La Testadura: Miguel escamilla Especial no. 3

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latestadura.blogspot.com y latestadura.wordpress.com


Dirección General: Mario Eduardo Ángeles. Textos: Miguel Escamilla Martínez. Fotografía: Miguel Escamilla Martínez y Roxana Jaramillo. Consejo Editorial: Bardo Garma, David Morales, Miguel Escamilla, Cristian Martín Padilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles y Jesús Reyes. Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, Diana Isabel Enríquez, Paulina Romero, Flor de Liz, Tzolkín Montiel, Enrique Ibarra y Alejandro Angulo. Contacto: late stad ur al ite rari a@ g mai l.c om México, Septiembre 2013. Síguenos por

Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. Cuida el planeta, no desperdicies papel.


CONTENIDO

Hela Dios Voy a comprar un mono El rapto de la tortuga ciega o caminar de espaldas en una avenida de Shanghái 鸟歌 Niǎo gē


CONTENIDO

El monje que vendió su bicicleta Baridrika A. J. ALEXANDER ROBOTNICK Ó DAZED AND CONFUSED IN SHANGHAI Año nuevo


CONTENIDO

El “Yayo” How often…




Miguel escamilla China 2012-2013


Hela Dios I En el piso se retuerce una mujer, el aire afilado corta mi rostro la saliva del vino me muerde la garganta, en la orilla del lago un ni単o le prende fuego a su perro. Amanece a menos cuatro grados.

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II Respiro el perfume de la rosa que se [marchita antes del amanecer, y tiemblo de tanto fumar, mĂĄs no de frĂ­o. III En mi frente llevo el beso de la muerte, en el edificio de enfrente una sombra de mujer se masturba con un martillo. Y en los ojos de un perro que muere se [refleja la luna.

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V Ebrio de tanto vacĂ­o escucho gemir a las sombras que caen muertas a orilla del rĂ­o que se congela.

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Voy a comprar un mono, le enseñaré a escribir mi nombre, saldré de estas cuatro paredes, y compraré merluza, con mi mono atado al cuello, voy a comprar un mono, sí, como lo vi en Shanghái, aquel chulo cuidaba más de su mono que de sus putas La Testadura

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y saltaré encima de él compraré merluza, y volveré a las cuatro paredes, que mi mono escriba en ellas mi nombre, que mi nombre sea el suyo, y me sirva mas whiskey, saldré de madrugada a la calle, para gritar como grita un mono, repleto de merluza, nadie sabrá mi nombre sólo él. La Testadura

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El rapto de la tortuga ciega o caminar de espaldas en una avenida de Shanghái comimos de más, qué más da, dijimos, robemos a la tortuga, ella no sabrá qué la tomo entre sus [manos, llevémosla de aquí, a nuestro hotel, La Testadura

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que los ruidos no molesten a la tortuga, porque es ciega, y tiene el oĂ­do agudo, y en al hotel le cantamos y no responde pero ĂŠl saca su celular y pone Sympathy [for the devil y la tortuga parece escuchar, y afuera estĂĄ la calle, por donde nos [escurrimos entre carros, motos y bicicletas, entre tortugas ciegas que dejan caer su [baba en nuestros vasos, caminamos hasta el hotel donde nos La Testadura

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[espera la camarera con cara de tortuga ciega y caminamos [por las paredes del hotel, todo es oscuro, y mi cara es la tortuga, y [como tortuga ciega camino sin rumbo, pasa un carro a mi lado, el claxon me saca del sueùo, y camino en calles de paredes donde los [carros respetan a las tortugas ciegas, y bebemos la baba de la tortuga que yace [bajo la llanta de un auto‌


Bueno o malo ya qued贸 el primer poema en Chino, nacido Chino, no traducido. Revisado, corregido y comentado por escritor chino. El espa帽ol es s贸lo para darse una idea...


鸟歌 Niǎo gē (Canto de un ave ó “Trino”)

我在这里 Wǒ zài zhèlǐ Aquí estoy

想着你的身体 Xiǎngzhe nǐ de shēntǐ extraño tu cuerpo, La Testadura

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想着你的发香. Xiǎngzhe nǐ de fǎ xiāng. el aroma de tu cabello.

