SUPLEMENTO CULTURAL
No. 240 /// 4 DE ABRIL DE 2016 /// AÑO 5
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Estos niños son los autores de este grafiti-mural en la colonia Tres Cruces. Foto de Eric Nava.
Tres Cruces Análogas es un proyecto del colectivo CrucesCru -integrado por Alexis Cruves FEMVR, Iván Alonso Cruces YDRO, Suemi Mendoza y Paola Santana- que fue seleccionado para recibir el apoyo del programa Testera de la Dirección de Arte y Cultura del Municipio de Zacatecas en la colonia Tres Cruces. En esta colonia se realizaron tres murales, uno de ellos fue elaborado por los participantes en el taller de grafiti-mural para niños.
[Más del proyecto Tres Cruces Análogas, en páginas centrales]
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LA GUALDRA NO. 240 /// 4 DE ABRIL DE 2016 /// AÑO 5
La Gualdra No. 240
Editorial “Por intacta que se suponga una tradición, habrá siempre que dar las razones de su mantenimiento. Razones humanas, se entiende; la hipótesis de una acción providencial escaparía a la ciencia. En una palabra, la cuestión no es saber si Jesús fue crucificado y luego resucitó. Lo que se trata de comprender es por qué tantos hombres creen en la Crucifixión y en la Resurrección”. Marc Bloch, en Introducción a la historia
L
a edición 30 del Festival Cultural Zacatecas terminó el sábado pasado y si bien su programación, sobre todo la de Plaza de Armas, no tuvo una aceptación generalizada, sí será recordado por la asistencia masiva a un concierto sumamente criticado. Me refiero al concierto del lunes 28, en el que participó el cantante colombiano Maluma que tuvo, de acuerdo a un estimado de protección civil, una asistencia de cerca de treinta mil espectadores. La mayoría de los asistentes era de jóvenes y por lo menos en apariencia se veía que acudían bajo la creencia de que lo que iban a presenciar era algo que valía la pena. Desde muy temprano hicieron unas filas enormes que alcanzaban a dar vuelta a la calle Aguascalientes, por un lado; y que llegaron hasta el Portal de Rosales, por otro (los accesos a la plaza por el callejón del Santero y el de Veyna estaban cerrados y aun así había grupos de muchachos que a las 6 de la tarde exigían se les permitiera el paso). Mientras, las discusiones en las redes sociales sobre la pertinencia de programar este tipo de conciertos en la Plaza (plancha, como le dicen ahora) de Armas iban creciendo conforme publicaban fotografías de lo que en las calles ocurría. Algunos tacharon de intolerantes a quienes estaban en contra de que un evento así se programara en este lugar, a quienes disentían con que ése fuera un evento adecuado para celebrar el aniversario número treinta del festival, o a quienes simplemente consideraban que no había calidad y que en nada se contribuía a fomentar en los más jóvenes una sensibilización artística. Ríos de gente circularon ese día en dirección a la catedral, a la que se subieron algunos más tarde para ver mejor el espectáculo; los mismos ríos que pasadas las once de la noche redirigieron su cauce para regresar por donde llegaron. En ese momento fue que me sumé más al rechazo de que este tipo de conciertos se programen como parte de un festival que
durante muchos años se caracterizó por la calidad de su contenido y con el tiempo se ha convertido en algo en el que se confunde sistemáticamente lo grandote con lo grandioso. Haría falta que usted hubiera visto la cantidad de muchachitos y muchachitas alcoholizados, vomitando en las esquinas al filo de la media noche, para que se cuestionara junto conmigo si las actuales políticas públicas enfocadas a los jóvenes son las adecuadas, o peor aún, si realmente existen en Zacatecas. Recordemos que el consumo de alcohol por persona en Zacatecas es un problema de salud pública dado que rebasa la media nacional. Yo puedo respetar los diferentes gustos de la gente, al fin y al cabo éstos son producto también de las circunstancias, pero me sumo al rechazo de que sea considerado un éxito el reunir a tanta gente en detrimento de los edificios históricos; y rechazo, por supuesto, que sean recursos públicos los que se utilicen para fomentar la práctica del “perreo”. Me queda, además, la preocupación por entender qué es lo que motiva a este sector de la población a escuchar y cantar a coro letras con una alto contenido de violencia y aquí me refiero no sólo a la música de Maluma sino a la de los “corridos alterados”, de igual o mayor aceptación. ¿Qué es lo que hace que miles de jóvenes se reúnan voluntariamente para entonar “A veces hasta me dan ganas de secuestrarte / llevarte para un mundo donde estemos tú y yo aparte / me siento incómodo cuando él viene a tocarte / no sé por qué me siento ser el dueño de tu parte”? La noche siguiente, algo me devolvió el sosiego; en el concierto de Zaz, el público –que en su mayoría era de jóvenes también- empezó a cantar en francés. Luego, me entero de que hay colectivos que están fomentando en los niños la intervención artística de su espacio, de su barrio, para hacerlo más bello, para apropiarse de él. Reafirmo entonces mi convicción de que el arte y la educación contribuyen a generar nuevas opciones de vida, pero no podemos dejarle la responsabilidad sólo al Estado, eso cada vez nos va quedando más claro y nos obliga a proponer estrategias diferentes, proyectos e iniciativas ciudadanas que sean respaldadas por la comunidad para beneficio de ella misma. Que disfrute su lectura.
