Suplemento Voy Diario Río Negro | Artículo 21 | 28-mar-2014

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RÍO NEGRO

VIERNES 28 DE MARZO DE 2014

Un gran viaje Después de pedalear casi 6.600 km desde Ushuaia durante 9 meses estamos muy cerca de llegar a La Quiaca. Una pareja que conocimos en la ruta nos tenía reservada una gran sorpresa para el último día de una aventura inolvidable que nos hizo creer en nuestros sueños. JIMENA SÁNCHEZ lavidadeviaje@gmail.com

TE RECOMENDAMOS • Dar una vuelta un fin de semana por la feria y los puestos callejeros del pueblo Abra Pampa. • Descansar en La Quiaca en el Hostel Copacabana www.hostelcopacabana.com.ar • Probar las hamburgesas completas del restaurante que está enfrente de la plaza principal de La Quiaca.

Somos Andrés y Jimena, una pareja que decidió recorrer la Argentina de sur a norte en bicicleta. Podés seguir nuestras aventuras en lavidadeviaje.com. / lavidadeviaje

El universo quiere que lleguemos bien lento a La Quiaca. Como si hubiésemos retrocedido en el tiempo sentimos que estamos otra vez en Santa Cruz, no sólo por su desierto sin horizonte y su vegetación típica, sino porque a las dos de la tarde y sin excepción, el viento norte empieza a soplar sin piedad alguna. Nos lleva cuatro días unir Humahuaca con La Quiaca. Son cuatro días intensos de emociones, de reflexiones, de volver un poco la mirada hacia el sur y contemplar todo el camino recorrido, de vernos a nosotros mismos iguales pero diferentes y a la vez más seguros que nunca con la certeza de que esta es la vida que queremos vivir. Después de pedalear toda la mañana hacemos una parada obligada para almorzar en un santuario bastante particular: no sólo hay un jardín con árboles recién plantados sino que también hay una parrilla y algunos limones secos de algún pollo que habrá ardido sobre las brasas hace unos días. Los soplidos se vuelven cada vez más fuertes a medida que pasan las horas y si seguimos por la dirección que debemos ir, luego de una curva los vamos a tener bien de frente. Decidimos entonces que lo mejor va a ser dormir atrás de este templo rutero con el Gauchito Gil, la Difunta Correa y San Expedito. Al otro día nos levantamos bien temprano. El paisaje nos recuerda la desértica estepa patagónica pero con una diferencia: estamos por llegar casi a los 3700 metros de altura. El cuerpo lo sentimos pesado y cada vez que la cabeza nos abomba masticamos hojas de coca, esa costumbre del altiplano jujeño. Después de Humahuaca la próxima parada es Tres Cruces. Llegamos al mediodía y otra vez el ciclo se repite: no podemos seguir por el viento. Para nosotros esto es una oportunidad para conocer otro pueblo y sus costum-

Fotos Andrés Calla

bres bien de cerca, es una historia más para sumar en nuestra vida de viaje antes de llegar al último punto de este largo camino de 6.600 kilómetros. Recordamos el consejo de un cicloviajero amigo que nos dijo que si llegamos a necesitar pasar la noche en Tres Cruces, vayamos a la vieja estación de tren donde hay vagones abandonados. Nos refugiamos en uno de los furgones, armamos dentro nuestra carpa, entramos las bicicletas y cerramos el portón corredizo de madera hasta la mañana siguiente. ÁNGELES EN LA RUTA Los ángeles existen y están en la ruta. A lo largo de estos miles de kilómetros nuestros caminos se cruzaron con los de otras tantas personas que nos ayudaron a hacer este sueño posible y dejaron un recuerdo muy nítido en nosotros. Si nos acordamos de nuestros primeros pasos en Chubut recordamos a Yoly y Miguel, una pareja que conocimos en la Ruta 40 justo en el límite norte de Santa Cruz. Nos vieron, frenaron el auto en la banquina, se bajaron, nos felicitaron, nos sacaron fotos y nos abrazaron. Ellos que llevan los viajes en la piel y en el corazón (y que la 40 les fascina) no podían creer que estuviéramos ahí en dos ruedas. Cuando volvieron de su viaje nos escribieron 20 mensajes por Facebook en los que nos pasaban

En la terminal del Puesto del Marqués sacamos el librito y nos pusimos a leer (como en casa).

