■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 20 de septiembre de 2015 ■ Núm. 1072 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver
imagen contra el olvido: a treinta años del
Fotografías de
Sergio Toledano Textos de C armona , Castellanos, méndez, oxman y Padilla
20 de septiembre de 2015 • Número 1072 • Jornada Semanal
BAZAR DE ASOMBROS Hugo Gutiérrez Vega EL COMITÉ MEXICANO DE APOYO A LA UNIDAD POPULAR CHILENA (i de ii ) El terremoto del jueves 19 de septiembre de 1985 “es una huella de dolor que en el recuento crítico encuentra su sentido de futuro”, afirma con toda razón el cronista urbano Gustavo Ogarrio, y la imagen de esa huella fue captada, entre otros fotógrafos, por Sergio Toledano, ganador de la Bienal de Fotografía de 1986 precisamente por las imágenes del terremoto que, hace tres décadas, marcó un antes y un después en la vida social, cultural y política no sólo de Ciudad de México sino del país entero. Conmemoramos esos treinta años con las imágenes de Toledano y los textos de Angélica Carmona, Alejandro Castellanos, Carlos Méndez, Gustavo Ogarrio, Nelson Oxman e Ignacio Padilla.
Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx
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n 1972 creamos en México el Comité de Apoyo a la Unidad Popular Chilena. El doctor Ignacio Mi llán comprometió todo su entusiasmo juvenil para instrumentar el apoyo de los intelectuales, pro fesores y estudiantes mexicanos a la Unidad Popular que pasaba por momentos difíciles. Éramos pocos, pero contábamos con la colaboración del inteligente embajador de Chile, Hugo Vigorena. Él nos apoyaba para que apoyáramos y, a la postre, era él el que más apoyaba. Nos unía la necesidad de vigilar la situación internacional, pues el presidente Allende y la Unidad Popular estaban ya en la mira del siniestro Premio Nobel de la Paz, Henry Kissinger, y de los grupos cada vez más virulentos de la extrema derecha de Chile y del Cono Sur. No olvidemos que la operación Cóndor abarcó a Brasil, Uruguay, Paraguay, Argentina y Chile. El presi dente Allende y los partidos coaliga dos seguían haciendo las reformas prometidas durante la campaña po lítica, y lo hacían respetando el impe rio de la ley sin salirse un ápice de la legalidad constitucional. Sus accio nes a favor de las causas populares provocaban el crecimiento de la indignación de los grupos empre sariales y de los agentes del imperio. En muchas ocasiones intentaron que el gobierno tomará deci siones fuera del orden legal. No lo lograron. La demo cracia chilena avanzaba hacia la consolidación de un estado de bienestar y de una mayor planeación so cioeconómica y lo hacía invariablemente dentro de los marcos legales. Alquilamos un local enfrente del Parque Hundido y nos dimos a la tarea de difundir los grandes logros de la Unidad Popular, recordando la frase de Rosa Luxemburgo que mantenía y mantiene su total vi gencia: “O el socialismo o la barbarie.” Organizába mos colectas, rifas y otras formas de ayuda, pero la generosidad de Nacho Millán era la que sacaba al buey de la barranca, como dicen mis paisanos ran cheros. Nacho, que en esa época realizaba una serie de estudios sobre la psicología de los jóvenes empre sarios, me entregó la presidencia del Comité a prin cipios de 1973. Recuerdo los nombres de algunos de los integrantes de nuestra débil organización: Gerar do Estrada, Humberto Herrero, Lucinda Ruiz Posada, Sergio Colmenero, Fernanda Navarro y los represen
tantes de los partidos y de las organizaciones que daban su apoyo a la Unidad Popular. El día del golpe de los espadones y sus secuaces imperiales, empresariales, cristanoides y fachistoi des, citamos a reunión urgente de nuestro comité. Nos trasladamos a la embajada de Chile y estableci mos, con Hugo Vigorena, una estrategia mínima de apoyo a la legalidad chilena. Estábamos en la emba jada cuando escuchamos los gritos de apoyo que venían de la calle. Espontáneamente un grupo gran de de estudiantes y de trabajadores se había reunido enfrente de la representación diplomática. Salimos y propusimos marchar hacia el Hemiciclo a Juárez, ha ciendo una breve y ordenada parada frente a la em bajada de Estados Unidos. Así lo hicimos, y cuando nos acercábamos al Hemiciclo cal culo que ya nos acompañaban mas de 10 mil personas. Fui el único ora dor del breve mitin que terminó con el grito de lucha de la Unidad Po pular. Elena Poniatowska recorda ba mi cita de Federico García Lorca cuando hablé de los carabineros “jo robados y nocturnos”. El comité entró en una actividad fre nética. Es de justicia reconocer el apoyo del presidente Echeverría y, muy espe cialmente, de su esposa María Esther. Empezamos a recibir a los refugiados que nos mandaba el valiente embajador Martínez Corbalá, los acomodábamos en los apartamentos del issste proporcionados por la señora Echeverría que, además, enviaba a cada fa milia una despensa semanal. Calculo que recibimos un poco más de dos mil refugiados, en su mayor par te profesores universitarios, periodistas e intelec tuales. Muy pronto les conseguimos trabajo en dis tintas universidades, recuerdo que la Universidad de Guadalajara fue especialmente hospitalaria. Por esos días acompañé a doña Tencha, la viuda del presiden te Allende, a inaugurar el auditorio que llevaba el nombre de su esposo. En él Allende había pronuncia do un estremecedor discurso dirigido a los estu diantes del mundo. Por otra parte, difundíamos las ideas de la Unidad Popular y denunciábamos los crí menes de la dictadura militar
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(Continuará.) jornadasem@jornada.com.mx
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Portada: Calle Zacatecas, de la serie Terremoto Foto de Sergio Toledano
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PapelesPrivados
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José María Espinasa *
CASAS EDITORIALES INDEPENDIENTES.
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ntre las abundantes casas editoras independientítulos (cada uno de ellos merecería un texto aparte) tes que actualmente existen, una de las más anque he podido conseguir físicamente (los tres primeros) muestran lo dicho antes: oficio, búsqueda tiguas es la que lleva el afortunado título que tipográfica no del todo pareja, calidad en los texencabeza este artículo: Papeles Privados. Se tos. Publicar es algo que lleva a lo personal y trata, desde luego, de una atractiva paradoja: sugerir privado a hacerse justamente público, pero se la permanencia íntima de lo que se hace público. La necesita que circulen los libros, no que se pueditorial se propone fundamentalmente como un bliquen pero sigan perteneciendo a un uniespacio para la edición de poesía –su animador es verso restringido de lectores. un poeta, Mario del Valle– con características de Carlos Monsiváis decía que los tirajes de 300 rigor editorial y experimentación con los papeles, ejemplares eran ya no una cifra sino un síntoma. suelen además ir acompañadas sus ediciones de vi¿Qué pensaría de los tirajes de 100 o de 50 que hacen ñetas o grabados. La editorial tuvo como rasgo distinalgunos sellos o de los ejemplares únicos e intervenitivo, más allá de las preferencias en estilos de diseño y dos? A la vez es cierto que la literatura con ciertas exigenmanejo tipográfico, la búsqueda de una factura en el procias y que no entra en la dinámica del mercado pide ducto que resultara atractivo, eso y provoca una manera distinta y no que designa la palabra calidad, pocas veces paradójica de difunrasgo común a la mayoría de las dirse, un mundo diferente pero editoriales independientes. Es no ajeno al comercio, como poevidente, por ejemplo, la buedrían ser algunas librerías de na factura en El Tucán de Virgiantaño y como lo que sugirieron nia, contemporánea en su surlas primeras librerías-cafeterías gimiento de Papeles Privados. (hoy la librería es pura escenoEsta característica de estas grafía). El hecho de que se busdos editoriales, de las decaque un espacio distinto para la nas del actual movimiento inventa de estos libros es tan sindependiente, se ha contagiado tomático como el que jóvenes a casi todas ellas. Recientemente editores independientes –Luceen Cuernavaca, Morelos, se realizó ro García Flores y Mikel Lecumbeuna feria de editoriales independienrri de Ediciones y Punto y Yeni Rueda López y José Quetes y el abanico de ofertas tenía ese rasgo, calidad zada de la revista Moria– organicen, con el apoyo de diversas editorial, sumada a las propuestas de un catálogo exiinstituciones, incluida la Secretaría de Cultura del Estado de Morelos, gente y diferenciado. En la feria dialogaban editoriales con dos décadas Ilustración de Huidobro Lateralia: se necesita encontrar el camino hacia el lector. Podemos inde existencia con proyectos muy recientes y se podía apreciar una sorprendenterpretar que ferias, galerías o cafeterías buscan recuperar algo que la librería ha te continuidad y, también algo raro en este tipo de editoriales, no sólo la actitud perdido: su condición de punto de encuentro. de quien resiste sino de quien propone y mantiene su propuesta viva a lo largo de La transición nos trae a la memoria aquella frase tan provocadora de los años los años; ya no ocurre que esos proyectos son, a veces incluso deliberadamente, sesenta: lo personal es político, lo político personal. La actual situación del libro, en efímeros. especial con las nuevas tecnologías, lo coloca justamente como el gozne articuLa feria en el contexto de Cuernavaca y del Estado de Morelos volvió a poner lador de esa frase. ¿Subir a la red un texto es publicarlo? En un sentido muy inmesobre la mesa el asunto, de carácter nacional tan complejo, de la distribución y de diato es evidente que sí, pero el proceso de publicar algo es mucho más complejo la dificultad para llegar al público y encontrar lectores. También mostró opciones que ponerlo a disposición del posible público, no sólo porque éste es un ente tan que las editoriales eligen, desde el tradicional, de resistencia, ediciones bien hechas activo –busca lo que le interesa– como pasivo –acepta lo que se le ofrece–, sino pero poco costosas y por lo tanto con un precio asequible, hasta proyectos de porque la lectura está vinculada a una red cultural que no es puramente virtual (al libros costosos y de alto precio, con bajos tirajes y frecuentemente acompañados menos, no todavía, y le falta mucho para serlo) sino física. de obra gráfica. Sorprendentemente la opción que ha funcionado mejor, según me Esto nos lleva de nuevo a Papeles Privados. Publica seis libros en papel, y en buen cuentan, es la segunda, y eso ha traído como consecuencia que surjan espacios papel, y los edita bien, los cuida y debe hacerlos llegar a sus lectores. Para ello, alternativos de venta de libros, galerías-librerías-tiendas, que parecen responder mejor en ventas en el contexto actual. además del apoyo del FonCa para su producción, debería distribuirse en Educal (la cadena más grande –y que cubre más zonas– de librerías del país y dependiente Esto tiene que ver justamente con esa paradoja que hay en el nombre de la edidel CnCa ). Insisto en algo que se ha dicho ya muchas ocasiones y por diversas pertorial que provoca esta nota, Papeles Privados. Recientemente dio a conocer un sonas: el cuello de botella de la industria editorial es su distribución. Toda campaña paquete de libros apoyado por el FonCa , entre los que se incluyen títulos de poetas de promoción a la lectura está destinada al fracaso si no se resuelve ese problema. conocidos y de distintas generaciones (Mariana Bernárdez, En el pozo de mis ojos, Por lo pronto busca, lector, estos libros, valen la pena Jorge Ruiz Dueñas, Diván de Estambul, Claudia Hernández de Valle Arizpe, Ninguna foto es fija, Jorge Esquinca, Caja negra con inscripciones, Margarito Cuéllar, Cantos *Miembro Artístico del Sistema Nacional de Creadores de Arte. par el único brazo de Blaise Cendrars y Jenny Asse, Fragmentos para una No/Vela). Los
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Habitar
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EN MÉXICO SE VIVE EL HIPERREALISMO SURREALISTA. EL ROSTRO OBTUSO DEL GOBIERNO CARECE DE LUMINOSIDAD.
