43 TEXTOS Miguel Barragรกn Bustamante
La Vagancia Editorial A.C.
43 Textos de Miguel Barragán Bustamante es un llamado poético a no olvidar ni pasar por alto lo sucedido el 26 de septiembre de 2014: la desaparición forzada de 43 alumnos de la escuela Normal "Isidro Burgos" de Ayotzinapa, Guerrero. Hecho que evidencía una guerra de exterminio en México y el mundo, en la cual miles de hombres y mujeres jóvenes han sido asesinados, desaparecidos o esclavizados por el crimen organizado ante la mirada atónita de sus habitantes paralaizados por el miedo y la complicidad de sus gobernantes. Un mundo donde sus adultos son sometidos a una autoesclavitud laboral y sus ancianos a una lenta agonía debido a enfermedades provocadas por los malos hábitos fomentados durante años por el sistema imperante en el mundo. Al tiempo que va en aumento el robo sistemático de niños para traficar sus órganos o destinarlos al comercio sexual. Nos recuerda que dormimos sobre la sabiduría humana que busca la armonía, ocultada intencionalmente desde hace miles de años. Ignorando el llamado de sus hombres y mujeres de conocimiento, mientras el robo de los recursos humanos y energéticos avanza. En este libro hallará 43 razones para despertar. 2
PRESENTACIÓN Sin duda, como todo mexicano, tengo demasiadas palabras convertidas en preguntas; palabras que a veces suelen disfrazarse de esperanzas, pero irremediablemente a una hora del día se vuelven llanto. Cierto día decidí romper el silencio que me prestó la sorpresa, la consternación del veintiséis de septiembre y empecé a escribir estos textos como el padre que todos podemos ser de un estudiante, como el hermano de un manifestante o como el compañero de un normalista. Estos textos tienen el cometido de abrir nuevas puertas en otras consciencias; se escribieron sin tener preocupación alguna por la retórica, la métrica o la crítica literaria, la única preocupación era y siguen siendo los desaparecidos. Nacieron en diversos momentos durante un año mientras la esperanza desayunaba todos los días con la desilusión, la ilusión cenaba con la rabia y los sueños dormían con el coraje. Aprendí a llorar con los ojos de otros. Escribí estos textos usando todo el silencio que da la sorpresa, con los adjetivos que nos brinda el coraje y los verbos que nos recuerdan “algo tenemos que hacer”. 3
Busco atentar contra el olvido, por esta razón cada texto lleva como título el nombre de un estudiante desaparecido. Estos textos tal vez pueden cuestionarse en su expresión poética, pero lo que no puede omitirse es que busca resaltar el momento histórico que padecemos los mexicanos los que sienten en carne viva este dolor, los indiferentes ante las injusticias sociales y los promotores de estas atrocidades. Todos somos responsables de algo, de ejecutar, de omitir o de permitirlo. Estos cuarenta y tres textos buscan dejar testimonio del dolor de los padres, amigos, compañeros y del pueblo, para no olvidarlos, ni permitir que vuelva a suceder. También en estos textos viven aquellos estudiantes de Ayotzinapa que fueron asesinados en 2013 y 2014. Pido aquí permiso por usar una voz que, por la dignidad, pureza y trascendencia de lucha no creo merecer: la de nuestros normalistas, y sus padres. Lo hago con la intención de luchar y ampliar el frente que exige a todo un país: ¡no podemos olvidar!.
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‌no podemos permitir que los desaparezcan dos veces, una cuando se los llevaron de su vida de lucha y de trabajo y otra vez cuando se los quieren llevar de nuestra memoria‌ Sub comandante Marcos.
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ABEL GARCÍA HERNÁNDEZ Es urgente, ahora que los días se ahogan de sol, asesinar al tiempo, no sin torturarlo, despedazarlo en horas inútiles, obligarlo a confesar que él también es culpable, cómplice. Es urgente asesinar al tiempo para encontrar, al más humilde, al más fuerte yelmo del pueblo, reclamar todas las aulas en propiedad, para incendiar la libertad de una vez por todas. Es urgente asesinar los imbéciles días, los que te esconden. Urgente asesinar la voz del presidente 7
de lengua bífida en Tv azteca y Televisa. Es urgente, preguntar por ti a la una, a las dos de la madrugada, al medio día, al ocaso, al alba. Es urgente, marchar, gritar, pintar, llorar, maldecir, indignarse, encontrarte … ¡Es urgente!
