Léeme.
“Si uno no es un gran lector, no sé yo cómo se enfrenta a un libro de Laclau” Entrevista a Elvira Navarro
UNIVERSIDAD DE VERANO INSTITUTO 25M DEMOCRACIA Universidad deLA Verano Instituto 25M Democracia TRIVIAL
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LA TRIVIAL SOCIEDAD. POLÍTICA. HISTORIA. LITERATURA. CULTURA. EMOCIÓN.
Universidad de Verano
www.latrivial.wordpress.com @LaTriviale
COORDINACIÓN Y DISEÑO: Enric Parellada CONSEJO DE REDACCIÓN: Roc Solà, Pau Baraldés, Mercedes Martínez Modroño, Álvaro Callejón, Julia Aguiar, Enric Parellada, Víctor Guerra, Jordi Romano, Jesús Agui Fuentes, Rodney Lluglluna, Álex Olalde Loureda, Lore Purroy, Laura Villaverde Rodríguez, Iago Moreno, Lucas Pardo, Luis Javier Ruiz-Cazorla, Alejandro Fernández Monasor, Miguel A. Ortuño y R.G. Celma FOTOGRAFÍA: Frederic Sala
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Por Roc Solà
En 1927 Stefan Zweig publicaba Momentos estelares de la humanidad, cuyo título original es Sternstunden der Menschheit, un libro que a te susurra en el oído una gran verdad. Una verdad verdadera. Tanto en la historia como en la vida. Todo lo que de esencial, todo lo que de duradero se consigue, se da siempre en los pocos y extraordinarios momentos de inspiración. Tanto en la vida como en el arte, los momentos sublimes, inolvidables, son raros. Por eso, este número especial de La trivial es osado, porque pretende plasmar uno de estos momentos estelares del 2015. La épica que subyace en la revista, que tengo la suerte de presentar, tiene
que ver con la resistencia a un calor africano en la metrópoli mesetaria, a la aventura frenética de tomar un tren sellado desde la mediterránea ciudad de Barcelona, pero, sobre todo, con la ilusión por la resurrección de las ideas y el debate en tierras ibéricas e incluso europeas. Aquel fin de semana universal. Aquellos días de los que Oscar Wilde hablaba cuando decía que “a veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante”. Todo se concentra en un instante, primero se vuelve viscoso, pasa a ser denso y explota como el Big Bang. Esta revista es un comienzo. Adelante.
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SUMARIO 3. Editorial Roc Solà 6. Conocerte como conocer el sueño de una noche Pau Baraldés 10. La tarea Mercedes M. Modroño 12. ¿Dónde estaba la juventud? Álvaro Callejón 16. La visión de una voluntaria Julia Aguiar 20. Discurso urgente de desahucios para gente decente Enric Parellada
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26. Gestos, palabras, sonrisas, aplausos Víctor Guerra 28. La fábrica del zombi Enric Parellada 36. El concepto de hegemonía Jordi Romano 40. Podemos, la clase media y la conciencia Jesús Agui Fuentes 44. Sobre lobos y bárbaros Mercedes M. Modroño 50. El contrato único: para empobrecerlos a todos Rodney Lluglluna 54. La política para un chico de 16 años Álex Olalde Loureda 55. Dejar atrás la pasividad Lore Purroy
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58. Políticos o estrellas mediáticas Laura Villaverde Rodríguez 60. Entender el momento populista Iago Moreno 64. La centralidad del tablero Álvaro Callejón y Jordi Romano 70. Caminante hace su camino, el carril su conductor Lucas Pardo 74. El poder de la ironía frente a la ironía del poder Luis Javier Ruiz-Cazorla 76. Feminismo y hegemonía Alejandro Fernández Monasor 82. ¡Ahora es cuando hay que andar, carajo! Enric Parellada 88. Días en el diván Roc Solà
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¿Te atreves a jugar?
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90. Corrupción y deporte Luis Javier Ruiz-Cazorla 98. El educador de manzanas Miguel A. Ortuño 101. La era digital y la democratización de la cultura R. G. Celma 105. “Si uno no es un gran lector, no sé yo cómo se enfrenta a un libro de Laclau” Entrevista a Elvira Navarro 110. Que lo lea tu tía Enric Parellada
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Por Pau BaraldĂŠs
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Conocerte como conocer el sueño de una noche y enamorarse como lo hacen los enamorados, los mismos árboles pintados por la luna, las mismas sábanas, las mismas palabras de siempre.
Creer en algo extraordinario y recuperar el sentido y el gusto por la miel blanca de la leche, yo siempre he pensado en eso de qué pensarán los bancos, los pájaros, las colillas.
Celebrarse uno mismo, bañarse en un lago tan insondable como un bosque de vocablos, sentir que no fuiste mía pero que fui tuyo como este sueño de verano, como mis versos, como mis manos. LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
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La tarea Por Mercedes Martínez Modroño
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Madrid, finales de Julio de 2015. La metáfora es un melón, y hace calor. Todo el mundo sabe de las virtudes refrescantes y nutritivas del melón. También las ideas son nutritivas y todo el mundo sabe que las ideas ayudan a digerir los tiempos. Cuestionar el Más Platón y menos Prozac de la angustia individual para llegar al “Más Laclau y menos austeridad”, o, menos sonoro pero más justo, “Más Mouffe-Laclau y menos austeridad” de la hegemonía emancipadora, o de cómo se nos olvida que la filosofía también es necesaria y nutritiva y que sin eso nos quedamos en casa y se nos olvida que somos pueblo y somos muchos y que las muchas que hacemos el pueblo tenemos ideas pero tenemos muchas más ideas cuando prenden en la escucha y vuelan al diálogo. Y así saber, y constatar, que cuando hace tanto calor que ya no podemos soportarlo, la gente es capaz de coger el melón y repartirlo, para con equidad y justicia apagar la sed y alimentarse. Y luego acaba la Universidad, y se sale a la realidad, y en la realidad, que no suele ser dócil sino locuaz, pero que siempre es sorprendentemente real, aparece un mendigo en el metro, depauperado, arrastrando los pies lastimosamente, con un vaso de cartón de esos que no son reutilizables manoseado
y arrugado, pidiendo limosna, y porta en su espalda sobre el polo de la Universidad San Pablo Ceu: “Cada historia de talento empieza con una ilusión. Haz realidad la tuya. Banco de talento”. Un polo que, en contraste con quien lo viste, está muy nuevo y muy blanco y permite deducir que a su primer dueño no le hicieron falta ni la prenda ni el lema porque tenía otros mecanismos y privilegios para hacer realidad sus ilusiones; y probablemente otros bancos no tan espurios como el banco de talento pero sí mucho más afines a la casta. Performance espontánea para ilustrar en concreto la ponencia de Jorge Moruno y Jorge Lago y en general las ideas que crecían en las aulas, síntesis de un calor asfixiante y una realidad que se impone a las mentiras talentosamente diseñadas por un relato que no es el nuestro y que después de la Universidad de Verano de Podemos sabemos ver. Y, por primera vez y seguro que última, siento cierta empatía con el ex ministro Wert porque quizá era en el gobierno el visionario que supo ver las prioridades de su partido (visto que no funciona quitarse la corbata y bajar al pueblo con campechanía, casi con coleta), y la prioridad de este gobierno si quiere mantenerse es prohibir a los de abajo acceder a la educación, como entendió el incomprendido ex ministro, porque con la educación pensamos, y nos hacemos fuertes, sobre todo si los que han estudiado y ahora saben que sí se puede organizan una universidad de verano en Julio, que hace tanto calor, para que se genere pensamiento colectivo y la filosofía y el análisis agudo de los académicos nos ayude a entender los mecanismos de poder que nos están asfixiando, y que todas
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sepamos que el melón está ahí, al alcance de la mano, y hay que decírselo a la gente, que es urgente, que los melones los están acaparando unos pocos en secreto y que nos quieren quitar hasta la sombra. Y ahora, el día después, hay que salir a la calle y empezar a cambiar los discursos con los que entendemos la realidad. Entender que podemos construir un discurso hegemónico con el ingrediente insustituible de la mayoría social, que ese discurso no nos lo va a dar nadie, porque precisamente porque todavía no existe llevamos décadas inmersas en la desmovilización y el derrotismo. Décadas que el poder financiero no ha desaprovechado en fortalecerse. Y gracias a la universidad entendemos mejor los mecanismos por los que este poder financiero es capaz, no sólo de drenar nuestras economías caseras, sino de imponer a los parlamentos, cada vez con más garantías, su perversa voluntad. Y sabemos que tenemos que reinventar una transición democrática que le dé de verdad el poder a la gente. Hemos destapado las mentiras trapaceras del poder, y hemos visto que son telones burdos que se caen al primer tirón. Hemos estado cuatro días destapando mentiras que se legitimaban por el sentido común neoliberal, ficciones culturales y ficciones técnicas que nos tenían inmersas en la confusión de lo que no puede entenderse. Nos han faltado todas las charlas a las que no pudimos ir porque había otra que parecía más interesante, hemos escogido sabiendo que en septiembre podremos escuchar las grabaciones de aquellas a las que no pudimos entrar, porque no quedaba sitio ni en el suelo. Aunque hiciera calor, teníamos que abrir el melón y tenía que
ser entre todas. Hemos aprendido a hacer otro relato de lo que vemos, hemos visto las equivalencias entre un desahucio, una vida laboral precaria y errante, o una bancarrota porque ha bajado el precio de la leche y las vacas ya no dan para pagar los créditos. Y que unas elites a las que les preocupa, lógicamente, perder el poder, se han estado enriqueciendo durante estas décadas de desencanto político. Que había melón, pero que se lo comían cuatro mientras los del montón se deshidrataban. Y hemos aprendido tanto porque hemos escuchado no de sabios engolados, sino de gente. De gente como nosotros, porque aprendemos más de quien está abajo como nosotros estamos y entramos en esa zona de desarrollo próximo en el que las ideas nuevas encajan en lo que estábamos a punto de saber, en lo que intuíamos pero no sabíamos nombrar. Ahora le ponemos nombre a las cosas y sabemos tirar del telón de las ficciones del poder y hacernos sombra con él. Y además hemos comprendido que nuestra creatividad colectiva supera con creces la de un equipo de comunicación financiado por la banca, que no necesitamos cambiar el logotipo porque el arte que se hace en la calle es mucho más efectivo que los coches con megafonía ensuciando el aire de chorradas. Que la calle es nuestro medio natural, que la conocemos bien, que no tenemos que impostar para parecer gente normal porque nos sale de todos los poros. Hacía muchísimo calor en algunas aulas, a finales de Julio, en Madrid, pero todas nos quedábamos escuchando. Seguir aprendiendo y compartir el conocimiento, seguir en un diálogo colectivo para la mayoría. Ese es el melón, esa es la tarea.
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¿Dónde estaba la juventud? Universidad de Verano
Por Álvaro Callejón
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Vaya por delante que la Universidad de Verano organizada por el Instituto 25M fue una de las mejores experiencias que ha vivido quien escribe estas líneas, sobre todo a nivel intelectual. El intercambio de ideas y el espacio de discusión pasaron de ser un tópico de la retórica a una realidad, y puedo asegurar que surgían, casi de manera espontánea, debates que se prolongaban durante horas.
Ahora bien, a mí me gustaría hacer notar, con la actitud pesimista que a veces hay que adoptar, lo que considero un problema. Había algo que chocaba en todo aquello. La pregunta que rondaba la cabeza de muchos allí presentes es la siguiente: ¿dónde está la juventud? Merece la pena hacer un análisis que evite en la medida de lo posible la superfluidad. La respuesta fácil es que, obvi-
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“Y si hay un sólo adjetivo que no pudiéramos aplicar al grueso de la sociedad española joven es intelectual”
amente, y como el propio Íñigo Errejón comentaba en tono jocoso, hay que tener muchas ganas de asistir a la Universidad, en Madrid, a finales de julio, para asistir a unas ponencias... Cuando bien se podría invertir la voluntad y el dinero en pasar unos días en la Costa del Sol tomando espetos. Además, como hemos oído decir a Monedero, el socialismo, lo malo que tiene, es que te quita muchas tardes libres. En modo alguno es mi pretensión enjuiciar a un sólo joven por no haber asistido, mas creo que pone de manifiesto un problema que no podemos ignorar. Me gustaría recordar que bastante gente define a Podemos como “un partido para gente joven” (para bien y para mal). Efectivamente, en Podemos no abundan caras muy envejecidas. La expectativa mía, y de los compañeros que hice de mi edad, era de encontrar mucha más gente joven en la Universidad de Verano. Para nuestra sorpresa, las aulas estaban repletas de gente que superaba los treinta años, y para sorpresa particular, la de que hubiera tantas personas cercanas a la edad de jubilación, si no jubilados. Ni qué decir tiene que esto no me parece algo negativo, tan sólo llamativo. Y es aún más llamativo si recordamos que la Universidad de Verano fue promocionada sólo vía redes sociales y por la web. Que se sepa, no hubo información en telediarios, prensa escrita o radio de que Jorge Lago estuviera realizando semejante proyecto. El propio Lago nos confirmó que la media de asistencia había sido en torno a los mil alumnos diarios. Interrogado por la poca participación de gente joven, él admitía cierta sorpresa, pero lo justificaba alegando que no todo el mundo tiene las ganas y el dinero para pagar el viaje a Madrid (la matrícula solo valía 25€).
A mí, francamente, no me pareció convincente su respuesta. El dinero es selectivo, así como la voluntad. Creo que todo esto pone de manifiesto un problema latente de la juventud española y es la falta de implicación política por una parte, y la poca inquietud intelectual por otra. En España debería haber suficiente demanda joven como para que en la Universidad de Verano hubiera habido muchos más. Pero hay por desgracia un fantasma que sobrevuela la juventud española, el fantasma de la quietud intelectual, del ocio sencillo, del entretenimiento vulgar y directo... Personalmente, rechazo el argumento de que los jóvenes andan cortos de pasta cuando todos los festivales veraniegos agotan sus entradas, algunos meses antes de la celebración de los mismos. Por lo tanto, el análisis ha de ser más profundo. Charlaba con una mujer en el metro, que también había asistido a la Universidad. Ella me decía que se iba encantada, porque a pesar de que no había visto mucha gente joven, aquellos jóvenes con los que había charlado habían demostrado mucha preparación, implicación, desparpajo, aptitud, etc. Pero subyace una incómoda pregunta: por cada joven de estos, y siendo realistas, ¿cuántos hay que no habrían venido ni a gastos pagados? Por cada joven de estos que ilusionan a generaciones que llevan unos cuantos años más que nosotros, ¿cuántos preferirían estar tomándose un mojito en la playa de Málaga? ¿Cuántos hay que ejercerán su derecho a voto y sin embargo no conozcan el nombre de los principales cinco líderes políticos de los partidos de su país? Lamentablemente, creo que la Universidad de Podemos retrató, sin quererlo, lo que sucede, o lo que no sucede, entre los más jóvenes de España. Y pone de manifiesto un autén-
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tico reto, un reto muchísimo más grande que acabar con la corrupción, más grande aún que realizar una reforma a la Constitución antediluviana que tenemos, un reto que ni siquiera una confluencia de todos los partidos y por haber pudiera plantearse: cambiar la cultura general de un país. Éste me parece uno de los mayores problemas que tiene Podemos, y es que es el partido que España necesita, pero quizá no el que se merece. En este aspecto, creo que lo máximo a lo que aspira Podemos es, si llegara al poder, realizar una legislatura tal que hasta a los más jóvenes les resonara un mantra en la cabeza con el mensaje “al final éstos eran lo bueno” (o, al menos, no eran tan malos). Pero no sólo esto: ¿hasta qué punto puede un partido como Podemos conectar de verdad con los jóvenes? Una cosa es conseguir el voto —que ya de por sí me parece
una tarea complicada por el bombardeo de todos los principales medios de comunicación que saca provecho de la poca lectura crítica por parte de los más jóvenes— y otra conseguir una identidad entre el ciudadano de entre dieciocho y veinticinco años y el partido. Porque recordemos que si hay un sólo partido que pudiéramos calificar (siempre en sentido amplio, e incluso vulgar) de intelectual es Podemos. Y si hay un sólo adjetivo que no pudiéramos aplicar al grueso de la sociedad española joven (y casi que en general) es intelectual. Quizá por eso tantos asistentes, charlando cuando el programa finalizaba cada día, nos sintiéramos en una nube. Efectivamente, la Universidad de Verano nos transportaba a un limbo intelectual donde no parábamos de aprender los unos de los otros, de debatir sobre temas muy diversos que trascendían la política por todos lados, de recomendarnos libros, y por supuesto de reírnos, pero incluso en esto último se advertía
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algo de diferente. Parece que el humor ya no era el humor zafio y simple que muchas veces nos caracteriza, sino que pareciera que en lo chistes también se exigía cierta lucidez por parte de los interlocutores. Sin embargo, cabe una interpretación, muy a mi pesar demasiado legítima, según la cual estos cuatro días supuso una suerte de oasis en el desierto. Hay preguntas que hay que realizarse incluso cuando la fiesta está en el mejor momento. Muchos de nosotros disfrutamos tantísimo esa experiencia porque no estábamos acostumbrados a encontrarnos a chavales (valga el aparente elitismo) “como nosotros”. Cabe preguntarse, entonces: “Diantres, ¿por qué lo disfruto tanto, si tampoco debería ser esto nada del otro mundo?”. Realmente, nada te priva, a priori, de debatir e intercambiar ideas con gente de tu edad, ya sea acerca de política, economía, derecho, filosofía, etc. Luego, ¿por qué tanta gente
se sentía como si estuviera en libertad? ¿Es por la mera afinidad ideológica? No lo creo, porque bien que había diversidad de ideas también en lo político. Creo que pocas cosas hay más desesperanzadoras, incluso aterradoras, que considerar esta experiencia un bálsamo y sin embargo no me parece en modo alguno un error considerarlo así. Una reflexión en el seno de una visión amplia sobre la Universidad de Verano descubre una paradoja: fue una experiencia maravillosa, pero no debería haber sido tan maravillosa. Fue grandioso, sí, y ello porque brilló desde multitud de ámbitos. Pero hagamos notar que, en general, los espacios de intercambio de ideas y debate deberían estar a la orden del día y que la discusión, desde el respeto, sobre política y otros tantos temas de cierta relevancia en la sociedad y el día a día, debería ser una constante entre jóvenes, y no la aguja en el pajar.
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La visión de una voluntaria Por Julia Aguiar
Universidad de Verano
Toda cara tiene una cruz. Todo lo que se ve de frente tiene un detrás. El trabajo terminado necesita empezarse, mantenerse y controlarse. El movimiento necesita ser movido. Para lograr un cambio se necesita una base fija. La Universidad de Verano también tiene un backstage.
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Ser voluntaria durante los cuatro días de duración de la Universidad de Verano ha sido una de las mejores experiencias que he vivido, y eso que siempre fui una ‘voluntaria infiltrada’, ya que, en principio, yo fui una de las seducidas por la buena pinta que tenía esa programación en la que trataban tantas materias y temas interesantes que no podías resistir a emocionarte cuando lo leías. Mis ganas de aprender, de reflexionar y, cómo no, de tener la oportunidad de ver en carne y hueso a personas que habían inspirado mis pensamientos frente a la oscuridad de un techo blanco, así como generado noches de
debate hasta altas horas de la madrugada acompañada de amigos y cerveza no podían medirse, por lo que partí la mañana del 23 de julio con los treinta euros mejor invertidos de todo mi verano y un pequeño cuaderno rojo camino a empaparme de ideas que luego pudieran darme más noches en vela o generar temas de conversación más allá de los que la gente puede asociar a personas de dieciocho años. Llegué una hora antes para ayudar con el primer día de madrugón a mis amigos, quienes sí se habían inscrito desde el comienzo como voluntarios, y en ese momento y sin darme
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“Ilse, ¿no te ha dicho que aunque no sepa hablar sabe bailar de maravilla?” cuenta, me dejé llevar por una sensación de compañerismo que invadía el espacio por encima del cansancio que supone para cualquiera madrugar en sus vacaciones, por encima de lo desconocidos que éramos entre nosotros. Algunos, como mucho, se habían visto las caras días antes en una reunión de preparación. Pero ahí estábamos, y ahí comenzaría un vínculo que dejaría atrás cuatro días de verano para convertirse en amistades que pese al poco tiempo que caminaron juntas, fueron y serán capaces de mantenerse erguidas, juntas, siendo lo que de verdad representa mirar por el otro, compañerismo, igualdad y con la capacidad de lograr lo que se propongan. Terminé por aceptar mi puesto de voluntaria (olvidando así con cierta pena que al poco tiempo desapareció la oportunidad de disfrutar de las ponencias y los treinta euros invertidos) cuando realicé mi primera tarea y observé lo implicadas que estaban las personas que realizaban, que creaban y hacían posible todo aquello que me perdería pero disfrutaría de una manera diferente (de hecho recuerdo pensar “¡Yo también quiero formar parte de esto!”). Dicha tarea consistía en la preparación de las bolsas de bienvenida que se entregaban a los asistentes tras su inscripción, y fue gratificante ver como de la nada te coordinabas con absolutos desconocidos para lograr hacer una tarea entre todos de manera hipersónica, pues sólo teníamos una hora antes de que se abrieran las inscripciones. Colaboraban juntos desde el más joven al más mayor, desde los coordinadores (que eran los encargados de decirnos dónde se nos necesitaba) hasta el voluntario más inexperto… Eso sí, al terminar, preguntabas el nombre de las personas que habían estado a tu alrededor. Eso de preguntar el nombre a un compañero voluntario después de hacer la tarea, y no antes o durante parecía una ley no escrita. Podías pasarte la mañana compartiendo una mesa recibiendo prensa, ponentes o participantes y hablando de mil cosas, que hasta que no te cambiaban de lugar, no preguntabas el nombre de alguien a quien ya conocías bastante tras una mañana o tarde juntos. Otra ley no escrita era dejar la tarea que más ilusión le hacía a un compañero a ese compañero en concreto. Había gente interesada en periodismo que le gustaba recibir a los medios y aprovechar a realizar un par de preguntas. Otros querían ver una ponencia y se les adjudicaba el puesto de controlar la entrada y la salida de la sala o de reponer las botellas de agua
de los ponentes para que pudieran disfrutar de ella. También había casos de compañeros muy emocionados con la llegada de algún ponente que a ti te sonaba a chino, y se le colocaba en la mesa que recibía a las ponencias. Personalmente creo que fue una idea muy buena, pues todos siempre trabajábamos con ganas en lo que más nos apetecía. Mi experiencia personal fue dedicada a las mesas, tanto la de inscripciones (abajo del todo y alejada de la civilización a la que venían todo tipo de historias curiosas, desde un hombre que había perdido un broche con forma de gato hasta un francés con el que tuve que hacer señas), como la mesa de prensa o la de llegada de ponentes, que era la que más nos gustaba a todos, sobre todo a los jóvenes, pues nos permitía conocer a personas que admirábamos, aunque nunca los poníamos como gente que pudiera estar por encima de nosotros. Simplemente establecíamos un de tú a tú. Y destaco entre las enormes personas que conocí la cercanía y el aguante de Íñigo Errejón, la atención de Eduardo Maura, el buen rollo de Rita Maestre, y, personalmente, ese rato de charla con Eduardo Fernández Rubiño, uno de mis referentes en la lucha por lograr una sociedad mejor y prueba de que si luchas, consigues. Él actualmente es diputado de la Asamblea de Madrid con 23 años. Pasaban las horas, o los días, y poco a poco íbamos conociendo nuestras historias, de dónde veníamos, qué nos movía, nuestros defectos y virtudes. Empezábamos como desconocidos sentados tras una mesa y acabábamos descubriendo un montón de cosas en común, o en contra. Pero entre todas estas historias hay una anécdota que me gustaría destacar y que realmente me enseñó la fuerza y las ganas con las que se movía este backstage de verano. Ocurrió en mi primer día como total responsable de la mesa de inscripciones. Yo me sentía como una trabajadora ascendida al puesto más alto, pues como he dicho esa mesa era donde llegaban todos los ponentes a recoger su nombre y la pulsera necesaria para entrar. Y me encontraba, a la vez, cuidando de Ilse, una pequeña niña de cinco años hija de un voluntario y que se llevó un trocito de todos nosotros. Nos encontrábamos dibujando y atendiendo a los ponentes, cuando llegó un compañero ayudante que no podía hablar y con un círculo a la altura de su garganta que se abría como tubo hacia sus pulmones. Era una obviedad que era debido a una enfermedad, pero Ilse, al ver que no
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19 hablaba, le preguntó extrañada si era por culpa del tubo. Mi compañero, que era ya de una edad mayor pese a conservar la energía de un joven, intentó que la entendiese leyéndole los labios mientras decía ‘Es por una enfermedad. Cáncer.’ Al ver que la pequeña no lo entendía, yo le dije que era porque estaba malito, pero como los niños son tan curiosos, ella quiso saber más. Entonces y para aclararnos las dudas a las dos (he de decir que en ese momento no supe tampoco leer bien sus labios) cogió un trozo de papel y escribió esa dura enfermedad. Para Ilse era algo desconocido, así que no tuvo ningún reparo en seguir preguntándole acerca del círculo en su garganta e incluso jugar a meter la mano en él. Tiempo después llegó otra compañera y le dijo “Ilse, ¿no te ha dicho que aunque no sepa hablar sabe bailar de maravilla?” Obviamente el hombre no sabía, pero me pareció una metáfora estupenda para describir todo lo que había pasado: cómo a veces carecemos de cosas, pero sin duda podemos siempre aportar algo que hace que esa carencia no tenga la más mínima importancia, cómo ser positivo saca siempre lo mejor de nosotros y cómo siempre hay que seguir hacia delante y luchar, y saber que nada podría hacerse sin ayuda de otros. Que no somos personas sin personas. Y cuando acababa el día, todos, tanto voluntarios, como ponentes o participantes, nos mezclábamos fuera, continuábamos compartiendo, debatiendo o conociéndonos entre nosotros. Se respiraba un ambiente único, y era espectacular ya que podías dirigirte a cualquier persona, tanto voluntaria como ponente o participante, y ésta te abría los brazos para escucharte, o para acabar hablando más que tú, como ocurría con Monedero o un señor muy mayor proveniente de Asturias al que regalamos una entrada debido a su falta de medios. Dicha sensación mezclada con empanadas y cervezas junto a un núcleo irradiador con forma de ventilador para apaciguar el calor hacía las noches extremadamente deliciosas, y, por supuesto, únicas debido al gran ambiente conseguido. Claro que no todo era perfecto, pero hubo problemas en los que se volvió a mostrar un compañerismo brutal, como cuando el primer día no había suficientes tickets para que comieran los voluntarios y ellos mismos cedieron los suyos propios a otros, gente que luego se supo que había ayudado hasta con problemas médicos o, sencillamente, problemas a secas al acabar el concierto el último día. Y es que, en pocas palabras, hay un gran trabajo detrás de esos magníficos cuatro días que poca gente puede ver: gente recogiendo hasta la madrugada, paciencia frente a situaciones difíciles, mantener la organización… ¿Y sabéis qué? Aquí, en todo lo narrado, es donde veo la fuerza, donde veo el verdadero cambio. Cuando todo a mi alrededor es corrupción, gente durmiendo en la calle, empleo precario o televisión donde manda más el corazón y las noticias manipuladas, encontrar algo como esto me da esperanza. Ver a gente tan diferente, e incluso de tanto renombre, mezclada con ciudadanos trabajadores, pero que comparten un mismo sentimiento, hace que quede dulce en este pastel amargo que ahora le toca vivir a la población española. Hace que vuelva a sentir un cosquilleo en el estómago, pensar que nada se ha acabado, y que siempre habrá gente luchando pese a su falta de medios, enfermedades o cualquier situación que a priori haría mucho más difícil este camino que sólo busca encontrar por fin una ayuda para todos. Un camino que nadie dijo que sería fácil, pero que entre todos podemos hacer más llevadero a través de acciones como estas. Un camino en el que todos tienen las puertas abiertas y en el que esperamos, juntos, lograr saltar los muros. LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
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Discurso urgente de desahucios para gente decente Por Enric Parellada
El hombre feliz es aquel que siendo rey o campesino, encuentra paz en su hogar. Johann W. Goethe
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El desahucio. Todo el mundo ha oído, o bien pronunciado, esta palabra alguna vez, pero la cuestión es: ¿sabemos, verdaderamente, lo que es? Qué es el desahucio es una de las preguntas que se intentará contestar en la extensión de las siguientes líneas, aunque eso sí, no para generar una respuesta al conflicto todavía en vigor, sino para que surjan nuevas cuestiones a solucionar. ¿La acción del desahucio es una actitud honesta a los valores de igualdad, o bien es producto de una sociedad capitalista sin control? La opción de respuesta que escojo es clara y por eso creo que tanto movimientos sociales como instituciones financieras y políticas deben implicarse en la erradicación de una práctica tan desafortunada que fomenta la exclusión social. Esto es: clases marginales, desigualdad entre la población, carencia de sentido común, impedir el desarrollo vital de las familias afectadas. Desahucio: acción y efecto de desahuciar, despedir a un inquilino, como
nos cuenta la querida RAE. Por tanto el prefijo de desahuciar, palabra formada por des- y ahuciar, denota negación o inversión del significado del simple. Entonces, para intentar saber qué es desahucio, qué es la acción de desahuciar, esa que despide a inquilinas, debemos saber primero el significado de “ahuciar”, actualmente en desuso. “Ahuciar” viene de la palabra “afiuciar” o “afuciar”. En latín fiduciare, que significa avalar. Mientras que en el español contemporáneo, a pesar de ser de nuevo otra expresión en desuso, “afuciar” significa garantizar, afianzar o, también, avalar. Todos estos términos más comunes, y por supuesto conocidos, en el vocabulario de uso activo del español, los podemos relacionar en cierta medida como antónimos a lo que es el desahucio. Sin embargo, ¡BOMBA! “ahuciar” significa esperanzar o dar confianza. Desahuciar es por tanto la negación o inversión de “ahuciar”, de esperanzar, LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
“Para intentar saber qué es desahucio, qué es la acción de desahuciar, esa que despide a inquilinas, debemos saber primero el significado de ahuciar, actualmente en desuso”
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“No es verdad que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, porque no sabíamos donde estaban”
de dar confianza. Entonces de llevarse a cabo la práctica del famoso desahucio lo que se está haciendo no es tan solo despedir a una inquilina de su hogar, se entiende, sino que en realidad se produce desesperanza, se reparte desconfianza. Visto desde la perspectiva lingüística da incluso un poco más de grima el asunto. Creo que este breve itinerario por las palabras vinculadas entre ellas dibuja muy bien el significado verdadero de aquella práctica accionada, quizás desde lejos, por los poderes fácticos con la más que conocida burbuja inmobiliaria. Mientras tanto, cuando la burbuja hace ¡SPLASH! las instituciones políticas y financieras son quienes firman el permiso de desalojo forzoso en contra de una familia a la que no se le proporcionará ninguna alternativa habitacional. Es por eso que para intentar entender cómo deberíamos funcionar; para que no haya niñas y niños obligadas a dormir en la calle; para que no haya madres ni padres de familia que tengan que ser alojadas por sus hermanas y hermanos o por sus madres y padres, generando, por supuesto, un proceso de “desemancipación”, que a su vez crea nuevos
miedos que difunden temor a nuevas intenciones emancipadoras por más miedo a endeudarse y volver al hogar de donde partieron. Para que todo habitante de este país tenga derecho a un hogar, debemos primero emocionarnos con la situación. Se empieza por sentir empatía, pero sobre todo hay que actuar. Echar a gente de sus casas no contribuye en ningún sentido al estado del bienestar del que tanto se presume por allí. Desahuciar por tanto es, a mi modo de ver, una suerte de mezcla compuesta por desesperanza, desconfianza y miedo. Aparte de que por si fuera poco, también te dejan sin casa y endeudado. Lamentable. Si Joseph Conrad viviera para ver la precariedad y las condiciones de austeridad de la situación, de escribir una novela en la que se viajara al corazón de las tinieblas españolas, el propio Kurtz del hipotético relato que imagino también pronunciaría la famosa sentencia: ¡El horror! ¡El horror!, después de ver las condiciones actuales aquí. La temática de la vivienda, insisto, no tanto como para buscar respuestas, sino para provocar nuevas cuestiones. La vivienda como derecho se encamina en el artículo 25 de la Constitución
española (http://goo.gl/SNtCFF ), pero el acento está en la reinserción social, opuesto a la exclusión. Asimismo la vivienda debe desarrollarse en un anclaje de derecho incondicional, sin embargo los derechos parece que están aprendiendo a bailar en la cárcel. Existen los derechos fundamentales, garantizados por el estado; y los derechos constitucionales, que deben abordar las instituciones públicas del estado. Por lo contrario, a día de hoy la vivienda no se está tratando como un derecho, sino como una mercancía. Entonces ¿cuál es el derecho que te permite tener vivienda? El de la propiedad, esa forma privilegiada de los derechos fundamentales. La vivienda no tiene porqué ser propiedad. La vivienda pública, por ejemplo, circunscrita a la facilidad de proporción de dicha propiedad, resulta de aquí que acaba teniendo un precio tan elevado que es bochornoso. La vivienda es un producto financiero vinculado a un préstamo hipotecario como piedra angular de la “propiedad vivienda”. Antes las casas se pagaban por letras, pero estas acabaron siendo sustituidas por las hipotecas, problema circunstancial de la burbuja
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inmobiliaria. La palanca fundamental del aumento de precio de las viviendas no es el valor del suelo, sino el préstamo hipotecario. Hay que entender el préstamo como una cuantía para adquirir una vivienda, pero garantizada con nuestros bienes presentes y futuros. De hecho, la devolución del préstamo aumentará esa cantidad a un 10 o 20% del valor real del producto. Eso acaba funcionando con una demanda inelástica, ya que todo el mundo necesita una casa. ¿Y cómo actúan las personas? Piensan que da igual, pues, el precio final, siempre y cuanto se pueda pagar la cuota acordada a final de mes, si ya es más barata que la cuota del alquiler. Del abuso por parte del prestamista, en ocasiones, puede surgir la usurpación. Sin embargo, la okupación no deja de ser el derecho al uso. Protegiendo la especulación, no debería ser perturbado por la conducta de nadie. En suma, se genera una situación de la cual resulta la burbuja inmobiliaria y, además, la financiación de préstamos secundarios con fondos de titulación hipotecaria. Al fin y al cabo no deja de ser una atracción de capitales del exte-
rior, como lo fue en Alemania, Francia, Estados Unidos o Suiza. Lo que se quería era copiar el modelo norteamericano hasta que reventó. Esto es control monopolístico: primero me pagas y discutimos después; de donde deriva la oleada de desalojos forzosos sin alternativa habitacional. Que por cierto, es contrario a la normativa que forma parte de nuestro concepto jurídico. Sacan a la gente de sus casas y los sueltan a la calle sin ningún tipo de defensa ni garantías de reinserción social. ¡Se activan las alarmas! El artículo 25 dice: las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. Antes decía que el acento estaba en la reinserción social, por tanto, ¿qué es lo que falla si dejan a las personas de nuestro país sin casa, sin empleo, sin garantías de prosperar en su desarrollo vital? Vuelvo al diccionario. Otra de las entradas de la palabra desahuciar nos dice: despedir al inquilino o arrendatario mediante una acción legal. Por favor, ya está bien. El diccionario nos dice que el desahucio debe ser una acción legal, LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
mientras que la Constitución nos dice que se debe reeducar y tomar medidas orientadas a la reinserción social. Repetiré la definición anterior para decir lo que es en sí el desahucio: desesperanza, desconfianza, miedo y exclusión social. Y por si fuera poco, a la formulita se le suma el endeudamiento. Algo no cuadra. Desde las administraciones públicas hay que detener los desalojos forzosos siempre y cuando no haya una alternativa habitacional asegurada en el marco autonómico. Mientras esto no se produzca, se condena al afectado a las clases marginales y esto, aparte de anticonstitucional, es inhumano y un sinsentido. El desalojo forzoso no proporciona ningún tipo de reeducación ni, por descontado, garantiza ningún tipo de reinserción social. Si de entrada ya se está incumpliendo el artículo 25 de la Constitución, por si no fuera poco la Real Academia define desahucio de manera que no favorece a los poderes fácticos, puesto que las instituciones políticas y financieras actúan sin cumplir dicha definición. Las instituciones públicas deben proporcionar protección al derecho de
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“El lastre de la deuda de nuestro país es la privada, a menudo ilegítima, y jamás lo ha sido la deuda pública” vivienda. Se cometen violaciones a este derecho si no se atañe a la verdad, la justicia y a la reparación de las conductas que pertenecen a la exclusión social. Por tanto no podemos incumplir ninguno de estos tres valores y además hay que garantizar que esta situación nunca más se repita. El derecho de vivienda no es el simple hecho de tener un techo, sino el de poder desarrollar una vitalidad, en el que se garanticen elementos esenciales como el agua, la electricidad, etc. El cumplimiento efectivo del artículo 25 de la Constitución de derechos universales. La vivienda no puede ser un concepto para hacer caja, hacer dinero, hacer capital. La vivienda social es un derecho universal. El precio debe ser concreto. Adaptemos la normativa para facilitar la adquisición, pero sin que a la vuelta de la esquina la prestadora suba el precio desorbitadamente que actúe como sablazo al desarrollo vital de una familia. Hace falta obligar, pues, ciertas condiciones a dicha prestadora social. El derecho a la vivienda a nivel internacional está reconocido, mientras que en España no lo está. Hace falta que el derecho de la vivienda se instrumente a través de la vivienda social. Por ejemplo, alquiler con opción de compra para que el alquiler acabe pagando el precio total de la vivienda. Las comunidades autónomas deben cambiar el tema de las viviendas. La pobreza y la exclusión son violación de los derechos humanos. Si a alguien el banco lo camela para que se atreva con dos hipotecas que no puede pagar, no tiene la culpa. Y lo que no podemos
hacer es condenarlo a la exclusión social. Son relaciones de derecho que no se pueden dar, los principales culpables de esto son las entidades financieras. Rafa Mayoral dice que la cuestión fundante de la burbuja inmobiliaria es que los bancos tenían cuentas en las Islas Caimán, pedían dinero al pueblo y nadie preguntó por qué. A día de hoy surge una necesidad del conocimiento de la verdad. Lo que ha sucedido es una aberración jurídica, lo diga el tribunal constitucional o lo diga el Papa. Se ha roto la puerta de las casas de la gente, ha entrado allí el Estado y se ha culpabilizado al deudor de su deuda, pero en ningún concepto es así. Se han mercantilizado nuestras condiciones de vida, hecho el cual ocasiona que vivamos en una situación que no se puede permitir. Antes de la entrega de cualquier préstamo los bancos hacen un análisis de solvencia, por tanto no dan el dinero sin saber en qué condición económica está viviendo el prestatario. A la típica pregunta: ¿pero puede ser que se haya vivido por encima de nuestras posibilidades? La respuesta es negativa. No es verdad que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, porque no sabíamos donde estaban. El lastre de la deuda de nuestro país es la privada, a menudo ilegítima, y jamás lo ha sido la deuda pública. Hay que trabajar para conseguir una legislación clara y fuerte para reestructurar esa deuda mediante un procedimiento conciliado. Todas las administraciones pueden cooperar para evitar un desahucio.
