CRÓNICA DE UN SUEÑO
qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfgh jklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwer Título del escrito: Crónica de un Sueño Tipo de escrito: Novela tyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopas Género: Fantástica Seudónimo: Jesús Ugrieli Torrez De Guiroz Edad: 22 años dfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx Nacionalidad: Chileno Publicado en: LeerLibrosOnline.es cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuio pasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbn mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc
Cr贸nica de un sue帽o
Libro I: Sue単o
Prologo
¿Qué son los sueños? Hay quienes dicen que son solo imágenes mentales que proyecta nuestra mente mientras dormimos, con el fin de adaptarnos mejor a alguna situación de la cual no tuvimos una buena respuesta estando despiertos. Pero claro eso no explicaría todos los diferentes sueños que se experimentan.
En la antigüedad, diferentes culturas veían en los sueños canales para comunicarse con sus deidades, las cuales entregaban mensajes.
Han existido grandes profetas de sueños a través de la historia, y a todos se les ha tratado con el mismo respeto que a reyes, adquiriendo posiciones sociales y políticas muy altas dentro del círculo más cercano de los monarcas de antaño. Pero muchas veces durante un tiempo reducido, dependiendo de la exactitud de sus predicciones o de cuanto alegraran las predicciones a dichos monarcas.
También hay quienes quieren darle interpretación a los sueños en la actualidad. Los llamados médium, o a veces personas normales ayudadas por libros de temas esotéricos. Todo desde soñar con una situación cotidiana, hasta el encuentro con alguien desconocido, todo eso tiene una interpretación para esas personas. Aunque en más de una ocasión esas mismas interpretaciones tienden a ser de carácter esotérico, casi como predicciones en un futuro próximo o lejano dependiendo del sueño.
Por ejemplo soñar con alguien desconocido del sexo opuesto, y sentir atracción hacia esa persona, muestra insatisfacción en temas amorosos. Pero si luego de aquel sueño uno se encontrase con aquella persona en la vida diaria, ¿qué significaría?, ¿nos indicaría que somos alguna clase de profetas?
Tal vez eso significaría que las interpretaciones que se les han dado por años, y de la que tanta gente confía, son erróneas. Pero, ¿cómo demostrar eso? El sueño es algo propio imposible de compartir, no hay manera de demostrar que lo dicho es efectivamente lo que sueñas.
En mi caso es algo semejante, nadie podrá nunca asegurar si lo que yo soñé es efectivamente lo que relatare.
Capítulo I: Somnus
Realmente me cuesta recordar cómo empezó todo esto, cuando paso de ser un simple sueño y se convirtió en esto que estoy viviendo. No, miento, lo recuerdo, lo recuerdo perfectamente.
Antes de comenzar con mi relato me gustaría presentarme, mi nombre es Jesús Torrez, aunque mi nombre no es relevante ya que mi familia no tiene un gran linaje, ni importantes personajes, ni grandes terrenos. Pero para mí un nombre tiene gran relevancia en el carácter de una persona. Con esto no digo que el nombre hace a la persona, pero si la persona acepta o no su nombre puede ser relevante. En mi caso no lo acepto, el nombre del hijo de Dios judeo-cristiano es el peor nombre que se me pudo haber dado (considerando la índole de mi relato).
Mi personalidad es de una persona caprichosa, mentirosa y egocéntrica, lo que quiero lo consigo aún si tengo que pasar por encima de los demás. Aun con estos aspectos negativos no puedo negar que tengo una moral inusitada, me explico ya que soy un mentiroso por naturaleza, sé cuando me mienten, por tanto, solo le miento a quienes me mienten.
Bueno eso ha sido un tanto largo para una presentación, aunque para definir a una persona hace falta toda una historia según yo.
Mi historia comienza en mi cuarto, despertaba de un sueño con la sensación más agradable, un beso. Pero a mi lado no estaba nadie,
el beso venia de mi sueño. Sí, mi sueño, uno que nunca podre olvidar.
“Me hallaba sentado en una roca, en el claro de un bosque que se me hacía muy familiar. Sentada también en una roca frente a mí, una chica con un vestido blanco de una pieza que estaba descalza, tenía el cabello negro liso y piel blanca como la porcelana, al verme la chica sonrió, confundido mire hacia los lados (no se qué buscaba), fue entonces que note que aferrada a mi brazo derecho, estaba una pequeña niña que, a primera vista, parecía una muñeca del siglo XIX con su vestido verde muy detallado y pelo rubio rizado. Hablábamos muy a gusto de trivialidades, era claro que nos conocíamos pero yo no podía recordar (o al menos no lo recordaba en ese entonces).
Fue entonces cuando apareció “ella”, la joven que hasta el día de hoy ocupa mi mente. Recuerdo hasta el más mínimo detalle de ella tenía el pelo rojizo ondulado, sus ojos eran verdes como las esmeraldas, era de figura delgada y elegante, casi tan alta como yo en estatura, labios delgados y rojos cual higo maduro y su rasgo que más me cautivo, sus pecas, presentes a ambos lados de una delgada nariz.
Al notarla, la otra chica se puso de pie y me dijo, -llévate a Henrietta- (lo que me dijo el nombre de la niña, aunque de seguro ya lo sabía), no sabía que pasaba, tal parecía que ambas no se llevaban bien. Discutían. Henrietta se aferraba con fuerza a mí, la chica pelirroja se acerco a mí y dijo, -Daniela dejemos que él decida- (eso me dijo el nombre de la chica de pelo negro), mire a Henrietta, estaba al borde de las lagrimas. Pero cuando alcé la
vista, vi algo que me perturbo al punto de aterrarme. Dos hombres de traje negro se acercaban a lo lejos, levante mi mano y los apunte, Daniela al verlos gritó, -¡corran!- tomo del otro brazo a Henrietta y comenzamos a correr. Pero mientras huíamos solté la mano de Henrietta y nos separamos.
Cuando me di cuenta estaba en una especie de cementerio sobre una colina. Escuche un ruido atrás mío, era la chica pelirroja que sonreía de manera traviesa, -por fin solos- dijo y se acerco, me miraba con atención. Sin decir una palabra me tomo de la mano y comenzó a caminar. Llegamos hasta un mausoleo de apellido Galez. Noté que los hombres de negro se acercaban por el horizonte, se lo dije, pero la chica al oírme acerco su rostro a mí y dulcemente me besó.”
Fue entonces cuando desperté, recuerdo que el sol entraba por mi ventana pero no sentía el calor del sol, sino la cálida sensación del beso. De ese día no recuerdo nada más solo quería que llegase la noche para dormir y encontrarme de nuevo con ella.
La noche llego y eventualmente me rendí a los brazos de Hipnos, pero no soñé. Así pase varios días solo esperando la noche para reencontrarme con ella.
Capítulo II: Congrediendum
Al quinto día me visitó mi novia, Katty (no me parecía relevante mencionar que tenía una, aunque mis prioridades cambiaron desde ese sueño), le extrañaba el no haberme visto.
Estaba tan obsesionado con la chica de mi sueño que había ignorado mi alrededor, cuando la vi recupere la cordura. Estaba viviendo por un sueño, solo estaba alimentando una fantasía.
Le mentí a mi novia le dije que estuve enfermo esos días y que aún me sentía un poco mal, ella no dudo de mí y tampoco me costó mucho mentirle, lo hacía con normalidad, en realidad nuestra relación se basaba en mentiras de ambos lados, yo alimentaba su ego y ella el mío, no era una relación de verdadero amor. Tal vez por eso me ilusione tanto con aquella chica de mi sueño.
El tiempo pasó, un mes para ser preciso, y ese sueño jamás se repitió. La relación con mi novia avanzó, al menos desde su perspectiva. Me declaro que estaba realmente enamorada y que quería que nuestra relación fuera sincera, yo le pedí un poco de tiempo para aclarar mi mente, la chica de mi sueño aún rondaba mi cabeza, aunque yo no le dije la razón, ella lo acepto, y nuestra relación siguió como siempre.
Recuerdo que el siguiente mes transcurrió con tranquilidad para mí, ya casi había olvidado a esa chica, y me disponía a salir a beber con un par de amigos, Andrés y Alejandro. Todo marcho con
normalidad un par de cervezas y un Manhattan para terminar. Andrés, que era el que menos acostumbrado estaba a beber, termino por emborracharse así que Alejandro lo llevo a casa y yo me fui a caminar por el centro de la ciudad.
Eran pasadas las seis de la tarde cuando la vi entre la multitud, ese cabello rojo era inconfundible, era ella, tenía que ser ella. Corrí dispersando a la gente para alcanzarla, pero la multitud era muy grande y la perdí de vista. Pero eso no me importo, lo importante es que la vi, era real y tenía que encontrarla. No me daba cuenta en ese momento, pero fue el comienzo de mi obsesión.
Comencé yendo todos los días al mismo lugar a la misma hora, tal vez era su recorrido diario a su hogar. Pero no dio frutos. Fui donde un artista callejero para que hiciera un retrato con la descripción que le daba, resulto bastante bien por lo demás. La mantenía en secreto en el cajón de mi velador y la veía cada noche antes de dormir esperando encontrarla en mis sueños.
Así otro mes, buscando infructuosamente por todos los medios, llegue al punto de pasearme por esas calles preguntando si alguien la conocía pero nada. Claro todo esto lo hacía a espaldas de mi novia.
Recuerdo que fue exactamente cuando comenzaba el otoño, el clima era de mi agrado, nublado con baja temperatura, cuando, como era habitual, fui a visitar a mi novia. Pero mi desesperación era muy obvia en ese momento. Ella de inmediato lo noto y me
pregunto el porqué de mi lejanía. No sabía que decirle así que le dije que estaba confundido que necesitaba retirarme. Cuando me fui llame a Andrés para que fuera a mi casa y bebiéramos algo (eso se había convertido en una costumbre cuando no podía soportar la realidad).
Llegue a mi casa y en la puerta esperaba Andrés con una botella de whiskey en las manos. Pasamos y bebimos toda la noche, fue tal la borrachera, que no pude evitar contarle mi situación, él que también era amigo de Katty me dijo un poco molesto que como podía arriesgar perderla por alguien a quien solo le había visto la espalda.
Comencé a pensar nuevamente si lo que hacía estaba bien. Hablamos por unos minutos y concluimos que debía olvidarla y destruir todo lo relacionado con ella, fue entonces cuando el destino me apoyo. Al sacar el dibujo se lo di a él para que lo quemara y al verlo quedo perplejo. Me preguntó si el dibujo era una copia fiel de la persona en cuestión, sin dudarlo le dije que sí. Entonces se sentó y calló por unos segundos. Le pregunte qué sucedía y él me dijo que conocía a esa persona.
No cabía en mí de la alegría. Desesperado le pregunte de dónde la conocía y cómo encontrarla, pero él no respondió mis preguntas, me dijo que eso no cambiaba nada, que yo aún tenía novia, que no podía simplemente hablar con esa persona y decirle te vi en mis sueños y me enamore de ti.
Lo pensé bien y tenía razón. Mi razón aun estaba presente y no dejaría que hiciera algo tan poco cuerdo como llegar frente a ella y decirle “te vi en mis sueños”, ni en mis peores intentos de conquista había dicho algo así.
No sabía qué hacer, la había encontrado y podía contactarla pero aun así no era suficiente. ¿Cómo podría hacer para que Andrés me dijera como conocerla?, pero primero tendría que terminar con mi novia.
Capítulo III: Consilium
Se acercaba el solsticio de invierno y con esto mi cumpleaños, el día perfecto para causar una mala imagen a mi novia y hacer que ella terminase conmigo.
La fui a visitar como de costumbre, me recibió muy feliz, todo transcurrió bien, esperaba un pequeño descuido de ella para poner en práctica mi plan. Era bastante simple, le pediría algo que ella no podría cumplir y así me iría de su casa fingiendo molestia, luego rogaría por volver y así se vería como que ella era quien no quisiese estar conmigo y no yo. Por tanto Andrés no podría reprocharme el querer ver a su conocida, aunque tendría que esperar unos días de todas formas, para levantar menos sospechas. Mi amigo no era tonto y aún así sospecharía, eso era claro, pero si lograba hacerlo todo como pensaba no quedaría duda de que no sería mi culpa el rompimiento.
Todo transcurrió como lo esperaba, no diré que fue lo tan terrible que le pedí, pero como esperaba no accedió o al menos no la deje, rápidamente me hice el ofendido y me fui de su casa. A los pocos días Andrés me contacto, me recriminaba lo que había hecho, pero le dije que se equivocaba, que yo quería volver con ella y le pedí ayuda.
El siguiente paso era arruinar cualquier sentimiento de ella hacia mí. Algo en lo que ella me ayudo bastante ya que en su despecho se relaciono con otro hombre, claramente eso me facilito convencer a Andrés de que ella ya no me quería. Con lo que hizo
ella mi plan se acelero, solo tuve que reprocharle lo que hizo apelando a mis sentimientos y pude conseguir el odio que tanto anhelaba.
Pasaron unos días, Katty ya era cosa del pasado, pero Andrés seguía reacio a hablarme de la chica, no me dijo ni su nombre. Pero no me iba a rendir tenía que conocerla e iba a llegar a las últimas instancias por encontrarme con ella. Tendría que engañarlo, lo emborracharía y haría que me contase todo de ella. Por suerte no era tarea difícil y gracias a nuestra nueva costumbre él estaba adquiriendo gusto por la bebida.
Un día normal lo invite a mi casa a beber, claramente él no sospechaba de mi plan y cuando ya estaba borracho me conto algo que me costó creer al principio, algo que torno lo que pensaba de él en 180 grados.
Karla, era el nombre de la chica y el lugar del que la conocía era lo extraño, entre copas me confesó que la conocía de lo que describió como una secta.
De jóvenes jugábamos con lo oculto, pero nunca pensé que él llegaría a formar parte de una secta. Entrar era sencillo solo se debía conocer la clave y dirigirse al “Rey” para ser aceptado. La clave me la confesó, “Sofía”, ahora solo debía ser aprobado por el Rey.
Tal parece que tenían una “jerarquía” inspirada en el ajedrez. Existía el Rey, que era el que daba las órdenes y la Reina quien las ponía en marcha; los Obispos, que aconsejaban al Rey; los Caballeros, que defendían al Rey y reclutaban nuevos peones; las Torres que manejaban la nueva información que llegaría al Rey; y los peones que conseguían la información por ordenes de las Torres.
Andrés era un peón así que no podría entrar por recomendación de él, así que decidí llegar sin invitación. Su objetivo era el conocimiento, no eran una secta muy antigua pero se introducían en las leyendas y mitos de todo tipo para conseguirlo. Creían en seres místicos pero nunca se alejaban de la razón, toda leyenda tiene algo de verdad y era eso lo que ellos investigaban. Andrés me decía también que había entre ellos quienes estudiaban la magia, la alquimia y la astrología. Para mí no eran más que un grupo de desadaptados sociales que se perdían en su imaginación. Pero sería capaz de viajar al mismo infierno por conocer a la chica de mis sueños.
Capítulo IV: Sect
El invierno estaba en su apogeo, la luna era invisible por culpa de las nubes y las gotas de lluvia caían sobre mi cabeza.
Me dirigía al lugar de reunión de la secta, era un galpón de aproximadamente una hectárea, en la puerta había un tipo de color de unos dos metros de alto y brazos como troncos, parecía que me adentraba en una película.
Me acerque y lo salude cordialmente, él respondió con un, -¿qué desea?-.
-Entrar- dije yo, y me observo de pies a cabeza.
-¿Tu caballero?- me pregunto.
-Vengo por mis propios medios- respondí.
Me observo atentamente una vez más, -¿la clave?- me pregunto.
Yo respondí muy serenamente, -“Sofía”-.
Abrió la puerta y con una mirada de desconfianza y me dijo, -serás juzgado por el Rey, por ahora debes seguirme-.
El primer paso estaba listo, entrar. Ahora debía enfrentarme a un severo juicio ya que entraba sin invitación. El galpón estaba dividido en habitaciones laterales y un pasillo central que llevaba a una gran habitación principal, se escuchaban diferentes ruidos de las habitaciones; gemidos, gritos de agonía y terror, golpes de martillos, electricidad. Algunos sujetos cambiaban de habitaciones cubiertos con una careta o un antifaz de los más variados tipos, a veces sin nada más que los cubriera.
Al llegar al final del pasillo el hombre de color me abrió la puerta y me hizo pasar cerrándola por fuera a mis espaldas. Me hallaba en una habitación de unos 30 por 10 metros y frente a mí, una gran mesa rectangular, en el centro un hombre con una careta de la tragedia y una mujer con una de la comedia, a ambos lados habían 5 a 6 personas entre hombres y mujeres, y ahí la vi con un antifaz que le cubría la nariz y alrededor de los ojos, pero ese cabello rojizo la delataba, era ella.
Avance desafiante y me presente ante el hombre de la máscara de tragedia, -¿Cómo encontraste este lugar?- me pregunto.
-Busco a alguien- le dije, -y mi búsqueda me trajo hasta acácontinué.
Él me lanzo una mirada de superioridad y alzo un poco su voz, -no has respondido mi pregunta-.
Parándome cuan alto era y con voz un poco burlona y despreocupada respondí, -sinceramente, embauque a uno de sus peones-.
Todos los que lo rodeaban empezaron a murmurar, pero el hombre levanto su mano y todos callaron, -sí llegaste tan lejos como para hacer eso, supongo que develaste mucha información sobre nosotros-.
-Sólo la suficiente- respondí.
-Entonces sabes que para ser aceptado debes pasar mi juicio, ¿estás preparado?- hablo con severidad el Rey.
Entonces me incline ante él y le dije, -estoy listo para su juicio, mi Rey-. Todo lo que hacía valdría la pena si conseguía hablar con ella.
El Rey habló a uno de sus acompañantes, este fue a una habitación al lado derecho y volvió en unos segundos con un maletín de madera, el sujeto se lo ofreció al Rey y este lo abrió, era un juego de ajedrez con piezas de madera.
-Este será mi juicio- me dijo mientras ponía las piezas en sus respectivos lugares, -una partida por tu entrada-.
Tengo mucha confianza en mis habilidades en el ajedrez, pero quien ofrece el desafío tiene las mismas o más que quien lo acepta. Aun así acepte sin dudar.
Describir el juego seria tedioso, así que lo resumiré en que yo defendía y el atacaba. Al cabo de unos 10 minutos yo había perdido los alfiles, el caballo de la reina y 5 peones. Y él había perdido ambos caballos, la torre del rey, el alfil de la reina y 4 peones. El juego se volvió ventajoso para mi, podía ganar pero hice dos jugadas erradas apropósito y cedí mi reina, con esto el juego quedo sentenciado en contra mía. Me explico, si ganaba sería una humillación frente a su gente y podría ocasionar que no me aceptara, así que preferí darle un buen juego y hacer más probable mi entrada.
Al terminar, él me miró y dijo, -fue una buena partida, pero esta sólo fue para satisfacerme, no es la verdadera prueba-.
Mi expresión tuvo un leve dejo de molestia pero la contuve, -bueno ¿cuál es la prueba?- pregunte.
-Puedes elegir entre una pregunta o la revancha, sí sales airoso de cualquiera aceptare tu ingreso- habló el Rey mientras volvía las piezas a sus lugares.
La revancha no sería problema, pensé, pero no ayudaría a mi relación con el Rey y necesitaba entrar en calidad de Obispo para relacionarme con Karla, -pido la pregunta- dije tranquilamente. Pero esa pregunta no llego, lo siguiente que dijo el Rey fue “estas dentro”. Y así me enlistaron como un nuevo miembro de los Obispos, no entendí muy bien lo que pasó, pero no era el momento de quejarme y discutir, lo importante es que estaba más cerca de mi objetivo.
Capítulo V: Episcopus
Era mi tercer día en la secta, ya conocía a todos los Obispos y las cosas transcurrían con relativa normalidad. Mi puesto se relacionaba mucho con las Torres, y poco con los peones. Así que no me encontré nunca con Andrés.
Entre los Obispos había quienes no confiaban en mí, y ya que teníamos que por obligación relacionarnos, me daban información errónea o confusa para compartirla con el Rey y así ganarme su desconfianza. Aunque también había un par que me acogió, Leonardo y Camila, ellos me advertían de las malas jugadas que me hacían y llegue a tener una cierta fraternidad con ellos. A todo lo ocurrido yo nunca les había visto la cara a los demás, las caretas eran un accesorio obligatorio en la secta, yo adquirí uno simple de color rojo escarlata, aunque todos los demás conocían mi rostro, pero a mí no me importaba.
Como obispo tenía obligaciones y privilegios; debía dar todas las semanas un reporte de la información que las Torres a mi cargo recolectaban y presentarme al menos tres días en la semana; y entre los privilegios, bueno se presentaban los clásicos en una secta, autoridad para pedirles cualquier cosa a los peones, desde que me trajeran comida hasta compañía, aunque no los usaba mucho.
Mi relación con Karla era casi inexistente, normalmente los Obispos trabajaban solos y solamente nos reuníamos cuando el Rey o la Reina nos requerían.
Me acostumbre rápido a mis tareas, las Torres a mi cargo funcionaban bien, eran dos alquimistas, cuatro astrólogos y tres que se manejaban en el arte de las pociones. Entre estos últimos estaba Anaís, una joven de 16 años a quien cuidaba como una hermana pequeña, siempre me pregunte que la trajo hasta aquí pero no quería entrometerme, era de las pocas personas que realmente me importaban dentro de la secta, y a su corta edad tenía mucho conocimiento en su área, trabajaba en pócimas de amor, pero los efectos de su trabajo eran más afrodisiacos que de amor.
Cuando nos reuníamos todos, intentaba acercarme a Karla, pero todo intento de hablar, terminaba con ella ignorándome. Leonardo me conto que de ella sabían solo su nombre y que partió como caballero, nunca le habían visto el rostro y que era muy devota al Rey, tanto así que era la compañía favorita de este.
Eso me molesto un poco, ¿acaso ella no tenía conciencia de lo que sucedió en el plano de los sueños? Comencé a cuestionarme nuevamente lo que estaba haciendo, tal vez la he visto alguna vez pasar frente a mí y en mis sueños se convirtió en alguien importante, pero eso no quiere decir que ella realmente tenga algún control sobre sus sueños y haya tenido un tipo de atracción hacia mí. Pero aunque ella no sienta nada por mí, yo siento todo por ella, y no me rendiría sin intentarlo.
Capítulo VI: Itinere
La primavera se acercaba a pasos agigantados era época de fiestas en el país, y en mi caso había algo porque celebrar.
Dos días atrás la Reina me había solicitado una misión muy importante, en la que iba a necesitar un acompañante Obispo, obviamente pensé en Karla, aunque podía comprometer la misión, era mi oportunidad para acercarme a ella. Debíamos partir en cuatro días al sur del país, donde se encontraba otra cede de la secta. Debíamos ir a hacer una revisión al que estaba a cargo de la otra sede, era un viejo amigo del Rey y el primer Obispo, quien por alguna razón, desconocida para mí en ese entonces, se mudo al sur del país, donde con el permiso del Rey, fundó una extensión de la secta. Pero ahora el Rey desconfiaba de este y pensaba que el poder podría haberlo cambiado.
Pero antes de irnos Anaís me mando a buscar con un peón, decía que tenía un gran descubrimiento y que me lo debía mostrar lo antes posible. Raudo fui hasta su cuarto, golpee la puerta y pregunte, -Anaís, ¿estás ahí?-.
-Entre, esta sin seguro- me respondió.
Pasé y la vi poniendo una caja que parecía estar llena de libros sobre un estante de madera, -¿Conoces la canción de Scarborough Fair?- me pregunto mientras limpiaba ahora su escritorio que
estaba cubierto por muchos otros libros que parecían de hace siglos.
