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Fotos: cortesía Arq. Clemencia Ortiz, Arq. Thom Mayne y Cristián Fernández
La fachada de un edificio es su carta de presentación, la capa que lo relaciona con el entorno. Sus funciones históricas como barrera defensiva o aislante térmico siguen prevaleciendo, pero en su diseño han cobrado protagonismo el acabado estético, la ligereza y maleabilidad de sus materiales y sus prestaciones al relacionarse con el medioambiente.
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Desde Gallarus Oratory, iglesia paleocristiana localizada al oeste de Irlanda, erigida exclusivamente con piedras sin argamasa y, sin embargo, totalmente impermeable a la lluvia; hasta Water Cube, el escenario de los Juegos Olímpicos de Pekín, recubierto por 100.000 m2 de ETFE, un plástico transparente que pesa cien veces menos que el vidrio y deja pasar más luz, las fachadas han sido el reflejo de distintos estilos arquitectónicos, la evolución de técnicas constructivas y el descubrimiento de nuevos materiales. “Históricamente, el elemento arquitectónico más importante de una construcción ha sido su fachada: una estructura que permitía dar cobijo a los habitantes, conservaba sus alimentos y protegía sus pertenencias de las inclemencias del tiempo y de ladrones; una función defensiva que fue determinante para el desarrollo de las civilizaciones en la antigüedad”, explica Clemencia Ortiz, magíster en Historia, Arte, Arquitectura y Ciudad, de la Universidad Politécnica de Cataluña. “En la arquitectura de hoy, esas funciones se dan por sentado y cuando observamos una fachada nos fijamos en otras características: su acabado estético, su adaptación a la incidencia de la luz y su resistencia. Además, consideramos si sus materiales son respetuosos con el medioambiente y qué facilidades ofrecen de cara a la instalación”.
Con el desarrollo de materiales más ligeros y maleables, avances en las técnicas de construcción y la disminución de los costos, los edificios están viviendo una revolución en su aspecto externo. “Ya no nos extraña comprobar cómo muchos inmuebles vienen forrados por envoltorios transparentes, materiales translúcidos que los convierten en linternas mágicas, pantallas gigantes de video o paneles multicolores que cambian de tono según incida en ellos la luz”, agrega.
Sin perder de vista el objetivo de crear volumetrías espectaculares, la tecnología ha logrado dotar a las fachadas de otras características: resistencia a la acción del viento, protección higrotérmica y acústica, estanqueidad, y defensa contra condensaciones y dilataciones.
CINCO FACHADAS METÁLICAS DE ÚLTIMA GENERACIÓN EN EL MUNDO
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Museo de la Música (Basilea, Suiza) Arq. Frank Gehry Ubicado en la antigua prisión de Lohnhof, alberga la mayor colección de instrumentos musicales de Suiza. Este edificio se inauguró en el 2000 y tiene 3.700 placas de metal que se instalaron secuencialmente a modo de rompecabezas.
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M. H. de Young Memorial Museum (San Francisco, Estados Unidos) Arqs. Jacques Herzog y Pierre de Meuron El terremoto de 1989 dañó su estructura, pero los arquitectos Herzog y Meuron diseñaron una nueva que reabrió sus puertas en 2005. Está revestido de placas de cobre y pequeñas perforaciones que simulan un follaje.
