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Minicolección de historias de amor Por Mario Eduardo Ángeles
Dirección editorial: Mario Eduardo Ángeles.
Edición, portada y textos: Mario Eduardo Ángeles.
La Testadura, una literatura de paso. www.issuu.com/latestadura latestaduraliteraria@gmail.com México. Septiembre, 2018.
Síguenos por Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. La Testadura, una literatura de paso, hecha para olvidarse en los lugares públicos o salas de espera.
MinicolecciĂłn de historias de amor Mario Eduardo Ă ngeles
CONTENIDO - PRÓLOGO 9 - INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA ESPOSA 13 - A SOLAS CON LA ALMO-HADA 17 - UN CUENTO DE RECIÉN AMANECIDO 19 - CUENTO ERÓTICO PARA UNA NOCHE DE ALCOHOLES 23 - ENTRE MURMULLOS, TRANCAZOS Y GEMIDOS 26 - UN EXTRAÑO SABOR A MIERDA 30 - LOS PILONES 34
La Testadura, una literatura de paso
PRÓLOGO EL PROVOCADOR Tuve una riña de amor con el mundo Robert Frost Mario Eduardo Ángeles González es un provocador que vive, habla y escribe sin censura alguna. Le apostó mucho tiempo a la palabra y a la escritura, pero más importante, le apostó a vivir sin imposiciones ni prejuicios sociales. Aunque vive una etapa de desilusión de la misma escritura, en el fondo su vocación como poeta, cuentista y editor sigue viva y dando pelea. Su trabajo como editor y director fundador de la revista literaria La Testadura, una literatura de paso, abrió la oportunidad a muchos escritores jóvenes que no encontraban un espacio para publicar. A pesar de ser 20 años mayor que la mayoría de esos escritores a los que ha publicado, mantiene una relación empática como provocador de la palabra que es. Cuenta con estudios universitarios en Antropología y en Lenguas y letras, lo que le permitió, al igual que en la vida, ser un “pata de perro” de las ideas y de las ideologías sin casarse con ninguna ni volverse dogmático de algún tipo de pensamiento o corriente literaria en particular. Por el contrario, con la curiosidad de un niño pero con la malicia de un libertino navega por el mundo. En esta ocasión, el testaduro mayor nos presenta su más reciente trabajo, construido de retazos, de ripios de una memoria erótica y amorosa, que nos transporta a su vida, con un lenguaje económico y efectivo.
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Minicolección de historias de amor Sin cortapisas, sin refugio alguno para la censura, nos abre las puertas de sus recuerdos. Abre con un poema, que nos introduce, como el título lo dice, a su historia con la primera esposa. Después vienen esos relatos llenos de tensión sexual, como la obra dramática de Tennessee Williams, pero que, encuentra salida en el exceso de la sexualidad erótica, del sabor de los cuerpos en celo. Finalmente, cierra esta publicación con dos poemas breves, cuya reflexión implícita en éstos nos hace pensar que la tinta seguirá fluyendo. En hora buena para La Testadura y sus lectores. Cristian Martín Padilla Vega
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El arte consiste en llegar hasta las últimas consecuencias. Trópico de Cáncer / Henry Miller
Me deprime ya no estar deprimido, actualmente me quedan muy pocas cosas por las cuales escribir. A llegado la hora de escarbar en los recuerdos.
A Dianita, a Cristian, a mi psicóloga Lisset Barcenas, a mi terapista Aloha, a Olivia, a Paola Isassi, A Isobel, a Eunice y a la fiesta en general; A todos ellos porque por diferentes motivos se merecen un espacio en esta dedicatoria.
