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Versos Vagabundos Ecos férreos, filantrópicos y de saudade Por J. Lizeth Rodríguez Gómez
Dirección editorial: Mario Eduardo Ángeles. Edición y portada: Mario Eduardo Ángeles. Textos: J. Lizeth Rodríguez Gómez, alias “Vagabunda”
La Testadura, una literatura de paso. www.issuu.com/latestadura latestaduraliteraria@gmail.com México. Enero, 2019.
Síguenos por Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. La Testadura, una literatura de paso, hecha para olvidarse en los lugares públicos o salas de espera.
Versos Vagabundos Ecos férreos, filantrópicos y de saudade Por J. Lizeth Rodríguez Gómez
CONTENIDO - PRÓLOGO 9 - ALEJANDRA 13 - DE VUELTA 15 - URBANIDAD EXPRESA 16 - MI SOMBRA Y YO 19 - (SIN TÍTULO) 21 - DISTANTE 22 - EMBOTELLAMIENTO CONCOMITANTE 24 - DESIERTO Y TÚ 27 - (SIN TÍTULO) 29 - GARÚA 31 - MALABARES 33 - PÁRAMO 35
La Testadura, una literatura de paso
PRÓLOGO Versos Vagabundos. El viento puede traer sorpresas. Tal vez dormir en la entrega de palabras cristalinas, o llevarte a una ciudad que vibra entre adoquines de cantera. Viajando vagabunda de preferencia en trenes el espíritu descansa, se limpia, rejuvenece; entre plazas, fierros, barrios viejos, encuentras siempre deambulando la belleza que no está en ningún humano abrazo... las estrellas te susurran y dan calor a tu cuerpo, limpiando pensamientos en el éter nocturno de un vaso de mezcal relleno, rezando al murmullo del tiempo que se convierta en escaparate de garúas que laven mezquites. En tus labios vagabunda se confunde la tierra con el cielo, donde un vendaval lava tus lágrimas. El eco de tus palabras va de una fuente al mar, al desierto chucu chu cu no para la máquina de tu aliento, no hay tregua...la mirada lejana... El viento puede traer sorpresas vagabunda....tal vez las letras descansen en esta hoy tu tierra. Tzolkin Montiel Ugalde
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Con gran admiración e infinito agradecimiento a Mario Eduardo, hermano del alma y cómplice en esta aventura literaria. Gracias a mi madre. Mi querencia y compañía en cada estancia en Santiago de Querétaro a: Tzolkin Montiel, Cristian Padilla, David Chavero, Jenaro Trujillo e Isobel Kardian. Gracias a la familia testadura por el arropo y el cariño. Mi aprecio sincero a los colegas Joel Enrique, Norma Duarte y Claudia Colosio. A Rafael Pérez Rodríguez agradezco la simpatía a mis líneas vagabundas y el ofrecimiento de motivos literarios, además de compartir el amor a la docencia.
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Alejandra Para la güera que sabe augurar bienaventuranzas En una exhalación el vendaval trajo sonidos de cascabel, ecos que atrapa brisas del tiempo. Sutil atmosfera, sosiego nocturno donde emergen tus ensueños. Pupilas cristalinas que cual mar trazan crónicas llenas de romanza. Apocadas estrellas de una noche marceña atestiguaron tu alumbramiento; y el gorjeo del búho infundieron buenaventura a tu ser. Revela adivina sí en la mirada traigo desdichas; sí en la palma de la mano cargo suertes. ¡Creeré cada designio! La sapiencia desborda de tus labios un oasis que brotará en mi desierto,
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Versos Vagabundos despejando el horizonte de desvelos. Abrillanta mi sombra para que se disipe lo lóbrego que como predador circunda. Haz gitana que el calor cunda en la estancia y paso este frío en primavera.
Irradiante gentileza, alegría bailarina, fulgurante eres tú.
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De vuelta A la ciudad bohemia de los acueductos Tengo el corazón alborozado inundada de remembranzas mi memoria, el cuerpo conmovido. Por mucho, mucho tiempo recorrí otros lugares, pero como tu ninguna ¡oh gran ciudad de resplandecida arquitectura colonial! Cada acera esconde acertijos, las plazuelas atesoran mil enigmas y la agente alegre es para mi gran familia. Me maravillo de observar tus suntuosos monumentos miro a mi alrededor y todavía no lo creo, una vez más estoy aquí.
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Urbanidad expresa I En las venas de esta orbe con extraña emoción insumisa la naturaleza anida palabras para vagar errantes escurridizas por el verdor como fulgentes brisas. Hojas de sauce caen al compás del aire nocturno intuyendo el dolor de los sueños.