Fachadas ligeras, más que volumetrías espectaculares
Los cambios más profundos de las fachadas han sido consecuencia de la evolución de las técnicas constructivas: los avances en el uso del vidrio, la sustitución del concepto de muro de carga por el de pilares, y la llegada del acero a finales del siglo XIX y del hormigón armado a principios del siglo XX, las liberaron de su dependencia estructural. Hoy sobresalen por su composición irregular y su fabricación con materiales como acero, aluminio y cerámica. “Sin perder de vista el objetivo de crear volumetrías espectaculares, la tecnología ha logrado dotar a las fachadas de otras características: resistencia a la acción del viento, protección higrotérmica y acústica, estanqueidad y defensa contra condensaciones y dilataciones”, afirma Rafael Granados, especialista en Patología de la Construcción de la Universidad Santo Tomás. En este contexto, las fachadas ligeras funcionan como una piel liviana colgada sobre el edificio. Constan de elementos verticales (montantes) y horizontales (travesaños), conectados conjuntamente y anclados a la estructura del edificio, que dan origen a una retícula que contiene vidrio o paneles livianos (madera o aluminio) de cerramiento. “Están
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Las fachadas ligeras funcionan como una piel liviana colgada sobre el edificio. Constan de elementos verticales (montantes) y horizontales (travesaños), conectados conjuntamente y anclados a la estructura del edificio, que dan origen a una retícula que contiene vidrio o paneles livianos (madera o aluminio) de cerramiento. fijadas a la estructura resistente del edificio, pero no forman parte de ella; es decir, no contribuyen a aumentar la resistencia de la estructura sino que gravitan. Por esta razón, deben estar diseñadas para resistir por sí mismas las acciones que incidan sobre sus componentes”, subraya Granados. Las fachadas ligeras pueden catalogarse como un muro cortina o una fachada panel, de acuerdo con la relación constructiva establecida con los forjados de la estructura. “Es un muro cortina cuando pasa de forma continua por delante de los forjados del edificio, permaneciendo suspendida como si se tratara de una ‘cortina’. En cambio, es una fachada panel cuando se interrumpe en cada forjado delimitando paneles o zonas independientes”, aclara. El acero es el material predilecto para su fabricación; permite cumplir los criterios
mecánicos, térmicos y acústicos de cualquier edificación. “Puede ser una piel simple constituida por una hoja de acero y/o aluminio plano, plegado, embutido o perfilado, o formarse mediante compuestos o sándwich; a su vez, ser armado mediante el ensamblaje de varias capas de metal con aislamientos térmicos. La fabricación, montaje y mantenimiento de fachadas con este material son menos costosas”, expone el experto. La diferencia principal con otras fachadas radica en la reducción del peso: el m2 de una fachada ligera metálica pesa entre 5 y 10 kg/m2. Pueden ser fabricadas a la medida de la obra, con diferentes texturas y acabados, y pintadas y esmaltadas al horno en más de 60 tonos, de acuerdo con las exigencias del diseño. Otras ventajas son mayor control de calidad en la fabricación de las piezas en taller y en
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un proceso de montaje muy rápido que no demanda gran inversión en mano de obra. “En países industrializados, donde la mano de obra es comparativamente más cara que los materiales, este sistema es el de mayor aplicación”, destaca Granados. Para realizar el montaje existen tres procedimientos: 1. Modular: consiste en la fabricación de módulos totalmente acabados; es decir, que incorporan los paneles ciegos de cerramiento y son independientes del resto del sistema. 2. Convencional: reside en la fabricación de los montantes y travesaños, con sus elementos de fijación y parte de los accesorios para que posteriormente sean ensamblados en la obra. 3. Semimodular: híbrido entre los dos primeros. Además de las tareas mencionadas, las fachadas ligeras contribuyen para que el edificio respire sin la intervención parcial o total de sistemas mecánicos. “Los cerramientos ventilados constituyen una solución constructiva que ‘abraza’ al edificio y lo deja respirar, confiriendo al movimiento del aire el mantenimiento del calor en invierno y el enfriamiento en verano. Están compuestos por una capa de revestimiento vinculada al edificio por medio de una estructura de anclaje,
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Art Gallery of Alberta (Alberta, Canadá) Arq. Randall Stout Posee una colección de más de 6.000 obras de arte, históricas y contemporáneas, de artistas canadienses e internacionales. Desde 2010, una cinta ondulada recorre el exterior de esta galería; los reflejos provenientes del metal proporcionan un suave efecto luminoso.
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generalmente de aluminio, y por una capa de aislante anclado a la red de soporte del revestimiento”, aclara Granados. El vacío entre la estructura y el edificio, de entre 3 y 5 cm, se convierte en el espacio donde la circulación del aire amortigua las variaciones térmicas. “Funciona por el efecto chimenea, un procedimiento natural que tirando del aire caliente hacia arriba ayuda a mantener una constante térmica”, concluye. En Europa es considerado el sistema más eficaz para eliminar los indeseables puentes térmicos y evitar fallas por condensación.
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Cooper Union (Nueva York, Estados Unidos) Arq. Thom Mayne En 2009 fueron instaladas más de 3.000 placas de acero perforadas que cubren el edificio de esta universidad, una de las más prestigiosas del país norteamericano.
