La gualdra No.69, Lunes 24 de Septiembre del 2012

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SUPLEMENTO CULTURAL

No. 69 - 24 DE SEPTIEMBRE DE 2012 - AÑO 2

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Gracias a la bonanza minera y a su situación geográfica, Zacatecas es un Estado rico en patrimonio cultural de los siglos XVIII y XIX. Ejemplo de esta riqueza cultural, histórica y artística con la que cuenta nuestro Estado, es el Museo de Guadalupe, que tiene tanto en su continente (edificio) como en su contenido (acervo) un estilo Barroco en su mayoría; es por tal motivo que el Festival Barroco tiene como eje temático este periodo de la historia. En su 11° emisión y en el marco del 95° Aniversario del Museo de Guadalupe, el Festival Barroco este año está dedicado a la Ruta Histórica del Camino Real de Tierra Adentro, conmemorando la apertura Pág. 6 y 7 de la Sala de Carruajes como la nueva sala del Camino Real de Tierra Adentro.


24 DE SEPTIEMBRE DE 2012 / AÑO 2

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A Carlos Ulises Girón

La semana pasada, la ciudad de Zacatecas perdió a un hijo ejemplar: Carlos Ulises Girón. Nunca estará de sobra seguir reconociendo el gran trabajo que realizó al frente de los diferentes puestos que tuvo como funcionario tanto en la Universidad Autónoma de Zacatecas como en Gobierno del Estado. El periodismo y la universidad están de luto también. Fue profesor universitario y su labor y profesionalismo como periodista sirvió de ejemplo a muchos de los que nos dedicamos actualmente a esto. Amaba a la universidad, los buenos libros y la buena música. El pasado viernes, se le rindió un homenaje de cuerpo presente en el Teatro Fernando Calderón; en él se leyó el siguiente texto, autoría de Víctor Hugo Rodríguez Bécquer: “Buenos días. Fórmula de usualidad y convencionalismo social, de salutación fraternal, pero un buen día no lo es ahora, ciertamente, cuando la fatal ironía nos congrega en una ceremonia que a nuestro amigo le resultaba particularmente incómoda, aunque siempre fue respetuoso de las formalidades sociales por cotidianas como absurdas: y él mismo diría, en una murmuración discreta: Mira que asistir, de cuerpo presente, a las propias exequias. Amante muy celoso de su trabajo, fiel a la familia y leal a la universidad conservó siempre la edad universitaria de los que andaban la avenida con un manojo de diarios envolviendo un libro, hasta llegar al destino aromático de las noticias, los editoriales entre un sorbo y otro, entre una libreta de tabaco para registrar las notas que se alargarían como su luenga cabellera y luchar con la

impertinencia de sus interlocutores que interrumpían sus lecturas cotidianas. Carlos de la infantería ciudadana, Ulises navega ahora su propia carta que trazó a Pulso en un Girón de momentos oportunos, que cultivara en cien fuentes de inagotable sabiduría, como corresponde a la modestia de los amigos, sin banales presunciones… o sí, una o dos a lo sumo: ser universitario y tener amigos, si éstos pertenecen a la universidad todavía mejor. Carlos el amigo, Ulises periodista, Girón de este infortunio que nos deja huérfanos de amistad que creíamos infinita… cuando la despedida suena a dejo de advertencia: un adiós no es más que un hasta pronto, porque la verdad sea dicha sólo la muerte es infinita ante la fragilidad endeble que nos ha resultado la vida efímera. Que os guarde la mejor morada el ángel de tu preferencia, nosotros conservaremos tu esencia fraternal destilándose amistosa en la fragancia del café, en la cotidianidad volátil de las espirales humeantes en marometas dispersas… tabaco para el camino, amigo; la muerte, a fin de cuentas: un sorbo, solamente, de los infinitos sabores de la vida. Hasta luego Carlos Ulises”.

Las voces del día por Gabriel Luévano

Historia de una avispa, I por Nelson Guzmán Robledo

Las baladas del terruño: las antañonas delicias de lo zacatecano por Juan Antonio Caldera Rodríguez

11º Festival Barroco por Jánea Estrada Lazarín

¿La literatura se hizo para enseñar? por Eduardo Campech Miranda Desayuno en Tiffany’s, mon ku por Carlos Belmonte y Lluna Llecha

Por Heidegger: la voluntad de poder como arte por Armando Haro M.

Castillo de sal si puedes por Andrea Sampedro

Quienes colaboramos en La Gualdra, externamos nuestro pésame sincero a su familia, a sus amigos y a la comunidad universitaria. Que descanse en paz, Carlos Ulises Girón. De una luz hasta que el polvo atrapa por Sergio Espinosa Proa

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria

Carmen Lira Saade / Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín / Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Trinidad / Diseño

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

3 4 5 6 7 8 9 11 12 Juan Carlos Villegas / Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Las voces del día Por Gabriel Luévano Gurrola Vivir en un país donde los mitos no sólo sobreviven, sino que forman parte de ese ritual que limpia nuestra ridícula hambre de espíritu y justifica nuestros errores más notables, es de singular ayuda cuando se está frente a la hoja en blanco, buscando las definiciones precisas del caos. Cada mañana puede ser un nacimiento cíclico, fruto de la inmolación chamuscada de un joven decidido o una molida propinada por el crimen, el gobierno, o el maestro; en última instancia, puede ser el pretexto perfecto para decir que somos los favoritos de Jesucristo (caramba, porque nos parecemos tanto). Y como reafirmación instantánea, el lenguaje victimario nos cobra hasta las últimas respuestas para las tonterías diarias. Pero también la valentía necesaria para aguantar las reinvenciones de la costumbre, porque nadie puede vivir lo mismo de la misma manera; aún la mosca que no voló ayer puede ser lo que salve al día y para ello se debe cuidar de no prescindir de diálogo al salir a la calle, rumbo a las tareas rutinarias. Y eso, en la llamada postmodernidad (atendiendo a la terminología fatalista), se torna elegía diaria. Uno llega a envejecer en tres o cuatro minutos, a contar con los dedos de la memoria las caras conocidas o a hacer de los aburridísimos diarios una biblia de extensión agotadora. Si bien el siglo veinte se caracterizó por el triunfo de la individualidad, también lo hace por las terribles consecuencias de sus tiránicos finales: la depresión, no el menor de ellos. El autoritarismo se volvió un requisito para figurar en la historia y echó al suelo las esperanzas del hombre (que sí existieron, se supone). Por poner algunos ejemplos: en Alemania, Hitler cristalizaba las teorías de la superioridad de la raza aria y volvía el concepto de multitud un sustantivo de lo inferior (de allí el nombre de “campo de concentración”); en la URSS, Stalin se apropiaba de la utopía que significó el comunismo, “limpiándolo de traidores”, algunos millones, no más; y al otro lado del mundo, en México, el otrora Partido Nacional Revolucionario aglutinaba en su estructura una base obrera-campesina a la que pide prestado sus símbolos, para luego apropiárselos y presentar la justificación, con bombo y platillo, para su eterno dominio. Y la multitud era, seguimos siendo, los aquí sentados a la vera del tiempo, los sin historia, los que leemos como buscando, los aburridos. Nos arrancaron las grandes tramas de nuestras manos.