Renzo D’Alessandro
Imperdonable, cartón de José Hernández
EL DERECHO EN LA ANTÍPODA DE LA JUSTICIA La disuasión mediática que utiliza la clase política pretende ocultar la atención pública de todos los ajustes y recomendaciones estructurales dictados al gobierno mexicano y que éste obedientemente ha cumplido. Las reformas
proponen un orden jurídico que atenta contra la justicia social, pero quienes las han impuesto, lejos del desprecio han sido recibidos junto con su séquito como parte de la monarquía. Tanto en Inglaterra como en Francia, con alcahuetería manifiesta, agradecen una oligarquía tan presta a rematar la soberanía nacional incluidos los territorios, bienes y servicios (seguridad, comunicaciones, transporte, suministro de agua potable, pensiones, gestión de desechos, etcétera) en pro de los intereses privados globales. La información que hasta ahora se conoce sobre la ronda uno para la privatización del petróleo muestra cómo la corrupción y el amiguismo siguen vigentes en la práctica. La reforma al sistema de salud, tema fundamental para los trabajadores, muestra el lado más perverso de la austeridad social que impulsan. Según se informa, se propone suspender la atención, dentro del sector público, a enfermedades crónico-degenerativas como el cáncer y la diabetes. Esto resulta patético y paradójico, dado que el mismo gobierno federal –a través de la Sagarpa y la Semarnat– ha hecho todo lo posible por imponer un modelo de alimentación transnacional y de conservas provenientes de la producción industrial, agrotóxica y transgénica, que como lo ha denunciado la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad, es altamente cancerígeno y dañino para la salud humana y para los ecosistemas. Aunado a esto, se impulsa una Cruzada contra el Hambre emprendida por la Sedesol, que contiene una bomba diabética para las comunidades beneficiarias, en su mayoría indígenas, y que es promovida por las mismas instancias de gobierno en contubernio con las trasnacionales alimentarias. En concreto, este gobierno pone al derecho positivo en las antípodas de la justicia social, y deja a los ciudadanos como rehenes sin voz ni derechos sociales, anhelando cambios a partir de una democracia electoral basada en la pura simulación y sometiendo al grueso de la población a la marginación de los olvidados, quienes sólo ven posibilidades de supervivencia adhiriéndose a las estructuras de la violencia: ya sean las “formales” dentro del ejército o
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El gobierno actual lanzó –sin dar mayor explicación sobre su contenido– la Operación Dragón. Podemos inferir –dadas las evidencias en los casos de Ayotzinapa-Iguala, Tlatlaya, Apatzingán, Encuandureo-Tanhuato– su método: la desaparición forzada, la tortura, las ejecuciones, los escuadrones de la muerte, el paramilitarismo, pero sobre todo y ante todo, la impunidad.
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uando llegó la noche, nadie logró gritar, ni siquiera se escuchó un bramido o algún signo de sufrimiento”, así describe el escritor belga André Adamek, La gran noche, una novela apocalíptica del imaginario-realista. En su ficción, “la noche” es la representación de la podredumbre humana ante una catástrofe atómica. Tiempo después, el sociólogo camerunés Achille Mbembe escribió un ensayo de filosofía política titulado Salir de la gran noche, un texto que constituye una denuncia al postcolonialismo en África. En su disertación, “la noche” es la penumbra histórica de un continente sometido por intereses europeos y estadunidenses mediante políticas económicas y sociales aberrantes y deshumanizadas. La trilogía nunca fue escrita para Colombia pero, lo sabemos bien, “la noche” habita ya en México. Superando a la ficción y al ensayo, vivimos un nuevo género: el hiperrealismo surrealista en donde el derecho se antepone a la justicia y a una violencia ilegítima e impune. La ilegitimidad se basa en la disuasión generalizada de nuestra capacidad crítica. Basta con ver las noticias, nada alentadoras, de cualquier fin de semana, y analizar cuál fue la construcción mediática de “la realidad”. Vimos cómo los medios de comunicación se enriquecieron, embebidos por la “gran fuga de el Chapo”. Sin duda fue una gran veta para explotar las ventas: ¿puede existir algo más atractivo para una población a la que la televisión le ha suplantado la capacidad generadora de conciencia, el hecho de que un capo escape de la cárcel por un túnel en una motocicleta? ¿No es acaso un desenlace liberador, que en este país oprimido y maniatado por su ignorancia, un narcotraficante se convierta en el antihéroe admirado que nos reivindica?
la policía, o las “informales” dentro del narco y las otras formas de delincuencia. Así las cosas, oprimidos por una clase política que se mimetiza con el crimen organizado, vemos que no cesan de destruir la justicia social o cualquier proyecto de bienestar: primero traicionando a la ciudadanía, luego a la burocracia, posteriormente a sus aliados partidarios (aquellos con los que impusieron sus mayorías legislativas), a los sindicatos, ahora a los propios empresarios e inversionistas, y muy pronto comenzarán las traiciones en su propio seno de poder, tal como sucedió al final del primer sexenio salinista.
VIOLENCIA ILEGÍTIMA E IMPUNIDAD ¿Queda alguna duda de que habitamos una larga noche? La respuesta la podemos ver en la posición defensiva que toma el Ejecutivo federal frente a las acciones de la Sedena. El Ejército ha preferido apostar por su propia “ética”,
la noche
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acoso paramilitar en Las Margaritas, y todavía en Acteal en Chiapas; o con la violencia directa de escuadrones del Ejército que gritan “vivas” a los Caballeros Templarios en Michoacán, y que matan a un menor de edad y hieren a otros tres en Ostula, para capturar a Semeí Verdía y sumarlo a la lista de presos políticos entre los que se encuentran Nestora Salgado y José Manuel Mireles, entre tantos otros. Actúan ya sin dar explicaciones ante la violencia como su medio y fin, dirigida contra estudiantes y periodistas en Veracruz, contra artistas como Francisco Toledo en Oaxaca que defienden el Cerro del Fortín, contra jornaleros agrícolas oprimidos por las empresas en Baja California, por nombrar algunas, sin pasar por alto las ejecuciones de jóvenes en Zacatecas, o el hostigamiento y represión contra cientos de comunidades campesinas de Morelos, Puebla y Tlaxcala, que entorpecen el paso de los ductos del Plan Integral Morelos. Solamente el fin de semana del 18 y 19 de julio, mientras el PVem refrendaba su operación de megamapachería en Chiapas, se alcanzó la cifra de media centena de normalistas detenidos, sin contar otros cin-
coludirse con el narco y “abatir a todo aquello que desde su perspectiva sea delincuencia”, subjetividad peligrosa para todos, ya que son ellos quienes deciden qué es lo potencialmente perseguible. En este contexto, el gobierno actual lanzó –sin dar mayor explicación sobre su contenido– la Operación Dragón. Podemos inferir –dadas las evidencias en los casos de Ayotzinapa-Iguala, Tlatlaya, Apatzingán, Encuandureo-Tanhuato– su método: la desaparición forzada, la tortura, las ejecuciones, los escuadrones de la muerte, el paramilitarismo, pero sobre todo y ante todo, la impunidad. La vieja fórmula sigue funcionando: decidir, hostigar, comprar o matar y, posteriormente, declarar una verdad histórica que exculpe a quienes “atacan a los malos y por nuestro bien”. El Estado y sus secuaces han usado a la noche como su escudo, no sólo por la alevosía ilícita que les da desde un plano estratégico, sino como una expresión de su propia oscuridad y del rostro obtuso de un gobierno y sistema político carente de cualquier luminosidad. Su actividad represiva no paró con la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, sino que se ha clonado al estilo de represión de Atenco, ya sea con la desproporcionada violencia contra el magisterio en el famoso “Acapulcazo”; o con el despojo ilegalmente legalizado del bosque de San Francisco Xochicuatla, patrimonio de las comunidades otomíes del Estado de México; o mediante el solapamiento de la violencia paramilitarizada a través de megaproyectos en los territorios yaquis; o en la imposición de una autopista sobre la laguna del Suyul en Banavil; o con el hostigamiento en el ejido Tila y el intento de apropiación de la cascada de Agua Azul en San Sebastián Bachajón; o contra el Consejo Parroquial y el Padre Marcelo Pérez en Simojovel; o con el
Cruzada, cartón de El Fisgón
Se impulsa una Cruzada contra el Hambre emprendida por la Sedesol, que contiene una bomba diabética para las comunidades beneficiarias, en su mayoría indígenas, y que es promovida por las mismas instancias de gobierno en contubernio con las trasnacionales alimentarias.
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Sensibilidad política, cartón de José Hernández
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Ayuda, cartón de José Hernández
cuenta en Michoacán, ni el hostigamiento militar cotidiano en Tlapa, Tixtla y en general en la sierra de Guerrero.
LA GRADUAL CENTROAMERICANIZACIÓN ¿Dudará alguien a estas alturas de que gobierno y crimen organizado no son cosas diferentes? Desde la planeada operación política para la elección del Ejecutivo Federal en 2006 y en 2012, el Estado perdió gradualmente la oportunidad de consolidarse como garante de una democracia moderna, intercultural y representativa basada en el cumplimiento de los derechos consagrados con luchas históricas. Pasó de largo el postergado sueño de construir un México a partir de una política social coherente, justa, equitativa y sustentable. En lugar de ello, los gobernantes en turno han preferido consolidar un Estado fallido y mínimo que sea lo suficientemente vulnerable para consolidar el extractivismo, depender de las importaciones y defender las inversiones extranjeras. Frágil en su sustancia democrática, pero sólido en su capacidad represiva. Presto a asegurar el despojo de los territorios, ha apostado por la nocturnidad. Busca con ella mantenernos en una oscuridad perpetua para que sea nuestro hábitat. Ya los zapatistas nos lo han advertido: “viene una gran tormenta”, y viene además, nos dicen, disfrazada de progreso, por lo que la fórmula del ezLn resulta cada día más vigente: organizarnos en resistencia rebelde. Mientras escuchamos el eco de sus voces, sigue adentrándose nuestra noche, sigue expandiéndose la violencia ilegítima con su impunidad. Se oyen los llantos que velan a un niño asesinado en Ostula, se siente el vacío de 43 literas en una normal, se oye el silencio que antecede al grito. México entero se parece en su nocturnidad a San Salvador, a Ciudad de Guatemala, a Tegucigalpa. Nos han llevado con el señuelo “norteamericanista” a una militarización gradual y amenazante. La noche oscura mexicana apenas comienza y amenaza con ser muy larga… ¿lograremos resignificarnos y construir una conciencia colectiva que nos lleve al alba?
