© Mamá Lucha en tu ♥ La Selecta – Cooperativa Cultural Quito, Ecuador, 2010 © 2009 La Selecta – Cooperativa Cultural www.laselecta.org Alpallana E6 123 y Francisco Flor Edf. Alpallana Real, dpto. 4B (593 6) 024080 Concepto La Selecta – Cooperativa Cultural La Selecta – Cooperativa Cultural Fernanda Andrade, Adrián Balseca, Manuel Kingman, Santiago Rosero, Gonzalo Vargas. Diagramación libro electrónico La Selecta – Cooperativa Cultural. Ilustración portada Dr. Alderete (Jorge Alderete). Fotografías Marcos López, Iván Monforte, Henry Chance, José Fabara, Manuel Kingman, Santiago Rosero, Gonzalo Vargas, cortesías Relámpago Torres. Ilustraciones Aldo Lugo, Mr. Kone, Lucas Varela, Dr. Alderete, Popular de Lujo Fernanda Andrade, Adrián Balseca. Pintura Xavier Patiño Videos Bulbo – Galatea Audiovisual, Shaun el C. Leonardo (registro de performance), Omar Puebla (registro de performance), Daniel Benavides. Textos Santiago Rosero
Los trabajos que componen esta revista electrónica fueron cedidos por los autores citados arriba sin recibir a cambio ninguna retribución económica, su único interés fue el de compartir su trabajo y colaborar con el trabajo de este colectivo. Para respetar el trabajo de los autores aquí reunidos, pedimos que si el contenido total o parcial de este CD quiere ser reproducido, se solicite la autorización de los respectivos autores. La Selecta – Cooperativa Cultural
UNA ELECTROBITÁCORA SOBRE LA LUCHA LIBRE EN AMÉRICA
Tercer round _
Llegamos hasta aquí gracias a la bondad de las circunstancias y a la explosión de la nostalgia acumulada. Quienes trabajamos esta edición, que con placer hoy compartimos, crecimos hechizados, en mayor o menor grado, pero jamás indiferentes, por el universo de los únicos otros gladiadores que fueron capaces de distraernos la atención de los que siguen creando magia con un balón sobre un tapete de césped. Atravesamos las etapas Titanes en el ring, “Mexicana”, WWF y Cachascán, esa denominación deliciosa que así permanece en el recuerdo de nuestros padres y en el de quienes pudimos ver de cerca la osadía de Fortunato El Hermoso bajo los reflectores del Julio César Hidalgo. Catch us you can, dice la sentencia anglo de donde vendría el apelativo. Nos estiramos de cuerpo y entusiasmo teniendo a los guerreros en el televisor, acomodándolos en un rincón vueltos muñecos de látex, silicona, poliuretano o lo que fuera ese material que los hacía
parecer de carne envuelta con lycras. Los estampamos en camisetas, cubrimos nuestro arrebato con sus máscaras y hasta probamos a ver cómo nos iban los calzoncillos por fuera: ellos y ellas nos doblegamos ante su encanto y les ofrecimos pleitesía. Luego se fueron, volvieron, y en el medio del viaje se atravesaron tareas que nos desconectaron de lo que creíamos era la vida: una lucha de titanes. Tan equivocados no estábamos, pero tuvimos que aceptar que no siempre se la resuelve sobre un ring. Ya en tierra, hace más o menos dos años acudimos al más último renacer de la lucha libre local, la tercera vuelta en la corta historia de este espectáculo en nuestro país, un cosmos renovado que tiene más de The Undertaker que del Santo o de Coco B Ware haciendo bailar a su guacamayo. Así ha sido, y aquí seguimos para aprovechar de estos nuevos destellos donde se juntan las circunstancias y el grato
recuerdo contenido. Sinceramente, esperamos que las generaciones Y, Z, W y las que vinieren, encuentren regocijo en el SmackDown, que es lo que hay. Ni modo. Pero si quieren saber lo que fue bueno, corran al youtube y tipien caballero rojo o enmascarado de plata. Y tripeen. Como adelanto, aquí les ofrecemos un compendio de trabajos venidos de varios países de Latinoamérica (Ecuador incluido, por supuesto) y Estados Unidos: fotografías, videos, ilustraciones y textos de amigos que, si trabajan en esto, es porque algún sentimiento compartirán con nosotros, tal vez uno que también ellos lo llevan fuerte en el corazón. Que lo disfruten.
