La Testadura no. 43: Eduardo Rendón

Page 1


Coordinación editorial: Mario Eduardo Ángeles. Ilustraciones: El Pulpo Santo. Textos: Eduardo Rendón. Consejo Editorial: Miguel Escamilla, Salvador Huerta, Pedro M. Serrot, Erich Tang, Mo. Eduardo Ángeles, Jesús Reyes. Agradecimientos especiales a Roxana Jaramillo, a Paulina Romero, a Tzolquín Montiel, a Diana Enríquez, a Cristian Padilla, a Ojos de León y a David Morales por los apoyos recibidos. Contacto: late stad ur al ite rari a@ g mai l.c om late stad ur lite ra ria@ hotm ail. co m México; Junio 2013. Síguenos por Los derechos de los textos publicados pertenecen a sus autores. Cuida el planeta, no desperdicies papel.






CONTENIDO A esta hora nunca hay nadie Escatología hiper-romántica Happy Yonkie


por Eduardo Rend贸n


A e s ta ho ra

n un ca h ay na die


A esta hora nunca hay nadie A esta hora nunca hay nadie. Al menos eso parece mientras camino por la parte tangible de mis zonas obscuras, o de esos paisaje de madrugada, tan parecidos en cualquier ciudad cuando uno despierta en un baldío o en la banqueta, casi siempre borracho, o ya de plano con la resaca; y esa desesperación que convierte a un homeless sin pretensiones, en la persona más peligrosa en muchos mundos a la redonda. Pero no hay nadie, o eso me imagino, porque si no hay nadie, ¿quién conduce los automóviles? Pues siempre hay al menos

La Testadura

10


uno en movimiento. ¿Quién duerme, o coge, o asesina, o se esconde en esas cuevas, chozas, aldeas, templos, casas, edificios, ciudades? Perros. Ya no hace falta cuidarse de ellos, desde su conversión al vegetarianismo, no necesitan estimular la producción de carne humana a través de los sueños en donde crean eso que llamamos realidad. Desde que alcanzaron ese último reducto de poder: el control de su actividad inconsciente (que al menos en los humanos, es la encargada de la vida onírica —como decimos en esto que llamamos lenguaje y que usamos para La Testadura

11


confundirnos y jodernos cada vez más rápido y con menos estilo—), han dejado inerme la estática pasiva del … ¿Cuándo fue la última vez que un perro soñó? No hay rastros de la última polaroid. La entropía se aceleró al comenzar a chocar las diferentes realidades que producían los viajes oneironautas de los perros puros, y los resultantes de las extrañas mezclas que los humanos desvirtuaron al tratar de sobrepasar la realidad impuesta. Basta recordar los estudios y experimentos, que sobre ciertas sustancias conectoras como la malteada de fresa, la psilocibina, la mezcaLa Testadura

12


lina y la dietilamida 25 del ácido lisérgico y el chamoy, realizaron las tribus de exiliados mentales en cada reducto neuronal que les era vedado. Como en el caso del tipo llamado Platón. ¡Tanto tiempo para comprenderlo! Él lo sabía y por eso pretendía crear un mundo real a través de ideas; y qué decir del otro: Aristóteles y su realidad más allá de la realidad. Lugar común. Tinta sobre papel. ¿Qué es la metafísica sino la idea que crea la realidad? Murmullo escuchado durante el colapso de sinapsis alteradas con métodos de odio barroco La Testadura

13


reductivo, y valemadrismo esquemático prediseñado como resultado de los traumas infantiles, y en previsión de los traumas de la edad adulta. No hay que olvidar ese ensayo seminal del Dr. K. Dick (ahora sabemos, perro convertido en androide en algún mal sueño durante la guerra fría, época en la que los sueños de los perros eran tan ruidosos y confusos), que jugó el complementario papel de confundirnos y abrirnos los ojos. Si los androides sueñan con ovejas eléctricas, ¿con qué sueñan los perros? Pero algún perro debe seguir soñanLa Testadura

