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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 20 de noviembre de 2016 ■ Núm. 1133 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

La melodía literaria de

Leonard Cohen

(1934-2016)

Ricardo Guzmán Wolffer y A ntonio S oria

Cuatro poemas de

Leonard Cohen

Ramón López Velarde y Efrén Rebolledo: cien años de La sangre devota y Caro victrix

Evodio Escalante Elogio del derroche: la naturaleza de la escritura

Esther Andradi Elena Garro y Ana María Shua Marco Antonio Campos


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20 de noviembre de 2016 • Número 1133 • Jornada Semanal

Esther Andradi

Elogio del

El pasado 7 de noviembre falleció el poeta, novelista, compositor y guitarrista clásico canadiense Leonard Cohen, Premio Príncipe

TODO LO ESCRITO ES PARTE DEL “BANQUETE LITERARIO”. PUBLICAR BESTSELLERS ES COMO VENDER “PAN PARA HOY” Y “HAMBRE PARA MAÑANA”.

de Asturias de las Letras en 2011, ...las hojas muertas (bolero)

autor de casi una veintena de libros,entre poesía y narrativa, así como cantautor de cientos de piezas que en el fondo son, sin lugar a duda alguna, poemas a los que se les ha añadido un acompañamiento musical. Si bien la escritura de Cohen es difícil de clasificar, lo mismo que sus composiciones, la profunda sensibilidad del nacido en 1934 en Westmount, Quebec, su amplio conocimiento de la poesía en lengua inglesa y su formación musical temprana lo convirtieron en la figura máxima de lo que algunos han llamado rock poético. Con los textos de Guzmán Wolffer y Soria, así como con cuatro de sus poemas más conocidos, despedi-

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a palabra alemana Laub define la hojarasca, las “hojas muertas” del bolero, que en el otoño forman una alfombra en los senderos del bosque, y chicos y grandes se deleitan corriendo y levantando con sus zancadas los montículos que se han ido formado caprichosamente en el suelo. Y las ráfagas de viento los dispersa y reorganiza y amontona y arremolina con la persistencia que sólo alcanzan los placeres sin objetivo definido, sólo por el gusto de ser. Todo eso es Laub, con mayúsculas, como todos los sustantivos en este idioma, cuatro letras que suenan poéticamente para nombrar aquello que alguna vez fue follaje y ahora una transición hacia el despojo del invierno. Laub que desde su fatuidad, sin embargo, tiene una función fundamental para la vida de la naturaleza. Millones de hojas que hacen las veces de colchón para un igualmente millonario número de insectos, y vaya a saber qué especies de insignificantes invertebrados confabulados orgiásticamente para nutrir el suelo en ese ciclo alternando abundancia, derroche y austeridad que escribe la naturaleza a lo largo de las estaciones. Como sabemos, ahora que cada día estamos a punto de perderla, dada esa relación que conmueve y reúne y dinamiza el planeta y que llaman biodiversidad, el más grandioso de los árboles de la selva espesa depende de la ínfima brizna a sus pies, así como el aleteo de una mariposa puede provocar una hecatombe en las antípodas del mundo.

mos al autor de decenas de piezas memorables que forman parte de la cultura popular contemporánea y mundial. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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esulta que en una entrevista sobre políticas editoriales en la actualidad, el ensayista Wolfgang Matz, editor de la prestigiosa editorial alemana Hanser Verlag, afirma textualmente que cuando la edición apuesta solamente a un género se produce algo así como “una forma de monocultura”. Apostar solamente a la novela “genera monocultivo –dice–, y un buen programa editorial debería incluir sus buenas dosis de ensayo, lírica, y otras formas de la narrativa, desde el aforismo al cuento”. De modo que invertir exclusivamente en un

bestseller puede ser una condena a muerte del humus literario, así como sería un suicidio publicar únicamente aquellos libros que venden masivamente, que sin duda alguna contribuyen a la buena salud del mercado editorial, pero bien podrían ser “pan para hoy, hambre para mañana”, como decía mi abuelo, que era tan sabio en sentido común como iletrado en castellano. No se puede esperar, según Matz, que la ópera prima de una joven desconocida sea un éxito de ventas para editarlo. Que también el ensayo y la poesía, y la crítica, hacen a la vida de la literatura, que sin el sedimento de lo perdido y lo dispendiado no hay verdadera literatura. Que sea así es lo bueno para que la literatura exista, perdure en su exuberancia natural. Hasta ahí las palabras del editor. III

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a reflexión viene al caso ahora que acaba de pasar rápida como una flecha e intensa como un terremoto una versión más de la Feria Internacional del Libro de Frank furt con sus vanidades y miserias. A la Feria le nació un brote. Un Frankfurt Plus, como le denominan sus creadores. Un gajo lírico que sobrevive en un vivero junto a sus semejantes: las pequeñas editoriales que editan poesía se han reunido y presentan un programa común durante los tres días de Feria. Que una de estas editoras se llame justamente Parasitenpress es más que una metáfora para esta naturaleza omnívora. Por lo demás, frente al asombro de agoreros diversos, el libro impreso no sólo no ha sido desplazado ni un ápice de su trono por las propuestas electrónicas, sino que goza de una envidiable salud. Antes bien, son las nuevas tecnologías las que se ven obligadas a convivir en los suburbios que les concede el libro en papel, indiscutiblemente soberano. En cambio, durante la Feria se multiplicó notablemente la presencia de jóvenes ataviados con disfraces de todo tipo, paseándose entre los stands. Como si ellos, los lectores del siglo xxi , quisieran convertirse en los personajes emergentes de la opulencia virtual y real de las literaturas en todos sus soportes. ¿Qué buscan en las historias que leen,

Directora General: C armen L ira S aade , Director: H ugo g utiérrez V ega (†) , Jefe de Redacción: L uiS t oVar , Edición: F ranCiSCo t orreS C ó r d o Va , a L e y d a a g u i r r e r o d r í g u e z y r i C a r d o y á ñ e z . Coordinador de ar te y diseño: F r a n C i S C o g a r C í a n o r i e g a , Diseño de portada y dossier: m arga P eña , Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: a Le Jandro P aVón , Publicidad: e Va V argaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: Hasta luego, Leonard Foto: Rama. Fuente: commons.wikimedia.org/ CC BY-SA 2.0 FR

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.


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derroche:

Proyecto de libro de artista del neoyorquino Robert The

la naturaleza de la escritura si es que leen? ¿Que escriben, si es que escriben? ¿Qué los moviliza, qué los conmueve? Las estadísticas dicen que les gusta la literatura fantástica y que las chicas leen más que los muchachos. Y los que se caen del promedio, ¿serán acaso los creadores consagrados en los próximos años? Sea como fuere, en nombre de la diversidad, tampoco faltaron en la Feria los críticos “youtubers”, colgados de un fenómeno que no por su arrastre masivo entre los jóvenes tiene necesariamente que acarrear el exterminio de otras formas de lectura. O sí? IV

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odos los narradores, escribía el argentino Juan José Saer, tenemos una misma patria: la espesa selva virgen de lo real. Convengamos que el concepto “selva real” en el argentino Saer se presta a varias interpretaciones. Ni hablar en estos tiempos de exabruptos ambientales y doble discurso de protección y serrucho en defensa de las junglas del mundo. Mientras por un carril se enarbola la bandera del llamado “desarrollo sostenible”, por el otro se depreda con el hacha a diestra y siniestra. Una posible y generosa interpretación de esta “selva real” bien podría reconocer el prodigio del derroche en los mil y un planos de la literatura que ya no será. El destino de los versos aniquilados en la máquina de triturar papeles, los bocetos de novela archivados en la computadora o los manuscritos nunca jamás

publicados tendrían también su instante de gloria en el humus de la escritura. Los archivos descartados, los capítulos impresos y abollados, los buenos y malos autores, los bestsellers y los longsellers, los antiguos, los clásicos y los no tanto, todos, contribuyen al limo que amamanta la escritura. Para la sobrevivencia literaria. Y las historias orales, incomparable y permanente sedimento de los libros. Y las lenguas convivientes en la periferia de los idiomas nacionales, lenguas que nutren la versatilidad, la elocuencia y el humor del habla cotidiana. No desesperemos, entonces, escri tores desconocidos, vilipendiados, olvi-

El destino de los versos aniquilados en la máquina de triturar papeles, los bocetos de novela archivados en la computadora o los manuscritos nunca jamás publicados tendrían también su instante de gloria en el humus de la escritura.

dados, nunca editados, cultores de géneros llamados menores. Todos formamos parte del banquete literario que la lectura se merece. Aunque seamos Laub, alimento para el cesto de desperdicios. En el desperdicio, eso es, está la razón de la naturaleza. De la naturaleza de la escritura. Así como un cerezo invierte un millón más uno de frutos para que la primavera desborde en la planta con apenas unos cuantos miles, los restantes sin embargo no fueron en vano, sino imprescindibles para la perfección del fruto, la redondez que corona el postre. No hay fracaso posible entonces. Somos el derroche, la prodigalidad de la escritura. Las hojas muertas que también cuentan, aunque no sea más que para que la lectura goce explorando la espesa selva de la escritura. El derroche –y no la avaricia, que además de regatear es necia– es la madre de la creación. Para contribuir a la espesura de la selva literaria convendría ser pródigo como la madre natura. Como esa mujer, extraordinario personaje de Calvino, que en las Cosmicómicas de “cuando vivíamos en un punto” se puso a amasar unos tallarines y produjo la expansión del universo


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Elena Garro y Ana Marco Antonio Campos A CINCUENTA AÑOS DE LA OBRA TEATRAL FELIPE ÁNGELES, DE GARRO. ANA MARÍA SHUA HACE VEROSÍMIL LO ABSURDO EN SUS MINIFICCIONES.

EL FELIPE ÁNGELES, DE GARRO: DEL PERSONAJE A LA OBRA

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l 11 de diciembre de este 2016 se cumplirá el centenario del nacimiento de Elena Garro y en 2017 se cumplirán cincuenta años de que publicó por primera en la revista Coatl su obra teatral Felipe Ángeles. El 26 de noviembre de 2019, a su vez, se conmemorará el fusilamiento del general hidalguense, quizá el militar más puro de la Revolución. Por esto, permítaseme aquí hablar de la pieza teatral de Garro, que es una manera de hablar de ambos. El Felipe Ángeles, de Elena Garro, es una metáfora de las revoluciones traicionadas, donde la ambición sustituye a los ideales, y del Estado de Derecho como las máscaras de una bufonada. La obra, en tres actos, se estrenó en el Teatro de Ciudad Universitaria el 13 de octubre de 1978 y Hugo Gutiérrez Vega fungió como asesor literario para el libro que publicó la unam en el curso de 1979. En los dos primeros actos de la notable pieza casi cada parlamento es un martillazo al espectador o al lector, y uno u otro la siguen en una tensión continua. La trama se centra en el juicio sumario al general Felipe Ángeles, irónicamente llevado a cabo en el Teatro de los Héroes de la ciudad de Chihuahua, donde todo mundo sabía que la condena a muerte ya estaba dictada. Las causas se conocían y tenían mucho más de vendetta personal que de justicia: el rencor y la envidia histórica que Venustiano Carranza sentía por Ángeles. En esto hubo al menos tres motivos decisivos: el primero, en 1914, cuando Ángeles ignoró una orden de Carranza de no tomar Zacatecas y de que la División del Norte se escindiera. Las fuerzas villistas (la decisión de la toma fue de Ángeles) derrotaron a las tropas federales de Victoriano Huerta y ganaron la batalla definitiva de la Revolución. La segunda, porque en la Convención de Aguascalientes de 1914 se pidió el retiro de Carranza, algo que el exgobernador coahuilense no perdonó, y la tercera, porque en el exilio estadunidense Ángeles encabezó un frente anticarrancista y escribió artículos donde desaprobaba la nueva dictadura –que nosotros creemos que era más una autocracia. En aquel 1919 Carranza se empapó las manos de sangre ordenando el asesinato de dos de las mayores figuras de la Re volución que se volvieron símbolos. Antes de Felipe Ángeles, el 10 de abril, Zapata fue acribillado en Chinameca. Con la vara que midas te medirán. ¿Imaginaba Carranza que

