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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 26 de abril de 2015 ■ Núm. 1051 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

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26 de abril de 2015 • Número 1051 • Jornada Semanal

BAZAR DE ASOMBROS GRECIA Y LAS MONSTRUOSIDADES CAPITALISTAS

Hugo Gutiérrez Vega No hay futuro, StreetArt de Angela Merkel y Antonis Samaras en Atenas. Fuente: Flickr

El 3 de septiembre de 1940, la ciudad de Montevideo vio nacer a Eduardo Galeano y el pasado lunes 13 de abril esa misma capital uruguaya lo vio partir de este mundo. Desde el arranque mismo de los años sesenta del siglo pasado, Galeano inició una trayectoria periodística y literaria que muy pronto lo convirtió en referente indispensable para entender los qué, los cómo y los porqué de Latinoamérica. Entre más de cuarenta títulos publicados –sin olvidar Su majestad el futbol y El futbol a sol y sombra, donde hace explícita su inagotable pasión por este deporte–, destacan por su tremenda influencia Las venas abiertas de América Latina y Memoria del fuego, auténticas piedras de toque del pensamiento latinoamericanista, del cual Galeano fue siempre uno de los más altos exponentes. Con los textos de Luis Hernández Navarro y Gustavo Ogarrio, así como la entrevista que Adriana Cortés le hiciera para estas mismas páginas en 2009, va desde aquí un hasta siempre al colaborador, colega y amigo entrañable.

Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

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l monstruo del general Marshall que es la Alema­ nia escogida por los triunfadores de la segunda guerra como el país líder de la recuperación eu­ ropea, tiene puestas las garras sobre el cuerpo enfer­ mo del país en donde se inició la aventura espiritual de Occidente, nuestra amada Grecia. Desde que se de­ claró la crisis provocada por la absurda receta neoli­ beral y por la corrupción, los gangsteriles tecnócratas de la señora Merkel sentaron sus amplios traseros en las sillas estrechas de los ministerios de gobiernos co­ mo el del junior Papandreu y el conservador Samarás. Todo lo palomeaban o rechazaban y su criterio único era que Grecia pagara sus deudas aun a costa de la extrema miseria de una población privada de los dé­ biles beneficios de su rudimentario sistema de bien­ estar social. Y digo rudimentario porque tenía una es­ tructura debilucha y, a pesar de eso, podía decirse que alguno de sus aspectos, como el de la seguridad so­ cial, tenía una amplia cobertura y contaba con la ad­ hesión de las clases populares. El buen humor de los griegos matizaba esta afirmación al contar que el hom­ bre biónico había sido operado en Inglaterra, mientras que Frankenstein había sido intervenido en la seguri­ dad social griega. Por encima de la broma, estaban el respeto, el agradecimiento y la sensación de justicia que siempre han acompañado a la medicina pública. Algo parecido puede decirse de la educación, del de­ sarrollo agrícola y el fortalecimiento de la pequeña clase obrera. Todo esto tenía un carácter secundario, pues las principales fuentes de ingreso del país siem­ pre han sido el turismo, el recibo de los envíos de divi­ sas de los griegos de la diáspora, radicados en Austra­ lia, Sudáfrica, Nueva Zelanda y, ya muy disminuida, la industria armadora de barcos de todos tamaños y usos.

Viví los últimos años del régimen socialista (Pasok) de Andreas Papandreu. Recuerdo su carisma y su dis­ minucion política y humana. Los griegos bromeaban sobre su decadencia física, que se presentó de la ma­ no de una nueva esposa joven y frondosa. No les es­ candalizó el divorcio, ya que la ortodoxia admite dos divorcios en los fieles y uno en los sacerdotes (popes) y, tal vez, envidiaban al anciano galopando, con peli­ gro de sus débiles arterias, sobre tantas frondosida­ des. Decían que la boda se había hecho por la sencilla razón de que el premier don Andreas había inventado una nueva postura sexual. Era difícil hacerlo después de las minuciosas enseñanzas del Kamasutra, pero los griegos insistían: Esa postura se llama: “Con un pie en la tumba.” Se podía bromear en aquellos tiempos, pe­ ro después llegaron los conservadores (Mitsotakis y otros) y unos socialistas más chafas que don Felipe González. El país se fue hundiendo en el neoliberalis­ mo que, acompañado de la ineptitud y de la corrup­ ción, fue una mezcla explosiva de carácter mortífero. Los griegos dominan el arte de renovar la esperan­ za y, a pesar de su proclividad por la tragedia y el des­ garramiento, saben enfrentar las situaciones críticas con fuerza y entusiasmo. La última elección ganada por una interesante coalición de la izquierda encabe­ zada por un líder joven y descorbatado, Alexis Tsipras, abre, a pesar de que las dificultades están vivas y son cada día más grandes, las puertas de esa esperanza que el pueblo griego sabe cultivar. Es claro que los patrones germanos han apretado las tuercas y exi­ gen, como el Shylock de Shakespeare, que se pague la deuda contraída por los gobiernos ineptos y co­ rruptos. Tsipras está proponiendo nuevas formas de pago, pidiendo plazos, insistiendo en que la opera­ ción financiera no debe afectar los aspectos sociales de la vida pública griega. En pocas palabras, no puede cumplirse la obligación contraída a costa de sacrifi­ car los programas sociales indispensables para la sobrevivencia del pueblo griego. Todos esperamos que la izquierda griega salga adelante y cumpla su proyecto que es, a la vez, efi­ ciente y justiciero. Ahora más que nunca debemos poner todo el énfasis en la justicia social

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Portada: Un hombre hecho de historias Ilustración de Gabriela Podestá

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Sema­ nal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

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Tres poetas La invención de un país

Los colores del Mekong

Juan Domingo Argüelles

Xabier F. Coronado

Si no existiera este país habría que inventarlo. Para mostrarle al mundo cómo es este país de pesadilla.

La corriente de agua y barro capta la luz del sol, amanece en la tierra. Playas fluviales de arenas blancas y doradas, orillas de hierba y árboles, de selvas esmeraldas, de huertas y siluetas que se asoman a tus aguas. Aldeas de chozas de bambú y techos de palma, ciudades y pueblos multicolores se asientan en tu ribera, donde nacen al ritmo de los días los seres que te habitan. El fluir del agua dulce es espejo de luz donde la vida se contempla, el color es un reflejo que reverbera en rocas, en granos de arena, en arrozales. Hay un fondo cristalino que trasluce todas las formas de las nubes donde se pintan los vuelos azules de los pájaros. Sobre tu superficie, el surcar sin descanso de barcos y canoas dibuja una urdimbre de líneas infinitas, allí se tejen los recuerdos que se quedan en la memoria de los peces. Gotas de lluvia se funden con tu cauce de tierra, el agua se nutre de sí, el río parpadea, es serpiente de luz, sombra de agua y aire, un flujo permanente entre tierras sin fin. Templos y casas, muelles y puertos, rascacielos, fábricas, te tiñes de los colores que la ciudad inventa, tus partículas se opacan en un espejo gris, apenas sobrevives dando vida, es entrega total, suicidio o sacrificio, algunos se olvidaron o no saben que dependen de ti.

Un país donde el mal se disfraza de bien y donde los que injurian se dicen injuriados; donde los que gobiernan se consideran víctimas de sus miles de víctimas que tornan en verdugos. Un país donde el trueno del discurso político retumba entre las tumbas con eco y con cinismo. Un país donde a diario la palabra “derechos” se escribe, muy correcta, en renglones torcidos. Un país donde el lobo acusa a los corderos de fiereza y rapiña, y el juez defiende al lobo. Un país donde todo camina de cabeza y es guiado al abismo por gente sin cabeza. Un país de verdades que parecen mentiras, un país de mentiras que se han vuelto verdades. Un país de ficciones y horrendas fantasías que salen de los sueños y habitan nuestros días. Un país que no existe, pero que si existiera tendría que existir de otra manera.

Alianza Óscar González En este vendaval de horas sombrías, desplegando las velas de tus naves

de igual modo que las errantes aves, buscas en la tormenta rutas, vías

para salir del caos, del laberinto.

Y sólo encuentras tapias, altos muros que a tu paso levantan los oscuros

designios, no de Patmos ni Corinto

sino de Minos, ciudad sitiada

por dioses enemigos desde dentro.

Vencer tu propia bestia, ir al encuentro por venturosos hilos, de la amada Ariadna, la mujer que te espera

en no importa qué punto de la esfera.


26 de abril de 2015 • Número 1051 • Jornada Semanal

JoséKozer claroscuros de emoción e inteligencia

Foto: www.escritores.org

POETA CUBANO RADICADO EN ESTADOS UNIDOS; DESCENDIENTE DE JUDÍOS QUE ESCRIBE DESDE LA PERIFERIA

Jair Cortés

poesía cuando muchos otros parloteaban; a mancharse las manos de tinta, no para cambiar el mundo sino para inventarse uno nuevo. Kozer es un poeta que vive al margen en muchos sentidos: cubano en Estados Unidos y descendiente de judíos; es un hombre que dedicó muchos años de su vida a la enseñanza, escribiendo siempre desde la periferia. En 2013 recibió el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, un reconocimiento que, estoy seguro, será una dinámica natural en los próximos años, ya que su obra, vasta, enorme como un continente, es un territorio que invita a la revelación del lenguaje desde la experiencia más íntima del ser humano reflejado en el espejo de lo literario. Entre su abundante producción se encuentran Padres y otras profesiones (1972), Y así tomaron posesión de las ciudades (1979), Bajo este cien (Antología, FCe , 1983), Trazas de lirondo (1993), Áni­ ma ( FCe , 2002), Ogi no mato (2005) y Una huella destar­ talada (reedición en Bonilla editores, 2014), entre otros. El hambre de escritura de José Kozer está motivada por

Una de las grandes virtudes de la poesía de José Kozer es la capacidad para conciliar una retórica de altos vuelos con lo terrestre de lo conversacional.

