SUPLEMENTO CULTURAL
No. 289 /// 17 DE abril DE 2017 /// AÑO 6
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Kazuya Sakai
El pasado 7 de abril, como parte de las actividades programadas en el Festival Cultural Zacatecas 2017, se inauguró en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, la exposición Kazuya Sakai en México (1965-1977) Pintura-Diseño-Crítica-Música, una muestra retrospectiva de Kasuya Sakai, curada por Daniel Garza Usabiaga, que estuvo hasta el mes pasado en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. [Más de la exposición en páginas centrales]
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La Gualdra No. 289
Editorial
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oncluyó el Festival Cultural Zacatecas 2017, que volvió a ser “semana cultural” como se le llamaba antes de que se tomara la decisión hace algunos años de que se extendiera la duración a dos semanas, incluida la de Pascua. Al principio, cuando se anunció que la duración volvería a ser de una semana, algunas personas opinaron que no era buena idea, que incluso se podría tratar de un retroceso. Afortunadamente no fue así; por el contrario, concentrar los eventos programados del 8 al 16 de abril me pareció un acierto por varios motivos. Primero, porque los esfuerzos institucionales se concentraron en que hubiera calidad en todo lo incluido en el programa, y en cuestiones relacionadas con el hecho de considerar los distintos tipos de públicos. Bien por eso. Segundo, porque al no haber programación durante la semana de Pascua, algunos integrantes de la iniciativa privada se unieron para hacer su propia programación de conciertos los días que restan de vacaciones; acertada decisión que los dueños de los establecimientos de la plazuela Miguel Auza se hayan unido, por ejemplo. En términos generales se puede afirmar que el festival fue muy bueno. Se notó una planeación puntual en los contenidos del programa; por primera vez se tuvo un lema en torno al cual se incluyeron eventos que giraron alrededor de la “migración sin fronteras”, y a los espectadores nos quedó claro que las experiencias artísticas desde la multiculturalidad son enriquecedoras para todos. Y es que ya no se puede hablar de “cultura” solamente, los grandes cambios mundiales, los avances en ciencia, tecnología y comunicación, han propiciado que los intercambios de información entre los integrantes de diferentes grupos sociales sean tan contundentes que los procesos se hibridación cultural estén a la orden del día. Durante estos días, pude ver foros repletos de personas ávidas sí por disfrutar de la programación del festival, pero también por aprender y conocer de manifestaciones artísticas de otras partes del mundo, diferentes, sencillas, pero de calidad. La música unió a los asistentes en los distintos escenarios; los espectadores disfrutaron lo mismo de cumbia colombiana, que de ópera, góspel, vallenato, rock, flamenco, funk, música chicana y música clásica. Lo más importante de todo esto es que a través de este tipo de conciertos se está haciendo comunidad. El más claro ejemplo fue el día de la inauguración, la noche en la que pudimos ver cómo el grupo de colombianos que vive en nuestra ciudad inició una fiesta que parecía no tener fin; bailaron sin desfallecer contagiando con
Contenido su alegría a los asistentes. Luego, la aparición de Celso Piña en el escenario confirmó que la ciudadanía puede convivir en armonía gracias a la música; los niños que subieron al escenario a bailar “chúntaro” nos pusieron el ejemplo a todos. Finalmente eran niños divirtiéndose y nosotros, los adultos, retornamos a nuestra infancia también, ésa en la que las etiquetas y los prejuicios no existen. Qué maravilla. Se nos olvidó por un momento que somos parte de una sociedad que se está acostumbrando desafortunadamente al miedo, a que la corrupción y la desigualdad sean parte de lo cotidiano. Éste es un ejemplo no sólo de lo que al arte puede lograr en la sociedad, sino de lo que debe seguirse haciendo para generar integración social y para borrar las fronteras muchas veces autoimpuestas, las fronteras no son sólo territoriales, las hay más complicadas todavía, ésas que aparecen debido a la falta de conocimiento y de información. Las exposiciones de artes plásticas de dos artistas de origen japonés programadas, así como las de los zacatecanos y artistas de otros estados invitados que exhiben actualmente su trabajo en los distintos recintos culturales pueden seguirse visitando. A propósito de esto, otro de los grandes aciertos fue el que los horarios de servicio de los museos se extendieran, ojalá que se considere cerrarlos más tarde de manera permanente. El programa académico no tuvo desperdicio, las conferencias y las presentaciones de libros fueron muy buenas; igual que lo programado en la Cineteca, sobre todo la tercera muestra de cine zacatecano. Sólo faltó, para mi gusto, fortalecer la programación de teatro; ojalá que se considere, a manera de sugerencia, esta petición. Este año se contó con un presupuesto de 23 millones 300 mil pesos para el festival; en el 2010 se tuvo un presupuesto de 68 millones de pesos. Imagine usted lo que el actual equipo de trabajo del Instituto Zacatecano de Cultura pudo haber hecho con tal cantidad; a partir de estos resultados, yo sí imagino qué se puede hacer con más presupuesto para cultura, por eso espero que éste se incremente paulatinamente… si este año el festival fue bueno, podrían ser todavía mejores los que vienen, pero además, se dispondría de más recursos para aplicarse durante todo el año en los distintos programas estratégicos para formación y difusión cultural. Invertir en cultura nunca será un desperdicio. Enhorabuena a todos quienes organizaron este Festival Cultural Zacatecas 2017. Que disfrute su lectura.
Directorio
Una historia más Por Humberto Mayorga The Founder: la insaciable hambre de poder Por Adolfo Nuñez J.