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Un día en
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Héctor Ceballos Garibay
EL PERIPLO INCLUYÓ EL EXCONVENTO DE LA MERCED, LA CASA TALAVERA, LA CANTINA LA PENINSULAR, EL PUESTO EXÓTICO LOS COYOTES, DONDE SE VENDE CARNE DE ANIMALES RAROS, Y TERMINÓ EN EL BARRIO CHINO.
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ábado 8 de agosto. Hacía un calor agradable para pasear. Salí temprano de mi hotel ubicado en la calle de Álvaro Obregón, rumbo a la estación Cuauhtémoc del Metro, a escasos diez minutos a pie. Tomé la línea uno y me bajé en la estación La Merced, cuyo acceso principal desemboca en el microcosmos variopinto del mercado, uno de los más antiguos y célebres de la megalópolis. Fama bien respaldada por la enorme cantidad de productos que se ofertan al cliente: legumbres, cestería, dulces, flores, herbolaria, juguetes, animales vivos, lozas, plantas medicinales, artículos para brujería, moles y especias…Un universo inabarcable de colores, olores y sonidos a cual más de atractivos. De inmediato reparé en las nueces de Castilla, las granadas, las changungas, los juaquiniquiles, los higos y otros suculentos frutos veraniegos que se ofrecían a los marchantes. Y aunque se trata de un lugar bullicioso y palpitante, me sorprendió no toparme con aglomeraciones de transeúntes ni con el hedor característico de algunos mercados de la provincia. Crucé el feo y ruidoso Eje 1 Oriente a fin de internarme por el barrio (que hasta fechas recientes era un muladar donde abundaban los maleantes, los vagabundos y las prostitutas), una zona rica en monumentos históricos y artísticos cuyos trabajos de rescate urbanístico y turístico aún son incipientes, a diferencia de la zona occidental del Centro Histórico que luce esplendorosa con sus edificios restaurados y sus calles peatonales repletas de alborozados viandantes. Subí por la calle Misioneros y volteé a la derecha por Talavera, callejón que caminé complacido pues había edificios muy interesantes a mis costados, sobre todo la Casa Talavera (construida en el siglo xVi , sirvió de residencia del marqués de Aguayo y hoy es un bello recinto cultural). Dos cuadras más adelante encontré la intersección con República de Uruguay, y justo al virar hacia la izquierda, a media cuadra y a mano derecha, me topé con una inmensa construcción amarilla de tres pisos: ahí estaba, por fin, el objetivo principal de mi travesía: el Claustro del ExConvento de La Merced, donde vivió el Dr. Atl en los años veinte y que fue escenario de la tórrida pasión amorosa entre el insigne pintor y Carmen Mondragón (Nahui Olin), una de las mujeres más hermosas y cautivantes de aquella época. La puerta principal del recinto, para mi desgracia, estaba cerrada. Con el alma en un hilo
Dos aspectos del Claustro del ExConvento de La Merced. Fotos: INAH
pregunté al encargado de la tienda más cercana –Casa Rebe, un expendio de telas– la razón por la cual aún no había abierto el lugar, pues ya pasaban las diez de la mañana. Me respondió que ya tenía meses clausurado el acceso, pues el edificio estaba en remodelación. ¿Cómo aliviar mi desencanto? Respuesta: si hacían obras de restauración, necesariamente tenía que haber un portón para el ingreso tanto de los albañiles como de los materiales de construcción; y tal vez por ahí podría yo, en un golpe de suerte, admirar de lejos el único claustro en estilo mudéjar de América. Apresuré el paso y doblé a la derecha por la calle Jesús María, con la idea de rodear el edificio. Justo había andado unos cuantos pasos y ya estaba frente al zaguán que buscaba. Asomé la cabeza por el pórtico de madera entreabierto y enseguida se acercó el velador para indagar qué se me ofrecía. Le ex-
pliqué que investigaba la vida y obra del Dr. Atl y que había viajado desde Uruapan con el objetivo de conocer el claustro y para tomar notas sobre el barrio de La Merced. Se compadeció de mí y me invitó a pasar al patio trasero. Era un tipo poco común y sabía mucho del ilustre personaje: que ayudó con generosidad a las prostitutas viejas y jóvenes, gordas y flacas, feas y bonitas, las cuales día y noche merodeaban por el mercado; que ofreció ahí mismo opíparas comilonas a los artistas bohemios de la época, cocinando él mismo las viandas; que se trasladó a vivir al claustro con el propósito de evitar su demolición (el Convento mercedario, construido en el siglo xVii , por desgracia había sido destruido durante la guerra de Reforma); y que hizo del lugar un centro cultural donde se montaron magníficas exposiciones pictóricas y artesanales. De todo ello conversábamos amenamente hasta que, de pronto,
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CRÓNICA
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Ciudad de México interrumpió la charla y dijo: “Puede usted entrar, abra aquella puerta del fondo con cuidado y visite el claustro. Nada más no se tarde mucho.” Con una sonrisa jubilosa le mostré cuán agradecido estaba por permitirme tener una probadita del paraíso. Ya adentro, sólo acompañado por el silencio, mis ojos se regocijaron ante ese enorme patio flanqueado por arquerías con columnas de capitel dórico; arcos majestuosos y pilares labrados con imágenes de santos, conchas y multitud de motivos vegetales que hacían más impactante el contraste con las gárgolas de cabezas felinas. Subiendo por la escalera monumental, abierta en dos brazos y adornada con una cúpula rematada por una linternilla, arribé por fin a la planta alta, donde el estilo morisco alcanza grados sublimes de belleza, sobre todo porque ahí las columnas son dobles y aumentan su número, mostrando adornos marinos y florales de una profusión esplendorosa. Y esa media hora, por sí misma, hubiera valido el viaje a Ciudad de México. Ya era el mediodía, estaba exhausto y sediento. Decidí tomar una cerveza en la cantina La Peninsular (la más antigua de la ciudad, inaugurada en 1872), ubicada muy cerca del claustro: en la calle Corregidora, frente a la Plaza de la Alhóndiga. Luego de recuperar energías proseguí la jornada turística por aquellas calles gloriosas, muchas de las cuales fueron canales por donde navegaban en el México antiguo las canoas repletas de comestibles y enseres de todo tipo rumbo al viejo mercado de La Viga. Elegí la calle Corregidora para subir hacia el Zócalo, pero antes de emprender la que sería una larga travesía deambulé por los alrededores, deteniéndome a contemplar con delectación las fachadas de varias edificaciones valiosas: el templo de Jesús María (donde en ese momento se oficiaba una misa de sanación), el pasaje comercial La Santísima-Zapata, el templo de la Santísima Trinidad (cuyo admirable pórtico pertenece al barroco churrigueresco) y las plazas aledañas. Durante el pausado trayecto hacia la zona occidental del Centro Histórico, tuve oportunidad de admirar numerosas casas palaciegas que lucían sus características fachadas de tezontle, las hornacinas con santos y los sillares de cantera, adornos arquitectónicos que aún engalanan las residencias donde vivieron personalidades de la talla de Andrés
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Sonreí y apresuré el paso
hacia mi siguiente destino: el Museo Nacional de Arte. Tomé la calle de Dolores,
crucé el barrio chino y me
tomé un café y dos aspirinas en un restaurante frente a la Alameda. Desfallecía mi cuerpo, pero mi espíritu anhelaba concluir el itinerario. Confiaba en poder reponerme gracias a la magia de las obras maestras
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Cantina La Peninsular, en la calle Corregidora
Quintana Roo y Mariano Matamoros. Entre las delicias de visitar estos lares hay que mencionar a los personajes populares: el organillero, el paletero, el afilador de cuchillos, el curandero, el ropavejero…Y de todos estos maestros de la calle, uno en particular captó mi atención: Benjamín Rodríguez, quien maneja con destreza su antiquísima máquina Singer, manufacturada en la Alemania de 1875. Este señorón no sólo hace al borde de la banqueta trabajos de remiendos rápidos, sino también muestra con orgullo y en directo sus diseños y bordados, todo ello a través de una amena plática con los curiosos que, azorados ante la belleza de esa reliquia que parecía funcionar mejor que nunca, se detienen un rato a charlar con él. Una vez que llegué a la avenida Pino Suárez, ya la fatiga atenazaba mis piernas. Di vuelta a la izquierda y en cinco minutos estuve en el Museo de la Ciudad de México, antiguo palacio virreinal de los condes de Santiago de Calimaya. Mi intención de subir a la biblioteca y solicitar material acerca de los años veinte y treinta del siglo pasado resultaba, dado a la jaqueca que me embargaba, un sueño guajiro. Para colmo, el hambre igualmente se me volvió dolor estomacal y por ello no pude quedarme a la exposición de caricaturas de Abel Quezada, la cual estaba a punto de abrirse al público. Salí un tanto desconsolado, pues el recinto es soberbio y me hubiera gustado recorrerlo con calma y pleno de vigor. Tomé el Metro y me bajé en Salto del Agua, desde donde me dirigí al mercado de San Juan para comer en una charcutería re-
(cuadros de Zurbarán, Veláz-
quez, Goya, Tiepolo, Correa,
Villalpando, Cabrera…) que conforman la exposición
Recorrido por la exposición Yo, el Rey, Museo Nacional de Arte, Tacuba 8, Centro Histórico. Foto: Francisco Olvera/ La Jornada
temporal Yo, el Rey.