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Troupé de la REW (Revolución Ecuatoriana de Lucha Libre), Quito 2006. Abajo al centro El Relampago Torres. FOTOGRAFÍA
Santiago Rosero
Los hijos de doña lucha* _ Admito que mi relación con los Titanes en el Ring acarrea escasos recuerdos. No sé por qué. Tal vez gasté mi tiempo ocupándome más del Súper Comando y queriendo tener el sarcasmo inteligente de Murdoc (ese genio que a cuenta de pura broma vencía la fuerza brutal de Mario Baracus) para aplicar la misma estrategia con los vecinos odiados. Tal vez fue eso y el inalcanzable sueño de tener una van Ford negra tan invencible como el Auto Fantástico lo que también alejó mi atención del enigmático Enmascarado de plata y de las bombachas coloridas de Pepino el payaso. Mi relación con la lucha libre a través de la televisión empieza con la WWF, pero con la clásica, no con la actual, ésta en la que todos los luchadores, por obra y gracia de los anabólicos, tienen como norma la estatura del fenómeno de mi época, André el gigante, y en la que cada presentación de un nuevo contendiente tiene más de un concierto de KISS que de un “los equipos a la cancha”. Recuerdo que a mí y a mi hermano mi madre nos trajo de Nueva York unos cuantos ejemplares auténticos de los gladiadores de la World Wrestling Federation. Entre ellos, en su maleta llegó el campeón de campeones, el de melena dorada y corona lisa: su majestad Hulk Hogan, quien vino acompañado (y luego disputarían
antológicos combates en el ring de cartón con parantes de palos de helado que construí) del embajador de la voz latina en los Estados Unidos, el reivindicador de la raza, el dandy hispano de la azabache cabellera ondulada, el mero mero Tito Santana, ese a quien, de haber sido otra época, Roberto Omar Machado, con su impresionante capacidad para aflojar sandeces en televisión, no hubiera tardado en llamar “el Hugo Chávez de la lucha libre”. Así, mi vínculo con la lucha libre fue fortaleciendo sus lazos de fanatismo, aunque, lamentablemente, sólo por medio de una pantalla y de la imaginería montada sobre un par de figurines de plástico. Hasta que un día, los postreros rezagos de una época dorada de combates con héroes de a pie, de esos verdaderos que bien podían haber sido los vecinos del barrio, daban cuenta de sus patadas de ahogado en un afiche que marcaba el diseño promocional de la tecnocumbia de hoy, y que anunciaba, para fortuna de mi naciente generación, a Fortunato El Hermoso en la kermés del Colegio Eufrasia, allá por el año 82. A espectar tan especial evento mi padre me llevó forrado por un abrigo gris de paño que esa misma noche me lo robaron del asiento. Tomamos buena posición en el graderío, tal vez compramos una bolsa de canguil y una manzana confitada o un
algodón de azúcar fluorescente, y una vez instalados la fantasía cambió de color. El ambiente entero se pintó en escalas de gris y, más claro, como dice otro informante del deporte al que le explota la lírica sagaz, se me cayó el alma al piso. Todos esos destellos de grandeza y robustez que había visto en la televisión se reducían en ese recinto a un par de hombres en las postrimerías de su carrera; a un ring destartalado que de ahí hacia el futuro iría a arrumarse destruido en algún bodegón húmedo; a una peinilla vieja que a Fortunato todavía peinaba porque aún en la debacle de su show él no podía dejar de proyectar su hermosura de dandy pobre, y todo eso, según dicen los mismos titanes, por culpa de Bruce Lee y su insuperable capacidad para ganar. Asistía yo, junto a Fortunato El Hermoso y a toda esa camada de individuos que intentaron hacer de las tijeras voladoras un modus vivendi, al primer entierro del señor Cachascán. Gerardo Torres tiene 67 años, y cómo él mismo dice con justicia, “parezco de 50, tengo un cuerpo de 40, hago el amor como de 30 y vacilo como si tuviera 20”. Su contextura física, particularmente su torso y su cuello, son envidiables para alguien de su edad, y cuando habla de su pasado deportivo parece apropósito erguir
Una fabulosa selección de la segunda generación del cachascán. FOTOGRAFÍA
los pectorales como para dejar constancia de que no siempre el tiempo ablanda la fuerza. “Al viejo luchador el compás le queda”, remata modificando el refrán original. Es que El Relámpago Torres, nombre con el que le inmortalizó el empresario de la lucha, Oswaldo Reyes, en los albores de los cincuenta cuando Gerardo se lanzaba al cuadrilátero como aficionado después de cada combate que espectaba, se mantiene en forma hasta hoy levantando las pesas armadas con barras de metal y bolas de piedra que él mismo construyó. Según El Relámpago Torres, el cachascán se inició en el Ecuador entre los años 1940 y 1945. Cuando él tenía 12 años vio venir unos luchadores de Brasil, entre ellos El Conde Sousa, cuya corpulencia y agilidad en la lucha impresionó al público y obviamente a él. Pero la versatilidad técnica para pelear o la pared de músculos que era ese luchador no fue lo que cautivó al niño; fue, más fantástica e icónicamente, la imagen de héroe de aquél conde brasileño lo que le encantó. “Ése es un héroe, yo quiero ser alguien como él, me dije en ese entonces”, comenta El Relámpago mientras se acomoda su copete rechinante de brillantina. Luego de los brasileños empezaron a venir más troupés de luchadores (nombre internacional para designar a un equipo o colectivo de estos gladiadores) para brin-
dar espectáculos en Quito y en Guayaquil, y al mismo tiempo, los primeros grupos de titanes ecuatorianos comenzaron a entrenarse en los potreros. En Quito, los nacientes luchadores andaban dispersos por algunos barrios del sur, pero serían desde el inicio aquellos instalados en la ciudadela México, en el sector de Chimbacalle, los que se entregaran de lleno al entrenamiento e hicieran de esa zona un bastión del cachascán. Era un grupo de luchadores, acróbatas y fisicoculturistas al que El Relámpago se unió a los 16 años para empezar a alzar pesas. Cuando se vio con “un cuerpito más o menos”, pensó que había llegado su hora de meterse al ring, pero no sabía de nadie apropiado que le pudiera entrenar. Fue entonces a la piscina del Sena, un complejo muy concurrido en esa época adonde solían asistir los primeros luchadores nacionales, para ver si encontraba a alguno de los que conocía de los combates a los que asistía como público, “porque si no tenía para pagar, me metía por las piernas del portero, pero como sea yo estaba en toda las luchas ”. Dos luchadores que andaban por ahí se ofrecieron para enseñarle a hamaquearse, a resortearse, a volar desde la tercera cuerda y a aplicar cuanta llave maestra ellos supieran porque conocían de la inmensa afición del joven. El que luego se
