■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 20 de julio de 2014 ■
Núm. 1011
Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Filosofía y psicoanálisis, Germán Iván martínez La República Española, el golpe y el exilio, Rodolfo Alonso/Yolanda Rinaldi • Entrevista con JulIo orteGa
20 de julio de 2014 • Número 1011 • Jornada Semanal
bazar de asombros La IfIgenIa de don aLfonso Reyes
Lo mismo en vida que de manera póstuma, la figura de Martin Heidegger ha estado envuelta en una polémica interminable respecto de su postura sobre diversas cuestiones. Como afirma Ángel Xolocotzi, es preciso “adquirir un juicio fundado y diferenciado” en torno al filósofo alemán “y su relación con el nacionalsocialismo”, tarea para la cual son fundamentales los míticos y recién publicados Cuadernos negros, que el autor de Ser y tiempo fue escribiendo, a manera de apuntes, entre 1931 y 1976, en los que puede leerse el pensamiento heideggeriano en torno a la política y el poder. Por otro lado, este año se cumplen setenta y ocho del golpe militar franquista contra la República Española, y setenta y cinco del exilio que aquella barbarie tuvo como consecuencia; tales acontecimientos son recordados por Rodolfo Alonso y Yolanda Rinaldi, respectivamente. Publicamos además una entrevista con el crítico literario peruano Julio Ortega.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
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y ic a lít e po gros d í a , ne o f nos o s der Fillos Cua Portada: Heidegger polarizado Diseño de Marga Peña
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asándose en el mito de Ifigenia, en la historia de este personaje y en las dos obras que sobre el te ma escribió Eurípides, Ifigenia en Áulide e Ifigenia en Táuride, don Alfonso, maestro de todo y de todos, compuso uno de los más bellos poemas mexicanos del siglo xx. Octavio Paz considera que este poema dramá tico “es una de las obras más perfectas y complejas de la literatura hispanoamericana”. Reyes la escribió en 1923, estando ya en Europa y recogiendo con maestría dolorosa la atmósfera moral que dominó los momen tos en que su padre, el general Bernardo Reyes, cayó frente a la puerta Mariana de Palacio Nacional. La obra de Reyes parece haber sido escrita en un mármol del teatro de Epidauro. Don Alfonso fue bus cando las distintas formas que el poema requería y fue construyendo al mismo tiempo, con fragmentos del mito y de la obras de Eurípides, un poema dramá tico que habla de temas universales, antiguos y con temporáneos, pero lo hace desde una perspectiva que conserva el aliento de los trágicos griegos. Vi esta obra en el Palacio de Bellas Artes que cum ple ochenta contradictorios y gloriosos años. Me dio mucho gusto ver de nuevo teatro en el Palacio, pues la música y la danza se habían apoderado casi por completo de nuestro principal escenario, a pesar de que abrió sus puertas por primera vez al público pre sentando una obra de don Juan Ruiz de Alarcón, La verdad sospechosa. En esta escenificación del poema de Reyes está presente una compleja conjunción de la palabra con la música, ya que en el escenario está permanente mente un conjunto de músicos extraordinarios que pertenecen al Centro de Experimentación y Produc ción de Música Contemporánea que dirigió para esta puesta en escena el maestro José Luis Castillo. Para nuestra fortuna, no hubo en esta armoniosa unión ningún aspecto operístico y jamás se usó la música como un subrayado de la palabra. Todo lo contrario: la poesía y la música tuvieron la misma importancia y una se puso al servicio de la otra, lo que dio como resultado un impacto emocional y un significado cla ro al poema en sí y a las influencias de la tragedia grie ga sobre la palabra moderna de Reyes. La dirección de Juliana Faesler y Clarissa Malheiros fue muy acertada y tuvo la virtud de la mesura al des
Hugo Gutiérrez Vega cubrir el fondo de la tragedia familiar de los reyes que visten las ropas de la tragedia clásica para rememorar a la figura paterna y su destino fatal. No olvidemos que el general Bernardo Reyes, en los aciagos días de la traición de la Ciudadela, por muchos y muy com plejos motivos inició una carga de caballería contra Palacio Nacional. Cuando dio la orden de avanzar volteó la cabeza y vio que estaba solo. El hado lo obli gó a seguir su marcha, levantó el sable y él y su ca ballo recibieron la descarga cerrada de fusilería ya obediente a la traición de Huerta. En ese momento culmina la tragedia, con el olor de la sangre del gene ral tirado en el suelo. La directora recuerda con suti leza el tema que generó el poema, haciendo que uno de los actores desenvuelva una banda presidencial y la arrastre brevemente por el escenario. En el mito de Ifigenia aparece una diosa cruel, Arte misa, la Diana cazadora de los romanos. Era hermana de Apolo, dios esencial para la formación del espíritu humano. Pero en su santuario de Áulide, la diosa go bernó con crueldad, convirtiendo a Ifigenia en su gran sacerdotisa, quien se encargaba de asesinar a los náu fragos que llegaban a la playa de los tauros. Son mu chos los personajes que se entrelazan en el mito, en las tragedias y en el poema de Reyes: Orestes, hermano de Ifigenia; Agamenón y Clitemnestra, el primero co mandante de las tropas griegas en la guerra de Troya; la segunda, su esposa y asesina. Está presente también Aquiles, el héroe de las guerras troyanas. Todos, dioses y hombres, se mezclan en este poema tan difícil de memorizar por los actores, pues evita por completo la rima y va variando su ritmo de acuerdo con las circuns tancias. Brilla con luz especial Julieta Egurrola en su Ifigenia que pasará a la historia de nuestros teatro. Andrés Weiss, Marco García, Ana Isabel Esteria y David Calderón construyeron sus personajes con maestría y con un notable entusiasmo. Escenografía impecable, la música moderna impre sionante e inteligentemente discreta, todo esto se jun tó para entregarnos la imagen de la sacerdotisa Ifigenia y la trágica atmósfera moral que cubrió la casa de la familia Reyes. Por esta razón, el poema del maestro lle nó con sus voces y sus ecos nuestro coliseo mayor
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VOZ INTERROGADA
Foto: Viviana Morales. Fuente: internet
Críticayarte entrevista con Julio ortega
de la inventiva
Adriana Cortés Koloffon
más notables en el ámbito de las letras en lengua española, conversa acerca de Pedro Páramo, Carlos Fuentes, Octavio Paz, Bolaño y José Emilio Pacheco, además de otras pasiones literarias. Ha sido docente en prestigiosas universidades de Latinoamérica y Europa, y director del Departamento de Estudios Hispánicos en la Universidad de Brown. Miembro de la Academia Puertorriqueña de la Lengua, es autor, entre otros libros, de La contemplación y la fiesta sobre el boom, Arte de innovar, Taller de la escritura (conversaciones, encuentros y entrevistas) (Siglo xxi editores), Adiós Ayacucho y César Vallejo. La escritura del devenir.
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omo crítico, ¿qué le interesa de una obra? –La parte de invención que tanto las formas como los temas exploran, abren, liberan y proyectan. Siempre he creído en una literatura capaz de renovar la tradición y de imaginar el porvenir. –¿Cuál es, desde su perspectiva, la tendencia actual de la narrativa latinoamericana? –Por mucho tiempo la identidad latinoamericana fue sustentada por las naciones, las razas, las ideologías, las clases sociales, los partidos políticos, los movimientos sociales, las migraciones. Más recientemente, nuestra identidad moderna, hecha del lenguaje del futuro, se debe a la cultura, donde nos reconocemos con mayor libertad creativa. La literatura latinoamericana nos libera del pasado y sus genealogías autoritarias para proyectarnos como una historia del futuro en construcción. –¿Qué piensa acerca de las cartas inéditas de Carlos Fuentes? –Fundamentalmente, las cartas entre Paz y Fuentes demuestran su extraordinaria amistad. Personal, empática, literaria, de lectores mutuos, hecha de confidencias, pero también públicas, llenas de protestas contra el sistema político mexicano, que Paz define como una casta burocrática, semejante al Estado soviético pero aún más eficaz en su control del Estado. –¿Cómo sugiere leer a Octavio Paz? –Hay muchos abordajes posibles de la obra de Paz, y el que yo he propuesto evita las pompas y el presupues-
–¿Qué crítica considera que hace Pedro Páramo del México postrevolucionario? –En mi lectura, Pedro Páramo es la primera gran desconstrucción de la idea mexicana de nación. Es poderosamente alegórica: todos están muertos pero el mundo ideológico que esos personajes tributan sigue articulado y pasa por lo real. Creo que Rulfo nos demuestra el infierno de la ideología (en este caso la ideología católica tradicional) que nos devora con su pérdida del otro, que equivale a la pérdida del yo.
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–La escritura y la voz se funden en ambos como una sola materia emotiva e intelectual. Ambos fueron maestros en decir el verso como si fuera parte de la voz natural, como si la poesía fuese una forma de la respiración. –¿Qué nos dice César Vallejo hoy? –Vallejo escribió su poesía en tiempo futuro. Temprano, imaginó “una mañana eterna en que desayunaremos juntos”. Y al final de su vida escribió sobre la Guerra civil española: “Si la madre España cae –digo, es un decir– salid, niños del mundo; id a buscarla!” Esa futuridad, sin embargo, no está sino en el lenguaje: “Sólo la muerte morirá,” escribe, y, en efecto, la muerte muere en el poema. Con las palabras construyó un horizonte de futuro donde el sujeto redimido podría, humanamente, habitar. –¿Cuál es el papel actual de la universidad en la enseñanza de la literatura?
Nuestra identidad moderna, –¿Por qué dice en El arte de innovar que Terra Nostra es un hecha del lenguaje del verdadero palimpsesto hispánico? futuro, se debe a la cultura. –Terra Nostra es una visión cultural de la tradición hispánica que se afirma en la metáfora del Escorial como mundo cerrado. Los latinoamericanos tenemos en la lengua española y en la tradición cultural vínculos fantasmáticos y agónicos con Foto: Cecilia García-Huidobro. Fuente: internet esa tradición. Gracias a la crítica que propicia la idea de lo moderno, hemos combatido, –Nuestras universidades no deben incluir en sus proa veces con éxito, esos fantasmas poderosos. Por eso es gramas “textos obligatorios” sino nuevos. Cuanto más un libro arqueológico: el edificio de la tradición es leído recientes, mucho mejor, porque la lectura tiene que ofrecomo una ruina. cer a los estudiantes una dimensión de su tiempo vivo y actual. No se puede leer sólo a los clásicos, hay que leerlos –¿Qué opina sobre Estrella distante y Nocturno chilecontaminados de la vivencia de los tiempos presentes. no, de Roberto Bolaño? –Son novelas breves y brillantes que circulan el cielo –¿Por qué dice que la literatura debe ser la prueba de nocturno de Chile con su lumbre crítica, con su ironía nuestra sobrevivencia moral? aguda, con sus historias de poderes y caídas. Bolaño pa–Porque la claudicación de la mayoría de los discurrece exorcizar las penas y penurias de su país inventando sos a los poderes del Estado y del mercado ha desamun lenguaje narrativo que ofrece un manual de sobreviparado a la sociedad, que contaba con la cultura para vencia y, de paso, da lecciones de vuelo y clases de natarecobrar su dignidad y su humanidad. La literatura, por ción para remontar las corrientes. lo mismo, debe ser consciente de que es el último discurso moral (responsable, capaz de devolver la palabra –José Emilio Pacheco era un gran admirador de Bora los otros, sensible a la agonía diaria de los excluidos y ges. ¿Encuentra vasos comunicantes en la obra de los marginados), discurso entrañado en el sufrimiento ambos? contemporáneo
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Julio Ortega (Perú, 1942), uno de los críticos
to nacional: en Madrid reuní un grupo de colegas que hablaron del Paz pasional, esto es, un Paz lector. De modo que una colega habló de Paz lector de Sor Juana, otra de Paz leyendo a Darío, alguien más de Paz lector de Buñuel, otra del Paz que lee y traduce a e.e. cummings y a William Carlos Williams, y alguien más de Paz y la lectura interactiva con Alejandro Rossi. Yo propuse reconstruir la Biblioteca de Octavio Paz, salvada del incendio de su piso, a partir de estas lecturas y de las muchas que faltan por hacerse. La conclusión fue que Paz leyó la modernidad internacional para hacernos hijos de la innovación y la inventiva.
