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■ Suplemento Cultural de La Jornada ■ Domingo 31 de agosto de 2014 ■ Núm. 1017 ■ Directora General: Carmen Lira Saade ■ Director Fundador: Carlos Payán Velver

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siete poetas contemporáneas Al Akhtar, El Amrani, Bennis, Khattabi, Meskini, Morchid y Talbi

• Una carta sobre Menahem Begin (1948) • Obras maestras del relato fantástico, Carlos Alfieri • El pecado de la risa, Vilma Fuentes • El ojo más grande del mundo mira el Universo, Norma Ávila


31 de agosto de 2014 • Número 1017 • Jornada Semanal

bazar de asombros UNA NOVIA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Habituados al canon literario de Occidente, es incluso menos que escaso el conocimiento que en estas latitudes se tiene de la voz creativa de un país como Marruecos, entre muchos otros. Para contrarrestar un poco la odiosa justificación que las denomina literatu­ ras periféricas, ofrecemos aquí una muestra de la poesía marroquí contemporánea y, para mayor excepción, exclusivamente de mujeres. Nacidas entre 1958 y 1960, Al Akhtar, El Amrani, Bennis, Khattabi, Meskini, Morchid y Talbi hablan desde la tradición

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iendo Juan Ramón muy joven y habiendo publi­ cado solamente dos libros, un grupo de amigos decidió hacerle una broma que, a la postre, se convirtió en uno de los mejores poemas del escritor andaluz. Inventaron una lectora de poesía radicada en Lima y, ayudados por una secretaria de la Legación Española que tenía una hermosa letra palmer, inicia­ ron su broma diciéndole que tenía una lectora fiel y llena de admiración por su poesía, en la capital del virreinato del Perú. Recibió Juan Ramón la primera carta y se entusias­ mó con lo comentarios tan agudos y acertados de su admiradora limeña. La correspondencia se hizo cons­ tante y empezó a enamorarse del fantasma. Un buen día el autor de Platero y yo les dijo que pensaba ir a Li­ ma para conocer a Georgina Humler. Hubo una reunión urgente de los conspiradores y, después de largas elu­ cubraciones, decidieron matar a la enamorada limeña. Armaron su plan y pidieron ayuda al cónsul del Perú que estaba bien enterado de la ya peligrosa broma. Una tarde, Juan Ramón paseaba por la calle Arenal en el viejo Madrid cuando se encontró con el cónsul del Perú. Éste le propuso entrar a una de las fondas del rum­ bo para tomar un vino. Aceptó y el cónsul cumplió su misión. El poeta quedo desolado y ni siquiera pudo levantarse de la silla. Ahí comenzó a pensar en su poe­ ma de duelo:

y la modernidad, justo en el cruce de Oriente y Occidente. Además de un ensayo de Carlos Alfieri sobre la Antología

Y el Cónsul del Perú me lo dice Georgina Humler ha muerto. Has muerto, estás sin alma en Lima tupiendo rosa encima debajo de la tierra.

universal del relato fantástico, aparecida recientemente, incluimos una carta colectiva que se publicó originalmente en 1948, así como un artículo de Norma Ávila sobre el Telescopio Europeo Extrema-

Juan Ramón trabajó días y días en el poema. La no­ ticia le dio pie para pensar en las cosas fundamenta­ les de la vida y la muerte: Y ya le habrás leído a Dios algunos versos

Refiriéndose a los dos libros, que ella le comentaba. El poema muestra un total desaliento ante la elo­ cuencia brutal de la muerte temprana:

damente Grande. Comentarios y opiniones: jsemanal@jornada.com.mx

Y si en ninguna parte nuestros brazos se encuentran que niño loco hijo del odio y del rencor hizo el mundo jugando con pompas de jabón

Hugo Gutiérrez Vega Se unía Juan Ramón a Shakespeare en la idea de que el mundo es un cuento creado por un loco “lleno de sonido y de furia, que nada significa”. Juan Ramón termina su poema con un rasgo de esperanza. Era tan joven que podía darse los lujos de la virtud verde: Desde ahí tu sabrás que esto no vale nada que quitado el amor lo demás son palabras.

Georgina Humler existió a su manera; se volvió real en la mente y en la vida del joven poeta de Moguer. Ese poema brotó de una mentira, pero fue profundi­ zando sus preocupaciones, y acabó tratando los te­ mas esenciales de la vida y de la muerte. Por eso afir­ mo que Georgina es uno de los fantasmas más vivos de la poesía española moderna y contemporánea. Muchos años más tarde, ya en el exilio de Puerto Rico, época en que escribía poemas construidos con largos versículos, Juan Ramón recordó en una car­ ta dirigida a un amigo limeño a Georgina Humler. Le pregunto que si la había conocido y le pidió que le describiera a la indudablemente hermosa mujer. El amigo le contestó que no la había conocido y Juan Ramón, por primera vez dudó de su existencia, pero borró la duda y mantuvo en vida y en muerte a su lec­ tora y enamorada limeña. Ya había recibido el premio de los suecos, Platero y yo le había dado fama inter­ nacional, y Puerto Rico, les había otorgado paz y so­ siego al poeta y a su esposa, la excelente traductora Zenobia Camprubí. Me contaron que dedicó una clase de su curso de poética a Georgina Humler, y que la describió física y espiritualmente con lujo de detalles, convirtiéndola en una mujer ideal en todos los sentidos. Su recuer­ do embellecido permaneció en su memoria y no en­ vejeció jamás. Siempre fue la Georgina joven, entu­ siasta, iluminada, enamorada por los primeros libros del memorioso Juan Ramón. Siempre me he preguntado de qué fuentes brota el poema. La historia de Georgina me hace pensar que de cualquier manantial y que viene, en buena medida, del inconsciente. Sea como sea le dio exis­ tencia a la joven limeña que leyó a Dios los poemas juveniles del poeta andaluz: “que quitado el amor lo demás son palabras”

jornadasem@jornada.com.mx

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siete poEtas contEMporánEas

Portada: Voces a manos llenas Collage de Marga Peña

Directora General: Carmen Lira Saade, Director: Hugo gutiérrez Vega, Jefe de Redacción: LuiS toVar, Edición: FranCiSCo torreS CórdoVa, aLeyda aguirre rodríguez y riCardo yáñez, Coordinador de arte y diseño: FranCiSCo garCía noriega, Diseño Original: marga Peña, Diseño de Columnas: J uan g abrieL P uga , Iconografía: a rturo F uerte , Relaciones públicas: V eróniCa S iLVa ; Tel. 5604 5520. Retoque Digital: eLVira maLdonado antonio , Publicidad: eVa V argaS y rubén HinoJoSa , 5688 7591, 5688 7913 y 5688 8195. Correo electrónico: jsemanal@jornada.com.mx, Página web: www.jornada.unam.mx La Jornada Semanal, suplemento semanal del periódico La Jornada, editado por Demos, Desarrollo de Medios, S.A. de CV; Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, CP 03310, Delegación Benito Juárez, México, DF, Tel. 9183 0300. Impreso por Imprenta de Medios, SA de CV, Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, Azcapotzalco, México, DF, tel. 5355 6702, 5355 7794. Reserva al uso exclusivo del título La Jornada Sema­ nal núm. 04-2003-081318015900-107, del 13 de agosto de 2003, otorgado por la Dirección General de Reserva de Derechos de Autor, INDAUTOR/ SEP. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. La redacción no responde por originales no solicitados ni sostiene correspondencia al respecto. Toda colaboración es responsabilidad de su autor. Títulos y subtítulos de la redacción.

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Una carta de 1948

Sobre Menahen Begin y los métodos fascistas aL editor deL New York Times

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ntre los fenómenos políticos más preocupantes del momento se encuentra el surgimiento, en el recién creado Estado de Israel, del Partido de la Libertad (Tnuat Haherut), un partido político muy cercano a los partidos nazi y fascista en su organización, métodos, filosofía política y llamado social. Fue formado a partir de miembros y partidarios del antiguo Irgun Zvai Leumi, una organización terrorista, derechista y chovinista en Palestina. La presente visita a Estados Unidos de Menahem Begin, líder de dicho partido, tiene obviamente como meta dar la impresión de que su partido cuenta con el apoyo estadunidense para las próximas elecciones en Israel, y cimentar nexos políticos con los sionistas conservadores de Estados Unidos. Varios ciudadanos estadunidenses de renombre nacional han saludado esa visita. Es inconcebible que quienes se oponen al fascismo en el mundo entero, si han sido correctamente informados sobre la trayectoria y los proyectos del señor Begin, presten sus nombres y apoyo al movimiento que él representa. Antes de que se produzca un daño irreparable con manifestaciones públicas y contribuciones financieras a los planes de Begin, da la impresión de que un amplio sector de la opinión estadunidense apoya elementos fascistas en Israel, el público estadunidense debe recibir toda la información en cuanto al pasado y los objetivos del señor Begin y su movimiento. Las declaraciones públicas del partido de Begin no dejan ver su verdadero carácter. Hoy hablan de libertad, democracia y antiimperialismo, mientras que hasta hace poco predicaban abiertamente la doctrina del Estado fascista. En sus acciones, el partido terrorista delata su carácter real; de sus acciones pasadas podemos juzgar lo que se puede esperar de él en el futuro.

AtAque contrA un pueblo árAbe Un escandaloso ejemplo fue su conducta en el poblado árabe Deir Yassin. Esta población, alejada de las carreteras principales y rodeada de tierras judías, no había participado en la guerra e incluso había combatido a las bandas árabes que querían usarla como base de operaciones. El 9 de abril (The New York Times), bandas terroristas atacaron este pacífico pueblo que no constituía ningún objetivo militar, mataron a la mayoría de sus habitantes –240 hombres, mujeres y niños– y mantuvieron a algunos con vida para exhibirlos como presos en las calles de Jerusalén. La mayor parte de la comunidad judía quedó horrorizada y la Agencia Judía mandó un telegrama de disculpa al rey Abdalah de Transjordania. Pero los terroristas, lejos de avergonzarse, estaban orgullosos de su masacre, la publicitaron ampliamente e invitaron a la prensa extranjera presente en el país a ver los cadáveres y la destrucción general en Deir Yassin. El caso de Deir Yassin es ejemplar en cuanto al carácter y las acciones del Partido de la Libertad.