Cortesía Flia. Torres
volvería un Relámpago se subía al ring de espontáneo, retaba a cualquier valiente que se atreviera y se trenzaba en un destartalado combate que más tenía de calle que de ring, con puñetes y patadas sin reglamento y con sangre como firma de buen desempeño. Y todo eso, los luchadores de verdad disfrutaban como su público disfrutaba con ellos. Era 1956, Genaro tenía 17 años cuando se estrenó como puching ball de los luchadores. “El aprendizaje fue duro, hasta ahora lo hacen así, por eso es que no hay muchos luchadores. No hay un método suave, primero hay que aprender a caer, pero nada, a uno le daban, pin, pan, de aquí para allá. Yo salía con la espalda raspada, mi mamá lloraba, pero como a uno le gustaba... Por eso es que algunos no aguantan, llegan, entrenan un rato, les duele un poquito y luego se van nomás. Tiene este deporte que gustarle de verdad para aguantarse, como el box, pues ”. Pasó el tiempo, Genaro se aguantó el entrenamiento y le cayó el momento del bautizo. Entre ocho luchadores hicieron un círculo. Uno le empujó contra otro y empezó la ruleta. El otro le recibió con un golpe en el pecho, el de de más allá le lanzó una patada voladora y un “pequeño pero agarrado” le aplicó un martillo; el del frente una tijera y el último un ancla, hasta que quedó tumbado “sin saber ni
El Relampago Torres en sus inicios como luchador, hacia fines de los 50´s. FOTOGRAFÍA
Cortesía Flia. Torres
dónde está el cielo ni dónde está la tierra, mareado, pero feliz”. Genaro desde ese momento se sumaba al grupo de luchadores, pero engrosó, por el rigor de la edad y la experiencia de los otros, la segunda generación del cachascán ecuatoriano. Lo siguiente sería esperar a que hubiera una programación para que le incluyeran en el cartel, todavía, solamente, como Genaro Torres. Alias Fabulosos Lo de los alter ego viene por varias vías: 1. El seudónimo será autoaplicado de acuerdo al gusto de cada luchador, sin que necesariamente importe la relación entre las cualidades de éste y su nuevo nombre. 2. Algún empresario vivaracho y adulón sugerirá (o impondrá) un nombre que resalte alguna cualidad del nuevo pupilo que le generará efectivo sobre el ring. 3. Los referentes regionales: mexicanos, brasileños, peruanos y colombianos, marcarán pautas con sus formas de luchar, su atuendo y su imagen, y los ecuatorianos los imitarán por afición o por reconocerse en alguna de sus características. Encaminándose por alguna de esas vías es que nacieron, entre otros, El Lobo Negro, El Kalifa, El Tarzán Guerra, El Bronco, El Indio Comanche, El Monje Loco, El Gavilán, El Conde Valentino y Fortunato el Hermoso, quien adoptó su nombre de un
luchador peruano que se llamaba Fortunato el Grande, y como se creía parecido a él, primero se puso Fortunato el Chico, pero luego, como más se creía sabrosón, se rebautizó como Fortunato el Hermoso, con todo y pelo teñido de rubio a pedido de las secretarias de la Federación de Lucha de Pichincha. Contratos al... Como quien deseara un concierto de Patty Ray para animar una elección de reina, así había quienes contrataban un espectáculo de cachascán para festejar una fecha conmemorativa en cualquier rincón húmedo de la Costa o hasta en lo más seco del páramo andino. Los duelos de titanes no necesaria ni únicamente se organizaban para celebrar alguna fecha histórica, sino que también se hacían con el mero interés de lucro de los agentes inmersos en el negocio. En un programa organizado en Machachi por alguna fiesta local, es donde debuta Gerardo Torres a los 18, un año después de haber empezado a entrenar. El Dr. Oswaldo Reyes, un médico de profesión dedicado a organizar combates de lucha por gusto y ambición, le puso el ojo al luchador debutante y le denominó “Relámpago” por su admirable velocidad para lanzar patadas voladoras y ajustar tijeras en el cuello con infalible precisión. Empresarios y obreros
Empresarios son los que contratan los servicios del espectáculo de la lucha y quienes receptan la lista de requerimientos de los luchadores que, por lo general, facilitan a medias. El Relámpago recuerda con amargura los largos años en los que el Dr. Reyes “mangoneaba” tanto las programaciones como la Asociación de lucha en la que, sin deber hacerlo, convivían la lucha olímpica y el cachascán. Si bien la olímpica carecía de un reglamento a nivel mundial, lo que se aceptaba sin duda era su carácter amateur, por lo que entrenar ésta y también el cachascán, lucha considerada profesional, y luego disputar las dos disciplinas de manera formal era, deportivamente hablando, ilegal. No obstante, los obreros se daban modos y por ahí supieron sacarle algo de espectacularidad a sus movidas. Un luchador importante de la época de El Relámpago era Adán Molina, combatiente que utilizaba su nombre de pila como peleador de olímpica, pero que para treparse al cachascán alteraba su personalidad y con una máscara y una camiseta de rayas blancas y negras se volvía El Presidiario. Así se sumergía en la grandiosidad del espectáculo a la vez que sacaba tajada de las dos formas de lucha que se practicaba en el país. Mientras existía esa disponibilidad de los luchadores, motivada por la necesidad de sucres extras, el negocio para los
empresarios era mejor. Según El Relámpago, los luchadores nunca sabían a qué valor se imponían las entradas para el público ni por cuánto se acordaba el alquiler del recinto. El único valor que les involucraba era el que les era ofrecido, a veces hasta por dos luchas seguidas con tal de seguir atrayendo público, a pesar de que sabían que lo que les recompensaban no era la justo en relación a los ingresos que los empresarios promediaban. Otra figura que en la década de los setenta apareció para organizar combates de lucha fue Eduardo Loza Cabrera, director de deportes de Teleamazonas. Loza armó un ring en las instalaciones del canal y allá fueron convocados los luchadores para presentarse a cambio de 5 mil sucres por combate. El Relámpago, que entonces trabajaba de trailero en el Oriente, aceptó cuatro luchas y con lo que cobró alcanzó para abonar la entrada de la casa de la Ferroviaria Alta, donde vive hasta hoy con su familia. Fueron las últimas luchas de El Relámpago. Hace 28 años. La plataforma Cuando El Relámpago saltó al cuadrilátero asentó sus botas sobre la base que vio el nacimiento de este espectáculo deportivo. Se trataba de una estructura de madera de un metro de altura sobre la que reposaban nada más que algunas planchas de
El salario mensual estaba en 600 sucres y los luchadores, de acuerdo a las programaciones que especialmente durante el verano llegaban a 2 por semana, promediaban entradas de entre 800 y 1000 sucres mensuales.