Contenido De cuerpo presente, de Raúl García Por Javier Acosta
El Templo de las Musas Del barroco al academicismo Por Violeta Tavizón
Eco: el placer de la erudición Por Mauricio Flores
Tres Cruces Análogas Grafiti-Murales Comunitarios Por Alexis Cruves FEMVR, Iván Alonso Cruces YDRO, Suemi Mendoza y Paola Santana B.P.C.E. Mauricio Magdaleno: 30 años de historias (a mí me han tocado 25) [Segunda parte] Eduardo Campech Miranda Glotonería Sociedad Anónima Beber vino Por Edgar Khonde Desayuno en Tiffany’s, mon ku Ayotzinapa en la Universidad París Sorbonne-Nouvelle Por Dafne García y Carlos Belmonte Grey Castillo de sal si puedes Por Ester Cárdenas
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Historia en el café (un momento con Enrique Florescano) Por Carlos Flores Don Quijote y la Cabeza Encantada Por Rebeca Mejía López
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Lo que vivió Por Marco Antonio Flores Zavala El Picaporte “Dio como resultado”, no “lo que resultó en” Por Simitrio Quezada
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Terquedad Por Humberto Mayorga La llamada Por Pilar Alba Testimonio de cordura inducida Por Roberto Galaviz
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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
Directorio
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Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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De cuerpo presente, de Raúl García Libros
/// Javier Acosta, Jánea Estrada, Raúl García y Ezequiel Carlos Campos
6 Por Javier Acosta
H
ay que ver lo que dice Emil Cioran: “Si el universo desapareciese, nada se perdería, puesto que, en suma, el lenguaje lo reemplazaría. Si una palabra, una simple palabra sobreviviese a un cataclismo general, ella desafiaría la nada. Eso nos parece la conclusión que el poema implica y exige”. Hay pocos pensadores tan persuasivos como Cioran, maestro socarrón del pesimismo. Es persuasivo; pero también es un intérprete de la persuasión. Los griegos le llamaban Peithó a la diosa de la persuasión y de la seducción. Creían que esa diosa anidaba en el arte. En este caso, en el poema. Aunque también Cioran defiende un efecto parecido para la música; por ejemplo la de Bach, que desafiaría nuestra convicción de la inexistencia de Dios. No es que Dios surja de la música, como una bacteria en un caldo de cultivo. No es que el poema pueda sobrevivir a un cataclismo general, sino que ésa es la conclusión a que nos orilla la experiencia del verso. Bajo esta seducción, podríamos habitar un universo hecho nada más de palabras, aunque todo lo demás faltara. Sólo de voces o escritura, no se sabe bien, pues Cioran no lo aclara. Leo nuevamente el libro de Raúl García, este De cuerpo presente. Lo había leído ya para cumplir el encargo de redactar la contraportada. Fijándose bien, el título es irónico. La expresión se aplica a la misa de difuntos, cuando se celebra en presencia del cadáver. Aunque no puede estar ya nada más que en sus restos mortales, inconmovible al llanto, a las oraciones, a la desesperanza de que reviva, el difunto se adentra en la nada. En esa nada que el poema, según Cioran, habrá de abolir. Como si el poema fuera el resto ya no mortal, sino viviente de todos los difuntos, y aún de todo lo existente. El poemario de Raúl García invierte levemente el sentido de este cuerpo presente y nos hace percatarnos de que en cierto modo
somos predifuntos y aún más, fantasmas de carne y hueso —vertebrados fantasmas—, conectándose así el discurso poético con una distinguida parentela de poetas —pienso de botepronto en las presentes sucesiones de difunto de Quevedo; o en el piensa que de algún modo ya estás muerto, de Borges. En el primer poema, dedicado al abuelo, se invierte y amplia el sentido de esta mi primera intuición de lector: “Mi nariz ancha/ la propensión a la calvicie/ el infortunio de llegar y nacer// Todo te retribuiré / cuando la rama de mi nombre / esté cerca del pasto, y la tuya sea / cuna elevada de pichones hambrientos”. El árbol genealógico, esa entidad intangible, virtual y omnipotente, se manifiesta en cada uno de nosotros, pues somos de la misma materia y corre por nosotros la misma savia de nuestros antepasados y nuestros descendientes. Aún más, nuestra nariz es un residuo, una reliquia de familia, aunque sea una joya ancha o ganchuda o de chile bola. Como si nuestro cuerpo fuera el museo y quizá también el mausoleo de nuestros antepasados, que anidan en nosotros; así como anidará alguna vez en nuestro cuerpo el múltiple gusano. De cuerpo presente pertenece a la ralea de la escritura híbrida. Es decir, en él conviven la prosa y el poema, confundiéndose. La clave no está en la prosodia, aunque en ella asoma la cabeza. Más bien tiene que ver con la hibridación de los modos del discurso, porque va y viene entre el discurso analógico (que compara y extrapola, es decir, desvía del recto sentido) y el dialéctico (que enfrenta y supera, es decir, endereza el sentido). Esta operación constituye una de las singularidades de la hechura del libro, y de ella se desprenden sus riesgos y riqueza. La voluntad de hibridación se manifiesta de diversos modos; entre otros hay uno por el que especialmente me siento atraído, se trata de la construcción oriental llamada haibun, que emparenta también a Raúl con la estética oriental, sin la necesidad de caer en el orientalismo (como ciertos decadentes autores, incluido el que esto escribe). Así como está el maestro Basho presente en los siete haibun, si le
tomáramos una radiografía al libro podríamos ver la calcinada osamenta de López Velarde, o con un microscopio el adn lexical de Borges y otras presencias (por ejemplo Machado y Lope de Vega) que contribuyen a la fisonomía del libro. El poemario es así también un árbol genealógico; hospitalario con sus antecesores, pero problematizando su presencia, reinventándola. Sigue y consigue el propósito de inventar a sus precursores, para emplear otra vez una expresión añeja y luminosa. La poética que Raúl García pone a prueba en éste su primer libro, nos da muestra de una infrecuente variedad de recursos. También podemos decir que es corporal y descarnada. Corporal en el tema, descarnada en el tratamiento. Descarnada, como si tuviéramos en este poemario la oportunidad de ir a consulta con nuestro médico forense. El resultado es entonces la experiencia de un lírico sarcasmo. De un verso que con tenaz circunspección nos despelleja, nos deja como en el humor cruel, o como con las caídas de bicicleta, en carne viva. Ya está entonces, facilitado el (mi) vicio clasificatorio: poética de la desolladura, decantación mestiza. Una última observación, para entender la dicha vocación forense en concordancia con Emil Cioran y con Raúl García. Alimento la muy reciente convicción de que la poesía toma sus materiales —su pasión y su forma, su pathos y su eidos—, de nuestra vida póstuma; que surge de la posibilidad de expresar aquello que podríamos decir si ya después de muertos, tuviéramos la ocasión de volver a experimentar y a decir lo que ahora nítidamente vivimos y vagamente articulamos. La conclusión no es fácil de sostener, ya que implicaría contradecir aquéllos que como Horacio afirman que el poeta escribe para la ajena posteridad, tampoco para la crítica de los próximos doscientos años, como porfiaba Joyce. El que escribe lo hace, aún sin saberlo, para que su pasión siga latiendo en el estetoscopio del forense, insubordinado inútilmente a la nada; de ahí la conclusión que en el lector el poema implica y exige.
