Semanal29042018

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• Confrontier, de Kai Wiedenhöfer: desconstrucción de muros y fronteras, Annuska Angulo • rodrigo Moya o la memoria en la mirada, Ariel Arnal • Sobre La calle, Alex Webb • La imagen desafiante: el cine de Jan SvanKMaJer, Lourdes Rivera Gutiérrez

Festival internacional de la imagen:

una Fuerza inagotable

■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 29 de abril de 2018 ■ Núm. 1208 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver


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Rodrigo Moya al cineasta checo Jan Svankmajer, del Nortec (hoy Colectivo Plural), a proyectos plástico-socioculturales como

29 de abril de 2018 • Número 1208 • Jornada Semanal

Del fotógrafo mexicano

Foto: Fritz Torres/ FINI

Confrontier y La calle, de Kai

entrevista con Fritz Torres

Wiedenhöfer y Alex Webb,

Juan M. Ramírez

respectivamente, la fotografía, el cine, el videoarte y el diseño

DESPUÉS DEL ÉXITO DE NORTEC COLECTIVE Y LA ESCENA VISUAL-MUSICAL DE TIJUANA, SURGE EL NUEVO PROYECTO: COLECTIVO PLURAL.

ponen de manifiesto una sostenida vocación por renovar

EL COLECTIVO PLURAL ESTARÁ PRESENTE EN EL FINI 2018 CON SU PROYECTO FLUJO NATURAL.

el discurso visual y hacer de la imagen una herramienta de transformación. Los artistas de quienes hablan los textos incluidos aquí forman parte de la programación de la octava edición del Festival Internacional de la Imagen (FINI), llevado a cabo en Pachuca, Hidalgo, con el auspicio de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, del jueves 26 de abril hasta el 4 de mayo. Agradecemos a Giovanni Troconi, parte fundamental del FINI, su colaboración entusiasta para la edición de este número. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

-F

lujo Natural es una instalación multidisciplinaria sobre la frontera, donde se presentan los obstáculos para el tránsito de las personas que, a pesar de todo, sigue moviéndose. –Exacto. De alguna manera la frontera es un flujo natural pero también antinatural. Me llamó la atención que estos flujos, que no entienden de fronteras, al mismo tiempo, en el siguiente escalafón, tienen que ver con lo ilegal, con las personas de una misma zona. Aquí hay etnias que han quedado divididas por un muro geopolítico. La idea era plasmar el contraste entre los flujos naturales de las personas y la naturaleza. Hay cosas tan simples, como la polinización, que han cambiado; existen insectos que no pueden volar muy alto y no pueden cruzar un muro. Hasta la misma naturaleza cambia por estas decisiones. El centro, el punto que nos interesa es que hay elementos transfronterizos: a pesar del muro tanto el espíritu humano como la naturaleza encuentran un modo de cruzar, de abrirse paso, de evadir o hasta de ignorarlo. El ejemplo más claro son todas las actividades transfronterizas a través del comercio, de la comunicación, de internet, las amistades, la música e infinidad de acciones en las que no importa de qué lado estés: lo vives igual. El muro, sus inversiones millonarias para impedir que tal o cual cosa suceda, terminan siendo sólo una línea en un mapa. Sí divide, sí termina separando y tiene fuertes efectos y trastornos, pero a fin de cuentas todo termina por encontrar un nuevo curso y sigue su propio proceso. Todo esto lo contamos metafóricamente, no estamos queriendo narrar o proponer algún aspecto político a esta situación, simplemente son elementos que percibimos por el hecho de estar viviendo al lado de la frontera. Llega el momento en que te acostumbras y lo ves como la barda del vecino y nada más.

–Es la paradoja de la globalización: se abren las fronteras para las mercancías, el comercio, pero las personas tienen problemas para desplazarse. –Exacto. Una cosa que llama la atención es el espíritu de las personas que toman la decisión de cruzar: son personas de huevos, personas que dicen: “Me la rifo, me la aviento.” Te voy a contar una anécdota que tiene que ver con las muestras de los muros que ya están construidas y le están proponiendo a Trump. Son ocho, altísimas, para ver por cuál de ellas se decide. Escuché a unos muchachos comentar entre ellos: “Mira, ya vamos a tener más muros para grafitear.” Vamos, qué loco que una propuesta millonaria que tiene implicaciones económicas y políticas internacionales, cuando finalmente se aterriza en una localidad, ésta la asimila: entonces se verá cómo se brinca, cómo se usa, cómo va a formar parte de su realidad. El muro se va a integrar a la localidad y la van a seguir cruzando; si no, se va a utilizar para grafietar o hacer murales o simplemente nos vamos a acostumbrar al muro cuando vamos al trabajo. Es la apropiación de los espacios ante la imposición. –Sé que tienes una fascinación por el arte y el diseño de las portadas de discos lp , de Rock, de la psicodelia, del heavy metal, de Pink Floyd, The Wall, Imagine, de John Lennon. En esa segunda mitad del siglo xx cayó el Muro de Berlín y se imaginaba que pronto sería el fin de las fronteras del mundo, que vendría una sociedad más libre, más tolerante. –Me encantan las portadas de los discos. Recuerdo que era la década de los ochenta, más o menos, cuando el pensamiento general tendía a imaginar que, literalmente, las fronteras serían inexistentes para estas fechas. Pasó todo lo contrario, cada vez nos aislamos más

Directora General: C armen L ira S aade , Director: L uiS T ovar , E d ic i ón : F ranCiSCo T orreS C órdova y r iCardo y áñez . Coordinador de arte y diseño: F ranCiSCo G arCía n orieGa , Formación: m arGa P eña , Diseño de Columnas: J uan G abrieL P uGa , Tel. 5604 5520. Retoque Digital: F ranCiSCo deL T oro y J eSúS d íaz , Publicidad: e va v arGaS y r ubén H inoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx

Portada: Imagin/a/cción Fotos cortesía del FINI: arriba: Jan Švankmajer, Surviving Life abajo: Mathieu Willcocks, Inmigrantes esperando desembarcar en Sicilia

La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauh témoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cui tláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Semanal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.


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después de nortec, el c olectivo p lural en términos de casi regresar a vivir en la aldea. Y no necesariamente en términos de segmentación, sino en términos económicos. Por ejemplo, en California hay esfuerzos para que lugares como Napa, área dedicada a industrias fuertes como la vinícola, se separe de California. Por un lado, estamos muy globalizados y, por otro, regresa el aislamiento, vuelve el recurso romántico de los setenta de vivir como aldeas independientes. Todo esto tiene una nueva lógica. Es paradójico que físicamente estemos buscando aislarnos, mientras el concepto transfronterizo permite estar comunicados a pesar de lo que sea, gracias a la tecnología y las telecomunicaciones. Son como dos mundos distintos, uno encima del otro, que convergen en lo transfronterizo, que es el tema esencial de lo que estamos presentando en el Fini. El muro fronterizo es, finalmente, una línea y todo vuelve a su curso natural. No importan las barreras ni los obstáculos, se encuentra el flujo natural. –Has dicho que Tijuana es tu ciudad, tu lugar. ¿Tú escogiste la frontera o la frontera te escogió a ti? –Tijuana, de toda la vida. Fíjate que yo creo que las dos. Nací en Ciudad de México, me volvió muy vago, muy pata de perro y se lo agradezco muchísimo. Mi familia se vino a vivir a Tijuana cuando era chico. Aquí encontré amigos, tuve mi primer contacto con la música y encontré posibilidades de expresión que me llamaron mucho la atención. Y las portadas, mis primeras portadas de discos las vi aquí. Antes Tijuana y San Diego éramos como vecinos cercanos, casi como si fuera una misma ciudad, podíamos cruzar a diario, si querías

varias veces, no pasaba nada. Ahora ya la piensas, puedes perder horas para cruzar. Pero bueno, estábamos en todos los conciertos, las tiendas de discos, muy en contacto con lo que sucedía. En ese sentido, Tijuana me enamoró desde un principio por sus posibilidades de exposición con lo que sucedía en el mundo. En ese tiempo era frontera libre, un concepto que permitía que sucedieran cosas aquí que no pasaban en otras partes de México, como importar tecnología sin pagar aranceles. –Has trabajado todas las ramas del diseño gráfico, la fotografía, la música, la identidad gráfica, la ilustración, en televisión y tienes un especial amor por el diseño editorial. ¿Qué te falta por realizar? ¿A dónde quieres encaminar tus inquietudes creativas? –Mi inquietud creativa va encaminada a la relación de la gráfica con la música, de algún modo u otro. Ahora estamos trabajando en un proyecto editorial, prácticamente ya lo tenemos, sólo falta el patrocinio. Es un libro que cuenta la historia de la música en Tijuana a través de las portadas de sus discos, de 1958 a 2016. Desde la primera portada de música moderna, por llamarla de algún modo, de un grupo llamado Los TJ´s. Aquí inició el primer movimiento de rock blues y psicodelia en la escena nacional; mientras en el resto del país se escuchaba a Enrique Guzmán y Cesar Costa, aquí se escuchaba el rock y blues negro que venía de San Francisco y Los Ángeles. Las influencias en la ciudad eran diversas y muy fuertes. En esta secuencia contamos la historia de

la música en Tijuana y, paralelamente a esta evolución de la música, abordamos la evolución de la gráfica en las portadas de los discos, desde las hechas a mano, los dummies y cuando llega la Escuela de Diseño, hasta el uso de las nuevas tecnologías donde diseñas e imprimes tu propia portada en casa. Mostramos la evolución de la música con la gráfica, algo bastante interesante. Nosotros somos mucho de pensar global, pero actuar local. Suena trillado, pero es real, es la esencia del lugar en el que vives y cómo lo transmites. Es la esencia, somos uno en cualquier circunstancia. No es tanto como una recomendación o un consejo, pero sí tenemos la idea, que a nosotros nos ha funcionado, de voltear a ver lo que nos rodea, voltear a ver nuestras influencias y nuestra historia y, desde ahí, plantarnos para ver de otra manera y hacer una nueva propuesta para comunicar nuestras ideas. En el sentido de la instalación que presentamos, Flujo Natural es un espectáculo audiovisual basado en una serie de animaciones que enmarcan la participación de Pepe Mogt. Hemos colaborado desde hace más de quince años y estamos muy emocionados de mostrar este proyecto audiovisual, un espectáculo musical apoyado con imágenes que abordan el tema transfronterizo que a nosotros nos interesa

F ritz t orres

(México, 1963), es diseñador, editor y

productor gráfico independiente. Destaca su colaboración en proyectos relacionados con la identidad visual del movimiento cultural y musical de Tijuana, es miembro fundador del exitoso colectivo Nortec y director del proyecto t dm .