Henri Rousseau, La guerra (La cabalgada de la discordia), 1894

No obstante, en los albores del siglo, el escritor irlandés James Joyce ya nos había dejado un testimonio, que leído hoy en día, a pesar de las dificultades, se torna una especie de epígrafe, una última esperanza para el desairado. Ulises, novela maratónica, ladrillo en movimiento, se centra en la figura de Leopold Bloom, un individuo mediocre y sensible y en la serie de acontecimientos que le ocurren el jueves 4 de junio de 1904. Novecientas páginas, aproximadamente, de riñones para el almuerzo, perversiones flotantes, cuentos egregios que se vuelven papel higiénico. Novecientas páginas que no dejan de sorprender por el arriesgado y saludable cinismo de su premisa: no importan los temas ni los personajes, lo único que permanece, es el lenguaje. Y esto último, a pesar de los imperios monetarios, las máquinas cada vez más presentes, los aparentes silencios, es algo perteneciente a cualquiera. La escritura, por lo tanto, sufre en Joyce una emancipación altanera. Ahora bien, la empresa que significa leer la vida de los demás, no deja de carecer de peligros. La obviedad es insoslayable: ¿cómo adentrarse en las intimidades de alguien, que por más personaje ficticio no deja de perturbarnos e invocar un morbo traicionero que nos identifique con él, y por lo tanto, nos comprometa? La obra de Joyce nos encara con este escollo desde las primeras líneas, cuando descubrimos que ha desechado los cotos de la moral y lanza al ruedo a sus personajes, desnudos, indefensos, a

la intemperie, mientras se adentran al caos de su inconsciente y nos enrollan un tanto. Una clave es necesaria, sin ninguna duda y es el título quien se arroga la tamaña responsabilidad: el héroe griego, proscrito, errante, anhelando una Ítaca que se pierde en lontananza. El libro consta de dieciocho capítulos, de tamaño irregular (los primeros juntos no alcanzan la dimensión de los últimos) que guardan paralelismo con los pasajes de la Odisea. El sabio Néstor encarna en un director antisemita, Eolo es la inconsistencia de una agencia periodística, el coro de las sirenas descansa dentro de una taberna, o en su célebre defecto, en los diálogos ebrios de un grupo de prostitutas. No obstante, a lo largo de la lectura, y siguiendo el esquema Linati, se tiene la impresión de que algunos paralelismos son francamente una vacilada y en lo personal, hubo un momento en que me sentí tentado a decir que la novela asesinaba al mito de Ulises. Pronto rechacé la hipótesis. El mito es tal, cuando concentra las esperanzas, las ansias de saber y los fastidios de una sociedad que se reinventa y asesina a sí misma, pero que nunca abandona el eje central: el abandono. El mito nace con el lenguaje y gracias a él subsiste. En la novela de Joyce asistimos a una revaloración de la epopeya de Homero, la cual es vigente dentro de la coyuntura opresiva del postmodernismo. Gracias a Joyce se cae en la cuenta, o se reafirma como pocas veces, que la literatura es en esencia la voz de los acallados, los primeros de ellos,

los escritores, que lanzan la piedra y esconden la mano, burlones. El mito cobra sentido en el transcurso de los años al momento de mundanizarse, por decirlo de una manera y es la palabra, el vehículo por el que transita. Ulises nos acerca el mito griego a la vida cotidiana. En alguna ocasión escuché hablar a Alejo Carpentier sobre la Odisea, a la que consideraba, junto al Quijote, el mejor ejemplo de vigencia literaria, una especie de parábola o espejo del ser humano. Las cuatro experiencias amorosas de Ulises según el cubano (Penélope, Nausicaa, Circe y Calipso) son las cuatro aventuras que tiene todo hombre a lo largo de su vida (cada quien haga esfuerzo memorioso y vea si aún tiene oportunidad o ya se fregó). Al menos, y en el transcurso del día, Bloom gira en torno a sus cuatro personajes mitológicos (Molly, Martha, la señora Breen y Gerty MacDowell). Stephen Dedalus, el otro personaje principal de la obra, es por otro lado el Telémaco de Bloom, un joven con sentimientos apátridas. El capítulo central, número quince, es el escenario del encuentro Bloom-Dedalus, Odiseo-Telémaco. James Joyce nos ofrece dos vidas que se complementan, aunque sea por un instante, transforma lo escatológico, la búsqueda, la banalidad que todos compartimos, en épica, y es así como logramos leer la novela, superando las ataduras morales. Nos hemos reconocido en el caos. Uno también cree que puede ser personaje de libro, que también tiene voz y así las cosas pueden tener algún sentido.


LA GUALDRA NO. 69

Historia de una avispa, I Por Nelson Guzmán Robledo No deja de haber algo terrible en la confianza irrestricta que un niño habitualmente cree sentir en sus padres. Los minúsculos y endebles seres infantiles probablemente encuentran en la ilusión de suficiencia de los adultos la figura de una protección invulnerable, pero que sin embargo está, al igual que la de ellos, poblada de tribulaciones y de angustias. Quizás a ello se debe que cualquier síntoma o circunstancia que muestre la debilidad de su padre o de su madre se convierte en la obsesión traumática que revela la fragilidad de toda existencia y la consiguiente falta de un sostén absoluto. Todo lo que ponga entre paréntesis la inmunidad de los seres que idealiza, toca para siempre las fibras de sus temores. Mi temor por los insectos himenópteros tiene como origen una circunstancia muy específica, aunque no conserve un recuerdo explícito de ella. Sucedió cuando apenas contaba con tres años de edad; iba yo de la mano de mi madre por la acera de la calle en que vivíamos, cuando el follaje de una anacahuita estorbaba su camino. Yo, debido a mi estatura infantil cruzaba el árbol sin obstáculo, pero ella debió mover las ramas plenas de flores blancas a la altura de su cabeza para abrirse paso entre ellas. Al agitarlas, una abeja irritada por esa intromisión alcanzó su cuello. En cuestión de segundos vimos cómo los efectos de la picadura comprobaban la alergia que ella les tenía. En el lugar de la picadura comenzó a levantarse una pápula rojiza que se multiplicó en diversas zonas de su piel como la superficie de un territorio bombardeado; su rostro se transfiguró en una masa inflamada que reducía sus facciones; su frente se abultó y la forma esbelta de su cuello desapareció para conferirle a su cabeza un aspecto grotesco. Probablemente su mirada hubiera sido angustiosa, pero los párpados los habían replegado al interior de sus órbitas, confiriéndole un aspecto leonino. Su respiración y sus palpitaciones, al igual que el temblor de sus manos y la debilidad de sus piernas, le conferían la imagen de un poseso. La violencia de la metamorfosis, le obligó a alcanzar la casa dando tumbos y a desentenderse de mí, que la seguía con paso tímido y con la mirada angustiada de un niño de tres años, cuando no logra entender un ápice de lo que sucede. Finalmente, el antihistamínico que le inyectaron por vía intravenosa logró controlar en pocos minutos los síntomas de su reac-