Debemos ser un movimiento de unidad popular y ciudadanía, no solamente una máquina electoral. Por eso alcaldesas como Manuela Carmena y Ada Colau están demostrando que existe otra manera de gobernar las instituciones políticas. Mientras que en Madrid ya se ha conseguido frenar más de 220 desahucios gracias al valor de las políticas sociales, en Barcelona también se trabaja hacia esta misma dirección. El marco político es la foto del movimiento social. Claro que es importante abrir las instituciones, entrar a dentro, barrerlas y ventilarlas, pero hay que hacer barrio, hay que hacer pueblo. Un pie en las instituciones y el otro en la calle. Las cooperativas de vivienda no son una mala idea. El propietario de uso no es significativamente de propiedad financiera. Cuando se vive en la sociedad del miedo, cuando las presiones sociales son capaces de hacerte actuar de una manera u otra, cuando condicionamos ciertos modos de vivir por temor a cualquier repercusión, esto es terror. Si la política del miedo seduce al pueblo mediante presiones como el desalojamiento forzoso sin alternativa habitacional, mientras que condena a su vez a la exclusión social sin reeducar ni garantizar la reinserción social, lo que debemos hacer desde los movimientos sociales es que el miedo pase al otro lado. Ya está bien de las políticas de precariedad y austeridad. La sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror, es terrorismo. Dominar por el terror, es terrorismo. Terrorismo son desahucios.
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Gestos, palabras, sonrisas, aplausos Resumen de la Universidad de Verano
Por Víctor Guerra
Universidad de Verano
“Manolo Monereo habló de una forma tan magistral y clara, que muchas de las que estábamos allí nos entusiasmamos con sus palabras (algo nada fácil viniendo de cuatro días de charlas y ponentes con un nivel altísimo)”
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Gestos, palabras, sonrisas, aplausos, son momentos que me llevo de la Universidad de Verano de Podemos, mucho nivel de ponentes y de participantes, mucho trabajo de voluntarias y mucho calor. Julio y la Universidad de matemáticas de la complutense de Madrid con mucha actividad. Algo está cambiando. “Gracias a Podemos por haber hecho que entre en estas instalaciones por primera vez en mi vida”, algo así dijo un señor en una de las últimas intervenciones que hubo en la universidad de verano de Podemos. Eso debimos sentir muchas durante esos cuatro días, llegamos un poco cansadas, hastiadas y con algo de pesimismo, pero salimos de allí con las ganas de volver a plantar cara y pelear duro por cambiar las cosas. De los cuatro días se pueden sacar sólo conclusiones positivas (incluso de las cosas que salieron mal). Saber que en la mayoría de los círculos se tienen los mismos problemas, que la gente que trabaja codo con codo con Pablo y cía. son gente muy competente y que no están de acuerdo (como se piensa desde fuera) cien por cien con todo lo que hacen, a mí me hace sentir bien, y comprobar de verdad que somos gente normal trabajando, equivocándonos y convenciéndonos de que lo que hacemos merece la pena. Y por definir un poco los talleres y charlas, seguramente cada una tengamos nuestros speech favoritos, los ponentes que más nos convencieron, los momentos más divertidos, los más lúcidos, las preguntas más interesantes, las respuesta más aclaratorias… Yo tengo en mente la claridad con la que Jorge Lago explicó en el taller de comunicación política algunas pautas para no quedarse en blanco o no saber qué contestar a muchas de las preguntas que nos hacen a menudo. Por decirlo de alguna manera, nos resolvió esa duda que todas tenemos en algún momento: “¿qué respondo a?”. Lo hizo con una facilidad y una contundencia que dejó a mucha gente del taller (a mí el primero) boquiabierto y no tardó más de veinte minutos en hacerlo. Por supuesto Jorge Moruno hablando del fin del trabajo, escuchándole hablar y hacer referencia a otros autores, parece haberse leído todos los libros publicados. Es exageradamente teórico,
minucioso, descriptivo, a mí me apasiona. Laura Casielles, que pertenece al equipo de comunicación de Pablo Iglesias, dijo algo parecido a lo siguiente en su primera intervención: “mucha de la gente que comenzamos con este proyecto estamos en contra de fuertes liderazgos, paradojas y contradicciones con las que muchas convivimos”. Se llegaba a intuir, por lo que hablaba Laura, que a Pablo Iglesias tampoco le gusta ese rol. El resto de la intervención fue muy buena, hablando de la inmediatez que demandan los medios, de cómo un gran grupo de personas están siempre ahí, detrás de la gente que sale en los medios haciendo una labor enorme, para estar al día de todos los temas por los que pueden ser preguntados. Como dijo alguien en el turno de preguntas, “con gente como tú detrás de Pablo Iglesias, podemos estar tranquilas”. En la misma charla que participó Laura Casielles, estaba Rita Maestre, la charla trataba sobre liderazgos, un nombre que de por sí ya generaba suspicacias. Pues con Rita yo quedé encantado, me gustó lo que dijo, pero sobre todo su enfoque positivo de los temas tratados. Gente que emana ese buen rollo y que te hace salir de la charla con más ganas de trabajar. Populismo y estado de derecho fue otra de las charlas que más me gustaron y en particular la intervención de Carlos F. Liria. Los tres ponentes eran filósofos y aunque para mí fue complicado en algunos momentos seguirlos, me resultó muy interesante ese análisis filosófico de la política. Miguel Bermejo en el taller de organización sacó las miserias de la mayoría de los círculos (en el sentido organizativo), en la que de repente todas las de las sala teníamos problemas similares y se repartían culpas. Saber que desde Madrid sabían exactamente lo que pasaba en los círculos hizo ver que no están tan alejados de la realidad como siempre nos pensamos. Muy buena experiencia porque a pesar de los problemas que tienen los círculos, toda la gente que estaba en el aula proponía opciones para mejorar… eso me alegró. Por supuesto Iñigo Errejón, del que ya se ha dicho de todo, pero siempre se aprende escuchándolo. La aparición in extremis de Monedero alborotando las masas, siempre animando, motivando, sonriendo… sin él esto sería impensable. Pero me gustaría quedarme con alguna de las intervenciones que tuvo Manolo Monereo en la última charla del domingo. Habló de Grecia, de Podemos, de Unidad Popular y habló de una forma tan magistral y clara, que muchas de las que estábamos allí nos entusiasmamos con sus palabras (algo nada fácil viniendo de cuatro días de charlas y ponentes con un nivel altísimo). Todo un lujo que gente como él se pasara por Madrid a aportar su granito de arena. Ahora a seguir trabajando, a aplicar lo aprendido y a conseguir el objetivo común. Un gobierno de la gente y para la gente.
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La fábrica del zombi
Universidad de Verano
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Por Enric Parellada
Trabajo, empleo, actividad. Lo importante es saber (o llegar a) diferenciar entre este tridente de conceptos que a primera vista pueden parecer sinónimos pero en absoluto lo son. Tenemos que romper el eje hegemónico que nos hace entender el trabajo como forma de vida, o peor, la vida como forma de trabajo, para construir otro eje en el cual se entienda el trabajo como una suerte de rutina que no impida desarrollar nuestros proyectos vitales. El trabajo no puede ocupar más del cincuenta por ciento de nuestras vidas, si para descansar y nutrirnos ya utilizamos un tercio de día. Es decir, el empleo no puede robarnos la vida, el trabajo debe proporcionar mejor calidad de esta. Trabajo es la fuerza o el esfuerzo que llevamos a cabo para desarrollar una tarea en concreto. Actvidad es la acción, la cual necesita el trabajo para existir, esto es, a través de fuerza o esfuerzo, construyo una casa. Construir es la acción, pero la fuerza que produce o que se define finalmente como actividad/acción es el trabajo. El empleo es un contrato entre dos personas en la que una vende su fuerza de trabajo para realizar la acción por la cual el otro le contrata. A cambio de que el contratado realice mediante su fuerza de trabajo la actividad que el contratador le pide, el primero recibirá del segundo un sueldo. Por ahora ya están ubicados los tres conceptos: trabajo es fuerza, actividad es acción, empleo es la venta del trabajo a alguien que lo necesita para desarrollar una actividad. Actualmente las redes entre contratado y contratador ya están establecidas en la sociedad. Lo están y de manera muy arraigada. Hasta tal punto que nuestra sociedad se rige tanto en cuanto una persona debe tener un empleo para poder desarrollar su proyecto vital. Esto es, si una persona no tiene empleo se lo considerará un ser parado. La Real Academia Española nos explica que un parado es alguien desocupado, o sin ejercicio o empleo. Gracias estimada RAE siempre tan acertada. Dos cosas: primera, esto es mentira, alguien que no tenga empleo no es estrictamente alguien desocupado. Segunda, el hecho de no tener empleo no incluye estar sin ejercicios a realizar en un día. Sin embargo, siendo en realidad donde quiero llegar, si a una persona sin empleo se la considera desocupada o sin ejercicio, lo que se construye de aquí es una suerte de red en la sociedad que la somete a querer tener un empleo. No hay nada más cierto que el empleo es actualmente la única manera de conseguir ingresos para poder vivir, de modo que empleo debe entenderse como un intercambio entre el trabajo de unos y la actividad que otros quieren que se realice. A partir de aquí en la sociedad se articula una serie de
contratos e impuestos que ponen bajo custodia de la justicia y la legalidad los tratos acordados entre empleado y empleador. Uno se compromete a vender su trabajo para realizar la actividad que el otro le dice, a cambio de que este se comprometa también a pagar el valor del trabajo que compra para que la actividad la cual quiere que sea producida se realice. Estas redes son las que construyen una división entre contratado y contratador. Son las que en cierto modo muchos entenderán como división entre tener o no tener responsabilidades burocráticas, de que la empresa que contrata y emplea no quiebre. Lo más habitual actualmente es que el sueldo se cobra una vez realizada la actividad mediante la fuerza de trabajo. Esto es, el empleado trabaja primero, realiza la actividad y el contratador lo remunera. Hasta aquí todo es correcto. Entrados en la dinámica del funcionamiento laboral de una empresa, para poner un ejemplo, de producción alimenticia, el contratador acuerda unos sueldos a final de mes con los trabajadores. Estos producen el alimento en cuestión día tras día, los encargados de distribución lo llevan a los puntos de venta determinados, el producto final se vende y el contratador recibe el valor del precio de lo vendido. Con este dinero el contratador debe pagar a sus trabajadores, sus gestiones burocráticas, absolutamente todos los gastos en material para el trabajo, y, por supuesto, la materia prima para producir todo ese alimento que, de nuevo, cuando se vuelva a vender, del ingreso adquirido se hará que funcione otro mes más dicha empresa. Según la cantidad de trabajadores en las empresas estas pueden ser pequeñas y medianas, es decir pymes, o bien será una gran empresa, una multinacional pues. No voy a hablar por ahora de las cooperativas, aunque creo que un mercado constituido por una red de estas sería algo positivo. Al ser muy distinto el funcionamiento de pymes y multinacionales, también son gestionadas con distintas políticas las cuales es preciso y necesario distinguir porque no podemos comparar unas con otras. No es que jueguen a distintas ligas las pymes y las multinacionales es que juegan a distintos deportes, para así decirlo. En España las pequeñas y medianas empresas generan el 65% del PIB y el 75% de empleos. Según nos cuenta un estudio de El Confidencial publicado en abril de 2015, “suponen el 99,2% de nuestro tejido productivo. Tenemos más que el Reino Unido (98%) y Alemania (97%)”.
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Los empleadores de las pymes para que todos sus empleados tengan a final de mes los sueldos acordados y para que la empresa supere todos los trámites de legalidad, estoy seguro de que no me equivoco si afirmo que en más de dos y de tres ocasiones (y es que en realidad muchas más) los empleadores han renunciado o disminuido su sueldo para que todos sus acuerdos se puedan cumplir. Los empleadores de las pymes, a menudo asfixiados por sus facturas, producen poco y venden menos de lo que en realidad podrían o estarían dispuestos. Incapacitados por sus deudores y acreedores que tiran cada uno por un lado distinto hasta ahogar, esto dificulta, e impide incluso, el buen funcionamiento y, asimismo, el rendimiento de la empresa. Cuando llegan a final de mes los propietarios de muchas pymes deben ponerse la capa de superhéroe y convertirse en eso, héroes. Héroes que viven para cumplir esos tratos acordados con sus trabajadores y para que el banco no decida quebrar el negocio. Como cuenta Moruno en su libro “La fábrica del emprendedor”, fíjate que negocio, de neg- y -ocio, es la negación del ocio. Mantener una pyme se está convirtiendo en escalar el Everest a contrarreloj y esto es algo que no puede continuar así mientras el 75 por ciento de los puestos de trabajo de España los aportan las pymes. En suma, a mi modo de ver, los propietarios de las pymes son héroes. En contraposición: las grandes multinacionales. Contratos de ocho horas, disponibilidad horaria 24 horas, los trabajadores producen mucho más ingreso del sueldo que reciben y además a cuesta de su trabajo enriquecen al propietario. Porque nadie se enriquece con la fuerza de su trabajo. Fíjate que estoy hablando de enriquecerse. Un salario de 1.200€ al mes se puede considerar increíblemente bueno teniendo en cuenta la situación en la que estamos, pero ojo, no es enriquecerse. Esta visión hay que desmontarla, deconstruirla sin parecer alguien que no valora lo que las cosas en realidad son. El trabajo surge fruto de relaciones sociales entre individuos que finalmente acaban tejiendo la sociedad. Como se ha explicado antes, la sociedad se rige en el trabajo. Pero se genera una duda en saber si vivimos y dedicamos unas horas al día a trabajar para así aprovechar las horas que no se trabaja, o viceversa. Esto es, se trabaja primero y si me da tiempo, y puedo, después vivo un ratito al día. Las multinacionales juegan un papel muy grande en nuestra sociedad. Una sola genera muchos puestos de trabajo. Ofrece sueldos que consideramos aceptables, o que al menos son suficientes para poder pagar los gastos básicos y
¿Cómo diablos puede un ser humano disfrutar que un reloj de alarma lo despierte a las 5:30 a.m. para brincar de la cama, sentarse en el retrete, ducharse y vestirse, comer a la fuerza, cepillarse los dientes y cabello y encima luchar con el tráfico para llegar a un lugar en donde usted, esencialmente, hace montañas de dinero para alguien, y encima si le preguntan, debe mostrarse agradecido por tener la oportunidad de hacer eso? Charles Bukowski, Factotum, 1975.
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31 llegar justo a fin de mes y nos permite pagarnos un hogar que al ser propiedad nuestra hace sentirnos muy bien. Sin embargo en realidad someten al trabajador a la precariedad, por tanto hay que entender el trabajador como una suerte de clase social reconocida como el precariado. Si el trabajador ha de estar a la fábrica cada vez que a sus jefes les interese que esté allí, a pesar de que tenga un sueldo y no lo maltraten, esto no es precariedad, esto es esclavitud. Es decir es una farsa hacer creer al trabajador que al poder comprarse la comida, pagarse las facturas y tener una casa no es un esclavo, si siempre que quieran los empresarios debe acudir a la fábrica a trabajar horas extras porque sino lo hace está en condiciones de perder el dichoso empleo a pesar de que en su contrato diga que ese no es su horario. A mi modo de ver no puede ser que una persona dedique ocho horas al día trabajando. No por el hecho de no trabajar tanto y parecer alguien que quiere vivir mantenido, entenderlo así sería una lectura equivocada. Trabajar ocho horas al día implica dedicar más de 10 horas al día al trabajo entre levantarse temprano para llegar a la hora, comer algo, ir y volver del trabajo, ducharse cuando se acaba la jornada. Casi la mitad de un día. Si sumamos a estas horas que consumimos del día las comidas y las horas necesarias para descansar, dormir pues, nos queda una sexta parte del día para vivir. Esto no es vivir y no creo que solo lo crea yo. ¿Trabajo luego existo? No es verdad porque además si se es padre o madre de familia hay que llevar al crío al colegio; a sus extraescolares pertinentes; hay que mantener el hogar en condiciones etc. ¿Para qué vivimos? Para trabajar once meses y tener solo cuatro semanas de vacaciones. Pero, claro, como podemos ir al “pueblo” nos creemos que en realidad la vida es así. No puede ser un leit motiv vital la sonada muletilla: “Es lo que hay”. La verdad es que hay muchas maneras de intentar cambiar esto y negarlo o decir que es una utopía es falso. ¿Por qué mientras los trabajadores de las multinacionales generan sus sueldos y cubren sus impuestos legales, también generan el pago de los costes de fabricación etc. y quienes se llevan la parte más grande del reparto son los que no han participado en la realización de la actividad que genera el capital? Si tú no vas a pescar, tú no te quedas el beneficio de la venta del pescado. Pero claro, el barco es suyo... No es verdad porque se compró uno nuevo con el beneficio de las ventas de un producto no elaborado por él. Discutir el derecho de la propiedad nos llevaría a demasiada extensa reflexión y la intención de este texto no es romper de entrada contra tal esquema, es proponer nuevas pautas, plantear nuevos horizontes, distintas perspectivas. Mientras tengamos a 300 personas trabajando en una multinacional capaz de generar más de 200 millones de euros en un ejercicio, pero cobrando sueldos que solo les sirven para sobrevivir, no solucionamos nada. Menos horas de trabajo es igual a más vida, es igual a tiempo liberado. Menos horas de trabajo es igual también a creación de más puestos de trabajo. Subir los sueldos y bajar las horas de trabajo, pues, es
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32 igual a generar mayor calidad de vida entre los trabajadores, porque vivirán más y trabajarán un poco menos y además si cobran más podrán desarrollar un proyecto vital en el cual se puedan permitir, por ejemplo, comprarse unas cortinas nuevas más a menudo si les apetece (o necesitan), matricularse al gimnasio si quieren etc. Y no es solo eso, en la fábrica estas personas no sentirán desde la primera a la última hora de empleo que han ido a quemar horas de su vida para que se enriquezcan otros a cambio de poder sobrevivir. Adiós, fábrica del zombi. No puede ser que un trabajador que en su contrato firmó por una jornada laboral de 06:00 a 14:00 de lunes a viernes, le hagan ir a trabajar un día de la semana a las 00:00 hasta las 04:00, cobrando la hora extra a cinco euros sin plus de nocturnidad solo porque a un gran empresario no le apetece contratar una persona que venga a trabajar en el turno de noche. No puede ser que un obrero, con el mismo horario que el anterior de lunes a viernes, reciba una llamada de su encargado diciéndole que le toca ir el domingo a trabajar cuatro horas porque sino los horarios de producción no cuadran. De nuevo porque al gran empresario no le da la gana de contratar a alguien los fines de semana. Ofrecer más puestos de trabajo, menos horas y con mejores sueldos en las multinacionales es posible y aparte de mayor calidad de vida generaría movimiento económico entre la sociedad y más buen ambiente de trabajo. Las condiciones de precariedad en las multinacionales son por ejemplo el hecho de que se te permita poder pagar una casa y los impuestos, por tanto sobrevivir, mientras que por lo contrario se está en disponibilidad 24 horas. Si no asistes a las horas extras sabes que tu puesto de trabajo peligra. Asimismo tus fondos para sobrevivir desaparecen. A pesar de todo no se puede leer la flexibilidad laboral como la única relación maligna entre la sociedad neoliberal y el trabajo. Esto es precariedad. Trabajar con miedo a perder el trabajo cuando en realidad estás vendiendo tu esfuerzo para enriquecer a otro. Hay que ser consciente de que difícilmente, a mi modo de ver, se puede romper con esta dinámica, pero sí debemos luchar para trabajar por unas condiciones más justas que velen por una mejor calidad de vida de los trabajadores y a su misma vez de todas las personas que están integrados en los circuitos de cada uno de estos. El empleo no deja de ser una forma de pensar el trabajo. Y mientras que el empleo es el baremo que mide el valor del trabajo, se reparte miseria. El empleo es el eje central de nuestras sociedades. Se ha liberado una cantidad enorme de tiempo en el trabajo debido a las nuevas tecnologías, que a su vez resulta disminución salarial. El trabajo es algo que surge, algo no predeterminado a un espacio social. De las condiciones materiales, simbólicas y colectivas, resulta el capitalismo. Este libera de lo ideal al trabajo y se configura una dialéctica de clase social: los de arriba y los de abajo. Se ha convertido en la relación social que vincula las personas a través de necesidades. El salario tan solo es la compensación de tiempo usado para trabajar. Así, pues, se solidifica la relación estable en la que el tiempo no es individual sino que colectiviza mediante relaciones sociales que se ordenan de manera lógica en un relato que ordena a toda una sociedad que está estructurada y definida por el empleo. Esto, entonces, permite la reproducción del sistema. El empleo es estable. De modo que en función de tu trabajo, se crea tu identidad. Está definida por un trabajo u otro. El ser social es según tenga qué trabajo. Esto es, un hombre o una mujer “es” señor/a de la limpieza, “es” doctor/a, profesor/a, peluquero/a, “es” psicólogo/a, veterinario/a, biliotecario/a, empresario/a, cajero/a de un supermercado. Fíjate que una mujer o un hombre son muchas cosas más que la persona que realiza un empleo. Si a una señora le gusta nadar, o jugar al ajedrez, o pintar en sus ratos libres, ¿por qué no es nadadora, ajedrecista o bien pintora por encima de lo que su empleo defina por defecto lo que cada uno es? No está en pensar que sea
malo o bueno, está en darse cuenta de que el trabajo tiene un papel tan indispensable en la sociedsd que este ya te define. Y por si fuera poco, esta determinación está cargada de estigmas o positivos o negativos, por el simple hecho de practicar un empleo. El salario es en realidad el que condiciona esta situación, puesto que al ser la única fuente de ingresos para vivir, derivado del trabajo que realizas, el empleo es, pues, lo que determina qué y quién eres. Hay que ir a la búsqueda de trabajos sociales que dejen de definir tu estado social, porque de hecho, esta crisis tiene que ver con el eje del régimen salarial. El capital abole el trabajo. Este es el trabajo que se ofrece y que se busca, que es canjeable. Trabajo del cual el capitalista puede conseguir plusvalor a pesar del salario del trabajador. Vivimos en una sociedad de trabajadores, que se ha quedado sin trabajo, esto es una sociedad que se queda atónita. Si el trabajo fuera garantizado, el estado garantizaría el salario. El ser humano solo se considera útil si le pagan por el trabajo que hace. Por tanto toda actividad debe ser pagada a cambio del trabajo, es lo que se vende. Creo que esta visión hay que ponerla en duda. Hay que ponerla en duda porque a menudo la gente se siente mucho más realizada y satisfecha cuando trabaja para una actividad que no es remunerada. Me viene a la cabeza alguien a quien le guste tener arreglado su jardín y se encarga de hacerlo él mismo por distracción y a su vez entusiasmo. Me viene a la cabeza alguien que le guste ir a andar por la montaña los fines de semana y es esta quien organiza las quedadas y se preocupa de planear un itinerario o ruta. Me viene a la cabeza cualquier persona que organiza algún tipo de acontecimiento sin finalidad lucrativa. En realidad lo queremos todo. El espacio público ha estado mediatizado. El capitalismo ofrece dos formas: una en la que la actividad no es útil si no te pagan y, otra, en la que el trabajo tiene un valor cuantificado a través del salario. Creo que debemos ir hacia una sociedad de plena actividad y no de pleno empleo. Disociar la necesidad de trabajar por vivir con la necesidad de disfrutar del tiempo libre. Que para eso vivimos. El trabajo lucrativo debe dejar de ser el centro de la sociedad. No debemos sentirnos identificados con el cual estamos empleados sino sentirnos identificados por otras muchas cosas que hacemos. Yo soy escritor.
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El concepto de hegemonía Por Jordi Romano
No podemos caer en el error de entender qué cosa sea el discurso con la visión tradicional, esto es, entender el discurso cómo aquello que se dice sobre cosas ya existentes, verdades objetivas. Si se entiende así, la actividad política consistiría en posicionarse y relacionar actores y objetos que ya están constituidos previamente, de tal manera que lo único que podrías hacer sería recriminar algunas cosas, criticar a cierto actor, estar a favor de un fenómeno dado.
E
Esta visión, que yo no comparto, es poco útil para entender los fenómenos políticos, es poco productiva. Si entiendes el discurso, y la política, de esta manera, no vas a comprender porqué cosas falsas se traducen en manifestaciones políticas que producen realidad. Tendrás que buscar explicaciones como la falsa
consciencia y la manipulación ejercida por la superestructura, de tal manera que llegarás a la conclusión de que la práctica totalidad de seres humanos de la historia han sido engañados, y lo único que podrás hacer es juzgar moralmente las personas y decirles que son engañadas porque no defienden los intereses que pertenecen a su clase, determinada por fuerzas exteriores, como la posición ocupada en el proceso de producción. Podrás justificarte, pero no vas a entender ni a analizar correctamente la situación. El problema de fondo aparece cuando llegas a la conclusión de que no existe una verdad objetiva, una razón última, de tal manera que debemos abandonar la visión esencialista y entender que las posiciones no están dadas, no son necesariamente sujetos propios, son resultado de un proceso histórico que las ha constituido.
