SUPLEMENTO CULTURAL
No. 229 - 18 DE ENERO DE 2016 - AÑO 5
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Perla Flores en La Jornada por Ayotzinapa en Buenos Aires, Argentina. Foto de Carlos Furman.
Perla Almendra Flores Martínez es originaria de Zacatecas, nació en esta ciudad el 18 de mayo de 1984. Es Licenciada en Violín, egresada de la Universidad Autónoma de Zacatecas; e Ingeniera de Audio y Producción Musical, egresada de Berklee College of Music, con mención Summa Cum Laude (Boston, EEUU). Ha recibido múltiples reconocimientos por su trayectoria artística profesional. Desde 2010 reside en Buenos Aires. Actualmente es integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina. [Una entrevista con la violinista zacatecana Perla Flores en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 229 / 18 DE ENERO DE 2016 / AÑO 5
El jueves pasado tuve la oportunidad de asistir a la obra Novecento en las nuevas instalaciones del Centro Cultural La Cáscara en el centro histórico de la ciudad de Zacatecas. Lo primero que me agradó al entrar a este nuevo lugar es que es más amplio que el anterior, lo segundo fue que la atención sigue siendo excelente; antes de entrar a la sala en la que se encuentra el escenario, hay un saloncito de espera acondicionado para que los asistentes puedan tomar algo antes de que inicie la función o durante el intermedio, en caso de que la obra lo tenga. El Centro Cultural La Cáscara está coordinado por un grupo de zacatecanos, de emprendedores entusiastas que decidieron tener su propio espacio para ofrecer a la comunidad espectáculos de música y teatro periódicamente; en este lugar, eventualmente, se imparten también cursos de capacitación en diferentes disciplinas artísticas. Sergio Salinas y Juan Concha nos comentaron que todos los jueves pretenden tener teatro y los fines de semana, música. Le recomiendo que visite este lugar, hasta ahora todo lo que he podido ver ahí ha sido gratificante. Fuimos el jueves, como le decía, porque Juan Concha había anunciado que esa noche daría la última función de Novecento, un espectáculo unipersonal que contó con el apoyo del PECDAZ durante el año pasado. En ella actúa Concho, como lo conocemos también; la dirección es de Ernesto Salinas; el diseño de iluminación, de Sergio Salinas; el vestuario estuvo a cargo de Víctor Hugo Ojeda; en apoyo técnico estuvo Luis Miguel García Salazar; la supervisión musical, de David Durón; y la animación, de Andrés Valadez Alatorre. Durante 95 minutos aproximadamente, Tim Tooney nos contó la historia de su amigo Danny Boodman T. D. Lemon Novecento, “el pianista más grande que haya tocado en el océano”. Toda la historia se desarrolla en el “Virginian”, el barco en el que Novecento nació y ha pasado prácticamente toda su vida; el texto original es del escritor italiano Alessandro Baricco, autor entre otros títulos, de Tierras de cristal, Seda, y Mr. Gwyn. La adaptación fue hecha por Juan Concha también y aquí está el primer acierto, pues se
notó, durante toda la obra, que existe una buena lectura de los personajes y por lo mismo, una comprensión y una apropiación ideal de los mismos. La actuación de Concho fue deliciosa, permítame la utilización del término, porque cuando uno ve a un actor que tiene la capacidad de hacer transiciones contundentes de un personaje a otro y a otro, en menos de 30 segundos, no puede uno hacer otra cosa que disfrutar, de paladear las escenas como si estuviera uno devorando el manjar más exquisito. Así fue: Juan Concha pasaba en un instante de ser un desparpajado narrador de ojos saltones -Tim Tooney-, a ser el autoritario capitán del barco, y luego a ser el dulce Danny Boodman T. D. Lemon Novecento. En nada, sólo con la gracia de quitarse el sombrero, o con la habilidad de cambiar de postura o de expresión facial, este actor nos llevó de un personaje a otro, de una situación hilarante a una dramática, de una de tersa dulzura a otra de tristeza profunda. Así es la magia del teatro. Y hubo teatro esa noche. Por fortuna, eso de que el jueves era la última función, no fue cierto. Novecento seguirá en cartelera; le sugiero que esté pendiente de la programación del Centro Cultural La Cáscara para que se entere de las siguientes fechas y pueda asistir. En esta edición gualdreña, Magdalena Okhuysen hace una reseña sobre la misma obra, léala para que vea que no sólo yo resulté emocionada. La semana pasada fue muy buena, porque también pude platicar con Perla Flores, la violinista zacatecana -egresada de la Escuela de Música de la Universidad Autónoma de Zacatecas y posteriormente del Berklee College of Music- quien actualmente forma parte de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina. En este número les presentamos una entrevista con ella en la que nos habla de cómo fue su incursión al mundo de la música y de todo lo que tuvo que pasar desde los 5 años que inició su instrucción musical hasta ahora, que es un referente de la música clásica y del tango en Buenos Aires. Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
La novela y la vida que hubiera Por Edgar A. G. Encina
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A sabiendas Por Humberto Mayorga Más que a mis ojos Por Roberto Galaviz El Picaporte Por Simitrio Quezada Diagnósticos del espejo De Elisa Pinto
Perla Flores, violinista. Una perla zacatecana Por Jánea Estrada Lazarín
19 poemas al oído del perro, de Javier Acosta y una Acrópolis de fondo Por Armando Salgado El advenimiento de Blackstar Por Carlos Flores Desayuno en Tiffany’s mon ku Ixcanul: Volcano Por Carlos Belmonte Grey Vínculo entre grandes libros: la Biblia y El Quijote Por David Alberto Valerio Miranda
Ochenta y ocho, Novecento... Por Magdalena Okhuysen
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Amor del alma Por Pilar Alba Entre gitanos Por Alberto Huerta Hotel Insurgentes Por Gerardo del Río A.
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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La novela y la vida que hubiera Ensoñaciones asaltadas por Mi maravillosa librería, de Petra Hartlieb Por Edgar A. G. Encina*
Hemos comprado una librería. En Viena. Escribimos un email con unas cifras, ofreciendo una cantidad que no teníamos, y al cabo de unas semanas llegó la respuesta: acaba usted de comprar una librería. Algo así sólo te pasa en eBay, cuando te dejas arrastrar y pujas más allá de lo que en realidad querías, como cuando a la niña se le antoja muchísimo el Lego de Harry Potter, y entonces vas y escribes esa cantidad y no aparece nadie, maldita sea, que ofrezca más. Y ahora hemos pujado, con un dinero que no tenemos, por una librería que está en una ciudad donde no vivimos. Y la hemos conseguido. ¿Y ahora qué? Pues ahora tenemos que apechugar con el asunto.