ción, pero no así el temor y el pánico que desde entonces me produjeron las abejas y por corolario las avispas, que por aquel entonces adquirieron para el niño que yo era, el significado de una amenaza mortal. Tal como sucede con cualquier evento fortuito y aciago, quienes lo padecen toman durante el tiempo que le sigue ciertas precauciones que anticipan la recurrencia de dicho evento y que se observan con cierto rigor durante una temporada corta para después abandonarlas nuevamente a la negligencia. En la casa se tomó la medida de tener a disposición el antídoto para la alergia, práctica que a los pocos meses cesó. Recuerdo que aún algunos años después yo insistía a mis padres que tuvieran siempre a la mano el medicamento, por temor a que mi madre o cualquier otro miembro de la familia (lo que claro está, me incluía en primer lugar) fueran atacados por el terrible insecto. Ellos desde luego no se negaban a jurarme que tomarían cartas en el asunto para apaciguar momentáneamente las demandas precautorias, aunque, como es de suponer, jamás lo hicieron. No entretendré al lector con el listado inagotable de anécdotas, hoy irrisorias, en las que dejé mostrar mi perenne cobardía ante tan minúsculo insecto. Los gritos desesperados de “¡quítamelo!, ¡quítamelo!”, habitualmente acompañados de pequeños saltos temblorosos fueron recurrentes durante los veranos de mi infancia y de mi adolescencia. Aunque lo cierto es que nunca fui picado por una abeja o una avispa en ese entonces y mi horror por ellas fue gradualmente desvaneciéndose por efecto de la vanidad que un joven va asumiendo ante los demás y ante sí mismo. Años más tarde, cuando era estudiante de la Facultad de Humanidades comencé a aficionarme por la cultura wixárica. El mundo huichol me atraía porque encontraba en él una suerte de aproximación con la fuente originaria de la historia, con la infancia de la humanidad y por lo tanto de la mía propia. Su universo simbólico, me parecía semejante a ese espacio común que comparten los hombres antiguos, los niños y los poetas. Incluso ahora, veinte años después, sigo visitando regularmente su geografía y su universo. De más está decir que las experiencias del contacto con la nación wixárica fueron múltiples y variadas. Lo que sí no puedo obviar es que entre ellas, la temida picadura de la abeja finalmente aconteció.

M.C. Escher, Círculo límite con mariposas, 1950

Habíamos acudido a la fiesta Tatei neixa que se celebra en el mes de octubre, tras el temporal y la cosecha del maíz. Hacia el atardecer, yo me encontraba sentado sobre el suelo, recargando mi espalda en un muro de adobe. Observaba al mara’kame Pedro de Haro cantando el final de la ceremonia diurna en la que participan los niños justo cuando disminuye el tañido del tambor. Recuerdo que llevaba puestos unos anteojos y que estaba acodado sobre mis rodillas, quizás también embriagado por el tejuino. Súbitamente, mi atención puesta en el montón de plumas que Pedro de Haro sostenía junto al tambor se vio interrumpida por una circunstancia que toda mi fobia infantil jamás había logrado imaginar: una abeja se paseaba impaciente por el cristal de mis lentes. Lívido es la palabra que describe a la perfección el cambio que experimentó mi rostro, mientras todos mis músculos se sintieron inundados por la tensión que da la adrenalina. Para colmo, la abeja decidió caminar por la superficie interna de mis gafas,

cuya proximidad me impedía siquiera parpadear para evitar que el movimiento de mis pestañas perturbase la tranquilidad de su paseo. Obligado a contemplar a la abeja con los ojos abiertos desde tan pequeña distancia y después de unos segundos de parálisis, decidí mantener la calma y simplemente quitarme del rostro los anteojos. A ello me disponía, cuando el andar marinero de un huichol ebrio halló en mis piernas un obstáculo y el tropezón que le siguió modificó la parsimonia de mi mano en un ademán brusco que seguramente irritó el talante nervioso del insecto cuya única opción fue la de suicidarse clavando su aguijón en mi sien derecha. El miedo a las abejas desapareció desde entonces por completo. Pero aún hoy en día, cualquiera que me frecuente podrá corroborar que ocasionalmente aparecen erupciones cutáneas en mis sienes, mismas que me hacen recordar la picadura de esa abeja, que se dio muerte precisamente en el lugar donde los suicidas ponen el revolver.


24 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Las baladas del terruño:

las antañonas delicias de lo zacatecano

Por Juan Antonio Caldera Rodríguez Severo Amador, hijo del notable historiador zacatecano Elías Amador, conocido por su Bosquejo Histórico de Zacatecas, nació en Villa de Cos, población cercana a la capital, en 1886. Muy joven se fue a radicar a la Ciudad de México donde ingresa a la Academia de San Carlos. Publicó varios libros, entre los que destacan Carbunclos (1908), y Baladas del terruño. Este último apareció en 1931 en la Ciudad de México a poco de haber muerto, como un homenaje en memoria del artista y con un prólogo de Higinio Vázquez Santa Ana. No sin artificio, pero con mucha gracia, Amador recoge el lenguaje de melódicos, aunque rudos y no menos ingeniosos trazos de los mineros zacatecanos. Muchas palabras se usan aún; otras en cambio apenas tienen sentido y muy pocas gentes conocen su significado. Por ejemplo, palabras como cotorina, caltijos o cartijos, u otros que dan cuenta del atuendo del minero y de las beldades que los acompañaban a los saraos. Las baladas del terruño (1931), primera obra literaria que sale a la luz después de desaparecido el poeta zacatecano Severo Amador, es un libro netamente mexicano, escrito en el lenguaje de nuestro pueblo, de este pueblo tan amado, que por siglos de siglos ha sido esclavo, y que anhe-

la que surja el día en que la verdadera libertad sea para él no una quimera, sino una realidad. Severo Amador en contacto con el pueblo, como que sintió con él sus sinsabores y sus tristezas, recogiendo aquí y acullá sus decires y pensares; hizo una primorosa obra, una de las más efusivas y formidables quizá; hay que acentuar que el poeta se identificó en todo con el alma de nuestra gleba. Es un libro real y leal, vivido y placentero; en él dibuja con la variopinta paleta de sus añoranzas y melancolías la tierra zacatecana en la que transcurrió y gozó su juventud. Leyéndola nos transportamos a esa región simpática del territorio nacional. En Las baladas del terruño, el léxico es admirable, gracioso y pintoresco; espejo puntilloso de nuestra gente pobre, el caló popular, aparece manejando con habilidad, maestría y donaire; el dicho nacional que es un evangelio, surge cuando la producción literaria lo requiere, el canto sentido y hondo de las masas ignaras es un grito de dolor, y lo es también de amago de agonías, y las más de las veces de pundonor y jovial sinceridad y riqueza léxica: por ella nos expresa el desahogo del que sufre y pena, ríe y enamora con flores de serpol y bugambilias, billetes enviados para concertar una cita en la loma o en el Portal de las Flores.

Severo Amador, La envidia, 1950

Severo Amador pulimentó y dio riqueza al habla de barreteros, aguadores, vendedores de aguamiel, de flores, de tunas, de damas de la vida airada, de caltijos, comerciantes y mineros. No dejo de celebrar estas baladas que traen regustos de algarabías, de parianes y de atrios, de tertulias y de cantinas donde los mezcales de Pinos y la canela con piquete era la ambrosía y la fábula jocosa de tiempos admirables de los que estamos obligados a recordar y recrear. Esta faceta de poeta

popular de Severo Amador fue una de tantas. También tiene óleos y grabados de factura envidiable; nada más recordar El niño del jorongo, las ilustraciones para el Himno a Salomé y La envidia, grabado o tinta que me hace gozar la sensualidad de Amador y sus ofuscaciones psicológicas. Que haya quedado loco, es lo de menos. Hay tantos locos en el mundo que uno más abona a la gloria del arte socorrido por éste, a veces ineludible, malestar humano. Aquí uno de sus poemas para deleite y solaz.

