A veces amar es un ojo destripado en el lavabo Óscar Édgar López
Edición Mario Eduardo Ángeles Fotografía de portada Diana Isabel Enríquez Figueroa Primera edición 2014 La Testadura, una literatura de paso D.R. 2014 La Testadura, una literatura de paso www.latestadura.blogspot.com D.R. Óscar Édgar López ISBN: En trámite. Impreso en México
A veces amar se vuelve un ojo en el lavabo
Óscar Édgar López
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo
Prรณlogo Para conocer una monstruosidad es necesario devenir en ello. El poema de Oscar no admite nombres personales ni proposiciones designativas, se instala en la cuarta persona del singular pero a condiciรณn de que lo predicado de la predicaciรณn sea concebido como actividad desgarradora, dulce, voraz, suplicante, infinita. La figura del poeta-vidente es estremecedora, no describe lo que vendrรก ni lo que nadie jamรกs ha visto en un pasado perdido, las visiones son las de 7
Óscar Édgar López un chiquillo distraído, las de un infante que ha descubierto de pronto no la esencia intima de las cosas o una última metafísica, sino la luz que alumbra incesantemente una cerveza, un culo, o las raíces de los arbustos. Oscar supera en este sentido la máxima de Spinoza: nadie sabe lo que puede un cuerpo. Atrevido tesoro que debe ser guardado bajo llave en un preciado cofre de la India. El poema no es lo visto por medio de un conjuro, es el poema el que se hace conjurar, el conjurar es quien se hace ver, lo visible conforma el poema. Y de vuelta, círculo que sabe a pura actividad. Forma pura de la espontaneidad, alumbramiento del devenir. El cínico guarda su linterna en el sótano de la vergüenza, 8
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo el poeta-vidente carece de linterna y de sótano, la luz es la brisa que mece sus pensamientos en un prado sin visiones determinadas de mundo. El poema es un giro continuo de la percepción mundana, quiero decir, son las palabras de alguien al que se le ha develado una percepción metamorfoseada donde las cosas pierden las identidades y sus cualidades significativas de mundanización; la existencia de las cosas son leves, suaves, enternecedoras, pero también anuncia un doloroso arrastrarse en el flujo del tiempo, lo único posible es lo más necesario, o mejor, la necesidad: “amor y muerte y cansancio y amor y muerte y horas rengas; porque en verdad nada hay más para decir”. Dice el 9
Óscar Édgar López el poeta. Se anuncian los angustiantes deseos de florecer en el habla de las cosas, porque una bruma del medio día es capaz de dictar coros y encarnarse en el cuerpo, evocación deseante de confundirse con aquello que es capaz de anunciar ese demonio del amor. Su única teología es la a-teología. Nada de ceremonias ni misticismos, nada de rituales o coros angelicales. La flecha toca la tangente, el descentramiento constituye su puntería, habría que hacer como los borrachos para ver lo visto del poeta Oscar, doblar lo visible de las cosas para ver que siempre guardan un doble tras de sí, develar su real y desmentir el doble usurpador. Experiencia sensibilizada que produce conmociones a-personales, porque su a-teología 10
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo no pertenece a nadie. Poema certero que va parar justo en el corazón de lo real, nace de ahí, es preciso que el demonio esté detrás de todo esto. El ambiente que suscita es despiadado. Aceptemos la falsa identidad de las cosas y caigámonos en su decir y habitar continuo. ¿Fenómeno, apariencia? Yo diría aparecer que se hace aparecer-aparecer-aparecer-aparecer. El simple ardor de un pie anuncia la risa, en la risa se conforma secretamente una morada, habitar ahí es parir los versos nacidos de temblores de verbos enterrados bajo un sol cuyos rayos de luz nacen en tardes que crecen sin detenerse. Decir y habitar, nacer, alumbrarse, contemplar y enamorarse. Las cosas que existen, 11