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INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA ESPOSA I Nos miramos con simulada atención mientras le sonreíamos a la suerte. Platicamos de todo y nos creíamos lo que fuera. Llenos de más ansias que prejuicios, brincamos jubilosos sobre las camas de los hoteles de provincia. Apretamos nuestros cuerpos desnudos. Hubo intercambios de inocencias,
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MinicolecciĂłn de historias de amor bofetadas a la indecisiĂłn, atropellos a las buenas costumbres y derramamientos de placer. Luego sueĂąos serenos llenos de posibilidades futuras treguas al alma y sentido en el sin quehacer
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II DespertĂĄbamos llenos de besos y sonrisas por todos lados, con un dulce aroma al tacto, el gusto empapado y las piernas flojas. Entonces daban las seis a eme: el agua frĂa desayunos improvisados y carreras al bus. Comida la renta y
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Minicolección de historias de amor los servicios PÚBLICOS El trabajo el cansancio la dejadez y la costumbre. Eso y todo Eso hasta que se nos acabó el amor ¿?
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A SOLAS CON LA ALMO-HADA Apenas llegamos a la casa cuando le dije a mi mujer: “Necesito estar solo porque quiero escribir”; le dije eso, es cierto, aunque realmente quería decirle otra cosa, en realidad deseaba decirle: “Voy a escribir porque quiero estar solo”, “quiero”, “estar”, “solo”. Olvídenlo, lo digo así, tal cual, y la que se me arma, de veras que se me arma; para empezar tendría que dar por olvidado el querer estar solo, de soledad ya no se gozaría en esta casa por lo que resta de la tarde, a partir de ese momento todo serían sollozos y discusiones, y entre “es que yo te quiero mucho” y los “pero tú no me entiendes”, se nos quitaría el hambre, habremos perdido la película que pasaban por la noche y a mí se me habrá espantado el sueño, lo que quiere decir que tampoco voy a dormir. Creo que todo el mundo ya debe saber de lo que estoy hablando; lo que ella no sabe es que la navidad ya se acerca, estamos en las vísperas, y año con año, yo vengo padeciendo la misma enfermedad, Depresión Anti-Merry-Christmas, pero cómo decírselo sin que derrame una sóla lágrima y convierta mi desventura en una comedia melodramática, o al contrario, cómo evitar que crea que detrás de los primeros cólicos prenavideños que se me vienen involuntariamente a la cabeza, y que por supuesto, es un hecho que no nota ella, se esconde algún tipo de desazón amoroso, y comience por enumerarme defectos y errores, y encontrarme culpable de ese algo que supuestamente hay entre nosotros y que me tiene así, deseando estar un rato a solas. Y aunque al fin estoy solo, que por cierto aprove-
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Minicolección de historias de amor cho para escribir esto, no deja de intimidarme, no ha parado de caminar por los alrededores de la habitación procurando que le vea el rostro lleno de lágrimas; ha estado muy activa para el poco espacio en el que vivimos y demasiado para la media hora que llevo aquí encerrado; ya salió dos veces a la calle y regresó casi al instante, marcó algunos números telefónicos y ahora pretende hacerme creer que se está cocinado algo, todo esto me está poniendo muy nervioso, ¿por qué?, porque nunca lo hace, porque todas estas son cosas que regularmente no hace por sí sola, así, nomás, de la nada, o sin existir algún motivo en especial. Sigue dando vueltas alrededor del cuarto. Qué les digo. Ahí viene, ahí va. Me rindo, ella gana, bueno siempre ganan; ahora voy a salir y le voy a decir que la cagué, que me disculpe y que la quiero mucho. Más tarde, cuando se duerma podré seguir estando solo. Eso siempre funciona.
