La Gualdra 488

Page 1

SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 488 /// 19 DE JULIO DE 2021 /// AÑO 11

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Juan Manuel de la Rosa (1945-2021) en su estudio. Foto de Faviola Lara Cervantes. 2021.

Juan Manuel de la Rosa nació en Sierra Hermosa el 10 de octubre de 1945. Fue pintor, grabador, escultor y ceramista. Integrante de una generación de artistas nacidos en la primera mitad del siglo pasado que puso a Zacatecas en la escena nacional de las artes plásticas. De espíritu viajero, migrante, partió de su tierra, pero siempre regresó, sobre todo a esa comunidad localizada en el semidesierto zacatecano, en Villa de Cos, que tanto le debe a su hijo predilecto. Falleció el 15 de julio pasado en la CDMX. Zacatecas perdió a un gran artista, pero nos deja como legado su obra pulcra, impecable, extraordinariamente poética, técnicamente rigurosa y propositiva.


2

LA GUALDRA NO. 488 /// 19 DE JULIO DE 2021 /// AÑO 11

La Gualdra No. 488

Editorial

J

uan Manuel de la Rosa nació el 10 de octubre de 1945 en Sierra Hermosa, una comunidad del semidesierto del municipio de Villa de Cos, en Zacatecas. Él, como muchos de nuestros paisanos, decidió salir de su pueblo en búsqueda de oportunidades de educación y trabajo cuando era adolescente. Monterrey, Nuevo León, fue la ciudad en la que tuvo su primer acercamiento formal a las artes plásticas -aunque siempre dijo que había sido su madre quien le enseñó, de alguna manera, que la virtud y la belleza existen en todas partes-; ingresó al Taller de Artes Visuales de la UANL en 1962, dos años más tarde viajó la Ciudad de México para estudiar en La Esmeralda, escuela de donde egresaron también Pedro Coronel y Manuel Felguérez, quienes junto con él, Rafael Coronel e Ismael Guardado, conformaron una generación muy interesante de artistas nacidos en el Estado en la primera mitad del siglo XX y que compartieron su vocación por el arte; la decisión de migrar era un asunto casi obligado al principio, después, se volvió una constante para ellos. Para De la Rosa, viajar fue un tema de vida, Estados Unidos, Egipto, Japón y Colombia fueron determinantes en el descubrimiento de su pasión por las fibras vegetales, en esos lugares se especializó en las técnicas para hacer su propio papel, un soporte utilizado con maestría en sus procesos creativos. Además, aprovechó sus dotes de alquimista para explorar las técnicas derivadas de conocimientos ancestrales de pigmentaciones naturales, la grana cochinilla fue una “hembrita” -como él la llamaba- de quien estuvo enamorado los últimos años de su vida; el temple que utilizaba era de “huevo de gallina pisada”, solía decir este artista que hacía de las palabras cómplices de todo lo que hacía. Lector avezado, me comentó en una entrevista en abril de 2019,1 que hubo tres profesiones a las que le hubiera gustado dedicarse también: la de arquitecto, de poeta y la de chef, las tres directamente relacionadas con la belleza y con el placer. A Juan Manuel se le conoce como un artista plástico cuya obra fue limpia, meticulosa, con un rigor técnico indiscutible, honesta y llena de poesía. Incluso, hay quienes le han llamado “el poeta de la pintura” recientemente y no sé si alcanzó a saberlo, pero sé que le

hubiera gustado. Cuando el 15 de julio nos enteramos de su fallecimiento, recibimos la noticia con mucha tristeza, porque Zacatecas pierde con su partida a un gran artista que hizo grabado, pintura, cerámica y escultura; a un artista incansable, culto, sensible, un caballero en todo sentido, que además de dedicarse a sus proyectos artísticos personales con disciplina, dedicó por lo menos los últimos 20 años de su vida a crear en Sierra Hermosa un proyecto cultural que inició como club de lectura y que hoy es, además, un centro cultural que posee un museo comunitario con una colección de arte impresionante, con más de 10 mil libros, y que incorporó recientemente el proyecto de educación y cultura para apoyar a jóvenes de esa región para que realicen estudios profesionales. De la Rosa inició con este proyecto y se aseguró, antes de partir, de que continuara pese a su ausencia. Para honrar su memoria, hemos preparado esta edición especial de La Gualdra en la que participan su hija Natalia de la Rosa y Faviola Lara hablando del Proyecto cultural y educativo en Sierra Hermosa. Stefano Iacono, Oscar Estrada, Humberto Mayorga, Alfonso López Monreal y Genaro Borrego Estrada nos comparten textos en los que reflexionan sobre la obra y vida de este artista zacatecano; los poetas Irene Ruvalcaba, Juan Manuel Bonilla Soto, Bernardo Araujo, Javier Acosta, Yamilet Fajardo, Raúl García Rodríguez y David Castañeda -estos últimos cuatro ganadores del Premio Nacional de Poesía Ramón López Velarde- escriben también para él. Seguro que le hubiera gustado despedirse acompañado de poesía. Juan Manuel de la Rosa fue un artista excepcional. Seguramente sus restos mortales llegarán a Zacatecas en próximas fechas y descansarán en Sierra Hermosa, cuando su familia lo decida. Desde aquí, nos solidarizamos con sus hijos Valentina, Pablo Emiliano y Natalia; con su compañera Diana Bracho; con el pueblo de Sierra Hermosa y con la comunidad artística zacatecana. Que descanse en paz.