举杯不行 jǔ bēi bùxíng Beber es inútil

我的国家在很远的、别的地方 Wǒ de guójiā zài hěn yuǎn de、 bié de dìfāng mi casa esta lejos, en otro lugar La Testadura

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千杯不行 Qiān bēi bùxíng ni mil botellas sirven

我是不幸人… Wǒ shì bùxìng rén… desafortunado…

但有影子陪我 Dàn yǒu yǐngzi péi wǒ pero una sombra me acompaña

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El monje que vendió su bicicleta El monje “Briones”, más conocido como “brio” destapa su segunda cerveza. Por la expresión en su cara sabe que es una de muchas. Minutos más tarde, destapa la cuarta. Orina detrás del árbol. Regresa satisfecho. Se sienta y continúa su labor. Cuando tenía bicicleta no podía andar en ella con alcohol en la sangre. Y cuando lo descubrió se hizo grande. Cumplió 40. La Testadura

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La celebración fue en grande, hubo cacahuates asados, brócoli fresco y mucha agua de soya. Cuando fue por más leña, recordó el sendero que lo lleva al pueblo. Quería dar un paseo por allá. Aceleró el paso y cuando se dio cuenta ya estaba fuera de la tienda. Le dijo a la dependienta que era su cumpleaños. Ella le ofreció sexo en el piso de arriba, pero tenía que esperar a cerrar la tienda. Brio, sólo quería algo de tomar. Ella se le acercó y le dijo que le daba las cajas de cerveza que pudiera cargar. El monje nada tonto tomó diez y la dependienta le dijo, no seas tonto, no llegarás muy lejos. Él La Testadura

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dijo, lleno de sabiduría, sólo necesito cruzar esa puerta. Y la cruzó. El problema se resolvió cuando se bebió la mitad de la carga pudo llegar a su aldea. La carga se aminoraba con sus pasos, hasta que se sintió liberado como si flotara. Al llegar, vomitó y fue expulsado.

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Baridrika Cuando murió su esposa, hace un año, se decidió a estudiar chino, más bien, decidió salir de Pakistán, a donde fuera, pero quería salir. A los 65 años estaba ávido de nuevas experiencias. Empacó sus cosas y a su hermano le dejó la casa, no le cobraría renta con la condición de cuidarla de los ladrones. En su maleta el Corán, un par de pantalones, unas sandalias de cuero, tres camisas, un suéter de lana, algo de ropa La Testadura

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interior y el libro de Sadeq Hedayat “La lechuza ciega”, este libro lo tomó de la repisa donde tenía otros libros de cocina y de geografía, no sabía cómo llegó a ahí, de hecho, lo tomó al azar, vaciló un poco al escoger, pero como era el más pequeño lo tomó. Salió de su casa muy temprano, todavía no amanecía, tomó un autobús que lo llevó al aeropuerto. Todos se despedían efusivamente de sus familiares, lloraban, se abrazaban y se decían palabras de aliento, para que su separación fuese leve. Mientras, él bajaba del camión y se cruzaba entre ellos, como una sombra, La Testadura

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que no produce ruido ni olores, ni molestias. Así se fue hasta perderse en los pasillos del aeropuerto. En una máquina expendedora de “ipods” se compró uno, el más pequeño, fue a un café internet y le pidió al encargado le descargara la música que traía en su USB. Eran más de cien canciones de Nusrat Fateh Ali Khan. En la sala de espera, abrió su cartera y sacó la foto de su familia, sus hijos eran pequeños y su esposa apenas tenía 20 años. Esa fue la última lágrima que rodó por su mejilla, con la cara levantada, como si mirara a un Dios que lo consuela, La Testadura

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él, orgulloso de su dolor y llanto, hizo una promesa en silencio. Antes de subir al avión, caminó a la fila de pasajeros y en el trayecto encontró un bote de basura. Tiro su último recuerdo. Lo demás quedaba en su mente. Sólo intercambiamos unas pocas palabras. Creo que fue a las doce del día. Entre una clase y otra. Se me acercó y me habló en urdu. Le respondí en inglés. Me adelanté a decirle: “yo sé que parezco de India o Pakistán, pero soy mexicano”, él sonrío y me dijo; yo soy de Pakistán. Te pareces a un familiar. La Testadura

