La Gualdra 294

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 294 /// 22 DE MAYO DE 2017 /// AÑO 6

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Pedro Coronel. Foto del artista: cortesía del Museo Pedro Coronel.

Soy hijo de músicos, de pintores, de revolucionarios [...] Mi madre tocaba la mandolina, mi padre el clarinete y el violín. Los domingos, después de la misa y de la comida, tocaban, música popular, de provincia... […] En el Callejón de las Casas Coloradas vivía un titiritero. Yo iba a verlo a diario. Quizá él me hizo escultor. [Pedro Coronel, Autobiografía discontinua] El artista zacatecano Pedro Coronel Arroyo falleció el 23 de mayo de 1985 en la Ciudad de México. Actualmente, sus restos descansan en el museo que lleva su nombre. Que sea este 32 aniversario luctuoso un motivo para visitar su museo y para revalorar su contribución a las artes en México. Así lo recordamos en La Gualdra.


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La Gualdra No. 294

Editorial Pedro Coronel Arroyo nació el 25 de marzo de 1923 en Zacatecas y falleció el 23 de mayo de 1985 en la Ciudad de México. Sus restos descansan en el museo que hoy lleva su nombre. De su museo obtuvimos los datos biográficos que ahora compartimos con ustedes; los invitamos a que lo visiten en este su 32 aniversario luctuoso. 1939. Se traslada a la Ciudad de México. 1940. Estudia en la Escuela Nacional de Pintura y Escultura La Esmeralda, en la que posteriormente sería maestro. 1946. Viaja por primera vez a Europa. Reside en París, Francia, donde conoce a Octavio Paz y frecuenta los talleres de Víctor Brauner y del escultor Constantin Brancusi. 1952. Expone por primera vez en una exposición colectiva en la Galería de Arte Contemporáneo en México, D.F. 1954. Exhibe individualmente por primera vez en la Galería Proteo en México, D.F.; presentación de Juan Rulfo y Octavio Paz. 1955. Realiza un mural en mosaico para el Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social, en Tacubaya, México, D.F. 1959. Exhibe con el título Los Habitantes, en el Salón de la Plástica Mexicana, México, D.F. Su cuadro La Lucha obtiene el Primer Premio en el Salón Nacional de Pintura, organizada por el INBA. Participa en la Première Biennale de París. Manifestation Biennale et Internationale des Jeunes Artistes en el Musèe d´Art Moderne de la Ville de París. 1960. Exhibe en el Museo Nacional de Arte Moderno en el Palacio de Bellas Artes en México, D.F.; presentación de Justino Fernández. Obtiene el Premio de Pintura José Clemente Orozco y la Mención Honorífica Especial en Escultura en la Segunda Bienal Internacional de Pintura, Escultura y Grabado organizada por el INBA en el Palacio de Bellas Artes. Participa en la exposición Mexican Art from Pre-Columbian Times to the Present Day, expuesta en Vancouver Art Gallery; en la Nationak Gallery of Canada, Ottawa; y en el Museum of Fine Arts, Canadá. 1961. Exhibe en la Galería Le Point Cardinal, París; presentación de Octavio Paz. Participa en la Sexta Bienal de Sao Pablo, Brasil. Participa en la Segunda Bienal de Jóvenes Pintores, París. 1962. Exhibe en el Salón de la Plástica Mexicana. Participa en la exposición de Arte Latinoamericano en el Musèe d´Art Moderne, París. Exhibe en Japón, en la Galería Mitzukoshi Departament Store, Nihonbashi, Tokio; y en la Galería Fujikama-Garo, Osaka. 1964. Exhibe pintura y escultura en la Galería de Arte Mexicano; presentación de Juan Rulfo. Participa en Contemporary Mexican Artists, en el Phoenix Art Museum, Arizona. 1965. Participa en la Evaluación de la Pintura Latinoamericana de los Años 60, en el Museo de Bellas Artes de la ciudad de Caracas y en el Ateneo de Caracas, Venezuela. Participa en The Emergent Decade en el Guggenheim Museum de Nueva York, en el Cornell University Museum y en otros museos en Estados Unidos. Exhibe en la Gallery of Modern Art, Scottsdale, Arizona. Conmemora sus 25 años como artista con una exhibición en la Galería de Arte Mexicano en México, D.F. 1966. Recibe el Premio Salón de la Plástica Mexicana. Exhibe

en la Galería de la Casa del Lago en México, D.F; presentación de Juan García Ponce. 1967. Exhibe en las Kiko Galleries de Houston, Texas. Viaja a Canadá y a París, donde reside hasta mediados de 1968. Participa en el Centro Anni di Pittura Messicana (1867-1967), en el Istituto Latino Americano, Roma. 1968. Exhibe en la Galería de Arte Mexicano. 1969. Participa en Visión 12, Istituto Latino Americano, Roma. 1970. Regresa a México. Exhibe Año Uno Luna, en el Museo de Arte Moderno de México, D.F. 1971. Exhibe pinturas, acuarelas y dibujos en la Galería de Arte Mexicano. Participa en la Décimo Primera Bienal de Middleheim de Escultura, en Amberes, Bélgica. Aparece el libro Pedro Coronel, Pintor y Escultor, de Justino Fernández. 1972. Exhibe con el título Lunar Poetics, en el Marian Koogler Macnay Art Institute, en San Antonio, Texas. 1973. Exhibe en la Casa de la Alianza Francesa en México, D.F. 1974. Exhibe en la Galería de la Casa del Lago, en México, D. F.; presentación de Luis Cardoza y Aragón. Realiza un mural en el nuevo edificio de la OIT, en Ginebra, Suiza. Participa en el Contemporary Mexican Art, muestra exhibida en el Museo de Arte Moderno de Tokio y en el Museo de Arte Moderno de Kioto, en Japón. 1975. Exhibe una retrospectiva como homenaje póstumo al crítico mexicano Justino Fernández, en el Palacio de Bellas Arte, en México, D.F. Realiza un mural en el Centro Antonio Gálvez Aiza, en México, D.F. 1976. Realiza la escenografía y el vestuario de la obra teatral La Tempestad, de William Shakespeare, dirigida por Juan Ibáñez; por lo que recibe el Premio Armando Valdez Peza, de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, por Mejor Vestuario. 1977. A partir de esta fecha, pasa cada año algunos meses en su atelier de París. Participa en la Exhibition of Mexican Art, en Cannigan House, Londres. 1978. Realiza el mural Don Quijote Cósmico, para el Museo Iconográfico de Don Quijote, en Guanajuato. Realiza el mural Murmullos de Jade, para Seguros América, en México, D.F. El Estado de Zacatecas lo nombra Hijo Predilecto y la UAZ lo declara Alumno Distinguido. Participa en la Primera Bienal Latinoamericana de Sao Pablo, Brasil. Exhibe en la Jolla Gallery de Mex-Art International, en Los Ángeles, California. 1979. Exhibe en la Juarez Gallery de Mexican-Art International, Los Ángeles, California. 1980. Participa en la exposición de Carlos Orozco Romero y sus discípulos, en el Museo de Monterrey. Exhibe con el título Cuarenta Óleos, de 1940 a 1980, en la Galería Comermex, México, D.F. 1981. Exhibe obra y su colección de Arte Universal, bajo el título El Universo de Pedro Coronel, en el museo del Palacio de Bellas Artes en México, D.F. Exhibe en la Galería Misrachi. Exhibe El Universo de Pedro Coronel en el Museo de Monterrey. Participa en la exposición Rostro Antiguo y Contemporáneo de México, en el Petit Palais, París. 1982. Participa en la exposición Catorce Artistas Mexicanos, con litografías realizadas en el taller de Clot Bramsen y George, en el Centro Cultural Mexicano de París. Realizó la escenografía y el vestuario de la obra teatral Moctezuma, de Homero Aridjis, dirigida por Juan Ibáñez y estrenada en el Décimo Festival Internacional Cervantino. Exhibe en la Galería Eduardo Ha-

