La Gualdra 427

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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 427 /// 13 DE ABRIL DE 2020 /// AÑO 9

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Cristina Bello. Foto de Miguel Ángel Santos.

“No creo que la literatura te vuelva una buena persona o no siempre. Sin embargo, sí pienso en ella como un frente sensibilizador de los problemas que nos aquejan y mucho también tiene que ver con el fin de la literatura que le presentamos al lector. Los programas de fomento a la lectura y escritura para quienes nos dedicamos a ello, es más una manera de resistir junto a otros”. Cristina Bello

[“Ir contracorriente: Cristina Bello”, por Armando Salgado, en páginas centrales]


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LA GUALDRA NO. 427 /// 13 DE ABRIL DE 2020 /// AÑO 9

La Gualdra No. 427

Editorial

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os fideicomisos relacionados con cultura y ciencia en Zacatecas entraron en el proceso de extinción de este tipo de organismos públicos, como parte del plan federal para atraer recursos que serán destinados a atender asuntos relacionados con la pandemia del Covid-19. Los afectados fueron el Museo de Guadalupe y el Fondo Mixto para el Fomento a la Investigación -programa coordinado entre el Conacyt y Gobierno del Estado de Zacatecas-. Su extinción responde a la necesidad de aplicar lo contenido en la Ley de Austeridad Republicana, anunciada por el presidente López Obrador, quien ha establecido dentro de sus prioridades principales -y desde antes de que fuera electo- atender primero a quienes menos tienen. En un momento como este, en el que nos queda claro que corremos el riesgo de que los hospitales y el equipo de los mismos sean insuficientes para atender los casos de personas contagiadas que están por aumentar en la etapa tres de la pandemia, resulta necesario comprender que el retiro de apoyo económico a estos dos proyectos en particular no es falta de interés por los sectores de cultura y ciencia, sino una táctica para obtener recursos extraordinarios que podrán ser utilizados para los programas sociales y para el equipamiento médico necesario. Cuando todo esto pase, estaremos en condiciones de evaluar si la medida de extinguir 100 fideicomisos -sin estructura orgánica- en todo el país fue la correcta, si la Secretaria de Cultura hizo lo correcto también durante estos meses de contingencia, si el presidente se equivocó o no con estas medidas; por lo pronto, apelo a la reflexión de los involucrados en los sectores de cultura, ciencia y educación y a su solidaridad para enfrentar estas medidas proactivamente, en el entendido de que el retiro de estos apoyos económicos no es para siempre, que una vez superada la emergencia los recursos podrán ser nuevamente gestionados ante la federación, y que podrán seguir operando los planes a mediano plazo. Por supuesto que es preocupante lo relacionado con la cultura y las artes en nuestro país, pero esta preocupación no ha surgido a partir de la cuarentena; con el respeto que me merece la secretaria Frausto, es necesario dejar

bien claro que hay un sector muy importante de quienes nos dedicamos a actividades relacionadas con la cultura y las artes -ya sea como creadores, gestores o académicos- que no estamos de acuerdo con su forma de administrar una secretaría que debería de ver más por la situación actual de sus artistas, creadores, gestores y programas estratégicos orientados a la divulgación y promoción, que por cuestiones políticas. Su gestión durante todos estos meses ha sido más que gris, solo la oportunidad de aparecer en la foto de vez en cuando, mostrando un absoluto desconocimiento de las necesidades de una comunidad que siempre ha sabido -independientemente de las becas oficiales- salir adelante. Pero aquí también hay que tener paciencia, porque lo que importa ahora es enfrentar la contingencia de salud, la emergencia por la que estamos pasando y que, además, está por empeorar. Además de paciencia y empatía con los programas y estrategias oficiales, considero que es necesario trabajemos durante esta cuarentena en la sensibilización con respecto a quienes laboran en centros hospitalarios; las noticias relacionadas con las múltiples agresiones que médicos y enfermeras han recibido en México durante los días pasados son alarmantes y lamentables. Me resisto a creer que esto también, como otro tipo de violencias, pueda llegar a normalizarse. No aquí, por favor. Durante las últimas semanas hemos visto una cantidad considerable de artistas que generosamente emiten mensajes, dan conciertos en vivo y ofrecen cursos en línea, así como profesores que no han dejado de tener contacto con sus alumnos para darle seguimiento a los programas académicos. ¿Será posible que se sumen también a una campaña de información y sensibilización a favor de médicos y enfermeras? ¿Será posible que nos sumemos todos? En espera de que así sea, seguiremos confiando en que el arte es sanador y pacificador, y que la grandeza de los zacatecanos -y de todos los mexicanos- se verá reflejada en actos de responsabilidad, bondad y de honrosa humanidad. Que disfrute su lectura y si puede #QuédeseEnCasa