Vamos al baile Quéreme, Fesusita, y quéreme por favor mira que soy tu amante y seguro servidor. Vamos al baile, Fesusa adorada; vamos al baile de Mexicapán, onde se riunen las chulas del barrio con los caltijos, para revalsiar. Ponte el vestido pringao que truje dende la Feria del Siñor San Juan; ponte las botas reperiquetiadas que ni pintadas Fesusa t’están. “Quéreme, Fesusita, y quéreme por favor mira que soy tu amante y rendido adorador.” Ponte tu moño de raso morao en tu pelito muy tan circunflais; ponte el rebozo de pura bolita y úntate polvo aunque sea de máiz. Ponte las cuentas de vidrio canario y tus aretes de fino coral, y en tu pañuelo di a rial y cuartilla echa Florida u Cananga u mezcal. “Quéreme, Fesuisita Y quéreme por favor, mira que soy tu amante, tu alicenciado Amador.” Y ansina juntos, con este endevido que es del Estado del mero nopal, vamos Fesusa de mi alma, vamos al baile de Mexicapán, onde se topan los de Vetagrande, con las curritas del valiente Rial de Zacatecas, mi tierra querida, ¡de Zacatecas mi tierra natal! “Quéreme, Fesusita, y quéreme por favor, mira que soy tu amante, tu Atalí Amador.” Vamos al baile, morena Fesusa, pa’ que allí griten al verte danzar: - ¡Ah qué chuladas hace el Siñor Cristo pa’ que se pierda este probe Adán! Vamos al baile, Fesusa querida, cuela de gilo a beber y a gritar: - ¡Viva la tierra de Tata Pachito Onde cada hombre es un águila rial! Allá muy lejos, entre magueyeras el tololochi mugiendo ya está; huele la noche a salvajes perfumes, silba un sinsonte su prez nacional. Y cuando sale la luna divina tras un crestón de la Bufa ideal, van Neftali y Jesús, beso y beso al baile tuso de Mexicapán.


LA GUALDRA NO. 69

11º Festival Barroco Por Jánea Estrada El Festival Barroco promueve el trabajo de los artistas estatales y nacionales, fomentando la creación de nuevos públicos y la atención a públicos cautivos. En su 11° emisión y en el marco del 95° Aniversario del Museo de Guadalupe, el Festival Barroco está dedicado a la Ruta Histórica del Camino Real de Tierra Adentro, conmemorando la apertura de la Sala de Carruajes como la nueva sala del Camino Real de Tierra Adentro. Este festival contribuye a que los distintos públicos y la sociedad en su conjunto conozcan de manera lúdica, pedagógica y recreativa, su memoria histórica y cultural producto de la época del Barroco, logrando hacer de su visita una experiencia significativa de vida. Este Festival no podría realizarse sin la valiosa suma de instituciones: el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Gobierno del Estado de Zacatecas, el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde, el H. Ayuntamiento de Guadalupe y Fomento Foto: Alejandro Ortega Neri Cultural Banamex A.C. y la Sociedad Jánea Estrada: ¿Cuál es el antecedente trabajando en ello. La idea de hacer de Amigos del Museo de este Festival Barroco? ¿Cómo llega un Festival Barroco en Guadalupe, de Guadalupe; sin Rosita Franco a idear este festival? surge de otro festival similar que se embargo, es Rosita Rosita Franco: Lo primero que te hace en San Cristóbal de las Casas… Franco, directora del puedo compartir es que mi formación en diciembre de 2001 impartí ahí una museo, quien con eninició en el ámbito de culturas pocharla y ahí tuve la oportunidad de tusiasmo y disciplina, pulares, laboré por varios años en el conocer a Horacio Franco y a varios ha logrado conjuntar Programa de Museos Comunitarios; a artistas; de una plática con ellos surlos esfuerzos para través de este programa tuve la oporgió la idea de hacer nuestro propio que este festival siga tunidad de conocer el vasto mosaico festival. Lo primero fue empezar a llevándose a cabo y cultural de México, sus tradiciones, sumar esfuerzos y personas, porque esté posicionado en costumbres… parafraseando a Bonfil, si no se unen las personas las ideas no el país como uno de he tenido el privilegio de conocer este se materializan. los festivales más imMéxico profundo y he comprendido portantes. que lo que le da vida a una sociedad es JE: ¿Qué recuerdas de los festivales De acuerdo que su patrimonio esté al alcance de anteriores, los primeros? a Rosita Franco, ditodos. Yo llegué a Guadalupe hace 11 RF: Recuerdo a Horacio Franco, que rectora del Museo de años –el 21 de marzo de 2001-, y me desde entonces y de manera ininteGuadalupe, el Fesencontré con este Museo que desde rrumpida ha estado con nosotros. tival Barroco “es un la primera vez que lo recorrí me imRecuerdo a Rita Guerrero, que ya no medio por el que se pactó: el claustro, la Escalera Regia… está con nosotros pero sí su corazón… logra comunicar al su acervo completo. Supe que había Que al principio no se llenaban los espúblico la importansido producto de una bonanza minera pacios y que ahora ya no cabemos en cia y trascendencia y lo primero que me pregunté es qué los eventos. Poco a poco nos hemos que el Barroco tuvo deberíamos hacer para que el espacio ido acercando a los públicos aunque en México, a través volviera a tener vida, para que la gente este festival se realice en una temde la gastronomía, regresara. Mi primer reto fue romper porada en la que no hay vacaciones, la música, la literacon el paradigma del Museo-Templo. tenemos más de 6000 visitantes en tura, las actividades promedio durante la semana… Nos lúdico-educativas, el JE: ¿Y qué hiciste para romper con estamos convirtiendo en una traditeatro, las visitas teael paradigma de que los museos son ción y eso me da mucho gusto portralizadas, animación aburridos y demasiado solemnes, que siempre hemos querido acercar a cultural, entre otros”. para darle luz y vida a este museo? RF: Lo primero fue comprender que “todas las cosas de palacio, van despacio”; me lo tomé con calma pero asumí que había mucho trabajo por hacer y desde el primer momento estamos

la gente de todas las edades a éste que es su museo.

JE: El año pasado se habló del pecado y las tentaciones en la Nueva España ¿cuál es el eje temático del festival de este año?

RF: Este festival está dedicado a la ruta histórica del Camino Real de Tierra Adentro. Para ello el Dr. Álvaro Recio –de Sevilla-, la Dra. Consuelo Maquívar –recientemente nombrada Investigadora Emérita del Instituto- y la historiadora Violeta Tavizón le dan continuidad a dos años de trabajo académico; y el eje temático del festival será la rueda, la que ha recorrido este Camino Real de Tierra Adentro. La rueda como hilo conductor. Tenemos además otro elemento, zacatecano, extraído de la Cueva de Ávalos –de Ojocaliente, Zac.-, es una pintura rupestre a partir de la cual se crea la imagen de identidad para toda la declaratoria del Camino Real como patrimonio cultural. JE: ¿Qué esperamos de este Festival Barroco 2012? RF: Actividades diversas para todo tipo de público: conferencias magistrales, conciertos, teatro, visitas guiadas, talleres y el regreso de la comida barroca, a cargo de Cuquita –la chef zacatecana experta en comida barroca- el último fin de semana.