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ABELARDO VÁSQUEZ PENITEN Yo no estuve ahí… sin embargo estoy herido. Yo no estuve ahí… sin embargo voy desapareciendo. Yo no estuve ahí, cierto, pero estoy aquí gritando tu nombre, Desenredando las horas, justificando conversaciones ajenas. Estoy aquí oliendo como se pudren las mentiras en silencio, sosteniendo una piedra en la mano, esperando se asome el primer candidato a diputado. Yo no estuve ahí, cierto, pero si no apareces, si tu ausencia no seca lágrimas clandestinas, yo estaré siempre: herido, muerto, enterrado vivo… desaparecido.
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ADÁN ABRAJAN DE LA CRUZ Escribo rápido, apenas dos versos. empujo sin advertencia tres verbos. Tengo prisa por buscarte antes de que nazca el último niño de México y descubra que luchar es peligroso. Atropello la música cuando tu nombre no va, no rima con justicia. Tengo prisa de hallarte de pedir explicaciones a la duda. Tengo prisa por desatar la dignidad, de ama de casa, maestro, estudiante, campesino, prostituta, brasero, comerciante, jornalero, músico, bolero, exiliado, para clavarla en la memoria de tu último sueño.
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ALEXANDER MORA VENANCIO A esta noche le faltan cuarenta y tres: alegrĂas, nombres, abrazos, brindis, libros, historias, sueĂąos, mochilas, novias, mesas, platos, sillas, hijos, cervezas, amigos pretextos, llamadas, camas, carcajadas, miradas, cafĂŠs. A esta noche le sobran cuarenta y tres razones para no festejar, para no brindar, para no quedarse callado, para no renunciar a lo que hemos hallado. 11
ANTONIO SANTANA MAESTRO Ayer tenía dos palabras, hoy sólo queda una, por desgracia rima con tu ausencia. Ayer tenía dos sueños, hoy sólo queda uno; por desgracia para todos no tiene futuro. Ayer tenía dos lugares seguros, hoy sólo queda uno: por suerte clandestina tiene calle, número, nombre. Ahí me cobijo con todos y basta para mi palabra, mi sueño, mi refugio; para esconder todo verbo que presagie olvido. Me basta su nombre: Ayotzinapa.
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BENJAMÍN ASCENCIO BAUTISTA Estos días, cuando el miedo no se esconde, ni en los huesos, ni en silencios. Estos días, donde sueño en pasado para no colgar un nuevo pretexto, para no revisar las palabras que dejaste pendientes en sueños infantiles o lo último que escribiste, al descubrir de qué forma tan vil ayuda el viento al olvido. Estos días me saben a protesta.
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BERNARDO FLORES ALCARAZ Es inútil esperar a que vuelvas del silencio cuando nunca te has ido, cuando nunca tu cuerpo ha tocado al olvido, cuando todos te llaman desaparecido y emerges todas las mañanas, en la prensa censurada, en panfleto clandestino. Es inútil esperar a que vuelvas del silencio, Debo buscarte: en cada libro, en cada aula, en cada niño, en cada lágrima de las madres ajenas que también te esperan, en cada hora que se traga la noche, en cada maldición, en cada queja.
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CARLOS IVÁN RAMÍREZ VILLARREAL Ya no tengo nombre. A estas horas la noche, la lluvia, el amor, el llanto… me nombran. Ya no tengo nombre, apenas guardo el mínimo deseo de sentir frío. Ya no tengo nombre, sólo días que mueren sin dictar futuro testamento. Ya no tengo nombre por ello no respondo cuando llamas. Ahora puedes nombrarme fusil, venganza, radical o necio; dilo como quieras dame un nombre digno que permita vivir sin olvidarte.
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CARLOS LORENZO HERNÁNDEZ MUÑOZ Te nombro, espero al día que pacientemente guarda la ira. A estas alturas odio ya las horas, repudio al silencio, me avergüenzan mis manos vacías. A estas alturas ya no pido, ya no exijo, amenazo al miedo de palacio. A estas alturas acuso con la dignidad a los otros, a los que hablan pero no te llaman, a los que se quejan pero no denuncian, a los que te saben pero no te buscan.