tabla que juntas formaban un cuadrado de 5,50 m x 5,50 m, medidas reglamentarias a nivel mundial que ahora pueden variar un poco hasta llegar a los 6 x 6, como en los rings del Smack Down de la World Wrestling Entertainment. Los luchadores, sin embargo, terminaron acostumbrándose al cuadrilátero de pobres ancas. A la base de pura madera nada más se la cubría con una lona ligera y las cuerdas del contorno no eran más que sogas de manila, en otras palabras, cabos comunes de atar. Hoy las cosas son diferentes. Las cuerdas laterales están forradas de tela como para que el impacto contra ellas no provoque el quemazón que arde y pela la piel. La estructura base es de metal, lo que puede garantizar mayor seguridad hacia el suelo, pero en el piso del ring, según El Relámpago y su colega de viejos combates, El Indio Comanche, las cosas cambiaron para mal. Entre la madera y la lona se ha puesto una esponja que, si bien reduce el impacto de los cuerpos que caen, también absorbe la fuerza de las piernas, desgasta el físico y dificulta los saltos desde el piso, y eso, para los antiguos combatientes, es inaceptable y hasta un signo de endeble hombría en la generación actual. Los sucres en la arena En plena época dorada, es decir, entre
mediados de los sesenta y setenta, según El Relámpago, “aún siendo explotados se podía vivir del cachascán. Había un sueldito, no fijo, pero según las programaciones se sacaba un equivalente que era más del sueldo básico de esa época”. El salario mensual estaba en 600 sucres y los luchadores, de acuerdo a las programaciones que especialmente durante el verano llegaban a 2 por semana, promediaban entradas de entre 800 y 1000 sucres mensuales. Eran épocas de vacaciones, las jornadas se programaban los miércoles y los sábados, días en los que la extinta Plaza Arenas, condicionada para esos fines, se abarrotaba de espectadores. Pero aproximadamente en 1962 el Cachascán se cambió de recinto al recientemente inaugurado Coliseo Julio César Hidalgo. El lugar era ideal, sin embargo, los altos costos de arriendo dificultaban su uso, por lo que empresarios más pequeños contrataban a los luchadores para que se presentaran en colegios, y así fue hasta que apareció otro lugar donde se armó el ring: el Coliseo Abierto de El Ejido, inaugurado después de que otro recinto emblemático de la ciudad desapareciera: el estadio de El Arbolito. Pero eso no era todo. Los varios escenarios que acogían la lucha daban cuenta de una actividad importante en términos de mercado y de generación de espectáculo. En la época también estaban el Estadio
de Chimbacalle, donde un ring era acondicionado en una de las esquinas en la que había un pequeño graderío para los aficionados; y por la misma zona estaba El Comedor Obrero, un espacio estrecho donde alcanzaba un cuadrilátero pequeño y apenas quedaba espacio para algo de público. Kings of the tongo En una especie de consenso revelador, los luchadores viejos admiten que esto del cachascán tiene 50% de lucha, es decir deporte, técnica, táctica y fuerza, y un 50% de teatralidad, espectacularidad, show, amague y tongo. Esto último se sustenta en el hecho de que para que las piruetas, llaves y demás trucos puedan llegar a efectuarse sin dañar a nadie, el que los aplica sabe en qué partes del cuerpo del contrincante asentar su presión, y el que es aplicado sabe cómo ayudar con su impulso y con el alivianamiento de su cuerpo para que el truco termine de ejecutarse y las partes corporales presionadas no lleguen a lesionarse. De lo contrario, un martillo o una tijera voladora, al no tener la “complicidad de la víctima”, podría terminar fácilmente provocando, por ejemplo, una rotura de cuello. Pero así mismo, hay golpes que sin concesiones deben aplicarse para que la lucha libre pueda llamarse así, y entre ellos basta referirse al golpe de puño elemental. No
se lo aplica como un “puñete” cualquiera, como son los de box que arremeten con la parte frontal del puño cerrado procurando que la fila de nudillos asiente el mayor impacto, sino que en el cachascán se golpea con la parte escondida del puño, esa donde el pulgar se dobla y lo termina de cerrar, y así, y con la fuerza de todo el brazo que arrastra viada desde atrás como ondeando el viento, se aplica un golpe que de verdad, sin trucos ni show, pone al del frente de espaldas contra la lona. Los parientes de lucha El Relámpago pertenecía a lo que en su época existía como un gremio organizado. Era la Asociación de Lucha Libre de Pichincha, una entidad semiautónoma con ligeras relaciones con la Concentración Deportiva de Pichincha. La relación se limitaba porque debían establecerse linderos entre los tipos de lucha establecidos como amateur, o sea, la lucha olímpica y la grecorromana, y la lucha libre profesional o cachascán, derivación criolla y astuta de los vocablos anglo catch as you can (agarra como puedas). Las diferencias clave entre las disciplinas están en que en la olímpica, lucha que se compite en las olimpiadas, se permite el uso de piernas y brazos para la aplicación del “llaveo”. No es tan espectacular pero no contiene un ápice de tongo
[...] esto del cachascán tiene 50% de lucha, es decir deporte, técnica, táctica y fuerza, y un 50% de teatralidad, espectacularidad, show, amague y tongo.
