SUPLEMENTO CULTURAL
No. 61 - 30 DE JULIO DE 2012 - AÑO 2
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Odín Barrios, “Muerte en el bosque”, Huecograbado electrolítico, 18 x 18 cm. Foto: Alejandro Muñoz.
Iván Odín Barrios nació en Jerez, Zacatecas el 4 de abril de 1978. Estudió la Licenciatura en Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”. Ha participado en exposiciones 8 exposiciones individuales y en más de 45 exposiciones colectivas. Actualmente trabaja de manera permanente en el Taller de Gráfica El Topo, donde realiza investigaciones en el campo del grabado electrolítico.
30 de julio de 2012 / Año 2
I. José de Jesús Sampedro nació en la ciudad de Zacatecas. Realizó estudios de licenciatura en Economía. Fue militante del Partido Comunista Mexicano. Fue profesor de Lenguaje y Literatura en la Escuela Preparatoria de la Universidad Autónoma de Zacatecas, y jefe del Departamento Editorial de la misma Universidad. Actualmente ocupa la Presidencia del Consejo de Administración de la revista Dosfilos y coordina y edita el suplemento cultural Corre, Conejo. Gran aficionado al futbol, es sin duda -en el Estado y regiones circunvecinas- el principal admirador del Club América; y un gran apasionado del rock y la literatura. Es además un reconocido promotor cultural, ha dirigido diversos talleres literarios, realizado un extenso trabajo editorial y colaborado en la mayoría de las revistas y suplementos culturales de México y en diversas revistas de América Latina. Es autor de Un (ejemplo) salto de gato pinto (1976), Si entra él yo entro (1978) y La estrella el tonto los amantes (ensayo, poesía, narrativa) (1982). Ha recibido una gran cantidad de premios y reconocimientos tales como el Premio Joaquín Antonio Peñalosa al Mérito Editorial durante el IV Festival Internacional “Letras en San Luis”; y en Zacatecas, el reconocimiento al “Mérito Universitario José Árbol y Bonilla”, presea que se entrega a los miembros de la comunidad universitaria que han destacado en el campo de la investigación, la docencia, la extensión y difusión de la cultura. Es además el principal impulsor del Premio Nacional de Poesía “Ramón López Velarde”, cuya convocatoria para el presente año puede usted consultar en los números anteriores de esta publicación. El viernes pasado se presentó en la Librería André-a de la ciudad de Zacatecas, el libro más reciente de José de Jesús Sampedro, No estar y estar y. Ésta es una edición realizada por El Financiero, medio en el que en el transcurso de julio de 2008 a diciembre de 2011 salieron publicados periódicamente los 46 artículos que la conforman. Los comentaristas de este libro fueron Juan Horacio Garibay, Gonzalo Lizardo y Nelson Guzmán Robledo –su texto lo encontrará usted en las páginas centrales de este número- y fungió como moderadora Georgia Aralú González. Comentaristas de lujo para un autor de lujo. La presentación estuvo muy concurrida y emotiva, José de Jesús Sampedro tiene, entre otras muchas virtudes, la capacidad de convocar a poetas, pintores, académicos… y ahí estuvimos, excelentemente bien atendidos por Ester Cárdenas –anfitriona del evento- para celebrar con él éste su nuevo libro que por supuesto es altamente recomendable y que puede usted adquirir en la librería André-a. Enhorabuena, querido Sam.
II. En esta edición de La Gualdra, tenemos en portada la imagen del grabado de Iván Odín Barrios “Muerte en el bosque”, inspirado en el cuento del mismo nombre de la escritora zacatecana Amparo Dávila, realizado para la agenda Amparo 2012. Este grabado es parte del portafolio de edición limitada Amparo, en que participan once artistas más y que le hemos venido presentando a lo largo del año. Iván Odín Barrios nació en Jerez, Zacatecas el 4 de abril de 1978. Estudió la Licenciatura en Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, y ha participado en diversas tutorías con destacados maestros como Nunik Sauret, Rafael Zepeda, Alfonso Crujera, Francisco Castro Leñero, Per Anderson, Carla Rippey, Alejandro Nava, Ismael Guardado, entre otros. Dentro de los reconocimientos más importantes que ha recibido se encuentran: Becario en Creador con Trayectoria 2011 por el Estado de Zacatecas (PEDCAZ); Primer Premio en el XIV Concurso Nacional de Estampa, convocado por la Fundación Cervantina de México, A.C. y el Museo Iconográfico del Quijote, Guanajuato, Gto.; Primer Premio en el XXVI Encuentro Nacional de Arte Joven, en la modalidad de pintura; Primer Premio en el Concurso de Grabado “Convento de Guadalupe, 3er. Centenario”; Seleccionado en la V Bienal Nacional de Pintura y Grabado Alfredo Zalce; Premio Concurso Nacional de Estampa Quijotesca; Corredor Nacional de la Gráfica, IV Etapa; Seleccionado en el Concurso José Guadalupe Posada 2008 y 2010. Ha participado en exposiciones 8 exposiciones individuales y en más de 45 exposiciones colectivas. Fue miembro fundador del colectivo artístico multidisciplinario “IXIM EK” en la Ciudad de México. En la ciudad de Zacatecas fue miembro fundador de la “Casa Galería El Kuchitril”, y participó en la fundación de 4 talleres más de gráfica en el Estado. Ha realizado trabajo de investigación en el campo del grabado, para desarrollar el tanque vertical de electrólisis y atacar placas de fierro -sin la necesidad de ácido nítrico- por medio de corriente eléctrica. Actualmente trabaja de manera permanente en el Taller de Gráfica El Topo (http://graficaeltopo.blogspot.com), donde realiza investigaciones en el campo del grabado electrolítico; y dirige la Galería Barandal Arte Contemporáneo -de ambos espacios fundador-, con sede en Zacatecas. odinbarrios.tumblr.com/ graficaeltopo@gmail.com
Cielo subterráneo por Gabriel Luévano Gurrola
Griseta por Edgar A. G. Encina y Claudia Liliana González N.
Entre la realidad y su ficción Buenos Aires: ciudad santa por Mauricio Flores
El yo ausente que somos No estar y estar y, de José de Jesús Sampedro por Nelson Guzmán Robledo
OPUS NIGRUM Un paseo por el Medievo y un paso en el Renacimiento por Oliver Eduardo López Martínez Dime cómo preguntas y te diré como formas lectores. por Eduardo Campech Miranda
El erotismo como trinchera sagrada (a 50 años de la muerte de Georges Bataille) por Edgar Morales
Castillo de sal si puedes por Ester Cárdenas
Los Amigos por Pilar Alba Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Carmen Lira Saade / Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín / Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Trinidad / Diseño
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
3 4 5 6 7 8 9 11 12 Juan Carlos Villegas / Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
30 DE JULIO DE 2012
Cielo subterráneo Por Gabriel Luévano Gurrola* El corazón luido, como el que se guarda en los adentros de lo cotidiano, bajo las carnes de sus habitantes: el metro es una estrella que muere a diario, y se reivindica en el milímetro inconmensurable de sus entrañas. En algún lado, entre el gris y la amnesia ex profeso practicada, debe estar el corazón de esa ciudad subterránea. Tiene que ser. La Ciudad de México arriba, orgullo de la inmersión voraz, vestido de huesos poderosos, patriotismo puesto como cataplasma una y otra vez en la cara de los ladrones, arriba, y lo que queda del cielo como posibilidad olvidada del pseudo-libre (poco más de lo que somos algunos). Pero abajo, ah, la misma ciudad, pero más en su desnuda crítica a sí misma. Todos vamos esperando salir tarde o temprano; el trabajo, la casa, el sexo, la violencia del aire versus la violencia del apretón. ¡Epa!, empújele don, todavía hay cupo, haga chiquita el alma. Ya arriba, prodigio de las dos de la tarde, hasta dentro: un hombre pequeño, presionando su bolsa de pelotitas luminosas en el pecho, ya ni para qué gritar, mejor calibrar el sudor que ni modo, corre bajo la gorra. Ya arriba, pero, ¿y el corazón de esta ciudad oculta y compartida? Adentro: un anciano de caqui, junto a su cónyuge, qué milagro de años idos, que extiende la mano para jalar el saco raído de otro viejo, ¿no te acuerdas de mí?.. Claro… Saludo cordial, excesivo frente a la relación de mi espalda hacia con los codos, las cabezas, el olor ajeno. Y una plática donde se enfrascan los dos encontrados amigos. A uno le fue bien, al otro… Y entonces la vi. Metro de la Ciudad de México, dos de la tarde, hora pico, encuentro, desencuentro, dolor de un abandono innatural, chispazo la vista suplicante. Estaba sentada, los brazos trenzando una bolsa negra, como el pelo, largo, y la vista gacha, el mundo gacho, digámoslo. Descarga, estación Hidalgo, carga, estación Tlatelolco, menos gente, pude respirar y verla con mayor anhelo. Un hombre singular, cargado de bocinas a la espalda, un cúmulo de discos en las manos: Llévese los mejores éxitos del rock en español, Caifanes, Héroes del Silencio, Soda Stereo, diez pesos le cuesta… Y levantó la vista, blanca, y el rostro espetó un pequeño grito, acallado desde el pecho. La moneda en la mano del vendedor y su tesoro en las manos, y luego verme, playera de Pink
Salvador Dalí, Leda atómica, 1949.