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ENSAYO Rodolfo alonso
Un negro 18 de julio
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l 18 de julio de 1936, hace setenta y ocho años, el golpe militar franquista se alzaba contra el gobierno legal de la República Española. Generada por la espontánea y ejemplar resistencia del pueblo leal, que la llevaría hasta 1939, la Guerra civil española constituyó al mismo tiempo un hecho política y socialmente relevante y un acontecimiento legítimamente legendario. Considerada la última guerra de hombres, antes de que la tecnología bélica ocupara definitivamente el lugar predominante, fue también la primera batalla de la democracia contra el fascismo que de inmediato iba a sumergir a Europa en la segunda guerra mundial, de imprevisibles consecuencias. Marcada a fuego en la conciencia de muchas generaciones de españoles, una gran cantidad de testimonios, documentos y obras de creación fue dada a luz con la recuperación de la democracia, una vez fallecido el dictador. Pero esa intensidad se fue amenguando, en cierta medida, no sólo por el paso del tiempo, sino también con el ingreso en los entonces confortables beneficios de la comunidad europea. Por eso fue doblemente significativo que haya sido un joven escritor y periodista español, Javier Cercas, quien con un libro por tantos motivos indeleble, y de una manera absolutamente nada maniquea, volvió a plantearnos con claridad e inteligencia los significados y las consecuencias de aquella gesta histórica. Por su factura y por su tema, Soldados de Salamina (publicado originalmente en 2001, llevado al cine, y que Tusquets de Barcelona no cesa de reeditar desde un primer momento), es sin duda un texto fascinante. Partiendo de una escritura donde el autor se involucra activamente desde un comienzo, ya que no se plantea como creación literaria sino como relato real, y de una anécdota apenas esbozada de la cual no se tienen casi certezas, Cercas consigue erigir un texto de demoledora y tocante eficacia, tan literariamente logrado como fraternalmente conmovedor. En los meses finales de la guerra, mientras las últimas tropas republicanas asediadas se retiran hacia la frontera francesa, alguien decide fusilar a un grupo de destacados jerarcas franquistas prisioneros. Entre ellos se encuentra Rafael Sánchez Mazas (1894-1966), un brillante intelectual de derecha, fundador e ideólogo de la Falange, quizás uno de los responsables directos del conflicto fratricida que ha ensangrentado a España y dislocado su destino. Sánchez Mazas consigue escabullirse y logrará salvarse, mientras es minuciosamente perseguido,
Militantes falangistas ante el campo de Les Corts
Franco con Rafael Sánchez Mazas examinando los primeros bocetos del Valle de los Caidos, 1940
en un instante que lo acompañará toda su vida, gracias a que un humilde miliciano, que lo descubre y encañona, no se sabe bien por qué y con sólo una mirada de por medio, decidirá no denunciarlo. Ese humanísimo momento, a la vez oscuro y revelador, es el desencadenante del libro. Pero tampoco aquí la mera anécdota alcanza a transmitir lo que el texto contagia con precisión y fluidez, como sin proponérselo, de modo que poco a poco, y hasta en indagaciones realizadas muchos años después, el calibre de aquellos hechos, individuales y colectivos, va cobrando una honda dimensión que termina rozándose inclusive con aquel bienestar democrático de que gozaron hasta no hace mucho, como dijimos, tantos millones de europeos, sin imaginar que todo lo debían acaso a un puñado de héroes anónimos que, en el momento justo, se jugaron la vida para salvar la civilización. Porque es sabido que cuando los tanques del general Leclerq entran en París, consolidando la liberación de Francia del yugo nazi, con él venían veinte mil combatientes republicanos españoles, quienes ingenuamente imaginaron que el próximo paso iba a ser devolver la democracia a España. Esas páginas, como ya dije, se leen de un tirón y nos contagian una inmensa luminosidad. Literatura en el mejor estilo, son también periodismo de primera. Y entre otras muchas alusiones constituyen también acaso un homenaje implícito a aquella primera generación de intelectuales españoles progresistas, muchos de ellos descendientes de jerarcas del régimen, que se enfrentaron al franquismo desde adentro y entre los cuales se destaca Rafael Sánchez Ferlosio, el hijo preferido de Sánchez Mazas, cuya tocante y desinhibida novela El Jarama (1956) constituye el primer hito de aquella camada inconformista. Pero algo más nos reserva este incisivo y bello libro. Como si quisiera evidenciar desde la tapa lo que la fotografía arrastra etimológicamente (photos graphein: “escribir con luz”), una deslumbradora instantánea de Robert Capa (el legendario compañero de Henri Cartier-Bresson en Magnum Photo), tomada en Barcelona el 25 de octubre de 1938, durante la emocionante ceremonia de despedida a los voluntarios de las no menos legendarias Brigadas Internacionales, mediante la intensidad de una mirada tan límpidamente trágica como plena de convicción, decisión y coraje, nos dice mucho más de lo que podría transmitirnos cualquier texto. Incluso uno tan revelador y hondo como este imborrable libro de Javier Cercas
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Niños preparados para la evacuación de España haciendo el saludo socialista
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Las lágrimas del
exilioespañol yolanda Rinaldi y In memoriam
Doctor Horacio López Suárez, trasterrado español, republicano hasta la muerte. Se apagó el 14 de abril de 2014
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etenta y cinco años del exilio republicano español remiten al diálogo que, en 1940, abriera el gobierno de la República Mexicana con elementos representativos de los demócratas que hallaron un sitio en México, a partir de la primavera de 1939. Aunque contemplados de lejos, sus voces aún se elevan y tocan el oído de los ahora jóvenes, sin importar que estos últimos no compartan las mismas heridas que sus antepasados, como bien decía Tomás Segovia. Lázaro Cárdenas concluía su mandato y el poeta León Felipe lo despedía con cierta entonación un tanto elegíaca: “Encendió una luz que estaba apagada en el mundo: la Justicia, que hay que defenderla más allá del huerto de mi compadre.” No eran palabras superfluas con remisiones al pasado: el cardenismo empezaba a ser historia; México significaba el espacio donde se podía vivir sin miedo, aunque no exento de desazones. El encuentro era el homenaje de despedida al que asistieron Indalecio Prieto, Diego Martínez Barrio, José Giral, José Andreu, Carlos Esplá, Álvaro de Albornoz, José Andrés de Oteyza, Manuel Márquez, Gonzalo r. Lafora, Cándido Bolívar, Belarmino Tomás, Manuel Goicoechea, Jaime Pi-Suñer, Benjamín Jarnés, Enrique Rioja, Roberto Castrovido, Julia Iruretagoyena, José Miaja, Ignacio Bolívar, Carmen Gallardo, Cristina Pedreira, Julio Carabias, Antonio Sacristán. León Felipe, poseído de la memoria colectiva de su pueblo, le decía al general: “Deja el caserón que es México, pero igual que los grandes mayordomos: No importa errar en lo menos, si se acierta en lo esencial.” Allí estaban también Carmen Bernal, Pilar Bolívar, Lucio Martínez Gil, Mariano Ruiz-Funes, Félix Gordon Ordás, José Tomás y Piera, Francisco Belausteguigoitia, Joaquín Silvestre Adelantado, Emilio Maldonado Vita, Alejandro Otero, Antonio Madinaveitia, Antonio Zozaya, Isaac Abeytua, Adolfo Salazar, Felipe Sánchez Román, Demófilo de Buen, Manuel m . Pedroso, Sebastián Pozas. Todos estaban ahí con las observaciones de su experiencia tan terrible, reflexiones de hombres derrotados en esa época por la represión ideológica franquista. Se hace oír Félix Gordon, de la Unión Republicana –ministro de Industria y Comercio y embajador–, condenando el
silencio de la Sociedad de Naciones, y precisaba: “Sólo la voz de México en defensa de los postulados del Derecho internacional […] nos dio el primer envío de armas y municiones con que hacer frente a la rebelión militar.” También se alzó la voz de Diego Martínez Barrio, presidente interino de la República, para resaltar la obra del general: “Abre surco a las relaciones futuras de México y España”, y con ánimo esperanzador decía: “cuando se haya restaurado el orden moral de Europa, mi país recobrará la dirección de su destino político”. Esquerra Republicana de Catalunya, en voz de José Tomás y Piera –ministro de Trabajo y vicepresidente de las Cortes–, reconocía ante Cárdenas que “miles de republicanos tenemos hoy hogar tranquilo, y muchos miles esperan la redención a tanta tragedia con su integración, ya próxima, en este México acogedor”. A su vez, Francisco Belausteguigoitia, del Partido Nacionalista Vasco, puntualizaba: “Nos será imposible saldar esa deuda que los vascos hemos contraído, pero quisiéramos pagarla, haciendo de México nuestra segunda patria.” Álvaro de Albornoz, ministro de Justicia, presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales, a una distancia atenta llamó al presidente de México “el padre de los españoles sin patria y sin derechos, perseguidos por la tiranía y desheredados por el odio”. José Miaja, ministro de Guerra, Mariano Ruiz Funes, de Izquierda Republicana, José Andreu, presidente de la Audiencia de Barcelona, José Giral, ministro de Marina, Lucio Martínez Gil, del Partido Socialista Obrero y Carlos Esplá, ministro de Propaganda, reconocían a Cárdenas su respeto a la libertad y el amparo al vencido. Ahí estaba el pacto: lejos de todo y cercanos a la vida de ahora. Entre el suceso y la oportunidad de cambio, mostraban la buena sintonía con el gobierno de México: Belarmino Tomás, gobernador general de Asturias y León, representante de la Unión General de Trabajadores, Emilio Maldonado Vita, miembro del Comité Nacional del Trabajo, Julio Carabias, gobernador del Banco de España, Demófilo de Buen, catedrático de la Universidad de Salamanca, Felipe Sánchez Román, catedrático de la Universidad de Madrid y Jaime Pi-Suñer, catedrático de Fisiología de la Universidad de Santiago Compostela. Escritores como Benjamín Jarnés, Roberto Castrovido y Antonio Zozaya enaltecían el acto de Cárdenas, no con un optimismo de saldo sino de confianza como funda-
Los primeros niños exiliados que llegaron a México
mento: “cuando amenazó la tormenta nos dio la mano, nos dio un suelo firme donde pisar”. Como colofón de todas esas voces, las lágrimas de Indalecio Prieto, ministro de Hacienda, presidente de la delegación en México de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles, Jare [organismo creado por acuerdo de la Diputación Permanente de Cortes en el exilio, reunida en París el 31 de julio de 1939]: “No me avergüenzo –dijo– de haberlas derramado en ocasiones tan solemnes”. La primera vez fue el 20 de febrero de 1939, motivado por la expresión de solidaridad con la República de una multitud de chilenos, argentinos y uruguayos, momentos antes de ingresar a Los Pinos; al llegar ante el presidente mexicano sólo las lágrimas sirvieron como saludo: “Mi corazón está acongojado por el éxodo a través de los Pirineos, ante el General que me espera quiero hablar y las primeras palabras se deshacen en sollozos.” Igual que en la despedida en ese primero de diciembre de 1940, “abrazando al amigo que deja de ser presidente”. Los testimonios del homenaje quedaron registrados en el folleto editado por la Jare , que luego fue entregado a Cárdenas en un álbum autografiado. Un hechizo que hoy nos devuelve a esos encantamientos verbales y la imagen de una posibilidad que no se volverá a tener en el mundo, porque ahora ya no hay un pedazo de tierra para los desplazados, ni siquiera para los niños, puesto que hoy todo se ve desde una óptica distinta, con otros –o con ningunos– valores éticos
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Filosofíay PSICOA
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germán Iván Martínez
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uienes tuvimos la oportunidad de cursar los seminarios de filosofía y psicoanálisis en el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos ( CidHem ) pudimos apreciar no sólo la valía del proyecto que dio vida a esta importante y reconocida institución de educación superior, sino constatar el talento y compromiso de sus maestros. Hoy, a través de estas líneas rememoramos conceptos, ideas, sentimientos y presentimientos; recordamos la voz suave de Luis Tamayo y su hablar pausado, propio de quien piensa. Y también el tino con el que Antonio Ruiz Taviel usara las palabras y la exigencia que sus expresiones provocaban en nosotros para lograr la comprensión. En aquellos seminarios los asistentes aprendimos que la filosofía y el psicoanálisis están estrechamente vinculados y que, si bien la primera precede al segundo, dichos ámbitos han desempeñado históricamente una labor especulativa fundamental. Como sabemos, el psicoanálisis nació vinculado al tratamiento de las enfermedades mentales, pero hoy entendemos mejor que ayer que “lo normal” es siempre cuestionable; que el enfermo mental se caracteriza por transgredir las normas de conciencia personal y social y que toda enfermedad implica un trastorno de la conducta. Hoy, gracias a la filosofía y al psicoanálisis se pueden analizar la naturaleza y condición humanas y podemos comprender mejor que empezamos a ser aún antes de nacer, esto es, de existir. Nacemos como expectativa, como deseo (no sexual, pre-sexual). El ser, desde la perspectiva psicológica, existe antes que el ente, y lo hace como nominación y como sospecha. “El ser precede al ente y lo trasciende”, afirmaba Ruiz Taviel y Tamayo. Nacemos entonces, decían, como necesidad de ser y ésta busca trascender la muerte. En aquéllos seminarios recordaban a Erich Fromm para subrayar que el ente que no deviene ser equivale a morir sin haber nacido. El ente no es simplemente el ser. El ser implica posibilidad de ser, esto es, apertura vital. Y el psicoanálisis va más allá del ente; se preocupa por el ser pero no hace ontología sino ontogenia, es decir, se ocupa del proceso de formación de cada sujeto y atiende el conjunto de transformaciones que nos afectan desde la fecundación hasta cuando alcanzamos cierto grado de madurez. Aclaraba Ruiz Taviel que el psicoanalista no pretende explicar al ser pero sí busca exponer el cómo de ese ser óntico que es el ser individual.