Óscar Édgar López las que anuncian su desciframiento: duelen. Lo visto duele. El “trofeo” del poeta-vidente no es tal o cual cosa, sino un develar y sentir que se antoja infinito, imparable, siempre nuevo y diferente como las aguas que anunciaba el filósofo de Éfeso. En las tardes que son contempladas desde un lugar cualquiera, un rayo viene a alumbrarlo todo, y su destello no es en vano, porque el estremecimiento es una necesidad. Llave que abre el cerrojo de lo que hay de real en la realidad. Lo único posible. Todo lo demás es un decorado, un barniz antropocéntrico, la fachada falsa como “espectáculo empalagoso, el empalago tormentoso”. Sin duda, me es difícil expresar el poema de Oscar. El mundo duele, pero a condición de 12
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo que esta dolencia sea entendida como un hacer doler al doliente. Existe un movimiento que va de la exterioridad y que desemboca en el poeta; parafraseando a Aristóteles, es lo doloroso lo que mueve al poeta como doliente. Los objetos, las cosas, son potencias que poseen secretas actividades multiformes e indeterminadas. El lector que no esté familiarizado con semejantes experiencias tendrá posiblemente un sentimiento de extravío, y esto no es por casualidad. El único requisito para dejarse llevar por esta poesía, si es que existe tal requisito, es entrever lo que hay de semejante en todos nosotros: genio es aquel cuyas palabras tienen
más sentido del que él mismo podía darles, 13
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aquel que, describiendo los relieves de su universo privado, despierta en los hombres más diferentes a él una especie de recuerdo de lo que él está diciendo. En palabras de MerleauPonty.
Josué Nazahed Franco Bonifaz. Junio 25 de 2014. Zacatecas, México.
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A veces amar se vuelve un ojo en el lavabo
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo
I Al parecer lo que era luz fue amplio resplandor de las cosas que brillaron sin la obscuridad del objeto mundano. El envase de cerveza, su majestad la nube: quebradizos esqueletos del primer alumbramiento. Es una máscara el día, un holgado faldón para soterrar la tarde. En el ardor de un secreto por mí revelado, por mí acontecido fue que lo vi de visto, al Cristo apaleado fumar mi cigarro, probarse mi sombrero, escribirte la carta de este martes 17
Óscar Édgar López enlutado. Te habló de la cajita socrática para el daemon, copió un pétalo de flor y cantó donde bailó con su bondad ahogada. Lo que ves arrugado, removidas las letras por el borrador, era una nota simple donde había escrito:
II El ojo del universo no es infinito, pero sí lo mirado, tan eterno es el esplendor de lo visto que garabateo sin descanso su nombre aunque sobre el alma pesa el nombre mío, es una Eva que sueña sapos, pero no una bruja, su dulzura es disidente, chava loca que agarra la onda, pero 18
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo no cariátide de ningún templo, con la cabeza tan erguida, es una rubia bendita entre las rubias, pero no bálsamo para mordida de dragón, por la amargura en que se hunde.
III A esa mujer la componen cuatro triángulos con nueve lunas gitanas cosidas en una falda de mirtos, el sol pasó su esmeril de orfebre por la dermis para que radiara como él y como él por la noche siguiera caliente, en la medida de todo lo cálido.
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IV Prometo encadenar el porvenir de mis visiones, el ojo arrojará el trofeo, seré de la tierra como es ella, seré dentro de ella y fuera, seré las cosas y lo que habla en las cosas, tiempo sin calendario, estaciones sin nombre, seré el estallido, la ráfaga de balas. A nadie contaré lo que he visto.
V Cualquier prado no es hogar para mi carne, no preciso narcisos pero sí un amplio jardín para salir por las mañanas a orar el credo de las aves que persisten, a plugar por mi desgracia 20
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo encadenada bajo todos los suelos del universo, condenado como he vivido mi revuelta no es ya la confusión, aunque ahora comprendo al vidente rubio que dictó a su hija mi epopeya, no persigo absolución para mi castigo, el crimen llegó cuando me acusaron, no es verdad que soy un renegado, quería tan sólo algunos hilos con los que juegas a bailar a esos tipos, yo tampoco comprendo su pleitesía que los castiga, escupo larvas cuando escuchó sus lamentos, han llamado a las puertas de mi casa para brotar de su vicio mi tormento.