comendada por las guías turísticas: La Jersey. Ahí devoré, por un módico precio, una baguette de salchichones y quesos finos, acompañada de un vino tinto ligero. Rumbo a la salida pasé por un puesto exótico, Los Coyotes, donde se vende carne de animales raros: jabalí, león, tigre, cocodrilo, búfalo, además de una gran variedad de gusanos e insectos que uno podía degustar como relleno de hamburguesas. Sonreí y apresuré el paso hacia mi siguiente destino: el Museo Nacional de Arte. Tomé la calle de Dolores, crucé el barrio chino y me tomé un café y dos aspirinas en un restaurante frente a la Alameda. Desfallecía mi cuerpo, pero mi espíritu anhelaba concluir el itinerario. Confiaba en poder reponerme gracias a la magia de las obras maestras (cuadros de Zurbarán, Velázquez, Goya, Tiepolo, Correa, Villalpando, Cabrera…) que conforman la exposición temporal Yo, el Rey. Y lo logré durante una media hora, pero luego ya no podía leer los textos explicativos, poco me importaba la museografía y pasaba de largo por los pasillos viendo borrosas y revueltas las imágenes de los reyes, las reinas, las vírgenes y los santos. Salí del museo decepcionado de mí mismo. ¿Qué me había fallado en la rigurosa planeación de esta jornada turística? Entonces me acordé de la sabia conseja popular: “El que mucho abarca, poco aprieta.” Era cierto. Súbitamente, a manera de consuelo, emergió en mi mente la vía idónea para apaciguar mi desazón: había que volver, sí, volver una y mil veces a la fascinante Ciudad de los Palacios
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La imagen contra el olvido: a treint EL TERREMOTO DE 1985, ARTE, MEMORIA Y OLVIDO *
ESPECTADORES FRENTE A LA SOCIEDAD DEL DESASTRE ENSAYOS ICONOGRÁFICOS DE AQUELLOS DÍAS DE TRAGEDIA
Ignacio Padilla Rescate
C
on una serie de ocho fotografías intitulada Terremoto, un joven [Sergio] Toledano había ganado la Bienal de Fotog de 1986. Sus méritos habían sido rigurosamente artísticos, los mos que volverían a ser reconocidos por la crítica veinte años tarde. En este sentido, el crítico César Vera señaló atinadam que, si bien muchas de las fotografías del temblor siguieron c pliendo con el principio de representación parcial de la realidad posible identificar algunas con gran creatividad y profesionali artístico. Tal sería el caso de Toledano, cuyas imágenes “transm una vivencia subjetiva, poética, imágenes que estaban lejos d presentar una realidad otra que la más intima”. Pocos textos pu citar en esta obra que indiquen con mayor claridad la distinció la que he querido sustentar mis ideas: lo que Vera reconoce e fantasmales imágenes de policías y bomberos capturadas o rec das por Toledano es lo mismo que otros habrían reconocido a en el obrero muerto de Álvarez Bravo o en los siniestros de Enr Metinides. La artificialidad y la irrealidad de esas imágenes –atr tos difícilmente aceptables en el periodismo gráfico– les perm irónicamente ser reconocidas como obras de arte sublime. E bajo de Toledano pregona así el triunfo de lo subjetivo artif intemporal y unificador de la fotografía artística sobre la obje dad realista, perecedera y fragmentaria de la fotografía testimo Me parece que este contraste es suficiente para apuntalar cualq reflexión sobre la relación del arte, la memoria y el olvido.
En Arte y olvido del terremoto (2
20 de septiembre de 2015 • Número 1072 • Jornada Semanal Derrumbe. Fotos: Francisco Toledano, de la serie Terremoto
SERIE TERREMOTO, DE SERGIO TOLEDANO *
TERREMOTO EN MÉXICO *
Angélica Carmona
Alejandro Castellanos (1994)
L
a serie Terremoto fue premiada por unanimidad por el jurado en la Bienal de Fotografía de 1986. Considerado uno de los ensayos icnográficos más importantes de la década de los ochenta, la serie está formada por una secuencia de cuatro pares de fotografías que en su conjunto integran una lectura elocuente, poética y metafórica de los sucesos del terremoto de 1985 en Ciudad de México dF. El ensayo inicia con las fotografías Derrumbe y Zacatecas, dos imágenes que nos ubican en los hechos, pues muestran los daños que sufre la ciudad. La primera es una cortina de escombro que borra el paisaje urbano y nos convierte en espectadores frente a la soledad del desastre. En la segunda, Zacatecas, se observa un edificio que ha perdido la perspectiva en medio de un día cotidiano, y personas que advierten el desastre sin comprender aún la dimensión de los hechos. El siguiente par de fotografías son Rescate y Dolor; la primera nos muestra a una mujer que es sacada de entre los escombros, su rostro expresa la lucha entre la vida y la muerte, el dolor humanizado y también el oportuno auxilio de la sociedad ante el desastre. Más subjetivamente, la fotografía Dolor nos presenta una imagen conmovedora, un maniquí femenino roto, desmembrado e inmóvil, tirado en una calle, cubierto por pedazos de la misma calle, representando una gran cripta urbana, desolada y silenciosa. El tercer par, compuesto por Soldados y El Regis, es la parte central del ensayo: un grupo de soldados fantas-
ta años del
muy grafía s miss más mente cumd, era ismo miten de reuedo ón en en las creaantes rique ribumiten El traficial, etivionial. quier
2010).
males emerge de las penumbras, el escenario dantesco y teatral nos remite más al sueño que a la realidad; en la otra fotografía vemos un incendio, humo, bruma y escombro, un bombero ejerciendo su oficio desde el aire, mientras dos personajes se pasean entre los vestigios del siniestro. En el último par, Víctimas y Fantasma, la primera nos muestra a dos hombres abrazados que han quedado atrapados, formando parte de un pesado muro. La crudeza de la imagen gráficamente nos presenta a la inapelable muerte y la fragilidad de la vida interrumpida por la sorpresa de la tragedia, en yuxtaposición con la imagen que cierra el ensayo, en la cual vemos a un hombre de espaldas que se aleja por la calle, cargando un maniquí al que le cuelga el brazo en la misma posición que al personaje de la fotografía anterior. Esta última nos invita a pensar en el alma de las víctimas que son llevadas hacia el misterio del más allá. Ambas fotografías representan la parte masculina y balancean el contraste del ensayo con el segundo par de fotografías, que forman la parte femenina (la mujer víctima y el maniquí desmembrado). De este modo, la yuxtaposición de las imágenes en un orden lineal, le da al ensayo una lectura más dramática, que acentúa la polaridad entre la realidad y lo fantástico, la vida y la muerte. *Inédito, 2010.
U
no de los ensayos iconográficos más importantes de los años ochenta es el titulado Terremoto, con el que Sergio Toledano (México, dF , 1956) ganó uno de los premios de adquisición de la Bienal de Fotografía de 1986. Los acontecimientos que siguieron al terremoto del 19 de septiembre de 1985 en Ciudad de México (que marcó de manera definitiva el desarrollo social del país), quedaron grabados en la serie de ocho fotografías de Toledano con una elocuencia similar a la del Ángel del temblor, la imagen con la que Manuel Álvarez Bravo simbolizó el sismo ocurrido en la misma ciudad en 1957. La fuerza con la que se inscribió la serie de Sergio Toledano en el desarrollo de la fotografía en México fue descrita claramente por César Vera, para quien los sucesos de 1985 se encargaron de demostrar que la realidad supera cualquier forma de representación: “Muchas de las fotografías del temblor siguieron cumpliendo con el principio de representación parcial de la realidad, algunas, con un gran mérito y profesionalismo periodístico; otras, como la de la serie (Terremoto) del trabajo premiado en la Bienal de 1986, Víctimas, de Sergio Toledano, trasmitían una vivencia subjetiva, poética: imágenes que estaban lejos de representar una realidad otra que la más íntima.” sigue
F
Abajo: Dolor
TerremoTo
9
10
Arriba: Soldados, abajo: El Regis Fotos: Francisco Toledano, de la serie Terremoto
La relación que establecen las imágenes de Terremoto con la sensación de irrealidad que desplazó a la vida cotidiana –sobre todo en el centro de la ciudad– se fundamenta en la capacidad de Toledano para sintetizar y abstraer los signos del caos, tal y como puede observarse en la fotografía tomada frente al Hotel Regis en los momentos en que éste era presa de las llamas. Las figuras de los militares y policías que se recortan sobre la densa humareda con actitudes tan ambiguas como representativas de la incertidumbre del momento, forman parte de un cuadro desolador que revela –como todo el ensayo– la fragilidad de la existencia y la constante presencia de la muerte. Para Toledano (quien realizó estudios de cine en el Instituto Latinoamericano de Comunicación Educativa y formó parte del Taller de los Lunes que dirigió Pedro Meyer) la fotografía hace posible “crear una realidad en la mente del espectador”. Más allá de la analogía visual, dicho fenómeno tiene que ver con la experiencia de la memoria y la reflexión, es por ello que Terremoto cumple ahora la función que les asignó el crítico Nelson Oxman: “El dolor no sólo quedó plasmado para los espectadores contemporáneos, sino que en el futuro, cuando quizás el gusto y la concepción de realismo dominante en el tiempo de la tragedia sea obsoleto, formará parte de la memoria cultural.” * En México en el mundo de las colecciones de arte, capítulo “La fotografía mexicana en el extranjero”
SERGIO TOLEDANO. VISIÓN TRÁGICA * Nelson Oxman
L
a fotografía como documento social ha legado un gran acervo de imágenes de horror. Las primeras fotografías de muerte y desolación provienen de la Guerra de Secesión. En 1861 O’ Sulivan y Russell fotografiaron heridos y cadáveres. El paso del tiempo dio a las imágenes aspecto de irreales. La técnica obsoleta y los materiales en desuso ya no son reconocidos con la misma fuerza por la sensibilidad.
11 20 de septiembre de 2015 • Número 1072 • Jornada Semanal
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La tragedia ha sido convertida en objetivo, por lo tanto cosificada y transformada a través de la fotografía en la ficción idealizada que refiere con su particularidad, la totalidad del drama.
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Existe un nuevo concepto de realidad y ficción a partir de nuevas técnicas y nuevos materiales. Sergio Toledano registró el sismo de 1985 con una veracidad que lleva al espectador a asociar el límite del horror. El suceso fortuito fue petrificado a través de “encuadres”, donde la idea general de la tragedia se logra materializar en visiones reales. Las fotografías aíslan una parte del todo y se convierten en expresión de un artista que significa la realidad desvanecida en los desechos del desarrollo cotidiano de los sucesos. El dolor no sólo quedó plasmado para los espectadores contemporáneos, sino que en el futuro, cuando quizás el gusto y la concepción de realismo dominante en el tiempo de la tragedia sea obsoleto, formará parte de la memoria cultural. Toledano tomó cerca de doscientas fotografías y rescató ocho para un portafolio que articula el texto del discurso donde dice qué vio y cómo lo vio. “El ojo se va afinando a una manera de ver, es automático, pero atrás de esa espontaneidad existe mucho trabajo y experiencia”, dice Toledano. En el estudio de trabajo sucede la decantación de las imágenes y la asociación de sus contenidos para componer la secuencia que integra el portafolio. En este momento la imagen se refiere a la plástica y se convierte en tragedia visual. La incorporación responde a valores estéticos. Toledano muestra en la fotografía Víctimas, la postura del cuerpo y del brazo del cadáver de un hombre, en la misma dirección que en la fotografía Maniquí, donde un objeto que también fue víctima del suceso integra la asociación semántica. El contenido de la proposición formal es artístico y representa el gusto y los valores estéticos en el momento en que el clic grabó latente la imagen del encuadre de la escena y cuando más tarde fueron reveladas las películas en el cuarto oscuro y ordenadas para formar el discurso visual. La tragedia ha sido convertida en objetivo, por lo tanto cosificada y transformada a través de la fotografía en la ficción idealizada que refiere con su particularidad, la totalidad del drama. Sergio Toledano hizo ficción la realidad, y logró que su ficción de nuevo remita al espectador a la realidad que representa, fuera de conservar una instantánea para la posterioridad. Su obra logra trascender como objeto artístico: recuerdo de ese tiempo fugaz que será para la historia el suceso del sismo de 1985, que Toledano grabó en fotografía.
Víctimas
Fantasma
MEMENTO MORI* Carlos Méndez
N
o cabe duda [de] que el terremoto del 19 de septiembre de 1985 provocó una nueva actitud en los habitantes de Ciudad de México. El golpe, inesperado y de consecuencias inimaginables, sacudió las conciencias. La muerte se hizo tan opresivamente visible que nadie pudo ignorarla, dejar de soñar con ella, evitar pensar en su repentina aparición. Los artistas tampoco podían permanecer ajenos; fueron sacudidos. Esto es evidentísimo en las fotografías de Sergio Toledano; una, Víctimas, con toda la crudeza del testimonio gráfico de la tragedia; otra, Dolor, más sutil aunque no menos conmovedora: un maniquí roto posado entre escombros, desmembrado, abatido
* unomásuno (octubre 17 de 1987).