Quienes asistimos a aquellos seminarios releímos a Freud y entendimos que el inconsciente es un depósito de ideas de las que uno ni idea tiene. Aprendimos que los recuerdos se van atrás pero no están muertos y que el padre del psicoanálisis descubrió que el núcleo del comportamiento es instintivo. Advertimos que, en unos dicho comportamiento nos lleva a sobrevivir; y en otros, a destruir. Reconocimos también que el miedo juega un papel fundamental en la vida humana, y que hay mecanismos de defensa que perviven en nosotros y nos hacen subsistir. Recordamos la importancia del apego y entendimos que toda separación siempre va acompañada de angustia. Apreciamos que ésta brota ante lo desconocido, ante el fracaso, el equívoco, el rechazo o la burla; que vivimos cargados de temores y que para conocer cómo se presenta una fobia es preciso hurgar en la historia personal, familiar y social de cada sujeto. Comprendimos entonces que en el psicoanálisis cada caso es único pero que su finalidad e importancia radican en que posibilita la ampliación de la conciencia individual y colectiva. Aprendimos que somos seres compelidos a conocer y aprender. Que no nacemos hechos sino que nos hacemos, nos construimos en cada decisión que tomamos. Que somos proyecto y tarea inconclusa, y que somos, irremediablemente, seres de relaciones y no sólo de contactos. Caímos en la cuenta de que el hombre se pasa la vida construyendo el ser que es y que el aprendizaje de la socialización implica el ordenamiento de nuestras funciones. Advertimos que lo insignificante nunca se recuerda y que la memoria es un cúmulo de sucesos significativos. Entendimos que uno no puede olvidar algo que nunca supo y reconocimos la importancia (incluso cierta felicidad) que se desprende de la inconsciencia y la ignorancia. Aprendimos que el origen de la emotividad es la afección y que junto a un desarrollo neurológico, psicológico y social, se halla otro normativo, anclado a un sistema de reglas que permean al hombre y al conjunto social. Advertimos entonces que no hay ética que no provenga de la moral; esto es, de la costumbre. Y que obviamente no hay moral sin cultura. Aprendimos que el hombre en soledad no existe, y que el otro representa tanto para uno como uno representa algo para él. Entendimos que los humanos estamos enfermos aunque no lo sepamos; que toda sociedad tiene una forma de enfermedad y, lo que es peor, que la enfermedad misma se ha insertado ya en la normalidad. Aprendimos que las conductas anómalas del psicópata y el sociópata (sus trastornos de personalidad) tienen en la mayoría de los casos un origen egocéntrico, y que el egocentrismo –a diferencia del egoísmo que se vincula al comportamiento–, se liga más a hábitos y maneras de pensar. Aprendimos que los humanos somos primariamente agresivos, depredadores y carroñeros, y que sólo la civilización nos vuelve tiernos, cariñosos, amables, adaptables. Comprendimos que si la salud mental es el estado de ánimo de la mayoría de la sociedad y el enfermo un inadaptado (o desadaptado) que perturba con su comportamiento el tejido social, la sanidad psiquiátrica y la psicoterapia no son otra cosa sino el empeño por ajustar a quien se desvía del tipo de personalidad favorecido por la sociedad, adaptando a cada
uno al nivel del hombre medio, ajustándolo a las formas de vida de una sociedad determinada, sin importar para nada si dicha sociedad está cuerda o loca. Aprendimos, recordando a Sartre, que somos el resultado de lo que otros han hecho de nosotros y, por ende, que somos en alguna medida un producto artificial. Que conocemos muy poco nuestra mente y que somos obstinados, convencionales, autómatas, temerosos, consumistas e inconscientes. Reconocimos, con Luis Tamayo y Antonio Ruiz Taviel, que hemos perdido el sentido de comunidad y que bien a bien no podemos precisar cómo fue que lo hicimos. Que por el miedo, el riesgo y la inseguridad, nos hemos acostumbrado a vivir en casas que se vuelven prisiones y vivimos por ello encarcelados y paranoicos. Aprendimos que somos realmente insignificantes y que hoy emergen nuevas locuras en razón de nuevas realidades. Que vivimos en la ficción del lenguaje porque éste sirve para tranquilizarnos y darnos consuelo y que todo ser humano es potencialmente delirante porque nuestras ideas pueden desbordarnos. Comprendimos que el núcleo de las enfermedades mentales, individuales y colectivas, se halla en la dificultad de asimilar la realidad, esto es, en la impotencia o el fracaso adaptativo del hombre para con el mundo y para consigo mismo. Aprendimos que no hay cura para la esquizofrenia y que
Ilustraciones de Huidobro
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ANáLISIS quien padece este trastorno es incapaz de sublimar, es decir, de transformar la libido-sexual en alternativas. Entendimos que no obstante eso, la vida del esquizofrénico es posible hoy día en sociedad, y que puede ser también creativo y productivo. Aprendimos que toda idea nace de la percepción y que ésta estructura todo un sistema de ideas, es decir, de pensamientos. Comprendimos que la alteración de dicha percepción tiene que ver con la ideación delirante, con una falsa percepción que resulta doble, pues no sólo es hacia afuera sino también propioceptiva. Reconocimos que la demencia está ligada a la debilidad mental pero también que los locos tienen la posibilidad de adelantarse a su tiempo; que la locura puede ser muy fecunda y que todos cometemos locuras pues hay locura en todos y en todas partes. Aprendimos que la estupidez no necesariamente es genética sino que puede ser programada incluso a distancia, por televisión. Advertimos que hoy más que nunca existen condiciones que predisponen a ella, pues vivimos en un mundo donde se privilegia la imagen o, como dirían los que saben, donde se ha sobrepuesto lo icónico a lo simbólico. Mundo en el que la comunicación se deteriora y el intercambio de ideas, sentimientos y emociones se expresa, en el mejor de los casos, de múltiples formas, pero en el peor, parece extinguirse. En La resistencia, Ernesto Sabato escribió: “El hombre está perdiendo el diálogo con los demás y el reconocimiento del mundo que lo rodea, siendo que es allí donde se dan el encuentro, la posibilidad del amor, los gestos supremos de la vida. Las palabras de la mesa, incluso las discusiones o los enojos, parecen ya reemplazadas por la visión hipnótica. La televisión nos tantaliza, quedamos como prendados de ella. Este efecto entre mágico y maléfico es obra, creo, del exceso de la luz que con su intensidad nos toma.” Sabato advierte en este libro que la televisión anestesia la sensibilidad, hace lerda la mente y perjudica el alma, por eso nos invita a valorar la vida de otra forma. Con Luis Tamayo y Antonio Ruiz Taviel aprendimos que el sentido comunitario hoy se ha diluido; que priva en el mundo una distonía social que hace necesario un rediseño de nuestro habitar y la emersión de una conciencia ecológica que nos permita entender que sólo somos la pequeña parte de un todo que se mueve sistemáticamente. Esta conciencia individual involucra varios aspectos: una percepción correcta, capacidad asociativa y retentiva, pero también acciones puntuales y concretas que nos hagan retornar a una vida más simple. Esta conciencia individual debe expandirse hasta generar una conciencia familiar, comunal, nacional y mundial que haga posible re-descubrir nuestra mundanidad y reaprender a construir verdaderas comunidades que eviten la destrucción de nuestro planeta. Hoy, al recordar aquellos seminarios apreciamos su valía pues fueron siempre una invitación a pensar. Las ideas en ellos vertidas fueron siempre dardos lanzados contra la pereza reflexiva. Hoy reconocemos a Luis Tamayo y Antonio Ruiz Taviel como pensadores sencillos, afables, abiertos y flexibles; pero a la vez rigurosos, disciplinados en la academia pero sobre todo cordiales. Hoy les enviamos un fuerte abrazo y nuestra gratitud infinita y les decimos, no sin melancolía, que sus disertaciones le hacen falta a una sociedad que corre el riesgo de cesar de pensar
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Crónica de un posible regreso Juan Manuel Roca
Si Cristo se decidiera a bajar de la cruz Y a dejar de una vez por todas Los muros donde cuelgan sus brazos Como las alas clavadas por los cazadores de ángeles, Si pudiera desclavarse y desinfectarse De las llagas impuestas por los vendedores de heridas, A lo mejor volvería a caminar sobre el mar de Galilea Y a invitar a una cena de silencios a putas y mendigos. Para evitar que se repita tan peligrosa cruzada Los patriarcas disponen de cámaras secretas En los rincones de los conventos, en catedrales y museos. Podría ocurrir que se animara a descolgarse de su cruz Y que huyera a predicar su amortajada verdad En el corazón herido de las ciudades. Si en un descuido El hombre decidiera bajarse de las trozas del árbol Empezaría por cerrar los brazos, cansado de estar Como un espantapájaros a merced del agua o el viento. Luego se abrazaría a sí mismo como a un viejo conocido Y escaparía del largo cautiverio, remando, remando, Con sus dos viejos maderos hacia el alba.
Filosofía, política
losCuade
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Ángel Xolocotzi
n una entrevista a Friedrich-Wilhelm von Herrmann, el último asistente personal de Martin Heidegger, aquél indicaba que la publicación de los Cuadernos negros marcaría una pauta importante en el proyecto de edición integral (Gesamtausgabe) de la obra heideggeriana, para la que se tienen previstos 102 volúmenes. En otra entrevista, el hijo no biológico del filósofo Heidegger afirmaba que, de acuerdo con las indicaciones de su padre, esos cuadernos deberían salir a la luz como colofón, puesto que se trata del “concentrado de su filosofía”. Sin embargo, dicha indicación no se cumplió al pie de la letra. Ante el gran interés generado alrededor de los Cuadernos negros, tres de los nueve volúmenes salieron a la luz bajo el sello de la editorial alemana Vittorio Klostermann, entre febrero y marzo del presente año. Pero ¿en qué consisten precisamente los así llamados Cuadernos negros? Desde hace décadas estos textos constituyen uno de los mitos en torno a la figura de Heidegger. Se trata de treinta y cuatro cuadernillos con cubiertas enceradas de color negro, en los que Heidegger redactó una serie de apuntes entre 1931 y 1976. Los primeros catorce cuadernillos –ahora publicados– se titulan “Reflexiones” y abarcan los años transcurridos entre 1931 y 1941. Los otros veinte están en proceso de edición y se distribuyen de la siguiente forma: nueve corresponden a “Observaciones” dos a “Cuadernos cuádruples”, otros dos a “Vigilias”, uno a “Nocturno”, dos a “Guiños” y cuatro a “Provisionales”. Aunque en los últimos años aparecieron otros dos cuadernos, “Megistón” y “Palabras fundamentales”, por el momento no están contemplados dentro del proyecto de la Gesamtausgabe. Ante esta situación de premura cabe preguntarse: ¿a qué se debe tanta expectativa generada alrededor de dichos textos?