En la comunidad judía, ha predicado una mezcla de ultranacionalismo, misticismo religioso y superioridad racial. Como otros partidos fascistas, ha servido para romper huelgas y ha pedido la destrucción de los sindicatos libres. En sus posicionamientos ha propuesto el modelo fascista italiano de las uniones corporativas. En los últimos años de esporádica violencia contra los británicos, Irgun y el grupo Stem han inaugurado el reino del terror en la comunidad judía de Palestina. Maestros han sido golpeados por hablar en su contra, padres de familia han sido asesinados por no permitir a sus hijos unirse a ellos. Con métodos gangsteriles, palizas, ventanas rotas y robos a gran escala, los terroristas han intimidado a la población y han cobrado un alto tributo. La gente del Partido de la Libertad no ha jugado ningún papel en lo que se ha logrado de positivo en Palestina. Sus adeptos no reclamaron la tierra, no han construido colonias agrícolas y no han participado en la defensa judía. En cuanto a su tan publicitada inmigración, fue mínima y en provecho solamente de sus compatriotas fascistas.

contrAdicciones Entre las presentes y atrevidas pretensiones de Begin y su partido y su expediente histórico en Palestina, aparece la marca de un partido político para nada ordinario. Tiene el sello inconfundible de un partido fascista para el cual el terrorismo (contra judíos, árabes y británicos por igual) y la mentira son el método, y la meta un leader state. A la luz de estas consideraciones, es imperativo que la verdad sobre el señor Begin y su movimiento sea dada a conocer en este país. Es una tragedia que el alto mando del sionismo estadunidense se haya negado a hacer campaña contra los esfuerzos de Begin, e incluso a exponer a sus propios miembros los peligros que significa para Israel un apoyo a Begin. Los abajo firmantes, por lo tanto, recurrimos a este medio para presentar públicamente algunos hechos significativos sobre Begin y su partido, y pedimos vehemente a todos los involucrados no apoyar esta reciente manifestación de fascismo. Isidoro Abramowitz, Hannah Arendt, Abraham Brick, Rebbi Jessurun Cardozo, Albert Einstein, Herman Eisen, m . d ., Hayim Fineman, m . Gallen, H . H . Harris, Zeli, S . Harris, Sydney Hook, Fred Karuse, Bruria Kaufman, Irman L. Lindheim, Nacman Majsel, Seymour Melman, Myer d. Mendelson, m . d ., Harey m . Orlinsky, Samuel Pitlick, Fritz Rohrlich, Louis P . Rocker, Ruth Sager, Itzhak Sankowsky, i . J . Schoenberg, Samuel Shuman, m . Zinger, Irma Wolpe, Stefan Wolpe

Nueva York, 2 de diciembre de 1948.


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Carlos Alfieri

asalto de lo extrañ Criatura de Lovecraft

(obras maestras del relato fantástico)

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a aparición en Buenos Aires, en 1940, de la Antología de la literatura fantástica compilada por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo constituyó un hito decisivo para el reconocimiento y la revalorización de ese territorio literario en el ámbito de la lengua castellana. En su estela de excelencia se inscribe la flamante Antología universal del relato fantástico que, editada y prologada por Jacobo Siruela, publicó hace unos meses la editorial española Atalanta, y que reúne las cualidades precisas para convertirse en una obra perdurable. El criterio de selección de Siruela difiere del de los escritores argentinos en el severo recorte espacial y temporal con que procede a escoger a los autores representadosen su bella y voluminosa –pero muy manejable– antología: sólo caben en ella los que produjeron sus textos en los siglos xix y xx ; salvo el japonés Junichiro Tanizaki y el indio Naiyer Masud, todos son europeos y americanos. Sin embargo, esta restricción (válida, por supuesto, aunque traiciona la universalidad que anuncia el título) no mengua en absoluto la espléndida calidad de los cincuenta y cinco relatos reunidos, la inteligencia, el equilibrio, la sagacidad que guió su elección, la amplitud con que representan los múltiples senderos del campo de lo fantástico. Siruela no incurre ni en la pereza de volcar en su antología sólo a los escritores canonizados, ni en la frivolidad efectista de excluirlos y reemplazarlos por otros casi o totalmente desconocidos, para asumirse así como un hierofante que inicia a los demás en una sabiduría secreta. Por eso encontraremos en su libro a los maestros

imprescindibles –Hoffmann, Poe, Hawthorne, Turguéniev, Gautier, Maupassant, Henry James, Borges, Cortázar–, y también a otros –como el mexicano Francisco Tario, el inglés Robert Aickman o el mencionado Masud– que serán gratas revelaciones para muchos lectores. Y un mérito no menor de esta antología se asienta en su extenso exordio –sesenta páginas–, que es en sí mismo una magnífica introducción al mundo literario de lo inquietante. Siruela, que se muestra reluctante a establecer taxonomías estructurales y apropiadamente escéptico ante las teorizaciones rotundas y sus interminables polémicas, sabe comunicar con sensibilidad y sólido conocimiento la apasionante experiencia del ingreso a ese mundo.

FronterAs huidizAs La delimitación del terreno de la literatura fantástica, como ocurre con la de buena parte de los conceptos del mundo de la cultura, ha generado caudalosas, arduas, a menudo contradictorias elaboraciones teóricas, que siempre han fracasado, al menos parcialmente, en su propósito de englobar el contenido y los límites de este fenómeno. Es comprensible que así ocurra si se tiene en cuenta que el campo de la literatura es complejo, está en permanente proceso de cambio, es inestable, sus lindes son porosas, permeables, y sus objetos y procedimientos retóricos migran sin cesar de un lado a otro. Obviamente, si se entiende por literatura fantástica toda aquella que presenta elementos sobrenaturales, constatamos que existe desde siempre; es tan antigua como el Poema de Gilgamesh de los sumerios, como Homero, como la Biblia, como las narraciones mitológicas, las religiosas, las epopeyas y las leyendas remotas de todos los pueblos. Una clasificación que atienda solamente a la oposición binaria natural/sobrenatural, o racional/irracional, sólo puede ser útil para una primera aproximación, grosera, pero pronto habrá que abandonarla, porque su exagerada amplitud la torna tan imprecisa que deja de lado, por ejemplo, textos adscribibles a lo fantástico y que sin embargo no apelan a elementos sobrenaturales ni excluyen una explicación racional. El estudioso francés Pierre-Georges Castex aportó, a mediados del siglo pasado, una definición mucho más rica y adecuada: No debe confundirse lo fantástico con las convencionales historias de invención del orden de las narraciones mito-

lógicas o de los cuentos de hadas que implican un traslado de nuestra mente a otro mundo. Lo fantástico, por el contrario, se caracteriza por una intrusión repentina del misterio en el marco de la vida real; en general se relaciona con estados morbosos de la conciencia, la cual, en fenómenos como el de la pesadilla o el del delirio, proyecta ante sí las imágenes de sus angustias y de sus terrores.

Unos años después, su compatriota, el ensayista Roger Caillois, profundizaba este camino conceptual: Lo fantástico pone de manifiesto un escándalo, una vulneración, una irrupción insólita, casi insoportable, en el mundo de la realidad […] Lo fantástico es, pues, ruptura del orden reconocido, irrupción de lo inadmisible en el seno de la inalterable legalidad cotidiana, y no sustitución total del universo real por un universo exclusivamente prodigioso.

Ya en el siglo xix otros escritores (a veces, ellos mismos autores destacados de obras fantásticas, como Charles Nodier o Guy de Maupassant) habían ido afinando sus caracterizaciones de lo fantástico. Singularmente penetrante es la que pergeñó el filósofo, teólogo y poeta ruso Vladimir Sergeevich Soloviev en su prólogo a la novela de Alexéi Tolstói El vampiro:


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de lo maravilloso, o inclinarse por una explicación racional que no destruya el andamiaje lógico de nuestra realidad y que lo remita al ámbito de lo extraño o insólito:

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Lo fantástico ocupa el lapso de tiempo de esta vacilación; apenas se ha optado por una u otra solución se abandona la dimensión de lo fantástico para entrar en otra de un género semejante, la de lo extraño o la de lo maravilloso. Lo fantástico es la vacilación (l’hésitation) que experimenta un ser, que sólo conoce las leyes naturales, ante un acontecimiento aparentemente sobrenatural. […] Lo fantástico sólo dura el tiempo de tal vacilación; vacilación común al lector y al personaje [de ese relato]; ambos deben decidir si aquello que perciben forma parte o no del campo de la “realidad” tal y como ésta es en opinión de la generalidad de la gente. En cualquier caso, al final de la historia, el lector, cuando no el personaje, toma una decisión, opta por tal solución o por tal otra y así, con ello, elude lo fantástico.

El paradigma teórico de Todorov tuvo gran aceptación y alcanzó pronto el estatus de referencia ineludible. Pero también tuvo sólidas refutaciones por parte de estudiosos como Rosemary Jackson, Irène Bessière, Lucio Lugnani y muchos otros. En realidad, las definiciones de lo fantástico son tantas como los investigadores que abordan su examen. Casi todas contienen observaciones acertadas y sagaces hallazgos, pero todas resultan insuficientes. Lo fantástico parece tan lábil, multiforme y escurridizo que ninguna red conceptual logra apresarlo. Ni siquiera son seguras las categorías de lo maravilloso, lo extraño y lo fantástico, porque los textos demuestran que

Lo auténticamente fantástico […] no debe presentarse nunca abiertamente, por decirlo así. Sus manifestaciones no deben imponer una fe en el sentido místico de los acontecimientos humanos, sino más bien apuntar, aludir, a tal sentido. En lo auténticamente fantástico existe siempre la posibilidad formal, exterior, de una explicación simple, basada en las relaciones normales y habituales entre los fenómenos. […] Cada uno de los detalles, considerado en su singularidad, debe tener un carácter familiar, y únicamente la conexión del todo debe apuntar a una causalidad de otro tipo.

Así se fue delineando una diferenciación básica entre literatura de lo maravilloso o prodigioso y literatura fantás­ tica, que culmina en el trabajo ya clásico de Tzvetan Todorov de 1970, Introducción a la literatura fantástica. El famoso lingüista búlgaro-francés propone un concepto riguroso y restrictivo de lo fantástico, y lo define como un género literario situado entre el relato maravilloso y el ex­ traño o insólito. Admite que lo fantástico tiene su origen en la intrusión de un hecho extraordinario, inexplicable para nosotros, en nuestra realidad habitual, y que por lo tanto subvierte sus reglas. Quien lo percibe puede optar por la aceptación plena de ese acontecimiento como algo sobrenatural, perteneciente a un mundo misterioso cuya legalidad desconocemos, con lo cual validaría el territorio

William Blake, El gran dragón rojo y la mujer revestida con el sol

“ Lo fantástico es, pues, ruptura del orden reconocido”

se produce una constante interpenetración entre ellas, deslizamientos y permutaciones de procedimientos, temas, poéticas. Por eso hoy existe un consenso bastante generalizado en considerar lo fantástico no como un género autónomo y específico sino como un modo literario –tal vez podría hablarse también de un tono– que atraviesa los más variados géneros.

consuelo y perturbAción En el relato maravilloso el narrador instaura desde el principio, claramente y sin ambigüedades, un mundo distinto del nuestro, un mundo autónomo regido por otras leyes (mágicas), donde todo es posible, y que es aceptado sin mayores conflictos por el narrador y por el lector; típicos ejemplos son los cuentos de hadas o las invenciones épicas del estilo de El señor de los anillos, de Tolkien. Por otra parte, en este mundo feérico las intervenciones de los seres sobrenaturales suelen ser benéficas, no siembran inquietud. Es cierto que existen también entes malignos, como brujas y ogros, pero al final son derrotados y su acción es neutralizada por los espíritus del bien. La literatura maravillosa es generalmente tranquilizadora, porque en definitiva proporciona confianza en la restitución del bien y de la justicia, ofrece un consuelo (mágico) frente a las penurias de la realidad con el procedimiento de una sustitución total de ella por un ámbito imaginario. La narración fantástica, en cambio, nace de la perturbación que provoca el cruce de un mundo desconocido, amenazador, inexplicable, con el nuestro de todos los días, familiar, previsible, en el que se supone que todos los fenómenos pueden ser esclarecidos por la razón. Sin esa intersección de ambos mundos, sin esa irrupción de lo misterioso en nuestra vida cotidiana (que a veces asume formas menos bruscas y violentas, como una leve fisura que se produce en la superficie de la realidad) no habría conflicto. Es sabido que Freud prestó lúcida atención a este fenómeno, y en su célebre ensayo “Lo siniestro”, escrito en 1919, se aventuró a indagar “bajo qué condiciones las cosas familiares pueden tornarse siniestras, espantosas”, para lo cual desarrolló el concepto de lo unheimlich, traducido en castellano como lo siniestro y en algunas otras lenguas como lo inquietante, lo ominoso o lo perturbador. sigue