Directorio

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Contenido La conversación pendiente con Juan Manuel de la Rosa Por Genaro Borrego Estrada Pájaros plañideros Por Irene Ruvalcaba

De-cierto azul / dorado Por Bernardo Araujo Es hora de mirar su corazón flotante Por Javier Acosta Azul Sierra Hermosa Por Yamilet Fajardo

Caminos en el desierto Por David Castañeda Álvarez Juan Manuel de la Rosa: azul azar Por Juan Manuel Bonilla Soto Poética del semidesierto Por Raúl García Rodríguez

Sempiterno paisaje del desierto Por Humberto Mayorga

Un gran artista Por Alfonso López Monreal Juan Manuel de la Rosa: Corazón Cinabrio Por Óscar Estrada ¡Stefano, vieni quá!, el maestro en la cocina Por Stefano Iacono

Proyecto cultural y educativo en Sierra Hermosa: Por Natalia de la Rosa y Faviola Lara

3

4

5

6

7

8

Ver la entrevista completa en: https:// youtu.be/_ZOVleMxWkI

1

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


3

19 DE JULIO DE 2021

La conversación pendiente con Juan Manuel de la Rosa

H

ace apenas unos días que tuve una de tantas conversaciones con mi amigo Juan Manuel; como era habitual, fue prolongada, ilustrativa, y amena. Fue con motivo del centenario del natalicio de Ramón López Velarde a quien admiraba y conocía a profundidad. Comentamos un artículo de Pablo Sol Mora publicado en el numero de junio de la revista Letras Libres. Nos asombramos con la maravilla de los textos que ahí se reproducían. Aún estaba convaleciente de su reciente intervención quirúrgica pero se encontraba en franca mejoría y su ánimo era de alegre optimismo vital. Quedamos en que nos reuniríamos muy en breve para conversar acerca de sus planes en Zacatecas y su querido terruño Sierra Hermosa, así como respecto a su exposición en Aguascalientes y otros proyectos relacionados. Ese encuentro ya no pudo ser. Su hijo Pablo Emiliano me comunicó la imposibilidad de hacerlo pero me dijo que su padre, balbuceante, le pedía que intercediera para que el mural que estaba haciendo en el Palacio de Gobierno de Zacatecas se concluyera con el apoyo del gobernador Alejandro Tello, a quien se lo comuniqué y de inmediato me pidió se le informara que el mural se terminaría tal como lo plasmó en su proyecto y de manos de su colaboradora la ceramista zacatecana Karina Luna. Así se hizo. Esa fue su última voluntad como artista zacatecano y afortunadamente supo que sería cumplida. La madrugada del día siguiente falleció. Karina tuvo la muy afortunada iniciativa de acudir unos días antes a la Ciudad de México para encontrarse con el maestro llevando consigo una pieza de cerá-

/// Juan Manuel de la Rosa. Sin título. Litografía y colografía sobre papel. 1980. Joseph Grossman Fine Art Gallery.

/// Juan Manuel de la Rosa. Foto de su Twitter

mica fresca a fin de que fuese firmada como colofón de la obra. Lo consiguió con el apoyo de sus hijas e hijo en un emocionante momento a pesar de su acentuada debilidad. Una hora se llevó para poder plasmar su firma. Fue memorable y conmovedor. Así culminó su maravillosa obra plástica dejando un entrañable legado a los zacatecanos. Juan Manuel era en realidad un poeta. Pensaba, sentía, vivía y se expresaba como tal. Su poesía no fue escrita ni dicha con palabras sino con el pincel y con sus manos moldeadoras de la tierra y la piedra. Su obra tiene la rima, el orden, la profundidad, la sutileza de la poesía. Cada pieza lleva un mensaje profundo en un lenguaje de colores y formas que dicen lo que quiso decir y expresan lo que el observador de las mismas siente al percibirlas. Su obra tiene abstracción y compás; ritmo y sonoridad. Admiraba a los poetas y escritores; amaba y cultivaba la literatura. Hizo libros de papel de su propia

factura y los ilustraba con poemas y el pincel o el grabado. Fue pues un poeta de las artes plásticas. Un artista de dimensión universal cuya obra habrá de ser valorada y reconocida en toda su magnitud y profundidad. Es estética y es conceptual al mismo tiempo. Es poética. Juan Manuel fue también un filántropo cultural; un ser humano sensible ante la realidad de su pueblo Sierra Hermosa y de todo el pueblo humilde y bueno de México. Un hombre de profundas convicciones sociales que materializó en su micro cosmos comunitario de su amado terruño. Es asombroso lo que hizo por los niños y las mujeres de Sierra Hermosa. Siempre creyó en su emancipación a través de la educación y la cultura, que promovió y llevó ahí de múltiples maneras. Creó el Museo Comunitario; talleres de costura para las mujeres quienes con ello viven dignamente gracias a su propio trabajo; estableció telares para la fabricación de tapetes de lana; creó el Club de Lectura

donde los niños y los habitantes de esa comunidad tienen acceso a libros y cultivan el hábito de leer. Apoyó a decenas de niños en su educación, algunos de los cuales, gracias a eso, lograron alcanzar títulos universitarios; consiguió una cocina para la escuela donde cada día se turna una madre de familia a elaborar el desayuno de los niños. Llevó conciertos a su pueblo, conferencistas, literatos, poetas. Consiguió que Sierra Hermosa fuese sub sede del Hay Festival de Literatura….y más. En suma: un auténtico promotor cultural y benefactor social, fiel a su origen del semidesierto zacatecano. Juan Manuel fue también un viajero empedernido. Trotamundos incansable. Visitó todos los continentes abrevando arte y cultura. Lo mismo en Japón que en Myanmar, en Indonesia y Asia y en su amada Colombia. Un viajero que ya emprendió su último viaje en paz, plenitud y señorío como lo fue en toda su vida.

Pájaros plañideros Por Irene Ruvalcaba t

S

ueño con los poemas de Velarde. Sus versos repican como parvadas mortuorias. En mi cabeza revolotea el final incompleto de El sueño de los guantes negros: “Un

fuerte... como en un sueño, / libre como cometa, y en su vuelo / la ceniza y… del cementerio / gusté cual rosa...”. Un pájaro de mal agüero con su canto completa los versos. Se pasea por las ramas negras y las sombras. Atino un lugar. Sierra seca. Camino real. Sie-

rra hermosa. Resolana entre paredes. Despierto para leer la noticia: “El artista plástico Juan Manuel de la Rosa, originario de Sierra Hermosa, Villa de Cos, Zacatecas, falleció este jueves […] y, así, definir su última morada”.1

En el semidesierto zacatecano la grana cochinilla sangra. Deja de caer la lluvia. El cielo recupera su azul más cálido. Almácigos de palomas blancas impregnadas por el rojo que parecen rosas a punto de deshojar. Motitas sobre el papel, canción decreciendo, líneas azules. Las

hormigas danzan en el cuerpo. Pasajero de las nubes, el artista pasa al papel, azuza a las hormigas. En el alma del color, el azul del cielo en el azul de la tinta sobre el papel. Llueve sobre la pintura. Sangra el papel. Se levanta el polvo de la grana cochinilla.

