Una historia de herondale, de sky

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Una historia de Herondale, Ravenheaven y Lightbanewood LIBRO UNO

Cuando amas a una persona aunque todos digan que está prohibido… ¿Qué harías por salvar ese amor?

Un fanfic de Sky Blackthorn Basado en Las Crónicas de los Cazadores de Sombras de Cassandra Clare



Sinopsis La historia de la hija de Jace y Clary Herondale, el terco chico Ravenheaven, hijo de Simon Lewis, quien Ascendió a Cazador de Sombras e Isabelle Lightwood, y el hijo adoptivo de Alec Lightwood y Magnus Bane. Anthony Ravenheaven ha estado secretamente enamorado de Hope Herondale toda su vida, pero el día que se propone a decírselo por accidente le pide que sea su Parabatai. Una pareja de guerreros que son más cercanos que hermanos, cuyas almas están atadas aun después de la muerte. Aunque tienen prohibido enamorarse el uno del otro. Ambos se darán cuenta de su amor muy tarde, y lucharan por salvarlo mientras un oscuro secreto en el linaje de los Herondale los acecha, poniendo en peligro sus vidas. Cuando amas a una persona aunque todos digan que está prohibido… ¿Qué harías por salvar ese amor?


Nota importante Todos los personajes en esta historia, aparte de Hope Herondale, Anthony Ravenheaven, Luce Bellefleur, Christopher Lightwood y otros varios personajes menores, son propiedad de la se帽ora Cassandra Clare, a ella pertenecen todos los derechos de autor. No es mi intenci贸n robar, copiar o modificar su obra original.


“Me gustaría pensar que la mayoría de las decisiones que he hecho a través de mis diecisiete años han sido las más inteligentes. Esperemos que la inteligencia se mida por peso, y que las decisiones tontas que he hecho sean compensadas por las inteligentes”. -Colleen Hoover, Hopeless.

“El amor es solo un hechizo inventado por los mortales” -Kami Garcia y Margareth Sthol, Hermosas Criaturas.

“Un brindis. A los idiotas, y a las chicas que rompen tu corazón. Y al absoluto y horrible horror de perder a tu mejor amiga porque fuiste lo suficientemente estúpido para enamorarte de ella” -Jamie McGuire, Hermoso Desastre.


Lista de reproducción oficial de la autora. 1. Beating Heart – Ellie Goulding 2. Burn – Ellie Goulding 3. Warrior – Demi Lovato 4. A sky full of stars – Coldplay 5. Not about Angels - Birdy 6. What part of forever – Cee-Lo Green 7. Boom Clap – Charli XCX 8. Leave out all the rest – Linkin Park 9. Me and my broken heart – Rixton 10. Eclipse (all yours) – Metric 11. Almost is never enough – Ariana Grande & Nathan Skyes de The Wanted 12. Never let me go – Florence and the machine 13. All of the stars – Ed Sheeran 14. Stay with me – Sam Smith


PRÓLOGO

—Hope, espérame —susurró Anthony. —Aquí estoy.


LIBRO UNO: SANGRE Y HONOR. Ignis aurum probat. CASSANDRA CLARE, Cazadores de Sombras: Los Instrumentos Mortales #5: Ciudad de las Almas Perdidas.


Capítulo 1 Era medianoche en la ciudad de Nueva York cuando Hope Ella Herondale, se deslizaba en las sombras para evitar ser vista por su padre mientras escapaba del Instituto. —¡Hope, espérame! —susurro Anthony Ravenheaven detrás de ella. Hope se voltio a ver a su de-alguna-manera-primo y decirle—: ¡¿Me quieres explicar como rayos llegaste aquí?! Regresa dentro ahora mismo, si la tía Izzy se entera de que te fuiste le dirá a papá y los dos nos meteremos problemas. —¿Y tu que rayos haces escapando a la mitad de la noche? —Los ojos marrones chocolate del chico la miraban con curiosidad mientras Hope negaba con la cabeza. —Si te lo digo no me dejaras en toda la noche y no pienso detenerme para asegurarme de que sigues vivo, si mueres me meteré en muchos problemas. —A veces me pregunto de donde sacaste esa actitud, dicen que la hostilidad es solo un signo de atracción sexual... —Por el Ángel solo cierra la boca y entra al Instituto antes de que te ate y lo haga yo misma —digo ella mientras lo empujaba no muy suavemente por los hombros. —¡Auch! Dímelo o gritaré y despertaré a todo el Instituto y a los mundanos en los alrededores. —¡Arrggg! Esta bien pero di una sola palabra a tía Izzy o a mamá y estas muerto, Anthony Ravenheaven. Él sonrió y Hope gruño algo que sonó como "la próxima te ató sin siquiera avisarte". Hope metió la mano en el bolsillo de su ropa de combate y sacó una piedra-runa de luz mágica, y sin mirar atrás para ver si Anthony la seguía empezó a caminar. Ella podía escuchar sus pasos. Caminaron durante más de 10 minutos hasta que en Central Park él le pregunto: —¿Piensas decirme a donde vamos? —No —contesto ella muy relajada —, yo no te invite —Y en ese momento ella recordó sus runas de velocidad y tuvo una idea—: Solo lo sabrás si puedes seguirme el paso.


Y ella echó a correr como le había enseñado su padre, sin pensar en el ligero dolor en sus piernas, imaginar que era tan ligera que podía flotar. Hope notó el ruidito de sorpresa que surgió de la boca de Anthony mientras el intentaba alcanzarla, pero le seria prácticamente imposible; ella siempre había sido mas rápida que él y las runas eran una muy buena ayuda extra. Hope divisó un pequeño callejón cerca y se metió en el a toda prisa, los pasos el chico se habían detenido pero podía escucharlo llamándola —¡Hope, sal o iré directo al Instituto y le diré a tío Jace y tía Clary que te escapaste! ¡Tu decides! Hope suspiró salió de donde estaba, Anthony estaba de espaldas a ella, bajo la luz de una farola, el cabello negro azabache del chico era igual al de su madre y resplandecía tenuemente a la luz artificial, sus brazos están descubiertos, dejando ver algunas de las runas permanentes en él. Hope y Anthony habían crecido juntos, ella era unos meses mayor que él, y el padre de uno era el padrino del otro, los rumores sobre el padre de Anthony era muchos, aunque Hope conocía la verdadera historia, un mundano que fue arrastrado al mundo de las Sombras por la madre de Hope, luego se transformo en vampiro y al tomar la sangre de Jace Herondale paso a ser un Vampiro Diurno, el primero en la historia, meses después un sacrificio en Edom fue la única manera de que pudieran salir del reino demoníaco, el sacrificio implico que a Simon le fueran borrados sus recuerdos del mundo de las Sombras y volviera como un mundano. Unos pocos meses después Isabelle Lightwood y Magnus Bane fueron a buscarlo para ver si tenía el mínimo recuerdo del mundo oculto, y así era, poco a poco recordó todo y se entreno para Ascender y ser el primero desde la guerra Oscura. El se caso con Isabelle Lightwood, y ambos permanecieron en Nueva York aunque de vez en cuando todos iban a pasar unos meses en la Mansión Herondale. Ella le toco el hombro y Anthony salto de susto. —Si te digo porque me fui debes prometer no decir absolutamente nada, ¿Entendido? —Él asintió con la cabeza—. Voy a casa del tío Alec por unos dias, no quiero ir a Idris este año —Él la miro como si estuviera loca—, no me mires así. Se que tu tampoco quieres ir pero que tía Izzy te obligará de todas formas. —Pues tienen tendrás que explicarme el porque Hope —dijo una voz demasiado familiar. Hope se dio la vuelta y levantó la mirada. —Hola papá.


Capítulo 2 Hope paso dos semanas castigada, tampoco es que hiciera mucho pero le prohibieron verse con Anthony, quien, "Gracias a Raziel" pensó ella, no dijo ni una palabra a Simon o Isabelle. Al cumplirse las dos semanas, Hope iba en camino al la sala de entrenamiento para distraerse un rato lanzando cuchillos, cuando choco con Anthony. —Y después te preguntas por qué no pasaste la prueba de combate cercano —dijo ella mientras se reía. Él extendió una mano pidiendo ayuda para levantarse y cuando ella tendió la suya, él la halo hacia abajo y la hizo caer sobre él. —Y si vuelves a burlarte de mi, para la próxima no estaré para evitar que te lastimes contra el suelo —respondió el con una sonrisa, ella se dio cuenta del hoyuelo en su mejilla, el cual, en momentos que la sorprendían, la volvía loca. "No pierdas la cordura Hope, no ahora". Se regaño a si misma. Se levantó mientras sacudía partículas imaginarias de polvo de su pantalón de entrenamiento. —Y... ¿A donde vas? Espero que no a escaparte de nuevo, porque esta vez no te seguiré —dijo él en tono despreocupado. —Pues yo no te invité la primera —respondió ella. Luego de que fueran atrapados por Jace cerca de Central Park la otra noche, a Hope le habían dado la regañina del siglo por meterse en territorio de las hadas a medianoche y escaparse del Instituto sin razón aparente. A él por otro lado, solo le habían dicho que fue buena idea seguirla, a lo cual Hope soltó una carcajada y se fue pisando fuerte a su habitación. Más tarde su madre, Clary, había golpeado a su puerta preguntando—: —¿Quieres que hablemos? Y ella respondió casi gritando: —No. Después de eso aquí estaban, Anthony con una sonrisa en el rostro, y Hope con ganas de borrársela de un golpe. Él dio un paso hacia ella, y Hope retrocedió. —¿Que? ¿Me tienes miedo? Aunque eso seria razonable con mis habilidades.


—¿Habilidades? Por favor no me hagas reír, el día que tu tengas habilidades para algo, será el día en que logres ganarme en un combate cuerpo a cuerpo. —¿Quieres apostar? —dijo él divertido. —Seguro, pero ¿Qué? —pregunto ella, nunca se perdía una apuesta en la que sabia que ganaría. —Sígueme y te diré —Y con eso empezó a caminar a la sala de entrenamiento, ella lo siguió manteniendo un buen metro de distancia, él podía ser peligroso cuando se lo proponía. Al llegar, Hope recorrió la estancia con la mirada, sólo para asegurarse de que no era ninguna trampa. Todo parecía normal, las ventanas de media luna estaban abiertas, dejando pasar la brisa del atardecer en Nueva York, las vigas, colgadas a seis metros de altura a las que la madre de Hope les tenia pánico. Anthony entro al círculo de entrenamiento dibujado con tiza blanca en el suelo y le hizo señales a Hope para que lo siguiera; ella lo hizo. Cuando estuvo dentro del circulo, el fue a una de las mesas y tomo tres cuchillos. —¿Qué? ¿Quieres jugar “tiro al blanco”? Sabes que voy a ganar —dijo Hope, señalando la diana pintada en la pared este de la sala de entrenamiento—. Estamos a más de tres metros de la pared, es imposible que aciertes… —No, no es solo un juego —dijo él seriamente, eso hizo que la chica le pusiera atención—. Vamos a hacer un trato, si atino en el centro las tres veces —dijo señalando los cuchillos con un movimiento de cabeza—, tendrás que ser que ser mi Parabatai.

Anthony paso semanas intentando decir esas palabras, esperaba que cuando las dijera Hope se riera, lo cual era normal en ella, era muy risueña. En vez de eso, la cabeza de la chica se movía de un lado a otro, negando, los negros cabellos golpeando su cara, y Anthony pudo visualizar fugazmente una runa en su cuello, que él sabía, no debía estar allí. —No creo que esto sea una buena idea… —decía ella. —Te soy honesto, yo también pensé lo mismo la primera vez, pero… Nos conocemos desde siempre y no puedo pensar en otra persona como mi mejor amigo —Al ver la cara de ella se corrigió—: Amiga, en tu caso.


—Pienso que es una locura, nos han dicho muchas veces que la relación Parabatai es seria. —Vamos Hope, nunca te pierdes una apuesta —dijo Anthony intentando convencerla como mejor sabia—. Y, si no acierto en el blanco las tres veces… Haré tu tarea de demonología por tres meses. Y estoy hablando muy en serio, ser Parabatai de alguien es confiarle la seguridad de tu vida en una batalla a esa persona, es compartir algo más que un vínculo de sangre… —Está bien, no necesito otra charla sobre la conexión Parabatai, yo ni siquiera la recuerdo letra por letra como tú. Pero si fallas serán cuatro meses en vez de tres —dijo Hope riendo, haciendo que sus ojos dorados verdosos se tornaran aún más brillantes. Con eso Anthony se movió hasta quedar en la posición que les habían enseñado; Hope lo había visto durante los entrenamientos y sabia que casi nunca daba en el blanco a diferencia de ella. Alzo la mano derecha con el primer cuchillo en ella, y con un limpio movimiento lo mando volando hacia la diana. El cuchillo se clavo justo en el centro. —Por el Ángel… —Escucho Anthony detrás de él, y sonrió. —Uno —Levanto el segundo cuchillo y repitió la misma operación. Dio en el centro de nuevo. —Dos. Y levanto el tercero, pero al lanzarlo se desvió por unos buenos cuarenta centímetros. La sonrisa de Anthony se esfumo de inmediato. Hope soltó una carcajada y él se volvió para verla ir hacia el cuchillo clavado en la pared, volver hacia donde estaba él, pararse en el extremo más alejado del circulo y lanzar el cuchillo, haciendo que se clavara justo en el centro de la diana. “¿Cómo diantres logra eso?” Pensó él. —Ahora —dijo Hope viéndolo—, seré tu Parabatai —Ante sus palabras el chico sonrió—. Pero —su sonrisa se fue de nuevo, más la de ella se quedo—, tendrás que hacer mi tarea de historia y demonología por dos meses y medio. Él se rio, por lo menos lo había logrado. —Eso es extorción —dijo divertido. —Nop, te recuerdo que fue tu idea, yo solo estoy modificando un poco las condiciones y reduciendo tu condena. Eso hizo que Anthony recordara una cosa.


—Hablando de condena… ¿Qué hora es? —pregunto, tenían clase de runología con Maryse Lightwood en la biblioteca a las tres y veinte. Ella miro su reloj. —Las tres y treinta, corre. Llegaron volando a sus habitaciones, se cambiaron y llegaron a la puerta de la biblioteca sin aliento. Eran las tres y cuarenta, habían perdido media clase. —¿Listo? La abuela nos va a matar —pregunto Hope. Maryse Lightwood no era su abuela de sangre pero había criado a su padre desde los diez años, para Jace ella era su madre, la única que conoció, y habían enseñado a Hope que era su abuela. Maryse la trataba como tal. —No —respondió él—. Entremos. Empujo la puerta y se asomo por una rendija, allí estaba el hijo adoptivo de Alec Lightwood y Magnus Bane, Christopher Thomas Lightwood, de trece años (la edad de Anthony y un año menos que Hope.) Un cazador de sombras que había sido un mundano, pero podía ver el mundo de las sombras desde pequeño. Fue capturado por unos vampiros, y mientras escapaba de sus secuestradores, fue encontrado por Isabelle, a quien le fue inhumana la idea de dejarlo en un orfanato en Idris después de meses de entrenamiento, tuvo la experiencia suficiente para Ascender, y le fueron aplicadas sus primeras Marcas sin problema alguno. Fue idea del Inquisidor, Robert Lightwood, que fuera adoptado por Alec y Magnus para continuar con el linaje de los Lightwood. Y sentada del otro lado estaba Luce Bellefleur, había sido transferida desde Idris para tener experiencia en la dirección de los Institutos, los Bellefleur y los Fairchild eran amigos desde hace más de diez años. Ella vivía en el Instituto. Su cabello era de color avellana y sus ojos azules. Christopher tenía el cabello negro y los ojos marrones. Los hermanos silenciosos tenían una pequeña sospecha de que él tenía ascendencia Nefilim. Maryse se dio media vuelta con una copia del libro gris en la mano y los miro con una sonrisa no tan feliz en el rostro. —Vaya, por fin llegan —dijo mirándolos—. Por favor, tomen asiento, ya decidiré cual será su castigo por llegar tarde después de clase. Hope y Anthony tomaron asiento y se dispusieron a prestar atención, aunque no lo lograron.


Capítulo 3 Estaba anocheciendo en Nueva York cuando Hope y Anthony fueron llamados para hablar con los padres de cada uno en la biblioteca, Anthony paso por la habitación de Hope, toco la puerta y después de un “Adelante” abrió y la encontró mirando por la ventana al atardecer. Era hermoso, tenia una cámara fotográfica en la mano, después de ser cazadora de sombras Hope amaba la fotografía y tenia la esperanza de que, al cumplir dieciocho y la mandaran a otros Institutos, poder, estudiar una carera universitaria en fotografía. Ella vestía una blusa de color negro sin mangas y una falda de color verde suave, en su hombro izquierdo podía distinguirse la cicatriz en forma de estrella que tenían todos los Herondale. Llevaba en cabello recogido en una larga trenza de color negro azabache que llegaba casi hasta su cintura. En su mano derecha estaba el anillo de los Herondale, con un patrón de aves en vuelo y una “H” en el centro. —Hey —dijo Anthony. —Hola —respondió ella sin mirarlo. Él se fue a sentar a su lado. —El tío Jace y la tía Clary nos quieren ver en la biblioteca junto a papá y mamá —le dijo, y ella se sorprendió, él también lo hizo cuando Isabelle apareció en su habitación pidiéndole que buscara a Hope y fueran a la biblioteca. —Que raro, no he hecho nada que amerite un castigo últimamente —dijo Hope medio triste. —¿Qué tienes? Conozco esa cara. —Y era cierto, él la conocía mejor que nadie. —No lo se, llevo días teniendo un presentimiento extraño. No se porque solo… es como si algo malo fuera a pasar. —Oh no, no más de tus “presentimientos” —dijo él utilizando dos dedos en cada mano para simular comillas imaginarias—. La última vez que tuviste uno, acabe todo empapado de harina y agua. Ella se rio. —Por lo menos, reconoce que fue creativo —dijo y se levanto, la falda bamboleándose sobre sus rodillas. Fue hasta la mesita de noche al lado de su cama y dejo la cámara. Su habitación estaba pintada de azul, negro y lila, con estrellas en dorado y plateado por aquí y allá, y una que otra runa angelical o sin


miedo, la runa que había creado su madre. La pared pintada de lila estaba cubierta con fotos de los lugares a los que ella quería viajar, fotos de sus familiares y una en la que se veían Anthony y ella sonriendo, con el brazo de él sobre los hombros de ella. Y en la negra había un gran mueble lleno de libros, amaba la lectura. —¿Te vas a quedar allí mirando a las paredes como un bobo, o, vas a venir conmigo a la biblioteca? —le dijo Hope ya con su sonrisa sarcástica en el rostro. —Si me van a castigar prefiero quedarme aquí —respondió él, pero se levantó y salió de todas formas, él sabia que Hope era capaz de encerrarlo con llave y una runa. Al llegar a la biblioteca, Simon e Isabelle estaban discutiendo algo con Jace y Clary. Y los chicos no se atrevieron a entrar. Anthony vio que Hope sacaba su estela y ponía la punta en la madera de la puerta. —¿Qué rayos haces? —pregunto el preocupado, empezaba a reconocer la runa que ella pintaba. —No te alteres, sabes que no podrán vernos. Y con eso termino la runa y un circulo en la madera empezó a desaparecer dando paso la imagen de lo que ocurría en el interior de la habitación como si fuera una ventana. Isabelle le decía a Jace: —Debe haber alguna manera de evitarlo, era una simple travesura, hasta tu te escapaste cuando eras un adolescente. Y los Blackthorn también lo hicieron una vez, y eran menores que ellos. Simon se acerco y la abrazo por la espalda tranquilizándola. Pero Jace respondió: —Sabes que lo de los Blackthorn fue porque Sebastian ataco el Instituto de Los Ángeles y estaban solos, todo el Enclave había muerto o había sido cambiado por la Copa Oscura, que gracias al Ángel se destruyo. —Al decir esto todos dentro de la habitación se estremecieron ligeramente. Anthony conocía la historia de Sebastian Morgenstern, y sabia también que normalmente se evitaba recordarla aunque era casi imposible—. Y cuando yo me escape fue porque Mayrise me echo para protegerme de Imogen y la Clave, te recuerdo que creían que yo podía ser como Sebastian. —Jace, cuidado con lo que dices —le advirtió Simon. Ya ni Anthony ni Hope soportaban más la conversación y antes de que Anthony se diera cuenta, Hope empujo la puerta y entro toda digna.


—Hola a todos —dijo con una sonrisa deslumbrante—. Anthony me dijo que nos llamaron. —Hola mi amor —Clary fue hasta ella y la abrazo, seguida por Isabelle, que se la comió a besos aún cuando sabia que Hope lo odiaba, Simon y después su padre. —¿Dónde esta Anthony? —pregunto Simon. —Aquí —dijo y entro en la biblioteca. Su padre camino hasta el y le revolvió el cabello. —Hola campeón. Su madre lo abrazo y Jace les pido que se sentaran. Empezaba el juego. —Imagino que recuerdan la noche en la que se escaparon, ¿verdad? —les pregunto. —Si —contestaron al unísono. —Bueno… Pues espero que sepan que una de las hadas de Central Park los vio corriendo y gritando por ahí e informo a la Clave —dijo en tono medio serio, medio molesto. —¿¡Qué!? —pregunto Hope, poniéndose en pie—. Pero ¿por qué? No hicimos nada y no vimos ningún miembro de la Corte Seliee esa noche. Clary le hizo un gesto para que se calmara. Y ella se sentó de nuevo. —Tranquilízate Hope. La Clave no les cree, desde la Guerra Oscura su lealtad esta puesta en duda. Pero igual quieren que los controlemos o —Miro directamente a Hope—, te pueden mandar a Idris si consideran que estas exponiéndote a los mundanos. —Oh no, eso si no —dijo ella y su cara estaba tensaba por la preocupación—. No he hecho nada, no había nadie en la calle esa noche, y nuestro paso por Central Park fue demasiado rápido como par que alguien nos haya visto… —Eso no tienes que decírmelo, fue difícil seguirles el paso —le dijo Jace—. No tendrás que preocuparte por que te manden a Idris si sales bien en clases y cuando te presentes a el representante del Consejo en Alacante, salgas bien en la evaluación. Si tu progreso aquí es bueno, no te mandaran a la Academia. Hope suspiro y se relajo un poco, sabia que la única razón por la que seguía en Nueva York era porque tenia mucha familia aquí, pero sabia también que eso podía cambiar en cualquier momento, excepto por Luce, eran unos de los pocos Nefilim menores de edad que tenían ambos padres vivos. Pero Anthony no pudo evitar preguntar:


—Y… ¿Por qué exactamente estoy yo aquí? —Porque —intervino Simon—, el Cónclave también considera que los dos tienen una edad considerable como para empezar a practicar con patrullas nocturnas para la caza de demonios. Ante esto las caras de los chicos se iluminaron y se miraron el uno al otro como diciéndose “Creo que ya podemos decirles de nuestro trato”. —Hay algo que queremos decirles —señalo Hope a sus padres. —¿A si? ¿Y que podrá ser eso? —pregunto Clary con sincera curiosidad. —Se podría decir que Hope y yo hicimos una competencia, de alguna manera le gane y ahora seremos Parabatai. —dijo Anthony dejando a todos los adultos en la habitación boquiabiertos. —¿¡Qué!? —dijo Simon—, Anthony sabes que la relación Parabatai no es un juego… —Estamos conscientes de eso, tío —dijo Hope defendiendo a Anthony de un regaño seguro—. Ya lo hablamos y, aunque, técnicamente él no me gano, yo accedí, prácticamente nos hemos criado juntos y pocos tienen la oportunidad de encontrar un Parabatai. —A mi me parece una muy buena idea. Los Parabatai son más consientes hacia la vida de su compañero que otros Nefilim… —dijo Isabelle, interviniendo en la conversación por primera vez. Se veía feliz—. Vamos cariño es fantástico —dijo mirando a su esposo, quien dijo: —Esta bien pero los quiero ver entrenar mucho de ahora en adelante. —Siempre entrenamos mucho… —empezó a decir Hope—. Que yo lo hago mejor es otra cosa. Su madre la abrazo, y le dijo: —Eso es porque tienes un padre que es increíble desde que lo conocí. —Yo nací increíble —dijo este. —Ya no somos adolescentes Jace —dijo Isabelle—. Ya no te queda el papel, dale paso a la nueva generación. —La pregunta es ¿Por qué no le dijiste todo eso cuando me llamaba “mundano” o “sanguijuela”? —pregunto Simon riendo. Ya cansados de bromas de viejos, Hope pregunto:


—Y ¿Cuándo empezamos con las patrullas de entrenamiento? —Ahora mismo —respondió su padre, y la chica aplaudió— Vayan a cambiarse, en sus cuartos los espera un traje de combate nuevo a cada uno y luego véanme en la sala de armas con Isabelle. Antes de que Jace terminara de hablar los chicos se habían ido, e Isabelle y Clary se rieron hasta más no poder. —Amigo mío—dijo Simon—. Creo que tu castigo por arrastrarnos a este mundo a Clary y a mí hace casi veinte años, empieza esta noche —Y ambos se unieron a las risas de sus esposas.