Directorio

ggerman, México, D.F. Participa en la Contemporary Painters of Mexico, en la Galería de la Security Pacific National Bank, en Los Ángeles, California. 1983. Realiza la escenografía del espectáculo musical Son, de Pérez Prado, dirigida por Juan Ibáñez. El Presidente de la República inaugura la exhibición El Universo de Pedro Coronel en el ex Colegio de la Purísima Concepción, actual Museo Pedro Coronel, en Zacatecas, el 8 de mayo.

1984. Realiza el plafón monumental en vitral para el nuevo Palacio del Congreso del Estado de Zacatecas. Obtiene el Premio Nacional de Artes Plásticas 1984. 1985. Exhibe en la Galería de Arte Ana Luna, en México, D.F. Que disfrute su lectura. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Contenido La práctica, la experiencia y la pasión, hacen al Maestro Por José Luis Guerrero Álvarez

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Mi número siete Por Margarita Castro Romero

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El pescador y el sueño de la abundancia, en movimiento Por Abraham Nahón

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¿Y si leer lo que nos dicen debemos leer fuera un mecanismo de control social? Por Eduardo Campech Miranda Voces de autoridad por microondas Por Carlos Flores

Desayuno en Tiffany’s, mon ku Las mujeres en Cannes Por Evelyne Coutel

La poesía como insecto o ¿qué cosas son los poemas de José Agustín Solórzano? [Primera parte] Por Gerardo Farías

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Por la mañana Por Alberto Huerta Paz Por Pilar Alba

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

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Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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La práctica, la experiencia y la pasión, hacen al Maestro Educación

6 Por José Luis Guerrero Álvarez

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l trabajo docente es una maravillosa experiencia, permite compartir, permite dar. Lo más grandioso es observar los rostros de los niños asombrados por lo que están aprendiendo, observando y escuchando al maestro cuando con pasión imparte su clase, sus expresiones son lo más significativo para sentir la interacción entre este binomio educativo, los estudiantes observan cada gesticulación del docente, su exposición, imaginan cada pasaje como si fuera una película que proyectan en su pensamiento, que procesan en su intelecto y que disfrutan el proceso. Con jóvenes y adultos las dinámicas son parecidas, el ingrediente principal de un buen docente es su acervo, su técnica y su pasión. El maestro de vocación es capaz de transformar una vida y de transformarla para bien, su materia prima son seres humanos, es un guía, debe de ser un ejemplo a seguir. Durante tiempos difíciles para la educación en nuestro país, muchos maestros dieron su vida por lograr educar a sus niños, sólo por no compartir su ideología con la establecida por el gobierno y la iglesia, fueron acusados de comunistas y fusilados o torturados cruelmente y para ejemplo de nuestro Zacatecas tenemos el caso de la maestra María R. Murillo, quien en 1935 fue ejecutada por considerarla opositora a las posturas religiosas del momento, lo cual la llevó a sufrir una de las más cobardes ejecuciones de que se tenga memoria en la historia de la educación en México. Fueron asesinados en esa época más de 200 maestros cuya falta era impartir educación socialista y ello significaba despertar pensamientos críticos que incomodaban a las élites oficiales y religiosas. ¿Cuántos maestros han muerto en estos tiempos por causas similares?, no estar de acuerdo con los procedimientos por demás injustos y de persecución por parte del Estado, ha sido el pecado. ¿Cuántos de ellos eran maestros capaces, apasionados, entregados a sus ideales y a su labor de enseñanza?, ¿quién puso sobre la mesa la estupidez de que la situación educativa del país estaba desmoronándose por culpa de los maestros? Para mejorar nuestro sistema educativo, el Estado debe comenzar por erradicar la corrupción en las altas esferas, el influyentismo y los conflictos de interés; de nadie es extraño que debe de llover de arriba hacia abajo y no al contrario, entonces, ¿por qué no permea el agua hasta donde más se requiere, por qué se queda hasta media pirámide? Efectivamente, no podemos deslindarnos de todo los maestros, puesto que en nuestras manos están los estudiantes, pero nos debemos a una cúpula organizativa que lleva toda la responsabilidad, aunque muchos docentes hacemos caso omiso a las exigencias de la SEP, nos vemos presionados por las autoridades correspondientes (directivos, supervisores, jefes de región y otros agregados). La investigación y la lectura es uno de los principales huecos que