Más allá de Ser y tiempo Hasta hace poco se pensaba que los Cuadernos negros constituían una especie de diario filosófico, una bitácora pensante que nos proporcionaría la clave de lectura de la obra heideggeriana en general; sin embargo, Heidegger nos vuelve a sorprender porque en realidad se trata de un
Páginas de uno de los Cuadernos negros de Heidegger, recientemente publicado en Alemania por primera vez. Fuente: Deutsches literatura Marbach
estilo sui generis, en el que se van mezclando reflexiones filosóficas de mucha claridad y anotaciones de carácter cosmovisional sobre lo que ocurría en aquel momento. Así pues, a lo largo de las mil 240 páginas encontramos cerca de mil 600 reflexiones en torno al rumbo que tomó su filosofía después de Ser y tiempo, así como algunas precisiones sobre su segunda obra fundamental, titulada Aportes a la filosofía. Pero junto a esta riqueza filosófica también encontramos algunas observaciones contundentes sobre el nacionalsocialismo y, a partir de 1938, sobre el judaísmo. Sin embargo, muchas de sus posturas y aseveraciones no están libres de prejuicios. Eso se muestra claramente por lo menos en doce citas en las que, a partir de 1938, Heidegger deja ver cierta ingenuidad en su concepción del judaísmo. Como bien señala el editor alemán de los textos, Peter Trawny, no hay evidencia de que haya leído los Protocolos de los sabios de Sión y, por consiguiente, la difundida tesis de una conspiración mundial judía; no obstante, ya que una parte de los discursos de Hitler difundían los estereotipos ahí planteados, Heidegger simplemente los asimiló y buscó asociarlos a una problemática filosófica en diversos momentos de su obra. Hablamos aquí de la asociación entre “el cálculo” como modo de pensar de la época contemporánea y la cosmovisión judía que, de acuerdo con Heidegger, es un mero calcular. De este modo, la crítica a la historia de la ontología y, concretamente, a la modernidad, será ligada al judaísmo: “Una de las figuras más ocultas de lo gigantesco y quizás la más antigua es la dura historicidad del cálculo, del empuje y de la mezcla confusa, mediante lo cual se funda la ausencia de mundo del judaísmo.” (GA 95, 97.) Poco antes de la publicación de los Cuadernos negros, Trawny advirtió que este tipo de afirmaciones antisemitas “contaminaban” la obra tardía de Heidegger. En Europa, la respuesta a esta afirmación no se hizo esperar y la reactivación del “caso Heidegger” tampoco. Críticos y traductores franceses como g. Guest, F. Fédier y e. Faye; intérpretes alemanes como el biógrafo r . Safranski, el sucesor de la cátedra de Heidegger, g . Figal, y el profesor k . Held, han escrito y participado en programas radiofónicos y televisivos para discutir el asunto. De igual manera, la prensa internacional ha tomado parte en el debate, recurriendo
a frases y citas hace tiempo publicadas, en las que el filósofo expresa abiertamente su postura ante el nacionalsocialismo y el judaísmo. Es innegable que el “caso Heidegger” ha sido una constante en la filosofía y la cultura desde hace varias décadas, y que ha dado pie a puntos de vista tan diversos como irreconciliables, pero ¿de verdad es importante regresar al tema? En la actualidad, hay quienes niegan todo valor filosófico a la obra heideggeriana, basándose en la interpretación de su pensamiento bajo los auspicios de intereses políticos y compromisos ideológicos. Por otro lado, también hay quienes se desentienden por completo de los sucesos biográficos a la hora de adentrarse en el estudio de la obra en general, como si la indagación en la vida de un pensador de nada sirviera para entender su filosofía. En cualquiera de los casos, el punto de partida es el mismo: el problema de las múltiples relaciones que se puedan extender entre vida y obra de un autor. Así, quienes defienden la subordinación de la obra a los avatares de vida, afirman que Heidegger permaneció siendo un nazi hasta el final de sus días y de sus obras. Mientras tanto, los que enfatizan la tajante independencia de ambas sostienen que Heidegger siempre mostró una especie de “resistencia espiritual” en contra del régimen político de su tiempo. Desde ambas perspectivas la posibilidad del diálogo parece remota. La falta de información ha sido el motor de esta cerrazón y polarización de lecturas. No obstante, el panorama interpretativo por fin comienza a expandirse, más allá del rechazo o la aceptación del posible nazismo en la filosofía heideggeriana.
ConoCer para juzgar Gracias a la publicación de textos representativos como los Cuadernos negros, ahora contamos con herramientas sólidas que nos permiten adquirir un juicio fundado y diferenciado en torno a Heidegger y su relación con el nacionalsocialismo en múltiples aspectos. Quizá por ello, ninguna otra obra filosófica había suscitado tanto interés mediático como esta publicación. Algunos incluso han llegado a pensar que la discusión en torno al “caso Heidegger” finalmente será clausurada. Todavía es muy pronto para afirmar o negar esta expectativa, pero lo que sí queda claro es que estos textos, junto con los discursos del rectorado y los epistolarios íntegros –cuya edición comprenderá alrededor de cuarenta y cinco volúmenes–, traerán consigo nuevas interpretaciones en torno a la humana condición de un filósofo que aprueba o cuestiona, por lo menos en un nivel personal, los acontecimientos cotidianos y los sucesos sociales y culturales, al mismo tiempo que da forma a su pensamiento en torno al ser. De hecho, estos primeros tres volúmenes recién publicados ya brindan los elementos suficientes para derribar la imagen de un Heidegger apolítico y rural que desatendía las circunstancias de su tiempo con tal de llegar a tematizar el sentido histórico del ser en general. Con todo, la figura del Heidegger político que nos deja ver en sus páginas no es de lo más afortunada, ya que también deja ver las libres asociaciones y los saltos injustificados que, de vez en cuando, lo llevan a comprometer su pensamiento con una serie de propuestas ideológicas sin más ni más.
a y poder:
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ernos negrosde La consideración de la (meta)política como única posibilidad de dar continuidad a la metafísica es el más claro ejemplo de ello. Efectivamente, uno de los puntos álgidos de estos cuadernos se halla en el paso de la ontología fundamental al pensar histórico del ser, así como la configuración del “primer inicio” del pensar en Grecia, su ocaso y la necesidad de “otro comienzo” para la filosofía venidera. Aunque ya desde 1929 Heidegger había planteado la necesidad de inaugurar el camino de tránsito hacia el otro inicio mediante la elaboración de una “metafísica del Dasein”, a partir de 1932 abogará por la conversión de dicha metafísica en una “metapolítica del pueblo histórico”. Este paso de la metafísica a la política será, precisamente, la pauta que permita asociar la búsqueda filosófica del “otro inicio” del pensar con el nacionalsocialismo y con el pueblo alemán: “Pensando de forma puramente ‘metafísica’ consideré en los años 1930-1934 al nacionalsocialismo como la posibilidad de un tránsito hacia el otro inicio y así lo interpreté.” En el fondo, esta será su idea de nacionalsocialismo; un “nacionalsocialismo privado” que desencaja con el real, a tal grado que se verá orillado a renunciar a la rectoría de la Universidad de Friburgo sólo diez meses después de
Heidegger
haberla asumido. En última instancia, la confrontación de su visión filosófica con la ejecución política y social del nacionalsocialismo será la razón por la cual Heidegger decida permanecer al margen de su época, “en el frente invisible de la Alemania espiritual y secreta”. De aquí en adelante comenzarán a incrementarse las críticas al principio de raza y, sobre todo, a la idea de una “filosofía nacionalsocialista” al estilo de Rosenberg, Krieck y Bäumler. Quizás toda esta discusión, reavivada ya con la publicación de los Cuadernos negros, nos enseñe lo mismo que nos enseñó la experiencia de Platón en Siracusa: la incompatibilidad entre la filosofía y el poder. Sin embargo, de-
bido a la trascendencia que ha tenido un pensador como Heidegger para los impulsos contemporáneos, no es secundario tratar de entender lo que ya Habermas había cuestionado en 1953: “cómo pues un pensador de este rango pudo caer en un primitivismo tan evidente”. Por el momento, este caso no ha encontrado una resolución definitiva, pero, a diferencia de los detractores y los apologetas, ahora contamos con la posibilidad de realizar un análisis de forma documentada y científica, superando ya aquellos primeros panfletos iracundos y fantasiosos que veían en Heidegger al más nazi de los nazis, o bien, al gran ejemplo de resistencia espiritual
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Martin Heidegger. Fuente: writersatwork
“Poco antes de la publicación de los Cuadernos negros, Trawny advirtió que este tipo de afirmaciones antisemitas ’contaminaban’ la obra tardía de Heidegger.”
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20 de julio de 2014 • Número 1011 • Jornada Semanal
Paloma. Por algo pasan las cosas, Glenda Libier Madrigal, Puertabierta Editores, México, 2013.
Democracia ética. Una propuesta para las democracias corruptas corruptas, Óscar Diego Bautista y Txetxu Ausín (compiladores), Instituto Electoral del Estado de México, México, 2014.
Tanto el título como lo que se postula en calidad de intención fundamental de este conjunto de ensayos, no pueden sino mover a encomio: quién, que viva en este país y necesariamente padezca –salvo aquellos que más bien saquen personal provecho– las desgracias de todo tipo, emanadas de un sistema que de democrático suele no tener nada salvo el nombre, no apreciaría las bondades de una democracia basada en el ejercicio de la ética, entelequia total en cuya ausencia tenemos, y ni siquiera lo suficientemente confiable como de sobra se sabe, apenas un sistema electoral al que se ha querido ver y tener como sustituto válido de una democracia plena; es decir, y para que cierre bien el uroboro, una democracia que no se agote ni se limite a lo meramente electoral. Así las cosas, es agridulce, por decir lo menos, la sensación que resulta de leer este libro y encontrar en él bondades teóricas y propuestas plausibles, tocantes unas, derivadas otras, de la necesidad harto evidente de acabar con la corrupción endémica que, no de ahora sino desde ya muy larga data, ha hecho metástasis en el cuerpo entero del Estado mexicano; agridulce, se decía, porque la realidad impide soslayar esa especie de contradicción que hay entre propuesta y proponente, y háblase aquí de los editores responsables más que de quienes firman el libro en calidad de compiladores: de los primeros, porque se trata del Instituto Electoral del Estado de México, sobre del cual pesa –no de manera particular quizá, pero sí de modo general– el sambenito, mediático y de vox populi, de ser una más entre las muchas entidades del sistema democrático mexicano transidas precisamente de aquello que reza el subtítulo del volumen. De los segundos, porque en un conjunto de seis textos compilados, sucede que hasta en tres ocasiones han cometido la inelegancia de compilarse a sí mismos –es decir, si de compilación se trata y no de antología biautoral con tres autores invitados. La forma y el fondo, que decía don Jesús Reyes Heroles...
LAS LÁGRIMAS QUE VIO EL VOLCÁN OLLIN VELASCO
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a vida da lecciones sin pedir permiso. La historia de Paloma es una muestra de cómo el destino barajea sus cartas de forma caleidoscópica y desconcertante, pero sabia a final de cuentas. Este libro expone las hebras que conforman a una mujer única (que es muchas más al mismo tiempo), capaz de encauzar la intensidad de su espíritu para ayudar a sanar heridas ajenas. Aunque en el fondo ella también está rota. Esta primera novela de Glenda Madrigal es un destello rosa en medio de un mar de palabras deslucidas y manoseadas en torno al género femenino. La periodista, que actualmente funge como directora editorial del Diario de Colima, pone frente al lector un cuadro sin poses, donde el destino llega sin maquillaje y donde no hay espacio para felicidades de perfección milimétrica, irreal. Paloma es una joven psicóloga que vive con intensidad sus días en Ciudad de México: ama su trabajo, es exitosa, querida por mucha gente y asediada por varios hombres. Pero pocos saben que tras su apariencia incorruptible hay grietas que la van oscureciendo por dentro. La tentación de lo prohibido se le planta enfrente, Paloma siente el peligro y decide huir y entregarse a un proyecto profesional que dirigirá desde los parajes olvidados del municipio de Comala, bajo la custodia del Volcán de Colima. No obstante, al tiempo que las alas de la protagonista cobran vida, la formación periodística de la autora empieza a infiltrar susurros y, entre capítulo y capítulo, aparecen historias alternas y saltos de tiempo que llevan a conocer la realidad de Suchitlán, un pueblo colimense que entonces no conoce mucho más que pobreza, alcohol, violencia y una tristeza endémica que nubla los ojos de sus pobladoras. Las penas de la Paloma traslucen sentires genéricos; los párrafos se plagan de traiciones, pecados, resentimientos, pesadillas, manos ensangrentadas y nuevos aires que soplan más fuerte cuando ella comprende que los problemas de sus pacientes comparten naturaleza con los suyos. Las dolencias universales tienen miles de máscaras. La desgracia camina en una larga pasarela, hasta que aparecen en el camino botones de esperanza, dignos descendientes de la retrospectiva a conciencia. Justo cuando las cadenas de Paloma parecen más ligeras, entran nuevas complicaciones a cuadro. Y aunque todo parece perdido de nuevo, echa mano de lecciones de páginas pasadas. Madrigal borda con realismo la trama y su telón de fondo, porque ahí también hay mucho de ella; porque lo acontecido a su personaje es en gran medida parte de su vivencia personal en las mismas coordenadas campiranas, que remiten inexorablemente a los paisajes descritos por Juan Rulfo en Pedro Páramo. La historia real y la ficticia se hacen una sola, hasta el punto en que ya no importa si se trata del sentir de una mujer indígena que sufre los estragos de un machismo con hedor a aguardiente, o si, más bien, se
orbita alrededor de la profesionista arropada en la sombra de fantasmas de pecados cometidos por voluntad propia. El drama es el mismo y la tragedia es relativa, pero la lección es clara: por algo pasan las cosas • Poenimios, César Abraham Navarrete Vázquez Tierra Húmeda, México, 2014. Un colibrí es el corazón de un Dios que levita, Marcial Fernández, Ficticia/Fonca-Conaculta, México, 2014.
