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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 22 de febrero de 2015 ■ Núm. 1042 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

Javier BarrosSierra y la lectura de la historia Hugo Aboites, Víctor Flores Olea, Luis Hernández Navarro y Manuel Pérez Rocha


22 de febrero de 2015 • Número 1042 • Jornada Semanal

BAZAR DE ASOMBROS Hugo Gutiérrez Vega AVATARES DE LA POLÍTICA EXTERIOR MEXICANA ( i de iii )

Nacido el 25 de febrero de 1915, Javier Barros Sierra pareciera un ser de ficción, a juzgar por las numerosas cualidades que lo distinguieron, entre las que deben ser destacadas su honestidad como funcionario público, su profesionalismo como practicante de la ingeniería y académico, así como su irreductible apego a la ética y a los valores universitarios y humanos fundamentales. Ni un ápice de exageración hay en el encomio a quien fuera rector de la unam en los tiempos aciagos –para él, llenos de valor y dignidad– que enmarcaron al trágico 1968 mexicano. Los textos aquí reunidos, con los que invitamos al público a sumarse a un homenaje más que merecido, dan cuenta de las múltiples facetas de un hombre como hay realmente pocos el día de hoy, precisamente cuando más necesitado está México de elevar la estatura moral de su sociedad en general.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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éxico tiene una tradición muy respetable en materia de coherencia, generosidad e in­ teligencia en todo lo que se refiere a su po­ lítica exterior. Recordemos algunos momentos es­ telares de esa ejemplar línea política: 1. Nuestro país fue el primero en reconocer a la Unión Soviética que, en justa respuesta, nos envío como embajadora a una mujer excepcional, la se­ ñora Alejandra Kollontay, primera comisaria de edu­ cación del primer gobierno de Lenin. Por cierto, uno de los consejeros de la joven embajada fue Manuel Gómez Morín. 2. México fue el primero en romper relaciones con la Unión Soviética en defensa de la Finlandia inva­ dida. Muy pronto regresamos a Moscú. 3. El único voto a favor de la Abisinia invadida por el ejército italiano fue el de México. “El rey de reyes” mantuvo su agradecimiento a nuestro país y todos los 15 de septiembre asistía al Grito que se daba en nuestra embajada en la capital etíope. Por cierto que uno de esos días el embajador mexicano se trajo a un mariachi que andaba desbalagado por El Cairo. Quería dar un campanazo folclórico. Llegó el Negus a la residencia de la embajada y el mariachi, con gran tacto diplomático, interpretó la inmor­ tal canción de José Alfredo: “Y tú que te creías el rey de todo el mundo...” El empe­ rador no supo cómo reaccionar, pero quiso pensar que no había ningún sarcasmo o falta de respeto. 4. México fue modelo mun­ dial de apoyo y defensa de los perseguidos de todo el mundo. Abrimos nuestras puertas y los recibimos con generosidad y afecto. El ejemplo dado por el embajador Gilberto Bos­ ques en Francia es un emocionante momento de la diplomacia defensora de los derechos humanos. Don Gilber­ to, por órdenes del presidente Cárde­ nas y por propia iniciativa, trabajó incansablemente para salvar la vida de miles de españoles que huían de

la represalias del espadón golpista, así como la de miles de judíos de Ucrania, Polonia, Alemania, Francia y los Países Bajos. Alquiló castillos en el sur de Fran­ cia, consiguió barcos de todos tipos y envío a puerto seguro en México a más de 50 mil perseguidos del mundo. Por esas fechas, Franco exigía la entrega del presidente Azaña, moribundo en un pueblo cer­ cano a la frontera española. Nuestro consulado en Marsella recibió la orden del presidente Cárdenas y de inmediato acudió en ayuda del ilustre moribundo. Un funcionario del consulado hizo el proceso de na­ turalización y el cuerpo de Azaña fue cubierto con la bandera mexicana para evitar que la policía de Vichy lo entregara a los agentes del militar asesino. El pre­ sidente de la República Española murió envuelto en nuestra bandera y naturalizado mexicano. 6. Gran parte de la literatura guatemalteca se escribió en México; muchos centroamericanos, colombianos, peruanos y de otros países de sudamérica encontra­ ron refugio en nuestra tierra. La Operación Cóndor obligó a una buena cantidad de brasileños, argenti­ nos y uruguayos a buscar y encontrar asilo en tierras mexicanas. Un buen número de miembros de la so­ ciedad psicoanalítica argentina, encabezados por la brillante Mimi Langer, trabajaron en México y, al igual que los ilustres exiliados españoles, muy pronto en­ riquecieron nuestra vida cultural, educativa y cientí­ fica. Recuerde el lector los nombres de los notables intelectuales españoles que hicieron su vida en Mé­ xico. Recuerde, además, cómo fueron determinan­ tes en la consolidación de instituciones como El Colegio de México, el Fondo de Cultura Eco­ nómica, el Politécnico y tantas otras de carácter educativo y cultural. Nunca en la historia de los exilios se había dado tanta generosidad y se habían abierto tan ampliamente las puertas de un país para recibir a los perseguidos de otro. Tomemos en cuenta que esos perseguidos eran gran par­ te del patrimonio artístico, científico, cultural y educati­ vo del país del que huían

(Continuará.) jornadasem@ jornada.com.mx

Exilio español: José Ramón Arana y sus libros

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Portada: Barros Sierra: valor y dignidad Collage de Marga Peña

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Vilma Fuentes

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mujeres, los poderes, la historia,la leyenda

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l movimiento feminista, que no cesa de desarrollarse en nuestros días con mucha energía y bastante éxito, se interesa sobre todo por las condiciones de existencia de las mujeres contemporáneas y deja de lado, a menudo, el estudio de la Historia. En Occidente, sin embargo, es una mujer, Helena, que se halla al origen de una guerra de la cual nace La Ilíada de Homero. ¿Y qué sería de la Biblia sin la figura de Eva? Sin ir a tiempos tan remotos, existen en la historia de Francia algunas mujeres, reinas, regentes o favoritas, que tuvieron una gran influencia durante la monarquía. Si la ley sálica impedía en Francia a las hijas de reyes el acceso al trono, reservado a los herederos masculinos, ninguna ley limitaba el poderío femenino, manifiesto o invisible, abierto u oculto. En otros países, todavía hoy día, podrían citarse los nombres muy célebres de mujeres, Elisabeth, Margareth, Golda, Indira, Ségolène o Diana, las cuales tienen o han tenido un lugar decisivo en la jerarquía de los poderes. Pareciera que la diferencia entre el mundo moderno y el antiguo es que hoy las mujeres aspiran menos a ser la esposa de un rey o un presidente que a ser presidentas ellas mismas. Antaño, bajo la monarquía, existía el poder titubeante, pero real, de la regente del reino durante la minoría de edad del heredero del trono. Ejemplos: Catherine y Marie de Médicis, Anne d’Autriche, viudas respectivas de Henri ii , Henri iV y Louis xiii . Incontestable el dominio de una reina como Marie-Antoinette, esposa de Louis xVi . Ganado a pulso en las intrigas de alcoba, el mando de favoritas, entre otras: Diane de Poitiers, duquesa de Valentinois, amante sucesiva de padre a hijo, los reyes François i y Henri ii , o la magnífica marquesa de Pompadour, tan amada por Louis xV , quien protegió a los enciclopedistas de persecuciones por parte de los grupos más oscurantistas del reino. Son numerosos los libros, novelas, ensayos, memorias, diarios, que tratan estos temas y hacen de protagonistas históricos sujetos de novela en una mezcla sabiamente dosificada con personajes de ficción. Alexandre Dumas, por ejemplo, realiza un gigantesco fresco de los reinos de Louis xiii y Louis xiV en sus novelas

Los tres mosqueteros, Veinte años después y El vizconde de Bragelonne, donde pone en escena a personajes históricos, apenas novelados, como Louis xiii , las reinas Anne y Marie-Therèse d’Autriche. Con El collar de la reina, Dumas pone en escena a Marie-Antoinette, a Louis xVi , al cardenal de Rohan, junto a figuras de ficción. Víctima de una intriga de la que no logra escapar, la reina no debe su salvación más que al poder del rey, pero el escándalo dejará sus huellas y marcará durante mucho tiempo su funesto destino que terminará trágicamente sobre el cadalso en 1793, año terrible del que Victor Hugo tomará la cifra 93 (Quatre vingt treize) como título de una de sus obras principales. En Ange Pitou, la revolución sirve de marco al mural donde aparecen Rousseau y su compañera Marie-Therèse Levasseur rodeados por las criaturas de Dumas: Pitou y sus amigos. Dumas hace el re trato no de una reina, ni de una favorita intrigante y sedienta de poder, sino de una lavandera, modesta compañera de Jean-Jacques, él mismo tan torpe en la vida y más aún en las intrigas. Reinas, esposas, favoritas, manipuladoras, sirvientas, amantes, las figuras femeninas, al menos hasta épocas recientes, ejercen el poder a través de los poderosos, tras ellos, ocultas en sus sombras, desde donde jalan los hilos de los poderosos títeres. Luchan con y contra los hombres como sus iguales. No son antecesoras de liberación femenina alguna, como escribe sin ahondar Octavio Paz a propósito de Sor Juana, pues no les hace falta para comportarse como lo hacen, para ser lo que son. Pensar lo contrario sería caer en un anacronismo. Las Memorias del duque de Saint-Simon, publicadas en forma póstuma, era el libro preferido de Stendhal, quien llegó incluso a escribir: “Las espinacas y SaintSimon han sido mis únicos gustos durables.” Cabe señalar que en La cartuja de Parma, novela donde la influencia de Saint-Simon se halla presente en todas partes, un fenómeno muy interesante hace su aparición. En este libro, donde las intrigas del poder de la pequeña corte de Parma ocupan todas las mentes, no es el héroe, Fabrice del Dongo, quien encabeza el des-

file y dirige los asuntos, no es el conde Mosca, a pesar de ser ministro todopoderoso, no es tampoco el príncipe de Parma, soberano absoluto y tiránico, no, es una mujer, quien, del principio al fin, jala los hilos del drama: la Sanseverina. En México no existe recuerdo alguno de una mujer instalada en Los Pinos por las urnas. Y, sin embargo, dos figuras femeninas son capitales en la historia mexicana: la Malinche y la Corregidora. La Malinche, se supone de origen noble, fue entregada a Hernán Cortés como un presente tal vez de bienvenida y de paz. Doña Marina, así bautizada por los españoles, no fue sólo la concubina del conquistador, a quien dio un hijo, sino también la traductora e intermediaria entre dos lenguas y dos mundos. La Historia guarda de este personaje una imagen contrastada: traidora o símbolo de la madre de todos los mexicanos, heroína. En todo caso, mujer de la más alta influencia, partidaria activa, inolvidable, en la fundación del México moderno. En cuanto a la Corregidora, es inútil recordar su historia, que todos conocen o, al menos, deberían conocer. Lo picante de estos hechos es que doña Josefa Ortiz de Domínguez, esposa del Corregidor, sabía leer pero no sabía escribir. A pesar de ello, logró la proeza de enviar un mensaje decisivo para la independencia de México, con la ayuda de unas tijeras con que recortó en los periódicos las letras necesarias para informar a tiempo a Hidalgo que la conspiración había sido descubierta. Los dioses disputaban ya en el Olimpo. Les placían la guerra, las intrigas, el poder, los amores y las traiciones. Los humanos, decididamente, crearon los dioses a su imagen y semejanza


ENSAYO

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Gustavo Ogarrio

Dosficciones GÉNESIS

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n el principio fueron repartidas las espadas de hierro entre los corazones eremitas y los feligreses originarios, los abuelos de mármol separaron con férrea vocación celestial las aguas de los estanques de las aguas turbulentas. Las tinieblas siempre imperfectas nacían en los cuartos desordenados o vacíos de los padres mientras los hijos se encontraron ante los besos melodramáticos en el televisor con los ojos tapados, deseosos de que la luz eterna de los labios se filtrara en sus almas de pasto verde. Llegaron los ejércitos de ultramar y aunque esto no estaba contemplado se puede tomar como una exégesis del huerto y del aire y del fuego y de las olas y de los rascacielos y del hambre y del agujero en la capa de ozono y de las tiernas devastaciones en nombre de los párpados alegres de Caín, ese campesino siniestro que también colaboró en la demora de la sangre. Después vino la expansión de los cielos y de la tierra y la guerra fría con sus cohetes y bombas nucleares, nos decían que todavía más fríos y certeros a la hora del gran encuentro con la materia. La maldad de los hombres se confundió con los negocios en la tierra y los cielos temblaron contra la demografía y la multiplicación de la especie; tantas bocas de plomo sin atajos para llegar a la felicidad. Entonces cayeron muertas millones de palomas sin hojas de olivo en el pico y ya nadie alcanzó a subir al Arca majestuosa y vil de las mercancías y de los centros comerciales y de las atmósferas climatizadas y de las camas de bronceado con feroces rayos ultravioleta. Y entonces el principio se transformó en el fin con un golpe de trueno sin señales para continuar. Embalsamados en vida volvimos rotundamente a los dominios de la nada, con el corazón hueco y los pulmones congestionados de tinieblas. El cielo y la tierra han dejado de temblar y todo indica que nuestro ataúd jamás estará de vuelta en Egipto.