Sin misterios. Ha escrito la novela con que me hubiere gustado presentarme como autor novel de ficción; con una narrativa suave y cautivadora, de relato ligero pero arrebatador, de tonos armoniosos y con una trama simple pero inteligente que me permitiera los juegos y las posibilidades de alguien que aspira a ser leído por un público de mediano a exigente que encuentre interesantes mis ideas y los juegos. Hartlieb lo ha hecho, se ha puesto por delante y, en sueños, me veo rebuscando en viejas libretas y antiguos apuntes, rearmando otra anécdota, repensando aquel posible cuento, imaginando una nueva historia. ¿Pero, se preguntarán, qué tiene de maravilloso que alguien escriba sobre una librería, a la que ha comprado –por ciertosiguiendo un impulso y no la razón? O, quizá, se cuestionan ¿cuál es la maravilla,
si de librerías estamos fritos en referencias por cuanto autor estudiamos? No mucho. Bien poco, probablemente. Sólo es asunto de afinidad, de placer, de pasión. No mucho, pero en lo personal cuando éste o aquel autor anota que en su biblioteca la luz del sol entra por poniente y sus libreros son de madera pintada en azul que ya destiñe, o cuando éste o aquel autor dice que en aquella librería encontró el rostro del que quería que alguno de sus personajes se enamorara cuando la chica que le atendió le entregaba tal libro con unos enormes ojos verdes y grandes pestañas de las que parecían soplar fuertes huracanes, o cuando éste o aquel autor recuerda que en el mercadillo su librero de toda la vida le sorprendió con aquella primera edición que sólo él sabe reconocer y valorar, o cuando éste o aquel autor no sólo dicen las obras favoritas o que más le han influido, también dicen cuáles libros son; los recuerdan como si continuaran en sus manos, frente la vista
y señalan la edición, el año, la portadilla y uno que otro detalle más; entonces, ahí es que ese no mucho, que ese bien poco, puede comprenderse. Tal vez, quizá no mucho. Tal vez, bien poco puede ser. Pero, es la re-creación del goce, el placer solaz. Es una partida en la que todos los lectores alineamos; ya para defender, ya para atacar. Es una fiesta o pasatiempo o retozo o juerga, que produce este placer que nos agita y que nos detiene, que nos sacia o se nos posterga, descubierto, hace ya mucho tiempo, en los libros. Y, en esa librería maravillosa de Hartlieb late una aventura, a la Indiana Jones, de los libros que me hubiese encantado vivir y contarla “[…] pues nosotros amamos los libros (por no decir que somos unos locos de los libros), aunque no vaya absolutamente nada con nuestro tiempo, marcado por la obsesión de crecer y la borrachera del beneficio”. Hartlieb no sólo ha escrito la novela que me hubiera encantado escribir, también ha llevado una vida que me embriagaría vivir. No es que se trate de un cuento de hadas, ésos sólo los chicos majos los añoran; pero, se trata de un sueño, un ideal, un proyecto de vida. Si no escribir una novela que más de diez hayan leído y criticado, sí, al jubilarme de profesor universitario, poner mi librería, atendida a sol y sombra por mí y, aunque con una página web bien decente que juegue con las maneras de las revistas electrónicas, que mantenga el toque tradicional, donde los libreros sepan de libros, lean libros y les encante hablar de libros. Si no escribir una novela que es contar historias, sí ser librero de los buenos, de ésos que saben de los libros que venden y cuentan historias; de ésos que venden libros porque al leerlos quieren que lo lean sus cercanos y todos los demás. Si no escribir una novela, sí tener una librería; no un bar, no una cabaña en la sierra, ni una casa en la playa; porque mi vida sin libros no la veo, no la acaricio como se acaricia el cabello de la mujer que adoras o pasas los dedos sobre las páginas de esta novela que no he escrito, que me hubiera encantado escribir y que he disfrutado leer hasta la saciedad. * Doctor en Literatura Hispanoamericana. 1 Petra Hartlieb, Mi maravillosa librería, Traducción de Manolo Laguillo, España, Editorial Periférica, 2015, p. 11
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Idem, p. 169.
Libros
Petra Hartlieb (Munich; 1967) ha escrito la novela que me hubiera encantado escribir. Sin misterios, el título atrae; me seduce Mi maravillosa librería. Sin misterios, el primer párrafo desvela el secreto que recorren sus 233 páginas:
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LA GUALDRA NO. 229
A sabiendas Río de palabras
Por Humberto Mayorga
Ya te había comentado de mi desfachatada deslealtad: la mentira, el engaño, la violencia, el desencanto. Ya lo sabías, sin embargo, apostaste a continuar. La mañana de ese frívolo diciembre decidimos pasar año nuevo a solas. Huir desenfrenadamente de la ciudad y emancipar los callados besos fuera del mundo y las circunstancias. Nos esperaba el fuego abrazador de la chimenea, algunas copas de vino y sutiles expresiones de erotismo. Decías que la vida a mi lado fue un sueño: novelas rosas que tanto te gustaban como el pretexto perfecto para lograr la dosis sublime de buena cama sin el menor esfuerzo. Las horas transcurrían en el bosque siendo testigos los besos entre ambos. Al calor
de las copas anunciabas reclamos, frases de imponente fuerza que arremetían contra mi estabilidad momentánea. Sí. Te lo dije una, dos, tres veces. “La fidelidad no es algo con lo que me comprometa. Incluso ni esto último es parte de mis deberes”. Finalmente terminamos envueltos en las sábanas experimentado placer. Valió la pena. “Vive el momento”. Antes del amanecer terminé bañado en sudor. Estabas al lado como lo hicimos costumbre. Tenías la sonrisa del último orgasmo provocado minutos antes. Tomé tu mano y no respondiste. Sobre tu brazo se encontraba un breve mensaje de tinta roja: “Siempre de ti, sin condiciones”.
Federico Martínez. Niño wixarika esperando su turno a jugar, en Mezquitic.
Federico Martínez. Herencia.
El Picaporte Por Simitrio Quezada
La diferencia entre “tanto” y “mucho”
Más que a mis ojos Por Roberto Galaviz Poco me interesa volver a este sitio, conozco las paredes y los fantasmas que aquí habitan, el halo de luz a las 4 de la tarde que se filtra por la ventana pequeña, las cuatro horas de sol a la semana en el patio de recreación, conozco a mis amigos y enemigos sus risas y sus miedos dentro o fuera me respetan:
he vuelto. Sé cómo se respira el miedo, el tedio y la soledad en este sitio de máxima seguridad, nadie sabe realmente cómo es el tiempo cómo funciona si no ha estado aquí. Lo que puede matarme es no verte, me estremece saberte en libertad condicional de mi cariño
¿les es tan difícil comprender que soy capaz de ser un hombre después de todo? ¿Sólo pueden y saber querer, ustedes los buenos? La hipocresía y su doble moral no conoce mayor cautiverio que su forma de pensar en el amor y en la vida. Te cuidaré más que a mis ojos, aunque mis ojos no puedan verte, te lo aseguro.