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l caso del poeta José Kozer (Cuba, 1940) es excepcional en el panorama de la poesía hispanoamericana contemporánea. Autor de más de diez mil poemas (hasta la fecha), es un poeta que ha transitado diversos caminos escriturales (de la poesía al ensayo, del género epistolar a la escritura de sus diarios), y que ha confeccionado intrincados caminos y veredas verbales, redes de conceptos, anécdotas, personajes históricos y ficticios: claroscuros de emoción e inteligencia en el manglar de su poesía. José Kozer es dueño de un espíritu barroco; sin embargo, creo que su escritura va más allá del horroris vacuis (principio fundamental del barroco), porque hay en su propuesta una búsqueda de la vacuidad, una persecución constante de ese vacío al que nos conduce a otra experiencia, también frecuentada y declarada por el mismo autor: el budismo zen. Kozer es un poeta que no cifra su escritura en el conflicto sino en la resolución de éste; escribir de manera diaria no es una obligación mecánica ni un vicio de su (admirable) disciplina; es un acto vital, más cercano a la oración que al mero ejercicio estético. Esta aparente oposición entre el barroco y el vacío es parte esencial en el aliento poético de José Kozer: el claroscuro en los poemas de Kozer se expresa como una conciliación de ambos extremos por medio de una salida de dos puertas: la poesía y su compañera sentimental, la querida Guadalupe. José Kozer pasa de la página en blanco (un primer vacío) al poema, y del poema a la otra blancura (el segundo vacío), el reposo momentáneo antes de continuar esculpiendo la realidad con una carga de signos y sentido. No hay que olvidar que en Kozer coinciden tradiciones muy diversas: la judía y la caribeña; idiomas: español, inglés, francés, italiano; la cultura occidental y la oriental; partes del mundo que acomoda en su infinito rompecabezas literario. Hace unos meses platiqué con José Kozer (y con Guadalupe) en su departamento de Miami y constaté, una vez más, que la generosidad es una parte fundamental de su personalidad: al hablar de la poesía y de los procesos que la generan, los ojos le brillaban, se emocionaba, me ofrecía consejos de oro para caminar en un mundo lleno de lodo; “por eso escribe tanto, porque tiene tanto que dar”, me dije en silencio al despedirnos. En esa plática habló de su visión de un exilio que lo llevó a escribir

la conciencia de la vida y la muerte, expresada a manera de pregunta y de respuesta y, una vez más, de interminable cuestionamiento: “¿Y la Muerte? ¿Y el vil gusano que trepana? Ese hijo indigesto del dios, o de ese dios indigesto, ¿qué? ¿Y qué de qué? Maestro, Maestro, ¿por qué nos has abandonado?” Una de las grandes virtudes de la poesía de José Kozer es la capacidad para conciliar una retórica de altos vuelos con lo terrestre de lo conversacional, como en el maravilloso y entrañable poema “Te acuerdas, Sylvia”: “Te acuerdas, Sylvia, cómo trabajaban las mujeres en casa./ Parecía que papá no hacía nada./ Llevaba las manos a la espalda inclinándose como un rabino fumando una cachimba corta de abedul, las volutas de humo le daban un aire misterioso.” Kozer también indaga en la densidad del pensamiento y en su monólogo que zumba como el vuelo de una mosca en la mente; así podemos leerlo en “Home Sweet Home”: “Ya pasaron: aquellos días de verdadera agitación./ Hay una gotera en el cuarto de la niña, dejó de rezumar (pese a que llueve) (llueve) está ahí la gotera, no rezuma: el Bendito./ En casa, hay cinco relojes: detenidos./ No obstante el que funciona, espeluzna: son así estas cosas estas noches (lapsos) o la luna a franjas por la persiana o el respaldo en sombras a travesaños de la silla, en la pared (una reja)./ Sonó el teléfono, no contesta el vecino qué le pasa.” El uso de paréntesis, signos de puntuación, peculiares disposiciones espaciales en la página, versos que se cortan abruptamente o que se alargan en un hálito sostenido, son sus instrumentos más socorridos porque son las formas en las que la vida misma se manifiesta: una obsesión por ciertos temas, la construcción de una mitología personal, la búsqueda del pasado (no desde la ventana de la nostalgia sino desde el presente), la conformación de libros como un calendario orgánico, el tiempo fugitivo pero siempre vivido: “Hemos salidos de las trojes, mi hermano: y tal parece esta vejez que acabáramos de entrar.” La poesía de Kozer no es lineal, es un entramado tejido a lo largo de muchas décadas, y acercarse a su poesía es asomarse a un caleidoscopio: leer un nuevo poema reacomoda todos los demás y reestructura la visión que tenemos de su obra; su poesía es hija de la luz de la palabra, en confabulación con las sombras y el poderoso efecto que alcanza sobre todo lo que nombra

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La pintura en la Bolsa o el arte como valor seguro

Vilma Fuentes

INVERTIR EN OBRA ES SEGURO EN TIEMPOS O NO DE CRISIS, Y UNA MANERA DE LAVAR DINERO

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l Palais Brongniart se sitúa en el centro del baLa técnica llegará sin problemas a ese resultarrio de la capital francesa reser vado a los do: hoy, la Bolsa mundial se juega en silencio por asuntos públicos. No a los asuntos políticos, a internet. Fin de la corbeille. El juego financiero menudo escandalosos, sino a los asuntos fimundial comunica a través de la tela y con la rapinancieros, a menudo aún más escandalosos. Este dez de la web. palacio es conocido bajo el nombre de Palacio de la Un año antes, en 1967, las puertas de la Bolsa Bolsa. Uno de los centros mundiales de las finanzas. se habían abierto, al fin, al género femenino. Así, poLa literatura, la de Balzac por ejemplo, el genial noco después de mi llegada a París, durante uno de mis velista de la Comedia humana, no dejó de describir recorridos por el laberinto de esta ciudad cargada este lugar infernal, la Bolsa, donde todo el dinero del de tiempo y secretos, entré al Palacio Brongniart. Pamundo pasa de una mano a otra, de un imperio a sé con rapidez el vestíbulo de entrada, pues desde otro, en unos cuantos segundos. El enriquecimienél podía verse el interior de los mingitorios, desto para unos, la ruina, y una bala en la cabeza, para de luego para el género masculino, los cuales aún no otros. Dumas narra en El conde de Montecristo la agise ocultaban tras discretas puertas. tación de los agentes de cambio, en la gran sala de El griterío era fenomenal, tal como lo describe Balla Bolsa, cuando las acciones de Danglars se vuelven zac, y puede escucharse en las películas de los años humo y su fortuna se esfuma. cuarenta o cincuenta. El ambiente era festivo, vivaz, Esto se jugaba, y aquí el verbo jugar es justo pues grito victorioso del capitalismo, El gran Gatsby, la se juega a la Bolsa como a las carreras de caballo o a depresión del ’29, los suicidios por el honor y la forla ruleta, en la corbeille (canasto situado en el centuna perdidos, el oro a flotes y a cataratas, las quietro de la planta baja a donde sólo tenían acceso los bras y la carrera despiadada tras el dólar. agentes de cambio titulados). La famosa corbeille, a Hoy, el Palacio Brongniart, sin haber sido incendiado, se ha convertido en un lugar de exposiciones. propósito de la cual Charles de Gaulle, entonces preLo que no pudieron las llamas, lo pudo internet al sidente de la República francesa, dijo un día: “¡El porvolver a los traders personajes del mundo digital. venir de Francia no se juega en la corbeille!” Aquí vale la pena un breve vistazo histórico de la Así, cada año tiene lugar una exposición monucreación y transformaciones de la Bolsa. Luis Vii , en mental. Todas las galerías de Europa se unen para 1141, instala un lugar de cambio único en el hoy llaexponer sus tesoros. Este año fue el “Salón del dibujo”. mado Pont au Change, y no será sino en 1540 cuanDe galerías en galerías, el visitante descubre los do se cree la primera Bolsa financiera en Lyon. Dos tesoros de las colecciones que se enorgullecen en siglos después, John Law –quien funda un primer exponer. Es una verdadera dicha descubrir una civibanco privado en París, el cual, aunado a la Compañía lización o los restos de épocas terminadas. Un poede Occidente deviene Banco de Estado– sufre una ma, una pintura, una obra que nos murmure que el bancarrota en 1720. Para salir de la crisis económica, ser existe y no la nada, que nos devuelva el asombro consecuencia de la quiebra de Law, Luis xV funda la primigenio. Bolsa de París en 1724. Sin embargo, todas las operaEl visitante descubre, por ejemplo, un dibujo de ciones bursátiles y de cambio se llevaban en lugares Géricault que representa a un hombre, si no moribundispersos, e incluso en la calle sobre las bancas –de do, al menos muy disminuido. Se comprende que el donde proviene la denominación de “banco”. Al fin, mismo dibujante haya pintado el cuadro tan célebre en 1808, Napoleón encarga al arquitecto Brongniart de La balsa de la medusa. A Géricault le fascinaba diel proyecto de un edificio para acoger la Bolsa. bujar o pintar a un hombre justo en el momento en El 20 de junio de 1815, al día siguiente de la batalla que iba a volverse cadáver. ¿Pensaba, tal vez, que es de Waterloo, se lleva a cabo otra batalla en la Bolsa. el momento cuando, cualquier comedia siendo imUn hombre, enterado de la derrota de Napoleón anposible, una imagen, menos falsa que aquélla que nos creemos obligados de presentar a los otros, vale la tes del anuncio oficial, pone en venta todos sus títupena de asirse con la crayola o el pincel del artista? los. Los otros siguen su ejemplo. Las acciones caen a Palacio Brongniart, presente y pasado Otra galería se presenta bajo el nombre “Da dauna velocidad espectacular. El hombre espera hasta el último minuto para comprar al más vil precio. Esa mañana, Nathan Rothschil surrealismo”. Tuve el gusto de encontrar ahí, con Thessa Hérold, directora de la asegura la fortuna de su familia. galería, obras de Max Ernst o de Victor Brauner, y de ver el libro de nuestro amiDurante casi dos siglos, la canasta de la Bolsa fue el centro de operaciones, go Georges Sebag –actual experto mayor del surrealismo–, expuesto en medio obligatoriamente gritadas, de los agentes de cambio, quienes compraban y vende los cuadros. dían acciones de empresas según el precio de su cotización, la cual cambia a cada La paradoja, si acaso la hubiese, sería que ese mismo palacio Brongniart, el cual segundo. Sube y baja permanente. Más vale jugar en el momento preciso, ni acogió durante dos siglos los intercambios financieros, para no decir sus gueantes ni después. rras, acoja ahora obras de arte. No es ningún secreto que la pintura es una inverEn mayo de 1968, los jóvenes revolucionarios del movimiento llevaron su ausión segura en tiempos o no de crisis, una especulación para quien juega a la bolsa dacia hasta querer incendiar la Bolsa de París. Si se trata de terminar con el capidel arte, un refugio para capitales tránsfugas y, por qué no decirlo, una manera de talismo, comencemos por destruir su templo. El fuego no cambió nada. lavar el dinero purificado por el arte de la obra

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ENSAYO

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EduardoGaleano y Luis Hernández Navarro I

EL ESCRITOR ACOSTUMBRABA MIRAR HACIA ABAJO Y A ESCUCHAR LAS VOCES DE LOS INVISIBLES. EN AMÉRICA LATINA LA IZQUIERDA ESTUVO EN SUS INICIOS VICIADA POR LA IDEA DE QUE LA REVOLUCIÓN IBA A SALVAR AL PUEBLO Y QUE LOS INTELECTUALES ALUMBRARÍAN A LA PLEBE

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on un paliacate rojo anudado al cuello que le obsequiaron los campesinos de Atenco, Eduardo Galeano llegó ese 2 de abril de 2009 a la Sala Nezahualcóyotl, en la Universidad Nacional Autónoma de México. Una multitud de más de 2 mil 300 personas, en su mayoría jóvenes universitarios, lo recibió de pie con una interminable ovación. Ávidos de escucharlo, aguantaron su llegada durante más de seis horas en filas interminables. Muchos más, que no encontraron asiento, debieron conformarse con oirlo en las bocinas colocadas fuera del auditorio. El escritor dedicó su lectura a distintos personajes, entre ellos a Adolfo Gilly, y a “todos los que defienden la justa causa de los presos de Atenco” porque, como lo enseña la tradición mexicana, “la tierra es sagrada y si la ésta es sagrada, sagrados son también quienes la defienden”. Al finalizar, recibió un interminable bombardeo de preguntas envueltas en pequeños papeles. Una de ellas inquirió sobre el ezLn y el subcomandante Marcos. No era un cuestionamiento cualquiera. El zapatismo no suscitaba ya en ese momento la adhesión masiva entre los intelectuales de izquierda que provocó entre 1994 y 2001. Dentro del país, su adhesión a la huelga universitaria de 1999, la ruptura con el cardenismo después de la aprobación de una Ley indígena que traicionó los Acuerdos de San Andrés, la iniciativa de La otra campaña en el marco de los comicios de 2006, y su distancia del lopezobradorismo provocaron una franca animadversión de académicos e integrantes de la izquierda institucional que durante años acompañaron su lucha. No se trataba de un fenómeno exclusivamente nacional. En el resto de América Latina, la apuesta de los rebeldes del sureste a favor de la construcción de otro mundo desde abajo, su discreto escepticismo hacia los gobiernos postneoliberales y su amistad con los movimientos antisistémicos de base autonomista, los alejaron de una parte de la intelectualidad del continente de matriz estatolátrica, así como de otra convencida de la posibilidad de hacer grandes transformaciones sociales por la vía electoral. En esas circunstancias, la respuesta de Eduardo Galeano a la pregunta sobre el zapatismo revestía una enorme importancia. Implicaba una toma de posición ante un diferendo relevante en el mundo de la izquierda que tendría consecuencias prácticas. Ciertamente, intelectuales de la talla de Pablo González Casanova, Luis Villoro, Carlos Montemayor y Adolfo Gilly avalaban el proyecto de los rebeldes mexicanos, pero sus críticos de la izquierda intelectual disparaban contra ellos obuses de grueso calibre, exigiendo, en nombre de la utilidad política, su sometimiento a un propuesta que no es la suya. Como lo hizo desde el primer momento de la insurrección indígena hasta el último día de su vida, el autor de Las venas abiertas de América Latina defendió sin ambigüedad alguna el legado y el sentido político del pro-