Directorio

Contenido

Desayuno en Tiffany’s, mon ku El autor de series o de cine Por Paula Markovitch con la colaboración de Adriana Jiménez

Ir contracorriente: Cristina Bello Por Armando Salgado

Impreso religioso: devoción y altar doméstico en tiempos de pandemia Por Maritere Espinosa

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Never Rarely Sometimes Always de Eliza Hittman Por Adolfo Nuñez J. Jimena [primera novela de José Manuel Gómez Soto] Por Edgar Khonde

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Autorretrato de un pintor modernista Por Alejandro Carnicero El sueño de Patricia Por Edgar Khonde El peso Por Pilar Alba

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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Desayuno en Tiffany’s, mon ku

El autor de series o de cine Por Paula Markovitch con la colaboración de Adriana Jiménez

Series de TV

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oncluiré ahora con la reflexión acerca de las series de TV, territorios que se han convertido en nuestros paseos de la tarde, durante esta pandemia. Creo que en la década pasada, se había producido un cambio interesante en la noción de “autor”. Pienso que es curioso que justamente sea en el “cine de autor”, donde se manifiesta habitualmente una peligrosa confusión. El director de un filme aún hoy es considerado “un autor” siempre y el escritor suele ser ubicado como “un miembro más” del equipo. Al situar al escritor en la posición de asistente narrativo se tergiversa el lugar del relato. En el llamado cine de autor, curiosamente, son pocos los cineastas que son autores realmente. Es decir: en los hechos, no es la persona a quien se le atribuye “la autoría”, el verdadero creador del universo y los sentidos de la película. Por otro lado, la industria del cine también propone un equívoco: en el caso de cine industrial, se traslada el concepto de “creación” hacia el capital. ¡El dinero manda! El productor es un patrón que contrata especialistas de las diferentes áreas para configurar una propuesta. La hipotética autoría se atribuye en estos casos… a la maquinaria misma de la industria de la que todos son “empleados sustituíbles”. En estos casos, el productor suele remitirse a fórmulas probadas (como si existiera una sola manera correcta de hacer las cosas). Tal vez por eso se han publicado tantos “manuales de guion” que prefiguran los pasos adecuados para contar una historia. Como si la actividad narrativa fuera un “procedimiento”. Muchos de los conceptos vertidos en estos manuales son muy útiles, pero parten del principio equivocado de que las herramientas son válidas universalmente; es decir, que existe algo así como “un esquema narrativo” que funciona siempre, pero la variedad de géneros dramáticos surgidos en una civilización y un período específico nos demuestra que el relato es tan variado y diverso como la vida misma.

/// Paula Markovitch. Foto de Sergio Alfie.

Desde mi punto de vista, ni la “mística inspiración”, atribuida actualmente al director en el llamado cine de autor, ni el acartonamiento del cine industrial, resisten la prueba de una narrativa extensa. Hace una década, las series vinieron a evidenciar la necesidad de un autor-narrador que configure un universo, a través de su pluma singular. La serie volvió a poner al escritor, en un lugar de dignidad narrativa. Al escritor se le restituyó durante un período la posición de “creador”, en el contexto de la industria audiovisual... los escritores pasaron a ser nombrados “creadores” y también “productores”; nada más realista, ya que el escritor es quien cuenta una historia, el verdadero productor de sentido. Creo que fue por eso que los relatos adquirieron durante unos años, una enorme salud expresiva. Al mismo tiempo la legitimidad narrativa propone siempre innovación. En los seriales de la década pasada -Braking Bad, Los Soprano- si bien había “un creador”, también existía un equipo de escritores que aportaban cada quien su propia perspectiva. En ese sentido, al legitimar la autoría,

se pondera, paradójicamente, el anonimato: el relato como un mecanismo autónomo que se nutre de miles de almas. Igual que en el caso del fabuloso compendio árabe “Las mil y una noches”, cuyas múltiples versiones se retroalimentan, el relato se convierte en un organismo vivo. En el cine de autor, se pondera la originalidad y nos ofrece muchas veces producciones desdibujadas, ininteligibles, relatos débiles. Por otro lado, en el cine de productor la industria aporta productos acartonados y repetitivos. En cambio, cuando el escritor está ubicado en el lugar de creador se sitúa en la posición que él necesita para poder narrar. El escritor hace su tarea, pero además se ve transformado por su propia escritura; plantea una cosmovisión, su mirada se modifica y enriquece a medida que él avanza con su pluma. Un verdadero creador es rebasado por su creación; la obra vive y palpita más allá de él; en ese sentido, el anonimato es la otra cara de una creación auténtica. En las mitologías, los relatos se contradicen, se desmienten. El personaje, fortalecido e independiente, bebe de la sangre del autor, atraviesa la puerta y sale a

