Semanal, LA POESÍA Y EL VIAJE: Á 75 AÑOS DE MARCO ANTONIO CAMPOS

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Barbie, la película que infantilizó al mundo Evelina Gil

Aporofobia: el desprecio hacia los pobres

José Rivera Guadarrama

Pascal Quignard y Galia Eibenschutz: La música y la voz del ser Alejandro García Abreu

LA POESÍA Y EL VIAJE:

75 AÑOS DE MARCO

ANTONIO CAMPOS

José Ángel Leyva

SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA DOMINGO 25 DE FEBRERO DE 2024 NÚMERO 1512
SEMANAL
Á

25 de febrero de 2024 // Número 1512

Portada: Collage de Rosario Mateo Calderón.

LA POESÍA Y EL VIAJE: 75 AÑOS DE MARCO

ANTONIO CAMPOS

Es proverbial, y al mismo tiempo deplorable, una costumbre no sólo mexicana pero que en nuestro país alcanza niveles de verdad exasperantes: soslayar la trayectoria, presencia y relevancia de ciertos autores que no juegan el juego indigno de la hipocresía acomodaticia o el comedimiento enceguecido con los poderosos, que no se hacen pasar por insoslayables ni acaparan todo foro. Otra variante de esa insania consiste en esperar hasta que no están entre nosotros para aquilatar, ya tarde, su importancia. El poeta, ensayista, narrador, investigador, traductor y promotor Marco Antonio Campos es de esos autores que en justicia deberían ser más difundidos pero a la vez, con seguridad y no sin paradoja, es de los más notorios: conocido perfectamente en el medio cultural, ganador del Premio Villaurrutia entre otros galardones, el público masivo no ha accedido a disfrutar de su obra –Dime dónde, en qué país, Viernes en Jerusalén, Señales en el camino, No pasará el invierno, Los resplandores del relámpago, De paso por la tierra, entre muchos otros títulos–. Con el feliz pretexto de sus primeros setenta y cinco años de vida, dedicamos a nuestro también colaborador y amigo esta entrega de La Jornada Semanal.

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DISTURBIOS DEL SISTEMA BINARIO (SEIS POEMAS INÉDITOS EN ESPAÑOL)

En 2006, el poeta italiano Valerio Magrelli (Roma, 1957) presentó Disturbios del sistema binario, título centrado en un marcado contraste temático. De hecho, en el libro destaca una clara oposición entre la primera parte, abierta a las más variadas solicitaciones de la crónica, y la segunda, que se resuelve íntegramente en el ámbito doméstico. Más tarde, a modo de conclusión, se encuentra un apéndice que intenta formular una reflexión global: en un mundo atormentado por los abusos públicos y privados, el genocidio y el fratricidio, estos poemas pretenden rastrear los macro y los microconflictos hasta una raíz común, hasta una patología cognitiva que los explicaría en términos de “disturbios del sistema binario”. Tras haber extendido el radio de las consideraciones a la esfera política y social (En la tribu), tras haber descrito el margen de extraterritorialidad residual en el que aún parece posible ejercer sentimientos humanos no destructivos (La buena voluntad), el autor trata de comprender la banalidad del Mal mediante un reconocido test perceptivo basado en la ambigüedad de la imagen (El individuo pato-liebre). Y, mientras la escritura adopta la forma de un tratado, el lector puede asistir a una instructiva como desoladora confrontación entre las ilusiones del sujeto y la vulnerabilidad de su mundo.

Agradecemos la generosidad de Jordi Doce, quien nos permitió la publicación de esta pequeña muestra.

La guace

I.

Agua salobre, ni dulce ni salada, pero salada y dulce. Esto es lo que ocurre cuando los ríos de la guerra y la paz desembocan en un mismo pantano, en un estancamiento de vida infestado de muerte, en una efervescencia de muerte contaminada de vida.

II.

La puerta del Templo de Jano se convirtió en la de Duchamp, abierta y cerrada al mismo tiempo: ya no sirve para mantener a los monstruos fuera, pero tampoco para recibirlos.

Nota. Llámese “guace” a la confusa combinación de guerra y paz característica de nuestra época.

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Valerio Magrelli ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
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La sombra

Domingo por la mañana, me despierta la voz de mi hija, que grita desde la cocina, preguntándole a su hermano si, efectivamente, la Bomba, cuando estalle, dejará la sombra de un hombre sobre la pared. (No de “un hombre”: “del hombre”, dijo). Él asiente, yo me giro dentro de la cama.

Higiene y teodicea

Transcurre bajo el silencio la polémica acerca de la necesidad de verificar que las hostias consagradas están en regla conforme a las normas vigentes en materia de los productos alimenticios: “Dios no está muerto. Es sólo que caducó.”

Imagen de la poesía

Un padre es un ser sagrado, un rey S. Bellow

Un padre […] es un mal necesario J. Joyce

Es una imagen de la poesía la figura paterna que se alimenta de mí, ¿la solitaria que devora mi vida desde dentro? Imagen de la poesía es la figura de mi hijo, que bebe inclinado hacia el grifo, levantándose sobre un pie, mientras la otra pierna, prodigio de la estática, se balancea estirada en el aire, un contrapeso mágico para equilibrar su sed. ¡Ojalá yo tuviera su gracia para equilibrar el hambre de los que dentro de mí sobresalen y me desgarran!

La infancia del oficio

Observa a esa niña que está aprendiendo a leer: extiende los labios, se concentra, tira de una palabra, luego de otra, pesca, y la voz hace de caña, tensa, se curva, arranca lanzando estas letras ahora suspendidas en el aire brillando en el sol de la pronunciación.

Para una niña de seis años que no puede dormir

Te imagino como una Laika en órbita en el cielo deshabitado, pero cachorro de la oscuridad, satélite, cuerpo astronómico palpitando solitario en el universo devastado del sueño.

Tienes los ojos abiertos en la noche, iluminados por pensamientos que no son tuyos y te mantienen despierta arremolinándose.

Solitaria en la elíptica, peluche astral, preguntas cómo se hace para desaparecer.

Pero te quedas y atraviesas la noche cuidándome, perpleja, inconsciente, rendida a una fuerza que es más grande que tú, al faro que te ilumina desde el interior y que me ciega para guiarme en el sueño.

Versiones, nota y selección de Roberto Bernal.

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25 de febrero de 2024 // Número 1512

En las sociedades mercantilistas donde la ley es el intercambio, quien no es capaz, casi por la razón que sea, de participar en el ciclo de dar y recibir bienes o servicios, es rechazado. Esa es una de las líneas argumentales del presente artículo que sigue las ideas de Adela Cortina en su libro Aporofobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia.

APOROFOBIA: EL DESPRECIO HACIA LOS POBRES

La pobreza es una situación que molesta a quienes la sufrimos y a quienes la observan. Es un asunto que incomoda a las sociedades, a los países, a las naciones, sobre todo porque es reflejo de su incapacidad por resolver estos asuntos prioritarios. Además, respecto de estos sectores desprotegidos hay otro asunto más complejo. Es un estigma que tiene que ver con el trato hacia los pobres, definido por la filósofa Adela Cortina, como aporofobia, concepto que se refiere al rechazo, a la aversión, al temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado.

Adela Cortina indica que la aporofobia tiene un claro componente de discriminación y prejuicio clasista, pero que hay elementos más profundos. Por un lado, el rechazo al pobre, al peor situado, es el desprecio hacia a una persona desclasada; por otra parte, no se trata sólo de diferencias económicas, sino más bien de un claro rechazo hacia el que se encuentra en una situación general de vulnerabilidad.

En su análisis, Cortina sostiene que el origen de esta patología social se encuentra en la expectativa de reciprocidad, ya que vivimos en sociedades contractualistas, en donde la cooperación está basada en el principio del intercambio. Por lo tanto, las sociedades actuales se rigen por determinadas normas de reciprocidad indirecta, fundamentadas en la idea de que el juego de dar y recibir resulta beneficioso para el grupo y para los individuos que lo componen. Entonces, a quienes no pueden ofrecer nada bueno, quienes no tienen nada a cambio que dar, se les desprecia, se les aísla. Son rechazados. Hay, además, actitudes colectivas respecto a los pobres. Para algunos, es perceptible

una determinada desolación moral al ver en esta franja de la población la manifestación directa de la pobreza, la incultura y la irresponsabilidad. Para otros, hay aspectos de mala conciencia para quienes viven en el límite de la supervivencia, a quienes se mantiene en condiciones humanas insoportables. Por lo tanto, el pobre, el marginado, el vulnerable, no participa en ese juego del intercambio porque no parece que tenga nada bueno que ofrecer a cambio, ni siquiera de manera indirecta.

En su libro Aporofobia, el rechazo al pobre: un desafío para la democracia (2017), Adela Cortina sostiene que para poder hablar de una realidad hay que ponerle nombre para poder reconocerla, para saber de su existencia, para de esta manera poder analizarla y tomar una posición. Pone de relieve, además, que el sentimiento generalizado hacia este sector no es por cuestiones de xenofobia, de racismo o de cualquiera otra forma, ya que no se trata de un rechazo al extranjero por ser extranjero. En este caso, para analizarlo de manera detenida, basta observar con qué satisfacción son bien recibidos los turistas, el magnate inversor u otros sectores provenientes de distintas regiones del mundo. A ellos se les brinda otro trato, más cordial, más humano. En contraste, a los pobres, sean nacionales o extranjeros, se les trata con fobia. Son personas que no pueden ofrecer nada a cambio, que vienen a remover nuestra rutina y nuestra comodidad, que llaman a nuestra puerta pidiendo algún tipo ayuda.