TEOGONÍA

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n cada avenida languidece la sombra del Dios del abismo y del asfalto, ninguna de sus verdades de murmullo sirvió para destruir, con su furia sin océanos, esta ciudad estoica. Muchos afirman que murió atropellado y que su aliento todavía caliente se desvaneció en el parabrisas roto de un tráiler cargado de plátanos y mesas. Otros sostienen que escapó hacia los volcanes la noche del último terremoto y que de su fuga surgieron los vientos que hacen retumbar los puentes peatonales y los anuncios luminosos en los que también agonizan hombres y mujeres en bikinis de colores, divulgando el fin de los tiempos. Se dice que de una mañana de tormentas eléctricas y de juramentos refulgentes de lluvia nacieron pequeños dioses que ahora habitan las coladeras y los ríos entubados que cruzan la ciudad. Estos dioses menores, hijos del agua y de la suciedad, emascularon a los pordioseros que se escondían en esos pasillos subterráneos y libaron durante años el vino amargo de esas aguas negras. En el punto más alto de su miseria y de su gloria, se blasfema contra ellos en las plazas y en los mercados y corre el rumor de que en el mar subterráneo de líquidos turbulentos apenas hoy son enaltecidos en secretos rituales con sus pequeños trajes de buzo y su triste parodia de titanes de la mierda. No tenemos esfinges, todas ellas murieron en combates incomprensibles. Los dioses de la justicia se quedan dormidos en algún vagón del Metro y por las tardes también cantan a todo pulmón insignes boleros de artistas muertos. Tampoco tenemos ya ningún destino que cumplir, ninguna gracia ultraterrena que ilumine nuestros momentos más infames o que nos obligue a la maldición secreta de nuestros hijos o a la traición que rige calladamente nuestras desgracias. Nunca más tendremos alas de murciélago que nos transformen en emisarios de algunos castigados por el olvido. Ningún poeta ciego camina ya por nuestras calles. Ningún ojo inmortal nos lleva la cuenta de todos nuestros suplicios

Collage de Josep Renau, de la serie American Way of Life

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Cristina Barros

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Javier Barros Sierra en su centenario NIETO DE JUSTO SIERRA, NACIÓ EN CIUDAD DE MÉXICO EL 25 DE FEBRERO DE 1915. INGENIERO, FUNDADOR DE ICA, SECRETARIO DE OBRAS PÚBLICAS DE 1959 A 1964 Y RECTOR DE LA UNAM ENTRE 1966 Y 1970.

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ste año se cumple el centenario del nacimiento de Javier Barros Sierra. Su congruencia, la cabal honestidad con que ejerció su labor como funcionario público, su confianza en la educación y la cultura como el mejor camino a seguir para resolver los problemas nacionales, así como su valor para defender la autonomía universitaria frente al autoritarismo, hacen que su trayectoria sea un ejemplo ciudadano, en estos momentos difíciles para nuestra patria. Nació en 1915 en Ciudad de México. Sus padres fueron José Barros Olmedo y María de Jesús Sierra Mayora, hija de Justo Sierra Méndez, uno de los más notables intelectuales mexicanos.

Durante su gestión se construyeron la carretera México-Puebla y la Querétaro-Celaya. En lo posible se optó por la mano de obra directa en trabajos de conservación; así se dio empleo a los campesinos. Se tendieron varios puentes en las carreteras costeras del Pacífico y del Golfo. En 1961 se inauguró el ferrocarril Chihuahua-Pacífico y, un año después, se terminó el puente Coatzacoalcos, el mayor del país en aquel tiempo. En 1966, Jesús Reyes Heroles, director de Petróleos Mexicanos, le propuso encabezar el recién fundado Instituto Mexicano del Petróleo. Entonces se consideraba que el petróleo era –como sigue siendo– un recurso estratégico para el desarrollo de México; por eso, la investigación y la industria petroleras debían estar en manos de mexicanos comprometidos con su país.

VIDA ESCOLAR Estudió en la primaria pública Alberto Correa, en la Secundaria 3 y en la Preparatoria Nacional. Se graduó como ingeniero civil en la Escuela de Ingeniería y como Maestro en Ciencias Matemáticas, en la Facultad de Ciencias. Fue profesor de geometría y trigonometría en la Escuela Nacional Preparatoria, y de cálculo diferencial e integral en la Facultad de Ciencias. Escribió con Roberto Vázquez García el libro Introducción al cálculo diferencial e integral.

EL RECTOR

COMO CONSTRUCTOR A fines de 1946 se creó iCa (Ingenieros Civiles Asociados), proyecto impulsado por Bernardo Quintana Arrioja; Barros Sierra fue uno de los fundadores. Como ingeniero tuvo a su cargo la construcción de las facultades de Ciencias y de Filosofía y Letras, de las escuelas de Veterinaria y Odontología, de los laboratorios de Ciencias Químicas, del multifamiliar para maestros y de un sector del Estadio en Ciudad Universitaria, además de otras muchas obras como la termoeléctrica de Lechería. Dejó sus tareas como constructor al ser nombrado director de la Escuela de Ingenieros, por la junta de gobierno de la unam .

EL FUNCIONARIO PÚBLICO Poco después, Adolfo López Mateos (1958-1964) lo invitó a hacerse cargo de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. La reestructuró y así surgieron la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCt ), y la de Obras Públicas (SoP), de la que fue secretario durante esa administración. Vendió entonces sus acciones de iCa para evitar conflictos de interés con su nuevo cargo público.

Foto: cortesía IISUE/AHUNAM/cu1919

“La formación de profesionales, investigadores y técnicos, educados en la libertad es esencial para acrecentar el patrimonio material y espiritual del país y para alcanzar un desarrollo basado en los anhelos colectivos de justicia.” Javier Barros Sierra

Poco después, Barros Sierra fue nombrado rector de la unam ; durante su período (1966-1970) se realizaron muchas y muy profundas reformas. Se creó la Comisión Técnica de Planeación Universitaria, el Consejo de Estudios Superiores, la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza y se fundaron el Centro de Investigación de Materiales y el Laboratorio Nuclear. Se amplió el postgrado y se equilibró el volumen del alumnado, de tal manera que no hubo ya problemas de admisión para los egresados de la Preparatoria Nacional. Se realizó una amplia labor de difusión en toda la Universidad, fundando revistas importantes como Punto de Partida y Controversia. Se dio importancia a la Orquesta Filarmónica, al frente de la cual nombró al músico Eduardo Mata, y se construyó el Foro Isabelino. El rectorado de Javier Barros Sierra fue más allá de los aspectos educativos y administrativos. En 1968, nuestra máxima casa de estudios tuvo que enfrentar la incomprensión y la violación de la autonomía por parte del Poder Ejecutivo. Fue entonces cuando se hizo más obvia su estrecha relación con la Universidad. Para él, “defender a la Universidad era defender el ámbito irreductible de las libertades individuales y sociales de México.” El rector actúo con valentía en defensa de la Universidad –de sus maestros, estudiantes y trabajadores–, siempre dentro de la ley. Su visión de aquella etapa queda reflejada en el libro Conversaciones con Gastón García Cantú. El 15 de agosto de 1971 murió Javier Barros Sierra, a los cincuenta y seis años de edad. Estará siempre en nuestra memoria


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Un educador en la Universidad

Manuel Pérez Rocha

Barros Sierra encabeza la marcha contra la violación de la autonomía, 30 de julio de 1968. Cortesía IISUE/AHUNAM/cu4626-17

EN 2010, EL SENADO DE LA REPÚBLICA LE OTORGÓ DE MANERA PÓSTUMA LA MEDALLA BELISARIO DOMÍNGUEZ. FUE EL PRIMER DIRECTOR DEL INSTITUTO MEXICANO DEL PETRÓLEO, EN 1966.

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rindar ejemplo a los jóvenes universitarios fue, según declaró el ingeniero Javier Barros Sierra, uno de los propósitos de su actuación durante el conflicto de 1968. Y sin duda, su congruencia, compromiso con la verdad y valentía tuvieron el fruto deseado, y muchos más. No sin exageración el movimiento de 1968 es considerado un parteaguas en la historia de México, y esto es así porque la actuación de los estudiantes, siguiendo el ejemplo de Barros Sierra, se tradujo no sólo en una confrontación con el autoritarismo reinante, sino también en un amplio movimiento de las conciencias. Pero el ingeniero Barros Sierra no sólo fue educador por ese camino, su actuación como rector de la unam estuvo llena de iniciativas y acciones con profundo sentido educativo, como había ocurrido años atrás cuando dirigió la Facultad de Ingeniería de la propia unam . Se dirá que sobra señalarlo, pues esa es la función de todo directivo de una institución educativa. Sin embargo, debe subrayarse ese carácter de su actuación, ya que hoy las “autoridades educativas” de este país, ignorantes de la complejidad de las tareas a su cargo (no entienden que no entienden), se conciben a sí mismas y actúan como meros administradores, como promotores de técnicas de moda (y negocios), y como políticos pragmáticos. Consciente de la complejidad de la tarea educativa, y de la necesidad de cambios profundos, Barros Sierra, el educador, inyectó a nuestro sistema universitario una “bocanada de aire fresco”, de ideas liberales opuestas a las prácticas excluyentes y las políticas trasnochadas reavivadas en la unam por los intereses corporativos, de los médicos, los abogados y también de los ingenieros. Estas anacrónicas posturas habían sido llevadas al extremo por su antecesor en la Rectoría, el doctor Ignacio Chávez, quien había impuesto en esa institución reformas inspiradas por sus convicciones clasistas y aristocratizantes confundidas con “meritocracia”. Este no es un señalamiento gratuito: el propio Chávez expuso esas ideas, con enjundia, años después de salir de la Rectoría, al recibir la medalla Belisario Domínguez. Su ideal de país, su “utopía” dijo, era una sociedad estratificada, dirigida por “sabios”, alimentada por un sistema educativo también estratificado, una “pirámide” explicó,

en cuya cúspide (la Universidad) se formarían los hombres selectos destinados a gobernar. Por tanto, según el prestigiado cardiólogo, era esencial establecer mecanismos de selección, nivel por nivel del sistema educativo, y también en la Universidad, la cual era concebida como un aparato de rigurosa selección “de los mejores”. Para ello se modificaron los reglamentos de inscripción y exámenes, poniendo límites y requisitos que, so pretexto de la “excelencia académica”, redujeron sin justificación diversos derechos de los estudiantes. El resultado fue un lamentable episodio que condujo a la renuncia de Chávez. Le sucedió el ingeniero Barros Sierra quien, poco después de tomar posesión, propuso al Consejo Universitario nuevos reglamentos, coherentes con una concepción distinta de universidad. En palabras de otro liberal consecuente, el profesor Henrique González Casanova, uno de los colaboradores cercanos de Barros Sierra, se trataba de que junto al derecho a la libertad de cátedra, la libertad de enseñanza, estuviera garantizado el derecho a la educación, la libertad de aprender. Se eliminaron, pues, diversas barreras injustificadas para estudiar, y para demostrar en los exámenes lo aprendido. Al mismo tiempo, se pusieron en marcha acertadas medidas para enriquecer la educación universitaria y elevar el nivel académico: revisión de planes y programas de estudio, modernización (flexibilización) del diseño curricular, fortalecimiento de bibliotecas y laboratorios, y la creación de instancias especializadas en la investigación de los complejos asuntos educativos, entre ellas la Comisión de Nuevos Métodos de Enseñanza y el Centro de Didáctica. Estas dos dependencias universitarias fungieron también como promotoras de renovación de las prácticas académicas. En la administración se crearon una pionera Comisión Técnica de Planeación Universitaria, y un novedoso sistema de presupuestos por programas, se integraron equipos de personal administrativo especializado en cada dependencia y se reorganizó y modernizó la Comisión Técnica de Administración. La unam tomó un nuevo camino, se expandió la matrícula que estaba limitada solamente por las restricciones económicas, más severas conforme la institución hacía efectiva su autonomía, y se revitalizó y saneó la