Capítulo 4 Hope y Anthony esperaban a Jace e Isabelle fuera de la sala de armas, se suponía que no debían entrar, aunque ya lo habían hecho cuando tenían diez y descubrieron que la puerta estaba sin el cerrojo. Las ropas negras de combate eran rígidas, tuvieron que hacer mucho estiramiento para aflojarlas un poco. Eran impresionantes, antes habían entrenado con unas viejas de la reserva del Instituto. Esto era distinto, aunque solo era una patrulla de práctica, tenían la adrenalina a mil. Isabelle y Jace aparecieron por el pasillo, cada uno con sus ropas de combate. Isabelle se veía increíble como siempre, y Jace parecía un ángel enviado directamente desde el cielo para impartir justicia divina. Isabelle llevaba su látigo de electrum dorado enroscado en la muñeca, Hope ya la había visto en acción con el, y era impresionante la fluidez de sus movimientos, siempre tan segura de si misma. —Bueno, parece que alguien tiene prisa —se burlo Jace. —Déjalos, tú estabas igual o peor la primera vez que papá te dejo salir con Alec — le recrimino Izzy, hablar de su hermano siempre la ponía un poco nostálgica, él seguía vivo, pero se había mudado con Magnus Bane después de la guerra Oscura. —Como sea. Mientras más rápido salgamos de esto, mejor —termino Jace. Y abrió la puerta de la sala de armas. Siempre había sido un lugar impresionante para Hope, había cualquier arma que uno pudiera imaginar. —Está bien, esto es lo que haremos —dijo Jace y se volvió para mirarlos—, elegirán dos cuchillos serafín cada uno y algún arma no muy difícil de manejar, luego, nos las muestran y nosotros decidiremos si son apropiadas. Apenas el director del Instituto termino la frase, los chicos corrieron hacia las estanterías como si fueran niños en una dulcería. Anthony ya tenia una idea de lo que quería, y Hope pudo verlo tomar una espada katana corta, se la mostro a Jace e Isabelle y, aunque Izzy puso mala cara, Jace dijo que estaba bien y le paso un cinturón de armas para guardarla. Hope no estaba segura de lo que quería todavía, sus armas favoritas eran el arco y flecha, y, para combates cercanos, una espada. Solo que la gran mayoría eran


demasiado grandes para ella. Jace noto su confusión y camino hacia ella y se arrodillo para estar al nivel de sus ojos. —¿Sabes? Yo tampoco estaba seguro la primera vez que me dijeron que hiciera ésta elección —le dijo—. Pero toma algo, y luego vuelve, tengo algo que podría gustarte —dijo con una sonrisa, y se levanto. Hope camino hacia la estructura en la pared donde estaban los arcos junto a las flechas tomo algunas y ajusto la correa a su espalda, luego volvió con su padre, quien le dijo: —Esa es el arma preferida de tu tío Alec, está bien pero, creo que podrías necesitar esto también —dijo, y sacó una espada de su cinturón de armas. Tenia aproximadamente el largo del brazo de Hope, y ella pudo vislumbrar él diseño de pájaros en vuelo de la empuñadura. La espada Herondale, se creyó que había desaparecido con Stephen Herondale, pero cuando Jace solicito una audiencia con una de las hermanas de hierro para hacer dos anillos Herondale nuevos, también pregunto si sabían donde estaba la espada. Ellas le dijeron que estaba dentro de la Mansión Herondale o con los Hermanos Silenciosos. Unas semanas después Jace pudo recuperarla, y Hope estaba más que segura de nunca haber visto a su padre entrenar o salir de caza con ella—. Es la espada de los Herondale, yo nunca tuve la oportunidad de usarla, al igual que no pude conocer a mi verdadero padre, pero es tiempo de que tú la tengas. Su nombre es desconocido, eso si no lo sabe nadie, así que tal vez puedas darle uno nuevo —Y le entrego la espada, era un poco pesada pero Hope la tomo con firmeza rápidamente. Era como si estuviera hecha para ella. —Gracias —dijo, y su padre le dio un cinturón de armas y ella guardo la espada. —Bueno —dijo Isabelle—, creo que estamos listos para irnos. Hope y Anthony se dieron una mirada cómplice y salieron detrás de sus padres. Esto seria bueno.

"Eres el tonto más grande del planeta, dejaste que le dijera a sus padres y ahora no puedes volver atrás. Ella nunca te amara como tu quieres" Pensó Anthony regañandose a si mismo. Estaban a medio camino del distrito industrial de Brooklyn, donde se había reportado una ligera actividad demoníaca. A Isabelle le pareció la mejor oportunidad para la primera practica de los jóvenes cazadores de sombras.


Anthony miró a Hope por el rabillo del ojo, se veía feliz. Era emocionante saber que pronto saldrían solos, y fue un milagro que el cónclave decidiera dejarlos practicar una verdadera caza de demonios. —Ya estamos aquí —dijo Jace con su sensor en la mano el cuál emitía un pitido que indicaba actividad demoniaca—, nos dividiremos en parejas, Hope, tú iras con Izzy. Anthony vienes conmigo. Hope se alejo a uno de los grandes almacenes con Isabelle y Jace y Anthony se quedaron solos en mitad de la calle. —¿Estas seguro de querer ser su Parabatai? He notado la manera en que la miras y cuidas de ella, es como Simon miraba a Izzy antes de casarse con ella. Todavía la ve así —dijo Jace sorprendiendo a Anthony, jamas espero que nadie se fijara en sus sentimientos hacia Hope, y mucho menos el padre de esta. Anthony solo pudo asentir con la cabeza y decir aun en contra de su voluntad: —Estuve a punto de confundir mis sentimientos por ella, es... Extraño. La quiero como si fuera mi hermana pero no llega hasta allá, pensé que estaba enamorado ella pero en algunos momentos me entiende como ningún otro lo hace. Creo que lo mejor es que solo seamos Parabatai —explico él confundido y a la vez asombrado porque pudiera decirlo con tanta facilidad a Jace. El adulto asintió. —Yo me sentía igual cuando creía que Clary era mi hermana. El chico estuvo a punto de responder cuando un grito rompió el silencio nocturno. Era Isabelle. Los dos Cazadores de Sombras echaron a correr hacia el almacén en el que habían desaparecido las chicas, se lanzaron hacia las grandes puertas de metal pero estaban trabadas. Jace saco su estela y grabo una runa de "abierto" en el metal y una de las puertas se abrió de golpe, dejando ver unos seis demonios Raum dentro. Isabelle se encargaba de uno con su látigo dorado, con un fluido y elegante movimiento de muñeca corto uno de los tentáculos del demonio y este se abalanzo de nuevo sobre ella. Isabelle retrocedió y dio una patada en la espalda del demonio sacándolo de su camino, pero el raum se dio la vuelta y la atacó de nuevo. Encajando sus ventosas en el brazo derecho de la chica. Jace corrió hacia ella mientras Anthony miraba sorprendido como su padrino sacaba su cuchillo serafín y este se iluminaba cuando grito "Israfiel". Anthony estaba a punto de ir a ayudarlo cuando una flecha paso justo al lado de su cabeza. Rápidamente y sin pensar saco la Katana de su cinturón de armas y se dio la vuelta. Al hacerlo vio a Hope sobre una de las plataformas de observación, estaba disparando flechas a un grupo de demonios a corta distancia, y mientras el la veía boquiabierto, sacó una flecha, la puso el el arco y la mando volando justo al abdomen de uno de los demonios, luego otra, que dio en el gran agujero


que tenia por boca, y empezó a desvanecerse, volviendo a sea cual sea la dimensión demoniaca de la que vino. Hope lo vio y grito —: —¡Detras de ti! Anthony se volvió para ver a uno de los demonios abalanzarse hacia él. Levanto la Katana y grito: ¡Gabriel!. La espada resplandeció con una potente luz al decir el nombre del ángel, y el demonio retrocedió para volver a atacar. El joven cazador de sombras arremetió contra la criatura sin darle paso hacia adelante, el demonio cayo al suelo y Anthony volvió a clavar la espada en él; haciendo que se desvaneciera y volviera de donde vino. Pero el otro demonio se abalanzó sobre su espalda, haciéndolo rodar por el suelo, logrando que soltara la espada. El demonio enroscó uno de sus tentáculos en el brazo del chico y otro alrededor de sus piernas, impidiéndole moverse para sacar alguna de sus armas. Hope dio un salto y bajo de la plataforma. Cayo medio agazapada justo detrás del raum que inmovilizó a su pronto Parabatai, saco la espada Herondale de su cinturón, levantándola en su mano grito "Ithuriel" . La luz que despidió la espada fue la más potente que cualquier otro de los Cazadores de Sombras presentes hubiera visto en su vida. Haciendo que el último raum, dispuesto a acabar con Isabelle y Jace, se echara hacia atrás y desapareciera en las sombras. Hope corto el tentáculo que ataba las piernas de Anthony, y luego corto la cabeza del demonio de un solo golpe, no hiriendo al chico por unos escasos centímetros. El cuerpo del raum se desvaneció rápidamente y Anthony se sentó, mirando a su mejor amiga incrédulo por tales movimientos. Isabelle se acercó a su hijo para revisar las heridas en el brazo y las piernas y curarlas con un Iratze. Jace miraba a su hija incrédulo. —¿Como hiciste eso? —le preguntó—. Ese salto debería ser imposible para alguien de tu edad, y la rapidez con la que derribaste al raum... No me había dado cuenta de que Anthony estaba siendo atacado... Ella solo lo miraba, parecía incapaz de seguir en pie mucho tiempo, dejo caer la espada y se precipito hacia el suelo. Jace corrió hacia ella y la atrapo antes de que se hiciera daño. —Tranquila —le susurró—. Ya te tengo. Ella abrió un poco los ojos y le susurró lo suficientemente alto como para que Anthony escuchara: —Esos fueron los primeros.


Y se durmió. Anthony intento salir de los brazos de su madre y ella lo dejo ir. Camino con él hacia Jace y Hope, sentados en el suelo. —Si te niegas a que sean Parabatai... —empezo a decir Isabelle, pero Anthony la cortó. —No pueden negarse —dijo, y se sentó al lado de Jace, sosteniendo la cabeza de Hope mientras la miraba con preocupación—. ¿Que tiene? No parece que estuviera herida. —Solo esta agotada, fue demasiado para la primera vez —respondio Jace—. Es tarde, debemos irnos —dijo, sacó su estela y dibujo una Iratze en el brazo de la chica. La levantó en sus brazos y salieron del almacén a las oscuras calles de Nueva York.


Capítulo 5 Los cuatros Nefilim encontraron a Simon y Clary esperándolos en la entrada del Instituto. Clary, al ver a su hija desmayada en brazos de Jace, corrió hacia él y empezó a gritarle sobre como esta era la ultima vez que la llevaban a una patrulla nocturna sin saber a que se enfrentaban. Y eso que ni siquiera se le había mencionado que eran demonios raum, pero nadie señalo tal hecho. Simon abrazo a su hijo y le pregunto si mato algo interesante, Anthony, entre susurros para evitar que su histérica tía lo escuchara, le respondió—: —Solo unos demonios raum. Simon soltó una carcajada, choco los cinco con Anthony, y Clary le lanzo una mirada asesina. —¿Y se puede saber que te parece divertido? —pregunto molesta. —Me parece divertido que te estreses por esto —respondió Simon haciendo un gesto hacia los chicos—, es la primera vez, ¿esperabas que volvieran ilesos? ¿Dónde esta la diversión entonces? —Puedes tomar tu diversión y ponerla en… —¡Clary! Tranquila, solo utilizo el nombre de un ángel muy poderoso, eso pudo haberla debilitado. Estará bien en unas horas —la regaño Jace—. La llevare a su habitación. —¿Qué nombre utilizo? —Pregunto Isabelle—. No lo escuche bien. —Ithuriel, no es un nombre común para una espada serafín. Demasiado potente, pero la espada respondió a el, debe ser su nombre. Si es así tendré que ayudarla a manejarlo —respondió Jace y le dio una mirada preocupada a Clary. Anthony no tenia ni idea de lo que podría significar. Sabía que el ángel Ithuriel era poderoso, y ese tipo de nombres nunca se usaban al igual que el de Raziel. Anthony siguió a su padrino dentro del Instituto para llevar a Hope a su habitación. La chica tenía un aspecto algo extraño, como si estuviera enferma. Clary los siguió, y al entrar en la habitación se sentó al borde de la cama mirando a su hija preocupada. —Creo que debes irte Anthony, necesitas descansar tú también —dijo Jace.


—No me iré de su lado hasta que despierte —dijo el chico, y Jace se rio. —Eres terco —dijo Clary mirándolo—. Igual que Simon a tú edad, serán buenos Parabatai —Se levanto y camino hacia la puerta—. Iré a buscar una compresa de agua —dio y salió de la habitación. —¡Tío Jace! ¡Mira! —Anthony exclamo y su tío se acerco a Hope, cuya piel se marcaba con líneas de color dorado, que se entretejían como venas. —No —dijo con voz ahogada—. Ella no, no te apartes de su lado Anthony, vuelvo enseguida —Y dicho eso salió de la habitación. Anthony contemplaba asombrado a Hope, su piel parecía resplandecer con luz dorada. Él extendió una mano para tomar una de las de la chica, pero al hacerlo su contacto le quemo, y se retiro enseguida. —¿Hope? —dijo en voz alta, preocupado—, por favor despierta. ¿Qué tienes? Ella no se movió.

Jace salió corriendo de la habitación de su hija. “Ella no. Por favor Raziel, ella no”. Aún llevaba la ropa de combate ensangrentada y rota el hombro y rodilla izquierdos. Llego a la biblioteca y se encontró con Simon que estaba leyendo un libro. Al verlo entrar con tanta rapidez se puso en pie enseguida y pregunto: —¿Jace que tienes? ¿Pasó algo? —El fuego celestial —respondió, esas tres palabras fueron suficientes para hacer que Simon estuviera alerta a cualquier cosa. —¿El fuego celestial? —pregunto—. Pensé que habías aprendido a controlarlo… —¡No se esta rebelando en mi, torpe! —grito Jace—. ¡Es Hope! Parece que el fuego celestial en sus venas se esta manifestando. Simon se quedo boquiabierto unos segundos pero luego reacciono. —Llama a los Hermanos Silenciosos —dijo—. Debe haber algo que ellos puedan hacer. O Clary, ya logro crear una runa que lo contuvo en ti, tal vez funcione con ella… —Pero Jace negó con la cabeza. —No. Esa runa es demasiado potente, ella no la soportaría y Clary no esta en condiciones para dibujarla de nuevo en estos momentos.


—¿Por qué? —pregunto el ex mundano. —Clary esta embarazada —dijo Jace, sabía que no era el mejor momento para dar a conocer la noticia pero era lo único que evitaría que siguiera preguntando—. Tiene dos meses y medio exactos. Es un niño, Simon. La ultima vez que Clary dibujo esa runa casi acaba con ella, no me arriesgare a perderla a ella o al bebé. En ese momento se abrió la puerta de la biblioteca e Isabelle entro seguida por Clary. —¿Por qué hay tanto jaleo aquí? —preguntó Isabelle. —Es Hope, el fuego celestial se esta rebelando en ella —informo Jace y las dos mujeres se miraron asombradas. Clary se tumbo en uno de los sofás intentado aclara su mente, mientras que Jace corrió hacia el escritorio para escribir tres mensajes de fuego. Uno para los Hermanos Silenciosos, uno para Magnus, pidiéndole que fuera al Instituto inmediatamente; y el último para el Instituto de Los Ángeles, donde se encontraba Tessa Gray.

Anthony había empezado a preocuparse, Jace estaba tardando demasiado, pero no quería dejar a Hope sola; no sabia lo que podía pasar si lo hacia. Se había sentado justo al lado de ella en su cama, mirando la pared de las fotografías. —¿Anthony? —escucho el chico detrás de él y se volvió inmediatamente para ver a Hope mirándolo medio adormilada—. ¿Qué paso? Me duele mucho la cabeza y… todo. Él abrió la boca para responder, pero en ese momento entraron en la habitación Jace seguido por dos Hermanos Silenciosos. —¿Papá? ¿Qué pasa? —pregunto ella. Jace se acerco a ella, y los Hermanos Silenciosos se ubicaron uno a cada lado de la cama de la chica. —Tranquila mi amor, te desmayaste, pero el Hermano Enoc y el Hermano Thomas necesitan asegurarse de que no es nada grave. —Me duele mucho la cabeza —repitió ella, Jace puso una mano en su frente para quitarla inmediatamente y soplarla.


—¿Ven a lo que me refiero? —pregunto Jace mirando a los Hermanos Silenciosos—. Es lo mismo que me paso a mí, necesito que me ayuden —Parece que los Hermanos hablaron en la mente del rubio que dijo en voz alta—. Está bien —Miro a Anthony, camino hacia la puerta y continuo—, Anthony vámonos, los Hermanos necesitan espacio. —¡No! —dijeron Hope y Anthony al mismo tiempo. —No me iré, soy su Parabatai… —empezó a decir el chico que pero Jace lo corto. —No, todavía no eres su Parabatai, si quieres que se mejore tendrás que acompañarme fuera —dijo molesto, eso asusto a Anthony nunca había visto a su tío así, y eso lo asustaba. —Lo siento —dijo Anthony tomando la mano de Hope, estaba muy caliente pero a él no le importó el dolor—, volveré apenas ellos se vayan —le susurró en el oído. Dirigió una mirada de disculpa a su mejor amiga y siguió a Jace fuera de la habitación. En el pasillo estaban Simon, Isabelle y Clary. Lo que Anthony no espero fue ver a su tío Alec y a Magnus Bane con el resto. Alec lo saludo y Magnus le revolvió el cabello. Era evidente que Jace los había llamado, Alec fue al lado de su Parabatai y le dijo algo al oído, a lo cual Jace asintió con la cabeza. Alec puso una mano en su hombro, y Anthony creyó ver que lo apretaba fuertemente. Todos estaban preocupados por Hope, aunque Anthony no podía entender porque. Hasta donde él sabia era solo una fiebre muy alta, sin contar las extrañas líneas como venas en la piel de la chica. Isabelle camino hacia su hijo y lo abrazo. Ella sabia que lo que le pasara a Hope influiría mucho en Anthony. —Debes irte a la cama, tienes que… Pero no pudo continuar. En ese momento se escucho un grito de dolor desde el cuarto de Hope. Anthony hizo amago de caminar hacia la puerta pero Isabelle lo retuvo fuertemente y su padre se cruzo en su camino y llego hasta Clary, quien se dirigía a la puerta, y la detuvo, le susurró algo al oído, y ella asintió, pero Anthony pudo ver las lágrimas en la cara de su tía. —Esto no debía pasarle a ella, no tenía porque. Es mi culpa —decía Jace en voz baja, pero Anthony podía escucharlo perfectamente. —Hope es fuerte, Jace —dijo Magnus—. Lo logrará, la nombraron así porque deseaban que ella siempre albergara la esperanza consigo, ¿no? —Jace asintió—. Consérvala tú también entonces. No conocí a Ella Herondale, pero si su historia y


a sus dos hermanos, William y Cecily. Tú eres descendiente de Will, y Alec e Isabelle de Cecily. —¿Existía una Ella Herondale antes de Hope? —pregunto Clary con voz rota. —Si —respondió el brujo—. Ella Herondale se crio como una mundana, pero se interpuso entre su hermano menor Will y un demonio, con solo un cuchillo serafín en la mano y palabras para desterrar a un demonio que no le sirvieron de mucho. El demonio la enveneno y se fue, ella cuido de su hermano aún siendo consciente del peligro que corrían. Murió dos días después. Clary, Jace y Alec le miraban atónitos. Por lo visto ninguno conocía la historia de Ella Herondale. —He revisado mi árbol genealógico cientos de veces. Y podría jurar no haber visto ninguna Ella Herondale —intervino Jace—. Recuerdo a William y Cecily, más no a Ella. —El padre de Will, Edmund Herondale, era un cazador de sombras que se enamoro de una mundana, es por eso que no aparece en los registros. Ella tampoco está porque murió antes de poder unirse a la Clave —aclaro Magnus—. Yo estaba caminando por Londres con Edmund cuando conoció a Linette, la rescató de un demonio eidolon. Años después me reencontré con él y me puso al tanto de todo. La Clave de aquel tiempo no le permitió a Linette Ascender; Edmund decidió que la Clave no era nada como para decidir con quien debía pasar el resto de su vida —Tomó la mano de Alec—. “Si la Ley dice que ella no vale exactamente como es, entonces, la Ley es una mentira”. Esas fueron sus palabras exactas. >>Así que le quitaron sus Marcas y lo echaron fuera de la Clave, él se fue con Linette a la finca de ella en Gales, y crio a sus hijos como mundanos. La única que se dio cuenta por si sola de que era algo más que solo una humana fue Ella. Magnus hablaba de aquellos antiguos Herondale con nostalgia, pensó Anthony, quien de repente le había puesto mucho cuidado a la conversación. Para Magnus debió ser duro dejar atrás una generación de gente que le importaba, conocer a otros, quererlos y verlos morir con el paso de los años. Debía ser duro para los que eran inmortales. Un silencio prolongado cayó en el pasillo. Isabelle se sentó junto a Clary y Simon, Alec hablaba con Jace, y Magnus miraba pensativo a Anthony, quien se había apoyado en el marco de la puerta de la habitación de Hope. Estuvieron así por más de treinta minutos, y al chico empezaban a cerrársele solos los ojos; pero se negaba a quedarse dormido. Él sabia que Hope lo esperaba cuando pudiera entrar.