1 “Fallece el artista plástico zacatecano Juan Manuel de la Rosa”, La Jornada Zacatecas, 15 de julio de 2021, disponible en: https://ljz.mx/2021/07/15/fallece-elartista-plastico-zacatecano-juan-manuel-dela-rosa/

In memoriam Juan Manuel de la Rosa

Por Genaro Borrego Estrada t


4

LA GUALDRA NO. 488

De-cierto azul / dorado In memoriam Juan Manuel de la Rosa

[A la memoria de Juan Manuel de la Rosa] “Oigo las onomatopeyas de la tierra mientras un árbol solitario en el desierto agita los brazos.” Margarito Cuéllar

/// Juan Manuel de la Rosa. Foto de Ernesto Moreno.

t

Por Bernardo Araujo

Cuando te encuentres de camino a Ítaca, al enojado Poseidón no temas, conociste muy bien de estos proverbios que marcaron tus pasos: el trazo firme de abundante azulgrana y espejos estridentes bajo un sol estival que te arrojó en el mundo intensamente contemplado. Belleza y espesura. Tuviste siempre a Ítaca en tu mente llegar allí fue tu destino siempre: la sierra desahuciada para volver porfiado a ella. Una y otra vez fue necesario huir del tiempo, encontrar otros viajes, perpetuamente en la renovación de los vacíos, la palabra frustrada y el salvaje desierto. Desplazamiento y migración: La extranjería (saudade) “mi casa es el mundo, mi tumba será el aire” comprenderás ya qué significan las Ítacas.

Es hora de mirar su corazón flotante t

Por Javier Acosta

L

a vida y la obra de Juan Manuel de la Rosa no se acomodó, no se acomoda, a la metáfora bíblica de la travesía en el desierto; el éxodo de quien se ve obligado a internarse por un paraje inhóspito, ese áspero lugar que hay que atravesar en medio de penurias, rogando por el maná, huyendo siempre hacia una tierra fértil, prometida. Todo lo contrario: su paraíso fue el desierto, lo concibió como lugar de plenitud, no de penuria. Su vida y su obra coincidieron en esa operación poética, la de transvalorar el desierto en plenitud sapiente y vitalista, reconvertir el paisaje de la necesidad en terrario benefactor. Juan Manuel de la Rosa quiso revelarnos las fecundas potencias de nuestra Aridonía —empleo el término acuñado por Abel García—; su obra artística fue una de las maneras de ejercer —y querer contagiar— su ministerio filantrópico. Supimos de su entusiasmo por la poesía y pudimos compartirlo en su ardiente conversación; queda también ahí su misión educadora,

/// Juan Manuel de la Rosa. De la Serie Diáspora personal, Inmigración y desplazamiento. 2019.

dentro y fuera de nuestro país y de nuestro desierto, queda la creciente y flotante (como su corazón) biblioteca de Sierra Hermosa, queda su activa preocupación por los más jóvenes y su credo humanista. En estos meses de obituario perpetuo nos hemos familiarizado con las metáforas del peregrino: se adelantó, buen viaje, donde quiera que esté; encuentro que en su buena voluntad de paliar el dato crudo de la muerte, estas frases no siempre se llevan bien con la memoria de nuestros compañeros de viaje. Juan Manuel de la Rosa supo ver en el desierto no un paisaje hostil, sino un espacio de prodigios; un lugar de acogida y de discreta —pero in-

Azul Sierra Hermosa t

Por Yamilet Fajardo

C

ada vez que el maestro Juan Manuel de la Rosa regresaba a Sierra Hermosa visitaba la escuela primaria, los niños levantaban un remolino de polvo para correr a su encuentro, abrazarse a sus piernas, colgarse de sus brazos. No es que a él le gustara que le llamaran maestro, pero eso era para la gente

de la comunidad. Un maestro generoso que regresaba a sus raíces a servir. Les llevaba libros, materiales, preguntaba a los maestros sobre las actividades en puerta, cómo había salido Estrellita en la Olimpiada de Conocimientos, qué tal iba la nueva aula, qué tal “El Club de Lectura del Desierto”. Disfrutaba pasar el rato escuchando a los niños leer a Federico García Lorca, Ramón López Velarde, a José Emilio Pacheco,

entre otros. Ellos le obsequiaban dibujos que el maestro se guardaba como tesoros. Las señoras le llevaban gorditas de cocedor y aguamiel, él sonreía, comía y bebía con gusto, decía que era un manjar, se quedaba viendo las puntadas, los colores, la textura de las servilletas que las señoras se guardan con recelo. Preguntaba por don Gildo, por Soledad, por los sus amigos campesinos. Se grababa cada detalle, cada color,

vencible— fecundidad: una feliz morada. El desierto era —es— para él, un lugar donde puede flotar el corazón, elevarse, como el corazón que el poeta López Velarde quería arrancarse del pecho para sacarlo a ver la luz, para elevarlo triunfalmente, como señal de su fraternidad con los hombres y mujeres de todas las centurias. Me despido así de Juan Manuel de la Rosa, cuya edad se termina; pero no me despido de su corazón lumínico y flotante, filántropo, presente; que sigue aún, que alcanza todavía la huella del desierto. Pretendía escribir un poema, a manera de mínimo obituario; al silenciarme para hacerlo, me vinieron los versos que el maestro Eckhart dedicó al grano de la mostaza; en este caso idóneos. Transcribo la versión de Amador Vega: Abandona el lugar, abandona el tiempo, ¡y también la imagen! Si vas sin camino, por la senda estrecha, alcanzarás la huella del desierto.

aroma, los sonidos de la quietud, el cielo azul intenso del desierto que lo hacía feliz. Y quería aproximarse cada vez más a ese azul, otro azul, un Azul Sierra Hermosa. Y el maestro salía con miles de colores, texturas y cuadros en su memoria. Se despedía con un hasta luego, “Seguramente el maestro tiene un viaje” pensaban los niños, “¿Ya se va a su casa?”, le preguntaban siempre, “Aquí es mi casa” respondía. Seguramente la noticia del fallecimiento del maestro ha llegado a Sierra Hermosa con pesar, pero los alienta la noción de que el maestro siempre vuelve. Es seguro que los niños ya están

preguntando cuándo llega y, pronto se darán cuenta que ya no necesitan esperarlo más, que en todo Sierra Hermosa, habita él. (Los maestros de la primaria me pidieron que le dejara con uno de sus poemas preferidos: “Certeza” de José Emilio Pacheco) Si vuelvo alguna vez por el camino andado no quiero hallar ni ruinas ni nostalgia. Lo mejor es creer que pasó todo como debía. Y al final me queda una sola certeza: haber vivido.


