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EL GRAN PACTO QUE ALUMBRÓ LA TRANSICIÓN
EL GRAN PACTO QUE ALUMBRÓ LA TRANSICIÓN
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JOSÉ IGNACIO CENICEROS GONZÁLEZ PRESIDENTE DE LA COMUNIDAD AUTÓNOMA DE LA RIOJA
La Constitución española cumple hoy 40 años, un hito trascendental de nuestra historia democrática digno de celebración. Una Constitución aprobada por las Cortes Generales el 31 de octubre de 1978 y ratificada posteriormente en referéndum por más de 16 millones de españoles, que optaron por la concordia y el entendimiento, unos valores que han permitido a las siguientes generaciones transitar hacia el progreso.
Aunque la Constitución nació como un documento «modesto, realista e ilusionista», tal y como la definió hace cuarenta años quien fue presidente del Congreso de los Diputados, Fernando Álvarez de Miranda, ha sabido madurar a lo largo de este periodo, logrando la profundización y asentimiento de la democracia, como trabajo de todos. Y 40 años después, se ha convertido en el texto más estable de la historia de España, un punto de encuentro que une a todos los españoles y que representa el gran pacto alcanzado en la Transición, que alumbró un país unido y plural, donde conviven diferentes maneras de pensar.
Por ello, el 40 aniversario de la Constitución es un buen momento para hacer balance de lo que significa este gran acuerdo que encauzó nuestra Transición y nos ha permitido ordenar nuestra convivencia en democracia de manera ejemplar.
Una Constitución de consenso, que no solo recoge la supremacía de valores como la igualdad, libertad, justicia y pluralismo político, sino también la separación de poderes y la total garantía de los derechos. Un logro colectivo que nos ha permitido asegurar la convivencia democrática, proteger los derechos y libertades de los españoles y reconocer las lenguas y religiones que integran nuestra nación.
Quizás, la existencia de la Constitución parezca hoy un hecho natural, especialmente para los menores de cuarenta años que únicamente han conocido este sistema constitucional. Sin embargo, es necesario reconocer el enorme esfuerzo que supuso pasar de un régimen dictatorial a un nuevo escenario democrático, donde el esfuerzo y la generosidad fueron fundamentales para dar vida a la Constitución y mantener nuestro Estado de Derecho. Por ello es necesario rendirle homenaje en su 40 aniversario.
La España de hace 40 años que estrenaba democracia estaba inmersa en numerosos cambios. Era un país que resurgía y estaba dispuesto a unirse al progreso, capaz de afrontar una transición política que permitiera equiparar el modelo institucional español al de otras democracias.
Puede que nuestra Carta Magna sea mejorable y una posible reforma permita adaptarla a la realidad surgida por el paso del tiempo o perfeccionar las deficiencias del modelo territorial, pero debería llevarse a cabo preservando el consenso para que satisfaga a la mayoría, tal y como logró la propia Constitución de 1978.
Los textos constitucionales no pretender ser definitivos ni aspiran a permanecer intangibles. De hecho, nuestra Constitución ya ha afrontado cambios en 1992 y en 2011 para reconocer el derecho de los ciudadanos de la Unión Europea a votar y a presentarse a las elecciones municipales, y para garantizar el equilibrio presupuestario de todas las administraciones públicas.
Con estos cambios, nuestra Norma Fundamental ha superado con creces el paso de los años y continúa siendo una constitución viva, que defiende la igualdad y la solidaridad. Una Constitución que recoge las reivindicaciones fundamentales de los españoles y garantiza las libertades individuales y colectivas.
La Constitución ideal no existe y no me cabe duda de que la nuestra es perfectible, aunque nunca podrá contentar a todas las fuerzas políticas. A pesar de que los nacionalismos presionan con sus ansias de autodeterminación e independencia, hoy, más que nunca, son fundamentales el diálogo, la serenidad y la responsabilidad para mantener la convivencia y la tolerancia, objetivos fundamentales de nuestra Carta Magna. Nuestra Constitución nació del consenso y solo puede ser revisada de manera consensuada para garantizar su éxito.
Como se hizo hace 40 años, es necesario acercar posturas y tender puentes, mantener la expresión de voluntad popular y una actitud de acercamiento que permita el triunfo colaborativo, por encima de intereses políticos e ideológicos, para continuar construyendo entre todos la sociedad que queremos y luchar por un futuro en común.
Este aniversario debe servir no solo para recordamos lo mucho que nos ha aportado la Constitución a lo largo de estos 40 años y reafirmar su vigencia, sino también para reclamar la responsabilidad que todos tenemos de conocerla, respetarla y cumplirla, manteniendo su espíritu integrador y conciliador.