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LA GUALDRA NO. 240
El Templo de las Musas Del barroco al academicismo
Arte
6 Por Violeta Tavizón*
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l barroco fue un estilo que transformó la forma de vivir, de pensar y de sentir en el mundo novohispano. Diversos procesos económicos, políticos, sociales y religiosos dieron lugar a nuevas manifestaciones en la literatura, la música, la pintura y las demás artes. El barroco novohispano fue un reflejo del mismo proceso, tanto por su dependencia de la Corona española, como por el auge económico y la expansión territorial que alcanzó. Los artistas del barroco tuvieron a su cargo la tarea de plasmar y dar forma a las aspiraciones estéticas de una sociedad cuya concepción del mundo y de la vida giraba en torno a la religión católica. La imaginería religiosa tuvo como principal objetivo la evangelización de la población, aunque también se desarrollaron otros géneros como el del retrato de personajes ilustres. Si bien es cierto que los artistas novohispanos se nutrieron de influencias y modelos europeos, las obras de muchos pintores novohispanos son una muestra del espíritu creado propio del México virreinal. Durante el virreinato, la Iglesia promovió sus enseñanzas religiosas a través de la palabra oral y escrita; este discurso se vio fortalecido con el poder de las imágenes. Escenas o series sobre la vida de Cristo, de la Virgen María o de los santos se convirtieron en temas muy populares durante la Nueva España. Desde el virreinato se instituyeron los gremios con el objetivo de organizar el trabajo; el maestro que había pasado el examen correspondiente, enseñaba y dirigía a los oficiales y aprendices, tal como estipulaban las ordenanzas o reglamentación. Durante el siglo XVIII esta tradicional forma de trabajo (en el campo de las artes) comenzó a cambiar, ya a partir de la época de la Ilus-
tración, la búsqueda del conocimiento hizo que proliferaran las academias de arte en Europa, que a su vez funcionaban como talleres. En congruencia con la Ilustración, las academias procuraban destacar el racionalismo y procurar en sus alumnos la búsqueda científica para llegar al conocimiento. Fue entonces, en ese siglo, cuando se crearon distintas academias que tenían por objetivo controlar el mercado de las obras de arte, fomentar la identidad nacional al enseñar las virtudes republicanas y el buen gusto de la burguesía, un arte creado a la luz de la razón. En México, desde la segunda mitad del siglo XVIII se comenzaron a sentir aires de renovación artística, nutrida de las corrientes clasicistas y de las ideas ilustradas procedentes de Europa. En este sentido, se han suscitado una serie de interesantes investigaciones al respecto. De ahí que los historiadores del arte ya se han dado a
la tarea de indagar este primer intento que hubo por parte de un grupo de pintores, de instituir una academia en pleno barroco novohispano. Dos de ellos fueron Investigadores del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM. Uno de ellos fue el renombrado historiador del arte Xavier Moyssén, quien encontró un documento en el Archivo Histórico de la Ciudad de México en donde se lee la petición de un grupo de pintores entre ellos José de Ibarra, Miguel Cabrera y José de Alcíbar, por abrir una Academia, tal como la que había en Madrid. Este primer artículo sobre el tema fue publicado en 1965 en la revista Annales que coordina el IIE y donde se mostró este importante descubrimiento. Por otro emanado del mismo documento, otra investigadora del IIE Mina Ramírez Montes, en 2001 redactó un artículo en la mencionada revista, con la intención de agregar su propia interpretación del hallazgo encontrado por su maestro en la década de 1960.
Finalmente la especialista en el pintor José de Ibarra, la historiadora del arte Paula Mues Orts en su libro La libertad del pincel, los discursos sobre la nobleza de la pintura en España, destaca, entre otras cosas, el papel que jugó Ibarra en el gremio de los pintores al inducir a su grupo de artistas más allegado a crear la primer academia de pintura en México. Resulta por lo tanto interesante observar cómo el Siglo de las Luces sembró en la pintura novohispana la semilla del academicismo, iniciado por los grandes artistas del siglo XVIII, como lo fueron José de Ibarra y Miguel Cabrera quienes buscaron dejar de lado el gremio para introducirse a un universo más versado y docto en el que el arte fuera concebido como la creación de una idea, de un concepto sujeto al análisis; y no sólo regido por la habillidad del manejo de la técnica. *Curadora.
/// José de Ibarra. Los corregidores de Zacatecas. 1751. Óleo sobre tela. Secretaría de Cultura-INAH-Museo de Guadalupe.
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Eco: el placer de la erudición Libros
6 Por Mauricio Flores*
“
Los libros —escribió en algún rincón de sus sorprendentes juicios— no están hechos para que uno crea en ellos, sino para ser sometidos a investigación. Cuando consideramos un libro, no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa”. Fue así, en la permanente búsqueda y explicación de los significados, que transcurrió la vida del intelectual italiano Umberto Eco (1932-2016). Ampliamente conocido en los medios académicos universitarios por sus aportaciones en los terrenos de la semiótica, dejó también una obra novelística nada despreciable. Hecho significativo no siempre práctica de quienes proyectan sus haberes desde la rigidez del estudio sistematizado. No porque los tópicos literarios, la construcción de obras de ficción, hayan de atenderse desde el relajamiento. Sí porque son exiguos los casos en los que el dominio de ambos universos se entretejen para resultar nuevas realidades. Maravillosas obras como El nombre de la rosa, El péndulo de Foucault, El cementerio de Praga y, anotamos apenas este año, Número Cero. Recuerdo la avidez con la que busqué,
en los inaugurados ochenta, la primera novela escrita por el filósofo español Fernando Savater, Caronte aguarda, en los pasillos del Palacio de Minería. La curiosidad por leer, en su versión ficción, a un pensador ya desde entonces referencia en los medios universitarios. La novela, fuera de circulación ahora, abrió una vereda en el tránsito creativo del mismo Savater que lo ubicó como un narrador erigido a pulso con títulos como El jardín de las dudas, La hermandad de la buena suerte y Los invitados de la princesa. Con todo y la desigualdad entre ellos. Algo similar me ocurrió con Umberto Eco, autor que en las aulas universitarias se estudiaba y citaba principalmente a partir de sus muchos títulos de estética, semiótica y lingüística. Apareció entonces El nombre de la rosa, de entre las novelas más leídas y traducidas de aquellos años, y con ella la permanencia del autor en los terrenos de la ficción, seguida de El péndulo de Foucault y El cementerio de Praga. Habrá que subrayar que en el reconocimiento mucho aportó la versión cinematográfica de la primera, fenómeno que curiosamente no se repitió con la obra del filósofo español. De medios y más Dicho por el periodista Roberto Saviano, Número Cero funciona como un manual de comunicación de nuestro tiempo. Ya que es en el terreno, el de los medios tradicionales y novedosos,
y en unos años no caducados, donde el autor condensa sus temas de atención, análisis y recreación literaria. En Número Cero Umberto Eco no se adentra en los laberintos de la historia y el recuento del pensamiento como lo hace en sus primeras obras, sino que la ubica en un pasado reciente, abril del 92, digamos que de actualidad. Un lugar que le permite la recreación de un thriller donde periodistas de diversas generaciones tropiezan con las relaciones entre la prensa y el poder, y los que traen a escena tópicos italianos y europeos no del todo aclarados en el tiempo, como son las dudas acerca de la muerte de Mussolini, tal como la conocemos por la historia oficial, y los nunca bien magnificados alcances del grupo Gladio, esa perniciosa alianza entre la derecha y la CIA, versus la modernas izquierdas centroeuropeas, a la que el español Benjamín Prado dedicó también una novela hace algunos años, Operación Gladio. (Esta novela reconstruye el atentado contra unos abogados defensores de comunistas, en su despacho cercano a la estación de Atocha). En Número Cero Eco da vida a un grupo de periodistas que emprende la tarea de obtener noticias que trasciendan el reporte diario. Ello previo al lanzamiento de un nuevo periódico, una manera de convencer del proyecto al propietario del medio, elemento también cercano a las redes del poder. Lo presupuestado, lo investigado, lo verificado… traerán
nuevos sobresaltos a jóvenes y probados periodistas. Perdedores todos, tal vez, pero como advierte Colonna, el protagonista central de la novela, siempre con conocimientos más vastos que los ganadores. Eruditos que saben muchas cosas, y no una como los ganadores. Perdedores, sí. Puesto “cuando más sabe uno, es que peor le han ido las cosas”. Lo que no clausura la posibilidad de una vida en paz, recobrada “la sosegada desconfianza” del mundo que nos rodea. “La vida es llevadera, basta conformarse”, concluye Colonna en las últimas líneas de Número Cero. Apenas revelados los contenidos de su testamento intelectual, a unas semanas de su muerte el pasado 19 de febrero, trascendió que Umberto Eco no quería homenajes. Al menos en diez años, precisó su viuda, la alemana Renate. Sirva volver a su lectura como un discreto reconocimiento: diez años y más.