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VI No persigo más a la liebre del paraíso, el tiempo vedó mi estirpe, ahora soy de carne, de mármol, de aluminio, de fibra, de pluma. Yo, al contrario de ti, nunca quise estar en todas partes.
VIII En los días del diluvio el barullo fue gotera, fue relámpago, correr de agua fue. Apareció sin que mi escena diera fin, en pleno escenario interrumpió mi pathos, en pleno brote del zacate sacó las tijeras. Tengo un corazón que es corazón y no casa 22
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo de metáforas y unos ojos tibios y unas manos cortas y sin callos. Tengo un sexo que duerme triste bajo el pantalón y un ano quejoso que ronca áspero cada mañana. Mis pies están astillados y mi hígado es un caño. Tengo un costal de recuerdos que apestan a muerto y más de dos muertos a quien llorar con compasión. Tengo este ajuar de triste sin consuelo y un amor profundo lanzando dentelladas a las sombras. Tengo el segundo de esta hora mortecina y la cara larga de los que sonríen demasiado.
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IX Todo es desgarradura: la sonrisa impertinente del otro tras sus lentes y sus bigotes; la risa mía volcada al hastío, el hastío de la mosca encerrada en el cuarto. Todo es desgarradura, tizón de carnes: su pasado misterioso y doliente, la ciudad de verdad y la de mentiras. ¿Qué Caronte rema en esta barcaza, qué sueño mojado nos hizo encontrarnos?, acaso mi latitud será por siempre la del amante nuevo, como un recién inscrito que llega tarde con la torta bofa y el cuaderno ya rayado: un corazón que no dice mi nombre y una flecha de miasma, al centro, que festeja el candor de 24
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo todo fracasado.
X Esa mano del frío que bien se desliza, que bien aparece a esta hora su maléfica carta, sus tiemblos, sus escozores helados, parece son de veras vida en vidrios rotos, rostros delineados sobre el parabrisas; un pecho que ladra estremecido. Esa mano es esta oreja atenta, diapasón de las gotas, horas muertas al mando del trapeador, pensando: si ella... luego pensando: ¿hay cloro? El esófago melancólico recuerda aquel trago ácido. Esa oreja es esta mano, de putito, sin un callo, pura alharaca enterrada en la grafía, 25
Óscar Édgar López puros taquitos de hiel, pura llovizna, ¿y ese gato?
XI Hay amantes de hielo en esta fiesta, tersos novios de satén y lamiditas, viejas parejas tratando de encajar, chicas embarazadas y chicos que tragan pastel. También están la cantera y los alambres casi eróticos por el goteo perene y estás tú en mi vaso y en mi toque, en el bato que me bronquea, en la morra que me ofrece pastel, en la gota de parafina que cae y es hija del fuego. Hay parejitas yonquis liando churros, gordos amantes que se tocan bajo el balcón; 26
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo y yo, después de un día de mirar parejas, cansado de cargar con la mirada a tanto niño, de empujar tanta carriola, sintiéndome irremediablemente aquellos y estos.
XII A veces amar es un ojo destripado en el lavabo, un acto de ira contra sí mismo, un trampolín a lo desconocido con mano embonada, un suplicar desvelado, un develar bajo la cobija. A veces amar es la caldera de lo incierto, a donde van a cocerse todas las mentiras de la filosofía, la ciencia y el lenguaje. Es tan voraz ese monstruo del amar: 27
Óscar Édgar López se sienten sus dientes horadar las horas de un siglo en un mordisco, sorber el café con leche, las semanas de estar solo, el patio gris donde la brisa mece al tendedero, sobre todo al amanecer, punto abierto al final de otro día. El demonio del amar se encarama en los techos y las pelusas, se mete en nosotros como un empleado distinguido y derrotado, y hace aullar nuestros cuerpos, las auras chispeantes, luego despertamos con el resuello de uno en la oreja del otro.