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UN CUENTO DE RECIÉN AMANECIDO Hoy amanecí no sé cómo, con un vaso de whisky al lado, con un cigarro en la mano, con mi mujer abierta de piernas y su sexo al descubierto. Hoy amanecí no sé cómo, con la verga parada y oliendo a mi esposa. Acabo de abrir los ojos, no se cuándo y ni por qué; con esta imagen es que me recibe el día. Me encuentro en uno de esos momentos en que no se sabe que pasa, qué es lo que ha o hubiese sucedido, o que estaba sucediendo, yo seguía muy ebrio y no lograba concentrarme en nada. Traté de hacer memoria de cuántas veces había amanecido así, con las narices como de entrometido o metiche en mi propia esposa, oliéndole su sexo, degustándolo. Tengo unas ganas enormes de orinar, y esas ganas son como aquellas ganas en que orino a gotas y que cada gota de orina es igual a una gota de plomo ardiente saliéndoseme por la cabeza del pene; así amanecí, vuelvo a voltear y mi mujer sigue con el sexo al descubierto y las piernas abiertas como hasta hace dos minutos, lo último que recuerdo es que yo conversaba con el novio de Mónica, con Esteban, y le insistía en cualquier cosa que se me ocurriera, trataba de distraerlo, mientras, en esos momentos, mi mujer y Móni se habían ido juntas al baño. Estábamos en casa y el baño quedaba cruzando todas las habitaciones hasta llegar al patio; recuerdo que comenzaron a tardarse y aquel, el novio, comenzaba aburrirse de mis conversaciones alcoholizadas y necias, y manifestar cierta preocupación por la tardanza de las chicas; intenté seguirlo entreteniendo ahora con bromas bobas y de mal gusto,
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Minicolección de historias de amor parecía que comenzaba a desesperarse y yo temía que fuera a callarme de manera violenta, tenía muy poco de conocerlo y de hecho había sido por la Moni, a la cual, él buscaba desesperadamente con la mirada al fondo de la casa, en lugar de soltarme algún golpe sólo se levantó de la colchoneta y se dirigió hacia el baño, no salió siquiera del cuarto cuando mi mujer y ella hicieron su aparición, venían más alegres que lo que permitía el tema del que según conversaban. Yo estaba excitadísimo, observé sus miradas e intuía muchas cosas. Me excité mucho más. Desperté en buenos términos, y mi mujer dormía a mi lado, olí su sexo, me encanta a que huele el sexo femenino, levanté un poco los vellos y le besé los labios con cierta delicadeza, ella apenas lo notó y siguió dormida. Nuestro dormitorio se encontraba en el desván de la casa, en la habitación de abajo se habían quedado a dormir la Moni y el novio. En realidad no dormían, se acariciaban, se tocaban, se frotaban y reían tan tiernamente, como si estuvieran un tanto enamorados. Decidí bajar al baño, se estaba mejor acá arriba donde todo se escuchaba claramente, pero la cabeza de mi pene seguía ardiendo, me decidí y bajé tratando de hacer el ruido necesario que les avisara de mi presencia, también traté de no ponerles mucha atención, hice como que no pretendía mirarlos pero ellos ya simulaban estar profundamente dormidos, apenas llegué al patio y nuevamente aquellos lindos murmullos se dejaron escuchar, otra vez hubo movimientos discretos y de esos sonidos que no requieren mucha traducción. En el baño yo trataba de orinar, quería refrescarme la cabeza del pene con la expulsión de los fluidos, pero parecía que no iba a ser posible, la única gota de orín con que contaba se hallaba escondida en algún lugar misterio-