Después de cuarenta y cinco minutos la puerta se abrió y el Hermano Enoc salió, seguido por el Hermano Thomas. —Esta dormida —dijo el Hermano Enoc en la mente de todos los presentes —. El nombre que le dio a la espada serafín la dejo agotada —De repente Anthony dejo de escuchar la voz del Hermano Silencioso en su cabeza pero pudo ver como Jace, y el resto asentía. —¿Qué dice? —preguntó Anthony en voz alta, sabia que le ocultaban algo —¿Por qué ya no lo escucho? —Pero todos lo ignoraron. “Genial” pensó él “Charla de adultos, ¿Cómo rayos voy a saber que dicen?” Anthony miro impaciente a todos y Jace finalmente hablo: —Pero ¿no hay manera de evitarlo de nuevo? —Tal vez —replico una voz distinta a la del Hermano Enoc en la cabeza de todos de nuevo, el Hermano Thomas—. Lo más fiable es un amuleto, algo creado por las Hermanas de Hierro. Hecho en adamas y fraguado en fuego celestial, tal vez eso lo retenga un poco. Hope Herondale tiene suerte de que no sea tan fuerte como cuando paso contigo, Jace. “¿Cómo? ¿Cuando paso con Jace? ¿Esto ya paso antes?”. Muchas preguntas rondaban en la cabeza de Anthony, pero el cansancio pudo con él, y solo fue medio consciente su padre llevándolo a su cama.


Capítulo 6 Anthony se despertó en su cama, casi no recordaba como había llegado allí, se dio la vuelta para ver la hora. Era la una de la madrugada, puso la almohada sobre su cabeza intentando dormirse de nuevo, y lo ocurrido en las últimas doce horas llego a él de repente. Se levanto de un salto y aún con los cabellos negros revueltos y el pijama puesto, se dirigió a la habitación de Hope con mucha precaución de no hacer ruido alguno. Llego a la puerta y toco cuatro veces (era la manera en que Hope y él habían acordado comunicarse hace años.) Al no escuchar una respuesta, abrió y cerró la puerta con mucho cuidado. La habitación estaba a oscuras, pero la piedra-runa de luz mágica de Hope estaba sobre el escritorio, y emitía una tenue luz fantasmagórica. Anthony pudo ver a Hope, dormida lucia más joven, tan tranquila. Su negro cabello estaba esparcido sobre la almohada y estaba arropada hasta el cuello, como acostumbraba dormir, aún cuando no hubiera frio en absoluto. Anthony camino hacia ella y se sentó en una esquina de la cama y tomo su mano, ya no estaba caliente y su piel lucia normal. Estuvo así por un largo rato hasta que empezó a sentir que el sueño lo atacaba de nuevo. No quería irse, así que se levanto y camino hacia el armario, donde su tía siempre guardaba mantas y unas almohadas extras. Tomo unas y las acomodo en el piso junto a la cama de Hope, se acostó y antes de cerrar los ojos dijo en voz alta: —Buenas noches Hope —Y se durmió de nuevo.

A Anthony lo despertó un sonido de algo moviéndose, medio abrió los ojos y se dio cuenta de que estaba en la habitación de Hope. Cerró los ojos de nuevo para dormirse justo en el momento en el que alguien tropezaba con él y escucho un “¡Auch!”. Se sentó, y vio a Hope medio sentada medio acostada en el piso que lo miraba con mala cara. Sus ojos estaban más dorados que verdes ahora. —¿Se puede saber cuando llegaste? Son las dos y media de la mañana —le pregunto ella adormilada. Él prácticamente se lanzo sobre ella y la abrazo.


—Okey… Esto si no lo esperaba —dijo ella devolviéndole el abrazo—. ¿Estas bien? —Si —respondió soltándola—. Estoy mejor ahora, estaba preocupado. Al ver que no despertabas me asuste. —Pues ahora estoy más que despierta por tu culpa —dijo ella riendo—. ¿Por qué estas en el piso? Él se rio. —Porque eres tan gorda que no cabía en la cama. Ella lo miro con una pizca de picardía en los ojos. —¿Me llamaste gorda? —Él asintió, sabia que se metería en un lío—. Te vas a arrepentir. Y antes de que él se diera cuenta, ella estaba a su lado y le estaba haciendo cosquillas. Él se reía sin parar, pero no más que ella, Hope sabia que él odiaba que le hicieran cosquillas y era su punto más débil. Anthony intento ponerse en pie para atacarla pero no lo logro. —¡Ya basta! —decía él riendo sin aliento—. ¡Lo siento, lo siento! Por favor una tregua. Ella lo dejo. —Lo dejo pasar esta vez, pero a la próxima no tienes excusa —dijo señalándolo con un dedo acusador, pero sonriendo—. Tengo sueño, puedes irte a tu habitación si quieres, no tienes porque quedarte aquí, estoy bien. Gracias. —Me quedare —dijo él decidido. —Esta bien, pero no quiero que duermas en el suelo. Mamá me regañara si despierta y te encuentra tirado. Trae la almohada y unas cobijas. Dormirás arriba, pero no me quitaras la cobija —dijo ella caminando hacia su cama de nuevo, él rodo los ojos, pero se levanto y la siguió, haciendo lo que le dijo. Ya acostados uno al lado del otro, ella tomo la mano de él, se sonrieron y se quedaron dormidos escuchando los sonidos nocturnos de Nueva York.


Capítulo 7

Anthony abrió los ojos buscando el despertador, que no dejaba de chillar. Apago la alarma y vio la hora, ocho y treinta de la mañana. Tenían entrenamiento a las nueve. Se dio la vuelta y se encontró de cara a una mata de largo cabello negro, Hope, increíblemente no había escuchado el ruido espantoso del despertador, él aparto el cabello de ella de su cara, y la sacudió por los hombros. —Despierta Hope —dijo zarandeándola—. Es lunes y se nos va a hacer tarde para el entrenamiento —Ella no despertaba, siempre era así. Si por ella fuera, se levantaría a las nueve de la mañana. Se levanto con cuidado de no despertarla, y camino hacia su habitación intentando que sus padres o los de Hope no lo atraparan. A solo unos metros de su habitación escucho voces y se detuvo, se escondió y miro oculto detrás de una pared. Pudo ver a su tío Jace, vestido con la ropa negra de combate, hablando con una chica que debía tener unos veinte años, tenia el cabello castaño y los ojos de un color gris humo. —Imagino —decía ella, tenía una voz dulce y melodiosa—, que es por su herencia. Mis hijos eran cazadores de sombras, pero llevaban la magia en la sangre gracias a mí. Hope lleva en sus venas el fuego celestial, y es una de las cazadoras de sombras con más sangre de ángel que existe. Eso sumado a que utilizo el nombre de Ithuriel la agoto. —Es lo mismo que me dijeron los Hermanos Silenciosos, pero me dijeron que necesitaría un amuleto hecho por las Hermanas de Hierro o algo parecido para controlarlo un poco —contesto Jace—. Si le doy uno empezara a hacer preguntas y no quiero. “¿Qué rayos? ¿Hacer preguntas?” Pensó Anthony. —Mis hijos también las hicieron cuando descubrieron que podían hacer magia — dijo ella con aire nostálgico—. James, ¿lo recuerdas? Te di su anillo Herondale; incluso tuvo problemas en la Academia y lo expulsaron por ello. Lucie se lo tomo con más calma —Ella puso una mano en el hombro de Jace—. Hope merece saber la verdad, o en algún momento lo descubrirá por si sola y será peor. Es tu decisión y de Clary contarle. Te diera otros consejos pero, tenemos compañía — dijo, e hizo un movimiento de cabeza a donde estaba Anthony. Jace enseguida miro hacia donde la chica apuntaba y dijo: —Sal de ahí Anthony. Él salió de su escondite y saludo a su padrino.


—Buenos días tío —Miro a la chica—. Señorita… —Theresa Gray Carstairs. Pero llámame Tessa —dijo ella sonriendo. —Tessa —dijo él sonriendo, ya le agradaba ella. —¿Qué haces en pijama a esta hora caminando por los pasillos? —pregunto Jace. El chico bajo la mirada a si mismo y se dio cuenta de que tenia razón, lo había olvidado. —Iba de regreso a mi habitación para cambiarme y… —Nos encontraste —termino Tessa, y el chico asintió. —Bien, puedes seguir tu camino. Nos vemos en veinte minutos en la sala de entrenamiento, dile a Hope. El asintió y se fue. Al entrar en su habitación fue directo al baño, se dio una ducha rápida y luego de colocarse la ropa de entrenamiento tomo su Katana y salió directo a la habitación de Hope. Toco a la puerta cuatro veces y esta se abrió, él entro y vio a Hope frente al espejo de cuerpo completo en su armario, tenia una blusa blanca suelta, y un pantalón negro que le daba buena movilidad, llevaba el cabello en una cola de caballo, y tenia la espada Herondale colgada del hombro. —Gracias por despertarme —dijo ella con sarcasmo al verlo por el reflejo del espejo. —Si lo intente —replico él—. La que no me hizo caso fuiste tú. Llegaremos tarde si no empiezas a caminar. —Esta bien —dijo Hope, caminando hacia la puerta. Él fue tras ella y cuando estuvieron fuera, ella dijo—: Te echo una carrera hasta allá. Y echo a correr antes de que el se diera cuenta de que lo hizo. —A este paso jamás aprobaré los exámenes —dijo el para si mismo, y corrió detrás de ella.


3 AĂąos y pocos meses despuĂŠs


LIBRO DOS: EL FILO DE UNA NAVAJA

Amor, una sola palabra, una cosa pequeña, una palabra no mayor ni más larga que el filo de una navaja. Eso es lo que es: una cuchilla. Corta tu vida por el centro, separándolo todo en dos, haciendo que caiga a uno u otro lado. Antes y después. Antes y después. Pero también durante: un instante no mayor ni más largo que el filo de una navaja. LAUREN OLIVER, Delirium


Capítulo 1 Gracias a una de mis mejores amigas Nefilim (Ascendente, en realidad): Ireana Alarcón, que me socorrió cuando me quede sin ideas. Este Capítulo es para ti.

—¡Hope, apresúrate llevas más de media hora ahí dentro! Y no se porque tengo la impresión de que tardaras treinta minutos más en maquillarte. Anthony Ravenheaven de diecisiete años de edad esperaba impaciente a su Parabatai, eran las ocho treinta y era una de las escasas noches que sus padres tenían que resolver algunas cosas en Idris y los habían dejado solos. Además de la buena suerte de que no hubo reportes de actividad demoniaca. Simon e Isabelle se habían llevado consigo a su hija pequeña, Sophia Elaine Ravenheaven de dos años de edad, y Jace y Clary habían decidido que era hora de que el pequeño Gabriel Herondale viera la Ciudad de Cristal por primera vez. Hope y Anthony prácticamente habían rogado no ir. Y a regañadientes sus padres los dejaron, sabiendo que harían un desastre. —¡Te esperas! —le medio grito ella desde el baño de su habitación—. El hecho de que tú decidieras ir vestido como un mundano no es mi culpa. Anthony se miro a si mismo, no parecía un mundano. Llevaba una camiseta azul oscuro y unos pantalones negros, por su cabello si no se podía hacer mucho, y solo lo medio acomodo con sus dedos. Las cortas mangas de la camiseta dejaban ver las runas y las pequeñas cicatrices plateadas en sus brazos. El anillo plateado de los Ravenheaven brillaba en su mano derecha, con un patrón de plumas cayendo y una “R” en el centro. Miro su reloj, ocho y cuarenta. Se puso en pie y camino hacia la puerta del baño. —Me voy a ir y te dejare encerrada —empezó a decir, pero se detuvo cuando la puerta le pego justo en la cara, y Hope salía. —Atrévete y le diré a tío Simon que te escapaste, y fue tú idea ir hoy al Pandemónium —dijo ella riendo al verlo apoyado en la pared con una mano en su rostro. —Eso dolió —dijo Anthony mirándola, estaba increíble, tenia un vestido plateado de tiros que le llegaba debajo de medio muslo, haciendo que sus piernas con pecas lucieran como si midieran kilómetros, y unas botas de tacón negras de unos diez centímetros que le llegaban casi a la rodilla. Anthony se pregunto como su tía, su madre y Hope podían caminar a más de siete centímetros del suelo, con solo un tacón de aguja sosteniéndolas y sin


caerse. El cabello de Hope era una lisa cascada de color negro azabache sobre su espalda que contrastaba perfectamente con el plateado del vestido. Ella camino hacia el tocador, que estaba totalmente cubierto de maquillajes, tomo algo parecido a un pincel y empezó a colocar una fina línea de escarcha purpura en sus parpados. —Un día te sacaras un ojo con eso —dijo él señalando el pincel en su mano. —Eso pasara el día que tu cabello este en una sola dirección —devolvió ella rápidamente, volviéndose para verlo y sonreírle—. Además, lucir bien tiene sus sacrificios, por si no lo sabias. Por cierto, se te cae la baba. —Claro que no —dijo él pasando el hombro de su camiseta por su boca solo por si acaso, mientras ella no lo veía, aunque pudo escuchar su risa contenida—. ¿Lista? —Eso creo —dijo poniéndose unas pulseras de oro, plata y hierro bendecido en la muñeca izquierda, en su mano derecha estaba la pequeña pulsera negra con un símbolo de infinito hecho de adamas bañado en oro y decorado con pequeños diamantes. En su cuello llevaba el collar con forma de un pequeño ángel sosteniendo una espada con cara seria, sus alas estaban hechas de latón, en ellas se veían pequeños engranajes, su padre se lo había regalado cuando cumplió quince años, y le había dicho que había pertenecido a una de sus antepasadas. Lo amo desde el primer momento y nunca se lo quitaba, ella lo llamaba “el ángel mecánico”. —Déjame tomar una daga o algo, nunca se sabe —dijo ella caminando hacia el armario empotrado en una pared el cual parecía haber vomitado su contenido en el piso—. ¿Tú llevas algún arma? Él dio unas palmadas en su bolsillo, en el que llevaba una daga plegable que le había regalado su padre en su último cumpleaños. Ella tomo una daga grabada con runas Enkeli, coraje en combate y desvío o bloqueo, que escondió dentro de su bota derecha. Anthony pudo ver que las suelas de las botas tenían runas de velocidad, fuerza y sigilo en ellas. —Ahora si podemos irnos —dijo ella sonriendo. Y salieron a la noche.

Fuera la noche era fría, aunque estaban en medio de la primavera, ambos Cazadores de Sombras tenían runas thermis para conservar el calor. Tomaron un taxi que los llevo hasta el Pandemónium, y como Hope no llevaba dinero encima a propósito, a Anthony le toco pagar a regañadientes; ella bajo del auto riendo y acomodándose la falda.


Algunos chicos en los alrededores empezaron a murmurar entre si cuando Hope bajo del auto, él los comprendía un poco. Hope se veía hermosa (más que de costumbre), pero al mismo tiempo odiaba que otros hicieran ciertos comentarios sobre ella. Hope no se había percatado, camino hacia la fila como si nada, haciéndole señas a Anthony. Él fue con ella, y miraba por el rabillo del ojo a todos los chicos de la fila. Se dio cuenta de como uno la miraba de arriba abajo, le dio con el codo al chico a su lado, le dijo algo en voz baja y el otro asintió. La fila avanzaba rápido para ser viernes por la noche. Al llegar al frente el guardia los observo, Hope tenia una sonrisa radiante, mientras que Anthony se sentía un poco nervioso. No era la primera vez que entraban al Pandemónium, pero si la primera que no era porque le estaban siguiendo el rastro a algún subterráneo. El guardia asintió con la cabeza y quito la cuerda que impedía el paso, Hope entro pero cuando Anthony intento pasar, el guardia lo detuvo. —¿Qué? —pregunto Anthony. —Solo la chica —respondió el guardia. Hope se acerco al guardia, y le toco el hombro para hacer que se volviera. —Disculpa, pero el chico viene conmigo. —No lo creo —respondió el gorila. —¿A no? ¿Y que te hace pensar eso? —pregunto Hope, divertida. “¿Esto le causa gracia? Esta chica esta mal del casco”. Pensó Anthony, pero una voz en lo más profundo de su mente le respondió: “Pero aún así estas enamorado de ella”. —Tiene un arma en el bolsillo —dijo el guardia, y Anthony se tenso, Hope debió notarlo porque enseguida le lanzo una mirada asesina a su Parabatai. —No es un arma, tonto —dijo ella sonriendo—. Es su celular. —Entonces no le molestara mostrármelo —replico el guardia, divertido. Hope miro a Anthony y le hizo una seña con la cabeza indicándole que sacara el arma, Anthony se preguntaba que pensaba hacer ella. Era obvio que el gorila se daría cuenta de que era un cuchillo, y luego la echaría a ella también. Él no quito la vista de Hope mientras metía la mano en su bolsillo y sacaba el arma, cuando lo sostuvo en su mano a la luz para que el guardia lo viera, Anthony noto como ella sonreía mientras movía su mano derecha, y esta despedía una pequeña llama de color azul, y al cuchillo lo rodeo un aura del mismo color azulado. “Un glamour” Pensó él, pero ¿Cómo? El gorila asintió y se quito del camino. —Con mucho cuidado.


Hope tomo a Anthony de la mano y lo adentro en el club, esta lleno de gente, la música que salía por los parlantes estaba tan alta que, de milagro, no los dañaba, las luces de colores dejaban ver cabellos de todas las tonalidades y gente bailando pegada hasta más no poder. Él jalo a Hope hasta una puerta que tenia un cartel que decía “PROHIBIDO EL PASO”. Al estar frente a la puerta la empujo, y esta se abrió sin ningún esfuerzo, empujo dentro a Hope y cerró la puerta a sus espaldas. Al volverse vio a una Hope muy enojada, cuyos ojos dorados parecían contener fuego a punto de estallar. —¡Me explicas ya mismo por qué hiciste eso y con qué derecho! —le grito Hope, él sabia que no era buena idea hacerla enojar, hace más de un año ambos se habían enojado, y los ojos de ella habían adquirido ese color dorado como fuego. A él no le había importado y le grito, ella le grito de regreso y, de repente, de una de sus manos salió una flama de fuego que fue directo a la cortina y la quemo por completo en segundos. Los padres de ambos al escuchar la gritería entraron corriendo y al ver las llamas se apresuraron a apagarlas. Los dos chicos no tenían ni idea de lo que había pasado y Hope había estado muy asustada. Más tarde sus padres los sentaron a ambos en la biblioteca y Jace, con voz rota por la desesperación, les había explicado todo. Qué Hope tenia el fuego celestial en sus venas, los experimentos que Valentine Morgenstern había hecho con Jace, Clary y la sangre del ángel Ithuriel; que Hope tenia más sangre de ángel que cualquier otra Cazador de Sombras que haya existido, como Hope tendría que evitar ataques de furia que podrían desatar el fuego celestial en su interior, y que podrían llegar a matarla. Después de eso a Hope la habían dado el brazalete de adamas con el símbolo de infinito, para controlar un poco el fuego celestial; eso, sumado a meses de clases para calmarse y controlar sus emociones, habían reducido un poco el riesgo, pero siempre estaba allí. —Hope, cálmate —le advirtió Anthony, y ella asintió, tomando respiraciones largas y exhalando—. La que me tiene que explicar que paso ahí afuera eres tú. ¿Cómo rayos pusiste un glamour en la daga, y qué era ese fuego que salía de tu mano? Solo un brujo puede hacer eso y… —Yo se que solo un brujo lo puede hacer, la historia es larga no puedo explicártelo ahora, no aquí —respondió ella, mirándolo. Tenía lágrimas en sus ojos, eso preocupo a Anthony, ella casi no lloraba—. Papá me dijo que no te contara nada. —Soy tú Parabatai —dijo él acercándose a ella para abrazarla, su piel estaba algo caliente, como aquella vez—. Sabes que puedes contarme lo que sea. Necesito que me lo expliques apenas lleguemos a casa —Ella apoyo su cabeza en el pecho de él, y Anthony la apretó contra si. Ella le devolvió el abrazo. —Gracias —dijo Hope, y levanto la cara hacia él, aún con tacones era más pequeña que Anthony, él le sonrió—. Te prometo que habrá una explicación razonable cuando lleguemos a casa.


—Sabes que no debes agradecerme nada —dijo, y ella se aparto, acomodándose el cabello. Ella asintió y dijo—: —Bueno, no vine hasta acá por nada. No se tú, pero yo voy a bailar un rato — Sonrió, y salió por la puerta. Anthony se sentó sobre un altavoz roto durante un rato, intentando darle sentido a lo que paso. En primer lugar, Hope, su Parabatai, la chica de la que ha estado enamorado por más de cinco años ¿De repente podía hacer cosas que solo un submundo debería lograr? “El mundo es un lugar loco” Pensó, se puso en pie y salió a la acalorada y ruidosa habitación, la música era electrónica; la que él la odiaba. Busco con la mirada a Hope, y, cuando la vio, deseo no haberlo hecho; estaba bailando pegada a un tipo de cabello marrón, este tenia las manos en la cintura de ella; y Hope le sonreía. En Anthony se despertó una furia que lo asusto. Celos, estaba celoso de un mundano. Sus pies se movieron inconscientemente, y antes de darse cuenta estaba detrás del chico de cabello marrón. —Hey —dijo Anthony pegándole en el hombro haciendo que se volteara—. Quita tus manos de ella. —¿Qué te pasa, hermano? —dijo el chico volviéndose a verlo, le sacaba por lo menos una cabeza a Anthony. Quito una mano de la cintura de Hope y lo encaro, pero la otra seguía allí—. ¿Algún problema? —Si —respondió él—. Te dije que quitaras las manos de ella. Ambas. El chico de cabello marrón no lo hizo, pero Hope se aparto de él intuyendo problemas, ella jamás había visto a su Parabatai así. —¿O si no qué? —pregunto él. La gente había empezado a reunirse a su alrededor. —Anthony, no aquí… —empezó Hope, pero Anthony la corto. —Te la cargas —respondió Anthony mirando fijamente al chico, quien se rio. —¿Y tu quien te crees? —le escupió el mundano —Su novio —dijo él inconscientemente, y Hope lo miro asombrada —Apártate o te rompo la cara. —Atrévete. —De acuerdo —dijo Anthony, y se movió tan rápido que ningún mundano lo podría haber visto, incluso el de cabello marrón. Rápidamente, Anthony, lo tuvo contra el suelo boca abajo, con uno de sus pies en la espalda del mundano, y su brazo torcido peligrosamente hacia atrás.