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CÉSAR MANUEL GONZÁLEZ HERNÁNDEZ México perdió el acento. Dejó la envidiable comodidad de ser esdrújula, y se hizo grave. Me doy cuenta que le duele cuando amanece, y cuarenta y tres faltanen Ayotzinapa. Cuando es hora de comer en la sierra Tarahumara, o es hora de dormir en túnel o calle solitaria, México se vuelve grave cuando la verdad es masacrada ante las cámaras en la voz del presidente, en el silencio de su gente.
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CHRISTIAN ALFONSO RODRÍGUEZ TELUMBRE Yo no busco sueños. Yo no busco niños. Yo no busco perdón. Busco las palabras que te llevaste, las que caben en una manta, las exactas. Yo no busco gritos, dolor ¡vamos! Ni siquiera busco amor. Yo no busco urnas, discursos, promesas, mucho menos disculpas. Yo busco a mis hermanos que fueron a liberar al viento, a los que aún reclaman, protestan, luchan, marchan, botean, bloquean… en ausencia. 18
CHRISTIAN TOMÁS COLÓN GARNICA Me enamoré de ella hace mucho tiempo. Fue uno de esos amores juveniles. Iba yo en la secundaria, en tercero para ser exactos. No era difícil dejarse seducir por ella, más aún cuando el orientador, con esa voz flexionada, la nombraba y le daba ese toque especial: su nombre rebotaba en todos mis sentidos. Lo mismo sucedía cuando el maestro de historia, pronunciaba su nombre en plena clase; ya ni el pleito entre liberales y conservadores, ni el peligro de las intervenciones me atraía. El sólo hecho de escuchar su nombre me hacía sentir bien, escuchar su nombre me daba la sensación de que era posible aquella relación. ¡Que días aquellos!, pero vinieron los otros, los de crecer, crecí como pidiendo permiso al tiempo. De pronto me vi estudiando en la escuela Normal, y me di cuenta que ella me había seguido con todo y nombre. No me alarmé. A veces el amor da miedo. Pensé que era una casualidad, después de todo la ciudad es pequeña y había pocas opciones para estudiar. Poco a poco la fui conociendo mejor, comprobé que seguía enamorado cuando aquel maestro de filosofía se atrevió a dudar de ella al cuestionar su presencia entre nosotros. Casi, la acusó de prostituta. Me sentí ofendido. Hoy entiendo que fue una reacción propia de la inexperiencia y que duele saber que aquello que amas no es lo que imaginas. 19
A pesar de todo me aferré a ella. Recuerdo que le escribí dos o tres cosas a manera de carta teniendo diversos pretextos. Le pedía, casi le exigía su presencia. Para mi desilusión nunca vino, a pesar de que por defen -derla, me expulsaron de la escuela. Volví a escribirle, le di una dirección fácil de encontrar. Yo confiaba en ella como la única capaz de ayudarme. Ya sin escuela entré luego a trabajar a una fábrica. No pude olvidarla, seguí sus pasos, más con el tiempo me convencí de que era inútil. Aquella duda de mi maestro de filosofía ya vivía conmigo. El fin del romance, o al menos del mío, fue cuando los patrones de manera arbitraria me corrieron de la fábrica después de la huelga, sin ninguna indemnización. El motivo real es que había vuelto a coquetear con ella. Aquella fue la última vez que la busqué, ciertamente eso me hace un cobarde social. Sin embargo, debo confesarlo, ayer le escribí; le pedí que viniera y ahora si le di una dirección exacta: Escuela Normal Isidro Burgos, Ayotzinapa, Guerrero. Si, lo sé, son esperanzas de un viejo, pero… ¿qué se puede tener cuando buscas a tu hijo? ¿Cuándo por mucho tiempo viviste enamorado de la justicia?, y descubres un día, que ella vivió siempre una vida insoluta con el poder. Hoy sé que mi maestro de filosofía tenía razón.