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Memoria de un día de mayo Por Ángel Solano
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Kazuya Sakai en México (1965-1977) Pintura-Diseño-Crítica-Música en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez
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¿Quién enseña la comprensión lectora? Por Eduardo Campech Miranda Polvo, relámpagos y lluvia Carlos Flores
Desayuno en Tiffany´s, mon ku Rara, un road movie sentimental en el Festival Cinelatino Por Carlos Belmonte Grey
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Notas al margen Enrique Serna, el tercero en discordia [Segunda parte] Por José Agustín Solórzano
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Los que de veras se quieren Por Alberto Huerta Ternura Por Pilar Alba Antesala de la impaciencia 10.13 Por Roberto Galaviz
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Una historia más 6 Por Humberto Mayorga
Cine
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ntes ya había estado aquí. No se trata de un déjà vu. No, para nada es el caso. He estado antes en esta misma situación, contigo. Durante Semana Santa, los callejones de la ciudad se atiborran de gente buscando un rincón para el beso a hurtadillas, dicen que es de buena suerte, yo creo que sí. Aquí estamos otra vez. Tu presencia es mi regalo. Aquel día caminabas con las prisas que te caracterizan, me preguntaste por la calle del Olvido, soy pésimo con las referencias geográficas, así que te acompañé hasta dar con el sitio. Desde entonces seguimos juntos, aunque sé que no será por mucho tiempo, cada quien debe seguir su rumbo. Soy un jodido sentimental, te haré promesas que no sé si pueda cumplir: estaré contigo siempre porque sí, porque no encontraré una mirada como la tuya, sí porque el cristalino de tus ojos me robó el primer aliento de esa tarde, sí porque la belleza no radica en tu rostro, tus labios o tu cuerpo sino en lo que me
generas en conjunto cuando rozo tu mano por error o por mero pretexto de permanecer en ti, así, juntitos por mucho tiempo. Estaré contigo, estaremos ambos porque las casualidades no existen, porque todo es efecto del deseo de una noche cuando vi caer estrellas en el sueño. Te prometeré que voy a escribir nuestra historia en papel amate, te digo, soy un estúpido romántico. Me prometeré nunca olvidarte, si habito en tu memoria no estaré solo. Escribiré en las líneas de tu mano aquella frase que una noche susurré. Mira, aquí estamos de nuevo. Cuéntame por qué ya no respondías los mensajes, por qué dejó de ser importante los buenos días, los buenos deseos o la foto cuando despertabas justo a las seis de la mañana. Me vuelves loco cuando sonríes, cuando cubres los temores con silencios, cuando por ejemplo caminas hacia la ventana y me das la espalda para luego voltearte y sugerirme que te robe un beso. Tengo una constante sensación de que nadie llega para quedarse.
/// Iván Muñoz-A.K.A / Ivanko Moses-Lee. María Magdalena. Fotografía digital.
Estamos enganchados a vínculos instantáneos y amores fugaces. Espero que contigo no sea el caso, vamos a darle la oportunidad a la vida…otra vez, carajo. Es la lluvia que me pone así de emocional, no puedo evitar echarte de menos y
todavía no me dices nada. No te calles, suelta de una vez las palabras y deja llorar el adiós. En la última carta que recibí me contabas de tu nueva empresa, parece que los hijos te van muy bien. La foto familiar es grandiosa.
The Founder: la insaciable hambre de poder
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n el género de las biopics (o películas biográficas) existe la constante necesidad de que el personaje real en el cual se basa la historia sea un reflejo de su trabajo, sus ideales y la manera en la que éstos repercutieron en la sociedad, sin importar la época en la cual se desarrolle. En este caso, conocemos a fondo a Ray Kroc (interpretado con malicia e ingenio por Michael Keaton), el hombre que convirtió a la empresa de comida rápida McDonald’s s en el emporio de franquicias que actualmente alimenta al 1% de la población mundial. Y es que lejos de vanagloriar a la empresa (razón por la que algunas personas tal vez descarten verla), la cinta es un análisis a profundidad del ideal norteamericano del self made man, y de cómo su personaje principal se muestra decayendo de manera progresiva hacia el abismo de la ambición y el hambre del éxito absoluto. Al comenzar la cinta vemos viajar a Kroc a través de carreteras y establecimientos de comida, parando en cada uno de estos locales con el objetivo de vender batidoras para malteadas, y siendo rechazado en cada uno de ellos. En su persistente esfuerzo por salir de la mediocridad, Kroc convence a Richard y Mac McDonald (los verdaderos fundadores de la empresa) de volverse su socio para viajar por todo el país y comenzar a
establecer franquicias en diferentes estados, pues el método de cocina implementado por ambos hermanos (cuyo mayor atractivo es servir una hamburguesa en 30 segundos, no minutos) es de verdad envidiable. Lo que ambos hermanos no saben es que en las
décadas posteriores lo único que tendrán en común con dicha empresa será el nombre, pues históricamente Kroc se aseguró de comprar y volverse el dueño de las propiedades en las que se construía cada una de estas sucursales, y que como resultado se volvieron legalmente suyas. Con su más reciente cinta, el realizador John Lee Hancock (The Blind Side, Saving Mr. Banks) se aleja por completo de la visión moralmente correcta que se establecía en sus más recientes cintas, y aquí aterriza dentro de un enorme claroscuro, que gracias a la poderosa actuación de Keaton da como resultado un personaje despreciable y encantador por partes iguales. La cinta, lejos de ser una versión amigable de la historia, jamás entierra el lado oscuro de sus personajes, y cuál fue la parte que tomó cada uno de ellos en el asunto. En ese sentido tiene más semejanza con cintas tales como The Social Network (2010) o The Wolf of Wall Street (2013), donde sus realizadores exponen la mala actitud de los protagonistas al obtener el poder, pero sin terminar de condenarlos por ello. A lo largo de la película, Hancock nos da pistas de cuál puede ser el único resultado ante tal ambición. En cada uno de los discursos de ventas de Kroc hay un inquietante poder de convencimiento ante todo lo que nos dice, pero que cobijado bajo la sombra de la duda nos hace sentir que sea cual sea el negocio que se lleve a cabo, nunca podremos confiar en nadie.
