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Editorial

Agosto de 2020 N° 12 Precio: $50 Solidario: $100

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PSocialismoyLibertad

Sumario 2. Editorial 4. Nacional: La Argentina escapa del default… por ahora 6. Docentes:¡No a la destrucción de la escuela pública! 7. ¡No al cierre de Austral Líneas Aéreas! 8. Mujer: Plan Nacional de Acción Contra las Violencias por Motivos de Género 10. Salud: El Covid-19 avanza y se profundiza la crisis sanitaria. 11. Salud: ¡Su defensa, en manos de sus trabajadoras/es, pacientes y la comunidad! 13. Aniversario: A 80 años del asesinato de León Trotsky. 14: Internacional: ¡El capitalismo nos empuja a una catástrofe económica mundial! Contratapa: Urge la solidaridad con el pueblo palestino.

Después de casi cinco meses de cuarentena, el panorama económico es desolador. Más de un millón de trabajadores/as dejaron de percibir un ingreso con el que mantener a sus familias y decenas de miles de comercios y pequeñas empresas cerraron sus puertas definitivamente. Son centenares de miles los y las que se sostenían con lo poco que ganaban de la venta ambulante o haciendo changas, que se vieron despojados/as de todo sustento y hoy hacen largas filas en las puertas de los bancos para cobrar el IFE.

Los/as que aún conservan el trabajo deben soportar la voracidad de grandes patronales que, amparadas legalmente en los procedimientos preventivos de crisis de empresas, aprovechan para suspender al personal, rebajar salarios, pagar los aguinaldos en cuotas y flexibilizar los convenios; todo esto sin la más mínima oposición de los dirigentes sindicales, que estampan sus firmas al lado de la de los patrones para convalidar las más vergonzosas entregas.

Ni siquiera los/as trabajadores/ as estatales escapan de los ataques de un Gobierno con la billetera suelta para subsidiar empresas y un cocodrilo en el bolsillo a la hora de retribuir a los empleados públicos con sueldos dignos, pagados en tiempo y forma y no en cuotas.

Es realmente sorprendente ver al movimiento obrero argentino sin responder de conjunto, golpe por golpe, a este brutal ataque de magnitudes enormes que modificará sustancialmente la vida de millones de familias trabajadoras. Una ofensiva solo comparable a los años del menemismo con las privatizaciones, las AFJP y la Ley de Contrato de Trabajo de los convenios basura.

Si la clase trabajadora no reacciona en masa ante la pérdida de conquistas es porque ha sido engañada en su buena fe por los dirigentes sindicales, los políticos del oficialismo y la oposición patronal y depositó confianza en Alberto Fernández, en la creencia de que estaba tomando las medidas necesarias para evitar el colapso sanitario y la muerte de miles y miles de personas. Sin embargo, a pesar de que el número de infectados y muertos por COVID-19 sean comparativamente bajos con los de la región, el colapso está ocurriendo igual.

En primer lugar, porque hablamos de los mismos hospitales públicos que arrastran problemas edilicios de décadas, con escasez de personal e insumos y ahora expuestos al contagio por COVID-19. En segundo lugar, por la postergación de miles de consultas, tratamientos y operaciones programadas que, por no haber previsto hospitales libres de COVID-19, no se llevan adelante y la población de conjunto está agravando su salud, no ya por la pandemia, sino por todas las demás enfermedades que producen decenas de miles de muertes todos los años.

El gobierno ni siquiera fue a fondo con el único tratamiento, a base de plasma de convalecientes, que demostró una efectividad de un 90%. Hay miles de pacientes recuperados que son potenciales donantes, sin embargo se multiplican los pedidos desesperados de plasma para los pacientes de riesgo. Cada día que Alberto Fernández demora en volcar los recursos necesarios para levantar un Banco Único de Plasma, se multiplican las vidas

que se pierden.

A esto hay que sumarle el derrumbe educativo que intentan emparchar con clases virtuales a las que solo puede acceder una minoría de estudiantes. Y ni hablar de las fuerzas policiales, elevadas a la altura de guardianes para garantizar que se cumpla la cuarentena, que están dejando una estela de muertos y desaparecidos que desenmascaran el odio del Estado hacia los jóvenes pobres, aún cuando las fuerzas estén bajo el mando de funcionarios que se arrogan (y así se lo reconocen organismos de derechos humanos que militan en el kirchnerismo) ser abanderados de los derechos humanos.