Fotos: Cortesía FINI


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El final de la frontera México-Estados Unidos en el Océano Pacífico,Tijuana, México, noviembre de 2008

Asentamiento israelí Pisgat Zeev en el Westbank visto desde el campamento de refugiados palestinos de Shuafat, en las afueras de Jerusalén, noviembre de 2009

conFrontier, de Kai WiedenhöFer:

desconstrucción de muros y Fronteras Annuska Angulo *

I love forms beyond my own and regret the boundaries between us. Loren Eiseley

L

evantamos muros para delimitar fronteras con el anhelo de que lo otro, lo que está fuera del muro, deje de existir. Algunos muros no son suficientes: requieren vigilancia militar porque lo otro tiene la tendencia irreprimible de invadirnos. Pero lo otro nunca deja de existir, aunque parezca invisible detrás del muro, porque finalmente los otros y nosotros formamos parte de un todo. Por eso es tan absurdo construir un muro para solucionar un conflicto. Y eso es lo que piensa Kai Wiedenhöfer, testigo de la caída del Muro de Berlín, un momento que definió a toda una generación; que vio cómo, por fin, se derrumbaba una de las construcciones más vergonzosas de Europa y entendió que fueron los ciudadanos los que hicieron posible su destrucción. Finalmente, los muros son edificaciones humanas y así como los levantamos, también somos capaces de derribarlos. Aquel era un muro que no dividía un país de otro, sino a una ciudad de sí misma. El Muro de Berlín era el símbolo de la máxima idiotez militar y la inutilidad política; verlo caer fue emotivo y esperanzador, sobre todo para los habitantes de esa ciudad partida durante veintiocho años. Wiedenhöfer nació en 1966, en medio de las revoluciones juveniles de la década. Cuando cayó el Muro de Berlín tenía veintitrés años, ya era estudiante de fotografía y capturar ese momento histórico lo marcó

profundamente. Desde 1989 se ha concentrado en los diversos conflictos del Medio Oriente (estudió árabe en Damasco), aunque el proyecto de los muros se hizo posible años después, cuando por encargo de un editor suizo fue a documentar la construcción del muro entre Israel y los territorios ocupados de Palestina, en 2003. El resultado se publicó en un libro de la editorial Steidl, Wall (2007), y este fue el comienzo de un proyecto mucho más grande que le ha llevado a documentar los principales muros del mundo. Su sensibilidad separa su trabajo del fotoperiodismo habitual y lo transforma en un documento con valor estético e histórico. Wiedenhöfer ha sido reconocido con muchos de los premios más prestigiosos de fotoperiodismo en el mundo, como el World Press Photo, la Medalla Leica a la Excelencia, la Beca Eugene Smith para Fotografía Humanitaria y, recientemente, recibió el premio Carmignac Gestion Photojournalism. Desde que publicó Wall, la búsqueda se ha extendido alrededor del mundo. En 2013 presentó también con la editorial Steidl su obra Confrontier. Borders 19892012, donde recoge una selección de estas fotos. El formato vertical del libro contrasta con el formato horizontal de las imágenes y aprovecha la doble página para mostrar dos muros al mismo tiempo, muros de distintos países, conflictos, momentos; muros dispares que, sin embargo, comparten algo: todos provocan una sensación de angustia –como cuando piensas en lo que sería estar encarcelado. Todos los muros, finalmente, tienen algo de prisión.

La Caída deL muro de Berlín se sintió como si una nueva época, sin fronteras, fuera posible; por el contrario, se han levantado más muros desde entonces hasta hoy, que entre el fin de la segunda guerra mundial y 1989. Wiedenhöfer ha registrado el crecimiento global de los muros, incluyendo el “nuestro”, el que separa partes de México de Estados Unidos y que sigue en expansión. En 2013 expuso fotografías de gran tamaño de muros sobre el mismo Muro de Berlín. Muros sobre muros para meditar sobre los muros. Cuando ha expuesto su trabajo, ya sea sobre el Muro de Berlín o en galerías, Wiedenhöfer ha preferido las impresiones de gran formato. De esta manera se obvia una parte fundamental del muro: su enormidad. Usamos todo el poder de nuestra imaginación, tecnología e ingenio para construirlos, pero también para cruzarlos y para derribarlos. Vallas y muros definen nuestra geografía. Donde no había nada, levantamos una especie de piel simbólica para indicar “de aquí para acá es mío, esto soy yo”. El grosor y la altura de los muros son, obviamente, proporcionales al miedo de quienes los construyen. Además, en las impresiones de gran formato destaca otro elemento: los detalles de la vida cotidiana alrededor de los muros. Los muros son una cosa masiva, que parece no tener fin –están diseñados para producir ese efecto–, aunque la vida se empeña en regresar a su cauce, en salvar cualquier obstáculo que se le presente. Un niño, paseando a su perrito, sonríe al fotógrafo en la valla que divide Belfast –las infames “peace lines”.


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Marroquíes empujando paquetes de ropa hacia la frontera con Marruecos en el enclave español de Melilla. La cerca fue erigida durante la última década para impedir la inmigración de África a la Unión Europea. Fotos: Kai Wiedenhöfer/ Cortesía FINI

FOTÓGRAFO DE RENOMBRE INTERNACIONAL, SU OBRA HA SIDO DISTINGUIDA CON EL PREMIO WORLD PRESS PHOTO, LA MEDALLA LEICA A LA EXCELENCIA, LA BECA EUGENE SMITH PARA FOTOGRAFÍA HUMANITARIA Y EL CARMIGNAC GESTION PHOTOJOURNALISM. WALL INAUGURA EN SU OBRA UN LARGO TRABAJO DE DOCUMENTACIÓN Y REFLEXIÓN SOBRE LOS MUROS DEL MUNDO.

Un solitario soldado, sentado con la espalda erguida, solemne, contempla el paisaje alrededor de la frontera entre las dos Coreas. En Bagdad hay otra muralla que, como la de Berlín, divide la ciudad. De alguna manera, las murallas urbanas son las más tristes. Uno piensa: “¿y qué pasa con la gente que tiene familia en el otro lado, amigos, rutas, trabajo?” Hay muros olvidados por el resto del mundo, pero que siguen estúpidamente en pie, como el de Chipre: 180 kilómetros de muro ininterrumpido para dividir a turcos de griegos y, en el proceso, se desequilibra la vida de la fauna y la flora de la isla. Durante milenios, en esta isla han convivido turcos y griegos. Ahora están separados. Los muros son también soporte de textos, narraciones y acciones. Sobre un muro se puede no sólo escribir o grafitear o pintar, sino también llorar, protestar o llegar hasta él para mirar lo que está del otro lado (algunos muros lo permiten). La vida continúa sucediendo alrededor del muro; las familias se las arreglan para verse y los mercenarios para pasar mercancías de un lado a otro. “La barrera es la prueba de los errores y las debilidades de los humanos, de nuestra incapacidad de comunicarnos entre nosotros”, dice Wiedenhöfer. Hay muros “famosos” (más bien infames), como el que separa a México de Estados Unidos; otros, no tan conocidos, están casi olvidados. Sin embargo, siguen formando parte de los paisajes salvajes o urbanos; muros animados y muros abandonados; muros materiales y muros mentales. Estos últimos son los más difíciles de derrumbar. Los muros que construimos con

concreto, una valla metálica, con alambres de púas y puestos de vigilancia, en realidad sólo necesitan un empujón y se caen. Como se ha demostrado ampliamente durante los últimos veinte años, no sirven para resolver conflictos sino, precisamente, todo lo contrario: “Cuando toda la comunicación se limita –insiste Wiedenhöfer– la solución de los conflictos es imposible porque detrás de los muros, los clichés y estereotipos del enemigo crecen sin relación alguna con la realidad. La reacción más simple ante un conflicto es construir un muro, deslindarse de los otros, separarse. Porque lo que viene de fuera, desde este lado, sólo puede ser una amenaza, un signo de desastre, la vanguardia del mal, como decía Ryszard Kapuscinski. en 2010 , K ai W iedenHöFer publica The Book of Destruc-

tion, que es el resultado de una estancia de un año después del conflicto armado en Gaza en 2009 (que resultó en aproximadamente mil 500 víctimas palestinas y trece bajas israelíes). Mucho después de que dejara de ser noticia, Wiedenhöfer permaneció en la zona destrozada por la guerra, tomando fotos de paisajes desolados y de civiles heridos de gravedad, subrayando el hecho de que, por lo general, sólo vemos los conflictos en su momento álgido y dejamos de pensar en la vida cotidiana de la gente que se queda en una ciudad desolada, sin recursos para reconstruir, con muchos de sus habitantes en situaciones precarias, incapacitados o ayudando a los familiares. Las ruinas siguen ahí, olvidadas y silenciosas, soportando el paso de los días,

cayéndose ya no de golpe, sino piedra por piedra, pedazo a pedazo, lentamente. Al ver las fotos de Wiedenhöfer, uno se pregunta dónde reside su belleza. Porque son fotografías muy bellas. Vienen a la mente Los desastres de la guerra, de Francisco de Goya; o las fotos del artista irlandés Richard Mosse del conflicto en el Congo. Wiedenhöfer utiliza la belleza para transmitir su crítica de la manera más efectiva. Como dice Richard Moss: “La belleza es una de las formas más eficaces para hacer sentir algo, la herramienta más afilada de la caja; cuando representas el sufrimiento humano [como las guerras o los conflictos o los muros] con belleza, se crea un conflicto ético en la mente del público; se quedan desorientados, confundidos; y esto está bien, porque provoca una meditación sobre la producción de estas imágenes.” La mirada del fotógrafo atraviesa la denuncia y la crítica (que también contienen estas fotos) para tocar, con delicadeza, sutilmente, un punto tierno de nosotros mismos, una verdad difícil de enunciar: estos muros los construimos todos nosotros, con nuestra indiferencia. Kai Wiedenhöfer inaugura en México su exposición Confrontier en el Festival Internacional de la Imagen (Fini ) 2018, del 26 de abril al 4 de mayo

* AnnuskA Angulo (Bilbao, 1971) es escritora y editora independiente, estudió danza con Merce Cunningham y artes plásticas en el Hunter College, los dos en Nueva York. Es licenciada en Letras Inglesas por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Vive con su pareja, fotógrafo, desde 1999.

29 de abril de 2018 • Número 1208 • Jornada Semanal

Coronas funerarias para quienes murieron cruzando el Muro de Berlín junto al Memorial en la Bernauer Strasse, 50 aniversario de la construcción del Muro, Berlín, Alemania, 13 de agosto de 2011


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la Fuerza inagotable de la imagen Giovanni Troconi*

ESTUDIANTES Y PROFESIONALES DEL DISEÑO CONVERGEN EN ESTE IMPORTANTE FESTIVAL QUE SE CELEBRA CON UNA NUEVA CATEGORÍA: EL CARTEL, COMPLEMENTO A LA IMAGEN FIJA, A LA IMAGEN EN MOVIMIENTO Y DE LAS NUEVAS TÉCNICAS ALTERNATIVAS.

E

l Festival Internacional de la Imagen 2018 impulsa por cuarto año consecutivo el Diseño Gráfico en el Concurso Internacional de la Imagen con una categoría independiente, el Cartel, lo cual complementa y consolida la esencia multidisciplinaria de nuestro festival. El Fini ha evolucionado y celebra a los creadores de una disciplina artística que es una fuente inagotable de fuerza visual y comunicación gráfica, con el propósito de agregar diferentes expresiones en un espacio en favor de la creación y la reflexión. Así, el festival complementa su oferta artística y acoge los trabajos de estudiantes y profesionales del diseño gráfico de México y el mundo, ofreciendo una plataforma de calidad y difusión internacional, en beneficio de la retroalimentación y la colaboración entre los creadores emergentes. En este contexto, el Cartel como categoría complementa a la imagen fija, es decir, a la fotografía; a la imagen en movimiento, es decir, al video documental; y a la imagen como resultado del uso de procesos alternativos de experimentación gráfica, es decir, las técnicas alternativas. Respecto del Concurso, los registros de participantes profesionales representan poco más del sesenta por ciento del total de los registros en los géneros de Fotografía, Técnicas Alternativas y Video Documental, mientras que en el género del Cartel los estudiantes presentaron más registros de obra que los profesionales. De esta manera, los jóvenes encuentran un espacio para exponer su creatividad en uno de los géneros preferidos por las nuevas generaciones, sin dejar de lado a los profesionales que nos acompañan en esta viii edición. En este contexto, es un honor presentar al público un jurado de clase mundial, pues contamos con la participación de tres protagonistas del diseño contemporáneo con una reconocida trayectoria: Aleš Najbrt, destacado diseñador de origen checo, músico y actor, y los mexicanos Benito Cabañas y Eric Olivares, figuras indiscutibles del diseño gráfico emergente. Gracias a la abundante participación en el Concurso Internacional de la Imagen, el Fini refrenda su compromiso con la calidad, seriedad y profesionalismo en un espacio multicultural en favor del arte y la cultura. * giovAnni troconi (México, 1960) Artista visual, diseñador gráfico, docente e investigador. En 2011 publicó el libro Diseño gráfico en México. 100 años, editado por Artes de México. Actualmente, entre otros proyectos, se desempeña como Director de Arte del fini.