“Lo que se ha llamado la apertura al diálogo es el único camino digno de los hombres: la razón y no la violencia; la discusión y no la injuria o la condena, la educación y no la represión.” Javier Barros Sierra vida estudiantil cuyas organizaciones habían sido corrompidas por anteriores administraciones de la institución. Este es un recuento mínimo de acciones que en cuatro años, en condiciones difíciles, permitieron encauzar la vida universitaria y fomentar el desarrollo de sus funciones sustantivas. El rector Barros Sierra era un hombre culto y sensible. De formación ingeniero y matemático, se había dado a sí mismo una rica cultura en el ámbito de las humanidades. La literatura, la filosofía y la historia eran campos que frecuentaba, de ellos hablaba con erudición y soltura, y con eficacia los impulsó en la unam, tanto en la docencia como en la investigación y la difusión cultural. Mención especial merece su pasión por la música y su apoyo para que esta manifestación del espíritu humano ocupara un lugar central en la vida de la Universidad. En estos empeños se manifestaba también su compromiso de educador pues, para él, educación y cultura eran una misma tarea. En estos días se cumplen cien años del nacimiento del ingeniero Javier Barros Sierra. Sería de gran provecho revisar sus ideas y realizaciones como educador, en especial ahora que la SeP se ha mostrado incapaz de formular la reforma educativa que urge en este país y la propia unam navega sin rumbo


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Víctor Flores Olea

Un hombre de una pieza JAVIER BARROS SIERRA, DEFENSOR DE LA AUTONOMIA UNIVERSITARIA.

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ocos nombres y hombres se recuerdan en la Universidad Nacional Autónoma de México con el respeto y cariño con el que se hace por Javier Barros Sierra, por sus calidades académicas pero, sobre todo, por la valentía y dignidad que mostró durante su rectoría al frente de la unam en los muy complicados tiempos del año 1968. Valentía y dignidad políticas, entre muchas otras virtudes, siempre en el más riguroso respeto a la ley. Y, desde luego, por su invariable y ejemplar defensa de la autonomía universitaria, violentada gravemente por las autoridades federales, cuyo titular como presidente de la República era Gustavo Díaz Ordaz, de tan mala memoria entre una gran mayoría de mexicanos. Muchos tendrán presente que fueron aquellos tiempos de la Rectoría de Javier Barros Sierra al frente de la Máxima Casa de Estudios, como decíamos, por los días en que tuvo lugar lo que hoy se conoce como el “movimiento estudiantil y popular de 1968”. Tiempos extraordinariamente difíciles para el país y para la unam, para el conjunto de las instituciones de enseñanza superior en México y, desde luego, para muchos mexicanos que cayeron asesinados el 2 de octubre de ese año, víctimas también de la represión masiva que se impuso severamente. No podemos dejar de pensar en aquellas tragedias que vivió buena parte del pueblo de México, sobre todo su sector juvenil y estudiantil, y en el hecho de que entre tanta violencia y brutalidad brillara como una esperanza la figura de Javier Barros Sierra, quien reaccionó invariablemente con inteligencia y gallardía en favor de la democracia en nuestro país y, desde luego, en la defensa valiente de la autonomía universitaria y de los derechos humanos de los mexicanos. Todavía recordamos el mitin realizado en la gran explanada de la Universidad, al día siguiente de la destrucción, por una bazuca del Ejército, de la puerta principal del Colegio de San Ildefonso, que albergaba a la Preparatoria número 1, y que fue de alguna manera la “chispa que incendió la pradera”, que atizó el fuego del movimiento y de la protesta popular. Javier Barros Sierra afirmó entonces: “Hoy, más que nunca, es necesario mantener una enérgica prudencia y fortalecer la unidad de los universitarios. Dentro de la ley está el instrumento para hacer efectiva nuestra protesta. Hagámoslo sin ceder a la provocación.” También anunció que encabezaría una “manifestación en la que presentaremos, fuera de la Ciudad Universitaria, nuestra demanda de respeto absoluto a la autonomía universitaria”. Para el rector, en aquella movilización se dirimían “sin ánimo de exagerar […] no sólo los destinos de la Universidad y el Politécnico, sino las causas más importantes, más entrañables para el pueblo de México. Por primera vez, universitarios y politécnicos, hermanados, defienden la vigencia de las libertades democráticas en México”, enfatizó. La historia de los países se va tejiendo con hilos complicados y contradictorios. En tales circunstancias, la figura del rector Javier Barros Sierra brilló con luz propia y con el reconocimiento entusiasta de los universitarios y de los sectores más lúcidos y progresistas del país. La subsecuente gran manifestación masiva y universitaria, el 1 de agosto de 1968, sólo llegó, por la prudente recomendación del propio rector que la encabezaba, por la Avenida Insurgentes, hasta la calle de Félix Cuevas y

regresó a la Ciudad Universitaria, ya que se confirmó la presencia de fuertes contingentes militares pertrechados a la altura del Parque Hundido y en otros puntos de Ciudad de México (incluido el Zócalo), que hubieran muy probablemente provocado enfrentamientos y violencia en contra de los estudiantes. Prudente medida, decíamos, que por fortuna fue atendida por la masa estudiantil que participó en la marcha. El rector Barros Sierra, entre otros conceptos, expresó en aquella ocasión: “Permanezco al lado de los universitarios en su protesta contra los ataques a nuestra autonomía y en sus manifestaciones pacíficas tendientes a la reivindicación de su personalidad estudiantil ante el pueblo de México. Durante casi cuarenta años la auto-

siones, desde luego en los centros de enseñanza pero también en el aspecto familiar y social, en que se “democratizaron” tales relaciones, limitándose severamente los autoritarismos anteriores y abriéndose en muchos aspectos las libertades de expresión y asociación, digamos con efectos positivos hasta la fecha. Se pagaron muy caras esas conquistas que, al fin y al cabo, han definido en buena medida hasta nuestros días la vida social y aun política del país. Javier Barros Sierra, sobre todo desde la unam y en su vida pública en diferentes funciones, contribuyó de manera excepcional, con muchos otros mexicanos, a este indudable ensanchamiento de las libertades sociales y políticas en México y es por eso, entre muchos otros mo-

“[…] hay que recordar siempre que ninguna técnica representa un fin en sí misma, sino sólo es instrumento para mejorar la vida humana en una colectividad; quizá el olvido de este postulado, que debía ser evidente para todos, es una de las raíces de la deformación profesional que tantos daños causa a la personalidad del individuo.” Javier Barros Sierra

nomía de nuestra institución no se había visto tan seriamente amenazada como ahora.” No se trata de reproducir con detalle la secuencia de hechos que llegaron a la trágica tarde del 2 de octubre en Tlatelolco, que representa uno de los momentos más desdichados de la vida nacional, pero sí de responder a quienes guardan dudas sobre los resultados históricos, a más largo plazo, en el país, de aquellas pacíficas y enormes movilizaciones que encarnaron el movimiento del ‘68. Tales movilizaciones, orientadas sobre todo a ampliar los cauces democráticos en México, originaron desde luego una enorme apertura e incluso, en gran medida, la democratización de las relaciones sociales. Probablemente no tuvieron el efecto de hacer realidad la democratización política del país, pero sí transformaron en gran medida las relaciones sociales en múltiples dimen-

tivos, que le rendimos este sentido homenaje en ocasión del centenario de su nacimiento. Por supuesto no fue sólo Javier Barros Sierra sino muchos otros universitarios de excepción, quienes contribuyeron entonces y ahora a esta ampliación de las libertades en México. Destaca también la figura y el papel que ha desempeñado Pablo González Casanova, que le siguió a su paso por la rectoría y que ha contribuido, también como muy pocos, a luchar por la autonomía universitaria y por las libertades democráticas en México, desde luego en su función de Rector pero también como intelectual que ha contribuido enormemente a la defensa de los desheredados y de los derechos políticos y sociales de los mexicanos, entre otra tareas analizando lúcidamente el papel y función desempeñados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (ezLn )


JavierBarro

y la lectura de

EL 1 DE AGOSTO DEL ‘68 ENCABEZÓ LA PRIMERA MAN ACOMPAÑADO ENTRE OTROS POR FERNAND

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n el verano de 1968, la crisis nacional se agudizó profundamente por la incapacidad del gobierno para entender que era absurdo interpretar las protestas estudiantiles como un peligro para el gobierno y el Estado. El gobierno se había colocado de lleno en la hipótesis de la disolución social que planteaba el anacrónico artículo 145 del Código Penal. Impulsado en plena segunda guerra mundial (1941) por el gobierno de Ávila Camacho, ese artículo intentaba proteger a la nación de conspiradores nazis que, buscando crearle a Estados Unidos un tercer frente en su propio patio trasero, orga-

nizarían en México a las población de origen germánico y también mexicano simpatizante de la Alemania nazi y que, con ese objeto –dice la ley– “preparen material o moralmente la invasión del territorio nacional o la sumisión del país a cualquier gobierno extranjero”. Ese texto –como señalan profesores de la unam en el ‘68 (Excélsior, 13/ix /1968, pág. 37-A)–, debió desaparecer al término del conflicto bélico, pero pronto el Estado descubrió su utilidad para criminalizar movimientos de protesta e incluso endureció aún más las sanciones al comienzo de los años cincuenta. Hizo posible, además, perseguir como propaganda subversiva las ideas, opiniones políticas y, como advertían los universitarios en el ‘68, hasta artículos, ponencias o cátedras que criticaran al gobierno y que “moralmente” preparaban para una invasión o la sujeción del país a un gobierno extranjero. Era un artículo, ade-

más, que encajaba bien con una dinámica social más amplia, profundamente indiferente e incluso hostil con el derecho al afecto, a la libertad y la justicia que tenían los niños y jóvenes de esa época, pero también los invisibles de entonces: los pobres, los indígenas y los explotados. En un clima político-social de este tipo, con las posturas extremas del gobierno y el Estado expresadas en el artículo 145, y con las crecientes protestas, los estudiantes –como ha seguido sucediendo– se convirtieron en el enemigo, y casi de inmediato esta percepción se extendió a la misma Universidad. Ésta no sólo era vista con suspicacia por ser el refugio de manifestantes, sino porque se trataba de una universidad autónoma, donde expresamente se subrayaba el valor de la crítica y la libertad de pensamiento. A los ojos del Estado se preparaba una desestabilización total, no sólo “moralmente” –con ideas per-

Luis Hernández Navarro

El rector Barros Sierr “NUNCA ME HE SENTIDO MÁS ORGULLOSO DE SER UNIVERSITARIO COMO AHORA”, AFIRMÓ ENTONCES.

