La Gualdra 657

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“[La Plaza Bolívar de Bogotá ] es la más reciente publicación de Nancy Berthier, un texto que navega entre las aguas de un diario de viaje personal y un proyecto de investigación interrumpido por el confinamiento de Covid-19 en marzo del 2020. Un libro con sus fotografías de viaje y algunos dibujos de su hija Léa repartidos en 95 páginas, con textos que son, en realidad, sus notas del día, textos traducidos en doble columna -francés-español- y anécdotas que van entre referencias a un proyecto de investigación y encuentros con algunos de sus antiguos doctorandos -David, Francisco, Ana María-”. Carlos Belmonte Grey

[Más de La Plaza Bolívar de Bogotá en esta edición]

Fotografía de Nancy Berthier, de su libro La Plaza Bolívar de Bogotá.

La Gualdra No.

Editorial

“El aporte de Paquita la del Barrio se da en la cadena de los cambios (sociológicos y amatorios), de la súplica al desafío, del relato herido a la jactancia, del perdón al insulto, de la pose hierática a la pose hierática humanizada por el dolor y petrificada por el desquite. Hay canciones de Paquita que su público le pide una y otra vez, por lo que ya son himnos para las mujeres mexicanas”, decía Carlos Monsiváis, a quien se le considera como el “verdadero descubridor” de Paquita la del Barrio (Francisca Rivera Barradas. 1947-2025).

Hace un par de décadas tuve la oportunidad de ir a verla en el Palenque de la Feria Nacional de Zacatecas. Fue una experiencia única. La mayoría de los asistentes era, por supuesto, de mujeres; es más, no recuerdo haber visto a más hombres que los que estaban sentados cerca del ruedo, seguro eran los galleros que acababan de participar, y que no aguantaron más que un par de “Me estás oyendo, inútil” antes de salir casi huyendo de ahí.

A propósito de esas canciones que menciona Monsiváis, tengo presente de ese concierto una anécdota: un grupo de mujeres le pedían insistentemente “¡Paquita, ‘Tres veces te engañé’!”, decían una y otra vez, hasta que de Paquita pasaron a Francisca: “¡Francisca, ‘Tres veces te engañé’!”, para que les hiciera caso… la cantante terminó por contestarles: “Es la que acabo de cantar, señoras… ¡salud!”, dijo con esa seriedad que la caracterizaba para luego esbozar una sonrisa. Y reímos todas, y cantamos todas.

Creo que la primera canción que escuché de Paquita fue “Cheque en blanco”, después supe que antes de ella ya la había interpretado otra artista de nombre Chelo Silva (19221988), a quien lo más probable es que Paquita la haya escuchado cuando era muy joven, pues desde finales de los años 30 Chelo Silva, estadounidense de nacimiento, se dedicó a cantar música ranchera mexicana y boleros de este tipo.

En 1992 Paquita estrenó su álbum Desquítate conmigo y ahí estaba “Cheque en blanco” -de Ema Elena Valdelamar-, canción que popularizó todavía más Francisca Viveros Barradas, la intérprete que le dio voz al dolor por abandono, al despecho y, hasta cierto punto,

al empoderamiento femenino -por lo menos cantado-: “Ay, me decepcionaste tanto / que ahí te dejo un cheque en blanco / a tu nombre y para ti. / Es por la cantidad que quieras/ en donde dice desprecio / ése debe ser tu precio / y va firmado por mí”,1 cantaba esta artista originaria de Veracruz y se sumaba al movimiento de la cultura popular desde ese espacio artístico en donde ella figuraba como protagonista -especialmente desde la década de los años 90 del siglo pasado-. Decía Carlos Monsiváis “Ubicua y casi imposible de definir, sujeta al uso demagógico y a la perspectiva sentimental, la cultura popular es hoy uno de los modos más estimulantes de acercarse al fenómeno urbano y el imaginario colectivo”,2 y así de difícil de definir, pero tal fácil de sentir, en las manifestaciones culturales de todo tipo están las mujeres que ya no se quedan calladas padeciendo “su cruz”, e interpretan canciones, son compositoras, hacen libros, artes plásticas, son independientes, estudian, son profesionistas y… se defienden. Salen a marchar el 8 de marzo para gritar que las mujeres tenemos los mismos derechos que los hombres, para protestar en contra de las injusticias, la desigualdad y la falta de equidad.