Rosita Franco, nos invita a que asistamos a las diversas actividades que se ofertarán durante la semana, a partir de este martes 25 de septiembre. Vaya al Museo de Guadalupe, no se arrepentirá.


24 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Programa del 11 Festival Barroco de Guadalupe, Zacatecas.


LA GUALDRA NO. 69

¿La literatura se hizo para enseñar? Por Eduardo Campech Miranda Rulfo no escribió Pedro Páramo para que los profesores y sus alumnos sacaran conclusiones. O para que los lectores aprendieran algo. Ningún escritor escribe para pasar mensajes, para cifrar información. El atentado que representa en la educación, la práctica de los profesores de obligar a los estudiantes a explicar los libros, es aberrante y cruel. Por más que pueda justificarse con el buen propósito de asegurar que los alumnos han leído el libro. Es mejor que no lean a que, leyéndolo o incluso sin leerlo, le tengan aversión y rencor. ALEJANDRO AURA Alejandro Aura escribió un bello y reflexivo texto que tituló “¿Para qué se ve el crepúsculo?”, en el cual lúdica y críticamente cuestionaba la tendencia de algunos docentes (y mediadores de lectura) de preguntar, como instrumento de evaluación de la comprensión lectora, de qué trata tal o cual obra, o qué quiso decir el autor. A ellas agregaríamos una que me parece más grave: ¿qué aprendiste? Por principio de cuentas la pregunta es abierta, con lo cual cualquier respuesta que pueda dar el alumnado debe considerarse correcta. Ahora bien, si el docente (o mediador) tiene la expectativa de que se responda lo que a su juicio se debe aprender, pues estaríamos ante un desconocimiento de cómo funciona la lectura y la polisemia inherente a la misma. Tal vez la intención del docente no sea manifestar draconianamente su autoridad dentro del aula, y por consiguiente, su interpretación como la más acertada o la única correcta. Es posible que lo que realmente pretenda es identificar el grado de apropiación de la lectura por parte del alumno. Sin embargo, el desarrollo de la promoción, y de la animación, de la lectura nos ofrecen nuevas modalidades para detectar dicha situación. Por otro lado está el propósito del autor. La literatura se fundamenta en la ficción. No creo que el autor pretenda enseñar algo, simplemente quiere contar una historia, a su estilo, o manifestar un sentimiento o un punto de vista, también a su estilo. A excepción de las fábulas y de la incipiente literatura infantil (primordialmente en sus primeros textos, tanto a nivel mundial, como nacional), quienes

buscan como cierre una moraleja o enseñanza, la literatura se hace, entre otras muchas razones, para darle sentido a la existencia, para explicarnos, para reflejarnos, por que sí, porque hay una necesidad de contar. No me imagino a Homero llevando a la escritura La Odisea, sólo para enseñarnos o concluir que “aunque todo te sea adverso, al final vencerás”. De ser así, se tendría que catalogar este texto como un libro de superación personal o autoayuda y no como una obra de la literatura universal. O que después de leer el poema “Canonicemos a las putas” de Jaime Sabines, se tenga que responder lo aprendido (sin duda, además de cómico, resultaría un buen negocio para las aludidas y pésimo para los psicólogos). Las reformas en la educación pasan y siguen pasando, sin embargo, prácticas como la descrita (que yo mismo experimenté hace más de veinte años), siguen estando vigentes. Quizá las reformas no llegan a los destinatarios en forma clara, quizá las reformas responden a intereses de todo tipo menos educativas, quizá sea mi corta e ignorante visión de la situación, como me la hizo saber un directivo escolar (que en cierta ocasión, le hacia ver que sus docentes, con las preguntas que hacían a sus alumnos, no propiciaban una comprensión profunda del texto, sino solamente una localización de la información) cuando me preguntó, “¿y usted es maestro?, ¿de qué Normal egresó?”. Y yo sólo respondí, “de ninguna, soy economista”, mientras en mi cabeza rondaba una tonada que decía: “soy un pobre lectorcito que habita en la serranía.”

Desayuno en Tiffany’s, mon ku Por Carlos Belmonte y Lluna Llecha Estrellitas y camarones al cine “En el mar la vida es más sabrosa. Con sus bigotes, los camarones cosquillean a las estrellitas que se estremecen con el vaivén del oleaje. El mar es azul, intenso y profundo, y la espuma de las olas, recién tronadas en los espigones, no parece alterar a nuestros personajes”. Fácilmente esta imagen podría evocarnos el inicio de unos dibujos animados de Walt Disney, podría ser también –según el gusto y la imaginación– la primera escena de una película romántica, realista, de ciencia ficción, fantástica, de suspense o, por qué no, de terror. “De repente unos ojos fijos y brillantes escudriñan el horizonte. El oleaje se va tornando cada vez más profundo como si el mar adoptara la furia de este ser invisible”. Con cada secuencia nos sentimos por unos breves instantes transportados a un no lugar, en tierra de nadie, abandonando nuestras preocupaciones para adoptar la de esos personajes. ¿Y no es esto sabroso también? Cuántos sentimientos nos produce el cine y qué pocas oportunidades tenemos de gozar, sufrir o conmovernos con otros filmes diferentes

de los propuestos por las grandes cadenas de salas en México. Somos simples amateurs de literatura y cine, perdidos en una pequeña ciudad francesa en la que circulan filmes de todo tipo, básicamente estadounidenses –es cierto–, pero también los que consiguen escapar de estos circuitos comerciales: europeos, orientales, del norte de África, asiáticos, canadienses, suramericanos y mexicanos que no tienen cabida en México. Queremos excitar el gusto por el cine, animar en la búsqueda de nuevas películas y documentales, promover su consulta en cinematecas, bibliotecas, videoclubs… y, por supuesto, en internet. En esta nueva columna semanal vamos a presentar y comentar las películas que visionemos, con o sin estrellitas de calificación, porque en gustos se rompen géneros y nadie tiene el juicio justo. Deseamos transmitirles nuestras emociones por las películas con la misma alegría que nos provoca verlas y luego contarlas, y contribuir a que por un momento se sientan auténticas estrellitas y auténticos camarones de cine.


24 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Armando Haro M. El arte es así el experimentar creador de lo que deviene, de la vida misma, y también la filosofía -pensada de modo metafísico, no estético- no es, en cuanto pensar pensante, otra cosa que ‘arte’. El arte, dice Nietzsche, tiene más valor que la verdad; esto quiere decir que llega más cerca de lo real, de lo que deviene, de la ‘vida’, que lo verdadero, lo que ha sido fijado e inmovilizado. El arte se arriesga y conquista el caos, la exuberancia oculta, rebosante, indómita, de la vida, el caos que en un principio aparece como un mero hervidero confuso y que por determinadas razones tiene que aparecer así.1 Este texto nos presenta un Heidegger que muchas veces resulta difícil de reconocer, el Heidegger de un pensar en tránsito, de una filosofía vuelta a la vida, que no a la vivencia, que incluso surge y culmina con una mística. Es el Heidegger esotérico que se nos resguarda en la amplitud de su pensar. Mediante la cita, Heidegger iguala filosofía y arte como ese experimentar creador de lo que deviene, de la vida misma, y además, recupera el aporte nietzscheano de comprender al arte como ‘más verdadero que la verdad’. Pareciendo abrir el pensar caosmótico de Deleuze, al atribuir al arte el dominio del caos y la preeminencia de un oscuro precursor. Pero éste es un punto desde el que se coloca Heidegger después de un meditar onto-histórico de la historia de la metafísica, que de acuerdo con Heidegger culmina precisamente con Nietzsche. Y pudiéramos quedarnos con la idea de que dicho meditar ontohistórico que tiene que ver con el arte se reduzca a la circularidad que plantea el problema de El origen de la obra de arte, cuando, al final de sus Aportes incluso llega a decir: “lo que rige en general de la ‘metafísica’ se aplica también a la meditación acerca del ‘origen de la obra de arte”.2 Desde el punto de vista del desmontaje de la historia de la metafísica que se plantea en Ser y tiempo, y sobre todo desde el planteo de la fenomenología como otra forma de interpretación de su Ontología, se entiende que la obra de arte también presente la misma incomprensión que del ser se ha hecho en la historia del pensamiento occidental, cuando desde la repercusión ónticoontológica de la hermenéutica heideggeriana se pregunta fundamentalmente por el ser -del arte también, que es el ser del poeta, creador y fundador- y conductoramente se dirige al ente -la obra como cosa que abre mundo fuera del mundo del arte-. Se puede entender aquí, hasta qué punto la obra de arte contemporáneo encuentra en esta interpretación un lugar más propicio para su apertura, porque, de otra manera, apli-

