M e m o r i a s
2do y 3er
encuentro
internacional con la
literatura
infantil y juvenil en venezuela 2007 - 2008
Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello” Presidente Luis Alberto Crespo Gerente General Héctor Velazco Coordinadora General de Programas María Ramírez Delgado Coordinación de Literatura Infantil Laura Antillano Sistema Nacional de Talleres Literarios Raquel Molina Victoria Ardito Asistentes de Producción Vila Miskiewics Yskel Pacheco Prensa Ánghela Mendoza
Afiche del 2do. Encuentro internacional con la literatura infantil y juvenil en Venezuela. Diseño gráfico: Delia Contreras. Ilustración: Luz Marina Gutiérrez.
Ministro de la Cultura Francisco Sesto Novás Viceministro de Identidad y Diversidad Cultural Rosángela Yajure Santeliz Viceministro para el Fomento de la Economía Cultural Enma Elinor Cesin Centeno Viceministro de la Cultura para el Desarrollo Humano Iván Padilla Bravo Presidente del Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro Ramón Medero Convenio Cuba- Venezuela Centro Nacional del Libro Beatriz Aiffil Centro Nacional del Libro Eías Yánez Ricardo Rometo Presidente de la Editorial “El Perro y La Rana” Miguel Márquez
Comité Organizador del 2do. Encuentro con la Literatura Infantil en Venezuela: Coordinación General Laura Antillano Concepto Gráfico Delia Contreras Comité Organizador Alejandro Robles Argenis Agudo Azul Urdaneta Carmen Carina Arasme Coralia López Cleopatra Duvén Delia Contreras Edith Fuentes Elías Yánez Elisabel Rubiano Jesús Urdaneta Johanna Vegas José Antonio Rosales Neiza Peraza Niddy Calderón Omira Bellizzio Oswaldo Blanco
Oswaldo Rosales Pedro Téllez Ramón Núñez Ricardo Romero Teresa Carrillo Yunilda Arias Logística Andrea Irigoyen Carmen Chazzin Clared Navarro Corina Durán Faride Mered Jessica Hernández Julia Antillano Juan Núñez Larissa Rodríguez Marwelys Pinto Michelle Guillén Yoliani Ávila Coordinación de Escuelas Bolivarianas José Gregorio Bravo
Memorias. Coordinación general: Laura Antillano (laura.antillano@gmail.com), Coordinación editorial: Coralia López y Argenis Agudo. Fotografías: José Antonio Rosales y Ánghela Mendoza. Impresión: Fundación Imprenta de la Cultura. Impreso en Valencia, Venezuela. Tiraje: 2.000 ejemplares. Hecho el Depósito de Ley. Depósito legal: lf4120098004623 ISBN:
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2do.encuentrointernacional conlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela M E M ORIAS 2007 27, 28 y 29 de septiembre
Palabras para el inicio Laura Antillano
De nuevo, salvando múltiples dificultades, nos encontramos reunidos para llevar a cabo un nuevo encuentro con la literatura infantil en Venezuela, esta vez con la participación de escritores invitados de la Argentina , México y Cuba y en homenaje al escritor Aquiles Nazoa, quien fuera un verdadero símbolo de la tarea del escritor en la comunicación con el lector a través del texto, y en su caso también por su presencia tan querida para todos nosotros, dentro y fuera de Venezuela. Este año se invitó a ilustradores de muy distinta índole a dibujar motivos alrededor de los que fueran los cuentos y poemas de Aquiles Nazoa y los resultados, todos maravillosos, los verán en la exposición organizada por Coralia López, Argenis Agudo y Oswaldo Rosales. Los temas a tratar en este evento que durará tres días, incluyen este año a la Literatura Juvenil también, sus preocupaciones y las de los promotores de lectura por llegar a ese público cuantioso, exigente y ante el cual se elaboran tantas estrategias de captación, no precisamente para acercarle a la lectura. El foro que tendremos acerca del papel de los medios en esta tarea nuestra, promete importantes reflexiones y lo mismo esperamos del foro dedicado a considerar nuestra diversidad cultural como latinoamericanos, con aportes fundamentales de varias culturas en nuestra definición como seres humanos. Pero también sabemos que habrá agradables sorpresas en las mesas que tocarán los temas de siempre, como la poesía y la infancia o la pasión indiscutible de todos por los cuentos de miedo y de humor.. Hemos querido también contribuir a la reflexión y divulgación de la labor que se viene desarrollando en diferentes comunidades alrededor de la promoción a la lectura, dentro y
fuera del ámbito de la escuela, insistiendo en espacios no convencionales e incorporando a la gente que, por diversas circunstancias y en edades disímiles no ha vivido o no lo había hecho al presente, ese espacio inconmensurable que abre, para todo ser humano, el leer, acceso que consideramos una herramienta sustancialmente democrática, en términos de consecución de información de muy diversos universos. Entonces tendremos un foro acerca de cómo sembrar lectores con gente de muy distintos lugares del país. Los ilustradores, como se hace tradición, tienen un foro para hablar de sus ideas y procesos, y los escritores aparte de ser recibidos en las escuela por niños que han leído algo de sus obras y están ansiosos por conversar y compartir, también tendrán aquí, al final de las tardes, un espacio para leer sus textos y hacernos disfrutar de esa comunicación. Este populoso público que nos acompaña y en donde, estoy segura, tenemos maestros y autores, niños, jóvenes y adultos estudiantes y curiosos, editores, lectores y futuros lectores, contará también con una serie de talleres acerca de distintos tópicos en los cuales pueden inscribirse, tomando la información debida de las y los jóvenes que llevan distintivos como parte de la organización del Encuentro. Sean pues bienvenidos todos a nombre de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, del Centro Nacional del Libro, y en el mío propio.
Laura Antillano.
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Temas tabú para la literatura infantil Ponentes: Sandra Comino, Cósimo Mandrilo y Alicia Montero. Moderador: Pedro Téllez.
La aldea, el origen, el sur Sandra Comino
Si nos ponemos a pensar que diversidad tiene varias definiciones vinculadas a “variedad”, “diferencia”, “desemejanza”, “cosas distintas”, “abundancia” y si debo elegir entre ellas, me quedo con “variedad” o “varias cosas distintas”; porque la diferencia o la desemejanza (aunque en definitiva sea lo mismo), no me gustan. Prefiero la palabra “diverso”, que significa de distinta naturaleza, pero que no diferencia o al menos no hace explícita esa diferencia. Como esta mesa aborda el tema de la diversidad en la LIJ, y específicamente sobre afrodescendientes y /o pueblos originarios, no puedo dejar de recordar en el primer caso a Niña bonita, de Ana María Machado, Paquelé del cubano Julio Llanes y Cartas al cielo de Teresa Cárdenas. Esta literatura en Argentina es casi inexistente por no decir directamente ausente. En cambio, hay mucho material sobre pueblos originarios, pero más que nada recopilación de leyendas no sólo de Argentina sino de Latinoamérica y poco o nada dentro del ámbito de la ficción. Me di cuenta que es muy difícil encontrar héroes o personajes oriundos de pueblos originarios en la LIJ cuando me invitaron a visitar una escuela de la comunidad Mapuche en la Patagonia, Argentina, después que los chicos leyeran La casita azul. La casita azul es una novela que escribí aproximadamente en 1991, que corregí durante muchos años, se publicó recién en 2001 y en mi país en 2003. En la novela hay tres historias, la de Bruno
y Cintia que viven en un pueblo de Argentina donde van a la escuela y todo parece normal. La de Pina, abuela de Cintia y Simón, el librero y la de Joaquín y Ailín, un inmigrante español y una joven aborigen. Todos viven o vivieron en un pueblo pequeño llamado Azul, que ni cementerio tiene, pero la esposa del intendente es la encargada de llevar a los pueblerinos al cementerio de la ciudad, cobrándole un arancel por supuesto. Cintia es una niña que fue abandonada por su madre a causa de la violencia del padre y se refugia en la lectura. Ella vive dentro de las historias que lee o más bien son su refugio, y se enamora de Bruno, un niño medio salvaje que mata pajaritos con la honda, pero que le gusta la poesía. Cintia tiene una abuela que le cocina fideos azules cuando está triste y es amiga de un librero que no vende libros sino que los presta. También hay una casa abandonada que es un centro de interés y curiosidad para Cintia y Bruno porque en noviembre se pone azul, justo cuando florecen los jacarandáes. La casa guarda un secreto y tras ese secreto hay oculta una historia de amor: la de Joaquín y Ailín. De las tres historias, ésta que es la más remota en el tiempo, es por la cual me invitaron de la escuela de Trompul, que en Mapuche significa “torcido” o “jorobado”, y está a pocos kilómetros de San Martín de los Andes, en Neuquén. Neuquén, que debería pronunciarse Neúquen porque las palabras Mapuches no tienen acentuación en la última sílaba (hasta los acentos les hemos impuesto y las pronunciaciones como si el huinca -el blanco o extranjero-, tuviera que tener la última
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palabra); Neuquén, repito, ciudad capital de la provincia del mismo nombre que está en la confluencia de los Ríos Limay y Neuquén, también tiene varios significados, como “audaz”, “que tiene fuerza” y “arrogante”, entre otros. San Martín de los Andes está al suroeste de la provincia de Neuquén, a mil quinientos kilómetros de Buenos Aires, recostada sobre el lago Lácar, en un valle de los Andes patagónicos. Es una aldea de montaña y tiene cerca una estación de esquí, llamada Chapelco (agua del chapel –arbusto-) y en 2004 cuando fui hasta allí había un conflicto porque los empresarios querían fabricar nieve para fomentar el turismo a costa del agua de las comunidades mapuches. Pobladas de Lagos y bosques, San Martín de los Andes, conserva una fuerte comunidad mapuche. Para llegar a Trompul hay que andar el bosque. Ahí me esperaron los niños del jardín y la escuela junto al grupo de maestras que caminan una hora desde San Martín para llegar hasta allí. En la escuela de Trompul, donde pasé el día y comí la carne asada más rica de mi vida, una mamá, la misma que luego me llevó de paseo para contarme leyendas de sus antepasados, para que algún día las escribiera, en el encuentro, tomó el libro “La casita azul”, lo abrió y me leyó un fragmento que evidentemente tenía marcado y cuando terminó dijo: “Usted ha escrito sobre nosotros”. Me quedé sorprendida y antes de que pudiera responderle volvió a leer y sin sacar el dedo de la página que tenía marcada agregó. “¿Cómo sabe usted todo esto? Esto que usted dice acá nos pasó a nosotros. Nosotros no estamos mucho en los libros ¿vio? ¿Cómo supo usted?” Insistía. Nos miramos con las maestras y mi cabeza entró en un proceso para responder, porque pensaba que si bien era cierto que había una voz aborigen en la novela, no quería que se
tejieran ideas acerca de lo “cierto” o “verdadero” que pudo sucederles, porque de alguna manera necesitaba explicarles que mi novela, en definitiva, aunque tuviera contexto histórico, era ficción y al mismo tiempo que no se sintieran invadidos. De pronto me pregunté ¿Con qué autoridad me he tomado el atrevimiento de escribir sobre ellos? Entonces respondí: “ Si ustedes me permiten debo decir que quien sabe soy un poco mapuche porque mapuche significa gente de la tierra. Mapu tierra, che: gente. Yo soy gente de tierra porque nací en el campo, y todo lo que sé de ustedes es porque lo leí. Y lo que ustedes cuentan que les pasó a ustedes, algunas personas sentimos que nos pasó a todos. Pero no escribí sobre ustedes exactamente, porque la historia me la inventé. Además en ningún momento digo en la novela que son mapuches”. “Claro, -dijo un niño-, pero los nombres son mapuches”. Y ahí me di cuenta que tenía razón. “Claro –repetí – pero la historia es un cuento que me inventé”. “Pero somos nosotros –insistía desde el fondo la mamá que al ver la edición en castellano de otro país se fijaba si los capítulos eran iguales y no entendía por qué tenía tapas diferentes – somos nosotros”. Esto que es anecdótico y hasta puede parecer trivial, me hizo pensar que tenían razón. Finalmente había escrito sobre ellos sin saberlo y ellos no están acostumbrados a verse en los cuentos. Allí me encontré con una maravillosa novela que se llama Aimé, escrita por Wille Arrué, médico y Rafael Urretabizkaya, un maestro rural de la Comunidad Painefilu de la escuela “Huilki Menuco”, narrada desde la voz de una niña mapuche, incluso con palabras mapuches mezcladas con el español. Esta historia que debería integrarse a la
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circulación en todos lados, estar al alcance de todos, es una edición local que no tiene casi nada de distribución. Yo la leí porque me la dio su autor, en ese lugar. Por lo tanto la posibilidad de su recorrido fuera de su provincia es casi utópica. Sin embargo, creo que existe un antes y un después en este tipo de temática y literatura que es la aparición de la saga de los confines de Liliana Bodoc, ahora hablando dentro del género fantástico o “de fantasía”. Los días del venado es la primera etapa de una saga épica conformada por una trilogía cuya segunda parte se llama Los días de la sombra y la tercera, Los días del fuego. Liliana Bodoc, su autora, incursiona en este género no explorado en Argentina y lo hace con un preciosismo poético que instala su escritura entre lo maravilloso y la epopeya. El tono y el estilo del relato de los sucesos, la ley ante todo para el justo destino de los protagonistas, la presencia de fuerzas sobrenaturales, los detalles de la vida cotidiana y algunas historias de amor, como telón de fondo, sumado al destino de todo un pueblo, que depende de la valentía y el honor de un guerrero, son los ingredientes de la primera novela que girará, como en las dos siguientes, en torno de una gran batalla entre el bien y el mal. Ambos lidiarán por un lugar y se iniciará así una lucha por la libertad. Los protagonistas de la saga son los husihuilkes que representan el bien y tienen una semejanza con los mapuches; Los personajes que personifican el mal, por ejemplo Misáianes (hijo de la muerte) tienen además de numerosos vasallos, una raíz griega en el universo de Bodoc, quien plasma su firme ideología y no duda en colocar ese mal (contrariamente a Tolkien) en el norte y rescatar o poner la nobleza en el sur. Los husihuilkes, habitan en los Confines, un alejado lugar, llamado Tierras Fértiles. La
novela se inicia con un rito muy importante para la raza guerrera: antes de comenzar la temporada de lluvia, integrantes de todas las aldeas se acercan al Valle de los Antepasados para festejar. Vieja Kush, su hijo Dulkancellin y sus cinco nietos huérfanos de madre: Thungür, Kume, Kuy Kuyen, Piukemán y Wilkilén, se reúnen con la certeza de haber recibido señales que algo grande ocurrirá. “Cuando las fuerzas de Misáianes atravesaron el mar que las separa de las Tierras Fértiles, la Magia y Las Criaturas se unieron para enfrentarlas”, dice la autora al principio de la gesta. Un zitzahay, Cucub, habitante de la Comarca Aislada, es el mensajero que parte de la Casa de las Estrellas, en Beleram, al amanecer, para buscar al guerrero husihuilke (Dulkancellin) y acompañarlo a un importante Concilio. Allí habrá que decidir cómo se deberán preparar las Tierras Fértiles para recibir a las Tierras Antiguas. Los ejércitos marcharán uno a uno para arrasar o defender Beleram. Los representantes de la Cofradía del Aire Libre, el país de los Señores del Sol, los Acechadores del Mar y los Pastores son los convocados. Cinco cosechas, cinco años del sol han transcurrido desde el triunfo de las Tierras Fértiles. En la segunda novela Misáianes, el hijo de la Muerte, y sus tropas desembarcan en el nuevo continente, acompañados por la sombra, la madre del Odio Eterno. El ejército del Venado resiste. Sólo hay tres caminos para intentar salvarse. Una flota partirá rumbo a las Tierras Antiguas. Un pueblo iniciará el éxodo hacia el tiempo mágico y un ejército de guerreros se preparará para enfrentar la lucha. La segunda novela es la guerra. Las Tierras Fértiles no son más que las de nuestro continente. Hay una gran analogía con América y los hechos remiten a la conquista. El Odio Eterno es vencido, pero la guerra se extiende en Los días del fuego.
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El país del Sol es dominado por los sideresios y Molitzmós es un príncipe traidor. La guerra destruye todo. Los zitzahay, se protegen con el silencio. Hay una mujer que atraviesa todo por amor. Toda la historia tiene que ver con muchos pueblos aborígenes americanos. Esto da lugar a una saga épica nuestra, donde “ni la muerte, ni la enfermedad, ni la vejez son vistas como fracasos” dice Liliana Bodoc a quien entrevisté. Es ella quien asegura que “Los nombres de los husihuilkes tienen origen Mapuche. Los zitzahay y los Señores del Sol tienen reminiscencias náhuatl. Todos los nombres de Las Tierras Antiguas son de origen griego”. Como dice la investigadora argentina Nora Lía Sormani “ El texto de Bodoc se inscribe en un género que podríamos llamar “épica maravillosa”, a partir del relato de una saga que acontece en mundos ficcionales absolutamente autónomos y a la vez vinculados con nuestra realidad y nuestro tiempo, especialmente la visión de mundo y las formas de vida de las civilizaciones pre-colombinas”. Si volvemos a pensar que diversidad tiene varias definiciones vinculadas a “variedad”, “diferencia”, “desemejanza”, “cosas distintas”, “abundancia”. Y como les dije al comienzo elijo “variedad” o “varias cosas distintas”, lo “diverso” que no es más que distinta naturaleza está presente en estas lecturas donde siempre se las ha visto diferente, pero que en verdad no deberían serlo.
Sandra Comino (Argentina). Es profesora de educación preescolar, escritora y coordinadora de talleres de escritura y de promoción a la lectura. Investigadora de literatura infantil y juvenil. Ejerce el periodismo y colabora en medios gráficos en crítica literaria. Es integrante del consejo de edición de la revista La Mancha. Entre sus obras podemos mencionar: Así en la tierra como en el cielo, su primera novela, finalista del concurso Premio Norma-Fundalectura, Colombia. La enamorada del muro, primer premio del concurso A la orilla del viento, Fondo de Cultura Económica de México y El pueblo de mala Muerte, Ediciones Garabato, Córdoba.
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Los temas tabú en la literatura infantil
Cósimo Mandrilo y Alicia Montero Censura es un término que nos suena lejano. La mayoría de nosotros lo asociaría con los peores momentos de oscurantismo religioso o con períodos igualmente oscuros de terror y totalitarismo político. Dado que, hablando de un modo general, no parecen ser estos tiempos de restricciones sino, antes bien, inclinados hacia un muy publicitado liberalismo, vivimos hoy relajada y risueñamente convencidos de que la censura no toca nuestra cotidianidad de gente civilizada. Sin embargo, la certeza de que ciertos temas, ideas, situaciones no deben ser puestas al alcance de algunas personas sigue rondando por allí, tal vez con más frecuencia de la que estamos dispuestos a reconocer. ¿Y cómo podrían los niños, esos seres que consideramos tan indefensos y sujetos a nosotros, librarse de las mejores intenciones de los adultos para protegerlos de lo inconveniente, lo inapropiado o, en el mejor de los casos, lo no ajustado a su edad? Vale recordar que toda censura se autojustifica y se apoya en un sistema de valores según los cuales sería más o menos criminal no ejercerla. Es aquí donde la literatura infantil hace su aparición. No en balde, la discusión acerca de la censura y los temas tabú en esos textos que se escriben pensando en los niños como destinatarios ideales, nunca se ha detenido. El DRAE define tabú como “la condición de las personas, instituciones o cosas a las que no es lícito censurar o mencionar”. Dado que toda literatura –y en nuestro caso particular la literatura infantil- responde al condicionamiento cultural de la sociedad de la que surge, es lógico que los tabúes instaurados por los adultos -padres, maestros, mediadores- varíen de acuerdo al entorno social y al
modo cómo se concibe la infancia en cada época. Algunos temas han sido considerados tabú en diferentes épocas y en distintos grupos sociales: la muerte, la sexualidad, la guerra, la política, el divorcio, la discriminación y algunos tópicos religiosos. De acuerdo con Laura Canteros, secretaria de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina (ALIJA), los temas tabúes “Los podemos resumir en las tres ‘S’, a saber: ‘S’ de sexo, de cualquier clase en texto o imagen; ‘S’ de Satanás, todo lo que no se atenga a las sagradas escrituras; ‘S’ de lenguaje Soez, nada de malas palabras, todos los niños deben hablar como salidos de un manual de buenas costumbres y si no lo hacen, que se callen. Los personajes y los autores deben abstenerse del registro coloquial aunque no les falten ganas.” (2005:68) De otro lado, ya se asomó que la manera como concebimos al niño no se ha mantenido inmutable a través del tiempo. En otras épocas se consideraba al niño como un adulto en miniatura, o un ser incompleto, susceptible de ser educado o rellenado con conocimientos, informaciones y actitudes copiados de sus modelos adultos; o, peor aún, como alguien que no se da cuenta de lo que sucede a su alrededor, a menos que le sea mostrado, pre-digerido por estos adultos. Esta concepción del niño se reflejaría por supuesto en una gama amplia de temas prohibidos, escabrosos o al menos, poco adecuados para ellos y por ende para ser incluidos en la literatura infantil. Temas como la muerte, la sexualidad con sus múltiples aristas -homosexualidad, relaciones sexuales, incesto, violación-; la dinámica de las relaciones familiares -rivalidades fraternas, divorcio, maltrato-; la violencia personal o social y los temas políticos y religiosos serían cuidadosamente evitados por los padres, los maestros y los escritores.
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En una concepción más actual y amplia del niño como ser pensante, sensible, atento a las señales del universo que le rodea y con un bagaje cultural que le permite acceder y comprender los mensajes que recibe y además producirlos, la concepción de tema tabú no parece tener cabida. Teóricamente no habría temas prohibidos, todos los temas serían permitidos y bienvenidos en las conversaciones y en los libros. De ser así, lo importante a considerar es, entonces, el tratamiento que se le dará a esos temas por parte de los guías, sean estos padres, maestros o creadores, y la conciencia de las posturas que se toman dadas las diversas lecturas que estos temas pueden suscitar. Otro aspecto a considerar ha de ser la edad del niño, porque es innegable que los más pequeños tendrán reacciones de acuerdo a su más corta experiencia vital y a la cantidad de información que manejan. Debe, igualmente, prestarse atención al nivel de maduración sensorial, motora e intelectual, y a los intereses individuales que varían de acuerdo a la edad, la diversidad cultural, procedencia, género y hábito lector. Además, es insensato pensar en la actualidad que el niño se mantiene aislado de la realidad que le circunda y en muchos casos le arropa y lo sobrecoge. El niño entra en contacto con esta realidad bien sea por su relación con el entorno inmediato o porque tiene acceso a los medios de información masivos y a la Internet. Por lo tanto, temas relacionados con la realidad política, las tecnologías, la economía y la violencia en sus formas más o menos drásticas o escabrosas no le son ajenos. Al contrario, el tratamiento literario de muchos de esos temas le sería beneficioso al mostrar percepciones diferentes, esclarecedoras y hasta esperanzadoras de situaciones tristes, difíciles o por lo menos inquietantes.
En este orden de ideas, el niño actual, que no es el niño dócil y pasivo concebido en otros tiempos como el lector ideal de la literatura infantil, busca respuestas a sus necesidades más profundas y las encuentra no sólo en los infaltables libros de información que de manera generalmente pedagógica serán más o menos exhaustivos en el tratamiento de ciertos temas, sino en los libros de literatura que le mostrarán diversas realidades y generarán, algunas respuestas y muchas reflexiones y nuevas preguntas relacionadas con sus inquietudes. En este contexto resulta cuesta arriba pensar que la sociedad en su conjunto, y dentro de ella algunos sectores que tienen a los niños como parte esencial de su propia razón de ser, hayan renunciado de modo absoluto a poner en práctica estrategias que condicionen el modo como ciertos temas se ponen al alcance de esos niños. Habría que preguntarse dónde termina lo legítimo en esta materia, si es que se puede hablar de legitimidad, y dónde se empieza a coartar el libre albedrío tanto de escritores como de lectores. Juan Cervera, por ejemplo, en su libro La creación Literaria para niños, menciona que en muchas obras aparece una inmensa cantidad de eufemismos por su larga tradición de uso en la comunicación entre el adulto y el niño. Se entiende por eufemismo, el modo de decir con suavidad o decoro ideas cuyas recta y franca expresión sería, eventualmente, dura o malsonante. Según Cervera, esta estrategia de usar eufemismos puede encontrarse en una oleada de autores de textos “políticamente correctos” que buscan, influidos por corrientes ajenas a la literatura, como el feminismo, tratar con “mano de seda” temas como el sexismo, la discapacidad, el racismo, y la discriminación religiosa. Estos mismos autores reciben de editores y grupos de opinión el requerimiento de cambiar los
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términos con los que se designa, por ejemplo a un niño gordo, o bajo de estatura, o con alguna discapacidad, o cambiar en un texto el héroe masculino, por una heroína, alegando que el libro ganaría en atractivo (Cervera, 1997:70). Llegado el momento, los más reacios a la censura, en su afán de no discriminar temas, tratamientos y personajes se vuelven censores, convirtiéndose en versiones de lo que atacan ferozmente. Esta situación se da principalmente en Canadá y en los Estados Unidos donde los escritores y editores responderían a demandas de grupos de presión como los multiculturalistas, las feministas, los fundamentalistas, los colectivos de homosexuales y lesbianas, y el ecologismo, para excluir temas y personajes, en función de evitar tratamientos discriminatorios o irrespetuosos. Roderick McGillis (1998) explica en su artículo “El encanto de lo imposible: Sin niños, sin libros, sólo teoría” una posible razón de este fenómeno: “Vivimos una época en la que nuestra conciencia por la diferencia es más aguda que nunca. Es comprensible que para grupos específicos exista la necesidad de expresar la diferencia y buscar la aceptación de su diferencia dentro de la sociedad multicultural postmoderna. No podemos continuar asumiendo que la literatura que leemos expresa una verdad “universal” o una narrativa “universal”. Nacen así obras como los Cuentos de hadas políticamente correctos, de J. Finn Garner (1997), en los cuales aparecen términos casi ridículos como “mujer temporalmente adelantada” sustituyendo a “anciana” o como la modificación en los Estados Unidos del personaje glotón Augustus Gloop de Charlie y la fábrica de chocolate (1975), de Roald Dahl. Augustus muere de manera un poco grotesca como consecuencia de su glotonería, y esta imagen considerada
muy fuerte para ser recibida por un público infantil, fue suprimida de algunas ediciones, por otro lado, respondiendo a las críticas por parte de la NAACP, National Association for the Advancement of Colored People (Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color), Eleanor Cameron y otros sobre la descripción de los Oompa Loompas, como pigmeos africanos de piel oscura que trabajaban en la fábrica de Wonka por semillas de cacao, el libro fue cambiado y republicado en 1973. En la versión más nueva, los Oompa Loompas tienen cabello largo de color castaño-rubio y piel blanca-rosada. Sus orígenes fueron cambiados de África a la ficticia Loompaland. La exclusión del tratamiento de temas como el sida, la iniciación sexual, el suicidio y el demonio, según lo que menciona Cervera en el texto citado, serían otras vertientes de esa protección hacia el niño. En Venezuela, un ejemplo de lo que podría resultar un modelo prescriptivo de los temas o tratamientos en la literatura para niños en Venezuela lo encontramos en el libro La lectura ¿Obligación para la libertad? (1988) de la teórica de la literatura y pedagoga Griselda Navas: en el cual menciona a propósito del cuento “La calle es libre” de Kurusa publicado por Ediciones Ekaré (1981) “La calle es libre le está hablando a nuestro niño de hoy sobre su absoluta soledad social. Afirmar que el individuo –y el niño de clase desposeída- debe resolver su propia problemática social, sin esperar absolutamente nada de las instituciones democráticas. La calle es libre conforma un mensaje clasista para el niño venezolano no marginal (sentirá compasión por los niños personajes a la vez que disfrutara del hecho de no pertenecer a esa clase) o bien una inyección de “resentimiento social” para el niño que se identifique socialmente con los protagonistas (“se
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parecen a mí”, “estoy solo”, “este país no sirve para nada”, “los adultos siempre me engañan”. En conclusión, La calle es libre niega una verdad fáctica cultural. Niega a la democracia como valor. Abroga la responsabilidad social del Estado. Y, por último, no posee “valor literario”.” (Navas: 1988:31.) En estos párrafos se evidencia una lectura en extremo sociologizante y una postura bastante rígida y unidimensional acerca de los temas que el autor toca en su libro, incluso niega su valor literario porque no comparte el final que Kurusa escogió para su historia. Este planteamiento se repitió en otro de sus libros sobre el discurso literario destinado a niños y podría convertirse para los lectores (maestros, bibliotecarios, padres) y hasta para otros autores que le confieren autoridad, en un modelo de lo que no debería hacerse en un libro para niños. En pocas palabras, sus ideas se convierten en comentarios censuradores del mencionado libro. En distintas sociedades y países pueden encontrarse instituciones y personas que, con la intención de proteger a algunos sectores, principalmente el infantil, se erigen en guardianes de la pureza del lenguaje y el tratamiento “adecuado” de ciertos temas. Así, en los Estados Unidos existen listas de libros para niños, que han sido amenazados o prohibidos. De acuerdo a The 100 Most Frequently Challenged Books (www.ala.org/ oif/bannedbooksweek) las tres razones más invocadas para amenazar un libro o una revista son: contenido sexualmente explícito, lenguaje ofensivo o por no adecuarse a la edad. A través de la historia, diferentes personas o grupos por diversas razones han intentado -y siguen haciéndolo- suprimir todo lo que se muestre en desacuerdo o conflicto con sus propias creencias: grupos políticos, religiosos o ideológicos, que defienden sus propias pos-
turas y causas. Otro sector de influencia es el de los editores, y en este grupo las razones para censurar o para no dejar salir a la luz algún texto son en muchos casos netamente comerciales o tienen que ver con el gusto o las inclinaciones del lector-comprador. Por otro lado están los maestros y bibliotecarios quienes decantan, seleccionan, recomiendan y reglamentan la lectura de ciertos libros a los estudiantes basados en criterios muy diversos, casi siempre relacionados con lo pedagógico y psicológico, como por ejemplo el nivel de tolerancia emocional que requiere un libro dado. En el otro vértice del cuadrilátero están los críticos literarios quienes describen, y en muchos casos prescriben o proscriben el texto que analizan. A propósito del papel que ejerce la crítica literaria en la selección de libros para niños, Roderick McGillis nos recuerda en su artículo citado (1998): Para leer literatura, sabemos que el ser humano ha desarrollado varios métodos de interpretación y respuesta: métodos de acercamiento al texto, métodos de base contextual, criticismo social y político, críticos de orientación psicológica y por último crítica dirigida por el lector, donde se manifiesta el interés por los sentimientos subjetivos de un lector individual. Los diversos enfoques dan pie a diversas interpretaciones de esos libros para niños, lo importante es que la lectura que el niño o joven haga de esos textos sea liberadora y a la vez, divertida. En ese polígono en el que se constituye el estudio de la literatura para niños, generalmente el niño está ausente. Sus necesidades, intereses, reacciones, y gustos reales son ignorados en muchos casos. Es muy importante considerar la presencia del niño como receptor de esa lectura y la posición del autor con respecto al niño. En muchos de los textos considerados como “peligrosos”,
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y posteriormente amenazados o prohibidos, se produce una situación de complicidad, de secreto compartido, de empatía entre el autor y el niño. Tomemos dos ejemplos: La novela Mi amigo el pintor (1989) de la premiada escritora brasileña Ligya Bojunga Nunes, en la cual se muestra, desde la perspectiva de un niño, la amistad de éste con un adulto pintor. Este niño narrador comparte con el lector sus dudas ante las posturas que asumen los adultos frente a asuntos tales como las relaciones entre parejas, la política, los prejuicios sobre los artistas y primordialmente, ante el suicidio de ese pintor. En Venezuela, Mireya Tabuas en Cuentos para leer a escondidas (1999), nos entrega varios cuentos en los cuales el niño encuentra situaciones cotidianas como el enamoramiento, los amigos imaginarios, la rivalidad entre hermanos y la pérdida de un amigo entrañable, desde la perspectiva del mismo niño, con humor, sin juicios moralizantes y sin falsas pretensiones de profundidad o seriedad. De igual manera el tema de la muerte, es tratado por la venezolana Jacqueline Goldberg en su libro de poemas Una señora con sombrero (1993). Un anciano muere y su nieta describe de manera poética y desde la perspectiva infantil sus experiencias a partir de ese hecho: la separación de un ser querido, la nostalgia, y la imagen poco temible, hasta serena o dulce de la muerte. Otro tema tal vez menos escabroso es tratado por la brasileña Ana María Machado en Niña bonita (1994). Un conejito blanco quiere ser negro como su dueña Niña bonita, y lo intenta de diversas maneras todas infructuosas: se zambulle en tinta negra, bebe café hasta sufrir de insomnio por varias noches y come pasitas negras hasta enfermarse del estómago. Hasta que la abuela de la niña, una mulata también muy bella le explica muy sencillamente las leyes de la herencia.
El conejo se resigna a ser blanco, pero busca una conejita negra para formar su familia de conejitos blancos con pintas negras, negros con pintas blancas, completamente blancos y totalmente negros como era su sueño. Este libro puede ser el punto de partida para conversar sobre la diversidad, sobre los prejuicios raciales y cómo pueden ser vencidos, sobre las leyes de la herencia, y sobre la conformación de la identidad del latinoamericano con un vocabulario sencillo, con humor, y el uso de metáforas e imágenes atractivas al público infantil. Un libro visto con temor por algunos padres de niños preescolares es Donde viven los monstruos (1999) de Maurice Sendak. La aparición de monstruos terroríficos en la habitación del niño Max, quien le declara su odio a una madre que no lo deja jugar a sus anchas, es una imagen de ciertos conflictos familiares que no por comunes son menos temibles. Max se traslada al lugar donde viven los monstruos, los domina, juega con ellos y se libera al regresar a su habitación justo a tiempo para comerse la cena caliente que aún le espera. De una manera que el mismo Bruno Bettelheim en su Psicoanálisis de los cuentos de hadas (Grijalbo,1983), aplaudiría, se presenta de manera no muy evidente, pero efectiva para un niño entre tres y seis años, la solución de los conflictos de autoridad con la madre y de rebeldía del niño, sus temores de quedarse solo en un mundo lleno de peligros y la superación de esos miedos representados en los monstruos que residen en la imaginación. Chris Van Allsburg, autor e ilustrador de El Expreso Polar, es autor de otro libro titulado La escoba de la viuda (1993) donde trata de la magia y el ocultismo, un tema fantástico y a la vez muy atractivo en estos tiempos de sagas, como puede verificarse en el éxito de lectura y de ventas de las aventuras
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del aprendiz de mago Harry Potter, de J.K Rowling (2000). Lamentablemente, como ya se dijo, no son pocas la veces en las que instancias externas al creador influyen de tal manera en la libertad del escritor que el resultado son textos simples, moralizantes, insoportables por serios; por no hablar de los panfletarios o peor aún, los terriblemente aburridos, libros que se quedan en los estantes de las librerías o escondidos en los armarios de los niños que se resisten con toda razón a introducirlos en sus vidas. Todos somos, de una u otra manera, censores. Y aunque nos manifestemos en contra de la censura, probablemente nos convertimos en censores de aquellos libros que difieren de nuestros propios valores. María Francisca Mayobre (2007) expone los riesgos de esas posiciones eufemísticas o de censura disfrazada de editores, maestros, bibliotecarios y, peor aún, de los padres: La premisa de que leer cosas buenas nos hace buenos y que leer cosas malas o incorrectas nos hace individuos malos e incorrectos, equivale a admitir que la lectura nos aliena y que no nos ayuda a desarrollar el pensamiento crítico. Aunque los libros no necesariamente nos hacen mejores ciudadanos, ciertamente sí pueden hacernos mejores lectores, mejores intérpretes de la realidad. Por ello, cualquier intención de politizar o despolitizar la literatura infantil resulta un poco ridícula, como aquellos que buscan hacer de la censura quejumbrosa una tarea noble que merece respeto. Pareciera, finalmente, que el rumbo a tomar no es el de crear libros “adecuados” para ciertos lectores, sino desarrollar lectores críticos, conscientes y creativos, a partir, entre otras estrategias, de la lectura de los
innumerables libros que abordan, recrean e imaginan la realidad. Si brindamos libertad a los niños para que escojan los libros que quieren leer, muchas veces tendremos que callar nuestro propio impulso de alejarlos de las tentaciones o violencias que esos libros puedan mostrar y recordar que esa libertad debe ir acompañada de un contexto de interés activo -de los adultos- en la vida de los niños y como parte de un esfuerzo de enseñarles todas las capacidades de respuesta crítica y análisis que nosotros mismos poseemos. Bibliografía del autor BOJUNGA NUNES, Ligia. (1989) Mi amigo el pintor. Editorial Norma. Bogotá. CANTEROS; Laura. (junio 2005) www.revista planetario.com.ar. Citada por CÓRDOBA; Armida María; SANZ, María de los Ángeles . (Junio 7, 2006) lunateatral.blogspot.com/2006/06/grupos-deteatro-para-nios-1990-2005.html CERVERA; J. (1997) La creación literaria para niños. Ediciones Mensajero. Madrid. DAHL; Roald. (1975) Charlie y la fábrica de chocolate. Editorial Alfaguara. Barcelona. Ilustraciones de Quentin Blake. FINN GARNER; James. (1997) Más cuentos de hadas políticamente correctos. Editorial Océano. Madrid. GOLDBERG, Jacqueline. (1993) Una señora con sombrero. Caracas. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Ilustraciones de Cristina Keller. KURUSA. (1981) La calle es libre. Caracas. Ediciones Ekaré. Ilustraciones de Monika Doppert MACHADO, Ana María. (1994) Niña bonita. Caracas, Ediciones Ekaré. MAYOBRE, María F. “¡Que no me coma el lobo!” Revista Plátano Verde. Número 13, 2007. Venezuela. (Dossier dedicado a la Literatura Infantil y juvenil) MCGILLIS, R. (1998) “El encanto de lo imposible: Sin niños, sin libros, sólo teoría” en Un encuentro con la crítica y los libros para niños. VVAA. Ediciones Ekaré, Caracas. 2001. NAVAS; G. (1988) La lectura ¿obligación para la libertad? Ediciones IPAS-ME. Caracas ROWLING, J.K. (2000) Harry Potter y la piedra filosofal. Editorial Salamandra. Barcelona SENDAK, Maurice. (1999) Donde viven los monstruos. Editorial Altea. Madrid. Ilustraciones del autor.
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TABUAS; Mireya (1999) Cuentos para leer a escondidas. Monte Ávila Editores Latinoamericana. Ilustraciones de Idana Rodríguez VAN ALLSBURGH, Chris (1993) La escoba de la viuda. Fondo de Cultura Económica. México. Ilustraciones del autor. American Library Asociation ALA. The 100 most frequently challenged books 1990-2000. (www.ala. org/oif/bannedbooksweek
Cósimo Mandrillo (Maracaibo, 1951). Licenciado y Magíster en literatura venezolana por la Universidad del Zulia (Venezuela). Doctor en literatura hispanoamericana por la Universidad de Iowa (EEUU). Ha publicado entre otros títulos y artículos: Víbora y Barro: acercamientos a la obra de Gustavo Díaz Solís; Literatura zuliana siglo XIX. De los inicios a Ildefonso Vázquez; Antología poética de María Calcaño; Migra; Poemas de lengua brava; Parte de guerra; El Árbol de jugar; El mundo es una piedra y La ciudad de Udón.
Alicia Montero, Sandra Comino, Cósimo Mandrilo y Pedro Téllez.
Alicia Montero (Zulia). Licenciada en Letras y Magíster en literatura venezolana por la Universidad del Zulia (Venezuela). Profesora de literatura infantil en la escuela de Letras de LUZ, Coordinadora de extensión de esa escuela. Promotora cultural y narradora de cuentos. Produjo y condujo por nueve años el programa radial “Cuentos y cuentistas” Transmitido por LUZ FM.
Público asistente.
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Los ilustradores al banquillo Ponentes: Coralia López, Oswaldo Rosales. Moderador: Carlos Ildemar Pérez.
El proceso de ilustrar Oswaldo Rosales
Al ver una ilustración de un libro álbum, estoy seguro que más de uno de ustedes se ha preguntado cómo se hizo dicha ilustración. Por ello, hoy les quiero explicar, brevemente, el proceso de crear una ilustración para un libro. En este caso en particular se trata de la imagen para el poema “El gallito azul”, del libro “Huellas en el aire”, del Fondo Editorial Artemis, escrito por Diana Abreu. Al leer el poema, encontré dos detalles claves: uno, que se contaba una serie de eventos sucesivos y dos: que se nombraba el agua como escenario de los mismos. De allí surgieron varios pre-bocetos, de los cuales el que me satisfizo más fue la figura 1. Quise usar la imagen del agua (un río que fluye) como un escenario donde ocurría la sección de eventos, así que usé un punto de vista alto, para que el agua ocupase toda el espacio. En ese espacio ubiqué al gallito azul, en sus diferentes situaciones, comenzando desde arriba a la izquierda, y bajando hacia la parte derecha inferior (siguiendo la dirección natural que tenemos para leer un texto.) En la figura 2 los elementos están más definidos, y entra en escena el poema. Ya que el poema habla de eventos que se suceden en el tiempo, y el agua misma fluye, así que le di al poema una forma sinuosa, como algo llevado por el flujo del agua. En un principio inserté una viñeta al final del poema. Dicha viñeta ilustraba un detalle de un suceso. encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 17
En la figura 3 se observa que los elementos se han limpiado aun más y he añadido detalles que creí necesarios, tales como la cola del pez, y el rastro de agua en el aire que deja su salto. La viñeta al final del poema está más clara, pero a la editora y a mi nos pareció que interrumpía el “flujo” del poema, y rompía con la ilustración total, la cual, aunque parece una sola imagen, en realidad está compuesta por una serie de viñetas muy sutiles. Así llegamos a la ilustración final, figura 4, donde todos los elementos han sido coloreados, y a toda la imagen se le ha colocado una especie de velo, al cual se le han dejado abiertas una serie de ventanas que señalan detalles claves de la escena, relacionados con el poema. Oswaldo Rosales (Valencia, Venezuela). Artista plástico, ilustrador y diseñador gráfico. Licenciado en Artes del Instituto Universitario de Artes Armando Reverón. Se ha desempeñado como ilustrador de libro de textos, revistas y periódicos. Ha ilustrado libros para niños en editoriales como San Pablo, Isabel de los Ríos, Florilegio, Editorial Usiakuri, Fondo editorial Artemis, Monte Ávila editores, Publicaciones de El Nacional y Alfaguara infantil en Venezuela, y High Seas Publishing, en Colorado, EUA. Mención Honorífica en el Premio Nacional del libro 2005 al Mejor libro de literatura para niños y jóvenes por Florindo y Dorabella y Premio Nacional del libro 2005 al Mejor libro con nuevos soportes por “Kane’wa, el árbol que daba sed”.
El papel del diseño gráfico en la edición de libros Coralia López
Aunque este foro se titula “Ilustradores al banquillo”, yo quisiera referirme hoy sobre todo al trabajo del diseñador gráfico en los libros para niños. Considerando que en este género, donde abundan libros hermosos y audazmente confeccionados, donde se evidencia el acertado desarrollo tipográfico y la correcta y armónica utilización de los espacios, les mostraré algunos ejemplos comparativos donde con la misma ilustración y el mismo texto se pueden hacer composiciones completamente diferentes. Una “buena” y una “mala”. Los ejemplos “buenos” (A) pertenecen a dos editoriales venezolanas: Camelia ediciones y Monteávila editores y a la editorial española Oqo. En éstas páginas se le da su justa importancia a cada elemento, mientras que la variación que presentamos (B) aporta elementos innecesarios, colores y tipografías que “compiten” con la ilustración, un desarrollo tipográfico de difícil lectura, etc. De lo que se trata entonces es de comprender que en un libro para niños, o en cualquier libro, una hermosa ilustración puede ser opacada por un mal diseño. Y que si éste no se convierte en vehículo comunicacional efectivo terminará creando una barrera entre el lector y el libro mismo, donde todo esfuerzo anterior al proceso de diseño, será en vano. Esto nos lleva a la pregunta inicial sobre si es realmente importante el diseño gráfico. Mucho se ha escrito sobre este tema. Han surgido preguntas sin respuesta como que si el diseño es arte o no, que si el diseño cumple una función social, etc. Pero más que esto, lo ideal sería lograr que el diseño gráfico fuera apreciado en todo su valor dentro de los procesos comunicacionales en los que participa.
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La entrega del Doctorado Honoris Causa al diseñador gráfico Álvaro Sotillo por la Universidad Católica Cecilio Acosta quizá sea una señal de que sí se está reconociendo la importancia del diseño gráfico en Venezuela. En el discurso de ese acto se destacó que “por primera vez a un diseñador gráfico le será conferido el título de Doctor Honoris Causa, este honor recae en la persona de Álvaro Sotillo, quien nos ha enorgullecido por ser el único Americano en ser nombrado ganador del Premio Gutemberg, otorgado en 2005”. Además se agregó que “El diseño gráfico contribuye, no sólo a hacer grande al país, mejorando su estética, creando cultura, sino que además tiene la muy loable misión de mejorar las comunicaciones entre los seres humanos”. Por otro lado, cuando revisamos el pensum de un Máster en diseño gráfico, podemos ver asignaturas cuyos contenidos varían desde: Características y evolución de la tipografía, espacio y formato, clasificación de la tipografía, tipología de la tipografía, fundamentos tipográficos, interlineado e interletraje, calibración de textos, normas visuales, malla de construcción, posiciones relativas, versiones prohibidas, desarrollos modulares, tracking y kerning, etc. O cuando en un master en edición se habla del diseño de libros, clasificándolos en libros de lectura lineal, de lectura informativa, libros de texto, libro infantil y libro objeto; podemos pensar que se trata entonces de un oficio que requiere, sin lugar a dudas, de conocimientos especializados. El diseño gráfico cumple una función vital en el proceso de la comunicación, trátese de libros, periódicos, avisos publicitarios o cualquier producto de cualquier medio impreso. Yo lo compararía con la música en el cine: crea la atmósfera que complementa lo que se quiere transmitir y su función es hacer el mensaje más efectivo. encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 19
La tecnología ha cumplido su función de facilitar los procesos en el área del diseño gráfico, pero también ha contribuido a la creación de imágenes elaboradas simplemente desplegando los muchos efectos que se pueden lograr con los programas de diseño “al alcance de todos”. Esto ha ido desplazando a la “idea”, al concepto, a la forma y al proceso comunicacional en sí para convertir a los diseñadores, en muchos casos, en simples transcriptores del texto, donde su “aporte” se reduce a la aplicación de unos cuantos efectos que son entendidos por muchos como el “diseño”. El reconocimiento de la profesión de diseñador gráfico como realmente importante y valiosa en los procesos comunicacionales comienza porque los propios diseñadores sean autocríticos, se conviertan en investigadores del área y en no olvidar que a pesar de que ejercen una profesión sin reglas claras ni soluciones únicas, esto no significa que deba permanecer como un oficio poco valorado. Hace algunos años en la revista Imagen (Nº. 100-121 de Marzo de 1997) encontré un texto firmado por el diseñador venezolano Iván Larraguibel, donde se plasma lo que, a mi modo de ver, es la manera como muchas personas perciben el trabajo de un diseñador gráfico:
pero estuve junto al creativo desarrollando el concepto desde el comienzo. Ah… ahora entiendo, tú dibujaste estas letras que están en grande. No, ¿te refieres a la familia tipográfica? No, tampoco, pero sí la escogí entre todas las otras familias de letras que existen. Y este pequeño dibujo aquí abajo ¿Tú lo hiciste? No, no, pero le dije al ilustrador qué era lo que se necesitaba y con qué técnica para que lo hiciera. Y esta cosita… cómo la llaman, eh, logotipo ¿tú lo hiciste?... tampoco, madre, esa es la marca de la compañía que promociona este producto, y eso ya viene listo. La doña queda un poco confundida respecto de qué es lo que realmente hace su hijo, y sobre todo por qué se da tanto crédito con el trabajo de otros. Coralia López Gómez Licenciada en Comunicación Social. Realizó estudios de diseño gráfico en el Instituto de Diseño de Caracas extensión Valencia y es egresada en Arte puro de la Escuela de Artes Plásticas Arturo Michelena. Ha ilustrado libros para editoriales venezolanas como La letra voladora, Playco editores, Publicaciones de El Nacional, Fundación Cenamec, Alfaguara juvenil y La barca de la luna. Para Yo sí leo editores de México y Editorial Vilatana de España. Recibió el Premio Nacional del libro 2006 al Mejor afiche que promocione el libro y la lectura por el “Primer Encuentro con la literatura infantil en Venezuela”.
¡Métanlos presos! Veamos lo que diría una doña de un trabajo realizado por su hijo diseñador, señalando la fotografía intervenida en el Adobe Photoshop: ¿Dibujaste esto? Contestaría: No, no es un dibujo, es una fotografía, y en realidad yo no la tomé, pero sí escogí al fotógrafo que la tomó y asistí a la sesión como director de arte del set, además de escogerla entre las tomadas, e intervenirla. Uhmm, dice la madre, ¿y tú escribiste este texto? No, replica, 20 encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela
La literatura va a la escuela Ponentes: Margot Pimentel, Carmen V. Carrillo, Francisco Ardiles, Mariela Peña, Victorino Muñoz, Niddy Calderón, Juan Manzano, Cleopatra Duvén, Moderadora: Laura Antillano.
La Lectura en tres etapas Carmen Carrillo, Margot Carrillo.
Hemos decidido comenzar estas notas con la mención de las tres interrogantes que constituyeron el inicio de una reflexión y la posterior realización de un proyecto, adelantado por los integrantes del Laboratorio de Investigación “Arte y poética”, de la Universidad de los Andes, Núcleo Trujillo, a propósito del asunto de la lectura: ¿Cuál es el valor de la lectura?; ¿por qué existe, en la actualidad, tanta preocupación por difundir la lectura en todos los niveles sociales y educativos?; ¿qué estamos haciendo en relación a la lectura? La lectura, comenta el filósofo francés Paul Ricoeur (1995), es una experiencia viva, que lleva al lector a una refiguración del mundo. Cada lector, dependiendo de sus necesidades, del capital cultural que ha adquirido en el proceso de formación, de sus gustos e intereses, busca un sentido diferente en el texto. La lectura es una actividad fundamental para la apropiación del saber, sin embargo no solo se lee con la intención de instruirse. La lectura también puede convertirse en un placer; cuando esto sucede, nos hacemos asiduos visitantes de esos universos que contienen los textos y podemos llegar a decir que nos hemos transformado en verdaderos lectores. A lo largo de nuestra experiencia lectora nos hemos encontrado con una diversidad de textos; algunos de ellos han sido catalogados por la crítica; otros han sido sacralizados y unos cuantos menospreciados, reivindicados o desacreditados; los lectores hemos transitado por ellos en circunstancias diversas,
con múltiples intenciones. Desde la experiencia, podríamos decir que hay libros que nos son indiferentes, otros nos conmueven, algunos nos incitan al diálogo, deseamos compartirlos, interpelarlos; con ciertos textos nos identificamos, otros los padecemos, los odiamos y los que más nos tocan emocional o intelectualmente, pueden llevarnos a la propia escritura. A partir del momento en que optamos por la docencia, particularmente en el área humanística, estar en permanente contacto con los libros se convierte en una necesidad imperiosa, no sólo para formarnos o actualizarnos, sino también porque, de alguna manera, en nuestras manos está el que nuestros alumnos se acerquen o alejen definitivamente de la lectura. En este sentido, Jorge Larrosa ha dicho: “El maestro de lectura es el que quiere dar a leer lo que él mismo ha recibido como el don de la lectura.” (Larrosa, 2003:30). Sin embargo, hemos observado cómo muchos niños terminan la primera etapa de la Escuela Básica sin saber leer: pasan por las aulas, apenas logrando un mínimo de destreza lectora, que escasamente corrigen en el Ciclo Diversificado; finalmente llegan a la Universidad con serios problemas de comprensión lectora, que perjudican considerablemente el proceso de formación profesional. ¿Será acaso que sus maestros no han llegado a sentir pasión por la lectura, o que tal vez no se la han sabido transmitir? Cualquiera que sea la respuesta, consideramos que ha llegado el momento de asumir el compromiso y ponernos en acción, con la finalidad de llegar al mayor número de personas involucradas en el proceso de
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enseñanza-aprendizaje, para que participen con interés y entusiasmo de la experiencia de una lectura comprensiva y placentera. En el Laboratorio de Investigación “Arte y Poética” del NURR estamos desarrollando una experiencia de lectura y escritura, a través de talleres en tres niveles etarios: un primer grupo lo conforman 12 niños entre 8 y 16 años, un segundo grupo de 30 alumnos de la materia “Lenguaje y comunicación”, en edades comprendidas entre los 17 y los 23 años, del primer semestre de la carrera de Educación en las diversas especialidades que el NURRULA ofrece; y un tercer grupo de 30 maestros de Escuelas Bolivarianas que hemos atendido, gracias a la invitación del CENAMEC a participar en el proyecto “Escribir es una ciencia”, coordinado a nivel nacional por la escritora Laura Antillano. En nuestro proyecto de promoción de la lectura hemos coincidido con Jorge Larrosa en que la literatura contribuye de un modo excepcional con la experiencia del aprendizaje (2004:25-54), de tal manera, decidimos desarrollar las estrategias de nuestros talleres de lectura y escritura, a partir de textos literarios. Iniciamos la actividad de los dos primeros grupos (niños y adolescentes por un lado y bachilleres cursantes del primer semestre por otro), con lecturas en voz alta de textos que consideramos podían atraer la atención de los participantes, o les permitirían conectarse emocionalmente con el material ofrecido. Pasamos luego a trabajar con textos que los participantes mismos propusieron. La actividad lectora se completó con comentarios, reflexiones, redacciones, cuentos y poemas de los participantes, todos ellos motivados por la lectura inicial. Nuestra intención fue convertir a estos incipientes lectores en los protagonistas de un encuentro, en el que se intentó destacar, de un modo especial, el carácter creativo de los participantes. En
algunas oportunidades, las aproximaciones a los textos motivaron identificación y en otras rechazo, mas nunca la indiferencia de sus lectores. Reiteradamente los chicos establecieron lazos de conexión entre el texto y su realidad, el texto y su experiencia personal. Nos llamó la atención el poco interés que manifestaron los estudiantes universitarios por los aspectos estéticos de los textos trabajados. Sin embargo se mostraron cautivados por los procesos analógicos y metafóricos, particularmente a partir de la lectura de poemas surrealistas, cuestión que les permitió manifestar su capacidad imaginativa y elaborar sus propias imágenes poéticas. Hacer de la lectura una experiencia lúdica nos permitió distanciarla del estatus académico que en principio parecía tener la actividad, aspecto que los jóvenes, en su mayoría, rechazaron. El juego de las anticipaciones resultó una de las estrategias más productivas para involucrar a nuestros lectores en el proceso imaginativo que esta actividad implica. Establecer hilos de conexión entre la literatura y otras expresiones artísticas, tales como la pintura, la escultura y el cine nos permitió ampliar los horizontes del texto hacia otras fronteras. Finalizada la experiencia, llegamos a percatarnos de que la percepción que los grupos tenían de la lectura, antes de iniciar la actividad, había cambiado radicalmente. Muchos de los participantes descubrieron su potencial creativo e imaginativo y mostraron gran interés por continuar ejercitando la lectura y la escritura. Conscientes de que los maestros ejercen la función de bisagra, puente o punto de convergencia entre el niño y el conocimiento, entre el niño y el mundo, consideramos que ellos requieren especial atención. La propuesta del CENAMEC nos permitió llevar a la práctica una serie de ideas que han venido nutriendo a nuestro grupo de investigación; entre otras
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proponer, desde la Universidad, la realización de una serie de actividades que atiendan, en primer lugar, a las necesidades de formación de los maestros en ejercicio, en el área del lenguaje; pero que además fueran percibidas por los docentes, como una oportunidad de abrirse a experiencias nuevas, en el ámbito de su cotidianidad y de su trabajo. Nuestra propuesta llegó a considerar lo que, más por razones metodológicas que por otra cosa, llamaremos los tres ejes fundamentales de la actividad: El primero, el de la sensibilización de los involucrados en el proyecto; quienes, junto con los padres, resultan ser los mediadores fundamentales del proceso de formación de los escolares. Este aspecto fue tratado mediante recursos distintos, en los que incluimos lecturas de textos poéticos, narrativos, y la revisión teórica de algunos aspectos relacionados con el arte, la literatura, la ciencia en particular y el lenguaje en general. De igual modo, seleccionamos distintas estrategias mediante las cuales buscamos que el maestro descubriera que la lectura y la escritura pueden llegar a convertirse en acontecimientos extraordinarios, en los que la sensibilidad, la manifestación subjetiva o emotiva del ser humano son un espacio fértil y auténtico para la creación. Con ello, alcanzamos también a comprender que la lectura y la escritura nos pertenecen, cuentan cosas que nos acontecen, que nos conmueven y nos hacen ver el mundo desde una perspectiva que trasciende el ámbito de lo circunstancial o de lo ajeno. Al respecto, el ensayista y poeta Douglas Bohórquez, quien, entre otros, ha sido parte del proyecto, nos comenta: “En mi intervención, quise hacer hincapié en que la lectura de un texto literario, digamos por ejemplo, un poema, tiene que ver con un aprendizaje en la sensibilidad, con la formación de un gusto literario, con el hacer
de la lectura un placer, más que una disciplina que se deslice en lo meramente informativo.” El segundo aspecto al que los seis docentes involucrados en la actividad dimos extraordinaria importancia fue el del reconocimiento del lenguaje como modo fundamental de ser y estar en el mundo, cuya naturaleza vital impide tratarlo como un objeto ajeno a la experiencia del ser humano. Con ello buscábamos que los maestros llegaran a descubrir que la enseñanza del lenguaje es un proceso que en ningún caso puede ser tratado exclusivamente como objeto de estudio; que tanto el maestro como el niño deben percibir que toda actividad relacionada con el lenguaje tiene que ver con su propia experiencia, con sus necesidades, con su modo de incorporarse y ser en el mundo. Que el lenguaje es el puente de oro y plata que nos permite ser con el otro, con el mundo y con uno mismo. Desde esa perspectiva, la experiencia de la lectura y la escritura la vimos, entonces, como otra realidad: no como un conocimiento posible de transmitir mediante un método; no como vehículo de información; tampoco como un instrumento de esos que instituyen verdades únicas o definitivas. De tal modo, llegamos a valorar el trabajo con el lenguaje como una actividad fundamental para la formación integral de los alumnos y la nuestra propia. En este sentido, el arte, y particularmente la literatura, se convirtieron en un material de extraordinario valor, dada su naturaleza imaginativa, creativa y fundamentalmente humana y sensible. A propósito del título del taller, “Escribir es una ciencia”, el filósofo y poeta Aníbal Rodríguez comentaba en su intervención en el taller: “Escribir es Ciencia y Arte a la vez. Es necesario que los maestros y sus alumnos comprendamos que sólo por el uso adecuado y creativo del lenguaje es posible comunicar
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y, lo que es mucho más importante, crear nuevos conocimientos.” Como tercer eje de nuestro trabajo, tomamos la disposición o manejo de estrategias para hacer de la lectura un acto de interpretación y de la escritura una forma privilegiada de escenificar el mundo, la historia, la realidad, la tradición o la memoria. Con ello pretendimos que los participantes reconocieran que, dentro de la libertad que la imaginación y la creatividad artística promueven, el texto posee en sí mismo una lógica, una organización o una “arquitectura” posibles de reconocer y factibles de aplicar como punto de partida o “pauta de creación” de un texto; planteamiento válido para familiarizar o acercar al lector o escritor de poca experiencia al mundo del lenguaje literario. Una serie de ejercicios de lectura y escritura, ligados a la experiencia afectiva, personal, perceptiva, sensorial o lógica de los presentes, sirvieron a modo de motivación o punto de partida para la preparación de textos de distintos géneros (autobiografía, cuentos cortos, textos poéticos, crónicas, memorias, etc.). La experiencia previa, la memoria, la imaginación, lo dicho o escuchado por otros constituyó el material más preciado de sus propuestas. Hemos hecho énfasis en esto que hemos llamado ejes de nuestro trabajo, como una forma de sintetizar, pero a la vez de evaluar la actividad realizada: a su manera, desde su propias palabras, a partir de cada una de sus experiencias, hemos percibido que nuestros participantes más que manejar conceptos, estrategias o recursos, han llegado a incorporar esas nociones a la práctica personal y a la docencia, en algunos casos. No obstante, el tiempo de trabajo ha sido insuficiente. En nuestra última sesión llegamos a constatar como la formación en estas lides del lenguaje es cuestión de tiempo, de mucha lectura, de reflexión y de escritura.
En su intervención en el taller, el poeta Eduardo Zambrano Colmenares insistió en el hecho de que “la literatura es histórica, es decir, que los modos como se escribe, se piensa o se imagina un tiempo, un espacio o el mundo no son para la literatura o para el arte un acontecimiento aislado de su historia, de su tradición, de los acontecimientos que rodean o envuelven al texto”. De igual modo, la lectura es histórica, en la medida en que el lector es un ser atravesado por la tradición y por el tiempo: su tiempo y el de los otros. De estas enriquecedoras experiencias, finalizaremos citando una reflexión de Martín Heidegger, quien, al momento de pensar en lo que él siempre fue, un maestro, dice de un modo extrañamente sencillo, para su estilo (Heidegger, cit. por Larrosa, 2004): “Enseñar es aún más difícil que aprender [...] no porque el maestro deba poseer un mayor caudal de conocimientos. Enseñar es más difícil que aprender [sobre todo, cuando del lenguaje se trata] porque enseñar significa: dejar aprender.” BIBLIOGRAFÍA Larrosa, Jorge. (2003). Entre las lenguas. Lenguaje y educación después de Babel. Barcelona: Laertes. (2004). La experiencia de la lectura. México: Fondo de Cultura Económica Ricoeur, Paul. (1995). Tiempo y narración. México: Siglo XXI.
Margot Carrillo Pimentel Docente e investigadora de la Universidad de Los Andes, Núcleo Trujillo. Es doctora en Letras, egresada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado El sentido de la modernidad en Cubagua (1995) y Certezas e invenciones del pasado (2007).
Carmen Virginia Carrillo Licenciada en Letras de la Universidad Católica Andrés Bello. Mágister en Literatura Latinoamericanan (ULA). Docotora en lengua y Literatura, Universidad de Murcia, España. Ensayista. Autora de La Modernidad en la poesía de Antonio Arráiz (1994).
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Leer al derecho y al revés Francisco Ardiles
Un lector es una persona que entiende lo que lee. Es quien se sorprende frente al descubrimiento de la comprensión. Es aquel que puede llegar al otro lado de las cosas a través de un texto. Un lector es un sujeto atrapado, seducido, entregado al libro en cualquiera de sus presentaciones, poesía, novela, ensayo, cuento infantil, con imágenes o sin ellas, juvenil o más que adulto. Es un ser humanizado por el poder de la interpretación. Es alguien pleno, avezado y abismado en la caída libre de la montaña rusa de las palabras. Es un ser sin edad, suspendido en el limbo de las verdades poco evidentes. Si una persona, sea un niño o un adulto o de la tercera y la cuarta edad, lee con dificultades, todavía tiene mucho que aprender, porque está apenas entrando a la plenitud del dominio de la lectura. Los tropiezos limitan la compresión del argumento de la historia que se relate en un texto, pues todo texto escrito, sea poético, argumentativo o narrativo goza de un sentido del contenido y de una cadencia, que le viene dada por el que está leyendo. Hay lectores que dejan entrever las fisuras de su naturaleza lectora, las cuales se reconocen cuando se hace notar como se le diluyen los significados, se le escapa el sentido y se le muere en sus manos el ritmo de la lectura. ¿Cómo se llega a obtener la plenitud en el acto de leer entonces si al parecer es tan difícil? Pienso que imitando a los deportistas que practican incesantemente el mismo movimiento. Como en este caso no hablamos del baloncesto o la natación la analogía de la actividad se haría leyendo y leyendo. Pero ¿leyendo qué? Ah ese otro problema. En principio lo que sea. Variados textos están a disposición. Se han escrito los que hacen pen-
sar en lugares, situaciones y temas distantes del espacio rutinario, secuencial, invariable y cotidiano de esta realidad citadina y alocada. Yo aconsejaría comenzar por estos para distraernos. La realidad es dura, repetitiva, cansona, panzona y hasta aburrida, por lo tanto es un deber releerla con una vuelta de tuerca, de la noche a la mañana. La lectura de un libro no se parece en nada a la vida, ya que en la mayoría de los libros de literatura la realidad de la vida se pone en entredicho. Los mejores libros, esos que consideramos clásicos (aquellos que le han dicho y dirán muchas cosas interesantes a todos lectores que viven, han vivido y están por nacer) son los que la contradicen, los que se le rebelan y se sirven de ella para alimentar la imaginación, el juicio y el pensamiento. Leer es un perfecto dispositivo de expansión que permite evadir lo irrespirable, es una especie de rebelión pacífica que otorga a quien la asume la posibilidad de moverse sin cambiar ni de lugar ni de ropa. La verdadera máquina del tiempo es el libro, porque si no se tiene dinero suficiente para comprar un boleto a París, se lee una guía turística de París, y al hacerlo se viaja a París en libro y leyendo el mundo. Si no se quiere vivir más en casa se toma por compañero el tomo de Los viajes de Gulliver y se conocen personajes maravillosos de lo lindo. Entonces, estaremos de acuerdo en que la lectura es un magnífico método de desplazamiento, de respiro, de gimnasia mental. Pensemos en la lectura como el acto por medio del cual un prisionero puede dejar atrás la celda que lo constriñe, el acto liberador por excelencia, y además, el más barato que existe. La excusa para darle rienda suelta al vicio de leer se encuentra por todos lados, en todos
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los sitios a los que vayamos, obligados o por voluntad. Si nos fijamos bien en el asunto, veremos como las palabras están regadas por todas partes para darnos la oportunidad de leer a todas horas. El mundo es un desorden de palabras, un botadero de ellas, y esas señoras con paraguas son las habitantes que pueblan la mente humana. Están al pie de las pantallas del cine y en las revistas de comiquitas. Se consiguen en las carátulas de los libros, en los afiches, en los tomos para colorear, en los álbumes de fútbol, en los chistes cortos, en los más groseros y en los menos, en los almanaques, en los celulares, en los baños, en las aceras y hasta en los carteles de los sueños. Están en los patios del consciente y en los baúles del inconsciente. Son las que socializan al hombre y lo integran en la sociedad. Para llegar a ellas simplemente hay que abrir los ojos y leer. Esa es una buena manera de comenzar a desplazarse y de comprender un mapa. Así, sin predisposición, podemos dar el primer paso en una acera, y empezar a deslizarnos de valla publicitaria en valla publicitaria, de historieta en historieta, de mensaje en mensaje hasta que llegue la respuesta del que viaja sin saberlo, sin moverse del asiento del carro, sin pisar una librería, sin prisa pero sin pausa, distraídamente y sin predisposición, sin siquiera salir de la cocina. Ese es un buen primer paso, después sucede que, así como se va encontrando azarosamente ese elemento que dispara el apetito lector primigenio, se va encontrar un libro, ese objeto rectangular que diga en la portada Sandokán, o Los viajes de Gulliver, o en su defecto Piedra de mar, o simplemente La historia de un caballo bien bonito, que se comía las flores de todas las vecinas por la vereda. Lo importante es que al comienzo de todo haya sitio para los libros, que haya una
cesta en el baño, que haya muchos libros en los estantes de las casas, en los rincones de los colegios, en las paredes de los salones, en los asientos de los carros. Lo importante es que uno se tropiece con ellos por distracción, que los pise por descuido, que los aplaste por mala intención, que los recoja por educación o por vergüenza, que los empiece a leer por curiosidad y los termine por placer. Jorge Luis Borges decía que un lector que no lee por placer no es un lector. El significado de esta frase es muy importante; porque si pensamos que se hace lo más fútil, lo más trascendental y hasta lo más anodino por el placer, cuál es la razón por la cual no se pueda buscar un libro con la misma intención soterrada. Se come chicle por placer y se llega al Everest por algo parecido. Para despertar ese placer resulta que se debe crear un poco de expectativa, de desorden en este mundo de parcelas y estanterías, y empezar a dejar los libros como tirados a la buena de Dios, esperando, en una especie de estado de latencia, la fortuna de un potencial lector desprevenido. Nada de botarlos, nada de olvidarlos, nada de dejarlos encapsulados en el frío de Internet. Hacerlo sería cometer un crimen, no imperdonable pero un crimen al fin, que no se puede y no se debe permitir. Hay que editar libros de todo tipo y luego comprárselos a nuestros amigos, a nuestros hijos, y hasta a la mujer con la que vivimos. Libros que cuenten historias, que toquen los lados magníficos y los lados dolorosos de la vida. Hay que regalarlos el día del santo, el día del cumpleaños, el Día del Niño, el del perrito, el Día de la Madre, el día especial que está por inventarse. Hay que exhibirlos en los consultorios médicos donde la gente se muere del fastidio y no sabe que hacer con la revista Vanidades entre las manos. Hay que donarlos, colocarlos en los baños para atrapar
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al más despistado de los hombres. Hay que llevarlos en camiones a los preescolares. Esa es la única misión. Esa es la única consigna política que nos merecemos hoy. Compartir la maravilla del libro. Nada de ordenarlos por tema, ni por edad, target, rango, tamaño, lector, que cualquier tema es bueno y la edad es lo de menos. Nada de enmarañarlos con nuestros escrúpulos. Nada de embadurnarlos con nuestros prejuicios ni con nuestra mala conciencia. Un muchacho que comienza el bachillerato lo mismo puede leer la historia de una prostituta como la de una santa, la de un loco como la de un reformista. En su casa y con sus amigos ha aprendido bastante de esos temas. Lo importante es que se viaje por el mundo de las páginas sin boleto de salida ni de llegada, y sin prescripciones adulteradas. En Venezuela la gente lee muy poco. Y aquellos que lo hacen sólo se atreven a leer El Mundo que se le atraviesa pero no a dar el paso siguiente, el que está más allá de la prensa, del día a día colectivo, el que tiene que ver con el viaje de las páginas del libro de ficción, o de poemas. En Venezuela la mayoría de la gente lee por encargo, por campaña publicitaria, por recomendaciones académicas, por intereses instruccionales, institucionales, por ética, por la moral de las luces, por aburrimiento casero, por gentileza, por la vecina, por apantallar en medio de un café, por que lo vean, por meterse una dosis de autoayuda, por los lentes a lo “Harry”, por el orden de la lista del colegio, por el dinero invertido en las copias del postgrado, y eso es así, supongo, porque en cierta medida la gente ha perdido la curiosidad, y dicen por ahí que la curiosidad lo es todo. Y que si me dices qué es lo que te llama la atención te diré quién eres, y si me dices qué te da placer te lo digo en privado o al oído, pero te lo digo también.
Este malestar que produce la lectura entre nosotros tiene un síntoma, la indiferencia. Síntoma que ha traído como consecuencia la falta de lectores en nuestras aulas; con buenos maestros, cariñosos maestros, responsables maestros, entregados maestros, puntuales maestros, bien vestidos maestros, pero sin lectores maestros. ¿A qué puede deberse esto? A que en la educación inicial el sabor del saber de la lengua es lo que menos importa. Al hombre el simple acto de alimentarse se le decora con la gastronomía, así es como le pasa desapercibido el principio de una necesidad que responde al llamado de la supervivencia. A este mismo hombre la sexualidad le ha entrado con inventos fabulosos de la imaginación, con misterios y claridades, con olores y perfumes, con la metáfora de lo erótico para que le plazca lo que le salva, es decir lo que le asegura la continuidad en este mundo. Al niño, pienso yo, y por lo tanto esto no es una regla infalible, se le podría ayudar a establecer un vínculo con los libros tomando en cuenta un principio parecido al de los previamente citados. Se le debería acercar el libro macerado en un halo de fascinación perfumada e irresistible. Pero, y esta es una vieja canción de Perogrullo ¿Si los padres de un muchacho no leen y los profesores tampoco, y la tía y el hermano, y el padrino, y el amigo del amigo que le presentó el otro amigo, no lee, cómo se va aspirar a que se convierta en un lector pleno? Tal vez haciendo uso de alguno de los hechizos del libro de Mandrake, que según dicen, está perdido. Si en los colegios no hay bibliotecas, o sólo llegan bibliotecas rodantes una vez por semana, esto es una tentativa improbable. Si las bibliotecas son simplemente depósitos de sobrantes polvorientos, que dan miedo o alergia, y no tienen un sofá para tirarse, cerca
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del cual una bibliotecaria o un bibliotecario, ofrecen libros de lo que sea, sin excusa, sin consejos moralizantes y sin censura ¿cómo se quiere que la gente lea? Si no hay librerías o cuando las hay sólo encontramos libros de autoayuda que le dicen al incauto lector que alguien le robó su queso, ¿cómo aspiramos a que la gente piense y reflexione? Sabemos que los caminos de la perfección se acabaron de alguna manera, que los caminos del bien y del mal están puestos en el tendedero de la duda. Entonces, tomando en cuenta esa situación irrevocable, propongo que hay que arriesgarse un poco, que no hay que guiarse por el miedo, y que no es la solución responder al problema con la coartada hipócrita de que eso no solamente afecta a la cultura sino al futuro del país. Replico a ese lugar común con otro que para mí es más trascendente: hay que pensar en la lectura como en algo imprescindible, como lo único que nos protege de los que no creen en la autonomía del sujeto. Para ellos leer es un peligro que atenta contra las formas del discurso del poder porque nos hace dueños de lo que pensamos. Hay quienes tiemblan ante esa posibilidad. ¿Por qué? Porque si los seres humanos se acostumbran a ser los dueños de sus palabras, el sistema que los obliga a comprar y comprar toda la basura que se vende en cuanta tienda se yergue por allí, a resignarse con un control remoto en la manos y a repetir patrones, gestos y modismos, pierde su poder. A la hora de leer desconfío del término “seleccionar”, porque toda elección supone una serie de prejuicios ideológicos, morales y didácticos supeditados a proyectos de estado y cosas por el estilo. Decir que tal libro es bueno y tal otro es malo puede obedecer a prejuicios conceptuales, políticos, sociales y hasta del lenguaje, que siempre son peligro-
sos. Leer debe ser un acto de atracción. Debe ser como los actos de amor que no son otra cosa que actos de rebeldía. Decirle a un joven, a un adolescente, a un amasijo de nervios que está buscando su lugar en el mundo, o a un niño que es otro amasijo pero de preguntas, que por ninguna razón debería leer tal libro, pensando en los cuentos de Liendo, obedece a un punto de vista demasiado subjetivo. Los parámetros de calidad y tolerancia que tiene una persona son demasiado subjetivos para hacer las veces de una regla. Representan el criterio de valoración de una individualidad y como tal, no tienen que parecerse a los de las otras. Si un maestro está trabajando con un grupo de niños, pongo este ejemplo porque supongo que estarán pensando en un niño leyendo El Cocodrilo Rojo de Liendo, que no se lee en el sentido tradicional del término, es decir, con niños que son lectores en potencia pero no en hecho, este asunto de la libertad de elección debe tratarse con más cuidado pero nunca eliminarse. Por supuesto hay que seleccionar la lectura, pero tomando en cuenta que aquello que se elija represente un gozo, con su buena carga de sonoridad, visualidad y ritmo que le de placer al lector en ciernes, para que se entusiasme con lo que escucha, con lo que ve y con lo que interpreta. Si después este maestro, medio irresponsable, logra que algún muchacho desee leer en su casa algo parecido a lo que escuchó en el ambiente escolar, el trabajo del maestro está hecho y hay que pagarle una prima especial. Los libros que debemos regalar deberían estar cargados de intenciones. Las personas leen cuando consideran que los libros les hablan de su mundo, es decir, del universo de sus fantasías, de sus miedos y hasta de sus problemas. La gente no lee para encontrar una solución sino para sentirse identificada. Un libro tiene que ser un pedazo
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de vida que se lanza en medio de la nada para romper los límites de la vida. Un lector no se identifica con un libro solamente porque se sienta halado por la personalidad de un héroe, sino también por el universo simbólico que produce el texto, por sus oleadas de significación. Los personajes no tienen que ser necesariamente gallardos e invencibles. Pueden orinar, sentir miedo, salir corriendo y hasta decir mentiras, siempre y cuando después se arrepientan. Los personajes no necesariamente tienen que representar un ideal. Con que sean interesantes, ambiguos, complejos, asombrosos, y hasta contradictorios, basta. Para finalizar tengo que advertir que hay que tener mucho cuidado con idealizar a los libros. Un libro es un objeto cargado de historia que, independientemente en la época en que haya sido escrito, debe servirle al lector para encontrarse consigo mismo. Para pasar un momento agradable, para hacer respirar la imaginación, para movilizar las emociones, para sentir de todo: alegría, tristeza, desazón, irritación, rebelión y desesperanza. Para comprender la belleza, la ironía, el amor, el odio y la agonía que compartimos todos los seres humanos. Un libro también sirve para aprender de metáforas y metonimias, para memorizar palabras poco usadas o desusadas. Para tararear, paladear la musicalidad de la lengua madre. Para analizar la sintaxis, el lugar del verbo y la preposición. Para, en fin, conocer el mundo, Las Filipinas, Malasia, Estambul, Las Islas Vírgenes, Buenos Aires, la plaza Sucre y el Sambil, para conocer a los amigos, a Victorino Muñoz, a Laura Antillano, a Sergio Cabrera, a Fáver Páez y hacerle propaganda, a Monterroso y Cioran, a Rodari y a Aquiles Nazoa, para saber de los hábitos del poderoso, el bondadoso, el antropófago
y el onanista; para, en síntesis amplificar el encuadre de lo que somos. Si se mira desde este lado de la acera, leer un libro que se tiene entre las manos siempre será necesario. Por eso los maestros y los adultos están obligados a recurrir a ese compromiso, que tiene que ver con el hábito, con la práctica, con la intención, con la obligación, con la responsabilidad, con la tarea, con la adicción, la adopción, con la vocación, o con el destino de leer. Hay que recordar todos los días que sólo un lector hace lectores, y que todos los días mueren más lectores de los que nacen. Pasa lo mismo con los manatíes y los sacerdotes. Ya no hay tantos curas como antes porque la lectura es como la religión católica, todo el mundo la profesa pero casi nadie la practica. Es preciso hacer estas tres cosas: guiar, acompañar y sintonizar. ¿Cómo se logra eso? Con la honestidad y la pasión de un lector sincero. Más nada, lo demás son ilusiones, las pasiones de un jubilado. Francisco Ardiles (Valencia). Licenciado en Letras de la UCV, Magíster en Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo, Cursa el Doctorado en Ciencias Sociales de la misma Universidad. Escritor de poesía y ensayo, profesor universitario de la Maestría de Lectura y Escritura, Investigación Educativa (UC), y Literatura Latinoamericana (Pedagógico de Maracay). Además es Facilitador de la Misión Cultura y Profesor de Historia Contemporánea (FACES).
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La lectura “real” y la lectura en la escuela Rafael Victorino Muñoz
Quisiera hablar, inicialmente, del ambiente general en el que se desenvuelven las actividades que se desarrollan en el marco del Programa de Lectura y Escritura de la Secretaría de Educación, en los distintos municipios del estado Carabobo, y el espíritu que anima dichas actividades. Aunque el programa está presente fundamentalmente en las escuelas adscritas a la Gobernación del estado Carabobo, estamos tratando de proyectar nuestras acciones de promoción de lectura más allá de lo que hace la escuela, sobre todo porque queremos despojar a la lectura y a la escritura de esa limitación que le hemos atribuido permanentemente en las instituciones educativas: leemos porque tenemos que presentar un examen, porque tenemos que hacer un trabajo. Así que no es de extrañar que una persona, una vez que sale de la escuela (léase: la educación formal), cuando ya no tiene que presentar exámenes, no vea que otra cosa hacer con la lectura y la escritura, porque nunca conoció de sus posibilidades más allá de eso que los teóricos han dado en llamar el sistema de usos escolares del texto escrito, que es lo que ha prevalecido y, desgraciadamente, prevalece aún. No nos han mostrado entonces las posibilidades de los textos escritos dentro de ese otro sistema de usos, o más bien esos sistemas de usos: personales, sociales, culturales, comunitarios, como quiera que sea. Esto es lo que yo pienso con respecto a la promoción de lectura, pensando en lo que ocurrió en mi vida y en mi experiencia como lector, porque me considero un lector a carta cabal y eso lo creo por una razón fundamental: un lector tiene tantos recuerdos gratos
asociados con lo que ha leído como con muchas otras cosas; así como uno recuerda el primer beso, la primera bicicleta que tuvo, recuerda uno también la primera vez que leyó a Cortázar, por ejemplo. De igual modo, recuerdo la circunstancia cuando leí Las ciudades invisibles de Italo Calvino, estando en una cola de un banco. Cuando terminé de leer, miré a mi alrededor y pensé (acaso un poco soberbiamente) en todas esas personas que estaban a mi alrededor con un poco de lástima. Recordé, en este momento, un comercial de televisión, de una marca de equipos de sonido: una mujer aparentemente escuchaba algo de música con unos audífonos, mientras en nuestro televisor no se escuchaba nada, sólo el silencio; luego la mujer hablaba de las bondades del producto, pero al final decía: “si usted no se ha extasiado con un componente de la marca X, sólo ha escuchado la mitad del sonido”. Imaginé que no todas las personas que estaban a mi alrededor, en la cola del banco, habrían tenido la oportunidad de leer a Calvino, o habrían tenido una verdadera experiencia, vital y significativa y enriquecedora, con la obra literaria; en este sentido pensé que ellos han perdido una parte interesante e importante de la vida. Ustedes se preguntarán, por qué no le dije nada del libro de Calvino a la persona que estaba a mi lado en la cola del banco, por qué no se lo comenté, leí un fragmento. Pues, no lo sé. Pero ahora, ya no tan joven como en aquella época, pienso que hay una razón fundamental para mi silencio: yo llego a tener esa experiencia particular con Las ciudades invisibles no por el libro en sí, sino a través de un largo proceso, esto es, por todos los libros y todos los textos que antes había leído. Si alguno del público leyera ese libro, quizás no sería la misma experiencia. Yo llego, finalmente, a Italo Calvino, por-
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que un día comencé a ser lector, y comencé a serlo no con Calvino ni con Borges, menos aún con la Odisea o con Doña Bárbara, es decir, no me hice lector a partir de un material con el que tuviera contacto en la escuela, sino al margen de la misma. Y si revisamos el historial de muchos lectores, nos vamos a encontrar con situaciones similares. Yo comencé a interesarme por los textos escritos a partir de un cómic, Memín Pingüín. De allí pasé a las novelitas del oeste, a las policiales, a Agatha Christie y, por último, a la literatura propiamente dicha (sea lo que sea que eso signifique). Pero no sé si hubiera podido recorrer el camino a la inversa. Volvamos a la idea anterior, al hecho de que los que nos formamos como lectores lo hacemos al margen de la escuela o paralelamente a la escuela, a veces creería que aún a pesar de la escuela. En este sentido, confieso que a mí no me extraña que a los estudiantes no les guste leer; me extraña que pueda llegar a suceder lo contrario, que es más excepcional, que a los niños les guste leer, no obstante lo que se hace con la lectura y con los textos en la escuela. Hace poco teníamos una conversación con unos docentes promotores de las escuelas de Valencia adscritas a la Secretaría de Educación; discutíamos en relación con las diferentes concepciones de lectura (que si es una interacción, una transacción, una experiencia), y una maestra me preguntó cómo habría que hacer para que la lectura fuera una verdadera experiencia en la escuela. Yo le respondí que más bien había que preguntarse cómo hay que hacer para que no deje de serlo. En verdad, la relación que uno, en su vida, comienza a establecer con los textos, es significativa siempre, es experiencia siempre, de manera natural; así como se dice que de manera natural los niños, que se arrojan al agua, nadan.
Solo en la escuela la gente comienza a darse cuenta que no sabe leer, ¿no sabe leer? Sí, eso al menos le dicen los exámenes que hacen sobre el particular. A esos cómics, que yo leía y a los que leen los niños ahora, nos acercábamos de una manera natural, sin que mediara más interés ni más intención que el puro deseo de leer. Cualquier persona en cualquier lugar, lee el periódico, busca un anuncio sobre alquiler de lavadoras, se informa sobre la cartelera del cine, y resulta que sí entiende. El interés, entonces, del Programa de Lectura y Escritura está dirigido a enfocar nuestra atención sobre la manera como llevamos el proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura, para que este ocurra de una manera, como decía, natural, para que se parezca más a lo que el niño ya ha estado aprendiendo en su entorno, y que no se atrofie, pues, ese proceso, sino que se potencie. En suma, que la lectura en la escuela sea como la lectura real, es decir, que sea como eso que hacemos nosotros cuando leemos a solas en nuestra casa, donde quiera que leamos: en el baño, en la cama, en el estudio, en una hamaca. Respecto a la diferencia entre estas dos maneras de leer, podemos señalar, por ejemplo, algo que ya ha mencionado Pennac (con quien coincidimos plenamente): cuando terminamos de leer en nuestra intimidad, nadie nos pregunta qué entendimos, a ver si es verdad que entendimos. Si alguien me lo hubiera preguntado cuando terminé Las ciudades invisibles, por lo menos lo habría insultado. Daniel Pennac dice, más o menos, que nadie tiene el derecho de entrometerse, de interferir, en esa intimidad que nace entre nosotros y el libro. Otro asunto, es que en la escuela tenemos siempre la obligación de decir algo acerca de lo que leímos; claro, ésa es la mejor manera
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de “comprobar” que se ha leído y que se ha entendido lo leído. Como la comprensión no se puede ver, hay que hacerla visible; así como decía Galileo: lo que no se puede medir, hazlo medible. Y no hay como la escuela para andar midiendo las cosas. Pero, y si no me gustó la película, o el libro, si no me interesó, si no me pareció nada. Lydda Franco Farías decía que cuando los poemas no tienen nada que decir, no dicen nada. (Yo, por mi parte, confieso que nunca le he encontrado el chiste a Marcel Proust ni a José Lezama Lima; pero sí a Calvino.) De aquí se deriva la tercera diferencia entre una y otra forma de lectura. Podemos llamarla la estandarización del gusto. “Vamos a leer este lapso, todos, Harry Potter” (qué bueno que ya no estoy en la escuela). Quizás a mucha gente le gusta; por lo menos leen algo por iniciativa propia. Es una ilusión pretender que a una misma edad todos los que estamos en un salón de clases nos interesamos por los mismos materiales y los leemos a un mismo ritmo, de la misma manera, con la misma intención, y que lleguemos todos a la misma interpretación. Igualmente, imponer un único texto es imponer el pensamiento único. Claro, siendo la escuela como tal está muy masificada: masificados los programas, las evaluaciones, los salones llenos de niños; no hay tiempo para averiguar qué quiere leer cada quién. Es difícil también llegar a un acuerdo todos sobre qué leer. A la larga, los alumnos terminan sacrificando su interés en aras de que se cumplan los objetivos, o dejándose guiar por el docente que se supone sabe más. Y se termina distorsionando todo. Por el contrario, en nuestra realidad cotidiana, escogemos el libro que queremos. Lo compramos si queremos, comenzamos a leerlo cuando queremos, y si lo comenzamos y no nos gusta, lo dejamos. Ninguna de esas
libertades las hemos visto, todavía, en las instituciones educativas. Vaya usted a decirle a su profesor de Teoría y Análisis Literario en la Universidad que no quiere leer a Genette, sino a Lukács, porque usted es de formación marxista. “Lukács no está en el programa”, le dicen luego. Podría ocupar muchísimas páginas para enumerar las diferencias entre lo que pasa cuando leemos en nuestra casa y lo que pasa cuando leemos en la escuela, desde lo que leemos hasta la posición que tomamos, hasta lo que tenemos puesto cuando leemos. Pero más bien quiero, antes de finalizar, más allá de tales comparaciones, revisar un poco lo que hacemos en nuestra práctica como docentes promotores de lectura. Al respecto, nos encontramos con muchos docentes que nos preguntan por ese libro mágico o por esa fórmula mágica que haga el trabajo por nosotros, que abrevie el proceso para que nuestros estudiantes puedan convertirse, subrepticia y repentinamente, en unos lectores a carta cabal. “Tú, que has leído tanto –me espetó una vez una maestra– recomiéndame un libro para que mis hijos, que son adolescentes, se enamoren de la lectura”. Yo me confesé incapaz de tal prodigio: “Sí, tienes razón, he leído a algunos autores; pero no conozco a tus hijos”. Además de que debemos entender que el asunto es un proceso largo, que comenzó en mi caso con Memín Pingüín a los 7 años y ha llegado a Italo Calvino a los 30 y tantos, debemos tener esos dos saberes fundamentales: saber de libros y conocer a nuestros alumnos; me parece que estos dos elementos son más importantes que las técnicas que utilicemos, y no es que debamos ignorar las estrategias y acciones para promover la lectura, sino que no podemos centrarnos únicamente en ese saber meramente instrumental. Triste es que
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el docente conozca de estrategias, pero no sepa de libros ni conozca a sus estudiantes. Como Coordinador del Programa de Lectura y Escritura de la Secretaría de Educación, además de docente de una Maestría en Lectura y Escritura y de investigador de una Unidad en la misma área, estamos al tanto de esta situación, de esa condición de la lectura en la escuela. De allí que hemos asumido el compromiso de abordar la situación, en aras de dar un cambio paradigmático, un giro copernicano. Esto significa “atacar”, en el buen sentido, en varios frentes: comenzamos, el año pasado, a dar una serie de talleres dirigidos a los docentes, donde abordamos las concepciones que manejan, no sólo sobre el aprendizaje de la lectura y la escritura, sino sobre la promoción y sobre lo que estos mismos procesos significan en cuanto espacios de interacción social y cultural, así como sobre los usos. Es importante señalar que la meta fundamental del programa es promover el uso de la lectura y la escritura, “allende” las actividades escolares. Asimismo, hay otros frentes de batalla: los padres; nosotros estamos abogando por un aprendizaje de la lectura y la escritura que, necesariamente, va a entrar en conflicto con la forma como aprendimos nosotros y con la forma como aprendieron los padres de esos niños que están en las escuelas. Así que, si no estamos hablando el mismo idioma en cuanto a la manera de concebir este aprendizaje, podemos crear conflictos a los niños, pero no esa clase de conflictos que permiten replantear las situaciones y asimilar, sino conflictos de los que obstaculizan el aprendizaje. Así, a lo largo de esta campaña permanente de promoción que es nuestro Programa de Lectura y Escritura, hemos ido y seguiremos trabajando en los diversos frentes. Como decía, ya hemos trabajado en el frente docentes, ahora el frente padres, seguimos con la comu-
nidad y con los entes que hacen vida en torno al libro. Así, hemos establecido convenios de trabajo con la Red Bolivariana de Bibliotecas del Estado, con la Plataforma del Libro, con otras instituciones, como el Banco del Libro, empresas privadas, entre otros. Así, un día, cuando todo sea distinto, yo, al terminar de leer por vez número veinte Las ciudades invisibles de Calvino, me voltee a hablar con el que está a mi lado en la cola para cobrar la pensión y él, en lugar de comentar que la cola avanza muy lento o que hace mucho calor, me diga: yo no he leído ese, pero sí leí El castillo de los destinos cruzados. Cuando no haya una diferencia tajante entre leer en la escuela o fuera de ella, cuando seamos un país de lectores. Victorino Muñoz Egresado de la Universidad de Carabobo, en Lengua y Literatura y Magíster en Lectura y Escritura de la misma institución, en la que además ejerce como profesor, así como en el Instituto Universitario de Tecnología de Valencia- IUTVAL; fue Coordinador del Programa de Lectura y Escritura de la Secretaría de Educación del Gobierno Bolivariano de Carabobo. Ha participado como ponente y conferencista en diferentes eventos nacionales e internacionales, relacionados tanto con la literatura como con la lengua escrita. Narrador y ensayista.