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Hieronymus Bosch, Infierno (detalle)

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EnsaYo En su investigación, Freud toma como ejemplo para su análisis el clásico cuento de e . t . a . Hoffmann “Der Sandmann”, generalmente traducido al español como “El hombre de arena” (es el que abre la antología de Siruela), aunque el traductor del texto freudiano, Luis LópezBallesteros, prefiere llamarlo, tal vez con mayor acierto, “El arenero” o “El hombre de la arena”. La interpretación psicoanalítica de Freud de los terrores de la literatura fantástica como transposiciones de traumas inconscientes, que contiene rasgos de una notable agudeza, engendró una ingente cantidad de estudios literarios que adoptan, con diferente fortuna, las herramientas metodológicas del psicoanálisis. Louis Vax, autor de L’art et la littérature fantastiques (1960) y uno de los más conocidos investigadores del dominio de lo fantástico, se queja del abuso de las interpretaciones psicoanalíticas, que “condujo a la consideración de las obras como meros documentos clínicos” y deja de lado su dimensión estética. El potente influjo desasosegante, cuando no el horror, que genera la literatura fantástica, radica en que en última instancia pone en cuestión el paradigma dominante de realidad, discute su estatuto, atenta contra su inteligibilidad; es decir, provoca una crisis epistemológica de vastos alcances. En este sentido es subversiva, porque vulnera las certezas tranquilizadoras sobre las que se asienta la concepción mayoritaria de lo real, las problematiza, siembra la duda acerca de las verdades establecidas: es esencialmente ambigua, y esa ambigüedad produce perplejidad y espanto. Pero esto no implica necesariamente la destrucción de todo paradigma de realidad, la suplantación total de un mundo por el otro, la mera fuga hacia el ámbito de la ilusión. Lo fantástico puede proceder mediante la expansión de lo real hasta límites desconocidos, puede contribuir, mediante el distanciamiento, la multiplicidad de los puntos de vista, la ampliación de la percepción, a una nueva mirada hacia lo real, a una nueva lectura del mundo, a la manera del extrañamiento (os­ tranénie) que proponían los teóricos formalistas rusos para una revelación más profunda de los pliegues de la realidad. Kafka (no entraremos aquí en la inagotable controversia sobre si su literatura pertenece o no al ámbito de lo fantástico) procede de manera inversa: en vez de fantastizar lo real, naturaliza lo anómalo.

temor y temblor La transgresión permanente de las fronteras –entre sueño y vigilia; entre real e irreal; entre unidad y duplicidad del yo; entre racional e irracional; entre lo muerto y lo vivo; entre lo animado y lo inanimado; entre el pasado y el presente– es un rasgo central del relato fantástico moderno. Hijo dilecto del romanticismo, conoce sus orígenes y su apogeo en la primera mitad del siglo xix , en que se erigen como sus grandes maestros e . t . a . Hoffmann y Edgar Allan Poe, pero reconoce sus antepasados cercanos en la novela gótica inglesa de finales del siglo xViii –la primera de ellas, El castillo de Otran­ to, de Horace Walpole, se publica en 1764– y en el francés Jacques Cazotte, autor de El diablo enamorado (1772), quien fue, en opinión del antes mencionado Castex, “el verdadero iniciador del cuento fantástico moderno”. La novela gótica impone sus deleitables terrores, sus castillos tenebrosos, sus aparecidos, sus fantasmas,

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sus cadenas chirriantes, sus tétricos escenarios medievales o renacentistas a través de una maquinaria narrativa frecuentemente tosca y mecánica, y explica lo sobrenatural o bien admitiendo su mera existencia, o bien devolviéndolo al mundo natural mediante el desenmascaramiento –no menos torpe e ingenuo– de los artificios empleados por determinados personajes para simular su existencia. Esta protoliteratura fantástica era demasiado burda para instalarse en la zona de la duda, de la indecisión sobre la índole de lo narrado que señala Todorov como esencia de lo fantástico. Pero a lo largo del siglo xix el cuento fantástico irá refinando cada vez más sus procedimientos formales y haciendo cada vez más compleja su temática, multiplicando los puntos de vista y sus planos narrativos: los franceses Téophile Gautier y Prosper Mérimée escriben relatos de innegable perfección literaria, de rara elegancia, en los que se alían el terror y el humor, la ironía y una cierta mirada distante que hace más resbaladiza y desconcertante su lectura. También se hacen presentes los incisos metaficcionales. Ya Hoffmann, en “El hombre de arena”, escrito en 1817, permitía a su narrador preguntarse acerca de cuál sería la forma más adecuada de contar su historia, una disquisición autorreferencial que ponía al descubierto el carácter de artefacto literario del texto (lo cual no era nada nuevo: Cervantes lo había hecho mucho antes en su Quijote). En la Inglaterra victoriana vive su apogeo la ghost story, el relato de fantasmas, que alcanzará su cumbre con Otra vuelta de tuerca, de Henry James, magistral ejemplo de ambigüedad que posibilita una pluralidad de interpretaciones. Y en el siglo xx se registra una dilatación extraordinaria del territorio de la literatura fantástica, con manifestaciones tan radicalmente diversas como las representadas por Saki y Lovecraft, Borges y Buzzati, Machen y Cortázar, Montague Rhodes James y Papini, Felisberto Hernández y Bioy Casares, para nombrar sólo unos pocos ejemplos.

Durante mucho tiempo, cuento fantástico y cuento de terror fueron casi sinónimos, porque la intrusión de lo inexplicable asumía habitualmente los ropajes de lo macabro, de lo fantasmático, de lo monstruoso. El pavor ante la muerte, las manifestaciones del mal, de lo oscuro, de lo perverso, de lo demoníaco, el enigma de la vida de ultratumba formaron desde siempre el tejido de las pesadillas humanas: la literatura fantástica asumió la expresión y la recreación de esos terrores profundos. Lo ominoso habitaba en la oscuridad, en la noche, en la niebla; la luz era la aliada del bien. Pero también esos escenarios fueron cambiando: el terror puede morar a plena luz; lo hiperreal puede engendrar tanto pavor como lo borroso e indefinido. Para tomar un ejemplo del cine: los paseos en triciclo del pequeño Danny Torrance por los pasillos perfectamente iluminados y desolados del hotel de El resplandor, la notable película de Stanley Kubrick basada en un libro de Stephen King, se cuentan entre las secuencias más inquietantes del filme. Lo cierto es que la experiencia del terror es para muchos uno de los elementos esenciales del cuento fantástico. Lovecraft, por ejemplo, afirma: La emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos es el miedo a lo desconocido. Pocos psicólogos pondrán en duda esta verdad; y su reconocida exactitud garantiza en todas las épocas la autenticidad y dignidad del relato de horror preternatural como género literario.

Pero el campo de lo fantástico es mucho más extenso, y la intromisión de lo perturbador, a lo largo del siglo xx , fue asumiendo las más variadas formas, cada vez más complejas y sutiles, aunque lo terrorífico puro sigue permaneciendo como una parcela importante de la literatura fantástica. Puede decirse que todo gran texto literario (y los de la narrativa fantástica no son una excepción) es, de alguna manera, un palimpsesto, porque su texto de superficie esconde un texto subyacente, y éste tal vez otro, como en un juego de cajas chinas: se trata de capas superpuestas de sentido que permiten una pluralidad de lecturas. Si no horror, el amplio abanico temático que aborda el relato fantástico del siglo xx no deja de suscitar en el lector, por lo menos, una profunda inquietud. Los pasadizos que de pronto comunican nuestro mundo con otros paralelos, la incertidumbre sobre la naturaleza del yo y de lo real, el vértigo del soñador soñado (de muy antigua data; por ejemplo, aproximadamente del año 300 aC es este “Sueño de la mariposa”: “Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu.”), las mutaciones y los intercambios de la identidad, las metamorfosis, los enigmas del espacio y el tiempo, la angustia del infinito, el mal, la memoria, el absurdo, la nada y tantos otros dilemas metafísicos son algunos de los sustratos sobre los que se erige la admirable cuentística de Borges y de otros autores –Bioy, Cortázar, Buzzati, Papini... Los caminos que conducen al universo de lo extraño son múltiples; esta Antología universal del relato fantástico es una guía de viaje valiosísima para internarse en él

criatura de lovecraft

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El pecado de la risa Vilma Fuentes