/// Libros de texto durante la Cristiada. Foto del blog Unión del Barrio

/// Placa a la profesora María R. Murrillo. Foto del blog Unión del Barrio

urge llenar; no puede ser que en las escuelas normales no aparezcan alternos, talleres de investigación y círculos de lectura en donde fluyan los ensayos literarios como una actividad natural; si lo que se busca es el alto nivel educativo, los elementos de los que se carece, son justamente los antes mencionados, sumados a una dosis importante de cultura general y arte. Quienes han logrado mejor preparación la han adquirido a través de especialidades, maestrías y doctorados. Las escuelas normales requieren de una reestructuración de fondo, muchos años han estado sin cambios significativos, partiendo

desde la época Vasconcelista. El nuevo modelo educativo incorpora actividades de lectura y cultura en las normales, para luego trasladarlas a educación primaria, en donde no se sabe nada de educación artística desde hace décadas; a pesar de llevar libro de texto, falta quién los sepa aprovechar. Se plantea un periodo de capacitación en artes visuales, danza, música y teatro, así como actividades relacionadas con la lectura, dotando de libros las bibliotecas existentes, acción que no es nueva, pero no ha sido efectiva; se conectará a los docentes y a alumnos a cursos en línea para complementar la capacitación, cuando esto tome curso, se

acabó el sexenio. La cereza en el pastel es la creación de una orquesta sinfónica compuesta por adolescentes y un coro nacional de educación básica. Algo hay seguro: existen miles de maestros que sin apoyos, sin capacitación, con exigencia institucional, han demostrado ser de aquéllos que inspiran, que construyen, que se apasionan y causan asombro en los alumnos, seguramente si estás leyendo este texto, tuviste un maestro con éstas características. ¡Felicidades a los maestros que ejercen con pasión su trabajo! profrjoseluis@prodigy.net.mx


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Mi número siete

Río de Palabras

6 Por Margarita Castro Romero

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abrían de pasar muchos años para que alcanzara a comprender aquella tarde. A medida que los recuerdos se alejan, se van con ellos las dudas que nunca pude responder. Entonces tenía ocho años, estaba sentada en la mesa de la terraza de mi casa, medía con los dedos el grosor de mi muñeca y pensaba si podrían ser ciertos los comentarios de la gente en cuanto a que pudiera yo quebrarme. Yo creía que no, se lo dije a Tina, que las personas no andaban por la calle rompiéndose tan solo por ser delgadas. —Pero tú estás en tus huesos, niña — aclaró Tina al tiempo que ponía sobre la mesa, justo frente a mi rostro, un batido de leche con chocolate cargado con miles de vitaminas y minerales. Era una tarde clara, el aire no cargaba pizca de polvo. Recuerdo el olor del pasto recién cortado, los helechos rebosantes en los maceteros y, a lo lejos, las palmas de cocoyol verdeando. Tomé un enorme sorbo del licuado para complacer a Tina. Ella se dio por satisfecha y regresó a la cocina. ¡Qué bueno!, ¡ya no la tendría junto a mí, vigilando! Alcancé a escuchar su voz aunque ya se había alejado de mi vista: ¡Dijo tu madre que no se te ocurra quitarte los

calcetines! Pero ya me los había quitado, pisaba las baldosas de piedra fría, deliciosa. La humedad entraba por las plantas de los pies. Luego empecé con la rutina de gimnasia tratando de imitar a las atletas de la televisión. Minutos después, oí el grito de mi hermana Dolores dentro de la casa: ¡Vera Chablaska en la televisión! Entré corriendo y me senté en el piso con las piernas cruzadas frente a una Phillips en blanco y negro con antena de conejo. ¡Cómo me emocionaba ver la gimnasia! La Chablaska era una verdadera campeona. Me concentré en mirarla en la barra de equilibrio, tanto que no percibí la llegada de mi padre. Me sorprendió descubrirlo apoyado en el marco de la puerta. No era su costumbre venir a casa a esa hora, viajaba mucho y solía llegar cuando mis hermanos y yo ya estábamos dormidos. —Ponte rápido los zapatos, tenemos algo que hacer —dijo. ¿Sólo iríamos él y yo? De pronto sentí que aumentaba de tamaño. Sé que es difícil de entender, pero cuando se vive en una familia de siete hermanos una puede llegar a creerse casi invisible. Durante el trayecto no mencionó a dónde nos dirigíamos, tampoco yo pregunté. En nuestras conversaciones él hablaba, yo escuchaba. Me gustaba así. Era difícil sacarme una oración com-

pleta, no es que no quisiera, más bien no sabía qué decir. Me contó de las brechas que estaban abriendo en la selva para la construcción de una carretera cerca del Caribe, donde no había sino playas largas y solitarias, kilómetros de agua transparente. En los próximos meses se levantaría el primer hotel, dijo, dentro de muchos años estaría lleno de hoteles, restaurantes, tiendas y turistas de todas partes del mundo. ¿Hasta chinos?, pregunté. Dijo que sí. Me costó trabajo hacerme la imagen mental del futuro que él describía. Para mí, Cancún era una isla delgada que conocíamos pocos, el mar azul, la arena tan blanca que te obligaba a entrecerrar los ojos. Sin edificios, luz eléctrica, gente. Nada. Trata de visualizarlo, agregó. Oscureció en un instante, los grandes árboles de la calle se llenaron de pájaros que revoloteaban para acomodarse a dormir. Al tomar la calle 58 me di cuenta que nos dirigíamos al centro. Estacionamos el automóvil frente a un edificio que en la fachada tenía losetas de baño. El interior olía a moho y aromatizante de pino. El letrero de la puerta frente a la que nos detuvimos decía: “Leonardo Vargas, Pediatra”. Ni siquiera cuando estuvimos sentados en la sala de espera mi padre dio razón de lo que hacíamos ahí. Quizá me inyectarían. Una señorita con zapa-

tos de enfermera nos había dicho que tomáramos asiento. Llamó mi atención una niña inmóvil en los brazos de su madre. Parecía muerta, pero al cabo de observarla descubrí que respiraba. Su madre le había cubierto la cabeza con una gorrita tejida. Mi padre me presentó con el doctor cuando entramos al consultorio. Esta es Valentina, mi número siete. El doctor sonrió, me echó una ojeada y se detuvo en mis ojos. Por lo que alcancé a entender se conocían desde jóvenes. Mi padre entonces dijo que el tema que nos acontecía no era sencillo y que esperaba no abrir una caja de Pandora. Yo no sabía qué era una caja de Pandora, así que escuchaba con atención sin intervenir, porque no se le debía interrumpir a los adultos. Contó que la otra noche manejó en solitario por la carretera rumbo a Quintana Roo, que le gustaban las carreteras y por eso las construía. Pensaba mucho durante el recorrido. Mi padre era así, decía más cosas de las necesarias. Eso es hacer preámbulos. Al fin, soltó que mi madre no me permitía llevar una vida como la de otros niños, exageraba los cuidados, y que un día hasta me desmayé de calor porque prohibió que me quitara el suéter. Para colmo, yo tosía algunas noches. Los consejos de otros médicos, hasta de los graduados en el extranjero, se reducían a complementos alimenti-