Floyd, pelo entonces largo, tontería en la cara y el pensamiento. “Sabe usted, señor, nosotros no podemos darnos el lujo de soñar”, le dice un campesino a Lorenzo de Tena, protagonista de la novela La piel del cielo, de Elena Poniatowska. Sin posibilidad de sueño, muerte espiritual, como quien dice. Pudiérase pensar, con lógica rudimentaria, que la capacidad de
soñar es proporcional al grado de represión, de histeria y desilusión de un pueblo. Mientras más hambre de estrellas, más se verá su lluvia en los valles infinitos de su imaginación. Pero diantres, el hambre en papel (este papel), es una cosa, el de la vida real, otra. Nos han arrebatado la posibilidad de soñar. A Lorenzo de Tena, astrónomo, sólo le bastó levantar los ojos al cielo, y mal-
decir la inconsistencia de su mundo. Intranquilo, eterno polemista, amargado a fuerza de inútiles, insoportable a costo de manivelas y cálculos tenaces. La novela es apología de lo distante, del universo insostenible sobre los ejes de nuestras cabezas. De Tena es un ejemplo de ese astrónomo que para Ernesto Sábato representaba el desasosiego por excelencia. Miramos al cielo para encontrar un orden que en la tierra no tenemos. Ahora se puede pensar en frío. Lorenzo de Tena es personaje de un libro, nace y muere en los ojos de quien lo descubre, como las estrellas, que se van perdiendo, decepcionadas. En alguna otra ocasión, y de nuevo un campesino, le confía un secreto de infancia, demostrando que sin teorías complicadas, cualquier persona se da cuenta de la tragedia de lo movible. Había escogido su estrella, de niño, y después de muchos años, se le perdió de sus noches. Ya no la halló. Lorenzo de Tena se ve envuelto en una búsqueda insistente de paz y respuestas, aun conociendo a Fausta, el desdoblamiento de su carácter. Pero el que lee estas líneas no es personaje de novela, sino entera búsqueda, con final incierto. Sonrió, y el metro siguió corriendo, y la gente siguió subiendo y la estrella que en lo subterráneo se va alimentando de carne humana vomitaba y a la luz se inmolaba. Estación la raza, los ojos todavía constantes, un beso discreto, a distancia, ademán de labios, y salió de vagón. Reacción lenta, dejen pasar, por favor, y en los andenes más largos del mundo la búsqueda ¿Rumbo al Politécnico o Pantitlán? Derecho, nada, detrás, nada, al centro, un punto estúpido que quítate güey, estorba. Los corredores de la estación del metro La Raza son largos, tensos, pero guardan un pequeño tesoro: una Vía Láctea. Exposición para irritados, nada en el orbe habrá igual, un cielo bajo la tierra, estrellas, planetas, gases cósmicos en las paredes, en el techo de una pequeña parte del corredor: Descansen almas atormentadas, la vida va, lo eterno, échenle coco, permanece. Sonrió, se fue, y yo entre la Vía Láctea. Ella no sabe que aparece en este artículo, yo no sé donde se encuentra, nosotros, aún en estos tiempos, no sabemos qué es el cielo. Carajo.
LA GUALDRA NO. 61
Griseta
Por Edgar A. G. Encina y Claudia Liliana González N.
Michelangelo Merisi da Caravaggio, David vencedor de Goliat, 1600.
Frente al mercado Roberto del Real se halla una puerta negra atrapada por una pared amarillenta. Sobre esa puerta se encuentra una manta blanca anunciando el “Taller de costura” de doña Chayito, que dentro se esmera por terminar alguna bastilla o corregir el ajustado de un vestido. Ella, forma parte del viejo oficio de las costureras, naciente en las postrimeras de la humanidad cuando necesitó abrigo y que se mantiene vigente en usanzas y tradiciones. Su ocupación de zurcidora toca a una variedad “…que podíamos llamar do-
méstica, privada o ambulante. Ésta no cose en taller… Es tímida, encogida, semi-devota, encerrada en su casa, como la tortuga en su concha, regañona, aduladora… buena individua en la extensión de la palabra. Virtuosa…”,1 escribió en el siglo XIX Hilarión Frías y Soto (Querétaro; 1831-1905) y litografió Hesiquio Iriarte (Ciudad de México; 1820-1897, apróx.). A pesar de que la labor de las costureras, como otras, puede rastrearse antes de la llegada española a tierras americanas, poco se sabe del quehacer sino por referencias o anéc-
dotas de segunda y tercera mano. Uno de los testimonios y/o narraciones más explícitos se encuentra en Los mexicanos pintados por sí mismos, publicado en el México de 18541855, en la Imprenta de M. Murguía y Comp., que estaba en el Portal del Águila de Oro. Los mexicanos pintados por sí mismos es un trabajo espléndido, del que según Pérez Salas afirma en Costumbrismo y litografía en México, es respuesta o copia de las ediciones francesa y española.2 El original, además de ser una joya de la cultura escrita y pictográfica nacional, es una rareza de alto valor coleccionable. El libro, cuenta además con los escritos de Niceto de Zamacois (Bilbao; 1820-1885), Juan de Dios Arias (Puebla; 1828-1886), José María Rivera (Querétaro; 1822-1887), Pantaleón Tovar (Ciudad de México; 1828-1876) e Ignacio Ramírez (Guanajuato; 1818-1879) y las imágenes grabadas de Andrés Campillo. En su mayoría son hombres liberales que además de dedicar su vida a la literatura y las artes fueron médicos, abogados, historiadores, periodistas, militares y políticos. La acepción utilizada por la aristocracia decimonónica mexicana para nombrar a la costurera fue el de griseta. El origen denomina que es “…económica, trabajadora, bulliciosa, original y algo alegre de corazón…”.3 El diccionario de la RAE la designa como “cierto género de tela de seda con flores y otro dibujo de labor menuda”,4 de ahí que los españoles la adaptaran y luego en la Nueva España se imitara la conducta, heredándola a la nación independiente. “La costurera”, de nueve páginas, es la séptima de 33 historias. De la imagen hay que apuntar la delicada y fina maestría en los detalles. Una mujer mestiza posa sentada sobre una silla de respaldo modesto con un vestido amplio encubierto con el mandil de trabajo al tiempo que remienda una prenda. En el entorno aparecen demacrados árboles, arcos y una mesa que desenmascara algunos utensilios del oficio. Si las mujeres costureras se empleaban en fábricas de textiles o bien trabajaban por su cuenta, en nuestra imagen al respecto no es nítida. La escenografía es rudimentaria. Podría ser el espacio privado del hogar donde se
entrega al gusto del hilo, las agujas o bien el escenario se transforma en el sitio del trabajo y del sostén. La imagen recupera un rostro reconocido por la tradición que cuenta que a toda mujer se le enseñaba a coser y a bordar. Algunas hacían esta actividad por ocio, por las buenas costumbres o en calidad de trabajadoras, por necesidad y pobreza. Pérez Toledo, en Trabajo Femenino en la Ciudad de México a mediados del siglo XIX,5 al plantear los oficios principales de las mujeres durante esta época a la costura como el ejercicio más empleado. El trabajo de coser fue una de las pocas labores permitidas para las mujeres, sin que alterara los escrúpulos de una sociedad que no la concebía fuera de los quehaceres domésticos. En su mayoría las costureras eran o bien solteras muy jóvenes o viudas, preferentemente de clase baja o media. Concurren en la estampa rasgos propios de la mujer mexicana del siglo XIX, pero que despliega caracteres de cierta generalidad. Es una imagen en movimiento. El artista muestra a la costurera en acto. Sus ojos están depositados en el cuidado del arte, sus manos trabajan sin que pueda voltear hacia otro lado. El horizonte es la costura, con cierta resignación o la otra óptica donde se proyecta feliz de ejercer la encomienda. En toda la obra se percibe el predominio de la exaltación de la belleza no sólo de la mujer sino del oficio de la costura. El vestido y el peinado frente a la austeridad del espacio. Una pieza simple que se agranda por estos elementos de contraste entre el realismo y el romanticismo. La anécdota, en cuatro tiempos: introducción, pasado, presente y futuro, teje la vida sentimental de “Margarita, [como] se llama nuestra heroína: Lucero [que así] la nombraron sus compañeras cuando la vieron tan linda y tan humilde…”,6 virtudes del trabajo de enhebrar. De la vida sentimental bosqueja una muchacha alegre que construye su vida anhelando un amor eterno. De la vida de la costurera se asegura que aprendió “…a leer de corrido, sabe de cuerito a cuerito el catecismo de Ripalda…”.7 De vez en cuando, para retomar el hilo se cuestiona: “…corta géneros y corta a los transeúntes, cose y murmura, habla y ríe. En tan dulce ocupación…”.8