Estamos a pocos días de que una nueva marcha de mujeres se lleve a cabo en todo el país, y en Zacatecas habremos de observar también que su fuerza es cada vez más grande y más organizada. Ojalá todo marche en paz. “Nos atenemos a nuestro miedo como radar. Se supone que ésa es la teoría y en la medida en que no nos despeguemos de él, estaremos seguros. Lo inseguro es no tener miedo”,3 dice Monsiváis también en el artículo mencionado con anterioridad, al referirse al auge de la violencia en los entornos urbanos, retomo esta frase para finalizar y les recomiendo que lean el artículo completo de quien se dedicó a re-dignificar el papel de la cultura popular en donde estaba, por supuesto, Paquita la del Barrio, quien falleció el pasado 17 de febrero.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

1“Cheque en blanco”, con Paquita la del Barrio: https://youtu.be/io_NHXhcdQ0?si=P1P499C1r7DUtwvD 2Carlos Monsiváis, “Las vanguardias y lo popular”, en Fractal, No. 76, en: https://www.mxfractal.org/articulos/RevistaFractal76CarlosMonsivais.php 3Idem

Contenido

Ser servicial y subordinado [Sobre el docente contratado y su experiencia. Parte 2] Por

Carmen Lira Saade Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

¿Qué vas a hacer el lunes?, poesía para pensarlo Por

La ilusión de la ligereza: estampas del acertijo humano Por

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Hay límites en la desesperación, no hay límites en la esperanza [La renovación del magisterio] Por Yamilet Fajardo

Educación transhumanista La libertad y la dignidad humana: una visión desde la bioética Por Elena Anatolievna Zhizhko

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com

Sandra Andrade Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com

Saúl D. Kuri
Desayuno en Tiffany’s, mon ku La Plaza Bolívar de Bogotá, de Nancy Berthier Por Carlos Belmonte Grey
Ernesto Castro
Ernesto Castro

Ser servicial y subordinado [Sobre el docente contratado y su experiencia. Parte 2]*

En el camino que conduce del contrato a la duda sobre la renovación del mismo, están presupuestas costumbres, creencias y convicciones múltiples: atavismos culturales [...], ideológicos y de grupos que convocan a una manera de ser y de vivir; posiciones asumidas como verdades relativas y absolutas (sujetas a morales palaciegas, arribistas, sobrias o modestas); dispuestas a obrar, a afirmar y a reproducir lo que en el discurso oficial se sostenga. En fin, están presupuestos deseos, razones y argumentos semejantes o hasta opuestos, en cualquier caso, llamados al servicio y cumplimiento del “deber ser” y el “buen comportamiento”. Esto no es en absoluto insignificante. Todo lo contrario. A pesar de la precarización de la labor docente, de la inseguridad y la incertidumbre que se pueda experimentar, de las problemáticas presentes y evidentes en las instituciones escolares y el país, el profesor contratado debe ser ejemplar y hacer de cuenta que se va por buen camino y todo es normal Esta ejemplaridad y aparente normalidad, ha de extenderse a todos por igual (estudiantes, padres de familia y comunidad), sobreponiéndose a toda problemática o posible desazón, mostrándose en la conducta de todas y todos los involucrados en la educación. Y, por supuesto, debe servir de guía y orientación para conducir la voluntad y la acción al “buen comportamiento” y la “correcta dirección”.

Las inseguridades de los profesores contratados, el modo como viven y asumen su experiencia; los estados emocionales y mentales determinados por el influjo de esta condición; deben de adaptarse y ponerse al servicio de la institución.

Los contratados no sólo deben cumplir con el contrato, deben cumplir con todo lo que les precede y se les impone, pide y exige: con la cultura escolar y la concepción histórica predominante; con las ceremonias y los rituales habituales; y deben de hacerlo aún a sabiendas de todos los motivos que los hagan dudar y sentirse incómodo, y de que deban asumir las cosas apegados a un punto de vista indispuesto a escucharlos o a ponerse en su lugar. Sin importar el punto de vista de los contratados, unos y otros deben sentirse satisfechos por “tener al menos trabajo”. Tal es la “verdad” a la que cada docente se ha de apegar, que cada docente debe “ser ejemplar”, siendo “profes estoicos agradecidos” y, como decía casi proféticamente el venerado pro-

fesor normalista José Santos y Valdés, siendo “héroes silenciosos y callados en el cumplimiento de las tareas”. La disposición a las costumbres y las normas, a los ritos y las formas; la fidelidad y entrega a determinadas concepciones culturales e históricas; la calma y el carácter sosegado o estridente, dócil o irreverente; el interés, el desinterés y la indiferencia o la a menudo incómoda y manifiesta urgencia de tener certezas; etcétera; prestan por igual su servicio al orden del discurso y de las cosas (Foucault) que impera en el sistema de la educación “pública”. Las y los profesores deben de ser y de hacer lo que de ellos se espera: cumplimentando los designios asignados y siendo fieles en la emulación; ajustando el carácter y el espíritu a los preceptos del sistema educativo y sus representantes; en fin, siendo individuos cabalmente alienados y a la disposición de reproducir el sistema.