Vendaval sin sereno que al andar solfea murmullos alejados. Asfalto cancionero que nutres estos pasos perennes, senderos que percuten una y mil veces al corazón aventurero goznes del terruño que cual yedra enraízan mis pies. II A distancia pulula el silbido del ferrocarril, céfiro empapado de vapor humo que cura nostalgias trafagueando azares. Allá bajo el delicado manto galáctico los trenes instantáneos emprenden retirada como la fosforescencia de las luciérnagas, pero tornan con un jadeo férreo
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La Testadura, una literatura de paso para subyugar al oído con amoríos erráticos. Hierros en movimiento… Trayecto que es arena, relámpago y crujir burlón, rostros que se despiden en cada estación a fuerza de marcharse. III De estación mortecina un mediodía partí, dejando por la vereda soledades y hastío; derramando en los huecos la arena del reloj sin rememorar vacilantes atardeceres. Estación bucólica de paseos largos y empedrados arranca de mis pisadas el cansancio y melancolía e imprégnalos de resonancia bohemia. Metrópoli colonial con los pirules de tus callejas purifica este espíritu, que al respirar el suave aroma del tulipán vuelva esa quietud que la circunstancia un día me arrebató. Soy mujer de acero vagón pasional maraña de secretos escondidos a la espera de que el hálito de las locomotoras se los lleve.
Ciudad sublime
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Versos Vagabundos vigoriza esta poesía intrépida sé albedrío sé tren expreso ¡Sé patria ideal!
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Mi sombra y yo Como la primera vez estoy aquí, caminando codo a codo con vos, reconociendo cada recoveco, tus calles plazas… ¡Historicidad desbordante! Qué sea la plaza Guerrero la testigo de mi querencia más grande. Qué Santa Rosa de Viterbo con sus aguas benditas disipe las tormentas del alma.
Ahí en Carrillo mi corazón se ancló a ese cachito de tierra olvidado, pero con tradición. Bucólicas tardes en que el taciturno vagar fortalece el espíritu. De orfandad eran mis pasos, vacilante andanza que sin esperanza cual barco de papel inerte transitaba. Noches de comparsa donde yo con fiel mascarada embriagaba el cuerpo y embrutecía la razón.
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Versos Vagabundos ¡Fui titán del arrabal! En tu nombre siembro mis anhelos en tus figuras florecen mis ensueños.
*Centro histórico de Santiago de Querétaro, Qro.
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Deambulo por callejas vueltas en veredas insondables, donde el ventisco retoza sobre el ondulado pelo y el barullo tararea trovas en sereno. Emigré para buscar olvido postergando las memorias… afanosa con veloces pasos sobre el asfalto fluyo ¡parsimonia libertaria! Metrópoli empedrada extiendes benévola tus brazos abrigadores, indemnes ¡urbanidad solaz! Carrillo, comarca de historias te brindo toda mi querencia, envuélveme, acurrúcame con tradiciones. Podría escribir tus leyendas contar las hazañas de tus predilectos hijos más lo que este pecho potosino hace es elogiarte.
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Distante I Pupilas ámbar que imploran embelesos, traslúcida mirada, ternura desperdigada. Ausente, en parajes inciertos imagine llevarte. y en mi boca tengo el sabor amargo de un perpetuo llanto.
En el pliegue de mi talle quedaron grabadas las batallas de largas noches otoñales donde fuiste sed y oasis, ferrocarril y calzada. Almas profundas a fuerza de azares se acostumbraron a converger como las naos en la mar. ¡Idolatraste mi esencia de poeta! Eres canción, eres viaje cantidad de veces lo pronunciaste. En cada itinerario te sentí en sigilosas noches te escribí.
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La Testadura, una literatura de paso II Aventurera audaz con extenuado vigor por dentro que busca un encuentro divisando calles por donde doy tregua.
Nunca más te vi piel marceña, me estruja la terneza de tu cuerpo, pues dejaste un poco de ti en el mío. Fuiste éter somnolencia de un nocturno febril, espejismo que puso una mala jugada. Fuiste nota de guitarra que se difuminó, un intento fallido de aquello que jamás pasó. Te quise en mi presente, te pierdo en mi futuro. Mas solo como momento pretérito en medio de la ciudad insurrecta engendras remolinos en mis entrañas.
En esta urbe pintoresca resurjo, me vivifico, ¡Muero y revivo! La libertad es mi bandera y mi estandarte. Vago con el oficio de SER para hacer vida en poema.
