La Testadura especial: Ana Isabel Trejo Álvarez

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Dirección General: Mario Eduardo Ángeles. Textos: Ana Isabel Trejo Álvarez Consejo Editorial: Bardo Garma, David Morales, Miguel Escamilla, Cristian Martín Padilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles y Jesús Reyes. Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, Paulina Romero, Flor de Liz, Tzolkín Montiel. Contacto: late stad ur al ite rari a@ g mai l.c om México, Noviembre 2013. Síguenos por

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(Categoría A) PRIMER LUGAR EN EL CONCURSO DE CUERTO CORTO Y POESÍA 2013 (LA TESTADURA/UNIV. MARISTA DE QRO.)

La Testadura

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Cabra Ana Isabel Trejo Ă lvarez


Cabra Cabra vivía en un pequeño pueblo, rodeado de cordilleras. En el rancho la especialidad era cultivar maíz y jitomates, aunque también había una pequeña huerta. Ahí sí que había de todo, lástima que a los animales les prohibieran el paso. -me aburro, me aburro mucho aquí adentro- decía Cabra –todo es igual siempre- y se ponía a suspirar -¡si por mí fuera, Perro, me iba!La Testadura

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Perro, que mordisqueaba un hueso, prestó su entera atención a su mejor amiga. -la cosa allá afuera no está bien, Cabra, te lo digo por experiencia-será lo que quieras, yo igual me aburro-¡bah!La escena se repetía y se repetía y se repetía. Entonces Cabra se iba al otro lado del corral para ver la sierra y ahí se quedaba, las gallinas se ponían a picotear por ahí, el gallo subía al techito de tabla, los gatitos perseguían a los pájaros. Vaca rumiaba y rumiaba, era tan La Testadura

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Rumbo a Agua Zarca, Qro. foto: Mo. Eduardo テ]geles


boba que nadie entendía qué decía, si es que hablaba. Había otra cabra, hermana de la primera, y un caballo. Y eso era todo. Por eso Cabra se aburría. Pero un día, un día pasó algo que jamás había pasado: El ranchero, bien borracho, dejó abierto el corral. Cabra fingió, nadie se dio cuenta, y en la noche se fugó. Eso sí, siempre con su hermana al lado. ¡Qué mentiras! ¡La libertad era grandiosa! Cabra y su hermana se la pasaban de lo mejor, viviendo en la maleza. Lo La Testadura

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más divertido era acercarse a los indocumentados, porque pensaban que si había cabras entonces habría un rebaño, y si era así sin duda habría un cuidador, y si el cuidador era tan próspero como para tener una ranchería en plena Ciudad Juárez seguro la usaban para lavar dinero y eso significaba que habría narcos cerca, si había narcos cerca ¡híjoles, a correr! Cabra y su hermana eran muy felices, hasta que se dieron cuenta de lo solitarias que estaban. Así que un día Cabra le dijo a su hermana: -Cabra, estoy aburrida-yo también, CabraLa Testadura

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-vámonos de aquí ¿no?-¡sí! ¿A dónde, Cabra?-¡a donde sea!Cabra y su hermana cruzaron toda la república, conocieron todas las rancherías, a todos los ganaderos, a todos los ecosistemas, a todas las especies granjeras y salvajes… y sí, hubo peligros, como la vez en la que un pobre pastor quiso capturarlas ¡y lo logró! Aunque después escaparon. O la vez que se toparon con coyotes. Aún así todo valía la pena. Pero había algo con lo que no contaron: con que perro las seguía. Y así, de un día para otro, Perro por fin La Testadura

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las encontró. Ellas estaban dormidas bajo un mezquite, en la parte que divide Michoacán de Guanajuato. Estaban hechas bolita debajo de dos colgados, así nadie se les iba a acercar por el olor a podrido y el mosquerío, pero esta vez no funcionó. Perro hizo de tripas corazón porque estaba muy feliz de verlas. Y como no quería despertarlas esperó hasta el amanecer. -¡Cabra! ¡Hermana de Cabra! ¡Las hallé!- gritó feliz entre ladridos. Hermana de Cabra salió feliz, brincoteando a su encuentro. -¡Perro!- rió -¡oh, Perro! ¡Te extrañé La Testadura

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un montón! -Dijo, y Perro empezó a rodar en el piso y a mover el rabito, -¿qué haces aquí, Perro?- espetó Cabra, -cuando me di cuenta de que habían desaparecido no lo dudé y salí tras ustedes, amigas. Las extrañé muchísimo y por momentos perdí su rastro… -de pronto a perro se le quebró la voz, pero siguió hablando –pensé que les había pasado algo malo y a veces quería regresar a casa ¡pero no podía si no era con ustedes, compañeras!Entonces Hermana de Cabra exclamó: -¡oh, qué lindo eres, perro!- y le dio un La Testadura