Foto: Heriberto Rodríguez/ DesInformémonos

Yo creo que fuimos nacidos hijos de los días, porque cada día tiene una historia y nosotros somos las historias que vivimos… El hambre desayuna miedo. El miedo al silencio aturde las calles. El miedo amenaza: Si usted ama, tendrá sida. Si fuma, tendrá cáncer. Si respira, tendrá contaminación. yecto rebelde. Empecinado en rescatar la memoria secuestrada del continente, distanciado por elección propia de la pretensión de escribir obras imparciales, enemigo de la prosa aburrida de la izquierda tradicional, hizo una reflexión de largo aliento en la que reivindicó la antisolemnidad de los insurgentes mexicanos. “Zapatistas –dijo– somos muchos en todas partes aunque no sepamos que lo somos. Todos los que actuamos movidos por la voluntad de Justicia y la voluntad de belleza. Y todos los que agradecemos a Marcos que haya inyectado sentido del humor al discurso tra-

dicional de la Izquierda, que yo creo que ese es el mérito principal aparte de todo lo que el movimiento zapatista nos enseña: como movimiento comunitario, indígena, de raíces hondas, que anda en busca de una democracia de verdad; pero además, esta novedad del sentido del humor que era completamente ajeno al discurso de la Izquierda tradicional. No te tomes en serio nada que no haga reír. Le agradezco a Marcos que me haga reír.” El auditorio respondió con una estruendosa ovación aprobatoria. Su respuesta no fue un hecho aislado. La relación entre Eduardo Galeano, el ezLn y el subcomandante Mar­ cos fue a los largo de los años cálida y profunda. Acostumbrado a mirar hacia abajo y a escuchar las voces de los invisibles, el escritor comprendió, mucho más rápido y mejor que multitud de analistas y científicos sociales, la naturaleza, el aliento y el mensaje de los Nadie del sureste mexicano. Con la potencia de su prosa, elaboró a través de sus tradicionales pequeñas viñetas, una creación literaria sustentada en bases documentales, que es el relato de una epopeya que perdura con el paso del tiempo. II Entrevistado en julio de 1996 por La Jornada en el marco del primer Encuentro por la Humanidad y contra el Neo-


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loszapatistas

con los dioses adentro

Foto: www.borsamatik.com.tr Foto: Heriberto Rodríguez/ DesInformémonos

liberalismo (http://goo.gl/hq1gFA), el autor de Memoria del fuego miró con los ojos del historiador que afirmaba no ser el levantamiento chiapaneco. “Los zapatistas –señaló en aquella ocasión– han recogido muy bien una herencia que viene de otros procesos revolucionarios de los últimos años [...] en América Latina (la izquierda), estuvo en sus inicios muy viciada por una idea que le impidió cuajar plenamente en las realidades nuestras y arraigarse como hubiera sido deseable, y era la idea de que la revolución iba a salvar al pueblo y que los intelectuales alumbrarían a la plebe. A partir de las revoluciones cubana y sandinista y de muchos procesos populares que hubo en países latinos, como que se hizo posible esta insurgencia de Chiapas, que propone el camino inverso: viaja desde adentro y desde abajo, contradiciendo así el viejo esquema de civilización y barbarie dentro del cual la izquierda latinoamericana estaba presa –está todavía, pero cada vez menos– porque en él, la verdad venía de afuera y de arriba, nunca de adentro y de abajo.” Con mucho, el amor entre Eduardo Galeano y el ezLn fue un amor correspondido a través de los años y los daños. Hay entre ellos mucho más que participación conjunta en eventos políticos, intercambio de correspondencia, confesiones y complicidades. Si la obra del escritor está poblada de retratos zapatistas, el imaginario insurgente está regado con la literatura del creador de los Espejos. En una carta del 2 de mayo de 1995, el subcomandan­ te Marcos le confesó al uruguayo que le escribe porque le dieron ganas de hacerlo. “Es de madrugada y como almohada tengo un fusil (bueno, en realidad no es un

El mundo se divide, sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar… Para no ser mudos, hay que empezar por no ser sordos. Si la naturaleza fuera banco, ya la habrían salvado. Las paredes son la imprenta de los pobres. La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo.

fusil, es una carabina que fue de un policía hasta enero de 1994. Antes servía para matar indígenas, ahora sirve para que no los maten)”, le cuenta el vocero rebelde, al tiempo que le confiesa que lee uno de sus libros a la luz de un cabito de vela. Símbolo de lo profundo de esa relación es que el maestro José Luis Solís López, zapatista de la comunidad La Realidad, tomó como sobrenombre el de Ga­ leano. El maestro Solís López fue asesinado el 2 de mayo de 2014 por integrantes de la Central Independiente de Obreros y Campesinos Histórica, en el marco de una sostenida agresión gubernamental en contra del proyecto autónomo zapatista. El autor de Los hijos de los días declaró entonces al portal informativo DesInfor­ mémonos: “Ojalá no haya muerto en vano ese otro Galeano: yo lo continuaré, de todos modos.” Días después, en una ceremonia del adiós pública en la que el subcomandante Marcos anunció su desaparición como vocero rebelde y como figura, al tiempo que divulgó una apasionada reflexión sobre el pasado y el futuro del proyecto zapatista, el rebelde tomó el nombre de su compañero asesinado. Marcos se convirtió en Galeano. Eduardo Galeano encontró entre los indignados madrileños entusiasmo, una palabra griega que significa tener a los dioses adentro. Encontrar entusiasmo –dijo– le hacía ver que vivir vale la pena, y que vivir está más allá de las pequeñeces de la realidad política. Mucho más allá de las pequeñeces de la realidad política, marcada por el entusiasmo, la relación entre zapatistas y Galeano parece haber sido siempre una vivencia compartida de tener los dioses adentro


Eduardo Foto: Xinhua/Ezequiel Scagnetti/ZUMAPRESS

Gustavo Ogarrio ES AMÉRICA LATINA LA REGIÓN DE LAS VENAS ABIERTAS, DE LA DESTRUCCIÓN PRODUCIDA POR EL INTERVENCIONISMO DE ESTADOS UNIDOS A las y los uruguayos que me dejaron otras utopías en la memoria: Mariela, Mabel, Walter, Alejandro el Pollo, Gloria, Sylvia, Andrea, Pablo, Carmen, Sergio, María, Graciela, Ernesto,

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Mariana, Exequiel, Federico; a la memoria de Ricardo y de José Amorós el Cholo; a mi hija Camila

duardo Galeano, escritor uruguayo cuya obra está trazada en perspectiva decididamente latinoamericana, murió el pasado lunes 13 de abril. Su muerte ha obligado a renombrar la figura de un autor difícil de ubicar en nuestra narrativa política, una obra que ha resistido tanto a las lecturas demagógicas y triviales como a su estigmatización como autor subversivo. Los encabezados que informaron sobre la muerte de Galeano sintetizan el amplio espectro para nombrar una obra que es artística y política a un mismo tiempo: como pensador emblemático de la izquierda latinoamericana (“La izquierda llora la muerte de Eduardo Galeano”, El País), pero también como el “cronista de lo invisible” (La Jornada). Sin duda, la obra de Eduardo Galeano es un desafío para volver a pensar el “compromiso” del autor y del lector latinoamericano con la transformación de las atroces realidades políticas y económicas, ahora en un “escenario global”, pero también para identificar los nuevos modos

en los que se expresan los pactos de la ficción con la historia latinoamericana. Por un lado, Galeano propone una particular reconstrucción de la historia latinoamericana: una evocación del pasado que trabaja con metáforas, mitos, leyendas y analogías, su perspectiva política. Galeano se inscribe en una tradición de escritores latinoamericanos que desde el siglo xix confían en la eficacia política de la literatura, en la capacidad artística de la ficción para denunciar las otras “ficciones” políticas, colonizadoras y su paso destructivo en América Latina. Desde Sarmiento, Bilbao, Martí, hasta Roberto Arlt o el mismo José María Arguedas, el uso político de la ficción mezcla fragmentos y episodios de historia, una interpretación de los violentos procesos socioeconómicos, con una poética narrativa

Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas. de la cruda realidad de los pueblos latinoamericanos. Galeano coloca al lector ante la decisión de intervenir o no en los procesos políticos de su realidad inmediata, su denuncia narrativa del despojo de larga duración que han padecido las sociedades latinoamericanas es también una manera de colocar al lector ante sí mismo, una bofetada ideológica de una historia inconcebible a simple vista en sus niveles de deshumanización. Quizá por eso la narrativa de Galeano, su recuento de los acontecimientos más dolorosos de la historia latinoamericana, lleva al límite la pregunta ¿qué hacer?, y por esto mismo puede ser entendida también como una didáctica poética y política de la historia latinoamericana.