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CUTBERTO ORTÍZ RAMOS Hay palabras formadas detrás del frio, llevan más de cuarenta y tres días ahí, esperan ocasión para quitar su inútil máscara al perdón., Esperan reclamar en propiedad, las infecundas sílabas de justicia, de libertad. Hay palabras formadas detrás del silencio, llevan más de cuarenta y tres días ahí. Esperan la hora del trueque en la plaza mayor: puños por balas, marcha citadina por marcha clandestina, la punta de mi pluma por bayoneta. Hay palabras formadas detrás del calendario, llevan más de cuarenta y tres días ahí, esperan la primavera o el verano, esperan al hijo, al hermano. 21
DORIAN GONZÁLEZ PARRAL Escribo a ciegas cuando a esta hora no puedes verme, cuando sólo dictas: “búscame, encuéntrame.” Escribo a ciegas remarco tu nombre escribo en pasado, para olvidar futuros, para matar presentes. Escribo a ciegas, quizá, debo dejar, en la oscuridad mis intenciones, los adjetivos huyen persiguiendo la verdad, ¡no!, no puedo callar, aún tengo la luz del caído la que ilumina todos los muros cómplices de mi exilio, muros donde puedo leer: ¡ni perdón, ni olvido!
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EMILIANO ALEN GASPAR DE LA CRUZ En tu ausencia maldigo más la voz del presidente. Maldigo la miserable promesa de que hay un mañana, Maldigo la ira callejera, la mercenaria. Maldigo la palabra esperanza que se queda en casa viendo la novela de las nueve o las noticias a las once, y aprender como se mata la vergüenza. Maldigo la cobardía de mis manos cuando conozco: nombre, dirección del asesino.
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EVERARDO RODRÍGUEZ BELLO Hoy vi pasar tu nombre en lágrimas, en ira, en pleno día, en rostros que no conocías. Te vi en las caricias que dejan caer tus padres de sus palabras. Por desgracia también te vi en manos utilitarias que se acomodan donde su consciencia no cabe. Te vi llenar la plaza, encender la hoguera, llenar de miedo al reaccionario. Te vi hermano, aquí… en todos nosotros más que nunca, más que siempre ¡presente!
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FELIPE ARNULFO ROJAS Ahora mismo, en esta oscuridad, de madrugada enamorada del dĂa, me sobran palabras, me faltan paredes, me faltan hermanos, me sobran canallas, me falta una patria, me sobran traidores, me faltan balas, me sobran horas. Ahora mismo a estas horas, en esta madrugada enamorada del dĂa faltas tĂş, sobro yo.
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GIOVANNI GALINDOS GUERRERO Ayer secuestré la tarde a los enamorados, a los amantes, a los ancianos, a los pájaros, a los niños. No sabían qué hacer, a dónde ir, tan llenos de ausencia, maldijeron mi osadía. Lleno de coraje, en complicidad con la ira, con la rebeldía, escribí la nota. Pedí rescate al presente, para que pague con la mínima esperanza de verte. Para que pague por la tarde a las seis en la plaza con la certeza de no olvidarte.
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ISRAEL CABALLERO SÁNCHEZ Confieso que no me levanto con el día, que no asisto puntual al alba, que ignoro el ocaso, que hago tres comidas al día, que tengo sexo y olvido, que flirtean conmigo y sonrio, que te busco en silencio, que persigo nombres de mujer en mi exilio, que falté un día a escribir en la pizarra de mi aula: Ayotzinapa. Confieso que le escondí doce horas al día, que guardé libros, cuadernos 27
que sólo me recuerdan los días de gloria, que olvidé matemáticas excepto un número, que aún me hipnotiza el arcoiris. Confieso que estoy guardando de forma clandestina verbos, adjetivos para dispararlos contra todo discurso que te niegue, contra toda retórica que proponga tu olvido.
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ISRAEL JACINTO LUGARDO No me gusta el discurso fรกcil, el que olvida ideas, que omite adjetivos, que ignora adverbios, que tropieza con palabras, que busca razones entre pedazos de silencio, que amenaza en vano, que yerra en historia, que dice todo sin defender nada. No me gusta el discurso fรกcil, el ausente de sinรณnimos, el lleno de maldiciones, no, no, no me gusta el discurso que te olvida.
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JESÚS JOVANY RODRÍGUEZ TLATEMPA Tú y yo sitiamos esta ciudad, tú con ausencia, yo con mí presencia, tú con mi soledad yo con tú búsqueda. Por cierto, en horas matutinas o vespertinas la ciudad te debe un espacio que se llene súbitamente o despacio, lo mismo da para preguntar: ¿qué hicieron con la verdad?