Río de palabras
6 Por Adolfo Nuñez J.
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Memoria de un día de mayo Bitácora de viaje
6 Por Ángel Solano
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s viernes por la mañana, el tren número 2709 sale de Gare de l’Est con destino a Charleville-Mézières, viajamos a 320 kilómetros por hora, es mayo y los campos son amarillos. Mi asiento con el número 71 es confortable, tiene una mesita y lámpara a mi costado izquierdo. Me vestí con lo mejor que he traído con mi gabardina azul, mi ropa negra y mis botas rotas por tanto caminar, días antes, en la ciudad de París. Leo nuevamente fragmentos de Una temporada en el infierno y trato de asimilar lo que estoy viviendo. En el trayecto, el tren se detiene por una falla mecánica; son las 8:45 de la mañana y mi mente trata de recrear el tiempo en que Arthur cruzaba los caminos para llegar a París. Tres estaciones nos separan de mi encuentro con lo inimaginable, Reimes, Rethel y finalmente Charleville-Mézières. Pensaba que escribiría cada segundo en mi bitácora de viaje, sin embargo, son breves las líneas que he logrado colocar, sólo datos que me ayuden a recordar y una especie de sentencia… busco tus pasos como promesa de fe. La sensación al llegar a la estación de Charleville es indescriptible, la luz es intensa y el cielo de un azul profundo. Son casi las diez de la mañana y he llegado a la tierra natal del poeta Arthur Rimbaud. Como referente, tengo en mente la crónica de Patti Smith, leída en su libro Just Kids, y como guía llevo bajo el brazo, el mismo libro que ella leyó allá por los años 70, la biografía que Enid Starkie escribió sobre el poeta. Al salir de la estación las primeras imágenes que se me revelan son el kiosco de los jardines de Place de la Gare que se encuentran justo enfrente y la escultura que los seguidores de Rimbaud edificaron como homenaje en 1901 a diez años de su muerte. De forma inconciente comencé a caminar, dejé que mi instinto me guiara, en el fondo sabía por cuáles calles transitar. Llegué por fin al número 12 de Rue Pierre Bérégovoy donde en una placa del primer piso se ponía de manifiesto que Rimbaud nació en ese lugar el 20 de octubre de 1854. La arquitectura y el ambiente de Charleville transportaban de inmediato a épocas lejanas, parecía que el tiempo espera concretar algo que aún no se ha concluido. Cinco calles después de atravesar la Place Ducal, que se encontraba invadida por una feria de carnes frías y embutidos, me encontré frente al imponente Vieux Moulin, ahora el Musée Rimbaud recientemente restaurado. El recorrido inició en la parte alta, en lo que fue el granero, una habitación por momentos azul, donde se escuchaban fragmentos de su poesía, en diversos idiomas, mientras la humedad y las maderas reacomodadas eran el cobijo para la soledad que se percibía. Una energía extraña se podía sentir en ese espacio, susurros que el viento acomodaba por las ventilas de ese antiguo molino y que por momentos manifestaban risas infantiles o gritos desesperados. Tener tan de cerca los objetos-reliquias pertenecientes al poeta, reafirmaban el sentido espiritual de mi viaje y de mi existencia. Encontré respuestas en medio de libros, un ejemplar de la primera edición de Une saison en enfer publicada en 1873, fotografías tomadas por el propio Arthur en Harar y manuscritos como la carta que escribió a
/// Arthur Rimbaud.
Georges Izambard el 2 de noviembre de 1870, a la edad de dieciséis años, después de escapar por primera ocasión a París. Advertí pensamientos aglomerándose dentro
de mi mente e imágenes pertenecientes a diversas etapas de mi vida, el cuerpo de mi abuela ataviado con ropajes que simulaban el atuendo de la Virgen de Guadalupe, telas de satén o algo que parecía serlo, envolviendo su cadáver en colores azules-verdes, la muerte de mi tía por un tumor cerebral, la enfermedad de mi madre, el abandono de mi padre y mi decisión de ser pintor. Era como si los objetos vibraran con las partes más profundas de mi consciencia y el espíritu del poeta se comunicara con el mío. Contuve mi deseo de llorar ante la gran cantidad de información que mis ojos estaban recibiendo. Cada sala remitía a un pasaje de su vida, desde sus escapatorias en Charleville, sus estancias en París y su viaje a Etiopía sintetizado por una colección de objetos que fueron hallados en la maleta con la que viajó de nuevo a Francia. Minutos antes del mediodía mi recorrido por el museo terminó, pretendía visitar la Maison des Ailleurs en el número 7 de Quai Arthur Rimbaud, que se localiza a un costado del molino, sin percatarme que en la provincia francesa existe la costumbre de tomar dos horas del día para comer o descansar según sea el caso, de tal manera que los locales y por ende los museos cerraron de doce a dos y las calles que rodean a la Plaza
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Bitácora de viaje
Ducal se llenaron de mesas, sillas y comensales que, aprovechando los días de sol, consumían sus alimentos a la intemperie. El tiempo era propicio para caminar por Charleville y llegar a uno de los lugares más importantes de mi viaje, el cementerio. Las calles que recorrí se encontraban desiertas y el sol calentaba de forma agradable, mientras la intensa luz de Francia enmarcaba el recorrido. Un calor extraño se percibía al ingreso del cementerio, un buzón colocado del lado derecho, para que las letras depositadas lleguen a otros planos como mensaje al poeta, me proporcionaba el primer augurio de buenas noticias. Al frente la tumba, que tanto estudié en libros y fotografías se manifestaba orgullosa ante mis ojos en medio de ruinas y huellas de abandono, quizá porque los familiares que esas personas ya no están entre nosotros o porque el olvido es un monstruo que se come todos los corazones. Por fin me encontraba ante el símbolo de mi fe, la sepultura adornada con un monumento de mármol blanco, que la madre de Arthur mandara construir nueve años después de su muerte y donde se encuentran también los restos de su hija Vitalie. Dí mis oraciones y entregué mi ofrenda, la cual colgué en la lápida de Arthur como símbolo de gratitud, un escapulario de Jesús Malverde, santo conocido en México como patrono de los narcos y quien es un acompañante cotidiano en mis días. Hice un frottage de la lápida con la intención de traer una parte del poeta a mi vida y por fin lloré. Había cumplido mi promesa de llegar a esa tierra lejana, para manifestar la gratitud por salvarme con sus letras cuando lo perdí todo. El silencio se apoderaba del cementerio y el ruido de mi mente y mi corazón, deseaba permanecer allí vigilando el sueño del poeta como si fuera mi padre o mi hermano o mi amante. Regresé al viejo molino, aún sobraba tiempo así que caminé unas calles adelante para visitar