—¿Qué decías? —le pregunto Anthony—. Atrévete a tocarla de nuevo y te arranco el brazo —susurro en el oído del chico y lo soltó. El mundano se perdió entre la gente en su segundos. —Nos vamos. Ahora —dijo él, y la jalo del brazo hasta sacarla del club. Fuera ella se volvió y lo miro enfadada por segunda vez en menos de una hora. —¡¿CUÁL ES TU PROBLEMA?! —le grito ella—. Últimamente no puedes verme con ningún chico aparte de ti, me tienes cansada. ¿Quién te crees? No eres mi padre, ni mi hermano, ni siquiera eres mi primo de sangre y ahora le sueltas a un mundano que eres mi novio… Él camino hacia ella, y allí, cegado por la furia, el deseo y la desesperación de tantos años, en una fría noche de primavera; aún sabiendo que estaba furiosa, aún en contra de su voluntad, aún en contra de todo lo que les habían enseñado antes de la ceremonia Parabatai; la tomo por los hombros, la atrajo hacia él, y la beso. Anthony solo tenia un pensamiento: “Caelum denique”


Capítulo 2

Leer escuchando “Not about angels” de “Birdy”

Hope jamás se sintió tan bien como en ese momento. Caelum denique. Ella sabia que ese había sido el grito de batalla de los cruzados: “¡El cielo por fin!”. En ese momento Hope los entendía. Luchar aunque sabían que no podrían ganar. No tenía palabras para describirlo, ni mil palabras podrían describir lo que ella sentía en ese momento. Era mágico. Desde pequeña, aunque sabia que no debía, había imaginado este momento. El momento en el que Anthony, la persona que mejor la conocía en el mundo, la besara. Sabía que estaba mal, sabía que estaba prohibido. Sabia, que si alguien del Cónclave los atrapaba, estarían perdidos.

“We know full well there's just time so is it wrong to dance this line? If your heart was full of love Could you give it up?”

“Sabemos muy bien que es sólo cuestión de tiempo /Así que, ¿es tan malo bailar esta pieza?/Si tu corazón está lleno de amor/ ¿Podrías renunciar a el?” Esa era una de sus canciones favoritas, increíblemente la letra le vino a la cabeza en ese momento. Todo le parecía irreal. Los labios de Anthony eran cálidos contra los de ella, mientras Hope le devolvía el beso, aunque una voz en lo más profundo de ella le decía que se apartara, pero el resto le decía a esa vocecita “¡CALLATE!”. Anthony quito sus manos de los hombros de ella y las llevo hasta su cintura, donde la sujeto firmemente; ella se sorprendió a si misma (más de lo que ya estaba) levantando sus brazos para enroscarlos en el cuello de él, y atraerlo hacia sí. Eso lo sorprendió y ella se deleito con el pequeño sonido ahogado que se escapo de los labios de él. Estuvieron así durante ¿Segundos? ¿Minutos? ¿Horas? Ninguno de los dos lo sabía, pero, de lo que si estaban seguros, era que no querían dejar ir al otro.


Ese fue el momento en el que ella lo comprendió. Todos esos años de protegerse el uno al otro, todas esas miradas furtivas en clase, todo ese tiempo juntos, las risas, los golpes, las peleas, la primera ceremonia de Runas juntos, su primer pequeño beso a los once, fue porque estaban enamorados; pero ella nunca fue consiente de ello. Se había dado cuenta demasiado tarde. Después de ser Parabatai, después de los votos que ataban sus almas incluso después de la muerte; no hay vuelta atrás. Lo que ambos deseaban estaba prohibido, era como enamorarse de tú hermano, pero peor. El verdadero problema, era que ninguno de los dos quería apartarse.

“How unfair it's just our luck found something real that's out of touch but if you'd searched the whole wide world would you dare to let it go? 'Cause what about, what about angels They will come, they will go make us special Don't give me up Don't give me up 'Cause what about, what about angels They will come, they will go make us special It's not about, not about angels, angels”.

“Que injusta es nuestra suerte/Encontrar algo real que está fuera de nuestro alcance/Pero si hubieras buscado el mundo entero/ ¿Te atreverías a dejarlo ir? /Porque, ¿qué pasa, qué pasa con los ángeles?/Ellos vendrán, irán a hacernos especiales/No te des por vencido conmigo/No te des por vencido conmigo/Porque, ¿qué pasa, qué pasa con los ángeles?/Ellos vendrán, irán a hacernos especiales/No se trata, no se trata de los ángeles, ángeles”. De repente Anthony rompió el beso.


Capítulo 3

Anthony se separo de Hope sin aliento, no tenia ni idea de porque la había besado. Cuando se vio a si mismo sujetándola fuertemente contra sí por los hombros, pensó que ella lo apartaría, o lo golpearía, o algo parecido, pero dejo de preocuparse cuando ella le devolvió el beso con urgencia y enrosco sus brazos al cuello de él. Anthony estaba más que seguro de que llegados a ese punto no pudo evitar soltar un gemido de placer; había soñado tantas veces con ese momento, que el de hecho de que se hubiera producido parecía irreal. Había besado ya una vez a Hope, pero ambos tenían once años, y Anthony estaba seguro de que ella no lo recordaba. Él se había roto un brazo por un mal movimiento durante una práctica y ponerle un Iratze a esa edad era peligroso, por lo que paso casi cuatro meses con un yeso que odiaba. Un día ella entro en la habitación de él, y Anthony intentaba sacarse el yeso. Ella lo detuvo, lo regaño y al ver que el lo intentaba otra vez le pregunto:

—¿Qué puedo hacer para evitar que te arranques el brazo? —No lo se —respondió él con sarcasmo, aunque era pésimo intentando ser sarcástico a diferencia de ella. Se creía que estaba en los genes Herondale ser sarcástico, arrogante y con cierto humor negro. Genes que, desde luego, él perdió hace muchas generaciones—. Tengo una idea —Ella se volvió a verlo—, dame un abrazo. Hope bufó, pero igual fue hasta él y lo abrazo. Pero antes de que Hope pudiera apartarse, Anthony la retuvo y le dio un rápido beso en los labios. Ella lo empujo provocando que Anthony se pegara contra la pared y antes de salir le grito—: —¡Espero que jamás te quiten esa cosa! —Y salió dando un portazo que debió escucharse en todo el Instituto, pero a él no le importo, solo podía sonreír.

Él había estado feliz toda la semana después de eso y nada podía molestarle; excepto por las miradas asesinas de Hope durante un mes. Anthony se disculpo con ella, y Hope lo único que hizo fue reírse, abrazarlo y, ante la cara de desconcierto de él, decirle: —Si tan solo pudieras verte la cara, solo estuve molesta los primeros tres días. Y ahora, años después aquí estaban. Ella en el circulo de los brazos de él, mirándolo con una mezcla de furia, confusión y lo que parecía… ¿Amor?


Anthony la soltó haciendo que Hope se tambaleara hacia atrás sobre sus botas, pero recupero el equilibrio rápidamente. —¿Por qué hiciste eso? —pregunto ella calmadamente para sorpresa de Anthony. —No lo se —dijo él mirando a un espacio oscuro del callejón donde creyó ver algo moviéndose. Hope noto que no la miraba y giro la cabeza para saber que tanto veía Anthony. —¿Qué ves? —dijo Hope al no poder distinguir nada más que sombras. —No es nada, creí ver a alguien —dijo Anthony mirándola a ella de nuevo. —Te pregunte porque me besaste y quiero una explicación ahora mismo —La voz de Hope tenia disgusto contenido. —No lo se, Hope. De ver… dad no encuentro una explicación ló… gica en este momen… to —dijo Anthony titubeando y nervioso. No podía contarle la verdad por nada del mundo. Ella lo miro furiosa, de sus ojos había desaparecido cualquier rastro del color verde esmeralda de su madre que contenían a veces, solo parecían oro, como los de Jace. —No puede repetirse —dijo Hope retrocediendo—, por nada. Ni una palabra de esto en el Instituto, dentro o fuera de él. ¿Entendido? —Ahora si parecía su padre, hablaba con la voz seria y firme que debe tener cualquier director, Cónsul, o Inquisidor de la Clave. Se sabía que los Herondale había dirigido el Instituto de Londres durante seis generaciones, y la bisabuela de Hope, Imogen Herondale, había sido la Inquisidora durante más de diez años, y cualquiera que escuchara a Hope en ese momento no podría dudarlo. —Si —respondió Anthony cabizbajo, no tenía más nada que decir. —Esta bien —dijo ella, Anthony pudo notar el tono herido y preocupado en su voz aunque ella intento ocultarlo—. Me voy a casa, es mejor que vayamos por caminos separados. Y con eso, salió a la calle, encontró un taxi y se fue antes de que Anthony pudiera contradecirla. Él se quedo dando vueltas por las calles, hasta que se hizo más tarde; dándole a Hope el tiempo suficiente para llegar al Instituto sin cruzarse con él. “Estúpido, estúpido, estúpido” Era todo lo que Anthony podía pensar. Había actuado impulsivamente, y ahora lo más probable era que Hope no quisiera saber absolutamente nada de él. Inconscientemente, Anthony llevo su mano hacia su clavícula, donde se encontraba su runa Parabatai, la runa que lo ataba a Hope hasta después de la muerte. Que ataba sus almas en una sola. De repente vinieron a su memoria unos versos del poema “Puedo escribir los versos” de Pablo Neruda, uno de los poetas favoritos de Hope:


“Puedo escribir lo versos más tristes esta noche Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. ¡La besé tantas veces bajo el cielo infinito!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido

Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

De otro. Será de otro, Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, mi alma no se contenta con haberla perdido”.

—Y vaya que la que perdiste, hermano —dijo una voz grave a espaldas de Anthony, haciendo que se sobresaltara. —¿Quién esta ahí? —pregunto Anthony mientras sacaba la daga de su bolsillo y se preparaba para atacar. —Tranquilo —escucho, y la forma salió de las sombras: Christopher Lightwood. El hijo adoptivo de Alec Lightwood y Magnus Bane; llevaba el traje de combate negro y su espada serafín en el cinturón de armas, el cabello negro le caía sobre los ojos marrones, los cuales miraban a Anthony con burla en ellos. —Debes ser bien estúpido y estar bien enamorado de ella como para besarla, dejarla ir, y luego estar recitando poemas a la nada como un loco —dijo el Lightwood riendo. —Cállate Lightwrom —respondió Anthony rodando los ojos, hasta que cayo en cuenta de algo—. ¿Nos estabas espiando?


—Para nada —dijo el con sarcasmo—. Aunque técnicamente no es “espiar”, si se están besuqueando en plena calle, frente a un club lleno de mundanos. Me dio curiosidad saber a donde iban a esta hora, y vestidos de fiesta. Los seguí dentro, te vi pelear con el mundano. Y cuando ella se fue, decidí seguirte, solo para asegurarme de que no te arrolle un auto —dijo encogiendo los hombros como para quitarle importancia—. Si quieres besar a tu Parabatai (lo cual es totalmente asqueroso si me preguntas), no es mi problema, pero deberían ser un poco más discretos. Si el tío Simon, o Jace se enteran, los mandarían directamente a Institutos muy separados. —Eso lo se —dijo Anthony molesto, jamás le había agradado su primo—. Pero ¿Por qué no te metes en tus propios asuntos? Estoy muy seguro de que tío Alec no sabe donde estas ¿me equivoco? —No —dijo Christopher sonriendo—. Alec no sabe donde estoy, solo somos él y yo por ahora. Magnus esta con los otros en Idris. Cosas de los Acuerdos. —Pues te sugiero que te vayas, yo volveré al Instituto —dijo Anthony, y se volvió bruscamente para seguir caminando. No lo agradaba para nada ese chico, jamás lo hizo, ni él, ni su sonrisa burlona siempre presente. Diez calles después, Anthony se volvió para ver si Christopher lo seguía, como no vio a nadie siguió su camino. Antes de darse cuenta estaba frente al Taki’s. Tenia frio y no quería cruzarse con Hope o Luce, quien seguramente estaría despierta en la biblioteca leyendo; así que entró en el restaurante. Estaba vacío excepto por dos vampiros, sentados en el extremo más alejado de la puerta. Estos lo miraron al entrar, pero luego siguieron hablando. Anthony se sentó frente a una ventana; según sus padres, Taki’s no había cambiado nada excepto el personal. Era la misma fachada gris de hace más de quince años. Un hada de cabello verde y ojos purpura se acerco a él y le pregunto que quería. —Un café —dijo y miro de nuevo por la ventana. —¿Solo eso? —preguntó el hada extrañada. —Si, solo eso —respondió Anthony cortante. El hada se fue dejando a Anthony solo, con su frustración.

Cuarenta y cinco minutos y tres tazas de café después, Anthony se sentía como si pudiera correr de Nueva York a Idris, sin descansar. Eran la una de la madrugada, y no tenía el valor para aparecer en el Instituto; intentaba decidir si volver a casa o dormir debajo de un puente el resto de su vida cuando sonó su teléfono.


Lo reviso, y al ver el numero, maldijo por lo bajo —Hola papá —dijo, aguantando las ganas de colgar. —Anthony Maxwell Ravenheaven Lightwood —escucho al otro lado, asustado. Esto era mucho peor, era su madre quien hablaba, y estaba muy enojada. Ella era la única que lo llamaba “Maxwell” y “Lightwood” —. Me dices ya mismo donde demonios estas a la una de la madrugada, y solo. —Tranquila mamá, estoy bien —dijo intentado calmarla, aunque sabia que no funcionaba y la que se iba a cargar cuando volviera, era muy grande. —¡Tranquila tu abuela, y no precisamente ni madre! —le grito Isabelle—. ¿Dónde rayos estás? Tú padre ira a buscarte ya mismo. Eso si que lo advirtió del nivel de enojo de su madre, por lo que lanzo un billete de diez en la mesa y salió corriendo del Taki’s al Instituto. —No es necesario que venga papá, ahorita llego. —Más te vale estar aquí en menos de diez minutos, o te juro que te mando a Alacante por el resto de tu vida —dijo su madre, y corto la comunicación. Anthony empezó a correr y a dos manzanas del Instituto se detuvo para tomar aliento, de repente estaba mareado y se sentía enfermo. —Suficiente café por un año —dijo por lo bajo, y siguió corriendo. Al llegar al Instituto lo esperaban en la puerta un molesto Simon, pero una furiosa Isabelle. Hasta un demonio behemoht era mejor que una Isabelle furiosa. Ésta se encontraba cruzada de brazos y Simon tenia a Sophia, a quien todos llamaban Sophie. Tenía dos años de edad, con el cabello y los ojos marrones, era igual a su padre, mientras que Anthony era como su madre. —Bien —empezó Isabelle—, espero una explicación. Su madre lo miraba molesta, pero detrás de eso había pura preocupación maternal. Isabelle se veía pequeña en comparación a cuando Anthony tenía trece, y su cabello negro como el de él se tornaba gris en las raíces. —Lo siento. Salí con Hope, a bailar en el Pandemónium un rato, pero discutimos y ella se fue —dijo Anthony resumiendo un poco la noche, sin decir que había besado a Hope y luego se había quedado vagando por las calles. —Que sea la ultima vez que salen sin avisarnos, y menos cuando estamos en Idris, o cualquier lugar fuera de Nueva York. ¿Entendido? —pregunto su padre seriamente, pero con una pequeña sonrisa en los labios, su esposa, al verlo le soltó: —¿Y se puede saber de que rayos te ríes? Te informo que es más de media noche, y tú hijo menor de edad, estaba en un club bailando con cualquier mundana.


Simon pasó a Sophie a los brazos de Isabelle, quien se relajo cuando tuvo a su pequeña en brazos; pero todavía miraba mal a su esposo. —Tranquila cariño, te recuerdo que la primera vez que fui a ese club, yo también era “cualquier mundano”; tenía la edad de Anthony, y tú estabas a punto de bailar con un eidolon solo para matarlo después, y, sino hubiera sido porque Clary me arrastró allí esa noche, tal vez no estuviera aquí —le dijo Simon sonriéndole y mirándola con amor—, ¿quien sabe?, tal vez encontró al amor de su vida, y no lo sabe. Ahora, me parece que el pobre chico ha tenido bastante por una noche y parte de la madrugada, tanto él como tú tienen que descansar. Y como para reafirmarlo, Sophie bostezo y se acomodo en los brazos de su madre. Anthony miro con ternura a su hermanita. —Dámela un rato, yo la llevare a la guardería —dijo Anthony caminando hacia su madre, ésta le sonrió y puso a la niña en brazos del chico. —Acuéstala y luego vete a la cama —le dijo su madre y se fue con Simon. Anthony bajo la mirada a su hermanita y le susurro, aunque sabia que no le entendería: —Jamás te metas en un lío con mamá, o te ira mal, pequeña.


Capítulo 4

Anthony se despertó gritando, tenía un dolor insoportable en el pecho, además de una gran sensación de pérdida, como si le faltara un brazo o una pierna, pero peor. Corrió descalzo hacia el pequeño baño de su habitación, se quito rápidamente la camisa, y se miro en el espejo. La vista de lo que tenia le dio nauseas, su pecho estaba cubierto de un liquido escarlata. “Sangre” Pensó él “Pero ¿Qué rayos?” Abrió la llave del lavamanos y quito un poco, en busca de la herida; pero todo lo que vio fue su runa Parabatai. Ya no era negra, si no de un color plateado, el color de las runas desvaneciéndose. De ahí venia la sangre. Su vinculo con Hope. Se había roto. No puede ser. Eso solo pasaba por cuatro razones: si uno de los dos se convertía en un subterráneo; si se unía a los Hermanos Silenciosos o las Hermanas de Hierro, si alguno se convertía en mundano, o… Hope Hope Hope Si el otro moría. Hope ¿Dónde estás? Luego de unos segundos mirándose atónito en el espejo, salió corriendo a la habitación de Hope gritando como un niño asustado. —¡Hope, Hope! Entro de golpe en su habitación y encendió la luz. Estaba exactamente como la habían dejado los dos hace algunas horas atrás. Ella no había vuelto al Instituto en toda la noche. “No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no, no”


—¡NO! —Anthony solo podía gritar, las lagrimas corriendo por su rostro y cayendo en su pecho. Los mareos, el sentimiento de estar enfermo y de perdida, se había alejado mucho de Hope. Pero no se dio cuenta. —Anthony cariño ¿Qué pasa? —dijo Clarissa detrás de él alarmada. Había entrado en la habitación sin que Anthony la escuchara, ésta estaba seguida por Jace, Simon e Isabelle. Los gritos de Anthony habían despertado a todo el Instituto. —Es Hope —Fue lo único que dijo. Jace enseguida se acerco para verlo, y lo primero que noto fue la sangre y la runa Parabatai desvanecida—, ella no volvió y… —La dejaste —dijo Jace en un susurro. Anthony solo pudo asentir con la cabeza—. Tú la dejaste. Las lágrimas empezaron a correr en los rostros de Jace y Clary al comprender lo que ocurrió. Su hija, su primogénita, muerta. Isabelle se agarro de la camiseta de Simon y empezó a llorar. Hasta Simon estaba llorando, Hope era su ahijada. —¿Qué, exactamente, paso en el Pandemónium? —pregunto Simon, sujetando fuertemente a su esposa. —Yo… no… —¡RESPONDE ANTHONY! —le grito Jace, sus ojos estaban exactamente del mismo color que los de Hope cuando se enojaba. Lo último que necesitaban era una explosión de fuego celestial. Anthony les conto todo, excepto lo del beso. Eso era solamente entre él y Hope. —Fuimos al Pandemónium y cuando estábamos en la entrada el guardia no me quería dejar entrar, decía que tenía un arma en el bolsillo, era la daga que me dio papá. Hope le dijo al guardia que era un teléfono y el gorila insistió en verlo, cuando se la mostré, Hope empezó a mover la mano y de ella salía un fuego azul, la daga también lo tenia. >>Era algún tipo de glamour, no tengo idea de como lo hizo. Pero la jale hacia un almacén y le exigí que me lo dijera. No lo hizo, me dijo que cuando volviéramos lo haría. Luego se fue a bailar y yo me quede en el almacén unos minutos más. Cuando salí ella estaba bailando con un tipo, y yo me enoje y le pegue al mundano, pero luego lo deje ir. La saque del club y volvimos a pelear, y se fue y no la vi más, ella me pidió que no la siguiera. Tomo un taxi pero no tengo idea de donde fue. —¿Tú te enojaste porque Hope estaba bailando con un mundi? —le pregunto Simon con la voz rota, Isabelle fue con Clary, que estaba sentada en la cama sollozando contra una almohada; Anthony solo pudo asentir—. ¿Por qué? —No lo se —respondió él llorando.


Si lo sabes. Y ahora está muerta. —Esto no se quedara así —dijo Jace de repente, su voz seria y fría—. Simon, saca a Clary de aquí y veme en la biblioteca de inmediato. Convocaremos a todo el Cónclave, e iniciaremos una búsqueda; Magnus, Catarina y Tessa pueden ayudarnos. Tessa. Ese nombre saco a Anthony de la nube de bruma en la que se hallaba su mente. No podía pensar claramente en nada. Pero ese simple nombre: Tessa; desencadenó un recuerdo de su niñez. Una conversación, entre Jace y una chica hace tres años; y las palabras de ella: —Imagino —decía ella, tenía una voz dulce y melodiosa—, que es por su herencia. Mis hijos eran cazadores de sombras, pero llevaban la magia en la sangre gracias a mí. Hope lleva en sus venas el fuego celestial, y es una de las cazadoras de sombras con más sangre de ángel que existe. Eso sumado a que utilizo el nombre de Ithuriel la agoto. —Es lo mismo que me dijeron los Hermanos Silenciosos, pero me dijeron que necesitaría un amuleto hecho por las Hermanas de Hierro o algo parecido para controlarlo un poco —contesto Jace—. Si le doy uno empezara a hacer preguntas y no quiero. —Mis hijos también las hicieron cuando descubrieron que podían hacer magia —dijo ella con aire nostálgico—. James, ¿lo recuerdas? Te di su anillo Herondale; incluso tuvo problemas en la Academia y lo expulsaron por ello. Lucie se lo tomo con más calma —Ella puso una mano en el hombro de Jace—. Hope merece saber la verdad, o en algún momento lo descubrirá por si sola y será peor. Es tu decisión y de Clary contarle. Te diera otros consejos pero, tenemos compañía —dijo, e hizo un movimiento de cabeza a donde estaba Anthony.

Tessa Gray, pensó Anthony, James Herondale es el antepasado de Hope, entonces es por eso que pudo hacer lo del glamour. La voz de su padre lo saco de sus pensamientos: —Anthony, ve a tu habitación y ponte el uniforme. Vamos a buscar a Hope.