Foto: Elena Garro en 1970, Fondo Casasola, Secretaría de Cultura/SINAFO/INAH/MEX. Fuente: www.wikimexico.com

sería ultimado en Tlaxcalantongo, apenas unos meses después, por la iniciativa o la anuencia de Obregón y Calles, el 21 de mayo de 1920? Jóvenes generales –los “convidados a un asesinato”– formaron el jurado que sentenció a Felipe Ángeles por el delito de rebelión y “traición a la patria” (Escobar, Gavira, García, Peraldo y Acosta). La orden de la ejecución la dio el general Manuel m . Diéguez, que a su vez la recibió de Carranza. Por la parte acusadora hubo un fiscal y un agente del Ministerio Público que atacaron a Ángeles implacablemente. Los defensores de Ángeles fueron los brillantes licenciados Alfonso Gómez Luna y López Hermosa. Tres señoras (Revilla, Gal-

ván y Seijas), del Comité Pro Felipe Ángeles, ayudaron desprendidamente al general hasta los momentos previos al fusilamiento. En el juicio el auditorio estuvo pletórico y en la calle miles de simpatizantes gritaban consignas a favor del acusado, quien se defendió en el juicio con habilidad y perspicacia. Por flashbacks en los parlamentos sabemos del regreso de Ángeles a México, de sus fallidos proyectos, de su ocultamiento en las montañas chihuahuenses, de la traición del soldado Félix Salas para ganarse la recompensa de 10 mil pesos, de su captura en el Valle de los Olivos, de su traslado de humillación en un tren de carga, del recibimiento apoteósico en Parral y luego en la ciudad de Chihuahua y de los entretelones para dar una apariencia de legalidad al juicio sumario en el que ni el jurado creyó. Ante la oleada de ambiciosos, Felipe Ángeles se consideraba –es históricamente considerado– un hombre de principios. Creyó al final en el socialismo, al que estudió; en que la Revolución la representaba la Convención de Aguascalientes y en la conciliación de las facciones revolucionarias, causa, dijo, por la que volvió de Estados Unidos. Es decir, buscaba ser una suerte de árbitro militar y civil. Sus mismos enemigos lo juzgaban en corto y sotto voce como un hombre de excepción, honesto y de una inteligencia superior. Tal vez ningún general revolucionario puede igualársele en la imaginación matemática de la estrategia militar. Sin embargo, el poder y la gloria son para los vencedores y él no lo fue. Una frase suya final podría definir lo que utópicamente creyó de la Revolución: “Y pensar que todo pudo ser más hermoso.” El Felipe Ángeles, de Elena Garro, decae hacia el fin del tercer acto y los parlamentos, algunos largos, tediosamente entran en una retórica moralizante. Sin eso, este intenso –notable– drama de la injusticia, hubiera sido una joya, una obra perfecta.


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María Shua: dos autoras entre la historia y la magia lado un hondo contenido humano, y contar historias dolorosas o terribles como si se hablara de banalidades domésticas o de descuentos en el supermercado. Juan José Arreola señalaba que con ironía y conocimiento pueden hacerse maravillas en las brevedades literarias. En efecto, pero también son elementos necesarios la imaginación calculada y lo que llama Paz el elemento poético por excelencia –el elemento explosivo–, la sorFoto: tomada del Facebook personal de Ana María Shua presa; en lo mejor de las minificciones de Ana María Shua los encontramos. Shua, en su escritura, parece trazar escueta y rápidamente la Quizá las mayores virtudes de Ana historia y en la línea final estallarle al lector una granada ante los ojos. Otras veces, o con un giro o con una María Shua son volver verosímil lo repetición que contiene una leve variación en la última línea, crea un anticlímax que causa una emoción insólito o lo absurdo, pero sin dejar que nos llega al alma. de lado un hondo contenido humano, Historias de la minificcionista argentina provienen de una observación perspicaz de los hechos diarios, y contar historias dolorosas o pero también recrea o inventa muchas otras que nacen de referencias bíblicas, de relatos mitológicos, de terribles como si se hablara de hechos históricos, de cuentos de hadas, de ficciones infantiles, de fábulas y narraciones orientales. Cierto: banalidades domésticas o en ocasiones las brevedades narrativas de Ana María Shua son juegos o bromas, pero ello sirve en el conde descuentos en el supermercado. junto para aligerar la dosis de ponzoña que envenenan muchas de sus minificciones que tienen poco o nada de optimistas. Los brevísimos cuentos de Ana María Shua producen en el lector continuas y hondas emociones: la ANA MARÍA SHUA: BREVEDAD Y MAGIA ternura que llama al corazón, el dolor que socava, la tristeza por aquello que se pierde o aquello que no pudo ser, la obstinada crueldad que a veces causa ntología personal: Publicada por la editorial deleite al que la produce, la angustia que ahoga o Ficticia, Ana María Shua, ganadora del Premio paraliza. Hay sueños y encantamientos que suelen de Minificción Juan José Arreola 2016, elige convertirse, o se convierten, en pesadillas, y en los aquí cien minificciones de los cinco libros que ha puque el asunto, en especial en algunos acerca de fanblicado dentro del género: veinte de cada uno. Los tasmas o sobre el circo, llega en ocasiones a lo malibros son: La sueñera (1984), Casa de geishas (1992), cabro y lo espeluznante. Pero quizá lo que más nos Botánica del caos (2000), Temporada de fantasmas seduce de Ana María son aquellas brevedades litera(2004) y Fenómenos de circo (2011). rias que versan sobre asuntos de amor, que elevan o Una antología, según esté armada, siempre es una subliman el alma, y de desamor, con sus decepciones proposición para una nueva lectura, pero para el lecy aflicciones, sobre todo cuando ha quedado cerrada tor tiene un especial interés cuando la hace el propio la puerta de la esperanza. autor. Ana María Shua elige aquí cuáles son las miniEn la antología encontramos línea por línea y en ficciones que más valora y, por la manera como las conjunto un puñado de prodigios: “La que no está”, ordena, parecen tomar –toman– una nueva vida. Quique discurre melancólicamente en la casa de geishas zá las mayores virtudes de Ana María Shua son volver sobre la mujer que no se encontrará; “El vasto número”, verosímil lo insólito o lo absurdo, pero sin dejar de

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que por contraste nos hace preguntarnos el número de los que sí fueron; “Rumor en la corte”, ingeniosa variación que tiene como fondo la Revolución de Octubre; “Puntualidad de los filósofos”, delicioso absurdo a partir de un dato de la vida de relojería que llevaba Kant; “El padre y el hijo” y “Los niños crecen”, que guardan ciertas afinidades y dejan en nosotros una sensación de desconsuelo; “La desmemoria”, curiosa y paradójica interpretación de la (in)fidelidad; “El jardín de los senderos”, adaptación reflexiva de un cuento borgeano, que contiene una de las preguntas que llegamos a hacernos más de una vez en la vida; “La luna y la vida”, que en el renglón final nos ilumina con un instante de alta poesía; “Sorprender”, acerca de las dificultades de la gente de circo a lo largo de los años para no volver monótono el espectáculo; “Nudo gordiano”, que contiene mucho de angustioso o aterrador, y “Fiesta aniversario”, escenas del Circo Máximo romano, el cual cierra el libro, y que tal vez, en su temática y en su juego temporal, hubiera deleitado a Bradbury. Pero cada lector puede elegir sus textos, y hacer con ellos, si lo quiere o lo entretiene, su propia ars combinatoria. “Una cosa sabemos: el mundo es mágico”, escribió Ramón López Velarde. Aquí lo es también la escritura. Ana María Shua desprende, una y otra vez, estrellas del cielo


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Evodio Escalante

Ramón López Velarde

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res acontecimientos poéticos tuvieron lugar en nuestro país en 1916. Primero, la publicación de Poetas nuevos de México, la excelente antología que editó Genaro Estrada; segundo, la aparición de los atrevidos sonetos eróticos que conforman Caro victrix, del parnasiano Efrén Rebolledo, y tercero, la de La sangre devota, el primer libro del joven poeta zacatecano Ramón López Velarde. Acerca de la notable antología de Estrada, certera por los autores que recopila y todavía más por el ramillete de opiniones críticas que reúne en torno a los mismos, me parece lamentable que ninguna editorial del Estado ni de la iniciativa privada se haya preocupado por hacer una nueva edición que la dé a conocer a los lectores de subsecuentes generaciones, máxime si se considera que esta antología fijó la pauta de todas las que habrían de venir. En lo que respecta a Rebolledo y López Velarde, lo que me llama la atención es que los poetas se ubican en posiciones antitéticas. Mientras el diplomático Rebolledo se deleita retratando en sus sonetos escenas de alta temperatura erótica, con menciones explícitas al lesbianismo, al vampirismo, a la erección, a la humedad de la rosa sexual, a la fellatio, el cunnilingus y otras linduras por el estilo, Ramón López Velarde adopta la estrategia del recato y la contención “bien portada”. La sangre devota cumple lo que ofrece. Más allá de la evocación de la provincia y del elogio de las virtudes pueblerinas, al cobijo de la religiosidad ambiente, el libro puede leerse como el recuento de la vida de un poeta en formación, desde los primeros escarceos en el Seminario de provincia, hasta las tentaciones que ofrece la vida adulta en la capital del país. Tan quiere dar el poeta la impresión de un “alma devota” que refrena los impulsos carnales, que en más de dos ocasiones se da el lujo de expresar su rechazo al amor de las prostitutas, esas mercenarias de la ciudad. A Fuensanta, primer gran amor de su vida, le dice que prefiere la frescura de sus manos al amor aventurero de las “azafatas súbitas de la carne”; en otro poema de La sangre devota, después de decirle: “Tú fuiste, Amada, mi primer amor/ y serás el postrero”, aunque no deja de reconocer que “el alma atónita se queda/ con las venustidades tentadoras”, finalmente le asegura que “quiere mejor santificar las horas/ quedándose a dormir en la almohada” de sus brazos de seda... En “A la gracia primitiva de las aldeanas”, uno de los poemas emblemáticos del libro, se refiere a las muchachas pueblerinas como verdaderos “vasos de devoción”, y como “arcas piadosas/ en que el amor jamás se contamina”. Aunque confiesa tener hambre y sed de amor, de inmediato asegura que siempre se ha negado “a satisfacerlas en los turbadores/ gozos de ciudades –flores de pecado–.” La tajante declaratoria con la que se cierra el texto no deja lugar a dudas: “Mi hambre de amores y mi sed de ensueño/ que se satisfagan en el ignorado/ grupo de doncellas de un lugar pequeño.”

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EL POETA ZACATECANO “PREFIERE GANAR UNA MEDALLA POR SU BUENA CONDUCTA”, MIENTRAS QUE EL MODERNISTA SE ENTREGA A LA LUJURIA Y AL DELEITE.