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Todas las tardes, después de salir de clase lo veo con los hombros sobre su cabeza, siempre mira sus pies. Eran ya diez años desde que sus hijos se fueron de casa. ¿Pensará en ellos? ¿En su esposa? Sus dos hijos trabajan en las montañas de Afganistán cultivando opio. De ellos no sabe desde hace 10 años, cuando se fueron tenían 13 y 15 años. Tal vez los hayan matado militares estadounidenses o los dueños de las tierras por las que intentaban cruzar a Afganistán. En su cumpleaños sesenta y seis se emborrachó tímidamente en un pequeño La Testadura

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restaurante chino de comida rápida, bebió el vino blanco chino, famoso por tener tantos grados de alcohol que resulta peligroso. De regreso a su habitación una tormenta lo sorprendió sin abrigo, sin paraguas. Se mojó pero él era feliz, tiritaba no sabe si de frío o de alegría, de esa sensación de ligereza que da la embriaguez. Esa noche los delirios de la fiebre llegaron, sudaba a caudales y el cuerpo le dolía más que su alma. No tenía teléfono ni amigos. En su cuarto, la música de Nusrat son rezos extáticos, como si cantaran a su ascensión. Afuera la lluvia disminuía y algunas conversaciones se La Testadura

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oían a lo lejos. En su mesita de centro el libro estaba marcado en la última página. La música que salía de las bocinas ya no era normal, se oía aislada como se escucha la música cuando quien la pone se ausenta. Me despertó el abrir y cerrar de puertas de los demás cuartos, me puse un abrigo y salí a la calle. Antes de bajar miré por la ventana y las luces rojas, amarillas y azules me helaron el alma. Bajé rápidamente, abrí la puerta del edificio y me lancé a la calle, caminé entre las personas y subí corriendo al piso a La Testadura

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donde los otros curiosos también iban. Al llegar a aquel pasillo escuché como desconectaban la música. Había algo en el ambiente, un olor a hospital, a enfermo. Miré desde lejos aquella habitación a media luz, me quedé congelado, no pude ir más allá. En la calle me paré frente a la puerta del edificio para saber quien se había accidentado o que había pasado. Lo sacaron y aún traía consigo un cuaderno, uno pequeño de hojas amarillas. Pasó la camilla a un lado mío y fue como si me lo diese. Cayó al suelo, lo levanté y lo escondí. Las luces de la ambulancia se reLa Testadura

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flejan en el pavimento mojado. En mi cuarto abro el cuaderno y ese fue el primer texto literario que leí en chino. Comienza: “Estas son las primeras líneas que yo, Baridrika escribo en chino”

“…cuando salí de mi casa nadie me acompañó a la puerta, y en el aeropuerto compré un ipod, quería escuchar mi música…”

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ilustraci贸n: El Pulpo Santo


A. J. En la entrada nos revisa un guardia de seguridad, nos quita con amabilidad pero bruscamente los abrigos. Afuera son 5° C. Aquí adentro, el vapor de las tinas de agua caliente está entre los 25 y 30°C. A.J. “ei yei”, como dice que se llama, no para de hablar, destapa otro redbull y lo mezcla con el whiskey. Lo toma y me pasa un vaso con lo mismo. El guardia nos deja en los vestidores. Con los mil trescientos yuanes que pagamos nos dan La Testadura

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una botella de whiskey a cada uno, un traje de baño, condones y una pequeña toalla. Las putas son aparte. Pero puedes pasártela bien entrando y saliendo de distintos jacuzzis. Ei Yei dice que no se le parece en lo más mínimo a los lugares en los que estuvo en Bangkok. Cuando después de trabajar por dos años en Australia y ganar casi los 30 mil dólares americanos, sin pagar un solo centavo por la casa, ya que vivía con unos tíos, ese dinero fue y lo gastó en alcohol, drogas y putas en Tailandia, Bangladesh y Bangkok. Me lo cuenta con una sonrisa en la cara. La Testadura

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En fin, él fue quien me recomendó este lugar. Regresa de un masaje y me platica cuando le tocó vigilar desde el helicóptero la frontera con Corea del Norte. Es normal en Corea, son dos años de servicio militar. Después de eso ya puedes estudiar lo que quieras, pero lo debes hacer después de los 19 años. Yo apenas los cumplía cuando decidí hacerlo. Ei Yei no parece tener 26 años, se ve más joven. Aun así tiene algo de experiencia en esto de putas, precios y diversión.

