El último europeo, sumario e introducción

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Sumario Introducción Demos ante portas, de Àngel Ferrero ..............................................................11 Unión Europea: geopolítica imperial y cadenas de imposición, de József Böröcz .............................................................................................19 Transformaciones geopolíticas .................................................................19 Legados diversos y combinados de los imperios .....................................24 Cadenas de imposición .............................................................................30 Coda empírica ...........................................................................................34 La Unión Europea en la era de los «imperialismos rivales», de Àngel Ferrero ............................................................................................37 El sueño de Europa produce monstruos ..................................................37 Europa: una cartografía cognitiva............................................................45 Un coloso con pies de barro .....................................................................51 Estrategias de contención de Rusia ..........................................................80 EU MIC: el complejo militar-industrial europeo ...................................88 Migrantes en Europa: derrumbando fronteras, de Corina Tulbure........................................................................................ 113 Ciudadanos del Este perdidos en la transición: «los fresoneros» ........................................................... 113 Apuntes de «fresonero» .......................................................................... 116 Ciudadanos europeos expulsados de países europeos: los gitanos ...............................................................120 Expulsiones.............................................................................................. 125 Una construcción discursiva...................................................................129 Europa avanza pisando los derechos humanos que predica .................. 131


La derecha radical en Europa: en los parlamentos, en las calles y en las redes sociales, de Roger Suso ...............................................................................................149 Austria: bailando con lobos ....................................................................160 Alemania: clandestinidad nacionalsocialista ..........................................164 Países Bajos: de Mussert a Wilders ........................................................ 174 Reino Unido: entre Griffin y Farage .....................................................178 Francia: desmontando a Le Pen .............................................................184 Dinamarca: legislando la islamofobia..................................................... 191 Suecia: Jimmie Jimmie Jimmie ...............................................................194 Finlandia: Soini y sus racistas .................................................................199 Letonia y Estonia: gobernando con las Waffen-SS ...............................202 Hungría: la cruz flechada 2.0 ..................................................................208 República Checa: a por el pogromo romaní .......................................... 212 Eslovaquia: Kotleba como Hlinka .......................................................... 215 Polonia: jugando a ser Dmowski ............................................................ 218 Italia: el fascismo del Tercer Milenio .....................................................224 España: franquismo en plataformas ........................................................230 Grecia: Weimar en Atenas ...................................................................... 239 Conclusiones El último europeo, de Àngel Ferrero ..........................................................247 A modo de epílogo La Unión Europea del «Consenso de Bruselas», de Gustavo Buster ........ 255


Introducción

Demos ante portas Àngel Ferrero

El 8 de enero de 2014 se celebraba en Atenas, en medio de grandes medidas de seguridad, la inauguración de la Presidencia del Consejo de la Unión Europea en el céntrico edificio Zappeion, donde Grecia firmó su entrada a la Unión Europea en 1979. Mientras los políticos pasaban uno tras otro por el atril para hablar de «democracia», «paz» y «libertad» con la vaguedad habitual, la policía vigilaba el perímetro de seguridad establecido en torno al edificio. Las mismas personas a quienes se decía representar quedaban, así, excluidas de la ceremonia. Tout pour le peuple, rien par le peuple, todo para el pueblo, nada por el pueblo. Las paradojas no pasaron inadvertidas para los observadores: Grecia, cuna de la democracia, asume la presidencia de una organización posdemocrática de la que es su principal víctima. En realidad, la propia Unión Europea se presenta a los ojos de quienes habitan en ella como una paradoja en sí misma: a pesar de experimentar una profunda crisis de legitimidad, la UE parece seguir siendo capaz de seducir a una serie de Estados de Europa oriental que buscan desde hace años su entrada en el club. Las elecciones al Parlamento Europeo de 2009 registraron la que entonces fue la participación más baja de toda la historia de la UE. El crédito de las instituciones comunitarias, empero, aún no había tocado fondo: en el Eurobarómetro de noviembre de 2012, la desconfianza declarada hacia éstas superaba el 50% en cinco de las mayores economías de la UE (Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y España) y sólo en España ese porcentaje había pasado del 23 al 72% en cinco años, un incremento de 49 puntos1. El Parlamento Europeo, escribe Gerardo Pisarello, es percibido «como una institución lejana, con competencias misteriosas pero más bien inútiles y un papel marginal en el entramado institucional de la Unión Europea. En parte del imaginario colectivo, su mayor servicio al bien común consiste en haber acogido a políticos retirados, asegurándoles una jubilación plácida, sin sobresaltos»2. Valga 1 «Crisis for Europe as trust hits record low», The Guardian, 24/04/2013. 2 Gerardo Pisarello, «Disputar Europa», Sin Permiso, 26/01/2014.