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“El estado es un terreno de disputa y de equilibrio de fuerzas, pero de un equilibrio que siempre se mueve” Es decir, no hay una realidad y el discurso habla sobre esta según unos intereses, es el propio discurso que genera la realidad. El discurso es todo el conjunto de actividades que producen un sentido. No hay que entender esto como una suerte de idealismo según el cuál todo es posible, de manera arbitraria. Es siempre contingente, la posibilidad siempre está inscrita en una coyuntura determinada, pero con las mismas condiciones materiales el discurso permite generar distintos sentidos. Esto nos lleva a la necesidad de pensar que no hay temas que son políticos y temas que no lo son, no existe una división entre lo social y lo político. Cualquier fenómeno puede politizare si se interpela con un discurso que cree un conflicto. Politizar implica siempre pensar desde el conflicto, y un actor puede cargar de sentido un hecho que tradicionalmente no se entendía como problema político. El tema de los desahucios nos explica este suceso de manera satisfactoria. Siempre ha habido desahucios, pero tradicionalmente se vivían de manera privada, casi con vergüenza, se sufrían de manera individual: la persona no había sido capaz de pagar lo que firmó y era culpa suya, y resignado se marchaba de su casa. Pero fruto de un discurso ahora la cosa es diferente, la cuestión ha entrado en el plano político, esto es, se lee desde el conflicto, y el dolor se socializa, de tal manera que ya no se vive de manera particular sino que adquiere forma colectiva. Ha habido un discurso que ha generado un sentido de injusticia y estafa, cuestionando quién es el culpable, si es posible que las cosas sean distintas, cuál es la solución… es decir, se ha pensado el problema desde el conflicto. Todo resultado de avance democrático se logra siempre politizando los problemas, creando discusiones sobre cuestiones para lograr crear un sentido emancipatorio. La fuerzas conservadoras, para evitar el cambio, siempre quieren despolitizar, evitar el conflicto, individualizar los problemas para lograr presentar el régimen como indiscutible. Es muy importante pensar la política de esta manera, y entender que el conflicto y la disputa es consustancial a la política, se vive permanentemente en una pugna entre intereses. Es necesario, pues, pensar el concepto de hegemonía, elemento principal de este enfoque teórico. Íñigo Errejón nos habla de tres niveles de definición: “la encarnación del universal por un particular, la capacidad de seducción y creación de consentimiento, y la construcción del propio terreno de disputa”. La esencia de la teoría de Podemos es la hegemonía, un concepto con mucha importancia en el análisis político, pero que a menudo lo confundimos y lo usamos para referirnos a cualquier liderazgo o dominio, y si se entiende así, lo desposeemos de toda carga explicativa. La hegemonía es ese tipo de poder político en la que un actor es capaz de generar un marco y un consenso en el que incluye a otros grupos y actores, que ocupan una posición subordinada. El actor hegemónico tiene un proyecto y unos intereses concretos, particulares, y es capaz de interpelar y presentar esos intereses como los universales, intereses de avance general. No es un ejercicio de poder por dominación y coerción, sino por consenso. La hegemonía tiene una gran capacidad de seducción y permanentemente tiene que mostrarse capaz de aceptar algunas de las razones de los subordinados, para evitar que empiecen a cuestionar el orden hegemónico, de tal manera que es un tipo de poder político constantemente en movimiento, donde el actor hegemónico no es el mismo después de que durante la relación es siempre un poder negociado e inestable, en pugna cultural y discursiva permanente por construir ese horizonte general que coincida con sus intereses particulares. El actor es hegemónico si, además de ser capaz de articular este bloque, construye el terreno y los términos sobre los que si alguien quiere discutir el poder
no tiene más remedio que hacerlo dentro, de tal manera que si alguien quiere desafiar al régimen y combatirlo tendrá que aceptar el lenguaje, las ideas de legitimidad, las maneras y los tiempos que marca el actor hegemónico. Por este motivo la contrahegemonía no es nunca un rechazo total y una renuncia a todo lo existente, siempre tiene una parte de herencia del orden anterior, como nos dice Íñigo, “siempre tiene un pie en el sentido común ya existente y el otro pie en la posibilidad de cambio”. No es un choque de todo o nada, es un ejercicio de desarticulación-articulación, que pelea para establecer el campo y los términos de disputa y resignificar los significantes. Es lo que Gramsci llama la guerra de posición, una guerra de trincheras, para conseguir poco a poco asaltar el terreno. Por esto es importante pensar que la batalla se libra sobretodo en la cultura, y que es importante conquistar el sentido común y la idea de universal, conseguir interpelar tu interés particular como proyecto general de país, en una estrategia que Gramsci llamaría nacional-popular. Por tanto la disputa será permanente, la hegemonía es un poder establemente inestable, donde la estabilidad es el resultado permanente de la negociación entre distintos grupos. Para cambiar la correlación de fuerzas a tu favor tienes que intentar articular y construir una nueva identidad colectiva que permita desafiar al régimen. Esta articulación, de tipo populista, se consigue gracias a la cadena de equivalencias, que permite una construcción plural y heterogénea de esta nueva identidad, creando un nuevo nosotros, con distintos grupos y sus diferencias, pero este bloque requiere la reformulación de una nueva identidad, nuevos mitos, símbolos, hitos, etc… que permitan construir un nuevo ideario. Es muy importante para la creación de sujetos colectivos establecer una frontera, para polarizar los sentidos y permitir crear un nosotros-ellos, ya que si no existe un exterior tampoco existirá un nosotros. La articulación de este nuevo bloque histórico necesita un grupo central que encarne la idea de universal, y que busque integrar de manera subordinada a otros actores que estén contra el régimen. Es un ejercicio de construcción de sentido, de articulación discursiva. Esta lucha hegemónica se libra en todos los sitios de la sociedad, y es un proceso largo y complejo que no termina una vez ganada las elecciones; es necesario seguir articulando y transformando el sentido común, e ir recordando constantemente cuál es el sentido de avance universal, y aceptar que la disputa nunca termina. La hegemonía siempre redefine, reordena las relaciones, para que todos estén, subordinadamente, dentro del orden. Necesita inclusión y es inestable. Por tanto la hegemonía no es una figura estática, sino que está en movimiento permanente, para crear el consenso de qué cosa sea el interés universal y buscar estabilidad. Es una máquina que en su interior no está quieta, tiene permanentemente un juego de fuerzas que de sus equilibrios va a depender el producto de la máquina. Para que la producción de sentidos, certezas y relatos sea estable, es necesario que se integre de manera razonable las expectativas y demandas de los dominados, satisfaciendo buena parte de ellas, para poder reconfigurar el consenso y la ilusión, es un juego entre coerción y consenso que busca el equilibrio. Cómo dijo Errejón en un twit: La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados. Afirmación-Apertura. El órden hegemónico quiebra cuando los dirigentes no son capaces de suscitar consentimiento, y su discurso no convence a la mayoría, de tal manera que este actor ya no construye entorno a sí la idea de avance general, ya no define cuál sea el bien común de la sociedad. Es el momento que Gramsci llama crisis orgánica, y la arquitectura institucional, donde se sus-
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tenta la hegemonía, no puede rendir cuenta de las demandas de los subalternos, de tal manera que los actores tradicionales se ven incapaces de conducir la sociedad. Es un momento de fractura del orden, y se abre la posibilidad histórica de que un bloque contrahegemónico quiera, y pueda, cambiar las cosas. Pero sólo una visión antiesencialista y hegemónica de la política permite entender que hay ciertas condiciones que permiten la disputa. No son certezas determinadas, ni implican que la victoria sea inevitable, en todo caso son potencialidades para intervenir e intentar construir una mayoría popular nueva. Hay que abandonar el determinismo económico y el mecanicismo para entender que no existe lo social sin construir lo político y que la lucha política se basa en una serie de prácticas discursivas que intentan establecer un orden en un contexto de contingencia. Hay que entender que no existe un orden natural e inmutable, qué este, y el sentido común de época que lo protege, es resultado de prácticas hegemónicas cristalizadas y sedimentadas, nunca es una verdad objetiva, y siempre existe la posibilidad de expandir horizontalmente el descontento para intentar articular mayorías, pensando que la clave debe ser operar dentro y fuera a la vez y que las posiciones y el marco nunca están dados, son resultado de la disputa por el sentido. Por tanto siempre existe la oportunidad de reordenar y redibujar las posiciones fijando las fronteras de otra manera, redefiniendo quién ocupa qué posición. Entender que el estado es un terreno de disputa y de equilibrio de fuerzas, pero de un equilibrio que siempre se mueve. Al fin y al cabo, la izquierda viene de un largo suceso de derrotas históricas, pero quizás el problema ha sido hacer siempre las mismas preguntas, a las que se encontraban siempre respuestas insatisfactorias, seguramente lo necesario era replantearse las preguntas. Seguiremos luchando para construir pueblo, una voluntad general a partir de todos aquellos que sufrimos los dolores de los subalternos. Pensando la política como el maestro Íñigo: “Nunca es una labor de expresar o desvelar, siempre de tejer, dialogar, articular, interpelar”. LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
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PODEMOS, La clase baja y la clase alta cada vez están más alejadas. Eso parece claro. Pero, ¿qué hay de la clase media? ¿Quiénes la forman? ¿Crece o disminuye? Y, ¿qué hay de la clase obrera? ¿Es solo un viejo concepto marxista? ¿Es la base de Podemos? Hemos perdido la conciencia de clase. O quizá nos lo hayan robado.
la clase media Por Jesús Agui Fuentes
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y la conciencia
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Si fuéramos por la calle preguntando a las personas que nos encontráramos por la clase social en la que se sitúan, la gran mayoría nos dirían que pertenecen a la mágica clase media. Afortunadamente no tenemos que salir a la calle a preguntar porque podemos utilizar los datos del CIS, donde encontramos cosas como que “los votantes de Podemos son trabajadores cualificados de clase media”. Pero lo más importante y lo que nos atañe, es que la inmensa mayoría de la población se considera clase media. Antes de continuar hay que aclarar un concepto. La riqueza no la conforman las rentas, sino el patrimonio. Es el patrimo-
nio lo que te permite mantener un grado de riqueza constante durante un periodo de tiempo que, si se gestiona con cabeza, puede durar toda la vida. Las rentas son tan volubles que un simple despido puede hacerlas desaparecer. Así encontramos que según el GWD-2014, el patrimonio global de los españoles era de 5,033 billones de dólares, aproximadamente 3,5 veces la suma de las rentas o el PIB de ese año. Así el patrimonio promedio sería de 107.817 $ por habitante (81.126 € al cambio de ese año). Podemos observar la gran diferencia entre patrimonio y renta y como efectivamente, ese es el grado indicador de riqueza. Ahí es donde entra nuestra primera pregunta. ¿Qué concepto tenemos de la clase media? En este enlace podéis encontrar un documento donde consultar las cifras, además de un útil sistema para calcular a que clase social pertenecéis: http://goo. gl/QTGQV4. No voy a entrar a valorar las cifras porque me interesa más el análisis sociológico y político que el económico, pero sí tomaré el siguiente cuadro, que me parece muy interesante. Como he dicho, si os interesan las cifras económicas, entrad en el enlace.
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En el cuadro podemos ver una división de las clases sociales de acuerdo a los datos del patrimonio en España anteriormente mencionados. Destaca que el 70% (50% de la clase trabajadora y 20% del precariado) pertenecen, por situación económica, a lo que podríamos llamar “clase baja” u “obrera”, que es el término que emplearemos. Además, esta clase obrera solo representa el 22,2% del patrimonio, a pesar de que la forman el 70% de la población. Teniendo delante estos datos es imposible no preguntarse: Entonces, ¿por qué la mayoría de la población se considera clase media? La primera respuesta es por un mero acto de desconocimiento. Tendemos a pensar en las clases como una representación de la renta que tenemos y no del patrimonio. Así, alguien que cobra, por ejemplo, más de dos mil euros al mes ya es considerado clase media. Pero también un ejecutivo que cobra cuatro mil o un dependiente de una tienda que cobra novecientos. El problema que nos encontramos es que hemos abierto tanto (o nos han hecho abrir, ya lo analizaremos más adelante) el círculo de la clase media que consideramos, o por lo menos la mayor parte de la población considera, que pertenece a ella cualquier persona que simplemente no pase necesidades a fin de mes. El concepto de clase obrera les suena a muchos como “eso que utilizan los comunistas para hablar de hacer la revolución”. Tristemente, si has hablado con alguien de diferente ideología sobre este tema, habrás oído cosas así. El concepto de “clase obrera” ha pasado a tener un significado más político que económico. Quizá tú, que estás leyendo esto, estés pensado que esto es una tontería, que tú eres clase obrera y lo sabes. Pero tú tienes una cosa que se llama conciencia de clase, que analizaremos también más tarde. La segunda respuesta, y desde luego la más interesante, es que nos consideramos clase media porque los que mandan quieren que nos consideremos clase media. Ni más ni menos. El motivo es bien sencillo: ejercer el control sobre la población de una manera mucho más simple. Controlar a alguien que se siente clase media es muy sencillo. Solo tienes que convencerle de que su situación económica
y social es buena (porque vaya, pertenece a la clase media, eso es muy positivo) e infundir un poco de miedo hacia cualquier rival político que no asegure esa posición privilegiada que se ha alcanzado en la sociedad. Y ya está. Los resultados se pueden apreciar claramente. Jubilados que votan al PP a pesar de que les reducen las pensiones y les privatizan la sanidad, obreros que votan a Ciudadanos porque “es que esos de Podemos no sé qué van a hacer y me dan miedo” y así todos los ejemplos que se os ocurran. Con un poco de ayuda de los medios ya tienes asegurada la continuidad de tu régimen. A esto se refieren PP, PSOE y Ciudadanos cuando dicen que dirigen sus discursos y políticas a las clases medias. Han creado una conciencia de clase irreal, que es efectiva porque representa lo que a la gente le gustaría ser, pero no lo que es. Esto se ve muy claro en lo que en Estados Unidos llaman “el sueño americano”. Una idea de un futuro dorado, que justifica todos los esfuerzos realizados en el presente y que no te permite quejarte, porque al fin y al cabo de ti depende prosperar o no. Aquí sucede igual. Es muy difícil mantener que la clase obrera y la clase pudiente se encuentran en igualdad de condiciones para lograr “el sueño español”, pero disfrazando a la clase obrera de clase media se nos transmite una sensación de falsa igualdad (tan falsa que, por ejemplo, el aumento de las tasas universitarias ha hecho que muchos hijos de obreros hayan tenido que dejar de estudiar) a la vez que, inconscientemente, nos hacen estar satisfechos con nuestra situación social y temer que venga otro partido y nos la quite. Al fin y al cabo, ser parte de la clase media no está tan mal. Pero han fallado en algo. Después de lograr lo más difícil, hacernos creer que por poder irnos una semana de vacaciones al pueblo somos clase media, han descuidado lo más importante; las políticas sociales. El concepto de clase media que nos habían implantado solo se mantenía a base de una inversión social elevada. Una sanidad y educación pública de calidad, un número alto de becas, subvenciones y demás, etc. Al seguir una política de recortes tan severa han abierto los ojos a muchas personas. Les han hecho darse cuenta que sin la ayuda de Papá Estado el liberalismo económico imperante les deja totalmente
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Decía Íñigo Errejón que esto de conquistar la hegemonía era como caminar por un sendero estrecho rodeado de dos barrancos. No puedes escorarte demasiado a ninguno de los dos lados porque si no acabas cayendo.
fuera de la lucha por prosperar. Que la igualdad de oportunidades que se habían esforzado por vender no era tal. Si a esto le sumas unos cuantos escándalos de corrupción y unas cuantas actitudes vergonzosas por parte del stablishment político y económico te queda algo como lo que se pudo ver en el 15M. Ahora bien, que muchas personas hayan abierto los ojos ante la ilusión de la clase media no quiere decir que hayamos vuelto a resucitar la conciencia de clase. Ya es demasiado duro darse cuenta de que no perteneces a esa clase acomodada que puede lograr el sueño de labrarse una gran riqueza, pero de ahí a considerarse clase obrera hay un paso. Para considerarse clase obrera hay que comprender lo que es la clase obrera. Y no es tan fácil. Hay que realizar una labor de reeducación profunda (tan profunda que tiene que llegar al subconsciente) de que la clase obrera no es solamente la clase de los activistas políticos de izquierdas que van a manifestaciones y hacen huelgas (de ahí que tú, que estás leyendo esto, quizá si te consideres parte de ella). De nuevo, no es casualidad que el concepto de clase obrera haya sido reducido a lo citado anteriormente. No es más que otro mecanismo de control. Marginando a los integrantes de esta clase consigues dos cosas. La primera, que la mayoría de la gente no se identifique con ella (gente de centro, ideológicamente hablando, o gente a la que la política simplemente no le interesa). La segunda, consecuencia de la primera, es que esa gente, al no considerarse parte de ese sector activista de izquierdas, pasa a considerarse, casi inconscientemente, miembro de la clase media, aunque su nivel de rentas y riqueza indiquen lo contrario, y así tienden a ver a los obreros (y por ende a cualquier partido que defienda sus intereses) como una amenaza a la próspera situación social que tanto les ha costado conseguir. Y tras esto llega la pregunta del millón. ¿Qué puede hacer Podemos ante esa situación? Solo hay dos soluciones; orientar tu política a las clases medias o reeducar a toda la población para que se sitúe en la clase a la que en verdad pertenece. La primera parece ser la más simple, pero a la vez la menos práctica. Dirigiendo tu política a las clases medias estás
llegando a un número muy extenso de población (incluso a la gran mayoría) pero entras a jugar al tablero de los viejos partidos. Con sus normas y con sus armas. Ahí es muy complicado ganar. Además, si asumimos que el origen y la esencia de Podemos es el 15M, una política destinada a las clases medias lo suficientemente fuerte como para arrebatar la hegemonía a PP y PSOE significaría un giro a la derecha tan grande que probablemente la formación no lo soportaría. Decía Iñigo Errejón que esto de conquistar la hegemonía era como caminar por un sendero estrecho rodeado de dos barrancos. No puedes escorarte demasiado a ninguno de los dos lados porque si no acabas cayendo. La segunda solución es la más útil pero a la vez la más complicada. Para convencer a la población de que pertenece a la clase obrera hay que convencerles primero de que no son clase media (algo que, afortunadamente ya han empezado a hacer los viejos partidos) y después hacer que abandonen el concepto de clase obrera que les han ido formando con los años. Podemos ya ha comenzado a hacer algo parecido. Cuando se dice eso de que “no somos ni izquierdas ni de derechas, somos los de abajo y vamos a por los de arriba” no es más que una representación de esta idea. Una representación un poco light, para que nadie se escandalice, pero una representación al fin y al cabo. Es la lucha de clases adaptada a una sociedad que ha perdido la conciencia de clase. Desde luego, esto es mucho más sencillo que reeducar a la ciudadanía a cuatro meses de las elecciones generales. Ya habrá tiempo para eso. La revolución es un proceso lento, y tiene que hacerse bien y desde abajo. Podemos sacar en claro que el papel de las clases medias será fundamental en las próximas elecciones. De su conquista depende gran parte del triunfo electoral. Nos esperan cuatro meses apasionantes en los que podremos comprobar si análisis como este se cumplen sobre el tablero y no solo sobre el papel. Será tiempo de qué estrategia sigue la vieja política y qué estrategia sigue Podemos para intentar asaltar los cielos. Nos esperan cuatro meses apasionantes, en los que todos somos fundamentales para el cambio. Disfrutémoslos.
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El antagonismo rural/urbano necesita también de la construcción de relatos que lo sitúan en el exterior de la esfera política. Indago, pues, direcciones para identificar las cadenas de equivalencias que pueden articular un discurso hegemónico en el que la idea de la soberanía alimentaria deja de ser una cuestión periférica.
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Sobre lobos y bárbaros Por Mercedes Martínez Modroño
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[1] A.V.Chayanov: The Theory of Peasant Economy. The Universitiy of Wisconsin Press, 1986., Pág. 1.
Vivir del campo está difícil. Como también está difícil la cosa para los artistas, para los licenciados con máster, para los que trabajaban en la construcción y para los que contaban con poder pagar la hipoteca. Entender la precariedad como un síntoma para entender que no hay historias de fracaso personal, sino una crisis de régimen. Parto de una situación concreta, y la leo incorporando (y todavía digiriendo) los aportes teóricos de la Universidad de Verano: en mi comarca, este año, el lobo ha aumentado y los ganaderos ya no pueden más. Quieren organizarse, no quieren lobos. Suena familiar, ¿verdad? Los ganaderos inmovilistas y conservadores frente al discurso progre de la conservación del medio ambiente. La subjetividad política del ganadero, en general de campesinos y campesinas, se construye con un “nosotros” rural frente a un “ellos” urbano. “Ellos” tienen el poder y articulan un relato hegemónico y opresor que cada vez menos necesita de la estigmatización como estrategia represiva (el desarrollismo franquista y su necesidad de mano de obra urbana con Paco Martínez Soria como icono). Una vez completada con éxito esa fase, hoy es suficiente con invisibilizar la realidad de la economía campesina. No es cierto que las agriculturas de autoconsumo ya no existan y no tengan una aportación económica fundamental en economías familiares en el rural, pero ocurre un poco lo mismo que con el trabajo doméstico: no se contabiliza y por lo tanto no existe. El nombre separador (paisano, paleto, pueblerino, maruja) sirve para señalar a su portador como sospechoso como señaló Alain Badiou, y así, somos sospechosos de contaminar con agrotóxicos, de quemar, de atentar contra la seguridad alimentaria, de deforestar, etc. Somos sospechosos de barbarie. No sólo ante el orden institucional, y aquí está el síntoma, sino también ante el discurso progresista. Para la izquierda más radical, además de ignorantes somos avaros, porque trabajamos sin
salario y hay veces que tenemos que trabajar mucho. Creo que hay que contextualizar en una perspectiva histórica la construcción de esa identidad campesina en confrontación con la identidad urbana para evitar juzgarla como un error que justifica la supuesta falta de conciencia política. Y tal vez, aventuro, puede explicar en parte el éxito de redes clientelistas que aprovechan esa identificación para que la casta se presente como formando parte de ese “nosotros”. En Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria, Silvia Federici ha explicitado los procedimientos violentos por los que se impuso a las sociedades rurales en Europa la transición que necesitaba el proceso de acumulación originaria desde el campesinado a la mano de obra asalariada urbana, y de cómo se impusieron la identidad trabajo=salario y la dicotomía trabajo productivo/trabajo reproductivo. El marxismo y el pensamiento de la izquierda no han incluido a las lógicas económicas propias de lo rural. El economista ruso A.V. Chayanov, publica en la década de los años veinte su Teoría de la economía campesina por encargo del gobierno de los bolcheviques. Mercece la pena citarlo: «In modern theory of the national economy, it has become customary to think about all economic phenomena exclusively in terms of a capitalist economy. All the principles of our theory -rent, capital, price, and other categorieshave been formed in the framework of an economy based on wage labor and seeking to maximize profits (...).All other (noncapitalist) types of economic life are regarded as insignificant or dying out;(...)We shall be unable to carry on in economic thought with merely capitalist categories, because a very wide area of economic life (that is, the largest part of the agrarian production sphere) is based, not on a capitalist form, but on the completely different form of a nonwage family economic unit.”»[1]. Y para aclarar conceptos, considera “unidad familiar campesina” aquella en que no se emplea trabajo asalariado. El trabajo de Chayanov se basa en estudios de campo y sus conclusiones son muy inspiradoras, pero lo que quisiera resaltar aquí es que Chayanov avisa a las autoridades rusas de que «todos los demás (nocapitalistas) tipos de economía son considerados insignificantes o en desaparición». En este punto el discurso marxista de hace cien años coincide con el discurso de los programas de desarrollo rural que dicta, o sugiere, o examina, o impone, la Comisión
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Europea. El último, 2014-2020, ha incorporado una novedad metodológica que ha dejado fuera la consideración de los agricultores “muy pequeños”, precisamente porque considera que ya no tienen importancia. Es esa consideración técnica de que estas economías no merecen la pena la que inspira todo el relato de invisibilidad de la ficción neoliberal. La ficción socialdemócrata, por su parte, ha incidido más en la consideración del rural como poco demócrata, bárbaro y avaricioso, siempre sospechoso de contaminar el medio ambiente y destruir el patrimonio. Con respecto a la supuesta avaricia, Chayanov descubrió que los campesinos y campesinas rusas solo trabajaban por un salario cuando estaban muy necesitados: la famosa paradoja en la que cuando subía el pan bajaban los salarios y viceversa. El “nosotros” campesino construye así una identidad que se sabe no reconocida ni por la derecha ni por la izquierda, y quizá por ello, no lo sé, vota a su vecino, que forma parte de su “nosotros”. El relato neoliberal asegura que es necesario «mantener y ampliar la base económica del medio rural mediante la preservación de actividades competitivas y multifuncionales, y la diversificación de su economía con la incorporación de nuevas actividades compatibles con el desarrollo sostenible» (Artículo 1, apartado a) de la ley 45/2007 de desarrollo rural, sobre los objetivos generales de la ley). Lo traduzco: es necesario aumentar la competitividad, hermosa palabra, a base de erradicar la agricultura de pequeña escala y conseguir que nos dediquemos todos al turismo, sobre la cuestión del turismo como panacea volveré más tarde. En cuanto al concepto de desarrollo sostenible, me limito a subrayarlo. Lo que es cierto es que la Política Agraria Común (PAC) se ha revelado eficaz en sus objetivos de aumentar la competitividad: las pequeñas explotaciones están siendo aniquiladas. Está claro el discurso neoliberal: hay que superar el atraso del campo mediante la transformación en empresas capitalistas que aumentan el gasto en inputs (semillas en el mejor de los casos híbridas y en el peor transgénicas, suministradas bajo patente por multinacionales, agroquímicos, es decir, más multinacionales, mecanización (lo mismo), combustibles fósiles, forrajes y piensos procedentes del mercado internacional, (y más
de lo mismo), etc) y mejoran la comercialización de los outputs, de manera que la comida viaja por todo el mundo y las rentas agrarias no dejan de bajar: este mes de Agosto salen a la calle los tractores del sector lechero. Y la segunda parte del discurso neoliberal, la del desarrollo rural, que desde 1999 es el segundo pilar de la PAC (el primer pilar son las ayudas directas a agricultores, y recordemos que las “explotaciones” continúan aumentando su tamaño y reduciendo su número), aboga por la “diversificación de la economía agraria”. En el último plan, el del 2014, ya aparece más explícito. Dice: “diversificación económica: turismo”. Y aquí convergen el discurso neoliberal y el discurso socialdemócrata, o dicho de otra manera, también en las políticas agrarias van consumando su matrimonio los miembros de la casta. Así que ahora me voy al relato que sobre lo rural hace la socialdemocracia, y terminamos con la cuestión del desarrollo sostenible y el turismo. El discurso socialdemócrata se ha articulado sobre el concepto de desarrollo sostenible, y ha edificado un paquete de normas de preservación del medio que consisten en considerarlo como un bien común que todos tenemos derecho a disfrutar. Ese “todos” se refiere a “ellos”, a lo urbano. De manera que el medio ambiente es un concepto que sirve para considerar el campo una especie de “campo de recreo”. Pero no hay neutralidad, es un campo de recreo que “ellos” disfrutan y “nosotros” mantenemos en condiciones óptimas para que pueda ser disfrutado. El antagonismo cristaliza en una relación de poder. Los costes son nuestros, tanto en términos monetarios (no se cobran indemnizaciones) como en términos de restricciones a nuestros movimientos, al uso que podemos darle a las tierras, etc. No es por barbarie ni ignorancia, sino por estos mecanismos, que en el campo se oye el “me cago en el medio ambiente”. En cuanto a la otra pata del desarrollo sostenible, la agricultura ecológica y la agricultura integrada, se ha solidificado en un corpus normativo técnico y aparentemente neutral que consigue con asepsia, otra vez, aumentar el sesgo capitalista de la producción para concentrar las empresas agroalimentarias y aumentar su dependencia de inputs externos (aunque con certificado ecológico). El análisis de Van der Ploeg en Nuevos Campesinos. Campesinos e imperios alimentarios documenta esta cuestión. En el imaginario socialdemócrata, el “paisano” es
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“El discurso socialdemócrata se ha articulado sobre el concepto de desarrollo sostenible, y ha edificado un paquete de normas de preservación del medio que consisten en considerarlo como un bien común que todos tenemos derecho a disfrutar”
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[2] Ixen Paraules, publicado en El País, 21/12/2013
el enemigo. El nombre separador funciona como justificación del ejercicio del poder, y se nos hace sospechosos. Nos han prohibido casi todo. Y las prohibiciones o restricciones en forma de trámites obligatorios siguen aumentando. Tenemos que pedir permiso para cortar leña. Tenemos que declarar cuantas ovejas tenemos y no podemos transportarlas. No podemos tener el gallinero cerca de casa. No podemos sacrificar animales en casa, aunque sepamos que si los llevamos al matadero van a sufrir mucho en el transporte y en las horas que van a permanecer allí, y en casa ni se enteran, no voy a hacer una lista exhaustiva, un anecdotario del esperpento. El discurso socialdemócrata también hace recaer sobre agricultoras y ganaderas la responsabilidad por la contaminación que producen los agrotóxicos, obviando que fueron los propios técnicos de la administración mediante las oficinas de extensión agraria los que los introdujeron en el sistema productivo en el desarrollismo, después de las “Hojas divulgadoras de enseñanza rural” que distribuía el franquismo en las escuelas en la posguerra, y obviando también los enormes beneficios que generan en las multinacionales. De nuevo un discurso culpabilizador que traslada la responsabilidad a lo individual. El buenrollismo socialdemócrata, hibridando el beatus ille con el “merecido descanso” que señala Rafael Sánchez Ferlosio [2], ha inventado las escapadas de turismo rural. Que se diferencian del turismo normal en que es turismo “de calidad”. Para que un territorio sea susceptible de constituirse en un “destino de turismo rural” se pone en marcha el mecanismo de la “puesta en valor”, que viene a ser explicarnos, a nosotros los bárbaros, lo que vale y no vale en nuestro territorio, y la creación de una “marca”, que define espacios, y siempre espacios de poder. Y un proceso de gentrificación por el que el aumento de segundas residencias sube el precio de la vivienda, contribuyendo a la despoblación. Y gracias a la puesta en valor y la construcción de una marca, la identidad de un lugar se ve modelada por el relato
turístico sobre ese lugar. En La Horda Dorada, Louis Turner y John Ash describen muy bien todos los procesos por los que el turismo suplanta el relato propio de los lugares que invade, y de como la relación entre el visitante y la población receptora es siempre una relación asimétrica en el ejercicio del poder. El libro explora también la idea del botín del turista y del sueño edénico latente en la idea de la escapada al campo. Es verdad, los turistas vienen al campo en busca de la Arcadia feliz, y lo peor es que cuando se van siguen pensando que han estado en ella. Quizá la imagen más poderosa de esta apropiación del espacio propio por parte de las elites lo constituyan las emotivas estampas de la familia Obama o de nuestra admirada Frau Merkel cultivando sus huertos para relajarse de sus atareadas vidas y recuperar el contacto con las cosas sencillas y el sosiego del campo y la satisfacción de cocinar lo que una misma ha cultivado. ¿Quién se imagina a Franco con semejante discurso? La apropiación es posible porque se cuenta con que la especie originaria se ha extinguido por fin, y se abre la vía de la nostalgia del paraíso. Hay todo un kistch turismorural que produce literatura y cine, incluso cine documental, entonando un réquiem prematuro ante la desaparición de los “modos de vida tradicionales”. Un réquiem algo obsceno si tenemos en cuenta que se hace delante del enfermo que está agonizando pero todavía vivo. Esta musealización de la vida campesina es otra estrategia de invisibilización. A veces esta musealización se realiza en vivo, de manera que la actividad tradicional se hace delante de los turistas, que pueden “participar”, se entiende que sacando fotos. No es muy difícil aventurar de qué lado querrán estar los jóvenes rurales: si del que actúa para la estampa pintoresca o del que empuña la cámara. Otra vez, el discurso del poder utiliza los instrumentos de la cultura para dejar bien claro cuál es la cultura canónica y cuál es la deficitaria. En cuanto a las supuestas ventajas de los circuitos cortos de comercialización, la producción de calidad en ecológico, consumo consciente y demás fantasías emancipadoras que forman parte del imaginario
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“alternativo”, constituyen un relato en el que los lugareños, y las lugareñas con nuestros hijos e hijas al lado, acudimos con una cestita con los excedentes de nuestra huerta, que por supuesto cultivamos con alegría y relajadamente, a los mercados locales y con eso pagamos la conexión a internet, el gasóleo, los libros de los niños, el seguro del coche, y la reforma de la casa. La viabilidad de estas empresas yo la compararía con la posibilidad de vivir de escribir poesía o novelas, o de una compañía de teatro, o de la pintura, o la música. Claro que es posible. Para la mayoría supone aceptar jornadas de trabajo que llevan a sus límites el concepto full-time y la precariedad como estado financiero permanente, y a unos pocos les va bien. La cultura del emprendedor, otra vez. Empecé este artículo queriendo interpretar el conflicto entre ganaderos y lobos, y ya hay algunos elementos para el análisis. Los ganaderos a los que me refiero no le interesan a nadie, son esos bárbaros que, presos de un error histórico, de no saber que ahora ya no existen las economías campesinas, pretenden (pretendemos) mantener un paisaje de prados porque si no el bosque va a llegar hasta la puerta de casa y el bosque puede arder, cosa que no pasa en el prado que está siendo pastado por el ganado: el lobo ataca a las ganaderías extensivas, no al ganado estabulado alimentado con pienso. Son los que están alimentando el ganado con muy pocos inputs externos, es decir, con pocos o ningún aporte de transgénicos, y que están viviendo de manera muy precaria porque aún así prefieren hacer lo que les gusta y no irse a trabajar a una ciudad. Que les gusta comer bien, y por eso producen para el autoconsumo. Que no echan de menos la Arcadia ni mucho menos la miseria en la que vivieron sus abuelas, pero que aún así no tragan con el rollo de trabajar para pagarse el “merecido descanso”. Y de otro lado, está la administración, que decide que la presencia del lobo es un indicador de la conservación del medio ambiente (criterio técnico, neutral) y además decide que es impor-
tante para la puesta en valor del territorio, ya que es un recurso turístico y va a generar riqueza (más neutralidad técnica). Y explica a las ganaderas, a los bárbaros e ignorantes ganaderos, que aunque existan es mejor que dejen de existir, y dejar paso a nuevas formas de economía acordes con el siglo XXI. A criterio de los técnicos de medio ambiente y de los técnicos de turismo se considera que es una buena noticia el aumento en el censo de lobos, pero la Administración no paga indemnizaciones, porque, aparte de que para solicitarlas hay que ser agricultor profesional (recordemos que si tienes que recurrir al trabajo asalariado ya no lo eres) los trámites son, por supuesto, engorrosos: en la práctica no se pagan indemnizaciones. La indignación y la lucha de los ganaderos no son contra el medio ambiente, son contra el régimen neoliberal-socialdemócrata, son un síntoma de una crisis de régimen. Y la tarea pendiente de quienes vivimos en el medio rural es construir una subjetividad política que nos incluya en el “nosotros” transversalmente, y que redefina el “ellos” como los representantes del poder neoliberal. Un proceso deconstructor de discursos que permita descubrir los gazapos del clientelismo, y un proceso constructor de un relato diferente sobre el rural, que sea capaz de superar el imaginario franquista-neoliberal del atraso secular del campo español tanto como el imaginario socialdemócrata de la vida alternativa en el campo, y construir una hegemonía desde la diferencia, desde una lógica económica que el siglo XX no pudo extinguir, y que no se rige por la separación de trabajo y ocio, que no traduce el trabajo en salario ni el ocio en gasto. Que traiga al centro del discurso hegemónico la necesidad de recuperar o conservar la soberanía alimentaria. La gente del campo no es ni ignorante ni avariciosa, somos gente que vamos sufriendo de otra manera los dislates de la casta, que estamos delante de otros síntomas de la misma realidad, pero que también somos gente, no bárbaros.