5

19 DE JULIO DE 2021

Caminos en el desierto t

Por David Castañeda Álvarez

El sol de Zacatecas Pues sí, el camino siempre es un círculo y los trazos que hacemos por escapar dibujan un laberinto mayor igual al desierto donde vivo. Y el sol, en su rabiosa andanza, quema los colores de la tierra y no resta más que perdurar como plantas secas y espinosas, con la carne recia igual al desierto donde vivo.

/// Juan Manuel de la Rosa. 2014. Foto de Gregorio Cortes / Secretaría de Cultura CDMX.

y viajamos solo con la imaginación, una imaginación árida y caliente igual al desierto donde vivo. Somos este sol de sombra roja marca de arena, paso de víbora, potro encabritado en un cielo blanco y lleno de heridas en el tiempo, un tiempo

Peregrinamos atados a una noria sin agua y pensamos en los rincones más viejos del mundo,

igual al desierto donde vivo. Un paso más lejano requiere dos de vuelta, la diáspora de nuestro camino es un perpetuo regresar. Regreso a ti entonces como el niño escondido en un rincón de la casa, mi casa hostil pero benéfica igual al desierto donde vivo.

Juan Manuel de la Rosa: azul azar Por Juan Manuel Bonilla Soto t

I Con más frecuencia de la que quisiera encuentro –acaso permito, invoco- que me rijan algunas trinidades. Trinidad es el deseo complacido: cuando se enciende, se cumple y se reposa. Tal vez no sea fácil comprenderlo, lo sé. También resulta complicado explicarlo, por lo que me limitaré a mencionar algunas de esas trinidades que derivan del reciente luto colectivo. El jueves 15 de julio leí en mi muro de Facebook tres notas que de inmediato se multiplicaron. El tono de ellas era triste, consignaban la partida del artista Juan Manuel de la Rosa. Una mencionaba su origen zacatecano, otra destacaba sus virtudes plásticas y la otra añoraba al amigo. El maestro De la Rosa es zacatecano, artista y se llama Juan Manuel. En este trinomio destaco el onomástico y por razones obvias, ello siempre me permitió sentirme cerca del maestro De la Rosa. El poeta visual, Juan Manuel de la Rosa, es también escultor, semidesértico y azul. A esta trinidad parece que la domina la monocromía, pero nada más parece. El azul del que

Poética del semidesierto Por Raúl García Rodríguez t

/// Juan Manuel de la Rosa. Montaña Roja. Grana cochinilla sobre papel. 56 x 76 cm. De la serie Diáspora personal, Inmigración y desplazamiento. 2019. Foto de Roberto Ortiz Giacomán.

hablamos es intermitente, transitorio y nunca se apacigua. Sin miedo a la censura puedo decir que su azul se llama azul Juan Manuel.

II El luto, en casos como este, es una odalisca frenética que en alguna de sus danzas perdió la burka que no dejaba ver su rostro y los ojos parecían suficientes. No es así. La muerte, tampoco es algo que se explique con facilidad, por eso casi no

E

la menciono. Juan Manuel, maestro, tu aparente ausencia en realidad es el inicio de otra eternidad, la materialización de una perpetuidad luminosa. Convengamos que te adelantaste, que tu espíritu lleva los colores y las palabras necesarios para cantar mientras iluminas tu tránsito hacia una nueva patria en la que el azul es definitivo. Un azul multiplicado. Azul azar. Buen camino, Juan Manuel, maestro, amigo.

n alguna ocasión Juan Manuel de la Rosa dijo ser un arquitecto y un poeta frustrado, aunque a lo largo de su vida edificó una obra plástica rica en poesía, no de versos por declamar, sino de formas que invitan al silencio y la contemplación. Las obras del artista que anduvo por el mundo nos dejan intuir que su espíritu creador nunca dejó su original espacio semidesértico, al que pobló de colores únicos y formas donde se dio el afortunado encuentro de la predestinación y el azar. Hace pocos días, Juan Manuel de la Rosa terminó su peregrinaje por el tiempo y el espacio, pero como en todo artista auténtico, su legado seguirá su recorrido sin la caducidad de las horas ni el acabamiento de lo terrenal. Léanse estos versos a manera de despedida Perfil de artista A Juan Manuel de la Rosa

Hay un rostro escondido en el papel, en los pigmentos en las piedras recién llegadas al taller del artista ¿Qué son las manos sino tiempo y aire con el poder de corregir la perfección de los desiertos? ¿Cuál sería el perfil de la sierra sin la intervención de los siglos? El montículo de arcilla exhala mientras revela su forma de semidiós sin pupilas rostro sin rasgos particulares No sé cuándo a un retrato le sobran los detalles pero un par de pinceladas le faltan al paisaje desolado de nuestra alma Si somos polvo ¿de qué destruida estatua están formándose nuestros rasgos? Si el artista se va antes de tiempo ¿quién nos dará nuestros últimos detalles?

In memoriam Juan Manuel de la Rosa

L

o vi a la distancia en alguna ocasión. Supe que era artista por la cadencia con que medía sus palabras. Cuando vi su obra tuve la certeza de que había una línea luminosa y melancólica, amarilla y rojiza, que lo une a Felguérez, Goitia o Coronel. Nuestra vida es un camino circular en el desierto. Nos vamos -nos queremos ir- y, al final, regresamos siempre. Me despido de él con este poema dedicado a una de sus obras. Descanse en paz, Juan Manuel de la Rosa.