Los poemas iniciales de La sangre devota pertenecen a la experiencia temprana del autor: rememoran el Seminario y algún amor platónico a una joven novicia. Algunos de ellos postulan una suerte de regresión: el autor quiere volver a la castidad de la infancia. Anhela ser una casta pequeñez. Evoca esos domingos en que las mozas, con “el Lavalle en las manos”, se dirigían a toda prisa a escuchar misa a la iglesia. Luego viene la adolescencia. En “Mi prima Águeda” el autor es ya un rapaz que conoce “la o por lo redondo” y que, ante el luto ceremonioso de la joven, experimenta “calosfríos ignotos”. Mucho se ha dicho que este poema está escrito a la sombra de Francis Jammes. Habría que precisar que López Velarde, que no leía francés, quedó impactado por la traducción que hiciera González Martínez. La persistente rima asonante en o-o que gobierna todo el poema se inspira de modo directo en la traducción un tanto “lugoniana” que hiciera el poeta de “Tuércele el cuello al cisne” y no tanto en la dicción más bien opaca del mismo Jammes. No dejan de aparecer, aquí y allá, rasgos decadentistas. A la obsesiva Fuensanta no duda en declararle: “Por ti el estar enfermo es estar sano.” En otro texto asegura que su vida está “enferma de fastidio” y que lleva con él una “tristeza crónica”. A una mujer, cuyo nombre desconocemos, le agradece que embalsame con rosas “la cabecera de un convaleciente”. Su entrega incondicional a Fuensanta, por cierto, no está exenta de algún leve toque baudelaireano vinculado al sadomasoquismo, por eso quiere que su corazón se convierta en los pedales del piano para que ella pueda… aplastarlo con sus extremidades. La primera cuarteta de “Para tus pies” no me deja mentir: Hoy te contemplo en el piano, señora mía, Fuensanta, las manos sobre las teclas, en los pedales la planta, y ambiciona santamente la dicha de los pedales mi corazón, por estar bajo tus pies ideales.

Algunos de los poemas finales no están inspirados en Fuensanta sino en su segundo y definitivo “amor imposible”: la guapa y letrada Margarita Quijano, a quien conoce ya en la capital del país a donde el poeta se ha trasladado a partir de 1914. Cuando menos uno de los poemas, “Boca flexible y ávida”, lo inspira este nuevo romance que no deja de atormentarlo. En franco contraste con Rebolledo, quien en el primero de los sone-

Rebolledo se deleita retratando en sus sonetos escenas de alta temperatura erótica, con menciones explícitas al lesbianismo, al vampirismo, a la erección, a la humedad de la rosa sexual, a la fellatio, el cunnilingus y otras linduras por el estilo.

tos de Caro victrix describe con todas sus letras un acto carnal consumado, como vemos en “Posesión”: Se nublaron los cielos de tus ojos, y como una paloma agonizante, abatiste en mi pecho tu semblante que tiñó el rosicler de los sonrojos. Jardín de nardos y de mirtos rojos era tu seno mórbido y fragante, y al sucumbir, abriste palpitante la puerta de marfil de tus hinojos. Me diste generosa tus ardientes labios, tu aguda lengua que cual fino dardo vibraba en medio de tus dientes. Y dócil, mustia, como débil hoja que gime cuando pasa el torbellino gemiste de delicia y de congoja.

El poeta zacatecano, quien se asume como un agonizante deseoso de decir “amén”, se limita a contemplar a su nueva amada en el momento de comulgar en los oficios religiosos: Cumplo a mediodía con el buen precepto de oír misa entera los domingos; y a estas misas cenitales concurres tú, agudo perfil; cabellera tormentosa, nuca morena, ojos fijos; boca flexible, ávida de lo concienzudo, hecha para dar los besos prolijos y articular la sílaba lenta de un minucioso idilio, y también para persuadir a un agonizante a que diga amén.

Aunque reconoce en seguida que esta mujer es “un peligro/ armonioso para mi filosofía petulante”, la sangre no llega al río. Lo que el “amén” consuma no es un acto carnal sino el final de un largo padecer. Donde Efrén Rebolledo se entrega de plano a lujuriosos deleites, se diría que López Velarde prefiere ganar una medalla por su buena conducta. II La crítica mexicana aclama La sangre devota por unanimidad. Se trata de una suerte de consagración instantánea. Genaro Estrada lo incluye en su antología de Poetas nuevos de México y ahí recoge algunas de las opiniones de los críticos más influyentes. Antonio Castro Leal le endosa cuatro adjetivos en escalera: sería a la vez sentimental, provinciano, cristiano y silencioso. Afirma Castro Leal: “Este poeta es, por una parte, un poeta profundamente sentimental que no ha olvidado


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Si uno revisa algunos de los artículos que el entonces desconocido López Velarde había publicado en provincia antes de venirse a vivir a Ciudad de México, encontrará una veta crítica de enorme vigor. Al gran José Juan Tablada, en un artículo que firma con el pseudónimo de Esteban Marcel, lo llega a llamar despectivamente “Tablón”. Admira al poeta González Martínez pero se inconforma cuando éste acepta ingresar a la Academia Mexicana de la Lengua: “Yo tengo una alta opinión de González Martínez y me duele mirarlo junto a los cachivaches del tiempo ancho.” Le parece una incongruencia que un cuerpo tradicional (conformado por vejestorios) admita en su seno a uno de los poetas nuevos. Añade un dictum tremendo pero cierto: “las Academias son conservadoras”. “Darío, Villaespesa, Nervo y Rosado Vega valen más que el envarado criterio académico.” En suma, irreverente y burlón, al López Velarde de provincia los académicos le parecen un aquelarre. Una asamblea de supersticiosos. En otro artículo en que aborda la poesía de Amado Nervo –aquí sí, firmado con su nombre– la emprende contra las “nulidades que saben gramática”. Reprueba tanto a los “versificadores gafos” como a los “señores que se emperifollan a la academia”. Para triunfar en la capital López Velarde tenía que ocultar estos posicionamientos críticos. Así lo hizo puntualmente, y obedeciendo esta tónica compuso su primer gran libro, La sangre devota. ¿Toda La sangre devota se somete a un ardid camaleónico? Me parece que no. Observo que hay en el libro, excepción significativa, un cuasi-soneto que se coloca en una tesitura muy diferente. Se trata de “Noches de hotel”, un texto que ha pasado hasta donde sé inadvertido por la crítica y que por su toque sórdido y desencantado, ayuno a la vez de los artificios de la belleza, se

Efrén Rebolledo:

Ilustración de Juan Puga

cien años de La sangre devota y Caro victrix el país en que nació, ni las muchachas de su tierra, ni la Virgen de su parroquia, ni la plaza de su ciudad; y su libro es humilde, sencillo, pintoresco, y su arte firme, diáfano, risueño.” Agrega ahí mismo: “Como es un amante poeta de provincia, es un poeta cristiano. Los cosmopolitas tienen ideas demasiado generales sobre la religión: hay que haber visto desde pequeño su parroquia para tener esa fe suave y legendaria, esa unción inconsciente y cordial.” Aunque hasta aquí todo parece miel sobre hojuelas, Castro Leal no deja de deslizar esta observación que algo tiene de inquietante: “Este poeta es, por otra parte, un poco extraño y empieza a mostrar un arte paulatinamente oscuro y difícil.” Estrada recoge también un párrafo de Jesús Villalpando. Este crítico observa “ciertos desfallecimientos de estilo” en López Velarde, pero los juzga sinceros y ajustados a su personalidad. Se atreve a decir que son “intencionales”, lo que no es poca cosa. “A pesar de estas deficiencias, su forma se oye noble y suavemente rít-

mica, a causa de que el poeta posee un arma formidable para triunfar en ese duelo a muerte, que siempre ha existido, entre el pensamiento y la forma: el manejo del adjetivo como alma del estilo.” Por si esto no bastara, en una breve nota que publica ese mismo año en la revista La nave, Julio Torri, del círculo del Ateneo de la Juventud, atreve una suerte de profecía que además habrá de cumplirse. Asevera: “López Velarde es nuestro poeta de mañana, como lo es González Martínez de hoy, y como lo fue de ayer, Manuel José Othón.” Mi hipótesis es que para obtener este reconocimiento López Velarde tuvo que hacerle un poco a la “mosca muerta”. Creo que es posible imaginar las tremendas presiones a que estuvo sometido este “fuereño”, este bardo de la provincia sin mayores recursos que buscaba ser aceptado por las eminencias de la capital. El rebelde que había en él tenía que disfrazarse para avanzar enmascarado como alguna vez lo había hecho el filósofo René Descartes.

parece mucho a lo que por ese entonces estaba escribiendo t . S . Eliot. No tengo espacio para detenerme en él. Sólo adelanto que en este poema López Velarde se despide de la familia y del supuesto provinciano que es en términos que me parecen bastante elocuentes: Lejos quedó el terruño, la familia distante, y en la hora gris del éxodo medita el caminante que hay jornadas luctuosas y alegres en el mundo: Que van pasando juntos por el sórdido hotel con el cosmopolita dolor del moribundo los alocados lances de la luna de miel. Estoy convencido de que en el cosmopolita dolor del moribundo –verso que sintetiza la compleja situación anímica del poeta– se anticipa el rebelde anti-académico que habría de publicar apenas tres años más tarde, también en la capital del país, el libro que le daría la inmortalidad: Zozobra


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Foto: Robb D. Cohen/ RobbsPhotos/ Invision/AP