EL PLACER DE LA ERUDICIÓN Los perdedores, como los autodidactas, tienen siempre conocimientos más vastos que los ganadores. Si quieres ganar tienes que saber una sola cosa y no perder tiempo en sabértelas todas; el placer de la erudición está reservado a los perdedores. Cuanto más abe uno, es que peor le han ido las cosas. Umberto Eco, Número Cero (fragmento). 000 Umberto Eco, Número Cero, Lumen, México, 2015, 222 pp. *mauflos@gmail.com
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Tres Cruces Análogas Grafiti-Murales Comunitarios 6 Por Alexis Cruves
FEMVR, Iván Alonso Cruces YDRO, Suemi Mendoza y Paola Santana
Testera
Fotografías de Eric Nava
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res Cruces Análogas es un proyecto del colectivo CrucesCru, integrado por Alexis Cruves FEMVR, Iván Alonso Cruces YDRO, Suemi Mendoza y Paola Santana. Fue seleccionado para recibir el apoyo del programa Testera de la Dirección de Arte y Cultura del Municipio de Zacatecas en la colonia Tres Cruces. Consiste en la realización de un taller de grafitimural para niños, y tres murales resultado de la colaboración entre los participantes del taller, el colectivo zacatecano INE Crew –Jairo Saúl Ibarra, Joel Flores y Gustavo Flores Aranda– y CrucesCru. El título se deriva de término ciudad análoga propuesto por Aldo Rossi en 1969, para reivindicar el papel de la memoria colectiva en el proceso de diseño de la ciudad. Su idea era un procedimiento compositivo de base surrealista que, partiendo de algunos hechos seleccionados de la realidad urbana, servía para construir una nueva realidad de base analógica. La propuesta de Rossi es un modo alternativo de acercamiento a la ciudad, más próximo a la imaginación, la intuición y los intereses personales, que al pensamiento racional que, hasta entonces, había guiado el análisis tipológico de la tendenza. La analogía apelaba a correspondencias que tan solo eran comprensibles dentro de un colectivo humano que compartía una misma base cultural, una misma memoria colectiva. El conocimiento facilitado por el análisis
tipológico habría de ser complementado con el caudal informativo desgajable de la memoria colectiva de las ciudades. Este concepto de la ciudad análoga se ha desarrollado en el sentido de las analogías y por tanto hacia el concepto de una arquitectura análoga. La analogía es un modo de entender de una manera directa el mundo de las formas y de las cosas, en cierto modo de los objetos, hasta convertirse en algo inexpresable si no es a través de nuevas cosas. Tres Cruces Análogas ocurre con la complicidad y apoyo de los propietarios que otorgan el permiso para la intervención de sus muros, bardas y fachadas, siendo partícipes vitales desde otra perspectiva para la realización de dicho proyecto, al ser un indicador de aceptación entre la comunidad. En los murales hay una visión análoga del barrio, desarrollada por los colonos del mismo, trasladando de manera colectiva la visión de un barrio transformado por ellos y de ellos, proyectado en los muros de los sitios que conforman su entorno diario. El pensamiento lógico es el pensamiento expresado en palabras, que se dirige al exterior como un discurso. El pensamiento analógico o fantástico y sensible, imaginado y mudo, no es un discurso sino una meditación sobre materiales del pasado, un acto volcado hacia dentro, es arcaico, no expresado y prácticamente inexpresable con palabras.
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Testera
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B.P.C.E. Mauricio Magdaleno: 30 años de historias (a mí me han tocado 25)
Glotonería Sociedad Anónima
Beber vino
Gastronomía
Promoción de la lectura
[Segunda parte] 6 Eduardo Campech Miranda
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as palpitaciones del corazón de una biblioteca son sus lectores (me agrada más este sustantivo, que el de “usuario”). Algunos de gran trato y educación, otros acuden a la biblioteca en busca de la segunda, y otros más… bueno, son otros más. Referiré algunos casos que representen esta micro tipología de lectores que han asistido a la Biblioteca Pública Central Estatal “Mauricio Magdaleno”, teniendo claro que quedan muchos de ellos fuera. Hubo un tiempo en la biblioteca abría durante el Festival Cultural, entonces denominado solamente Semana Cultural. Los servicios bibliotecarios se daban, incluso, en los días santos. Como lector, esa política me parecía fantástica. Como trabajador, en aquella época, era una decisión mortal. No nos visitaba nadie. Vaya, ni la familia para platicar. Ingresando al edificio, que hoy alberga la Casa Municipal de Cultura, nos encontramos con el patio central. En aquella época era la Sala General. En la cuarta puerta del pasillo de la izquierda, al fondo, se encontraba la dirección. Aquel Jueves Santo, el profesor Sergio Arturo y este servidor charlábamos en el escritorio de la sala más grande de la biblioteca. Como lo mencioné, no había concurrencia. Éramos más bibliotecarios que lectores. Aún con guardias. De pronto, un joven entró a la biblioteca, se registró en recepción y con paso veloz se dirigía a la dirección (donde no había nadie, pero conservaba sus puertas abiertas). Sergio Arturo le dio alcance y con un cordial “Buenas
/// Jeong Woo (Brian) Kim. Calcetines. Acuarela.