-Sí- respondí yo, -trata de una feria de la era medieval y las peticiones imposibles de una mujer hacia un hombre enamorado-.
Ella buscaba ahora algo bajo su escritorio mientras decía, ¿puedes decirme la segunda estrofa de la canción?-.
Yo hice memoria y dije, -parsley, sage, rosemary and thyme-.
-Perejil, salvia, romero y tomillo en español, ¿sabes el porqué de esta frase?- dijo aún moviendo cosas bajo su escritorio.
-Se supone que representaban los valores que debía tener el hombre para ser su enamorado- respondí yo muy seguro de mi respuesta.
-Y también se decía que eran los elementos para una poción de amor muy popular en el medio evo- dijo mientras ponía cuatro masetas pequeñas sobre el escritorio.
Rápidamente le dije, -¿me estás diciendo que puedes hacer una pócima con estas hierbas?-.
-Aún no la he probado, pero he encontrado en un diario que se supone es del medio evo y tiene una formula de cómo crearla- me dijo mostrándome un antiguo rollo de papel, -quería que lo supiera antes de probarla con personas-.
Esto era un gran hallazgo para mí, podría acelerar mi relación con Karla, siempre que funcionara la poción. Le pedí a Anaís que me dejara probarla y que yo luego le informaría al Rey los resultados. La forma de uso era sencilla debía dársela a beber al objetivo y el siguiente rostro que este viera, seria del que quedaría prendado para toda la vida o al menos eso decía la explicación del diario. Me lo llevaría al viaje con Karla y se lo haría beber así no podrá evitar aceptarme.
Así me prepare para el viaje, este podría ser el último paso para conquistar a la mujer de mis sueños y no dejaría que nadie lo arruinara. Nuestro objetivo en aquel lugar era un sin-importancia para mí, así que todo mi ser se centraba en mi propia misión, hacer de Karla mi mujer. Todo lo que había hecho, deshacerme de mi novia, engañar a mi amigo, obedecer órdenes de un autoproclamado Rey, todo eso y más hice para que este momento llegara. Nada hacía presagiar los cambios que sufriría mi vida a partir de mis nuevas decisiones.
Capítulo VII: Missio
Eran las 7:00 a.m. cuando llegue a mi destino. El sur del país era un lugar frio y lluvioso aun en primavera, pero un lugar muy verde también. El viaje lo hicimos cada uno por su cuenta, así que no me encontraría con Karla hasta que llegásemos al lugar de reunión en la noche. El día lo pase rondando por la ciudad, y probando las comidas típicas de esta. Por suerte mi equipaje era ligero ya que no pasaríamos más de dos días aquí.
Cuando el sol había desaparecido hace un par de horas, me dispuse a ir al punto de reunión. Era una parcela fuera de la ciudad, un espeso bosque rodeaba el camino hacia la cabaña principal. El complejo consistía en siete cabañas, la principal tenía dos pisos y un área de cincuenta metros cuadrados las otras seis se encontraban tras la principal y tenían alrededor de la mitad del área de esta.
Al fondo del camino había un guardia, presuroso me puse mi careta, y al encontrarme frente a él me disponía a dar la clave cuando me dijo, -pase, lo esperábamos- no era momento de pensar en cosas sin importancia, así que entre sin preocuparme.
Dentro me di cuenta que nadie ocupaba antifaz, tal vez por eso el guardia me identifico fácilmente con alguien de la secta principal. Entré a la cabaña principal guiado por el guardia, ya se encontraba dentro Karla, que hablaba con un hombre de unos 30 años mientras bebían de unas copas plateadas.
El guardia me anuncio y el hombre que hablaba con Karla me hizo una seña para que me acercase, ella aún usaba su antifaz, el hombre me tomo del brazo y me dio un abrazo, como si fuera su hijo y no me hubiera visto en años.
-Bienvenido joven Obispo- me dijo, -espero que hayas disfrutado de la ciudad, bebe con nosotros- alzó la mano y vino una joven de unos 20 años con una bandeja con otras tres copas plateadas, tome una y ella se retiró.
Probé un poco, era un licor suave semejante al martini pero un poco más dulce, -¿qué es?- pregunte.
-La bebida de la casa- me dijo, y cambió rápidamente de tema invitándonos al cuarto principal de los Obispos, -como pueden ver tenemos pequeñas diferencias con la sede central, pero aún obramos con los mismos ideales, y como Obispo a cargo debo dar órdenes, aunque no intento hacerme pasar por el nuevo Rey- nos decía mientras nos invitaba a sentar en una mesa redonda.
-El Rey está inquieto por los retrasos en sus informes, ¿a qué se debe eso?- pregunto Karla sentándose frente a él, yo me senté a su lado y puse atención.
-Primero me gustaría que se quitaran sus mascaras, por conceso decidimos abolir esa regla- dijo el hombre.
Yo estaba por quitármela cuando Karla habló, -lo siento, pero es una regla que aún permanece con nosotros-.
El hombre no discutió y volvió a la pregunta, -con respecto a eso, cada vez se me hace más complicado reunir la información de todos y enviársela, me gustaría pedirle que fuesen informes bimensuales, así sería más fácil el ordenar la información-.
-¿Y porque simplemente no se ayuda de los caballeros para recolectar y ordenar la información?- dije yo.
-Eso sería tanto como autoproclamarme nuevo Rey, aquí los caballeros están netamente mentalizados en conseguir nuevos reclutas- explico el hombre.
Lo que decía tenía sentido, tal parecía que este sujeto no tenía intenciones de pasar sobre el Rey, pero Karla aún no estaba convencida, pidió revisar todas las áreas, a lo que el Obispo accedió dándonos libertad de inspeccionar cada sector. Karla llamó convocar a todos los Obispos y mientras se reunían yo fui a ver a las Torres que para ver los avances de estas.
Primero los alquimistas, sus avances iban a la par con los últimos descubrimientos químicos, pero enfocado de diferente ángulo, poco era lo que entendía pero al parecer todos sus trabajos pasaban por un proceso de catalizar los objetos a trabajar con un
polvo rojo y por un agua verde para purificarlo. Los estudiosos de las pócimas, que yo llamaba hechiceros, eran menos avanzados que los de nuestra sede y más indigenisado por decirlo de una manera, se concentraban en maldiciones más que en pócimas. Cuando me dirigía a ver a los astrólogos me encontré con Karla que venía saliendo de una habitación, la vi salir un poco afligida de esta, al notarme corrió la vista y siguió su camino, no le di mucha importancia ya era su reacción normal al verme.
Entre al cuarto, nunca podría haber adivinado lo que me esperaba dentro, pero en mi corazón sentía que el destino me guiaba a problemas y respuestas al mismo tiempo, preguntas que ni siquiera me hacía, serian respondidas y problemas que no quería enfrentar se presentaban ante mí.
Capítulo VIII: Insanire
Todo era oscuridad, excepto al final del cuarto que había un vela sobre una mesa alumbrando a una niña sentada tras esta. Cubierta con una capucha se ocultaba de mi vista. Me acerque y vi a dos hombres a su lado haciendo guardia.
-Solo una pregunta se te permite- me dijo uno de los guardias, yo no sabía a lo que se referían, pero entonces la niña puso un mazo de cartas del tarot sobre la mesa, debía ser algún tipo de adivina, los astrólogos de la secta usaban mucho ese método de predicción.
-Tú no has venido a mí con una pregunta- dijo la niña con voz suave, -pero yo tengo algo que decirte, siéntate por favorcontinuó.
Me senté y vi como barajaba las cartas, al cabo de unos segundos puso una frente a mí, -Le Mat, invertido- dijo, -esta carta invertida representa las obsesiones e irracionalidad-. Dejo otra carta sobre la mesa y dijo, -La Roue de Fortune, invertida, esto indica un cambio, una transformación con muchos problemas, pero vendrá de todos modos- volteó una tercera carta y dijo -oh, La Force, esto indica un buen final, un gran amor detrás de todos los problemas-.
Hubiera hecho caso omiso de las predicciones que se me dieron de no ser por lo siguiente que ocurrió. La niña se paro y se quito su capucha, era ella, Henrietta, no podría creerlo.
Instintivamente estire mi mano para tocarla, los guardias que estaban a su lado se adelantaron, pero ella los detuvo y tomo dulcemente mi mano y la puso en su mejilla, -temía que esto pasaría, siempre has sido muy impulsivo- me dijo con lagrimas en los ojos.
Yo enjugue esas lagrimas y le dije, -Henrietta, por favor explícame, ¿qué sucede?, no entiendo nada, ¿sí tú estás aquí… y Karla? no entiendo-.
-Lo lamento no puedo hablar del futuro más de lo que te dije, solo puedo hablar por mí- haciéndoles una seña con la mano le pidió a los hombres que se retiraran, -ahora estamos solos, responderé todas tus preguntas con respecto a mí- me dijo.
Mi mente no podía procesar todas las cosas que estaban ocurriendo, Henrietta la niña de mis sueños también existe y lo más importante me recuerda, pero ¿por qué Karla no? Lo primero que pregunte fue sin pensar, -¿quién eres tú?-.
Ella me sonrió y dijo, -soy Henrietta, tal vez lo que quieras saber es porque te recuerdo- sólo asentí con la cabeza y ella continuo, -soy lo que llaman un “niño cristal”, desde que nací mis padres me criaron apoyando mis habilidades, aprendí de la astrología y lo espiritual, al punto que puedo hacer predicciones que casi nunca fallan y tomar conciencia de mis actos en los sueños e
inmiscuirme en el de los demás, como sabes fue ahí donde nos conocimos, te ayudare a hacer memoria.
“Vagaba por el mundo de los sueños, siempre encontraba sueños de venganza, de lujuria y de envidia. Pero un día me tope con tu sueño, estabas pescando en un rio tan calmo que decidí acercarme, te pregunte que hacías y dijiste “nada”, te mire atentamente y te dije que esto era un sueño que podías hacer lo que quisieras. Las personas cuando están consientes de sus sueños cambian la manera de pensar y sacan a relucir sus más bajos instintos, llegando a convertir un sueño de bondad a uno de maldad, pero tú lo único que hiciste fue alzar la caña y atrapar un pez y dijiste con una sonrisa en la cara -es el primero que atrapo en mucho tiempo-.”
-Así me cautivaste, decidí visitarte de vez en cuando, nos hicimos muy cercanos- acaricio mi mano en su rostro y continuo, -pero tu sueño puro atrajo cosas malas, cosas que no puedo describirte, pero también atrajo cosas buenas-.
Inmediatamente pensé en los hombres de traje negro, y en Karla y Daniela, -¿por qué estas tan limitada en darme información?- le pregunte.
-Cuando llegas al punto en el que estoy yo, la información es más una maldición que una bendición, así que prefiero que tú juzgues lo malo y lo bueno, solo te diré que en el plano astral la gente actúa diferente al mundo tangible-. Y dicho esto entró en un sueño profundo.
Ambos guardias volvieron a entrar a la habitación como advertidos por el sueño de Henrietta y me pidieron que me retirara y la dejara descansar tranquila.
Su información me dejo más que confundido, ¿hasta qué punto era real lo que me dijo?, ¿por qué no podía hablarme de Karla, sí estábamos en el mismo lugar?, ¿puros, mis sueños? Mi vida comenzaba a voltearse y no podía hacer nada, sólo me queda avanzar y dejar que el destino guie mis pasos.
Capítulo IX: Falsum
Eran las 3:00 a.m. no podía dormir, escuchaba el llanto de los grillos, pero no era eso lo que me aquejaba.
La reunión con los Obispos había terminado, se aclaro el tema de los informes, y que el Obispo principal no tenía intenciones de traicionar al Rey. Karla actuó normal en la reunión, no había rastro de la preocupación que tenía al salir del cuarto de Henrietta. Al finalizar, el Obispo nos ofreció un cuarto para que nos quedáramos, yo acepte pero no preví esta situación.
El mal que me aquejaba no era otro que estar en la misma habitación que Karla, a unos dos metros de la mía se encontraba la cama donde ella descansaba. ¿Un mal?, se preguntaran, bueno el estar tan cerca me ponía ansioso y no me dejaba conciliar el sueño.
-Por favor déjame dormir- dije mirando al techo, obviamente le hablaba a la nada.
-¿Tampoco puedes dormir?- escuche de regreso.
Rápidamente me senté en la cama y mire hacia donde estaba ella, se volteo y noté que aun permanecía con el antifaz, además de una camiseta que la cubría, tal parece que el frio hizo que se acostara con algo de ropa o más probablemente el hecho de
dormir en la misma habitación con un hombre, -¿quieres beber algo?, me dieron una botella con el licor de la casa- me dijo mostrando la botella y le dio un gran sorbo.
Me puse una camiseta, y fui a sentarme a su lado, no dije nada sólo tome la botella y di un sorbo tan grande como ella, fue entonces que llego a mi mente una idea.
Nos estábamos bebiendo rápidamente, la botella cuando ella comenzó a hablar, -normalmente eres tú quien me intenta hacer hablar, ¿qué sucede ahora?-.
En mi mente estaba sumido en mi siguiente paso, así que sólo sonreí, -disculpa por ser tan introvertida en nuestro hogar, pero como tal vez sepas partí como Caballero y me cuesta confiar en los nuevos integrantes y más si llegan tan cerca del Rey- me hablo luego de tomar otro trago del licor.
-¿Con hogar te refieres a la secta?- pregunte mientras pedía la botella para beber.
-Sí, es lo más cercano que tengo a un hogar, el lugar donde vivo diariamente sólo me recuerda al infierno de mi pasado, soledad es lo que me rodea, pero en la grupo está el Rey que es como un padre para mí- dijo en un principio triste y luego reconfortada de sus propias palabras.
No sabía que su vida era tan triste, de seguro eso la llevo a la secta y en su afán de ayudar a personas como ella se convirtió en un Caballero.
-Por cierto ¿encontraste eso que buscabas?- me pregunto.
Con una sonrisa, por la ironía, respondí, -sí, la encontré pero aún no la tengo en mis manos-.
Callamos por unos minutos y bebimos los últimos sorbos de la bebida, fue entonces que le ofrecí yo algo de beber, saque la pócima que me dio Anaís y se la di.
-¿Qué es?- me preguntó.
-Una infusión que siempre llevo conmigo, solo queda un sorbo pruébala- le dije. Estaba un poco borracha por lo que no dudo al momento de beberla.
Me devolvió el frasco vacio y me miro a los ojos por unos segundos, bajo la mirada y se sonrojo, tal parece que la pócima hacia efecto pero sería el efecto que yo quería u otro simple afrodisiaco. Levante su rostro con delicadeza tomándola de su mentón y me puse frente a frente. -¿Qué sucede?- le pregunte, ella al parecer luchaba consigo misma pero le sostuve el rostro y me acerque lentamente, pero ella fue quien en un último impulso me beso.
Pero no sentí nada especial, su beso no tenía el mismo calor que el de mis sueños, pensé que al ser un beso en el mundo de los sueños provoco una sensación especial, pero me di cuenta que algo andaba mal cuando dejamos de besarnos y la mire con confusión, acerque mis manos hasta su antifaz y se lo quite. Lo que vi no lo podía creer, sus pecas no existían, no había nada en su rostro.
Capítulo X: Milici
Una semana había pasado desde el viaje a la ciudad del sur, el Rey quedo conforme con nuestra misión y por tanto adquirí una mayor reputación frente a él. La Reina también estaba conforme y me premio con un guardia personal, un Caballero, este me serviría directamente a mí pasando por alto incluso las ordenes del Rey. Sólo unos pocos Obispos tenían este privilegio, entre ellos Karla, me dijo la Reina. Me pregunto porque nunca lo veo con ella.
Mi guardia personal, Anna. Sí, para mi sorpresa una mujer. Se veía completamente normal, era un poco más pequeña que yo y de figura estilizada, era de una belleza que no resaltaba mucho, con esto no digo que fuese fea, tenía el cabello largo y castaño, cara delgada con ojos cafés, tal vez lo que más resaltaba de ella era un lunar bajo la parte izquierda de su labio. Su actitud dejaba mucho que desear, era poco femenina y muy grosera, no se molestaba en actuar diferente frente a mí, lo que en parte llegue a apreciar de ella.
¿Y Karla?, se preguntaran, bueno hice esta pequeña introducción de un nuevo personaje de la historia porque tomara relevancia en la siguiente parte de la historia y no quería complicar las cosas explicando entre medio y confundiéndolos.
Después del beso, Karla comenzó a actuar muy cariñosa conmigo, incluso volvimos juntos a nuestra ciudad, ya no tenía miedo de mostrar su rostro frente a mí. Llegamos a nuestra ciudad aproximadamente a las 3:00 a.m. y ella me invito a pasar la noche
en su casa que se encontraba cerca. No me negué, pero no acepte dormir en la misma habitación que ella.
Esa noche no dormí, en mi mente le daba vueltas a lo que había hecho. No era ella a quien buscaba, pero ¿cómo podía ser?, ¿cómo podía existir alguien casi exactamente igual a la persona de mis sueños? Le había dado una pócima de amor a una persona a la cual no amaba, la había condenado de por vida a seguirme.
La noche siguiente fuimos juntos a la secta. Ella iba tomada de mi brazo todo el camino, le pedí que dentro de la secta no nos relacionáramos mucho, que al Rey no le gustaría nuestra nueva relación. Ella lo comprendió perfectamente y me dijo que no me preocupara, que dentro del grupo ella actuaría como siempre, tal parece que la pócima no hacía perder la cabeza del todo.
Se me presento mi escolta, ella debía obedecerme las 24 horas del día, claro no iba hacerme vigilar todo el día y tal parecía que ella tampoco estaba dispuesta a hacerlo.
Le di libre albedrio, que ella determinara hasta donde debía protegerme y/o seguirme. Ella quedo conforme con mi primera “orden”, lo único que le pedí fue que me contara un poco de cómo llego a ser un Caballero.
Me contó que ella había vivido mucho tiempo en un orfanato y que la Reina la sacó y llevo a su hogar, por eso se convirtió en un Caballero, para protegerla. Me conto que por petición de ella se
convirtió en mi escolta, también dijo que la Reina había tomado una particular simpatía hacia mí, por eso la eligió entre todos los Caballeros.
Le mostré las cosas que hacia dentro de la secta, ella se sorprendió al ver que todos los bajo mi mando actuaban de manera cordial conmigo. Le explique que tenía una relación de “amistad” con todos, así trabajarían menos presionados y mejor.
Fue en una reunión de Obispos a la que ella decidió acompañarme que notó que algo raro pasaba entre Karla y yo, Anna me dijo que no confiaba en ella, que por su cercanía con el Rey pasaba muchas cosas por alto al momento de hacer su trabajo. No entendía muy bien, su trabajo era el mismo que el mío ¿qué tantas cosas podría pasar por alto?
Luego me entere por la Reina que Karla había renunciado a su puesto de Obispo y vuelto a ser un Caballero, por lo que el Rey estaba un tanto arisco con todos los demás Obispos. Yo me quede sorprendido, ella no había mencionado nada, además le pedí que actuara con normalidad y esto rompía un poco con lo que me había dicho. Aunque la verdadera razón estaba por conocerla.
Capítulo XI: Duo
Detuve a Karla en uno de los pasillos, -¿qué hiciste?- le pregunte.
Ella dulcemente sonrió y dijo -seré un Caballero, tu Caballero, podremos estar siempre juntos y ni el Rey podrá oponerse-.
Me estaba inquietando un poco, parecía que cada vez perdía más el control de su mente y la obsesión por mi se acrecentaba. Fui a hablar con Anaís, le pregunte si existía una forma de contrarrestar la pócima, ella dijo que no lo sabía, pero que conocía pócimas de desamor. Tal vez funcionen pensé, volverla a la normalidad era mi prioridad ahora.
Hable con Anna y le dije que la delegaba del cargo de guardián, que volviera a proteger a la Reina. Ella se negó diciendo -no dejare que esa desequilibrada sea tu Caballero, además fue una orden de mi Reina que yo fuera tu escolta, para mí esa orden es absoluta-.
¿Qué podría hacer? ahora Anna no dejaría de ser mi guardia, me preocupaba como se lo tomaría Karla.
El Rey me llamo a la sala principal, y Anna me acompaño. Cuando llegue estaba Karla a su lado, -Karla me ha solicitado ser tu escolta, ¿cuál es la relación entre ambos?-.
Karla habló, -con todo el respeto que le tengo Rey, le digo que nuestra relación no le concierne, yo simplemente quiero volver a ser un caballero y el puesto de escolta me parece mejor que el de reclutador-.
Entonces Anna dio un paso al frente y dijo, -tendrá que ser el de otro Obispo, ya que yo soy su escolta-.
El Rey miraba en dirección a mí -veo que eres muy popular- dijo con una sonrisa burlona, -¿cuál es tu opinión de todo esto?- me pregunto.
Yo no sabía que decir, Karla parecía un poco inestable, sentí miedo de lo que sería capaz de hacer si no la elegía, -yo también quiero que Karla sea mi escolta- dije a lo que Anna se retiro de la habitación y nos dejo solo con el Rey.
-Voy a aceptar que seas su nuevo Caballero, solo por los años de buen servicio que has proporcionado al grupo, pero quiero que conserves como un segundo Caballero a Anna- dijo el Rey.
¿Tener dos guardianes?, a Karla no le hizo mucha gracia, pero no tenía más opción que aceptarlo. Y así me convertí en el primer Obispo con dos Caballeros a cargo.
Cuando salimos de la sala principal, Anna nos esperaba fuera con los brazos cruzados y una mueca de enojo, -¿supongo que sabes lo
que paso adentro?- le pregunte.
-Lo sé, y me alegra saber que el Rey no te dejara solo con esta desequilibrada- dijo Anna con mirada fría hacia Karla, esta sólo la ignoro, me tomaba del brazo y sonreía como una niña.
Les pedí a ambas que me dejaran solo, debía recolectar la información que sería entregada al Rey. Aunque era la verdad, esta era sólo una forma de separarme de ellas por un momento y pensar en lo que debía hacer. Antes que nada debía ver si Anaís había conseguido esas pócimas de desamor.
Al llegar a su cuarto, vi a Karla dentro que venía de salida, ella solo me sonrió y siguió su camino. Le pregunte a Anaís porque había venido, pero me dijo que no podía decirme, se lo exigí como su superior, pero aun así dijo que no podía decirme. Eso solo significaba una cosa, el Rey o la Reina fue quien se lo pidió. También la relevaron de mi cargo, ahora respondía a Camila, lo que me alegro en parte ya que confiaba en que ella no la maltrataría ni abusaría de ella. Pero así no podría darme las pociones de desamor que le había pedido.
Trate de conseguir información de mis otras Torres pero no compartían mucho con Anaís y menos su información.
No tenía muchas alternativas, no podía simplemente pedirle a Camila parte de la información que recolectaría de Anaís sin el permiso del Rey y si era él mismo quien había cambiado de puesto
a Anaís, claramente no me permitiría el acceso a esa información.
Pero ¿Por qué hacia todo esto el Rey?, ¿habrá sido Karla quien se lo sugirió?, bueno eso era casi obvio. Karla me tenia acorralado, estaba jugando su juego y no podía escapar, solo me quedaba esperar su siguiente paso y ver lo que podría hacer.
Claramente su mente se estaba perdiendo en la obsesión provocada por la pócima de amor, pero ¿hasta qué punto llegaría esa irracionalidad?, esperaba que no al punto de hacer daño a nadie.
Capítulo XII: Periculo
Mis días de tranquilidad habían desaparecido por completo, mis guardianes me los habían arrebatado. Y con esto comenzaron varias complicaciones en mi trabajo.