y termina de disputarse cuando la espalda, concretamente los dos omóplatos de uno de los contendientes, es asentada en la lona por al menos tres segundos. En la grecorromana está prohibido el uso de las piernas, por lo que solo se aplica el llaveo de brazos. Mientras que en el cachascán, lucha libre considerada profesional porque aparte de la competencia implica el juego de un ingreso económico, el vencedor será quien logre asentar sobre la lona la espalda de su contrincante por más de tres segundos, o quien aplique una llave a la que ni Houdini pudiera escapar y que le obligue al contendiente a rendirse o a “abandonar” la pelea. Los colores del cachascán Se puede decir que entre los luchadores se distinguen dos características principales: la rudeza y la técnica. El luchador rudo es el que solamente trabaja en el suelo, no respeta el reglamento de la lucha, da golpes prohibidos en las partes bajas y ejecuta “un poco de marrullerías” de ese estilo, como dice El Relámpago. El técnico es aquél púgil elegante que se mantiene al pie de los códigos, tiene como especialidad las piruetas voladoras: patadas, tijeras. Cuando en un apretón entre los contendientes, el que lleva las de perder alcanza a agarrarse de las cuerdas,
el que lo encima debe soltarlo y aflojar el combate, pero eso, por ejemplo, el rudo no contempla y, más bien, con una patada severa lo aleja de ellas para que afloje el resguardo. Para que los combates tuvieran de ambas dosis se programaban las carteleras con enfrentamientos entre rudos y técnicos, y entre ellos se formaba un clásico: el técnico Relámpago Torres vs el rudo Indio Comanche, quien además, como táctica y performance, luchaba por ganarse la enemistad del público. En líneas generales, los carteles se armaban por confrontación de características y por división de peso, donde, con hasta 15 libras de diferencia, las categorías que competían eran: mosca, gallo, pluma, liviano, welter, semi pesado y pesado. En resumen: más categorías que en el box. Bruce Lee vs. El Conde Valentino La cosa es un poco sencilla. A fines de los setenta y principios de los ochenta, tras la invasión de los productos de las industrias culturales provenientes sobre todo del norte, el cachascán falleció. Las películas de Bruce Lee y de otros inmortales orientales que aniquilaban toda suerte de rivales, acapararon la atención del público televidente y de quienes vieron una prolongación de semejantes uni-
versos en las piruetas que se ensayaban en los nacientes gimnasios de tae-kwon do y karate. Con eso, la afición por un deporteespectáculo de barriada y en los mismos titanes enmascarados que existían en cuerpo y alma en los barrios clase obrera del sur de la ciudad, decreció y se sobrevino el fenómeno de los hombres de hule que desafiaban al fuego tras una pantalla. Yo mismo archivé mi Hulk Hugan y mi Tito Santana, me puse el kimono blanco y me calcé los cinturones por más de 3 años hasta llegar a ajustarme el rojo. El Súper Comando salió del aire, los enmascarados de plata, de bronce y de poliéster colgaron sus lycras y yo empecé a alquilar en VHS las películas de Van Damme. Un tercer hervor Roger Torres es el hijo de El Relámpago, es el padre divorciado que lleva tatuado en su pecho los rostros de sus dos hijos y es también “El Destructor Roger” (actualmente se hace llamar “Comando” . N. d. A.), lo que equivale a decir que es parte de la tercera generación del cachascán y un caso especial de un hijo que continúa el oficio que su padre tuvo sobre el ring. Tiene 35 años y si lo ubicáramos hace 5 se le podría reconocer como el gallito del barrio. El tipo dado de bravo, amigo de las copas pero más amigo de resolver a quiños cualquier mirada chueca, peor
aún luego de que los tragos de los que era amigo ya le hubieran traicionado. Un incidente serio, con sangre e inconciencia de por medio, le hizo decidir buscar ayuda. Su esposa ya le había abandonado dejándole al cuidado de sus dos hijos. El escenario en el que se sumergió le hizo aceptar cambiar de rumbo, se integró a un grupo de ayuda para dejar las adicciones y como apoyo a su nueva vida exigente en disciplina se sumó, hace apenas dos años y ya con edad avanzada, a la nueva camada de luchadores que tiene montado un ring en el barrio Integración España, también al sur del cielo. Luego de que un par de programas de televisión se interesaron por la situación actual del cachascán y lo resucitaron de cierta forma ante el ojo público, unos cuantos personajes aparecieron en el croquis. David Lidioma vive en Estados Unidos y es el dueño del ring donde hoy entrenan los luchadores nuevos. Carlos Clonares, un fanático desde la época de Titanes en el Ring, se contactó con Roger para ver qué provecho se le podía sacar al resurgimiento del deporte que anda en manos de aproximadamente 20 luchadores nuevos que van de los 18 a los 34 años. Al tiempo, Sebastián Fierro, otro fanático empedernido influenciado más por la WWF y por la WWE, se contactó con el dueño del ring para formar una empresa y encargarse del manejo de los
luchadores y de sus presentaciones. Así se juntaron varios interesados que vieron en estos indicios de revancha del cachascán un terreno propicio para levantar una empresa y envolverla de tanta espectacularidad como los recursos económicos y el capital humano (entiéndase cuerpos fornidos, capacidad histriónica y habilidad pugilística) existentes en el país (a los de Quito se han sumado luchadores de Guayaquil) puedan ofrecer. Según los esbozos de la nueva empresa, Lidioma funge de presidente de la Revolución Ecuatoriana de Lucha Libre (REW la W va por lo de Wrestling- ) y Fierro es el flamante gerente de la institución. La idea es vender la transmisión de las luchas a un canal de televisión local para volverlo mediático, popular y aclamado, y para que los personajes generen tanta pasión y magia como la que aquél conde brasileño generó en El Relámpago, quien hoy circula entre la asesoría de entrenamiento a los nuevos púgiles. Por ahora y para empezar, El Destructor Roger, el Sexy Boy, el Black Angel, el Amadeus, el Scorpion Latino, El Cuervo y el resto de luchadores que conforman esta nueva troupé, deben dejar de llamarse así para adoptar nombres que les otorguen más personalidad, más fantasía, más seducción frente a los nuevos fanáticos que procuran captar, y más identificación con leyendas
y héroes locales que apelen al orgullo patrio. En eso andan. El Destructor Roger, por ejemplo, parece perfilarse como El Comando Cenepa para así rememorar viejas luchas de selva tropical. Los nuevos titanes entrenan con regularidad todas las noches en el gimnasio remodelado y también toman clases de actuación una vez por semana para enrolarse con más solvencia en su mundo bipolar, ese donde, como ya sabemos, el cachascanista es mitad deportista y mitad actor; mitad guerrero cotidiano y mitad personaje de ficción. Así como muchos quisiéramos ser. Santiago Rosero
* Crónica publicada en la revista SOHO, en octubre de 2006.