Esta es la actitud que la autora llama aporofobia (del griego áporos), rechazo al pobre, al desamparado, al que en definitiva no tiene nada que ofrecer, tal vez sólo problemas. Es una figura que no cabe en una sociedad economicista, en la que priman los contratos del dar y recibir, el intercambio mercantilizado (más allá de las relaciones económicas o financieras), de manera que quien no entra en estos mecanismos no es bien recibido.

El pobre, el áporos, el que molesta, es incluso el de nuestra propia familia, porque se vive al pariente pobre como una vergüenza que no conviene airear, mientras que es un placer presumir del pariente triunfador, bien situado en el mundo académico, político, artístico o en el de los negocios

Cortina aclara que no es un rechazo exclusivo del refugiado, ya que también son víctimas los “sin hogar” de nuestra sociedad. A lo largo del libro la autora analiza los orígenes de este sentimiento de aversión, en su opinión fundamentados no sólo en factores sociales o históricos, sino también biológicos y evolutivos, arraigados en nuestras estructuras neurales. El problema no es de raza, de etnia, tampoco de extranjería. El problema es de pobreza. “Y lo más sensible en este caso es que hay muchos racistas y xenófobos, pero aporófobos, somos casi todos”, asegura Adela Cortina.

El pobre, el áporos, el que molesta, es incluso el de nuestra propia familia, “porque se vive al pariente pobre como una vergüenza que no conviene airear, mientras que es un placer presumir del pariente triunfador, bien situado en el mundo académico, político, artístico o en el de los negocios” ●

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PASCAL QUIGNARD Y GALIA EIBENSCHUTZ: LA MÚSICA Y LA VOZ DEL SER

Recientemente, el escritor francés

Pascal Quignard –experto en música barroca, violonchelista, fundador y primer director del Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versalles–, en compañía de la bailarina y artista visual mexicana Galia Eibenschutz, presentaron la puesta en escena titulada El amor el mar/la música y la muerte.

Música y movimiento

“CUANDO EL SILENCIO de la lectura me angustiaba, o cuando por la posición de la lectura me hormigueaba el cuerpo, hacía música”, escribe Pascal Quignard, autor de libros imprescindibles como El salón de Wurtemberg (1986), La lección de música (1987), Pequeños tratados (1991), Terraza en Roma (2000), Las solidaridades misteriosas (2011) y El amor el mar (2022). Recientemente, el escritor y músico francés Pascal Quignard (Verneuil-sur-Avre, Normandía, 1948) –experto en música barroca y notable intérprete– y la bailarina y artista visual Galia Eibenschutz (Ciudad de México, 1970) presentaron la mise en scène titulada El amor el mar/la música y la muerte en la galería Kurimanzutto de la capital mexicana. “Me gusta mucho el psicoanálisis y Freud decía que el alma era como la Roma antigua donde los sedimentos se confundían unos con otros, y para mí México es como esa Roma antigua que podemos tocar sedimento por sedimento hasta llegar al origen”, dijo Quignard –ganador del Premio Formentor de las Letras 2023– a su traductor Ernesto Kavi y a la periodista Erika Rosete durante su primera visita a este país.

En la galería Kurimanzutto, Quignard tocó el piano –aunque también domina otros instrumentos– y Eibenschutz danzó e improvisó movimientos. Formaron un tándem que buscaba las raíces de la experiencia estética y del silencio que, para Quignard, es parte esencial de la música y de la literatura.

La presencia escénica del cuerpo es uno de los ejes de los proyectos de Eibenschutz, experta en ballet clásico y danza contemporánea. Entre sus puestas en escena destacan Walk on Cracked Land (2013) en Miami Basel, cuya sede fue el Center for Visual Arts, y Dance Performance en colaboración con Corinne Skaff en Beirut (2016).

Música y silencio

EN EL RECINTO el escritor normando interpretó “Música callada”, del compositor catalán Frederic Mompou i Dencausse. Evoco la aparición de sus Pequeños tratados (traducción de Miguel Morey, Sexto Piso/Kurimanzutto, Madrid, 2016). Previamente escribí que, publicados por Maeght Éditeur de la Galerie Maeght, Quignard ha considerado durante mucho tiempo los Pequeños tratados como su firma, su casa y su nombre Pequeños tratados es un autorretrato intelectual en el que no faltan las reflexiones sobre la música y el silencio.

▲ Imagen de El amor el mar/la música y la muerte.

Mireille Calle-Gruber, escritora y profesora de La Sorbonne, dice –en el número de Studi Francesi dedicado a Quignard– que en los tratados hay un silencio inefable. Son la solución peculiar que Quignard inventa para romper con el discurso oral y la filosofía, para afirmar el silencio paradójico de la literatura y de la música.

En esta ocasión recurro a las reflexiones sobre la música y el silencio incluidas en Pequeños tratados. El autor se refiere al ritmo: “Al igual que se puede ‘poner música’: poema ‘puesto en página’.” Habla de la belleza de los libros equiparándola a la grandiosidad melódica: “Incluso, cuando el libro es muy hermoso, hace pensar que la lectura no está tan lejos de la audición, ni el silencio del libro tan alejado de una ‘música extrema’ –aunque sea preciso afirmar a continuación que es imperceptible–.” Se esfuerza por describir el efecto esperanzador que ejerce sobre él un volumen: el Livre des lumières [Libro de las luces], que publicó Simeon Piget en París, en 1644, escrito por Jean Gaulmin. “Cada vez que lo cojo, mi esperanza es musical, es la cadencia de una lengua lo que busco en él, y cada vez, como la voz muda, desaparecida, se eleva sin romper el silencio que la resguarda, de pronto se levanta, a mi lado, en el aire.”

Recurre a la diosa Sárasvati, divina esposa de Brahma, guardiana de las letras, de las artes y de la música. Se refiere a monjes “consagrados al dolor de la acedía. Características: clausura, introversión, oración o lectura, pureza, música, reserva, iniciación. Rechazo del mundo…” Confiesa que tenía el sentimiento de dejar la música por el silencio. Sobre éste dijo: “La música evoca su presencia. La lectura se hunde un poco en él.”

Piensa en bellos libros que regresarán. “Que hacen pensar en ciertas piezas de laúd o de clavecín que entonces se componían. Música enfática y dulce, sin sorpresa narrativa, muy articulada, solemne y prolija.” Es insomne y busca solaz en sus instrumentos musicales: “Me abandona el sueño. Abandono la cama. Vago por el apartamento. Pongo la frente sobre el cristal de las ventanas y miro el agua que pasa. De pronto entreabro la puerta del salón. Me acerco a los instrumentos de música.”

Y manifiesta: “Fue a la vez este eco y este microcosmos de música acordada con los círculos de las voces del ser.” Pascal Quignard, de noche, a la luz de las velas, interpreta una melodía callada en Ciudad de México ●

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JORNADA SEMANAL 25 de febrero de 2024 // Número 1512
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Alejandro García Abreu

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La película Barbie ha generado una polémica con dimensiones inesperadas por más de una razón. En este ensayo se plantean los argumentos de esa polémica que pone sobre la mesa las posturas del feminismo, por un lado, y del patriarcado, por el otro, en un terreno fértil para “el resurgimiento de una guerra de sexos”, en realidad nada fecunda.

Evelina Gil

LA PELÍCULA QUE INFANTILIZÓ AL MUNDO BARBIE:

E¿n qué momento nuestro modo de apreciar el cine y las artes en general sufrió esta regresión al tipo de percepciones y discursos que imperaban en el siglo XIX? No sabría definirlo con exactitud, aunque se trata de un fenómeno reciente. Lo que sí me atrevo a afirmar es que la película que hizo que este retroceso se reflejara –y universalizara– con pavorosa nitidez, desencadenando añejos debates que, al menos yo, creía rezagados al baúl de los bisabuelos, es la reciente y polémica Barbie, de Greta Gerwig. Para quienes no la han visto, un resumen tipo Netflix: los muñecos Barbie y Ken abandonan temporalmente Barbieland para conocer el mundo real y Ken tiene una epifanía al descubrir que existe algo que se llama “patriarcado”. Se le adelanta a su compañera en su retorno a casa y para cuando Barbie vuelve, se encuentra con que Ken ha instaurado ese sistema opresor en un mundo otrora regido por las muñecas.

¡Bienvueltos al Club de Tobi! No estaba cerrado, sólo en remodelación.

En un mundo en el que yo creía vivir, pero resultó virtual y subjetivo –el Dinosaurio nunca dejó de estar allí–, esta película hubiera pasado sin mayor pena ni gloria por los cines. Una comedia linda y divertida, sí. Actuaciones regulares y carismáticas. Ah, y lo más loable: su diseño de producción y su vestuario. Pero existen miles de comedias con los mismos atributos que nunca fueron fenómenos de taquilla, ni aspiraron remotamente a una nominación al Oscar, menos a

ocho. ¿Qué tiene Barbie que las demás no? ¿Por qué tenemos a tanta gente debatiendo furiosamente en torno a un filme que, si de algo carece, es de profundidad? El politólogo e ideólogo argentino de la extrema derecha, antifeminista y antiaborto, Agustín Laje (2.2 millones de suscriptores en YouTube), chico millenial pese a lucir y pensar como un venerable patriarca decimonónico, salió de una función de Barbie con una libreta repleta de notas que tradujo en un intrincado y grave discurso entre político, filosófico y biologicista que podría verse como una extensión de la película por su humorismo involuntario. La escena que, más que evidentemente, homenajea a 2001 Odisea del espacio, y una de las más impactantes, visualmente hablando, en que unas niñitas en estado de trance aporrean a sus muñecas bebés contra el piso tras descubrir a Barbie, es interpretada por él y muchos otros como una oda al aborto.