vivir su propia existencia. Lamentablemente, el capital no resistió perder el control ni siquiera por motivos financieros. Las exitosísimas series de “creador”, no solo eran buenas sino que aportaban muchos millones, pero el poder fáctico no se conforma con tener ganancias, sino que necesita dominar y desmembrar. El poder fáctico envidia al “poder creativo” desde tiempos inmemoriales. La libertad de un narrador, resulta secretamente ofensiva y peligrosa. Así, Sherezade entretiene y distrae al sultán. Él se deja hechizar durante un tiempo; a veces se siente demasiado enamorado, pero se tranquiliza recordando que al final… le cortará la cabeza. Pasan mil noches y una más: la cabeza de Sherezade cae rodando en la alfombra. Se derrama su sangre y se pierden sus secretos. El poder fáctico, descarta y mata o a veces asimila, soborna, intimida y conquista. Las grandes cadenas adoptaron las series y (con algunas excepciones) las estandarizaron; las convirtieron en fórmulas vacías e iguales. Los escritores volvieron a trabajar para sus “patrones” disimulando la singularidad; repitiendo esquemas, predigeridos y, paradójicamente,

menos efectivos comercialmente. Policías envalentonados y sin imaginación “investigan” durante cientos de episodios y al final descubren asesinos mediocres. En Latinoamérica, la telenovela se disfraza de serie con la única diferencia de que las protagonistas, frágiles y llorosas, ahora andan armadas y trafican estupefacientes. Nuevamente estamos “dormidos” soñando lo mismo día tras día. El sultán se aburre en plena pandemia. Ha perdido el vigor, extraña a Sherezade; no tiene erecciones y se pasa los días limpiando sus propias uñas con la punta de la espada. Afortunadamente, la experiencia viva siempre es novedosa e inagotable. Aquí estamos todos, esperando que Sherezade regrese; queremos ver su velo ligero, la danza de sus labios cuando ella nos cuenta un cuento. Sus párpados oscilan sobre sus ojos astutos e infinitos. Su voz tiene el sonido del viento… ella regresará porque siempre regresa; su muerte fue solamente el final de uno de sus cuentos. Caminará hacia nosotros atravesando la mediocridad y el aburrimiento. Solo esperamos que esta vez, las mil y una noches duren mucho más tiempo.


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Poesía

Ir contracorriente: Cristina Bello t

Por Armando Salgado

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ristina Bello (Morelia, Michoacán, 1995) es egresada de la licenciatura en Literatura Intercultural de la ENES Unidad Morelia. Fue becaria del IX Curso de Creación Literaria para Jóvenes Escritores de la Fundación para las Letras Mexicanas y la Universidad Veracruzana en la categoría de poesía, también participó en el Festival Cultural Interfaz Guanajuato-2018. Ha publicado sus poemas en medios digitales e impresos. Obtuvo mención honorífica en el Premio Nacional Universitario de Poesía “Desiderio Macías Silva” (2017). Cristina Bello es parte de una generación de escritores jóvenes de centro occidente del país, quienes han articulado un diálogo fresco y diverso en Michoacán, permitiendo la inclusión y la apertura a otras fronteras poéticas. Particularmente la voz de Cristina es concisa y clara, y se suma a estos diálogos intergeneracionales para transitar desde este continuo asidero de la tradición y las vanguardias, hacia los nuevos paradigmas de este siglo. Armando Salgado: Mucho se menciona sobre poetas radicados en el norte, en el centro y en el sur del país. Sin embargo, la región occidente levanta la mano y ha gestado una generación de jóvenes interesantes. A partir de lo anterior, ¿qué significa para ti vivir en Morelia?, ¿qué atmósfera en torno a la creación se respira en Michoacán? Cristina Bello: Considero que Morelia es una capital cultural, no solo por los festivales oficiales, también por las actividades de los artistas independientes a lo largo del año. Respecto a la creación, hay mucha gente generando literatura. Basta con acercarse a los cafés o bares que de repente parecieran lugares de invisibilidad, pero no, hay un esfuerzo e interés genuino por escribir y compartir con otros. Hay poetas de mi generación con quienes me siento acompañada como Isis Olaya, Fredy Villanueva, Jesús González Mendoza, Erik Moya, Luis Oseguera, Ivana Fauvet y Miguel Ángel Santos, quienes están justo levantando la mano para la literatura de occidente. En ese sentido, la producción literaria, no se ve reducida a los foros o mesas que organizan las instituciones.