ALEŠ NAJBRT

BENITO CABAÑAS

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“U

leš Najbrt nació en la República Checa en 1962, es egresado de la Academia de Artes, Arquitectura y Diseño de Praga, y desde 1994 dirige el reconocido Studio Najbrt, cuyo trabajo en el diseño gráfico le ha merecido numerosos premios por su calidad en el ámbito editorial, fotográfico, musical, tipográfico y artístico. Perfeccionó su formación creativa con el profesor Milán Hegar, especializado en estudios de la cultura y las tipografías del libro, así como con Jana Solpera, reconocido maestro de gráficos de libros Atelier y fuentes. A principios de la década de 1990 trabajó como director de arte de la revista Reflex y editor en jefe dela revista Raut. El Studio Najbrt es un colectivo creativo que diseñó la identidad gráfica de una gran cantidad de marcas, carteles de cine y teatro; además es autor de varias tipografías, como la Reflex para el logotipo y los subtítulos de Thomas & Ruhller, ambos alfabetos digitalizados, en 2014. Desde 1984 es miembro de la Unidad de Ballet Křeč y desde 1987 del Teatro Sklep. Realiza presentaciones musicales con el grupo mTo ; forma parte del conjunto Tros Sketos y del dúo de música electrónica Thomas & Ruhller. Ha colaborado con personalidades como Josef Koudelka, Federico Díaz y Zhang Xiaogang. Entre sus numerosos reconocimientos se encuentra el Czech Grand Design, en 2007 y 2008; El libro más bello del mundo, 2007; Gran Premio xvii Bienal de Diseño Gráfico Brno y Medalla de Bronce The Tokyo Typedirectors Club, ambos en 1996, entre otros. ¡Asiste a la Clase Magistral que dará Aleš Najbrt como parte de las actividades del festival y visita la exposición de su trabajo en la Ciudad del Conocimiento!

n buen cartel genera una duda, el mal cartel te lleva la comida digerida: no tienes que reflexionar ni te llevas un mensaje. El cartel que te hace pensar hace que comprendas la esencia de lo que está expresando, puede modificar la información y la forma de expresar los mensajes”, afirma Benito cabañas (México, 1974), diseñador gráfico egresado de la Universidad de las Américas, Puebla. Ha sido galardonado con el Premio Quórum en 1999 y 2000; el Coup de Coeur, en participación con Anatome (Francia, 2000); Mención Especial en la viii Trienal Internacional del Cartel Político que realizó en Mons (Bélgica, 2001). Conmemorando los sesenta años de la Unesco, fue seleccionado para la exhibición 60 años, 60 carteles celebrada en París (2005). Además, ha sido reconocido en la Primera Competencia Internacional del Cartel Anti-aids, en Ucrania, y fue ganador del proyecto de cartel Good 50x70, celebrado en Italia en 2006. Recibió una Mención Honorífica en el Concurso Internacional de Cartel Latinoamérica Hoy, en 2007, y el Premio al Diseño de Espacio en la Bienal Iberoamericana de Diseño en Madrid, España, en 2012. Actualmente es Director de Abracadabra: Estudio de Diseño; Embajador latinoamericano por la Universidad de Palermo y Consultor Gráfico de la Unesco en Francia. Su trabajo se encuentra en acervos como el del Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán; la Universidad Diego Portales, en Santiago de Chile; en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica; en la Embajada de México en Rumania y en el Museo Royal Łazienki de Varsovia en Polonia, entre otros.


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y el diseño

Nuevo Laredo, México, 1996. Foto: ©Alex Webb/Magnum Photos/ Cortesía FINI

sobre la calle Alex Webb * BREVE PERO SIGNIFICATIVA INTRODUCCIÓN AL LIBRO DE FOTOGRAFÍAS DE UN ESTADUNIDENSE ASOMBRADO Y SEDUCIDO POR MÉXICO A LO LARGO DE TREINTA AÑOS.

Foto: Fritz Torres/ FINI

ERIC OLIVARES

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ay que generar nuevos códigos y adaptarse al entorno, ser versátil y proponer planteamientos sofisticados de análisis comunicativo, estructural, conceptual y formal, ya que las directrices del diseño actual así lo demandan. Formalmente suelo combinar mis códigos culturales a nivel cromático con los códigos que adopto en el lugar donde estoy”, afirma Eric Olivares (México, 1970), diseñador gráfico, ilustrador, artista de performance y uno de los exponentes más destacados del newmedia art. Egresado de la Escuela de Diseño del Instituto Nacional de Bellas Ar tes, cuenta con una maestría en Artes Digitales por la Universidad Pompeu Fabra, Barcelona. Fue discípulo de los diseñadores Burton Kramer, Félix Beltrán, Jan Rajlich y Peter Pocs; así como colaborador de Günther Schmidt y Enric Satué. Desde 1987 ha trabajado con instituciones y empresas nacionales e internacionales desarrollando proyectos de identidad corporativa, ilustración, cartel, editorial, espacios expositivos, museografía, escenografía, publicidad, multimedia, broadcast design y como director de arte. Colabora como docente en universidades, escuelas de diseño e instituciones de tres continentes y es autor del libro Dibujo para diseñadores gráficos (Ed. Parramón). Es miembro del Art Directors Club Europe y forma parte del colectivo tipográfico español Lletraferits. Además, Eric Olivares dará un Taller Especializado sobre Cartel durante las actividades del Fini 2018. ¡No te lo pierdas!

E

n 1975 crucé a México por primera vez, a pie, por el puente de Ciudad Juárez. Tenía veintitrés años y, como muchos estadunidenses, me sorprendió y fascinó este país, tan cerca de Estados Unidos geográficamente, pero culturalmente tan diferente. No me aventuré de nuevo en México hasta unos seis años después, inspirado, en parte, por mi lectura de Mañanas en México, de d . H . Lawrence, especialmente por su descripción de Oaxaca, una airosa ciudad del sur cargada de color que parecía otro mundo, alejada de las tensiones propias de la frontera entre México y Estados Unidos: “Donde se encuentran dos países […] y el apretón de manos es duro”, como dice Alberto Álvaro Ríos. En ese entonces acababa de cambiar la película blanco y negro para empezar a trabajar con la de color; todavía estaba descubriendo las posibilidades de este nuevo medio y cómo usarlo para explorar la luz, el calor y la vida de la calle en este país grande y complicado. Al visitar la ciudad de Oaxaca por primera vez, quedé inmediatamente fascinado por el complejo espíritu del lugar: su mezcla única de oscuridad, misterio y vitalidad, así como sus elaborados festivales arraigados tanto en el catolicismo español como en la cultura indígena. Fue cuando me hice una idea de lo que Octavio Paz llama “mexicanismo: deleite en decoraciones, descuido y pompa, negligencia, pasión y reserva”. Durante los primeros años de la década de 1980 en México tuve una intensa actividad fotográfica y para 1986 pensé que ya estaba en camino de terminar un libro. Nunca sucedió, por una u otra razón. Además, se me atravesaron otros libros: estuve en Haití, en la Florida y de nuevo en la frontera de Estados Unidos con México. Sin embargo, continué fotografiando a lo largo de México: simplemente no estaba listo para dejar el país y, tal vez, México no estaba listo para dejarme ir. Mi última estadía larga en México fue en 2007, cuando fotografié su frontera sur. Mucho ha cambiado en México desde los primeros días de la década de 1980. En los últimos años, la violencia relacionada con las drogas ha invadido el norte del país. Aunque el México que había fotografiado durante tres décadas a veces tenía un rasgo violento, el reciente nivel de brutalidad –decapitaciones, cuerpos colgados en puentes peatonales y pasos a desnivel– en la actual guerra contra las drogas parece muy alejado del mundo que conocí en Oaxaca en 1981. ¿Qué hacer con el abismo entre mi trabajo en México y el volátil presente del país? ¿Esta nueva sombra que se cierne sobre México presagia un futuro muy diferente o es solo una fase pasajera? Con estas persistentes preguntas en mi mente y, en última instancia, sin respuesta, he trabajado durante más de treinta años en México; he publicado parte de mi obra y otra parte queda inédita, desde el primer trabajo en blanco y negro (1975-1978) hasta los años de Kodachrome (1978-2007). El resultado es La calle, un libro cuyo título proviene del poema de Octavio Paz del mismo nombre, que recuerda los meandros laberínticos de muchos fotógrafos callejeros: “y doy vueltas y vueltas en esquinas/ que dan siempre a la calle”

* Alex Webb (Estados Unidos, 1952) es uno de los fotógrafos contemporáneos más influyentes, egresado de Harvard y del Centro Carpenter para las Artes Visuales, ha sido galardonado con la Medalla Leica en 2000 y la Guggenheim Fellowship en 2007. La exposición La calle se inaugura en México durante el Festival Internacional de la Imagen (FINI), del 26 de abril al 4 de mayo.


rodrigo

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o la memoria

Pistolero. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

Ariel Arnal * SEMBLANZA DE UN FOTÓGRAFO INDISPENSABLE Y DE GRAN TRAYECTORIA Y AMPLIO ESPECTRO POR SUS TEMAS Y SU COMPROMISO POLÍTICO, QUE AÚN REVELA NEGATIVOS Y TRABAJA LA AMPLIACIÓN EN PAPEL, Y QUE MERECIDAMENTE SERÁ HOMENAJEADO EN EL FINI

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ocumentar la realidad significa dar una opinión argumentada sobre el mundo que nos rodea. Para el fotógrafo mexicano Rodrigo Moya (Medellín, 1934), esa opinión se expresa a través de la fotografía y su argumento se construye a partir de un complejo andamio mezcla de sensibilidad, ideología y elaborada técnica fotográfica. La formación fotográfica de Rodrigo Moya arranca en la familia. Su madre lo inicia a muy temprana edad en el gusto por la fotografía, mientras que su padre le transmite –desde la escenografía cinematográfica– la tradición compositiva del arte occidental. Tras intentar infructuosamente graduarse como ingeniero, Moya se adentra en la fotografía periodística, espacio en que desarrollará su trabajo, su vida y su pasión. Desde muy joven hará suya la técnica de los fotógrafos de la Farm Security Administration, así como su compromiso social plasmado en la denuncia de la pobreza estadunidense de la década de los treinta del siglo pasado. Tras ellos, vendrá la amistad y maestría de Nacho López, práctica y teoría social en la fotografía mexicana de los años cincuenta y sesenta. Tras abandonar la fotografía periodística en 1968, continuará su labor fotográfica desde la revista que cristalizará otra de sus pasiones –el mar–: Técnica pesquera. Siendo por entonces fundamentalmente un editor, no dejará de producir ingente material que sin duda es clasificable como fotografía documental, pero esta vez especializada en el mar, la pesca y su gente. A partir de entonces el océano, ese lugar de auténtica y profunda libertad, no desaparecerá nunca más de su lado. A lo largo de la segunda mitad del siglo xx , Moya desarrolla su particular estilo fotográfico que lo ha co-