DE HUERTA Y SUS DISCÍPULOS RICARDO GUZMÁN WOLFFER
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ay dos tipos de seguidores: los conscientes y los inconscientes. Que Fernández sea un inconsciente por escribir lo que escribe, sonaría a una más de sus deleitables brevedades literarias: poema, cuento, aforismo, tiro certero o como le quiera llamar. Pero quien hubiera leído a Efraín Huerta y luego a Fernández, pensaría que si no hay una intención derivada de la asimilación de la obra del festejado cocodrilo, sin duda hay una afinidad en intención y en extensión. Caso distinto es el de Navarrete, quien en el prólogo de su eficaz inicio a la letra impresa (tiene toneladas de textos volando en internet, en español y otros idiomas) se declara seguidor de Huerta. Lo bueno es que no sólo decide emularlo, sino que va más allá: sus textos son muy compactos, pero más modernos (pelandrujos, subjetivos, certeros, chilangos, universales, basados en dichos populares o en publicidad bien conocida). El que sean poemas nimios entraña la doble acepción: sin importancia (autoburla a lo Huerta), pero también minuciosos. Cuando se celebra a un poeta, se le busca continuidad en la obra. La profundidad de Paz hace difícil rastrearlo; la unicidad de Pacheco haría difícil desmarcársele. La forma donde más se le recuerda a Huerta, la de los poemínimos, se muestra en estos dos autores. Verbigracia: De Navarrete: “Con vencimiento”: “Soy un/ hombre/ de conversiones/ firmes.” “Divorcio”: “Me da/ mucho/ gasto/ que te/ la estés/ paseando/ tan bien/ con mi/ dinero.” “Borrachote”: “Llegó/ a las/ cínico/ de la/ mañana.” “La Biblia”: “El/ libro/ más/ leído/ de/ oídas.” De Fernández: “1.- Dios es un magnífico pretexto literario. 2.- Se les llama curas porque supuestamente alivian el alma. 3.- Los ojos de agua de la montaña son susceptibles a tener cataratas. 4.- Se trata de un país tan dictatorial que, incluso, los taxis no son libres.” El reto de la creación breve se divide en dos aspectos: la idea y su desarrollo eficaz. Fernández y Navarrete logran su cometido, si bien el primero tiende más a la narrativa mínima: apenas una línea, por momentos. También representan dos posturas ante la literatura menos comercial; al menos para los editores. Si Pacheco y Sabines venden miles de libros dentro y fuera del país, presumiblemente lo haría algún porcentaje de los poetas vivos, si se les brindara la oportunidad edito-
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LEER
Jornada Semanal • Número 1011 • 20 de julio de 2014
rial. Si la poesía es difícil de publicar, estos poemas “nímios” todavía más. Fernández recurre a la publicación con apoyo del Fonca, donde una estructura oficial distribuirá y venderá en todo el país. Por su parte, Navarrete acude a la publicación artesanal, la venta de mano en mano y, vista su trayectoria, a los medios electrónicos para difundir estos deleitables textos de mucho ingenio. Los dos caminos son válidos y cada uno tendrá su público. La literatura ingeniosa, disfrazada de poesía, vive •
nes emprendidas indistintamente por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, cuya acción más conocida es la masacre de Aguas Blancas, a raíz de la cual se desenvuelve básicamente la anécdota de este libro que narra, precisamente, la historia de Tzompaxtle, cómo fue que él sufrió detención y tortura por parte de las fuerzas represivas del Estado (representadas en este caso por Inteligencia Militar) y que no flaqueó ni denunció en ningún momento, y finalmente cómo este personaje concreta una fuga casi increíble, hasta, hoy en día, continuar en la clandestinidad (o al menos eso es lo que deja entrever la lectura de este libro) •
Tzompaxtle, John Gibler, Tusquets, México, 2014.
Viento, galope de agua. Entre palabras: Elena Poniatowska, Sara Poot Herrera, uc -Mexicanistas/Oro de la Noche Ediciones/Feria Internacional de la Lectura Yucatán, México, 2014.
LOS TESTIMONIOS DE LA BARBARIE
LA PALABRA DE ELENITA
SERGIO GÓMEZ MONTERO
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SONIA PEÑA
arias son las cosas que sorprenden en este libro, comenzando por el tema, fuera de lo común para los lectores del país. Sólo han logrado tratar sobre esa temática, entre otros, Fritz Glockner (escribiendo básicamente sobre la memoria de su padre, un doctor y guerrillero poblano que es asesinado en Popo Park), Alberto Ulloa (Sendero en t i n i e b l a s , s u s m e m o r i a s c o m o d e s a p a re c i d o p o l í tico) o Salvador Castañeda (quien utiliza sus memorias extremas y las lleva a la literatura). Allí, la versión singular y propia de quien escribe (su trayectoria como militante de izquierda), garantiza la veracidad de lo narrado. Pero hacerlo desde la versión periodística (aunque respaldada por veintiún entrevistas que conjuntan treinta horas de grabación) le da otro sentido a lo narrado y lo lleva a uno a preguntarse: ¿qué tan cierto es lo que se describe? Surge la reflexión anterior porque el periodismo es, quié quiéralo o no, una visión desde afuera; una tercera persona que implica conflicto, particularmente cuando va de por medio el poder mediático del Estado, cuya compra de conciencias no tiene límites. Pero, digamos, en el caso de Gibler hay muchos datos que garantizan la objetividad y la seriedad de lo que escribe y que uno no duda de calificar como verdadero. Finalmente está el personaje central –Andrés Tzompaxtle Tecpile–, originario de Veracruz (de una zona náhuatl pura) y militante, desde principios de los noventa, de uno de los grupos más activos y comprometidos de la guerrilla en México (el epr ) y que se ubica indistintamente en los estados de Guerrero y Oaxaca durante dicha época; es decir, es un movimiento armado heredero de las accio-
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barcar la producción literaria de Elena Poniatowska no es tarea fácil, no sólo por cuestión de cantidad sino de calidad y, sobre todo, de variedad. La académica Sara Poot Herrera, nacida en Mérida, Yucatán, profesora de tiempo completo en la Universidad de California, Santa Bárbara, emprende la tarea y en 290 páginas pasa de Lilus Kikus (1954) a Leonora (2011). El resultado es un volumen crítico, hasta ahora el más minucioso y completo de los que se han escrito sobre Elena Poniatowska. El libro se divide en dieciséis apartados y después de una breve presentación de Elena Poniatowska se detiene en su primera obra: Lilus Kikus, “un libro de sueños” en palabras de Juan Rulfo. Sara Poot Herrera parte de la apreciación rulfiana y entreteje aspectos narrativos del primer relato con la novela que aparecerá treinta y cuatro años más tarde, La flor de Lis (1988), observa que allí la autora retoma temas como la infancia y el sentido de la culpa, presentes en gran parte de su producción. Para la crítica, el primer relato de Elena Poniatowska se salta la barda “entre sueño y realidad, entre realidad y ficción, entre el mundo infantil que tiene su propia lógica y el mundo de los adultos que tiene la suya” y esto es lo que hace a lo largo de sesenta años de escritura, ¿no es acaso la literatura de Elena Poniatowska un constante “saltarse la barda”? Cuando se adentra en La flor de Lis observa que en el proceso de arraigo, Mariana, la protagonista, al optar por la nacionalidad mexicana elige como centro de su ser el Zócalo capitalino, uno de los espacios populares que estarán presentes en la pluma de Poniatowska a lo largo de su extensa carrera, basta recordar su crónica de los plantones después de la elección presidencial de 2006. La labor de Poniatowska como entrevistadora está presente en el análisis de tres libros fundamentales: Palabras cruzadas, Domingo 7 y Todo México, y se detiene en otros que oscilan entre el periodismo y la literatura: La noche de Tlatelolco, Fuerte es el silencio y Nada,
nadie. Las voces del temblor. Estos títulos, resalta Poot Herrera, son los antídotos que Poniatowska utiliza contra un sistema político corrupto y de frágil memoria, imprescindibles a la hora de analizar e interpretar “los signos históricos y literarios” de un país tan complejo como diverso. La académica repasa con ojo atento “Tlapalería”, “De noche vienes” y defiende el aporte de Poniatowska al cuento mexicano, aunque hasta ahora el público conoce las novelas publicadas por Planeta. Se zambulle en ellas y rinde tributo a Jesusa Palancares, analiza la vida y la obra de Tina Modotti y la de Leonora Carrington y celebra a “Las siete cabritas”, pero no lo hace desde el simple halago, sino desde un análisis inteligente que sienta las bases críticas para los futuros estudiosos de la obra de Elena Poniatowska. Poot Herrera se extiende sobre el papel de la mujer, el sentido de la culpa, el regreso a la infancia, el exilio, el humor, la denuncia y el compromiso social de la literatura. Cuento, novela, poesía, ensayo, entrevista, crónica, biografía, nada escapa a la lupa de Sara porque es una crítica de hueso colorado, porque sabe escudriñar los vericuetos de la literatura, porque admira el lenguaje popular, porque ama a su país y es consciente de que la inmensa obra de Elena Poniatowska merece un estudio detallado que abarque sesenta años de trabajo ininterrumpido. En este ensayo, Poot Herrera deleita por la sencillez de su escritura, el lector salta de una página a otra sin darse cuenta que está ante un riguroso estudio literario, y este don se agradece porque escasea en el acartonado mundo académico. Más que escrito en la soledad del cubículo, parece dictado por la cálida brisa del mar de Yucatán. El libro de Sara es una síntesis entre crítica y poesía, la mirada justa y lúcida que estaban esperando los lectores de Elena Poniatowska •
Sara Poot
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HISTORIAS AL MARGEN DEL SEGUNDO IMPERIO Andreas Kurz
Poetas michoacanos
Breve, por favor: la minificción
próximo número @JornadaSemanal La Jornada Semanal
ARTE Y PENSAMIENTO ........
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Jair Cortés jair_cm@hotmail.com twitter: @jaircortes
MENTIRAS TRANSPARENTES Plazos cortos Don Leopoldo, el laureado economista, en su clase sobre las crisis autosustentables: –El problema con los plazos cortos es que deberían ser tan largos que pudieran generar intereses mayores, aunque dejaran de ser cortos. Concentrarse en los intereses... –Sin contar –una vocecita fresca– con que algunos sostienen que el tiempo es circular, y... –¿Quién habla? –el maestro, algo irritado. Allá atrás se pone de pie una jovencita: anteojos, espigada, cintura brevísima, brazos largos, dorados y desnudos, un vestido más bien corto, ligero, lleno de flores: –Digo que, como se sabe, el profesor García, de Gotinga, creo, sobre teorías formuladas ya en los Vedas, pudo probar que el tiempo es circular. Lo... Silencio perfecto, absoluto, total. Don Leopoldo embelesado. La niña del fondo: –...que haría falta es que los plazos fueran aún más cortos, de manera que no se interrumpieran los ciclos de ganancia. –Es evidente –el economista–: más cortos, más cortos.
Ricardo Yáñez DE PASO Palabras para un adiós Entonces eras rubia. Esperabas en un café del centro esa tarde luminosa, como tu sonrisa, en que un prodigioso arco iris sostenido en la nada enmarcó la ciudad. Hablamos de teatro. Yo, que nunca voy al teatro, gusto en verdad del fenómeno escénico. Quiero decir que no te fui aburrido. Después nos encontramos en Saltillo, ya tú embarazada creo de Andrés; estuve en tu casa, con tu marido (del mismo nombre) y sus muchos libros. Te gustaba contar cosas. No en balde eras narradora. Alguien lo ha dicho mejor que nadie: destacabas en el género conversacional. Nos encontrábamos con toda la bohemia regiomontana en el Reforma, alguna vez en La Pirámide, no sé si en El Gargantúa pero sí en El Galaxia, fisgoneados por María Félix, Jorge Negrete y Noséquéactores más, todos rodeados de planetas entre polvo de estrellas. Con René o Isaac te visitaba y como sin querer se nos iban las horas, hablando de quién sabe qué, pero siempre, seguro, de literatura, de talleres, de lo que fuere que alguna gracia tuviese para nosotros, y la verdad es que, juntos, casi todo nos hacía gracia. Gracias, Dulce.