LA REGIÓN DE LAS VENAS ABIERTAS: UNA METÁFORA TERRITORIAL DE LA HISTORIA LATINOAMERICANA Eduardo Galeano escribió un libro bisagra en el modo contemporáneo en que se interpreta la imagen de América Latina: Las venas abiertas de América Latina. Este libro no


Galeano:

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escribir en el siglo del viento

Galeano resignifica también algunas metáforas sobre la modernización capitalista en tierras americanas, como La hojarasca, de Gabriel García Márquez y su paso envolvente que mezcla los nuevos rostros del “progreso” con “los desperdicios del amor triste”, un proceso en el que “los primeros” serán también los últimos: ahora “nosotros éramos los forasteros, los advenedizos”. Galeano reformula este “nosotros” latinoamericano ya territorializado por el despojo con una contundencia que raya en la consigna: “Nues­ tra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nues­ tra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y su caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se trans­ figura en chatarra, y los alimentos se transforman en veneno.” Galeano también exhibe con acento trágico el comportamiento criminal de los Estados latinoamericanos en su traumático proceso de configuración histórica: “Nadie rinde cuentas, nadie brinda explicaciones. Cada crimen es una dolorosa incertidumbre para los seres cercanos a la víc­ tima y también una advertencia para todos los demás”. En 2009, Hugo Chávez, entonces presidente de Venezuela, le obsequió a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, el libro Las venas abiertas de América Latina, lo que fue visto como una gran ironía por el propio Galeano y que también habla de la concepción política actual que

se tiene de un texto sumamente pedagógico para introducirse, sin cortapisas, en la acumulación de la destrucción que produce el intervencionismo estadunidense en América Latina: “Ni Obama y ni Chávez entenderían el texto. Chávez se lo entregó a Obama con la mejor intención del mundo, pero le regaló un libro en un idioma que no conoce. Fue un gesto generoso pero un poco cruel.” Las venas abiertas... es también un libro en el que ya se advierte la estrategia narrativa de su autor para relatar la historia de América Latina y que marcará toda su obra posterior: el punto de partida es el registro de la estructura histórica del despojo en tierras americanas, narrado en clave literaria. Metáforas económicas, analogías políticas, procesos económicos “manchados” de realidades culturales inverosímiles (“El ciclo del caucho: Caruso inaugura un teatro monumental en medio de la selva”), Las venas abiertas... está escrito con un lenguaje cargado de figuras retóricas que también son deudoras en gran medida del diagnóstico de la teoría de la dependencia: la relación desigual entre el centro y la periferia en la economía mundial explicarían el capitalismo precario y dependiente de los países latinoamericanos y el círculo vicioso de su infinita explotación. Las venas abiertas... inaugura también una narrativa política que incomoda a las formas más ortodoxas de “hacer historia”, que incluso se advierte en los sigue

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Foto: Xinhua/Imago/ZUMAPRESS

Ilustraciones de Gabriela Podestá

sólo es ya un clásico de nuestra literatura política, es también un texto con resonancias perturbadoras en el ejercicio directo del autoritarismo en América Latina: polémico y perseguido (fue prohibido por las dictaduras en Uruguay, Argentina y Chile), aniquilado satíricamente por su propio autor (“no lo volvería a leer… Caería desmayado. Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima”, afirmó años después de su publicación el mismo Galeano), fue también un libro militante, tomado como la bandera de una conciencia política en América Latina que transitaba del entusiasmo que había generado la Revolución cubana a una nueva fase de agresión intervencionista por parte de Estados Unidos y que culminaría con el golpe de Estado en Chile el 11 de septiembre de 1973. Un libro cuyo punto de partida es la conceptualización y metaforización territorial, política e histórica de un acontecimiento de larga duración, la conquista de América: “Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado en capital europeo o, más tarde, norteamericano”.

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duardo Germán maría HuGHes Galeano nació en Montevideo, Uruguay, el

3 de septiembre de 1940 y murió el pasado 13 de abril. Inició su actividad periodística a los catorce años en el semanario socialista El Sol, donde publicaba dibujos y caricaturas políticas bajo el seudónimo de Gius. Sus libros más destacados –traducidos a veinte idiomas– son: Las venas abiertas de América La­ tina (censurado por las dictaduras militares de Uruguay, Argentina y Chile) y Me­ moria del fuego. Durante el golpe de Estado ocurrido en su país el 27 de junio de 1973, Galeano fue encarcelado y obligado a abandonar Uruguay, se exilió en Argentina, donde fundó la revista Crisis, y tres años después continuó su exilio en España. Regresó a Uruguay en 1985, cuando Julio María Sanguinetti asumió la presidencia del país por medio de elecciones democráticas. Fundó y dirigió El Chanchito, su editorial. Publicó asimismo una columna semanal en La Jornada. En 1999 fue galardonado en Estados Unidos con el Premio para la Libertad Cultural, de la Fundación Lanna. Su obra expresa una profunda crítica a la situación que se viven en América Latina. Entre sus publicaciones se encuentran: Los días siguientes, China, Guatemala, país ocupado; Reportajes, Los fantasmas del día de león y otros relatos, Su majestad el futbol, Siete imágenes de Bolivia, Violencia y enajenación, Crónicas latinoamericanas, Vagamundo, La canción de nosotros, Conversaciones con Raimón, Días y noches de amor y de guerra, La piedra arde, Voces de nuestro tiempo, Aventuras de los jóvenes dioses, Ventana sobre Sandino, Contraseña, La encrucijada de la biodiversidad colombiana, El descubrimiento de América que todavía no fue y otros escritos, El tigre azul y otros artículos, El libro de los abrazos, Nosotros decimos no, América Latina: para entenderte mejor, Palabras, antología personal; Ser como ellos y otros artículos, Amares, Las palabras andantes, Úselo y tírelo, El fútbol a sol y sombra, Patas arriba: escuela del mundo al revés, Carta al ciudadano 6.000 millones, Tejidos, Bocas del tiempo, El viaje, Carta al señor futuro, Espejos, Los hijos de los días y Mujeres •


ENSAYO títulos y subtítulos de la obra: “Ciento veinte millones de niños en la tormenta”; “El latifundio multiplica las bocas pero no los panes”; “Las trece colonias del norte y la importancia de no nacer importante”. Se podría hacer una lectura de la estrategia didáctica de Las venas abiertas. El permanente uso de cursivas en el libro, un rasgo que permite avanzar en su lectura “militante”, un mosaico de síntesis casi dramáticas en las que se puede registrar la intencionalidad pedagógica de Galeano y que hace énfasis en la “acumulación del despojo” en América Latina, constituyen también el germen de lo que será la poética de la historia política de Galeano y su “conversación” con el lector: trazos de una memoria artística del saqueo, pero también de cierta utopía politizada al máximo por este despojo estructural.

CRONISTA DEL VIENTO: LAS TRES ERAS CASI IMAGINARIAS DE AMÉRICA LATINA Si bien en Las venas abiertas de América Latina Galeano inicia el ensayo de una prosa desplegada a través de metáforas, mitos, símiles y una narrativa por momentos poética, en su trilogía Memoria del fuego alcanza plenamente esta articulación de géneros literarios y políticos que se transforman ya en su propio estilo. Afirma Galeano al inicio de la trilogía: “Ignoro a qué género literario pertenece esta voz de voces. Memoria del fuego no es una antología, claro que no; pero no sé si es novela o ensayo o poesía épica o testimonio o crónica o… Averiguarlo no me quita el sueño. No creo en las fronteras que, según los aduaneros de la literatura, separan los géneros.” Habría que ubicar la trilogía de Galeano en la era de los narradores latinoamericanos del viento y de la agonía: el arco formado por Miguel Ángel Asturias y José María Arguedas. Quizá, al igual que Asturias, Galeano se apropia narrativamente de los nacimientos míticos de América Latina para vislumbrar su génesis histórica: “La mujer y el hombre soñaban que Dios los estaba soñando/ Dios los soñaba mientras cantaba y agitaba las maracas, envuelto en humo de tabaco, y se sentía feliz y también estremecido por la duda y el misterio” (“La creación”, en el tomo I, “Los nacimientos”, de Memoria del fuego). Un nacimiento despojado de una interpretación solamente católica sobre el origen, más bien una danza de muerte y renovación con rasgos indígenas y en la que la misma muerte es “mentira”. En Asturias se puede encontrar un sendero narrativo que va de la leyenda a la prosa novelesca como interpretación de un origen en el que el viento y el agua son también los símbolos de otros naci-

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mientos: “Seis hombres poblaron la Tierra de los Árboles: los tres que venían en el viento y los tres que venían en el agua... Los tres que venían en el viento despertaban a la tierra, como los pájaros” (“Leyenda del volcán”). En sintonía con una voz poética que narra desde la oralidad la génesis del mundo americano, Galeano también va a inscribirse en un ciclo contemporáneo de narradores que ya ven en el pensamiento y los mitos de los pueblos indígenas la referencia casi “oculta” del nacimiento de nuestras sociedades: “En lo alto de las montañas, los indios de Guatemala entierran el ombligo y presentan al niño ante el abuelo volcán, la madre tierra, el padre sol, la abuela luna y ante todos los poderosos abuelos, y les piden que den protección al recién nacido contra el daño y el error.” El 28 de noviembre de 1969, José María Arguedas se suicida. El escritor peruano padece como nadie uno de los grandes conflictos culturales latinoamericanos: la

Las guerras mienten. Ninguna guerra tiene la honestidad de confesar yo mato para robar. Las guerras siempre invocan nobles motivos: matan en nombre de la paz, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia y por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero.

imposibilidad de establecer un “vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse”, entre la “nación cercada” de los indígenas peruanos y la “parte generosa, humana, de los opresores”. La novela agónica que también es un desafío para la interpretación “aduanera” de los géneros literarios en América Latina y en la que Arguedas narra su propio suicidio es El zorro de arriba y el zorro de abajo: diario personal de un suicida; ficción novelesca del conflicto socioeconómico que genera la migración andina e indígena hacia la costa peruana; diálogo y danza mítica entre los zorros. En la obra de Galeano también se puede rastrear la irrupción de un cronista que narra la agonía de personajes, comunidades y danzas que van a desaparecer ante los juicios finales de un “Dios castigador” encarnado en virreyes, encomenderos y verdugos: “– Si por mí fuera, los ahorcaría a todos –dice el virrey.” La literatura de Galeano se alimenta de historias y mitos latinoamericanos, pertenece en sentido estricto a esa “otra” historia de nuestros pueblos y que han venido escribiendo sus cronistas más heterodoxos: desde Tezozómoc hasta Arguedas, de El Inca Garcilaso de la Vega a los indígenas zapatistas de Chiapas; la historia de un longevo despojo contra las sociedades latinoamericanas, contra sus mujeres, obreros, indígenas, estudiantes, guacamayas, pájaros, árboles, volcanes… A su manera, la obra de Galeano forma su propia imagen de la historia latinoamericana: sus tres eras casi imaginarias (“Los nacimientos”; “Las caras y las máscaras”; “El siglo del viento”), distintas pero profundamente cercanas a la lectura barroca de la historia del mismo Lezama Lima, son también el punto de llegada para recomenzar el lanzamiento de las utopías propias de la heterogeneidad latinoamericana en plena época neoliberal: la danza perpetua de la vida oponiéndose al asesinato, al genocidio, a la muerte sin sentido. Eduardo Galeano: un escritor de alcance popular que no dudó en caracterizar a nuestra época por sus amplios poderes de destrucción, regida por la ley del más fuerte, pero también con la posibilidad utópica de “clavar los ojos más allá de la infamia”: “Por mucha muerte que venga, por mucha sangre que corra, los hombres y las mujeres serán por la música bailados mientras sean por el aire respirados y por la tierra arados y amados.” Afirma Galeano al final de Memoria del fuego: “Yo me siento más orgulloso que nunca de haber nacido en América, en esta mierda, en esta maravilla, durante el siglo del viento.” Ese siglo que un día duró, para Asturias, muchos siglos

Ilustración de Gabriela Podestá

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LEER

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Vestido de novia, Socorro Venegas, Tusquets, México, 2014.