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Embotellamiento concomitante Yermo a donde mis ganas son un vergel inasequible ahí en aguardiente de maderoso sabor limpio la garganta de improperios, en tabaco vaporizo las ideas turbias. Marañas entre el mutismo de la fría noche sin luna ni sueño. Al compás del goteo de la botella elucubro añoranzas, bebo a tragos el licor de la sinrazón, ese que carraspea en la faringe tornándose en morfemas que de ningún modo escribiré.
La copa es un atrapasueños en donde la risa reverberase me trago en esa mirada. Consumiéndose… Seducción serenante desfalléceme para no envolverme en abandono. Abrazo noctúrname. Has que con el murmullo del viento se cree canción trae arrabales del eco. ¡Concupiscencia! Para no pecar olvidar; que esta atmósferada rotura recree piedras de besos
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La Testadura, una literatura de paso y el gris tabique aúlle secretos. “No trates de escapar” te dije aquella última vez espejizante fugacidad. ¡Éter instantáneo! Tu oscuridad alegórica alfajor de bruja ¡Hazme titán! Vaivenes donde nombran muchas poluciones vertederos fantasmales siluetas que juegan credo devocionario expectación corazón abúlico persecución mentalizada de carcajeante soézno. Con querencia rota en este recoveco brindo con todos ellos, ausentes que me coquetean zalamería que ya no conmueve porque solo tengo ojos para esa gota etílica que vivifica y envalentona. Mezcal que curte las venas para que tu herida no las indiferencie. Sé el mar de mi costa la nube de mi cielo Sé, empero; licorízate en dulce conversión para beberte de a poco. Embotella la caricia para tomarte, quiero ceñirme a tus caderas
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Versos Vagabundos como la guitarra a su cantante. Metamorfeame en tabaco has de mi fuego cenizas y con ellas ilusión de hoguera. Creáme Exhálame—————— Escríbeme—————————————-para que la madrugada no muera eriza y el añil terciopelo destelle brillo en tu cielo. VAGABUNDA & SR. AULLIDO
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Desierto y Tú Al eterno enamorado de la Historia y el paisaje… Poeta amante. Rojo crepúsculo perlado de suspicacia, con eco de sosiegos agazapados entre montañas, amoríos y páramo mientras raudas arañas y víboras de cascabel serpentean por entre las gobernadoras llevando a su escondrijo miradas ocultas. Yermo en cuyas dunas entre millares de voces ancestrales florece el peyote alucinógeno atributo, aletargante brebaje que confiere sabiduría de lo inefable. Fúlgido alborecer, vislumbre antiguo que cuenta tu historia al golpe del céfiro.
La arquitectura de paisaje dúctil como la arena, fastuosa como el brillo. Riqueza erigida en medio del desierto adonde las ráfagas de tierra cruzan entre el pueblo y la Purísima Concepción. Ahí… entre lechuguillas y biznagas tu potosineidad me prendió.
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Versos Vagabundos Asiste con fuerza mi mano y echaste raíz cual cactus en mi corazón. Apego fingido al momento, osando querer como si nada sintiera. Con tragos compartidos de aguamiel ganaste mi querencia dejando sensación dulce ¡Arrobo eficaz! De ese sabor sólo queda la sed áspera y unos tabacos cuyo humo es nostalgia. Algo subsiste siempre… En las pupilas traigo lejanías y desvelos presos en el claro café de tus ojos; recuerdos de las estrellas fugaces que sobre el arenal altiplánico vimos. Desde este confín la noche curtida se cierne sobre un terruño que finge vivir. Más yo caigo en la cuenta de que el cariño que te profeso aviva este pulverizado cuerpo tal como las flores de las cactáceas reviven con la llovizna ocasional.
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El amargo del licor módico hace que las verdades una a una broten y el humo del tabaco las volatiliza llevándoselas en las partículas de polvo que no son otra cosa que la placidez de esta buhardilla que es hogar, parquedad en que las lágrimas saben a gloria. Los bloques de las paredes se empapan a borbotones del rasgueo de una guitarra y las notas de una armónica que mitigan el vacío de mi vida que cual barca lábil naufraga a la deriva esperando anclar a la bahía de un pueblo remoto.