6

LA GUALDRA NO. 488

Sempiterno paisaje del desierto Por Humberto Mayorga

In memoriam Juan Manuel de la Rosa

t

Lluvia, arrastra las palabras: deja mi memoria intacta asualidad, presagio, no lo sé. El quince de julio me desperté de madrugada. Ya no pude dormir. Pensaba en los amigos, en la pintura, en la poesía, en la vida, en lo que vale la pena y no. Me da calma. Pensaba. Recordaba. Hice del momento una insoportable nostalgia. Ya hace un poco más de un mes, llegaban las primeras lluvias de junio, junio tres a las siete cincuenta y ocho para ser exacto. Mi teléfono timbró. No alcancé a responder, quizá se equivocó, quizá no. Era él. Entonces le pregunté vía mensaje, ¿Cómo está, maestro? Aprovecho el saludo para reiterar mi respeto y afecto para usted, amigo, persona y artista. Le mando un abrazo grande desde esta lluviosa y fría ciudad, escribí. Respondió al mensaje con una pregunta, ¿París? Siempre acudía a sus historias de viaje interno, de viajes por el mundo. Siempre la anécdota, siempre el aprendizaje. Palabras más palabras menos, continuó: van mis afectos retornados. Me celebro a mí mismo, me dijo. Sus palabras me hicieron recordar el poema de Walt Whitman, Canto a mí mismo. Fue en Zacatecas, Museo Francisco Goitia, el lugar donde coincidimos por primera vez. Ya lo estaba buscando tiempo atrás, cuando la vida y el trabajo me llevaron a la puerta del desierto zacatecano, eso decía él: ya es un desierto. Villa de Cos, ya es un desierto. Los primeros días de mi llegada salí a conocer el pueblo, ¿Qué se hace aquí? ¿De qué se vive? ¿Cuál es la comida típica? ¿Quiénes son sus artistas todavía vivos? Preguntaba a los más cercanos, a los profesores, a la gente que entraba y salía del edificio escolar, gente que me encontraba por el templo presbiteriano, el templo católico o la Presidencia Municipal. Todo converge en un mismo punto. El jardín. Tiempo después lo escuché en una entrevista, misma que me llevó al sitio. Lo escuché y supe que sí. A donde fueres deja buena siembra, eso he aprendido junto a la vida: sirve a la patria, no te sirvas de ella. Juan Manuel de la Rosa representaba la imagen que deseaba dejar en un Proyecto de Lectura y Arte. Veía en él al hijo pródigo de Sierra Hermosa, de las tierras áridas donde parece no haber esperanza. De los sitios que dan origen a los trotamundos, de la gente casi ajena a la lluvia, de la tierra de cobre. De ese pequeño terruño a la altura del Trópico de Cáncer. Siempre le interesó su origen, dejar huella también, instruir a su gente, mostrarle que hay algo más allá de su paisaje inmediato, de su frontera tapizada de gatuños y hierba seca. Coincidimos, coincidíamos, coincidiremos. El libro impreso no debe ni puede morir, el arte es un catalizador de la violencia, sanador, de algún modo. Sanador como mis palabras de catarsis. El mundo puede ser mejor.

C

/// Juan Manuel de la Rosa el día que llevó más libros a la biblioteca que lleva su nombre en Villa de Cos. 2 de noviembre de 2019. Foto de Humberto Mayorga.

Unos idealistas en potencia, jóvenes emprendiendo aventuras, puentes y brechas qué caminar. El tiempo y sus verbos cobraban fuerza cada vez que conversábamos. Sí, es necesario que la lectura, el arte, la ciencia y la educación, sean el medio para contemplar el mundo desde distintas aristas, contemplarlo con otros ojos y que otros, ya no los nuestros, sean quienes puedan deleitarse de ese mundo, su mundo. El mundo que quizá ya no veremos. Fue un cinco de mayo de 2019 cuando fui a visitar su Diáspora personal. Era domingo, lo recuerdo. Tiempo atrás ya lo había localizado en las redes sociales para plantearle la idea. Queríamos su nombre. Traía en la mente crear una biblioteca digna de un espacio escolar. Poco se piensa en los talentos natos de los niños, ¿por qué no un artista consolidado habría de prestarnos su trayectoria incrustada en una placa de fina cantera zacatecana? Esa mañana llegué despacito a la puerta principal del museo. Una silueta se divisaba a lo lejos, bajo un árbol, primavera plena. El viento mecía las ramas, las hojas de la jacaranda caían sobre su sombrero. Ahí estaba el pintor. Fuerte. Guardián fiel de su obra, recibiendo y saludando a cada uno de los visitantes. De inmediato nos reconocimos, pase, me dijo, es usted Mayorga, se reafirmó, asimismo. Vaya a recorrer el museo, y después, vamos por un café. Necesitamos platicar. De ese modo sucedió. No pensé encontrarlo ahí. Recorrí cada sala entre silencios prolongados, de vez en cuando escuchaba mi corazón, mi resuello, ¿Qué hago aquí? ¿En qué lío me estoy metiendo? Uno está preparado cuando ya está en el campo de batalla y victoria. Una ocurrencia. Locura. Una idea. Después de media hora, percibí el sonido de sus pasos hasta donde

me encontraba, frente al círculo de la vida, ¿Qué le parece, maestro Mayorga? Soy un pintor exiliado, desterrado, no por voluntad. Se emigra por necesidad. Su obra trasmitía silencio, nostalgia, paz, un desierto de pie, un rojo vida. Una tierra colorada y el intenso azul del cielo zacatecano seguirán en las salas del museo comunitario, de otros espacios, de su patria. Del nopal extrajo el color púrpura para verter figuras sobre el papel. En el desierto hay tanto silencio que no nos queda más que contemplarnos a nosotros mismos, decía. Contemplación, ver hacia adentro. Fuimos al café, conversamos, me invitó a comer, le gustaba la cocina, la italiana en especial. Esa tarde no hubo tiempo, caray. Yo tenía mucho trabajo por delante. Veía en los niños el potencial que pocos ven. Yo también lo hacía por mi patria. Mucho valió la pena. Nos acompañamos en un viaje sin retorno. Aquel proyecto estaba pensado en mis tareas para no morir de oficina, todo ello se convirtió en genuina amistad. Juan Manuel tiene su lugar en su pequeña patria, en todo espacio cubierto por sus pasos, en toda persona que tomó su mano o le dio un abrazo. Fue un veinticinco de junio de dos mil diecinueve, cuando la Biblioteca Juan Manuel de la Rosa abrió un espacio de color e imaginación. No hubo acarreos, la gente pedía asistir. La única política era el libro. Del terruño, de la bizarra capital, de Nueva Pastoría, de Ciudad de México, de pueblos cercanos o lejanos, coincidimos en tiempo y espacio. Dimos cuenta y fe de un homenaje en vida. Que su legado siga trastocando las fibras del sensible, que quienes se reflejen en su obra, lleven a las aulas, al campo o los talleres, su pensamiento. Educar al campesino. Al tanto de todo, de la literatura, el té, de la ciudad, del grabado, de la familia, fuimos