“Me gusta tanto hacer tarea”, dice mi hijo sin entonación en el adjetivo determinativo indefinido “tanto”. Por ello lo corrijo: “Me gusta mucho”, no “tanto”. ¿Cuál es la diferencia? Si utilizamos “tanto” tendríamos que agregar “que” e incorporar una oración subordinada, como si fuera toda una expresión explicativa o ilustrativa. Ejemplo: “Tengo tanta hambre que me comería todo un elefante asado”. En cambio “mucho” expresa solamente abundancia, en un sentido más positivo o simple que comparativo o superlativo. Ahora que en la dimensión oral puede pronunciarse el “tanto” con una entonación alargada o pronunciada y entonces tendríamos una hipercaracterización. “Me gusta taaanto hacer tarea”. Con eso no se precisan más palabras o explicaciones. * Lo invito a que envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com
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18 de ENERO DE 2016
Diagnósticos del espejo De Elisa Pinto*
De la serie Delirium, Xantoma diabético. (9.5 x 19.5 x 2.5 cm). Litografía en placa de aluminio sobre acrílico con chaquira.
Belladona, (28.5 x 21.5 cm). 2015. Litografía sobre cartón gris, papel y recortes de monografías.
El síndrome del doctor imaginario. (17.5 x 12.5 cm. cada una). Políptico de 5 litografías sobre cartón gris, recortadas con láser en caja de acrílico .
Delirium medicus El síndrome del doctor imaginario
Hidroa Estival, (33 x 32 cm.). 2015. Litografía sobre papel recortadas con láser y tinta.
Palpación de la tiroides, (25 x 24.5 cm.). 2015. Litografía sobre cartón gris recortadas con láser.
En distintos anales de salud mental alrededor del mundo se ha reportado que un pequeño porcentaje de los hipocondríacos1 más severos desarrollan un trastorno singular. Se trata de una afección cognitiva, obsesiva y angustiante en la que el paciente alucina la presencia perenne de un médico. De manera similar a como se observa en los delirios característicos de la esquizofrenia, la percepción de la realidad se ve tremendamente afectada y resulta imposible para el doliente distinguir entre sus fantasías y las personas de carne y hueso. Aunque
se han registrado casos extremos, en los que se manifiesta toda una serie de terapeutas imaginarios distintos (con un paciente que incluso deliraba todo un hospital), por lo general las maquinaciones mentales se limitan sólo a un doctor; una especie de médico de cabecera que acompaña al afectado en todo momento y le brinda consulta continua. Estas sesiones de auscultación se transponen en las actividades cotidianas como sucede con los amigos imaginarios de la infancia. Cabe señalar que los diagnósticos formulados por los galenos ficticios suelen incluir cuadros complejos y que los tratamientos recomendados siempre involucran información vasta sobre la disciplina hipocrática, lo que revela que,
al igual que en la hipocondría menos aguda, el paciente muestra una tendencia marcada hacia el comportamiento obsesivo-compulsivo y consume con avidez toda información médica que esté a su alcance. No hay cura. Andrés Cota Hiriart La hipocondría es la preocupación y miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal u otro signo que aparezca en el cuerpo. Puede ocurrir, por ejemplo, con lunares, pequeñas heridas, toses, incluso latidos del corazón, movimientos involuntarios, o sensaciones físicas no muy claras. Aunque el médico le asegure que no tiene nada, el hipocondríaco solamente se queda tranquilo un rato, pero su preocupación vuelve de nuevo. 1
* Aguascalientes, Ags., México, 1985. Licenciatura en Artes Visuales por la Universidad Autónoma de Baja California en Mexicali (2011). Estudios de Artes Visuales en San Miguel de Allende, Guanajuato (2006), y Universidad Veracruzana en Jalapa (2009). Trabajó en Museograbado, Museo Felguérez, Zacatecas y actualmente en el área de impresión y conservación del Estudio Panik, México DF. Su trabajo se ha ido desarrollando principalmente en collage, gráfica y dibujo. Ha exhibido de forma colectiva en Casa de la Cultura de Victoria, Sáo Paulo, Brasil; en el Instituto Allende, San Miguel de Allende, Guanajuato en varias ocasiones, en el Centro Estatal de las Artes de Mexicali; en la Universidad Veracruzana, Xalapa, Veracruz.
Artes visuales
La exposición Diagnósticos del espejo, de Elisa Pinto, muestra una selección del trabajo realizado durante el 2015 gracias a la beca PECDAZ por el proyecto del mismo nombre. Consta de una edición de libros de artista, collages y litografías. Cada pieza reflexiona sobre la enfermedad, no sólo física, sino también emocional. Para este proyecto se realizó una búsqueda de libros, principalmente de medicina y remedios para hacer una apropiación de las imágenes que radica en desdibujar, borrar, recortar y hasta embellecer o decorar aquello que nadie quiere ver. La inauguración se llevará a cabo el viernes 22 de enero a las 17:00 Hrs., en la Ciudadela del Arte en la ciudad de Zacatecas.
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LA GUALDRA NO. 229
Perla Flores, violinista. Una perla zacatecana
Música
Por Jánea Estrada Lazarín
Perla Almendra Flores Martínez es originaria de Zacatecas, nació en esta ciudad un 18 de mayo de 1984. Licenciada en Violín egresada de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Es Ingeniera de Audio y Producción Musical egresada de Berklee College of Music, con mención Summa Cum Laude (Boston, EEUU). Durante sus estudios en BCM recibió los premios “The Robin Coxe-Yeldham: Women in Audio Award” y “The String Department Chair Award” (2006). También obtuvo la Mención Honorífica otorgada por la Congresista Jane Harman de la Cámara de Representantes de los EEUU (2006), el Primer Lugar del Premio Estatal de la Juventud en el área de Artes (Zacatecas, 2005) y el Tercer Lugar del 1er. Concurso de Ejecución Musical “Premio Ciudad de Zacatecas” (1999). Fue semifinalista en el Concurso Iberoamericano de Violín (La Habana, Cuba 2003). Integró diversas agrupaciones de cámara y sinfónicas en México, entre ellas la “Camerata Silvestre Revueltas” (1998-2004) dirigida por el Mtro. Ricardo Justiz y la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, presentándose en numerosos festivales incluyendo el Festival Internacional Cervantino con la OFILZAC y la OSSLP. Actualmente es integrante de la fila de primeros violines de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina. Desde 2010 reside en Buenos Aires. Realizó sus estudios de tango bajo la guía del violinista, compositor y director, Ramiro Gallo. Participó en la Orquesta Escuela de Tango Emilio Balcarce, entonces dirigida por el bandoneonista y director Néstor Marconi. Integró la Orquesta Típica del cantor Ariel Ardit, (recientemente nominado a los Latin Grammy Awards 2015) el Sexteto Vale Tango y el quinteto de tango del espectáculo “Sin Pecado Concebido” de la compañía No Bailarás producido por Silvana Grill. Ha participado con la Selección Nacional de Tango, como primer violín. Integra Sciammarella Tango y la Orquesta Arquetípica de Ramiro Gallo, agrupación ganadora del Premio Konex 2015 (Argentina) al mejor grupo de tango. Con dichos conjuntos se ha presentado en diversos festivales, incluyendo el Festival Internacional de Tango de Buenos Aires, Festival Internacional de Tango en Tarbes (Francia), Festival Internacional de Tango en Medellín. Ha realizado giras en México, Francia, Portugal, Italia, Colombia, Uruguay, etc. Desde 2012 desarrolla su proyecto de difusión del tango actual: Tango México-Argentina, en colaboración con Frania Mayorquín, pianista y docente de la Escuela Superior de Música del INBA, produciendo conciertos y seminarios de tango, fomentando el intercambio entre los músicos de tango en México y en Buenos Aires. Desde 2013 presenta conciertos en formato de trío con Santiago Vera Candioti (guitarrista y compositor argentino) y Shino Ohnaga (pianista japonesa), radicados en Buenos Aires. Con esta agrupación se enfoca en la difusión del tango contemporáneo.
Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina.
Perla Flores en La Jornada por Ayotzinapa en Buenos Aires, Argentina. Foto de Carlos Furman.
Perla Flores está en Zacatecas, vino a descansar, a ver a su familia y amigos; viene por lo menos una vez al año; platicamos con ella y ahora compartimos con ustedes la entrevista.
hermana Marely y yo; mi hermano ya tocaba el piano. Mis estudios de violín los inicié en el Centro de Estudios Musicales (así se llamaba antes de ser Escuela de Música), a los 5 años; primero con el Mtro. Juan Valentín; posteriormente, desde 1992 y durante toda mi estancia en la Escuela de Música, con el maestro Ricardo Justiz, hasta que me titulé en el año de 2004. Alterné mis estudios musicales con los académicos tradicionales siempre. Por mis papás, debo decirlo, estudié también otra carrera, soy Ingeniera de Audio y Producción Musical egresada del Berklee College of Music.
Jánea Estrada Lazarín: Hablemos de tus estudios iniciales… ¿A qué edad comenzaste a estudiar violín? Perla Flores: Inicié con la maestra Paty Vázquez, en un curso infantil en la Academia Yamaha, y tocábamos el órgano mi
JEL: ¿Tus papás te dijeron que estudiaras otra carrera además de la de música y que luego te dedicaras a lo que quisieras? PF: Sí, es lo tradicional aquí, ¿no? Para empezar yo no quería ir a la prepa del Tec, quería la Prepa II porque me quedaba
más cerca de la Escuela de Música… pero la terminé en el Tec de Monterrey finalmente porque mi mamá me dijo: “No, haces una buena prepa y luego ya haces lo que quieras”. Eso no ocurrió inmediatamente, porque cuando terminé la prepa me gané la beca de excelencia por haber obtenido el mejor promedio… y yo dije: nooooo. Porque eso me obligaba a seguir estudiando ahí y yo me quería dedicar sólo a la música y en el Tec no había artes. Bueno, decidí quedarme y estudiar el tronco común en Ingeniería Electrónica. JEL: ¿Entonces, estudiaste violín con el Mtro. Justiz desde los 6 años hasta los 19? ¿Qué pasó después? PF: A los 19 me fui a Estados Unidos. Cuando terminé la prepa me quedaban dos años para titularme en violín; el Mtro. Justiz me dijo “Terminas la prepa y yo te preparo estos dos años, te dedicas sólo a la música para que puedas audicionar en escuelas en Estados Unidos o en Europa para que hagas una carrera”. Pero yo tenía que cumplir con lo que mis papás me pedían, por eso me inscribí en el Tec con la idea de terminar electrónica y luego hacer un posgrado en acústica. Terminé haciendo dos años de tronco común en ingeniería, dando de baja materias, porque yo sólo quería estudiar violín; yo ya sabía que el violín era mi vida. Fue la primera vez que enfrenté a mis papás, les dije que me quería dedicar sólo a la música. En ese tiempo conocí a un ingeniero, Lalo Félix, que tenía un estudio de grabación; yo me encargaba también de la consola de sonido en el grupo que tenía con mis hermanos, el Grupo Kózkany [ríe], tocábamos en comunidades alrededor de Ojocaliente, música grupera, andábamos rancheando, pues [ríe otra vez]. Es que a mi papá le encantaba la música también, pero tocaba de oído, igual que mi mamá, que de vez en cuando saca su guitarra… JEL: ¿Pero cómo es que ingresas al Berklee College of Music? PF: Ah, es que platicando con Lalo Félix me dijo mientras yo estudiaba en el Tec: “Mira, si tú quieres estudiar lo mejor de lo mejor en sonido, vete a Boston, a Berklee”. Me puse a investigar y aluciné, porque veía el programa de cuerdas, ¡un programa muy interesante con enfoque en música popular! Y
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ya después veía lo de audio [ríe], porque sabía que tenía que estudiar eso. Eso ocurrió mientras me graduaba en violín y llevaba mis tres materias en el Tec.
