SÁBADO 11 DE NOVIEMBRE DE 2023
LA VOZ DE MEDINA Y COMARCA/ 19
Editorial NO PiNTA bieN En los últimos días, el panorama político español ha sido testigo de discusiones acaloradas en torno a la anunciada amnistía propuesta por el presidente Pedro Sánchez y los pactos que se están gestando en las altas esferas del gobierno. Mientras algunos defienden estas medidas como una forma de reconciliación y justicia social, no podemos pasar por alto las razones que deberían hacernos cuestionar la sabiduría de tales decisiones. La amnistía, en su esencia, implica el perdón generalizado de delitos cometidos en el pasado, lo cual podría interpretarse como un gesto de magnanimidad por parte del Gobierno. Sin embargo, es crucial considerar las circunstancias específicas de cada caso antes de aplicar una medida tan amplia. La amnistía podría allanar el camino para la impunidad, dejando sin respuesta importantes cuestionamientos sobre la responsabilidad individual y
colectiva. ¿Cómo podemos garantizar que aquellos que hayan cometido actos graves contra la sociedad enfrenten las consecuencias de sus acciones? Además, esta propuesta va de la mano con pactos políticos que podrían tener consecuencias negativas para la estabilidad y la confianza en el sistema democrático. Los acuerdos entre partidos pueden llevar a compromisos que no reflejen necesariamente los intereses y valores de la ciudadanía. En lugar de construir puentes sólidos entre distintas corrientes políticas, estas alianzas podrían ser percibidas como estrategias para mantenerse en el poder a toda costa, sacrificando principios fundamentales en el proceso. Es comprensible que la reconciliación y la búsqueda de consensos sean objetivos loables en la política, pero deben perseguirse con prudencia y consideración. La amnistía y los pactos deben ser cuidadosamente examinados para asegurar que no
se conviertan en herramientas que socaven la justicia y la transparencia. España merece un enfoque equilibrado que promueva la unidad sin sacrificar la responsabilidad individual ni comprometer la integridad de nuestras instituciones. Las concentraciones para clamar en contra de estas decisiones se extienden más allá que a la capital. De hecho, Tordesillas o la propia Medina del Campo han sido escenarios donde se ha podido ver a la población su malestar, con la convocatoria de una serie de concentraciones a las puertas de la sede del PSOE. En la gran parte de los casos, se tiene cierta sensación que el gobierno está en manos de una persona que llegó incluso a marcharse en un maletero. El camino hacia la reconciliación y la estabilidad debe ser trazado con cautela y en consulta constante con la ciudadanía. Es el momento de construir un futuro sólido y justo para España, sin perder de vista los principios fundamentales que sustentan nuestra democracia.
Y es que la cosa no pinta bien. Y no lo hace porque, a pesar de todas aquellas proclamas de unidad, fraternidad, comprensión y reconciliación, parece que el país se va despedazando poquito a poco con conflictos entre los propios vecinos. Se está generando una situación en la que la propia ideología del PSOE tambalea, con representantes tan destacados como García Page. Si la hemeroteca ha hecho ver cómo estas siglas estaban hace tan solo unos años en contra de esta medida, ¿por qué razón ceder a estos trueques?, ¿por qué hacer que rocen entre sí las Comunidades?, ¿por qué parece que las hay de primera y de segunda? Se haga lo que se haga parece que todo va a dar igual. Parece que el movimiento de poltronas va a seguir siendo el mismo. Con gentes en las calles, en sus casas o indiferentes. Aunque ya tarde, se podría pensar en qué momento España comenzó a permitir todo esto... La Voz de Medina y Comarca
Cartas ALgO MÁS Que PALAbRAS LLAMAdOS A SeR AMOR: deSPeRTAR LA CONCieNCiA
“Dejemos de engañarnos, creo que no se puede ser humano y mucho menos llegar a ser, el ser que uno quiere ser porque se pertenece y debe quererse, sin poseer voluntad de aprender a reprenderse”. Hay una mancha en nuestra percepción colectiva, que hemos de clarificar cada cual consigo mismo, a fin de alcanzar el sentido de responsabilidad que pesa sobre la humanidad. Nadie puede hoy en el mundo ignorar el volcán de sufrimientos que se desparraman por los rincones vivientes. El acceso a nuestra propia subsistencia es cada vez más preocupante. Los diversos Estados deben mantener un espíritu ético y no un doble rasero. También las políticas, con sus líderes al frente, han de ejemplarizar las actuaciones con un destino armónico común. Sin duda, es fundamental tener una concepción positiva de la solidaridad. Por otra parte, hace falta que los gobiernos promuevan la coherencia entre el decir y el hacer; sin obviar las medidas correctoras necesarias para injertar a las generaciones futuras las bases morales fundamentales, especialmente ayudándoles a formarse y a luchar, con la acción y la palabra, contra los males socia-