El verano se acercaba y las temperaturas aumentaban notablemente, las noches eran cálidas y me costaba conciliar el sueño cada noche, pero no siempre por causa del calor, si no por la preocupación que traían a mí mis guardianes.
Karla se sentía con la necesidad de vigilarme las 24 horas del día y por tanto, y sin mi autorización, se vino a vivir conmigo. A veces me reclamaba por mis actos en la ciudad del sur, me decía que fui yo quien la había besado y enamorado. Lo que era cierto, pero como lo decía era como si supiera que use una pócima de amor.
Pero eso no era todo, como Anna no confiaba en Karla y pensaba que ella era un peligro para mí, también se traslado a vivir conmigo. Mi casa no es muy grande pero tiene tres habitaciones y tuve que cederles una habitación a cada una, aunque Karla pretendía dormir conmigo en un principio. Pero claro la hice entrar en razón y aparte al otro cuarto.
A muchos les alegraría vivir con dos jóvenes mujeres, pero considerando que una pierde poco a poco la razón y la otra guarda un resentimiento hacia la primera, los días pasan muy ruidosos.
Pero todas estas cosas me distraían de lo realmente importante, debía averiguar más sobre mis sueños, descubrir si Karla es la persona de mis sueños y en un caso algo más aparte encontrar a Daniela y ver si ella me puede explicar algo más.
Pero ¿cómo encontrarla? No tengo ni un indicio de donde podría estar, podría ser otra niña cristal que se encontró con mi sueño, no lo sabía. Además todo esto me mantenía inseguro y distraído en mi trabajo, varias veces entregue información incompleta o confusa al Rey, no hacia mi trabajo de filtrar lo útil de lo inútil y solían reclamármelo. Fue en una de esas oportunidades que llego a mi información importante.
Había entregado un informe de una nueva droga que habían creado en conjunto un alquimista y un hechicero, era una especie de pócima que te mantenía consiente aún mientras dormías. Ciertamente no recordaba nada de eso lo debí haber obviado en mi estrés producido por mis guardianas, pero me recalcaron que el informe estaba incompleto y que no estaban los efectos contraproducentes, ni un estudio profundo y por tanto me lo regresaron y pidieron que completara el informe antes de entregarlo nuevamente. Para mí fue una luz al final del túnel, sí esta funcionaba como yo quería, podría tomar conciencia de mis sueños, participar de este como quisiera y buscar a Daniela.
Debía ocultar esta información de Karla, Anna no haría mayor caso a que revise esa información, pero conociendo a Karla, ella sospecharía algo y haría lo mismo que hizo con Anaís.
Cuando recibí el informe, solo dije que haría que las Torres la revisaran, le di a Karla la misión de vigilar lo que hacía Anna, claro que esto era para hacerla perder el tiempo, de antemano le pedí a Anna que ese día hiciese cosas sospechosas como hablar con Torres de otros Obispos y visitar a la Reina. Todo con tal que Karla piense en una conspiración y como fue una orden mía su interés sería más grande.
Entonces visite a las Torres que produjeron tal pócima, el alquimista era Pablo, un hombre de unos 25 años, y la hechicera era Gabriela al parecer de la misma edad. Ellos me explicaron que la pócima en teoría podría ser usada para lo que pretendía, pero con lo poco que la habían probado ellos los efectos negativos eran muchos. Me explicaron que la carga mental de estar realmente consiente por un tiempo mayor a unos minutos producía disociación de la realidad al momento de retomar el estado normal por un periodo de tiempo indeterminado, en palabras simples, alucinaría, sin contar el hecho de los dolores físicos como cefaleas que producen en una primera instancia el solo beberla. Pero si ese era el riesgo, estaba dispuesto a tomarlo.
Fui a mi hogar y prepare todo para el experimento, intentaría tomar consciencia en mis sueños y esclarecer todo sobre Karla.
Capítulo XIII: Conscius
El dolor era insoportable, sentía que mi cabeza iba a estallar, sentía mis articulaciones rígidas y hormigueo en mis piernas. Ahora era el momento, después de tomar la pócima debía tomar un fuerte somnífero, este se suponía tendría el efecto normal de hacerme dormir y por la pócima podría tomar consciencia de mi sueño. Al menos en teoría esto debería funcionar.
Tenía la pastilla en la mano cuando caí inconsciente. El dolor de cabeza no desaparecía, al contrario, se acrecentaba. Pero entonces entre en un estado muy extraño, sentía el dolor pero no físicamente, explicarlo sería muy difícil, pero sentía como si existiera una cubierta entre el dolor y yo. Veía todo negro y sentía un zumbido en mis oídos, pero gradualmente fui recuperando los sentidos. Hasta que logre verlo claramente, mi subconsciente.
“Me hallaba en el mismo bosque de mi anterior sueño donde las conocí a todas, pero esta vez frente a mi no había nadie. Me dispuse a explorar el lugar, avance por el bosque, era espeso, solo arboles a mi alrededor que tapaban casi en su totalidad la luz del sol, y entre tantos arboles, no me di cuenta cuando llegue a una playa y cayó la noche. Este cambio tan abrupto me convenció de que lo que exploraba era mi propio subconsciente.
Camine por la playa, la oscuridad era casi absoluta, solo estaba la luna y las estrellas para iluminar mi camino. La orilla parecía eterna, camine por mucho tiempo o eso creía al menos. Después de unos minutos vi a alguien más adelante, era una figura esbelta
con un vestido blanco, corrí suponiendo que era Daniela. Pero cuando llegue al lugar donde suponía estaba ella, me vi de nuevo en otro lugar, ahora estaba en el cementerio donde me besé con la joven pelirroja.
Busque el mausoleo por instinto y cuando lo encontré lo mire detenidamente, había una lista de las personas que ahí yacían, la ultima en la lista era una mujer, Alicia era su nombre. Su fecha de muerte era de hace 21 años, casi mi misma edad.
Fue entonces que escuche una voz femenina, -bienvenido- me dijo era Daniela que me miraba con una sonrisa.
Yo la mire y en un segundo recordé todo lo que había vivido con ella en el mundo de los sueños. Nos conocimos hace más de un año en mis sueños, Henrietta nos presento, vino un día con ella y nos hicimos rápidamente amigos. Desde entonces ella y Henrietta visitan mi sueño.
-Daniela- le dije, -no sé cómo pude olvidar todo lo que hemos pasado, lo siento-.
-No te preocupes- me dijo ella -pero, ¿qué pasa?, ¿por qué estás aquí? Henrietta dijo que no volverías después de que recordaste el último sueño-.
Yo me sentía confundido, ¿por qué ella diría eso?, ¿es que acaso hizo algo para interferir en mis sueños?, bueno eso ahora no importaba, solo quería saber más cosas sobre mis sueños.
-Podrías decirme, ¿qué es todo esto?- le dije.
Aparecimos nuevamente en el bosque y ella se sentó en un tronco y me invito a sentar en la roca donde me encontraba el último sueño, -el plano de los sueños esta directamente ligado al de los muertos- comenzó a hablar, -más bien algo como lo que llaman “purgatorio” o “limbo” en algunas religiones. En ese plano están los muertos recientes, y entre estos dos planos se encuentran las personas que se debaten entre la vida y la muerte, y los que fueron concebidos muertos. Estas personas son implacablemente seguidas por entidades que buscan llevarlos al plano de los muertos. Ya que este es solo un estado transitorio, la verdadera muerte es lo que les espera, ya los conoces, son esos hombres vestidos de traje-.
Sentí miedo, ¿a quién de nosotros perseguían esos hombres? Así que le pregunte a Daniela que era ella.
Ella me miro fijamente un segundo, -¿yo?- dijo, -yo soy alguien que se debate entre la vida y la muerte, es como imaginas, estoy en un profundo coma, por eso los hombres de traje me persiguen. Aunque ellos solo tienen la intención de llevarse a los que están muertos, a veces toman a la gente en sus sueños, por eso las muertes súbitas-.
Todo esto era muy informativo, pero solo había una cosa más que quería saber. -Entonces, ¿qué es Karla? ella está viva y sana, ¿cómo puede controlar sus sueños y cambiar su apariencia?-.
Daniela me miro confundida, -¿Karla?, no hay alguien que pueda hacer lo que describes- dijo, -como sabes Henrietta tiene la capacidad de entrar en los demás sueños, pero su apariencia no puede cambiar y menos tener control sobre el sueño ajeno-.”
Entonces, ¿quién es Karla?, pensé. Fue en ese momento que un fuerte dolor vino a mí, la barrera desaparecía, mi vista se nublaba, sentí como si mi cabeza se partiera en dos, veía a Daniela preocupada intentando reanimarme, pero ya era tarde, estaba despertando.
Capítulo XIV: Hallucinatio
Mis sentidos habían desaparecido, mi mente estaba en blanco. Después de no mucho tiempo comencé a recuperarlos, sentía el sollozo de alguien a mi lado, pero no podía ver nada aún, luego sentí el calor del sol, y una dulce fragancia a jazmín. Cuando recupere la vista, estaba apoyada en mi regazo, aún llorando, Karla. Estaba en mi cuarto, lo reconocí de inmediato, era el por qué del aroma a jazmín, fuera de mi ventana había una enredadera de aquella flor.
Al notar que desperté, Karla se abalanzo sobre mi y lloro con más fuerza, -pensé que ibas a morir- decía entre lágrimas-.
Frote su cabeza con mi mano, sentía todo mi cuerpo pesado, como si hubiera despertado forzosamente, -¿cuánto dormí?- pregunte.
-No es tanto lo que dormiste- escuche otra voz que decía, era Anna sin duda, -más bien cómo, tus signos vitales era lo que nos preocupaba, eran bajos rozando el coma, te encontramos en el piso hace unas tres horas sino despertabas pronto te llevaríamos al hospital-.
Algo no estaba bien, nunca tome el somnífero, ¿porque tuvo el efecto que en teoría tendría si no lo tome? Esa pregunta rondo mi cabeza toda la tarde, el insostenible dolor de cabeza había desaparecido, y debía cumplir con mis obligaciones en la secta. También debía averiguar por qué ese efecto, muchas cosas
rondaban por mi mente, pero pronto las olvide y pase a un estado de sosiego y tranquilidad. Aunque quería esas respuestas pronto no les di importancia y las olvide.
Sin darme cuenta llego el final de la jornada, y me vi en mi cama a punto de dormir no recordaba nada, solo tenía unos leves recuerdos, creo que Karla me guiaba y nos besábamos, pero no lo veía claramente. Luego de eso creí dormir.
Pero otra vez pasó lo mismo, sentí esa cubierta y el dolor fuera de ella. Ahora me encontraba en la ciudad del sur, no había nadie en las calles, instintivamente me dirigí al lugar de la secta, ahí me esperaba Henrietta, en el lugar físico donde la vi por primera vez.
Estaba feliz, de seguro ella podría explicarme algo más ahora que estamos en el mundo de los sueños. Me acerque y ella prontamente me notó, -no deberías estar aquí- me dijo, -Daniela me conto que habías vuelto a tener conciencia de tus sueños, eso no debe ser-.
-¿Por qué?- le pregunte, -solo quiero saber de qué se trata todo esto, ¿por qué estoy en el centro de todo?-.
-Tú no estás en el centro de todo, tú eres el centro de todo. Tú comenzaste todo esto, en tu afán de encontrar a esa mujer- me dijo Henrietta a modo de reprenda.
¿Yo comencé todo esto?, a que se refería, -pero ya encontré a Karla esto se debería haber acabado, ella no está en coma y tampoco muerta, ¿cómo puede ser que este en este plano?- le dije confundido.
-¿Karla?, ¿de quién hablas?- se detuvo por un momento a hacer memoria -¿te refieres a esa joven?, te equivocas ella no es a quien buscas, a quien buscas no existe en tu plano-.
Que no existe en mi plano, pero ¿cómo puede ser que haya alguien tan parecido?, y sí no es ella entonces ¿a quién busco? Esas respuestas no las obtendría de Henrietta, porque ya ocurría otra vez, la sensación de que volvía el dolor insostenible, la pérdida de la visión, pero antes de eso Henrietta susurro, -busca el nombre de…- eso fue todo lo que alcance a escuchar.
Al despertar el dolor había desaparecido y me encontraba nuevamente en blanco, recuperando los sentidos de uno en uno. Pero ya no sentía los sollozos de nadie, ni el dulce aroma a jazmín, pero si sentía a alguien a mi lado y como era de esperar era Karla, estaba sentada a mi lado y sostenía mi mano.
Me levante con dificultad, al verme a su lado sonrió -buenos días. Por fin despertaste, ya me encargue de los que te dieron esa droga-. Algo no estaba bien, a que se refería con eso, mire a todos lados, no me encontraba en mi casa. Todo era blanco, era claro que era un hospital, -¿qué hago aquí?- pregunte.
-Te encontramos desmayado en tu habitación llevas dos días dormido- termino por confirmarme Karla.
¿Dos días?, entonces eso significa que todo fue un sueño. No, no fue un sueño, fue una alucinación.
Capítulo XV: Temperandis
¿Qué había sido todo eso?, ¿cuál fue el efecto real de la droga que tome? Esas dudas ocupaban mi cabeza, de ahora en adelante no podría confiar en nada de lo que me ocurriera.
El hospital me dio de alta el mismo día que desperté, dijeron que fue una sobredosis de tranquilizantes de origen natural, ósea creyeron que tome varias infusiones de alguna planta, lo que no estaba muy lejos de la realidad. Y como no fue alguna mezcla de drogas duras no le dieron mayor importancia.
Cuando salí, estaba esperándome fuera Anna. Me extraño que no estuviera Karla.
-¿Qué fue lo que hiciste?, ¿tanta es tu desesperación por encontrar respuestas?-. Luego de eso no dijo más durante todo el trayecto hasta mi casa.
En mi casa me esperaba Karla, preparaba comida, tímidamente me acerque a ella, -¿qué quisiste decir con que te encargaste de los que me dieron esa droga?-.
Ella rió levemente -¿eso?, esas Torres trabajaban bajo mi cuidado antes y la producción de esa droga había sido cancelada, aprovecharon que me retire para intentar producirla de nuevo, y en
tu letargo no pudiste notar que esa droga no era productiva para nada, ahora están bajo el juicio del Rey-.
Me preocupaba lo que les podría pasar, había escuchado de Camila que los traidores de la secta y los mal enjuiciados por el Rey, terminaban en la cárcel inculpados por algún crimen que no cometieron. Varios de los que se habían retirado de la secta aún mantenían una fraterna unión con esta y realizaban favores al Rey.
Cuando se acerco la noche, el sueño me consumía. No quería dormir sentía que aún podría tener efectos la droga, permanecí recostado sobre mi cama intentando no dormir hasta que amaneció. El temor de soñar otra mentira me mantuvo despierto.
Eran aproximadamente las 7 de la mañana y Karla entró a mi cuarto con una bandeja con el desayuno, uno muy nutritivo con pan blanco, queso, mermelada y café. Me dispuse a comer, fue entonces que note algo extraño, el queso no era salado y la mermelada no era dulce, ni el café tenía su característica amargura. Estaba por hablarle a Karla, pero noté algo que me llamo la atención, ella no era Karla, ella tenía pecas, ella era la chica de mis sueños.
La lengua se me pego al paladar, no podía emitir sonido alguno, estaba pasmado, no sabía qué hacer. Fue entonces que ella rió y dijo, -supongo que ya lo notaste, yo no soy a quien tú conoces-.
Pero cuando intente tocarla mi mano no toco nada. Luego de eso entró Anna trayéndome el desayuno, -¿Había venido Karla antes?le pregunte.
A lo que me respondió, -Karla salió temprano y aún no vuelve-.
Claramente eso lo había alucinado, pero había sido diferente a mi anterior alucinación, ¿por qué? Todo estaba pasando muy rápido y me confundía.
A la hora del almuerzo volvió Karla, le pregunte donde había estado, pero no me respondió. Supuse que venía del juicio del Rey. Nunca más supe de esas Torres. Pero aún tenía un poco de la droga, y aunque temeroso, pretendía usarla una vez más para comprender el verdadero efecto de esta.
Esa noche no fui a la secta, me quede en casa por recomendación del Rey que mandó el mensaje con Karla. Estaba tranquilo recostado en mi cama cuando, sin darme cuenta, las luces se apagaron. Me levante fue entonces que note unas velas que se prendían y mostraban una silueta encapuchada, no podía equivocarme, era Henrietta.
-Hola, ¿cómo estás?- dijo mientras sonreía.
Yo estaba confundido, ¿qué era esto, un sueño o una alucinación?, por ahora me dejaría llevar por lo que me tuviera que decir ella y
luego analizaría la veracidad de lo que se presentaba ante mis ojos, -Henrietta- le dije -¿qué pasa?, ¿cuál es el motivo de tu visita?-.
-Vine a darte información- me dijo, -si es una buena o mala información tú lo decidirás-.
Entusiasmado me acerque a ella, -¿tiene que ver con la joven de mis sueños?- pregunte.
-Sí- respondió -esa droga, tiene un “conjuro” sobre ella, quienes la recrearon obviaron eso, es por tal motivo que no funciona bien. Puede llevarte a tus sueños, darte control y encontrarte con quien quieras. Pero debes recitar el nombre de la persona en cuestión al beberla-.
-Pero yo no sé su nombre- le dije casi decepcionado por la información.
-Te lo dije, busca el nombre de lo verdadero- entonces abrí los ojos y me encontré con el techo de mi habitación. Había terminado la frase esta vez, pero aún así no lo comprendí, “el nombre de lo verdadero” a que se refiere con eso. Supongo que quiso decir “busca su nombre verdadero”. Aún no entendía muchas cosas pero creo que descubriendo su nombre tendré respuestas.
Capítulo XVI: Verus
Habían pasado tres días desde lo que creo fue mi encuentro con Henrietta en el plano astral, aún no descubría cual era el nombre de la joven de mis sueños. Ya asistía a la secta, el Rey me recibió en persona invitándome a una cena. En esta participábamos el Rey, la Reina y yo, no estaban los demás Obispos. Y luego entendí el por qué, en esta ocasión pude ver los rostros de ambos.
El rostro de la Reina era difícil de describir, aparentaba 40 años, pero daba la impresión de que había vivido muchos años más, sabiduría era lo que representaba ese rostro. Y el Rey presentaba un rostro de un poco más edad, pero con una vitalidad que te hacía poner en duda la edad real.
Durante la cena la Reina me pregunto si ya había encontrado en todo este tiempo a quien buscaba, a lo que respondí que estaba cerca de hacerlo. No estaba mintiendo, sólo debía descubrir su nombre.
Luego el Rey habló, -tú sabes que esta secta fue fundada por mi amigo, mi mujer y yo. Sólo buscábamos el conocimiento antiguo y difundirlo a un grupo selecto. Pero ya no soy lo que era, ya no siento el vigor de la búsqueda- se detuvo un momento, -¿sabes?, tú no eres el típico hombre que entra al grupo, tienes un objetivo claro, no entraste por los beneficios que se le dan a algunos, incluso no entraste para tener poder dentro del grupo. Simplemente querías encontrar lo que buscabas-.
Luego de eso se detuvo. Por mucho tiempo solo comimos, yo admiraba la belleza de la Reina, había imaginado su rostro muchas veces, pero el verlo fue muy diferente, era de tez blanca y ojos profundos de color casi amarillos, no había lunares o imperfecciones de ningún tipo en su rostro. El Rey tenía un rostro cubierto por una espesa barba, en la cual asomaban algunas canas con una piel un poco más oscura que la de la Reina.
Luego por segunda vez el Rey comenzó a hablar -¿crees en las señales?, yo sí, las cosas no pasan solo porque sí, digamos que ese Ser supremo al que muchos llamamos Dios, es el arquitecto del mundo, y como todo arquitecto traza las líneas de la perfección. Y como toda cosa perfecta se planea con antelación, dando muestras de lo que será. Con esto no digo que el futuro este escrito, sólo expreso mi opinión sobre lo que creo, y creo fervientemente que las cosas pasan por algo y el mundo nos da señales de lo que será en el futuro para que nosotros decidamos como convertirlo en la realidad-.
Entonces se detuvo y me miro por largo tiempo, yo estaba en un estado de atención máxima. Cada palabra que el pronunciaba la atesoraba como la verdad absoluta del mundo, la sabiduría de sus palabras me engatusaban. Pero a la prontitud que él se detuvo mi admiración desapareció.
De nuevo, en mi estado normal, le hice una pregunta, -siempre me he preguntado algo y ahora creo que es el momento más adecuado, cuándo estaba en la prueba de ingreso, y usted me
pidió que eligiera entre una pregunta y otra partida de ajedrez, yo elegí la pregunta, y entonces me aceptó sin hacer tal pregunta, ¿por qué no existió aquella pregunta?-.
El Rey rió, -sabía que esa seria tu pregunta. Bueno la respuesta es en parte sencilla y a la vez muy compleja, desde un principio supe que me dejaste ganar la partida de ajedrez y por tanto con eso te habías ganado el derecho de entrar, pero quería saber un poco de el por qué me dejaste ganar, así que te dije que pasarías después de responder una pregunta u otro juego. Al elegir la pregunta me mostraste que no querías entrar para alcanzar los “beneficios” del grupo. Y por eso te coloque en una posición tan alta, porque no la anhelabas. Además algo me llamo la atención enormemente en ti-.
A mi parecer era bastante compleja su explicación, pero no carecía de sentido desde su punto de vista. Entonces el Rey hablo nuevamente -y luego, al averiguar tu nombre, la señal se hizo más clara, tú eres quien seguirá con el grupo, tú serás el nuevo… -.
Lo detuve en ese momento, -¿qué quiere decir con luego de averiguar mi nombre?-.
-Bueno el significado de tu nombre, esa fue la señal, el salvador, eso era lo que esperábamos- me explico el Rey. Fue entonces que lo comprendí, “busca el nombre de lo verdadero”.
Sin prestarle mayor atención a lo que quería decir el Rey me levante y salí corriendo. No estoy completamente seguro, pero el Rey no intento detenerme y echo a reír con gusto.
Llegue a mi casa, por suerte no estaban Karla ni Anna, y busque entre unos libros de significados de nombres, y el nombre de lo verdadero, lo real o lo sincero, era uno que había visto antes en alguna parte antes. Las señales si existen pensé.
Capítulo XVII: Realitatem
Me dispuse a tomar la pócima, levante la botella, bebí su contenido y recite su nombre, “Alicia”. El nombre que se encontraba en el mausoleo de la familia Galez, el lugar donde tuvimos nuestro primer beso, ¿sería ese el lugar donde nos veríamos por última vez?
El sueño me invadía, los parpados se me hacían pesados y perdía los sentidos. Pero era una sensación un tanto diferente, luego de perder los sentidos, sentía que los recuperaba pero más agudos, como si se potenciaran, sin esa “capa” que la cubría en ocasiones anteriores.
“Me encontraba en un gran salón de fiestas, habían muchas personas, vestían ropas de colores opacos, nunca sabré quienes eran, no reconocía a nadie, aún con mis sentidos más agudos, las personas parecían no tener rostro. Entonces la noté, vestía un largo vestido rojo como su cabello y se acercaba a mí. Era ella, a quien en un principio confundí con Karla, pero sus pecas la delataban, ella era Alicia.
-Me alegra que al fin podamos hablar de frente- me dijo.
La lengua se me pego al paladar, esa sensación se estaba haciendo recurrente frente a ella, cuando por fin logre hablar solamente salió una frase de mi boca, -¿por qué?-.
Ella rió, -¿por qué?, preguntas. Bueno no sabría responder claramente, ni siquiera recuerdo con certeza que me llevo hasta ti, pero tú eras especial, tu sueño era un imán para los “seres” como yo, almas proscritas del mundo real que se aferran a cualquier cosa que nos devuelva un poco de humanidad-.