HISTORIA DE UN VESTIDO DE NOVIA ANTONIO RAMOS REVILLAS

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esde La noche será negra y blanca, publicada por Ediciones Era, pero incluso antes, en su libro de cuentos La risa de las azucenas, la narrativa de Socorro Venegas había dado muestras de ciertas características: la lenta mirada sobre el dolor, la pérdida como eje constructor en las tensiones narrativas, una tensión que en ocasiones se detenía hasta casi convertir la obra en la elaboración de una estampa o un cuadro que, sumado a un lenguaje de oraciones cortas pero precisas, narraban la negación como eje narrativo. Ahora, en Vestido de novia, la autora regresa tras un largo silencio y reitera los símbolos de su narrativa que siempre se aleja de la violencia policíaca y otras modas en la narrativa mexicana, para enfocarse en un mundo donde la infancia y la muerte producen estragos en los mundos íntimos. La historia tiene un inicio que reitera además ese otro concepto presente en la obra de Socorro Venegas que es la idealización del ser amado que ha desaparecido. Si en La noche será negra y blanca ese símbolo surge con un hermano muerto y también un padre ausente, en esta novela quien carga con esa función es Aldo, el primer marido de la protagonista y quien falleció hace años por una situación tan cotidiana que se vuelve ridícula: un accidente en la regadera. La protagonista, Laura, quien ahora tiene un hijo, vuelve al recuerdo del ser ausente cuando la dependiente del cementerio le hace una oferta: comprar el nicho donde descansan los restos de Aldo. Aquella solicitud bloquea a Laura y le sirve de pretexto para narrar la vida con su antigua pareja, para restaurar el amor en una larga endecha; esta novela es, al mismo tiempo, un canto de despedida. Otra de las características recurrentes en la obra de Socorro es el Virgilio. En su novela anterior, la chica encuentra en el escritor Millá una serie de votos y explicaciones que le servirán de guía para encontrar a su padre; en esta novela esa función le corresponde al hijo de la protagonista, Emilio, quien con sus preguntas termina por enderezar ese andar errante de su madre. Si Aldo lleva a Laura a la muerte, Emilio la enlaza con la vida. Aquí, allá, salta también una serie de personajes completos, pintados apenas con unas pocas líneas: la chica que atiende el cementerio y desea comprar el nicho para sus padres, un coleccionista de bote-

llitas de vino, con quien Aldo mantenía una relación postal –él le enviaba licores mexicanos y el otro le regresaba algunos islandeses‒, así la nueva pareja de la protagonista, de alguna manera ausente, le da más peso al amante muerto. Vestido de novia también reflexiona en la infancia y en el concepto de luto. Estamos ante un personaje que aunque de alguna manera ha reconstruido su vida, tiene una nueva pareja y un hijo, no deja por ello de vivir enlutada; tal vez eso se muestre en las acciones que realiza, muchas cargadas de lentitud, movimientos que casi son susurros y, sobre todo, en la gran carga reflexiva sobre la muerte que abarca la novela. Esta última también se reitera en otras novelas y cuentos de Venegas. Hay uno, “Pertenencias”, en donde cansada de mirar los objetos de su esposo muerto, una chica pone un anuncio en el periódico para hacer un trueque de casas: encuentra, para su fortuna, a una mujer que también desea olvidar. La negación de la vida surge como un elemento narrativo que Socorro Venegas ensaya en sus libros y cuentos. Su contrapunto es la infancia: en la infancia es cuando surgen las tragedias, como en su cuento “Globo terráqueo”, pero también se simboliza la muerte en el futuro. En Vestido de novia Laura persigue una mariposa negra que, de alguna manera ‒pensará años adelante‒, era ya un presagio de su viudez. Con estas herramientas: acercamientos al tema de la negación, la infancia, el Virgilio que conduce a sus personajes por las lagunas estigias de la memoria, Socorro Venegas se desmarca de las búsquedas de muchos de sus contemporáneos. Su prosa, que linda en los terrenos de la prosa poética, se lía perfectamente con cierto estado sensible de la narrativa. Las suyas son novelas que dejan heridas. Andan despacio, pero sacuden. Son precisas aunque sus personajes no sigan de manera tradicional la tensión narrativa, pero eso no importa porque en ese rodeo surge un lenguaje rico, grandes momentos del dolor y la aceptación. Ya sea en un cuento o en sus novelas, Socorro siempre construye un mundo que dejará satisfechos a sus lectores •

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

@JornadaSemanal

La Jornada Semanal

En nuestro próximo número

Bitácora Pública, abril 2015, año 1, número 1, México, 2015.

Esta es es una revista mensual centrada en la difusión de la cultura que fomenta la crítica como formadora de conciencia social. En su editorial menciona “Ante un panorama en el que la incertidumbre se adueña de la vida cotidiana, una revista como Bitácora Pública propone una escala en la reflexión y en el análisis del status en que Morelos y el país se encuentran”. Las artes, la cultura, el análisis social, el tema jurídico y el soci‑ ológico –sensores ineludibles de los aconte‑ cimientos– forman parte de estas páginas que se ofrecen pioneras en el impulso a la reflexión en Morelos a través de múltiples disciplinas. Esta agenda, entonces, es una reunión para el debate que busca la claridad a través del disentimiento, pero también el acuerdo en favor del bien común. Esta pri‑ mera edición (ya distribuida en Educal) alberga la luz de las palabras del maestro Ricardo Garibay, pilar fundamental de la narrativa mexicana, una entrevista con Cisco Jiménez, uno de los mejores artistas plásti‑ cos de su generación en Morelos, la poesía italiana de Lucía Cupertino, al gran poeta ruso Osip Mandelshtam (traducido por Víctor Toledo) y un texto del enorme cronista y escritor que fue Carlos Monsiváis sobre la fotografía de Ricardo María Garibay. Bajo la dirección de Ricardo Venegas, Ricardo Tapia y Trinidad Padilla, la publicación promete grandes momentos para el lector, tanto en la versión impresa como en el ámbito virtual.

FINI , Festival Internacional de la Imagen Wendy Selene Pérez y Francisco García Noriega


ARTE Y PENSAMIENTO ........

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Jair Cortés jair_cm@hotmail.com @jaircortes

bitácora bitácora bifronte bifronte Felipe Garrido MENTIRAS MENTIRAS TRANSPARENTES TRANSPARENTES Felipe Garrido Felipe Garrido Fortuna Hubo un hombre, príncipe dilectísimo, que tenía enormes posesiones y un sótano lleno de monedas y piedras preciosas. Un día bajó y vio que había reunido más de lo que podía contar.“En verdad tengo una gran fortuna –se dijo–; he trabajado mucho y he tenido enormes privaciones, pero ahora soy en verdad rico. Me casaré con una joven y hermosa mujer, y con ella disfrutaré de mi fortuna.” En eso estaba cuando llegó el ángel de la muerte y le dijo:“Tu tiempo ha terminado; sígueme.” El hombre palideció: “No es justo –protestó–. Mira todo lo que tengo. Mucho he trabajado, mucho he sufrido para obtenerlo. Mira, te daré la mitad, pero déjame vivir un poco más.”“Insensato –replicó el ángel– ¿para qué quiero yo tu dinero?” Cuando el hombre vio que no lograría nada, le suplicó que le permitiera dejar un mensaje. En el muro, al lado de sus tesoros, escribió: “No atesores lo que no puedas gastar.” [(De Las historias de san Barlaán para el príncipe Josafat.) •

AL VUELO Rogelio Guedea La esperanza La esperanza es ese ganchito que pende de alguna de las paredes de la casa. Ahí está y ahí ha estado, incólume, desde que pusieron la primera puerta y la primera ventana, desde que levantaron el techo y colocaron, en medio del amplio salón, la chimenea de piedra. Ha estado ahí, incluso, desde que limpiaron el lote baldío para poner de un extremo a otro los cimientos, y quizá mucho antes de que ese lote baldío existiera, en medio de la nada. La osadía no es, en realidad, encontrarlo. Basta una mirada atenta y un ir y venir por los pasillos, de la sala al comedor o de la terraza al traspatio, de noche con la linterna de mano o de día con los rayos de sol que se cuelan por el tragaluz, para conseguirlo. No. Lo verdaderamente heroico es asirse a él (a ese ganchito que pende de alguna de las paredes de la casa) y, pese a crueles tormentas y otras calamidades, no soltarse jamás. •

Banana Yoshimoto y dos canciones de Los Beatles En su magnífica primera novela, Kitchen, la escritora japonesa Banana Yoshimoto (Tokio, 1964) redacta una dedicatoria a manera de epílogo en donde expresa lo siguiente: “Hace tiempo que escribo porque hay una cosa, solamente una, que quiero decir. Me gustaría seguir escribiendo, sea como sea, hasta que me canse de repetirla. Este libro es el principio de esa historia obstinada”. Un lector atento a la obra de la joven y célebre Yoshimoto podrá identificar que esa “cosa”, ese tema de amplio espectro, es la vida más allá de la muerte que se manifiesta en esta orilla del tiempo. La declaración de Yoshimoto me recuerda que la obra de un verdadero artista casi siempre está signada por un puñado de preocupaciones temáticas que se expresan en diferentes niveles estéticos a lo largo de una vida. La dedicatoria me remite a un par de canciones de Los Beatles: “There’s a Place” (“Hay un lugar”) y “The Inner Ligtht” (“La luz interior”). La primera fue compuesta por John Lennon y Paul McCartney en 1963, y la segunda por George Harrison en 1968. Si atendemos a la letra de cada una nos damos cuenta que estamos frente al mismo fenómeno al que alude Yoshimoto: una obsesión temática que, en el caso de Los Beatles, corresponde al llamado “viaje interior”. En “Hay un lugar” podemos escuchar: “Hay un lugar,/ al que puedo ir/ cuando estoy deprimido/ cuando estoy triste;/ y es mi mente/ y ahí no hay tiempo/ cuando estoy solo.” Casi cinco años después y con una clara evolución formal y espiritual, en “La luz interior”, cuya estructura sonora hace evidente el crecimiento musical de los genios de Liverpool (en donde se incluyen cítaras e instrumentos orientales), leemos:“Sin salir fuera de mi puerta/ puedo conocer todas las cosas de la tierra./ Sin mirar afuera de mi ventana/ podría conocer los caminos del cielo.” Aunque la primera canción invita a la introspección para ponerse a salvo del mundo y del desamor (“Pienso en ti/ y las cosas que haces/ dan vueltas alrededor de mi cabeza,/ las cosas que dijiste/ como ‘te amo’); la segunda,“La luz interior”, ofrece una visión mucho más amplia y llena de certeza, la iluminación a la que se llega una vez que se descubre el poder de la mente:“Llega sin viajar/ mira todo sin mirar/ hazlo todo sin hacer.” El hallazgo fue el mismo pero los caminos distintos; los diferentes “viajes” que Los Beatles realizaron a través de las drogas o la meditación trascendental confluyeron en el mismo punto: un retorno al ser, el individuo que busca en sí mismo lo que afuera, muchas veces, no encuentra. El arte, expresado en cada obra que ve la luz en este mundo, es una forma de repetir ese movimiento interno una y otra vez, ya sea desde la escritura, la música, la danza o la pintura y que nos hace vislumbrar aquello que no podíamos ver antes de iniciar nuestro camino •

Fragmento de una biografía Nikos Karidis Las tardes de domingo dibujaba jaulas con las puertas abiertas sin pájaros siempre llaves de casas de las islas grandes como muletas en hojas blancas de papel con lápiz negro nunca con color él que amaba todos los colores excepto el negro y el blanco. Dibujaba además ramas secas sin hojas él que amaba el mar y el color verde. Hubo domingos que pasaron con una jaula en infinitas variantes dibujada en hojas blancas de papel con lápiz negro. Alguna vez cuando se terminaron los domingos y quedaron las tardes de todo el mundo empezó a perseguir las iglesias en horas en que estaban vacías y solas desvelado desconocido solo sin jaulas sin llaves sin muletas pidiendo ayuda buscando un final suplicando un principio igual. Hasta que se perdió y fue olvidado ese hombre que dibujaba esas hojas de papel blanco y otros tiempos llegaron. Nikos Karidis (1917-1984) abogado de profesión, aunque nunca se recibió, participó como soldado raso en la guerra contra Italia y en la Guerra civil (1946-1949), y luego colaboró con periódicos clandestinos de la Resistencia durante la Ocupación alemana de Grecia (1941-1944). De 1943 a 1960 fue codirector y luego director de la importante editorial Íkaros, que desde el principio publicó a poetas como Kavafis, Sikelianós, Seferis, Papatsonis, Elytis y Engonópoulos. Trabajó como secretario del Teatro Arte Carlos Koun y en la mesa directiva del Teatro Nacional de Grecia. Es autor de ocho libros de poesía y ha sido traducido al inglés, francés, rumano y alemán. Véase La Jornada Semanal, núm 883, 5/ ii /2012 Versión de Francisco Torres Córdova