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El contrato único:
Universidad de Verano
un contrato para empobrecerlos a todos La mayor preocupación de los españoles sigue siendo el paro, por ello los partidos emergentes se afanan por presentar sus propuestas para incentivar la contratación laboral, y entre ellos destaca Ciudadanos que presenta un radical proyecto: el contrato único indefinido. El origen, consecuencias y su encaje legal es lo que se analiza.
Por Rodney Lluglluna
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Partidos políticos del centro derecha, think tanks de la patronal española, instituciones europeas, estos son solo algunos de los actores que defienden la introducción de un contrato único indefinido en nuestra actual regulación laboral. Ha sido actualmente Ciudadanos quien ha vuelto a poner sobre la mesa de debate, la idea del contrato único, a través principalmente de su economista de cabecera Luis Garicano. Pero es de recordar que ya UPyD lo incluyo en su programa electoral de las generales de 2011, y en 2010 había sido propuesto por FEDEA (Think Tank del Ibex 35, y del que casualmente formaba parte Luis Garicano). A destacar también son las declaraciones de 2013 del Comisario europeo de Empleo, Asuntos Sociales, László Ándor sobre su necesaria implantación en el mercado laboral español (con el consiguiente rechazo de Gobierno, posición y de los sindicatos). Se ve por tanto el largo recorrido que la propuesta ha tenido en los últimos años, y la escasa novedad de la misma. Pero en lo que coinciden todos estos diversos actores es en las causas de la disfuncionalidad de nuestro mercado de trabajo así como la medida principal para su reforma.
·La elevada tasa de desempleo que aqueja a nuestra economía (22.37%).[1]
·La existencia en España de un mercado de trabajo dual,
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que deja desprotegida a los trabadores temporales.
·El fraude de ley que se realiza con las actuales modalidades de contrato temporales y de prácticas.
·La complejidad para la contratación derivada de la existencia de numerosos tipos de contratos.
Sin negar la existencia de tales problemas estructurales del mercado laboral español, el fin de este artículo es refutar la tesis de que un contrato único indefinido puede acabar con dichos problemas, sino al contrario demostrar que es un paso más de la deriva neoliberal en busca de mano de obra barata en el sur de Europa. ¿Pero en que consiste exactamente el modelo contrato único indefinido? Para responder a esta pregunta nos centraremos en la propuesta de contrato único defendido por Ciudadanos por ser la iniciativa de más reciente notoriedad. Debe destacarse que la propuesta estrella de Ciudadanos va acompañado de diversas medidas complementarias como: el
seguro contra el despido y complemento salarial anual. Tal como se puede leer en la página web de Ciudadanos, el partido regeneracionista para acabar con la alta tasa de desempleo, aboga como “primera medida para resolver este problema, un Contrato para la Igualdad de Oportunidades, de manera que todas las nuevas contrataciones se hagan mediante contratos indefinidos con indemnizaciones crecientes conforme a la antigüedad el trabajador en la empresa”. Sin embargo, la página web no ofrece más información sobre la propuesta y los medios que hacen eco de la noticia tampoco, pero si queremos hacernos una idea de cómo se acabará perfilando es muy interesante visitar el blog Nada es gratis, entre cuyos antiguos editores nos encontramos al mismo Garicano. Según el citado blog la propuesta se dividiría en dos variantes según nos encontremos ante un despido improcedente o no. En el primer caso se partiría de una indemnización de 12 días por año de trabajo con un progresivo aumento anual hasta un tope de 30 días por año de trabajo. En el supuesto de despido procedente la indemnización base se estipularía en 8 días por año de trabajo con un aumento de trabajo máximo de
Días de salario por año de antigüedad
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Indemnización por despido creciente con la antigüedad
Años de antigüedad Despido objetivo procedente [1] Datos de la EPA del segundo trimestre de 2015.
Despido objetivo improcedente
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“Los contratos indefinidos constituyen el 75.1% de los contratos de trabajo actualmente vigentes, mientras que los contratos temporales representan apenas el 24.9%” hasta 20 días por año de trabajo. Y he aquí la primera sorpresa: la drástica reducción de la cuantía de la indemnización, que actualmente para despidos improcedentes en contratos indefinidos está fijado en 33 días por año de servicio con un máximo de 24 mensualidades[2] y en 20 días por año de traba bajo en los supuestos de despido procedente, de la cual se pasaría a una indemnización creciente según la antigüedad del trabajador en la empresa (tal como se expone en el gráfico). A día de hoy los contratos indefinidos constituyen el 75.1% de los contratos de trabajo actualmente vigentes, mientras que los contratos temporales representan apenas el 24.9%. Según sus propias declaraciones el nuevo tramo de indemnizaciones no afectaría a los trabajadores con contratos indefinidos actualmente vigentes, pero ello no implica que nuestro sector empresarial no aproveche esta oportunidad para realizar reajuste en su plantilla con el fin de abaratar costes, ya que a largo plazo el coste de una indemnización con la actual legislación se vería compensado tanto por el menor salario que supone una nueva contratación y por los menos costes que supondría su despido. Pero además nada garantiza que con la inclusión del contrato único se acabe con nuestra elevada tasa de temporalidad, dado que al eliminarse la causalidad del despido y el bajo coste de las indemnizaciones, los empresarios pueden fácilmente ajustar el tamaño de su plantilla a sus necesidades productivas o económicas sin apenas costes económicos. De este modo se evita así colateralmente ver aumentar la indemnización que se verían obligados a desembolsar en caso de que la relación laboral se alargara más de tres años. Resulta pues complicado comprender cómo una merma en los derechos laborales puede redundar beneficioso para los trabajadores temporales. Lo que me lleva a la conclusión de que tal propuesta no tiene como fin una mayor protección de los trabajadores temporales, sino recortar a los trabajadores indefinidos sus actuales derechos por considerarlos excesivamente sobreprotegidos y ser por tanto ello un escollo para un mercado laboral más flexible y con menos costos salariales. Subyace en tal propuesta una idea muy arraigada en nuestra burguesía patria[3], según la cual el trabajador actualmente recibe un sobrecompensación por su despido, no obstante nuestros ideólogos liberales parecen olvidar que la indemnización es una justa compensación al trabajador derivada de la plusvalía que de su trabajo ha revertido en el empresario, ya que el precio obtenido por la mercancía resultante de su trabajo siempre es menor al sueldo que recibe el trabajador por el mismo.[4] Hay que reseñar algo que ya he apuntado en párrafos anteriores, la eliminación de exigencia de causalidad en los despidos (despido libre), lo cual contradice la exigencia legal del mismo[5]. No obstante actualmente (y especialmente tas la última reforma laboral del Partido Popular), nos encontramos con un despido libre pagado, en el que el empresario ante
[2] Art. 56 del Estatuto de los Trabajadores. [3] Las declaraciones del presidente de la CEOE Juan Rosell respecto al elevado de las indemnizaciones son un ejemplo prefecto.
un despido improcedente generalmente[6] puede optar entre readmitir o indemnizar al trabajador. Si bien la sentencia del 2 de junio de 1981 del Tribunal Constitucional estableció la exigencia constitucional de la causalidad en el despido, ha sido el mismo Tribunal quien ha dejado la puerta abierta al despido libre pagado tras avalar en 2013 la reforma laboral del PP, que incluye entre otras causas de despido las causas objetivas: económicas, técnicas o de producción (preceptos legales suficientes amplio y ambiguos que en la práctica permite el despido libre). Con todo ello en cuenta no veo complicado una sentencia del Tribunal Constitucional que avale la reforma laboral de Ciudadanos. Pero además el contrato único presenta una serie de inconvenientes estructurales. En primer lugar un mercado laboral de un país desarrollado presenta diferentes sectores productivos cada uno con sus propias necesidades, por tanto es erróneo hablar de un solo tipo de contrato aplicable a cualquier situación. Por ello Ciudadanos denomina a su contrato único: contrato de igualdad de oportunidades. Obviando el eufemismo irónico del título, lo que denota el cambio de nombre es la conciencia por parte de sus ideólogos de que un contrato único indefino puede llegar a aplicarse a gran parte de los trabajos por cuenta ajena, pero no a la totalidad de los mismos. De hecho existen situaciones laborales que nos son compatibles ya sea por el tiempo de duración o por el fin formativo de la actividad laboral (dentro de esta categoría los autores de Nada Gratis incluyen los contratos de formación, los de sustitución y los celebrados por ETT[7]). Pero cómo no esperar que nuestro sector empresarial no acuda a los contratos de formación, sustitución o de ETT para eludir la regulación laboral y reducir costes, dice Ciudadanos que perseguirá tales prácticas fraudulentas. Pero no cabe preguntarse si no es más sencillo perseguir el actual fraude de ley de los contratos temporales y conservar nuestros derechos laborales si no es acaso una mayor de protección de los trabajadores temporales lo que persiguen. Ciudadanos propone una completa homogenización de los actuales tipos de contratos laborales, lo que conllevaría acabar con la desprotección de los trabajadores temporales, dado que la desaparición de los contratos temporales así como la rebaja de las indemnizaciones por despido incentivarían a los empresarios a la contratación indefinida, que el actual salto cuantitativo entre las indemnizaciones de los contratos temporales y los indefinidos frena. Este será su mantra durante la próxima campaña electoral, pero que nadie se deje engañar, a lo que conllevaría un modelo contractual único es extender la precariedad laboral al conjunto de la población activa, dado que ante la baja indemnización por despido y la no exigencia de causalidad los empresarios podrán libremente contratar y despedir trabajadores sin excesivos costos laborales. En definitiva mano de obra barata en el sur de Europa.
[4] Cabe recordad que Karl Marx elaboro su teoría de la plusvalía a partir de la obra del economista clásico inglés David Ricardo. [5] Actualmente el Estatuto de los Trabajadores prevé tanto casusa objetivas
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(económicas o de producción), disciplinarias o aquellas que las partes establezcan en el contrato de trabajo. [6] En supuestos tasados el empresario se veo obligado a readmitir al trabajador. [7] Empresas de Trabajo Temporal
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La política para un chico de 16 años
Universidad de Verano
Por Alex Olalde Loureda
La televisión pública ha caído en calidad y credibilidad en los últimos cuatro años, con un claro giro conservador.
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Levantarse, coger el bus, llegar al instituto, atender a los profesores, vuelta a casa, estudiar en casa, jugar a la Play. Esa es la rutina de una gran mayoría de los chicos y chicas de mi edad que, lejos de entrometerse en política huyen de ella como si de una enfermedad contagiosa se tratara. Yo, parece que no estoy en esa gran mayoría que he dicho antes, más bien me puedo considerar una gran minoría, pero creo que tengo mis razones para involucrarme en política desde la más tierna infancia. La política no es desde luego eso que sale en los telediarios, no son un hombre con traje reprochando cosas a otro con el mismo atuendo. La política, para mí, es la base para que todo, absolutamente todo, funcione. Es el control para que nuestro compañero de clase pueda traer libros porque los subvenciona el estado en vez de tener que vivir de la caridad de los otros compañeros. Es que yo pueda estudiar, pero es también conseguir que la chica que tiene a sus dos padres en paro desde hace seis años, pueda hacerlo en las mismas condiciones de vida que yo. Por ello es tan importante para mí dedicar algunas tardes de mi vida en este extraño hobbie. Ahora más que nunca, se necesita de política y de buenos regidores para llevar una situación a la que hemos llegado. Como todos los lectores conocerán, a este pueblo se le ha suplantado la soberanía y el poder ahora es gestionado desde Bruselas. A este
pueblo se le han robado los derechos más básicos con las leyes de (in)seguridad ciudadana aprobadas por el gobierno del Partido Popular. A los ciudadanos españoles se les ha despojado de sus derechos laborales, comenzando por el gobierno ‘socialdemócrata’ de Zapatero y siguiendo con el actual de Rajoy. Los derechos sociales han sido devastados, hay una tasa de paro ingente y para los que tienen trabajo, precariedad y más precariedad. Mucha calma social para tantos recortes a los derechos de la gente. Y quiero llegar a un tema que me interesa mucho, que son los medios de comunicación. Gran parte de la calma social en este país y de la pasividad hacia la política de la gente, son fruto de unos medios de comunicación sesgados en favor de las políticas gubernamentales en su mayoría sesgados. La televisión pública ha caído en calidad y credibilidad en los últimos cuatro años, con un claro giro conservador. El sesgo en los medios se ha evidenciado con la aparición de Podemos. La necesidad de la gente de propiciar un cambio y de que la soberanía y los derechos sean recuperados por el pueblo han sido las banderas de este partido de los llamados ‘emergentes’ que pretenden cambiar la vida política de este país intentando romper el duopolio PSOE-PP. La mayoría de los medios, después de esto se han esforzado por desprestigiar a Podemos o por relacionar a la formación morada con un conjunto de países que este establishment considera dictaduras. Así veo yo la política actual, parece que un nuevo anhelo de cambio ha llegado para quedarse y reescribir las relaciones de poder, democracia, soberanía y libertad en nuestra sociedad. Madrid, agosto de 2015
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Dejar atrás la pasividad ¿Cómo de realista es una “política de derechos humanos” como la de Podemos en un mundo capitalista cada vez más deshumanizado? Por Lore Purroy
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El 8 de Julio de 2015 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU publicó la revisión de los derechos humanos en España. Entre los asuntos que resaltó se encuentran la investigación y castigo de abusos por parte de la policía; las condiciones de malos tratos en centros donde se encuentran inmigrantes; la necesidad de investigar pasadas violaciones de derechos humanos y la expulsión de emigrantes de Melilla y Ceuta. Por lo tanto, mucho queda por hacer en nuestro país. Cuestiones que afectan a los más desfavorecidos son, realistas o no, las protagonistas de las políticas de Podemos. Como Pablo Echenique mencionó en la Universidad de Verano de Podemos, el pasado Julio, ellos defienden una “política de los derechos humanos”. Este es el tipo de política que va a la esencia de la humanidad, pretendiendo colocar al ser humano por encima de meros intereses económicos y políticos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que España forma parte de un mundo capitalista
global. A pesar de haber organismos internacionales, como el Consejo de Derechos Humanos de la ONU (que, a su vez, está criticado por estar politizado), existe un número mucho mayor de entidades cuya función es precisamente extraer el máximo nivel de riqueza, poniendo en un plano secundario el ámbito de los derechos humanos. Además, el interés económico es una parte intrínseca del creciente capitalismo que como dijo Žižek, el filósofo, psicoanalista y socialista, “sabemos que el capitalismo es malo, sin embargo no hacemos nada sobre ello”. Debido a esta pasividad predominante él considera que “es más fácil imaginar el final del mundo que el final del capitalismo”. ¿Significa esto que estamos condenados de por vida a una sumisión bajo un sistema tan injusto? ¿O significa que precisamente está en nuestras manos acabar con tal pasividad y convertir nuestro sistema en uno más humano? Estas preguntas no tienen respuesta fácil. Sin embargo, es importante planteárselas.
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56 España ha vivido una creciente indignación en los últimos años, manifiesta, por ejemplo, en el Movimiento del 15-M, en la postura de aquellas personas que han decidido formar el partido político de Podemos y en sus seguidores. Por lo tanto, parece que parte del pueblo español comienza a despertar y carece de manera progresiva de pasividad. No obstante, si esto fuera el motor humanista de un sistema político, ¿qué tenemos que decir sobre los pasados hechos en Grecia? En este país, Syriza, con el apoyo de una gran parte del pueblo griego, tenía la voluntad de gobernar bajo unos ideales que tenían como protagonistas a los derechos humanos. Sin embargo debido a la dependencia que Grecia tiene de la Unión Europea, estas intenciones fueron fallidas. El Consejo de Derechos Humanos hizo un comunicado el 15 de Julio en el cual un experto en deuda extranjera de la ONU, Juan Pablo Bohosluvsky, pedía a las instituciones Europeas, al FMI y al Gobierno Griego que se asegurasen de que las nuevas medidas de austeridad no tuvieran un coste en materia de derechos humanos. “La prioridad debe ser garantizar que todo el mundo en Grecia tenga acceso a un mínimo nivel de derechos económicos, sociales y culturales, incluyendo el derecho al cuidado de la salud, comida y seguridad social”, señaló el experto. No obstante ¿es esta realmente la prioridad de las políticas de la Unión Europea y del FMI? La Troika no parece regirse por tales, todo lo contrario, no tienen en cuenta aquellos ciudadanos que sufren de manera directa debido a la su exigencia de implantación de políticas de austeridad. El sacrificio por el que tienen que pasar estos seres humanos es visto como algo natural, propio de un país en deuda. Estas personas no han elegido nacer y ser de países que han sido endeudados y, por lo tanto, algo tan básico cómo sus derechos humanos no deberían ser afectados. Sin embargo podemos decir que esto forma parte de una “visión humanista” de la realidad y esta institución tan solo parece tener una “visión capitalista” de la misma y carece de voluntad para la combinación de ambas. Mientras que países como Grecia y España permanezcan en la UE, deben ser conscientes de que gran parte de su soberanía política y económica reside en otro lugar. Además, debido a las tendencias globalizantes guiadas por principios capitalistas que dan pie a la voluntad de adoptar iniciativas como la del TTIP, esta soberanía tiende a estar cada vez más lejos del país afectado. Por ello, la lucha y la defensa de ´políticas de derechos humanos´ solo parece ser realista si es guiada por un movimiento global (o al menos europeo). En realidad, en el caso de la Unión Europea, esta institución tiene una voluntad indiscutible de integración de los diferentes países constituyentes. Si perciben el levantamiento de una gran parte de la población europea, no solo de los países del sur, sino también de personas de los países del norte concienciadas con los derechos humanos, es posible que sean más humanos a la hora de establecer condiciones, dando pie a la posibilidad de que cada gobierno establezca en su país las políticas que haya prometido a su pueblo. No obstante, este puede ser un cambio que de fruto a largo plazo. En el caso de Grecia, antes del acuerdo de aceptación de las medidas de austeridad determinadas por la Troika, algunas personas consideraban que la salida de la UE era la única solución para no sumirse en una serie de medidas injustas para la población. A pesar de ello, esta medida está en gran parte vinculada por la población europea con un retroceso que no sigue la tendencia indiscutible de globalización del mundo capitalista actual, indiferentemente de si esta tendencia es adecuada o no. En cualquier caso, aunque sea difícil y ambiguo determinar cómo de realista es una “política de los derechos humanos” en el mundo actual es claramente necesaria. En los momentos que estamos viviendo es crucial la concienciación y la finalización de la pasividad por parte de la población y partidos políticos como Podemos están llevando a cabo esta función informativa. ¿Será posible lograr una globalización más humana?
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En la sociedad española actual, dominada por los medios de comunicación de masas, los nuevos portavoces políticos deben moverse entre la exposición de sus ideas y la sobreexposición de su imagen. ¿Qué hay detrás de este equilibrio, y hasta qué punto podemos dejarnos llevar por la percepción mediática de nuestros líderes?
¿Políticos o estrellas mediáticas?
Universidad de Verano
Por Laura Villaverde Rodríguez
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“Yo venía con una propuesta que quería hacer llegar a Íñigo Errejón. Cuando acabó su charla inaugural y me acerqué a él, vi que ya estaba rodeado de personas, y pensé que estarían todas esperando también para transmitirle ideas… hasta que de repente empecé a ver teléfonos y a la gente haciéndose selfies. Total, que al final Errejón se tuvo que marchar, no pude hablar con él y me quedé con cara de tonto mientras le devolvía a una señora el móvil con el que acababa de sacarles una foto” Esta intervención de un asistente a la Universidad de Verano del Instituto 25M pone encima de la mesa un tema sobre el que debemos reflexionar de manera colectiva. ¿Están nuestros líderes y portavoces políticos convirtiéndose en estrellas mediáticas? ¿Es esto una estrategia y, si lo es, hasta qué punto es útil y hasta qué punto distrae de los verdaderos objetivos? ¿No deberíamos estar poniendo el foco en lo tangible, en las medidas y las acciones, en lugar de en la imagen?
No hay que olvidar que detrás de cada líder político hay un equipo de infocomunicación que tiene, entre otras tareas, la de crear el personaje político adecuado para cada individuo y su situación. El periodista José Vicente Barcia explicaba en la VI Universidad Anticapitalista algunos de los trazos que tienen (o deberían tener) estos personajes: las tres cuestiones básicas de las que se parte para generar estabilidad en la figura son su personalidad, la idea o el grupo social al que se quiere representar y el elemento contextual; y desde esa base se crea un discurso general que pretende mostrar la visión del mundo del político atendiendo a esos tres valores. Ese discurso se apoya con un mapa léxico lleno de eslóganes atrayentes y poetizables, que los medios y redes se encargarán de mover y difundir durante meses. Así, el producto es una versión sublimada de la propia persona, con algunas características potenciadas que pasan a ser los rasgos por los que la sociedad va a identificarla de ahí en adelante. Para ilustrar con algunos ejemplos estos procedimientos no tenemos más que pensar en personajes como el de Pedro Sánchez, el salvador puro e inmaculado que trae esperanza con su camisa remangada; el de Pablo iglesias como padre severo, riguroso e inflexible frente a las viejas políticas; o el de José María González Kichi, en quien la personalidad juega un papel casi tan importante en su discurso como el propio contenido de este.
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Ya hemos mencionado que la cuestión de a quién se pretende representar es clave en la construcción de la imagen pública. En palabras de Ernesto Laclau, «Si bien es cierto que la aglutinación de demandas depende un poco de la figura del líder, también es cierto que el ascenso de un líder (y no de otro) depende de las demandas que están en la base. Por un lado, los gobernantes se transforman en el símbolo de los gobernados, pero por otro lado los gobernados crean las bases para la constitución de este líder». Ahora bien, ¿qué sucede en un período convulso como el que estamos viviendo en el estado español, en el que los partidos han sacado su artillería pesada electoralista (el ya célebre “carril corto” de Errejón) y buscan aglutinar a la universalidad de las masas bajo sus estandartes? Es importante señalar que en nuestra sociedad hipermediatizada es necesario que los portavoces políticos estén presentes de forma continua en los diferentes medios, poniendo un acento especial en la omnipotente televisión. De no someterse a todas las tertulias, entrevistas, ruedas de prensa y otras intervenciones, sencillamente no tendrían la capacidad ni la posibilidad de llegar a un público con una manifiesta falta de interés en lo político pero con un ávido consumo de la cultura popular más superficial. Pero esta asiduidad a los medios de comunicación entraña un riesgo: el de caer en lo que el profesor de comunicación política Gianpietro Mazzoleni llama “política pop”, también conocida como politainment. En otras palabras, se puede caer en la trivialización del discurso, en un cambio de perspectiva en el que el político abandona el plano del debate real y la pedagogía y se transforma en un producto más que podemos consumir dentro de la ya de por sí exagerada oferta de programación sensacionalista que nos mantiene pegados a nuestros sofás. José Enrique Ema, en la charla sobre liderazgos y nuevas políticas de la Universidad del Instituto 25M, abordó otro riesgo de esta situación: el riesgo de despolitización que corre la sociedad como espectadora; y no hablamos ya de esa parte de la sociedad más alejada de la política, sino de la fracción que, aun con disposición e interés, puede llegar a un grado tal de identificación con el líder que se despreocupa de su
propia participación. Y este peligro puede y debe preocuparnos como comunidad, pues en el contexto actual la participación de las bases sociales en los procesos políticos es tan necesaria como inexcusable. En contraposición con estos riesgos, existe la posibilidad, también planteada por Ema, de que los líderes utilicen su imagen para jugar un papel politizador: por ejemplo, vemos que gracias a Manuela Carmena o Ada Colau ahora hay problemas sociales ante los que se presentan posibilidades que antes no se veían de una forma tan clara. O, como dirían las propias Carmena o Colau: la ciudadanía es ahora consciente de que existe una nueva voluntad política. Lo cierto es que, con sus riesgos y sus ventajas, esta hipermediatización de la imagen de nuestros líderes y portavoces que se nos muestra al conjunto de la ciudadanía es de momento inevitable. Por eso es conveniente que de vez en cuando paremos en seco, tengamos estos fenómenos en cuenta y sepamos ver a través de ellos. En definitiva, sería aconsejable el hacer una reflexión sobre estas representaciones. El ser conscientes de este equilibrismo constante (entre tantos otros) al que están sometidos cada día; y el ser capaces de hacer nuestro propio equilibrismo como espectadores y consumidores y separar lo mediático de lo realmente político y, lo que es más importante, de lo humano. Y una vez que hemos hecho esta separación, hacer nosotros mismos un examen de conciencia de forma individual y ver hasta qué punto nuestra percepción ha caído en la cultura de los mass media. Por mi parte, empezaré por plantearme por qué mi foto con Juan Carlos Monedero es una de mis posesiones más estimadas desde la universidad de verano. Me quedo de momento con la explicación de que es normal que atesore cualquier recuerdo de esa experiencia inolvidable… pero en estos meses que vienen toca apelar a la cautela y no perder la identidad ante la avalancha mediática que se avecina. Porque habrá avalancha, eso no lo dudemos, y arrastrará a su paso todo lo que le dejemos arrastrar.
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El desmoronamiento de los grandes partidos del orden, el cuestionamiento cada vez más extendido de las instituciones y consensos heredados sobre los que se sustenta el régimen del 78, y las emergencias de tan fuertes y diversas expresiones de voluntad de cambio político nacidas desde el estallido del 15M, evidencian la emergencia de un momento de efervescencia política y social. Un momento de contradicciones y oportunidades, que brinda la posibilidad de abrir una cadena de transformaciones que permitan recuperar y radicalizar la democracia transformando los consensos y los equilibrios reinantes. Capear las dificultades que se presentan para ello es una tarea difícil que requiere una constante tarea intelectual, de análisis y debate, que construya sobre el momento una estrategia política ganadora y dar respuestas tácticas que la encaucen cuando sea necesario. Esa tarea, tan esencial y urgente como compleja, debería tener como primer objetivo el entender la naturaleza de esta ventana de cambio, algo que por lo general, quienes se presentan con voluntad transformadora, no han sabido leer y explicar.
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Entender el momento populista Por Iago Moreno LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
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“El neoliberalismo en su propia esencia, tiene ese carácter, en términos gramscianos, de revolución pasiva”
El momento populista no es fruto de la espontaneidad, ni mucho menos de una mera habilidad táctica e intelectual de tal o cual fuerza política. Detrás de su ser, se encuentran una multiplicidad de fenómenos y procesos sin los cuales esta ventana de oportunidad jamás hubiera existido. Al contrario de lo planteado por gran parte de la izquierda, estas condiciones objetivas y subjetivas no tienen tanto que ver con la combinación de, por un lado, la progresiva acumulación de fuerzas de los NMS y los sectores cada vez más residuales de la izquierda, y por otro lado, el desgaste progresivo de las fuerzas tradicionales. Ese análisis, más propio de la alquimia que de la política, que traviste como guerra de posiciones una ilusión inocente e ingenua, ignora por completo la falta de liderazgo de la izquierda “realmente existente” en la constitución de este momento populista (esta crisis orgánica, de régimen). La crisis de régimen no es tanto el producto de una acumulación de fuerzas de los sectores ya militantes, sino la consecuencia del desarrollo de una serie de procesos endógenos y exógenos a la evolución, expansión y radicalización del sistema neoliberal en Europa. Unos procesos que han dado lugar a las condiciones materiales idóneas para la praxis populista, y ante los cuales estos sectores no han sido incapaces de responder. Resalta en España el caso del 15M y las mareas ciudadanas, claves en el desarrollo más embrionario del momento populista que vivimos, donde la izquierda se vio desbordada y subordinada al propio desarrollo de las cosas, incapaz de ejercer como un catalizador del descontento de la gente. La actual crisis de régimen, encuadrada en el conjunto de crisis al que el neoliberalismo se enfrenta a escala mundial, tiene más que ver con el producto de una revolución pasiva de los sectores dominantes. Y lo es porque el neoliberalismo en su propia esencia, tiene ese carácter, en términos gramscianos,
de revolución pasiva. Un levantamiento de las élites contra el consenso de posguerra en Europa; o en el caso español, los avances en materia de derechos civiles y sociales que trajo la llegada del régimen del 78. Su propio desarrollo ha desencadenado una serie de procesos transformadores que han asentado las bases de las condiciones materiales que hoy leemos como potencialmente útiles para una estrategia de ofensiva y disputa contrahegemónica. Una disputa hegemónica entendida en términos “errejonianos”, es decir, rechazando una exterioridad total o una impugnación pura, que acepte el orden reinante y busque, en el seno de su crisis, rearticularlo y darle un sentido de contestación. Entre estos procesos se encontraría en primer lugar el progresivo empobrecimiento de los estratos sociales más dependientes de lo que fue el estado de bienestar, y por ende, los más afectados por su desmantelamiento. También lo haría la quiebra de la escasa “movilidad social” que el capitalismo de posguerra ofrecía aquellos sectores de las clases populares que, gracias a la profundización del estado de bienestar, pudieron acceder a una mejor educación y sanidad. En lo que se refiere a la cuestión de la “legitimidad representativa” de las élites políticas destacaría la visibilización del entramado que une lo corporativo y lo político, y su potencial para cuestionar el modelo de democracia representativa sedimentado por el neoliberalismo, desprendido de su carácter agonista y convertido en un comité que administra los problemas comunes de las élites. El convertimiento de la socialdemocracia de posguerra en el social-liberalismo de Tony Blair y Anthony Giddens no sólo significó la pérdida de hegemonía socialdemócrata, sino el hundimiento de la única alternativa con capacidad de gobierno a las políticas neoliberales, el fin de una verdadera disputa política y no meramente de gestión. Esta crisis de representa-
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“Disputa hegemónica entendida en términos “errejonianos”, es decir, rechazando una exterioridad total o una impugnación pura, que acepte el orden reinante y busque, en el seno de su crisis, rearticularlo y darle un sentido de contestación”
tividad también se ha alimentado de la consolidación de unas dinámicas de centro-periferia en las que los países del sur de europa (PIIGS) han adoptado un papel casi neocolonial respecto a una mittleeuropa cada vez más poderosa por su liderazgo económico dentro de la UE y su demostrado compromiso con los intereses de Washington (inclusive cuando estos contradigan los de Berlín). El empobrecimiento y la pérdida de unas sólidas expectativas de futuro basadas en el ascenso social, han creado un descontento generalizado en torno al sistema que vivimos. Un descontento social que junto a la crisis de representatividad y legitimidad de las élites gobernantes se ha convertido en impugnación de signo político. En su suma, estos factores nos dan evidencias suficientes como para afirmar que la crisis social, política y cultural del neoliberalismo ha precipitado una ruputra del escenario postpolítico construido durante el neoliberalismo, en el que la democracia “realmente existente” no va más allá de una mera disputa electoral de la gestión de un orden institucional ya sedimentado. Una crisis que permite rescatar, frente a la lógica de gestión en la cual la política se convierte en una mera disputa por el color de las instituciones, una lógica agonista del conflicto. Las elites dominantes se encuentran ante el hundimiento progresivo de su hegemonía política, social y cultural. Pierden, es decir, su capacidad de encarnar como sujeto particular un interés universal discursivamente construido, de crear consenso y otorgar significado, de seducir a los descontentos y neutralizar los partisanos, y de controlar el terreno de disputa y lo disputado. El cuestionamiento reiterado del modelo de país ideado por la transición, la significativa perdida de votos de los partidos tradicionales y la emergencia de nuevos partidos con porcentajes de voto considerables, la intensidad
y diversidad en la que se expresa la indignación ciudadana a través de los diferentes movimientos sociales que han surgido a través de la crisis, y la posición defensiva en lo discursivo que muchas veces los partidos del orden han tenido que tomar, son ejemplos ilustrativos de ello. Estos ejemplos no habrían sido realidad de no ser por las tres grandes grietas abiertas en el consenso fundamental del régimen del 78. Tres grandes grietas que tienen tres nombres claros: soberanía, democracia y corrupción. Estos tres elementos, resultado de lo anteriormente expuestos, abren la posibilidad de hacer un butrón en su poder, de agrandar la brecha de esta crisis orgánica explotando hábilmente el potencial que presentan para subvertir los consensos sobre los que se sustenta este régimen. Disputar desde estos ejes ganadores el darle sentido a la crisis, colocarlos en la centralidad del debate político y social, y dotarlos de un relato coherente y claro de cara a las masas, que señale a nuestros adversarios como culpables directos de ellos, son tareas que nos acercan a ello. En la política, los equilibrios, las correlaciones de fuerzas, son contingentes pero no inmutables, y de la misma manera que el colapso del consenso socialdemócrata permitió el asalto neoliberal, el colapso del neoliberalismo hoy abre una brecha para el cambio. La primavera política abierta por los movimientos occupy, las primaveras árabes y las experiencias populistas sureuropeas, está descongelando el orden tradicional de las cosas abre una ventana de posibilidad para la reconquista y la radicalización de la democracia, de desmantelamiento de los consensos existentes y articulación de relatos y empresas nuevas. Por ello, hoy más que nunca, es necesario profundizar en las causas que se esconden tras su naturaleza para hacer que la brecha abierta, pequeña pero con tendencia clara, se ensanche para dejar paso a un tiempo nuevo.