la Bibliothèque municipale que fue el antiguo colegio de Rimbaud, se encontraba cerrada, como todo en la villa, sólo la placa colocada en su exterior daba fe de aquel suceso. Esperé en una banca al costado del Río Mosa, en los jardines contiguos hasta que dieron las dos de la tarde. Continué mi peregrinar, por fin estaba en las habitaciones de la Maison des Ailleurs, la cual también fue ocupada por el poeta y su familia. Conservada de la forma más fiel a su antigua historia, los espacios hacían recuento de los viajes, los lugares y las etapas en la vida de Arthur, intervenidos por elementos visuales como mapas, videos, fotografías e instalaciones sonoras de diversos artistas, el recorrido con-
cluía en la habitación destinada a Marsella, con la muerte del poeta, imágenes de peces y un hombre vomitando evocaban el poema El barco ebrio. Mi visita a tierra santa, terminaba. Recorrí por última vez las calles principales de Charleville para llegar a la estación y tomar mi tren. En el trayecto la vida se apoderaba de los espacios públicos, la gente caminaba en grupos amplios y alimentaba filas en una tienda de saldos. A las cuatro de la tarde me alejaba, a gran velocidad, para estar nuevamente en la ciudad de París, ahora los campos ya no eran sólo amarillos, algunos se pintaban de blancos y negros gracias a los centenares de vacas que se alimentaban en esa tarde de mayo.
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Artes Plásticas
Kazuya Sakai en México (1965-1977) Pintura-Diseño-Crítica-Música en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez
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asuya Sakai (1927-2001). Nació en Argentina, hijo de padres japoneses. El suyo es un ejemplo de la experiencia artística desde la multiculturalidad. A la edad de 7 años su familia se trasladó a Japón, país es el que realizó sus estudios. En 1951 vuelve a Argentina y se convierte en un promotor de la cultura japonesa; realizó varias traducciones de obras literarias del japonés al español y del español al japonés. En su reseña biográfica difundida por la Galería Juan Martín, se dice que durante poco más de una década mantuvo una intensa actividad cultural y artística; fue miembro destacado del Movimiento Informalista; una tendencia artística en la que se privilegian los materiales utilizados y en el que se explora el lenguaje abstracto en todas sus manifestaciones; este movimiento, de algún modo está relacionado con el gestual, el tachismo y el espacialista. El Informalismo, tiene como principal diferencia con el Expresionismo Abstracto, que “tiene un sentido más silencioso, intimista, poético y concentrado”.1 Estos adjetivos utilizados bien pueden aplicarse al trabajo de este artista migrante, que tras vivir en Argentina, Japón y Nueva York, se estableció en México de 1965 a 1977, en donde fue profesor del Colegio de México. Posteriormente regresó a Estados Unidos. El pasado 7 de abril, como parte de las actividades programadas en el Festival Cultural Zacatecas 2017, se inauguró en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez, la exposición Kazuya Sakai en México (1965-1977) Pintura-Diseño-Crítica-Música, una muestra retrospectiva de Kasuya Sakai, curada por Daniel Garza Usabiaga, que estuvo hasta el mes pasado en el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de México. Dividida en cuatro núcleos temáticos: De Nueva York a México, Plural, Ondulaciones, y Sakai y el geometrismo mexicano, la exposición permanecerá en exhibición durante algunos meses en el recinto zacatecano del arte abstracto. Jánea Estrada Lazarín
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Ver: Informalismo, en: http://masdearte. com/movimientos/informalismo/.
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Artes Plรกsticas
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Promoción de la lectura
¿Quién enseña la comprensión lectora? [Segunda parte] 6 Por Eduardo Campech
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espués de la incipiente tipología que compartí la semana anterior, podemos ir imaginando cuál es el nivel de comprensión lectora que cada uno de los docentes-mediadores enseñan a sus alumnos. En general, se implementa la siguiente metodología: extraer la idea principal de un párrafo, luego de un apartado, de un capítulo; realizar resúmenes, resolver cuestionarios donde proliferan las preguntas textuales, diseñar cuadros sinópticos, mapas conceptuales, complementar cuadros y tablas. En pocas ocasiones se apuesta por las inferencias, por el análisis, por una lectura crítica, por la voz del lector. De ninguna manera es una satanización hacia las preguntas textuales, sin embargo, circunscribirse a ellas deja fuera todo un universo creador, de vinculación, ecos internos y colectivos. En ese momento la lectura es odiosa, aburrida, un peso más en la mochila. Es claro que a leer se aprende leyendo, como a caminar, caminando, sin embargo en el afán de formar lectores, se echa mano de una serie de estrategias que dejan más dudas que ejemplos a seguir. Antes de ahondar en esta parte, me gustaría invitar a que el lector (sea cual sea su rol frente a un grupo de personas), sea consciente de lo que sucede cuando lee. La denominada metacognición esclarece muchísimo el panorama de la comprensión lectora. Y posibilita el desarrollo de una actitud empática ante quien se resiste a leer. ¿Cómo entiende (lee) el mundo este lector?, ¿aporta algo su conocimiento previo, su umbral ético, su escala de valores, sus creencias religiosas, políticas, sociales? ¡Claro que aportan y mucho!, ellas otorgan significado a las palabras, fortalecen el sentido de las mismas, engrosando los referentes como un círculo virtuoso. Las conversaciones antes, durante y después de la lectura permiten abrir puertas en esas mismas páginas. El universo se expande.