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La Testadura, una literatura de paso so y se resistía a salir. Fastidiado fui hacia el espejo y puse mucha atención en lo que veía, me sacudí la cabeza, esta vez no era la del pene, era la mía, de repente tengo esa necesidad cuando estoy frente al espejo, lo necesito para reconocerme en él, siempre que me le pongo enfrente veo ese mismo bulto, ese ser que desconozco y hasta que no lo veo moverse igual que yo, no me doy cuenta de que ese soy yo. Ahora recuerdo que todo empezó cuando todos ya se habían marchado de casa; regularmente acudimos a las inauguraciones de arte, brindamos hasta agotar el vino que ofrecen y nos dirigimos a casa con los que quieran seguir brindando con vino o cerveza de la vinatería cercana. Esta vez, al final sólo quedaba Moni, su novio, mi mujer y yo, no recuerdo bien qué conversábamos y sI eso tuvo que ver con las ganas de ponernos cariñosos, pero las primeras en reaccionar fueron ellas, se unieron en un lindo beso con espontánea pasión, como si sólo ellas supieran qué necesitaba tanto la una como la otra, era la primera vez que se besaban, era la primera vez que veía a mi mujer besar a otra mujer, nos dejaron al novio y a mi observar un poco, e incluso tomar un par de fotografías, al separse se sintieron un poco cohibidas, les dio risa, una risa llena de placer y muy agradable al gusto, acompañada de una dulce mirada de complacencia. Al primer respiro el novio fue al baño mientras los tres que nos quedamos ya planeábamos un lindo y delicioso trío. Regresó el novio y ellas volvieron a unirse en un nuevo beso, esta vez, tal vez menos espontáneo pero más decidido que el primero, con más libertad. Y sólo, y solo, caminé al baño, creí que quería orinar, sí, pero, ¿por gotas?. Ellos seguían con su romance mañanero, hasta acá se alcanzaban a escuchar; y mientras
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Minicolección de historias de amor yo, cada gota era una gota de plomo a través de mi cabeza. Me la sacudo mientras me veo al espejo; sigo borracho, me extraña no haber ofendido a nadie a pesar de que empecé temprano, más de una vez he terminado haciendo bronca ya estando borracho, o corriendo a alguien de mi casa por el más mínimo detalle; lo que me sacudí no era la cabeza del pene, era mi cabeza, a veces lo necesito para poder reconocerme frente al espejo, el bulto del espejo siempre es el mismo, sólo necesito saber que el „ese‟ soy yo. Y el pene me ardía, como cuando tengo sexo toda la noche, entonces qué pasaba, eso me lleva a un nuevo intento de hacer memoria. Mi mujer besaba a Moni; en ausencia de Esteban, yo proponía un delicioso trío; luego llegaba Esteban, se volvían a besar; yo caliente y la cámara no funciona, se ha quedado sin pilas; Esteban y yo hablamos de lo que fuera; luego yo hacía alusión a lo cachondas que se veían; luego, insistía en que nosotros dichosos, y ellas, cachondas; luego, la primera se fue al baño, en seguida la disimulamos mi mujer y yo; pasó un tiempo pertinente, siguió la segunda, en ese por mientras yo hablaba, él se distraía, yo las deseaba, ellas se tocaban, y Esteban no entendía, de hecho nunca entendió.
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CUENTO ERÓTICO PARA UNA NOCHE DE ALCOHOLES Tardé varios años en atreverme a contar esta historia, ahora estoy decidido a hacerlo, y lo estoy, puesto que ya no tengo nada que perder, ya lo he perdido todo; primero perdí una amiga, luego perdí a mi mujer, ahora me he perdido yo, y creo, después de todo, que al final, a cada cual se le ve feliz con lo que tiene. La última vez, la amiga, Mónica, se había convencido de ciertos placeres conmigo, de ciertos gustos que nos queríamos dar, cuestión sumamente complicada, porque como ya se sabe, ella era una amiga de las más importantes de mi mujer. La Móni había vivido cerca de la casa familiar de mi mujer por toda la vida; a pesar de la poca frecuencia con la que se veían, había algunas adicciones que en algún momento les provocó esa estrechez en la amistad. Aquella ocasión era casa de sus papás; mi mujer, Móni, y otra pareja de amigos, compramos, como siempre, para celebrar nada, varias botellas de