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La centralidad del tablero En homenaje a Íñigo Errejón y Chantal Mouffe
Álvaro Callejón Jordi Romano
Universidad de Verano
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Diálogo entre Álvaro Callejón y Jordi Romano
J
Jordi Romano: La fase histórica, como diría Gramsci, el análisis de fase, nos enseña que se está viviendo una lucha a muerte en este país. Una lucha entre restauración y ruptura, ésta es la fase de este país. Estamos viviendo un
proceso histórico de restauración o de ruptura, esto es, una transición. Y ya sabemos cómo terminó la anterior. Los de abajo empiezan a tener fuerza, y ésta fuerza cambia a los de arriba. Gramsci, que era un tipo que le daba muchas vueltas a la cabeza, decía: cada proceso de revolución lleva la restauración dentro, cada proceso de revolución lleva la reforma dentro, cada proceso de cambio social lleva la regresión en su seno. ¿Qué es lo que estamos viviendo ahora? El momento histórico actual es: hemos tenido la fuerza suficiente para echar a un rey, pero esto significa que ellos se han puesto en
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pie y van a ir a una restauración para consolidar políticamente la correlación de fuerzas que ya existe en la sociedad. Hemos visto la reforma laboral, y vemos como los jóvenes vivimos una nueva servidumbre. Esto significa que está cambiando la correlación de fuerzas, a favor de los empresarios. Se liquidan los sindicatos, el contrato indefinido, se permiten formas de contratación y despido a la carta de los deseos empresariales. Lo que están intentando ahora es subvertir la constitución del 78, sin cambiarla, para ir hacia un nuevo proceso constituyente desde arriba, la constitución de los poderosos. Es una guerra entre dos propuestas, una será la reforma constitucional y otra el proceso constituyente. Al final parece que lo que nos proponen son medidas de reforma, cambiar las caras, para que todo siga igual. Son siempre las características de los procesos de transición, los de abajo tienen fuerza para mover a los de arriba, pero los de arriba tienen el poder y la fuerza para convertir tu propuesta en una antipropuesta, que es lo que Gramsci llamaba Il Transformismo, la capacidad del régimen de cooptarte y abducirte para recoger tu fuerza y cambiar tu propuesta de origen. Esto es lo que hace C’s. Ciudadanos no es la marca blanca del PP, entre otras cosas porqué el PP es un partido orgánico, pero no el partido del régimen, que es el PSOE. C’s es la propuesta del régimen para intentar que la guerra la gane la reforma, esto es, vivir otra restauración borbónica.
Álvaro Callejón: La centralidad del tablero político no sólo no la ocupa Ciudadanos sino que jamás la ocupó Podemos. Hablar de izquierda y derecha suena arcaico, pero también lo es suponer entonces que hay un centro. A propósito, a mí Ciudadanos me parece más liberal que el PP. No olvidéis que ahora a los del PP les ha dado por auto llamarse ‘socialdemócratas’ (no es coña, hay hemeroteca reciente). Y sobre lo que comentas, Jordi, si bien es muy interesante no hay que olvidar en ningún momento el papel de los medios de comunicación. Y en éste caso con Ciudadanos se ha hecho algo muy curioso: aparece Podemos, y los medios aúpan a Ciudadanos hasta tal punto que casi lo extienden de Cataluña a toda España (de partido nuevo no tiene nada, en realidad). Está en los medios constantemente y sí, obviamente se presenta como la alternativa de la derecha. Pero es que ahora mismo está en el ostracismo, aún más que Podemos. No hay tertulianos de Ciudadanos en la tele, apenas salen noticias... Todo esto me hace preguntarme qué es lo que ha pasado en realidad con esto. Porque Podemos ha hecho méritos para caer, pero Ciudadanos sí que ha sido constante y presentaron un programa económico hace ya. No queda claro si Ciudadanos ha sido vilmente utilizado por los medios (que a su vez son utilizados, claro) y ya no interesan, si su papel volverá a ser el de ‘’llave’’ en las generales... Todo bastante raro con este partido, en el plano socialpolítico, al menos.
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66 J.R.: No hay que entender la centralidad del tablero como el punto intermedio entre la izquierda y la derecha, entenderlo de esta manera es caer en el juego de etiquetas que no es útil, es útil en sí mismo y solo sirve para justificarse, pero como todas las utilidades dependen, a su vez, de la utilidad a la que las sometas. Esto es, si se cae en el error de análisis según el cual hay unas posiciones existentes determinadas por el eje izquierda-derecha y los partidos lo que deben hacer es apoderarse de una parte del espectro, lo único que se consigue es que el poder siga en las mismas manos, ya que los papeles están bien repartidos. La centralidad del tablero se debe entender como la construcción discursiva de un terreno en el cuál un actor es capaz de generar entorno a sí un consenso en el que incluye a grupos y actores muy diferentes, de forma subordinada. Determinar cuál sea la centralidad del tablero es ser capaz de reunir e interpelar no sólo a una gran mayoría de la sociedad política sino que también fijar las condiciones sobre las cuáles quienes quieran desafiarlo, deben hacerlo. Es la capacidad de determinar y de construir las disputas en el terreno y en los términos más adecuados para ti y menos para el adversario. Un ejemplo de esto lo encontramos en Cataluña. Ahora mismo la centralidad del tablero es el independetismo. Ya no importa si eres de derechas o de izquierdas, el eje ha cambiado y se ha articulado de tal manera que ahora es o Independentismo o franquismo. Conquistar la centralidad del tablero es decir cosas que la gente piensa, ser capaz de conquistar el sentido común. Cuando decir cosas de sentido común, esto es, decir que soy una mujer no soy una sierva, no tengo porqué sufrir, esta estafa no la he provocado yo y no la tengo porqué pagar yo, no tengo porqué vivir con miedo, con mi dinero no se tiene que rescatar a la gentuza que después nos dice que hagamos sacrificios, etc. Cuando en un país decir cosas de sentido común, que ya están en la cabeza de la mayor parte de la gente, tengan la etiqueta que tengan y sean del partido que sean, cuando decir esas cosas es decir cosas del cambio, es que este país necesita pasar página y abrir una nueva etapa. Y esto lo ha hecho Podemos, y ha conseguido que los demás partidos digan lo mismo o cosas parecidas, que hay que luchar contra la corrupción, que hay que regenerar la democracia, que hay que modernizar, etc. El partido que empieza este proceso es el que ocupa la centralidad del tablero. C’s repite lo que dice Podemos unas horas más tarde. Y eso que dices de que no hay tertulianos de Ciudadanos en la tele no lo se, no miro mucho la tele, pero seguramente hay más de C’s que del PCPE. A.C.: La teoría política es interesante para analizar lo que sucede desde un plano más abstracto pero con aplicación real, mas no puede ajustarse como un guante a lo que ocurre en la realidad. Es irrelevante cómo deba ser entendido, según tú o según Gramsci. La centralidad del tablero en la sociedad es el grueso entiende que el centro es un partido que no está ni a la izquierda ni a la derecha, a ésto es lo que quiero
ir yo. El debate debería girar más en torno a lo que una sociedad española demanda, con sus virtudes y sus defectos, que respecto a un eje ideal que a todos nos suena muy bien pero obvia factores exógenos al partido o a la batalla estrictísimamente política. Es por ello lo que te hablaba de los medios de comunicación. Aunque Podemos intente cambiar los ejes y ya no sea izquierda-derecha, sino abajo-arriba (a fin de cuentas esto no desdibuja en demasía la situación, no me parece un mensaje que cale) si el inmenso poder de los medios de comunicación dictaminan que estás a la izquierda, o a la izquierda de la izquierda, hay que buscar cómo jugar con eso. Con Ciudadanos pareció calar algo más el mensaje de que son de centro por dos motivos muy sencillos. El primero, por hablar de unas políticas liberales (típicamente de derechas) así como de unas medidas que ayudarían a los más desfavorecidos (típicamente de izquierdas). Insisto en que estos tópicos que acabo de soltar se ajustan a la mayoría, nosotros haríamos un análisis más profundo, claro está. El segundo motivo es que Ciudadanos ha sido mimado por todos los medios por ser un “cambio” de no 180º, sino a lo sumo de 90º (no diría que de 360º). Y no, lógicamente del PCPE no hay mucha representación mediática. Ésta llega como muy lejos hasta IU. Pero exceptuando laSexta, representación política en la caja tonta tienen básicamente PP y PSOE, y esto, como todos suponemos, no es casual. Sobre lo que comentas del sentido común... Yo seré muy pesimista pero, ¿podemos afirmar que este país ha demostrado tenerlo? Parecerá una frivolidad llamar idiota a un país entero, pero parece que estamos todos de acuerdo en estos mensajes que tiran Podemos y Cs, y el PSOE de manera algo más tímida, de acabar con la corrupción, regeneración democrática, etc. Y luego te vienen las autonómicas con el PP siendo fuerza más votada y liderando la intención de voto tiempo después. La cosa es acojonante y no dibuja un panorama esperanzador. A mí por lo menos no me hace tener mucha fe no ya en Podemos, sino en la política española en general. Habrá que intentarlo por todos los medios pero Podemos está en caída libre y Ciudadanos va a tener una presencia testimonial. J.R.: Es un placer poder discutir éstas cosas. Conseguir cambiar la visión de la sociedad sobre qué sea la centralidad del tablero es un proceso muy difícil, de construcción lenta y resistente, porqué se está luchando contra el sentido común de época, lo que Gramsci llamaría la filosofía de los no filósofos, esto es, un conjunto de conocimiento arraigado y naturalizado con una serie de discursos históricos que la gran mayoría de gente los entiende como indudables, la batalla se da para intentar desnaturalizar estos sentidos. Son un conjunto de verdades que es muy difícil que la gente ponga en duda. El sentido común es muy fuerte y defiende muy bien el orden existente, es la sensación que tiene que transmitir un modelo para parecer natural e infinito. Por ejemplo la idea de izquierda-derecha, esto no es una
67 realidad objetiva, es resultado de una construcción discursiva cristalizada en sentido común, de tal manera que la gente entiende que debe posicionarse y definirse con estas etiquetas. O por ejemplo decir que los extremos se tocan, o decir que no pagar las deudas es de locos, y un largo etcétera. Para cambiar ésta percepción de la sociedad se requiere mucho tiempo y mucha estrategia discursiva que combata lo qué sea el sentido común, es una batalla cultural. El actor hegemónico construye el marco y terreno de disputa y para ganarlo tendrás que aceptar parte de su discurso. Por esto la lucha hegemónica está en constante tensión y movimiento, el régimen tiene que aceptar algunas de las demandas de los de abajo, por esto ahora los partidos empiezan a decir que hay que luchar contra la corrupción, etc. Tienen que dejar pasar la parte de la reivindicación particular de algunos de los subalternos para integrarlos al orden, siempre de manera subalterna. Si el régimen satisface algunas de las demandas particulares de los sectores subalternos podrá desarticular el posible bloque contrahegemónico. Si se cooptan e integran parte de las demandas, se puede derrotar el intento de cambiarlo todo, se coopta para disolver el sentido de ruptura. Los grupos subalternos tienen dos reivindicaciones, la primera es la particular, esto es, por ejemplo, no quiero que cierren hospitales, o no quiero que suban la edad de jubilarse, o no quiero que se hagan corridas de toros, o no quiero que suba el precio de los alquileres. Estas demandas no tienen que ver entre ellas, no existe una relación necesaria que las agrupe, pero la construcción populista lo que hace es unir éstas demandas con una cosa que sí tienen en común: insatisfacción con el régimen. Así pues se crea un colectivo nuevo con una voluntad transformadora. Pero desde el régimen lo que intentará hacer es desarticular la cadena de equivalencias, solucionando algunas de las demandas, por ejemplo potenciando C’s que van a luchar contra la corrupción. Así pues parte de los que estaban contra el régimen pasan a estar integrados, de manera subalterna, y se desarticula el bloque histórico emancipador. Por esto la lucha hegemónica se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales. Afirmación – apertura. A.C.: Esto del sentido común son los dogmas de toda la vida del señor y es muy, muy, muy difícil cambiarlo. Para el caso que nos ocupa, me parece más bien imposible. Una cosa es reunir una mayoría hegemónica, que reúna personas de diversos sectores y que no necesariamente compartan todas las ideas, ni siquiera ideología, en pos de un bien común, y otra es que efectivamente estas personas consigan desprenderse de estos dogmas, es decir, cambiar su sentido común. Los filósofos decimos siempre con un poco de ironía que el sentido común, en realidad, es el menos común de los sentidos. Antes de hacer una enumeración de los factores que a mi juicio imposibilitan quiero rescatar una idea de mi anterior intervención, que pone de manifiesto por qué el sentido común en España es el menos común de los sentidos: PP, líder en intención de voto y fuerza política
más votada en las pasadas autonómicas. Esto a mí, en su momento, me quebró las esperanzas del cambio en gran medida (no completamente) para este país, por mucho que mediante pactos pudieran salir de ayuntamientos de ciudades importantes. 1. Las prioridades son las que son. Algunas son de carácter urgente, otras no. Lo que urge es llegar al poder. Para ello nos tenemos que servir casi de cuantas triquiñuelas sean posibles, siempre y cuando sea de manera democrática, legal, transparente, etc. No quiero decir que a la ciudadanía se le engañe, pero el discurso pedagógico no funciona, ni funcionará, básicamente porque no hay tiempo. No puedes pretender cambiar la mentalidad de una población en precampaña, en campaña, en legislatura, ni en dos legislaturas. Antes que convencerlos, mediante teorías personales, de que la izquierda y la derecha es un debate antiguo (que yo en parte estoy de acuerdo con ello, ojo), casi que es mejor convencerlos de que, para que nos entendamos, “la izquierda es mejor que la derecha”, de que “la izquierda actual es derecha”, y por supuesto de que sus propuestas, como dices, no son cosas de locos sino que tienen su sentido. Por tanto, yo no soy optimista en modo alguno en que podamos nosotros, o desde Podemos, hacer pensar a la gente que hay ideas arcaicas. Es más, esto podría, en muchos casos, directamente ofender al ciudadano al pensar éste que tú te encuentras intelectualmente por encima, aunque efectivamente lo estés. Esto nos llevaría a re-pensar la estrategia y hacerlo todo mucho más lento, poco a poco, pero tienes el tiempo en contra y si te eliminan del escenario político porque has estado pensando en cómo enseñar a la población, ya sí que no tendrás margen de maniobra. Por ejemplificarlo con la realidad: si ahora mismo se dedicaran los de IU a hacer exactamente lo mismo que lo de Podemos, paso por paso, no tendrían éxito alguno porque ya han perdido el crédito que pudieran tener. 2. En mi opinión, éste punto es el importante, “la madre del cordero”, y del que no hay escapatoria. Permitirme insistir en los medios de comunicación. Salvo que clonemos a Iglesias, Errejón y cuantos más nos gusten, éstos no van a conseguir llegar a todos los rincones (y si quieres construir una mayoría hegemónica, no te queda otra) salvo que uses los medios de comunicación en tu favor. Y si los tienes en tu contra, estás jodido. Y Podemos los tiene en contra. Y tenerlos en contra no pasa sólo porque te relacionen con Venezuela, con que te busquen “becas black” al número dos, con que asusten con Grecia, y demás. Pasa por el ostracismo al que ahora mismo está sometido Podemos. Los medios de comunicación saben tanto como el lector culto que la masa se indigna mucho, pero en general, es influida por lo que les llega en prensa. Por lo tanto, basta con difamar y minimizar las buenas noticias de Podemos, si las hubiera, para quitarle votos de manera masiva. Estoy usando el vocabulario más sencillo que puedo para que el mensaje sea claro: la sociedad española no es una sociedad crítica, apenas se cuestiona lo que le entra por el ojo o el oído. No tengamos la osadía de pensar que todos son como nosotros, que nos ponemos
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68 por la tarde o por la noche a leer un rato, que sabemos quiénes están detrás de los periódicos, o que los jóvenes cuando se reúnen de botellón discuten sobre la hegemonía de Gramsci. Éste es es un reto que ojalá Podemos consiga superar, pero es David contra Goliat. En mi opinión ésta es la batalla madre, y no la de PP VS. Podemos. La relevancia de los medios de comunicación es incuestionable, y no he visto, mal que me pese, un partido que cause mayor rechazo que Podemos al hablar con amigos y personas de otras edades. Éstos han conseguido que Podemos sea como los personajes polémicos o como algunas obras de arte moderno, que los adoras o los odias, aun sin llegar a comprenderlos. La mayoría no trata de penetrar en lo que significa Podemos. O no los entienden, o les vuelven la cara, en gran medida también por lo que explicaré en el punto tercero. Por lo tanto, en mi opinión la teoría política sobre la hegemonía es sumamente interesante pero no podemos perder de vista, en modo alguno, el rol que juegan los medios de comunicación, que manipulan mentes a diestro y siniestro cada mañana en el periódico, cada tarde en el informativo y cada noche en la tertulia de turno. En mi humilde opinión, aquí es donde Podemos tiene la guerra perdida. Ojalá me equivoque. 3. No quisiera terminar sin mencionar, aunque va en relación con lo anterior, lo que significa que Podemos sea un partido político. Es verdad que consiguieron sacar a muchos de la abstención, pero PP y PSOE se lo han montado tan bien haciéndolo tan mal que parece mentira que al final vayan a jugar la carta a su favor. Pero sí, la cuestión es la siguiente: ¿qué percepción tiene de la política el ciudadano medio? Pues una nefasta, básicamente. ¿Cuánta gente me he encontrado, que en un alarde de brillante argumentación me han afirmado, rotundamente, que Podemos ahora no roba pero que en cuanto llegue al poder lo harán? Ya puedes hablarles que son gente normal, como tu padre o el mío, o como tú y como yo, que se dedican a hacer política, o que hasta tal punto no quieren robar que hasta se rebajan el sueldo casi hasta donde pueden. Les da igual. Ellos tienen una bola de cristal y además, de tan poco que han leído, tienen la verdad: saben que llegarán al poder y robarán, pero además están seguros de que pierden deliberadamente dinero pero sólo a modo de fachada. Por eso estoy de acuerdo con Iglesias cuando éste dice que la política persigue fines hermosos pero en sí es horrible. Y es que es así. Tienes que lidiar con multitud de elementos desquiciantes, y a mi juicio uno de ellos es la sociedad en sí, a la que tienes que convencer pero te vuelven la cara no por tu culpa, sino porque los de antes lo hicieron rematadamente mal. Es como el animal enjaulado en la perrera, que tras ser abandonado ya repudia hasta aquellos que quieran adoptarle para hacer de su vida algo decente. El perro te muerde, porque ha perdido la esperanza después de muchos años de maltrato, y creen que llegas para seguir apalizándole, aunque tus intenciones sean las mejores. Eso sí, el símil falla porque en mi opinión el que quisiera rescatar al perro en realidad es otro perro disfrazado de humano, pero el perro sólo verá la apariencia, que para el
caso, es la etiqueta de “político”. J.R.: Desde mi punto de vista, esto es, desde una suerte de enfoque posgramsciano que lee a Gramsci más allá de los límites del marxismo, entiendo la política como la articulación y construcción de sentido, una lucha por determinar el sentido y la creación de identidades colectivas nuevas. El elemento fundamental de este enfoque es la hegemonía, entendida como transformación cultural de la sociedad, batallar por asaltar el sentido común. Esto desde una visión antiesencialista, entendiendo que la disputa se da en un espacio discursivo. Claro que el sentido común es muy difícil de cambiar, por esto las sociedades tienden a ser conservadoras, el miedo opera como elemento fundamental, y hace muy difícil la ruptura. Hay que reconstruir un sujeto pueblo, que no existe, hay que reconstruir del conjunto de gente asustada, descontenta y frustrada, hay que federar esos dolores y quejas para ponerlas en positivo en una voluntad, nos diría Gramsci, nacional-popular. Una voluntad que reconstruye una historia en común y sobretodo postula un futuro compartido. Esto para encarnar un proyecto de país que identifique las necesidades de la mayoría social empobrecida con el conjunto, universalizar las razones del sector particular. Hay que luchar para intentar democratizar cada vez más espacios de la vida en común, esto no se hace en un día, esto será una pugna constante y muy larga. La disputa cultural requiere que tengas siempre un pie en el sentido común de época, y otro pie en sus posibilidades de transformación y avance democrático. Es una tensión permanente. Si tienes los dos pies en el sentido común de época (C’s) estarás muy bien visto pero no transformas nada, eres como ellos. Si tienes los dos pies en el otro lado, es posible que cuestiones mucho el orden existente, pero es muy posible que no te haga caso nadie y seas residual (PCPE). La cuestión estará en saberse mover entre los dos sitios. Desde ésta visión la política no es un choque frontal entre bandos. Por esto yo no estoy de acuerdo en que lo más importante sea conquistar el poder, esta lectura leninista de la hegemonía según la cuál tienes que hacer triquiñuelas para ganar. Yo no creo que esta sea la herramienta eficaz para transformar la sociedad. Podemos es el futuro, los otros representan los zarpazos de un pasado que se niega a morir y que ha sido lo peor de España en los últimos años, se negarán a morir y serán cada vez más agresivos. Necesitamos tener la perseverancia, para remontar las adversidades, y la paciencia. Hay que saber ser perseverante, cuando haya que ser perseverante, y paciente, cuando haya que serlo. Es la idea de bailar con el tiempo que Álvaro García Linera aprendió en la cárcel. Y sobre lo que dices de los medios de comunicación es cierto. Gramsci nos obligó a diferenciar entre los estados occidentales y lo estados orientales, no en una suerte de separación geográfica, sino una clasificación entre distintos modelos de estado. Los estados orientales sólo son el palacio de invierno, con poca estructura y mecanismos de poder, sólo con elementos coercitivos. Por esto en Rússia, estado oriental,
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la hegemonía leninista de alianza entre diversos grupos y triquiñuelas para ganar sirvieron, porque en las sociedades orientales hay poca sociedad civil y poca relación y mediación entre los que mandan y los mandados. Pero en occidente Gramsci nos dice que ésto no es suficiente, porque no es sólo un castillo, hay muchas trincheras, fortificaciones, alambradas, etc. (Escuela, educación, medios de comunicación, sentido común, etc.) Toda una superestructura que crea un marco de relación de consenso, no de dominio coercitivo. Por esto en los estados occidentales la táctica leninista no funciona, y hay que desarrollar la estrategia hegemónica y de guerra de posiciones, para ir avanzando y conquistando poco a poco los pocos espacios que te permitan. Las alianzas políticas y las triquiñuelas electorales son insuficientes, hay que intentar luchar por abrir una fase cultural nueva, donde el sector contrahegemonico pueda presentarse como universal y representante de la nueva voluntad general. Los medios de comunicación actúan como trincheras del poder, y luchan por conseguir mantener el orden existente. La batalla será muy larga y necesitaremos siempre el empuje de la gente y las ganas de luchar por el cambio cultural. Podríamos hablar de la fórmula de cuño de renovación de élites y el papel fundamental que ocupan los que Gramsci llamó intelectuales orgánicos en esta guerra, pero sería muy extenso. Claro que siempre hay un momento de disputa del poder en un sentido más leninista, lo que Gramsci llamaría guerra de maniobras o movimientos. Álvaro García Linera nos dice que la fórmula real práctica de la hegemonía,
que aprendió en Bolivia, es: Primero Gramsci, después Lenin y después Gramsci, esto es: Articulación y transformación cultural, derrotar al adversario y luego articulación y transformación del adversario una vez derrotado. Lo de la imagen que tiene la gente de los políticos es cierto, no sólo de los políticos sino de la política en general. Es una construcción discursiva liberal que tiene como objetivo dificultar las opciones de cambio. Lograr que la gente diga que la política no va con ellos, que todos son iguales y yo paso de votar, que vive y deja vivir, que yo hago mi vida y me da igual lo otro... es lograr despolitizar a mucha gente. Y despolitizar es un proyecto siempre conservador, porqué politizar significa pensar desde el conflicto, y de esto Chantal Mouffe me ha enseñado mucho. El proyecto liberal quiere que la política sea concebida como simple actividad de gestión y administración de las instituciones, y que ya se ha superado los antagonismos y las diferencias, que lo importante es que cada uno viva su vida, etc... Esta construcción ya forma parte del sentido común, y es el logro del individualismo. Si se despolitiza la sociedad no habrá conflicto, esto es, no habrá posibilidad de cambio ni ruptura, es muy difícil cambiar esta percepción, será un trabajo complicado en el que lo normal es que venza Goliat. Y no te creas lo que dicen de que Podemos cae en picado en las encuestas ni nada de esto. No son explicaciones de cosas existentes, son construcciones que crean sentido. Buscan que la gente se desmotive, que pase del proyecto y que se resigne en sus casas.
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Caminante hace su camino, el carril su conductor
Universidad de Verano
Por Lucas Pardo
Ciudad Universitaria, 23 de julio. Sólo faltaban diez minutos para que Jorge Lago e Íñigo Errejón inaugurasen la Universidad de Verano organizada por el Instituto 25M, pero el suelo seguía cubierto por el blanco de las sillas. Pasada la hora, las sillas empezaron a llenarse poco a poco de un público ajetreado. Una lluvia púrpura iba coloreando el neutro blanco del pabellón. Pero en poco avanzó el rumor: Íñigo ya ha llegado. Rodeado por los medios de comunicación y los más entusiasmados, subió a la plataforma al cabo de unos instantes.
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Q Quizás era por el suspense o por no saber cómo comportarse en este nuevo acontecimiento, pero las agitaciones de Errejón no movieron la audiencia a la aclamación. Parecía ser otra audiencia que la que aplaudiría y retumbaría en exaltación “¡Sí se puede!” en la clausura de la Universidad de Verano. No obstante, en poco tiempo la atmósfera fue más densa cuando Errejón empezó a pintar las causas y necesidades del nuevo rumbo que ha emprendido Podemos. Además de los obstáculos y desafíos, habló del vehículo en el que habría que subirse y en cuyo conductor tendría que transformarse la audiencia. Toda construcción se empieza desde los cimientos. Así, Errejón también empezó construyendo el entorno donde se sitúa Podemos. En este momento la casta está marcando el tiempo y el espacio, a qué velocidad y dónde suceden las cosas. En una situación como esta, se tiene que estar atento continuamente. No sabes cuándo ni en qué situación te van a pedir ciertas aclaraciones, ni cuándo van a ser las elecciones, cuándo habrá que entregar ciertos documentos ni en qué situaciones. Como se puede adivinar, este tiempo y espacio marcado por la casta no son propicios para Podemos, no sólo porque no se compartan los intereses de los anteriores, sino también porque no quieren que Podemos asuma una posición desde donde hacerse un actor de peso. ¿Pero qué tipo de actor es Podemos ahora según Errejón? No tiene tiempo para pasear (las elecciones se celebran pronto), hay escasos recursos (que en su mayor parte provienen de donaciones), todo se hace sobre la marcha (no existen estructuras o modelos previos). Para ganar las elecciones hay que poder mantener unidas las filas, y hay que poder construir un referente potente al que la gente pueda sumarse. Por ello, explicó Errejón, hay que diseñar un plan con el que se consiga avanzar rápido durante este año electoral. Esto significa que no se podrá hacer siempre lo ideal, que no va a estar satisfecho todo el mundo, que hay que centralizar el poder y que hay que rebajar los requisitos más abiertos y democráticos. ¿Y cuáles son los requisitos para avanzar rápido? Errejón explicó a la audiencia que ahora se tendrán que usar dos carriles, ya que no es posible recorrer sólo por una ruta. En esta estrategia de dos carriles, el primero es un carril rápido para adelantar que se usa solo transitoriamente para ganar las elecciones. El segundo carril es lento, no sirve para acelerar, sino para construir una nueva cultura, historia, mitos, identidades y sociedad juntos. Este último carril representa esa ruta anterior donde el mayor eje era trabajar juntos con todos. La estrategia presentada por Errejón supone obviamente muchas cosas nuevas y se separa de cómo se iba antes. Si antes el mero trayecto representaba su propio destino, ahora el carril lento tiene su propio curso y el rápido su fin en las elecciones. Según Errejón la diferencia con respeto a lo anterior es que ahora se avanza en los dos carriles al mismo tiempo. Por el primero hacia las elecciones y por el segundo hacia la reforma radical. El discurso sobre dos carriles ya estuvo pavimentado en Vistalegre. No se trata sólo de un cambio de estrategia, sino de la construcción de un contexto. Desde este se pueden legitimar ciertas transformaciones en la organización del partido y adelantar la victoria electoral y la acumulación de votantes que esto requiere ante la reforma radical. Dicho adelantamiento se justifica diciendo que desde la victoria electoral se puede
empezar el proceso constituyente – o revolucionario. ¿Y qué ocurre si la denominada estrategia es más que una simple estrategia? La situación será probablemente que si no se centraliza al poder, que si no se pueden tomar decisiones uniformes, si no se pueden organizar y asignar los recursos escasos, si no se logra componer en un horario apurado los programas necesarios, entonces los votos irán a otro lado. En tal caso, no se logrará el éxito electoral, el movimiento será más frágil y al final se cerrará esa ventana abierta que da posibilidades para construir un pueblo detrás del proceso. Pero para usar los dos carriles, ¿no se necesita un nuevo medio de transporte? Esto supondría un nuevo tipo de actor que lo conduzca. Entonces, ¿podría ser que la maquinaria de guerra electoral ya no pudiera transformarse de nuevo en el movimiento popular, porque ya circularía por otro carril? Errejón mencionó un parte importante de la estrategia de dos carriles que se irá planteando mientras se haga el recorrido. Es el intento de construir un nuevo juego con reglas propias, y conseguir que los demás jueguen a él. Una vez estén jugando con tus reglas, los adversarios empezarán a cambiar dentro del juego. Al final no es tan importante quién gane el juego. Igual que los perdedores, el ganador también juega con tus reglas y mantiene tu juego. Durante las últimas décadas, muchos partidos europeos han usado esta estrategia: los verdes, partidos regionalistas y hasta algunos partidos antiinmigración. Pero Podemos no es un partido con una sola agenda. Al final, la inauguración despertó más preguntas y recelos que certidumbre. No obstante, fue la tarde y fue la mañana: para el cuarto día se había creado el entorno propicio y su tripulación pudo comenzar. Aún es preciso preguntarse por qué y con qué estrategia. En el fondo del discurso parece que la estrategia de los carriles se creó en base a las siguientes interpretaciones: 1)Ahora hay momentum para un gran victoria electoral y así empezar el proceso de reforma radical con el proceso constituyente. 2)Con la vieja estrategia no se puede conseguir una legitimación popular para estas medidas. Sobre estas bases se puede plantear lo siguiente: 3)Para ganar las elecciones se necesita un amplio electorado (a diferencia de un amplio grupo de partidarios). 4)Para obtener este electorado hay que transformar Podemos en un partido “creíble”. 5)Para que el partido pueda ser “creible”, tiene que seguir las reglas del juego formado por el sistema político hegemónico. 6)Esta nueva subjetividad institucional conlleva relaciones y requisitos que después son difíciles de romper porque uno ya no es lo que fue (se ha invertido en una forma de organización, en la necesidad de un líder en cierta posición, cierta credibilidad, cierto dinamismo y velocidad para explicar, entender y legitimar las decisiones que se toman, quizás hasta que el tiempo se convierta en el mejor enemigo). Puede que la ejecución de una estrategia acarree un resultado opuesto al deseado. Se puede ver que la nueva estrategia llevará al incumplimiento de las metas y los valores que la desconfianza y salida de compañeros indican. A la vez, el partido se transforma de una herramienta revolucionaria en el vehículo para ganar votantes. Y al final una revolución se convierte en una reforma radical. O sea que volverá a suceder lo que ya ha ocurrido a tantos movimientos populares en Europa. Primero se convierten en partidos y luego, cuando se interpreta (desde ese juego y subjetividad en que se ha convertido para adquirir ese posicionamiento) que no se va a lograr la meta principal, se racionaliza que es mejor lograr algo que nada. Lo que queda pendiente es, ¿no se volverá uno ciego a la velocidad si conduce por el carril de adelantar hasta que andar parezca lento e ir rápido normal?