XIII Sí, este alacrán enroscado se llamará corazón 28
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo y en el vivirán los amantes y yo estaré en la tarde almibarada bajo un balcón y habrá lobos y sepulturas de marmolina. Sí, en él crecerán los tormentos con distintos pétalos de un mismo olor y te pediré como compañera, los muertos sonreirán complacidos. Sí, este corazón es un alacrán enroscado y en su veneno entran las tardes venideras.
XIV Hay un crepúsculo licuado en la taza del sanitario, hay un dedal de atún y desnudez, hay una presencia como de bocas que casi embonan y si es que embonan: que sepan, de saber y de sabor. 29
Óscar Édgar López En tus labios crece el árnica y la lechuguilla y crecen tardes como jardines esplendidos, crece mi alma devuelta a la esperanza de correr y sonreír bajo el sol de los edificios ardientes. Tardes crecidas en risas y bebidas y travesuras. Hay un temblor de verbos que quieren hacer, hay una dulce intención de enterrarme en tu pecho.
XV Contemplo mi pie derecho y veo con dulzura la bronca marca de no hacer nada, de hacer lo mismo: darle cuerda al reloj enfermo, vaciar en su maquinaria litros de aceite y drama. 30
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo Las doce con diez y tanto que decir, no puedo sino anunciar que me arde el pie derecho y que pienso en tu risa, y tras de ella me tiro.
XVI Pinche cerveza: sonrisa de las doce del día, ¡qué veredas toma y qué cosas la reina diría!, pero no tenemos reina y apenas el gato nos maúlla. Es doloroso arrastrar ésta melladura, será aplomado el paso rengo de mi borrachera, no es lo bebido ni lo vivido, es la asaz malicia de darle cuello al tiempo, de hacer a la calle estrado y los estrados cansados maniquíes los 31
Óscar Édgar López pisotean, así está mi canto encaramado en lo único posible: amor y muerte y cansancio y amor y muerte y horas rengas; porque en verdad nada hay más para decir, díctense estrellas y partículas o necias elucubraciones de gente tras los escritorios. A esta torta de yesca le hace falta amor de cebolla y a esta braza ardiente de mi sangre no le hace falta otra muerte.
XVII Quisiera ser como Marvin Gaye o la voz de Amy Winehouse, quisiera alargar tan canarias las vocales para poner a temblar calles y calles de piel; pero desear es fácil tendido en este 32
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo desvencijado sillón, hogar del gato, destejido y sucio, es fácil desde esta vida fermentada, como meterse en el pasado y respirar agustísimo, como si en verdad todo fuese un par de coros y un sólo de sax, como si volviera ella y jugáramos, como si volviera ella y fuese ella y yo fuese yo y no necesitar de la farsa y el pasón. Malditas ganas de llenar el vaso, así las pastas no ponen, malditas ganas de abrazar, así la vida no prende, malditas ganas de cortarse los huevos, así la fantasía no llega, maldita estrofa tan larga que no leerás.
XVIII La bruma del medio día canta una canción 33
Óscar Édgar López sobre alcornoques. Mi mano guarda celosa tu aroma enternecido, mi piel la retraída mueca de tus muslos, ni dos litros de tequila pudieron distraerme, imposible no adorar la tibieza de tu pecho, la furiosa alegría de alzar tu falda, tus qués de cada que te veo con mis ojos de vatillo pacheco, con mis dos caguamas floreciendo en el intestino y un chingo de ganas de apretar tu cuerpo, de entibiar mi tristeza en tu sonrisa, extensa y libre y placida.
XIX Toma esta merma y guárdala antes de que alguien la desee para sí. Toma la mano a tu 34
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo compañera y apriétala antes de que alguien la arrebate para sí, como un cobertor que ríe y gime, como un infaltable tablero para los recados que orada en la costumbre de saltar las verjas. Los patrones usan su lengua como corbata, los patrones no me contratan al echar un ojo sobre mis tenis de trapo, los patrones recortan afiches de hombres alados y sueñan con tatuajes fosfóricos de mariposas sonrientes; yo contesto la solicitud de empleo sobre el colchón de la madrugada, donde gato y humano ahorran en fantasmas.