AS: Las personas llegan a la literatura de formas distintas. ¿Cómo llegaste tú?, ¿qué opinión tienes sobre otras poéticas que transgreden el formato tradicional impreso?, ¿consideras que los tiempos actuales son ideales para escribir sin estereotipos? CB: Cuando era niña pasaba las tardes en casa de mis abuelos paternos y una vez

/// Cristina Bello. Foto de Miguel Ángel Santos.

que acababa los deberes y mis primos se iban de la casa, le decía a mi abuela que estaba aburrida y ella me respondía que en el estudio había muchos libros para leer. Así que primero fue por ocio. Después de manera más seria en la preparatoria, la maestra de Literatura me dio a leer Nocturna Palabra de Elías Nandino y como la prepa tenía un enfoque artístico, nos pedían llevar nuestros poemas y los tallereábamos en clase; ahí me di cuenta de que lo que me atrapaba de la poesía era su brevedad y la música que genera. Pienso que es importante tomar otras formas que no sean el papel o las mesas de literatura, en Michoacán está el Slam de Poesía para Morras quienes llevan un trabajo admirable, creo que cuando uno hace poesía se involucra todo; pones tu voz, tu mente y tu cuerpo en ello. Para mí escribir sin estereotipos acompaña a

esta trasgresión, creo que siempre van a existir y a veces depende de los escritores y escritoras desmontarlos. AS: Sabemos que no hay fórmulas exactas para hacer literatura. A partir de tu experiencia: ¿qué recomendaciones compartirías a quien se inicia en la escritura de poemas? CB: Yo también me siento amateur en esto, pero pienso que el camino de la escritura siempre va acompañado de la lectura, mi consejo sería leer lo doble de lo que uno escribe. Pienso que en mi experiencia universitaria evité quedarme solo con lo que las materias me dictaban que debía leer e incluso escribir. Muchas veces la vida académica y la escritura poética parecen dos fuerzas que tiran hacia lados contrarios, pero creo que la clave está en aprender a equilibrarlos y que la investigación no está peleada con la creación.

AS: ¿Cómo fomentar otros procesos de cohesión social desde la literatura, tomando en cuenta distintos problemas como la violencia de género y las alarmantes cifras de feminicidios en México? CB: Lo primero para mí es reconocer que la violencia de género existe, visibilizarla y a partir de ahí nombrarla desde la literatura. Ya se está haciendo un trabajo importante al respecto, pienso en Este cuerpo no soy, de Verónica G. Arredondo; o Las cosas que perdimos en el fuego, de Mariana Enríquez. Otra cosa que considero importante es gestionar espacios donde se hable sobre la violencia y la creación de redes de apoyo ya sea a través de talleres de poesía, crónica u otros géneros. También propuestas como las técnicas de bordado que conjuntan la práctica y las letras me parecen ejercicios para apropiarnos y crear comunidad.


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AS: ¿Qué hace Cristina Bello para no ser lo que otros esperan de ella? CB: En realidad, pienso que dejé de preocuparme un poco por eso desde hace años e intento ser lo que yo espero de mí, lo cual también pone mucha presión, pero es más llevadera definitivamente. Creo que desde la elección de estudiar letras ya fue ir contracorriente al menos en mi tradición familiar.

Poesía

AS: ¿Crees que la literatura y los programas para fomentarla sean una vía que nos permita mejorar como personas? CB: No creo que la literatura te vuelva una buena persona o no siempre. Sin embargo, sí pienso en ella como un frente sensibilizador de los problemas que nos aquejan y mucho también tiene que ver con el fin de la literatura que le presentamos al lector. Los programas de fomento a la lectura y escritura para quienes nos dedicamos a ello, es más una manera de resistir junto a otros.

/// Cristina Bello. Foto de Miguel Ángel Santos.

Falda plisada Aprendí el funcionamiento de las armas dispuestas a hacer pequeños cortes en la ropa, tracé las medidas sobre el papel, despegando el lápiz de la mesa o reteniéndolo en los dientes como retuve la granada colgando de mi esternón, esperando encontrar algo que teñir de rojo, no elegí la tela: tijeras, hilo, aguja, cinta métrica y alfileres. Abuela me explica los colores y las telas dicen mucho, casi como los anillos que detectan sentimientos, azul para la tristeza rojo para la pasión verde para la envidia, Abuela elige una tela lisa y rosa, aún cree que soy una niña Mídete la cintura en tu parte más delgada, no quiero responder porque no sé si hallaré esa parte delgada en mi cuerpo, estoy frente al espejo, ella frente a mí y los alfileres están tan cerca, se encajan, me ciñen, a veces me pincho con ellos a veces disfruto pincharme las palmas de las manos con ellos, pero solo las manos porque el dolor es agudo, momentáneo, el dolor resultante de un metal no es frío, es más bien cálido, ojalá y yo fuera ese pedazo de metal incidiendo en la piel de otro ojalá. La tela debe sobrepasar mi rodilla, el largo de la falda debe ocultar mis círculos verdes y morados, porque el verde les hará pensar que soy envidiosa o que mi piel lo es, y el morado en cambio les hará pensar que me creo mucho porque mis piernas son rollizas.