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l 30 de julio de 1968, el ingeniero Javier Barros Sierra, rector de la unam , izó la bandera nacional a media asta, como protesta por la violación a la autonomía universitaria. Apenas un día antes, el Ejército había disparado un bazukazo en contra de la puerta de la Preparatoria 1 en San Ildefonso, un tesoro colonial. Su desafío al poder de ese día no fue una acción aislada. Su comportamiento a lo largo de todo movimiento estudiantil popular de ese año fue ejemplar. Algo inusitado en el clima de abyección de la política mexicana de aquellos años. Gallardo y digno, el rector no se dobló ante los actos de violencia autoritaria del régimen. Por el contrario, sin ambigüedad alguna los rechazó enfáticamente. Lo mismo encabezó manifestaciones multitudinarias, que condenó la invasión militar de Ciudad Universitaria o defendió el derecho de los jóvenes a disentir. Su situación no era sencilla. Incluso cuando Barros Sierra llegó a la rectoría de la máxima casa de estudios en

1966, las condiciones en que asumió el nombramiento fueron muy difíciles. Sustituyó al doctor Ignacio Chávez Chávez, destituido por un polémico movimiento estudiantil. La Universidad estaba muy crispada. En sus aulas se incubaban los huracanes que azotaron el país dos años después. Desde que tomó posesión hasta que finalizó su período en 1970, el ingeniero no tuvo reposo. Según Gastón García Cantú, su colaborador y amigo, en 1968 el rector “se enfrentó al gobierno, no como un desafío, sino como una resistencia fundamentalmente moral y justa”. Nieto de Justo Sierra, Barros Sierra nació en 1915 en el Distrito Federal y creció en un ambiente de lecturas y reflexiones sobre la historia y la política de México y el mundo. Se educó en los valores del humanismo y la técnica de la Escuela Nacional Preparatoria. Como estudiante de la Escuela Nacional de Ingeniería, fue parte de una generación de profesionistas formados en la mística de construcción del Estado Nacional inspirada en el cardenismo.

Dotado de una inteligencia excepcional y de un sentido de la ironía tan fina como demoledora, magnífico conversador, Barros Sierra era un pensador riguroso. Amante de la música clásica, en la que según su hija Cristina encontraba “goce y consuelo”, impulsó la orquesta de la unam hasta convertirla en una de las mejores del país. Socio fundador de Ingenieros Civiles Asociados (iCa ), la empresa de construcción de infraestructura establecida en 1947, abandonó la iniciativa privada y se dedicó alternadamente a la administración pública y la enseñanza universitaria. Fue, durante el sexenio de Adolfo López Mateos (1959-1964) el primer secretario de Obras Publicas. Entre los saldos de su labor en este terreno se encuentran la construcción de miles de kilómetros de carreteras, la edificación de puertos y aeropuertos y el tendido de más de cuatrocientos puentes. Funcionario dedicado e íntegro, ni se enriqueció ni lucró con la obra sigue

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osSierra

e la historia

NIFESTACIÓN DE ESTUDIANTES Y PROFESORES, DO SOLANA Y PABLO GONZÁLEZ CASANOVA. Hugo Aboites Barros Sierra encabeza la marcha contra la violación de la autonomía, que partió de Ciudad Universitaria, recorrió avenida Insurgentes, dio vuelta en Félix Cuevas, luego en avenida Coyoacán, de regreso a CU, 30 de julio de 1968. Cortesía IISUE/AHUNAM/cu4626-17

turbadoras–, sino también “materialmente” –con masivas manifestaciones. En el contexto de esta atrofiada visión gubernamental, por supuesto se explica que, apenas días después del 26 de julio, inicio de las protestas, el gobierno llega al extremo de llamar al Ejército para agredir y perseguir a estudiantes por toda la ciudad y ataca el 30 de julio un recinto universitario con disparos de bazuca, el Colegio de San Idelfonso, la Preparatoria de la Universidad, así como al iPn . Ante este hecho, una marea de indignación recorre el circuito universitario y se anuncia una multitudinaria marcha para el 1 de agosto, de la Ciudad Universitaria al Zócalo. Es entonces que el rector Barros Sierra decide sumarse y, rodeado de funcionarios (entre otros, lo acompañan Fernando Solana y Pablo González Casanova), encabeza la manifestación de estudiantes y profesores. Se enteran sigue en la página 10

“No sobra repetir que quienes renuncian a entender a la juventud de hoy y sus inquietudes, muy fácilmente caen en la creencia de que los únicos tratamientos que a ella pueden dársele son la represión y la corrupción, sea para neutralizarlos o para utilizarla como instrumento. Se les escapa que la única posibilidad eficaz y válida para no hablar de lo puramente moral, es educarla.”

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ra en el ‘68

Javier Barros Sierra

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FJavier Barros Sierra y la lectura de la historia

de que el Ejército ya los espera para impedirles el paso a la altura de la Colonia Nápoles y optan por sólo marchar por Insurgentes hasta Félix Cuevas. De esta manera, en lugar del silencio o de un mero pronunciamiento del Consejo Universitario, opta por marchar y defender a la Universidad junto con los estudiantes. Con esto, en un raro momento en la historia del país, la Universidad toda encara y desafía al presidente y al Estado mismo. Entre Ciudad Universitaria y Félix Cuevas la distancia es de unos cinco kilómetros. Pero, con su breve marcha, la Universidad mexicana recorre una distancia enorme y da un salto hacia el futuro. Aprende en ese momento, tal vez por primera vez, que precisamente por ser autónoma puede colocarse éticamente muy por encima de un gobierno y un Estado que han perdido el rumbo. La marcha envía el claro mensaje de que la razón –representada en ese momento nada menos que por la Universidad Nacional– no está con el presidente. La profunda sinrazón de la matanza de Tlatelolco es entonces, dramáticamente, el final previsible de un camino de violencia y alteración profunda del orden social que ha organizado el Estado y del que, casi desde el comienzo mismo del conflicto, la Universidad claramente se deslinda. No es la nación la que está en peligro por las protestas y movilizaciones de los universitarios; está en peligro por la reacción del Es-

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tado. Con su actuación se pone en peligro la cultura, el pensamiento libre y la Universidad misma y, por ende, también se clausura la posibilidad de una salida amplia y de estadista a una crisis perfectamente encausable. A pesar de que Barros Sierra en ese período también criticó a los estudiantes por tomar las escuelas de Ciudad Universitaria, en el momento decisivo supo colocarse, por congruencia universitaria, del lado de la verdad, aquí sí histórica, de los universitarios. Aunque la persecución no cesó y fue luego tomada por el Ejército, la Universidad floreció y creció como nunca en los años siguientes, dignificó su papel frente a la nación y la historia, mientras aquel presidente entonces en funciones no. “Nunca me he sentido más orgulloso de ser universitario como ahora –dijo Barros Sierra en esos días. Porque es la Universidad, son nuestras instituciones las que generan el espíritu con que habremos de afrontar los problemas y sabremos apreciar los triunfos. Nuestra lucha no termina con esta demostración. Continuaremos luchando por los estudiantes presos, contra la represión y por la libertad de la educación en México.” (Citado por Hugo Gutiérrez Vega, en: Martínez della Rocca, Otras voces…). Barros Sierra no actuó solo, fue impulsado por una ola enorme de descontento y de estudiantes indignados. Pero, a diferencia de muchos de sus colegas que en esos

años optaron por permanecer callados y cuyos nombres nadie recuerda, Javier Barros Sierra (y otros rectores como Eli de Gortari, José Alvarado, Hugo Gutiérrez Vega…), supo tener su momento de brillantez y acierto y una percepción profunda de la historia que se movía bajo sus pies, y eligió bien y valientemente. Ante el actual deterioro ético de la nación que demuestra la persecución y desaparición de estudiantes de Ayotzinapa y de muchos otros, ese pedazo de la historia todavía sigue ofreciéndonos muchas lecciones

Izquierda: detención de estudiantes, septiembre de 1968

Arriba: estudiante de la normal rural de Ayotzinapa, 1 de diciembre de 2007. Foto: Pedro Pardo /La Jornada Guerrero Izquierda: detención de normalistas en caseta de la Autopista del Sol, Guerrero, 28 enero de 2015

sigue

FEl rector Barros Sierra en el ‘68

pública. Más adelante fundó y fue el primer director del Instituto Mexicano del Petróleo. Al frente de la Secretaría, el ingeniero estableció cuáles deben ser los atributos que debe tener el funcionario público para enfrentar los retos del país: “Siguen siendo y seguirán siendo las cualidades esenciales del hombre de Estado, aparte de la inteligencia, el buen sentido que implica la prudencia, la ponderación y la serenidad; la intuición certera y la decisión valerosa, todas esas virtudes radicadas en una entrega sacrificial a la patria, sin ello los enormes complejos de México no podrán ser resueltos”. Al frente de la unam emprendió transformaciones profundas. Dirigente estudiantil, maestro, investigador, director de la Facultad de Ingeniería antes de ser rector, conocía la Universidad a profundidad, encarnaba sus valores, hacía suya su misión. Era, en toda la extensión de la palabra, un universitario. Según su hijo Javier, “defendía a la Universidad como si fuera su cuna, su casa, su causa, su razón de ser”. Barros Sierra pagó cara su osadía de desafiar al régimen. Su independencia y rectitud, su disenso ejemplar frente al poder, le valieron los más abyectos ataques y ofensas personales. Los diputados del Partido Revolucionario Institucional (Pri) Octavio a. Hernández y Luis n. Farías lo responsabilizaron del movimiento estudiantil. Cuando el 2 de octubre de 1968 Gastón García Cantú le informó lo sucedido en la Plaza de Tlaltelolco, una sombra cubrió su rostro. Ya no volvió a ser el mismo. “Algo se apagó en él. Algo de irremediable tristeza se apoderó de Javier”, escribió García Cantú. Lo mismo piensa su hijo Javier. El día del bazukazo –contó en Evocación del 68– “comenzó a morir. Su lucha por defender la universidad le costó la vida”. El cáncer lo devoró en 1971. Sus restos fueron sembrados en el Panteón Jardín. Un buen número de dirigentes estudiantiles fueron a despedirlo. La lápida sobre su tumba tiene escrito su nombre y una fecha: 1968

“Mientras el Estado crea que la Universidad es un ente en cierto modo hostil, mientras se empeñe en no comprender sus fines, sus objetivos y los móviles que animan a los universitarios; mientras el Estado no respete en toda su amplitud la autonomía universitaria para que la institución pueda cumplir en la mejor forma sus fines, tal como se concibió en la ley, siempre habrá muy graves tropiezos y muy graves problemas.” Javier Barros Sierra

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LEER

Jornada Semanal • Número 1042 • 22 de febrero de 2015

Antología personal, Ricardo Piglia, Fondo de Cultura Económica, México, 2014.