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XX Silbar es silaba de aire que cierne luz ambarina, ¿por qué el alboroto si es luz y no tiniebla? Las burbujas de la cortina, sombras estiradas por el suelo. ¿Qué es decir como dice el poeta, acusar a los astros, sentenciar el crecimiento de los narcisos, aplaudir el escollo de un motor rufián, dar aplausos a la obediencia del metro; o el libre metro, o nada, sólo malintencionados soplos de nada? Porque sentenciar no basta y se ha visto, ¿y qué se ha visto?, el espectáculo empalagoso, el empalago tormentoso.
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XXI Pondré una hoja de naranjo bajo la zapatilla, cazaremos hormigas y escarabajos aleteando como los cuervos, escucharemos ahítos de ternura el salto de una rana, el adiós de una rata en la ratonera. Si es muñeca de escayola, blancas serán sus piernas y si es de humana entraña, simpático será el desastre. O tendremos praderas y rebaños, escribiremos su nombre en las piernas de los cerdos; seré el ridículo de la estepa con mi barba tusada por sus manos. Si es muñeca de porcelana, frías estarán sus mejillas, le zurciré unas nuevas con hilo de 37
Óscar Édgar López lana de las ovejas. Amará a Dios sin prisas, nombres ni conjuros. No tendrá la espera de la muerte por sospecha, amigas serán cuando rieguen con ceniza las montañas, Si es muñeca de tu esposo dolorosa será su mirada, extraña de mis manos y mis tontos anhelos de rebaños y cabañas. Las miraré frustrado cuando la baraja coincida nuestros bastos y espadas, me iré a masturbar a la casa y volveré fresco al trabajo, por la mañana.
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XXII Las parejas de adolecentes me ponen caliente. Caliente y triste cuando las descubro en la banqueta. Les place el sol que los amotina contra el durazno, la tarde que se hace larga en el abrazo del tejado. Mis ojos se adelantan a sus manos y mis manos impacientes rasgu単an la ventana. La muchacha es avezada en la huida, escurridiza y sonriente le gusta ceder hasta confirmar que achaca la fuerza el chavo. 39
Óscar Édgar López Tendrá que ser aguzado o caerá por la rompiente afilada de los tontos, de los ansiosos, de los angustiados. De cualquier forma caerá.
XXIII ¡Qué milagrosas nalgas, qué fantástica la rectitud de la vereda entre espalda y culo, qué delirio los abultados muslos, qué hinchazón la mía cuando te veo, qué vastedad de criatura, qué crepuscular tu verbo conjugado, 40
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo qué mujer, como salida del magma de la tierra, ardorosa e impúdica, qué portentoso par de tetas sin treta de miradas, puro frescor de lujuriosa atada!
XXIV Pura carne punzadora, la pura broma de la erección, maravilloso fruto de carne, todo el misterio, si lo hay, y todo el exceso no bastan para sabotear tu delicia, para domesticar el anhelo, pan sagrado detrás de la vitrina, yo sólo, sólo puedo adorar tu magnifica 41
Óscar Édgar López desnudez de bruja.
XXV Confiscada la piratería, ¡qué ironía, qué ironía!, saldrán por más los viejos parroquianos de la copia maestra. Encontrados la divina mendicidad y el pulcro derroche armaran revuelo los duques, los condenados y los presos. Ya el cuerpo reciente las espinas de la cama, es hora de saludar a la mañana hedionda, el día hediondo, el autobús hediondo. Sonríale a las margaritas rotas que lo asaltan en los semáforos, esos fantasmas de hule que no soñaron Sor Juana ni Byron, pero 42
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo que en su viaje al Leteo, Lucifer sí conoció encaramadas en su lecho de rosas negras y aromáticos servicios de té japonés. Porque es el más dulce de los ángeles le ofrezco el latido de la fría tarde y el zumbido rapaz de la autopista y la desgracia de las nubes apelmazadas. Cuando sienta la aguja dentro del musculo bendeciré la maravillosa oportunidad de aniquilarme y nadie estará ahí para pergeñar las gracias de la tierra, sólo laudes y guitarras eléctricas chillarán en la mecánica noche del bien morir. Estoy listo, venga la estocada épica del 43
Óscar Édgar López aguijón, venga el derrotero continuo de mis esfuerzos, venga el amigo fracaso a dormirme entre sus brazos.