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Gulash foto: Diana Isabel EnrĂ­quez


abrazo. En cambio Cabra lo miraba con el ceño fruncido. Perro apartó a Hermana de Cabra con delicadeza y siguió hablando. -muchas veces quise desistir y volver a mi hogar, si no crean, pero siempre hubo algo que me dio ánimos para continuar… Encontrarlas, pero sobre todo a ti, Cabra. Te adoroHermana de Cabra ahogó un gritito de emoción. Se hizo un silenciote, hasta que Cabra por fin habló, -bueno… y supongo que quieres que regresemos ya ¿no?La Testadura

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-¡sí! ¡Sí, Cabra!- exclamó Perro, emocionado -y que volvamos al corral ¿verdad?-claro, no dejé que nadie se quedara con tu lugar- sentenció Perro, feliz -bien ¿y luego qué?Se hizo otro silencio. Hermana de Cabra, que conocía muy bien a Cabra ya sabía lo que se avecinaba. Perro titubeó. -pues… luego… nos pondremos muy felices, haremos ¡una fiestotota!-sí, bueno ¿y luego?-y… luego, pues… tal vez, si tu quieres… pues podemos compartir nuestra vida juntos…- tartamudeó Perro, lleno de La Testadura

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amor. Pero Cabra sólo dijo: -ajá ¿y luego?Perro estaba confundido, no sabía qué decir, ni qué hacer. -no sé… hacer una familia, tener wawitas…-m… ¿y luego?-¡ay, Cabra, no sé! ¡Lo que quieras! Sí, ¡lo que quieras estará bien entonces! Pero por favor, por favor ¡volvamos a casa, Cabra! ¡Te quiero mucho!Pero Cabra no cedió. -Perro, si me quisieras mucho entenderías que no quiero volver nunca más a ese cochino corral…La Testadura

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-¡pues entonces no importa, Cabrita, vámonos a donde quieras!-¡pero si justamente estaba haciendo eso antes de que tú llegaras! ¿No te diste cuenta? Todo eso ya lo estaba haciendo-pero Cabra, yo…-¡pero nada! Piensas que eres mi amigo, pero sólo vienes a quererme encerrar, ya hasta planeaste toda nuestra vida juntos ¡y ni se te ocurrió preguntarme! No sé tú, pero al menos para mí ¡eso no es amor! Y si tú no te vas ahora mismo entonces me iré yo ¡adiós!-no, Cabra. Yo me voy- sollozó Perro, que se dio la vuelta cabizbajo, triste y se La Testadura

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perdió muy muy lejos. -¡Perro!- gritó Hermana de Cabra, pero Perro no volteó. -¡mira qué has hecho! ¡Eres una cabra muy mala! ¡Pobre Perro! Él que cruzó solo todito México tras de ti… ¡No tienes corazón, hermana!-no, hermana. Para Perro no lo tengo-me das pena, y ¿sabes qué? ¡¿Sabes qué?!- gritó -¡te quedas sola!- y se fue. ¡Hermana de Cabra se había separado de Cabra! ¡Ella que nunca la contradecía por fin se había revelado! Hermana de Cabra volteó atrás, pero La Testadura

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Cabra no. -Perro ¡Perro, espérame!- gritó Hermana de Cabra. ¡Bien, Cabra! Te quedaste sola… Perro y Hermana de Cabra regresaron al rancho, y cada que cambiaban de municipio volteaban atrás… pero Cabra nomás no se veía. Cuando llegaron todos los recibieron con mucha alegría y cariño. -¡Perro, Hermana de Cabra! ¡Volvíiiieron!- dijo Caballo -¡pe pe pe perro!- cocorocoqueaban las gallinas -¡ki kiri kiCabra! ¡Ki kiri kiHermana!La Testadura

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canturreaban los gallos -muuuuú… ¡perricabrehrmuuuú!bien, nadie le entendió a Vaca. -¿y Cabra?- preguntó Gato, restregándose en su pata. Perro no pudo responder, así que lo hizo Hermana de Cabra. -ella… se perdióTodos se pusieron muy tristes, pero decidieron que lo mejor era no preguntar los detalles… al menos en ese momento. Ya de noche, ni Perro ni Hermana de Cabra podían pegar ojo, así que mejor se quedaron viendo las estrellas, tan lejanas, tan queridas… La Testadura

