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La atracci贸n de la
aventura
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RÍO NEGRO
VIERNES 24 DE ENERO DE 2014
La atracc
Conocimos la faceta más emocionante de la provincia: recorrimo Fotos: Andrés Calla
JIMENA SÁNCHEZ lavidadeviaje@gmail.com
Salimos de Mendoza capital y con sólo pedalear 90 kilómetros, llegamos a la provincia de San Juan. Las ciudades en general no nos gustan mucho por la cantidad de tráfico y las aglomeraciones de gente, así que conocer a Charly, un escalador de unos 40 años y guía de una empresa de turismo aventura, fue la salvación. Él nos recomienda que descansemos de las bicicletas y pasemos un día en el mundo horizontal y otro en el vertical. Su plan es llevarnos al dique Ullum para que hagamos un trekking por el cerro Tres Marías y que escalemos una pared de 20 metros de altura con un descenso de 40 metros a rappel. La realidad es que a Andrés le encanta todo lo que sea subir, bajar y moverse de acá para allá, en cambio a mí todo lo que tenga una leve inclinación para abajo o para arriba no me simpatiza (especialmente si hay muchas piedras sueltas, caminos angostos o cornisas) y me vuelvo algo infantil: pido que me den la mano para bajar, hago una especie de “culipatin” porque me siento más segura si estoy con la cola en el piso, freno a todas las personas que están detrás mío y que vienen a buen ritmo… conclusión: no soy la mejor compañera de aventuras, pero a pesar de ser un poco desastre, lo intento igual.
Antes de escalar, subimos al mirador del valle del Zonda y vimos la
Mendoza nos recibió y despidió con parches en la mano.
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TODOS A CAMINAR Llegamos al dique Ullum en el jeep rojo de Charly. Estacionamos, bajamos las mochilas y empezamos a subir el cerro Tres Marías desde donde se puede ver todo el cordón Las Tapias. Ninguno de los dos nos imaginábamos ver semejantes zigza-
gueos dibujados en las montañas: desde el suelo todo se ve muy parecido pero desde lo alto la perspectiva cambia. La belleza del dique no se queda atrás. Aunque el nivel del agua está algo bajo por las pocas nevadas de los últimos años, es un paisaje digno de ver. Esta represa está sobre el río San Juan y a unos 18 kilómetros de la ciudad. Seguimos avanzando y los caminos se angostan. Subimos unos metros y bajamos otros tantos más. Por suerte no hace mucho frío y menos se siente en movimiento. Me pongo nerviosa con las piedras tan chiquitas que veo en el suelo y siento que en
En este abierto descansamos de la caminata y nos sentamos a tomar mate.
cualquier momento me voy a caer, pero por suerte Charly no sólo nos enseña lo que sabe sino que está pendiente de que realmente la pasemos bien. Llegamos a “Las Coloraditas” donde todo tiene un color rojo intenso. En un momento gateamos para cruzar de un punto al otro, vemos pequeñas cuevas donde habitan búhos, nidos de avispas, gorriones y vemos golondrinas volando. “Qué lindo es todo
Arriba, Charly abre la vía. Andrés analiza...
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os caminos de tierra, atravesamos túneles, subimos cerros y escalamos paredes TE RECOMENDAMOS • Parar en el “Hostel Trotamundos”, ubicado a muy pocas cuadras del centro | www.hosteltrotamundosanjuan.com • Hacer un trekking por el dique Ullum y escalar la placa del autódromo con “Ultramountain” | www.ultramountain.com.ar
cinco minutos, Charly pasó de ser un guía a ser un amigo. Después de un atardecer difícil de olvidar, el día termina con una luna llena.
as sierras Azules.