Hilarión Frías y Soto, “La costurera”, en Los mexicanos pintados por sí mismos. Tipos y costumbres nacionales, Reproducción facsimilar de la edición de 1855, México, Librería de Manuel Porrúa, 1974, p. 54. 2 Cfr. María Esther Pérez Salas, Costumbrismo y litografía en México, México, UNAM-IIE, 2005, 371 pp. 3 Los mexicanos…, p. 49. 4 Cfr. Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, Vigésima segunda edición, 2001. 5 Cfr. Sonia Pérez Toledo, Trabajo femenino en la Ciudad de México a mediados del siglo XIX, México, UAM-Iztapala, 2003. 6 Los mexicanos…, p. 52. 7 Ibídem, p. 51. 8 Ibídem, p. 53. 1
30 DE JUlIO DE 2012
Entre la realidad y su ficción
Buenos Aires: ciudad santa
Fotos: Mauricio Flores
Por Mauricio Flores * Una vieja canción de Joaquín Sabina —cuyo destinatario femenino trae puesta una boina calada al estilo del Che— advierte de cómo los viajeros de entre siglos pueden estar en una ciudad sin en realidad estarlo. Nigromancia que se comprueba cuando lo están, es decir, en el momento que recorren sus sitios, aunque previo y mediante los mecanismos de la imaginación memoriosa, siempre dispuesta a dejarse echar una mano por el sentimiento, hayan caminado ya por ahí.
La urbe de nuestros días, la que evoca Sabina y ahora, desde las páginas de su nueva novela, Ciudad Santa, el argentino Guillermo Orsi (1946). Un Buenos Aires contemporáneo y caótico, alejado del que viera Tito Luisardo, ¿lo recuerdan?, “apoyado con Carlos Gardel en la baranda de cubierta del barco que los traía de regreso desde Europa”, y que el mismo novelista recuerda al momento de ficcionar. Ciudad santa, la que abre sus puertas, y de la que acompañamos estos registros fotográficos, y que la novela define como “cayuco colmado de fugitivos sucesivos desastres” y que “navega sin rumbo por un mar sin playas ni horizontes”. Gentil invitación a per-
dernos en la ciudad del cono sur, ¡santa ciudad!, de vericuetos y cielo abierto, “seductora, violenta… impactante”. En Buenos Aires, sostiene la presentación de esta nueva novela de Orsi, no hay vida para todos. Buenos Aires: 1.Un país a precio de saldo. 2. Ay Buenos Aires, la París de América del Sur, magnífica oportunidad para aprender a bailar el tango y comer muchos bifes de chorizo. 3. Es una selva sin tarzanes; un jardín artificial en el que las rosas y los jazmines son de plástico, donde los ricos viven en barrios construidos sobre los escombros o sobre los muertos.
4. La ciudad sin cholos donde, si te descuidas —le dijeron—, hasta los taxistas hablan en francés. 5. Está tan llena de negros como cualquier ciudad en ruinas de Bolivia o del Perú. 6. Buenos Aires, como Jerusalén, una ciudad santa. 7. Ciudad de mercaderes y promesantes, de monarcas sin control parlamentario que llegan en su jet privado al Aeroparque y miran, con aburrimiento genético, la línea gris de los edificios de la ciudad, al oeste, y el río que parece un mar marrón, al este. 8. Ciudad de tránsito enloquecido, ruidosa y sucia, harapienta
en cuanto se sale de los circuitos marcados por los guías, con esa pobreza amenazante que los mismos turistas disfrutan en Bombay o en Río de Janeiro, pero que no esperaban encontrar en Buenos Aires, tan al sur, tan europea. 9. Ciudad que apesta como las riberas de Riachuelo. Sentados en corro Suponemos que perdido en el bullicio de la gran ciudad, Sabina (y con, a la distancia, el mismo Orsi) prosigue con la letra: Buenos Aires es como contabas,/ hoy fui a pasear/ y al llegar a la Plaza de Mayo me dio por llorar./ Y me puse a gritar dónde estás…
Guillermo Orsi, Ciudad Santa, Almuzara, España, 2012, 320 pp. *mauflos@gmail.com
LA GUALDRA NO. 61
Por Nelson Guzmán Robledo*
Si la juventud la toma con las convenciones, no hay que concluir que es ridícula: ¿quién sabe si la reflexión es buena consejera? […] Cuidarse de lo subversivo significa usar el rigor contra todo lo que no está absolutamente resignado. André Breton, Los Pasos perdidos
Las exigencias que las diversas teologías de fines de la antigüedad grecolatina imponían a los dioses (perdón, me he expresado mal porque he usado el plural, justo cuando la primera exigencia de la mayoría de esas teologías era que dios tenía que estar irremediablemente solo)… corrijo entonces… que imponían al naciente dios, era la pretensión de hurtarlo del tiempo, de Cronos, ese otro dios antiguo y para entonces olvidado, que devoraba a sus hijos, consumiendo todo lo que su poder creador generaba. La mayor dificultad sin duda era la de hacer de ese dios un ser bueno y a la vez poderoso ¿cómo confiar en un dios que no resuelve nada, que ni siquiera es realmente manifiesto? Precisamente por su gran ausencia inventaron la fe, ya que la necesidad de hacer creíble un dios absurdo impone los artilugios de una creencia infundada. Por eso también quizás inventaron la eternidad, esa noción inconcebible en cuanto no es la suma del tiempo que nos resultaría en todo caso verosímil, sino que la concibieron como la ausencia de tiempo. De este modo, Agustín de Hipona y más tarde Boetius, imaginaron que Dios no sólo existía en la suma de los siglos (el milenio era entonces casi inconcebible), sino que su principal rasgo era la contemplación absoluta y simultánea de ellos; es decir, en la ausencia de la percepción del fluir del tiempo. Así, Dios contempla la totalidad del mundo y del tiempo en un instante perpetuo que no cambia. Pienso, al cabo de tumultuosos siglos que me separan de ellos, que la mejor objeción a tan magnífica intuición la tiene el significado de la música, esa extraña experiencia eva-
nescente e impalpable, como ninguna otra manifestación artística: inmaterial a pesar de su ubicuidad que acaso tiene como única materia la volátil espesura del tiempo. La música: tiempo encarnado… ¿Acaso Dios estará incapacitado para escuchar las armonías celestiales que Bach le tributaba, puesto que ellas necesariamente transcurren? Luego entonces, un espíritu ávido de música pacta velada o abiertamente con el tiempo. No resulta por eso vano señalar que el libro cuya publicación hoy celebramos sea definitivamente un aliado de la música y de la subversión, y por ello también sea el síntoma del pacto que su autor, José de Jesús Sampedro, ha firmado con la naturaleza inaprensible del tiempo. Tomo del libro la siguiente cita, extraída del artículo “El vacuo pitagórico”:
Desde mi infancia casi el (todavía hoy ayer) rock’n roll estuvo siempre yendo a las fiestas sabatinas donde mis hermanas o mis padres determinaban llevarme […] Baste y sobre decir que a cierta (e incierta) hora el untuoso rock’n roll aparecía en escena y que entonces el prohibitivo mundo era inasible. Un residuo etéreo atiborraba el vacío de las nihilistas calles de la rabona ciudad de Zacatecas de comienzos (Dios: parece que me refiero al alto Medioevo) de la década de los sesenta y una límpida versión de placidez me confortaba el espíritu. (Cristine soy yo)
El tiempo es bella y pura y triste y fiera música, aseveraba o imaginaba acaso Pitágoras. Música: movilizada e inmovilizada. Es por eso que para hacer la presentación de este libro tomaré tres asuntos asociados con el tiempo que a él conciernen: la música, la juventud y la memoria. Para nadie que conozca un mínimo a José de Jesús Sampedro será extraño adivinar que sus vínculos con la música son acaso tan íntimos como los que le unen a la poesía y a la contracultura. Atravesado por un espíritu rebelde, que lo atrajo también hacia la más lúcidamente lúdica de las corrientes literarias (el surrealismo), sus predilecciones musicales están con lapidaria claridad apoyadas en la lítica cultura del rock’n roll.