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-¿crees que algún día regrese, Perro?Perro no contestó al instante, se le nublaron los ojos. -pues la puerta siempre estará abierta, pero ya ves, Cabra “se perdió”Y, al menos por hoy, Perro dio por zanjada la conversación. Perro pasaba el tiempo dando rondas alrededor de la reja del rancho. No hablaba, no se acercaba a nadie, era como si estuviese de luto. En cambio, Hermana de Cabra, aunque a veces se enojaba y pateaba la tierra, o moría de remordimiento al ver pasar a Perro, seguía igual. Lejana, en todo y en nada. Contentándose La Testadura

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siempre con ver una mariposa en el huizache. En las noches lo único que se escuchaba eran los bichos de monte en sus vidas nocturnas, el viento en el maizal, a veces resortes, a veces una lluviecilla ligera. Nunca era mucho, como siempre. Una vez, los coyotitos se acercaron, pero como eran jóvenes e inexpertos y como habían salido sin permiso de su mamá, dieron media vuelta a ver a Perro gruñéndoles. La granja comenzó a prosperar. Llegaron nuevos animales, muchas cabras, más gallinas, otra vaca. Perro tuvo que La Testadura

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foto: Mo. Eduardo テ]geles


soportar a dos perritos de mercado, y enseñarles a cuidar el rancho. Trajeron un macho cabrío acá, guapetón, gallardo, y después de algunos meses Hermana de Cabra tuvo un cabrito (que después de la segunda noche no volvió a ver). Al cuarto día, desesperada, sabía que había perdido algo, pero no recordaba qué, y andaba con el pendiente. Perro le dijo que durmiera y que al rato se acordaría, pero no, eso no pasó. Eran 25 cabras, y cada mañana salían a pastar. Los perritos se volvieron buenos para pastorear, y su juventud hacía que tantos animales estuvieran siempre en La Testadura

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orden. Perro seguía de arriba abajo, y era el sabio Perro, consejero de todos. Hermana de Cabra siempre les contaba a los pequeños sobre su gran viaje, pero omitiendo casi la mitad de la historia. Una de las cabras nuevas, primala, blanca, no dejaba de saltar de un lado a otro. Como que ya estaba grandecita para andar haciendo esas cosas de crías. -Oye, tú… 4427… ya, por favor. Nos traes mareados a todos. Siéntate-¡pero llevo todo el día sentada!-y a penas va a la mitad-¿y qué haré la otra mitad?-lo mismoLa Testadura

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-¿lo mismo? ¿Siempre lo mismo? ¡Pero quiero salir!-no se puede salir-¡Si tuviera una paca aquí junto a la reja estaría muy lejos! ¡Me aburro tanto!Coincidió que Perro también pasó por ahí, precisamente por ahí en aquel momento. Hermana de Cabra contuvo su pasmo para verlo. Él no dijo nada, no se movió. -en cambio en mi primer corral… ¡ahí sí que era vida! ¿Saben? ¡Era enorme! Y como todavía cabía por entre los barrotes pues me daba mis paseos. Luego mi mamá me descubrió, pero en vez de regañarLa Testadura

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me dijo cómo hacerle para que no me pasara nada malo, y me dio muchos consejos. Y como andaba de un lado a otro los hijos del humano me empezaron a meter a su casa. Tenía un moño, y pues… no sé, vine a parar aquí.La Primala notó esa tensión incómoda, y por alguna razón enmudeció. Tal vez los había ofendido, bueno, a fin y a cabo ¿qué más quería? Tenía agua, comida, techo, y ahí seguía, quejándose, quejándose siempre. Podría estar como su madre cuando llego al rancho donde ella había nacido: toda flaca, medio tosigosa, con las rodillas enormes y con el pelo La Testadura

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lleno de chichones. Le daba miedo cómo la veía perro, y cómo brillaban sus ojillos caídos. La aterraba, y quiso con todas sus fuerzas no estar ahí ni un segundo más. -Pero ella no quiere verme- susurró al aire, y se fue. En cuanto Perro se dio la vuelta, Primala se sintió liberada de un peso extraño. -como que muy normal ese perro no es ¿verdad?- le preguntó a Hermana de Cabra -es que ha vivido muchas cosas-dicen que ustedes dos viajaron por La Testadura