Tomo la tela y me cubro, mido los centímetros para asegurarme que la granada no volverá, y que su pulpa rojiza encontró un sitio en alguna parte de mis costillas, la pulpa está clavada, ahí me crece otro corazón revienta me quedo casi desnuda delante de la máquina, la máquina de Abuela también revienta, no tendré una falda nueva ni mi lección de costura, habrá que esperar así, en estallido por alguien que venga a repararla.

la escuela y las calles estarían plagadas de letreros y gis blanco de caligrafía ilegible, me enseñaron que los nombres llevan cargas, inventamos significados como también inventamos destinos, cuando supe el significado de mi nombre descubrí que debía alzar oraciones y besar los pies de una estatua porque mi nombre lo pedía, pensaba en las almas como humo contenido en cajitas de madera animales en cautiverio, un día quise ver una pero no contenía humo, contenía una carta tenía la palabra renuncia y estaba firmada por A.

Hay que cambiar el agua de las peceras cada cierto tiempo Imaginaba nombres: María, Yunuén, Alejandra, los nombres salían desde la boca de mamá pero ninguno era mío, a veces pienso que mi nombre hallará otro cuerpo o su cauce que es lo mismo en algún río o en algún prado. Entonces mamá me reconocería porque mi voz es queda, inaudible como nunca antes, porque tengo lunares que me distinguen o por la cicatriz en mi rodilla derecha cuando de niña caí, caí y seguí cayendo. Deletreo mi nombre, largo… quisiera mejor no tenerlo / llamarme, por ejemplo, Anónimo y depositar el otro en un buzón de quejas y sugerencias, redactarían la carta y a los pocos días contestarían que sí que puedo cambiarlo ahora antes de primavera porque vendrán insectos a perforar sus propiedades o los peces de agua dulce comerían de él. Mi nombre entonces es tan solo la carnada de los pececillos, ella dice:

hay que cambiar el agua de las peceras cada cierto tiempo, hay que cambiar la voz cada cierto tiempo, hay que inventarnos nombres escribirlos con gis blanco en el pizarrón, el gis blanco puede borrarse fácilmente, puede reescribirse en el prado el agua la costilla de mi padre. Me presentaría en el salón al día siguiente, mi nombre es Anónimo, me gustan los peces y andar en bicicleta al salir tendría una amiga o dos, después las invitaría a casa para que escribieran sus nombres en pedacitos de papel y luego los olvidarían, no sabrían con qué letra empiezan ni el trazo del abecedario, todas seríamos Anónimo. Anónimo caminaba sola por la calle Anónimo vestía una falda corta Anónimo tomó un taxi Anónimo bebió cerveza Anónimo salió de noche Seríamos Anónimo unas semanas,

Corrí a casa con la carta en las manos mamá dijo que conoció a Anónimo un día un señor se la llevó en un taxi y después la encontraron desnuda en un prado o en un río. El nombre de Anónimo salía de la boca de mamá y no era el humo que cabía en cajitas de madera o en un buzón de quejas y sugerencias ni en un pizarrón que se borra fácilmente.

Había un hueco, todavía no sé en qué parte pero lo había, quería enterrar mi cabeza ahí, llenarla de tierra y regarla, para que crecieran en ella azucenas, más tarde las cortaría y las pondría en un florero al que nunca le cambiaría el agua, dejaría a la casa hundirse en agua verde, los vecinos llamarían a emergencias y verían la casa de una suicida inundada la casa mi cuerpo enterrado en el hueco y se preguntarían: ¿cómo florecen las azucenas blancas? Mientras yo hablo con Dios y Dios me deja entrar porque a Dios le gustan las suicidas y las azucenas blancas, a Dios mi cuerpo enterrado en un jardín en el hueco enterrado flotar flotar flotar dentro del hueco flotar y la cabeza-tierra.


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Historia

Impreso religioso: devoción y altar doméstico en tiempos de pandemia

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Por Maritere Espinosa

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a a finales del siglo XIX circulaban con gran éxito en las principales ciudades de México impresos ilustrados que salían de diversos talleres en los que artistas del buril encontraban espacio para acompañar textos con las más diversas noticias de día, pero también cubrían el calendario civil y religioso de la población. Los grabados de Manuel Manilla y José Guadalupe Posada, cuyo arte se había extendido a los suplementos populares, surten a los diferentes editores e impresores también de hermosos grabados religiosos. Además de estampas se imprimen cuadernos de oraciones, para acompañar a devotos y feligreses en sus oraciones cotidianas junto a sus hermosos altares domésticos. En diversas comunidades una manera de promover la devoción hacia santos, vírgenes y distintas advocaciones e invocar su protección fue a través del uso de estos impresos, ya que pueden ser portados y utilizados por el creyente en todo momento para recurrir a ellos en momentos de necesidad espiritual, oración y culto. Estampas