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Taller “la poesía en el aula” Niddy Calderón
La escuela puede ser mediadora entre el niño y la experiencia poética, tanto de la escritura como de la lectura de poemas. Pero lo esencial es orientar al niño a vivir en poesía, orientarlo a mirar desde la poesía. Abrir la ventana a la imaginación a través de los poemas, puede mostrar al niño a la lectura y la escritura como un acto grato, de disfrute y que puede ser cotidiano en el aula. La escuela debe hacer de los poemas algo al alcance del niño y que lo acompañen en su proceso de aprendizaje de la lectura y la escri tura. Por ello uno de los talleres de formación y actualización a los docentes, dictados por el Programa de Lectura y Escritura de la Secretaría de Educación y Deportes (escuelas estadales) es La poesía en el aula. La poesía no se enseña, ni se aprende, se vivencia, se siente en el ritmo melodioso de sus palabras y la escuela tiene un papel importante en ese proceso. La propuesta de este taller es la de leer poesía, la escrita para niños y la que no se dirige a ellos, para así conocerla, disfrutarla y saber qué poemas llevar al aula. La poesía no sólo puede ser una aliada en los procesos de lectura y escritura, sino que ella contribuye a comprender el mundo desde la sensibilidad. La lectura descubre nuevos conocimientos, la lectura de poesía “eleva los niveles de conciencia” como dice el poeta Gustavo Pereira. Una conciencia de las cosas, de como es el mundo que nos rodea, de la sociedad en la que vivimos, sus características, su gente y en esta medida también nos ayuda a conocernos como individuos en relación a esa sociedad de la que somos parte. Creo que los docentes somos los principales promotores de la lectura y la escritura, pues se nos da institucionalmente esa tarea y quienes
estamos en esto por vocación, tenemos una natural inclinación amorosa y pasional a promover tales actividades. Ciertamente en la universidad no se nos enseña que estos procesos deben orientarse hacia el disfrute, más que al mero acto de adquisición de conocimientos. Es decir que la lectura tiene que ser primero un acto de placer, que conecte al niño con su interioridad, con la imaginación, con el juego, con la ternura y es precisamente allí donde la literatura y el docente, tienen un papel importante. Los cuentos y los poemas son el puente más corto para llegar a amar la lectura. Tal vez sí hacen falta talleres, especializaciones, y postgrados que nos alejen a los maestros de las practicas conductistas (la letra con sangre entra) de la repetición de la copia y el dictado en los cuadernos de nuestros niños. Copia, dictado y caligrafía y muchas veces como castigo, como si leer fuera un latigazo. Más estrategias, eso es lo que los docentes nos piden en los talleres que estamos ofreciendo en el Programa. Porque reconocen su limitación para hacer de la lectura y la escritura actos divertidos y fáciles de realizar. Esto por supuesto tiene que ver con que ellos a su vez no tuvieron maestros que les hicieran disfrutar de la lectura. En el último taller que dicté un maestro me dijo “veo que el taller es bastante dinámico, porque la verdad yo creía que esto de la poesía iba a ser bien fastidioso”. Agradecí mucho su sinceridad. Es que realmente existen tantos mitos sobre la poesía y los poetas, que han alejado un poco a los docentes y a la gente en general de la lectura de poesía. El taller se propone un objetivo muy sencillo: descubrir la belleza del lenguaje poético. Es poner en contacto al maestro con la poesía, mostrarle que existe, que es bella y es más cercana de lo que imaginamos. Octavio Paz dijo “el lec tor busca algo en el poema, y no es extraño
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que lo encuentre. Ya lo llevaba dentro”. Se refiere a la idea del texto como espejo, donde vemos reflejadas nuestras pasiones, nuestros desafectos, nuestras locuras y cada uno de los sentimientos que como humanos que somos, podemos, en algún momento vivir. Un poema u otro puede gustarnos precisamente porque nos mueve algo dentro, el poema que nos conmueve se relaciona con algo de nosotros. Sin explicaciones, la poesía sugiere, no explica el mundo, sino que lo presenta a través de imágenes. En el taller leemos y escribimos poesía. Un rictus particular aparece en las caras de los maestros al oír los poemas. Coloco muchos libros de poesía en una mesa y les digo que tomen un libro que les guste y luego busquen un poema que les agrade. Sin academia, sólo les pido que lo lean, nada de análisis literarios, nada de buscar metáforas o idea principal, nada de eso. En un taller en el municipio Libertador alguien leyó el poema Oficio puro de Víctor Valera Mora y me sorprendió ver la misma expresión en todas las caras. Extasiados es cuchaban las palabras de este poeta venezolano. Luego de la lectura les pregunto ¿por qué te gustó ese poema? ¿por qué escogiste ese? A veces descubrir porqué, puede ser más difícil que encontrar símiles o metáforas. No todos responden o no todos saben exactamente porqué. La respuesta es más sencilla de lo que parece. Se escoge lo que se relaciona con uno, lo que nos hace vibrar: reír, llorar, reflexionar, porque se parece a lo que levamos dentro. Por eso mismo luego de leídos los poemas, cada maestro debe escribir un texto usando una frase o una palabra de ese poema que leyó. La mayoría se asombra de lo que puede hacer, de lo que escribe. Porque quizás es la primera vez que se dan el permiso para escribir un
poema, un texto que contenga sentimientos más que pensamientos. Otro ejercicio de escritura que reali zamos en el taller es el del poema colectivo al que los franceses llamaron Cadáver exquisito. Por ser un ejercicio colectivo, aparta posibles inhibiciones frente a un ejercicio de escritura que debe hacerse y leerse en público. El ejercicio en grupo nos aproxima afectivamente como conjunto. Cada cadáver exquisito puede tener variaciones al trabajar con un tema en especial, partiendo de fotografías, de una palabra en particular, de animales o lo que el grupo prefiera trabajar. Este juego de palabras es muy sencillo y divertido, aplicable en el aula de clase a cualquier tema. Hablamos un poco sobre la forma en la poesía, el haiku, el romance, el soneto, el verso libre, la prosa poética y la copla son algunos de las que mencionamos. Lo importante es resaltar que la poesía se ha escrito de diferentes formas en cada época y borrar un poco aquel mito que señala que lo que “no rima no es poesía”. La idea del taller es ganar lectores de poesía, despertar el interés, mostrándoles que la escritura y lectura de poesía pueden ser tan cercanos, para que luego cada maestro o maestra pueda transmitir ese amor a la lectura de poemas a los niños de nuestras escuelas estadales. Bibliográfia Calzadilla, Juan. (1997). Manual de poesía para uso de talleristas. Caracas: Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe Jolibert, Josette. (1995). Formar niños lectores y productores de poemas. Santiago de Chile: Dolmen Ediciones Paz, Octavio. (1954). El arco y la lira. (2.ª ed.) México: Fondo de Cultura Económica Levertov, Denise. (1979). El poeta en el mundo. Caracas: Monte Ávila Editores.
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Pfeiffer, Johannes. (1986). La Poesía. (3.ª ed.). México: Fondo de Cultura Económica.
Niddy Calderón Licenciada en Educación, mención Artes Plásticas de la Universidad de Carabobo, como poetisa ha publicado dos libros: “Poesía una risa que se ríe de mí”(2005), Entre sus premios: Premio del X Concurso Nacional Literario Pedro R. Buznego, Mención de honor en el I Concurso Interuniversitario de Literatura Simón Rodríguez, Premio del Certamen Mayor de las Artes y las Letras del Ministerio de Cultura.
Público asistente.
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Las madres como promotoras del proceso de lectura Juan Manzano Kienzler
Una de mis primeras experiencias de lectura la viví hace aproximadamente treinta años, cuando aún podía ser levantado por aquella frágil mujer que me enseñó a conocer las pequeñas cosas que me rodeaban. Recuerdo claramente que al caer la tarde, mi madre me levantaba del sitio donde me encontrara y me sacaba al jardín para que observara un espectáculo inigualable: la danza de las golondrinas. En bandadas muy nutridas, las golondrinas volaban de un lado a otro en forma sincronizada y homogénea hasta que se desplomaban sobre un árbol, todas a la vez, como un montón de fragmentos de hierro atraídos por un imán. Hoy ya no se observa este espectáculo en mi pueblo, pero todavía siento el aleteo de esos pájaros en mi pecho cada vez que recuerdo esas escenas. En mi opinión esa fue mi primera lectura del mundo. Mi cuarto, en opinión de mi madre es un gran desastre: Una cama desarreglada, una computadora dispersa entre discos flexibles y discos compactos, un ventilador un poco empolvado. En un rincón cercano a la cama, existe una pecera con un Betta azul y, al lado de la pecera, se observan en perfecto desorden un grupo de cuchillas, pinceles, arcilla y esponjas. También en mi cuarto existe un gran espejo y una pared con una colección de cruces de arcilla de diferentes formas y colores. Mi habitación es la única de la casa que posee dos camas con diferentes funciones: una la uso para dormir; en la otra coloco los libros que utilizo en la Universidad y mis textos preferidos para la lectura. Siempre me pregunté qué extraño magnetismo atraía a mi sobrino menor a mi cuarto. En el mínimo descuido lo encontraba en la cama de mis libros curioseando y hojeando
mis textos. Una vez mi sobrina mayor me dijo que mi cuarto era como un espacio mágico para él. Mi sobrino siempre ha tenido colecciones de cuentos infantiles y un sinnúmero de textos que mi hermana le ha proporcionado; pero no, a él sólo le gustaban los míos. Uno en especial: Gerbasi, Vicente (1986). Obra poética. Biblioteca Ayacucho. Este texto, uno de mis preferidos, posee una portada dura color ocre y está recubierto por una hoja brillante que posee una pintura con muchos colores que representa una selva. Una tarde me dijo: - Tío, léeme un libro. Yo le contesté: - Bueno, déjame buscarte algunos cuentos que tengo guardados en la gaveta. Me dijo: -No, yo quiero que me leas este (y sacó el texto de Gerbasi). Para complacerlo, elegí un breve poemario llamado Los colores ocultos (1985), ubicado en la página 271, y leí algunos poemas como “caimanes”, “búho”, “cómo atrapar un tigre” y “viaje en avión”. El niño escuchó con atención todas las poesías. Ante el poder de seducción que este libro poseía ante mi pequeño oyente y, al observar los efectos de esta lectura en un ser que consideraba imposible estar tranquilo en un solo sitio durante cinco minutos, pregunté: ¿Por qué te gustan estas poesías? y él respondió: - Tienen colores, muchos colores. Mi abuela siempre los lee para mí. Entonces comprendí que mi madre, de nuevo, aprovechaba mi ausencia para utilizar mis pertenencias para distraer a sus terribles nietos. No realicé una protesta pública porque en esos días cursaba Seminario de la lengua y la profesora había asignado un trabajo que consistía en la elaboración de una propuesta pedagógica para la estimulación del desarrollo de habilidades para la lectura y la escritura en niños que, casualmente, poseían la edad de mi sobrino.
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Diseñé un pequeño taller que se llamó: Estimulación de la escritura a partir de la lectura de la poesía cromática de Vicente Gerbasi. Actividad dirigida a niños de cuatro a seis años. Trabajé durante cuatro sesiones con mi pequeño objeto experimental y los resultados fueron interesantes porque cuando le propuse que escribiera un texto parecido al que había escuchado, realizó textos con gran carga de imágenes y particulares matices que conservaban el eje temático y las isotopías de la poesía escuchada pero con léxico diferente y un toque un tanto personal. Pensé que eran buenas las reescrituras. Mi sobrino pidió colores para ilustrar su obra y así lo hizo. Cuando sistematicé el trabajo y lo escribí obtuve conclusiones significativas. Con esta experiencia, una de las más interesantes que he vivido, aprendí que la lectura en los niños no debe limitarse sólo a aquellos libros que nosotros creemos que ellos deben leer sino que la diversidad textual debe enriquecer sus encuentros con lo escrito; también pude comprobar la importancia de un ambiente lector porque en el “cuarto mágico”, durante mi ausencia, el niño tenía a la mano una gran cantidad de textos y de objetos con los cuales podía experimentar libremente y en mi madre encontró una gran cómplice que, sin saberlo, estimuló la lectura y enriqueció sus experiencias mientras que mi propia actitud al enterarme de la situación reforzó sus intereses. Esa fue una de las experiencias relacionadas con lectura y escritura que me ha enseñado más. Quizás por eso ahora dejo que mi sobrino entre a mi cuarto sin necesidad de que tenga un cómplice y probablemente ese primer trabajo y sus resultados me estimularon para establecer todo un planteamiento teórico que terminó convirtiéndose en el tema principal de mi tesis de grado, que por cierto, comencé a desarrollar la
semana pasada con mis alumnos de quinto grado. En cuanto a mi madre, olvidé mencionar que estuve tentado a establecer una protesta privada por la violación a mi espacio personal, pero recordé que de la misma forma me enseñó a observar las pequeñas cosas que integraban mi entorno. La escena de las golondrinas y el recuerdo de las veces en que, a escondidas, me dejaba entrar en el cuarto de mis hermanos mayores a curiosear todo lo que quisiera invadieron mi memoria. Creo que mi madre fue mi primera promotora de lectura y considero que también fue la primera que tuvo mi sobrino. Juan Manzano Egresado de la licenciatura en Educación, Mención lengua y Literatura, Magíster en Lecto-Escritura (UC), Doctor en Innovaciones Educativas (UNEFA), escritor, profesor universitario, coordinador de Lengua y Literatura del Colegio Sagrado Corazón de Valencia, Carabobo.
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Círculo de madres promotoras de lectura Cleopatra Duvén
Comenzaré echándoles el cuento acerca de mi experiencia con las madres promotoras de lectura. Todo empezó hacen cuatro años, lo recuerdo claramente aquel Jueves 27 de Febrero del 2003, previamente les propuse a mis colegas en el aula que invitaran a las madres de los niños y niñas a compartir una mañana en la biblioteca, les pedí que seleccionaran dos alumnos o alumnas por cada sección. Créame que me hubiese gustado ampliar la cobertura, pero se trataba de ocho secciones (dos preescolar y seis de I etapa de educación básica) y cada madre asistiría con niño o niña, lo que implicaría atender una matricula total de treinta y dos participantes. Eran las nueve y media de la mañana de aquel jueves cuando comenzaron a llegar; asistió el señor Aldo con su niño y la expresión de su rostro me impactó bastante, pues se mostraba serio, mal encarado y de mal humor, lo recibí con una sonrisa y le ofrecí un caramelo, mientras que Aldo (hijo) se lanzó en mis brazos con besos y la alegría que no le cabía en la boca. Cuando todos o mejor dicho la mayoría de los invitados estaban presentes iniciamos la sesión, confieso que toda la planificación pautada cambió por completo, gracias a la actitud del señor Aldo, en lugar de dar a conocer el proyecto y sus objetivos les di la bienvenida e invité a participar en una técnica de dinámica grupal titulada “ La Sorpresa”, la cual los niños conocían mientras que los representantes no, en ella se desarrollan actividades de promoción de lectura (poemas, trabalenguas, adivinanzas y canciones) y a su vez acciones que tienen que ver con el juego de imitación, bien sea de sonidos o forma de actuar de los animales (saltar, correr, caminar, brincar, etc.)
lo cierto es que la mañana transcurrió entre risas, cantos, lecturas y mucha diversión. Una vez culminada la sesión de trabajo el señor Aldo solicitó la palabra para expresar lo siguiente “ ¡ Gracias maestra! por regalarme este momento con mi hijo, ¡ yo venía estresado, tan estresado! Que hasta llegué a pensar: ¿Qué me irán a pedir ahora en la escuela? O ¿Qué habrá hecho Aldo que me mandaron a llamar?, pero desde que entré todo fue diferente y se me olvidó por completo que allá afuera tengo un mundo lleno de problemas, ¡gracias maestra, de verdad gracias! Por esta mañana tan bonita. Lo cierto es que el señor Aldo generó en mí el deseo de cambiar la forma de convocar a las madres y a partir de ese momento les propuse a los niños elaborar una tarjeta de invitación para hacerlo más atractivo e interesante a las mamás. Por otra parte, la finalidad de la propuesta era en primer lugar afianzar el significado de la promoción de la lectura en madres protagonista del proceso lector de los alumnos de educación inicial y I etapa de educación básica de la Escuela Bolivariana “Juan José Flores”. Sin embargo, durante la interacción en la primera sesión de trabajo descubrí y comprendí que la realidad era otra, es decir, el padre y las madres que asistieron ese día no contaban con un ambiente lector en sus hogares y sus experiencias con el acto de leer en edad temprana fueron muy marcadas o desfavorables, situación que generó en ellos un rechazo hacia la lectura y por ende a la propuesta de formar el círculo de madres promotoras de lectura. Fue así como inmediatamente se formulan otros objetivos para darle respuesta a las necesidades detectadas en el diagnostico, con la finalidad de enamorar a las madres en la lectura mediante un proceso de seducción dentro de un ambiente afectivo y lúdico don-
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de madres y niños compartieran experiencias de disfrute y de placer referentes al acto de leer. Otro dato importante, es que el proyecto fue concebido para ser desarrollado durante el año escolar 2003-2004, no obstante se fue transformando como lo mencioné anteriormente surgieron otras necesidades y propuestas por parte de todos los actores involucrados, es así como se convierte en un proyecto permanente, en donde se atiende a cada grupo de dieciséis madres con sus hijos durante un lapso de tres meses y se van rotando hasta atender a toda la matrícula de educación inicial, tomando en cuenta que esta área es uno de los aspectos claves, cuyo origen está no sólo en el preescolar sino en el seno de la familia, de allí que el círculo de madres promotoras se formó para este nivel. Con cada grupo se llevan tres fases, en la primera se comienza con el diagnóstico a través de una encuesta aplicada a la madre y otra al niño y conversaciones relacionadas a experiencias de lecturas durante la infancia, es así como se detectan las necesidades, se formulan los objetivos y se diseñan un sin fin de actividades entre aromas, juegos, lecturas compartidas acompañadas de fondo musical, narración de cuentos por parte de los abuelos, recopilación y interpretación de nanas, rondas y el poema como elementos de valor que despiertan el goce estético o el gusto de leer y escuchar, también se propone a las mamás llevar prestamos de libros de literatura infantil a los hogares para compartirlos en familia, en la cual dedican diariamente un espacio mínimo de 15 minutos exclusivo para la promoción de la lectura. Esta actividad resulta por demás interesante, acompañada de escrituras espontáneas y afectivas, pues ese momento lo preparan de manera especial, en donde la lectura y la escritura cumple con una función social, por
ejemplo: escribir junto con el niño la lista del mercado, otra versión de un cuento a partir del cuento leído, un poema, una tarjeta para mamá, papá u otro miembro de la familia y en la siguiente sesión de trabajo las madres comentan la experiencia y describen con detalles al tiempo que manifiestan sus emociones porque se une la familia a compartir la lectura y todos en casa leen, lo que permite de forma espontánea que se integren algunos padres, abuelos y tíos en algunas sesiones de trabajo en el Centro de Recursos para el Aprendizaje. La segunda fase consiste en brindarle a las madres talleres de contenido teórico practico sobre algunos aspectos interesantes que ellas solicitan o que la docente bibliotecaria considere pertinente para orientarlas en el proceso de lectura con la finalidad de fortalecer el significado de la promoción de la lectura y del rol que cumplen en el proceso lector de sus hijos; entre los tópicos desarrollados tenemos la lectura y la escritura como una función social y de comunicación dentro de un enfoque constructivista (escritura dirigida y escritura espontánea, Ferreiro (1971), Toberosky (1982), Goodman (1976), Técnicas de Narración y lectura en voz alta, Chambers (1996) Primeros pasos en la formación lectora, Charría y Gonzales (1992), Animación a la lectura, Domech (1994) y ¿Qué libros, para que edad?, banco del libro (1999) La tercera y última fase del programa consiste en la promoción de lectura por parte de las madres en el aula inicial, en el hogar en plazas públicas y en el hospital Adolfo Prince Lara en el área de hospitalización de pediatría. Quisiera culminar diciendo que ahora tengo el acercamiento de los niños y de las madres hacia mi persona y muy particularmente hacia la biblioteca y se ha generado un ambiente lector, en donde la literatura
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infantil ocupa un lugar privilegiado en cada uno de ellos, ahora somos un encuentro de aliados, de confidentes de las cosas que pasan en los libros, para convertir a la lectura en un acto de amor, en la cual las madres se sienten comprometidas con sus hijos, con la escuela y con la comunidad en general. Cleopatra Duvén Promotora de lectura. Tiene 20 años en el ejercicio de la docencia, actualmente se desempeña como docente bibliotecaria en la Escuela Bolivariana Juan José Flores de Puerto Cabello. Tiene una Maestría en lectura y escritura. Ha publicado textos en De la escuela salen los caminos Puerto Cabello y Juan José Mora (2005) del Fondo Editorial Cenamec.
Carmen V. Carrillo, Mariela Peña, Francisco Ardiles, Margot Carrillo, Laura Antillano, Niddy Calderón, Juan Manzano, Cleopatra Duvén, Victorino Muñoz.
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“La magia de los libros”, un programa de promoción de la lectura Mariela Peña
En esta ponencia describiré el programa de promoción de la lectura que viene desarrollando Monte Ávila Editores (la editorial del Estado Venezolano). A este programa lo hemos denominado La magia de los libros. Siendo el mismo una iniciativa de la Profesora Carolina Álvarez y que se viene realizando desde enero 2005 en diferentes escuelas públicas y privadas de Caracas y los estados Miranda, Carabobo y Aragua La lectura es fundamental por las miles de razones que los asistentes a eventos como este ya conocen. El texto escrito sigue teniendo gran importancia para la comunicación humana y el desarrollo de la sociedad. Esta importancia, lejos de verse disminuida por la presencia de los medios electrónicos, parece reforzarse y fortalecerse. Comprender un texto, saber diferenciar la información relevante de la que no lo es, resumir, hacer anticipaciones y conclusiones son habilidades que debe desarrollar un buen lector tanto al acercarse al periódico, como a un texto literario o a la Red. El proyecto de Promoción de la Lectura de Monte Ávila Editores: La magia de los libros desea, entonces, conjugar la presentación y difusión de libros para niños de autores venezolanos, con el asesoramiento en las escuelas para la realización actividades de animación a la lectura y la constitución de comunidades lectoras. El programa contempla fundamentalmente tres aspectos: •Promoción de los libros. •Jornadas de animación a la lectura.
•Apoyo y asesoría a los docentes e instituciones que lo requieran. Los libros En su primera fase se seleccionaron diez títulos de la colección Primera Dimensión que es la que nuestra editorial dirige al público infantil y juvenil. Estos diez títulos se dividieron en dos colecciones con la idea de hacer un programa de lectura de 5 libros por grado de la Educación Básica. La propuesta consiste en que los alumnos que se suscriban, recibirán un libro cada dos meses durante el año escolar. En la selección de los títulos para las colecciones tuvimos cuidado de incluir diferentes tipos de textos de manera que en cada una no sólo hubiera textos narrativos, sino también expositivos y poesía. Los libros seleccionados para esta primera fase del programa fueron: Colección 1 •El libro de los animales de Aquiles Nazoa •El hombre el tigre y la luna de Rafael Rivero Oramas •El son del ratón y otras canciones de Rosario Anzola •Gato encerrado de Mireya Tabuas Ratón y Vampiro se conocen de Yolanda Pantin Colección 2 •El sur de Ednodio Quintero •Lo que pasa es que el rinoceronte es sordo de Francisco Rossón •Vuelven los fantasmas de Mercedes Franco •El mundo mágico de los Yukpa de Marisa Vannini y Javier Armato •Manzanita de Julio Garmendia Nos decidimos por el sistema de suscripción porque facilita la lectura de los textos en forma pausada. Si los libros se entregaran todos a la vez, algunos de ellos corren el riesgo de quedar olvidados en un estante.
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Hacer la entrega de los textos poco a poco, dando tiempo para que procese uno y crear el deseo y la expectativa del próximo, es la diferencia entre un ”paquete” y la propuesta de la suscripción. •Por otro lado la visita periódica de las promotoras a la institución, al efectuar las entregas, fomenta el intercambio de experiencias y crea un vínculo más cercano con las maestras y docentes. •Según sean los intereses y posibilidades de cada centro educativo, la suscripción podrá ser: •Voluntaria e individual, un grupo de alumnos por aula que lo desee. • Un número determinado para la biblioteca de aula. Para todos los alumnos del grado. Ya otras editoriales han trabajado con este modelo de suscripción, sin embargo nuestro aporte principal se encuentra en no quedarnos únicamente con la distribución de los libros, sino en los otros dos componentes que complementan este trabajo: las jornadas de animación a la lectura en las aulas y la asesoría a los docentes. Jornadas de animación a la lectura En estas jornadas los promotores realizan actividades de carácter lúdico en los salones de clase. Los objetivos que se persiguen a través de esta actividad son diversos: •Mostrar a los docentes que es posible realizar actividades colectivas de promoción de la lectura, de fácil ejecución y que a la vez son atractivas para los niños. •Ayudar a los jóvenes lectores a ir conformándose como comunidades lectoras compartiendo significados en torno a lo leído. •Contribuir a que aquellos jóvenes que se encuentran más alejados del texto escrito se acerquen a éste y descubran que aunque leer implica un esfuerzo, éste bien vale la pena.
Las estrategias de animación, insistimos, deben formar parte de la rutina escolar, incluirse dentro de la planificación semanal o mensual. Si dejamos la lectura y sus actividades complementarias a la deriva, perderán su fuerza y por tanto no tendrán la influencia ni el efecto que deseamos. Apoyo y asesoría a los docentes El apoyo a los docentes se realiza de diferentes maneras: La asesoría directa a través de las visitas periódicas por parte de las promotoras, la Guías Didácticas y los talleres. Las Guías Didácticas son un instrumento que pretende facilitar el trabajo de la maestra. No son un “recetario” que se deba seguir al pie de la letra, sino sugerencias que ayudarán a trabajar los diferentes títulos del programa La magia de los libros. Estas estrategias, además, podrán adaptarse para ser aplicadas a cualquier otro texto que la docente desee. Incluso si hay alguna dinámica que se presente como exitosa, simplemente puede sustituir a la que proponemos para otro libro. Las actividades de animación pueden repetirse las veces que se quieran (como los juegos) siempre que los niños y niñas muestren interés y disfruten de la misma. Las guías están elaboradas pensando en dos posibilidades: bien que cada niño y niña tenga su libro o bien que existe en la institución una biblioteca (de aula, grado, o general) que permitirá a cada alumno o alumna la lectura del texto de forma individual. Cada guía está compuesta por los siguientes elementos: •Identificación bibliográfica del texto •Presentación del contenido del libro •Breve reseña biográfica del autor o autora •Valores que transmite •Actividades sugeridas para realizar antes de la lectura o comentario del texto •Estrategia Central de animación y suge-
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rencias para después de la lectura. Las Estrategias Centrales que proponemos están diseñadas para realizarse después que todos o la mayoría de los alumnos y alumnas ya han leído el libro, procurando que esta lectura sea reciente, no más de dos semanas, para que tengan “fresco” su contenido y ejecutar las actividades con mayor seguridad. En los casos de que la Estrategia Central se pueda realizar antes de la lectura, será señalado expresamente en la Guía. El taller de animación a la lectura se ofrece a los docentes de forma gratuita y las metas que nos hemos trazado para el mismo son: Reflexionar, sobre la importancia de diseñar un programa de animación a la lectura •Discutir sobre la necesidad de presentar a los alumnos diferentes tipos de texto, tanto a nivel de estructura y género literario como temático. •Valorar textos escritos para niños por autores venezolanos, no sólo porque forma parte de nuestra cultura sino, sobre todo, por su excelente calidad literaria. •Practicar diferentes actividades de animación que posteriormente podrán aplicar con sus alumnos en el aula. •Comenzar a elaborar un programa de promoción de la lectura para aplicarlo en el aula que contemple actividades semanales, mensuales y por lapso. Para aquellas instituciones que lo requieran, en el taller también se incluye un aparte sobre lo que son las bibliotecas de aula, su funcionamiento y las actividades que pueden generarse en torno a ellas. Para el año escolar (2005-2006) ampliamos la oferta de los libros a cinco colecciones y prestaremos nuestra asistencia a tres nuevos estados: Zulia, Falcón y Mérida. En estos primeros meses de trabajo hemos tenido una gran acogida en las instituciones
educativas a las que hemos llevado la propuesta (más de 300 escuelas). Además hemos tenido un éxito considerable en la difusión de los libros ya que ahora los textos destinados a niños y jóvenes de nuestra editorial han aumentado su demanda como nunca antes. Al finalizar este año, cuando el programa se haya consolidado un poco más, haremos una evaluación formal del mismo que contemple entrevistas a los docentes y a una muestra representativa de alumnos. Mariela Peña Se dedica a la docencia en el área de educación preescolar, es facilitadora de talleres para padres. Coordinadora del programa La magia de los libros, talleres para docentes, para padres, animación a la lectura en las aulas a los alumnos desde preescolar hasta 6to grado de Educación Básica.
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Medios de comunicación y promoción a la lectura Ponentes: Alexander Hernández, Lilian Maa D´Hoor, María Eugenia Armas, Armando Carías, Graciela Pérez Aguilar, Carmen Virginia Carrillo, Silvia Dioverti. Moderadora: Edith Fuentes.
Los muchachos de la radio: Una experiencia de comunicación Alexander Hernández
“Desde la perspectiva de Fe y Alegría, uno de nuestros principales desafíos es formar sujetos autónomos que hagan uso del lenguaje como medio de expresión, instrumento de comunicación y fuente de placer, capaces de construir y modificar sus conocimientos a partir de experiencias vividas, de la reflexión y de la interpretación de lo que los otros dicen, y no personas sumisas que descifren mecánicamente el sistema de escritura y reproduzcan sin re-crear las ideas de otros.” Marielsa Ortiz Resumen Desde Radio Fe y Alegría en Maracaibo, Venezuela, se desarrolla el proyecto “Comunicación Participativa con Niños y Niñas”, que desarrolla varios momentos de trabajo entre la radio, la escuela y la comunidad. El proyecto tiene como escenarios las escuelas de Fe y Alegría en el estado Zulia, y los actores son los niños y niñas de 4. º y 5. º grados. De los diferentes encuentros y talleres con maestros, maestras y niños y niñas se creo el libro La radio, mi abuelo y yo, que es una introducción al mundo de la radio en forma de cómic, estructurado en cuatro capítulos que animan al conocimiento del medio, la producción, la creación y la animación de las
radios escolares. Hoy se continúa desarrollando este proyecto con el objetivo de construir una amplia “red de voceros y voceras escolares y productores y productoras de radio”. Palabras clave: radio, participación de los niños y niñas. Introducción En Venezuela, se crea el Instituto Radiofónico Fe y Alegría, IRFA, que nace directamente de la experiencia del Movimiento de Educación Popular Integral y de Promoción Social Fe y Alegría, fundado por el padre José María Vélaz, en 1955, este movimiento estaba dirigido a la población excluida, para construir un proyecto de transformación social, basado en los valores cristianos de justicia, participación y solidaridad. Se atendió especialmente a los niños y niñas de los sectores populares de todo el país, pero una parte enorme quedaba aún excluida, eran los adultos que habían dejado la escuela o que nunca estuvieron en ella y que en buena parte eran los padres de los niños y niñas que iban a la escuela, fue así como nació la idea del Instituto Radiofónico Fe y Alegría en octubre de 1975, al principio solamente para dar clases por radio, después se desarrolló una programación informativa, educativa y de entretenimiento. “Como una herencia de la educación popular de la época de los años 70 y 80, la radio educativa, haciendo uso del poder del medio y de la violencia del discurso radial, grita y descarna las noticias, bajo el supuesto de que así metería en la conciencia de la
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gente las ideas de la transformación social y del compromiso. La presión por denunciar la realidad nos hacía olvidar lo propiamente comunicacional. Pero poco a poco se fue comprendiendo que había que oponer a la violencia discursiva la riqueza discursiva…” (García: s.f.:1) Aquí resultó fundamental el aporte de la pedagogía popular a la comunicación popular, en lo que respecta a la mediación pedagógica, en este camino se vivencian especialmente cuatro elementos básicos: -Partir del otro. -Trabajar la información de manera pedagógica. -Producciones de calidad, que estimulen, promocionen y animen a las audiencias. -La estética radiofónica en estrecha relación con la estética de las personas. Hoy el número de radios y Centros Comunitarios de Aprendizaje se multiplica por todo el territorio venezolano, además de las radios, que son urbanas, campesinas, indígenas, bilingües, de frontera, con miles de alumnos y voluntarios. El uso de las tecnologías ha sido también uno de los grandes avances del IRFA y la Red Nacional de Radio Fe y Alegría, interconectadas vía satélite, con programación conjunta entre las diferentes radios, esta programación puede escucharse en Internet en www.radiofeyalegria.org Paralelo a todos estas transformaciones, y con el cambio en el perfil etario de los participantes en el sistema formal de educación del IRFA, que pasó de tener una mayoría de personas adultas a inscribirse cada vez más jóvenes, la mirada el IRFA comienza a transformarse y surgen las propuestas de trabajo con jóvenes y niños y niñas. Prácticamente desde el nacimiento de la primera radio del IRFA, en Venezuela, se dan diferentes propuestas, programas, formas de participación de los niños y niñas, programas
con los jóvenes, pero no desde una propuesta orgánica e integradora, porque en cierta manera los jóvenes y los niños no eran el objetivo del proyecto educativo inicial, los niños y las niñas eran del proyecto de escuelas. En el 2006, se realiza el Seminario Nacional de Educomunicación y Jóvenes, donde el tema principal que se desarrolló era como el IRFA, podía abordar desde sus radios y desde su proyecto educativo formal y no formal, ese universo de jóvenes y niños y niñas que se acercaban a la radio o que estaban en las escuelas y las comunidades, donde de manera directa o indirecta el IRFA tenía algo que decir o aportar. Es en medio de este debate que se da en el IRFA, que se proponen varios proyectos entre los que se destacan, realizar una radio revista nacional con jóvenes, producir programas destinados a la atención de los niños y niñas con participación de las escuelas de Fe y Alegría. Especialmente de esta última propuesta se propone recoger las experiencias y elaborar herramientas para la promoción, animación y participación de los niños y niñas en la radio, se propone en una primera instancia desarrollar un manual de radio. Así nace la idea del libro: La radio, mi abuelo y yo. Miradas de la comunicación y la infancia Desde el IRFA nos plateamos las posibles miradas y los abordajes necesarios, para entrar en una dinámica incluyente de estos nuevos actores que se aparecían por todos los rincones del país: los niños y las niñas. En esta dinámica estamos andando por caminos que estamos inventando y por las sendas que ya otros han recorrido, como por ejemplo las experiencias exitosas de las radios escolares colombianas, y que recoge en muchísimas experiencias Alma Montoya y Lucelly Betancur en Radio Escolar. Una Onda Juvenil
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para una comunicación participativa (2006); y el sistemático trabajo de la argentina Judith Gerbaldo realizado en 2006, titulado: Radio Feroz. Manual de Radio Participativa con Niños y Niñas. Ambas experiencias promueven la educación de los medios y la participación activa de los niños y niñas en la radio. En el trabajo de Montoya y Betancur se habla de la producción radiofónica escolar, la que se realiza en lo que llaman las radios escolares. Este libro está basado en las experiencias recogidas por las autoras de la Red de Radios Escolares de Bogotá y otras redes en diferentes partes de Colombia. El trabajo de Gerbaldo, parte de la experiencia en el taller permanente de radio para niños y niñas de 9 a 13 años que se desarrolla en Radio Sur 90.1 FM, de la ciudad de Córdoba, Argentina. Se trata de un espacio de capacitación de producción radiofónica, de intercambio y encuentro de niños y niñas de las populosas barriadas de la ciudad. La propuesta de Gerbaldo es un manual para capacitadores con un énfasis especial en los procesos de participación activa de los niños y niñas. Estas experiencias y reflexiones y las realizadas en el propio seno de Fe y Alegría nos llevaron a evaluar las miradas que los medios tienen de los niños y las niñas y las miradas que los niños y las niñas tienen hacia los medios. Desde el ámbito educativo podemos plantearnos tres dimensiones de los medios de comunicación y los niños; la primera tiene que ver con la información, la formación y los mensajes que se reciben de los medios; la segunda es la formación, la información y la forma como los niños se preparan para recibir a los medios; y la tercera es como los niños y las niñas reinventan los medios. Cada una de estas dimensiones requiere de un trabajo por hacer y de una inventiva por desarrollar. Desde los medios, y depen-
diendo que medios, prevalecen visiones e intereses, tremendamente estereotipados, la participación de los niños y los jóvenes como actores en las programaciones son representaciones irreales que no obedecen ni al desarrollo, ni a los intereses de los representados, es una caricatura de participación. La participación en muchos casos es un guión que se debe reproducir, y donde se tiene como modelos a las personas que representan las formas tradicionales de los medios, sus géneros literarios, sus formatos, sus estilos y sus expresiones corpo-vocales. La educación para los medios, es una herramienta que no está pasada de moda, cuando se hablaba en los tiempos del auge de la comunicación alternativa, de la educación crítica de los medios, el análisis de mensajes o los efectos de los medios. En este camino hay muchas opciones creativas, que van desde el trabajo en el aula, la creación y reinvención de los formatos periodísticos, artísticos y poéticos, y los observatorios de medios. Esta última herramienta podría ser de una enorme utilidad para mirar con otros ojos como nos ven, como nos oyen y como nos representan los medios. La más atractiva y ciudadana de las tres miradas es la de la apropiación de los medios por parte de los niños y las niñas. Una especie de empoderamiento creativo que lleve a los niños y las niñas a asumir sus creaciones sin el guión del adulto, sin las voces de los locutores de radio y sin las poses de los actores de la televisión y la autocensura de los que escriben en revistas y periódicos. En esta dimensión es la que el IRFA se quiere apuntar. Dejamos ahora un interrogante: ¿cómo podemos propiciar este empoderamiento entre los ciudadanos y ciudadanas más bajitos y bajitas del continente?
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Un escenario propicio En el caso venezolano existe un escenario propicio para la acción protagónica de los niños y las niñas en los medios de comunicación, sin embargo las tensiones entre esta participación exigida cada vez más y la estructura de los medios de comunicación especialmente los comerciales, generan terribles abismos entre la participación de los niños mediada por la presencia de la directriz del adulto. Aún la joven experiencia de los medios comunitarios en Venezuela, no termina de consolidar una verdadera presencia de los niños y las niñas en los medios. La Declaración de Oslo (1999) daba algunas luces al respecto y daba líneas de acción para los medios, los maestros, los investigadores y los animadores de los derechos de los niños y las niñas, e invitaba a los siguientes compromisos: •Reconocer y respaldar el derecho de la infancia a disponer de accesos a los medios de comunicación, a participar en ellos y emplearlos como herramientas para su progreso. •Suministrar a los niños y niñas un ámbito en el que se les proteja y dé apoyo, para que puedan, en su carácter de consumidores de medios de comunicación, acoger aquellos que fomenten su desarrollo pleno. •Ayudar a comprender y estar informados sobre las tendencias y direcciones de los medios de comunicación en la actualidad. Participar de grupos de control y mecanismos de comunicación de resultados para dar a conocer comentarios o quejas acerca del contenido de los medios de comunicación. También en Venezuela existe un marco de leyes que favorece la participación de los niños y jóvenes en los medios de comunicación y tener formación crítica en el uso y consumo de medios, tal como lo indica la Ley Orgánica para la Protección del Niño y del Adolescente (1998), especialmente en
su Capítulo II, sobre los derechos, garantías y deberes y que podemos resumir de la siguiente manera: en el artículo 67, se habla sobre la libertad de expresión; en el 68 el derecho a la información acorde con el desarrollo y la posibilidad de recibir información veraz, plural, adecuada y tener acceso a los servicios de información y documentación; en el artículo 69 se menciona la vinculación con la educación crítica para los medios de comunicación; el 70 y el 71 tratan sobre los mensajes de los medios que deben ser acordes con las necesidades de los niños y los horarios de transmisión de los mensajes; el artículo 72, trata sobre la obligación de los medios de comunicación de presentar programaciones de calidad dirigidas exclusivamente a la atención de los niños. Y el artículo 80 sobre el derecho a opinar y ser oídos. También en la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión, que establece especialmente contenidos y horarios especiales destinados a la atención de los niños y niñas en radio y televisión. A pesar de este escenario los niños y las niñas consultados no reconocen que los medios de comunicación en Venezuela, tengan una especial atención para con su participación, original, autónoma y legalmente ubicada en las parrillas de las programaciones de radios y televisoras. Las radios y televisoras comerciales en Venezuela, no cumplen la ley, e incluso disfrazan la participación de los niños y niñas con programas adultos que son representados por niños y niñas. La radio, mi abuelo y yo, una propuesta de diálogo La Radio, mi abuelo y yo, tiene tres intenciones básicas: a.- Como libro de lectura y placer b.- Como manual de actividades c.- Como manual para facilitadores
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La radio, mi abuelo y yo, consta de cuatro capítulos, desarrollados a través de la estructura de cómic, compuesto por viñetas tradicionales, con diferentes actividades al final de cada capítulo; palabras clave, lo que constituye el vocabulario básico que trabaja cada capítulo y por último las referencias bibliográficas donde los lectores tendrán opciones para profundizar los conocimientos por áreas. El Capítulo I es una breve introducción a la historia de la radio y la dinámica de trabajo en la misma, la producción y la elaboración del guión con sus características elementales. También se destaca la importancia del medio radio en el seno de la familia. El Capítulo II, nos plantea la radio como invento y como descubrimiento, continúa con aspectos históricos y evolutivos de la radio y relaciona el funcionamiento de la radio con el del cuerpo humano, se aborda el sonido desde la perspectiva del fenómeno físico y como arte del ser humano para la comunicación, se cuenta el funcionamiento de la radio desde la producción del sonido y los fenómenos que ocurren física y tecnológicamente hasta escuchar el sonido en un radio receptor y por último se describe qué es una radio escolar. El Capítulo III, se concentra en el lenguaje radiofónico. Se dan a conocer los elementos con los que se trabaja en la radio como son la palabra, los efectos, los silencios y la música. Especialmente se hace un abordaje sobre la importancia de la música en la radio y sus diferentes géneros y vertientes. En el Capítulo IV, se dan a conocer los formatos básicos para producir en la radio, cómo preparar los guiones, cómo realizar noticias, cómo hacer entrevistas, entre otros formatos propios de la producción radiofónica. Metodología de trabajo El libro La radio, mi abuelo y yo, es la
primera provocación, el material de entrada que los maestros y las maestras, los niños y las niñas de cuarto y quinto grado tienen para introducirse al mundo de la radio. De esta propuesta se desarrollan diferentes miradas, ya que el libro despierta diferentes lecturas de acuerdo a los intereses, momentos especiales que vive el grupo de niños y niñas y hasta la temática de su proyecto de aula. En un segundo momento, se desarrolla el acompañamiento al maestro, por un animador de la radio, que propone actividades y realiza en las escuelas acciones concretas con los niños y niñas. En un tercer momento se trabaja con la recolección de material informativo de interés de la escuela y la comunidad que puede contarse a través de la radio, se trabaja con la noticia, aunque no desde la intencionalidad de que los niños y las niñas desarrollen el formato como tal. Después se propicia el diálogo de saberes, se comparte con los sabios de la comunidad, se conversa, se pregunta, se trabaja la entrevista, como la herramienta principal en la búsqueda de información. En esta búsqueda de información no pueden faltar los mitos, los cuentos y las leyendas que deben ser recogidos en el entorno comunitario. Finalmente se intenta que en lo posible, se puedan ir articulando formas de grabación y presentación del material recogido. Es el momento de la edición y el montaje, donde los niños y las niñas elaboran producciones a partir de lo que han ido recogiendo durante el año escolar. Desde la radio se apoya la digitalización y programación de las producciones. El Patio de los Muchachos, es el programa diario que debe articular las producciones, las actividades cotidianas de la escuela y la comunidad, y es el punto de encuentro con los oyentes de la radio, otros niños y niñas, jóvenes, adultos.
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Conclusiones La educación en medios y especialmente en radio, es un campo todavía por explorar, ya que, cuando apenas comenzamos a impulsar propuestas para una programación con la participación activa y autónoma de los niños y niñas, ya está cuestionado el corto alcance que tienen los actuales formatos radiofónicos, las programaciones de las radios y las dinámicas creativas y de creación de sentido que se generan en los equipos de producción. ¿Serán los niños y las niñas, que con sus miradas particulares puedan romper las barreras de los formatos periodísticos y radiofónicos y la rigidez de las prácticas tradicionales de producción? La entrada de los niños y las niñas a la cabina de radio, las transmisiones desde sus comunidades o escuelas y la producción en formatos por inventarse nos presentan la alborada de una nueva radio que en lo periodístico formulará otras preguntas, en lo participativo romperá las cuatro paredes del estudio y en lo creativo no tendrá límites ni horizonte alcanzable. La experiencia obtenida a partir de la elaboración de este trabajo nos encamina por las enseñanzas de Paulo Freire, en Educar para la Autonomía (1996). Cuando cada taller, cada manual, cada producción y cada programa realizado por los niños y niñas tenga el ingrediente de sus intereses, de su filosofía, de su manera de resolver los conflictos, de su manera de encarar los problemas del mundo actual, y las formas de expresar las emociones y el goce, estaremos en la alborada del ejercicio de una ciudadanía más plena. También se desprenden nuevas inquietudes y retos que podrán apuntar futuras investigaciones y acciones, y para ellos dejo las siguientes preguntas: •¿Cómo incorporar las nuevas formas de comunicación de los niños y niñas en la dinámica de los medios?
•¿Cómo desde el mundo adulto se puede monitorear y promover las producciones comunicacionales de los niños y niñas sin que se responda a los parámetros de la comunicación tradicional? •¿Cómo colaborar con los medios de comunicación en la comprensión de una necesaria participación activa y original de los niños y niñas en la creación de una nueva radio? Son los interrogantes que pueden ser abordados por investigadores, maestros, maestras, escritores, escritoras y facilitadores de la educación para los medios. Pero en definitiva, la esperanza de las actuales radios populares y comunitarias, es la entrada de los niños y las niñas a sus cabinas de transmisión, la apropiación de los espacios comunicativos de las comunidades y la transformación de los duros moldes de una radio vieja y aburrida. Bibliografía Freire, Paulo. (1996). Pedagogía de la autonomía. Brasil: Paz e Berra. García, Dulce. (s/f). La pedagogía de la educación en la comunicación radiofónica popular. Experiencia del IRFA Venezuela. Material mimeografiado. Gerbaldo, Judith. (2006). Radio Feroz. Manual de radio participativa con niños, niñas y jóvenes. Argentina: CECOPAL. Montoya, Alma y Betancur, Lucelly. (2006). Radio Escolar. Una Onda Juvenil para una comunicación participativa. Colombia: Paulinas. Leyes: Ley Orgánica para la Protección del niño y del Adolescente. Gaceta Oficial No. 5.266 de fecha 2 de octubre de 1998. Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión. Gaceta Oficial No. 38.081 de fecha 07 de diciembre de 2004. Sitios en Internet: www.unicef.org/magic/bits/espanol.html . Desafío de Oslo 1999. Documentos. 26/11/ 2006 * Instituto Radiofónico Fe y Alegría (IRFA) Venezuela, Universidad del Zulia. alexher202@hotmail.com
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Alexander Hernández (Zulia). Licenciado en Comunicación Social, Mención Audiovisual (La Universidad del Zulia), Postgrado en el área. Miembro del equipo de Radio Fe y Alegría Maracaibo. Especialista en organización comunitaria.
María Eugenia Armas, Lilian Maa D´Hoor, Armando Carías, Edith Fuentes y Alexander Hernández.
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Los caminos de un guión para Sala 404: historias de niñas y niños pacientes Lilian Maa’Dhoor
Coproducción de Círculos de Investigaciones y Estudios con el Psicoanálisis (CIEP) – VIVE TV (2003 - 2007) con aportes de PDVSA-La Estancia; CONATEL; CONAC; IVSS Sinopsis general Margarita y Titico sufren síntomas alarmantes que obligan a su hospitalización inmediata. En la sala 404 de la sección pediátrica del hospital Las Cayenas conocen a Dixon, gravemente abaleado en un barrio de la ciudad hace algunos meses. Sus familias y amigos, el trío de hospitalizados y otros pacientes que ocupan temporalmente la cuarta cama de la sala, deberán entender y aceptar el cambio radical introducido en la vida de todos y cada uno debido a la aparición de graves enfermedades o eventos traumáticos. Afortunadamente en Las Cayenas trabajan Tomás, psicopedagogo, y Adela, psicóloga, que impulsan un proyecto para mejorar sustancialmente la calidad de la atención a niñas, niños y adolescentes en el hospital. Al cabo de una intensísima lucha contra intereses discrepantes —encarnados en el doctor Wang y la resentida enfermera Hortensia— logran la inauguración de una sala de juegos y un aula hospitalaria, con la colaboración del director del hospital; familiares; amigos y niñas y niños pacientes hospitalizados. La larga pasantía en el hospital permitirá que todos comprendan mejor el cambio acontecido en sus vidas, y los medios con que cuentan para mejorar la calidad de vida de todos cuando la salud de un niño, niña o adolescente es afectada por accidentes o enfermedades. ¿Por qué hablar de un programa de televisión en un encuentro de literatura?
La idea de crear un producto audiovisual surge del Manual del Niñ@ Paciente y del Manual para padres y voluntarios del Niñ@ Paciente, dos libros que fueron realizados por Círculos de Investigaciones y Estudios con el Psicoanálisis (CIEP) (2002-2003) para brindar compañía a los pequeños pacientes y sus padres desde la lectura, a través de ilustraciones y de actividades. La lectura interactiva del Manual del Niño y Niña Paciente busca ayudar a reducir los síntomas emocionales producto de la enfermedad y la hospitalización (tales como depresión, angustia y ansiedad); reducir la percepción de la hospitalización como experiencia traumática y ayudar a reformular conceptualizaciones erróneas acerca de la enfermedad. Los excelentes resultados que obtuvimos en casos individuales de niños y niñas pacientes, padres y madres que han recibido el material impreso, pusieron sobre la mesa la posibilidad de extender el alcance de los beneficios del proyecto a una población mucho mayor, utilizando la ventaja que tiene la televisión de señal abierta para llegar simultáneamente a muchas personas con el mismo mensaje. Al mismo tiempo, esta enorme posibilidad nos hizo comprender que el empleo de televisión de señal abierta ampliaría la difusión de contenidos y realidades habitualmente circunscritos al medio hospitalario tanto hacia personas que padecen el conflicto actualmente cuanto hacia aquellas que podrían llegar a padecerlo en cualquier momento. ¿Un guión para niños pacientes y otro para niños sanos? Lejos de distraer el objetivo inicial del proyecto, contar con un “público sano” frente a la pantalla enriqueció las posibilidades del esbozo de programa. Al principio sólo sabíamos que la serie tenía como objetivo principal
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contarle al público infantil (y también al no tan infantil) qué es estar hospitalizado, qué sucede cuando a uno lo hospitalizan y qué se puede hacer para estar mejor durante la enfermedad. Orientados por la propuesta que desde hace unos seis años hemos hecho desde el CIEP en relación con los derechos del niño y niña paciente, tratamos de responder estas preguntas con un intento de “escaleta”, como se llama en el medio televisivo a una sinopsis de todos los capítulos, y luego con un trabajoso primer guión, aunque en verdad sin mucho éxito. Un segundo intento con base en una nueva “escaleta” realizada por Peli nos conduciría a un segundo guión definitivo, desarrollado y escrito por Yoli Chacón, Daniel Di Mauro, Peli y quien habla, contando, además, con el asesoramiento de un grupo de profesionales con gran experiencia: María Antonieta Izaguirre, Norma Barreno, Silvana Paccione, Giovanna Paván, Beatriz Bermúdez, Beatriz Montenegro, Silvia Dioverti e Isabel Iturria. La historia se construyó alrededor de una habitación pediátrica con 4 camas, tres de las cuales son ocupadas por los personajes principales Titico, Margarita y Dixon, y la cuarta por pacienticos que rotan con una enfermedad diferente y su respectivo cuento. La enfermedad y su cuento En el desarrollo literario del libreto quisimos hacer hincapié en que toda enfermedad trae cambios difíciles de aceptar, no sólo por el individuo que la padece sino por su entorno. Estudiamos ejemplos, casos médicos de la vida real traducidos a la comprensión de la mente infantil de manera inteligente, en los que el paciente, a pesar de su edad y vulnerabilidad, es capaz de aportar soluciones para estar mejor y dejar de ser paciente-pasivo. Nos atrevimos a tocar temas fundamenta-
les que agobian con preguntas a cualquier paciente: el miedo; las separaciones; la distancia; las recaídas; la voluntad; la muerte o la liberación; el reencuentro con la vida cotidiana; la culpa; el aislamiento; los exámenes médicos; el diagnóstico; las cicatrices…También propusimos como trama subsidiaria la historia del proyecto “Salud para mi hospital” en el hospital Las Cayenas, enfermo de falta de amor, el cual, gracias a los títeres, Adela y Tomás, recibe toda la ayuda de la comunidad organizada al recuperar espacios para formar una aula hospitalaria, una sala de juegos y otra de computadoras para uso de los pacientes. Ahí el abaleado Dixon aprende a leer y a escribir, Titico, hospitalizado, prosigue sus estudios de 3er grado, y Margarita decide ser futura voluntaria en hospitales. Parte de los episodios son preguntas de los amigos y amigas del barrio o del colegio; los celos de los hermanos o hermanas; el cambio de los roles familiares cuando hay que cuidar al enfermo en el hospital, conformando sub tramas que permitieron la inclusión de los que están en casa, sanos y viendo el programa de televisión “hecho con títeres” Sala 404: historias de niños y niñas pacientes. ¿Por qué hecho con títeres? Desde que recuerdo, toda mi vida he dedicado mi tiempo a fabricar muñecos y a compartir con ellos, tratando de imitar los movimientos humanos o buscando los suyos propios. Luego de participar en algunos grupos de teatro de títeres y en un empeño personal por devolverle a mi país todo lo que he recibido, organizamos un pequeño grupo de trabajo en el CIEP, cuya idea compartida es la atención psicológica de niñas y niños hospitalizados y, por supuesto, sus familiares. Comencé a crear personajes especialmente para proyectos destinados a esta particular
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población, usualmente desasistida, en lo que se refiere al aspecto psicológico, educativo y recreativo. El universo de personajes evocaría a nosotros mismos, venezolanos y venezolanas, con nuestras propias costumbres y tradiciones; aspectos físicos; voces y comportamientos. Esto, a su vez, nos llevó a proponer situaciones y soluciones que, utilizando humor a la medida de nuestra idiosincrasia, enriquecieran el guión: el único ascensor que funciona en todo el hospital y su chofer margariteño; el vigilante que se encarga de hacer y deshacer la cola de usuarios que se forma; la funcionaria pública de voz chillona en la taquilla de “control de citas”, y que reconocemos en tantos sitios; la enfermera amargada que espera su jubilación; el cafetín del hospital siempre abarrotado y donde pedimos un cachito, un con leche tibio o una empanada. Seguramente la escritura de un guión para títeres debe tomar en cuenta aspectos muy diferentes a aquellos de cuando se escribe para una puesta en escena con actores humanos, y más aun cuando está de por medio la técnica televisiva. De hecho, muchas acciones humanas no pueden ser realizadas físicamente por títeres y viceversa, tanto en teatro como en televisión. Tal vez muchos creadores y creadoras lo consideren un gran escollo, pero en la práctica los títeres proporcionan un extra, un “valor agregado” a la puesta en escena, que nace de cierta improvisación desde el humor. Los títeres reaccionan muy naturalmente a la improvisación alrededor de un guión, dado que siempre están interactuando con el público presente en la sala. El aporte de los títeres interpretando la historia significó la reescritura de alrededor de un 20% del libreto original para la fase del doblaje de voces. Considero valiosísimas las interpretaciones realizadas por los titiriteros y titiriteras que me acompañaron: Somar Toro,
Yamell Mora, Silvia Brea, Cruz Noguera, Nancy Ortuño. Mi experiencia con los títeres es que se puede decir todo, por tanto tocar temas tan difíciles como los que nos ocupan en este proyecto y siempre obtener resultados extraordinarios. Mágicamente sucede un enlace único y personal del espectador con el títere que va más allá de lo consciente, de lo estrictamente racional. Lo racional Hasta aquí hemos podido hablar sobre el trayecto que recorrimos para la realización de la serie de televisión finalmente bautizada Sala 404: historias de niñas y niños pacientes. Al parecer fue una ruta lineal, sin curvas ni indecisiones. En realidad muchas veces nos encontramos zarandeándonos en el barco sin remos ni viento, sólo llevados por la esperanza de ser útiles en la atención amorosa a otros, más pequeños y en problemas. Sala 404 se estrenó en el Auditorium del Hospital Infantil J.M. de los Ríos, en Caracas, un día de noviembre de 2006 y al cabo de cuatro años de empeño. Un mes más tarde fue su estreno televisivo en ViveTV y pronto comenzaron a llover hermosos comentarios de los más cercanos. Aún nos llegan –por aquí y por allá- comentarios de niñas y niños de todo el país que la tienen entre sus series favoritas, se aprenden los nombres de los personajes, y lo más importante: se hacen preguntas. Tal y como dicen Titico, Margarita y Dixon nuestros protagonistas, en el epílogo de la serie: “Cuando me acuerdo de todos los niños y niñas que vi en el hospital, comprendí que todos podemos enfermarnos alguna vez. Creo que he vivido una gran experiencia ¿Qué piensas tú?”
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Ficha técnica Sala 404: historias de niñas y niños pacientes es una coproducción CIEP – VIVE TV, realizada en la República Bolivariana de Venezuela. Es una historia en video, formato DV NTSC, contada en dieciséis (16) capítulos mediante un elenco de cien (100) títeres de guante. Cada capítulo tiene una duración de 24 minutos, divididos en cuatro secuencias de 6 minutos cada una. Títulos y créditos en castellano, hablada en castellano con acento venezolano. En dos capítulos hay parlamentos en idioma yukpa subtitulados en castellano. Transmitidos por VIVEtv los días miércoles a las 4:00 p.m. Para información adicional consulte www. ciep.org.ve o escriba a ciepweb@gmail.com
Sala 404: Historias de niñas y niños pacientes.
Lilian Maa’Dhoor Psicóloga egresada de la Universidad Central de Venezuela (1966). No obstante su verdadera vocación profesional y trabajo artístico lo ha desarrollado como titiritera profesional. Ha formado parte de importantes grupos de títeres (1989-1993) con los que participó en numerosos festivales nacionales e internacionales. Durante los últimos años ha desarrollado diversos materiales educativos y ha ilustrado numerosas publicaciones para niñas y niños. Miembra del equipo de proyectos de investigación-acción SALUDARTE de Círculos de Investigaciones y Estudios con el Psicoanálisis (CIEP). Co-autora del Manual del Niñ@ Paciente Nº 1 (CIEP). Dirigió la producción de la serie de televisión Sala 404: historias de niñ@s pacientes sobre niñas y niños hospitalizados, interpretada por títeres, y coordina el equipo productor de la revista La Piñata, publicada bimensualmente por CIEP.
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Medios de comunicación y promoción a la escritura (y la lectura) Programa infantil: ¿Y que nombre le pondremos? María Eugenia Armas
Primero debemos decir que la Televisora Vive es el canal del Estado que ofrece la posibilidad real de realizar programas distintos, nos permite experimentar, desarrollar y ofrecer diferentes formas de lenguaje audiovisual. Es Vive el escenario para ello en donde, no solo tienen las puertas abiertas los productores independientes con proyectos tan novedosos como “Sala 404”, “Bugo la Hormiga”, “La Caja que cuenta cuentos”, entre otros, sino que son aceptadas las propuestas que vienen internamente de aquellas personas que trabajamos allí. Una nueva forma de hacer televisión. En esta oportunidad coincidió la necesidad del canal de producir programas para niños, niñas y adolescentes, exigido por la “Ley Responsabilidad Social de Radio y Televisión” y el deseo nuestro de realizar un nuevo programa en donde pudiésemos capturar el momento mágico de creación de niñas y niños, siendo éstos narradores naturales de historias sorprendentes y excelentes interpretes de fabulosos personajes que ilustran con finos detalles. De esta manera, reconoceríamos a nuestros niños y niñas como sujetos pensantes y creadores. Reconoceríamos sus rostros, su forma de hablar, de gesticular, su tiempo y su espacio. Sin imitar estereotipos ni promover antivalores. De esta manera nace “¿Y qué nombre le pondremos?’ 9¿Y QUÉ NOMBRE LE PONDREMOS? Es una serie de trece (13) capítulos de una
(1) hora de transmisión. Cada uno estructurado en cuatro (4) segmentos de once (11) minutos; donde se desarrollan tres tipos de lenguaje: •Lenguaje Escrito-oral. •Lenguaje Plástico. •Lenguaje Corporal. El programa tiene la particularidad que su estructura varía: en el ler. Segmento: presentamos la adivinanza; en el 2do. segmento el desarrollo del lenguaje literario; en el 3er. Segmento: el desarrollo del lenguaje plástico y en el 4to. Segmento: el desarrollo del lenguaje corporal y la fusión de los tres (3) lenguajes, dando origen a la historia creada colectivamente, a la cual las niñas y niños participantes en la grabación le encuentran un nombre. Ese es el nombre del programa, por eso se llama “¿Y Que Nombre Le Pondremos?’. El orden de presentación de los segmentos cambia en los diferentes capítulos de la serie completa, Estos tres (3) lenguajes se conjugan en un discurso audiovisual didáctico, y es a través de éste, que llegamos a los niños y niñas que se encuentran en sus casas, invitándolos a participar con indicaciones que ellos pueden seguir desde sus espacios cotidianos. Utilizamos textos escritos presentados en pantalla promoviendo la lectura, narrados por una voz de un niño o niña para ayudar a la pronunciación correcta. Protagonistas: Convocamos a niños y niñas que tuviesen contacto con la lecto-escritura para poder desarrollar los objetivos planteados con el programa. Acudimos a las escuelas cercanas de¡ canal estableciendo lazos con la comunidad. En la grabación de cada capítulo participan tres (3) niñas y tres (3) niños distintos en cada capítulo, con sus destrezas y conocimientos. Es importante realzar el respeto mutuo que se establece, la solidaridad entre ellos, como
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ellos se unen para buscar la solución de un problema, el trabajo colectivo. Conocemos a los protagonistas de cada capítulo con la presentación de ellos mismos, de una manera natural, cómo se llaman, quienes son sus padres, de dónde vienen, y en ese momento hacemos el enganche con el tema que se va a abordar sin develarlo. Allí se dirigen al estudio de televisión como si atravesaran un portal para entrar a un espacio lúdico. Espacio Lúdico: Ese espacio lúdico tiene características de un gran juguete que se puede transformar. Es un espacio real que permite ambientar adecuadamente el proceso de creación en donde se juega con la iluminación, la música y los sonidos. Es un espacio para descubrir, es como una gran despensa en donde se encuentran los materiales para la creación plástica, algunas prendas de vestuario para el lenguaje corporal y en donde hay una gran pizarra para escribir la historia final. Es un espacio que permite una relación lúdica y funciona¡. Adivinanza: Utilizamos una “adivinanza - acertijo” como hilo conductor entre los tres (3) lenguajes y así poder detonar el proceso de creación. Aquí tropezamos con el primer inconveniente: todas las adivinanzas encontradas tenían un origen español y queríamos a través de¡ programa difundir y fortalecer nuestra cultura, nuestra identidad. Por lo tanto hicimos el trabajo de una manera al inverso: realizamos una lista de temas de identidad regional y cultura¡, en donde se reconociera la naturaleza y al ser humano. Los temas de los primeros trece (13) capítulos son: •Capítulo 1: El Río Orinoco. •Capítulo 2: El Papagayo. •Capítulo 3: La Araña. •Capítulo 4: El Rostro.
•Capítulo 5: La Maraca. •Capítulo 6: La Lluvia. •Capítulo 7: La Bicicleta. •Capítulo 8: La Sombra. •Capítulo 9: La Luna. •Capítulo 10: El Zapato. •Capítulo 11: La Plastilina. •Capítulo 12: El Tren. •Capítulo 13: El Corazón. Nos atrevimos a redactar las adivinanzas correspondientes a cada uno de esos temas. Les presentamos la Adivinanza en dispositivos reales diseñados y realizados por nosotros mismos. Les planteamos el acertijo que no era fácil. La situación los llevaba a trabajar en colectivo, a llegar a un consenso para dar una respuesta, es el primer acuerdo. Pistas: Las pistas nos permiten dar información más conceptual sobre el tema seleccionado y poder profundizar el conocimiento sobre el mismo. Son redactadas por nosotros mismos de una manera lúdica. Se presentan en dispositivos reales diseñadas y realizados igualmente por nosotros. Una vez que los niños y niñas llegan a la respuesta correcta. .. “Cuentan hasta tres y todos digan lo que es” Micro: A través de textos poéticos versionados o creados, ofrecemos mayor información sobre el tema. No queríamos utilizar conceptos ni textos científicos. De ésta manera contribuiríamos a la difusión de textos de escritores venezolanos y latinoamericanos y ampliarían la visión de¡ tema, para además, generar una conversación como inducción al lenguaje literario. NOTA: Lista de cuentos con los autores. Lenguaje literario: A través de diferentes técnicas lúdicas inducíamos la creación literaria individual y
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luego colectiva. En los diferentes capítulos se crean cuentos escritos, cuentos orales, versos, retahílas, poesía. Este es el segundo momento de acuerdo. Estas técnicas deben estar explicadas paso a paso para invitar al niño y niña que esta en casa a crear su propia historia. Lenguaje plástico: A través de diferentes técnicas lúdicas se proponían actividades que reforzaran lo logrado a nivel literario. Para desarrollar el leguaje plástico utilizan materiales sencillos, materiales de reciclaje, y con ellos elaboran y construyen los elementos necesarios para la narración M cuento creado colectivamente. Estas técnicas deben estar explicadas paso a paso para invitar al niño y niña que esta en casa a realizar lo propuesto en el capítulo. Lenguaje corporal: A través, de diferentes técnicas lúdicas descubrimos el cuerpo, conocemos sus posibilidades y sus limitaciones. Primero individualmente, luego en parejas y después en grupo. Utilizan todo el espacio, crean movimientos que describen a los personajes del cuento a través de la expresión y la danza. Todas las áreas se encadenan, es decir,una enlaza a la otra. Cápsula: “- lo que estaba separado quedará integrado...” en este momento vemos integrados los tres (3) lenguajes en una sola obra. Aportes de/ programa: •Reconocer a nuestros niños y niñas como sujetos pensantes y creadores. •Reconocernos como pueblo. Identidad cultura). •Conocer y difundir obras de escritores venezolanos y latinoamericanos. •Conocer y difundir música venezolana, latinoamericana y africana. •Ofrecer Adivinanzas de origen Venezolano.
•Los Micros como obras audiovisuales independientes. •Las Cápsulas en donde vemos el resultado final del cuento o historia colectiva ilustrada e interpretada por los niños y niñas que participan en la grabación del programa, Además se puede oír y leer el cuento. •Ofrecer el programa como “herramienta pedagógica” para detonar la creatividad en el ámbito literario, plástico y corporal. -Equipo de realización: Tania Pérez, Diseñadora de la escenografía. ,Ramón Pérez Pino, realizador de la estenografía. Ana Karina Roque: Productora y Directora con amplia experiencia en el teatro para niños, niñas y adolescentes. Sofía Salazar: Investigadora y Productora con amplia experiencia en el lenguaje audiovisual para niños, niñas y adolescentes. Rafael Betancourt: Artista Plástico y bailarín con gran trayectoria en el trabajo creativo de niños, niñas y adolescentes. Carmen Ortiz: Bailarina y Coreógrafa con gran trayectoria en el trabajo creativo de niños, niñas y adolescentes, Karina Aranguren: Productora y realizadora de los dispositivos. Estudiante de la escuela de Arte Armando Reverón. Con experiencia en talleres de creatividad para niños y niñas. Yaritza Lazo: Editora. Estudiante del Instituto Universitario de Estudios Superiores Armando Reverón”. María Eugenia Armas R. Conceptualizadora, Investigadora y Productora. Con experiencia en talleres de creatividad para niños y niñas. Conclusiones La experiencia fue maravillosa. La Televisión como herramienta pedagógica, reconociendo su alcance. : ¡Otra televisora es posible!
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María Eugenia Armas (Caracas) Ha trabajado como productora de espectáculos teatrales, danza, televisión y cine. Fue jefe de producción de Vive Tv, y se desempeña en la realización del programa: “¿Y qué nombre le pondremos?” de ese mismo canal.
María Eugenia Armas, Lilian Maa D´Hoor, Alexander Hernández ,Armando Carías y Edith Fuentes.
Escribir para jóvenes ¿Para qué jóvenes? Armando Carías
Diez preguntas sobre lo juvenil 1. ¿Qué es ser joven? 2. ¿Ser joven es tener edad comprendida entre 18 y 28 años. 3. ¿Cuáles son los elementos que definen lo juvenil? 4. ¿Qué es música juvenil, lenguaje juvenil, moda juvenil? 5. ¿Cuáles son los gustos de la juventud? 6. ¿Qué es literatura juvenil? 7. ¿Existe lo juvenil como categoría literaria, como una forma de hacer literatura, como un estilo particular de comunicar a través de la escritura y la lectura? 8. ¿Quién determina qué es lo juvenil? 9. ¿Dónde se establecen los parámetros de lo juvenil? 10. ¿Cómo y por qué se precisa que es lo juvenil? La juventud como “target” Lo “juvenil” como categoría es una invención del mercado y de su hermana gemela, la publicidad. Eres joven si escuchas esta música, si te vistes como te digo, si vas a los lugares en donde se reúnen los y las jóvenes “como tú”, si consumes estas bebidas, si compras estos zapatos que son “juveniles”, si vas al concierto del grupo que está de moda entre los y las jóvenes. Ser joven es parecerte a otros (as) jóvenes que a su vez quieren parecerte a ti “que también eres joven”. La trampa está montada y es perfecta, o mejor dicho, “casi” perfecta. Creado el segmento “juvenil” lo demás es inventarle necesidades y ponerlo a reproducir estereotipos, a repetir esquemas, a reforzar fórmulas.
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¿Cómo escapar de la trampa de “lo juvenil”? Vías de escape Subvirtiendo el modelo que le asigna a los y las jóvenes un molde único, estandarizando gustos y percepciones, encerrando a “la juventud” en un esquema unívoco de comportamiento. Liberando a la juventud de la carga de antivalores que les inculca un sistema cuya estrategia principal se centra en el consumo y que hace de los y las jóvenes uno de sus blancos principales. ¿La juventud es un artículo hecho en serie? 1. Así nos lo han hecho creer quienes patentaron el fetiche de “lo juvenil”, como emblema generacional que iguala clases, costumbres, tradiciones y valores sin distingo de ninguna naturaleza. 2. A fin de cuentas, nos dicen, “somos jóvenes y eso nos une”. Crasa mentira, obscena manipulación ideológica. 3. La edad no nos hace más solidarios con nuestros semejantes. 4. ¿Qué edad tendrá el muchacho que traga fuego en el semáforo?, ¿cuántos años el indigente que veo todos los días en el mismo lugar? 5.¿Quién dijo que todos los jóvenes son iguales? 6.¿Una muchacha de 18 años del este de la ciudad tiene las mismas inquietudes que una joven de 18 años que vive en el oeste? 7. ¿Acuden a los mismos sitios?, ¿comparten las mismas necesidades?, ¿ambas estudian?, ¿las dos trabajan?, ¿están realmente unidas por el vínculo de “lo juvenil?”. 8.¿Lo juvenil es una categoría universal que no establece diferencias de clase, ni geo-
gráficas, ni de otra naturaleza? 9.¿Todos los jóvenes tienen los mismos gustos? 10. ¿Todas las jóvenes quieren lo mismo? Todo tiempo pasado fue… ¿mejor? En los años sesenta, cuando millares de jóvenes se alistaban en las filas del hippismo clamando por un mundo de paz y otros millares morían en Vietnam o caían en las guerrillas, la juventud se convirtió en vanguardia de lucha social, apuntalando protestas, radicalizándose, generando movimientos únicos en la historia. Se hablaba de una “revolución juvenil”, del “poder joven”. ¿Qué hizo entonces el sistema? Asimiló la protesta de esa juventud y la convirtió en moda: Woodstok, Hendrix, Janis Joplin, Lennon. La isla de Whight se convirtió en un lugar en donde todos queríamos estar y no hubo joven que no tuviera en su cuarto un afiche del che, aún cuando muy pocos supieran por qué y quienes lo habían matado. Llegaron los setenta, los ochenta, los noventa y con ellos el exterminio de todo vestigio de disidencia y de inconformismo de esa juventud, que asimilada por el sistema, se convirtió en “exitosa” yuppie, o en resignada asalariada de un engranaje demoledor que devino en eso que hoy conocemos como neoliberalismo, expresión postmoderna del capitalismo. El reto de la literatura en el rescate de los auténticos valores de la juventud. Trabajar en la búsqueda de un lenguaje que sea expresión del momento histórico que vivimos los venezolanos y venezolanas, del proceso de transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales en que nos
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encontramos, del quehacer y la lucha cotidiana por construir y defender esas transformaciones, de los fundamentos ideológicos que las sustentan, de los elementos que definen la identidad, las costumbres y tradiciones de nuestro pueblo, de todo lo que nos une y nos asemeja con otros pueblos y con sus luchas, particularmente con los pueblos latinoamericanos y caribeños, de los auténticos intereses, motivaciones, aspiraciones y sueños de la juventud y con ella, de la infancia y la adolescencia, es uno de los objetivos que debemos plantearnos, en este momento, quienes hemos asumido el compromiso de una comunicación responsable, creativa y comprometida con los auténticos valores de la juventud venezolana. Buscar un lenguaje es la oportunidad leernos, de mirarnos y de escucharnos a nosotros mismos y la posibilidad de reconocernos en el eco de nuestras palabras, nuestros sonidos y nuestros silencios. ¿Cómo hablamos?, ¿cómo decimos?, ¿cómo sonamos?, ¿cómo escuchamos?, ¿cómo somos los venezolanos?, ¿cuál es nuestra sonoridad?, ¿cómo nos arrullaron de niños?, ¿cómo nos regañaban?, ¿cómo regañamos ahora que somos adultos? Si hablamos de lo juvenil y del lenguaje que utilizan los y las jóvenes, podríamos pensar que su lenguaje “natural” es el que utilizan de manera coloquial para comunicarse, es decir, el que generan y construyen como código de relación. Ese lenguaje nos interesa en cuanto exprese con autenticidad el universo juvenil y no devenga en esa caricatura de la juventud que suele estar presente en ese otro “lenguaje juvenil” inventado por la publicidad, la moda y el mercado y que es el que con mayor insistencia- y no poca intencionalidad- suele ofrecérsenos a través de los medios de masificación del mensaje.
Ese lenguaje, cuya búsqueda proponemos como herramienta de comunicación con la juventud, debe tener las siguientes características: 1. Debe ser sencillo, más no simple. Las cosas más densas y los conceptos más profundos se pueden expresar con palabras sencillas, fáciles de entender, lo cual no significa banalidad ni superficialidad. 2. Debe ser hermoso, más no narcisista. La belleza del lenguaje y la armonía de las palabras y su composición, no deben reodearse en sí mismas ni ser un ejercicio de vanidad intelectual. el lenguaje debe estar al servicio de las ideas. 3. Debe ser arriesgado, más no irresponsable. Hacer una afirmación, opinar o emitir un juicio sobre algo que desconocemos, es exponernos a quedar como ignorantes o mentirosos públicos. 4. Debe ser irreverente, más no irrespetuoso. Las normas, leyes, reglamentos y principios de convivencia social, incluyen las palabras y con ellas, todo lo que estamos en capacidad de comunicar. si “el talento sin providad es un azote”, la irreverencia sin respeto, es un delito. Armando Carías (Caracas). Es escritor, director teatral, comunicador social y promotor cultural. Creador del Grupo de teatro El Chichón de la UCV. Presidente fundador del Teatro Infantil Nacional (TIN), miembro del Consejo Nacional de Teatro (CONAC). Jefe del Departamento de Teatro y Danza de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela. Creador y docente de la Cátedra de Teatro Infantil en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. En dramaturgia infantil han sido editadas sus obras: ¿Por qué los gnomos menean la cabeza?, Abuelo ¿quién pintó el mar de rojo?, Viva la caja boba y Anatomía de un chichón. Premios “Juana Sojo”, “Círculo de Críticos de Venezuela” (CRITVEN), Dramaturgia “Aquiles Nazoa”, Premio Municipal de Periodismo por la revista “El Chichón de Papel”, “Ollantay” (Latinoamericano) y “Cuchillo Canario” (Hispanoamericano), entre otros. Actualmente dirige RadioActiva de la Radio Nacional.
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El sitio de Imaginaria Graciela Pérez Aguilar
Para enmarcar el papel, la necesidad y las características de la revista o boletín virtual de literatura infantil Imaginaria, resulta ilustrativo hacer un brevísimo panorama de la literatura infantil argentina a partir de mediados de los años ’80. La literatura infantil argentina tuvo un enorme desarrollo en la segunda mitad de los años ’80. Luego del final de la dictadura militar y el retorno de la democracia, se pusieron en movimiento una serie de factores que hasta entonces no habían tenido posibilidades de aparecer. La voluntad política del Gobierno reconoció la importancia de la lectura en los niños y el rol de los docentes como promotores. Con el Plan Nacional de Lectura autores, maestros y especialistas partieron, mochila al hombro, hasta los lugares más lejanos del país para acercar no sólo libros sino modos de leer. Las editoriales, con Ediciones Colihue y Libros del Quirquincho a la cabeza – esta última motorizada por el talento editorial de la escritora Graciela Montes -, comenzaron a publicar a autores nuevos con nuevos formatos más adecuados a las necesidades de los lectores infantiles. Y los autores tuvieron por fin la posibilidad de ver publicados sus libros y desplegaron nuevas formas de la imaginación. Este panorama se fue enriqueciendo rápidamente, las editoriales de libros para adultos abrieron secciones de literatura infantil y entrenaron promotores para difundirla. Poco a poco aparecieron Ferias del libro infantil en escuelas e instituciones de Buenos Aires y de las provincias. El Gobierno Nacional y los gobiernos provinciales hicieron grandes compras de libros para dotar a las bibliotecas y se convirtió en una tradición la visita de autores a las escuelas. Más tarde, surgió la Feria del Libro Infantil y Juvenil de
Buenos Aires, como un desprendimiento de la llamada Feria Grande que se realiza todos los años en abril. Sin embargo, todo este despliegue no tuvo demasiado eco en los grandes medios de comunicación. Sólo muy esporádicamente la literatura infantil ocupó espacio en diarios, radio y televisión. Aparecieron unas pocas revistas de literatura infantil que se mantuvieron precariamente durante un tiempo, con tiradas muy reducidas. Es curioso que el interesante negocio de los libros para niños no tuviera repercusión en los medios que sí se ocupan de otros negocios. Quizás parte de la explicación consista en que esos libros han circulado fundamentalmente por las escuelas antes que por las librerías, y que el modo de promoción allí va por otros canales. Por la razón que fuere, y ante la necesidad de cubrir esa carencia, apareció en Internet la revista Imaginaria, en junio de 1999. Apareció gracias a los talentos complementarios de dos fundadores: Eduardo Abel Gimenez es un polifacético escritor-músico-editor y pionero en cuestiones de la web. Roberto Sotelo es un docente bibliotecario muy conocedor de la literatura infantil. Lo dos iniciaron el proyecto sin ningún tipo de financiamiento y lo sostuvieron así durante años. Su propuesta contemplaba la respuesta a muchos interrogantes que ellos mismos plantean en un número de la revista: ¿Cuáles son las últimas novedades editoriales en literatura infantil? ¿En qué libro se puede encontrar un cuento que aborde determinada temática? ¿Dónde hallar la bibliografía completa de un autor? ¿A qué publicación suscribirse para encontrar material teórico sobre literatura infantil? ¿Cómo enterarse de los muchísimos concursos, congresos, premios, talleres, cursos o
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estudios que se están realizando actualmente sobre el género? La lista de interrogantes podría ser más extensa pero tal vez se podría sintetizar en una sola pregunta: ¿Qué libros, qué lecturas, seleccionar y elegir para ayudar a construir el desarrollo lector de un niño? Pero además, Imaginaria tenía una característica distintiva: la virtualidad. En honor a la verdad, la revista Imaginaria no fue el primer boletín virtual de literatura infantil. Un año antes, en julio de 2000, se había publicado el primer número de “El mangrullo”, una revista digital creada y sostenida por la escritora Raquel Barthe, que todavía existe y publica notas muy interesantes. La enorme plataforma de difusión de Internet, sumada al hecho de que su mantenimiento no implicaba los grandes gastos de impresión y distribución, posibilitó que el proyecto continuara. Actualmente Imaginaria tiene unas 250.000 visitas mensuales, provenientes de 117 países, con especial predominio de América latina y España. Durante muchos años, como ya señalamos, se mantuvo “a pulmón”, con el gran esfuerzo de Sotelo y Gimenez, hasta que hace cuatro años recibió el apoyo de la Fundación Telefónica de Argentina y pudo contar con la colaboración de otras personas, además de desarrollar algunos proyectos nuevos como la Biblioteca Imaginaria. La Biblioteca Imaginaria nació hace poco más de dos años con el propósito de publicar textos de literatura, ilustrados por dibujantes calificados y a los cuales tuvieran acceso chicos de los sitios más apartados, con el solo requisito de una computadora, una línea de Internet y una impresora. Por eso, cada texto se presenta en dos formatos: HTML, para leer en pantalla, y PDF, para lograr
una impresión de buena calidad. Cada texto viene acompañado por los datos biográficos del autor o autora y del ilustrador o ilustradora. Hasta el momento, la Biblioteca tiene unas 120.000 visitas mensuales pero publica predominantemente a autores y autoras de Argentina. Una de las perspectivas más interesantes para el desarrollo tanto de la Biblioteca como de la revista es que se vayan ampliando las colaboraciones de todo el mundo de habla castellana. La revista y la biblioteca Imaginaria son sólo dos muestras de lo que se puede hacer empleando tecnología digital e Internet para que la información sobre literatura infantil, sus textos, sus ilustraciones y las voces de escritores y especialistas lleguen a los lugares que más las necesitan. Algunas personas afirman que Internet es un medio frío e impersonal, pero las experiencias que realizamos durante un tiempo en el Foro de la revista, invitando a autores, ilustradores, editores y narradores para hablar con los integrantes del Foro nos demostraron que era posible un diálogo cálido, rico e interesante para todos. Claro que hace falta la tecnología y no siempre está disponible. Pero, además, hace falta explorar y crear maneras de que sea más flexible y sirva a distintos propósitos que se pueden resumir en uno, que es contribuir al desarrollo del amor por la lectura en los niños. Graciela Pérez Aguilar (Buenos Aires,1947) Es profesora y licenciada en letras. Ha trabajado como docente, editora y directora editorial. Formó parte del comité fundador de la revista La Mancha-Papeles de Literatura Infantil, y participó en la Comisión de la Feria del Libro Infantil de la Fundación El Libro. Actualmente coordina varios proyectos de literatura infantil por internet. Publicó numerosos libros de texto para la escuela, libros de cuentos y la novela “El constructor de sueños”.
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Taller de Creación Literaria para desarrollar a través de Internet Carmen Carrillo
Los talleres literarios buscan despertar mediante ejercicios de lenguaje y estímulos de diversa índole las capacidades creativas de sus participantes. Suelen realizarse en sesiones colectivas en las cuales los talleristas proponen ejercicios que son desarrollados en forma individual o colectiva. Una vez elaborados los textos son leídos y comentados por los miembros del taller. Estas secuencias permiten establecer una práctica sistematizada de escritura que puede llegar a consolidarse en el tiempo. En oportunidades se combina el acto creativo con lecturas de escritores fundamentales que sirven de ejemplo y motivación. El taller literario a través de la red es una modalidad que extiende a un circuito muy amplio de interesados la oportunidad de integrarse a la práctica de la lectura y la escritura creativas. Recurrimos a varios servicios que ofrece Internet con el fin de lograr que el tránsito de los participantes por el taller sea gratificante. Se pueden ofrecer dos modalidades: Taller interactivo cerrado a los miembros que se subscriben a través de una lista de discusión, con página web en la que se exponen los trabajos realizados y los comentarios y sugerencias recibidos al final de cada ejercicio, un período de aproximadamente 3 semanas. Taller interactivo abierto a todo público. A través de una página web dividida en tres secciones: a) donde aparece la propuesta de ejercicio; b) lugar en el que se publican los textos que los interesados en participar envían a una dirección de correo-e previamente anunciada; 3) lugar en el que se publican los comentarios enviados, a la misma dirección
de correo- e, sobre los textos publicados. Al ser cerrado los miembros reciben toda la información en sus correos particulares, de ser abierto, los interesados tienen que estar consultando la página web y desde allí leen. Aunque en ambos casos se publicarán en la web los trabajos realizados. En 1999 el argentino residenciado en Buenos Aires, Horacio Marcelo Martínez Phillipps y yo desarrollamos un taller literario a través de la red, al que denominamos Entre líneas, el mismo estaba articulado a través de una lista de correo con la dirección entrelineas@egroups.com desde la cual se enviaban las actividades a los participantes; a través de esta comunidad virtual se compartía la producción de los participantes, se conocían opiniones, se comentaban experiencias y se recibía un comentario personalizado del tallerista. En la web de Entre líneas se podía consultar el material de cada módulo. Cada quince días se organizaba una sesión de Chat en la cual los participantes intercambiaban opiniones en tiempo real y en oportunidades compartían la visita de algún invitado especial. En taller quedó articulado de la siguiente manera: Doce ejercicios que se publican cada cuatro semanas, se da un margen de tres semanas para el envío de los textos y al final de la cuarta semana se publica el comentario del coordinador del taller o de algunas personas por él autorizadas para tal fin. Los demás miembros del taller también pueden enviar sus comentarios. Además de los apartados ya mencionados, se puede hacer un apartado para que las personas muestren textos de autores conocidos que quieren compartir con los demás miembros del taller. Entre líneas estuvo activo por más de un año y llegamos a tener hasta cincuenta participantes de diversas nacionalidades, ubicados
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en Europa y América, algunos de ellos de nacionalidad brasileña y portuguesa enviaban sus textos en su idioma nativo. A continuación copio los ejercicios propuestos: EJERCICIO 1: Crear un texto a partir del nombre. Cuando nacemos nos asignan un nombre que nos acompañará hasta el final de nuestros días, puede gustarnos o no, sin embargo de alguna manera nos marca, nos determina. Jugar con el nombre, recrearnos en él, conocer su etimología y relacionarla con lo que somos o hacemos puede conducirnos a espacios y situaciones insospechados. Pensemos en la importancia que algunos escritores le han dado a su nombre, las veces que se autodenominan en sus creaciones Huidobro, Cesar Vallejo, Antonio Arráiz, entre otros. Leamos a continuación algunos poemas como por ejemplo El Nombre de Ana Enriqueta Terán (Venezuela) y He olvidado mi nombre de Carlos Pellicer (México) para que nos sirvan de motivación y luego construyamos un texto cuya referencia sea nuestro nombre. Puede ser un poema, un relato, una simple descripción de lo que somos a partir de nuestro nombre, una pieza de teatro corta. Sólo busquemos el género con el que nos sintamos más a gusto. EJERCICIO 2: Redactar un cuento a partir de una noticia de prensa que narre un acontecimiento insólito, un hecho de sangre, o cualquier suceso que nos asombre. Imaginemos la historia que hay detrás de esos hechos, lo que llevó a sus protagonistas hasta esa situación, elaboremos nuestra versión de los hechos convirtiéndola en una ficción. Antes de comenzar debemos recordar al-
gunas de las características del género cuento tales como la brevedad, la intensidad y la tensión. Es importante que el lenguaje se adecúe a las exigencias del tema y tienda siempre a la síntesis evitando todo exceso retórico. El asunto a tratar debe organizarse a partir de la unidad (un tema único), la precisión, la sencillez y la exactitud ya que estos elementos permiten canalizar la atención del lector. La originalidad es otra de las cualidades de un buen cuento. La pertinencia del final: El desenlace en la clave de un buen cuento. En esta oportunidad leeremos: del escritor uruguayo Horacio Quiroga, el Decálogo del buen cuentista, y el cuento de “Un rastro de tu sangre en la nieve”, de Gabriel García Márquez. Convirtámonos en narradores de un cuento tras seleccionar noticia cualquiera de prensa local. EJERCICIO 3: Escribir un poema de amor. La lírica es, entre los géneros literarios, aquel cuya intención se orienta más directamente hacia la individualización del discurso, hacia la subjetividad. La poesía expresa la unidad de lo múltiple e instituye un mundo nuevo más allá de los sentidos, es palabra que renueva, es rememoración. El poeta escucha su ser interior y, desde la intimidad de su ser, transmite su mensaje. La palabra se convierte en el instrumento para trascender la realidad, en este sentido el lenguaje poético se distancia del referente y se centra en un discurso que refleja las intenciones expresivas de su autor. Densidad significativa que se logra a partir de las figuras retóricas, de los procedimientos metafóricos. Como por ejemplo el poema Órdenes de amor de Efraín Huerta En algunos casos se parte de una comparación o símil para la elaboración del
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texto. El siguiente poema de Douglas Bohorquez puede servirnos de muestra: Buey Te amo como un buey herido como una tarde cansada como una bicicleta rota arruinándose desgastándose pedaleante contra tus piernas contra las piedras y algún fragmento de sol Podríamos comenzar nuestro texto con la frase: te amo como o cualquier otra que nos permita comparar nuestro sentimiento con seres animados, inanimados, procesos, sucesos, acciones, etc. EJERCICIO 4: Escribir un minicuento. El minicuento, se distingue por la brevedad y la condensación a través de reducciones frásticas, características que lo separa de la novela e incluso del cuento largo. Un minicuento busca la condensación de tiempo, espacio y personajes, la instantaneidad de la trama y la fragmentación como elementos narrativos. Para entender el minicuento es necesario remontarnos al lejano pasado del relato mítico socializado y al tiempo en que la fábula hace su aparición como género poético inferior. De origen arábigo, la fábula se cristianiza y pasa a Occidente en la época medieval, prevalesciendo la intención moralizante que la caracterizaba, para luego profanarse en el Renacimiento. A partir del siglo XVIII, con la aparición del romanticismo, la fábula adquiere importancia como antifábula y se invierte su intención moralizante para convertirla en una expresión satirizante e ironizante; la moraleja pasa a ser antimoraleja, farsa. El minicuento toma auge en
América Latina con el mexicano Juan José Arreola y el guatemalteco radicado en México, Augusto Monterroso. El humor como respuesta que busca un sentido, a la vez que connota una realidad socio-política que se rechaza, encuentra en la condensación del minicuento su principal aliado para la desmitificación y la crítica jocosa de los valores que se rechazan. Micro-historia cotidiana condensada que desmonta la moralidad burguesa. Leamos a continuación algunos minicuentos de Monterroso para luego elaborar nuestros propios textos, puede ser uno, dos o una serie en la que, con mucha ironía, critiquemos algún aspecto de la sociedad en que vivimos. EJERCICIO 5: A partir del famoso minicuento de Monterroso: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí” elaboremos un texto en el que interpretemos la historia aquí relatada, ampliándola. En esta oportunidad vamos a realizar el ejercicio anterior a la inversa. Uno de los rasgos fundamentales de la obra moderna es la indeterminación. El escritor, en su afán de incorporar al lector al proceso literario, deja espacios vacíos en el texto que posibilitan múltiples concresiones, infinidad de lecturas. Tal es el caso de este cuento de una línea, hagamos pues una lectura ampliada y convirtámosla en un nuevo relato. EJERCICIO 6: Escribir un texto a partir de una imagen fotográfica. EJERCICIO 7: Construir un texto a partir de la creación de un código simbólico. Puede ser a partir de una imagen especular, un anagrama, un parónimo, una configuración numérica cabalística, un juego lingüístico. El texto literario es una estructura subjetiva e individual. En todo discurso hay algo
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que organiza la significación, que no es el significado sino la figurabilidad y ésta puede ser la visualización de algo que las palabras no tienen. Cuando el escritor construye su texto su universo simbólico se filtra e invade el mundo ficcional recién elaborado. Ciertas marcas textuales nos permiten como lectores descifrar los secretos que se esconden tras las palabras. Conscientes de esta realidad juguemos con la magia de la palabra y a través de ella invitemos al lector a descifrar nuestro enigma. Les sugiero la lectura de los cuentos de Julio Cortázar y Jorge Luis Borges. Glosario: Anagrama: Transposición de las letras de una palabra o frase que da como resultado otra palabra o frase diferente. Aliteración: repetición de letras o sílabas dentro de un texto. Parónimo: sílabas dispersas que nos remiten a un nombre. EJERCICIO 8: Construir un texto en el que hablen de la dificultad que sienten para escribir, de su experiencia con la palabra y el silencio. Puede ser un texto poético o narrativo, pero eviten el ensayo. La idea es que sea un texto creativo. “Si el silencio amenaza, debido a que habéis cometido una falta, falta que podemos llamar de inatención, interrumpid sin la menos vacilación la frase demasiado clara. A continuación de la palabra que os parezca de origen sospechoso poned una letra cualquiera, la letra L, y al imponer esta inicial a la palabra siguiente conseguiréis que vuelva a imperar la arbitrariedad.” André Breton. El terror de la página en blanco: Cuántas veces hemos escuchado esta frase,
cuántos ensayos se han dedicado a este asunto, cuántas veces la hemos experimentado. Cómo lidiamos contra este fantasma que nos asecha constantemente. Los textos pueden verse como consagración o fracaso del lenguaje. Cargamos a cuestas el peso de la tradición, pareciera que ya todo está dicho y nos dejamos llevar por el desamparo que produce la imposibilidad de evocar nuevas palabras, de construir nuevas tramas. La dificultad de escribir ha sido enunciada por los más grandes escritores. Cervantes, en su prólogo al Quijote comenta: “Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno uve por mayor que hacer esta prefació que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribilla, y muchas veces la dejé, por no saber lo que escibiría; y estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en la mejilla, pensando lo que diría...” El hablante se asume como un ser problematizado frente al conflicto de la enunciación, no sólo en el plano de lo estético, sino también en el ontológico. Esta dificultad para transcribir muestra una especie de esterilidad creativa que sólo puede conducir al silencio y éste por analogía, es la muerte. No obstante nombrar la dificultad, expresar con palabras la inexpresabilidad es una forma superar el vacío. Charles Simic declaró en una oportunidad: “yo deseo incluir en el poema todo lo que encuentro indecible”. Pues bien, los invito leer los poemas “Intensidad y altura” de Cesar Vallejo, “La maleza y la sombra” de José Emilio Pacheco y “escribo algo” de Jorge Eduardo Eielson. EJERCICIO 9: Escribir un texto sobre la muerte, puede ser un poema o un cuento, lo importante es que en él
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podamos expresar, desde un yo lírico o a través de personajes, cómo nos sentimos frente a la idea de la muerte. Podemos contar una experiencia desde la presuposición de que hemos muerto y describir lo que nos encontramos al pasar el umbral. Otra opción es hacer un relato de ficción en el que narremos lo que haríamos si, una vez muertos, tuvieramos la oportunidad de permanecer en este mundo sin que nadie nos pudiera ver. Podemos contraponer la muerte a resurrección, o bien desarrollar el tema desde la perspectiva del humor o hacer un cuento de horror. EJERCICIO 10: Escribir una saga familiar. A partir de la figura de un pariente, real o ficticio, escribir un relato que cuente las peripecias de generaciones de una familia con tales peculiaridades que puedan ser del interés de un lector de ficción. EJERCICIO 11: Construit un “Glosario de términos sobre el amor”. La escritora colombiana María Mercedes Lafaurie en su Libro de vida o muerte escribe una serie de aforismos en los que reflexiona sobre el tema, les copio algunos ejemplos y luego les hago una lista para que, con mucha imaginación y humor, cada uno cree su versión. Amar: Tener una razón suficientemente válida para retardar... el adiós. Amor propio: El menos propio de los amores. Amor universal: Sucedáneo de algunos que no practica el amor particular. Beso: Prolongación de la palabra. Callar: Sentir cierto placer al saber al otro confundido. Celos: Perdón, por adelantado, ante una posible traición. Conquistar: Comenzar a correr el riesgo de perder.