Su rostro cambio por un segundo a una expresión de odio, yo me asuste, era como si el resentimiento mismo tuviera un rostro. Después su rostro volvió a ser el mismo, la misma chica risueña, pero ahora sentía que esa era una careta regular en ella.
-Como lo dije antes tu sueño era especial, era puro, vi como aceptaste a Daniela, un alma que se debatía entre la vida y la muerte. Entonces me dije, ¿por qué no intentarlo? Me acerque en varias ocasiones a ti, pero algo hacia que me olvidaras luego de despedirnos, era casi como si mi alma no pudiera alcanzarte. Entonces Daniela comenzó a sospechar de mi, aquella niña de pelo rizado le dijo que los seres como yo hacíamos daño a los dueños del sueño, y que como forma de defensa ellos no podían mantenernos en sus memorias- nuevamente su rostro cambio de expresión esta vez a la confusión total, -pero ¿qué culpa tenemos de no nacer con el don de Dios y estar condenados a vagar por este mundo de inseguridades? Solo queremos sentirnos vivos-.
No sabía cómo pensar ni reaccionar, es cierto, no entendía claramente la conexión entre el mundo de los sueños y esto que algunos llaman limbo, pero no podía evitar sentir un poco de lastima por ella. Iba a hablar pero ella comenzó una vez más.
-Antes de que vinieras, hable con la niña de pelo rizado, por lo que dijo te he causado grandes problemas en tu vida diaria. Créeme cuando te digo que esa nunca fue mi intención, tal parece que ese beso que te di creó una conexión entre nosotros e hizo que mantuvieras al menos esos últimos recuerdos- me decía transformando una vez más su rostro, ahora a uno sonrojado, -te diré que la primera vez que nos encontramos te traje aquí. No sé si podría decirse así, pero mi más grande deseo es bailar, en un gran salón y que todos me vean. No sé que pasara después de cumplido mi deseo, no conozco otro ser como yo, solo sé que mi alma envejece, no sé si estaré en este plano eternamente, pero si pudieses hacer algo por mí, ¿podrías concederme esta pieza?-.
Al decirme eso una música comenzó a sonar suavemente y progresivamente fue aumentando, era un vals. Ella extendió su mano y sin dudarlo la acepte. Caminamos hasta el centro del salón y danzamos al son de la música. Podía sentir como todas las miradas se centraban en nosotros, todas se sentían como miradas de admiración, parecía que el tiempo fluía muy lento, parecieron horas las que bailamos, y cuando nos detuvimos se escucharon aplausos. Mire a los ojos a Alicia y ella me sonrió, nos abrazamos y disfrutamos de la calidez de nuestros cuerpos, -adiós- fueron sus últimas palabras.”
Entonces desperté, con la sensación y la calidez del abrazo aún en mi cuerpo.
Desde ese momento no tuve otro sueño con aquella joven de cabello rojizo y hermosas pecas en su rostro, nunca sabré si desapareció o simplemente decidió mantenerse alejada de mí para no provocarme algún mal. Pero tampoco tengo la intención de buscarla, no porque no quisiera encontrarme con ella una vez, simplemente acepte ese acto como una última despedida. De lo único que estoy seguro es que nunca la olvidare.
Epílogo
Dos semanas han pasado desde mi último encuentro con Alicia y se cumple un año exacto del sueño que cambio mi todo.
Mi vida ha cambiado bastante desde aquel último encuentro, como supondrán, lo que me quería decir el Rey es que confiaría el mandato del grupo a mí. Él se sentía muy cansado para continuar manejando un grupo tan grande, aunque su decisión creó detractores, como la mayor parte de las otros Obispos. Pero gran parte de los Caballeros y las Torres me apoyaban, los peones no tenían mucha voz en esto solo se dedicaban a seguir a sus más cercanos.
Hice una reunión con todos los Obispos y fui tajante, les di dos opciones o se acoplaban al nuevo orden, o podían retirarse del grupo sin repercusiones, pero si elegían la segunda y decidían contar a alguien externo del grupo, nos enteraríamos y cazaríamos como a venados y haríamos su vida imposible. Solo unos pocos decidieron salir del grupo después de mi proclama, pero estaba confiado de que no intentarían hacer nada en mi contra.
Karla asumió como la nueva Reina, y Anna como Caballero principal de ambos, Leonardo y Camila se convirtieron en mis Obispos de confianza, aunque ofrecí uno de esos puestos a Anaís lo rechazo y me dijo que prefería seguir siendo una Torre. Además como última medida intente trasladar a Henrietta a la sede central del grupo pero esta se negó también. Con las cosas casi como quería que fueran, asumí el puesto de Rey.
Al enterarme del apellido de Karla, que como supondrán es Galez, le pregunte si tenía alguna hermana, muy sorprendida me conto que el embarazo de su madre era de gemelos, pero que por complicaciones, el otro bebe y su madre habían muerto. Luego de eso me conto que su padre siempre la culpo de tal acontecimiento, así que apenas pudo abandonó el lugar donde vivía.
Ahora entendía un poco mejor a Alicia. Pero aun faltaba algo, y usaría todas mis conexiones como el nuevo Rey para encontrar a Daniela y traerla de vuelta a este plano, no dejaría que aquellos hombres de traje, se la llevasen. Toda la información que pedía a mis Obispos de confianza trataban de cómo despertar de un coma, y las Torres debían ordenar a los peones para conseguir la información de donde se encontraba Daniela. Esa sería mi misión de ahora en adelante.
Libro II: Coma
Prologo
El coma es un estado severo de pérdida de conciencia, resultado de variadas anomalías físicas, metabólicas o sistémicas.
El coma en palabras simples (y un tanto burdas), puede ser definido como un sueño profundo donde el afectado tiene un fuerte trastorno de las funciones cerebrales con peligro de muerte. Cabe decir que sin los cuidados adecuados, el paciente está destinado a una muerte rápida.
Las cosas que pasa la persona en estado de coma son desconocidas, hay quienes dicen que están en total conciencia, otros aseguran tener métodos para comunicarse con pacientes comatosos. Pero a ciencia cierta nada puede ser comprobado.
La causa más común de un coma, es el coma metabólico o por intoxicación, pocas veces separado o diferenciado. El coma metabólico puede hacer alusión al coma por alguna enfermedad como diabetes, o a la intoxicación por drogas o alcohol.
En la mayoría de estos casos al eliminar la causa física del coma, el sujeto logra despertar, en caso de que no sea así, el coma pasa a ser psicogénico. Lo que significa que las causas “normales” han sido descartadas, pero el coma persiste por razones desconocidas.
Desde que los pacientes en coma son estudiados, muchas teorías han sido planteadas, pero siempre con la misma dificultad de ser comprobada, o con tantos adeptos como detractores.
El coma sencillamente es una incógnita para la ciencia, y lo más probable es que siga así por mucho tiempo más para gran parte de la humanidad, pero no será así para mí. Yo descubriré y resolveré esa incógnita incluso si la ciencia está en mi contra. Si la respuesta está en pactar con algún demonio mi alma, que así sea, pero esta es una odisea que no puedo fallar.
Capítulo I: Scopo
Como el nuevo Rey de la secta estoy encargado del orden y clasificación de la nueva información, así como su importancia y uso futuro, y Karla como nueva Reina tiene la tarea de llevar a cabo mis instrucciones. Nuestras nuevas posiciones nos otorgaban los mayores privilegios, pero aun así era poco lo que aprovechábamos (yo al menos), mis privilegios fueron usados para crear un escuadrón especializado en una investigación en particular.
Mi “escuadrón” estaba enfocado totalmente a la búsqueda de información sobre los estados de coma, desde leyendas de personas que dormían por meses, hasta los más recientes comas. Pretendía que de este escuadrón formara parte Henrietta, una Torre que es una niña cristal que conocí hace unos meses, cuando era un Obispo. Ella tenía un gran conocimiento del plano astral, conocimiento importante al momento de tratar con los estados de coma al parecer.
Todo esto tiene un objetivo, un objetivo que considere mucho antes de convertirme en Rey, y este es encontrar a Daniela, una joven que hace tiempo apareció en mis sueños, junto con Henrietta y Alicia. Por lo que pude averiguar, Daniela se encontraba entre el plano astral y algo semejante al purgatorio o limbo. Ella, como podrán adivinar, se encontraba en un coma, las razones de este las desconozco, al igual que en donde se encuentra. Pero para eso he creado este nuevo grupo enfocado solamente a esta área.
Para esta área elegí a las pocas personas en las que confiaba de la secta; a dos Obispos, Leonardo y Camila, quienes fueron una gran ayuda para mí al entrar; las Torres que elegí fueron Anaís y José, la primera estuvo a mi cargo cuando fui Obispo y el segundo es un recién ingresado de unos 30 años recomendado por Karla, yo también note que tenía la actitud correcta para la secta; los demás no están directamente ligados a esta obra así que no me preocupe de los peones; y el Caballero a cargo de la seguridad del grupo es Anna quien era mi guardián, solo en ella podía confiar para proteger este grupo tan importante.
La organización de este grupo era similar a la de cualquier otro, las Torres usaran peones para los trabajos de investigación “superficial”, luego se profundizara en los datos y los Obispos se encargaran de filtrar lo útil y me lo entregaran en informes. En caso de que la información sea importante, a mi parecer, nos enfocaremos todos a poner en práctica dicha información y ver la efectividad. Cuando ya sea demostrada su efectividad en un “sujeto de prueba”, que ya tengo determinado, la pondré en práctica con Daniela.
Mientras tanto pondré en práctica la otra parte de mi plan, que consiste en encontrar a Daniela, para esta tarea había pensado en poner a los peones a trabajar, ya que son más numerosos, pero luego de meditarlo, puse a cargo al mismo Caballero que vigila la seguridad del primer grupo, Anna. Ella eligió un grupo de Caballeros que tendrán la tarea de buscar entre las personas en coma alguien con la descripción de Daniela, siendo este el mayor
problema, ya que no se puede obtener información de estas personas al menos que sea un pariente directo.
He averiguado directamente en los hospitales que mantienen personas en estado de coma, y en todos me dijeron lo mismo, que solo me podrían dar información estadística y en ni un caso el nombre o información personal de los pacientes o sus familiares.
Por suerte o azares del destino, Karla tiene un familiar en un coma psicogénico, y con él será la prueba que hare. Ella no sabe que este grupo está destinado a la reanimación de Daniela, si lo supiera haría todo por sabotear la obra que llevamos a cabo con el grupo. Es por eso que deje directa y únicamente a Anna como dirigente del grupo de búsqueda, ya que Karla y Anna no se llevan bien y no tendrán conversaciones concernientes a la investigación, aunque de todas formas le dije que no hablase del tema con Karla por ningún motivo.
Listos todos los actores, la obra debe comenzar. Así se forjo el primer paso hacia mi más anhelado deseo y mi más grande odisea. El destino no jugaría conmigo nuevamente, esta empresa terminara de la mejor manera sin lugar a dudas y pondré todo mi empeño para que sea así.
Capítulo II: Rex
El Rey en persona fue quien me proclamo su sucesor, convoco a los personajes más importantes y los obligo a jurar lealtad mientras no cambiara las normas básicas del grupo. La Reina proclamo como su sucesora a Karla, cosa que me sorprendió un poco, ya que esperaba que nombrara para el cargo a Anna, quien era su persona más cercana y leal del grupo. Y con esto el Rey dejo todo a mi cargo y me entrego su careta, que para él, simbolizaba el cargo de Rey, la careta era la clásica mascara de tragedia, y para la Reina la de comedia.
Al final de su última proclama el Rey me dijo, -ojala que encuentres lo que buscas, y no des mal uso de tus nuevos privilegios, porque el poder corrompe, y donde te encuentras ahora, tendrás mucho poder- sus palabras eran sabias, pero sé que nada me desviara de mi camino.
El nuevo grupo estaba hecho, pero como Rey tengo otras muchas responsabilidades, y debía cumplirlas. Los primeros días fueron los más estresantes, varios Obispos no estaban muy felices con mi nuevo cargo, así que tenía que saber actuar frente a ellos para no mostrar debilidad alguna. Eran doce Obispos y solo confiaba ciegamente en dos, y sospechaba que tres de ellos harían algo contra mí, los demás no se atreverían o simplemente no les “afectaba” tanto el cambio de Rey mientras no perdieran sus privilegios.
Los tres Obispos que me hacen dudar de su lealtad son Gonzalo, Ignacio y Ricardo. Ellos fueron Obispos conmigo y normalmente teníamos discusiones sobre la información que le entregaba al Rey, también me daban información falsa o errónea para que me ganara la duda del Rey. Ellos son propensos a realizar algún movimiento contra mí, pero mientras tenga el apoyo de los demás Obispos no se arriesgarían a hacer algo en mi contra, lo primero sería hacer que me equivoque en mis gestiones, o eso es lo que supongo al menos, ya que sus primeros informes eran sobre información, que el Rey me dijo, ya había sido desechada. No entendí muy bien cuál era su objetivo con esto, pero sabía que había un motivo oculto.
Fuera de eso mis funciones como Rey transcurrían con normalidad, modifique algunas reglas que había impuesto el Rey anterior y elimine otras. Los privilegios permanecieron, casi en su totalidad, solo la compañía no era más una obligación. Mantuve la regla que obligaba a usar caretas, solo que ahora los únicos que obviaban esta regla eran los peones. E incluí una regla de los estatus, por ejemplo no podría haber más de doce Obispos, diez Caballeros y veinticuatro Torres. Los peones no tendrían límites y estos podrían subir de rango, así llegar a ser Torres, luego Caballeros y luego Obispos, a través de un sistema de “puntos” que introduje. Este sistema será vigilado directamente por mí y todos podrán participar, no solo los peones.
Además de las responsabilidades, el Rey me dio “contactos”. Antiguos participantes de la secta, los cuales aún estaban relacionados con esta y otorgaban ciertos beneficios a la misma. Doctores, ingenieros, políticos y lo más importante jueces. Estos últimos eran los que hacían trabajos “sucios” para la secta. Desde
desviación de fondos, hasta condenas por años por crímenes inexistentes.
El contacto que más cercano era a la secta, era Gabriel, un juez que había sido anteriormente Obispo. Él había encarcelado a varios traidores del grupo y estaba dispuesto a seguir haciéndolo ahora por orden mía. El Rey anterior me había recomendado visitar a todos los contactos al menos una vez para familiarizarme con ellos y mantener un vinculo con todos. Obviamente hice caso y visite a todos los contactos excepto por un doctor, Marcos. Él es un psiquiatra que también ha hecho trabajos sucios por la secta, el ha certificado la incapacidad mental y delirios de algunos traidores. Con él, fue el único que no tuve un contacto directo en los primeros días.
Capítulo III: Iunctio
Entre las nombradas conexiones, la que mayor impresión me causo fue Gabriel. Él es un hombre de casi 50 años, con un estatus social y económico muy alto, y con una forma de pensar que me sorprendió. Participó hace cinco años en la secta, donde conoció a la que ahora es su esposa, pidieron el permiso del Rey para retirarse a cambio de realizar los trabajos sucios para él. La mujer de Gabriel es Catalina, como dije también participo de la secta, pero como Torre.
Cuando fui a visitarlos me recibieron de la manera más cordial, de antemano sabían a lo que venía, solo a comprobar sí ellos acudirían en mi ayuda al necesitarlos. Gabriel simplemente me invito a pasar y me dirigió a la sala principal, donde se encontraba, en una pequeña mesa, un tablero de ajedrez y un vaso de whisky.
Esto me traía recuerdos de mi primer encuentro con el Rey. Era claro que me iba a probar, pero ahora no tenía motivo para perder, esta vez jugaría en serio.
-Bueno mi nombre ya lo sabes, y mi participación en la secta también, sabes lo que podría hacer por ti, pero yo no sé mucho de ti, sólo lo que el Rey me ha contado- él se sentó frente a mí, -este será mi juicio, uno similar al del Rey, si quieres que te ayude, deberás vencerme-.
Estaba listo para el juego, debía ganar si quería los privilegios de este contacto.
Lo que sucedió me dejó en ridículo, no habían pasado veinte jugadas y ya había perdido los dos alfiles, un caballo, una torre y mi reina, su forma de jugar era arriesgada, pero claramente era efectiva. Cinco jugadas más tarde me vi obligado a rendirme, este juego ya lo había perdido.
-Bueno bueno, fue un gran juego, pero con este nivel no mereces mi ayuda, vuelve cuando quieras, cuando me derrotes tendrás mi ayuda- habló Gabriel mientras estrechaba mi mano.
No tuve más opción que irme derrotado, y no ganar este contacto. Pero antes que me marchara se acerco a mí su mujer, Catalina, y dijo -una partida de ajedrez es similar a como tú debes manejar el grupo, cuando entiendas esto podrás derrotar a mi marido-.
En ese momento no entendí claramente lo que decía, aunque era bastante lógico pensar que se refería a que si aprendía a organizar el grupo sin problemas internos podría ganar. Pero no entiendo como eso me haría mejor jugador de ajedrez.
Los otros contactos también me pusieron pruebas, pero más sencillas o al menos así me lo parecieron. Además de Gabriel eran seis contactos; Gustavo y Francisco que eran ingenieros; Pablo y León que eran fiscales; y Luis que era un doctor cirujano. Todos ellos decidieron seguir ayudando al grupo ahora bajo mi mando.
Con el único que no pude comunicarme directamente fue con Marcos, un Psiquiatra que no se encontraba en la ciudad, por un congreso de su especialidad.
Al principio no le di mucha importancia al no poder comunicarme con él, ya que me había dejado más preocupado no conseguir el apoyo de Gabriel. Sabía que sus influencias serian importantes en el momento que Gonzalo, Ignacio y Ricardo intentaran traicionarme.
Pero tengo curiosidad por el doctor Marcos, algo de él me dice que podría ayudarme con lo de Daniela, no sé exactamente como, pero es la sensación que me da. Por lo que quiero conocerlo lo más pronto posible, cosa que será a más tardar en una semana. Nunca espere que aquella semana fuera tan larga.
Capítulo IV: Aeternitas
De ese modo transcurrieron las primeras semanas de mi mandato, organizando el nuevo grupo y visitando a los contactos de la secta. Lo que paso en los siguientes días, intentare relatarlo lo mejor posible, aunque se me hace complicado.
Era lunes de la sexta semana del verano, el calor era insoportable, me encontraba descansando en mi casa. Karla y Anna, que vivían conmigo, se encontraban fuera, así que estaba solo, eran las 4 p.m. y me dispuse a tomar una siesta. Tengo vagos recuerdos de lo que soñé, solo recuerdo que visitaba una vez más el bosque donde tuve mi encuentro con Daniela y Henrietta.
“una vez más me hallaba en el bosque de mis sueños, me encontraba en la más vasta soledad. Camine por lo que creí mucho tiempo, hasta encontrarme con un inmenso lago. En la orilla que me encontraba, que parecía ser la única entrada ya que estaba rodeado por plantas de unos dos metros de altura, se podía ver un viejo árbol que estaba torcido, gran parte de su tronco estaba casi a la altura del suelo, y cuando lograba erguirse era solo para separarse en varias ramas con solo unas pocas hojas. Algo me atrajo a ese árbol así que me acerque a examinarlo, el tronco ni las ramas tenían algo particular, pero cuando note las hojas vi que tenían algo escrito, comencé a examinarlas y todas tenían palabras o frases. No puedo recordar con precisión aquellas frases, “te diré que la primera vez que nos encontramos te traje aquí” y “no conozco otro ser como yo” eran algunas de las frases que estaban escritas, y muchos “por qué” y “cómo” inconclusos.
Luego de un momento de examinarlo corrió un fuerte viento que se llevo las hojas en su totalidad, solo dejando una hoja que tenia la palabra “despierta” escrita en ella.”
En ese momento mis ojos se abrieron y notaron un panorama muy extraño. Desperté en una sala completamente blanca, este panorama lo reconocía de experiencias pasadas, estaba en un hospital. A mi lado no había nadie, me levante y busque una enfermera que me ayudara, pero cuando apenas salía de la habitación me encontré con Karla, estaba sollozando, al verme me abrazo, un deja vu paso por mi cabeza, llamamos a una enfermera y después de un leve chequeo me dejaron ir.
Recuerdo que era de tarde cuando salí, el sol se ocultaba por el oeste. Cuando llegamos a la casa comimos algo y fui a dormir. Un silencio sepulcral invadía la casa, era relajante, tanto que me dormí casi inmediatamente. Cuando desperté me asalto una duda, ¿cuánto había dormido esta vez que fui a parar al hospital?, no recuerdo que me lo haya dicho el doctor o la enfermera, incluso no recuerdo las conversaciones con ellos ni con Karla, algo andaba mal.
Salí de mi habitación, no había nadie en la casa, aunque no era poco común el no encontrarlas, era el silencio lo que me perturbaba. Salí de la casa y me dirigí al lugar de la secta. No recuerdo nada del camino hasta ahí, solo aparecí ahí, ya no tenía dudas, esto era un sueño.
Apenas lo note desperté, esta vez en mi cama, a mi lado dormía Karla, ella también despertó y me miro fijamente, -buenos días- me dijo.
Yo la mire y le pregunte la fecha, ella me dijo lo que quería escuchar, era el día siguiente al que me dormí, martes.
Los siguientes días pasaron rápido, recuerdo que no hubo muchos avances en los estudios del coma, lo más interesante de aquella semana fueron unas predicciones astrológicas que se cumplieron, pero que no ayudaban mucho al grupo.
El siguiente lunes llego, era hora de visitar al doctor Marcos, me levante temprano en la mañana, el me pidió que lo fuera a visitar a su consulta médica, que me esperaría desde las 9 a.m., así que me dispuse a llegar a esa hora precisa.
Cuando llegue una secretaria me recibió y me hizo pasar sin preguntar mi nombre, no le di mayor importancia. Al entrar vi a un hombre que no podría describir, no por sus rasgos, sino porque aún se me hace difícil recordarlo. Solo veo el borde de un rostro y una barba espesa.
Me invito a sentarme frente a él, esperaba la prueba que me pondría, -¿cómo fueron tus evaluaciones?- me pregunto.
Obviamente se refería a las pruebas que me pusieron los contactos, -sólo no pase la prueba de Gabriel- le dije.
El doctor rió y me dijo, -es normal que no hayas pasado su prueba, él no intentaba probarte netamente, su objetivo era desmotivarte. Pero bueno aún falta enfrentarte a mi prueba, aunque no es el momento, eso será dentro de una semana, por ahora despierta-.
Para cuando me había dado cuenta, estaba en mi cama mirando el techo. Intrigado vi el reloj que estaba en mi cómoda, y note que eran las 5 a.m. del martes ósea había dormido solamente trece horas.
Capítulo V: Necopi
Era el martes de la sexta semana del verano, el día parecía extrañamente largo. Aún no se ocultaba el sol y esperaba con ansias el fin del día.
Me dirigía a la secta con Anna cuando se ocultó el sol. Lo que más deseaba era que este día terminara pronto, y que toda la semana pasase rápidamente.
Las funciones de la secta parecían extrañamente lentas. Al ser un día martes, mis funciones eran simplemente charlar con algún Obispo que tuviera dudas o simplemente disfrutar de los beneficios que tenía como Rey.
Decidí ir a ver cómo estaban los peldaños más bajos de la secta, así que me dirigí primeramente a ver a las Torres. De las torres que no estaban en el plan de investigar los comas, había un par interesante a los que había llegado a tomar cariño. Antonio y Lucia, eran dos Torres que habían estado a cargo de Karla, ellos eran pareja e investigaban normalmente acontecimientos de predicciones, ósea, epifanías y visiones que ellos mismos tenían a través de pociones creadas para este fin. Eran de gran importancia sus predicciones ya que tenían un gran porcentaje de acierto.