2 Semanas despuĂŠs.


Capítulo 5

Dos semanas. Dos semanas de búsqueda. Dos semanas de agonía para todos en el Instituto de Nueva York. Dos semanas de remordimiento para Anthony, sin saber absolutamente nada de la persona que era la otra mitad de su alma. La desaparición y supuesta muerte de Hope Ella Herondale Morgenstern, era la principal noticia que recorría el mundo de las Sombras. Todos los subterráneos allegados a los habitantes del Instituto se habían unido a la búsqueda. Los representantes de los Subterráneos en el Concejo la habían conocido, Lily, representante de los hijos de la noche, y Maia Roberts, de los hijos de la luna; habían movilizado patrullas diariamente durante dos semanas. Magnus Bane y Catarina Loss se habían anotado también en la búsqueda. Pero de los Hijos de Lilith, la más preocupada era Tessa Gray. Ella y su esposo, James Carstairs; habían sido de los primeros en aparecer a través del Portal en Nueva York la noche de la desaparición de Hope (la gran mayoría se negaba a creer que estuviera muerta, aún después de ver la runa desvanecida de Anthony). Anthony no tenia ni idea de lo que pudo haber pasado, lo habían interrogado, a él y a Christopher; no porque Anthony dijera que los había seguido, sino porque Alec, recordó no haberlo visto en casa esa noche. En los interrogatorios no se había utilizado la espada Mortal, debido a que en los últimos meses hubo unos enfrentamientos, entre cazadores de sombras y submundos en Sudamérica; y Robert y Maryse Lightwood estaban de viaje resolviéndolos. Después de dos semanas de búsqueda, se decidió darle mucha importancia a la desaparición de Hope; este era el primer gran hecho que azoto al Cónclave de Nueva York en más de quince años. Anthony estaba en su habitación, con Luce, Christopher y la novia de este último: Alexandra Blackthorn, una de las hijas mayores de Mark Blackthorn. Estaban esperando que se les diera el permiso para entrar en la reunión. El Cónsul, el Inquisidor y el resto del Cónclave estaban en la biblioteca teniendo una “charla” previa a los testimonios y la decisión final. —¿Cómo pudiste perder a tu Parabatai?, quiero decir, se supone que es “una parte de tu alma” ¿Cómo alguien puede perder una parte de su alma? —le pregunto Luce con burla. La mirada que Anthony le dio decía: ¿Por qué mejor no cierras la boca?, pero Luce lo ignoro, y cuando abrió la boca de nuevo para continuar, Alexandra le corto:


—Pregúntale a un vampiro como perdió su alma entera —le respondió cortante—. Además, diciendo cosas como esa no ayudas a encontrar a Hope. Anthony miro a Alexandra y después a Luce. Eran polos totalmente opuestos, Alexandra tenía un hermoso cabello rubio que le llegaba hasta los hombros, y los ojos azules verdosos característicos de los Blackthorn. Su Parabatai había muerto en una batalla hacia ya un año, y era la que mejor podía entender a Anthony en esos momentos. —¿Qué te parece si… —empezó a replicarle Luce a Alexandra, pero Christopher la detuvo, sabiendo que nada bueno podía salir de un enfrentamiento entre Luce y Alexandra. —Es suficiente Luce —le dijo—. Anthony no perdió a Hope, solo estás celosa de que nadie tenga tu atención. Anthony pensó: “Ahora si que la atacó por donde más le duele”. Luce iba a responder claramente algo no muy educado cuando la puerta se abrió. Era Isabelle, tenia el equipo negro de combate y el cabello negro recogido sobre su cabeza. —Hola chicos —los saludó—, los requieren en la biblioteca, van a empezar las declaraciones y la decisión será tomada. —Ya vamos —dijo Christopher, últimamente Chris parecía el emisario de Anthony, quien, después de una semana y media de búsqueda sin resultados, se había encerrado en su habitación por tres días, llorando por su error. Todos salieron con Luce a la cabeza, seguida por Alexandra, Christopher y Anthony al final; medio arrastrando los pies. A veces pensaba que solo caminaba por inercia. Al llegar a la biblioteca, la cual era enorme, se veía pequeña con la cantidad de gente que había dentro; unas sillas se habían colocado en forma de semicírculo de espaldas a la entrada; haciendo de auditorio como el salón del Ángel en Alacante. En la primera fila Anthony pudo ver al Cónclave de Nueva York. Jace, Clary, Simon, Alec, Magnus Bane y Maryse Lightwood estaban sentados cerca del pasillo; y detrás de ellos estaban Tessa Gray y su esposo James Carstairs, este último aparentaba unos cuarenta y cuatro años de edad. Del lado contrario estaban los abuelos maternos de Hope: Luke Garroway y Jocelyn Fray; Mark Blackthorn estaba allí también con su hijo mayor: Andrew Blackthorn, el hermano gemelo de Alexandra. El Cónsul Travis Silverheart estaba de pie en el centro de la habitación hablando con el abuelo de Anthony, Robert Lightwood. Ambos vestían las túnicas del Concejo, y a su lado, un poco alejado, se encontraba un Hermano Silencioso, sujetando la Espada Mortal. Al verla Anthony trago saliva. Sabía que si lo interrogaban con la Espada Mortal, ésta le arrancaría la verdad aún en contra de su voluntad, le preguntarían de


nuevo que paso ese noche, y no le quedaría otra alternativa excepto decir la verdad. Completa. El Cónsul intercambio unas palabras más con Robert, asintieron y el Cónsul dijo en voz alta: —Todos, por favor tomen asiento, empezaremos con los interrogatorios finales y luego el veredicto. Anthony se sentó al lado de su padre, quien se volvió para hablarle —¿En que piensas? —le pregunto Simon. —En que parece imposible que todo esto me este pasando. Nunca me perdonare a mi mismo por haberla perdido y… No pudo continuar pues el Cónsul empezó la reunión. —Hermanos Nefilim, la reunión de hoy se centrara en los últimos testimonios por parte de Anthony Maxwell Ravenheaven, hijo de Simon Ravenheaven e Isabelle Lightwood —Hubo un pequeño murmullo de sorpresa al escuchar que Travis Silverheart se refería a Isabelle por el apellido Lightwood—, y la votación para decidir que haremos sobre la desaparición de Hope Herondale. >> Hace ya dos semanas de la desaparición repentina de Hope Ella Herondale Morgenstern, hija de Jace y Clarissa Herondale, las patrullas de búsqueda no han dado resultados positivos. Los interrogatorios a Anthony Ravenheaven y Christopher Lightwood, las últimas personas que la vieron, tampoco han dado mucha información. Hope desapareció después de un pequeño enfrentamiento con su Parabatai, Anthony Ravenheaven, y la runa Parabatai de este ultimo se desvaneció esa misma noche en horas de la madrugada, dando a entender que la conexión entre ellos se rompió; lo cual, sabemos que no pasa tan fácilmente a menos, que alguno de ellos se una a una de las Hermandades, se convierta en subterráneo, mundano o… en el peor de los casos, y que el Ángel no lo permita en este momento, uno muera. Al decir la última palabra el Cónsul hizo una mueca, esto provoco más murmullos de los presentes en la sala, se pudo escuchar un jadeo de parte de Clary, quien tenia un agarre de muerte en la camiseta de su esposo. Anthony solo podía mirar al Cónsul sin escucharlo realmente. —Ahora —continúo Travis—, serán interrogados por la Espada Mortal: Anthony Ravenheaven y Christopher Lightwood, solo como una medida de prevención al ser menores de edad. Inquisidor Lightwood —dijo y asintió en dirección a Robert Lightwood y este se acerco al Hermano Silencioso con la Espada Mortal, se la entrego y el Inquisidor se volvió hacia el Enclave—. Anthony Ravenheaven, un paso adelante por favor. Anthony pudo sentir las miradas de todos sobre el en ese momento. Se levanto y camino hacia su abuelo, quien le entrego la Espada Mortal. Anthony casi se fue abajo por el peso de la espada, nunca había sostenido una así, no estaba seguro de que le pesaba más en ese momento, la espada, la culpa o


el miedo a como reaccionarían todos cuando se enteren de que beso a su Parabatai antes de que esta desapareciera. —Anthony —dijo el Cónsul mirándolo a los ojos, Anthony trago la saliva—. ¿Qué exactamente paso en la noche de la desaparición de Hope Herondale? Anthony pudo sentir como las palabras le fluían en el mismo orden que los otros tres interrogatorios. Hasta que llego a la parte de la pelea con el mundano. —Cuando salí del almacén ella estaba bailando con un mundano, el chico no me agrado cuando lo vi, así que fui hasta él y le dije que se apartara. Él no me hizo caso y pregunto: “¿Algún problema?” y yo le respondí: “Si”. Anthony sentía como si miles de anzuelos le arrancaran la verdad en contra de su propia voluntad, las palabras eran tan pesadas para él como la propia espada, las manos empezaron a sudarle en contra de la genética de los Nefilim. Siendo consciente que llegaba a la parte que no podría omitir empezó a hablar rápidamente, al punto de que no se distinguían las palabras, como lo hacia siempre que estaba nervioso; su madre, que parecía querer arrancar la espada de las manos de su hijo, lo noto, y empezó a levantarse, pero antes de que lo lograra Simon la jalo de nuevo para que se sentara, evitando una escena. —Los celos me hicieron reaccionar y yo… —Todos en la sala hicieron un ruidito de sorpresa y el Cónsul lo detuvo. —¿Acabas de decir: “los celos”? —pregunto curioso. Sus ojos atentos al más mínimo desliz de Anthony, sabiendo que con la espada en manos no podría mentirle. —Yo… —Anthony empezó a replicar pero un horrible sonido se lo impidió. Era como un celular vibrando cuando está en una superficie dura, excepto que cien veces peor. Todos en la sala se cubrieron los oídos, el sonido crecía y era insoportable, Anthony no dejo pasar la oportunidad y dejo la Espada Mortal en la mesa, pero apenas lo hizo se cubrió los oídos también. Jace, como cabeza del Enclave que era, se levantó y gritó sobre el ruido para que todos lo escucharan: —¡La sala de armas! ¡Proviene de allí! Todos salieron de la biblioteca y siguieron al director del Enclave, el Cónsul y el Inquisidor justo detrás de él. Anthony los siguió casi al final, pero se encontró con la mirada preocupada de Christopher, aunque en sus ojos había algo más. Odio. Odio y conocimiento. Anthony intento hablarle, pero Christopher se adelanto antes de que pudiera. Él vio a Jace, quien al abrir la puerta de la sala de armas con un cuchillo serafín en la mano, se echo hacia atrás rápidamente, justo antes de que el fuego estallara.


Capítulo 6

Todos en el pasillo miraban atónitos la sala de entrenamiento, las llamas consumían todo lo que encontraban, entonces se desato el caos, gente corriendo y gritando, buscando la manera de apagar las llamas. Mientras los cazadores de sombras, corrían buscando agua para apagar el incendio, Magnus Bane y Tessa ya estaban frente a las puertas, fuegos azules idénticos surgiendo de sus manos, mientras recitaban cada hechizo para controlar las llamas y apagarlas que conocían. Los Nefilim empezaron a traer agua mientras otros se apresuraban a unos pocos sectores despejados de fuego, con sus estelas para grabar runas Pyr, la runa de protección contra el fuego, y de contención y bloqueo. Anthony tomo su estela y se decidió a ayudarlos, pero pudo ver el cabello marrón de Christopher escabullirse entre el caos. Luego de dibujar la mayor cantidad de runas posibles en tiempo record, y unos cuantos hechizos por parte de Magnus y Tessa, las llamas se extinguieron. Todos los Cazadores de sombras tenían sus armas en la mano, preparados para atacar por si surgía algo más; pues la única manera en la que el incendio podía verse era como una trampa o una distracción. El Enclave de Nueva York empezó a recorrer la sala buscando pistas de lo que pudo haber provocado el incendio, otro grupo fue enviado a revisar los exteriores buscando señales de algo. Cualquier cosa. Anthony, con su espada en la mano derecha, pateo un montón de ceniza en el suelo, pero las cenizas produjeron un tintineo nada propio de ellas, Anthony ladeo la cabeza y se arrodillo para examinarlas más de cerca. Eran pedazos de un sensor. Anthony se levanto y miro alrededor, había muchos montones iguales esparcidos por el suelo, todo el arsenal estaba completo, ninguna de las armas se había consumido, pero no veía los sensores por ninguna parte. Entonces fue que lo entendió. Los sensores habían explotado. Eso solo pasaba cuando había una gran cantidad de actividad demoniaca en la zona, algunos de los sensores estaban codificados para captar únicamente frecuencias de ciertos tipos de demonios. —¡Tío Jace! —llamo Anthony, y Jace se volvió a verlo, interrumpiendo al Cónsul a la mitad de una frase—. Han sido los sensores, todos explotaron. Jace se acerco a él, seguido por Clary, Alec, Simon y el Cónsul, este ultimo miraba a Anthony como si fuera una molestia en el zapato. —¿Cómo dices, Anthony? —pregunto Clary.


—Fueron los sensores, no hay ni uno que no explotara. Eso debió causar el incendio —explico el chico. Simon frunció el ceño y dijo: —La única manera de que eso pasara es… —Una gran cantidad de actividad demoniaca —concluyo Jace. —¿No pudo haber sido otra cosa? —pregunto Alec—. Magnus y Tessa… —La magia de un brujo rara vez es registrada por un sensor, y no lo haría explotar. Y Tessa es en parte una Cazadora de Sombras, tampoco se registraría — dijo Clary, bajo sus ojos se veían medias lunas oscuras por la falta de sueño. —Hay que revisar los alrededores del Instituto, esto no es bueno —dijo Simon y miro alrededor—. ¿Dónde esta Iz? —Aquí —respondió una voz a sus espaldas, Isabelle tenía a Gabriel tomado de una mano y a Sophie de la otra—. Escuche a Sophie llorar y fui a verla, encontré a Gabriel en su habitación. Clary llego hasta su hijo, se arrodillo para estar a su altura, Gabriel la abrazo y luego miro hacia su padre. Jace tomo a su hijo en brazos y lo levanto. —Hola campeón. ¿Tú también estabas llorando como tu prima? —le pregunto intentando animar un poco al niño. Para Anthony fue como una bofetada, Hope y él eran casi primos, aunque no compartían ningún vinculo de sangre de parte de sus padres, el que Anthony estuviera enamorado de Hope no estaba mal. El pequeño sacudió la rubia cabeza como la de su padre negando. —Nop —contesto Gabriel—. Porque soy un Cazador de Sombras y soy valiente. —Así se habla —le dijo Jace revolviéndole en cabello. Gabriel llevo sus verdes ojos hacia su madre y le pregunto: —Mamá ¿Cuándo viene Hope? Clary hizo notables esfuerzos por no romper a llorar frente a su hijo menor. —Pronto, mi amor, pronto. Anthony recordó de repente la reacción de la abuela de Hope, Jocelyn, cuando vio a Gabriel cuando cumplió dos años. Recordó como ella había susurrado a Luke: “Es igual al Jonathan de ojos verdes con el que siempre soñé. Mi niño, el que nunca conocí realmente hasta que dejo el mundo en mis brazos.” Anthony miraba a su hermanita, Sophie tenía una pequeña dificultad en su aprendizaje y aún con dos años de edad casi no hablaba. La pequeña camino hacia su hermano y se aferro a su pierna. Anthony levanto la pierna, no sin cierta dificultad, y alzo a la niña unos centímetros, Sophie se rio. —¡Anthony! —le recrimino Isabelle—. ¡Bájala!


Simon, Alec y Anthony se rieron al igual que la pequeña, pero el chico obedeció a su madre y la bajo; la tomo en brazos y Sophie sonrió, dejando ver sus pequeños dientecitos blancos. Alguien se aclaro la garganta. —Siento por interrumpirlos, pero tenemos un caso de gran actividad demoniaca y tenemos cosas que hacer —dijo el Cónsul, nada feliz con la interrupción de Isabelle y los niños. —Si señor Cónsul, lo sentimos —dijo Jace, bajando a su hijo. Isabelle los llevo fuera de la sala acompañada por Alec. —¿Alguien ha visto a Christopher? —pregunto Magnus acercándose a ellos—. No lo veo por ninguna parte. Anthony intento no pensar en la mirada de Christopher. —No —respondió Simon—. Seguro que se escabullo fuera con los otros. —Seguro —dijo Magnus, y se fue a buscar a Alec. —¡Jace! ¡Clary! —grito Aline Penhallow. —¿Qué pasó? —pregunto Jace obviamente exasperado, aun para un director de Instituto tantas cosas en una noche eran demasiado. —Encontramos a Hope.


Capítulo 7

Fue como si el mundo se hubiera paralizado para todos, menos para Anthony. “Hope, Hope, Hope” Era todo lo que pensaba, estaba corriendo detrás de Aline, pero se detuvo de golpe cuando una voz se filtro en su cabeza. “¡Anthony!” Era la voz de Hope. Anthony se detuvo y parpadeo. “Ahora si me volví loco” pensó, y siguió corriendo, pudo escuchar a sus padres y a Jace correr detrás de él. Llegaron a la entrada y Anthony pensaba que estaba en un sueño. Hope estaba recostada en el suelo, su negro cabello esparcido alrededor de su cabeza, llevaba el mismo vestido plateado que tenia la ultima vez que Anthony la vio; pero tenia un corte en la cara que iba desde la ceja hasta su pómulo derecho, y otro en la clavícula. Por un momento Anthony creyó que ella no estaba respirando, pero al acercarse a Hope pudo ver el movimiento irregular de su pecho, indicando que estaba viva. Jace lo empujo tan fuerte que Anthony se cayo, pero no le importo. Jace se arrodillo junto a su hija, poniendo la cabeza de Hope sobre su regazo. Había algo familiar en la escena, pero Anthony no podía recordar qué. —Denme una estela —dijo Jace. Anthony se arrodillo junto a Hope con su estela en la mano. Jace le puso mala cara pero lo dejo, él sabia que algunas runas eran más efectivas si eran dibujadas por un Parabatai. “Solo que ya no somos Parabatai” pensó Anthony mientras dibujaba un Iratze en el cuello de Hope “Ya no más.” El Iratze se desvaneció apenas Anthony termino de dibujarlo, como si hubiese sido trazado en agua. Tanto Anthony como Jace, Simon y Clary tomaron aliento. No funciono. —¿Hope? —pregunto Anthony en un susurro, los recuerdos de la noche en la que Hope se desmayo a causa del fuego celestial volvieron de golpe a él. Anthony al lado de Hope, el cuerpo de ella brillando con una extraña luz dorada, él diciendo “Hope, por favor, despierta”. Se sentía igual que en ese momento. —Ayúdame a levantarla —le pidió Jace con un hilo de voz. Anthony lo hizo, Jace la cargo en sus brazos el resto del camino, la gente en el pasillo los miraba boquiabiertos.


Anthony capto una fugaz vista del Cónsul, suya bica estaba fruncida en una mueca de disgusto. En la habitación de ella Jace la dejo sobre la cama y dijo—: Llamen a Magnus. —Estoy aquí —respondió el brujo. —Las runas no funcionan, intenta hacer algo. Por favor —le pidió Jace, sus ojos dorados llenos de miedo. Magnus puso una mano en su hombro. —Hare lo que pueda, la que se encarga mejor de hechizos de curación es Catarina. Magnus se acerco a Hope. —Necesito que salgan. —No —dijo Anthony, colocándose al otro lado de Hope—. Ya la deje una vez, no cometeré el mismo error dos veces, tendrán que sacarme a la fuerza, pero no les recomiendo intentarlo. —No lo hare —dijo Jace—, no otra vez —Miro a Magnus—. ¿No es un inconveniente? El brujo lo miro medio divertido. —No, pero te recomiendo que estés preparado para llamar a los Hermanos Silenciosos si no funciona. Dile a Alec que busque a Christopher, no lo encontré. Jace exhalo una bocanada de aire como si no se hubiera dado cuenta de que lo estaba conteniendo, asintió y salió de la habitación. Magnus se volvió para ver a Anthony, quien estaba arrodillado en un lado de la cama de Hope y tenia una de las manos de ella entre las suyas. —Se que no es fácil —dijo Magnus con voz suave, aunque Anthony no quitaba su vista de su Parabatai—, pero solo te dejo quedarte para que ella vea algo familiar al despertar. Y con eso Magnus empezó a murmurar cosas que Anthony reconoció vagamente como hechizos, gracias a las pocas clases en las que había prestado atención. Una bruma de color azul rodeó al brujo mientras invocaba hechizos que hablaban de paz y sanación, la habitación se lleno del olor como azúcar quemada de la magia; y así estuvieron por un tiempo, aunque Anthony sentía que agonizaba con cada minuto que pasaba y Hope no despertaba. Después de lo que a Anthony le parecieron años, Magnus dejo de hablar, el humo desapareció y Hope respiraba con regularidad, los cortes de su cara y clavícula se habían ido, dejando atrás solo unas pequeñas marcas que probaran que estuvieron allí una vez. Pero no despertaba. —¿Por qué no despierta? —pregunto Anthony con un hilo de voz. —No lo se —contesto Magnus, se veía cansado—. Había, hay todavía, una gran cantidad de actividad demoniaca dentro de ella. No tengo idea de que pueda ser,


es como si hubiera estado las dos semanas dentro de la misma habitación que un demonio radioactivo. No se cuando despierte, solo… —Magnus dudo por un segundo—, quédate con ella. Anthony asintió, Magnus salió a buscar a Jace mientras murmuraba algo, Anthony creyó escuchar las palabras: “si tuviera un dólar por cada Herondale que he rescatado, curado o ayudado”; Anthony se quedo arrodillado al lado de ella durante mucho tiempo, cada diez minutos escuchaba pasos acercándose a la puerta, pero nunca entro nadie. —¿Por qué me hiciste esto, Hope? —dijo Anthony en voz alta mirando al suelo, en un lugar había escuchado que a veces los enfermos podían escuchar lo que se les decía. “No está enferma, va a despertar pronto” Se dijo Anthony a si mismo—. He estado enamorado de ti la mitad de mi vida, lo arruine en grande al pedirte ser mi Parabatai. El perderte esa noche fue… —Su voz se rompió y no puedo continuar. —¿Estás enamorado de ella? —pregunto una voz, Anthony levanto la vista y vio a su padre en la puerta, la mirada en la cara de Simon era una combinación de emociones. Amor paternal, confusión, y comprensión; Simon se acerco a su hijo y se sentó en el suelo junto a él—. ¿Sabes? Yo estuve enamorado de Clary —Ante eso Anthony lo miro boquiabierto, él jamás había notado algo excepto amor fraternal entre Clary y su padre—, si, se que parece extraño. Ella era, es todavía —se corrigió a si mismo—, mi mejor amiga, la conozco desde los ocho años. Cuando ella iba a cumplir dieciséis, fuimos al Pandemónium, en un momento ella me pregunto: “¿Ves a esos chicos? Uno tiene un arma”. Yo pensé que estaba viendo cosas, pero igual fui por uno de los de seguridad; la perdí de vista y cuando la encontré estaba en un almacén de servicio hablando sola. >>Después de eso fue que la cosa se puso loca, Clary era Cazadora de Sombras, existía un mundo oculto, y yo, yo era el mundano que estaba enamorado de su mejor amiga, mientras esta estaba enamorada de quien creía que era su hermano. Nunca me sentí tan fuera de lugar, tuve algo con Clary unas semanas, pero entonces me convertí en vampiro y todo se fue por el desagüe. Después de eso: la guerra mortal, Jace es un Herondale, de repente me veo envuelto en un triangulo amoroso con una Cazadora de Sombras y una mujer lobo —Simon miro a su hijo, y se rio ante su expresión de asombro—. Si, tu padre, un responsable Cazador de Sombras ex–mundano–vampiro diurno, se involucro con una Nefilim y una mujer lobo. Si juegas con fuego, te quemas. Eso me paso, pero tu madre era el fuego, y me rendí ante ella. El resto ya lo conoces —Sonrió a Anthony y dijo—. La primera vez que le dije a tu madre que la amaba esta borracho —Ante eso Anthony soltó una carcajada—, si, ella no deja de bromear sobre eso. Imagínalo: un vampiro borracho gritando en medio de Alacante: “Isabelle Lightwood, te amo.” Anthony se rio imaginando la escena, y en silencio le agradeció a su padre por subirle un poco el animo. Simon puso una mano en su hombro. —Lo que sentí por Clary fue temporal, fue producto de estar tanto tiempo admirándola, y creí por mucho tiempo que lo nuestro estaba destinado a ser. Hasta que vi lo aturdida que la dejo Jace, y fue cuando me dije a mi mismo: “Debo dejarla ser feliz.” Como ves no me quede solo. Y ahora agradezco a Dios, el


destino o a Clary por haberme llevado a ese club y poner a Izzy en mi vida. Porque Clary y ella tuvieran la esperanza suficiente para buscarme aquel día de 2008 y darse cuenta de que no volví a ser un mundano cualquiera. Hatikva, Hope; la esperanza siempre está allí, es lo que mueve nuestras vidas —Simon miro a Hope—. Creo que debido a sus runas Parabatai desvanecidas el vínculo se ha roto. Tal vez ella sienta algo por ti. Solo debes esperar. Simon sacó un pequeño frasco con un líquido azulado en su interior, de su bolsillo y se lo tendió a Anthony. —Dale esto cuando despierte —dijo, se levanto y salió de la habitación sin otra palabra, dejando a Anthony asimilar todo lo que le acababa de decir.


