios contabilizados en el país fueran bonitos, interesantes y dignos de preservarse nomás ahí arriba, en el cerro, entre laureles, pinos y becerros, pero no abajo, en las avenidas, en los parques, en los supermercados, en las escuelas, en los hospitales, en las ventanillas del Metro, en las secretarías… guaridas todas ellas de la supremacía excluyente del fino castellano… ¿Quién hablaba, por cierto, de instituciones sociales humillantes?, ¿y de ciudades hostiles?
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Fuente: wikimedia.org/ CC BY-SA 3.0
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El romanticismo
Ignacio
NACIDO EN TIZAYUCA, HIDALGO, EN 1816 Y MUERTO EN LA HABANA EN 1842, ESTE AÑO SE CELEBRA EL BICENTENARIO DE SU NACIMIENTO.
Marco Antonio Campos Ignacio Rodríguez Galván, a principios de mayo de 1842, iba a partir hacia Sudamérica, y más concretamente, a Caracas. Nadie lo decía públicamente pero en los corrillos artísticos de los teatros, entre los académicos del Colegio de Letrán y entre los amigos que solían reunirse en el Café del Progreso, era el comadreo y la hablilla de la temporada. Era tal el amor de Rodríguez por Soledad Cordero, primera actriz del Teatro Principal, que su protector, el ministro de la Guerra, José María Tornel, le había conseguido un puesto diplomático para que no fuera a cometer un último desatino. Esa vez, en uno de los gabinetes del Gran Sociedad, situado en la esquina de Coliseo y Espíritu Santo, se inició esta conversación. En la mirada de Rodríguez se combinaban diversas emociones: la angustia de quien va a salir por primera vez de su país y no sabe cuál será su destino ni cuándo regresará, y más allá, más hondamente, una tristeza sin límites por dejar ciudad, amor, amigos, lugares entrañables. En sus manos traía un poema. Lo puso al lado de la infusión que tomaba. La conversación se publicó en el diario El Siglo xix , un mes más tarde de su muerte. El añadido a la conversación lo escribí después.
-¿ C
ómo se inició en las letras? –De una manera casual. Yo nací en Tizayuca el 22 de marzo de 1816. Había quedado huérfano de padre en 1827, cuando tenía once años, y mi madre, que estaba en la pobreza, me encargó con un hermano suyo, Mariano Rivera Galván, que tenía una librería en Portal de los Agustinos número 3, o sea, a unos cinco metros de la plaza principal. Mi tío fue el primer gran librero luego de la Independencia, y la librería, hasta su desaparición, fue la mejor en su rubro. No se trató de una adopción. Mi tío me dio un pequeño cuarto en los altos de la librería.
ESTA ES UNA ENTREVISTA IMAGINARIA CON QUIEN ES CONSIDERADO EL PRIMER POETA ROMÁNTICO MEXICANO.
Trabajar con él fue un gran estímulo para mis lecturas, pero debo decir, en honor a la verdad, que desquité en los trabajos diarios cada gramo de lo que comí. En eso no hubo para mí complacencias. Allí hacía de todo: desde dependiente hasta mandadero. En horas de trabajo no podía leer o escribir, pero ya de noche mi tío me permitía subirme los libros. A veces me digo que tal vez, porque sólo podía escribir en horas de la noche mis poemas, tienen algún tinte sombrío. –Es fama entre los amigos que su infancia y adoles cencia fueron difíciles. –Lo que para otros niños o adolescentes representaron horas de esparcimiento y goce, las consagré a la lectura y al trabajo. Lo que para otros era diaria comunión, mi pasatiempo consistía en dar largos paseos solitarios por calles y plazas de la ciudad. Fui un niño sin infancia. Nunca pasé por una escuela; soy íntegramente autodidacta. Pero imagínese lo que significó leer en esa edad a los clásicos españoles y a grandes poetas y dramaturgos contemporáneos. Aun el estudio de los idiomas los hice a base de libros y diccionarios. Así aprendí a leer francés e italiano, y a últimas fechas latín para leer la Biblia en la versión de la Vulgata. –¿Y ya conocía entonces a muchachos con quienes compartir sus lecturas? –Más tarde. La segunda cosa que me motivó al estudio de la literatura fueron las tertulias en la librería de mi tío, donde llegaban, entre otros, poetas y literatos como José Bernardo Couto, Francisco Ortega, Manuel Carpio y José Joaquín Pesado. Desde luego yo no decía una palabra, pero al oírlos hablar de autores, de pasajes de novelas, de poemas que los conmovían, de la Biblia o del arte de la traducción, me decía que yo quería hablar alguna vez como ellos. Sin embargo, sabía que podría tener su cultura pero socialmente nunca tendría su presencia física, ni alcanzaría su elegancia en las maneras y en el vestir. Muy pronto me sentí más cerca de la escuela romántica con sus excesos en la conducta diaria y en la vestimenta personal. Pero el niño que fui jamás olvidará esas pláticas. –¿Y cuándo empieza a tratar con gente de su edad? –Fue gracias a Francisco Ortega, que además era un asiduo comprador en la librería. Una vez me dijo (yo tendría quince o dieciséis años) que en su casa se reunía un grupo de muchachos de mi edad a quienes daba clases
de literatura y latín. Como me veía muy leído para mi edad, me invitó a ir a su casa de la calle de Escalerilla. Recuerdo con mucho agrado aquellas reuniones donde compartía con jóvenes como Luis Martínez de Castro, un connotado periodista satírico de hoy; Guillermo Prieto, atraído por la vena popular; Antonio Larrañaga, promesa a quien la muerte se llevó a los veinte años, y Eulalio, el hijo de Ortega, quien parecía apuntar todo en el cuaderno de su memoria privilegiada. –Usted habla siempre con mucho orgullo de su paso por la Academia de Letrán. –Yo, que nunca conocí un colegio, mi patria fueron los libros, y el Colegio de Letrán, sin haber estudiado en él, fue hasta hace poco, mi segunda casa. A la Academia llegué luego de que cuatro jóvenes, los hermanos José María y Juan Nepomuceno Lacunza, Manuel Tossiat Ferrer y Guillermo Prieto la fundaran, no recuerdo bien si en junio o julio de 1936. Los tres primeros eran licenciados y Prieto un adolescente huérfano y pobre como yo. Todos estábamos de acuerdo que, contra la penetración y el asalto de las literaturas extranjeras, ante la irrupción de traducciones e imitaciones, ante el peso enorme de la literatura española, se debería dar ímpetu a la literatura de carácter nacional y dar acceso a todas las clases sociales. En las sesiones se leían y discutían textos breves
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eminente de
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Rodríguez Galván El teatro es el arte más próximo a la sociedad. A través del teatro yo quería, por un lado, una fama inmediata, y segundo (me permito una indiscreción), acercarme a la mujer que yo amaba. Para un joven como yo, de origen indígena, escasamente apuesto, el renombre es a lo único verdadero que uno puede aspirar. Por fortuna la Independencia cambió mucho el orden de cosas; en los siglos del virreinato, a gente como yo, se le trataba como esclavo o sirviente o cosa. La cultura era para clérigos y gente rica. Veinte años después todo eso ha cambiado. –Pero usted es aún muy joven. Acaba de cumplir los veintiséis años. –Sí, pero uno sabe dónde están sus límites. ¿Qué hacer cuando poetas como el cubano José María Heredia escriben un poema como “En el Teocalli de Cholula” a los diecisiete años y otro como “Niágara” a los veintiuno? Simplemente se trata de seguir haciendo lo mejor posible lo que a uno le gusta, y eso es todo. –Y qué ambiente prefería usted, ¿el de los escritores o el de los comediantes? R: Si me pone contra la pared, el de los escritores. Salvo gentes como el magnífico Manuel Eduardo Gorostiza o mi amigo Fernando Calderón, me resulta difícilmente soportable el ambiente artístico. No dudaría en calificarlo de falso y a su gente de zafia y necia. Pocas veces he visto tal número de farsantes que se ejercitan, con placer abyecto, con su canasta llena de víboras, en la intriga y se revuelcan en el lodo del vicio disfrazado de virtud. Jamás pude integrarme. Todo lo contemplaba, lo oía y lo vivía entre bastidores. Pero seguiré escribiendo teatro porque por unos envidiosos e insidiosos no puede apagarse la hoguera.
Fuente: circulodepoesia.com
de los miembros y podía darse que alguien desarrollara un tema científico, literario o gramatical. Pero los hechos rebasaron con creces lo que esperábamos. A la Academia se incorporaron las glorias mayores de la literatura, de las humanidades y la ciencia. Desde don Andrés Quintana Roo, uno de los hombres más puros de México, el ministro de la Guerra José María Tornel, mano amiga en los días difíciles, y el sabio antropólogo Isidro Gondra, hasta los jovencísimos Alcaraz, Prieto y Payno. Creo que nosotros, los más jóvenes, al oír las disertaciones de los mayores y considerar sus observaciones críticas a nuestros trabajos literarios, hemos aprendido más que en una universidad. –Muy muchacho se ligó usted al teatro. –Dos dramas míos han sido puestos en escena, Muñoz. Visitador de México, en 1938, y en abril de este año El privado del virrey. Busqué ante todo dos cosas: subrayar el tema mexicano y denunciar atrocidades cometidas por los españoles en los siglos oscuros de la Colonia.
–Hay un poema de usted que me gusta mucho pero que sus contemporáneos no han sabido aún apreciar: “La profecía de Guatimoc”. –Lo escribí hace tres años. Es un poema en el que estoy de muchas maneras. Para mí el gran héroe trágico del tiempo prehispánico es Guatimoc. En un momento triste y desolado, cuando sentía que no tenía verdaderos amigos y que jamás en la vida obtendría el amor de la mujer de la que le he hablado, quise sostener con él un diálogo imaginario a través de los siglos. Simbólicamente utilicé a un hombre ruinoso y en cadenas (lo contrario a la figura del joven fuerte y valeroso que nos ha dado la historia) porque así me parecía que estaba México, sobre todo, luego de padecer las sangrientas humillaciones de la separación de Texas en 1836 y de la Guerra de los Pasteles en 1838. También quise que ocurriera en Chapultepec, a orillas del lago, porque es uno de los escasísimos sitios que hace pensar aún en la época precortesiana, y feché el poema, con toda intención, entre el 15 y el 27 de septiembre, días en que se conmemoran el inicio y el fin de la guerra de Independencia. El poema quiere ser un sueño pero es una pesadilla que dura doce días. Procuré en él destacar que no sólo habíamos mal recordado nuestros orígenes sino que aun, gente como
yo, de origen indígena, ignoraba la lengua de nuestros ancestros. Busqué enfatizar que el peligro contra nuestra soberanía e integridad territorial, venía ya mucho menos de España que de los Estados Unidos, de Inglaterra y Francia. Sin embargo, ¿cómo defendernos si en los palacios de gobierno mandan traidores que ven el honor como una palabra artificial, bandidos que roban legalmente al pueblo, usureros que chupan la sangre del cuello de los desesperados y los pobres? –¿No le debe ese poema algo a “En el Teocalli de Cho lula” del gran Heredia? –Quizá lo inspiró en cierta medida, pero no influyó. –¿Y por qué deja México? Contra todo, usted, pese a sus pocos años, ha sido muy importante en el medio literario y artístico. Ha escrito poemas que lo hacen ver ya como un lírico eminente, ha dirigido dos de las me jores revistas literarias desde la Independencia y tuvo mucha resonancia en 1938 su primera obra teatral. –Mire. Rodríguez extendió el poema que escribía entonces. Lo leí. Era magníficamente amargo y resentido, pero estaba inconcluso. Aún más: me pareció que eran dos poemas: uno, la historia de su frustrado amor con invectivas severas contra el medio artístico, y el otro, un parangón inequitativo entre lo que fue su madre y lo que era la madre de la bella actriz. Relacioné este poema con un pasaje de “La profecía de Guatimoc” y comprendí que desde siempre Rodríguez sólo había encontrado una actitud árida y palabras desdeñosas de la joven actriz, pero él siguió construyéndose un castillo de luces donde sólo había un castillo de cartas.