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Es más fácil hacer llorar. La literatura lacrimógena, comercio de textos y telenorançois Rabelais, autor de los desopilantes velas “miserabilistas”, tiene su éxito entre un público políticamente correcto y conGargantúa y Pantagruel, modernos antiforme, el cual descarga, así, sus sentimientos de culpabilidad con lágrimas de cohéroes cuyas proezas no escapan a la burla codrilo, éxito que comparte con la llamada literatura seria, solemne, pontifical, de su creador, decía: Mieux vaut de rire que atrozmente aburrida. Millares de libros que dan a sus lectores la impresión de pensar. de larmes écrire, pour ce que rire est le propre de La risa, en cambio, es perturbadora. Pone en entredicho la política correcta, los l’homme (Más vale de reír que de lágrimas escrisentimientos altruistas, la alta concepción de sí mismo, la complacencia y el regobir, porque reír es lo propio del hombre). deo. Es tal vez un ataque directo y una respuesta automática de la inteligencia. Es A condición de poseer el genio para acaso comenzar a pensar por sí mismo, sin cánones ni principios o prejuicios. arrancar con su escritura la carcajada, o Henri Bergson señala que la risa estalla cuando el mecanismo está desarreglado, al menos la sonrisa, del lector. Nada descompuesto. Así, transgredir ideas preconcebidas, desacralizar dioses y héroes más difícil que hacer reír con un texes provocar la carcajada de la inteligencia. Swift hace reír de manera sangrienta to. El payaso o el histrión se apoyan con sus proposiciones a los pobres de vender su prole a los ricos que se deleitarán con en toda una gesticulación, se ayucarne tierna, o con sus consejos a los domésticos para hacer imposible la vida de sus dan con baldes de agua que se amos. Jarry transforma el Vía crucis en una carrera ciclista. Ibargüengoitia desmivacían en la cabeza, caídas espectifica a los héroes de la indepenta culares, tartas de crema arrojadas a sus caras. El texto sólo posee la palabra escrita para hacer reír. Acaso por esto, en parte, son raros los escritores que logran, con magnífica ironía, hacer asomar una alegre sonrisa en los labios del lector silencioso transformado en cómplice. Secuaz testigo, movido con los hilos tejidos por el autor, de transgresiones al orden. En lugar de compadecer a la víctima del destino o del simple ridículo, en vez de apiadarse ante las aciagas desventuras del prójimo, su posición con las piernas hacia arriba al caer en el suelo, su desnudez involuntaria, su tartamudeo, sus diversos defectos, lo absurdo de la situación, desatan la risa gracias a la descripción hecha por el desalmado y cruel autor. Debe reconocerse: hay una buena parte de crueldad en el estallido de risa. Nos reímos más a menudo del ridículo… de los otros. Sólo el humor permite, a veces, esa forma superior de la risa cuando el autor es capaz de reír… de sí mismo. Esto exige un verdadero talento, si no genio. ¡Es de tal manera más fácil burlarse de los otros! Burlarse de sí mismo es un juego más arduo y más raro. Molière, Jean-Baptiste Poquelin, el más grande autor cómico de la lengua francesa, creador de El avaro, Tartufo, El burgués gentilhombre, El misántropo y tantas otras obras maestras es un caso excepcional. Molière podía deleitarse y deleitar al público tanto con el trágico destino de Alcesto, por ejemplo, que con la simple farsa. Reír también de él mismo al personificarse en el viejo libidinoso en La escuela de mujeres. Su amigo, Nicolas Boileau, crítico intransigente de la época clásica, no habiendo comprendido gran cosa, escribió estos célebres versos: “En el costal ridículo donde Scapin se envuelve/ no reconozco al autor del Misántropo.” Tres siglos más tarde, el estupendo comediante Louis Jouvet halla la mejor respuesta posible a Boileau. Retoma los dos versos del crítico y los trastoca: “En el costal ridículo donde Scapin se envuelve, admiro sin reservas al autor del Misántropo.” Jouvet, hombre de espectáculo, nunca despreció a su público, orgulloso de poder hacer reír a toda una sala de espectadores. La risa, propia del hombre, según Rabelais, es víctima de un estatuto ambiguo. Se adora reír, aunque en ocasiones uno se sienta culpable de esa risa. Porque la risa es cruel, o realista: ¿Lo real no es un crimen perfecto, como propone Jacques Bellefroid en el título de uno de sus liCartel de El avaro de Molière con Louis de Funès bros? La obra maestra, cúspide de la escritura en lengua española, el Quijote, arrebata las carcajadas del lector de todos los tiempos, desde su aparición, dencia mexicana o a sus generales revolucionarios. a costa de la insensatez del protagonista, su razón perdida por la lectura de novelas El genio de algunos cómicos no es sino un desarreglo constante de los sentidos de caballería. Locura y ridículo que le atraen terribles golpizas y desvelos que arrany del orden. De la mímica de Chaplin a la risa muda de Buster Keaton; de las situaciocan la risa incontrolable del lector, tan cruel cuando ríe como Miguel de Cervantes nes rocambolescas del Gordo y el Flaco al lenguaje cantinflesco, el enigma de la risa cuando escribe y propone burlarse de las desventuras de un demente. se propone a cada carcajada que estos cómicos arrancan sin necesidad de un fondo La excepcional actriz Arletty, coprotagonista con Louis Jouvet en Hôtel du Nord, de risas mecánicas necesarias a los malos payasos. decía al final de su vida, ella, quien había quedado ciega: “La risa es mi terapia.” Y, en No todo mundo tiene las cualidades para hacer reír, ni se es payaso cuando se quiere. efecto, sin que se haya probado de manera científica, hay ejemplos de personas que, Hacer reír es uno de los donde más altos que el hombre puede recibir de los dioses. desahuciadas por la medicina, han recuperado la salud gracias a la risa provocada En todo caso, mi noche está asegurada: reiré a carcajadas. Con motivo del centepor la visión de películas del Gordo y el Flaco, u otros cómicos. Tenía razón Nicolas nario de su nacimiento, pasan en la televisión muchas de las películas del extraorChamfort, filósofo francés del Siglo de las Luces, al afirmar: “La jornada más perdida dinario cómico Louis de Funes sería ésa en que no reí.”

“Nos reímos más a menudo del ridículo… de los otros.”

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El Marruecos de

siete poetas con

En el horizonte de la poesía marroquí contemporánea, escasamente conocida en México, destacan por su fuerza y frescura las voces femeninas que se alzan en pie de igualdad con las de los hombres. Su sensibilidad, expresa en diversas lenguas –destacadamente en árabe o en amazigh– los rasgos distintivos de la multiculturalidad del Magreb. Esta muestra de siete autoras nacidas entre 1958 y 1980 refleja la originalidad de una poesía que se arraiga en el imaginario del norte de África y en las dos orillas del Mediterráneo occidental. Sus creaciones fluyen en el cruce de Oriente y Occidente, entre modernidad y tradición, para dibujar con finos trazos sus afinidades con la poesía que hoy se escribe en otras regiones del mundo. Jorge VaLdéS díaz-VéLez

De otro tiempo

Nobleza

Fatiha Morchid (Benslimane, 1958)

Rajae Talbi (Casablanca, 1966)

Soy mujer de otro tiempo, apoyo el estetoscopio sobre el corazón del mundo que no me escucha. Y cada vez que la roca rompe mi flujo lo entrego a las arenas. El ímpetu del viento arranca las ramas. Las restantes las consagraré a la nada. Beberé el brindis de la tempestad. Tal vez pueda morir de amor por sobredosis. VerSión deL árabe de mezouar eL idriSSi

Nada pudo mover su nobleza. Ni su dulce boca, ni su atractivo rojo de labios, ni sus hambrientos ojos, ni su deseado cuerpo. Tampoco sus zapatos altos que taconean como un reclamo. Es hombre de un gran amor, un amor que ayuna toda la eternidad y sólo come de la mesa de su amada. VerSión deL árabe de abdeLLatiF zennan

Cautela Amal Al Akhtar (Alcazarquivir, 1967) Como en cualquier amanecer, me enajena una rosa temblorosa. Como en cualquier mediodía, una rosa triste me abandona. Como en cualquier tarde, Voy y vuelvo temerosa. VerSión deL árabe de KHaLid raiSSouni


e ellas:

31 de agosto de 2014 • Número 1017 • Jornada Semanal

ntemporáneas Residencia

Gula

Latifa Meskini (Fez, 1970)

Fátima Zahra Bennis (Tetuán, 1973)

El gemido es un canto que se cubre con el trance. Si el gemido fuese una morada me alojaría en ella, coloraría su interior y exterior con los colores del trance. En aquel gemido me entré entera, de mí salió entera, se calló enteramente. La sangre gime en la arteria Revela su expresión cuando alcanza el corazón se calla cuando alcanza la mente. El gemido de la memoria es una revelación sin palabras cuando escuchas su voz amarra tus orejas, descuida sus notas. Ninguna travesía pudo limitar el gemido que se perdió solitario, por el eco resonó, por el silencio sucedió ¡Delimita el límite entre el gemido y el silencio Para que no pierdas la voz! El gemido desafía a la expresión. VerSión deL árabe de reddad CHerati

Bebes un resplandor de agua y fuego con tu paralizado útero como si fuera miel Tu vacío se disculpa Ante un espejismo que no te merece Estás llena de gula y con tinta de ansiedad riegas el desierto del corazón. Estás destinada a lo imposible. Ninguna patria te dará cobijo, ni han de saciarte las cosechas. VerSión deL árabe de mezouar eL idriSSi

sigue

F

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31 de agosto de 2014 • Número 1017 • Jornada Semanal

Disculpa Imane Khattabi (Tetuán, 1974) Como un príncipe, la primavera avanzó hacia ella y se inclinó con la educación de los nobles: ¿Me concedes esta pieza, mi señora? Se disculpó con amargura: Murió el talón de mi alegría, y en el cuerpo que llevo en mi bolso se han marchitado las rosas. VerSión deL árabe de mezouar eL idriSSi

Verdor ardiente Lamiae El Amrani (Tetuán, 1980) Despierta en la noche me visita tu mirada tus ojos de verde y verde esperanza me acerco a ellos y cabalgo en tu cama tú corres en mis ríos yo corro en tu mirada en eSPañoL en eL originaL

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LEER

Jornada Semanal • Número 1017 • 31 de agosto de 2014

Aprender a decrecer. Educando para la sustentabilidad al fin de la era de la exuberancia, Luis Tamayo Pérez, Paradiso Editores-Instituto Tecnológico para el Desarrollo Sustentable de México, México, 2014.

EDUCAR Y PROSPECTAR GERMÁN IVÁN MARTÍNEZ

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ilósofos, economistas, geógrafos, sociólogos, climatólogos, antropólogos, médicos, planificadores, proyectistas, demógrafos, ecologistas, pedagogos y un grupo cada vez más creciente de estudiosos han advertido desde hace tiempo que la humanidad tiene comprometidos el bienestar y la supervivencia si continúa prevaleciendo la depredación de los recursos naturales, el exceso de confianza, la ignorancia, el derroche, la estupidización y la inacción. De ahí que comprender el presente e imaginar el futuro sean dos tareas que debe atender una educación distinta a la que hasta ahora se aferra a cubrir contenidos en lugar de des-cubrir soluciones a los desafíos del porvenir. En éste, su libro más reciente, Luis Tamayo advierte que el ser humano, en aras del “progreso”, vive engañado (y engañando) cuando piensa que es imperecedero y eternos los recursos naturales y energéticos de nuestro planeta. El crecimiento poblacional, los patrones de consumo impuestos por el capitalismo globalizado, la inconsciencia social, la falta de compromiso político, la indiferencia gubernamental, la indolencia de una buena parte de la comunidad científica o la corrupción, por codicia, de algunos de sus integrantes, que legitiman lo que las corporaciones biotecnológicas dictan mundialmente para envenenar la Tierra y lucrar luego con la salud y el hambre de los pueblos; todo esto, dice Tamayo, sumado al final de la era del petróleo barato, el mercado neoliberal y el calentamiento global antropogénico, tiene que ver con una crisis socio-ambiental de consecuencias aún insospechadas, que empezó a gestarse cuando el hombre se erigió a sí mismo como la especie principal para dominar el planeta. Ha sido una mezcla de insapiencia y necedad la que ha llevado al hombre a pasar por alto que los recursos de la Tierra son finitos; la destrucción del mantillo simplifica el suelo, genera la pérdida de su capacidad productiva y altera su microflora y microfauna; la privatización del suelo es una trampa insensata derivada de una sociedad avariciosa; la agricultura implementada a imagen y semejanza de la industria condena al descuido y al abandono al campo y a los productores; la apertura de las naciones pobres a los excedentes agrícolas de las naciones

ricas, genera una dependencia absoluta a quienes son dueños de los alimentos; y la apertura global a los transgénicos no sólo profundiza la pobreza sino pone en riesgo nuestra seguridad alimentaria y nuestra existencia. El autor invita a aprender de la naturaleza y emularla; a ser responsablemente precavidos y pensar en la ecoeficiencia, que permite hacer “más eficientes las tecnologías de producción orgánica de alimentos, captación de agua de lluvia, riego de los sembradíos, aprovechamiento de la energía solar, eólica, hidráulica, maremotríz y geotérmica”. Exhorta a la autocontención para respetar los límites planetarios y a la justicia socioambiental al reconocer que nuestra ceguera y apatía han hecho un daño letal a la madre Tierra, daño que en muchos sentidos es irreversible. Basado en autores e investigadores comprometidos con el bienestar humano, en fuentes actuales y estudios recientes, Tamayo denuncia cómo las grandes empresas agroquímicas y biotecnológicas se enriquecen con la venta de semillas transgénicas y herbicidas específicos; cómo corrompen a gobiernos y científicos que tuercen la verdad por intereses económicos. Señala asimismo cómo la agricultura convencional y las “prácticas agroindustriales enferman subrepticiamente a gran parte de la humanidad”. Cambio climático, deforestación, pérdida de biodiversidad, contaminación derivada del uso de agroquímicos “onerosos, ineficaces y peligrosos”, acidificación de los océanos, reducción del uso mundial del agua dulce y agravación de los fenómenos hidrometeorológicos plantean un “escenario de extinción masiva” si la temperatura de la Tierra sigue aumentando por nuestra imparable depredación y la obstinada manera de vivir en el entretenimiento, el consumo y el dispendio. Sólo una educación que permita “despertar del desmesurado y enloquecido sueño del progreso” nos enseñará a prever, es decir, a pensar el mundo catastrófico que se avecina para re-construirlo •