confiando, ¿Quién eres tú?, me preguntó. El pintor, además de poeta, filósofo. Le conté mi vida sin omitir mucho. Poca gente es merecedora. Conocí su pueblo, fui por la obra de varios autores de su oficio, ahora ya todos en algún taller, fuera del mundo terrenal. Voy para Sierra Hermosa, le dije dos días previos al acto formal. Mañana montaremos una pequeña galería para los niños, para sus padres. Para quienes quieran verse en la mirada del artista y su obra. Por fortuna cada interpretación es válida, una vez lograda la creación, se vuelve de los ojos de quien la ve. Espero llegar con vida, le bromeaba, es mucho el camino de terracería, le comenté. Si no alcanzas a regresar, puedes quedarte en casa de mi hermano. Aquí o allá siempre tendrás espacio, escuchaba a lo lejos su voz. Quizá en una de sus revelaciones, un día me contó: “Tardé veinte años en regresar al terruño, en reconciliarme con él, viví momentos tan difíciles que nunca pensé en regresar. A lo mejor, si me hubiera quedado, hubiera sido tan feliz como lo son mis amigos, los campesinos”. Qué bueno que emigró, maestro. Si no se hubiera ido, egoístamente lo pienso, no hubiera tampoco hecho feliz a tanta gente. Su retorno llevó agua de vida al desierto. Va mi abrazo, mi afecto, como siempre me decía. Mi respetado maestro, mi respetado amigo. Así se dirigió a mí, cuando la historia comenzó a través de un mensaje, lo mismo hizo en este junio de dos mil veintiuno, cuando debí regresar esa llamada perdida. Ya va mi abrazo para quien supo vivir a plenitud entre colores, nopaleras, callejones empedrados, rascacielos y cielos azulados. Ya veo su vuelo a ese viaje infinito, donde el desierto zacatecano lo acompaña, como el hijo que es. Siempre como migrante interno, en eterno desplazamiento.


7

19 DE JULIO DE 2021

Un gran artista t Por

Alfonso López Monreal

/// Juan Manuel de la Rosa. La gota de mercurio en el desierto.

Yo estoy en la ribera y te miro embarcarte: huyes por el río sordo, y en mi alma destilas el clima de esas tardes de ventisca y polvo en las que doblan solas las esquilas. [“Hoy como nunca” / Ramón López Velarde]

Juan Manuel de la Rosa: Corazón Cinabrio t Por

¡Stefano, vieni quá!, el maestro en la cocina

Óscar Estrada*

J

uan Manuel de la Rosa emprendió el viaje a Ítaca, la Ítaca de Cavafis. Ida y vuelta, varias veces. Ataviado siempre con su sombrero, báculo en mano, alcuza para su mate, maletín de piel (con hermosas huellas del tiempo), botas de peregrino y cuadernos de viaje. Mas el espíritu y los ojos siempre abiertos. A su regreso me contaba de Ulises, de Gilgamesh, de los rollos del mar muerto, de los egipcios: “En el río Nilo hay una hierba palustre acuática, con ella los egipcios hacen un papel, le llaman papiro. Sobre él dibujan, escriben, trascienden”. Otras veces, sentado en la mesa de mi abuela, comiendo cabrito, Juan Manuel me habló de una isla llamada Japón: “Crucé el mar y llegué hasta donde nace el sol. Este maravilloso lugar lo habitan generosos hombres de ojos rasgados. Sus hermosas mujeres visten kimonos y los hombres usan fascinantes ropajes a los que nombran Kaku-Obi, me compré uno. Hacen un papel al que algunas veces llaman washi y otras veces wagami, lo sacan del arbusto Kozo. Voy a aprender a hacerlo, dibujaré e imprimiré mis grabados sobre él”. Y aprendió a hacer el papel más fino del mundo... “Lo sueltas en el aire y, como si fuera una pluma, tarda siglos en tocar el suelo”. En esta diáspora personal Juan Manuel viajó hasta el Peloponeso buscando pigmentos naturales que emularan su

t Por

Stefano Iacono

U /// Juan Manuel de la Rosa elaborando papel de piña y fique. Barichara, Colombia. 2003. Foto de Alberto Sierra.

amada tierra roja de la infancia y el cielo de su pueblo, Sierra Hermosa. Probó con la grana cochinilla, con el azul añil. Por fin encontró lo que anhelaba en las minas de Almadén y en el Jardín Majorelle de Marruecos: el rojo cinabrio (entre la sangre y el barro) y el azul cobalto (casi purpúreo). Pintó con ellos, los hizo suyos y con ellos creó su “magnum opus”. Se los regaló a Zacatecas. “Soy un monje peregrino en el mundo, en cualquier desierto estoy en casa”, solía decir. Hoy, los mezquites y las yucas danzan, arrullan la fresca noche estrellada de Sierra Hermosa —crepúsculo mesopotámico. Despiden a Juan Manuel de la Rosa porque emprende un viaje más, estoy seguro que me platicará sobre Hesíodo, del mito de Éter, del mar Jónico. * In Memoriam. Si estoy aquí en este medio se lo debo completamente a él. Gracias infinitas. Juan Manuel de la Rosa (1945-2021).