* El medio literario, el medio académico de la Academia de Letrán y el medio artístico se conmocionaron dos meses y medio más tarde cuando llegó la noticia de la muerte de Ignacio Rodríguez el 25 de julio en la ciudad de La Habana a causa del vómito negro. Casi todos los amigos escribieron algo –poemas, artículos o testimonios– en revistas o en páginas del diario El Siglo xix. Tres años después Manuel Payno, en un viaje a La Habana, se albergó en el hotel donde enfermó Rodríguez, convivió con los poetas y escritores que lo trataron y visitó la cripta, propiedad de la familia Bachiller, donde yacía. El 16 de diciembre de 1847, Soledad Cordero, luego de una penosa enfermedad, murió a los treinta y un años en la ciudad de Zacatecas. En 1851 Antonio Rodríguez Galván, en el gabinete del café de La Gran Sociedad, donde había conversado por última vez con Ignacio, me regaló un libro que acababa de editar con los poemas de su hermano. Se había perdido en la verde edad el mejor poeta romántico surgido hasta entonces. En casa, al revisar el libro, encontré sólo hasta las páginas finales, el preciso y vehemente poema que escribió para la joven actriz y me había mostrado en 1842 en el café: quedó inconcluso
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VOZ INTERROGADA entrevista con Gerardo Guinea Diez Edgar Aguilar GUINEA DIEZ ES GUATEMALTECO, NARRADOR, POETA Y PERIODISTA
Undiscurso que justifica el crimen
Foto: Cortesía de Gerardo Guinea Diez
Narrador, ensayista, poeta, periodista y director de la editorial Magna Terra, Gerardo Guinea Diez (Guatemala, 1955) no nos es del todo desconocido. Exiliado en nuestro país en la década de los ochenta, tuvo posteriormente a su cargo la coordinación de la Casa de Chile en México y fue secretario de redacción del periódico El Financiero. Es, sin lugar a dudas, una de las voces literarias y críticas más relevantes de Guatemala en la actualidad. Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias (2009), entre otras distinciones, ha publicado El amargo afán de la desmuerte (1992), Por qué maté a Bob Hope (1994), Exul Umbra (1997), El árbol de Adán (2007), Gramática de un tiempo congelado (2008) y Un león lejos de Nueva York (2010), por citar sólo algunos títulos de su vasta obra. Recientemente visitó nuestro país para recibir el Premio de Poesía Editorial Praxis 2015, por su libro Poemas irlandeses de próxima publicación. Conversamos con él sobre su última novela, La mirada remota (FyG Editores, Guatemala, 2014), misma que guarda una relación casi espeluznante con lo que acontece en México en nuestros días.
-U
sted toma como eje de su novela, a tra vés del protagonista, Santiago Merino, el encargo de redactar un informe acer ca de más de cuatro mil expedientes de mujeres asesinadas en los últimos años en Guatemala. ¿Por qué decidió este plantea miento? –Cuando empecé a escribir La mirada remota, hará unos cinco años, la cifra de mujeres asesinadas era, números más, números menos, esa cifra. En enero de 2015, diez días después de la presentación de la nove-
la, salieron a luz nuevos datos: sobrepasaba los siete mil y creo que bien podríamos llegar a ocho mil mujeres cruelmente asesinadas. Pero, el tema de los expedientes es un mero artificio, es decir, lo que procuré resaltar es la sevicia, los niveles de crueldad. En pocas palabras, hablamos de cuerpos desmembrados, violación y una lista interminable de linduras indescriptibles. También, es sacar a la luz los mecanismos de impunidad que operan en estos casos. –¿De allí que el personaje principal sea un abo gado, que se desempeña como fiscal y experto en criminología, y no el clásico detective de la novela policíaca? –Claro. Si bien, la novela está escrita con cierta clave policíaca, no lo es. Merino sufrió el exilio, presenció la muerte de una mujer que amaba en las épocas de las dictaduras militares. Su desencanto y nihilismo lo transforman en un antihéroe. Descree de la justicia a pesar de ser un fiscal. Pero el compromiso de sus compañeros lo lleva a involucrarse a fondo en los vericuetos del Ministerio Público. Además, es políticamente incorrecto, lo que lo hace más humano, más veraz. –El narrador afirma que “escribir un informe deja de ser una prioridad, también encontrar a los culpa bles. Me interesa más comprender la raíz de ese mal”. ¿Era también su intención al escribir la novela? –Así es, escarbar en las raíces de ese mal para comprender esos míseros asesinatos, ese péndulo entre vida y muerte que es un espejo al revés de una malignidad que de algún modo es una especie de metástasis de una sociedad sin ética, sin rumbo, sin esperanza. Basta ver las condenas, son ridículamente escasas. En 2015, más de cinco mil niñas fueron violadas, sin contar con el subregistro que existe en estos casos. Aunque, sin precisarlo, la novela trata de ubicar esa raíz en los peores años de la contrainsurgencia. Es decir, según algunas investigaciones, más de diez mil mujeres fueron violadas y asesinadas en ese período. En otras palabras, la brutalidad extrema de aquellos años tiene su correlato en el feminicidio actual; como un panegírico de un perpetuo castigo.
–Ramírez, el nauseabundo agente del Ministerio Público que está involucrado en algunos casos de feminicidio, señala en su defensa: “El crimen es el impuesto que han de pagar muchos por vivir en la complejidad de una sociedad moderna”. ¿Cómo debemos interpretar esto? –Es la reelaboración simbólica de un discurso que justifica cualquier crimen. Ramírez es un personaje arquetípico en la vida de Guatemala. Es decir, adictos a la necrofilia, han hecho de lo anómalo un código de conducta. Es casi un valor ontológico por sí mismo. Como reza una línea de la novela: estamos ante el muro de lo terrible y la sociedad se acostumbró a ello, como si fueran frivolidades cinematográficas. –¿Qué similitudes más evidentes, de los múltiples factores que engendran la violencia, encuentra con México? –Yo viví en México catorce años y suelo ir con frecuencia a visitar a mi hija y mis nietas. Además, todos los días leo La Jornada en línea. Es decir, sé que hay violencia y mucha. Sin embargo, la violencia en Guatemala es una construcción social y cultural. De la violencia política sin límites pasamos a la violencia social apocalíptica. El número de crímenes diarios es similar a los años de las dictaduras. Varios factores confabulan para ello: el rompimiento de tejidos sociales a partir de las masacres, pasar de la pobreza a la peor de las marginalidades y la debacle de la clase política. –¿Cómo transita de un momento de creación a otro? Digamos, por ejemplo, de una novela cruda y desencantada a un libro de poemas casi bucóli cos, como sus Poemas irlandeses. –No tengo certeza sobre ese tránsito. El tema, la historia, se imponen. La mirada remota nace a partir de unas líneas de María Zambrano. Poemas irlandeses por unas lecturas y ciertas tardes en verdad bucólicas. En fin, no soy consciente de ese péndulo. Lo único que sé es que ciertos temas son parte de la geografía de la novela y otros, sin duda, de la poesía. Quizá porque mi vida ha transcurrido y ha estado marcada por la incertidumbre, que de algún modo, es patrimonio de quienes vivimos por estos amargos y dulces trópicos
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20 de marzo de 2016 • Número 1098 • Jornada Semanal
Antologías de poesía:
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los porqués y los cómos José María Espinasa
“EL GUSTO PERSONAL” PODRÍA AYUDAR A HACER UNA MEJOR SELECCIÓN
¿P
or qué las antologías de poesía mexicana recientes, pero en realidad desde hace más de medio siglo, no consiguen dar un rostro medianamente reconocible de nuestra lírica? Creo que las razones son muchas y muy variadas: la más grave, por ser la más profunda, es que todas ellas se hacen con Poesía en movimiento en el horizonte proyectando una sombra opresora, tanto por el novedoso planteamiento que representó en su momento –ya han pasado casi sesenta años– como por la efectividad que tuvo en la proyección de un canon. Baste recordar que borró de un plumazo a su antecesora, La poesía mexicana moderna, de Antonio Castro Leal, justamente al reformular la idea de modernidad. También opacó, cosa más difícil, dos antologías importantes casi paralelas: Poesía mexicana del siglo xx (con varias reediciones ampliadas), de Carlos Monsiváis, y Ómnibus de la poesía mexicana, de Gabriel Zaid. El dispositivo teórico de Poesía en movimiento es altamente eficiente, pero justamente por esa eficiencia provocó que el destinatario de las antologías posteriores no fueran los lectores sino los propios poetas, que seguros de lo que hacían buscaban reconocerse en un mapa colectivo. Zaid, con su Asamblea de poetas jóvenes, anunció que la multitud no tiene rostro. Sandro Cohen, en Dos décadas de poesía mexicana, que ya cumplió treinta años, ha hecho la mejor de las selecciones que continúan a Poesía en movimiento, empieza donde aquella acaba, y se plantea sobre todo como un mapa orientador sin intención canónica. Después, todas las selecciones buscaban sin éxito establecer una nómina de imprescindibles. Pero, si tomamos por su sencillez y su efectividad la división por décadas, las dos décadas que Cohen antologa –los nacidos entre 1940 y 1960– caen en una tierra de nadie que las selecciones de Langagne, Von Ziegler, Francisco Serrano, Jorge González de León, Evodio Escalante, Víctor Manuel Mendiola, Manuel Ulacia y yo mismo, todos ellos inmiscuidos generacionalmente, no consigue poblar. Se trata de una tierra de nadie densamente poblada, como muestra 359 delicados con filtro (Pedro Serrano/Carlos López Beltrán), publicada en 2012, el intento más serio recientemente de cubrir ese lapso. Con el trabajo de Alejandro Sandoval, Ávidas mareas, empieza una toma de distancia al ampliar la perspectiva hasta 1965. Como se dijo líneas arriba, ninguna funcionó del todo adecuadamente ya sea porque no se hizo, cuando se intentó un atinado aparato teórico y de notación; y en otras ocasiones, también, por ser fruto del oportunismo revanchista, o de no partir de un gusto concreto o una toma de posición estética. Ejemplos como El manantial latente y Vientos del siglo lo muestran. Las antologías posteriores con todo tipo de cortes temporales son legión. Así a las selecciones hechas como promoción de nuevas generaciones o grupos dentro de ellas se suma una absoluta dispersión de los ejercicios críticos encaminados a dibujar ese rostro.