Lo pregunto de otra manera: ¿por qué la gente reacciona como si nunca hubiera existido una película feminista antes de ésta? Recomendaciones no solicitadas de películas tóxicas y anti-hombre: Romance X (Catherine Breillat, 1999) y Baise moi (Virginie Despentes, 2000. Mil veces mejor el libro en el que se inspira). La falta de cultura cinematográfica sería una respuesta. ¿Cómo es que en 1991 no vimos a tantos hombres (y mujeres) rasgándose las vestiduras ante una comedia mucho más radical en su mensaje (que no en su discurso) feminista como Thelma y Louise? ¿Será que no existían las redes sociales… o que se trataba de una película dirigida por un hombre, Ridley Scott?

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LA JORNADA SEMANAL
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Feminismo y patriarcado: la paja de la ideología

LO QUE HOY presenciamos en las redes, particularmente en YouTube, son videos producidos y conducidos, en su mayoría, por personas de la misma generación de Laje, en un rango de edad entre los veinticinco y los cuarenta años, brindando alucinantes discursos que, uno juraría, fueron extraídos de entre los cuadernos de un rígido pastor evangélico del viejo Oeste, que afirman, entre gritos y (casi) lágrimas que Barbie es una película altamente perniciosa que insulta a los hombres, como ninguna otra lo había hecho (otra vez, la escasa o nula cultura cinematográfica); que alguien debería llamar al orden a esas “locas feministas” (sic) que hicieron posible esta mayúscula ofensa a la dignidad varonil. Pero aquí no termina el drama. Del otro lado tenemos el panorama opuesto, protagonizado por mujeres en extremo jóvenes, raramente mayores de treinta años, es decir, pertenecientes a la llamada Generación Z o Generación de cristal, que consideran que Barbie es la película más genial jamás filmada. No por la calidad del guión o de las interpretaciones, o por sus interesantes elementos técnicos, sino por su “mensaje empoderador” de las mujeres. Todas ellas, sin excepción, afirman haber llorado con el emotivo discurso del personaje interpretado por América Ferrera, al que consideran el momento más precioso que nos ha regalado el Séptimo Arte. En concreto: es casi imposible encontrar una crítica objetiva y libre de paja ideológica sobre esta película. La gente no la ama o la odia por los motivos por los que las películas solían ser amadas u odiadas, sino por el “mensaje” que creen advertir en este producto. Y hablando de mensaje: tengo muy presentes aquellas clases en la escuela de Letras en la que los maestros me decían que las obras literarias –y también las cinematográficas– no deben ser juzgadas por un “mensaje” que, en todo caso, sería interpretado de modo totalmente subjetivo, sino por su resultado artístico. Esta gente ha perdido completamente de vista que Barbie es una ficción, tal como en los siglos XVII, XVIII y XIX se asumían como reales las novelas por entregas y, a sus autores, como responsables de los actos, morales o no, de sus personajes. Del mismo modo que en otros tiempos se percibía como mujeres de carne y hueso a Emma Bovary o a Anna Karenina, y como tal se les juzgaba, tenemos a gente del hiperconectado siglo XXI asumiendo que Margot Robbie es la muñeca Barbie y Ryan Gosling el muñeco Ken, peor aún, colocándose del bando de uno y otro como si se tratara de antagonistas de la vida real: Putin versus Zelensky (aunque ninguna guerra de lo que va del siglo haya generado tanta división como esta obra). Al darse a conocer la lista de nominados al Oscar de 2024 presencié, no sin azoro y una obligada dosis de risas nerviosas, cómo las jóvenes feministas consideraban que la omisión de Margot Robbie en el rubro de actriz protagónica representaba una oscura maniobra del patriarcado, mientras que, del otro lado, hombres jóvenes o relativamente jóvenes, así como chicas antifeministas (que las hay, muchas más de lo que cabría imaginar) celebraban la nominación a mejor actor de reparto de Ryan Gosling como “ un triunfo del patriarcado” (sic). Ninguno de los bandos le concedió importancia a la inesperada nominación de América Ferrera, la del discurso “empoderador”, como mejor actriz de reparto.

Existen miles de comedias con los mismos atributos que nunca fueron fenómenos de taquilla, ni aspiraron remotamente a una nominación al Oscar, menos a ocho. ¿Qué tiene Barbie que las demás no? ¿Por qué tenemos a tanta gente debatiendo furiosamente en torno a un filme que, si de algo carece, es de profundidad?

Hemos de aclarar que detrás de todo este teatro de enredos y resentimientos ya no tan internalizados, existe una serie de factores que me llevaría demasiado tiempo dilucidar, pero tienen que ver con las radicales políticas de género impuestas en algunos países de Europa (España en particular) y Latinoamérica (Argentina y Chile) que han tergiversado y pervertido los preceptos originales del feminismo (por mucho que se escuden en él), así como de los peligros que un igualitarismo institucionalizado supone para los hombres, peor aún, para su hombría. Muchos “leen” la película Barbie bajo esta lupa distorsionada y la perciben, dependiendo el caso, como un producto peligroso o liberador, cuando los más adultos vemos en ella una película mainstream del montón. Y yo me pregunto: ¿cuál sería la intención de Greta Gerwig al elaborar el guión de esta película? ¿Intuiría, en algún momento, que los espectadores se la tomarían tan peligrosa y ridículamente en serio? Tanto críticos como idólatras de Barbie ignoran –o parecen ignorar– que Gerwig (California, 1983) posee una interesante trayectoria detrás de y ante las cámaras. Previo a Barbie, estuvo al frente de Lady Bird, por la que obtuvo su primera nominación al Oscar como mejor directora, así como la más reciente versión de Mujercitas. Ella ha echado luz en diversas entrevistas sobre lo polarizante que resulta la muñeca Barbie entre las feministas de la segunda y la tercera ola; ha pasado de ser considerada un juguete dañino para las niñas que, durante generaciones, se desvivieron por parecerse un poquito a su adorada muñeca (al juguete le endilgan la culpa de una epidemia de bulimia y anorexia suscitada entre las décadas de los setenta, ochenta y noventa), a ser un icono empoderador para las feministas jóvenes, a través del ingenio de la propia Gerwig que supo capitalizar esta dualidad pues, sin importar qué tan perfecto sea su físico, Barbie tiene la capacidad de ser lo que sea que se le antoje: gimnasta, astronauta, corredora de autos, presidente y hasta Premio Nobel, representada en estas facetas por actrices diversas, mientras Robbie caracteriza a la Barbie por antonomasia. Estamos, de pronto, regresando a ese tiempo, que creía desaparecido, en que los niños peleaban contra las niñas por delimitar su territorio y todo lo “femenino” es objeto de sospecha y juicio moral. Una de las razones por las que Barbie trascenderá es porque, gracias a su carácter masivo, ha despojado de sus camuflajes al machismo que siempre ha estado allí, y, en obvia consecuencia, sirve de asidero a las jóvenes que vivían la ilusión de un privilegio que no se habían molestado en preservar, como no fuera a través de discursos vacuos, salpicados de terminajos robados a la academia que, para quienes emprendimos algún tipo de estudio de género, no dejan de sonarnos chocantísimos aplicados al lenguaje cotidiano, y que, hay que señalarlo, salpican de continuo al filme que nos ocupa. Lo peor es que en medio de tantos malos entendidos, generados principalmente desde el poder y su empeño en cautivar y manipular a un amplio grupo social, al precio de despojar de nobleza una serie de movimientos salidos del feminismo, se está sembrando un terreno fértil para el resurgimiento de una guerra de sexos que, si alguien no sale a poner orden, como solían hacerlo nuestras sensatas maestras de párvulos, podría pasar de ser una imitación de nuestros juegos en el patio de recreo a algo mucho más serio, como suelen serlo las guerras entre superpotencias donde ha dejado de existir el rival más débil ●

7 LA JORNADA SEMANAL 25 de febrero de 2024 // Número 1512

LA POESÍA Y EL VIAJE:

Hombre de letras versátil y riguroso, Marco Antonio Campos (CDMX, 1949) ha sido y es narrador, ensayista, traductor, promotor cultural, editor, funcionario universitario y crítico literario, pero sobre todo poeta. Este artículo presenta los rasgos esenciales de una vida dedicada a la “inútil” y tan necesaria poesía, celebra su cumpleaños setenta y cinco e invita a leer Poesía reunida (1970-1996) y El forastero en la tierra (1970-2004).