/// Imagen de Pixabay.
Con la anterior metodología se pone al centro de la mesa un menú de concepciones, perspectivas, anhelos, paradigmas. Las imágenes, pensamientos e ideas creadas a partir de la lectura se hacen visibles. Sin necesidad de dar una minuciosa explicación, estamos en presencia de un ejercicio intelectual, que estriba esfuerzo, pero también placer. Ahí es donde puede residir el multi-publicitado placer de la lectura. Esto lo deben entender quienes hacen animación a la lectura, eventos multitudinarios, narración oral, maratones de lectura: ¿cuándo se quedó en el lector de todo lo leído?, ¿cuánto lo hizo suyo?, ¿cuánto volverá a compartir? El riesgo en la animación a la lectura, lo he mencionado antes, es que el juego cobre mayor relevancia que la propia lectura. Estas actividades, muy divertidas por cierto, siguen
dejando el acento en el libro, el lector es sólo un complemento sin voz, ni voto. Entonces surge el fracaso de las actividades: muchos asistentes niños, jóvenes o adultos, pero pocos lectores autónomos, porque no hay quien los oriente, que les exija –hospitalariamente- realizar un esfuerzo mental. ¿Quiere conocer cómo lee, cuál es el nivel de comprensión lectora que domina en usted? Lea la siguiente microficción de Luisa Valenzuela: Confesión esdrújula Penélope nictálope, de noche tejo redes para atrapar un cíclope. ¿De qué cree que trate la historia?, le invito a que deje su respuesta en ecampech@yahoo.com.mx
Polvo, relámpagos y lluvia 6 Por Carlos Flores
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yer, un viento extraño trajo consigo un manto de tierra sobre la ciudad, como cada año antes de la temporada de lluvia. Para los locales es algo de lo más natural. Este meteoro nos es familiar, un signo de la caída de agua que vendrá después; para los ajenos no lo es de la misma manera. Es un fenómeno extraño, casi apocalíptico que anuncia un día extraño en la todavía más extraña bizarra capital de Zacatecas. Desde la casa de mis abuelos este fenómeno tenía una perspectiva impresionante. Aunque este evento tiene esa facultad: hacer que la gente que lo vive quede estupefacta ante lo que sucede, cómo unas nubes que parecen cargadas de agua y un vientecillo de ésos que anuncian la lluvia, en pocos minutos se ciernan sobre la ciudad y en cuestión de segundos cambien la temperatura y dejen caer su torrente de tierra roja; verlo desde una considerable altura resulta ser algo todavía más asombroso. Desde la ventana del estudio se podía observar el cerro de La Bufa. En pasado, porque lo que se puede observar ahora es un edificio más alto de departamentos con sus puertas y ventanas que invitan a meterse en la vida ajena. Podíamos ver también el cauce del Arroyo de la Plata que se extiende hasta la ciudad
/// Paisaje zacatecano, de Juan Carlos Villegas. 2017.
de Guadalupe. Y desde allá, se podía ver cómo estos nubarrones oscuros, con matices grises y de color café se acercaban lentamente, traídos por el aire frío que acompaña las lluvias. Pero esta región engaña al viento, pues en lugar de proveer a las tempranas nubes de lluvia de agua, las nutre con la tierra seca y suelta que abunda alrededor. Y entonces las primeras
lluvias que se ciernen sobre la ciudad, siempre son de ese polvo fino que cubre la piel, los autos y los edificios. Extraño meteoro propio del semidesierto. El espectáculo que viene a continuación es un concierto de relámpagos que se puede apreciar a lo lejos, y que quizá tiene como escenario la Sierra Madre. La espectacular fuerza de la naturaleza crea un fantástico evento donde las principales protagonistas son las oscuras nubes que chocan entre ellas desatando una tormenta eléctrica muda desde la distancia, pero que permite imaginar el estruendoso ritmo de relámpagos que se percibe desde la ventana de la casa de los abuelos. Cuando la lluvia llega a la ciudad el sonido parece atenuarse. Los pájaros interrumpen sus cantos, los grillos dejan de vibrar y su comunicación con el cosmos se detiene por un momento. El agua cae y los callejones que antes eran arroyuelos se abruman de agua. Las calles del centro se disfrazan de del arroyo que antes solían ser y, por fin, sabemos que se acerca el calor, el verano zacatecano que forjó el espíritu chichimeca, con su clima incierto, pero sin dejar de ser nunca duro. Un dios sol implacable que dora la tierra y agota al labrador. Un dios lluvia que a veces no se digna a aparecer, pero que otras veces deja sentir su enorme y húmeda presencia sin tregua.
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Desayuno en Tiffany´s, mon ku Rara, un road movie sentimental en el Festival Cinelatino
Cine
/// María José, Pepa, San Martín (Foto: El Mercurio).