Capítulo 8

Anthony no recordaba haberse quedado dormido, pero al despertar se dio cuenta de que alguien, probablemente uno de sus padres, le había puesto una manta sobre los hombros. Anthony miro a Hope, todavía estaba dormida. Él se fijo en la cicatriz que había quedado en su rostro, luego la de su clavícula; hasta que con asombro se dio cuenta de algo, Anthony bajo la vista a la mano de Hope entre las suyas, su mano derecha tenia la runa de la Visión, pero esta se estaba desvaneciendo, lo cual era imposible debido a que era una runa permanente. Y la pulsera de adamas que se suponía debía mantener a raya el fuego celestial había desaparecido. —¿Qué rayos? —dijo Anthony en voz alta, pero se detuvo cuento sintió que Hope se revolvía, despertando de su sueño. —¿Anthony? —pregunto ella abriendo los ojos, lo cual fue otra sorpresa para Anthony; cada uno tenia una combinación de color que era casi imposible, la mitad inferior de sus irises eran de color verde esmeralda, mientras que la mitad superior eran dorados—. ¿Anthony? —repitió esta vez más despierta. —Hope —Anthony prácticamente se abalanzo sobre ella, abrazándola fuertemente, haciendo que el cuerpo de ella quedara atrapado contra la cama y los brazos de él—, no lo puedo creer, estas bien. De verdad eres tú, estas aquí. Conmigo —dijo mirándola a los ojos que eran algo extraños para él ahora. —Si —dijo ella devolviéndole el abrazo—. Estoy aquí, estoy contigo —Ella coloco su cara justo frente a la de él—, estoy aquí. Y así estuvieron durante mucho tiempo, escuchando los latidos del corazón del otro, muy cerca, respiraban de la misma burbuja de oxigeno, hasta que Hope rompió el silencio diciendo —Bésame. Y él lo hizo, pero noto un toque de miedo y preocupación en la voz de Hope, los labios de ella le devolvieron el beso con rapidez y desesperación, y ambos se sintieron como aquella noche fuera del Pandemónium, como si no existiera nada más en el mundo excepto ellos. Anthony y Hope. Hope y Anthony. Él se coloco sobre ella apoyado en sus codos, subió sus manos a la nuca de ella para atraerla más hacia si, y esta vez fue Hope quien no pudo ahogar un pequeño gemido de placer. Ella coloco sus manos en la espalda de Anthony, moviéndolas arriba y abajo, volviéndolo loco. Las manos de Hope fueron a la nuca de él y se quedaron allí, sus dedos enredándose en su cabello, mientras los de Anthony hacían lo mismo.


Anthony se separo de Hope para besar su cuello, y ésta echo la cabeza hacia atrás dándole más acceso, la respiración de Hope salía en pequeños jadeos que Anthony acallo de nuevo con su boca, después de lo que parecieron horas; Hope metió sus manos por la camiseta de él, sintiendo los músculos de su abdomen y las cicatrices de batalla y runas desvanecidas. Él se lo permitió, mientras con su boca quitaba uno de los tiros del vestido de ella para besar el hombro con la cicatriz en forma de estrella de los Herondale, las manos de ella siguieron explorando la espalda y el pecho de él hasta que Hope lo miro y le dijo: —¿Puedo? —Él asintió, permitiendo que ella le quitara la camiseta, que tiro al suelo, Hope estuvo admirándolo por unos minutos hasta que con sus manos guio la boca de él a la suya de nuevo. Anthony bajo sus manos a las piernas de ella, permitiéndoles explorar. Hope se lo permitió mientras el deseo de ella era que ya no hubiera más nada entre sus cuerpos. Anthony empezó a subir el dobladillo del vestido de Hope con manos temblorosas, pero ella lo detuvo diciendo: “Yo lo hago”. Ella se echo un poco hacia atrás y se quito el vestido en un único y fluido movimiento. Los ojos de él se quedaron admirando la pálida piel blanca de ella, las pecas en sus piernas, hombros y pechos como miles y diminutas gotas de sol, las cicatrices de runas desvanecidas como recuerdos de guerra. El sujetador y las bragas de ella eran de color rosa pálido casi blanco, pero para Anthony eran como una gama de color totalmente nueva. —Eres muy hermosa —susurro Anthony besándola, la boca él hizo su camino hacia su estomago, regando pequeños besos, y cada uno arrancaba un gemido de ella, un pequeño sonido ahogado que estaba convirtiéndose en el favorito de Anthony. Ella se retorcía bajo él y Hope bajo sus manos hacia la cintura de los jean de Anthony, desabrocho el botón y el cierre, una de sus manos viajo aún más al norte. Los dedos de Anthony llegaron hacia el broche del sujetador de ella. Hope bajo la vista hacia él y asintió, Anthony estaba a punto de abrirlo cuando una voz en lo más profundo y recóndito de él dijo: No. Anthony se aparto un poco de Hope, la beso de nuevo y dijo: —No podemos, ambos sabemos que esto esta mal —Y la beso de nuevo, pero esta vez fue un simple toque de labios. Hope asintió y lo beso de nuevo. —No está “mal”, pero si. Debemos parar. Anthony se sentó en la cama intento quitar los ojos de ella pero era imposible. Él se inclino para tomar su camiseta del suelo, y sintió como Hope se levanto y fue a su armario, busco una toalla y dijo a espaldas de Anthony: —Voy a darme una ducha —Y se encerró en el baño. Anthony pudo escuchar el agua correr, y se tiro en la cama de nuevo preguntándose a si mismo si lo que acababa de hacer sucedió en realidad. Parecía imposible, Hope había vuelto, estuvo a punto de no despertar y cuando lo hizo estuvieron besándose, y casi llegaron a “eso”. Parecía un sueño del cual podría despertar en cualquier momento, aunque deseaba no hacerlo.


—¿Qué acabas de hacer, Anthony Maxwell Ravenheaven? —se pregunto en voz alta a si mismo mientras colocaba la almohada sobre su rostro. Tenia el olor a frambuesa del perfume de Hope y el champú de uva que ella amaba, así que se abrazo a la almohada como si fuera otra persona. Empezaba a quedarse dormido cuando Hope salió del baño, descalza, con el cabello húmedo, unos shorts de pijama y con la camiseta blanca de la selección de futbol alemana que Anthony odiaba. Hope, por alguna razón que ni ella misma comprendía, amaba Europa y todo lo relacionado con ella, aunque nadie la culpaba debido a que todos los Herondale, menos ella, su hermano y su padre, eran europeos. Era adicta al futbol casi tanto como a los libros, y más desde que se entero de que Alemania había sido campeón de los mundiales de futbol desde su victoria en el Brasil 2014 y continuaba invicta. Ella camino hacia su cama sin decir una palabra, miro el frasco con el líquido azul en la mesilla de noche y pregunto: —¿Qué es eso? —Anthony lo vio, recordó a su padre y dijo: —Papá me dijo que debías tomarlo cuando despertaras. Ella se estiro hacia la mesa y tomo el frasco, lo observo unos segundos, y sin más, quito el tapón, echo la cabeza hacia atrás y bebió el contenido de golpe ante la mirada de un asombrado Anthony. Se sentó y miro a Anthony diciendo: —¿Qué? —pregunto—. El tío Simon no me va a convertir en rata. Eso solo le sucede a él; o muy probablemente, a ti. Mi almohada —Su rostro estaba dividido por su clásica sonrisa que decía: “Soy mejor que tú”, sus ojos, ahora bicolor, tenían una chispa de diversión. Él se la dio y cuando se levantaba para irse ella dijo—. Quédate, por favor. Él la miro y pregunto: —¿Estas segura? Ella se sonrojo y bajo la vista, obviamente recordando lo que acababan de hacer y dijo: —Si. Él camino hacia ella, se quito las botas y la camiseta de nuevo, solo que esta vez no había nada de provocador en ello, se acostó al lado de Hope, la rodeo con sus brazos y ella susurro: —Buenas noches. Y Hope se quedo dormida al instante. Después de unos minutos él la abrazo más fuerte, beso su frente y dijo en voz alta: —¿Qué me has hecho, Hope Herondale? Él la sintió sonreír.


Capítulo 9

Al día siguiente Jace, Clary, Hope, Anthony, el Inquisidor y el Cónsul, se encontraban en la biblioteca. El Cónsul había exigido saber que había pasado con Hope desde su punto de vista, el problema era que ella no recordaba nada. Cuando ella se lo dijo a Anthony él no lo podía creer, Hope no recordaba nada de las ultimas dos semanas, solo recordaba haberse alejado de él en el Pandemónium en un taxi, pero se bajo unas pocas manzanas después y empezó a caminar, luego escucho y grito y fue a ver que era, encontró el cuerpo de una mundana muerta, y luego una sombra cayo sobre ella. —Eso es todo —repitió Hope por decima vez. —Es imposible —decía el Cónsul Travis Silverheart con expresión contrariada—. No esperes que me crea esa historia —dijo apuntándola con un dedo acusador. Hope se levanto de su asiento y dijo: —¿¡Me está llamando mentirosa?! —Sus manos estaban cerradas en puños a sus costados y el dorado en sus ojos se hacia cada vez más brillante—. Puede probarme por la Espada de Raziel, no recuerdo nada. —No lo creo —repitió el Cónsul con voz firme. Jace se veía muy molesto con el Cónsul pero fue Clary quien se levanto de su asiento y dijo: —Travis, si mi hija dice que no recuerda lo que paso, es porque no lo hace. —No esperen que me crea que estuvo dos semanas desaparecida y de repente se le olvido todo. Ante esto fue Jace quien replico: —Basta —Miro a Hope—, si no recuerdas nada, esta bien —Su mirada se dirigió al Cónsul—. Pero de todas formas debemos descubrir que ocurrió y porque, presiento que la desaparición de Hope y la explosión de los sensores anoche es solo el inicio. Uno de los grupos de patrullaje me informó de una gran cantidad de actividad demoniaca no muy lejos del Instituto; además de otro registro casi en las afueras de Brooklyn. En estos momentos necesitamos a todos los Cazadores de Sombras del Cónclave para resolverlo. En ese momento entro en la biblioteca el Hermano Enoc. —Lamento la interrupción, pero es necesario hacer un chequeo en Hope, solo para asegurarnos de que no haya nada mal en ella. —dijo el Hermano Enoc en la mente de todos. —No todavía… —empezó a replicar el Cónsul, pero el Hermano Enoc dijo:


—No es bueno atrasar esto, señor Cónsul, las runas de curación no funcionaron en ella ayer y solo pudo ayudarla Magnus Bane, lo cual no es una buena señal. —El Hermano Enoc tiene razón, Travis —le dijo Clary al Cónsul—. No arriesgare la vida de mi hija de nuevo. Anthony dirigió su mirada a Hope, el había visto como la runa de la Visión de Hope se desvanecía, pero ahora era de nuevo de color negro. Hope hacia una mueca con la cara que Anthony sabia, significaba que estaba molesta. Ella fingió una tos para llamar la atención de los demás. —La verdad no me gusta que hablen de mí como si no estuviera aquí —dijo medio molesta, se levanto de su asiento—. Además, ya tengo dieciocho años, no pueden retenerme en contra de mi voluntad —dijo encogiéndose de hombros. —¿¡Qué!? —exclamo toda la sala al mismo tiempo. Anthony solo se puso a sacar cálculos. Era veinticinco de mayo, eso significaba que el cumpleaños de Hope fue durante la ultima semana que estuvo desaparecida. El diecinueve de mayo. Técnicamente era mayor de edad, a los dieciocho años la gran mayoría de los Cazadores de sombras eran enviados a otros Institutos para aprender de otras culturas, y algunos era mandados a Idris para trabajar en algún puesto del Concejo. Esto era diferente con los Parabatai, normalmente si ambos eran mayores de edad se les enviaba a otro Instituto juntos, aunque la gran mayoría optaba por dar clases en la Academia de Idris. —Pero tu cumpleaños… —dijo Jace confundido. —Mi cumpleaños fue el diecinueve, estamos a veinticinco —dijo Hope tranquila—. Ahora, si me disculpan —se volvió hacia el Hermano Silencioso—, Hermano Enoc, iré con usted. —También necesitamos a tu Parabatai —dijo el Hermano Enoc, y Anthony —. La situación de sus runas desvanecidas es muy… interesante. Ambos nos acompañaran a la Ciudad Silenciosa. —Genial —dijo Anthony levantándose y acompañando a Hope, dejando a sus padres boquiabiertos en la biblioteca. Fuera Hope le dijo al Hermano Enoc: —Hermano Enoc ¿Podría permitirnos un momento a solas? Anthony la miro extrañado, pero el Hermano Enoc dijo: —Veinte minutos —Y siguió su camino hacia el ascensor. Hope se volvió a ver a Anthony. —Tú, vienes conmigo —dijo y lo jalo por la muñeca hacia el invernadero—. Hay algo que debemos resolver. —Pero no hay necesidad de que me arranques el brazo.


—No seas llorón —dijo Hope. Una vez en el invernadero Hope ordeno a Anthony a que se sentara, él optó por las escaleras. Hope caminaba de un lado a otro pensativa. —Tranquila —le dijo Anthony—, parece que quieres hacer un agujero en el suelo. Hope le dio una mirada asesina y Anthony se quedo callado. —¿En que piensas? —pregunto Anthony. —En como rayos evitar que los Hermanos Silenciosos se den cuenta de lo que hicimos en el Pandemónium y ayer en mi habitación —dijo Hope y a Anthony también le entro la preocupación, lo que ambos habían hecho era ilegal y si los Hermanos Silenciosos se enteraban los meterían en las cárceles de la Ciudad Silenciosa o el Gard por el resto de su vida. —Debe de haber alguna forma —dijo Anthony—. Un hechizo o algo que puedas… —Hope se volvió para mirarlo, incrédula. —¿Estas loco? No me arriesgare a hacer un hechizo de bloqueo o algo parecido — dijo ella horrorizada con la idea—. No sabría como hacerlo bien, y si se dan cuenta de que hay un bloqueo, buscaran deshacerlo. Funcionaria conmigo, debido a mi desaparición, creerían que pudo ser un secuestrador o algo pero… —Tienes miedo de hacerlo conmigo —termino Anthony. Él sabia que Hope tenía razón, sería demasiado obvio que hubiera un bloqueo en los dos. —La única manera seria borrar el recuerdo en la mente de ambos —dijo Hope, Anthony noto un toque de… temor en la voz de ella. —No —dijo Anthony inmediatamente, solo después de decirlo se dio cuenta de que no debió hacerlo. Mostrarse tan recio a olvidar lo que ambos sabían había sido un error. Pero él no quería olvidar esa entrega de Hope hacia él, eso era lo que mantenía la chispa de esperanza en Anthony encendida. La esperanza de tal vez poder, algún día, estar con ella como él lo deseaba. Pero Hope se acerco a él, tomando una de sus manos y entrelazándolas con las ella. —Yo tampoco quiero olvidarlo —le dijo Hope en un susurro, y Anthony tomo una bocanada de aire por el asombro—. Pero es necesario. Anthony no pudo resistirse y cerró la distancia entre ellos con un beso. Pero no uno como el de la otra noche, no con desesperación o deseo, él solo quería sentirla cerca, saborear de nuevo sus labios. Hope le devolvió el beso de la misma manera y una de las manos de ella subió hasta la nuca el él. Se separaron un momento debido a la falta de aire, pero la mano de Hope no dejaba el cuello de Anthony, él cerro los ojos disfrutando de la sensación, de repente un pequeño calor surgió de la mano de ella, pero Anthony la dejo sin saber que estaba haciendo. Sin abrir los ojos, él la escucho murmurar algunas cosas y de repente se sintió un poco vacío, como si algo le faltara.


Anthony abrió los ojos y vio a Hope, a unos escasos metros de él. Su cara denotaba preocupación. —¿Qué paso? —pregunto Anthony sintiéndose repentinamente desorientado. Hope le sonrió. —Nada —dijo ella sonriéndole, pero las comisuras de su boca no llegaban hasta arriba—. El Hermano Enoc nos espera. —Cierto —dijo Anthony caminando fuera del invernadero, teniendo el presentimiento de que había olvidado que fue a hacer allí en primer lugar.


Capítulo 10 Para Randy, por ser mi mejor amigo.

—Necesitamos que ambos se acerquen a las Estrellas Parlantes —dijo la voz del Hermano Enoc en las mentes de Anthony y Hope. Anthony tenía una extraña sensación cada vez que iba a la Ciudad de Hueso, como si todo el calor en el desapareciera apenas entraba. Hope y él se acercaron al patrón de estrella plateadas colocadas en el centro de la estancia, había unos quince Hermanos Silenciosos con ellos. —Preséntense ante el concejo —dijo de nuevo el Hermano Enoc. Hope fue la primera en hablar. —Mi nombre es Hope Herondale tengo dieciocho años de edad —su voz era firme y sin dudas de lo que diría—. Soy la hija de Jace y Clarissa Herondale, esta ultima nacida Morgenstern. Fui secuestrada hace dos semanas, y anteayer por la noche estaba de nuevo en el Instituto de Nueva York sin recordar que me sucedió —Hope miro a Anthony y le hizo una seña con la mano para que se acercara hacia ella, el lo hizo, e intentando no mirar a los Hermanos Silenciosos frente a él dijo: —Yo soy Anthony Ravenheaven, hijo de Simon Ravenheaven, quien Ascendió a Cazador de Sombras en el 2008, e Isabelle Ravenheaven, nacida Lightwood. Era el Parabatai de Hope —Hope tomo aire rápidamente cuando él dijo “era”. Anthony de repente se callo, no tenia idea de que más decir —¿Eras su Parabatai? Si ambos están aquí entonces siguen siéndolo —dijo la voz de unos de los Hermanos, aunque Anthony no logro reconocer cual. —Nuestras runas Parabatai desaparecieron la noche que Hope lo hizo también, cuando la encontramos de nuevo seguían desvanecidas —respondió Anthony. —Eso es imposible, ni la más grande de las distancias puede romper el vinculo Parabatai, a menos que alguno de los dos sea desterrado de su hogar —dijo la voz del Hermano Thomas. —Sin embargo existe un tipo de magia negra y antigua que se remonta a los años de la creación de la ceremonia que podría deshacerlo con la misma facilidad con la que se hizo —dijo otro de los Hermanos. —Es imposible, solo uno de los príncipes del infierno podría hacerlo —replico rápidamente el Hermano Enoc. Anthony ya estaba muy preocupado en ese punto, que un demonio de ese poder hubiera secuestrado a Hope no significaba nada bueno.


—Hope Herondale, dices que no recuerdas nada de lo que ocurrió —dijo el Hermano Enoc. —No —dijo Hope ya molesta de que le hicieran la misma pregunta cincuenta veces en un día. —Un bloqueo o un hechizo de memoria podría ser el responsable —acoto el más bajo de los Hermanos Silenciosos—. Anthony Ravenheaven, retrocede un momento por favor. Anthony lo hizo pero Hope se quedo en su lugar, de repente Anthony dejo de escuchar el murmullo de los Hermanos en su cabeza y supo que estaban hablando solo en la de Hope. Ella negó ante algo que dijeron los Hermanos, y Anthony pudo ver como ella cerraba sus manos en puños y se le tensaban los músculos de la espalda. Él empezó a avanzar hacia Hope cuando la voz del hermano Enoc dijo en su cabeza: —Es muy peligroso, no podemos intentar quitar el bloqueo sin hacerle daño o matarla. —No —dijo Anthony inmediatamente. —Tranquilo, no le haremos nada —dijo el Hermano Enoc—. En cuento a sus runas Parabatai no podemos hacer nada, el ritual solo puede ser practicado una vez en la vida de un Nefilim, y Hope es ahora mayor de la edad necesaria. Lo sentimos, ahora es como si no fueran Parabatai. Pero deben recordar que sus almas siguen atadas como las de David y Jonathan. Deben volver al Instituto, uno de los Hermanos los guiara a la salida. —Puedo llegar por mi cuenta —dijo Hope cortante, y salió a través del pasillo antes de que Anthony pudiera alcanzarla. Él echo a correr detrás de ella guiado por el repique de los tacones de ella en el suelo, una vez fuera el pudo ver como Hope caminaba a grandes zancadas a través del cementerio Marbel. —¡Hope! —grito Anthony intentando alcanzarla. —¡¿Qué?! —le devolvió ella sin verlo mientras seguía caminando. —Espérame —dijo Anthony ahora un poco más cerca—. Eh, tranquila. ¿Qué pasa? —dijo él cuando la alcanzo tomándola de un brazo y viendo las lagrimas que corrían por el rostro de ella. —Ya los escuchaste —respondió ella—, ya no seremos Parabatai, es como si nunca lo hubiéramos sido. Anthony no sabia porque el hecho de ya no fueran Parabatai le causaba cierta alegría. —Tranquila —dijo él atrayéndola hacia si en un abrazo—. Una runa no nos dice que podemos y que no podemos ser. Estoy aquí, siempre estaré aquí para ti.


Así estuvieron hasta que Hope dejo de llorar y ambos volvieron al Instituto, pero aún en casa después de que les contaran a sus padres lo que dijeron los Hermanos Silenciosos, Hope seguía con esa mirada de tristeza y preocupación. Durante dos días Anthony intento convencerla de que le contara que le pasaba, porque estaba tan triste. Increíblemente Anthony había superado rápidamente la noticia, el que no fueran Parabatai no significaba que ya no estaría junto a Hope, él intento explicarle que siempre estaría allí para ella. Lo que Anthony no sabia era que las lagrimas de Hope eran de alivio.