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JHOSIVANI GUERRERO DE LA CRUZ Se fue un poeta y no apareciste, se fue el escritor de la soledad y no te encontramos, se fue el narrador que mostró sin recato las venas abiertas de América Latina, y no te hallamos, se han ido los hombres de la zoología, la soledad, de la utopía, dejando más de cien, tal vez mil acaso un millón de palabras en libertad, como la más perfecta arma de la consciencia, para no olvidar, para seguir por ti preguntando, para leer, pensar para seguir buscando. 31
JONÁS TRUJILLO GONZÁLEZ Toda esta sangre que da vueltas en mí va buscando una herida. Toda esta rabia que gira dentro de mí va buscando culpables. Toda esta ausencia tuya y nuestra se refugia en las calles. Todo este coraje no de ellos, sólo nuestro, ya no espera fechas ni promesas, ni pretextos, ni amenazas. Los que te buscamos ya juzgamos al presente, no hay perdón para el pasado, ni habrá olvido para el futuro.
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JORGE ÁLVAREZ NAVA
Tocas la orilla de la noche. Saltas desde el ayer a donde no hay verdades. Regalas a mi cobardía dos versos, un deseo. Reclamo al dolor de venir anticipado cuando en ningún sueño cabe la muerte cuando a tu edad el amor alcanza para pintar cualquier sonrisa de esperanza.
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JORGE ANÍBAL CRUZ MENDOZA En México el tiempo es ya un desaparecido, y a nadie importa. No hay multitudes que pregunten por él, no hay pintas que lo reclamen, no hay voces que clamen su presencia. Sólo su amante el olvido nos consuela, con amigos, con el cine, con televisión, con marcha casual, con noticias oportunas de capos que se van, con futbol nacional, con vida frívola de artistas, que se olvidan de marchar, de protestar exigiendo que aparezca el tiempo y nos diga dónde estás.
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JORGE ANTONIO TIZAPA LEGIDEÑO Ya ningún día muere tranquilo. Ya ningún otoño extraña el frío. Ya ningún canto es inocente. Ya ningún libro es leído. Ya ningún ave se enamora del árbol. Ya ningún viento cuelga recuerdos. Ya ningún camino sabe a polvo. Ya ningún lápiz dibuja sueños. Ya ningún jardín promete primaveras. Ya ningún dolor busca lágrimas. Ya ningún veintiséis espera septiembre.
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JORGE LUIS GONZÁLEZ PARRAL Perdí algunas palabras en estos días, donde los diarios se distraen en viajes presidenciales, olvidan sin pudor, se masturban con la idea de vivir mejor, donde la noticia son notas del corazón. Perdí algunas palabras en estos días, cuando la televisión pierde la memoria en cualquier horario, riendo por tonterías, mintiendo a la verdad, llorando por la novela lejos de la realidad. Perdí algunas palabras en estos días, donde la radio sin consciencia alguna regala música, incoherencias planeadas, ideas reaccionarias. 36
Perdí algunas palabras en estos días, cuando los medios apuestan que ganará el olvido, vino entonces el camarada clandestino a sorprender al día, me devuelve lo perdido cuando en barda amiga escribe: ¡Ayotzinapa vive!
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JOSÉ ÁNGEL CAMPOS CANTOR No, señor presidente, hay cosas que no puedo superar, ni la imagen de un estudiante asesinado, ni sus desplantes con voz de macho afeminado, ni el estúpido mensaje de su hija, ni el rostro descarnado del estudiante mexicano, ni la burla de su esposa de mujer trabajadora, ni el insulto a mi origen que hace su televisora, ni el salario mínimo que aprueban diputados, ni el circo electorero que nada hace por el pueblo, ni su vulgar retórica del bien popular. Como puede ver, hay cosas que no puedo superar no sé si será hoy o mañana con mi pluma o con las armas pero las habré de cobrar.
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JOSÉ ÁNGEL NAVARRETE GONZÁLEZ
Duele pensarte en la calle que te vio marchar, duele esperarte en horas mudas de un hospital al que no llegaste, duele buscarte en el piso de cárcel común que nunca pisaste, duele mencionarte dando tu nombre; apellidos, señas al silencio de la noche con esperanza de encontrarte.
