RENACER
qwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyui opasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfgh jklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvb nmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwer Titulo del escrito: Renacer Tipo de escrito: Novela Corta tyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopas Género: Novela Nombre: Cecilia Escobar Oliva Edad: 18 Años dfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzx Nacionalidad: Mexicana Publicado en: LeerLibrosOnline.es cvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmq wertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuio pasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghj klzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbn mqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmqwerty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc vbnmqwertyuiopasdfghjklzxcvbnmrty uiopasdfghjklzxcvbnmqwertyuiopasdf ghjklzxcvbnmqwertyuiopasdfghjklzxc
Renacer Novela Cecilia Escobar Oliva 18 a単os Nacionalidad Mexicana
Capítulo 1 Otro día más se suma a la exhaustiva semana que he tenido. Detesto no poder dormir bien, despertarme en medio de la noche fresca e iluminada por la media luna y no hacer mas que caminar, ya que eso calma un poco mis nervios. Me paseo entre la cama de mi hermana Anuk, no puedo creer que ronque como adulto cuando apenas tiene 9 años. Camino unos pasos mas cuando me percato de que el cuarto de mi madre está iluminado, lo más probable es que no consiga dormir como yo, no por pesadillas como en mi caso, si no porque mañana tendrá su cita médica para tener una hija mas. Una hermanita más para mí… - Ania, ¿sigues sin poder dormir? Me da un vuelco el corazón, pensé que pasaría inadvertida en cuanto me iba a mi cama. Seguro me reprenderá por gastar horas de descanso en pensar y caminar. - Si mamá, disculpa, ya me iré a acostar – se me corta la voz ligeramente, no quiero preocuparla, y menos cuando mañana tiene la fecundación in vitro. - No te preocupes… - escucho como toma una bocanada de aire y prosigue¿puedes venir? Me acerco y me siento en la orilla de su cama. Huele a jabón de rosas, de esos que ya casi no hay, huele a confortabilidad. - Ania, cariño, ya tiene un poco más de 9 años de que me hicieron la última fecundación. Es un proceso el cual ya he pasado con ustedes, estoy acostumbrada y confío en las doctoras. Ahora ya tienes 17 años, ya eres ciudadana para el estado de Citabella y…y necesito pedirte un favor. - Si claro, lo que quieras mamá - exclamo algo sorprendida. - Lo he estado pensando, y me gustaría que estuvieras en el procedimiento de mañana conmigo. Así sabrás cómo lo realizan para que... – hace una pausa y me mira con una sonrisa dibujada en la sombra, esa sonrisa materna que tiene- para que en un futuro próximo que quieras tener hijas sepas cómo es esto. Me estremezco un poco. Sé que todas o la mayoría de ciudadanas, cuando acaban los estudios y comienzan a trabajar en los laboratorios de Citabella o para su gobierno, sólo falta la cereza en el pastel: tener hijas. - Si…si estaré ahí - lo digo con los dientes apretados. Mi madre pone la cara dura, en varias ocasiones he dicho lo que pienso en voz alta frente a ella, sobre mi duda sobre tener hijas o no, porque siento que hay algo más allá que pasar por procedimientos in vitro como la mayoría de las ciudadanas. - Mañana nos vamos temprano a la sede de medicina- lo dice ya no tan cariñoso y se acomoda dándome la espalda.