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Somos Andrés y Jimena, una pareja que decidió recorrer la Argentina de sur a norte en bicicleta. Podés seguir nuestras aventuras en lavidadeviaje.com. / lavidadeviaje
esto”, pienso, “qué lindo sos San Juan”. Ahora es el momento de “Las Cuevas”. Bajamos por unas piedras algo resbaladizas pero a medida que seguimos con el paseo voy sintiendo más confianza (aunque sé que Andrés y Charly piensan lo contrario). Llegamos a dos abiertos donde se ve el agua del dique y en uno paramos a tomar unos mates. Me siento en la mejor piedra que encuentro, Charly se sienta a mi izquierda, saca el termo y empieza a cebar. Andrés se queda parado bien al
límite del precipicio de rocas y saca algunas fotos. Tenemos una larga charla sobre cómo encarar los próximos kilómetros que se vienen en nuestro viaje. La Quiaca está a unos 3.400 metros de altura y en el Abra del Acay llegaremos a los casi 5000, así que Charly, que es un experto en montañismo, nos da una cátedra sobre alimentación e hidratación para que tengamos en cuenta como incorporar en los desayunos frutos secos y que tomemos la mayor cantidad de agua posible desde ahora. En
Trekking a todo color sobre el cerro Tres Marías.
EL MUNDO VERTICAL El camino nos cruzó con muchísimas personas a las que les apasiona el “mundo vertical” y de tanto conversar sobre esto, no nos faltaban las ganas de probar y sentir la adrenalina de estar subiendo paredes de varios metros de altura. Llegamos al autódromo de San Juan y Charly abre la vía. Una vez que está todo listo, Andrés se pone el equipo y empieza a subir. Sube rápido, acordándose del camino que Charly hizo unos minutos atrás. Mientras saco fotos, pienso: “De lejos no se ve ni un espacio para agarrarte”, pero en eso escucho a nuestro sabio guía: “Siempre hay un lugar para sujetarte, sólo hay que encontrarlo y acomodarse”. Me leyó la mente. Andrés llega sin problemas hasta arriba y ahora es el momento del rappel, que es el sistema para descender superficies verticales. Baja hasta haciendo saltos y cuando llega al piso, parece que quiere volver a subir. Me toca a mí, sé que voy a subir más despacio y se los adelanto:
• Cenar unos buenos tacos en “Chinga tu madre”, Av. Libertador 2112. • Subir al mirador del Valle del Zonda para ver las sierras Azules. • Probar las “tortitas” sanjuaninas y acompañarlas con un buen mate.
“¡voy a subir a mi ritmo!” Un piecito por acá, una manito por allá. Lo impor tante es tener tres puntos de apoyo y estar bien cerca de la pared, de esta manera no hay forma de que uno se caiga (y si esto llega a pasar, sólo se desciende unos pocos centímetros gracias al arnés y la cuerda que sostiene el cuerpo). En un momento me trabo con los pies y no sé para dónde tengo que ir. Derecha o izquierda me da lo mismo. No logro encontrar ni un huequito para apoyar la punta del pie. Después de unos segundos logro acomodarme y sigo subiendo. Levanto la cabeza y veo que estoy muy cerca de la meta. Sigo un poco más y pego un grito: “¡llegué!” La sensación de la escalada es rara porque el mundo (tu mundo) se resume a ese metro cuadrado que se está trepando y lo único que importa es subir, seguir y llegar. Charly me recuerda que me siente en el arnés y empiezo a bajar. No sé por qué pero empiezo a gritar como un pájaro y a reírme de la situación. Estoy entre tentada y nerviosa, me agarro fuerte de la cuerda sin saber qué hacer pero otra vez Charly me dice: “confiá en el equipo que no te va a pasar nada, dale soltate”.
Logro soltar todo pero para la foto. La sensación es genial. Piso el suelo y siento como si hubiese ganado un campeonato de escalada para principiantes. Festejo y Charly me grita: “no te saques nada que vas a ser la primera en bajar la segunda pared”. Me da ciertos consejos y descendemos. Él está a mi izquierda, siempre pendiente de cómo pongo el pie, de si doy demasiada cuerda o no, de la posición de mi cuerpo. Al rato ya estoy abajo y es el turno de Andrés que llega al piso en menos de 2 minutos. El día termina con una mini escalada para ver la Cabeza del Indio, que evoca la presencia aborigen en la zona. Ya es de noche, compartimos unos mates con vainillas, charlamos sobre montañismo (no podríamos hablar de otra cosa) y nos despedimos, algo cansados pero felices por la experiencia. La próxima parada en tierras sanjuaninas es Huaco, un pueblito muy chiquito a pocos kilómetros de la ciudad. Del ruido y del cemento, pasamos al silencio y al adobe. (En la próxima entrega: “Huaco, tierra de poetas”)