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Río de Palabras

cios que no hacían ninguna diferencia. Mi padre siguió hablando de ese tipo de cosas que yo conocía de memoria. Ya había tratado de comunicarle a mi madre que, aunque ella lo creyera, no iba a morir de una pulmonía. No podía explicar cómo, pero lo sabía, de la misma manera que supe que la señora de la sala de espera le tejió el gorrito a su hija porque la quería. Oí a mi padre hablar de su agenda apretada sobre obras de construcción y rondas de trova, además de sus siete hijos y grupos de dominó. Mientras él hablaba, aproveché mirar las vitrinas para encontrar dónde escondían las jeringas. Enseguida, bajando el tono de voz, dijo que estaba en una encrucijada, y me miró. Necesitaba la opinión de un médico con buen ojo clínico. Yo llevaba dos años pidiendo clases de baile, pero mi madre ni siquiera podía oír hablar del tema. Estaba yo demasiado flaca, primero tendría que subir de peso. Pero él veía venir que mi madre nunca me permitiría hacer nada por temor a que se repitiera conmigo la historia de su hermana, tan bonita esa pobre que murió de repente. Si él se equivocaba y yo caía enferma una vez más, mi madre no lo iba a soportar y no me permitiría salir más a jugar. Podría ser contraproducente. Contraproducente era una de sus palabras preferidas, a cada rato la decía. Después regresó a hablar de carreteras, cuando la otra noche mientras manejaba voló su imaginación hacía la Riviera Maya, vislumbró grandes hoteles, campos de golf, marinas, barcos, aeropuertos, centros nocturnos, turistas, mesas repletas de mariscos y cócteles. Y luego, sin más, me vio a mí bailando.

Quedé sorprendida. Era la primera vez que alguien no me miraba como un cristal que pudiera romperse en mil pedazos. Olvidé la búsqueda de las agujas, mi vida estaba en manos de aquel médico al que mi padre no había dejado hablar. —Vamos a empezar por el principio —dijo el doctor y señaló la mesa de auscultación. Me subí rápido en un banquillo y trepé como pude a la mesa para que el doctor viera que podía sin ayuda. —Ya veo —dijo el doctor con ojos muy abiertos. Escuchó mis pulmones, midió mis reflejos, observó las pupilas y me hizo abrir la boca hasta que me provoqué. A continuación, lo peor: subí a la báscula, y no se movió. Cuando el doctor se disponía a disminuir el peso de los plomitos, vi asomar la punta del zapato de mi padre y pisar la báscula en una esquina. La agujita se fue para arriba. El doctor se acomodó las gafas y la miró desconcertado unos segundos…, exhaló una buena cantidad de aire y levantó una ceja. —No has cambiado Manolo —dijo. Y pateó la punta del zapato de mi padre. No me gustó la expresión del doctor al comprobar mi verdadero peso. ¡Tenía que hacer algo, proyectarme en el futuro! Entonces me puse de puntas. Para cuando el doctor colocó la barra sobre mi cabeza para medir la estatura, ya había crecido unos cuantos centímetros. Regresamos al escritorio. El doctor se me quedó viendo con profundidad. Se acariciaba la barbilla con las yemas de los dedos. Su mirada traspasaba mi cuerpo y parecía ver imágenes proyectadas en su mente. ¿Estaría tanteándome

de alguna otra manera? No emitía palabra, su expresión tampoco comunicaba mucho. Si este Leonardo no se da cuenta que estoy bien sana y aprueba mis clases, puede mi madre dejarme encerrada por los siglos de los siglos. ¡Qué nervios! Me entreví en una silla viendo a otros niños jugar con un millón de suéteres y calcetines. Sentí que me empujaban dolorosamente el pecho y me sacaban el aire. El doctor observaba ahora sus manos como pensando lo que iba a decir. Lo noté indeciso. Empecé a jalarme los dedos. —No concluyas nada todavía, Leonardo —intervino mi padre—, se me acaba de venir una idea —y sonrió complacido de su propia ocurrencia—. Ya sé que este lugar es un consultorio, sin embargo, para que tengas una idea precisa de lo que hablo, para que tengas el cuadro clínico completo… necesitas ver bailar a Valentina. Pensé que era la mejor idea del mundo, como si fuese lo más obvio bailar en un consultorio. El doctor me miró sorprendido, yo estaba en la punta de mi asiento lista para brincar. —¿Quieres bailar? Era una oportunidad única. Aquél iba a ser el baile más importante de mi vida. Pude notar la respiración agitada y el corazón saltando. Me levanté del asiento, estiré el cuello e hice un saludo de bailarina. Mientras mi padre movía los muebles para hacer espacio y convocaba a un auditorio que resultó ser la enfermera y la señora con la niña de la gorrita en brazos, yo planeé mi presentación: un poco de gimnasia, de ballet y de rock and roll,

tal como lo había visto en la tele. Mi padre lamentó no haber llevado su guitarra, si bien me acompañó tarareando melodías y golpeando a ritmo la madera del escritorio con las palmas de las manos. Me dejé ir y me sentí Vera Chablaska. En ese instante sucedió algo inesperado: la niña de la gorrita abrió los ojos. Me emocioné de verdad, empecé a girar y saltar para ella. Mis músculos se calentaban, el cuerpo quería seguir. Me puse de puntas y ondulé los brazos para convertirme en un cisne, seguí con balancés fluidos como olas del mar. Me apareció una falta de Adelita con la que formé curvas de todos los colores, zapateé con fuerza y agité mi rebozo. De repente me tiré al piso, rodeé por todos lados hasta que me transformé en gato. Salté electrizada para ponerme sobre pies y rocanrolear con una guitarra eléctrica. Así, hasta que escuché que mi padre alargaba los tonos y disminuía la voz. Saludé como una gimnasta a mis cinco espectadores. Todos aplaudieron. La mamá de la niña me sonrió como si nos conociéramos. Regresamos todo a su lugar y mi público se retiró a la sala de espera. Hubo momentos de silencio en el que entró el oxígeno. El tiempo fluyó más ligero como si se hubiera desprendido de un peso. Antes de que el doctor hablara, ya sabía qué iba a decir. —Sí —dijo—. Ejercicio tres veces a la semana para empezar, inyecciones de extracto de hígado de bacalao crudo y mucho pescado. Seis años después, me presentaría como solista en un escenario. Esa noche, al salir del consultorio sentí un fuerte apretón en el estómago: tenía hambre.


