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120 días después, el reencuentro
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RÍO NEGRO
VIERNES 27 DE DICIEMBRE DE 2013
120 días des
“Luego de cuatro meses, volví a ver a mi familia en La Angostura Fotos: Andrés Calla
JIMENA SÁNCHEZ lavidadeviaje@gmail.com
Somos Andrés y Jimena, una pareja que decidió recorrer la Argentina de sur a norte en bicicleta. Podés seguir nuestras aventuras en lavidadeviaje.com. / lavidadeviaje
Hace cuatro meses que estamos viajando. Cuatro meses. Es mucho, es poco, no lo sé. Todo este tiempo que pasó fue una especie de paréntesis en el que los días y las horas pasaron pedaleando al lado mío, sin darme cuenta. Cuando el estilo de vida de una persona es viajar, entra en una especie de burbuja en la que todos los días son distintos, no hay un lunes que se quiera saltear ni un viernes que se añore en llegar. El tiempo se siente diferente. Y a medida que pasan los días, las distancias también empiezan a tener otro sentido. No hablo de los kilómetros que separan un punto de otro, me refiero a los sentimientos, ese algo intangible que puede unir personas sin importar en qué lugar del mundo estén. Muchos dicen y piensan que las distancias separan, pero para mí sucede lo contrario: las distancias unen. Partimos de Bariloche hacia Villa La Angostura con una ansiedad terrible. Después de 120 días, me voy a reencontrar con mi familia. ¿Quién lo hubiera dicho, no? Antes de salir de viaje, ellos no podían entender porqué queríamos cambiar tan drásticamente nuestra forma de vida ni tampoco comprendían las ganas de viajar, de buscar experiencias nuevas, de pasar de lo conocido y estable a lo desconocido e impredecible. ¿Cómo mi hija se va a ir a pedalear su país de punta a punta si nunca la vi arriba de una bicicleta?, pensaba mi papá. Y sí, tenía razón. Pero su hija es más loca (o más cuerda) que él y se animó a hacer algo diferente, quiso ponerse a prueba y le dijo que sí a su sueño de viajar. Con el abrazo que nos dimos me di cuenta que la actitud con el viaje y conmigo cambió. Ahora lo único que importaba era estar juntos y contarles lo feliz que me siento con la decisión que tomé
TE RECOMENDAMOS • Navegar el lago Nahuel Huapi en velero | www.veleroimpaciente.com.ar • Cenar en el restaurante “Gran Nevada” (muy ricos platos y buenos precios) en Av. Arrayanes 106, Villa La Angostura. • Probar la cerveza artesanal y la pizza de rúcula en
“Finnegan Irish Pub” en Av. Arrayanes 263, Villa La Angostura. • Acampar en cualquiera de los campings libres del camino de los Siete Lagos. • Sentarse a tomar unos mates en la playita del lago Lácar en San Martín de los Andes.
Pedaleando por el camino de los Siete Lagos.
Paz en Bahía Manzano, a pocos kilómetros de La Angostura.
(y no tengo dudas de que esta vez sí me van a entender). Los días que compartimos, disfruté cada instante con ellos, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa, cada risa, cada palabra y cada mirada. Como leí en el libro “Huellas de Fuego” de Federico Ezequiel Gargiulo, quien relata las peripecias que vivió junto con dos amigos en su expedición a pie por la península Mitre (Tierra del Fuego): “Alejarnos de las cosas no hace que las olvidemos, sino que las queramos más” SUBIDAS Y BAJADAS Después de 15 días, volvimos a la ruta. Salimos con un día bastante
lluvioso pero por suerte no muy frío. Nos esperaba el camino de los Siete Lagos, que une Villa La Angostura con San Martín de los Andes, un trayecto de 108 km que muchos nos recomendaron hacer antes de unir Ushuaia-La Quiaca y que es recorrido por muchísimos cicloviajeros, especialmente en verano. Hacer este camino en dos ruedas, es como subirse a una montaña rusa: hay largas subidas y adrenalínicas bajadas. Lo bueno es que está en perfectas condiciones, combina asfalto y ripio, y atraviesa los lagos más lindos que hemos visto hasta ahora: Espejo, Correntoso, Espejo Chico, Escon-
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spués, el reencuentro
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. Después retomamos la ruta y cruzamos el camino de los Siete Lagos, ideal para recorrer en bicicleta”
“Un lindo salto después de reencontrarme con mi familia”.
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Navegando el lago Nahuel Huapi.
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Hacer este camino en dos ruedas es como subirse a una montaña rusa
dido, Villarino, Falkner, Hermoso, Machónico y Lácar. Si bien es un tramo para disfrutar, nosotros decidimos hacerlo en
En este recorrido hay que darse tiempo para contemplar el agua.
un día y prácticamente sin parar porque el frío de otoño se siente cada vez más. Además, en San Martín de los Andes nos espera una cabaña toda para nosotros, gracias a nuestro amigo virtual Juan José Patarca, un amante de las bicicletas de 60 años, quien nos ofreció su casa el tiempo que queramos en otra de las ciudades más lindas de Neuquén. Lamentablemente y sin quererlo, pisamos San Martín a las 10 PM y tuvimos que pedalear de noche (algo que no se lo recomen-
damos a nadie porque, más allá de que las alforjas son reflectivas y las bicicletas tienen luces intermitentes, es mucho más riesgoso y el paisaje no se disfruta). Ni bien llegamos al centro, fuimos en búsqueda de unas cervezas y empanadas, las atamos a las bicis y fuimos con la última reserva de energía a la cabaña para descansar, después de un día agotador pero inolvidable. (En la próxima entrega, “Hasta luego Patagonia)
La cascada Vullinanco tiene una caída de aproximadamente 30 metros.