La reacción crítica se redujo, a partir de Poesía en movimiento, al constante descubrimiento de la joven promesa, del libro insustituible, del estilo nuevo. Así David Huerta, Coral Bracho, Alberto Blanco, Fabio Morábito, Ricardo Castillo, José Luis Rivas, eran erigidos como referentes sucesivos y desechados después, en los ochenta, sin ponerlos en juego en la lectura con otras voces, como calas estandarizadas de lo que se debía escribir. Eso llega hasta el día de hoy convertido ya en mecánica: el movimiento le ganó la carrera a la poesía. Y como el movimiento no se detiene y la crítica sí, el desfase se agudiza. Creo que habría que volver a donde Zaid dejó la Asamblea: solucionar –superar– el problema estadístico y/o demográfico partiendo de elementos sociológicos comprobables. El primero es entender la limitación de los tradicionales vehículos de mediación con el lector: las editoriales. Si sumamos el catálogo de poetas mexicanos posteriores a 1965 –límite de Ávidas mares– de El Tucán de Virginia, Ediciones Sin Nombre, Aldus y muchas otras editoriales del período 1980-2015, estaríamos hablando de más de mil poetas, ya no de los cien y un pico que reunió la Asamblea. Imposible abarcarlos si no se instauran filtros selectivos. En la mayoría de los casos se utilizan algunos parámetros de tipo biográfico –poetas de los noventa, del nuevo siglo– o geográfico –poetas de Jalisco o de la frontera norte, etcétera, pero no sirven esos parámetros sino para delimitar poblaciones de poetas seleccionables. ¿Por qué no regresar al tan criticado gusto personal y a partir de allí crear recorridos? Porque se quiere ser representativo, es decir, tener una respuesta a plazo inmediato o muy corto, y no mediano y largo, como los políticos. Otra posibilidad, aunque todavía claramente estadística: los premios. Hay que revisar su historia, no este o aquel fallo, sino su discurso a lo largo de varios años. Lo más triste del asunto es la pérdida de lectores. Lo que hay que trazar es ese mapa que Octavio Paz dibujó de manera tan brillante en los años sesenta para la generación de Pacheco y Aridjis. Hoy, que ese canon empieza a ser cuestionado y redibujado, la crítica debe aprovechar para retomar la estafeta. Si se crea una narrativa del viaje lírico los lectores volverán poco a poco al género. Por ejemplo, recordando que Paz confió en el azar –el I ching– como factor combinatorio, muy en el tono de la época y adecuado para el impulso lírico de una generación que era un enigma y por la que él apostaba, y también adecuado para el tono juguetón y festivo que impulsó en función de una estética, la de una idea de la modernidad a ultranza. ¿Por qué no pensar de nuevo en ese azar, pero ya no como un acto adivinatorio sino como condición necesaria? Habría que abandonar, por ejemplo –es una sugerencia–, esa idea tan querida por el siglo xxi del autor, y volver a la de obra, abandonar también la idea de que, si la poesía no da lectores, da poder, pues ya sabemos que no es cierto ahora si acaso lo fue un día. Se trata de una actitud, no necesariamente de un método. Volveremos sobre el asunto
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Cultura de é EXISTE UNA ILUSIÓN DE LIBERTAD PERO EN LOS HECHOS ESTAMOS ANTE LA “CONFORMACIÓN DE UN PAÍS DE MAFIAS” PERSISTE EL INDIVIDUALISMO, EL NARCISISMO Y EL HEDONISMO
Mario Campuzano
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a importancia de la economía como motor de las sociedades es bien conocida, y para muchos autores la historia es, o debiera ser, fundamentalmente Historia económica. Por lo tanto, el modelo económico que rige un país o conjunto de países es un factor determinante para su organización social y cultural, el establecimiento de cierto tipo de instituciones y leyes y la conformación de la población bajo ciertos perfiles generales. El concepto de Cultura de época se ha utilizado ampliamente en la historiografía, pero su aplicación a la situación contemporánea es un fenómeno reciente que tiene la virtud de orientar a los individuos y conjuntos humanos en la comprensión de su contexto y las influencias externas que los determinan. De esta manera, se puede tener alguna posibilidad de juicio crítico ante dichas influencias e incluso organizar una política de resistencia individual, familiar o colectiva si se considera necesaria.
EL CAPITALISMO AVANZADO Y SU ORGANIZACIÓN ECONÓMICA: EL NEOLIBERALISMO El desarrollo del capitalismo y las luchas reivindicativas de distintos grupos políticos dieron origen, durante el siglo xix , al interior de los países desarrollados y después en los periféricos, a la creación de un nuevo modelo de organización social: el llamado Estado benefactor o de bienestar que proporcionaba a sus ciudadanos diversos servicios de salud, educación y apoyo social que permitían mantener la paz colectiva por cumplir “funciones de redistribución de la riqueza y de regulación de las tensiones entre el capital y el trabajo” (Stolkiner, 1994). Sin embargo, lo que se lograba en la dimensión nacional mediante estas nuevas políticas sociales se perdía en la dimensión internacional debido a la intensa pugna entre los países industrializados por obtener el control de los mercados a través del dominio de otros países, especialmente los no desarrollados, así sujetos a nuevas formas de explotación conocidas como neocoloniales, mismas que llevaron al enfrentamiento militar en el siglo xx y derivaron en las dos grandes guerras mundiales. Pasado el período de reconstrucción de la segunda postguerra, que mantuvo activo al aparato productivo, se produjo una nueva crisis económica mundial que trató de solucionarse mediante la expansión de los mercados existentes a través de varios mecanismos iniciados desde los años cincuenta y muy definidos ya en la década de los setenta dentro del modelo económico denominado neoliberal.
Estos mecanismos de expansión de los mercados han sido: 1. El establecimiento de una economía centrada en el mercado asequible a las grandes masas medias y populares y la promoción en ellas, mediante la publicidad en los nuevos medios de difusión, de un espíritu de consumo. 2. El desarrollo de un amplio sistema de créditos para posibilitar y estimular el consumo, tanto de productos de tipo cotidiano como de tipo hipotecario para la compra de viviendas, automóviles, viajes, etcétera. 3. El desmantelamiento del Estado benefactor y con ello de diferentes servicios tradicionalmente prestados por el Estado para convertirlos en negocios privados, en los sectores de salud y educación, pensiones, agua, préstamos para la vivienda, comunicaciones, telecomunicaciones y energía: gas, gasolina, electricidad, etcétera. 4. La expansión del aparato financiero mediante la desregulación, o sea, la pérdida del control del Estado sobre las entidades financieras privadas, acompañada de una amplia opacidad contable y la creación de múltiples instrumentos que han dado lugar a una economía especulativa en vez de productiva, apuntalada en nada más que papeles; una verdadera economía-ficción que no puede mantenerse indefinidamente, como ya lo mostró la crisis de pago de las hipotecas y del sistema financiero general que se inició en Estados Unidos y se extendió a todo el mundo. Una gigantesca pirámide financiera, como la de los fraudes de Madoff, que se derrumba estrepitosamente si no hay nuevos ingresos y no se mantienen los pagos. A estas políticas económicas se les ha denominado como neoliberales y se caracterizan por: –El predominio del capital financiero sobre el industrial. –La apertura y globalización de los mercados. –La desestatización y privatización de la economía. –La flexibilización laboral.
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n los hechos, estas políticas se expresan “por la intensificación en el movimiento mundial –antes fragmentado por las fronteras– de los capitales, las tecnologías, las comunicaciones, las mercancías y la mano de obra, integrándose en un mercado de escala internacional” (Mantecón, 1993). La globalización ha tenido un gran impulso tecnológico en los avances en el campo de la electrónica y las telecomunicaciones, lo cual ha hecho posible una producción espacialmente dispersa (subprocesos en diversos países, buscando los menores costos), pero económicamente integrada, con efectos de intensa concentración del capital y exclusión del empleo y del ingreso a amplios sectores de la población. Se desconcentra la producción y se concentra la propiedad en unos cuantos centros globales: un limitado
número de centros financieros ubicados especialmente en Nueva York, Londres y Tokio que controlan la dirección ejecutiva y el producto final, acaparando los beneficios resultantes de las ventas en el mercado mundial. En las aldeas globales se da un proceso paralelo: una fuerte polarización en la distribución de la renta (se concentra el capital en pocas manos, las clases medias tienden a desaparecer y se genera una amplia base de pobres) y en la de los empleos (aumentan los puestos de trabajo de baja remuneración, los organigramas se vuelven muy planos y hay un fuerte desplazamiento al sector de trabajo informal). De esta manera la globalización ha impulsado la degradación económica, laboral y humana.
CAMBIOS SOCIALES Y CULTURALES Y LA MANIPULACIÓN DE LOS DESEOS En el plano social, el cambio se ha dado de la sociedad disciplinaria, que describiera Foucault (1975) como propia del modernismo, a la sociedad de control mediático–consumista propia del postmodernismo, completamente acorde con el pasaje a una economía de mercado donde los ciudadanos devienen en consumidores: Y ¿qué es la sociedad disciplinaria? Justamente, la sociedad disciplinaria es la que produce cuerpos disciplinados desde sus instituciones… una era de “ortopedia social”. Las instituciones producen individuos capaces de reproducir tales instituciones en la sociedad. El corrimiento del castigo del cuerpo hacia el alma está presente en las diferentes instituciones que componen la sociedad disciplinaria, van armando una suerte de entramado en donde cada una se articula con la otra al punto de sostener la existencia de la sociedad moderna. El control actúa como un formador de subjetividad, que funcionará incluso más tarde, aunque este control esté ausente. A lo mejor esas estrategias han cambiado en la actualidad y las sociedades disciplinarias se han transformado en sociedades de control. No es que haya desaparecido el disciplinamiento, pero sí puede que hayan cambiado las estrategias, los modos de disciplinar: ya no desde la vigilancia de las almas, sino desde el control de los deseos a través del consumo (Idoneos.com, Los modos históricos de subjetivación. Foucault. idoneos.com/index.php/356751.)
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n otras palabras, puede continuar el reloj checador en el empleo como ejemplo del disciplinamiento clásico, pero además de esto, la cultura, la publicidad y los medios masivos de comunicación incitarán al consumo para alcanzar una imagen ideal sustentada en tener un cierto tipo de automóvil (comprado a plazos, naturalmente),
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época y psicoanálisis en la postmodernidad
usar ropa de marca (comprada con tarjeta de crédito), asistir a antros y consumir múltiples diversiones diseñadas por la industria del entretenimiento, comprar casa con la hipoteca correspondiente, viajar ahora y pagar después, etcétera, a fin de lograr la ilusión de la libertad de consumir promovida por la cultura y los medios de comunicación cuando, en la realidad, sólo son expresiones de un control social enajenante. En el plano cultural se ha pasado al postmodernismo que se desarrolla en el ámbito social general a partir de la instalación del consumo de masas en los cincuentas, lo cual se manifiesta por el abandono de los grandes relatos y utopías características del modernismo; las propuestas de las vanguardias, y por la aparición de la pluralidad de enfoques con tendencias relativistas y, en el plano psicológico, por el predominio en los individuos de un enfoque narcisista-hedonista en lugar del enfoque de los deberes sociales y/o religiosos del modernismo. Lipovestky, que a partir de los años ochenta escribió libros fundamentales sobre el postmodernismo, veinte años después descubre que esa etapa sólo fue de transición más que de superación del modernismo, y que en el siglo xxi se aprecia claramente el proceso hacia el hipermodernismo, una segunda etapa del modernismo. En sus palabras: El “post” de lo postmoderno tenía los ojos puestos todavía en lo que quedaba atrás y se había declarado muerto, permitía pensar en una desaparición sin concretar en qué íbamos a convertirnos, como si se tratase de conservar una libertad nuevamente conquistada a impulsos de la disolución de los encuadramientos sociales, políticos e ideológicos. De aquí la suerte que corrió. Esa época ha terminado. […] Lejos de haber muerto la modernidad, asistimos a su culminación, que se concreta en el liberalismo universal, en la comercialización casi general de los modos de vida, en la explotación “hasta la muerte” de la razón instrumental, en una individualización vertiginosa […] Lo que hay en circulación es una segunda modernidad, desreglamentada y globalizada, sin oposición, totalmente moderna, que se basa en lo esencial en tres componentes axiomáticos de la misma modernidad: el mercado, la eficacia técnica y el Ilustraciones de Gabriela Podestá
individuo. Teníamos una modernidad limitada y ha llegado el tiempo de la modernidad acabada (Lipovestky, 2004).
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unque Lipovestky tiene razón en su crítica al término postmodernismo, éste ha asumido tal difusión que resulta casi imposible su substitución.