Yo soy Marco Antonio, hijo de Ricardo y Raquel, y nací en la Ciudad de México una noche del bárbaro febrero, con la vista en el mayo abrasador y en las montañas del sur. Y aposté por la poesía y el ángel. MAC

La obra poética de Marco Antonio Campos (MAC, 23 de febrero de 1949) es concebida como un viaje, un desplazamiento hacia sitios donde la imaginación suele anticiparse para dejar rastros, signos de una presencia a menudo alimentada por lecturas y charlas, por el cine y los sueños. Tal vez por ello el poeta tienda más a la amplitud de los versos –sin restar importancia al verso corto– y sea percibido más cómodo en el poema en prosa. Este polígrafo se esmera en pasar las pruebas de calidad de todos sus quehaceres: novela, cuento, minificción, ensayo, crónica, entrevista, traducción, crítica, y por si fuera poco, edición y promoción cultural. Gran conocedor de cine y de música, su escritura conforma una obra profusa y diversa, pero es en la poesía donde anhela dejar huella.

Si alguien desea conocer y entender su biografía debe enterarse que ésta se encuentra resuelta en su propia obra poética y en varios de sus libros como Árboles (Cuaderno de aforismos), Dime dónde, en qué país (Visor, 2010), en el que Eduardo Lizalde lo reconoce como un gran cronista y poeta de viajes, y lo confraterniza con el catalán Josep Pla. La poesía tal vez nazca de la carencia, de la natural insubordinación del pensamiento que hace de la persona un inconforme irredento, un exiliado de la lengua, un marginado de las zonas comunes donde la multitud se concentra para intercambiar significados y divisas existenciales, desgastadas por el uso. Marco Antonio Campos ha empeñado su tiempo en la literatura.

DE MAR 75 AÑOS

8 LA JORNADA SEMANAL
febrero de 2024 // Número 1512
25 de
José Ángel Leyva ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
▲ Marco Antonio
Ilustración: Rosario
Calderón.
Campos.
Mateo

RCO ANTONIO CAMPOS

MAC evoca algunos de los escasos encuentros con su padre, amante de la fotografía, para revelar la imagen del hijo como un negativo olvidado en la cámara oscura. “Antonio Porchia escribió: ‘mi padre, al irse, regaló medio siglo a mi niñez’. Yo apenas añadiría: mi padre, al irse, regaló siglo y medio de libertad y de sueño a mi niñez.” Hombre práctico, su progenitor le cuestionaba “¿para qué la poesía?” Y él respondía que el oficio es inútil, pero es lo que más privilegia con música variada y palabras en cadencia la asimétrica belleza del secreto mundo.

“Te atormentas demasiado. Tienes todo para ser feliz”, me dijo mi madre a los 20 años, y lo repetí en un poema aquel 1969. Lo que mi madre no sabía es que ese tienes todo para ser feliz estaba en verdad muy lejos de serlo. Más que ser dichoso en la vida lo importante para mí fue hacer y conocer. MAC

EN 1978,CUANDO MAC publica Una señal en la sepultura, el nicaragüense Ernesto Mejía Sánchez sentencia en su prólogo una frase que dialoga con lo dicho por su madre: “Este muchacho quiere sufrir, y lo conseguirá.” En las razones de ambos dictámenes está la conciencia y la perspicacia de quienes leen el alma de un ser afectado por el escepticismo y la soledad, que sólo encuentra en las letras y en particular en la poesía posibilidades de sobrevivencia. Desde muy joven, MAC se asume como un animal melancólico de las letras y un solitario en comunión.

Descubrir las fuentes naturales de la creación, el surtidor de la palabra insumisa, el cuerpo del lenguaje, que de tanto ascender a la cima y bajar, como Sísifo, a las profundidades del origen, posee una fuerza capaz de construir un mundo propio. Pero la realidad del poeta es, necesariamente, una realidad compartida. A cambio, la poesía exige la renuncia a la certidumbre material y a los seguros de trascendencia y gloria. Así se ejerce el oficio más inútil y posiblemente más gratuito de todas las artes. En ese sentido, la obra poética de MAC es una apuesta total de vida en cada verso y cada poema, en cada libro. Si bien es un autor versátil y erudito, el cultivo de otros géneros literarios responde en esencia a esa búsqueda calcinante que suele descorazonar a los más firmes fabricantes de versos. “Si encontrara esa palabra haría a la vez un mundo y un gran poema.”

Teniendo todo para conseguir una buena rebanada de fama y de mercado, incluso de poder político, MAC se ha entregado de lleno a la vida universitaria. Así, comulga con uno de sus más entrañables preceptores y colegas, Rubén Bonifaz Nuño. También ha renunciado a la meritocracia académica para evitar el desgaste en informes y escaladas por mejoras económicas; sobre todo ha rechazado cualquier lastre laboral que impida o

No hubo un camino fijo Marco Antonio Campos

Pienso, me gusta pensar desde fuera, occidentalmente, que casi todas las urbes las conocí caminándolas, y a veces, de tanto decírmelo, me pienso que alguien en mí las caminó por una mitad del siglo y dos, como si la escritura en las calles se oyera paso a paso, como si las huellas de las pisadas –horizontal o verticalmente– anduvieran a ciegas, porque en el ayer del ayer, cuando la fuerza era doble, yo hacía de dos días o tres días un cada día Adiós palomas en el sol de viernes de Jerusalén, adiós al Arno cuyas aguas partían en dos a Pisa para compartir las voces antagónicas de Shelley y de Byron, adiós veintitrés años en Tübingen a las orillas verdeoscuras del Neckar (donde Hölderlin miraba en el delirio el cuerpo delgado y la cara griega de Diotima), mañanas duales de Salzburgo, en que muchas veces, en calles y callejas, calladamente, solía el forastero deambular con el extraño para oír la canción del mirlo

Pero hoy por hoy, el 23 de marzo del ’22 del siglo, aquí, en la injustísima Ciudad de México, camino a l o largo de Insurgentes y veo florecer las jacarandas, pero pocos oirán dentro de poco, a mi cuerpo o a mi sombra, alejarse del vuelo y el gorjeo del gorrión o el zenzontle, antes que funesta asome, en llama breve de la tarde azul, la nube negra.

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LA JORNADA SEMANAL

25 de febrero de 2024 // Número 1512

VIENE DE LA PÁGINA 9 / LA POESÍA Y...

reduzca su libertad de viaje y de organización de uno de los más antiguos encuentros internacionales de poesía: Poetas del Mundo Latino. Como en Bonifaz, hay una poética de la insuficiencia, de la decepción y del desaliento, pero MAC tira hacia derroteros que lo hermanan con otros paradigmas locales y universales que se han ganado su admiración y estudio como Manuel Acuña, Ramón López Velarde, Eduardo Lizalde, Francisco Hernández, Víctor Sandoval, en lo nacional, y Rimbaud, Trakl, Hölderling, Pablo Neruda, Joan Margarit, Nuno Júdice, Juan Manuel Roca, Juan Gelman, Luis García Montero, Piedad Bonnett, por mencionar algunos nombres significativos en su horizonte poético. Como polígrafo se identifica con la tradición mexicana de Alfonso Reyes, Octavio Paz, R. Bonifaz, José Emilio Pacheco, y sus más o menos coetáneos Vicente Quirarte y Carlos Montemayor.

Yo aprendí más de la vida caminando en las calles y plazas del mundo que en las páginas de los libros. Mi obra está hecha más de pasos que de palabras. MAC

PABLO MONTOYA, escritor colombiano, afirma en su prólogo a Destrucción de los últimos Ángeles, que “Campos va y vuelve por el mundo, suspendido en la nostalgia, atravesado por la curiosidad planetaria.” Y es así, porque el autor nos advierte que los poemas reunidos en esta edición fueron escritos in situ, es decir, en el lugar donde los personajes vivieron circunstancias trascendentes en sus biografías. MAC intenta revivir esos momentos y con ello desvelar el rostro de la infelicidad, de las derrotas que marcaron cada vida y otorgaron gloria tras la muerte.

Caminos y ciudades, espacios íntimos y acervos de miradas, testimonios y diálogos, revelaciones y señales que nos conducen por el tiempo de su escritura. La construcción de sueños y de viajes, de preguntas y más preguntas, deseos y contenciones, impone la dinámica de una obra en permanente construcción. Marco Antonio es presa a menudo de los vaivenes de la duda y de la culpa, por lo que supone que no hizo, que no fue; en consecuencia interroga, nos inquiere, a nosotros lectores, si en verdad valió la pena el sacrificio.

“Pero, en verdad valió la pena”, título de uno de sus poemas, funge más como una reafirmación de lo vivido, no sólo en el qué, sino sobre todo en el cómo. MAC mismo lo ha dicho en diversas ocasiones: si alguien nos recuerda, dentro de cien años, por un puñado de versos, entonces valió la pena. Si los aforismos de Árboles nos dan pistas muy claras sobre sus convicciones existenciales y literarias, Dime dónde, en qué país, lo mismo que Viernes en Jerusalén son bitácoras de afectos y momentos íntimos y distantes en la geografía y en el tiempo, referentes culturales que lo persuaden de que cuanto más lejos o más prolongadas sean las estadías en otras latitudes, no obstante su belleza o su poder de seducción, es México donde encuentra motivos para volver irremediablemente.