LA LITERATURA: UN LABORATORIO DE VIDA LUIS GUILLERMO IBARRA

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icardo Piglia inicia la escritura de su diario a finales de 1957. Entonces era un adolescente de sólo dieciséis años que aventuraba, junto a su familia, una nueva vida en Mar del Plata. Esa tarea de “literatura privada” la emprende sin pensar que se extendería por más de medio siglo. Al igual que su admirado Cesare Pavese, se empecina en no dejar de lado el registro de sus emociones, las respuestas a sus vivencias y a sus pasiones literarias. Estas páginas serán, en muchos sentidos, su obra: un “laboratorio de vida”. De este itinerario de palabras surgen sus poéticas, citas textuales y apócrifas, pequeñas tramas narrativas, reflexiones literarias, bosquejos e islas que se van expandiendo hasta convertirse en novelas. Páginas entre páginas manuscritas, que terminarían, como diría Mallarmé, y para fortuna de sus lectores, en libro. Sobre esa relación entre su diario privado y sus libros, el escritor argentino ha dicho un poco en broma: “Publico libros para darme a conocer y publicar ese diario.” Así es como hemos aprendido a ver a Piglia: en esa focalización de sus obsesiones narrativas, en un rescate de la memoria histórica, palpitante en el presente y en el futuro de Argentina; lo mismo que en esa relectura de la tradición y en esa tesitura, a la manera de Borges, como “el autor que crea a sus precursores”. En sus páginas caminan de la mano Roberto Arlt, Franz Kafka, Witold Gombrowicz, Juan José Saer, Sarmiento, Rodolfo Walsh, James Joyce, Jorge Luis Borges, entre otros. Todos ellos entretejen ese Aleph inagotable, esa isla que no termina de expandirse. En ese notable proceso de selección y de elaboración de una tradición literaria, resulta por demás atractiva una Antología personal, de Ricardo Piglia. En el prólogo de su Antología personal, Jorge Luis Borges afirmaba con sorprendente precisión: “Nadie puede compilar una antología que sea mucho más que un museo de sus ʻsimpatías y diferenciasʼ.” Ricardo Piglia, el escritor que ha convertido la literatura, al igual que su alter ego Emilio Renzi, en un instrumento esencial para entender el mundo, haciendo eco de su maestro y compatriota, nos entrega una parte de esas “simpatías y diferencias” que conforman su obra. Aunque situada en una serie de categorías y de conceptos ya muy bien definidos, ésta puede verse también en su amplitud y diversidad, en su condición de metáfora en constante reescritura. En el prólogo de esta nueva selección de sus escritos, Piglia establece: “La heterogeneidad, el cambio de registro, los distintos estilos son para mí un primer dato que identifica el carácter perso-

nal de esta antología y no su contenido o su valor.” Todos estos textos están unidos, en palabras del autor, por su cercanía, por ser registros imaginarios de “experiencias vividas”. En las cuatro partes que dividen el libro –Cuentos morales, El laboratorio del escritor, Los casos de Croce, La forma inicial– se muestran las frágiles fronteras entre los géneros literarios, la constante simbiosis entre la narrativa y el ensayo; la ficción y la realidad, entre la cita textual y la cita apócrifa. Por ejemplo, en la cuarta parte del libro, Piglia incluye un fragmento de su novela Respiración artificial y otro de La ciudad ausente, junto al ensayo “Ernesto Guevara: el último lector” y los textos inéditos “Modos de narrar” y “Notas de un diario”. Piglia recoge, a lo largo de estas casi trescientas páginas, otros soportes básicos de su idea de literatura: la “Teoría del complot”, su concepción social y política en torno a la obra de Manuel Puig y Juan José Saer, la idea de memoria como una tradición, y los dos grandes puentes históricos de la narrativa, sostenidos por la aventura de Ulises y la investigación del crimen de Edipo Rey. Algo que puede resultar sumamente novedoso para los seguidores de Piglia son los tres relatos dedicados al personaje de su novela Blanco nocturno, el comisario Croce; cuentos influidos por la mejor tradición de la narrativa policial que tanto gusta al narrador argentino. Piglia nos advierte que “el conjunto de los textos de un autor ‒si uno sabe leerlos en un nuevo orden‒ siempre esconde un delito o un leve desvío personal de la ley que rige los lenguajes sociales”. Esto sugiere un nuevo trabajo para el lector, un intento por romper el pacto con la figura sacralizada del escritor • Perspectivas migratorias iii. Los derechos políticos de los mexicanos en el exterior, Jorge Durand y Jorge a. Schiavon (editores), Cide, México, 2014.

VOTAR EN LA DISTANCIA RICARDO GUZMÁN En la colección de ensayo del cide aparece una recopilación de textos sobre cómo votan los mexicanos en el extranjero. En siete ensayos de sendos autores, se analiza y presentan datos sobre qué mecanismos públicos se han instaurado para lograr captar esos votos y cuál ha sido el resultado de tales políticas. A partir del número de mexicanos residentes en el exterior, los partidos políticos iniciaron en año 2000 el análisis para obtener esos votos. Ante la difícil situación que se avecinaba para las elecciones de 2006, en 2005 se activó en el Cofipe (Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales) la reforma para lograr el vmre (Voto de los Mexicanos

Residentes en el Extranjero). Con la participación de la Secretaría de Relaciones Exteriores se buscó captar los votos de más de 4 millones de mexicanos: un número que podría cambiar cualquier elección en México, pero los resultados fueron mínimos: 33 mil 111 votos en 2006 y 40 mil 737 votos en 2012. Las dificultades en la logística para la votación y la desconfianza en las autoridades mexicanas, puede aventurarse, llevaron a los millones de mexicanos a abstenerse de participar; además, señalan los autores, México es uno de los países con más requisitos para lograr ese voto foráneo, lo cual conlleva un mínimo número de votantes: entre más difícil es votar, menos votos se obtienen. Incluso para los bien intencionados que suponen que tal dificultad tiene como finalidad evitar el fraude que cada sexenio se hace más complejo, perfecto ejemplo de cómo los mexicanos somos más vigorosos para burlar las leyes que para hacerlas eficaces, es evidente que el dinero y esfuerzo invertidos en tales votaciones apenas logra disminuir la desconfianza de esos compatriotas que, por lo mismo, prefirieron salir del país, incluso con todos los riesgos que ello supone. En los ensayos se analiza comparativamente el proceso electoral 2011-2012; se presenta y estudia la encuesta sobre vmre en los consulados mexicanos a residentes en Estados Unidos en 2012; también se presentan los resultados de la encuesta electrónica a contactos de la coordinación de vmre en 2012; se hace un análisis cuantitativo de la experiencia de 2012; se analiza el marco normativo del vmre ; se recapitulan las lecciones sobre el muestreo en las poblaciones de emigrantes mexicanos; se busca establecer los derechos políticos de los residentes en el extranjero. Los siete ensayos presentan datos amplísimos para sus conclusiones: un acierto de los trabajos es el muestreo logrado para obtener lecciones sobre un fenómeno que durante décadas ha sido el motor silencioso de la economía mexicana: mientras el petróleo y la delincuencia aportan cantidades considerables a las finanzas públicas y privadas, las remesas de esos actores políticos perfectos (aportan remesas rastreables y deducibles, no se pronuncian sobre los conflictos internos de México, no recla man privilegios a cambio de los millones de pesos que cada año mandan, etcétera) significan una presencia política que difícilmente se refleja en el voto. Los trabajos muestran la dificultad de homologar a los mexicanos que residen en distintos países con condiciones de vida distintas. Este es un libro que muestra una de las áreas de excelencia de este centro académico •

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La Jornada Semanal

En nuestro próximo número

ELUna entrevista MAL conDERicardoLAForster MODERNIDAD y la reinvención de la política En torno al libre albedrío

La investigación científica


ARTE Y PENSAMIENTO ........

22 de febrero de 2015 • Número 1042 • Jornada Semanal

Naief Yehya

Agustín Ramos

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A FASE INICIAL DE la obra narrativa de Pterocles Arenarius se nutre de expresiones intensivamente habituales, de voces rescatadas de la pobreza: es fondo que se eleva a formas y forma que alcanza el fondo: lenguaje diferente, otras palabras. En Ensayos latinoamericanos Lezama Lima define las expresiones populares como “súbitas maneras de llegar, animismo transformable, resolución suspensiva pero total, traslado de un descalabro con sonreída sordina, diminutivos querenciosos agravados por la yesca de la protesta castellana [expresiones que] derivan de ese lote de ejemplificaciones, lecciones memorables de hallazgos verbales. El memorialista las anota; el pasmo del escritor las arranca y les fabrica un camino…” El otro lado de la soberbia, la parte humillada y acallada que nadie habita por gusto, es la más auténtica de la realidad, agregaría Borges. Porque en una realidad de privilegios, oficiales u oficiosos, la humildad nutre de vida, identidad y riqueza a un mundo en donde la miseria cala todos los estratos con el excipiente de la corrupción: el autoritarismo. Para mostrar tal mundo, Pterocles Arenarius primero se usa a sí mismo ganando autenticidad, convenciendo sin extravagancias ni personajes estrambóticos. Y así como el teatro pobre desecha lo superfluo y afronta el acto estético con el cuerpo y el aliento, la narrativa de Pterocles Arenarius únicamente selecciona lo imprescindible y se vale de la distancia crítica para potenciar la humildad como valor ético y estético. Partiendo de ello, Arenarius ilustra mediante relatos diversas citas de autores como Lautréamont, Sade, Cardoza y Aragón, Rilke, Hans Ruesch, Caillois, Joseph Campbell, Stendhal, Tolstoi, Bukowski, a . s . Neill, Chesterton, Jung, Kayyam, e imita a Cervantes en las cuartas de forro de sus dos primeros libros, Fiestas. Cuentos y relatos, (2011, Eterno Femenino) y Apostatario, tres ejercicios de blasfemia (2005, Arengador). ¿Podría calificarse como retórica de la humildad esta actitud narrativa, este estilo que no se sirve de más artificios que la literatura y la lengua viva: esta clase de literatura sin héroes ni antihéroes, que excava sin trucos –con uñas y saliva– desde basureros hasta palacios episcopales? Esa retórica de la humildad, que Lezama Lima suscribiría perfeccionándola conceptualmente como verba criolla o, tal vez mejor aún, como verba mestiza, se resume en el texto titulado “Ese conecte”, elaborado exclusivamente en caló o jerga, esa clase de habla que los diccionarios definen más o menos como lenguaje del hampa y de los bajos fondos. Una clase de código –y un código de clase– que con trabajos se coloca un escalón por encima de los “dialectos indígenas”, y muchos escalones atrás del idioma que los actuales dueños de la palabra asignan a los vencidos: el fondo, lo bajo. En dicho texto el protagonista es el lenguaje. Quien narra representa el vehículo y la destinataria del mensaje fun-

isis y el ejercicio del mal

¿Qué es el mal y para Qué sirve? Hace muchas décadas que el mal pasó de moda. Abandonar ese concepto fue uno de los efectos secundarios de tirar a Dios a la basura. Sin Dios no hacía falta Satanás o alguna encarnación del mal. Y si el mal no está centralizado, administrado y distribuido por una figura maléfica, entonces, como propuso Baudrillard, tiene que simplemente estar en todas partes, encarnado periódicamente en diferentes entidades. El mal se rehúsa a ser descifrado por la ciencia, que apenas puede darnos tímidas justificaciones de sus orígenes: en determinados casos por daño cerebral, traumas de infancia, mentalidad de rebaño y alguno que otro factor ambiental. Y si bien en la alta cultura, la academia y las artes se considera al mal como una reliquia y una caricatura, desde hace algún tiempo los fanáticos lo han desempolvado y lo han regresado a las discusiones políticas. George Bush, por un lado, invocó al Eje del Mal (siguiendo la denominación de la urss como el imperio del mal, de Reagan) y, por el otro, organizaciones islámicas como Al Qaeda consideran que los infieles representan el mal. Ambos bandos usan la propaganda del mal como estrategia para mostrarse como las víctimas, encender pasiones, reclutar tropas y vender un discurso bélico fácil de digerir para las masas.