Palabras que escapan, runrún de cada uno de los espectros que me custodian. Sorbo despacio el licor de caña con nuevas ansias envueltas en suspiros, en nostalgia, en quimeras, en monotonía de los paseos. Revuelos que tiemblan en mi lengua y en mis ojos camina el desvelo, cruel congoja. Olvidados hilos de existencia que en centelleos elucidan la leyenda que un día pretendí ser, danza al ritmo de una ausencia,
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Versos Vagabundos atrapada en la lejanía de un son errante en mi historia; huecos que van rellenándose de versos, suspiros en cada línea para encontrar el universo. Mis huellas se encallan en las rocas de la ciudad virreinal donde no hay medias tintas y se alimenta esa sed de vida que nadie nunca ha vivido, aun cuando pesen los recuerdos cuya cantidad necesaria baste para quedarse envenenado el resto de los días. Audacia ávida por trascender con el simple deseo de vagabundear e ir en pos de sueños esparcidos en lo imposible.
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Garúa I Aguacero intermitente de junio porque no dijiste que removerías reminiscencias y con ellas abrirías las calzadas en que desvaída bombilla dilucida a los mezquites quienes despiden la fragancia de un verdor húmedo; bálsamo primaveral para los ocasos aquejados donde laten decrépitos corazones sabedores de su murria, amargura que encallece en ocasiones cruel otras tantas crecido amor en una ciénaga, tremendal emotivo. Quedo chubasco manado del firmamento gotas que no empapan empero retozan sobre los cuerpos; siluetas que reniegan de afectos ciegos más apetecen atiborrarse del aliento de las cortezas y flores dispersas a fin de hacer recobrar cada herida que supura tósigo vertido. II Trasmigro inasible hacia la ciudad insigne al arribar reverbera el alba sol que seca las avenidas, tornasolada vía
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Versos Vagabundos de la que se desprende el periplo andariego, trechos donde se escuchan los automotores, algún soundtrack de The Doors o la música de los juglares urbanos.
III El temporal no da tregua en las urbes y en esta noble comarca no es la excepción, bifurca el cierzo preveraniego en el crepúsculo dando paso al chaparrazo nocturno ese que revitaliza el recóndito ser azuzando con la cadencia de sonido del golpetear de granizo en el cristal de la buhardilla reposado ritmo, incesante que soslaya insomnios, parsimonico olor de tierra mojada pureza de vida que condesciende potestad para fluir. Lluvia libera todo lo que soy, llévate mis lágrimas que descorra una a una las aflicciones asidas a esta alma pusilánime, colmándola de fe y comparsa. Revuelo de serenidad con bríos trotamundos.
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Malabares Enlosado hecho en lance desvelando eso que flanquea sinfonía callejera entre claxon y pasos caracoleantes, risotadas de chiquillos recreándose en las plazuelas; mosquitos que zumban, grillos que llaman con su tonada, el tañer de las campanas, agua reducida en gotas que caen sobre las fuentes y jardines. Escenario en que la vida fluctúa, respiración moviente.
Almas impacientes ataviadas de remiendos, ideales tráfagos que procuran un punto entre la farsa y un intersticio de promesa. Sobrevivencia incrustada en la mirada con una mueca escéptica y brota ineluctable la feroz carencia ¡vaya efervescente apuesta! Astucia de malabar que precisa amoldar las piezas para en un solo acto iluso incorporarse al día a día. Existencia que no concede cuartel ni asigna compensaciones. Asimilación de puntapiés y estulticia que concibe sorna,
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Versos Vagabundos el aura del mundo. Tic tac, tic tac fraguan las edades instigadas a dar constancia de que sobre las calles se es un reflejo más en los solares atestados. Gentío que viene y va pisadas alicaídas traspirando sinsabores que asfixian el espacio. Abstrae este estado letárgico Persiste Persiste——— persiste…—————— Increpa con clemencia la voz de la conciencia.
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Páramo “Paso días y noches sobre la arena mirando al mar, mirando al horizonte por si te veo llegar…” (Frag. Luna blanca/inter. Karina) En esta ciudad se deshacen las sombras y el pavimento es una locomotora polvorienta. Aquí no hay camino hacia casa, estado de asedio donde los callejones son camposantos. Solo está mi desierto y el remanso de su mirada; por las noches desde su cenit cuelga una media luna enajenada, su tímido destello refleja el espejismo de la fantasía. Con la sed del concreto mi flor de loto se eclipsa en lo gris más de la opacidad sofocante renace una espera febril, como si una fuerza suprema hiciese llover para reverdecer esta flor resucitando los huertos fenecidos. Desde siempre el dilema ha sido acarrear remembranzas sobre estos pies ávidos
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Versos Vagabundos y haber pasado por pĂĄlpito como velero en alta mar; en pesquisa del cobijo luminoso en el terso cielo para extraĂąar lo que en absoluto deviene. De las palabras nacen los sentimientos profieren los viejos poetas. Del estremecimiento emerge la voz que evapora sonido y vocablo mismos que el viento roba para extraviarles en el horizonte.
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