Capítulo 11

—Cortar la runa justo a la mitad y borrar los recuerdos del chico. Debo aceptar que fue un movimiento inteligente pequeña Nefilim —dijo el hombre, su voz sonaba como miles de piezas de metal chocando entre si—. Aunque sabes que eso no lo salva de mi. —Hare lo que sea por protegerlo de ti —dijo la chica detrás de él. El hombre soltó una carcajada. —El amor —dijo negando con la cabeza divertido— definitivamente puede llegar a matar a los mortales. —Tu bien sabes que no soy una simple mortal —respondió la chica con aires de suficiencia. El hombre se volvió para verla a los ojos, la chica se estremeció ante la mirada fría del hombre y empezó la migraña que acompañaba cada conversación con él. Las esposas de fuego que mantenían las manos de ella en su lugar le quemaban las muñecas e impedían que sintiera los dedos. —No te la des de muy listilla —dijo el sonriendo mientras a ella la atravesaba un dolor en la espalda haciéndola retorcerse en su lugar, como si le hubieran dado con un látigo. —No te pases de listo tú —siseo entre dientes—. Solo dime que quieres. El la miro con una gran sonrisa, pero era una aterradora. Los dientes del hombre eran como miles de pequeñas agujas de acero. —Ven conmigo y no le hare nada a ninguno, permitiré que conserven su vida. Ella exhalo una gran bocanada de aire. —¿Para que quieres que vaya contigo? —pregunto ella. —Eres la única en tu linaje que ha podido contener ambos poderes en ti, eres única en tu especie —dijo él encogiéndose. —No soy la única —respondió ella rápidamente. Ella notaba que el dolor en sus muñecas crecía cada vez más. —Digamos entonces que eres la única que me interesa —replico el hombre divertido. —¿Un capricho? —dijo ella dispuesta a no ceder ante él. El hombre se encogió de hombros.


—Llámalo como quieras, pero te quiero para mí. —¿Desesperado por compañía? Eres un demonio, ¿no podías encontrar algún otro? ¿O una mundana? El demonio se movió rápidamente hacia la chica y puso un dedo en la barbilla de ella para mirarla directamente a los ojos. Lo único que el demonio encontró en los ojos de ella era odio hacia él. Y la esperanza de mantener con vida a quienes amaba. —Sabes que puedo matarlos con solo ir allá —dijo muy cerca del rostro de ella—, sabes que puedo atravesar fácilmente las paredes del Instituto, no importa cuanto electrum o adamas pueda haber allí. Así que no me tientes. El se aparto y la dejo caer en el suelo de nuevo, el demonio chasqueo los dedos y las esposas desaparecieron, la chica se froto un poco las muñecas que habían estado a punto de quedar en carne viva, utilizo un pequeño hechizo para curarlas un poco debido a que ya casi no soportaba las runas. —Tienes un mes para tomar una decisión antes de que tome vidas. Un mes. Christopher te seguirá de cerca. Ahora vete —dijo el demonio, y Hope se fue con lagrimas en su rostro.


Capítulo 12

—Cariño ¿Qué tienes? —pregunto Clary a su hija. Anthony se percato de que Hope no había tocado su comida. —No tengo apetito, mamá. Discúlpenme —respondió Hope y salió del comedor. Todos en la estancia miraron atónitos a Hope. Hope había estado muy extraña últimamente y Anthony no había sido el único en notarlo: salía muy entrada la noche y no volvía hasta la mañana, entrenaba más de lo que debería y casi no comía. Anthony también había notado como últimamente le costaba concentrarse en las ultimas clases antes de su graduación, en solo una semana Hope presentaría el examen teórico final y seria enviada a otro Instituto dependiendo de su calificación. Según Robert Lightwood se rumoraba que podría serle asignado el puesto de directora del Instituto de Londres o el de Gales. Pero su comportamiento no era el típico de Hope, al igual que el de Christopher Lightwood, últimamente él siempre estaba alrededor de Hope, y las miradas que le daba eran de conocimiento. La ultima vez que hubo un reporte de actividad demoniaca Hope no había querido ir, esto impresiono a todos los del Instituto, debido a que desde pequeña Hope siempre había sido la primera en salir por la puerta para cumplir con su deber de Cazadora de Sombras. Después de la cena Anthony subió a al tercer piso, donde se encontraba la vieja sala de música donde él sabia que Hope estaría, últimamente había pasado mucho tiempo allí. Él abrió la puerta y la encontró sentada en un sillón cerca de la ventana con una cámara fotográfica en su mano. —¿Hope? —dijo Anthony acercándose a ella, aunque se escucho más como una pregunta. Ella levanto la vista hacia él y le dio el fantasma de una sonrisa. —Hola —dijo ella—, lo siento por lo de la cena. —Si —dijo el con voz divertida—. El tío Jace pasó el resto de la comida con una mueca en la cara. Ella rio al imaginar a su padre así. —No seria raro —dijo ella mirando a través de la ventana—. Siempre esta así cada vez que se acerca la firma de los acuerdos. —Si, pero la que ha estado extraña últimamente has sido tú —dijo él, y la sonrisa de Hope desapareció. Ella se volvió a verlo.


—¿Mamá te ha enviado a interrogarme? —pregunto, parecía molesta. —No —respondió Anthony—. Vine por mi cuenta. —Entiendo —Hope lo miro, en sus ojos Anthony pudo ver anhelo y tristeza—. ¿Dónde está tía Isabelle? —Hubo un reporte de actividad demoniaca en el centro y mamá insistió en ir. Papá la acompaño. Hope se tenso de repente y miro a Anthony con cautela. —¿El centro? —pregunto, su voz queda como si temiera la respuesta de Anthony. —Si —dijo él, y agrego—, ¿algún problema? Ella desvió la vista. —No —respondió Hope, y se levanto—. Estoy cansada, iré a dormir —se acerco a Anthony y lo abrazo—. Gracias por estar siempre ahí para mí, ¿sabes que te aprecio mucho? Él le devolvió el abrazo algo extrañado por sus palabras. —Seguro —respondió él—. Aunque a los quince “estar ahí para ti” era permitir que me echaran la culpa por alguna de tus travesuras. Hope soltó una carcajada y dijo—: Lo dice el que confundió el azúcar por sal y bebió limonada salada. —Sigo pensando que fuiste tú la que cambio los envases —dijo Anthony riendo con ella—. Además, tenía diez. Ella apoyo su cabeza en el pecho de él, y Anthony sintió como algo cosquilleaba en el fondo de su mente, pero no supo que era porque Hope se aparto, le dio una última sonrisa y salió, dejando a Anthony con sus pensamientos.

—¡JACE! ¡NECESITO AYUDA! —Anthony escucho como su padre llamaba a gritos a su cuñado, y salió corriendo de su habitación, por el pasillo se encontró a Jace, Clary, Hope y Alec, todos con cara de susto corriendo hacia Simon. Al acercarse Anthony pudo ver bien a su padre, llevaba en brazos a una persona. No cualquier persona. —¡MAMÁ! —grito Anthony al acercarse a su padre, Isabelle estaba en brazos de Simon, con los ojos cerrados e inmóvil. —Isabelle —dijo Clary tapándose la boca.


—Simon ¿Qué paso? —pregunto Alec mientras ayudaba a Simon con su hermana. Hope solo estaba inmóvil observando a su padre y su padrino con el cuerpo de su tía. —Iré a llamar a los Hermanos Silenciosos —dijo Clary y corrió hacia la biblioteca. Anthony ayudo a Simon y Alec con su madre, mientras Hope y Jace daban vueltas por toda la enfermería buscando materiales para curar a Isabelle. Anthony veía todo como si estuviera en cámara lenta. Simon y Alec llorando sobre el cuerpo de Isabelle, Jace dando ordenes a Hope y nombres de pociones para ayudar. Isabelle tumbada en la camilla con uno de los extremos de su traje de combate roto, dejando ver la herida gran herida que atravesaba toda su clavícula, de la que brotaba una enorme cantidad de sangre. Uno de sus brazos estaba doblado en una posición nada normal, y Anthony sabía que no había manera de sanar eso. No. De repente entro Clary seguida de dos Hermanos Silenciosos. Anthony ni siquiera se molesto en intentar identificar quienes eran, pues solo era consciente de que la respiración de su madre era cada vez más lenta. —Todos fuera —dijo uno de los Hermanos, y al ver que nadie se movía aclaro—. Deben salir, necesitamos espacio para trabajar. Solo puede quedarse su esposo. —Ven Anthony —dijo Hope acercándose a él—. Dejemos que los Hermanos Silenciosos hagan lo suyo —Y jalo a Anthony fuera de la enfermería. Una vez fuera Jace se dispuso a hacer un agujero en el suelo caminando de un extremo de la puerta al otro, Clary solo lo veía y le pedía que se calmara, que todo estaría bien. Magnus llego minutos después, Alec corío hacia él y se aferro a su novio llorando en su hombro. Christopher no se aparto de sus padres en ningún momento, pero Anthony se percato de la mirada que le lanzo a Hope; como si lo ocurrido fuera su culpa. Anthony solo miraba al vacío, mientras la chica que una vez fue su Parabatai le decía que todo estaría bien, que los Hermanos Silenciosos curarían a Isabelle. —No —dijo Anthony en voz baja—. No estará bien. Luego de varios minutos de silencio, un grito provino de la enfermería, seguido de llanto, Alec y Anthony fueron los primeros en lanzarse a las puertas para encontrar a Simon llorando sobre el cuerpo sin vida de Isabelle. —No —era lo único que decía Alec arrodillado al lado del cuerpo de su hermana— No por favor Isabelle, Izzy, no me dejes. Tú no, no después de Max. Anthony se dejo caer a su lado, acariciando la mejilla de su madre, las lagrimas corriendo por su rostro. Mamá, no. Hope se aferro al costado de Anthony mientras lo abrazaba llorando. Clary fue una de las pocas en conservar la calma y dijo en voz alta con la voz rota:

—Ave atque vale, Isabelle Lightwood.


—No —dijo Hope de repente—. ¡No! —Se volvió hacia Anthony y dijo—: Esto es mi culpa, lo siento tanto Anthony, espero que algún día puedas perdonarme. Y de repente, frente a todo el mundo, ella lo beso, fue un rápido beso que se sintió como una despedida en toda regla. Anthony tuvo una sensación momentánea de dejá vú, pero se fue rápidamente. Hope se aparto con lágrimas en su rostro y le susurro a Anthony: —Lo siento. Y salió corriendo antes de que alguien pudiera detenerla.


Capítulo 13

—¡Un mes! ¡Me habías dado un mes para decidir! ¡Esto fue una semana, sino menos! ¡Me liberaste con esa condición! ¡UN MES!—gritaba Hope en dirección al demonio frente a ella, que solo la miraba divertido. —Soy uno de los príncipes del infierno. La tonta fuiste tú al creer en mi palabra —contesto Malphas. El demonio la miraba complacido de que su plan hubiera resultado. —¡Serás… —empezó a gritar de nuevo Hope pero el demonio la corto diciendo: —¿Qué paso con la educación de las señoritas cuando este mundo era más joven? —pregunto Malphas, pero Hope se abalanzo hacia el demonio con su espada Herondale en la mano. Al momento en que la chica grito “¡Ithuriel!” Y la espada se ilumino, enviando una ráfaga de luz a través de toda la estancia. El demonio la esquivo fácilmente pero Hope no estaba dispuesta a dejarlo con vida, era terca a pesar de que le habían enseñado que un príncipe del infierno podría matar a un ángel en batalla. Malphas chasqueo los dedos y una fuerza invisible mando a Hope al otro lado de la sala. —Ithuriel —dijo el demonio—. Un viejo amigo mío pero… esta muerto ¿no es cierto? Si… el ángel protector de los Herondale desde hace muchos años. Pero Hope corrió de nuevo hacia él, casi alcanzándolo con la espada. En un fluido movimiento Malphas la esquivo y le propino una patada en las costillas, fue suave. Pero lo suficientemente fuerte para quitarle el aliento a Hope, mandarla a rodar por el suelo y hacer que soltara su espada. —No pierdas el tiempo pequeña —le susurro Malphas muy cerca de su oído haciendo que Hope se estremeciera. Ella sentía como perdía las fuerzas ante el control mental del demonio—. ¿Ya has tomado una decisión? Mi sangre en tus venas está en colisión con el fuego celestial, una eterna lucha entre el bien y el mal. Si tengo que llevarte conmigo a la fuerza, matare a cada uno de tus seres queridos, y te obligare a verlo. En cambio si vienes por tu propia voluntad, los dejare vivir.


Hope sentía como perdía la conciencia poco a poco, pero solo imaginar a sus padres y Anthony sufrir fue lo suficientemente doloroso para hacerla responder: —Iré contigo —susurro y el demonio sonrió—. Pero, tendrás que dejarme observarlos de lejos, necesito saber que están bien. —Perfecto —respondió Malphas—. Solo que no podrás intentar comunicarte con ellos nunca más. Tú dolor al verlos rehacer sus vidas sin ti será suficiente. Y tu inmortalidad le dará energía a mi reino. Hope solo pudo derramar una lagrima antes de dejarse arrastrar por la inconciencia.


7 años después


Epilogo EN SU LLAMA MORTAL En su llama mortal la luz te envuelve. Absorta, pálida doliente, así situada contra las viejas hélices del crepúsculo que en torno a ti da vueltas. Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro. Y a lo exterior regresan las cosas de ti ocultas. De modo que un pueblo pálido y azul, de ti recién nacido se alimenta. Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava círculo que en negro y dorado sucede: erguida, trata y logra una creación tan viva que sucumben sus flores, y llena es de tristeza. -Pablo Neruda.

Hope Han pasado siete años desde que me sacrifique por las vidas de aquellos a quienes amo. Hace siete años acepte ir a los reinos demoniacos con uno de sus príncipes, este estuvo alimentándose de mi dolor al mantenerme alejada de quienes amo, mis familiares, mis amigos, y el chico del cual sigo enamorada. En mi alma arde el fuego celestial, he sido portadora de este desde que nací, y en algún momento del último año logre usarlo para destruir a mi captor, el demonio Malphas. Ahora tengo veinticinco años de edad, y el chico al que ame y sigo amando esta con vida por mi sacrificio. Estoy en Alacante, donde esta él. Pensé que podría volver y estar con él como siempre lo desee. Como ambos deseábamos, pero no es así, antes de dejar mi hogar le borre todo recuerdo en el que nos viera a ambos como una pareja, él estaba enamorado de mi; pero para proteger su vida tuve que dejarlo ir. Pase cada momento de los últimos siete años cuidándolo sin que él se enterara, dejando ganar al demonio. Pero no viviría siempre bajo su poder, logre liberarme para hacer mi vida. Pero las cosas no fueron como yo esperaba, el amor de mi vida: Anthony Ravenheaven es ahora el nuevo Cónsul de la Clave, esta casado y tiene un par de hermosos gemelos con su esposa. Alexandra Ravenheaven, nacida Blackthorn. La conozco, es una buena chica y estoy segura que una excelente madre.


—¿Quién eres? —me pregunta una pequeña niña de cabello marrón y ojos azulverdoso. —Soy una vieja amiga de tu papá —le respondo—. ¿Cuál es tu nombre, lindura? La pequeña ríe y su sonrisa es tan hermosa como la de su padre. En su pequeño cuello lleva el collar de rubí que fue de tía Izzy. —Isabelle Hope Ravenheaven —dice, y mi respiración se corta por la manera en la dice el nombre de mi tía y el mío juntos. La llamo como nosotras. El modo en que dice “Ravenheaven” se escucha como “Raven-iaven” y me rio con ella. Es muy bonita. —Bueno Izzy ¿puedes hacerme un favor? —le pregunto con una sonrisa mientras la niña, Isabelle da vueltas bailando. —Seguro —dice rápidamente sin dejar de bailar, así que saco un sobre de mi bolsillo y digo: —Dale esto a tu papá, por favor —y le tiendo el sobre. —Okay —dice, toma el sobre entre sus pequeñas manos y lo observa como si fuera un misterioso objeto. —¡Iz! No te alejes —dice una voz a espaldas de la niña, y subo la mirada para encontrar a un niño no mayor de once años corriendo hacia nosotras. Su cabello rubio agitándose con la carrera. Llega hasta nosotras y toma a la niña de la mano. —Lo siento —dice el niño en mi dirección. Noto que, en la mano con la que sostiene la de la niña, tiene una muñequera de cuero usado, decorada con la runa del poder angelical; y al ver sus ojos verdes más de cerca lo reconozco enseguida—. Puede ser muy traviesa a veces. —El chico rubio me mira más detenidamente y una chispa de reconocimiento salta en sus ojos de color verde esmeralda—. ¿Nos conocemos? —me pregunta el chico. —No lo creo —miento y pregunto aunque conozco la respuesta—: ¿Cuál es tu nombre? Él endereza los hombros para intentar verse más alto, claramente orgulloso de su nombre, y dice: —Gabriel Herondale. Ahora sé lo que debo hacer. Ahora conozco mi destino. Esto es el final, pero también el inicio.


Anthony Nunca he dejado de pensar en Hope, mi mejor amiga, la chica que en algún momento fue mi Parabatai. La chica que repentinamente corrió fuera del Instituto de Nueva York cuando yo tenía diecisiete años y mi madre murió. Nombre a mi hija por ellas, las dos primeras mujeres que ame en mi vida y ambas me dejaron la misma noche. Aunque siempre he sentido a Hope cerca de mi. Mi primo, Christopher Lightwood fue encarcelado, pues se descubrió que trabajo para un demonio, ayudando en el secuestro de Hope. La mentira de Christopher no duro mucho tiempo, solo lo hizo por conseguir inmortalidad. No fue si no hasta meses después que descubrimos sus crímenes: su alianza con Malphas, el secuestro de Hope, y lo peor que puede hacer un Nefilim: matar a otro Cazador de Sombras. Fue Christopher quien asesino a mi madre. De premio obtuvo un desagradable cuadro de viruela demoniaca. Él consiguió lo que quería, y pasará la eternidad en las cárceles de la Ciudad Silenciosa, gracias a él el apellido Lightwood cayo en desgracia. De repente se abrió la puerta de mi oficina y mi hija pequeña, Isabelle Hope Ravenheaven entra corriendo y bailando alegre como siempre, no hay nada que logre borrar esa sonrisa de su rostro, y ella siempre me la contagia. —Hola mi amor —digo y ella sonríe, al ver que tiene un sobre en la mano pregunto—: ¿Qué llevas en la mano? —Una carta —dice agitándola en el aire y tendiéndomela—. Una chica en el patio me pidió que te la diera. Tomo la carta y le pregunto: —¿Una chica? —Isabelle asintió, sonrió y salió de nuevo, dejándome solo. Le doy vuelta al sobre y mis ojos se posan sobre el símbolo del sello: el símbolo familiar de los Herondale y el de los Ravenheaven entrelazados por tres runas: poder angelical, Parabatai y la runa del amor. Rompo rápidamente el sello sacando la carta y siento como las lágrimas corren por mi rostro al reconocer la caligrafía:

Para el Cónsul Anthony Ravenheaven: Soy yo. Anthony, han pasado siete años, siete años que estuve lamentándome demasiado haberte abandonado cuando más me necesitabas, pero sino lo hacia arriesgaba tu vida, y la de todas las personas que amo. Perder a tía Izzy… fue horrible. Ver tu rostro cuando me fui, fue peor.


Mi vida fue muy dura estos últimos siete años, te he visto convertirte en un hombre leal y responsable, enamorarte de nuevo y casarte con una chica increíble. Convertirte en padre y en Cónsul, debo felicitarte por ello. Estoy feliz de que pudieras seguir adelante, yo sin ti no lo habría hecho. Estoy feliz de haberte visto, aunque no pude estar a tu lado. Debo contarte la verdad: durante mucho tiempo estuve enamorada de ti, y tu sentías lo mismo por mi, espero que puedas perdonarme por habernos arrebatado esa posibilidad, por habernos quitado ese posible futuro. Cuando Malphas me amenazo con matarlos a todos iniciando contigo, no encontré otra alternativa más que cortar uno de los lazos que nos unía: el Parabatai. Borre de tu mente los recuerdos en los que me veías más que una amiga o Parabatai. Jamás olvidare el día que los Hermanos Silenciosos nos dijeron que ya no habría conexión alguna entre nosotros, tu solo me seguiste, me abrazaste y dijiste: “Una runa no nos dice que podemos y que no podemos ser”. Anthony, he tomado malas decisiones en mi vida. Algunas peores que otras, no haber acabado con Malphas desde el principio fue una. Extrañamente, el dejarte, nunca fue ni buena ni mala. Espero que nunca me olvides, al igual que yo nunca lo hare. Te amo y siempre estaré allí. Mizpah. Hope Herondale.

Si fue Hope quien le dio esto a Izzy entonces no puede estar lejos. Dejo caer la carta en mi escritorio mientras salgo corriendo al patio trasero gritando el nombre de Hope. Y los recuerdos me invaden. El recuerdo de un brazo roto y un beso robado. Una carrera a medianoche. Una apuesta, risas y un trato. Una chica de catorce años, flechas y una lucha. De fuego y ojos dorados. De un vestido plateado, música, lagrimas, celos, liberación y amor. De una chica de ojos bicolor y pasión desenfrenada. Un sedoso y largo cabello negro entre mis dedos, un suave y dulce beso rodeado del hermoso aroma de las flores.


—Amor ¿Qué pasa? —me pregunta mi esposa, Alexandra Blackthorn acercándose a mi. Su cabello dorado agitándose con la brisa otoñal de Idris, y detrás de ella distingo a mis hijos, Isabelle y Tyler mirándonos con cara extraña junto al hermano menor de Hope, Gabriel Herondale. Gabriel me ve y apunta con la cabeza hacia la entrada norte de Alacante, sus labios formando palabras: “Por allá”. Miro al norte y entonces la veo. Hope. Mi mejor amiga, mi Parabatai, la chica con la que debí pasar el resto de mi vida. Su largo cabello negro cae sobre un vestido largo de color verde con una cinta del color del fuego a la mitad. Los colores que usa me recuerdan la antigua rima de los niños Nefilim:

“Negro para cazar en la noche Para las muertes y el luto, el color es blanco Dorado para la prometida en su traje de casamiento Y rojo para llamar a los encantamientos. Seda blanca cuando nuestro cuerpo arde, Banderas azules cuando el perdido regresa. Llamas por el cumpleaños de un Nefilim, Y para quitar nuestros pecados. Gris para los conocimientos incalculables. Hueso para aquellos que nunca crecen. Luces de azafrán en la marcha triunfal, Verde para reparar nuestros corazones rotos. Plata para las torres de demonios, Y bronce para invocar los poderes malignos.” Llama por el cumpleaños de un Nefilim, Y para quitar nuestros pecados. Verde para reparar nuestros corazones rotos. Ella no me ve, solo camina hacia las afueras de la ciudad, y yo la sigo. Sin importarme nada, nadie me separara de ella ahora. Luego de seguirla en absoluto silencio por más de media hora distingo a donde se dirige, una de las Torres de los Demonios. El sistema de seguridad de Idris y Alacante, desde la Guerra Oscura las torres han ido perdiendo su poder muy lentamente, dejándonos expuestos a cualquier ataque. Hope se detiene frente a una, se arrodilla y apoya las palmas de las manos en el suelo, no se que esta haciendo. Hasta que veo como de sus manos surge algo parecido a un río de oro. El fuego celestial. El fuego crea un circulo alrededor de ella, pero no me alarmo porque se que no saldrá herida. El fuego celestial hace que el suelo se torne cristalino como si fuera vidrio, pero emite una luz dorada, apenas visible en el día. Como el adamas. El fuego alcanza la torre y ésta lo único que hace es tornarse aun más brillante, las llamas crecen cada vez más.