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El poder de la a la ironía Por Luis Javier Ruiz-Cazorla Texto original en: http://redd.it/3g24cc
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Ljulises: Hay una cosa que me ha llamado la atención de Podemos y de sus dirigentes desde su nacimiento, y ha sido una de las cosas con las que más me he sentido identificado. El uso y manejo de la ironía como medio y como método de defender sus ideas, de construir su discurso y de llevarlo a la ciudadanía. Responder con una sonrisa fue el lema proclamado por Pablo Iglesias en la pasada campaña electoral, Tod@s podemos recordar los rostros cabreados de tantos y tantos profetas del miedo, de miembros del gobierno, políticos y contertulios en los medios de comunicación, siempre serios, iracundos, cabreados y lanzando acusaciones e insultos de todo tipo contra representantes de Podemos, en algún caso rallando el linchamiento personal, como en el de Juan Carlos Monedero. Ataques a los que ellos siempre han respondido sin perder la compostura, con la sonrisa y la ironía. Responder con la sonrisa a los ataques y provocar la sonrisa con sus respuestas no es nada fácil, constituye un verdadero arte de la oratoria y de la retórica en su faceta más noble, la de persuadir mediante razones y argumentos que sacan a la luz las contradicciones del adversario, sin necesidad de recurrir a los insultos y descalificaciones personales. Qué gran poder el de la IRONÍA contra el abuso de poder. ¿Existe tarea intelectual más noble que la crítica al abuso de poder? ¿Y mayor diversión que hacerlo mediante la risa? Cuando pienso en este tipo de poder, temeroso de la ironía y del humor, no puedo evitar imaginármelo con el rostro severo de aquel ciego fanático y siempre de mala leche, Jorge de Burgos, el bibliotecario de “El Nombre de la Rosa”, que en su defensa a ultranza del Dogma y de la Verdad absoluta, se autoinmoló para destruir un capítulo perdido de la famosa Poética de Aristóteles, precisamente el dedicado a la risa. Este personaje aunaba en sí la ceguera, la seriedad y el dogmatismo. Buena metáfora para representar al poder dominante, ya sea el
político, el económico o el intelectual-mediático. Ciertamente hay una satisfacción deportiva en denunciar las formas a veces sutiles y otras más descaradas, con las que el poder ejerce su dominación sobre los más débiles. Poner de manifiesto sus formas ocultas, sus maneras corruptas, sus contradicciones, sus hipocresías, sus dobles discursos, para denunciarlos, ridiculizarlos, y sobre todo señalar a sus responsables para que la sociedad les pida explicaciones. Es una tarea saludable para la democracia, que obviamente siempre incomodará a los que ejercen el poder, poco dados a la autocrítica o a reírse de sí mismos, y menos aún a revisar sus comportamientos. Rnq73fk: En ocasiones la ironía y el “reírse de sí mismo es muy sano”. Pero parece que no somos conscientes de la gravedad de la situación. Este post estaría muy bien para contarlo después de vencer en la Generales y no antes. Porque si no ganamos este post, tan lírico, quedará fuera de lugar. Parece que olvidamos que ni los mercaderes que dominan Europa ni sus fuertes aliados en España se van a dejar arrebatar tan fácilmente sus privilegios. Stalin no venció a Hitler contándole un chiste por teléfono y matándolo de risa. Ni la Revolución francesa fue muy “irónica” ni se ganó con los buenos “modales” de Robespierre, Murat y lo divertido que fue ver como María Antonieta se incorporó durante unos segundos sin cabeza (¡simpático verdad!). Deberíamos empezar con una campaña para concienciar al pueblo que es urgente una movilización en las calles para animarles a la Unión y al voto y que es vital obtener en Las Generales el Poder necesario para forzar al cambio. Porque nos están SILENCIANDO, amordazando y atemorizándonos con la Ley Mordaza y nos están haciendo mucho daño y esto tiene muy poco de irónico y menos de risible y simpático. O salimos a la calle y nos unimos todas las Organizaciones a la izquierda del PSOE y todos los ciudadanos que estén por el cambio y de acuerdo con nuestras premisas básicas o no tendremos suficientes votos para forzar el cambio. Y en eses caso HABREMOS PERDIDO UNA OPORTUNIDAD HISTÓRICA. Entonces podemos reunirnos en los bares para ironizar y reírnos MUCHO. No seamos frívolos que el horno no está para frivolidades, precisamente. Ljulises: Gracias por tu respuesta Rnq. Lamento que no hayas entendido bien el sentido de mi post por ello quiero
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ironía frente del poder “Esto hacía precisamente Charles Chaplin con sus memorables películas ‘Tiempos Modernos’ o ‘El gran dictador’ donde denunciaba las contradicciones del capitalismo de su época y alertaba sobre el ascenso del fascismo en Europa”
hacerte algunas aclaraciones. Creo que merece la pena profundizar en el debate. Estamos ante un tema controvertido y desde luego interesantísimo porque plantea cuestiones de carácter universal en la historia del pensamiento y de la acción social. Antes de nada, quiero decirte que comprendo tu preocupación, pero que al igual que tú soy plenamente consciente de la gravedad del momento histórico que vivimos. En absoluto ironizar sobre la realidad implica perder la conciencia de esa gravedad, y mucho menos que se pretenda frivolizar sobre la misma. Creo que desde el principio he dejado claro que me refería a la ironía como una estrategia más (no la única, aunque a veces sí la más efectiva) de enfrentarse al poder y a la dominación, y que por tanto no tiene porqué excluir otras formas de hacerlo. Podría bastar como prueba el hecho de que la ironía, el humor y la risa siempre han sido objeto de los peores ataques del poder establecido en cada momento histórico, como hacía al referirme a “El nombre de la Rosa” de Umberto Eco donde se pone de manifiesto la cara más negra y dogmática de la historia del Cristianismo. Por algo habrá sido ¿no te parece? Ejemplos también tenemos en los totalitarismos de uno y otro signo, del nazismo al estalinismo. Son todas formas de pensamiento único. Regímenes de la ‘verdad’ como decía Michel Foucault. Son los enemigos de la RISA y del pensamiento divergente. Estoy plenamente convencido de que, a veces, una risa puede hacer más que mil palabras. Desde luego que esta forma de comunicación no se corresponde en nada con el chascarrillo fácil y recurrente al que tan habituados nos tienen algunos tertulianos mediáticos que pululan entre la sociedad del espectáculo que nos describiera Guy Debord y la del imperio de lo efímero criticado por Lipovetsky. Tampoco parte del presupuesto de que cualquier cosa o situación pueda ser objeto de risa. En absoluto la ironía, como se entiende desde una perspectiva emancipadora, puede identificarse con una especie de banalización del mal. Por eso decía que la ironía no es nada fácil y que se trata de un arte. La ironía es un producto algo más ‘elaborado’ que la simple burla, el chiste fácil o el sarcasmo, porque exige como mínimo de tres condiciones: 1º. lucidez para interpretar la realidad que nos rodea, y sobre todo para saber ver y sacar a la luz las contradicciones de las proposiciones de los agentes que en ella intervienen o de las situaciones que se producen; 2º Ingenio para trasladar estas interpretaciones al plano de la
comunicación, ya sea verbal o no verbal, haciendo uso de los múltiples recursos disponibles, metáfora, parodia, caricatura, imitación, hipérbole, antítesis, comparación, etc. y 3º El don de la oportunidad de quien hace uso de ella, saber cuándo es el momento adecuado de hacer su intervención sobre dicha realidad. Creo que lo verás más claro si te lo ilustro con algunos ejemplos. Esto hacía precisamente Charles Chaplin con sus memorables películas ‘Tiempos Modernos’ o ‘El gran dictador’ donde denunciaba las contradicciones del capitalismo de su época y alertaba sobre el ascenso del fascismo en Europa. Sobre este mismo tema no podemos olvidar algunas escenas de la película “La vida es bella” en las que el humorista Roberto Benigni imitaba las maneras de desfilar de los soldados alemanes o parodiaba las teorías racistas y pseudocientíficas de los nazis. En España también tenemos ejemplos memorables del cine como el filme de Berlanga ‘Bienvenido Mr.Marschall’ en el que criticaba al franquismo de forma tan magistral, que ni la censura se dio cuenta hasta que la película fue premiada en el festival de Cannes y obtuvo el reconocimiento internacional. Nunca podremos olvidar, ni hacerlo sin una sonrisa, al entrañable Pepe Isbert en su pregón como alcalde en el balcón del ayuntamiento dando la bienvenida a los americanos que nunca llegaron. También las revistas satíricas como ‘El Papus’ o ‘El Jueves’, o la francesa Charlie Hebdo. En sus carnes han sufrido los ataques del pensamiento único que se atrevieron a cuestionar con su ironía. Por algo habrá sido, ¿no crees? Y si nos fijamos en la televisión, tenemos el mejor ejemplo en ‘El Intermedio’ y el siempre ingenioso, sensible y comprometido Gran Wayoming. También podemos irnos más lejos, y remontarnos a la obra cumbre de nuestra literatura D. Quijote de la Mancha’ y del gran maestro de la ironía que es Miguel de Cervantes, que es capaz de hacernos reír y llorar al mismo tiempo. Se podría escribir una tesis doctoral sobre el tema que nos ocupa, pero mejor lo dejamos para otro momento, tempus fugit. En cualquier caso los que acabo de exponer son todos ejemplos del uso de la ironía como medio de denuncia de las desigualdades y de la lucha contra el poder establecido, contra las castas y los ‘establishment’ de cada época. Son pruebas contundentes del poder transformador de la ironía y de las palabras, de su potencial para el cambio social, como una posibilidad más a considerar, amigo Rnq, no la única, y desde luego, nada frívola. Un saludo.
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Feminismo y hegemonía Es indudable la influencia del feminismo en los cambios producidos en el discurso hegemónico dominante en las últimas décadas. La teoría feminista ha definido e introducido conceptos como sexismo, androcentrismo, patriarcado y sistema sexo-género que ayudan a entender y universalizar el origen de la desigualdad y ponen de manifiesto la necesidad de un cambio sustancial. El análisis de género y los estudios de género han descubierto el mundo de las mujeres y han puesto de manifiesto la necesidad de una “feminización” de un mundo basado en la violencia, la competencia y el dominio del más fuerte.
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Por Alejandro Fernández Monasor
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Su lucha por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, por aumentar la presencia de las mujeres en el ámbito público y por la revalorización de lo femenino, ha dado sus frutos y en sociedades como la nuestra, forman parte ya de lo considerado hegemónico. La gente ha incorporado estos mensajes a lo común sin saber que provienen del feminismo, concepto que no es entendido y que provoca desconfianza. En este caso la élite dominante ha conseguido su objetivo de salvaguardar el
orden establecido, comunismo y femenismo son términos que incomodan. La mayoría de la gente acepta que debe existir igualdad entre hombres y mujeres, que deben tener los mismos derechos, que los gobiernos deben ser paritarios… Estos derechos que ahora forman parte de lo evidente e indiscutible fueron introducidos gracias a la lucha feminista. En el 15M se introdujeron dentro de la hegemonía dominante conceptos como “casta”, “no nos representan”, “lo llaman democracia y no lo es”, señalando como culpables de la crisis que atraviesa a España a esta partitocracia y minoría oligarca que nos gobierna, sin embargo el feminismo no produjo ninguna ruptura a través de este movimiento, dentro de las personas que integraron el 15M el feminismo supuso cierto rechazo y fue causa de división, se comprueba, una vez más, que la mujer no lo tendrá fácil. Podemos, partido surgido del 15M, no habla abiertamen-
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te de feminismo, no existe un círculo feminista o con cualquier otro nombre, realmente activo e importante, ignorando medidas imprescindibles para avanzar hacia un verdadero cambio, así lo expresó Kofi Annan, “La igualdad de las mujeres debe ser un componente central en cualquier intento para resolver los problemas sociales, económicos y políticos”. Desde el área de Mujer e Igualdad de Podemos se analiza la forma de introducir los mensajes feministas para que la gente los acepte y los incorpore, para que puedan ser transformadores y nos hagan avanzar hacia la equidad, proponiendo que se introduzcan relacionados con otros que ya resultan comunes y evidentes para la mayoría. La idea puede resultar pero, en mi opinión, el procedimiento es lento y lo que se puede percibir es que realmente no se está haciendo nada, la ruptura y el cambio del discurso hegemónico se puede conseguir de muchas maneras, a veces impredecibles y hay que estar trabajando, organizados y alerta para aprovechar cualquier grieta como han demostrado las feministas a lo largo de la historia. Por ejemplo, se podría aprovechar la atención que últimamente están dedicando los medios de comunicación a la violencia de género, varios niños han sido asesinados junto a sus madres o para vengarse de ellas. La mayoría de las personas están hartas de estos sucesos, para ellos resulta importante acabar con la violencia de género. Se está empezando a identificar al machismo como causa de esta violencia, ya no son individuos aislados, nunca como hasta ahora se había oído tanto en los medios de comunicación el término violencia machista olvidando el de violencia doméstica. Se está encontrando sentido a la frase el “machismo mata” y ya, aunque sea tímidamente, se está apuntando a la desigualdad entre mujeres y hombres como causa de la violencia de genero. Es el momento de actuar, de proponer una educación para la igualdad y una escuela coeducativa en la que se enseñe a detectar el sexismo y se acabe con los estereotipos y roles de género. Es necesario alertar a las jóvenes sobre mitos como el de la belleza o el del amor romántico y se debe promover el conocimiento de lo que es una relación afectivo-sexual equitativa, desmontando la sexualidad imperante totalmente androcéntrica centrada en el pene y en el coito, abarcando la diversidad de género. Es importante incorporar a los hombres a las tareas de cuidado de las personas, del medio ambiente y de la vida. La educación y la formación son la base de toda transformación. El sexismo forma parte de nosotros, a veces ni siquiera lo vemos, debemos dar un impulso a la formación en género en todos los sectores de la sociedad, el profesorado, personal sanitario, periodistas o juristas, en realidad es lo que ordenan nuestras leyes. Actualmente con el verano negro que ha sufrido España, un verano marcado por el asesinato de varias mujeres a manos de sus parejas, el caso más destacado el del crimen de Cuenca, es el momento de proponer como asignatura obligatoria a modo que se impuso la asignatura educación para la ciudadanía, una asignatura para formar a la juventud en género e igualdad, ya que la ignorancia ante este tema por parte de gran parte de la población es abrumadora. La educación es la base, cómo nos educaron, así somos y desde aquí es donde se deben empezar afrontar problemas tan graves como es el de la violencia de género. Se debe hacer entender a los jóvenes que es en realidad la violencia de género, que no es cualquier tipo de violencia, sino una violencia que tiene sus raíces en un sistema ideológico y cultural que oprime a la mujer respecto a la posición privilegiada del hombre, hacer ver a las personas la importancia del lenguaje y de las formas de comportamiento que producen la invisibilización de la mujer en la sociedad, explicar qué son los micromachismos y sobre todo algo fundamental, como es el hacer ver que el feminismo busca la igualdad entre hombres y mujeres y que en igualdad falta mucho por conseguir. Legalmente hemos avanzado, pero socialmente queda mucho por hacer, acabemos con la violencia de género, eduquemos en igualdad, es nuestro deber.
“La educación es la base, cómo nos educaron, así somos y desde aquí es donde se deben empezar afrontar problemas tan graves como es el de la violencia de género”
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Del asalto a la transformaci贸n del sangre orchata
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¿Por qué la narrativa en el caso español no ha trabajado como agente catalizador de la gente que está entre el 15M y el 25M? ¿Los narradores más solventes no están en disposición de escribir de la situación? En realidad la pregunta está enmarcada en un contexto más amplio. España ha dejado de leerse a sí misma. Parte de la literatura se ha desplazado. La gente no lee libros que nos cuentan el país. La política no está demasiado presente en las novelas. Cuando el arte se politiza se hunde, o eso dicen algunos, ¿pero es realmente así? ¿Cuánto cambio se ha producido del total de cambio y cuánto falta, todavía, por producir? En tanto a esto hay que hacer una reflexión sobre una voz colectiva. ¿Por qué los temas de las novelas actuales no anticipan cambios en el futuro? Quizás esto sucede porque hay sincronización entre cambio y escritura, por lo tanto esto se opone a la anticipación de cambios futuros. Por ahora, pues, no hay una narrativa que acompañe o anticipe el cambio político. A día de hoy no existe una lectura crítica en términos generacionales en la que, por ejemplo, sea presente el tratamiento de la precariedad. Las novelas del presente siguen o bien elaboran temáticas que no hablan de una potencia, sino de una paciencia. Sin embargo si los personajes que se escriben son cada vez más parecidos a los autores, cada vez más precarios, hay que entender esto como una potencia. Cuando nos referimos a literatura política, ¿es esto en sí misma y por esto se lee, o se lee entendiendo que es solamente patria? Con esto intento referirme a si la gente lee por gusto literatura política porque asimismo cree es un género, en contraposición a los que en vez de leerla como un estilo sienten simplemente que es un escrito sobre la patria. Al fin y al cabo el problema sustancial y fundamental es que poca gente lee, más allá de que una literatura sea considerado esto o lo otro. No hay que pedirle a la literatura nos muestre una relación de poder, pero sí hay que pedirle que no nos la enmascare. ¿Hasta qué punto existe un techo de cristal en la literatura, por ejemplo, en el tema de las mujeres, en el tema de los desahucios, de la precariedad en el empleo, de las políticas de austeridad en Europa, o de las elecciones de Podemos? Esto se forma cuando no hay nada que diga que alguien puede conseguir algo y en realidad no se consigue. Si se cuenta, que no se enmascare. El poder de nombrar es el poder. ¿Qué haría Valle-Inclán en la situación actual? Quizás sería el foco popular de hegemonía política y cultural. Hay que hacer una reivindicación de la cultura como goce y disfrute. Si nos planteamos porqué leemos, la respuesta debería ser: leo un libro para saber qué quiero leer. Las editoriales editan lo que mal acuñadamente decimos literatura literaria, en contraposición a la literatura de mercado, para sorprender al lector a la hora de saber lo que quiere leer. La forma es fondo y es impulso, el cual te lleva a una palabra. Sin una transformación cultural en la forma de entender el vínculo de unos con los otros no hubiera habido ninguna transformación política y social. Está habiendo poco cambio cultural. Los diferenciales deben actuar como un pequeño movimiento que conducen a otro que a su vez llevan a otro, a otro y a otro. Y así hasta que algún día se rebase el propio proyecto político que se está proponiendo.
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[Notas tomadas del diálogo entre Belén Gopegui, Elvira Navarro, Alberto Olmos y Jorge Lago].
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HAY QUE ANDAR Si intento imaginarme qué es lo que debería ser una supuesta narrativa para el cambio político, entiendo que sería una literatura crítica con la situación que está viviendo una mayoría social; aprensiva en todos aquellos sectores que se están viendo desfavorecidos por culpa de la precariedad, en el empleo y la vida, llevada a cabo con las medidas de austeridad de las instituciones gubernamentales y los poderes fácticos. Por otro lado un autor comprometido a mi modo de ver es alguien que además de escribir algo que quiera leer un hipotético grupo de lectores, se presenta como un sujeto que cuando es hora de implicarse en los movimientos sociales aparece. Éste, pues, debe ser el artífice de la narrativa para el cambio político, no otro. No solo haciendo acto de presencia en los acontecimientos públicos o populares, sino también reivindicándose contra las acciones desafortunadas que perjudican al grueso de la población. Un autor que además de contar al mundo a través de la ficción, por muy realista que quiera ser, lo que cree que está sucediendo en el país, también esté presente en el día a día de sus vecinos y compatriotas; que publique artículos en la prensa o manifieste abiertamente su descontento con lo que le toca padecer a las clases sociales no privilegiadas. Alguien que se le pueda leer por vía de otros medios que no sean sus obras, esto es poemas, novelas o bien cuentos, no ensayos puesto que estamos hablando de narrativa aplicando el acento en la literatura (no entraré en debate sobre qué es o no es literatura porque eso se lo dejo a Terry Eagleton). Alguien que sea un perfil interesante de seguir en Facebook y Twitter o el resto de redes sociales. Así es como creo que debería ser dicho autor comprometido, el que es capaz de narrar para el cambio político. Aunque si es reacio a las nuevas tecnologías como mínimo que sea un perfil público y que se dé a conocer. Estamos hablando de narrativa para el cambio político y por eso creo que difícilmente se puede incentivar el cambio social y político si no se hace en cuerpo y alma, en persona. O dar la cara en los medios audiovisuales, esto es, tener un canal de YouTube, o quizás un blog, o estar presente en los diarios, periódicos y revistas, no necesariamente en televisión. Alguien comprometido es alguien que escucha, alguien que se emociona, alguien que siente y alguien que después de esto discute, expresa, escribe, comunica. Acto seguido deberá volver a escuchar, básicamente porque es un circuito circular. Primero escuchas, después hablas y después vuelves a escuchar. Primero lees, segundo escribes, tercero vuelves a leer. Como un ciclo. Un individuo jamás querría ser aprendiz de cocinero si no hubiera comido nunca. Comes, cocinas y vuelves a comer. Esto es lo que le hará aprender, el saber si ha cocinado bien el plato, o no, cuando lo compare con la muestra de la receta bien preparada la cual quiere emular. Lo interesante es que es más importante aprender que enseñar, porque una vez aprendes, tienes algo que enseñar y necesariamente este proceso implicará la necesidad de volver a aprender. Por tanto comer, cocinar y volver a comer. Desde el aprendizaje, la enseñanza y la educación el mundo debe estar estructurado. No recuerdo quién me lo dijo, pero fue una maestra cuando cursaba primaria, de esto estoy seguro. Explicaba la maestra a sus alumnos (imagino que ya debe hacer más de una década) que por primaria y por la ESO pasan desde el futuro presidente del gobierno y el médico que nos cu-
rará; al profesor que nos examinará, el paleta que nos construirá un hogar, el basurero que se encargará de mantener limpio y recogido lo que ensuciemos, el mecánico que nos reparará el coche en caso de avería. Por aquí pasa todo el país y por eso es necesario aprender para poder ayudar tanto en cuánto se pueda a nuestros vecinos. Por otro lado Nuccio Ordine contaba en una conferencia que dio el pasado curso en la Universidad Autónoma de Barcelona, referente a su manifiesto “La utilidad de lo inútil”, que aprender y enseñar es el intercambio más noble que hay. Si tú tienes una manzana y se la das a un amigo, tu amigo recibirá una manzana, pero tú te quedarás sin ella. Sin embargo si tú posees un conocimiento, o bien una idea, y se la transmites a tu amigo, tu amigo recibirá un nuevo conocimiento, mientras que tú lo conservarás. Por eso es tan interesante el ciclo aprender-enseñar-aprender. En suma, y volviendo al leer, escribir, leer, esto no debe entenderse como desplazarse del punto A al punto B y posteriormente del B al A sin avanzar. Debe entenderse como una suerte de cuerpo con dos piernas que para andar primero efectúa un paso con una pierna, después uno con la otra y de nuevo uno más con la primera. Si se quieren hacer dos pasos seguidos con una misma pierna, se tropieza. Paso a paso para caminar y hacer camino. Hay que aprender a pasear con el tiempo. Esto es lo que creo que es un autor comprometido y a partir de aquí hay que empezar a tratar qué es lo que se debe narrar. SANGRE ORCHATA Émile Zola decía que a esta vida había venido para vivir en voz alta. Es lo que define un poco la anterior argumentación en cuanto al autor comprometido, en suma. A su vez también decía que la novela es la historia privada de las naciones. Por esta línea hay que seguir, pues. Mal acuñado está el término, como se comenta en las notas que adjunto en este texto, pero la literatura literaria debe entenderse como antónimo de la literatura de mercado. ¿Esto, pues, debe entenderse que ningún relato ubicado en la categoría de literatura literaria no ha sido jamás literatura de mercado? De hacerlo caeríamos en un error brutal. Por tanto voy a dejar de lado esta distinción de literatura literaria frente a literatura de mercado, asimismo sí me gustaría incidir en lo que entendemos por literatura política y así fomentar la narrativa para el cambio social-político. A mi modo de ver esta debe enseñar. Explicar lo que muchos están padeciendo y no se manifiesta en forma de discurso. Hay que enlazar en una cadena de equivalencias a todos los sectores de las clases sociales desfavorecidas, afectadas por decisiones egoístas del gobierno, en un relato que siga una línea discursiva en el papel capaz de que gran parte del público al que se dirija el autor pueda sentirse identificado con lo que en la obra se cuenta. Pero claro, ¿cómo se me ocurre intentar describir qué es lo que debería suceder para que una novela gustase o funcionara en cierto contexto? Es absurdo y banal hacerlo porque si algo bonito tiene la literatura, es que es tan emocionante como impredecible. Todo puede cambiar de la noche a la mañana. Así que más que buscar qué y cómo se debe contar, lo que se debe es saber a qué público hay que dirigirla, qué clase de sociedad es la que nos rodea y a su vez qué clase de sociedad es la que formamos unos y otros. Partiendo de que una mayoría de los españoles consideran el hecho de leer una acción de esfuerzo demasiado costoso y, sin contemplaciones, inútil, para encontrar una narrativa del cambio primero tenemos que gozar de un público abierto, dispuesto a recibir la sugerencia del cambio político a través de una novela, un cuento o un poemario. Hay que acercar la lectura al pueblo; porque más que considerarla útil, hay que considerarla imprescindible. No es, pues, que un texto capaz de lograr el cambio político a través de lo que en él se narre no tenga la sensibilidad de conseguir dicho hito sino que de haber
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una mayoría social que no lee, no se va a efectuar ninguna alteración en pos de la lectura a favor de un cambio de perspectiva o mentalidad. Esto es, no es la capacidad, es la disposición. La disposición se educa, pero no a la búsqueda de emprendedores, término del que estoy completamente en contra, sino a la búsqueda de ambiciosos del conocimiento, de la curiosidad, del aprendizaje. Si un universitario, estudiante de lengua y literatua, léase filología, le dice a otro no estudiante de la misma rama que aproximadamente cada semestre lee cerca de 30 libros entre lecturas obligatorias y estudios recomendados, no puede ser que este otro estudiante lo considere un “tostón”, emprando de tal manera el argot universitario no lector. Tampoco puede ser, creo, que un estudiante de económicas crea que leer a el Manifiesto Comunista de Marx y Engels es algo que nunca hará porque lo considera innecesario. Estamos lanzando hornadas y hornadas de graduados en la universidad sin ningún tipo de voluntad crítica ni reflexiva y esto no puede ocurrir. No puede ocurrir si queremos que la sociedad dé un giro, un cambio de perspectiva en cuanto al conocimiento. Creer que lo más importante en verano es ser el que se pone más morenito del grupo de amigotes y amigotas y el que se toma más mojitos en la terraza más cara de la costa, no es la clase de individuo que la universidad debe proporcionar a la sociedad. La universidad, como dice Juan Carlos Monedero, debe emocionar. Debe devolver a la sociedad todo aquello que esta le está entregando. Están pasando miles y miles de estudiantes por las universidades de España que consideran este ciclo como el último paso para la salida laboral, cuando no debería ser así. Hay que estudiar e investigar sobre el interés de los muchachos y muchachas que pasan por la universidad sin ningún fin de continuar aprendiendo y solo querer alcanzar cuanto antes un sitio laboral en el que se cobre mucho y se trabaje poco. Este no es el camino. No obstante este conflicto ha de ser atacado en las raíces. Un niño de 10 añitos no puede considerar que ir al colegio no le gusta porque es una cárcel, así cuando tenga 14 tampoco lo pensará y mucho menos cuando supere la selectividad. Hay que proporcionar una mejor educación con gente más preparada para crear individuos con aspiraciones y aptitudes de progreso y desarrollo vital. De qué servirá aprender con 14 años qué es el complemento circunstancial de una oración, cuáles son los elementos de la tabla periódica o cómo se ha de conjugar el pluscuamperfecto de subjuntivo si a ese pobre chico o chica no se le ha enseñado el valor de una lectura interesante. Hay que ir a la búsqueda de voluntades lectoras, pero no como desesperados. “El libro del Tao” de Lao Tse nos enseña que si buscas el Tao no lo encuentras, que se encuentra sin buscar. Hay que hacer lo que se debe hacer para encontralo sin ninguna voluntad de buscarlo, pero con toda la intención de poder encontrarlo. Esto es, hay que proporcionar una mejor educación que la actual y con más ambición para que un alumno no se cierre las puertas del conocimiento él solo. No se tiene que construir sujetos lectores, sino personas ambiciosas, abiertas a procesar lo que se ve, lo que se escucha, lo que se degusta, lo que se huele y lo que se toca. En suma, lo que se siente. Así se genera otra disposición en los jóvenes, con distinta mentalidad, con el saber hacer francés, hasta que llegue el día que los jóvenes por sí solos no se cierren a la lectura. Aquí radica el acento del conflicto. Claro y conciso, creo que una maestra o una profesora que ha sido capaz de transmitir los valores de la lectura, orientada a la temática que le interese más a la alumna, ha sido una triunfadora y ha llevado la acción de la enseñanza al éxito. Todo lo demás a mi modo de ver es fracaso. Leer es vivir, leer es tener interés. Leer es conformarse con lo que uno tiene y querer más simultáneamente. Paralelamente creo que a pesar de la enseñanza tenemos más herramientas para incentivar al joven a leer y esta es el
periodismo. Por suerte o por desgracia vivimos en el mundo de la sobreinformación, que no comunicación. La explotación de esta tergiversa la verdad. Se mal entiende el periodismo en esencia. El periodismo podría ser clave y fundamental en la conquista de la lectura a nuevos adeptos. Lecturas breves, pero interesantes y de calidad. De temas que sean del interés de un chavalín de siete años, o un cabezón de 15. No nos pondremos a subrayar con bloque de notas y lápiz los titulares del periódico del día, tampoco a repasar la información de la jornada en la bolsa de acciones, o a leer a los corresponsales de guerra, esto debería de quedar claro. Pero sí podemos motivar la lectura de los jóvenes con revistas que cuenten relatos los cuales los niños son capaces de entender. Además si estos relatos, con esfuerzo por parte de los pequeños lectores, son susceptibles de ser relacionados con su particular actualidad, esto genera en el niño un interés por todo lo que le rodea. Yo mismo aprendí a amar la lectura gracias una revista de baloncesto que mi madre decidió comprarme cada mes cuando era un crío. Cosa que difícilmente se consiga dejando jugar al niño cuatro horas al día a la vídeoconsola, además de ir al colegio y desarrollar sus necesidades vitales, esto es, comer, dormir, higiene personal. Después de colegio hará cinco extraescolares distintas cada tarde, puesto que hay padres que compiten a ver quién tiene el niño más ocupado después de salir del colegio. Jugar a la consola está bien, hacer extraescolares también. Sin embargo cuando en la rutina del niño desaparece su tiempo libre, es contraproducente. No se piensa que de este modo el niño no tiene tiempo para sus cosas, para pensar y reflexionar sobre lo que hace bien o lo que hace mal, para descansar, en suma. Es un niño, esto es, una persona con pocos años de vida, por tanto piensa (quizás cuando sea mayor deje de hacerlo si sus padres le roban el tiempo libre apuntándole a miles de actividades posthorario escolar). Si además después de cenar se le deja antes de ir a dormir la tablet de mamá o papá, esto es robar tiempo, un cerebro a mi modo de ver. Me atrevo a decir desaprovecharlo. Así se despolitiza a la sociedad desde bien pequeños, aunque quizás por el hecho de la cotidianidad de los hechos nos pueda parecer que no. No puede ser que una persona haya leído más mensajes de Whatsapp y de Messenger que textos de interés crítico, discusivo y reflexivo. En realidad no quiero decir académico, porque no hay que relacionar la lectura estrictamente con la vida escolar. Lo que todavía me parece más incongruente e inverosímil es que un joven diga: no me gusta leer, y sin embargo se pasa pegado al móvil todo el día con la aplicación de servicio de mensajería instantánea abierta, leyendo, por supuesto. Porque leer no le emociona, pero le gusta cuando su pareja le manda un pequeño texto cariñoso y bonito, acaramelado para todo aquel ageno a la relación y seguramente lleno de faltas de ortografía. Pero claro, no me gusta leer. Te vas a volver loco de tanto leer. ELLOS SE HAN VUELTO ZOMBIS DE LEER TANTOS WHATSAPPS. Es por eso que muy difícilmente puede haber una narrativa para el cambio si no disponemos de un público al que dirigirnos. Que se me entienda, esto es, sí puede haber una narrativa para el cambio político, sí hay público, no hay interacción entrambos. No hay ese canal que nos contaba Roman Jakobson entre emisor y receptor. Por tanto si el mensaje se emite, pero no se recibe ¿hay mensaje? Xavi Pascual, entrenador de baloncesto del FCBarcelona, decía que no existe una mala pasada si existe una buena recepción. Comprendo pues el éxito de la telebasura, comprendo que la hipotética narrativa para el cambio político puede ser una excelente asistencia, pero al aire. No está James Worthy detrás de Magic Johnson para recibir un pase de espaldas desde la línea de fondo y acabar machacando el aro segundos después de palpar el balón. Si a España se tuviera que producir el cambio político a través de la narrativa, directamente no habría cambio porque el públi-
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“Leer es conformarse con lo que uno tiene y querer más simultáneamente”
co lector no es mayoría. La gente que lee es un colectivo muy interesante que se ha encargado de cultivar su mente a base de esfuerzo. Sin embargo no es una mayoría social. En suma, si se quiere confeccionar una revolución ideológica, aunque esta sea una construcción como nos explica Marx y otros muchos pensadores, si no hay disposición, de nada servirá la capacidad. Abrir un libro y empezarlo a leer pasando página por página, deborando cada una de las líneas, entiendo que puede ser una tarea que requiera esfuerzo, pero la recompensa es tan superior al esfuerzo que no tan solo compensa, sino que anima a volver a leer. Leer, escribir, leer. Andar, pues. En un fragmento de “La fábrica del emprendedor” de Jorge Moruno se reproduce la siguiente reflexión: “La comunidad es lo contrario a la inmunidad, pues implica y afecta a sus componentes, mientras que la inmunidad es un estado ajeno al resto que le deja fuera del alcance de las normas, escritas o no, que la comunidad comporta. Pero para que haya comunidad tiene que haber una cultura compartida, y para que exista una cultura es necesario que esta pueda comunicarse”. Como dice el mismo autor, no es de extrañar ver que comunidad y comunicación parten de una misma base etimológica que es lo común. Creo que la lectura debe formar parte de cada una de las personas que tengan sangre en el cuerpo en vez de orchata. La orchata es en realidad la culpable de la dificultad en la aparición de una novela que implique el cambio político, como se dice en las notas del principio del artículo, una narrativa que anticipe o camine de la mano del cambio político. La falta de lectura es, pues, el principal enemigo que se debe combatir para llegar a la ansiada narrativa para el cambio político. Creo que no es tan difícil enseñar a encontrar temas de interés en la lectura porque en realidad no se encuentran en cualquier otro tipo de adquisición de conocimiento. No me creo que la gente no tenga interés en nada de esta vida, por tanto la lectura e interés deberían actuar simultáneamente. El conflicto es que a cierto público dicha práctica no les produce interés, ni mucho menos placer. Me viene a la cabeza esa muletilla de mis abuelos cuando me negaba a comer algún plato de verdura porque decía que estaba malo. Ellos respondían certeramente: ¿Cómo vas a saber si está malo o no si ni siquiera lo has probado? Pasa lo mismo con la lectura. Cuando era pequeño no me gustaba cuando mis abuelos me repetían esta frase. Supongo que debe pasar lo mismo a la gente que hoy no lee, sin embargo el problema al no haber surgido hoy, sino en la juventud de cada individuo, no debemos parar más atención al porqué la
gente hoy no lee. Hay que regar bien las raíces. De modo que si se debe hacer que una clase de alumnos se enamore de la lectura cuando no se está en un entorno propicio es muy complicado, pero no imposible. Hay que gozar en vez de poseer aquello que nos hace felices, cuenta Montaigne en sus ensayos. En una sociedad en la que se prefiere una tablet a un libro; en una sociedad en la que si no tienes algo que tu amigo no tenga, no eres nadie; las cosas ya no se adquieren por el uso que en sí un producto pueda servir, sino para demostrar que tal cosa, si la puedo tener y tú no, yo la tendré. La lectura va más allá de esto porque el saber es gratificante, porque fomenta distintos estímulos a los sentidos, mientras que no lo hará la camiseta nueva que te compraste ayer y que dentro de seis meses no te volverás a poner porque ha pasado de moda. Una narrativa para el cambio político requiere gente con disposición a leer sobre lo que es el cambio, para después entenderlo y compartirlo o discrepar de este. Fíjate que en la frase anterior he usdado el verbo leer, que no saber, que es muy distinto. Claro que la gente quiere que las cosas vayan a mejor, claro que tienen interés sobre lo que puede pasar o pasará en el futuro más próximo, pero al hablar de literatura, de narrativa para el cambio político, es fundamental leer. El acento está aquí. Esto es, tenemos público, pero que no lee. Un profesor de la universidad me enseñó que cuando tienes alguna cosa que va acompañada de un “pero”, esta cosa en realidad tenemos que cuestionarla. Mientras que el camino hacia la narrativa para el cambio político pase antes por el cambio político que en la producción de una narrativa influyente, en España no se sustentan las condiciones apropiadas para conseguir el cambio político a través de la literatura. Por suerte, digo yo, tenemos otras herramientas para conseguir el ansiado cambio. ¿Pero qué es el cambio? Un significante vacío que la gente no lectora se aferra a este como argumento de su voluntad política. Hay que leer, en serio. Insisto, en España debe haber primero cambio político, es decir cambiar el sistema de educación y periodismo, después al construir un público lector se podrá intervenir con la narrativa para el cambio político. Sin que la gente lea, difícilmente en España pueda aparecer un relato que incentive al lector a querer cambiar su gobierno. Ya lo sabían Jovellanos, Ignacio de Luzán, Moratín y compañía cuando intentaron hacer una reforma política cultural al estilo de Kant, todo para el pueblo pero sin el pueblo. Repito, hay que gozar en vez de poseer aquello que nos hace felices.