Capítulo 2 Salimos temprano de la casa, hace frío, así que tanto Anuk, como mi madre y yo nos ponemos los abrigos blancos que nos da el gobierno de Citabella. Somos muy parecidas las 3: nariz respingada, cabello café cobrizo, facciones finas y ojos grandes. Todas las casas que hay en el estado son blancas e iguales de forma. Incluso en el centro, donde está la escuela de Anuk y cerca la sede de medicina es de la misma forma y color, solo que de mayor proporción. Dejamos rápido a Anuk a la escuela y nos dirigimos a la sede de medicina a pasos largos y deprisa, porque todos los días hay ciudadanas esperando a hacerse el procedimiento, si llegamos tarde, perdemos la cita. - Buenos días, mi nombre es Manlia Volgger, vengo al procedimiento con la doctora Ona Fitz. - Espere en la recepción, la llamaremos en un momento más- dice la secretaria con voz chillona - ¿Entra sola o acompañada? - Mi hija vendrá conmigo - la secretaria se me queda viendo y hace una mueca. - ¿Cuántos años tiene su hija? - Tengo 17 y medio - contesto antes de que mi mamá pronuncie algo - Y ya soy ciudadana legal. - Tendrás que poner tus datos en esta hoja antes de pasar a la sala. Tomo la hoja y empiezo a leer los datos que piden. Una vez que las adolescentes nos convertimos en ciudadanas a los 17 años, podemos elegir otro apellido o quedarnos con el mismo. Yo me quedé con el mismo, porque así me sigo sintiendo parte de la familia. Termino de leer los datos justo cuando llaman a mi madre. Pasamos por un pasillo estrecho e iluminado, de paredes blancas hasta llegar a un cuarto pequeño y moderno. Miro alrededor del cuarto, como era de esperarse, es de un color blanco perfecto. Hay una mesa donde tienen los instrumentos que usan y a un lado un refrigerador con la cubierta de cristal, de forma que se ve lo que hay dentro. Presto más atención a lo que hay dentro de él, y veo unos recipientes de cristal redondo con unas pequeñas gotitas. Mi madre se incorpora en la silla reclinable que hay al centro, mientras yo me siento en la silla junto a una mesita con revistas relacionadas a la medicina. Se abre la puerta y entra la doctora Ona Fitz, una ciudadana alta, de cabello negro y facciones afiladas. - Buenos días Manlia, ya sabes como es el procedimiento, pero antes de ponerte el suero y que te acuestes quiero preguntarte ¿elegiste el mismo donante de los 2 últimos productos? Me enoja que digan eso, se me hace completamente inhumano. En la escuela leímos que hace muchos años no se llamaban ciudadanas, sino mujeres. Pero también había otro género: hombres. Se supone que hubo muchos conflictos que acabaron en guerras devastadoras principalmente por hombres con hambre de poder y control. La población de mujeres se percató de esto y juntas decidieron que lo mejor era acabar con ése
género, pero sin dejar al mundo sin humanos. Fue un proceso muy largo por lo que dice la historia, pero al final las científicas recolectaron espermas de los hombres, innovando así las técnicas de fecundación a largo plazo. Por lo que nos dicen las maestras, fue la mejor solución al problema, aunque yo siento que no fue lo correcto. Los hombres se extinguieron, así como algunas especies de animales lo hicieron. Eso es lo que siento que es inhumano, al igual que en la actualidad mencionen al “donante” (los hombres) y sus “productos” que en este caso somos Anuk y yo. - Si, es el mismo - menciona mi madre tranquila. La doctora Fitz prepara un suero de color naranja pálido que entrará en el brazo de mi madre. Hoy en día la tecnología ha avanzado considerablemente, al punto en que ya no existe el sistema de determinación de sexo, únicamente hay uno. La doctora saca del refrigerador un reciente con una etiqueta en la que llego a leer “Volgger M.” Trato de mirar hacia otra parte cuando veo que la doctora prepara la aguja absorbiendo las gotas del recipiente. Me aterran las agujas, no podría dedicarme a esto porque no soy lo suficientemente fuerte para aguantar ver una aguja introducirse en un cuerpo. Agarro una revista de la mesa y trato de concentrarme en ella mientras introduce la aguja. Mi madre no me puede ver, así que es una gran ventaja para que no me recrimine después por no haber visto el proceso.
Capítulo 3 Pasan unos 5 minutos cuando de repente veo como el cuerpo inconsciente de mi madre se sacude en la silla. La doctora Ona llama rápidamente por radio a alguien, no se a quien, porque yo no puedo dejar de ver a mi madre convulsionándose. Llegan de inmediato 3 doctoras más, justo cuando la doctora Ona le saca la larga aguja a mi madre y trata de quitarle el suero. - ¿Qué ha pasado?- pregunta una doctora a Ona, quien trata de escuchar el corazón de mi madre. - No sé, ¡esto no me había pasado nunca! - exclama Ona enojada - A menos que…. ¡Saca a esa niña de aquí! – le grita a una de las doctoras. Estoy rígida, paralizada. El brazo de una doctora me agarra por el hombro y me lleva con ella al pasillo. Camina deprisa, tanto que mis pies se enredan con el piso. Llegamos a un cuarto solitario, la doctora abre la puerta y nos metemos. - ¿Qué…? ¿¡Qué le ha pasado a mi madre!?- digo entre gritos ahogados a la doctora – ¿Qué fue eso? - No sabría decírtelo, porque no estoy ahí – trata de decírmelo con calma – quiero que te tranquilices para que me permitas así salirme y saber con certeza cómo está tu madre y qué le ha ocurrido. Trato de regular mi respiración, mi corazón late muy fuerte y rápido. La doctora me da un vaso con agua y me la tomo por sorbos.