paralelos históricos

ciona como dispositivo que dispara el relato. Un relato que a pesar de su forma transgresora cumple con los principios preceptivos que pueden extraerse de cualquier cuento clásico. Así, el léxico de la gente humillada, éste en particular, como muestra representativa pero jamás única, comunica a plenitud porque es un lenguaje cabal que se piensa a sí mismo a través de sus emisores y se refleja con nitidez merced a quien lo escucha o lo lee, a quien lo quiera atestiguar, a quien lo sepa leer. Esta codificación de clase, sin embargo, es sólo uno de los recursos retóricos del autor. Y se diferencia de aquella expresión silvestre que no se cuidaba de ortografías ni de reglas sintácticas. Por el contrario, aquí hay un tejido muy consciente de su procedencia, de su poder y su deber, para ser completamente leal a la materia prima, es decir al lenguaje, a la gramática y a la prosodia que engendra personajes, atmósfera e historia: texto. En sus novelas Demoníaca (2012, Eterno Femenino) y Una muerte inmejorable (2014, De Otro Tipo), el autor hace la radiografía amenísima y humanísima del cosmopolitismo y el provincianismo, respectivamente. Así, esta retórica convierte la miseria en literatura, introduce el socavado lenguaje local en el fundillo de lo global, no para ordeñar sociología prestigiosa ni masturbarse con una manida y falaz “identidad nacional”, sino para probar fuerzas con la realidad presente y comprobar que puede salir con vida, y con palabras •

El terrorismo (hacer pagar a unos cuantos inocentes por los crímenes reales o imaginarios de otros) es ahora la encarnación más popular del mal. Basta considerar la destrucción de las Torres Gemelas y la ejecución de rehenes frente a las cámaras. Pero por su parte la “guerra contra el terror” ha cobrado cientos de miles de vidas en una lucha criminal, mal enfocada y burda que de ninguna manera ha erradicado ni limitado el mal, sino que, por el contrario, parecería que las fuentes del terror se han multiplicado.

la vorágine del mal Entre el caos y el horror de la guerra se ha gestado esa monstruosidad que llamamos isis, una organización fanática y criminal que en sólo un parpadeo ha capturado un inmenso territorio en el este de Siria y el norte de Irak, y ha creado lo que llaman un califato que intenta gobernar, en buena medida por la intimidación y el escarnio, a una población de entre 6 y 8 millones de personas. Toda proporción guardada, isis recuerda en sus métodos al Khmer Rouge camboyano y sus políticas criminales. Ambos grupos comparten un gusto por la justicia sumaria, espectacular y grotesca, la tortura, las ejecuciones públicas sanguinarias y originales (fusilamientos masivos, decapitaciones y docenas de cabezas expuestas en las plazas, así como lanzar gente desde edificios). Los dos gru-

pos creen que los jóvenes y los niños deben acostumbrarse a ver y a participar en los asesinatos de los enemigos del pueblo. Sin embargo, el grupo liderado por Pol Pot optaba por el misterio y los secretos, mientras que isis es un engendro mediático ansioso por proyectar una imagen aterradora y desafiante.

el fiasco de los rehenes La reciente catástrofe del intercambio frustrado de rehenes entre isis y los gobiernos japonés y jordano dieron la oportunidad a isis de poner en evidencia su capacidad para el mal. Inicialmente, el grupo comandado por Abu Bakr al-Baghdadi pidió una descomunal recompensa por el agente de seguridad Haruna Kurawa y el periodista Kenji Goto. Luego de asesinar a Kurawa, anunciaron que intercambiarían a Goto por Sajida al-Rishawi, una mujer presa en Jordania cuyo atentado suicida se frustró cuando falló su cinturón explosivo (su esposo y otros cómplices se volaron junto con numerosas víctimas). El gobierno jordano, en una muestra de brutal oportunismo, propuso intercambiarla, pero no por Goto, sino por su piloto derribado, Moath al-Kasasbeh. Goto fue decapitado por el verdugo británico que han denominado Jihadi John. Y más tarde, como epílogo monstruoso, quemaron vivo dentro de una jaula a Al-Kasasbeh, lo cual filmaron e incluyeron en un aparatoso video. isis nunca tuvo realmente la intención de perdonarle la vida a sus rehenes. La publicidad e impacto logrado con estos asesinatos valía más para ellos que 200 millones de dólares. Con este acto volvieron a generar interés en sus atrocidades (las cuales, a fuerza de repetirse, iban perdiendo impacto en el público) al convertir las ejecuciones en una especie de serie sanguinaria. Además lograron ganar cierta credibilidad al negociar con otros Estados. isis ha creado, deliberada y estratégicamente, una imagen que corresponde a las peores pesadillas de Occidente. El énfasis con que isis confecciona sus videos para el consumo externo y el desparpajo con que asesinan a miles de árabes son muy reveladores de su ideología y de sus esfuerzos por volver a poner el mal de moda •

JORNADA VIRTUAL

Ruido de fondo

TOMAR LA PALABRA

naief.yehya@gmail.com

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Jornada Semanal • Número 1042 • 22 de febrero de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO O

Germaine Gómez Haro

Alonso Arreola @LabAlonso

Mr. Turner

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ECIENTEMENTE SE ESTRENÓ EN Europa y Estados Unidos –y seguramente está próxima a llegar a México– la película Mr. Turner, dirigida por el británico Mike Leigh, quien reconstruye los últimos veinticinco años del gran pintor decimonónico j . m . w . Turner (1775-1851). Es un sorprendente filme a la vez épico y lírico, de una belleza y profundidad indescriptibles. Como aficionada que soy a las películas sobre pintores, confieso mi frustración ante la gran cantidad de biografías fílmicas que no hacen más que reproducir clichés para exaltar las manías y excentricidades de los artistas que viven al filo de la navaja, sin realmente tocar las fibras sensibles de su espíritu creativo, algo realmente difícil de plasmar en la pantalla. En un brillante ensayo sobre este tema –“Pintores en pantalla”, en su libro Expuesto, Editorial Pértiga– el creador Brian Nissen hace una divertida e irónica crítica de las películas más famosas sobre artistas, resaltando el “popurrí de lugares comunes” que abundan en la mayoría de ellas: “Se pueden extraer grandes dosis de drama de las vertiginosas vidas de algunos artistas, pero en realidad la gran mayoría lleva una existencia apacible, centrada en el trabajo y sin p re s t a r m u c h a ate n c i ó n a otras cosas. Si hacemos caso a buena par- Arte de Camberwell. Para representar el te de las películas biográficas, nos queda difícil papel del artista, el director eligió a la impresión de que los creadores piensan Timothy Spall –premio al mejor actor en sólo en el sexo y el romance.”Y es muy cier- Cannes– quien hipnotiza al espectador to: la mayoría de las cintas dedicadas a los desde la primera escena y consigue seduartistas se limita a explotar las posibilida- cirlo poco a poco a través de esa personades dramáticas del personaje y en muchos lidad antagónica y pletórica de claroscucasos cae inevitablemente en el melodra- ros. A través de la portentosa actuación de ma y los sentimientos edulcorados, ante Spall, se intuye al hombre osco y rudo que la inmensa dificultad que significa inter- gruñe más que hablar y cuyo aspecto físico casi provoca repulsión –Turner confesó pretar y recrear su verdadero pathos. Mike Leigh consigue filmar un sensi- que él mismo se veía en el espejo como ble y sereno retrato del pintor inglés, cuya una gárgola. El actor representa magistralcompleja personalidad reunía todas las mente la fachada exterior de Turner, pero características que podían haberlo lleva- a la vez nos hace palpar su dimensión esdo a rodar un melodrama más: detrás de piritual y su fortaleza inquebrantable, lo sus controvertidas pinturas, que revolu- que determina una vida dedicada a la pincionaron la técnica y fueron pioneras del tura que él quería hacer, no la que se espegénero paisajístico en su época, Turner fue raba de él; un genio altamente reconocido un tipo excéntrico, enigmático y obsesi- en su época, pero al final de su vida incomvo, un cascarrabias ególatra que se perci- prendido. La sublime recreación del perbe en la pantalla como una suerte de ogro sonaje va de acuerdo con la impresionandedicado exclusivamente a su trabajo, te ambientación que el director consigue haciendo caso omiso –o más aún, desa- inspirado en los óleos y acuarelas del pinfiando– la opinión de los críticos, colegas tor. Las anécdotas ficticias que dan lugar y aristócratas, incluyendo a la reina Victo- a la recreación de algunas de sus obras ria, cuyo gesto de desprecio ante las pin- maestras a manera de tableaux vivants turas que no logró “entender” se aprecia –es el caso de la célebre pintura titulada en una escena salpicada de humor y Temerario, una escena del remolque de un sarcasmo. Leigh dedicó quince años a la barco– son de una sutileza que provoca investigación del personaje que lo per- una emoción similar a la contemplación seguía desde la década de los sesenta, del propio lienzo. Sucede lo mismo en la cuando fue estudiante en la Escuela de escena en la que el pintor decide atarse al mástil de un barco para experimentar en carne propia la violencia de una tormenta en mar abierto y así recrearla con la misma ferocidad en su pintura Tormenta de nieve. Mr. Turner es una película hermosa que capta magistralmente el alma del personaje y la esencia de sus paisajes pictóricos. Mike Leigh y William Turner, creadores de diferentes épocas y medios, coinciden en el perfecto dominio de sus oficios y en las expresiones artísticas que resultan del febril idilio de la luz y el color •

Temerario, 1838; arriba: Tormenta de nieve, 1842

ARTES VISUALES

germaine@casalamm.com.mx

Por más que el tiempo sople

M

ÚLTIPLO DE CINCO, EL año 2015 despierta al monstruo de las efemérides sonorosas, ese gigante que se complace saboreando fechas redondas y sin espinas, contando lustros como un niño cuenta burbujas de jabón. ¿Las razones? Pese a que en todo momento la historia observa su pasado hilando coincidencias con cada ciclo, es insoslayable que los años terminados en cinco o cero (en el calendario occidental por lo menos) representan mayor valía colectiva por alguna vieja arbitrariedad ritual. Digamos que esos aniversarios se viven con más justificación, como si los puntos que los separaran no fueran tan… ¿legítimos?

Por ello, si pensamos en el aniversario veinticinco de algo o alguien, parecen importar menos los subsecuentes del veintiséis al veintinueve. No así el treinta, frente al que ninguno luce tan especial. Dicho esto, sucedió que recién llegados (nosotros) a las cuatro décadas, nos pusimos a buscar álbumes con la misma edad pero que sintiéramos vigentes; discos que sabemos recibirán al turismo de los melómanos memoriosos durante 2015. Hablando privativamente de rock anglosajón podríamos alabar, sin irnos tan lejos en el tiempo, discos influyentes nacidos hace apenas veinte años. Allí están The Bends, de Radiohead; Post, de Björk; (Whats the Story) Morning Glory?, de Oasis; Exit Planet Dust, de los Chemical Brothers; Mellon Collie and the Infinite Sadness, de los Smashing Pumpkins y Different Class, de Pulp. Podríamos remontarnos veinticinco años para recordar el imprescindible Violator, de Depeche Mode; el Goo, de Sonic Youth o el Bossanova, de los Pixies. Podríamos viajar treinta años atrás para celebrar el Hounds of Love, de Kate Bush. O retroceder treinta y cinco para observar el debut epónimo de Iron Maiden y el Back in Black, de acdc . Sí, podríamos hacer eso en 2015, pero dicen los ingenuos que la “la vida comienza a los cuarenta”, así que… El disco más luminoso lanzado en 1975, según nosotros, fue Physical Graffiti, de Led Zeppelin. La pieza inaugural,“Custard Pie”, presenta un ritmo en shuffle (atresillado) sobre el que dialogan con sapiencia la guitarra de Jimmy Page y el bajo de John Paul Jones, coincidiendo apenas en lo esencial. Hay riffs (frases rítmico-melódicas) típicos del conjunto, como en “The Wanton Song”, pero la base armónica en bloque prevalece como soporte de la voz a lo largo del álbum. Luego de cinco trabajos en estudio, en éste de Zeppelin escuchamos menor estridencia, mayor madurez. Ejemplo son los slides (glissandos) controlados de “In My Time of Dying” o, por supuesto, las cuerdas de “Kashmir” con sus aires arábigos. Otros discos fundamentales de Inglaterra que también cumplen cuarenta años son el Wish You Were Here, de Pink Floyd y el segundo homónimo de Fleetwood Mac. Así, mientras los británicos compactaban la psicodelia, el blues y la música clásica en el imaginario de un rock-pop grandilocuente, los compositores estadunidenses caminaban las calles de Nueva Jersey, Brooklyn, Nueva York y Chicago al son del Born to Run, de Bruce Springsteen; del