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JOSÉ EDUARDO BARTOLO TLATEMPA Yo estaba ese viernes contando un cuento a la noche para que durmiera ¡Tú desaparecías! Yo estaba escribiendo versos que hoy buscan perdón. ¡Tú desaparecías! Yo estaba enamorando sueños ajenos. ¡Tú desaparecías! Yo estaba declamando versos de Neruda para mis adentros. ¡Tú desaparecías! Yo estaba flirteando con la justicia en protesta cotidiana. ¡Tú desaparecías! Yo estaba escribiendo cartas huérfanas de buzón. ¡Tú desaparecías! Yo estaba borrando penas en un bar lejano. ¡Tú desaparecías! 40
Yo estaba en cama ajena ¡Tú desaparecías! Yo estaba cenando, abriendo un libro, ¡Tú desaparecías! Yo juraba amor, ¡Tú desaparecías! Yo estaba sin pensar en nada viendo televisión. ¡Tú desaparecías! Yo estaba en la orilla del mundo. Ahora que no estás estoy adentro, desapareciendo.
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JOSÉ LUIS LUNA TORRES Hoy es un buen día para blasfemar da igual si el santoral marca San Miguel o San Pascual, debo blasfemar decir que la pinche selección ya no es mi religión, decir que me encabrona la orden presidencial de superar y olvidar usada como sinónimo de impunidad y asesinar. Perdón por blasfemar, pero debo confesar que orino de la risa con las pendejas noticias de Tv azteca y Televisa, debo confesar que ya saqué de mi cabeza el mensaje de la iglesia que ofrecía cual oferta orar para la paz. Perdón por blasfemar contra la honradez de los partidos y políticos, pero seguro estoy que me quieren volver a chingar. Perdón por blasfemar por no estar de acuerdo 42
con el circo de payasos de diputados, quienes ya deben cambiar su acto de izquierda y derecha de honrados y sinceros si todos sabemos que son ladrones y culeros. Perdón por blasfemar pero al carajo el que piense que votando: el país cambiará que la pobreza se irá, que los cuarenta y tres aparecerán, que el sueldo mínimo aumentará, que las reformas nos salvarán, que la violencia terminará, que el presidente por fin pensará, que Cartens adelgazará, que la iglesia al pobre una tortilla arrojará. Perdón por blasfemar pero me da igual, yo seguiré usando piso y pared de Suprema Corte de Justicia para orinar y cagar.
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JULIO CÉSAR LÓPEZ PATOLZIN Intento buscarte entre las luces que iluminan a medias, entre la noche: noche medio encendida, entre el frío: frío medio cobarde que se oculta tras la sombra de la luna. Intento buscarte, cuando el eco de la gente se ha ido de la plaza, cuando rebota la pregunta en la cobardía de todos, ¡sí, de todos!
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LEONEL CASTRO ABARCA Soy voz que te busca en noche dormida, en luz vacía de alba prometida, soy cansancio que no se detiene ni a la orilla del camino, ni en la cómoda silla del palacio de gobierno. Soy esperanza de pensarte en tu aula, de hallarte en cualquier palabra, de oírte llegar con el viento, así de simple, de escuchar tu emoción, de abrazarte en la casa. Soy rebeldía para no escuchar mentiras para seguir escribiendo tu nombre en cartas de tres palabras “yo te espero” soy llanamente una mujer, una madre de Ayotzinapa y exijo: la presencia de mi hijo. 45
LUIS ÁNGEL ABARCA CARRILLO Hoy alguien me dijo felicidades y yo pregunté: “¿de qué?”, no di tiempo a que naciera la repuesta más lógica y agregué: nadie puede ser feliz sin aprender a olvidar, sin saber perdonar y no perdono cuando recuerdo a Genaro, Arturo, Lucio y Misael, si es que hablo de otros años o los cuarenta y tres de Ayotzinapa, si es que hablo de estos tiempos, da igual el año, siempre tenemos muertos, desaparecidos, y no puedo ser feliz con eso. No puedo ser feliz si faltan ellos. No puedo ser feliz en aula donde no practican. En calle que no caminan. En pueblo que no visitan. En casa que no habitan. En mitin donde no hablan. En marcha donde no botean En plantón donde no levantan su casa junto a la mía. En cárcel que no los conoce. En este México que los esconde. No, no puedo ser feliz En este quince de mayo al que le faltan sus más pequeños hijos. No, no puedo ser feliz.