Al Gobierno, este paisaje desolador no lo conmueve, celebra el “alivio” que trajo el acuerdo con los fondos buitres y lo felicitan desde los macristas a los dirigentes sindicales. ¡Cómo no van a festejar si ahora podrán ir corriendo a pedir plata de nuevo para seguir jugando a la timba financiera! Mientras las cuentas millonarias de los ricos crecen y crecen en el exterior y hunden a la Argentina en un mar de deudas, hay compatriotas que se ven forzados a delinquir para llevarse algo al estómago. Para esos desafortunados, el Gobierno prometió construir más cárceles. ¿Será para motorizar la obra pública?

Este es un momento clave para el pueblo trabajador argentino. Nunca antes estuvo tan falto de dirigentes y organizaciones que le permitan desarrollar una resistencia a la altura de los ataques de las patronales y el Gobierno. Para colmo de males, el aislamiento social que paralizó a innumerables industrias y establecimientos, le quitó a la clase trabajadora la posibilidad de dialogar cotidianamente con sus compañeros, fortalecer los lazos solidarios y organizar la resistencia de forma activa y generalizada. Esta situación, en la que cada uno de nosotros, aislados en nuestras casas, sin la fuerza que nos proporciona el trabajo productivo de todos los días y que nos ubica como sujetos importantes dentro de la sociedad, le proporciona una gran ventaja a las patronales para avanzar sobre nuestros derechos y conquistas.

Precisamente porque no dejaron de trabajar nunca y eso les da una posición de fuerza frente al Gobierno y las patronales, quienes encabezan la resistencia son los sectores considerados “esenciales” como salud, transporte o los que hacen delivery y servicios de mensajería, fortalecidos también por una demanda creciente obligada por el #quedateencasa. El resto de los conflictos por cierre de empresas o despidos masivos que necesitan de una amplia solidaridad para triunfar, muy difícil de sostener en medio de la cuarentena, continúan sucediéndose a pesar que en la totalidad de los casos los y las trabajadores/as deben luchar casi en soledad, aislados/as del resto de la clase obrera, única fuente de recursos y energías que permite que las luchas avancen y triunfen,

Hoy día muchos trabajadores/as están volviendo al trabajo, manteniendo la distancia con sus compañeros y compañeras, sin poder compartir todavía asados, partidos de fútbol, cumpleaños y salidas ocasionales, que tanto ayudan a la unidad y donde se preparan las futuras luchas. Otros/as tantos/as no volverán a trabajar sino a fin de año y quizás los/as docentes no vuelvan a las escuelas hasta febrero de 2021.

Sin embargo, de una u otra forma tenemos que buscar la manera de recomponer los lazos con nuestros/as compañeros y compañeras, reconstruir las redes que nos integran a una misma clase para resistir los ataques y defender nuestras conquistas. De la misma manera que día a día buscamos acercarnos a nuestros padres y madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas, tenemos que encontrar los medios para retomar la organización con nuestros compañeros y compañeras de trabajo, porque nadie vendrá en nuestra defensa si no lo hacemos nosotros mismos.

El activismo tiene que volver a juntarse entre sí y con la clase trabajadora, los desafíos son enormes y desde la soledad de nuestras casas lo son más aún. Pero no podemos retroceder ni un paso más, porque la situación es extremadamente difícil y se le va la vida a miles y miles de familias que agravan su salud por causa del empobrecimiento general y el hambre. Los partidos de izquierda, los delegados y agrupaciones sindicales que enfrentan todos los días a las patronales y a los burócratas sindicales tenemos que ayudar a volver a unir a la clase obrera argentina. El primer paso siempre es el más difícil, porque no sabemos quién nos acompañará. Desde el Partido Socialismo y Libertad proponemos dar juntos ese paso en cada fábrica, establecimiento o barrio. que es el terreno donde empezar a construir la unidad desde abajo y fomentar la solidaridad con los que están peleando, para comenzar a retomar el camino de la lucha cuanto antes.

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