Glorieta vaqueritos, Héctor Villarreal, Mono Ediciones, México, 2013.

un “nocturno” antisolemne cantado por un coro de outsiders, este libro va más allá de un rescate del habla coloquial o la poética del barrio; encuentra la esencia del sentido poético, conciencia de su realidad que logra trascender hacia una construcción más compleja: el espíritu de quien habita las ruinas modernas: “Estamos bien porque podríamos estar peor./ esto es lo que hay: hubo una fiesta, pero ya se acabó.” Héctor Villarreal ya ha corrido otros riesgos escriturales antes. Quien ha podido leer sus ensayos o artículos, así como sus aforismos en las redes sociales, se dará cuenta de una aguda visión crítica; su decir no está comprado por la tendencias de la semana sino por un (auto)examen continuo de los hechos que se presentan ante él: no habla como un simple testigo. Su crónica también busca incidir en los hechos, replantearla, ver el lado que los demás no pudieron (o no quisieron) ver: “Por aquí no han pasado los narcos,/ los estamos esperando./ hay odio y hambre tras de las puertas/ y dos patrullas en cada esquina./ Los estamos esperando/ como a un ejército de liberación.” Glorieta Vaqueritos es un libro de poemas que recorre a pie los diversos mundos que componen al desgastado universo de Ciudad de México, pero no se ciñe a una geografía; sus poemas (ñeros, arrabaleros) brillan como aquellos vidrios rotos sobre el asfalto y, lo más interesante, forjan una visión del mundo, una enseñanza, como en el siguiente fragmento del poema “El Sun Tsu de la supermanzana”, una suerte de reescritura del legado filosófico de la supervivencia en un mundo ceñido por lo agreste del barrio y sus elementos: “Si vas a competir, haz trampa;/ Si haces trampa, hazla bien;/ si no haces trampa, ten seguro el triunfo.” En Glorieta Vaqueritos se escuchan las voces de los otros, de los que siempre quedan fuera de la fila, de los que al ver cerrado todo camino reinventan uno nuevo en el trazo de una glorieta •

La Jornada Semanal

LA POÉTICA DEL MARGEN JAIR CORTÉS

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s un hecho que la palabra poética no sólo habita en los libros; de hecho, el libro sólo es el punto de reunión, quizá uno de los últimos lugares “físicos” en el que se congrega la condición del lenguaje que revela la otra realidad. En Glorieta Vaqueritos, Héctor Villarreal (Ciudad de México, 1975) parte del tema de la ciudad para develar los cimientos que la sostienen: las voces de quienes habitan el margen, las periferias y “las rutas alternas” de la ciudad misma. Aunque los poemas de este libro parecieran

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en nuestro próximo número

LA CAÍDA DEL MURO DE BERLÍN: el fin de la dualidad Esther Andradi y Xabier F. Coronado

Textos sobre José Juan Tablada y Juventino Rosas

La Jornada


ARTE Y PENSAMIENTO ........

31 de agosto de 2014 • Número 1017 • Jornada Semanal

Francisco Torres Córdova

Ricardo Venegas

MENTIRAS TRANSPARENTES Retiro Hubo, príncipe dilecto, un monarca insomne; sus visiones lo aterraban. Una noche imaginó que aquellos artesanos que tallaban estampas, naipes, escenas licenciosas en tablas que entintaban para imprimir cartulinas, podrían hacer grabados de letras y palabras y, combinándolos, armar infinitas páginas. Sus libros pondrían al alcance de muchos los secretos de remedios, leyes, la quiromancia y la alquimia. Quedó horrorizado: en ese estado de confusión sería imposible gobernar. Para confortarlo tuvo la reina que esmerarse. Otra madrugada al soberano le sobrevino la fantasía de que los hombres guardaran parte de lo poco que ganaban, para que vivieran con ello en su vejez. Quiso probarlo. Llamó a su ministro y le pidió que aumentara los tributos, de manera que pudiera separarse una parte que le permitiera llegar protegido a su ancianidad. Con tales caudales construyó el palacio Del Buen Retiro. [De las historias de san Barlaán para el príncipe Josafat.] •

Ricardo Yáñez DE PASO Chon Cuando lo conocí era joyero, es decir trabajaba el oro; primero, en mi recuerdo, haciendo broqueles, luego aretes, anillos, dijes... Me gustaba visitarlo y verlo trabajar. El pulso con que acomodaba en un cuadrado, en varios, sobre un ladrillo de barro, las pequeñas medias esferas de los broqueles para soldar, el finísimo cuidado con que unía las dos mitades. Me gustaba ver el oro líquido en el crisol, la limalla en el cajoncito de madera, las nunca demasiadas, pero variadas, piedras preciosas, las medias perlas. Su trabajo era delicado y, a mi ver, perfecto. En mi barrio, llamado El Camichín, había no pocos joyeros. José Asunción González Ibarra, a no dudarlo, era el mejor. Un mal día lo encontré borracho, platicamos de quién sabe qué, seguramente de mi admiración por su labor, y de pronto empezó a tirar todo, lo que me acongojó (temía por el retroceso en su trabajo y la posible pérdida de valioso material). Me dijo: “La gente no compra trabajo, compra oro. Yo ya voy a dejar esta chingadera.” Y se fue a una secundaria a trabajar de intendente. Desde entonces, desconcertantemente para mí, siempre lo vi si no feliz, por lo menos –y suficientemente– contento •

Los pueblos marginados de México

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na de las facetas intelectuales del desaparecido Carlos Montemayor fue su dedicación al estudio y defensa de los pueblos indios del país. En Los pueblos indios de México (Debolsillo, 2010), el también poeta y novelista realiza un recorrido desde el siglo xv hasta principios del xxi para desmitificar algunas ideas preconcebidas. Montemayor cancela innumerable cantidad de prejuicios en torno a los pueblos originarios de América, la cual, según O’Gorman, es, más acertadamente, “una invención”. Uno de esos prejuicios es el haber sido bautizados como “indios”, cuando se sabe que los colonizadores pensaban que habían encontrado tierras asiáticas, concretamente India. Escribe Montemayor: “En verdad los indios de México nunca han sido los indios de México. Son pueblos que han tenido nombres precisos desde el siglo xv hasta nuestros días (o, debemos decir: desde muchos siglos antes del siglo xv hasta nuestros días: son los purépechas, tzotziles, chinantecos, mayas, nahuas, tojolabales, mazatecos, rarámuris, tenek, binizá, oyuk, ódames, seris, mayos, yaquis, kiliwas, mazahuas, tantos otros. El concepto ‘indio’ sigue ocultando a esos pueblos, sigue siendo una señal que recuerda la negación primera de su existencia.” En distintos momentos de la historia el indígena ha sido visto como instrumento de trabajo, incluso como animal de carga o ciudadano de segunda; como incapacitado. El libro de Montemayor hace hincapié en los rasgos y méritos de la cultura indígena: cuando los españoles llegaron encontraron libros, instrumentos musicales, danzas, rituales, mitos y leyendas que forman parte de un acervo invaluable que no coincide con el mundo bárbaro descrito por algunos cronistas. Basta recordar las 170 lenguas que, antes de imponer el castellano como lengua imperial, debieron confrontar los españoles, cuya táctica fue la de exterminar las culturas y someter a los pueblos originarios. Los indios de México se hicieron agraristas por necesidad durante el porfiriato al haber sido despojados de sus tierras; esto quizá ocurrirá de manera cíclica por la injusta repartición de la riqueza. Ligados desde que hay memoria a la pobreza y a la marginación, los pueblos indios de México debieron ser consultados en torno a las reformas que afectarán de manera directa la vida de sus comunidades. Es una vergüenza que legisladores de origen indígena se hayan prestado al cínico robo a la nación, donde los únicos beneficiados serán aquellos que tienen cada vez más. El Estado mexicano es un nido de mezquindad; basta sintonizar el Canal del Congreso para advertir que los legisladores ni siquiera leen lo que aprueban. ¿A cuánto asciende el bono de un diputado? No será extraño que en los años venideros nos alcance el estallido social, y que tantos siglos de resistencia indígena devuelvan a sus opresores el pisoteo y el abuso del que todos los mexicanos somos testigos •

ftorrescordova@gmail.com

MONÓLOGOS COMPARTIDOS

Felipe Garrido

BITÁCORA BIFRONTE

ricardovenegas_2000@yahoo.com

Una breve caricia Para Maya

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as manos quietas, hundidas en un sueño sereno al despuntar la mañana, de uñas largas y finas, suave y pausado su pulso bajo la piel quebradiza, los nudillos pulidos por el roce y el peso de las pequeñas tareas que someten la furia inocente con que las cosas nos sitian, para que el polvo y sus vastas costumbres no crezcan su desorden y ruinas –tomar un lápiz y hacer las cuentas del mes, o escribir un nombre que será una carta que sería una batalla; extender una prenda y alisar sus arrugas y doblarla de nuevo con lealtad de familia; abrir la canasta de mimbre y hurgar en su entraña de objetos tal vez necesarios y sin duda todos rituales para el azar y el camino, y dejar muy despacio en sus bordes la hondura y el brillo de una forma de ser; encontrar a tientas el llavero y abrir una puerta y llegar a casa por fin; delinear los labios con pulso y temple a la mitad de un tumulto de coches y prisas; peinar a un hijo de cinco años, vestir a otro de tres; abrir un diccionario y señalar una a una las letras de una nueva palabra para engarzar en la lengua materna su viejo y reciente poder; consolar un dolor invisible en la frente, guardar el calor de una breve caricia, hacer un cuenco con ellas para lavarse la cara o beber, tejer un sosiego o una tristeza y en fin, lo mucho que saben del mundo con ella sus manos. Los dedos delgados, las falanges un poco deformes, ya sin anillos a no ser que vaya a salir, si fuera a salir. Manos dormidas, blancas y abiertas, de palmas pequeñas y estriadas como su frente y sus sienes, pero no como sus pies, menudos y lisos de niña a la orilla del tiempo que sigue de cerca su paso. La mañana que inicia resalta sus pliegues y disipa las sombras que no son de sus venas; perturba la luz la intimidad de sus años puestos al día. La derecha en el vientre, la izquierda en el pecho sobre las mantas aún olorosas a ella y a noche de lluvia. Afuera se evapora el sereno en los oscuros ladrillos del patio y en las grandes macetas se dispersa un rumor de raíces nocturnas. Poco a poco entorna los ojos y parece que mira. No despierta del todo. Está en el umbral de sí misma, en un duermevela que dilata la cima de toda su vida, la memoria sosiega en su bruma. Sus ojos no saben aún si miran el día, y tal vez titubeantes buscan el eco de la voz de un Antonio lejano de apellido Machado que a nosotros y a ella se acerca y pregunta al oído: “¿Y ha de morir contigo el mundo mago/ donde guarda el recuerdo/ los hálitos más puros de la vida,/ la blanca sombra del amor primero,/ la voz que fue a tu corazón, la mano/ que tú querías retener en sueños,/ y todos los amores/ que llegaron al alma, al hondo cielo?/ ¿Y ha de morir contigo el mundo tuyo,/ la vieja vida en orden tuyo y nuevo?/ ¿Los yunques y crisoles de tu alma/ trabajan para el polvo y para el viento?” (Galerías, lxxviii). La vida dice que sí. Las palabras dicen que no •