alcohol; como dije, para celebrar nada, era algo que acostumbrábamos a hacer, tomar sólo por tomar; los que eran pareja fueron quienes compraron una botella de ajenjo color verdoso; Móni, mi mujer y yo, una botella de whisky que traía otra más pequeña de regalo. Llegó el momento en que se acabaron esas botellas de alcohol y fuimos a buscar otro Absenta, como ya no hubo, nos trajimos otra de whisky con la misma botellita de regalo, aún no se acaban estas nuevas botellas cuando la pareja decidió irse a su casa, y mi mujer a dormir. Sus padres esa noche no llegaban, y aunque nosotros vivíamos en otro lado, mi mujer tenía las llaves de esa casa,
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Minicolección de historias de amor y tanto a mí, como al resto de nuestros amigos, nos gustaba reunirnos ahí por ser más amplia y cómoda. Ella tenía aún su propia habitación. Nos quedamos solos la Móni y yo, y empezamos a juguetear con la conversación con toda la intención de ponernos calientes, no se necesitó mucho, en seguida nos prendimos y comencé a tocarle un pecho por encima de la ropa, en poco tiempo ya estábamos pegados en un beso sumamente cachondo y erótico, le seguí tocando los senos pero ahora por debajo de la ropa, ella gemía a la par que me seguía besando, me empezó a tocar el pene por encima del pantalón, ahora yo era el que dejaba salir pequeños sonidos de placer, me desabrochó el pantalón y me lo sacó completo, el pene; me subía y bajaba el pellejo con una delicadeza excitante, su mano estaba tibia, suave, ella también escribía, es decir, su trabajo era más bien intelectual, antes que manual, por eso tenía las manos suaves, delicadas; volvimos a besarnos, y al mismo tiempo empecé a frotarle la entrepierna, por encima del pantalón, ella se retorcía, excitada, muy excitada; ahora tocó mi turno de meterle la mano por debajo del pantalón, estaba empapada, era agradable y fácil juguetear con sus labios, estaba todo tan resbaloso, en seguida encontré el clítoris y empecé a moverlo en círculos muy despacio, quería disfrutar tanto cada momento porque yo sabía que seguro no se volvería a repetir; le bajé los pantalones a la altura de las rodillas y traté de chuparle sus labios, pero me estaba siendo difícil, traté de separarle lo más que se pudiera las piernas pero fue inútil, para que eso sucediera tenía que quitarle el pantalón completo, y eso hubiera sido muy atrevido de mi parte, mi mujer dormía arriba, y aunque siempre fue de mente muy abierta, quien sabe lo que hubiera dicho, quien quita que hasta se nos hubiera unido o sólo se hubiera
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La Testadura, una literatura de paso subido a seguir durmiendo, pero también existía la posibilidad de que me mandara al carajo, y ante esto último decidí que esos pantalones se quedaran ahí, hasta las rodillas. Ella se sentó en mis piernas, erotizándome aún más con sus nalgas desnudas, me decía cógeme al oído, y mientras más se movía encima de mí, más sensual se escuchaba lo que me decía, ya no me podía contener y comencé a pensar en llevarla al sillón y darle lo que quería, en eso, se oyeron unos golpes en la puerta, y por las horas no podía ser cualquier gente; hoy en día, no logro recordar bien si yo me fui a asomar o fue ella la que supo que era su papá; lo que siguió después es que ella corrió al baño, se encerró, y ya no supe qué hacer. Fui a despertar a mi mujer para que me ayudara a sacarla del baño y a entregarla al papá, con todo, yo estaba preocupado que si la entregaba, fuera a preguntar por mi mujer y quisiera saludarla, por lo que al ser eso imposible se diera cuenta que estábamos solos y de lujuriosos. Mi mujer, al fin convenció a Móni a salir del baño e irse a su casa, saludó al papá, se dieron las buenas noches y simplemente se fue otra vez a dormir, sin preguntar nada.