Postal de Jujuy desde la Ruta 9.

información sobre los tramos venían. Todavía rememoram estas líneas que, como tan otras, nos pusieron la piel de llina: “Chicos, les comento qu forman parte de nuestro com tario diario, queremos saber d día cómo y por dónde andan


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, un gran final

que mos ntas e gaue ya mendía a . No

Y

U JUJ

aflojen que nosotros pedaleamos también por ustedes (claro, nos cansamos menos ¿no?) Bueno espero nos encontremos de nuevo en la querida 40…”. Salimos de Tres Cruces y en plena Ruta 9 vemos un auto a lo lejos. Cuando nos cruza, tocan la bo-

cina, giran en U y vuelven a pasarnos por al lado. Cuando vemos quiénes estaban adentro, nos emocionamos al ver a Yoly y Miguel que hicieron 2.000 km desde Tandil para reencontrarnos en Jujuy y darnos la bienvenida en La Quiaca.

Nos abrazamos por minutos y lloramos. “¡Qué hacen acá!” les decimos, sin entender del todo. Abren el baúl y nos cuentan que como pensaban que nos iban a encontrar, llevaron unas presas de pollo al horno, papas fritas y ensalada para que almorcemos. Acomodamos las bicis y el auto en la banquina y nos sentamos en el suelo sorprendidos y felices de cómo se están dando las últimas horas de este gran viaje. Después de una hora de charla despedimos a Yoly y Miguel hasta el día siguiente, cuando llegaríamos al límite con Bolivia. ÚLTIMOS PASOS Esa noche descansamos dentro de una vieja terminal en un pueblo llamado Puesto del Marqués. Nos sentimos ansiosos, nerviosos, felices. A la mañana siguiente pedaleamos el último tramo, el más difícil para nuestro corazón aventurero que quiere seguir y no frenar. Cuando faltan nada más que 12 kilómetros recibo un mensaje de texto de mi papá que dice: “¡Ya casi llegan! ¡Lo lograste hija!” Es el puntapié para que le dé rienda libre a las lágrimas que en cualquier momento iban a nublar mis ojos de la emoción. Vemos a Yoly y Miguel a lo lejos, nos sacan fotos, nos tocan la bocina, nos alientan. Andrés filma este momento, se larga a llorar y en eso veo un gran cartel verde que dice: “Bienvenidos a La Quiaca. Ushuaia 5121 km”. Frenamos las bicis en el cartel, nos abrazamos más fuerte que nunca con Yoly y Miguel, nos damos un beso con Andrés, nos miramos y los dos nos decimos con una sonrisa en la cara: “Sí, lo logramos”. * Algunas líneas que escribí en mi diario de viaje a pocos kilómetros de llegar a La Quiaca: “¿Qué se siente llegar al objetivo? No sé cómo definirlo, no sé si estoy o no sintiendo algo porque creo que la meta pasó hace mucho tiempo a un segundo

¡A sólo 12 km de La Quiaca!

El santuario: dormimos con el Gauchito Gil, la Difunta Correa y San Expedito.

Este vagón fue nuestro “loft” en Tres Cruces.

¡Última mañana en la ruta!

plano y el largo camino de 6.600 kilómetros significaron mucho más que este momento. ¿Qué

Felices y emocionados junto a Yoly y Miguel, otros dos grandes protagonistas de esta historia.

pienso hoy después de haber unido Ushuaia-La Quiaca en bicicleta? Sé que TODO lo que quiera lograr en la vida lo podré hacer, que depende pura y exclusivamente de mí lograr lo que me proponga. Este viaje recién empieza. Quiero seguir caminando, descubriendo otros mundos, otras realidades y vivir desde el corazón y menos con la cabeza. Trascender lo superficial para ir a la esencia, buscar dentro nuestro eso que está escondido en algún lugar. En definitiva, esto es la vida de viaje. Un viaje donde despertar nuestras pasiones, romper nuestros límites y cumplir nuestros sueños”.


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