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Editorial: El capitalismo imperialista

Verdad Socialista Junio de 2020 N° 11 Precio: $50 Solidario: $100

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Sumario

2. Editorial: El capitalismo imperialista se pudre por su cabeza... 4. Nacional: Catástrofe económica y social 6. Movimiento Obrero: Luego de 17 días, los mineros de Andacollo lograron un acuerdo 7.Movimiento Obrero: Los obreros del frigorífico Penta. 8. Conflicto del transporte en Santa Fe y Entre Ríos 9. ¡Toda la solidaridad para el dirigente y militante obrero Sebastián Romero 10. Mujer: Entrevista a Susy Carranza delegada del sindicato del vidrio que participó del Cordobazo. Contratapa: Declaracion del CRIR: Arden las barricadas en Estados Unidos

Editorial

El capitalismo imperialista se pudre por su cabeza, la lucha por el socialismo es ahora

Así como el pescado se pudre de la cabeza hacia abajo, la monumental crisis económica y política en la que están inmersas las principales potencias mundiales arrastra al conjunto del sistema capitalista a la bancarrota total. En este contexto, la chispa que encendió la rabia y el vuelco a las calles de las masas norteamericanas no cae como un rayo solitario, bajo un cielo despejado.

Desde el año pasado el mundo atraviesa una situación de un ascenso de las luchas obreras y populares en el contexto del colapso de la economía mundial que la pandemia del COVID19 no hizo más que acelerar, dando inicio a una depresión más grave que las crisis que precedieron a la 1° y 2° Guerras Mundiales.

Hasta hace apenas tres meses, el escenario mundial estaba dominado por las rebeliones y estallidos sociales que se extendían por casi todos los continentes, como en Chile, Irak, Líbano, Ecuador, Argelia, Hong Kong, Colombia, etc. Las masas de todo el mundo, en oleadas sucesivas, mantuvieron un estado de movilización permanente contra los ataques constantes de los gobiernos capitalistas, los planes de ajuste y recortes a las libertades civiles, al servicio de sostener un sistema que se cae a pedazos casi sin que nadie lo empuje.

Pero el avance de la pandemia cambió drásticamente –aunque no para siempre, como algunos especulaban- el panorama de barricadas y calles ocupadas por manifestaciones masivas. Las plazas y avenidas quedaron desiertas, y un manto sombrío y desolador fue cubriendo ciudades, países y continentes hasta imponer el encierro de 3500 millones de personas por temor al contagio.

Utilizando los medios masivos de comunicación y las redes sociales, y con la Organización Mundial de la Salud (OMS) como centro de operaciones, se implementó la campaña de miedo y terror sanitario sin precedentes que llevó a los gobiernos a imponer una medida propia de la edad media. Las cuarentenas (a ellas nos referimos) no se implementaron para vencer al COVID19, sino solamente para ralentizar los contagios (achatar la curva) y evitar que el aumento exponencial de pacientes en terapia intensiva, termine por colapsar los sistemas de salud públicos (en algunos países como Estados Unidos y Chile no existen); mostrando su absoluto desprecio por la vida de la clase trabajadora y los que menos tienen, ya que todos los gobiernos se ocuparon de vaciar los hospitales y centros de salud mediante recortes presupuestarios, desde hace por lo menos treinta años.

Este nuevo escenario mundial envalentonó a las patronales y sus gobiernos, que tras un larguísimo período de tener que lidiar con la

protesta social, se encontraron con las manos libres para avanzar con las medidas que el capitalismo priorizó para la subsistencia del sistema: usar los fondos públicos para implementar el salvataje más grande de la historia a las corporaciones multinacionales controladas por la oligarquía financiera, junto con arrasar con millones de puestos de trabajo, imponer rebajas salariales y más precariedad; y reforzar el papel de policías y militares en el control social con los palos y la cárcel (como lo están haciendo Alberto Fernández y los gobernadores en nuestro país).

Pero los capitalistas no están solos, y las manifestaciones en los Estados Unidos son la confirmación de que la clase trabajadora no va a esperar encerrada en sus casas a que la sigan poniendo de rodillas. En Nueva York y el resto de las ciudades de EE.UU., de ser ciudades fantasmas por la pandemia, se transformaron en el centro de una rebelión que, desde las entrañas del propio imperio se ha trasladado a otros países centrales como Francia, Alemania o Inglaterra; fortaleciendo el ánimo de lucha de las masas en el mundo.

Es que detrás de la indignación por un nuevo crimen racista y la solidaridad con el reclamo de justicia por George Floyd, está el hartazgo por las condiciones de vida cada vez más miserables a las que son sometidas las mayorías populares en el mundo, y el afán de conquistar una vida digna.

Las y los trabajadores del mundo entienden que, si la rebelión de los más oprimidos/as y explotados/as en EE.UU. avanza, sus propias luchas están en mejores condiciones de triunfar.

De esta forma la lucha de clases -el verdadero motor de los cambios sociales-, está volviendo a poner las cosas en su lugar. Más allá de la pandemia, tsunamis o cualquier otra catástrofe que el capitalismo en descomposición termina generando, la única traba que tiene la humanidad para garantizar la subsistencia del planeta y una vida digna para todas las criaturas que lo habitan, es la propiedad privada de los grandes capitalistas, sus partidos políticos, sus gobiernos, sus policías, ejércitos y Estados.

En todas partes las luchas económicas, contra la violencia machista o policial, contra la corrupción, por la vigencia de los derechos y libertades democráticas; crecen hasta cuestionar el poder de los gobernantes, que no pueden dar solución a demandas elementales. Porque el capitalismo se está hundiendo y hundirá con él a todos los continentes y países si no se lo destruye.

Para que la clase trabajadora y los pueblos vivan, hay que derribar el sistema de dominio de esta clase parasitaria por medio de la movilización revolucionaria.

La clase obrera mundial necesita construir su propia organización nacional e internacional para luchar por la única salida que tiene la humanidad ¡la Revolución Socialista! para que gobiernen las y los explotados y oprimidos.

Llamamos a las luchadoras y luchadores que están al frente de la pelea y resistiendo los ataques de los imperialistas y sus gobiernos serviles a unir fuerzas para conquistar este objetivo.

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