Nuevos materiales, mejores fachadas
Uno de los aspectos que ha marcado la evolución de las fachadas ha sido el descubrimiento de nuevos materiales constructivos, siendo el hormigón el material que en el siglo XX supuso el paso definitivo hacia su proceso de especialización y autonomía.
“La experimentación en torno a nuevos materiales que puedan utilizarse para el revestimiento de fachadas no se ha detenido: el hormigón con propiedades translúcidas y el ladrillo a base de plásticos reciclados son ejemplos que se han implementado exitosamente (ver infografía: Materiales novedosos para fachadas)”, explica Clemencia Ortiz, de la Universidad Politécnica de Cataluña. “No hay que olvidar que las fachadas son también la carta de presentación del trabajo arquitectónico. Tienen la capacidad de seducir o desesperar y a través de su lectura se puede intuir la naturaleza de lo que esconden”. Así pues, el desarrollo de polímeros resistentes y poco costosos ha permitido la proliferación de materiales plásticos en las fachadas de los edificios. “Pocas superficies otorgan las mismas posibilidades de durabilidad, traspaso de luz y
maleabilidad. Por ejemplo, el revestimiento ETFE que se usó en Water Cube en Pekín, China, admite mayor entrada de luz y calor que el cristal tradicional y permite una disminución del 30% en los gastos de energía”, comenta Ortiz. Aunque el empleo de la madera como revestimiento sea un método ancestral de la arquitectura, algunas configuraciones modernas demuestran que aún puede haber innovaciones técnicas en este ámbito. “En la residencia Lake Forest Park (Washington, Estados Unidos), el uso de tablillas de abedul ruso, ligeramente sopladas en la base, muestra una novedosa manera de revestir que encaja a la perfección con volumetrías modernas. Así mismo, resulta una solución compatible con los preceptos de la arquitectura ecológica”, agrega Ortiz. El cristal es otro material empleado desde hace siglos, pero que en los últimos años ha vivido impresionantes avances tecnológicos, de los cuales los proyectos arquitectónicos empiezan a sacar provecho. Un claro ejemplo es la fabricación de cristales curvos, cuya resistencia hace que sean fijados entre sí únicamente por juntas de silicona. Una forma moderna de integrar la naturaleza en proyectos de trazado eminentemente urbano es cubrir las fachadas con material orgánico. “Ejemplos de esta novedosa configuración son los trabajos del arquitecto francés Edouard Francois, con el bloque de apartamentos Flower Tower (París, Francia)”, comenta Ortiz. Recientemente, las láminas de cobre, tratadas para ofrecer un tono verdoso, también se han empleado como revestimiento. Sus ventajas radican en la adaptación a distintas formas y tamaños, la resistencia y las posibilidades que ofrecen como pantalla al ser iluminadas.
El cristal es otro material empleado desde hace siglos, pero que en los últimos años ha vivido impresionantes avances tecnológicos, de los cuales los proyectos arquitectónicos empiezan a sacar provecho.
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Centro Cultural Gabriela Mistral – Etapa 1 (Santiago de Chile, Chile) Arq. Cristián Fernández Reconstruido en 2010, luego del incendio que casi lo destruyó en 2006. La nueva edificación sobresale por sus patrones de perforación que permitieron lograr el nivel de transparencia y control solar del panel. Fue usado el revestimiento Screenpanel en acero Corten, de HunterDouglas.
En evolución
Junto a estas experiencias, otro potencial para la evolución de fachadas es la inteligencia artificial. Adaptative Fa[CA]de es un sistema desarrollado por la arquitecta inglesa Marilena Skavara, que explora un nuevo campo de comportamientos de los Autómatas Celulares (AA. CC., objetos que interactúan dentro de una grilla y alcanzan comportamientos independientes unos de otros, de acuerdo con valores propios y de sus células más cercanas) para ser aplicados en la construcción. El trabajo de Skavara consiste en un sistema AA. CC. compuesto por paneles capaces de alterar sus estados a siete inclinaciones distintas adaptándose a diferentes cambios de la luz solar. Para lograr este comportamiento se implementó un tipo de inteligencia artificial llamado Neural Network, que ‘aprendió’ a responder a diferentes estados de luz inducidos. El resultado final es una piel reactiva frente al entorno en que se inserte y que entrega niveles de luz óptimos a los espacios interiores. (Conozca más sobre este sistema en www.microhappy.com).