Rene Magritte, Filosofía en la habitación, 1947

cando los principios estéticos decimonónicos que pecan de un fuerte clasicismo, sería imposible de comprender. Pero además, de que a la cosa llamada arte se le de un estatuto metafísico, que tenga pleno derecho a una ontología fundamental, Heidegger pinta el fondo con el que se contrastará la obra de arte fuera del mundo del arte y la estética. Este fondo también proviene de Nietzsche y es el fondo de esta época en la que hay una plena carencia de cuestionabilidad y creación, frente a aquellas “épocas que a través del historicismo conocen mucho y enseguida todo, [pero que] no concebirán que un instante de una historia sin-arte pueda ser más histórico y creador que épocas de un extendido emprendimiento artístico”.3 ¿A qué apun-

* Escenografías del Arte Contemporáneo. Trazos hermenéuticos para un teatro filosófico del arte (Parte 4/9) M. Heidegger: Nietzsche, op. cit., pp. 453-454. 2 M. Heidegger: Acerca del evento. Aportaciones a la filosofía, Biblios, Buenos Aires 2005, p. 397. 3 Ibíd., pp. 397-398. 4 T. Adorno: Teoría estética, Taurus, Madrid 1992, p. 47. 1

ta esto? Al hecho ya denunciado de la muerte de Dios y del arte, a la pérdida de aura en la plena reproductibilidad técnica, como dirá Benjamin, en La época de la imagen del mundo de Heidegger, pero también a que dicha pérdida no marca sino el propio carácter de la obra de arte contemporánea, porque Heidegger nos está ubicando en ese instante de ‘una historia sin-arte’, que además, es ‘más histórico y creador’ que aquellas otras épocas en las que se daba un ‘extendido emprendimiento artístico’. Y realmente resulta ser así, cuando las expresiones del arte contemporáneo corroboran esta condición del arte, que es más histórico y creador, porque el arte también ha creado su propio pensar en su puro hacer y haber. Así lo

demuestra el arte conceptual de Kosuth, que retoma el principio platónico de la identidad para expresar la indisoluble relación entre definición, representación y cosa, como demostración del principio kantiano de la subjetividad conceptual, que también puede ser creadora; o el arte objetual de Duchamp, que coloca la identidad misma transgredida y descontextualizada de la cosa misma, mingitorio o rueda de bicicleta, en el pedestal que correspondía a la obra de arte, dentro del museo o en una galería. Se puede entender entonces el por qué este tipo de obra de arte contemporáneo no pueda ser comprendido directamente a través de conceptos no filosóficos, sino estéticos, porque el arte contemporáneo al instaurar una concepción propia de lo que es arte, y en la que en realidad todo puede ser arte, no puede ser comprendido sino por esos conceptos propios que ya no pertenecen a la concepción esteticista del arte clásico. Está más acá, y como se lo puede interpretar desde Heidegger -y por tanto, desde Husserl y Merleau-Ponty-, abre mundo porque rompe con el mundo, es un evento, un acontecimiento apropiador-apropiante y preontológico, es decir, experiencia de vida, descontextualización. En este sentido, nuestra época es la más carente de arte porque no hay un emprendimiento artístico dominante, todo puede ser arte, y de hecho, por lo mismo, porque todo puede ser arte, es que el arte contemporáneo es el contramovimiento por excelencia del nihilismo, en el que se busca el empoderamiento de lo estético, en una época, como dice Adorno, en la que “en un tiempo en que los hoteles americanos pueden ser decorados con pinturas abstractas à la maniere de…, el radicalismo estético es socialmente barato”.4 De esta manera sobrevive la institución artística instituida en el s. XIX, sin la cual, hay que reconocerlo, tampoco se hubieran rescatado y conservado gran parte del patrimonio de esta producción artística histórica y contemporánea, pero que, por otra parte, también ha mantenido la interpretación aburguesada del arte, de la que fundamentalmente se aparta el arte contemporáneo entendido desde una meditación histórica y una revolución conceptual y contextual del ser ahí.


LA GUALDRA NO. 69

VIERNES y SÁBADOS Leyendas de Zacatecas Frente a Catedral / 20:00 horas SÁBADO 29 Sábados en la Cultura Danza, teatro música Escalinatas del Antiguo Templo de San Agustín y Plazuela Miguel Auza / 19:00 horas Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín 21:00 horas MIÉRCOLES 26 Todos al Centro Histórico Miércoles de Danzón Plazuela Miguel Auza 18:00 horas JUEVES 27 Tradicional Concierto Banda Sinfónica del Estado Dir. Salvador García y Ortega Plazuela Goitia / 19:00 horas VIERNES 28 Todos al Centro Histórico Tardes de Salón Kiosco del Parque Sierra de Álica 18:00 horas DOMINGO 30 Tradicional Concierto Orquesta Típica de Zacatecas Dir. Florentino Raygoza Casa Municipal de Cultura de Zacatecas Entrada libre / 19:00 horas Lectura de Poesía Grupo Letra y Vida Casa Municipal de Cultura de Zacatecas Entrada libre / 19:00 horas Coordina: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas MIÉRCOLES 26 Bellas Artes a todas partes Lectura en voz alta: “Leo… luego existo” HÉCTOR PARRA – Actor Teatro Fernando Calderón Entrada libre / 19:00 horas DOMINGO 30 Concierto Orquesta Filarmónica de Zacatecas Director Invitado: Ramón Shade Teatro Fernando Calderón 18:00 horas / Admisión $50.00