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Escultura

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El pescador y el sueño de la abundancia, en movimiento 6 Por Abraham Nahón1

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n sus obras, el artista oaxaqueño Alberto Aragón Reyes reivindica el esfuerzo creativo y humano que transforma materiales, emociones y sedimentos. El oficio escultórico forma parte de sus proyectos monumentales y de una amplia propuesta estética —en la plástica, gráfica e instalación— que se rebela a la inercia de lo local, situando

al centro de su creación la osadía y el atrevimiento. Su libro ABISAL, que coordiné y que trabajamos de manera colectiva, reúne sus últimos 15 años de trabajo artístico. En esta exposición en El Cubo Abierto, del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, la profundidad espacial abre un horizonte temporal que puede remitirnos a un imaginario origen. A un pasado mítico integrado desde la narrativa oral a una Historia

de Oaxaca, escrita en 1881 por José Antonio Gay, en donde se cuenta que algunos de sus pueblos estuvieron habitados por gigantes. Quienes, por su “incontinencia y pecados contra naturaleza les atrajo aquel fulminante castigo del cielo” que finalmente los destruyó entre terremotos y hambrunas. Estos “gigantes o seres fabulosos”, que se asoman brevemente en el umbral de la Historia de Oaxaca, de manera subterránea transitan de la

oralidad a un arte que celebra la fecunda imaginación que nos precede y habita. Así el artista, conecta en una obra espacialidades y temporalidades, al apropiarse y erigir con otros maestros del oficio,2 una versión de esos mitos o símbolos que emergen desde las profundidades del imaginario colectivo. Imaginar el asombro de los pobladores frente al hallazgo de enormes huesos en la entidad, nos vincula


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Escultura

también con la elemental pregunta surgida de manera inmediata al ingresar a la “cavidad” de este recinto: ¿Cómo llegó aquí esta colosal escultura? Nos pueden estremecer las posibles respuestas prácticas, anecdóticas o estéticas que ya forman parte de su desmesura. De una pieza de más de cinco metros de altura —con aproximadamente tres toneladas de peso, construida de metal y resina— que en su desplazamiento de la población de Ánimas Trujano al centro histórico de la ciudad de Oaxaca, ha provocado extrañeza, curiosidad o admiración entre los fortuitos espectadores. Evidenciando que este gigante, aparentemente detenido en la certera alegoría de El Pescador, atraviesa algunos siglos para seguir en movimiento entre nosotros. Su diálogo con los espectadores,

con los mitos originarios y con la serie pictórica que Alberto Aragón ha denominado como “El sueño de la abundancia”, nos ofrece también la posibilidad de experimentar esa tensión que surge entre lo monumental y pródigo frente a la escasez (de espacio) y las carencias de nuestro medio. Encarnando El Pescador ese sueño de la abundancia que evoca el trabajo colectivo, la resignificación de los sentidos de la historia o la fuerza reveladora del pez que emerge desde lo abisal del subconsciente. Pero sobre todo, es el deseo —del sueño de la abundancia— lo que le otorga a la obra escultórica desde el imaginario, el mito o la reinvención creativa, su permanente movimiento. Y es la potencia de ese deseo no detenido sino “suspendido”, el que la pieza nos ofrece para completar.

Alberto Aragón Reyes (Oaxaca, 1980) realizó estudios en la Escuela de Bellas Artes de la UABJO. Más tarde elige conocer y explorar las artes plásticas trazando un camino propio. A fin de ampliar sus horizontes culturales y estéticos, viaja a Dinamarca donde es acogido en el taller de Jens Galshiot, quien ve en la obra de Alberto Aragón la expresividad y el carácter de un artista auténtico. La obra del artista adquiere el constante equilibrio entre composición, trazo inmediato, accidente, forma y símbolo. Su obra pictórica forma parte de importantes colecciones, como son: Galería Galshiot, colección

Figueroa Hernández, colección NIVADA, colección Hemmelige Galleri y colección Kunstgalleriet. Su escultura “El pescador”, se exhibió en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca durante el pasado mes de abril.

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Investigador sobre arte y fotografía en el

Instituto de Investigaciones en Humanidades de la UABJO (IIH-UABJO). 2

Para la construcción y desplazamiento de

la pieza fue muy importante la colaboración de los maestros herreros: Hugo Hernández, Marco Antonio Palma Silva y José Hernández Flores; así como del equipo de trabajo: Pedro Tapia Martínez, Isaías Muñoz, Gabriel Mesinas, Julio Aragón, Kevin Aragón, Sergio Aragón, Orlando Ávila, Nicolás Gómez, Fernando Bustos Mesa, Fernando Pérez y Ana Aragón.


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¿Y si leer lo que nos dicen debemos leer fuera un mecanismo de control social?

Promoción de la Lectura

6 Por Eduardo Campech Miranda

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ace algunos meses Alan Aguilar Murrieta, maestro, amigo y compañero, realizaba una aguda crítica hacia la oferta bibliográfica dada por los grandes almacenes mercantiles. Alan observaba que la diversidad brillaba por su ausencia. Como una radiografía de la sociedad, las editoriales independientes, los textos contestatarios, en resumen: las minorías no aparecen. Quizá podamos explicar lo anterior en función de las exigencias del mercado. De ahí que después de Cincuenta sombras de Grey aparecieran muchos títulos de seducción y sexualidad, llegando –incluso- a la parodia: Cincuenta sombras de Gregorio. Para Didier Álvarez Zapata, bibliotecario profesional colombiano, “la lectura –se percibe- como una práctica vinculada con la promoción de la esfera pública, en tanto que «construye» sujetos ilustrados frente al mundo y su propia realidad personal, individuos capaces de establecer vínculos racionales con el mundo”.1 En efecto, quien lee se concibe como un ser ilustrado.

Sin embargo, dicha concepción tiene un marcado sesgo occidental, más puntualmente eurocentrista. Dejando fuera el resto del mundo. Los moldes, estereotipos, marcos éticos, el mismo canon vienen marcados con una visión que –mayoritariamente- responde a los mercados. Quien no lee los últimos títulos está out, y el vértigo social exige estar in. Bajo la consigna enarbolada por Daniel Pennac (“derecho a leer cualquier cosa”) la industria editorial, las capas de poder, dictan los senderos que deben seguir los lectores: así el amor

es como se representa en los best seller que lo fueron gracias a la versión cinematográfica; los vampiros hacen acto de presencia hasta por triple ocasión, pero Drácula sigue dormido en su ataúd. Si bien es más sencillo acercar a la población (así lo marcan las estadísticas) hacia los libros con textos como los de Carlos Cuauhtémoc Sánchez (he escuchado el testimonio de más de un estudiante de Letras que con dicho autor se inició en la lectura), también es cierto que la apuesta fácil por la imaginación impide que gran parte de