e imágenes impresas presentaban al santo con sus principales atributos, en tanto el impreso devocional oraciones e instrucciones para llevar a cabo las prácticas religiosas como el caso de los novenarios. Surgen de esta manera talleres de impresión con la producción de triduos, alabados, despedimentos, letanías, cuarentenas, oraciones, novenas y otras publicaciones editadas bajo la licencia de la autoridad

eclesiástica, todas ellas útiles para el altar doméstico, necesario a enfermos y otros miembros de la familia impedidos de asistir al culto público. Y desde el propio hogar participar del culto religioso, la oración y rezo frente a imágenes de su devoción o el santo patrono de la comunidad. El altar doméstico ocupa un relevante lugar en el hogar familiar, hay quienes instalaron no solo su altar sino capillas be-

llamente adornadas con tejidos, ceras, candelabros, floreros y otros utensilios como parte de estos espacios ya sean grandes nichos o en sencillas repisas, la devoción popular se hizo presente en ellos. Dada la situación actual de emergencia sanitaria y que la indicación de quedarse en casa coincidió con parte de la Cuaresma y Semana Santa, estos altares adquieren de nuevo una fuerte presencia en muchos hogares, si bien es cierto que ahora incluye la tecnología para la realización de ceremonias y oración. La clausura social ha llevado a recuperar la estampa familiar, conservada por fortuna ya sea como parte de los tesoros de la abuela o las devotas de la casa, incluso como parte de colecciones de tan especial iconografía, para dar de nuevo un uso litúrgico en el actual tiempo de reclusión. Misticismo y tradición que trae el calendario litúrgico, pero sobre todo en tan especial situación sanitaria el templo a la casa, la procesión al interior del espacio familiar, las imágenes y ornamentación que los componen, conforman verdaderas joyas de la imaginería popular en tiempos de pandemia.


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Never Rarely Sometimes Always de Eliza Hittman Por Adolfo Nuñez J.

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utumn (Sidney Flanigan) es una joven tímida que vive en un pequeño pueblo de Pennsylvania, y que a la corta edad 17 años pareciera que carga el peso del mundo sobre sus hombros. Distante con su familia, con sus compañeros de escuela y de trabajo, Autumn vive con una inquietud constante, así como una melancolía poco común en alguien de su edad; la única persona que parece entenderla es Skylar (Talia Ryder) su prima y compañera de trabajo en un supermercado. Un día Autumn se hace una prueba en una clínica local y descubre que tiene un embarazo de varias semanas. Ya que en Pennsylvania un aborto solo se puede llevar a cabo con el consentimiento de un adulto y sin tener deseos de que sus padres se enteren, Autumn decide viajar a la ciudad de Nueva York en compañía de Skylar, para así lograr llevar a cabo ese legal, pero todavía complicado procedimiento. A primera vista, podría parecer que Never rarely sometimes always (2020), el tercer largometraje de Eliza Hittman, tiene una premisa llena de oportunismo frente a temas actuales y hecha con el único objetivo de manipular a la audiencia. Sin embargo, la

directora logra evitar todos los caminos fáciles y fórmulas propias del drama juvenil para componer un retrato crudo y realista sobre las dificultades de ser mujer en un mundo definido por la masculinidad tóxica. Haciendo uso de un estilo naturalista y de bajo perfil, Hittman se centra en la experiencia íntima y directa de sus personajes, en sus gestos y actitudes por encima de lo que verbalizan. Es así como logra evidenciar que muchas de las posturas aparentemente despreocupadas de Autumn y Skylar son en realidad una máscara que deben utilizar

para poder afrontar la violencia normalizada que se ven obligadas a recibir de manera cotidiana. La odisea de ambas protagonistas hacia otra ciudad para que una de ellas logre tener aborto, y todas las dificultades que esto conlleva, son el punto de partida de la realizadora para desarrollar un relevante comentario sobre las agresiones que muchas jóvenes tienen que soportar de manera injusta, día con día, por el simple hecho de ser mujeres. En medio de un Nueva York caótico y en constante movimiento, Skylar

y Autumn deben pasar más tiempo del esperado en la ciudad para que esta última pueda ser atendida de manera correcta; periodo en el cual deben ir y venir de un lugar a otro, donde son ignoradas con sequedad por los vendedores de boletos en el metro, y en otros casos directamente agredidas o vistas de manera lasciva por los transeúntes. En una realidad donde la violencia de género se ejerce de manera casual (pero no por ello menos terrible), la directora captura los remanentes humanistas del relato en la relación empática y solidaria de ambas protagonistas. En el viaje de ambas jóvenes deviene una madurez emocional que está representada en su comprensión precipitada de una sociedad intolerante donde deben plantar sus creencias de manera firme y decidida para lograr salir adelante. En una historia donde sus heroínas saben que el mundo no responde como ellas quisieran, la directora Eliza Hittman habla del embarazo y el aborto no como temas centrales, sino como consecuencias de la violencia ejercida a la mujer en todo el mundo, problemática que resuena en todas partes, sin importar las leyes ni las diferencias culturales. Es por eso que, sin adornos ni manipulaciones, y haciendo uso de una honestidad dolorosa, Never rarely sometimes always es una película que importa.