14


do, bajo toneladas de basura. Qué realidad tan irreal, la producida por los sueños de perros marinos, o anfibios, o con alas, o de qué otra forma podría seguir aquí, seguir, aquí… La realidad no existe, y si existiera, los humanos estarían imposibilitados a percibirla, y si la percibieran, si fueran capaces de… la corromperían para poder soportarla. Ahora me queda claro, los humanos sí tenían finalidad: ser carne, carne para los perros. Y ahora que los perros son vegetarianos y sueñan en blandito y jugoso, qué hago yo en la calle, a esta hora en que nunca hay nadie…


Es ca to l og í a

hip e r - rom á nti ca


Escatología hiper-romántica Me he comido a mí mismo. Mi sangre, mi semen, mi mierda. He probado mi pelo, mis uñas y hasta un poco de carne: células muertas, epidermis que alguna vez formó parte de mi cuerpo. He bebido pus que me salía de las heridas, aunque dijeran que otros organismos estaba digiriendo. La bilis, que no tuve que tragar pues ella me tragaba siempre; el mito proteínico de la orina, mi sudor y mis lágrimas, mis lagañas; y La Testadura

17


sobre todo, sobre todos, tragarme tu ausencia, es decir, mi soledad.

La Testadura

18


H a p p y Yo nk ie


Sara me redujo a quince centímetros. Me llevaba a la tienda en el bolso. Yo podía mirar a la gente por los agujeritos de ventilación que ella había abierto en el bolso. Ahora bien, he de decir algo en su favor: aún me permitía beber cerveza. Quince centímetros, Charles Bukowski.

La Testadura

20


Happy Yonkie Salgo del Gusano Bar tras unas horas de calentamiento yonkie. Puede ser cualquier hora: es cualquier hora. Tomo aire, y me dirijo surfeando sobre la suela de mis zapatos, mar de concreto abajo, a ver si tengo suerte en pendientes más exquisitas y que involucren carne de fémina, ahora que la de duende es tan escasa. En algunas ocasiones, con el suficiente impulso y un poco de técnica, si uno está en el lugar correcto en el La Testadura

21


instante adecuado, puede deslizarse en una adictiva espiral de placer; en otras, la mayoría, se termina aplastado por toneladas de agua, de humanos, de malilla, de resaca, o en el peor de los casos, enterrado en deseos insatisfechos. I always wanted a t-shirt like this, me dice la única paradita* gringa en toda la Coahuila, cuando me detiene a media calle, y posterga mi habitual recorrido a esos templos del deseo (que con los suficientes rezos en efectivo se convierte en gozo total), que abundan en Tijuana. Siempre quise una camiseta como ésta, me repite en español, y me La Testadura

22



propone se la dé a cuenta de una chupada. 10 dólares de descuento por la camiseta en el blowjob no es mal trueque, pienso, y al momento recuerdo el costo de algunas venidas, sobre todo, que muchas mujeres no me la chuparían, ni por todo el oro del mundo. Una camiseta marca Crónica, impresa en La Maquila por Alejandro Zakarías, aka el fabuloso Dr. Tamarus, con un arco iris en 3 tonos, y el letrero consigna happy yonkie por todo el pecho; más 5 dólares y un par por el cuarto, me parecen muy buen acuerdo. La gringa está borracha, me la imagino de regreso a San Diego, o a su La Testadura

24


cuartucho, con camiseta nueva y un poco de semen de más en su pastosa lengua, semeja una víbora envuelta en su propio veneno, se revuelca arrastrando las palabras con ella. Yur ma frend, balbucea al vacío la güerita, ya en el cuarto, intentando atrapar mi verga con su ebria bocaza entre hipidos y cabeceos. Parece una pelea de box entre dos apéndices: mi verga y su lengua. Ninguno atina a dar un golpe certero. Yo tengo las manos muy ocupadas arreglándome la almohada: quiero comodidad excesiva como en cualquier porno que protagonizo, aunque sea sin cámaras, casi siempre sin La Testadura