De repente me doy la vuelta y noto como el resto de las torres, esparcidas aquí y allá como agujas gigantes hechas de adamas se iluminan con el fuego celestial. Fortaleciendo los poderes del adamas. Restituyendo las salvaguardas. Desde donde estoy observo como la gente sale de sus casas y corre para averiguar que sucede. Sé que siendo el Cónsul debo ir allá y calmarlos, pero no lo hago. Veo de nuevo a Hope, y noto que no tiene runas, ni siquiera la del poder angelical o la de la Visión. Solo la pequeña Marca que vislumbre en su cuello hace diez años… una runa con el diseño de dos alas conectadas por una barra. La misma runa que Jace tiene en su hombro para mantener a raya el fuego celestial. Recuerdo lo que le dijo Jace a Hope cuando le hablo sobre el fuego celestial la primera vez: “Es un arma del Cielo, ya sabrás como usarlo. Eres un arma del Cielo.” Después de unos minutos las llamas se hacen más pequeñas, la luz de las Torres de los Demonios es la más potente que he visto nunca. Solo comparada con la de las ilustraciones del Códice. Hope se puso de pie y se dio la vuelta hacia mi. Veo el brillo de una solitaria lágrima corriendo por su rostro mientras el círculo de fuego nos separa. Sin importarme nada más que Hope, camino hacia el círculo sin quitar la mirada de sus ojos. Justo cuando doy un paso dentro del círculo una pared invisible me detiene. Me quedo aturdido por un momento hasta que me doy cuenta de lo que pasa. Hope intenta protegerme, ella sabe lo peligroso que puede ser el fuego celestial. Coloco ambas manos contra la barrera y articulo con la boca porque no se si puede escucharme: “Por favor”. Hope negó y habló en voz alta, aunque es apenas un susurro. —No puedo. —Hope, por favor. Hope cerro los ojos un segundo y luego los abrió de nuevo, camino hacia mí con el paso decidido que siempre tuvo. Fueron apenas unos diez o quince pasos, pero fue el tiempo suficiente para poder grabarla totalmente en mi memoria. Sus ojos, su cara, la curva de sus labios, sus pecas. Todo. Cuando estuvo a centímetros de mí tome su rostro entre mis manos y la bese. Ella también lo hizo. Pero después de un momento se separo de mí. Solo un poco, su frente contra la mía. Sus manos tomando las mías. Otro recuerdo. Un invernadero. Un hechizo. Un cambio.


—Anthony —dijo Hope mirándome a los ojos—. Por favor, guíalos bien. Algo se acerca, algo grande, una guerra. Pero sobre todo cuídate. Te amo. Siempre lo hice. Este es el camino en el que nuestros horizontes se encuentran. Pero también es el camino por el que debo irme. De nuevo. —Por ahora, pero no por siempre. Hope… Por favor, quédate conmigo, porque es todo lo que necesito. Te quiero a mi lado —dije, pero ella se aparta bruscamente de mí. Volviendo al centro del círculo. Hope sacó una espada escondida en uno de los pliegues del vestido. Una espada que tiene grabada la misma runa que Hope. Ithuriel. —Yo también te amo —dije. No se si me escucho, pero veo como su boca se curva ligeramente en un sonrisa. Hope empezó a dibujar runas en la tierra con la punta de la espada mientras murmuraba palabras. Reconozco algunas runas del Libro Gris, pero el resto no. Cuando dibuja la última, una runa que nunca había visto en mi vida, pero que me habla de unión, protección y magia angelical sumada al poder del fuego celestial, puedo sentir el poder de lo que hace. Un ritual antiguo y poderoso. Pero de los buenos. Hope se volvió hacia mi con la espada en las manos y sonrió. Lo sé. Dijo su voz en mi mente. Me quedare contigo, te esperare. Aquí estoy. Aquí estoy. De repente Hope tomó la espada con ambas manos, la alzo sobre su cabeza y la clavó en la tierra delante la de la Torre de adamas. La espada se prendió fuego, el círculo también aumento y con todo el dolor de mi corazón, tuve que apartarme. Hope parecía un ángel con la expresión seria, la espada en las manos y el fuego a su alrededor. Por primera vez pude ver como todo el dorado escapaba de sus ojos, dejando detrás un impresionante color verde. La noche de repente se convirtió en luz gracias al fuego celestial. Tuve que cerrar los ojos. Hacerlo fue mi peor error. Esa fue la última vez que vi a Hope. Lo que hizo con el fuego celestial devolvió todo su poder a las salvaguardas, no solo las de Idris, sino también a las Salas que rodean al mundo y lo protegen de las invasiones demoniacas. La historia de la chica ángel corrió durante años. En el Gard se creo un nuevo tapiz: una Torre, fuego y una chica de largo cabello negro. El mundo de los Cazadores de Sombras fue más seguro. Todo cambio. Cada vez los Nefilim éramos más y vivíamos más tiempo. Los Acuerdos por fin triunfaron. Y los demonios eran cada vez menos. Hasta la guerra.

Fin. Pero el final es también el inicio.



Extra.


Gabriel Herondale

—¡Gabriel Jonathan Herondale! —exclamo Clary Herondale a su hijo menor, quien con diecisiete años ya no era tan pequeño. —¡Yo no fui! —dijo Gabriel levantando las manos—. Fue Sophie. —¡Oye! ¡A mi no me metas en tus travesuras! —exclamó Sophie a su primo. Sophie y Gabriel eran primos y mejores amigos. Luego de que Gabriel quedara muy afectado y deprimido al enterarse de que la chica de cabello negro con la que había hablado a los once, el día del “Gran milagro” (que era como todos llamaban al día en el que Hope utilizó el fuego celestial para proteger al mundo entero) no era otra más que su propia hermana. Gabriel había pasado mucho tiempo deprimido por ello, y que en la Academia lo único que se dijera últimamente fuera: “Hope Herondale esto. Hope lo otro” no era de ayuda, Sophie fue la única persona que le ofreció apoyo, se convirtió en su mejor amiga y en su Parabatai (cosa que había aterrorizado a sus padres después de lo que sucedió con Hope y Anthony). A Gabriel y Sophie les costo demasiado asegurarles que eso no se repetiría, que podía estar tranquilos. Pero igual Sophie a veces fingía que odiaba a Gabriel, sobre todo cuando intentaba echarle la culpa de algo. —Sophie —dijo Clary mirando a su sobrina—. Por favor dime que tu no tuviste nada que ver en esto, Simon se volverá loco si le digo. —Claro que no hice nada, tía Clary —respondió la castaña con una sonrisa de inocencia. “Tonta” pensó Gabriel mientras le daba una mirada asesina. Clary asintió. —En cuanto a ti, Gabe —dijo mirando severamente a su hijo—. Ya sabes que a tu padre no le gusta nada que llegues tarde y encima vayas a la escuela con resaca. —No tengo resaca —mintió Gabriel. Clary sonrió. —¿A no? ¿Entonces donde acabaron las tres aspirinas que había en el botiquín del baño? —preguntó. —Atrapado —murmuro Sophie. —¡Sophie fue la que me convenció de ir a la fiesta! —¡Yo no hice nada!


—“Por favor, Gabriel” —dijo el rubio haciendo una muy mala imitación de la voz de su Parabatai—. “No quiero ir sola. Puedes distraerte con chicas bonitas mientras yo me besuqueo con Thomas”. Sophie lo miró muy molesta. —¡Sophie! —exclamó Clary—. ¿Otra vez viendo a ese muchacho? Es todo un caballero, si; pero ya sabes que los Lovelace no son del agrado de Simon… —Thomas me ama —interrumpió ella. Ni Clary ni su hijo dudaban que Thomas Lovelace amara a Sophie. Gabriel se había dado cuenta como él la miraba en clases—. Y yo a él. Papá sabe que no puede hacer nada para evitarlo. Clary dirigió una mirada de cariño a su sobrina. —Puede que físicamente seas más como Simon, pero tu corazón es como el de tu madre —dijo Clary nostálgica. Eso era otra de las cosas que unían a Gabriel y Sophie: ambos habían perdido a miembros de su familia cuando tenían prácticamente la misma edad—. Tú —dijo a Gabriel—. Estás castigado. Y tú — dijo a Sophie—. No le diré nada a Simon, pero deja de escaparte. ¿Entendido? — pregunto a ambos. Los chicos asintieron. Clary se fue dejando a los dos adolescentes en la sala de entrenamiento. Gabriel y Sophie se vieron, luego sonrieron y estallaron en risas. ------------------------------—¡Vamos Herondale, concéntrate! ¡Deja de jugar! —gritó Mark Blackthorn, uno de los instructores de la Academia de Alacante, a Gabriel, a quien Thomas Lovelace iba venciendo en una practica de combate con espadas—. ¡Si fuera un demonio ya estuvieras muerto! —¿¡Como quiere que me concentre si está gritándome todo el tiempo, Sr. Blackthorn!? —grito Gabriel devuelta mientras bloqueaba un golpe a sus costillas. Thomas tomo impulso de nuevo y ataco a Gabriel por el costado, pero Gabriel lo distrajo dando un paso en falso para luego posicionarse detrás de Thomas, darle un golpe en la espalda con la empuñadora de su espada y hacerlo caer al suelo. Gabriel sonrió, se dio la vuelta y miro al Sr. Blackthorn—. Gané — dijo con la misma sonrisa de superioridad que tenía su padre y que su hermana también había tenido. Mark enarco una ceja. —¿Estás seguro? —preguntó, justo cuando termino la pregunta Gabriel cayo al suelo. Él miro hacia arriba y vio a Thomas bajar de la plataforma de combate. El tramposo le había hecho una zancadilla—. ¿Cuál es la primera regla del combate, Gabriel?


Gabriel suspiro y se revolvió el cabello con la mano. —Nunca le des la espalda a tu enemigo —dijo el chico, cansado. —Nunca le des la espalda a tu enemigo, hasta asegurarte que esta totalmente muerto —corrigió Mark—. Quiero que todos tengan eso en cuenta para la próxima clase —dijo al resto de los estudiantes—. Pueden irse. —Para los efectos de una clase se supone que debería hacerse el muerto — murmuro Gabriel y se levantó. Tomó su bolso y se dispuso a salir del aula pero Mark lo detuvo. —¿Qué? —pregunto Gabriel, iba a llegar tarde a clase. Mark le tendió un papel, era un permiso para salir de la Academia en hora de clase. —No se que hiciste ahora, pero Anthony quiere verte —dijo Mark y luego salió. Gabriel se quedo viendo el pase por un momento pensando que hacer. Podía ir a la clase donde estaba Sophie e inventar una excusa para que ambos se escaparan un rato. Pero decidió ir a ver a su primo. Tuvo que mostrar el pase como diez veces en el Gard hasta que lo dejaron pasar, una vez en la oficina de su primo dejo su bolso en el piso y se dejo caer en una de las sillas frente al escritorio de roble. —¿Qué hice ahora? —pregunto, se suponía que debía tenerle un poco más de respeto al Cónsul, pero Gabriel sabía que a Anthony no le importaba. Anthony miro a su primo seriamente, Anthony estaba vestido informalmente: jeans azules y una camiseta negra de mangas largas. —Necesito hablar contigo —dijo Anthony, se levanto, camino hacia uno de los estantes llenos de libros y saco una pequeña caja de madera escondida en un extremo, luego volvió y se sentó en la mesa mirando a su primo a los ojos—. Ella me dijo que te diera esto cuando estuvieras a punto de graduarte. —Gabriel levanto la vista de golpe. Él sabia que cuando alguno de sus familiares, en especial Anthony, decía: ella de esa manera, se refería a Hope—. Técnicamente dejo una nota en su habitación junto con esto —dijo y le entrego la caja a Gabriel. Gabriel la tomo con mucho cuidado con miedo de dañarla. Él siempre se había preguntado si su hermana mayor lo había recordado, por lo visto así era. Levanto la tapa y encontró una pequeña daga de plata dentro de ella, tenia un grabado de pajaros en vuelo hecho en oro negro y las iniciales: G. J. H. en la parte posterior de la hoja. Gabriel la saco y la levanto para examinarla. Era nueva, totalmente nueva, pero tenía un brillo extraño… —Es de adamas —dijo Anthony—. Recuerdo que la compro cuando teníamos quince una vez que vivimos a Idris, se gasto todos sus ahorros en esa daga. Pero no sabía que tenía ese grabado.


—¿Por qué brilla así? —pregunto Gabriel boquiabierto. —No tengo idea —respondió Anthony—. Pero no me extrañaría si la insufló con fuego celestial. —Increíble —dijo Gabriel—. Gracias Anthony. Anthony miró por la ventana y se mordió él labio. La última vez que vio a Hope fue muy duro para él, le había pedido a su esposa unos meses, ella había entendido perfectamente, pero con el tiempo habían vuelto a estar juntos. Pero no es como si Anthony hubiera superado a Hope. —No me agradezcas a mí —dijo Anthony—. Díselo a ella, donde quiera que esté. Gabriel fijo su mirada en el tapiz en honor de su hermana mientras dejaba el Gard. --------------------------------------Gabriel estaba solo en la sala de entrenamiento de la casa solariega de los Herondale, había llamado a sus padres para decirles que llegaría tarde ese día, luego tomo el caballo de alguna otra familia desafortunada y se fue a la mansión de su familia para pasar el resto de la tarde solo. Había pasado unas tres horas desde eso. Ya estaba todo cansado y sudado de tanto golpear cualquier cosa que encontró, sus padres ya estaban acostumbrados a encontrar un desastre en su habitación cuando volvían a la casa solariega. Gabriel decidió darse una ducha, luego se quedo mirando en el espejo del baño: sus brillantes ojos verdes algunas veces se veían dorados, su piel estaba bronceada por lo meses de sol en Idris y su cabello ya estaba un poco largo. Sus manos estaban marcadas con cicatrices de antiguas Marcas, solo unas de las permanentes era visibles en sus brazos y hombros: Visión, Equilibrio, Fuerza, Sigilo y una runa que su madre había creado y que se había proclamado obligatoria en cada Nefilim: protección contra la magia Oscura. Lo que sucedió con Hope fue un ejemplo para muchos. Gabriel había salido del país muchas veces en busca de un poco de verdadera lucha contra demonios, debido a que en Idris nunca encontraba verdadera acción. Gabriel quito la vista del espejo al escuchar un golpe sordo en el piso de abajo, salió corriendo a su habitación por su espada y bajo la escaleras en silencio. Otro ruido, como un golpe. Gabriel entro en la biblioteca pasando sin mirar los cuadros de sus antepasados, solo se detuvo un segundo ante los dos últimos: Edmund y William Herondale. Gabriel los miro detenidamente un segundo y luego siguió su camino. Escucho otro golpe mientras abria de golpe las puertas de la biblioteca al momento en que gritaba el único nombre angelical que se le vino a la mente:


—“¡Hope!” Su espada se ilumino como nunca.


Adelanto del segundo libro. Alacante, Idris. Diciembre, 2040 Gabriel Herondale de dieciséis años de edad observaba al Cónsul (quien también era su primo) Anthony Ravenheaven, mientras este hablaba con el artista al cual se le había encargado la creación del nuevo tapiz del Gard. Muchos de los tapices del Gard rememoraban grandes momentos de la historia de los Nefilim: Jonathan Cazador de Sombras con Raziel y los Instrumentos Mortales; los primeros Acuerdos, batallas, Concejos… Pero los dos más recientes también eran parte de la vida de los Herondale: el Ángel de nuevo en el Lago Lyn, un hombre de cabello pálido y una pequeña figura pelirroja detrás de el con una pequeñísima estela. Luego, había uno aun más impresionante: las luces rojas de batalla iluminaban las Torres de los Demonios, pequeñas figuras de personas vestidas de negro luchando contra muchas más vestidas de rojo, y en el centro de todo unas diminutas figuras de una mujer pelirroja, un hombre con cabello marrón y un chico de cabello pálido y ojos que, Gabriel sabia por las historias de sus padres, habían sido de un verde tan luminosos como los suyos justo antes de morir. El nuevo tapiz sería en honor de la hermana mayor de Gabriel: Hope Ella Herondale, quien había protegido al mundo a costa de su propia vida con el fuego celestial. Gabriel recordaba poco de ella, sabía que ella había escapado repentinamente cuando Gabriel tenía solo tres años de edad y volvió a Idris cuando éste tenía once. —¿Fugado de la escuela? —preguntó Anthony sacando a Gabriel de sus pensamientos. —Antes de me hagas volver —replico Gabriel—. No estoy fugado, los profesores de las últimas dos horas no fueron y nos dieron el resto de la tarde libre. —Oh —dijo Anthony no muy convencido. Él se dejo caer en el banco junto a Gabriel. —¿Piensas en ella? —preguntó Gabriel de repente a Anthony. Éste se sorprendió con la pregunta, pero igual respondió—: —Me es imposible no hacerlo —dijo lentamente—. La amé tanto como amo a mis hijos. El amor puede ser mortal, Gabriel. Y uno insiste en encontrarlo siempre con la persona correcta. Aunque sea imposible. El amor que le tenía a tu hermana… no tengo manera de describírtelo. —Anthony miró curioso a su primo—. ¿Y tú por que me preguntas esto? Jamás mostraste curiosidad por… — Hizo una pequeña pausa—. Hope. —El nombre de la chica lo dijo casi en un


suspiro. Un suspiro en el que Gabriel not贸 nostalgia; pero tambi茅n la admiraci贸n del primer amor verdadero.


Agradecimientos A Valerie Ferrer, por enseñarle los bocetos de las runas por primera vez a Cassandra Clare hace ya más de diez años, y por consiguiente que a Cassie se le ocurriera la idea de míticos guerreros a los cuales esos bocetos les daban poderes. A Cassandra Clare, por tener la valentía de publicar sus ideas a pesar de los miedos que atacan a todo escritor por primera vez, gracias a ti Cassie, miles de miles de personas (adolescentes, adultos, hombres y mujeres.) pueden disfrutar del lamentablemente ficticio mundo de los Cazadores de Sombras (un brindis por diez años más de historias, aunque la verdad no me gusta nada que contenga alcohol). Gracias a ti, otros miles decidimos no abandonar ese mundo e inventamos nuestras propias historias, para siempre tener donde refugiarnos (admítanlo: ¿¡Que seria de un lector de Cazadores de Sombras sin los fanfic!? ¿Pasar dos años esperando Ciudad de Fuego Celestial o Dama de Medianoche, torturándote con teorías, sin nada más que leer? No gracias.) A mi mamá, que tuvo (y todavía tiene) la paciencia de aguantarme hasta altas horas de la madrugada, con la luz de la tablet o el tecleo de la computadora y mi euforia cuando veía una nueva visita, voto o comentario. También me aguanta cada vez que tengo un nuevo novio literario. Te quiero. A Dios. Por dejarme seguir respirando y darme esta oportunidad. No todos pueden disfrutar de crear algo a los catorce años y tener la satisfacción de saber que a otros les gusta. A Ireana a quien siempre pude recurrir con un mensaje de texto cuando tenia un bloqueo demasiado grande. A la mundi y sin facción Yailin Pirela (tú sabes que es de cariño) que siempre me hace reír con su “bullying” a todo el fandom literario de cualquier libro. Cabe destacar que es la mayor muggle que he visto en mi vida, solo ella confunde “Wingardium leviosa” con un hechizo de fuego, lo dice juntando las manos como uno de los muñequitos de Club Penguin y lo pronuncia mal. Eres mi mundi favorita. :P A Randi que siempre me aguanta cuando leo un nuevo libro y está constantemente evitando que caiga en un colapso cuando tengo un bloqueo.


Esto si lo escribo desde el corazón: a él. Aunque él ni siquiera sepa que escribí esta historia. A Collen Hoover y Rainbow Rowell por enseñarme grandes cosas sobre ser una escritora. Aunque es más que probable que nunca lean esto. Y por último pero súper híper mega duper importantes para mí: USTEDES. Ningún escritor es alguien sin sus lectores. Sin los comentarios que hacen que siga adelante, solo porque acaba sintiendo una grandísima responsabilidad con cientos de personas a las que no conoce pero repentinamente las ama y no las quiere defraudar. Ustedes me ayudaron a encontrarme a mi misma, a descubrir lo que verdaderamente me gusta hacer. A encontrar mi pasión. GRACIAS A TI POR SER EL MEJOR LECTOR DEL PLANETA. GRACIAS POR HACERME SENTIR MUNDANAMENTE BIEN Y ALEGRARME EL DÍA. Y a las golosinas, solo por ser las mejores compañeras de cualquier escritor. Aunque me pongan gorda. Un súper besote, abrazos y recuerdos. Sky Blackthorn


Sobre la autora ¡Hola! Soy Sky, soy marabina de corazón y estoy orgullosa de llamarme a mi misma venezolana. Tengo 14 años de edad y desde los 13 ½ soy adicta a los libros de fantasía urbana, en el plazo de un año completo he leído más de 95 libros, y no me arrepiento de casi no tener vida social. Los libros de Cassandra Clare fueron los que me inspiraron a empezar a escribir. Acabas de leer mi primera obra y estoy en deuda contigo por ello. Me dedico a escribir en cada uno de mis momentos libros, y si te enteras de que salí mal en mi examen de números racionales, ya sabes la razón. Si te gustó esta obra, espero que, cuando publique mi primer libro original y lo veas en una librería, pienses: “Esta chica cumplió su sueño.” Puedes encontrar otras cosas que he escrito o comunicarte conmigo en: http://www.wattpad.com/user/SkyBlackthorn1905 o a través de Twitter http://www.twitter.com/@ilovemusic_1905 ¡Nos leemos pronto!


¿Tú también Quieres Dar a Conocer tu Obra?

En LeerLibrosOnline.es podrás publicar todos tus escritos, ya sean novela, cuentos, poesía o ensayo, absolutamente lo que quieras. Pretendemos agrupar a todos esos escritos que están repartidos en los vastos dominios de internet, en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo o en los archivos más escondidos de un ordenador y ofrecerles un lugar para dar a conocer su obra y librarse de ese miedo a que otros la lean. ¿Te animas? La literatura no sólo pertenece a los libros, que son tan sólo un soporte. La literatura está también en los cuadernos cubiertos de polvo de las habitaciones de medio mundo, en los archivos más escondidos de un ordenador, en una libreta manida en la que alguna vez se quisieron crear historias, en un trozo de papel vetusto en el que aún se lee una preciosa nota que alguna vez alguien te entregó. La literatura está en folios que acabaron en la basura, en cartas que nunca llegaron o que se guardaron en cajones de olvido, en blogs escondidos en la Web que los buscadores nunca van a mostrar, en letras de canciones inventadas que sólo se conservan en las memorias vergonzosas. La literatura está en todos lados, aunque mucha no se conozca ni se vaya a conocer.

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