JEL: ¿Pero te arrepientes de haber estudiado algo distinto al violín? PF: No, porque mi vida tomó otro rumbo que yo no imaginaba. Estudiar en Boston me ayudó a abrir más mi cabeza, a abrirme a la música popular, un género muy desvalorizado en aquel entonces en el contexto en el que yo estaba; ve cómo por ejemplo en las familias de clase media, la música clásica, el jazz son mucho más “elegantes”, más académicas que la música popular… en Berklee aprendí a valorarla; llegué a ver a los colegas tocar folk music, música del medio oriente, bluegrass y empecé a valorar, sobre todo, que lo importante era ser feliz con lo que se hace. En ese momento pensé que mi carrera de violín había terminado, que me dedicaría sólo a la ingeniería de sonido… pero no. Yo ahora puedo tocar géneros populares y además, tocar clásico. Puedo tocar en agrupaciones de tango y en una orquesta sinfónica también. Fíjate, y tan deprimida que estaba… JEL: ¿En qué momento recuperas la alegría? PF: Cuando empiezo a tocar lo que se me da la gana [ríe]. Allá mismo, en Berklee. Yo sabía estudiar, en eso me ayudó mucho haber estado en la prepa del Tec, sabía organizarme, por eso sacaba buenas notas; como yo estudié aquí en dos escuelas, sabía administrar mi tiempo, asignaba horarios a mis tareas. Para el estudio del violín sólo tenía una hora y media, y entonces recordaba que el Mtro. Justiz me había enseñado cómo estudiar: “10 minutos la escala, 5 minutos este pasaje que todavía no te sale, ahí descansas dos minutos, después…” [ríe], si hasta parecía que lo escuchaba, pero todo lo llevaba apuntado en mi agenda. Nunca dejé de estudiar música, aunque estudiara otra cosa, ésa es mi felicidad. A veces terminaba muy cansada, pero recordaba a mi mamá diciéndome, como cuando estaba en primaria: “Ya, ya pronto terminamos”, o cuando le dije a la edad de 13 años “Mamá, yo quiero ser violinista profesional”. Eso me daba ánimo, porque me quedaba claro que eso es lo que más amaba en la vida. JEL: ¿Cómo se dio tu primer acercamiento con el tango? PF: Fue en Berklee también; yo estudiaba producción musical e ingeniería, era parte de un Club de Latinos y me tocó organizar una clínica que impartiría un profesor argentino radicado en Nueva York, Oscar Feldman. Tuve que organizar todo, incluso conseguir quién tocara el bandoneón, para que él pudiera dar una master class de tango y dar un concierto con alumnos…
Música
JEL: ¿Cómo le hiciste? ¿Conseguiste beca? PF: Sí. Me titulé en junio de violín y en julio estaba ya en Boston. Antes me dijo mi mamá: “Si consigues beca sí te vas, si no, terminas en el Tec”. Tuve que hacer mi audición en la Ciudad de México, pero yo tocaba clásico y tenía que hacer improvisación también (en eso me ayudó mucho mi hermano Kózcany; fue mi tutor en ese tiempo). El caso es que me fue muy bien y me dieron una muy buena beca, mayor a la que se da generalmente. Con eso me fui y con la ayuda, como siempre, de mis padres, a quienes les estoy muy agradecida… Mi papá me dijo “Vamos a tener que vender hasta las cucarachas”… Tengo una familia muy buena. Me fui a estudiar audio, aunque, recuerda, lo que yo quería era estudiar música nada más. Encontré algo que se complementaba, pero mi eje era el violín. Con el Mtro. Justiz tuve un conflicto muy grande, porque me dijo “Todo lo que no tenga que ver con el violín lo desapruebo”, y él me tenía que firmar una carta para irme a Boston; me la firmó, pero para mí fue contundente, él no estaba de acuerdo con eso… Justiz es mi padre de la música y que me dijera eso fue muy duro; recuerdo que me quedé llorando en el aula, con mi carta firmada… Yo quería hacer lo que él me ayudaba a hacer, pero en ese momento me tocaba hacer otra cosa.
Perla a los 8 años, en el Museo de Guadalupe. Al fondo su maestro, Ricardo Justiz. Ésa fue la parte de producción en la que me involucré. De ahí mi conexión con Feldman, que conoce un poco del género y por él escuché tango de los años cincuenta, de la época dorada del tango, me pasó mucha música y me nació el interés por esa música y la cultura argentina. Con los compañeros de esa master class formamos un sexteto y tocábamos de tango en Boston. Yo me aferré al violín gracias al tango. JEL: ¿Cómo llegas a Argentina? PF: Después de Berklee estuve en Nueva York tratando de encontrar trabajo, en realidad buscaba más que trabajo, conocer a los tangueros del lugar; pero la ciudad no era lo mío. De ahí empecé a viajar, incluso traté de quedarme a vivir en París, lugar en el que viví por un tiempo, incluso di conciertos, cursos de improvisación, pues era parte de un dúo con un pianista francés. Eso, con todo y que mi papá planeaba que al terminar en Berklee regresaría, él planeaba incluso ponerme un estudio de grabación… Pero las cosas cambiaron, él falleció cuando yo estaba en Nueva York; luego busqué quedarme en otras partes para seguir tocando y fue al decidir que Francia no era sitio para mí, que estuve durante una temporada en la Orquesta de San Luis, en el 2009. Después de eso, en 2010, me fui a Buenos Aires, porque yo tenía claro que era esa ciudad en la que quería estar, quería aprender tango (incluso ya había estado ahí en el 2008). JEL: ¿Pero te fuiste a la aventura o ya tenías allá algo seguro? PF: Sólo tenía las ganas de vivir allá y de aprender tango; llevaba un poco de dinero, sólo para sobrevivir unos meses. Me di un año de prueba, me quedaría allá sólo si lograba conseguir trabajo. Comencé a buscar lugares de tango, a conocer gente, di clases a algunos chicos en un barrio… poco a poco me iban invitando a tocar en algunos lugares, los músicos me iban conociendo y yo aprendía cada día más sobre la cultura argentina, indispensable para poder tocar lo que yo quería. Yo tenía la meta de especializarme en un género y ése era el tango, inicié a estudiar con Ramiro Gallo, a quien contacté desde mi llegada, un artista relevante, un maestro compositor y ejecutante independiente, muy respetado y generoso. JEL: ¿Y cómo incursionas en la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina? PF: Eso se dio en un momento clave; mi situación migratoria me exigía que consiguiera un trabajo estable. Poder conseguir la residencia ha sido difícil también, el siguiente año tramitaré mi residencia permanente, ahora es sólo temporaria. Tocando
tango llegué a un punto en el que necesité de herramientas técnicas y volví a los libros porque Justiz me recomendó eso; él ha estado siempre presente en mi vida. Pero también busqué a una persona, al concertino de la Sinfónica para tomar clases con él, por recomendación de Alejandro, mi pareja. Mientras estudiaba con ese maestro llegaron las audiciones, presenté en la Filarmónica y no me aceptaron, me desilusioné mucho. En 2013 llegaron las audiciones de la Sinfónica, en agosto, me presenté y ahí, en ese concierto público, gané el cargo. JEL: ¿Qué presentaste en la audición? ¿Cómo fue? PF: Las obras obligatorias eran Mozart, un concierto romántico –yo llevé el Mendelssohn-. En la segunda etapa vinieron las lecturas, me dieron cuatro fragmentos orquestales para interpretar y por último una entrevista. Éramos 30 aspirantes para tres cargos y me quedé yo, aun y cuando existía la protección de que únicamente podía quedarse en el cargo un extranjero si no había un argentino que estuviera a la altura. Fue muy emocionante, porque además llevaba yo 7 años dedicada a la música popular. JEL: ¿Qué representa ser integrante titular de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina? PF: Mucha satisfacción, porque es un nombramiento como agente del Estado, como empleado público. Significa también una estabilidad laboral porque gané el cargo por concurso en la que es la primera orquesta del país. Pero sobre todo, todo esto me dio la certeza de que ser persistente en la búsqueda de lo que realmente quieres, vale la pena. El ser integrante de la Orquesta Sinfónica Nacional de Argentina es un merecido reconocimiento profesional al trabajo que Perla ha realizado durante más de 25 años desde que empezó a estudiar en la Escuela de Música de la UAZ. Ella además es una mexicana comprometida y muy preocupada por lo que pasa en México. En 2014, cuando se enteró de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, manifestó su repudio desde allá y en septiembre del año pasado, en coordinación con amigos músicos y periodistas de diferentes países, organizó en la Cúpula del Centro Cultural Kirchner un evento artístico multidisciplinario para conmemorar el primer aniversario de este lamentable hecho que conmocionó a nuestro país. Así es ella, una zacatecana fuerte, talentosa, libre, una mujer que sigue en la búsqueda de su sonido, de aquello que la haga feliz. Una perla zacatecana.