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como ejemplo el caso del temido comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, el finlandés Olli Rehn. Formado en universidades de prestigio finesas, estadounidenses e inglesas, Rehn se afilió a las juventudes del Partido de Centro —un partido conservador con un apoyo mayoritariamente rural— y en 1991 entró, con sólo 29 años, en el Eduskunta (parlamento). Rehn no tardó en convertirse en asistente del primer ministro finlandés, Esko Aho. Para hacer frente a la depresión que aquejaba al país en 1990, Aho aprobó duros recortes al Estado del bienestar finlandés que le hicieron enormemente impopular y en 1995 el Partido de Centro perdió las elecciones. Rehn se marchó entonces a Bruselas como eurodiputado. Tras no ser reelegido en 1996, se convirtió en presidente de la Veikkausliiga (la liga de fútbol profesional finlandesa) durante un año antes de regresar al mundo de la política. Lo hizo en la oficina de Erkki Likanen, el representante finlandés en la Comisión Prodi, al que sucedió —después de varias interrupciones en su carrera funcionarial— como comisario europeo de Industria y Emprendimiento en el 2004, y, poco después, como comisario para la Ampliación. Como tal, Rehn supervisó la ampliación oriental de la UE en el 2004 y la adhesión de Rumanía y Bulgaria en el 2007, obviando la corrupción —visible para todo el mundo menos para, al parecer, el propio Rehn— que afectaba y sigue afectando a aquellos países. En el 2010, Rehn fue nombrado comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios y desde entonces promueve para toda la UE las mismas medidas de austeridad que fracasaron en su país y llevaron a su partido a perder el gobierno en Finlandia. Del Parlamento Europeo se dice que es uno de los legislativos más poderosos del mundo. Tras las elecciones de 2014 contará con 751 escaños, siendo sólo superado en número de electores representados por el parlamento indio. El Parlamento Europeo es, sin embargo, un legislativo muy peculiar, pues comparte esa función con la Comisión Europea, que representa los intereses conjuntos de la UE, y con el Consejo de la Unión Europea (también conocido como Consilium), del que forman parte los gobiernos de los 28 Estados miembro a través de sus ministros. La Comisión Europea —el brazo ejecutivo de la UE— se compone en el momento de escribir este libro de 27 comisarios, uno por cada Estado miembro. Cada comisario es propuesto por el gobierno de cada Estado miembro y, por lo tanto, no es elegido directamente por la ciudadanía. Las carteras las asigna el Presidente de la Comisión antes de ser sometidas a la aprobación del Parlamento Europeo y, aunque en teoría todos los países son iguales, como en la fábula de Orwell uno son más iguales que otros, y los comisarios de los países más importantes acostumbran a llevarse las carteras más relevantes. En cuanto al procedimiento legislativo, éste no comienza por lo común en el Parlamento Europeo, sino en la Comisión, que