tardes, ¿qué se le ofrece?”, el individuo, un joven de no más de veinticinco años, delgado, desaliñado, mostró desconcierto ante la aparición del Jefe de Servicios Bibliotecarios. Turbado, sólo alcanzó a balbucear: “¿Qué le iba a decir?, ¿qué le iba a decir?”, sin ocultar un nerviosismo propio de quien fue pillado a la mitad del plan. Sergio Arturo, serio, sobrio –pero amable-, le respondió: “Pues no sé qué es lo que me iba a decir”. Ésas fueron las palabras mágicas para sacar de sus casillas al joven, quien de inmediato espetó: “Pues si usted no sabe menos yo”. Acto seguido se dirigió a la puerta por donde minutos antes había ingresado. Personas de esas características son constantes en la biblioteca. En otra ocasión se presentó un individuo delgado, alto, de tez blanca. Dejó una bolsa de plástico en guardarropa, ingresó, pero nadie se percató en qué momento salió. Al terminar la jornada, su bolsa seguía ahí. Nadie sabía quién era su dueño. Pasaron los días y al cumplirse dos semanas, un desagradable olor impregnaba el pequeño espacio que hacía de recepción. Después de hurgar entre los entrepaños descubrieron que se trataba de la bolsa que había dejado aquel hombre días atrás. No sé si por curiosidad científica, por morbo, por protocolo, la bolsa fue abierta, dejando al descubierto el tesoro que escondía: un par de calcetines malolientes (dicen los que estaban ahí que era peor que el formol) y unos chiles poblanos en estado de putrefacción. Desde luego que la bolsa se desechó de inmediato a la basura. Dos meses después llegó el individuo y al enterarse del destino de su bolsa, amenazó con demandar a la biblioteca. Cosa que nunca ocurrió.
/// Diego Velázquez. El almuerzo o Almuerzo de campesinos. Óleo sobre tela. 1618-1619. Museo de Bellas Artes, Budapest.
6 Por Edgar Khonde
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l fin de semana pasado vi en un restaurante a un señor catando un vino Las Moras y me pregunté entonces cuántos de nosotros no hemos hecho lo mismo. Me explico. No es necesario catar un Las Moras, en serio. Da igual. No es necesario catar un Boing de uva o un jugo de arándano. No es que desprecie un Las Moras, es sólo que ese vino está hecho para abrirse y beberse, no es una exquisitez y no lo requiere, uno lo coge y sabe que sabrá sabroso valga la cacofonía. Pero parece que somos un poco pelotudos, un poco imbéciles, nos gusta farolear, poserear, aparentar. No nos damos cuenta que la discreción es síntoma de una mejor educación, formación y, probablemente, elegancia; creemos más bien lo contrario. Por eso la gente cata un vino que sólo debería beberse. Carecemos de criterio y reproducimos lo que vemos sin tomar en cuenta las variables y condiciones. Es decir que no analizamos el contexto. En lo que respecta al vino, si un vino no es viejo, no se tiene que catar y mucho menos decantar. A prueba ciega, nadie en el mundo atina a distinguir un vino barato de uno caro, así que tampoco podemos dejarnos guiar por el precio. Los vinos rojos maridan, o combinan, con cualquier tipo de plato, así como los vinos blancos o rosados, eso depende de uno mismo. Depende del gusto, del criterio. El vino tiene que saber a vino y los platillos a comida, en eso consiste la construcción del gusto. Y el comidista tiene que atreverse a probar y experimentar. Así que la próxima vez que usted se acerque a un restaurante pida un plato que no conozca, pida un vino, que le descorchen la botella, deje que respire, se oxigene, se oxide, por cinco minutos y después beba.
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Desayuno en Tiffany’s, mon ku Ayotzinapa en la Universidad París Sorbonne-Nouvelle 6 Por Dafne García y Carlos Belmonte Grey
43-Cuarenta y tres: el cuento silencioso de Stefania Colombo para hablar de lo que no se puede… La obra intenta comprender y cuestionar una historia real que ha superado por mucho la ficción. Escrita y dirigida por la actriz italiana Stefania Colombo, a partir de los informes oficiales publicados por la PGR y el GIEI sobre los hechos ocurridos en Ayotzinapa en el 2014. El proyecto surgió pocos días después de haberse cumplido un año de la desaparición de los 43 estudiantes. Stefania asegura que no fue ella quien eligió la historia,
Cine
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l jueves 31 de marzo en la Universidad de París Sorbonne-Nouvelle se organizó un doble acto conmemorativo dedicado a los 43 Estudiantes de Ayotzinapa. Quienes esto escriben, junto con el profesor Sergio Ramos, proyectamos el documental Ayotzinapa Crónica de un crimen de Estado (Dir. Xavier Robles). Luego los estudiantes de la licenciatura y master de artes dramáticas montaron una obra escrita, dirigida y actuada por ellos mismos. El documental ya fue comentado en esta columna en octubre del año pasado: en él se mezcla lo testimonial y lo documental, muestra el encuentro y el enfrentamiento de los estudiantes contra el gobierno y el alegato del procurador de justicia mexicano. El trabajo de Robles evita todo sensacionalismo buscando simplemente recuperar esos testimonios que permiten comprender los momentos claves del conflicto. Aunque, al mismo tiempo, no busca hacer un análisis sino que entra solamente en la dinámica de la lucha y se convierte en una arma mayor que acusa sobria
pero claramente a los responsables de la opresión. La proyección fue presentada para el debate por el realizador francés residente en México desde hace más de 15 años, Ludovic Bonleux (Acuérdate de Acapulco, 2014). Él hizo una presentación de la situación actual y expuso también el trabajo documental más reciente que las asociaciones de apoyo han realizado Ayotzinapa 26. Les comparto ahora la presentación escrita por la estudiante Dafne García para explicar el sentido de la obra montada 43-Cuarenta y tres:
sino que fue la historia que llegó a ella y se apropió de sus pensamientos. La necesidad de contar esta historia y su afinidad por el Teatro di narrazione fueron las piezas claves que la llevaron a concretizar sus ideas y a utilizar la escena como medio para compartir sus interrogaciones. Para Christelle Hodencq, Anabelle Vitou y Jean Briault, los actores franceses que acompañan a Stefania en esta aventura escénica, no ha sido fácil apropiarse del tema ni de la forma
narrativa. Ninguno de ellos ha visitado México, pero saben que la situación de los 43 estudiantes no es un caso aislado en el país e intentan comprenderla. El compromiso, la energía y el entusiasmo de cada uno de ellos con este proyecto se suman al deseo y la voluntad de atravesar las fronteras para hablar de lo ocurrido en Ayotzinapa. A lo largo del proceso creativo, las propuestas de interpretación de los actores han enriquecido el trabajo de Stefania y le han permitido comple-
Castillo de sal si puedes 6 Por Ester Cárdenas
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n febrero, mientras leía a Jussi Adler Olsen, colegí que en realidad antes de él, sólo había leído a otra escritora danesa: Isak Dinesen (seudónimo de Karen Blixen), cuyos Cuentos góticos, Memorias de África y El festín de Babette, son una verdadera delicia. Volviendo a Jussi Adler Olsen en la primera de sus novelas en que aparece el subcomisario Carl Mork: La mujer que arañaba las paredes, él y otros dos compañeros son abatidos mientras revisaban una escena de un crimen. Uno de sus compañeros murió, el otro quedó tetrapléjico y Carl con una herida leve y un hondo sentimiento de culpa por haber salido ileso. Cuando se reincorpora a la brigada de homicidios su jefe recibe la propuesta de crear un departamento para resolver sólo casos no resueltos, por lo cual recibirá una partida más que jugosa y decide
/// Foto: Cuartoscuro.