Culpa: El gran manto que cubre el dolor de no haber sido suficientemente capaces de enamorar. Decoro: Heroica defensa ante la imposibilidad de huir del lugar de los hechos. Desamor: Residuo de un amor deshausiado que, no por ello, se niega a ser amor. Desencuentro: Dos equivocaciones convencidas de tener al razón. Comencemos, al igual que María Mercedes por la palabra Amor: Luego: Beso: Celos: Compromiso: Conquistar: Culpa: Desamor: Desilusión: Dolor: Dudar: Ego: Enamoramiento: Engañar: Fantasma: Goce: Jamás: Lealtad: Matrimonio: Mentira: Miedo: Nada: Odio: Olvidar: Peligrosa: Perdonar: Rival: Separación: Soledad: Tristeza: Unión: EJERCICIO 12: A partir de una frase extraída de un cuento del escritor ve-
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nezolano Sael Ibáñez, escribir un texto sobre un lugar de una ciudad en la que habita un ser amado. “Yo he aprendido a saber que toda ciudad se resume al sitio caprichoso de su geografía donde mora quien se ha apoderado de nuestro corazón; todo lo demás en ella es accidental o una añadidura” Carmen Virginia Carrillo Licenciada en Letras de la Universidad Católica Andrés Bello. Mágister en Literatura Latinoamericana (ULA). Docotora en lengua y Literatura, Universidad de Murcia, España. Ensayista. Autora de La Modernidad en la poesía de Antonio Arráiz (1994).
Mirta Yáñez, Graciela Pérez Aguilar, Carmen Virginia Carrillo, Silvia Dioverti y Edith Fuentes.
Una escritura desliteraturizada Silvia Dioverti
Ocupar el lugar del otro, hablar por el otro, es uno de los riesgos más evidentes –y también una de las mayores tentaciones– cuando se escribe para una revista con las características de La Piñata, es decir, una revista dirigida a niños y niñas hospitalizados. Hospitalizados mas no necesariamente pacientes y pasivos, aunque sí altamente sensibles, vulnerables a la autoridad que, por aquello de que “si está publicado tiene que ser cierto”, suele desprenderse de la palabra impresa. Ya los adultos sabemos que ese axioma es, en la práctica y casi siempre, convertible en lo contrario: si está publicado es probable que sea falso. Y es justamente desde allí, desde la falsedad, entendida no como perversión consciente de la verdad para lograr un objetivo, sino como desplazamiento del escritor hacia una realidad ajena, que se asienta unos de los principios de la literatura. ¿Desde cuál posición escribir, entonces, cuando el instrumento mismo a ser utilizado, la palabra, se nos aparece como doblemente desnuda, desnuda en la página en blanco y desnuda de poder: no puede convocar, a menos que hiperbolice, manipule, someta a torsión y se convierta en objetivo per se o en fórmula de autoayuda, las vivencias que cualquier niña o niño en situación de enfermedad conoce? La primera respuesta que aparece es, evidentemente, que hay que escribir desde la honestidad. ¿Habrá, pues, para ser honestos, para que la palabra alcance un grado de legitimidad, que padecer los mismos sufrimientos físicos y emocionales de aquellos a los que queremos dirigirnos? Ciertamente no, y frente a la contundencia de esa respuesta
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entramos en caída libre hacia otra no menos contundente evidencia: si no escribimos desde la experiencia propia estamos literaturizando. A esta altura es lícito que cualquiera se pregunte qué tiene de malo hacer literatura desde el síntoma. Dostoiewski, Kafka, Ramos Sucre, Hölderlin, hicieron literatura a partir de su propia sintomatología y plasmaron personajes imperecederos, –imperecederos por verídicos– y que aún hoy, u hoy más que nunca, siguen teniendo absoluta vigencia. Pero una cosa es el genio capaz de convocar los monstruos de la psiquis (escribo para conjurar mis fantasmas, decía Dostoiewski) y otra muy distinta la pretensión de utilizar la propia palabra para figurar el decir del otro. “No sabiendo los oficios los haremos con respeto”, dice Shakespeare por boca de Hamlet, y es justamente en esa posición endeble, insegura y desconocida que vacila sobre la página en blanco, en donde lo que pudiera ser una herramienta –la literatura– deja de tener validez. Como la pintura, la música, el cine o cualquier otra expresión artística, la literatura tiene sus técnicas, sabe crear claroscuros, crescendos y suspensos, utiliza los signos y la palabra para producir efectos, para atrapar al lector y hacerlo obediente, sujeto y objeto de lo que en ella y a través de ella se dice. Y eso no está mal, es parte de esa realidad que llamamos literatura y que tiene la propiedad y la virtud de hacer pasar la materia prima por su alambique y convertirla en bebida espirituosa. ¿Por qué, entonces, desliteraturizar una escritura? Quizás la respuesta esté estrechamente ligada al hecho de que ninguna literatura es inocente: siempre pretende algo. Y una de las cosas que más pretende, editorialmente hablando, es vender. Vender una visión de la vida, una receta para entrar o salir –la diferencia no tiene importancia– en y de un mundo “normalizado”. La generación
beatnik propuso –como antes lo hicieron los surrealistas, y antes de los surrealistas los románticos, y antes de ellos muchos otros– romper los cánones que nos sujetan a una percepción de la realidad, y, sin embargo, por iconoclasta que era, no dejó de estar sujeta a las leyes editoriales: cuando cesó de ser noticia desapareció de los grandes titulares. Así, pues, que toda literatura es una expresión de poder, incluso aquella que lo contradice y combate y que, atrapada por el bussines, corre el riesgo, como ocurre actualmente con los libros de autoayuda, de literaturizar todo cuanto toca, incluso lo más sagrado. Durante bastante tiempo la revista La Piñata “pasó por debajo de la mesa”, trabajaba en silencio y no había sido “detectada” por la siempre ávida fábrica de novedades, así lo quisimos quienes la editamos y así seguimos queriéndolo. Los premios y reconocimientos que haya obtenido no son, en mi caso particular, ni un aliciente ni un motivo de orgullo. Como todos saben la distribución de la revista es gratuita, nadie gana con ella, no, al menos, en el sentido editorial que he expresado antes. Parece, y eso lo sé por algunas cartas y mensajes que nos llegan, que, hasta ahora, hemos logrado que ganaran aquellos a los que está destinada. La Piñata no da recetas para ser feliz, no dice de qué manera hay que vivir, antes bien, intenta que cada lector y lectora vaya aprendiendo a escuchar, a través de lo que lee, el decir de su propio corazón y que al hacerlo sepa que se puede reivindicar, como heredad de la raza humana, los monstruos y los ángeles que nos habitan. Sentir miedo, celos, envidia, rabia o dolor ha sido equiparado por la educación tradicional al fracaso de las buenas costumbres y a la decadencia de los valores; así, al obligarnos a combatir esos sentimientos, nos ha ido cercenando la más elemental de las libertades, la de ser tal cual somos, hechos de sombra y luz, forjados en
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barro pero también en hierro. Un niño o una niña cuya expectativa de vida no va más allá de unos meses sabe, mucho más que cualquier escribidor –el término no es despectivo y me identifico con él– de qué están hechos los terrores y no necesita el recurso de la literatura para conocerlos. La pretensión de La Piñata no es, entonces, decir por la boca del otro, sino mostrar que algo puede ser dicho, verbalizado, nombrado, y eso es, en primera instancia, todo cuanto importa. René Daumal, en Le contraciel, expresa: “Es necesario que alguien venga y diga, en fin, así son las cosas, con tal de que esto sea dicho poco importa quien pueda decir: yo he hecho la luz, y la luz, además no es nadie.” Y, justamente, porque no es de nadie o es de todos, es preciso mostrarla, señalar con la palabra la palabra. Lo que sí tal vez sea necesario expresar y repetir hasta que se encarne en la consciencia del colectivo es que en ese momento de vulnerabilidad que la antigua medicina china definía como “el tiempo de enfermar”, tenemos derechos y que estos no son una dádiva del sistema o de quienes nos atienden, son una exigencia. Contribuir a que esos derechos se encarnen dentro y fuera de cada uno es el objetivo primordial de La Piñata. “El cuerpo es uno, pero tiene muchos miembros”, dice un pasaje de la Primera Epístola a los Corintios. Quiero entender por eso, aunque no sea lo que haya querido decir San Pablo, que ese cuerpo somos todos nosotros, la sociedad entera, y mientras los más pequeños y desasistidos de sus miembros sigan llegando a los hospitales por causas de un entorno que no atina a parar ni los embarazos precoces ni la desnutrición ni las condiciones insalubres que engendran la mayor parte de los padecimientos infantiles, entonces todos seguiremos estando enfermos. Por eso, y como ya se apuntó anteriormente,
no se puede ni se debe hacer literatura con el dolor ajeno. Desliteraturizar la escritura es liberarla de la intención de impactar, es hacer el intento de no escribir desde el yo, ni siquiera desde un nosotros hipotético y escurridizo; es hacer un intento, casi siempre fallido, de devolverle a la palabra una desnudez a partir de la cual cada quien pueda vestirla con su propio ropaje. ¿Y para que desnudarla si luego ha de ser vestida? Quizás porque signados por el síndrome de Adán y como él confrontados al vacío, la soledad y el horror, necesitamos nombrar las cosas para conjurarlas. Entonces, ¿qué busca La Piñata? Tal vez pueda resumirse de forma harto sencilla: te muestro lo que nombro para que sepas que tú también puedes hacerlo. Muchas gracias Silvia Dioverti (Argentina). Reside en Venezuela desde 1979. Profesora de Castellano y Literatura en Media Diversificada, ha obtenido varios premios literarios en el ámbito nacional e internacional. En literatura para niños ha publicado Gato embotado y enamorado, Monte Ávila, 1994; Dragón de bolsillo Playco Editores, 2002; El Tontopérez (antología colectiva), Ediciones Matanzas, Cuba, 2006, entre otros. Es miembro del comité editorial de la revista La Piñata. Recibió el Premio a la mejor revista infantil del año 2006 otorgado por el CENAL.
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Charla: Máximas y mínimas sobre estimulación de la lectura Ricardo Mariño
1. Querido docente: si alguna vez al salir del cine alguien te detuvo en la vereda y te pidió que escribieras tres finales distintos para ese argumento, y esa experiencia te agradó y notaste que mejoró tu comprensión del filme, entonces está muy bien que continúes pidiéndoles a los alumnos que después de la lectura de un cuento señalen palabras esdrújulas, sensaciones olfativas o terminaciones en aba. 2. Desconfía de los cuentos y novelas que sirvan para enseñar algo muy concreto. Si el libro demuestra claramente que los dientes deben cepillarse todas las noches, que no hay que discriminar a los asiáticos y que los enanos son personas, probablemente no tenga mucho valor literario. Las grandes obras literarias no enseñan nada, al menos no directamente, y, al contrario, crean encrucijadas que provocan más preguntas que respuestas. 3. Es mayor el número de niños que adora nadar a partir del disfrute del agua, que los que aman la natación gracias a los juegos organizados por el profesor de la colonia. Incluso, hay pequeños que ven al profesor como un obstáculo entre él y el placer de la pileta, y se cuentan por miles los que odian las colonias de vacaciones justamente a causa de los juegos organizados por el profesor. Vale decir: no le adjudiques tanta importancia a las técnicas de estimulación de la lectura. Se sabe de niños que han comenzado a leer un libro sin el concurso de un saltimbanquis. 4. Un buen escritor suele ser un individuo feo, de escasa simpatía y que apenas sabe
hablar en público. Un animador de fiestas infantiles dice mejores chistes, canta con más gracia y tiene mejor comunicación con los chicos. Es común que los dos publiquen libros para niños. A la hora de elegir un libro, no está mal tener presente que quien se dedica a la literatura es el primero. 5. Cuando un medio gráfico le hace un reportaje a un escritor de literatura infantil, manda a una colaboradora del diario o revista que no tiene idea del tipo de entrevista que está haciendo. Mientras discurre el reportaje, el escritor se pregunta cómo llegó esa chica tan linda a trabajar en la página cultural. El escritor sólo es capaz de pensar una respuesta: el jefe de sección quiere convertirse en su amante. El fotógrafo que acompaña a la chica sí tiene una idea concreta. Esa idea se expresa en el tipo de foto que quiere sacar: el autor sentado en el suelo, rodeado por sus propios libros; el autor, posando entre juguetes de su hijo; el autor en una plaza, sentado en un tobogán; el autor charlando con una marioneta. La idea del fotógrafo es bien precisa: alguien que se dedica a la literatura infantil es infradotado. 6. Hay que discriminar. Las editoriales publican cientos de títulos por año y a cada uno lo presentan como un gran libro. Sin embargo, un gran libro es una especie de milagro. Un gran libro deja huellas profundas en las personas y frecuentemente los gana como lectores para otros libros. Un mal libro, en cambio, es una poderosa máquina de alejar gente de la lectura. De los cientos de títulos que se publican por año la gran mayoría son literariamente intrascendentes. Siendo muy generoso se podría decir que por año aparecen dos o tres libros muy buenos. El papel de alguien que quiere promover la lectura es ubicar esos dos o tres libros. Nadie va a hacer ese trabajo
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por él. Y no hay una máquina de detectar grandes libros. Para complicar más las cosas, esos dos o tres libros no son los mismos para todo el mundo. 7. Leer es más trabajoso que mirar. Dicho brutalmente, los dibujitos que llamamos letras son representaciones de ruidos que llamamos palabras que a su vez son representaciones de las cosas. En el televisor, en cambio, están directamente las cosas (la imagen de ellas). Es más trabajoso leer que mirar. Pero recordemos que correr tras una sola pelota que se la disputan veinte chicos valiéndose de patadas y empujones es más trabajoso que quedarse sentado en un banco de la plaza mirando comer a las palomas. Curiosamente, los chicos prefieren el fútbol a quedarse sentados. Debe ser que lo muy placentero hace olvidar lo trabajoso de su consecución. Los buenos libros hacen olvidar el trabajo de leer. 8. El dios Hermes es el patrón de la lectura, en virtud de su papel de mensajero entre los dioses y los humanos. Hermenéutica es la palabra que designa la actividad de interpretación de los textos sagrados pero también tiene un uso más general para nombrar todo acto de interpretación de textos. Ayer nomás toda la educación era religiosa. La tradición religiosa en la educación, orientada a formar moralmente a partir de textos que enseñan lo que una institución, la iglesia, cree que se debe enseñar, es la matriz arcaica a la que responde esa tendencia todavía existente en el ámbito docente, por la cual de un texto literario se puede y se debe extraer una enseñanza sintética, definida y, curiosamente, buena. ¿Por qué esa arbitrariedad? Porque esa actitud conecta con aquella posición hermenéutica que da por sentado que en lo escrito (sagrado) sólo puede haber mensajes
edificantes. Bajemos a Hermes de la palmera. La maestra no es Hermes. Hermes no existe, o todos somos Hermes. 9. Es más fácil hablar de la penetración del imperialismo y de la desnutrición infantil, que escribir buenos cuentos y novelas. Acaso resulte tan difícil hacer bien una cosa como la otra, pero convengamos que son dos actividades distintas. O sea: a la hora de elegir un autor es mejor tener en cuenta no tanto lo que dice como lo que escribe, aunque lo que diga sea muy justo. El par obra-autor no es tan transparente como se cree. Recordemos que el católico Graham Greene buceó como pocos en zonas oscuras del deseo y el sexo, que el fascista Céline escribió una maravillosa novela, que el conservador Borges renovó la literatura argentina, y que según Marx el mejor y más despiadado retrato de la burguesía fue hecho por el monárquico Balzac. No basta con coincidir sentimental o ideológicamente con los dichos de un escritor. No basta con salir entusiasmado de su charla e identificarse con sus dichos. Además hay que leerlo. Y criticarlo. Y discriminar la parte de su obra que nos satisface como lectores y la que no. 10. Cuando los autores visitan una escuela los chicos hacen siempre las mismas preguntas. Las más repetidas son “¿De dónde saca las ideas?”; “¿A qué hora y en qué lugar de la casa escribe?”; ¿Qué hace cuando no escribe?”; “¿Con quién vive?”; “¿Cuánta plata gana?”. Son preguntas horribles, superficiales, no literarias y todos los autores estamos hartos de contestarlas. Si yo pudiera estar diez minutos a solas con Juan José Saer, John Irving o William Shakespeare, les preguntaría: “¿De dónde saca las ideas?”; “¿A qué hora y en qué lugar de la casa escribe?”; ¿Qué hace cuando
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no escribe?”; “¿Con quién vive?”; “¿Cuánta plata gana?”. 11. Los chicos son raros: en lugar de interesarse por el aleteo de una mariposita que salta de flor en flor, en un mar de diminutivos, adjetivaciones empalagosas y maravillosos sentimientos, prefieren la música que producen las cabezas que caen rebotando desde la vela mayor en una buena trifulca de piratas. También prefieren el humor, el miedo, el ingenio, lo absurdo, el amor, el drama, y en general cualquier ficción que los haga experimentar alguna intensidad. Un chico siempre es peor de lo que su abuelita y la directora del colegio desean, pero no demos por demostrado que se deba a las ficciones que consumen. No está probado que el Petiso Orejudo, Jack el Destripador, Videla o Bush hayan sido grandes lectores de Salgari. 12. La cantidad, no hace a la calidad. Las maratones que premian al niño que lee más libros por mes no deben estimular tanto al que lee con verdadero gusto, como al niño/ concursero, al niño/botón que busca la aprobación de los mayores, al niño/zapping y al niño/Tour por Europa 15 países 15 en un una semana. ¿De qué otra manera se pueden leer treinta o cuarenta libros en treinta días? Y no olvidemos al general Pinochet, a quien le preguntaron “¿qué tipo de lecturas, prefiere, general?”, a lo que él respondió: “Filosofía, Historia, Literatura, Economía, Política, Ciencia e Historia de las religiones”; “¿Y en qué momento lee?”; “Diez minutos antes de dormir”. 13. La expresión “técnicas de estimulación” tiene connotaciones sexuales. Rápidamente uno la asocia con una señora que ante los reiterados fracasos nocturnos del marido, compra un manual de estimulación y trata de
seguir sus consejos por incómodos, extravagantes y poco naturales que resulten. El marido la mira hacer, un poco desorientado. Piensa que se está perdiendo Fútbol de Primera y que seguro que el lunes a la mañana el Rastrojero no va a querer arrancar. “¿Hay posibilidad de provocar el deseo mediante procedimientos técnicos?”, se pregunta la mujer. A la mañana siguiente llega al aula —es maestra—, y piensa en el juego de estimulación de la lectura que tenía preparado para ese día. También recuerda que anoche, finalmente, el Rastrojero no arrancó. Deja de lado el juego. No sabe qué hacer. Ya que no sabe, hace algo que tiene ganas de hacer desde hace tiempo: leer un cuento de Borges. Ni siquiera es literatura infantil. El cuento se llama “Episodio del enemigo” y una amiga hace tiempo le dijo que era muy bueno. Trata sobre un anciano al que otro anciano viene a matar por un altercado que tuvieron cuando eran niños. Mientras lo lee se olvida de los chicos, de la escuela, de las técnicas de estimulación de la lectura y del mundo en general. Cuando termina, se da cuenta de que los chicos siguieron su lectura con mucho interés. Los chicos le piden que lea otro cuento de ese libro. Ella no sabe si encontrará otro que también les guste a los chicos. Les promete que al día siguiente buscará otro. Les dice a los chicos que saquen los útiles. Mientras los ve revolver en las mochilas decide que esa noche o la noche que sea, con su marido, tendrá en cuenta en primer lugar su propio deseo, su propia estimulación. Moraleja: el deseo es el deseo del otro. Texto basado en la ponencia presentada por el autor en la mesa redonda “La lectura continúa”, realizada dentro del marco de las Jornadas para Docentes y Bibliotecarios “Escenarios para la promoción de la lectura” en la 15ª Feria del Libro Infantil y Juvenil (Buenos Aires, julio de 2004).
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Ricardo Mariño (eh@ciudad.com.ar) es un consagrado escritor argentino, que publicó más de treinta títulos de literatura infantil y juvenil. Sus libros merecieron, entre otras distinciones, el Premio Casa de las Américas (Cuba), recomendaciones de IBBY y el Premio Konex (Argentina). Más información sobre su vida y su obra puede encontrarse en Imaginaria, en esta dirección: http://www.imaginaria.com.ar/00/1/marino.htm
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Cómo sembrar niños escritores Ponentes: José Manuel Milano, Moraima Rodríguez y Luis Rojas, Arnaldo Jiménez, Aurismar Granadillo, Ricardo Romero Romero. Moderadora: Elisabel Rubiano
Los invitados que tendremos la oportunidad de oír para conocer las experiencias que ha desarrollado, están garantizando que la literatura siga contando con buenas plumas (o un buen teclado) para que se mantenga viva la palabra y por tanto siga nombrando, simbolizando, comunicando lo que somos, en tanto humanos, con la profundidad que logra el ejercicio estético de la palabra… Algunos de estos niños que como ya verán han sido parte de experiencia de producción escrita con intención literaria, mañana acompañarán algún lector debajo de su almohada o de sus sueños, de sus alegrías o tristezas… le acompañarán la imaginación… le acompañarán sus posibilidades de individuación… Estos invitados no sólo están dejando ellos por sí mismos huellas culturales en la humanidad sino que están garantizando que otros sigan ese largo camino que permite que la historia, la literatura, la palabra sigan sosteniendo a los hombres que viven consigo mismo y en sociedad. Asimismo, la diversidad de espacios de dónde emergen estas experiencias y las distintas acciones que emprenden, nos permitirá reflexionar sobre la necesaria resemantización de términos que a mi manera de ver han separado expresiones, definiciones, que deben estar intrincablemente relacionadas, como son: promoción, animación y didáctica de la lectura, la escritura y la literatura. José Manuel Milano (Teretere Guarenas. Edo Miranda) Profesor integral con especialidad en artes, ha realizado estudios de postgrado en Ge-
rencia Educativa e Investigación. Director de la Fundación Cultural Tere-Tere. Promotor de lectura y autor de varias publicaciones sobre literatura e historia. Premio Nacional de Periodismo 2005 con el Censuario Tere Tere. Actualmente está a cargo de la Editorial Alternativa Tere-Tere. Todo su hacer está dirigido al rescate de la identidad local, de las costumbres, la literatura y lo valores que se construyen en toda posibilidad comunal. Cree en la importancia de los libros, las revistas y los periódicos que no pretenden llegar al universo sino al pueblo, a la aldea, a los espacios urbanos locales. Moraima Rodríguez y Luis Rojas (Encuentros con niños y niñas escritores. Edo Aragua) Moraima es poetisa, narradora, titiritera, animadora cultural. Directora de la Agrupación Cafetera de hojalata del Estado ARAGUA. Profesora egresada en literatura de la UPEL-Maracay. Ha participado en diversos talleres literarios. Aparece en la antología literaria de Aragua (1996). Es al autora del libro de Cuentos: “ Allí donde llueve profundo”. Luís es titiritero y narrador. Tienen más de treinta años de experiencia en el teatro de títeres. Es Director de la agrupación Taller Itinerante de Títeres. Director de la revista Festival escolar de títeres. Creador del Festival Escolar de títeres… Ambos nos presentarán cómo se puede escribir en las escuelas derrumbando la palabra inerte, los rostros hostiles de los maestros y los apesadumbrados de los niños, nos mostrarán cómo puede habitar la alegría en el acto de
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expresión y comunicación de el mundo interior de la infancia mientras se juega a hacer literatura, mientras emerge el sentido poético del lenguaje en las historias escritas por los niños y niñas. Arnaldo Jiménez (Experiencia Escolar. Edo. Carabobo. Puerto Cabello) Poeta, narrador y ensayista. Licenciado en Educación Mención Ciencias Sociales. Maestro, Profesor de secundaria, y de la misión Sucre. Publicó un poemario bajo el título de la palabra: Zumos (2002). Compilador del libro de poesía escrita para niños titulado: El silencio de agua (2007). Igualmente es autor de los libros de cuentos Chismarangá (2005) y El nombre del frío (2007). Igualmente ha incursionado en el género del ensayo con el trabajo llamado: La honda superficie de los espejos (2007). Él nos mostrará cómo a través de un guión pedagógico los niños tendrán la oportunidad de producir significados a partir de sus experiencias de vida y de sus conocimientos del mundo. Nos sorprenderá con las circunstancia humana del poema que fluye en los niños en los que se cree en sus posibilidades estéticas y en cómo el maestro queda en algo replicado como en los hijos y liberado en el acto de creación que se libera en los otros. Aurismar Granadillo (Los niños en la poesía. Edo. Cojedes) Poeta que se desempeña cómo docente en el área de literatura y en el teatro. Es promotora de lectura y actualmente coordina la plataforma del libro y la lectura del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el Estado Cojedes. Es facilitadora de los talleres de creación para jóvenes y niños. Ella nos mostrará cómo se puede hacer una fiesta
de palabras con los niños para que emerja la poesía que ellos llevan por dentro. Ricardo Romero Romero (La filosofía al alcance de los niños. Distrito Capital) Poeta. Facilitador de creatividad poética y filosófica del Sistema Nacional de Talleres Literarios de la Casa Bello. Promotor Radial. Diseñó el taller de registros orales por radio “Libros orales”. Imparte talleres en liceos, cárceles, retenes de menores, albergues de niñas y asociaciones de ciegos. También se desempeña en le Centro Nacional del Libro como productor del foro central de la Feria Internacional del Libro de Venezuela. FILVEN 2007. Nos contará la experiencia de cómo la filosofía, le permite a los jóvenes interpretar sus mundo y encontrarse en la frontera de la poesía. Elisabel Rubiano
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Para pensar, rayar y jugar La Revista Tereterito José M. Milano M.
Todo niño es lector; desde el momento mismo de su primera percepción en el vientre de la madre, cuando éste empieza a cambiar su conducta al mismo compás en que su progenitora modifica el ritmo de sus latidos. Todo niño lee las sonrisas, las miradas y los gestos en los rostros, lee el sabor a navidad en el ambiente, lee sobre todo los gestos de amor y también los escribe con su accionar, es lector porque es un comunicador. Muchas veces decimos que el niño no lee porque aun no descifra ese código escrito que nosotros los adultos utilizamos, queremos que los niños nos lean a nuestro modo, que se comuniquen con nosotros a nuestra manera y pocas veces leemos a los niños en su lenguaje, en ese código originario que de manera intrínseca nos da el ser y que vamos perdiendo con los años hasta que ya no podemos leer el ambiente psicofísico que nos rodea. La propuesta gráfica La revista Tereterito es un esfuerzo por construir un equilibrio, una fusión de transición entre el lenguaje infantil y el lenguaje formal que va implantándole la sociedad donde se desarrolla, es un lenguaje gráfico que incita al juego, al desafió en sus destrezas y que a la vez estimula la imaginación y la posibilidad de modificar lo percibido, está escrito como escribe su maestra, manuscrito y con dibujos sencillos que esperan se cargados de luz y color producto de la empatía que desarrolle con el anfitrión de las páginas, el lagarto Tereterito.
trabajos y prácticas docentes, no son novedosas pero si eficaces, solo que esta vez conforman, ya no el mensaje sino el medio, pues la revista Tereterito tiene un fin claro dirigido a estimular en el lector infantil su sentido de pertenencia, el arraigo hacia su patria chica, su identidad local cultural, asunto que a la postre le dará su sentido de patria y orgullo por la venezolanidad. El convenio editorial La fundación TereTere mediante convenio con el Cenal lanza esta edición sencilla, impresa en Riso, haciendo esfuerzos por una portada resistente y un cuerpo que pueda ser rayado, rasgado, pintado y reescrito, como lo haría la maestra en el aula, el paradigma de la revista infantil con ilustraciones full color y papel glasee que no dan espacio para que el niño construya a su manera su ambiente didáctico ha sido roto, esperamos que sea para bien, lo hacemos con la mejor de las intenciones y con conocimiento de causa, consideramos que la era Piaget fue un enorme aporte a la humanidad pero hoy nuestros niños tiene otros niveles que desafían a diario nuestra capacidad de colocarnos al tono de sus demandas. Tengan pues ustedes; labriegos de la esperanza este sencillo instrumento, regionalizado de manera intencionada pero con un valor universal, es solo un aporte a las miles de maneras eficaces que hasta ahora han hecho de la literatura infantil y para infantes la punta de lanza de la revolución editorial que hoy tiene lugar en Venezuela.
Las estrategias didácticas Las diferentes estrategias didácticas utilizadas han sido comprobadas ya en muchos 78 encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela
José Manuel Milano Matas Docente; Profesor en Artes, P.G. en Gerencia Educativa e Investigación, tallerista en Identidad local, Promotor de Lectura Leer es Entender, Coordinador del Programa Letras y Periodismo en Miranda. Asesor del programa Cuéntame Que Te Cuento, Fundador de periódicos alternativos como el Mensuario TereTere, Individuo de Número de la Academia de la Historia de Miranda, Integrante de la SBV y de la Red Nacional de Escritores, Autor de poemarios, ensayos, crónicas, historia, Ambiente y filosofía.
Si yo te contara…
Moraima Rodríguez Tenìas ¿Qué haríamos nosotros sin las manos? Vicente Gerbasi Hoy quiero contarte sobre la inocencia de tus manos, o mejor escrito tus manitas, esas con las cuales me invitas a pintar un cielo lleno de estrellas parecidas al brillo de los ojos de la mamá de uno, un río donde puedo oler las maticas de orégano, sembradas en el patio de la abuela, esas manos que desde la mañana hasta la tarde escriben tantas cosas, como por ejemplo, por donde limita Venezuela, más allá del Mar Caribe, más allá del infinito verde de las fronteras. Manos llenas de amor cuando la maestra pide la copia aún sin terminar porque es muy larga y te duelen o porque estás cansado de escribir. Manos olorosas a la empanada de queso que preparó la abuela Justina en la madrugada, manos temblorosas cuando se te cae el jugo encima del pupitre y moja la clase de Ciencias, manos juguetonas a la hora del recreo, sucias por la tierra cuando es cuestión de las metras o el trompo, manos adoloridas porque te portas mal y el sonido de la regla retumba como un címbalo y te hace llorar. Manos llenas de orgullo cuando enarbolas la Bandera Nacional, manitas en el lado de tu corazón para entonar el Gloria al Bravo Pueblo, manitas color caramelo recién quemao, agarrando las fragantes e ingenuas flores de azahar para dársela a esa compañera de escuela, la del salón de al lado. Las manitas descritas por Gabriela Mistral cuando le regaló todos los niños latinoamericanos aquel verso: manitas de los niños, manitas pedigüeñas de los valles del mundo sois dueñas. Manos que escriben un cuento que no tiene el coco que mete miedo, sino aquel
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cuento del amigo que es mudo, o el del morrocoy enamorado de la cayena, o el poema de la flor nomeolvides. Manos titiriteras cuando haces ese títere sonriéndole a la luna, manos detrás del teatrino que te gusta tanto, manos del mundo, manos que pueden dar amor y paz, manos que viven para la esperanza de un país bueno y trabajador, manitas que se extienden ante mi en cada encuentro para recordarme que tan sólo con esas manos, las tuyas y las mías podemos tocar el cielo y sonreírle a la vida como un gran tributo al sencillo gesto del amor. Moraima Rodríguez (1967, Maracay). Poetisa, titiritera, animadora cultural. Directora de la agrupación Cafetera de Hojalata (cuentacuentos) del Estado Aragua, municipio Girardot. Profesora egresada en Literatura del Instituto Universitario Pedagógico de Maracay. Narradora y poetisa ha publicado en diversos diarios de la región, participado en diversos talleres literarios. Aparece en la antología Narrativa de Aragua (1996). Posee un libro de cuentos inédito titulado Allí donde llueve profundo.
La palabra, los títeres y la vida Luis Rojas
Si estuviésemos viviendo en el siglo XVI, a los muchachos que hoy vemos haciendo malabares con pelotas y otros elementos en los semáforos, tendríamos que llamarlos titiriteros, por que así se le llamaba a los saltimbanquis, acróbatas, prestidigitadores y volantineros (hoy las llaman artes circenses). También estarían incluidos en el término, los charlatanes y los vendedores de caramelos, chocolates, tarjeticas, libreticas que se montan en autobuses, microbuses y hasta encima de uno, abarcaría también esta denominación a los que se paran el Terminal de pasajeros, o en la plaza Girardot de Maracay con unas corneticas para que los oigan mejor, vendiendo remedios para cualquier cosa y a quienes el pueblo bautizó como charleros. A los cuales según creencias de esa época eran gentes que se debían evitar por que: “eran gentes de mal vivir y un centenar de etcéteras más”. Ser titiritero en esos ya lejanos tiempos, implicaba cualquiera de estas actividades, ah se me olvidaba los mimos también estaban considerados titiriteros (era muy extenso el campo semántico de la palabra titiritero) Cuando se trata de mantener vivo el arte de los títeres (arte menor por cierto), o sea, ser titiritero en realidad, significa realizar estas y otras muchísimas actividades más, lo que no significa que seamos gente de mal vivir. Los títeres, que para algunos investigadores datan del neolítico (edad de piedra), en la que también comenzó la acumulación de bienes de capital, (agricultura y ganadería). (El que acumulaba riqueza no era gente de mal vivir), entre estos se encontraban reyes, emperadores, sacerdotes y otros ¿que tal? ¿Discriminadores no? Aunque es difícil establecer fechas exactas para determinar el nacimiento de los títeres en el mundo, de
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Grecia y Egipto se tienen datos sobre el uso de estos muñecos en rituales de fertilidad. En Grecia se han encontrado títeres. Dice Charles Magnin en su famosa Histoire des marionnettes, que los títeres eran recibidos en las moradas aristocráticas de Atenas; Xenofonte, (Atenas hacia el 430 a.C.) en el relato del banquete de Callais, nos cuenta que entre las diversiones que el hotelero había preparado para sus invitados figuraba un titiritero de Siracusa. Photeinos, de oficio titiritero, tenía en Grecia un permiso especial para dar representaciones públicas en el Teatro de Baco. Aristóteles y Apuleyo hacen referencia a los títeres. Lo atestigua Magnin, “el sabio historiador de las marionetas”, como lo llamó Anatole France. Estos títeres eran bastante complicados. Así los describe Aristóteles: “El Soberano dueño del Universo no tiene necesidad de numerosos ministros, ni de resortes para dirigir todas las partes de su inmenso imperio. Le basta un acto de su voluntad: de la misma manera, esos que manejan los títeres no tienen más que tirar de un hilo, para poner en movimiento la cabeza o la mano de esos pequeños seres, después sus hombros, sus ojos, y algunas veces todas las partes de su persona, que obedecen pronto con gracia y medida”. Hablemos ahora de “La Creación” según el Popol Vuh Ésta es la primera relación, el primer discurso. No había todavía un hombre, ni un animal, pájaros, peces, cangrejos, árboles, piedras, cuevas, barrancas, hierbas ni bosques: sólo el cielo existía. No se manifestaba la faz de la tierra. Sólo estaban el mar en calma y el cielo en toda su extensión. No había nada junto, que hiciera ruido, ni cosa alguna que se moviera, ni se agitara, ni hiciera ruido en el cielo. No había nada que estuviera en pie; sólo el agua en
reposo, el mar apacible, solo y tranquilo. No había nada dotado de existencia. Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad, en la noche. Sólo el Creador, el Formador, Tepeu y Gucumatz, los Progenitores, estaban en el agua rodeados de claridad. Estaban ocultos bajo plumas verdes y azules. Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí Tepeu y Gucumatz. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando; se pusieron de acuerdo, juntaron sus palabras y su pensamiento. Entonces se manifestó con claridad, mientras meditaban, que cuando amaneciera debía aparecer el hombre. Los Dioses crean los primeros seres humanos de madera, estos son imperfectos y carentes de sentimientos. Y fueron destruidos, en su lugar crearon a los hombres de maíz Todo este palabrerío es simplemente una forma de irnos acercando lentamente a la razón de nuestra presencia hoy aquí, hablar de la palabra en los títeres. Tomemos algunos trozos de ese maravilloso libro de la comunidad según la cultura Quiché, un reino de la civilización Maya:.. “Todo en calma, en silencio”, ... “todo inmóvil, callado”,... “No había nada junto, que hiciera ruido”,... “Solamente había inmovilidad y silencio”... “Llegó aquí entonces la palabra, vinieron juntos Tepeu y Gucumatz, en la oscuridad, en la noche, y hablaron entre sí. Hablaron, pues, consultando entre sí y meditando... Igual podemos leer en la Biblia, en el libro traído a la Pachamama por el español colonizador, ...” y dijo Dios hágase la luz, y la luz se hizo”, en ambos textos, tanto en el Popol Vuh, como en el Libro de la Génesis de la Biblia, la palabra es fuente de vida. Ya tenemos históricamente ubicados, los
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títeres por una parte y la palabra en la otra, juntémoslos pues, hagamos de ambos un todo, palabra, muñeco – muñeco palabra. Y tomemos camino hacia una comunidad cualquiera de nuestro país, en la escuela de esa comunidad siempre habrá una buena cantidad de muchachos dispuestos a compartir la maravilla y la magia de los títeres. Podemos compartir esta experiencia en dos tiempos, el primero para una presentación de teatro de muñecos, en un encuentro donde los muchachos interactúan con los títeres, mantienen una comunicación directa, dan respuesta al conflicto planteado en la obra, gritan, avisan, informan de algún peligro inminente, se solidarizan con alguno de los personajes, pero a la vez se comunican con los otros participantes y por si fuera poco se comunican con ellos internamente, los mensajes enviados a los muñecos se los envían a si mismos, se guarda en su inconsciente la experiencia de manera critica. El segundo tiempo, servirá para una experiencia más directa: el muchacho participante en el teatro de muñecos, sin las expectativas ni las disquisiciones del titiritero, sólo como actividad lúdico-recreativa, creadora, de inventiva, en este proceso creativo se da rienda suelta a la creación de formas con envases plásticos, pedazos de tela, recuerdo de una camisa manga larga o de una falda vieja, construidas cabeza y cuerpo, le toca el turno a los movimientos y luego a la palabra, la creación del texto que dará vida a los personajes de la obra. Para construir un libreto de títeres, hace falta una larga discusión entre muchachos, discusión en el buen sentido, es sinónimo de diálogo de saberes, de buscarle sentido a las palabras para completar frases, para hacer diálogos, esta palabra se piensa se discute, se escribe, se comparte, se complementa, se pasea por la hoja de papel como mariposa,
como abejita, y luego sale de del cuerpo del títere como si fuera una pelota rebotando por las paredes del aula, traspasa las paredes de la escuela y se pasea por las calles del barrio, de la ciudad, o como un trompo roncador, que gira eternamente y en cada giro se aleja y se acerca nuevamente al cuerpo del muñeco, a las manos del niño, O como si fuera un papagayo con mucho pábilo y buen viento que se eleva por encima de todo lo construido y luego reposa suavemente como si fuera un pájaro en el plano cognitivo del niño, en ese lugar que ahora llaman aprendizaje significativo. Lo aprendido producto del constructo individual o colectivo, se prende, se aprehende y se aprende. La palabra construida por el pensamiento crítico del niño, dibujada por la figura que va y viene adherida a la mano del niño en forma de muñeco, escrita entre todos en un papel que luego recorrerá todas las manos de los integrantes del grupo de muchachos que juegan a ser titiriteros por un rato, nunca pero nunca dejará de ser una palabra bonita, que produce hermosos recuerdos Regresemos a la palabra como fuente de vida, juguemos a ser dioses pronunciemos las palabras mágicas ¡Abajo el telón que comienza la función!. Luis Rojas Titiritero, marionetero y narrador. Tiene más de 30 años de experiencia en el teatro de títeres. Director de la agrupación Taller Itinerante de Títeres, Director de la Revista Festival Escolar de Títeres. Creador del Festival Escolar de Títeres.
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La poesía en la Escuela Básica Arnaldo Jiménez
Es preciso cambiar la imagen que la poesía tiene en la mayoría de las personas y la mayoría de los docentes, se tejen falsas concepciones, se le calumnia con facilidad, acaso también la poesía exige del ser humano una cuota de sacrificio, eliminar la importancia personal, cambiar la mirada, hacerse de una armadura sencilla y humilde. De las falsas concepciones argumentaremos las más comunes y trataremos de convencer al lector de que al menos hay que darle un lugar más justo en la circulación de las tergiversaciones. Lo primero que llega a nuestro pensamiento es que tanto la poesía como la literatura en general son concebidas por muchos como una tarea inútil, además de ser una práctica para seres privilegiados, pertenecientes a una casta exclusiva. Quizás muchos poetas hayan contribuido a alimentar esta idea tan deformada de la poesía, al querer escribir de forma enrevesada, con imágenes sobrenaturales, uso abusivo de las metáforas y demás recursos, dejando a un lado el acarreo de la verdad y la manera más sencilla de decir esa verdad. Estamos de acuerdo con que la poesía es inútil. En el concierto de esquemas de comportamiento basados en la utilización del prójimo, la explotación del otro, el máximo aprovechamiento de los recursos naturales, el pragmatismo norteamericano y occidental en el que todo acto debe tener un cambio, una ganancia, un retorno del capital, así sea este la palabra, la plusvalía del afecto, el toma y dame de nuestras relaciones sociales que nos han hecho perder de vista el acto de dar sin esperar nada a cambio, el acto entregar cosas que no son mercancías. La inutilidad de la poesía viene pues del hecho de que ella no sirve para reproducir esos esquemas, sino
para romperlos, ella no es un valor mercantil, salva de lo humano lo más preciado, su alma, su honestidad, su capacidad de transformarse; la capacidad de asombrarse, de admirarse y de hacerse preguntas, esa es la esencia de la poesía. Para acceder a ella sólo debemos ser seres definidos por el lenguaje, el lenguaje como gran útero, inmensa casa de donde el humano sale y entra buscándose, por tanto toda persona es capaz de beber del río de la poesía, porque ella es el único sinónimo que tiene la vida, lo más parecido a vivir, es la poesía, para acceder a ella sólo debes llevar dentro de ti un latido de sangre continuo, unas ganas de estar alerta con el misterio. Suscribimos a continuación una larga cita, pero necesaria, de Angelo Nobile en torno a la importancia de la poesía en los actuales momentos: “… en un mundo dominado por el conformismo, la prisa y la superficialidad, el fiel culto a la apariencia y de los signos externos, la poesía, fomentada y cultivada en formas adecuadas desde las primeras fases de la edad evolutiva, es iniciación en los valores, enérgico reclamo para el sentimiento y la afectividad, ruptura de esquemas y convenciones, exaltación de la espontaneidad y de la originalidad creativa, superación de la uniformidad y los estereotipos, correctivo contra la mediocridad, la trivialidad y el vacío de ideales, invitación al rechazo del egoísmo y la mezquindad, exigencia para elevarse a una visión superior, más crítica y menos prosaica de la realidad.” El lector avisado puede ir intuyendo la importancia de la poesía en la escuela básica y en la humanidad, se trata de una apuesta, el mundo de la superficie debe irse abajo, el mundo de la claridad que hoy subyace bajo las monstruosas fuerzas de la industria esquizofrénica del capitalismo, seres divididos y producidos en series, eso somos bajo la techumbre del capital multiplicado también
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al interior de nuestros cuerpos. La escuela, en tanto que institución, brazo derecho del sistema de valores imperantes, no escapa de la superficialidad descrita por el citado autor, todo en ella deja entrever una fascinación por la forma, el decorado, casi nada apunta a lo esencial. Las prácticas de los docentes se envuelven en una cascada de aprendizajes que rinden pleitesía a la racionalidad occidental, rutinas que le enferman a él y a sus estudiantes. La superficialidad tiene muchos rostros, una infinidad de variables, una multitud de recovecos, demasiadas máscaras para que creamos que la podemos delimitar a nuestros antojos, la escuela posee un ritmo que arrastra, una corriente que se lleva todo buen esfuerzo, si no hay sumas de fuerzas para ir en contra de ello, quizás se pierdan las fuerzas que apuestan a lo esencial como el repiqueteo de la lluvia sobre las hojas de las matas. Digamos que la poesía es una conquista del ser, un llamado a ver lo que pierde, a realizar el enigma, a darle al ser humano la dignidad que ha perdido, la dignidad de estar en un mundo signado por la incertidumbre y el milagro. Sólo se presenta a los y las estudiantes una cara de la realidad o mejor dicho un solo tipo de modo de conocer. Las matas, por ejemplo, forman parte de un objetivo, enseguida se las divide en partes, funciones y utilidad; no se les habla a los estudiantes del enigma que han sido y que aún guardan, sus modos de relacionarse a través de la magia, el mito y las religiones con el ser humano, no se les lee un poema donde las matas tienen una vida menos lógica. Lo ideal sería que la escuela enseñara a sus estudiantes a enfrentarse con sus capacidades de conocer, que se entendieran con un saber que está por conocer y no con un saber ya conocido. Lo ideal sería que a través de las emociones que los poemas entrañan, ellos, los
estudiantes conozcan los suyos y los expresen. Es esta la línea de trabajo que yo he seguido como docente, es decir, he querido no ser docente, sólo alguien que puede decir que existe algo que hay que buscar y que ese algo tiene vida tanto afuera como dentro del ser humano. De esa manera he logrado que mucho de mis estudiantes desarrollen sus capacidades de ver el mundo de otra manera, que encuentren el universo contenido en sus patios y en sus casas, he logrado que ese gran venado mágico y resplandeciente que es la poesía los acompañe y les haga concebir a las palabras como palas para excavar en las realidades que les ha tocado vivir. Las clases guiadas por este principio pedagógico de la poesía dieron como resultado el hermosos libro llamado El silencio del agua(2007), donde encontramos poemas como el siguiente:”pájaro que se esconde en la desembocadura/de mi madre/ misterioso en mi mirada/y la sed/de un alambre/que chupa mi sangre/en la cayena hundida/en la arena/ del patio/de mi casa. (Yisbel Navas, 10 años). El modo de conocer de la poesía es hacer de la totalidad un objeto específico susceptible de ser conocido más y mejor, y viceversa; lo interesante es que desde el punto de vista académico, la poesía prepara para comprender desde los propios esfuerzos, desarrolla la atención a su máxima expresión y la expresión la eleva a su máxima libertad. Quizás este sea el cambio de conducta tan anhelado por la educación formal. Es preciso que el docente se deje conquistar por la poesía, no sólo por el poema, que es la expresión escrita del misterio que el poeta encuentra, el poeta es un explorador, un buscador de respuestas, un ser que padece la imposibilidad de no decir la última palabra, un chamán que utiliza al lenguaje para curar las heridas que se infringen al alma del hombre y al cuerpo de la Tierra, cualquiera puede ser poeta, cualquiera lo es aún sin escribir,
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basta que usted dude, se sepa incierto, se conciba incompleto, para que eche a rodar la gran rueda de las búsquedas, todas poéticas, la ciencia misma se basa en este tipo de búsquedas. En la superación de las verdades, la verdad refutada era un gran almacén de imaginación y de exaltación de la realidad. La física actual ha llegado a la conclusión que la llamada realidad y el instrumento utilizado, esto es, el lenguaje en su uso de conocimiento, son una misma expresión de la poética que nos cruza y nos define. Arnaldo Jiménez (La Guaira 1963) Narrador, recopilador de la memoria oral, maestro de escuela desde 1991, promotor de lectura. Ha publicado: Zumos (2002), “Chismarangá” (2006),libro este ganador del Certamen Mayor de las Artes y las Letras 2004.
Los niños y la poesía: La promoción de la lectura en el aula Aurymar Granadillo
Poner a los niños y niñas en contacto con la poesía desde pequeños es una forma de despertar su sensibilidad, hacer que sus sentimientos y su imaginación florezcan, porque el niño es fundamentalmente un creador, con un gran poder: la imaginación. Mi experiencia me ha enseñado que la poderosa imaginación en los niños debe ser estimulada pero no de una manera rígida como generalmente se acostumbra hacer en las escuelas, con tanta restricciones y normas que no le permiten al niño expresarse libremente; más bien debemos crear un ambiente en donde el juego se convierta en el principal protagonista y que a partir de ese ambiente lúdico el niño o niña pueda encontrarse con la palabra. Particularmente, considero que la educación de la sensibilidad debe hacerse en todo momento, día a día, no necesitamos buscar un motivo, simplemente debemos incorporarlo al currículum escolar e involucrar también a la familia en este proceso. El proyecto “Jugando con la Poesía” de la Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello”, institución adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Cultura; precisamente busca iniciar a los niños y niñas en edad escolar, entre los 6 y 12 años, en ese maravilloso mundo de la poesía pero ofreciéndosela como un juego en el cual las palabras pueden volverse mágicas, acercando no solo a los niños y niñas a la lectura y a la escritura sino también a los docentes y padres o representantes. En el estado Cojedes, el Proyecto “Jugando con la Poesía” ha sido un reto interesante, sobre todo tomando en cuenta que la mayoría de nuestros docentes no leen y muestran
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un alto grado de apatía hacia la práctica de la lectura en el aula, vendiéndola mas bien como un instrumento de castigo y tortura a los niños desobedientes. La influencia familiar también juega un papel importante en este proceso de acercamiento, por lo tanto; consideramos esencial involucrar a los padres en los talleres de creación literaria para que esta experiencia no solo se quede en la escuela sino que trascienda mucho más allá hasta llegar a las comunidades. En la primera fase del proyecto “Jugando con la Poesía”, la actividad se desarrollo con un grupo de docentes de tres instituciones educativas en el municipio Tinaco, iniciándose en Marzo del 2006 hasta Septiembre del mismo año. Tuvimos 15 niños y niñas, 14 maestros y 6 padres o representantes de permanencia activa en el programa. Se inicia el proyecto a través de una metodología de lectura y creación sencilla que nosotros llamamos “juegos de palabras”. En esta primera etapa el niño comienza a convertirse en creador de frases poéticas; propone, descifra y empieza a mirar mas de cerca lo que tiene a su alrededor, pero sobre todo; comienza a mirarse a sí mismo desde adentro. La primera pregunta que les proponemos responder a través de frases sencillas es ¿Quien soy?, a lo que luego debe agregar el ¿Por qué?. De este ejercicio obtuvimos resultados interesantes, por ejemplo; Marielba Orozco de 10 años escribió lo siguiente: “Soy la esperanza que siempre perdurará en la calles de mi pueblo”. Crismar Zolano, de 11 años escribió: Soy un pájaro Soy una espina Soy un parque
Soy como un suspiro Porque soy risa Porque soy sentimiento Porque soy alegría Porque soy recuerdo. Aquí podemos percibir como los niños comienzan a descubrir el lenguaje como instrumento de juego y fuente de placer, y las palabras les hacen ver el mundo de manera diferente a como antes lo percibían. Comienzan a conocerse a sí mismos. En la segunda etapa, proponemos otro juego, al cual le llamamos “el juego de las tres frases”. El juego de las tres frases consiste en compartir con los niños algunos poemas con la estructura del “haiku”. Para comenzar, les mostramos algunos “haikus” con un tono picaresco, por ejemplo: “La paraulata se hizo pupu en el rocío” “Despierta, despierta te tomo como amiga mariposa” “veo al señor con mucho frío que sabrosa es mi cama” Comenzamos con esas lecturas como un elemento de motivación, mostrándoles a los niños, como a partir de frases sencillas, podemos construir un hermoso poema. Veamos algunos ejemplos: “El sol es radiante alumbra mi corazón” Crismar Zolano, 11 años.
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“El sol brilla todos los días como las estrellas de mi cielo”
Poema Jugado
Fermín Goncálvez, 9 años.
En el bello atardecer de Julio con varitas y papel logré volar en el cielo lugareño el bello marco de mi papagayo todos los días vuelan por el aire sus figuras de colores Y entre mis manos sus pabilos.
“Mi corazón duele estoy enfermo” Anderson Hernández, 07 años. En la tercera fase del proyecto, trabajamos con el juego denominado “el poema jugado”. El propósito fundamental de este juego es que el niño se convierta en un recreador de textos poéticos. El juego consiste en alterar el discurso “lógico” de un poema, es decir, que los niños disponen de los versos de un autor para crear su propia versión del poema, demostrando su gran capacidad para producir respuestas o soluciones originales o nuevas. Se les propuso dos poemas para elegir uno: El papagayo y El samán. También realizaron la ilustración de sus textos. Veamos un ejemplo: Poema Original El papagayo En el rojizo atardecer de Mayo con verara y papel logré el empeño de elevar en el cielo lugareño la cruz de mi rebelde papagayo. Elisio Jiménez Sierra
El papagayo
Maria Maya, 8 años. En el transcurso del taller, animamos a los niños no solo a leer poesía sino también a participar de forma crítica y con total libertad expresiva a través de sus opiniones, sentimientos e ideas. De igual manera se realizaron dramatizaciones a partir de fábulas y cuentos, incorporando así la expresión teatral en el taller. Los docentes y padres participaron en las actividades de dramatización, así como en la elaboración del material para la realización de los juegos como “El pozo de las palabras para inventar cuentos”, donde los niños jugaron manipulando fichas que contenían versos y que debían organizar según su preferencia para lograr armar su poema. Iniciamos el taller con mucha expectativa, sabemos que las debilidades que se hallan en cuanto a la lectura son precisamente porque existe un total rechazo hacia la literatura. Sin embargo, fue gratificante ver como este grupo de niños, docentes y representantes fueron progresando hasta convertirse en un grupo alegre y amante de la lectura. Los niños se mantuvieron siempre motivados, perdieron el miedo a expresarse e incluso algunos de ellos que no se atrevían a leer en público se animaron a participar en las
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dramatizaciones. Los maestros tomaron nota de las técnicas utilizadas en el taller y desde las escuelas el personal directivo manifestaba su complacencia, lo que me pareció un gran avance. La participación de los padres y representantes fue algo significativo pues se integraron a las actividades y le hacían seguimiento a los niños en sus hogares. Como producto de este primer taller, la Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello” editó 200 ejemplares del libro “Jugando con la Poesía, Tinaco-EdoCojedes”, hermoso premio bien merecido por nuestros pequeños. Actualmente estamos facilitando talleres en seis planteles educativos de tres municipios de nuestro Estado Cojedes, tenemos a 56 docentes involucrados y a casi 200 niños que nos contagian con su ternura y su deseo de participar. Con este proyecto no buscamos crear escritores sino más bien crear mejores seres humanos, que a través de los libros, “de los buenos libros”, se llenen de sueños, de esperanza, pero sobre todo de amor, de ese amor universal que se puede hallar en la literatura. En definitiva, para nosotros ha sido y será siempre una experiencia maravillosa, un ejercicio apasionado y amoroso.
Aurymar Granadillo, Moraima Rodríguez, José Manuel Milano, Ricardo Romero, Ricardo Mariño, Arnaldo Jiménez y Elisabel Rubiano.
Aurymar Elena Granadillo Ochoa (Tinaco, 1977), Poeta y Docente del área de Teatro y Literatura. Es promotora de lectura y actualmente Coordina la Plataforma del Libro y la Lectura del Ministerio del Poder Popular para la Cultura en el Estado Cojedes. Es facilitadora de los talleres de creación literaria para niños y jóvenes que desarrolla la Fundación Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello”, desde marzo de 2005. Parte de su obra aparece en la III Antología de Jóvenes Poetas: “Entre Eros y Tánatos” (2007) de la Asociación de Escritores de Mérida. Tiene inédito el poemario “Desnuda y sin afanes” .
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¿Existe la poesía para niños? Ponentes: Marisa Arroyal, Ramón Núñez, Giondelys Montilla, David Figueroa, Carlos Ildemar Pérez. Moderador: Alejandro Robles
Leer en el libro de poesía de la naturaleza Marissa Arroyal
Señoras y señores, antes que nada deseo agradecer a los organizadores, en la persona de la escritora y poeta Laura Antillano, corazón y alma de este Encuentro, por su gentil invitación. Debo confesar que desde hace ya bastante tiempo daba vueltas en mi cabeza el tema de los cambios ambientales que están ocurriendo en el planeta tierra por la insensibilidad de sus habitantes: nosotros sus mayores depredadores. Por eso titulé mi trabajo, “Leer en el libro de poesía de la naturaleza”. Si todo es naturaleza no sólo el paisaje, si nosotros mismos somos naturaleza, imaginé entonces que este libro tenía que ser un libro de poesía, abierto a los ojos de los niños y de todos aquellos que se tomarán el tiempo de hojearlo, al menos. En la naturaleza todo es movimiento, armonía, ritmo, cambio aparente donde nada muere sino que todo se transforma. Los días suceden a las noches, el invierno al verano, la vida da paso a la muerte en un ciclo infinito que siempre se renueva y en el que todo está íntima y poéticamente enlazado. La forma más antigua de creación literaria es la poesía, palabra que viene del griego y significa precisamente “crear” y el poeta crea desde la totalidad interior, como decía Rilke, pero como nada nuevo ocurre bajo el sol, sería mejor decir que el poeta alumbra, descubre nuevos mundos, nuevas realidades, va más allá…. La poesía, como el amor, no tiene reglas
definitivas, aunque bebe de la fuente inagotable de la tradición es siempre nueva, y el poeta cambia las reglas como si la poesía no viniera del pasado sino del futuro porque el poeta nace y vive aprendiz en el instante de la vida. En nuestro tiempo cibernético, veloz y agitado, pareciera que la poesía no tiene cabida, que la palabra literaria refleja el vacío estéril del materialismo imperante, del facilismo que brindan los medios audio-visuales, del sopor de la tecnología. Pero en estos momentos está emergiendo una corriente poética, ecológica diríamos, que se reencuentra con la naturaleza y el poema breve, sencillo y humano. Podemos decir que sí existe la poesía para niños. Aunque también podríamos decir que no existe la poesía para niños, porque en esencia la poesía es siempre una e igual a sí misma. Lo que cambian son los tiempos, las circunstancias y los hombres y mujeres que intentan descifrar el universo que nos contiene y al que contenemos, que dan testimonio de sus sentimientos y de su visión de la realidad. Por supuesto que habrá quien se proponga escribir poesía para niños pensando que por ser para niños es fácil. Pero nunca tal vez sea tan exigente la poesía como cuando se trata de llegar a los niños. La poesía infantil tiene que ser fluida, natural, no prefabricada. Tiene que capturar la energía rítmica musical de la naturaleza, de ahí que poemas que no fueron escritos deliberadamente para ellos tal vez les gusten más a los niños que otros hechos con esa intención. Así se ha dicho que no hay nada más arduo que el arte de la difícil sencillez.
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Según Rafael Olivares Figueroa: el secreto no reside en el deliberado propósito de hacer poemas para los niños; recurso ilícito que rara vez da resultado, sino en las condiciones del temperamento que impulsan a crear una lírica de este tipo. Es el creador quien logra trasmutar en poesía las palabras de su habla cotidiana, en un acto tan misterioso como inagotable. Un arte que según Borges, debe ser como ese espejo que nos revela nuestro propio rostro. Por eso los poemas no admiten una interpretación rígida sino que cada lector le otorga la riqueza de sus múltiples significaciones. Podrán señalarme que estoy contradiciéndome porque digo que la naturaleza es un libro de poesía que un niño puede leer y por otro lado digo que no es fácil escribir verdadera poesía. No hay contradicción, desde tiempos remotos la poesía ha sido considerada un acto sagrado. Filósofos como Platón, han dicho que los grandes poetas son intermediaros entre los humanos y lo divino; y también se ha dicho que para llegar a lo divino hay que volverse niño. Juan Ramón Jiménez en la “Advertencia a los hombres que lean este libro para niños”, de Platero y yo, dice: Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de platero, estaba escrito para… ¡qué se yo para quién!..., para quien escribimos los poetas líricos… Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma”. Tan vigente hoy, en que urgentemente debemos volver a la naturaleza y la belleza, como hace cincuenta años cuando le fue concedido el Premio Nobel de Literatura, el poeta de Moguer dice de los poemas leídos por los niños: …nada importa que el niño no lo entienda, no lo comprenda todo. Basta que se tome del sentimiento profundo, que se contajie del acento… Y añadió: donde quiera que haya niños –dice Novalis-, existe una edad de oro. Pues por esa edad de oro, que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta, y se encuentra
allí tan a gusto, que su mejor deseo sería tener que no abandonarla nunca. En Venezuela, poetas como Jacinto Fombona Pachano, Ana Teresa Hernández, Luis Barrios Cruz, Velia Bosch, Carlos Augusto León, Morita Carrillo, Beatriz Mendoza Sagarzazu, Aquiles Nazoa, Rafael Olivares Figueroa, Ramón Palomares, Fernando Paz Castillo, Vicente Gerbasi, Jesús Rosas Marcano, Manuel Felipe Rugeles, Luisa del Valle Silva, Efraín Subero, Miguel Ramón Utrera, Josefina Urdaneta, Orlando Araujo y Eugenio Montejo, entre muchos otros, han dejado textos poéticos muy valiosos para el disfrute de nuestros niños. Los grandes poetas interpretan el latido del corazón temeroso y anhelante de la humanidad y alertan y golpean con sus palabras la frágil conciencia colectiva. Los pequeños poetas, que somos todos los demás seres humanos, aprehendemos instantes de plenitud frente a un amanecer, una tarde de lluvia o en la estación del metro, a una hora pico, hermanados con la multitud que se afana en su solitaria y confusa existencia. La poesía quiere ir más allá de lo aparente, quiere desentrañar el ámbito secreto de las cosas y los seres. Miramos un árbol y aunque en última instancia no sepamos que significa, decimos, que hermoso el árbol, es símbolo de fuerza, de constancia, de generosidad: da sombra, madera, frutos, leña, papel, cobija, resguarda, transforma, es útil tanto a los pájaros como a los hombres, limpia el aire que respiramos, hace más amable y habitable la ciudad. Pero cuando descubrimos que tras la corteza el tronco guarda en círculos concéntricos, su memoria y sus edades, que sus hojas están dispuestas en un patrón espiralado, a intervalos regulares en torno a la rama, lo que el matemático Fibonacci denominó el “numero áureo”, y los renacentistas “la divina proporción”, cuando percibimos que su historia es una historia de amor que se renueva constantemente, entonces comprendemos
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que al igual que todas las cosas y criaturas de nuestro mundo, tiene una vida secreta que nos conmueve por su poesía. Hoy día, con los grandes avances de la ciencia y la tecnología, comprobamos que los antiguos tenían razón cuando hablaban de los cuatro elementos que componen el universo. Sin embargo, los alquimistas buscaban el quinto elemento, ese éter indescifrable y sutil que anima a su vez a estos cuatro. También la poesía es un acto alquímico y tal vez esa sea la meta de la poesía, si es que la poesía tiene una meta, quintaesenciar, buscar la belleza en las vertientes de la dualidad eros - tanatos: luz y oscuridad, muerte y vida… Los niños hacen suya la poesía que brota de la luz de Eros, el amor, la vida, el canto, el juego… Para el niño no hay fronteras entre lo real y lo imaginario, vive en un estado de asombro, donde todo es nuevo y recién comienza. El niño posee la inocencia que le hace estar más cerca de la esencia de las cosas y personas. Por eso decimos que sí existe la poesía para niños: es la misma poesía que leen los adultos, pero es la poesía que el poeta escribió con su niño interior, ese niño colmado por la maravilla del mundo. La poesía habita en el viejo que nos mira y exclama: Como tú/ Así es mi vida,/ piedra,/ como tú; como tú/ piedra pequeña;/ como tú. / Piedra ligera/ como tú/ canto que ruedas/ por las calzadas/ y por las veredas. Se dobla junto al campesino que trabajando la tierra se detiene a sentir la caricia de la brisa. Anda en los andamios de los obreros, en amistad con el sol muy alto como un gallo/ brillando, brillando. Llora con el pastor que le canta a sus cabras, a la cebolla y a sus abarcas vacías: Me vistió la pobreza,/ me lamió el cuerpo el río/ y de pie a la cabeza/ pasto fui de rocío. Se tiende con el niño de la calle que comparte con su perro el mendrugo y las pulgas. Procla-
ma que han descuajado un árbol./ Esta misma mañana,/ el viento aún,/ el sol, todos los pájaros/ lo acariciaban buenamente. Era/ dichoso y joven, cándido y erguido,/ con una clara vocación de cielo/ y con un alto porvenir de estrellas. La poesía amasa arepas con la mujer que prepara el desayuno de su familia antes de irse a servir a otra casa de familia. Se hace leopardo y se refugia en la noche de las grandes hojas. Se despide, con el hombre que será fusilado por la intolerancia y el odio: si muero,/dejad el balcón abierto./ el niño come naranjas./(Desde mi balcón lo veo). Ora, con la anónima maestra que a diario renueva su voto: Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto… Canta en la trinchera: cultivo una rosa blanca en julio como en enero/ para el amigo sincero/ que me da su mano franca./ Y para el cruel que me arranca/ el corazón con que vivo/ ni cardo ni oruga cultivo/ cultivo una rosa blanca. Se monta en un bonito y considerado caballo que se alimentaba de jardines. Marcha junto al hombre que cantó: caminante no hay camino,/ se hace camino al andar, y ahora va hacia el exilio y la muerte, con un papelito en el bolsillo en el que escribió: estos días azules y este sol de la infancia… Hablamos de poesía lírica que privilegia el sentimiento humano, a la que llamamos lírica por la lira de Apolo, pero sobre todo por la de Orfeo, que doblegaba a las fieras. La poesía puede amansar el tigre que todos llevamos dentro y despertar el arrullo de la tórtola que también llevamos dentro. Sin olvidar que Orfeo fue despedazado por las bacantes envidiosas, y que desde entonces el poeta grita: …ha muerto/ todos le pegaban sin que él les hiciera nada/ le daban duro con un palo y duro/ también con una soga… Tampoco olvidemos que hay niños que son pequeños adultos, contemplativos unos, rebeldes otros, y hay adultos que son niños grandes, encandilados por el resplandor de la vida, para todos ellos, para todos nosotros, por fortuna existe la poesía.
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Marissa Arroyal Ordeix (Uruguay). Escritora y ecologista venezolana. Ha publicado los poemarios Vertiente Norte, (Mención de Honor, V Bienal Mariano Picón Salas), Guaraira Repano (Premio Cada Día un Libro), Sogno nel Tempio (XXI Premio di Poesia Nosside, Italia) y, junto con Juan Ramón Pérez, el libro de cuentos Bambú y Sombrero (Premio Especial Bienal de Literatura Infantil Cofae). Formó parte del grupo de escritores que redactó los textos de ficción de la Colección Infantil Wepia (AlfaguaraEl Nacional). Su poemario para niños La montaña que vino del mar recibió el Premio de la Bienal Latinoamericana Canta Pirulero. Fue seleccionada para una residencia en México a través del Concurso de Residencias Artísticas Venezuela, Colombia, México.
Carlos Ildemar Pérez, David Figueroa, Marissa Arroyal, Giondelys Montilla y Alejandro Robles.
La tarea de Ivelice Ramón Núñez
Este fue un trabajo escolar de nuestra Ivelice del Valle Núñez Morales (la Negrita o Ivelice la Pequeña), la primogénita de los nietos De Doña Evangelia y Don Juan; y de las hijas de Ivelice (la Grande) y Franklin (el Negro); y de las sobrinas y sobrinos de Belkis, María, Yoel y Ramón (y también la primera sobrina nieta del tío Victorino y la tía Polina, y la primera sobrina bisnieta de la tía Ofelia y la tía Seferina, y la primera bisnieta de nuestra querida abuela María, quien ya no estaba con nosotros y no la pudo conocer ni regalarle a ella también un quesillo cada 3 de octubre por su cumpleaños; y valgan todas estas últimas aclaratorias para precisar esa porción, ese grupo de la gran familia, de la cual habla Ivelice la Pequeña en su tarea). No tiene fecha precisa, pero teniendo en cuenta que ella habla aquí de su hermana Cruzanita, entonces debe ser un trabajo del liceo, tal vez del tercer año. En todo caso es un escrito que siempre ha conmovido mucho a su mamá y desde entonces Ivelice la Grande lo ha conservado y lo ha comentado con entusiasmo porque le parece un retrato muy bonito de todos, es decir, sus abuelos, sus padres, sus tíos, sus hermanas, sus primas y sus primos. Un retrato donde habla de todo el afecto que nos tiene y se muestra muy orgullosa de lo que somos todos juntos. Sus palabras, que fueron en su origen sólo un porcentaje de un plan de evaluación, tal vez de Castellano (aunque no le corrigieron los errores ortográficos, y eso no importa en verdad, porque el hecho cierto es que la poesía se abrió paso, y más allá de las lecciones y especificaciones de la profesora y de esas expresiones muy serias que se aprenden en la escuela, ella pudo hablar, en los momentos más genuinos y originales de este escrito, con sus propias palabras, tal como
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ella era, tal como son los niños), sus palabras, repito, son ahora una sorprendente imagen en el tiempo de cualquiera de esos fines de semana en que ella nos vio a los mayores jugando dominó, escuchando música, riéndonos por la burla fraterna, bebiendo cervezas y preparando la comilona, y donde todos los niños andaban por ahí jugando también y hablando de sus cosas. Y nos presenta esta imagen de conjunto dando detalles muy reveladores precisamente de los niños que ellos eran, los que en realidad importan y hacen inolvidable su tarea. En todo caso, y desde su mirada cariñosa, somos todos mejores (es decir, los mayores), y qué bueno que haya sido feliz a nuestro lado y qué bueno también que se sienta orgullosa de lo que le hemos dado. Ahora nuestra Negrita está cumpliendo 18 años (dieciocho años ya desde que le agarramos tanto cariño y queríamos cargarla para arriba y para abajo, y de que nos preocupara tanto en la madruga que llorara, o de que nos agarrara un mechón de cabello para estarse pinchando la boquita y así dormirse en nuestro regazo, o de que su abuelo se escondiera caramelos en los bolsillos para que ella los buscara, o de que su abuela la enseñara a rezar, o de que jugara conmigo aquello de: “Aquí tampoco no se come carne…”; bueno, no son exactamente dieciocho años en cada una de estas vivencias, pero eso es lo que celebramos ahora con este recuerdo que ella ha conservado de nosotros y donde todos somos felices en familia y estamos muy orgullosos también de que ella sea como es, muy cariñosa y sincera, y haciéndonos reparar en que siempre podremos ser mejores en armonía y de que siempre valdrá la pena estar juntos; así como ella nos vio en su tarea del colegio y tal como nos ha perpetuado en el tiempo con esta “instantánea” que es una alegría compartida.
Nuestra vida familiar He escogido este tema porque me agrada hablar de la familia, ya que es un tema que tiene un desarrollo infinito porque la misma es una sociedad donde se viven las mismas tensiones y conflictos que en el país, etc. Día a día nos encontramos en casa adultos y jóvenes, niños y ancianos, cada uno con un interés diferente, marcados por las distintas experiencias que les ha tocado vivir. cada uno con sus carácter y capacidades propias, partiendo por nosotros mismos traemos también al hogar algo de lo que afuera encontramos: problemas de trabajo, comentarios, noticias, inquietudes en general. Nuestros mayores critican a los jóvenes y los jóvenes rechazamos el tiempo de ellos, pero siempre es grato vivir en familia a pesar de nuestras diferencias. Ahora les hablaré particularmente de mi entorno familiar, compuesto por mis padres, mis abuelos, mis tíos, mis primos y mis dos hermanitas. Todos en unión tratamos de que en el hogar de cada uno reine la unidad, la participación y el amor, puedo decir con seguridad que a pesar de errores y equivocaciones, que son pequeñeces, todos vivimos unidos, ya que cada día estamos en continua relación, siendo el problema de uno el de todos, ya que la familia es la escuela donde podemos ir mejorando diariamente las relaciones humanas. Donde vamos aprendiendo a valorar lo bueno de los demás, donde podemos perdonarnos mutuamente y vivir con fe firme en nosotros mismos. De nuestro padres recibimos todo lo indispensable que necesita un niño para su desarrollo y formación, además de las innumerables alegrías que les proporcionamos, también en un motivo de tristeza hacen lo imposible por hacernos felices.
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De nuestros abuelos siempre recibimos sus buenos consejos, tratando de conservar su patrón familiar, en especial el respeto y las buenas costumbres. De nuestros tíos la unión, la comprensión y el compartir en la familia. Con nuestros primos todos somos hermanos, porque así nos lo han inculcado desde que ha nacido cada uno. Los siete nietos conforman la felicidad de la familia, con nuestras travesuras se divierten mucho, en especial las de mis primos el Conejito y el Chipi. A mi primo Juan lo llaman el Conejito, como dije antes, es muy mentirosito, nos inventa cuentos fantásticos que nos impresionan, parecen que fueran de verdad. A mi primo Manuel lo llamamos Chipi, es el más serio y trabajador de todos, pero al igual de travieso como Juancito. A mis primitas Rut y Grecia les llamamos las Chinas, las dos son muy traviesas e inquietas, a las dos les gusta leer mucho y participar en las actividades escolares. A mi hermanita Francis le llamamos la Cachetona, es la pareja inseparable de mi prima Grecia, siempre están juntas y peleando por sus juguetes. A nuestra pequeña Cruzana le llamamos Nana, es la consentida de todos y a la que los abuelos le dan todos sus gustos, en especial en su bodeguita, y nosotros también hacemos desastres en ella sin que nos reprochen nada. A mí, que soy la mayor, me dicen la Negra. Soy la más tranquila de todos porque a mí me ha tocado la tarea de dar el ejemplo a los otros niños, pero no por eso dejo de compartir las travesuras con mis primos. En casa de los abuelos a todos nos ponen un oficio, dice la abuela que así nos mantenemos tranquilos, pero no sin antes pedirle una chuchería al abuelo para poder empezar a trabajar. Mientras los mayores disfrutan jugando dominó y escuchando música, y al igual que
todos nosotros se echan broma. Ellos, al igual que nosotros siete, tienen apodos, con que nos llamamos cariñosamente. Por eso considero tener una familia muy unida y que transmite felicidad; quisiera seguir escribiendo sobre la familia, pero como dije anteriormente es muy extensa. Ramón Núñez Licenciado en lengua y literatura de la UC. Narrador, periodista, docente de la Universidad Simón Rodríguez. Escribe cuentos para niños y adultos. Ha publicado en la serie De la escuela salen los caminos, editados por la Fundación La letra voladora en coedición con diferentes instituciones. Su libro de cuentos “El hermano menor” fue editado por la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo en el año 2000.
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¿Existe la poesía para niños? Giondelys Montilla
Ante la pregunta. ¿Existe la poesía para niños?, mi respuesta es: ¡Vendo nubes de colores: las redondas, coloradas, para endulzar los calores! ¡Vendo los cirros morados y rosas, las alboradas, los crepúsculos dorados!
¡Corre que te corre! ¡A correr, mi niño, Sobre la hierba verde Y el tomillo! ¡Corre que te corre! ¡Corre que te pillo! ¡A correr, que el viento Peinará tus rizos Y las mariposas Bailarán contigo! Se cansó mamita: Corre tú solito. Angela Figuera Aymerich.
¡El amarillo lucero, cogido a la verde rama del celeste duraznero! ¡Vendo la nieve, la llama y el canto del pregonero!
Pregon Rafael Alberti. Y si me preguntan: ¿Por qué? ¡Porque existen los niños! ¡Porque existe García Lorca, Juan Ramón Jiménez, el mismo Alberti, Dámaso Alonso, Gabriela Mistral, Gloria Fuentes, Elsa Bonnerman, Manuel Felipe Rugeles, Nicolás Guillén, Antonio Machado y tantos poetas que dejaron abierta una puerta hacia los campos de la infancia. ¿Qué les gusta a los niños? Muchas cosas, los helados y dulces, por ejemplo. Pero estamos hablando de poesía y ésta tiene que ser como ellos, alegres, traviesos y juguetones. La poesía infantil debe ser rítmica, colorida, que tenga sabores y olores, para así gustar a los niños.
Existe la poesía para niños porque existe también el amor, la naturaleza, la vida. Y la vida es eso: amor, esperanza, alegrías y tristezas; la vida es mar, ríos, montañas, llanos, cielo, estrellas, sol y luna… La poesía es vida y amor; y los niños vienen a la vida por amor, para que la vida siga sobre la tierra; si hay vida, hay poesía. Para que existan los padres y abuelos tienen que existir los niños, sin niños no hay nada: no hay papás ni mamás, mucho menos abuelos. Tampoco poesía. No existirían perros y gatos, loros y tortugas en casa. La casa existe cuando hay niños, porque ellos son alegría, esperanza, juegos, travesuras. Todo esto pareciera que fuese un juego de palabras. Y si, es un juego porque la poesía es ante todo eso, una tropelía de palabras jugando a las escondidas detrás de una metáfora, un símil o una imagen. O saltan la cuerda con una anáfora, o hacen ronda con una hipérbole y el hipérbaton sonando una onomatopeya como pandereta para acompañar el baile. Y tiene que ser un juego la poesía infantil para que los niños se sientan atraídos hacia este mundo de posibilidades, de fantasías; un
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mundo en que la lógica y el orden rígido de los adultos es trastocado, subvertido… muchas obras que en principio no se escribieron para los pequeños, éstos las tomaron para sí porque descubrieron en ellas, elementos fantásticos, divertidos y sorprendentes… ¿Qué hace que la poesía sea infantil? Todo texto poético que establece un lazo comunicativo con el niño, lo hace sobre la base del elemento lúdico. El texto debe proyectar acción, juego, diversión, características propias de ser niño; un texto travieso, provocador, con el ritmo y la rima tomando a los pequeños de la mano y haciendo ronda de palabras en los campos fértiles de la imaginación infantil.
asombros, descubrimientos… muchos son los temas que los autores han usado para tejer sus versos. En un poema infantil las palabras brillan, bailan, cantan. Los sonidos son traviesos, coloridos, juguetones: Alamo blanco: Juan Ramón Jiménez. Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua (Arriba y abajo, se me abre el alma)
Travesuras
Entre dos melodías la columna de plata. Hoja, pájaro, estrella; baja flor, raíz, agua. Entre dos conmociones la columna de plata (y tú, tronco ideal, entre mi alma y mi alma)
Ana y Vicente Cada mañana Van a la fuente.
Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja. (Abajo y arriba, me tiembla el alma).
Llenan el cubo, Vuelven a casa, Saltan y corren Veréis qué pasa.
Cantan. Cantan. Juan Ramón Jiménez.
Ana da un vuelco Pierde su zapato Vicente cae Al poco rato.
¿Dónde cantan los pájaros que cantan? Ha llovido. Aún las ramas Están sin hojas nuevas. Cantan. Cantan. Los pájaros. ¿En dónde cantan Los pájaros que cantan? No tengo pájaros en jaulas. No hay niños que los vendan. Cantan. El valle está muy lejos. Nada…
Vicente y Ana Van a la fuente Cada mañana. Angela Figuera Aymerich. El poema debe hablarle de las cosas y vivencias cercanas a él: el agua, el campo, la casa, la mamá, los juguetes, la luna, las mascotas; de sus recuerdos, experiencias,
Yo no sé dónde cantan Los pájaros -cantan, cantanLos pájaros que cantan. La belleza o lo estético es, además de lo
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lúdico, un elemento vital en la construcción de un poema. La belleza poética, que no es cursilería, es el efecto agradable que produce en el alma una imagen, una palabra, una frase, un verso…: Paisaje La tarde equivocada Se vistió de frío. Detrás de los cristales, Turbios, todos los niños, Ven convertirse en pájaros Un árbol amarillo. La tarde está tendida A lo largo del río. Y un rubor de manzana Tiembla en los tejadillos. Federico García Lorca La sencillez, que no es simpleza, es otra característica muy importante que debe estar presente en la poesía infantil. El poema puede estar muy elaborado, con una riqueza de imágenes extraordinaria y muchas sensaciones pero aún así, debe reflejar cercanía, humildad, sencillez…: Caracola Me han traído una caracola Dentro le canta Un mar de mapa. Mi corazón se llena de agua Con pececillos De sombra y plata
La poesía y el niño La poesía infantil nos habla de la vida del niño; de sus experiencias, vivencias y recuerdos. Es un pasadizo que conecta al niño lector con la niñez del adulto escritor. La poesía es un campo verde por donde corretea aún la infancia que un día dejamos atrás, pero que nos sigue, encaramada sobre las palabras, pedaleando en los versos, galopando a veces, otras, volando o corriendo con patines, y cuando nos alcanza un poco, surge el poema para que la niñez siga viviendo dentro de nosotros, los escritores.
El mar, la mar El mar, la mar El mar. ¡Sólo la mar! ¿Por qué me trajiste, padre, A la ciudad? ¿por qué me desenterraste del mar? En sueños, la majerada Me tira del corazón Se lo quisiera llevar. Padre, ¿por qué trajiste acá? Rafael Alberti. Si yo nací campesino Si yo nací campesino, Si yo nací marinero, ¿por qué me tenéis aquí Si este aquí yo no lo quiero? El mejor día, ciudad A quien jamás he querido, El mejor día-¡silencio!Habré desaparecido.
Me han traído una caracola. Rafael Alberti.
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La poesía infantil dibuja al mundo desde la mirada del niño; lo explica, lo escudriña y cuestiona; lo descubre desde la inocencia, la ternura y la curiosidad. Los niños son cantos de la vida y la voz que los entona, la poesía…
Ludismo, niño y poesía David Figueroa Figueroa
“El mejor medio para comprender los recursos y elementos de la poesía consiste en interpretarlos como funciones lúdicas”. Johan Huizinga
Giondelys Montilla (Barinas 1967) Escritor, promotor de lectura, cuentacuentos, licenciado en Educación con especialidad en lengua y Literatura y en Estudios Sociales, entre 1992 y 93 fue Coordinador de Letras de la Dirección de Educación en el estado Barinas. Se dedica a la investigación en área de literatura infantil. Ha publicado: La casa de mis abuelos (2004) y En mi almohada juega un hada (2005).
Indudablemente, la palabra es un juego donde los animales y las cosas tienen el poder de transmutarse, en convertirse en seres alados gracias a la poesía, es que en ella (la poesía) se encuentran inmortalizados, desde la sencilla roca hasta el majestuoso cisne. La palabra es y será el instrumento más importante que dios o la Naturaleza nos hayan dado, razón casi cuestionable, puesto que el hombre ha hecho del Verbo todo un mundo que va desde lo concreto a lo abstracto, no existe un rincón de la tierra, de día o de noche donde no esté. Es que goza del don de la ubicuidad; de pronto la vemos seria, retozando, religiosa, profana, sencilla, compleja, etc. Volviendo a lo lúdico, son considerables las reflexiones del poeta Paul Valéry: “Un poema debe ser una fiesta del intelecto. No puede ser otra cosa: Fiesta, es un juego, pero solemne, reglado, significativo; imagen de lo que no se es de ordinario, del estado en el cual los esfuerzos son ritmos rescatados. Se celebra algo efectuándolo ó representándolo en su bello y puro estado”. Observamos que el poeta incluye en los juegos a la venerable poesía, pero dándole un sitial a través del trabajo incondicional de lo metafórico, (el vocablo erguido) no es la inspiración solamente la que produce el verso, es la mezcla de talento y elaboración. Es el juego consustanciado con la dedicación, es el tiempo unido al placer. No puede faltar en estas reflexiones la ni-
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ñez, la infancia vista como hacedora y soñadora de cosmos trascendentales, ese espacio de nuestra vida donde lo maravilloso es más real que lo real, donde los ojos parecen ver con el corazón multiplicado en barcos de papel y en muñecas de trapo. Tal vez por eso el estudioso Raúl Castagnino en su libro ¿Qué es literatura?, pregona: “El poeta juega en la misma forma que el niño. Por eso se ha dicho, con gran verdad, que para captar las esencias poéticas hay que ser capaz de revestir el espíritu con esa magia infantil, hay que aniñarse y recuperar la disposición para penetrar en el mundo de lo maravilloso”. Tiene que ser así, en cada niño la palabra provoca una especie de metabolismo espiritual, una especie de Merlín dado a proliferar lo absurdo desde una óptica que bien se diría que está cerca a la del Creador. Tal comparación no es vana, puesto que los niño en una forma u otra inventan universos que para ellos son más auténticos que la misma existencia. Todo su entorno se convierte en unicornios, hadas, frutos danzarines, ballenas voladoras, zapatos compadres, títeres parlantes, mares de miel, ríos de fuegos, montañas aéreas, etc. Es que la palabra no tiene límites, por eso Martín Heidegger expresa: “La palabra es un bien, en el sentido primogénito de los bienes: lo cual significa que la Palabra responde por, o que asegura que el Hombre pueda tener historia y ser histórico”. La poesía no nace de la noche a la mañana, alguien decía que para escribir una línea que sea un verso se necesitaba haber visto muchas cosas, haber tenido relación con el mundo y sus alrededores, conocer la flora y también la espina. Tener una memoria donde se mezclen las estrellas con los cocuyos. Saber recordar, como olvidar. De
acuerdo a esto se infiere que toda creatividad poemática siempre escapa a la improvisación, que no solo es la palabra erguida, sino que está llena de grandes reflexiones. Sin temor a equivocarnos puede afirmarse que la poesía y la filosofía son hermanas, viven de la experiencia, del deleite de la belleza, del asombro. ¿Qué significa esto?. Significa que la poesía es un ente capaz de englobar, tanto lo cotidiano como lo enigmático, que es tan vital como el mismo corazón, tan cierta como la misma tierra que pisamos, pero a la vez es sensibilidad, ensoñación, imaginación, fuerza, muerte, vida, huellas y caminos juntos. Desde el punto de vista conceptual diremos que un texto poético para que cumpla a cabalidad con las necesidades e intereses de los niños, debe responder a varios planteamientos: inclinación al juego, disposición al ritmo, gusto por las canciones, don de flexibilidad, acercamiento a lo imaginario, atracción por la rima, musicalidad del lenguaje, brillo de la metáfora, ruptura con lo lógico, evocación, lo fabulario y lo real, entre otros. Otro aspecto que quiero resaltar, es que para muchos la escritura para niños no reúne los méritos de tal (hasta es catalogada de subgénero), cosa que no es así, pues allí están las magníficas obras: Los Cuadernos de Doñana y Festival del Rocío de Morita Carrillo; Platero y Yo de Juan Ramón Jiménez; La Edad de Oro de José Martí, por mencionar algunos. Por cierto José Martí comenta: “Yo quise escribir así para que los niños me entendiesen y el lenguaje tuviera sentido y música; y también, porque, sólo es grande el hombre que nunca pierde su corazón de niño”. Oigamos algunos de sus versos:
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Se fue la niña a jugar, la espuma blanca bajó, y pasó el tiempo, y pasó un águila por el mar. Y cuando el sol se ponía detrás de un monte dorado, un sombrerito callado por las arenas venía. Como se puede notar, no existe en estas estrofas nada que empequeñezca la poesía, la creación. En ella consiguen placer tanto los niños como los adultos, esto sucede porque cualquier obra bien escrita, es una obra de arte y el arte es cuestión de aptitud, dedicación, esmero, delicadeza y otras cualidades que gravitan en el ser humano. A continuación un fragmento del poema Mariquita Navideña de Morita Carrillo: Mi mariquita suena que suena ¿Estará acaso llena de arena? Vemos que sucede lo mismo que las cuartetas anteriores, el verso es sencillo, espontáneo, cristalino, metafórico, una mezcla de realidad con subjetivismo. La síntesis y la pintura juegan un papel de primer orden, existen ligeros toques descriptivos, así los poetas nos sumergen en mundos donde la cadencia transparenta sus invenciones. Cuando se escribe poesía para niños el diminutivo debe emplearse con mucho tino, con especial dedicación. Escuchemos lo que nos refiere la poeta Morita Carrillo: “Jamás debe traerse (el diminutivo) por lo cabellos, él debe ser siempre dulce y oportuno”. Más adelante afirma: “Nuestra primordial intención es dejar dicho que el desprestigio del diminutivo se debe
al error de creer que la poesía infantil se logra a base de él; que las vivencias íntimas y breves; deben su brevedad al vocabulario en miniatura”. Es preciso acotar que mi país ha tenido y tiene valiosos cultores que han sido muy estimados por su aportación a tan difícil literatura. Allí está en primera línea la exquisita Morita Carillo: La canción de las vocales A, a, el cariño de papá E, e, las uñitas del bebé I, i, el copete del paují O, o, la cadena del reloj U, u, el arrullo del bambú. El pequeño Mesías Soy el niño Jesús. Un pequeñín que trae documentos de jazmín. Anduve muchos años antes de ser pequeño en el barquito aéreo de los sueños. Cancioncita del Merey ¡Esta es la cancioncinta
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del merey: usa casco de soldado y una capa de Rey! Algo en Fuga (Fragmento) Algo en fuga como jazmín de azúcar bajo el llanto. O lebrel de aserrín bajo la lluvia. Al corazón custodia húmedo alarde La fuente es un fantasma, Como si ranas de algodones blancos esponjaran el agua. Tiene memoria el patio. El poeta yaracuyano Pedro Antonio Vásquez al comentar dichos poemas, explica: “Morita es una de las mejores poetisas venezolanas que han sabido comprender el mundo alucinante de los niños. Su poesía pareciera escrita por niños. Poesía infantil para niños y no de adultos con intenciones de infancia. El lenguaje de su poesía es lenguaje de niños”. Por mi parte digo que no sorprende el vuelo poético de sus creaciones, puesto que ella sabe (como verdadera artista que es) que le verso no sólo es inspiración sino también trabajo, trabajo en el sentido exacto del vocablo; notamos que sus poemas están llenos de imágenes y metáforas que parecen luciérnagas jugando con la noche. La fantasía y el misterio cabalgando sin par en el mundo de la escritura. Por eso conseguimos versos: “El arrullo del bambú”, “Documentos de
jazmín”, “Lebrel de aserrín”, “Ranas de algodones blancos”, “Tiene memoria el patio”. Por algo el gran poeta chileno Pablo Neruda la llama: “Morita Cristalina” y el crítico argentino Enrique Anderson Imbert: “La más alta expresión de la poesía infantil venezolana”. Leamos ahora a María Clemencia Camarán: Mariela, niña de cuento, voy a enseñarte a leer en la escuela azul del lago donde las sardinas leen. Los pecesitos plateados tienen la boca llenita de letras que traza el viento con los juncos de la orilla. Y tú que eres pez del alba y un manojito de briznas vas a aprender junto al lago lo que saben las sardinas. “A” de azul y “B” de barco y “C” de costa te indican que el lago sabe enseñar cuando la luna es bonita. Mariela, niña de cuento, voy a darte la cartilla que el viento escribió en el lago con los juncos de la orilla y cuando sepas leer como leen los pecesitos, con letras azucaradas merendarán tus ojitos. Vemos como la ternura recorre los cuatro puntos cardinales del texto, allí la sencillez va tomando forma hasta culminar en un lenguaje delicado, donde las metáforas y los símiles juegan cual nubes en el cielo y peces en el agua. Es que no podría ser de otra manera, puesto que todo poeta lleva un niño
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a flor de piel, un niño que crece en la medida que la palabra se agiganta en los predios del colibrí y las miradas del sol, entonces se hace un alquimista del tiempo.