BITÁCORA BIFRONTE
Felipe Garrido
Hay un tiempo para todo
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n el poema Los trabajos y los días, atribuido a Hesíodo, su autor aborda, en una de sus partes más significativas, el Calendario del labrador, dividiéndolo en “Trabajos de otoño, invierno, primavera y verano”, dictando consejos puntuales para cada estación. Por ejemplo, en Trabajos de verano dice: “Cuando el cardo florece y la cantora cigarra, posada en el árbol, derrama sin cesar por debajo de las alas su agudo canto, en la estación del agotador verano, entonces son más ricas las cabras y mejor el vino, más sensuales las mujeres y los hombres más débiles […]”. Además de la nutrida carga poética implícita en el poema de Hesíodo, entendemos la importancia de los ciclos de la naturaleza y su influencia en el hombre y su diario vivir. Hay otros dos textos clásicos (y sagrados) cuyos contenidos atraen mi atención por sus asombrosas coincidencias: el Eclesiastés y el Tao Te Ching. El primero (adjudicado a Salomón) es un libro que representa a Occidente y su búsqueda de sentido que culmina en una visión melancólica de la vida; el segundo pertenece a Lao Tsé (o Lao Tzu) y encarna la visión conciliadora de Oriente: los opuestos se complementan. En algunos versículos del Eclesiastés encontramos que:“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:/ Tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de arrancar lo plantado;/ tiempo de matar y tiempo de curar; tiempo de destruir y tiempo de edificar;/ tiempo de llorar y tiempo de reír;/ tiempo de lamentar y tiempo de bailar;/ […] tiempo de callar y tiempo de hablar;/ tiempo de amar y tiempo de aborrecer;/ tiempo de guerra y tiempo de paz.” Mientras que en el Tao Te Ching leemos que: “Hay un tiempo para estar delante/ y un tiempo para estar detrás./ Un tiempo para estar en movimiento/ y un tiempo para estar en descanso./ Un tiempo para estar vigoroso/ y un tiempo para estar exhausto./ Un tiempo para estar a salvo/ y un tiempo para estar en peligro.” Después de leer lo anterior, irremediablemente nos preguntamos por los ciclos que rigen nuestra vida “moderna” y caemos en la cuenta de que este es el tiempo del vértigo, de la inmediatez, de la prisa que cosecha cuando “no es tiempo todavía”. Nuestro mundo se convierte, poco a poco, en un espacio de saturación, de sobreexposición de la vida privada que se desdobla en una exhibición mediática, en donde se intercambian e imponen visiones que no han madurado y son producto de la desesperación por expresar opiniones que no han pasado por el tamiz de la reflexión y que forman parte, al mismo tiempo, de canales de manipulación masiva. En este río revuelto de información es que las nuevas generaciones están fundando su mentalidad como quien construye una casa sobre arenas movedizas. Si hay un tiempo para todo, creo que ya es tiempo de dejar a un lado la obsesión por estar en todas partes y volver a entrar en nosotros mismos •
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Nacimiento Nikos Fokás Tierra firme y océano se unen, se apartan En la crónica de este golpe: Preparación de un paraíso, lejana Intuición de un huerto. Paisaje sin visitantes junto a las olas, Sin ninguna estación en ninguna parte, Paisaje mudo que espera el nacimiento. La hora aproximada las diez. Hora del dolor común, tiempo En que trabajan los bancos, que aumenta el tráfico: Miles de hombres inestables Continuación de otros hombres En otras calles o escaleras –con la muerte Siempre viniendo en la dirección opuesta. Mar y continente destruidos, Frontera del caos recién nacido, Por el graznido de un buitre se armonizan. Nadie aquí tiene aún su porción: Montaña paisaje que espera de los vientos En la tierra que soplan La semilla común de la primavera.
Nikos Fokás (1927) estudió historia y arqueología en la Universidad de Atenas y alemán en la Universidad de Munich. Junto con Eleni Blajo editó el boletín Doric News, de resistencia contra la dictadura de los coroneles (1972-1973). Es autor de ocho libros de poesía y la crítica lo ubica en la Primera Generación de Postguerra, junto con Nanos Valaoritis (1921) y Héctor Kaknavatos (1920). Es autor de once libros de poesía y ha traducido al griego a Robert Frost, Gustave Flaubert y Thomas Hardy, entre otros. Véase La Jornada Semanal, núm. 847, 29/ v /2001 Versión de Francisco Torres Córdova
........ ARTE Y PENSAMIENTO Alonso Arreola
Miguel Ángel Quemain
@LabAlonso
quemainmx@gmail.com
Hugo Salcedo, dramaturgia periférica y fronteriza
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ste año, la obra de Hugo Salcedo tiene una presencia en escenarios internacionales que la acogen como parte de las muestras de mayor calidad en la producción escénica y dramatúrgica de otro país. También porque sus temas abordan aspectos que están en la preocupación internacional, donde México ocupa un triste lugar por los hechos de violencia que suscito la administración fallida de la seguridad pública en México y los feminicidios en diversas entidades, encabezados por los estados de México y Chihuahua. El propio dramaturgo ha informado a sus amigos y a la prensa los resultados afortunados que, en las últimas semanas han tenido los montajes que se presentaron, en primer lugar, en el Festival Internacional de Teatro que organizó la Uni-
Zoonoridades Cuando la luna se pone regrandota/ como una pelotota y alumbra el callejón,/ se oye el maullido del triste gato viudo/ y su lomo peludo se eriza con horror./
Pero no falta quien mande un zapatazo/
que salga hecho balazo a quitarle lo chillón.
Chava Flores
S
ON LAS 5:30 DE la mañana. En Coyoacán, al sur de Ciudad de México, los pájaros inician su sonata matutina. De a poco se les suman la lengua del barrendero, la tos estentórea de los camiones, el coraje de los policías que silbato en
labio vengan su desvelo ante casas aún dormidas. Afectados por el insomnio, recordamos un islote en la vera del Níger donde escuchamos el más estruendoso concierto aviario concebible. Recordamos, también, una tarde de hace muchos años transcurrida en un albergue dedicado al cuidado de animales silvestres (lobos, jabalíes, águilas, víboras), todos rescatados por biólogos del gobierno del df : al ocultarse el sol crecieron los murmullos en sus jaulas, el aire se cubrió con un manto invisible y orquestado en el que todos parecían afinarse para dar inicio al gran Silencio.
versidad de Casablanca en Marruecos, donde México fue invitado de honor. Salcedo presentó Los hijos de la Malinche, que muestra episodios “no oficiales de nuestra historia. Un recorrido por la historia de la corrupción y de los mecanismos de poder que caracterizan el espíritu de algunos ciudadanos y gobernantes que van desde Tenochtitlan hasta las autoridades migratorias de hoy.” La representación internacional de las obras de Salcedo sólo puede enorgullecernos estéticamente, porque en lo moral y en lo político dichas obras muestran el enorme atraso que tiene nuestro país para contener la violencia, propiciada no sólo por los grupos delictivos, junto con los militares y policíacos, sino la propia cotidianidad que ya descompuso a una parte significativa de la población de jóvenes mexicanos que han hecho de la violencia un modo de vida, como lo muestra Noche estrellada sobre el campo de pepinos, que presentó hace dos semanas en Lieja, Bélgica, en el marco de el x Congreso Internacional de Teatro Universitario ( aitu / iuta ) representando a la Compañía de Teatro de la buap. La complejidad y riqueza del trabajo de Salcedo ya fueron premiadas hace veiticinco años y su vigencia persiste. El viaje de los cantores fue la obra reconocida tanto en México como España, y ha tenido sucesivos montajes de todo orden, tanto de compañías y actores profesionales como de estudiantes que encuentran en el tema y su tratamiento la solvencia de lo artístico y el compromiso con realidades que tienen que ver con fronteras que no sólo son geográficas. Apenas el pasado 4 de julio, El viaje... se estrenó en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. Justo ayer, 19 de julio, en la Antigua Bodega de Papel (“Allá en la Once, entre Revolución y Madero”), en Tijuana, bajo la dirección de Paul Pérez, se presentó Música de balas, obra que ganó el Premio
Nacional de Dramaturgia 2011 (udeg, uam y gdf) y que el jurado consideró entonces “innovadora, compleja y enlazada con la realidad del México contemporáneo”. Cómo no va a estar “enlazada”, si es un fulminante recuento de los más de treinta mil muertos que dejó esa guerra que signó a la administración de Felipe Calderón y ahogó sus mínimos logros en la sangre de miles de inocentes caídos, enmarcados en la violencia. Para los propios españoles que la vieron en Madrid el año pasado, bajo la dirección de Raúl Rodríguez, fue una obra incómoda porque los pone como en espejo, frente a un conjunto de escenas que muestran formas distintas de morir, de ser asesinado, colgado, torturado o acabar en una fosa común. Aunque también su lectura en The White Bear Theatre Club de Londres fue provocadora, como sucedió con la versión de Nosotras que los queremos tanto (traducida como We women) en Boston, Massachusetts, Estados Unidos. La presencia internacional de la obra de Salcedo muestra que el reconocimiento nacional a su trabajo es insuficiente. En diversos escenarios mediáticos, el dramaturgo ha denunciado la falta de atención de las instituciones culturales. Vale la pena revisar su noción de teatro documento para entender esta beligerante propuesta artística, cuya expresión literaria ha sido traducida a varias lenguas y escenificadas a través de lecturas en universidades y espacios radiales. Tal vez la percepción tiene que ver con la inequidad de los apoyos y los reconocimientos que, en la última década (para ser precisos, en los últimos dos sexenios panistas), ha caracterizado a la gestión cultural, cuya impunidad y parcialidad se han exhibido con cinismo por sus protagonistas. Sobre todo porque sus obras han sido premiadas y distinguidas en escenarios internacionales que muchos favoritos no alcanzarán, a pesar de los aplausos pagados por sus benévolos mecenas institucionales •
Era callejero por derecho propio./ Su filosofía de la libertad/ fue ganar la suya sin atar a otros/ y sobre los otros no pasar jamás. Alberto Cortez
Amanece, decíamos. Hemos pasado la noche bosquejando el guión de un recital dedicado al aniversario 55 del libro Bestiario de Juan José Arreola, que se llevará a cabo en el Teatro Degollado de Guadalajara el próximo nueve de agosto. Sea con animales humanizados (“A grito pelado, como un tubo de órgano profano, el cuello del avestruz proclama a los cuatro vientos la desnudez radical de la carne ataviada”) o con hombres animalizados (“En una plaza de las afueras, un saltimbanqui polvoriento exhibía una mujer amaestrada”), unos y otros textos nos han hecho pensar en la batalla que hoy sostienen los circos frente a quienes no desean más bestias en sus carpas. Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba./ Navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares/ y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales. /Yo quisiera ser civilizado como los animales. Roberto Carlos
Políticos y empresarios arguyen razones, se insultan y se tiran a las calles para esgrimir pancartas ante oficinas incompetentes. Su coro no es natural ni orgánico. Su partitura es la del desconcierto, a diferencia de la de la sociedad civil. Mientras tanto, en perfecta armonía, miles de leones, tigres, osos, monos, caballos, elefantes, cebras, camellos y demás coterráneos (en el sen-
tido más literal del término) aguardan veredictos que no saben ni a viento, ni a nube, ni a tierra mojada. Andalusia I remember. I hear them laugh like I gasp. I see them dance like I succumb. I did not know one could have so much fun around a tomb. Francis Cabrel
No somos vegetarianos ni estamos en contra de toda expresión cultural que involucre animales. Incluso justificamos algunas incongruencias con tal de alejarnos de fundamentalismos paralizantes. Sin embargo, y aunque hay muchos pendientes que deben tomar con igual fiereza las agendas públicas (la cantidad de fauna silvestre que vive en sótanos, azoteas y patios inapropiados es tan escandalosa como la de quienes ignoran su sufrimiento), nos enfocamos hoy en un solo tema: no más circos con animales. ¿Qué pasará con los artistas que allí trabajan? Tendrán que ser mejores y más creativos. El circo que se atreva al cambio y dé el primer paso conocerá un éxito inmediato. ¿Qué sucederá con sus animales? Muchos morirán en el encierro, el abandono o el olvido (acaso la misma cosa) pero seguramente –ojalá– serán la última generación inmolada en los espectáculos mexicanos avalados por la ley. Man gave names to all the animals, in the beginning, in the beginning. Man gave names to all the animals, in the beginning, long time ago. Bob Dylan
Hay que insistir. ¿No es mejor el canto de los libres (animales y humanos… doctor Mireles?) que transforman el entorno buscando felicidad y esplendor en su propia naturaleza, que la imposición de quienes pagan por el espectáculo de la degradación? Like a bird on the wire, like a drunk in a midnight choir I have tried in my way to be free. Leonard Cohen
Lectora, lector. Buen domingo. Buena semana. Buenos maullidos •
Foto: Jarbas Agnelli
BEMOL SOSTENIDO
Jornada Semanal • Número 1011 • 20 de julio de 2014
LA OTRA ESCENA
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
20 de julio de 2014 • Número 1011 • Jornada Semanal
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Jorge Moch
Verónica Murguía
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OY VECINA DE LA delegación Benito Juárez. Una delegación que, como todas las de esta ciudad, está gobernada por gente que ni muerta cumple sus promesas de campaña o trabaja como Dios manda. Durante los más de veinte años que he vivido en estos rumbos, sólo he tenido confianza en uno de los delegados y aun él, Ricardo Pascoe, tomó decisiones que me resultaron inexplicables. Aunque nada como el pan. Y sigue la mata dando. Llevo más de diez años viviendo con un edificio en construcción situado en la misma cuadra. No son ni la misma construcción, ni la misma cuadra. Me he mudado, pero para escapar del polvo, los martillazos, los cobertizos, las banquetas destruidas y los camiones con revolvedoras de cemento, tendría que irme a Mérida.