* La primera parte puede leerse aquí: https://ljz.mx/11/02/2025/sobre-el-docente-contratado-y-su-experiencia/ Referencias

Arendt, H. (1996). La condición humana. España. Editorial Paidós. Foucault, M. (2022). El orden del discurso. España. Tusquets

A la condición en la que uno experimenta de la incertidumbre a la normalización de ésta, pues, se suma el compromiso que cada docente debe tener frente a sus obligaciones: culto a las formas y al cumplimiento de las mismas; entrega al orden dado, pasión aparente o histrionismo descarado frente a las glorias del pasado (que ningún mal incubaron sino todo lo contrario); no resistencia o concienzuda reflexión, sino asentimiento y repliegue sin cortapisa a las “verdades” promovidas por la institución. Y todo ello, a pesar de los innumerables y evidentes problemas del país y sus regiones, de la puesta en predicamento del sentido salvífico del Estado Mexicano posrevolucionario y las herencias de su concepción histórica. Se trata, ante todo, no de dar lugar a la duda o al cuestionamiento, sino de plegarse solícitos al mundo preconcebido, pues, verdad consabida es que, si uno no tiene nada seguro, lo mejor y lo más conveniente es ser un ser servicial y

subordinado. Si ser libre implica, entre otras muchas cosas, posibilidad de elección, en la vida laboral de los profesores contratados supone ante todo alienación. El docente precarizado y que cuenta con los derechos que dicta el contrato, debe de ser un individuo “bien portado”. Lo recomendable es andar siempre dispuestos, abrazando la cultura escolar del lugar en el que se trabaje, haciendo de cuenta que todo está bien, que va por buen camino y marcha espléndidamente. También, de hecho, saber acercarse a las autoridades escolares siendo tan gratos como sea posible y mostrando siempre disposición; preparando el ánimo y la sonrisa al humor del jefe superior y, de ser necesario, disponiéndose a adular o lisonjear convenientemente al que quizá también se asuma como el preceptor de toda la institución. Unos y otros deben estar siempre dispuestos, prestos para obrar y hacer “lo correcto”, para ir por la adecuada dirección, que no puede ser otra sino la misma que todas y todos deben repetir al unísono con el “jefe superior” (frecuentemente, suerte de heredero del linaje de los caudillos de la posrevolución).

Las consecuencias de no ser un profesor silente, servicial y subordinado pueden ser múltiples: pérdida del trabajo, aislamiento y ostracismo provocado; por ser distinto, por no ser del agrado, por no asentir como lo hace la mayoría acostumbrada al orden del discurso y de las cosas.

Sin duda, las relaciones de poder al interior de las instituciones escolares influyen en las relaciones laborales y en el modo en que nos sentimos, y el auge de lo social (Arendt) determina el horizonte y el mundo en el cual asumimos nuestra condición de empleados

Sin que importe la experiencia de la vida y el mundo interno del profesor contratado, el concepto “categórico” –y a la sombra de los hechos aquí planteados casi ridículo– denominado “humanismo mexicano”, la “Nueva Escuela Mexicana” y sus deseos de poner en el centro la “dignidad humana” comprendida como “valor intrínseco que tiene todo ser humano, que es irrenunciable, no intercambiable, irrevocable e inviolable” (SEP, 2022, p. 12), o los “ejes articuladores” presupuestos en la NEM (pensamiento crítico, interculturalidad crítica, inclusión, vida saludable, etcétera), este “tipo” de docente debe de adaptarse, saberse prescindible y del todo mensurable.

Educación

editores.
Santos Valdés, J. “Florecimiento de la alcahuetería”. Capítulo quinto, Tomo XI. Obras completas. SEP. (2022). Plan de Estudios de la educación básica. México.
David Alfaro Siqueiros. El esclavo. Ca. 1930. Grabado, madera de hilo. 24 x 17.5 cm. Colección Andrés Blaisten.