Pálmenes Yarza nos brinda:
Anhelos Los árboles están de nuevo mucho más verdes que ayer; desearía en primavera yo también reverdecer. Si de pronto hasta los nidos me pusiera yo a crecer, como la hierba del campo que nadie la viene a ver ay, mariposa no quiero cortar tu vuelo otra vez, puedes venir a mi pecho, a mi cabeza, a mis pies. Avecilla que embelesas todo un cielo de marfil, yo quiero cantar contigo la dulce canción de abril. Canción El arroyo azul azul, que baja de la montaña me trajo en la mañanita flores rojas, flores albas. Flotaban en leves giros con plumillas de azulejos y hojas prietas de estío sobre un penacho de cielo. Son galas de amapola, de la ilusión y la acacia que robaron los soles en sus cópulas tempranas. Las puse sobre mi pecho como un corpiño del alba!.
En los dos textos la dulzura y el lirismo hacen gala, más el yo poético llevado por la metáfora a un estado sublime, también es importante resaltar el bue uso del diminutivo que encaja perfectamente en cada verso donde se utiliza, se nota que pone en práctica aquella máxima que dice: los niños prefieren letras hermosas a principios morales. Además la rima consonante le da un aire musical, propicio para que los niños memoricen el poema fácilmente. Se podría seguir enumerando poetas Venezolanos que pueden estar en cualquier antología que se haga para niños, allí estarían Rafal Dudamell, José Parra, Manuel Rodríguez Cárdenas, Ángel Mogollón, Pedro Antonio Vásquez, pero la lista sería inmensa. Como verán mi intención más que todo es referirme al discurso literario (poético) destinado a los niños. ¿Qué relación tienen los creadores mencionados antes?, yo respondería que cumplen con el postulado señalado por la profesora Beatriz Mendoza Zagarzazu: “La poesía infantil debe ser en primer lugar, poesía. También nos explica: “Estas creaciones no pueden existir si están exentas de metáforas, de imágenes, de relámpagos. Lenguaje sencillo y sobrio, profundo, lleno de gracia, con un ligero toque de ternura a veces. Un lenguaje rico, lúdico, rítmico”. Puede notarse que escribir para niños no es nada fácil, porque en toda creación donde esté inmersa la palabra (ella) tiene que brillar por su calidad y satisfacer la imaginación, la creatividad y todos esos mundos mágicos que la mente con su flexibilidad y sabiduría es capaz de desentrañar y recrear. Por ser sumamente importante para reforzar este enfoque, transcribo las observaciones de la investigadora Ana María Machado: “Poetas, locos y niños que se mueven en territorio ambiguo, equívoco,
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multívoco, donde los compartimientos y actitudes pueden y deben ser reinventados a cada instante, donde una pregunta tiene muchas respuestas y una respuesta es dada a cuestiones múltiples. Con claridad vemos que la poesía como discurso comunicante y a la vez estético, reúne una serie de requisitos que tienen prioridades básicas en la elaboración de estos caminos llanos y recónditos del alma. Es que la poesía u otro género le cabe perfectamente lo que anota el poeta Eliseo Diego: “La Literatura que se escribe con el propósito de que los niños se apropien de ella, tiene en primer término que serlo: ser Literatura.” David Figueroa (Yaracuy 1945) Escritor y profesor, ha obtenido varios premios con su obra: Premio de poesía Aquiles Nazoa (Anzoátegui 1985), Premio de Poesía de la Casa de la Cultura de Guayana (1989), Premio Único 13ª Concurso nacional de Literatura Infantil Miguel Vicente Pata Caliente (2003), Premio Único 14ª Concurso Nacional de Literatura Infantil Miguel Vicente Patacaliente (2004).Ha publicado entre otros libros: Creatividad y poesía en acción(2005),Tiempo de colibrí(1992), Plural cercanía (1985),Voces del arca (1996), Cuando el río se hacia palmeras (1999),Tiovivo de voces (2006).
A los niños sólo les interesa la poesía o “el paisaje sale a volar con las mariposas” Carlos Ildemar Pérez
La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua José Lezama Lima BÚHO El búho acurrucado En su plumaje espumoso Mira con ojos De planeta La noche En mis ojos Hundidos en los ojos del búho (Los colores ocultos, Vicente Gerbasi) EL SOL Andaba el sol muy alto como un gallo Brillando, brillando Y caminando sobre nosotros. Echaba sus plumas a un lado, mordía con sus espuelas al cielo. Corría y estuve con él Allá donde están las cabras, donde está la gran casa. Yo estaba muy alto entre una telas rojas Con el sol que habla conmigo Y nos estuvimos sobre un río Con el sol tomé agua mientras andábamos Y veíamos campos y montañas y tierras sembradas Y flores Cantando y riéndonos. Allí andaba el sol Entre aquellas casas, entre aquellos naranjos, Como una enorme gallina azul, como un gran patio de rosas,
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Caminando, caminando, saludaba a uno y a otro lado; Hasta que me dijo: Mi amigo que has venido de tan bajo Vamos a beber Y cayó dulce del cielo, cayó leche hasta la boca del sol. (Paisano, Ramón Palomares) Ese árbol Moviéndose conmigo Ese paisaje con patas Entre las hojas blancas de los rucios Y que después oigo afuera y más forcejeando por sacarse la tempestad por abatirse él mismo bajo el hacha y alcanzar la otra altura Yo fui su pájaro Pero era él quien se espantaba El era su vuelo (Señores de la distancia, Luis Alberto Crespo) Con esta pequeñísima muestra poética sólo pretendo llamar la atención sobre el hecho literario cierto, y de eso estoy cada vez más convencido, de que los más grandes poetas de mi país han sido los responsables de haber escrito los mejores poemas para niños. Y como ocurre en lo que se ha dado en llamar la historia de la literatura infantil, esos poemas no fueron escritos para los niños, ni mucho menos pensando en educarlos, aleccionarlos o en incidir sobre su “buena” conducta presente o futura. Con esto lo que se comprueba, así de entrada, es que el sentido común del niño coincide a la perfección con el poder imaginativo que se nos brinda en la poesía. Cuando digo esto no sólo estoy pensando en
el hecho de que la poesía sea el más inocente de los menesteres – que dicho sea de paso lo es sin duda -como lo aprendimos con el poeta alemán Hölderlin. En todo caso, quisiera más bien que se me entendiera lo que intento decir, si se prefiere, como la vivencia de la razón poética integrada a la cotidianidad, por supuesto que realizada plenamente en el marco de la duración de la infancia y del poema. Mil veces se ha repetido que los poetas son como niños, y precisamente en Cartas a un joven poeta, Rainer María Rilke señala al joven Franz Capuz, aprendiz de poeta, que a uno la infancia lo puede angustiar y atemorizar por la sencillez y dulzura que ello implica, y por esto le recomienda que piense en su mundo interior, ya sea recuperando los recuerdos de la infancia o los deseos del porvenir, y añade el poeta lo siguiente: “Y si reflexiona sobre su niñez, puede volver a ser niño, entre los solitarios niños; los adultos no son nada y su dignidad no tiene mérito alguno”. A la pregunta ¿existe la poesía para niños?, pienso que la respuesta puede ser que sí, pero también puede ser que no. Me explico. Existe ésta en tanto haya niños que les guste la poesía, y no existe la poesía en tanto haya niños que no les guste o aún no sepan de ella. Ahora bien, ¿existe la poesía para adultos?, en este caso la respuesta es sí y no, porque ocurre aquí lo mismo que con los niños. A mí me pueden gustar los poemas de Rubén Darío y a otra persona no, eso no quiere decir que la poesía vaya a dejar de existir para el resto de las personas. La poesía existe para niños y para no niños, la poesía existe para adultos y para no adultos. Es más, pudiera añadir que la poesía además de existir para niños, también hay que afirmar que preexiste para niños, del mismo modo que debemos aceptar su postexistencialidad. No estoy intentando un juego de
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ingenio o birlibirloque. Se trata nomás que del intento de apreciar el proceso creador poético a través de las distintas fases de uno de sus posibles funcionamientos, donde los límites de la escritura están desbordados con la finalidad de incorporarse a los alcances de su significación poética tanto en la expresión de su antes como en la de su después, de donde se pudo haber originado o potenciado ese poema, novela o cuento. ¿Cuándo preexiste la poesía? Sencillamente, cuando el niño aplica en su universo oral las distintas técnicas expresivas, necesariamente intuitivas que va inventando por obra y gracias de su infancia, para apropiarse del mundo a través del empleo de su imaginación en la producción de juegos y de otros inventos individuales y colectivos. La sensibilidad literaria del niño está a flor de piel y en esta fase se desconocen los estereotipos, o por lo menos no ejercen mucha influencia en él, y se neutralizan los controles previos que obligan las convenciones propias de una ortodoxia escolar, aún en boga sorprendentemente, acostumbrada a cohibir y a prohibir de acuerdo a unos esquemas cognitivos que impiden el libre y sano desarrollo de la imaginación y, por consiguiente, del crecimiento intelectual y espiritual de niñas y niños. Quizás la función más valiosa de la preexistencia de la poesía sea la de poner de manifiesto las infinitas posibilidades creadoras que están a disposición de la infancia. En esta fase, por supuesto, cada niño inventa la poesía que necesita, pero sin saberlo, sin darse cuenta que está desencadenando albores y epifanías poéticas. Fase donde la semilla enigmática de la poesía toma cuerpo y espera agazapada el inesperado afloramiento. En la pre-existencia de la poesía -que pudiera calificarse como de la circunstancia ágrafa del poema que fluye- los niños, por lo general, no
saben aún leer ni escribir, con lo cual, según parece, el poder poético que les asiste es mucho más enigmático y misterioso, es decir, muchísimo más poético. Por su parte, la post-existencia de la poesía para niños, el otro lado donde pudiera decirse que concluye –aunque no sea esto del todo cierto- el proceso de vivencialidad de la creación. De acuerdo a esto, la post-existencia significa como la antípoda complementaria tanto de la pre-existencia como de la existencia de la experiencia poética. Sin esta etapa del después de la poesía, que es continuación en su después de duración inagotable del hecho creador; el niño, ahora lector de signos escritos, da rienda suelta a su imaginación, pero en contraste con la fase de la pre-existencia, apoya y refuerza los motivos de su inspiración en la serie de recursos que le han proporcionado sus distintas lecturas poemáticas. Sin duda, a más de uno se le pudiera ocurrir la idea de denominar a esta fase de post-existencia de la poesía en el niño, como fase quijotesca porque el niño después de haber leído tanto puede asumir, y esto es lo más seguro que suceda, como propias de su experiencia de vida aquellas verdades y realidades que más le pudieron haber impresionado de la lectura, sólo explicables metafóricamente, y que el niño las hace suyas incorporándolas a su mundo interior, así como todos sabemos que hizo el famoso señor de la Mancha. Prestemos atención un momento a lo que dice sobre el significado del poema el gran poeta Octavio Paz : Las verdaderas ideas de un poema no son las que se le ocurren al poeta antes de escribir el poema sino las que después, con o sin su voluntad, se desprenden naturalmente de la obra. De la obra que no acaba en la obra porque se continúa creando en el lector, y en el caso particular del niño el asunto supera
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los límites en cuanto a la extensión de sus realizaciones literarias. El después de la poesía se integra entonces en el proceso creador como si fuera un antes, aunque un poco menos espontáneo que en el caso de la pre-existencia. En esta fase el niño está en posesión de una cultura literaria que progresivamente continuará enriqueciéndose con nuevos libros. En este momento ya la poesía forma parte de su cotidianidad desde un punto vista mucho más riguroso que implica la activación de la actitud crítica y del depuramiento espiritual del niño. En esta etapa el niño agudiza sus sentidos de modo riguroso y despliegua los dones de su intelectualidad. La mayor parte de lo que asimila está respaldado por la fortaleza de un razonamiento subjetivo fuente de grandes hallazgos poemáticos. De allí que en la postexistencia de la poesía, encontremos al niño estableciendo comparaciones entre su mundo personal y el mundo que le rodea. Aquí el niño lector se destaca porque crea puentes entre esos dos mundos, sirviéndose de la imaginación con la que inventa – por cierto que es su forma natural de razonar – un problemario extraordinario, fascinante y fantástico que hasta Jorge Luis Borges envidiaría, y que le sirve para poner en peligro y en jaque mate el normal, y a veces aburrido, funcionamiento de las cosas. Precisamente, es Borges quien nos confiesa: “he sospechado muchas veces que el significado es, en realidad, algo que se le añade al poema. Sé a ciencia cierta que sentimos la belleza de un poema antes incluso de empezar a pensar en el significado”. Estas afirmaciones pueden servir de argumento para demostrar la existencia de la postexistencialidad de la poesía en el niño y en los demás. En el poema, como en ninguna otra obra literaria o artística, está permitida la libertad de los conceptos, el ludismo de las significaciones, los riesgos y las aventuras de
lo que puede ser el sentido que una imagen nos exija que sea revelado. En esta fase del después del poema no hay prohibiciones que valgan. El gran placer se concreta y solamente el niño está a merced de lo que la sorpresa pueda dictarle o depararle. Ya para terminar sólo recomiendo que se entienda este planteamiento mío que he hecho aquí, no como un sistema lineal del tipo a+b+c, ya que esquemas cerrados como esos no concuerdan con fines establecidos por la pre-existencia, la existencia y la postexistencia, los cuales operan acoplados y al unísono como un todo, según un criterio de dinámica concéntrica interrelacionada y forjada en creación con la única finalidad de demostrar la existencia de la entidad de la poesía para niños y para todos. El poeta italiano Eugenio Montale, en el discurso que escribió para recibir el premio Nobel en 1975, nos dijo: “La poesía es el arte técnicamente al alcance de todos: Basta con una hoja de papel y un lápiz y ya está”. Dejo para otra ocasión analizar la fase intermedia al antes y al después, como es la existencia de la poesía para niños. Sin embargo, deseo advertir que, según entiendo por mis investigaciones poéticas, solamente en el antes y en el después de su existencia es donde pudiera estar la verdadera poesía para niños. En todo caso, la respuesta más adecuada a la interrogante de si existe la poesía para niños, pienso que va a seguir dependiendo seguramente de la imaginación de cada quien. Por mi lado, me resta solamente leerles un poemario de treintaiún poemas que escribiera a la velocidad de la luz un niño llamado Carlos Aurelio Pérez, cuando éste tenía apenas once años de edad. Fui testigo presencial de su demoledora rapidez para componer los poemas con el ingenio de la rima espontánea donde todo vale y todo cabe. A veces la poesía ha tenido la suerte de que niños como él
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existan para ella. El título de su libro no podía ser otro que: EL ZOOLÓGICO ILÓGICO. Carlos Aurelio Pérez Al león le da mucha pena porque no tiene un gran sombrero para cubrir su gran melena. Al oso le gusta jugar con la osa Y los ositos porque si no fuera así Esta rima sería un mito. La ballena ajena, ajena dice Que se llama Elena Porque está tan chueca Que su piel es morena. El tiburón toca el tambor Y cada vez que lo toca Suena pon, pon, pon. El loro, loro, loro con su gran Voz forma un gran coro, Coro, coro. El tigre es el mejor animal Que hay en el mundo Porque uno es libre Y eso es lo que es Un tigre. El canguro es el Animal más puro.
El caballo es el animal Más malayo. El delfín es todo un músico Porque cada vez que toca El violín hace lin, lin, El elefante Se va al muelle y Se cree almirante. El guacamayo Canta de rama en Rama en los días De mayo. El buey Aunque no lo crean Es ayudante del rey. La jirafa Tienen los cuellos largos Para detectar las estafas. La boa Aunque no lo sepas Le encantan las anchoas. La cebra Es el animal que se la pasa tomando Ginebra. El caimán Es tan pero tan, pero tan Que cuando camina por La pasarela es todo un Galán.
La mula es la animal Más chula. La comadreja es un animal Muy amargado porque Todo el tiempo tiene una queja.
El tucán Es el chaman De la selva.
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La tortuga Cada vez que los años Pasan la piel se le arruga.
La piraña Para atraparla hay Que tener mucha maña.
El zamuro Se la pasa fumándose Un gran puro.
El avestruz Todos los meses Da un huevo o dos A luz
La pantera Aunque es carnívora Come mucha pera. El gato montes No se puede Ver por su gran Rapidez La pereza Aunque no la veas Se esconde entre la maleza.
El chigüire Tiene un cartel Que dice toque Pero no mire. Carlos Ildemar Pérez (Maracaibo 1964). Poeta, ensayista, titiritero, profesor universitario (director l de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia), entre sus libros publicados: Olas para niños navegantes, Los poetas del Lago, Sermones para vivir aquí, Papá civil. Doctor en Letras de la Universidad Complutense de Madrid.
Los pingüinos Son de blanco y negro Porque se creen senséis Chinos. El pavo real Tiene su propia pintura En su propio mural. El halcón Tiene los pies bien Feos Porque se le deformó El talón. El cangrejo Como es tan feo Se rompe el Espejo.
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Cuentos de miedo, historias policiales y otras aventuras Ponentes: Graciela Pérez Aguilar, Eloi Yagüe Larque. Moderadora: Laura Antillano
Los libros de aventuras y las historias de piratas Graciela Pérez Aguilar
La palabra “aventura” La palabra “aventura” proviene de una palabra latina, “adventura” que se refiere, en traducción más o menos libre, a ir al encuentro de las cosas que sucederán. Y ésta es la clave, la fuerza que mueve a leer o escribir historias de aventuras. ¿Podrán escapar Ulises y sus compañeros de la cueva del Cíclope? ¿Qué pasará cuando Sandokán se enfrente con el malvado James Brook? ¿Encontrará Jim Hawkins el tesoro de la isla? La tensión de la intriga permite a escritores, personajes y lectores desafiar tormentas, atravesar desiertos y enfrentar batallas en pos de un resultado que siempre está más allá. La expresión “sed de aventuras” describe muy adecuadamente ese ansia inextinguible de mantenernos en la cresta de una ola que avanza hacia lo que vendrá. La llegada del final alivia la tensión pero nos deja la irremediable tristeza, la añoranza de la adrenalina que nos mantuvo en vilo. Los relatos de aventuras son ferozmente adictivos y, finalizado uno, no hay más remedio que buscar otro. Son adictivas también las novelas policiales, los libros de viajes, los melodramas de televisión y lo fueron en algún tiempo de infancia dorada, las historias de piratas. Una de piratas Pero, ¿qué definía a las antiguas historias de piratas?
Joan Manuel Serrat propone la mejor definición cuando escribe la canción “Una de piratas”. “Todos los piratas tienen un temible bergantín, con diez cañones por banda y medio plano de un botín. Por un quítame esas pajas te pasan por la quilla, pero en el fondo son unos sentimentales”. Y, en esta letra, Serrat, inevitablemente tiene que citar a Espronceda y a su canción del pirata, que es algo así como una síntesis del ideario y la épica romántica del valor y la libertad. Pero… ¿qué sucedió con esas historias? Porque ya no disfrutan del enorme auge que tuvieron en una época como relatos de aventuras. ¿Son sólo un recuerdo dulce de un tiempo de siestas largas, de tardes aburridas o de noches en vela de mediados del siglo XX? ¿En qué otro imaginario de la literatura podemos encontrar esta declaración de principios de un protagonista que no necesariamente es el bueno de la película, que puede ser sanguinario y sentimental? Muchas veces, cuando los subgéneros literarios populares se agotan, renacen en sus aspectos más poderosos como otras manifestaciones. Vuelven disfrazados, encubiertos y aggiornados para resistir al desgaste, al paso del tiempo y de las modas. El melodrama vuelve como telenovela, el relato policial vuelve como serie de televisión, la novela de ciencia ficción regresa como saga cinematográfica mítico-espacial, la literatura gauchesca regresa como parodia de historieta. Aunque hay innumerables escenarios, no hay tantas historias básicas que contar.
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Piratas y corsarios Para seguir acotando el campo, vale la pena diferenciar piratas de corsarios. El corsario estaba limitado en su acción por la patente de corso. Sólo podía capturar mercantes de determinados países y tenía que repartir botín y rescate con el Estado en muchas ocasiones. Esta es la principal diferencia con el pirata, que atacará cualquier buque que pueda capturar y no tiene que rendir cuentas a nadie. El corsario trabaja para una gran empresa, mientras que el pirata es una especie de cuentapropista librado a su suerte y astucia, y como bien sigue afirmando Serrat No hay historia de piratas que tenga un final feliz. Ni ellos ni la censura lo podían permitir. En algún sentido, estos piratas se parecen un poco a los detectives de la novela negra. Tienen sus códigos de honor pero viven en los bordes o al margen de la ley. También el periodismo narra, de vez en cuando, historias de “piratas del asfalto”. El éxito de la serie de películas sobre “El Perla Negra” demuestra que el entusiasmo por las aventuras de los lobos del mar no ha desaparecido sino todo lo contrario; empero, si hubiera llegado el momento de visitar el último puerto para este género tan querible, no estaría de más citar un hermoso poema de Stevenson llamado “Para el comprador indeciso”, que figura en el prefacio a “La isla del tesoro”.
“Si los cuentos que narran los marinos hablando de temporales y aventuras, de sus amores y su odios de barcos, islas, perdidos Robinsones y bucaneros y enterrados tesoros y todas las viejas historias, contadas una vez más de la misma forma que siempre se contaron encantan todavía, como hicieron conmigo a los sensatos jóvenes de hoy ¿qué más pedir? Pero si ya no fuera así si tan graves jóvenes hubieran perdido la maravilla del viejo gusto por ir con Kingston o con el valiente Ballantyne o con Cooper y atravesar bosques y mares bien. ¡Así sea! Pero que yo pueda dormir el sueño eterno con todos mis piratas junto a la tumba donde se pudran ellos y sus sueños”. Graciela Pérez Aguilar (Buenos Aires,1947) Es profesora y licenciada en letras.Ha trabajado como docente, editora y directora editorial.Formó parte del comité fundador de la revista La Mancha-Papeles de Literatura Infantil, y participó en la Comisión de la Feria del Libro Infantil de la Fundación El Libro. Actualmente coordina varios proyectos de literatura infantil por internet. Publicó numerosos libros de texto para la escuela, libros de cuentos y la novela “El constructor de sueños”.
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La puesta en escena del misterio Eloi Yagüe
Debo a mi tía Pilar la iniciación en el misterio en aquellos días infantiles en que ella me cuidaba mientras mi mamá trabajaba. Mi tía Pilar me inició en el misterio de dos maneras: la primera por su carácter. En efecto, ella apreciaba especialmente el misterio. Debo decir que mi tía era un poco intrigante. Nunca decía lo que pensaba directamente, no le gustaba cruzar los puentes sino vadear y prefería dar rodeos a ir directamente al lugar que le interesaba. Curioso comportamiento, ahora que lo pienso, pero sin duda tuvo su influencia en mí. Mi tía Pilar gustaba de hacerme su cómplice, adoraba los secretos, le encantaba mantener siempre alguna información en reserva y era hábil en su utilización posterior en su manejo como amoroso chantaje. Eso sí le encantaba saber los secretos de los demás, pero nunca que los demás nos enteráramos de sus secretos. Su actitud contribuía a que en casa hubiera siempre una atmósfera misteriosa y sin duda ayudó a que yo me hiciera narrador de ficción. La segunda vía fue la literatura. A mi tía Pilar le gustaban las novelas de misterio, especialmente las policiacas. Así que cuando tuve edad de entenderlas, me fue prestando los ejemplares de su colección de Agatha Christie. Por supuesto muchas cosas se me escapaban, pero no el encanto de las andanzas de Hércules Poirot, el primer investigador de quien tuve noticia. La señorita Marple, por el contrario, no me llamaba la atención, me parecía algo descabellado que una viejita se dedicara a esclarecer asesinatos. El hecho -y quiero insistir en esto- de que no entendiera completamente esas novelas -yo tendría nueve o diez años- no importaba mucho: lo
que más importaba era que yo captaba la atmósfera, la emoción de que estaba ocurriendo algo fuera de lo normal, algo que rompía el orden habitual de la vida y de las cosas. Y esta sensación era acentuada no tanto por las acciones de los personajes, generalmente seres comunes y corrientes, sino en virtud de la puesta en escena del misterio. Y en eso Agatha Christie me parece una buena ambientadora, partidaria de los ambientes exóticos que tanto contribuyen tanto a la buena marcha de una narración como -hay que decirlo- a su fracaso final, en caso de que el paisaje sea una decoración de cartón piedra. Leyendo a la autora inglesa capté que una buena novela policiaca debe ser siempre misteriosa, debe establecer un pacto con el lector. Es como si el autor te contara un secreto y tú tienes que estar dispuesto a recibirlo y no contárselo a nadie. Entonces entra en juego la administración, la dosificación de la acción. Tú te das cuenta de que el autor sabe más que tú, de hecho él sabe todo lo que ocurre en la narración, inclusive hasta el final. Y las veces que hice trampa, leyendo el desenlace, me daba cuenta de que me perdía algo de lo más importante: la prolongación del placer. Y en este caso el placer estaba dado por posponer lo más posible la resolución final. Leer anticipadamente el final, me di cuenta con el tiempo, era una transgresión de las reglas del juego, una especie de traición, una culpa similar a lo que uno siente cuando revela un secreto que le ha sido encomendado. Posteriormente conocí la novela negra, esto es el policial norteamericano con magníficos representantes como Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Jim Thompson y Horace McCoy. Pero allí el juego que se propone es diferente. El misterio queda reducido a su mínima expresión en virtud de una puesta en escena excesivamente realista, casi cruda en
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sus descripciones. En estas novelas muchas veces se sabía desde el principio quién había cometido el o los asesinatos, incluso podía llegar a ser el mismo protagonista, como en el caso de “Asesino Burlón” de Jim Thompson, a diferencia de “El asesinato de Rogelio Ackroyd”, de la Christie, donde el homicida es el narrador, pero sólo se sabe al final. Debo admitir que el contraste entre ambas formas de literatura policiaca me resultó impactante y aunque en última instancia preferí y prefiero la novela negra, echo de menos el misterio tan inglés que había en las mejores novelas de Agatha Christie, donde era impensable un asesinato a plena luz del día. Ahora bien, ¿qué es el misterio? ¿Es un estado ánimo, una técnica literaria, un recurso narrativo, un empeño inútil en oscurecer lo que es transparente, en complicar lo que es sencillo? Miren, si me preguntan yo no sé bien qué es el misterio. Si lo supiera dejaría de ser misterioso. Lo que sí sé es que entre dos libros: uno misterioso y otro no misterioso, prefiero el misterioso porque me produce mayor placer. Yo he notado que el misterio puede aflorar de diferentes maneras y en distintas narraciones. Por cierto también existe poesía misteriosa. Pero volviendo a la narrativa y en particular al cuento, me parece que el misterio es una voluntad del autor de aderezar una trama -acaso previsible, acaso irrelevante- con un ingrediente, una especia literaria que va resaltar el sabor de ese guiso que se sirve en la mesa del lector. ¿Cómo se pone en marcha el mecanismo de relojería del misterio? Ah, eso depende de cada autor, es tan personal como la huella digital. Y aislar los mecanismos de la puesta en escena del misterio es tan difícil como separar la sal de un hervido después de habérsela echado. Y a veces no se trata de un solo ingrediente, sino de una variedad de ellos, como el curry, que no es sólo una especia sino una mezcla de varias de ellas.
Un primer mecanismo para la producción del “efecto misterio” es sin duda el manejo de la descripción, bien sea de personajes o de lugares. Lo anterior nos lleva a una primera conclusión: el lugar, la ambientación, la locación, como dicen los cineastas, es importante en el misterio. Los relatos fantásticos casi exigen escenarios naturales. Sin duda el mejor lugar para ambientar Drácula era las lúgubres montañas de los Cárpatos en Europa Central, plagadas de lobos y leyendas que los supersticiosos campesinos han mantenido por generaciones. Mary Shelley escogió la helada superficie del Polo Norte para las andanzas de Frankenstein, al igual que Edgar Allan Poe llevó las aventuras de Arthur Gordon Pym al Polo Sur, mientras que Howard Philips Lovecraft, uno de mis autores fantásticos favoritos, inventó el ficticio condado de Arkham en algún lugar del profundo sur estadounidense, como escenario de sus alucinantes relatos del ciclo de los mitos de “Ctulhu” y “El color que vino del espacio”. Los cuentos de fantasmas exigen un castillo, preferiblemente escocés, con chirriar de cadenas, portazos nocturnos y corrientes de aire frío. Es el escenario típico de la llamada novela gótica que tuvo auge en Inglaterra a finales del siglo XVII y comienzos del XIX, fundada por Horace Walpole con su novela titulada previsiblemente “El Castillo de Otranto”. Un gato nunca está demás en toda narración sobrenatural que se respete. Este regusto por los escenarios naturales lúgubres fue compartido también por Arthur Conan Doyle que situó “El Sabueso de los Baskerville” en los desolados páramos de las tierras altas escocesas, con abundancia de niebla, riscos inaccesibles y pantanos traicioneros, marco perfecto para las andanzas del temible sabueso, que en este ambiente parecía como un can infernal, una especie de cancerbero y sin embargo era un dogo
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común y corriente. También, más recientemente, Umberto Eco ubicó la intriga de su erudita novela “El nombre de la rosa” en una abadía benedictina del norte de Italia que en virtud de los asesinatos que allí se suceden, adquiere tintes siniestros. Personalmente me agradan estas novelas porque combinan la trama realista con una ambientación de inspiración gótica. Sin embargo, cuesta un poco imaginarse a Sherlock Holmes fuera de Londres y tampoco es casual que Poe pusiera a su detective Auguste Dupin en parís en “Los crímenes de la Rue Morgue”. Sin duda son ciudades misteriosas, aunque ya no tanto desde que existe el alumbrado público. Londres lo es por la niebla y su trazado laberíntico, París por su red de cloacas subterráneas que han servido de inspiración para tantas historias. El Barrio Gótico de Barcelona es también misterioso. Praga, ciudad que aspiro conocer algún día, además de la fama de hermosa, tiene múltiples recovecos donde puede aflorar el misterio. Sin ir muy lejos, la ciudad amurallada de Cartagena de Indias es fascinante en este sentido y no resulta extraño que en ella hayan sido ambientadas novelas que exploran los límites de la realidad como “Los Cortejos del Diablo” de Germán Espinosa y “Del amor y otros demonios” de Gabriel García Márquez. Y es que la exuberante naturaleza americana ha sido inspiradora del misterio desde tiempos inmemoriales, desde que los primeros cronistas de Indias vieron plantas, animales y seres fantásticos en las nuevas tierras recién descubiertas. La poderosa fascinación del paisaje americano persiste aún hoy en nuestros días y ha servido para dotar de escenarios a escritores como Horacio Quiroga y Rómulo Gallegos, que situaron en la selva algunos de sus mejores relatos. En el
caso de Canaima de Gallegos, donde la selva, como un infierno verde, llega a alcanzar ribetes protagónicos. El Comala de Rulfo y el Macondo de García Márquez parecen más que fruto de la fantasía de sus creadores, brotar de la misma tierra, como volcanes o como accidentes geográficos. Recientemente un joven escritor venezolano, Israel Centeno ambientó en el Avila, la montaña que rodea a Caracas frecuentada por amantes de la naturaleza, una serie de historias de inspiración gótica, de vampirismo, licantropía y otras alucinaciones que hallan un marco perfecto en la majestuosa montaña. Pero los buenos los buenos narradores no precisan echar mano de un paisaje sobrecogedor para escribir historias misteriosas. Borges, Onetti, Cortázar, Sábato, son capaces de convertir la ciudad es un espacio para el misterio. El venezolano Salvador Garmendia, uno de nuestros más importantes escritores, maestro de la descripción, logra con este recurso narrativo convertir espacios y personajes netamente urbanos en ambientes pesadillescos y monstruos de la más delirante imaginación. Garmendia en este sentido es uno de los escritores que más avanzan en este empeño de derribar los muros artificiales entre literatura realista y fantástica. Insisto en que si bien hay ciudades misteriosas per se, el carácter misterioso se lo da el escritor con su estilo, con su forma de narrar. Es el caso de la Bogotá que refleja Mario Mendoza en Scorpio City. La descripción de lugares y personajes es importante pero no es el único recurso que sirve al autor para poner en escena el misterio. A veces éste surge de la narración misma, de la simple enumeración de acciones sin mayor énfasis en la descripción. Me vienen a la memoria dos cuentos magistrales que ejemplifican este aspecto uno es Salón Paraí-
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so del cubano Virgilio Piñera. Salón Paraíso es un lugar donde no pasa absolutamente nada, donde el personaje es encandilado por una luz sobrecogedora, donde la única experiencia es el lavado de la retina. A mi modo de ver es un cuento estremecedor precisamente porque instaura entre nosotros una “realidad irreal”, valga la absurdidad. El otro ejemplo que deseo mencionar es “Las fases de Severo”, un cuento de Cortázar donde un grupo de personas asiste a lo que parece ser un velorio. Sin embargo el muerto no está muerto sino que atraviesa por diversas fases, a cual más alucinante, y finalmente se convierte en un oráculo que recita a cada uno de los presentes un número cabalístico. Tras lo cual, todos se retiran a sus casas como si nada. Esta clase de cuentos, tanto del de Piñera como el de Cortázar utilizan la sustraccción de datos como método, es decir, los autores se abstienen de darnos la información completa de qué es lo que ocurre o porqué ocurre lo que ocurre. Ambos adoptan la tensión anticlimática, esto es el retardo en el desenlace. Pero al final, resulta que el desenlace es abierto y no tiene explicación. El misterio sigue abierto para desesperación de los lectores. Son finales por decisión, no por nocaut, para utilizar la terminología boxística que tanto le gustaba a Cortázar. Porque, a pesar de las preceptivas y de los decálogos tipo Quiroga, el cuento no tiene reglas. El viejo código, procedente de la poética aristotélica de principio, nudo y desenlace, queda abolido a partir de ahora y para siempre. Creo que lo más parecido a un cuento es una partida de póker. El autor va echando cartas y analizando la reacción del adversario. Por supuesto en el caso de la literatura, el autor no tiene la ventaja de estar frente al lector en el momento de la lectura, por lo tanto tiene que imaginarse la reacción del
lector, ser eficaz en esto y anticiparse a ella. El autor tiene que imaginarse al más sagaz de los lectores y escribir para él, tiene que ser más inteligente que el más inteligente de sus lectores para anticipar todas las objeciones posibles. No dejar ningún cabo suelto ni ningún resquicio de la trama por donde se pueda colar el desenlace. Si no, se pierde el efecto y el efecto es lo más importante de una narración, como señala Edgar Allan Poe en Filosofía de la Composición. Y para ello, el escritor no puede mostrar todas sus cartas de una sola vez, debe esconder al menos una, la que lo hará ganar la partida. Es lo que Vargas Llosa denomina el dato oculto, el único recursos que tiene el autor para garantizar que el lector llegará al final de la narración. Para lograr esta información reservada, el autor pondrá en práctica su habilidad en el juego de espejos, dará pistas falsas, engañará al lector. En la guerra y en la literatura todo se vale. Y en el caso del cuento, éste funciona o no. ¿Cuál es el único requisito para que funcione un cuento? Para Cortázar el requisito era la esfericidad, lo cual no quiere decir exactamente que el cuento empiece y termine de la misma manera, sino simplemente que dé la sensación de infinito, como la dan dos espejos enfrentados que abren una puerta a un más allá cercano y a la vez inalcanzable. Estos cuentos que mencioné tienen como piedra angular del misterio la cotidianidad, que es como tratar de parar un trompo sobre la punta. La única forma de hacerlo es haciéndolo girar. Permítanme el desvarío: estos dos cuentos son como trompos que giran sin término. Y de ese girar viene su delicado, y al mismo tiempo brutal, equilibrio interno. Trataré de decirlo con otras palabras: con los mismos ingredientes con los que hacemos una sopa, estos escritores elaboran un plato que no parece de este mundo. Precisamente porque es una puerta que se abre a otro plano
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de la realidad. Es la puesta en escena del misterio desde la narración misma: no hay descripciones exageradas, no hay situaciones sobrenaturales, no hay seres fantásticos, no hay nada que no veamos todos los días y sin embargo hay la instauración de una realidad otra, un desdoblamiento que nos agarra totalmente desprevenidos, como esas enfermeras que nos inyectan con tanta habilidad que no nos duele ni nos damos cuenta. Al final sólo queda preguntarnos, ¿pero qué pasó realmente? Y, como respuesta, rendirnos a la evidencia de que la realidad no existe. Este tipo de narraciones, que buscan abolir las delgadas fronteras entre realidad e irrealidad, me parecen el reto más grande que un narrador puede asumir. Cortázar dedicó casi todos sus esfuerzos como escritor a esta labor de demolición de prejuicios, de dinamitar la tranquilidad, la falsa seguridad que nos inspira lo que llamamos vida y que muchas veces no es sino una caricatura -muchas veces sangrienta, de la verdadera vida, la que no acepta limitaciones ni etiquetas. Finalmente está la puesta en escena del misterio a través de los diálogos. Otro reto notable, porque -y en esto coinciden autores como Borges y García Márquez, no hay nada más difícil que la construcción de diálogos creíbles en castellano. Ernest Hemigway era capaz de escribir un cuento con base en puros diálogos. En “Los asesinos” unos hombres desconocidos llegan a la taberna de un pueblo. Hablando se descubre que van a matar a alguien. Pero no se sabe por qué. La agresividad de sus palabras contribuye a crear una tensión inaudita. El por qué de la muerte queda como una espada de Damocles colgando sobre el lector. Pero el diálogo es lo que moviliza la acción y ese es el gran aporte de Hemingway. Aunque éste no era autor que se contara entre los favoritos de Borges,
seguramente él habría dicho que la ventaja de este cuento es que había sido escritor en inglés, un idioma que para el argentino era ideal para construir diálogos. Tal vez sea así, tal vez sea la razón de que en castellano tan pocos cuentos estén armados de esta manera. Tal vez entre ustedes haya algún maestro de diálogos en ciernes que acepte el reto de usar este recurso como vehículo del misterio. Bien, como sea y retomando el planteamiento inicial, el misterio es un recurso literario que se puede dar tanto en la narrativa fantástica como realista, al cual puede contribuir tanto la narración como la descripción y el diálogo, sin embargo para que funcione depende de la pericia del escritor para administrar y dosificar la tensión narrativa a fin de que el lector mantenga el interés hasta el final del texto, y aún más allá, cuando en su mente resuenen las imágenes y los diálogos del relato recién leído y no se sienta engañado por el autor, sino plenamente gozoso como lector hasta el punto en que pueda afirmar. “Me gusta este escritor. Narra de manera misteriosa”. Lo cual, sin duda, será un triunfo de la imaginación y una victoria que ustedes lograrán si persisten en esta ardua pero adictiva labor llamada literatura. ¿Qué por qué persistimos en esta ingrata labor? Ay, ese es el verdadero misterio. Eloi Yagüe (España,1957). Cumplió 3 años en un barco que navegaba hacia Venezuela. Estudió periodismo en la Universidad Central de Venezuela y ahora es profesor en la Escuela de Comunicación Social. Ha escrito siete libros de cuentos y dos novelas. Le gusta mucho el misterio, los cuentos fantásticos y los relatos policiales. Un día se dio cuenta de que, sin querer, había escrito varios cuentos que podían gustarles a los niños. Entonces armó esta selección llamada “El nudo del diablo” que fue publicada por Playco en 2006.
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Diversidad en la Literatura Infantil Latinoamericana: Afrodescendientes, pueblos originarios, otras propuestas Ponentes: Carlos Ildemar Pérez, Carolina Álvarez, Sandra Comino. Moderador: Cósimo Mandrilo
Ni remota ni exótica sólo cósmica Carlos Ildemar Pérez
La etno-literatura para niños en algunos apuntes introductorios ¿¡ Es posible!? Que vivamos con los Indios sin entenderlos?! Ellos hablan bien su Lengua, i nosotros, ni la de ellos ni la nuestra. Simón Rodríguez,escrito entre 1850-1851. Desgraciadamente, desde hace unos pocos años para acá apenas los críticos, investigadores, estudiosos y demás interesados en el asunto en Venezuela han ido descubriendo que puede haber literatura indígena para niños. Tal vez estimulados, entre otros factores, por la creciente labor editorial de publicar mitos, cuentos, leyendas y otros textos provenientes de la memoria oral de los más ancianos de nuestros pueblos originarios. Debo entonces recordar aquí que mucho tiempo atrás, allá por la década de los setenta del siglo XX, un extraordinario sabio y escritor como Miguel Ángel Jusayú publica un libro de relatos guajiros, y sorprende mucho a todos porque la obra está escrita en dos lenguas, en wayúu y en español, es decir, inaugura la literatura bilingüe nacional en ese ámbito, y coloca al mismo nivel de importancia de una lengua occidental con su acostumbrada carga de dominación y coloniaje a una lengua históricamente sometida, esclavizada
y omitida. La trascendencia de este acontecimiento cultural está en el hecho de que el maestro Jusayú, hablante de su lengua materna wayúu, le da cuerpo de escritura literaria a lo que pertenecía al patrimonio ancestral del aire y la saliva. La incorporación del temario, universos y visiones de los pueblos originarios en el contexto específico de la literatura para niños ha pasado como por un proceso de aparición lenta, y a veces tortuosa, que aún hoy no termina de ser definitiva. Al intentar presentar una descripción de lo que ha podido suponer esa incorporación podemos llegar a las siguientes conclusiones por etapas, como la fundacional que es la que corresponde a la visión internacionalista de fuerte influencia con la que se intentado imponer lo siguiente: a) Un falso descubrimiento de las capacidades literarias de los pueblos originarios: Aplicación sistemática y directa del saqueo cultural a través de la recolección anarquizada de la fuentes orales imaginarias y posterior edición por un antropólogo o sociólogo, por lo general de Europa o Estados Unidos, que sin vergüenza alguna asume la recolección y acopio como si se tratara de su propia autoría intelectual, reduciendo a un individuo lo que ha sido producto de un esfuerzo de creación colectiva. Esta etapa se caracteriza por la instauración de un conjunto de estereotipos negativos basados en concepciones netamente “occidentalizadas” que aprecian a los indígenas como pueblos primitivos que
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hay que civilizar antes de que se extingan. Los universos indígenas están reducidos a su mínima expresión, cuando no son sustituidos por enfoques de carácter religioso con fines didácticos, en los que se elimina o descarta cualquier referencia estética. Las publicaciones están escritas solamente en lengua occidental. Otra etapa, pero esta vez con investigadores nacionales adscritos a los criterios internacionalistas donde impera: La continuación del descubrimiento y aplicación de las visiones aprendidas de las visiones extranjeras. Aparecen libros que cumplen con todos los requisitos de una literatura para niños, con lo cual se intenta popularizar la imaginación literaria de procedencia indígena. La autenticidad de este esfuerzo continua siendo cuestionado en vista de que se tratan de recopilaciones y de versiones, es decir, se nos entregan re-escrituras, sin saber si son de primera, segunda y hasta tercera mano. En este sentido se convierten en publicaciones dignas de desconfianza puesto que no señalan nada sobre el texto original (ya sea oral o escrito) y su proceso de traducción. No quiero afirmar con esto que los que trabajan en esta tapa lo hacen con mala intención. Sencillamente, se trata de una de las muchas alternativas que se han utilizado, ayer como hoy, para promover la cultura literaria indígena. En su mayoría son ali´junas (en Wayúu significa persona no indígena, los de lengua castellana) que movidos por la solidaridad hacia los pueblos indígenas habitan por un período determinado con éstos mientras graban, filman y estudian in situ sus costumbres, mitos y vida cotidiana raigal. El reconocimiento intelectual del pueblo que aporta la materia prima es inestable, a veces nada más que aparece en la portada el nombre de quien hace la versión o la adap-
tación; en otros casos puede que aparezca el nombre del pueblo, como por ejemplo en la Colección narraciones indígenas de ediciones EKARÉ, que se cuidan de hacerlo, ellos al parecer cuidan este aspecto editorial y colocan los datos de la autoría, así: El tigre y el cangrejo, cuento de la tribu Pemón. De la conciencia que poseen los creadores indígenas, mejor conocidos como informantes en los círculos universitarios, en cuanto a que aparezcan sus créditos en las publicaciones que hacen de ellos, me permito consignarles esta anécdota de la que fui testigo. Yo estaba de visita en la casa del maestro Miguel Ángel Jusayú y hablábamos sobre muchas cosas amargas y dulces, cuando de pronto me confesó que estaba disgustado y decepcionado porque en un libro suyo que le acababa de publicar una editorial de Caracas se les olvidó escribir su nombre en la portada. Manifestó en un tono aireado de protesta estaba cansado de eso, que hasta cuándo iban a seguir agrediéndolo y aprovechándose de él. Terminó diciendo que eso siempre se lo hacían a los más pendejos, es decir, a los indígenas. Ya para la etapa actual, relativamente reciente con una antigüedad de una década más o menos, encontramos la confluencia de pareceres y criterios, en el que pueden que aparezcan integradas las etapas anteriores. Los aportes de esta etapa pudieran especificarse de este modo: Inicio de una auténtica presencia de la creación indígena para niños. Hay una depuración de lo que es la expresión literaria indígena, disminuyendo considerablemente la ingerencia occidental. Abundan las publicaciones bilingües, con el reconocimiento intelectual y editorial a los dadores de la palabra originaria. Los niños reconocen en la literatura indígena un espacio que les pertenece y con el cual se identifican. La literatura
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indígena para niños ya no sólo responde a intereses antropolingüísticos o socio-culturales, ahora exige ser interpretada como una poética tan valiosa como cualquier otra. Los lectores empiezan, por consiguiente, a apreciar la propuesta estética de la literatura indígena. A lo largo de ese esquema de aparición y nombramiento de la literatura indígena para niños y para todos, hay una serie de situaciones peligrosas, específicamente la relacionada con la alienación que subyace en los contenidos explicativos o de interpretación como es el hecho de que la literatura indígena más imaginativa se le entrega al niño occidental y también indígena urbano, que no habla su lengua materna ancestral, como textos para ser interpretados en la categoría de exóticos, con lo cual fácilmente se puede derivar hacia vocablos tan despectivos como bárbaros de un discurso que rechaza y omite la presencia de la diferencia como suele ocurrir con el discurso positivista, aún vigente por allí. ¿Exótico como lo entendían los Modernistas literarios o como lo han entendido desde siempre los más atroces colonizadores de cualquier época? En realidad, se trata de una manera de apreciar los valores literarios bajo una visión reducida, que niega el hecho de lo que implica el sentido poético con sus resonancias espirituales de lo diferente. De esas lecturas marginadoras y excluyentes se puede quejar la literatura de los pueblos indígenas. En todo caso, “apreciando lo exótico” en lo indígena es fácil derivar hacia el racismo con todas las consecuencias funestas que eso implica de negación de una cultura. Lo mismo ocurre cuando se le aplica a la literatura indígena el calificativo de remota que se le endilga con un facilismo inexplicable y que deja muchas dudas por explicar. Puesto que deja el discurso literario indígena
en franca desventaja porque lo ubica casi en un espacio irreal de génesis bíblico y que, por tanto, convierte todo su cuerpo literario en una especie de tiempo prehistórico con sus estereotipos respectivos de atraso y salvajismo, dando una visión unívoca y cerrada del planteamiento poético de lo indígena, es decir una visión de lo literario bajo criterios de un férreo neopositivismo centrado en lo incivilizado, inculto y atrasado. Son tantos y tales los equívocos y malos entendidos que se han tejido, seguramente que seguirán tejiéndose, alrededor del significado de la literatura indígena para niños, que a ésta le ocurre igual que cuando intentamos definir lo que es un niño para el que nunca encontraremos una definición adecuada. Hay que andarse con cuidado de seguir practicando esas lecturas pobres y reduccionistas, cuadras y maniqueas, con la única finalidad contextualista de inconfesable fines antropológicos más no estéticos, o sino como paradisíaca artificial que contradice el natural magicismo que abunda y sostiene la imaginación creadora literaria indígena, y que le asegura su permanencia en el tiempo. Así que ni remota ni exótica sino cósmica es como se nos presenta la literatura indígena tanto la de niños como la de adultos. Lo ancestral significa la realización de lo cósmico hecho palabra atemporal que nos implica en un devenir siempre poético, donde los signos no están fijos o fosilizados, donde las cosas están originándose permanentemente pero no en sentido evolutivo sino poético. En el hecho literario de carácter cósmico se da prioridad a la poética del ser por encima de la historia o del tiempo. De allí que la literatura indígena capte y seduzca tan rápido al niño, porque no se trata solamente de una cultura que fue o que desapareció o está en vías de desaparición, en realidad la poética indígena
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desmitifica los tabúes y prohibiciones propios de la cultura Occidental. En la literatura indígena para niños el terror puede ser inhumano, o el miedo puede ser terrorífico o lo cruel muy cruel, o el humor directo y hasta corrosivo, como ocurre en el cuento Ni era vaca ni era caballo de Miguel Ángel Jusayú. Pienso que la forma directa del decir poético es lo que más atrae la atención y pasión imaginativa de los niños. De allí que la literatura indígena para niños aporta al devenir literario y a sus lectores la grandeza de lo cósmico como un decir de la trascendencia, que espiritualiza toda la escritura, y ante lo cual el asombro nunca deja de ser infinito. Carlos Ildemar Pérez (Maracaibo 1964). Poeta, ensayista, titiritero, profesor universitario (director l de la Escuela de Letras de la Universidad del Zulia), entre sus libros publicados: Olas para niños navegantes, Los poetas del Lago, Sermones para vivir aquí, Papá civil. Doctor en Letras de la Universidad Complutense de Madrid.
Solsiré Pérez, Carolina Álvarez y Teresa Cárdenas.
El compromiso de Monte Ávila Editores con los pueblos indígenas1* Carolina Álvarez Arocha
Todo intento de seguir ocultando y marginando los idiomas y culturas oriundos de América, constituye un acto de vandalismo que no sólo nos empobrece brutalmente, sino que conspira contra la supervivencia del planeta, al igual que la pérdida de la biodiversidad. Esteban Emilio Mosonyi El objetivo de esta presentación es compartir con ustedes las características y objetivos de una de las colecciones más apreciadas de nuestra casa editorial: la colección WARAIRAREPANO. En Monte Ávila, como editorial del Estado venezolano, hemos asumido el compromiso de darle voz y letra a sectores de la población que a lo largo de nuestra historia, han sido excluidos y silenciados. Uno de estos sectores como bien lo sabemos es el de los pueblos indígenas. La propuesta inicial de esta colección contó con la participación de Rafael Rodríguez Calcaño, editor; Beatriz Bermudez, antropóloga y Esteban Emilio Mosonyi antropólogo, lingüista y desde hace muchos años consecuente luchador por los derchos de los pueblos indígenas. Hoy el equipo se ha ampliado y algunos de sus miembros se han ido pero el empuje inicial, sigue su curso. Warairarepano es el nombre que los Karaka, habitantes originarios del valle de Caracas, le daban a la montaña que se ha constituido en símbolo de nuestra ciudad 1* La principal fuente de información para presentar esta ponencia lo constituye un trabajo presentado en mayo de 2004 por el profesor Esteban Emilio Mosonyi, asesor de esta colección.
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capital. Los libros de esta colección están dirigidos al público infantil y juvenil y presentan versiones bilingües (español-lengua originaria) de cuentos mitos y leyendas de nuestras comunidades originarias. Son textos acompañados con ilustraciones a todo color que incluyen, además, un CD con la versión oral de los textos biligües. En Venezuela coexisten aproximadamente cerca de treinta y seis idiomas indígenas diferentes, algunos a punto de extinguirse y en este trabajo hemos proyectado la edición de textos tanto de etnias relativamente numerosas, como de las más pequeñas. El caso más llamativo para mí es el de la lengua añú de la cual sólo queda un hablante nativo y es su voz la que escuchamos en el cuento Pütümaata, keichi, Pütümaata, ¡Luna,luna, no te duermas. Hoy en la comunidad añú se trabajaen el rescate del idioma en las escuelas y sus hablantes están recuperando el orgullo de su cultura después de tantos años de marginación y el exterminio al que han estado sometidos. Warairarepano es un proyecto innovador y único, porque a diferencia de otros trabajos editoriales, no se trata de convertir sin más un mito indígena en un cuento infantil que se parezca en estructura y contenido a otros pertenecientes a la cultura occidental. Son bastante conocidas versiones del diluvio o la creación, que buscan una identificación con los relatos bíblicos. En este proyecto tratamos de implantar una metodología que logre la difusión de la tradición autóctona, es decir, que no sólo se respete la temática originaria, sino que como dice el profesor Mosonyi: Igualmente conserve la lógica interna de los relatos, las peculiares estructuras narrativas propias de cada lengua indígena, las imágenes y tropos literarios a veces muy extraños para nuestra sensibilidad occidentalizada, las numerosas peculiaridades formales
de contenido: en resumen todo aquello que los distingue. Claro que no es posible guardar una fidelidad absoluta, esto podría hacer que los textos se alejen demasiado de los referentes que poseemos otros grupos de venezolanos o lectores de otros países. Es cierto que lo que presentamos en nuestros libros siguen siendo versiones de estos relatos, pero todo el personal que interviene en este trabajo lo hace con un profundo respeto por la versión original y en cada una de las adaptaciones se procede con cuidado, tratando de presentar un acercamiento a la interculturalidad. En el esmero que se tiene en la edición de estos textos también se incluye la supervisión minuciosa de las ilustraciones de, manera que en éstas también se mantenga la fidelidad en el ambiente, los rostros y características de la comunidad que se está presentando. Para esto, los ilustradores se trasladan, junto con antropólogos y miembros del equipo asesor de la colección, a cada una de las comunidades indígenas. Otro aspecto fundamental de la colección es, la presencia del CD que contiene la versión oral de los relatos. Muchas de las etnias que componen nuestra población pertenecen a una cultura tradicionalmente oral, la mayoría de sus miembros tal vez no leen y es posible que su idioma aun presente ciertos problemas con el alfabeto. Por esta razón este CD no es un elemento adicional trivial, al contrario, se trata de una pieza irreemplazable de la obra. Esta grabación se convierte entonces por un lado en un resguardo de la lengua de la etnia trabajada y por otro, en la posibilidad de que niños, niñas y adultos indígenas puedan transformarse en lectores tanto de su lengua y como del español. Hoy la colección cuenta con los siguientes títulos publicados:
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Yamaanësa ‘Kë në’ na, La creación de los animales. Panare Naroriwë, El rabipelado envidioso. Yanomami Kane’wa, El árbol que daba sed. Wayuu Sekesekeima, El violín mágico. Warao Pütümaata, keichi, Pütümaata, ¡Luna,luna, no te duermas. Añú Wäwäpü Thäda, La abuela de las garzas. Wotjuja (Piaroa) Tobe Konejo Tane, El tigre y el conejo. Warao Atancha Petane, El cazador perdido. Yukpa Paraana ekaarü, La historia del mar. Kariña Yadaakadu, El sobrino desobediente. Yek’wana En sítesis Warairarepano, para Monte Ávila editores, es una expresión concreta del reconocimiento y rescate de la realidad multicultural y multilingüe de nuestro país, un reconocimiento de nuestra sociodiversidad. Carolina Álvarez Gerente Editorial de MonteÁvila Editores. Bachiller docente, Lic. En Educación (Escuela de Educación UCV) Master En Lingüística Aplicada (Universidad de Georgia EE.UU.) Master en Literatura Brasileña (Universidad de Georgia EE.UU.). Creadora del programa Monte Ávila Estudiantil “La Magia de los Libros” Programa destinado a la promoción y la animación a la lectura en la Educación Básica desarrollado por Monte Ávila Editores. Profesora de Castellano y Literatura de Primera, Segunda y Tercera Etapa de Educación Básica en diferentes instituciones educativas. Especialista en contenido de las asignaturas: Lengua y Comunicación I y II, Literatura Iberoamericana y del Caribe y Literatura para niños y jóvenes. Universidad Nacional Abierta. Profesora. Español y portugués en la Universidad de Georgia (Estados Unidos). Departamento de Lenguas Romances. Athens Georgia.
La Aldea, el origen, el sur Sandra Comino
Si nos ponemos a pensar que diversidad tiene varias definiciones vinculadas a “variedad”, “diferencia”, “desemejanza”, “cosas distintas”, “abundancia” y si debo elegir entre ellas, me quedo con “variedad” o “varias cosas distintas”; porque la diferencia o la desemejanza (aunque en definitiva sea lo mismo), no me gustan. Prefiero la palabra “diverso”, que significa de distinta naturaleza, pero que no diferencia o al menos no hace explícita esa diferencia. Como esta mesa aborda el tema de la diversidad en la LIJ, y específicamente sobre afrodescendientes y /o pueblos originarios, no puedo dejar de recordar en el primer caso a Niña bonita, de Ana María Machado, Paquelé del cubano Julio Llanes y Cartas al cielo de Teresa Cárdenas. Esta literatura en Argentina es casi inexistente por no decir directamente ausente. En cambio, hay mucho material sobre pueblos originarios, pero más que nada recopilación de leyendas no sólo de Argentina sino de Latinoamérica y poco o nada dentro del ámbito de la ficción. Me di cuenta que es muy difícil encontrar héroes o personajes oriundos de pueblos originarios en la LIJ cuando me invitaron a visitar una escuela de la comunidad Mapuche en la Patagonia, Argentina, después que los chicos leyeran La casita azul. La casita azul es una novela que escribí aproximadamente en 1991, que corregí durante muchos años, se publicó recién en 2001 y en mi país en 2003. En la novela hay tres historias, la de Bruno y Cintia que viven en un pueblo de Argentina donde van a la escuela y todo parece normal. La de Pina, abuela de Cintia y Simón, el librero y la de Joaquín y Ailín, un inmigrante español y una joven aborigen.
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Todos viven o vivieron en un pueblo pequeño llamado Azul, que ni cementerio tiene, pero la esposa del intendente es la encargada de llevar a los pueblerinos al cementerio de la ciudad, cobrándole un arancel por supuesto. Cintia es una niña que fue abandonada por su madre a causa de la violencia del padre y se refugia en la lectura. Ella vive dentro de las historias que lee o más bien son su refugio, y se enamora de Bruno, un niño medio salvaje que mata pajaritos con la honda, pero que le gusta la poesía. Cintia tiene una abuela que le cocina fideos azules cuando está triste y es amiga de un librero que no vende libros sino que los presta. También hay una casa abandonada que es un centro de interés y curiosidad para Cintia y Bruno porque en noviembre se pone azul, justo cuando florecen los jacarandáes. La casa guarda un secreto y tras ese secreto hay oculta una historia de amor: la de Joaquín y Ailín. De las tres historias, ésta que es la más remota en el tiempo, es por la cual me invitaron de la escuela de Trompul, que en Mapuche significa “torcido” o “jorobado”, y está a pocos kilómetros de San Martín de los Andes, en Neuquén. Neuquén, que debería pronunciarse Neúquen porque las palabras Mapuches no tienen acentuación en la última sílaba (hasta los acentos les hemos impuesto y las pronunciaciones como si el huinca -el blanco o extranjero-, tuviera que tener la última palabra); Neuquén, repito, ciudad capital de la provincia del mismo nombre que está en la confluencia de los Ríos Limay y Neuquén, también tiene varios significados, como “audaz”, “que tiene fuerza” y “arrogante”, entre otros. San Martín de los Andes está al suroeste de la provincia de Neuquén, a mil quinientos kilómetros de Buenos Aires, recostada sobre el lago Lácar, en un valle de los Andes patagónicos. Es una aldea de montaña y tiene cerca
una estación de esquí, llamada Chapelco (agua del chapel –arbusto-) y en 2004 cuando fui hasta allí había un conflicto porque los empresarios querían fabricar nieve para fomentar el turismo a costa del agua de las comunidades mapuches. Pobladas de Lagos y bosques, San Martín de los Andes, conserva una fuerte comunidad mapuche. Para llegar a Trompul hay que andar el bosque. Ahí me esperaron los niños del jardín y la escuela junto al grupo de maestras que caminan una hora desde San Martín para llegar hasta allí. En la escuela de Trompul, donde pasé el día y comí la carne asada más rica de mi vida, una mamá, la misma que luego me llevó de paseo para contarme leyendas de sus antepasados, para que algún día las escribiera, en el encuentro, tomó el libro “La casita azul”, lo abrió y me leyó un fragmento que evidentemente tenía marcado y cuando terminó dijo: “Usted ha escrito sobre nosotros”. Me quedé sorprendida y antes de que pudiera responderle volvió a leer y sin sacar el dedo de la página que tenía marcada agregó. “¿Cómo sabe usted todo esto? Esto que usted dice acá nos pasó a nosotros. Nosotros no estamos mucho en los libros ¿vio? ¿Cómo supo usted?” Insistía. Nos miramos con las maestras y mi cabeza entró en un proceso para responder, porque pensaba que si bien era cierto que había una voz aborigen en la novela, no quería que se tejieran ideas acerca de lo “cierto” o “verdadero” que pudo sucederles, porque de alguna manera necesitaba explicarles que mi novela, en definitiva, aunque tuviera contexto histórico, era ficción y al mismo tiempo que no se sintieran invadidos. De pronto me pregunté ¿Con qué autoridad me he tomado el atrevimiento de escribir sobre ellos? Entonces respondí: “ Si ustedes me permiten debo decir que quien sabe soy un poco mapuche porque mapuche significa gente de
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la tierra. Mapu tierra, che: gente. Yo soy gente de tierra porque nací en el campo, y todo lo que sé de ustedes es porque lo leí. Y lo que ustedes cuentan que les pasó a ustedes, algunas personas sentimos que nos pasó a todos. Pero no escribí sobre ustedes exactamente, porque la historia me la inventé. Además en ningún momento digo en la novela que son mapuches”. “Claro, -dijo un niño-, pero los nombres son mapuches”. Y ahí me di cuenta que tenía razón. “Claro –repetí – pero la historia es un cuento que me inventé”. “Pero somos nosotros –insistía desde el fondo la mamá que al ver la edición en castellano de otro país se fijaba si los capítulos eran iguales y no entendía por qué tenía tapas diferentes – somos nosotros”. Esto que es anecdótico y hasta puede parecer trivial, me hizo pensar que tenían razón. Finalmente había escrito sobre ellos sin saberlo y ellos no están acostumbrados a verse en los cuentos. Allí me encontré con una maravillosa novela que se llama Aimé, escrita por Wille Arrué, médico y Rafael Urretabizkaya, un maestro rural de la Comunidad Painefilu de la escuela “Huilki Menuco”, narrada desde la voz de una niña mapuche, incluso con palabras mapuches mezcladas con el español. Esta historia que debería integrarse a la circulación en todos lados, estar al alcance de todos, es una edición local que no tiene casi nada de distribución. Yo la leí porque me la dio su autor, en ese lugar. Por lo tanto la posibilidad de su recorrido fuera de su provincia es casi utópica. Sin embargo, creo que existe un antes y un después en este tipo de temática y literatura que es la aparición de la saga de los confines de Liliana Bodoc, ahora hablando dentro del
género fantástico o “de fantasía”. Los días del venado es la primera etapa de una saga épica conformada por una trilogía cuya segunda parte se llama Los días de la sombra y la tercera, Los días del fuego. Liliana Bodoc, su autora, incursiona en este género no explorado en Argentina y lo hace con un preciosismo poético que instala su escritura entre lo maravilloso y la epopeya. El tono y el estilo del relato de los sucesos, la ley ante todo para el justo destino de los protagonistas, la presencia de fuerzas sobrenaturales, los detalles de la vida cotidiana y algunas historias de amor, como telón de fondo, sumado al destino de todo un pueblo, que depende de la valentía y el honor de un guerrero, son los ingredientes de la primera novela que girará, como en las dos siguientes, en torno de una gran batalla entre el bien y el mal. Ambos lidiarán por un lugar y se iniciará así una lucha por la libertad. Los protagonistas de la saga son los husihuilkes que representan el bien y tienen una semejanza con los mapuches; Los personajes que personifican el mal, por ejemplo Misáianes (hijo de la muerte) tienen además de numerosos vasallos, una raíz griega en el universo de Bodoc, quien plasma su firme ideología y no duda en colocar ese mal (contrariamente a Tolkien) en el norte y rescatar o poner la nobleza en el sur. Los husihuilkes, habitan en los Confines, un alejado lugar, llamado Tierras Fértiles. La novela se inicia con un rito muy importante para la raza guerrera: antes de comenzar la temporada de lluvia, integrantes de todas las aldeas se acercan al Valle de los Antepasados para festejar. Vieja Kush, su hijo Dulkancellin y sus cinco nietos huérfanos de madre: Thungür, Kume, Kuy Kuyen, Piukemán y Wilkilén, se reúnen con la certeza de haber recibido señales que algo grande ocurrirá.
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“Cuando las fuerzas de Misáianes atravesaron el mar que las separa de las Tierras Fértiles, la Magia y Las Criaturas se unieron para enfrentarlas”, dice la autora al principio de la gesta. Un zitzahay, Cucub, habitante de la Comarca Aislada, es el mensajero que parte de la Casa de las Estrellas, en Beleram, al amanecer, para buscar al guerrero husihuilke (Dulkancellin) y acompañarlo a un importante Concilio. Allí habrá que decidir cómo se deberán preparar las Tierras Fértiles para recibir a las Tierras Antiguas. Los ejércitos marcharán uno a uno para arrasar o defender Beleram. Los representantes de la Cofradía del Aire Libre, el país de los Señores del Sol, los Acechadores del Mar y los Pastores son los convocados. Cinco cosechas, cinco años del sol han transcurrido desde el triunfo de las Tierras Fértiles. En la segunda novela Misáianes, el hijo de la Muerte, y sus tropas desembarcan en el nuevo continente, acompañados por la sombra, la madre del Odio Eterno. El ejército del Venado resiste. Sólo hay tres caminos para intentar salvarse. Una flota partirá rumbo a las Tierras Antiguas. Un pueblo iniciará el éxodo hacia el tiempo mágico y un ejército de guerreros se preparará para enfrentar la lucha. La segunda novela es la guerra. Las Tierras Fértiles no son más que las de nuestro continente. Hay una gran analogía con América y los hechos remiten a la conquista. El Odio Eterno es vencido, pero la guerra se extiende en Los días del fuego. El país del Sol es dominado por los sideresios y Molitzmós es un príncipe traidor. La guerra destruye todo. Los zitzahay, se protegen con el silencio. Hay una mujer que atraviesa todo por amor. Toda la historia tiene que ver con muchos pueblos aborígenes americanos. Esto da lugar a una saga épica nuestra, donde “ni
la muerte, ni la enfermedad, ni la vejez son vistas como fracasos” dice Liliana Bodoc a quien entrevisté. Es ella quien asegura que “Los nombres de los husihuilkes tienen origen Mapuche. Los zitzahay y los Señores del Sol tienen reminiscencias náhuatl. Todos los nombres de Las Tierras Antiguas son de origen griego”. Como dice la investigadora argentina Nora Lía Sormani “ El texto de Bodoc se inscribe en un género que podríamos llamar “épica maravillosa”, a partir del relato de una saga que acontece en mundos ficcionales absolutamente autónomos y a la vez vinculados con nuestra realidad y nuestro tiempo, especialmente la visión de mundo y las formas de vida de las civilizaciones pre-colombinas”. Si volvemos a pensar que diversidad tiene varias definiciones vinculadas a “variedad”, “diferencia”, “desemejanza”, “cosas distintas”, “abundancia”. Y como les dije al comienzo elijo “variedad” o “varias cosas distintas”, lo “diverso” que no es más que distinta naturaleza está presente en estas lecturas donde siempre se las ha visto diferente, pero que en verdad no deberían serlo. Sandra Comino (Argentina). Es profesora de educación preescolar, escritora y coordinadora de talleres de escritura y de promoción a la lectura. Investigadora de literatura infantil y juvenil. Ejerce el periodismo y colabora en medios gráficos en crítica literaria. Es integrante del consejo de edición de la revista La Mancha. Entre sus obras podemos mencionar: Así en la tierra como en el cielo, su primera novela, finalista del concurso Premio Norma-Fundalectura, Colombia. La enamorada del muro, primer premio del concurso A la orilla del viento, Fondo de Cultura Económica de México y El pueblo de mala Muerte, Ediciones Garabato, Córdoba.
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Literatura juvenil. ¿Quién quiere leer en la adolescencia? Ponente: Marilúz Suárez, Mercedes Pena.
¿Quién quiere leer teatro en la adolescencia? Marilúz Suárez
Para los que tenemos esta tarea de invitar o incitar a la lectura hay una serie de barreras difíciles de franquear para lograr nuestro objetivo. Los programas escolares nos obligan a una serie de lecturas que no siempre recibimos con agrado. Cuando se trata del teatro es todavía más difícil lograrlo porque el lector necesita una mayor atención. Recordemos que el formato teatral nos obliga a imaginar la historia contada quitando a nuestro paso los nombres de los personajes, las acotaciones, la división de escenas, la música y las canciones que muchas veces nos son totalmente desconocidas, entre otros distractores. Mi propuesta para lograrlo es la siguiente: Los niños nos enseñan que a través del juego, ellos entienden y acercan las situaciones de la vida diaria. Aparte de esa escueta diversión aparece la risa, es esta risa el vínculo que yo propongo para acercarse al teatro. De la misma manera en que observamos a un niño jugar con su juguete favorito, nosotros los escritores ponemos en palabras todo lo que consideramos importante trasmitir. El teatro, en especial nos invita a jugar a vivir otra vida, a jugar a ser “otro” sin que deje de ser yo mismo. Para demostrar esto he elegido tres obras de teatro, de autores de diferente nacionalidad, diversas edades y temática distinta, para corroborar mi punto de vista sobre el tema;
concluiré con un muy breve comentario sobre las comedias de Jorge Ibargüengoitia a quien considero un maestro en el manejo del humor en el teatro. Las obras elegidas son : Baby boom en el Paraíso de Ana Istarú, autora costarricense; A la diestra de Dios padre del maestro Enrique Buenaventura, colombiano, y La nueva familia del mexicano Luis Ayhllón. Sinopsis de las obras: El maestro Buenaventura nos cuenta que el hijo de Dios y San Pedro bajan a la Tierra para poner a prueba a un hombre pobre. Por ser honesto se le da dinero y se le otorgan cinco gracias. Como es de esperarse hay un cambio radical en todos los personajes obligando a Jesús y San Pedro a poner orden. Ana Istarú recorre la odisea del óvulo, desde las osadas aventuras por las trompas de Falopio hasta su unión con el esforzado espermatozoide y demás mutaciones posteriores; toda la hazaña es reflejada en las vivencias físicas y anímicas, internas y externas, de la futura madre. Luis Ayhllón nos cuenta la historia de cuatro personajes encerrados en un departamento de un lugar como la ciudad de México, con una ventana que da a la ciudad para observar el encuentro de personajes alterados y solitarios. Dentro de una sucesión de situaciones hilarantes, esta obra tiene un elemento que no aparece en las otras dos, que es la violencia. El primer punto es analizar la técnica utilizada por cada uno de los autores para lograr la comicidad, ¿cómo presenta cada
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uno al ser humano? El maestro Buenaventura nos muestra las debilidades, los vicios y las excentricidades de sus personajes. El protagonista Peralta quiere ser bueno y repartir el dinero que recibe pero los otros personajes, incluyendo a su propia hermana, caen en los excesos y el ridículo. PERALTONA: Pero, ¿no te dai cuenta que se está aprovechando de tu güena voluntá? ¿Hasta cuándo vamos a seguir así? Lo poco que ganái lo repartes entre estos... ¿Por qué no te casas mejor? Así tendrías hijos propios que mantener. La obra de Ana, por ser un monólogo, nos presentará a los demás personajes mostrando su propia visión, el marido, la suegra, la cuñada, la amiga e incluso el bebé -que realmente es un feto pues aún no ha nacido- siempre tratando de ordenar la vida de la protagonista Ariana a través de observaciones agudas con un humor jocoso. SUEGRA: ¡Estoy chocha de la felicidad! Más lindo así, empezar con el varoncito. No sé, una chiquita no hace tanta gracia. CUÑADA: Mujer, yo te entiendo si has pasado tanto tiempo sin hijos. Vas a ver el calvario que es el embarazo: empezás con náuseas, pero eso no es nada. No podés asolearte, porque se te mancha la cara que ni con cloro. Te salen unas estrías espantosas, las piernas se las come la celulitis, te dan hemorroides, várices, palpitaciones, mareos, ganas de escupir, cansancio, te hinchás como una medusa y los pechos se te caen en un guindo sin fondo del que no vuelven a subir jamás. Luis Ayhllón en La nueva familia nos presenta seres de carne y hueso que son tan reales que podríamos tenerlos aquí enfrente, y con un oscuro sentido del humor nos muestra el lado más despreciable del ser humano. NETO: ¿Te dije que dijeras eso? ¿Eso fue lo que te dije? LUIS: Mátalo.
NORA: ¿Pero qué dices? No eres tú, Güicho. A los malos no se les mata, se les encierra. El segundo punto son los recursos utilizados por cada autor, los lugares comunes como recurrir al futbol como principal diversión/ enajenación; la riqueza como sinónimo de éxito y belleza; o hablar de los padecimientos y enfermedades del tío, la vecina o la amiga que siempre serán peores de lo que está pasando al interlocutor. La elección de nombres es también un satírico recurso. En México (no sé en Colombia y Venezuela), que la hermana de Peralta se llame Peraltona, incita a la risa. El sufijo aumentativo “ona” tiene una connotación peyorativa, creo que esto viene un poco del náhuatl donde existe una gama de aumentativos y diminutivos que van de un exagerado reverencial a un lastimoso y ofensivo insulto. Aunado a eso la terminación “ona” en un adjetivo femenino, irremediablemente lleva a la asociación con “nalgona”. La utilización de palabras bimembres como las califica el maestro Seymour Menton como “cariacontecido” y el sabor popular ocasionado por la utilización de giros pintorescos y arcaicos según son los diminutivos y sufijos como Peralta, que a veces es Peraltita, en el caso del maestro Buenaventura. Ana Istarú utiliza frases ocurrentes con este recurso, como: ser el hazmerreír, pasar escalofriada o ser una sobreviviente del quirófano, recibida por una enfermera matusalénica de aspecto siniestro. En la tercera obra el personaje Mike, un policía que lleva puesta una sonda porque acaban de hacerle una diálisis, dice. “Alguien de aquí le aventó un objeto no identificado al monstruo. Está al borde de la muerte por policontusiones en el pinche cráneo y no voy a permitir que una familia de locos se entretenga con este tipo de atentados.” O cuando el padre, Neto, dice: “¡Estamos
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aquí con un cuerpo semipodrido, afuera está la Unidad de Prevención del Crimen Organizado con apoyo de la milicia…!” El tercer punto es lo irrelevante en el texto. A la diestra de Dios padre es una historia con un conflicto muy simple pero hay sentimientos de gran frustración en los personajes al conseguir lo anhelado, como el ciego que vuelve a mirar o el borracho que ya no tiene sed y deja de temblar. Pero el dinero y el deseo cumplido no llevan a una vida armoniosa. A través de un tono popular y sencillo hay una importante crítica a la religión y a la sociedad; un ejemplo es la forma autoritaria y burlona que utiliza San Pedro para dirigirse a Jesús “Nuestro Señor”. PEDRO: No voy a niuna parte. Usted la embarró, no yo. Baby boom también es un texto con una historia trivial pues todos los días nacen niños y todos los días se fabrican niños pero la autora sabiamente nos habla de una maternidad sacralizada y al mismo tiempo despreciada. En el momento ya de salir para el hospital Ariana, futura madre, teme despertar a su esposo Diego mientras que “cada vez que me venía una contracción sentía como si Aníbal y su ejército de elefantes acorazados transitaran por mi barriga.” La nueva familia también nos cuenta una historia armada de modo sencillo pero el ambiente es estresante y el bien y el mal se confunden. El esposo, padre de familia, le avienta un cenicero de cristal a un actor disfrazado de monstruo que está invitando al público a comprar ropa. NORA: No. Y se está juntando la gente. Alguien está señalando hacia acá. NETO: Yo no voy a salir, además no fue mi culpa. NORA: ¿Entonces de quién? NETO: Del monstruo. Te faltó al respeto.
NORA: No te hagas maje. Todos los sábados es lo mismo y nunca habías descalabrado a nadie. NETO: Nunca un monstruo alienígena me había mentado la madre y mucho menos te había señalado. Le hizo así, mira, así. Nora. El juego de la apariencias funciona muy bien en el caso del maestro Buenaventura pues aquí se aplicaría el dicho de “aunque la mona se vista de seda, mona se queda”; la Peraltona se engalana y viste a la última moda pero sigue siendo la misma persona para los que la rodean. En La nueva Familia se repiten frases como: “somos como cualquier familia, se lo juramos.” “¡Somos una familia común!” La repetición es un recurso utilizado por los tres autores. Respecto a las comparaciones: Ariana, la protagonista, inicia su monólogo comparándose con sus “colegas mamíferas, las elefantas y se califica del hazmerreír de las gallinas”. El maestro Buenaventura retrata la vida, lo cotidiano, y da a entender lo que quiere, diciendo exactamente lo contrario como el hecho de saciar a los menesterosos con todo eso que nunca habían imaginado comer. Los personajes ya no pueden caminar de tanto que han comido y no aceptan que se reparta la comida que sobró pues temen que sea una ilusión el haber sido colmados con bienes. El autor mexicano confronta al espectador pero lo hace que disfrute y se divierta. Utiliza un interesante recurso pues cada uno de los cuatro personajes cuenta su propia historia al igual que la voz en off que ofrece las ofertas del día, todas las voces se entre mezclan, haciendo mayor el caos por el que están pasando. Los tres autores trasmiten lo maravilloso dentro de lo absurdo de algunas situaciones.
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En la primera obra los personajes se presumen unos a otros lo que han podido comprar sin conseguir causar envidia ni admiración. En la segunda la madre embarazada dice: “…Pero ya yo había alcanzado el límite de mi tolerancia y estaba harta de sentirme tan sólo el envase en el que chapoteaba el bebé. Todos habían ya dispuesto de mi cuerpo, mi embarazo, mi hijo, su sexo, su nombre, su educación y su vocación y si me distraía un poco, dispondrían hasta de mis nietos.” Por fin, mi suegra cayó en la cuenta de que, no más fuera por puro formulismo, debía preguntarme mi opinión. SUEGRA: Ariana, ¿y usted ha pensado en algún nombre para el bebé? ARIANA: Caín, señora. Y si es niña, Lucifer. La obra del joven autor mexicano narra un suceso traumático que hace que esta familia “normal” cambie, pero detrás de la risa que incita en el espectador está un marcado machismo, la violencia, el rompimiento en la pareja y un claro desconocimiento de padres a hijo y viceversa. Respecto a la risa, es una reacción que nos desnuda, nos vence, nos gana; al escuchar o leer estos tres textos nos identificamos y no nos queda más que reírnos de nosotros mismos, lo ideal es reír a pierna suelta sin importarnos arrugas, modificación del maquillaje, humedecimiento de la cara, o cualquier otro efecto con el único deseo de conseguir ese verdadero buen humor que nos habrá reconfortado al terminar la lectura de cualquiera de estas historias. Respecto a los finales, la obra del autor colombiano termina tal como el título había ofrecido, una vez que el protagonista ha muerto y cumple su quinto y último deseo. La obra de Ana termina con el saludo de la madre al bebé recién nacido: “Hola, Valentina.” El autor mexicano termina con un final
abierto, caótico como toda la obra. Cada uno de estos creadores da una salida o podría decirse solución a su historia, a nosotros lectores/espectadores nos queda disfrutar la variedad de emociones que esos tres autores nos regalan. El maestro Vicente Leñero en su libro Los pasos de Jorge comenta sobre las comedias del mexicano Jorge Ibargüengoitia lo siguiente: “ las características que serían constantes en su literatura posterior, no sólo dramatúrgica sino narrativa también: una dominante ironía, una aparente simpleza de conflicto y una soterrada amargura en sus personajes derivada de sentimientos de frustración que lo mismo podían ser sexuales que económicos o artísticos.” Creo que estas mismas características aparecen en las tres obras de los autores elegidos. Podemos ver claramente que esta triada de comedias posee un elemento amargo y a la vez irónico referido a nuestras sociedades latinoamericanas. Retomo las palabras del doctor Eduardo Parrilla quien señala en las comedias de Ibargüengoitia que los personajes, en general, se caracterizan por una mal disimulada conducta de decencia, la cual revierte con frecuencia en una doble moral. La muestra incluye personajes que prefieren no trabajar, a hombres y mujeres emocionalmente inseguros, a hombres misóginos o cornudos, a mujeres mojigatas o maniáticas, a relaciones materno-filiales enfermizas, a toda una gama de buscadores de fortuna demasiado aburridos; el juego de contrastes que el humor provoca, lleva a una crítica liberadora de la moral. Los cuatro autores con una voz muy personal divierten al público, todos los textos clasificados de comedias nos hacen reír pero en el fondo son una cosa seria como creo debe de ser una buena comedia. Las observaciones perspicaces, las metáforas ingeniosas y las
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sorpresas continuas manifiestan una moral hipócrita a través de la originalidad de cada uno de ellos. Yo invito al público en general y a los jóvenes en especial a acercarse a este teatro ágil, inteligente, incluso picante en momentos. La producción teatral en América Latina es muy vasta, la tecnología moderna como puede ser el uso de la red donde los jóvenes nos dan lecciones y la utilizan con toda soltura y seguridad, nos permite conocer mucha de la producción en otros países. En un mundo que degrada al individuo metiéndolo en una perversa serie de problemas, reír por una obra de teatro aparece como una experiencia privilegiada, es el lugar milagroso que abre un camino, el punto de partida para la trascendencia y el misterio, el momento en donde incluso el amor a la vida aparece como fecundo y esencial y el rescatar esta alegría nos lleva a una sana redención.
Armando Carias, Victoria Ardito, Marilúz Suárez, Mercedes Pena y Jesús Urdaneta.
Marilúz Suárez Herrera (México). Intérprete, traductora, dramaturga. Pertenece a la generación número XVII de la escuela de Escritores de la SOGEM. Ha publicado: cuento, crónica, ensayo y teatro en revistas nacionales y extranjeras y en volúmenes colectivos desde 1998. Ha impartido talleres y conferencias sobre Teatro mexicano, Poesía en lengua Náhuatl, La Historia de la mujer en el DF y la biografía y obra dramática de Alejandro Dumas (padre). Forma parte del Seminario de Cultura Náhuatl y Traducción de la Lengua Náhuatl en la UNAM, así como del taller de dramaturgia coordinado por Alejandro Licona. Autora de más de quince obras de teatro entre las que se encuentran las siguientes publicaciones: A dos voces. Cinco obras de teatro. Tres finales para un comienzo. Tres obras dedicadas a al tercera edad Refugio solidario y cordero y Musaka. Enrique III y su corte y La Torre de Nesle. Traducción francés –español de Alejandro Dumas (padre), Una mañana cualquiera. Libro de cuentos, Un día Más (Obra en un acto) .
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¿Quién quiere leer en la adolescencia? Mercedes Amanda Pena Esta inquietante pregunta, merodea, seguramente con cierta regularidad, entre los pensamientos de quienes centran su ámbito de acción en la aventura de propiciar experiencias de lectura, inscritas en una propuesta que dé cabida a la negociación, a la reconstrucción de saberes, al goce estético, a la exploración individual; en fin, al comprenderse. Y digo inquietante, pues en esa aventura nos encontramos con que tenemos que enfrentar una realidad ineludible: el encuentro cara a cara con “otro” que se resiste, que muestra abiertamente su desdén cuando se le invita a leer textos literarios. Situados en el campo de la docencia es necesario preguntarse ¿cuáles son las razones que llevan a los adolescentes, nuestros estudiantes, a manifestar tal desapego, tal ausencia de sensibilidad frente a la literatura? Cabría considerar varias razones, pero hay una que compete directamente al docente y que tiene que ver con las oportunidades que éste ofrece al alumno para que desarrolle un sentido vital de la literatura. Es difícil advertir las posibilidades de descubrimiento de sí mismo y de otros que brinda la literatura cuando esta se aborda desde la lógica de lo correcto o incorrecto; de la pregunta-respuesta; de la clasificación y conceptualización; del parafraseo. Al respecto, son útiles las palabras de Rosenblatt, quien en su libro La literatura como exploración (2002) señala: Tal vez los alumnos adolescentes sean muchas veces herméticos al atractivo de la literatura porque para ellos las palabras no representan percepciones sensoriales, emocionales e intelectuales intensas. Esto indica
que en todo el curso de su educación el elemento de percepción y experiencia personal se ha descuidado en favor de abstracciones verbales. (p.76) Lo más dramático consiste, creo, en hacer creer a los alumnos que el abordaje de la literatura en los términos mencionados, constituye la experiencia literaria. La afición por la lectura durante la adolescencia depende, en buena parte, del influjo del docente; por tanto es necesario que éste modifique las prácticas que niegan toda posibilidad de ganar tiempo y eficacia en la construcción de espacios pensados para el diálogo. Espacios donde el docente ocupe el rol de escucha y con ello habilite la palabra, fomente el intercambio y posibilite la liberación de sentidos, emociones y deseos que se produce con la experiencia literaria. Pero fundar estos espacios significa contar con un docente que estime la experiencia estética, y esto es, a mi modo de ver, un asunto que no se decreta por el sólo hecho de ser docente de literatura. A menos, señala Rosenblatt, “que el maestro mismo valore la experiencia literaria, será inútil la revisión de sus metas o sus métodos” (p.91). Sin embargo; si bien el amor por la literatura no es aval contra prácticas rutinarias y distantes de los intereses de los estudiantes, como señala más adelante la autora, también es cierto que ese amor ha de manifestarse en una reconsideración o cuestionamiento de la manera en que éste lleva a cabo su labor, no sólo para beneficio de los estudiantes; sino de sí mismo. Tenemos entonces que la experiencia literaria se producirá realmente cuando esté inscrita en un espacio pensado para la comunicación; un espacio en el que el docente esté no para crear barreras; sino, como señalara Rodari, “para expresar lo mejor de sí mismo” ( Rodari, G. 2002. 159) Tan sólo estas líneas para insistir en torno
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a una problemática que no debe escapar a la consideración del docente, más aún si espera lograr, y este sería, creo, el fin último de su labor, que los estudiantes se aproximen de manera autónoma a los territorios de la literatura. En nuestro trabajo diario entre estudiantes de educación básica y media, algunos textos vinculados directamente con la tradición oral, han desencadenado situaciones vivenciales y comunicativas que nos permiten advertir cómo la experiencia literaria supone un encuentro (o desencuentro) de voces: la del texto, la de otros, y la propia voz; vinculadas siempre a un contexto socio cultural. Los relatos Avisan cuando pueden, Cómo volvese rico, La visita, y La creciente del libro La Desmemoria de Eduardo Zambrano Colmenares (2006), han propiciado magníficas oportunidades para que el diálogo, la risa, la evocación y la expresión creativa, entren en escena en el espacio escolar. El relato Avisan como pueden trae, desde el presente de la narración, una voz que cuenta historias de personajes que desandan al mejor estilo de las auténticas situaciones de narración oral. Bastan las palabras con que se inicia el relato para darnos cuenta de ello: “Mi papá dice...” (p.101). En Cómo volvese rico, la narración gira en torno a los rituales que se practican para evitar que la gente que se muere quede, por distintas razones, penando: “Y si alguien se muere con la plata o el oro enterrados y no le dice a nadie dónde tiene eso, ahí sí es verdad que el alma se queda toda fregada penando en el purgatorio, hasta que venga alguien y se saque el entierro o la botija” (p.103). La visita y La creciente son dos relatos cuyo contenido tiene mucha raigambre en la tradición oral de los estados andinos de Venezuela: la idea de que las lagunas y los ríos resguardan una vida secreta vinculada a lo mágico.
Sustraerse al hechizo de las anécdotas y cuentos sobre encantos y aparecidos es casi imposible, especialmente entre niños, niñas y jóvenes quienes, al menos en nuestro país, crecen en un ámbito en el cual estas historias forman parte de una tradición que se trasmite de generación en generación. Esto propicia un ambiente de mucha comunicación en el que cada quien tiene una historia para contar; un ambiente que invita a expresarse libremente y a mostrar miedos, dudas y emociones. Por otra parte, la presencia de un uso lexical proveniente de la lengua oral, y la espontaneidad con que se cuentan las historias con el fin de reproducir el ritmo propio de la oralidad, produjo una gran identificación entre los textos leídos y cada lector. Universo textual y universo personal lograron así fundirse, y las fronteras entre texto y lector se tornaron imprecisas producto del sistema de referencias que este compartió con el texto. Agregamos a ello que el hecho de que los relatos estuvieran impregnados de una fuerte dosis de humor, introducido mediante situaciones de carácter hiperbólico, suscitó risa, disfrute, complacencia. Las condiciones necesarias para encontrar una botija fueron, en Volvese rico, llevadas a tales extremos de exageración que permitió además, en medio de la risa, descubrir lo inusitado en lo reglamentado, en lo normativo. Así para sacarse una botija: (...) la persona se tiene que desnudar a media noche y bañase con un baño de verdolaga y flores de malva; que después tiene que comer media cuartilla de mierdas con media de mocos sin vomitar, porque si vomita no se vale, ni se puede sacar la plata. A veces el muerto no pide que uno se coma ninguna porquería sino que tiene que pelear cuerpo a cuerpo con un toro y ganarle la pelea; meter la cabeza en un zurrón lleno de avispas, o sentase sin pantalones en un zurrón de hormigas
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chispitas, y muchísimas cosas más que hay que hacer para que el espanto le pueda decir a uno dónde está la botija.” (p.104-105) Todos los textos mencionados produjeron un fuerte impulso narrativo entre los estudiantes que se manifestó no sólo a través de la expresión oral; sino también de la escrita. Cada voz delineó así sus peculiares vertientes en torno a lo leído en una atmósfera de confianza donde también las diferencias fueron puestas en proximidad. Este escenario de diálogo y gozo que se desplegó con la lectura de los textos referidos, nos permite creer firmemente en la posibilidad de fundar espacios en los que niños, niñas y jóvenes establezcan una relación cercana y placentera con la literatura. Esto es, una relación donde el crecimiento intelectual y los procesos de socialización se fortalezcan. Bibliografía RODARI, Gianni (2002). Gramática de la fantasía. Editorial Planeta. Colección Booket. España. ROSENBLATT, Louise M. (2002). La literatura como exploración. ZAMBRANO C., Eduardo. (2006). La desmemoria. Monte Ávila Editores. Caracas. Venezuela.