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LUIS ÁNGEL FRANSCISCO ARZOLA Estoy mendigando esperanzas, voces, miradas, palabras, besos, caricias que alimenten a madres que no duermen horas completas, a padres que tocan puertas, a compañeros que te buscan vivo, a libros de Gramsci que se adelantaron a explicar tu ausencia, a esa aula que todas las mañanas repite el eco de tu presencia donde la última vez dijiste“presente”. Estoy mendigando esperanzas, las necesito para alimentar: la espera antes que todo dolor me haga escribir: venganza.
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MAGDALENO RUBÉN LAURO VILLEGAS No sé bien ya, si te busco a ti o me busco a mí. La impotencia de justicia me lleva a la demencia, ya olvido con frecuencia… mi dirección, mi teléfono, mi hora de comer, mi nombre, mi hora de besar, mi hora de reír, mi hora de amar mi hora de maldecir, me preparo para encontrarme contigo cerca de la ausencia, lejos del olvido.
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MARCIAL PABLO BARANDA Para escribir esto tuve que cerrar la puerta, no importa que alguna gota de sudor toque las ideas sobre las hojas, es meramente precaución, porque yo sé que el viento tiene vocación de espía y no sabe guardar secretos. La mera verdad tengo miedo de que uno solo de mis pensa -mientos escape, ó también los recuerdos. Para estas fechas tengo pocos míos y muchos de ellos. Podría decir que soy un desaparecido, si no fuera porque pude mandar un mensaje a mi familia, muy corto pero al fin mensaje, dando señales de vida y tranquilidad, lo que sus padres no tienen. Ya no estoy con los míos, nadie de los que amo puede encontrarme, nadie me ha visto desde aquel septiembre igual que a ellos. Por mí nadie pregunta, bien podría decir que soy el cuarenta y cuatro pero sería ocupar un lugar que no merezco; los cobardes no merecemos ni siquiera un nombre, será por eso que el mío empiezo a olvidarlo. Lo bueno es que aquí en la soledad del infierno, con este calor, no lo necesito, nadie me nombra, como los nombran a ellos. Creo que nadie me recordará, ni mi escasa familia, ni los amigos. Cualquier día de estos me pica una culebra de las que abundan por aquí, o una enfermedad tropical me mata, por eso escribo esto, el único acto de valentía de un cobarde es confesar. Mi verdad ya la saben las palmeras, los monos, digamos que la selva entera, ellos saben que estuve ahí, cuando se 49
llevaron… más bien cuando levantamos a los muchachos. Al principio y no es disculpa, yo no entendí bien por qué teníamos que agarrar a los estudiantes que pudiéramos, si nuestro trabajo de cuidar el acto político ya había terminado, pero órdenes son órdenes: ayudé a perseguir a unos, oí disparos a mis espaldas, mis compañeros abrían fuego, eso ya no me gustó. Al joven que había alcanzado forcejeaba instintivamente, lo solté, perseguí a otros sin intención de agarrarlos, cuando me dieron la orden de repliegue ya había muchos en las camionetas, entonces oí la pregunta: “¿al cuartel o con los buenos amigos?” La respuesta fue corta: “¡a donde siempre!” Ahí me di cuenta que los desaparecerían y lo haría cualquiera, el ejército o los buenos amigos, aquello me golpeó. Le quitaba sentido a mi trabajo de ser policía, “¿entonces pa´ qué?” Me pregunté de golpe. Enfilamos rumbo a Cocula, más adelante se oyeron disparos, las camionetas aceleraron. Fue ahí que aproveché para saltar a la oscuridad y huir, sabía que enterarme de todo ponía mi vida en la misma fragilidad que la de los estudiantes. Nadie se detuvo por mí. Desde entonces la noche se hizo mi cómplice, por la mañana fue que pude mandar el mensaje, pedí que no me buscaran, que un día regresaría, ahora no estoy seguro de hacerlo, regresar puede ser mi sentencia de muerte, o encontrar un poco de la vulgar justicia de este país, no lo sé, pero de lo que estoy seguro es que soy como todos los que estuvimos ahí, un policía cobarde y quisiera tener un poco de dignidad y del valor que había en los ojos de ellos cuando salté. 50
MARCO ANTONIO GÓMEZ MOLINA Ya no espero, ahora es la espera quien me aguarda. Ya no espero, ya eres tú quien espera a que la dignidad venga a llenar distancias, entre pensar, decir y actuar. Ya no espero marchar, después de todo tarde o temprano voy a pelear. Ya no espero respuestas que venden un mañana, tengo ya en mi cuerpo espacio para una bala. Ya no espero, ni siquiera exijo, ahora prometo hallarte hallarte todas las mañanas las auroras, las madrugadas, para preguntarte cuánto nos falta para llegar, entre la distancia que va de la justicia a la venganza. 51
MARTÍN GETSEMANY SÁNCHEZ GARCÍA Por si acaso faltan palabras, viene la rabia a provocar estas horas que saben a calma, las de café, las de limpia mañana, las de cama. Por si acaso faltan palabras, viene la rabia a escupir la prensa que olvida preguntar “¿ dónde están?” Por si acaso faltan palabras, viene la rabia a escribir en la puerta de los que no protestan de los que no marchan: faltan cuarenta y tres enAyotzinapa.