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Jornada Semanal • Número 1017 • 31 de agosto de 2014

........ ARTE Y PENSAMIENTO LA OTRA ESCENA

Miguel Ángel Quemain quemainmx@gmail.com

El corredor emocional de Víctor Carpinteiro

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A DANZA CIRCULAR DE María, de Medardo Treviño , dirigida por Víctor Carpinteiro, es la historia de un desencuentro, de un viaje hacia el centro mismo de dos personajes que, equidistantes, convergen para mostrar la dinámica entre un verdugo y su víctima. La ecuación fría de la intimidación y el abuso, del miedo que permite apoderarse gradualmente de la víctima; pero también las posibilidades del sojuzgado de resistirse a la absoluta humillación. En el corredor emocional, en ese rectangular teatro de cámara que ha trazado la escenógrafa Mónica Kubli, viven de un lado a otro de la escena dos personajes lo que parece el fin de un trayecto. Uno es un pollero y la otra una migrante que ignora el destino de su hijo exilado de la violencia colombiana y que encontrará la muerte en un escenario mexicano no menos violento que el suyo. Si bien la obra de Medardo Treviño tiene sonoridad y ritmo en diálogos cargados de metáforas que le dan contexto a una lengua que viene del norte y baila en el sur, la dirección de Víctor Carpinteiro está dedicada a bordar sobre los sujetos ese mundo de dolor que transmite cada gesto, cada movimiento, cada pausa y su conversión, la transformación de la imagen en esa palabra breve que sabe envolverse de silencio y espera, para que ocurra así ese encuentro tan calculado, por momentos tan minimalista, entre los personajes. La intensidad que propone Carpinteiro a sus actores no sólo está dada por la interiorización de un texto. El discurso se agota pero su fuego permanece en el trabajo silencioso o medianamente silencioso de un par de actores notables: Ángeles Marín y Javier Escobar, capaces de en-

contrarse a pesar del retrato amargo que les imponen sus personajes enemigos. Ángeles Marín es una de las actrices mexicanas de mayor solidez técnica e interpretativa. Aunque el cine y la televisión no le son ajenos, su rigor académico, su origen universitario, la colocan en posibilidad de hacer un extraordinario trabajo actoral con unos cuantos elementos que se fraguan al calor de un encuentro signado por la inequidad, el abuso, la impunidad y la infinita nostalgia que a cada uno de los sujetos les provocan sus amores lejanos en el imprevisible reencuentro fantaseado por un vallenato que junta los cuerpos irreconciliables. Los hijos, el terruño, el amor, los motivos para irse y para el regreso pródigo. La danza circular de María fue creada bajo el impacto que produjo en 2010, en San Fernando, Tamaulipas, primero, luego en todo el país, la muerte de setenta y dos indocumentados centro y sudamericanos que pensaban llegar a salvo a Estados Unidos, amparados con la promesa falsa de polleros asesinos que se reservan el derecho a mostrar su rostro.

La historia tiene como marco el encuentro entre la madre colombiana de un joven que ha sido secuestrado primero y asesinado después, con su verdugo. De la frontera sur hasta el río que corre fronterizo al norte, Carpinteiro matiza la palabra que signa al verdugo y aquella voz que sólo puede ser de la víctima, esa condición expansiva del crimen que nos duele incluso a los más alejados del drama social. Carpinteiro sabe de exilios interiores, migraciones, transformaciones, pérdidas, y esos elementos irrenunciables en su concepción del teatro, el de sujetos en falta, monólogos de islas sin eco pero que cuya ferocidad de sus palabras, de sus sentimientos e intenciones se muestran en el corazón mismo de la dinámica social que también crea el lenguaje, y es a su vez creada y modificada por él. El texto de Medardo Treviño crece sustancialmente bajo la mirada cuidadosa del director, que lo desnuda, poniendo bajo la lupa las descripciones de unos espacios creados cuidadosamente para que la palabra los cruce, los habite y circule en toda la sala con el vaivén de una partida de tenis, en ese ritmo que pone siempre a un jugador a correr en pos de una pelota que termina por quedar demasiado lejos para devolverla. Silencio, entonces. Meditación que vuelve a la carga bajo el orden de la pieza que exige la expansión de la conciencia. Un orinal, una bolsa, una maleta, una silla. Repertorio minúsculo de objetos mínimos apostados sobre una superficie de madera dividida en tablones como el piso de un vagón, una bodega, la plataforma de un tráiler. Sostén provisional para seres flotantes. Desaparición y secuestro son dos ecuaciones de la liquidación humana. Una esclavitud novedosa, instantánea, que tiende a poner de su lado al cautivo que agradece la piedad del verdugo. Cita en El Círculo Teatral •

BEMOL SOSTENIDO Alonso Arreola

@LabAlonso

La niña de los cabellos de lino

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E PRONTO SUENA LA Arabesca No. 1 en Mi Mayor, de Claude Debussy. Spotify nos la entrega vía internet con la eficacia de una máquina expendedora de chocolates que, cada cierto número de expulsiones, dinamita la serenidad chillando anuncios de horrenda especie. Por dulce que sea la pieza del artista francés, claro está, sus arpegios no son vulgares golosinas. Son trazos de neón. Por ello es que hoy, sin coyuntura alguna, sin celebrar su cumpleaños, sin anunciar ningún evento especial en torno a su nombre, nos abandonamos al masaje de sus dedos, a la sabia acupuntura que practicó en el piano. Lo hacemos por el puro gusto de recordarlo y para señalar su beneficio en una vida con más bondad y menos corrupción. Ligas y más ligas. Inútiles links. Entre tantas opciones no podemos hallar el nombre del intérprete. Sin distingos de género, época o calidad, la pantalla vomita de igual forma cualquier pieza que se le ocurra o que le pidamos. Para los creadores y programadores de Spotify se trata sólo de paquetes digitales que pueden usufructuarse siniestramente. Si durante el siglo xix el alma del artista francés sólo podía conocerse en vivo –o en un disco sin interrupciones en el siglo xx –, hoy la tecnología le rompe el vestido y la abandona en la acera de cualquier postor. Aun así vale la pena regresar a ella. Escuchando los nostálgicos arpegios de La Fille Aux Cheveux de Lin (La niña de los cabellos de lino), se nos revela el Debussyjazzista, no por improvisador sino por fabricante de colores y texturas heterodoxas, de progresiones y cadencias sorpresivas que mientras más frágiles suceden más belleza alcanzan. Es un prodigio que se pueda llegar a semejante emotividad en 40 compases. Cimentada en

Sol Bemol, por momentos prefigura a Charles Mingus, a George Gershwin. Más lejos aún: ¿cómo imaginar a Keith Jarret, a Herbie Hancock, a Brad Mehldau sin Debussy? ¿A Wim Mertens, a Michael Nyman? No hay pianista moderno sin algo de él en su adn (aunque sería injusto negar el legado de su coterráneo y contemporáneo Erik Satie, otra figura toral del impresionismo ligada al cabaret y el experimento teatral). Sea en la calma del Claro de luna o en el vértigo de danzas como la Tarantelle Styrienne, sus variadísimos nocturnos, elegías, valses, preludios, temas infantiles, estampas y suites para piano –que de eso estamos hablando este domingo, del Debussy frente al piano, no del orquestal– toda su producción trasciende gracias a cascadas multicolores, al reflejo de una luz que lo mismo traspasa nutridos borbotones de fuente que gotas aisladas sobre el teclado, mínimas sugerencias fotográficas, ya bosquejos, ya escenas, ya secuencias enteras de películas cuya trama atañe siempre al equilibrio de la naturaleza elemental, compartida, primitiva.

Muerto a los cincuenta y cinco años, Debussy ingresó al Conservatorio de París a los diez. Gustó de la música de Wagner y viajó a Rusia para conocer la obra de Chaikovsky. Estudió a los compositores italianos y folclóricos de su tierra pero, allí lo notable, también devoró la literatura “maldita” de Baudelaire, Mallarmé y Verlaine. De ella parecen provenir los contrastes agridulces de su imaginación, su sed por lograr algo nuevo sin negar las raíces del entorno. Fuerza de cambio, evolución entre siglos, la suya es de las obras que permanecen actuales, perennemente nuevas. Ponemos por décima vez a esa niña con cabellos de lino. Nos preguntamos por qué nos conmueve tanto. Re, Si, Sol, Mi, Sol, Si, Re, Si, Sol, Mi, Sol, Si, Sol, Sol, Mi, Sol… todas accidentadas conformando un arpegio de Mi Bemol Menor en vaivén desde la séptima, casi como un tema pop. Sigue un acorde de Sol Bemol impulsado por corchea con semicorcheas que asciende al Re Bemol, anunciando una Cadencia Deceptiva hacia el magnífico Si Bemol Menor. Es por esa refinada y ecuménica simpleza que un amigo y productor –lo supimos recientemente– utiliza a esta niña de Debussy para dormir a sus propias hijas y, de paso, maravillar al pensamiento. Hay música así: que a unos los calma y a otros los hiere dulcemente. Siempre habrá conciertos por venir, discos por reseñar, aniversarios que recordar en espacios como el de este domingo; pero a veces, lectora, lector, sólo dan ganas de volver sobre lo ya escuchado para ver cómo han cambiado nuestros oídos y, por supuesto, nuestro hálito. Hoy una niña con cabellos de lino dice que somos otros. Le creemos. A usted, ¿quién –que no sea un artista comercial ligado a la superficialidad colectiva, algunas veces sana e inevitable– se lo puede señalar? Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos •


ARTE Y PENSAMIENTO ........