Ricardo Guzmán Wolffer

entre los momentos más puros de su encierro, sin renohen, el héroe anónimo. Cuando unión de seres prototípicos por su soledad superada, cor, con la alegría de vivir que los gestos y las sonrisas el Premio Nobel dado a Dylan ha gracias a las loas de Cohen y su ritmo, proveniente de evidencian, acompañadas de las manos abiertas de llevado, entre muchas otras, a la cavernas ancestrales. un García en plena libertad interior, cierto de que el discusión de si las letras de canEn el actual momento político, donde la llegada de violín intercalado por Cohen va más allá de las pareciones pueden tener el alcance Trump ha dividido a poblaciones y atemorizado a perdes. Y ese momento, visto por el celador en una panpara considerar escritores a los autores musicales, la sonas de todas las latitudes, la música del disco The talla sin sonido, catapulta la escena gracias al mensaje obligada revisión de la obra vitalicia de alguien del taFuture usada en Asesinos por naturaleza (Oliver Stone, de que la música puede liberarnos incluso en el enciemaño de Cohen evidencia lo limitado de tal discusión. eua , 1994), resulta ineludible. La danza de la muerte rro más inflexible. La voz, la cadencia y los acordes aumentan el poder de de Juliette Lewis en el restaurante de la carretera, iniLas letras de Cohen, como toda poesía, permiten las letras ya sobradamente buenas desde el ángulo que ciada con “Waiting for the miracle”, anuncia el festín de muchas lecturas. La adaptación del famoso “Halleluse le analice o disfrute. Quizá resulte útil recordar cómo sangre que representa la fama de esos asesinos seriajah” para público infantil en el filme Shrek, entre varias, Cohen se fue insertando en el imaginario popular merles, vitoreados incluso durante el juicio y buscados por lo muestra. Quizá por la acogida del cómic y sus dericed a su reiterada inclusión en filmes tan diferentes que reporteros para aumentar el rating televisivo. El senvaciones, el notable soundtrack de Watchmen (Zack podríamos afirmar que no habrá público que no tentido destructivo y autoritario de la canción que da Snayder, eu , 2009) toma esa canción para evidenciar ga en su personal lista musical algo de Cohen. nombre al álbum permea a lo largo de la película, donel milagro del amor, ahora con la variante del encuenEscuchar la literatura de Cohen lleva a niveles interde el futuro de la pareja, de la nación y de la población tro entre superhéroes capaces de encontrarse en el nos que sólo requieren ser evidenciados para estableque admira a Lewis y Woody Harrelson como figuras cielo, en la nave del Búho nocturno ii , Patrick Wilson, cer la universalidad de su producción. En lo más básico populares, basada su fama en el salvajismo con que con la hermosa Silk Spectre, Malin Akerman. Seres de la introspección, la música libera. Y lo hace la sinfohan asesinado a decenas de personas, es precisaextraviados y repudiados por una sociedad necesitanía más complicada, si es acorde con el escucha, como mente el asesinato. Sin ninguna esperanza de que los da de un orden del que han excluido a esos bienhela canción más popular según el lugar, fecha y estrato encargados de acabar con la vida se arrepientan, cochores que ya pululan en soledad, el encuentro de essocial. No es ninguna novedad decir que la música es mo augura Cohen, anunciando la danza de la muerte tos dos sufridos los torna semidioses al unir sus cuerpos en caminos devastados, con hombres blancos enloparte de la composición cinematográfica; sin embargo en el cielo, tras la niebla que los oculta de la gente en quecidos entre mujeres colgadas: Mick y Mallory en su no dejan de sorprender las producciones que, precisalas calles y quienes apenas se enteran de la existencia auto descapotable, entre llamas infernales, con el mente por la música de Cohen, son entrañables; y hade esas precarias deidades por un flamazo que arroja brá quien sólo recuerde esa parte del filme. Cohen y su viento intemporal azotándoles el torso mientras ellos la nave, en clara metáfora del orgasmo conjunto. El voz aguardentosa, pausada, clara: cavernoso murmullo ríen y se besan, entrelaza ella las piernas en el cuello “Hallelujah” hace a un lado el encuentro físico y graque lo mismo susurra análisis profundos, condensados de él y cada tanto su mirada se pierde en las poblaciocias al manejo de cámara estamos presenciando la en breves oraciones, en invitación a reconocer la falines que abandonan, como referencia a que su bilidad humana y sus tantas imperfecciones, o que en humanidad ha quedado atrás. La desespeese ronroneo ancestral letrificado envía ranza y profundidad de la música hacen al la mueca de otras épocas, tanto de la Cohen de este disco un profeta del horror, historia humana como del escucha. que cautiva por su poesía pero lastima por En el filme Rosewater (Joh Stewart, su verdad. No por tener las herramientas EN eu , 2014), basado en el encarcelamienpara glorificar el amor y la belleza, deja de CO H C A R TA D E LE O N A R D to de un periodista británico en Irán evidenciar, incluso con una música festi* A M A R IA N N E IL H EN por una entrevista con tintes políticos, va y la universalización de lo local, cómo so mo s rea le qu en o nt me mo Cohen brilla. El preso es interrogado el hombre terminará por depredarlo tomo s lle ga do al zo s. Cr eo ue no , M ari an ne , he da pe a e os nd yé ca reiteradamente y su encierro en solido, empezando con los demás hombres. tro s cu erp os es tán rca , me nt e vie jos y nu es pa s qu e es toy tan ce se e qu o tario en una pequeña celda busca desEl Cohen cinematográfico llega al esier Qu to. pr on qu e te se gu iré mu y za r la mí a. Sa be s an alc ás dr po no pectador de la postmodernidad, donde truirlo. Sin embargo, el personaje inma e si ex tie nd es la hace falta que no ju sto de trá s de ti, qu ro pe , ría idu sab tu se privilegia lo auditivo y visual, en forterpretado por Gael García Bernal tiene o por tu belleza y se art e un de o e siempre te he amad ier qu qu lo só a or o. Ah mas que ningún músico, incluido el esperanza y la presencia anímica de su ue tú ya lo sa be s tod di ga na da má s po rq Te ve ré en el ca mi no o. rn ete or Nobel literario, ha logrado: el amor, mujer. Impulsado por esa necesidad de Am . iga iós , vie ja am mu y bu en via je. Ad el horror, la transformación y el autococreer en la libertad y el amor, García g Lon a “So fue la ins pir aci ón par en los año s ses ent a y en Coh mis de e est eja rita par nocimiento, todo condensado en sus baila en un pequeño espacio con “Danfue esc *M aria nne Ilhe n fue sas del aut or. La car ta má s con oci das y her mo zas . pie nte las ine de inm una , era ert e letras y en las escenas por él magnificace me to the end of love” en su mente. Ma rian ne” ecí a leu cem ia y su mu Coh en de que ella pad mo año, al ent era rse das. Sus muchas huellas fílmicas lo eviEntre cuatro paredes blancas, iluminadencian en un lugar único en la producdas en perspectiva para dar una sención artística mundial sación de limpieza, gira el personaje

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20 de noviembre de 2016 • Número 1133 • Jornada Semanal

EL POETA LE CANTÓ AL AMOR, A LA BELLEZA Y A LA DEPREDACIÓN DEL HOMBRE POR EL HOMBRE. SUS RITMOS PROVIENEN DE CAVERNAS ANCESTRALES. TOCAN LO PROFUNDO DEL SER.

la música de las imágenes

Cuatro poemas Leonard Cohen

Fuente: tomado del documental Mr. Leonard Cohen: The Poet-Musician Featured, 1965

Pájaro en el cable (Bird on Wire) Como un pájaro en un cable Como un borracho en un coro a medianoche A mi manera he intentado ser libre Como un gusano en el anzuelo Como un caballero de un libro antiguo He salvado los lazos que me unen a ti Espero que puedas pasar por alto Si he sido poco amable Si he sido falso Espero que sepas que no lo fui contigo Como un bebé nacido muerto Como una bestia con su cuerno Destrocé a quienes se me acercaron Pero juro por esta canción Y por todo lo que he hecho mal Que recomenzaré por ti Vi un mendigo apoyado en su muleta de madera Que me dijo: “no deberías pedir tanto” Y una bella mujer apoyada En el oscuro quicio de su puerta me gritó: “oye, ¿por qué no pides más?” Como un pájaro en un cable Como un borracho en un coro a medianoche A mi manera he intentado ser libre

Hey, ese no es modo de decir adiós (Hey, That’s no Way to Say Goodbye) Te amé por la mañana Nuestros besos cálidos y profundos Tu cabello sobre la almohada Como una dorada tormenta adormecida Sí, muchos se han amado Antes que nosotros Sé que no somos los primeros En la ciudad y en el bosque Sonríen como tú y como yo Pero ahora viene la distancia Y ambos debemos intentarlo Tus ojos se llenan de dolor Hey, ese no es modo de decir adiós No estoy buscando a alguien más Mientras pierdo el tiempo Llévame a la esquina Nuestros pasos siempre Irán acompasados Sabes que mi amor irá contigo Como el tuyo se queda conmigo Sólo es la manera en que cambia Como la costa y el mar Pero no hablemos de amor Ni de cadenas o de cosas Que no pueden separarse Tus ojos se llenan de dolor Hey, ese no es modo de decir adiós

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10 20 de noviembre de 2016 • Número 1133 • Jornada Semanal

Si es tu voluntad (If It Be Your Will)

Famoso impermeable azul (Famous Blue Raincoat)

Si es tu voluntad Que no hable más Y que mi voz calle Como lo hacía antes No hablaré más Obedeceré hasta que intercedan por mí Si es tu voluntad Que una voz sincera se alce Desde esta colina rota Cantaré para ti Desde esta colina rota Resonarán todas tus alabanzas Si es tu voluntad Dejarme cantar Desde esta colina rota Resonarán todas tus alabanzas Si es tu voluntad Dejarme cantar.

Son las cuatro de la mañana Finales de diciembre Te escribo para saber si estás bien Nueva York es helado pero me gusta donde vivo Toda la tarde hay música en Clinton Street

Si es tu voluntad Si hay elección Deja que se llenen los ríos Que se alegren las colinas Que tu misericordia se derrame En esos corazones ardiendo En el infierno Si es tu voluntad Sanarnos Y atraernos Y enlazarnos con fuerza Todos tus niños En sus harapos de luz En nuestros harapos de luz Vestidos para matar Y acabar con esta noche Si es tu voluntad Si es tu voluntad. En el festival de la isla de Wight, 30 agosto de 1970

Oí que te construyes una casa pequeña En el desierto profundo Ahora vives sin causa alguna Espero que lleves algún tipo de diario Sí, y Jane vino con un mechón de tu cabello Dijo que se lo diste tú Aquella noche que decidiste aclararlo todo ¿Lo aclaraste? La última vez que te vimos parecías mucho más viejo Tu famoso impermeable azul Tenía los hombros desgastados Has estado en la estación mirando cada tren Y volviste a casa sin Lili Marlene Y trataste a mi mujer Como a otro objeto en tu vida Y cuando ella volvió conmigo Ya no era la esposa de nadie Te veo ahí con la rosa entre los dientes Otro débil ladrón gitano En fin, veo que Jane despierta Ella manda saludos Y lo que puedo decirte Mi hermano, mi asesino ¿Qué podría decir? Supongo que te extraño Supongo que te perdono Me alegra que hayas cruzado Por mi camino Si alguna vez vienes por acá Por Jane o por mí Tu enemigo duerme Y su mujer es libre Sí, y gracias por el problema Que le quitaste de los ojos Creí que era imposible arreglarlo Y por eso nunca lo intenté Sí, y Jane vino con un mechón de tu cabello Dijo que se lo diste tú Aquella noche que decidiste aclararlo todo Sinceramente, L. Cohen


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LEER

Jornada Semanal • Número 1133 • 20 de noviembre de 2016

Los usurpadores, Jorge Zepeda Patterson Planeta (Autores Españoles e Iberoamericanos) México, 2016.

ATENTADO EN LA FIL EVE GIL

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os usurpadores, del sinaloense Jorge Zepeda Patterson, es el último de una trilogía –o penúltimo de una tetralogía, presumo por su desenlace abierto-, que arranca con Los corruptores (Planeta, 2013) y retoma, asimismo, a los protagonistas de su novela ganadora del Premio Planeta 2014, Milena o el fémur más bello del mundo, segunda de la serie: un grupo de viejos amigos justicieros compuesto por periodistas rudos –por así decir- autonombrados Los Azules, en honor al color del forro de sus cuadernos escolares, y que en esta nueva entrega enfrentan la contingencia de un golpe de Estado. El thriller, género incomprendido por la crítica mexicana, para la que cualquier western narco es “thriller”, es además arriesgado de emprender en una cultura como la nuestra, que carece de elementos para desarrollarlo con verosimilitud. Zepeda Patterson, periodista de altos vuelos antes que novelista, tras seguirles la pista a candidatos a la presidencia y empresarios vinculados al poder durante muchos años, descubrió, mientras escribía sus libros de reportaje –Los amos de México, Los suspirantes, entre otros- que es posible lograrlo a través de las muy particulares características del ejercicio político en México. La figura del policía o el detective, ni tan apremiante como se supone, es reemplazada por un equipo interdisciplinario de periodistas y hackers –Tomás, Claudia, Amalia, Jaime y Mario– que tienen a su cargo el periódico El Mundo y el diario digital Lapizarra– quienes, conscientes de que la tan cantada libertad de expresión es muy relativa, también emplean sus recursos para ventilar extraoficialmente los oscuros planes de los políticos y, de ser posible, contrarrestarlos. En Los usurpadores, no obstante, ni la sofisticación de su modus operandi, ni sus sentidos siempre alertas, los preparan para el sangriento atentado terrorista que se suscitará nada menos que durante la inauguración de la fil de Guadalajara –dedicada a Estados Unidos-, en la que perecerán personalidades del mundo del espectáculo, la política internacional y la cultura, incluido el Nobel de Literatura y –lo más grave, parecierael precandidato presidencial más viable para suceder a Alonso Prida, presidente en funciones. Entre las víctimas se encuentra la primera baja de Los Azules, que incrementa su urgencia por localizar al responsable directo de la masacre.