- Soy la doctora Becca Yong, y quiero ayudarte – sigue diciendo con mucha calma. – Voy a ir al otro cuarto para ver qué es lo que le ha pasado a tu madre. Te avisaré cualquier cosa. Sale del cuarto. Ver a mi madre así me hizo sentir mal, impotente y débil. Pasan aproximadamente 15 minutos cuando la doctora Yong vuelve, aunque ya no tiene la misma mirada tranquila y en calma que hace un rato. - Tu madre se compondrá – y está claro que no está tranquila aunque su voz quiera parecer lo contrario – el procedimiento de la fecundación no se pudo realizar con éxito, así que tendrá que esperar unos meses antes de volver a hacerlo. No me preocupa que no se logró con éxito la fecundación, porque aunque ha habido demasiados avances, algunas veces no se logra el procedimiento. Aunque pasa muy rara vez. Me preocupa más la salud de mi madre, quiero verla, apoyarla y que sepa que estoy con ella. - ¿Cuándo puedo verla? - Puedes ir ya, sólo que está algo cansada. Me levanto rápidamente y me dirijo a la sala donde estábamos antes. Mi madre esta acostada en la silla, pálida. Me acerco a ella y le tomo una mano, ella me la recibe aunque no me la aprieta por lo débil que se encuentra. - Mamá, no te preocupes, estoy aquí – trato de que mi voz suene firme, aunque no logro contener el gran nudo que siento en la garganta. - No se qué fue lo que pasó – dice con voz temblorosa – estaba todo bien hasta que la doctora terminó de introducir la aguja, entonces algo de mi rechazó la fecundación. Sólo pude escuchar decir a la doctora que eso estaba mal, muy mal, y no pude evitar pensar que yo soy la que está mal por haber rechazado el procedimiento. – Empieza a llorar, desconsolada y le acaricio el cabello. - Tu no eres la que está mal, mamá – le digo con toda la calma posible. Yo se qué fue lo que estuvo mal.
Capítulo 4 Mi madre se queda dormida después de un rato, así que salgo sigilosamente del cuarto para buscar a la doctora Yong. Si, algo estuvo mal en el procedimiento de mi madre, pero no fue ella, estoy segura y no porque sea de mi familia, si no porque generalmente las ciudadanas que se someten al procedimiento después de habérselo hecho otras veces, no les pasa esto. Es más común cuando es por primera vez. Veo a la doctora Yong en la recepción llenando unos formularios, se ve nerviosa. Es joven, unos pocos años mayor que yo. Cuando alza la cabeza me ve y se acerca temerosamente a mi. - ¿Cómo está tu madre? - Ahora duerme – la veo recelosamente, pues veo que algo oculta en su mirada nerviosa. - Ciudadana Volgger, necesito que me acompañe – me dice más seria. Caminamos nuevamente al cuarto al que fuimos luego de que mi madre se convulsionara. Entramos y la doctora Yong cierra la puerta con llave.
- Yo sé lo que…. - ¡Tu no sabes nada, y no deberías estar divagando acerca de ello! – me chilla Yong. - Puede que no lo sepa con certeza, pero me lo imagino, y si es eso… - me callo, veo la cara de Yong, ha palidecido. Hace un año, mi amiga Ruth y yo nos quedamos más tiempo en la escuela. La mayoría de las maestras ya se habían ido, así que prácticamente estábamos solas. Fuimos a la parte de la biblioteca en la que no nos dejan pasar por ser únicamente zona de las maestras, y empezamos a ver qué tipo de libros había. A mi me llamó la atención un libro con el título “Fecundaciones fallidas. ¿Verdad o mito?” , y lo empecé a hojear. Venían varios temas, como cuando una ciudadana primeriza se somete al procedimiento y su sistema rechaza al esperma donante. Pero ya en las últimas páginas venía otro subtítulo: “Fecundaciones con resultados masculinos”. Lo empecé a leer, ya que nunca conocí a un hombre y quería saber qué decían de ese género. Las investigaciones acerca de ello apuntaban a que muy rara vez se encontraban “anomalías” en los donantes, y los resultados eran “catastróficos”. Esto quiere decir, que el feto que se formaba después de la fecundación no era del género femenino, si no del masculino. Cuando pasa esto, el cuerpo rechaza al donante de esperma, porque el suero lo identifica y rápidamente hace la expulsión. Esto le pasó a mi madre… - Fecundación con resultado masculino… - digo lentamente más para mí, que para Yong. Ella levanta la vista hacia mi, con ojos muy abiertos. – Lo sé, ya lo había leído antes… ¿qué pasa en estos casos? Yong sigue sin articular palabras por unos minutos que se me hacen eternos. - Nada, no se hace nada, porque en dado caso de hacer algo, se tendría que notificar a las autoridades, y eso arruinaría a la sede de medicina de Citabella, sin incluir a las investigaciones de años que han hecho las profesionistas de este Estado. Me quedo pasmada. No puedo decir esto a nadie, ni siquiera a mi madre que piensa que fue su culpa el que el procedimiento no se realizara con éxito.