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LA GUALDRA NO. 229
19 poemas al oído del perro, de Javier Acosta y una Acrópolis de fondo
Libros
Por Armando Salgado En un mundo donde es absurdo cerrar ojos para ver dentro, Javier Acosta escribe 19 poemas al oído del perro. Es un libro de poesía para ver el otoño adentro de la oreja e intuir (a la manera de Charles Simic) el temblor del árbol aunque no haya huella del viento. Porque sacude. Porque cimbra. Porque taladra. Con imágenes de Gabriela Itzagueri Mendoza vemos cruzar las plantas rodadoras en la superficie del libro además de la trágica naturaleza por indagar la relación rupestre de los hombres-perros con Dios. Es círculo cromático y reflejo de la piedra que Sísifo hace rodar una y otra vez en el envés del espejo para preguntar por qué escuchamos lo que oímos o mejor aún, por qué creemos el ruido del árbol al caer cuando aún no existe. Abismo verbal y metafórico, el desplome vertiginoso que este libro ocasiona está al lado contrario del lengüetazo de su “mejor amigo” quien comprende el mundo humano desde su mundo animal. Pero no sólo nos reconforta el lengüetazo, también su nervioso ladrido y su silencio, su relamer de pulgas, su orina en las encrucijadas del vecindario, su olor a perro cuando está mojado. Este manual de soledad despliega la multifacética heredad del hombre en rededor de la fogata y del mutismo. Dispersa alrededor del corazón una danza ciega de ausencia y po-
sesión. Porque a veces perdidos. Porque a veces creemos. Y la falta de algo nos permite poseer una verdad absoluta: estamos solos. Bitácora de lucha de contrarios, Javier Acosta prefiere oír a su perro y develar cada mentira que otros dioses escupen. Y duda. Por eso le sienta mal hablar —y quedarse callado. Le sienta mal la existencia de Dios, también su inexistencia. Y huye. Al establo de Augías frente a la penosa tarea de recoger las heces del mundo. Emprende su labor mítica, la silenciosa recolección de la mierda. Las palabras a veces son excremento esparcido
pero en realidad son verdad pulverizada, ahí el origen primigenio de la ceniza, en la palabra hecha carbón, en el verbo hecho mierda. Y se necesita que alguien venga al oído y diga el verdadero olor de las cosas para comprender que el oro —o mejor dicho, la mierda— nunca sustituirá ningún molar ni el más mínimo lamido. Javier Acosta llega a la orilla de la sangre y cada uno de estos 19 poemas lo cruzan al morir y al vivir. Junto al lector, estará en la misma cazuela donde el amo invisible probará un buen retorcijón de tripas. Provecho.
El advenimiento de Blackstar
Música
Por Carlos Flores
Son varias las cosas que me gustan, más que gustarme que me impactaron, de un músico como David Bowie: sus extraños ojos que le daban un aspecto genial en todas sus facetas, sus tantas variaciones estéticas pues marcaban su carrera no sólo como un multifacético de la moda sino como creador, y el que cada imagen que adquiría iba también acompañada de una innovación musical, pues cada disco era el experimentar con nuevos ritmos y nuevos sonidos, que daban, casi año con año, vetas de exploración a los músicos contemporáneos. No pretendo aparecer aquí como un gran conocedor de Bowie, pues creo que me quedaría corto con lo que pudiera decir, sólo quiero rescatar su obra y hacer mención de los discos que grabó a lo largo de su vida: David Bowie en 1967, Space Oddity en 1969, The man who sold the world en 1970, Hunky Dory en el 71, hacia 1972 The rise & fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars y Aladdin Sane, Pin ups en el 73, Diamond dogs en el 74, en el 75 Young americans, Station to Station en el 1976, en 1977 Low y Heroes, en el 79 Lodger, Scary monsters en 1980, tres años después Let´s dance y en el 84 Tonight, hacia 1987 sale Never let me down, en 1993 Black tie white noise, en el 95 Outside, dos años después Earthling y en el 2000 Hours, en el 2002 Heathen y un año más tarde Reality, después de una larga ausencia en 2013 sale The next dayday y en el 2016, dos días antes de su muerte Blackstar. No es de sorprender que un genio como David Bowie haya dedicado sus últimos días a grabar un disco. Y no es de sorprender que el contenido del mismo parezca un lamento y ofrezca una reflexión sobre la vida y la muerte. Son siete canciones
acompañadas por una batería, un bajo, un saxo, una guitarra que apenas se asoma y un sintetizador, bastante experimentales, y que nos llevan a un inframundo de dolor y angustia. No me atrevo a interpretar las letras del disco pues me parece que están en un nivel filosófico más allá de mi comprensión inmediata, pero me atrevo a decir que es uno de los discos más importantes en la trayectoria del músico, y no sólo por ser el último, sino porque ofrece al rock una veta experimental cercana al jazz. Son siete melodías con la frescura de la improvisación que exploran sentimientos oscuros y nos hacen transitar por paisajes urbanos, desérticos, más allá de lo antes escuchado: Blackstar, Thas a pity she was a whore, Lazarus, Sue (in a season of crime), Girls loves me, Dollar´s day y I cant´t give everything away. Éstos son los tracks del disco que conforman la última
gran obra maestra del gran genio del rock, incomprendido por muchos y disfrutado por muchos otros. No hay ninguna duda que la muerte de este artista es una gran pérdida para el rock y para la música. Descanse en paz David Robert Jones, David Bowie, Dave jay, Major Tom, Cloud, Ziggy Stardust, Aladdin Shane, Halloween Jack, The Thin White Duke, Tao Jones, ¿Blackstar?, ¿Lazarus?
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Desayuno en Tiffany’s mon ku Ixcanul: Volcano Por Carlos Belmonte Grey
Cine
En el póster oficial aparece en primer plano en el margen inferior el título de la película, Ixcanul, con el nombre del director, Jayro Bustamante, al margen izquierdo, ligeramente a un nivel encima, el logo del Festival de Berlín 2015 y el reconocimiento de haber ganado el Oso de Plata. Al superior ya se deja aire libre para la imagen: una joven maya, de pelo negro y largo hasta la cintura, parada sobre piso seco y pedregoso y arropada completamente por el volcán y la mirada vigilante de su madre; los tonos son casi monocromáticos a excepción del atavío de la joven en tonos rosas y violetas. Entonces, ya el espectador sabe que se trata de una película de un país sudamericano (por regla general en Europa a partir de Estados Unidos todos es sur). Otro detalle más ayuda a saber de qué va la historia: en la línea de logos patrocinadores está el del CNC, el Institut Francais, el de Île de France y el de Cinemas du Monde. Sabemos pues que es una coproducción francesa con la secretaría de Turismo de Guatemala.