6 Por Carlos Belmonte
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a imagen del afiche da, quizás, vuelo a varias ideas. En él se ven dormidas tranquilamente, sobre una cama, cuatro mujeres, dos adultos al centro y en los costados dos niñas; las cuatro forman una hilera de abrazos con las cabezas de tres de ellas serenamente posadas sobre almohadas; la última de las mujeres, una adolescente por sus rasgos, mira al objetivo con los ojos abiertos y su cabeza apoyada sobre el cuello de su vecina. La imagen podría, efectivamente, dar aire diversas interpretaciones pero su ternura reenvía a la intimidad de una familia recompuesta: sí, se trata de una madre acompañada de sus dos hijas y de su novia. A partir de ahí, se desarrolla la trama del primer largometraje de la directora chilena Pepa San Martín, Rara. La película está inspirada libremente en el caso de la jueza Karen Atala a quien, en el 2003, por ser lesbiana, su marido le quitó la tuición de sus tres hijas. San Martín, nos permitió entrevistarla el día de su partida de Toulouse a donde fue invitada por el festival Cinelatino; comentó que su objetivo no fue retratar el caso de forma biográfica sino que se inspiró en él para crear una reflexión del proceso actual. La atracción por el caso y la idea le vino hace seis años, en ese momento el guion se centraba en el punto de vista de la madre. Sin embargo, junto con la coescritora, Alicia Scherson, se dieron cuenta que les llamaba la atención la mirada de las hijas. Querían ver qué pasa con estas niñas adolescentes con padres en posiciones tan opuestas pero que no por eso son malos o buenos. Por tanto, cambiaron el guion y rodaron en mayo del 2015. Finalmente tuvo su estreno en la 66 Berlinale (2016) y obtuvo el Premio del Jurado de Generación Kplus. La historia es el conflicto por la normalidad de la homoparentalidad a través de los ojos de la adolescente Sara (Julia Lübbert). San Martín ya
no regresa, al menos no es el centro de su interés, al debate de la tolerancia y supera la sordera de los argumentos psicológicos contra la capacidad de las parejas del mismo sexo a criar sus hijos, ambos elementos quedan retrasados porque la cinta arranca ya con el hogar en armonía; la preocupación de la directora chilena se va a la lucha por la potestad de los niños, a la normalidad de la situación y a la sensibilización de las leyes: “Es una gran reflexión sobre los niños de parejas homoparentales que son parte de un proceso de cambio. Son los niños iniciadores de este pro-
ceso de cambio, entonces lograr que a nuestros hijos no los miren extraño, no les pregunten algo o que sean diferentes dentro de la sala de clase. Ellos tienen ese rol, ser los hijos del cambio, quizá hace algunos años eran los hijos de divorciados… Más que una reivindicación lo que pretendemos hacer es hacer reflexionar, y que se reflexione en familia. Es una película familiar, para mayores de siete años en Chile… queremos generar que los niños conversen con sus padres y éstos con sus hijos. Nosotros somos un movimiento nuevo, por eso no hay que bajar
las banderas porque las cosas están recién comenzando”. Para conseguir contar el conflicto únicamente desde la visión de Sara, y en momentos desde su hermana Catalina (Emilia Ossandon), San Martín se sirvió de la profundidad de planos, pasando de los primeros y segundos raccordados por la mirada de las niñas: así, por ejemplo en la cocina, el focus de atención puede encontrarse en lo que está preparando Sara en primer plano y luego difuminarse al segundo para escuchar lo que platican los adultos. Escenas que hacen lujo de los beneficios de la economía del cine. Esta estrategia, perfectamente planeada, quiere mantener un lenguaje naturalista y acentuar el punto de vista desde el cual el espectador está presenciando la historia: desde los sentimientos de la protagonista. San Martín considera que es necesario mantener las etiquetas de cine -cine queer- para hacer visible el cambio y que se considere en las agendas políticas. En todo esto el cine puede contribuir a la sensibilización de las leyes dictadas en las cámaras fríamente pero que en la calle aún no se viven.
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Notas al margen 6 Por José Agustín
Solórzano
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i siguiente encuentro con Enrique también fue indirecto; otra vez B. Había sacado un título de la biblioteca: Las caricaturas me hacen llorar, un compendio de ensayos, crónicas y un par de poemas que, de nuevo, me mostraban la cara irónica de Serna, que mientras se ríe lanza la mordida. El entonces escritor treintañero era sardónico y crítico en aquel conjunto de textos que deambulaban entre sus lecturas y la cultura pop, sus ídolos, sus inquietudes. Entonces me pregunté: ¿quién era ese tal Enrique Serna?, ¿por qué no estaba sonando más en esta discoteca de pretensiones y luces enceguecedoras donde baila la literatura mexicana? La respuesta me llegó casi inmediatamente: Serna era un escritor atípico, porque peleaba desde la literatura contra la literatura estancada en el bostezante culto de la belleza, su mirada cínica y desenfadada era un río que se negaba a detenerse en cualquier pantano de conceptos pre-hechos y discursos sin filo. Enrique Serna afilaba constantemente la daga de sus textos, con ellos hería los prejuicios de una clase de escritores y lectores que se vestían con esos harapos de gala. No pudo no recordarme a Gabriel Zaid, otro escritor mexicano que ha hecho del humor, el sarcasmo y la inteligencia sus armas para enfrentarse al enemigo solemne y somnoliento del canon artístico, que más que despertar busca dormir y más que lectores busca súbditos bostezantes. Serna también hablaría de esto, muchos años más tarde, en el 2013, cuando publica Genealogía de la soberbia intelectual, el más superior de sus ensayos, a mi gusto. La mejor forma de ser serio en estos tiempos es reírnos de todo y de todos; claro, un buen escritor debe tomarse la burla como algo muy serio; el “humor hecho” no nos sirve, sino el “humor vivo”, el “humor ascendente”, ése que, como la libido “es una fuente de placer nacida de un instinto primario, que renueva sus aguas con el motor de la imaginación”.1 En el humor que nace naturalmente, en una charla con los amigos, frente a la barra de una cantina, hay una especie de sabiduría “silvestre” que Serna rescata, al igual que rescata, en este ensayo, toda una serie de tópicos que, por pre-establecidos, pasamos por alto cuando hablamos de literatura. Desde las concepciones clásicas griegas hasta el arte conceptual de nuestros tiempos, el escritor de este retrato de la soberbia nos acerca a una visión paralela de la belleza, el arte, la filosofía y la pedantería de quienes han esgrimido una superioridad intelectual sustentada sólo en libros, que más que escaleras les funcionan como muletas para ocultar su incapacidad. El ensayo es, como su nombre lo dice, un ejercicio de la imaginación. Pocos escritores contemporáneos entienden esta sencilla premisa, la academia nos ha embaucado a todos y, lamentablemente, el ensayo se ha vuelto una acumulación de citas inútiles y una especie de “credenciales, indispensables para el ascenso. Las citas se volvieron puntos acumulables a favor del que cita y del citado”.2 Serna es uno de esos pocos ensayistas que son gimnastas de la imaginación