poner al frente a Carl y utilizar la mayor parte de la partida en su departamento y al departamento Q que estará a cargo de Carl sólo proporcionarle lo más indispensable. Así pues el departamento Q es integrado por
Carl; Assad, un extraño “ayudante de limpieza”; y Rose, una muy particular secretaria. En la segunda novela del departamento Q: Los chicos que cayeron en la trampa, Carl y su equipo investigan el caso de dos hermanos
mentar su universo escénico en el que se mezclan los testimonios con recuerdos de infancia, música, danza, telenovelas, sombras y mitos, con el fin de confrontar y despertar la conciencia del espectador. Esta obra no pretende dar una respuesta a los hechos sino cuestionar la desaparición de los 43 estudiantes y sobretodo el silencio… un silencio que no sólo pertenece a México sino que, en palabras de Stefania, es una rapsodia de silencios universales.
que años atrás fueron brutalmente asesinados y todas las pistas los llevan a un grupo de jóvenes, alumnos de un prestigiado colegio a quienes en su momento no se les pudo comprobar nada. Pasados los años estos jóvenes se convierten en exitosos profesionistas. Una de las primeras conclusiones del departamento Q es que estos jóvenes fueron protegidos por sus poderosas familias para no ahondar en la investigación y cerrar el caso. Hace días viendo las noticias me enteré del caso de Daphne, una joven quinceañera, violada en la ciudad de Veracruz por un grupo de cuatro jóvenes: los Porkys (ya mayores de edad) y que a casi a un año de que se denunció el hecho los tipos nunca se les llamó a declarar y están libres para hacer más tropelías, al igual que los personajes de la novela de Jussi Adler Olsen; pero esto no es literatura, es una terrible realidad de un México en el que predomina la impunidad y la ley de los poderosos. No contamos con un inspector de policía como Kurt Wallander (personaje de Henning Mankell) o un subcomisario como Carl Mork. Sabemos que nuestros hijos salen de casa pero no sabemos si regresarán o cómo. ¿Qué hacer?
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LA GUALDRA NO. 240
Historia
Historia en el café (un momento con Enrique Florescano)
/// Asociación de Historiadores Elías Amador con el Dr. Enrique Florescano
6 Por Carlos Flores
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n días pasados los miembros de la Asociación de Historiadores “Elías Amador”, a la cual pertenezco aunque ése no sea mi oficio ni profesión, tuvo la gran idea de invitar a una velada el gran historiador Enrique Florescano (miembro honorario de la AHEA), cofundador de publicaciones tan importantes como el periódico Uno más uno y la ya legendaria revista Nexos, así como de la editorial siglo XXI, en la cual se tuvo a bien darle un reconocimiento por su excelente trayectoria académica. No tenía el gusto de conocer al historiador. Lo conocí esa misma noche, en su conferencia “Cómo se hace un dios”, una exposición muy interesante de la formación iconográfica de la divinidad del maíz de las culturas mesoamericanas, en donde se presentaron las primeras imágenes de esta deidad, desde las culturas olmecas y mayas que datan desde hace más de 1500 años antes de Cristo. Como característica principal este ídolo presentaba la mazorca y las hojas que lo envuelven. Podemos ver en las imágenes presentadas por el investigador, el mito que acompaña a su formación: desde cómo apareció en el mundo, su caída al inframundo, su rescate por sus hijos gemelos y su re-
/// Enrique Florescano. Foto IEESA.
surrección como el maíz tan importante para esas culturas. Del mismo modo, nos muestra que su historia y su representación coinciden con la de las culturas indígenas contemporáneas, lo que nos da a entender la importante interconexión que existe entre los distintos pueblos prehispánicos y contemporáneos. Luego de su conferencias, nos dirigimos a un café de la ciudad, y bajo la proyección de El gran dictador de Chaplin, la amena charla giró en torno a la pérdida de identidad que se sufre en nuestro país debido a la globalización económica, pues cada vez descubrimos que las tradiciones se vuelcan hacia el consumismo más que al rescate de la cultura o la idiosincrasia de los habitantes. Es decir, en el afán de los grandes capitalistas por obtener ganancias se ha perdido la tradición artesanal en muchos lugares de la nación, a tal grado que encontramos que mucho de lo que se vende como artesanías viene etiquetado con la leyenda: Made in China. También comentamos la triste situación de que las ferias o festividades tradicionales se han convertido en una gran cantina, como si lo que se planea como una fiesta o un evento de celebración fuera un mero pretexto para el consumo de bebidas embriagantes. Qué podríamos decir nosotros, si en Zacatecas la feria estatal es un gran ejemplo de ello, o qué decir de la feria
de Jerez, ya ni mencionar que esta ciudad es la capital mundial de la cerveza y que el grupo Modelo se quiere apoderar de un edificio emblemático del centro para hacer promoción de su producto. Nos enteramos también cómo el gobernador Cervantes Corona, aconsejado por Federico Sescosse, desembolsó los recursos para el rescate de un edificio del centro y juntos convencieron a Pedro Coronel de donar su colección de arte para la creación del museo que lleva su nombre, el cual según Florescano, quien fue uno de los promotores para la creación de este centro, es uno de los más importantes del país debido a su gran variedad de obras, muestra de varias épocas y géneros artísticos, y por supuesto, la hermosa Biblioteca “Elías Amador” que se conserva en sus salas. Muchos temas y muchas ideas sobre un Zacatecas en el que crecí y nací, visto desde la perspectiva de uno de los intelectuales más importantes del país. Sin duda, un gran honor haber conversado con él, así como el hecho de que pertenezca a una asociación como lo es la AHEA. Las sorpresas del festival cultural y de los eventos artísticos de nuestra ciudad, no son sólo lo que se presenta en la Plaza de Armas, en sus calles y distintos foros, podemos encontrar gente en verdad interesante.