Espejo de arena. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

locado hoy en día entre los más destacados fotógrafos documentalistas latinoamericanos. Muy pocos son los fotógrafos del continente que han registrado tal cantidad de movimientos sociales en la segunda mitad del siglo xx . De este modo, Rodrigo Moya ha cubierto importantes acontecimientos sociales que van desde Ecuador hasta Haití, pasando por Cuba, Venezuela, Panamá, Guatemala y República Dominicana. Usando como vehículo su trabajo periodístico, Moya no deja escapar la oportunidad de materializar su compromiso político, colocándose al lado de aquellos que resuelven oponerse a su modo, a lo que por entonces era la constante y explícita intervención estadunidense en la política y sociedad latinoamericana. Ante el imperialismo del vecino del norte, el fotógrafo se solidariza con los suyos por medio de la fotografía de prensa. Los años que seguirán se transformarán en tiempos de formación política y social. Es así como el espíritu de observador informado que late en el corazón de Rodrigo Moya le exige, día con día, enterarse de las vicisitudes políticas de su entorno. Estar vivo, en México, América Latina o el mundo, es para él conocer cómo es el sufrimiento del otro, qué es lo que lo hace feliz; en definitiva, qué significa estar vivo. La fotografía –aún la fotografía documental– es opinión. La opinión se construye desde el bastión que levanta la ideología. Moya es consciente de ello y no escapa a su sino. Todo lo contrario, toma partido y se hace del utillaje teórico que le permitirá así enfrentarse su realidad, la de su país y su continente. De este modo, armado de argumentos transformados en técnica fotográfica, sale a la calle a buscar las palabras de luz y de plata. Es así como opina y denuncia explícita y contundentemente al mundo del que forma parte.

Hombre con sierra. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

e S ta r v i v o , e n M é x i co , aMérica Latina o eL Mundo, eS para éL conocer cóMo eS eL SufriMiento deL otro, qué eS Lo que Lo hace feLiz; en definitiva, qué Significa eStar vivo .

Pero la opinión, la ideología, es sólo discurso si no humanizamos su contenido. El diálogo es consustancial al ser humano, nos constituye en comunidad y nos permite construir una sociedad mejor. En la fotografía de Rodrigo Moya hallamos la mirada sincera y cómplice del sujeto fotografiado. Para Moya, esa mirada es la que le recuerda que su fotografía tiene un sentido, que su cámara no es impositiva sino una invitación a conversar, a construir una frase, un discurso entre fotógrafo y sujeto. La curiosidad inmanente a un ser tan inquieto como Moya, lo conduce a la búsqueda constante de la esencia del ser humano, a tratar de entender y comprender todo lo que ello significa. De allí su pasión por Ciudad de México, su ciudad, por la vida cotidiana de su gente, de la infancia, del mundo rural, del mar. Para nuestro fotógrafo, el rigor y la disciplina en la técnica fotográfica son fundamentales y corren a la par del concepto más abstracto que es la fotografía. El negativo, el papel positivo, son el vehículo de expresión y, como tal, debe ser diáfano para permitir transmitir el


moya

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a en la mirada

Pescadores de tiburón. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

mensaje de manera clara y evidente. Así, desde joven, Moya traslada a su trabajo fotográfico el orden y el método aprendido en su infancia. El revelado del negativo y la ampliación en papel requieren su tiempo, atención y cuidado. Sólo así la copia podrá articular el verdadero sentimiento del fotógrafo sin ruido visual alguno. La maestría técnica es una necesidad expresiva más que una obsesión matemática. La técnica es el medio, la ideología su discurso. En 1998 Rodrigo Moya traslada su residencia a la ciudad de Cuernavaca, buscando sustituir la fotografía por la literatura de manera definitiva. Sin embargo, suele decirse que somos no sólo aquello que queremos ser, sino también nuestro pasado. Así, la persistencia de la imagen surge a pesar del propio Moya. El archivo fotográfico reclama protagonismo, al punto que actualmente se ha convertido en la principal ocupación del fotógrafo y de su esposa –Susan Flaherty–, directora de facto del Archivo Fotográfico Rodrigo Moya. Moya define su archivo como las galerías abandonadas de una mina. Penetras a través de una galería principal, pero descubres allí un socavón que te conduce a otro, y luego a otro... Las imágenes del archivo son eso, una puerta a un oscuro túnel que la linterna de la mirada, siempre actualizada, lee una y otra vez de manera distinta. Eso es un archivo vivo, el lugar donde las fotografías encuentran nuevas frases, nuevos discursos desconocidos incluso para el mismo fotógrafo. Es así como, más allá de la dura tarea de clasificación y catalogación, aparece el trabajo de releer y reconstruir series y montajes fotográficos insospechados. Moya y Flaherty han descubierto que, si bien el disparo fotográfico es ahora escaso, la imagen fotográfica sigue viva a través de libros, investigaciones, exposiciones y

homenajes. La fotografía documental de Moya es hoy un río de agua viva que alimenta a todo aquel que se acerca a su vera. Fotógrafos e investigadores, administradores culturales, periodistas, amigos y curiosos beben hoy de esa mina de imágenes, de ese río que refresca nuestro entendimiento. No sólo la historia personal de Rodrigo Moya está tejida entre las imágenes de su archivo, lo está también la historia social mexicana y latinoamericana de la segunda mitad del siglo xx . Moya no es un fotógrafo de un sólo perfil. La conversación, la literatura, el ensayo, el cuento, son parte complementaria de su mundo fotográfico. Así, a menudo es preciso comprenderlo desde las múltiples aristas que lo constituyen. En sus encromes (contracción de las palabras “ensayo”, “crónica” y “memoria”), hallamos la reflexión escrita sobre lo que es su trabajo y el mundo que le rodea. También desde allí logramos descifrar no sólo el sentido explícito de muchas de sus fotografías, sino la atalaya desde donde Moya mira el orbe, lo vigila y se fortalece para después bajar al mundo y cazar la luz. Cazar la luz, no al sujeto, esa es su vocación. Así, esa cacería de sol y sombras se produce al alimón entre fotógrafo y sujeto fotografiado. Para él, el paisaje sólo encuentra sentido en la medida en que es el contexto de lo humano. Como si de un aproximamiento cinematográfico se tratara, sus imágenes van de lo general a lo particular, para concluir en esos primeros planos que lo han hecho famoso. Célebres y anónimos, es la materialización de ello, donde la celebridad mediática (García Márquez, el Che, la Félix) rescata sólo lo humano que hay en ellos –nada más–, y se iguala de este modo con aquellos anónimos, que en la lente de Moya también se hacen célebres en virtud precisamente de su humanidad. Rodrigo Moya no es solamente un fotógrafo que busca documentar el universo que le rodea, su propia realidad. Rodrigo es también sus pasiones: el mar, las ciencias de la tierra, la música, la literatura, la política, los amigos. Su fotografía, su archivo, es el sublimado de todo ese universo. La vocación natural de compartir ese universo con nosotros es hoy nuestro gran regalo para la fotografía, la historia de nuestro continente, así como para lo más íntimo de cada uno de nosotros. Rodrigo Moya recibirá un homenaje por su trayectoria profesional y su extraordinario legado fotográfico durante la viii edición del Festival Internacional de la Imagen 2018 (Fini )

Pequeño niño ñañú. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

Che melancólico. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

El Gabo. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI

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Ariel ArnAl (Chile, 1968) es profesor del Colegio de

Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la unam, y especialista en historia visual, iconología, teoría y

filosofía de la historia, además de investigador de tiempo completo en la Academia de Historia y Sociedad Contemporánea de la uacm. Ha colaborado en las revistas Luna Córnea, Cuartoscuro, Alquimia, Andamios, Vetas, Tierra Adentro, Legajos y History of Photography (Cambridge), entre otras.

La vida no es bella. Foto: Rodrigo Moya/ Cortesía FINI


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Alice. Foto: Cortesía FINI

La imagen desafiante: el Lourdes Rivera Gutiérrez* ARTISTA PROLÍFICO, REBELDE INCANSABLE, SURREALISTA POR NATURALEZA Y MAESTRO DE LA TÉCNICA DE STOP MOTION Y PIXILATION, EN 1973 SE LE PROHIBIÓ SEGUIR FILMANDO PUES SU TRABAJO FUE CONSIDERADO PELIGROSO PARA EL ORDEN ESTABLECIDO. EN EL FINI (WWW.FINI.MX) SE EXHIBIRÁ UNA SELECCIÓN DE CORTOMETRAJES DEL CÉLEBRE CINEASTA, DEL 26 DE ABRIL AL 4 DE MAYO, EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DEL ESTADO DE HIDALGO.

A

nimador, escultor, pintor, maestro de marionetas y cineasta, Jan Švankmajer es uno de esos artistas singulares que trabajan al margen de lo comercial y del reconocimiento público. Muchos espectadores, e incluso críticos de cine, han encontrado una salida fácil señalando sus filmes como “muy soviéticos” y surrealistas (esta última, aunque se trate de una aseveración cierta, es usada casi siempre como sinónimo de una técnica especifica o de algo sin sentido). Entre los círculos interesados por el cine fantástico, los filmes de Švankmajer ocupan un lugar de culto. Su obra ha influenciado a cineastas como Guillermo del Toro, Terry Gilliam, Henry Selick y a los hermanos Stephen y Timothy Quay, entre muchos otros. Sus filmes han sido premiados y proyectados en varios festivales de género y animación alrededor del mundo, como el Festival de Cine de Sitges, celebrado en Cataluña, uno de los más reconocidos de Europa y el primer festival de cine fantástico del mundo. Lo que convierte a sus historias en algo único es el llamado a la libertad y la rebeldía, pues su cine no conoce de tabús sexuales, religiosos o morales; en cambio, se alimenta de los sueños, miedos, locura, obsesiones, perversiones, fetiches y filias. Švankmajer presta atención a todo lo que fluye del inconsciente, a los instintos básicos “como si se tratará de un destilado interior hacia el exterior”, algo que aprendió de los surrealistas parisinos de los años veinte quienes, encabezados por André Breton (1896-1966), promovieron el contenido psíquico de sus obras sobre la técnica aplicada. Para Švankmajer, el surrealismo no es una técnica aplicable a las artes o al cine, es mejor dicho una escuela, magia y una filosofía de vida. Por eso no hay técnicas surrealistas en sus filmes (porque no existen); hay sub-

versión, rebeldía, magia que irrumpe con el sentido de lógica y realidad. La animación cuadro por cuadro –stop motion y pixilation– es un ingrediente básico en sus trabajos cinematográficos: gracias a ella dota de vida a un sinfín de objetos, marionetas y personajes aparentemente ordinarios, para explorar la condición humana. Švankmajer usa esta técnica por ser el medio que responde a intenciones muy precisas y que él mismo define como “un proceso alquimista, mágico, en el que el animador es un chamán que hace que los objetos cobren vida”. El resultado de esta forma de creación artística es inquietante y, por supuesto, aleja al espectador de la zona de confort visual.