He atestiguado cómo en estos años se han derribado casas donde vivía una sola familia para construir multifamiliares que dejan sin agua a los vecinos; he visto agujeros misteriosos y profundos abrirse en esta misma calle donde escribo y que meses después, a unos metros de donde estaba el abismo, se levante un centro comercial y un condominio de lujo. En las colonias de esta sufrida delegación –sólo hay que recordar las obras de la línea doce del Metro– no hay basureros. En los parques hay, a veces, pequeñas latas adosadas a tubos que hacen las veces de botes de basura, en las que caben, si uno tiene paciencia y anda corto de asco, dos pañales desechables, tres bolsas vacías de papas fritas, un klínex usado y un tetrapack. Antes yo vivía frente al parque de San Lorenzo Tlacoquemécatl. Es un parque armonioso, presidido por una capilla colonial diminuta que se las arregla para ser monumental, quizás gracias a su belleza. Cerca del atrio había un contenedor de basura que los vecinos aprovechábamos cuando no coincidíamos con el camión, hasta el día en el que apareció un letrero que nos lo prohibía. Era natural. Los jardineros, mal pagados y muchas veces sin agua corriente en su cuartelito, necesitaban el espacio para la basura vegetal, las hojas, ramas y flores secas. Pero las autoridades jamás nos ofrecieron alternativa alguna y una tarde, unos policías que nunca habíamos visto emboscaron a una vecina que estaba a punto de deshacerse de una bolsa de súper llena de posos de café, cáscaras de huevo y naranjas exprimidas. –Señora, no puede dejar allí su basura. –Pues aquí la he dejado siempre. –Si la pone allí nos la vamos a llevar a la delegación. La vecina, con todo y la basura, salió como rayo. Nunca supimos si fue una broma, pero por si las moscas, no volvimos a dejar nada en el contenedor. Todo esto que cuento puede ser sazonado con historias verídicas
de esquinas peligrosas, calles inundadas, semáforos descompuestos, baches, peseros demenciales y el añadido reciente del Party Bus, un camión que, debido al embotellamiento perenne que se estaciona frente a mi casa, me pone en las narices a un montón de personas que bailan y gritan y no me permiten rabiar en paz mientras veo el noticiero. Rabiar. Esa es la palabra clave. Desde el día ominoso en el que Enrique Peña asumió el cargo y nos mostró la cara verdadera del nuevo pri, al pan se le comenzó a resquebrajar la máscara. Lo que siempre intuimos –y algunos sabíamos– se muestra hoy con descaro: es un partido donde militan mochos corruptos, misóginos, ¡neonazis!, amigos de narcotraficantes y rateros que se van de viaje con el dinero de nuestros impuestos. Hoy, varios panistas que dizque trabajaban en la delegación en la que vivo, están presos en Brasil después de vejar a una mujer y golpear a su marido. Cada viaje de los señores, según un reportaje de Francisco Ortiz Pinchetti, costó 160 mil pesos, es decir, un poco más de 78 sueldos mínimos del Distrito Federal. Y esos son salarios pagados con nuestros impuestos. A mí me daría gusto pagar los que Hacienda me exige, si estuviera segura de que ese dinero no va a ir a parar a los bolsillos de gente como Rafael Miguel Medina Pederzinni y Sergio Israel Eguren Cornejo, los exfuncionarios encarcelados, además sospechosos de fraude. Pero a sus bolsillos fue a dar el dinero del erario. Y esta noticia se añade a las fotos de los neonazis panistas de Jalisco, entre los que hay algunos esperpentos que posan con flecos hitlerianos. Si lo ridículo fuera equivalente a inofensivo sólo me daría risa, pero ya Felipe Calderón nos enseñó que se puede ser peligroso y bufonesco al mismo tiempo •
Televisión de paga o la trampa del embudo
L
OS TELEVIDENTES –TELEVEEDORES– SOMOS víctimas propicias en la trampa de la televisión restringida. Hace años que soy usuario de televisión de paga porque por medio de la tarifa, carísima, sí, pude escapar del alud de intragable porquería que Televisa y tv Azteca meten a diario en nuestras casas. Las emisoras mexicanas del duopolio hicieron de la televisión, con su modelo perverso de programación cortesano con el poder político que lo concesiona pero erosivo de la inteligencia colectiva de todo un país, enemigo de la decencia (y no me refiero a que todo lo erotiza, sino a que todo tuguriza, porque omite lo valioso pero enaltece y glorifica la vulgaridad o la simple estupidez), de la cultura y, como señala el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince en su prodigioso Traiciones de la memoria
(Alfaguara, 2009, Bogotá), del lenguaje: “¡Leontina! La palabra que estaba buscando es leontina. La buscaba porque es una de esas palabras que me fascinan por exactas, pero que siempre se me olvidan porque las uso poco. Palabras como pabilo, conticinio, badajo, palabras de gran sonoridad y precisión, pero que siempre tengo que hacer un esfuerzo mental para poder recordarlas, porque los idiomas se vuelven cada vez más un instrumento rápido, de lenguaje televisivo, elemental, útil, pragmático, en el que los nombres de todas las cosas son reemplazados por la palabra cosa, y casi nadie se toma el trabajo de usar la palabra exacta para decir la cosa exacta, pues puede señalar y decir cosa o hacer el dibujito o mostrar la cosa en la pantalla.” No hace mucho se creía –junto con la peregrina idea de que la de paga era televisión para ricos– que uno pagaba para no ver anuncios ni telenovelas ni noticieros mentirosos ni el berrido del gol. Por eso se tenían a mano montones de canales y, además, originados en más variados rincones que Chapultepec 18, el Ajusco o de hecho más opciones internacionales que solamente lo producido en Estados Unidos. Por mucho tiempo creí que valía la pena pagar el paquete más completo –y sí, también el más caro, así son las adicciones– para disfrutar canales como la bbc inglesa, el francés Tele 5, el catálogo etnográfico de tv Galicia o, hasta sin comprender ni jota, la japonesa nhk o la alemana Deutsche Welle. Claro, ahí estaban las series gringas, las de humor, como Seinfeld, o ese fenómeno casi cinematográfico de las series de hbo , desde Oz o The Sopranos hasta las hoy vigentes Game of Thrones o The Leftovers. Allí la coproducción mexicana de Capadocia o las brasileñas como Hijos del Carnaval o Psi. Pero entonces, se inundó todo de anuncios. De doblajes mal hechos. De pésimas traducciones. De produccio-
nes locales imbricadas con la señal original y por tanto de parches en los que la vulgaridad, el humor ramplón a lo Televisa –las preconcepciones machistas, la homofobia, el clasismo– se cuelan como manchas de humedad. Hay oasis de programación pero desde luego, puesto que no pintan como éxito comercial, no migran al formato de alta definición (hd, por sus siglas en inglés), como los canales i-Sat o EuropaEuropa, que ofrecen excelentes películas del mundo por amor al cine. Allí he podido ver estupendos filmes italianos, suizos, colombianos, mexicanos, eslovenos… La televisión de paga es el vellocino de la guerra entre consorcios que enfrenta al corrupto gobierno mexicano (viene a cuento lo de corrupto precisamente porque en la legislación en la materia recién prevaleció el cabildeo empresarial por encima del interés público) y a magnates de los medios. Como dice Francisco Muciño en su columna de la revista Forbes (“ t v de paga, el ‘plato fuerte’ de la reforma”, Forbes México, 11 de mayo 2013): “…la realidad, comprar y realizar contenidos para un canal de televisión abierta es la parte ‘menos atractiva’ para quienes se interesen por las licitaciones. Quitarle una parte del mercado a Televisa, que conoce a sus audiencias y tiene una oferta de contenidos ya probada, llevaría años, de acuerdo con especialistas. La televisión no es lo que importa, sino el valor de las frecuencias y lo que se puede hacer con ellas. Entrando al segmento de televisión, las empresas de Carlos Slim por fin podrían ofrecer los servicios de ‘triple’ o ‘cuádruple’ play(telefonía fija, móvil, t v de paga e internet)… ”. Siendo tan bueno el negocio, ya la están echando a perder en contenidos y atascándola de anuncios para convertirla, quizá, en absurda versión cara… de televisión abierta. Y ya ni el control remoto sirve para salir del embudo •
CABEZALCUBO
El disgusto nuestro de cada día
LAS RAYAS DE LA CEBRA
tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch
Jornada Semanal • Número 1011 • 20 de julio de 2014
........ ARTE Y PENSAMIENTO O
Javier Sicilia
Luis Tovar twitter: @luistovars
De sobrepesos y otros excesos
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ERDER LA VISTA ES alejarse del mundo de las cosas, perder el oído es alejarse del mundo de los hombres.” Nadie mejor que Helen Keller, que sabía por experiencia de lo que hablaba, ha expresado lo que los poetas sabemos por intuición: que el mundo de lo humano está hecho de palabras. Las mismas cosas que captura la vista no tendrían significación alguna sin ellas. Me atrevería incluso a decir que no existirían. ¿O nos hemos puesto a pensar lo que, por ejemplo, sería la caída de un árbol si no hubiera nadie que, poseyendo un lenguaje de palabras, estuviera allí para decir que cayó? Ciertamente habría caído, pero nadie lo sabría. Es el lenguaje, y sólo él, el que le daría existencia activa, sentido, a la existencia pasiva de ese suceso. Sin él, quedaría sumido en las tinieblas de lo indiferenciado. Esta evidencia llevó a Herder, y más tarde
a Octavio Paz, a encontrar no sólo la realidad en el lenguaje, sino, por lo mismo, la salud del cuerpo político, creación del mismo lenguaje y habitación de lo humano. Herder, que era extremadamente nacionalista –una de las muchas cosas que le debemos al romanticismo es, contra la espacialidad que anunciaba la tecnificación del mundo, el sentido del lugar–, pensaba, al igual que Leibniz, que cada cultura y su lengua son, como dice Georges Steiner al comentarlo,“un cristal separado donde se refleja el mundo bajo una luz igualmente única y singular”. En este sentido, el alemán estaba, en el imaginario de Herder, destinado por sus recursos expresivos a iluminar una nueva edad y a crear una literatura mundial. En la medida en que el carácter nacional esta “impreso en lenguaje”, y viceversa, lleva su impronta. Octavio Paz, que supo del horror de los nacionalismos, fue todavía más lejos. Para el poeta de Piedra de sol, el carácter humano, como lo dice la fórmula de Helen Keller, se expresa a través del lenguaje. Independientemente de la variedad de ellos, el hecho de que el hombre hable ilumina la realidad y la hace habitable para sí mismo a través de un cuerpo político. No hay, por lo mismo, mónadas lingüísticas, cuya traducción a otras lenguas es imposible, sino una búsqueda incesante de sentido. A pesar de sus diferencias, Herder y Paz llegan a las mismas conclusiones. En la medida en que no hay mundo humano y cultural sin lenguaje, una lengua sana, es decir, una lengua que mantiene sus significados, tiene necesariamente que mantener sano el cuerpo político en el que el hombre vive. Cuando por un uso indebido del lenguaje –demagogia, traición al significado, uso mercantil y manipulado de las palabras, etcétera– éste se corrompe, el cuerpo político y social se resiente tanto en sus rasgos humanos como en sus logros. Paz, quizá pensando en Herder, lo dijo con una hermosa frase en El arco y la lira. Cito de memoria: “Cuando el lenguaje se corrompe la sociedades se pierden y se prostituyen.” La lengua de Goethe y el nacionalismo del romanticismo alemán, usadas por la demagogia y la manipulación del nacionalsocialismo, llevó a Auschwitz, a los hornos crematorios y a la destrucción de Alemania. En México, el lenguaje trabajado por la larga tradición del modernismo y las vanguardias, usado
por los políticos, los narcotraficantes, el mercado y sus corrupciones, ha derivado en un mundo tan criminal como el del nazismo. Los lenguajes, que son epifanías de la realidad que moldean lo humano en un cuerpo político o, también, articulaciones reveladas del mundo, al malversarse generan un caos significativo que lo convierte no en un mundo animal, que está hecho de objetos indefinidos, sino en uno cuyo desmoronamiento se transforma en depredación. Si como lo ha mostrado el lingüista Benjamin Lee Whorf, las estructuras lingüísticas determinan lo que el individuo percibe del universo y cómo lo piensa y se relaciona con él, habría que decir entonces que la experiencia de Helen Keller y las intuiciones de Herder y de Paz son tan ciertas como terribles, y que, por lo mismo, estamos destinados, si queremos salvar el cuerpo político, no a rehacer la lengua, sino a devolverle su sentido fundamental del que depende la existencia de los seres humanos en el mundo. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a José Manuel Mireles, a sus autodefensas y a todos los zapatistas y atenquenses presos, hacer justicia a las víctimas de la violencia y juzgar a gobernadores y funcionarios criminales •
S
I FERNANDO BOTERO VIENE y dice que el aspecto más relevante de sus cuadros y esculturas no es la gordura palmaria de los seres vivos ahí representados, y puesto que uno conoce la obra de Botero e invariablemente ha podido dar fe de que lo primero a destacar, lo más significativo en términos semánticos, y lo que en definitiva distingue de otras a su representación artística de la realidad es, precisamente, la gordura, antes que cualquier otro tema, intención o concepto, más que una razonable duda respecto de su dicho –que en lo suyo la gordura es algo secundario–, cabe de plano desacreditarlo. Sin violentar la debida y evidente distancia entre una cosa y otra, sucede algo muy similar entre la obra y el autoenfoque boterianos, y la película Paraíso (México, 2013), por lo que de ella ha dicho la mexicana Mariana Chenillo, su guionista y directora. Como a Botero, es válido no concederle verdad a sus afirmaciones post opus,
pues a pesar de que los protagonistas de su segundo largometraje de ficción –el primero es la luengamente mejor lograda Cinco días sin Nora (2008)– son gordos, y esa condición es preeminente no sólo en términos visuales; a pesar también de que la trama gira en torno, y de principio a fin, en el hecho de ser gordo o dejar de serlo –ya sea que se consiga o no–, Chenillo sostiene que el meollo de Paraíso es otro, a saber: el cambio, la manera en que se asume, cómo se le vive y enfrenta, la resistencia al mismo y los resultados que de dicho proceso pueden derivarse. Puede que así sea, que la intención conceptual de fondo haya sido lo segundo –el cambio– y no lo primero –la obesidad–, un poco a la manera como el argentino Ricardo Piglia define el truco de un buen relato: que debajo de la historia más visible haya siempre otra historia corriendo bajo la superficie. Pero si tal estrategia narrativa fuese aplicable a Paraíso, se presentan al menos tres o cuatro escollos.