The Beatles, The Doors, Buddy Holly, Hendrix, The Who, Janis Joplin o Elvis, forman parte de la amplia constelación de su erudita cultura musical. Llamo la atención sobre dichas figuras, puesto que a pesar de que pudiera pensarse que existe una cierta brecha generacional, recuerdo que en mi pubertad, fueron esas mismas figuras clásicas del rock las que señalaron el derrotero de mis propias aficiones (que ya para estar promediando la década de los ochenta, resultaban en apariencia anacrónicas, porque el boom de llamado rock en tu idioma carecía para mí del efecto que el canon mencionado me infundía).
Lo que yo no podría referir sin embargo, es precisamente el tono de la época que gestaba tales expresiones musicales; al menos no con la familiaridad auténtica de quien se vio sumergido en sus atmósferas. Particularmente en lo que concierne a la extraordinaria década de los sesenta: ese optimismo subversivo en materia política, estética o moral, que el nihilismo de principios de los noventa (nihilismo propiciado acaso por la equívocamente llamada muerte de las ideologías que la caída del socialismo soviético trajo consigo), convertían en algo relativamente ajeno y que las páginas de este libro, pleno de elementos narrativos, nos permiten comprender a quienes hemos venido después no sin un poco de envidia. Esos entusiasmos, que no importando si podríamos considerar arbitrarios o hasta
30 DE JUlIO DE 2012 erróneos, dieron color a las emociones experimentadas por la juventud de aquel entonces y cuyo soundtrack hemos heredado, quizás junto al filme y al relato, pero justamente gracias a sus personajes, que todavía hoy, como hace Sampedro, tienen la enorme facultad y generosidad de referirnos sus atmósferas en tecnicolor. Este libro entonces nos acerca, gracias sin duda a las virtudes literarias de su autor, a las que innecesariamente debo aludir (porque son ya bien conocidas de ustedes), al universo particular de la época que deja su huella en el autor-personaje Sampedro. Al grado de que no debo dejar de sugerir que vayan pensando en el playlist de fondo que deberá acompañarlos durante su travesía por las páginas. Pero además de la vívida sensación que destila su lectura, el presente libro también nos puede servir de obra de referencia para las sorprendentes datos que súbitamente nos asaltan sin (y por eso nos asaltan) estar a la espera de ellos. Refiero uno: a pesar de que el rock progresivo tiene un relativamente amplio lugar en mis preferencias musicales (debo decirlo sin embargo con modestia en medio de esta mesa de melómanos), jamás me había preguntado conscientemente la razón por la cual la banda liderada por Ian Anderson llevaba precisamente el nombre de Jethro Tull. Para mí, ese nombre era simplemente rock progresivo acompañado de su indeleble flauta, ignorando que el agrónomo inglés e inventor de la máquina sembradora que vivió casi tres siglos antes de que la banda inglesa lanzara Thick as a Brick, era quien había proporcionado su nombre por instancia de un manager del grupo. La erudición en diversos temas, algunos de los cuales asociamos poco con la palabra erudición y sus connotaciones de academia esclerótica, se despliega continuamente en la obra. Lo mismo sobre las preferencias literarias marcadamente románticas y vanguardistas del autor, como las de la cultura pop y de mass media: las actrices que habrán provocado ciertas inquietudes en su ánimo o las bandas que estimulaban sus ritmos internos, se nos muestran con un conocimiento tan amplio como honesto. Pero además de que Sampedro nos sorprende con sus múltiples referencias al cine (sin caer en la pretensiosa fascinación exclusiva por el cine de arte, nos puede hablar de Cristine de Stephen King o de Flash Gordon), la literatura, la contracultura o el rock and roll, el aspecto lúdico y el sentido del humor con que nos los presenta, es algo que raramente asociamos a la palabra erudición. Así, al final de artículo sobre Jethro Tull encontramos la siguiente reflexión:
Y a propósito de Jethro Tull, el personaje real, cursó asimismo Leyes en la Universidad de Londres. Pregunto: ¿es posible que demande entonces en el futuro (por supuesto en un extremo futuro) al otro Jethro Tull: al individuo ficticio, acusándolo de haberlo transmutado en astronauta, en escudero, en juglar, en vagabundo, etcétera, y de haberlo obligado a interpretar canciones del tipo “Loco-motive Breath” ante el público? Homonimia paradójica que se señala al mismo tiempo con perplejidad metafísica, dualidad esquizoide que enfatiza la extrañeza del nombre adoptado por la banda londinense, atisbado por alguien que mira el mundo a través de la literatura, pues la literatura no precisa de “grandes temas” sino que se funda en la óptica en que incluso lo aparentemente frívolo, nos arroja a la perplejidad o a la ironía, pues la ironía no es sino una forma de perplejidad jovial. El libro No estar y estar y nos ofrece una miscelánea temática, que junto a la riqueza de formas y propuestas literarias que la expresan, hacen de él un libro altamente ameno. Quien tenga el privilegio de conocer al autor, reconocerá inmediatamente el fino humor negro en las páginas que sigue. Al respecto, podemos afirmar que muchas veces, la literatura se convierte para quienes nos dedicamos de una u otra forma a ella en un medio por el que encubrimos nuestra persona. Piénsese en la modestia de las páginas de Borges, la jovialidad de las de Nietzsche, o el pesimismo en las de Cioran. La mayoría de los autores esculpen su obra con la arcilla de sus propias deficiencias. Esto no es en modo alguno reprobable, pero lo menciono aquí sólo porque a diferencia de aquellos casos, el presente libro brilla por la transparencia con la que se deja ver a sí misma la persona que lo escribe. Alimentado también por sus múltiples referentes anecdóticos, no sería tan excesivo afirmar que este libro es un relato; unas memorias articuladas con los múltiples pretextos que ofrecen sus temas y que a diferencia de la forma fragmentaria que la columna periódica de la que ha surgido impone, su reunión en este tomo nos permite visualizar su tejido narrativo. No se trata de una obra confesional o de penetración psicológica, pero sí de la puesta en JUEGO (y escribo con mayúsculas juego) del relato en el que cualquiera de los que aquí estamos podemos también encontrarnos. Por eso, la memoria forma parte indiscutible de su entramado; sobre todo bajo una de sus expresiones privilegiadas: la nostalgia, objeto de la reflexión que destaca explícitamente en el artículo “Prospectus” donde aborda la recurrencia, y de cierta forma, el eterno retorno de ciertos eventos ge-
neracionales, muchos de los cuales habrán quizá tomado su arquetipo en la época predilecta de Sampedro, como es el caso del Festival de Woodstock. Cito:
Nostalgia constituyó una palabra de unívoco matiz lírico entre nosotros (me refiero: entre los adolescentes viejos que fuimos hacia aquella época) porque apareció siempre unida a experiencias íntimas, límpidas, luminosas. […] Preciso: de disímil manera comparándola a la tradición que implica nostalgia y vida vivida, nuestra nostalgia inédita implicaría un profuso miedo además al transcurso inhóspito de la vida.
