EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL ASCO “Sólo veo un arcoiris de mierda” Por: Laura Grajales Díez
Amor. Palabra maldita, palabra añorada. Todos lo hemos sentido. El buen amor y el mal amor. ¿Cuál es la diferencia entre ambos? Creo que nadie lo sabe, ni siquiera el life coach más respetado de Instagram. Hay amores buenos que matan, sea de diabetes, de aburrimiento, de perfección. Algunos buenos amores son como si tocaras el cielo con las manos, y luego te dieras cuenta de que tocar una nube es tan divertido como tomar cerveza caliente. También existen los amores malos. Hay amores malos que duelen rico, como cuando uno se muerde las bolitas que salen en la lengua tras una fiebre, o como cuando el humo caliente de un cigarrillo quema la garganta a su paso. Hay otros amores malos que hacen querer que la muerte llegue pronto y hacen que los segundos sean eones. En Amargore: antología de cómics –proyecto ganador de la convocatoria de Fomento y Estímulos para el arte y la cultura del año 2021 de Medellín– se ve, se vive y se goza la dualidad inherente del amor. En esta antología, cuatro visiones plasman esta constante indecisión y perpetuo debate entre lo lindo y lo feo, lo agradable y lo asqueroso, lo atractivo y lo repulsivo. Podría verse como lo escatológico y terrorífico vs. lo dulce y lo romántico. Ahora bien, no tiene que ser un versus, puede ser un con, un feat.. Así no parezca, lo cochino y lo impoluto pueden mezclarse muy bien. Todo amor degenerado necesita una dosis de ternura, todo amor inocente necesita una fuerte palmada en la nalga. Entre la muchachada se ha puesto muy de moda el término “amor tóxico”. Se le dice “amor tóxico” a aquel que genera conflictos constantemente, que busca cambiar al otro, que lleva a la decepción, frustración y disminución de la autoestima. Pero, ¿qué tal si hablamos de otro tipo de toxicidades? ¿De esas que necesitan máscaras de gas en vez de máscaras de papel maché, de las que usan para expresar los sentimientos más profundos? El sexo huele, bien o mal, pero huele. El amor también. Sutiles fragancias se mezclan con fuertes astringencias y hedores. ¿Han sentido el olor de un puesto de frutas que combina el aroma del salpicón con la peste de las cáscaras descompuestas? A eso huele el amor.
También puede expeler vapores mortíferos colaterales. No siempre, obviamente, sólo en algunas ocasiones en las que el tipo de aroma viene acompañado de las lágrimas. Olor a muerte en vida, olor a vida después de la muerte. Olor a vida que necesita de la muerte para salir triunfante. Olor a sentimientos que no perecen con la muerte, olor a emociones que nunca pelechan sin importar los esfuerzos. Olor a amores que se siembran en tierra mala, que no se supieron sembrar, o que la semilla simplemente nació muerta. El amor hace parte inevitable del ser humano y su naturaleza, cambiante, incomprensible, desagradable. Una condición humana que va más allá del romanticismo del cuerpo y su belleza. El humano caga, orina, suda, apesta. Y es capaz de hacer todas estas cosas y más asquerosidades mientras ama. El amor carga esta peste, por supuesto. De nada sirve tratar de esconderlo. A veces creemos tontamente que podemos fingir ser cuerpos gloriosos, que nuestros cuerpos no expelen ninguna sustancia repugnante, que comemos flores pa’ cagar aromas. Nos desligamos de la humanidad del amor para subirlo al pedestal de la divinidad, olvidando que éste es de los estados más imperfectos del ser humano. Lo que me gustó de esta antología es que, desde cuatro estilos muy diferentes y muy característicos de los autores, se trabajan estos aspectos duales, inverosímiles y graciosos del amor, y obvio, del humano que se puso a inventar semejante lío. Aquí se ve cómo el amor hiede, lastima, atrae, da fuerzas y las roba; cómo éste enloquece, hace pasar vergüenzas, pone a buscar incesantemente situaciones que no llegan; cómo genera un estupor muy similar al que produce el alcohol, que envalentona y pone a chillar a la vez; cómo logra generar gritos silenciosos de ayuda que no le interesan a nadie; y cómo hace que el humano no pare de buscar un imposible, la felicidad despedida de una emoción que vive en el aire. Del amor se puede hablar mucho. Verdades y mentiras, todas proveen tela suficiente para cortar en un club de costura. Nunca será suficiente, pero siempre será divertido. Sea del amor propio, del amor de pareja, del amor a varias parejas o lo que sea. Y pues, si es en versión cómic, mucho mejor. Y si lo cuentan voces como las que hacen parte de esta antología, muchísimo mejor.