Capítulo 5 Unas horas después dan de alta a mi madre, y le dan una cita para la próxima semana para una revisión gratuita. Salimos, la tarde ya está cayendo. Anuk seguramente estará en la casa esperándonos. Mi madre está triste, no puede ocultarlo y yo no puedo ocultárselo a Anuk. Mi hermana creía que tendría una hermanita, y ahora que le he dicho que hubo una complicación en el proceso de la fecundación, está devastada, como lo está mi madre. Sólo me queda esperar una semana para que vayamos de nuevo a la sede
de medicina y nos den buenas noticias acerca de la salud de mi madre, aunque sea algo positivo quiero tener en estos días.
Al llegar el lunes, mi madre y yo caminamos rumbo a la sede de medicina, estoy nerviosa, no sólo por lo que digan las doctoras sobre la revisión que le harán a mi madre, si no también porque quiero tener respuestas sobre lo ocurrido la semana pasada, aunque Yong me haya advertido sobre las consecuencias que trae el que se sepa esto. Estamos en la sala de espera y trato de observar absolutamente todos los movimientos que hacen tanto las doctoras como las enfermeras. Estoy tan concentrada que no me doy cuenta de que la secretaria con voz chillona nos habla - Ciudadanas Volgger, pueden pasar con la doctora Fitz. Nos dirigimos por el mismo pasillo iluminado de la vez pasada y aprieto la mano de mi madre para que sepa que tiene mi apoyo. La doctora Ona Fitz nos espera al final del pasillo, en la entrada del cuarto. Tiene la expresión de su cara dura, recelosa. Estoy segura de que sabe qué fue lo que pasó, y estoy igualmente segura de que intentará probarnos para averiguar si nosotras de igual forma, lo sabemos. Mi madre no lo sabe, pero yo si, así que debo ocultarlo. - Bueno Manlia, sé que pasaste una experiencia que ninguna ciudadana le gustaría pasar y que no es deseable para nadie. Eres fuerte y saldrás adelante, porque tienes a 2 bellas hijas. No se por qué pero en su voz percibo desconfianza y un toque hipócrita. - Como recompensa, a pesar de que no se compara con lo que has pasado, te haremos una serie de análisis para estar completamente seguras de que te encuentras bien. - Fui yo, ¿cierto?. Fue por mi culpa – mi madre trata de que no se le llenen de lágrimas los ojos, está decepcionada de sí misma aunque no tendría por qué. - Digamos que el cuerpo es un completo misterio, y como tal hay que ir capa por capa conociendo cada detalle para así entenderlo mejor – Ona Fitz emboza una sonrisa. Me enoja. Fitz no le dirá a mi madre lo que ha pasado, no es tonta, sabe que no le conviene por nada del mundo hablar de lo que pasó. Tengo que salir, no puedo estar aquí, echando chispas mientras Fitz revisa a mi madre. Así que miro de reojo a mi madre haciéndole una seña de que saldré del cuarto.
Capítulo 6 Camino por uno de los pasillos de la sede de medicina. Me he perdido, no hay algún punto de referencia que me guíe al recorrido por donde empecé. Estoy cansada, mi madre probablemente salió ya de consulta y yo sigo aquí, perdida.