31 de agosto de 2014 • Número 1017 • Jornada Semanal

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Jorge Moch

Verónica Murguía

L

A PRIMERA VEZ QUE leí Gente del mundo, esa extraña y encantadora obra de Alberto Chimal, fue allá por 1998. Fue leído con alegría y, luego, como suele suceder, desapareció, víctima de la rueda de la fortuna editorial. Siempre creí, como muchos, que Gente del mundo merecía una nueva edición y no andar en el zamisdat informal, pues tenía lectores a quienes había fascinado y podría tener muchos más. Ya en esa obra primera despuntaban las obsesiones de Chimal, un narrador que no puede desprenderse, para nuestra fortuna, ni de su afición por el pasado o del afán por describir aquello que sólo puede ser creado con palabras. Por eso, celebro que editorial era lo publique de nuevo. El ritmo de la prosa con la que está escrito Gente del mundo es deliciosamente arcaico, así como lo que consigna: el clasificador de maravillas que Alberto Chimal ha

creado para revelarnos la geografía del mundo se llama Damac de Jeramow y es más cercano al misterioso John de Mandeville, ese revolucionario escritor de finales de la Edad Media, que a cualquier viajero contemporáneo. Además, el libro cuenta, y este es otro de los rasgos que lo hacen atractivo, con la descripción de treinta y siete láminas, todas ellas de la autoría de Auko, la Ignota y un apéndice “para facilitar la inteligencia de la obra toda y de sus enigmas”. Cuando leí esto, inmediatamente recordé la advertencia de Gonzalo Fernández de Oviedo sobre su catálogo de maravillas verdaderas, familiares para los habitantes de América: La historia natural de las Indias. González de Oviedo, aventurero que, como el poeta Mutanabbi, conocía la pluma tan bien como la espada, dice acerca de su crónica que es un “tratado que tengo copioso de todo ello”. “Todo ello” es nuestro continente: los indios, el cruel trato de los conquistadores, los animales nunca antes vistos, los frutos de la tierra, las costumbres y paisajes. Pocos relatos pueden ser tan reveladores de la naturaleza humana como aquellos que dan cuenta del encuentro de un hombre con las costumbres de otros. Puede que el cronista, llevado por el asombro o traicionado por la memoria, exagere o incurra en errores. Lo que seguramente describirá con veracidad absoluta es la fisonomía de su propio espíritu. Como los relatores de antaño, Jeramow tiene un talante sereno; no duda de la veracidad de sus informantes aunque haya contradicciones en los pormenores, pues sabe que todo relato es personal. No ansía comprobar las noticias, sino repetirlas y quizás, como Herodoto, interpolar aquí y allá un comentario. Es el cartógrafo fiel de la mente de Alberto Chimal: un lugar abigarrado en el que se

dan cita maravillas, sobre el que gravita una sonrisa melancólica, donde toda historia puede tornarse cruel y donde las imágenes de la Ignota conforman una baraja que muestra signos familiares e incomprensibles a la vez:“Dos hombres coronados –uno sostiene un cráneo, otro una jarra– caminan sobre las espaldas de muchos tendidos en el suelo. Pero uno de los tendidos levanta su mano, en la que hay un puñal. Es la lámina 46 de Auko y se titula Los que resistimos. Esta imagen hecha de letras algo nos dice de la tiranía, de la esclavitud, la injusticia y la resistencia, sin otro recurso que unos renglones. El afán clasificatorio de Alberto Chimal, presente en su novela más reciente La torre y el jardín, encuentra en Gente del mundo –una suerte de descendiente fantasioso de los libros de antropología y divulgación que devoró de niño–, el vehículo idóneo. También encontraremos en él su facilidad para la enumeración y otro recurso chimaliano, el uso de la hipérbole como una estrategia para desarrollar los temas, por ejemplo, el de un pueblo tan guerrero y tan xenófobo, que para dar noticia de ellos el viajero debía fingir que era un fantasma. Cuando el libro de Mandeville hizo su aparición en Europa, un panadero veneciano llamado Menocchio fue quemado en la hoguera porque el libro le había mostrado que no sólo había cristianos en el mundo, sino muchas otras formas de vivir y pensar. A los padres de la Inquisición no les gustó que el panadero quisiera comprender a otros, lejanos y extraños. Ahora sabemos que de esa comprensión depende que sigamos siendo humanos y nos alejemos de la crueldad de las fieras. Los lectores abiertos a la imaginación somos descendientes del pobre Menocchio. No desdeñemos nuestro linaje. Gente del mundo es un libro para nosotros •

Ilustración de Juan Puga

Por fin un México de veras en la tele ¡Cuatrocientos Cabezalcubos ya!

¡Muchas, muchas gracias, raza!

S

IN HACER DEMÉRITO DE los encomiables (pero insuficientes) esfuerzos que se han hecho anteriormente –allí por ejemplo los intentos de la casa productora Argos por refundar el género de la telenovela, tan manoseado y envilecido por Televisa y tv Azteca– no recuerdo otro proyecto tan ambiciosamente realista, tan honesto en su narrativa visual y su argumentación como Crónica de castas, la serie –demasiado breve, resuelta finalmente en sólo nueve episodios de los trece propuestos inicialmente– producida por Ojo de Hacha Producciones, de Andrés Sola-

no y concebida y dirigida y defendida hasta la extenuación, supongo, por Daniel Giménez Cacho, que se estrenó a finales de abril, concluyó en junio y afortunadamente está de nuevo corriendo al aire en Canal Once, del Instituto Politécnico Nacional que, con esta controvertida producción (se dice que no faltaron las toses incómodas, cejas y palmas alzadas de las buenas conciencias) se consolida como una de las mejores televisoras que hemos tenido en México, capaz de transmitir series que resulten incómodas, polémicas y simplemente fieles a la cruda realidad que vivimos millones de mexicanos en nuestras ciudades donde amor es amor, violencia es violencia y conviven heroísmo, impunidad y cobardía; el México de las boutiques y las narcotienditas, el de gente acomodada en barrios arbolados y lumpen de esquina barriobajera. El México donde nunca será lo mismo un bar que un centro botanero, o un colegio que una secundaria federal. Como obvia el título, Crónica de castas retrata en el entrecruzamiento de las historias que componen el variopinto mosaico de sus personajes, precisamente una estampa de las contradictorias maneras que tenemos de relacionarnos los mexicanos, con el desprecio clasista y el racismo siempre a flor de piel: el “diablero” zapoteco que es despreciado por la familia de la chava que le inflama el corazón, que a su vez forma parte del conglomerado tepiteño –un gran acierto de la serie es que transcurre en y desde Tepito como centro neurálgico de lo que podemos llamar “mexicanidad contemporánea”, o el “chilanguismo” más puro que es a su vez el crisol donde se mezclan todos los rincones del país: el cruel y verdadero destino donde muchas veces se estrellan los sueños de tantos habitantes del interior del país que migran a la gran capital, ese espejismo– donde el tendero desprecia a la vendedora indígena que desprecia al teporocho que desprecia al franelero que conoce los tejemanejes de la calle donde el policía judicial es efímero rey, porque muchas veces trabaja para el

jefe de plaza que al final es un lacayo más del rey verdadero, el de corbata, camioneta blindada y dos coches de guaruras cuyo benjamín odioso, su yúnior, se sienta en esa cúspide falsa de poder y dinero para despreciar a todos los demás. Muchos son los aciertos de Crónica de castas, sobre todo en el elenco, en sus magníficas actuaciones, en que se tuvo la asertividad necesaria para dejar atrás los vicios televisivos perpetuados por Televisa y tv Azteca, cuyas series narrativas nadan precisamente en clasismo y racismo estético, además de la estulticia lamentable de sus principescos argumentos de reciclado previsible, aburrido y consuetudinario, como vicio. Crónica de castas cuida mucho que sus personajes sean entonces creíbles, tanto en sus defectos como en sus virtudes, y obtienen invariablemente del televidente, que se las cree, inmediata empatía. Ese grupo actoral es estupendo; Harold Torres y Naian González sencillamente brillan y resulta muy estimulante encontrar en un personaje tan complejo como la gallega trasterrada Yolanda, de pasado turbulento y trágico, a una maravillosa Ángela Molina, la espléndida Anita Rossi de la serie de culto francesa La Commune. El audio en exteriores quizá sea reprochable, porque a veces se pierden los diálogos escritos en el guión de Jimena Gallardo, impecables en su retrato del habla coloquial de barrio mexicano real, sin adornos, sin eufemismos y sin esa hipocresía característica de cualquier cosa que haga la televisión comercial en México. Son deseables dos cosas para Crónica de castas: que tenga continuación aunque ya Giménez Cacho ha adelantado a la prensa que no habrá segunda temporada (¿porque se inflamó el callo de alguna buena conciencia en este país de hipócritas autoridades, Daniel?) y que sea exportada a otros mercados televisivos del mundo porque es de confección casi impecable y la mejor serie que se ha hecho en la televisión mexicana en toda su historia •

CABEZALCUBO

La gente de Chimal

LAS RAYAS DE LA CEBRA

tumbaburros@yahoo.com Twitter: @JorgeMoch


Jornada Semanal • Número 1017 • 31 de agosto de 2014

........ ARTE Y PENSAMIENTO

Enrique López Aguilar

Luis Tovar

Millennium a pesar de las traducciones A los lectores de La Sexión.

E

N UNA RESEÑA PUBLICADA en El País, en septiembre de 2009, Mario Vargas Llosa afirmó que “es posible que una novela sea formalmente imperfecta y, al mismo tiempo, excepcional”. Se refería a las tres extensas novelas que Stieg Larsson escribió bajo el nombre común de Millennium (título de la revista de análisis político donde colaboran Mikael Blomkvist y Erika Berger), trasunto de Expo, revista en la que Larsson ocupaba un lugar parecido al de Blomkvist en Millennium. En las tres novelas, el punto de vista narrativo se enfoca desde una tercera persona omnisciente con una voz que no se corresponde con la de ninguno de los personajes. Esto quiere decir que los cambios de escenario, los escamoteos narrativos, los silencios y la aparición de evidencias son parte de una cuidadosa dosificación que el autor propicia para construir un suspenso que atrapa de inmediato al lector. Desde la perspectiva del relato (tal como lo propusiera e. m. Forster en Aspectos de la novela), Larsson apela a la parte más neanderthal de sus lectores, quienes se dejan apapachar como gatos ronroneantes y a cada paso van preguntando: ¿qué más?, ¿qué sigue?, ¿ahora qué va a pasar?; lo cual no ocurre en detrimento de la trama, puesto que el autor hila finamente un complejo tejido que transcurre en más de dos mil páginas. De pensar en algunas de las fallas señaladas por Vargas Llosa, una de las más llamativas afecta al nivel de la verosimilitud narrativa. Me refiero a la secuencia final de La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina, segunda parte de la trilogía: Lisbeth Salander ha recibido tres heridas causadas por una pistola calibre .22, disparada por Zalachenko; después, Ronald Niedermann y Zalachenko entierran viva a la protagonista en una apresurada tumba; finalmente, Salander se autoexhuma y emerge de la tierra. La proeza de la protagonista resulta difícil de creer, incluso para el más generoso de los lectores de Larsson; sin embargo, la lectura prosigue y la inverosimilitud queda atrás de manera parecida a como el narrador de Don Quijote indica la pérdida del rucio de Sancho Panza en i:25 y, sin que se haya mencionado la manera como fue recuperada, la montura de Sancho reaparece en i:44. Algunos comentaristas del Quijote, como Maurice Mohlo en “¿Olvidos, incoherencias?, o ¿descuidos calculados? (Para una lectura literal de Don Quijote)”, consideran que “todas esas incoherencias y descuidos son deliberados, y forman parte de la literalidad textual”. Es posible que pueda aplicarse la misma explicación al episodio comentado de La chica que soñaba… aunque, como dije antes, la autoexhumación de Salander no parece un descuido sino la incursión de-