Desayuno en Tiffany’s, mon ku La Plaza Bolívar de Bogotá, de Nancy Berthier

La Plaza Bolívar de Bogotá, de Nancy Berthier

Viajera solitaria

La “road research” que emprendí a finales de agosto de 2019 en los primeros días de mi año sabático me está proporcionando una experiencia radical de viaje en solitario. No es que no haya tenido la oportunidad de ir sola al extranjero en el pasado. La primera vez fue en Salamanca, cuando apenas tenía 20 años, donde pasé un mes. Luego hubo muchas otras ocasiones. Pero en aquel entonces, lo desconocido era relativamente limitado, ya sea porque estaba invitada, y por lo tanto acogida, o porque participaba en un evento científico, por lo tanto dentro de un marco, o bien porque el lugar destino no me era desconocido, o porque era desconocido, pero potencialmente familiar (en Europa). Y luego, con el paso de los años, la cantidad de gente a la que conocí aquí y allá me permitió tener contactos al menos en los países más visitados. En La Habana, Ciudad de México, Nueva York, Madrid, Barcelona, Valencia, los destinos que probablemente más he visitado, tengo amigos muy queridos y amistades de larga duración, que contribuyen a una sensación de gran familiaridad cuando viajo allí. Esa dulce sensación de ser esperada.

La experiencia de la soledad durante los viajes

realizados este año es de dos tipos. En primer lugar, se refiere a los viajes a países en los que nunca había estado: Chile, Argentina, Perú y Ecuador. Países sobre los que tenía algunas nociones, pero muy vagas y que incluso trataban de olvidar. Ése es el objetivo del juego, volveré a ello más tarde. Unas estancias también preparadas en plazos muy breves. Así pues, una parte excepcional de lo desconocido, que la cantidad de destinos refuerza singularmente. Lo desconocido y la soledad se transforman en toda una aventura. Ambivalente, emocionante y preocupante al mismo tiempo, emocionante por ser preocupante.

Ésta es la más reciente publicación de Nancy Berthier, 1 un texto que navega entre las aguas de un diario de viaje personal y un proyecto de investigación interrumpido por el confinamiento de Covid-19 en marzo del 2020. Un libro con sus fotografías de viaje y algunos dibujos de su hija Léa repartidos en 95 páginas, con textos que son, en realidad, sus notas del día, textos traducidos en doble columna -francés-español- y anécdotas que van entre referencias a un proyecto de investigación y encuentros con algunos de sus antiguos doctorandos -David, Francisco, Ana María-.

Un libro de la Colección Artis Amore, editado por la Casa Velázquez de Madrid, La Villa Hispánica, que bien

puede convertirse en un objeto de colección para nuestras bibliotecas como guía para investigaciones académicas.

El viaje en Bogotá duró del 26 de febrero al 17 de marzo del 2020, terminando abruptamente por el inicio del confinamiento. Ésta era su quinta etapa y, por tanto, quinta plaza de un proyecto que pretendió trabajar la importancia histórica de las plazas de las capitales de algunas ciudades de América Latina: Plaza de Mayo (Buenos Aires), Plaza de la Constitución (Santiago de Chile), Plaza de las Tres Culturas (Ciudad de México), Plaza de la Revolución (La Habana), Plaza Bolívar (Bogotá), Plaza San Martín (Lima), Plaza Grande (Quito), Praça dos Três Poderes (Brasilia). Las estancias de las últimas tres quedan por realizarse.

Plazas, democracia, cuestiones de poder en América Latina

Ésta es una hipótesis que formulé, torpemente, y que me vino a la mente esta tarde después de una fascinante conversación de casi tres horas con Germán Mejía, especialista en la historia urbana de Bogotá, quien fue director de los archivos de la ciudad y asesor del Ministro de Cultura para la celebración del bicentenario de la independencia, y actualmente es decano de la Facultad de Ciencias

Sociales de la Universidad Javeriana.

No está del todo claro, pero bueno, así es. Se trata de la especificidad de las plazas en relación con la democracia en los países de América Latina, antiguas colonias españolas y portuguesas. La conquista del continente se tradujo en la ocupación del espacio, especialmente de las ciudades, que eran lugares de poder. La conquista o creación de grandes ciudades se estructuró en torno a las plazas mayores o de armas, espacios estratégicos, corazones urbanos.

Al igual que las plazas mayores peninsulares, estas plazas eran teatros al aire libre para la afirmación del poder real. Las grandes plazas tenían una función práctica como lugar de ejercicio del poder y, al mismo tiempo, desde el punto de vista del imaginario del espacio, constituían poderosos referentes simbólicos.