Still Crazy After All These Years, de Paul Simon; del Metal Machine Music, de Lou Reed y del Horses de Patti Smith. Eso por no hablar del Blood On The Tracks, de Bob Dylan; el Toys In The Attic, de Aerosmith y el Kiss Alive!, de Kiss. Una época prolífica, sin duda. Sin embargo, y por sobre todas las canciones que viven en esos discos (¡que vengan las diatribas!), lo más importante del año 75 es el nacimiento de la “Rapsodia Bohemia” de Queen en el álbum A Night At The Opera. Esa canción cambió de manera tajante la con-

Jimmy Page

cepción de los llamados singles o sencillos, pues su sola elaboración requirió de cuatro estudios de grabación y muchas duplicaciones de canales para los coros, algo no visto hasta entonces. Hoy se sabe que fue la producción más cara y retadora de su tiempo para una sola pieza y que, gracias a ella, muchos programadores de radio cambiaron sus criterios. Claro que hay antecedentes en el art rock de Yes y muchos de sus congéneres, pero no en el pop. Hablando sobre su estructura, son evidentes la influencia clásica y el gran conocimiento armónico de Freddy Mercury, su autor, quien la compuso al piano. Como se ha analizado a lo largo del tiempo, tiene seis secciones y ninguna se repite: introducción, balada, solo de guitarra, parte operística, rock y coda. Mucho se ha dicho a propósito de su letra y su misterioso asesinato. No abundaremos en ello. Solo imaginaremos –mientras la escuchamos asombrados– esos cuatro rostros del clásico videoclip flotando sobre un pastel con cuarenta velas que no pueden ser apagadas, por más que el tiempo sople. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •

BEMOL SOSTENIDO

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ARTE Y PENSAMIENTO ........

22 de febrero de 2015 • Número 1042 • Jornada Semanal

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tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

De señoras, damitas y otras personificaciones

La serie noir que muchos quisiéramos ver

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L OTRO DÍA RECIBÍ un mail en el que se me indicaba comunicarme, para un asunto que no viene a cuento en esta columna, con la señora x. Confieso que dediqué cuatro minutos a dudar: ¿la señora x nada más, no licenciada x ni maestra ni doctora x? Por alguna razón sonaba duro, castigador, decirle así nada más, sin conocerla, señora x, aunque la verdad yo también soy la señora g (mucho gusto). Seguiré confesando, ya con las rodillas raspadas de tanto arrepentimiento, que luego de pensarlo un poco fui y lo hice, sí, lo hice, eso que siempre me ha parecido ridículo, sexista, infantil y un largo etcétera: llamé al teléfono que me dieron y pregunté no por la seño-

ra x, sino por la señorita x, que resultó ser encantadora, por cierto. Yo recuerdo un día cualquiera, a la altura de los treintaitantos, cuando alguien en la calle me dijo señora, y eso que no andaba cargada de criatura ni otro aviso de mi condición más que las huellas de la edad. Sentí un golpe tremendo ante el tono de indiferencia y dureza mezcladas en la tremenda palabra y pensé que mis años de juventud y amabilidad interesada –la amabilidad de los extraños de la que depende Blanche Dubois en Un tranvía llamado deseo– se habían terminado. También se acababa un cierto tipo de acoso, lo cual era para agradecerse, e incluso comenzaba a haber quien le ayudara a una a levantarse sin segundas intenciones si, por ejemplo, se caía (a ver, ayuden a la señora que salió volando con esa piedra), pero quedaba por ahí la sensación de haber comenzado a desvanecerse, de pasar a formar parte del paisaje, estar y no estar en la misma calle o río, que diría H e r á c l i to, l a b o l s a d e l m e rc a d o e n una mano y el suéter en la otra, como cualquier señora. Y de volverse más bien chocante, también, un bulto con el que no se sabe bien qué hacer. Como Miss Marple, pero sin caso que resolver. Y pareciera que la gente se da cuenta de todo eso, del castigo de la señorez. Del primer “señora” una pasa a la costumbre, incluso al orgullo de sentirse toda una señorona, pero no deja de percibir esta desconfianza: en realidad, son pocos los que en realidad la llaman a una “señora” sin sentirse culpables, como me sucedió a mí cuando lo iba a hacer en el teléfono. Como si se temiera a la dureza, a la ofensa, les digo; algo que no acaba de ser un modo amable de dirigirse, como un raro déjà vu, como apelar a la vejez sin que ésta haya propiamente aparecido. Eso que, les decía al principio, siempre me ha parecido ridículo, sexista, infantil y un largo etcétera. ¿O será que

amanlos chilangos somos demasiado aman tes de los circunloquios, lo suavecito y las ceremonias, ésas que pueden acabar en escenas terribles y violentísimas? ¿Cuántas señoras habrán agredido a bolsazos a quien les llamó señoras como para que pocos lo hagan, cuántos dirán “señora” para fastidiar o como, digamos, un reproche de gigoló herido, un resentimiento de clase ironizado? El asunto es que, debido a aquella delicadeza de carácter, esa finura en la expresión tan mexicana que incluso puede estar acompañada de armas largas y ojos turbios, una puede estar sembrada de canas y siempre habrá quien la llame señorita. Pásele, señorita, cuidado no se le atore el bastón, ponga aquí su pie calzado con tacón bajo. Y cuando no señorita, por ser demasiado evidente la lejanía temporal de la soltería o ya no digamos de otras cosas, el irritante “damita” (¿le gustaría a algún hombre, acaso, que lo llamaran caballerito?, se pregunta mi querida amiga ms con toda razón; disculpe, caballerito, ¿para dónde está Insurgentes?), el provocador de urticaria “doñita” e incluso, como me dijeron hace días, chiquita. Pero la peor de todas es “madre”. ¿Por qué le dicen a una “madre”? Ni que estuviéramos pariendo en el imss. Sólo falta que nos digan abuelita y ahí ya la cosa se fastidió. La verdad, yo prefiero que me digan señora, y que lo de señora deje de tener tantas connotaciones raras. Por eso en Francia ya no hay señoritas, por lo menos en las formas administrativas. Legalmente, todas son Madame, tengan la edad que tengan; eso fue resultado de una iniciativa de las feministas, para terminar con la obligación de la mujer de llamarse según su nombre de casada, soltera, virgen, mártir o a usted qué le importa. Aquí es más fácil: las formas burocráticas se ahorran apelativos y así todos somos el (la) Titular –la Titular de esta columna, por ejemplo, no nos vayamos a ofender •

PASO A RETIRARME

Ana García Bergua

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S COSA SABIDA QUE no hay buenas series televisivas dramáticas o de acción hechas en México salvo contadísimas excepciones que quizá se resumen en una sola, Guerra de castas, ya en este espacio aplaudida, dirigida por Daniel Giménez Cacho y que se transmitió en Canal Once. Pero series negras o neopolicíacas como las que se hacen en otras partes, no hay. Y debería haber siquiera una, en un país cuya realidad cotidiana sólo pasada en papel carbón daría para montones de estupendos argumentos. Las buenas series policíacas, verdaderamente buenas, noir o negras por su crudeza, énfasis en el lado oscuro del hombre o su visión sombría del mundo,

nos llegan todas de fuera. Italia produjo la estupenda adaptación de Gomorra, del perseguido escritor Roberto Saviano. Estados Unidos ha exportado muchas series, algunas buenas, otras inmejorables, como Oz, de Tom Fontana (que luego copiaría la misma productora, hbo , para su filial latinoamericana con Capadocia, aunque con menores méritos, entre otras cosas porque la original Oz incurrió en atrevimientos hasta entonces impensables en la televisión estadunidense y de la mayor parte del orbe, como planos cerrados de genitales masculinos sin ocultar), las ya legendarias The Wire, de David Simon; The Sopranos (algunos de sus fanáticos seguiremos lamentando el fallecimiento de James Gandolfini porque canceló cualquier posibilidad de un eventual regreso, en la vejez, del gordo Tony a la pantalla), de David Chase o más recientemente Breaking Bad, de Vince Gilligan y esa joya del género que es True Detective, de Nick Pizzolatto con regias actuaciones de Matthew McConaughey y Woody Harrelson. La segunda temporada promete, con Rachel McAdams y Colin Farrell, y Vince Vaughn como gángster. De Europa llegan otras producciones, como la francesa Engrenages, de GuyPatrick Sainderichin y Alexander Clert, las británicas Luther, de Neil Cross en que por cierto la actuación de Idris Elba es brillante, o Inside Men, de Colin Wratten, James Kent y Tony Basgallop (acá el que brilla es Steven Mackintosh); mientras que de países como Suecia llegan estupendas piezas como Wallander, coproducida con la británica bbc (con una de las mejores actuaciones de Kenneth Branagh) y Arne Dahl, porque los episodios, de crudeza exquisita, reproducen las novelas de la serie Intercrime, del escritor Jan Lennart Arnald, quien las firmó con ese seudónimo, o de Noruega Dag, de Oystein Karlsen y Kristoffer Schau. Hay más, pero no se trata aquí de abrumar al lector con un largo recuento de series que, por cierto, difícilmente llegan a la televisión abier-

ta en México: ése sigue siendo territorio de la porquería televisiva de siempre. Casi denominador común en muchas de las series mencionadas es el salto (¿o la concesión a un medio tradicionalmente despreciado por las luminarias cinematográficas?) de los actores de roles protagónicos del cine a la televisión. La otra característica es que no buscan –y precisamente logran de manera brillantemente contradictoria– satisfacer al público, sino dedicarse a la narración visual sin reparar en crudeza gráfica a veces rayana en lo gore, y sobre todo dejar registro de una realidad violenta sin ponerse a medir consecuencias si pisa callos a la élite gobernante, empresarial o religiosa (o mediática) o si rompe cartabones de lo políticamente correcto. Al contrario, varios de estos programas (The Wire, Gomorra) exponen sin un ápice de matiz bufo la corrupción política y empresarial (y policíaca, claro) de sus respectivas sociedades. No han sido pocos los gritos en el cielo que en sus países de origen pusieron clérigos, políticos, policías y hasta mafiosos por el contenido crudo, hiperrealista o tragicómico de sus episodios. Por eso acá tenemos harta madera para el género. Sobran charcas sucias en las que abrevar, desde Tlatelolco hasta Ayotzinapa pasando por las Poquianchis, el Mochaorejas o la Mataviejitas. Hay montones de buenos escritores a los que nada haría más felices que ver sus guiones o libros convertidos en buenas series televisivas, cáusticas, crudas, reales, que le den en la trompa a la corrección de las buenas conciencias. Y hay buenos actores de sobra. Aunque difícilmente –salvo alguna rara avis–salidos de las fábricas de sonrientes maniquíes de Televisa o tv Azteca. A ver qué productor se avienta el trompo a la uña. Nomás por deporte, porque negocio, lo que se llama negocio, con todas las trampas y buscapiés que hay en el nauseabundo amasiato entre gobierno y televisoras… quién sabe •

CABEZALCUBO

Jorge Moch


Jornada Semanal • Número 1042 • 22 de febrero de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO O Luis Tovar

Juan Domingo Argüelles

@luistovars

Para documentar la cinefilia (iii y última)