Voces de autoridad por microondas 6 Por Carlos Flores

Oralidad

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ric A. Havelock refiere en La musa aprende a escribir1 a las voces de autoridad, relacionadas con el mito de una manera amplia. Quien poseía una voz de autoridad era un líder potencial, pues tenía el conocimiento y la forma de persuadir a sus semejantes. El poder que obtenía se fundamentaba en la colectividad y las palabras que pronunciaba estaban relacionadas con los intereses del pueblo, quien gustaba de escuchar los mitos que dieran sentido a su existencia o explicaran el mundo en que vivían. La oralidad era un arte. No cualquiera podría ganarse la confianza de la gente. El mito tenía que tener sentido, por lo que el orador basaba sus teorías de existencia en los aspectos más primitivos de la cultura que representaba: Los términos elegidos eran sobre todo de índole física —cuerpo, espacio, movimiento, cambio, cualidad, cantidad y conceptos similares—, elementales y bastantes sencillos (desde nuestro punto de vista).2 Para Graves, los mitos se aplicaban a las necesidades de los pueblos. Por ello,

los pueblos de América Central tenían mitos para la creación del maíz, esencial en estas culturas; mientras que los normandos daba suma importancia al mito de Thor, quien al batallar con los terribles titanes creaba el trueno y la lluvia, esencial para su agricultura y, por ello, para su supervivencia. La oralidad no era un don que cualquiera pudiera poseer, sino un poder que bien podría marcar rasgos socia-

les de distinción. El sacerdote era el poseedor de esas historias que daban sentido a la vida comunitaria. De la habilidad en la construcción de un mito, dependía el alcance de esa voz de autoridad. En el mito se encerraba la sabiduría del pueblo, lo que podría mantener con vida a esa cultura. Bajo el mito se acogían los miembros de esa cultura, que regía bajo los preceptos que ahí se establecían.

esos lectores den un salto de calidad en los contenidos y lectura. Lo anterior propicia una tendencia a la descalificación. Es decir, siguiendo las palabras de Álvarez Zapata, habría ilustrados de primera, de segunda y hasta de tercera clase. Si trasladamos esta última idea con otra del mismo colombiano: “en el proyecto moderno resalta una fe, casi sin discusión, en el poder de la lectura como práctica de elucidación, de aclaración, de ilustración del individuo, para formarse como ciudadano” también estaremos frente a ciudadanos categorizados. Aquí entra la pregunta inicial: ¿Y si leer lo que nos dicen debemos leer fuera un mecanismo de control social? Mecanismo que reproduce paradigmas, ideologías, posturas políticas y sociales. Pensemos cuántos establecimientos de distribución de libros tiene Zacatecas, cuántos el país, dónde se concentran, donde no aparecen. El mercado responde a la lógica capitalista finalmente. 1

Álvarez Zapata, Didier, Una mirada a los estu-

dios de comportamiento lector en las bibliotecas públicas en América Latina, México, DGP/CONACULTA, 2002, pp. 9-40.

Por ello el mito ocultaba a la vez que rebela, pues tiene la posibilidad de ser interpretado de muchas formas, según lo que se requiera. La clave para su interpretación estaba depositada en aquél que lo poseía: la voz de autoridad. Actualmente estas voces de autoridad se han perdido. No hace mucho, según Havelock, quien menciona que Hitler como una gran voz de autoridad, expandida por la radio, moviendo masas, dando sentido al pueblo alemán y aterrorizando al resto del mundo. Sin embargo, hoy en día, tenemos un desprestigiado Estado, una iglesia fracturada con una serie de elementos desprestigiadotes en su entorno, así como una individualidad colectiva que no sabe a quién escuchar. De manera inconsciente reconocemos es voz de autoridad en los medios de comunicación. Pero los medios de comunicación no pretenden adoctrinar -o al menos eso parece -, sino que tienen intereses puestos en la venta de una infinidad de productos, y al mismo tiempo, presentan una serie de elementos moralizantes, manipuladores y una serie de incoherencias con la realidad humana, que crean una gran disonancia con esas voces de autoridad del pasado. Tal vez por ello, apostamos al individualismo, donde la única voz que estamos dispuestos a escuchar sea la nuestra. 1

HAVELOCK, Eric A., La musa aprende a escribir, Ed. Paidós, España, 1996, 189 p. 2

Idem, p. 21.


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Cine

/// Uma Thurman, presidenta del jurado en la categoría Una Cierta Mirada. Cannes 2017.

/// Lynne Ramsay, directora de la película You were never really here, en competición por la Palma de Oro en Cannes 2017.

Desayuno en Tiffany’s, mon ku

Las mujeres en Cannes 6 Por Evelyne Coutel

A

l ser premiada por su largometraje Divinas, ganador de la Cámara de Oro en la 69a edición del Festival de Cannes 2016, la cineasta Houda Benyamina pronunció un discurso fogoso y comprometido, instando a los organizadores del festival a que incluyeran más mujeres dentro del jurado y subrayando la infrarrepresentación de las profesionales del cine en todos los ámbitos del festival francés. Por supuesto, no era la primera vez que se planteaba como un problema la poca consideración de la mujer en Cannes, no sólo a nivel de su valoración como artista sino también en otros aspectos. A modo de ejemplo, en el 2015, surgió una pequeña polémica cuando a varias mujeres se les prohibió pasar durante una sesión de gala porque sus zapatos no tenían tacones lo suficientemente altos para pisar la alfombra roja. Un año después del discurso de Houda Benyamina, mientras se celebra la 70a edición de este festival presidido por el cineasta español Pedro Almodóvar, se ha perfilado una leve evolución y, por lo visto, se ha otorgado mayor visibilidad a las mujeres. En una rueda de prensa

que tuvo lugar el 13 de abril, o sea poco tiempo después del escándalo levantado por el cartel oficial que ofrece una versión fotoshopeada de la actriz italiana Claudia Cardinale (véase nuestro artículo al respecto), el presidente del festival, Pierre Lescure, y el delegado general, Thierry Frémaux, hicieron énfasis en este punto. Destacaron el número de realizadoras seleccionadas este año: 12 para un total de 1930 largometrajes propuestos por 29 países, y 49 presentados

/// Naomi Kawase, directora de la película Radiance, en competición por la Palma de Oro en Cannes 2017.

en selección oficial. Esta selección abarca las cintas que compiten por la Palma de Oro, así como la sección “Una cierta mirada”, las películas fuera de competición, las sesiones especiales, las sesiones de gala, los cortometrajes y Cannes Classics. Las mujeres cineastas representan, pues, el 24% de los seleccionados, lo que supone un leve aumento con respecto a las ediciones anteriores. Por otra parte, la actriz Sandrine Kiberlain