La nostalgia no por el pasado concreto, sino por la existencia misma. Como si ya el hecho de existir implicara una pérdida (no son casuales tampoco en el libro las recurrentes alusiones al pesimismo gnóstico, que consideraba el mundo un desatino). Si esta nostalgia lleva esa impronta, me uno a ese “nosotros”. Pero en realidad no sé a quiénes se refiera con nosotros, pues me parece que los obsesos de la nostalgia no son de ninguna época y mientras esté refiriéndose a sus contemporáneos, me quedo pensando en que justamente los espíritus anegados de nostalgia son entre sí contemporáneos. El nombre mismo del libro nos sugiere el movimiento de la nostalgia, No estar y estar y, la ausencia aparece (valga el oxímoron) de dos formas: manifiesta por una parte en la expresión no estar, ausencia que es rebasada por la interrupción súbita de la frase en la última cópula “y” que señala una ausencia mayor, alejada incluso de cualquier expresión. Tal y como la nostalgia, donde la presencia en la memoria de lo inactual se vacía aún más si consideramos también el olvido. En fin, lo relevante es la presencia del tiempo y de su manifestación más ambigua con la que el autor ha establecido un noble pacto. Por mi parte, siempre he sufrido el agotamiento del tiempo, pues probablemente la nostalgia me obsesionó
desde mi infancia. Pero al igual que Sampedro, la recuerdo más palmariamente en la adolescencia, edad predilecta también de nuestro autor, que si bien la evoca en distintas partes del libro, es el asunto capital del artículo titulado —no sin una formulación que suena a Plotino y neoplatonismo— “Del mismo Uno”, artículo o cuento en el que localiza aquel momento nodal de sus memorias, cuyo escenario es el “novísimo” Cine Rex, donde recuerda o cree recordar lo que según confiesa marcó el derrotero de su vida: la confluencia de un libro, una canción y una película. A pesar de que su afirmación de ser nostálgico de la intemporalidad, pareciera chocar un tanto con el objeto recurrente de sus memorias, no pienso que su fascinación por la nostalgia se agote en el anhelo de una felicidad perdida. Particularmente pienso que ella, la nostalgia, nos engaña cuando nos hace creer que algún día fuimos felices, lo que examinando con atención se nos revela del todo falaz, pues en realidad nunca lo fuimos. Incluso la nostalgia nos permite anhelar nuestra desdicha pasada, dejándola sentir como una forma de felicidad. Y por ello la nostalgia es el sentimiento más puro del tiempo, pero como carece de rostro propio —pues su significado es la mera ausencia— cada quien le dibuja uno, con los objetos de su propia y personal memoria.
Abre una puerta y entra y cierra una puerta y la zozobra tierna que lo esbozó divaga y gira en el aire. A propósito: el libro al que aludí era Nadja, “Like a Rolling Stone” la canción, Georgy Girl la película. Soy su Yo. El Que Fue. El Que Es. Yo. El muchachito… * Texto leído en la presentación del libro No estar y estar y, de José de Jesús Sampedro, en la Librería André-a de la ciudad de Zacatecas, el viernes 27 de julio de 2012.
LA GUALDRA NO. 61
OPUS NIGRUM*
Un paseo por el Medievo y un paso en el Renacimiento Por Oliver Eduardo López Martínez* L’Oeuvre au Noir, traducida como Opus Nigrum, es la novela de Marguerite Antoinette Jeanne Marie Ghislaine Cleenewerck de Crayencour, mejor conocida como Marguerite Yourcenar, nombre que adoptó esta autora, primero como pseudónimo, luego como nombre oficial. Opus Nigrum tiene su origen en tres relatos que la autora escribió en 1934 en el libro La muerte lleva carreta, en este volumen encontramos los relatos “A la manera de Durero”, “A la manera del Greco” y “A la manera de Rembrandt”. La fermentación y el añejamiento de estos escritos se concretaron en dos novelas, Las memorias de Adriano y Opus Nigrum. Publicada en 1965 Opus Nigrum es un paseo por los campos europeos del siglo XVI. Y no solamente por los campos sino por las ideas, las creencias y las formas de vida de una época en la que se debatían la tradición oscurantista llena de demonios, magia y castigos divinos con una nueva forma de pensar acorde con la explicación racional y sistemática de todo cuanto acontecía en la vida de las personas. Yourcenar nos hace acompañar de Zenón, personaje de esta novela, quien es
un médico nacido en la ciudad Belga de Brujas en el año de 1510. Al estilo de la época se trata de un médico inspirado tanto en la matemática y la geometría de los griegos y árabes como en la alquimia de Hermes Trimegisto. Las palabras “opus nigrum” aluden a una vieja formula alquímica de la separación y disolución de la materia. Zenón es un estudioso de todos los saberes y en esta novela encontramos un diálogo con las ideas de varios personajes en los que se basó la autora para perfilar el suyo. Leonardo da Vinci, Paracelso, Galileo, Giordano Bruno, Campanella entre otros, además de personajes políticos y religiosos de la época. Sin duda podemos decir que se trata de una novela histórica pues el personaje, “ficticio”, está situado en un ambiente “histórico” y este ensamble de la imaginación con los hechos y fechas desemboca en este género literario tan de moda. Ella misma nos cuenta la fórmula de sus dos novelas históricas, Memorias de Adriano y Opus Nigrum: De hecho, las dos trayectorias son muy parecidas en muchos puntos. En el primer caso, el novelista, para tratar de representar al personaje en toda su amplitud, deberá
estudiar con apasionada minucia los documentos históricos existentes sobre su héroe, tal como lo estableció la tradición. En el segundo caso, para dar a su personaje ficticio esa realidad histórica, condicionada por el tiempo y el lugar, y a falta de la cual “la novela histórica” no es más que un baile de disfraces, bien logrado o no, el novelista sólo puede contar con los hechos y fechas de la vida pasada, es decir, con la misma historia.
Pareciera ser que Zenón gozaría de fama y talento al ser un pensador práctico, pues su filosofar era también el curar, pero vivía en una época aún atormentada por dogmas y prejuicios de todo tipo, peor aún padecía del gran tribunal quien finalmente acusa a Zenón, la inquisición. Sin embargo Zenón no se permite ser víctima del Santo Oficio, su dignidad no lo deja ser juzgado por aquéllos quienes le proporcionaron conocimientos primero y luego lo acusan. La novela camina de los paisajes a las ideas, de las ideas a los hechos. De los hechos corre hacía la tragedia. Un final muy al estilo clásico de la dignidad romana tanto para Zenón como para la novela de Marguerite Yourcenar.