IMPACTO DE LOS CAMBIOS SOCIALES Y CULTURALES EN LOS INDIVIDUOS Y CONJUNTOS HUMANOS Aunque los cambios culturales en los países subdesarrollados como los nuestros no son tan claros como los que ocurren en los países desarrollados, no deja de apreciarse su impacto, aunque diferente en intensidad según la clase social y económica, así como el acceso a los medios de comunicación y viajes. De esta manera habrá modelos de existencia premodernos, modernos y postmodernos, algunas veces con características bien definidas de un tipo u otro, y a veces mezclados en combinaciones diversas. En las capas acomodadas serán más visibles las pautas postmodernas. Lo central de los cambios postmodernos se manifiesta por el incremento del individualismo con un corte narcisista, hedonista y seductor propio de la época de consumo de masas, con el consecuente relajamiento de los lazos sociales y los vínculos familiares y de pareja, así como el desplazamiento de ciudadanos a consumidores y el vaciamiento de sentido de muchas instituciones. El control social se vuelve más oculto que en el viejo sistema disciplinario descrito por Foucault y simbolizado en el panóptico vigilante de las cárceles, y se instala mediante la seducción e ideologización del consumo y la manipulación de los deseos y emociones por los medios masivos de sigue
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ENSAYO comunicación, o sea, el control consumista-mediático logrado mediante la manipulación de los deseos. La libertad queda reducida a la libertad de consumir, no sólo de consumir mercancías, sino también diversiones, viajes, servicios, salud, deporte y hasta cultura, con excepción de la cultura crítica. También aumenta la incertidumbre, tanto laboral como afectiva y el futuro ya no se inviste de progreso, lo cual da un tono individual de predominio del tiempo presente, de un aquí y ahora desvinculado del pasado y el futuro. Cuando en los países como el nuestro estos mecanismos de control social no son suficientes, se complementan con la represión selectiva y hasta la militarización, con el pretexto del combate al narcotráfico o la guerra contra el terrorismo. Así, la tendencia a la falta de compromiso para establecer relaciones de pareja aumenta y se vuelve notoria la disminución en la duración de las uniones, así como la
Street art anti consumo Fuente: deslinde2011. blogspot.com
tendencia a evitar su legalización. Hay más personas viviendo solas, aunque no solitarias, porque comparten diversiones, afectos y sexualidad con otros. Hay más parejas que no quieren tener hijos, ya sea porque hay proyectos individuales de distinto orden que se asumen como prioritarios, o porque las condiciones económicas lo vuelven difícil o los hijos ya no son una fuente de realización y trascendencia, y en cambio se priorizan las satisfacciones individuales. Asimismo, aumenta el número de las familias uniparentales con presencia exclusiva de la madre y, con menos frecuencia, con presencia exclusiva del padre. En las que conservan ambos progenitores se aprecia una disminución de la autoridad y de la función paterna y, en muchos casos, una competencia de seducciones maternales por parte de los dos cónyuges que suele dejar inmaduros y poco eficientes a los hijos, agravada esta situación por la pérdida de exigencia, rasgo propio de la cultura postmoderna. La falta de horizonte en el futuro crea confusión y desmotivación desde los padres y se acentúa en los hijos: si el futuro es el desempleo o subempleo ¿para qué esforzarse? Por si no fuera suficiente, las largas jornadas de trabajo características de la sobreexplotación laboral en los países subdesarrollados crean un problema adicional: los padres no pueden tener control suficiente sobre los hijos por la imposibilidad de la presencia física, y los intentos de establecer control mediante el uso de teléfonos celulares suelen ser insuficientes. El desmantelamiento del Estado Protector, desarrollado de por sí precariamente en países con grandes indices de pobreza como el nuestro, genera una situación de catástrofe en las familias donde aparecen enfer-
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medades, y la falta de protección social condena a la marginación y muerte a varios sectores de población sin recursos. De este modo, las instituciones pierden sentido o lo trastocan y dejan ser garantes sociales y referentes simbólicos (Lipovestky, 1998; Rojas y Sternbach, 1997; Grupo doce, 2001).
IMPACTO SOBRE LA PSICOPATOLOGÍA DE LOS INDIVIDUOS CONTEMPORÁNEOS La sociedad humana de cada etapa histórica y lugar tiene distintas necesidades que proyecta sobre su conjunto social a través de diversos mecanismos: leyes y reglamentos, creación de instituciones, conformación de ideales y prohibiciones, de formas y objetivos de control social, de definición de un cierto imaginario social y de la construcción social de una determinada realidad. Eso da lugar a la formación de prototipos individuales generados por medio de esos mecanismos, por ejemplo, el carácter obsesivo (trabajador, austero y ahorrativo), promovido culturalmente en la etapa del capitalismo naciente, que estudiara Weber (1903) en su clásica obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo. El capitalismo avanzado actual, centrado en el mercado, no requiere de tanto énfasis en la producción, sino en el consumo, y genera dos tipologías predominantes: la de los caracteres fronterizos, influenciables y dependientes, que conforman la gran masa de la población manipulable por los políticos, comerciantes y medios de comunicación masiva, aquellos que Nixon –experto manipulador político– llamara “la mayoría silenciosa”, así como la difusión de rasgos narcisistas en toda la población y la conformación en algunos de ellos de francos caracteres narcisistas que en un buen número de casos son los encargados de manipular a las masas sin mayores sentimientos de culpa, de esa culpa y esa responsabilidad tan anacrónicas en el postmodernismo. Es decir, se promueve en la sociedad la conformación de caracteres preedípicos, caracteres distintos a aquellos de la época freudiana que tuvieron su prototipo de consulta en las neurosis histéricas y las neurosis obsesivas. Ahora la patología no radica en las inhibiciones del Superyo, sino en la dependencia, impulsividad y falta de control propias de una falta de desarrollo del Yo y el Superyo, y en la grandiosidad y hedonismo sin límites del Self narcisista. La inhibición y el placer no suelen ser problemas, sino la falta de realismo y de eficiencia operativa, así como la dificultad de profundización en la visión de sí y de los otros y en la asunción de compromiso en los vínculos afectivos. Si los antiguos imperativos sociales eran: sé responsable y trabaja, ahora son: consume y diviértete, claro, a través de la industria del entretenimiento para que sea rentable al sistema. Por esas mismas razones disminuye la frecuencia de los caracteres neuróticos en la consulta, que son aquellos para quienes se crearon las técnicas psicoanalíticas clásicas. Las nuevas demandas de la consulta requieren no sólo de la modificación de las técnicas (y de la teoría que las explica), sino también, con frecuencia, de la modificación del encuadre para la creación de parámetros psicoanalíticos transitorios pero necesarios para ciertas etapas del proceso de tratamiento, a fin de lograr la contención de algunos rasgos de estas nuevas patologías y que permitan alcanzar posibilidades terapéuticas imposibles de otra manera. Todo esto conforma grandes desafíos a nuestra disciplina psicoanalítica y demanda nuestra máxima creatividad.
Esta economía del consumo, y las discursividades sociales correspondientes, generan también otras patologías de época: las adicciones, por una parte y, por la otra, la anorexia nerviosa y la bulimia. Las adicciones son ejemplo del énfasis social en el consumo, en este caso como consumo del placer inmediato a través de distintas substancias psicotrópicas que el mercado ofrece con fácil asequibilidad de forma legal o ilegal, y que han dado lugar a un severo problema social y de salud pública. La magnitud del problema actual, inédito en la historia, pone en claro su origen social, aunque también se sustente en fragilidades individuales y vinculares que hay que prevenir y tratar. A pesar de que en algunos casos puede haber una búsqueda tanática, lo dominante, según la experiencia en la clínica, es la búsqueda hedonista, la postura narcisista favorecida por la inmediatez de efectos que da el consumo de una substancia psicotrópica, así como su facilidad de consecución, donde no hay que hacer mayor esfuerzo que tener un poco de dinero para comprarla, ni aventurarse en las complejidades de búsquedas de satisfacción vinculares y sociales. De ahí que, en situaciones avanzadas de adicción, el sujeto se pasiviza, se aísla y busca en las drogas las satisfacciones que otrora buscaba en el medio social, lo cual explica su extrema capacidad alienante. La anorexia nerviosa y la bulimia son también trastornos, en este caso de la alimentación, cuya frecuencia actual muestra claros signos de sujeción a los ideales de época en la delgadez como belleza.
EFECTOS GENERALES El neoliberalismo produce una fuerte concentración de la riqueza en pocas manos y la segregación, desempleo y empobrecimiento de amplias capas de la población. Un colega con sentido humorístico lo describía como el Hood Robin, ya que Robin Hood quitaba el dinero a los ricos para dárselo a los pobres y el neoliberalismo le quita a los pobres para dárselo a los ricos. Sus efectos principales son la pérdida y la exclusión, la inseguridad e incertidumbre. Las pérdidas dan origen a depresiones severas y aun a suicidios. La inseguridad genera temor y aislamiento. La incertidumbre lleva a la angustia, al uso y abuso del alcohol y las drogas, a los trastornos psicosomáticos o al uso y abuso de defensas maníacas para negar esta dura realidad, como la trivialización, la banalización, la frivolidad y la superficialidad. La falta de horizonte futuro produce desmotivación y escapismo de manera amplia mediante las adicciones, así como también el neohippismo y el misticismo; el miedo lleva a la pasividad y al conformismo. Las instituciones quedan vacías de sentido y la sociedad deja de ser continente de sus miembros, lo cual repercute en las familias donde produce un efecto de disgregación y abandono como consecuencia del desamparo social, así como pérdida del control estructurante sobre los hijos por la falta de presencia derivada de las largas jornadas de trabajo o del desinterés depresivo. También lleva a crisis de gobernabilidad por el surgimiento de poderes fácticos más grandes que el Estado en el nivel nacional, regional o local; a veces ocupando, además, puestos de representación del gobierno, o sea, la Iglesia en manos de Lutero. Como consecuencia, en el caso de México, el poder gubernamental tiene que hacer cogobierno con poderes paralelos nacionales y transnacionales, como los grandes capitales, los medios masivos de difusión y los cárteles del narcotráfico, así como diversas mafias regionales y locales. La tendencia general es a la conformación de un país de mafias con el ciudadano empobrecido, indefenso y acosado
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Jornada Semanal • Número 1098 • 20 de marzo de 2016
Carpe risum. Inmediaciones de Rabelais, Ernesto de la Peña, Fondo de Cultura Económica, México, 2015.
RABELAIS: LECCIÓN DE VIDA ANDREA TIRADO
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n Carpe risum. Inmediaciones de Rabelais, Ernesto de la Peña transmite su visión del mundo y, en particular, su interpretación de la obra de François Rabelais. Pero, como el autor señala, es ante todo “un simple testimonio de admiración y amor literarios”, un análisis que él mismo define como “somero”, y ese es uno de los aspectos a destacar: su sencillez y humildad, y su constante sentido del humor. El escrito está organizado con una habilísima claridad: introduce y contextualiza al lector en el mundo rabelaisiano, dándole las herramientas para que lo pueda aprehender en su totalidad. De la Peña reconstruye episodios significativos de los siglos xv y xvi , como la caída de Bizancio y la dispers i ó n d e s u s s a b i o s y e ru d i t o s ; l a expansión geográfica y sus consecuencias en el imaginario colectivo. En este mundo mutable, todo está en expansión, incluso, y sobre todo, la imaginación. Además del contexto histórico, social y político, el autor recuerda el mayor fenómeno cultural de este siglo: el arte del Renacimiento. La actividad renacentista en las humanidades que hizo surgir figuras como Erasmo o Tomás Moro, ambos admirados por Rabelais y reflejados en ciertos pasajes de su obra. Rabelais se desenvuelve en una época en la que los humanistas y escritores poseían una enorme erudición. La migración de sabios y eruditos bizantinos hacia países de Europa occidental, tiene que ver con el redescubrimiento de la cultura grecolatina. En efecto, Europa redescubre las letras griegas y a su vez el idioma renace. La importancia de contextualizar la obra de Rabelais reside, según de la Peña, en que una obra desprendida de su entorno se deforma. El marco contextual permite situarlo y entrar al análisis de sus cinco libros teniendo en cuenta su entorno. Por tanto, la segunda parte del ensayo está dedicada a dicho análisis y a los elementos que componen la obra de Rabelais, tales como el lenguaje, la innovación en el imaginario colectivo social y literario, y el viaje. El primer componente que analiza el autor es el lenguaje: la prosa de Rabelais. Debido a que su obra es una crítica social y una denuncia –jocosa y en apariencia ligera– de la hipocresía, la ignorancia y la prepotencia tan abundante en la clerecía y
entre los eruditos y teólogos de La Sorbona, Rabelais tuvo que ser doblemente cuidadoso y creativo para evitar la censura, y/o sobre todo, algún juicio que lo pudiera conducir a la hoguera. Rabelais establecerá un juego con su lector; por ello advierte el sentido oculto de su obra y el significado que puede ser entendido si se penetra en sus alegorías y sus símbolos. Al ser un personaje multifacético: monje que renuncia a la vida clerical, médico, astrólogo, diplomático, humanista y erudito, su prosa lo será también. Debido a este juego, la lectura de Rabelais se vuelve ardua; es una lectura exigente que reta al lector, caracterizado por la gran cantidad de alusiones y de citas de autores clásicos o bíblicos, pero también de neologismos, juegos semánticos y lingüísticos, así como por una combinación de lenguaje entre la erudición grecolatina y bíblica, con el terreno de lo popular. Es una lectura que fuerza a “convertirnos en lectores participativos”. Sus críticas serán sutiles y, por ello, el lector se convierte en una suerte de arqueólogo que deberá descubrir y descifrar entre líneas, pues Rabelais no menciona, insinúa, y no designa, alude. Otro componente destacado por De la Peña es que el francés logró cambiar el imaginario colectivo occidental con respecto a los “monstruos”. Los gigantes habían sido apreciados con una connotación negativa, tanto en el imaginario popular como en la literatura. Gargantúa, Pantagruel y Panurgo son gigantes que se asemejan tremendamente a los seres humanos: tienen un temperamento bondadoso, son muníficos y cultos; poseen un afán enciclopédico de conocerlo todo y una personalidad humanista. Según De la Peña, es posible que los descubrimientos geográficos del siglo xv hayan inspirado o influenciado a Rabelais: sus personajes emprenderán una expedición a través de tierras en parte reales y en parte inventadas. Así, concluye su ensayo con el viaje de los gigantes. El viaje da pretexto al humanista francés para explayar aún más su poder imaginativo y fantasioso, así como la formulación de su utopía. De la Peña desvela el desagrado de Rabelais ante el mundo en el que vive; de ahí que surja la voluntad de inventar un mundo paralelo. Sin embargo, ese mundo utópico, ese escape de la realidad (retomado posteriormente en otros movimientos artísticos –el romanticismo por ejemplo–), es distinto a todos los demás escapes. Rabelais no busca huir lejos, a otra tierra, como sí lo harán algunos después. Su mundo ideal es la creación de una eudemonología, y la suya nace de lo cotidiano. Rabelais encuentra lo utópico dentro de la cotidianidad del hombre. La creación de una manera de vivir que conduce a la felicidad no implica un desplazamiento físico; el viaje de los gigantes en realidad es simbólico, representa una peregrinación íntima para encontrar una porción de la posible felicidad total.