Como otros poetas viajeros, MAC tiene idealizados ciertos lugares del planeta y de la literatura, pero ninguno como Ítaca encarna el deseo y el temor. No la Ítaca de Ulises y Penélope, la de Homero, sino la que aparece en su poema “Cefalonia”. Una ínsula a la que no viajará, no sentirá en la planta de los pies su realidad anodina. “Con

Es la conciencia y la perspicacia de quienes leen el alma de un ser afectado por el escepticismo y la soledad, que sólo encuentra en las letras y en particular en la poesía posibilidades de sobrevivencia. Desde muy joven, MAC se asume como un animal melancólico de las letras y un solitario en comunión.

dos barcelonesas en las noches/ cenaba cordero y ensalada,/ mal gustaba del vino de resina, y decía que sí,/ con seguridad decía que al día siguiente/ me embarcaría hacia Ítaca: me esperaba el barco/ en el que iría a la isla que era el final de la navegación./ La isla donde pensaba llegar. La isla/ donde siempre pensé llegar./ Pero al día siguiente posponía el viaje/ para el alba siguiente y el alba siguiente/ para el otro día. /… / miraba de tarde desde la colina/ la costa esmeralda y ligeramente sinuosa/ de la isla de Ítaca.”

Este poema es revelador y sintetiza la búsqueda del viaje en MAC. No es la realidad, ni la certeza, ni siquiera las respuestas, tampoco la demora para arribar al puerto de sus desvelos donde probablemente, a diferencia de Odiseo, no lo esperen el amor ni vástagos que hagan perdurar su descendencia, mucho menos encuentre motivos para engendrar la venganza contra sus enemigos. Aun cuando MAC recomienda a sus lectores tener al menos un buen enemigo en la vida que valore con odio y con franqueza sus virtudes, sus méritos, el valor de su existencia. No hay nada en esa Ítaca que lo persuada de romper su desidia e indeterminación para atestiguar el final de la travesía. Su Ítaca no tiene un lugar preciso en el mapa, tampoco es un puerto para quemar las naves y cambiar la aventura por los recuerdos. MAC nunca se ha ido de Ítaca, viaja en ella, con ella, sabe que existe en la búsqueda incesante del lenguaje.

No he podido dejar de verme en múltiples momentos con una mirada melancólica: lo que fui, lo que he sido, lo que se ha ido, lo que se me ha ido, lo que hubiera podido ser, lo que no podía ser, lo que ya nunca será.

RENUNCIA Y CARENCIA, imposibilidad vienen como un ritornello al cuaderno pautado del poema, a la escritura melódica de la añoranza de ese muchacho que tenía todo para ser feliz, de ese joven poeta que quería sufrir y fue exitoso en su propósito. “Las muchachas ligeras de vestidos tenues espejean en su piel los fulgores del sol en las riberas del Sena, pero hoy sólo respiro la respiración del viento que llega claro y con sonido de cristales desde los álamos sobresaltados y expira

Página anterior: Marco Antonio Campos, 1995.

Foto: La Jornada / Fabrizio León.

Derecha: Marco Antonio Campos, en su casa, en la Ciudad de México, 2008.

Foto: La Jornada / Cristina Rodríguez.

en el exterior de la iglesia de Notre Dame. Y siento que el amor que dejé me revienta en las manos como una granada.”

Desde antes de cumplir cincuenta años, MAC externa su preocupación por la pérdida de la juventud, por un esplendor que se marchita; en su lugar habita el desasosiego, la inquietud por no saber si algo de él dejará una huella para las generaciones futuras, si los lectores reconocerán la autenticidad de su ofrenda. Y se pregunta “¿Quién leerá mis versos?” (2001): “¿Qué será de mis versos? ¿Quién los leerá?/ pronto me iré, y así será, y me iré ¿y qué pasa? / … / Si en el futuro alguien los lee, tal vez perciba/ que los escribí con la llama del sol en la hoguera del mediodía /…/ con el grito doloroso del tigre lanceado/ en el momento de fallar la red,/ con gotas de sangre del pecho de las golondrinas/ que no lograron completar el vuelo.” El ostinato de la insuficiencia, de la incompletud marca la vehemencia del mensaje, de los hechos, la autenticidad de sus palabras. Con “La ceniza en la frente”, y rehuyendo a falsas experimentaciones y modas estéticas, al poeta le asalta la duda de si algo de ese amor por la escritura remontará la inmediatez de la memoria, si alguien valorará la dimensión del sacrificio. “Uno escribe para que alguien con emoción recuerde alguna página o unos versos; lo peor que puede pasarle a un poeta o a un escritor es haber escrito para nada, es decir, para nadie.”

Hermann Broch, en La muerte de Virgilio, narra las últimas dieciocho horas de vida del autor de la Eneida y su vacilación entre destruir su obra maestra o mantenerla a salvo. Ese poema épico habla de la grandeza humana, de héroes y de semidioses, de la fundación de Roma, pero los hombres que él escucha y conoce, simples y mortales, la soldadesca y la canalla, no son de la estatura de su obra. A pesar de ello, esos individuos, piensa, es a quienes la Eneida habrá de mostrarles el ideal humano. A su manera, y guardando proporciones, MAC hace con sus dedicatorias un panteón de amigos y de afectos, de afinidades y lealtades, situándolos en la antípoda de los que encarnan la falsedad, la hipocresía, la maledicencia y la traición. Los aforismos de Árboles apuntan hacia esa latitud.

Caminos y ciudades, espacios íntimos y acervos de miradas, testimonios y diálogos, revelaciones y señales que nos conducen por el tiempo de su escritura. La construcción de sueños y de viajes, de preguntas y más preguntas, deseos y contenciones, impone la dinámica de una obra en permanente construcción.

Oigo el canto en la cima de la montaña y trato de reconocer la voz. Trato de reconocer. Trato de reconocerme. MAC

POESÍA REUNIDA (1970-1996) y El forastero en la tierra (1970-2004), ambas ediciones de El Tucán de Virginia en coedición la primera con la Universidad Autónoma Metropolitana y la segunda con CONACULTA, concentran la esencia lírica de Marco Antonio. Tirajes de mil ejemplares en 1997 y en 2007 ponen en circulación sus poemas de forma poco visible. Tal vez el Premio Casa de América de Poesía, 2005, otorgado en España, le haya dado más visibilidad con uno de sus libros más destacados y solventes: Viernes de Jerusalén, pero en general la obra poética de MAC circula poco y en editoriales universitarias o de las llamadas independientes. Visor también ha editado Dime en dónde, en qué país (2010) y De lo poco de vida (2016). La poesía de MAC no constituye un corpus desbordado, tampoco es magro como el de Alí Chumacero, es una obra comedida, concisa, atenta a sus proporciones, escrupulosamente vigilada por el ojo crítico del autor.

MAC ha sido un atento lector de poesía y un incansable promotor de poetas en quienes reconoce una obra trascendente, aun si ésta no se halla en el radar de sus gustos y preferencias, incluso de sus simpatías. A esta labor suma la de traductor y editor, que amplía aún más el radio de difusión de la poesía y el conocimiento de poetas que escriben en otras lenguas o directamente en español. Son tan pocos los poetas de calidad que emplean su tiempo y su energía para el reconocimiento de los otros; la mayoría no desperdicia sus acciones en ponerle alfombra roja a los demás, se concentra en la valoración individual, propia. La bibliografía de MAC es tan abundante que uno podría definirlo no sólo como polígrafo, sino como un animal de letras. Y no obstante, martillea su escepticismo: Pero en serio, es una pregunta en serio para uno mismo o para cualquier poeta a cierta altura de su edad: ¿valió la pena el sacrificio, valió la pena abandonar la apuesta de la acción para entregarle la vida a la inutilidad de la poesía? ●

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Qué leer/

Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos, Emilia Pequeño Roessler, Vaso Roto, España, 2024.

LA POETA CHILENA Emilia Pequeño Roessler ganó el Premio Joven de Poesía Vaso Roto 2023 con Notas para una cartografía imaginaria de los fiordos. Investiga los espacios de un paisaje imaginado. Los fenómenos geográficos referidos desde el título condensan su obra: “valles formados por glaciares que se hundieron en el mar”. En el poema “nota sobre la topofilia” –incluido en el libro galardonado– se lee: “el amor por los lugares/ puede hacerlos desaparecer/ de nuestro horizonte/ como puede desaparecer/ la línea/ del propio cuerpo/ en contraste con un fondo/ hecho a la medida/ de los sentimientos”.

Aspectos de la novela,

E. M. Forster, traducción de Guillermo Lorenzo, Navona, España, 2024.

Pájaros y luciérnagas. Pensamientos y aforismos, Rabindranath Tagore, edición y traducción de Ricard Vela, Ariel, México, 2023.

ESTE LIBRO ES un repertorio de ideas indispensables, concebido para exhibir un paisaje espiritual e intelectual conciso pero penetrante de las meditaciones, destellos y percepciones de Rabindranath Tagore. El pensador escribió: “Nuestra emancipación se produce a través del sendero del sufrimiento. Y, para ello, debemos dejar libre acceso a la puerta del gozo y abrirla con la llave del dolor. Nuestro corazón se asemeja al agua de una fuente que mientras circula por el estrecho caño del yo está llena de temores, recelos y pesadumbres, porque corre en la oscuridad y no conoce su término, pero que en cuanto brota en el espacio abierto, en el seno del Todo, resplandece en la luz y canta en el gozo de la libertad.”

Dónde ir/

Pista de baile. Tania Candiani. Curaduría de Lucía Sanromán. Música de Pepe Mogt. Museo Kaluz (Hidalgo 85, Ciudad de México). Hasta el 29 de abril. Miércoles a lunes de las 10:00 a las 18:00 horas.

de los antiguos salones de baile de la colonia Guerrero, como el Salón México y el Salón Los Ángeles para generar una pieza que plantea una cronología de los géneros musicales que sonaron en diversos lugares “a través de los cuerpos de los bailarines […] desde la guaracha del siglo XVII hasta la salsa de los años setenta del siglo pasado”. La artista concibió el proyecto para el atrio del recinto. La música está a cargo de Pepe Mogt, músico electrónico integrante y fundador de Nortec.