De esta forma el espectador se da una idea de la temática, del ritmo y de la estética: indígenas sudamericanos, planos panorámicos contemplativos, acercamientos al detalle de piel, manos y ojos de poblaciones “originales” con ritmos de secuencias lentos, casi mudos. Estética y narrativa que se conserva desde la década de 1920 con el descubrimiento nacionalista de los indígenas latinoamericanos, y con las novela indigenista de autores como Mauricio Magdaleno (El resplandor) y Gregorio López y Fuentes (El indio). En esta época ya la descripción del exotismo, del mutismo, del estoicismo y de su “original” belleza era una constante que también redundaba en el cine, en la radio y en las historietas. Ixcanul, dirigida por Bustamante, es la historia verdadera de la vida en una comunidad guatemalteca cakchiquel. Esta población ha estado sometida a la explotación de los patrones cafetaleros, se ha mantenido aislada sin conocer el castellano y durante la década 2000 ha sufrido una ola
de robos de recién nacidos para venderlos en adopción. No se pone en duda la veracidad de la historia, sólo comentamos la insistencia en el consumo del estereotipo. Ya no se trata siquiera de construcción o formación, sino de repetición de la estrategia narrativa que va a los detalles cotidianos –tan gustos de la fotografía etnográfica- para subrayar el exotismo puesto en oposición a la civilización “moderna”. La preocupación por la verosimilitud incluye la selección de los actores, no profesionales, María Mercedes Coroy y María Telón. Ellas son hija y madre en la cinta; la primera enamorada de un campesino a quien quiere seguir en su aventura migratoria rumbo a los USA y la segunda quiere casarla con el mayordomo de la plantación: la unión entre ambas es el “instinto materno”. La cinta ha hecho salas llenas sobre todo en los circuitos independientes franceses y Mercedes Coroy se ha llevado el premio a la Mejor Actriz en el Festival du Nouveau Cinéma en Montreal.
Vínculo entre grandes libros: la Biblia y El Quijote Por David Alberto Valerio Miranda*
considero de mayor interés, vínculo que también deja ver el constante sincretismo que se ha dado y se mantiene entre las culturas orientales y occidentales. Un ejemplo de estas interesantes alusiones puede ser el que se encuentra apenas en el capítulo V, primera parte, Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero, de El Quijote; éste precede a dos importantes capítulos, el III, en
el que don Quijote se hace armar caballero; y el IV donde se narrar su salida de la venta, que trasformada en castillo desde la mente del héroe fuel el preciso escenario de su nombramiento, siendo éste el comienzo de su desgracia, pues en su primera aventura quedó maltrecho y herido; encontrándolo en esas condiciones un vecino de su pueblo lo auxilia y lo lleva a su casa, donde casualmente escucha el alboroto del cura y el barbero, amigos de don Quijote. El último de éstos se lamentaba porque su amigo tenía tres días desaparecido, así como el flaco caballo y la oxidada armadura, siendo esto indicio de una desgracia que lo lleva a maldecir los libros de caballería de la siguiente manera a: “Encomendados sean a Satanás y a Barrabás tales libros, que así han echado a perder el más delicado entendimiento que había en toda la Mancha”. Esto es sólo uno de los múltiples ejemplos de alusiones de la Biblia en El Quijote, o cuando menos a dos de sus personajes: Satanás y Barrabás. *Twitter: @ValerioMirand
Literatura
Dejando de lado la interpretación y limitación religiosa sobre la Biblia, considero a ésta como una obra riquísima y elemental no sólo por ser un texto antiquísimo que engloba una enorme riqueza cultural, llámese un bosquejo general de la tradición hebrea, que de cierta manera nos ha influido hasta la actualidad. Qué decir de las fascinantes historias que ofrece, entretenidas y maravillosas similares o equivalentes a la literatura fantástica. El drama, cuento, parábola, metáfora e incluso épica pueden ser encontrados en la narración bíblica. Los siempre polémicos dilemas morales y éticos también tienen cabida en dicha obra, los cuales pueden ser considerados como referencias sobre la historicidad de la humanidad, sus comportamientos y rasgos así como su cultura en general. En suma considero que la Biblia, más que un texto sagrado, es una magna obra que sin duda influyó en nuestra tradición y se pueden considerar a su altura obras como: La Ilíada, La Odisea, La Eneida, El Popol Vuh, El Bhagavad-gita, y, por qué no, El Quijote. Existen alusiones a la Biblia en El Quijote, relación que
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Ochenta y ocho, Novecento... Por Magdalena Okhuysen El mar es ala de espejos. Irene Artigas
Teatro Fotos: Jánea Estrada. Casi cualquier piano tiene ochenta y ocho teclas que, ante el músico capaz de verdaderamente transformarlas en sonidos y silencios, ceden a la posibilidad del infinito; en esta historia, suspendida sobre la inmensidad del océano, las notas de la música —que de repente también se deja platicar— conjuran el misterio de la singularísima voluntad que las consagra: Novecento, un artista prodigioso. Cuenta la historia que Novecento tal vez nació en el barco; ahí lo encontró un marinero, Danny Boodman, en una cajita que alguien dejó sobre el piano del salón de baile de primera clase; el bebé tendría unos diez días de nacido. El marinero lo crió; después (no sabemos cuánto tiempo después), murió en una tormenta. El niño se quedó con la tripulación y nunca quiso bajar del barco. Una de las tantas veces que el barco llegó a puerto, Novecento tuvo más miedo que nunca de que quisieran registrarlo en tierra y luego no lo dejaran volver a su lugar, así que fue a esconderse; cuando el barco zarpó, nadie sabía dónde estaba; lo buscaban, en cada rincón del Virginian… Lo encontraron sentado frente al piano del salón de baile de primera clase, con los piecitos colgando del taburete, de tan pequeño que era todavía, y estaba tocando algo maravilloso. “No sé qué demonios de música estaba tocando, pero era pequeña… y hermosa”. La historia de Novecento, “complicada, pero genial” (como acertadamente se propone en la sinopsis de La Cáscara), se condensa en un texto —muy breve— que Alessandro Baricco escribió para un actor y un director; tenemos nombres y apellidos de los dos afortunados persona-