Mercedes Pena Mercedes Amanda Pena Toledo (Trujillo). Responsable didáctica y coordinadora del proyecto de Formación literaria y creatividad infantil del Ateneo de Trujillo. Licenciada en Educación, mención Castellano y Literatura, Magíster en Literatura Latinoamericana por la Universidad de los Andes. Autora del libro “Niños Creadores: experiencia de un taller”. Actualmente forma parte del equipo de facilitadores del Sistema de Talleres Literarios de la Casa de las Letras Andrés Bello, preside la Fundación para el Avance de las Letras y la Cultura (Fundaletra) en Trujillo, y coordina el grupo literario Taller Portátil formado por jóvenes estudiantes del Estado.
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Editar para niños: ¿negocio o quimera? Ponentes: Pedro Parra-Deleaud, Adriana Rodríguez. Moderador: Victorino Muñoz.
Editar para niños: ¿negocio o quimera? Pedro Parra-Deleaud
Comenzaré por decir que no entiendo cómo hay personas adultas, ilustradas muchas de ellas, que niegan calidad a los llamados libros para niños. Quizá deba agregar que tampoco entiendo a las personas adultas que sólo leen libros para niños. Hay una cierta época en nuestras vidas, cuando tenemos la misma altura del cilantro, en que comienza nuestro gusto por los libros. Libros, generalmente, con abundantes ilustraciones, que acompañan textos cortos o ninguno. A medida que vamos creciendo, necesitamos de menos ilustraciones para entender el significado de las palabras; hasta que ya en la vida adulta, las ilustraciones son las mismas palabras que encienden imágenes en la mente. A la cuenta de los años, algunos dejan de ser flexibles y van endureciendo posiciones; incluso muchos dejan de ser lectores, causa que atribuyen a falta de tiempo u otros intereses. Si la lectura todavía los seduce, entonces se decantan por temas “serios” o, en todo caso, de actualidad. El otrora libro ilustrado, que iluminó la niñez y la adolescencia, es visto con apatía, y a veces, con cierto sonrojo. Se clasifica dentro de las cosas pasadas, junto a los recuerdos de las vacaciones escolares. Si al madurar tenemos la suerte de no volvernos arrogantes ni tiesos, entonces extrañaremos algunas de aquellas lecturas de infancia y querremos tener los libros que nos brindaron tantas horas deliciosas. Algo
ha cambiado ciertamente: ya no somos los mismos, y sin embargo, gracias a aquellos libros y aquellas lecturas llegamos a convertirnos en los lectores que somos. Tan sólo por ese acontecimiento memorable valió la pena que existieran los libros ilustrados, que ciertos adultos se dieron a la labor de editar, contraviniendo las modas, comprensiones e intereses de sus épocas. Ellos lo hicieron casi seguramente a contracorriente de su tiempo, para brindar un muy buen regalo a las nuevas generaciones: el tesoro de un libro ilustrado. Y sea de imaginación, juego, experimento o información todo libro editado para los niños es también un libro editado para los adultos. Porque los límites en la lectura de un libro cualquiera no vienen dados por el libro, sino por la integridad de su lector. Por la capacidad para recrearse en ese espacio estético que abre la correspondencia entre palabra e ilustración. Sin entender este punto, no se entenderá el sentido de la edición de libros para niños. Finalmente, la edición para niños, al menos en mi concepto, ya sea tenida por negocio, ya por quimera, es una labor que mueve a toda una tribu en su rededor (tales como escritores, ilustradores, diseñadores, editores e impresores), y en la que se aúnan esfuerzos y talentos para producir esa pequeña obra maestra, hecha a varias manos, que es un libro para niños. Que a ojos prejuiciados parezca una obra “menor”, porque no es inspiración de un genio solo sino trabajo de muchos, nos tiene sin cuidado. Nos ocupamos de los niños.
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Pedro Parra Deleaud Editor y escritor. Es autor de libros de información para niños y jóvenes. Se desempeñó como editor de Playco editores y La barca de la luna ediciones, ambos sellos dedicados a la edición de libros para niños. Por tres años mantuvo la columna Hojas de palabras en la revista Letra Inversa del diario Notitarde. En 2004 ganó el Premio único de la Bienal latinoamericana de Ensayo Enrique Bernardo Núñez, del Ateneo de Valencia.
Dayana Díaz, Adriana Rodríguez, Fanuel Díaz, Carolina Álvares, Pedro Parra-Deleaud y Victorino Muñoz.
Se buscan lectores Adriana Rodríguez
A propósito del tema de este evento se me ocurrió revisar si existe realmente una dicotomía entre negocio y quimera cuando se trata de hacer libros para niños. Pienso que si nos remitimos a las definiciones primarias de ambos términos, no hay tal: hacer libros para niños es un negocio quimérico (fantástico, fabuloso: por solo citar dos de los sinónimos de esta última palabra) ¿están de acuerdo conmigo? ¿Qué hace que la vida de un editor para niños y jóvenes tenga sentido? ¿Qué lo mueve? ¿Qué le hace salir de la cama cada mañana?... el negocio… y la RAE lo dice mejor que yo: “ocupación encaminada a obtener un beneficio” Sí, crudamente es eso nuestro trabajo, pero que quede claro, todo tiene sus matices. No obstante creo que de ahora en adelante me gustará decir que “atiendo mi negocio”, o “que estoy en un negocio interesantísimo”, con esto dejaré, entre otras cosas, de pertenecer a ese grupo de gente extraña que anda por la vida como ensimismada y que deja de ser atractiva para quienes le apuestan a la dinámica moderna, y está al tanto de los adelantos y de las posibilidades concretas para zanjarse un futuro próspero. Porque cuando uno dice que es editor de libros para niños el entusiasmo por la tarea no alcanza, a los ojos del otro, a transmitir todo eso que también es nuestro trabajo, me refiero a que también nos movemos en una dinámica de modernidad y también nos podemos zanjar un futuro prometedor. Para el común de las personas “el hacedor de libros” está visto como el profesional aburrido, con poco encanto. No digo que al anunciar triunfal tu profesión no puedes resultar para algunos un tanto atractivo: “Ohhh hace libros, qué
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interesante” dirán, pero al rato parece que piensan: qué aburrido, solo lee y lee, pobre, no hace otra cosa que hablar de libros, piensa en libros, sueña con libros... Por eso creo, ahora, que si en lugar de decir a secas que soy editora digo que me dedico a “mi negocio” podré ser vista con cierto aire de triunfo, podré entrar en otra dinámica que no está de más explorar. Pero además, no creo que sea errado ni solamente un acto presumido hablar de la edición de libros para niños y jóvenes como negocio, ya vimos más arriba que negocio es toda aquella acción encaminada a obtener un beneficio y por supuesto, no es preciso hacer aquí, con este público, una lista de los beneficios que se generan, para tantas personas, una vez que un libro sale a la calle. Por otro lado, es preciso también que le quitemos esa carga excesivamente pesada, negativa y ajena a la palabra “negocio”, cuando se vincula con nuestro oficio. A fin de cuentas, ¿no percibimos nosotros beneficios directos por lo que hacemos día a día?, ¿no cobramos acaso por nuestro tiempo y nuestra entrega?, ¿que es o no suficiente? es otro dilema. Que podemos estar mejor, es una realidad, y claro, aquí vale aclarar que hay gente que hace menos cosas que nosotros y obtiene beneficios directos que cuadriplican, cuando menos, los nuestros, pero además del dinero contante y sonante, ¿será que tienen las mismas satisfacciones que nosotros? Es posible que sí, pero nosotros y ellos estamos en igualdad de condiciones para hacer crecer “nuestro negocio”, es más, el nuestro es un negocio incipiente, nuestra materia prima es inagotable, siempre única, siempre novedosa, siempre posible, dependemos nada más y nada menos que de la palabra... Daniel Divinsky, uno de los directivos de ediciones de la Flor, de Argentina, cuenta una anécdota referida a ANGEL RAMA, quien
fue su maestro. Dice que en una oportunidad presenció a Rama cuando discutió con su equipo de la editorial todos los criterios fríos del negocio: costos de producción, importaciones, papel, imprentas, pago de empleados, descuentos, marketing, inventarios, porcentajes de ganancia y demás, dice Divinsky: Cuando lo increpé por esa aproximación que me pareció excesivamente mercantilista a tales “objetos sagrados”, me aclaró que si no se trataba a los libros del mismo modo en que los productores tratan a los chorizos o a las prendas de abrigo frente a sus clientes, no habría editorial que pudiera subsistir. Pertenezco entonces al “negocio” que busca obtener ganancias, que da la vida por ver a los niños y los jóvenes devorando libros, que pretende llegar a donde nadie ha llegado, que espera lanzar el producto más interesante, el más novedoso, el que moverá estructuras y cambiará esquemas, el que logrará entrar en la intimidad de las personas para ofrecerles momentos únicos, e irrepetibles. Y este negocio será tan rentable como críticos seamos con lo que recibimos, creamos, proponemos y arriesguemos. El trabajo es duro, no hay esquemas, solo luchas constantes con nuestros propios prejucios y esquemas, con nuestra mirada. Obtendremos las ganancias esperadas en la medida que estemos cerca de la gente, y en nuestro caso de los niños y jóvenes. En la medida también que no nos dejemos deslumbrar, y menos asustar, por el mercado. Tengo la suerte de pertenecer a un equipo de trabajo que tiene clara la visión de negocio, y que pretende, además de obtener beneficios económicos, ¿por qué no? conquistar lectores. Es la meta que alienta nuestro hacer, es el marco conceptual en el que hemos podido entrar de manera decidida para hacer cada día nuevas cosas, y ofrecer también nuevas propuestas. Tan solo estamos
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comenzando, a pesar de haber nacido hace muchos años, pero es que esa es la ventaja de este negocio, siempre se está empezando de nuevo. Y que quede constancia que es la primera vez que digo que “lo mío es un negocio” yo también me dejé contagiar por el término en su acepción más común, la de obtención de rentabilidad sin disfrute, y ahora siento que no tiene sentido seguirme peleando con el equipo de marketing o el de venta, estamos en la misma acera, en definitiva mi ganancia es su ganancia, y su ganancia es la ganancia también de autores, ilustradores, imprentas... pero la ganancia mayor, la que necesitamos, la que realmente vale todo el tiempo y la entrega, es la de ver nuestros libros en manos de los niños, es escuchar ese tan ansiado “vuélvelo a leer por favor”. Y en este descubrimiento del negocio me he olvidado de pensar en la quimera, qué es la quimera entonces si no es negocio... El diccionario Espasa Calpe define la quimera como: “Monstruo imaginario con cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón”. Hermosa definición ¿verdad? Y más cercana a nosotros IMPOSIBLE!!! Dice también que es: “Ilusión, fantasía que se cree posible, pero que no lo es”. Y los sinónimos no son menos interesantes para vincular el concepto con lo que es la LIJ: delirio, ilusión, fantasía, alucinación, fábula, ficción, visión, mito, sueño, ensueño La RAE por su parte es más explícita: Quimera: 1. f. Monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. 2. f. Aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo. 3. f. Pendencia, riña o contienda. El camino para la edición de libros para
niños y jóvenes es extenso, la tierra fértil, las apuestas entonces deben ser certeras porque los niños no nos perdonan la falta de compromiso y menos la ausencia de quimera. En la tarea cotidiana de elegir un texto, un ilustrador, de soñar una colección o un libro singular entrarán en juego las fidelidades del editor. Resulta obvio que cada uno de nosotros se guía por sus propios códigos y valores personales. Siendo así respondemos a la fidelidad a las propias ideas y convicciones, fidelidad a nuestro proyecto cultural y, también, fidelidad a los proyectos de la empresa y las exigencias del mercado, que naturalmente apuntan al acierto comercial. Pero, por suerte, las normas sobre lo que se puede escribir y editar no están escritas. La quimera invita, seduce... Cuenta Canela (Gigliola Zecchin de Duhalde) directora editorial de Suramericana que cada vez que le preguntaban a Cortazar ¿De dónde vienes? Él invariablemente respondía: Vengo de mi infancia. Mi negocio entonces se sustenta en la infancia, en las primeras experiencias significativas, en la diversidad, en el privilegio de la calidad, en el valor de la palabra ¡!!!siempre!!!. La apuesta está hecha, el negocio está montado, las ganancias son seguras. Adriana Rodríguez Directora de libros para niños de Alfaguara Venezuela. Investigadora en el área de literatura infantil y juvenil con larga experiencia. Fue activista de FUNDALECTURA y Coordinadora de Investigación de Fe y Alegría.
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T alleres y visitas a las escuelas
Carlos Ildemar Pérez visitó la escuela La romanita Carlos Ildemar Pérez, escritor venezolano, visitó la escuela La romanita, ubicada en la Parroquia Miguel Peña del Municipio Valencia. Acompañado por la docente Zuleima Díaz, Coordinadora del Programa de Lectura y Escritura del Municipio Libertador y la docente Nayrobi Leo, Coordinadora del Programa de Lectura y Escritura del Municipio Valencia. Los niños del cuarto grado Sección , y su docente, disfrutaron de la compañía del escritor y le dedicaron algunos escritos, que habían preparado previamente. Al culminar la jornada le hicieron entrega al escritor de lo que le habían preparado, estaban muy entusiasmados y contentos por haberlo conocido personalmente. El 2do encuentro internacional con la literatura infantil en Venezuela, el fue realizado en homenaje a Aquilez Nazoa, el 27, 28 y 29 de septiembre en La Fundación Cipriano Jiménez Macías, la Coordinación general de este evento estuvo a cargo de Laura Antillano; en el marco de este encuentro, escritores venezolanos y extranjeros visitaron algunas escuelas del Estado Carabobo. El escritor Carlos Ildemar Pérez, quien es poeta, ensayista, titiritero, profesor universitario, director de la escuela de Letras de la Universidad del Zulia, con algunos libros publicados: Olas para niños navegantes, Los poetas del lago, Sermones para vivir aquí, Papá civil; asistió a la U. E. La Romanita, ubicada en la Parroquia Miguel Peña, del Municipio Valencia, acompañado por las docentes Zuleima Díaz y Nayrobi Leo, coordinadoras del Programa de Lectura y Escritura de Secretaría de Educación en los Municipios Libertador y Valencia
respectivamente. Al llegar allí, el día 27 de septiembre, aproximadamente a las tres de la tarde, se presentaron al Personal Directivo de guardia, quien ya conocía de la actividad, por lo que los dirigió al salón de clases, en el cual lo esperaban los educandos del cuarto grado sección del turno de la tarde, y su respectiva maestra, quien manifestó que antes de la llegada del escritor ya los alumnos estaban entusiasmados por la actividad del día. Allí el escritor inicio su presentación y le pidió a cada uno de los niños que también lo hiciese su, luego les pregunto si habían leído algo de lo que él hubiese escrito, a lo que los niños respondieron que si, y expresaron que también sabían de donde era y a que se dedicaba, puesto que en el libro Olas para niños navegantes, además de los poemas también estaba esa información, la cual él les amplio, les contó un poco a que se dedicaba y cómo había escrito esos poemas en un día observando el lago. Carlos Ildemar, realizo un breve taller de animación a la escritura partiendo de palabras bonitas, raras y feas, las cuales los niños escribían en sus cuadernos, él las copiaba en el pizarrón y partiendo de allí armaban frases u oraciones que ellos quisieran. Los niños le hicieron acrósticos, poemas, cuentos, cartas, los cuales le entregaron con un beso y un abrazo. Al finalizar la actividad cuando ya nos despedimos, nos ofrecieron galletas, refrescos y quisieron tomarse fotos con el escritor. Carlos Ildemar Pérez es poeta, ensayista, titiritero, profesor universitario, director de la escuela de Letras de la Universidad del Zulia, algunos de sus libros publicados son: Olas para niños navegantes, Los poetas del lago, Sermones para vivir aquí, Papá civil.
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El regalo de San Francisco de Sales Arnaldo Jiménez
Unos días antes había recibido una llamada, era una voz cálida la que me decía que deseaba entrevistarse conmigo para organizar algunos detalles de mi visita a la institución de la cual ella es parte del personal directivo en el marco del segundo encuentro nacional con la literatura infantil en Venezuela. Nos pusimos de acuerdo y nos entrevistamos en los espacios de un conocido diario regional ubicado en la avenida principal de Naguanagua. La señora Arminda me esperaba con un corazón a la altura del bolsillo derecho, varios días después comprendí que ella realmente tiene dos corazones; en aquel momento el símbolo distintivo de Fe y Alegría me permitió reconocerla. En seguida convinimos en visitar a la escritora Laura Antillano, pilar de la organización del evento. Una vez en su casa la conversación, breve pero intensa, arrojó algunos puntos conciliantes en la manera de impartir las clases, ambos estuvimos de acuerdo en que el docente debe subvertir el orden de cosas cuando ese orden no ha dado los resultados más idóneos; quizás una tal apreciación proveniente de mí, un docente cuyo único mérito quizás sea la pasión por la lectura, no causara ningún asombro, pero que lo dijera el directivo de una institución, para mí era un signo extraño que en el momento no sirvió para percatarme de que ello formaba parte del regalo de San Francisco de Sales. La señora Arminda estaba urgida de tener algún material mío como escritor, yo llevé un libro de poemas escritos por niños a quienes yo impartí clases durante dos años, libro que en lo particular es de vital importancia en mi vida como docente y escritor, labores que de
ninguna manera separo, pero este libro no es representativo, pues en él sólo las notas y la presentación es de mi autoría. Nuestra amiga Laura le facilitó a la señora Arminda un ejemplar de un libro mío publicado en España a principios de este año, el libro representa a Venezuela en una colección de la editorial Vilatana ubicada en Cataluña, se titula “El nombre del frío” y está maravillosamente ilustrado por Coralia López Gómez, fue ésta última quien le obsequió el libro a la escritora ya que a ambos nos dieron muy pocos ejemplares y a mí sólo me quedó uno. La señora Arminda se lo llevó y al despedirnos me dijo:” usted no se imagina lo que le espera”. Frase que pasó desapercibida por mí, sólo imaginé que me enfrentaría a un auditorio de docentes y estudiantes quienes estarían esperando de mí una clase magistral sobre el hecho escriturario, lo cual siempre produce miedo ya que la única certeza adquirida hasta ahora por mí es que la escritura es un acto de humildad, la confesión de la imposibilidad de registrar el maravilloso enigma que nos signa. Llegué unos minutos antes de la hora convenida en el sitio acordado. La señora Arminda se excusó por el breve retardo y nos dirigimos en su auto hasta el municipio Santa Rosa, en el sur de Valencia, donde está ubicada la escuela. Por el camino continuamos la charla interrumpida en casa de Laura Antillano, y constaté que la apertura de innovación y creatividad que la señora Arminda y demás directivos les ofrecían a sus docentes debía ser un valor por ellos estimado y aprovechado. En mi maletín llevaba el discurso, apretado allí entre formatos y libros, un poco para sentirme seguro. “El colegio tiene cuarenta y siete años enclavado en esta comunidad, con ellos hemos trabajado siempre, muchos de los docentes fueron alumnos de la institución, incluso el actual director, no nos olvidan,
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porque aquí hay corazón. Hemos tenido el privilegio de tener docentes lectores y escritores y desde hace muchos años hemos hecho un trabajo con el libro como bien social que nos ha dado muchos logros y satisfacciones, pero aún sabemos que nos falta mucho”. De esta manera se expresó “la maestra pajarito”, como le dicen cariñosamente los estudiantes, poco antes de bajarnos. El alcance de sus palabras, sin embargo, estaba fuera de mi alcance. Nos estacionamos y el auto quedó situado frente a un inmenso samán, debajo un huerto que los niños mantienen, muchas flores y matas ornamentales. “Esa mata es un iguanario”, dijo la señora Arminda, otro sigo del pálpito que se escuchaba, apenas se estaba abriendo la caja y ya podía sentirse el regalo de San Francisco de Sales. Debo decir que las iguanas tienen para mí un significado mítico, es mi animal totémico, “la imagen” llamada así por los Yanomamis. Los niños se han acostumbrado a sus presencias, le echan comida o se las dan en la boca. Continuamos nuestro recorrido, desde lejos vi un dibujo alusivo a mi cuento pegado a una pared, al lado una gran pancarta dándome la bienvenida a la institución: estaba abierta la caja de San Francisco, en adelante sólo regalos caerían en ella. Llegamos a primer grado, los rostros brillantes de los niños y niñas, sus ojos bien despiertos y expectantes, la avidez de estar a punto de conocer a un escritor es una de las experiencias que jamás voy a olvidar en mi vida. Ellos querían tocarme, verme, que les firmara sus cuadernos, querían hablar conmigo, conocerme, fue entonces que intuí lo que significaba aquella frese de la maestra pajarito. Preparé mi corazón para recibir el regalo con las más sinceras de las humildades y el más profundo agradecimiento. La mitad de la institución había leído mi cuento, los do-
centes los leyeron, lo conversaron, lo disfrutaron con sus estudiantes, quienes entonces comenzaron a recrearlo, el cuento les sirvió de estímulo para expresar sus creatividades. Los docentes aseguraban que el despliegue fue espontáneo, en cada una de las aulas había cartas pegadas dirigidas a mí, grandes dibujos con Pacheco(el personaje del cuento) en las mil y una formas, dibujos con colores vivos, alegres; llegaron al fondo del cuento, la muerte simbólica del personaje para después vencer a la muerte y retornar al mundo en forma de ave de frío. Destacaron momentos poéticos del cuento, la orquídea aferrada en las manos de Pacheco, los pies que apenas se veían en la carreta. Me llenaron de preguntas, muchos dijeron lo que no les había gustado del cuento, querían que el burro tuviese un nombre, que Pacheco no hubiese muerto o que un hijo hubiese seguido vendiendo las flores,etc. En cada grado una niña o un niño se dirigía a mi y me obsequiaba un manojo de cartas y dibujos en hojas y cartulinas, me explicaban cómo hicieron los dibujos, tengo más de trescientas esquelas por medio de las cuales expresaron sus agradecimientos por haberme conocido, además de invitarme a seguir escribiendo me dirigieron otras frases que la modestia no me permite transcribir, pero que son indudablemente el tesoro más hermoso que como escritor he encontrado. Algunas veces debía pararme frente al salón y esperar para que el corazón se calmara y el nudo de la emoción bajara de la garganta, la emotividad fue tanta que debía hacer uso de mis fuerzas más extremas y no desbaratarme en lágrimas. El maestro de aula creativa me obsequió un pendón de casi dos metros con los dibujos de los estudiantes de primero y segundo grado, también me dio un cartón con un dibujo de Pacheco subiendo por la montaña, muy hermoso. Después me obsequiaron dos libros sobre temas educativos. Aprecio
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todo lo que me dieron, pero lo que más se fijó en mi alma fueron las expresiones de los ojos, la alegría de los rostros, las preguntas tan inteligentes y el calor que manaba en la institución, en cada uno de los estudiantes y docentes. Todos estos regalos constituyen uno solo, el ofrecido por San Francisco de Sales.
El escritor Cósimo Mandrilo en su visita a la Unidad Psicoeducativa del Sur.
Marissa Arroyal en compañía de los niños de la Unidad Psicoeducativa del Sur.
Un cuento hecho realidad: Visita de los escritores Marissa Arroyal y Cósimo Mandrillo Gabriela Ossais
Todo comenzó con los talleres “Escribir es una Ciencia” de CENAMEC dirigido por la profesora y escritora Laura Antillano, desde ese entonces nuestra institución ha sido invitada a participar de una serie de estrategias para motivar la lectura y escritura en la escuela, de una forma innovadora, creativa, libre de moralismo sin perder la esencia de los valores, identidad y el gusto por saborear el mágico y aventurero mundo de las letras ya teniendo experiencia de cómo estas influyen en nuestros niños, contextualizando los temas, e invitando, a través de las paginas coloridas de el libro a conocer toda nuestra Venezuela, el mundo y aun mas allá, el imaginario de cada niño, de los cuales salían ideas, que a lo mejor hoy son ficción, pero en un futuro ¿Quién sabe, si se harán realidad? Dentro de este marco educativo-cultural participamos en el II Encuentro con la Literatura Infantil en Venezuela, nuestra institución la Unidad Psicoeducativa del Sur, la cual, es un servicio de la modalidad de educación especial del área de dificultades de aprendizaje, en conjunto con cuatro docente (Mari, Norma, Lisbelia, Roxana) de la Unidad Educativa Manuel Rodríguez Vásquez, quienes con gran entusiasmo se sumaron a la antesala de lo que sería “un cuento hecho realidad”. Antesala A través de un mail de la profesora Laura Antillano de fecha 17 de septiembre se recibió el material de la poetisa y escritora Marissa Arroyal, luego se recibió el material
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del poeta y escritor Cosimo Mandrillo, pues ahora la emoción era doble nos sentíamos agasajadas; seriamos privilegiadas con la visita no de uno si no de dos escritores, que gran oportunidad para que nuestros alumnos estuvieran cara a cara con los creadores de algo que solo ellos podían entender, pues hablaban su mismo idioma. Para la ejecución del evento fue necesario solventar algunas situaciones: como la información acerca de si todos los docentes debían participar en la jornada de capacitación del nuevo diseño curricular bolivariano, obtenida la información pertinente, decidimos contactar por diferentes medios a los representante de nuestros alumnos, para convocarlos a asistir a la institución, el lunes 18. Ingratamente sorprendidas, para esa fecha hubo una inasistencia total, fue así como continuamos convocando y el Marte 19 logramos asistencia suficiente para ejecutar el plan. Luego se procedió a invitar a la escuela más cercana conformada por aproximadamente 30 docentes, de las cuales 4 docentes aceptaron el reto de participar en la actividad. Se realizo un trabajo mancomunado y sinérgico, ambas instituciones desarrollaron una serie de actividades estratégicas, para que los niños se identificaran con los escritores que pronto nos visitaría: leímos ambos cuentos, elaboraron a “Ling y a Tío Picis en arcilla”, “afiches con poesías y mensajes a los personajes”, “sopa de letras”, “se les mostró fotos de los autores y luego los dibujaron” “le realizaron cartas, preguntas”, “acrósticos con los nombres de los escritores” y todas en conjunto, como buenas docentes, nos es imposible desprendernos de nuestro didactismo y pedagogía, aprovechamos los temas para conocer “nuestra Guajira la cultura wayuu…”, “el Asia”, “Choroni”, “elaboración de chocolate”, “bambú”,realizamos glosarios, además, sin necesidad de estudiar
los valores como tema separados, los abordamos directamente a través de confrontación de hipótesis y transferencias de aprendizajes entre los mismo niños, con el fin de que cada uno estableciera su sistema de valores; en fin los cuentos sirvieron para realizar investigación, problemas hipotéticos (calculo), dramatización, elaboración de títeres entre otros, y por ultimo lo que nos interesa como punto central que el niño escriba sus propias producciones inspirados en estos cuentos y en su propia experiencia. Bajo esta atmósfera de alegría, risas, asombro, los niños cada día nos preguntaban hoy viene Marissa hoy viene Mimo, pues así, llaman al profesor Mandrillo, sus amigos ¡muy, muy cercanos! y como era de esperarse los niños son sus amigos muy, muy cercanos, pues como ya dijimos ellos hablan el mismo idioma. El viernes esperado de la UPE del Sur Por fin llego el viernes 29 de septiembre el día mas anhelado por los niños todos muy nerviosos alineando las sillas en fila, montado las cortinas, pancarta de bienvenida, atril decorados con motivos del mar que parecían real, los peces allí puestos tenían ojos brillantes, como que esperaban también ver al creador de tío Picis, pues los peces le agradece que un pargo rojo, haya sido el que pescara el wama de picis y le pusiera los pelos de punta al pescador y no viceversa, el escenario de bambúes estaba listo todas corríamos, vestíamos a las guajiras, a los niños que dramatizarían a Ling; ¡si! estábamos enloquecidas, pero eso si sin dejar de disfrutar lo que hacíamos, si no nada hubiese tenido sentido. Allí entran los escritores, y su público de pequeñines los recibe con gritos de BIENVENIDOS. Sus rostros brillaban con grandes sonrisas, se oían sonidos solo de alegría, sus ojitos brillaban como diciendo -yo a ti te
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conozco, tu eres Ling, la osa, y tu: el travieso pargo rojo-. Otros se solidarizaban y mas bien, identificaron al escritor con con tío Picis, otros creían que entraría con un gran “wama azul”, en fin ,llevamos a Marisa Arroyal y a Cósimo Mandrillo a ver las instalaciones de la escuela, mientras un grupo de niños en sus asientos, otros detrás del titiritero, otros en la compuerta, deseaban que sus invitados se sentaran a deleitar, lo que con tanto amor les habían preparado, fue así como todos empezaron a aplaudir pidiendo su presencia en el sitio de honor que se les había asignado. Una vez allí, las guajiras recitan en conjunto con el wayuu las poesías sencillas, profundas, místicas de la poetisa Marissa Arroyal, quien emocionada agradeció a los pequeños con un fuerte abrazo haber recitado sus poemas, compartiendo con los niños la esencia de los mismos. Luego los niños detrás del teatro al ver que sus compañeros terminaron solo se les ocurría gritar para organizarse ¡luces, cámara, acción! Así empezaron a narrar lo de tío Picis con gran espontaneidad, como si la estuvieran leyendo, o como si nacieran de sus mentes, como si estuvieran compartiendo un gran monólogo colectivo donde el uno pudiera leerle la mente al otro. (Como que si no hubo ensayo alguno, como que si ellos fueron los autores de Tío Picis). Y eso sin describir el goce del público al percibir la naturalidad y gracia, con la cual los niños se desenvolvieron, posteriormente salieron, y se les presentaron al autor de dicho cuento, el cual los felicito y compartió con ellos preguntándoles a cada uno el personaje interpretado y manifestando que el tiempo atrás había sido titiritero en Maracaibo. Una vez concluido el acto de tío Picis, se invito a los presentes a cerrar el telón, es decir, cerrar los ojos, allí las encargadas de utilería procedieron a ambientar el escenario para
dar vida a la dramatización de Ling, en donde participaron niños con diferentes niveles cognitivos, quienes demostraron su talento y la respuesta positiva de lo que se hace con amor, una vez culminada la obra la escritora enternecida mostró con caricias y ternura a cada niño lo emocionada que se sentía de ver que Ling les robo el corazón, ese momento se registro con un final de fotografías y la entrega de libros de Ling y otros obsequiados por la escritora a los niños; se le repartió a cada niño un cotillon decorados con motivos de tío Picis y Ling. Por mucho que se les dijo a los niños de nuestra institución que ya termino el acto ellos no querían dejar de estar con los escritores, los abordaron para realizarles preguntas tales como ¿tienes hijos?, ¿Le leen cuentos a sus hijos?, ¿Qué otros cuentos han escrito? ¿Tienen mascota?.... a los que cada escritor respondió con especial interés y entusiasmo, fue así como los padres de cada niño quienes compartían la emoción junto a sus pequeños se sentían orgullosos de ellos, por todo el talento demostrado, y mas aun todo lo que habían aprendido y agradecidos a los escritores, se retiraron deseándoles un pronto regreso. Allí no termina todo En la continuación de nuestra actividad los escritores fueron conducidos a la Unidad Educativa “Manuel Rodríguez Vásquez”, donde en un espacio decorado con motivos alusivos a su presencia y su obra, los alumnos de cada sección (tercero, cuarto, quinto y sexto grado) recibieron a los autores de Tío Picis y Ling la Osa de los Bambúes, explicándoles el trabajo que elaboraron e intercambiaron ideas con los escritores, donde estos siempre resaltaron la importancia de leer, leer mucho, también hubo una dramatización de Ling y recitaron los poemas de Marissa. Por ultimo
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los escritores le dieron respuestas a las interrogantes e inquietudes de los niños, entre las mas resaltante están: ¿que la inspira a escribir, y como hacer poesía? la escritora manifestó, que desde muy niña cuando tenia 8 o 9 años le gustaba leer y empezó a crear sus poesías, inspirada en la naturaleza y los animales, resaltando la importancia de cuidar nuestro medio ambiente y lo triste que se vería todo, sin plantas ni animales… los cuales, son su fuente de inspiración para hacer poesía que le salen de su corazón y luego son pulidas por la razón. Otros le preguntaron ¿en cuanto tiempo escribió a Ling? A lo que respondió, que todo surgió, porque le pidieron un cuento que tuviera que ver con el cacao, pero sucedió que Ling (al igual que ha todos) le robo el corazón, y no pudo ya parar de escribir hasta que termino el cuento, en una semana; así mismo le realizaron interrogantes al escritor Cosimo, entre las mas destacadas fue: ¿le gusta pescar? ¿Si tiene amigos wayuu y si ha ido a la guajira? ¿Qué si le gustaría que un pargo o cualquier otro pez se burlara de el? El escritor y poeta respondió a cada una de las preguntas, con agrado y satisfacción, al ver que los niños mostraran tanto interés a partir de los personajes de su cuento, dando las siguientes respuestas: si ha ido mucho la Guajira y que cada vez que puede la visita, le encanta la cultura wayuu; considera que son personas con gran riqueza cultural y mística, que todos debemos conocer. Seria muy sorprendente, gracioso y una experiencia mágica que un pez, se burlara de el, aunque le pase lo mismo que a su personaje, nadie le creería (risas). Una vez terminada las preguntas e inquietudes que tenían los niños hacia los escritores se tomaron fotos y le pidieron sus autógrafos. De vuelta al punto de partida Llenos de felicidad al vivir la experiencia compartida con los niños de la Unidad
Educativa “Manuel Rodríguez Vásquez” y juvenecidos con todo el despliegue de energía positiva emanada por estos jóvenes, nos devolvimos a la Unidad Psicoeducativa del Sur, donde esperaba a nuestros visitantes un refrigerio y unos presentes por parte de nuestro alumnado. Con lo cual le reafirmábamos que en nuestra institución, tienen las puertas abiertas y manos amigas. Los esperamos hasta un próximo encuentro, con nuevos cuentos y poesías, que hablen el idioma de nuestro tesoro mas preciado, ¡nuestros niños y jóvenes!, ¡mil gracias! por brindarnos el honor de contar con su presencia, la cual es una oportunidad única. Nuestros niños se identificaron tanto con Ling y tío Picis, les pareció que el cuento es hermoso y que además tiene mensajes de amistad, solidaridad y respeto a la naturaleza, es como volver a tener conciencia de que somos parte de la creación, el hombre y el medio ambiente, con todos sus seres podemos convivir en armonía, así como el valor de la amistad; vieron en tío Picis que nuestra Venezuela esta llena de riqueza cultural y el valor que hay que darle a lo nuestro, y que también podemos disfrutar del humor partiendo de un hecho cotidiano, ¡mil gracias! por escribir cuentos, si como no decirlos diferentes, a los de la recolección de los hermanos Grim y otros, sino mas bien contextualizado, sin dejar a un lado que todos somos del planeta tierra, ¡gracias! por darle un escape a nuestros niños a través de su literatura, pues ellos ya vienen de ambientes hostiles, familias disarmonicas, alto nivel delictivo, conocen inclusive la droga… ¡mil gracias! por no darle contenidos que señalen o refuercen lo cruel, que lamentablemente nos volvemos entre nosotros, gracias por tener en cuenta que los niños no saben de racismo ni de clases sociales ellos son puros, libres para expresar sus sentimiento, lamentablemente los adulto
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que los rodea ¡no!, y tienden a inculcarles ese resentimiento, créanlo no estamos hablando de niños TONTOS, pues todos los niños, tengan el coeficiente intelectual que tengan, no dejan de ser niños y para muestra, esta que las actividades se facilitaron a un amplio numero de niños (con compromiso cognitivo, dificultades de aprendizaje e hiperactividad, conductas disruptivas y emocional, niños “normales y de familiar armónicas,”) todos juntos y no separados, corroboraron que en la diversidad esta la verdadera equidad, y si ¡créanlo! todos disfrutaron los cuentos, es decir, no los podemos dividir que esto es para niños tontos, bobos, y estos son para niños “no tontos”. La verdad todos son niños, con una misma esencia. Finalmente ¡mil gracias! por hacer realidad un sueño y brindarnos la oportunidad de que los niños sepan como es el autor de un libro, y este contacto físico fue una experiencia que jamás olvidaran, es mas convencida, que después de este compartir, ellos preferirán leer y producir sus propios cuentos e ilustraciones antes de ver la televisión y otras actividades que vayan en contra de crecimiento espiritual, encontrando en el mundo de las letras un aliado y confidente donde pueden reír, llorar, navegar y viajar al mundo mágico y místico que hay dentro de la imaginación de cada ser, por ende subirán su rendimiento académico, manejaran una adecuada autoestima serán como el bambú fuertes, resistentes y flexibles, manejaran su inteligencia emocional resolviendo las adversidades con buen humor y expresando sus sentimientos y emociones de forma proactiva y asertiva, elevaran su espíritu, en fin serán mejores personas con gran sensibilidad humana y respeto a la diferencia del otro.
Salir de dudas
Elodia A. Flores de O. El viernes veintiocho de septiembre de dos mil siete, tarde encapotada de brisa suave recorre el amplio centro antesala al Segundo Encuentro Internacional con la Literatura Infantil en Venezuela. La lluvia viste con gruesas gotas la estancia, a los lejos un personaje vestido de negro El Protagonista de la Fiesta Literaria. Gran sorpresa, nos presentaron conversamos hasta el automóvil, en la travesía al Municipio Naguanagua situado al norte de Valencia, Giondelys me contó no fue fácil llegar a la Urbanización Prebo por las encadenadas colas vehiculares que visten a la ciudad. Al llegar a la escuela Maribel Caballero de Tirado todo era quietud, la Directora del plantel nos recibió, caminamos por un pequeño pasillo hasta llegar a una puerta azul, se abrió la puerta y los niños decían en coro ¡BIENVENIDO A NUESTRA ESCUELA SEÑOR ESCRITOR! Niños, niñas y docentes sentados, parados, todos apretaditos aplaudían, aplaudían y aplaudían emocionados. Hubo un silencio alegórico al escritor, la maestra dijo a los niños que se calmaran y trataran de sentarse, Giondelys García saludó a los protagonistas de la escuela, institución adscrita a la secretaría de Educación Estado Carabobo, los chicos con sus cuadernos abiertos hacían muchas preguntas, levantaban los brazos, movían sus muñecas al compás de las maracas, solo faltaban las bambalinas de colores para denotar una tarde de fiesta literaria. Una niña de sexto grado leyó el poema “La casa de mis abuelos”: La casa tiene todos los colores de la montaña, es azul por la mañana, verde por la tarde, violeta de noche, los sábados es amarilla y los domingos rosada, los niños tenían muchas dudas, preguntas, querían saber por qué los
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domingos la casa era rosada, los baños pura hierbabuena, cariaquito, altamisa pura hierba de la tarde olorosa, donde el agua se deja caer suavecita como una canción de cuna. Giondelys, entre risas desbordadas y ojos brillantes explicó que su madre lo visitaba los domingos de allí el color, de niño era enfermo (asmático) y su abuela preparaba unos ricos baños olorosos calentados con rayos de sol y cánticos adorosados de abuelita consentida. Otros niños reían, saltaban llevaban sus manos a la boca en señal de alegría. Uno de piel café se levantó de la silla y leyó “Los baños de mi abuela en el patio, a cielo abierto son baños andariegos…” expresó que su abuelita lo llamaba andariego cuando antes de irse a estudiar iba mojando toda la casa de agua, la ropa tendida en las cuerdas atadas a los árboles, pelusa decoraba el piso con sus patas, todo era un charquero y entonces “yo era un andariego”. El escritor Barinés narraba todas las vivencias del poemario, todos los años escribiendo, escribiendo, cambiando hoy, mañana, pasado hasta terminar el poemario “La Casa de mis Abuelos”. Al final, el escritor los invitó a escribir todos los días a cualquier hora en un cuaderno, en una hoja cualquiera hasta lograr varios escritos, después releerlos para nutrirlos. Firmó muchos autógrafos a los niños con el compromiso de que escribieran cualquier cosa cada día y si querían lo enviaran a su correo electrónico giondelys@ yahoo.es. Todos bajaron para despedirlo con sus sonrisitas perladas, abanicadas con el movimiento muscular, mejillas tomatadas y ojos azabache.
Visita de la escritora Sandra Comino a la U.E. Instituto experimental “Simón Bolívar” (Apucito) Cuando les informamos a nuestros estudiantes de 5to. grado que una escritora argentina llamada Sandra Comino, que había venido a la ciudad de Valencia a participar en el II Encuentro con la Literatura Infantil en Venezuela, vendría de visita al colegio, la emoción se apoderó de ellos de tal forma que, de una vez, decidieron ayudar a su docente con los preparativos de la visita y, como ya es su costumbre, buscaron información sobre la escritora que vendría y que hasta los momentos no conocían. En Internet, además de algunos datos biográficos, encontraron un relato titulado Velorio de Campo. Muchos de los chicos se identificaron con la historia, ya que les había tocado vivir una situación parecida a la descrita en el cuento. Otros se sorprendieron por la actitud de la niña protagonista hacia los acontecimientos que vivía. De esta forma, se inició en el salón un intercambio de opiniones y anécdotas sobre la trama de Velorio de Campo. Luego, a partir de la lectura y de la información obtenida de la escritora, la docente le pidió a sus estudiantes escribir lo que habían contado y conversado para compartirlo con la escritora. Pero no todo quedó allí, también acordaron realizar retratos de Sandra Comino y colocarlos en la cartelera del salón, para sorprenderla el día de su visita; asimismo, escribirle cartas y anotar las preguntas que le pensaban hacer para no olvidarlas. El día de la visita: El 28 de septiembre de 2007 Sandra Comino llegó a nuestro colegio.
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Contar con la presencia de esta escritora fue una experiencia muy enriquecedora, ya que no sólo conversaron sobre el cuento leído (muchos querían saber si ella era la niña de la historia), sino que también conocieron más sobre su vida y su país. Para Sandra Comino fue una verdadera sorpresa ver su retrato una y otra vez en la cartelera… Y, para nosotros fue maravilloso haber compartido esa hermosa mañana con una escritora tan afectuosa y simpática como Sandra Comino.
Sandra recibe flores y chocolates.
Sandra acompañada de la maestra Gloria y los niños. Retratos de Sandra Comino realizados por los niños.
Julia Antillano.
Los niños se despiden de Sandra.
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La visita de Benito Mieses a la U. E.“Teolinda Romero de Díaz” Teresa Carrillo
El Segundo Encuentro con la Literatura Infantiles Venezuela, contó con una gama de escritores a nivel nacional e internacional. Para este evento fueron seleccionados los escritores que visitarían las escuelas para compartir su trabajo con los estudiantes, y docentes. Uno de los Municipios de Carabobo seleccionado fue Carlos Arvelo, Güigüe la escuela favorecida la U. E “Teolinda Romero de Díaz”. Durante el trayecto de Valencia a Güigüe, en busca del escritor Benito, el maestro Vicente Caballeros y quien escribe, tuvimos la oportunidad de intercambiar opiniones, de diferentes puntos relacionados con la lectura, tanto de docente como de los estudiantes. El escritor, pintor, diseñador gráfico José Benito Ramón Mieses López, nos contó que vivió un tiempo en diferentes lugares de Valencia como en Tarapio, San Blas, La Isabelica, Trigal Sur, y también había visitado muchas veces nuestro pueblo. Al dictar talleres de poesía, Benito descubre en algunos docentes “el terror a la lectura”. Pues, “ pocos son los maestros a los que les gusta leer”, y cuando ellos no lo realizan, ¿cómo le puedes exigir a un alumno que lo haga?. El escritor piensa que los estudiantes deben conocer la diversidad de textos y autores. Los alumnos a la espera, pues días antes se promociono la visita, dándose a conocer las actividades que realiza el escritor, fue recibido por el personal directivo y administrativo de la institución. Al llegar al aula, Benito Mieses un ser sencillo, inicia conversa con los estudiantes del
5to grado, los motivo a que relataran cuentos conocidos por ellos, que fueran de espanto, terror. Como todo, al inicio nadie quiere participar. Pero luego, se alcanzó la máxima participación. Y Fue así como Pompilio contó la experiencia de miedo por su abuelo, que estaba enfermo y murió. Odrí, quien tiene un abuelo de 100 años de edad y le cuenta, que cuando el estaba pequeño enterraron a una persona en el patio donde vive ella, en ese momento todos comenzaron a preguntarle si no le daba miedo vivir allí. Y entre espantos ya aparecidos, la sayona, el carretón, el reloj de Güigüe la narración oral siguió presente. Los relatos escuchados los padres de estos alumnos, los hijos están transmitiéndolo mediante la oralidad. Les aclaró algunos conceptos de poesía a alumnos de bachillerato. Siguió con la estrategia de leer un cuento, el seleccionado; “Cabuyita” de Antonio Trujillo. Como cierre, asigno a los niños y niñas escribir una historia, un cuento de miedo, leyenda puede ser a partir de los relatos contados. Mientras los niños trabajaban, Se hicieron presente la supervisora María Sosa, Máximo Castillo. Benito rindió declaraciones a la prensa Noti Tarde, su reportero Henry Castillo, fotógrafo Ascanio conocido popularmente como “Iñaqui.” Este “2do Encuentro con la Literatura Infantil, la visita del escritor Benito Mieses fue publicitado por la Emisora Comunitaria Aborigen 92,7FM. Además fue entrevistado por Victoria Farfán, quien tiene su programa radial Full Nota, todos los viernes a las 3:00Pm por la misma Emisora. La docente De aula Delia Gil, se organizo un compartir, tanto para los asistentes al aula, como para la representación de alumnos de 6t0 grado “A” y “B”. El día lunes 30 de septiembre, solicite a los estudiantes me escribieran sus experiencias con el escritor,
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algunas de las opiniones fueron alegría de conocer a un escritor, el que haya visitado la escuela, otras un poco más sugestivo. -“Me gusto cuando los cuentos de terror, y el cuento de Cabuyita”. Yeison Pulido. -“Me sentí emocionada de que vinieras a la escuela, a compartir tus historias y compartir de comida, fue divertido” Andrea Jiménez. -“Me gusto que Benito escucharas los cuentos de miedo, fue maravilloso, lo felicito” Renny Brizuela. -“Me gustó la idea de contarle cuentos de nuestra familia.” Luis Calero. -Señor Benito, ese cuento de cabuyita, era bello” Berlimar -Sentí mucha alegría, porque nunca había visto un poeta en persona y el cuento de Cabuyita me gustó por el sombrero” María Herrera. - “Compartir con Benito fue chévere, escuchaba los cuentos de mis compañeros, y el también contó unos, nos dijo que algún día esos cuentos podrían estar en un libro.” Odry Esaac. “Me gustó cuando Odry contó del muerto que sale en su casa, y todos los demás contaron del aparecido en el autobús, el carretón”. Pompilio Sosa.
Eloi Yagüe en la Escuela Bolivariana “Juan José Flores” Cleopatra Duvén
Iniciar nuevamente clase, significa reencontrarnos con nuestros compañeros y compañeras, nuestras maestras, es sentir la ida de algunos que se fueron y la llegada de muchos, en fin nuevo año escolar es sinónimo de alegría, aventura, de misterio y de terror, así expresamos la experiencia que vivimos con Eloi Yagüe el viernes 29 de septiembre en nuestra escuela. Todo inició el lunes 24 de septiembre cuando le llevé la propuesta a la Directora de la Escuela, Elba Vásquez inmediatamente nos reunimos con las maestras que pertenecen al Espacio para la Creatividad Producción y Productividad, les expliqué que la actividad formaba parte de la programación del 2do Encuentro Internacional con la Literatura Infantil de Venezuela, coordinando por nuestra escritora Laura Antillano, el cual se desarrollaría en la ciudad de Valencia en la Fundación Cipriano Jiménez Macías los días jueves 27, viernes 28 y sábado 29 de los corrientes. También les expliqué, que simultáneamente a los Foros, se llevarían a cabo las visitas de los escritores a las escuelas para compartir con los alumnos y alumnas, les informé que para la nuestra vendría el escritor Eloi Yagüe y para ese día estaría con nosotros una comisión de alumnos y alumnas y la docente Yunilda Arias de la Escuela Primaria Bolivariana Juana García de Ladera. La noticia fue bien recibida y enseguida comenzaron los preparativos para darle la bienvenida a nuestro misterioso escritor y todos como hormiguitas iniciamos la tarea llevados por la emoción, desde el Personal Directivo,
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maestras, especialistas, asistente bibliotecaria, secretaria, alumnos y representantes, todos con el mismo entusiasmo y el motivo de conocer y compartir con Eloi Yagüe. Cuando se tienen las ganas no hay limitación que se interponga ante las adversidades y esto lo refiero porque para esos días estábamos atravesando una situación bastante difícil en la escuela, pues no contábamos con electricidad en la escuela motivado a que en la semana anterior hurtaron el cableado de alta tensión, lo que impedía tener a los alumnos y alumnas en la institución. Sin embargo, recibimos a un grupo de niños y niñas que pertenecen al círculo de lectores de Centro de Recursos para el Aprendizaje (C.R.A), para desarrollar las actividades previas a la visita de Eloi. Una vez reunidos con los niños y niñas en la biblioteca, la maestra Ruth Tello Coordinadora de cultura, Zaida Beatriz Rojas asistente de Biblioteca y mi persona Cleopatra Duvén maestra Bibliotecaria, les dimos a conocer de que se trataba la actividad y escuchamos las propuestas hechas por los alumnos, entre las cuales resaltaron realizar producciones escritas (cuentos, poemas, y cartas) al escritor Eloi Yagüe, elaboración de dibujos alusivos al cuento”. También propusieron obsequiarle al escritor una placa artesanal en arcilla de las que hace la señora María Jiménez del personal de ambiente. Lo cierto es que se trataba de un escritor desconocido para todos nosotros, lo que implicó indagar con la Prof. Laura Antillano y buscar información por Internet, al igual lo hizo la colega Ruth. Por cierto cuando interactuamos con los muchachos les hicimos la pregunta como se imaginaban al escritor, cada uno dio su opinión y al final le mostramos la fotografía que bajamos por Internet, a ellos le causó mucha risa por el hecho de que
no acertaron en el físico que se imaginaron, nos dejamos bañar por la curiosidad y la emoción para compartir lecturas en voz alta sobre su libro de literatura infantil “El Nudo del Diablo y otro cuentos asombrosos” en el que destacaron el cuento “El 4”, “El nudo del diablo” y “El peligro amarillo”, también compartimos su biografía, elaboramos cartelera, todo trascurrió entre juegos, dinámicas y canciones, lo que hizo del momento algo distinto, y por supuesto más interesante. Y llegó el día esperado… ¡Si! Ese 29 de septiembre bien tempranito partimos mi esposo Fredys Hernández, y yo al aeropuerto de Valencia en busca de Eloi, mientras en la escuela todos llenos de expectativas esperaban la llegada del escritor soñado, ¡si! De regreso nos esperaban nuestros niños y niñas junto a los niños y niñas de la Escuela Primaria Juana García de Ladera, todos formaron una columna y se escuchó al unísono “¡Bienvenido Eloi! a nuestra escuela”, les confieso que tuve una sensación extraña, la piel se me erizó de ver el brillo en los ojos de cada uno de los muchachos y sus gestos espontáneos que atrapaban la atención de Eloi y su esposa Gladis que lo acompañaba, luego la niña María José le dio las palabras de bienvenida, seguidamente la maestra Yunilda y la Directora. Nos dirigimos al Centro de Recursos para el Aprendizaje en el camino nos esperaban las maestras, el personal de ambiente y algunos representantes. Estando en la biblioteca de manera espontánea surgieron muchas preguntas de parte de los niños por ejemplo el niño Aníbal Sangrona le preguntó, si era verdad que sus abuelas una era bruja y la otra hada. A lo que Eloi le respondió afirmativamente y le explicó, que una era bruja porque se vestía siempre de negro y lo regañaba bastante y
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la otra hada porque se vestía de rojo y era amorosa y complaciente con el. Así transcurrió la mañana entre preguntas y respuestas, en las que en algunos casos llegué a percibir que los muchachos intimidaban a Eloi por lo difícil de responder algunas preguntas en algunas de ellas. Los alumnos invitaron a Eloi y a Gladis al árbol de Samán que se encuentra cerca del parque de preescolar, en donde degustaron de los beneficios que nos brinda este antiguo árbol que guarda tantos secretos, tantos que ya no le caben por dentro y por eso sus gruesas raíces brotan por la superficie terrestre de forma misteriosa como los cuentos de Eloi. Debajo del Samán pasamos un rato ameno, todos sentados en el tronco y en las raíces que brotan, los muchachos y muchachas de forma individual leyeron la carta escrita para él, fue evidentemente ver y sentir como cada niño tocó profundamente las emociones y el corazón de Eloi con ese mensaje impregnado de sinceridad, orgullo y satisfacción y, de asombro por ejemplo cuando la niña Rosangel Monroy le decía que mientras escuchaba a Anadel leer su cuento a ella le entró un escalofrío por los pies y le subió hasta la cabeza, el asombro para Eloi era porque la niña se lo leía con una sonrisa a flor de piel, tal vez producto del placer y el interés que despierta el libro de Eloi Yagüe y es que tanto Eloi como Gladis se fueron fascinando de los niños, las niñas de Juana García de Ladera y Juan José Flores y de todos en la Escuela, quienes para despedirnos le obsequiamos una placa artesanal en arcilla con la fachada de un lugar histórico de nuestro puerto, como símbolo de nuestra escuela, elaborada por la señora María Jiménez. El personal directivo, docente, administrativo, personal de ambiente, alumnos (as) y representantes de la Escuela Primaria Boliva-
riana “Juan José Flores” de Puerto Cabello, agradecemos hondamente por compartir este momento tan intenso y especial con nosotros.
El escritor Eloi Yagüe compartiendo con pequeños y grandes.
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Presentación de libros La Montaña que vino del mar (Marissa Arroyal), El árbol de jugar (Cósimo Mandrilo), Una casa y dos muñecas (Malvina Vargas)
La montaña que vino del mar Desde que conozco a Marissa Arroyal, he sabido de su amor por las montañas que constituyen el límite norte de la ciudad de Caracas. Gran parte de los poemas escritos por ella que he tenido ocasión de leer, los ha inspirado en parte o en su totalidad la serranía del Ávila. Como algunos de estos textos están integrados en libros y otros no, he llegado a pensar que el propósito de Marissa es componer un gran rompecabezas, cuya imagen definitiva sea un colosal retrato de ese conjunto de montes que resguarda a la capital venezolana de las correrías de los huracanes caribeños. Pero no un retrato simple, como el que se realiza mediante una cámara fotográfica y en el que, tal como los difuntos, todo queda igualito, sino un retrato amoroso, de esos que una persona enamorada hace del objeto de su adoración. En cada uno de estos poemas, Marissa Arroyal muestra al Ávila que todos podemos ver pero, especialmente, a aquel que ve con su gran sensibilidad y en el cual ha experimentado momentos inolvidables. Ambos ávilas son dibujados por ella con las mismas palabras sencillas y cariñosas de quien trata de conservar, en la memoria propia y la ajena, las imágenes de su particular Paraíso. Como su amigo me consta que este trabajo lo hace con la minuciosidad y el compromiso de quien cose con hilos de oro. Y ha sido por esta entrega a la palabra y al objeto que ella designa, que el libro que hoy presentamos, La montaña que vino
del mar, se hizo acreedor al Premio Único de la Bienal “Canta Pirulero”, del Ateneo de Valencia, en su versión de 2004. En él, la serranía del Ávila se pone al alcance del niño lector, en versos límpidos, frescos, como las aguas que descienden de la montaña. En él, también, se expone en muy selectas palabras, cómo el mar construyó a la amada montaña; cómo los arroyos avileños escriben mediante acrobacias, su descenso hasta el valle de Caracas; cómo la serranía se cubre de helechos de luz para mostrar su inigualable verdor; cómo la brisa, cuando pasa entre los bambúes, propone un baile a las hojas secas y a las lagartijas; y cómo una mata de plátano, en el abismo de un barranco, da la impresión de haber naufragado en la vida. Invito a comprar y a leer este libro hecho con el amor de quien pareciera dispuesta a arrullal a sus lectores. Muchas gracias. Armando José Sequera Valencia, 28 de septiembre de 2007
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El árbol de Jugar Cósimo Mandrillo escribió El árbol de jugar hace muchos años, cuando vivía aquí en Valencia, ejerciendo como profesor de Literatura Occidental, contratado, en la Universidad de Carabobo. Nuestra amistad de entonces y de siempre, me hizo estar cerca de la construcción de este relato, redondo, interesante, con un trasfondo ecológico y sentimental y también con una buena dosis de rebeldía y gesto social. El árbol de jugar, es la aventura de unos niños que deciden, contra viento y marea, defender un árbol, aquel que les da sombra, el mismo que constituye el espacio del juego y los sueños, el que define sus afinidades afectivas, el que les hace sentirse parte de algo, ser grupo con los compinches y sobretodo es, este árbol, un símbolo de la necesidad de pertenencia y pertinencia. Se aferran a él contra el Alcalde, la autoridad, el mundo de los otros, cuyo deseo es derribarlo. Los niños aquí son el grupo, la fuerza de defensa de la poesía y la libertad del espacio interior. Su afán será recompensado, pero el proceso sirve de escuela, y se aprende en esa lucha que se considera justa por lo que ellos creen vale la pena confrontar a quienes se niegan a entender el alcance significativo de ese árbol simbólico. Mimo, Cósimo, pensó este cuento con cautela y con emoción, lo escribió madurándolo, y vivimos ese proceso, en su candor y su picardía, su emoción y su atinada construcción estructural. Es un relato sencillo cargado de significados elocuentes. Es realista y es ficticio, sobretodo significa una propuesta de presentación del acto de defender los sueños. Está edición nueva es de Monte Ávila Editores y la recomendamos ampliamente. L.A.
Una casa y dos muñecas Leer a Malvina Vargas nos remonta a aquellos días de infancia. Quienes tuvimos la oportunidad de dormir solas en una habitación sabemos que nuestra única compañía eran nuestras muñecas, nuestras fieles amigas de ojos cristalinos y brillantes, sólo ellas estaban al corriente de nuestros más íntimos secretos y fantasías que ellas hacían realidad. La hora más placentera para los niños siempre llega con el beso de buenas noches, ir a la cama no es nada divertido, sobre todo si saben que los adultos continúan despiertos. Unas horas con los ojitos abiertos haciendo mil cosas dentro de la habitación, es parte de la ilusión de los más pequeños. Malvina nos encierra en ese mundo sutil y conmovedor, donde la noche es un cofre inmenso que acumula aventuras, risas y lecturas. Solo el cansancio adormece a las muñecas con su dueña y su prima que está de paso en su casa compartiendo su secreto: sus juegos nocturnos. Con animada candidez transcurren las andanzas de las muñecas Claudia y Eulalia como protagonistas de la recreación nocturna. La luna es una constante en el cuento y las estrellas compañeras chispean de alegría por la desbordante imaginación que esconden los juegos de las niñas. Mientras al otro lado de la puerta los adultos escuchan boleros y conversan en el jardín de los helechos. Así se desarrolla la historia de una alborozada familia grande, con una bisabuela que riega sus matas y la tía Bertha que viene de visita de vez en cuando. La mañana enjuagará bien los ojos de la niña, con el sol llevándola del brazo camino a la escuela. Las muñecas se quedaran inmóviles en su casita de plástico rosada a la espera de unas manos menudas y amigas.
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Las esmeradas ilustraciones de David Morey por demás alegres y coloridas, tienen la singularidad de aproximar la obra del gran artista plástico austriaco Gustav Klimt en las páginas de “Una casa y dos muñecas”, editado por Monte Ávila Editores, un cuento para recordar momentos de felicidad. Omira Bellizzio.
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Marissa Arroyal, Sandra Comino, Eloi Yagüe, Ricardo Mariño Mariluz Suárez, Graciela Pérez Aguilar y Laura Antillano.
Carmen Carina y Antonio Trujillo.
Luis Cedeño.
Participantes durante las ponencias.
Génesis Rivero, Julia Antillano, Corina Durán, Clared Navarro Juan Núñez y Lucía Ramos.
Solsiré Pérez, Carolina Rodríguez, Teresa Cárdenas, Carlos Ildemar Pérez, Laura Antilano y Sandra Comino.
En La letra voladora, un taller con Oswaldo Blanco.
Eloi Yagüe.
Público asistente al auditorio de la Fundación Cipriano Jimenez Macías, sede del evento.
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Armando Carías dirigiendo a los jóvenes de La letra voladora.
Sandra Comino.
Los participantes en una visita a La letra voladora.
Acto de los piratas y Colombina del cuento de Graciela Pérez Aguilar.
Coralia López, Oswaldo Rosales y Delia Contreras en la exposición de ilustradores.
Los jóvenes de La letra voladora.
Cristina Müller.
La niña Karina Rivero en el montaje de cierre del evento.
Cósimo Mandrilo y Marissa Arroyal en la UE Manuel Rodríguez.
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Elisabel Rubiano en la exposición de ilustradores homenaje a Aquiles Nazoa.
Graciela Pérez Aguilar.
Asistentes a la exposición de ilustradores homenaje a Aquiles Nazoa en la Galería Scai del Centro Comercial Piazza.
María Eugenia Armas, Laura Antillano, Jesús Urdaneta, y Sofía Salazar.
Rodolfo Porras dirigiendo un taller de teatro.
La escritora Mexicana Mariluz Suárez.
Marissa Arroyal, Sandra Comino y Graciela Pérez Aguilar.
Montaje de cierre del evento.
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Casa Nacional de las Letras “Andrés Bello” Presidente Luis Alberto Crespo Gerente General Héctor Velazco
Comité Organizador del Encuentro con la Literatura Infantil en Venezuela: Coordinación Regional: Laura Antillano Coralia López Comité organizador: Egleé Chacín Rachel Ortecho Sergio Gómez A. Argenis Agudo Oswaldo Rosales José A. Rosales Edith Fuentes Jesús Urdaneta William Urdaneta Elisabel Rubiano Afiche del 3er. Encuentro internacional con la literatura infantil y juvenil en Venezuela. Diseño gráfico: Giovannina Valero Ilustraciones: Lourdes Armas.
Equipo de logística: Julia Antillano Juan Núñez Génesis Rivero Abi Fornido Luisana Villegas Corina Durán Marwelys Pinto Michelle Guillén Clared Navarro Daniel Oliveros.
Ministro de la Cultura Francisco Sesto Novás Viceministro de Identidad y Diversidad Cultural Rosángela Yajure Santeliz Viceministro para el Fomento de la Economía Cultural Enma Elinor Cesin Centeno Viceministro de la Cultura para el Desarrollo Humano Iván Padilla Bravo Presidente del Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro Ramón Medero Dirección de Promoción del Libro y del Autor Thady Carabaño Agencia Literaria Lizmar Núñez Presidente de la Editorial “El Perro y La Rana” Miguel Márquez
Coordinación docente: Elibey Sequera Richard Sirit Aracelis Reyes Gabriela Ossais Teresa Carrillo Elodia Flores Arminda Goncalves Cleopatra Duvén Nallibir Rivero Eugenia Matié Daboin Saih Torres Christian Farias Mercedes Piñero (Centro Nacional del Libro) Yskel Pacheco, Ánghela Mendoza y Giovannina Valero (Casa Nacional de las Letras Andrés Bello)
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3er.encuentrointernacional conlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela M E M ORIAS 2008 5, 6, 7 y 8 de noviembre
Agradecemos una vez más, el patrocinio de la Casa de las Letras Andrés Bello, bajo la jefatura del poeta Luis Alberto Crespo, el Laura Antillano apoyo del Centro Nacional del Libro, presidido por Marisela Guevara. Y de manera especial La gran cantidad de pequeños y grandes gestos, correspondencias, diálogos, lecturas, también agradecemos al comité organizador circunstancias fortuitas y otras no tanto, que formado por espontáneos, por gente que voluntariamente se une a este encuentro ofrecienforman el pasado inmediato, para llegar a do su colaboración y dedicando largas horas a eventos como este, conforman una especie de memoria invisible, que se traduce en pasos su gestación con energía y entusiasmo. Este año hemos querido homenajear a la pequeños para armar el rompecabezas y en los que participamos con todo el entusiasmo escritora Velia Bosch, cuya obra abarca no solo del mundo, sólo pensando entonces en lo que la escritura literaria sino también el ámbito de la docencia y la divulgación de nuestra literatuserá la alegría, el proceso jubiloso de reunir escritores, maestros, editores, bibliotecarios, ra venezolana y latinoamericana por el mundo. Los ilustradores convocados por Coralia teatreros, titiriteros, psicólogos, padres y madres, niños y jóvenes, lectores fanáticos y futu- López, Oswaldo Rosales y Argenis Agudo, ros lectores, sencillamente para intercambiar han respondido con su generosidad, al brindarnos una serie de imágenes conmovedoras ideas, exponer afanes, proponer estrategias de acercamiento, con metas definidas en una nacidas de la lectura de los poemas de Velia Bosch para niños. Este es el escenario visual vía: la de la lectura de la literatura. Se trata de haberse inventado un camino a partir del cual iniciamos nuestra reunión o comunión este 2008, y pues, que empiece esta como ruta para la construcción de una fiesta de la lectura. misión: acercar a todos, al acto de leer una literatura, que tiene como público o audiencia a los niños y jóvenes. Porque nos reunimos, desde hace tres años, pensando en la literatura de iniciación, en el complejo mundo que integra desde el hecho de escribir, hasta el de publicar o ilustrar un libro y luego ser leído por los niños y los jóvenes, aquí, en todo el continente o en el mundo, desde lo pequeño a lo grande. El año 2008 tenemos el privilegio de contar entre los expositores a un grupo sustancial de escritores ecuatorianos, a quienes acompaña un excelente ilustrador, tenemos Laura Antillano y Luis Alberto Crespo. también a una exquisita narradora argentina, más la participación de los escritores venezolanos venidos de distintas regiones del país, Lara, Mérida, Trujillo, Miranda, Caracas y nuestra gente de Carabobo, hermanada alrededor de este proyecto.
Acercándonos al acto de leer. Palabras de inicio
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¿Leer literatura en la escuela? Ponentes: Ángela Pradelli, Enrique Arenas Moderadora: Laura Antillano
Leer literatura en la escuela Ángela Pradelli
Hace 30 años que enseño literatura en la escuela secundaria y recién hace un par de años leí, dicho por George Steiner la más inteligentes y agudas de las verdades: “No es en la universidad, donde se libran las más decisivas batallas contra la barbarie y el vacío, sino en la enseñanza secundaria y en barriadas deprimidas”, le contesta por carta el gran ensayista George Steiner a Cécile Ladjali, una profesora que ejerce la docencia secundaria en un suburbio al norte de París. Ladjali da clases de literatura en un instituto que está a unas pocas cuadras de la estación de Drancy, el principal campo de concentración y deportación de Francia durante la barbarie nazi, con capacidad para más de setenta mil personas. Hoy, a pocas cuadras de donde tuvo lugar aquel horror pero sesenta años después, en sus clases, la profesora Ladjali les propone escribir poesía clásica a sus alumnos, jóvenes marginales, inmigrantes de África y Asia en su mayoría. Sonetos propone la profesora a los estudiantes, que vienen de la cultura del rap, del acid rock y del heavy metal, y que están inmersos en una realidad social periférica e injusta, y sobreviven en un contexto económico sin porvenir. La profesora ensobra las primeras versiones de los sonetos y se los manda a Steiner, a quien no conoce. Y Steiner, profesor de las universidades de Yale, Nueva York, Ginebra y Oxford y Fellow extraordinario de la Universidad de Cam-
bridge, apenas tres días después, le escribe la que sería la primera de un intercambio de cartas en las que los dos, el profesor emérito y la profesora de la secundaria reflexionan sobre el trabajo de los que enseñan a alumnos de entre 13 y 18 años. Steiner, que en Harvard fue sucesor de la cátedra de poesía de T. S. Eliot —el autor de La tierra baldía que en 1948 recibió el premio Nobel—, acepta la propuesta de supervisar la escritura de jóvenes marginales. “Tanto su carta, le responde Steiner, como los escritos de sus alumnos me han emocionado profundamente”. Aceptará también, cuando los alumnos publiquen su libro de sonetos, escribir el prefacio y hasta cruzará luego el charco para encontrarse con ellos, unos cuantos estudiantes de quince años que se han esforzado escribiendo poemas bajo su supervisión rigurosa y el arduo trabajo de la profesora. ¿Qué es la experiencia de Ladjali sino el relato de una pasión por enseñar como la que aún tienen muchos profesores de literatura de la secundaria? Algunos hasta tienen aquí que soportar maltratos y acosos laborales por resistirse a transformar al aula en un club de divertimento; padecen las críticas de una u otra corriente didáctica según sea la moda que las ensalce; y no es raro que sean insultados por los padres de los mismos alumnos a quienes ellos pasan horas enseñándoles. En la cadena, les tocó estar entre los docentes de la primaria –pero no cuentan con el afecto que por ellos se tiene– y los de la universidad –pero sin el prestigio que da ejercer
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en el ámbito superior. Suelen cargar con el demérito y la desaprobación o son tan ignorados que se convierten en seres anónimos. Sin embargo, ninguno de esos vientos ha logrado derribar a los buenos profesores de la secundaria. Y aunque saben que ha caído en desuso la práctica de enseñar y que ya no está en boga la exigencia, ellos siguen empeñados en trasmitir. Y cada día, frente al aula, intentan el milagro del encuentro que se concreta en la transmisión del conocimiento. En el ejercicio del Magísterio renuevan el misterio de una profesión que es generosa porque construye siempre en los otros. La enseñanza propicia un aprendizaje que siempre es iluminador en el sentido de que revela una verdad de algún tipo. Es un ejercicio que abraza alma, cuerpo, intelecto, en un movimiento siempre inquietante y perturbador que conlleva enseñar y aprender. Esa es la experiencia de la profesora Lakjalí, ahora voy a contarles algunas de las mías en relación a la enseñanza de la literatura a estudiantes que tienen entre 13 y 18 años. Ahora voy a contar algunas experiencias personales en el aula. Primera: La alumna no tiene más de trece. Está parada cerca del escritorio, sola, esperándome. Abraza una carpeta de tapas duras, de un negro arratonado, de esas que se usaban treinta años atrás. Aunque sonría, es evidente que algo inquieta a esta chica. Hoy no hay prueba ni lección, ni entrega de trabajos prácticos. O sí hay me pregunto y yo lo he olvidado La alumna me habla bajo, como si estuviera contándome un secreto. Me le llama la atención que una estudiante tan joven abrace contra su pecho una cartapacio tan viejo. “No te entiendo bien”, le digo a la alumna. Más fuerte , le pido. La alumna, entonces, separa las tapas del cartapacio, despega las hojas, canson, amarilleadas en los bordes.
En cada hoja, un poema. Casi todos están escritos a máquina, con esa caligrafía de las máquinas manuales que hacían saltar algunas letras. Son poesías escritas por su padre, me cuenta la alumna, que murió cuando ella era tan chica. Hay también un par de hojas rayadas, sueltas, con poesías manuscritas. Las tachaduras indican que tal vez su padre estaba aún corrigiéndolas cuando murió. Para que usted las lea, me dice la alumna mientras pone la carpeta en mis manos. Y regresa enseguida a su banco. Todo pasó en apenas unos instantes que fueron brevísimos. Me hubiese gustado ponerme a leer los poemas allí mismo. Pero estoy frente a cuarenta chicos a los que tengo que dar clases y si no lo hace, ya se sabe. Además hoy tienen mucho que corregir. Sin embargo, entre un ejercicio y otro, tomo el cartapacio y leo al azar algún fragmento. Pero es una lectura irremediablemente apurada, incompleta. No, dice la chica con amorosa firmeza cuando, al terminar la clase, le anuncio que recién al día siguiente le devolveré las poesías. Las dos sostenemos la carpeta cada cual de un extremo. Mañana, le prometo tratando de retener el cartapacio. No, vuelve a decir la alumna y tira hasta quedárselo. Después gira y regresa al banco abrazando otra vez la carpeta contra el pecho. La escena, tan breve, pudo haberse perdido sumida en el vértigo de todos los acontecimientos que pasan diariamente en una escuela. Pudo habérsela tragado el remolino en el que mueren tantas veces los sucesos de mayor riqueza. Pudo haber terminado aplastada por las obligaciones, los timbres, los horarios y la burocracia de las planillas de calificaciones. Pero sin embargo el aliento de una poética poderosa la rescató de entre todo el resto de los sucesos. La poiesis y la transmisión recortaron esta experiencia para separarla de la rutina que suele amalgamar todo en un mismo bloque uniforme. Lo dijo
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Ricardo Piglia en el discurso de inauguración de la última Feria Internacional del Libro: El lugar del lector es el lugar de la poesía, (.) uno de los pocos espacios donde se puede establecer una temporalidad propia. Que la poesía, dijo Piglia, es la posibilidad de decir lo imposible Qué puede significar esta escena en la que un padre, que dejó este mundo antes de lo que se esperaba, lega a su hija unos cuantos poemas que van poniéndose amarillos Poemas que sin embargo resisten cada vez con más vida en las manos jóvenes de esta chica que está creciendo en un mundo que su padre ya no volverá a ver. Cuál es el significado de este patrimonio que tiene las huellas de su padre en la materialidad del lenguaje Cuál es el sentido de esta herencia que preserva los ojos con los que él miraba lo que veía y hasta cierto candor en la expresión de la felicidad y el dolor Por qué no pensar que la poesía es también ese movimiento que aquella mañana experimentaron la alumna y su profesora: un pase de manos casi secreto en el que los poetas, que fundan la creación con la respiración de las palabras propias, entregan sus verdades más genuinas. La poesía, porque es trascendencia, nos instala en la fe de las religiones y los credos, de los abismos y las alturas. Si es cierto que los lectores de poesía el más complejo de los lenguajes pueden interpretar cualquier discurso social, no tendríamos que preguntarnos por qué en nuestras escuelas se lee cada vez menos poesía Por qué el poema es una ausencia en los programas de lectura, una rareza en el mejor de los casos Cuántos de nuestros alumnos, después de pasar doce años en las aulas, egresan conociendo al menos un puñado de los poetas más relevantes La poesía muerde el hueso de la palabra, construye subjetividad, ordena el caos alrededor. Y en ese cierto orden que la poesía ofrece, nos ponemos de pie y surcamos
los días. Las palabras pesan en la poesía, le dan también espesura al pensamiento y en la expresión más verdadera encuentran su cauce. Sin embargo en las escuelas argentinas, cuántos estudiantes leyeron, a lo largo de la escolaridad completa, digamos, seis o siete poemas de distintos autores No participamos de la vida y de este mundo de igual manera cuando leemos las palabras reveladas que atraviesan el tiempo. Porque en su concisión, la poesía traspasa las capas de nuestra interioridad, la despliega y al mismo tiempo ahonda nuestra intimidad más reservada. El poeta Charles Orlson dijo en una de sus ecuaciones más famosas: La cabeza, por medio de la sílaba, a la palabra. El corazón, por medio del aliento, al verso . Por esa fundición, sangre-soplo, la poesía es el vigor de la palabra, su energía más pura, la fibra misma. Segunda: Turdera. El escenario es la escuela, el patio esta vez. Cuatro o cinco alumnos de uno de los cursos del secundario, que está en hora libre, salen del aula con un libro en la mano. El libro es Hamlet, de William Shakespeare, que empezaron a leer con la profesora de literatura la semana anterior y llegaron hasta la escena V del primer acto. La docente dejó dicho hasta qué página tienen que leer sus alumnos para la siguiente clase. Los estudiantes aprovechan la hora libre para adelantar el trabajo, buscan un lugar reparado pero con buena luz y cuando lo encuentran se tiran en el piso a leer al sol. Alguien les grita “Cuidado” desde la planta alta. Sucede que en la escuela hay albañiles desde hace varios meses. Con frecuencia se oyen dentro del aula los ruidos que provocan los martillos y las mazas. Alguna vez la profesora se vio obligada a cambiar a los alumnos a un aula que estuviera más alejada de los
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ruidos porque los golpes tapaban las voces de los alumnos y la suya propia. Desde el primer piso llegan chistidos y más alertas también. “Guarda”, advierten, y ahora son varios los que gritan, cada vez con más volumen. Sin embargo ninguno de los alumnos deja de leer. Que se corran, insisten en ordenarles desde arriba, que se vayan. ¿Los alumnos? Siguen leyendo a Shakespeare. “El milagro de la lectura”, dice Francesco Tonucci para referirse a estos prodigios de comunión entre un lector y un autor. Pero este relato escolar, en el que por supuesto advertimos la noción de ese momento inexplicable que enunció el pedagogo italiano, es también una representación simbólica de la lectura en la escuela sobre la que podríamos detenernos. Los alumnos no están leyendo por elección, tampoco eligieron el material de lectura. El libro no es una recomendación de un compañero o amigo, ni un best seller de autoayuda de esos que suelen circular entre los adolescentes. Más aún, Shakespeare es un autor que pocos leerían y, dicho sin pesimismo sino por observación y experiencia, casi con seguridad menos aún leerán cuando dejen la escuela. El texto forma parte de las “lecturas obligatorias”, concepto este último al que se oponen algunos porque lo consideran contradictorio en si mismo y también antiguo respecto de algunas concepciones didácticas. Lo rechazan también los que asocian la lectura con el placer que provoca únicamente lo que se elige. Pero conviene observarlo: a pesar de la obligatoriedad que impera desde el programa de Lengua y Literatura, los alumnos se compenetran tanto en la historia del príncipe de Dinamarca que desoyen a quienes intentan sacarlos de ese encuentro único. Y hasta hay que mencionar cierta identificación inevitable en el hecho de que tanto el protagonista como los alumnos
de Turdera salen a escena con un libro en las manos. Suele decirse que cuando leemos nos aislamos de este mundo. ¿Pero eso es así? Si se ajusta el foco en la narración de esta escena estudiantil de suburbio y se observa mejor, podría decirse más bien que la lectura no sólo no suspende la vida alrededor si no que la acción de descifrar signos puede incluso darnos el valor para seguir allí donde otros empiezan a temer, para continuar aún en medio del derrumbe y los peligros. Porque la lectura opera, también, como un catalizador de los cada vez más crecientes miedos sociales. No es menor el hecho de que son sólo algunos los alumnos que leen y no el curso completo. Es que la lectura exige voluntades, esfuerzo, tiempo, entrega, disposición porque entre otras muchas cosas es también una trama de acuerdos, es un pacto. Hay un índice en esta escena de lectura, y tal vez sea éste el mayor aporte. Los estudiantes no permanecen en el aula sino que salen al patio, y allí, en ese espacio abierto y público en el que todos circulamos, se mezclan con los otros e instalan la lectura en medio de los peligros y la caída. Es allí donde estos jóvenes intentan entender los signos que cuatrocientos años antes de que ellos nacieran alguien cargó con determinados sentidos. Este hecho, que los estudiantes salgan del aula y vayan hacia el patio para instalarse allí, tal vez sea una de las metáforas más ricas del acto de leer en la escuela: la lectura es un desplazamiento que construye subjetividad, construcción que será un modo de estar en el mundo. Con el otro, entre los otros. Soportando incluso permanecer bajo el riesgo del desmoronamiento y los escombros. Quizá esa sea la condición más importante de los estudiantes de la secundaria respecto al acto de leer. De las lecturas que hagan, de cómo aprendan a descifrar y de los riesgos
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que corran por entender, dependerá en definitiva el modo con el que intervengan en los universos y los espacios que habiten. Estos estudiantes, que no conocen a Ferdinando Camon, parecen suscribir sin embargo, en esta escena exquisita de escuela de periferia, las palabras de este otro italiano que en Perché leggere afirma: “Quien vive, vive la propia vida. Quien lee, vive en cambio las vidas de otros. Pero como una vida existe en relación con otras vidas, quien no lee no entra en esa relación, y por ende no siquiera vive la propia vida; la pierde”. Digamos por fin que la escena es además una representación del trabajo docente porque abarca también el deseo de la profesora de que sus alumnos, al salir de las aulas, hayan aprendido a leer el contenido de los signos y a poner el cuerpo en las cosas de la vida, aun cuando, por momentos, el mundo nos presione y parezca amenazarnos con desplomarse y derruirnos. Tercera: Era 1995 y estábamos participando de un congreso de literatura sobre exilio en la Universidad de Carson, California. Una noche, tarde, al salir del auditórium donde se había desarrollado un encuentro de narradores, me crucé con una profesora colombiana y volvimos juntas caminando por los senderos un tanto estrechos del campus apenas iluminado. Su apellido era Valdivieso y también ella daba clases de lectura y de escritura en escuelas secundarias. Las dos coincidimos acerca de lo difícil que resultaba a veces la docencia tanto en Colombia como en la Argentina y nos contamos historias de escuela y literatura. Era casi fines de agosto pero, aunque hacía aún bastante calor, era una noche tan oscura que adelantaba a las del invierno. Antes de separarnos Valdivieso me contó una última historia. Me dijo que una
vez, la profesora del hijo de García Márquez, después de leer en clase El Coronel no tiene quien le escriba, les dictó a sus alumnos un trabajo práctico a fin de comprobar si habían leído la novela. El práctico incluía un único punto en el que la profesora preguntaba “¿Qué significado tiene el gallo en la novela?” Antes de despedirlos la docente aclaró que al día siguiente todos los alumnos sin excepción entregarían sus trabajos para ser evaluados y que se consideraría esa nota parcial como una de las más importantes del mes. Por la tarde, ya en su casa, el hijo esperó al padre y lo acorraló para que el autor contestara la pregunta del práctico, pero García Márquez le dijo que desconocía cuál era ese significado. El hijo se enojó y le recordó al padre que era el autor de la novela. -Pero no sé contestar la pregunta de tu maestra. -Tienes que saberlo. Se supone que yo seré el alumno que mañana llevará la respuesta más correcta de toda la clase. Entonces el padre fue a sentarse a la mesa y el hijo lo siguió. Uno frente a otro, los dos permanecieron en silencio mientras García Márquez concentrado buscaba una respuesta. Al cabo de unos minutos el escritor le ordenó al hijo que escribiera en su cuaderno. -El gallo –le dictó García Márquez- es un gallo. -¿Así? -Tan así. -¿Y qué más? –preguntó el hijo -Y punto –dijo García Márquez. El hijo puso el punto final de la oración y volvió a preguntarle al padre. -¿Eso es todo? -Todo –dijo García Márquez. Dicen que al día siguiente, sentada a su escritorio frente a la clase, la profesora se enojó cuando corrigió esa respuesta. Y que esa mis-
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ma tarde, ya en su casa, el hijo se enojó con el padre por el aplazo que se había ligado. -No sabes nada de esa historia que has escrito –le dijo cuando llegó de la escuela con la nota más baja del curso. Le creí a la colombiana en la oscuridad de aquella noche cerrada. Pero la historia, que remite al relato de aprendizaje, es poderosa aun cuando no sea cierta. La verdad que surge de aquel relato que me contó Valdivieso lo trasciende y lo hace prescindir de la necesidad de que el suceso haya ocurrido en la realidad. Tal vez esta historia, un koan zen que es también de iniciación, no haya sucedido nunca y el relato haya ido creciendo y creciendo a la manera de la historia de Algo grave va a suceder en el pueblo, aquel cuento que García Márquez escribió sólo después de narrarlo oralmente en un congreso de escritores a los que les aclaró como si hiciera falta: “para que vean cómo cambia cuando lo escriba”. Todos los años, después de leer en clase las primeras páginas de El coronel no tiene quién le escriba suelo contarles a mis alumnos del secundario la historia que me contó la profesora colombiana. Muchas veces, al repetir también el relato en salas de profesores, en las conversaciones entre una clase y otra, algunos colegas me aseguraron haber leído la misma anécdota en publicaciones literarias o pedagógicas que sin embargo nunca pudieron citar con precisión. Aun cuando nada de aquella historia escolar haya pasado, año tras año, el relato produce en mis alumnos un efecto que hace un eco inmediato en los modos en que los estudiantes entran luego en lo que queda de la lectura. Algo cambia en ellos en la manera en que leen el resto de la novela. La historia de García Márquez y su hijo tratando de resolver un trabajo práctico escolar sobre la novela del propio autor en algún sentido descoloca a los estudiantes. Tal vez porque
logra desplazar una zona del imaginario que se alimenta en las escuelas desde los primeros grados y que ha ido cristalizando ciertos formulados que se sostienen en el plano de las aseveraciones implícitas. Que la literatura termina siendo un juego de adivinanzas en el que los lectores tienen que desentrañar enigmas y acertijos. Que los libros, al ingresar en los ámbitos educativos son “tomados” por los docentes que terminan sabiendo más sobre ellos que los propios autores. Que frente a un texto literario la autoridad del docente será indiscutida y siempre superior a la de los alumnos, incluso a la de los mismos escritores. Y si dije antes que el relato era poderoso es porque después de contárselos, al avanzar por la páginas de El coronel …, no son pocos los alumnos que empiezan a leer la novela revelando los signos que el autor fue distribuyendo aquí y allá. Puede pensarse que es por rebeldía adolescente. Se sabe, basta que uno les diga que no hagan algo para que acometan y viceversa. Puede ser, pero creo que hay algo más allí. Es como si pudieran acceder a un mecanismo que es simple y complejo al mismo tiempo, como si aquella historia del padre y el hijo les destrabara la lectura, tal vez porque revela una poética narrativa al mismo tiempo que instala una ideología. Lo cierto es que a partir de ese momento muchos alumnos empiezan a leer la novela como si lo hicieran con una llave de oro, una llave dada por el escritor para descubrir los secretos misterios de la historia, aquellos que él mismo no pudo desentrañar porque estaba demasiado ocupado en contar la historia del modo más bello posible. Ocupado también, pero eso sólo los alumnos lo descubrirán en la última página, en escribir uno de los mejores finales de la literatura universal. Es difícil a veces dar literatura en la secundaria. Puede ser muy difícil según sean las escuelas, los directores o los alumnos. Más
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de una vez acepté la sugerencia de incluir en los programas libros y autores que las editoriales destinan al estante de literatura juvenil. La experiencia no siempre fue buena y quizás, por la blandura de sus historias y la chatura de sus personajes, los alumnos leen esos textos escritos “para jóvenes” y no se les mueve un pelo. Son historias planas a las que se les adivina una intención. Lo dijo André Gide, que “la buena literatura no se hace con las buenas intenciones ni con los buenos sentimientos”. Probablemente los autores que escriben historias con intenciones de moralizar, de mostrarles lo que está bien y lo que está mal, terminan siempre planchando a los lectores a fuerza de correr tras objetivos didácticos. Por suerte siempre están los otros para lograr que los alumnos salgan de ese sopor en el que caen cuando leen ciertos textos escritos especialmente “para ellos”. Los escritores que escriben para lectores, de 13, 18, 19, 47, 63 o 95. Que escriben con las manos calientes y las tripas envenenadas y que los inician en la literatura con esas buenas historias escritas desde las vísceras. Ángela Pradelli (Buenos Aires). Es narradora, poeta y profesora en Letras. Da clases de Literatura en el nivel Polimodal y coordina talleres de escritura. Ha recibido diversas distinciones en distintos certámenes de narrativa y poesía, y por sus artículos publicados en materia de educación y lenguaje. Publicó Las cosas ocultas (Ediciones del Dock, 1996), Amigas mías (Premio Emecé, 2002), Turdera (Emecé, 2003), Lugar del padre (Premio Clarín de Novela, Alfaguara, 2004) y Libro de lectura, crónicas de una docente argentina (Emencé, 2006). En 2007 recibe el Tercer Premio Municipal de Novela, bienio 2001-2003, por su novela Turdera.