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LA OTRA ESCENA

........ ARTE Y PENSAMIENTO O Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com @mquemain

Boliver y Peláez, los aforismos emocionales de Coco Chanel

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OCO, MADEMOISELLE GABRIELLE, es un monólogo que escribió Silvia Peláez para Pilar Boliver. Todo parece indicar que se trata de Coco Chanel y que todo sucede el 10 de enero de 1971 en una suite del Hotel Ritz, donde Coco aparece lánguida en un pijama blanco de seda con ribetes negros, en una batalla campal contra su edad (“estoy ochenta y siete años cansada”). Mademoiselle Gabrielle se bate contra el demonio del tiempo los lunes en el Teatro de La Capilla, apoyada en unas cuantas herramientas: una réplica del frasco de Chanel No. 5 en miniatura, un frasco de morfina, dos cajas de metal con una jeringa de vidrio.“Ese olor a camelias… me asquea… O soy yo, la que expide este aroma agrio, avinagrado de vieja. ¡Odio el olor de ser vieja! Aunque me ponga una, dos, quinientas gotas, esta peste que sale de mis poros no se mitiga. Huelo a músculos atrofiados, a células muertas, a decrepitud, a ausencias.” Digo que todo parece indicar que se trata de un personaje histórico de la moda del siglo xx; sin embargo, me queda la certeza de que bajo esa cáscara fina ambientada y tejida para establecer un horizonte referencial que atrae al espectador, está bordada una historia sobre las vicisitudes de la identidad, de la edad y de una forma de ser mujer que tiene una tradición larga y fecunda en el siglo xx, y que va de Colette a Beauvoir, de Patricia Highsmith a Doris Lessing, de Yourcenar a Jelinek. Silvia Peláez parece más fiel a la tradición que fincó Doris Lessing, sobre ese proceso que le pone a la identidad una fecha de caducidad que inicia cuando la certeza de la vejez se apodera de esa construcción cultural y psíquica que llamamos femenino y que se traza sobre el bordado fino de lo cotidiano (“Una no debería morir sola”).

Son, entonces, dos los ejes sobre los que gravita esta obra dirigida con pasión y prudencia; actuada con una enorme capacidad de atravesar a lo largo de una hora y media distintos registros emocionales y simbólicos que sólo alguien con la formación de Boliver puede correr sin perder la medida de cada interpretación. Hay una complicidad evidente entre la directora y la actriz. Si bien Peláez parece modular y estirar la liga emocional de Boliver, la actriz le corresponde con pausas precisas para que el texto tenga la posibilidad de una especie de soberanía que le permite una existencia independiente y, al mismo tiempo, inseparable de un tono, de la interpretación exacta. Me parece que el lujo de estas mancuernas debería ser una práctica constante en nuestro teatro. Actrices como Boliver deberían recibir periódicamente ese tributo que la dramaturgia agradecida debe rendirle a los actores que permiten que el texto encuentre dimensiones inéditas una vez que se interpreta y vive para la escena. La directora y dramaturga está enamorada de su texto, de una contundencia rítmica y poética resultado de respirar con una actriz a la que se le puede exigir cualquier clase de esfuerzo, pero que aquí no sólo es el blanco de una demanda sino también un objeto escénico idealizado y querido por la escritora, que le permite encontrar en un conjunto de asociaciones una memoria corporal y gestual que forma parte del repertorio y la experiencia de Boliver. Hay una cualidad en esta última que hace que en todo momento conservemos la certeza de estar en el teatro y ser conscientes de que lo que sucede en el escenario le está pasando a un conjunto

de relaciones entre la historia y la literatura, pero que también acontece bajo la piel de alguien cuyo trabajo puede colocar la lupa del espectador donde se le antoje, porque domina su corporalidad, porque es capaz de enfrentarnos a un cuerpo octogenario que ha perdido casi todas sus virtudes y es un cúmulo de dolores e indiferencias que logran entrar en concierto con un texto exigente en los tonos y contrapuntos constantes. Peláez ha escrito una obra sobre la adicción, sobre el dolor crónico y creciente, sobre la soledad y unos fantasmas que convocan a la discusión en voz alta (esa forma de decrepitud que obliga a algunos viejos a mascullar maldiciones, quejas, interpelaciones, súplicas) con lo que esté a mano: objetos, mascotas, plantas... Esta es una obra sobre la caída y el orgullo, sobre el desprecio de una edad moderna tan cargada de estupidez, miseria y mezquindad. Es la certeza de saberse un clásico y ofrecer un sarcasmo permanente sobre la transitoriedad de sus adversarios. Pasan “con sus talles relamidos y sus faldas amponas como carpas de circo: ADior, mi querido Dior” •

Pilar Boliver

BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola @LabAlonso

¿Tarde?… con Jools Holland

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S DE NOCHE. Es tarde. Es tan tarde que se está haciendo temprano. Va llegando el alba. Temporada de caza para el insomnio, nuestro cansancio no resuelve su caída aunque ha perdido la concentración. No se puede leer. No se puede escribir. Queda la televisión, su lento y efectivo knock out. El pulgar patalea incansable sobre el botón del control remoto. El control remoto patalea invisible cruzando el aire. La señal cambia y, de pronto, un rostro conocido; un semblante locuaz cuyo timbre de voz se eleva, lo mismo que la velocidad de su perorata. Si cerramos los ojos parece que un merolico británico intenta vendernos tónico para el dolor. Y en cierta forma es cierto. Ese programa de televisión es una verdadera medicina nocturna, una esperanza sonora que cambia el curso de la vigilia. Su nombre es perfecto: Later… with Jools Holland. En Inglaterra, su lugar de origen, se transmite a las 11 o 12 de la noche. Cambia de horario lo mismo que de día de la semana. Así ha sido a lo largo de veintitrés años y cuarenta y seis series o temporadas en la bbc . Es el más célebre programa de música del mundo desde 1992. No hablamos de un espacio de entretenimiento tipo David Letterman o Jay Leno, Jimmy Kimmel o Jimmy Fallon. Esos siguen la herencia americana de Johnny Carson: todo es breve, todo es superficial, las canciones son sólo una parte del espectáculo. Jools Holland, empero, apuesta por la música como centro del esquema, como un muestrario de géneros, tiempos y geografías que dialogan con naturalidad, en vivo, frente a una nutrida y receptiva audiencia. Su esfuerzo es titánico. Cada emisión implica la producción de un pequeño festival. Hablamos de grupos y

solistas del planeta entero que de manera alternada, en tres, cuatro y hasta cinco escenarios diferentes, comparten su obra sin importar qué tan nueva sea, qué tan de moda esté. El único parámetro es la calidad. Incluso podemos asegurar que aparecer allí es tan importante como ganarse un premio Grammy. Digamos que contestarle una pregunta a Jools Holland es algo que se puede presumir de por vida. ¿Paul McCartney, Baaba Maal, Smokey Robinson, Leonard Cohen, pj Harvey, Herbie Hancock, Robert Plant? Piense en un nombre relevante y allí habrá estado. Hasta La Maldita Vecindad, Los de Abajo y el dúo de Rodrigo y Gabriela han aparecido representando a México. ¿Pero quién es el señor Holland? A veces lo vemos tocando el piano con solvencia junto a sus invitados, acompañándolos sin jamás intentar el lucimiento propio. Su trayectoria le permite conversar con ellos de manera horizontal, no sólo con conocimiento histórico sino teórico e interpretativo. Tiene cincuenta y siete años de edad y más de cuarenta de una carrera que inició con Squeeze, su banda más conocida y a la que abandonó en 1980 para hacerse solista. Desde entonces no ha dejado

de girar y grabar discos con mayor o menor fortuna comercial, lo que nunca ha ido en detrimento de su creciente reputación global. Porque sí, lectora, lector, Jools Holland es sintonizado en decenas de países y ha lanzado numerosos dvd’s con presentaciones memorables. Así, cuando en estos días de furia se ahogan novecientas personas que intentan un mejor futuro, cuando los extremistas decapitan la diferencia, cuando estallan bombas cargadas por niños, cuando se despide, persigue y asesina a periodistas en México, cuando clamamos por respuestas justas para casos como los de Apatzingán y Ayotzinapa, cuando gran parte del mundo da la espalda a los diferentes, programas como el de Jools Holland adquieren una relevancia fundamental que es necesario promover si queremos darle la vuelta al guante de la atrocidad. ¿Somos ingenuos? Tal vez. La pierna tiembla incontrolable sobre la cama. ¿Será demasiado tarde, Jools? Te vemos girar de un lado a otro, feliz en ese sueño de burbujas, uniendo lo que para tantos es imposible. Y entonces te acercas a un piano y, para no variar, pronuncias un nombre desconocido, Benjamin Clementine, por ejemplo. Dices que va a cantar “Cornerstone”. Es un poeta y compositor negro que nos parte en dos, a la manera de Nina Simone: “I am alone in a box of stone, when all is said and done. As the wind blows to the east from the west, into this bed my tears have its solemn rest.” Apenas termina nos decimos que no, que no es tan tarde, que todo puede reconstruirse si el esfuerzo no sólo es acaparado por la urgencia de apagar el fuego, sino por la obligación de erigir nuevas rutas sentimentales. Una de ellas, sí, la de Benjamin Clementine. Gracias, señor Jools Holland, una vez más, por cambiar la página en el último, en el primer minuto del día. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •


ARTE Y PENSAMIENTO ........