Con ellos me entretuve gran parte de la noche charlando y hablando de sus predicciones. Fue entonces que una de estas me
llamo de sobremanera la atención, trataba de una niña, ella reemplazaría a la actual Reina.
Más específicamente, fue una visión. En esta, Antonio vio a una pequeña niña de no más de 11 años ocupando la máscara de la comedia a mi lado, y a Karla sin careta alguna, sirviendo a su lado. Esto, de acuerdo a mis nuevas normas, claramente indicaba que Karla había caído hasta ser un peón.
Obviamente pregunte cuando fue esta visión y porque no se me había informado con tiempo, a lo que ellos respondieron -se lo informamos a la Reina hace un par de semanas-.
Quede perplejo, porque algo tan importante se me había ocultado y por nadie más que la mismísima Karla.
Rápidamente me dirigí a la sala principal, ahí se encontraba Karla charlando con un par de Obispos, les pedí que me dejaran solo con ella y la encare, -¿por qué me has ocultado información?- le dije.
Ella un tanto sorprendida me dijo, -veo que lo has descubierto, es casi como si tuvieras un don para ver a través de lo que oculto. No lo negare, hubo una predicción acerca de mi deceso como Reina, y por el historial de aciertos, es muy probable que se haga realidad-.
-Entonces, ¿por qué me lo ocultaste?- le dije preocupado.
Ella calló un momento y luego dijo, -porque yo misma tuve una visión de quien sería mi reemplazante y ambos la conocemos. Por primera vez la vimos en la extensión del grupo en el sur y desde entonces la he visto constantemente en mis sueños. Su nombre es Henrietta-.
La confusión se apodero de mí, ¿Henrietta intentando usurpar el lugar de Karla?, ¿y a que se refería con que desde entonces la ve constantemente en sus sueños? Esto se había vuelto demasiado para mi entendimiento. Lo primero que se me vino a la mente fue comunicarme con Henrietta para ver qué era lo que ella tenía que decir acerca de esto. Pero esa no fue la única sorpresa, Karla aún guardaba una más. Cuando disponía irme a meditar todo lo sucedido, Karla susurro algo, “también conocí a Daniela”.
Capítulo VI: Pharmacum
La última frase de Karla retumbaba en mi cabeza, “también conocí a Daniela”. ¿Qué quiso decir con eso?, ¿y por qué Henrietta no me había dicho que había visitado a Karla?, ¿tendrá algo que ver con el primer encuentro que tuvo con ella?, las dudas me estaban matando.
Este último año mi mente había estado bajo mucha presión por lo de Alicia, pero nada comparado al estrés de mi nueva función como Rey, pero la última sorpresa fue demasiado para mí. Recurrí a algo en lo que creí nunca caería, a drogas. En el grupo se manejaban muchas de estas, incluso yo había usado unas antes pero para un objetivo concreto, nunca para escapar de la realidad, como lo haría ahora.
Me dirigí al sector de los hechiceros, ellos eran quienes manejaban la mayor parte de las drogas del grupo. Al llegar ahí me encontré con Anaís, aunque ella forma parte de mi grupo especial no ha dejado sus funciones como una Torre cualquiera. Cuando le pedí si podía darme algo para escapar de la realidad por un par de horas, me envió con un tal Diego, que era quien le proporcionaba los ingredientes para sus pócimas. Diego era un peón, sus conexiones lo hacían muy importante para varias Torres, así que lo mande a llamar.
Humildemente se inclino y dijo, -¿para qué me necesita mi Rey?-.
Le pedí que se levantara y hable, -he sabido que tienes variadas drogas por conseguir, ¿qué podrías ofrecerme para evadir el dolor que me aqueja?-.
Él me pregunto, -¿su dolor es físico o mental?-.
A lo que respondí, -era un dolor mental que se transformo en físico, al punto de no dejarme cumplir mis obligaciones-.
Me pidió un momento, -tengo algo que precisamente guarde para una ocasión especial, pero nunca creí que seria para el mismísimo Rey-.
Desapareció por unos minutos y volvió con un par de papelillos, al verlos quede algo decepcionado, -¿qué has traído para mí?pregunte.
-Esto, mi Rey, es opio. Pero no se confunda, este opio esta purificado, se eliminaron los efectos de las nauseas y vómitos, y el dolor. Es seguro incluso ingerirla vía oral, pero le recomiendo que inhale el humo a través de esta pipa- me dijo mientras me entregaba los papelillos con un polvo blanco y una larga pipa.
Confiaba en que esta droga fuera la solución a mis problemas por al menos unas horas, hasta que pudiera descansar mi mente.
Habiéndose ido ya Diego, me dispuse a fumar el opio. Nunca había siquiera pensado consumir una droga tan exótica, había escuchado de los efectos de esta, primero produce sueño y luego liberaba del dolor, y también puede producir alucinaciones. Estas últimas eran las que esperaba conseguir, algo me decía que si llegaba a alucinar, podría encontrarme con Henrietta.
Puse el polvo en la pipa y acerque lumbre, el fuego calentó el polvo y produjo humo, el cual viajo por el tubo de la pipa enfriándose antes de llegar a mi boca. La primera bocanada se siento muy pesada, pero sentí un agradable mareo rápidamente los efectos se hicieron sentir. Una leve somnolencia llego a mí, sin darme cuenta de cuánto tiempo transcurrió, el opio ya no producía más humo y la sensación de sueño cambio por una muy agradable, no sentía nada más que felicidad.
Mi vista se hizo extraña veía mucha gente a mi alrededor y todos me observaban, fue en ese preciso momento en el que me vi transportado al lugar recurrente de mis sueños. Aquel bosque en el que me encontraba con Henrietta y ahí se encontraba ella mirándome fijamente, como juzgándome por algún acto indebido.
Capítulo VII: Visionem
“El bosque había quedado atrás, caminaba detrás de Henrietta siguiéndola sin un rumbo conocido, hasta que por fin se detuvo. Al mirar a mí alrededor vi un paisaje nuevo, estábamos en un puente y al oeste se veía una cascada.
Henrietta volteó y me miro a los ojos, su mirada acusadora me hizo sentir mal, -¿cuál es tu problema ahora?- me dijo.
-No sé a qué te refieres- le dije evitando su mirada.
Ella se acerco rápidamente poniéndose en mi campo de visión y me dijo, -¿cuál es el objeto de ensuciar tu mundo astral?, solo conseguirás atraer a malos seres-.
La detuve y hable yo, -eso no me importa ahora, ¿qué pretendías tú visitando a Karla en sueños?, y más aún ¿por qué estabas con Daniela también?-.
Ella levanto su mano y dijo, -espera un momento, es verdad que me he presentado frente a Karla, pero no he llevado a Daniela conmigo, incluso hace un tiempo perdí contacto con ella-.
Me parecía raro que Daniela desapareciera de la vigilancia de Henrietta. Mi molestia por lo de Karla había desaparecido.
-¿Qué quieres decir con que perdiste contacto con ella?- pregunte con preocupación.
-Lo que escuchas, ella a desapareció hace una semana de mi vigilancia. He buscado por ella, pero ninguno de mis contactos la ha ubicado- me explicaba Henrietta.
La desaparición de Daniela era lo más importante ahora, así que converse con Henrietta largo tiempo acerca de la última vez que vimos a Daniela y si había algún indicio de su desaparición.
No concluimos nada y fue en el momento en que me estaba desesperando, que sentí un gran dolor en el pecho. Ese dolor volvió mi vista borrosa, la imagen de la cascada desaparecía y había una luz amarilla que proyectaba una infinidad de sombras, parpadeaba seguidamente pero en un momento que cerré mis ojos por un par de segundos, y luego al abrirlos, el paisaje había cambiado. Ya no estaba en un lugar de mis sueños, había vuelto al mundo real.”
Las miradas acusadoras estaban una vez más sobre mí, pero ahora no era sólo una, sino todo un conglomerado de seguidores del grupo incluyendo a Anna que me sujetaba.
No podía ponerme de pie, tenía las piernas entumecidas. Anna me gritaba, su aguda voz retumbaba en mi cabeza, ya un poco más consiente le pedí que se detuviera.
-¿Qué pasó, por qué estas en este deplorable estado?- me dijo.
Me levante apoyado en ella, -muchas cosas han pasado- le dije, mire alrededor buscando a Karla, -¿y Karla, dónde está?-.
-Estaba aquí hace unos segundos- dijo buscándola con la vista.
Ya de pie y totalmente consciente, mire a todos los que me observaban, habían muchos peones y un par de Torres y Caballeros.
Les grite, -vayan a hacer algo, nadie más que Anna se puede quedar en esta sala-.
Todos salieron rápidamente menos Anna obviamente, -me recuerdas los primeros días del Rey, ¿qué consumiste?- me dijo.
-Algún derivado del opio por lo que me dijeron- le respondí, sí la había dejado conmigo no era para ocultarle las cosas.
-Hay que encontrar a Karla- le dije a modo de petición.
-No te preocupes antes de que espantaras a todo el mundo, le dije a un Caballero que le buscara- me dijo.
-Gracias- le dije, -aunque pensándolo detenidamente creo que se fue a nuestra casa, si vamos allá la encontraremos-.
Me disponía a partir en busca de Karla, cuando Anna me detuvo y dijo, -creo que antes deberías hacerle una visita al antiguo Rey, él sospechaba que algo así podría pasar y me dijo que cuando ocurriera fueras a visitarlo-.
Ciertamente necesitaba consejo y por lo que menciono Anna el Rey también había tenido problemas y recurrido a las drogas, -está bien- le dije, -iré a visitar al Rey antes de encontrarme con Karla-.
Y así me dirigí a la casa del Rey, ¿su sabiduría me podría ayudar?, me preguntaba de camino, ¿y qué debería hacer con Karla? Sí ella sabía lo de Daniela, ¿qué haría al respecto?
Capítulo VIII: Apicibus
Al llegar a la casa del Rey, me recibió en la puerta su esposa, la antigua Reina, -entra, tenía la confianza de que mantuvieras tu cordura más tiempo, pero te ayudaremos en lo que podamos- me dijo.
Al parecer Anna les había avisado de alguna forma acerca de mi visita.
Era medianoche y el Rey me esperaba sentado en la cabecera de su comedor, estaba cenando, y un plato muy fino por lo que pude observar. A su lado derecho y frente a él habían otros dos platos, asumí que uno era para mí y otro para su esposa. Me invito a sentar y la Reina me sirvió en una copa, vino, el cual quería evitar beber en caso de que tuviera algún efecto contraproducente por el opio que había consumido. Luego de eso la Reina se sentó a su lado.
-¿Cuál es el problema?, ¿mucha presión?- me dijo mientras cortaba un trozo de carne.
-La verdad, sí. ¿Cómo soportaba todo esto?, los Obispos que quieren verme caer, los peones que son más leales a las Torres y una Reina que me predice todo, supongo que usted no tenía todos esos problemas- le dije.
-Bueno, tienes que entender que yo fui quien organizo desde cero todo el grupo, nadie que no confiara en mí o me tuviera cierta estima me seguiría. Al contrario de ti que entraste siendo odiado por todos por tu actitud- me dijo el Rey.
-Pero ¿usted tuvo problemas con Obispos?- le pregunte.
Él termino de masticar la comida de su boca y me dijo, -muchos entran al grupo por el poder que se les otorga, por eso debes ser cuidadoso al elegir a las personas y su cercanía al trono, ciertamente nunca tuve problemas con los Obispos, claro excepto con mi amigo de la sede del sur. Recuerdas que te dije que el poder corrompe, tú estabas dirigiéndote a ese problema, como tienes todo el poder, dejaron de importarte las cosas pequeñas de la secta, y así buscas tu propio beneficio- calló unos segundos y luego continuó, -y con respecto a los peones y su lealtad a las Torres, eso es más que lógico. Sí a los Obispos los ven tan lejanos, tú eres como un Dios para ellos, aunque decir eso es un poco exagerado- soltó una carcajada.
Callamos un momento, nos dedicábamos a comer, la Reina no había pronunciado palabra alguna luego de recibirme.
Cuando terminamos de comer, el Rey limpio su boca y me dijo, -lo de tu Reina es preocupante, ella al igual que todos debe estar bajo tu control, en algún punto la descuidaste e hiciste cosas a su espalda. Es bastante probable que la culpa la tengas tú-.
Lo que decía el Rey era cierto, yo no le he prestado tanta importancia a Karla, es más la he evitado en mi afán de descubrir cómo recuperar a Daniela.
-Gracias Rey, sus palabras me sirven mucho, no me concentrare únicamente en mis objetivos personales, tengo un grupo entero del cual preocuparme. Si me disculpa iré a hablar con Karla- le decía mientras me levantaba de la silla y me despedía del Rey con una pequeña reverencia.
La Reina también se levanto de su asiento y se dirigió conmigo a la puerta, -espero que arregles todo con ella y te des cuenta porque la elegí como Reina- luego de decirme eso la Reina me dio un beso en la mejilla, era cálido como el beso de una madre y con esta despedida me dirigí presuroso a mi hogar.
Estaba por llegar a mi casa, alcanzaba a divisar que Anna esperaba en la puerta, -¿cómo te fue?- me pregunto al momento que estaba lo suficientemente cerca.
-Bien, ahora me tranquilizare y hare bien mi trabajo como Rey, ya no descuidare a Karla ni a nadie- le respondí.
-Ella espera adentro, no te preocupes está tranquila, me dijo que te quería esperar sola- dijo Anna.
-Gracias por cuidarnos, a todos- le dije.
-Soy una Caballero muy leal a mis Reyes- dijo ella.
-Lo sé, como fue una orden de la anterior Reina cuidarnos, tú debes cumplirla- dije con una pequeña sonrisa.
Ella me miro dudativa un momento y habló, -me refiero a ustedes dos, mi lealtad es con la Reina sí, pero ahora es con ustedes. Ahora entra y habla con ella, ambos necesitan hablar por un largo tiempo-.
Abrí la puerta y ahí me esperaba sentada, me miro con un rostro de tristeza y dijo, -bienvenido-.
Capítulo IX: Responsis
Me senté a su lado luego de su saludo, llevábamos unos minutos en silencio sin mirarnos, ambos intentamos hablar al mismo tiempo y nos detuvimos con una pequeña carcajada.
-Karla lo siento mucho, mi descuido para contigo, mi Reina, es inaceptable- le tome la mano derecha y continué, -ahora haré las cosas bien lo prometo-.
-No, también soy culpable debí ser honesta contigo desde el principio. ¿Recuerdas la primera vez que hablamos?- me dijo.
-Sí, fue en la ciudad del sur, nos sentamos a beber- le dije.
-Aquella vez, fue Alicia quien me dijo que te hablara- dijo Karla.
¿Alicia?, pensé, ¿también la conoció a ella? Lo que sucedía aquí cada vez me confundía más.
-¿Con Alicia te refieres a tu hermana que murió al nacer?- le pregunte.
-Exacto. Sé que la conoces, ella me lo dijo. Desde siempre he tenido cierto contacto con ella, cuando era pequeña creía que era
una imagen que proyectaba mi subconsciente en mis sueños para apaciguar el dolor de perder una hermana- me dijo cabizbaja, -pero desde que te conocí se hizo más presente, y me hablaba de ticontinuó.
-¿Por eso decidiste hablarme esa noche?- le pregunte.
-Sí, ella fue quien me dijo que tú eras el hombre ideal para mí, y esa noche fue mágica, aunque intentaba ignorarte, esa noche me di cuenta de que me gustabas- dijo Karla.
Pensé en decirle que yo la drogue para que se enamorara de mí, pero supongo que eso solo dificultaría más las cosas, y este no era el momento.
-¿Antes de eso fue cuando hablaste con Henrietta?, ¿qué te dijo aquella vez?- le pregunte curioso.
-Ella leyó mi fortuna con las cartas del tarot- me dijo, -primero me mostro los enamorados, me dijo que había amor y unión en mi futuro próximo; luego mostro la torre, y dijo que significaba cambios repentinos sin otra alternativa; y la ultima que mostro era la carta sin nombre invertida, ella se espanto un poco, dijo que significaba estancamiento, petrificación y esperanzas desechas. No confié mucho en sus palabras, ya que por experiencia sabía que la adivinación de tres cartas era de pasado, presente y futuro. Pero no es hasta ahora que empiezo a creer lo que me dijo-.
Así que eso fue lo que le dijo a Karla, ahora que lo pienso la adivinación de Henrietta no ha sido tan precisa en mi caso, aunque tal vez a lo que se refería no era a mi futuro inmediato.
Mientras pensaba eso, le pregunte, -¿entonces cómo conociste a Daniela?-.
-Daniela se presento hace una semana en uno de mis sueños- me dijo.
Casi al mismo tiempo que perdimos contacto con ella, pensé.
-Ella se presento y me dijo que Alicia no volvería a aparecer, se disculpo por ella y me explico que antes la había mal juzgado y que no quería hacer lo mismo conmigo- continuó, -así que hablamos por mucho tiempo acerca de ti, le conté que estaba enamorada de ti y ella dijo que me ayudaría con eso. Aunque esa fue la primera, también fue la última vez que la vi-.
Yo esperaba encontrar algunas pistas de lo que había pasado con Daniela, pero tal parecía que Karla tampoco sabía nada.
-Yo también tengo algo que confesarte- le dije, -ese grupo que creé para investigar los comas, tiene como objetivo despertar a Daniela-.
Ella me sonrió y dijo, -ya lo sabía, o al menos lo sospeche desde el momento en que Daniela me dijo que estaba en un coma. Yo le mencione que tú estabas investigando eso, y sin querer me di cuenta que tu objetivo real era ella-. -Me atrapaste- le dije entre risas.
-Por eso fue que te pedí que incluyeras a José en el grupo de investigación, él es mi infiltrado, primero me da la información a mí y hemos descubierto algo muy importante- me dijo y luego usó un tono más serio para continuar, -necesitamos encontrarla rápido-.
Esas palabras me asustaron, ¿qué es lo que podrían haber descubierto?, las incertidumbres se cernían sobre mí, ¿sería que el futuro de Daniela estaría sellado por un mal final? No, no lo permitiría, no me permitiría perder a alguien tan importante de nuevo, definitivamente la salvare.
Capítulo X: Praeteritum
La conversación que tenia con Karla llego a su fin, y debíamos actuar rápido si queríamos salvar a Daniela.
Lo que José descubrió fue acerca de esos hombres de traje negro. Era algo que ya sospechaba pero que no podía confirmar de ninguna manera. Pero al parecer José tenía alguna fuente de información diferente a la mía.
Aquellos hombres de traje son, lo que en algunas culturas llaman, parcas o cegadores, normalmente llevan las almas de los que mueren a donde deben ir, si existe un paraíso o un infierno solo ellos lo saben. Pero con las almas que se aferran al limbo tienen una reacción diferente, no las llevan directamente de una vez. Las acosan, las siguen por años a veces décadas, solo presentándose frente a ellas, hasta que es la misma alma pérdida quien ruega por su ayuda, entregándose a las manos de la muerte.
No he podido deducir como fue que obtuvo tal información tan precisa, pero si eso era cierto lo más probable es que Daniela este en la etapa de querer entregarse a las parcas, pero ¿cuál sería el motivo?, debo encontrarla antes y despertarla de su coma para que no cometa alguna locura.
Teníamos más información de las parcas. En esencia no eran malas, sólo eran un engranaje más de la rueda de la vida. Por tanto solo obedecían órdenes de la mismísima Muerte.
Y tal parecía que el limbo estaba fuera de los dominios de la Muerte, ya que ni las parcas se atrevían a ingresar a tomar por la fuerza a las almas que allí se encontraban. Eso quiere decir que mientras Daniela no esté segura de entregarse a ellas, no pasara nada que atente contra su vida.
Pero Daniela no sabía eso, en una de nuestras últimas conversaciones ella se refería a los cegadores como entidades que se llevaban a las almas del limbo, ella no sabe que no tienen el poder de obligarla. Si ese es el caso, aún les teme.
Ahora, el real problema es encontrar el cuerpo de Daniela, la búsqueda de mi grupo ha sido decepcionantemente infructuosa. Y la única y real esperanza que tenía recaía sobre el doctor Marcos. Algo me decía que él sabía dónde podría encontrar a Daniela, pero no nos veríamos en al menos cinco días más.
Solamente me quedaba confiar en Anna y sus Caballeros. Convoque a Anna y le pedí que viniera con su grupo de confianza, para plantearles mi último plan, necesitaba gente que pusiera su vida en riesgo por su Rey.
Al llegar el grupo (solo 4 Caballero sin contar a Anna, todos hombres) al punto de reunión, una sala que normalmente estaba desocupada ya que la había habilitado para este tipo de ocasiones, les dije, -sé que no soy tan benigno ni confiable como el antiguo Rey, pero necesito que se pongan a mi disposición al
punto de atreverse a arriesgar su vida- al decir esto la mirada de ninguno cambio y continué, -sé que ustedes son de la confianza de Anna, por tanto tienen mi entera confianza también, y eso es a lo que quiero apelar a la confianza. Quien no esté seguro de poder cumplir esta misión, no debe permanecer un segundo más en esta sala-.
Mis palabras no hicieron titubear a uno solo de los Caballeros, todos se inclinaron. Y con una mirada a ellos y luego a mí, Anna dijo, -ellos aceptan su misión aunque perezcan intentándolo-.
Les pedí que se levantaran y le agradecí directamente a cada uno de ellos estrechando su mano. Tal vez lo que estaba por intentar con ellos fue una de mis primeras ideas pero pronto fue desechada por mí mismo. Aunque este plan necesitaba de un factor del cual todavía no era dueño y ese era el favor de Gabriel y sus contactos.
Capítulo XI: Impugnandum
El favor que necesitaba de Gabriel, era directamente que me falsificara unos papeles de parentesco, con estos nos haríamos pasar por familiares de los 4 Caballeros y así adentrarnos en la sección de los pacientes en coma y descubrir si en alguno de los hospitales se encontraba Daniela.
Tal vez en el momento que se descubrió no le tome tanta importancia, pero las Torres del grupo habían descubierto pócimas, las cuales podían hacer entrar en un profundo coma a quien la bebiera. El único problema, claro está, es que aún no han descubierto como contrarrestar la pócima y mucho menos como despertar a alguien de un coma “normal”.
Lo que pretendo hacer es muy arriesgado, pero bastante lógico luego de escuchar lo antes mencionado. Les pediré a los Caballeros que beban la poción y los internaremos en los diferentes centros hospitalarios de la ciudad, por suerte esta ciudad concentra la mayor cantidad de hospitales con capacidad para mantener pacientes en coma, en el país solo hay siete, y cinco se encuentran en esta ciudad.
Pero claro el problema está en que necesito una persona más que entre en coma para completar la cantidad de hospitales y dado que no tenemos mucho tiempo no puedo ir probando de uno en uno, deberé hacer que beban la poción todos al mismo tiempo y serán llevados de inmediato a los diferentes hospitales.
Para la quinta persona se ofreció Anna, pero me rehusé. Mantuvimos una larga conversación en la cual me convenció de ser ella, -nadie más se atreverá a hacer eso, además es parte de mi deber como tu Caballero de confianza- me dijo, ante esas palabras no pude hacer nada, tuve que dejarla participar de esta empresa, pero no los dejaría desamparados, descubriría la manera de traerlos de vuelta a todos.
Tal vez se pregunten, ¿por qué no me hice pasar por un doctor o simplemente intentar entrar de manera natural? Bueno el problema es que extrañamente las áreas de los pacientes en coma, están altamente vigiladas con al menos tres puntos de seguridad. Y ni siquiera me atreví a sortear el primero por algún futuro intento, por eso necesitaba esos papeles falsificados de parte de Gabriel.