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MAURICIO ORTEGA VALERIO Ustedes: los de ausencia. Nosotros: los de voz casual, los que no fuimos por la noche, los que buscamos agujeros en el viento, los que masticamos verbos, sueños, los que pintamos el mundo de canciones viejas, los que perseguimos palabras prestadas. Nosotros… los que empujamos hijos a consumir futuro, los enamorados de la luz que ilumina nombres, libros. Nosotros… aún estamos en la otra orilla sin poder cruzar para irlos a buscar. Nosotros… los que maldecimos sin palabras gruesas por si acaso el miedo nos oye. Nosotros… los acusados por el desayuno por el beso, por el cuerpo desnudo. Nosotros… los condenados a morir sin tener sueños nos quedamos aquí, sin ustedes. 53
MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ MARTÍNEZ No acostumbro odiar más allá del deseo de aquello que quiero. No acostumbro odiar cuando la memoria suele tocarme y pide perdonar. Pero lo hago… Odio entonces la cama que a media noche te aguarda vacía, la lámpara que se quedó sin tu sombra, toda la madrugada encendida. Odio las miradas que no dicen nada, que evaden comprometerse, solo miran. Odio las horas favoritas de la soledad sobre todo cuando me obligan a escribir mi nombre cuarenta y tres veces, para estar seguro que no podré olvidar, Para no olvidarme de lo que vine a buscar.
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MIGUEL ÁNGEL MENDOZA ZACARÍAS No hay a donde ir. Las soledades no tienen luz propia, siempre dependen del silencio para vivir. No hay calle para caminar cuando los únicos pasos mueren antes de llegar. No hay palabras para dibujar mañanas cuando todas las horas se burlan de la verdad. No hay manos que puedan levantar al olvido. No hay paciencia cuando la esperanza blasfema sus deseos por tu ausencia. No hay a donde ir cuando la prisa descansa junto a la muerte. No hay nada que escuchar, las voces se quedan fuera. Es otro día con tanto frío, que en realidad a nadie importa. Te salimos a buscar. 55
SAÚL BRUNO GARCÍA Qué ganas de empujar los días hasta la plaza prohibida, hasta las primeras horas de aquel día, cuando no te fuiste, cuando desapareciste. Qué ganas de empujar los días hasta la noche que apareció tu nombre vaciando de palabras al silencio. Qué ganas de empujar los días hasta las horas inútiles del compañero y su apatía o del que padece cobardía. Qué ganas de empujar los días hasta el momento previo, cuando aprendimos a gritar. Qué ganas de empujar los días hasta las horas que vieron nacer la rebeldía. Qué ganas de empujar los días hasta el instante en que dejé colgado el último recuerdo. para salir a marchar, a protestar contigo.
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43 TEXTOS © Miguel Barragán Bustamante. © La Vagancia Editorial A.C. © Ilustración de portada: YESCKA “Uno más” / stencil / 2006. © Viñetas interiores: Jorel / tinta sobre papel / 2017. Diseño y edición: Omar Fabián Rivera Primera Edición 2017. / La Vagancia Editorial A.C. / Prol. de Calzada de la República 101. Col. Fernando Gómez Sandoval. Santa Lucía 57 México. C.P. 71227 del Camino. Oaxaca, www.lavagancia.com
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