MUNICIPIOS VILLA HIDALGO LUNES 24 Teatro de calle El Príncipe Kuk Cornisa 20, San Miguel de Allende, Gto. Dir. Roberto Avendaño Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro Occidente Jardín Principal 18:00 horas NORIA DE ÁNGELES MARTES 25 Teatro de calle El Príncipe Kuk Cornisa 20, San Miguel de Allende, Gto. Dir. Roberto Avendaño Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro Occidente Jardín Principal 18:00 horas GRAL. PÁNFILO NATERA MIÉRCOLES 26 El Príncipe Kuk Cornisa 20, San Miguel de Allende, Gto. Dir. Roberto Avendaño Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro Occidente Jardín Principal 18:00 horas JEREZ JUEVES 27 Bellas Artes a todas partes Lectura en voz alta: “Leo… luego existo” HÉCTOR PARRA – Actor Edificio de la Torre, Planta Baja Entrada libre / 20:00 horas MUSEOS Y GALERÍAS ANTIGUO TEMPLO DE SAN AGUSTÍN Nació en la Ciudad de Zacatecas en 1912, hace 100 años: José Kuri Breña Permanencia: 2 de noviembre MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUÉREZ Ismael Guardado: 50 años de producción MUSEO FRANCISCO GOITIA Metáforas y Analogías Dibujos y pinturas Obra de Felipe de la Torre Permanencia: 14 de octubre FOTOTECA DE ZACATECAS PEDRO VALTIERRA Fotos para oír, sentir y ver De Julián Guajardo Esparza Permanencia: 30 de septiembre

Exposición de cursos de verano 2012 Colectiva Permanencia: 7 de octubre IRMA VALERIO GALERÍAS Exposición individual Ironías de la soledad Pintura – Escultura De Alejandro Nava MUSEO ZACATECANO Exposición individual De Alejandro Nava (ESCULTURA) CIUDADELA DEL ARTE Instalación “El monólogo de la vida” De Alejandro Nava TALLERES Y CURSOS INSTITUTO ZACATECANO DE CULTURA “RAMÓN LÓPEZ VELARDE” Taller de Formación Actoral Imparte: Julia Robles Del 30 de julio al 14 de septiembre Audiovisual “El Son del Corazón” CENTRO CULTURAL CIUDADELA DEL ARTE Taller de Ensayo Imparte Sigifredo Esquivel Marín Sábados de 17:00 a 20:00 horas Cuota de recuperación $100.00 mensuales Taller de Poesía Imparte Javier Acosta Escareño Sábados de 11:00 14:00 horas Cuota de recuperación $100.00 mensuales MUSEO ZACATECANO Taller Crítica y Apreciación del Arte Imparte Sonia Viramontes Viernes de 10:00 a 13:00 horas Sala Huiricuta MUSEO DE ARTE ABSTRACTO “MANUEL FELGUÉREZ” Talleres de Verano Arte objeto y juguemos a las letras Dirigido a niños de 6 a 14 años Del 16 de julio al 10 de agosto De 10:00 a 13:30 horas Cuota de Recuperación $350 Cupo limitado

PROGRAMA CINETECA ZACATECAS SEPTIEMBRE 2012. La Cineteca Zacatecas está ubicada en calle Dr. Hierro #303, centro histórico de Zacatecas. La proyección de las películas se realiza de manera gratuita, con fines culturales y educativos. EXCEPTO ZACATECAS, CÁMARA, ACCIÓN.

MATINÉ DOMINGO 30 / 12:00 horas Toy Story Dir. Lee Unkrich País: EUA Año: 2010

CICLO DE PELÍCULAS INVITADAS JUEVES 27 / 18:00 horas Senna Dir. Asif Kapadia País: Reino Unido Año: 2010 VIERNES 28 / 18:00 horas The Artist Dir. Michel Hazanavicius País: Francia Año: 2011 SÁBADO 29 a las 20:00 horas The Artist Dir. Michel Hazanavicius País: Francia Año: 2011 CICLO DE CINE MEXICANO MIÉRCOLES 26 / 18:00 horas Batalla en el cielo Dir. Carlos Reygadas País: México Año: 2005

MIÉRCOLES 26 / 20:00 horas Alucarda, La Hija De Las Tinieblas Dir. Juan López Moctezuma País: México Año: 1977

JUEVES 27 / 20:00 horas Luz Silenciosa Dir. Carlos Reygadas País: México Año: 2007

VIERNES 28 / 20:00 horas Sangre Dir. Amat Escalante País: México Año: 2005

SÁBADO 29 / 18:00 horas Los Bastardos Dir. Amat Escalante País: México Año: 2008

DOMINGOS CON “EL PADRINO” DOMINGO 30 / 18:00 horas El Padrino Parte III (The Godfather Part III) Dir. Francis Ford Coppola País. EUA Año: 1990


Lo que más me gusta de las obras de Shakespeare es que a través de ellas demostró ser un gran conocedor de la mente de los seres humanos; mientras leemos a sus personajes conocemos un poco más de nosotros mismos y de las personas que nos rodean, en Mucho ruido y pocas nueces, también podemos encontrarnos.

La historia se divide principalmente en dos partes: la historia de amor que se da desde un principio entre Hero y Claudio y las escaramuzas irónicas que suceden a lo largo de la obra entre Benedicto y Beatriz que culminan con un enamoramiento. Al mencionar el

que las comedias terminan bien, cada quién con su pareja y (como en esta obra) bailan mientras cae el telón. Lo que ocurre entre Claudio y Hero es interesante, con engaños, confusiones, amor a primera vista y un me en la relación que se da con los otros

dos personajes. Ya que es en ellos donde radica la mayor parte del ingenio, el nihilismo y la diversión de la obra. En el diccionario de María Moliner una de las acepciones de ingenio es “Talento para encontrar y mostrar el aspecto gracioso de las cosas o para inventar o contar chistes, anécdotas o historias divertidas”. Esto no falta en las obras de Shakespeare y menos en estos dos personajes; especialmente en Beatriz, quien es ácida y algo corrosiva, logra recordarme a algunas heroínas decimonónicas de Jane Austen: como Elizabeth Bennet; Beatriz es bella, sensata, de una mente ágil y que sabe lo que quiere, tal vez sea ese molde de cierta rebeldía del cual salieron las demás. Harold Bloom dice que “Mucho ruido y pocas nueces es ciertamente la obra nihilista más amable que se haya escrito nunca. […] Nietzscheanos mucho antes de Nietzsche […] Con cada diálogo entre los amantes enfrentados brilla el abismo, y su mutuo ingenio no es tanto una defensa contra otras personalidades como contra la falta de sentido”.1 Benedicto y Beatriz buscan el sentido negándose al amor, ironizando al respecto en una relación de escaramuza que parece no tener si no fuera por esfuerzos externos. A Benedicto la mujer no le es realmente indiferente, ni a la inversa, sin embargo ellos no están dispuestos a aceptarlo hasta que creen que el otro está muriendo de amor. La diversión se da precisamente en la mezcla entre nihilismo e ingenio, Beatriz y Benedicto se justicon ellas, nunca dejan de ironizar, nunca dejan de atacarse, ni siquiera al do ya simplemente les queda salir del escenario con una sonrisa. Ya en el título se encuentra resumida la obra, los personajes hacen mucho lío sin razón, porque saben que nada saldrá de nada y por eso siguen hablando, desde el inicio son victoriosos aunque exista la posibilidad de que después no sean felices; por el momento lo son, por el momento pueden hacer mucho ruido sin razón, porque cuando salen del escenario no se encuentran derrotados ni ofendidos “correrán juntos el riesgo”,2 después de haber superado el mucho ruido y las pocas nueces. Atrevámonos todos a correr el riesgo con responsabilidad, desenfado y siempre (siempre) con Shakespeare.