Por tanto fui a desafiarlo nuevamente esta vez tenía la convicción de que lo vencería, estaba haciendo bien las cosas y además tenía un motivo que no me permitiría perder.
Mande a un Caballero a que confirmara una reunión con Gabriel al siguiente día, la respuesta no se hizo esperar, me confirmó para esa misma noche.
La tarde acababa y me dirigía a la casa de Gabriel, le pedí a Karla que me acompañara. Al llegar nos recibió Catalina y nos dijo que su esposo esperaba adentro, entramos y lo vimos a él sentado con el tablero listo sobre la mesa.
-¿Ella es tu Reina?- me pregunto.
-Sí- le dije, -ella es mi compañera más cercana-.
Él soltó una leve carcajada y continúo entre risas, -entiendo, ahora tienes una pareja de confianza, algo has entendido por lo que veo, espero que esta vez sea un buen duelo-.
La partida no se hizo esperar más, me tocaron las negras así que Gabriel comenzó. Era un juego realmente parejo, al cabo de unas veinte jugadas solo habíamos perdido dos peones cada uno, aunque esos peones que perdí fueron por sacrificios que hizo Gabriel. Él estaba jugando de manera osada arriesgando piezas, pero no me dejé llevar por su ritmo, usaba las torres y los caballos como fuente de ataque y los alfiles y peones como defensa, y tal parece que era efectivo.
Luego de un tiempo note que Gabriel se desesperaba, cometía pequeños errores, de los cuales debía aprovecharme. Puso en riesgo su reina, solo debía sacrificar el alfil del rey, además si en la desesperación retrocedía la torre de la reina para defender era probable que en los siguientes tres turnos lo venciera.
Pero eso no llego a pasar, al ver a su reina perdida, se tomo unos segundos para pensar, y lo siguiente que hizo fue dejar caer su rey.
-Me rindo, veo que has creado un buen ritmo de juego y no has perdido la concentración. Eres merecedor de mis favores, me pongo a tu disposición- me dijo e hizo una pequeña reverencia.
Con el favor de Gabriel ganado, ya no había nada que me retrasara en concretar mi plan, no tardo mucho en conseguir los certificados de parentesco y en la mañana ya estaba todo listo.
Capítulo XII: Immolabitque
Ya estaba todo listo, era hora de comenzar con el plan, los Caballeros estaban en los lugares precisos para ser trasladados a los recintos hospitalarios. Yo me quede con Carlos uno de los Caballeros y le pedí a Karla que se quedara con Anna. Los otros Caballeros eran vigilados por los Obispos y Torres que formaban el grupo. Cada cual tenía su verificación de parentesco consigo, en el momento que se tuviera que sortear la seguridad del hospital.
Al comenzar la noche acordamos que se bebería la pócima, no había tiempo que perder y el día podría traer la desgracia.
Cayo la noche y Carlos bebió la pócima y cayó en estado de coma, inmediatamente junto a un peón lo trasladamos al recinto previsto. Una vez allí pase por los controles de seguridad, donde me exigieron demostrar mi parentesco, por supuesto debatí la necesidad de eso mostrando desesperación como lo haría cualquier persona normal y exigiendo que se me dejara pasar a ver a mi hermano (ese era el parentesco que falsifique). Ya ingresado Carlos, insistieron en que demostrara mi parentesco o se me expulsaría del recinto, mostré mi identificación y me permitieron ingresar a la sala de los pacientes de coma.
Me explicaron que lo que sufría Carlos era un coma metabólico, ósea una respuesta a un cambio químico en la sangre (cosa que desde luego sabía). Me hicieron muchas preguntas, entre estas las enfermedades que él padecía y si tenía alguna adicción a drogas o alcohol.
También me preguntaron que había hecho él en las últimas horas. Todos habíamos acordado responder lo mismo, “lo encontramos en su cuarto con unas pastillas en el suelo”, además todos llevaríamos un par de estas “pastillas” para mostrarlas, estas serian unas drogas que nos facilito Diego, no nos dijo exactamente que eran pero que para los doctores seria el perfecto motivo de que hubiesen caído en tal coma.
Mientras hacían los exámenes preliminares a Carlos e identificaban exactamente lo que contenían las pastillas, me dispuse a revisar los cuartos de los otros pacientes. Al ser de noche no había parientes de los pacientes, los cuartos estaban separados por adultos y niños, Daniela debería tener uno o dos años menos que yo, por tanto era mayor de edad.
Incesantemente la busque entre las habitaciones pero no la encontré, no era en este recinto donde se encontraba.
Me retire del hospital por orden de los doctores, me pidieron que fuera a descansar que ellos se encargarían de lo demás. Aunque me sentía un poco inseguro de dejar a Carlos, era parte del plan que nos reuniéramos antes del amanecer en el galpón de la secta.
Al llegar al punto de reunión me extrañó que no estuviera Karla, en su lugar estaba uno de los peones designados para acompañarla.
Prontamente se acerco a mí muy agitado y dijo, -la Reina necesita su presencia-. De inmediato me dirigí al recinto donde se supone que habían ingresado a Anna, tal vez hubo alguna complicación, no lo sabía. Al escuchar las palabras del peón corrí vehemente hacia el hospital, a pie no tardaría más de 20 minutos, ese era el recinto más cercano al lugar de la secta.
Entré empujando a quien se cruzara en mi camino y hablé con la recepcionista preguntando por Anna, me dijeron que no han ingresado a ninguna joven de nombre Anna ni con aquella descripción.
Entonces escuche a mis espaldas, -no me encontraras dentro, porque no fui yo quien bebió la pócima- al voltearme vi a Anna con el rostro entristecido, -ella se sacrifico por mí-.
Epilogo
Habíamos descubierto donde se encontraba Daniela. Casualmente era el hospital en el que había sido internada Karla, Anna la reconoció por el retrato hablado que pedí que hicieran. Y casi como si alguien lo estuviera manipulando Karla y Daniela estaban en el mismo cuarto.
Al parecer Daniela también ingreso con un coma metabólico, pero al eliminar las causas orgánicas se convirtió en un coma psicogénico. De eso ya hace dos años.
La situación que la llevo al coma aún era desconocida para mí, no sabía si habían sido drogas normales medicas o ilícitas, si había sido por opción propia o habían terceros involucrados. Y si había sido decisión propia, ¿que la había llevado a hacer algo así?
Solo había pasado unas horas desde que se interno a Karla, y no sabía nada de los parientes de Daniela, si venían sus padres a verla, o si tenía un novio. Debía esperar hasta que aparecieran sus parientes para conversar con ellos, además el hecho de que estuvieran ambas en la misma habitación haría más fácil plantear una conversación y saber que sucedió con Daniela.
A Karla se le designo un doctor llamado Ignacio, era un neurólogo. Él había revisado los síntomas y las pastillas que llevo Anna y describió los mismos síntomas de Carlos.
El sol salía por el este cuando nos retiramos del hospital, el cansancio no me ayudaría en nada a solucionar los problemas que se me presentarían y necesitaba de toda mi tranquilidad y buen juicio si quería ayudar a Karla, Daniela y los demás.
Libro III: Despertar
Prologo
Todos menospreciamos el don que es el despertar, lo sentimos tan natural, tan simple, que no lo apreciamos. Pero no es así, el despertar es un regalo que se nos otorga a diario.
Está claro al punto que quiero llegar, hay gente que simplemente no puede recibir ese don. El por qué de los comas psicogénicos es una incógnita que se mantiene. Siempre se mantiene la esperanza de que quien se encuentre en un coma de esta índole despierte, y ciertamente hay casos en los que el coma puede durar años y el sujeto despierta. Pero ¿cuál es la causa real del despertar?
Antiguas leyendas hablan de hombres que dormían por días, en un estado similar a la muerte, y luego despertaban como si de una siesta se tratase. Claro esto no puede ser directamente relacionado con los estados de coma, o al menos no necesariamente, también puede atribuirse a catalepsia o narcolepsia. Aunque en aquellos casos seria más probable que sucedan como desmayos repentinos.
Los registros médicos nos dicen que el despertar de un coma es progresivo y lento, sería en demasía extraño que una persona despertara de un coma con total conciencia y continuara su vida de inmediato.
Despertar de un coma de años es improbable, claro las mejoras en la tecnología médica han hecho más soportable el coma para los
pacientes. Pero no se sabe con seguridad cuál es el detonante que despierta al paciente o el motivo que lo mantiene durmiendo en un coma psicogénico.
No todos los pacientes pueden despertar, la mayoría simplemente muere, a veces por alguna enfermedad como neumonía. Pero si de algún modo se pudiera determinar cuál es el factor que hace despertar a la persona, ¿se podría despertar a la totalidad de pacientes en coma?, ¿la solución para algunos será efectiva para todos? Era eso lo que debía averiguar.
Capítulo I: Reginam
Karla fue la que cayó en el coma y no Anna. En un principio fue un impacto bastante grande para mí, pero luego fue incluso peor. El hecho de que la Reina haya caído en tal estado fue directamente relacionado conmigo.
Algunos de mis simpatizantes en la secta, lo eran solo porque Karla era la Reina, y al no estar ella en su puesto, y tras la presunción de que su estado actual es mi culpa, perdí la simpatía de todos ellos.
Me impresiono lo anarquista que se volvió el grupo con la ausencia de Karla, estaba claro que las funciones que ella llevaba a cabo eran más de las que yo notaba.
El sistema de puntos que había creado para “subir de rango”, se volvió un caos, muchos peones realizaron actos sucios contra las Torres que estaban a cargo de ellos para usurpar su puesto, y de la misma manera sucedía con las Torres que intentaban ocupar los puestos de los Obispos, y algunos de estos últimos al enterarse que yo podría ser el responsable de la masiva perdida de Caballeros y de la Reina misma, organizaron una revuelta para quitarme el puesto de Rey.
Pero en esos momentos de desesperación aparecieron dos grandes apoyos. Henrietta, que por algún motivo (que no dijo en un principio) vino a esta ciudad y José, al cual me acerque yo para
pedir su ayuda. Sabía que con la ayuda de ambos podría hacer mayores avances en la investigación.
Muchos de los Obispos conocían a Henrietta y no se atrevían a hacer nada contra mí si contaba con su apoyo.
Algo similar pasaba con José, lo que en primer lugar tome como respeto hacia él, luego lo aprecie como miedo. Como si José supiera el mayor secreto de cada uno.
Por su parte Anna quedo en un estado de depresión por lo ocurrido. Aunque nunca se llevaron muy bien, al parecer que Karla se haya sacrificado por su seguridad, hizo recapacitar acerca de lo que pensaba de ella e hizo que le tomara un aprecio y un cariño que la llevo a ese punto. Y lo que antes era una ventaja, gracias al estado de ánimo de Anna se transformo en una desventaja.
Lo que sucede es que ya que el papel que confirmaba el parentesco era entre Karla y Anna, y ya que Anna estaba en aquel estado, no estaba dispuesta a hacerle visitas a Karla, decía que no podía ver el rostro de ella sin recordar la sonrisa que le dio antes de beber la pócima.
Así que antes que nada debía resolver el problema con Anna si quería resolver el problema de Karla y Daniela.
Nunca pensé que la falta de una Reina podría provocar tal revuelo en los miembros. Aunque tengo que darme crédito, gran parte de la culpa es mía.
Pero José aún aguardaba una sorpresa para mí, Karla había dejado una carta para mí. Tal parece que desde un comienzo había planeado todo y tenía un motivo para hacer lo que hizo.
Capítulo II: Muneris
“Lamento el no decirte esto de frente, pero estoy segura que me detendrías si llegara a insinuar mi plan.
En primer lugar, no quiero que pierdas la razón por lo que hice, lo que he hecho lo pensé bastante. Aunque en primera instancia fue un arrebato, luego de pensarlo sigo creyendo que es mi responsabilidad encontrar e intentar ayudar a Daniela. Y que mejor manera que hacerlo desde dentro.
Tu plan tiene un error muy grande, las personas a las que enviaste al otro plano no conocen a Daniela. Y tu objetivo también es el equivocado, no ganas nada solamente encontrando el cuerpo de Daniela sin una cura para su estado.
Claramente yo no puedo hacer mucho por encontrar una cura para Daniela en el estado que me encontrare cuando leas esto, pero podre detenerla de cometer un error como el ponerse en manos de esos hombres de traje.
Y lo último que quiero decirte es que debes tener autocontrol y calma en este momento, no desesperes por mi estado, se que tú encontraras una salida a esta situación.
Pd.- Confía en José.”
Esas fueron las palabras que dejo Karla en su carta.
Al terminar de leerla lo primero que pensé fue que Anna debía verla también, así que me dispuse a salir de la secta hacia nuestro hogar, pero José me detuvo.
-¿Estás seguro de lo que harás?- me pregunto.
-¿A qué te refieres?- replique.
-Si tú le muestras la carta a Anna, ella pensara que la intentas forzar a verla, además en la carta no la menciona a ella, así que será muy difícil hacerle pensar que el sacrificio de Karla no tiene nada que ver con ella- me dijo José.
Realmente no podría decir si el razonamiento de él era el correcto, pero algo era cierto, si la forzaba el resultado podría ser peor. Por ahora confiaría en José y avanzare al ritmo que él me recomiende.
Lo primero que me dijo José era que debíamos centrar nuestra energía en buscar al doctor Marcos. Según José, él es una parte muy importante de la solución.
Al mencionar al doctor Marcos, no pude evitar recordar mi sueño. Ese sueño en el que aparecía y me decía que lo vería en una semana, esa fecha se cumpliría mañana y algo me decía que por más contactos y fuentes de información que tuviera José, no encontraríamos a Marcos antes de ese día y no seriamos nosotros los que lo encontremos, sino él quien se presentara frente a nosotros.
Se lo mencione a José y el estuvo de acuerdo conmigo.
Al terminar la conversación con José, despertó una duda en mí, así que me acerque a él y le pregunté, -¿por qué me apoyas de manera tan ferviente, y cuál es tu relación con Karla?-.
Él me miro y dijo, -no lo sé, aunque me considero un mentiroso muy eficiente, y podría inventar una mentira bastante creíble. No tengo intención de engañarlo en estas circunstancias, pero tal vez el motivo por cual lo ayudo es por Karla. Y respondiendo a la segunda pregunta, Karla es como una hermana menor para mí, y mi única y verdadera amiga-.
Cuando dijo esto último su actitud parecía la de un niño que sólo tenía a esa persona en el mundo para que lo apoyara, entonces antes de que pudiera cambiar de tema él me dijo, -creo que es mi responsabilidad cumplir su deseo-.
A que deseo se referirá pensé, pero antes de que pudiera preguntar él comenzó a caminar.
-驴A d贸nde vas?- le dije.
-A buscar a Henrietta, necesitaremos su ayuda-.
Capítulo III: Adjuvabit
José no me dijo nada aparte de que necesitábamos la ayuda de Henrietta.
Su primer movimiento era el de buscar al doctor Marcos, pero desistió cuando le asegure que él se presentaría ante nosotros al siguiente día.
Pero para que necesitara a Henrietta era la incógnita. Aunque anteriormente dije que ambos fueron mi apoyo en el difícil momento que se creo, esta sería la primera vez que nos encontraríamos los tres.
Henrietta había llegado la tarde del día que Karla cayó en coma, y sólo apareció unos minutos en la secta para mostrar su apoyo hacia mí. Curiosamente en el momento que se retiro Henrietta, apareció José para apaciguar a los últimos rebeldes en mi contra. En ese momento no le tome mucha importancia y lo considere una casualidad, pero ahora lo veo como si fuera algo más, algo que ambos me ocultan. Pero al mismo tiempo me parece que no es algo malo, creo que se conocen, pero ¿de qué manera y en qué lugar podrían haberse conocido?
Eso no importaba mucho en esta situación, aún se cernía sobre mí la duda de qué tipo de ayuda necesitábamos de Henrietta, pero ya lo averiguaría.
Antes de salir de la secta junto a José se acerco un peón y le dijo algo al oído, y luego José se dirigió a mí, -Henrietta nos está esperando en una plaza cercana, tardaremos 10 minutos a pie- me dijo.
-¿Por qué no viene a este mismo lugar?- le pregunte.
Él se volteó y dijo, -cuando lleguemos allá podrás preguntarle a ella directamente-.
Era medianoche exacta, ya era el martes de la séptima semana del verano, cuando llegamos a la plaza donde se encontraba Henrietta estaba sentada en una banca iluminada por un farol.
Sus piernas colgaban de la banca con una apariencia tan infantil que me hizo recordar que era solo una niña, algo que no notaba desde el sueño que comenzó todo esto cuando se aferro a mi brazo con temor. Al notarnos se levanto, llevaba un vestido blanco de una pieza, muy semejante al que usaba Daniela, el cual sacudió luego de levantarse.
-Mi Rey- dijo con una reverencia.
-No, Henrietta- dije poniendo mi mano frente a mí pidiendo que no se inclinara, -tú no debes inclinarte ante mí nunca más, yo no soy más que un peón frente a ti- continué, y me quite mi mascara.
Mi actuar sorprendió a José que no había visto antes mi rostro (aunque yo tampoco había visto el suyo).
-Henrietta, ¿estás segura que esto no tendrá repercusiones?- dijo José.
Yo lo mire con un dejo de espanto al escuchar esas palabras, ¿qué quería decir con repercusiones, qué traían entre manos ambos?
-No es momento de dudar, aun con los peligros, tú no titubearías ¿o me equivoco?- respondió Henrietta.
Ahora era claro que se conocían previamente, pero aún no entendía de qué hablaban, así que los interrumpí y dije, -invoco mi poder como Rey y exijo que me revelen de lo que están hablando-.
Ambos se miraron y hablo José, -recuerda que le dije que necesitábamos la ayuda de Henrietta, bueno eso no era exactamente correcto-.
-Más bien seré yo la que invoque la ayuda de algo más- completó Henrietta.
-¿A qué te refieres con “algo”?- dije casi molesto, ni yo entendía porque reaccione así, pero mi molestia era una máscara que escondía temor, temor de que la ayuda de ese algo pudiera poner en peligro su integridad física o mental, o más probablemente espiritual.
Entonces Henrietta bajó la mirada, en un principio creí que era porque sentía pesar en sus palabras, pero lo que en realidad pasaba era que me mostraba algo. Cuando me acercaba a levantar su rostro inconscientemente baje la vista también y fue entonces que lo note, círculos grabados en el suelo terroso de la plaza, círculos que encerraban símbolos y runas.
-¿Qué es todo esto?- pregunte.
Ella sonrió, cuando lo hizo se apago el farol y dijo, -la ayuda-.
Capítulo IV: Ecstasi
Los círculos que rodeaban a Henrietta eran de diferentes tamaños y con intrincados diseños dentro de cada uno. En total eran siete círculos; uno central y seis que lo rodeaban en dirección norte, noreste, sureste, sur, suroeste y noroeste.
José me pidió permanecer en silencio todo el tiempo que Henrietta se preparaba. Estaba de rodillas mirando a la luna llena que se encontraba directamente sobre ella iluminándola, su vestido blanco resplandecía con los rayos de la luna y su cabello rizado mostraba un opaco brillo dorado.
Henrietta murmuraba algo cuando una pequeña brisa, que no pude identificar de donde provenía, agito su cabello y su vestido. El sutil movimiento de su ropa, me hizo creer por un segundo que era ella misma la que se separaba del suelo. Apenas la corriente de viento desapareció, ella se desplomo muy lentamente.
Me acerque rápidamente y la recogí entre mis brazos, -¡¿qué fue todo eso, qué le pasó a Henrietta?!- le gritaba mientras él borraba los círculos pasando la suela de su zapato sobre ellos.
-No te alteres tanto, ella sabe lo que hace, solo entro en tranceme dijo sin detener su faena.
-¿Trance, ella entro en coma también?- pregunte.
-Se podría decir que sí, pero tú debes saber bien la diferencia- me respondió José.
Y lo sabía, el trance en muchos casos es inducido voluntariamente con un objetivo claro y que no perjudica el estado físico de la persona, es casi como tomar conciencia de tu mente fuera de tu cuerpo, que no es lo mismo que el concepto de desdoblarse exactamente. En palabras simples, es desligarse del cuerpo y la mente, y llegar a un plano espiritual donde las sensaciones son diferentes y casi divinas.
Pero ¿por qué ella había entrado en ese estado para buscar ayuda, y de qué exactamente?
-¿Con quién se intenta comunicar Henrietta?- le pregunte a José dejándola recostada en la banca en la cual estaba sentada anteriormente.
-Como sabrás, Henrietta es una niña cristal, o al menos ese es el concepto que utilizamos en esta época. Pero una palabra más precisa y antigua sería pitonisa- dijo José acercándose a mi luego de haber terminado de borrar todos los círculos.
-¿Entonces ella puede comunicarse con Dios?- pregunte un tanto inseguro de mis palabras.
José se acercó a Henrietta y acaricio su cabeza, -eso sólo lo sabe ella. Realmente no tengo la menor idea si existe un Dios o muchos dioses y si es el de alguna religión conocida, simplemente ella entra en ese trance y consigue respuestas de algo superior a nosotros. Nunca me he atrevido a preguntar qué ve o siente en ese plano espiritual, solo sé que su ayuda ha hecho que se salven o terminen muchas vidas- se sentó a un lado de Henrietta y volvió a hablar, -¿cuántos años crees que tiene ella?-.
-No lo sé, tal vez diez años- respondí rápidamente sin pensar mucho la respuesta, solamente para que él continuara hablando.
-Tiene ocho años, los cumplió hace un par de semanas, ¿pero sabes desde hace cuanto ella puede comunicarse con el plano astral y cómo lo descubrió?, quien provocó el despertar de su capacidad fui yo-.
Eso dejaba en claro que ellos se conocían con anterioridad, pero dejaba otras dudas, como ¿de qué trataba su despertar o a qué edad fue tal acontecimiento? Aunque no sería problema el preguntar en estas circunstancias, la pregunta que hice yo fue muy diferente, -¿cómo se conocieron y donde?- dije de manera inconsciente.
-Nos conocimos por mis estudios, cuando ella tenía cuatro añosme respondió rápidamente.
-Si no me equivoco tus estudios son de antropología, ¿estudiabas el ambiente cultural alrededor de los niños cristal e índigos?- le pregunte asumiendo su respuesta.
El sonrió y dijo, -No exactamente como dije antes yo fui quien despertó su capacidad, pero no tenía esa intención, yo estaba estudiando el Síndrome de Asperger-.
Ese síndrome, es normalmente asociado a los niños cristal por un mal diagnostico, es algo parecido al autismo.
-¿Y cuanto durará su trance?- pregunte.
-Esta vez- dijo bajando la mirada, -no hay seguridad que vuelva-.
Capítulo V: Pueritia
-Cuando comencé a hacer mi tesis para graduarme, elegí como tema la relación sociocultural que tiene el Síndrome de Asperger. Mis estudios tuvieron lugar en el sur del país ya que la Universidad que la impartía en esta ciudad no me acepto- me contaba José luego de que su último comentario me dejara sin palabras.
-La ciudad la conoces, es la misma en donde conociste a Henrietta y donde se encuentra la extensión del grupo. Fui al centro médico que trataba a los niños con ese trastorno, normalmente se concreta un diagnostico a la edad de 7 años, pero Henrietta fue diagnosticada a los 4 años, ya que tenía los síntomas más marcados, incluso más que niños de mayor edad. No mencionó palabra frente a nadie hasta los 3 años, aunque cuando se expresó por primera vez lo hizo de manera fluida y con buen vocabulario. Cuando le hable por primera vez, noté que ella carecía de de un importante síntoma en los niños con aquel trastorno, ella sintió empatía hacia mí- continuó José.