Cine

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Jimena [primera novela de José Manuel Gómez Soto] Por Edgar Khonde

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eí el libro de José Manuel como quien lee una correspondencia secreta, como un invasor; como el cartero que antes de entregar la carta se atreve a espiar lo que el amante le dice a la amada, es decir, lo que le inspira: todas esas palabras que nos inducen a presentir que lo que leemos no puede suceder en cualquier realidad sino en una donde reina la poesía. Advierto: no hay otra forma de acercarse al relato, el lector tendrá que adentrarse a través del acto poético. Y este acto poético consiste en confrontar una realidad —la nuestra—, contra el lenguaje que el autor maneja por medio de fotogramas. Porque más que palabras y textos hilados lingüísticamente, desciframos imágenes, colores y texturas. Este libro bien podría ser un álbum fotográfico, una galería de imágenes, pero por fortuna esta historia ha

sido presentada a través de sintagmas, de nombres, de un nombre: Jimena. No he olvidado lo que dije en la primera línea de este prólogo, que el texto es una historia de origen: “¿Alguien puede describir con precisión la sensación que se produce cuando dos pares de labios se tocan?”. He ahí el origen. Supongo que así nace, o eso nos hace creer José Manuel, el relato. Nace en cuanto dos se besan y se necesitan. En cuanto ya no es posible entenderse el uno sin el otro, explicarse. Y en cuanto recurren a distintos lenguajes: el oral, el escrito, el fotográfico, para siempre estarse reconociendo. El autor reconoce a Jimena en Jimena cuando la nombra y cuando la toca. Porque tú, lector, tendrás que darte cuenta que las palabras del escritor no son precisamente sonidos o grafías, son caricias, roces, deslizamientos del tacto, alcances de las manos. Tú, lector, tendrás que confrontar el libro como lo que es:

un puzzle. El rompecabezas que origina la ficción de acercarse a la literatura. Sinceramente creo que el orden de los textos no resulta trascendental para abordar el libro y su contenido; el lector puede elegir cualquier forma de leerlo. Puede comenzar por el final o por en medio o saltar páginas; optar al azar y jugar a la ruleta rusa. Incluso, cada uno, puede hacer su propia lectura de acuerdo a los textos que haya seleccionado y que haya descartado. Reconozco que esta parte del prólogo puede o no funcionar como instructivo pero pido que no se tome así. Esta parte del prólogo es una sugerencia, una didáctica del método para descifrar lo cifrado por el autor. ¿Y qué es lo que ha cifrado? Creo que resulta obvio desde el título, lo cifrado es Jimena. Pero más que ella (¿Qué es ella: superheroína, musa, pretexto, detalle, objeto, imagen, símbolo, sonido?), lo cifrado consiste en la expe-

Libros

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/// Libro editado por Texere.

riencia de José Manuel cuando tiene que adentrarse en el mundo. Y la experiencia le dice que la forma de tener a la mujer, la forma real, será a través de recursos que no tengan relación con la presencia física: la escritura, la poesía, la fotografía, el correo. Lo más real de Jimena, de la literatura, en esta ocasión son las palabras. Ahora, es momento de adentrarte en el texto y de perderte letra por letra, sonido por sonido.


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Río de palabras

Autorretrato de un pintor modernista t

Por Alejandro Carnicero Entre las amplias salas de algún magno museo donde se circunda una novelesca escalera —enorme palacio hecho con piedra o mármol seco por el cincelar de una degollada quimera— esconde sus huecos craneales el gran pintor, dueño de un jardín repleto de flores malsanas, quien con sólidas uñas dio implacable color a mórbidas escenas hechas con negra plata e hizo brotar sangre al rostro de Pierrot doctor que lee un libro y porta un holgado ropaje blanco; quien oculta a mitad de sus sienes el horror como ramo de finísimo cabello magro; posa poseso, iluminado por el hastío, aureado por vocablos de brumosa tiniebla que lo viste con traje de fúnebre amorío, abraza su cuerpo, de la vida lo hace presa; aquel moño de araña a la yugular doblado luce bajo sus delgados y cerrados labios: ambas córneas capturan la salida del llanto, humedecen su destello, abruman este cuadro; de su oído los pliegues atentan cual ex voto el galope de un sátiro con panesca flauta y la luz de su frente incendia todos los ojos que osan enfrentar la tela de mirada incauta. ¡Ah, monstruo que mancha el papel con tóxica tinta, horticultor —también tallador— de líneas de ónix, crea con tintura a nuestra lóbrega nodriza, e ilumina al lienzo terrenal para él tan dócil! Sus pasos aún se escuchan por el Barrio Latino, es una gárgola acuática de catedral que cerca de la barda, a raíz de un agrio vino, duerme bajo cabellos de musa en Montparnasse. A una docena de gatos saltando el tejado su mirada evoca como a mil mujeres muertas —la Esperanza rendida ante un vahído centauro—: ¡Oh, tú, bardo de la ilustración! ¡Oh, Julio Ruelas!