Opus Nigrum, Marguerite Yourcenar, Punto de Lectura, México, 2012. * Nació en Zacatecas, Zac., en febrero de 1981. suceso60@hotmail.com
Dime cómo pregunta y te diré como formas lectores Por Eduardo Campech Miranda* Los resultados obtenidos por los aspirantes a ocupar una plaza docente en el pasado examen de oposición no deben sorprendernos. En las dos colaboraciones anteriores, “Para qué sirve leer (1 y 2), daba un panorama general de la lectura lineal o textual; del primer nivel de comprensión lectora y las habilidades, estrategias cognitivas que se requieren y se desarrollan con este nivel (conocido por algunos teóricos como nivel literal). Digo que no es de sorprender porque una de las cuestiones en que poco se razona y se pone atención dentro de las aulas es analizar cómo se pregunta. Es decir qué tipo de preguntas se formulan. La mayoría de las guías de estudio, en primaria, son baterías de preguntas cerradas, literales o textuales. Este tipo de preguntas son
para localizar información específica en un texto. Y así se enseña a estudiar. ¿Cuántos de nosotros, en nuestra época estudiantil, no nos echamos más de una famosa “noche mexicana”, memorizando la famosa guía para presentar un examen?, ¿y qué aprendimos? Sin duda, la mayoría de las veces ese aparente “conocimiento” que nos brindaba la generosa posibilidad de alcanzar un siete u ocho, o un nada despreciable seis, se esfumaba un par de semanas después. El realizar este diseño de cuestionarios, sin duda facilita la labor docente. Principalmente si consideramos los grupos saturados que varios de ellos tienen que atender. Sin embargo, para propósitos de formar lectores críticos, autónomos, en poco ayudan. Una concepción personal de
esta situación es que se parte, como lo he mencionado en varias ocasiones, que la lectura es una abstracción generalizada: lo mismo, y de la misma manera, ¿Quién se ha robado mi queso?, que La Metamorfosis de Franz Kafka, o el diario, ya sea la sección de horóscopos, de aviso oportuno, que un contrato. Es claro que al presentar un examen de oposición, uno sabe que las lecturas que se realicen serán para responder las preguntas formuladas. Pero no todas las preguntas tienen las características de las que he mencionado, se presentan en las guías de estudio. Leer sin comprender es no leer. El fin último de la lectura es su comprensión. De tal manera que la lectura no sólo está presente en el área de Español, Literatura, Lingüística,
Lectura o áreas afines, sino que es un eje transversal de todo el currículo. Leer, con todas las estrategias y operaciones cognitivas, emocionales, culturales, etc., que implica el acto, debe entenderse como ir más allá de lo escrito, respetando sus propios límites. Debe experimentarse el vínculo de nuestra vida y conocimientos previos con lo que plasma el autor. Mientras esto no se entienda y aplique, y se partan de supuestos, erróneos como se muestra en cada examen estandarizado, los resultados no van a variar. Los docentes, los mediadores deben diseñar cuestionarios o exámenes no sólo con preguntas textuales, deben incluir las analógicas (en todas sus vertientes), las inferenciales, las valorativas. Enseñar a leer, también implica enseñar a pensar y a responder.
30 DE JUlIO DE 2012
El erotismo como trinchera sagrada (a 50 años de la muerte de Georges Bataille) Por Edgar Morales* En este mes se cumplen 50 años de la muerte de Georges Bataille, de quien afirmó Michel Foucault: “Se sabe hoy, Bataille es uno de los escritores más importantes de su siglo”. Pero, en realidad, “su siglo” no fue tan generoso con él, las ideas batailleanas tuvieron que enfrentar el conservadurismo sedimentado en la cultura francesa de mitad de siglo y sobrevivir bajo la égida de las vanguardias académicas y estéticas dominantes (como lo fueron el existencialismo, el surrealismo y el psicoanálisis), cuyos embates fueron frontales y despiadados, tal como quedaron patentes en las críticas que plasmó Sartre, en el número decembrino de 1943 de los prestigiosos Cahiers du Sud, con un artículo titulado “Un nouveau mystique”, y André Breton en su Segundo manifiesto surrealista, tachando a Bataille de enfermo, sucio, lascivo y decrépito. Estamos frente a los márgenes de la cultura de su tiempo, ante la herejía más allá de la herejía, la disidencia fronteriza que apuesta por una inversión genuina de los valores (en su sentido auténticamente nietzscheano). “Lo humano”, en su conjunto, entra aquí en reconstrucción, intenta arrebatar lo que le había sido sustraído por la moral burguesa y los convencionalismos académicos, ambos nutridos por la civilización judeo-cristiana occidental y la cultura científico moderna. Ahora bien, parte esencial de lo humano que Bataille pretendió reconfigurar valorativamente es el territorio de los placeres corporales, ámbito crucial pero vilipendiado sin tregua, moralizado antes que comprendido, eufemizado culturalmente hasta la náusea. No fue en vano que los esfuerzos filosóficos (ontológicos y axiológicos) de Bataille hayan encontrado en el erotismo una cantera inagotable de flujos teóricos, relativos no sólo a lo que podría suponerse como su propio fuero sino también relativos a lo político, lo cognitivo, lo espiritual, lo estético, lo lingüístico y un sinnúmero de rubros. Se imponía, como primer paso, arrebatar al erotismo de su vinculación con la impureza y la degradación, afirmarlo como flujo vital que ce-
lebra la vida hasta en la muerte (lo que llamó Bataille la “paradoja de Sade”). Y es que en el fenómeno erótico nada es simple ni unidireccional, todos sus elementos constitutivos fraguan vínculos asombrosos entre sí, especialmente entre aquellos ámbitos que parecieran más distantes. De esta manera, la lección básica del erotismo batailleano es la ubicuidad, el deshacimiento de un perfil estable, la desterritorialización de su humus. Sígase de aquí que el erotismo no atañe, ni siquiera primordialmente, sólo a los placeres corporales, Bataille lo redimensiona mediante la apelación a los afectos y a lo sagrado, horizontes que, lejos de ser fines en sí mismos, constituyen la riqueza de los cuerpos. Ahora bien, es fácil darse cuenta del alto contraste analítico entre la perspectiva batailleana y otros discursos destinados a “decir la verdad” sobre el sexo (para ocupar la clásica fórmula foucaultiana). El interés de Bataille no pretendía neutralizar el placer mediante léxicos asumidos como científicos, no aspiraba siquiera a la estabilidad de su propia perspectiva, lo cual hace extremadamente compleja la manera en la que Bataille lucha contra las fórmulas sobre lo erótico. Pongo como ejemplo de esto la crítica realizada por nuestro autor a Marie Bonaparte, célebre pilar del psicoanálisis francés, quien pretendió aplicar, sin los distingos necesarios, las teorías de represión y sublimación de la libido para explicar los delirios místicos de una de sus pacientes, Bataille reacciona con vehemencia contra tales intentos del freudismo por congelar la lógica de los placeres en un patrón que podía ser dominado metódica y asépticamente, se pregunta ¿no puede ser invertida la relación dominante entre la libido y lo simbólico? ¿No es más bien lo sensual quien toma prenda del poder amorfo de lo sagrado? No debe derivarse de aquí, por supuesto, la invalidez del psicoanálisis, se trata más bien de una invitación a su complejización, a su vinculación con un espectro más amplio, como aquél en el que trabajaba Bataille, el análisis del erotismo a luz de la historia de las religiones, del arte y del trabajo.
Gustav Klimt, Danae, 1907.
No se trataba de la presentación de un erotismo de planicie, regodeado en la sola exaltación de lo corpóreo, era mucho más que eso, Bataille estaba absorto con la idea contundente de que todo erotismo es sagrado y pertenece, por tanto, al orden de la violencia, pues arrancar a un cuerpo del “mundo” supone violentar su mundanidad. El éxtasis del cuerpo, digámoslo así, coincide con el éxtasis del alma, con la fuga hacía sí mismo, con la develación de la carne como territorio que invita a ser desnudado y dislocado. Bataille escribe: “en el erotismo […] la vida discontinua no está condenada, a despecho de Sade, a desaparecer: está solamente puesta en cuestión, debe ser trastornada, desordenada al máximo”. Por eso el exceso es la vía que establece Bataille para la comunión de la carne con su propia finitud, pues se trata de hacer patente toda la sacralidad de la que es capaz un cuerpo fundado en la mundanidad. Hemos llegado a un tema escabroso, difícil de abordar sin cometer
injusticias, pero quizá baste dejar claro que no toda vinculación entre el gusto por lo siniestro y el placer erótico acaece en el dominio patológico. Hay algo más allá del gusto mórbido, sin duda, y quizá el enfermo mental sea quien pueda, por su propia incapacidad de sujetarse a las representaciones culturales, dirigir la vanguardia de las hordas batailleanas y mostrar la fragilidad de las estrategias morales para perpetuar la mundanidad de los cuerpos. El desorden sagrado que instaura Bataille en el territorio de los placeres eróticos no se colma con catarsis conducentes a la sana manutención de un supuesto equilibrio entre naturaleza y cultura, su postura es radical, y es aquí donde cada uno de nosotros está invitado a tomar partido. Pero, sea cual sea la elección, debemos ser capaces de mirar de frente el camino abierto por los espasmos del erotismo, la disolución de toda unidad, de toda identidad, el fausto derroche de formas con que la vida se festeja a sí misma.