Charla previa con Adela Goldbard y el Arqueólogo Humberto Medina

1 Harold Bloom, Shakespeare: La invención de lo humano, Verticales de bolsillo, Colombia, 2008, p. 250. 2 Harold Bloom, Op. Cit, p. 260


LA GUALDRA 69 / 24 DE SEPTIEMBRE DE 2012

De una luz hasta que el polvo atrapa Por Sergio Espinosa Proa

Juan Nava

En una exposición retrospectiva —pongamos al menos 40 años de trabajo— es muy difícil resistir la tentación de encontrar a cualquier costa una pauta común. Ni las manos ni la mirada permanecen inmutables por encima o al margen de una firma que, si nos fijamos, tampoco lo logra. Se antoja un memorándum de las rúbricas. De la historia gráfica y plástica de JUAN NAVA podría consentirse sin embargo una continuidad más bien espectroscópica; es la historia del predominio sucesivo de determinadas tonalidades y articulaciones cromáticas, que exigen la compañía de una geografía, una geometría y una geomántica. Ni siquiera en los comienzos, allá en los tempranos años 70, descubriremos ademanes o concesiones estridentistas. ¿Quién se deja abrumar por las prisas de este planeta? Los trazos y diseños más duros vienen invariablemente aligerados, difuminados, suavizados por y en un trabajo esmeradísimo y paciente de la

espátula y del pincel. Cada brochazo es como un coletazo de armiño o de nutria de agua en el estanque. Nos gustaría conocer los títulos técnicos de los colores, aunque la pendiente y la rítmica rugosidad de estos lienzos y soportes más nos llevará a imaginarlos: azul amanecer, pardo oliváceo, triste púrpura, ocre mediocre, naranja ígneo, magenta pasión, cáscara de mamey, amarillo amargo, tronco de baobab, peróxido de las tierras baldías, verde eclipse, marfil de capricornio, borgoña opulento, opio tardorromántico, melocotón táctil, malva porosa, lavanda de toscana, ciruela eléctrica… Seguramente existe una nomenclatura que el artista mantiene en una terrosa y airosa libertad condicional. El caso es que no se siente uno aquí jamás autorizado a proponer regularidades arbitrarias; el de JUAN NAVA es el pausado pero inflexible y finalmente convincente arte de las transiciones. Hay en su obra una conservación del fuego y

de la tierra que reclama la intervención de los dioses de la temperancia y los espíritus de la quietud. “A medida que el ser se perfecciona”, escribía el inmenso Lezama Lima, “tiende al reposo”. ¿Cómo fijar sin reflejar ni representar la verticalidad, la oblicuidad, la horizontalidad del agua? ¿De dónde extraen estas líneas y esta pronunciación en tonos pálidos y posiblemente místicos tanta paz, tanto oxígeno, tanto sosiego, tanta lejanía? Cada cuadro, adecuadamente mirado, opera a la manera de un vitral invertido, o, mejor, de un antivitral. No filtra la luz solar, la despoja con educada tozudez de su elocuencia a fin de tornarla visión opalescente y ligeramente desleída. La luz queda así atrapada en su arenosa condescendencia. No es vidriosa, tampoco láctea; es como una nube de semillas ingrávidas. No es violenta, es violácea; no agrede, agrada. Invita a la conciliación y al descanso de la vista: el artista se dibuja a sí mismo como una voluntad de mirar que por no andar con miramientos ha vuelto a mirar al través de todas las cosas, incluso las por el pasar del tiempo más adensadas y oscuras. Después de tanto entretanto, el artista ha terminado por verlo todo. Del bricolaje literal al bricolaje abstraccionista campea el mismo discreto impulso de lo visible, el mismo revolotear experimental, la misma voluntad ensayística. En cada esquina, en cada eclipse, cada vanguardia hallará su respectivo resguardo. Glóbulos, lacrimales, cornamentas en formación, flamas frías, matraces y ampolletas; el círculo se deja vencer por la radiación, las diferencias de potencial otorgarán como al descuido ocasión, sentido y dirección a una pluma, a una sombra, a un follaje secreto, a un cactus con penachos, a una extraviada e indolente punta de flecha. Y sin perder por un instante la sedosa seriedad de cada instante.

Por Mateo Estrada Gaviria Diciembre 14 de 2010. Miré Biutiful. La actuación de Bardem me deslumbró. ¡Qué película! Cómo prepararse para morir y qué hacer para dejar huella. En la sala saludé a medio mundo (Lizy, Ricardo, César, Mario Arturo). De este día lo importante no son las cortesías, fue mirar la película. Lloré cual Magdalena soy. Diciembre 15. Sigo con Shakespeare [Harold Bloom: Shakespeare. La invención de lo humano. Anagrama. 2002]: “Hazlitt expresó una verdad más-que-romántica cuando dijo: ‘somos nosotros los que somos Hamlet […] Claramente, Hamlet ha usurpado la conciencia literaria de Occidente, en sus umbrales más conscientes, puertas que ya no podemos trasponer hacia algún más allá trascendental (p. 489)”. Diciembre 17. Afuera del templo (San Antonio), una señora me entregó una publicidad de “Señora Rosario. Consejera espiritual. Lectura del tarot”. El aviso está en un cuarto de hoja. Me gustan sus guiños: “¿Todo le sale mal? ¿El dinero no le rinde? ¿Su negocio no prospera? ¿Salaciones o enemigos ocultos? ¿Ha fracasado en el amor?..” Lo pondré en la pizarra de avisos. Quiero ver la reacción de Memo. Enero 20 de 2011. Revisé Babelia. Me gusta la reflexión sobre el libro y las cubiertas. No encuentro novedades en la radio. Vivo en una ciudad con tiempo copretérito. Enero 24. La peli de anoche (Le temps qui reste: François Ozón, 2005) me detuvo. Debo planear. Memo preguntó el por qué lloré. Le relaté la peli. Dice que debo buscar un trabajo de tiempo completo. Enero 30. El taxista de hoy, temprano, tiene un fenotipo de chico barrial barrial. Me antojó para tener una aventura. Ayudaré a Memo en un banquete privado. Sin uniforme y sin fraternizar con los comensales. Enero 31. Cené en el Capicúa. Cobré mi ayuda a Memo. Llegué sin reservación y sin esperar en la barra. Estuve con Alan (Camisa blanca con franjas color morado. Suéter color morado. Delgado. Moreno. Ojos intensamente verdes. Grandes). Sus ojos me remiten a Baltasar Castiglione y al Romeo de Bloom (aprender, amar sin compromiso, tragedia). La presunción de ir al Capicúa radica en que leeré la primera novela de Alan (y tiene 19 años). Es un collage lineal de 235 relatos ficticios y textos breves extraídos de documentos “originales” sobre la revolución mexicana. La historia comienza en “Tepechitlán”, a las siete de la mañana, del viernes 18 de noviembre de 1910. Termina en la ciudad de Zacatecas, a las diez de la noche, del 25 de junio de 1914. Comienza con lo escrito en un pedazo de cartón. Según Alan, ese papel es la prueba material del aborto inicial de la revolución. Trascribo el inicio (es de Alan): “Señor Ezequiel: motivos que no ignora, me impiden asistir a la reunión que usted y nuestros amigos organizan y a la cual debo su honrosa invitación. Espero se digne disculparme, autorizándolo para dar una explicación a los demás señores del motivo dicho. Esperando me conceda su indulgencia en esta vez me repito de usted amigo. Ladislao Rodríguez”. Febrero 8. Fui a Zacatecas. Ayudaré a Marco en una investigación sobre la historia de la escritura en el periodo novohispano.


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