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todo el mundo, y que han vencido un montón de cosas, y que conocen cada rancho… Dicen que se han subido a esas cosas que sueltan humo, y que han escapado de muchísimos peligros ¿te digo algo? Jamás les había creído ¿a poco si fue?Hermana de Cabra parecía perdida en el mundo lejano de sus recuerdos, cuando le contestó: -Sí, sí fue… ¿Y tú de qué rancho vienes, dijiste?-No sé ni cómo se llama, pero está atrás de Cerro Embrujado ¿lo ubicas?-creo que sí, creo que sí… Pero vaLa Testadura

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foto: Mo. Eduardo テ]geles


mos... jamás había platicado contigo. Oye, cuéntame sobre tu otro rancho, de tu corral enorme, de tu mamá…-¡y de los humanos! ¡Aunque no lo creas yo usé jabón!-ah… está bien, también de eso si quieresAl día siguiente, cuando Primala se despertó felicísima de tener alguien con quién platicar y matar el tiempo ocurrieron dos cosas: ni Hermana de Cabra ni Perro aparecieron, y a todas las de su corral les mandaron a Macho Cabrío. Cabra aún tenía secuelas del accidente con el camión de carga: una pierna La Testadura

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chueca, porque le había soldado mal, un cuerno roto, cicatrices, y ese chiflidito que hacía perpetuamente con la nariz al respirar. Caminar le dolía, y sólo por eso toleraba el desenlace de su historia, echada en la sombrita perpetuamente hasta que era hora de ordeño. No hablaba con nadie, y lo más activo que hacía era espantarse las moscas de vez en cuando. Perro la olió antes incluso de saber dónde estaba el rancho. Sintió una angustia penosa, le dio temblorina y se detuvo en seco, así sin más. Hermana de Cabra, que apenas y toleraba viajar con La Testadura

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semejante peso, se fastidió un poco. -no, compadre. Ves cómo andan las cosas y tú ahí echado-El rancho está tras lomita. No quiero ir-ah, no. Vinimos hasta acá y ya no te me rajas. Además, no la vamos ni a saludar. Primero vamos a verla de lejos, en eso quedamos-ni verla quiero. Te juro que noParecía puberto. Hermana de Cabra lo fue empujando para que siguiera, y él iba prácticamente a rastras. Llegaron a las cercanías del rancho, que era grande, muy grande. Las rejas de los corrales eran La Testadura

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de metal, y no de piedras, palos, alambres y órganos, no había moscas casi, y un tractor enorme, flamante estaba trabajando la tierra. Se escondieron entre la maleza de la selva baja caducifolia, que por esas épocas estaba verde, verde. En cuanto Perro vio a Cabra se sorprendió muchísimo. Se desilusionó, se desengañó, se le rompió esa burbuja de añoranza de los recuerdos. Sólo se quería ir. Dio media vuelta, con una especie de agujero en el pecho, cuando de pronto ya no vio a Hermana de Cabra. Volteó: había ido a saludar a su hermana. La Testadura

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Al inicio, Cabra no la reconoció, pero luego se le abrieron muchísimo los ojos, saltó, y como tambaleándose corrió junto a su hermana. -¡Hola, hola! ¡Oy, Cabra! ¡Mi hermana! ¿Qué te pasó?-¡Qué no! Así cómo me ves yo vencí a la muerte mil veces ¿cómo has estado, qué haces aquí?-¡Conocí a tu hija Primala! ¡Ella nos dijo que estabas aquí! ¿Pero cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde y por qué? ¡Dilo todo, hermana!-Jamás acabaría, cha… pero ¡pf! ¡Qué de cosas!... ¿qué fue eso?La Testadura

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-¿Qué?-eso, lo que se movió atrás de ti, allá…-¡ah, hermana!- Hermana de Cabra volteó sonriente a Perro, pero no lo vio. Él huía, incapaz de soportar nada. A Hermana de Cabra se le fue la luz de los ojos. -nada, ha de haber sido una ardilla o algo así-por acá hay muchas, y con estos tiempos proliferan. Ponte cómoda…- y le empezó a contar todo después de su ida. La carretera de Ixtacamaxtitlán, la curva tan cerrada, el camión que le llegó de atrás y la aventó al acantilado… Hermana La Testadura

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de Cabra hizo una mueca de dolor. -pero heme aquí… Vivita y coleandode repente un sonido de pisaditas. Cabra trató de moverse para ver atrás de su hermana. -hola- saludó Perro, casi inexpresivo, y ella quedó en silencio.

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De mano en mano, de pantalla en pantalla

ÂĄQue la voz corra!. La Testadura, una literatura de paso,

hecha para olvidarse en salas de espera y/o lugares pĂşblicos.


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