PARTICIPANTES
MARCOS LÓPEZ (ARG) JOSÉ FABARA (EC) MANUEL KINGMAN (EC) SANTIAGO ROSERO (EC) GONZALO VARGAS (EC) ALDO LUGO (MEX) MR. KONE (MEX) LUCAS VARELA (ARG) DR. ALDERETE (MEX-ARG) POPULAR DE LUJO (COL) FERNANDA ANDRADE (EC) ADRIÁN BALSECA (EC) XAVIER PATIÑO (EC) BULBO – GALATEA AUDIOVISUAL (MEX) SHAUN EL C. LEONARDO (EE.UU) EL DEPOSITO (EC) DANIEL BENAVIDES (EC)
MARCOS LOPEZ (ARGENTINA) Luchador, Arena México, México DF, 2008
Marcos López-FotógrafoSanta Fe, Argentina. 1958 _
Comienza a tomar fotografías en 1978. En los años 1980/81 realiza su primer viaje por América Latina, descubriendo un mundo apasionante en Bolivia y Perú. En 1982 obtiene una beca de perfeccionamiento otorgada por el Fondo Nacional de las Artes. Se traslada a Buenos Aires. En 1984 participa en la creación del grupo Núcleo de Autores Fotográficos, junto a 12 colegas (Pintor, Grossman, Perez Aznar, E. Gil…). Trabajan en forma intensa durante tres años generando un ámbito para la discusión, la crítica y la investigación de la fotografía como medio de expresión, realizando también diversas exposiciones. En 1989 integra la primera promoción de becarios extranjeros de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. Reside un año y medio en Cuba como alumno de la Escuela donde realiza documentales para cine 16 mm y video. En l993h se publica en Bs. As. su primer libro de retratos en blanco y
negro (Ed. La Azotea - Premio Fundación Andy Goldstein). A partir de entonces comienza a investigar con el color desarrollando la serie Pop Latino durante los 90’ y en los últimos años, hasta la actualidad, la serie Surrealismo Criollo. Sus fotografías forman parte de las colecciones del Museo Nacional de Arte Reina Sofía y el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, en España, la Fundación Daros-Latinoamérica en Suiza, entre otras colecciones públicas y privadas. Libros publicados: Retratos (1993), reeditado en 2006, Pop Latino (2000), Sub-Realismo Criollo (2003), El Jugador (2007) y Pop Latino Plus (2007). Su obra es representada por las galerias Luís Fernando Pradilla de Madrid, Ruth Benzacar de Buenos Aires y Project B de Milán, quienes muestran regularmente su trabajo en las principales Ferias de Arte Contemporáneo (Chicago, Art Basel Miami, Paris Photo, Arte BA, Feria MACO de México, FIA de Caracas y ARCO de Madrid).
Para ver más: http://www.marcoslopez.com/
JOSÉ FABARA,(ECUADOR) S/T, Quito, Ecuador, 2009
MANUEL KINGMAN(ECUADOR) S/T, Quito, Ecuador, 2009
SANTIAGO ROSERO(ECUADOR) Tercera Generaci贸n, Quito, Ecuador, 2009
GONZALO VARGAS M (ECUADOR) Mini Luchadores Méxicanos, México DF, 2009
ALDO LUGO,(MÉXICO) S/T, México, DF, S/A
Aldo Lugo _
México, D.F. Diseñador gráfico
Para ver más:
http://www.aldolugo.com/
MR KONE,(MÉXICO) Lucha, México, DF 2010
César Evangelista Bautista a.k.a Mr. Kone _
Ha trabajado para una infinidad de revistas y para clientes como MTV, Coca-Cola, Sony-BMG, Universal Music, Canal 11, Telcel, Philip Morris, Sears, Cartoon Network, Nickelodeon, Adidas, Mini Cooper, entre otros. También ha colaborado para las marcas Nike y Vans con proyectos independientes de diseño. Ha dado numerosas conferencias y talleres en diferentes eventos. En 2007 lanza el proyecto de Ledy Ledy, empresa dedicada a la producción de muñecos de vinyl, en sociedad con otras tres personalidades del diseño gráfico mexicano. Su trabajo se ha publicado en varios libros nacionales e internacionales. Actualmente forma parte de numerosos proyectos independientes de diseño en varias partes del mundo.