Apuntes sobre la lectura (en el contexto del proyecto leer es un poder) Enrique Arenas
I La juventud biológica es de todo sabida una etapa provisional, transitoria de nuestra existencia. Otro tanto ocurre con nuestra niñez. Los escritores que trabajan con estos temas son ante todos lectores de literatura de todas las edades, de todas las épocas y lectores de toda su vida y de todas sus experiencias; lectores permanentes y apasionados y que entre otras muchas cosas leen toda clase de literatura, toda clase de libros sobre el arte, la cultura y hasta las ciencias; su lectura del mundo y de sí mismos así se lo exige también y digo esto porque muchas personas piensan que quien escribe para jóvenes o niños es solamente un lector que se especializa y prepara para escribir sobre estos tópicos, que son sólo escritores para estos temas y que en consecuencia, sólo leen sobre ese universo; pero la realidad es que un buen y avezado lector lo es sobre lo más disímil, lo es por gusto, necesidad y pasión y no tiene ni se establece barreras ni fronteras para disfrutar el asombro o la interpretación de la realidad o del libros; así mismo el auténtico escritor, aquel que se siente llamado a expresar o verter su emoción o experiencias en la escritura en sus diversas formas y géneros, lo hace por la apremiante convocatoria y necesidad de darle sentido a lo vivido o leído; requiere interpretar y articular en un mundo alterno lo que caótica y sorpresivamente se agolpe ante sus sentidos, de modo que si bien es cierto que ayuda mucho al joven o al niño comenzar iniciarlos con las obras escritas para o con temática atinente al mudo experiencial, realista o fantástico de esas edades y que también estar siempre con-
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ciente de que si bien es cierto muchas de estas obras contienen las más de las veces cuestiones profundas, problemas de gran hondura vital en su aparente simplicidad o sencillez, que esa honda indagación del mundo o de la existencia en ellas contenidas va más allá de sus búsqueda temáticas co estéticas en el sentido en errumbar al niño o al joven también para obras de otro carácter, para la llamada literatura para adultos, tanto o más imaginativa o profunda que las mencionadas, es decir, la lectura debe concebirse desde la edad más tierna como un proceso lúdico, cognitivo, experiencial, emocional, crítica y reflexivamente permanente para toda la vida y en el cual los diversos tramos o épocas o temáticas de la lectura han de plantearse y considerarse como un continuum, como permanente tránsito y prolongación a lo largo de nuestra existencia. Así concebido el acto de leer, debe acompañar, pautar, ritmar las etapas de descubrimiento, de asombro, de goce, de juego y conocimiento de nuestro periplo vital. Debe permitir ir viendo, revelando, advirtiéndonos a nosotros mismo, darnos la conciencia de que estamos experimentando ante el mundo y el libro mientras nos introducimos en ambas instancias y tomar conciencia, vivir concientes de la vida como aventura, saber y apertura lúdica, vale decir perplejidad. Con el título del maestro Moisés Cordovero, Guía de Perplejos, pudiéramos denominar esta travesía por la lectura y sus concomitancias; leer de niño y leer de joven debe ser una vigorosa y maravillosa excursión en sí misma pero al mismo tiempo debe ser el bildungsroman de nuestro aprendizaje para la contínua navegación de leer siempre y de toda clase de obras de calidad y si eso lo hacemos jóvenes o niños, si alcanzamos esa meta y esa prolongación al mismo tiempo que nadamos por las aguas prodigiosas de la literatura infantil o juvenil, mejor que mejor. Introducir a jóvenes o pe-
queños desde la literatura acorde en temática con su edad para gozarla reflexivamente en sí misma y abrir puertas, crear puentes y expandir horizontes para las obras de los clásicos o contemporáneos que vendrán. Además hay que recordar para reforzar este aserto que existe también las grandes obras para adultos entre los clásicos, obras en muchos aspectos, viables para niños o jóvenes, obras que sin haber sido pensadas o realizadas ni intencional ni deliberadamente hechas para niños contienen capítulos, fragmentos, trozos, aspectos temáticos que pueden ser degustados, aceptados, entendidos o reflexionados por jóvenes o niños de manera placentera; también en obras escritas para esas edades cuya problemática, situaciones, perspectivas, etc., transcienden estas etapas de la vida u otras que no lo han sido y sin embargo tienen la apariencia anecdótica, lúdica o de aventuras, el carácter y la aparente accesibilidad para la niñez o juventud. De modo que las diferentes formas que adopten las escrituras de ficción, narrativas, dramáticas o poéticas, si son de gran calidad, no deben llamarnos a engaños; en buen cristiano esto quiere decir que si la buena, amena y permanente literatura por su calidad estética y crítica y tiene como sustancia esta permanente transición, esta esencial continuación de la lectura y la escritura. Los temas, mecanismos y registros del texto literario son permanentes, la provisionalidad está en los lectores, en lo efímero de sus edades vitales y respectiva recepción, pero también paradójicamente lo efímero es sobrepasado cuando edades vitales como totalidad, como proyecto vital integral y encuentro para toda la existencia con la lectura y la lectura coinciden esencialmente con el proyecto permanente y constante de la obra como aventura y de la emoción y el intelecto abierto a todos los horizontes y veredas; vale decir, cuando desde niño y joven la literatura de ficción prepara al
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hombre que afectiva, sensible y epistémicamente nunca deja de ser niño para mayor gloria del vivir y del soñar; leer es hacer crecer lo mejor del hombre en el niño y en el joven, leer es despertar siempre en el hombre y en el ciudadano al niño trasgresor, alterador de su realidad y crítico de lo que ve o le parece defectuoso o el mundo; leer para el niño, joven, adulto hombre es ser todo eso al mismo tiempo para habitar con plenitud el éxtasis y las maravillas de estar vivo; lectura y escritura son anverso y reverso del descubrimiento de la continuidad, de vivir siempre como seres pensantes, creadores y dueños de su destino y su propia conciencia; leer es hacer emerger la conciencia de para qué estar en el mundo. Lectura y escritura son el proyecto humano para articular niño, joven, hombre, ciudadano a la experiencia excitante y necesaria para rebasar la rutina o la animalidad como únicas perspectivas de habitar la tierra, es descubrir nuestro continuo crecimiento, nuestro continuo paraíso y nuestro infierno. II Hubo un tiempo en nuestro país en que los docentes de educación primaria y secundaria eran escritores, poetas, periodistas ya ejercieran como abogados, ingenieros, matemáticos, maestros o médicos; eran en todo caso lectores por pasión, por gusto, por necesidad vital y si bien debían como ahora y siempre cumplir un programa y enseñar los conocimientos de la escolaridad siempre sacaban o parecían tener tiempo para sus propias lecturas, para amar los libros, para recomendarlos e incluso para asistir a tertulia, crear peñas culturales o literarias, asociaciones intelectuales o sociedades artísticas que animaban y fortalecían con sus propios escritos. Entonces, escritor, docente y lector conformaban una prodigiosa y sólida unidad
orgánica y articulada. La función docente, creativa, la promoción cultural y la lectura intercambiaban sus tesoros y legados. El maestro lector era un intelectual, un humanista aún cuando no fuera escritor; por el hecho de ser lector concurrían en él diversas facetas y funciones integrales e integradoras de la escuela, la vida cultural y la comunidad. El bachiller y el maestro, el doctor o e escritor que además fuera educador, eran modelos de actuación afectiva, pública, social. Leer era para estas personas una actividad gozosa y reflexiva, una aventura y una forma de adquirir el conocimiento y la cultura como un saber sabroso y un placer desinteresado y apremiante, no hay que perder la esperanza, no hay que dejar de echar una mirada hacia atrás para recuperar lo positivo que podamos actualiza, que haya que recobrar de esos tiempos. Habrá que actualizar esos convivios, esos conversatorios, quizás en la forma actual de talleres de buena conversación, comentario, lectura e interpretación de textos, quizá hasta en tertulias caseras con los maestros y los escritores para consolidar buenos lectores y quizá hasta talleres para padres en este sentido. Y si bien no siempre todo tiempo pasado fue mejor, no hay que descuidar, repito, por ello cuantas experiencias podamos integrar a nuestro presente en la búsqueda de caminos y estrategias, de formas amenas y flexibles de discusión e interpretación de grandes obras nacionales o de otras latitudes a fin de enriquecer nuestra vida y ampliar nuestra percepción de la realidad, el mundo y la cultura, volver si es que alguna vez lo tuvimos al tiempo en que nuestra gente leía, gozaba, discutía y se transportaba a mundos imaginarios, los creaban alternativamente o se confrontaban o se separaban, acaloradamente por disentir de lo que leían; se trata de recobrar aquí y ahora ese movimiento,
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esa actitud de existencial, ese sentir que vivo, que estoy viviendo mientras nos acercamos al conocimiento, a la emoción, a la aventura de leer un buen libro, una obra maestra de cualquier rama del saber y de la cultura. Tenemos que aprender a leer por apremio sensible, como quien digiere gustoso un buen plato o como si hiciéramos el amor, pues de eso se trata de concebir la necesidad del conocimiento y de la cultura como una erótica de la existencia, como estar en distante disposición de enamoramiento, como quien elige un camino, una meta, un objetivo, por mística, por un llamado y no por obligación y normativa y a este respecto, creo que hay que desescolarizar la lectura con el saber, el conocimiento, la cultura en lo que tal proceso tiene de rígido, mecánico, frío, penalizado, desconectado del vivir, del soñar, del placer y de la realidad y tiempo que habitamos. Y eso, habitar el libro y la lectura como nuestra casa, como nuestro cuerpo, como nuestro cuarto, nuestro jardín. Ese proceso represivo, obligatorio y normativo, si no se combate o transforma nos mata como seres vivientes, sintientes y pensantes y a la larga nos hace una especie de zombies o robots con títulos, hay que desescolarizar, desalambrar en el sentido antes apuntado, todos los niveles de la educación desde la escuela hasta la universidad para lograr personas que imaginen, creen, reflexionen, disientan y se hagan auténticos ciudadanos, gentes y personas de verdad verdad y no seres que se dañen y/o vayan a dañar a los demás; en cualquier nivel de la vida pública o privada, donde se desempeñen, donde se relacionen o alternen, siempre habrá más posibilidad de cultivar valores y saberes que nos ayuden a vivir y compartir no sólo con nuestros semejantes si nos hacemos buenos lectores, mejores personas. Habrá también más posibilidades para contribuir con nuestro país, pues adquiriremos más conciencia,
valoraremos más los bienes y legados de nuestros ancestros y estaremos en condiciones inmejorables de ejercer plenamente la ciudadanía, la pertenencia y la comprensión del mundo el que nacimos habitamos y luchamos. En el proceso por medio del cual recibimos conocimientos y experiencias, reforzamos los saberes que ya poseemos; en ese proceso también de comunicar, comunicarnos y transmitir lo que leemos y aprendemos, nos vamos compenetrando más con el país, el oficio que ejercemos, el horizonte a que nos convoca; a movernos hasta la configuración de nuestra personalidad individual y colectiva más sabia y reflexivamente asumida. Leer es pues crear el contexto de fragua de nuestra ciudadanía, nuestro despertar a la cultura en que gravitamos; proyectar el sueño lúcido de nuestra propia existencia y cooperar con los otros para un mejor entendimiento de nuestra historia, de nuestra realidad, y todo aquello que recibamos de una educación plena, abierta y que combine espontaneidad, espiritualidad y planeación. III La lectura, en un individuo o en varios, pasa por distintas etapas y niveles, sucesivos o simultáneos, polifónicos o partiturales. Leer por placer, por distracción, por divertimento, luego leer por aventura y para adentrarse a zonas desconocidas o prohibidas de uno mismo o del otro. La lectura para internarse en ámbitos ignorados, ignotos de la realidad cotidiana, para arriesgarse por espacios, peligroso, hostiles, fantásticos o metafísicos. Leer para entrenarse en lo difícil y abstruso, por el goce matemático o lúdico de resolver problemas, descifrar enigmas; ha y la lectura para vivir y vivirnos las experiencias limites de los otros, hay también la lectura para acceder al reverso e intenso estiramiento de nuestros propios dones, limites y capacidades.
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Hay, incluso, quienes leen lo otro, los otros en nuestra propia y específica experiencia de habitar, vivir y soñar; así la lectura es también una semiótica y una hermenéutica, vale decir, una operación intelectual, un trabajo emotivo- cognitivo que conduce a la reflexión y a la interpretación de la obra leída como una partitura musical con tonos, acordes, claves y códigos para construir su sistema de configuración, de modulación, de escenificación ante nuestros ojos y sentidos- de su propio gestarse y del nacimiento a través de ella, de otros sistemas análogos contrastantes de revelación de la realidad y lo humano. Contribuye, como ha dicho Harold Bloom de Shakespeare a la “invención de lo humano”. Así se ha dicho siempre que la literatura y el arte configuran mejor que otra expresión de la cultura la personalidad colectiva de un país. Paradojas: las voces y los registros más personales y singulares de quienes escriben o leen, las sacamos a flote de sus entrañas más hondas; la substancia, el gesto, las raíces, el andante, el cuerpo y los rostros de una nación se perfilan a través de la práctica de individuos. Se dice también siempre que cuál sería el destino constitutivo y la marca ontológica de Grecia sin Homero, de Alemania sin Goethe, de Norte América sin Whitman y de Latinoamérica sin Vallejo, Lezama o Guimaraes Rosa. Y la introspección y la extrospección laica o sagrada, hedonista o quirúrgica de los escritores, no importa cuál sea su procedimiento y talento, su genio y talante, suele pasar siempre por disímiles modos de construcción de esas señas y huellas de identidad. Porque son muchos y variados los tonos, las búsquedas y rumbos por los que se accede a darle voz y cuerpo sustantivo y orgánico a un mito, una ficción o un molde estético-ontológico, a una cultura específica o a una particular visión, pasión
y elucidación de un lugar, región , espaciotemporal. El borococo y un río de los Andes venezolanos dichos en lenguaje alucinatorio, de sueño, de sonámbula resonancia; el encuadre de un pote de basura, el claxon, el espectro ciudadano de Dictado por la Jauría; los seres que extravían sus pasos y voces en la ciudad de Paz, Villaurrutia, Cadenas o Calzadilla; el trópico de simbiosis y cifras, de lenguaje diverso de Rojas Guardia, Gerbasi, Álvarez, Palomares o Crespo; la cárcel del Perú Vallejiana o el alba de Cesaire, la cosmogonía de Neruda, Gabriel Dávila Andrade o Lezama; la noche de Juarroz, Borges, Curiel o Pérez Perdomo no sólo inciden y hunden su hilatura ctónica o tenebrosa en una tradición, unas formas y una hermenéutica unánime en misterio y revelación de lo otro enigmático, desconcertante y desasosegador sino esencialmente en el descubrimiento de la singular y particular exploración de sus lares, situaciones vitales, desde sus intrínsecos entornos en dialógico y trágico contubernio de lo propio y de lo ajeno; porque la construcción de una identidad verbal y temática en los procesos del texto literario no se explicita así de una forma mecánica, evidente, obvia sino que reiteramos, se va tejiendo, armando con secreta pero eficaz parsimonia desde lo inédito, desde lo ignoto o desconocido, de lo mismo, de lo común y de fácil acceso hacia la recepción raigal de lo inaudible, hacia el modo inusual o inadvertido del silencio específico, del andar y el pasar singulares, del ver, sentir y relacionar que aunque personal y original se vincula de otra forma, de manera inaugural con lo tradicional, arcaico, con un arraigo que sólo el gran escritor arranca y traduce de otra forma desde la cultura que comparte con sus congéneres o compatriotas. Y esa veta, señal o huella que subraya o hace emerger el gran escritor con un recurso y
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registro que otro ni había hecho o visto de lo propio, es el gran aporte de la literatura a la cultura del mundo desde un espacio concreto y situado. La experiencia de observar, de prestar constante y observada atención, a su anterior y al mundo que lo rodea, constituye el gran entrenamiento del escritor para revelar y develar otros mundo, otro ámbito dentro de su mundo cotidiano; la lectura inusual, creadora de aspectos invisibles de lo que le rodea, de lo que ha vivido, se va ahondando, enriqueciendo, ampliando con el de los universos paralelos que ha encontrado, descubierto o soñado desde sus lecturas decisivas; leer las grandes obras de la literatura, vivirlas ensoñándolas, aprender de sus experiencias, formas y vivencias, incluso de sus distanciamientos, amplía la posibilidad de ver las otras, las inéditas aristas del mundo; vislumbrar, acercarse cada vez más a las laderas, horizonte, posibilidades y virtualidades secretas de lo real y desde allí, desde la realidad iluminada, abierta y poéticamente relacionante, atravesar lo obvio, lo anecdótico tanto del mundo como del libro y desde esa dimensión germinativa e incesante, construir un dialogo perenne y anchuroso de la ficción y de lo real; realidad contaminada de fuerza, ensoñación, inteligencia, sensibilidad, lucidez y nuevas relaciones de conocimiento y emoción y ficción vivida como realidad nutriente, visionaria y subversiva que retorna una y otra vez al mundo, recreándose y viéndose, haciéndose y mirándose como la alteridad necesaria y vital para que todo oscile, de vueltas y se revele vivo y atormentado de conciencia y violencia, de fuego y esplendor; ahondar en la escritura, quiere decir, acceder a las formas y visiones por los que la costumbre y el hábito sueltan sus amarras para revelarse como lo otro que fulge en lo mismo, como lo mismo en lo otro que lo niega; vale decir, para poder explorar, crear y leer todas las vertientes, todas las posi-
bilidades nuevas de expresión y de impresión que puedan salir, emerger de lo conocido por la presión de la conjunción de lo vivido y lo leído como una pasión y como un destino. Así el escritor lee en el mundo las riquezas emocionales, intelectuales, colectivas, epistémicas, sintácticas que los libro le abren en su entendimiento, experiencias y talantes, y también lee y retoma en sus lecturas las cosas, los asuntos, los problemas, dramas y situaciones a los que le ha llevado, le ha conducido o impelido el vivir como un riesgo, como una aventura, como una aporía, como un éxtasis; construir una identidad en literatura se traduce en un ir detectando los reversos, los signos ocultos y transgresores de lo habitual que constituye al mismo tiempo, el anverso revelador, luminoso y sugeridor constante del asombro que pueda arrancarse a lo cotidiano y circunstante, cuando el instrumento y la mirada que se ha ido forjando en la vida de la experiencia y en la experiencia de la vida pasa por el meridiano de un proceso de lectura-escritura del mundo, la sociedad y la historia, y desde allí se devuelve y revuelve constantemente a su origen, a sus orígenes, a fin de engendra una respiración, un cuerpo de ideas, emociones y deseos, una visión que resulte ser también anatomía poética de una colectividad. IV El entrenamiento ya más especializado de la lectura desemboca en la crítica; así cuando la lectura sin abandonar su sentido de goce, de aventura, de vivencia descubridora y absorta va profundizando en sus niveles de aprehensión y de reflexión, estamos en un territorio de oficio, el trabajo crítico. Y la crítica literaria y más aún la de la poesía, aunque aspira a una cierta y relativa totalidad de sentido no puede menos que trabajar con el fragmento. La crítica a la poesía en su aspecto
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de cita y concreción detallada cuasiaprobatoria o mejor, aproximativa a un significado, se debate entre la parte y la totalidad. La lectura global, vale decir, la visión sintética que señala o apunta al asunto, al tema, al sentido, o como se quiera designarlo, se enrumba las más de las veces a desmontar o hacer emerger la moción, la noción epistémico, emociona, lúdica y reflexiva, esencial de una propuesta estética, de una sensible y concreta expresión poemática. Pero la operación cognitiva y sentimental de ese trabajo dilucidante pasa necesariamente por el meridiano del detalle, de la cita. El crítico de poesía ensaya construir su simulacro de la génesis, de la elaboración o de la emergencia lírica, trabándose en lucha tenaz entusiasta y reveladora de un lugar parcial, acotado que su atracción o selección sensibles elige para desde allí remontarse o visualizar el escenario universal, cohesionador de las formas y el mensaje poético. La rima o el verso libre se ven así oscilantemente detenidos para descubrir, desmantelar o apreciar los tramos y las tramas esenciales de la emisión de una escritura de flujo y ritmos enderezados a organizar microtemática y sintácticamente un mundo de representaciones acordes y sentires que contienen en móvil y contenida tensión la tendencia, la dirección y la fuente constante de la macroexpresión del texto o conjunto tramado de textos. El desglose localizado de fragmentos de un poema o poemas, la elección de la cita de un poema corto o de trozos o substrozos de otro, exigen para su rigor elucidatorio una roma de totalidad, un sabio remedo del todo del libro de poemas que se estudie o analice, substrozos del poema extenso o subfragmentos de textos de un mismo libro de poemas; una selección lúcida y cuidadosa que no sólo apunte al buen juicio y tino del crítico, a su acierto
para vislumbrar atmósferas o teatros del sentido y de las significaciones de su propia labor visualizante y esclarecedora de la poesía sino también que nos ayude no sólo a ver ya hondar en la capacidad del poeta para lograr síntesis perfecta de todo su proyecto lírico, en esas cuantas calas o tramos que el crítico ha elegido para seducirnos y convencernos del poder del poema y del poeta, tanto para convencernos y revelarnos que la cita o fragmento es fecunda y prodigiosa, sino también para persuadirlo que de una cita adecuada puede vislumbrarse toda una textualidad existente o virtual; que toda crítica no puede más que trabajar con fragmentos a los cuales inventa o desde las cuales nos convence de que en los trozos elegidos se actualiza o revela como un latido o parece luminosamente hacerlo, la totalidad de los textos porque nos dirige con sabiduría e inteligencia a un espacio de sentido en el que y por el que tal prodigio parece erguirse ante nosotros. Crítica de fragmentos porque no pese la omnivisión de Dios para lee de una hojeada todo el libro de poemas pero que puede alcanzar a través de detalles, escorzos y trozos amorosa y lúcidamente entrevistos y seleccionados, el poder visionario del poeta en marcha hacia su propia integralidad de captación y vislumbre, lucidez del lector y crítico para encaminarnos hacia esa iluminación de las formas cohesivas y articuladas a partir de un punto, capacidad de los elementos y aspectos parciales del poema elegidos para asomar la vibración, entonación y articulada persecución de su propia totalidad desde ese ojo fragmentario, desde esa difracción. La crítica es así, el saber y sabor del fragmento. Claro, teniendo cuidado antes de tener una o varias lecturas globales del libro.
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Enrique Arenas Capiello (Zulia). Profesor y literato. Cursó sus estudios de bachillerato en el liceo Cecilio Acosta en el estado Falcón. Se traslada al Zulia y se gradúa en LUZ como licenciado en Letras, mención Letras Hispanas, en 1967. Con constancia y dedicación ha logrado inculcar conocimientos y aprendizaje en generaciones de universitarios. Es autor del prólogo crítico a la antología del poeta Paúl González Palencia y participó en el prólogo crítico de la obra “El Mirador” de Carlos Ildemar Pérez.
Ángela Pradelli, Martha Santos, Laura Antillano y Enrique Arenas.
Enrique Arenas.
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Lo fantástico necesario Ponente: Armando Sequera
Lo fantástico latinoamericano Armando José Sequera
Aunque habitualmente se considera que la literatura fantástica es aquella en la cual conviven hechos y personajes sobrenaturales o mágicos con personajes y sucesos del mundo real, este concepto parece limitarse a lo que se escribe en Europa, Australia, Estados Unidos y Canadá. En los tratados de literatura fantástica, no se incluye lo que, al respecto, se hace en Asia, África y la parte de nuestro continente comprendida entre México y Chile. Específicamente, en nuestro continente, una obra que se adecúe a la definición con la que abrimos esta ponencia no es considerada fantástica, por el solo hecho de ser escrita fuera de los grandes centros editoriales europeos, australianos y norteamericanos. Prueba de ello es que una novela extraordinaria como La invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares, no es considerada legítimamente fantástica o de ciencia ficción, por el sólo hecho de haber sido escrita por un autor no anglosajón. Si los historiadores y críticos literarios de Estados Unidos y Europa –y, por consiguiente, gran parte de los nuestros, que repite sus informaciones sin procesarlas–, vieran más allá de sus autores y editoriales, La invención de Morel estaría a la altura de obras maestras de la ciencia ficción como Crónicas marcianas, de Ray Bradbury o la serie de las Fundaciones, de Isaac Asimov. Pero no, de hecho, el otro día me topé en Internet con un comentario pretendidamente serio que hacía un crítico latinoamericano, en el que catalogaba a esta obra magistral como
“una muestra de que también en Latinoamérica podemos hacer literatura fantástica”. ¡Por Dios! ¡Qué autoestima tan baja! Si uno se toma el trabajo de leer los ensayos históricos sobre la literatura fantástica o algunas de sus derivaciones, como la ciencia ficción o el terror, las escasas menciones a obras latinoamericanas son de ese estilo infravalorativo. Y la razón por la que no se toman en cuenta es porque no se ajustan al molde fraguado en los países editorialmente fuertes y en las lenguas de naciones con economía poderosa. Tal molde exige que, si usted quiere hacer una obra fantástica, no sólo debe emplear personajes y acontecimientos sobrenaturales tradicionales de Europa, como los vampiros, los fantasmas, los hombres lobos y las brujas, sino que debe cambiar su nombre por otro que suene internacional o global, es decir, anglosajón o, cuando menos, francés. Aquí no valen exotismos. Quizás por ello, en los concursos literarios de Venezuela y otros países americanos, abundan los relatos con duendes, hadas y ogros, principalmente, cuando tales textos están dirigidos al público infantil o juvenil. Tales relatos van acompañados con pseudónimos tan extravagantes como Elvis de Baskerville, George Beckham o Madonna Saint Laurent. Esto lleva a que, si un escritor de nuestro continente usa el colosal acerbo de personajes tradicionales propios, provenientes no sólo de las diversas regiones españolas de las que fueron nativos los conquistadores y colonizadores, sino también de las múltiples etnias indígenas y africanas que han confluido en nuestro continente, se le confieran a sus textos
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calificativos despectivos como costumbristas, folkloristas y, en confianza, tierrúos. Entre nosotros, los hispanoparlantes, lo fantástico y lo sobrenatural conviven estrechamente, sin límites precisos. Pero tal particularidad, en lugar de figurar como una forma particular de literatura fantástica, se excluye de ésta y se considera según planos, categorías y subgéneros que se inventan ex profeso para dejarla fuera. Los críticos foráneos han clasificado a nuestra literatura fantástica con motes tales como realismo maravilloso o realismo mágico, sin advertir que ambos adjetivos –mágico y maravilloso–, reflejan la esencia de lo que los europeos tildan de fantástico. Esto es lo que ha dado pie a que, cuando se habla de literatura fantástica en el continente americano de lengua española, se diga que son muy pocas las obras que pueden considerarse como tales. Sin embargo, cuando hacemos un recuento de obras literarias que son decididamente fantásticas, a la manera en que se presenta la fantasía en nuestro continente, nos topamos con una sorpresa: gran parte de las novelas consideradas obras maestras tienen cabida aquí. Es el caso de los tres títulos que he elegido a manera de muestra: El reino de este mundo, de Alejo Carpentier; Pedro Páramo, de Juan Rulfo; y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. En El reino de este mundo, el personaje Mackandal organiza una rebelión de esclavos, pero es capturado por los amos. Cuando éstos lo llevan a la hoguera, a manera de escarmiento, él escapa de las llamas en forma de un mosquito zumbón, gracias a una capacidad mágica que posee, de transformarse en cualquier animal. Sin embargo, a los ojos de los amos –y de los críticos literarios que actúan como
antenas parabólicas de las teorías foráneas–, Mackandal muere y sólo presencian su metamorfosis liberadora los esclavos que asisten a su ejecución. Por lo tanto, no perciben que esta capacidad de Mackandal genera una atmósfera de esperanza que incide tanto en la realidad que la determina. La novela Pedro Páramo se desarrolla casi íntegramente en Comala, un pueblo mexicano fantasma que nació de la imaginación de Juan Rulfo. A dicho pueblo viaja Juan Preciado, uno de los muchos hijos de Pedro Páramo, a conocerlo. Todos los personajes de la obra están muertos y, sin embargo, interactúan como si no lo estuvieran. De hecho, tanto Juan Preciado como Pedro Páramo son difuntos y no lo saben. Por ello indigna tanto que los críticos no consideren fantástica a esta genial novela, pese a estar enteramente habitada de espectros. En Cien años de soledad, como sabemos, hay gran cantidad de personajes y escenarios extraordinariamente fantásticos como los miembros de la familia Buendía que nacen con cola de cerdo, el propio pueblo de Macondo o Remedios Buendía, conocida como La Bella, que en cierto momento asciende en cuerpo y alma hacia el cielo. Menciono sólo estas tres obras para establecer mi posición y para pedir a quienes se ocupan de estudiar la literatura fantástica en España o Hispanoamérica que reevalúen su trabajo y comprendan que en nuestro continente la fantasía es tan rica que hasta se hace cotidiana. La tendencia a extirpar nuestra literatura de todas partes, minusvalorándola o, simplemente, ignorándola, lamentablemente ha sido adoptada por nuestras universidades, tras copiarla de las universidades estadounidenses o europeas, donde sólo lo que se hace en sus respectivos países tiene valor. Ello habla muy mal de nuestros críticos
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literarios, pero ese es otro asunto y el único propósito de este breve texto es llamar la atención sobre algo que, hasta ahora, se ha pasado por alto. Armando José Sequera (Caracas). Escritor y periodista venezolano, autor de una treintena de libros, la mayoría de narrativa. Licenciado en Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela. Ha obtenido quince premios literarios, entre ellos el Casa de las Américas (1979) por Evitarle malos pasos a la gente. Por Píldoras de Dinosaurio recibió el Premio de Literatura para niños y jóvenes “Rafael Rivero Oramas” (mención Libro Informativo) del Ministerio de Educación (Caracas 1997). Premio de la Bienal Latinoamericana “Canta Pirulero” del Ateneo de Valencia.
Rachel Ortecho y Armando José Sequera.
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Propuesta de un repertorio para la escuela. ¿Qué leer? Ponentes: Luis Alberto Angulo, Antonio Trujillo, Wafi Salih. Moderadora: Elisabel Rubiano
Patria y poesía del decir Un repertorio de lectura para la escuela Luis Alberto Angulo
Varias preguntas primordiales surgieron de manera espontánea al momento de recibir el programa del 3er. Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela. ¿Qué es un repertorio?, ¿qué significa leer en el contexto de la escuela contemporánea?, ¿a cuál escuela nos estamos refiriendo?, ¿cuál es el objeto de una propuesta de este orden?, ¿a quién va dirigida?, ¿qué se propone con ello?, ¿qué debería proponerse la escuela misma como sistema integral de educación?, ¿quiénes deben intervenir en una propuesta de este tipo?, ¿es una colección o un catálogo de obras lo que debemos proponer para la escuela? Es decir, ¿es un grupo de libros o fragmentos de textos que deben leer los estudiantes, o los maestros? Claro, estas preguntas, pensé, pudieran permitir hacer una intervención menos caótica a la de intentar hablar desde la vertiente de las primeras lecturas, de los gustos literarios, o incluso, de las consideraciones asistémicas de individuo no especializado en un campo tan amplio como este, que incluye la educación, la pedagogía, el currículo, la literatura general y la específica de nuestra tradición, que como hispanoamericanos, suramericanos, meridionales, unasurenses, venezolanos, estamos obligados a conocer. Ciertamente que todo esto, así como otros aspectos que de allí se desprenden, me hacen considerar lo complejo de un proyecto tan
vasto. No obstante, la rémora sólo puede ser superada asumiéndola como tal, y acaso en lo que se pudiera trabajar, me digo a mi mismo, es en las líneas básicas de ese posible repertorio. Intentar formular desde nuestra subjetividad algunos elementos para la construcción de un modelo provisorio que implica por otra parte la aportación mancomunada de muchos agentes. Hay un dicho llanero que dice que el hombre es hijo de la palabra, pero aprender una lengua, ya lo sabemos por Noam Chomsky, es un acto de tan alta complejidad que sólo porque existe una condición instalada en nuestras mentes a favor del aprendizaje y el conocimiento del lenguaje, es posible entonces que los humanos de manera indefectible, alcancemos desarrollar nuestra humanidad dentro de él. Somos los engendradores al mismo tiempo que los propios hijos de ese lenguaje. Tal como dice Octavio Paz y a mi me gusta repetir, somos metáforas de nosotros mismos, y si algo en realidad somos, insiste el poeta mexicano, “es lenguaje”, únicamente lenguaje. Es precisamente, en esta relación como un sistema orgánico que el entorno de aprendizaje de una lengua es de tanta importancia. Existen medios propicios y de mayor fertilidad, unos que otros, y pese a que la literatura no es el único soporte de ese enriquecimiento, su eficacia en la actividad reflexiva y disfrute del lenguaje, hace de ella un instrumento irremplazable. Las primeras lecturas literarias son determinantes en una persona. Ellas van a generar, en gran parte,
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que un individuo desarrolle amorosamente una relación con el hábito de leer, o por el contrario, un natural rechazo a la imprescindible actividad de expansión del mundo que la lectura representa. De manera muy particular debo decir que en mi la pasión por los libros vino de mi padre y de mi abuela paterna, ambos grandes lectores, aunque muy diferentes, no solo por sus lecturas, sino en la manera de cómo hacer esas lecturas. La abuelita prefirió una lectura sin muchas complicaciones, de mero deleite, que le permitía escapar de una cotidianidad, quizá también sin complicaciones, pero carente de la intensidad del proyecto vital que creemos se vive en lo desconocido y anhelado. La lectura de papá, fundamentada en el deleite por la palabra misma, era en el sentido formal más poética y estaba dirigido al mundo de los saberes y al conocimiento del ser, al conocimiento de sí mismo. No son contradictorias ni totalmente “puras” estas maneras de leer, pero expresan dos enfoques muy generalizados. En primer lugar, la lectura en es fundamental en todos los aspectos de la educación, no solo por el extraordinario acto que ya representa el proceso mismo de alfabetización, sino también por lo que este proceso de manera global tiene en la vida de un ser humano. Las implicaciones con el desarrollo del lenguaje por un lado y la de este con la activación de la inteligencia como un todo. Nacido a mediados del siglo pasado, quiera o no, pertenezco en gran medida, al proyecto iluminador de la modernidad, marcado por grandes revoluciones que postulaban la redención social de grandes masas de los excluidos y Los condenados de la tierra en la expresión de Franz Fanon. He creído asimismo, en el proyecto iluminador de las sociedades a través del conocimiento y en la posibilidad de
que el postulado de la Revolución Francesa a favor de la igualdad, la fraternidad y la libertad, ha de ser irrenunciable en cualquier circunstancia o tiempo histórico de nuestras sociedades. Es decir, profeso por una escuela liberadora de la mente y del espíritu y me opongo a la idea de una institución y de un aparato escolar que estén obligados a reproducir y mantener las condiciones de desigualdad e injusticia. Sus perversos mecanismos de control de la mente para aceptar, en primer lugar, esas realidades como naturales y luego, la falsa conciencia de que es imposible luchar en contra de esa realidad. Esa falsa conciencia es la propaganda que se instala como sistema de valores en niños y adultos, pues la idea es que la mente se mantenga indefectiblemente de una determinada forma infantiloide y no logre ella experimentar su enorme potencialidad. Vivimos una subcultura, o una cultura perversa de la distracción continua. Los llamados medios de comunicación de masas -que han alcanzado un poder no vislumbrado siquiera en la intuición de George Orwell en 1984 o incluso en la de Ray Bradbury en Fahrenheit 451 -, se ocupan en gran medida en crear una industria monstruosa que oculta siete veces siete la conciencia humana. Esa subcultura es la que señala qué se debe leer y hasta la manera de cómo hacerlo. Moldea una práctica, un gusto y unos intereses que no pueden ser ignorados al momento de proponer la escuela el desarrollo del hábito lector entre nuestros niños y jóvenes. El estruendoso ruido del mundo de las informaciones instantáneas y de la industria permanente del entretenimiento, puede compararse al estado maya o de ilusión del yo del que nos habla el milenario pensamiento de la India. En ningún tiempo anterior se ha vivido
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lo que hoy ofrece el campo comunicacional e informático y en donde, no obstante, la desaparición misma de la humanidad se plantea cada vez más en términos reales de incomunicación. Todo conspira en tal estadio, en contra de una verdadera toma de conciencia del aquí y el ahora. Hemos, supuestamente, escogido la realidad virtual y es a través de la mirada de esa virtualidad como pensamos debemos asumir lo real. Algunas veces pienso que el mero hecho de leer libros de literatura, independiente de la calidad de estas lecturas, representa ya, si no un acto liberador, sí de cierta resistencia y de alguna esperanza. Pues desactivar el dispositivo autodestructor, quizás signifique retomar cierta sencillez, cierta elementalidad en la vida, y ello pasa por el decir de la literatura y de la aproximación a ella de forma colectiva. Hacer, cantar, danzar el poema, todos juntos, es probablemente la única salida. Desde luego que es comprensible entonces, la preocupación de los especialistas por no perder la oportunidad que representa la escuela como tal, de ahí la invitación de la escritora y docente Laura Antillano de proponernos este tema para debatir y sugerir desde aquí, un repertorio de lectura para la escuela. Un repertorio ideal imposible de obtener pero del que se debe señalar más bien sus características. Tal vez si la escuela enseñara verdaderamente a ver la realidad como esta es, que pudiera proveer a las nuevas generaciones de una gramática vital y permitiera a los muchachos a partir de allí un conocimiento profundo de sus propias mentes, las expectativas por dotar a los alumnos de unos determinados saberes no serían tan altas entonces, ni tantas las frustraciones que de lado y lado se van a producir ante la arremetida de esa poderosa maquinaria para banalizar el pensamiento y la vida misma,
que envuelve cada uno de los intersticios del mundo cultural dominante. Un saber iluminador impartido por una nueva escuela lograría fusionar medios y fines para que el pensamiento reactivo de paso a una actitud de total espontaneidad, transformando en creativo cada acto, en donde lo extraordinario se haga común y podamos percibir, igualmente, lo maravilloso de cada día, lo prodigioso que encierra la cotidianidad y lo ordinario. Claro, una escuela así tiene que ser el resultado de una sociedad integradora y no la separadora y maniquea que genera la mentalidad dualista. Pienso que la figura del maestro, la figura de la maestra y de los docentes en general, debe ser replanteada a partir de la condición de líder de la que habló en su momento el querido maestro Prieto Figueroa. Un cuerpo docente que no goce de la lectura y que desconozca en el fondo lo que debe trasmitir y estimular en sus alumnos, es imposible que se convierta en el líder de la tesis de Luis Beltrán Prieto, y mucho menos el papel que exige una autentica revolución educativa. Algunas veces considero la fortuna de algunas instituciones de tener en sus cargos de dirección a personas verdaderamente idóneas para dirigir un proyecto editorial y comunicacional. Pienso por ejemplo, en el caso excepcional del poeta Juan Sánchez Peláez quien con bajo prosupuesto pero mucho talento, hace 50 años ahora, creó una estupenda referencia desde la Dirección de Publicaciones de la Universidad de Carabobo, que por cierto, tanto mediocres ejercicios posteriores, no han logrado borrar del todo. Es que el problema, con canon literario o sin él, con política cultural real o simple morisqueta, continúa siendo la capacitación, el talento, la sensibilidad y el respeto profundo por la literatura que no puede ser improvisado por la emergencia del prorrateo burocrá-
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tico. Debemos, cierto, pensar en la repercusión que tienen los recursos humanos, pero asimismo, es la sociedad como un todo, quien debe proponer y reformular los presupuestos de ese repertorio y por ello debe ser tomada en cuenta. Aplaudo la idea de este encuentro de solicitar la opinión, de quienes como yo, no ejercemos docencia directa, pero sin lugar a dudas, estamos implicados en el hecho cultural y podemos ofrecer un enfoque desde otro derrotero. En todo caso, no podemos ni debemos obviar el motivo que hace nos reunamos en este momento. Partimos entonces de la convicción de que la lectura desde la escuela ha de ser, en primer lugar, una lectura gozosa, asentada en el placer que ofrece el texto (como apuntaba R. Barthes), y desde luego, una lectura que le ofrezca al joven lector una inserción desde su propio imaginario. Que le revele sus potencialidades como persona y que lo vincule al mismo tiempo a reconocerse socialmente con su entorno. Entonces concluimos que los materiales deben estar elaborados de manera magistral, deben ser verdaderas obras de arte capaces de enganchar al novel lector aparentemente sin esfuerzo alguno. En ese sentido, hay que preguntarse por qué ciertas obras han gozado y gozan de tanto entusiasmo en lectores jóvenes. ¿Será posible que las nuevas generaciones de lectores puedan leer a Tolkien al mismo tiempo que a Herman Hess de nuestras adolescencias? Es posible que no, pero debemos descubrir qué une una obra a la otra, para sacar conclusiones a favor de la lectura. Un libro como Pan del noruego Knut Hamsum, leído con emoción indefinible en mis años mozos, me sigue pareciendo exquisito, lo mismo le parecía a una señorita de mi pueblo de la época de mis abuelos, la poeta Enriqueta Arvelo Larriva, quien le dedica uno de sus poemas.
El primer libro que yo propondría como indispensable es El Quijote de don Miguel de Cervantes. Una obra que puede leerse durante toda la vida desde diferentes perspectivas y de diferente formas. Además cuenta en Venezuela con un singular aval. El Ministerio del Poder Popular para la Cultura, logró distribuir, en fecha relativamente cercana, un millón de ejemplares de una selección comentada del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. También Los Miserables de Víctor Hugo fue repartido en el país, por lo que su incorporación a la escuela goza de condiciones previas a su favor. En todo caso, los materiales a incorporar en un repertorio de lectura deben tomar en cuenta las posibilidades reales con que se cuenta. Por su parte, la biblioteca básica de Monte Ávila Editores Latinoamericanas, con sus tirajes de treinta y cinco mil ejemplares y precios de ventas de bolívares cinco, encarna, es posible, el mejor apoyo a favor de este proyecto. Creo que los estudiantes deben leer a Bolívar no sólo desde las cátedras de historia, así como a su tocayo Simón Rodríguez. El poeta Gustavo Pereira puede contribuir enormemente en ello. Ojala pudiéramos entregar a los jóvenes, un Andrés Bello menos circunspecto, más allá de las conjugaciones de los verbos y sus tiempos. Presumo, por ejemplo, que una novela como la de Arturo Uslar Pietri sobre la vida de nuestro Robinsón, haría mucho bien. La crónica debe tener una presencia activa en la escuela de hoy, en este encuentro, precisamente, tenemos a dos cronistas singulares como son los poetas Luis Alberto Crespo y Antonio Trujillo. El país ausente y las crónicas de los campesinos de San Antonio de los Altos nos vinculan a otras en el piedemonte andino del pueblo de Calderas del compañero de viaje o en el viaje de Miguel Vicente Patacaliente y el de Panchito Mandefuá o
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El monstruo come piedras por la geografía nacional. El rol de la crónica lo mismo que el del ensayo y la reflexión profunda, bella y sencilla al mismo tiempo, tienen un apoyo en José Manuel Briceño Guerrero. Sin falsa humildad y con orgullo incluyente, quisiera hablarles un poco del proyecto de ofrecer un repertorio de lectura de poemas escritos en Venezuela en los que se refleje directa o indirectamente la noción de país y que sin chovinismo alguno, reivindique la idea de patria. En este proyecto, ahora en fase de producción editorial, ha tenido la invaluable coautoría del joven compositor y poeta Luis Ernesto Gómez, así como el apoyo de Ramón Palomares, Gustavo Pereira, Stefania Mosca, Enrique Mujica, Eddy Gómez Abreu, Hugo Fonseca Arellano, Napoleón Graziani, Miguel Angulo, Orlando Zabaleta, además de otros. Todo un conjunto de personas quienes de manera desinteresada se ha volcado a apoyar un programa como el que nos propone, precisamente, este 3er. Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela. Hicimos una convocatoria por medio del diario Vea, la Fundación Red de Escritores de Venezuela, la Oficina de prensa del Ministerio Popular para la Cultura y de muchos amigos, de manera que recibimos una gran cantidad de textos que nos obligó a repensar el proyecto original al estimular la posibilidad de incorporar a autores de otras épocas, dando como resultado una estupenda muestra de la poesía escrita en castellano en nuestro país, que sin petulancia de ningún tipo, quisiera ponerle a Ustedes a las ordenes y que prometerles, si la vida me lo permite, entregar en el próximo Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela, el primer volumen de 340 páginas donde aparecen textos de 147 autores, de El corazón de Venezuela, patria y poesía. He allí nuestro sencillo y al mismo tiempo, noble repertorio, en el que la participación
de tantos poetas establece el único modelo que garantiza que un repertorio trascienda lo formal y se integre a la vida como un todo. Valencia, 6 de noviembre de 2008 BREVE TRÁNSITO POR LAS VOCES DE ESTE LIBRO Del llamado a la tierra plana de Lazo Martí hasta la lanza y corcel tendidos al futuro, de llaneros y gauchos que pasan en su inconciencia de la gloria, del jaguar de Alfredo Arvelo Larriva, o la visión de La Patria es un osario y una hoguera de Arreaza Calatrava, el anhelo de Enriqueta Arvelo de probar el corazón de Bolívar porque quiere gustar el sabor bullente de esa eterna sangre, la esperanza libertaria de Leoncio Martínez ante la atroz dictadura de Juan Vicente Gómez, la misma en la cual los grilletes de hierro que oprimen los tobillos del Jobo Pimentel son trocados dulcemente en la palabra que aquí lo eleva. El silencio y el esmero estilístico de Ramos Sucre intentando inútilmente escapar de la jauría, el triste azul de los líricos ensueños de Salmerón Acosta, el reclamo de Andrés Eloy Blanco frente al laxo comportamiento de la moral burguesa ante el país, o la oración de Rodolfo Moleiro que sobre bases de nubes, dice, levantaremos un país/ con piedras y láminas de aurora / para los pájaros y para nosotros. Un recorrido continuo para toparnos con José Natalio Estrada en una elegía a su perro que habla de él mismo y de su pequeño gran universo, el intenso amor de Antonio Arraiz que ansía disolverse para ser uno con su patria, la Sabana, sabana, tierra que hace sudar y querer, del sentimiento con el que el recio cantador de lo claro acepta el reto de las fuerzas más oscuras en el Florentino de Alberto Arvelo Torrealba, la realidad de la tierra de J.A. De Armas Chitty, la patria mujer en Luis Augusto Núñez, la aspiración revolucionaria del último aliento de Otto De Sola,
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la convicción bolivariana de Vicente Gerbasi pues Con él, todos los campesinos / Comenzamos a ver a Venezuela, la utopía de Carlos Augusto León, la adolorida patria del mestizaje de Luis A Angulo Urdaneta, el tatuaje en el alma de la infancia de Juan Villaquirán, la historia viva brotando de la tierra en Juan Liscano, el alma adolorida de Venezuela porque ha sido Destrozado su pecho en Ticoporo del soneto de Eduardo Alí Rangel. La querella a su pueblo de Tomasa Ochoa por haber permitido que ella se fuera de allí. La gloria como atavío de Venezuela del verso llanero de Ernesto Luis Rodríguez. La máxima figura más de la luz que de su mano con la que Ana Enriqueta Terán dibuja en mayúscula La Patria. El creo en los poderes creadores del pueblo de Aquiles Nazoa. La Roja guitarra de Carlos César Rodríguez. El portento del duro e intenso canto de Alí Lameda que nos presta su corazón de Venezuela. El legado amoroso de Orlando Araujo. El caballo de Hugo Fernández Oviol, giroscopio de Ibrahim López García para el viaje cósmico. La chicharra de Rafael José Muñoz cantando adentro. El agradecimiento hispánico de Ricardo Sala. La geografía interior de Emira Rodríguez. El contrapunteo dialéctico de la historia desde Santa Inés de Humberto Febres Rodríguez. Este país ahora encabritándose de José Lira Sosa. El Tepuy /primera página del libro de la creación de Efraín Inaudy Bolívar. La entrega total de luz y sombra de Melinton Salazar. El poema crudo del 11 de abril de 2002 de Jesús Enrique Guédez entrando por la ventana. El 27 de febrero de 1989 de Juan Calzadilla tocando tambores. La historia del petróleo y El Tigre de J.M. Villaroel París. El decir puro de la pobreza bella de José Gregorio Pino. La dolorosa Madre nuestra de Carlos Contramaestre. El país humillado del Chino Valera Mora que por fortuna se equivocó
cuando dijo En este país donde me iré / Donde me borraré para siempre/ Donde seré olvidado al día siguiente, en este su Maravilloso país en movimiento. El país del habla de Ramón Palomares llegando en su Adiós Escuque, porque Es una sola nuestra patria, en el decir de Edmundo Aray. La imprecación de Caupolicán Ovalles al bochorno del letargo presidencial elegante y traidor o su amorosa elegía a Guatimocín, el padre ebrio que lo ve crecer junto a la ciudad. El país de la mentira de Teófilo Tortolero. Los Corazones y copas de acapro de los soles de Ángel Eduardo Acevedo alumbrando el paisaje esencial. El amado país de la dignidad de Lubio Cardozo. Los ramajes teñidos de recuerdos y asombros de Rafael José Álvarez. La insumisa voz de Cecilia Dulcey dilatada en llamas. El resplandor del verano de Federico Moleiro. El compromiso de Ma-jo karaisa Gustavo Pereira con quienes se negaron a pactar con la astucia. La patria de la resistencia y de la revolución, la tierra que venció a los fariseos de Rafael Rossell. El hallazgo universal de la patria chica de Luis Alberto Crespo. El corcel de fuego que calcinó antiguos imperios de Manuel Darío Grüber. La envolvente e irrebatible visión de Alí Primera de que La patria es el hombre. Ahora Humberto Gómez García, montado en un tanque con el líder canta la patria insurrecta de nuestro tiempo. Lydda Franco Farías desde la violencia de lo sesenta pregunta qué hacer y atraviesa el fuego de su inmolación. Juan Chávez López invoca los cinco relámpagos y el árbol de las tres raíces. La palabras de refugio para que no estalle el país de Blas Oronoz. El decir La Patria para acertar junto a todos de Enrique Mujica. La esencialidad de Reynaldo Pérez Só. El crisol de David Figueroa cantando el hombre nuevo. El hondo país de la pena y el dolor metafísico de Hanni Ossott. Los fuegos
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sublimes de la juventud de Tito Núñez Silva. El amor a prisa que nos consume en esta ciudad de cólera de Álvaro Montero. El pan que alimenta los sueños de Orlando Pichardo. La violencia de un río sucio de Juan Medina Figueredo. El venerado territorio lejano de Enrique Hernández De Jesús. Un capullo abriéndose siempre en Néstor Francia y la provincia del sueño cercano de Ramón Miranda. Los clavos profundos y el perro de acero de William Osuna hienden la sensibilidad. La patria madre de Ramón Ordaz. El país que murmuradores y falsos no logran hacer huir a Freddy Hernández Álvarez. Este País difícil de concreto y de petrodólares de Haydee Machín. Adolfo Segundo Medina cuenta de Nubia y de nuestra propia Rebeca como si Macondo estuviera por ahí. Luis Alberto Angulo dice de la patria que nadie carece de ella pero no todos lo saben. Gabriel Jiménez Emán retorna hasta sentirla debajo de sus uñas. Douglas Bohórquez se declara en rebeldía ante las vastas redes de complicidades y pasa raudo / entre los inmensos carteles de publicidad no vaya a ser que lo embriague el atontamiento. El sueño titilante de la patria germina en Iván Padilla Bravo. Así como Alberto José Pérez que dice Cuando poeta la vi y la vio en poesía para los demás. Y la carta amorosa, única posibilidad de su canto a Venezuela de Humberto Márquez. Un lunar y diez lunarios de Soraima en pose de Francisco Del Rey. Ramón Elías Pérez que no olvida ser pueblo. La historia de errancia y agua hasta hallar puerto de Berta Vega. La tierra de los Bolivarianos de Luis Felipe Bellorín. La gesta inconclusa que renace de Alexi Gómez Briceño. El cristofué y la neblina de Antonio Trujillo. La toma deportiva avanzada de Miguel Márquez. Los paraísos flotantes de la palabra que hace patria en ese pueblo al otro lado del país de Aly Pérez. El filo de monte y el tiempo de ser la tierra
de Adhely Rivero. La licencia poética de Rosa Francisca Beotegui para despoblar la belleza marchita y el desamor patrio. La siempre morada, el siempre ombligo, / la región sin nombre, mi suelo ajeno de Ramón Ordaz. El manto protector de los amores del país que se levanta de Benito Mieses. La poética de Isabel Rivas que Habla(s) en mi nombre / Con palabras sencillas / Toca(s) el alma de quien (te) escucha. Y sabe que darle forma no es en vano. El sólo un rumor ronco / de camiones y gandolas / del país que lucha en contraposición al País enfermo Con la vida bocabajo de César Seco. Juan Calzadilla Arreaza vaticinándole que un día tu grito de poemas / pondrá un pie en el Ávila( ) y otro en el Potosí ( ). La patria Que anuncia el camino / De las causas que comienzan de Yldelfonso Finol. El Guaraira Repano de Marissa Arroyal. El elefante libre a pesar de los fieros de Eleazar Marín. La campana horadada que tañe y crepita en la ancestral Barinas de Leonardo Ruiz Tirado. Las aguas del padre de los ríos de Edgardo Malaspina. La memoria errante de Cristina Falcón. La mezcolanza de Luis Delgado Arria. El lugar sin reja de los sueños de Miguel Mendoza Barreto. El país cada vez mas lejano de la fabula de Gonzalo Fragui. Las recorridas calles de Hermes Vargas. El caballo que trota al paso de los sueños de Simón Petit. La ironía de quienes confunden la libertad con tiranía de Argelia Malaver. El “paisito” desde donde reclama Roger Herrera. La leyenda de José Jesús Villa Pelayo. La nación de los ausentes de Emilio Chirinos. La primera fila que nadie le quita a Nereyda Pérez. El tambor alzado en la intemperie de Tarek William Saab. El febrero aciago / punzando la memoria de Gregory Zambrano. La mar del ser de Arnaldo Jiménez. El indecible fuego de la patria que se carga en el alma de Críspulo Chávez V. Las marcas de un país / ( ) que la memoria desgarra y ofusca de Celsa Acosta. La epifanía cotidiana de todo un Pueblo de Gonzalo Ramírez.
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Lo mejor de sí que deletrea su nombre en la casa del ser de Wafi Salih. El cataplum, cataplum, de la metáfora de Yonjairo Ballesteros. La más triste estación pensando en la muerte de un estudiante de Adriana Gibbs. El país desgarradura de José Pérez. La tierra del arcoiris de Morella Maneiro. El hombre lleno de patria de Javier Alexander Roa. El barrio rojo rojito de Maribel Prieto. Tu tierra es mi misma tierra, de Pedro Pérez Aldana. El río que nació de una quebrada de José Javier Sánchez. La aurora ( ) creciendo por donde quiera en el país de las urgencias de Julio Borromé. Un país por transformar, / y un momento histórico que nos increpa, del manifiesto femenino de Joanna Cadenas. El sitio para quienes vienen cansados de Luis Enrique Belmonte. El Kerepakupai-Merú de Oscar Dávila. La república de los ciegos de Alejandro Silva. La grandeza infinita de lo indescifrable de Norys Saavedra. Los pequeños paisajes de Franklin Fernández. El país de lo imposible posible de Ximena Benítez. El amor a la arcilla venezolana de Enrico Napolitano. El sueño con igualdades que nunca llegan completas / pero llegan de Niddy Calderón Plaza. La postal de Freddy Ñañez. La octava estrella del universo patrio de Luis Ernesto Gómez. El corazón de la piedra del mito de Daniela Saidman. El caminar de Luis Manuel Pimentel en hallazgo perenne por Venezuela. La pregunta de Kelly Pacheco en torno al poema de amor en estos tiempos. El fantástico y alucinado país de Oswaldo Torres Ortiz. El olor a curare del Orinoco de M.J. Márquez Franco. El puñado de tierra donde mora otro sol de Leonardo Alezones. La clara funesta bendición / del estallido de Diego Sequera. El grito de los excluidos de Anaís Barrios. La gran Venecia de José Jiménez. El espejo del pueblo donde se mira Aquarela Del Sol Padilla. Y Armando Amanaú ofrece un árbol a la memoria de José Aníbal Oliveros Yépez porque la vida que te
quitan por defender la patria / nutre el lugar donde te siembran. Luis Alberto Angulo (Barinas). Poeta y articulista. Forma parte de la redacción de la revista Poesía. Co-fundador de la Red Nacional de Escritores. Director de la revista Redve (2005). Ha publicado: Antología de la Casa Sola (1981), Una niebla que no borra (1984), Antípodas (1994), Fusión poética (2000), La sombra de una mano (2006). Su poesía ha sido galardonada con los premios: Premio Único de Poesía de la Universidad “Rómulo Gallegos” (2000) y Premio Único de Poesía del IV Concurso Internacional de la revista Poesía en 1995.
Elisabel Rubiano, Luis Alberto Angulo, Wafi Salih y Antonio Trujillo.
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Mi relación con la poesía Antonio Trujillo
Yo nací en San Antonio y muy niño me llevaron para Canarias, mi mamá con mis otros hermanos, y después yo regresé a los quince años, a San Antonio y Cabimas que es donde transcurrió mi adolescencia. Mi relación con la poesía comenzó en la infancia, por la presencia de mi tío Antonio, hermano de mi mamá, quien fue el que me dio mi primer taller de literatura, pero en ese entonces yo no sabía que eso era lo que estaba recibiendo cuando nos leía todas las noches. Él era un hombre católico, un creyente, que estuvo marcado por la Guerra Civil Española, porque además era un hombre socialista y eso le costó a él unos cuantos años de cárcel en un campo de concentración llamado Los Salones de Faifen, en Tenerife. Él sentía la necesidad de desarrollar alguna actividad religiosa. Quería ir a misa, pero en ese tiempo no podía, estaba limitado por la presencia de sus compañeros de ideología. Entonces compró una edición de Las mil mejores poesías de la lengua castellana, el único libro que poseía en ese entonces, y antes de cenar, él en vez de rezar nos leía un poema. O sea allí nadie comía si no oía un poema todas las noches. Por supuesto allí conocimos a autores españoles y latinoamericanos. Conocimos a Rosalía de Castro, a Antonio Machado, Rufino Blanco Fombona, José Martí, bueno en fin, una cantidad de poemas que quedaron, que me marcaron desde niño, poemas bellísimos, poemas también de Manuel Machado. Y sobre todo me gustaba mucho, no sé por qué aquél poema de la campana de Rosalía de Castro, que es una poeta que escribió en gallego y que escribió también en castellano. Fue así como nació mi amor por la poesía. En mi libro Taller de Cedro está la memoria
de mi tío Antonio, el taller de cedro es el taller de mi tío, su carpintería. Es un libro donde se halla presente un sentido cristiano, donde a través de imágenes se defienden a los bosques, a los árboles, teniendo presente al mismo tiempo la contradicción de la presencia del carpintero. Es un poco la memoria del taller; en los primeros versos se mencionan las herramientas, que son muy pocas, porque su taller era bastante humilde, luego está presente el sentido de culpa por tener que sacrificar el árbol. Una historia que ocurrió en el aire Para Laura Antillano Esta es una historia, que ocurrió en el aire, cuando todo era de tierra. Había barro por todas partes y una luz alta, tan alta, que rozaba el pensamiento de los niños, y de los hombres, si alguien quería contar algo. Por aquellos días, si una naranja, una flor o un árbol se vestían de fuego por voz y mando de la naturaleza, todo el mundo corría a mirar y agradecer lo que sus ojos veían, mientras ese encanto fuera una lumbre más del tiempo. Cuando el mundo era así, nació en Caracas, en El Valle, la gallina de esta historia. De niña la criaron en Paracotos, en la casa de un hombre que tenía una bodega “El gallo que más canta”, y de muchachita se terminó de criar en Potrero Gordo. El primer dueño de ella, la alimentaba con granos de sol; es un arte muy antiguo, los pollos creen comer, mientras el sol los ilumina, y si logran cruzar la infancia de sus plumas con ese alimento, pueden volar días enteros. Otros piensan que esos vuelos eran por la costumbre, el gusto que ella tenía de dormir en un árbol donde anida el cristofué, un pájaro que guerrea en el aire y a quien los indios caribes le atribuían poderes celestes. Y en las ramas de ese árbol la gallina oyendo a
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semejantes pájaros, aprendió cosas muy altas de la tierra y de los astros. También hay quien jura que fue por un dueño que tuvo en otro caserío, de nombre Pedro Evaristo, un músico de pueblo, y dicen que si una gallina tiene infancia o vive mucho tiempo en casa de músicos es posible que vuele mientras alguien recuerda una canción. Lo cierto es que un Viernes Santo la gallinita hizo historia, desde que un gavilán aprovechó un descuido de ella y le quitó un pollo que estaba criando; y cuando fue a ver, el gavilán iba lejos con el pollito, tan pequeño era, que no lo pudo matar. Se lo llevó entre las garras, como si fuera en una jaula, y más bien iba contento, alto, mirando lo que nosotros llamamos paisaje y para ellas, las aves, es un inmenso patio invisible, como decir, el solar infinito del universo. Entonces fue cuando la gallina echó un volido así por el aire buscando al gavilán sobre unos lugares que nunca había visto. Esa gallina voló desde Potrerito Abajo, hasta más allá del puente de Bejarano, y fue a dar cerca de El Encantado buscando hacia La Mariposa, y de allí se devuelve persiguiendo al gavilán que la desvía en la sombra de unos árboles y se va por los lados de Maitana, y ya en el lindero de San Diego de los Altos, por el Alto de las Yeguas se enrumba pa’ otra fila, esta que llaman Altos de Pipe, persiguiendo por el aire al bendito gavilán. Era ya un poco tarde, cuando un agricultor desde un campo de alcachofas, le dijo a su familia, mirando al cielo, -por ahí, bien alta detrás de un gavilán paso la gallina de mi primo Miguel. Y el gavilán ya cerca de Coche, miró pa’ tras y como nunca le había pasado nada así y que dijo también: -caramba, que gallinita tan brava-, y mientras tanto, la gallina encima, alcanzándolo por los lados de El Valle, cuando
El Valle era pura caña de azúcar. De allí el gavilán decide volar hacia Sabana Grande, por donde vieron a la gallina, ya tarde, unos arrieros que la conocían. Nunca un gavilán había volado tanto por un pollo, y cuando creyó estar bien lejos llegando a Petare, la gallina ya era una sombra inmensa sobre él, y allí en ese lugar vencido por la voluntad de una gallina acuerda no volar más, y abandona el aire, su único reino. Y toda esa gente de Petare, aplaudiendo a la gallina, hasta la ayudaron a montarle a su hijo en un ala; dejó un ala inmóvil, quieta, como una rama de su propio cuerpo y con la otra volaron hasta la altura de Conejo Blanco. Desde el aire la gallina mira el valle de su infancia, y por la hora casi oscura tuvo que orientarse desde una torre invisible que ellas tienen, y dijo: -caramba mijo, nos cogió la noche en Caracas, mejor nos vamos por Las Mayas y nos quedamos en Puerto Escondido; allá vive un primo de Miguel , y cuando él baje a Caracas a vender las flores en el Mercado de San Jacinto, que nos lleve en la cesta de las aves, en verdad, volvió a decir la gallina: he volado mucho, y tú estás un poco aporreado. Una semana después de todo eso, Miguel, que era floricultor y amigo de muchas historias, bajó a Caracas y pasó por Puerto Escondido donde vivía su primo Ricardo Antonio, y este le dijo: -Miguel , ¿a ti no se te perdió una gallina con un pollo? Por la pluma parece tuya.- Y Miguel le contestó: -¡Si chico! Una gallinita que desde pollita la criaron con granos de sol y dormía en el árbol donde anidan los cristofué, y de ñapa vivió en casa de músicos y un gavilán el Viernes Santo le quitó un pollo, y echó un volido así por el aire; de eso hace ya siete días y no sé de ella. El primo lo invitó a tomar café en el patio de su casa a la sombra de un arbolito que
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llaman Guayabita del Perú, y allí estaban Literatura para todos los días. la gallina y el pollo, picando, dibujando sobre Plan de lectura la tierra el mapa, las distancias y los lugares Wafi Salih que volaron por culpa de ese gavilán. Propuesta La gallina apenas los vio, dijo a volar La difusión y promoción de la literatura y alrededor de los parientes, y se posó sobre el la lectura, que demanda la actual coyuntura hombro de Miguel, su verdadero dueño. nacional, esta circunscrito al marco de la Antonio Trujillo transformación social del país, por ende, se articula y/o complementa con las políticas de participación y protagonismo que desarrollan Antonio Trujillo los entes culturales y educativos (Ministerio (Miranda). Director de la revista literaria Trapos y helechos. Ha publicado en poesía: De cuando vivían los pájaros (1984), de Educación y el Ministerio de Cultura) De cuando vivían los pájaros y otros poemas (1989), Vientre así como también, suma esfuerzos para de árboles (1996), Taller de cedro (1998), Alto de las yeguas (antología personal) (2002) Premio Municipal de Literatura ensamblarse en cada uno de los programas Mención Poesía de la Alcaldía Libertador (2003), Blanco de especiales que configuran la nueva visión de orilla (2003). Es el cronista de San Antonio de los Altos (esEstado adelantada en el Ejecutivo Nacional a tado Miranda) y miembro del Consejo Directivo de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. través de las Misiones, de la economía social endógena, de la integración latinoamericana, entre otros. De igual manera, es obligación de todos el esfuerzo de dar contenido a la concepción bolivariana de la cultura y la educación, tarea impostergable de cara a la historia cotidiana de la que participamos. Para la concepción Bolivariana la educación se apega a la formación integral del individuo, ensanchando el contenido formativo y reflexivo de quienes se educan para vivir en la Venezuela de la democracia directa, en tal sentido, impulsa el criterio que la política cultural debe corresponderse con el trabajo de construcción del país sobre las bases de la doctrina humanista y Bolivariana, esto imprime la necesidad de poner al alcance de todos las herramientas de la transformación cultural. Una de estas herramientas es la literatura, la cual debe operar transversalmente con efectividad para fincar los conceptos de identidad, nacionalidad, diversidad, convivencia, solidaridad, autodeterminación y soberanía, encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 189
que como pueblo dueño de su destino, estamos obligados a ejercer. Enmarcados en la idea de soberanía activa, militando en la idea de que el pueblo es el hacedor y depositario de la cultura, entendiendo que la venezolanidad en el campo vivencial orgánico es plural, asumiendo que los ciudadanos del país nacional somos producto de un profundo proceso de mestizaje, lo que deriva en una variada gama de expresiones culturales locales, “el arte de la palabra”, se hace palabra comprometida en la tarea de construir, en el presente de mundialización: un rostro, nuestro rostro. Justificación Para aportar en el hacernos un rostro se proponen los siguientes programas: Literatura de todos los días (Cómo leer poesía, jugar con la poesía, talleres de poesía, narrativa y arte en general), y el programa: “De nuevos lenguajes”. Estos programas configuran la relación entre el pueblo y esa parte del pueblo cuyo oficio es escribir a su pueblo, colaborando con el desmontaje del vetusto y burocrático concepto de elites culturales, que ya no tiene cabida en la República Bolivariana. En este orden de ideas que busca desmontar los conceptos elitistas de la cultura para que cobre sustancia la revolución cultural, se justifica la necesidad de hacer de la apreciación literaria una cercanía común a todos; de hacer del uso cotidiano didáctico de la literatura un medio suficiente de comunicación y registro de la historia; y de hacer de la palabra artística una posibilidad de entretenimiento y formación de los valores universales del hombre; de hacer con y desde la literatura un modelo para democratizar el saber y descubrir en la letra creativa un camino liberador que muestre al ciudadano la anchura de sus posibilidades intelectuales. Basamentos legales
En atención: En tanto Estado Social de Derecho y justicia (artículo 2 de la Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela) nos rigen dos consideraciones medulares: participación (derecho a: decir, diagnosticar, proponer, decidir, elegir y controlar) y protagonismo (el sujeto social de derecho habilitado para su desempeño como dueño del ejercicio de su ciudadanía, donde ésta última es una propuesta orgánica de garantías que operan como fuente de soberanía). Cimentados en las prerrogativas de PARTICIPACIÒN Y PROTAGONISMO que establecen el pleno desarrollo de la vida, la solidaridad, la justicia, la igualdad de oportunidades, el Estado asume la obligación indeclinable de la cultura y educación (artículos 101,102 y 103 de la Carta Magna vigente) presentándolas como garantías conducentes a la acción ejecutoria de políticas públicas que permitan conformar un sujeto reflexivo e integral, capaz de aportar esfuerzo en la construcción de la patria, capaz de criticar y cambiar su realidad, un ciudadano informado, instruido y formado para reconocerse en el pasado, para involucrarse en su presente y para proyectar desde su cotidianidad, el porvenir asociado al interés nacional. Para ello, el Estado venezolano posee instituciones que llevan a cabo las políticas que se derivan de los derechos culturales y educativos recogidos en el Capítulo VI de la Constitución Nacional, atendiendo a la irrenunciabilidad de los valores culturales, enfatizando en la potestad que por ley nos obliga a fomentar, proteger, enriquecer, preservar los consustanciales valores culturales y de nacionalidad. En procura de participar de la premisa que hace del hecho educativo un hecho cultural que desglosa una labor conducente a dotar al pueblo de una educación de calidad,
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integral, permanente y en igualdad de condiciones (articulo103) MISIÓN Dirigir y ejecutar políticas de Estado que propicien el fomento de las letras en función del proyecto educativo- cultural nacional, además, estimular la lectura como elemento cultural liberador en la formación de ciudadanos capaces de decidir por sí mismos, a la par, difundir la creación literaria, así como propiciar el desarrollo integral del ser humano, de igual manera, proyectar a los escritores venezolanos dándolos a conocer como valores de identidad. VISIÓN El trabajo de promoción literaria para agregar valor tangible e intangiblemente al área de las letras y literatura, al impulsar la lectura, la narrativa, la poesía, el ensayo y todas aquellas manifestaciones surgidas de la necesidad expresiva, comunicativas y de accesibilidad al bien literario que toda entidad del Estado está obligada constitucionalmente a brindar. Además, legitimada nacional e internacionalmente por la calidad de sus productos, por el compromiso institucional del recurso humano, se trabaja para edificar un volumen de discusión de las ideas que habrán de reconstruir la localidad, el país de cara al nuevo mundo posible. OBJETIVOS General Desarrollar las distintas áreas de la literatura, lectura y escritura articuladas a los planes culturales y educativos que se derivan de las garantías otorgadas por el Estado en el marco de la democracia participativa y protagónica. Específicos Promover la lectura de textos literarios, tanto de autores venezolanos como de autores universales. Participar orgánicamente en el fomento de
la literatura como herramienta pedagógica, lúdica y formativa. Coadyuvar a consolidar la red nacional de instituciones culturales. Apoyar al creador en el ámbito de la lectura y escritura en sus múltiples acepciones. Abrir, en las distintas áreas de acción la posibilidad de acercamiento entre los autores y los lectores, buscando desmontar el concepto elitista de la creación y de la lectura, enmarcado esto en la democracia del saber. Proyectar a la comunidad la literatura como valor de nuestra nacionalidad. Auspiciar la creación artística de los nuevos talentos venezolanos, ayudando a fortalecer su trabajo mediante la formación cooperativa. DESCRIPCIÓN Desarrollar los temas coyunturales y de interés nacional; haciendo énfasis en aquellos que les permitan el acercamiento y profundización de la visión de una Venezuela que se hace nuestra, a través de sus múltiples lecturas. a- Identidad, soberanía y nacionalidad b- Ambiente y hábitat c- Economía endógena y participación ciudadana. b. LITERATURA DE TODOS LOS DÍAS (PLAN PILOTO DE LECTURA): consiste en: -Adelantar una programación de motivación a la lectura para la comunidad escolar y general (actividades: jugando con la poesía, leyendo poemas y cuentos, orientando nuestra lectura, recitales y tertulias, concursos literarios para niños y adolescentes). El programa busca hacer de la lectura una actividad simple, entretenida, próxima a la vida diaria, además de una vía para la apropiación de saberes, enmarcando la actividad como necesaria en medio de la sociedad mass mediática. Adicionalmente en procura de una
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comunidad capaz de aprender a informarse. Por razón de la literatura y su carácter formativo, se debe propender a construir modelos de comunicación suficientes y alternativos, centrados en nuestras necesidades. Formación principalmente a los docentes por ser multiplicadores, mediante talleres de: poesía, cuentos y todas las manifestaciones artísticas. Promoción de los escritores venezolanos y universales presentando sus obras para el disfrute del colectivo, labor que se adelanta teniendo como plataforma la Biblioteca Básica Escolar y los textos que se publican y están en la Red de Bibliotecas de la Biblioteca Nacional. Nuevos lenguajes: programa centrado en los nuevos lenguajes (música, literatura, videos, entre otros) cuyo interés es desentrañar los modelos comunicacionales que influyen y determinan la relación entre los jóvenes y su entorno cultural. El programa tiene una fase de investigación en lo que corresponde a las tendencias que se debaten al interior de la sociedad microelectrónica, el impacto de ella en la escritura y en lo otros géneros, la siguiente fase es la compilación de estas expresiones en nuestras comunidades – grabación de material musical: Rap y Hip Hop, acopio y producción de un texto con la literatura de la cotidianidad- a fin de darlo a conocer a los educadores, dando paso a generar una reflexión que tienda a encontrar modelos de comunicación suficientes entre la generación escolarizada y los ductores. PLANES DE ACCIÓN PRIMER CICLO: Identidad, Soberanía y Nacionalidad Objetivo: Complementar la misión educativa integral reforzando el aspecto cultural del
proyecto de las Escuelas y los liceos Bolivarianos contribuyendo con el acervo cultural y la Identidad Nacional. SEGUNDO CICLO: Ambiente y hábitat. Objetivo: Complementar la misión educativa integral reforzando el aspecto cultural del proyecto de las Escuelas y los liceos Bolivarianos contribuyendo con los objetivos que en materia de ambiente y hábitat traza el Estado venezolano. Tercer ciclo: Economía endógena y participación ciudadana. Objetivo: Complementar la misión educativa integral reforzando el aspecto cultural del proyecto de las Escuelas y los liceos Bolivarianos contribuyendo con los objetivos que traza el Estado venezolano en lo relativo al desarrollo económico y a la participación ciudadana. Programa: Literatura de todos los días Actividad: Talleres de poesía, cuentos y títeres para docentes Objetivos: - Familiarizar a los docentes con la escritura creativa y las artes escénicas brindando un proceso de formación teórico práctica que los ayude a usar como complemento pedagógico el abanico de posibilidades que brinda el arte en la cotidianidad escolar, además, estimular sus posibilidades de autores de textos narrativos, poéticos y escenificables. Programa: Literatura de todos los días Actividad: Talleres de poesía, cuentos y títeres para nuevos talentos.
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Objetivo: - Instrumentar un proceso de formación teórico práctica que ayude a los nuevos creadores en su labor artística, estimulando sus posibilidades de autores de textos narrativos, poéticos y escenificables. Programa: De nuevos lenguajes Objetivo: Iniciar un proceso de investigación teórica en torno a las nuevas manifestaciones artísticas y de lenguaje producidas a partir del desarrollo de la comunicación microelectrónica: computación, TV. Videos, y su impacto en el lenguaje de la cotidianidad, considerando el nacimiento de una cultura diferente, con una referencialidad asociada a modelos culturales en gestación. ANEXOS Capítulo VI De los Derechos Culturales y Educativos Artículo 98. La creación cultural es libre. Esta libertad comprende el derecho a la inversión, producción y divulgación de la obra creativa, científica, tecnológica y humanística, incluyendo la protección legal de los derechos del autor o de la autora sobre sus obras. El Estado reconocerá y protegerá la propiedad intelectual sobre las obras científicas, literarias y artísticas, invenciones, innovaciones, denominaciones, patentes, marcas y lemas de acuerdo con las condiciones y excepciones que establezcan la ley y los tratados internacionales suscritos y ratificados por la República en esta materia. Artículo 99. Los valores de la cultura constituyen un bien irrenunciable del pueblo venezolano y un derecho fundamental que el
Estado fomentará y garantizará, procurando las condiciones, instrumentos legales, medios y presupuestos necesarios. Se reconoce la autonomía de la administración cultural pública en los términos que establezca la ley. El Estado garantizará la protección y preservación, enriquecimiento, conservación y restauración del patrimonio cultural, tangible e intangible, y la memoria histórica de la Nación. Los bienes que constituyen el patrimonio cultural de la Nación son inalienables, imprescriptibles e inembargables. La ley establecerá las penas y sanciones para los daños causados a estos bienes. Artículo 100. Las culturas populares constitutivas de la venezolanidad gozan de atención especial, reconociéndose y respetándose la interculturalidad bajo el principio de igualdad de las culturas. La ley establecerá incentivos y estímulos para las personas, instituciones y comunidades que promuevan, apoyen, desarrollen o financien planes, programas y actividades culturales en el país, así como la cultura venezolana en el exterior. El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras culturales su incorporación al sistema de seguridad social que les permita una vida digna, reconociendo las particularidades del quehacer cultural, de conformidad con la ley. Artículo 101. El Estado garantizará la emisión, recepción y circulación de la información cultural. Los medios de comunicación tienen el deber de coadyuvar a la difusión de los valores de la tradición popular y la obra de los artistas, escritores, escritoras, compositores, compositoras, cineastas, científicos, científicas y demás creadores y creadoras culturales del país. Los medios televisivos deberán incorporar subtítulos y traducción a la lengua de señas, para las personas con problemas auditivos. La ley
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establecerá los términos y modalidades de estas obligaciones. Artículo 102. La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria. El Estado la asumirá como función indeclinable y de máximo interés en todos sus niveles y modalidades, y como instrumento del conocimiento científico, humanístico y tecnológico al servicio de la sociedad. La educación es un servicio público y está fundamentada en el respeto a todas las corrientes del pensamiento, con la finalidad de desarrollar el potencial creativo de cada ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática basada en la valoración ética del trabajo y en la participación activa, consciente y solidaria en los procesos de transformación social consustanciados con los valores de la identidad nacional, y con una visión latinoamericana y universal. El Estado, con la participación de las familias y la sociedad, promoverá el proceso de educación ciudadana de acuerdo con los principios contenidos de esta Constitución y en la ley. Artículo 103. Toda persona tiene derecho a una educación integral, de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin más limitaciones que las derivadas de sus aptitudes, vocación y aspiraciones. La educación es obligatoria en todos sus niveles, desde el maternal hasta el nivel medio diversificado. La impartida en las instituciones del Estado es gratuita hasta el pregrado universitario. A tal fin, el Estado realizará una inversión prioritaria, de conformidad con las recomendaciones de la Organización de las Naciones Unidas. El Estado creará y sostendrá instituciones y servicios suficientemente dotados para asegurar el acceso, permanencia y culminación en el sistema educativo. La
ley garantizará igual atención a las personas con necesidades especiales o con discapacidad y a quienes se encuentren privados de su libertad o carezcan de condiciones básicas para su incorporación y permanencia en el sistema educativo. Las contribuciones de los particulares a proyectos y programas educativos públicos a nivel medio y universitario serán reconocidas como desgravámenes al impuesto sobre la renta según la ley respectiva. Artículo 104. La educación estará a cargo de personas de reconocida moralidad y de comprobada idoneidad académica. El Estado estimulará su actualización permanente y les garantizará la estabilidad en el ejercicio de la carrera docente, bien sea pública o privada, atendiendo a esta Constitución y a la ley, en un régimen de trabajo y nivel de vida acorde con su elevada misión. El ingreso, promoción y permanencia en el sistema educativo, serán establecidos por ley y responderá a criterios de evaluación de méritos, sin injerencia partidista o de otra naturaleza no académica. Artículo 105. La ley determinará las profesiones que requieren título y las condiciones que deben cumplirse para ejercerlas, incluyendo la colegiación. Artículo 106. Toda persona natural o jurídica, previa demostración de su capacidad, cuando cumpla de manera permanente con los requisitos éticos, académicos, científicos, económicos, de infraestructura y los demás que la ley establezca, puede fundar y mantener instituciones educativas privadas bajo la estricta inspección y vigilancia del Estado, previa aceptación de éste. Artículo 107. La educación ambiental
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es obligatoria en los niveles y modalidades del sistema educativo, así como también en la educación ciudadana no formal. Es de obligatorio cumplimiento en las instituciones públicas y privadas, hasta el ciclo diversificado, la enseñanza de la lengua castellana, la historia y la geografía de Venezuela, así como los principios del ideario bolivariano. Artículo 108. Los medios de comunicación social, públicos y privados, deben contribuir a la formación ciudadana. El Estado garantizará servicios públicos de radio, televisión y redes de bibliotecas y de informática, con el fin de permitir el acceso universal a la información. Los centros educativos deben incorporar el conocimiento y aplicación de las nuevas tecnologías, de sus innovaciones, según los requisitos que establezca la ley. Artículo 109. El Estado reconocerá la autonomía universitaria como principio y jerarquía que permite a los profesores, profesoras, estudiantes, estudiantas, egresados y egresadas de su comunidad dedicarse a la búsqueda del conocimiento a través de la investigación científica, humanística y tecnológica, para beneficio espiritual y material de la Nación. Las universidades autónomas se darán sus normas de gobierno, funcionamiento y la administración eficiente de su patrimonio bajo el control y vigilancia que a tales efectos establezca la ley. Se consagra la autonomía universitaria para planificar, organizar, elaborar y actualizar los programas de investigación, docencia y extensión. Se establece la inviolabilidad del recinto universitario. Las universidades nacionales experimentales alcanzarán su autonomía de conformidad con la ley.
conocimiento, la innovación y sus aplicaciones y los servicios de información necesarios por ser instrumentos fundamentales para el desarrollo económico, social y político del país, así como para la seguridad y soberanía nacional. Para el fomento y desarrollo de esas actividades, el Estado destinará recursos suficientes y creará el sistema nacional de ciencia y tecnología de acuerdo con la ley. El sector privado deberá aportar recursos para los mismos. El Estado garantizará el cumplimiento de los principios éticos y legales que deben regir las actividades de investigación científica, humanística y tecnológica. La ley determinará los modos y medios para dar cumplimiento a esta garantía. Artículo 111. Todas las personas tienen derecho al deporte y a la recreación como actividades que benefician la calidad de vida individual y colectiva. El Estado asumirá el deporte y la recreación como política de educación y salud pública y garantizará los recursos para su promoción. La educación física y el deporte cumplen un papel fundamental en la formación integral de la niñez y adolescencia. Su enseñanza es obligatoria en todos los niveles de la educación pública y privada hasta el ciclo diversificado, con las excepciones que establezca la ley. El Estado garantizará la atención integral de los y las deportistas sin discriminación alguna, así como el apoyo al deporte de alta competencia y la evaluación y regulación de las entidades deportivas del sector público y del privado, de conformidad con la ley. La ley establecerá incentivos y estímulos a las personas, instituciones y comunidades que promuevan a los y las atletas y desarrollen o financien planes, programas y actividades deportivas en el país.
Artículo 110. El Estado reconocerá el interés público de la ciencia, la tecnología, el encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 195
Wafi Salih (Trujillo). Hija de padres libaneses. Tiene una maestría en Literatura egresada de la Universidad de los Andes. . Ha publicado entre otros Los Cantos de la Noche, Pájaro de Raíces, El Dios de las Dunas, Caligrafía del aire. Obras a ser publicadas próximamente: Cielos Descalzos (poesía), Las Imágenes de la ausente (ensayo),: Jugando con la poesía recopilación, depuración y archivo de 72 grupos escolares de textos poéticos, en talleres itinerantes. Actualmente ejerce el cargo de especialista del libro y la lectura en el estado Lara. Perteneciente al Ministerio del Poder Popular Para la Cultura.
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Seducir por la lectura Ponentes: María Antonieta Izaguirre, Silvia Maza.
Textos y títeres
Maria Antonieta Izaguirre
Articulación entre el texto y la ilustración basada en títeres en el material impreso dedicado a niños y niñas hospitalizados: La Piñata, revista infantil, y Manuales para Niños y Niñas Pacientes. Textos y títeres Estas líneas son una continuación de las palabras de Lilian Maa’Dhoor y las de Silvia Dioverti, pronunciadas el año pasado en el Segundo encuentro con la literatura infantil en Venezuela, realizado en esta misma ciudad. Lilian, creadora de los personajes que animan Sala 404, la serie televisiva de Historias de niños y niñas pacientes y de la ilustración de La Piñata, revista de entretenimiento para niños y niñas hospitalizados. Silvia, quien además de seleccionar poemas y adivinanzas para el contenido de la revista, escribe para cada número pequeños textos sobre las maravillas del cuerpo y de las plantas y, con mucho cuidado, a través de sus “Informes secretos” aproxima, a esos pequeños lectores, aquejados por la enfermedad y el dolor, al mundo de las emociones y sentimientos. No puedo dejar de nombrar el aporte de Peli, quien con sus dibujos transporta el humor para quienes en una cama, en una sala de espera o de hospitalización ven pasar las horas y la vida. Con este preámbulo quiero decir que estoy aquí por asomada, en el sentido que estoy entre escritores y creadores, introduciéndome con mi punto de vista, el psicoanálisis, en un campo que no es el mío. Pero también por-
que este pequeño ejercicio de articular textos y títeres me permite asomarme a la ventana de un paisaje al que di existencia con otros y otras, y al que miro crecer y desarrollarse desde hace varios años, aunque no sea yo, directamente, la que moldee el barro para crear la vasija. La vasija en este caso son los materiales impresos y audiovisuales creados para acompañar a niños y niñas hospitalizados y a sus padres desde la lectura, desde las imágenes, a través de ilustraciones y actividades. Su objetivo es reducir los síntomas emocionales productos de la enfermedad y la hospitalización, contribuir a hacer de la enfermedad y la hospitalización un momento para el aprendizaje y el encuentro consigo mismo en otra dimensión que la del dolor y de la interrupción de la vida cotidiana. Con ese fin la asociación civil Círculos de Investigaciones y Estudios con el Psicoanálisis (CIEP), fundada en el año 2000, desarrolló dos años después (2002) el proyecto SaludArte. El uso de la preposición con en el nombre de la asociación obedece a que tratamos de relacionar el psicoanálisis, como instrumento de trabajo y una manera de aportar ideas, con diferentes disciplinas y saberes. El proyecto SaludArte está orientado por algunos conceptos que no desarrollaré en esta ocasión pero que sí quiero mencionar someramente. Uno es la idea que tomamos de Freud y, sobre todo, del psicoanalista francés Jacques Lacan según la cual las palabras y el cuerpo tienen una íntima relación: El cuerpo se ha constituido en los seres hablantes gracias a la palabra. El otro concepto es que el yo y la idea del sí mismo se constituye
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en el lazo social con nuestros semejantes, y un tercero es que el juego, ese espacio psíquico particular y tan esencial para el niño, le permite entrar en la fantasía y en la posibilidad de la repetición haciendo en activo lo que se ha sufrido en forma pasiva, abriendo así el camino para la elaboración de los eventos que le sobrepasan. El arte, cualquiera sea su expresión, calma, consuela, conforta, sosiega. El humor —y su manifestación en la sonrisa y la risa— produce una descarga de energía siempre necesaria, especialmente en procesos de enfermedad. Por último, pero como eje sobre el que se asienta todo el proyecto, el amor, el afecto para el compromiso, la comprensión y la compasión en el mejor sentido del término. Recordé unas palabras de Lilian, cuando el año pasado comentaba la creación de la serie televisiva, Sala 404, historia de niñas y niños pacientes: “… Mágicamente sucede un enlace único y personal del espectador con el títere que va más allá de lo conciente, de lo estrictamente racional”. Quizás es ese enlace el que hizo que Yosmari, una niñita de 8 años, se aferrara al Manual del Niño (a) Paciente: Hospitalización y Cirugía, durante su traslado del Hospital Los Magallanes de Catia al Hospital de Niños J. M. De los Ríos, en otro lado de la ciudad de Caracas, donde iba a ser operada. Es ella quien hizo conocer el Manual… a la psicóloga que la atendió en ese hospital. O el caso de una psicóloga amiga que nos llamó preguntando por el Manual... porque había visto a un niño leyéndolo en un vagón del Metro. O de aquella chiquilla que se negaba a hablar porque sufría de una enfermedad congénita que había cubierto su cuerpo de vellos. Al ver en la portada la figura de Titico, el títere protagonista de la historia que se cuenta en el Manual…, lo rechazó horrorizada y no quería ni que se lo acercaran.
La piel de Titico no era su piel, pero a ella, en un momento de identificación especular, le recordaba lo imposible de su propia imagen. Es por este desencuentro que pudo comenzar a hablar de sí misma con la psicóloga. Estas son algunas de las pequeñas anécdotas recogidas cuando comenzamos a trabajar con el Manual… en el año 2003 y 2004. Es probable que estos datos no resistan un análisis estadístico y cuantitativo, pero a nosotras, en el proyecto SaludArte del CIEP, nos dicen mucho. Igual que los tantos mensajes de texto que recibimos en La Piñata, o la expresión de sorpresa y agrado cuando alguien comenta que vio algún capítulo de Sala 404 televisado por Vive TV. Ya sea un encuentro o un desencuentro, entre los títeres y el texto se construye un espacio, espacio que Tagore definió como “una playa de interminables mundos donde los niños juegan.” ¿Cuál es ese enlace?, ¿de dónde viene? Este pequeño trabajo busca encontrar algunas respuestas. En primer lugar me remito a Herman Hesse en La Infancia del Mago, capítulo inicial de su autobiografía: No fui educado solamente por padres y maestros, sino también por fuerzas superiores, ocultas y misteriosas, entre las cuales se encuentra el dios Pan, en la figura danzante de un pequeño ídolo indio que se guardaba en la vitrina de mi abuelo. Me pregunto: ¿El dios danzante se corresponde con los títeres? ¿Ese enlace es el de las palabras que contiene el texto, poderosas como todas las palabras, y transportes de la incidencia material del lenguaje y la imagen que opera en el vacío de la identificación? Los textos del Manual…, por ejemplo, buscan aproximar al lector o lectora a la realidad exterior: conocer el hospital, los procedimientos médicos, las rutinas, el personal del equipo de salud, los exámenes médicos y
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su finalidad, el significado de una intervención quirúrgica, nombrar la enfermedad que le aqueja y responder, en la medida de lo posible, buena parte de aquello que el niño o la niña se preguntan. Al obtener respuestas se les ayuda a enfrentar los miedos, aceptar mejor los tratamientos e intervenciones y a hacer de la experiencia de la enfermedad y la hospitalización una ocasión para su aprendizaje y desarrollo cognitivo y emocional. Diríamos que es una modalidad estudiada, pensada, racional. Al momento de investigar e idear el Manual… nos preguntamos si un acercamiento totalmente racional podía ser lo más favorable y pertinente.¿Bastaría con dibujos, esquemas u otra formas, tal como suele acostumbrarse, para acompañar el texto? ¿Cómo ilustrar aquellas palabras bien estudiadas, especialmente si el Manual…está dirigido a niños pequeños? En ese momento, y gracias a la vocación de Lilian Maa’Dhoor por los títeres la fotografía, nuestro pequeño equipo de trabajo de aquel entonces escogió hacer que el texto tomara de la mano a los títeres, o quizás al revés. Los títeres, muñecos construidos de madera, metal o tela, que viven, caminan y hablan, tienen una rica y larga historia; aunque se suele decir que su origen está en Europa no es así, como lo testimonian las culturas asiáticas y los hallazgos arqueológicos en las culturas precolombinas en nuestro Continente. Pero no es la oportunidad para contar esta interesante historia. Sólo queremos anotar algunas cosas que nos sirven para explicar el enlace al que nos estamos refiriendo. Por supuesto que en el material impreso los títeres no se mueven, pero al encarnar a los personajes de las historias hay en ellos unas características que la fotografía resalta: sin moverse se mueven y su estructura recubierta por el velo que proporciona la belleza, la bondad, la suavidad, el humor, llega a los
más íntimo donde se encuentra, en cada uno de los seres hablantes, el vacío, la quietud, lo inerte y lo definitivo: la muerte. Pienso que una cualidad del títere es que anuncia una verdad, pero el bien decir permite que esta verdad sea una medio verdad, tal como la verdad debe decirse, y la cual, velada tiernamente —no se me ocurre otro adjetivo—, puede llegar sin que el horror de ese nos haga retroceder. Eso es lo que permite que con ellos y ante criaturas vulnerables como son los pequeños pacientes, podamos tocar temas como la enfermedad, la deformidad, la muerte, sin que la crueldad haga su aparición y los aparte, y nos aparte a nosotros, quienes acompañamos al niño o la niña en su lectura. Aun cuando el títere no sirva de velo, como fue el caso de la pequeñita que comentamos más arriba, su presencia permitió abrir un sendero para sus sentimientos, sus ideas sobre la enfermedad y sobre sí misma. El títere, los títeres, son un objeto, a pesar de que representan un personaje no entran como significantes. Es un objeto particular que aparece en las coordenadas de la realidad, en el espacio y en el tiempo. No se encuentra adentro del psiquismo, tampoco está afuera, es decir, no forma parte del mundo, al menos lo que el individuo ha decidido reconocer como verdaderamente exterior, fuera del alcance del dominio mágico. Para dominar lo que está afuera es preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo. “Jugar es hacer”, concluye Donald Winnicott en sus exposiciones sobre el juego infantil y requiere de la intimidad y, por tanto, de la confianza en una relación que se perciba como digna de confianza. Es por ello que solicitamos que el Manual… sea usado, como se usa un instrumento, con la compañía de Otro, lector y/o acompañante. Y es por eso que hay un hacer que le pide al niño dibujos o, como es el caso de La Piñata,
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ofreciéndole laberintos, pasatiempos, adivinanzas, manualidades. El espacio-tiempo del Manual…, introducido por los títeres, permite a quien lo usa y lo trabaja, entrar en una zona de carácter paradójico: no es una realidad psíquica interna, se encuentra fuera del individuo, pero no es el mundo exterior. El niño o la niña usará a los títeres, los pondrá al servicio de una fantasía derivada de la realidad interna o personal. Es una acción entre lo que es subjetivo y lo que es percibido de manera objetiva, la realidad compartida. En un sentido el Manual… se convierte en algo que es de la propiedad del niñito o la niñita. Cuando hacíamos la prueba piloto del Manual del Niño paciente en el 2003, vimos con mucha frecuencia que el niño o la niña no querían ni prestárnoslo aunque fuera por el momentito necesario para poder analizar sus respuestas y sus dibujos. Los títeres anuncian la ilusión y agregaríamos, la noción de identificación mas vinculada con ella. Pienso que equivalen al “Érase una vez, o al Había una vez”, que anuncia la entrada al campo de la fantasía y la ficción de los cuentos, al menos en aquellos de la literatura clásica para niños. En tanto el títere se hace pasar por otro, ya no es un muñeco, es Titico o Margarita, pero no por ello deja su hermosa cualidad de objeto que es la encargada de crear la perspectiva de lo imaginario, acompañado por el poder de la palabra Allí, en el títere, en su imagen, se unifica un cuerpo fragmentado por la enfermedad, por el sufrimiento y el dolor, posibilitando el placer y la esperanza. El psicoanálisis es, quizás, una de las disciplinas más hermanada con la palabra, de ella se nutre. Y la belleza con que los poetas y narradores saben arroparla no le pasa inadvertida, por eso elijo, para concluir las mías, éstas de Herman Hesse en La Infancia del mago:
Largo tiempo duró mi sueño infantil, el mundo me pertenecía, todo era presente, todo me rodeaba ordenadamente dispuesto para jugar. Si alguna vez se suscitaba una insatisfacción o alguna nostalgia, si el alegre mundo me parecía en ocasiones nublado o dudoso, entonces encontraba casi siempre fácil escapatoria hacia el otro mundo, más libre y sin oposiciones, de la fantasía. Al regresar de él encontraba de nuevo el mundo exterior amable y cariñoso. Largo tiempo viví en el paraíso. Bibliografía Maa’ Dhoor, Lilian. Sala 404: historia de niñas y niños pacientes, Intervención en el 2do Encuentro con la literatura Infantil y Juvenil. Valencia, 2007 Hesse, Hermann. La Infancia del Mago. Garbizu y Todtmann. Venezuela.1977 Winnicott, Donald. Realidad y Juego, Granica Ed.Buenos Aires. 1972
María Antonieta Izaguirre (Caracas). Egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Psicóloga y psicoanalista infantil, directora de los Círculos de Investigaciones y Estudios con el Psicoanálisis (CIEP) y coordinadora del Foro del Campo Lacaniano en Venezuela.