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ALEXANDER ROBOTNICK Ó DAZED AND CONFUSED IN SHANGHAI I Si estas solo en un edificio de 6 pisos con 10 habitaciones en cada uno y durante días dejas de escuchar ruidos producidos por personas, es de esperarse que brinques asustado cuando escuchas unos pasos acercarse a tu puerta. No puedes evitar pegar el ojo a la mirilla y La Testadura

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asegurarte si lo que oíste fue real. Pero vuelves la cara y miras tu cama, el escritorio con la comida de hace días y la ropa amontonada apestando toda la habitación. Piensas si en realidad lo escuchaste, pero si no lo escuchaste, qué pudo haber sido ¿Quién pudo haber sido? ¿Qué provocó el ruido? Eran evidentes los pasos. Que otro ruido se parece al sonido que dejan los pasos de unas botas con suela de goma, que rechinan cada que dejan el suelo y crean una pequeña fricción para impulsarse. Una capa amarillenta de grasa cubre la taza del baño. El calentador del agua La Testadura

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lleva apagado días. Orino un líquido verdoso, como el Jagermaister que tomé anoche. Anoche…este no es mí cuarto la ropa no es mía ni las cosas en el escritorio, reviso la cartera: Charles Van Hoerk, Belgium. Veo la foto y reconozco el rostro. No sé con exactitud quien es pero sé que lo conozco. Aquellas botas de goma rechinan de nuevo. Por sentido de supervivencia busco mis cosas, o más bien busco en el cuarto cosas que sean mías. No sé con qué cosas llegué a ahí. En el buró hay pequeñas bolsas azules, vacías. Recojo mi tarjeta de la mesa, veo mi mochila, la abro, y está mi cámara, el cuaderno, La Testadura

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los trípticos de varias galerías de Shanghái, mis guantes y bufanda, en la bolsa delantera mi pasaporte, la cartera la traigo conmigo. Escucho ruidos en el baño, la persona dueña de la cartera está ahí, en la tina, con ropa y bañada en sudor y vómito, abre los ojos y me sonríe, me dice que no puede moverse y balbucea thanks man to bring me back to the hotel, it was too much for me… En eso, la puerta se abre pero sólo un poco, la cadena sigue separándome del mundo, veo a tres personas con la misma camisa blanca y caracteres chinos. Aviento la puerta y me abro paso entre ellos, no les La Testadura

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da tiempo de reaccionar, tampoco de decir algo, no sé porque lo hago pero sigo corriendo, en la calle el sol me deja ciego por unos segundos, me tropiezo con un bote de basura, me levanto de inmediato y conforme voy recuperando la vista acelero el paso, subo un puente, cruzo un pequeño canal y giro por unos callejones. Después la calle se abre y me escupe a una gran avenida. Distingo un letrero que dice línea 4. Recuerdo que vine por esa línea desde la estación de trenes de Shanghái. Por ahí mismo debo regresar. Conforme voy caminando me reviso el cuerpo, no tengo dolor en ninguna parte, La Testadura

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tengo todo en mi cartera y en mis bolsillos hay dos papeles con direcciones en hanzi y el nombre de los lugares en inglés, “The Shelter” y “Amber Lounge”. Pero todo inició en un bar donde Alexander Robotnick pinchó unos discos.

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Año nuevo En un café bebo chocolate caliente, traía unos shorts y playera de manga corta, no tenía pensado salir, pero como es año nuevo no me rehusé a las insistencias de Alan. Al café llega un gringo de 50 años y dentro de la plática dice que es de San Francisco, le pregunto por Eric Burdon y en la charla menciona a Grateful Dead, yo llevaba 50 yuanes y salimos de ahí con una cervezas que bebimos hasta el próximo expendio, él compro una boteLa Testadura

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lla de whisky que nos tomamos en el camino, la botella no se terminaba ni mi saciedad, cantábamos canciones de

Grand Funk, Rare Earth y de Peter Gabriel…eran las doce la noche, llegamos a un famoso bar de la ciudad, metí la botella de whiskey para no gastar dentro en tragos, pero el gringo hizo una movida que nos puso en descubierto, los de seguridad nos sacaron y salimos corriendo a otro bar, donde la terminamos, cantábamos por las calles éramos los dioses de nuestra borrachera.