/// Sandrine Kiberlain preside el Jurado de la Cámara de Oro en Cannes 2017.

preside el Jurado de la Cámara de Oro, encargado de otorgar un premio a la Ópera Prima de un(a) director(a) de la Selección Oficial, la Quincena de los Realizadores o de la Semana de la Crítica. Durante la rueda de prensa, Thierry Frémeaux también subrayó la presencia, dentro del conjunto de películas seleccionadas, de una generación de mujeres que realiza películas sobre mujeres. Esta generación está representada por Léonor Serraille con su primer largometraje Jeune femme (Joven mujer), que narra la historia de Paula, un personaje perdido en la soledad de la vida parisina, y que ha sido seleccionado en la categoría “Una cierta mirada”, cuyo jurado es presidido por la actriz estadounidense Uma Thurman. Pese a esos datos positivos, hay que subrayar la poca probabilidad de que una mujer se lleve la Palma de Oro en esta 70a edición, ya que, entre los 18 largometrajes que compiten por el trofeo, sólo tres son de autoría femenina: You were never really here (Lynne Ramsay), Radiance (Naomi Kawase) y The Beguiled (Sofia Coppola). De ahí se deduce que quedan progresos por hacer para alcanzar una mayor paridad entre hombres y mujeres dentro de la selección, una característica que aún no forma parte de la política del festival.

/// Sofia Coppola, directora de la película The beguiled, en competición por la Palma de Oro en Cannes 2017.


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LA GUALDRA NO. 294


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22 DE MAYO DE 2017

6 Por Gerardo Farías

I

ntro Un poeta. Vaya usted a saber qué cosa es un poeta. La verdad es que nosotros llamamos a las cosas con muchas palabras y de muchas maneras, y nunca atinamos a nombrarlas como se debe. Siempre hay algo que se nos escapa, algo que no queda claro. El poeta, empecemos por ahí, lo sabe muy bien: él sabe que no se puede: él está consciente de no saber cómo decir las cosas. ¿Cómo decir algo, cualquier cosa, de la forma más precisa? No lo sabe y es de ahí nace su curiosidad. Un poeta es alguien que es nuevo al lenguaje. No es cierto que un poeta conozca el lenguaje a la perfección. Lo que sucede es que el poeta se enfrenta al lenguaje como un arqueólogo o un antropólogo que está descubriendo algo donde los demás veían cosas comunes. Donde la mayoría de la gente ve una piedra, el arqueólogo ve un hueso, una nueva especie, un pedazo de historia. Pero, dejemos esto en claro, nunca sabe qué cosa es exactamente, al menos no a primera vista. Habrá de pasar su escobetilla sobre el polvo y limpiar la pieza, excavar, extraer; sacarla, pesarla y medirla. Así, el poeta se enfrenta a las palabras: como cosas nuevas y desconocidas. Las des-cubre. Y luego, nos muestra su hallazgo. 1 Conocí a Agustín en una zona arqueológica donde abundan los poetas: en un bar. Estoy seguro de haberlo visto antes, pero para mí esa ocasión fue cuando lo dejé de ver como un borracho más y, por un breve momento, no sé si le vi el aura o fue un olor medio fétido… Vaya usted a saber cómo huele un poeta… pero por un breve instante algo me dijo que estaba tomándome una cerveza con un hombre de esa calaña. Después de los tres segundos de revelación, lo volví a ver como lo que es: un hombre chistoso, enojón y que le gusta tomar. Qué clase de arqueólogo es Agustín, me pregunto. Después de haber leído sus cinco libros, creo que he llegado a una pequeña conclusión: me disculpo. Él es un entomólogo. La palabra insecto viene de la palabra latina que significa “incisión”. Esto por la forma en que parecen estar di-

vididos los insectos: en varias partes. Muchos insectos tienen exoesqueletos, es decir, están invertidos, los huesos los tienen de fuera. Los poemas de Agustín muestran cosas de él, del ser humano, de cualquiera de nosotros, que nos emocionan y molestan. Todos —siendo honestos— nacemos poetas y científicos, todo nos causa curiosidad: las cosas y las palabras. Agarramos el reloj de papá y lo rompemos para ver qué tiene adentro, ¿de dónde viene ese tic-tac?; agarramos el lenguaje y hacemos malabares, ¿qué cosa es el amor y cuánto pesan sus letras? Agustín escribe para las cosas nimias y la gente nimia, por eso me gusta su poesía. Después de que nos muestra un bicho raro, nos lo permite ver e incluso tocar, no se detiene en los tecnicismos ni en las etimologías (así como yo). A veces, los bichos son interesantes y magnéticos, en otras, son espeluznantes o viscosos. A ratos,

sus poemas-insecto nos hacen cosquillas, nos dan ternura pero seguimos arrugando la nariz. 2 En su primer libro, Versos, moscas y poetas, Agustín nos deja muy claro cómo es su poesía. Se le nota a leguas que es su primer libro. El libro tiene prólogo y epílogo. Sólo los escritores muy conscientes o muy temerosos o los falsos modestos prologan o epilogan sus propios libros. Ahí está Borges, ¿no? (Y siendo honesto, yo mismo he cometido el mismo feliz atrevimiento). Su prólogo tiene tres poemas: “Acto preparatorio”, “Advertencia” y “Advertencia II”. ¿Por qué hace esto? Quiere preparar al lector. El lector que tiene este poeta en la mente es un lector ñoño y desenfadado, un lector que le gusta leer hasta las notas al pie, pero que reniega de ellas. Porque sí, hay notas al pie en este poemario. Me sorprende que sea un estu-