25


cámaras. Siempre quiero todos los placeres al mismo tiempo: me acomodo sobre la cama del mísero cuartucho y procedo a prender un enclenque churro de a dólar. Hago los máximos esfuerzos con el estómago, las piernas y el esfínter, para mantener bailando a mi gallo; aunque se ve labor imposible soportar el peso del adversario, en un peleador con apenas 15 centímetros de altura en posición plena de pelea, cuando el contrincante tiene además la carga inevitable de varios kilos incluidos en la cabeza de la gringa dormida. Logro prender el toque y me lo administro con una sola La Testadura

26


mano, boto el encendedor para levantar de la barbilla a la tipa (¡ah cómo extraño a la duendecilla que adoraba chupármela, y me obligaba a jalarla del pelo y darle amorosos bofetones!), e iniciar un combate real cuerpo a cuerpo, lengua contra verga con límite de tiempo y la primera vencedora, algunas veces en forma precoz. No atino a pensar en un enfrentamiento de este tipo con otras reglas: su boca eyaculando sobre mí, aunque tenga que concentrarme y ayudarme como sea para ganar, siempre gano. Hasta el momento, ninguna mujer ha vomitado sobre mi verga (recuerdo a La Testadura

27


aquella que decía que tenía sabor a sartén viejo, disfrutaba mucho mamándomela, pervertida lame-trastes). Me quito la camiseta y se la doy mientras vuelvo a despertarla, ahora sí con los puros vaivenes de mi peleador, espero reanimarla de su borrachera y postergar un poco esa mona implacable que la domina. Yes, I´m a happy yonkie too, dice. Se espabila un poco y atiende la batalla con unos ánimos que no le duran mucho, pues el trabajo de sube-baja la arrulla y lleva de regreso a cerrar los ojos, y no como guiño, señal de concentración de actriz porno o mamadora conLa Testadura

28


vencida, sino porque esta batalla se decide por la ausencia: de conciencia y espabilación de su parte, y falta de estímulo en la mía. Tiene una cara preciosa a pesar de lo ajetreado de sus últimos años, sobre todo en Tijuana (como constataría tiempo después, al abortar una orgía con unos amigos que no se la quisieron tirar al descubrir los verdugones del látigo de su marido, sus clientes y la chiva, habían plantado como paisaje permanente de la decadencia en ese cuerpo, un bocado de primera apenas unos años atrás). Me hago una chaqueta a buen ritmo sobre la parte de mi verga La Testadura

29


fuera de su boca, mientras invento un recuento de su vida: nace en un hospital muy nice en el mejor barrio de Tijuana: San Diego. Una infancia feliz, incluso si se toma en cuenta la violación de su padre, y la tradición marine de los machos de la familia. Una chica muy popular en High School y mejor porrista durante varios años, iniciación sexual oficial a cargo de la línea defensiva del equipo, y un spring break tras otro en Rosario Bich, hasta ese, cuando la religión yonkie la alcanzó. Casi puedo sentir la primera vez que una hipodérmica eyaculó dentro de ella su carga. Acelero La Testadura

30


rumbo a la meta: ¡más velocidad! Aunque esta batalla es a un asalto, ha tenido sus diferentes fases. Como ya he acabado con el churro, ahora uso la mano para detenerla del pelo y ayudarle a subir y bajar un poco pero sin llegar a despertarla. Lo demás de su vida no es de imaginarse, es el común histórico de los yonkies: cuando se empieza ya no hay regreso, así, es mejor disfrutarlo e intentar ser un drogadicto feliz que un adicto amargado. La imagino muerta, sin aliento, sin voluntad ni movimiento, a no ser el generado por mi cuerpo a través de la extensión de mi ego. Está La Testadura

31


muerta. Termino en la boca de una muerta. Termino. Yo tambiĂŠn estoy muerto y tengo una sed abismal. La despierto y regreso al Gusano a cazar la siguiente ola. * Paradita: las mĂĄs verticales al momento de cazar clientes, y baratas dentro de la clasificaciĂłn de sexoservidoras.

La Testadura

32





De mano en mano, de pantalla en pantalla

ÂĄQuĂŠ la voz corra! La Testadura, una literatura de paso, hecha para olvidarse en salas de espera y/o lugares pĂşblicos.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.