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. DURANTE MUCHO TIEMPO FUI feliz con mi “mención honorífica” concedida en el Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío en la Nicaragua sandinista. Yo era joven y aquello me dio mucho contento. Fui simplemente feliz, digo, hasta que un día, en Monterrey, el hoy inhallable poeta Samuel Noyola me dijo que Evgueni Evtushenko, que formó parte del jurado, había dado su voto, por escrito, por mi libro concursante De donde no seremos nunca. “Yo tuve en mis manos el voto por escrito de Evtushenko –me dijo Noyola que, en ese entonces, andaba en Managua–, y ahí establecía que tu libro era el mejor.” Sin embargo, el premio no fue para mí: lo obtuvo otro poeta y a mí me honraron con la mención. A partir de esta anécdota mi felicidad fue mayor. El voto

de Evtushenko fue en realidad el mejor ce notar. Gastar tanto dinero en publicipremio por un libro que, por cierto, jamás dad oficial, que no es otra cosa que autopromoción política descarada, es republiqué. 2. Lo dijo José Revueltas en la entrevis- pulsivo e inmoral. Si hay antipoesía, la ta que le hizo Vicente Francisco Torres en más evidente es la de la burda publicidad 1978: “En medio de la sociedad de consu- gubernamental que quiere hacerse pasar mo el vivir es lo único no desechable, y si como “rendición de cuentas” cuando en es desechable, pues te vuelves ministro o realidad es tramposa autopromoción de jefe del pri . Ellos viven para desechar la vi- los políticos (pagada, por supuesto, por da, ese es su sino.” Revueltas no está muer- todos los contribuyentes). 7. Lo dice Dostoievsky en su Diario de to y habla de una realidad que no se ha ido. 3. Me importa más la vida que la poe- un escritor: “Sería ridículo afirmar que sía. Ojalá que la vida siempre tenga poesía, quien no sea escritor es una mala persona. pero aun en el caso de no tenerla, prefiero Se puede ser una persona muy honesta y mil veces la vida sin poesía, por encima de no comprender ni pizca de literatura.” ¿Quién lo podría rebatir? la poesía como fanatismo estético. 8. Un crítico es alguien que lee y com4. Las antologías de poesía y, en general, de literatura, se publican como un servicio parte con los demás lo que le gustó y lo a los lectores, no para consentir la vanidad que no le gustó de un libro. Pero hay quiede nadie. Pero, además, las antologías son nes se autonombran críticos nada más eso, antologías: propuestas fragmentarias porque padecen el síndrome de la intemo parciales de lectura, tan parciales y frag- perancia del niño mimado y malcriado. mentarias que desde hace siglos se hacen Son quienes al pasar junto a un panal son antologías y no pasa un año sin que se ha- incapaces de refrenar sus ganas de apagan otras. Y nadie se ha muerto producto learlo, aunque después tengan que huir de no estar en una antología, así como despavoridos seguidos del avispero. 9. Todos en México tenemos vocación tampoco nadie puede perdurar, si no tiene cómo hacerlo, producto de haber sido de antólogos y de entrenadores de futbol. incluido en una antología (o en muchas). No hay lector que no esté seguro de que 5. La famosa frase en inglés I have a él hubiese hecho una antología mejor dream (“ Tengo un sueño”), de Mar tin que la que está leyendo, del mismo moLuther King Jr., nada tiene que ver con la do que no hay espectador de futbol que expresión coloquial mexicana “¡tengo un no esté seguro que él hubiese parado mesueño!” El español escrito tiene una vir- jor al equipo nacional, con una más efectitud: permanece sobre la lengua hablada, va estrategia que la que propuso y aplicó pero a la vez presenta una gran desven- el entrenador en turno. Es imposible contaja en relación con aquélla: no es capaz vencerlos de lo contrario, porque en el de representar las inflexiones y matices. La fondo cada quien cree que tiene la verlengua escrita está muerta, mientras que dad en un puño. 10. ¿Cuántos libros habré dejado de la lengua hablada está viva. La escritura es la ceniza del habla, como lo dijera, con leer por estar jugando con mis hijos petanto acierto, José Ortega y Gasset. La efi- queños ya sea en el bosque o en un parcacia poética de Luther King, en la frase I que o haciendo, en general, actividades have a dream se pierde por completo en para nada intelectuales? Y ello tomando español en la archiprosaica frase de quien en cuenta que de todos modos he leíbosteza y, para explicar su bostezo excla- do demasiados libros. ¿Fueron esas actividades, con mis hijos, pérdidas de ma:“¡Tengo un sueño... que no sabes! 6. Si, como dicen los clásicos, el mejor tiempo? De ningún modo. Fueron extraorgobierno es el que no se ve, el peor gobier- dinarias ganancias, incluso (o especialno es el de México, que siempre se ha- mente) para el intelecto •

JORNADA DE POESÍA

De poetas, poesía y antipoesía

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ODOS EDITADOS POR EL Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, estos son otros cuatro volúmenes de cuya lectura no debería privarse nadie que quiera añadir –y en demasiados casos, incorporar por vez primera– pertinencia a lo que dice públicamente en torno al fenómeno fílmico. Coordinado por Armando Casas y Leticia Flores Farfán, con prólogo de José Ezcurdia, Relatos sobre la violencia. Acercamientos desde la filosofía, la literatura y el cine aborda desde distintos ángulos un tema siempre presente en toda cinematografía, pero en estos tiempos y estos rumbos de una relevancia extrema:

daño, dolor, agresividad, destrucción, anulación, son algunas de las raíces o motores, causa y consecuencia al mismo tiempo tantas veces, del impulso humano englobado en el concepto de lo tanático, cuya expresión frecuentísima en el mundo real es la violencia, de la cual cine y literatura se han hecho eco desde siempre, al grado de ser considerados –por lo regular erróneamente– apologistas antes que analistas. Los trece ensayos aquí incluidos prolongan la necesaria discusión en torno a estas dicotomías. Los trescientos cincuenta textos, correspondientes a otras tantas películas de las cuales Jorge Ayala Blanco habla en El cine actual, confines temáticos, hacen elocuentes las tres pulsiones fundamentales de este maestro: el deseo de exhaustividad, el afán analítico y el principio del placer. Eso es lo primero que salta en la lectura reveladora y gozosa de quien ha escrito así, precisamente, sobre aquello que ha mirado en la pantalla actual, y lo ha agrupado en nueve rubros temáticos, tentativos en tanto tienen infinitas posibilidades de replanteamiento, de acuerdo con lo que el propio Ayala Blanco sostiene: “hasta dónde pueden llegar los temas que aborda el cine de hoy, a través de la emoción sólo después reflexiva, mediante el examen y el estudio sensible, cuidadoso y, ¿por qué no?, amoroso…” Lección de rigor crítico y estilo personal, como siempre, la del admirado Jorge. El cine documental es como la realidad: todo mundo está seguro de saber qué es, pero difícilmente puede dar una explicación sencilla y universalmente aceptable. Aparecido por vez primera en 1991, La representación de la realidad: cuestiones y conceptos sobre el documental, del estadunidense Bill Nichols, automáticamente se erigió en un texto fundamental para el estudio del género. Ahora bajo el título Introducción al documental,, esta segunda edición –corregida y aumentada, dirían los clásicos– “incluye información sobre más de cien documentales que salieron después de la primera”. Cada capítulo es una pregunta: ¿Cómo podemos definir al cine documental?; ¿Por qué los problemas éticos son centrales para el cine do-

cumental?; ¿Qué da a los documentales una voz propia?; ¿Qué hace que los documentales sean atrayentes y persuasivos?; ¿Cómo se inició el cine documental?; ¿Cómo diferenciamos entre documentales? Categorías, modelos y los modos expositivo y poético del cine documental; ¿Cómo describir los modos observacional, participativo, reflexivo y expresivo del cine documental?; ¿Cómo han enfrentado los documentales los problemas sociales y políticos?, y finalmente ¿Cómo escribir de manera efectiva acerca del documental? Incluye, además, una lista internacional de distribuidores de documental, bibliografía en español, notas sobre el material de consulta, así como sendos índices analítico y filmográfico. De nuevo clásicamente dicho, nadie que pretenda abordar con pertinencia el universo inmenso del género documental puede soslayar esta obra canónica. Otra delicia teórica sobre el tema es Retórica y representación en el cine de no ficción, de Carl r. Plantinga, en la que el catedrático y doctor estadunidense investiga, define y propone tesis en torno al fenómeno de lo que llama, genéricamente, imagen e n movimiento de no ficción, es decir “documentales periodísticos, películas, programas de televisión, ‘revistas’ de noticias”, compilaciones fílmicas y otras plataformas. Acertadamente, Plantinga ubica la importancia de estos fenómenos de representación de la realidad en tanto sus múltiples efectos son visibles en el cuerpo social, tanto en el ámbito cultural como político y ético. A propósito de lo último: hoy son entregados esos premios fílmicos gringos tan antiacadémicos –por más que Mediomundo se llene la boca diciendo “los premios de La Academia”–, cuya masividad parece tan directamente proporcional a la inopia y el ayuno teórico cinematográfico •

CINEXCUSAS

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POESÍA

22 de febrero de 2015 • Número 1042 • Jornada Semanal

Domingo por la tarde Carmen Villoro Somos pocos. Avanzamos con el carrito del supermercado. Nos detenemos a mirar un rato la pantalla a la venta en la que pasan la final de la Copa Confederaciones. Soy la única mujer. Los hombres intercambian algunos comentarios casi con entusiasmo. Domingo por la tarde y aquí estamos en este no lugar. Somos residuos de familias disueltas en torno de una tele

que nos congrega hoy sin pretenderlo: jirones de nube en el ocaso. Tenemos nostalgia de una sala ruidosa, de una botana preparada por alguien con esmero, del barullo de niños en el jardín de casa. De pronto el gol nos hace pronunciar una palabra que nos hermana, ahí, por un instante bajo la luz artificial de los pasillos.

INALI, DIEZ AÑOS DE TRABAJO A FAVOR DE LAS LENGUAS INDÍGENAS Con el objetivo de preservar, fortalecer y desarrollar las 68 lenguas indígenas nacionales que se hablan en el país, con sus 364 variantes, el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) inició sus operaciones en el año 2005, luego de una serie de reformas al Artículo 2° de la Constitución Política del país, que reconoce a la nación con una composición pluricultural sustentada originalmente en sus pueblos indígenas.

Dichas reformas permitieron la promulgación de la Ley General de Derechos Lingüísticos de los Pueblos Indígenas (LGDLPI), que en su Artículo 14 mandata la creación del INALI para, entre otras cosas, asesorar a los tres órdenes de gobierno para generar políticas públicas en beneficio de comunidades indígenas y sus hablantes. Un punto muy importante que señala esta LGDLPI es que reconoce a las lenguas indígenas y al español como lenguas nacionales, otorgándoles la misma validez para cualquier asunto o trámite de carácter público o privado y para que accedan plenamente a la gestión, servicios e información pública.

En su décimo aniversario, el INALI ha alcanzado grandes logros para promover el multilingüismo y la diversidad cultural como la revitalización de las lenguas en riesgo de desaparición; la formación de intérpretes, traductores y defensores públicos en los ámbitos de administración y procuración de justicia, la traducción de la Carta Magna a 23 lenguas indígenas.

Asimismo, mediante un trabajo arduo, con la colaboración de los mismos hablantes de lenguas indígenas, se ha logrado la elaboración de los normas de escrituras de diez lenguas, la última de las cuales, la otomí, se entregó recientemente el 21 de febrero en la ceremonia conmemorativa del Día Internacional de la Lengua Materna, durante un evento efectuado en Papantla, Veracruz. Además, a fin de hacer a las lenguas indígenas más audibles y visibles, el INALI ha participado en la traducción de anuncios campañas institucionales de diversas dependencias federales, cuyas actividades tienen que ver con pueblos y comunidades indígenas del país.

No obstante ello, se reconoce que aún falta mucho por hacer para que la sociedad mexicana en su conjunto conozca, respete y valore la gran diversidad cultural y lingüística de los casi siete millones de mexicanos que aún hablan su lengua materna, de los cuales un millón aún son monolingües.

La situación y el contexto social del siglo XXI nos hacen cada vez más multiculturales y multilingües, los contactos culturales y lingüísticos son cada vez más notorios y complejos, por lo que el diálogo intercultural, el respeto entre diferentes y la igualdad en las oportunidades entre todos los mexicanos, son la base para hacer de nuestro país un lugar democrático, plural e incluyente.

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