Atentamente lo escuchaba tratando de entender cuál era la relación con la posibilidad de que no salga de aquel trance.
-El día anterior al que me relacione con ella, había muerto mi mascota, por tanto me sentía un poco deprimido, pero ya que los niños con aquel trastorno tienden a no reaccionar ante la tristeza de los otros, no obtuve palabras de consuelo de ninguno de ellos, ni de los mayores que estaban más integrados en la sociedad. Pero al llegar a hablar con ella al saludarla no me respondió,
jugaba con una baraja española, una actitud relativamente normal en estos niños, pero luego dijo una línea que me hizo pensar si realmente sufría tal trastorno, “tu voz esta triste”. La empatía no es algo que sientan de manera tan sencilla, así que me concentre en las áreas que prestaba mayor atención para comunicarme un poco más con ella. Me decían que leía mucho acerca de temas esotéricos, por tanto decidí traer al siguiente día un mazo de cartas del tarot, para ver su reacción. Al llegar con tal regalo su reacción fue bastante efusiva, al punto que me abrazó, nadie más notó este acto y lo mantuve en secreto, aún me pregunto por qué lo hice. Henrietta me dijo que en compensación, vería mi futuro con las cartas, yo no me negué, nunca pensé lo acertada que sería su predicción. Hasta el día de hoy dos de sus tres predicciones se han hecho realidad…- se detuvo de una manera extraña, como si no dudara de que la tercera también se cumpliría.
Luego de detenerse unos segundos, yo centre mi mirada en él, le insistía con mi vista que continuara.
Él al notarlo volvió en sí y continuó, -paso una semana y centre mi estudio en el particular caso de Henrietta, pero al mismo tiempo ocurrió un suceso que no esperaba. Al llegar al centro médico me hablo el director de aquel hospital y me dijo que los padres de Henrietta habían desaparecido, que habían intentado ubicarlos de todas las maneras posibles pero no tuvieron suerte, la última vez que se les vio fue ayer, al momento de dejar a Henrietta en el centro médico, dijeron que tenían un asunto que atender y no volvieron, se les busco en su hogar pero todas sus cosas habían desaparecido, se ubico a sus otros parientes, pero ambos padres eran hijos únicos y sus abuelos habían muerto, se encontraba sola, y no podían dejarla en el centro médico. Sin dudarlo un segundo
ofrecí hacerme cargo de ella, mi esposa estuvo de acuerdo y la lleve a vivir con nosotros. Gracias a un amigo el trámite de adopción no tuvo contratiempos y mi esposa estaba feliz de tener una niña en el hogar, se ambiento tan rápido y bien a nuestra casa que se acrecentaron mis dudas acerca sí en realidad tenía Asperger. Pregunte a unos amigos de la Universidad si cabía la posibilidad de un diagnostico erróneo. Y mencionaron a los “niños cristal”, niños de una índole semejante a los llamados “niños índigos”, pero con características muy diferentes, llamados también “los pacificadores”, tienden a confundirlos con autistas muchas veces, pero a diferencia de ellos, no se explayan con muchas personas porque sienten sus malos pensamientos. Así que comencé a investigar sobre ellos y conocí a un hombre llamado Matías, tal vez lo conozcas, es el Obispo a cargo del grupo en la sede de la ciudad del sur-.
Cuan pequeño es el mundo, claro que lo conocía, él es el antiguo amigo del Rey.
-Él me invito a participar de la secta del orbe central, pero me negué, no podía dejar mis estudios inconclusos ni a mi esposa, así que me dijo que intentaría traer una parte del grupo a esta ciudad. Cerca de un mes después, lo encontré en la Universidad, me dijo que todo estaba listo y que lo acompañara junto a Henrietta esta noche a un lugar a las afueras de la ciudad. Allí en una parcela estaban reunidas cerca de 30 personas en la cabaña principal, todas traían caretas, noté que Henrietta se sentía incomodo con eso y pregunte a Matías si podía hacer algo con eso. Levanto sus brazos y todos centraron la mirada en él, “ocultar nuestros rostros es una ofensa para nuestra nueva integrante, y al ser ella la razón de que nos encontremos reunidos hoy en este lugar les pregunto,
¿queremos ofenderla?”. Al unísono se escucho la negativa de todos y se quitaron sus mascaras. En ese lugar muchas personas enseñaron a Henrietta diferentes formas de usar sus cualidades de la manera adecuada. Pero hubo un suceso que la convirtió en lo que es hoy… oh, creo que ya está todo bien- dijo indicando con su mirada que bajara la mía hacia Henrietta que ya estaba despertando.
Capítulo VI: Reincarnation
Henrietta apenas reaccionaba a mis palabras, sostenía su rostro con ambas manos, aún estaba adormilada, -¿Henrietta te encuentras bien?- le pregunte, a lo que asintió con su cabeza, logró erguir su espalda y sentarse sin apoyo en la banca, -me asusté, por las palabras que cruzaste con José creí que no despertarías-.
Ella me sonrió y dijo, -esa siempre es una posibilidad-.
¿De qué estaba hablando, aún estaba un poco dormida?, -no me asustes- le dije entre sonrisas.
-Ella habla en serio, cada vez que entra en un trance aumenta la posibilidad de que no vuelva en sí- dijo José mirándome de manera tan seria que cambio mi semblante en un segundo, -aquel suceso que despertó sus cualidades, fue que descubrimos que era la reencarnación de la mismísima Sibila Herófila, la pitonisa que predijo que la causa de la guerra de Troya, sería una mujer llamada Helena, con las eras ella fue reencarnando en numerosas profetas, algunas desconocidas o menospreciadas e incluso llamada bruja en la edad media- continuó hablando José.
Henrietta que ya estaba consciente en su totalidad lo detuvo de continuar hablando, -los Seres con los que me he comunicado me han dicho la solución al problema del coma de los Caballeros, pero si no conocemos el causante del coma de Daniela no podremos
despertarla- dijo Henrietta poniéndose de pie, -hay que apresurarse y decirle a Anna que encontramos una cura para Karla, así podremos convencerla de que hable con la familia de Daniela y si sabemos que droga causo su coma, podremos crear la cura-.
Henrietta me tomó de la mano y comenzó a caminar, al dar un par de pasos vi que José permanecía en la plaza, detuve a Henrietta y le dije a José, -¿no vendrás con nosotros?-.
-Hay algo que quiero hacer ya que estoy en la ciudad- dijo él, -pero no te preocupes, si pueden convencer a la joven de que se presente en el hospital, nos encontraremos nuevamente. Confío a Henrietta en tus manos- al decir esto dio media vuelta y partió en sentido contrario al nuestro, en ese momento escuche a Henrietta susurrar algo, pero no pude entenderla.
A pie tardaríamos 30 minutos en llegar a mi casa. Por algún motivo Henrietta rechazaba los vehículos así que descartamos ese modo de movilizarnos. Cuando faltaba un tercio del camino no pude evitar recordar la primera vez que me encontré con Henrietta, y recordaba que ella dijo que sus padres la habían facilitado las herramientas para desarrollar sus habilidades, cosa muy contraria a lo que me contó José.
-Henrietta- le dije, -si no mal recuerdo, dijiste que tus padres te apoyaron desde…- entonces fui interrumpido.
-Así es mis padres son José y Génesis, ellos me criaron y ellos han sido los únicos y verdaderos padres que he tenido- dijo ella con lagrimas en los ojos.
Me arrodille frente a ella y enjugue sus lagrimas, -entiendo, no quise decir algo que no debía. José tiene suerte de tener una hija tan maravillosa como lo eres tú- le dije y luego le di un abrazo, lo sentí tan cálido que permanecimos unos minutos de ese modo.
Cuando el sol se asomaba a través de las montañas, y ambos volteamos a ver los primeros rayos de este, nos separamos y emprendimos nuevamente el viaje con nuestros corazones llenos de felicidad, y sin darnos cuenta llegamos a mi hogar cuando el sol se lograba ver por completo.
Capítulo VII: Spem
Al entrar a mi hogar había un silencio sepulcral, al punto que me incomodaba. Sabía que Anna estaba en su cuarto, pero aquel silencio me dejaba intranquilo, pero Henrietta mantenía la calma por ambos.
-¿Cuál es el cuarto de ella?- me pregunto.
Le señale el final del pasillo y le dije, -la última habitación de la izquierda-.
-Bueno, vamos a hablarle- dijo ella tomándome la mano y casi arrastrándome hacia la habitación.
Cuando llegamos frente a la puerta, llame a esta con un par de golpes, los que me revelaron que la puerta estaba entreabierta. Muy lentamente la empuje y asomé la mirada para ver si se encontraba ahí. Y efectivamente ahí estaba, con un buzo completo y descalza, abrazaba sus rodillas y entre estas estaba su cabeza.
-Anna, traigo buenas noticias- le dije.
Inmediatamente ella alzo su rostro preguntando, -¿despertó?-.
Pude ver sus ojos, estaban enrojecidos e hinchados, tal parecía que había llorado mucho.
-No- dijo Henrietta, -pero encontramos la manera de traerla de vuelta-.
-¡¿Entonces por qué aún no ha despertado?!- nos grito con una expresión de enojo.
Henrietta retrocedió hasta ocultarse atrás de mí aferrándose a mi chaqueta, estaba aterrada al punto que temblaba.
Al ver la reacción infantil de Henrietta, Anna se tranquilizo y le pidió disculpas, -lo lamento, es sólo que no me puedo sentir tranquila con lo que pasó. Pero si ya tienen una cura, ¿por qué aun no la aplican en los afectados?-.
-Es cierto podemos despertar a los Caballeros, pero aún necesitamos que Karla permanezca más tiempo en ese estado para resolver el problema de Daniela- le dije.
Ella volvió a enfurecerse, su semblante volvió a la ira, y Henrietta que apenas asomaba la cabeza tras de mí, se ocultó por completo al ver el rostro furioso de Anna.
-Debes tranquilizarte- le dije, -Karla hizo esto con plena conciencia de los peligros, y ella querría que me apoyaras. Despertaremos a Karla tan pronto como descubramos lo que pasó con Daniela, eso es lo que la misma Karla desea-.
-¡¿Cómo lo sabes?! ¡Yo estuve con ella los últimos minutos, y no dijo nada semejante!- nos grito entre lagrimas y luego cubrió su rostro.
Yo saque la carta que había escrito Karla para mí, y se la mostré a Anna, -ahí están los pensamientos y deseos de Karla, ella sabía lo que hacía- le decía mientras ella ojeaba la carta enjugando sus lagrimas.
Al terminar de leer la carta, y ya un poco más tranquila, Anna elevó su mirada y dijo, -entonces, ¿ella no lo hizo por mi bienestar?- aunque se escuchaba un poco decepcionada, soltó una sonrisa y continuó hablando, -olvidaba lo egoísta que podía llegar a ser, aun cuando hace algo que parece altruista, está presente su actitud egoísta- termino de hablar entre risas y al final soltó una gran carcajada.
Al ver que ya se había calmado por completo, me arrodille y dije a Henrietta que ya todo estaba bien.
Su actitud fue retornando a la normal lentamente, y cuando volvió a ser la misma confiable persona se dirigió a Anna, -ya que todo está aclarado, necesitamos que vayas al hospital y hables con los
padres de Daniela para averiguar cuál fue el motivo de su coma, si lo averiguamos podremos sanarla y también Karla podrá despertar- dijo de una manera tan madura que nadie hubiera pensado jamás que hace unos minutos estaba temblando del miedo.
Anna se puso de pie y dijo, -está bien, iré al hospital y tengan por seguro que averiguare la causa del coma de Daniela, y- se detuvo y tomó las manos de Henrietta, -lamento mi actitud, no estaba en mis cabales-.
Henrietta llevo sus manos a su pecho, cerró sus ojos y sonrió, -tus palabras son sinceras, no hay mejor disculpa que esa. Eres una buena persona, digna de confianza y con un gran corazón. Me alegra haber conocido una persona tan pura como tú- dijo.
Yo las miraba a ambas con gran gusto, me llenaba el corazón ver que tenía a mi alrededor personas tan benignas para mi salud mental, sin darme cuenta me acerque a ambas y las abrase, aunque ellas se extrañaron en un comienzo los tres nos unimos en un abrazo tan fraterno que parecíamos una familia.
Capítulo VIII: Pater
Anna había partido al hospital y desde luego se había encontrado con los familiares de Daniela, pero lo que queríamos escuchar no era lo que llego hasta nuestros oídos.
Al parecer el coma de Daniela se había provocado por un trauma emocional y no por drogas, o al menos así parecía, lo que menciono la madre de Daniela a Anna, hacía referencia a un problema emocional, ella escucho algo que la perturbo de sobremanera, su madre no menciono exactamente el problema. Pero este era el que había provocado el coma de Daniela.
Cuando Anna me contó todo esto quede con un gran complejo y duda, ¿cómo podría despertar a Daniela si su problema no era precisamente por una droga? Según Henrietta sería más difícil de solucionar si no era una causa física, aunque no imposible, pero aun así necesitábamos el causante exacto.
Desde luego Henrietta intentaba encontrar a Karla y Daniela en el plano astral, pero no había ningún avance. Al parecer si Karla la había hallado, Daniela la había convencido de ocultarse también en aquel plano.
La tarde aún no terminaba cuando Anna de manera cada vez menos sutil intentaba que la madre de Daniela le hablara del trauma que provoco el coma de esta. Cuando ella
inconscientemente menciono algo un poco confuso, “ella se entero de quien era su verdadero padre”.
Esas fueron las palabras que oyó Anna de la madre de Daniela, al parecer el impacto de descubrir que el hombre a quien había llamado padre toda su vida, no era sino un hombre sin relación sanguínea la había devastado emocionalmente. Tal vez esa es la misma razón de porque encontró el consuelo en un hombre que parecía tan “puro”, porque necesitaba alguien que compensara el “mal” que representaba su padrastro. Aunque claro su padrastro no era el problema, sino el ideal de familia que ella había imaginado.
El día estaba por acabar cuando la solución parecía no llegar, pero como dicen, Dios no cierra una puerta sin abrir una ventana, y más que una ventana se me abrieron los portones del cielo con la llegada de un personaje que casi ya había dado por olvidado.
El doctor en jefe del área de los pacientes en coma, era nada más y nada menos que Marcos. El mismo Marcos que yo había visto en mis sueños y que me aseguraba un final feliz siempre que no me rindiera.
Marcos se presento ante mí con las siguientes palabras, -Jesús, tú has hecho de manera excelente tu parte, aunque con errores, has hecho el bien para todos tus seres queridos y provocado el menor daño a terceros, pero es momento de terminar esta aventura que se te fue designada casi contra tu voluntad. Pero antes necesito
que me respondas algo, si tuvieras que elegir entre Karla y Daniela, ¿cuál sería tu elección?-.
A lo que yo respondí, -¿podrías elegir entre que es más importante, ver u oír? Claro que si no conocieses alguna preferirías la otra, pero al sentir los beneficios de ambas no podrías abandonarlas. Con ellas es algo similar para mí, ellas podrían ser mis ojos y mis oídos y son tan importantes que no podría cambiarlos por ningún placer menor. Espero que eso responda a tu duda- le dije.
El sonrío y me dijo, -entonces ha elegido bien. No te preocupes, ambas se salvaran-.
Capítulo IX: Modus
Después de aquel pequeño cuestionamiento al que hizo enfrentarme Marcos, y con la aseveración de que ambas se salvarían, él me cito en una sala del hospital, -debemos apresurarnos, desde luego sabes que mientras más tiempo permanezcan en aquel plano más difícil será que vuelvan a este, pero Daniela se encuentra en el límite de lo que puede permanecer una persona viva en aquel plano-.
Claro está que conozco todos los riesgos que se corren, pero como solucionar el problema de despertar a Daniela, esa es la duda que necesito que responda Marcos.
-¿Cómo podremos salvar a Daniela en este estado tan crítico?- le pregunte.
-Tendrás que poner mucho de tu parte, incluso podría necesitar tu sacrificio para recuperar a ambas, antes te pregunte a quien preferirías salvar, y la comparaste con tus sentidos, tu vista y tu oído, pero ¿sacrificarías tu alma por ellas?- me dijo Marcos.
-Creo que lo dije de una manera muy superficial al compararlas con mis sentidos, estos últimos años he conocido a personas muy importantes, personas que he amado y odiado en poco tiempo y vuelto a amar, personas que he respetado y aun cuando se mostraron vulnerables no perdí el respeto. Sacrificar mi alma, creo que es un pequeño precio a pagar por recuperar a dos de las
personas más importantes para mí- le dije y cuando el intento hablar continué, -pero no lo malentiendas no seré un sacrificio, hay personas que no me lo perdonarían, así que dejándolo muy claro, el día de mañana será el día en que Karla, Daniela, Henrietta, Anna y yo celebraremos este día como el día en que todos pudimos estar juntos y felices- termine de decir a un doctor Marcos un poco extrañado pero al parecer bastante conforme con mis palabras.
-La forma de despertar a Daniela es muy simple- me dijo el doctor Marcos, -una frase. Una frase fue la que se repetía constantemente en su cabeza y esta fue la que le ocasionó aquella gran conmoción que la llevo a ese estado. Solo hay que repetirle aquella frase al oído y despertara, siempre que ella pueda y quiera hacerlo-.
Parecía algo sencillo, pero no podía simplemente acercarme a la familia de Daniela y hacerme de aquella frase. El doctor Marcos dijo que podría hacerme pasar por un estudiante para así poder relacionarme con la familia, pero ¿que debía decirle para que me dijeran aquella frase? Supongo que ahora es cuando mis dones de mentiroso son útiles.
Así que eso hice, con la ayuda del doctor Marcos suplante a un estudiante en práctica, usando un nombre común y significativo para mí, José. Me acerque a la familia de Daniela con la escusa de que ayudaba al doctor Marcos con un tratamiento experimental. Acercarme a la familia sería parte del método, así no habría sospechas de mis preguntas.
El método que usaríamos era de estimulación a través de los sentidos, usaríamos la manipulación del ambiente para así traer recuerdos a su mente; sonidos, aromas y recuerdos físicos. Al acercarme a su madre en un principio, no entendía de qué manera podría ayudar este tipo de estimulación. Le explique acerca de los beneficios que podría traer este tipo de estimulación, acerca de la comodidad que sienta la persona que podría resultar en actos naturales del cuerpo, como recrear el ambiente de una mañana común para ella, así facilitar a su cerebro el acto de despertar.
Desde luego esto no era más que parte de mi mentira, solo necesitaba conseguir que su madre apoyara y confiara en mi idea y le diría que repita las palabras exactas que llevaron a Daniela al coma. Para mi fortuna, el día estaba muy avanzado para intentar la táctica de recrear una “mañana normal”. Y luego de convencerla de las posibilidades del método accedió a repetir las palabras exactas a oídos de Daniela y siempre que yo no estuviera en el cuarto.
Obviamente accedí, me retire del cuarto. Afuera estaba el doctor Marcos, -has conseguido tu cometido bastante rápido tienes una gran capacidad de convencimiento- me dijo.
-Supongo que cuando hay una buena razón, la mentira no siempre es mala- dije con una sonrisa forzada.
Inmediatamente luego de mis palabras escuchamos a la madre de Daniela que nos llamaba. -Doctor, ha reaccionado por un segundogritaba.
Pero aún no estaba despierta, el doctor Marcos le pidió a la madre que saliera para examinar a Daniela. Reviso la respuesta de sus retinas y otros estímulos.
-Es como dice, su cuerpo reacciona- dijo el doctor Marcos.
-Entonces, ¿está bien?- pregunte.
El doctor bajo su cabeza y dijo, -No, ahora es su mente la que debemos rescatar-.
Capítulo X: Restiterunt
Los resultados no fueron los esperados, aunque Daniela se “recupero” físicamente, su mente seguía resistiéndose a despertar, lo peor era que no había la seguridad de que no habían terceros reteniéndola en el otro plano.
Con la situación actual encontrar a Daniela en el plano astral era prioridad, pedí que se le despertara a todos los caballeros e incluso a Karla. Luego, pediría ayuda a Henrietta para ir al plano astral y buscar yo mismo a Daniela.
Y cuando la pócima fue administrada a todos, fueron despertando casi inmediatamente, todos menos Karla. Presentaba la misma resistencia que Daniela. Era claro que ambas se habían encontrado en el plano astral y un motivo común las retenía. Mi preocupación fue en aumento, debía actuar con prisa. Le pedí a Henrietta que me guiara de alguna forma segura hacia el plano astral. Ella me explico que no había un método rápido que no fuese peligroso, desde luego eso no me importaba, necesitaba prontamente encontrarme con ellas. Pero eso tampoco era posible fácilmente, Henrietta no podía llevarme directamente hacia ellas sin antes saber su “ubicación”.
Ya había comprendido que partir hacia lo desconocido sin un plan de reserva no es buena idea. Pero algo resonaba en mi corazón, una voz que me llenaba de confianza, una voz que sonaba tan familiar y tan cálida que le asegure a Henrietta que yo me encargaría de encontrarlas cuando este allá.
Henrietta me miro por unos segundos y dijo, -puedo sentir en tu mirada que esa confianza tiene una base, no una base física, tal vez es momento de que te devuelvan la ayuda. Está bien preparare lo más pronto posible tu partida-.
No entendía claramente lo que quería decir con esto, pero ciertamente Henrietta puede sentir y presentir cosas que no podría siquiera imaginar, no sabría decir si ella conocía con exactitud qué era lo que estaba sintiendo, pero si ella confiaba en mi presentimiento me daba aún más seguridad.
Antes de “el viaje” al mundo astral le hable a Anna que se encontraba en casa para que no se preocupara, -esto es necesario, encontrar a ambas es mi prioridad. Además tengo un presentimiento que todo saldrá bien, y apoyado por Henrietta esto no puede terminar mal- le dije.
-También tienes mi apoyo, más bien confío en la seguridad con la que hablas de ese presentimiento- me dijo y me dio un abrazo para luego volver a hablar, -trae a esa egoísta, la hare disculparse por hacerme ver como una tonta-.
Con una sonrisa le dije, -eso no lo dudes, las traeré a ambas de vuelta sanas y salvas-.
Luego de hablar con Anna me dirigí a la habitación donde Henrietta dijo que tendría todo listo, ya que Anna se encontraba en nuestro hogar, Henrietta tuvo poco más de dos horas para prepararlo todo. Al entrar en la habitación me sorprendió no ver lo que esperaba, con tanto tiempo esperaba otra serie de intrincados círculos en el piso, pero en vez de eso solo vi a Henrietta sentada al lado de un colchón delgado y sobre este un par de sabanas, un cobertor y una almohada dispuestas semejantes a una cama.
-Es cierto eso que dicen que a veces lo más simple puede sorprender- dije desconcertado.
-Oh lo siento, hubieras preferido una serie de intrincados círculos frente a un altar- me dijo sonriendo.
Con un gesto exagerado de sorpresa la mire por unos segundos, ¿había leído mi mente?
-No te preocupes, encontré una forma rápida, segura y simple. Aprovecharemos ese llamado que sientes y lo responderemos, lo que sea que intenta darte un mensaje llegaremos a él a través de su propio llamado. Toma bebe esto- me dijo.
Me entrego un vaso con un líquido de sabor amargo, -¿qué clase de pócima es esta?- pregunte.
-¿Pócima?, es sólo un somnífero- me dijo.
-¡¿Qué dices?!- levante la voz al tiempo que intentaba levantarme, pero al parecer el somnífero era potente y no pude hacerlo.