Escollos uno y dos Para empezar, puede decirse exactamente lo mismo, de acuerdo con la trama, del hecho de ser gordo que del hecho de cambiar: la pareja protagonista es mostrada precisamente asumiendo, viviendo, enfrentando y resistiéndose –rechazando en su fuero interno, tratando de evitarlo en el externo–, así como experimentando en carne propia las consecuencias que se derivan del sobrepeso y del deseo de no tenerlo más. Si tanto a nivel narrativo como dramático las situaciones –gordura y cambio– resultan equivalentes, en automático la tesis de Piglia se anula y, en el caso de la cinta, dada la confesión de su hacedora, se produce un conflicto por distracción o, si se quiere decir así, por desenfoque. Si a todo eso se suma que las cuitas por obesidad son claramente preponderantes –el referente “cambio”
en la trama es una mudanza inicial, que bien pronto pierde peso e importancia frente al alud de sucesos generados por el referente “gordura”–, el conflicto entre temas acaba convertido en confrontación, de la cual sale claramente ganador el peso pesado.
Escollos trEs, cuatro y un pilón Los obstáculos tercero y cuarto que se interponen para que la intención de la cinta sea cumplida, son un par de recursos guionísticos tal vez no del todo fallidos en cuanto a estructura narrativa, pero innegablemente chocantes –y mucho–, uno de ellos utilizado en el desarrollo de la trama y otro hacia el final, nada menos que para dar pauta al clímax de la historia y, acto casi seguido, a la conclusión de la misma. Nofaltaraquién puede aducir que el primero de esos recursos no es determinante, pero permítase aquí una declaración personal: este juntapalabras está harto –repito, harto– de seguir viendo la caricaturización prejuiciosa, simplona, lugarcomunesca y rampantemente babosa de los homosexuales, que cabe esperar salida de fuentes pestíferas como Televisa, tv Azteca y similares, pero no de un filme que se asume inteligente, como se supone es el caso. El segundo recurso, cuarto escollo que le impide a Paraíso alcanzar más redondez fuera de la ostentada por sus protagonistas, casualmente también tiene que ver con la estulticia que se prodiga en la llamada pantalla chica: mucho de la trama se resuelve incluyendo la participación y el eventual triunfo de la personaje principal en un concurso televisivo en el que ¡zás!, toca ver a un Carlos Loret de Mola que por alguna razón –inescrutable o execrable, usted elija–, va ganando en conspicuidad cinematográfica. De pilón, el uso extradiegético de la música es, dicho así para no exceder definiciones, todo un homenaje al exceso •
CINEXCUSAS
La corrupción del cuerpo político
CASA SOSEGADA
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ENSAYO
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l azar ha juntado sobre la mesa del cronista, así, de golpe, unas viejas anotaciones sobre su pasión por los cementerios, un poema de Blanka Gijselen y una postal perdida y hallada entre las del templo de Pérgamo, reconstruido en una sala del museo homónimo en Berlín. Lleva viviendo el cronista casi cincuenta años en Alemania y siempre debe prestar mucha atención cuando habla de cementerios en alemán. Por alguna razón que se le escapa, y si se tercia nombrarlos, en lugar de decir Friedhof (cementerio) tiende a decir Flughafen (aeropuerto). Incontables veces que ha tenido que rectificar después de la primera sílaba, Flug, que significa vuelo. Todas ellas termina recordando el hermoso verso del nicaragüense Carlos Martínez Rivas en honor del “único aeropuerto autorizado para el aterrizaje de mariposas”. Y en último término ¿qué otra cosa es un cementerio sino un aeropuerto de las almas? Es un cementeriófilo convicto y confeso. Hay algo en los camposantos que lo seduce de un modo irresistible. Más que una atracción es una tentación. No le atraen las cruces, ni las estatuas, ni los desangelados angelotes cagados de palomas, ni tampoco las inscripciones ingenuas (“¡Qué breve es la vida!”) o las admonitorias (“Donde estás estuve, donde estoy estarás”). Lo que le tienta es pasear por encima del pasado, de lo que no tiene vuelta de hoja, mientras alrededor bulle el presente y espera agazapado el porvenir. Tiene, claro está, sus cementerios preferidos. Y de ellos, entre todos, el de Montparnasse. Pero también los de San Michele en Venecia, el Dorotheen Flug... perdón: Friedhof de Berlín, el de los cadáveres inidentificados que las olas del Mar del Norte arrojaron a las costas de la isla de Sylt, los de Huelva, Sète (“Le cimetière marin”) y Ámsterdam, el de Chacarita en Buenos Aires. O ése de Viena, con su estela en la que una pareja desnuda se abraza como en un éxtasis levitante: la Vida tomándose venganza de la Muerte, un motivo bien austríaco. Debajo, nada más que estas dos palabras: Un Reencuentro. Y dicho sea de paso, todo un capítulo per se: el del erotismo en la escultura funeraria. La fotógrafa alemana Isolde Ohlbaum le ha dedicado un libro espléndido, repleto de imágenes captadas por su sabia cámara en los camposantos europeos, algunos de los cuales el cronista ha recorrido mirando con sus ojos antes de ese libro, y con los ojos de Isolde luego. Se titula Porque todo placer aspira a ser eterno, verso hondísimo de Nietzsche, y a cada una de las fotos la flanquea un poema: los hay de Bécquer, Unamuno y Gabriela Mistral.
20 de julio de 2014 • Número 1011 • Jornada Semanal
El poema de la antverpiense (o sea: nacida en Amberes) Blanka Gijeselen –se pronuncia Jéiselen– lo encuentra el cronista en una pulcra antología donde se ha traducido todo lo digno de traducirse de la poesía belga contemporánea, tanto valona como flamenca. Se titula “Reencuentro con el amado” (¡una vez más la idea del reencuentro allende la muerte!) y dice así: Por esta breve hora, la gracia corporal hará que me consuele pudriéndome en la tierra y hará morder más grande a las larvas que muerdan desde el ojo a la boca mi cauce lacrimal porque de todos lados convenceré a tu cuerpo –¡oh formas que imagino en las carcomidas tablas!– cuán olvidadas quedan en este alto eterno
la hora y la pena en que nuestras horas se separaran. Que hasta el suelo ha de hacernos sentir con insistencia esa llama, ese canto que va y viene entre ambos. Quizá una florecilla se abra paso en la tierra, salga a la luz y un niño la coja dando saltos Los muertos oirán, aun en su sueño ocultos, nuestro canto de amor por toda la eternidad
Aeropuertos para mariposas Ricardo Bada
Y los amantes que anden sobre nuestros sepulcros dejarán a su paso su condición mortal. Y de la mano del poema, la postal. Una postal que es todo un poema, como suele decirse por voces más autorizadas que la del cronista (que no es poeta ni nada que se le parezca). Una postal que merece un comentario y que acompaña estas líneas: Sucedió en Roermond, ciudad neerlandesa. Sucedió en tiempos de Napoleón iii y Eugenia de Montijo. Exactamente en 1842. La joven aristócrata Josephine de Aefferden, de veintidós años de edad, contrajo matrimonio con un oficial de caballería apellidado Van Gorcum. La joven desposada era católica. Su marido, quien le llevaba once años de edad, era protestante. Y teniendo en cuenta que todavía no se había celebrado el Concilio Vaticano ii, la época no era precisamente propicia a los matrimonios mixtos. A pesar de todo, los Van Gorcum vivieron felices durante casi cuarenta años de matrimonio, treinta y ocho, para ser puntuales. El marido falleció primero, en 1880, y fue enterrado del lado derecho del muro del cementerio, destinado a los no católicos. Ocho años más tarde, lo siguió su viuda. La enterraron del lado izquierdo, destinado a los católicos. Las tumbas de ambos estaban separadas sólo por el muro, debido a una expresa disposición testamentaria de ambos. Y en otra cláusula habían dispuesto que sus respectivos sepulcros tuvieran m a y o r a l t u r a q u e e l m u ro d e l cementerio y que de la parte trasera de cada uno saldrían una mano y un antebrazo que se encontrasen en el aire y sellaran un firme apretón. De piedra. Por lo tanto, incorruptible. Paseando por el cementerio de Roermond, ese sencillo monumento funerario llega al corazón del cronista. Porque siempre sorprende el espectáculo de un amor tan firme, tan hondo, que hasta superó la barrera (el apartheid) de la discriminación religiosa. Además, y por si fuera poco, una madreselva había nacido a los pies del muro, alzándose ladrillo arriba hasta tapizar d e v e rd e e l d e r re d o r d e a m b o s s e p u l c ro s . (Entretanto la han podado para que no dañe el monumento.) La madreselva, en alemán, tiene un nombre familiar verdaderamente emotivo: se le llama Jelängerjelieber = “cuanto más alto/ cuánto más dure, mejor”. Y el amor de Josephine y su oficial de caballería fue largo y duradero; por eso, a los pies de sus tumbas, creció la madreselva, se abrió paso desde la tierra como la flor en el poema de Blanka Gijselen •
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