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* Centro Cultural /Arte Contemporáneo (catálogo, noviembre de 1986).
en nuestro próximo número:
AyotzinApA: olvido forzado y justicia Briceño, Galindo Ulloa, Ogarrio y Ruvalcaba El Contrato Social en el Apocalipsis
La Jornada Semanal @JornadaSemanal jsemanal@jornada.com.mx
ARTE Y PENSAMIENTO ........
20 de septiembre de 2015 • Número 1072 • Jornada Semanal
Agustín Ramos
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Naief Yehya
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ESCRITO EN 1925, entre la debacle de Kronstadt y el crack de 1929, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión es un folleto de cincuenta páginas. En él se concede la misma importancia al adoctrinamiento, a las medidas de seguridad de los activistas y a la justificación de la represión ejercida por el entonces incipiente gobierno soviético. Tal vez por estar inmerso en una aurora revolucionaria y por la visión providencial de la historia característica del marxismo plejanoviano, Victor Serge, el autor del folleto, magnificaba la potencia revolucionaria menospreciando la capacidad de
la contrarrevolución; por ello, el aspecto doctrinario de este opúsculo –su confianza ideológica, su vigor propagandístico– comenzó a verse desmentido un lustro más tarde, cuando Stalin usurpó el poder y empleó iguales o peores mecanismos represivos para segar la revolución e instaurar un capitalismo de Estado que aún hoy se designa, con sarcasmo voluntario, como “socialismo realmente existente”. El parto histórico que el Serge poeta y novelista pudo describir con dolorosa clarividencia en la obra escrita entre 1930 y 1940 –luz incierta “de alba o de crepúsculo”, “poderosas noches ciegas”–, debió resultar de una oscuridad indescifrable para el Serge militante entre los años 1917 y 1930. 5. “En 1917 –escribía Serge en su manual sobre la represión–, la autocracia se derrumbó sin que las legiones de soplones, de provocadores, de gendarmes, de verdugos, de guardias municipales, de jueces, de generales, de curas, pudieran desviar el curso inflexible de la historia. Los informes de la policía secreta… constatan la proximidad de la revolución y prodigan al zar advertencias inútiles.” Hacia la mitad del texto, Victor Serge anotaba: “La provocación es mucho más peligrosa, por la desconfianza que siembra entre los revolucionarios...” Más adelante señalaba: “…el estudio del mecanismo de la policía secreta zarista nos revela que su fin inmediato es más el de conocer que el de reprimir: conocer para poder reprimir a la hora señalada, con todo o en la medida deseada…” Y casi para terminar, decía:“La provocación policial es el arma principal de los regíme-
nes en descomposición. Consciente de su impotencia para prevenir o para impedir, su policía suscita iniciativas que reprime de inmediato.” Pese a tener noventa años, este escrito conserva vigencia. No tanto frente a los métodos de vigilancia y castigo de los actuales Estados policíacos que van suprimiendo los últimos vestigios del Estado benefactor –aunque sigan privilegiando la infiltración de provocadores y la sistemática calumnia masiva contra las luchas populares, sino por descripciones confeccionadas como a la medida del México actual: “En la cúspide del poder, una dinastía degenerada rodeada de imbéciles. El barbero cuidaba mediante hipnotismo la salud vacilante del presunto heredero. Rasputín quitaba y ponía ministros desde sus habitaciones privadas. Los generales robaban al ejército, los grandes dignatarios saqueaban al Estado. Entre este poder y la nación, una burocracia innumerable vivía sobre todo del cohecho.” 6. En Memorias de mundos desaparecidos (1901-1941), como para desmentir a quienes ven la paja de la carencia de autocrítica en la barricada ajena, Serge analiza todos los factores que condicionaron y torcieron la Revolución rusa. Y refiriéndose con integridad e imparcialidad a quienes entre 1917 y 1927 constituían la vanguardia revolucionaria, reconoce que “el peligro también estaba en nosotros”. La mayoría de la obra de Victor Serge es casi inaccesible. Sin embargo, parte de ella se consigue con Siglo xxi y con El Equilibrista o en las librerías de viejo. Las citadas Memorias, aparte de ser un completísimo camino introductorio al tiempo, a la vida y a la obra del gran revolucionario, vienen acompañadas –aunque sin el crédito ni el realce merecidos– por las ilustraciones de Vlady, quien además rescató la versión definitiva de un testimonio antípoda de los testimonios del comunismo ortodoxo. Vlady V ic toriovich Kíbalchich, digno hijo de Victor Serge, glosa, con una suerte de rasguños irremediables, la piel sorda y ciega de estos mundos que desaparecen y, a la vez, desnuda la esperanza que de ellos surge: una esperanza inaccesible siempre e indispensable ahora. Demonios revolucionarios, exposición de cuarenta años de obra plástica de Vlady, está abierta al público en el Centro Vlady, Goya 63, Mixcoac, de lunes a viernes, de 10 a 19 hrs •
La aventura presidencial del ciudadano Trump El lídEr dE la manada La presidencia de Donald Trump se antoja para una apetitosa secuela distópica con tintes apocalípticos, reiterativa en todos sentidos y cargada de lugares comunes, como The Hunger Games/Los juegos del hambre (Gary Ross, 2012) o Maze Runner: Correr o morir (Wes Ball, 2014), pero decorada con mucha clase, como un palacete Luis xv aterciopelado, con numerosos candelabros dorados así como estridentes provocaciones xenófobas y misóginas. La propuesta de un empresario vociferante, narcisista e ignorante para ser presidente es a la vez ridícula y natural, además de
que no tiene nada de original. Esta jocosa farsa ha logrado desviar la discusión política planetaria, especialmente en México, y ha hecho creer a muchos que semejante disparate es una amenaza real. Desde que Trump obtuvo su registro como candidato presidencial, ha encabezado las encuestas de opinión entre los (por ahora) diesiete candidatos republicanos que van, desde los favoritos del establishment que esperaban obtener la nominación sin muchos problemas, como Jeb Bush e incluso Chris Christie, hasta los que no tienen ni la más remota oportunidad, como Georges Pataki o Piyush Bobby Jindal. Cuando esto se escribe, Trump se encuentra a la cabeza de las encuestas generales, por encima incluso de Hillary Clinton, conduciendo como un adolescente una campaña financiada por él mismo y que avanza precipitadamente, arrasando con todo a su paso para estrellarse contra el primer poste disponible.
mente a que están en shock y tienen envidia de las bravuconadas que Trump se atreve a lanzar. No obstante, Trump es un personaje camaleónico (incoherente, dirían algunos) que en el pasado ha tomado posiciones progresistas que darían pesadillas a sus seguidores, como apoyar un seguro de salud universal en 2000, oponerse a la guerra de Irak en 2003, defender a la organización Planned Parenthood (aunque recientemente se ha vuelto antiaborto) y declarar que Bill Clinton ha sido el mejor presidente de los años recientes. El problema republicano es que si Trump no es elegido y considera lanzarse como candidato independiente, puede desgarrar al partido (y con muchísimo optimismo podríamos decir causarle daño real y permanente), o bien simplemente ayudar a una victoria demócrata al robarse un promedio de cinco por ciento del voto republicano.
El vErdadEro Espíritu dE la dErEcha
Al analizar el vertiginoso ascenso de Trump, debemos recordar que aún falta más de un año para las elecciones y que históricamente las tendencias cambian cuando los electores informados y preocupados comienzan a involucrarse en el proceso. Hasta ahora, Trump apenas ha podido rascar por encima del treinta por ciento, lo cual parece mucho entre tantos candidatos, pero en realidad no es suficientemente alto para ganar unas elecciones primarias. La tendencia difícilmente cambiará mucho, pues debido a su sobreexposición la mayoría de la gente ya se expresó definitivamente a favor o en contra suya (algo semejante a lo que le pasó a López Obrador en la elección de 2006). Trump es un aguafiestas, un intruso que el Partido Republicano tolerará con una sonrisa, pero que eventualmente se verá feliz de eliminar para canalizar apoyo, recursos y la maquinaria completa al candidato oficial, que en este caso es Jeb. El fenómeno Trump se volverá un caso de estudio mediático, el tema de algún telefilme dramáticopolítico y una lección para los otros “ciudadanos Kane” que sueñan con el poder político. De cualquier manera, muy difícilmente pasará a unas elecciones generales, aunque por supuesto, puedo estar trágicamente equivocado •
Para Trump, la presidencia de un país, y no de cualquier país, sino de la principal potencia del mundo, con acceso a un arsenal atómico y vastos recursos bélicos, es en esencia lo mismo que un Reality Show u operar casinos o especular con bienes raíces. Probablemente tenga razón y de hecho su atroz desconocimiento de los mecanismos de la política internacional no lo pone en gran desventaja frente a los demás republicanos que son en su mayoría igualmente ignorantes y menos carismáticos. Trump canaliza la esencia del conservadurismo resentido estadunidense, ése que rechaza la inmigración de tez oscura, que quiere “rescatar a la presidencia” (con las obvias implicaciones racistas que esto tiene), que se siente traicionado por instituciones que se han abierto a la diversidad sexual, que está confundido y no sabe a quién culpar en materia de escándalos multimillonarios bancarios y de Wall Street (pues están furiosos y decepcionados pero no logran aceptar que la oligarquía financiera a la que pertenecen o sueñan pertenecer los ha estafado).