Archipiélago.

Dramaturgia de Sandra Burgos. Dirección de Valeria Fabbri. Con Sophie AlexanderKatz, Sandra Burgos, Pilar Ixquic Mata, Flavia Atencio, Viridiana Olvera, Manuel Cruz Vivas, César V. Panini, Roberto Cázares, Andrew Leland Rogers y Antuan Trejo. Foro Shakespeare (Zamora 7, Ciudad de México). Hasta el 25 de abril. Miércoles y jueves a las 20:30 horas.

E. M. FORSTER fue invitado por el Trinity College de Cambridge en 1927 para hablar sobre la novela. “Fueron conferencias informales, en tono de charla, y me pareció más conveniente, al presentarlas en forma de libro, no pulir el estilo por temor a que no quedara nada de ellas”, dijo el conferencista. El escritor utilizó ejemplos clásicos para destacar siete aspectos universales de la novela: la historia, la gente, el argumento, la fantasía, la profecía, la forma y el ritmo. Algunos críticos literarios han aseverado que Forster formuló una teoría canónica.

TANIA CANDIANI PRESENTA la videoinstalación Pista de baile, proyecto comisionado por el Museo Kaluz. Tania Candiani retoma el motivo

En nuestro próximo número

ARCHIPIÉLAGO NARRA LA historia de cuatro hermanas que fueron abandonadas por su madre cuando eran pequeñas. Este suceso las marcó. Actualmente, adultas, les resulta complicado consolidar sus propias familias y reconciliarse entre ellas y con ellas mismas, dicen Sandra Burgos y Valeria Fabbri. “Son un archipiélago, están cercanas, pero sin relación. Son islas luchando sus propias batallas contra sus propios demonios. Galya, la menor, tras haberse encontrado el diario secreto de su madre, se jugará su última carta para unir al archipiélago de los González en una cena de Navidad.” ●

EN SUS PALABRAS: LA ÚLTIMA ENTREVISTA MARGUERITE YOURCENAR

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de febrero de 2024 // Número 1512
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SEMANAL SUPLEMENTO CULTURAL DE LA JORNADA

Arte y pensamiento

Artes visuales / Germaine Gómez Haro

germainegh@casalamm.com.mx

Malinche: Crónica ilustrada de El Encuentro

EL antropólogo e historiador francés Christian Duverger (Burdeos, 1948) es ampliamente reconocido por sus investigaciones y publicaciones sobre el México prehispánico y virreinal. Ha centrado gran parte de sus estudios en la figura de Hernán Cortés, añadiendo a las numerosas investigaciones de reconocidos autores propios y extraños una nueva visión crítica, levantando en más de una ocasión sendas controversias. En su libro de reciente publicación Malinche: Crónica ilustrada de El Encuentro, editado por el Museo Iconográfico del Quijote (MIQ) nos presenta una nueva mirada sobre el periplo y culminación de la conquista de México-Tenochtitlan, poniendo el énfasis en la relación entre el conquistador y La Malinche, pieza clave en el triunfo de los españoles en tierras mexicanas. Se trata de un volumen de bello diseño de Carmen Parra, quien realizó una serie de pinturas que acompañan los veintisiete capítulos de la narración. El libro y la muestra pictórica se presentaron recientemente en el MIQ, en Guanajuato. El espléndido diálogo entre pintura y escritura tiene como objetivo acercar la historia a las jóvenes generaciones, a partir de un texto de gran diafanidad y frescura que invita a una lectura ágil y divertida, complementada con las hermosas imágenes de la artista visual que ha dedicado gran parte de su trayectoria a plasmar temas relacionados con el patrimonio

artístico de nuestro país. Carmen Parra pinta las veintisiete escenas que conforman la narración inspirada en los códices indígenas que conoce profundamente, y recurre al papel amate como soporte para una representación de los acontecimientos plenamente libre en forma y fondo, a manera de guiños poéticos que evocan cada episodio. El capítulo 9 narra un momento crucial en la relación de Cortés y Marina, cuando ella le cuenta sus orígenes nobles en la región de Coatzacoalcos, vendida por su madre a mercaderes que la entregaron a unos mayas de la costa del Golfo donde los españoles tomaron posesión de ella. La escena pictórica que acompaña este capítulo me parece una de las más bellas de la serie. En una composición de fondo meramente abstracto, logrado con pinceladas libres y sueltas, vemos a los dos personajes enmarcados en una estructura geométrica blanca que evoca una atmósfera de luminosidad, sentados lado a lado, tomados de la mano y unidos por las vírgulas de la palabra. Cortés se nos presenta como un hombre robusto y sólido, mientras que Marina es una presencia etérea y casi espectral, quizás como metáfora de la luz que representa en el camino del conquistador.

Hoy es bien sabido que la llamada “Leyenda negra” decimonónica satanizó a Cortés y a la Malinche, quienes pasaron de ser la “pareja fundadora” de México a traidores, juicio maniqueo que

▲ 1. Veracruz. Marina le cuenta su vida a Cortés 2.Tenochtitlan. Marina y Cortés se reúnen con Motecuzoma. 3. Muerte y mito. La Malinche hoy

prevalece en nuestros días en mentes ignorantes que no quieren ver la complejidad de la historia. Para Carmen Parra “resulta sumamente interesante imaginar a la Malinche en pleno siglo XXI en medio de un caos de catástrofes. […] Esta mujer transformó el curso de la humanidad en tan solo diez años y consiguió crear un mundo nuevo a través de la palabra mestizaje. Su encuentro sigue siendo un enigma que aún no hemos logrado descifrar.” El historiador francés aborda de manera innovadora “el lado humano e íntimo de Cortés” y lo califica de “hombre del Renacimiento […] moderno, avanzado, progresista”. Concluye: “Hoy el nombre de Malinche está perdiendo ese carácter negativo y captura algo de la esencia de la verdadera Marina, mucho más cautivadora. Su vida conlleva un mensaje de esperanza: ilustra la revancha contra la fortuna adversa, de esclava pasó a la cúspide del poder. Destaca por su humanidad, sus talentos y su trayectoria de mujer libre. Su historia de amor se volvió mito.” La Malinche es en la actualidad una figura icónica que simboliza la identidad cultural, toda vez que plantea la reivindicación de género y empoderamiento ●

13 LA JORNADA SEMANAL 25 de febrero de 2024 // Número 1512
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Tomar la palabra/ Agustín Ramos

Por una democracia sin bicicletas

ERA UNA APOLOGÍA a López Portillo por su tercer informe. “Parteaguas sexenal”, creo que era el título. Yo no podía creer que Aguilar Camín escribiera algo tan arrastrado. Quise hablar al unomásuno para alertar sobre el error que ningún favor le haría a uno de sus articulistas estrella, pero alguien que lo conocía bien profetizó que cuando en México hubiera un golpe de Estado, Aguilar iba a ser el secretario de Educación Pública. A casi cinco décadas, esa profecía sigue vigente y relativamente cumplida. Porque en 1988, cuando Salinas de Gortari perpetró lo que Cuauhtémoc Cárdenas llamaría un golpe de Estado técnico, dos bandas se carrancearon el botín del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, un nuevo ministerio que sacrificó, entre otros, a los institutos de bellas artes y de antropología e historia, en aras de la modernización. Una de esas pandillas era la de Octavio Paz y por tanto la otra, a cuya cumbre ya se había trepado Aguilar Camín, no podía ser sino de izquierda. Y de ahí pal real...v

Aunque nadie le dispute el puesto de Presidente de la República de las Letras Light, a Héctor Aguilar Camín le tocó, qué le vamos a hacer, el segundo lugar ante el otrora omnímodo poder presidencial; diez pasos atrás de Paz y, tras morir éste, un escalón abajo del sucesor bastardo; así que debió conformarse con la vicepresidencia de la Aduana Cultural de Todo México. Dicho editorialmente, Nexos siempre ha tenido menos caché, couché y circulación que Letras Libres, porque para cualquier modalidad del narcoprianismo siempre ha de ser preferible la cucaracha envidiosa que el mosquito bobo, el gólem de Berlín que el teporocho de Chetumal. Y si bien la victoria electoral de López Obrador forzó la complicidad y quizás hasta el afecto (¿cómo olvidar el gesto gallardo de Krauze y sus 450 notables cuando el SAT detectó una maroma de Aguilar Camín?), bien dice el dicho que aunque sean del mismo barro no es lo mismo bacín que jarro. Entonces, pues, mientras Aguilar apenas logró ser funcionario de casilla en las elecciones de 2021, Krauze obtuvo en 2024 los mejores reflectores durante el mitin electorero de la autodenominada Sociedad Civil y sus logotipos rosa estampados con cargo a USAID y demás litiolovers