En nuestro próximo número
Ernesto de la Peña descubre la utopía de Rabelais con esta lectura entre líneas, en este ejercicio de lector dinámico, de lector arqueólogo, revela el mensaje del humanista: “¿Qué ruta asequible nos puede llevar a disfrutar la vida sin que nos atosiguen los miedos del pecado y sus consecuencias en el más allá? La risa y el asentimiento.” El autor, premio Alfonso Reyes, rinde homenaje a Rabelais de la mejor manera posible: a través de un sentido de humor constante, palpable en sus líneas; a través del disfrute del análisis, de sus comentarios jocosos; a través de la risa y del disfrute de lo que está a su alcance, tal como sugería el escritor. De la Peña realiza lo que él mismo llama “el verdadero acto de leer”: partiendo de una pasión, de un ánimo investigador que espera con entusiasmo encontrar precedentes, hermandades y antagonismos y seguramente encuentra en Rabelais una hermandad, una suerte de espejo. Se espera entonces que, si el lector tiene interés en este maravilloso ensayo, logre dicho acto de leer, y si no, que se quede con la receta para vivir la vida a plenitud de Rabelais: “La vida es sólo una, y hay que gozarla, aprovecharla.” •
Maravillas malabares, Guillermo Samperio, Cátedra, España, 2015.
Con la edición de Javier Fernández y notas de Ana Belén Ramos –que por fortuna no son innecesarias ni abundantísimas como en otros títulos de la colección Letras Hispánicas de esta casa editorial–, aparece esta antología de cuentos del estupendo y a últimas fechas injustamente olvida‑ do Samperio, o simplemente Guillóm para los amigos. Abre el ejemplar una introduc‑ ción en clave autobiográfica y toma cuerpo con una selección de piezas extraídas de Cuando el tacto toma la palabra, Fuera del ring, Miedo ambiente, Textos extraños, Gente de la ciudad, Cuaderno imaginario, Anteojos para la abstracción, Tribulaciones para el siglo xxi, La Gioconda en bicicleta, La mujer de la gabardina roja y otras mujeres, La brevedad es una catarina anaranjada y La guerra oculta, así como algunos cuentos inéditos. Salen sobrando los encomios; sólo disfrute el lector.
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/
LA VIDA ESCRITA DE VIRGINIA WOOLF Esther Andradi
ARTE Y PENSAMIENTO ........
20 de marzo de 2016 • Número 1098 • Jornada Semanal
Naief Yehya
Agustín Ramos
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ÑOS ATRÁS, EL CRONISTA Alfonso Hernández podía decir que “México era el Tepito del mundo y Tepito, la síntesis de México”. Ignoro si tal dicho sigue siendo válido en este régimen de desmantelamiento general, ya no de un barrio sino de toda la ciudad, de cada región y del país entero. Por lo demás, Tepito es todo aquello que ha exportado y sigue siendo todo aquello de cuanto han despojado a sus habitantes. Pero, ¿quiénes son ahora ellos, cuál es la identidad de los que vinieron a quedarse, de quienes no han salido, de quienes se fueron y regresaron, de quienes salieron para no volver y de los que sin terminar de sentar sus reales siguen ahí?
Tepito, como barrio, sigue siendo, en sentido recto, la más calificada escuela de la vida, el alma máter del México bronco, no por su deportivismo emblematizado sino por su resistencia histórica, el lugar común de donde todos egresan con un tatuaje, a veces ostentoso, a veces invisible, pero siempre intransferible. Sin embargo, por supuesto, como toda universidad pública, ha sufrido, con sus bien calculadas adecuaciones, similares campañas calumniosas, provocaciones, represión, infiltración y fragmentación. Y también, por supuesto, desde fuera y desde dentro, le han decretado la muerte, reconociéndola pero satanizándola como la máxima casa de estudios ubicada entre la unam, el Politécnico y los Ceferesos. Pese a tal asfixia política, económica y anímica, sus artistas y promotores culturales, nativos o adoptivos, se siguen expresando con el ritmo necesario para enfrentar y contener tanta sentencia vertical, por lo general de forma sintomáticamente colectiva, cooperativa. En el caso de los trabajadores de la palabra, habiendo asumido la herencia de una tradición oral con la que juegan a ser juglares contemporáneos, “grupo que habla a su grupo”, han producido más de una docena de publicaciones periódicas, el conjunto de ensayos, poemas, crónicas y cuentos El lado oscuro de Tepito (su cultura), en dos tomos compilados por Eduardo Vásquez Uribe en los años 2000 y 2003, Netamorfosis (cuentos de Tepito y otros barrios marginados), en edición de El Sótano de los Olvidados, de 2010. A esto se agregan algunos, sólo algunos, de los libros individuales de un buen número de los ahí reunidos, Sueños guajiros, Territorios, Demonios en el Triángulo de las Bramudas, De El Azteca a Madero, Cuentos de batalla, La reina del cine Roma, etcétera. Y a pesar de estar moldeados con el mismo barro, esta producción artística forma distintos sentidos y cada autor se rasca y hace cosquillas con sus propias uñas y sale como de la
tierra sin avergonzarse ni enorgullecerse. A todos ellos, sin embargo, se les puede aplicar lo que Borges decía de las letras del tango en Evaristo Carriego:“Lo popular, siempre que el pueblo ya no lo entienda, siempre que lo hayan anticuado los años, logrará la nostálgica veneración de los eruditos y permitirá polémicas y glosarios…” Ahí, en el territorio rizomático, arborescente, ajolotístico de lo metropolitano marginal, se transcribe otra historia, otra clase de habla a la que corresponde otra narrativa. En ese territorio de calles céntricas paradójicamente marginadas, cada palabra emana sin distancia ni mediación. En su sonido está la riqueza del que canta parado en un mar de orines y el hambre de la que hurga en el monedero migajas de cocol y centavos para el autobús que la devolverá de la chamba. Y cuando una mujer describe sus “partes nobles” no hay metáfora ni doble sentido, sin embargo su gracia y sus filos desafían las categorías retóricas. Ahí las palabras van a la raíz. Así se elaboran, así se expresan, así nos proveen de una literatura extranjera, o por lo menos extraña, que no por nacer en donde nace lo tremendo se desboca hacia un tremendismo por consigna; ahí el cinismo es el arma de la imaginación para salir del trance pero no para investigar ningún misterio prefabricado. Ahí están ejemplos imposibles de ningunear, historias de varios y de ovarios de los pesos netos libro por libro. Y pronto aparecerá otra muestra de esa salud artística que, a pesar de pesares y operativos y privatizaciones, sigue luciendo una narrativa que se gesta con palabras propias para que nadie, y mucho menos un espíritu acomodaticio, hable por la raza; para que la carne arriesgue y pruebe su poder, para que mida fuerzas en ese espaciotiempo mítico donde cualquier día se puede perder todo menos la desesperanzada belleza de seguir con vida •
Evolución, de Lucile Hadzihalilovic
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L DEBUT EN LARGOMETRAJE de Lucile Hadzihalilovic, Inocencia (2004), fue un inquietante recorrido por el tema de la vulnerabilidad femenina, una disección de los rituales de comportamiento y la “educación corporal de las jóvenes” (de acuerdo con el título de la novela de Frank Wedekind, que inspiró parcialmente el filme) o prepúberes en una atmósfera cargada de sexualidad amenazante y perversa. Once años más tarde, estrena su segundo largometraje, Evolución (2015), en el cual regresa a los rituales y las transformaciones corporales en un ámbito aún más extraño. La cineasta francesa de origen bosnio es la esposa del también
director Gaspar Noe (Irreversible, 2002 y Love, 2015, entre otras), con quien ha colaborado en varias de sus cintas, en la fundación de su productora y coescribiendo el guión de la polémica Enter the Void (2009). En Evolución, Hadzihalilovic presenta una extraña sociedad constituida únicamente por niños y mujeres que viven en una isla volcánica de arena negra, aparentemente organizados en familias que ocupan viviendas austeras o miserables y angulosas, situadas al borde del mar y fuera del tiempo. Lo que inicialmente parece una comunidad aislada, poco a poco se revela como un grupo de seres biológicamente extraños que bien podrían vivir en el futuro o en una dimensión alternativa. Las supuestas madres resultan ser más bien las encargadas de alimentar (con un repugnante potaje que parece estar hecho de algas y anguilas o gusanos), cuidar y, mediante algo parecido a un medicamento, preparar a los niños para un destino muy peculiar: servir de incubadoras. Este es un cambio de género particularmente provocador que trasplanta la función del embarazo y el parto al cuerpo de niños preadolescentes. De manera semejante a su primera cinta, la realizadora nos presenta las dinámicas de poder y amistad entre niños ante los cambios corporales. Las muestras de solidaridad tienden a aparecer a medida en que avanza la hipotética enfermedad. Las madres son una especie de híbrido entre estrella de mar y ser humano con ventosas en la espalda, y realizan rituales nocturnos vagamente sexuales, pero al parecer no genitales, en los que se frotan desnudas mutuamente un líquido que luego es inyectado en el vientre de los niños (el ombligo es transformado en el orificio de fecundación y eventualmente en el canal de salida del feto). El procedimiento tiene lugar en una institución pesadillesca que asemeja un hospital decrépito, el cual cuenta con las únicas muestras de tecnología visibles en la isla, como sonogramas, computadoras, monitores de video y luz eléctrica. Ambos filmes de Hadzihalilovic comienzan y concluyen en el agua: Inocencia con un río y Evolución con el
océano en el que bucea Nicolás (Max Brebant), un niño de diez años que descubre un cadáver en el fondo del mar. La muerte o su imagen son el punto de partida de los dos filmes, lo cual enfatiza la naturaleza cíclica de las historias. En Inocencia, la recién llegada Iris aparece en la academia dormida en un ataúd. Aunque tratan de convencer a Nicolás de que lo que vio fue una ilusión, tras esa visión él comienza a tener sospechas sobre lo que sucede en la isla y en particular sobre las intenciones de su supuesta madre y de la enfermedad que lo aflige. La isla (que en realidad es Lanzarote) no permite escape alguno, así que Nicolás encuentra lo más parecido a una redención en sus dibujos. Y éstos a su vez le sirven para establecer una relación con una de las enfermeras, quien por él desafía a la institución. Es interesante que en ambas cintas esta directora presenta niños criados sin cariño en mundos donde se les cultiva para servir a los deseos y necesidades de otros. En ambas emplea metáforas animales, y la obsesión con las mariposas en Inocencia aquí se vuelve una relación simbiótica con las estrellas de mar. Lejos de ser simplemente una afortunada estilista, Hadzihalilovic está tan preocupada por la narrativa, la cual está rodeada de misterios y secretos, como por sus consideraciones visuales y ambientales, que por momentos recuerdan al artista Matthew Barney. La directora y guionista explora con morbosidad, pero a la vez con cierto pudor, las mutaciones corporales grotescas y la parafernalia médica, por lo que sus temas evocan la obra de David Cronenberg, en particular The Brood (1979). Sus imágenes son severas, con resonancias a los maestros flamencos, y de una coherencia estética apabullante, cercana al neorrealismo italiano. Su empleo de las convenciones genéricas, del horror y la ciencia ficción, es delicado y va de las referencias obvias a crear un malestar profundo debido a las evocaciones y ambigüedades que invitan al espectador a intuir explicaciones. Inocencia y Evolución funcionan como un perturbador y paradójico díptico acerca de un tema tabú: la conformación de la sexualidad infantil •
JORNADA VIRTUAL
Antologías del barrio
TOMAR LA PALABRA
naief.yehya@gmail.com
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........ ARTE Y PENSAMIENTO O
Jornada Semanal • Número 1098 • 20 de marzo de 2016
Alonso Arreola @LabAlonso
Las coatlicues de Germán Venegas