XXVI Qué es la raíz de la flor sino una condena que aferra la dulzura del color a la tierra, y qué el amor sino otra cara del hambre de los cuerpos, y qué el hambre de los cuerpos: nostalgia de lo que no se dio, cosquillas arrepentidas todo el día.
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XXVII Contempla los arbustos enraizar ansia oscura, haz como las hormigas: guarda en lo ajeno.
XXVIII Tibio licor en el saco, un trago rรกpido para adormecer, uno largo para despistar.
XXIX Por el oriente 45
Óscar Édgar López hacia la punta de tus pies no hay sol que apueste en el mismo juego de obscurecer.
XXX Es el tedio la mano tendida del engaño, usted y yo la palma que busca estrecharse, usted manía de escarabajos, yo líquenes de no ver, espejuelos simétricos, usted la calma, el ansia domesticada.
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XXXI Un ave murió en el patio, cambié el frio lecho de su finitud por la tersura del cartón de una caja de zapatos. La caja trinaba, me acerqué para desmentir el milagro y calló por fuerza del canto de diez aves la tapa. Vibró en mí lo que es y no cascara de odio que odiaba al esperpento, los pájaros alzar las alas no podían cantaban, cantaban, cantaban. 47
Óscar Édgar López De madrugada era cuando abrí el nido no formado, volaron cenizas por la ventana. Vienen las aves las tardes todas aquí, vienen volando en la negritud ¿traerán mis ojos que se llevaron de aquí?
XXXII Ciempiés azul camina la mitad del sí la mitad del no, fabulosa estrella en el pavimento, 48
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo será verdad lo que sueñan los hombres: atrapar moscas ya es la guerra, y reír ancho ampliar cínico el desquicio. El decir: vacuidad de palo.
XXXIII Para descorazonar una manzana hay que purificar la cuchilla que penetra al fruto de la conciencia y del culo. 49
Óscar Édgar López Cuchilla enhiesta en la izquierda profana, la pulpa revelada, centro de una vagina amplia. Imaginó la Avenida Juárez de todo el país chillar el alarido herido de la orfandad sacra en el hurto. ¿Por qué no te corto como a la manzana el corazón con mi mohoso cuchillo cubierto de espinas que curan? ¿Y el escondrijo de la rata ésta… acecha por oficio el recuerdo de tus, simplemente, dulces gestos?
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A veces amar es un ojo destripado en el lavabo Entonces ni gobiernos ni recuerdos, guardemos la vida en un cajón alejada de los negros enredos. Porque la jugada es parecer enfermos nadie dice yo derrumbo el nubarrón, nadie firma recibido por los ruegos.
XXXIV En la estación más parca del alma por sordera juzgada la justicia desprendido brote de toda calma su gesto alargado es pericia. Se nota el apetito por la fama, la tarántula teje con malicia su más mortal pero sedosa cama, 51
Óscar Édgar López que del sueño la muerte es delicia. Permite a mis dientes morderte los senos, morder además el miedo, porque tretas son gobierno y celos.
XXXV Orina amarilla, profana bilis. Aguijón en el glande, te lo dije. Una más, pero di salud. 52
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo Y esa, cualquier destello. El aro del frio, saca la piedra.
XXXVI Al decir “yoâ€?, me desdoblo, pantalones adentro, huesos al viento; al decir este es mi ocaso, me arrincono. Si digo: esa nube la he visto yo, ella se encarama contra el sol y si al sol le digo mi calor, llora ciclones. Al no decir de nada que es mĂo, solo y hueco me deshielo en este ardor, 53
Óscar Édgar López en este dolor de nadie, apenas mío.