más que coleccionadores de estampillas. Algo más que debemos agradecerle como lectores: abrir sus libros es participar de un espectáculo donde disfrutamos todos, y no de una misa solemne donde hay que alabar al pequeño demiurgo de “allá arriba”. Mi tercer encuentro con Enrique tiene que ver con el cuento. Ya para entonces había yo superado mis celos de escritor en ciernes. Un buen antídoto contra la soberbia es, tal vez, o al menos a mí me funciona, que nos den una buena paliza. Claro, cada libro de Serna que llegaba a mis manos era una lluvia de golpes en el hocico de escritor que se me iba achaparrando; pero también me recordaba que la literatura es algo más que un acto solitario y que, a pesar de que la lectura y la escritura son acciones íntimas, éstas permiten una comunicación con el otro. Todo libro es un segundo libro y todo autor es un segundo autor. Ahora puedo decir dos cosas claras: yo soy el segundo autor de todos los libros que he leído y también el tercero o el cuarto de los que he escrito, y además estoy seguro que todo gran escritor es también un gran maestro. Enrique Serna no es la excepción. Decía, mi tercer encuentro fue precisamente cuando B trajo a la casa una revista, El cuento, en ella me mostró una carta de parte del consejo de redac-
ción (entre los que estaban Juan Rulfo, Mempo Giardinelli y Agustín Monsreal; el director de la publicación era Edmundo Valadés), iba dirigida al joven Enrique Serna, al que le sorrajaban, al igual que él ahora lo hacía conmigo, un par de trompadas en los dientes (¿será el karma, Enrique?). Transcribo la respuesta del comité de manera íntegra: Enrique Serna R., México, D.F. Una gran amiga de El cuento nos hizo llegar un texto, hace varios años, de Enrique Serna R., cuando él tenía 22 años. Considerando su edad, Serna hacía pensar en que era realmente una promesa, a pesar de que dicho texto no era publicable. Considerábamos que si él insistía y aprovechaba las experiencias que podía darle un taller literario, quizás podía salir de él un excelente escritor, al que aún le falta oficio. El final de aquel texto era pobre, pues se le caía la historia, y hay uno que otro lugar común que, justamente en los jóvenes promisorios, no hay que perdonar.3
Lo anterior me recuerda a la contundente frase de Monterroso: “Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando”. Aunque,
claro, ¿qué escritor de mi generación no quisiera haber sido rechazado por tan indiscutibles dictaminadores? Serna fue una joven promesa que, como pocas veces pasa en este oficio que más que talento requiere de disciplina y terquedad, cumplió cabalmente con sus detractores. La carta queda para el anecdotario, siempre apetecible para los voyeurs morbosos como yo, pero más allá del morbo está la narrativa impúdica que ostenta Enrique Serna en sus cuentos, el género en el que sin duda esta promesa, ya cumplida, quedó menos a deber. El primero volumen de relatos que leí de él fue El orgasmógrafo. Lo compramos en alguna ocasión, claro, por iniciativa de B, pero yo terminé leyéndolo primero. La traición había llegado a la cumbre. El mirón ahora era el primero al mando. Lo acabé prácticamente en un par de días y algunos meses más tarde estaba de nuevo espiando por encima del hombro los cuentos de Amores de segunda mano. Hablar de los cuentos de Enrique Serna no es hablar de volúmenes de relatos, sino más bien de universos únicos y homogéneos con sus propias reglas. Los cuentos de Serna podrían leerse por separado y para nada les harían falta sus semejantes que los acompañan en la publicación. Desde el magistral El alimento del artista, hasta la telenovelesca La palma de oro, pasando entre otros por La última visita, El matadito o el thriller de ciencia ficción El orgasmógrafo, la obra cuentística de Serna nos regala momentos inolvidables y tramas que nos cuestionan y sacuden. ¿Es otra la finalidad de la literatura? Las historias de Serna consiguen que empaticemos con sus personajes, que seamos el personaje e, incluso, que deseemos no serlo cuando ya estamos tras su piel. Tanto y mucho más se puede decir sobre la obra de Enrique; sin embargo, el espacio es poco para hablar de toda su literatura. Lo mejor será leerlo y releerlo. Quedan invitados a ser los nuevos voyeurs, ahora tras mi hombro. Convidados quedan a convertirse también en los segundos autores de los textos que ya he mencionado, y de cualquier otro que llegue a sus ojos hambrientos. Queda decir que a partir de estos encuentros la relación entre Serna, B y yo se ha vuelto más equitativa. A veces yo soy quien espera en el cuarto de invitados, a veces es ella la que aguarda a que termine la lectura. No hemos leído toda la obra del tercero en discordia, pero entre los dos casi terminamos diez libros de este escritor mexicano que empezó siendo un intruso y terminó consiguiendo la llave de la casa de mano propia. Hoy, por cierto, paseando en una librería de viejo, recuperamos el libro que hace tres años vendí. Termino esta reseña con El miedo a los animales de nuevo en mi biblioteca. Nunca es tan casual la vida que cuando quiere no serlo. Como los perros, la vida y la literatura también andan en círculos antes de echarse a descansar. Serna, Enrique (2013), Genealogía de la soberbia intelectual, México, D.F., Taurus, p. 345. 2 Zaid, Gabriel (2009), El secreto de la fama, México, D.F., Lumen, p. 35. 3 Cartas y envíos (1984), El cuento. Revista de la Imaginación, año XIX-tomo XV (núm. 90), p. 229. 1
Notas al margen
Enrique Serna, el tercero en discordia [Segunda parte]
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LA GUALDRA NO. 289 /// 17 de ABRIL DE 2017
Río de palabras
Los que de veras se quieren 6 Por Alberto Huerta
En cosas de amor todo puede acontecer un día cualquiera. Fernando Nieto Cadena Hasta amarte de veras para siempre. Jorge Enrique Adoum Para Almendrita. Para Alfonso porque el cuento se gestó en su taller, después de la impresión de unos grabados.
