
3 minute read
La semana blanca
Era el 10 de enero y yo estaba todavía dormida. Llevaba un par de semanas levantándome tarde, y ese día eran sólo las siete de la mañana y ya estaba frente al instituto, camino a un gran viaje.

Advertisement

Los alumnos de 2º de ESO nos íbamos al Pirineo de Lérida, seis horas de viaje, llenos de música, juegos, risas, de alguna que otra siestecilla y de dos paradas para comer la comida que habíamos traído de casa.
Eran las tres y veinte cuando llegamos al hotel Taull. Aunque estuvimos un tiempo en recepción esperando, cuando vimos nuestra habitación nos sorprendimos bastante, pues si bien había oído algunas quejas, a mi grupo nos pareció bastante grande y bonita (y eso que éramos solo cuatro) ¡Debimos de tener suerte!
Apenas nos dio tiempo a hablar un poco, pues tuvimos que irnos al sitio donde se alquilaba la ropa de esquí (botas, casco, esquís y bastones) y así dejarlas ya preparadas para el día siguiente. Después de eso tuvimos tiempo para subir de nuevo a las habitaciones, antes de la cena, que era bufet pues empezaba a las ocho y todavía no eran ni las siete.
Como ese día no hubo actividad nocturna después de la cena, estuvimos en las habitaciones jugando a las cartas o hablando. Hasta altas horas de la madrugada el sonido de las voces siguió sonando, aunque esto no lo sé por mí, ya que me quedé frita al tocar la cama.
Nos despertamos a las 7:30 con los gritos de los monitores y bajamos a desayunar con la ropa de esquí ya puesta. Después de unos 15 minutos de viaje aproximadamente llegamos a las pistas.
Me puse las botas con dificultad, os prometo que no parecían las mismas que me había probado hacía menos de 24 horas,
después de mucho esfuerzo y ayuda. Y me fui acompañada de mis amigos al lugar donde iba a estar ese día. Estuvimos cuatro horas aprendiendo a esquiar y comimos en un sitio dentro de las pistas. Hicimos otra hora más de esquí (esto hicimos todos los días) y nos fuimos de nuevo al hotel.
Esa tarde a las 6:30 hicimos una actividad llamada one minute to win, que era un juego de equipos que incluía muchos juegos cortos con pelotas y vasos. Más tarde hicimos un just dance y aunque al principio nadie quería salir, nos fuimos animando.
El segundo día de esquí, cuando llegamos a las pistas me di cuenta de que parecía que la noche anterior había nevado; esto no parecía un problema, aunque sí lo resultó para mí. Ese día mi grupo salió de las pistas de práctica a algo un poco más divertido.
Esa tarde jugamos al futbolín humano en una gran sala, siendo el campo y portería unos hinchables. Y después de cenar hubo una discoteca, lo que me sorprendió fue que tenía luces fluorescentes, y todo lo blanco que tuvieras brillaba. Estuvimos bailando y cantando durante una hora, que es lo que duraba cada actividad.
Al día siguiente fuimos por primera vez a los telesillas y fue arriba donde me di cuenta de lo grande que era ese sitio. Los telesillas eran de cuatro personas, recuerdo que la primera vez nos sentamos mal y acabé en medio asiento todo el camino, por si no daba el suficiente miedo.
Esa tarde hubo dos actividades. La mitad del grupo nos fuimos a ver una iglesia románica y los demás hicieron una actividad de escape room en un hotel vecino al nuestro. Luego, como actividad nocturna, la última del viaje, fuimos a ese mismo hotel e hicimos un karaoke.
Finalmente, el viernes, tras el último día de esquí y después de comer en el sitio habitual, abandonamos el Pirineo dando por terminado todo ese maravilloso viaje.