contradiccionEs dE clasE El silencio entre los otros dieciséis candidatos republicanos se debe principal-
la caída inminEntE
JORNADA VIRTUAL
Revolución y literatura (ii y última)
TOMAR LA PALABRA
naief.yehya@gmail.com
........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1072 • 20 de septiembre de 2015
Germaine Gómez Haro
Alonso Arreola
germaine@casalamm.com.mx
Germaine Gómez Haro germainegh@casalamm.com.mx
Maraña 2
Mario Núñez: Dentro y fuera
A
L PRINCIPIO ES LA línea. La línea en su multiplicidad de vericuetos domina la composición. Líneas ondulantes que serpentean por todo el lienzo al ritmo de las melodías cromáticas. Líneas rectas que testimonian el rigor en la libertad del trazo. Líneas puras y contundentes que evocan mesura y elegancia. Las pinturas de Mario Núñez se articulan a partir de tramas que invitan al espectador a mirar más allá de la superficie, a escudriñar los recovecos que se perfilan como guiños juguetones a través de los cuales el ojo se sitúa dentro y fuera de la obra. El título de la exposición lo expresa así: Dentro y fuera. La obra reciente de Mario Núñez se presenta en el Museo de la Cancillería, hermoso recinto que forma parte del Instituto Matías Romero, ubicado en el convento anexo al antiguo oratorio dedicado a San Felipe Neri (República del Salvador 47, Centro Histórico). La exposición se puede visitar todo el mes de septiembre, de lunes a viernes de 10:00 am a 5:00 pm. Mario Núñez (México, df , 1963) forma parte desde hace ocho años de la galería Le Laboratoire de Julien Cuisset –promotor de esta muestra– quien en pocos años ha posicionado su espacio entre los más propositivos de nuestra ciudad. El trabajo de Núñez se presenta en cinco núcleos formales: Marañas reúne las pinturas que expresan el dinamismo que ha desarrollado en los últimos ocho años, cuando comenzó a abandonar la figuración. Hasta esas fechas, pintaba paisajes fantásticos de espíritu un tanto surrealista que devinieron en composiciones abigarradas en las que la superficie del lienzo estaba totalmente poblada por objetos y figuras entreveradas en forma inconexa. El paso a los entramados no figurativos se percibe como un proceso natural. Núñez cambió la figura por la línea y se lanzó a la investigación profunda del color. Actualmente, sus pinturas de colorido desbordante revelan su dominio de la paleta contrastante, sin caer en ningún momento en la explosión estridente. Ritmo y color son los elementos que atrapan al espectador en primera instancia. Sus estallidos cromáticos me remiten a las teorías del gran estudioso del color, Michel Pastoureau, quien escribe: “Aprendamos a pensar en colores y veremos el mundo de forma muy distinta.” El núcleo Coexistencias presenta las obras que, de alguna manera, son opuestas a las anteriores pero, asimismo, complementarias. Aquí vemos pinturas de pequeño
formato realizadas en tinta sobre papel amate a partir de líneas rectas y translúcidas plasmadas sutilmente en tonos blancos, negros y grisáceos; su disposición en sentido vertical, horizontal y perpendicular, crea una suerte de celosías que se antojan sígnicas y de pronto remiten a la poética geométrica de Carlos Mérida. Sorprende el dominio del trazo sin titubeos, como si siguiera un boceto previo que no existe: estamos ante el rigor en la improvisación. La serie Relieves incluye tres piezas de pequeño formato realizadas con fragmentos de madera adheridos a una superficie del mismo material, en las que aparecen algunas figuras y líneas pintadas que muestran el interés del artista por explorar el espacio tridimensional que se presenta en el núcleo Objetos, integrado por esculturas realizadas en madera, piezas totalmente lúdicas que parecen una prolongación hacia el exterior de sus lienzos. Las pinturas reunidas bajo el título Rizomas son de factura reciente y abren la brecha a las nuevas exploraciones formales del artista. La obra de Mario Núñez invita a captar su esencia desde el plano sensorial. Se antoja dejarse llevar por la cadencia de sus ritmos coloridos que evocan notas sonoras y silencios, como se aprecia en el breve documental de dos minutos y medio realizado por Studio Chirika, donde se muestra la intervención del lienzo en blanco por la mano firme y segura del artista, cuyos trazos libres y rigurosos invaden la tela como estrellas fugaces en el firmamento (https://vimeo.com/78235878). Se editó un catálogo bellamente impreso e ilustrado del cual extraigo las palabras evocadoras de Josué Ramírez y el artista Mario Núnez: “Dentro y fuera es el nacimiento del juego como un vacío entre dos trazos/ que adhieren lo obscuro a lo luminoso/ este condicionamiento de la existencia/ es una voluntad de encontrar un lugar/ en el mundo donde/ la temporalidad de la luz y la sombra/ se extienden buscando vida.” •
Tiempo perdido (de la serie Rizomas)
Jaramar y el Cuarteto Latinoamericano. Brocado luminoso
“S
OY JARAMAR… hago música, pinto, dibujo, canto y… yo diría que la música es el eje de mi vida, la brújula.” Así comienza el documental que Michel Amado realizó en torno al nuevo disco de la cantante Jaramar Soto grabado con el notabilísimo Cuarteto Latinoamericano en la sinagoga Justo Sierra, lugar en donde se presentará el próximo domingo 25 de octubre a las 12 horas. Se llama El hilo invisible. Contó con arreglos de Javier Montiel y Juancho Valencia, fue producido y mezclado por Gerry Rosado y sumó financiamientos del Fonca y de la Fundación Metta Saade, a. c. Su nacimiento es motivo de celebración pues no es fácil encontrar colaboraciones tan naturales y lógicas que despierten el antojo de inmediato. Especialista en cantos sefaradíes y repertorio en lenguas prehispánicas, ella sabe regalar ornamentos de dulzura, incluso cuando se viste de melancolía o tristeza franca. Ellos, por su lado, entienden los carretes de un oficio contemporáneo; mantienen el filoso carácter por el que son respetados en el mundo entero. Ella tiene más de veinte discos entre originales y compilacio-
nes; lo mismo compone que se somete a la ocurrencia ajena internándose en experimentos fuera de confort. Ellos llegan a cincuenta grabaciones alrededor de mentes como las de Ginastera, Chávez, Revueltas, Piazzolla, Márquez, Gismonti, Ponce y, por supuesto, Villa-Lobos, de quien son máximos conocedores. Ella, antes de este concierto conjunto, se presentará en el festival Las voces humanas de La Habana, Cuba, en donde también sonarán las gargantas de Silvio Rodríguez, Take 6 (Estados Unidos), Andreas Scholl (Alemania) y Dulce Pontes (Portugal), entre muchas otras provenientes de dieciséis países. Asimismo, dará el recital Entre la pena y el gozo en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el próximo 26 de septiembre y, por si fuera poco, días antes, el 22, participará como invitada del proyecto de improvisación e invención sonora colectiva Cosmos, en Guadalajara. Ellos, como imaginábamos al mirar su página (www.cuartetolatinoamericano.com) ya tienen pactados conciertos hasta mayo de 2016, muchos de los cuales ocurrirán en Estados Unidos y Europa. Sin embargo, algunos sucederán en el Distrito Federal, Oaxaca y Monterrey. Sígalos. Ganadores del Grammy Latino 2012 por el disco Brasileiro, works of Francisco Mignone, los hermanos Saúl, Arón (violinistas) y Ál-
varo Bitrán (chelista), y Javier Montiel (violista), han sido ampliamente reconocidos por la prensa internacional y por gobiernos como el venezolano, que los tiene a cargo de la Academia Latinoamericana de Cuartetos de Cuerda afiliada a su Sistema de Orquestas Juveniles. Sobran datos curriculares. Son demasiados. Sólo diremos que han hecho sonar sus cuerdas en espacios míticos de los cinco continentes, como la Scala de Milán, el Concertgebouw de Ámsterdam y el Carnegie Hall de Nueva York. Dicho esto, ¿valdrá la urpena escuchar la prenda que ur dieron con Jaramar? Dígalo usted, lectora, lector. Entendemos que la melodía vocal y la lírica son el cordón, el nuelegado que permite unir nue convas telas –su dotación– en la con fección de El hilo invisible. Sus sastres, verbigracia, provienen de estéticas muy disímbolas, lo que enriquece al brocado. El productor, Gerardo Rosado, ha realizado los últimos discos de Jaramar además de cientos de exotras obras de rock y música ex perimental. Juancho Valencia, diriarreglista, toca el teclado y diri Puerge la agrupación de pop latino Puer to Candelaria. Javier Montiel, el otro arreglista, es miembro del propio Cuarteto Latinoamericano y entiende de sobra las posibilidades de sus músicos e instrumentos. El resultado, suponemos desde su primer sencillo (Adió kerida), será el traje que soñó el emperador desnudo. Planeado para grabarse por separado (primero el cuarteto y luego la voz), este disco terminó plasmándose en conjunto por el valor de la situación y el ánimo de sus actores, lo que representa un riesgo deseable para cualquier músico o productor. El entramado de estas y otras decisiones puede seguirse sin desperdicio en el documental que lo acompaña, ése en el que también se honra a la comunidad judía de México, tan ligada al cancionero sefaradí y a la propia sinagoga Justo Sierra. En sus entrevistas e imágenes llegamos al corazón de su intento, a los impulsos históricos, íntimos y familiares que tejen sus involucrados. Allí entendemos, finalmente, cómo se entrevera el pasado genealógico del cuarteto con las pasiones estéticas de la cantante, lo que desemboca en un álbum que deberá ganar reconocimiento global. Mientras sucede, comencemos por buscarlo y disfrutar sus tolerantes y bellas fronteras de aire, hoy cuando tantos mueren cruzando los límites de tierra. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •
BEMOL SOSTENIDO
@LabAlonso
ARTES VISUALES
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ARTE Y PENSAMIENTO ........