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AY POCOS ARTISTAS CUYA trayectoria se mantiene siempre en ascenso y cuyas exhibiciones resultan siempre una sorpresa. Germán Venegas (La Magdalena, Tlatlauquitepec, Puebla, 1959) es uno de ellos. Inmerso en su taller enclavado en Xochimilco, lejos del mundanal ruido y apartado de la vorágine del mainstream del arte contemporáneo, Venegas pinta, dibuja y esculpe con una pasión desenfrenada que lo lleva a buscar siempre nuevos derroteros y a franquear retos cada vez más complejos en su devenir artístico. Formado como artesano tallador por tradición familiar, Venegas desplegó su oficio de pintor y escultor
tras realizar sus estudios formales en La Esmeralda entre 1977 y1982. Irrumpió en la escena del arte en los años ochenta, formando parte de la generación de neomexicanistas impulsados por la Galería omr con un éxito inusitado. En esos años, Venegas recurrió a la fusión de la talla y la pintura en unos relieves de madera policromados que en su momento causaron sensación. La esCoatlicue 2 cultura y la pintura han sido las dos caras de su quehacer plástico, como una composición poderosa que se alternan y se complementan, lo- remitía al arrebato del expresionismo grando la misma maestría en ambos abstracto. Las pinturas reunidas en la medios, por lo que Raquel Tibol, en presente muestra son de formato pealgún momento, lo describió como queño y mediano, pero no por ello de“esculto-pintor o pinto-escultor”. Lo jan de causar el mismo impacto que la cierto es que Venegas es un creador pieza antes mencionada. Cada tela deobsesivo que explora cada tema y ca- nota un riguroso trabajo previo de dida medio hasta llegar a sus últimas bujo y estudio de la composición que consecuencias. Su exposición retros- el artista desarrolla con sumo cuidado, pectiva de veinte años de trabajo en aunque en apariencia los trazos se perel Museo de Arte Moderno en 2008 dio ciban meramente libres y desenfadacuenta de ello. Ahí se pudo observar el dos. Hay que agregar que es un dibunivel de refinamiento técnico que ha jante excelso. Así lo expresa el propio conseguido tanto en sus esculturas, artista: “La composición, aunque pareque alcanzaron proporciones monu- ce muy caótica, es muy simple: tiene mentales –tallas en troncos de ceiba que ver con el cuadrado, que es la forhasta de 4 metros de altura– como en ma esencial de la Coatlicue, pero tamsus pinturas de trazos gestuales y diná- bién tiene que ver con los cuatro rummicos reunidas en series temáticas ins- bos del cosmos. La mayoría de los piradas en temas relacionados con la cuadros tienen un carácter espacial.” Y tradición prehispánica, la mitología, las es que el pintor desconstruye la imafilosofías orientales y la historia del arte. gen de la deidad y utiliza sus elemenActualmente se presenta en la Gale- tos iconográficos en composiciones ría Aldama Fine Art (Palacio de Versa- libres y abiertas en las que el espectalles 100 L- b , Lomas Reforma) la exposi- dor va descubriendo corazones, garras, ción Coatlicue, de Germán Venegas, serpientes, mazorcas, cráneos y otras que reúne veintiséis pinturas y tres referencias, todo entreverado en las esculturas realizadas ente 2010 y 2012 gruesas capas de óleo: “Siempre me en torno al tema de la portentosa dei- ha atraído la pintura matérica gestual dad prehispánica. El universo preco- y tengo mis maestros favoritos –por lombino ha estado presente en su obra, ejemplo De Kooning, el Grupo Cobra– de una u otra manera, desde sus inicios. pero me voy mucho más atrás, pienso El antecedente de esta serie inspirada en Frans Hals.” Los empastes en estos en Coatlicue es quizás la pintura que lienzos son tan ricos que de pronto se realizó para el proyecto Akaso que con- antojan como relieves, lo que remite, vocó a veintiséis artistas a pintar un una vez más, a su oficio de tallador: lienzo de grandes dimensiones (366 × “Por eso se han unificado mi pintura y mi 488 cm) por comisión del coleccionista escultura: actualmente es la búsqueda Sergio Autrey. Recuerdo esa Coatlicue de los límites de ambas, o los puntos de de Venegas en la muestra presentada unión.” Las tres esculturas en la muesen el Museo Universitario del Chopo tra dialogan con los lienzos por su plasticidad orgánica. Se nota la pasión gozosa que Germán Venegas imprimió a las telas que integran esta espléndida exposición: “La pintura es una continua transformación, como la esencia de la vida misma. Entender el porqué de la existencia a través de embarrar los colores, esgrafiar, empastar, diluir…” La riqueza de la pintura revela la riqueza del alma de su creador • Coatlicue 1
ARTES VISUALES
Germaine Gómez Haro germainegh@casalamm.com.mx
“Si alguien se merece el título de Quinto Beatle, ese es George”: McCartney
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NTRAR A LA INTIMIDAD de un cuarto de ensayos, allí donde la banda ha construido canciones con sudor, peleas y algunos flashazos de inspiración. Entrar y mirar a los ojos al cantante en turno para decirle: deberías abrir la garganta en ese coro, gritar como si te importara lo que dice la letra. Decirle al baterista: guarda silencio en la entrada al puente; no toques nada por cuatro compases para que el final reviente. Decirle al bajista: intenta variar tus figuras en el segundo verso para que se sienta un crecimiento sutil en la canción. Decirle al guitarrista: debemos
cortar tu solo a la mitad, lo siento. Decir todo eso y que los demás pongan cara de asesinos antes de intentarlo, antes de emitir su juicio y sacar la espada defendiendo territorio. Mediar cuando no se cumplan expectativas, cuando las vanidades saquen las uñas, cuando la frustración se apodere del aire. Ser el puente con ingenieros y con la disquera. Asumir consecuencias y responsabilidades por el éxito o el fracaso de un disco ante inversionistas, críticos y fanáticos. Demostrar que las creencias tímbricas y estructurales han sido acertadas; que los arreglos fueron adecuados, sea por minimalistas o pletóricos; que la presencia o ausencia de artistas invitados está justificada. Ganar el respeto, luego la admiración, luego el cariño y finalmente la hermandad: ser uno más en la sala de grabación, en la consola del concierto. Ser uno más del grupo. Hacer todo eso, sí, pero con los músicos más famosos de la historia: The Beatles. Con canciones trascendentales y en estudios legendarios como los de Abbey Road. Decirle a Paul McCartney –contado por él mismo– que deberían ponerle cuerdas a esa ocurrencia llamada “Yesterday”, recibir una negativa por respuesta para entonces convencerlo y conseguir uno de los arreglos más recordados de todos los tiempos. Tales son las cosas que hizo el recientemente desaparecido sir George Martin y que miles de productores de nuestros días ignoran, soslayan, menosprecian o evitan, preocupados por montar la ola pasajera que les dejará vender zapatos, ropa, audífonos. Preocupados por aparecer en la portada de una revista en lugar de los músicos a quienes debían impulsar desde la sombra. Preocupados por el siguiente negocio más que por el trabajo que los ocupa en el presente. Preocupados por seguir la moda y no por generar tendencias en pos del misterioso llamado de una complicidad suicida que no piensa en el mañana. “Fue un verdadero caballero y como un segundo padre para mí”, dijo McCartney al saber la noticia del deceso de Martin.“Él guió la carrera de los Beatles con tal habilidad y sentido del humor que se convirtió en un amigo verdadero y en familia para mí. Si alguien se merece el título de Quinto Beatle,
ese es George.” Poco se puede agregar. Acaso lo que tantos saben y que no deja de sorprender. Esto: George Martin, además de productor de los Beatles, se involucró en la escritura de arreglos y la ejecución de pianos en algunos de sus más emblemáticos temas. ¿Se imagina, lectora, lector, a la maravillosa y desgarradora “Eleanor Rigby” sin ese conjunto de cuerdas? Imposible. De hecho, muchos nos preguntamos por qué no le dieron crédito como coautor en ese y otros casos. En fin. Eran otros tiempos. Por supuesto, hay que apuntar otros datos valiosos para seguirle la huella a George Martin, muerto a los noventa años. Estudió música en su natal Inglaterra en la década de los cincuenta. Como empleado de la bbc y luego de emi , consiguió más de veinte hits con los Beatles, pero luego trabajó con muchos artistas más: Elton John, America, Jeff Beck, Ultravox, Celine Dion y Cheap Trick, entre otros. También produjo temas para tres películas de James Bond, hizo arreglos para musicales (The Who’s Tommy), trabajó en Love, la puesta del Circo del Sol en Las Vegas, y publicó cuatro libros. El más reconocido: All you need is ears. Dicho esto, empero, el material más significativo de su vida es Produced By George Martin, una compilación que reúne cincuenta años produciendo música en seis discos compactos, editados en 2001. Diez años después, en 2011, el proyecto se hizo documental, apareció exitosamente en la televisión británica para editarse en dvd y Blu-ray. Es una joya que recuerda a su programa The Rhythm Of Life (1997-1998), en donde era anfitrión y entrevistador para la propia bbc. Queda preguntarnos por los grandes productores del futuro. Entre George Martin y Nigel Godrich (Radiohead) hay cinco décadas de distancia y muchos talentos en medio: Quincy Jones (Michael Jackson), Tchad Blake (Elvis Costello), Rick Rubin (Eminem), Bob Ezrin (Pink Floyd), Daniel Loanois (U2), Brian Eno (Roxy Music), Gustavo Santaolalla (Juanes), etcétera. Por lo pronto: ojalá que los siguientes gusten de noches atribuladas, obsesionadas con el significado de una nota de guitarra. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
20 de marzo de 2016 • Número 1098 • Jornada Semanal
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Jorge Moch Ana García Bergua
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
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OS DE MIS AMIGOS llaman después de las diez de la noche y ya no les puedo contestar, qué vergüenza. Yo sé que para muchos escritores, amigos o no, la noche es la mejor amiga, la silenciosa, la pausada y larga, ésa que en la oscuridad escucha y brilla con su lámpara de lucidez y tormentos. También es vox populi que a esas horas bailan los demonios y se contonean las musas, pero con esa fiesta no me topo yo desde hace mucho tiempo. La verdad es que a las once de la noche los que me buscan me encuentran pero roncando, pues tengo la costumbre de levantarme a las cinco y media de la mañana. Desde hace muchos años elegí ser diurna, no sólo por la maternidad –ese cambio de horario que no necesita verano ni invierno para imponerse–, sino porque un día le encontré el gusto a la idea de adelantarme un poco al despertar de los otros, ver cómo amanece mientras los demás respiran pausados en sus camas. La verdad, en el amanecer las musas ya bailaron, bebieron y cenaron, están más inteligentes, menos empeñadas en ligar, y los demonios sufren una crisis de identidad que raya con la cruda, por lo que resultan hasta más divertidos. Pero hace días el asunto de andar despierta muy temprano exageró sus límites. Mi hija no tan pequeña y yo tuvimos a mal cruzar la ciudad desde Coyoacán hasta Polanco a las cuatro de la mañana. No les diré por qué, aunque sería interesante. Sólo aclararé que no fuimos a robar las joyas de ninguna mansión, ni violamos la bóveda de ningún banco, ni tuvimos que rescatar a un pariente en peligro, gracias a Tláloc, por si a alguien le pudiera inquietar. Mala no era la razón, pero la hora sí era muy rara; tengo la impresión de que ni siquiera los noctámbulos están despiertos a esas horas. Lunes a las cuatro de la mañana, ni un alma, ni un coche o más bien sí, un solo coche, un poco despistado, quizá también un poco borracho, trazando curvas inexistentes entre carriles vacíos, como esquivando fantasmas: lo dejamos pasar como a esas ánimas que cruzan cuando una puerta o una ventana se abre sola y uno les dice que nomás no hagan daño. También se nos apareció un gato negro gordito y de ojos refulgentes que no nos dio mala suer te, todo lo contrario, pues para los gatófilos cualquier gato es augurio gozoso, peludo y ronroneador. Luego nos encontramos con un grupo de sacrificados corredores en la avenida Progreso muy pegaditos unos a otros con su ropa ultrasport, calentando músculo junto a los Viveros de Coyoacán que ni siquiera a esa hora habían abierto la puerta. Y ya. Porque a esas horas, como les decía, nada, nadie, ni un alma, ni un