La plaza Bolívar de Bogotá da un respiro a la cuadrada vida de la academia y muestra otras formas de escritura a los, también, muy cuadrados académicos. Una mezcla entre la confianza de pensar que se escribe para uno mismo y que luego pasa al público. De los resultados de este viaje habrá también un cortometraje realizado a cuatro manos y cuatro ojos con David Jurado.

Libros

1Nancy Berthier es catedrática de la Universidad Sorbona y actualmente directora de la Casa Velázquez de Madrid. Ha contribuido en La Gualdra con la serie L’humour au temps du Corona: 40 images pour une quarantaine, publicada entre mayo y junio del 2020.
Copyrigth (@Léa-Armance Aulanier)

¿Qué vas a hacer el lunes?, poesía para pensarlo

Libros

Apesar de que es poco probable conocer verdaderamente a esos personajes llamados “famosos” porque sus vidas o sus representaciones son proyectadas hacia lo público a través de los medios de comunicación, hay lapsos o frases que de alguna forma los significan. La reflexión viene porque, aunque realmente no conozcamos el carácter de Louis Armstrong, gran metal del jazz mundial, su imagen mediática es la de un hombre desenfadado, sonriente y derrochador de talento a través de sus pulmones y mejillas rebosantes. Hablo de él porque necesito citar una de sus frases despreocupadas: “El domingo es ese día de la semana que nada importa demasiado”. Typotaller nos replantea oportunamente esa ecuación gramatical con la publicación del poemario Para sobrevivir al domingo (2025) de Mercedes Alvarado (Ciudad de México, 1984), resultado creativo que fija el séptimo día de la semana (o primero) como ese momento en el cual las ideas se propagan libres, y las emociones igual brotan apartadas de las agendas de la semana. En ocasiones dan ganas de que fuera más amplio, otras veces efímero, aunque le preceda otro día no

libre de estereotipos.

Para sobrevivir al domingo captura la esencia de esos días que pueden ser tanto de descanso como de introspección profunda. Es una lectura recomendada para quienes disfrutan de la poesía que toca y provoca reflexión. Nos sumerge en un universo donde el paso del tiempo es un personaje más, moldeando vidas, amores y ciudades.

A través de una prosa poética y evocadora, la autora teje una trama que nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia, la complejidad de las relaciones humanas y la inexorable marcha del tiempo.

La poesía de Alvarado es cuidadosa en la elección de imágenes y metáforas, creando una atmósfera que invita a quien lee a sumergirse en sus propias experiencias y sentimientos. El libro es nervio expuesto y explora la complejidad de las emociones humanas a través de una serie de poemas que abordan temas como el amor, la soledad, el paso del tiempo y la cotidianidad.

En su estructura, el libro se compone de varias secciones, cada una con un enfoque particular. En la primera, “Domingo queriendo querer”, los poemas reflejan la introspección y la

búsqueda de significado en las relaciones amorosas. La figura del cuervo, como símbolo de la pérdida, resalta la fragilidad de las relaciones humanas. La poeta explora cómo el pasado condiciona nuestro presente y cómo las experiencias vividas, tanto individuales como colectivas, dejan una huella imborrable en nuestra identidad. Sus ojos ven el pasado, y no son los mismos que ven el futuro, ni siquiera los que ven el presente.

“Domingo, Distrito Federal” ofrece una mirada íntima a la vida en la ciudad, con descripciones vívidas de lugares y momentos compartidos. La ciudad se convierte en un personaje más de la poética de Alvarado, un testigo silencioso de los amores, los desamores y las transformaciones de sus habitantes. Las descripciones detalladas de los espacios urbanos nos permiten sumergirnos en la atmósfera lírica y sentirnos parte de ella. La ciudad se viste con los días de la semana; y el traje de domingo es informal.

“El azote dominical” y “La insoportable levedad del domingo” profundizan en la melancolía y la reflexión personal, Las construcciones del lenguaje parecen pasadas por la “pátina del tiempo”, ejercicio particularmente acertado, ya que sugiere que el paso del tiempo no sólo envejece, sino que también otorga profundidad y riqueza a las cosas.

Por último, en “Domingo a destiempo” y “Domingo, nomás domingo” explora la conexión entre el cuerpo y las emociones. El amor —que fue gastándose hasta hacerse domingo— es otro tema central en la obra. La poeta

explora sus diferentes facetas: el amor apasionado, el amor cotidiano, el amor perdido y el amor que se transforma con el paso del tiempo. El tiempo es un personaje omnipresente en toda la obra. Alvarado lo presenta como un flujo constante que transforma todo a su paso, juega con la noción del tiempo lineal y circular, explorando la idea de que el pasado siempre está presente en el presente. La comida, la bebida y el humo del cigarrillo flotan en el texto; comida y bebida de domingo. El recuerdo del amor fallido también, desde la soledad del domingo.