20 de septiembre de 2015 • Número 1072 • Jornada Semanal
Ana García Bergua
Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch
Madrugar MANECER DE VAPORES Y cobijas, de duchas que sacuden los sueños. Amanecer de agua caliente y autobuses. Todos merecemos el regalo de un día más. Todas las mañanas la ciudad se levanta poco a poco, se encienden los bóilers y en algunas ollas comienza a hervir agua para noescafé y en casas más pudientes se posan cafeteras que seducen a los dormidos para que se pongan las pantuflas, corran las cortinas y saquen al perro a orinar a la cuadra. Las mañanas son de las madres que lamentan la lluvia en la ventana y acarician a los hijos cuando éstos piden cinco minutos más o un momentito y tratan de arrancar
al día un pedazo más de noche protectora como una cobija. Me gustaría pensar que todas las mañanas hay fábricas cuyos silbatos conminan a obreros entusiastas y señoras que lanzan cubetazos a las aceras y jardineros barriendo los parques como en algún documental en blanco y negro, de preferencia dirigido por Demetrio Bilbatúa y con una voz parecida a la de Álvaro Mutis diciendo: Ciudad de México amanece y se prepara para un ajetreado día. Pero no sé si eso existe ya. Todas las mañanas la luz sorprende al ladrón en los callejones, a los amantes que deben inventar alguna historia que termina cuando amanecen juntos, al vagabundo que se durmió en la cabina del cajero automático, extendido sobre sus colchones de cartón. Amanece para el asesino que huyó furtivo del charco de sangre que lo perseguirá por siempre. Y los que lloran al muerto amanecen y vuelven a llorar una noche eterna. Desde muy temprano hay señoras en la Central de Abastos escogiendo piñas, melones, sandías y papayas para llevar a sus puestos del mercado sobre ruedas, y pescaderos limpiando escamas y escolares frotándose las lagañas de los ojos, y gente que sólo piensa en jugo de naranja. Algunos hombres piensan en sus camas cómo harán para pagar esto y aquello y cómo saldrán de un lío con alguien aterrador y se quieren entregar de nuevo al sueño pero ya se agotó el chance. Algunos niños piensan en sus camas cómo enfrentarán al niño aterrador que convierte la escuela en un infierno y se quieren entregar de nuevo a un sueño en el que vuelan sobre una hermosa selva, pero el veinte se acabó. Amanece sobre el mismo embotellamiento de anoche y de ayer por la tarde, poblado ahora de mujeres que se maquillan torciendo el espejo, hombres que bostezan escuchando el noticiero y niños desconcertados que nos miran con la nariz pegada a la ventanilla. Entre los coches caminan el hombre de los periodicos, la señora del agua, la de los panqués y el jugo, el del café en vasitos herméticamente
cerrados: azafatos de nuestro despertar que igual caminarían entre tumbas si los muertos compraran flores, frutsis y yogurt. Y amanece en el Metro, en los camiones y los peseros, y en los puestos callejeros se consumen tortas de tamal que son para muchos como un sol relleno de luz, nuestro pleonasmo más divino pues, dicen, no hay mayor gloria al despertar, luego del huevo ranchero por supuesto. Los albañiles llevan horas trabajando cuando los demás despertamos y desde temprano sus huesos están húmedos de tierra, metal y cemento. Los voceadores se fueron al depósito antes del amanecer y sus huesos ya tienen tinta y su garganta está ahogada en las noticias que no querremos leer. Y en las oficinas, los vigilantes miran los resultados del futbol en las computadoras recién encendidas antes de que lleguen los empleados y las secretarias, y vuelvan a encenderlas para buscar el Melate. Amanece en el Puente de Nonoalco de Revueltas, en la calle Madero del duque Job, en el Coyoacán de Ibargüengoitia y en las películas del Indio Fernández. Y luego a los que madrugan Dios no les ayuda y a otros que se madrugan al compadre Dios los premia con un puesto jugoso al que llegarán tarde, con chofer y sin tener que madrugar. Amanece y yo escribo estas líneas que se me escapan de los dedos mientras preparo el desayuno y el gato exige la parte que le corresponde de nuestro trato mudo, nuestro negocio de caricias suaves por croquetas duras. Y pienso en esta ciudad de millones que a las cinco y media ya abrió los ojos en la oscuridad y se dispone a maquilar calcomanías deportivas, ensamblar partes automotrices o coser tangas de talla 8. Amanece y los perros callejeros buscan su mendrugo del día junto al hombre que fríe los chicharrones y las cucarachas interrumpen la fiesta en las cocinas para huir de la luz. Amanece y agradezco que haya vuelto a amanecer. Todos merecemos el regalo de un día más •
E
N MÉXICO LA TELEVISIÓN ha sido desde su inicio en términos de calidad una decepción. Utilizada como rama del gobierno pero aparentando distancia, en realidad ha sido la televisión, primero Televisa y luego tv Azteca y otras empresas del ramo como Antena Tres, las grandes y más incisivas vocerías oficiales. Desde sus inicios, con la transmisión del interminable discurso de informe de gobierno de Miguel Alemán Valdez en el otoño de 1950, la versión oficial siempre se puede sintonizar en la televisión. Para el resto del tiempo y el espectro radioeléctrico, la televisión destina toda su cauda de recursos y parafernalia principalmente a dos fines: vender espacio publicitario cualquiera que sea la circunstancia y tratar de acaparar la atención del ideario colectivo mexicano aunque sea con fórmulas fáciles, vulgares y éticamente cuestionables. La calidad de los programas televisivos perpetrados en México, de los contenidos diseñados para cautivar al público es verdaderamente y salvo muy pocas y muy honrosas producciones (pero ninguna salida del duopolio rastrero) una inconmensurable pila de porquería. Las televisoras mexicanas, monolíticas, constituyen en aras de su inmensa capacidad de penetración mediática el puntal más importante de sucesivos gobiernos corruptos, ineptos y tripulados por verdaderos sociópatas y criminales, desde el monolito priista de entonces, el que instauró la más alambicada simulación de democracia quizá del mundo, hasta el de ahora, caracterizado por su impericia, su incapacidad de maniobra y su lamentable debilidad por la salida fácil de la represión y la censura mientras se disparan todas las alarmas de la sociedad en temas como corrupción institucional, degradación aparentemente insalvable de la convivencia nacional y una inseguridad pública que convierte un polvorín sangriento en normalidad cotidiana. Es sobre todo en los muy delicados temas de seguridad pública, ante episodios tan terribles como los ocurridos en San Fernando, Ayotzinapa, Tanhuato, Tlatlaya, Aguas Blancas, Acteal o el mismo Tlatelolco, donde la televisión mexicana más se apresta a hacer el trabajo sucio mediático al gobierno. Un ejemplo reciente son los desenlaces del informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes ( giei ) respecto de los ataques en Ayotzinapa contra estudiantes que se tradujo en desapariciones y asesinatos: durante la posterior conferencia de prensa de los padres de los 43 estudiantes normalistas desaparecidos, Foro tv (de Televisa) se apresuró a cortar la transmisión cuando una de las madres de los muchachos,
llevada por una muy comprensible indignación, afirmó que ellos no le deben nada a la Presidencia de Peña, de quien la señora se expresó con particular y coloquial dureza. Del mismo modo, en los noticieros de Televisa, t v Azteca y alguna de las otras empresas del ramo, se omitió descaradamente mencionar las conclusiones del giei que sitúan a agentes de la Policía Federal y aún a elementos del Ejército en diversos puntos donde se fueron desarrollando los lamentables sucesos de Ayotzinapa. La información, pues, que ofrecen las televisoras no es confiable: tiene sesgo político e invariablemente trata de atemperar las críticas al régimen para mejor abonar en el territorio de la enajenación. Para la enajenación las televisoras disponen, ahora sí, de un rico arsenal de porquerías que en realidad no informan ni aportan contenidos para la vida de la gente pero resultan ideales para el verdadero propósito del medio: distraer. Distraer la atención de la sociedad mexicana, alejarla de los temas y asuntos ya urgentes, históricamente pospuestos de la agenda nacional para repartirla en bagatelas y estupideces; en partidos de futbol, concursos de baile y canto, en chistes misóginos u homofóbicos y en general en ese compendio de estupidez, de ignorancia, de prejuicios clasistas y racistas que se aglutinan en la programación televisiva nacional. Y desinforman. Por deliberadas, perversas decisiones ejecutivas de ese maridaje obsceno entre medios y gobierno y también por omisión que nace del incordio conspirativo, o en el mejor de los casos de una apatía social que raya en cotidiana traición a la patria. No podemos exigir utopías a una industria que es esencialmente un negocio lucrativo. Pero si el espectro radioeléctrico todavía es recurso público y está sujeta su concesión a procesos de evaluación, debemos exigir que aporte contenidos de calidad, nutritivos, y deje de arrojar paletadas de basura a nuestras casas •
CABEZALCUBO
A
PASO A RETIRARME
La porquería persistente
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........ ARTE Y PENSAMIENTO
Jornada Semanal • Número 1072 • 20 de septiembre de 2015
Orlando Ortiz
Luis Tovar @luistovars
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EJARÉ A UN LADO las cartas de Horacio Quiroga (dirigidas a escritores y a sus amigos), las de d.h. Lawrence (dirigidas a “personotas” como Bertrand Russell y Aldous Huxley), y las de Paul Celan (dirigidas a su esposa y a su amante, inclusive el intercambio epistolar entre la esposa y la amante). Me preguntarán si soy malinchista y por eso no incluí a ningún mexicano. Había varios en la lista, pero abordaré aquí, superficialmente, sólo a dos, cuyas cartas son bastante reveladoras de su personalidad. A María Antonieta Rivas Mercado se le ubica, generalmente, como amante de Vasconcelos, mecenas de los Contemporáneos (Villaurrutia, Novo, Owen, etcétera), impulsora
del cambio en el teatro mexicano y feminista a ultranza, que por alguna razón desconocida mostró un momento de flaqueza y se suicidó en París; inexplicablemente, reflexionarían las feministas. En efecto, fue una vasconcelista furibunda y anduvo con él durante su campaña a la Presidencia, corriendo verdaderos peligros. En pocas palabras, era una mujer “calzonuda” y de acción, pero también apasionada. Sus cartas al pintor Manuel Rodríguez Lozano reflejan esa cara de su vida poco o débilmente divulgada. Sin duda, y por desgracia, fue el gran amor de su vida. Luis Mario Schneider, en el estudio preliminar a las Obras completas de Antonieta Rivas Mercado, dice que, según John Skirius, Rodríguez Lozano era homosexual. Si lo fue, no lo hacía evidente, pues las cartas de esta mujer declarándole su amor y ofreciéndoselo abiertamente, son desgarradoras. Antonieta era inteligente, sensible, informada, combativa, una mujer de mundo, que alternaba con artistas e intelectuales mexicanos, franceses, estadunidenses... habría sido imposible que no se diera cuenta de las preferencias sexuales de su amado. No obstante le escribe:“Manuel: necesito su amor. ¿No es tiempo? ¿Ya es tarde? Hoy, como hace seis meses, pregunto. [...] Mi amor a usted es absoluto. ¿No hay para él lugar en su vida? Tengo tal necesidad de amor [...] Tómeme ya.” Son ochenta y siete las cartas. La primera de ellas es muy formal y aborda cuestiones “profesionales”, es decir, ella le hace indicaciones para el decorado de una obra que se presentará en el teatro Ulises. las primeras trece misivas conservan cierta formalidad, aunque si se lee entre líneas se percibe cierto acoso, un muy discreto ofrecimiento que en la última línea de la catorce deja ver las orejas:“Sabe que se le quiere más de lo que es bueno.” En la treinta y siete, después de algunas reflexiones –que van de un erotismo místico a una carnalidad ascética– a propósito del amor, llega a la afirmación de que “El esposo es un hombre en quien la divinidad encarna, que