RECETA PARA LA REBELDÍA

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an Švankmajer nació el 4 de septiembre de 1934 en Praga, capital de la entonces República de Checoslovaquia que en esos años simpatizaba con el régimen nacional-socialista. Su infancia transcurrió en el seno de una familia modesta, en la que la madre se ganaba la vida como costurera y su padre como escaparatista de una tienda. Para finales de la segunda guerra mundial, Checoslovaquia se liberó del nazismo y se adhirió al bloque socialista, liderado por la polémica figura de Iosef Stalin (1878-1953) quien hasta su muerte optó por una economía centralizada y una extrema represión política, social y cultural. La juventud de Jan Švankmajer transcurrió en este escenario. En la década de los cincuenta entró a la escuela de Artes Aplicadas de Praga, posteriormente obtuvo un grado superior en la Facultad de Marionetas en la Academia de Artes Escénicas ( damu ); desde entonces, Švankmajer se caracterizó como un alumno que rechazó el “realis-

mo-socialismo”, el único movimiento artístico aceptado por el Partido Comunista. El estudio de los movimientos de vanguardia de los años veinte (tanto mundiales como locales) estaba prohibido y sólo podían encontrarse de manera ilícita. El surrealismo entraba en esta categoría, pero eso no impidió que Švankmajer conociera y se interesará profundamente por las obras de Salvador Dalí, Max Ernst, René Magritte, Joan Miró y por el cine de Luis Buñuel. Jan Švankmajer asegura estar convencido de que “uno no elige al surrealismo, sino que el surrealismo lo elige a uno”; si ese es el caso, no pudo ser más afortunado. El grupo surrealista checoslovaco, guiado por el teórico Vratislav Effenberg (1923-1986) fue el único colectivo de vanguardia que desafió al sistema cultural de aquellos años y operó casi siempre en la clandestinidad; incluso se le llegó a considerar como “la úlcera de estómago de la cultura checa”. Švankmajer encontró un refugio en el surrealismo y desde sus filas exploró temas como la interpretación, el erotismo, la analogía, el sueño, la locura, el miedo, el arte táctil y la sinestesia, temas que comenzó a plasmar agudamente desde los años setenta.

CORTOMETRAJES Y LARGOMETRAJES

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l debut cinematográfico de Jan Švankmajer ocurrió en 1964, cuando fue contratado por una productora nacional, Krákty Film, para adaptar las técnicas del Teatro Negro al cine. El resultado fue un cortometraje titulado El último truco del Sr. Schwarcewallde y del Sr. Edgar (Poslední trik pana Schwarcewalldea a pana Edgara, 1964) en el que dos botargas con apariencia de marionetas llevan a cabo un duelo de


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Insect. Foto: Cortesía FINI

Lekce Faust. Foto: Cortesía FINI

cine de Jan Svankmajer Insect. Foto: Cortesía FINI

magia poco amistoso. El cortometraje, en el que tanto el guión como el diseño de arte corrieron a cargo de Švankmajer, refleja una profunda influencia del cine de Georges Méliès, así como por la vanguardia soviética, especialmente por el montaje de atracciones propuesto por Serguéi Eisenstein. Su entrada triunfal al medio cinematográfico continuó durante toda la década con Juego de piedras (Spiel mit Steinen, 1965); J.S. Bach: Fantasía en G menor (Johann Sebastian Bach: Fantasia G-moll, 1965); Punch y Judy (Rakvičkárna, 1966); Et Cetera (1966); e Historia Natural (Historia Naturae, 1967). Si fuera necesario definir la temática de estos primeros cortometrajes sería la disposición a lo lúdico, a la magia de los objetos, a la exploración de sus obsesiones infantiles y juveniles y, sin duda, a la experimentación propia de las herramientas cinematográficas. En esta década comienzan a trazarse los típicos guiños svankmajerianos, como el uso de esqueletos, animales disecados, muñecas, títeres y marionetas. El uso de estos elementos responde a aficiones particulares como el manierismo de la corte de Rodolfo ii , a los cuadros del pintor italiano Giuseppe Arcimboldo (1527-1593); o bien, a recuerdos de la niñez, una etapa a la que siempre pretende rendirle culto. Para finales de la década de los sesenta, con la Primavera de Praga llegando a su fin, el cine de Jan Švankmajer se comenzó a tornar más oscuro. La Nueva Ola Checa estaba en su apogeo y la temática de sus filmes reflejó ciertas líneas de conexión en lo que él mismo reconoció como una “cierta anti-actitud”; dicho de otra forma, mientras el cine de esos años buscó abordar la realidad del mundo socialista, el cine de Jan Švankmajer comenzó a buscar formas irreales de abordar esos mismos temas. Ejemplo de ello son los cortometrajes

Otesánek (Little Otik). Foto: Cortesía FINI

realizados en esta época, como El jardín (Zahrada, 1968); El apartamento (Byt, 1968); Picnic con Weissmann (Picknick mit Weissmann, 1969); y Una semana tranquila en casa (Tichý týden v domě, 1969); en los que, a través de objetos rebelándose, refleja la opresión, la claustrofobia, la incertidumbre y la sumisión, entre otros tópicos. Su primer largometraje, Alice (Něco z Alenky, 1988), se basó en el clásico literario de Lewis Carroll, película a la que su compatriota Milos Forman definió con la fórmula Disney+Dalí= Jan Švankmajer. La elección del tema se debió a un interés personal, pero también a una restricción del gobierno que sólo le permitió rodar adaptaciones y no guiones originales. En 1973 Švankmajer tuvo prohibido regresar al plató, ya que sus filmes entraron en la categoría de “peligros para el orden establecido”. Esta etapa de censura lo motivó a concentrarse en un tema que explotaría más adelante en sus filmes: la sinestesia, que a grandes rasgos consiste en provocar una reacción en una parte del cuerpo como consecuencia de un estímulo en otra. Fue así como el artista checo comenzó a prestar especial atención en el sentido del tacto y se obsesionó con devolverle sus funciones eróticas y lúdicas. Los cortometrajes realizados a partir de los ochenta, como La caída de la casa Usher (Zánik domu Usherů, 1980); Dimensiones del diálogo (Možnosti dialogu, 1982); El sótano (Do pivnice, 1983); y El péndulo, el pozo, la esperanza (Kyvadlo, jáma a naděje, 1983) demuestran este interés, poniendo un énfasis especial en las texturas y en los materiales usados. Cabe agregar que la ausencia de una banda sonora agudiza la experiencia, haciendo que nuestra vista no se distraiga de lo que ocurre en pantalla. Justamente, su tercer largometraje

Jan Svankmajer. Foto: Cortesía FINI

Conspiradores del placer (Spiklenci slasti, 1996) retomó todos sus estudios sobre el tactilismo y los convirtió en un guión original en el que seis personajes, de apariencia normal, experimentan “inusuales” formas de placer. Le siguieron El pequeño Otik (Otesánek, 2000) en el que advierte sobre las plegarias atendidas; Lunacy (Šílení, 2005) donde explora la locura y el masoquismo; y Sobrevivir a la vida (Přežít svůj život, 2010) una película sobre los sueños y su injerencia en la vida real. Sobra decir que todas ellas están plagadas de humor negro, motivos crueles, absurdos y sádicos, herencia directa del Marqués de Sade, Luis Buñuel, Edgar Allan Poe y del Conde de Lautréamont. Su último filme, Insects (Hmyz, 2018), recién sale a la luz; en éste toma como punto de partida The Insect Play, de los Hermanos Joseph (18871945) y Karel Čapek (1890-1938), artistas y escritores prolíficos de comienzos del siglo xx en la República Checa. El filme promete continuar explorando la condición humana y estar lleno de esa magia que sólo Švankmajer, a sus ochenta y dos años, puede crear de manera única. Jan Švankmajer presentará en México una selección de sus cortometrajes y la película Alice, en el Festival Internacional de la Imagen (FINI), del 26 de abril al 4 de mayo

* lourdes riverA gutiérrez (México, 1988) es egresada de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam, ha centrado sus intereses en el cine, la magia, el surrealismo y la presencia de la locura en la realidad. Actualmente trabaja en el área de Programación de la Cineteca Nacional y, regularmente, en el subtitulaje electrónico de Festivales de Cine.


Leer Una verdad extraña, Manuel Ruiz Amezcua, Comares, España, 2017.

29 de abril de 2018 • Número 1208 • Jornada Semanal

Novecientas páginas de versos: un caso singular ANTONIO RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

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anuel Ruiz Amezcua acaba de dar a la luz un volumen de poesía de casi 900 páginas titulado Una verdad extraña, que recoge su poesía desde 1974 a 2017, toda una heroicidad para los tiempos que corren, donde ser poeta se ha convertido en un oficio desprestigiado que se reduce a “tú me traes y yo te llevo”, como recuerda brillantemente el autor de la edición e introducción de este volumen, Carlos Peinado Elliot. Gracias a libros como éste estamos saliendo del laberinto y del infortunio en que introdujo a la poesía española hace treinta años un grupo de comerciantes (editores, críticos y poetas) que marcaron los cánones de cómo debía escribirse si el poeta deseaba ser conocido y publicar sus libros en los lugares oportunos para que sus versos llegaran a la prensa y a las librerías. Afortunadamente hay editoriales como Galaxia Gutenberg o Comares, entre otras, que están rompiendo con la hegemonía imperante durante décadas y están dando a conocer a poetas diferenciales y de una singularidad arrolladora, como es el caso de este libro y de otros en camino, como la antología de Pedro Rodríguez Pacheco titulada El Unicornio en el Café Libertad, de una calidad extraordinaria. Pero hablemos, aunque sea en breve, ya que es desproporcionada la longitud de este comentario sobre el poeta con lo que realmente ofrece, que es una obra magna y muy atractiva. Con el tiempo irá desapareciendo la poesía desgasificada y se irá perpetuando la autenticidad, la originalidad y la calidad como elementos básicos y esenciales de la poesía española contemporánea, ésa que desgraciadamente no se conoce fuera de España y que muy pocos han leído en el territorio español. Manuel Ruiz Amezcua, a partir de su antología Del lado de la vida (1974-2014), ocasiona una serie de reacciones sobre este poeta casi secreto y oculto, que reaparece gracias a esta edición de Galaxia Gütenberg. Poesía –como recuerda José María Balcells–, la de Ruiz Amezcua, que ha padecido una clamorosa invisibilidad durante décadas, similar a la de otros poetas de España. Se trata de un poeta insistente en su propia obra, resistente, que ha logrado atraer la atención de numerosos críticos, tras años de existencia en las catacumbas.