susurro, ni un rugido. Descubrimos la hora en que la ciudad descansa de sí misma, al filo de la madrugada, se despoja de su disfraz de señora atascada y maquillada en exceso, llena de coches, de gente, de humo, llena de llenez y puestos de tacos y pobreza y riqueza y calamidades. Y hasta pensamos que incluso los ladrones y los asesinos habrían ya terminado sus labores, hastiados de ser los peores de todos, y por ello a las cuatro tampoco estaban en la calle, a lo mejor tapados hasta la barbilla con el manto de sus fechorías. Ni un auto, ni un transeúnte por Barranca del Muerto o Insurgentes, ni siquiera una puestera de las que temprano traen las ollas para sus guisados y sus garnachas, o un juguero con sus naranjas y sus frutas aún en costales, nada, nadie, ¿pueden creerlo? Los únicos ojos que nos miraban eran las cámaras de los semáforos y yo me sentía un poco ridícula deteniéndome obediente en los altos, como una alumna aplicada en un salón vacío o peor, aún, en un manicomio. Como si hubiéramos descubierto el momento en que la ciudad vacía se convirtió en un espectáculo insólito, una especie de teatro abandonado, una extraña revelación. Cumplimos el cometido y regresé sola por un periférico enorme e inútil, un feo palacio de dos pisos. Ya eran como las cinco y media y el censo de habitantes de la madrugada había cambiado: pocos pero existentes coches y, en Insurgentes, trabajadores enchamarrados, cargando su mochila ateridos de frío. Y los que llegan a preparar sus garnachas y sus jugos se aproximaban también, prefigurando las multitudes de siempre, el teatro horrendo y entrañable de todos los días, ése que mi hija no tan pequeña y yo atisbamos vacío, antes de que llegara la tramoya, como si fuera un capítulo de la vieja Dimensión desconocida, un lunes a las cuatro de la mañana. Un capítulo navideño, quizá. Y eso que ya estamos en marzo •
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IEMPRE MASTICA ESTE ESPACIO tirrias contra la televisión abierta. Pero la verdad es que ya casi nunca la veo gracias al carísimo servicio de proveedores como Sky o providenciales servicios relativamente nuevos como Netflix… así que en aras de alguna credibilidad para estas diatribas, hace exactamente una semana, al filo del mediodía, me di a la titánica, descomunal, agotadora y deshumanizante tarea de sintonizar un rato el principal canal de Televisa, Canal 2, y el principal canal de tv Azteca, canal 13. Los resabios de jaqueca una semana después dan cuenta de que este osado televidente se salvó del aneurisma por un pelito y
promete en pos de su más elemental salud no volverlo a hacer. En Televisa, inevitablemente, encontré un partido de futbol llanero, de ése que pomposamente los locutores que berrean esos encuentros llaman “primera división”. A mí, que no me gusta el futbol, me importó un pepino el resultado del partido que estaba terminando, pero me pude enterar por las constantes repeticiones y los reiterados berridos de esos dos o tres señores a los que imagino arracimados en un cubículo, arrebatándose mutuamente el micrófono, que Toluca le ganó a Dorados, que ni idea tengo de qué ciudad son oriundos y francamente me importa un rábano, y quede consignado que perdieron. Superado el correspondiente atracón de anuncios, Televisa se dio el lujo de transmitir… refritos. Cerca de dos horas de refriteo de una comedia (que no tuvo la virtud de lograr arrancar ni una sonrisa a este televidente ni a los miembros de su familia, que vieron la necesidad de analizar esos programas de televisión como imperdonable afrenta personal y llevan una semana sin dignarse a dirigirme la palabra y ya no digamos invitarme a sentarme a la mesa con ellos o preguntar siquiera si tengo hambre); se trata de Vecinos, programa facturado en 2005 (sí, Televisa se refritea a sí misma con un programa malo y viejo, de hace más de una década), copia vil de la serie española Aquí no hay quien viva, pero morigerando el lenguaje, porque ni de lejos exhibe un guión de Televisa la picardía que llegó a mostrar el original (que tampoco era un dechado de buena televisión, pero comparado a su pésima copia mexicana es una auténtica obra de arte). Pero si eso parecía malo era porque todavía no cometía yo el imperdonable error de sintonizar tv Azteca, que a esa hora emite un bodrio intragable que se titula Venga el domingo, donde tal que el formato archirrecontrasobado manda, un grupito de conductoras y un patiño hablan como merolicos con una asombrosa capacidad para exiliar de esa verborrea cualquier asomo de ingenio, inteligencia o cultura general. Pero sin parar de hablar... chismes. Pero el chisme no es gratuito: hay que soplarse segmentos interminables de anuncios; después de poco más de 3 minutos iniciales dedicados a una encueratriz italiana cuyas fotos en bikini habrían sido tomadas de internet para no pagar derechos, la
del Ajusco me recetó dieciséis segmentos comerciales de un tirón: comida chatarra, refrescos, detergente, tinte para el cabello, varios segmentos de autoconsumo publicitario de telenovelas y programas de concursos (se nota que se han caído las ventas de publicidad), toallas sanitarias, papitas fritas (más chatarra), un par de anun-
cios del gobierno (de la Secretaría de Salud), un spot de Acción Nacional, otro de Conagua, uno de una pomada medicinal, otro de comida para perros, otro de un proveedor de internet y otro más de detergente. Las entradas y salidas a comerciales se hacen siempre, siempre, siempre con música “popular” (reguetón, tecnocumbia y hasta un clásico finísimo como Chicoché: de quén chon…) y un “ballet” que se zangolotea al ritmo de la chunchaca. Y más chismes de esta calaña: la caída de Jaqueline Andere en un teatro. Olivia Collins andaba con un tipo que podría ser su nieto. El cuerpazo de la hermanita menos piruja de las Kardashian. La Guzmán se enojó durante una entrevista en Perú y Kate del Castillo no tiene cola que le pisen… y así durante quince largos, interminables minutos para pasar, mediando cortinilla de bailecito, a otra tanda de dicisiete comerciales que son como volver a empezar: comida chatarra, tinte para cabello, toalla sanitaria, gobierno, etcétera. De modo que dicho y sufrido lo aquí expuesto, llega finalmente el aporreateclas a esta sesuda disquisición crítica sobre la televisión abierta mexicana: que sigue siendo la rastrera, insoportable, sexista, machista y descomunal fuente de mierda que ya habíamos dicho tantas veces • Ilustración de Juan Puga
CABEZALCUBO
Breve crónica de un dominguero sufrir televisivo
PASO A RETIRARME
Cuatro de la mañana
........ ARTE Y PENSAMIENTO O
Jornada Semanal • Número 1098 • 20 de marzo de 2016
Luis Tovar
Juan Domingo Argüelles
Twitter: @luistovars
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UE LA POESÍA ELEMENTAL, básica en métrica y en rima, y no digamos ya en sensibilidad, está no sólo a la baja sino en la miseria, lo prueba la burrada lírica en una canción de banda que interpreta un grupo denominado Cardenales de Nuevo León. Hela aquí: “Si recibes mis flores y mi tarjeta/ ponlas en la mesa, cuéntale (sic) a todos,/ que hay un loco obsesionado contigo,/ que le falta un tornillo y se siente poeta.// Recomiendo que rompas mi tarjeta/ sino (sic) quieres problemas con tu marido,/ de algún modo tienes que ser discreta,/ aunque no te deje en paz la conciencia.// Que nadie sepa que soy tu amante/ y que en la cama hacemos arte;/
que nadie sepa que a escondidas/ nos entregamos hasta quedar sin vida.” Si Santiago, el personaje de Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa, se preguntaba, atribulado, en qué momento se había jodido Perú, nosotros tenemos que preguntarnos, seriamente, en qué momento se jodió el más elemental sentido poético en México. Por supuesto, la escuela mucho tiene que ver en ello, porque padecemos una escolarización incapaz de transmitir realmente conocimientos y habilidades, pero también es verdad que el arte de la versificación era antes incluso dominio de quienes no iban a la escuela, y en no pocos casos la maestría versificadora y la sensibilidad poética eran dominios de gente autodidacta. La tontería transcrita es ejemplo bárbaro de la ausencia del más elemental sentido poético y el nulo conocimiento de la gramática, la sintaxis, la semántica y no se diga la métrica y la versificación. Eso que cantan los Cardenales de Nuevo León tiene tal torpeza que el sólo escucharlo debería avergonzar. Son tres estrofas en las que no hay idea de la métrica: los versos son de nueve, diez, once, doce o catorce sílabas sin ningún patrón de regularidad. Las rimas consonantes están en las palabras tarjeta, poeta y discreta. Pero quien escribió esta atrocidad cree que también hay rimas consonantes en los términos tornillo y marido, amante y arte, escondidas y vida. ¡Qué horrible es leer y escuchar:“Que nadie sepa que soy tu amante/ y que en la cama hacemos arte”! No sólo por la cursilería, sino sobre todo por la ridiculez. Además, todo es incongruente en el “discurso amoroso”. En la primera estrofa, el galán (o gañán que se siente poeta) le dice a la mujer que cuando reciba las flores con su tarjeta, las ponga en la mesa y revele a todos (es decir a todo el mundo) la obsesión que siente por ella. Pero en la segunda le recomienda a la mujer que rompa su tarjeta a fin de que su marido no se entere, puesto que debe ser discreta. Nada más idiota que esto. Primero le dice que se lo cuente a todo el mundo y luego le pide discreción para que nadie sepa
que son amantes y que se ven a escondidas. Es una burrada completa. La ausencia más plena de sentido poético, sentido lógico, conocimiento gramatical y todo lo demás. Estamos hablando de lírica popular y, por tanto, la comparación debe ser con lírica popular, para no ser injustos. Pues bien, lírica popular es, sin duda,“El querreque”, una de cuyas estrofas más conocidas dice así: “Del güisqui y el aguardiente/ cuál es el mejor licor,/ cuál es el mejor licor/ del güisqui y el aguardiente./ Yo digo que el aguardiente/ porque es emborrachador:/ emborracha al presidente;/ también al gobernador.” O bien, otra más, no menos magistral:“Un querreque en un estero/ cantaba desesperado,/ cantaba desesperado/ un querreque en un estero./ Y le dijo un carpintero:/ –Hombre, vive con cuidado,/ que siendo yo carbonero/ una vieja me ha tiznado.”Y otra más, no menos extraordinaria, de este mismo huapango o son huasteco:“Cuando la muerte se inclina/ a llevarse a los mortales,/ a llevarse a los mortales/ cuando la muerte se inclina,/ no valen la medicina/ ni vidas artificiales/ ni los caldos de gallina/ con todos sus materiales.” La métrica y la rima son perfectas. Versos octosilábicos, impecablemente medidos en sus sílabas poéticas. En los versos que terminan en palabras agudas (“licor”,“gobernador”), hay siete sílabas estrictas que sin embargo dan ocho sílabas poéticas como lo exigen las reglas de la lírica. El sentido lógico, el ingenio y la creatividad son evidentes, como no lo son en absoluto en la tontería que cantan los Cardenales de Nuevo León. Sin duda, la miseria ha alcanzado incluso a la poesía popular. Hemos leído y escuchado por décadas el genio y la maestría de los cantores populares, muchos de ellos anónimos y autodidactos, y hoy lo que tenemos es una ignorancia pavorosa de todo lo poético. Que ni los cantantes de hoy hayan aprendido nada del genio lírico popular de nuestro pasado es, por decir lo menos, una calamidad •
Guadalajara 31 (ii de iii)
JORNADA DE POESÍA
Miseria de la poesía y burradas líricas
EN LA PASADA TRIGÉSIMA primera edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara ( ficg ), fueron once los filmes que compitieron por el Premio Mezcal, exclusivo para cine mexicano. A diferencia de la forma como se manejó el grueso de las secciones competitivas, de perfil iberoamericano, donde los largos y los cortos de ficción se encuentran divididos de las cintas documentales, en el caso del citado premio para cine nacional el ficg incurrió en el equívoco de ubicar en el mismo plano ambos géneros, de modo que hubo cinco documentales y seis ficciones. Por esa razón, el “triunfo” de la cinta premiada no se relativiza sino más bien, para este juntapalabras, carece de sentido, ya que éste sólo puede aparecer si
El buen cristiano
se comparan peras con peras y manzanas con manzanas, como se intentará a continuación.