26 de abril de 2015 • Número 1051 • Jornada Semanal

Verónica Murguía

Jorge Moch

Fantasía bajo la lluvia

De las buenas nuevas que no queremos ver

porque durante años creyó que iba a terminar en la calle. Según él, lo que veía en su futuro era la indigencia. Ya hasta había escogido su lugar: cercano a los túneles del Metro, para que el aire que sale a la superficie lo calentara en invierno y con sombra en el verano. Se imaginaba a sí mismo envuelto en una mezcolanza de harapos y sleeping bags, pidiendo limosna con una lata vacía de sopa Campbells. Y miren nomás. Yo, como mucha gente que conozco, tengo fantasías semejantes. No las puedo poner sobre papel porque siento que, si lo hago, les concedería una realidad más concreta que la de la mera conversación. Baste con decir que en esas fantasías no tengo nada y soy una viejita malhumorada, empapada por la lluvia. Es una fantasía sumamente melodramática y tiene influencia del cine neorrealista italiano, aunque la mayor parte del argumento está inspirado en el noticiero. Y no se crea que sólo a mí se me ocurren estas cosas. Pertenezco a un grupo que aumenta cada día. Desconfiados y pesimistas, estamos apabullados por el uso que se hace de nuestros impuestos. Sabemos que en lugar de irse al Seguro Social, por decir algo, se van a pagar las casas modestas de esos extraordinarios ahorradores, que hasta aviones terrestres (qué tontería) han podido alquilar a diez mil pesos la hora. Sabemos, porque crecimos aquí, que ser responsable y trabajador no garantiza nuestro futuro, pues hay pillos millonarios y gente que ha dejado la salud en la lucha por sobrevivir. Ojalá el grupo de pesimistas al que pertenezco esté equivocado y no terminemos todos como en una película de Rosellini. Pero hoy por hoy, en el gobierno de este país, el dramatis personae de otra película italiana se da la gran vida: Sucios, feos y malos, de Ettore Scola •

C

HAIRIZA INTRANSIGENTE. MEXICANOS INGRATOS. Pesimistas de siempre. Pinches progres. Pinches proles. Lo cierto es que somos muchos, muchos mexicanos los que no vemos las bondades que tanto grazna el régimen por voz de su marioneta. No encontramos, por más que desgañitan sus voceros oficiales de la tele y otros medios arrastrados o vencidos por el presupuesto, los beneficios presuntos de las mal llamadas reformas estructurales que han impuesto Peña Nieto y sus patrones y socios trasnacionales. Le bajaron doscientos pesos al recibo de la luz, ajá, por unos meses previos a elecciones, y luego vendrán otra vez los cobros injustificados y exorbitantes, las lacónicas explicaciones de la cajera: pague primero y reclame después o le cortamos la luz. No bajó la gasolina de precio, ni el diesel, al contrario. También subió el gas. No hay más trabajos, sino más empleo informal, y seguimos siendo los ciudadanos víctimas inermes de grupos criminales con y sin puesto público. Allí sigue el Partido Verde: ya nomás les falta a sus candidatos salir a asaltar bancos y transeúntes. Allí esa pandilla de infelices que pretende privatizar también algo tan elemental y colectivo como el agua… Y mientras el país se sigue desangrando por todos sus rincones y las mafias del narco se atomizan e incendian todo a su paso, y el dinero de la corrupción, el del narco, el de las bandas de extorsionadores y secuestradores, el de la trata, el del contrabando y la piratería y el asalto y la tala clandestina sube peldaños que van desde el policía de banqueta hasta secretarios de Estado o la misma Presidencia pasando por esa recua de vividores mafiosos que son los gobernadores de los estados, el merolico nos vende su lleve-lleve: lleve el progreso, lleve su cobertura sanitaria, lleve su trabajo bien remunerado, y sus derechos en salvaguarda. Pero de dientes para afuera. Porque puertas adentro lo que hay es negocio; la clase de negocio en el que no figuramos los peatones, los automovilistas que pagan cada mes la onerosa letra del coche, los que no tenemos seguro de vida, ni vacaciones en Miami, ni cómo bajarnos el colesterol. Puertas adentro lo que hay es contubernio secreto entre quienes tienen chofer y guardaespaldas y saltan de un helipuerto a otro, mirando si acaso con algo parecido a la conmiseración a los que acá abajo desde el laberinto alzamos la mirada y los vemos pasar sabiéndonos para ellos tan insignificantes que, como en la novela de Kike Ferrari, de lejos parecemos moscas. Las moscas no compran en Beverly Hills. Y si en Michoacán, Jalisco, Chihuahua, Guerrero o Veracruz hay balaceras y emboscadas sangrientas y sumarias

ejecuciones y decenas de desaparecidos y algunas cabezas ruedan, literalmente, por la calle, Peña anuncia “importantes” inversiones: miles de millones para incentivar el turismo en Acapulco; una planta de la Ford que dará trabajo a obreros mexicanos. Grandes triunfos de salario mínimo y prestaciones de ley. Pero no queremos ver la bonanza de la burbuja fiduciaria, ni las bondades de la crisis por venir. Somos tontos. Somos malos mexicanos. No entendemos nada. Solamente opinamos en contra, nos oponemos a todo. Porque no sabemos ver que la minera canadiense o mexicana o estadunidense que está masacrando la ecología y los pulmones de los mineros significa progreso, y no queremos entender que la extracción del gas pizarra, sus nefastas consecuencias, son la puerta a la modernidad. Porque la modernidad, estúpidos, es precisamente el marrano que se sube a su avión particular, a su camioneta blindada, a su helicóptero, y manda a sus hijitos de viaje en yate por el Caribe o en el jet a Las Vegas o París para que se saquen fotos y nos las presuman. Progreso son los grandes proyectos que se construyen por los tompiates del presidente y para que los construyan sus cuates, como el Centro Cultural Bicentenario en los llanos secos de Texcoco, enorme elefante blanco al que ni siquiera se molestaron en dotar de una señalización más o menos adecuada pero donde resalta una placa enorme de bronce que consigna que Peña Nieto, siendo gobernador, inauguró el monstruo en beneficio de los mexiquenses. Sobre todo de los que se apellidan Hinojosa. Eso es el futuro, la modernidad, la grandeza de un país de esclavos fanatizados con la religión y el futbol, y cualquier concepto que aluda a dignidades y libertad es demagogia populista, cabrones. Hasta parece que no vemos la tele, necios, que como el espíritu santo, según dicen, está en todos nuestros hogares •

CABEZALCUBO

L COMEDIANTE LARRY DAVID, célebre por los guiones de Seinfeld y su propio programa de televisión, es un hombre muy rico. Hace tres minutos tecleé su nombre en Google y lo primero que se abrió, antes que su ficha de Wikipedia o una foto de él con Jerry Seinfeld, fue un artículo de una revista de negocios en la que se calcula que la fortuna de David es de 500 millones de dólares. Antes era de 900, pero se divorció. El matrimonio y el divorcio tuvieron lugar en el estado de California, lo que significa que su exesposa, Laurie David, se quedó con la mitad del dinero. Él dice que está bien que así haya sido, pues es un tipo con el que resulta muy trabajoso vivir. No lo dudo. Cuando le preguntan cosas acerca de su dinero, se encoleriza. Y es que el dinero es un tema muy delicado. Los narcos, las señoras de camionetas, los actores de tele-

LAS RAYAS DE LA CEBRA

tumbaburros@yahoo.com @JorgeMoch

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novelas y los raperos lo presumen. Los pobres lo anhelan, con razón, pues si bien se dice que no compra la felicidad, ciertos aspectos de la calma sí que se adquieren por medio de efectivo. Por ejemplo, la posibilidad de ir al médico y no tener que esperar a que le den cita, si bien le va, en seis meses. La clase media a veces tiene, otras no y siempre está con el Jesús en la boca. Los ricos, cuando se les toca el tema, suelen ponerse muy defensivos, sobre todo si ocupan puestos públicos. Generalmente dicen cosas que revelan el menguado contacto con la realidad que sus cerebros tienen a bien ofrecerles, como el caso del candidato a delegado por Cuajimalpa, Miguel Ángel Salazar, quien al hablar de su casa de fin de semana en Malinalco, valuada en 3.2 millones de pesos, dijo que era un “patrimonio modesto”, ¡al alcance de cualquiera! Además, para que no andemos de envidiosos, la casa está “afuerita” del campo de golf, no adentro. Pues esa casa tan “modesta” estará al alcance de cualquiera de los que estén dispuestos a hacer negocios con él, pero es un sueño guajiro para la mayoría en este país. Ya ni digo de las otras propiedades de las que hemos sabido, todas muy sencillas, en las que cabemos usted, yo, mi familia y la suya con primos hermanos, primos segundos, perros, gatos y un grupo selecto de vecinos. Larry David no es como esos políticos. En primer lugar, su dinero es bien habido: ganado con sus perfectos y extravagantes guiones, responsables del éxito de Seinfeld. En segundo lugar, no le pasa por la cabeza insultar la inteligencia de quien lo escucha diciendo que no es rico. Se enoja pero lo admite; dice que la cifra no es exacta pero no se finge pobre, ni ahorrador, como el señor Salazar. Tampoco tiene empacho en reconocer que el dinero lo tomó por sorpresa

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Jornada Semanal • Número 1051 • 26 de abril de 2015

........ ARTE Y PENSAMIENTO Luis Tovar

Javier Sicilia

@luistovars

L

A EXISTENCIA DE UN pintor como El Bosco en el siglo xv no deja de inquietar. Para encontrar a sus pares hay que ir hasta Goya, en su frialdad, y, en su expresión onírica y alucinante, hasta el surrealismo de Dalí o de Remedios Varo. Sus abigarrados mundos de multitudes apretujadas pertenecen, sin embargo, a una noción que le viene del cristianismo, en particular a la del Juicio Final –título de sus famosos trípticos de 1489–, en el que la multitud humana es llamada a cuentas para ser arrojada al Paraíso o al Infierno, del que también pintó cuadros tan memorables como inquietantes. A diferencia de Dante, que nos dejó en su Comedia una descripción ordenada de esos universos multitudinarios, las descripciones pictóricas de El Bosco son concentraciones caóticas. Luminosas y puras cuando trata de la visión beatífica; monstruosas, oscuras y laberínticas, cuando nos revela el Infierno. Hay, sin embargo, ciertos cuadros

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IENEN RAZÓN LOS AUTORES del Anuario Estadístico de Cine Mexicano 2014 (aecm) cuando afirman que “el número de copias con las que se estrena una obra fílmica no es el único factor, ni el más determinante, para evaluar su llegada a las salas, ya que también intervienen el perfil de audiencia de la sala, las características artísticas e industriales de la película y la fecha de estreno”. Sin embargo, y en aparente contradicción, poco más adelante sostienen que “hay correspondencia entre el número de copias y las ciudades, estados y complejos cinematográficos que pueden ser alcanzados en la corrida comercial de un filme”. Es preciso, pues, un brevísimo análisis.

La saLiva y eL pinoLe

en donde la laberíntica composición de lo humano no pertenece a esos momentos definitorios que, según la tradición cristiana, nos aguardan al final de los tiempos. Pertenecen todavía al tiempo histórico en el que el poeta José Ángel Valente ve la revelación de la estupidez “como raíz absoluta del mal”. Es allí donde El Bosco se vuelve más próximo a nuestro tiempo y a nosotros; más próximo a lo que nos está sucediendo en México. El cuadro que quizá mejor lo exprese y que se vincula con el tiempo de la Semana Santa que acabamos de conmemorar, es el de Cristo con la cruz a cuestas que se encuentra en Gante. La acción, “una acción –dice con exactitud Valente– delirante y sin sentido, ocupa frenéticamente el cuadro”: rostros grotescos, soeces, jactanciosos que se apretujan delirantes en su avidez alrededor del Cristo que carga una cruz y que en realidad, junto con el de la Verónica que lleva en sus manos el lienzo en donde el rostro de Jesús ha quedado grabado, se encuentran en las márgenes de la acción. A diferencia de los otros rostros, los de Jesús y la Verónica son apacibles y melancólicos. Tienen los ojos cerrados como presas “de un sueño o de una secreta visión invulnerable”. Entre tantos rostros donde la avaricia y el descentramiento de lo humano exaltan la presencia de la estupidez, los de ellos, como un puente tendido en medio del mal, son las presencias de lo humano que la imbecilidad no puede ni mirar ni entender en su ignorancia. Es por eso que la fuerza del cuadro no se encuentra ni en Jesús ni en la Verónica, sino, precisamente, como bien lo refiere Valente, en los rostros que los rodean, que ocupan la totalidad del cuadro y que El Bosco pinta de manera implacable para revelarnos el mal, lo humano que no logró ni logra realizarse.