Sobre este autor, nacido en Jódar, Jaén, en 1952, se ha dicho que ha intentado hacer un rescate un poco forzado pero coherente y con todo derecho. Se recogen en un libro sobre él (Singularidad en la poesía de Manuel Ruiz Amezcua, de 2016), coordinado por el profesor José María Balcells, textos de Juan Cano Ballesta, Domingo Faílde, José Lupiáñez, además de textos de Cela, Saramago, Muñoz Molina, Leopoldo de Luis, Pedro Martínez Montávez, Masoliver Ródenas, Molina Damiani, Morales Lomas, Rosa Navarro, Julia Ortega, Ignacio Prat y Manuel Rico, entre otros, un esfuerzo titánico para demostrar su singularidad. En sus versos hay elementos suficientes que demuestran la calidad poética de este singular lírico andaluz, que forma parte de esa nómina enorme de poetas silenciados por el establishment de la poesía de los ochenta. La diferencia entre éste y otros es que él no presentó batalla diferencial –excepto algunos artículos sueltos en alguna publicación del momento– y permaneció en silencio hasta que muchos años después reaccionó en solitario. Ruiz Amezcua presenta a lo largo de su trayectoria (como se puede ver en los libros recogidos en Una verdad extraña) elementos de calidad suficientes precisamente para ser rechazado o silenciado, tales como el cultivo de los metros clásicos (sonetos), la libertad temática y el intento de ser original y coherente con sus propias ideas. Lo que provoca, pues, esa marginalidad

hacia su obra, al considerársele que está fuera de la órbita oficialista. Al no presentar batalla abierta contra la poesía hegemónica, tampoco sufrió los ataques de silenciamiento total que padecieron otros poetas de su generación. Precisamente, sin él saberlo, se colocó en una posición de postergación junto a muchos poetas de una calidad y de una singularidad notables. La ayuda de Balcells en este sentido es inestimable, ya que ha colaborado a sacar del ostracismo y llamar la atención sobre él y otros poetas de esa línea de personalidad propia que, durante los últimos treinta y cinco años, se silenciaron con la colaboración de críticos de periódicos y revistas. Su libro titulado Palabras clandestinas (2015) está relacionado en cierta medida, aunque posiblemente él no lo conozca (habría que preguntárselo al autor), con la trilogía de Pedro Rodríguez Pacheco La leyenda del sábalo, formada por los libros Oda Civil (1995), Manual para terroristas (1997) y Delicias de Bromuro potásico (1998). Se observa en la obra de Ruiz Amezcua dolor, insatisfacción y crítica contra el sistema. En el poema “Ciudad perdida” acude a la amada como asidero para permanecer en la “gusanera” social, como él la llama, donde “todo procede de la envidia/ y desemboca en el desprecio”. Y en un tono desgarrador añade que “sólo la barbarie echa raíces […] Sólo cunde el desaliento”. Los poemas de Pedro Rodríguez Pacheco en este sentido son más irónicos, humorísticos y hasta divertidos, en una crítica tan ácida que produce la sonrisa, mientras que los de Ruiz Amezcua son muy serios y desgarradores. En su caso, no es este libro uno de sus mejores títulos, pues yo prefiero los poemas de Las voces imposibles (1993) o los de Atravesando el fuego (1996), aunque los gustos no pueden ser homogéneos y cada crítico tiene su propio sentido del gusto, que se puede convertir en algo tan personal como diferente. En definitiva, la obra de Ruiz Amezcua es tan recomendable como oxigenante, de modo que es necesario tomarla y retomarla para conocer a uno de los grandes poetas andaluces de las últimas décadas que, por cierto, es poco conocido en México y en otros países del orbe hispánico 

En nuestro próximo número

OCTAVIO PAZ VEINTE AÑOS DESPUÉS Enrique Héctor González y Antonio Valle

visita nuestro PDF interactivo en: http://www.jornada.unam.mx/

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Arte y

Jornada Semanal • Número 1208 • 29 de abril de 2018

pensamiento germaine gómez haro

germainegh@casalamm.com.mx

Joy Laville, in memoriam

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L 13 DE ABRIL falleció la pintora Joy Laville, víctima de un derrame cerebral. El pasado septiembre cumplió noventa y cuatro años y, según confesó en entrevistas recientes, no tenía ganas de morir. Desde 1984 vivió aislada y serena en Jiutepec, Morelos, donde se conservó rozagante hasta el final de sus días, dedicada sin tregua al ejercicio cotidiano de la pintura. En 2012 fue merecedora de la Medalla Bellas Artes que otorga el inba y del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de las Bellas Artes. En 2015 tuvo sus últimas exposiciones en la Galería de Arte Mexicano y en el Centro Cultural Jardín Borda 1 de Cuernavaca, donde cautivó al público con sus imágenes siempre rebosantes de frescura y espontaneidad. Joy Laville lega a la historia del arte mexicano una obra única en su originalidad y carácter personal, siempre fiel a un estilo propio e inconfundible. Una pintura llena de metáforas poéticas con guiños autobiográficos que oscilan entre la nostalgia, la sensualidad y la ensoñación de sus personajes imbuidos en espacios íntimos y paraísos perdidos. Joy Laville nació en Isle of Wight, Reino Unido, en 1923. A sus diesiséis años de edad estalla la segunda guerra mundial y recién cumplidos los veintiuno se casa con Kenneth Rowe, un oficial canadiense con el que viaja a Vancouver escapando de la catástrofe europea. Ahí nace su hijo Trevor, pero el matrimonio se desmorona al cabo de nueve años y ella decide emigrar a México con su pequeño. Por sugerencia del cónsul de Inglaterra en Vancouver, elige San Miguel de Allende, con la idea de estudiar pintura en el prestigiado Instituto Allende. Ahí conoce al pintor de origen suizo Roger von Gunten, con quien entabla una relación artística y sentimental. Si bien Von Gunten era diez años menor que ella, su pintura ya tenía un rumbo definido y Joy supo abrevar en sus fuentes, aunque nunca fue propiamente su maestro, como se ha mencionado en repetidas ocasiones. La relación dura dos años que fueron mágicos y trascendentes en el desarrollo artístico de la pintora. En 1964 conoce al escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia, y su destino da un giro inesperado e inicia la etapa de mayor creatividad y gozo en su vida. Ese mismo año tiene lugar su primera exhibición en el Instituto de Bellas Artes de San Miguel y en la Galería Turok Wasserman en Ciudad de México. En 1966 es invitada a participar en la controvertida exposición Confrontación 66, integrada por los incipientes artistas que más tarde pertenecerían a la llamada Ruptura y, ante el asombro de todos, recibe el Premio de Adquisición. Para su gran fortuna, Inés Amor –la galerista más respetada del país– descubre su trabajo en esa exhibición y se encarga de catapultarla a las primeras filas del arte mexicano. En 1973, Jorge y Joy se casan y viajan a Inglaterra, Grecia y España. La vida con el escritor es una caja de sorpresas y sus recorridos por el país y por Europa marcan de forma indeleble su pintura. En esa época se consolida el universo idílico de Laville en el que sus paisajes intimistas se entreveran con los parajes visitados, aderezados con la ex2 periencia amorosa y su inagotable capacidad de ensoñación y evocación. En 1980 se quedan a vivir en París y su pintura deviene cada vez más poética en su forma y contenido. Como es bien sabido, Ibargüengoitia muere en 1984 en un trágico accidente aéreo que significa para Laville un parteaguas en su vida y en su obra. Joy vive interminables días de dolor, decide regresar a México y se instala en Jiutepec. Ese mismo año se le dedica una exposición en el Museo del Palacio de Bellas Artes. Dos décadas más tarde tiene lugar una gran retrospectiva en el Museo de Arte Moderno (mam). La simplificación de los elementos y la reducción de la composición a lo básico en una paleta de colores fríos y tenues dotan a sus obras de un carácter etéreo, inasible. Sus temas se reducen a la figura humana, sensuales desnudos femeninos o diminutos personajes que apenas se vislumbran en la monumentalidad de una naturaleza exuberante, el candor de sus flores apasionadas y, por ahí, de pronto, un animalito despistado. La fuerza arrebatadora del mar y la inmensidad de los cielos apastelados están siempre presentes como atmósferas del alma. Pequeños aviones atraviesan una y otra vez sus horizontes. En uno de ellos se fue Jorge para nunca volver y en otro elevó su vuelo Joy hace unos días para alcanzarlo en el espacio infinito. Nos deja un universo pictórico pleno de paz y armonía que despierta un gozo profundo e invita a la contemplación

1. Desnudo reclinado con vista de montaña 2. Hombre, mar verde y playa 3. Jorge mirando a otra mujer 3

BITÁCORA BIFRONTE

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jair cortés

jair_cm@hotmail.com twitter: @jaircortes

Eliseo Diego y el pez de indestructible púrpura

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A FIGURA DE CRISTO es uno de los temas más recurrentes en la literatura occidental; su presencia, a lo largo de casi dos milenios, impregna el pulso de la dinámica cultural desde que el imperio romano, antes perseguidor de su culto, terminó por adoptar el cristianismo como religión oficial. Por lo general se cree que el pez representa a Cristo por ser “pescador de hombres” o por la multiplicación de los panes y los peces, pero en realidad el símbolo deriva de un “acróstico” continuado, como bien lo explica Helena Beristain:“Las letras de la palabra pez en lengua griega (ichthys ) denominaban simbólicamente a Cristo entre los primeros cristianos, pues las letras eran las iniciales de las palabras Iesous CHristos THeus Yios Soter (Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador).” La poesía mística española tiene una extensa tradición que encuentra en San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús sus cumbres más visibles, pero también hay otros poetas que, de manera más discreta, han aportado poemas cargados de una gran sensibilidad religiosa, como “Nostalgia de por la tarde”, del poeta cubano Eliseo Diego (1920-1994), en donde el alma no busca ascender a lo etéreo, sino atraer lo divino a lo terrenal para revelar el milagro a través de lo que se ama. En el poema, el medio por el cual lo eterno y lo material se comunican es el sueño:“Qué tedio los sepulta como la muerte a los ojos/ que no los cruza nunca la bendición de unas palomas,/ que tengo que soñarlos, mi amiga, tan despacio.” Así, el poeta entra en un estado de duermevela en el que el mito se mezcla con la ensoñación para dar testimonio de los protagonistas que representan la reyerta entre el mal y el bien:“Yo vi al lagarto de liviana sombra/ distraerse de pronto entre su sangre,/ quedar inmóvil, sí, tumbado.” He aquí al “caído” que se arrastra y se contrapone al hijo de Dios: “He visto al pez de indestructible púrpura,/ en la mañana arde como criatura perpetua de la llama,/ olvida los trabajos mugrientos de la sangre,/ yace perfecto y la madera sagrada lo levanta.” Hacia el final del poema, el poeta despierta por la lluvia que ha comenzado a caer mientras él dormitaba sentado y ve el milagro en lo tangible, en lo que él ama: “Pero quién vio jamás/ el ruedo misterioso de tu falda/ mientras cortas las rosas en la tarde/ ni el roce ni la tristeza de la lluvia/ como un ajeno llanto por mi cara.// Porque quién vio jamás las cosas que yo amo.” Así, el poema marca las tres etapas propias de la experiencia mística: la punitiva (el sueño como una metáfora de la crucifixión y la muerte que encarna Cristo , “el pez de indestructible púrpura”); la meditativa (la conciencia plena de lo que se ama); y la unitiva (el despertar como símbolo de la resurrección a través del fin último de la vida, el Amor, visto en la mujer que corta rosas en el jardín, íntimo y doméstico, del edén) 


Arte y

29 de abril de 2018 • Número 1208 • Jornada Semanal

pensamiento

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N LOS ESTERTORES de la guerra en Vietnam, Kurt Vonnegut pregunta por qué leen a Hermann Hesse los jóvenes. Su respuesta comienza como las solapas de los bestsellers: Viajero frecuente cuyo atractivo proviene más de su soltería que de su apostura, les cae bien a mujeres, pobres y ancianos. Además es lo suficientemente rico e inteligente para anular los tedios maritales, laborales y espirituales. Disfruta pero no se clava en el sexo ni en la magia y su aventura siempre termina bien o con promesas seguras. Las historias de búsquedas con estos elementos, dice Kurt, gustan a los jóvenes de cualquier época y lugar, desde hace ochocientos años. Pero “el autor moderno que mejor las ha contado es Hermann Hesse”. Kurt Vonnegut, empero, no escribe una solapa. Hurga a fondo en las obras más leídas del bestseller Hermann Hesse. “Su historia de búsqueda más simple, clara e inocente es Siddharta”, dice. Para Hesse los vagabundos “siempre encuentran algo satisfactorio: santidad, sabiduría, esperanza”. Esa clase de búsquedas siempre serán bien acogidas. Pero a Kurt no le satisface esta conclusión. Sería demasiado fácil, dice, explicar esta popularidad por sus dosis de romance y esperanzas y por una buena traducción. En consecuencia sigue averiguando qué atrae tanto de Hesse a la juventud estadunidense. Y parece que por fin deshace el enigma, lo que más jala a la juventud es… “El revoltijo desesperadamente anticuado y totalmente germánico llamado Steppenwolf.” Steppenwolf, El lobo estepario, forma una suerte de trilogía junguiana. Publicada en 1927, es la tercera, después de Demian (1919) y Siddharta (1923). El lobo… viene precedida de Kurgast o Huésped en el balneario (1924), y de Viaje a Nuremberg (1927), dos novelas “bisagra” entre Siddharta y El lobo… Nuestro detective, el agente Kurt, encontró la pista gracias a un roquero para quien las experiencias de los personajes de Hesse se asemejan a las de sus lectores, sienten la misma nostalgia ambivalente de atracción y repulsión por el hogar paterno, les gusta “el whisky sin soda/ el sexo sin boda/ las penas con pan” y rechazan profundamente la guerra. Para nuestro detective, pues, no es el budista Siddharta sino el misántropo Steppenwolf lo que mejor expresa el poder magnético de las búsquedas novelescas de Hesse. ¿Por qué? Por su conservadurismo ante los avances tecnológicos, así como por el carácter fársico, chaplinesco, de su pacifismo. Este lobo, dice,“es uno de los personajes menos carnívoros de la ficción. Es un tonto y un mojigato y un cobarde. Es un cordero”.