Literatura
Don Quijote y la Cabeza Encantada1 6 Por Rebeca Mejía López
S
i tuviera la oportunidad, estimado lector, de preguntar lo que sea a una cabeza encantada, con la seguridad de que ésta respondería la verdad, ¿Qué preguntaría? ¿Algo sobre el pasado? O más interesante aún, ¿sobre el futuro? En el capítulo LXII, Que trata de la aventura de la cabeza encantada, con otras niñerías que no pueden dejar de contarse, Sancho y don Quijote tienen esta oportunidad en su llegada a Barcelona, veamos cuáles fueron sus preguntas y las respuestas emitidas por aquella máquina. Sancho y don Quijote fueron hospedados por don Antonio Moreno, luego de comer, don Antonio les llevó a un apartado aposento, “en el cual no había otra cosa de adorno que una mesa, al parecer
/// Salvador Dalí. Ilustración de Don Quijote. 1945.
de jaspe, que sobre un pie de lo mismo, se sostenía, sobre la cual estaba puesta, al modo de las cabezas de los emperadores romanos, de los pechos arriba, una que semejaba ser de bronce”. Don Antonio explicó a don Quijote que aquella
cabeza había sido fabricada por uno de los mayores encantadores y hechiceros que ha tenido el mundo. “En este tiempo podrá vuestra merced prevenirse de lo que querrá preguntar, que por experiencia sé que dice la verdad en cuanto responde”. Así pues, don Quijote se dispuso a preguntar: “Dime tú, el que respondes: ¿fue verdad, o fue un sueño lo que yo cuento que me pasó en la cueva de Montesinos? ¿Serán ciertos los azotes de Sancho mi escudero? ¿Tendrá efecto el desencanto de Dulcinea?”. “A lo de la cueva –respondieron- hay mucho que decir: de todo tiene; los azotes de Sancho irán despacio; el desencanto de Dulcinea llegará a debida ejecución”. Sancho fue el último en preguntar: –“¿Por ventura, cabeza, tendré otro gobierno? ¿Saldré de la
estrecheza de escudero? ¿Volveré a ver a mi mujer y a mis hijos?” “–Gobernarás en tu casa; y si vuelves a ella, verás a tu mujer y a tus hijos; dejando de servir, dejarás de ser escudero”. – “¡Bueno par Dios”, dijo Sancho Panza. “Esto yo me lo dijera: no dijera más el profeta Perogrullo”. 2 “Bestia”, dijo don Quijote, “¿Qué quieres que te respondan? ¿No basta que las respuestas que esta cabeza ha dado correspondan a lo que se le preguntó?”. Entonces, estimado lector, ¿preguntaría usted a la cabeza sin importar las respuestas o preferiría escuchar algo que se ajustara a sus deseos? *Twitter: @RbkMej Las cabezas parlantes, con artificios análogos a la hecha fabricar por don Antonio Moreno, se conocen por referencias desde la Edad Media y están bien documentadas en los siglos XVI y XVII. 2 Personaje proverbial que dice las verdades absolutamente obvias. 1
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4 de ABRIL DE 2016
Lo que vivió 6 Por Marco Antonio
Flores Zavala
Libros
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ivencias (Editorial Texere, Zacatecas, 2016) es un compendio de recuerdos y de reflexiones sobre personas, acciones, prácticas, discursos, lecturas, música y de cientos de objetos que dan cuenta de los signos y símbolos que rodean al autor-personaje-narrador Enrique Laviada. Al final, él precisa con contundencia: “Vivencias: todo lo que amamos y odiamos y que no viene en los libros”. En la obra, la tercera persona concurre, está destinada para narrar las peripecias amorosas y políticas de “un tal” Max. La primera persona, Laviada la utiliza como dominante voz narrativa. La emplea para contar el transcurrir de lo que vive, vivió, recuerda, escucha, mira, desprecia y, es evidente, saborea. Vivencias está integrado con casi medio centenar de secuencias en los cuales se cuenta la historia de vida de un personaje que está todavía en acción. Los relatos oscilan entre el pasado (que nos trae el origen familiar y cultural inmediato) y el presente (lo confirma el predominante tiempo presente). En el vaivén presentepasado está explícitamente la trama que define al protagonista. Le citamos así, porque si bien este libro es posible clasificar como una adelantada autobiografía o, incluso, como parte de las memorias del escritor; debemos ir con cautela, porque, ya notará usted, la capacidad narrativa para describir el denso tejido cultural hace que varios tramos y tramas linden con lo fictivo. En el transcurso de la ojeada, el lector situará la estrategia y el fin de la máscara construida. Por la forma de relatar, Vivencias es un texto prismático. En cada apartado el autor trae del pasado hechos provistos con una escenografía y ambiente correspondientes. Con estilo de escritor literario (no ignoremos que el autor es conocido y lo leemos
/// Vivencias, de Enrique Laviada. Foto de Texere Editores.
como analista político) relata qué fue de su infancia; cómo lo configuraron su familia, el barrio, los amigos, la ciudad, las creencias religiosas e ideológicas; qué praxis política ejerció; de qué y cómo nutrió los saberes con lecturas de periódicos, hojas volantes, libros, películas, canciones del rock; cita lugares, sonidos, olores, tactos, sensaciones; y, por supuesto, hay mujeres, erotismo, sarcasmo e imágenes por donde ha transcurrido. En cada episodio, el autor asienta una frase; con ella marca cada relato y el siguiente. La palabra y su definición no son una conclusión de cada secuencia, asisten más como acertijos que debaten lo dicho. Los enunciados configuran un diccionario que, es evidente, está construido desde la
experiencia, desde la intensidad de una vida activa que cuestiona su presente y hechos como la muerte, los adiós, las derrotas, las ausencias, junto con los afectos pasados y presentes. Las frases son un punto visible que une el contenido de la obra. También son guiños culturales que colaboran para contextualizar el campo de lectura: lo dicho por el autor y el horizonte del lector. Como ejemplo, cito tres frases: • “1984: Orwell”; • “Herida: lesión sangrante que se produce en el pasado y que habría sido posible evitar”; • y, “Palabra: saber leer y escribir”. En conjunto, estamos ante un texto hí-
brido. Es así por la mezcla, en diferentes porciones, de la vida pasada familiar, la presente y la historia, estamos ante un retrato textual de lo que se vivió en los vertiginosos años 70, los aparentemente declinantes 80, los cíclicos 90, y los novedosos episodios de las iniciales décadas de este siglo. En esta representación situamos al protagonista como un prototipo integrante de la izquierda electoral, lo es por sus referencias bibliográficas, las filiaciones partidistas (células, grupos de base, comités) y por los puntos de acción juveniles y universitarios. En fin, aparecen múltiples referencias que constituyen los interminables flujos históricos multiseculares donde ha estado el narrador-protagonista.