diante de letras no titulado. Bien que le gusta lo académico, pero le gusta lo lúdico de la academia. Esa palabra le revolotea en la cara como una mosca, de vez en cuando, y lo molesta. Se la espanta con burlas o versos agresivos o, como en su último libro, con un verso de Shakira. Tengo entendido que esos poemas, los del último libro, los escribió por el mismo tiempo que el de Versos, moscas y poetas, pero fue hasta hace poco que encontraron lugar en una editorial. Leer su último libro es como leer el primero; eso está bien, así es en la literatura, porque es falso eso de que la escritura de uno evolucione. Los mejores insectos no han cambiado su morfología en siglos, qué vamos a andar nosotros transformando unos cuantos balbuceos finitos. Así como las hormigas nos remiten a un ejército pero sin las matanzas masivas. O así como la mosca nos recuerda a las palabras aburridas y molestas. O así como las cucarachas nos recuerdan nuestros mayores temores (más si vuelan). Así se aparecen los poemas de José Agustín en nuestro rostro y se quedan revoloteando en la mente un buen rato. En “Adán y Edén”, la primera parte de Versos, moscas y poetas, encontramos una voz lírica (Adán) que se encuentra sólo en su “paraíso” y no le queda otra que pensar en la soledad, en la tristeza, en la muerte, en el silencio…. todo esto mientras se rasca las pelotas. La ironía le hace cosquillas a la melancolía. Como lo hace cualquier otro hombre o mujer cuando están solos y se ponen a pensar. Casi todos sus poemas parten de ahí: de una voz solitaria que se rasca las ideas y luego se las saca de la nariz, las hace bolita y las avienta en la página. El soliloquio reaparecerá en su Monomanía del autómata. Un hombre solo que se mira hacia ADENTRO y hacia AFUERA. Es un poema de largo aliento, así se les dice a los poemas que tienen muchísimas páginas. El aliento de ese poema es entrecortado, la verdad, como que a ratos no puede respirar bien, a ratos bosteza, tose, escupe, tararea o murmura. Sin embargo, hay tres voces claras: es un diálogo extraño entre tres entes. El yo lírico que puede ser o no el poeta, un tú lírico que es una tal B, que puede ser o no Berenice, su pareja, y un ente abstracto que es la libertad. [Continuará]

Notas al Margen

La poesía como insecto o ¿qué cosas son los poemas de José Agustín Solórzano? [Primera parte]


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LA GUALDRA NO. 294 /// 22 DE MAYO DE 2017

6 Por Alberto Huerta

Río de Palabras

Pasa Ligera la maldita primavera pasa ligera me maldice sólo a mí... Canción Popular

H

Para Mariana Doehner Para Lilia

oy me desperté por la mañana con dolor de cabeza. Los párpados me pesaban como plomos. El cuello. En el pecho sentía una punzada que me tenía clavado a la cama. Tenía el estómago anudado. Las piernas eran dos postes de concreto. Y los dedos de los pies, de ambos, los sentía gordos e hinchados como si fueran salchichas de hot dogs. Ambos brazos dos ramas secas.

Por la mañana Resumiendo: estaba jodido. Eso sucedió esta mañana al despertar. Antes de que cantaran los gallos, de que las campanas de la iglesia llamaran a misa. Antes de que empezara su recorrido el camión del gas y el repartidor de los garrafones del agua purificada. Y el camión de la basura. Todo esto sucedió en la mañana, ya bien entrada la primavera. Entre sofocos y calorones. Con cambio de horario. Ya bien pasados los carnavales. Y la Semana Mayor ya sin el fervor solemne religioso de las procesiones y atestado de turistas gritones, metiches y estrafalarios. Sí, ahí estaba, sin poder mover ni siquiera la lengua, sin decir ni mu. En la pieza reinaba un silencio tan espeso que podía muy

bien escuchar cómo crujían muros, paredes y techo. En ayunas, sin alcanzar a beber una taza de café soluble y un triste huevo pasado por agua con un pedazo de bolillo. Dentro de mi cabeza algo rebotaba como pelota de ping pong. Mi vida entera pasó como una película muda, rapidísima y aburrida. Abrí los ojos y traté de ver algo más que el techo con sus telarañas e imperfecciones. Dios… ¿Y si fuera una broma de Dios? La saliva dentro mi boca estaba viscosa y con sabor a cobre… ¿A cobre? ¿A qué sabe el cobre? Una mujer llora casi en silencio, pero con lagrimones abundantes. No la veo pero la escucho. Está en algún lugar de la pieza… Puedo oírla. Quiero decirle que no llore, pero de

mi boca no sale ningún sonido. Estoy mudo. No puedo preguntarle por qué llora de esa manera. Entonces cantaron los gallos. En la boca tenía el sabor a té de limón. Abrí los ojos y me los froté con los dedos. Ahí estaba el desorden de mi pieza. Frente a mí: la ventana con su cortina de tul blanca, con sus cadenas de flores. Afuera brilla el sol. Sol de primavera, cálido, amable… Me incorporo de la cama. Me siento en el borde y me despojo del pijama. Me calzo las pantuflas. Y me dirijo al baño con paso resuelto agarrando al vuelo la toalla. Me espera la ducha y el jabón de canela. Es viernes. Viernes de abril.

Paz

6 Por Pilar Alba

R

/// Brindis del Bohemio. Su autor, el pintor zacatecano Pedro Coronel, murió un 25 de mayo de 1985. Así lo recordamos en La Gualdra.

espira paz, exhala luz. Me dice la mujer sentada frente a mí. Yo la escucho con escepticismo. Y no dejo de reprocharme: qué hago aquí, cómo me fui a meter en esto. Toma entre sus dedos un par de platillos diminutos y empieza con ellos a emitir un sonido que acompasa la música que desde que llegué ha estado sonando en el ambiente. Respira paz, exhala luz. Repite innumerables veces, hasta que considera que me siento más tranquila, y me pregunta: Cuál es el motivo de tu consulta. Con palabras enredadas trato de explicarle mis cuitas. Los problemas de salud que he tenido últimamente, los altos niveles de estrés. Los problemas con mi ex… Ahí ella me interrumpe, porque dice que ha sentido algunas vibraciones. Eso, eso es lo que realmente te está afectando, hace cuánto tiempo que ya no estás con esa persona. Un año, le respondo. Es que no lo has dejado ir, me dice con mirada inquisitiva como si me hubiera descubierto en alguna falta. Déjalo ir. Me ordena. Yo me quedo callada. Ella asume mi silencio como una aceptación de su teoría. A veces retenemos a personas que ya no quieren estar con nosotros en espíritu. Las traemos pegadas y esa resistencia es la que nos hace ponernos mal de salud, sentir estrés. Eso es lo que tú traes: Déjalo ir. Yo sigo callada. No porque esté de acuerdo sino porque es entonces cuando me doy cuenta de que no tengo ninguna necesidad de estar oyendo esta sarta de pendejadas. Que no lo dejo ir, claro que lo dejo ir, lo que no me dejan son sus deudas y los problemas que me dejó el culero. Inhala luz, exhala paz, me dice, repite conmigo: Yo te amé, yo te respeto, yo te dejo, yo te deseo luz. Por condescender le sigo el juego. Salgo de la terapia, luego de pagar lo mismo que me hubiera costado ir a consulta con el gastroenterólogo. Y voy repitiendo: Yo te amé por pendeja, yo te perdí el respeto, ya te dejé ir, por mí que te lleve la chingada. Inhalo luz, exhalo paz.


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