Ya empiezo a desesperarme, así que camino cada vez mas deprisa entre un pasillo estrecho y otro, alrededor sólo hay paredes y puertas de un blanco perfecto. Casi corro, no se dónde me he metido. He estado tan distraída pensando acerca de la fecundación masculina que ahora no puedo ubicar dónde me encuentro ni de donde vine. Ya estoy completamente desesperada, corro lo más que puedo doblando hacia la izquierda por otro pasillo más amplio y en eso siento cómo todo lo que veo pasa lento, me estoy cayendo y no puedo evitarlo. Empiezo a rodar y rodar hasta que caigo con todo el peso de mi cuerpo hacia mis costillas izquierdas y siento que el aire se me va. Que tonta fui al no darme cuenta que habían unas escaleras de mi lado. Intento reincorporarme pero no me es posible, con cada intento siento cuchillos en el cuerpo y se me nubla la vista debido al dolor. Veo que donde me encuentro esta más oscuro, probablemente sea un sótano. Me quejo, no puedo evitarlo. He de estar alucinando, pero veo que una sombra se acerca hacia mi, debe de ser una enfermera, tiene lógica puesto que estoy en la sede de medicina. La sombra es lo último que veo antes de desvanecerme. Despierto y me doy cuenta de que estoy en un cuarto pequeño con poca luz y materiales de limpieza. Me siento mareada, el ambiente huele a humedad y pomada. Me doy cuenta de que soy yo la que huele a pomada. La tengo untada por el costado izquierdo de mis costillas. Me incorporo en la mesa en la que me han puesto. La enfermera o la ciudadana que haya sido la que me levantó, debe tener mucha fuerza o quizá fueron entre varias ciudadanas las que me cargaron. Estoy en una parte de la sede de medicina donde todo está oscuro. Estoy sola, completamente sola. Si es un lugar donde hay doctoras y enfermeras, ¿dónde están? No pueden dejarme aquí, malherida. De pronto, escucho un chirrido, y de una puerta lateral del cuarto entra alguien. Doy un salto del susto, rebotando sobre mis costillas adoloridas. Pero el dolor es lo que menos siento. Se acerca a mí, poco a poco, y observo cómo es físicamente: espalda ancha, caderas estrechas (al revés que la mayoría de las ciudadanas), cabello demasiado corto y castaño negro, cejas pobladas, una ligera barba…. Estoy sentada frente a un hombre. Un hombre de verdad, no como las fotografías históricas que nos enseñan en la escuela. No puedo creerlo. Debo de tener la boca abierta, pues se me queda viendo ladeando un poco su cabeza. No se por qué comienzo a sentir unos nervios que me recorren desde la punta de los dedos del pie hasta centrarse en el estómago. Debe de tener unos 18 o 19 años. - Sé que probablemente sea el primer hombre que hayas visto en tu vida, pero por favor cierra la boca antes de que se meta una mosca en ella – habla con una voz grave, potente, como nunca había escuchado hablar a nadie. -Ah… - todo lo que logro decir, genial Ania, genial. Aun no comprendo qué es lo que me pasa, nunca había sentido un nudo en el estómago, estoy nerviosa…él me pone claramente nerviosa. En Citabella, aproximadamente la mitad de las ciudadanas se casan entre ellas, la otra mitad no. Yo nunca he sentido algún afecto por alguna ciudadana, no sé lo que se siente. Pero al estar aquí, en un sótano encerrada en un cuarto con un
hombre, puedo deducir que me atrae. No puedo dejar de verlo, su complexión es totalmente diferente a la mía, su olor es distinto, su voz…todo. Él se me queda viendo fijamente y yo empiezo a sentir calor en mis mejillas. Después de unos segundos, quizá minutos, me armo de valor para encontrar de nuevo mi voz y hablar. - Soy Ania Él sonríe, tiene una sonrisa muy bella, con labios carnosos. - Hola Ania. Espero a que me diga su nombre, pero pasa más tiempo que el debido y es lo único que ha dicho. - ¿Cuál es tu nombre? – tengo curiosidad, no sé como sean los nombres de hombres. Él suspira, se queda viendo el piso y después vuelve la vista a mis ojos. No son tan grandes como los míos, pero tienen una profundidad increíble de color marrón claro. - No tengo un nombre en sí. - ¿Cómo? ¿Por qué alguien se quedaría sin…? Obviamente, Ania, no tiene nombre porque los hombres “no existen”. Me mata la curiosidad, quiero saber de él. - Bueno, me llaman donante 57, porque de ése número es probablemente mi padre. Se me acelera el corazón, desde hace algunos años, no había escuchado el término “padre” en nuestro Estado. Tengo tantas preguntas que hacerle al individuo que tengo de frente, pero son tantas que se saturan en mi mente. - Se, seguramente que tienes curiosidad acerca de mi. Como, cómo es que me dejaron formarme y nacer sin interrumpir la fecundación, cómo es que sigo aquí, en dónde vivo, entre otras más preguntas – hace una pausa - ¿he acertado? - Si – lo digo algo contrariada. Jamás pensé que hubiera hombres vivos, esto es completamente nuevo para mí. - ¿Me contestarás alguna duda? Él sonríe y asienta con la cabeza. - La primera pregunta es… ¿Cómo te llamas? O ¿cómo te haces llamar? O ¿cómo te gustaría llamarte? - En serio eres curiosa Ania – se ríe para sí, que guapo se ve - ¿a qué se debe ésas preguntas? - Todos, absolutamente todos los seres racionales, críticos y que tenemos la capacidad de pensar, debemos tener un nombre, alguno que nos identifique y nos haga diferente al resto. Se me queda viendo, con una media sonrisa, creo que le parezco ridícula. - Muy inteligente – sigue con su sonrisa dibujada en su rostro – Nadie me ha puesto nombre, pero si debo tener uno, me gustaría ser Karev. - Mucho gusto Karev.