n día de verano conocí a mi querido amigo Juan Manuel de la Rosa, estábamos en el café San Patrizio y empezamos a platicar de arte y cocina; él era muy educado, preparado y le encantaba mucho bromear, pronto hicimos una conexión muy hermosa. Ese día lo invité a comer en mi restaurante, le preparé algo sencillo de mi tierra (Sicilia) y le encantó. Desde ese día regresó a comer conmigo. Siempre llegaba gritando: ¡Stefano, vieni quá! Escucharlo me daba mucha felicidad. Me decía: “Prepara lo que tú quieras”, y siempre se ponía feliz con mi comida; me contaba que uno de sus sueños era haber sido chef y yo le respondía “pero qué bueno que eres artista”, porque su obras son increíbles. Hablábamos de su viajes por Italia, Japón, Venezuela y Colombia, y me compartía muchas anécdotas, era un placer escuchar su historias porque era un libro abierto. Un día me invitó a su tierra, Sierra Hermosa -a la que se refería como un lugar mágico, con gente llena de amor-, acepté la invitación; me preguntó que qué necesitaba para para cocinar allá y yo le contesté que un horno. Cuando

/// Juan Manuel de la Rosa con Stefanno Iacono

llegué a Sierra Hermosa había mucha gente esperándome; todo era armonía y paz, personas sonriendo felices y con ganas de estar juntos; recuerdo que el maestro me presentó a los niños y luego me llevó a ver el horno que habían construido por la ocasión: me quedé sin palabras. Preparamos pizzas, lasagnas, gnocchi y más platillos; fue increíble el aire de fiesta que había en este lugar precioso, gracias al maestro conocí su hermosa tierra. Él estaba contento porque veía que los niños estaban muy felices cocinando. Nuestra amistad fue muy bonita; fue como un padre para mí. Hay muchas historias que se quedarán en mi alma y en mi corazón; pero comparto ahora una anécdota: un día llegó con ratas de campo

a mi restaurante porque esa noche tenía una cena muy importante; me dijo: “Stefano, cocínalas, pero a mis invitados les vas a decir que son conejos”, así lo hicimos; recuerdo que sus invitados estaban felices por comer “carne de conejo”. Al terminar la cena, el maestro me llamó y me pidió que les dijera la verdad; les expliqué que en realidad había cocinado rata de campo; recuerdo las risas de todos y en especial la del maestro, cuando les decía: “Si les hubiera dicho que era rata de campo de seguro no se la comían”. Era un genio. Voy a extrañar mucho su voz cuando llegaba diciendo ¡Stefano, vieni quá! Voy a extrañar mucho sus llamadas, sus abrazos; gracias por ser mi amigo y ser como un padre para mí. Arrivederci, caro amico mío, Juan Manuel de La Rosa.

In memoriam Juan Manuel de la Rosa

E

l día 15 de julio nos despertamos con la triste noticia del fallecimiento de Juan Manuel de la Rosa. Inmediatamente vinieron a mi mente, como suele suceder en estos casos, recuerdos, imágenes y una serie de sentimientos a veces encontrados. Con toda sinceridad me sorprendió mi propia reacción ante tan lamentable suceso; la razón principal de esto fue porque me di cuenta que algo se quedaba sin aclarar entre nosotros, y aunque hubo la oportunidad de hacerlo, no lo hice. Estas breves líneas son más que nada para manifestar mi total admiración y respeto por la obra de Juan Manuel; para mí, el último gran artista zacatecano de esa generación. Fue un artista multifacético, riguroso e impecable en su hacer, siempre con una gran generosidad para su lugar

de origen al que le dedicó tiempo y esfuerzo durante muchos años, apoyando y creando espacios para los habitantes de esa comunidad tan alejada y de otra forma totalmente olvidada. Nuestra amistad de muchos años se vio afectada por malos entendidos y artimañas de pasados servidores públicos, que en lugar de unir los esfuerzos de artistas locales se dedicaron a fomentar la desunión y el perjurio. Duele aprender esta lección, espero que nunca vuelva a pasar ya que con Juan Manuel es hoy demasiado tarde y lo lamento. Mis más sinceras condolencias a sus hijos y allegados. Espero que en Zacatecas siempre se le recuerde y valore como lo que fue… un gran artista.


8

LA GUALDRA NO. 488 /// 19 DE JULIO DE 2021

Proyecto cultural y educativo en Sierra Hermosa: El Museo Comunitario y Club de Lectura y el Proyecto Educación y Cultura Por Natalia de la Rosa y Faviola Lara

In memoriam Juan Manuel de la Rosa

t

E

l Proyecto cultural y educativo en Sierra Hermosa consta de dos núcleos: el Museo Comunitario de Arte Contemporáneo y el Club de Lectura y el Proyecto Educación y Cultura, localizado en el Trópico de Cáncer, en la ranchería de Sierra Hermosa (Villa de Cos, Zacatecas). Según señalan algunas fuentes, esta hacienda se fundó en el siglo XVIII cuando la familia Moncada, rama del Mayorazgo de Jaral de Berrio, recibió estas tierras y trasladó la Hacienda de Sierra Vieja a lo que se conoce como Sierra Hermosa. Durante la Revolución Mexicana la finca fue tomada y abandonada por sus dueños; sin embargo, los mismos sistemas laborales de explotación latifundista siguieron vigentes, a pesar de la reforma agraria. En la actualidad, Sierra Hermosa cuenta con una escasa población de alrededor de 250 personas, en su mayoría mujeres, ancianos y niños, esto debido a la migración. El museo surgió como una pequeña biblioteca para los niños del lugar en el año 2000, a partir de la donación de 200 libros. La entrega de los ejemplares resultó en ese entonces una suerte de pequeña extensión de los clubes de lectura de la Ciudad de México que organizaba por aquellos años el poeta Alejandro Aura, por invitación del artista Juan Manuel de la Rosa, originario de Sierra Hermosa. La colección se ha ampliado con otros títulos (cerca de 10,000) en los 20 años de actividad, manteniendo un perfil dedicado a la literatura infantil, pues el club es utilizado como complemento a la educación rural que reciben los niños en la escuela Benito Juárez, donde se enseña preescolar, primaria y telesecundaria. Se han sumado talleres de textil, costura y carpintería, así como una sala de exhibición con una colección de obras pertenecientes a la comunidad y que funciona con un sistema de rotación y préstamo gratuito, tomando como referencia el funcionamiento de la biblioteca. El museo comunitario funciona con activaciones y mediaciones vinculadas a estos espacios del lugar y en las que participa toda la población. En el año 2017, comenzó un nuevo modelo de museología crítica a través de la propuesta de Natalia de la Rosa y una colaboración con Biquini Wax EPS. A partir de esta participación, se introdujeron nuevas herramientas metodológicas y producciones contemporáneas a este espacio. Con ello, se han fortalecido y abierto las posibilidades de desarrollo y se han vincu-