merece recibir el amor de la esposa como prueba de una realidad otra, divina”, y pocas líneas más adelante leemos:“Usted es mi esposo. Con su gracia redimió mi alma. Sin usted qué negrura, qué desolación, la muerte del alma.” En cuanto a su relación con Vasconcelos, le escribió a Lozano que “...llegó por mí con la docilidad y avidez de un niño que había perdido su único apoyo y consuelo. No es tiempo ya de detenernos a considerar si hice bien o mal al dar, sin usted saberlo, como quien da una limosna de pan, algo que usted tanto tiempo rechazó”. Si las cartas son desgarradoras, el “epílogo” de su Diario es escalofriante, demoledor, pues ahí declara que se suicidará al día siguiente y que se lo dijo a Arturo Pani, cónsul de México en París, y él lo tomó como broma. Me temo que será en otra ocasión cuando les platique de las cartas del otro mexicano, Melchor Ocampo, el jacobino, hereje, apóstata, socialista, ateo y culpable de que las Leyes de Reforma cuestionaran el poder de la Iglesia y la despojaran de sus bienes, según dijeron y siguen diciendo los sinarquistas y la ultraderecha. Como ya se dijo, la costumbre de escribir cartas comenzó a verse afectada con el surgimiento del telégrafo, más todavía por la divulgación del uso del teléfono, pero la puntilla, me parece, se la dio la red. Ya nadie escribe cartas, o en el mejor de los casos, las cartas son correos electrónicos de los que no quedarán huellas, a menos que los receptores los impriman. Si dentro de algunos años alguien quisiera asomarse a la intimidad epistolar de algún autor o personaje público, será imposible; desde luego que si alguien piensa en dejar testimonio de su tránsito por este mundo, podrá recurrir al video, pero en éstos siempre existe la distorsión de la pose, el gesto gracioso o grotesco, lo cual elimina por completo la espontaneidad, la sinceridad que hemos estado viendo en las cartas que presenté hoy y en las anteriores columnas •
H
ILDA (MÉXICO, 2014), ópera prima en largometraje de ficción del regiomontano Andrés Clariond Rangel, no esconde nunca el juego: su intención es retratar tan fielmente como sea posible los estamentos que componen la sociedad mexicana contemporánea. Para conseguirlo, el también guionista tomó algunos riesgos en la confección de la trama, comenzando por el binomio de personajes elegidos para llevar a cabo las funciones de eje dramático y anecdótico: Susana (una Verónica Langer que ha dado muy bien el estirón para desempeñar un papel protagónico o, en este caso, coprotagónico) es una mujer cercana a los setenta años de edad, casada con un hombre de su misma edad y condición, del cual recibe satisfactores materiales e indicaciones a partes iguales y diríase que exclusivamente; con un hijo postadolescente biológico pero adolescente psicológico; que vive de manera más opulenta que “acomodada”, lo cual se refleja tanto en su entorno físico como, sobre todo, en sus maneras y su modo de relacionarse con los demás –no se dice aquí “con sus semejantes” deliberadamente, pues en esa imposibilidad consiste mucho del meollo de la historia–; de la que es fácil deducir que ha tenido estudios y cuya vida anterior siempre ha transcurrido sin grandes sobresaltos, idéntica a sí misma, a excepción de algunas diferencias poco sustanciales y obvias, pero no en lo relativo a condiciones económico-materiales sino en función de la edad cambiante o, más específicamente, del nivel de tedio que inevitablemente se acumula en virtud de una total ausencia de riesgos, dificultades y aun de sorpresas o acontecimientos verdaderamente novedosos que tengan la capacidad de quebrar la rutina de lo cotidiano doméstico. Comunicativa hasta lo parlanchín e insustancial, el modo de hablar de Susana refleja con claridad sus carencias afectivas y, por lo tanto, de comunicación. La homónima Hilda (Adriana Paz, contenida y eficiente), por su parte, es una mujer no mayor de treinta años, madre de dos hijos pequeños, casada con el exjardinero de Susana, y que a su vez tiene una deuda económica con ésta. Se deduce de Hilda que sus estudios son pocos o nulos y que su situación material es muchísimo menos que boyante. A diferencia de Susana, Hilda no habla sino para decir lo estrictamente indispensable. Añádase, por la importancia que el dato tiene para la historia que se cuenta, que Susana es blanca de piel, de ojos y cabellos claros, y que Hilda es morena, de ojos y cabellos oscuros. El riesgo para la construcción de la trama es, evidentemente, el recurso al lugar común del vínculo entre Hilda y Susana: la primera es la sirvienta y la segunda es la patrona y, en términos carecterológicos, ambas son lo que son de manera enfátic a , co m o p a ra q u e a l e s pectador no le quede duda del valor arquetípico de ambos personajes. Empero, y n o sin cierta dosis de paradoja, los aciertos de
Hilda comienzan precisamente con dicho énfasis, casi de tintas cargadas y brocha demasiado gruesa: como en “la vida real”, los miembros de la sociedad que tienen poder, dinero, muchas posesiones materiales, etcétera, tienen algo de lo que el resto de las clases sociales carece: visibilidad, notoriedad, atributos que en un tipo de organización social como la presente, son considerados sinónimos de “importancia”. En el filme como en la vida misma, de Susana se sabe mucho pero de Hilda casi nada; ergo, cualquier cosa que a Susana le ocurra tiene una relevancia que jamás tendrán las vicisitudes de Hilda. Similar estructura de visibilidadimportancia/invisibilidad-irrelevancia se reproduce en la construcción de la trama entera: para su esposo, Susana es virtualmente invisible salvo cuando requiere de su presencia en términos sociodecorativos; para ella, la numerosa servidumbre sólo cuenta a la hora de transmitirle una orden, por más que en su irrealizable intención de igualdad –surgida de necesidades psicológicas y no de genuina sensibilidad social– consista el fondo del conflicto. Para el hijo, un inútil con veleidades literarias, no importan los lectores sino la fama que él pueda obtener escribiendo. Y de vuelta lo mismo: a la servidumbre y al batallón de guardaespaldas de aquellos pudientes no le importan los patrones, salvo como fuente de ingresos. Hoy como ayer, pareciera decir Clariond Rangel, Susanas e Hildas y quienes las rodean se relacionan a la manera de las antiguas castas, renovadas en función de un contexto cuya contemporaneidad no alcanza a modificar la esencia de una profunda incomunicación social •
CINEXCUSAS
Neocastas
¿Género en vías de extinción? (iii y última)
PROSAÍSMOS
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CRÓNICA ENSAYO
El terremoto de 1985: “absurda es la materia que se desploma”
20 de septiembre de 2015 • Número 1072 • Jornada Semanal
Gustavo Ogarrio
E
l terremoto de 1985 ya está integrado plenamente a la retórica oficial sobre Ciudad de México, a los lugares comunes que lo evocan como el momento emblemático en que la Sociedad Civil se empoderó mediante la solidaridad y la organización espontánea, pero también como el surgimiento del repudio contra un gobierno de la República ineficiente y soberbio que rechazó inicialmente la ayuda internacional. El entonces presidente de México, Miguel de la Madrid Hurtado, desdeña a la sociedad misma en su capacidad de sobrevivencia con una frase sin entrañas: “Pueden irse a sus casas. Ya los llamaremos si los necesitamos.” Sin embargo, todavía cierto sustrato de la memoria se mantiene en la remembranza crítica y no cede ante la hiperbólica narrativa que quiere borrar de este hecho su identificación como un momento en el que el Estado mexicano también se derrumba por su incapacidad para solventar la tragedia colectiva. La crónica y el fotoperiodismo son todavía las llaves maestras de acceso a una interpretación crítica del terremoto del '85; cumplen con el objetivo de transmitir a generaciones posteriores la materialidad destrozada de Ciudad de México: edificios caídos, comunes o emblemáticos, rostros de la sobrevivencia pero también del acto colectivo de la solidaridad, memoria narrativa e iconográfica que divulga la intimidad interminable de la catástrofe a través de los relatos individuales, personificados, de los gritos de impotencia ante el arrasamiento de la ciudad, de familias atrapadas en los departamentos, o de cercanos sepultados en vida en las ruinas de las oficinas. Afirma Carlos Monsiváis en un pasaje que privilegia tanto los “sonidos” espeluznantes como el sentido del olfato para atestiguar la magnitud del golpe colectivo: “El sonido de los desplomes, las imágenes de los derrumbes, las poses fantásticas de los edificios al reducirse abruptamente a escombros… El olor es penetrante, distinto, de cierta manera inaugural. Es un olor atribuible a la muerte, a las fugas de gas, a la percepción trastornada, al susto que se esparce en frases...” La crónica y la fotografía del terremoto como subgéneros testimoniales ya de la catástrofe que registran lo particularmente fatal dentro de la
tragedia colectiva; que se resisten al heroísmo fácil, cuasi melodramático, como el que expresa el periodismo televisivo y su narrativa lacrimosa, o como la misma crónica de radio de Jacobo Zabludovsky a pocos minutos de ocurrida la catástrofe, desde su teléfono de coche y cuyo relato es enaltecido por su sentido periodístico de la inmediatez, pero que en su evaluación crítica no puede dejar de comprenderse como un acto periodístico inusual en una figura corporativa de Televisa y adicta al régimen priista. Entre las lecturas críticas que toman distancia de los efectos de memoria que deja el terremoto del '85, Ignacio Padilla ha señalado que precisamente son insuficientes la fotografía y la crónica “para generar una evocación estética y transformadora de las grandes catástrofes del siglo xx ”. Padilla más bien se enfoca en la “desmemoria” que dejan los sismos del '85 en el arte pero también en la conceptualización de una Sociedad Civil que ha sido adulada en su tratamiento oficial, precisamente para inmovilizar y desenfocar su intervención democratizadora a partir del terremoto. ¿Fue el terremoto del '85 el inicio de un olvido contemporáneo sobre la impunidad gubernamental en México y de una idealización de la sociedad mexicana en su capacidad de transformación? Si hoy esa Sociedad Civil ha cambiado drásticamente de rostro y de perfil ideológico, la democratización que surge del terremoto del '85 se encuentra también en fase terminal: Ciudad de México sigue siendo monstruosa en su extensión y problemáticas, en su densidad demográfica, en su definición como metrópoli en donde la violencia sí se crea, destruye y también se transforma; se agota el poder político y social que inicia su ascenso en 1985, la vertiente urbano-popular que se formaliza en un partido de izquierda, el prd , y que ahora muere de corrupción y de impunidad. Sin embargo, todavía el terremoto del jueves 19 de septiembre de 1985 es el punto de referencia para identificar las grandes transformaciones de Ciudad de México y del país, la democratización de la sociedad mexicana ante al agotamiento del sistema político postrevolucionario o la insuficiencia de esta transformación: es una huella de dolor que en el recuento crítico encuentra su sentido de futuro. El terremoto del jueves 19, la
réplica del viernes 20 en la noche, el golpe descomunal a la capital que se registra en miles de fotografías tanto de autor (Pedro Valtierra, Sergio Toledano, Guillermo Aldana, Fabrizio León, Marco Antonio Cruz, entre muchos otros) como anónimas, los derrumbes materiales y las anécdotas lastimosas, los relatos de la aflicción y del miedo que se reproducen una y otra vez, los miles de muertos que van del recuento oficial que se atrinchera demagógicamente en los 2 o 3 mil, y hasta los rumores de que son en realidad 20 mil, el registro de lugares que caen (cuatrocientos edificios), el descubrimiento de la explotación de miles de costureras que mueren o quedan atrapadas en los talleres clandestinos en San Antonio Abad, el país en vilo porque el terremoto deja a la vista la miseria y la deshumanización de todos los gobiernos; materia orgánica de una memoria que se rehace cada año contra la armonía de una catástrofe aparentemente superada. Los treinta años del terremoto del '85 se cruzan hoy con la crisis nacional que enfrenta el país. Si el nacionalismo revolucionario del pri naufraga rotundamente ante las consecuencias del terremoto del '85 y se resquebraja su armonía autoritaria como partido de Estado, los macroproyectos que mantienen en vilo a Ciudad de México el día de hoy comienzan a ser factores para una nueva politización de la sociedad cuyo rasgo civil es profundamente heterogéneo. Las respuestas organizativas de comunidades metropolitanas ante los megaproyectos, como la imposición de un nuevo aeropuerto o el tren de pasajeros Ciudad de México-Toluca, reorganizan el legado político y social del '85. En la poesía encontramos una evocación artística del terremoto del '85 que cobra sentido figurativo únicamente con la plena aceptación de su condición de catástrofe que, si bien pasa por la negligencia gubernamental, también pertenece a ese fondo oscuro y cíclico en el que el paso del tiempo prefigura también la ruina del presente, como en el poema de José Emilio Pacheco “Las ruinas de México (Elegía del retorno)”: “Absurda es la materia que se desploma,/ la penetrada de vacío, la hueca./ No: la materia no se destruye,/ la forma que le damos se pulveriza,/ nuestras obras se hacen añicos.” • Foto: Jesús Villaseca/Archivo La Jornada
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