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ENTRE MURMULLOS, TRANCAZOS Y GEMIDOS Desperté esa noche porque creí oír sonidos de placer en la sala, yo dormía en el desván, habitualmente ese era nuestro cuarto, éste se encontraba justo arriba de la sala. Creí que era porque semidormía, pero ya que estuve bien despierto, los oí más claramente. Eran gemidos de placer. Lo primero que hice fue enojarme, habíamos estado peleados mi mujer y yo, y recién habíamos hecho una especie de tregua, del tipo donde sobran las palabras y hay disculpas a medias, con ciertas reticencias. Mi mujer se había enterado que yo había tenido sexo con mi ex esposa, no se tuvo que enterar por otra gente, fui yo mismo el que se lo dijo en un arranque de cinismo, mezclado con un tanto de machismo, orgullo barato y unos alcoholes; eso, como es obvio, me había provocado un gran lío con ella, y en mi afán de no salir tan golpeado, metafóricamente hablando, le saqué también algunos trapitos al sol. De esa forma habíamos llegado a la tregua. A la semana siguiente de mi chistecito, mi mujer había salido a una inauguración de arte, no recuerdo bien de qué era, pero casi siempre eran de pintura; yo me había quedado en casa, no me gustaba tanto salir, bueno, siempre me ha costado mucho trabajo eso de las salidas, por lo que tengo que meterme alcohol previamente, y casi siempre llego ebrio a todos lados, entonces sí, ya soy la persona más sociable del mundo. Ese día, como ya estaba cansado de eso, decidí quedarme en casa y dormir temprano, puesto que ya sabía que había muchas probabilidades de que mi mujer se
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La Testadura, una literatura de paso trajera la fiesta a casa, la mayor de las veces lo hacíamos, después de cada inauguración; y tendría que bajar un rato del desván ya que aunque quisiera no podría seguir durmiendo, el ruido no me dejaría. Entonces de repente desperté y no había ruidos de fiesta, sino murmullos, se me hizo raro y bajé las escaleras, ahí estaba Mónica con otro amigo, Jacob, ambos en plan de enamoramiento. No veo a nadie más, y sigo hasta la cocina, ahí me encuentro a mi mujer también hablando bajito con un tipo que, aunque conocía, no terminaba de caerme bien. Eso me dio mucho coraje, me acordé de la tregua y sentí que se estaba rompiendo, yo ya estaba ciscado y esperaba el desquite por parte de mi mujer, aunque a ella nunca se le hubiera ocurrido semejante cosa. Enojado como estaba fui a la sala, agarré a Jacob, lo llevé hasta la puerta de salida, corriéndolo; no recuerdo con qué pretexto lo corría, pero alguien me las tendría que pagar. Como decidió no ponérmela fácil y no irse, tuvimos que agarrarnos a golpes, y bueno, como ya sé que mientras los mantenga a distancia de mí a puro golpe directo a la cara hay posibilidades de que salga victorioso, porque si me pescan y me quieren tirar es muy fácil que lo logren; yo en teoría sé tirarlos, pero a la hora de la práctica siempre hago lo contrario de lo que debo hacer y se las pongo hasta más fácil, por lo que me tiran rápido y ya en el suelo soy causa perdida. Esta vez me funcionó, y se fue aquél sangrando y con la dignidad por los suelos porque en un momento de euforia salió la Móni y le gritó quien sabe qué tantas cosas ofensivas. Y de nuevo, a la semana siguiente, es decir, a quince días de la dichosa tregua, fue que me despertaron los gemidos; yo seguía ciscado y como era de esperarse, me encabroné, mi mujer otra vez había ido a una inauguración…; entonces, esta vez los oí justo debajo
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Minicolección de historias de amor de las escaleras, por lo que rápido me levanté y me asomé, en bóxer y sin ponerme las chanclas, y lo que vi en la parte de abajo me dejó todo sorprendido, era mi mujer y la Móni desnudas sobre un saco de dormir, la de los gemidos era Móni, que semiconsciente por el alcohol, dejaba salir esos gemidos de placer, al mismo tiempo, mi mujer le frotaba sus labios vaginales. Volteó hacia arriba, me vio y me dijo que bajara, lo hice; me agarró la mano, hizo que la pusiera donde ella tenía la suya y me encaminó a darles los masajes debidos en su clítoris, la otra, extasiada; entonces yo pregunté sobre lo que estaba sucediendo y ella sólo me alcanzó a contar que habían salido ya muy ebrias de la