les que nos amortajan la quietud. Desde luego, lo sustancial radica en no abandonarse, en el obrar de cada jornada y no en dejar hacer sin más, como requiere nuestra pertenencia a la familia del género humano. Todo debe importarnos, también la plaga de conflictos que nos está dejando las entretelas empedradas. Urge trabajar, pues, para mantener viva esa lámpara interna de fuego celeste. A poco que trabajemos en comunidad la razón, superaremos los condicionamientos interesados o partidistas, haciendo valer el espíritu donante, reconociendo los bienes universales que todos los seres humanos necesitan. Entre estos apoyos, la paz y la conciliación tan requeridos, vinculados no únicamente a un marco legislativo justo y adecuado, que también, sino además a la calidad pudorosa de cada ciudadano. La personalidad, una vez despierta, es un instinto que nos lleva a reorientarnos en cada amanecer; siendo el mejor juez que tiene un ser de bondad y de bien. Fácilmente estará gozoso y sosegado aquel que, ciertamente, tiene sus interiores limpios y sus hazañas son honestas. Sigamos entonces este rastro de luz y vida. En efecto, nada es fácil de conseguir, el hecho de tomar gnosis, de transformar la cognición en ejercicio, igualmente toma su tiempo. En ocasiones, necesitamos más ambición. Frente a una acción, una
reacción de la misma magnitud, y luego también alzar nuestras voces, escuchándonos todos desde el respeto más absoluto. La pasividad no es saludable, somos seres en movimiento permanente que debemos evolucionar, para descubrir y no encubrir, la interdependencia entre semejantes. Indudablemente, esta tarea nos fomenta el cuidado y la disposición de lo que ocurre a nivel global, nos abre la mente y eso, de igual forma, nos ayuda a entendernos y a comprendernos mejor. Tenemos que sacudir de nosotros el deseo individualista, egoísta a más no poder, para poner en práctica, medidas decisivas y conjuntas de un desarrollo que reactive los hogares hacia el bien colectivo. Fuera exclusiones, por tanto. Es el momento de la sensatez, de plantarse y no dejarse aterrorizar y desorientar por guerras, revoluciones y calamidades, porque esas también forman parte de los escenarios cotidianos. Lo significativo es trabajar para reconstruirnos, unirnos y reunirnos para entonar otros tonos y timbres más conciliadores, permaneciendo firmes, en la certeza de que nuestra historia nos la labramos nosotros con el servicio que prestemos a los demás. Dejemos de engañarnos, creo que no se puede ser humano y mucho menos llegar a ser, el ser que uno quiere ser porque se pertenece y debe quererse, sin poseer voluntad de aprender a reprenderse.
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En consecuencia, por muchos conocimientos adquiridos, o ciencia sin conciencia atesorada, por cuantiosas letras y palabras bebidas, todo esto es una borrachera para el alma, sino le volcamos ecuanimidad; puesto que no hay más que una satisfacción: el genio al servicio de la verdad y de la bondad, el único deber cumplido. Ante este confuso ambiente, tenemos que estremecernos y rehuir de soplos inhumanos. Normalizar las barbaries es deshumanizarse por completo. Debemos adoptar medidas audaces y urgentes, ya no sólo para reducir los riesgos que la degradación ambiental y el cambio climático producen, sino también para estar en paz con nosotros mismos y con aquello que nos circunda. De lo contrario, padeceremos la mayor inestabilidad e inseguridad vivida como linaje, lo que confirma el urgente aprieto de soluciones coordinadas, sustentadas en una coherente visión espiritual del orbe. Puede que nos falte amor y nos sobre indiferencia para reconquistar lo estético, que es lo que en realidad es nuestro fundamento existencial. Repensémoslo. Sobre la base de este principio supremo, se puede percibir el valor de cada cual, llamados a formar y a conformar en concordia el gran poema interminable, el poema más perfecto, el corazón más puro. Víctor Corcoba
AMOR PuRO e iNCONdiCiONAL El amor a los abuelos es un tema muy importante y significativo para muchas personas. Los abuelos son una fuente de sabiduría, amor y apoyo incondicional. A menudo, son los pilares de la familia y los que mantienen unidas a las generaciones. En mi caso personal, mis abuelos han sido una parte fundamental de mi vida. Desde que era pequeño, siempre estuvieron ahí para mí, brindándome su amor y apoyo. Recuerdo cuando me llevaban al parque, me contaban historias y me enseñaban cosas nuevas. Siempre me hacían sentir especial y querido. El amor que siento por mis abuelos es algo que no puedo expresar con palabras. Es un sentimiento profundo y duradero que siempre llevaré conmigo. Ellos me han enseñado muchas cosas importantes en la vida, como el valor de la familia, la importancia de la honestidad y la humildad, y la necesidad de trabajar duro para alcanzar mis metas. En general, es un amor que se siente desde el corazón. Es un sentimiento que se construye con el tiempo y que se fortalece con cada momento compartido. Los abuelos son una parte fundamental de nuestras vidas y merecen todo nuestro amor y respeto. Matías Vázquez
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