La trama se va entretejiendo con muy diversos personajes, directa o indirectamente relacionados con esta tragedia, desde el tenista Sergio Franco, el deportista más amado de México, recién retirado y contratado para “entretener” –no se me ocurre mejor término- al presidente Prida, tenista aficionado, los fines de semana, lo que le permite acceso a la intimidad y los puntos vulnerables de un mandatario desesperado… pasando por un adolescente con i q de genio llamado Jonathan, orillado por la falta de oportunidades a entregar su inteligencia al crimen organizado, por lo que purga condena en una prisión de Mazatlán de la que será misteriosamente sustraído… hasta esa especie de Victoriano Huerta de la era digital, el General Noé Beltrán, gobernador de Chiapas, decidido a alcanzar la presidencia de la República a costa de lo que sea. Aunque ficticios, encajan perfectamente en el actual escenario político mexicano. Prida no es Peña Nieto, ni ninguno de sus antecesores, pero es el prototipo del presidente mexicano rebasado por el poder y víctima de sus debilidades. Los militares parecieran erradicados de los más elevados cargos, pero no existe ninguna ley que les impida postularse, por lo que no es descabellado imaginar a un ambicioso general que, desde una gubernatura, no sólo trabajará por la presidencia sino planeará “vengar” la segregación de su gremio, relegado a las tareas más sucias y rehacerlo todo, empezando por los billetes de quinientos pesos que enaltecen a “un par de comunistas”. Es posible encontrar a un Agustín Celorio, el canciller que se desvive por complacer y halagar a su presidente con miras a ser su relevo en la silla, y a fin de cuentas se queda flotando en un rencoroso limbo, imposible, sin embargo, asociarlos con alguien específico. De los más grandes logros de esta novela: recrear un México que no deja de ser el que conocemos, al borde de un episodio similar al que detona la acción, como también la convivencia entre personajes ficticios y reales. En términos cinematográficos, cuenta con “cameos” de Alejandro González Iñárritu, Mario Vargas Llosa, Alejandro Martí, entre otros. Reaparece, asimismo, Milena –o Alka- la trágica heroína de Milena o el fémur más bello del mundo, joven croata capturada por una red internacional de esclavas sexuales que termina viviendo en una modesta casa en una zona residencial de Ciudad de México y tendrá un acercamiento romántico con Sergio, que los pondrá en la mira de un killer sentimental que inevitablemente asocio con el informante de la Stassi de la película alemana La vida de los otros, encariñado con la pareja a la que se le encomienda vigilar. Los usurpadores, junto con sus precuelas, es un gran thriller mexicano, posiblemente único en su género… de los muy pocos en nuestra lengua susceptible de compararse con obras maestras del género como la saga de Wallander del sueco Henning Mankel, o la del inspector Chen del sublime chino Qiu Xialong, sin contar a Stieg Larsson, incluso Patricia Highsmith. Lo mejor es que Zepeda Patterson ya prometió no quitar el dedo de este renglón •

En nuestro próximo número

América Latina y el capitalismo global. Una perspectiva crítica de la globalización, William I. Robinson, Siglo xxi Editores, México, 2015.

Sostiene Michael Hardt, coautor de los ensayos sobre economía política Empire y Multitude, que este libro del filósofo estadunidense y catedrático de la Universidad de California, “es un modelo para los estudios críticos de la globalización, empíricamente cimentado y teóricamente refinado”. No le falta razón pues, en este denso volumen, lo que Robinson lleva a cabo es un análisis a fondo del modo en que los Estados latinoamericanos se han alineado, desde la década de los años setenta del siglo pasado, a los dictados de economía política según los cuales el único modelo a seguir, en aras de un progreso y un bienestar más supuestos que reales, es el de la globalización (y aquí cabe recordar que alguna vez Henry Kissinger, que sabía bien de lo que hablaba, afirmó que “globalización sólo es el nombre contemporáneo que se le da a la colonización”). El estudio de Robinson, autor de otras obras afines a ésta, como La crisis del capitalismo global y el Estado transnacional, da elementos y pautas suficientes para entender ese fenómeno, la globalización, como lo que realmente es y no como la panacea que sus beneficiarios pretenden que todo mundo acabe creyendo.

In memoriam

Rogelio Naranjo (1937-2016)

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

INDIVIDUO Y SOCIEDAD: convivencia e impulso agresivo Mario Campuzano La Jornada Semanal

@JornadaSemanal

jsemanal@jornada.com.mx


ARTE Y PENSAMIENTO ........

20 de noviembre de 2016 • Número 1133 • Jornada Semanal

Francisco Torres Córdova

Ricardo Venegas ricardovenegas_2000@yahoo.com

Felipe Garrido MENTIRAS TRANSPARENTES El ofidio Para Mayte y Fran

–Entonces Diosito –dijo la monja, que quería parecer cariñosa– formó al hombre del polvo, y sopló en su nariz y así le dio vida. Era una tarde bochornosa. El grupo cabeceaba. –Y Diosito –siguió aquella vocecita narcótica– plantó un huerto en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado para que fuera feliz con Eva, su mujer. Y luego hizo nacer de la tierra árboles hermosos y buenos para comer y, entre ellos, también el árbol de la ciencia del bien y del mal. Una güerilla le guiñó un ojo a Francisco, para ponerlo nervioso. –Luego Diosito llamó a los dos, Eva y Adán, y les dijo que de todo árbol podrían comer, menos del árbol de la ciencia del bien y del mal; que no lo probaran porque morirían... Y que si lo obedecían serían eternamente felices porque él los amaba... –¿Y el ofidio? –preguntó una voz, al fondo, y añadió en seguida, porque la monja puso cara de que no entendía– La serpiente, digo, ¿quién la puso allí? •

Ricardo Yáñez DE PASO Luis La verdad es que siempre me ponía unas madrizas, mas nunca se lo declaré, así como tampoco nunca le conté que al llegar a casa me ponía a estudiar meticulosamente sus argumentos para saber dónde fue que me chingó. Aprendí mucho de él. Lo quería, y me gusta creer que él también a mí. Le reclamé muchas veces lo que en ocasiones me parecía un abandono ideológico. Nos gustaba a ambos ser irremediablemente tercos cuando discutíamos sobre algo. Y discutíamos sobre todo. En lo único que conciliábamos acuerdos era cuando se trataba de la belleza de las estrellas. Él hablaba como astrónomo y yo como un intento de poeta. No podré volver a ver el cielo de noche sin pensar en Luis. Sin recordar la vez que me corrió de su casa y que a la semana siguiente me llamó para que escribiéramos un soneto para Orión como si nada hubiera pasado. Estás donde quieres estar, cabrón, entre fulgores de estrellas… Te quiero, aunque tuve que esperar hasta hoy para decírtelo • Texto invitado de Antonio Macías. Gracias.

bitácora bifronte

ftorrescordova@gmail.com

monólogos compartidos

Los 43 Poetas por Ayotzinapa

Plegaria del anciano

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raducido al italiano por Lucia Cupertino, Los 43 Poetas por Ayotzinapa (Edizioni Arcoiris, Salerno, 2016) incluye autores de España, Perú, Uruguay, Argentina, El Salvador, México (en lenguas originarias como el zapoteco, mixteco, mixe, náhuatl y maya), cuya edición consigna la expresión de los poetas frente a los hechos ocurridos en Iguala en septiembre de 2014. En el prólogo, Fabrizio Lorusso menciona que en la noche entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, cuarenta y tres estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, en el estado mexicano de Guerrero, fueron secuestrados por la policía local de los municipios de Iguala y Cocula y fueron entregados a un grupo de presuntos traficantes de droga de la organización Guerreros Unidos. Desde entonces los jóvenes desaparecieron y los investigadores no han ofrecido versiones creíbles de los hechos. Indudablemente, el escenario en el que este libro sitúa a México a nivel mundial es oscuro, pero también es el de muchas voces solidarias, voces en las que se traduce la ira y la protesta, y un homenaje a la memoria de los desaparecidos. La poeta argentina Ana María Manceda dice en esta antología de la indignación: “¡Quisimos ser educadores, piadosos, justos,/ solidarios, libres!/ […] Muertos, nuestros queridos muertos…/ Se van posando las plumas blancas/ Pero no sepultarán la memoria./ Eso no.” En el mismo contexto, Lorusso y Francesca Gargallo en el postfacio (un país que reclama no 43 sino “más de 43” desaparecidos), advierten que en los últimos meses la acción de los expertos independientes, activistas y periodistas, a menudo con la oposición del gobierno y los medios de comunicación alineados, permitió al público y a los padres de los muchachos obtener datos valiosos que han rechazado la “verdad histórica” sobre el caso. El poema “Cándida”, de la autora mexicana Irma Pineda Santiago, escrito en lengua zapoteca, publicado en italiano y en español, ilustra la intención del volumen en el que las nacionalidades se hermanan: “Mi madre descifró para mis ojos/ el lenguaje de las estrellas/ Depositó en mis oídos los cantos de la gente nube/ Me enseñó los signos de mi nombre/ A usar el ajo en la comida/ a medir el dulce y la canela/ a evitar el limón cuando viene la regla/ a no temer el crujido del techo de madera y teja/ cuando la tierra tiembla/ Ella resolvía las dudas/ Pero nunca le pregunté a mi madre/ cómo trascurre la vida/ cuando los soldados se llevan al marido/ Cómo se enfrenta lo cotidiano/ con la incertidumbre tras los pies a cada paso/ Con qué palabras se explica a los hijos/qué es ‘un desaparecido’/ Con qué unidad se mide la ausencia/ los días oscuros/ los oficios sin respuesta/ Cómo nombrar de un solo golpe/ las ciudades recorridas buscando un rostro/ los espíritus consultados para tener indicios/ de dónde encontrar a un desaparecido.” Disponible en http://www.edizioniarcoiris.it/index. php?id_product=248&controller=product •

hora que sólo estoy aquí, pliegue sobre pliegue de la piel de mis edades, presencia destilada, asomado al mundo en sus orillas y yo mismo una orilla larga y quebradiza, el labio más fino de la ausencia, oigo crepitar en mis oídos el paso de mi aliento, su silbido al rozar el muñón de mis encías y las grietas de mi lengua blanquecina, y todavía reconozco el poder de la mañana cuando toca el dorso lunar de una de mis manos, un hombro, la frente, una mejilla; ahora que tropiezan en mi boca las palabras, una a una guijarros negros y brillosos en el lecho azuloso de la sangre, y que por fin el tiempo no es el inasible y altanero que solía y se detiene a mirarme a los ojos con sus grandes ojos inocentes, alcanzo a distinguir en ellos el rostro llano de las cosas, lo que son y lo que nunca fueron en verdad, lo que soñaron y perdieron, y apenas un destello de verdad de lo que fueron, si acaso fueron; aquí, en la silla en que descanso el baño o la comida, bajo un tibio mediodía o al suave viento de un tarde que anuncia el fresco de la lluvia, en el balcón de este último silencio sin fisuras, a espaldas del primero que me trajo la conciencia de mi cuerpo, que me abrió al juego y al insomnio, a la esperanza y al peligro entonces sobrado de fuerza y pensamiento esos años infinitos hasta ahora, y ya cenizos los espejos del deseo menos uno, siempre menos uno, el recóndito vital que no suelta sus amarras de mis huesos y sopla mis ascuas en la sombra; ahora que no sé del mundo nada más que el rumor que me llega de sus calles y el ruido de su gente en múltiple emergencia, el sordo tableteo de sus prisas y ambiciones, el dolor que aviva sus personas y el placer que no las satisface, el miedo que las sitia y la risa que en secreto de pronto anuda sus gargantas en un llanto frío, mudo y seco, tanto me descubro cerca, menos semejante y más igual a ellas, y sin embargo aparte de su trama interminable de intenciones, criaturas agitadas en la tierra y el agua del planeta, materia basta, temblorosa y vulnerable, sometida al destello de medallas y banderas, aturdida en la maraña de consignas y proclamas, todas victoriosas y vigentes y al cabo todas derrotadas y caducas, capaz del horror y aun así también de la belleza. No tengo numen, ídolo o Señor a quien rogarle, pero la voz de la plegaria que sorprende y humedece mis labios atempera los rigores de mi cuerpo, como a un niño me consuela su efímera promesa de quizás un día darle al hielo de nuevo su firmeza y estatura, de cancelar en la violencia una sola vez definitiva el gozo ciego y primitivo que la crece, de nunca más hacer desierto de una selva y que por un instante irreversible nada ni nadie quiebre los tobillos de una adolescente; que en cada mesa el pan alumbre soledades, que vuelva a casa cada hija, hermano, padre, amigo; que aquí entre nosotros la muerte sane de su absurdo o se muera de su infamia, y que el agua antigua de la lluvia nos redima y entonces nos devuelva el nombre que tuvimos... •