jes que estrenaron este espectáculo en 1994, en el festival de Asti. Este texto propone una puesta en escena muy sencilla; de hecho, mientras más sencilla, mejor, porque para esta pieza no se necesitan recursos escénicos aparatosos, el pacto ficcional es simple: te contaré una historia (en realidad, sólo habría que escuchar). Van a dinamitar el Virginian. Novecento, que nunca ha descendido porque no cree que sea posible soportar la vida sobre la inmensidad de la tierra, tampoco lo hará esta vez. Tim Tooney, el narrador (y, en la historia, el trompetista que tocó junto a él en la Atlantic Jazz Band), recibe una carta en la que le explican el asunto, así que va a buscarlo para convencerlo de bajar y salvarse; lo encuentra sentado sobre una bomba, una carga de dinamita “así de grande”. En algún momento, Novecento le dice: “No estás jodido verdaderamente mientras tengas una buena historia a cuestas y alguien a quién contársela”. Y Tim Tooney, el primero en escucharla, concluye: “Él sí que tenía una buena historia. Él era su buena historia. Delirante, a decir verdad, pero hermosa… y aquel día, sentado sobre toda
aquella dinamita, me la regaló. Porque yo fui su mejor amigo… Sí que he hecho tonterías, y si me ponen boca abajo nada saldrá de mis bolsillos, hasta la trompeta vendí, todo, pero… aquella historia no… ésa no la he perdido, todavía está aquí, tan límpida e inexplicable como sólo era la música cuando, en mitad del océano, la tocaba el piano mágico de Danny Boodman T. D. Lemon Novecento”. En el minúsculo prólogo con que presenta la primera edición, Baricco se manifiesta dudoso sobre la naturaleza genérica de su escrito y dice que, aunque en su opinión se trata de un texto teatral, viéndolo ya en forma de libro le parece “a caballo” entre una puesta en escena y un texto para ser leído en voz alta; de hecho,
lo importante para él —nos dice— es que es “una historia hermosa que valía la pena contar”, aunque no haya un nombre para textos de este género. Por supuesto, es un asunto para nada simple el de los géneros “literarios”; de hecho, uno se pregunta si es válido calificar los géneros con el término “literario”, sobre todo, uno se pregunta si es redituable para quien gusta del teatro, pensarlo en términos de “literatura dramática”; la literatura se debilita —o se transforma, se fortalece, se hace compleja, ¿qué será?—, cuando se concibe como un canal para el teatro. Novecento es un libro que puede ser leído, también, en silencio, a la luz de la lámpara, porque, como dice Virginia Woolf en uno de sus ensayos de The common reader —a propósito de la tragedia de Eurípides— hay dramas que pueden ser representados en la mente; el de Novecento es un drama así, sobre todo porque esa inusual simplicidad mental del silencio es, tal vez (cuando se logra), el mejor escenario para representar la multiplicidad de registros que logra esta historia, divertida y, sobre todo, sorpresivamente conmovedora. A esta sorpresa me pareció que apunta la puesta en escena que nos ofrece La Cáscara; Juan Manuel Chávez Concha construye una atmósfera amena, ágil, llena de ocurrencias, es un personaje inmerso en la situación que, como narrador, nos representa, y allá nos lleva y… de repente, “zas”, la representación que nos dio tantas voces nos descubre su silencio, así nada más, sin avisar… un silencio al que no hubiéramos esperado llegar, pero es uno de esos silencios genuinos, valiosos, difíciles de encontrar, y que se agradecen.
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Amor del alma
Río de palabras
Por Pilar Alba
Ella pone una y otra vez la misma canción en el tocadiscos. Recorre el disco con el tacto para encontrar el lado correcto y colocar sobre él la aguja que permite se produzca el sonido. Mientras las primeras notas comienzan a escucharse, ella se sienta en una silla bajo el sol, no le tiene miedo, aunque le han dicho que la exposición bajos sus rayos puede ser contraproducente; eso a ella no le importa. Alguna vez lo desafió mirándolo de frente y el sol le robó lo más preciado: sus ojos. Desde ese día dejó de ver y empezó a moverse en la oscuridad. Por eso ya los consejos y prevenciones no le asustan, qué más podría el sol robarle, si ya le había quitado casi todo. Amor del alma, en el silencio de mi oscuridad te veo; dice la canción mientras ella desanuda un tejido, ése es uno de sus trabajos: deshacer con maestría los nudos más
intricados. Algunas veces las personas que pasan saludan y se quedan un rato platicando con ella, ser buena conversadora es otra de las labores que realiza muy bien. Otras la gente pasa y no quiere detenerse, pasan rápidamente sin hacer ruido. Ella sabe quién pasa, quién no quiere detenerse, quién lleva otro tipo de apuro. Lo sabe todo, los conoce a todos, ve más allá de lo que pudiera hacerlo con los ojos. De esa misma manera lo ve a él, que pasa todos los días a la misma hora, en ese momento no deshila ni limpia frijol y procura no estar conversando con nadie. Solamente se para junto a la puerta esperando escuchar ese escueto: Adiós Genoveva; que resuena en todo su cuerpo y sólo se asosiega cuando sentada bajo el sol escucha una y otra vez la canción en el tocadiscos: que yo sin verte te daré: amor del alma.
Pablo Picasso. Mujer que llora. 1937. Galería Tate, Londres.
Entre gitanos “Ha nacido en un portal de Belén el Niño Dios...”. Villancico popular. Para Hugo Alberto Huerta.
Por Alberto Huerta Muy contento, Santa Claus se puso a escribir su carta: “Querido Niño Dios. Como este año me porté requetebién, quiero que me traigas esta Noche Buena: una casa en Cancún, una camioneta BMW X6, una bicicleta Lamborghini edición 50. Y un amplio guardarropa bien acá, o sea: bien tiriris. Gracias”. Y colgó en la chimenea su bota. Pero el Niño Dios, esa noche del 24 no le trajo ni madres. Sólo le dejó una nota: Entre gitanos no se leen las cartas.
Hotel Insurgentes Por Gerardo del Río A. Para Alberto Huerta He aquí la academia del placer la catedral del cachondeo y la concupiscencia para ingresar a ella no se requiera pasaporte o contraseña se puede transitar en la brevedad de este edén con lubricidad total moverse al ritmo que estremece el cortinaje de la tarde que prismatiza la astillas del cristal no prestes atención al tráfago urbano ni al acre aroma oleaginoso identifícate en esa jaula de secrecía monacal en sus muros astrosos y pintura desconchada entrégate al devaneo del goce
olvida señales y los claveles que se marchitan en la botella de cerveza siente la tibieza de sus manos descubre los signo de su piel explora los recovecos del gemido toca la música secreta en ese trasero ideal la melodía de los resortes el danzoneo de la carne bébela como agua fresca en la canícula navégala como ola salvaje cierra los ojos déjate llevar en la balsa tempestuosa de su cuerpo no te preocupes por tu huella en las dunas
descubre tu nombre en la voz de su cantata febril sumérgete en la sensación primigenia recupera el paraíso miltoniano después del ceremonial amatorio retorna a la errancia y la extranjería cafetera que es uno de tus signos de identidad tu territorio dominado por luna, estrellas y constelaciones propias recuerda entre sorbo y sorbo la urdimbre que une los hilos de hombre y mujer el aceite testimonial de esa hora la sombra de su cuerpo que magnifica su desnudez.