Para ver más: http://www.mrkone.com.mx/
LUCAS VARELA,(ARGENTINA) Luchador, Buenos Aires, 2010
Lucas Varela _
Une maudite dessinateur.
Para ver mรกs: http://lucasvarela.blogspot.com/
DR.ALDERETE,(ARGENTINA) S/T, México, DF, S/A
Dr. Alderete Patagonia Argentina, 1971 _ Egresado de la Facultad de Bellas Artes, de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, como Diseñador en Comunicación Visual. Su trabajo ha sido publicado en varias antologías especializadas como por ejemplo Illustration Now y Latin American Graphic Design (Taschen), Illusive, Pictoplasma, serie Los Logos, Latino, Play Loud, (Die Gestalten Verlag), Place (Actar), Tatto Icon 3 (Victionary), Iconography II (idN), Kustom Graphics y Tiki Mugs (Korero Books) etc. etc. Es co-fundador y propietario junto con Juan Moragues del sello discográfico Isotonic Records, especializado en rock instrumental. En 2006 funda la tienda galería Kong. Desde ese mismo año es curador del espacio Terraza del Centro Cultural de España en Mexico. Junto a Andres Amaya crea Plan B, la primera productora de urban toys de Mexico. En 2008 publica su libro Yo Soy un Don Nadie, en la editorial francesa Black Cat Bones, celebrando sus primeros 10 años en la ciudad de Mexico. Recientemente funda junto a Clarisa Moura la galeria Vértigo, que poco a
poco va trasformandose en un centro cultural independiente con exhibiciones enfocadas en el diseño y la ilustracion, pero también con talleres, cursos, proyecciones de cine y video, librería y tienda de discos, y donde además se presentan bandas de la escena independiente local e internacional. Actualmente y desde su laboratorio en el DF sigue desarrollando su arte en distintos medios y editoriales de Argentina, Mexico, España, Italia, Alemania, Portugal, USA, Suiza, Finlandia, Grecia, etc. Dr.Alderete es representado en Europa por Pocko (www.pocko.com) y en USA por Bernstein & Andriulli (www.ba-reps.com).
Para ver más:
http://www.jorgealderete.com/
POPULAR DE LUJO(COLOMBIA) La Sombra del Ecuador, Bogotรก, Colombia, 2010
www.populardelujo.com
FERNANDA ANDRADE,(ECUADOR) El Santo vs. La Invasi贸n de Los Marcianos, Quito, Ecuador 2010
ADRIÁN BALSECA,(ECUADOR) Dibuje, Quito, Ecuador 2010
XAVIER PATIテ前,(ECUADOR) Naturaleza Muerta, Guayaquil, Ecuador 2006
Viejo Titรกn o Artista moderno luchando por ser contemporรกneo, 2004
XAVIER PATIテ前,(ECUADOR) Midiendo fuerzas, 2006
Choque de estrellas, 2006
BULBO | GALATEA AUDIO/VISUAL(MÉXICO) Santo vs Los Enemigos del Mar,Tijuana, México, 2007
Santo vs Los Enemigos del Mar,2007 _
Consciente del peligro inminente que enfrentan los océanos ante la pesca excesiva, la extinción de especies, la contaminación, el rápido desarrollo industrial y habitacional en las costas, el Hijo del Santo decidió dedicar el 2007 a la defensa del mar siendo el vocero de la Organización No Gubermanental WiLDCOAST/COSTASALVAjE, ubicada en Estados Unidos y México. Galatea audio/visual diseñó una campaña de medios retomando la estética de las antiguas películas del Santo, brincando la línea entre realidad y ficción. Usando la cultura popular de la lucha libre para explicar los objetivos de la campaña, personificó a los enemigos del mar: el pirata rapaz, los zombies come huevos de tortuga, el chupacaguas y el aguas negras, a quienes El Hijo del Santo ha tenido que enfrentar. La campaña fue muy bien recibida por la prensa nacional e internacional y, lo más importante, por la gente.
Para ver los videos siga este enlaces: http://www.laselecta.org/?p=1986
BULBO(MÉXICO) Luchas en Familia, Tijuana, México, 2001
Luchas en Familia, 2001 _
Rey Misterio, Halloween y Demián 666 integraban la Familia de Tijuana, un trío de malvados luchadores que con su rudeza ponían a temblar a sus rivales y hacían estallar de emoción a los asistentes a sus funciones. La Familia de Tijuana dio renombre a esta ciudad en la escena de la lucha libre nacional. Este documental es un detrás de cámaras de una memorable función de La Familia de Tijuana y un tributo a su recuerdo.
Para ver el documental siga este enlace: http://video.google.com/videoplay?doc id=-3206124972613594266#
bulbo (Tijuana, México 2002) Es un grupo artístico que explora las posibilidades del intercambio y la colaboración con el apoyo de la tecnología para fomentar una visión constructiva de la realidad mexicana. Las obras del colectivo han generado contenido para los medios de comunicación como documentales, publicaciones impresas, discos compactos y páginas interactivas de internet. Un interés de bulbo ha sido la promoción de las manifestaciones culturales y urbanas entre la frontera de Tijuana – Los Angeles. bulbo ha intervenido los medios de comunicación a través de bulbo TV, para la que se produjeron más de 80 cortometrajes de tipo documental; bulbo press, revista bimensual con distribución regional y nacional; radio bulbo; el sello discográfico disco bulbo; la emisora en línea bulbo broadcast y la página www.bulbo.tv. Galatea audio/visual Es una casa productora establecida en Tijuana, México y Los Angeles, Estados Unidos (www.galatea-audiovisual.
com). Realiza trabajos comerciales y artísticos. Es productora también del colectivo de arte bulbo. En 2009 Galatea audio/visual produjo el largometraje documental Tijuaneados Anónimos: una lágrima, una sonrisa, idea original de bulbo que presenta cómo un grupo de ciudadanos hacen frente a la crisis de violencia e ingobernabilidad que se vive en Tijuana.