Stieg Larsson

liberada en un acto de inverosimilitud narrativa. Me parece que otra imperfección formal ocurre en el “Epílogo” de la tercera parte, La reina en el palacio de las corrientes de aire, último capítulo donde reaparece el gigante rubio, personaje de mucha importancia en la segunda parte y totalmente desaparecido en la tercera. Se tiene la impresión de que Larsson escribió el “Epílogo” como una manera de resolver el desvanecimiento de Niedermann durante 818 páginas. El enfrentamiento final entre éste y Salander es bastante apresurado y la manera como Lisbeth descubre el escondite de Ronald es de una casualidad casi inverosímil. Concuerdo con Vargas Llosa en que no importan los defectos estructurales de las novelas de Larsson “porque el vigor persuasivo de su argumento es tan poderoso y sus personajes tan nítidos, inesperados y hechiceros que el lector pasa por alto las deficiencias técnicas, engolosinado, dichoso, asustado y excitado…” La fuerza de la trilogía, además, ha sido capaz de superar los vicios de la traducción española, plagada de madrileñismos como “calderilla” (morralla), “bolleras” (lesbianas),“comebollas” (comedora de vaginas), “Kalle Blomkvist de los Cojones” (Kalle Blomkvist de la chingada) y muchos ejemplos más, que vuelven fastidiosa la lectura. Es posible que el original se permita coloquialismos suecos, pero los traductores peninsulares insisten en un centralismo lingüístico que olvida a la mayoría de los hispanohablantes americanos. Aparte de la jerga madrileña, pesa la inadecuada traducción de los títulos: La reina en el palacio de las corrientes de aire en lugar de El castillo en el aire que voló en pedazos y, con más perjuicio, el timorato Los hombres que no amaban a las mujeres en lugar de Hombres que odian a las mujeres. No es lo mismo. Pero Millennium es una obra tan poderosa que supera, incluso, la traición de sus traductores •

Extremos extremos

S

IEMPRE QUE NO SE padezca cierta y abundante anemia creativa –verbigracia la que afecta los tuétanos del noventa y nueve punto nueve por ciento de los guionistas, argumentistas y productores televisivos mexicanos, pero también a un porcentaje inocultable de sus colegas cineastas–, el acometimiento de un nuevo proyecto cinematográfico usualmente tiene como tercer paso –el primero es la elección del tema y el segundo la concepción de la trama– la decisión acerca del tratamiento formal que habrá de dársele a los dos primeros. Habida cuenta de que realidad económica obliga, no es infrecuente que ese tercer paso sea uno de los que sufra más modificaciones. Cítense aquí dos casos paradigmáticos: el primero fue relatado por esa gloria cineasta nacional conocida como el Güero Castro, quien un buen día hizo gala de

improvisación y capacidad para adaptarse a los recursos disponibles, y donde el guión decía algo así como “los delincuentes son perseguidos por un helicóptero y éste es derribado”, el inefable exmarido de la hoy marida del Vendedor Más Grande de México puso una camionetita Combi, más bien desvencijada, persiguiendo a los maloras y, en lugar del vistoso derribo aéreo, con mucha sensatez la hizo chocar contra el poste de la luz en una esquina. El segundo es de Luis Buñuel, que en Mi último suspiro cuenta que al estar filmando Los olvidados, para la escena del ciego acosado y golpeado por el Jaibo y compañía, quería una orquesta sinfónica completa instalada y tocando en la estructura metálica de una construcción que se ve al fondo, pero que cuando la producción le indicó que el presupuesto no estaba para esos lujos, a cambio de la orquesta puso a la gallina que cierra la secuencia.

OrtOdOxia experimental y lO cOntrariO

De anécdotas así está llena la historia del cine mexicano, tanto el bueno como el otro, y se traen a cuento aquí porque los dos filmes de los que quiere hablarse dan más en qué pensar si se atiende al cómo fueron hechas y por qué se decidió hacerlas precisamente de ese modo y no de otro, que si se atiende a los resultados finales en pantalla. A propósito de esto último, y apelando a la memoria simple –en otras palabras, prescindiendo de las notas que un juntapalabras como éste suele generar; prescindiendo también, por un instante, de la aplicación de algún método crítico-analítico de los varios a los que puede recurrirse–; memoria en la que se sustenta eso que todavía puede ser llamado vox populi, los antedichos resultados finales en pantalla de los dos filmes de marras, a saber, Guten Tag, Ramón (Jorge Ramírez Suárez, México/Alemania, 2014) y Filosofía natural del amor (Sebastián Hiriart, México, 2013) se resu-

men en un anticlímax fácilmente sintetizado por la palabra “olvidables”. Aquí lo más interesante es cómo puede llegarse a idéntico resultado de inmemorabilidad por caminos tan diametralmente opuestos: mientras Guten Tag, Ramón es una película formalmente tan aséptica y ordenada y previsible como puede serlo un matraz en un laboratorio, por decirlo de algún modo, la Filosofía natural… hirartiana debería caber bajo el rubro de cine experimental, por más que dicha etiqueta sea cada vez más alcahueta, al admitirse en ella prácticamente cualquier cosa que se aleje siquiera un poco de la ortodoxia formal. Quizá resultado del divorcio entre lo que se quiso hacer y lo que al final se pudo, Filosofía natural… se duele de un descoyuntamiento que por ahí alguien ha querido ver, con ojos demasiado benignos, como narrativa no lineal, con la consecuencia de que la memoria, arbitraria como ella sola, evoca aisladamente cosas como un escritor real, papá del cineasta, hablando antieróticamente del amor erótico, o el bofetón que un personaje le sorraja a una personaja, o una pareja remando en Chapultepec. Por su lado, Guten Tag, Ramón luce como neutralizada en cuanto a cualquier tipo de emociones por culpa de tanta corrección: sus fases dramáticas para contar el consabido viaje del héroe y su retorno son tan precisas como puntual es el transporte urbano en Alemania, lo cual es muy agradable para el segundo pero vuelve aburridísimo al primero. No es que sea exigible el desaliño, pero a falta de sensaciones memorables lo que la mente guarda, a final de cuentas, es la gracia del protagonista cuando se pone a bailar y muy poco más que eso. Extremos formales, elegidos por deliberación o impuestos por cuestiones de producción, buenos para confirmar aquello de que los extremos, llevados al extremo, pueden tocarse •

CINEXCUSAS

@luistovars

A LÁPIZ

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CIENCIA

31 de agosto de 2014 • Número 1017 • Jornada Semanal

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El ojo más grande del mundo dirigido al Universo Norma Ávila Jiménez

A

l salir del aeropuerto de Santiago de Chile, lo primero que recibimos los periodistas que recientemente tuvimos la fortuna de visitar diversos telescopios del Observatorio Europeo Austral ( eso , por sus siglas en inglés), fue el abrazo frío y a la vez cálido de esa masa originada por el movimiento de las placas tectónicas a partir de la era Mesozoica: la cordillera de Los Andes, ubicada al oriente de esa ciudad. Al verla, la respiración se nos suspendió dos segundos y su inmensidad hizo sentir que la podíamos tocar si estirábamos la mano. Parecía que el infinito se había encogido, como diría Mario Benedetti. Y se va a encoger mucho más dentro de diez años, cuando el Telescopio Europeo Extremadamente Grande o European Extreme Large Telescope ( e - e lt ) dirija su ojo gigante de 39 metros de diámetro en el espejo principal hacia la bóveda celeste.

C amino abierto al U niverso desConoCido Funcionarios de eso y de la ciudad de Antofagasta, así como representantes de la prensa chilena y extranjera, desde el campamento base del Observatorio de Paranal ‒sede del Very Large Telescope o vlt (ver La Jornada Semanal núm. 1015‒, en el Desierto de Atacama, enfocamos los catalejos para observar con detalle la detonación realizada a 20 kilómetros de distancia y a 3 mil metros de altura en el Cerro Armazones, como señal del inicio de la construcción del e - elt en ese lugar. Entre la ingesta de jugo de chirimoya y vino tinto del país, fuimos testigos de la colocación del primer escalón para ascender hacia un universo desconocido que probablemente descubrirá formas de vida alienígenas. Después del acto oficial, nos llevaron a la zona de telescopios del Observatorio Paranal en un autobús que, al llegar, se estacionó de forma “aculatada” (como dicen los chilenos cuando es en reversa. No pude evitarlo: la palabra me llamó la atención). Allí, Laura Ventura, oficial de Divulgación de eso en Chile, explicó que el e - elt será

operado a control remoto desde la sala de cómputo del vlt . Su espejo principal estará fragmentado en 798 hexágonos de 1.4 metros de diámetro; debajo de cada pieza, una especie de pistones (6 mil actuadores para todo el espejo) se moverán para mantenerlo alineado, ya que aun cuando su grosor es de sólo cinco centímetros, la fuerza de la gravedad puede pandearlo. Mil 100 millones de euros será el costo de este telescopio que tendrá, además del espejo primario, cuatro más para remover el efecto de la turbulencia atmosférica en la onda de luz que viaja desde las estrellas en estudio. Roberto Tamai, gerente del Programa e - elt , aseguró que la cúpula de este supertelescopio podrá permanecer abierta aun cuando los fuertes vientos que frecuentan al Cerro Armazones viajen hasta a 18 metros por segundo (65 kilómetros por hora), lo que es inusual en los telescopios actuales.

s Uperior al H Ubble Debido a su área colectora tan grande –capta quince veces más luz que los telescopios ópticos que actualmente operan–, aunada a la tecnología de punta e instrumentos ópticos con los que contará, el e - elt será más potente que el Telescopio Espacial Hubble, cuando se sumerja dentro del cosmos en la línea de emisión infrarroja. Óscar González, astrónomo de eso , afirma lo anterior y esa ventaja seguramente será un atractivo para los detectives estelares, quienes competirán por obtener tiempo de observación. “Será como sucede en el Observatorio de Paranal, donde cada seis meses un Comité de Evaluación recibe las propuestas internacionales y decide cuáles son factibles de realizar”, subraya Gianluca Lombardi, encargado de analizar la calidad del cielo –si es óptima o hay turbulencia y polvo– del Cerro Armazones, casa del e - elt . Entre las investigaciones que llevarán a cabo estos cazadores de estrellas –que trabajan a la luz de miles de soles y duermen en el día–, estará “el

verificar si algún planeta similar a la Tierra emite la línea de presencia de la clorofila y de los componentes de la atmósfera capaces de dar vida”, destaca Roberto Tamai. Detectar lo anterior se traduciría en una oportunidad de encontrar formas orgánicas microscópicas, grandes o inteligentes. Otro de los objetivos es medir la velocidad de la expansión del Universo y, para lograrlo, se valdrán de las supernovas, explosiones resultantes de la muerte de las estrellas gigantes, puntualiza Oscar González. La intensa luz que despiden es constante; será como observar focos de 60 watts a diferentes distancias, ya que “las supernovas suceden dentro de las galaxias distribuidas en el cosmos. Su registro permitirá conocer cómo se mueven las galaxias, cómo se están alejando unas de otras, y a partir de ese registro, deducir la aceleración de la expansión”. Con el e - elt podrán observarse las huellas fósiles de las primeras estrellas en formación, los agujeros negros primordiales y los objetos más lejanos y débiles, como los cuásares, que son núcleos de galaxias activas. “Para estudiarlos en este telescopio se utilizará la espectroscopia: tal como la luz blanca se descompone en los colores del arco iris al pasar por un prisma, con el espectrógrafo las líneas de luz emitidas por los cuásares –entre otros objetos–, captados con la gran abertura de este telescopio, permitirá a los astrónomos conocer qué elementos químicos los conforman”. Por ejemplo, una línea de emisión azul o verde podría marcar que se trata del hidrógeno. La potencia de este telescopio permitirá observar con mayor detalle intimidades de los hoyos negros, como su línea de horizonte –aquella que marca el no retorno cuando un objeto está cayendo dentro de él–, su intenso campo gravitacional –que jala todo, hasta la luz– y sus destellos infrarrojos. El ojo gigante de Atacama probablemente ayudará a aumentar el porcentaje conocido del Universo, que hasta el momento es entre siete y ocho por ciento •


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