5
4 DE FEBRERO DE 2020
Entrevista
JEL: Diario Negro de Buenos Aires es un recuento de memorias, una constante pasión por el retorno. Volver a aspirar el aire de tu infancia, encontrarte nuevamente con tus afectos, con los sabores y los olores de antaño... Estar en las calles que añoraste y no estar... ¿Tiene que ver también con el perdón? ¿Quería el personaje de tu libro perdonar y/o ser perdonado? FB: ¡Sí, claro! Él viajó a pedir perdón. Como cuando te has visto forzado a separarte de la persona que amas. Y también viajó para perdonar. Y reconciliarse. Reencontrar ese amor primigenio tan importante. Esa ciudad a la que ha amado tanto: ¿lo perdonará? ¿él podrá perdonarla? JEL: Esa solvencia del lenguaje mostrada por ti en el texto es indiscutible. Recreas con palabras precisas paisajes revestidos de melancolía. Mientras leía el libro no pude evitar pensar tus escenarios planteados acompañados por música... del tango al rock, del rock a la música mexicana... FB: Me encantaría ponerle música al libro. De hecho, ya tengo una primera oferta para convertirlo en película, ¡y mi única condición es que yo haga el score! Bien usada la palabra “paisajes”. Es un texto ensamblado con paisajes sicológicos. Los del pasado le reclaman algo a los paisajes del futuro. Mientras los del presente abonan al desconcierto de todo desarraigado. ¿Cómo marginar los paisajes sombríos y recuperar los paisajes bellos? Porque a veces los paisajes sombríos son como un imán. Por eso esta es una novela con cementerios. JEL: “Bellos son los sepulcros, el desnudo latín y las trabadas fechas fatales, la conjunción del mármol y de la flor y las plazuelas con frescura de patio y los muchos ayeres de la historia hoy detenida y única”, decía Borges, y a propósito de esta belleza, mencionas el Cementerio de Chacarita, en donde están sepultados Gustavo Cerati, Carlos Gardel y... Andrés. Nos describes el lugar como un “lloradero de gorriones” y el recuerdo de tus muertos siempre está impregnado de poesía... ¿qué te dicen ahora? FB: Magistral el fragmento de Borges que citas. La mía es una novela de fantasmas. Pero son fantasmas raros, no como los del terror gótico. Creo que los fantasmas cambiaron para siempre después de Rulfo. Y también de Kafka. Kafka lleva la autocompasión a extremos impensables, poniéndose a sí mismo de fantasma. El personaje de mi novela no tiene interlocutores en el presente. O muy pocos o muy hipócritas. Es por eso que se tiende en las tumbas de la Chacarita. O los busca en las colinas de la memoria. JEL: Diario negro... es un texto que nos hace reflexionar también sobre la historia, que, con sus acontecimientos, modifica constantemente las ciudades y a quienes las habitan. ¿Qué hay de Argentina y su presente? ¿Cómo lo ves a la distancia? FB: Por suerte yo no tengo una visión dramática como mi personaje. No siempre, al menos. En la dimensión personal veo a la Argentina como el lugar donde vive el niño que fui. Llena de afectos. Con guiños culturales que adoro y taras que me irritan. En la dimensión histórica o cultural la veo como una sociedad de la que brotan a veces enormes talentos individuales, pero autodestructiva, que paga el precio de una identidad construida en el maniqueísmo. “A” o “Anti-A”; y el que esté en medio es un “pecho frío”, alguien que merece el desprecio. Desde luego este no es
solo un mal argentino, pero allá está particularmente exacerbado. JEL: ¿Y México y sus devenires? ¿Cómo este cúmulo de vivencias ha influido en ti, en tus procesos creativos? FB: Bueno, yo me hice aquí en México. Vine muy chavo. Aun así, pertenezco a una generación que es como un puente: nuestros hijos son mexicanos; nuestros padres, aunque adoran a México, serán siempre “de allá”. Nosotros, los de mi “generación puente” somos un híbrido que no entiende dónde está parada: tiene un pie allá, otro acá y el cuerpo sobre el río. Sin embargo, hay que hacer de ese desconcierto una identidad. Que viva el mestizaje cultural. México además está hecho de muchos países diferentes. Y por eso me llena de ideas, ilusiones y dolores que están en mis rolas y en lo que escribo. México me ha salvado la vida, más de una vez. A veces pienso: “Carajo, siempre México”. Un ejemplo: yo quiero también que se edite esta novela en Argentina, y ya la he mostrado por allá, por supuesto. Pero primero, curiosamente, ha sido editada en México. Si vemos el título del libro, no deja de ser interesante este hecho. Es cierto que aquí tengo una historia, y eso explica
muchas cosas. Pero México es de una generosidad que no deja de asombrarme y que me conmueve profundamente: pródigo en cariño. Con el tiempo también me gané el derecho de ser mexicano y poder criticar lo que no me gusta, denunciar lo que me duele. Ese México que no logra sanar sus heridas, o inventa otras nuevas y atroces, me angustia mucho. Tantas deudas tenemos todos con este proyecto colectivo llamado México. JEL: Concibo tu libro también como un acto de amor absoluto... Pero diles a nuestros lectores qué más encontrarán en él... FB: Otra vez diste en el clavo. Es un acto de amor absoluto, efectivamente. El personaje de mi novela viaja con los lastres de lo absoluto. Quiere respuestas absolutas, porque son las preguntas de un niño. El personaje es un lisiado sentimental porque es un adulto que tiene una deuda infantil. Es por eso que por las noches o las madrugadas ve a un niño asomándose por la ventana y mirándolo “desde afuera”. Creo que la novela, y por eso Benito Taibo usaba una variedad de calificativos, es inclasificable. Acompañarán a una suerte de Ulises sin épica, pero apasionado, en busca de algo quizás más importante que su identidad: la belleza perdida. Encontra-
rán dolor, pero también ilusiones lanzadas al mar del tiempo. Yo espero que puedan dialogar con él. Acaso prevenirlo o curarlo, y que él pueda escucharlos. Podríamos proponer un juego: que leer fuera hablar. Me encantaría que los lectores le hablaran a este cuate. Encontrarán nostalgia, pero también (eso me han dicho al menos), humor para sobrellevarla. Y encontrarán mis terrores más profundos. Y hay pistas escondidas, eso sí puedo decirlo. No todo está explicitado. Es un texto hecho más de sugerencias que de datos, de atmósferas más que de peripecias. Hay muchas explicaciones soterradas para aquellos que quieran desenterrarlas. Y no sé, la verdad, qué más encontrarán; ¡ojalá cosas que yo mismo no he visto! Pero sí puedo decirles que hay muchas capas donde explorar dentro de sus cortas páginas. Mi mayor ilusión es que cada lector encuentre aquí algo de sí mismo. Diario Negro de Buenos Aires se presentará el sábado 8 de febrero en la Librería Andre.a y Federico Bonasso estará ahí para conversar con los lectores. Los asistentes a la presentación seguro que pasarán una velada inolvidable, llena de nostalgia, humor y, sobre todo: de buena literatura.