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presenta los proyectos de ley al Consejo y al Parlamento Europeo, para que éste presente sus enmiendas. Si la legislación no se aprueba en el parlamento en segunda lectura, un Comité de Conciliación acuerda un texto conjunto que el Consejo y el Parlamento Europeo han de aprobar. En algunos ámbitos de actuación —entre los que figuran por supuesto los más importantes, como la política exterior y de seguridad común— el Consejo es la única institución responsable de la toma de decisiones. Existe la posibilidad de que los ciudadanos de la UE presenten una «iniciativa ciudadana europea», pero para ello se requiere la firma de al menos un millón de ciudadanos de al menos una cuarta parte de los países de la UE. Esta petición ciudadana se presenta a la Comisión, y la Comisión es quien decide en última instancia presentar o no la propuesta legislativa. La democracia de la UE se rige por los mismos principios que la homeopatía: una gota de la sustancia que causa el mal, sometida a un proceso de dilución en serie. Por mucho que el Parlamento Europeo retransmita sus debates a través de Internet y por un canal de televisión por satélite (¿quién los ve en cualquier caso?), muchas de las decisiones se toman fuera de la cámara. Los eurodiputados están sujetos a presión: aunque no se sabe con exactitud su número, se estima que en Bruselas hay entre 15.000 y 30.000 personas vinculadas a lobbys, un tercio de ellas trabajando para el sector privado3. En la capital belga, sede de un laberíntico entramado de instituciones, inextricable incluso para muchos de los funcionarios europeos, todos los vínculos entre la ciudadanía y sus representantes están rotos: las personas vinculadas al aparato institucional acostumbran a alternar su trabajo con la asistencia a los actos de alguno de los múltiples think tanks que tienen su sede en la capital belga, viajes y cenas oficiales y reuniones con delegaciones de todo tipo dentro y fuera de la cámara. En la misma entrada del parlamento, a la que la mayoría de los eurodiputados llega en coche todas las mañanas, se agolpa todos los días una abigarrada multitud de asistentes, guapas y jóvenes secretarias, becarios, periodistas de pluma sumisa, eminencias grises y aprendices de brujo neoliberales. Que los eurodiputados voten medidas contrarias a los intereses de sus electores en este ambiente no es extraño, sino lógico: su mundo y el de los ciudadanos nunca entran en contacto. La pobreza de una barriada gitana en Bratislava les resulta tan ajena como la de la Gare du Nord de Bruselas, donde residen los inmigrantes africanos y árabes y se encuentra el sórdido distrito rojo de la ciudad, con sus prostitutas de Europa del Este exhibiéndose tras las ventanas. Un eurodiputado tiene un salario mensual de unos 7.000 euros y un comisario,

3 David Cronin, Corporate Europe, Pluto Press, Londres, 2013, p. 2.

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de más de 19.000 euros. El presidente de la Comisión cobra 24.422 euros al mes —además de un coche oficial, el alojamiento y un equipo de 20 asistentes personales—, y el Alto Representante para la Unión y Política de Seguridad más de 23.000 euros al mes. El presidente de la Comisión Europea tiene un salario superior al de cualquier otro mandatario de Europa (incluyendo Rusia). En comparación, Angela Merkel cobra menos que el presidente de la Comisión e incluso que un comisario: unos 20.600 euros. La comparación con el salario mínimo interprofesional resulta aún más elocuente: el más alto se encuentra en Bélgica y es de 1.501 euros; el más bajo corresponde a Bulgaria, con sólo 158,50 euros.