Mientras empezaba a tomar conciencia en el mundo astral, escuchaba a lo lejos una voz femenina que me decía, “no debes confiar en todos los llamados”.
Capítulo XI: Firmamentum
“Retome la conciencia en un lugar conocido, más que conocido inolvidable, el mausoleo de la familia Galez. Me mantuve unos segundos mirando desconcertado la inscripción, incrédulo de lo que veía, tanta era mi confusión que tarde en sentir la presencia de quien estaba tras de mí. La dueña de las palabras que había oído antes y la mujer por la que comenzó todo esto, ella con su inconfundible cabello rojizo, y cautivantes pecas. No era otra sino Alicia.
En el momento que nuestras miradas se encontraron el mundo se detuvo para mí. Con la mente en blanco me acerque a ella y la abrace.
-También me alegra verte- me dijo con una sonrisa.
-¿Qué haces aquí, creí que habías desaparecido?- le dije mientras disolvíamos el abrazo.
Ella miró al pálido cielo y dijo, -no podría asegurar que estas equivocado. Te dije que no sabía que pasaría conmigo después de cumplido mi deseo, e incluso ahora no sé qué ha pasado durante todo este tiempo. Tengo la impresión de haber estado en un lugar muy tranquilo, aun así yo no podía estar tranquila, fue entonces que de alguna manera me entere de tu predicamento con Karla y Daniela-.
Ella se alejo un poco de mí y dándome la espalda continuó, -creo que no podía estar tranquila sin pagarte el favor que me hiciste- y volteándose me mostró una enorme sonrisa.
-¿Eso quiere decir que has venido a prestarme tu ayuda?- le dije un tanto exaltado.
Ella cambió su sonrisa por un rostro de confianza, -¿qué tan inútil crees que soy?, yo no vengo a prestar simple ayuda, yo vengo a solucionar tu problema- dijo.
Balbucee unas palabras inentendibles un momento por la felicidad que provocaron en mí esas palabras, hasta que por fin pude articular palabras, -eres un ángel, si la justicia divina existe y la reencarnación es una opción, te has ganado esa opción-. Ella soltó una pequeña risa y luego habló, -no tengo tanta fe en Dios, pero no lo hago por su agrado, lo hago por…- en ese momento simplemente guardo silencio y bajó su mirada, no quise preguntarle sus motivos, no iba a hostigar a mi salvadora con preguntas incomodas.
Después de un incomodo silencio, me atreví a hablar, -¿cómo sabes dónde encontrarlas?- le pregunte.
Fue entonces que levantó su rostro y dijo, -todavía mantengo ese vinculo especial con Karla, siento sus emociones alterarse casi de
la misma manera que lo siente ella, ya estaba consciente cuando ella entró al plano astral, no estaba preocupada ya que sentía su firme determinación, pero luego sentí una gran confusión en ella, pienso que en su encuentro con Daniela se ha contagiado de su problema-.
-¿A qué problema te refieres?- le pregunte.
-En este plano puedes encontrarte con información muy desagradable, tal vez eso fue lo que paso con Daniela, y al mostrarle los resultados de esa información a Karla, ella comprendió esa información de la misma manera que Danielaintento explicarme Alicia.
Realmente no entendía muy bien, pero su conexión especial de gemelas era la que le decía donde se encontraba Karla. Ahora debía llegar pronto al lugar donde se encontraban para entender mejor el problema.
-Y bueno, ¿dónde se encuentran ellas?-, pregunte un poco desesperado.
-Con respecto a eso, ya estamos en ese lugar- me dijo Alicia.
Desde luego, no nos habíamos movido ni un metro mientras hablábamos, así que dirigí mi mirada hacia el mausoleo.
-Exacto, ellas estรกn dentro- dijo Alicia.
Capítulo XII: Dirigendos
Encontrar a Daniela y Karla ya no era problema, prácticamente estaban al alcance de mi mano, pero ¿por qué Alicia no había intentado convencer a Karla?
-¿Cómo sabes que están dentro?- le pregunte.
-Te lo dije antes, por mi conexión con Karla, por eso puedo hasta sentir su presencia este donde este- me respondió mientras me daba la espalda -ahora todo depende de ti-.
-¿De qué hablas?- pregunte extrañado.
Ella comenzó a hablar en tono muy bajo, aun inaudible para mí que estaba a menos de dos metros de ella. Aún dándome la espalda, acerco sus manos a su cara, parecía como si estuviera limpiándose los ojos, quizás estaba llorando pero no podría confirmarlo. Luego de eso, dio lentamente un paso al frente, al ver eso rápidamente la alcance y tome su mano izquierda.
-¿A dónde vas, no estarás conmigo para convencer a Karla?- le dije apretando su mano.
Ella se volteo hacia mí y dijo, -no creo poder ayudar en algo, además mi tiempo aquí siempre fue limitado, aunque aquí el
tiempo transcurre de maneras que aun ahora no puedo entender, siento que no puedo permanecer más aquí contigo-.
Entonces se soltó de mi mano y me incitó a que entre en el mausoleo, -vete ellas te están esperando-.
No tenía mucho que discutir, no entiendo cómo funciona esto a lo que alguna vez identifique como el limbo, y si quiero el bienestar de Alicia tengo que dejarla partir.
-Gracias Alicia me alegra haber visto nuevamente tu rostro, tal vez no nos volvamos a ver, y de alguna manera eso espero, no me gustaría que vagaras eternamente en este lugar, espero que cuando reencarnes sea en alguien que pueda conocer, si es así te reconoceré y me encargare de mostrarte el mundo y todas sus cosas bellas- y al terminar de hablar me acerque y bese su frente.
Ella se sonrojo un poco y luego me empujo hacia la puerta del mausoleo y dijo, -entra de una vez-.
Abrí la puerta y al mirar de reojo hacia atrás pude ver a Alicia que agitaba su mano despidiéndose. La puerta me llevaba directamente a unas escaleras hacia abajo e inmediatamente por un largo pasillo. Nunca había entrado a un mausoleo, pero esto no me parecía normal. Sin darle mucha importancia empecé a caminar por el pasillo iluminado por un poco de luz de la cual no podía identificar su procedencia, sentí una presión y los oídos se me taparon, no lograba oír nada.
Como esperaba, el pasillo no tenía un final, desde mi perspectiva camine por veinte minutos. No encontré diferencias en los muros ni en el techo, ambos al igual que el suelo estaban formados por rocas de diferentes tamaños pero con un patrón casi hipnotizante. Me detuve y senté en el suelo mirando al techo, y unos segundos después comencé a gritar en dirección a este.
-¡Daniela, Karla!- grite primero, al no encontrar indicios de respuesta continué con mis gritos, -¡sé que me escuchan, no les mentiré, he venido aquí a convencerlas de que vuelvan conmigo, y si tengo la oportunidad las obligare, pero les propongo que si logran convencerme de que es mejor estar aquí que conmigo me iré de aquí y las dejare tranquilas!-.
De un momento a otro deje de sentir esa presión y mis oídos volvieron a la normalidad, incluso luego de eso no escuchaba más que el sonido de una brisa colándose entre las rocas. Pero cuando levantaba mi mano para alcanzar mis orejas, esta se topo con un muro a mi lado. Al mirar a mi derecha logre ver el final del pasillo que no se encontraba a más de veinte centímetros desde donde estaba sentado.
-Gracias- dije volviendo la mirada al techo.
Me puse de pie y me dispuse a abrir la puerta, pero esta estaba entreabierta, la empuje y entre a una sala pequeña tal vez de 3 metros cuadrados, con muros blancos, con techo y suelo de
madera, la habitación se sentía un poco más fría que el pasillo, y en medio de la habitación logre ver a una chica pelirroja tomando una taza de té sentada en el suelo frente a una pequeña mesa, era Karla.
-Bienvenido- me dijo Karla dándome una sonrisa un poco triste y trayéndome cierto recuerdo a la mente.
XIII: Clauditur
Entre a la habitación y me senté frente a ella, en la mesa que nos separaba había un juego de te sencillo, ella levanto la tetera y sirvió un poco de té en una taza que luego me entrego sobre un platillo.
-Bébelo- me dijo con voz suave.
Levante la taza y lentamente bebí un gran sorbo, luego volví a dejar la taza el platillo y me mantuve en silencio unos segundos mirándola, ella mantenía la mirada en la taza que sujetaba con ambas manos como si intentara calentárselas.
-Dijiste que nos obligarías si tenías la oportunidad, pero solamente has venido aquí por Daniela, es poco lo que te importo- me dijo cabizbaja.
-Te equivocas, estoy aquí por las dos, ambas son importantes para mí- le dije con firmeza.
Ella seguía mirando su taza de té como hipnotizada, bebiendo pequeños sorbos de vez en cuando. El silencio había vuelto y yo no me atrevía a mencionar palabra alguna.
-Recuerdas la carta que te dejé, en ese momento no sabía cómo habían transcurrido las cosas para Daniela, aun así desde que te volviste Rey del grupo, empecé a sentir una gran envidia hacia ella- me dijo.
-¿Por qué sentirías envidia de ella?- le pregunte.
-Desde nuestro encuentro en la ciudad del sur has sido frio y distante conmigo, en un principio no lo entendía, ya que tú eras quien me buscaba en primer lugar. Pero claro, estaba equivocada a quien buscabas era a mi hermana Alicia, ¿cierto?- me reprocho.
Me mantuve en silencio mientras ella hablaba, pero apenas dejo de hablar comencé yo, -no te equivocas todo ese tiempo estuve en busca de Alicia, pero ella no es más importante que tú-.
Tuvieron una leve reacción en ella mis palabras, así que continué.
-Aquel día en la ciudad del sur cuando nos besamos, ¿qué sentiste?- le pregunte.
-¿De qué hablas?, yo no besaría a cualquier hombre, aunque me sentí un poco mareada eran mis sentimientos reales los que me llevaron a besarte- dijo mirándome al principio un poco molesta y luego fue avergonzándose hasta volver a bajar su mirada.
-¿Y si te dijera que esos sentimientos no eran reales?- pregunte inquieto de mis propias palabras, ella levantó su mirada con una confusión casi inocente, entonces continué, -ese último trago que te ofrecí no era sino una pócima que mande a crear para enamorarte, esos sentimientos por mí que tienes fueron creados por la pócima-.
Ella no pudo ocultar su cara de asombro por unos segundos, luego furiosa soltó su taza de té, el cual se derramo sobre la mesa, -no puede ser, mis sentimientos son reales, ¿por qué mentirías con algo como esto?-.
-Ese es el punto, ya no quiero mentiras entre nosotros- dije levantando su taza de té.
Ella prontamente se puso de pie, revoloteo por la habitación sin un rumbo fijo, puso las manos en su cabeza y dirigió su mirada nuevamente a mí.
-¡¿Cómo pudiste hacer eso, realmente crees que te acompañare después de esto?!- me grito con palabras llenas de ira.
-Eso es lo que quiero y si es posible, crear sentimientos reales entre los dos cuando volvamos, sin engaños, simplemente lo que el tiempo y nuestros deseos creen entre nosotros, empezar de cero. No te prometo un pronto final feliz, incluso prepare el antídoto de la pócima antes de venir por ustedes, pero yo quiero
intentarlo al menos- le dije de una manera tan sincera que luego sentí un poco de vergüenza.
Lentamente Karla fue recobrando la calma, me dio la espalda y hablo de manera entrecortada, -beberé el antídoto-.
-No me importa, aun así lo intentare- dije rápidamente.
-No te lo dejare fácil- volvió a hablar.
-Me esforzare más hasta que lo consiga- respondí con la misma rapidez.
Karla camino alrededor de la mesa hasta la puerta, la abrió y antes de terminar de cerrarla al salir, susurró algo que no pude entender y luego con voz clara dijo, -no podrás usar las mismas palabras con Daniela, pero espero que tengas suerte, ella está encerrada en sí misma-.
Y cerró la puerta dejándome solo en la habitación que no tenía otra entrada o salida más que la puerta por donde Karla salió.
Capítulo XIV: Eaqualis
Estaba sentado en el suelo apoyando mi espalda en la puerta por la cual salió Karla, me encontraba completamente solo en la habitación, si Daniela esta en este lugar debe estar escondiéndose del mismo modo que mantenían oculta la puerta por la que entre, así que me dispuse a usar el mismo recurso con el cual conseguí entrar aquí, hablarle a la nada.
-Daniela, tengo algo que contarte- dije mirando al techo y haciendo una pausa por si había alguna respuesta, aunque no llego de todas formas continué, -la historia de mi niñez es un poco parecida a lo que estás viviendo en estos momentos, yo tampoco soy hijo legítimo de mis padres. Yo fui adoptado mucho antes de que tuviera conciencia de mis actos- me detuve unos segundos, -mi padre, el hombre que me crió, era un hombre gentil y muy inteligente, de él aprendí gran parte de las cosas que sé y él me motivo a investigar todo lo que me generara dudas. Siempre lo admire por muchos motivos pero había algo que siempre permanecerá en mi mente un recuerdo que quisiera borrar más que cualquier otro. Mi padre era cristiano y ese fue el motivo por el cual me dio este nombre, pero en mi época de rebeldía hacía la religión, un poco después de cumplir los 16 años, critique la elección de mi nombre, entonces él me respondió con una frase, “el nombre no hace a la persona, pero si este lo respeta es relevante”. En ese tiempo esas palabras sólo consiguieron irritarme, así que decidí usar un alias para mis conocidos, “Jota” fue el que elegí, era uno común entre los jóvenes y no era ofensivo como un apodo-.
Me detuve por unos segundos y grite mirando al techo, -¡¿estás escuchando Daniela?! Si es así entonces continuare- dije sin sentir una respuesta.
-Luego de esa discusión, mi relación con mi padre fue decayendo por mi parte, hasta el punto que cada vez que intentaba hablarme, yo me rehusaba. Luego de unas semanas mi padre me pidió hablar como lo había hecho varias veces antes, pero esta vez accedí a escucharlo por el tono de preocupación que oí en su voz, nos sentamos frente a frente y él me dijo rápida y claramente “eres adoptado”, sólo pude soltar un inquieto “¿qué?”, el continuó hablando pero no lo escuchaba, me puse de pie y salí corriendo de la casa, mi padre salió en mi búsqueda pero no me siguió mucha distancia- me detuve unos segundos para golpear con las palmas de mis manos mi rostro un par de veces.
-Fui a refugiarme por unos días a la casa de un amigo que vivía en el otro extremo de la ciudad- continué, -sabía que en ese lugar no me podrían ubicar en un buen tiempo. Lo siguiente que pasó es predecible, mi padre me contó lo de mi procedencia porque se encontraba muy enfermo, cuando volví al cabo de más de tres semanas él llevaba cinco días de fallecido. Pensaras que es un cuento para ablandarte y así me acompañes de vuelta, pero eso no es todo lo que te quiero decir. Aunque mi madre no estaba enojada conmigo, yo decidí partir de mi hogar e irme a arrendar un cuarto, tampoco me detuvo, pero me pidió que fuera a visitar la tumba de mi padre, a lo que por supuesto accedí. El último día antes de dejar mi hogar fui a visitar su tumba, y ahí frente a esta comencé a hablar, >>me siento un poco ridículo hablándole a una tumba, pero aquí estoy. Arrepentirme de mis actos no te traerá de vuelta, eso me lo enseñaste tú, pero tengo algo que decirte, dejare de usar el
alias de Jota, eso no significa que haya aceptado el nombre que elegiste, tal vez lo que me quisiste decir hace mucho es “el nombre no hace a la persona, pero si este lo acepta es relevante”, porque en estos momentos yo respeto el nombre pero no lo acepto<<, esas fueron las palabras que dije frente a la tumba de mi padre-.
No pude contener una pequeña lágrima que cayó por mi mejilla derecha, pero rápidamente la enjugue y continué hablando, -en estos momentos eres igual a mi yo de 16 años, escapando de la realidad, evitando que el mundo real te haga daño, encerrándote con la única compañía de la frase “aquí estaré segura”. El mundo es cruel, siempre lo ha sido y siempre lo será, pero también está lleno de cosas hermosas, no debes privarte de la hermosura de una rosa sólo porque tiene espinas que te pueden lastimar. Ven conmigo y busquemos esas rosas-.
Guarde silencio luego de mis palabras, ciertamente hable sin pensarlo mucho, todas las frases que había planeado para convencer a Daniela habían sido desechadas en el segundo que comencé a hablar. Pensé que no surtirían efecto pero cuando ese pensamiento cruzo mi mente fue cuando sentí una presión en mi espalda, era la puerta que se abría y por donde se asomaba una cabellera negra, rápidamente me puse de pie y la puerta se abrió por completo mostrándome a Daniela.
-Me gustan las camelias rosas- me dijo tímidamente, -¿me llevaras a ver camelias?-.
-Con una sonrisa en mi rostro respondĂ -por supuesto- y tome su mano.â&#x20AC;?
Capítulo XV: Beatus
Ya estaba todo solucionado, la nueva pócima tardaba un día en hacer efecto, pero tuve que esperar una semana para ir a retirar a Karla, porque hasta entonces le darían el alta médica, era un procedimiento normal, el cuerpo se deteriora cuando está en estado de coma, así que lo normal es mantener al paciente un tiempo para recuperarse por completo.
Me dirigía con Anna a la habitación de Karla, cuando note que desde una sala y en una silla de ruedas, transportaban a Daniela, se veía muy animada, el doctor Marcos me menciono que ella tendría el alta médica el mismo día que Karla con la intención de que pasara a visitarla, ella había despertado al mismo tiempo que yo, apenas terminado ese “sueño”, pero ella no retuvo las memorias de todo lo ocurrido en el plano astral, por consiguiente tampoco mantenía recuerdos sobre mí.
Mi mirada se quedo con ella unos segundos hasta que ella volteo a ver quien la observaba, como si sintiera mi presencia.
Veía la duda en sus ojos, tal vez se preguntaba “¿quién es?, ¿por qué me mira así, nos conoceremos?”. Pero es obvio que no, solo se sintió observada.
Al notar su madre que nos observábamos, ella me señalo y le dijo algo a Daniela, ambas se acercaron hasta llegar frente a mí. Le
pedí a Anna que fuera hasta la habitación de Karla primero que la alcanzaría pronto.
-¿También ayuda a la hermana de aquella joven?- me preguntó la madre de Daniela.
-Sí, es otra paciente que se da de alta hoy- le respondí.
-Sólo nos acercamos a darle las gracias- dijo su madre.
Ella miro a Daniela incitándola a agradecerme a lo que Daniela tímidamente dijo, -gracias doctor Jesús-.
Me sorprendí y su madre al notar el error la corrigió, -José, su nombre es José-.
Daniela un poco confundida de sus propias palabras dijo, -es extraño, algo me hizo llamarlo Jesús doctor, lo siento-.
Yo con una sonrisa le dije, -no te preocupes son nombres muy parecidos, aunque solo soy un estudiante-.
Entonces se alejaron agitando su mano en señal de despedida, yo prontamente enjugue mis ojos antes de que cayeran las lágrimas, pero fue inútil y más de una rodo por mis mejillas.
Al terminar mi conversación con Daniela y su madre, y recuperar el sentido del tiempo, Anna ya había traído a Karla hasta la puerta de salida, estaba en perfecto estado así que podía caminar, aun así tenía afuera un vehículo esperando para llevarla a nuestro hogar, pero ella pidió pasar por el lugar de reunión del grupo antes.
Al llegar al lugar de reunión, José y Henrietta nos esperaban en el salón principal.
-Me alegra que estés bien Karla- dijo Henrietta.
-¿Aún estas aquí, eso significa que la predicción que llego a mis manos era real?- decía Karla, -esos sueños en los que te presentabas ante mí acosándome en silencio, ¿eran el preludio de tu osadía?-.
José soltó una pequeña carcajada y dijo, -lo siento, eso es culpa mía yo le pedí a Henrietta que hiciera eso para poder completar la misión de salvar a Daniela de aquel plano-.
-Esto es clásico de ti José, siempre tienes las formas más extrañas de manipular a la gente- dijo Karla entre aliviada y decepcionada.
-¿Tú crees? Yo lo veo como que te incite a ser más fuerte y así completaras bien tu parte en todo esto- dijo entre risas.
Yo solté una estridente risa y abrase a Karla y Anna, y con la mirada le hice entender a Henrietta que se acercara también, ella miro a José y luego que él hiciera un gesto de que no había problema, corrió a abrasarme. Sólo lamentaba que Daniela no estuviera aquí para que mi felicidad fuera completa. Al cerrar los ojos de tal modo que sentía que por fin todo había terminado de una buena manera, de igual forma me sentía feliz.
Epilogo
Un mes había pasado, y me encontraba en el cementerio caminando con un gran ramo de variadas flores y un cubo de agua. La tranquilidad de este lugar era bastante reconfortante, a diferencia de mis lugares recurrentes. Venía a visitar la tumba de mi padre, esta se encontraba entre pasillos en uno de los muchos nichos semejantes entre sí. Al encontrarlo limpie un poco las piezas de mármol que adornaban el nicho.
-Hola padre- comencé a hablar, -todavía no me siento cómodo hablándole a una tumba pero tengo muchas cosas que contarte, ahora vivo con dos hermosas mujeres, Karla y Anna, pero no te confundas no mantengo una relación amorosa con ambas, pero quizás Karla sea la mujer para mí en un futuro. Ellas discuten constantemente en nuestro hogar, por lo que todos los días son un caos, pero un caos del que disfruto, a veces- no pude contener la risa al decir eso.
-A ambas las conocí a través de un grupo del que ahora soy líder, en un principio lo consideraba una secta de fanáticos del ocultismo, pero ahora es un lugar importante, aunque tengo detractores, son más los que me dan su apoyo, como Anaís, ella es una joven muy capaz siempre dispuesta a ayudarme, la considero la hermana pequeña que nunca tuve y por tanto la sobreprotejo incluso contra su voluntad-.
Deje de hablar un momento y comencé a arreglar una especie de maseta de mármol para colocar ahí las flores, pero pronto
continué con mi relato, -también por un viaje a otra cede del mismo grupo pude conocer a Henrietta, ella es una niña cristal que tiene ciertos poderes apoyándola, quizás sea la persona más importante del grupo en términos de capacidad. Y gracias a ella conocí a un sujeto no muy agradable, pero al cual le tengo un gran respeto, su nombre es José y es el padre de Henrietta ambos han vuelto a su ciudad natal en el sur donde viven con Génesis, la esposa de José. Trato de mantenerme siempre en contacto con ellos, escribiéndole a menudo y mandándole regalos con las cartas, las que siempre responde Henrietta-.
Detuve mi charla ya que al terminar de limpiar la maceta me quede sin agua limpia para las flores, raudo fui por más agua y volví a hablar, -disculpa la interrupción padre, pero ya volví. Ah sí, también conocí a una chica muy especial, ella era un familiar de Karla pero de cierta forma se podría decir que ella nunca estuvo con nosotros, aun así ella me ayudo mucho-.
Termine de arreglar el nicho, este destacaba entre los otros que lo rodeaban, pero hubo una flor de color rosa que no deje adornando el nicho y mantuve conmigo.
-¿Sabes?, también conocí a otra persona muy importante, de algún modo casi la siento más importante que todos los antes mencionados, su nombre es Daniela, y no estoy seguro que estará haciendo ahora, espero que todo vaya bien para ella. Pero hay algo que sé, esta flor, una camelia rosa, esta flor le agrada. Conociéndote esto tal vez ya lo sabías, pero en idioma floral la camelia rosa significa “admiración”, tal vez sea una coincidencia que sea eso lo que yo sienta por eso persona- dije poniendo en lo
alto la flor intentando tapar el sol con ella, creando el efecto de que la flor brillaba.
-Claramente es lo que siento-.
Fin
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