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........ ARTE Y PENSAMIENTO

Número 1133 • 20 de noviembre de 2016

Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com

Paso de Gato, celebración de la permanencia

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ASO DE GATO CUMPLIÓ quince años esta semana. Es uno de los proyectos más ricos y solventes en cuanto al ejercicio del periodismo cultural, la crítica, la crónica, la documentación, la creación y el ensayo teatral. Del espíritu de Paso de Gato nace otro esfuerzo bimestral totalmente emparentado que es Cine Toma. Revista de Cinematografía, que el mes pasado cumplió su octavo aniversario. Ambas revistas son comandadas en desorden alfabético por José Sefami y Jaime Chabaud, dupla que ha desarrollado una propuesta editorial que no sólo contempla la creación sino también la enseñanza, la investigación y el ensayo. Los alcances han sido de tal grado, que justo esta semana quedó lista su hermosa y útil librería en la sede de la Sogem en Coyoacán. A veces Jaime Chabaud refunfuña y echa pestes contra un gremio teatral que se caracteriza por un gran engreimiento, pereza, indiferencia organizativa, que en el fondo es la radiografía de una gran vecindad que recuerda a la de Los signos del Zodiaco, cuya pugna gremial es por una notoriedad que se conforma con quince minutos de fama telenovelera en el peor de los casos, aunque presuma del mayor rigor universitario y aspire a ser seleccionado por la cnt. Aunque la revista ha sido apoyada con unos pesitos en las promociones del Fonca, las autoridades de cultura no parecen valorar mucho un trabajo que pone a México en boca del mundo, con mejores resultados que algunos esfuerzos institucionales. Valdría la pena consolidar un aparador en el que se exhibe el trabajo de becarios e instituciones. Seguramente cuando se cumpla el centenario del nacimiento de Jaime Chabaud, tendrán que organizarse diferentes perspectivas críticas para dar cuenta de ese joven

LA OTRA ESCENA arrogante de finales del los años ochenta, poseedor de un gran talento, una erudición y un amor por el conocimiento y una pasión por la documentación, la historia, el periodismo, la crítica y la creación, que tímidamente descollaba en esos años. Chabaud hizo varias promesas entonces y cumplió muchas más de las que fue capaz de esbozar en aquellos momentos inaugurales. Muchos de los que estuvimos muy cerca en esos años creo que supimos, aunque la envidia le impidió a muchos aceptarlo (una envidia que llega hasta nuestros días), que Jaime tenía demasiadas cosas para los demás, y eso se tradujo en una extraordinaria editorial y una revista que es uno de los ejercicios de periodismo cultural más importantes en Iberoamérica. En aquellos años un grupo de amigos cómplices hacíamos una revista alrededor de Josefina Brun (que lloraron pocos) que nos abrió las puertas de La Cabra y luego de Escénica, y más luego de Artes Escénicas en la unam , y que nos dio la oportunidad de conocernos y dialogar entre personas muy distintas que compartíamos un interés por hacer periodismo especializado en las artes escénicas. Entre ellos figuraban Esther Seligson, Armando Partida, Alberto Dallal, maestros que compartían su experiencia con los dos Migueles, como nos decían a Miguel Ángel Pineda (quien fundó una revista de teatro que sólo recordamos los nostálgicos) y a mí, así como con Jaime Chabaud, más joven, parlanchín y sabelotodo. Circulaban próximos Edgar Ceballos (quien dirigió la publicación monográfica Repertorio), Víctor Hugo Rascón, Ramiro Osorio y Sergio Jiménez, quienes eran los cercanos más visibles. En aquel tiempo, fue definitivo el impulso editorial que, bajo la batuta de Sonia Miró, Editores Mexicanos Unidos le dio al teatro. Aunque Sonia perdiera el entusiasmo después, lo hecho fue suficiente como para generar un ambiente inspirador y fecundo.

Me pregunto cómo David Olguín no se interesó en facturar una revista de teatro, teniendo un equipo de colaboradores de enorme solvencia intelectual y de gran experiencia editorial, y sobre todo si se piensa también que el resultado del trabajo editorial que ha hecho El Milagro tiene gran cercanía con la crítica, el ensayo y géneros como la crónica y la entrevista. Su actualidad es la de un compromiso total con la creación implicada con la moral y la política de su tiempo. En muchos momentos Paso de Gato ha difundido valiosos trabajos académicos que no han encontrado el eco suficiente en sus universidades y ha superado con mucho los trabajos realizados tanto por el citru como por el mundo académico de las artes escénicas, que todavía están estudiando las óperas primas de Luisa Josefina Hernández, Carballido, Magaña y Leñero. El número 67 de la revista, que ya forma parte del año 16, no tiene desperdicio, ya diré por qué •

Jaime Chabaud

Alonso Arreola @LabAlonso

Querido Leonard, lo queremos darker

D

E LAS MUCHAS TRISTEZAS tras el Brexit y la victoria de Trump (tras el golpe de Estado a Rousseff en Brasil, tras el complejo plebiscito en Colombia o tras el golpe a la radio pública argentina, por citar ejemplos cercanos), hay una que nos pega duro: la nula fuerza de músicos y artistas que, volcados al entretenimiento y las distancias globales, han perdido influencia reflexiva en sus contextos. Reflejo de incomunicación entre los marginados (no necesariamente pobres) y el ideal de un mundo comercial ultra conectado –además de una falta de empatía paranoide reforzada por la ignorancia y el nacionalismo–, nos deja harto para reflexionar cuando, sí, ha muerto Leonard Cohen y parece que todo lo queremos darker. No somos quienes para hablar de política profunda. No se preocupe lectora, lector del domingo. Sólo deseamos entender otras causas del BrexTrump relacionadas con la música, así como lo que supone la extinción de algunas mentes transformadoras, acuñadas en otro tiempo y espacio, porque, si se supone que los creadores cuestionan naturalmente el orden establecido refrescando sistemas imperantes (estéticos, sociales, pedagógicos), hoy podemos decir –en cualquier parte del “mundo libre”– que sin importar lo famosos que sean sus artistas, nadie fuera de un reducido círculo intelectual parece escucharlos ni tomarlos muy en serio. Tumores de la cultura pop y del entretenimiento establecido, su pensamiento no vale tras bambalinas. Leonard: lo queremos lóbrego. ¿Siempre ha sido así? No. Antes eran impensables tantas formas de narcisismo tecnológico, inflación de valores intangibles y manipulación de transacciones virtuales. Los artistas se han debilitado forjando en la egolatría una llave hacia la fama o la llana subsistencia. Así, el pintor busca representante o galería, se sobrevalúa y, a base de aplicar la técnica de Luis Miguel (no acercarse a los mortales), pierde contacto con su realidad y capacidad de diálo-

BEMOL SOSTENIDO go. Pero,“¿qué importa eso cuando hay que aprovechar el momento?” Es el camino tenebroso, Leonard. Sin ponernos chauvinistas, recordamos que mientras los muralistas del pasado expresaban un nacionalismo exacerbado (con los cuestionamientos ideológicos que se quiera agregar), hoy incontables artistas plásticos saben que el valor del oro radica en una escasez controlada. Tal como pasa con los diamantes, el caviar o el cangrejo de Alaska, niegan que se democratice su abundancia aprovechando la construcción de un deseo conveniente que da más dinero por menos esfuerzo. Es la elevación de otro muro que lleva años pergeñándose. Exacto, Leonard: lo queremos negro. Si hablamos de escritores y editores… la cosa se parece. Escuchándolos tras bambalinas luego de sus presentaciones en ferias y coloquios, sentimos que se alejan de la hon-

dura dejando para la soledad el sufrimiento, la subversión, la rebeldía... Si es que las hay. Figurando públicamente, lo suyo es imitar a los rockstars, saber posar para la foto, firmar decenas de libros y convivir con booktubers e influencers (¡espantosos neologismos!), chicles pasajeros en el magín de adolescentes eternos. Sin generalizar, el problema va en aumento y cosechamos frutos porque, claro, Leonard, lo queremos torcido. Con los chefs, mecánicos, maquillistas, tatuadores y diseñadores, ni se diga. Del oficio cotidiano al reality televisado y de allí al canal de Youtube, obreros, artesanos y bodrios del espectáculo convergen a lo Dorian Grey, por amor al like. Y pobre del que se clave cavilando. Eso no se perdona.“Presenta tu proyecto de vida en un minuto –dicen–. Si no puedes es que no lo tienes claro”, agregan. Mundo a 140 caracteres ilustrado en Instagram, en él no caben preocupaciones sesudas. Ésas se decoloran hasta que un día, tarde que temprano, regresan rojas para cobrar venganza ante el olvido. Porque así votamos, Leonard: en tinieblas. Tal es el inicio de la letra de “You Want It Darker”, pieza inaugural en tu último disco (You Want It Darker), inmenso y desaparecido Leonard Cohen: “If you are the dealer, I'm out of the game. If you are the healer, it means I'm broken and lame. If thine is the glory then mine must be the shame. You want it darker. We kill the flame.” Desesperanzada reflexión de quien mira al Cielo (despedida a la manera de Bowie), sirva para acercarse a tu obra entera en plan retrospectivo. Ojalá, empero, que todos pasen primero por tu discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011. Un monumento oral a la sensibilidad, la generosidad, la inteligencia y la humildad que tanto necesitamos en la oscuridad, ésa misma de donde parece provenir el silencio de Bob Dylan y la conducta de colegas otrora valiosos que hoy renuncian a saludar oídos necios. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •


ARTE Y PENSAMIENTO ........

20 de noviembre de 2016 • Número 1133 • Jornada Semanal

Verónica Murguía

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Jorge Moch tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

OR RAZONES DE CALENDARIO editorial escribo esta columna una mañana gris y horrible. Hoy es miércoles 9 de noviembre, un día siniestro para millones de personas: mexicanos, musulmanes, negros, surcoreanos, mujeres, personas con discapacidad y universitarios de toda laya. Día preocupante para el presidente del Parlamento Europeo, Martin Schulz, para François Hollande y Angela Merkel. Supongo que indignante para Stephen Hawking y los 374 científicos (entre ellos treinta premios Nobel) que firmaron la carta dirigida al hoy presidente electo de Estados Unidos, pidiéndole que tomara en serio el cambio climático.