/// Julio Ruelas. Esperanza. 1902. 2020 Año de Julio Ruelas.

El sueño de Patricia t

El peso t

Por Pilar Alba

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espertó con el afán de hacer productivo su día, unos veinte minutos antes de que sonara el despertador ya todos sus sentidos estaban alerta. Se dirigió al cuarto de baño, realizó los ritos cotidianos y se vistió para bajar a desayunar. Fuera de lo que está acostumbrado se preparó un desayuno completo: café, huevos estrellados, frijoles y salsa. El despertador apenas sonó cuando él estaba a punto de reventar la yema del huevo con un pedazo de bolillo. Al terminar el desayuno se dirigió al estudio, luego de encender la computadora y esperar a que cargaran los programas se detuvo, como siempre, en el mar azul de una sola aplicación; sin darse cuenta el paso del tiempo lo invadió, hasta que su estómago le indicó la hora de tomar alimentos. Comió lo primero que encontró, no quería

perder el tiempo con tonterías, tenía cosas más importantes que resolver: Comparte esta fotografía. Resuelve este acertijo. Esta información es importante para toda tu familia. Déjanos saber qué piensas. Responde esta encuesta. Reenvía esto al menos a diez de tus contactos. Cuántas figuras ves en este cuadro… así hasta que llegó la noche y los ojos cansados le recordaron que debían cerrarse. Antes de apagar la computadora, no pudo evitar pensar en las indicaciones que no seguiría: ¿cuántas personas se perderían de información valiosa?, ¿cuántas más pensarán que es un idiota por no poder responder preguntas tan fáciles?, ¿cuántos más, que es un egoísta por romper una cadena que llevaba más de un millón de veces compartida?, ¿cuántas madres y padres no encontrarían a sus hijos perdidos, solo porque él no compartió su foto? Aún así se fue a la cama, cargando sobre sus hombros el peso del mundo.

Por Edgar Khonde

E

stoy consternado ahora que te escondes, que te aíslas y te guardas esperando que todo se arregle de la nada. Yo escribí un poema del futuro donde te cuento lo que acontecerá cuando se acabe por fin el proyecto de ingeniería social al cual te han sometido, pero no me escucharás porque no quieres saber la verdad mientras padezcas miedo. No quieres saber nada de ello porque nunca has mirado más allá de lo que te muestran los medios. Este texto no va a arrancarte la venda de los ojos; no va a ser así, tan fácil. Sin embargo, espero que te cuestiones nuestro encuentro. Un encuentro que la verdad ha sido fortuito. Tú leerás esto, en papel o en la red, y te preguntarás qué ha escrito este loco. No he escrito nada que ignores. Caminé y te saludé, pero no te abracé, porque te lo han prohibido, y si tú no tienes voluntad para decidir lo contrario, acatarás las órdenes que te hayan dictado. Entonces va de nuevo. ¿Recuerdas a ese artista chino que pintaba monos; y que te dije capturaba expresiones, gestos y guiños que bien podrían parecer el principio de lo humano? Te lo pregunto porque creo que eso somos, a diferencia de ese premio Nobel que califica de primates a quienes juegan con la

lengua, me parece que en lo lúdico se encuentra nuestro origen. Porque si te lo cuestionas, ¿qué nos hace gentes? Te aseguro que no podrías responderte que tener perlas o diamantes, te aseguro que no nos hace humanos respirar en grandísimas oficinas o dirigir falsos discursos para el pueblo. Te aseguro que no nos hace hombres taladrar túneles en busca de oro negro, te aseguro que no nos hace mujeres planear sobre aviones la desdicha de adorar becerros de concreto ¿Y de qué se compone una tú, Patricia? Aparte de tus lagos, tus montañas y tu fuego. Te lo pregunto y te lo respondo, que estás compuesta de trozos de risas y de caricias, de rasgos de ojos que se convierten en hablas y que se materializan en canciones y poesía. A ti no te construyeron héroes ni bandidos; a ti te fueron creando amorosamente los cuentos de los viejos y las sonrisas de los niños. A ti te hicieron desde la primera noche en que dos se amaron y se convirtieron en pájaros. A ti no te dio vida la burocracia ni la competencia ni los colores ni las banderas. A ti tus gestas y tu olor a sangre no te dio forma de nada. Y que se lo sepan bien quienes aspiran a lo humano dentro de tu geografía, y sábelo tú Patricia, a ti te van mejor los besos y los abrazos, ninguna guerra te ha convertido en patria.


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