El Picaporte
“Dio como resultado”, no “lo que resultó en” 6 Por Simitrio Quezada
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eniendo verbos como “ocasionar”, “provocar”, “generar”, “propiciar” e incluso “conllevar”, resulta ridículo utilizar la expresión “lo que resultó en”.
Si se tratara de utilizar más de una palabra, puede utilizarse “dio como resultado”. Incluso sí podemos echar mano del verbo “resultar”, pero sin la preposición “en”. Ejemplo: “De esos malos entendi-
dos resultaron estos tres divorcios”. “Estos tres divorcios” son complemento directo del verbo. No hace falta más. Las variantes pueden ser: “Esos malos entendidos dieron como resultado estos tres divorcios”. “Esos malos entendidos provocaron (generaron,
propiciaron…) estos tres divorcios”. Desterremos ese cliché “lo que resultó en”. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com
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LA GUALDRA NO. 240 /// 4 de ABRIL DE 2016
Terquedad /// Quijote meditando. Serigrafía. Su autor, Iván Odín Barrios, nació un 4 de abril como hoy, pero de 1978 en Jerez, Zac. Estudió Artes Plásticas en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” y actualmente es el director del Taller de Gráfica El Topo, en Zacatecas.
Río de Palabras
6 Por Humberto Mayorga
La llamada 6 Por Pilar Alba
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uando se lo avisaron por teléfono, de pronto no podía creerlo. Tardó más de dos eternos minutos en asimilarlo y contestar con un lacónico: Está bien. La persona que acostumbrada a este tipo de respuestas, esperaba al otro lado de la línea sólo dijo en tono de rutina: Aquí lo esperamos; y cortó la llamada. Los hechos que precedieron ese momento son largos y confusos de relatar. Tomó cinco veces la chamarra y la dejó las mismas cinco, en diferentes lugares, hasta olvidarla por completo. Verificó siete veces antes de salir si traía consigo las llaves de la casa y dos más, la del auto. Verificó que
la cerradura de la puerta del patio y las tres ventanas exteriores estuvieran cerradas. Cerró la llave de paso del gas y también la del agua. Bajó el apagador de la luz. No tenía nada en el refrigerador que pudiera echarse a perder. Era un alivio haber consumido las últimas latas de atún y haber tirado la basura justo ese día por la mañana, media hora aproximadamente, antes de la llamada. Dio las vueltas necesarias a las dos cerraduras de la puerta, sacó el auto y puso el candado en el cancel de la cochera, más tarde pensaría qué hacer con él. El regreso no sería pronto. Pasaría mucho tiempo antes de que pudiera volver a casa. Esa llamada era lo único que esperaba, para poder terminar con todo y empezar en otro lado.
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o lo niego. Soy fanático de los amores ocasionales. Mi habitación se encuentra en el sexto piso por la avenida principal de la ciudad. Ayer estuve con la cuarta mujer de la semana. Pude escuchar su murmullo desde la entrada. El portero siempre está al pendiente; soy el inquilino predilecto. Los tacones de la mujer hacen el juego perfecto con el ritmo del blues que tengo de ambiente en tanto toca la puerta. Desde mi alcoba sólo presiono un botón para que dé inicio el baile: la puerta se abre. La habitación es blanca, no me gustan los colores que alteren mi tranquilidad. En el techo, ese enorme espejo que compré en el último viaje que hice antes de enclaustrarme aquí: maravilloso mundo de silencio. Cuando veo frente a mí esa silueta de proporciones imperfectas, el corazón no para de dar brincos hasta generar el cambio de mi piel pálida a un rojo encendido. El comienzo es un baño entre espuma y exóticas fragancias que despiertan los sentidos hasta al más cercano a la tumba. Lo juro. Me lleva en brazos directo al placer. Las delicadas manos de la mujer mojan esa esponja que recorre mi espalda y viaja por todo mi cuerpo hasta despertar de inmediato mi virilidad. Hay un momento en que me ausento. Permito que haga su mejor esfuerzo para satisfacer lo evidente. Suaviza mi cabello, lo lava y me observa con cierta ternura que llega a entristecerme. Al término del baño toma la toalla, dirige sus grandes ojos nuevamente y me arrulla. Es tan complaciente. Humedece mi cara con esa crema que al compás del rastrillo me hace sentir todavía más joven. Nos regresamos al lecho, ése, mi lugar favorito y el único desde hace ya un año. Alcanzo a ver el reloj que tengo frente a mí y pienso: “Cuatro horas me asistirá hasta el siguiente viaje”. La dama permanece a mi lado en esa silla. Me observa. Su mirada va de la pasión a la ternura y luego a la lástima. El tiempo sigue su curso, para entonces yo cumplí mis fantasías. Ella no lo sabe. La hora de marchar se acerca y me dice: “Mi turno se acabó. La siguiente enfermera llega en unos minutos”. La muerte me ha negado el pasaporte después de mi paraplejia.
Testimonio de cordura inducida 6 Por Roberto Galaviz Yo, como todos estuve plenamente loco algunas veces
-de manera impecableser alguien que veía aparadores, que vestía jeans a la moda, que abordaba aviones, y admiraba ídolos y atardeceres por igual
por desgracia, con demasiada prisa volví a ser lo que se dice: normal
vaya que entretuve complacido la mirada en cientos de pares de piernas de mujeres en minifalda
vaya que algunos días fingí
cuando del mundo dejaba de
sorprenderme pues era un loco, que no encontraba un sitio, mucho menos un sentido, me detuve en las cosas mínimas para salvarme -como todos lo haceny puse altares repentinos efímeros y banales para reposar la cordura y no envejecer de locura antes de tiempo.