Hoy se confirmaron los resultados de la elección –que hubiera debido ser mundial, por todo lo que se juega en ella– y Donald Trump fue el ganador. ¡Donald Trump! ¿Qué puedo añadir? Un señor que no le cae bien al Dalai Lama y le dijo tarugada y media al papa Francisco por defender a los migrantes. Un hombre antisemita y antimusulmán. Soy mujer, soy mexicana, de izquierda. Es decir, me da miedo. Sobre todo por lo de mexicana, ya que nos ha tomado como el símbolo de todo aquello que está mal en su país. A lo largo de las campañas me sentí como si fuera una señora polaca en 1932. El 19 de noviembre de ese año Hitler subió al poder. Este 9 de noviembre, bueno, “nos lamió la vaca”, como se dice en Yucatán cuando a alguien le va mal. No entiendo. O lo que entiendo me atemoriza y repele de tal forma que me resisto a comprender. Por supuesto, Hillary Clinton cometió errores. Los latinos con derecho al voto lo ejercieron tibiamente, así como la población negra, a pesar de que forman parte del monstruoso chivo expiatorio que Trump ha ofrecido a sus seguidores. Fue un voto antigobiernista. Bernie Sanders hubiera hecho un mejor papel, estoy segura. Todo eso lo he leído y platicado, como medio México. Pero a los temas analizados por los expertos yo añadiría el Brexit, la reelección de Mariano Rajoy, el no en Colombia, la deposición de Dilma Rouseff y el triunfo de Macri en Argentina, para hablar sólo del ámbito más cercano culturalmente. De los desastres en Asia y África ni digo, porque me quedaría sin ánimo para terminar de escribir este renglón. Es como si media humanidad se desentendiera del futuro, de las generaciones por venir, del prójimo. De la suerte de sus propios hijos. Nada de lo que se explica puede hacerme entender la foto de David Duke, dirigente del Ku Klux Klan, celebrando el triunfo del Partido Republicano. Esa imagen hizo que se me revolviera el estómago como no se me

revolvía desde niña: un retortijón de ansiedad y náusea. Estoy avasallada, como un personaje en una novela postapocalíptica, de ésas que tanto gustan al público estadunidense. ¿Recuerda el lector las compras de pánico de los estadunidenses en el año 2000? ¿Las largas filas en los supermercados, los carritos llenos al tope de garrafones de agua potable, latas de atún, linternas, lámparas de pilas, generadores portátiles y, claro, rifles y pistolas? Y sigue. Son los reyes indiscutibles de la teoría del complot, del miedo organizado, de la paranoia empistolada. Hay mil grupos survivalists o preppers. Estas son personas que se entrenan para sobrevivir en escenarios de guerra: se instruyen en defensa personal, recolección y preparación de comida en la intemperie, acumulan víveres, aprenden primeros auxilios y clave Morse, construyen refugios, etcétera. Es como si en una parte íntima y velada de su cultura los estadunidenses se sintieran atraídos por la idea del Apocalipsis y así como el que teme a las alturas porque le dan ganas de echarse un clavado, hoy votaron a Trump. Existen y han existido mil y un cultos escatológicos singularmente briosos en en ese país y esta votación me parece hoy una expresión más amplia y en apariencia menos irracional de esta suerte de fatalismo armado, de ideal guerrero y pueril que anida en la imagen que los estadunidenses menos educados tienen de sí mismos. Es el complejo de Rambo. David Koresh, el ínfimo dios de Waco, el Reverendo Jones y sus 912 víctimas, el Heaven’s Gate, todas esas peripecias me vienen a la cabeza. Los más esclarecidos piden una y otra vez que se revisen las causas que impulsaron a los “deplorables” a votar por Trump. La “arrogancia” de los educados es una de las razones que se esgrimen. Pero ese odio es fascista. Perdón, pero más arrogancia que la del propio Trump, me parece imposible •

LAS RAYAS DE LA CEBRA

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E

S INEVITABLE EN ESTOS días abordar el odioso tema del orate anaranjado que por ahora es el presidente electo de uno de los países más atrabiliarios y poderosos de este pobre planeta que tiene el dudoso honor de albergar a esto que comúnmente llamamos civilización humana pero que acá entre nos tiene más comportamiento de virus que de entidad superior, racional o, vaya ironía, compasiva. A Donald Trump le quedan bien y más que merecidas todas las invectivas que le queramos enderezar, mejor y con más derecho que nadie, quienes fuimos acusados por su estupidez supina y su racismo pendejo como asesinos, violadores y rateros. Supo, y vaya que sí, exacerbar ese rancio racismo de los estadunidenses blancos, esa horda amorfa de gente que mayoritariamente parece contentarse tragando hamburguesas y todos los cuentos imbéciles que les inculcan consorcios mediáticos, como el que dirigen los Hearst o cadenas televisivas como Fox y no pocos figurines de cnn , emperrados en hacer del mundo un rosario de estereotipos negativos entre cuya cochambre, siempre de piel más oscura que la suya, invariablemente surgen ellos, los estadunidenses como figuras de redención. Ahí la mayor parte del cine estadunidense, con honrosas excepciones, muy pocas, pero que las hay. Allí, como nunca lo hubiéramos creído, el Ku Klux Klan resurgido y desfilando en honor de su candidato ganador. A la democracia gringa, ésa que a pesar de que la gente vote hace lo que se le pega la gana según dicte cierta oligarquía, la amordazó la capucha blanca del odio. Porque no todos los gringos son una mierda. Eso me queda claro. No todos. Pero sí muchísimos, quizá, me atrevería a proclamar el atropello, una cifra peligrosamente cercana a la mitad de su población. Y estamos hablando al menos de decenas (si no cientos) de millones de enajenados idiotas y patrioteros xenófobos, ignorantes y racistas para los que cualquier alejamiento de su elemental geografía es, en el mejor de los casos, una postal pintoresca u otro parque de diversiones creado para su autoindulgencia por viciosa o criminal que resulte. Allí las estadísticas mundiales de qué nacionalidades suelen estar más involucradas en el consumo de drogas, o de pornografía infantil, o de tráfico de armamento, o de usurpación de soberanías, o de creación comercial de guerras con que sostener un absurdo imperio criminal y armamentista (absurdo pero obsceno, escandalosamente lucrativo, desde luego), o qué país es el mayor responsable, por sus emisiones irrestrictas de bióxido de carbono y otros gases de invernadero, del cambio climático y en ello de la extinción, según se calcula ya, de cerca del setenta por ciento de la fauna silvestre de esta triste canica azul dentro de unos años, o ya en un aberrante extremo de amoralidad y ausencia del más simple de los escrúpulos, y vaya que de eso mucho los tenemos que padecer sus vecinos, de turismo sexual. Cualquier puerto mexicano y no pocos “pueblos mágicos” dan fe de ese comportamiento depredador que se justifica medievalmente en que el perpetra-

dor es rico y prepotente y un hijo de la chingada y el otro, la víctima, suele ser un miserable hijo de la pobreza, la marginación y la más cavernaria necesidad de sobrevivir y medio aliviar el hambre. Miles de turistas occidentales y adinerados vienen a México a encamarse con niñas y niños, y si hacemos un recuento de cuántos son estadunidenses, y cuántos de ellos están en cárceles mexicanas, no es difícil colegir la espantosa capacidad de prevaricación de su bien amado dólar. Donald Trump, la figura creada –como aquí Enrique Peña Nieto, su obsequioso anfitrión– por la televisión, adquirió fama básicamente como comerciante de carne femenina, con sus “concursos” de belleza que, ahora se sabe, utilizaba como semillero particular de hetairas, aunque siendo el mandamás, muchos de sus abusos fueron callados atiborrando a sus presuntas víctimas de cueros de rana. Su otro gran logro televisivo fue el bodrio ese de The Apprentice, donde el culmen televisivo era recibir un ofensivo ladrido: “You’re fired! (“¡Estás despedido!”). O sea que su mayor y mejor logro es eso que pretende ahora, imbécil, aplicar a millones de personas honestas y trabajadoras: correr gente. O, como amenaza prepotente, idiota, enloquecido, meter a tres millones de latinos indocumentados a las cárceles estadunidenses. A ver si no le sale el chirrión por el palito y diez minutos después el sistema nacional penitenciario estadunidense termina controlado desde adentro, ahora sí, por asesinos, violadores y toda clase de indeseables. Igualito que aquí •

CABEZALCUBO

Contradiction

Post Apoc


........ ARTE Y PENSAMIENTO

Jornada Semanal • Número 1133 • 20 de noviembre de 2016

Ricardo Guzmán Wolffer

Luis Tovar @luistovars

Marçal Aquino, el martillo envenenado ARA LOS SEGUIDORES del cine brasileño, Marçal Aquino es conocido como guionista. Con Tu cabeza tiene precio, la más reciente novela traducida del autor, entendemos su fama como escritor en Brasil. La eficacia de Aquino no reside sólo en sus historias, sino en la atmósfera y la cadencia que impone la forma en que se desenvuelven los personajes y la visión misma de éstos. Auxiliado por su bagaje como guionista, plantea algunas escenas como imágenes: se visualizan en el lector con formatos cinematográficos. Aunque estamos ante una historia contemporánea, los narcos brasileños que transitan entre lo rural y lo urbano nos recuerdan más a los machos contrabandistas de otros siglos, anteponiendo su hombría y sus puños a las ideas de la

modernidad, como aceptar la preferencia sexual del propio hermano. Los tres Menezes son despiadados con sus enemigos y con los traidores, peor si el piloto que lleva la droga se fuga con la hija de uno de ellos, pero la mayor violencia es entre los hermanos: Nicanor lesiona de por vida a Abilio, pero éste lo mata. Abilio paga para que maten a la hija de Miro. Entrañables salvajes del mundo delincuencial, en el fondo son seres románticos, incapaces de salvar el propio corazón, aunque ellos no lo sepan. Pero estos delinc u e nte s q u e m o t i va n l a t ra m a , al manejar a la pareja de gatilleros de los que rápidamente también quedaremos prendados, no son los únicos personajes que en su esencia dan el ambiente de la trama. Dependiendo de la preferencia cinematográfica del lector, podrá imaginar en blanco y negro el desarrollo de la conspiración asesina, tal vez un poco sepia; otros la establecerán con ese hiperrealismo que la alta definición digital logra. Lo mejor de la narrativa de Aquino es que obliga al lector a participar, a ejercitar la imaginación para aportar esa ambientación. Incluso las últimas líneas del libro permiten al lector suponer qué pasará. Cuando los personajes secundarios son tan poderosos que parecen ser más logrados que los principales que hilan la novela y la concluyen, estamos ante una narrativa de mayor profundidad conceptual, pues las subtramas cobran casi el mismo nivel del motivo central: el amorío entre el piloto y la hija de uno de los Menezes. No tenemos muchos datos sobre la droga, pero apenas interesa: lo que importa es que aquéllos son los dueños del negocio y están acostumbrados a matar y mandar; los asesinos a sueldo viven bajo esa premisa de dinero y muerte, incluso para intentar resolver sus problemas personales. Cuando Brito rompe su amorío profundo con Marlene, la espera con la paciencia del asesino

que debe vigilar a su presa; cuando Marlene lo saca del local que regentea y se despide para siempre, Brito busca un lugar para desquitarse con quien sea. Al toparse con un enorme estibador, comprende la inutilidad de causar la muerte cuando en realidad es su propia vida sentimental la que está en peligro de perecer: más que el final de ese único amor en su vida, Brito comprende que algo ha cambiado en su visión de muerte-trabajo. Algo parecido le sucede al pirómano que es su compañero de “trabajo”, Albano: cuando alguna persona no le simpatiza, piensa en quemarla: la muerte ajena es un medio para conseguir sus deseos. Aquino no plantea su novela como una crítica social, donde la brutalidad y la muerte son una enfermedad social que arroja al mundo a estos seres capaces de matarse entre familiares; retrata personajes que logran mostrar aspectos profundos de la personalidad humana y por eso nos son cercanos. La habilidad de Aquino reside en hacer participar al lector al centrarle la mirada en detalles significativos. Pero también incluye giros inesperados: la pareja buscada logra matar al gatillero más implacable y nos hace pensar que la fortaleza de su unión los salvará de todo y de todos, pero pronto vemos que no es así. Parte de la eficacia de Tu cabeza… es la fructífera traducción de Lourdes Hernández Fuentes: logra retratar esa ambientación derivada del buen uso del portugués de Aquino, pero también incluye chispazos del español mexicanizado que, sin embargo, no le hace perder impacto a esta novela ante los lectores hispanos de otras latitudes. La narrativa de Aquino es fulminante. Como si a un martillo le hubieran untado el más poderoso veneno para asegurar la muerte del lector. Aunque basta adentrarse en esa atmósfera cinematográfica para que sea innecesario recibir el golpe antes de caer, gustoso •