La gestión de la crisis financiera de 2008 por parte de la UE, la transformación de la eurozona en una auténtica unión de austeridad (pacto fiscal más pacto de competitividad), de la que países como Alemania se benefician —y de ahí su negativa a crear una unión de responsabilidades (eurobonos o unión de transferencias)— agrava la tensión centro-periferia de la UE. El Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza en la Unión Económica y Monetaria (TECG), firmado en marzo de 2012 por todos los Estados miembro de la UE a excepción de la República Checa y Reino Unido, fomenta la disciplina presupuestaria. Las viejas rivalidades entre naciones, que la UE prometió superar, reaparecen con fuerza. Mientras en Europa Central los políticos recuperan todos los tópicos sobre el atraso, la ausencia de disciplina y la pereza de Europa del Sur, allí los manifestantes portan imágenes de Angela Merkel —convertida en la odiada personificación de la política de austeridad— vestida con uniforme de la Wehrmacht. En Europa Central el análisis de la crisis ha sido eficazmente sustituido por un relato maniqueo que divide a los Estados miembro de la UE en «despilfarradores» y «ahorradores», presentando a los contribuyentes de estos últimos como los responsables de pagar los desmanes económicos de los primeros durante los años de boom. La integración europea, escribe Andreas Wehr, «ya no es la respuesta al nacionalismo, sino el subsuelo del que se nutre» 4. En el 2011, Dinamarca anunció la ruptura unilateral del Tratado de Schengen, que permite la libre circulación de personas en la UE, y el restablecimiento de controles fronterizos; Bélgica ha llegado a expulsar a inmigrantes comunitarios considerados «una carga para el Estado»5. En Grecia, Croacia, Reino Unido o Hungría se han quemado banderas de la

4 Andreas Wehr, Der europäische Traum und die Wirklichkeit: Über Habermas, Rifkin, Cohn-Bendit, Beck und die anderen, PapyRossa, Colonia, 2013, p. 136. 5 «Así se expulsa a un Europeo de la UE», El País, 12/01/2014.

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UE mientras se multiplica la bibliografía favorable a la división de la eurozona, la salida del euro y el retorno a las divisas nacionales e incluso la desintegración de la UE. La idea de que la UE constituía, como creía Jeremy Rifkin, the European dream (el sueño europeo) y, como tal, una alternativa a la hegemonía de EEUU, se antoja hoy algo mucho peor que imposible: ridícula. El politólogo Pedro Chaves ha hecho un buen diagnóstico de la situación: «La crisis y la gestión de la misma han puesto de relieve la existencia de varias Europas que no necesariamente convergen y se encuentran, rompiendo con ello el mito de que el proyecto de integración acercaba tanto las economías como las sociedades europeas. […] despojado de esta perspectiva civilizatoria, el proyecto de integración aparece como lo que realmente ha sido desde el comienzo: un diseño político y económico fruto de diversas correlaciones de fuerza. […] La lógica del proceso de integración ha funcionado mientras ha sido posible mantener la ficción de que la UE se encargaba de cuestiones que requerían un saber técnico y la política seguía residiendo —con sus grandezas y miserias— en el espacio estatal-nacional. La crisis ha puesto especialmente de manifiesto la naturaleza infundada de esa creencia, y que la UE es un proyecto político de los pies a la cabeza, con una elevadísima capacidad decisional, pero también con un severísimo y crónico déficit democrático. Esto quiere decir que la UE toma decisiones sobre cuestiones relevantes y decisivas para la vida de las gentes, pero lo hace a través de procedimientos insuficientemente democráticos y escasamente controlables por instituciones representativas. […] El modelo es ilegible políticamente para la mayoría de la sociedad europea y no existen condiciones para que instancias ajenas a las mismas instituciones puedan ejercer su capacidad de control y exigencia de responsabilidad.» 6

A pesar de todo ello, la UE sigue siendo atractiva para los países de Europa Oriental y los Balcanes, o al menos para sus gobiernos: el 1 de julio de 2013 Croacia entró en la UE, convirtiéndose en el vigésimo octavo Estado miembro, un estatus al que también aspiran Serbia, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Albania, Kosovo y Macedonia. Estonia adoptó el euro en el 2011, Letonia lo hizo en el 2014. Aunque no forma parte de la eurozona, Montenegro utiliza el euro como moneda oficial. La marcha atrás del ejecutivo ucraniano a finales de 2013 en la firma de un Acuerdo de Asociación con la Unión Europea desencadenó una fuerte protesta en el país que terminó en febrero de 2014 con el ejecutivo de Víktor Yanukóvich. En la eurozona, la crisis soberana parece haber quedado atrás: en febrero de 2014 el déficit de la eurozona se redujo por tercer trimestre consecutivo, acercándose al objetivo del 3% fijado por la propia UE. El euro es una moneda estable, aceptada mundialmente como una de las principales divisas de cambio y juega un papel significativo en la economía de la periferia de la UE, desde Marruecos hasta Rusia, así como en las antiguas colonias de varios estados europeos. Con el euro, la UE se convirtió en la región multilateral y el espacio económico único más grande de todo el mundo. A pesar de la desconfianza hacia las instituciones europeas 6 Pedro Chaves, «Unión Europea, ¿para qué?», Público, 11/11/2013.