/// Representación de la obra "La venganza del chupacabras, Amor en el semi-desierto zacatecano", en Sierra Hermosa. 2018. Foto de Wendy Cabrera Rubio.

lado otros poblados colindantes. De 2017 a 2019 el programa museológico recibió el Premio Cátedra William Bullock (MUAC) y las becas Fundación Jumex y Patronato Arte Contemporáneo. Para desarrollarse esta propuesta ha contado con el apoyo del taller textil, taller de costura, club de lectura, escuela rural Benito Juárez, Soledad Ramírez de la Rosa, Juvenal Noriega, Luis Lara, Gabriela Gamez, Yuri Ríos, Roxana Arellano Martínez, Manuela Eligio Quiroz, Mónica Botello Coronado y Blanca Estela Pinales. En el año 2017, después de recibir el Premio William Bullock-FEMAM en museología crítica, convocado por el Museo Universitario Arte Contemporáneo, el Museo Comunitario y Club de Lectura comenzó una redefinición del espacio y su programa. En esta nueva etapa se buscó, a través de las herramientas de la geopolítica del conocimiento, los no-objetualismos, los estudios de género y la micro-historia, entender las formas de producción cultural y la realidad sensitivo-visual de la localidad y, con ello, realizar un cruce con el arte contemporáneo. Este proceso fue coordinado por Natalia de la Rosa y Juvenal Noriega (campesino y director del museo comunitario) junto a Nika Chilewich, Daniel Aguilar Ruvalcaba y Cristóbal Gracia. Se invitó a los artistas John Bartle, Wendy Cabrera Rubio, Giacomo Castagnola, Miguel Fernández de Castro, Irak Morales, Israel Urmeer, Jorge Satorre, así como al antropólogo

Sam Law, a realizar una serie de trabajos en Sierra Hermosa. Por tanto, el espacio de este museo en el desierto no lo configuran un par de edificios (una escuela, una colección o una sala de exhibición), sino en la serie redes y flujos (de afectividades, de imágenes, de objetos) que surgen en este contexto dado. Entre los resultados del trabajo realizado durante este último año, puede destacarse que el club de lectura recibió más donaciones de libros y fue readaptado espacialmente (gracias a la labor de Giacomo Castagnola). Además, generó nuevas formas de relacionarse con las letras a partir de los “círculos de lectura”. Asimismo, todos los talleres vinculados al museo mantuvieron un diálogo constante con los artistas invitados. Se realizaron colaboraciones concretas (Fernández de Castro, Gracia, Morales) y se abrieron posibilidades de producción y estudio a futuro. Asimismo, a partir de las piezas realizadas en el marco del proyecto (como las producidas por Fernández de Castro, Urmeer y Cabrera Rubio), más las donaciones al recinto (un total de 28 obras), este museo ha consolidado su perfil como un museo de arte contemporáneo. En un contexto como el de Zacatecas, estado reconocido como un foco importante para para la producción cultural, la colección del Museo Comunitario de Sierra Hermosa destaca como un espacio que posibilita la reflexión y producción del arte actual

en la zona norte del país (siendo uno de los objetivos a futuro, la creación de redes con otros espacios independientes en la región, con el fin de compartir herramientas y formas de trabajo). En retrospectiva, este museo comunitario puede entenderse como un lugar de configuración de lo social en diálogo con lo público y lo político, por medio de la generación de vínculos entre un equipo de trabajo y una población, que han dado como resultado creaciones concretas generadas por un intercambio de saberes y afectividades, lo cual ha permitido una nueva opción comunitaria. El programa de investigación, crítica y producción del museo comunitario de Sierra Hermosa se basa en las sesiones de estudio, donde se ha discutido ampliamente sobre la pertinencia de este proyecto y sobre el papel del arte contemporáneo en contextos tan aislados como el de Sierra Hermosa. Las estrategias de operación han ido modificándose poco a poco en el contexto de estas reflexiones. Ante el paternalismo, la centralización, el uso constante de la otredad por parte de sistema artístico, el extractivismo epistemológico, como uso de valor simbólico, se situó, en cambio, el acompañamiento, la construcción de memoria y la consolidación de afectividades, estrategias que salieron a flote a través de este apoyo a la investigación y producción. Hasta ahora, el modelo de este espacio corresponde a una crítica constante a la misma no-

ción de “museo”, a la aplicación de diversas estrategias museológicas y a la necesidad de apertura del programa y la colección al espacio público, con el objetivo de entender la naturaleza de un poblado migrante. En el último año, Juan Manuel de la Rosa propuso fomentar el acceso a la educación de calidad a los jóvenes del ejido Benito Juárez al que se le sigue llamando Sierra Hermosa y a los que viven en comunidades aledañas, así nació el proyecto de “Educación y cultura en Sierra Hermosa” coordinado por la M.C. Faviola Lara Cervantes, lo anterior es posible gracias al uso de la tecnología y a los programas de educación media superior que el gobierno federal tiene en marcha actualmente a través de la Prepa en línea SEP, usando escenarios múltiples soportados en entornos virtuales del aprendizaje, en plataformas educativas. El objetivo principal del proyecto de “Educación y cultural en Sierra Hermosa” es hacer posible el acceso a la educación superior de calidad para la comunidad desde el desierto con los programas educativos a distancia que ofrece el TecNM a través del Instituto Tecnológico de Saltillo. Hasta el momento son seis los jóvenes de Sierra Hermosa, Sarteneja y Pabellón de Dolores inscritos en la prepa, tres ya han iniciado el primer y segundo módulo, tres jóvenes más iniciarán el primer módulo el 2 de agosto del presente año.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.