inauguración y que en el jardín que queda camino a la casa se habían dado cuenta que una de ellas ya no traía sostén; por cierto, en total eran tres, nada más que a la casa sólo me llegaron dos. Yo seguí manoseándola como se debe, acariciándole las tetas, chupándoselas y casi en seguida la penetré; mi mujer ya se había quedado dormida; al principio no se dio cuenta que estaba siendo cogida, pero después reaccionó y me preguntó por mi mujer, por lo que le enseñe que dormía junto a ella, entonces ya no le importó nada más y siguió dejándose coger. Ella, como ya estaba excitada no tardó mucho en venirse, yo aguanté un poco más pero también llegó el momento de venirme y me desparramé encima de su barriguita. Se quedó dormida con toda la leche encima y yo me acomodé también para dormir al lado de ella, imaginándome como sería el despertar del día siguiente, si habría sentimientos de culpa, si amaneceríamos todos avergonzados, o cómo sería. Así me quedé dormido. Yo tengo el sueño ligero y fui el primero en despertar, luego Móni, que se levantó y fue al baño, y al último mi mujer. Todos funcionábamos normal, sin na-
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La Testadura, una literatura de paso da que alterara nuestro deambular diario. Regresó del baño la Móni y nos dijo –Quieren desayunar en el mercado de La Cruz- y como le dijimos que sí, salimos de la casa, nos subimos a su carro, se echó de reversa, le pegó al poste, y arrancó, sin la menor preocupación. Ahora Móni vive en otra ciudad donde ha triunfado como escritora, mi mujer me corrió de la casa por otros motivos, y a mí me resultó un problema médico que traía desde nacimiento pero que se manifiesta en las personas de alrededor de los cuarenta y que me tiene con medio cuerpo paralizado.
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UN EXTRAÑO SABOR A MIERDA Esa noche ya estábamos bien pedos, como era nuestra costumbre, Ana, me imagino que ya dormía junto al bebé, yo vivía con ellos; cuando recién me separé viví primero en otro lugar pero después ya no pude seguir pagando la renta y ellos me ofrecieron su casa, y como coincidíamos en que nos gustaba el alcohol, pues muy seguido nos poníamos bien pedos, sólo que esa noche fue diferente, después me fui a enterar que a mi amigo le gustaba la onda swinger, pero esa noche me sorprendí que sugiriera un trío con su esposa, yo le dije que sí sólo por darle el avión, entonces él se fue a la habitación que compartían, se oyó que hablaba algo con ella, parece que se resistía, luego él regresó a la sala y dijo que en un momento venía. Yo, aunque mi primera reacción fue ponerme nervioso, también la situación me estaba excitando, hablamos aún un poco antes de que ella apareciera, cuando ya estaba a punto se asomó, le dijo algo a su esposo y se fue al baño a lavar. Ya que salió traía muy poca ropa, no la recuerdo bien por mi estado de ebriedad pero seguramente llevaba tacones y medias, ese era el fetiche de mi amigo. Nos empezó a bailar muy sensual, creo que no había música, al menos, no la adecuada pero ella no escatimaba en intentar verse sensual, a pesar de que la embargaba la incomodidad de la situación; no sé si esta incomodidad era por mí o siempre era así en todas sus otras experiencias swinger, si así era debía de ser algo extremadamente cachondo y excitante porque, aunque no se le puede poner algún pero a una mujer experta en esos menesteres yo, personalmente, prefiero esa combinación de timidez, nerviosismo y voluntad por
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La Testadura, una literatura de paso verse sensual. Mi amigo le sugería que hacer y ella lo hacía, siempre indecisa de si hacerlo o no, eso de algún modo era erotizante; nosotros nos desnudamos y ella se subió arriba de mí en el sillón, yo aún nervioso le masajeaba las tetas, le daba uno que otro beso en la boca; mientras, mi amigo le acariciaba las nalgas. Luego, cambiamos de posición, ella estaba con la espalda en el sillón, yo con mi cabeza entre sus piernas, con mi lengua dentro de su vagina, labios con labios y, al mismo tiempo, su mano le agarraba los huevos y el pene a mi amigo, alternando los masajes de cuando en cuando. A mí no se me paraba e intentó el sexo oral, bajo las órdenes de mi amigo, obviamente; me lo chupaba muy rico, como debía de ser, su saliva se sentía