¿Hay protagonistas en las poéticas? Ocultos casi siempre, pero sí. Hay una historia en una gran ciudad, y somos protagonistas de nuestras ciudades. Los personajes de Para sobrevivir… se encuentran en una búsqueda constante de sentido, a menudo marcada por la soledad y la alienación. La ciudad, a pesar de ser un espacio lleno de gente, puede convertirse en un lugar solitario y deshumanizado. Para sobrevivir al domingo es una obra que nos invita a reflexionar sobre la condición humana y nuestro lugar en el mundo. A través de una voz poética, desenfadada y evocadora, la autora nos transporta a un universo donde el tiempo, la memoria y la identidad se entrelazan de manera compleja. Un libro que nos invita a cavilar y valorar cada momento de nuestros días, y a encontrar la belleza en la imperfección de la vida, proyectada en el ritmo dominical, o cualquier otro. Y pasado el domingo, ¿qué vas a hacer el lunes?

6 Por Ernesto Castro
Para sobrevivir al domingo (Typotaller, 2025), de Mercedes Alvarado
Mercedes Alvarado

La ilusión de la ligereza: estampas del acertijo humano

Profundidad es una palabra que puede provocar incertidumbre, o fobias, o filias. En contraste con la altura, el concepto profundidad arraiga un sentido humano más bien poco deseable. Un ideal naturalizado en la bitácora del ser es llegar lo más alto posible como sinónimo de éxito, de triunfo; llegar a donde pocos llegan; al contrario de ello, la profundidad implica la caída, el entierro de los sueños, el fracaso tal vez. Cielo e infierno; paraíso y averno.

La profundidad no pasa desapercibida tampoco en otros contextos. Un texto literario hondo nos conmueve, nos desafía y nos transfigura. Nos obliga a enfrentarnos a nuestras propias sombras, a cuestionar nuestras creencias y a ampliar nuestros horizontes. Éste es el itinerario de La ilusión de la ligereza (Typotaller, 2025), de Sidharta Ochoa (Tecate, 1984), prolija observadora de los comportamientos escondidos. En su libro, la autora nos muestra

once historias que abonan a esta expedición íntima. Sus personajes abren sus cajones ante los ojos del lector; necesitan ser acompañados a sus respectivos pasados. Sus seres de ficción, habitantes de estas páginas, precisan de la lectura como un proceso de invasión premeditado. Ellos y ellas saben que alguien les sigue y dejan ver su intimidad ante los convidados.

De este lado, los cuentos de Sidharta despiertan la intriga y la curiosidad de los lectores. En esa cofradía, la autora hace el papel de una guía que da seguridad para avanzar, para seguir leyendo, aunque parezca que uno se adentra a zonas donde se dificulta la movilidad. Conseguir esta complicidad en el trabajo literario aparenta facilidad, pero es una frontera difícil de cruzar, una zona oscura, imponente, llena de un significado voluminoso, pesado. Es el terreno adonde nos lleva Sidharta con sus narraciones.

Desde el principio hasta el fin, La

ilusión de la ligereza expone temas universales y que persisten en todas las sociedades, más allá del lenguaje y las fronteras políticas: muerte, culpa, pérdida, identidad, relaciones familiares, crisis ideológicas.

Los personajes femeninos son complejos y multifacéticos, enmarcados en desafíos y prejuicios actuales. La escritura de Sidharta es una herramienta de exploración de estas conductas y patrones sociales que marcan contextos de desigualdad.

La ilusión de la ligereza nos presenta y convence de la subjetividad de los contextos que llamamos “reales”, y nos revela que son susceptibles de la distorsión provocada por nuestros sentidos, miedos, deseos y experiencias pasadas.

Sidharta siembra símbolos (la mancha en la pared, el pez dorado, los huesos enterrados, etcétera) que acompañan morbosamente al lector durante toda la narrativa. El desdoble o la interpretación de estos símbolos son ecos que no dejan de sonar, incluso ya terminada la lectura (fantasmas o traumas narrativos, diría yo).

La obra de Sidharta Ochoa nos invita a reflexionar sobre la condición humana y los misterios de la existencia. A través de historias conmovedoras nos muestra la fragilidad de la vida, la importancia del pasado y la necesidad de confrontar nuestros contextos, nuestros miedos y nuestros demonios internos.