XXXVII Otro ejemplo este escarabajo, panza arriba, gritándole a mis botas, este tenedor que debe encajarse en un bistec amado, por ejemplo este ardor doliente de un abismo con dientes desdentados, tener que llorar sin hacer espasmos, muy quedito, como sin ganas, y tener que odiar el día, la luz del día, las piernas bonitas del día; porque uno esta triste y come solo con un montón de gente 54
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo en la mortal alegría. Y arrullar quedamente las heridas, estarse ahíto en las tinieblas, ver cuán triste y cuán nulo le somos a la aurora; lo frugales que son nuestros besos pudriéndose en la alacena de un alma cualquiera, sin culpar a nadie, ni a la serpiente ni a la sombra. A contentarse con lágrimas saladas, vomitar letras y quererse arrancar la noche, siendo nada más una espina, un aro de frío, un ratón en la alcantarilla. Aquí me cuezo y me despescuezo, hablar así y morderse la boca. Eso es despertarse, abrir la cortina del impulso y dejarse ir de la canela al café con galletas. Empezar un día es morder la 55
Óscar Édgar López hoja junto a los hermanos gusanos. Irse por la coladera o colarse por el escusado, abrirse de pétalos al sol, tragar espumas invisibles del viento, sentir el arranque loco de la sangre y luego urdirse cuenta por cuenta, todas las piedras, incluidas la virtud y el odio. Las paredes se estrechan, una lluvia de lenguas se escurre de las canaletas, una gueparda de panadería salta. Los vértices de una necesidad sofocada, de un aire que se resiste y un aire que viene ronco desde las partículas. Tos de gato y órgano de iglesia, sale un tentáculo, guárdalo para un caldo algún día, alguna tarde; en esta calle ronca todas las noches una llanta. Me hago el débil y zurzo las 56
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo calles, voy doblando esquinas, sacando palomas de las canteras; muerdo con rabia las bardas. O me siento culpable de las moscas aplastadas, tan culpable; me postro en el sofá a mirar la tarde, a ser sólo carne al sol, un gran pedazo de lomo sobre una plancha ardiente y el día siguiente y el día siguiente…
XXXVIII Soy esta mano que teclea y estoy triste, ese perro que berrea y esa bolsa que se alza, hermosa por el viento; y soy la pobreza de ese viejo y el mal sabor de este caldo, yo me lloro y yo me consuelo, y yo me digo 57
Óscar Édgar López no llores mijo yo te quiero, ¿pero quién quien podría traerme la alegría de este espejo? Hoy no es posible que tu estés conmigo, pero tengo este sol y estas nubes y aun existen las gentes buenas que fían los tragos. Yo te quiero, atentamente: tu pescuezo.
XXXIX Todo es desgarradura: la sonrisa impertinente del otro, tras sus lentes y sus bigotes, la risa mía volcada al hastío, el hastío de la mosca encerrada en el cuarto. Todo es desgarradura, tizón de carnes, 58
A veces amar es un ojo destripado en el lavabo su pasado misterioso y doliente, la ciudad de verdad y la que mienten. ¡Qué Caronte rema en esta barcaza, qué sueño mojado nos hizo encontrarnos!, ¿acaso mi latitud será por siempre la del amante nuevo, un recién inscrito que llega tarde con la torta bofa y el cuaderno ya rayado? Un corazón de tiza que no dice mi nombre y una flecha de miasma, al centro.
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El poema de Oscar no admite nombres personales ni proposiciones designativas, se instala en la cuarta persona del singular pero a condición de que lo predicado de la predicación sea concebido como actividad desgarradora, dulce, voraz, suplicante, infinita. Josué Nazahed Franco Bonifaz Óscar Édgar López (Zacatecas, Zac., 1984). Licenciado en Letras por la UAZ. Ha publicado: Ella ama lo puerco que soy (Espacios literarios 2005), Solo y sin bolsillos para meter las manos antes de llorar (Tierra adentro 2006). Es el autor de Una Catedrática que muerde (La Testadura no. 8), Madame Píldoras (La Testadura no. 18) y Tendidos en el tendero de una tarde nunca atardecida (Testadura Especial PACMYC)