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ya mencionada, según una encuesta del Pew Research Center de marzo de 2013 el 69% de los griegos, el 67% de los españoles, el 64% de los italianos y el 63% de los franceses se muestra favorable al mantenimiento del euro, prácticamente duplicando al porcentaje de partidarios de regresar a la antigua divisa (un 25%, 29%, 27% y 37% respectivamente). La presencia institucional e incluso militar de la UE en el mundo aumenta. Aunque sus Estados miembro retienen más de la mitad de las colonias existentes en todo el planeta y cuentan con los peores historiales en violación de los derechos humanos del mundo, la UE se presenta como una entidad que promueve la paz y la diplomacia. ¿Cómo puede una Unión Europea que según sus críticos se desintegra coordinar políticas económicas para un espacio que agrupa a más de 500 millones de habitantes y constituye una de las tres primeras economías del mundo y, a la vez, reforzar sus estructuras y ampliar sus fronteras geográficas? ¿Con qué consecuencias políticas y sociales? Este libro trata de ofrecer algunas claves que ayuden al lector a responder a esa pregunta.

En el primer capítulo, el profesor Jósefz Böröcz analiza en una clave geopolítica global la trayectoria de la UE y su particular estrategia constituyente. A continuación, Àngel Ferrero se ocupa de la transformación de la UE en actor geopolítico —y su naturaleza particular— así como de las estrategias desplegadas en política internacional en un escenario caracterizado por la competición por obtener materias primas cada vez más escasas entre bloques supranacionales. En el tercer capítulo, Corina Tulbure describe las corrientes migratorias en Europa y la política de la UE ante ellas, analizando sus causas y consecuencias sociales y mostrando algunos de sus rostros. En el cuarto capítulo, Roger Suso radiografía a la derecha radical en auge en Europa, uno de los fenómenos sin duda más preocupantes hoy en la UE y que se ha traducido ya en la presencia de representantes ultraderechistas en instituciones y en el acercamiento entre los grupos extraparlamentarios y violentos y los partidos ultraderechistas que participan a las elecciones. Àngel Ferrero quisiera agradecer a los editores de la revista Sin Permiso y a Rafael Poch-de-Feliu, de cuyo trabajo siempre aprende, así como a Iñaki Vázquez, Álvaro Rein, David Becerra, Antonio Antón, Julie Wark, Ivan Gordillo, Saúl Roas Deus y Raquel Manchado por su ayuda. Ernest Urtasun, Gianfranco Battistini, José Criado y Ekaterina Tsaranok ayudaron al autor durante su estancia en Bruselas. Al autor le gustaría agradecer de manera especial a sus padres, Àngel Ferrero i Calatayud y Concepción Brotons Gemar, por su apoyo durante la redacción del libro, así como a Ira Golenkova por su paciencia.

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Roger Suso quisiera agradecer a Àngel Ferrero y Rafael Poch-de-Feliu por sus comentarios e informaciones, así como por su ayuda a Bertran Cazorla, Jordi Navarro i Garcia, David Bou, Víctor Yustres, Marta Bociek, Stefan de Antifa Berlin-Brandenburg, y a las personas entrevistadas en el capítulo. Corina Tulbure quisiera dar a las gracias a todos los inmigrantes que prestaron su testimonio y a todos los activistas que luchan por los derechos humanos con los que habló durante la elaboración del texto.

Marzo de 2014

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