Un ejemplo de ello es la narración que nos da la bienvenida, “Jardín de arena”, donde la espiritualidad y charlatanería (cielo y averno) se conjuntan. Hay aquí, en sus personajes, una búsqueda de la expiación de culpas por medio de creer en que somos débiles ante algo superior que nos perdonará si vivimos bajo su protección, y no la cuestionamos. Pero somos humanos, ésa es la realidad. Y fallamos.

En “Sol de invierno”, el segundo cuento, tema complejo, pero zurcido con cuidado, Sidharta nos muestra las inercias de la muerte, de las ausencias a veces no asimiladas, que dirigen acciones familiares, pero no intervienen en la fuerza de las vidas particulares ni de los deseos escondidos. Es curioso como las costumbres toman mayor aprecio cuando quien participaba en ellas no está; o al menos eso se quiere, aunque a veces se creen exageraciones absurdas. Así es esta historia.

La tercera narración, “La presente

ausente”, trata sobre la naturaleza de la realidad, la influencia de los medios y la fragilidad de la mente humana ante la incertidumbre. La protagonista se encuentra en un estado de aislamiento que la lleva a una profunda introspección. A través de la descripción detallada de su entorno y sus actividades, se revela su estado emocional y psicológico. El libro es, en el fondo, un reflejo de la complejidad del ser humano. El acertijo vital que nos inspira es expuesto sin afán de darle solución. No. Me parece que el fin es exponerlo mediante una de las mejores herramientas que poseemos: la literatura y todas sus posibilidades. La profundidad literaria, entonces, no es sólo una cuestión de estilo o de complejidad temática, sino una invitación a la introspección, a la reflexión y a la conexión emocional con el texto. Una vez abierta la caja de Pandora, los espectros podrían estar en nuestros bolsillos. No se puede salir sin alguna carga, sin algún peso, luego de haber visitado la ficción. Y es que un acto de lectura puede también ser una advocación de la profundidad, de donde podremos volver al terminar la lectura. Pero no importa el regreso a la superficie, siempre nos quedará algo de allá abajo en la mente, donde quiera que ésta se encuentre.

Libros

*Ernesto Castro es escritor y corrector de textos. Escribe para Cuarto de Guerra y ha colaborado con Partidero, en Guadalajara.
Sidharta Ochoa (Tecate, 1984)

Humanidades

Educación transhumanista

La libertad y la dignidad humana: una visión desde la bioética

En la antropología filosófica se distinguen cuatro grandes tendencias en la visión sobre la esencia del hombre: equilibrio con Dios, constructivismo, de-construcción y transhumanismo. Así, en la Antigüedad y la Edad Media, se demuestra la grandeza y el valor del hombre cuando se encuentra en equilibrio con Dios, comprendiendo al Otro, tratando a otras realidades existentes con respeto. Según Aristóteles, lo que caracteriza al hombre, es la inteligencia que viene de afuera. Thomas de Aquino decía que en el hombre todo es personal, su alma eleva a su cuerpo al nivel del ser personal; la dignidad del hombre se refiere a lo absoluto. En palabras de Buenaventura, el ser personal, es el grado supremo de las realidades existentes. La condición de persona indica dos rasgos: su singularidad y su dignidad (Esser, 1976). La Modernidad y la Revolución Industrial inducen al hombre a centrarse en sí mismo, defendiendo la superioridad del ser humano, ya que está por encima del resto de las realidades existentes. En el siglo XVII, Blaise Pascal apuntaba: “El hombre está a una distancia infinitamente infinita por encima del animal”. Esta tendencia llega a un “humano centrismo” exclusivo y obsesivo en el siglo XIX. Así, Nietzsche expresa la insatisfacción radical con que el hombre es demasiado poca cosa: “[…] el humano es demasiado humano”, hay que “re-hacerlo”, construir un superhombre. Así, surge el enfoque constructivista en la antropología filosófica (Lario Ladrón, 2005). Ya en el siglo XX, la respuesta de Foucault a pretensiones de los constructivistas fue que “[…] la promesa del superhombre significa sobre todo la inminente muerte del hombre”; el hombre deja de ser persona, el ser se rechaza, cae en el ol-

vido; para construirlo, primero hay que de-construirlo (Castro Orellana, 2005).