GALERÍA

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Los Cabos 5 (i de ii)

“V

EN A VER QUÉ están haciendo los vecinos.” Con este lema, el Festival Internacional de Cine de Los Cabos ( ficc ) realizó del pasado 9 al 13 de noviembre su quinta edición. Los vecinos aludidos son Canadá, Estados Unidos y México, que conforman una Norteamérica con muchos más rasgos, historias y perspectivas en común de lo que imaginan o aceptan fundamentalistas de peligrosa ramplonería, como el recientemente ganador de la elección presidencial estadunidense. El ficc es muestra de lo anterior, y lo manifiesta sobre todo en su sección oficial en competencia, precisamente conformada por filmes producidos este mismo año en los países mencionados: cuatro estadunidenses –American Honey, de Andrea Arnold; Christine, de Antonio Campos; Porto, de Gabe Klinger, y Donald

Cried, de Kris Avedisian–; dos canadienses –Two Lovers and a Bear, de Kim Nguyen, y The Other Half, de Joel Klein–; dos mexicanas –La región salvaje, de Amat Escalante, y Soy Nero, de Rafi Pitts, así como la coproducción eu /Canadá Operation Avalanche, de Matt Jonson. También está la sección Primero México, en la que participaron seis filmes, igualmente producidos este mismo año: el documental Bellas de noche, de María José Cuevas; Carroña, de Sebastián Hiriart, Los paisajes, de Rodrigo Cervantes; Tamara y la catarina, de Lucía Carreras; William, el nuevo maestro de judo, de Ricardo Silva y Omar Guzmán, así como x500, de Juan Andrés Arango García.

Tres miradas Tres Necesariamente breve, lo que sigue es una rápida mirada a un puñado de filmes, dentro o fuera de las mencionadas secciones en competencia. A partir de un guión propio, el canadiense Kim Nguyen alcanza en Two Lovers and a Bear (Dos amantes y un oso) el hallazgo siempre buscado pero infrecuente de volver atípico lo típico. En una cinematografía mundial saturada de historias de amores rotos o a punto de romperse, en los que la pareja protagonista lucha por mantenerse unida a pesar de todo –comenzando por ellos mismos, claro está–, Nguyen propone por principio un escenario tan inusual como el muy extenso, distante, congelado y blanquísimo ártico canadiense y, sin que le tiemble la mano, introduce como lo más natural del mundo un elemento fantástico que el espectador no sabe del todo cómo asimilar, pero es una incertidumbre que obra para bien, dramáticamente hablando, en este filme cuyo final remite de manera directa al de otro filme reciente, también ambientado en territorios donde el implacable frío climático contrasta con las posibilidades infinitas de la calidez humana. Lugar común obliga: en Porto, del talentoso pero casi desconocido realizador estadunidense Gabe Klinger, quizá el principal protagonista no es ni

Marçal Aquino Escena de Dos amantes y un oso

Jake –Anton Yelchin, soberbio en ésta, que terminó siendo una de sus últimas actuaciones– ni Mati –Lucie Lucas, en similar nivel histriónico–, sino la ciudad portuguesa donde se desarrolla esta historia, dividida en tres capítulos que son, en ese orden, la visión que de los mismos hechos tienen Jake, Mati y ambos. Necesariamente melancólica, como por formación o por distorsión literaria/cinematográfica se aprende a entender una urbe portuaria húmeda y añosa como Lisboa u Oporto, esta última pareciera determinar el ánimo de la pareja protagonista, cuya constitución fugaz como tal confiere al filme un inevitable aire Last Tango in Paris. Empero, Klinger no se queda en la cita, sea explícita o velada; de hecho, la abundancia referencial a imágenes, encuadres y escenas enteras de otros filmes plantea una suerte de trivia cinéfila, de cualquier modo prescindible para captar la esencia de imposibilidades amorosas y soledad fundamental de esta cinta, jarmusheana hasta el tuétano. Polémico, muchas veces aquejado de declaracionitis, de a ratos disparejo y hasta incomprensiblemente malo, pero autor de filmes insoslayables –Salvador, Pelotón, u Turn, j f k , por mencionar sólo cuatro–, Oliver Stone fue homenajeado en el ficc y, además de una pequeña muestra de su filmografía esencial, se exhibió su cinta más reciente, Snowden, que lo reconcilia con un público más exigente que el promedio. Desplegada con la maestría de los muchos años y los muchos filmes, Snowden cuenta muy bien la historia, básicamente real, de Edward Snowden, el exagente de la cia que tuvo a bien revelarle al mundo entero las causas y los modos por los cuales todo aquel que tiene un celular, una tablet, una laptop o aparatos similares, es vigilado permanentemente por el gobierno del “país de las libertades”, próximamente comandado por un empresario ignaro, de insólita prepotencia y potencialmente capaz de cualquier atrocidad • (Continuará.)

CINEXCUSAS

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La melodía literaria de Leonard Cohen

ENSAYO

23 de octubre de 2016 • Número 1129 • Jornada Semanal

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Antonio Soria

Ilustración de Juan Gabriel Puga

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e b e n s e r p o c o s l o s q u e i g n o re n que entre Leonard Cohen y Robert Zimmerman, aka Bob Dylan, prosperó una amistad prolongada, intensa y profunda, en buena medida cimentada por aquello que, en días muy recientes, provocó una oleada mundial de discrepancias y adhesiones: si un cantautor puede o no ser poeta de manera simultánea, si es poeta o no lo es en absoluto. Dicho rápidamente: lo que en el caso de Dylan fue regateo mezquino ridículamente disfrazado de un afán purista que ni la propia Academia Sueca tuvo a mal esgrimir, en el de Cohen es unanimidad total, pero a favor suyo. La propia ágora cibernética lo reconoció al repetir, cientos de miles de veces, que si algún compositor “merecía” el Nobel de Literatura, ése era más bien Leonard Cohen. Sin embargo, y una vez más hermanándolo al respecto con su hermano Dylan –condición fraterna que ambos han afirmado tener y que, como es obvio, no precisa de la sangre al estar fundada en otras razones igual de poderosas–, salvo una minoría de verdad muy pequeña, la gran mayoría sólo habla de oídas cuando pontifica, desde su smartphone, acerca de quién merece qué. De oídas, hay que insistir, pues bien o mal, muchas o unas cuantas, pero conocen las canciones grabadas por Cohen, y aun sin conocerlas han escuchado a otros decir que las letras de esas canciones son auténticos poemas. Bastante menos conocido es el hecho de que muchas de esas canciones primero –y, por supuesto, siempre– fueron poemas, posteriormente acompañados con música; tan poco sabido como una vieja declaración del nacido a finales de septiembre de 1934 en Westmount, Canadá, quien al principio de su carrera musical reveló que optaba por incorporar el pentagrama debido a que así sería más fácil que su poesía fuese (re)conocida. Lo decía Alguien que desde que era un adolescente había estudiado

simultáneamente ambas cosas, música y poesía, que se había fascinado con Federico García Lorca, conocía bien la obra de Walter Whitman, William b . Yeats y demás autores fundamentales de habla inglesa, a los diecisiete años ganó un concurso poético universitario, a los veinte vio su poesía publicada por primera vez en una revista, y a los veintidós vio aparecer su primer poemario, titulado Let Us Compare Mythologies (Comparemos mitologías, publicado en español por la editorial Visor), incluyendo textos escritos desde que apenas tenía quince años de edad. Lo decía también el mismo Alguien que tañía la guitarra acústica desde que era un jovencito, que tocaba música country-folk en The Buckskin Boys, pronto aprendió a tocar la guitarra clásica y más adelante, como es bien sabido urbi et orbi, a partir de 1967 y tras el éxito del álbum Songs of Leonard Cohen, particularmente del hermoso poema/canción “Suzanne”, fue labrando la imagen de legendaria figura musical que no haría sino crecer a lo largo de los últimos cuarenta y nueve años.

E scritor quE canta Sépalo quien lo ignorase hasta ahora: Cohen fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2011, naturalmente no por su carrera musical sino, dicho sea con Perogrullo, precisamente por su obra literaria, y quede invalidado cualquier amago de suspicacia consignando aquí los libros escritos por el autor de “Famous Blue Raincoat” y “Sisters of Mercy” disponibles en español y que no corresponden a la traducción de sus letras –que, fuerza es insistir, no por eso son menos poemas–: además del ya mencionado poemario inaugural Comparemos mitologías están La caja de especias de la Tierra, Flores para Hitler, La energía de los esclavos, El libro del anhelo, El libro de los salmos y Parásitos del paraíso, así como las novelas El juego favorito y Los hermosos vencidos.

A Cohen, por lo tanto, es posible conocerlo sin necesidad de darle play a ningún reproductor musical, sin bajar una sola pieza de i Tunes o Spotify o, de manera casi arcaica para las generaciones más recientes, sin deslizar un cd en la charola de un estéreo. Eso sí, será necesario que dichas generaciones quieran cambiar –porque de poder, claro que podrían–, así sea momentáneamente, la luz compuesta por los fotones de una pantalla por esa otra luminosidad procedente no de un dispositivo con batería sino de la más cálida y duradera que reposa en las páginas palpables de un libro, y que se enciende apenas es tocada por los ojos de un lector, que es de donde, a final de cuentas, cualquier obra obtiene su más profunda y auténtica luz. Lo sabía Leonard Cohen, respecto de la mirada pero también por lo que corresponde al oído, y debe haber sido por esa razón que, desde siempre y hasta el final, cantó declamando o al revés, hizo una reiterada lectura musicalizada de su poesía. Con toda seguridad, es de él y de su obra, tanto la escrita como la grabada, de quien con mayor certidumbre puede afirmarse que la poesía sin música sencillamente no es poesía, y que en su caso la confusión entre una cosa y otra, canción y poema, no es confusión sino fusión afortunada. Cualquier otra cosa se antoja imposible para alguien capaz de escribir, entre muchísimas otras líneas de similar lirismo, algo como “y el sol cae como la miel/ sobre nuestra dama de la bahía/ y te muestra dónde debes mirar/ entre la basura y las flores./ Hay héroes entre las algas/ hay niños en la mañana/ que tienden al amor/ y así lo harán siempre/ mientras Suzanne sostenga el espejo”, y cantarlo acompañado solamente de una guitarra, tan grave y tan suavemente que uno acaba por ser otro de esos niños a los que la mítica Suzanne toma de la mano para llevarlos al río •


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