Los docus Los documentales catalogados en la sección oficial en competencia fueron Derecho de playa (Jorge Díaz Sánchez), Pies ligeros (Juan Carlos Núñez Chavarría), Hernán Cortés. Un hombre entre dios y el diablo (Fernando González Sitges), La balada del Oppenheimer Park (Juan Manuel Sepúlveda) y El buen cristiano (Izabel Acevedo), todos de este 2016. También se presentaron Margarita (Bruno Santamaría Razo, 2015), Nueva Venecia (Emiliano Mazza de Luca), El charro de Toluquilla (José Villalobos Moreno), Viviana Rocco Yo Trans (Daniel Reyes) y Baño de vida (Dalia r. Reyes), de 2016. Diez documentales en total, que habrían podido conformar una sección de plena congruencia genérica más allá del tema que aborden o dónde fueron producidos, esto último porque, por ejemplo, Viviana Rocco… formaba parte simultánea de otra sección, lo mismo que Derecho de playa. Seis de estas cintas son eminentemente biográficas: Pies ligeros, sobre dos corredores rarámuris de larga distancia que siendo jóvenes ganaron competencias internacionales; Hernán Cortés, sobre el conquistador de México; El charro de Toluquilla, sobre un cantante de música ranchera portador del vih ; Margarita, sobre una mujer de Ciudad de México que vive en “condiciones de calle”, como le gusta decir a los políticamente correctos; Viviana Rocco sobre la fotógrafa y modelo transgénero fallecida recientemente, y por último El buen cristiano, acerca del juicio al que fue sometido, y del que salió indemne para perjuicio de la justicia, el exdictador guatemalteco José Efraín Ríos Montt. Las cuatro restantes son temáticas o referidas a algún lugar o situación: Derecho de playa habla sobre los pescadores en un lugar de la costa de Jalisco, que están perdiendo su modo de
vida por culpa de la invasión de complejos turísticos; Nueva Venecia retrata la vida cotidiana en el homónimo sitio lacustre donde se vive en casas construidas sobre el agua, en la costa del Pacífico mexicano; Baño de vida registra la cotidianidad de un baño público, claro anacronismo urbano que va desapareciendo, y finalmente La balada del Oppenheimer Park acompaña a un grupo de indígenas canadienses alcohólicos que viven en dicho parque y no en sus reservas por razones de aparente autoexilio. Vistos en conjunto, estos documentales provocan una sensación que podría definirse como de nostalgia por el pasado formal, o quizá de repulsión a la vanguardia: entre documentalistas es frecuente oír hablar mal de ciertos estilos formales tachados de antiguos, como si “fotografiar bonito” y engolosinarse en el plano estético fuera a la vez moderno y eficaz, o como si el hecho de concebir un docu a la vieja usanza anulara cualquier virtud en otros órdenes, por ejemplo, la nada trivial de presentar completo el tema que se aborda, a partir de la plena autosuficiencia del filme, que así no requiere explicación previa o posterior, anexo verbal o textual de ninguna índole. En este sentido, El buen cristiano, cuya concepción y factura lo haría el documental más “viejo” formalmente hablando, fue claramente el mejor, seguido de Pies ligeros, irreprochable en su ortodoxia estructural y su apoyo en recursos documentalísticos más que probados. Ambas películas a diferencia, por ejemplo, de su perfecta antípoda, La balada del Oppenheimer Park, que a pesar de sus evidentes buenas intenciones acaba por no ser más que un registro, entre arbitrario y comodón, del día a día de un grupo de teporochos, sin que a fin de cuentas importe si son indígenas extranjeros en su propio suelo ni nada que no sea su cotidiana libación al aire libre y su convivencia entorpecida por el embotamiento etílico • (Continuará.)
CINEXCUSAS
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Arte del sol y música estelar
CREACIÓN
21 de febrero de 2016 • Número 1094 • Jornada Semanal
Norma Ávila Jiménez
"Todo está en calma;/ sobre la gran cabeza brillan las estrellas;/ en el cielo hay caminos,/ y esta noche todos tenemos alas”: así termina el poema “La estrella”, del siempre querido Hugo Gutiérrez Vega, que partió con los ángeles del otoño y dejó un vacío que, como el Sol, no se tapa con un dedo, ni con toda la mano. Sin embargo, los dedos del Sol sí lo alcanzaron para tocar su lado impúdico –como lo tienen todos los poetas; eso decía–, que lo inspiró a trazar pinceladas estelares en algunas de sus líneas creativas. Al igual que sucedió con Gutiérrez Vega, otros artistas han sido tocados por esa esfera de gas incandescente que nos da vida, o por sus similares, que forman constelaciones.
D e música y eclipses El año pasado, el Museo de Arte Contemporáneo Rufino Tamayo exhibió Micromegas, del artista Pablo Vargas Lugo, instalación que incluía un monitor donde se proyectaba la filmación de un grupo de niños. Sentados en butacas de las filas centrales de la sala del Auditorio Nacional, y sin público, este conjunto humano de sincronía perfecta, levantaba o bajaba mosaicos amarillos o negros, acompañado por las disonancias y consonancias interpretadas por una orquesta de cámara ubicada en el escenario. Representaban, uno a uno, los eclipses que ocurrirán de 2016 a 2025, mientras las sonoridades, autoría de Juan Cristian Cerrillos, daban vida a las umbras y penumbras del futuro. Proyectaban al Sol mordido por la Luna. Esta obra de Vargas Lugo –que ya se ha presentado, en vivo, en Austin, en 2009, y en Cholula, en junio de 2014–, deja ver cómo la imperfección de las manchas solares –por cierto, motivo de otra exposición de este autor– y las ráfagas lo atraparon desde niño, cuando descubrió la astronomía. Ha asociado la física estelar “con las resonancias míticas y psicológicas que conlleva; su poder ha dado lugar a rituales, que se convierten en conmemoraciones atemporales”. Eso obedece a que esa fuente de energía, “al ser eclipsada pone
el mundo al revés: el día se convierte en noche y no hay arriba ni abajo”, subraya. La capacidad de predicción de estos fenómenos y “el azoro que provoca el observarlos”, también fueron motivo para estructurar Micromegas, título tomado del cuento de Voltaire. Aun cuando en esta exposición el autor se valió de un lenguaje nada ortodoxo para mostrar el beso celeste, es difícil no recordar al pintor oaxaqueño Rufino Tamayo. Al referirse a este último, Octavio Paz aseguró que la palabra Sol definía su arte: “Está en todos sus cuadros, visible o invisible; la noche misma no es para Tamayo sino sol carbonizado.” Asimismo, la vanguardia rusa toma por asalto al pensamiento asociativo con Esfera de color y círculo, de Alexander Rodchenko, recientemente exhibida en el Palacio de Bellas Artes. Influido por Kazimir Malévich, su premisa era la simplificación abstracta, los tonos primarios, la línea y la mancha. Sin embargo, en esa pieza deja dichos colores para plasmar, sobre un fondo negro, una esfera dorada que parece seguir su órbita. No quiere decir que su intención era la proyección astronómica, pero es indudable que el observarla traslada a esas esferas cósmicas luminosas.
D e música y Del S ol - lo Nació un 3 de agosto a las seis de la mañana: esa fecha y hora “definieron que mi vida estaría influida por la gran potencia del Sol”, asegura el compositor Eduardo Soto Millán. Fue inevitable, por lo tanto, que una de sus partituras la dedicara a ese cuerpo estelar: Sol-lo (Composición iii ), para clavecín y sonidos electrónicos. Siete notas que entran en una espiral minimalista marcan el inicio de un diálogo sin respuestas entre los instrumentos, ya que la “voz” electrónica sólo refuerza lo que “dice” el clavecín. Las notas proyectan las interrogantes que ese laboratorio de helio detona en la mente de Soto Millán, entre éstas, el comportamiento de su radiación al entrar a la atmósfera, capaz de quemar la piel de una persona sin que ésta sienta precisamente calor (el caso de los
montañistas), o no calentar a un astronauta durante una caminata espacial. “Al igual que muchos poetas, cuestiono y admiro su poder, que jamás podré conocer”. Como el time lapse de un amanecer, casi al final de “esta obra reflexiva” –como la califica Soto Millán–, los sonidos del clavecín y su eco electrónico, rápidamente se fusionan en notas agudas que quisieran iluminar, dar respuesta a las inquietudes del autor.
D e música y Del alma Nuestro astro seguirá detonando interrogantes a legos y especialistas, aun cuando pase a ser una estrella moribunda, como sucede con r. Sculptoris, cuyo sonido también ha dado lugar a la creación. A fines del año pasado, la oficina de prensa del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array ( a l m a ) dio a conocer las once piezas sonoras estructuradas a partir de los registros capturados del lamento por el fin de sus días, de r . Sculptoris, localizada en la constelación Sculptor, a mil 500 años luz de distancia. Las sesenta y seis antenas parabólicas de este radiotelescopio ubicado a 5 mil metros de altura, en el Llano de Chajnantor, en los Andes, al Norte de Chile, fueron dirigidas a esa gigante roja que pronto exhalará su potente y último aliento al convertirse en supernova (explosión final). A partir de las radiofrecuencias que emite, especialistas de alma , del Observatorio Astronómico Nacional de Japón, del laboratorio Party ny y del estudio Qoosmo, conjuntaron esfuerzos para diseñar setenta discos con orificios relacionados con los momentos de mayor intensidad, puntos de partida para que compositores de diversos países mezclaran sonidos electrónicos, voces y otros instrumentos, y dieran lugar a Música para una estrella moribunda. Los soles del cosmos, aún en su lecho de muerte, continuarán siendo musas, seguirán detonando interrogantes y harán soñar con viajes interestelares en naves empujadas por su aliento • Ilustración de Juan Puga
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