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El “Yayo” Estaba en mi dormitorio, que da frente a la pista de atletismo. Me despertaron los gritos de una muchedumbre, todos gritaban “Yayo!” “Yayo!” y aplaudían. Cuando salí al balcón, ahí estaban en la pista, seis corredores y al ganador le llamaban Yayo. Me metí a bañar y seguía escuchando “Yayo!”. Desayuné, Salí a clases y durante las clases, el mismo nombre. Las competencias empezaron a las 8 de la mañana y para cuando había La Testadura

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salido de clases, a las 12pm, seguía escuchando “Yayo!”. Ese Yayo debe ser toda una bestia del deporte, una proeza china. Quien sabe cuántas competencias tuvo y en todas se oía su nombre, Yayo. Al día siguiente, lo mismo. Pero en clase la maestra dijo “Yayo”, cuando un compañero pasó al pizarrón a resolver un ejercicio. Entonces entendí que “Jiāyóu!”, en mandarín significa ¡Vamos!

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How often… I

How often smoke weed in México? No sé si disimulé la sonrisa, “they” always do”. Después no supe que decir. Entramos a clase y le pregunté si podía conseguirme un poco, para probarla. Claro, dijo. Pero te la tendría hasta el lunes. El fin de semana la pasé sin perturbaciones, tampoco me acordaba del encargo. Pero cuando llegué a clases el lunes salivé como perro en carnicería. La Testadura

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La puso en mi mochila y empezamos la clase. Por la tarde, hice los preparativos, un poco de agua, el lugar perfecto es el jardín del edificio antiguo, cruzando el rio. A las seis se acaba la luz, y las farolas, con la bruma crean un ambiente de película. Me sentí en Cracovia, grandes árboles, casas viejas como se estuviera en una novela de Balzac. Algo dentro de mí me empujó a encender la música en mi celular, pero sin audífonos. Le subí el volumen y lo puse en la bolsa de mi mochila, como la bicicleta es para ruta, el manubrio tiene varias posiciones. Cuando adopté la de La Testadura

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descanso, en la que la espalda se estira y se relajan los músculos desde el cuello hasta el coxis, pude escuchar una a una como tronaba cada vertebra, hasta que llegó a la parte de los trapecios. Después, instintivamente baje la cabeza hasta pegar la barbilla al pecho y tres tronidos más. Cada trueno era un escalón al éxtasis, la boca se secó de pronto, los labios se pusieron pastosos y la música cobró otro sentido, las faros la baqueta, los pequeños y grandes bonsáis, el musgo en las bancas de piedra los edificios verde y sepia. Over the border cantó Eric Burdon por mi celular. Y seguí flotando en aquel La Testadura

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ambiente. Me sentía una sombra en una fotografía de Bresson…. II

Another bit by hedust, aquello era Queen. Él tiene 50 años y no suelta su reproductor de bolsillo de muy buen sonido, puedo escuchar la maldita cosa 20 metros a distancia. No dejo de sonreír, no sé por qué, pero no dejo de hacerlo, tal vez por qué no entiendo lo que dice o porqué el creé que sí, o tal vez sonrío porque en realidad lo estoy entendiendo y no me doy cuenta. Se acerca Pelex y su amigo de Kazajistán. Nos saludan y mi nuevo La Testadura

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amigo chino los abraza. El amigo de Kazajistan, habla más chino que inglés. Y se comunica con el nuevo amigo. Yo sigo con la boca seca, y esa sensación de elevarse por encima de las palabras y de los pensamientos disminuye. Llego al cuarto, me pongo los audífonos y escucho Pink Floyd.

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Este es el nombre que le puse a una serie de cuentos que en un futuro serán un libro. "Arroz". No hay mucho sobre "la cultura asiática o China", más bien son algunas vivencias y muchas otras - la mayoría chaquetas mentales que me hago con las historias que me cuentan, o de la gente que conozco. A veces me gustaría echarle más "crema", jajaja, pero creo que se verían muy yonkies y sinceramente tampoco lo soy, sólo soy buen catador. MIGUEL ESCAMILLA MARTÍNEZ. Nací en Querétaro, México; en 1982. Ahora vivo en Suzhou, China. Soy escritor y fotógrafo. 我一九八二年出生在墨西哥的克雷塔罗, 我现在住在苏州。我是作家、摄影师。


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