A Kurt le irrita esta pose del lobo ficticio tanto como el pacifismo del autor: “Mientras sus ex compatriotas morían y se mataban en las trincheras, Hermann Hesse se psicoanalizaba con Jung en una pequeña tierra pacífica y multilingüe.” El prefijo “ex” subraya la opción de Hesse por la ciudadanía suiza, pero no es esa su máxima culpa, lo peor es el escapismo que representa esa “cultura alemana… que había hecho las maletas y se había escapado de Alemania antes del comienzo del holocausto”. Sin embargo, el pacifismo y el escapismo de los jóvenes estadunidenses le molesta todavía más a Kurt. Les anticipa, je, que no tendrán a dónde ir luego de otro Holocausto… Y cual detective típico de novela negra, el extraordinario novelista Vonnegut soslaya el desciframiento del enigma puesto por la maldad contra la inteligencia, porque lo principal es reivindicar el Sistema y sus valores. eu perdió la guerra de Vietnam no sólo gracias al heroísmo vietnamita, sino también a las manifestaciones antibélicas de los jóvenes de todo el mundo, los estadunidenses sobre todo. Quizá la búsqueda de Günther Baumann sea menos prejuiciada que la de Kurt. En su exposición de la influencia de los arquetipos y la individuación de Jung en las novelas de Hermann Hesse, señala que “los héroes de Hesse son tipos –más concretamente arquetipos– y no tanto personajes…” Tal confección propicia que en todas las épocas y culturas, los lectores se identifiquen con eso que personifica las “posibilidades fundamentales del ser humano”. ¡Lo mismo decía al principio el detective Kurt, cuando parecía escribir una solapa y descubría una debilidad literaria de Hesse consistente en no crear personajes sino en ilustrar arquetipos y procesos de individuación! ¿Será que escribir con fórmulas detectivescas, psicológicas o de cualquier otro signo dan de rebote una degradación en la calidad de la lectura? ¿O es al revés? 

Una mujer decente

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NA EXACTRIZ PORNO desmantela, ella solita, una organización que prostituye niñas rumanas, húngaras y eslavas, y trafica con sus órganos cuando dejan de ser “atractivas” para su retorcida clientela. Tras semejante hazaña, Angel Dare abre su propia agencia de actrices porno, en regla y con todas las garantías laborales para sus trabajadoras. Realiza una crítica quijotesca de los títulos degradantes para la mujer que les aplican a los filmes Tres x : “Cerdas folladoras”, “Las putas no pueden decir no” o “Lo que sea por dinero”. Se enternece con los tipos que desean acostarse con ella, pero se cohíben porque temen que los encuentre demasiado “estándar”.

Angel Dare es la heroína de una novela titulada A la cara que va mucho más allá del noir y algunos críticos emparentan con el pulp. Su autora, Christa Faust (Nueva York, 1969), la denomina hardboiled, novela de crimen asociada con detectives y escaso o nulo sentimentalismo, como en Dashiel Hammett y Raymond Chandler. Angel Dare, ha dicho, es una versión femenina y más compleja del típico protagonista hardboiled: el tipo solitario y duro que no permite que la moral le imponga límites cuando se trata de caminar por el sucio mundo del hampa. Christa Faust, que tiene una máquina de escribir tatuada en el ombligo, no ha hecho porno, pero trabajó en una peep show de Times Square como “chica de cabina”. Acudió a la universidad y llegó a impartir clases de literatura. Escribió una novela a cuatro manos con una gran autora del género de horror, Poppy z . Britte, titulada Triads. Christa empezó con el splatterpunk, especie de gore con sensibilidad punk y existencialista, donde, por lo general, los protagonistas son zombis, sin embargo fue Money shot, publicada en castellano bajo el título A la cara, editada en España por Valdemar, la que la consagró. Una de las razones por las que eligió como heroína a alguien con las características de Angel Dare, es que estaba harta del estereotipo de las actrices porno como víctimas patéticas… aunque un par de sus personajes encajan en el modelo de las que se dejan transformar en muñecas inflables que apenas se mantienen en pie por el peso de sus pechos de utilería. Es una chica racional que ingresó al “negocio” por gusto y no porque algún novio le sorbiera el coco, como a Linda Lovelace. No puede faltar una secretaria listilla y medio puta, la encantadora cincuentona Didi, también exactriz porno que trabaja a las órdenes de Angel y continúa vistiendo prendas ajustadas y ligando en los bares, y ambas tienen un corazón de oro que se conmueve con las muchachitas que pretenden salir de la miseria a través del porno… aunque aparezcan acarreando un enigmático maletín negro. Angel recibe una llamada de Sam, que dirigió la mayor parte de sus películas, actualmente casado con otra exactriz porno que ahora se dedica a hornear galletitas. Le suplica a Angel que trabaje en su nueva película porque el actor protagónico, Jesse Black, un nuevo divo, está empeñado en no filmar con otra que no sea ella. La exactriz alega que está retira-

Christa Faust

da, pero Sam insiste con algo que suena a desesperación… y Angel no soporta ver sufrir a sus amigos, así que se presenta en una casa que más parece set de película de fantasmas. La violencia comienza de inmediato con una interminable sesión de puñetazos emprendidos por el joven y guapo Jesse Black contra la recién llegada. Dos más mantienen encañonado a Sam, que no deja de rogar por la vida de su esposa que, al parecer, tienen secuestrada. Lo que les interesa saber es dónde escondió Angel “el maletín”… y tardará un buen rato antes de recordar a la chiquilla rumana que ese día acudió a su agencia. ¿Cómo sobrevive una chica desnuda, medio muerta, atrapada en el interior de un maletero, despojada de su “arma de chica” contra acosadores? Lo que salva a Angel es su dignidad como mujer y un ardiente deseo de venganza contra quienes la han vejado. Deseo que crece cuando se entera de que Sam ha sido asesinado, y que, no conformes con “matarla”, han arruinado su buena reputación y su negocio sembrando pornografía infantil en su ordenador. A quien recurre Angel es a un policía retirado de origen mexicanoirlandés llamado Lalo Malloy. Por él se entera de que la policía la busca por el asesinato de Sam. Angel tiene dos misiones: escapar de la policía y atrapar a quienes han destrozado su vida. Sin embargo, terminará haciendo mucho…mucho más que eso. El escritor Duane Swierczynski no exagera cuando afirma:“A la cara consigue que la mayoría de las novelas policíacas parezcan tan excitantes como la postura del misionero un martes por la noche” 

BIBLIOTECA FANTASMA

El enigma y las fórmulas

eve gil TOMAR LA PALABRA

agustín ramos

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Arte y

Jornada Semanal • Número 1208 • 29 de abril de 2018

pensamiento ALONSO ARREOLA

Luis Tovar @luistovars

Macrodatos sonorosos

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I HA PUESTO ATENCIÓN al escándalo que vincula a Facebook con la compañía británica Cambridge Analytica, lectora, lector, sabrá que la interpretación de información masiva que arroja internet permite manipular a usuarios con una efectividad impensada por otros medios. Para decirlo de una forma menos oscura, el mundo virtual puede moldear “realidades” para cada uno de sus visitantes si cuenta con los medios suficientes. ¿Cuáles? El más poderoso es la “minería para inteligencia de datos” que inicia, para empezar, cuando los usuarios aceptan términos que no entienden ni investigan al abrir una cuenta de servicios.

Así las cosas, no importa si se trata de una aplicación, una red social, correo electrónico o un juego en línea, las condiciones contractuales que dejamos de leer nos han colocado en una vulnerabilidad insospechada. Esto ocasiona que la supuesta libertad con que navegamos se nos vuelva en contra, avasallándonos con noticias falsas y entornos lesionados por marcas y políticos amorales, quienes poseen tecnologías para desentrañar y usufructuar la llamada Big Data o Información Masiva: ese cúmulo de números astronómicos que contiene nuestro comportamiento más íntimo y que puede ser aprovechado con distintos algoritmos. ¿Qué tiene que ver eso con la música? Mucho. Cuando se renegocia un tratado como el tlcan , supeditados como estamos a instituciones culturales anacrónicas, corruptas y de carácter bananero, parece muy grave que temas de propiedad intelectual y derechos de autor en internet queden a expensas de intereses extranjeros, máxime en un entorno tecnológico como el descrito. Esto supone que la lucha entre creadores y usuarios de servicios digitales dificulte cada vez más un balance justo. Así se ha visto en las negociaciones del Mercosur con la Unión Europea, pues mientras una parte desea mayores libertades para el consumidor, la otra endurece límites y sanciones en el aprovechamiento de las obras artísticas. Ambas posturas son válidas y maleables desde perspectivas humanas, pero no desde la macroeconomía insensible. En el centro de ese huracán invisible al que no se le presta atención mediática, se hallan miles de personas abogando por rutas intermedias; propuestas innovadoras que llevan años gestándose en pos de una globalidad democrática en la que se respete el valor de las ideas, pero sin promover una parálisis por intereses puramente comerciales. Tal es el origen de conceptos como el software libre, el código abierto y el copyleft. Igualmente está Creative Commons, una de las ini-

ciativas que más lejos ha llegado en estos asuntos. A través de ella artistas, programadores y científicos –entre otros profesionales– consiguen licencias creativas que los protegen al tiempo que comparten su conocimiento e impulsan a otros para evolucionar en conjunto. La plataforma establece tres capas de derechos: legal, humana y web. La primera es formal y se asienta en el lenguaje especializado de los abogados; la segunda es una suerte de traducción para el común de los humanos y la tercera está en código para que los motores y robots de búsqueda puedan interpretarla, de tal suerte que se estrechen lazos entre quienes han decidido proteger el producto de su ingenio y trabajo, pero poniéndolo al servicio de metas colectivas sin fines de lucro. Es decir que, por extraño que parezca, la decisión de “regalar” u ofrecer bienes intangibles gratuitos ha puesto en jaque a las leyes tradicionales de protección autoral, muchas veces al servicio de compañías y gobiernos leoninos. Así es. En un mundo que exige soluciones pragmáticas como Youtube y Spotify (pagar o ver comerciales a cambio de contenido ilimitado), y que en su contrato advierten sobre la explotación de información personal por compañías asociadas; en ese mundo los músicos quedan sin rumbo financiero, a expensas de lo que se decida sin ellos, en medio de un sándwich que por un lado tiene a expertos en Big Data y negocios, y por el otro a consumidores egoístas que viven como ratones en Hamelín, siguiendo ciegamente a los grandes titiriteros... ¿No llegamos a nada con esta queja dominical? Es cierto. Lo sabemos. Una disculpa. Este abismo nos supera por mucho. Lo importante, por lo pronto, es saber que allí está y que los espejismos han cambiado de constitución en el desierto de la supervivencia musical. Ahora se embeben en unos y ceros y con cada paso hacia ellos –con cada click– son los verdaderos artistas quienes van desapareciendo. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos. 