Trabajo en línea:
http://www.bulbo.tv/ http://www.galatea-audiovisual.com/ site/ http://www.tijuaneadosanonimos.org/ http://www.latiendaderopa.org/
SHAUN EL C.LEONARDO,(EEUU) Self-portrait campeon (díbujo 1), NY, EE.UU, S/A
Self-portrait campeon (dĂbujo 2) , 2009
SHAUN EL C.LEONARDO,(EEUU) El C. vs. The Invisible Man: The Homecoming - (Registro de Performance), NY, EE.UU. Photos by Ivan Monforte & Henry Chance, 2001
Shaun el C.Leonardo _
Para ver el registro del performance: http://www.laselecta.org/?p=2052 http://www.elcleonardo.com/
Mi trabajo se extiende desde una investigación interna sobre los modelos a seguir de la infancia, los íconos populares y estereotipos culturales que influyen en cómo percibimos lo que significa ser un hombre. Mediante la proyección de mí mismo como hiper-héroes masculinos, manifiesto las tensiones entre mis deseos de representar la virilidad masculina y la vulnerabilidad dentro de mi identidad, desarrollada por estas imágenes de poder. Con pinturas de corte de madera contrachapada aíslo las formas, lo que me permite jugar con las estrategias de exclusión e invisibilidad. A través del performance, por otro lado, puedo personificar esta iconografía en vez de presentar sus imágenes. El performance me permite superar la encarnación de un personaje. Al transformarme realmente en el “superhombre” experimento la psicología y el dolor que participan con la representación de la figura del héroe y examino más de cerca los sistemas de creencias incorporados dentro de esta construcción de la masculinidad. Ya sea pintura, dibujo, escultura o performance, mi trabajo se relaciona con la confusión, la desesperación y, a menudo, el fracaso que experimentamos al tratar de encontrarnos a cualquiera de nosotros mismos dentro de nuestras culturas populares o al aspirar a sus ideales inalcanzables.
COLECTIVO EL DEPOSITO,(ECUADOR) Hip Hop Resistencia, Quito, Ecuador 2007
Colectivo El Deposito Ecuador, 2003 _
Creado en el 2003, El Depósito toma su nombre de lo que fue su lugar de reunión, un antiguo “depósito” o bodega de barrio donde se almacenaban bebidas gaseosas y cervezas. “El colectivo realiza sus acciones en la trama urbana y busca irrumpir y producir extrañamientos en la cotidianidad de la urbe para así llegar a los diferentes usuarios de la ciudad.”1 Pertenece a la organización “Lado Sur del Hip-Hop”, con quien trabaja y ha presentado una serie de performances, generalmente en conciertos y líneas de buses. Una de las particularidades del colectivo es la utilización de máscaras para la presentación de sus acciones. Esto les permite crear personajes o simplemente potenciar sus modos de ser, un ejemplo de ello es Power, personaje que se activa con una máscara mexicana de lucha libre, la cual es utilizada como metáfora de la batalla que un artista debe librar día a día, ante sí mismo y ante la sociedad, para poder subsistir. Para la presentación del performance Hip hop Resistencia, el colectivo incluye
un enmascarado más, para así reflejar la lucha en desiguales condiciones que se da entre el centro y la periferia. Es una contienda con una cierta “desventaja”: por un lado una Latinoamérica aparentemente débil, y por otro, Babilón, aprovechándose de su colosal tamaño. Sin embargo, y a pesar de lo anteriormente citado, el grueso enmascarado no puede embestir al delgado titán que lo esquiva fácilmente hasta que, por fin, lo desenmascara.
1: María Fernanda Cartagena, “El arte de hablar del arte: Colectivo El Depósito”, Catálogo del Segundo Encuentro de Arte Urbano “Al Zur-ich”. Quito, 2004.
Para ver el registro del performance: http://www.laselecta.org/?p=2143
DANIEL BENAVIDES,(ECUADOR) Piledriver, Quito, Ecuador, 2010
Piledriver, 2010 _
El cosmos se comprime. Queda confinado al espacio que los postes cercan. Dentro del cuadrilátero, los luchadores se despojan de cualquier vestigio de identidad cotidiana que aún pueda quedar adherido a su piel. Afuera, las formas se diluyen y los vítores del público se transforman en el combustible que pone en marcha al espectáculo. De contadores, estudiantes, padres de familia y empresarios a reyes de la lona. La metamorfosis se desencadena con un campanazo. En Piledriver, el documental adopta formas más dinámicas de narración para lograr zambullirse en el mundo de la lucha libre y conocer a los personajes en cuyo pellejo conviven hombres de carne y hueso con héroes y villanos engendrados por la ficción. Al mismo tiempo que los hombres reparten su tiempo entre jornadas laborales y entrenamientos extenuantes donde los golpes, los ‘lonazos’ y las lesiones son materia prima, los héroes y villanos reciben un soplo de vida. Desde el fanatismo artesanal con que se elaboran los atuendos hasta la estrategia mediática de cada
show. Una simbiosis entre individuos y sus alter egos, los cuales, al posarse sobre el ring, configuran un universo telenovelesco que enardece a un escuálido pero ferviente grupo de seguidores. Marcela Ribadeneira
Para ver el trailer del documental (en proceso) siga este enlace: http://www.laselecta.org/?p=2139