El número estelar de ese acto cívico, con el emérito árbitro Córdova, fumigó hasta el último germen de imparcialidad enquistado en lo más recóndito de la Femexfut e hizo añorar la incendiaria oratoria de Beatriz Pagés y el involuntario humor del santo patrono de la democracia neoliberal, José W el Bautista. Y resultó innecesario que los concurrentes hicieran profesión de fe ciudadana o enarbolasen pancartas con la leyenda “Xochilt (sic) no se toca”, no sólo porque los bots disléxicos no asistieron al mitin, sino porque la misma Xóchitl Gálvez, al justificar su inasistencia al mismo, confirmó su calidad de producto desechable, elaborado bajo las normas de calidad propias de Kimberly México y lanzado al mercado electoral con bombos y platillos, montajes y paparruchas, zanqueras patéticas y payasos grotescos. Aparte, por si algún ingrediente partidista faltara en el apartidista mitin, el máximo dirigente del PAN creyó justo y necesario hacerse notar en pleno Zócalo, el lugar mismo de los hechos. En cambio, quien no la regó tanto fue el autor de Por una democracia sin adjetivos, pues sólo equiparó la manifestación de este 18 de febrero con las de 1968. ¡No nos detendrán!, escribió Krauze henchido de juventud, tal vez ignorando que Claudio había dicho que la marcha siempre no/ y que las habituales bicicletas de los domingos no significarían el terrible obstáculo puesto a propósito en Reforma por la deriva autorietcétera/ ●

Arte y pensamiento

Biblioteca fantasma/ Evelina Gil

Miss México 1928

EL CERTAMEN MISS México comenzó con el pie izquierdo, en 1928, al mismo tiempo que el dibujante León Toral aniquilaba al presidente reelecto Álvaro Obregón. Pero la joven María Teresa Landa, que no encontraba lugar en el mundo, tomó casualmente aquel periódico que presentaba en primera plana la nota del magnicidio, distrayéndose con la convocatoria para un naciente certamen de belleza al que había que inscribirse enviando un par de fotografías, una de cara y otra de cuerpo entero, circunstancia que, en sí misma, representaba una dificultad. Pero a María Teresa nada parecía detenerla. La asesina inocente, de Erma Cárdenas (Washington, D.C, 1945), autora que considero un clásico viviente y no lo suficientemente apreciada por la narrativa mexicana contemporánea, aborda la impactante historia de la primera joven que representó a México en lo que, en la actualidad, se conoce como Miss Universo. En definitiva, María Teresa estaba muy adelantada a su época. Logró ingresar a la Escuela Normal tras una ardua labor de convencimiento a sus padres que no consideraban ni necesario ni “decente” que la chica arriesgara su honor mezclándose con hombres. En efecto, su paso por la escuela dista de ser un camino sembrado de diamantes, ha de confrontar el machismo de sus compañeros y profesores, que verán en ella un pedazo de carne, pero al mismo tiempo escuchará por primera vez la palabra “feminismo”, pronunciada con una mezcla de asco y desprecio. Pasarán muchos años para que comprenda su significado real, pero anhela estudiar odontología en la universidad.

Lo anterior no significa que María Teresa no sueñe con el amor. Posee una naturaleza apasionada y voluptuosa, ansía ser besada por un hombre. Casi en simultáneo, la joven conocerá al que pareciera ser su príncipe azul, un arrogante militar de nombre Moisés Vidal, y resultará seleccionada para contender por la corona de Miss México, la cual ganará con inaudita facilidad, transformándose en celebridad de la noche a

la mañana y, asimismo, en una mujer de “mala reputación” por el hecho de mostrar las piernas depiladas. Vidal no logra impedir que su novia viaje a Texas para participar en Miss Universo, y permanece aguardándola con aparente fidelidad cuando retorna sin el ansiado título de belleza universal, abandonada por la prensa que solía acosarla. Casi al instante de regresar, María Teresa y Moisés contraen matrimonio. La mujer más bella de México se entrega sin tregua a la pasión con su flamante marido, sin imaginar la verdadera naturaleza de aquella relación que la conducirá a cometer un crimen capital. La asesina inocente (Tusquets, México, 2024) es una novela biográfica, espléndidamente narrada, sobre una mujer que se sale con la suya sin malicia de por medio pues, en esencia, María Teresa Landa es una mujer ingenua pero con una gran inteligencia, que habrá de pulirse a través de los golpes de la vida. Presenciamos un juicio que, en cierta forma, nos recuerda el de Friné, donde un histriónico abogado defensor insiste en conmover al pueblo aludiendo a la belleza y juventud de la Reina de los Mexicanos, que no hizo otra cosa que defender su honor. De forma por demás sagaz, Cárdenas hilvana la historia de la primera Miss México de manera no lineal, alternando a la joven que reflexiona sobre sus actos en la oscuridad de una celda, con aquella que descubre, entre sorprendida e indignada, que la belleza es algo que se mide y se pesa; que el ser hermosa te convierte en mercancía de lujo, lo cual, al menos en su caso, puede destruir tu humanidad. Se nos permita acceder a una etapa nunca contada de María Teresa Landa que es la posterior a su escandaloso juicio, lo que confiere un cariz más justo a esta mujer que luchó contra su propia época y los demonios que se cernían sobre las mujeres que ambicionaban algo más que ser amas de casa, “Los reporteros se dan gusto inmortalizando a la Miss en su celda, el jardín de la cárcel o con un libro sobre el regazo.” ●

14 LA JORNADA SEMANAL
de 2024 // Número 1512
25 de febrero

Arte y pensamiento

Bemol sostenido/ Alonso Arreola

Redes: @Escribajista

Mineralia sonorosa

ÁGATA, AGUAMARINA, alejandrita, ámbar, cuarzo, fluorita, granate, hematita, jade, kunzita, labradorita, lapislázuli, malaquita, ojo de tigre, perla, pirita, shungita, topacio, turquesa, turmalina, unaquita y zircón. Todas son gemas, sí, pero no piedras preciosas, lectora, lector. Esas nada más son cinco: diamante, esmeralda, rubí, zafiro y amatista (aunque a esta última muchos la desconsideran). Todas ostentando nombres bellos, juguetones o provocadores, tanto como los objetos que procuran gobernar. Solitarias. Concentradas. Pacientes. Imparables. Nunca silenciosas. Al ser descubiertas ‒por extirpación o accidente‒ las piedras entonan tinturas soñadas durante la terrosa noche minada. En ella van naciendo, creciendo, pergeñándose a un tiempo incomprensible, incompatible con nuestra brevísima ambición. Allí aguardan (¿o rehúyen?) el encuentro de palas, picos y maquinarias. Suman elementos y condiciones para el nido perfecto. Labran un camino irrepetible en su composición, forma, dureza, color, brillo y sonido. Porque sí. Las piedras cantan. Elevan composiciones deliradas por la física y la química, en grupos o a solas, igual que hacen las miríadas inorgánicas del coro sumergido.

Idiófonos, estridentes como el oro o silbando por lo bajo como el grafito, hay ese conjunto que armoniza en diferente estrato de materia: pirrotina, yeso rojo, crisocola, limonita y serpentina; magnetita, obsidiana, galena, cinabrio y aragonito; calcedonia, ortosa, sepiolita, talco y piedra sol; yeso espejuelo, rubelita, plata, cianita y azurita; biotita, selenita, crisotilo, calcita y arsenopirita. ¿Conoce cómo se ve o suena alguna de ellas? Puede saberlo pronto si hace lo que nosotros.

En madrugada visitamos canales de coleccionistas y cazadores de minerales. Distraemos el insomnio con cortes de sierra mojada, escisiones que develan centros acristalados y caprichosas bandas. Gracias a los carniceros de piedras escuchamos el grito de los surcos duros. Vemos el crujir de superficies irregulares, disfraces burdos para el brillo que se muestra bajo la violencia del martillo. Cilindrita, eudialita, jamesonita, thenardita, pezzotaita, sanidina, clinoclasa, amesita, zafirina, bixbyita. Las más raras. Granate, espectrolita, fluorita, elbaita, ópalo, goethita (llamada así en honor al novelista y naturalista alemán Goethe) y ammolita (que conecta con el mundo de los fósiles). Las más iridiscentes.

Dicho ello, hoy preferimos darnos de cabeza con las fonolitas, esas rocas volcánicas de grano fino y naturaleza alcalina capaces de emitir sonidos campaniles tras golpearlas con otra piedra. ¿Musical Stone, Bell Rock Range, Ringing Rocks, Cerro de la Campana (Hermosillo), Cerro de las Campanas (Querétaro)?

Son nombres de lugares ocupados por estas piedras que cantan conquistando la distancia, mas no por badajos chocando en bocas de religión metálica y moldeada.

“La fonolita es una rara roca ígnea volcánica (extrusiva) de composición intermedia (entre félsicos y máficos), con texturas entre afaníticas y porfídicas”. Dice Wikipedia. No comprendemos nada, pero al instrumento musical creado con esa y otras rocas se le conoce como litófono. Hay antecedentes de su uso en el Neolítico y en la dinastía Shang de China, hace más de tres mil años, así como en diferentes partes de Vietnam. Stonehenge, el misterioso centro ceremonial del Reino Unido, también está bajo sospecha de ser un gran instrumento musical utilizado para ritos y llamadas sonorosas. En el Museo Metropolitano de Nueva York está el Rock Armonicum, un xilófono pétreo creado en 1880.