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Días en el diván
De la euforia al hastío, retrato de un núcleo irradiador Por Roc Solà
Ah, che bellu ccafè pure ‘n carcere ‘o sanno fà co’ ‘a recetta ch’a Cicirinella compagno di cella ci ha dato mammà. FABRIZIO DE ANDRÉ, Don Raffaè
M
Mientras el director de La trivial recibe clases de italiano en Terrassa, su escuadrón relámpago, llámenlo Blitz si quieren, yo lo llamaré Objeto Turístico No (muy) Descriptible, toma un tren sellado en dirección al núcleo de España: Madrid, la capital de Felipe II. Cuatro perspicaces enviados especiales cuya tarea de irradiar, siempre intelectualmente, ha sido realizada de forma sugerente. ¡Qué gran placer es tomar un AVE y en dos horas llegar de Barcelona a Madrid! ¿Diría Ortega y Gasset algo diferente en cuanto a las vértebras de España? España es pionera en quilómetros de tren de alta velocidad a nivel mundial. En tierras manchegas, hay veces que una buena leche a mano abierta a la altura de la C3, o incluso de la C4, te aclara las ideas. El AVE es una exageración. Lo del collejón no. Aunque Schopenhauer diga que “la soledad es la suerte de los espíritus excelentes”, los humanos somos animales un poco sociales. Han sido unos días de lectura y deporte. Han sido unos días tranquilos. ¡Y tan tranquilos! He estado leyendo España en el diván, una recopilación de La España de los pingüinos, La deriva de España y Modesta España, escritos todos por el periodista Enric Juliana. Una lectura que recomiendo, más allá de porque “es un enorme escritor, capaz de transformar un análisis político en ese poema que late en lo más hondo de la crónica periodística”, como diría Gabriel Magalhães, sino por otra razón. La historia es una manera de ver la vida, de analizar la realidad y los que venimos de ese campo no podemos separarnos de esta mirada siempre más serena, más templada. El subtítulo del libro de Juliana incluye “retrato de una década decisiva (2004-2014)”. Digo esto porque la situación política española ha cambiado tanto y tan rápido que a veces parece que, como le dijeron a un amigo mío, nos pensamos que el mundo empieza cuando nacemos. Como si todo fuera presente. Un libro para mirar con perspectiva. Un libro para reflexionar sobre el Decenio Engañoso de forma sosegada. En el debate político de la actualidad, no hay tiempo para pensar en los tiempos en los que España iba bien, cuando ir a Italia y decir que eras español suponía recibir elogios a tu país. No hay tiempo para hablar del contexto internacional de tensión en el que se enmarcó la transición española, ni hay tiempo para pensar en el papel que han jugado la división en 17 autonomías del territorio. Tampoco hay tiempo para mirar los mapas, o como escribe el autor, mapas, mapas, mapas. Es interesante el apunte, creo sobre Pasqual Maragall, cuando dice que no es un gran lector pero que ha sabido rodearse de personas muy lectoras. No sé el motivo pero encontré esta reflexión fascinante, puede que siempre sea atrayente lo que justifica aquello que está bien y no haces. Siempre pienso que debería leer más, y cuando luego nos juntamos con los compañeros de la revista y comentamos algún libro durante una buena cena o un colombiano café, pienso en esta frase. Al final no deja de ser un armazón casi intelectual para desarrollar reuniones tan banales como una cena de amigos. Y tan necesarias. Aquello que te apacigua cuando te sientes culpable de no hacer aquello que debes. ¿Mi recomendación? Busquen el libro y léanlo. Yo, estos días, he aprovechado para maquetar la revista del mes de agosto. He tomado café, no sé si cuando tomo café las ideas marchan como un ejército, Balzac creía que sí. Estos días de café y libros, un retiro espiritual en la cotidianeidad desconocida. La cárcel del no-viajante. En los días impávidos, los días para estoicos, en la celda del que no viaja, es cuando se aprende a bailar con el tiempo, como una amante cansada, como un romance contemplativo, como aquel soldado que vuelve solo de la guerra, una supervivencia de barrotes y gris. Lunes día 27 de julio, medianoche, cojo mi Seat Altea poco aseado, no yo, el coche, y voy en dirección a la ciudad del Mediterráneo, con permiso de Estambul. En seguida me doy cuenta que a esas horas Barcelona es una ciudad con poco tránsito, lo cual se agradece, y también lo agradece De André que se deja escuchar mejor. Algún escritor de la revista y amigo me reprocharía amigablemente que me tome tan en serio lo de aprender italiano. De noche, calmoso, relajado, yendo a recoger gente con un coche y conduciendo por la ciudad, no se puede menos que pensar un poco en Taxi driver. Llego a Sants, vislumbro un corrillo de gente a lo lejos, con pulseras purpúreas, unas revistas Circulares rectangulares y mochilas desaliñadas. Están: el alto de porte quijotesco, el flaco de las gafas y un par más. Suben en el coche sin demasiada efusividad, hay cansancio. Volvemos a nuestra aldea por la Avinguda Roma. Ahora toca explicar el fin de semana. Ahora toca irradiar.
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Corrupción y deporte No se trata de manzanas podridas
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Por Luis Javier Ruiz-Cazorla Sobre el Autor: Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (Universidad de Granada) Profesor de Educación Secundaria Dr. Europeo en Ciencias de la Educación (Universidad de Málaga) Miembro del grupo de trabajo Podemos Deporte Andalucía, dirigido por David Moscoso, Diputado de Podemos.
I
Introducción El núcleo central de mi enfoque del problema de la corrupción en el mundo de Deporte lo constituye la crítica de la concepción heredada del deporte, que bajo la forma de un gran relato de la Modernidad se originó en el siglo XIX, intrínsecamente vinculada al Olimpismo Moderno y su sistema de ideas y que en poco más de un siglo se extendió por todo el mundo dando lugar a un modelo deportivo institucionalizado, de
competición y espectacular, de enorme éxito en su dimensión comercial, pero fracasado en las pretensiones emancipadoras con las que ha pretendido legitimarse por fomentar la corrupción y las desigualdades políticas, económicas y sociales. Dicho modelo, con sus ideologías, mitos, creencias, valores, etc., se ha constituido además como paradigma hegemónico tanto en la epistemología académica de las Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFD) como en las representaciones sociales (RS) del mismo que circulan en los medios de comunicación y en la vida cotidiana. Resulta imprescindible para comprender el problema de la corrupción referirnos al papel que juega el grupo social que conforma en el campo científico deportivo lo que Edgard Morín denomina ‘Intelligentsia’.[1] Dicho grupo viene a
93 desempeñar una función de primer orden para garantizar la supervivencia del sistema deportivo pues es el encargado de racionalizar todas sus contradicciones y reforzar su legitimidad, desempeñando de este modo lo que el sociólogo francés J-M Brohm califica como ‘colaboración orgánica’. Con esta expresión, define la participación de responsables políticos, universitarios y mediáticos en la difusión de una falsa ‘cultura deportiva’ que elude el debate sobre los problemas del deporte real para fantasear sobre un deporte idealizado.[2] Por ello, y para situar el problema de la corrupción en el deporte, abordaré en primer lugar otro problema que le antecede y le condiciona como es el del déficit de conocimiento científico del Deporte como objeto de estudio de las Ciencias Sociales y más específicamente de sus ciencias equivalentes en las CAFD. A continuación me referiré al tema de la corrupción en el deporte tratando de dibujar el problema concreto y su relación con el núcleo del sistema deportivo y de las representaciones sociales del deporte. Finalmente analizaré el llamado Caso Urdangarín, como muestra concreta de la naturaleza estructural de la corrupción en el deporte moderno, y de cómo es debida a su propia lógica interna y a su inserción en el modelo económico neoliberal del capitalismo tardío.
1) La Intelligentsia deportiva[3] y el déficit de conocimiento científico sobre el ‘mundo deportivo’ El principal obstáculo que nos encontramos para abordar problemas asociados al Deporte, como es el caso de la corrupción, hacer un diagnóstico adecuado de los mismos y plantear soluciones, es precisamente el de la falta de un conocimiento riguroso y científico del deporte como objeto social e histórico. Lo primero que llama la atención cuando se aborda el estudio del deporte desde la perspectiva de las Ciencias Sociales es la forma en que se ha ignorado/ocultado su dimensión histórica y política bajo un manto de idealismo abstracto y de valores trascendentes a la realidad social. Debería parecer una obviedad hablar de la concepción heredada de un fenómeno social como el deporte, ya que la construcción de cualquier objeto social es siempre deudora de su pasado histórico. Como señalara el sociólogo francés Marcel Maus (1971), por muy novedoso y original que pueda parecer “… todo hecho social está cargado de pasado, es fruto de lejanas circunstancias y de múltiples conexiones históricas y geográficas, que no pueden separarse nunca completamente, de su colorido local y de su realidad histórica, ni siquiera haciendo uso de la más poderosa abstracción.” [4] Sin embargo, lejos del rigor historiográfico y sociológico, la forma en que el campo deportivo se ha enfrentado con su pasado ha estado históricamente más centrada en
asegurar su legitimación mediante un Gran Relato del Deporte, construido bajo el espíritu emancipador de la Modernidad. Numerosos estereotipos y atribuciones dadas por evidentes circulan en los discursos institucionales y en las RS del deporte, dificultando un conocimiento lo suficientemente riguroso sobre el mismo, la comprensión de los fundamentos filosóficos o ideológicos de sus instituciones y de su sistema de ideas, o sus conexiones con las políticas económicas y sociales. Un conocimiento que es imprescindible para que el sistema deportivo pueda dar respuesta a los problemas sociales que le afectan o que él mismo genera. Partiendo de esta perspectiva puede comprenderse que desde sus inicios históricos en el siglo XIX el modelo deportivo se haya configurado como un sistema de ideas de naturaleza doctrinaria en el que han predominado los procedimientos de racionalización e idealización respecto a esa concepción del deporte heredada de la Modernidad Es por ello que cobra sentido una tarea problematizadora y deconstructiva de la concepción heredada sobre la que se ha construido el deporte contemporáneo, sin perder de vista en ningún momento las funciones sociales y políticas que a lo largo de su historia ha desempeñado el deporte como Gran Relato de la Modernidad y aparato ideológico del Estado. Un deporte ahora transnacional y plenamente globalizado, al igual que el sistema capitalista en el que se encuentra integrado. Uno de los principios nucleares del Gran Relato del Deporte Moderno, nacido en el s. XIX de la mano del Olimpismo y de las élites aristocráticas y burguesas, es precisamente el de la ‘igualdad de oportunidades’. Constituye uno de los pilares ideológicos del deporte como modelo social de justicia que se ve peligrosamente cuestionado por la proliferación del dopaje. La alarma de las instituciones y su ‘intelligentsia’ se justifica precisamente por la pérdida de legitimidad social que cada caso de dopaje supone para el modelo deportivo de competición. Sus discursos abordan el fenómeno del dopaje desde la ingenuidad y el moralismo, atribuyéndolo a una contaminación de la pureza intrínseca del deporte por factores exógenos como la excesiva comercialización, el poder del capital, el mercantilismo, personajes desaprensivos, en definitiva manzanas podridas en el puro e inocente cesto deportivo. Estos patéticos esfuerzos tratan de situar el debate en el terreno de la moralina, ocultando la vinculación del dopaje con la propia lógica interna, competitiva y meritocrática del modelo deportivo, con su carrera desenfrenada por el récord y los éxitos deportivos. Lógica que es común a la que rige el sistema capitalista neoliberal en el que el deporte se encuentra inserto y nos demuestra que es el propio sistema deportivo el que genera los males que intenta combatir. El individualismo competitivo intenta justificar la desigualdad y la jerarquía mediante la clasificación de resultados, y mantiene
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[1] En definitiva se trata de indagar sobre los agentes productores del paradigma dominante o principios organizadores del conocimiento sobre los que se ha construido y se construye el sistema de ideas en el campo deportivo. El método IV. Las ideas. 1992, Madrid: Cátedra, pp. 65-70 [2] Brohm, J.-M. La machinerie sportive (2002). Essais d’analyse institutionnelle. Paris: Anthropos Brohm, p.59 [3]Con este término me refiero, como adelantaba en la introducción, a los miembros de las instituciones olímpicas, dirigentes políticos, revistas de divulgación científica, prensa deportiva, responsables educativos, y demás agentes que controlan el contenido y el estilo del discurso sobre sobre el deporte en general y el Olimpismo en particular. [4] Maus, M. (1971). Sociología y antropología. (T. Rubio, Trad.) Madrid: Tecnos, p. 271
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nuestra creencia de que el universo deportivo es un lugar justo, proporcionando a los individuos la convicción de que pueden controlar su destino. De ese modo se produce la objetivación de la ‘falsa conciencia’ a la que se refiere J. M. Brohm cuando habla de inversión antidemocrática de los valores, mistificación y enmascaramiento de las relaciones sociales. En este caso de los valores de ‘igualdad de oportunidades’ y de ‘justicia’, ambos nucleares para el modelo deportivo de competición y que se ven cuestionados por el dopaje. Vemos pues, cómo la racionalización que conlleva el thema[5] del ‘citius, altius, fortius‘ y todos los valores individuales asociados al mismo no puede disociarse del proceso de legitimación de la estructura social y de dominación política o económica, es decir, del sistema de producción capitalista en su expresión actual más globalizado y salvaje. Por desgracia en el campo de las Ciencias de la Actividad y el Deporte reina un consenso sorprendente frente a dicha concepción heredada, más propio de las grandes doctrinas religiosas que del conocimiento científico. Ello es debido en gran parte al aislamiento epistemológico y al narcisismo institucional [6] que históricamente han caracterizado al campo científico deportivo, impidiendo el cuestionamiento de mitos, themata[7] y estereotipos, y dificultando la producción de respuestas a los problemas sociales y políticos relacionados con el fenómeno deportivo. Un aspecto clave en relación con la concepción heredada del deporte y de las
consecuencias epistemológicas de ese Gran Relato del Deporte Moderno ha sido el de convertirse en el paradigma dominante del campo científico deportivo, es decir, de las CAFD. Como paradigma dominante en el ámbito académico, de la docencia, de la investigación, de la formación del profesorado de educación física y de técnicos deportivos, o de las revistas de divulgación científica. Así, los themata nucleares de la concepción heredada han orientado y condicionado las investigaciones, los enfoques del objeto de estudio, las metodologías, y las interpretaciones de resultados, así como la selección de las publicaciones por parte de las revistas o las políticas institucionales derivadas de las investigaciones.
2) El suma y sigue de la corrupción del deporte Otro escándalo de corrupción acaba de estallar en el idílico MUNDO DEL DEPORTE y del MOVIMIENTO OLÍMPICO cuya naturaleza maravillosa y emancipadora es desmentida día tras día por la cruda realidad. [8] Un informe sobre dopaje masivo en el atletismo, difundido por la televisión pública alemana “ARD“ y el “Sunday Times” ha encendido de nuevo las luces de alarma en el establishment deportivo. El informe acusatorio se basa en 12.000 controles antidopaje a 5.000 atletas entre los que se encuentran numerosos campeones olímpicos y mundiales. El informe señala además de forma acusadora a la máxima institución del atletismo mundial (IAAF) por no investigar ni actuar, y por intentar ocultar los casos
95 “Ahora resurge el affaire del dopaje, que de forma recurrente y cíclica sale a la luz a pesar de los aparentes esfuerzos de instituciones y gobiernos en ponerle fin” de dopaje. Suma y siguen los episodios de corrupción, porque este sale a la luz cuando aún no se había enfriado la repercusión de las detenciones en la cúpula de la FIFA y la dimisión de su presidente Joseph Blatter por la recepción de comisiones a cambio de la concesión de sedes para la celebración de los mundiales de fútbol. Ahora resurge el affaire del dopaje, que de forma recurrente y cíclica sale a la luz a pesar de los aparentes esfuerzos de instituciones y gobiernos en ponerle fin. Los crédulos que viven en los “Mundos de Yupi” se echan las manos a la cabeza y la ‘intelligentsia’ deportiva se esfuerza desesperadamente en racionalizar los escándalos. En su aparente ingenuidad, los adoradores incondicionales del deporte ignoran una realidad fundamental, los casos de corrupción asociados al sistema deportivo nacen de la misma estructura del modelo, de los principios nucleares que regulan su funcionamiento, plenamente coincidentes con la lógica interna de un sistema económico capitalista globalizado y de una ideología neoliberal extrema. Podemos ilustrar el tema que nos ocupa con algunos de los casos más sonados en los últimos años: -Los sobornos para la adquisición de la sede olímpica que se destaparon con los JJOO de Salt Lake City de 2002; -El de apuestas ilegales y partidos de fútbol amañados en Italia de junio de 2011 y reeditado a finales de ese mismo año (Simone Farina, jugador del Gubbio, de Segunda, rechaza 200.000 euros por amañar un partido); -Las denuncias de la Federación Inglesa de Futbol contra miembros del comité ejecutivo de la FIFA en 2011 por conceder la sede del Mundial de Fútbol de 2018 a cambio de favores; -La detención en mayo de 2015 de siete miembros de la cúpula de la FIFA y la dimisión de su recién reelegido presidente J. Blatter por la corrupción generalizada de esta institución. En España hemos tenido además multitud de episodios nacionales propios de corrupción deportiva. Cualquier interesado/a puede consultar una relación exhaustiva de casos de dopaje en la Wikipedia. Aquí me limitaré a citar las más conocidas, debido a su articulación en forma de tramas mafiosas: ~La Operación Puerto de 2006, que permitió desarticular una red de dopaje liderada por el doctor Eufemiano Fuentes. Dicha red ofrecía diversas prácticas ilícitas para mejorar el rendimiento de sus clientes deportistas: hormonas (incluyendo EPO, testosterona y otros anabolizantes), medicamentos y transfusiones sanguíneas. Las investigaciones de
la Guardia Civil comenzaron en febrero de 2006 y desembocaron en detenciones y registros el 23 de mayo, fecha en que se conoció la existencia de dicha operación. Se anunció entonces que entre los clientes de la red de dopaje desarticulada había futbolistas, tenistas, ciclistas y atletas. ~La Operación Grial de 2009, que permitió desarticular otra red de dopaje liderada por el doctor Walter Virú; dicha red ofrecía diversas prácticas ilícitas para mejorar el rendimiento de sus clientes deportistas: hormonas (incluyendo EPO y hormona de crecimiento) y medicamentos. Las investigaciones de la Guardia Civil comenzaron en agosto de 2009 y desembocaron en detenciones y registros el 24 de noviembre, fecha en que se conoció la existencia de dicha operación. ~La Operación Galgo de 2010 que desarticuló otra red de dopaje. Las investigaciones de la Guardia Civil comenzaron a finales de 2010 y desembocaron en detenciones y registros a comienzos de diciembre. Fueron detenidas 14 personas como posibles autores de delitos contra la salud pública en Madrid, Las Palmas, Alicante, Segovia y Palencia. Se efectuaron también 15 registros domiciliarios en los que se intervinieron anabolizantes, esteroides, bolsas con sangre y material de laboratorio para realizar transfusiones sanguíneas. Aunque la operación no concluyó en condenas debido a fallos en el proceso de instrucción, sí puso de manifiesto la extensión del dopaje en la élite del atletismo. ~La Operación Babel de 2010, también conocida como caso Nóos o caso Urdangarín. Es un caso de corrupción deportiva que comienza como un caso derivado del caso Palma Arena al ser encausados los dirigentes del Instituto Nóos, Iñaki Urdangarin y su ex socio Diego Torres. Los cargos por los que están imputados por la Fiscalía Anticorrupción son malversación de caudales públicos, apropiación indebida de fondos públicos, fraude a la Administración, prevaricación, falsedad y blanqueo de capitales. Delitos todos relacionados con el ‘mundo del deporte’ y el manejo de fondos públicos para eventos o instalaciones deportivas. Así pues, la corrupción no es exclusiva de personas o países, ni mucho menos se trata de ‘manzanas podridas’ como intenta racionalizar la ‘intelligentsia’ del campo deportivo, para salvaguardar la legitimidad del mundo del deporte, de sus negocios y de sus beneficios. Estamos ante una naturaleza corrupta del sistema deportivo. Una corrupción que es extensible al modelo deportivo de competición, occidental, de origen anglosajón, elitista y difundido internacionalmen-
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[5] El concepto de thema puede resulta muy útil para estudiar la relación del deporte con la cultura, la política y la sociedad. Fue acuñado en la década de 1950 por el historiador de la física Gerald Holton para referirse a los conocimientos irreflexivos o inconscientes, escasamente cuestionados, que utilizan los científicos sin darse cuenta, y que son fundamentales, precisamente, para hacer ciencia. Serían aquellos prejuicios fundamentales, de una índole estable y sumamente difundida, que no son directamente resolubles ni derivables a partir de la observación y del raciocinio analítico. Es decir, atributos que no se ven pero sí se sienten o se inventan y que se asumen como si fueran verdades y formaran parte de la realidad para poder construir el conocimiento. [6] Ruiz Cazorla, L. J., Chinchilla Minguet, J. L., & López Fernández, I. (2011). Rhetoric and power: the idealism and ‘philosophy of life’ of the olympic movement. Quest , 63 (4), pp. 355-357 [7] Plural de thema. [8]Agosto de 2015: http://www.marca. com/2015/08/03/atletismo/1438593921.html
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“El caso Urdangarín y la operación Babel han supuesto una nueva y oportuna dosis de realidad para los predicadores del humanismo deportivo” te en los últimos cien años, especialmente de la mano del Movimiento Olímpico y del COI, de federaciones internacionales como la FIFA o la IAAF, de los Estados y de las grandes corporaciones que participan del negocio de la ‘industria deportiva’.
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3) Caso Urdangarín: paradigma de la corrupción estructural del Modelo Deportivo
[9] Olivera Betrán, J. (2010). Las vías humanísticas del deporte. Apunts: Educación Física y Deportes (99). Olivera que es director de la revista deportiva más importante en nuestro país representa el mejor exponente de esta línea discursiva: “El deporte se ha convertido en una religión laica de carácter universal y patrimonio de la humanidad, que promueve la ejercitación corporal de sus ciudadanos y el encuentro pacífico entre grupos y estados.”. Con este discurso idealizado del deporte se oculta la violencia cultural de los procesos que subyacen detrás de los de mundialización-universalización (presentados como neutros y abstractos) de las prácticas deportivas occidentales y de origen anglosajón. Expresiones aparentemente neutras y casi bucólicas, como ‘popularización’ de los deportes, frecuentemente usadas por la intelligentsia deportiva, disimulan procesos de aculturación deportiva, es decir procesos de dominación cultural en los que las culturas más fuertes, con sus prácticas ‘civilizadoras’, socavan sutilmente a las más débiles mediante un sincretismo ‘forzado’ o bien se imponen directamente sobre ellas haciéndolas desaparecer. De esta manera se lleva a cabo un genocidio cultural silencioso que provoca el retroceso y la desaparición de los juegos y deportes tradicionales de múltiples culturas locales.
Volviendo sobre la Operación Babel, tanto en el caso de Iñaki Urdangarín como en el de Pepote Ballester, el ‘cursus honorum’ de los protagonistas presenta una trayectoria que tiene mucho que ver con los valores de búsqueda del máximo rendimiento, del récord y del éxito a toda costa que se promueven desde el campo deportivo. A ambos sujetos se les rindió culto en su momento como ‘dioses del estadio’. Escalaron puestos gracias al prestigio de su imagen como campeones olímpicos y a otros ‘méritos’ como sus vínculos y amistades con la casa real española. Y una vez encumbrados procedieron a obtener sus réditos en el lucrativo campo deportivo. A finales de diciembre de 2011 la fiscalía anticorrupción hizo público su informe sobre la Operación Babel contra la trama de corrupción en el campo deportivo tejida por ambos personajes. Desde entonces, el levantamiento del secreto sumarial y la avalancha de noticias que le siguieron sacaron a la luz datos reveladores sobre la naturaleza ciertamente compleja de la sacrosanta ‘institución deportiva’ y de sus opacas prácticas financieras, La ironía aparece por partida doble. Pues por un lado toda la trama de corrupción deportiva se tejió a partir de instituciones sin ánimo de lucro como la Fundación Nóos de I.Urdangarín o Illesport del Gobierno Balear, a las que luego se añadieron otras sociedades mercantiles para derivar los fondos públicos o privados (de patrocinadores) que se iban obteniendo con las primeras. Del Excmo. Sr. D. Iñaqui Urdangarín contaba la Casa del Rey (en su web oficial), que “En los últimos años, ha cultivado el interés por las cuestiones sociales y culturales, amén de las deportivas, intentando establecer caminos de diálogo entre unas y otras.”. Daba la impresión, a la vista del informe del fiscal anticorrupción, de que dichos ‘caminos de diálogo’ habían sido bastante lucrativos: destacaba entre otras operaciones para beneficiarse de la caja pública, la creación de una supuesta oficina para el desarrollo y la promoción del equipo ciclista Banesto, que había pasado a llamarse Illes Balears, la firma de contratos que no respetaban la legislación sobre contrataciones públicas, la organización de grandes eventos deportivos que nunca llegaron a celebrarse o la caza de jugosos patrocinios a cambio de nada. Posteriormente hemos conocido las
responsabilidades de diversas instituciones públicas gobernadas por el Partido Popular, valencianas, baleares y madrileñas, que justificándose en el beneficio social del deporte, alimentaron con dinero público esta compleja trama de corrupción. Por otro lado (y en este caso se ronda el sarcasmo) una de las organizaciones fantasmagóricas se llamaba “Fundación Deporte, Cultura e Integración Social“ (DCIS). Como rasgo llamativo para ser una ONG, con una finalidad social y sin ánimo de lucro, DCIS presentaba el de ser propietaria de una empresa privada: De Goes Center for Stakeholder Management SL, el primer eslabón de una cadena societaria que conducía al paraíso fiscal de Belice y a cuentas en Reino Unido y, presumiblemente, en Luxemburgo. En 2007, De Goes transfirió a Londres 50.000 euros al tiempo que el Instituto Nóos enviaba otros 420.000 euros. DCIS tampoco se privó de captar clientes públicos, aunque con menor éxito que el Instituto Nóos, la asociación que obtuvo 5,8 millones de la Generalitat Valenciana y el Govern balear. Entre 2007 y 2009, DCIS recibió 144.000 euros del Ayuntamiento de Madrid por ‘ayudar a perfilar’ el lema de los Juegos Olímpicos de 2016, según el consistorio. El caso Urdangarín y la operación Babel han supuesto una nueva y oportuna dosis de realidad para los predicadores la ‘religión laica de carácter universal‘ y del ‘humanismo deportivo‘, con su discurso opiáceo sobre la ‘educación en valores’ a través del deporte institucionalizado o los recurrentes tópicos que presentan el deporte como un ‘hecho cultural’, un ‘modelo de integración social’ o un poderoso ‘agente de socialización’.[9] No estamos, en absoluto, ante un ‘caso aislado’ o la supuesta ‘desviación’ de un deporte que se presupone ‘puro’, compuesto de ‘valores universales’ y ‘trascendentes’. No se trata tampoco de un ‘exceso’ llevado a cabo por ‘agentes desaprensivos’ o ‘externos’ al sistema deportivo. Estamos ante realidades (al igual que los otros casos de corrupción citados más arriba) generadas por la propia lógica del modelo deportivo institucional y de competición, plenamente coincidente con la lógica mercantilista del neoliberalismo tardío en la que se apoya. Los principios de dicha lógica se resumen brevemente en la divisa olimpista del ‘citius, altius, fortius’: ideología meritocrática, competición exacerbada, culto al éxito, al récord y a los campeones, rendimiento como principio, ley del más fuerte, optimización de resultados, priorización de la dimensión espectacular, etc. El ‘caso Urdangarín’ como tantos otros de corrupción deportiva, pone en cuestión la presentación del deporte como ‘modelo social’ que reposa sobre la aceptación sin reservas de un cierto número de principios
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cuyo núcleo central es el de ‘justicia’. El deporte constituye en efecto, a los ojos de muchos, el último bastión de una forma de justicia que da sentido al ‘principio meritocrático’. En tanto que se inscribe en la continuidad política y económica de las sociedades industrializadas y capitalistas, el deporte también se apoya sobre el reconocimiento de los méritos de cada uno para explicar las diferencias -sociales- entre los individuos (que se manifiesta en la jerarquía de rendimientos, la clasificación de resultados, el culto a los campeones, etc). El modelo deportivo, reposa por tanto, como el capitalismo, sobre la noción supuesta de la igualdad de oportunidades y sobre una justicia social construida por el conjunto de los actores. Sin embargo, la realidad cotidiana que vivimos, nos ilustra permanentemente de la irrealidad de esta pretendida justicia social, tanto del capitalismo como del sistema deportivo.