* Nació en 1966, en México, D.F. Filósofo. Imparte cátedra en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Ha participado en proyectos de investigación en el Instituto de Investigaciones Filosóficas, y publicado textos especializados en el área de filosofía de la religión, en México y en el extranjero. Es miembro de la Mesa de redacción de la revista cultural Metapolítica. Obtuvo el Premio Iberoamericano a la Calidad Educativa por la gestión de una Maestría en Filosofía y Medios de Comunicación. Sus líneas actuales de investigación giran en torno a las relaciones entre erotismo, filosofía y religión. edgarmo@unam.mx
LA GUALDRA NO. 61
AGENDA AGOSTO 2012 MIÉRCOLES 1, 8, 15, 22 y 29
Todos al Centro Histórico Miércoles de Danzón Plazuela Miguel Auza. 18:00 horas. Coordina: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas JUEVES 2, 9, 16, 23 y 30
Tradicional Concierto Banda Sinfónica del Estado. Dir. Salvador García y Ortega. Plazuela Goitia / 19:00 horas DEL JUEVES 2 AL SÁBADO 4
Diplomado para la Profesionalización de Mediadores de Lectura con trayectoria Módulo 5: Literatura, Discurso y Géneros. Imparte: Érika Burgos De 09:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas. Sala de Servicios Educativos del Museo Zacatecano. Coordinan: Programa Nacional Salas de Lectura del CONACULTA y el Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” DEL JUEVES 2 AL SÁBADO 4
Diplomado para la Profesionalización de Mediadores de Lectura. Módulo 5: Literatura, Discurso y Géneros. Imparte: Adriana Salto. De 09:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas. Sala Exlibris del Centro Cultural Ciudadela del Arte. Coordinan: Programa Nacional Salas de Lectura del CONACULTA Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” JUEVES 2
Inauguración de la exposición Metáforas y Analogías Dibujos y pinturas Felipe de la Torre Museo Francisco Goitia 20:00 horas Permanencia: 14 de octubre VIERNES 3, 10, 17, 24 y 31
Todos al Centro Histórico Tardes de Salón. Kiosco del Parque Sierra de Álica. 18:00 horas Coordina: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas VIERNES y SÁBADOS
Leyendas de Zacatecas Frente a Catedral / 20:00 horas SÁBADOS 4, 11, 18 Y 25
Sábados en la Cultura Danza, teatro música Escalinatas del Antiguo Templo de San Agustín y Plazuela Miguel Auza / 19:00 horas Restauración Virtual del Antiguo Templo de San Agustín 21:00 horas
DOMINGOS 5, 12, 19 y 26
Tradicional Concierto Orquesta Típica de Zacatecas Dir. Florentino Raygoza Casa Municipal de Cultura de Zacatecas Entrada libre / 19:00 horas Lectura de Poesía Grupo Letra y Vida Casa Municipal de Cultura de Zacatecas Entrada libre / 19:00 horas Coordina: Casa Municipal de Cultura de Zacatecas DEL LUNES 6 AL MIÉRCOLES 8
Diplomado para la Profesionalización de Mediadores de Lectura Módulo 1 El PNSL, EL Mediador, las tareas Imparte: Érika Burgos De 09:00 a 14:00 y de 16:00 a 20:00 horas Sala Huiricuta del Museo Zacatecano Coordinan: Programa Nacional Salas de Lectura del CONACULTA Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” MIÉRCOLES 8
Danza contemporánea Daimon. Circuito Daimon Centro Occidente. Director Coreográfico: Ugo Ruiz Nájera Fondo Regional para la Cultura y las Artes del Centro Occidente Teatro Fernando Calderón Entrada libre / 19:00 horas JUEVES 9
Presentación del disco Cantares de Zacatecas Vol. I Autora: Cristina Escobedo Reyes Comentan: Mtro. Luis Félix Serrano. Dir. Francisco Román Gutiérrez, Dr. Veremundo Carrillo Trujillo. Intervención musical: Cristina Escobedo y José Montalvo, Trío Rey – Dir. José Carlos Reyes. Teatro Fernando Calderón Entrada libre / 19:00 horas MIÉRCOLES 15, JUEVES 16 y VIERNES 17
Teatro de sala Picnic Dir. Sergio Salinas Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico de Zacatecas (PECDAZ) emisión 2011-2012 Teatro “Ramón López Velarde” Entrada libre / 19:00 horas V Festival Internacional de Blues y Jazz Zacatecas
Únicamente los jueves, viernes y sábados del 16 de agosto al 1 de septiembre
VII Festival Cultural de la Diversidad Sexual
Del 30 de agosto al 2 de septiembre
MUSEOGRABADO Exposición y venta de obra gráfica: Francisco Toledo, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Alberto Castro Leñero. Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez” De lunes a sábado de 10h00 a 17h00 Tel: 492.103.04.07 www.museograbado.com
MUSEOS Y GALERÍAS
MUNO
ANTIGUO TEMPLO DE SAN AGUSTÍN Nació en la Ciudad de Zacatecas en 1912, hace 100 años: José Kuri Breña Permanencia: 2 de noviembre MUSEO DE ARTE ABSTRACTO MANUEL FELGUÉREZ Espacio cuerpo, signo el pensamiento… Arnaldo Coen Sala de Exposiciones Temporales I
Exhibición y venta de obra gráfica: Bem Dierckx, Marcelo Balzaretti, Plinio Ávila, Ernesto Morales, Adam Leech. Objetos de diseñadores mexicanos Tacuba 128, centro histórico De lunes a sábado de 12h00 a 21h00 horas Tel. 492.126.56.32 www.muno.com. mx
Código Roto Edurne Esponda Sala de Exposiciones Temporales II
TALLERES Y CURSOS
Del 17 al 24 de agosto
XI Feria del Libro Zacatecas
Del 30 de agosto al 9 de septiembre Morismas de Bracho
MUSEO ZACATECANO Programa Nacional de Verano Descubridores Homenaje a José María Velasco Visitas Guiadas al Museo Zacatecano y Antiguo Templo de San Agustín Permanencia: 12 de agosto FOTOTECA ZACATECAS PEDRO VALTIERRA De la pluma a la lente Exposición colectiva Permanencia: 12 de agosto GALERÍA ARROYO DE LA PLATA Exposición colectiva y venta permanente Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Emilio Carrasco, Juan Manuel de la Rosa, Luís Felipe de la Torre, Francisco de Santiago, Ismael Guardado, Jesús Reyes Cordero, Tarsicio Pereyra, Luís Enrique Gutiérrez, Javier Cortez, Ángeles Perelló, Pedro Valtierra, Armando Ezequiel Haro, Eduardo Román Quezada, Juan Carlos Villegas, Enrique Barajas Pro. IRMA VALERIO GALERÍAS Exposición colectiva y venta permanente: Manuel Felguérez, Pedro Coronel, Rafael Coronel, Francisco de Santiago, Mario Martín del Campo, Jazzamoart, Sergio Garval, Luis Filcer, Benjamín Domínguez, José Luis Bustamante, Ismael Guardado, Georgina Gómez, Gabriela Suárez del Real, Emilio Carrasco, Rito Sampedro, Rita Gallé, Carmen Alarcón, Enrique Barajas Pro José Esteban Martínez, Jorge Vallejo
INSTITUTO ZACATECANO DE CULTURA “RAMÓN LÓPEZ VELARDE” Taller de Formación Actoral Imparte: Julia Robles Del 30 de julio al 14 de septiembre Audiovisual “El Son del Corazón” CENTRO CULTURAL CIUDADELA DEL ARTE Taller de Ensayo Imparte Sigifredo Esquivel Marín Sábados de 17:00 a 20:00 horas Cuota de recuperación $100.00 mensuales Taller de Poesía Imparte Javier Acosta Escareño Sábados de 11:00 14:00 horas Cuota de recuperación $100.00 mensuales MUSEO ZACATECANO Taller Crítica y Apreciación del Arte Imparte Sonia Viramontes Viernes de 10:00 a 13:00 horas Sala Huiricuta
30 DE JUlIO DE 2012
Pasaje a la India
Por Ester Cárdenas
Quien lee no está haciendo algo, se está haciendo alguien. Pedro Lain Entralgo Cuando recibí las ofertas de Quinteto los invité a visitarnos en librería André-a o en nuestro espacio de la Libro-Feria de Verano (que por cierto concluyó el día 22), ahora los invito para que puedan llevarse algunas de las múltiples ofertas que recibimos de Alianza Editorial y Cátedra. Entre un sinfín de títulos sobresale una novela que leí hace algunos ayeres y cuyo autor sigue siendo uno de mis favoritos: Pasaje a la India, de E.M. Foster, es un libro delicioso. No hay mucha acción, pero muchos hemos visto los filmes basados en las obras de este autor: Maurice, Pasaje a la India, Una habitación con vista, Howard’s end, entre otras, y son memorables. No cabe duda que el cine inglés conserva toda su frescura y la calidad de sus actores sos-
tiene cualquier película. En la cinta Pasaje a la India (dirigida por el gran David Lean: La hija de Ryan, Dr. Zhivago, Lawrence de Arabia) no logré entender muy bien qué sucede en la grutas de Marabar, qué motivos mueven a la heroína a acusar de violación a un hindú inocente. Sin embargo en la lectura de la novela podremos develar el por qué de la acusación de esta mujer sexualmente reprimida e histérica que es incapaz de separar su fantasía sexual y la realidad. Pasaje a la India transcurre en la época victoriana y en la India del imperio británico, es ameno y no me cabe duda que uno de los mejores libros del siglo veinte. Su autor: E.M. Foster (1879-1970) es uno de los escritores más finos de la lengua inglesa, su estilo es límpido, es un obser-
Restaurante-Bar-Galería Av. Hidalgo 403, Centro Histórico, Zacatecas
vador agudo y sus valores son los de la civilización atemporal del espíritu. Quizá su calidad de homosexual, que en aquellos tiempos (y aún ahora) es abiertamente proscrita, le haya conferido esa percepción profunda de los problemas humanos.