caliente, igual que su lengua, con ésta recorría el anillo que forma la cabeza del pene y luego lo pasaba por el resto de la cabeza, y daba pequeñas succionadas, como si me quisiera sacar la leche poco a poco, era una experiencia deliciosa. La verdad, mi amigo siempre se ha conseguido unas mujeres que aparte de ser muy jóvenes y bellas, están muy sabrosas. Él es catedrático de una Universidad y sus conquistas siempre han sido sus alumnas, el problema es que siempre termina casándose con ellas, teniendo hijos, separándose y manteniendo a la ex esposa y al hijo, lo que no sale nada barato, mantener a una como quiera, pero ya varias, es algo para pensarse. Ana seguía haciendo la lucha para que la verga se me parara, pero no lo estaba logrando, al mismo tiempo, yo hacía todo lo que podía para no quedarles mal, ni quedarme mal; como era de muy buenas proporciones había de donde agarrarse, y eso lo aprovechaba; intentamos varias cosas, entre ellas yo le chupaba las tetas, eso para mí siempre es una delicia y me
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Minicolección de historias de amor emociono más cuando la chica es de grandes senos, ella al principio no quería, después me di cuenta por qué, le salió leche, aún estaba amamantando pero parece que ese no era el problema, sino que le dolía, era algo que no sabía, que cuando están lactando y uno les chupa y succiona los pezones duele, es bueno saberlo; hay mujeres a las que les excita el dolor, al parecer ella no era una de esas, cuando le dolió pidió a él que me dijera que parara, en eso mi amigo me pidió que parara y brevemente me explicó el por qué; sin darme cuenta, yo también estaba recibiendo órdenes de mi amigo; que si hazle esto, que si aquello; que a ver, los quiero ver así, ahora asá; en esas estaba cuando me pidió que le chupara el ano, lo que hice sin chistar, soy muy facilito y no necesito en estas cosas que me insistan mucho, a ella se le vio apenada, en cambio yo, cuando acordó, ya le tenía toda mi lengua adentro; se empezó a excitar mucho, creo, nunca me han metido la lengua en el ano, pero me lo imagino porque se empezó a mover más y más, frenéticamente, a tal grado que en una de esas me aventó de un pompazo, yo creo con ánimos de que la lengua se introdujera más de lo que ya la tenía y terminó tirándome al piso, caí como a dos metros de distancia y el bote de basura cayó encima de mí, para entonces, ya estábamos en la cocina. Intentando darme una última oportunidad, ya que con todo eso no había logrado tener una erección que me permitiera penetrarla, mi amigo nos pidió que nos fuéramos solos a la habitación que usan los hijos de la ex esposa cuando van de visita, lo hicimos, y en esos momentos yo ya casi conseguía la erección pero iba a ser un trabajo que requería concentración y más tiempo, y pues no tuvimos mucho antes de que abriera la puerta y me dijera que ahora le tocaba a él, y me quitara de encima.
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La Testadura, una literatura de paso Por lo que comprendí que ya se había acabado la fiesta y me fui a mi cuarto a intentar dormir, con una sonrisa en el rostro por lo que acababa de pasar y con ese extraño sabor y olor a mierda, que se me había quedado en la lengua por haberla metido en el culo de esta mujer; son de esos sabores y olores que ni te gustan pero tampoco te molestan; es como un olor a sobaco, te atrae pero eso no significa que te guste.
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LOS PILONES RECICLAJE El amor no muere siempre queda algo de él latiendo en la basura, para comodidad de todos.
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SIN TÍTULO Escribo imaginerías me lleno de maldecimientos pienso loqueriendas y transcurro fuera de mí.
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Mario Eduardo Ángeles (1978, Querétaro) Director y editor de La Testadura, una literatura de paso. Escritor y poeta que atraviesa ahorita por un bloqueo creativo, y con ánimos de no querer recuperarse jamás. Empezó a escribir desde chico y ganó algunos premios municipales y estatales, pero ninguno que valga la pena. Desde muy joven perdió la fe en el sistema y ahora está a punto de perderla en la escritura, se la ha pasado la mayor parte de sus años disfrutando de la vida, como para perder el tiempo escribiendo.