Capítulo 7 Ha pasado media hora desde que empecé a hablar con Karev, me ha contado todas mis dudas que se han dignado a salir de mi saturada cabeza. Su madre, quien falleció dando a luz a Karev, era una ciudadana enfermera que trabajaba en esta sede. Su compañera de trabajo, la doctora Layla Yong se encargó de su fecundación in vitro. Hace 19 años (los años que tiene Karev) no habían desarrollado los sueros que ponen hoy para detectar si había una fecundación masculina, en cambio, al nacer el bebé, si era un niño, lo mataban. No puedo creer que hicieran tal atrocidad, si decían que los hombres eran destructivos, ¿por qué las ciudadanas hacían lo mismo?. La doctora Layla Yong (quien es madre de Becca Yong, la enfermera asistente de la fría doctora Fitz), al nacer Karev, se rehusó a matarlo, en cambio lo llevó a una parte del sótano en la sede de medicina que le pertenecía a ella, y lo cuidó y crió como un hijo junto a su pequeña hija, Becca. 12 años después, Layla Yong murió de causas naturales. Karev ha vivido siempre aquí en la sede, Becca Yong no vive con el, pero lo cuida y va a verlo siempre que puede. La piel de Karev es muy pálida, y comprendo por qué: nunca ha sentido el sol de cerca. Mientras Karev me ha explicado todo esto, no he podido evadir algo que se mueve dentro de mí, algo muy profundo y duradero, como cuando me enfermo y me dan medicamento que me hace sentir feliz. Pero la felicidad del medicamento no se compara con la que siento en estos momentos. Es una sensación nueva, algo que no conocía de mí… - Bueno Ania, ¿A qué viniste a la sede hoy? Doy un respingo. ¡Mi madre! - Tengo que irme, es mi madre, ella…ella no sabe que estoy aquí, debe de estar preocupada, tengo que irme. - Ya decía yo que no estabas enferma, no tienes cara de enferma. - Entonces de qué tengo cara? – mascullo. - De una ciudadana hermosa e inteligente. Otra vez esa sensación a la máxima potencia. Creo que sonrío, porque siento como la piel de mi cara se estira poco a poco. - ¿Sabes? No es justo que estés aquí escondido – le digo con sinceridad. En la escuela siempre nos han dicho que los hombres fueron malos, pero yo no creo que todos sean así, creo que necesitamos de ellos, tanto como ellos de nosotras. Como una suma de todas las partes, que al final, se unen y juntos forman una unidad. - Yo tampoco creo que sea justo – dice tratando de embozar una sonrisa, sin éxito. - Esto no quedará así – le aseguro con firmeza, y me sorprende la seguridad con la que lo digo. Siempre he creído en las causas nobles y en la justicia, y ésta es una de ellas. Creo en la lucha, en la liberación y en la felicidad. Y aunque apenas conozco a Karev, me ha hecho feliz de otra manera que no había conocido antes. - Cuenta conmigo – dice Karev guiñándome un ojo. - Cuentas conmigo – y le devuelvo una sonrisa.
FIN DE LA PRIMERA PARTE. Sinopsis En Citabella, una ciudad futurista, los avances científicos y tecnológicos han mejorado considerablemente. La población del Estado, conformado por ciudadanas, han establecido el orden entre la sociedad. No hay indicio alguno de hombres en la ciudad. Ania, ciudadana joven de Citabella, cree que existe algo más allá de preservar la humanidad mediante procedimientos científicos. Su inquietud la lleva a lugares y sentimientos que nunca imaginó que existieran en ella. ¿Qué pasaría si todo lo que creyó que se había extinto no es verdad?
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