4) Conclusiones La concepción del deporte heredada de la Modernidad en forma de gran relato emancipador ha dado forma al modelo deportivo de competición vigente en la actualidad. La proliferación de casos de corrupción en el sistema deportivo atestigua el fracaso del gran relato del deporte con el que ha pretendido legitimarse desde sus orígenes. Pone de manifiesto la incapacidad del actual modelo deportivo, tanto a nivel institucional como de su sistema de ideas, para responder a los cambios sociales y llevar a cabo su proyecto emancipador de humanismo deportivo. Refuerza además las tesis de una parte de la
teoría crítica del deporte que entiende como ilusorias las propuestas reformistas del deporte y del Olimpismo contemporáneos al encontrar la causa de sus ‘males’ en la lógica intrínseca y funcional del propio modelo deportivo, estrechamente vinculado a la lógica del sistema de producción capitalista. La problematización y deconstrucción del sistema de ideas del modelo deportivo y de sus propuestas emancipadoras constituyen pasos imprescindibles para desvelar las claves del fracaso de un gran relato que continúa siendo la base legitimadora del deporte contemporáneo y su maquinaria institucional. Esto ayudaría a establecer los aspectos esenciales del debate, es decir ¿en qué medida se pueden superar estas determinaciones intrínsecas al actual modelo deportivo y afrontar un proyecto humanista y emancipador desde el deporte? La construcción de cualquier proyecto de emancipación a través del deporte, de un modelo deportivo realmente humanista, implica necesariamente afirmar nuestra capacidad de problematizar la realidad de un modo más acorde con los sucesos que ocurren a nuestro alrededor, abriendo el camino para nuevos conceptos y categorías, y formas de acción alternativas. Esta afirmación implica escapar de toda forma de idealismo abstracto procediendo en su lugar a una reapropiación de los contextos para poder plantearle nuevas problemáticas y postular nuevas formas de acción. Como sostiene Herrera Flores, “no hay alternativas al mundo; sino alternativas en el mundo”.[10]
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[10] Herrera Flores, J. (2005). Los derechos humanos como producto cultural. Crítica del humanismo abstracto. Madrid: Catarata: 49
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El educador
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de manzanas
Desde el punto y hora en que se fundó, lo observamos en la forma intermedia de la familia patriarcal, que surgió en aquel momento. Lo que caracteriza, a esta familia es la organización de cierto número de individuos, libres y no libres, en una familia sometida al poder paterno del jefe de ésta. Friedrich Engels
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Por Miguel A. Ortuño
Por allá en el siglo XIX Engels señalaba a la familia como un entramado de relaciones entre dominados y dominantes, la figura del padre como elemento dominador de esta institución, una institución la cual se ha visto resignada a posiciones secundarias en plena era posmoderna, esta, será fundamental los primeros años de sociabilización del ser, donde el individuo es mucho más receptivo a su entorno. Siguiendo con la frase de Engels, un elemento que no se nos puede olvidar, es la relación de poderes que se configura en esta institución, si bien con los clásicos y posteriormente con los modernos el emblema de poder era la figura paterna, con la entrada a la democracia y al siglo XXI esta figura se ha ido deteriorando en su plenitud de legitimidad y poder (hablando de esta dentro de la familia clásica donde los roles de género y el patriarcado están más marcados) Se establece una clara brecha entre la educación franquista y post-franquista. Se pasa de la dictadura al libertinaje, de un extremo a otro. Freud señalaba el perfil del español promedio de `fanático´, así mismo se lo recalcó a Salvador Dalí en el trascurso de una conversación, y puede que este viejo austriaco machista tenga razón. El fanatismo como germen que se halle en nuestras entrañas. Lo que bien si puedo señalar con contundencia, es el avance hacía una analfabetización de la población española. Los padres no favorecen a la correcta educación de los hijos, estos en último instancia, si llegan a ser castigados por una autoridad de mayor rango seguirían siendo brindados con el apoyo familiar, no hay sanción, todo consiste en la recompensa por y para la nada, todo vale. Ahora me gustaría hacer una guía sociológica al lector para que me acompañara en esta lectura. Si bien, día a día salta escándalo tras escándalo de corrupción en la televisión, se ha llegado a un punto donde nada sorprende (no creo que tenga que poner ejemplos, pues el mismo lector podrá echar mano del cajón de las ideas). Bien, ¿quiénes son los corruptos los políticos o las personas? Los políticos son personas, y las personas forman lo que denominamos sociedad. Soy consciente de que incluso en el lugar más abominable siempre se salva alguien, y no dudo de la honradez de estos y aunque siempre he partido de que, generalizar es un error, pero a veces parece necesario. Se dice que «Una manzana podrida estropea al resto». Y para que eso no suceda, «lo mejor es sacar la manzana podrida del montón antes de que infecte a las buenas.» Para reflexionar sobre este dicho popular recurriré a Platón “Con la buena educación es el hombre una criatura mansa y divina; pero sin ella es el más feroz de los animales. La educación y la enseñanza mejoran a los buenos y hacen buenos a los malos” Pues bien, educa a las manzanas y estas no se pudrirán, y aunque una de ellas se estropee las demás lo desecharán, todo está en la educación, una ética de máximos a nivel individual y una ética de mínimos a nivel estatal, dame educadores y no necesitare guardias. Porque la corrupción no es algo alejado de la sociedad, y lo que es más importante, de la educación. A diferencia de lo que se piensa, la corrupción es algo del día a día y no sólo a niveles macro. Elementos cotidianos como; No pagar el billete del bus, no declarar a hacienda, estafar, realizar cualquier tipo de fraude, no pensar en la comunidad, son elementos corruptivos a nivel micro. Pueden parecer estupideces, pero no lo son. El individuo debe ser exigente con uno mismo para poder exigir a los demás, es decir, un modelo de ética de
máximos hacia su persona. La construcción de un tejido social más cívico es una tarea que se nos encomienda a todos con la creación de un contrapoder, es el momento de transformar y reeducar, porque estos elementos no se escapan de ninguna clase social. Lo que nuestros hijos ven es una clara expresión de la campaña para concienciar “Children see, children do.” En esta campaña se pueden ver adultos realizando diversas actividades, y junto a estos niños pequeños que imitan cada movimiento, ya sea fumar, usar la violencia, insultar… Porque somos seres sociales e hijos de nuestro padre y madre. Volvemos al principio de ética de máximos del individuo, para poder exigir al otro primero debemos dar ejemplo propio. El magistrado Emilio Calatayud Pérez sabe muy bien de qué va este tema, el juez de Menores más conocido de España, aquel de las condenas ejemplares que en cada chaval jamás ve a un mero «delincuente», sino a «un joven que cometió un delito» y, aún más, a una víctima de un sistema social que demuestra fracasar cada mañana en la que él vuelve a condenar a un crío. Sus sentencias educativas han bajado la delincuencia en Granada y han aumentado el número de menores que no reinciden en el delito. En casi 20 años, el «padrazo» ha juzgado a más de 10.000 jóvenes a los que, siempre que puede, da esa segunda oportunidad que todos alguna vez hemos necesitado. Como señala el juez la pertenencia a una familia tiene sus derechos y obligaciones. Se pasa; de un padre autoritario a un padre colega, del maestro al profesor, de la dictadura al libertinaje. Toda esta serie de conflictos se entrelazan entre; alumnos, profesores y padres. Emilio recalca que los chavales no son conscientes de sus actos, y la escuela debería tener competencias para educar con coherencia y sentido común. Hemos tenido complejos de joven democracia, hemos pasado de un extremo (dictadura) a otro (democracia) y estamos pagando las consecuencias de todo esto. Es más, asegura que no hemos tenido término medio en este país y estamos pagando las consecuencias que, según admite, se ven en política, en la escuela, en la familia y, en general, en la sociedad. Nos hemos empeñado en decir que todos iguales, todos iguales, y al final resulta que todos somos iguales pero unos más que otros. Este libertinaje al que hace referencia es consecuencia de un estado democrático de derecho excesivamente proteccionista con los menores hasta el punto de que ha dejado a los padres “prácticamente indefensos”. Es ahí donde este juez de Menores, conocido por sus “sentencias educativas ejemplares”, ejemplifica muy claramente con los controvertidos cachetes. Calatayud lo tiene claro: si se da un cachete “en el momento justo, con la intensidad adecuada, es una victoria. Pero confundir un cachete con un maltrato me parece una tontería”. Si hay alguien o algún colectivo que debe eximirse de buscar una solución a la crisis de valores, esa es la clase política. Emilio Calatayud dice que “ los políticos son los menos capacitados para poner remedio a esto” y les pide, en cambio, que hagan un “examen de conciencia porque viven en un mundo distinto al del ciudadano”. Restaurar los valores requiere, según el juez de Menores de Granada, la creación de un movimiento social “y empezar, por supuesto, por la familia” para “reconducir” la situación. Para concluir haré una pequeña mención a la tercera tesis de Marx sobre Feuerbach, “la doctrina materialista de que los hombres son el producto del ambiente y que, por lo tanto, los cambios en los hombres son el de otros cambios en el ambiente no tiene en cuenta que también los hombres puedan modificar el ambiente y de que el educador de ser a su vez educado”. “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo” Paulo Freire (1921-1997).
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La era digital y la democratización de la cultura Por R. G. Celma
El artículo expone la necesidad y las virtudes de una gran biblioteca pública de libros digitales que permita actualizar las bibliotecas a la la era digital. De lo contrario, el principal instrumento para la democratización de la cultura será pronto convertido en un anacronismo.
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Una idea ronda por mi cabeza desde hace tiempo, el gran avance social e intelectual que supondría la creación de una gran biblioteca pública digital donde encontrar cualquier libro publicado en la historia del hombre de forma grauita. Supondría el mayor archivo y la mayor biblioteca de la historia, todo ello unido a la posibilidad de acceder a ella desde cualquier lugar que nos otorgan las nuevas tecnologías y de forma gratuita. Imaginense el gigantesco paso que supondría para lograr hacer accesible la cultura a todo el mundo. La gran biblioteca pública digital (GBPD) se sustenta en dos grandes pilares. Por una parte, en las grandes bibliotecas legendarias, como la de Alejandría o la de Pergamo. Estas surgen en el Periodo helenístico con el deseo de reunir todo el conocimiento de su tiempo. Por otra parte, en los principios democráticos inspiradores de la revolución francesa, que buscan hacer accesibles la cultura y la educación a todo el mundo y no solo a los eruditos. Conviene aclarar que abordaré el tema desde una perspectiva nacional, pero sería imprescindible para formar la GBPD su construcción entre todos los países y su implantación mundial. Para entender que este paso no es algo deseable sino necesario, hay que comprender que si una institución no se adapta a los cambios en su entorno, sufre un proceso de fosilización que a largo plazo resulta mortal. En el caso de las bibliotecas, los cambios en su entorno son producidos por las nuevas tecnologías, concretamente por los libros digitales. La biblioteca pública de libros digitales supone simplemente la adaptación de las bibliotecas a la era digital, aprovechando las ventajas que esta nos ofrece. El caso es que no solo no se está llevando a cabo esta adaptación del modelo tradicional de bibliotecas sino que encima se está recortando drásticamente el gasto público en ellas, impidiendo que renueven sus fondos. El recorte presupuestario desde 2009 hasta 2015 es de una media de un 60,11% menos, existiendo casos como el de Zaragoza en el que el recorte alcanza un 85%. Gran muestra del insaciable interés por democratizar la cultura y la educación que demuestran nuestros políticos actuales.
Anteriormente mencionaba que la GBPD supone aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías, como demostraré en el hipotético modelo de funcionamiento de la biblioteca (siempre abierto a discusión). Imaginen una página web, en la que para acceder cada ciudadano tiene un usuario en base a su DNI y una contraseña (siendo de una importancia primordial que no exista ningún tipo de registro de los libros que ha leído cada ciudadano, para garantizar su derecho a la privacidad). Una vez dentro, puede descargar todos los libros electrónicos disponibles de forma gratuita y sin limitación de ningún tipo, puesto que considero anacrónicas las limitaciones a la cantidad de libros que puede adquirir y del tiempo en el que puede tenerlos, al responder estas a una lógica de préstamo de ejemplares físicos limitados. La biblioteca incorporaría todos aquellos libros que se publiquen en formato electrónico sin distinción (evitando posibles líneas de pensamiento oficiales, garantizando así una verdadera libertad de pensamiento), pero también dispondría de fondos para progresivamente ir digitalizando libros antiguos sin versión digital, logrando así reunir todo el conocimiento posible. Además, debería aceptar la ayuda de los ciudadanos, que tendrían la posibilidad de donar nuevos ejemplares digitalizados a la biblioteca. En cuanto al conflicto entre los derechos de autor y el derecho a la cultura, me remito al artículo 37 de la ley de propiedad intelectual, el cual niega la facultad de los titulares de los derechos de autor a oponerse a la reproducción de sus obras o a la necesidad de su autorización, cuando aquellas se realicen sin finalidad lucrativa por las bibliotecas de titularidad pública. Sin embargo, si que considero inadecuado que no se les remunere en base a los prestamos que realicen, puesto que la GBPD puede llegar a suponer un perjuicio económico para el autor o para la distrubución normal de su obra. Por tanto, considero justa cierta compensación en base a las descargas realizadas de una obra y un plazo de tiempo entre la publicación de la obra y su incorporación a la gran biblioteca, como por ejemplo de dos años, plazo suficiente para no perjudicar las ventas de la obra y no suponer un incentivo negativo a los escritores. Sirva pues esta reflexión para abrir el debate en la calle, en las familias, en los sindicatos y en los partidos sobre la necesidad y la gran conquista social que supondría la gran biblioteca pública digital como un paso imprescindible para cambiar de verdad este país, logrando una gran democratización de la cultura que estimule la formación de electores críticos y reflexivos.
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105 Las familias no son grandes lectoras, el colegio no te convierte en un gran lector, la universidad tampoco, con lo cual:
“Si uno no es un gran lector, no sé yo cómo se enfrenta a un libro de Laclau” ELVIRA NAVARRO Escritora Autora de La ciudad en invierno, La ciudad feliz y La trabajadora, entre muchísimas colaboraciones en obras colectivas, como también en revistas y periódicos como El Cultural o bien el Público y eldiario.es, Elvira Navarro Ponferrada es una escritora española licenciada en Filosofía. Entre muchísimos otros méritos y premios a lo largo de su longeva producción, siendo a su vez joven, cabe destacar, por ser de lo más reciente, que la revista El Cultural nombró a La trabajadora como una de las mejores obras escritas en español el pasado 2014. Texto Enric Parellada Fotografía Asís Ayerbe
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Elvira realizó una ponencia en la Universidad de Verano del Instituto 25M Democracia. Por todo esto, aunque en realidad es mucho más lo que me dejo que lo que os he contado, hoy la tenemos hablando aquí con nosotros, para La trivial y también para todo aquel quien quiera pasar un buen rato con las palabras de una voz tan sabia como la suya. Enric Parellada: Juan Mayorga, autor de obras de teatro como por ejemplo Himmelweg, escribió una tesis sobre Walter Benjamin. Relacionándolo un poco con tus estudios de filosofía, me gustaría hacerte una pregunta que a él le hicieron parafraseándole. Él dice que Himmelweg es la obra que menos insatisfacción le produce. ¿Cuál de tus obras es de la que te sientes menos descontenta? Elvira Navarro: No sabría decirte. La que sí sé es la que menos me gusta. No te sabría decir... En cualquier caso, entre La ciudad en invierno y La trabajadora, son las que menos descontenta me dejan. Pero vamos, en realidad es una pregunta que no te sabría contestar. EP: ¿Por algún motivo sabes cuál es la que menos contenta te deja? EN: La que menos contenta me dejó fue la segunda, La ciudad feliz, y en realidad es una cuestión de las condiciones
de escritura. Yo creo que son determinantes a la hora del resultado. Porque yo escribí esta novela, que en realidad son dos novelitas cortas, en unas condiciones en las que yo tenía demasiado miedo a meter la pata y creo que esa no es la mejor manera de escribir. Entonces con miedo no se hace. Creo que en la obra se ha transmitido mucho miedo. P: Sin embargo ambas obras han hecho que se te reconozca como una de las autoras revelación con menos de 35 años. N: Eso fue con La ciudad feliz, es decir con la obra que a mí no me acaba de convencer, pero bueno que a mí no me acabe de convencer no significa que la obra sea mala, en realidad no significa nada. El resultado de una obra digamos que tiene su sentido con el contexto. Yo supongo que, a pesar de que a mí no me deja satisfecha, contextualmente sí que fue una obra que en ciertos círculos sí que se leyó con cierta vivez porque hablaba, o ponía el dedo en la llaga, de ciertas cosas que la gente quería leer. Supongo que van por allí las cosas, pero eso ya es independiente. Digamos que la manera que tu valoras la obra siempre es bastante distinta a las lecturas que hacen. O sea, porque es muy distinto saber que yo sé de donde procede, aunque por supuesto yo no soy la dueña del sentido de la obra. Entonces, en ese juego, digamos que tuve suerte.
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“Los grandes maestros lo que nos han enseñado muchas veces es que la literatura es mucho más eficaz cuando no transita por lo políticamente correcto”
P: Para que el lector te conozca un poco más, Elvira, ¿hay algún autor, alguna obra, alguna influencia artística que crees ha marcado un antes y un después en tu vida? N: En realidad sí. Yo hablaría de Clarice Lispector. Es una autora brasileña, un poco para quien no la conozca aunque sea muy conocida, ya está muerta. Mi escritura no se parece nada, absolutamente nada, a la de Clarice Lispector y sin embargo para mí fue una autora crucial porque yo la leí en un momento en el que yo estaba muy bloqueada desde un punto de vista creativo. Yo venía de la filosofía. Digamos que yo había asumido de una manera, no sé si acrítica, pero sí demasiado admirativa a un determinado canon. Y parecía que a partir de equis cosas ya no se puede escribir de esta manera, ya no se puede hacer esto, no se puede hacer lo otro. El descubrimiento de Clarice Lispector, para mí, fue descubrir que en realidad la creación es un acto de libertad. No fue descubrir, fue redescubrirlo, que yo lo había perdido. Había adquirido tanta conciencia crítica que al final llega un momento que se vuelve en contra. P: ¿Recomendarías alguna obra de esta misma autora? N: Yo recomiendo los Cuentos reunidos. Alfaguara publicó los cuentos reunidos hace ya no sé si 10 años o 151. Ella es novelista y es conocida por una novela que es Cerca del corazón salvaje, que tiene un inicio espectacular, sin embargo, ella, yo creo que da lo mejor de sí en los cuentos pues yo recomiendo leer los cuentos de Clarice Lispector. 1(Alfaguara publicó Cuentos reunidos de Clarice Lispector en 2002, hace 13 años concretamente). P: Es decir, alguna de tus obras bebe de aquí. N: Fundamentalmente la primera, La ciudad en invierno, y no es una cuestión estilística porque yo no tengo nada que ver con el estilo de Clarice Lispector, pero sí en el punto de vista de la libertad. De hacer un poco lo que quieres. P: Ya para acabar de hacer un poco el cotilla, ¿qué libro te estás leyendo? N: Pues mira ahora me estoy leyendo La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq.
P: ¿Y qué tal también lo recomendarías? N: Sí lo recomiendo. Se escribió ya hace unos años, es de 2005, yo no lo leí en su momento. Siempre aprovecho los veranos para desatender las novedades, porque durante el año una tiene que estar atendiendo a los libros que salen, y leer un poco lo que me apetece. Este libro se me había quedado rezagado y sí lo recomiendo porque es curiosa la visión que Houellebecq tiene de la sociedad que ahora mismo todavía se ha acentuado más. Es decir, que sí lo recomiendo. Además desde un punto de vista de la estructura del libro. Es un libro bastante osado, con mucho juego, hay mucha teoría política, mucha teoría sociológica. Es muy misógino Houellebecq, pero... ¡No! Houellebecq no, el personaje. Yo no sé cómo será Houellebecq (risas). Pero no creo que un personaje deba de ser moralmente intachable. De hecho los grandes maestros lo que nos han enseñado muchas veces es que la literatura es mucho más eficaz cuando no transita por lo políticamente correcto. Entonces ahí Houellebecq yo creo que es un maestro. P: Elvira, para quien no lo sepa, estuviste de ponente en la Universidad de Verano junto a otras autoridades en la literatura española contemporánea como Alberto Olmos y Belén Gopegui en la ponencia que se titulaba “Qué narrativa para el cambio político”. ¿Cuáles fueron interiormente las conclusiones que extrajiste de esas dos horas de reflexión y diálogo en el que se escucha más que se habla, que en realidad esto es lo positivo? N: La conclusión que extraje, en realidad es una conclusión que ya tenía. Hay una absoluta separación entre lo que es la literatura literaria y lo que lea alguien que no está metido en el circuito literario. En la mesa había una posición de que costaba mucho hasta hace relativamente poco, digamos que la literatura política se visibilizara. Y sin embargo, buena parte del público lo que estaba diciendo era: oigan, nosotros sí estamos leyendo, estamos leyendo muchos libros de autores más o menos contemporáneos y sí que nos parece que se hace literatura política. Con lo cual yo tengo una gran sensación de que hay como una especie de divorcio de lo que la literatura, o los espacios literarios, consideran como literatura política y lo que el público considera como literatura política. Y aquí hay un debate. P: Ya. Que se podría desarrollar todavía aún más ¿verdad? N: Sí, sí P: A ver, en Cataluña hay muchos libros que hablan sobre la independencia. Llenan librerías. Una Cataluña posible sin España, dicen. Sin embargo identificamos un fenómeno un poco parecido referente a todo lo que sea la unidad popular. Desde el 25M las librerías están repletas de obras de Antonio Gramsci, de Ernesto Laclau, de Chantal Mouffe, de David Harvey… que por otro lado, también están llenas las librerías de los autores los cuales son la clase de personaje que pasa y disfrutamos en los Fort Apache, como por ejemplo pueden ser Íñigo Errejón, Juan Carlos Monedero, Pablo Iglesias, Jacobo Rivero, Ramón Lobo. Por decir más, Xavi Domènech, Manolo Monereo e incluso, Enric Juliana, excelentísimo periodista catalán, o como diría Pablo Iglesias, gramsciano de derechas. Todo esto creo que lo inspira el movimiento político que estamos viviendo. Tratan la situación desde muchos y diversos puntos de vista, a pesar de que quizás sea más crítica o análisis histórico, filosófico, sociológico o política de la situación. ¿Pero cuánto tiene de narrativa para el cambio político el hecho de llenar las estanterías de las librerías con ediciones de este estilo, a pesar de que no sea narrativa o literatura y sí sea más ensayo o estudio? N: Yo espero que tenga una consecuencia muy buena. O sea, desde luego no es literatura. Pero sí son los libros que ellos escriben, o que ellos leen, que son los que se debaten en los foros, en los programas de televisión que intervienen, o un Fort Apache. Desde luego, en la medida en la que ellos son referencia para la gente, es decir estas figuras que me has comentado, también lo que leen se acaba convirtiendo en referencia. A mí
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lo que me gustaría es que esos libros, además de comprarse, se leyeran. Por la impresión que yo tengo, no por supuesto de la gente que está comprando estos libros, sino en general, cuando un libro se vende mucho... Yo recuerdo aquella vez que Felipe González dijo que su libro favorito era Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar y de repente el libro se agotó. Fue como una especie de bombazo porque había dicho eso Felipe González. Lo que me pregunto con el tiempo es: ¿la gente lee ese libro, o sencillamente lo compraba? Es decir que hay una especie como de prestigio en determinados circuitos. Si tú te mueves en un determinado circuito y estas personas van a tu casa, tú tienes allí tus libros de Gramsci o de quien sea, de lo que resulte prestigioso en tu circuito. A mí lo que me gustaría es que se leyeran. Porqué digo esto y, además, porqué lo digo con sospecha, porque creo que España es un país en donde se lee muy poco. P: Yo también lo creo. N: Y donde la cultura tiene más que ver con medallitas que uno se pone y con aparentar, que con un personaje verdaderamente crítico. Porque, no sé. La educación que hay ¿no? Es decir que ya desde el colegio. Para empezar las familias no son grandes lectoras, el colegio no te convierte en un gran lector, la universidad tampoco, con lo cual si uno no es un gran lector, no sé yo cómo se enfrenta a un libro de Laclau. P: Claro, toda la razón. N: Si no tienes unas herramientas filosóficas... Entonces lo que me gustaría, y ojalá ocurriera, es que estos libros se leyeran y que hubiese de verdad, en fin, una curiosidad intelectual, pero no porque sea buena en sí misma. Es decir no por ser acopio de cultura, no por decir: es que yo soy una persona culta, me he leído tales libros. Sino porque esto te lleva a una visión más amplia y más, en fin, distinta. Te da herramientas para poder debatir, para poder, en fin, lo que hace es abrirte el campo. Pues a mí eso es lo que me gustaría. ¡Ojalá! P: De hecho, hace unos días, vi una encuesta en la que se decía que menos del 35 por ciento de los españoles habían leído El Quijote, y de este 35 por ciento, el 25 había leído
únicamente la primera parte. Los números no son así con toda seguridad, lo digo de memoria. Es decir, cuando tenemos en la literatura española una de las mejores obras de la historia de la literatura universal y menos del cincuenta por ciento de las personas de España, que desde mi punto de vista creo que este 35 por ciento es un número hinchado... N: Sí (risas). P: Hace sentir mal esto. Es triste en realidad. Y entonces ya lo vinculo a, casi, la última pregunta. Me viene a la cabeza el libro de Albert Sánchez Piñol, Victus, que ha vendido más de 150.000 ejemplares, relacionándolo un poco con eso de vender, que no es igual a leer. Sin embargo, tiene derechos de traducción al ruso, al alemán, al portugués, al francés, incluso al coreano. Si buscamos esto respecto a la narrativa del cambio, pero referente a los indignados de las plazas en el 15M, el hipotético Victus del 15M en esos ensayos y estudios que comentábamos, podría ser un poco el libro de Juan Carlos Monedero, Curso urgente de política para gente decente. ¿Tú crees que lo que debemos hacer es buscar, o encontrar, un Victus del 15M o potenciar y difundir la lectura del estudio de Monedero? N: Es una pregunta muy... Para empezar yo me tendría que leer el libro de Monedero que no me lo he leído. P: ¡Vaya! N: Entonces, no te puedo contestar. Tendría que leerlo. No te puedo contestar a esta pregunta. P: Bueno, pues queda pendiente, eso sí. ¿Vale? N: (Risas) Vale. P: Elvira, muchas gracias por este rato entrañable. Yo creo que ha estado muy bien hacer un poco el recopilatorio de lo que se pudo hablar en esas dos horas de la ponencia que llevaste a cabo junto a los demás ponentes. Decirte que como oyente la disfruté mucho y que hoy mismo como entrevistador también lo he hecho. Muchas gracias por haber estado hablando con nosotros. N: Muchísimas gracias a vosotros. Escucha la entrevista original: https://goo.gl/08Azk5
LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
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FotografĂas de la revista por Frederic Sala Mauri LA TRIVIAL | JULIO - SEPTIEMBRE 2015
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Que lo lea tu tía Por Enric Parellada
Universidad de Verano
Sant Feliu de Codines, lunes 31 de agosto. Se acabó. Pero solo esta revista, no las ganas, ni el proyecto ni el entusiasmo. El último artículo de la revista y sin embargo el peor de esta (después de los otros que ya he escrito, claro). Más que saber qué explicar en esta página, lo difícil en realidad es saber en qué orden contar las cosas. De algún modo habré que empezar. Los autores de cada uno de los artículos de esta revista somos alumnos de la Universidad de Verano llevada a cabo el pasado julio. Todos, menos uno, Roc Solà, que no pudo venir porque se quedó estudiando italiano ya que este próximo curso se va de Erasmus a Italia, por descontado. Sin embargo al ser el director de La trivial hemos incluido en la revista su editorial y su percepción de cómo le fue a sus amigos mientras él se tuvo que quedar en su hogar. Llegamos a Madrid con la incerteza de cómo sería la experiencia de asistir a la Complutense este verano y ahora que ya acaba nos damos cuenta de que ha sido la experiencia más emocionante del periodo estival. Una vez empezamos a conocer a gente con la que fácilmente nos entendimos muy bien, se nos ocurrió que todo lo aprendido en las ponencias debíamos transmitirlo de algún modo. Este conjunto de artículos que intentan formar una revista creo que ha sido la mejor manera de hacerlo. Son las 00:30 y escribo estas líneas después de repasar cómo ha quedado el diseño de cada una de las páginas mientras que mañana empiezo a trabajar a las 06:00. La verdad es que ha sido un agosto muy duro. Personalmente querría narrar mi experiencia para la culminación de esta revista y no puedo evitar explicar algo que quizás no tenga nada que ver con la Universidad de Verano, pero lo veo pertinente. El año que viene voy a vivir a Londres. Sin trabajo ni casa, a probar suerte y a aprender inglés. De modo que como he tenido la suerte de encontrar un trabajo en una fábrica multinacional durante agosto y septiembre, con el dinero que gane podré sobrevivir unos meses allí hasta que encuentre empleo. Si no, regreso. Mientras tanto, aquí trabajo de lunes a viernes de 6:00 a 14:00. La cuestión es que en total destino 10 horas al día para el trabajo y además este pasado mes tenía que coordinar la revista. Los artículos que los compañeros, todos de distintos lugares de España, nos iban mandando los hemos publicado rápidamente en el blog, uno por día. Todas las tardes entre leer, escribir y diseñar la revista me han pasado volando. He dormido poco este agosto. He visto poco a mis amigos porque era necesario este esfuerzo para que la revista pudiera salir a la luz a primeros de septiembre. La verdad es que ha sido duro. De hecho dentro de cuatro horas tengo que levantarme para ir a trabajar, pero por fin se cierra la revista. Errejón nos contó en la charla introductoria de la uni cómo de importante es estudiar. Cómo de importante es contárselo a los demás. Cómo de importante es aprovechar en los ratos libres para leer: aunque sea en el metro, decía. Escribir algo y enseñárselo a un amigo, a un familiar, a un vecino, a algún conocido. ¡O a tu tía! Explicar en dicho texto cómo uno entiende la situación actual, qué es lo que más le gustaría cambiar, qué es algo que le ha afectado y le gustaría que hubiera sido de otro
modo para no haberlo pasado tan mal. La cuestión es que las sensaciones de la gente, las sensaciones de las personas, las del pueblo, las nuestras, se tienen que contar. Pues esto es lo que hemos intentado hacer aquí. Personalmente me limité a pasar a limpio el cuaderno entero de notas que tomé a lo largo de las ocho horas de clase diarias en esas cuatro jornadas, para hacer llegar lo que allí entendí. Lo que allí vi que era posible cambiar. Si el leit motiv de la Universidad de Verano era aprender para contar y emocionar, esto es, seducir, lo tomamos prestado en este número especial de La trivial. Contar nuestras penas, nuestras visiones, nuestras propuestas, nuestros inconvenientes. Contar lo que creemos que pasa. Entiendo que el cambio político no se producirá si la gente no se implica. Y no es que la gente deba implicarse en convencer sino en seducir. Aquí, al menos, esta es la intención. Llegar a un público en el cual la excelente revista “La circular” no puede llegar. Queremos ayudar tanto como sea posible, Jorge. Tanto como nuestro esfuerzo y condiciones nos permitan, Íñigo. Tanto como hemos sido capaces Pablos, Juan Carlos, Manolo, Tania, Clara, Irene, Carolina, Ángela, etc. Tanto como hemos podido, España. Creo que las horas de estudio, las fiestas a las que este agosto no hemos ido, las noches de cervezas y las tardes de café que hemos reducido en comparación al verano pasado con tal de que esto pueda emocionar a alguien, convenía. Las jornadas de ocho horas habiendo dormido tan solo tres horas el día anterior (como será mañana) sé qué valdrán la pena. Es emocionante no saber qué pasará con esta revista en el momento de escribir estas líneas. Incluso más que saber Errejón se leyó el artículo de Julia Aguiar y lo publicó en sus perfiles de las redes sociales. El momento en el que lo vimos estábamos precisamente cenando con los del círculo. Grandes personas que nos ayudan tanto como pueden, por cierto, y que por supuesto quieren construir un país mejor. Esta revista me ha enseñado que gracias a la Universidad de Verano mucha gente ha hecho amigos de todos los lugares de España, me ha acabado de convencer a mí, que soy catalán, que no quiero una frontera cerca del Ebro. A pesar de que mi familia sí la quiera. No sé que pensarían Errejón y Lago si se enterasen que esta revista existe. Que la gente, desde el anonimato mediático, está con ellos. Porque no hay ellos sino nosotros. En realidad sería una lástima si solo les pudiese llegar el artículo de Julia. Sin embargo, a pesar del gran reconocimiento al esfuerzo que supondría que la tuvieran en sus manos, no debemos olvidar que esta revista se ha escrito pensando en un público al que llegar. Pensando en un pueblo al que queremos contar lo que entendimos en las ponencias y lo que aprendimos de los excelentes cerebros que pasaron por allí. La foto de esta página la hizo Jorge Moruno con mi móvil. Fue gracioso porque Monedero le dijo: ¡no me cortes la cabeza, cabrón! Y nos reímos mucho tanto Frederic, el de la izquierda, como yo, el de blanco. Esta foto y su contexto resume en realidad lo que fueron esos cuatro días de estudio exhaustivo, resume la proximidad de esta clase de intelectuales con el pueblo. Formamos parte de un conjunto en el que no hay un ellos y nosotros, sino únicamente un nosotros. Y nosotros, ¡podemos!
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