BEMOL SOSTENIDO

@labalonso

In memoriam Salomón, Marco y Daniel

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L TEXTO QUE SIGUE pertenece al radiofonista, cineasta y poeta Adrián González Camargo, autor entre otras obras del largometraje Enero y el poemario Todavía es mañana. Como indica el título de la columna, se reproduce aquí a la memoria de Salomón, Marco y Daniel, los estudiantes de cine brutalmente asesinados en Guadalajara, así como para hacer más visible la rabia y la exasperación social producidas por un estado de las cosas insostenible, que debe ser detenido de inmediato. #NoSomosTresSomosTodos #NoSomxs3SomosTodxs

Despertar sin ilusiones, De aDrián González CamarGo […] Empezar a hacer cine es atarse el pie a una ilusión y vivir con globos hasta que al fin podamos despegar del piso. Los alumnos de las escuelas de derecho tienen la ilusión, algunos, de ser penalistas, otros jueces, unos cuantos de llegar a la Suprema Corte y otros emprender carreras políticas, tal vez ser diputados. Los alumnos de medicina tienen la ilusión de tener su propio consultorio, o trabajar en un hospital, algunos inyectarán botox y otros serán capaces de introducir un corazón ajeno en un cuerpo nuevo. Los alumnos de ingeniería civil tienen la ilusión de construir un puente, un edificio o una presa o desarrollar nuevos materiales. Los alumnos de cine tienen la ilusión de filmar películas, de terminar un cortometraje, luego un documental, luego un largometraje. Tienen la ilusión de sentarse en una sala de cine, rodeados de desconocidos y ver en la pantalla grande lo que les llevó años, aquello que aprendieron a hacer en equipo, pues uno de los principios básicos del cine es el trabajo en equipo. Sin embargo, hace un mes, el 19 de marzo de 2018, Salomón, Marco y Daniel, ilusos que querían hacer cine y que tenían que hacer una tarea de su escuela, fueron a una casa equivocada. Fueron inocentes al equivocarse. Y es que equivocarse en México ya es fatal. Es como estar en Siria o en Irak. […] Hemos llegado a una perversidad del Estado que refleja en sus jóvenes la impotencia y el fallo. En la población más vulnerable, como en los bebés de la guardería abc , están las consecuencias de la violencia, pero también en la ignorancia. En México, el Estado no sólo quita conocimiento, también quita el mínimo necesario para la supervivencia. Es como mandar a un hijo al desierto o a la selva sin nada con qué protegerse. Es saber que morirán y salir a las cámaras a decir: no renunciaré. Es ver a Saturno devorando a sus hijos. ¿Qué ilusión, que eso es el cine, puede nacer de este status quo? ¿Cuál está naciendo? Se llama La libertad del diablo, se llama Tempestad. ¿Qué haría Georges Mélies –el padre de la ilusión en el cine– si hubieran secuestrado a su hijo y lo hubiera encontrado muerto? ¿Seguiría soñando en el viaje a la Luna? ¿Deben seguir teniendo ilusión los estudiantes de cine, los de leyes, los de medicina, los de todas las carreras, posgrados, preparatorias, secundarias? ¿O será que ya nos mataron la ilusión? Es posible que sí. Es posible que muchos

Cartón de El Fisgón

hayan escogido la cruda realidad, seguir cavando en ella sin saber que no encontrarán nada en el fondo. La cruda realidad que está hecha de restos humanos, de ácidos, de ojos sin parpadear que miran las atrocidades como si fueran habitantes de un pueblo en el medioevo que asistieron a una tortura en una plaza pública. Tres estudiantes de cine. Dos eran de Baja California y uno de Nayarit. Foráneos que tuvieron la ilusión en Guadalajara, lejos o no tan lejos de sus tierras. Porque en este país, ser iluso nos lleva a trasladarnos, a dejar la familia y las raíces atrás. Porque en este país nadie nos dice que los campos están minados, que el precio de equivocarse es tan alto como la tortura, la muerte y la desaparición. En un video que subió el mismo Salomón a Facebook, con la nota “ya tocaba ensayo”, se ve a él grabándose y después tocando la batería, ensayando con su grupo Betray Me (Traicióname). Salomón trae una playera negra y unas bermudas azul y negro. Su pantorrilla izquierda está tatuada. No ha desaparecido Salomón. Tampoco Marco o Daniel. Como dice André Bazin, el cine es el embalsamiento del ser humano. Lo creamos para sobrevivir al tiempo. Hoy, los videos y las fotografías que subimos a las redes sociales han suplido esto.Triste o alegremente seguimos ahí, vivos en la virtualidad, en la memoria que se reproduce con un clic. Y gracias a esta permanencia de la imagen, que es como un sueño que puede repetirse cada vez que uno hace clic, tanto Salomón como Marco y Daniel siguen ahí y todavía no han desaparecido 

CINEXCUSAS

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Ensayo

28 de abril de 2018 • Número 1208 • Jornada Semanal

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Mathieu Willcocks, el hombre de la isla

LA ENORME LABOR DE AYUDA Y RESCATE DE LOS MIGRANTES EN EL MEDITERRçN EO QUE REALIZA LA ONG MIGRANT OFFSHORE AID STATION, QUEDî MAGISTRALMENTE DOCUMENTADA EN EL LIBRO MEDITERRANEAN MIGRATION, DE ESTE JOVEN FOTî GRAFO.

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Germán Griste*

a migración es un fenómeno contemporáneo que ha detonado algunas de las crisis humanitarias más alarmantes de las últimas décadas, ya sea por motivos políticos, religiosos, bélicos o económicos. La situación es insostenible y cobra, día a día, la vida de hombres, mujeres y niños en todas las regiones del planeta. Las cifras, cuyos datos varían, consideran que actualmente se encuentran alrededor de 65 millones de personas desplazadas en el mundo. Mathieu Willcocks, fotógrafo independiente egresado del London College of Communication apenas en 2014, se dio a la tarea de documentar visualmente esta experiencia en una región en particular: el Mediterráneo. Así nació su proyecto sobre la migración proveniente de las costas del norte de África, específicamente en Libia, por donde cruzan los migrantes africanos huyendo del horror, la guerra, la pobreza y la violencia. Mediterranean Migration, Migración Mediterránea, es el resultado de su colaboración con la Organización No Gubernamental moas (Migrant Offshore Aid Station), establecida en la costa de Italia. “Durante casi todo 2016 fui parte de la tripulación del barco de rescate Responder, donde fotografié sus esfuerzos para evitar la pérdida de la vida de los migrantes en el Mediterráneo. El equipo de socorristas y su tripulación esperaban fuera de las aguas territoriales de Libia, patrullaban el mar y se ponían en acción cada vez que se detectaran buques migratorios, muchas veces improvisados. Los botes de goma y los botes de madera en los que se amontona a los migrantes no están diseñados o destinados para realizar el viaje de tres días a Italia, por lo que es vital que

las ong de rescate lleguen a los botes tan pronto como sean detectados. Durante mi estancia las cuadrillas de moas salvaron a unos 19 mil migrantes y refugiados, por lo que el ritmo de trabajo fue intenso. Este año fue el más mortífero registrado y no hay señales de que las cosas sean mejores el próximo año”, declaró el fotógrafo sobre su proyecto, que ganó el Talento Emergente 2016 por parte de Lens Culture y el World Press Photo 2017, tercer lugar, en la categoría Spot News. La ong surgió en el año 2013, uno de los más terribles para los migrantes norafricanos, como una respuesta al desastre humanitario de octubre frente a las costas de Lampedusa, en el que se ahogaron unos cuatrocientos hombres, mujeres y niños. Cuando la operación finalizó a fines de mes, el equipo de moas había realizado diez rescates y administró ayuda a más de 3 mil personas. De esta manera, el matrimonio formado por Regina y Christopher Catrambone consolidaría sus esfuerzos para ayudar a los migrantes que lo necesitaran. Hasta el momento, y con sólo seis años de vida, moas ha intervenido en el rescate de más de 40 mil personas en las rutas de migración más peligrosas del mundo. “Seguimos abogando y presionando para la creación de rutas seguras y legales para las personas vulnerables que necesitan desesperadamente protección internacional”, afirma el matrimonio Catrambone, que también ha intervenido en el Mar Egeo y en Myanmar, entre otros lugares. Entre 2013 y 2017, 1.5 millones de personas han tratado de llegar a Europa a través de Mediterráneo. Willcocks realizó un extraordinario trabajo documental sobre los migrantes y el riesgo al que se exponen durante su

travesía en el mar. Un lugar hermoso. Un lugar peligroso: “Tuve que intervenir en múltiples ocasiones en el esfuerzo de rescate de personas. El bote de rescate era pequeño, con sólo un puñado de miembros, así que cuando las cosas se ponían serias a menudo tenía que ayudar a sacar a la gente del agua y meterla en el bote. También ayudé a los médicos y enfermeras en los esfuerzos para reanimar a los inmigrantes. Cuando la situación se desarrolla frente a ti, actúas, lo ves y sabes que puedes ayudar; cuando ves que todos los demás están demasiado ocupados en otro asunto, no hay que pensarlo dos veces: ayudas.” Para Willcocks, el trabajo documental del fotógrafo le exige no sólo las capacidades y habilidades técnicas, los materiales, la disposición: “es necesario hacer una extensa investigación sobre lo que se va a documentar, no puedes llegar a un lugar sin conocer su historia, su pasado, el contexto”. Como parte de su preparación, en 2015 cursó en Nueva York el risc (Reporters Instructed in Saving Colleagues), un taller especializado para reporteros que cubren situaciones difíciles y peligrosas que pongan en riesgo su vida o la de sus colegas reporteros.

Riguroso con su trabajo, exigente consigo mismo, Willcocks tiene un especial cariño a una de sus imágenes: “Tiendo a estar insatisfecho con mi trabajo. Yo sigo disparando porque creo que el trabajo que hacemos los fotógrafos es importante. En el caso de mi último proyecto, me gusta la imagen de un bebé que carga un voluntario. Creo en la importancia de este trabajo que están haciendo y en la importancia de documentar este aspecto particular del movimiento de migración que vemos en la actualidad.” Pienso en Mathieu Willcocks y su próximo destino (¿regresará a Myanmar, a trabajar con los niños de la calle? ¿A las montañas de Afganistán? O continuará su trabajo en Hong Kong, dando seguimiento a la Revolución de las Sombrillas. Por lo pronto, está en México y es una oportunidad única para conocer a este extraordinario fotógrafo durante la conferencia que presenta en el Festival Internacional de la Imagen 2018  * Germán Griste (México, 1983) es traductor y ensayista egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la unam . Realizó un postgrado en Historia del arte en la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente reside en Italia.


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