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Nacional: Catástrofe económica

Catástrofe económica y social ¿Cuánto tiempo más la cuarentena contendrá el estallido?

Ya es innegable que la Argentina se dirige a toda máquina a una hecatombe económica descomunal (la caída del PBI en 2020 será del 7,3% según el Banco Mundial), como le sucederá al resto del mundo. La recesión mundial que no encuentra fondo, encontró en la pandemia un fulminante que hizo estallar lo peor de la crisis económica global, y tiene un impacto devastador sobre los hogares de las familias trabajadoras y el pueblo pobre, la clase media, la pequeña y mediana empresa y comercios.

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Frente a este escenario desolador, las medidas dispuestas por el presidente desde que empezó la cuarentena, lejos de aliviar el sufrimiento de quienes “la están pasando mal”, es una soberana mentira que en el mejor de los casos consiste en migajas que no alcanzan

para aplacar el hambre que asola a las barriadas más humildes. Y mientras el pueblo trabajador debe convivir con el temor al contagio, la pérdida del trabajo, la rebaja salarial, la miseria creciente y la incertidumbre de una situación que se prolonga sin otra perspectiva que empeorar; las grandes empresas tanto nacionales como multinacionales (Volkswagen, Mercedes Benz, Ford, Mc Donald s, Grupo Clarín, Techint, entre otras) reciben el más grande auxilio que ningún otro gobierno haya hecho a los pulpos económicos radicados en el país. Además de permitirles a estas empresas que sigan despidiendo trabajadores y apliquen una rebaja salarial del 25% (todo esto acordado con la cúpula de la CGT), el gobierno les garantiza el pago del 50% de los salarios de todos sus empleados con plata de los jubilados, de manera que las patronales solo pagan un cuarto del sueldo de la mano de obra que explotan.

A esta altura, ya no sorprende que las negociaciones con el FMI y los bonistas sean respaldadas por los dirigentes de la CGT, ni que las dos CTA y los grandes sindicatos dejen correr los despidos, las suspensiones y el cierre de las paritarias; o que haya movimientos de desocupados/as que salgan a predicar el conocido “hagamos un nuevo esfuerzo por el bien común”. Lamentablemente, estás importantes organizaciones de la clase obrera están dirigidas por burócratas que apoyan al gobierno de Alberto Fernández y a su política, que no es otra que pagar la deuda a los fondos buitres y al FMI, presentándolo como un gran logro cuando se trata de una nueva entrega del país y conquistas obreras, ya que significara que gran

parte de la recaudación de los próximos cinco años se destinen al pago de intereses de la deuda externa y la sanción de la reforma laboral y de jubilaciones que pide el FMI.

Más cuarentena, más control social y crisis sanitaria.

A medida que se extiende la cuarentena en la provincia de Buenos Aires y la Capital, y la economía continúa hundiéndose, la crisis sanitaria -sin llegar al pico de demanda- muestra un sistema desbordado, con trabajadores/as mal pagos y viendo mermar sus filas en “la primera línea”, por carecer de los elementos de protección necesarios. El sólo hecho de que no se realicen testeos al personal de los hospitales, laboratorios y geriátricos, y se disponga la militarización de barrios carenciados; demuestra por un lado que es falso que el gobierno priorice la salud, cuando después de casi tres meses de cuarentena no se volcaron los recursos para cubrir lo mínimo e indispensable de una emergencia.

Por el otro, que las fuerzas de seguridad no están en las calles para ayudar en las cuestiones sanitarias, sino para reprimir cualquier foco de organización popular que se origine para reclamar derechos tan básicos como la comida, el agua, la salud, el pago de salarios o la defensa de la fuente de trabajo, como ocurrió en la Villa 31 o Villa Azul. El respaldo al accionar represivo de la policía durante la cuarentena, no hizo más que aumentar la cantidad de casos de violencia policial contra jóvenes de barrios pobres, provocar el asesinato y desaparición de Luis Espinoza en Tucumán, el ataque y abuso sexual a menores de la comunidad Qom en el Chaco, y la represión a trabajadores municipales de Córdoba, Chubut o el Frigorífico Penta.

En esta situación de crisis, a pesar de que haya disputas entre las grandes patronales por el reparto de los subsidios del Estado, y por quien se queda con el negocio de las compañías más chicas que quiebran; queda cada vez más claro que entre Alberto Fernández, los gobernadores (propios y de la oposición), y los monopolios nacionales y multinacionales hay una decisión de arremeter en todos los frentes contra la clase trabajadora y el pueblo.

Debacle económica, apoyemos las luchas y organicemos la resistencia en todo el país.

Desde marzo, se perdieron más de 900 mil empleos por despidos, suspensiones y no renovación de contratados. Según la Organización Internacional del Trabajo, a fines de julio se habrán perdido el 40% de los puestos de trabajo en el país. La pobreza ya supera al 50% de la población y sólo por la inflación perdimos cerca del 10 % del poder de compra de los salarios en apenas unos meses. Las provincias y municipios ponen en duda el pago del aguinaldo. En Chubut hace meses que hay atraso en los pagos de sueldos, y el gobernador de Córdoba redujo salarios y jubilaciones de docentes y estatales.

Pero a pesar de la cuarentena y la traición de los dirigentes gremiales, los conflictos obreros comienzan a multiplicarse en distintas provincias como es el caso de los choferes de la UTA, que vienen realizando paros y protestas masivas en distintas regiones; estatales de Córdoba, textiles de Chubut, mineros de Andacollo, Frigorífico Penta, la fábrica de alfajores La Nirva, sanatorios y hospitales en todas las provincias; en tanto que las ollas populares proliferan en todo los rincones del país.

Es indudable que la clase trabajadora y la población pobre no tienen otra salida que organizarse y pelear por la subsistencia y defensa de sus derechos frente a la falta de pago y la rebaja salarial, los despidos, la desprotección de los sectores considerados esenciales, las carencias elementales y el hambre en los barrios. Del mismo modo, es innegable que las expresiones de bronca por las necesidades insatisfechas no pueden ser contenidas bajo el amparo de la pandemia, indefinidamente.

Por eso, no podemos perder de vista que un hilo rojo recorre el mundo y que el miedo se instaló en el bando de las patronales y sus gobiernos, es el hilo de las luchas y rebeliones de la clase trabajadora y los pueblos del mundo contra las injusticias y la insoportable desigualdad social.

En Argentina, son las y los compañeros de base –con sus asambleas- las que están poniendo en pie la resistencia contra el descomunal ataque de las patronales y el gobierno. La solidaridad con las luchas es el primer peldaño para avanzar en la organización y coordinación para que triunfen, empezado por la localidad o región. La unidad para forjar la fuerza que se necesita para derrotar la ofensiva contra el nivel de vida, las condiciones de trabajo y contra los derechos y libertades democráticas tiene un norte: la lucha nacional y la huelga general.

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