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Cartas para la libertad Proyecto de Promoción de Lectura Epistolar Silvia Maza
Introducción La promoción de lectura epistolar, vinculación comunidad -cárcel es un proyecto que se viene desarrollando desde el año 1995, bajo la Coordinación General de Licenciado Aníbal Reyes, quien para entonces era el Director de la Biblioteca Pública de Macarao, en Caracas; utilizando como estrategia el intercambio de cartas, entre las damas recluidas en centros penitenciarios, como el anexo de damas de La Planta (actualmente eliminada) y en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) en Los Teques, estado Miranda y las comunidades atendidas por las bibliotecas publicas del área metropolitana. Se originó cuando existía el Bibliobús (Biblioteca Ambulante), servicio, con el cual se pretendía atender y apoyar a las comunidades con difícil acceso a las Bibliotecas Públicas o Salas de Lectura. Para ese entonces, quien actualmente coordina el proyecto, era el responsable de una de estas unidades y de prestar el servicio bibliotecario a cinco comunidades, entre las cuales podemos mencionar, el Sector Las Casitas (parte alta de La Vega) y Anexo de Damas de Reten de la Planta. Esto lo llevó a determinar el bajo nivel lector en las internas del anexo de Damas, por lo que se propuso realizar una actividad donde se vinculara a la comunidad de La Vega, en el proceso de promover la lectura entre las mujeres privadas de su libertad. La primera actividad que se realiza, es un taller de promoción de lectura que se dicta por un lado a los miembros de la comunidad interesados en participar y por otro lado a las reclusas.
Entre otras cosas, en dicho taller se dictan las pautas y se establecen ciertas normas para la escritura de las cartas; y posteriormente, esta población mantiene comunicación durante dos meses y medio aproximadamente, a través de Cartas, y luego se organiza el encuentro entre ambas comunidades. Entre juegos y dinámicas los participantes descubren a la persona con quien han mantenido comunicación durante el tiempo que duró el taller, manifestándoles su agradecimiento y afecto a través de la entrega de presentes y tiempo para compartir, conversar y (re)conocerse personalmente; con esta actividad se ha despertado gran motivación entre los participantes de la comunidad de La Vega, quienes en lo sucesivo continuaron voluntariamente visitando a las internas y apoyándolas en algunas necesidades básicas, tales como toallas, jabón, crema dental, y libros, entre otras cosas, creándose de esta manera un compromiso social y afectivo. Particularmente, me incorporé a este proyecto en el 2002, junto con mis alumnos de Noveno Grado de la U.E.P. Colegio José Gregorio Hernández. Aunque llevo ya muchos años en esta tarea de promover la lectura, primero como facilitadora nacional de Fundalectura y luego como una promotora de lectura en mi propia comunidad, en la Parroquia Caricuao, desde donde desarrollé el proyecto: “Los Niños de mi Escalera”, el cual presenté en una edición anterior de este evento; de manera que cuando Aníbal me invitó a participar en esta actividad, no lo pensé dos veces, porque más que una estrategia para promover la lectura y la escritura, con este programa se ha tratado de sensibilizar a la comunidad frente a la realidad que existe en nuestros centros penales, apoyando y contribuyendo al proceso de reinserción social
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del interno o interna, fomentando valores como la solidaridad y la amistad, ofreciendo consejos, y compartiendo saberes. Es sabido que por medio de la lectura podemos crear y recrear situaciones reales e imaginarias, que nos permiten interactuar para liberarnos de la esclavitud de la ignorancia y mejorar nuestra calidad de vida; podemos viajar a lugares remotos que nunca hemos conocido, aún cuando nuestro cuerpo se encuentre prisionero (como en el caso de las reclusas); podemos construir afectos, hacer amigos inolvidables, y soñar despiertos, entre otras posibilidades maravillosas que nos brinda la lectura. Asumiendo entonces la promoción de lectura, como un conjunto de acciones de carácter estratégico, nos propusimos incorporarnos a este programa que además de promocionar la lectura y la escritura, propicia la amistad y la solidaridad, a través del intercambio epistolar, utilizando las cartas como herramienta de acercamiento entre las comunidades atendidas por las bibliotecas publicas y los centros penales cercanos a estas. En el caso de mis alumnos, ellos sólo intercambiaron correspondencias con las reclusas del INOF. Metodologia de trabajo: La metodología consiste en vincular a los estudiantes y demás miembros de las comunidades interesadas, con las personas privadas de libertad. Los participantes son voluntarios. Se le plantea a la comunidad, grupos (usuarios de las Bibliotecas) o instituciones interesadas en participar, los objetivos y la metodología del taller, a fin de establecer el compromiso con los participantes en respetar la dinámica de la actividad. En el caso de mis alumnos de noveno grado, inicialmente se les convoca a una reunión,
se les explica en qué consiste la actividad, se les aclara que es algo de carácter voluntario y extra curricular, y a los interesados se les invita a través de una carta y una notificación a los padres y representantes para que conozcan el proyecto, y ellos deben devolver la autorización firmada, dando así su consentimiento a que sus hijos participen. La actividad se desarrolla a través del intercambio de Cartas durante un tiempo máximo de dos meses y medio. Las cartas son abiertas y se escriben una vez por semana, no deben contener números telefónicos ni direcciones de correo electrónico; las mismas son revisadas previamente por los responsables del taller antes de ser entregadas a los participantes, garantizando así el cumplimiento de los objetivos, como es promover la lectura, la escritura, la amistad, la solidaridad, y demás valores, entre los participantes; y a su vez sensibilizar a las comunidades con la situación carcelaria y apoyar la reinserción social del interno. El periodo de la escritura se torna muy interesante, porque los alumnos se entusiasman, buscan ayuda y compiten con dibujos, figuras y demás adornos para que su carta sea la mejor presentada. Para el desarrollo de la actividad se requiere un mínimo de 15 participantes y un máximo de 40. Si alguno de los participantes es menor de edad, es obligatorio consignar por escrito el permiso del representante; y para poder hacer la visita al INOF se les pide la cédula de identidad y se les exige no llevar teléfonos celulares. Cabe destacar, que en el caso del INOF, las reclusas cuentan con un espacio bien bonito, tienen talleres de manualidades, Internet, una guardería para tener a sus hijos pequeños y una biblioteca con la cual nosotros hemos contribuido consiguiéndoles donaciones de libros.
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¿Cuáles son los temas de las Cartas? No se limitan los temas a escribirse, solo orientamos previamente a los participantes, sobre el contenido de las cartas, promoviendo aquellos temas donde prevalezcan la amistad, solidaridad y los demás valores universales. Al principio los participantes se identifican, luego intercambian experiencias, saberes, poemas, letras de canciones, las reclusas les dan consejos a los jóvenes, se predica, se orientan e intercambian conocimiento. Propiciando el proceso de enseñanza - aprendizaje entre ambas comunidades. Una vez finalizado el tiempo de la escritura y la lectura de Cartas, se organiza el encuentro entre ambas comunidades (reclusas - estudiantes y comunidad involucrada), con el propósito de que los participantes se conozcan y tengan un tiempo para compartir y lograr estrechar relaciones de amistad y solidaridad. El momento del encuentro es un momento muy emotivo, porque cada uno debe identificar a su “amigo secreto de cartas”; se realizan varias actividades y dinámicas grupales que permiten no sólo “romper el hielo”, sino ir elaborando pistas para descubrir a ese amigo o amiga con el cual se han estado comunicando; es así como a través de juegos, los escritores de cartas van quedando al descubierto, y allí se abrazan y se ofrecen muestras de aprecio y gratitud mutua, luego se hace una merienda para todos, y al final se ofrece un espacio de intimidad, donde cada emisario se retira con su destinatario para conversar sobre la experiencia, conocerse mejor, intercambiar algunos obsequios como discos, libros, bisutería, etc. En el caso de los estudiantes, ha ocurrido que se han identificado tanto con sus compañeras de cartas, que luego han ido
a visitarlas por su cuenta, con sus padres o representantes. Algunas metas o actividades que deseamos lograr y mantener son: 1.- Seleccionar las colecciones, organizar y promover las cajas viajeras en los centros penitenciarios y centros de adolescentes cercanos a las Bibliotecas Publicas del Distrito Capital y del estado Miranda. 2.- Reunir e incentivar al menos treinta (30) participantes por cada institución en el taller de promoción de lectura a través de cartas. 3.- Que los sesenta (60) participantes se les oriente sobre como realizar las cartas hacia los destinatarios y las normas que deben cumplir. 4.- Crear círculos de amistad y de solidaridad a través de correspondencias entre las diferentes comunidades y los centros penales cercanos a las Bibliotecas Publicas del área Metropolitana y del estado Miranda. 5.- Que los participantes intercambien cartas una vez a la semana durante dos meses y medio. 6.- Propiciar el encuentro entre los participantes de las comunidades atendidas por los bibliotecarios, voluntarios y los internos e internas de las Instituciones participantes al finalizar el taller. 6.- Capacitar bibliotecarios penitenciarios y formar voluntariados para la promoción de la lectura en los centros penales, a través de programas y actividades que promuevan el interés por la lectura. 7.-Presentar el programa de promoción de escritura y lectura epistolar ante las autoridades correspondientes a fin de gestionar los permisos para ingresar a los centros de corrección que se atenderán.
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8.- Presentar el programa de promoción de lectura epistolar a las comunidades organizadas, grupos culturales, Instituciones educativas Iglesias, ONG y concejos comunales a fin de que participen en este proceso de enseñanza aprendizaje. Silvia Maza (Caracas) Docente y promotora de lectura con muchos años en ejercicio, trabajo en FUNDALECTURA ejerciendo tales labores, actualmente desarrolla programas de promocion de lectura en carceles, centros asistenciales, y comunidades urbanas.
Alexander Hernández, Jesús Urdaneta, Silvia Maza y María Antonieta Izaguirre.
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Diversidad de imaginarios en la literatura juvenil latinoamericana Ponentes: Henriette Arreaza, Leonor Bravo.
El Mito: punto de fuga para iluminar los caminos Henriette Arreaza
Se ha querido imponer la idea del Mito como un asunto estrictamente asociado a lo fabuloso, a lo imaginario, a lo fantástico. Se les llama mitómanos a los que inventan el mundo a su propio antojo. Se entiende por Mito aquello que no tiene soporte real, una narrativa fantástica con la que la humanidad –antes de la llegada de las ciencias- explicaba los asombrosos mecanismos de la vida. Este desprestigio, esta “caída de los dioses” ha creado un aterrador vacío cultural, nos ha dejado huérfanos de espíritu, y lo que es peor, ha sido tomado por otros “dioses” destructivos, ansiosos y voraces, terroristas de la mente, ellos sí: ¡Mitómanos! Distorsionadores de la realidad. Hablemos del mito como una concepción del mundo y un reflejo del mundo. El mito nos explica, nos narra, nos recuerda. ¿Qué? El origen, el sentido, la fuerza primordial de los eventos que diariamente acontecen en la esfera terrestre. El mito guarda la potencia germinal que reactivamos cada vez que lo cantamos, cada vez que lo celebramos. Pero además es el depositario de la memoria colectiva. “La matriz universal de la historia de los pueblos”, dice Jean Marc de Civrieux. Para Malinowski es una realidad ¨viviente¨ en tanto que expresión de una realidad original mayor y más llena de sentido que la actual. ¡Una realidad original! Civrieux insiste en que el mito contiene ¨los modelos celestes¨, guías de
la acción eficiente en esta tierra, así el mito se convierte en enseñanza del camino colectivo. El mito es también el tejido invisible, la forma organizada, fractal, que une y sostiene todas las actividades de un pueblo. Es el maná espiritual por excelencia que alimenta sus pasos. Es la enseñanza viva a la que se recurre en todos los eventos importantes para cargarlos de la potencia original. Cuando nace un niño; cuando muere alguien; en la primera menstruación; el primer día de caza; cuando se siembra; cuando se come, cuando se duerme, cuando se sueña. Cuando se teje, cuando se construye la casa, cuando se limpia y organiza el huerto. Toda actividad reproduce el mandala germinal. El mito es la escuela. Cuando el anciano canta, va enseñando y explicando por qué, cuándo, dónde, quiénes. Se canta el recuerdo del origen para que bañe con su sentido todos los actos de la comunidad. Es gratitud, es protección, es oración. Como el misterio sigue vivo, la acción va cargada de respeto y de simbolismo activo. En cada fiesta, en cada rito, los cantos remontan a la primera vez. Así los niños aprenden y los adultos recuerdan. Marc de Civrieux, en su maravillosa obra, El hombre silvestre ante la naturaleza, publicada por Monte Avila editores en 1971, nos relata “la enseñanza oral que trata de las ciencias naturales, del medio ambiente, de la ecología humana y de las actitudes mentales relacionadas con ella”. Es lo que nuestros antepasados llamaron Morovara morokumua, en lengua de los
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kariña -los antiguos caribes- significa “así son esas cosas”. Es un juego que observó Civrieux en la Mesa de Guanipa, por los años 70, en la comunidad kariña de Taskabaña. “El que sabe, un adulto, se sienta o se acuclilla en el patio, mientras los niños (hijos, sobrinos, nietos) se acercan y lo rodean. Quieren escuchar, empiezan a preguntar.” “Trueno, pájaro, casa: la pregunta es una palabra. Quieren saber qué cosa es la cosa, el animal, el árbol, la estación del año. Brota la palabra, y el que sabe la contesta enseguida, improvisando la explicación. Su personalidad colorea la respuesta, concisa o detallada, graciosa o sentenciosa, jocosa o angustiada, poética o práctica. Atraídos por el juego, se acercan los adultos, se acomodan entre los niños... Sus mentes no envejecen, su curiosidad no se desgasta ante las mil formas de la verdad de las cosas, y escuchan, como escucharán hasta que se mueran, como oían hace muchos años, cuando eran niños.” El guardián de la tradición yekuana, en el Alto Orinoco, es el aichuriaha. Es el cantante que canta reproduciendo la tradición en cada rito, en cada evento, para que los niños aprendan, para que los adultos recuerden y para que el evento sea insuflado de la potencia original. El aichuriaha está consciente de que su misión es infinita, recorre las aldeas recopilando y enseñando cantos para que no se pierdan, pues sabe que si la tradición se pierde muere la cultura. Anteriormente en las comunidades yekuana no existían las escuelas, niñas y niños aprendían con el aichuriaha, el “dueño del canto”. En las noches el aichuriaha canta sin parar el Shirishe Kumenadi, es la voz yekuana para nombrar al Canto de las Estrellas. Así como las estrellas permanecen juntas así debe mantenerse junta la familia, la comunidad, la etnia. Cuando viaja por el río y pernocta
en otras comunidades, el aichuriaha –dueño del canto- rememora con otros ancianos los cantos, los recuerda a quienes han olvidado, los enriquece con el aporte de otros cantantes, los enseña a quienes no los saben. Cada canto tiene sus caminos: el camino de la unión, el camino de la salud, el camino de la buena cosecha... Para todo hay un canto. Hace tanto tiempo que nosotros los occidentales, desindianizados, desarraigados, desprendidos de nuestras raíces cosmogónicas, perdimos esa conexión que llena de coherencia y de sentido el comportamiento social y la cultura de los pueblos indígenas. Ese vacío que dejó la separación entre saber celeste y razón terrestre con su consecuente pérdida del sentido del mundo fue tomado por otros dioses y otras artes sustituyendo el territorio sagrado del sano y original recuerdo por la ignorancia, la ansiedad, el miedo y el deseo desenfrenado. Tan nefastos como atractivos, los nuevos íconos invadieron todos los espacios: las carreteras, las calles, las casas, las habitaciones, los comedores, los museos, las iglesias, las escuelas, las instituciones. Nos robaron el tiempo, el tiempo sin tiempo, el tiempo perfecto. Con su vulgar discurso nos persiguen, pretenden delinear nuestras metas, nuestros sueños, nuestras vidas. La religiosidad, el afecto, la sexualidad, la estética. Es bueno saber que entre la opulencia y la miseria hay soluciones sanas y posibles. Esta perversa maquinaria nos ha querido hacer creer que si no tenemos no somos. Mientras nosotros nos desvivimos por alcanzar cosas no siempre necesarias. Mientras nosotros sufrimos por no poder tener lo que tiene el vecino. Hay seres humanos que viven en la mayor sencillez y no conocen la neurosis.
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A cinco horas de Caracas, en la Mesa de Guanipa, entre sabana y morichales vive la comunidad de Taskabaña, allí los kariña cultivan la tierra produciendo yuca, patilla y merey, entre otras cosas. Tienen una casabera común donde procesan la yuca para hacer el casabe que consumen y vender el sobrante. Con la fibra del moriche tejen chinchorros y cestas. La venta de estos productos se destina al beneficio de toda la comunidad, se ilumina la plaza, se compra una vieja camioneta para llevar a los niños a la escuela, se manda a los jóvenes a la universidad. Cada primero de noviembre se celebra el Akatompo, la fiesta de los muertos. Es una fiesta espléndida, hecha en agradecimiento a los antepasados para quienes se cocinan las mejores comidas. Los niños participan activamente en la celebración, desde temprana edad se les enseña que la muerte es otra dimensión de la existencia y que desde esa dimensión sus ancestros los protegen y velan por el bienestar de la comunidad. Tal vez acercarnos al Mito nos acerque también a vislumbrar posibilidades de una vida más creativa, menos egoísta y sobre todo más sana, más plena de valores espirituales que de deseos materiales. Por todo esto y por mucho más se hace imprescindible recuperar el camino del Mito. Recordar lo que somos, contarle a nuestros descendientes de dónde venimos, para que comparen y deparen cuán irreal es la senda -o más bien el desvío- que han pretendido imponernos como realidad. Mediante la lectura reflexiva y creativa de las narrativas ancestrales, en estrecha alianza con las artes escénicas, para acompañar el mito con el rito -que es una forma de sentir lo mítico en el cuerpo, o de dibujar lo celeste en la tierra- conoceremos también de nuestra geografía, de la vida y la historia de nuestros antepasados, de su forma de vida ecológica y
comunitaria. Allí está el germen del socialismo que deberíamos buscar, tal vez más indiano que bolivariano ¡Puedo asegurarles que Bolívar estaría encantado! Henriette Arreaza (Caracas) Escritora, recolectora de la memoria oral de nuestros pueblos, investiga las cosmogonías de las culturas originarias de Venezuela. Como editora ha creadora la editorial Siembraviva que se caracteriza por la cuidadosa selección de sus títulos, en formatos pequeños cuidadosamente diseñados e ilustrados, a través de los cuales “Les devolvemos la palabra oral empapada de ternura, picardía y poesía”.
Henriette Arreaza, Laura Antillano y Leonor Bravo.
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Cuatro voces en el camino de la identidad. Presentación de textos de cuatro autores ecuatorianos de literatura para niños Leonor Bravo
Esta mirada de la producción literaria para niños en el Ecuador que ahora presento en este foro hace énfasis en dos aspectos: el interés por el desarrollo de temas ligados a la identidad y a la comprensión de la interculturalidad en la obra de los autores presentados, por ser algunos de los más importantes ejes alrededor de los cuales se desarrolla este género en nuestro país. La literatura infantil ecuatoriana es, salvo algunas excepciones, una literatura intercultural, que de diferentes maneras y con diferente acento expresa el profundo mestizaje del que somos producto y presenta a esos múltiples otros tanto en el uso del lenguaje como en los personajes; en la historia, en el paisaje y en su rica biodiversidad. Es una literatura que enfoca el problema de la identidad desde el aquí y el ahora, cambiante y en constante evolución y no como algo sagrado e inamovible. Y que al hablar de los orígenes, aspecto fundamental en el tratamiento de la identidad, no tiene ese tono nostálgico que ve al pasado como el tiempo ideal al cual se debería volver, sino que, con el recurso de la ficción, ensaya un diálogo con él, como algo que merece ser conocido y descubierto. Es una literatura que sin acuerdos previos ni consignas ni en el afán de adoctrinamiento reflexiona en la identidad nacional y latinoamericana y aporta en su construcción. Vuelve a mirar al país sin los prejuicios y estereotipos de ser o el mejor o el peor, con esa visión exaltada o dolida tan característica de nuestros
pueblos, y escribe sobre él para entenderlo y entendernos, para ser entendidos; para enriquecer nuestras cualidades como nación, como seres nacidos en un paisaje particular, formado de muchas caras y aristas. Permite a los niños tener un encuentro enriquecido con su país y reflexionar sobre él y su cultura, y les ayuda a tener una proyección mayor de sí mismos y una comprensión más amplia del mundo en el que les tocó vivir. Y de esa literatura voy a presentar a cuatro autores con cuatro voces diferentes, con distintos modos de hacer literatura, pero con algo en común: su énfasis en la identidad desde diferentes manifestaciones, su intención de hacer una nueva lectura del país sin descuidar su valor estético como discurso literario y el aspecto lúdico y placentero de la lectura: Edna Iturralde desde la etnohistoria y una marcada interculturalidad, Edgar Allan García, desde el rescate de la literatura oral, los mitos y las leyendas, Soledad Córdova desde el habla, los decires propios, los paisajes y la cotidianidad y Leonor Bravo que desde la vena fantástica recrea lo próximo y lo distante en el tiempo y parecería tener la intención de contar una mitología que se ha perdido, una historia aún no dicha de su pueblo. Edna Iturralde Inicio con Edna Iturralde, quien tiene posiblemente la mayor obra en esta línea: Si yo fuera pintora, dice Edna Iturralde,y me propusiera pintar un cuadro que representara al Ecuador con sus diferentes etnias, pueblos y culturas, lo pintaría en las laderas rocosas de las montañas, en las pampas y tabladas, en las orillas del Napo y del Pastaza, y a lo largo de las anchas playas. Pero soy escritora. Mis pinceles son la investigación con la cual ficciono, mi patria es el lienzo y los colores, la gente que pone a mi alcance de viajera
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cansada la sopa de quinua o el bolón de verde, o los trozos de yuca con bocachico frito. Edna Iturralde es autora de veinte y tres libros de literatura para niños, entre cuentos y novelas. Su obra más importante está ligada a la etnohistoria narrativa, género en el cual es pionera en el Ecuador y en la que explora la diversidad y la identidad multicultural de los pueblos que nos conforman. Su aporte es substancial en esta época en la que las historias locales y regionales pierden importancia y las huellas de lo perteneciente a determinados grupos étnicos se ha vuelto asunto de pocos. En la línea de la interculturalidad tiene los siguientes libros: “Verde fue mi selva”, cuentos sobre las diferentes etnias amazónicas, que narran historias de las culturas achuar, shuar, huaorani, secoya, siona, cofán, quechua, de su comunión con la naturaleza y de su particular modo de vida y también de su enfrentamiento con el desarrollo, con sus ríos manchados de petróleo, con su selva mutilada por el avance devorador de la civilización. ¨Caminantes del Sol”, que narra el viaje que realiza el pueblo Saraguro desde el Perú de los incas, en calidad de mitimaes; “Entre cóndor y león”, es la historia de una hija de un conquistador español y de una princesa inca, hermana de Atahualpa. “Y su corazón escapó para convertirse en pájaro”, relatos del pueblo negro, en el que hace un seguimiento cronológico de la presencia africana en el Ecuador y tienen como base mitos, tradiciones y vivencias, trasmitidas oralmente de generación en generación, fruto de una minuciosa investigación. “Los rayos del sol caían como cuchilladas sobre la cubierta anunciando otro día de calor insoportable, mientras un viento vacilante empujaba lentamente al velero sobre las aguas del Atlántico, avergonzado por la carga que llevaba.
Se abrió la compuerta de las bodegas y hombres, mujeres y niños treparon por una escalera de soga y subieron a la cubierta. Eran africanos, de distintos pueblos y reinos del occidente del África, capturados para ser vendidos en el Nuevo Continente”. Así empieza Edna Iturralde estos catorce relatos, con una historia ubicada en el siglo XVI cuando se inició la diáspora del pueblo negro. Uno de los personajes más interesantes que forman parte del libro es Alonso de Illescas, un exesclavo y guardián de esclavos, quien decidió convertirse en cimarrón para ayudar a los suyos. En la actualidad es símbolo de libertad y unidad de los diferentes grupos de afroecuatorianos. Su crucial decisión está narrada en el cuento “Las cuatro conchas” del cual voy a leer un fragmento: —¿Por qué vigilas a los esclavos del español? ¿Acaso a ti no te hicieron esclavo? –preguntó la mujer. —¡Pero ahora soy libre! Soy libre desde que tengo once años –exclamó Alonso. (…) La mujer se agachó y, al igual que la niña de la noche anterior, dibujó en la tierra las cuatro conchas unidas. —Este es el símbolo africano de la unión de su gente, el cauri. Tú estás destinado a luchar por la libertad de los negros esclavizados y unirlos. ¡Estás llamado a ser un cimarrón! ¡Un cimarrón! Alonso se sorprendió. Él sabía quiénes eran los cimarrones…: los esclavos fugitivos rebeldes que luchaban por su libertad y la de sus compañeros desde lugares ocultos, de difícil acceso, llamados palenques. En todo el continente estaban ocurriendo levantamientos de esclavos y abundaban los cimarrones. Pero él no era esclavo… ¿cómo podía pedirle aquella extraña mujer que se volviera un cimarrón? —Dime quién eres… —suplicó Alonso.
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La mujer levantó su barbilla y pareció aumentar aún más de estatura. —Soy la que no tiene principio ni final. Soy el espíritu de tus antepasados y la niña que ves aquí es el futuro… que depende de ti. El humo de la hoguera se volvió espeso. Alonso cerró los ojos porque le empezaron a arder. Cuando los abrió, se encontró solo. No estaban ni la mujer ni la niña, ni la casa y ni siquiera el poblado. (…) Repentinamente todo volvió a su memoria. África… era un niño otra vez. Vio a su madre cultivando la tierra con esmero y recordó con qué orgullo su padre le contaba las hazañas de valor de los mayores… Pensó en sus antepasados, a los que él pertenecía siendo solo una prolongación de los mismos. El recuerdo de sus ancestros lo llenó de una energía especial. Sintió que su espíritu crecía y que, a partir de aquel momento, defender la vida y la libertad de sus hermanos negros sería su obligación. Alonso se quitó la casaca española que llevaba, luego la camisa y los pantalones, y se quedó solo en calzones blancos. El viento tibio le abrazó el pecho y la espalda. Era un renacer, un volver a sus raíces y una alegría extraña se apoderó de él. Dibujó en el suelo las cuatro conchas del cauri, el símbolo de la unidad. Cada una de ellas representaría un palenque, que se multiplicaría tantas veces como hombres y mujeres rebeldes hubieran en esa tierra… como hombres y mujeres ansiosos de libertad hubieran en esa tierra… …Y Alonso de Illescas partió a buscarlos. En J.R. Machete, una novela sobre un niño que vive en la época de la revolución liberal y que pese a su corta edad combate a órdenes del general Eloy Alfaro, Edna narra un período convulsionado que marcó el futuro del país y lo impulsó a la modernidad.
Era de noche cuando Ña Ninfa y Juan Rodolfo llegaron a Bahía de Caráquez. Una tenue neblina rodeaba el puerto y apenas se podía vislumbrar, a la luz de una luna llena, el promontorio de El Centinela, el gran arrecife que domina la ciudad. A la distancia, sobre el muelle, puntos luminosos se desplazaban de prisa. Cuando se acercaron, vieron que eran hombres con antorchas y candiles que iluminaban el muelle mientras otros abordaban una pequeña lancha. El niño y la abuela dejaron amarrados sus caballos y se aproximaron. Preguntaban cómo hacer para encontrar al general Alfaro, cuando lo vieron. Era un hombre de pequeña estatura. Tenía una mano en la cintura y en la otra sostenía un largo cigarro que se llevó a los labios. El resplandor rojizo del tabaco iluminó su barba puntiaguda. A pesar de estar inmóvil, una tremenda energía emanaba de su persona. Juan Rodolfo instintivamente supo que era él. (…) El Alajuela, el buque que Alfaro trajo desde Costa Rica, estaba fondeado frente a Bahía, en un lugar llamado La Poza; esperaba dirigirse a Manta para entablar un combate naval contra los buques gobiernistas. —Abuela, abuela… —susurró el niño para no ser escuchado— ¡Vamos con él! —¡Estás loco muchacho! —devolvió el susurro ña Ninfa furiosa—. Sería muy peligroso y, además, yo no sé nadar. Pero Juan Rodolfo estaba decidido a hacerlo. Tal vez fue por el parecido que Alfaro tenía con su padre, o por su increíble carisma, pero la verdad era que sentía que su deber era partir con él. Aprovechando un descuido de Ña Ninfa, abordó la lancha y se escondió debajo de unas sogas. Miteé y el cantar de las ballenas, cuenta la
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historia de un niño de la cultura Machalilla, nacido hace 3200 años, quien en un viaje en el tiempo a lomos de una ballena, visita las diversas culturas que habitaron la costa ecuatoriana desde hace 5000 años, y un recorrido geográfico hasta el lejano Golfo de Tehuantepec en México para comerciar con la sagrada concha spondylus, el mayor tesoro de su pueblo. Esta es una de las historias que Miteé escuchó en su recorrido: Posorjá –espuma del mar- era una niña que llegó en las olas a las playas frente a la isla Puná, sin que nunca nadie supiera de dónde vino. Colgaba en el cuello este caracolillo de oro que se ponía en el oído y hacía profecías, o sea, por medio de este pequeño caracol sabía lo que iba a suceder y se lo contaba a la gente para que se preparara, bien fuera para lo bueno o para lo malo; para abundantes cosechas o escasez de alimentos, sequías o fuertes temporadas de lluvia, pactos amistosos con otros pueblos o guerras. Posorjá decoraba sus largos cabellos con flores que nunca se marchitaban en su cabeza y cantaba extrañas canciones que calmaban al mar cuando sus aguas se embravecían. Un día Posorjá decidió volver de donde había venido; entregó su amuleto al cacique del lugar, que era mi abuelo, y se sumergió en las olas volviéndose espuma del mar. Desde aquel entonces aquellas playas se llaman Posorjá en recuerdo suyo. Dejamos a Edna con sus viajes mágicos en el tiempo y vamos al encuentro de una escritora cuyo tema literario es el aquí y el ahora. Soledad Córdova Creo que la palabra llegó a mí de esta manera. Sin que yo la llamara ni porque yo me hubiese propuesto valerme de ella, dice Soledad Córdova. Las palabras me empezaron a salir, como la mala hierba; como las
pequeñas plantas de taraxaco que crecen en ese ángulo que se forma entre la vereda y el asfalto. Tal vez empecé a ensayar las primeras notas, en los tiempos de la escuela, cuando hacía redacciones para la profesora. Pero en ese momento no me escuchaba a mí misma, seguía obediente, las instrucciones de mi nana, la Zoilita, que me pedía que tratase de escribir algo sincero y mío: algo original. Soledad Córdova es una escritora de lo cotidiano, de las pequeñas cosas que conforman la vida diaria; de los detalles que hacen de la identidad algo tangible; de los afectos del día a día, de lo sencillo. De la belleza del paisaje que ve por su ventana, del canto madrugador de los pájaros vecinos, de la araña que teje en un rincón oculto. Del lenguaje coloquial con el que hablan las madres con sus hijos, lenguaje cargado de sonidos, de ritmo y de poesía. Entre sus doce libros publicados se destacan Odio los libros, Poemas de perros y gatos, Poemas con crema, Mi libro, Romance de la Duermesiempre, Hermosa Puropelos, La quebrada de Guachalá. La señora Antuquita que es el retrato de una anciana y el retrato de un pedazo de Quito, ciudad larga y estrecha, en la cual la identidad de los habitantes, al igual que el clima, tiene otro matiz cada pocas cuadras. Por eso una cosa son los del norte y otra los del sur. Y, por supuesto otra los del centro, donde vive la señora Antuquita, lugar en el que se guardan las tradiciones y viven los quiteños de verdad. Esta novelina nos muestra a un Quito que va desapareciendo, una ciudad que se ha vuelto grande a la fuerza y va quedándose sin la amistad de los vecinos y los compadres, la tienda de abarrotes como lugar de reunión y la calle como lugar de paseo. A continuación leeré un fragmento del segundo capítulo de este libro Desde la azotea se pueden ver muchas cosas. Hay un paisaje bajo de tejados con
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diversos tonos de color naranja y café; un paisaje lejano de montañas grises y azuladas que se recortan en el horizonte que empieza a clarear, y hay un paisaje alto, de nubes desparramadas en un cielo que es de luz, sin ser todavía ni azul, ni celeste. Es un cielo de color sin nombre, que solo existe en los amaneceres. La señora Antuquita contempla los tres paisajes y aspira hondo. ¡Cómo le gusta el olor de la mañana! El aire huele a fresco, a limpio y a rico. El rocío tempranero ha dado al aire un olor especial a campo, a tierra humedecida y a matorrales. La señora Antuquita se siente feliz en el silencio de la azotea y mira desde lo alto cómo la ciudad todavía dormita. Luego, extiende la mano y se pone a acariciar a su gato, que se ha trepado al murito del borde de la azotea. Juntos observan cómo todo se llena poco a poco de la luz del nuevo día. Allí se quedan pensando muchas cosas en el silencio fresco. (…) Piensa en el color cambiante de la luz del alba y se acuerda de su infancia. Era chiquita y se asomaba a la ventana de la buhardilla de la casa de sus abuelos para ver amanecer. Al fondo se adivinaba la figura del Cayambe, que iba asomándose, poco a poco, con la luz del día. Ella esperaba quietecita escuchando el canto de los gallos y de los demás pájaros, hasta que acabara de clarear. Cuando la montaña estaba ya blanca y reluciente al fondo del paisaje de lomas coloridas, para Antonia empezaba el día. Algunos aspectos de la vida de los indígenas de la Sierra son descritas con gran riqueza de detalles en el cuento Acaiqui, en los que Soledad detiene la mirada como queriendo apresar el espíritu que los habitan. La abuela sabe mucho. Sabe casi todo. Sabe por dónde vienen las nubes cuando va a
llover y, por las estrellas del cielo de la noche, si al otro día va a haber sol. Agachadas, las dositas, acomodan en el fogón de pequeñas piedras, la leña del campo. En el cuarto no hace frío: las gruesas paredes de adobe conservan el calor y hay apenas una ventanita pequeña, bien cerrada, que no tiene rendijas. El abuelo siempre se va muy temprano a trabajar en la hacienda, y se va llevando chuchuca y unas papitas con pepas de zambo, para el rato del hambre. La mama Tránsito prepara todo en silencio, mientras escucha los ruidos de la madrugada: un gallo, la leña que crepita en el fuego, los cuyes, los pasos del abuelo. Acaiqui, acurrucada en un rincón junto a una parva de leña, no le despega el ojo a un cuy chiquito que se asoma entre las ramas amontonadas. “Caracho, si fuera de día”, ella piensa. “Ya te hubiera cogido, bandido, si no estuviera medio dormida”. La quebrada de Guachalá es una evocación de los recuerdos de infancia en la hacienda familiar, cuando al calor del fogón una anciana indígena asustaba a los niños con cuentos de aparecidos, y es una forma de percibir el paisaje particular de la serranía. Es el atardecer y el viento no sopla; las hojas de los árboles se han quedado inmóviles en un silencio mágico. Uno se pregunta: ¿qué pasa que el chirrido de los colibríes se detiene y el canto matizado de los gorriones desaparecer? Tampoco está el grito metálico del mirlo ni la conversación del huirac churo. Se han callado las tórtolas con su arrullo quejumbroso que anticipa la noche, y ya no están las bandadas de trigueros de la mañana, ni las moscas que bailan contentas en el trasluz del sol. Es un instante en el que se ha detenido el tiempo con el aire y con lo demás, y que me hace evocar sensaciones de algo que pasó hace tiempos, en mi infancia.
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Soledad se queda en esa quebrada sumida en un instante único en el que el tiempo se ha detenido y nos acercamos a Edgar Allan García, narrador de espantos y aparecidos. Edgar Allan García Es falso que yo escriba para niños: yo escribo para seres humanos. Me gusta asombrarlos, deleitarlos, sorprenderlos, intrigarlos, estremecerlos, hacerlos reír, pensar, recordar, imaginar, rabiar, soñar... Ellos –sus voces, sus ecos, el brillo de sus ojos- son mi espejo, al tiempo que soy su propia imagen reflejada en el espejo, ése en el que los descubro mirándome mientras creen que se miran a sí mismos. Tal vez por eso quiero todo el tiempo decirles al oído lo que acaso no pueden o no quieren decir ellos mismos; o susurrarles palabras que quieren o tal vez no quieren escuchar. Y todo ello porque me gusta pensar que son mis/ nuestras palabras, que es mi/nuestro secreto, que son parte de mi/nuestro sueño, tan íntimo y sin embargo tan colectivo. Así se presenta Edgar Allan García escritor de poesía, narrativa y ensayo, autor de 29 obras para niños y adultos y coautor de otras siete más, quien aporta al fortalecimiento de nuestra identidad con el rescate del mito y la leyenda, de la literatura oral y de la tradición popular, pero hace su acercamiento al género desde una mirada lúdica y a veces irreverente, con un lenguaje fresco y renovado que le ha ganado la aceptación inmediata de niños y jóvenes. Edgar, de quien un niño dijo alguna vez, mientras reía al leer sus libros Kikirimiau y Palabrujas: “se ve que este poeta no ha madurado”, tiene una relación lúdica con la escritura. Juega con las palabras, hurga en sus múltiples significados y cuando así lo decide les hace decir lo que él quiere, enriqueciéndolas, por eso dice que “cuando las palabras se ponen alteradas, se vuelven palabrotas y cuando
se ponen majaderas, se vuelven palabrejas; más cuando hacen magia y nos llenan de imaginación y bienestar se vuelven PALABRUJAS” Y desafía a las historias a jugar con él, como ocurre con sus dos libros de mitos y leyendas, las reinventa, se introduce en ellas, asiste al hecho, se relaciona con los personajes y se las entrega a los niños y jóvenes desacralizadas y aderezadas con buenas dosis de picardía. En la presentación de Leyendas del Ecuador, Edgar Allan dice: Yo conozco a la mujer que canta agua, y al anciano que habla piedras blancas, y al muerto que viene y va por los rincones sin morir nunca, y al duende que desteje en la noche lo que tejiste en el día, y a la niña que siempre se aparece en tus sueños y cumple todos tus deseos, y al barquero que navega lento sobre un ataúd lleno de velas negras, y a la mariposa que es mariposa y flor azulada al mismo tiempo, y al cura que por borracho asistió a su propio entierro, y al bufeo, delfín de río que se disfraza de hombre para robarse en las fiestas a las muchachas más hermosas, y a la anciana que cuida el tesoro que está al final del arcoiris… En El Padre Almeida, leyenda sobre un fraile juerguista de la época de la colonia, invita al lector a participar activamente, y a tomar partido en la historia: Que necio este padre Almeida. Mírenlo, mírenlo nomás cómo se sube como una araña negra por esa pared del claustro en lugar de estar durmiendo a estas horas de la noche, ¿y todo para qué?, pues para irse a tomar aguardiente a la cantina de la esquina, mi más ni menos. Y lo peor de todo es que, para saltar al otro lado, el muy sinvergüenza se apoya en uno de los brazos de un Cristo de madera que está cerca de la pared. ¿Lo ven? Sí, ese mismo, el Cristo que tiene la cabeza a un lado y parece estar mirándolo muy serio mientras
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el farrista, indiferente al Cristo que lo mira, sube rápidamente por la pared. Entonces, de pronto, el padre Almeida escucha que el Cristo de madera le dice: “¿Hasta cuándo padre Almeida?”, y el muy grosero, en lugar de sorprenderse o asustarse porque el Cristo de madera le acaba de hablar, le contesta: “Hasta la vuelta señor”. ¿Lo escucharon? “Hasta la vuelta”, y con qué tranquilidad. En Historias espectrales el tono se vuelve más serio y trascendente como corresponde a un título así, y camina entre los cuentos de terror y las historias de seres fantásticos y aparecidos cargados de ese realismo mágico tan propio de nuestros pueblos, como las del cuento El Bambero y el Riviel En Semana Santa nadie podía bañarse en el río porque nos convertíamos en pejes, dijo don Julio Estupiñán, luego de echarnos el humo de su cachimba. Afuera las chicharras entonaban su música monótona y adentro una enorme mariposa negra daba vueltas alrededor de una de las velas. No podíamos partir leña porque decían que era lo mismo que darle hachazos a Nuestro Señor, continuó Don Julio. Carraspeó y tragó un poco de agua zurumba, una deliciosa infusión de hojas de limoncillo y panela, mientras lo observábamos sin parpadear. Tampoco debíamos cortar una planta porque, según decían, era como si cortáramos en pedazos a Dios. Ni debíamos montar a caballo porque podíamos convertirnos en duendes. Estaba prohibido comer carne roja, pelear con los hermanos y tener pensamientos retorcidos. Mejor dicho, no se podía hacer casi nada, sentenció y exhaló una gruesa bocanada de humo. Se oyó el crujido cerca de la casa de caña donde estábamos. Don Julio abrió los ojos e hizo un gesto para escuchar mejor. El crujido de ramas secas quebrándose se repitió. ¿Qué
es eso?, murmuró Anita. No sé, le dije en voz baja. Un animal seguro. No, susurró don Julio, eso no es animal ni nada que se le parezca, ese que anda por ahí no tiene cuerpo, pero se hace sentir, no es animal pero gruñe, no es hombre pero a veces grita como humano. Nos quedamos en silencio entumecidos, esperando. En busca de sus secretos y de su magia ancestral, Edgar penetra también en la vida de los pueblos amazónicos. Daniel el pequeño guerrero cuenta la historia de un niño shuar y su encuentro con el espíritu tutelar de su pueblo. En la madrugada, en la tiniebla más profunda, se escuchó un rugido que los sobresaltó. (…) —Es Arútam —dijo (el padre) con un hilo de voz—, no te muevas. Arútam, Daniel lo sabía bien, era el espíritu protector de los shuar que con frecuencia se transformaba en jaguar. Era posible, sin embargo, que su padre, trastornado como estaba por la fiebre, se hubiera equivocado y aquel no fuera más que un jaguar hambriento, a punto de saltar sobre ellos. Con todo, ya era tarde para huir, las brasas amarillas de sus ojos estaban a no más de dos metros. El suave chirrido de la noche se rompió con un nuevo rugido y Daniel sintió que todos sus huesos vibraban dentro de la carne, pero que extrañamente su corazón permanecía tranquilo. Un lengüetazo caliente bañó su rostro y ronroneó con suavidad en sus oídos. Daniel tuvo la impresión de que si alargaba la mano podría tocar el rostro del enorme animal y, sin pensar en lo que hacía, palpó la trompa babeante y los colmillos del jaguar que pareció complacido con su toque pero, en un segundo, su mano se hundió en el aire y la noche. El jaguar, de pronto, había desaparecido. Minutos más tarde, la mañana empe-
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zó a desperezarse y una luz turbia golpeó el encrespado lomo del río. Mientras Edgar escucha maravillado a ese rugido que se aleja en el verde profundo de la selva, me voy a permitir hablar también de mi obra puesto que encaja dentro del tema que estamos tratando, y para no romper con el tono continuaré la presentación en tercera persona. Leonor Bravo He tenido amores varios en esto del arte y la creación: la pintura, el canto, los títeres, sin embargo me he quedado con ese que es un amor de la madurez y que es, definitivamente, el que más satisfacciones me ha dado: la escritura y la escritura para niños, además. Porque yo tengo claro a mi lector implícito, talvez porque la primera lectora es mi niña interior con la que mantengo diálogos intensos y perennes en los que comparto sus travesuras y busco entender sus miedos y sus dolores no expresados. En los que le cuento, me cuento, que detrás de la puerta no está una bruja o un monstruo y que, si efectivamente están allí, son solo traviesos acompañantes que tienen nuestro mismo rostro. Diálogos de tinta y papel, de carne y sueños que me permiten luego dialogar con mis lectores, sabiendo lo que comparto con ellos. Leonor Bravo con veinte obras publicadas de literatura entre novelas y cuentos, y otras 10 en la línea educativa, inicia su andadura con Viaje por el país del Sol, libro que por sus características técnicas de gran formato y 70 ilustraciones a todo color, producido con el fin de evidenciar la existencia de la ilustración infantil en el Ecuador, marca uno de los inicios de la nueva literatura infantil ecuatoriana. Una parte de la obra de Leonor, reunida en tres novelas de la Serie Los libros de La Escondida, planificada para ser cinco, sigue la línea de la que fue casi su primera obra,
Viaje por el país del Sol, en el cual dos niños recorren todo el país y llenos los ojos de magia, miran aquello que a pesar de estar ahí, casi nadie conoce o reconoce: la belleza de esa tierra multicolor, la magia escondida en sus volcanes, el milagro de ser uno de los países más biodiversos del mundo a pesar de casi caber en la cáscara de una nuez. Un país del que el abuelo, frente a los muchos regalos que de cada lugar les han traído sus nietos, dice: —¿Saben qué es todo esto? Es el país. El país real, ese que casi no conocemos, del cual todos nos hemos olvidado. Ese país que es de ustedes y nuestro, ese que todos llevamos dentro sin saberlo. —Este es el país, descubierto de nuevo por ustedes —dijo la abuela Conchi—, como puede hacerlo cualquiera que lo mire con los ojos del corazón. Y Leonor lo descubre y lo recrea en sus novelas en las que fusiona fantasía con realidad, cotidianidad con magia, y concilia aquello que existe para el ojo común con esa ficción que narra lo que ella oye decir a los pueblos que se quedaron sin voz en la historia por no tener lengua escrita, y le crea a su tierra nuevos misterios y secretos. En La biblioteca secreta de La Escondida, primera novela de la serie, desarrolla ya miradas acerca de lo telúrico que son una constante en su obra Mama Tránsito aguardó que su familia se durmiera para salir, bien tapada con su chalina, a esperar a los espíritus buenos, como los llamó ella. Luego, todos se dirigieron a un campo abierto donde los duendes prendieron una enorme fogata. —Esta es la tierra de mis mayores –dijo Mama Tránsito –, lo que yo sé me lo contaron ellos, y a ellos, sus mayores. Todos los que eran de mi edad, han muerto, solo quedo yo. Los jóvenes ya no me escuchan, ni me creen; piensan que estoy loca.
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—Nosotros sí le creemos, Mama Tránsito —dijo Alegría. —Esta tierra es mágica y sagrada porque es la tierra de la mitad, la puerta del centro de la Pachamama, donde el sol cae recto, el lugar más ancho del mundo —continuó la anciana—. La puerta nace en el volcán de nieve. En este lugar han vivido, antes que los humanos, los seres de las profundidades, los seres del aire y los seres de la tierra. Desde aquí se puede llegar a todas partes. Debajo hay cientos de caminos, unos van hacia el norte, al Chinchasuyu; otros van hacia el Kullasuyu, donde dicen que se acaba la Tierra, en unos hielos enormes; muchos hacia el Antisuyu, donde nace el sol, y otros hacia el Kuntisuyu, el sitio donde descansa. Desde aquí parten las cuatro direcciones sagradas. Estos caminos cruzan las rocas, los pantanos y pasan por debajo del mar. —Mamita Tránsito –dijo Julia– queremos saber donde quedan las fuentes de agua subterránea, para utilizarlas si algún día hace falta. —El agua es sagrada, no se puede desperdiciar, no se puede gastar porque sí. Si otros saben de su existencia han de venir a llevarse, para vender, para malgastar. Este es un secreto de los mayores, yo no lo puedo decir. Uno de los temas que tiene secuencia en estos cuatro libros es la atención que da a la cultura culinaria, a la variadísima comida ecuatoriana, que en cada provincia es otra, esa comida que por ser artesanal y a veces complicada de preparar va perdiendo terreno frente a los macdonals y la pizza. Así en cada una de las novelas se presentan recetas de comida tradicional algunas de las cuales, posiblemente los niños lectores ya no conozcan. En uno de los capítulos de A medianoche durante el eclipse, segunda novela de la serie, la abuela costeña enseña a sus nietas serranas a preparar la Sopa Marinera:
—Mientras hierve el agua, ustedes niñas, con el apoyo de su abuelo laven los mariscos, que no quede nada de arena en esas conchas —dijo la abuela—. Esmeralda va a pelar los camarones, a cortar los calamares y el pulpo. Y yo voy a hacer el refrito que tiene pimiento, cebolla colorada, ajo, achiote, orégano, tomillo, comino, sal y pimienta. Cuando el refrito estuvo listo en la enorme olla, colocaron el agua y una vez que ésta hirvió le agregaron una taza de cada uno de los mariscos: pulpo, media libra de calamares, conchas, ostiones, almejas, y dejaron hervir durante media hora; luego pusieron una libra de corvina cortada en cuadraditos, y al final la carne de cangrejo y los camarones. —Antes de apagar la olla, le colocamos la hierbabuena. —Esta comida será memorable niñas —dijo papiPedro—, hace bastante que no comía tan bien, voy a agradecer que vengan más seguido de vacaciones. —¡Ay don Pedro tan exagerado! ¡Qué van a pensar las niñas! —protestó Esmeralda—, que aquí lo matamos de hambre. —¡Espérate nomás a que se vayan y lo ponemos en ayuno! —dijo riéndose la mamita Rosa. —Prometo no decir nada más, pero ¡la verdad es la verdad! —se defendió él. —Ahora sí —dijo la abuela— vamos a bañarnos y a cambiarnos para estar guapas para el almuerzo. En el Secreto de los colibríes, la tercera novela de la serie, Leonor desarrolla con más fuerza la idea del lugar sagrado y mágico que se esconde detrás del cemento y ruido cotidiano de la ciudad donde viven. Al primer contacto el libro se abrió. El sonido de viento que trajo consigo era tan real que ella sintió el frío de una corriente helada en su cuarto. Después se escuchó el largo
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canto de una bocina, seguido de zampoñas y otros sonidos de instrumentos de viento. La cubierta de cuero traía incrustaciones de diminutas piedras de colores, con las que se formaba la figura de un colibrí en pleno vuelo. El secreto de los colibríes Cientos de caminos ha recorrido esta historia, hasta llegar a éste, que es un camino sin retorno, al que arriba solo quien ha sido escogido. Ven pronto, corre, cierra la puerta; que no te vea nadie, que no entre ni el viento. Has llegado hasta nosotros, los Custodios de la Semilla, los que cuidamos la fuente, los que estamos desde el inicio en el lugar donde se guarda la vida. Camina en silencio, con cuidado, para que no despiertes a nadie, para que solo te escuchen los que deben hacerlo. Si quieres canta, pero con tu voz más dulce; pon almíbar en tus labios y seda en tus manos, para que lo que toques sienta tu suavidad. Y hazlo en silencio. Ahora eres parte de nosotros, los cantos del colibrí, el pájaro que no canta. Nosotros cantamos por él, somos su voz y él es nuestras alas, nuestro color, nuestra fuerza. En cada lugar hay algunos de los nuestros: los guardianes de las puertas, los Custodios de las Semillas. Respira con la Tierra, danza con la Tierra, celebra sus fechas sagradas, pues esos días ella abrirá sus tesoros para ti. Sacará a relucir sus riquezas de sus grutas profundas y te las entregará.
Cuando la vida duerme en su lecho de tierra yo la cuido cuando se despierta y crece, cuando brota, cuando florece cuido que nadie interrumpa su ciclo, su desarrollo. Cuando se vuelve grande y es alimento, ella me cuida. Este un retazo de voz de los autores presentados y una pequeña muestra de la literatura infantil ecuatoriana, que está conformada por una docena de autores en ejercicio constante; hay otros temas y otros énfasis, diferentes modos de decir y opciones literarias totalmente alejadas del tema aquí tratado, algunas con mucho éxito. Escogí la línea de lo intercultural y de la identidad para presentar en este foro la producción actual de literatura para niños del Ecuador, porque creo que es la veta más rica y que mayores aportes hace al desarrollo de nuestra literatura y la que más cultores tiene. Leonor Bravo Velásquez (Ecuador). Escritora de libros para niños y promotora de la lectura y la literatura infantil en el Ecuador. Ha publicado 17 libros de cuentos y novelas. Primer Premio en el Concurso de Cuento “Alicia Yánez Cossío” del Consejo Provincial de Pichincha 2005 por Tsakela, el tigre de la oscuridad, y Primer Premio de novela en el Concurso Nacional Darío Guevara Mayorga de Literatura Infantil 2004. Es presidenta fundadora de Girándula, Asociación Ecuatoriana del Libro Infantil y Juvenil filial del IBBY (International Board on Books for Young People) en el Ecuador.
La vida yace dentro de la tierra y allí la cuido, tan pequeña como es, puede volverse gigante; está dormida, cuando despierte me rodearán sus verdes brazos, sentiré su fuerte olor a savia, a energía, a fuerza. encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 217
Los jóvenes son prioridad Ponentes: Gonzalo Fragui, Raquel Molina, Ángela Pradelli Moderadora: Omira Bellizio
Decálogo del arte Gonzalo Fragui
A mi sobrino Gabriel Leonardo, quien no tiene todavía tres días de haber nacido y ya sabe de peleas callejeras.
Invitado por la poeta Laura Antillano al Tercer Encuentro con la literatura Infantil y Juvenil en Venezuela, me ha tocado como tema “Los jóvenes son prioridad”. Por eso he querido escribir lo que son para mí ciertos presupuestos, pensando sobre todo en los más jóvenes que ahora se inician en la escritura, y que he llamado “Premisas del arte”, abarcando al arte en general y a la literatura en particular. I Es conocida esta historia de Ítalo Calvino: “El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los dignatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en
manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas”. Esta es mi primera premisa del arte: El arte debe tener encantamiento. Gracia, como pedía San Pablo. El poema debe sonar, como decía ayer Antonio Trujillo. II La segunda premisa la extraigo de una historia de Henry Michaux: “El Gran Pintor fue condenado a la horca. Fue puesto de puntillas y con la soga al cuello. Si asentaba los pies moriría ahorcado. El Gran Pintor entonces se sostuvo con un solo pie y con el otro dibujó ratones sobre la arena. Los ratones eran tan perfectos que tomaron vida, subieron por el cuerpo del Gran Pintor y royeron la cuerda”. El arte tiene que ver con la libertad y debe tener un carácter liberador. III La tercera premisa tiene que ver con el lenguaje. Cuentan que unas personas fueron donde Madame Berlioz y le pidieron que les hiciera un lazo. Madame agarró un pedazo de cinta, le dio varias vueltas, hizo el lazo, lo entregó a los visitantes y les dijo: - Son mil dólares. Las personas, alarmadas por el precio, exclamaron: -¿Mil dólares, por un pedazo de cinta?. Entonces Madame Berlioz, sin inmutarse, deshizo el lazo y les dijo:
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- No, la cinta es gratis. Igualmente el lenguaje es gratis. Pero el lenguaje, dice Hölderlin, es el don más peligroso que se le ha dado al hombre. Es un don, un regalo de los dioses. Un don que debemos preservar. Con el lenguaje se oculta o se muestra, se hiere o se sana, se acaricia o se golpea, se salva o se mata. Depende entonces de lo que nosotros como escritores y como seres humanos hagamos con él. Hay quienes creen incluso que el lenguaje es inofensivo. Que no tiene poder alguno. Pero, cuidado. Ni la dinamita es tan peligrosa como la palabra. El lenguaje es decreto. Saint Germain dice que el lenguaje es marcador, es más fuerte que el hierro candente que se utiliza para marcar con fuego a las reses. También Fernando Pessoa dice: “La patria es el lenguaje”. Pero nos movemos como si efectivamente fuéramos los dueños del lenguaje, sin comprender que sin lenguaje el ser humano estaría a la intemperie. Al respecto Heidegger dice: “Aunque tuviéramos mil ojos y mil oídos, y mil manos, y muchos otros sentidos y órganos, si nuestra esencia no consistiera en el poder del lenguaje todo permanecería cerrado para nosotros”. Y en los nacientes del lenguaje está la poesía. En Mucutuy siembran el agua. Siembran una taparita con agua bendita y al cabo de los años nacerá allí un río, una quebrada. La poesía es como la taparita, hace nacer al lenguaje. El lenguaje es la piel. El lenguaje no son sólo palabras. El lenguaje lo es todo. Roque Dalton decía: “Perdóname, Poesía, por hacerte comprender no estás hecha sólo de palabras”. Y esto me recuerda que hace algunos años fuimos a un recital en el penitenciario de Santa Ana, en el estado Táchira. Al salir vimos unos reclusos pegados a una alta cerca
de alambre, giraban sus brazos como veletas, hacían énfasis, lloraban o reían, sus ojos puestos en otra gran cerca que estaba a lo lejos. Detrás de esta otra cerca, varias mujeres correspondían con igual o mayor fervor a los hombres. No se habían tocado nunca, no sabían sus nombres, no hablaban entre sí, pero yo no he visto ni he sabido de otro amor más carnal que el de estos amantes. IV Cuarta premisa: El arte tiene que ver con la verdad. Dice Eduardo Galeano que en lengua guaraní, ñeë significa “palabra” y también significa “alma”. Creen los indios guaraníes que quienes mienten la palabra, o la dilapidan, son traidores del alma. En último caso, el arte es una mentira que dice la verdad. Como esta historia que paso a contarles, y que ahora no recuerdo de quién es. En un hospital había una sala donde sólo había una ventana que daba al exterior. En esa ventana estaba la cama un enfermo, quien se había ganado ese privilegio por ser el más viejo y por no tener familiares que lo visitaran. Era el único que podía ver por la ventana. Un día, el enfermo de la ventana, describió casi con pudor cómo una pareja se besaba en la grama del parque que había en las afueras del hospital. Otro día se preocupó por una pobre viejecilla se casi no podía caminar y se mojaba con la lluvia. Una noche describió el cielo con todas sus estrellas. Y así cada día el enfermo de la ventana explicaba a sus compañeros lo que sucedía en el exterior. Todo lo sucedía afuera y era contado por el enfermo de la ventana repercutía en los suenos y en los pensamientos de los demás pacientes. Una noche alguien lloró recordan-
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do a su primer amor, otra noche otra viejecilla rezó porque su contemporánea no hubiera enfermado con la lluvia y no pasaba un día sin que los acoteciemientos externos afectara la vida de aquellos desdichados cuyo único contacto con el exterior era aquel paciente de la ventana. Pasó el tiempo y el paciente de la ventana murió. Todos querían entonces el privilegio de la ventana. Tuvo que venir el director del hospital y decidir. El nuevo paciente se instaló en la cama con cierto orgullo y miró por la ventana. Lo que vio lo dejó estupefacto. No lo podía creer. Afuera sólo había una pared que no permitía ver nada del exterior. V Quinta premisa: El arte debe ser por necesidad. Toda acción en el ser humano debe ser por necesidad. Comer, amar, escribir. Entre los escritores hay quienes escriben para el mercado, los que escriben para buscar notoriedad, reconocimiento, premios, etc, pero hay también los que escriben por necesidad. Para decirlo con palabras de Guillermo Sucre: “Hay quienes escriben para sobresalir y hay quienes escriben para buscar una salida”. Por eso no debemos caer en la trampa de la publicidad, de la promoción, de las editoriales, de las modas de la crítica. Escribimos porque no podemos evitarlo. Y publicamos porque queremos compartir con nuestros amigos, familiares, y lectores desconocidos nuestras experiencias, nuestros temores, nuestras dudas, nuestras alegrías, Pero no todo tiene que ser publicado. Debemos tener cuidado. Decía el poeta Gilberto Ríos: “El que quiera ser poeta que se trague tres anzuelos de oro azul y empiece a sacarse todo tipo de basura, gasas sucias, neumáticos lisos, sentimientos retorcidos, y así por mil
años. Luego puede empezar a escribir”. No tenemos por qué mostrar nuestras miserias. Pero tampoco tenemos que pensar que todo lo que hagamos, por más genial que sea, deba ser publicado. Hay una ansiedad en los muy jóvenes por publicar, también en algunos consagrados. Borges en su Fragmentos para un Evangelio Apócrifo le resta importancia a tales males. Dice: “Si un hombre enciende una lámpara en la mitad del desierto y nadie la ve, no importa, Dios la vio”. VI Sexta premisa: El arte no son sólo malabarismos. Hay quienes creen que el arte son fintas, espectáculos y llenan su vida de extravagancias, de soberbias, de supuestos originalismos, de sinsentidos, de fuegos artificiales que van desde experimentalismos huecos hasta los diminutivos de cierta literatura infantil, pero el arte no tiene nada que ver con eso, el arte debe decir. Por lo menos debe dar senales como la fisis de Heráclito, que se oculta y se muestra. Todo poeta debe saber lo que dice el poeta Eliseo Diego en su poema “Los riesgos del equilibrista”: Lo que verdaderamente importa es que cada paso del equilibrista puede muy bien ser el último Porque el poeta está siempre en la línea de fuego. VII Séptima premisa: El arte tiene que ver con la lectura, pero con la lectura de la realidad. Debemos leer no sólo en los libros sino en la naturaleza. Un día el Hermano Jinés de la Fundación La Salle quiso educar a unos indígenas. Fue a
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la selva, buscó a los que creyó más inteligentes y se los llevó a la ciudad. Le cambió los taparrabos por uniformes, les puso zapatos de suela y los encerró en una especie de monasterio donde intentó enseñarles español, religión, buenas costumbres y formas de comportarse en sociedad. Durante las noches, el Hermano Jinés los llevaba a la biblioteca pero los indígenas dejaban los libros abiertos y lo único que hacían era pegarse a la ventana para ver la luna. Después de un tiempo de infructuosos intentos, el Hermano Jinés devolvió los indígenas a la selva, convencido de que eran seres inferiores y que no tenían posibilidad alguna de aprender ni de superarse. Lo que nunca se imaginó el bueno del Hermano Jinés era que los indígenas no leían libros sino que por siglos habían aprendido a leer las señales de la luna, los ríos, los cantos de los pájaros. Todas esas cosas que algunos escritores tienen prisioneras en los libros. VIII Octava premisa: El arte debe ser Revolucionario y debe mostrar nuestra esencia. En el arte no hay fórmulas. Nada puede quedar igual ante los embates del arte. Ni la poesía misma. Ni el lenguaje. La poesía arremete contra todo y lo instaura todo de nuevo. El escritor está comprometido con su pueblo, con el lenguaje y consigo mismo. El escritor debe intentar, como decía Neruda, que el mundo sea digno para todas las vidas humanas, no sólo para algunas. El escritor debe hablar, porque todo lo que calle será utilizado en su contra. El arte debe mostrar nuestro ser y el ser de todo lo que nos rodea. No nuestra apariencia. Pero para ello debemos estar en sintonía con nosotros mismos. Sin recurrir a más nada que no sea nuestra alimentación, nuestra respi-
ración, nuestros sueños, nuestras ilusiones, nuestros dolores y nuestras alegrías, nuestra pasión y nuestra esperanza, nuestro trabajo y nuestro talento. Recurrir a substancias ajenas a nosotros no sólo puede hacernos mucho daño sino que nos aleja de nuestro ser. IX Novena premisa: El arte como responsabilidad. Dice Heidegger que si un médico da un tratamiento equivocado a unos enfermos se corre el peligro de que puedan morir. Si un arquitecto construye mal un edificio se corre el peligro de que se pueda caer trayendo como consecuencia la muerte de personas. Pero si un profesor de literatura interpreta ante sus alumnos un poema en forma absurda, “no pasa nada”. Pero tal vez sería mejor hablar aquí con más cautela: Si interpretamos mal un poema, parecería que no pasa nada. Pero, cuidado. Un día –tal vez dentro de 50 ó 100 años- habrá pasado algo sin embargo. X Décima premisa: la humildad. El escritor debe tener humildad. No es mejor ni peor que los demás seres humanos. Contaba Domingo Miliani que cuando su padre se enteró que iba a estudiar literatura no estuvo de acuerdo. El padre era constructor y deseaba que Domingo fuera ingeniero civil. Años más tarde, ya graduado Domingo, el padre le volvió a preguntar que para qué servían sus estudios. Domingo le respondió amorosamente: - Para nada, viejo. De no servir para nada también se hace una profesión. Es una cuestión de sistema métrico. Usted mide el mundo en metros cúbicos de concreto. Yo aprendí a medirlo en versos. Ninguno de los dos es mejor. Sólo que son sistemas métricos diferentes.
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Pero no hay que equivocarse. Hay escritores que se creen superiores sólo por el hecho de escribir, sin embargo Rimbaud decía que la mano que conduce la pluma es igual a la mano que conduce el arado. Finalizo con una anécdota que ilustra lo que digo: En el V Festival Mundial de Poesía de Mérida un poeta leía, en voz alta y ante un escaso público, un poema en un parque. El poeta empezó su lectura: - Se me crispa la piel al ver caer las hojas de los árboles… - A mí también- dice un viejito que estaba casi acostado en un banco del parque. El poeta interrumpe la lectura, mira condescendiente al anciano, y se lanza de nuevo con su verso: - Se me crispa la piel al ver caer las hojas de los árboles… - A mí también- vuelve a decir el viejito. El poeta interrumpe de nuevo su lectura y, un poco molesto, le pregunta al anciano: - Disculpe, maestro, ¿acaso usted también es poeta? - Noo… - Y entonces ¿por qué se le crispa la piel cuando caen las hojas de los árboles?. - Porque yo soy el que barre el parque. Muchas gracias. Gonzalo Fragui (Mérida). Poeta, periodista y editor. Cofundador del grupo literario Mucuglifo. Magíster en Filosofía por la Universidad de Los Andes (Mérida). Ha publicado los poemarios De otras advertencias, El poeta que escribía en menguante, De poetas y otras emergencias, La hora de Job, Viaje a Penélope y Dos minutos y medio, así como el libro de autoayuda El manual del despecho y el libro de crónicas literarias Poeterías. En 1990 obtuvo el premio de poesía de la Dirección de Asuntos Estudiantiles de la Universidad de Los Andes, y en 2001 el premio de poesía de la III Bienal Nacional de Literatura Juan Beroes, San Cristóbal (Táchira).
Palabra, adolescencia y poesía Raquel Molina
En medio de la furia de los medios de comunicación (TV, radio, Internet) impresos diversos, del acelerado ritmo de acontecimientos, de la barbarie consumista, las contradicciones religiosas, pareciera insólito pensar que la poesía tiene un espacio y más aún, un espacio entre los jóvenes adolescentes. Todos conocemos la fuerza de la palabra pronunciada, la intensidad y sugerencia de la palabra escrita, pero nuestros jóvenes quizás con una conciencia menos clara, hacen de la palabra un arma; es entonces, que valiéndose de ella en su comunicación cotidiana se inventan un código, para construir otra forma de lenguaje, dónde sólo ellos se conectan y entienden. Dentro de este contexto de la palabra y el lenguaje, la palabra es el arma dónde se expresa la furia, la rebeldía, la trasgresión, la inconformidad que en todo caso, no es otra cosa que esta realidad que les toca y les duele, quizás con mayor intensidad que a nosotros. Es entonces que dentro de este escenario la poesía se constituye en aquello indescriptible capaz de reconstruir de otras formas la rabia, la irreverencia, la furia, la protesta, el amor, la injusticia, el desamor y a través de ella, acariciar la posibilidad de que esa voz sea escuchada más allá de su entorno juvenil, abriendo un espacio a través de la palabra. Creo firmemente en el potencial creativo del joven y por encima de todo, respeto su deseo de abrirse un espacio en la palabra, pero una vez que este deseo es manifiesto, también sostengo la importancia y compromiso que el joven debe adquirir en su trabajo con la palabra. Hay que partir entonces desde la firme creencia y respeto por sus expresiones creativas y su genuino compromiso.
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Cuando hablamos de la motivación hacia la escritura y lectura literaria en el adolescente, debemos conocer y entender su naturaleza, su visión del mundo, sus intereses e inclinaciones y es, a partir de allí, que tendemos el puente que unirá para siempre ambas orillas. Al hablar de su naturaleza nos aproximamos a ese caprichoso y salvaje universo interior que fluye en ellos, de su percepción de si mismos y el mundo. Partimos entonces de experiencias conectadas con la percepción que del mundo tienen a través de los sentidos. Es importante entonces la apertura de los sentidos, esa posibilidad de conexión con el SER, abrir las ventanas y ver en todo su esplendor la esencia de cada uno, es el eje, el equilibrio entre lo tangible e intangible, es el contacto con lo auténtico, con el sentido, traspasa lo material para estar en contacto con la verdadera esencia de la existencia. Acercar al joven desde los sentidos, es acercarlos a su propia naturaleza y desde aquí ya comienza su recorrido en el terreno de lo poético. Recordemos una cita de Hanny Ossot La poesía es la instancia más sagrada de la literatura, es la conexión con lo divino, la escritura poética es diferente a la narrativa. En la narrativa podemos establecer una distancia a veces insondable entre nosotros y lo escrito, en la poesía no hay posibilidad de distancia entre nosotros y el texto, el texto es una geografía de nuestra alma, es en definitiva la esencia de nuestra naturaleza. En los talleres encontramos una estructura que se centra en dos momentos, el primer momento es una apertura de los sentidos, el acento está en las sensaciones, aquí el joven pone especial cuidado a sus cinco sentidos, cada uno de éstos es estimulado individualmente para lograr una mayor concentración y así profundizar la aprehensión del entorno, este es un momento de especial cuidado. Hago énfasis en los sentidos que comúnmente les
prestamos poca atención como lo es el tacto, el gusto, el olfato y de alguna manera, el oído y aíslo el sentido de la vista, esto permite una mayor concentración de los otros. La insistencia en aislar el sentido de la vista obedece a dos razones, la primera es intensificar la percepción de los otros sentidos centrando la atención en el sonido y la segunda iniciar un recorrido interior. A partir de estas experiencias se va abriendo las puertas que dan paso a la posibilidad de expresarse, recreando de una manera muy particular el mundo a través de sus emociones. Estar atento a la estimulación de sus sentidos, abrir las puertas de las sensaciones, rescatar la forma primigenia de aprehender la realidad, abandonándose cómodamente en los brazos de la naturaleza, comenzando así un recorrido interior, es fundamental en la conformación de la sensibilidad poética. Esta apertura de las sensaciones conducen de manera simultánea a los afectos, los límites entre una y otra son apenas imperceptibles, el hecho poético “entra por la piel” como dijera una vez Hanni Ossott. Para ilustrar este planteamiento, cito unos poemas frutos de esta experiencia, el primero de la joven María Alexandra Marcano (para ese momento de 16 años): En sus ojos habitan las sombras en este silencio de eterna noche está ausente el paraíso y exiliadas las esperanzas Ven a encontrar tus pasos vigila las tinieblas encuentra estas manos que te quieren disipa la oscuridad
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O este otro poema de la joven Mariana Díaz, para ese momento tenía 15 años de edad. Es oscuro y eterno el pasadizo está lleno de sombras voces conocidas huellas perdidas ¿dónde estoy? mis manos rozan la esquina, leen el suelo y me guían al silencio ¿Acaso pueden decirme donde ir? (…) Me has dejado sola escuchando la humedad que se escurre y huele a llanto Quiero salir enjuagar la noche y amanecer de nuevo La pulsión creativa surge en la concentración de los sentidos, recrear las imágenes sin la imagen y observar de nuevo con otra mirada, otros ojos. Cuántas veces vemos sin mirar y mucho menos sin observar, imaginar todo lo que siempre hemos visto a través de la ventana de nuestra casa (con los ojos cerrados) y luego observar, de otra manera, a través de la ventana, todo lo que se encuentra a través de ella, cito este texto de Edgar González producto de esta experiencia.
La garganta del edificio se extiende faroles cuerpo a cuerpo desaparecen, el vago ritmo sobrenatural oprimiendo, cortando, columnas de pensamientos retraídos almaceno los trajes del crepúsculo, retoca el ritmo a la ventana mientras mi mano destila una sombra, los gritos siguen en su viaje de pérdida y encuentro, al costado de un mundo aparente se abre otra ventana, surco su llovizna y se ramifican caballos, y se sienten espadas, máscaras, océanos, nebulosas. Con un hilo mido la realidad, el prisma onírico retoma los cuerpos, escapa el tiempo, me detengo y aletea el suspenso, la ventana me succiona. Mis pupilas regresan a la cuadra termino el olvido, comienza el mundo y existe la ventana
Ritmo Atravesamos las carreteras angostas, la flora perdida entre los escombros pulcro se detiene el alarido, uno, medio, cero.
Como hemos visto en los ejemplos, las estrategias parten de una realidad cercana, estrechamente ligada a su cotidianidad, haciendo énfasis en la percepción que el joven tiene de su entrono. El segundo momento de la estructura del taller es la conciencia poética, en ambos
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momentos la lectura de textos claves es primordial, estas lecturas deben ser escogidas poniendo especial cuidado al desarrollo e intereses del joven, porque tanto sus imágenes como el contenido de ellas son aprehendidas por el inconsciente y reelaboradas en otros contenidos y otras imágenes. Cuando hablamos de la conciencia poética, me refiero a la relación entre la palabra y el pensamiento, recordando a Octavio paz cuando dice “Movido por la necesidad de fundar su actividad en principios que la filosofía le rehusa y la teología sólo le concede en parte, el poeta se desdobla en crítico” (p. 234). En este momento el joven se da cuenta de la profundidad y alcance de aquello que siempre ha reclamado, de lo que ha sentido injusto en su entorno, aquellas cosas que de alguna forma alteran el equilibrio no sólo de él, sino de todos los que le rodean, entonces su poesía se transforma en una voz de la conciencia colectiva y que su creación es apenas un rasgo de esa realidad. En este momento, el joven sabe que la poesía va más allá de la forma, más allá del superficial enunciado del sentimiento amoroso, que es un canto, una voz que traspasa el tiempo y el espacio. Dentro de esta idea cito un poema del joven Geison García: Aquí esta el caminante latente como el insulto que no se dice que es esputo en la boca el que alguna vez fuera el niño malparido huérfano de patria que su madre voló en pedazos apadrinando el pan Te lo traigo a él que no sabe de marxismos que nunca fue activista un errado vagabundo
hincha de las plazas de Gaitanes y Sandinos un verdadero artista en el arte de la casualidad el hombre que no es viejo porque nunca tuvo reloj el ladrón incauto turista de mochila siempre paupérrimo por escogencia la broma cruel del zapato que se come un hombre a blanco y negro cresta de protesta blancura colonizadora una nueva generación Intereses del joven y la literatura: Cuando hablamos de los intereses en los jóvenes pensemos en un primer momento en la música, qué es lo que escuchan y cuál es el contenido de la letra de las mismas, así que podríamos pensar en las tendencias musicales que en la actualidad forman parte de sus preferencias como son el rock, el rap, el hip hop, el reguetón, preferencias que no sólo vienen dadas por el ritmo o su sentido pegajoso, sino por la irreverencia de sus textos, por la denuncia en el contenido de sus letras, la agresividad de las imágenes, la sexualidad directa y desenfadada. Junto a ello, debe considerarse el conocimiento que debemos de tener de diversos textos literarios que aborden el mismo sentido y la misma fuerza, así como también, tener el conocimiento de algunas letras de estas expresiones musicales, como ejemplo de ello podríamos tener el texto de un rap denominado “Desahogo” de Vico C, donde no sólo hay un reclamo en su contenido sino también, un desafío cuando utiliza parte del lenguaje de las prisiones (aspecto que se convierte en gran atractivo para el joven) leamos parte de la letra:
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No tienen que venir aquí a ponerme pilas Diciendo las verdades me dicen el killa’ Los políticos que matan por su posición Que los raperos nos tenían en persecución Al percatarse de que el pueblo quiere vacilon Ahora hicieron sus campañas con reggaeton Así cualquiera, señor, ya sabemos lo que traman Nos usan pa’ ganar, después nos tiran cuando ganan Ahí es que podemos ver la verdad Que trabajan por el voto, no por la sociedad Yo no lloro Si caigo me levante del lodo Saco el bolígrafo y me desahogo Después de la lectura de este texto, enfocado dentro de los intereses de los jóvenes, (canciones que a veces ellos cantan sin detenerse en la letra) ellos comienzan a realizar sus comentarios, puntos de vista, crítica e inician así otra forma de abordar estas manifestaciones dentro de un contexto más profundo y con un sentido crítico. Luego presentamos otro texto, que igualmente plantea una crítica, la diferencia aquí consiste en su naturaleza poética, este texto podría ser por ejemplo “Mi bella raza” del escritor venezolano Juan Antonio Calzadilla. Mi bella raza de bantú tolteca y gallegáceo no quieras alzarme por el cuello como perro fino pues te arranco la mano de un mordisco no sabes cuántos muertos corren por mi sangre como navegantes de río en múltiples canoas no sabes qué panteón vivo de los héroes es mi cuerpo mi cuerpo sólo de las puras razas babilonio bárbaro retinto
torre de babel de los afectos aquí llevamos siglos macerando el licor seminal la sangre de un imperio (…) Mi bella raza de niños moribundos de mujeres tristes hechas perras de hombres apaleados y silentes de vasijas inexplicables en museos de sólo despojos del mundo de cuando el mundo valía lo que yo solo valgo (…) Mi bella raza de putas y asesinos de negros rebeldes con orgullo de reyes de caciques sólo muertos en emboscadas viles (…) Es aquí donde el joven comienza a comprender las diferencias del lenguaje poético y asimilar que la fuerza de su palabra cobra otra dimensión en su trabajo poético. Es el momento de la conjugación perfecta: la sensación, el afecto y la conciencia poética. Este camino transitado ha sido posible sólo desde una realidad que es la realidad del joven, desde su mirada, desde su naturaleza y acompañado siempre de la lectura. Raquel Molina Flores Licenciada en Letras Universidad Central de Venezuela (UC). Postgrado Psicología, especialista en Dinámica de Grupos UCV. Facilitadora de Literatura de Fundarte en 1980.Fundadora y colaboradora de la revista Karimao 1990, coordinadora de la página cultural de “La Noticia” de Anzoátegui 1984. Jurado regional del Proyecto Papagayo de la Fundación Provincial (BBVA). Coordinadora de la Dirección de Literatura CONAC. Docente en el área de Literatura y Filosofía. Coordinadora editorial. Coordinadora editorial de la colección poética juvenil Altavoz. Facilitadora de talleres de creación poética y Coordinadora del Sistema Nacional de talleres Literarios.
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Los diarios como libros de lectura Ángela Pradelli
Hace unos años la madre de un alumno vino a plantearme su preocupación porque yo les había pedido a los chicos que llevaran el diario a clase y, en su opinión, leer diarios no sólo no iba a enseñarle nada a su hijo sino que además iba a hacerle perder el tiempo. Le expliqué que para muchos estudiantes la lectura del diario es una experiencia inédita, que la mayoría desconoce la organización básica de los contenidos en suplementos y secciones y que casi ninguno tiene idea de las diferencias entre un editorial, una noticia y un artículo de divulgación científica. La madre estaba desconsolada y ni siquiera logré animarla cuando le conté que a veces invitábamos a periodistas para que los chicos los entrevistaran y que el año anterior Esteban Peicovich, uno de los periodistas más importantes en la Argentina, había aceptado venir a Turdera y nos había dedicado una mañana entera en la que había conversado con los estudiantes sobre su oficio y su experiencia periodística. Cuántas clases van a dedicarle, quiso saber la madre antes de irse abatida. Pero hay que decir que, en verdad, a lo largo de los años, la crítica de aquella mujer no fue la única que circuló por los pasillos de las escuelas. No son pocas las veces en que la lectura periodística suele ser desvalorizada bajo el argumento de que “se pierde tiempo leyendo diarios”. Por fortuna el docente no siempre está tan solo como parece frente a la clase. Los que siguen son sólo una selección de los que entran también al aula junto con los profesores y nos ayudan a arremeter con la lectura de los periódicos los días en que desplegamos el diario en clase.
1 Ferdinando Camon dice en Perché leggere que “En las relaciones entre los pueblos, la primera y más importante forma de solidaridad es dar información: jamás el otro debe ser convertido a nuestra supuesta superioridad, sino siempre puesto en condición de elegir entre sus informaciones y las nuestras. La lectura permite conocer otras civilizaciones. Pero como la propia civilización se conoce sólo en relación con las otras civilizaciones, quien no lee no conoce ni siquiera su propia civilización: es ajeno a su tiempo y a su gente. Un pueblo no se puede permitir tener a individuos que no leen. Es como tener elementos asociales, que frenan la historia. O individuos no vacunados, portadores de enfermedades. Es necesario estar vacunado, por uno mismo y por los otros. La escritura registra el trabajo del mundo. Quien lee libros y artículos, hereda este trabajo, se transforma, al final de cada libro o cada diario es distinto a como era al comienzo. Si alguien no lee libros o periódicos, ignora ese trabajo. Es como si el mundo trabajara para todos menos para él, la humanidad corre pero él está quieto”. 2 Rafael Hernández, Profesor de Ética de la Universidad de Navarra publica en abril de 2006, en el Diario Vasco, un artículo titulado ¿Qué cultura configura el lenguaje de los medios?, en el que narra la siguiente anécdota: unos padres jóvenes pasean un domingo por la mañana junto con sus tres hijos, por los alrededores de un pueblo. A lo lejos oyen los gritos y aplausos que vienen de una cancha de fútbol y a los pocos segundos llega el grito de “¡goooolll!”. Los tres hijos salen corriendo. Cuando los padres les preguntan adónde van tan apurados, los hijos contestan que quieren ver el gol. “¡Pero si el gol ya pasó” . “Entonces corramos para ver la repetición”, dicen los chicos.
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3 Tomás Eloy Martínez, como docente de la Fundación de Gabriel García Márquez, da un Taller de Periodismo Narrativo. Es en Chile y es agosto del 2004. El escritor afirma en relación a los jóvenes y la lectura de diarios que “desde hace más de cuarenta años ya, el peso de los medios audiovisuales, la radio y la televisión, está influyendo sobre el grueso de la población. Sobre la masa de consumidores de noticias. A eso se ha sumado, en los últimos 10 o 15 años, el uso de Internet, un medio que produce la información de inmediato, instantáneamente, rapidísimo. Hoy la mayoría de los jóvenes se informan básicamente por internet, o por televisión, y leen muy pocos diarios. Poco material informativo. 5 Ryszard Kapuscinski, en la misma fundación pero en su sede de Colombia, afirma en octubre de 2000: “Para mi es fundamental que un reportero esté entre la gente sobre la cual quiere escribir. La mayoría de la gente en el mundo vive en muy duras y terribles condiciones y si no las compartimos no tenemos derecho, según mi moral y mi filosofía, a escribir. Un periodista es un ciudadano del común. Entonces como periodistas debemos tener responsabilidad no solo profesional, sino en sentido ciudadano: ¿es esto bueno para mi ciudad, para mi nación o para mi patria? No en el sentido partidario, sino en el sentido más alto de la responsabilidad. 4 Tommaso Prennushi es el director del El Aula, un suplemento que creó el diario El Mundo de España frente a la preocupación por conseguir lectores más jóvenes. El diario se distribuye en forma gratuita en todos los colegios españoles y en pocos años logró aumentar en un 30% la franja de lectores que van desde los 18 a los 25.
5 El holandés Cees J. Hamelink plantea entre los deberes de un lector de medios: Ser crítico. Rechazar toda censura. Respetar la independencia editorial del periódico. Condenar todo estereotipo sexista o racista. Buscar fuentes alternativas. Exigir suministro plural de información. Exigirles cuentas a los responsables de los medios. 6 María Teresa Ronderos y Javier Darío Restrepo, en el marco del taller “El periodismo y los procesos democráticos” que hace dos años dieron en Santo Domingo, reflexionan sobre la función social del periodismo y el papel que juega en el fortalecimiento de la democracia, en la protección del interés público y en la consecución del bien común. “En la medida en que un periodista actúa con ética y pone a trabajar su imaginación y creatividad en beneficio de su oficio, podrá contribuir, con su trabajo, a materializar la verdadera democracia en su comunidad, ciudad o país”. Claro que ninguno de los que les acabo de nombrar lo sabe, pero todos entran conmigo al aula y abren con nosotros los diarios, convencidos todos de que el acceso de los jóvenes a los periódicos irá comprometiéndolos en el ejercicio de la libertad de opinión, favorecerá en ellos una actitud activa y crítica y los formará en el rechazo de herencias totalitarias que proponen pensamientos hegemónicos. En medio del bullicio que hacen los estudiantes mientras doblan los periódicos después de haberlos leído durante dos horas, cuando la clase termina, los alumnos tienen casi siempre los dedos entintados. A veces se rozan la cara sin querer y se manchan con pinceladas de esa tinta que durante un par de horas les permitió escuchar otras voces y los hizo entrar en otros ámbitos. Otros países, otras provincias, culturas diferentes. Esa tinta a través de la cual conocieron pensamientos
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diferentes al propio. La tinta que les tiñó las manos pero que les trajo también en reportajes la voz de sus ídolos de la cumbia, del rock, del fútbol. Las voces de los otros, investigadores, presidentes, sindicalistas, boxeadores. La tinta de los diarios, que ensucia como ensucia la propia realidad y que cuando se impregna en el cuerpo, con la verdad misma, no puede ser arrasada ya por ningún detergente en ese acto frecuente de lavarse las manos. No tengo dudas de que armar un programa para estudiantes secundarios es también de algún modo un estricto acto de escritura en el sentido de que plasma una visión del mundo y porta una ideología. Los que hacemos docencia con jóvenes tenemos que saberlo: En la suma de las unidades de un programa de clase puede leerse un modelo ético y también un proyecto de país.
Gonzalo Fragui, Mercedes Pena, Omira Bellizio, Raquel Molina y Ángela Pradelli.
Ángela Pradelli (Buenos Aires). Es narradora, poeta y profesora en Letras. Da clases de Literatura en el nivel Polimodal y coordina talleres de escritura. Ha recibido diversas distinciones en distintos certámenes de narrativa y poesía, y por sus artículos publicados en materia de educación y lenguaje. Publicó Las cosas ocultas (Ediciones del Dock, 1996), Amigas mías (Premio Emecé, 2002), Turdera (Emecé, 2003), Lugar del padre (Premio Clarín de Novela, Alfaguara, 2004) y Libro de lectura, crónicas de una docente argentina (Emencé, 2006). En 2007 recibe el Tercer Premio Municipal de Novela, bienio 2001-2003, por su novela Turdera.
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La novela de aventuras ¿género juvenil? Ponentes: Marisa Vannini, Silvia Diovertti.
La novela de aventuras: ¿género juvenil? (Genética juvenil de aventuras) Marisa Vannini
Después de las brillantes intervenciones de mis colegas, por las cuales les felicito, aquí estoy pidiendo disculpas por no traer papeles computarizados. Yo no soy particularmente religiosa, y en mi vida bastante larga no he pecado mucho, se lo aseguro. Sin embargo hoy me veo obligada a presentarme con dos confesiones, y a lo mejor, tres. Primera confesión (espero no defraudar a nuestra estimada y querida amiga Laura Antillano, ya que de una vez prometo que la enviaré pronto), no he traído ponencia escrita. ¿Por qué? Al recibir la invitación que tan amablemente me cursaron, leí, fíjense bien: Foro: La novela de aventuras: ¿género juvenil? Magnífico, pensé. Se trata de un debate abierto, dinámico, hasta dramático, lleno de energías, sobre la tal novela. No tengo que rebuscar en los libros ni mortificarme sobre las teclas de la computadora que a mí (será por la edad) no acaba de caerme bien porque no la domino, es la computadora que me domina a mí y me hace equivocar a cada rato. Excelente, seguí pensando, voy a encontrarme con mis colegas, conversaremos, discutiremos, a lo mejor nos pelearemos para encontrar todos juntos una respuesta satisfactoria a la intrigante pregunta: La novela de aventuras: ¿género juvenil? Pero no fue así: ellos presentaron sus trabajos escritos bien puntuales, y los leyeron
bien clarito, y ahora yo estoy aquí, sola, huérfana y desnuda de ponencia, enfrentándome a la precisa pregunta, porque ya es un punto de honor tratar de contestarla: La novela de aventuras: ¿género juvenil? Tengo que confesarles (y allí va la segunda confesión) que a pesar de haber escrito varias novelas juveniles de aventuras o por lo menos consideradas tales ( por eso fue que me invitaron a participar en este interesante Foro del “3er Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela”), comparto con mis colegas la vergüenza de no saber exactamente cómo se define ni cómo se estructura una “novela juvenil de aventuras”. No pretendo dar instrucciones, menos recetas, menos aún estrategias, palabras condenadas en este encuentro, y ni siquiera me atrevo a asomar opiniones ni consejos. Sólo, desde el punto de vista de mi experiencia, después de tanto ensayar y escribir y tachar y sufrir y volver a escribir, quizás yo pueda considerar con ustedes algunos aspectos de este tipo de novela y elaborar un pequeño decálogo ambientado en Venezuela. Creo que, para ser aceptada por nuestros jóvenes, la novela de aventuras que por supuesto pertenece al antiguo y clásico género épico, debe tener los mismos requisitos de aquélla, pero enfatizados, o como decían cuando yo iba a la escuela y muchos de ustedes aún no habían nacido, elevados al cuadrado, o a lo mejor al cubo. Primero: la acción. Si la novela de aventuras es una novela de acción, la juvenil debe serlo aún más, ya que la aventura, la acción, son lo que se contrapone la rutina, a lo
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cotidiano. Requiere de mucha, muchísima acción, es su esencia misma. No puede ser estática en ningún momento, ni intimista, ni sentimental, ni romántica, porque la acción, el cambio, la sorpresa, el sobresalto, el movimiento son propios de la edad joven, hacen falta para mantener el interés y cumplir con la misión que se propone llevar a cabo el autor con su libro. Más aún, puede haber y es bueno que la haya, una acción múltiple, se entrelazan las peripecias, se interrumpe una para intercalar otra a fin de lograr un efecto más dinámico, un ambiente propio para permitir a el o a los protagonistas desafiar el riesgo, enfrentar el peligro, tropezar con todo tipo de dificultades y vencerlas. Segundo: es importante la presencia de lo exótico, lo inusual, lo extraordinario. Hay que introducir gente, animales, paisajes, costumbres que se salgan de la rutina, del mundo conocido, de las situaciones normales o diarias. Sea bienvenido el repertorio de la marinería, de la selva, del desierto, de las etnias aborígenes, de los fenómenos naturales. Tercero: por eso mismo, la novela debe extenderse en el espacio. No puede ceñirse a un solo lugar, sea casa, pueblo o ciudad. Los personajes viajan, sobrepasan fronteras, navegan, vuelan. Desde los tiempos iniciales de la épica, desde las epopeyas narradas por Homero y Virgilio, el viaje ha sido visto siempre como algo significativo, formativo, fuente de madurez y de crecimiento: el viajero nunca peregrina en vano, nunca vuelve sin una o varias pruebas que lo han marcado. Cada viaje es el inicio de una experiencia, de un conocimiento, de un saber. Cada viajero regresa con nuevas sensaciones, con una nueva mirada sobre el mundo. Cuarto: asimismo, debe extenderse en el tiempo. No puede ser atemporal, como varios de los cuentos para niños. No debería
circunscribirse a un día ni a una semanita, sino abarcar en su acción meses y mejor si años. Hasta puede pasar de una generación a otra. El manejo del tiempo ofrece al autor varias posibilidades: se puede quebrar el orden cronológico, las aventuras no tienen porque sucederse linealmente, una detrás de otra. Algunas obras pueden empezar por el final, pueden retroceder, avanzar y volver a retroceder, podemos representar una o varias historias dentro de otras a fin de lograr un efecto múltiple. En la construcción de las aventuras, hay una bifurcación del tiempo: el tiempo en el cual el autor crea y escribe su historia, y el tiempo aún más extenso, en el cual el joven lector la interpreta, la revive, la completa con sus propias vivencias. Quinto: este tipo de novela tiene que ser fruto de algunas experiencias vividas, y no completamente inventada. Debe tener un toque de autenticidad. No puede ser toda ficción, si queremos que sea aceptada por nuestros consumidores persistentes, pero no ingenuos. Recuerden que las grandes novelas de este género nacieron en los mares escritas por auténticos navegantes, (Salgari, Conrad, Verne) , fueron creadas a orillas de los ríos y desiertos por habitantes de los mismos, (Mark Twain, Jack London), y en tiempos más recientes, Saint-Exupéry encontró en sus peripecias aeronáuticas la motivación para obras anteriores a El Principito. Sexto: debe tener uno o varios conflictos, y posiblemente empezar desde el primer capítulo con la presencia de un conflicto o de algo extraordinario, un enigma, un relato fabuloso, un objeto mágico, y con la sugerencia de una aventura o viaje, de algo por descubrir o vencer que implique coraje, atrevimiento, audacia. Séptimo: deben figurar varios personajes bien caracterizados, de distintas proceden-
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cias, de aspectos diversos. Lógicamente, algunos de ellos estarán en la edad juvenil, diez - quince años entre nosotros, pero habrá también adultos y sobretodo ancianos de interesante trayectoria, pues éstos gozan de la aceptación juvenil. Octavo: es oportuna la participación de la naturaleza, pero las descripciones no deberían ser muy detalladas ni repetitivas, sino incisivas, precisas, posiblemente basadas en una terminología técnica con detalles científicos. Noveno: si el comienzo debe ser interesante y atractivo, el final será conclusivo, claro y excitante, pues debe satisfacer al lector con pinceladas de altruismo, de heroísmo, de victorias, de triunfos, no exentas sin embargo de momentos de dolor, sacrificio, pérdidas, dudas. Décimo: por fin, es importante la presencia de un tema, lo que antiguamente llamaban moraleja y luego se llamó mensaje. Como toda la literatura infantil, la novela de aventuras no puede ser gratuita, debe transmitir ideas, conceptos, aspiraciones, debe dirigir o estimular hacia algún logro valioso en la vida, propuesto o sugerido muy discretamente por el escritor. Quisiera que reflexionáramos juntos sobre este decálogo, y quizás podríamos discutirlo, ampliarlo, perfeccionarlo en otro encuentro u oportunidad, que espero se presente pronto. Y aquí voy con la tercera confesión, no filosófica ni académica, sino de tipo personal, intimista y anecdótico. Esta confesión introduce unas reflexiones que en varios casos explican el origen, las características y el desarrollo de mis modestas creaciones literarias y su aceptación o impacto por parte de los lectores. Por este motivo mis colegas presentes en el Encuentro me han sugerido presentar mi ponencia como “Genética de la novela juvenil de aventuras”, aunque yo preferiría llamarla más sincera y simplemente:
“Aventuras y desventuras de una escritora de novelas juveniles de aventuras”. Justamente preparando para el foro algunas notas y considerando desde varios puntos de vista mis novelas, me ha extrañado constatar que cada una de ellas está relacionada con una aventura o por lo menos con un suceso extraño, curioso, sorprendente,y además con viajes dentro y fuera del país. La fogata. Estaba yo sentada en un parque de Río de Janeiro donde había acudido a un Congreso de Literatura Infantil convocado por el IBBY, cuando se me acercó un menino de unos doce años, y después de un breve intercambio de sonrisas, yo soy una persona más bien alegre, me preguntó a secas: -¿Tú sabes quiénes son tus padres? Porque yo no lo sé. Sin esperar mi respuesta, se fue canturreando algún motivo brasileño. Su pregunta me inquietó y me hizo reflexionar. Con el pasar de los días este tema fructificó en mí, y se volvió el comienzo de la novela que posteriormente llamé La fogata. ¿Saben ustedes quiénes son sus padres? ¿Saben cómo se llaman? ¿Verdad que sí? Yo, en cambio, no sé cómo se llaman los míos. ¿Conocen ustedes el lugar donde nacieron? ¿Saben cuántos años tienen? ¿Verdad que sí? Yo, en cambio, no lo sé. No sé dónde he nacido. Tampoco sé cuántos años tengo, aunque, claro, aproximadamente me calculan unos trece. Más tarde, ya en Venezuela, la redacté, ambientándola por supuesto en nuestro territorio venezolano y escogiendo como protagonista a un muchachito criollo que no lograba encontrar en sus recuerdos nada que lo relacionase con su nacimiento o procedencia. Por fin uno de sus padres adoptivos, que eran tres, le enseñó sus primeros dibujos, en todos los cuales aparecía una fogata. El jo-
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vencito investiga en cuáles lugares se realizan fogatas en forma consuetudinaria, y emprende un azaroso viaje para encontrar rastros de su origen. Luego la envié, aún en manuscrito, a un Concurso Internacional de Inéditos, afortunadamente lo gané, y así fue publicada por la Editorial Juventud en Barcelona, España, donde tuvo segunda y tercera edición. Poco llegó a Venezuela porque la editorial no lograba cobrar las ventas, sin embargo, el Ministerio de Educación adquirió y distribuyó un lote considerable de mi novela en las bibliotecas escolares del país. Continúo con mis aventuras como escritora. Segundo episodio de La Fogata. Wagon-lit en el tren Barcelona – París. Compartimiento reservado por cuatro personas. Nos encontramos dos parejas, madre e hija. Nos presentamos. Al pronunciar mi nombre, Marisa Vannini, la jovencita estalla en exclamaciones y dirigiéndose a su madre le ruega: “-Mamá, mamá, averigua, si de verdad es Marisa Vannini, la escritora. Es la autora del libro que me gusta, La fogata. Hay que buscarlo para que me lo autografíe”. Por supuesto era yo, y este viaje fue uno de los más felices para la niña, porque pudo conversar conmigo y se durmió dándome la mano de litera a litera. Al llegar a París, la mamá nos rogó que esperáramos a que llegara el padre de la familia, el cuál se presentó con mi libro La fogata en su mano, para que yo pudiera autografiarlo (milagro de la tecnología). ¡Cuán feliz estuvo ella, y cuán orgullosa yo! Tercer episodio. Primero de enero, repica el teléfono. Una voz infantil femenina pregunta por la escritora Marisa Vannini. Soy yo, contesto. La niña se muestra tan sorprendida que casi no logra hablar. A lo mejor se imaginaba que yo vivía en un castillo y tenía mayordomos y pajes para atender el teléfono.