No hay, por ello, en el Cristo con la cruz a cuestas, nada del horror físico que otros pintores, como su contemporáneo Grünewald, nos revelan de la Pasión, sino el puro y metafísico horror que la estupidez produce al revelársenos. Entre ese tumulto, entre ese laberinto monstruoso y aterrador de la estupidez –de la que México dio una contundente muestra esta Semana Santa en las multitudes de vacacionistas que se agolpaban jactanciosas y ajenas a las pasiones que diariamente viven muchos de nuestros hermanos– El Bosco, dice Valente, compone “las figuras que tienen el aura excepcional de la soledad, las figuras que desde ella niegan con su ajena presencia lo humano circundante vivido como desrealización”, como mal. Es por ello que, a pesar de su marginalidad, hay que detenerse en ellas. En el contraste que generan dentro del cuadro para poder capturar la estupidez, y en la infinita distancia que su presencia, centrada en lo humano que ha llegado a su realización, crea en los que las miramos –pensemos también en su San Antonio guarecido en un hueco de árbol o en su San Juan en Patmos, que El Bosco pinta ya sin multitudes–, podemos hacer un hueco en nosotros y escapar así, por unos momentos, del ruido, de la furia y de la idiotez para abismarnos en el secreto y profundo espacio de la contemplación y el silencio donde habita lo verdaderamente humano que nos reclama. Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, detener la guerra, liberar a José Manuel Mireles, a sus autodefensas, a Nestora Salgado, a Mario Luna y a todos los presos políticos; hacer justicia a las víctimas de la violencia, juzgar a gobernadores y funcionarios criminales, boicotear las elecciones y devolverle a Carmen Aristegui su programa •

Ambas aseveraciones figuran en el apartado que se refiere a la distribución de cintas mexicanas, misma que dividen del modo siguiente: más de 400 copias por película, de 200 a 399, de 50 a 199, de 10 a 49, de 2 a 9 y una sola copia. Suman treinta y seis los filmes en los tres primeros niveles, lo cual significa que apenas el cincuenta y tres por ciento de los estrenos mexicanos –de un total de sesenta y ocho— fue distribuido de manera similar a la que goza cualquier cinta estadunidense, por insulsa, repetitiva o deplorable que sea. Es preciso señalar que sólo una distribución a esos niveles permite cubrir el total de los treinta y dos estados de la República, lo cual significa que las restantes treinta y dos no lo hicieron. El aecm informa que “por segundo año consecutivo las películas nacionales tuvieron una cuota de mercado de exhibición que superó los dos dígitos”, y que se trata de algo “que no había ocurrido en más de tres décadas”. Sin embargo, hubo una disminución de 2013 a 2014 equivalente a dos puntos porcentuales, en línea con la disminución de estrenos totales registrada, pero si bien ésta fue de seis por ciento, la reducción de estrenos nacionales alcanzó casi 33 puntos porcentuales, al pasar de 101 en 2013 a las referidas 68 en 2014; una diferencia brutal de 5.5 a uno –como quien dice: al perro más flaco se le cargan más las pulgas...–, y no debe olvidarse que esos 68 estrenos representan solamente el 52 por ciento de los filmes producidos, mientras los restantes 62, con mucha suerte, verán quizá la luz de la pantalla un año de éstos. Por eso no sorprende que, más allá de la ausencia de trabucos taquilleros como los de 2013, la asistencia a películas mexicanas haya descendido de 30.1 millones de asistentes hace dos años, a 24 millones el año pasado. Tampoco sorprende, a la luz de los datos anteriores, que hayan sido precisamente los filmes con más de 400 co-

La dictadura perfecta

pias los que cubrieron la totalidad de las regiones del país; que se estrenaron en 131 ciudades en el menor de los casos, y en 166 en el mayor; que tuvieron presencia en un rango que va de los 413 a los 670 complejos cinematográficos –es decir, la totalidad de éstos, aunque sólo una película, La dictadura perfecta, alcanzó tal “privilegio”–, y, finalmente, que sean los doce filmes a la cabeza tanto en número de asistentes como en ingresos.

De huevos y gaLLinas Como bien se sabe, aquella afirmación según la cual “al público hay que darle lo que pide” es un uroboro conceptual: tan cuestionable como la pregunta retórica de qué fue primero, si el huevo o la gallina, desemboca en un absurdo que algunos nunca dejarán de aprovechar, y no pocas veces de generar ellos mismos. Así los distribuidores y exhibidores cinematográficos, que bajo ese son convenenciero nunca dejan de recurrir a fórmulas archiprobadas, entre las que destaca el repetido aluvión de copias del bodrio en turno, así como la insistencia en géneros “probados”: aventuras, comedia, terror, uno que otro drama, y pare usted de contar. En 2014, las producciones de ficción nacionales consistieron en esto: un filme de aventuras, dos animaciones, dos comedias románticas, veintidós dramas, un musical, cuatro de suspenso, tres de terror, un western y dieciséis comedias. Estas últimas fueron vistas por 15 millones 215 mil personas, para un 62 por ciento del total, mientras que los dramas, 33 por ciento de los estrenos, alcanzaron apenas 8 por ciento de la asistencia y, caso triste, los dieciséis documentales representaron una cuarta parte de los estrenos, pero los vio un mísero uno por ciento de la asistencia. Bajo esta lógica de espiral descendente, es un hecho que para este 2015 “lo que el público quiere” seguirá morigerando la calidad del contenido de lo que se ve. Todo sea por el “éxito” •

CINEXCUSAS

El cine y la cifra (ii y última)

Visitando a El Bosco

CASA SOSEGADA

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ENTREVISTA

26 de abril de 2015 • Número 1051 • Jornada Semanal

con Eduardo Galeano

Eduardo Galeano recibió en 2009 el doctorado Honoris causa por la Universidad Veracruzana y en aquella visita a nuestro país presentó su libro Espejos (Siglo xxi Editores, 2008). En la unam leyó fragmentos de sus obras.

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n la Sala Nezahualcóyotl le aplaudieron con las manos y los pies, ¿qué sintió?

–Hubo un gentío enorme y una electricidad de comunicación excepcional; ahí ocurrió algo que me emocionó mucho. A cierta altura yo estaba leyendo algo que tenía que ver con el oficio de los cuentacuentos. De Lorca lo que conté fue que cuando a él lo fusilaron en los albores de la guerra española desapareció de los escenarios de España. Pocos años después triunfa Franco y la memoria de la República Española es una memoria prohibida de la que Lorca era parte. Cuando se empieza a recuperar la memoria, un grupo de teatreros de Uruguay estrena en España La zapatera prodigiosa, una de las obras más jugosas de Federico García Lorca, que no se había vuelto a representar desde su muerte. Con alma y vida la actúan y cuando terminan se quedan atónitos, porque el público está callado y empieza a patear el suelo a toda furia. Cuando uno de los teatreros me lo contó yo pensé que ese trueno contra la tierra era una manera de decirle a Lorca: “Para que sepas Federico lo vivo que estás.” Yo había leído ese texto en España pero nunca había ocurrido esta prolongación del arte –de lo que el texto cuenta– con la vida, este contacto mágico, esta comunión que se dio con los chicos de la universidad.

–Scherezada aplaza su ejecución gracias a los cuentos que cuenta. Yo la imagino así: a la luz de la luna contando cuentos que entretengan al sultán, la técnica del tigre en el aire, del suspenso; muchas veces corta el relato, dice: “lo seguimos mañana”. Sobre todo, ella siente un vientito en el pescuezo, el rey le está estudiando el pescuezo y eso significa que puede aburrirse y si lo aburre la mata. Entonces, el primer mandamiento del arte de narrar es: prohibido aburrir; esa es la enseñanza que ella nos dejó a quienes pensamos que vale la pena contar historias que nos permiten conocer el mundo que habitamos; los científicos piensan que está hecho de átomos pero yo creo que está hecho de historias. –¿Nunca ha tenido miedo de que le corten la cabeza?

–Alguna vez sí, pero por suerte la tengo sobre el cuerpo bien pegadita, salvo cuando me olvido de ella en el dormitorio porque soy muy distraí-

Galeano y el oficio de narrar Adriana Cortés Koloffon

do. Siempre fui muy preguntón y por eso he sido muy incómodo. Por ejemplo, en el libro hago este tipo de preguntas: ¿Adán y Eva eran negros?

–O también si el diablo es rojo o negro. ¿De qué color cree que sea?

–Depende, porque en el teatro del bien y el mal Dios y el Diablo intercambian sus papeles. Cuando se desata la guerra contra Irán, Sadam Hussein fue Dios de Occidente antes de ser el Diablo. Stalin era en los años últimos de la segunda guerra mundial el tío Joe y después se convierte en Satán.

–También escribe en este libro sobre la preservación de la memoria a través de la escritura, ¿aniquilada en Irak con la intervención estadunidense?

–No es casual que Irak, este país en ruinas, exterminado al cabo de una guerra infame que nació de una mentira y que mintiendo sigue –resulta que Irak no tenía armas de destrucción masiva–, sea este país exterminado. No sabemos en realidad el número de muertos que hubo, ¿por qué? Porque este es un mundo racista que desprecia lo que ignora, donde hay vivos y muertos de primera, segunda, tercera y cuarta categorías. Quizá porque el presidente Bush lanzó la guerra muy seguro de que la escritura había nacido en Texas ignorando que la escritura nació en Irak, cuna de la civilización humana, y que allí había nacido también el primer poema de amor que se escribió nunca, que fue en tiempos de los sumerios, escrito en tablillas de barro que cuenta el encuentro entre una diosa y un pastor. –¡Qué paradoja: un poema de amor nacido en un país devastado por la guerra!

–¿Por qué cuenta historias parecidas a las fábulas?

–¡Qué paradoja bella! Porque eso indica que hay una memoria para recuperar, que no es sólo la memoria del horror sino también la del amor, y que el mundo es mitad basura y mitad maravilla.

–En Espejos escribe sobre Scherezada, conocedora del oficio de narrar.

–Yo trato de ser yo mismo cuando escribo, hablo y camino por la calle. El orden social imperante nos obliga a mentir continuamente. Eso es más visible en las dictaduras militares donde se las arreglan para maquillarse mejor los dueños del mundo. Recuerdo que cuando estaba exiliado en la costa catalana solía recibir cartas del Uruguay anónimas, sin remitente ni dirección. Una de las cartas que más me impresionó era de un ciudadano uruguayo que me decía: “Lo peor es mentir y estamos obligados a mentir cada día porque quien dice la verdad marcha preso, va derechito a la cámara de tortura o recibe un tiro en la cabeza. Estamos obligados a mentir pero créame, no es lo peor. Peor que mentir es enseñar a mentir y cada día yo les enseño a mentir a mis hijos para que ellos sobrevivan.” •

–Mi libro cuenta historias que ocurrieron y me parece que vale la pena contagiarlas para que no se pierdan, y de contarlas con la menor cantidad de palabras posible. Son el resultado de un proceso de creación que tacha mucho, de acuerdo con lo que me enseñó mi maestro Juan Rulfo. Un día, tomando entre las manos un lápiz, señaló el grafo y me dijo: “yo escribo con esto, pero mucho más escribo con esto”, señalándome la goma de borrar. En la vida y en la literatura Rulfo tuvo la capacidad de decir y después tuvo la dignidad del silencio: se calló. Yo también borro mucho hasta que encuentro las palabras que nacen de la necesidad. Mis libros nunca expresan pensamientos solos, trato de escribir un lenguaje sentipensante que sea capaz de unir la emoción y la razón.

–Incluye en Espejos un fragmento sobre las máscaras. ¿Las utiliza para caminar por el mundo?

Ilustración de Juan Puga

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