Finalmente, a inicios del siglo XXI, se desarrolla el transhumanismo basado en la idea de que el ser humano ya no es valioso por sí mismo, sino que es preciso enriquecerlo, educarlo, formarlo para que se convierta en Persona, como desde los siglos XVIII y XIX sugerían, en-

tre otros, Goethe y Saltykov-Shchedrín:

“[…] a los hombres hay que tratarlos mejor de lo que son, porque si no, los haremos peor de lo que son” (Goethe, 2016); hay que evitar que el hombre “trague a la persona”, que nos convirtamos en las sombras de nosotros mismos (Saltykov-Shchedrín, 1954).

Los transhumanistas parten de que,

a diferencia del hombre de los tiempos industriales que trabajaba en las empresas pesadas dedicando muchas horas y esfuerzo físico para poder satisfacer sus necesidades básicas y no tenía la oportunidad de cultivarse, la tendencia global del mundo postmoderno y postindustrial es que las personas se ocupan en su mayoría en la “economía creativa”, en los sectores económicos de servicios que muchas veces requieren altos grados de preparación profesional. A esta nueva generación, ya no la satisface sólo el bienestar económico, busca autorrealizarse, ser “sí mismo”, tener confianza y seguridad en sí mismo, anhela vivir en libertad y con dignidad. Una de las disciplinas transhumanistas, la bioética, relaciona los rápidos cambios en la ciencia y desarrollo de tecnologías con los cambios culturales en nuestros tiempos: la “destradicionalización de los mundos de la vida”, “dislocamiento moral” o modificación de nuestra experiencia moral, una crisis de los valores de la tradición ético-moral occidental (Neves Pinto, 2015). De ahí que exista la necesidad de reformular los problemas morales, jurídicos y políticos de nuestra sociedad. La propuesta de bioética es impulsar una cultura secular plural que implique coexistencia de una gama amplia de ideologías minoritarias, religiones, valores, etc., y en la cual el denominador común para toda esta diversidad sea la dignidad humana (Engelhardt, 1995).

De ahí que se puede hablar de la nueva tendencia pedagógica: la educación transhumanista, cuyo objetivo es la formación del ser humano que aspira a fomentar los valores de la libertad y la dignidad en condiciones de la interculturalidad.

Hay límites en la desesperación, no hay límites en la esperanza [La renovación del magisterio]

6Por Yamilet Fajardo

Hay límites en la desesperación. El magisterio zacatecano se mantiene en paro luego de negociaciones con el Estado para desbloquear el recurso de becas para los hijos de los trabajadores que estén cursando los niveles educativos de primaria (2° a 6°) y secundaria. La noticia de esta negativa fue recibida por el gremio con indignación, pero sobre todo, con hartazgo, pues no sólo este apoyo sino otros como: beca comisión, beca para estudios de posgrado, han desaparecido en la última década bajo la narrativa ya muy desgastada de señalar como “privilegios” estímulos

merecidos, que no igualan en proporción el esfuerzo y empeño que cada uno de los docente realiza día a día para llevar a cabo su labor y, que dicho sea de paso, jamás se compararán a los bonos que gozan funcionarios y diputados, quienes mantienen un vergonzoso silencio.

Parece que el Estado zacatecano olvida: ¿quién sostuvo la escuela en tiempos de pandemia, con sus propios recursos, retratando la pésima infraestructura tecnológica y educativa de nuestro Estado?, ¿quién sostiene la educación en plena crisis de seguridad, amenazados por criminales?, y, ¿quién sostendrá la

educación en una eminente crisis migratoria?

No hay límites en la esperanza. En medio del auge populista que promete una dignificación del magisterio, pero que en los hechos otorga un presupuesto que no supera los 200 pesos por docente para su profesionalización y capacitación a nivel nacional. Sin embargo, gasta millones en trilladas e inútiles campañas de desprestigio por redes sociales. Una nueva generación de docentes se empodera para darse valor. Aprecio al conocimiento pedagógico que construye día a día gracias a su ingenio, intuición y tacto. Valentía para atreverse a dejar

las aulas para encauzar, sin dogmatismos, un liderazgo educativo donde las minorías son escuchadas y su papel en la sociedad es reconocido. La desesperanza nace cuando sólo podemos ver el declive. Pero este declive es necesario para que surjan nuevas realidades. En vez de temer a la crisis, el magisterio zacatecano abona a un proyecto político que en el futuro pueda encauzar a la sociedad a enfocar sus esfuerzos en un proyecto local que aterrice en verdaderos logros para beneficio de nuestro alrededor: vecinos, escuelas, trabajos, sin importar a qué mayoría o minoría permanezcamos.

Transhumanisme. Tomada de www.bioeticaweb
El hombre y la máquina. Tomado de Ethic.es 2021

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