En fin, que todo suena si se golpea pero pocas veces devuelve un timbre tan primigenio como el de las piedras. No importa su valor o su rareza, cuando se multiplica en choque expulsa el murmullo de agua ‒su vieja condición de magma‒, un eco en que implotan multicolores fiestas. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos ●

Cinexcusas/ Luis Tovar @luistovars

Los hechos reales (I de II)

COPRODUCCIÓN MÉXICO-SUECIA y estrenado en septiembre del año anterior, el largometraje de ficción titulado Heroico (David Zonana, 2023) fue publicitado luciendo en su cartel una variante de la manidísima leyenda “basada en hechos reales”; a sus hacedores les pareció mejor sustituir “basada” por “inspirada”, con lo cual –y resulta difícil de creer que haya sido algo inconsciente– es como si de algún modo tiraran la piedra y escondieran la mano: si no afirmo sin ambages que la historia por contar es tal cual un hecho “verdadero” –luego sometido a un proceso de ficcionalización que por principio, se supone, está obligado a no distorsionar en lo esencial la categoría de verdad de lo contado– sino que, con no poca ambigüedad, sostengo que sólo “me inspiré” en algunos hechos que realmente sucedieron o siguen sucediendo –y el tiempo verbal aquí es muy relevante–, en el fondo hago dos cosas: una, me libero de cualquier cuestionamiento referido a si la trama de mi filme alguna vez tuvo lugar tal cual la cuento pero “en la vida real”, y dos, me autoconcedo una libérrima licencia para poner, de la cosecha de mi imaginación, lo que haga falta para que dicha trama cuente lo que me he propuesto y llegue adonde quiero que lo haga.

Desde esta perspectiva, la historia que se cuenta en Heroico muy probablemente sea más una extrapolación que un trasvase de la realidad a la ficción, a menos que los hacedores de este filme no vean matices entre uno y otro término y para ellos sean sinónimos basarse e inspirarse. Si ese fuera el caso puede que resulte mucho peor, pues los que entonces deberían ser considerados literales “hechos reales”, apenas alterados para funcionar como ficción –con el recurso del cambio de nombres reales por ficticios, o de escenarios, quizá de fechas y temporalidades (y de nueva cuenta este punto es relevante)– contenidos en la trama de Heroico, alcanzarían no sólo para hacer una película que sirva como vehículo de denuncia de hechos y situa-

ciones intolerables en tanto constituyen auténticos delitos de lesa humanidad, sino para que mucho más allá de la pantalla tales situaciones y hechos fueran objeto de múltiples denuncias y procesos judiciales que alcanzarían instancias fuera del país. Lo cierto, en todo caso, es que Heroico no fue, ni mucho menos, un filme que suscitara ya no se diga el correspondiente escándalo mediático y social que debió ser si los horrores que ahí se cuentan fuesen “reales” –como sugirió algún medio (des)informativo, según el cual Heroico “sacudió” a México entero, nada más que por alguna extraña razón los mexicanos no nos enteramos nunca de dicho sacudón–, sino que, aquí sí en honor estricto a la verdad, pasó sin mayores pena ni gloria por la cartelera, tanto cinematográfica como de plataformas. Es como si sostuvieran, sus hacedores, algo al estilo “me contaron que…”, “es un secreto a voces…”, “todo mundo sabe…”, cuyo denominador común sería “no me consta”, por un lado, y por otro así se haría patente la antes referida extrapolación: bastaría con que una sola vez hubieran sucedido, fuera del guión, los hechos que lo nutren, para sostener que han sucedido muchas veces o, aun más, que siempre ha sido así, incluso tal vez peores. El problema, por supuesto, es que si al guionista –y en el presente caso director también– aquello en lo que se “inspira” no le consta pero de todos modos es su punto de partida para decir que con su historia de ficción no está inventando nada, o en el menos malo de los casos casi nada, se desautoriza a sí mismo ya de entrada para esgrimir la leyendita, que por lo demás no debería hacer ninguna falta si lo que se cuenta, hablando narrativa y cinematográficamente, tiene la fuerza suficiente para imponerse como un discurso válido en torno al tema que se esté tratando.

En otras palabras, ¿a quién le importa, y sobre todo para qué, el hecho de que los multicitados hechos sean o hayan sido “reales”? (Continuará.)

15 LA JORNADA SEMANAL 25 de febrero de 2024 // Número 1512

Enrique Héctor González

José Agustín y la década de los demiurgos

En la década de los sesenta y un poco más del siglo pasado, tan agitada como creativa, contestataria como irreverente y crítica a través de los movimientos estudiantiles, la música, el incipiente feminismo moderno y la oposición a las guerras, por mencionar algunos aspectos, surge la voz ágil e inteligente de José Agustín (1944-2024), trascendente “sobre todo por la frescura, la novedad y el estratégico estilo de su prosa”.

Apesar de que, desde su título, resulte forzada la consideración de que en los años sesenta sólo había dos caminos en la narrativa nacional (la contracultura y la tradición literaria, es decir, Onda y escritura en México: jóvenes de 20 a 33, obra publicada por Margo Glantz en 1971), esta reunión de textos, que la autora rehusó considerar antología (término terminante y excluyente) para decantarse por el más modesto de compilación, hizo tan buen favor a la historiografía literaria mexicana como el que alcanzó en el género de la poesía, años más tarde, la Asamblea de poetas jóvenes de Gabriel Zaid. Una recopilación de relatos de diversos autores siempre será provisional y arriesgada; sin embargo, el esfuerzo de Glantz por incluir casi una treintena de voces nuevas realmente resultó profético: desde ahí se habla de los “onderos”, de los “escritores de la onda” para referirse a la narrativa joven de los años sesenta.

Entre los autores que conforman grupo tan peculiar (Jesús Luis Benítez, Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña, hay quienes incluyen a René Avilés Fabila y a otros más), destaca sin duda José Agustín (1944-2024), así, sin apellidos, como el más dotado o el más favorecido por la crítica y el público o el narrador que, entre ellos, permaneció mejor plantado con el paso del tiempo, sobre todo por la frescura, la novedad, el estratégico estilo de su prosa.

Son varios los méritos que distinguen a esa obra primeriza y muy buena impronta la que en sus lectores dejaron los primeros seis libros de José Agustín –desde La tumba (1964) hasta La mirada en el centro (1977)–, logro excepcional en un escritor de cualquier época; en sus cuentos y novelas, se dijo entonces, por primera vez en la ficción mexicana un narrador joven habla a los jóvenes en su propio lenguaje.

Sin duda el contexto de esa década demiúrgica, la de los años sesenta, la del rock y la liberación sexual y la búsqueda de la paz florida, la de la oposición a Vietnam, la de los movimientos estudiantiles, la de los primeros asomos de la women’s lib devino adecuado caldo de cultivo del espíritu adolescente de quien muchas veces fue considerado el enfant terrible de la literatura mexicana. Se ha hecho lo mismo devoción pagana y mitología clasemediera (con los onderos, con José Agustín en particular) que crítica bastarda o demasiado asertiva para señalar que su aparente verbosidad impetuosa (nel pastel, la chaviza contra la momiza, yo estoy in y tú estás out) nació vieja y se quedó hablando para la sociología, más que para la literatura. Pero eso mismo podría decirse de las novedades ortográficas y el exotismo del romanticismo sudamericano o del regionalismo de principios del siglo XX. Ocurre más bien que la originalidad es un don estimable y, diríase, esperable en cualquier autor o escritora que se precie de serlo, y el que se haya exacerbado esa búsqueda de la singularidad y la innovación en el lenguaje de la ficción sesentera no es coto privado de José Agustín ni de su generación, pero sí es una clave de lectura que no se encuentra fácilmente en cualquier promoción literaria. Y tal particularidad o extravagancia no siempre es un mérito: la misma Glantz habló de que veía en la Onda una tendencia a “preservar

morbosamente” la adolescencia; Monsiváis los ubicó como los primeros escritores estadunidenses nacidos en México (por aquello de su entusiasmo por el rock en inglés). No obstante, en el surgimiento del caifán y de un slang particular y en la conversión de la colonia Narvarte en “barrio mítico” y en la semejanza de su protagonista adolescente con el pícaro chistoso y amoral de la narrativa española del siglo XVI, tiene mucho que ver la genialidad desbordada y a veces comprensiblemente ingenua de José Agustín.

En Se está haciendo tarde, en De perfil, la narración hiperdialogada, la sustancia narrativomusical (en ese sentido, rabelaisiana) de la prosa, la elasticidad verbal y moral de los personajes, encarnan cuotas en que la naturalidad y la exageración, la pose y el peso de una convicción literaria devota de la oralidad se advierten enaltecidas por un sentido del humor irreverente y bienquisto. Puede que tal rebelión contra las convenciones haya perdido vigencia pero no su fuerza primitiva, su encanto y fluidez. Las historias de José Agustín, por ejemplo en Inventando que sueño, transcurren a una velocidad despiadada: las ocurrencias del narrador, su precocidad (menos precaria que presurosa) son rasgos de aceleramiento y ansiedad que mantienen casi siempre en vilo al lector.

La crepitación verbal de los cuentos y las novelas de José Agustín puede tener la apariencia de una agusanada guarida de trivialidades y lugares comunes, si se los mira prescindiendo de la vocación paródica que alienta su espíritu lúdico. Entre tanta opera prima desconcertada por una incierta obligación de trascendencia, la lección de José Agustín y los onderos, su caótica eficacia narrativa, recuperan para el lector una nota de agilidad en la lectura que la densa solemnidad de los autores primerizos de todas las épocas envidiará para siempre ●

16 LA JORNADA SEMANAL 25 de febrero de 2024 // Número 1512
José Agustín, 2007. Foto María Luisa Severiano.

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