L
os que de veras se quieren escuchan canción cardenche sin que les importe un soberano comino la opinión de los demás. De los que ejercen como un apostolado el chisme y el güiri güiri… la guáguara… Los que se traen ganas caminan despacio por las aceras de las calles sin ir volteado hacia atrás o hacia los lados. Los que están juntos, pero no revueltos, siempre sueñan bonito y se despiertan
con la sonrisa clavada en los labios y los ojos y la mirada les brilla de manera diferente a los demás. Los que se quieren a madres se meten a las salas de cine a ver películas que no son de muestras cinematográficas con una bolsa de palomitas y un refresco de cola entre las manos. Los que andan quedando bien se toman de la mano y se miran a los ojos y no dicen nada, ni una palabas, un suspiro, nada… No dicen nada. Ni pío. No les hace falta. El detalle de la una y el detalle del otro siempre sin buscarse se encuentran y no se mandan mensajes con el celular. ¡Ya voy llegando…! ¡No te muevas! Sólo se dicen ¡Hola! ¡Quiúbole! Y se echan a andar abrazados. Sin preguntar nada. Los que se quieren un chorro le han perdido el miedo al miedo. Los bien amados juntan sus cuerpos, sus labios, se beben el aliento como si fuera mezcal, apoyan la cabeza en el hombro del otro y se ponen a respirar relajados. Los siempre amartelados cenan flautas de carne de borrego bañadas con salsa verde y crema y queso Cotija espolvoreado y beben tarros de tepache helado. Los que se quieren deveritas comen comida corrida en una fonda: sopa aguada (de pipirín o de fideo), arroz con unas rebanadas de plátano frito, guisado,
/// Omar Lemus. Estudio del séptimo círculo I. Óleo, esmalte, acrílico y chapopote / lona. De la exposición colectiva “Personajes del Siglo XXI”, en exhibición actualmente en la Ciudadela del Arte.
frijoles y de postre gelatina o arroz con leche. Los querendones no se leen poemas amorosos, ni citan a la menor provocación a Lacan, a Marx o a Borges. Ni dicen chido, perrón, güey, no manches, XD… Los que no pueden
Ternura 6 Por Pilar Alba
E
lla camina por la calle dirigiendo a todos lados su mirada con el deseo de encontrarlo. Ya lleva más de un mes así: sale a la calle desde temprano y regresa hasta ya muy entrada la noche sólo para comer algo, descansar un poco y al día siguiente salir una vez más a buscando. Aunque sus ojos aún son fuertes, su corazón la engaña a cada momento: cree verlo en algún café o a la entrada del mercado; su ánimo se fisura una vez más al darse cuenta de que no es él. Algunas veces también va a pasar el día entero a la central camionera, espera verlo dirigirse a comprar un boleto o, por qué no, verlo entrar por la puerta de arribos. En la soledad de su búsqueda recurre a medidas desesperadas ya fue al radio, a la televisión; ha puesto montones de carteles pegados por las calles… Su mirada rastreadora se detiene al ver uno de ellos tirado en el suelo. Con ternura lo recoge. Como toda madre amorosa le limpia el rostro, hace lo posible por borrarle las huellas del maltrato, lo alisa, vuelve a colocarlo en la pared. Finalmente con su mano temblorosa escribe: No se fue, no desapareció: se lo llevaron.
vivir separados se abrazan, aprietan sus cuerpos, aspiran aromas y sudores, se ponen a saborear la saliva del otro… Sí, pocamadre los que se quieren un chingo… los que de veras están enculados… de veras empelotados…
Antesala de la impaciencia 10.13 [Leerse mientras se escucha: Love me do/The Beatles] 6 Por Roberto
Galaviz
N
o tienes que decir que sí no digas nada, mírame y rómpeme, Dejaré junto a tu mesita de noche el manual de ensamblaje; está en coreano, o algo así pero servirá sabrás unir las partes después, actúa rápido, no dudes, sé un láser, una galaxia que explota
un misil tirado al azar en el océano: mírame y rómpeme. Es de noche, afuera las aves duermen ala con ala, descansan el vuelo y así, la entera evolución del mundo reposa nada hay en el universo que no se reponga por completo con la nueva luz del sol, -o en su defectocon una mirada, con tu
mirada no tienes que decir que sí ahora mírame y rómpeme sé una escopeta en manos de cazador inexperto, un fuego plasma, un hilo de sangre , al final de la noche estarás impaciente, la espera es el principio del deseo, la antesala de los besos, la sala de abordaje se queda vacía ya es hora.