Amigos-as, visítenos y no pierda la oportunidad de adquirir cualesquiera de los libros en oferta de Alianza y Cátedra y si se deciden a acercarse a E.M. Foster les aseguro que luego tratarán de conseguir el resto de su obra.
LA GUALDRA NO. 61 / 30 DE JUlIO de 2012
Los Amigos Por Pilar Alba
Nos vamos quedando solos, se nos van yendo los amigos. Apenas ayer José hablaba de lo travieso que era el Pelusa, cómo desordenaba todas las cajas de la medicina. Anita llegó llorando con el Pelusa en los brazos, ahora ella se hará cargo de él, a pesar de que los nietos no le den más que lo de la pensión. Todos sabemos que hará lo posible por guardar pedazos de pan y bolillo, como lo hacía José, para poder alimentarlo. Ninguno quisimos salir a despedirlo. Escuchamos cuando llegó la ambulancia, los pasos callados de los enfermeros y el rodar lento y triste de la camilla. Dicen que mañana harán una misa por el eterno descanso de su alma. Al fin va a descansar; les dirá la hermana Lilia a los hijos que vendrán llorosos. Los que van a descansar al fin son ellos, ya tenían más de tres meses sin venir a visitarlo, poco a poco se les irá olvidando. Las que no lo olvidarán serán las margaritas del jardín a las que les hablaba con voz tierna y les recitaba de memoria poemas de Antonio Machado. Tampoco las puestas de sol que disfrutaba todos los días a través del cristal de su ventana. Ni los discos de boleros que se repetían constantes. Descansarán un poco los aparatos de la presión y el estetoscopio porque enseguida pasarán a monitorear a alguno de nosotros o a uno de los nuevos, somos tantos, cada día llegan más y más, parece que esa puerta no tendrá jamás descanso entre los que entran y los que salen.
Descansarán también las enfermeras, sobre todo Lolita la que siempre tenía que andarlo buscando en el jardín a la hora de la misa los domingos. Porque José no quería asistir, a pesar de los terribles enojos de las hermanas. Para qué quieren a Dios, les decía, yo no creo en un dios que cobra una renta tan cara y tan altos intereses por habitar en su morada. Descansarán también los muebles de la sala de televisión, en donde saltaba y se movía dando golpes al aire cuando los sábados veíamos las funciones de box. Las mesas y sillas del comedor no lo extrañarán para nada. Hacía tiempo que prefería tomar los alimentos en su habitación. Decía, burlándose de nosotros, que le parecía grotesco el acto de la comida, en donde todos parecían infantes sorbiendo la asquerosa papilla de chícharos, a la que siempre se negó a llamar crema. No lo extrañarán los pasillos con su rodar en la silla. Ni su habitación, la que mañana de inmediato será desinfectada y acondicionada para el siguiente. No quedarán rastros, tirarán los discos, fotos y cuadros a la basura. Pasará a ser un número, un nombre en los registros. Luego de un tiempo ni siquiera nosotros los que nos decimos sus amigos, lo recordaremos, pues a cada momento nos engaña la memoria, jugándonos bromas tan sucias que no nos dejarán recordar siquiera que alguna vez lo conocimos.
Henri de Toulouse-Lautrec, Una esquina de Moulin de la Galette, 1892.
Por Mateo Estrada Gaviria Viernes: Hoy concluí el tercer librero. El lunes inicio con “las joyas bibliográficas”. El señor Castrillón (su camisa tenía el cuello muy gastado) no estará. Vuelve a fines de agosto. Va a recorrer “sus empresas”. Los informes los enviaré por internet. Los impresos son para el contador. En septiembre debo entregar lo de José I. Armida. Encontré dos cromos en un libro de Pimentel (Uno). Una imagen es de San Sebastián. La otra es del padre Agustín Pro. El señor Castrillón los revisó. Pidió que asentara en la nota “algo sobre el hallazgo”. Comentó la posibilidad de que su madre las pusiera allí. “Las escondió del ateísmo imperante en la casa”. Cierto, ahora noto: no hay imágenes o esculturas religiosas. JC tiene un nuevo horario de trabajo (de tres a once pm). Será así hasta enero o febrero. Los jueves serán sus días al sol. Sábado: Compré libros en el portal de Rosales (Dos). Uno es Manguel, otro es de Chéjov. Merced a éste, platiqué con el chico del puesto. Estudia letras, usa pelo largo y lentes. Comentamos de sus profesores. Saludé a Alan en la Hidalgo. Iba, con sus compañeros de verano, a una cantina que está atrás de Santo Domingo. Eran las tres pm. En la noche iré con JC a una reunión a casa de Juana Itxel. Es nuestra primera reunión pública y “abierta”. Debo asentar: tengo temor. Lo hice sin condón. No tengo culpa. Lo espero, estoy en Las Quince. Lunes: Ayer no tuve aliento para nada. Bebimos mucho. La reunión fue por el cumpleaños del “amigo” de Juana. Sin novedades. JC conocía a todos, son de su barrio. El güero-albañil termina su trabajo el viernes. Otra vez, no me saludó. Traía audífonos. Sus colegas escuchaban al conjunto Primavera. Comencé el libro de Chéjov. Bebo té de albahaca. Espero a JC (son las doce catorce am.). Un auto claxonea con estruendo. Uno.- Francisco Pimentel: Cuadro descriptivo y comparativo de las lenguas indígenas de México, Imp. Isidoro Epstel (¿Epstien?), 1874. El ejemplar tiene un sello muy bien troquelado del encuadernador Severo Moreno. La primera edición fue impresa con Andrade y Escalante, en 1862. Pimentel fue nacido en Aguascalientes, en 1832. A los 33 años recibió, por herencia, el título de conde de Heras y Soto. Su abuelo firmó el acta de Independencia de México. Fue integrante de la Sociedad de Geografía y fundador de la Academia Mexicana de la Lengua. Vivió en un palacio del centro de la Ciudad de México. Dos.- Manguel: Conversaciones con un amigo (2011). Chéjov: Cuaderno de notas (2011).