Era una alumna de una escuela comunitaria de San Antonio de Los Altos, Los Salias, donde habían leído en clase mi novela La fogata. Una vez tranquilizada, y después de haberse cerciorado de que realmente hablaba conmigo, me confió su deseo: “-Quiero que escribas otro libro como La fogata. Pero que la protagonista sea una niña”. La petición fue tan espontánea y graciosa, que no me quedó otro remedio que satisfacerla. Así nació El Oculto, ambientada en el Oriente de Venezuela, cuya protagonista es una niña, Lágrima Brillante, descendiente de un valeroso cacique de la etnia de los cumanagoto, prisionero de los españoles, que había sido liberado por un corsario holandés cuyo descendiente, siglos después, se presenta en el litoral oriental para localizar un tesoro que los dos tatarabuelos habían escondido juntos. Estoy en el Estado Sucre, en la playa que realmente existe, donde se desarrolla la novela. Se acerca un pequeño velero de turistas. Baja y piden permiso para bañarse. Conversamos, provienen de España, vienen frecuentemente, conocen algunos españoles residenciados en el Golfo de Santa Fe. Nos invitan a tomar café en el velero. Al hacerlo veo un libro de aspecto conocido en la mesita del café. Es El Oculto. ¿Qué hace mi libro aquí?, me pregunto. Ellos me dan la contestación. Lo han leído, habiéndolo comprado en su primera edición en Barcelona, España y lo han comentado con sus amigos del Golfo. Se han propuesto, todos juntos, ir a buscar la playa de El Oculto que sin embargo, me aclaran puntuales, no aparece en ninguna de sus cartas náuticas. ¡Vale sorpresa para mí! El Oculto, les explico, sí está en las cartas locales, en las de Imparques, lo conocen muy bien los pescadores, queda detrás de Mochima, no es difícil llegar allá…
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- Por supuesto, dicen ellos, seguiremos las indicaciones del libro, ya hemos avistado las pequeñas islas de que se habla, el cementerio de los pescadores… y con toda seguridad anclaremos antes de la noche. -¿Y qué van a hacer allá-pregunto- a buscar el tesoro? -No sabemos, pero es una bonita aventura, y nos da gusto hacerla. Se fueron en su velero, y no sé si encontraron El Oculto y el tesoro, porque no los volví a ver. Andando por el mundo ayudada por su nombre intrigante, El Oculto poco después ganó el Premio Sálgari para novelas de aventuras (gran honor que me alegró mucho), y fue traducida en seguida al italiano. Pero le sucedió una aventura bastante desagradable: como es frecuente entre los editores, obviaron permitirme revisar previamente la traducción en lengua italiana, que lamentablemente estuvo plagada de errores….y resulta que la quinceañera protagonista de la novela se volvió en Italia… ¡una dama de cincuenta años!.. Al percatarme y reclamar, retiraron esa edición y la volvieron a imprimir corregida…¡pero qué chasco! Otra novela, otra aventura. Cuando escribí El gato de los ojos dorados, me puse en contacto con Rafael Silva, productor del interesante programa radial El insólito Universo, para aclarar algunos detalles de la parte histórica y costumbrista de mi obra. A él le doy las gracias en la página final del libro. Al ser editado, el Banco del Libro lo distinguió como “Mejor Libro Infantil del Año”. Alborozada, apresuradamente lo llevé a Silva con una bonita dedicatoria, mencionando la significación de su programa. Resulta que la misma noche Radio Nacional fue saqueada por unos ladrones, los cuales se llevaron todos los documentos, para él preciosísimos, del escritorio de Rafael. Él estaba desesperado, no
sabía qué hacer para recuperarlos. Un digno señor cliente del Cada de La Florida, al día siguiente encontró un bolso negro de basura lleno de papeles. Se dio cuenta de que podían revestir gran importancia para el propietario, también pensó que los hubiesen robado, y se propuso devolverlos. ¿Pero cómo, dónde? Al examinarlos no vio ninguna pista certera, hasta que por fin encontró mi libro del Gato, y la salvadora dedicatoria: -¡Rafael Silva –se dijo entre sí- productor de El insólito Universo, mi programa preferido! ¡Estos papeles deben ser suyos! Se dirigió a Radio Nacional cargando con el voluminoso bolso, y exhibiendo mi libro del Gato preguntó por Rafael. ¡Pueden imaginarse el contento del productor al volver en posesión de todos sus papeles completos! Enseguida me llamó por teléfono: -¡Marisa, este gato tuyo es realmente mágico, como en tu novela! ¡Hay que dedicarle un programa de El insólito Universo! … A lo mejor, algún día lo vamos a hacer… La desventura del Gato es que a pesar de haberse vendido muy bien y haberse agotado enseguida la primera edición, su editor, Monte Ávila, no obstante muchas promesas, todavía no lo ha reeditado, ni siquiera he logrado firmar el prometido contrato para la reedición. ¡Gato, gato mío, gatico mágico, ayuda a tu escritora a que los editores nos hagan caso y sean más consecuentes con nosotros, libros y autores! Aunque no sea un libro para niños, pero sí para jóvenes estudiantes, El Infierno de Dante Alighieri traducido al español y comentado por Marisa Vannini, merece una mención en este aparte. Revisé muy detenidamente las pruebas, con especial atención por tratarse de una obra poética, pero omití insistir en que me fuese enseñada la carátula. En vísperas de la presentación de El Infierno, la Embajada de Italia se enteró de que
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llegaría al país una importante delegación de la República Italiana. Les pareció oportuno presentar nuestro Infierno venezolano en acto público en el Salón Principal del Centro Ítalo-Venezolano. Yo debía subir al escenario, pronunciar algunas palabras y bautizar junto con ellos el libro (que hasta entonces no había visto). ¡Imagínense cuál fue mi sorpresa y susto cuando, a los pocos minutos de empezar el acto, se presentó el editor y me entregó una copia de la clásica, admirada, ejemplar obra de Dante Alighieri en cuya cubierta… en lugar del retrato del eximio autor, o de la artística Florencia su patria, o de la reproducción de un cuadro de artistas célebres cuales Leonardo o Raffaello, como era de esperarse, o cuando menos de un mapa de Italia… en cuya cubierta estaba, en horripilantes tintes blancos y negros, entornado por un vulgar público del siglo XXI… el Diablo danzante de Cumaná, Estado Sucre! Me sentí desfallecer, no sabía cómo los italianos, tan clásicos, conservadores, apegados a su tradición, reaccionarían…podían considerarlo un atropello, una falta de respeto. De inmediato renuncié a pronunciar el discursito preparado, ya era el momento de subir al escenario. Lo hice con el libro en la mano y me inventé un cuento en el cuál el diablo de la Italia de Dante había venido a Venezuela para redimirnos, a través del baile popular, a italianos y venezolanos, de todos nuestros pecados. La idea cayó bien, y terminé invitando a todo el mundo a bailar con el Diablo danzante de Cumaná. Una aventura de menor cuantía tuvo mi libro para niños Ellos también descubrieron el Nuevo Mundo. “Ellos” son los animalitos que llegaron a América en el tercer viaje de Colón, hecho rigurosamente histórico: yeguas, potros, caballos, asnos, cerdos, vacas, lebreles, perros, gatos, aves de
corral, y además, clandestinos, ratas y ratoncitos. Siendo ellos descubridores, debían haber viajado triunfalmente en la cubierta de la Carabela. Pero en cambio, la ilustradora los castigó poniéndolos en la cantina, tan chiquitos que apenas se ven, a pesar de que en las páginas interiores del libro los retrata completos con bellas imágenes. Creo que este despiste fue la causa de que el libro no fuera escogido en una importante licitación para la cual fue requerido desde México. Sin embargo tuve la satisfacción de que el librito, a pesar de todo vendido y agotado rápidamente, ya tuvo una segunda edición en la cuál se interpretó correctamente el argumento y el título, y en esta segunda portada los animalitos viajan triunfantes en primer plano para reunirse con sus colegas, los animalitos americanos. A veces me pregunto si los ilustradores leen realmente los textos antes de ilustrarlos, y si no sería conveniente que el editor pidiera la autorización de los autores no sólo para la publicación de los textos, sino también de las ilustraciones, y les permitiera sugerir algunas formas más auténticas de ilustración. Aquí mismo, en el Estado Carabobo, el seis de noviembre de 2008, tuve el honor de ser invitada por la Escuela Bolivariana de Puerto Cabello “Lic. Carlos Requena” para un encuentro con los alumnos y cuerpo docente. Fue grande mi emoción al encontrar que toda la escuela, un edificio lindo y grande que alberga unos cuatrocientos estudiantes desde educación inicial a sexto grado, estaba decorada con carteles y dibujos inspirados en mis cuentos, y que los alumnos habían preparado interpretaciones dramáticas de los mismos. ¡Lo extraordinario es que los dibujos realizados por los jóvenes alumnos, desde preescolar a sexto, especialmente aquellos inspirados en Ellos también descubrieron el Nuevo
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Mundo, resultaron mucho más sugestivos y atinados al texto que los de los ilustradores de la edición del mismo! Quisiera ahora referirme a mis manuscritos. Otra desventura, que quizás pueda repararse, ha tenido y tiene actualmente El maravilloso rayo verde (inspirado en “El rayo verde” de Julio Verne, es decir que más novela de aventura no es posible), que aún no ha encontrado editor. Es de la misma extensión y paralela al Gato, pues tiene como co-protagonista la montaña, mientras que el Gato tenía el mar. ¡Ojalá alguna editorial montañista acoja este llamado! Mi última obra En la Piel de la Guerra, en la cuál narro mis experiencias, sufrimientos y peripecias durante la Segunda Guerra Mundial, es de carácter testimonial, es la visión de una niña que despierta a la vida bajo el fragor del bombardeo. Recientemente mereció el premio Mejor Libro Juvenil del año 2008, otorgado por el banco del Libro, por tanto podría cerrar ese recuento de aventuras con broche de oro y un suspiro de alivio…y sin embargo tampoco este libro se sustrajo a la aventura. Enseguida después del bautizo tenía preparado un viaje a Italia, y como en muchas páginas hablo de mi familia italiana, y hasta en la portada hay retratos de ella y de mí misma cuando niña, me pareció fabuloso llevarlo como regalo. Envolví varios con un brillante papel, les puse un bonito lazo, y con ellos, bien apretaditos, forré completo el fondo de mi maletón de viaje. No sabía yo que justo en aquellos días se había formado tremendo escándalo por unos paquetes de dinero que habían detenido en una aduana…Resulta que pocos minutos antes del despegue del avión me conminan por altoparlante a bajar al sótano del aeropuerto, donde unos severos oficiales me hacen desenvolver uno a uno todos los volúme-
nes, destrozando entre lágrimas (mías) el hermoso papel, y dejando inservibles los lazos, hasta cerciorarse, como me explicaron luego, de lo que no habían logrado ver con sus computadoras: ¡que se trataba de libros, y no de billetes bancarios! Quisiera ahora referirme a mis manuscritos. Otra desventura, que quizás pueda repararse, ha tenido y tiene actualmente El maravilloso rayo verde (inspirado en “El rayo verde” de Julio Verne, es decir que más novela de aventura no es posible), que aún no ha encontrado editor. Es de la misma extensión y paralela al Gato, pues tiene como co-protagonista la montaña, mientras que el Gato tenía el mar. ¡Ojalá alguna editorial montañista acoja este llamado! Si condiciones de las novelas de aventura son las peripecias, los viajes y los ambientes poco conocidos, es propiamente una de ellas mi última producción, El Chamán de los Cunaguaros, viaje por el mundo indígena venezolano, que nos traslada del occidente al oriente del país a través de trece etnias indígenas. Desde hace muchos años estoy preparando esta obra, basada en mi experiencia en varias etnias venezolanas que visité o bien personalmente, o bien como especialista en literatura infantil seleccionada para dictar cursos a maestros de preescolar y primaria en todos los Estados y Territorios del país, patrocinados por el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional Abierta. En estos recorridos viajes volé en avioneta, navegué en canoas, me subí a chalanas, me empolvé en Jeep, crucé ríos, dormí en hamacas, atravesé extensos territorios como mis protagonistas. Quién sabe cuáles otras tenebrosas aventuras estará viviendo El Chamán de los Cunaguaros, ya que desde hace más de tres años lo entregué a la editorial El Perro y la Rana, y todavía no ha visto la luz...
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¡Ojalá salga pronto el sol para él también, como para todos los indígenas y para todas las novelas de aventuras! Marisa Vannini (Italia). Reside desde hace años en Venezuela, donde ha ejercido como titular de la Cátedra de Italiano del Departamento de Idiomas Modernos de la Universidad Central de Venezuela. Tuvo a su cargo la Cátedra de Literatura y Bibliotecas Infantiles. Ha publicado numerosos libros por los que ha recibido diversos premios, La fogata (editorial Juventud, 1979), Premio Europeo de Literatura Juvenil en la provincia de Trento, para libros inéditos. Su interés por conjugar historia y novela se revela en la trama de El oculto, (Editorial Juventud, 1990).
Por qué los dragones son necesarios Silvia Diovertti
Estamos hechos de la misma materia de los sueños. William Shakespeare La Tempestad, acto IV, escena I Hombres, animales, plantas, no bastan a constituir un mundo. Se precisan demonios. Henri Michaux Un bárbaro en Asia Esta frase de Shakespeare continúa planteándome siempre la misma pregunta: ¿Somos como ese sueño del que habla Góngora cuando dice “el sueño (autor de representaciones),/ en su teatro, sobre el viento armado,/ sombras suele vestir de bulto bello”? Es decir, ¿somos pura ilusión, puro maya, como dicen los hindúes o, por el contrario, hechos de la misma naturaleza de los sueños, somos seres infinitos capaces de albergar en nuestro interior las diversas dimensiones que la consciencia dual de la vigilia anula al apenas abrir los ojos? Muchos pensarán que hablar de dragones en Venezuela y en Latinoamérica es enarbolar una bandera eurocentrista. Yo misma lo pensé en algún momento. Una parte de mí sentía que si había aparecido dragón, dragón tenía que quedarse, y otra tenía miedo a la crítica; intenté, entonces, cambiar el dragón por un duende como el Aitón, pero me topé con mis propios dragones. Esos que queman y devoran de verdad y a los que Freud no llamó dragones sino neurosis. Yo nací en una reserva indígena al sur de la Argentina, de una madre española y un padre paraguayo. Mi infancia estuvo poblada por los seres fantásticos de la mitología guaraní, especialmente por el Yasiyá-Teré, un
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duende que tiene los pies al revés y que si nos hemos portado mal nos adentra en la selva, siguiendo las huellas equívocas que deja para extraviarnos. Para congraciarse con él y obtener su protección hay que ponerle queso con miel en las siestas de verano. Mi madre nos leía por las noches a Cervantes, García Lorca, Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Las Mil y una Noches o Cuentos y leyendas de la antigua Rusia, entre muchos otros. De modo que, molinos de viento, zapateras prodigiosas, niñas de las que se temía pudieran volverse golondrinas, asnos plateados, djims orientales o brujas de afilados dientes, eran, por así decirlo, nuestro pan de cada noche. Y también el “Nocturno” de José Asunción Silva, tan triste y tan oportunamente leído que mis hermanos y yo llorábamos a moco tendido lavando, así, las pequeñas frustraciones o tristezas de ciertos días. Cuando me tocó desempeñarme como docente en el área de Castellano y Literatura para 7mo y 8avo grado, me encontré con una tarea difícil y frente a niños y niñas para quienes el verbo leer era igual al verbo fastidiar. Pero aún no había visto nada. Cuando me tocó hacer lo mismo en 4to y 5to año de Media Diversificada entendí que lo anterior había sido, apenas, un abreboca, porque estos últimos años se habían alejado —creyendo que la cátedra los llevaría al encuentro—, todavía mucho más de todo lo que rozara la palabra literatura. Sin embargo, de esa primera experiencia en Básica había salido con dos libros bajo el brazo, escritos por las alumnas y alumnos, y ya definitivamente convencida de que la literatura no tiene ni edad ni género y, que me condenen si me equivoco, tampoco tiene, en los primeros acercamientos, patrones de calidad. Hay jóvenes que adoran a Gustavo Adolfo Bécquer y hay otros que se derriten ante el Montejo de Trópico absoluto; algunos
son fanáticos de los libros de autoayuda y leen con devoción a Pablo Cohello o Louise Hay, y otros hay que disfrutan a Ramos Sucre porque, según sus propias palabras, “es burda de ácido”. Los dos libros escritos, Coleye Punoseufas I y II, correspondientes a dos períodos escolares distintos, es decir, escritos por grupos diferentes, demostraban que yo no había sido una niña excepcional y, por ende, tampoco era un adulto fuera de lo común, sino que había tenido la oportunidad de que me pusieran en contacto con la literatura de la misma manera que me pusieron en contacto con el cepillo de dientes o los esquíes. Por lucidez y amoroso apostolado docente de la directora del segundo colegio en donde yo daba clases de Literatura en Media Diversificada, se les propuso a los alumnos y alumnas de 5to año integrar un taller de escritura. Los asesores seríamos el profesor de matemáticas, Lisandro Alvarado, y yo. Como todos los horarios de clase, de 7 y 30am. 1 y 30pm., estaban más que saturados debía ser por las tardes, de 2 a 4pm. y dos veces a la semana. Cruzamos los dedos y esperamos, adelantando emocionalmente todas las posibles y válidas excusas que recibiríamos. Nos quedamos con un palmo de nariz frente a nuestros propios malos presagios. La primera sesión estaba llena, a partir de la segunda y tercera trajeron a los panas de 4to año, porque según ellos mismos dijeron: “la literatura es fina, es como un espejo en el que te aprendes a conocer”. Al lado de ese segundo colegio había un terreno baldío, cubierto de maleza y separado por una extensa y alta cerca de metal. En el corazón del terreno, en lo más espeso y enmarañado, había un claro, y en el claro una torre. Una torre construida vaya a saber por quién ni cuándo. Semi derruida, con un ficus que crecía en el techo y lanzaba sus raíces varios metros hacia abajo en busca de tierra,
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sus pasadizos secretos que no conducían a ninguna parte y sus puertas que se abrían sobre el vacío, la torre era el reto de cada promoción. Cada fin de curso, y antes de la presentación de las tesis, 5to desaparecía una mañana completa. Un año les pedí que me llevaran. “¿Te quieres jubilar con nosotros?”, me preguntaron para ver si habían entendido bien, “Sí, dije, y podemos llevar una merienda”. “Fino, sí va” fue la respuesta general. Algunos días después estábamos escalando la cerca cuando uno de los que ya estaba del otro lado y ayudaba a pasar al grupo femenino, me dijo: “Silvia, no te des vuelta, pero atrás está Isabel (la directora) y Dinorah (la coordinadora)”. Estando yo a mitad de camino entre el tope y el suelo, y como si fuera una pereza, me di vuelta con toda la precaución posible para no caerme y las miré. “¿Adonde van?”, preguntó Isabel. “A la torre”, dije lo más naturalmente que pude. “Si llevan cámara traigan unas fotos y las ponemos en el anuario de esta promoción”, dijo ella. Se dieron vuelta y se fueron por donde habían venido. Ya en la torre y después de que terminamos de merendar apareció la angustia del retorno a la realidad: “Bueno, ¿y ahora qué hacemos?”, me preguntaron. “Vamos a jugar a la casita”, dije. Y todos esos seres que suelen dejar a la mamá la tarea de levantarle las medias sucias del piso, tender sus camas o lavarle las pantaletas, comenzaron a trazar los planes para su propia casa. Levantaron paredes con hojas de palma, barrieron el piso de tierra con ramas secas y se hicieron muebles con escombros. A ninguno se le ocurrió la idea de que esa casita era ficticia y montada en ese “teatro sobre el viento armado” de Góngora. Quizás porque, como dice Bruno Bettelheim en Psicoanálisis de los cuentos de hada: (…) especialmente al final de la adolescen-
cia se necesita creer, durante algún tiempo, en la magia para compensar la privación a la que, prematuramente, ha estado expuesta una persona en su infancia debido a la violenta realidad que la ha constreñido. Es como si esos jóvenes sintieran que se les presenta ahora la última oportunidad para recuperarse de una gran deficiencia en su experiencia de la vida o que, sin haber pasado por un período de creencia en la magia, serán incapaces de enfrentarse a los rigores de la vida adulta. Esa torre es la que aparece en el segundo capítulo de Dragón de bolsillo, y Ernesto Castillo, Laura D’Amore y hasta el mismo dragoncito Pyros, los tres protagonistas del libro, son una amalgama de todos mis alumnos y alumnas de esa promoción. Por razones que no vienen al caso me separé poco tiempo después de la docencia y entré en una especie de crisis existencial. Me sentía tan sola y con tal sensación de extrañamiento de todo y de todos que vivía, literalmente, tiritando. Un día, no sé por qué, se me ocurrió imaginar que si tuviera un pequeño dragón, un dragón de bolsillo, con su correspondiente llama, que fuera amable y amara al género humano como yo me sentía incapaz de amarlo en ese momento –incluida yo misma en el género, claro– quizás se me derritiera el hielo que se me había venido formando sobre el corazón. Entonces comencé a escribir Dragón… y después, ya lo dije, tuve mi crisis de consciencia latinoamericanista y la intención de cambiar Dragón por Aitón. Debe de haber sido ahí que recordé esa frase de uno de los alumnos: “la literatura es como un espejo donde puedes conocerte”, y supe que no era obedeciendo al deber ser que iba a poder continuar con el cuento. Con el del dragón y con el mío propio. Por haber leído mucho Psicoanálisis de los cuentos de hadas, de Bruno Bettelheim y La mujer
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en los cuentos de hadas, de Marie Louise von Franz, hoy creo que la función primordial de los llamados cuentos de hadas es la de servir al niño de espejo y la de ayudarle a aceptar que ogros, hadas, brujas o dragones son todos componentes de nuestra psiquis. Negarles ese saber es alimentar la legión de seres neuróticos e insatisfechos que, en el mejor de los casos, se encuentran un buen día boca arriba en el diván haciendo recuento de sus vidas para ver dónde diablos perdieron el hilo de sí mismos. Los cuentos de hadas, lejos de mantener al niño en una etapa de inmadurez y en un mundo irreal, le enseñan que es necesario luchar, como lo hace “Juan sin miedo”, “Pulgarcito”, o “La joven sin manos” para vencer a los gigantes, ogros y brujas que nos habitan. Al sentirse identificado con esos héroes y heroínas que reflejan sus propios temores frente a un mundo donde el gigantismo físico y moral de los adultos lo hace sentirse amenazado –mundo que excluye todo lo que a él le intriga y atrae, incluido el sexo–, el niño se da cuenta de que, si se hace suficientemente fuerte, puede vencerlos, es decir, puede integrarlos, y esa completud de sí mismo lo ayudará a convertirse en el héroe de su propia historia, porque, como dice Bruno Bettelheim, “Aunque no todos los niños heredarán un reino, al conocer su mente se convertirán en dueños de su reino”. También los cuentos le hada ayudan a reconocer que no son seres aislados, nacidos porque sí, o lo que me parece aún más peligroso, seres que pueden ir a su aire por el mundo sin detenerse a pensar, como ya advirtió hace mucho tiempo el jefe indio Seattle que “todo está enlazado”, y que tal cosa como la impunidad existe. Si muchos de los jóvenes de hoy manifiestan su lado oscuro a través de las drogas o del alcohol es, en cierta medida, porque cuando niños no se les permitió conocerlo y acep-
tarlo. “No seas egoísta, no seas envidioso(a), sé bueno(a), comparte, no llores”, etc., etc., como si eso pudiera decretarse y bastara formularlo para que dragones, brujas, ogros o demonios desaparecieran de ese imaginario que representa una parte de nuestra psiquis. Durante toda la infancia, quizás sin darnos cuenta, les estuvimos prometiendo que dentro y fuera de ellos había un jardín de rosas, sin espinas y sin orugas, totalmente ajeno a nuestra compleja realidad humana. No es de extrañar, entonces, que una vez frente a sus monstruos sean devorados por ellos y, de paso, nos devoren a los que les enseñamos a negarlos. Marie Louis von Franz, en el libro ya citado, dice: El gran peligro de la doctrina cristiana de la privatio boni, de la no existencia del mal, viene, a mi juicio, de que ella provoca una sobrestimación del bien y un optimismo inflacionario de mala ley. Ella es, en parte, responsable de nuestro hábito de dar por sentado la armonía de las cosas y de la felicidad humana, como algo que nos es debido y que el Destino, Dios o “la Sociedad” tienen el deber de ofrecernos. De esas experiencias en bachillerato también salió fortalecida mi convicción de que los famosos ejes transversales son la mejor manera de abrir el apetito del saber. Y elijo la palabra saber, a expensas de la palabra conocimiento, porque el saber forma seres integrales y el conocimiento sólo obtiene buenas calificaciones. También se acrecentó mi rechazo frente a esas posiciones dogmáticas que pretenden, aún hoy, que la “letra con sangre entra”. Mis alumnos me confirmaron que la letra, valga el reduccionismo para decir literatura, sólo entra con amor, con amor a la letra misma y a quienes ella va dirigida. Así, pues, que los ejes transversales atraviesan, al menos esa fue mi intención, todo Dragón de bolsillo. Pyros el dragón salta, y hace saltar al
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joven Ernesto, del budismo a la astrofísica, de la dramaturgia de Shakespeare a la geología, de los intríngulis del día a día, donde los monstruos son absolutamente humanos (p. 94), a esa otra dimensión que puede ser la cuarta o la quinta, poco importa, pero que, emparentada a esta tercera en la que nos toca movernos, aparece siempre –por poco que estemos atentos– para recordarnos de qué estamos hechos. Ese es el “Otro Lado” del que habla Pyros. Durante mi primera experiencia en 7mo y 8avo grado conocí alumnas que ya fumaban y que sentían un desprecio orondo por la palabra escrita, que se pintaban las uñas de negro y que, sin saberlo, fueron las precursoras de lo que hoy se conoce como Emo, de emocional, esos seres vestidos de negro que se ponen cadenas en el cuello y los brazos y se atraviesan piercings en las cejas o la lengua, quizás, quién sabe, si para demostrar que los estamos tratando como a perros a los que queremos domesticar o para señalarnos que se sienten torturados. También conocí al hijo de unos comerciantes del Mercado de Coche, padre y madre ausentes de las 3am. a las 6pm. A sus doce años, vamos a llamarlo Juan Antonio, era considerado, según los cánones docentes, “con pocas o escasas aptitudes para el estudio”. Como ustedes saben, la literatura tiene una herramienta y esa herramienta es el lenguaje. En algún momento de la clase había, pues, que abordar la forma y hacer que se acoplara bien al contenido. Comenzamos jugando con los verbos y sus desinencias. Un día Juan Antonio llegó con su cuaderno tipo Manolito, Manolito el de Mafalda, y me mostró lo que, motu proprio, había acometido: las desinencias de tres verbos y, sólo la psicología podría explicar por qué, los emparentó en una misma página: tirar (nunca quise preguntarle si sólo incluía la acepción vene-
zolana, pero estoy segura que sí), aprender, vivir. Primera, segunda y tercera conjugación del castellano y en el correcto orden que dicta la Academia. Y también en el correcto orden de prioridades que dicta la testosterona a esa edad. Y entonces aquí llego, ya para ir cerrando, a una palabra de reciente acuñación: empoderamiento. Es una rotunda y nociva mentira decir que a los adolescentes no les gusta leer, no les gusta aprender, no les gusta saber. Por el contrario, ellos buscan afanosamente respuestas, respuestas que los adultos edulcoramos, moralizamos, dogmatizamos y tratamos de hacer pasar como condición sine qua non para que, algún día, sean “adultos exitosos”. ¿Por qué actuamos así? Creo que porque tenemos miedo. Miedo a que se nos confronte en nuestra tarea de padres y de docentes, miedo a que nos cuestionen nuestra cuota de poder, miedo a la sospecha de que, quizás, tal vez, a lo peor, también a nosotros nos hayan enseñado mal; miedo a que nos abran la jaula y nos encontremos tan libres que no sepamos qué hacer con nuestras vidas. Enseñar literatura y escribir literatura para jóvenes es propiciar ese empoderamiento del saber que, para mí, está más cerca de la tesis del Buen Vivir que sostienen algunos pueblos originarios como los de Bolivia, que al conocimiento de la academia. Y eso los adolescentes lo intuyen, lo buscan, lo piden. Quieren que les enseñemos a empoderarse de ellos mismos y de la vida, del mundo y de todas las dimensiones que en él existen. Y si eso no es una aventura, la mejor, la más real y más fantástica de las aventuras, entonces la vida no tiene ningún sentido. Dragón… es, formalmente, una obra bastante ingenua —a pesar de su estructura cervantina de muchos cuentos dentro de un cuento— y con tantas erratas debido a una
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descuidada edición, que nunca más, hasta el momento de escribir esto, quise volver a abrirlo; pero es lo que es: un tributo a los adolescentes, un reconocimiento de su capacidad para comprender mucho más allá de lo que los adultos suponemos que comprenden. En el caso de Dragón… eso incluye sugerencias sobre un espacio-tiempo que hemos aprendido a ver desde los límites estrechos de la tridimensionalidad, pero que es, en realidad, todo lo relativo que Einstein quiso decirnos que es y que hoy ya lo está demostrando la física cuántica (p. 11), el pensamiento budista de la trasmigración de las almas (p. 82), el halo resplandeciente que puede tener el rostro de una mujer después de hacer el amor con su amado y amante (p. 92) y una noche apasionada entre esposa y esposo (p. 97). Entonces, permítaseme, a último momento, reformular el título de esta ponencia: “Por qué los dragones son necesarios!” por uno que no es ni euro ni etnocentrista, ni del Primer ni del Tercer Mundo, sino que es potestad de todos los jóvenes de todos los pueblos de la Tierra: “La adolescencia: esa novela de una gran aventura”.
Luiz carlos Neves, Laura Antillano, Silvia Dioverti y Marissa Vanini.
Silvia Dioverti (Argentina). Reside en Venezuela desde 1979. Profesora de Castellano y Literatura en Media Diversificada, ha obtenido varios premios literarios en el ámbito nacional e internacional. En literatura para niños ha publicado Gato embotado y enamorado, Monte Ávila, 1994; Dragón de bolsillo Playco Editores, 2002; El Tontopérez (antología colectiva), Ediciones Matanzas, Cuba, 2006, entre otros. Es miembro del comité editorial de la revista La Piñata. Recibió el Premio a la mejor revista infantil del año 2006 otorgado por el CENAL.
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La literatura subversiva desde la infancia Ponentes: Jesús Urdaneta, Mireya Tabuas, Rui Zink. Moderadora: Edith Fuentes.
Los lobos cambian de disfraz o la subversión de las hadas Jesús Urdaneta
“El adulto otorga el lenguaje, y al otorgarlo, coloniza”. Graciela Montes Hablar de Literatura subversiva Infantil y juvenil sugiere la existencia de otras maneras de ver al mundo, distintas, a las convenciones establecidas. Cabe preguntarse: ¿Qué tipo de libro es el más adecuado para la infancia? ¿Es conveniente la transformación? ¿Hablamos de Sociología o de Literatura? Charles Perrault en 1697, incluyó en una publicación un cuento que rescató de la oralidad, en el que suprimió el suceso en que el lobo, disfrazado de abuelita, invita a la niña a consumir carne y sangre, pertenecientes a la pobre anciana, a la que acaba de descuartizar. Desde ese momento se inicia un avance progresivo para controlar y proteger al niño y a la niña de los hechos y temas considerado impropios. El sexo, la muerte, la violencia, el divorcio, el segregacionismo, las adicciones, son ejemplos claros de factores presentes en la sociedad actual que han sido deliberadamente vedados, obviados, o simbólicamente tratados en la literatura para niños, niñas y jóvenes. El adulto, según Graciela Montes, ha creado corrales con el ánimo de resguardar a la infancia. Pero, además, esos corrales que cambian de sitio, de disfraz y se transforman sirven para colonizarlo con el lenguaje. “Las palabras nombran… y al nombrar, evidentemente arrastran con ellas una carga cultural,
un modo de ver, sentir y manejar el mundo” (Montes. 2001. 53). Si empleamos el adjetivo “subversivo”, estamos hablando, de acuerdo al Diccionario de la Real Academia Española de “… de subvertir, transformar, especialmente el orden público.”, y en nuestro caso, de transformar la literatura dirigida a niñas, niños y jóvenes. Obviamente, hacer este tipo de literatura implica romper los moldes, saltar los linderos del corral y acercarse al mundo, explorarlo y disfrutar de su variedad, que, según la autora citada, es “un buen recurso contra el totalitarismo”. (Montes. 2001. 68). ¿La subversión de las hadas se justifica? La lectura del mundo ha sido observada desde diversas concepciones teóricas a lo largo de la historia. El cambio de la modernidad a la etapa postmodernismo implica, desde la perspectiva de la incertidumbre y la relatividad, transformaciones de los elementos que componen la narrativa clásica, en su manera de hablar la realidad al lector. Por otro lado hay que reconocer que “La creación literaria siempre se encuentra en constante cambio, en la creación de códigos e historias nuevas. La subversión existe, aunque solo sea evidenciando la decadencia de nuestra sociedad.” (Pérez. 2001. 18.). La realidad no se puede soslayar, el desarrollo deshumanizado y desenfrenado ha acarreado consigo la agudización de viejos problemas y la aparición de nuevos lobos que han cambiado su disfraz. ¿Debemos mantener a nuestros hijos artificialmente protegidos del lado oscuro de nuestro mundo? Escuchemos a los protagonistas de algunos relatos.
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Patricia, la joven que narra la novela Paso a paso, escrita por Irene Vasco, nos dice lo siguiente: “Cada vez que me acuerdo… vuelvo a sentir rabia. Rabia contra esos hombres encapuchados que se llevaron a mi papá. Rabia contra mí misma por no ser grande y fuerte, por no conocer la diferencia entre un fusil y una escopeta, por no ser capaz de pelear y disparar. Lo peor es que también he sentido rabia contra mi papá porque nunca nos dejó aprender a enfrentar la violencia y es lo primero que ha debido enseñarnos. La violencia genera violencia- era lo que nos decía. En esta novela, extraordinariamente escrita, la autora nos muestra como el secuestro del padre de la familia Villegas trastoca espiritual, psicológica, emocional y socialmente a sus miembros. ¿Podría el viraje en la temática de la literatura, ser justificado por de esta forma de violencia, nueva pero con una presencia cada vez más agobiante en nuestro país? No obstante, el otro extremo, el del amor, la ternura puede tener el mismo objetivo. En la literatura para niñas, niños y joven amor es tratado en muchas ocasiones con un empalagoso adulcoramiento artificial. El amor puede ser subversivo, y como ejemplo tenemos: El derecho a la ternura, una novela de Armando José Sequera que nos ofrece un relato que es como el sonido de un riachuelo cristalino que hace reverdecer nuestra alma, porque más que un relato es una plegaria al amor. En su riqueza imaginativa y expresiva encontramos una defensa al derecho que tienen los humanos, sobre todo los seres masculinos, a expresar la ternura sin ser execrados por cursis. Mariana, la niña que relata la novela dice: “Mientras haya ternura el mundo no se destruirá, ni los seres humanos dejaremos de existir. La ternura es como el jugo que destila el amor”.
¿Hasta cuándo vamos a mantener a la infancia bajo una aséptica campana de cristal? Mientras los libros para niñas, niños y joven muestran un paraíso terrenal, la realidad se devora la inocencia de nuestros niños con la televisión, la prensa y las innovaciones tecnológicas de la comunicación. La crudeza descarnada de la violencia deambula sin restricción por muchos hogares mientras la ternura agoniza en los actos culturales de los preescolares al ritmo del reggetón. ¿Podemos seguir reticentes a tratamiento literario de la maternidad, la sexualidad, la agresión física, las adicciones y la discriminación? ¿Podemos abordar el cambio estéticamente? Esta última pregunta la planteo porque, sobretodo… El cuento es literatura y sólo literatura “Si uno no confunde la literatura y la educación, todos pueden ser autores, aunque no todos sean artistas.” Ana María Machado. Esta es otra factor que hay que tener claro, ya que en la actualidad se propende a utilizar la literatura dentro del aula con fines didácticos; obligando al estudiante a identifica verbos, adjetivos; a realizar análisis de personajes; a buscar cuál es la moraleja, etc. Esta tendencia de imprimirle obligatoriedad a la lectura puede generar buenos resultados cognitivos pero indudablemente aleja a los niños y niñas del placer de leer. Pues, tal como la expresa Borges (1989), es tan absurda como decretar la felicidad. La literatura debe tener cabida en la escuela pero sin darle importancia a qué clase de conocimiento, destreza o valores pueda generar ella porque “lo importante es que por medio de la ficción se asienta y crece el alma. Y sin alma de nada sirven los conocimientos ni destrezas...” (Savater, 1998: 13). La literatura es un fin en sí misma. El
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didactismo, los libros para trabajar valores y cambiar comportamientos no tienen cabida en ella, porque tal como lo explicaba Tolkien: “un cuento no es más que un cuento, una obra literaria que tiene el objetivo de producir un efecto igualmente literario”. Saliendo del corral El acto de la lectura marca el inicio de la rebeldía porque nos complicita y conecta con el impulso innato de explorar todos los mundos posibles que galopan entre las páginas del libro. Leer hace viable experimentar la perplejidad de vivir, sentir la realidad reflejada en el texto, que paradójicamente en ocasiones nos susurra al oído y sin vergüenza los misterios que la propia realidad mantiene soterrados. Este develamiento que disfrutamos gracias al talento de los escritores lo estamos encontrando con más frecuencia en nuestro continente. Sobre la muerte “...la muerte ajena es una experiencia horrible que ya conocemos, la nuestra sólo es sueño, pesadilla, remedio de todos temido.” Ángeles Mastretta En nuestro país el tema de la muerte fue excluido por muchos años, En 1993 se publica “Una Señora con Sombrero” de Jacqueline Goldberg, un extraordinario cuento hermosamente ilustrado por Cristina Keller. Es un libro en el que “La muerte es una señora pequeña que columpia su sombra bajo las matas del patio”, transita corredores y duerme en los espejos. En el cuento, el entierro del abuelo provoca las reflexiones de una niña sobre la muerte. Sobre el amor y las separaciones “Donde tú eres tierno, dices plural” Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso. Cuando hablamos del amor es necesario hablar de un libro que cite al comienzo de la
lectura:El derecho a la ternura, escrita por Armando José Sequera, es una novela en la que Mariana una niña de 12 años decide escribir un libro sobre la ternura, sobre la vivencia del amor basándose en las alegrías y las experiencias dolorosas que vivió con su familia. La ternura en nuestra cultura es un tema subversivo, inquietante, difícil, sobre todo para que el ser masculino se abra a la sensibilidad. Al mostrar una manifestación de ternura aparece de inmediato el fantasma del afeminamiento. Sin embargo, el personaje Augusto se atreve a pasear a su pequeña Mariana en coche ante la mirada y los comentarios despectivos de los machos del condominio. “El amor siempre suma… el amor provoca más amor. Si a una Persona le dan un abrazo, esa persona siente deseo de devolverlo… igual pasa con los besos y los cariñitos en el cabello”. Si tú me miras, escrita por Laura Antillano es una novela de aventura que se complica con el delicado entretejido del discurrir de las acciones. En el relato vemos como se mezclan lo ultratelúrico, con las luchas sociales y ambientalistas de María Cecilia (la mamá). El descubrimiento de una banda de mafiosos, narcotraficantes es también uno de los condimentos vitales dentro de la dinámica textual. Y, por supuesto, en una novela con el sugestivo nombre de Si tú me miras, el amor no podía estar ausente: El amor familiar que se aprecia en la familia de las tres Marías, del cual no está excluido el padre. A pesar del divorcio, el afecto, el respeto y la conexión amorosa, como en muchos casos de la vida real, permanece incólume después de la ruptura del lazo legal. El amor juvenil que se profesan Julio César y Marifer. El amor animal de Compinche quien logra engendrar descendencia en la isla. El romance virtual
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que el correo electrónico le permite vivir a Leiziaga con Alga Marina y que paradójicamente es ignorado por la protagonista. Amores extraños Cuando te llamas princesa es una novela juvenil escrita por Enrique Pérez Díaz que muestra la vida familiar de Princesa quien a los 11 años descubre por accidente que los niños que la besan se convierten en sapos. Bichitos que la acompañan a todas partes. Su abuela paterna, Emperatriz, decide ayudarla a deshacer el encantamiento llevándola en secreto a la casa de un abuelo desconocido. La abuela Emperatriz le muestra una foto del abuelo El Moro: -¿Qué abuelo? Pregunte confundida sin explicarme nada - El inolvidable, el otro, tu abuelo por parte de madre, el esposo de Reynalda y padre de Reina, Virreina, Baronesa, Condesa, Duquesa y Marqueza… -¿Pero, qué hace aquí? ¿Por qué lo guardas tú? - Él fue el otro gran amor de mi vidaconfeso la abuela con un guiño de ingenua malicia en sus ojos. El gran amor de tu abuela, el gran amor de cuantas mujeres le conocieron. Quizás ese fue su gran problema. Tu abuelo El Moro tenía tanto amor para todo el mundo… En Los labios de laura y otros relatos, Antonio López Ortega explora las consecuencias de las explosión hormonal juvenil que van desde los primeros roces de piel hasta las emociones tórridas que despiertan los pechos de una profesora. Lygia Bojunga Nunes, escritora nacida en Brasil, en su cuento ADIÓS, nos describe como la madre toma las manos de su hija y le dice: Me he enamorado de otro hombre, Rebeca. Estoy sintiendo por él algo que nunca,
¡nunca! había sentido. Cuando conocí a tu papá cada día fue gustándome un poco más, me fui acostumbrando, haciéndome amiga, queriéndolo bien. Construimos felices un amor tranquilo… El relato continua con la pelea verbal de los padres de Rebeca y el pequeño Donatelo, el emborrachamiento del padre y un conmovedor diálogo madre – hija que reproduzco a continuación. -Por favor, Rebeca, entiéndeme, perdóname, entiéndeme, tengo que irme, es más fuerte que todo. Pero ya te lo he prometido: volveré. -¡Dile a él que no! No te vayas Luego de un forcejeo por la maleta la madre desiste, dice adiós y sale corriendo. El cuento termina cuando Rebeca deja una nota sobre la almohada de su papá. Querido papá: No hubo forma de cumplir la promesa, mamá se fue. Pero quedó la maleta. Yo pienso que así, sin maleta, sin ropa para cambiarse, sin cepillo de dientes ni nada mamá no va a poder quedarse mucho tiempo. No lo sé. Ya veremos. Yo arrastré la maleta y la escondí debajo de su cama ¿sabes? Un beso de… Rebeca. Las ropas de mi papi, cuento escrito por Luis Pimentel que relata el abandono del hogar por parte del padre de la familia. La situación la recrea por medio del dialogo de los hermanos. El niño menor la dice a su hermana: -No es verdad so boba. Papi se fue de viaje. Después él vuelve. -¡Cabezón! Papá se fue. Peleó con mami. La discusión continúa y se trasladan al cuarto para constatar que en el armario no está la ropa del padre. -¿Todas sus ropas? -Todas. Para otra casa. Y se van a quedar allá. En otro guardarropa.
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- Entonces vamos a ponernos de acuerdo en una cosa. -¿En qué? -Sólo las ropas se fueron. Mi papá no. La violencia genera violencia “La literatura debe constituir una defensa contra las ofensas de la vida” Césare Pavese Irene Vasco en su libro Paso a paso, es adentra en las consecuencias que el secuestro genera en una familia. El miedo, la depresión juvenil, el desgaste emocional, la perdida de la fe, el encuentro con la nada, la nada desesperanzadora que es peor que la muerte, el odio y el llanto como refugios. En uno de los párrafos Patricia, la jovencita que narra la historia dice: “A mí me molestó un poco tanta rezadera. Me parecía que había cosas más importante y más urgentes. Me dio rabia que todo pereciera resolverse tan fácilmente sólo rezando.” Luego refiriéndose a su abuela, pero mostrando se desesperanza expresa: “Nada, absolutamente nada, ni siquiera rezar, puede quitarle su dolor. Lo único que trata de conseguir es un poco de tranquilidad. Por eso reza.” Después de 2 años de ausencia y tristeza, la obra termina con el siguiente texto de Patricia: “Menos mal que la torta ya está lista porque hay alguien en la puerta. Voy a abrir. ¿Quién será?
Jesús Urdaneta, Edith Fuentez, Mireya Tabuas y Rui Zink.
Jesús Urdaneta Licenciado en Educación, mención Tecnología Educativa, egresado de la Universidad de Carabobo. Magíster en Lectura y Escritura de la UC. Profesor de Teatro en el Instituto Universitario Tecnológico de Valencia. Director y Productor del programa radial para niñ@s “El globo azul” de Universiataria 104,5 FM. Tallerista de la Fundación La Letra Voladora y escritor de Literatura para niñ@s.
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¿Subversivos? Los lectores Mireya Tabuas
1.-¿Temas perturbadores? Temas perturbadores. El nombre perturba. En seguida temas perturbadores suena a cosa fea, a eso que no se debe decir, que se oculta bajo la alfombra o que se habla bajito para que no oigan los niños. He escrito varias veces sobre esos temas “prohibidos” para la literatura infantil. Y vuelvo y repito de nuevo, que es un problema que preocupa al adulto padre, al adulto maestro, al adulto psicopedagogo. Para el niño ese problema no existe. El mundo está ahí y, si se lo ocultan, seguro lo buscará en esa gaveta secreta, en ese cajón con llave, en ese libro sólo para grandes, en esa película que esconden los padres en el armario, en ese universo que manejan de cabo a rabo que es Internet. Recuerdo que a los 11 o 12 años, mi papá le regaló a mamá un libro que ella calificó como prohibido: “La cándida Eréndida y su abuela desalmada”, de Gabriel García Márquez. El tema de la prostitución y la sexualidad temprana la cohibía y lo escondió. ¿Qué hice yo? Por supuesto que leerlo con fruición e interés, pero eso sí, no con más pasión que la que sentía al leer los libros de los Cinco de Enid Blyton o más tarde Tintín. Todo ello cabía en mi mundo de preadolescente. Los temas existen. Y les juro que ninguno les ajeno a los muchachos, porque ninguno nos es ajeno a los seres humanos. Ellos hablan de sexo, de drogas, ellos se preguntan por su identidad sexual, ellos tienen temores de enfermedad y muerte, con la misma naturalidad por la que se preguntan por la religión y Dios, por los agujeros negros del espacio o si Goofy es un perro o un lobo. ¿No escribir de homosexualidad en la literatura? Se la preguntará al amigo, ¿no escribir sobre la muerte? Averiguará en aquel
libro. Si usted le oculta su cuerpo, seguro que querrá pillarlo a la salida del baño para ver, pero si en cambio, exhibe su desnudez, seguro que le dirá: Tápate papá. Nuevamente me pregunto ¿por qué a la literatura infantil se le envuelve en una serie de parámetros que no tiene la literatura sin adjetivos? Porque a los niños también se les ponen esas limitaciones y muros. Que algunos de ellos rompen, es cierto, pero que socialmente se les imponen. “Niño: no mires, no toques, eso es caca”. Gianni Rodari, escritor italiano de literatura infantil, dijo: “Los niños no crecen en un mundo separado del nuestro, en un ghetto o bajo una campana de cristal. Ven la televisión que nosotros vemos, están rodeados de una densa atmósfera de información que es la misma que los adultos respiramos. Los libros destinados a los niños deberían procurar no ser libros fuera del tiempo. No hay ni un solo problema del presente al que los niños no sean sensibles, aunque a veces parezcan distraídos. Los libros para niños de nuestro siglo no pueden aparentar que el siglo no existe y que no transcurre, tumultuoso, a nuestro entorno. Un buen libro para los niños de hoy debe ser un libro que sintonice con el calendario y con sus problemas. Con los niños puede hablarse de todo, siempre que se les pida ayuda para hallar el lenguaje justo para hacerlo”. Ahora bien, para mí es claro: Los nuevos temas son tan posibles como los viejos temas. El problema sigue siendo si abordamos esos nuevos temas utilizando los viejos esquemas. La posición pedagógica y moralizante sigue para mí siendo igualmente antigua, así el tema que trate sea la amistad, la bondad, la comida sana... o la muerte, la homosexualidad y las drogas. El problema es si el escritor se plantea escribir un cuento para niños “pa-
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ra” -y pongo el para entre comillas- enseñar que debemos ser tolerantes ante la diversidad sexual, “para” mostrar que la muerte y la enfermedad pueden ser experiencias en la infancia, “para” demostrar los peligros de las drogas, “para” que entiendan la realidad del VIH. Estos textos-para, según mi opinión, no son literatura. Puede ser un buen libro para niños, un libro que guste, que enseñe, pero no literatura. La literatura no se plantea como objetivo hacer demostraciones de tesis, y muchas veces en la literatura infantil el planteamiento de estas temáticas novedosas y tabúes, se hace con dos objetivos: una, presentarse en el mercado con la rúbrica de temática nueva, por lo tanto tratar de atrapar a un lector (la compra de un lector) a través de la promoción que sugiere que se aborda algo tabú (y ya sabemos que eso de por sí, atrae a los niños y adolescentes). Pero por otra parte, para no perder el mercado adulto (maestro-padre) el tema se presenta bajo el esquema de la moralidad, de la enseñanza escolar y no de la literatura. Entonces, por ejemplo, un cuento no muestra simplemente a un personaje homosexual al que le ocurre determinado hecho, sino que la historia se plantea en torno al tema de la homosexualidad con una resolución que al final enseñe al niño a reconocer la diversidad. Entonces, insisto, la literatura, en general, no se plantea si hay apertura a tales o cuales temas, por lo que eso no debería ser objeto de discusión en la literatura infantil. Ya sabemos, entonces, que cualquier tema es posible, porque en la vida de esos niños cualquier tema es posible. El centro de atención es cómo abordamos en los libros esos temas para que no sean, para los niños, nuevamente un aula de clases. Queremos que sean el lugar del juego, del alma, de la vida, todo eso que es la literatura. Esos nuevos temas pueden ser sumamente seductores para los nuevos lectores, pero si los abordamos desde una mirada pedagógica, probablemente
decepcionemos y frustremos al joven lector. O simplemente se burle de nosotros. II.- ¿Lectores simples? La poesía: Agua: La lluvia azul (Natalia García, 4 años). El jugo del hielo (Mariana Martínez, 7 años). Cejas: Las barbas de los ojos (Alejandro Martínez, 3 años). La filosofía: Alma: Un yo, pero invisible (Jaimaryth Daza, 9 años). La economía: Dinero: Papel con el que puedes comprar todo menos la familia (Andrés Eloy Aguja, 10 años). Algo que todo el mundo necesita, pero no hay casi (Gabriel Rugeles, 11 años). La religión: Dios: Tipo judío y demócrata (Sebastián Guzmán, 9 años). Dicen que creó el mundo, pero a mí no me convence (David Zambrano, 11 años). La sinceridad: Amigo: Alguien que te dice “cosa”, “cuaima”, o cualquier otro sobrenombre y a ti no te importa porque es de cariño (Alejandra Sandoval, 11 años). Una persona a la que le tiras una bombita de agua en la espalda y no te dice nada (Renata Gouveia, 11 años). El que me da un poco de su desayuno en las mañanas (Ekain Berazategui, 11 años). Papá: Segunda persona importante (Arthur, 10 años). Alguien que llega tarde en la noche (María Verónica Albornoz, 5 años). Distancia: “Lugar que existe entre yo y mi papá” (Scarlet Casique. 12 años) El país Democracia: Algo con pobreza (Gabriel R., 8 años) Una cosa muy delicada (Mauricio Izquierdo, 12 años). Venezuela: Ciudad de Chávez (Sebastián Guzmán, 9 años). País muy grande y un poco pobre, hace petróleo y eso le da bastante dinero (Manel Reig, 10 años).
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Los peligros: Drogas: Pastillas que sirven para morirte a través del tiempo (Carlos, 9 años). Objeto prohibido a los narcotraficantes y prohibido a los humanos (Andrés Eloy Aguja, 10 años). Guerra: Matazón de balas (Benjamín Aldana, 9 años). Muerte, sangre, metralletas, cool (Andrés Eloy Aguja, 10 años). Una forma de liberación de estrés (Andrés Núñez, 11 años). La cotidianidad. Felicidad: Es quedarme durmiendo todo el día (Jennifer, 8 años). Es lo que siento cuando tomo agua después de los recreos (Ekain Berazategui, 11 años). Es cuando te despiertas y es sábado (José Alberto Romero, 11 años). Mamá: Alguien que nos da mucho cariño, es de la familia y a veces se pone brava (Clementina Sandoval, 9 años). La vida: Amor: Sentir atracción hacia una persona, patineta, deporte o animal (Fernando López, 12 años). Es que mi mamá me haga cariñito (Juan Sebastián de los Ríos, 6 años). Anciano: Tener arrugas y no comer (Ariana Villar, 8 años). Alguien que está viejo, puede morir y nacer de nuevo (Leonardo Acedo, 5 años). Muerte: Cuando un ser humano fallece de viejo (Ricardo Chacón, 9 años). Cuando se termina la hora de vivir (George Clapham, 8 años). Mujer: Una persona para el amor (Zadquiel y Christian, 6 años). Género femenino con dos partes íntimas (Benjamín Aldana, 9 años). Vida: Es Es como una mandarina, te vas pelando y en el momento que menos te lo esperas chupan tu contenido y mueres (Fernando López, 12 años). Escuchar música comiéndome una hamburguesa en mi cama, leyendo (Jerly Ortiz, 12 años).
¿Escucharon estas definiciones del mundo? Son niños de Catia y de Altamira, de El Valle y Santa Inés, del interior del país, de escuelas públicas y privadas. Niños entre 3 y 13 años. Son parte de un grupo de más de cien muchachos que en 2001 jugó conmigo a hacer un diccionario, cuando los visité en sus centros de estudio. ¿Oyeron sus voces? ¿Vieron que no le temen a las metáforas, pero tampoco se coartan ante esos temas que los papás dudan en abordar? ¿Qué nos enseñan estos niños? La mirada lúdica, original y desacralizada del mundo. La inteligencia y la información que tienen del contexto. El desparpajo, el sentido del humor, la ironía. La poesía. Todos los temas y todos los lenguajes están en el mundo del niño. Y si en el mundo de estos niños está todo eso ¿por qué no en los libros que leen? Así que mientras reducimos la sexualidad, por ejemplo, a explicarles cómo nacen los bebés, ellos están comentándoles a un amigo sobre los enormes pechos nuevos de su mamá o de los ruidos que salen de los cuartos de los padres. Mientras les decimos que el abuelo se ha ido al cielo, ellos están cuestionando lo inevitable de la muerte. Vuelan más que nosotros, señoras y señores. Eso sí, lo que creo es que para abordar estos temas “subversivos” (con diez comillas, por favor) se requiere intuición y olfato y eso no aparece en ningún manual. A los estudiantes de los talleres que he dictado a adultos que quieren escribir para niños, les propongo estrategias para quitarse las gríngolas y dejar de pensar que literatura infantil está obligada a incluir mariposas y arco iris a juro. Pero depende de la creatividad de cada quien si logra la magia de la comunicación. Porque literatura subversiva tampoco es sinónimo de éxito ni es ninguna fórmula. La prueba final es el contacto con el niño lector, y sólo
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el efecto mágico de la palabra escrita dará el veredicto. Puede el texto más simple, más inocente, más “tonto” y menos subversivo llegar de una forma más sincera a los niños, que el más irreverente. Puede haber una irreverencia que sea tan falsa que los niños la sientan ajena y torpe. Creo que lo que está en juego entonces es otra cosa: La calidad literaria. Es en la calidad en lo que debemos pensar. Alguna vez alguien me ha acusado de autora subversiva y creo que no lo soy. Me he quedado corta en todos mis textos. Subversivos son ellos, los lectores. Mireya Tabuas (Caracas). Periodista, dramaturga, narradora y guionista. Ganó el Premio Aquiles Nazoa en dramaturgia infantil por El mercado de la imaginación (1985), Premio de Literatura Infantil Mención Narrativa de la I Bienal de Literatura Mariano Picón Salas en 1991 con Gato encerrado. ¿Cómo besar a un sapo? Forma parte de un volumen con el cual se hizo acreedora del Premio Canta Pirulero otorgado por el Ateneo de Valencia.
Huellas Rui Zink
Confieso: me divierte ver aquellos cantantes heavy metal, pelo largo, brazos tatuados, pendiente en la oreja y en la ceja y en la nariz, quejándose de que en casa tienen que domesticar los hijos y forzarlos a comer la sopa, sino no crecen, a hacer los trabajos de casa, sino serán castigados, forzarlos a bañarse, sino no los llevan a comer una hamburguesa en McDonald’s. Para mí eso es una subversión de la subversión, porque aquellos cantantes heavy metal representan (y digo representan consciente de que ‘representar’ tiene más de un sentido) a la rebeldía, a la no-alineación, a la desalineación, a la subversión del orden. Pero obviamente que, mientras músicos, esos roqueros enveredaron por una profesión, y tanto tatuaje como pelo largo como piercings se tornaron un uniforme: el yuppie viste el abrigo y la corbata, el capitán viste su uniforme militar, el cantante rock viste su tatuaje y su chaqueta de cuero, pero todos los tres dicen (aún, verdad, a diferentes horas del día): “Querida, voy a trabajar!” Dejemos por ahora al pobre cantante heavy metal y pasemos al tema de la mesa. Y lo que tengo a decir es muy sencillo: versión y subversión son dos fauces de la misma moneda. Tal como orden y desorden. La diferencia reside en la dosis. Y también en cual de los lados de la barricada nos ponemos. A los niños queremos enseñar: disciplina y libertad, verdad y subjetividad, camino cierto y desvío errado – o viceversa. Los libros que damos a leer a nuestros hijos indician que tipo de gente nos gustaría que fueran. Educados, disciplinados, obedecedores – prolongamientos seguros de nosotros mismos. O indisciplinados, mal educados, creativos – tan imprevisibles que podrán mismo, ¡horror!, ser diferentes de aquello que
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nosotros habíamos imaginado para ellos. Ambas las rutas implican riesgos. Yo, que tengo tendencia a la paranoia, pienso luego en extremos: el conformista triste o el loco exaltado, la violencia del vacío imaginativo o la violencia abrupta del exceso de imaginación. Los libros para niños y jóvenes pueden arrumarse, quizás, en tres estantes: Libros informativos, formativos, deformativos. A estas categorías, muy necesarias, contrapongo que pueden también ser: lúdicos, divertidos, subversivos. Historias hay que castigan la transgresión. Pero hay otras que la recompensan. Las que mas me gustan son aquellas que transgreden alegremente, sin dar por eso, sin conciencia ni esfuerzo, con la fluidez que los estadunidenses asignan a los más grandes héroes del baseball: “He’s a natural.” Fluir como quien no se da cuenta. Pienso en La Strada de Fellini (1954): de un lado el orden, “Il Gran Zampanó”, Anthony Quinn, el hombre de las fuerzas; del otro lado, la maliciosa y inocente (o inocentemente maliciosa, o maliciosamente inocente) alegría del payaso. El payaso es la risa, sí, pero – ni siempre. La risa es, quizás, una fuerza subversiva. Y aquí surge la pregunta: ¿de lo que ríe el niño? ¿Que hace reír a un niño – y estoy hablando desde el bebé – que casi lo hace ahogarse? Yo diría: el ¡cucu! La idea no es mía, alguien (no recuerdo quien) ya lo ha dicho: ¡cucu!, el juego del cucu, es quizás la primera historia. La mano delante del rostro: ¡cucu!, ahora estoy acá, ¡cucu!, ahora no estoy acá, ¡cucu! La noción de subversión implica siempre, pienso yo, tres relaciones que el niño va establecer: a) con los padres; b) con el mundo, c) quizás más importante, consigo mismo. La noción de subversión presupone
también la idea de un discurso de orden, una versión oficial de los acontecimientos, una narrativa dominante, de la cual el texto que el niño lee o invente sea desviación. Y el desvío, si ni siempre es risa, es siempre humor. Por humor entendamos esa forma desviante de desviar a conversa, de salir del camino cierto, de preguntar si aquello es mismo el camino cierto. No es tan fácil elegir: Piso las huellas de otros – no corro riesgos (de pisar una mina, o arenas movedizas). Pero también no hago mi camino, solo imito ideas y palabras y caminadas ajenas. No piso las huellas – creo mi camino, descubro mi personalidad y mi individualidad. Pero me arriesgo a quedarme sin pierna, al pisar una mina – o a que me corten las piernas. No es fácil elegir y, en verdad, no hay que elegir. Considerar que la subversión es siempre buena sería hacer de ella un nuevo canon. Y porque habríamos de elegir una pierna como la cierta – “the right one” – ¿si tenemos dos? Ser subversivo profesional resulta, sospecho, tan triste como ser conformista vitalicio. Fellini quería mucho al circo. Con razón, lo veía como modelo para todo, el arte, la vida, el cine. En el circo todo ejercicio es, a un tiempo, orden y desorden, subversión y normalización, sueño y realidad. Los leones y su domador – o los hijos y su mamá, que no les quiere dar piñata. Los acróbatas que vuelan como pájaros – pero a todo momento pueden trágicamente dejar de serlo. Los malabaristas que armonizan una docena de pelotas sin dejarlas tumbar. Y, sobretodo, los payasos. El payaso pobre – el niño burlón – y el payaso rico, o sea, el papa… El payaso rico, por lo menos en la versión portuguesa, no es cómico, sino cuando el payaso pobre hace el
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contrario de lo que el exigía. No creo que el libro para niños tenga que ser siempre “mal comportado”. Pero sé que la felicidad de la lectura empieza cuando es el niño que quiere llegar al libro y no lo adulto que lo impone. Una solución fácil sería prohibir la lectura, y eso ya fue de todas formas intentado por demasiadas veces. Lo que creo es que mezclar métodos es quizás el mejor de los métodos. Además, creo que la idea misma de “literatura infantil” es subversiva. Porque implica que hay más que un libro que sea bueno, mismo si no es “el Buen Libro”. El concepto mismo de biblioteca – un zoológico donde hay unos animales llamados libros de todos tipos y colores (y algunos muy raros) – es subversivo, porque permite elegir. Ah, una sola cosa más. Hace poco me burle de los cantantes heavy metal, tatuaje, piercing, que aunque hoy un poco gorditos siguen – por deber de oficio – posando como subversivos, mismo si en casa tenían de amenazar castigar a su hijo por no comer la sopa. Sucede que yo mismo soy, hoy en día, un poco ese cantante rock. Rui Zink (Portugal). Es autor de ficción. En 2005 recibió el Premio del Pen Club Português por su novela Dádiva Divina. En 2007 publicó la novela A Espera, cuyo motor de intriga escapa à baleia nos Açores, e, com o desenhador António Jorge Gonçalves, o romance gráfico Rei, sobre el reencuentro de una madre y un hijo en Tokio.
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El teatro en la escuela Ponentes: Armando Caeías, Maén Puerta. Moderador: William Urdaneta.
Acto de fin de curso Armando Carías
En 1997, siendo director de “El Chichón”, fui invitado con mi grupo a participar en el 3er Encuentro de la Canción Infantil Latinoamericana y del Caribe, que ese año se realizaría en México. En lo musical, por su línea ideológica y por el valor que desde su creación le ha concedido a los elementos que determinan nuestras raíces culturales, las propuestas escénicas de “El Chichón (al menos, mientras yo lo dirigí), siempre le concedieron protagonismo a las sonoridades, instrumentos, ritmos y formas que expresan los orígenes de nuestros pueblos. Como referencia citaré los nombres de Guillermo Carrasco, Raúl Delgado Estévez, Miguel Delgado Estévez, Gilberto Simoza, Rafael Salazar, Gilberto Rebolledo, Eduardo Kusnir, Carlos Jaegger, Modesta Bor y Alecia Castillo, entre los creadores y creadoras musicales que están en la historia del grupo que fundé en 1978. Y fue precisamente Alecia Castillo la cómplice musical del trabajo que aquel año llevamos a México, cuyo título, “Acto de fin de curso”, me sirve ahora para identificar una nueva reflexión sobre un aspecto sustantivo a la práctica escénica en el ámbito educativo, en esta ocasión, en el marco de un evento literario, el “Tercer Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil”. Y es precisamente la solicitud de su organizadora, Laura Antillano, en relación al tema especifico de una ponencia que debe tener como eje temático “el teatro en la es-
cuela”, la que me remite a esa experiencia en la cual, evocando las vivencias de Alecia, las de los integrantes del grupo y las mías como participes de aquellos encuentros escolares; parodiábamos uno de esos característicos actos, apoyándonos en la prodigiosa memoria musical de Alecia y en los cuentos y las anécdotas de todo el elenco. De aquella obra, cuyo argumento hilaba las secuencias de las alumnas del colegio “Gloria a nuestros héroes” y del maestro Ricardo, camino a la presentación de su acto de cierre del año escolar; quedó, además del natural disfrute y la creación, la inquietud ante un tema que abría variadas opciones para la reflexión y la crítica en torno a un asunto inherente a la práctica artística en el ámbito escolar. La invitación de Laura Antillano viene, por tanto, de maravillas para volver sobre el punto, procurar algún nuevo aporte e insistir en el aspecto central que desde hace años venimos abordando el comentar la relación escuela-arte-infancia. ¿Qué es un acto de fin de curso? Si nos aventuramos a construir una definición “ideal, es decir, como quisiéramos que estos fueran, podríamos señalar que “un acto de fin de curso es una representación escénica en la que, por medio del teatro, la poesía, la música, el canto, la danza o cualquier otra expresión artística, incluso deportiva, científica, ecológica o de otra naturaleza; los integrantes de una comunidad educativa celebran el cierre de las actividades escolares, en una reunión en la que se muestran logros,
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se exhiben destrezas, y se comparten valores”. Decimos “comunidad educativa” porque, en términos ideales, ese día de fiesta y alegría debe serlo por igual para alumnos, docentes, representantes, directivos, personal obrero, administrativo y también para los vecinos de la institución. Todos ellos forman parte de una misma comunidad, conviven en un mismo espacio físico y tienen todos intereses comunes. Hacemos énfasis en el término porque, a nuestro juicio, es esta palabra y su concepto la que define la condición principal de ese evento que reconoce los alcances de todo un año de trabajo y esfuerzo compartidos. Por ello, la primera categoría que considero se debe erradicar de este tipo de actos en la del “publico”, entendido éste como ese espectador que, ajeno a lo que allí sucederá, llega y se sienta esperando “disfrutar” del espectáculo que han preparado otros. La relación espectador-espectáculo resulta inapropiada para calificar algo que, en esencia, no debería regirse por los parámetros de un montaje profesional o con otras pretensiones, nada cercanas al objetivo de una reunión fraterna, entre amigos, en la que los afectos son la principal excusa para la convocatoria. Al concepto “publico”, el acto de fin de curso debería anteponer el de “comunidad”, en cuanto éste no tiene como propósito “gustar”-sino “compartir”, no aspira que los alumnos “se luzcan y en el escenario” sino que “se integren” en un espacio común. Esa sería nuestra definición “ideal” del acto de fin de curso. En oposición a esta definición y que expresa con cierta carga de utopía la aspiración por una relación más sana, auténtica y creativa entre el teatro y el niño en la escuela; construiremos ahora la definición “real”, la que viven
y padecen la mayoría de las maestras, niñas, niños, papás y mamás una vez al año, todos los años: “el acto de fin de curso es un evento traumático, obligatorio y, por regla general, muy aburrido, en el que un grupo de niños y de niñas debe repetir, sin equivocarse, canciones, pasos, parlamentos, poesías, agradecimientos y cualquier otra cosa que se le ocurra a su maestro (a), con el fin de agradar a la concurrencia, para que padres, madres, abuelos, familiares y amigos saquen muy buenas fotos, se atraviesen en el escenario y se babeen ante la gracia de sus niños en un espectáculo que incluye de todo, menos el respeto a la libertad expresiva, al disfrute y al juego. Es decir, a la creación”. Llegado a este punto y antes de ser linchado, es necesario hacer una pausa y reconocer que hay instituciones, educadores y representantes que, felizmente, han desterrado de su práctica artística hacia la infancia este modelo, que no sabemos si llamarlo “cuarto republicano”, porque, a decir verdad, sigue estando vivito y coleado en la inmensa mayoría de las representaciones escolares en la actualidad… incluyendo nuestras queridísimas escuelas bolivarianas… En adelante, cuando hablemos de este modo nefasto, reaccionario y decadente de asumir la práctica teatral en la escuela, nos estaremos refiriendo a esas personas e instituciones que se empeñan en convertir en una cosa fría, mecánica y aburrida, algo que en esencia, origen y propósito, debería ser cálido, creativo y muy divertido. Acto de fin de curso e ideología José Ignacio Cabrujas inmortalizó el término en una de las obras que mejor expresan la actitud del venezolano al momento de asumir la cultura como “disimulo” y discurso de orden: Acto Cultural.
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Nuestra infancia, cosmopolita o parroquiana sigue estando llena de “actos culturales” y la escuela es el escenario más frecuente en donde vemos al Amadéo Mier de Cabrujas, transformando en protocolo y bostezo su ingenua creatividad. Siendo así, nada más previsible que esos actos reproduzcan, en su escala, las ideas y valores que permean un modelo educativo cuyas señales de agotamiento van de la mano con la decadencia de un sistema económico, político y social que ha entrado en su fase terminal. El cuestionamiento a este modelo no se expresa únicamente en las fundamentadas críticas un currículo que sigue anclado a las pesadas estructuras del pensamiento colonial, sino también en todas las actividades que giran en torno a la escuela, entre ellas, las artísticas y “culturales”. Al pasar revista a las fechas que conforman el calendario escolar y que, por tal razón, suelen ser motivo de actos y representaciones, nos encontramos con una nutridísima agenda llena de festividades que venimos repitiendo desde hace años, sin detenernos a reflexionar sobre su correspondencia con la vida cotidiana. ¿No es paradójico celebrar “La Semana de la Alimentación”, con frutas y cereales mientras en la fiesta de contribución en el salón todo el mundo se atraganta de chucherías y refrescos?, ¿no resulta contradictorio hablar del “Día de la Resistencia Indígena” cuando la música que se oye en el aula en los cumpleaños es el último “hit” de High School Music”?, ¿no es una ironía celebrar un “Día del Maestro” (en masculino), cuando sabemos que el 99% de las educadoras son mujeres y que el noble oficio de enseñar sigue siendo una de las profesiones menos valoradas socialmente?
Si celebramos el “Día del Idioma” en referencia a Cervantes, a Shakespeare y al inca Garcilazo, ¿dónde quedan los otros cientos de idiomas que se hablan en el mundo, incluyendo los muchos indígenas y africanos que también son nuestras lenguas maternas? Todo eso pasa en la escuela y pasa delante de nuestras narices. Pasa en el salón y sobre un escenario, en una clase o en un inocente acto de fin de curso, adornado con mucho papel lustrillo, música y los “flashes” de un batallón de papás y mamás. Sería útil-necesario-comenzar a hacernos algunas preguntas en torno a los contenidos que suelen estar presentes en las representaciones escolares, a los valores que promueven, a las fechas que celebran (y las que omiten), a los personajes que exaltan (y a los que silencian) a los hechos históricos que escenifican y a los que ni siquiera mencionan. ¿No es viable, por ejemplo, incorporar a las efemérides escolares y a su respectiva celebración las fechas de nacimiento de Aquiles Nazoa, César Rengifo, Alí Primera, Salvador Allende y Ernesto Guevara?... digo yo. ¿Luce destemplada la idea de agregar a fechas como la del Día del Árbol y al cumpleaños de la escuela, las alusivas al lanzamiento del Satélite Simón Bolívar y la declaración de nuestro país como territorio libre de analfabetismo? Si usted, que está leyendo esta ya larga ponencia, acaba de arrugar la cara y se esfuerza por contener la celebre expresión: “con mi hijo no te metas”, eso significa que yo voy por buen camino y por lo tanto no me detendré hasta cumplir con mi objetivo: demostrar que los actos de fin de curso escolar, no solo son fastidiosos y negadores de toda posibilidad creativa, sino herramientas ideológicas de la cultura dominante.
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Ser y no ser del acto de fin de curso ¿Cómo debería ser un acto de fin de curso? En primer lugar, debería llamarse de otra manera. Asumir que el arte es solo guinda de cierre de año escolar, es aceptar su condición de hecho excepcional… “muy bien el arte, pero eso si, solo una vez al año”. Por qué no pensar en nombres menos episódicos y en fechas menos distanciadas. Si el calendario escolar tiene 180 días hábiles, ¿por qué solo uno y de paso el último para hacer un acto artístico. Se oyen propuestas. Otro asunto. Supongamos que le cambiamos el nombre, ¿cómo hacer para que sean divertidos?, ¿cómo los convertimos en actividades integradoras de la comunidad?, ¿qué estrategia utilizamos para incorporar a la vecina que tanto se queja porque los alumnos de cuarto “B” no la dejan dormir la siesta?, ¿qué aspectos de la vida cotidiana de la escuela, narrados por los niños o sacados de la prensa, podemos incorporar para que la gente se reconozca en el escenario?, ¿cómo hacemos para que aflore la creatividad de ese niño callado que casi no participa pero que está loco porque lo tomemos en cuenta?, ¿de qué manera incorporamos la práctica artística al aula de manera natural, sin necesidad de entrar en “operativos de emergencia” cada vez que se acerca una fecha que “hay que celebrar”?, ¿cómo hacerle entender al director o a la directora que el arte es libre, que no se decreta, que no se le puede convertir en una obligación para nadie, ni en un fastidio, ni en un protocolo, ni en un requisito, ni en una gastadera de real, ni en una actividad anual? Fatalmente, en la práctica, en el día a día del docente, la aproximación al hecho artístico se convierte en la negación de todos los valores que éste debería tener, al transformar lo que debería ser una experiencia gratificante en una carrera traumática y estresante, sin
otro objetivo que “salir de eso” cuanto antes “para irnos de vacaciones”. ¿Exagero?... haga usted una encuesta entre sus amigas maestras y después hablamos… Una de las razones por las que considero necesario replantearse la pertinencia de los actos de fin de curso, tal y como los conocemos, es su total subordinación a los resultados. El acto de fin de curso “real” no le concede valor al proceso creativo, a la construcción individual y colectiva de la expresión, solo se orienta al logro de un resultado, cuyo esfuerzo y el mérito que pudiera suponer, se diluyen el mismo día de su nacimiento. Ante esta situación convendría revisar la práctica artística en el aula como “requisito programático” que se le impone al docente (y éste al alumno), lo que convierte una actividad placentera, libre y creativa, en una obligación académica que se desarrolla al final del año escolar, desprovista de vuelo creador; regida por el protocolo institucional: “A continuación, palabras de la directora del plantel” (añádale usted el bostezo). ¿Qué pasaría, por ejemplo, si en lugar de un “mega” acto de fin de curso anual, cada docente hiciera muchos “mini actos” en su salón a lo largo de todo el año? ¡Si!!... diez, veinte, cincuenta, ¡cien actos! En el mismo espacio en donde da clases, juega y comparte con sus alumnos, actos a los que invitara a los padres, supongamos, los viernes a primera hora… quince minutos de música, cuentos y poesía, por ejemplo. ¿Por qué demonios darle al acto de fin de curso categoría de superproducción?, ¿hace falta tanta corredera?, ¿nuestros hijos y nuestras hijas quieren cantar, bailar, actuar y gozar un puyero o audicionar para un musical de Broadway? La presión a la que se somete a los niños cada vez que hay un evento de este tipo, no
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solo es innecesaria, sino absolutamente dañina en lo físico y emocional. He sido testigo de pequeños que, aterrorizados, se han hecho pipí antes de salir a escena, petrificados ante un auditorio, impotentes ante la mirada de una maestra que, literalmente, les empuja al escenario para que aprendan a odiar lo que deberían amar… Por ello, insistimos, el acto de fin de curso es expresión de una práctica educativa que no le otorga al arte y a la creación el espacio y el valor que tienen, no solo desde el punto de vista de los objetivos formales, sino desde una visión liberadora... transformadora… revolucionaria. Ese acto de fin de curso que debemos superar es solo vitrina que exhibe, nunca arte, exploración ni búsqueda. Ese mismo acto de fin de curso suele ser reproductor del formato televisivo, que es la referencia que el adulto que lo promueve, convoca y organiza tiene de lo que “debe ser” un espectáculo: un show” con animadores, vestuarios calcados de los personajes y programas de moda, imitaciones de cantantes “famosos” y de bailes que ponen a palmotear a sus bebecitos. Por eso decimos que el acto de fin de curso, ese cuya estructura y formato hemos intentado desmontar en esta ponencia, es clara expresión de la cultura dominante, de sus antivalores (competencia, consumismo, individualismo, apego a lo foráneo, desprecio a lo nuestro). Incluso, cuando el acto de fin de curso recurre a nuestras expresiones tradicionales, suele hacerlo tomando como referencia el modelo que de estas transmiten los medios de comunicación (Yolanda Moreno, Tambor Urbano y otros “zorros y camaleones” de esos que medran de la cultura popular), con lo cual se reafirma el peso ideológico de esta
actividad, cuando no está formulada desde una posición madura, responsable, y ética. La estética es otro tema, lo cual sería motivo de una ponencia aparte para abundar en los kilómetros de papel lustrillo, las toneladas de papel crepé, los globos de colores, las emulaciones disneyanas y los “modelitos” sacados de “la Maestra Jardinera”, suerte de Biblia de mucha maestra floja y cómoda. El anti-acto de fin de curso Evidentemente que esta es una ponencia subversiva, con la cual me ganaré el odio eterno de muchas maestras, las cuales se sumarán a las maestras de mis hijos cuado estaban en 3ero y 6to grado, a quienes tuve que retirar de su escuela después de formular estas críticas en una Asamblea de Padres y Representantes. A ellas les digo: ¡Rebélense! No permitan que la mente cuadrada de algún directivo ó las aspiraciones de estrellato de la mamá de alguna Shirley Temple criolla las aparte de su misión educativa, que es decir, liberadora. Ningún maestro está obligado a montar Los Chimichimitos por toda la eternidad, ni a representar “La Lancha Nueva Esparta” sin saber que carrizo es eso, mucho menos a buscar a la doble de Shakira entre sus alumnas, ni a obligar al más gordito del salón a que se vista de Araguaney el Día del Árbol. Busquemos en la calle, en los rostros de nuestra gente, en sus sonrisas y en sus alegrías, los temas, las voces, los personajes y las formas de ese algo “sin nombre” que queremos representar…cambiemos el orden de los factores y alteremos el producto: Démosle Curso al Acto para que llegue a buen FIN.Caracas, 23-02-09
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Armando Carías (Caracas). Es escritor, director teatral, comunicador social y promotor cultural. Creador del Grupo de teatro El Chichón de la UCV. Presidente fundador del Teatro Infantil Nacional (TIN), miembro del Consejo Nacional de Teatro (CONAC). Jefe del Departamento de Teatro y Danza de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela. Creador y docente de la Cátedra de Teatro Infantil en la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. En dramaturgia infantil han sido editadas sus obras: ¿Por qué los gnomos menean la cabeza?, Abuelo ¿quién pintó el mar de rojo?, Viva la caja boba y Anatomía de un chichón. Premios “Juana Sojo”, “Círculo de Críticos de Venezuela” (CRITVEN), Dramaturgia “Aquiles Nazoa”, Premio Municipal de Periodismo por la revista “El Chichón de Papel”, “Ollantay” (Latinoamericano) y “Cuchillo Canario” (Hispanoamericano), entre otros. Actualmente dirige RadioActiva de la Radio Nacional.
William Urdaneta, Maén Puerta y Armando Carías.
El teatro un atajo para acercar a los niños y jóvenes a la lectura Maén Puerta
En estos tiempos se habla mucho del papel de la lectura y la literatura en la construcción del lector, cómo se construye el individuo a través de la misma y cómo la experiencia personal va creando un camino de modo particular en la vida de los niños que los transporta a mundos nuevos y desconocidos, más aún cuando se explora la experiencia literaria desde los enfoques de la recepción. Nos preguntamos de qué manera la lectura favorece, entorpece o enrumba este camino por diferentes atajos, podemos hablar de una cultura de la lectura en la escuela y en la vida del niño que recoge todos los aspectos que ofrecen los adultos a éste y los problemas y situaciones que podemos estudiar de la interacción del niño durante el proceso de lectura y su relación con los materiales literarios, que marcaran su desarrollo como individuo y la representación del mundo que va elaborando. Nuestra tesis esta orientada a indagar sobre el poder del texto teatral y la lectura en la construcción del sujeto niño se transforma en un verdadero desafío que cobra sentido cada día, con más fuerza y que sustenta las líneas de este trabajo. En estos tiempos donde el ruido es el protagonista, es necesario retomar el poder de la lectura como ese espacio de intimidad y de libertad que puede transformar y seguir “encantando” al ser. Y que de alguna manera privilegia el sentido estético en la vida de los seres humanos. Existen tantos atractivos de esparcimiento para los niños y jóvenes que la lectura literaria se convierte en un elemento más, entre múltiples posibilidades de distrac-
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ción y como una recreación más debemos de armarnos de estrategias que sirvan para enganchar a éstos en el juego que ella implica. Creo en el poder absoluto de la lectura como una vía de construcción y al acto de leer literatura como una experiencia, una forma de existir y sentir emociones ajenas y acercarse a las propias. Bajo estos conceptos podemos generar un acercamiento a la lectura a través del texto literario para favorecer el disfrute y el gusto estético. Compartiendo con Pettic (1999) “.. que la lectura y en particular de libros puede ayudar a los jóvenes a ser un poco más sujetos de su propia vida, y no solamente objetos de un discurso represivo y paternalista. Y que puede constituir una especie de atajo que lleva de una intimidad un tanto rebelde a la ciudadanía”( p.18). El Teatro, un atajo El teatro es arte no sólo imaginación, sino también conocimiento emotivo del mundo; esto es lo que determina la formación de la percepción artística. Entendemos al teatro como un interjuego de lenguajes expresivos y creativos donde la oralidad, la escritura, la música, la expresión corporal cobran un espacio relevante en la vida de niño. Pero hay un elemento que lo hace especial y es el hecho de unir el texto teatral con su representación se convierte en un gran potencial para el desarrollo de la lectura. La experiencia nos indica que la obra teatral puede ser leída como texto independiente y puede ser ofertada para una posible escenificación. Este doble juego que circunscribe la creación literaria y la interpretación, es el que le da un matiz especial al texto teatral y que determina por un lado al texto y por otro al espectáculo. Es el teatro entonces un signo literario que puede hacer evocar, sentir y proyectar
al lector por la aventura que implica leer. Debido a esta capacidad como texto artístico y a los recursos que utiliza va dejando en la recepción estética del lector imágenes de mucha fuerza que le facilitan una idea de la representación. Entendiendo a la obra dramática como literatura es susceptible de ser leída y apreciada en los términos que la ficción nos permita. Leer y escenificar textos teatrales en la escuela En la vida del ser humano, la lectura y el teatro se presentan como alternativas de expresión y de aprendizaje. A través de ellas, el hombre tiene la posibilidad de llenar un espacio en su deseo de comunicación expresando sensaciones y sentimientos así como también, le permite desarrollar su capacidad creadora y establecer relaciones óptimas con el ambiente que lo rodea. Moreno (1992) señala que: El teatro tiene la extraordinaria posibilidad de producir imágenes analógicas, críticas y analíticas de la realidad que permiten a quienes lo practican relacionar los tiempos, espacios, problemas y soluciones de valor universal o histórico contenidos en el texto con las situaciones específicas en que viven y se desarrollan los actores. Así por ejemplo, cuando el niño conoce y realiza una obra teatral o una escena sobre cualquier tema, espontáneamente crea relaciones entre los personajes dramáticos y los que lo rodean en la vida real. Haciendo uso inconsciente de sus capacidades imaginativas, el pequeño establece puntos de referencia (identificación o diferenciación) entre la historia de la obra y su propia vida (p. 17) El teatro, para este autor, le permite al joven interrelacionar las obras literarias con hechos y situaciones de su vida, constituyéndose así en una forma de asimilar su realidad y su cultura. La lectura también cumple un papel importante en la vida del hombre, como el
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que éste autor ha señalado para el teatro, ella le permite al lector producir múltiples significativos, relacionar sus elaboraciones con sus vivencias y con su realidad, permitiéndole reinventarla y reelaborarla. De ahí que creemos en la necesidad de propiciar una vinculación entre la lectura y el teatro en la escuela; una relación que transforme le acto educativo en un elemento más sustancial para el niño, un camino para rescatar la degustación estética que la lectura literaria provoca en sí misma y le permita al lector participar más y expresar sus ideas en un ambiente propicio para la creación y el arte. Una actividad conlleva a la otra. En el caso de los más pequeños se da una verdadera abstracción al momento de la lectura pareciera que quisieran aprehender el material para asirse de el y no dejar que ningún elemento se pueda escapar en la construcción de la lectura del texto. Por lo tanto, resulta fundamental dejar que los dos procesos (el de lectura y el de escenificación) tengan un espacio preponderante en las actividades de un aula o taller dirigido a los niños y jóvenes. La conjugación de la lectura y el teatro como modalidades alternativas, nos parecen oportunas para iniciar un juego sin límites, sostenido sólo por las posibilidades expresivas que estas manifestaciones en sí contemplan. Logan (1980) citado por Velia Bosch (1991) nos dice: El teatro leído es un camino para desarrollar la imaginación. Como no depende del encanto y embellecimiento del escenario, exige del lector la habilidad de ofrecer unas imágenes tan vivas en una representación real. Desarrolla la imaginación porque cada oyente visualiza el escenario, los personajes y la acción, esta actividad resulta ser una excelente motivación para leer creativamente. (p.72) La literatura y el teatro, como parte de ella, permiten al niño identificarse con el
texto leído; ambas se entremezclan para convertirse en caminos que permiten al lector adentrarse en la magia de la lectura. Creemos que es necesario rescatar y encender este mundo para los niños, concientizarnos de la necesidad de ofrecerles situaciones donde espacios fantásticos y maravillosos se les presenten de forma atractiva, permitiéndoles de esta manera aceptar, conocer y comprender su propia vida. En un trabajo de investigación efectuado en el 2006 pude comprobar como las relectura de texto en los más jóvenes se presenta en el caso del género teatral como una categoría espontánea que los lleva a identificarse con los personajes y las voces que se expresan marcando sus procesos interpretativos, para hacer de la lectura una tarea productiva para los lectores. Más aún, cuando ellos han participado en la escogencia del texto demostrando un grado de interés por el mismo que ira definiendo su gusto estético. No se trata de obligar a leer teatro ni a ser representaciones escolares sin sentido, no se trata de explicar el teatro sino de sentirlo como una experiencia de vida que puede convertirse en un atajo hacia el mundo de la palabra. Maén Puerta Doctora en educación. Directora del Instituto de Investigaciones Literarias de la Universidad de Los Andes. Ganadora del Premio Canta Pirulero del Ateneo de Valencia con su libro Historias de fútbol.
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Presentación de libros Criaturas de la noche (María Gabriela Ramos), Papá el escritor (Armando José Sequera), Historias de Fútbol (Maén Puerta), Decimas para acercarse al universo (Yldelfonso Finol).
Criaturas de la noche Criaturas de la noche de María Gabriela Ramos fue uno de los títulos ganadores en el área de literatura infantil del V Concurso para Obras de Autores Inéditos 2007 de Monte Ávila Editores. Criaturas de la noche forma parte de esos libros de fantasía que nos cuenta tan vívidamente acerca de otros mundos y seres, que nos deja la sensación de que en algún lugar existen y son verdad. Mundos que al resguardo de la noche aparecen, en el único momento que les permite una realidad instaurada por quienes niegan su existencia. En estos relatos ese tiempo nocturno es su lugar de destierro, a menos que alguien que los añore luche para ayudarles a pasar la barrera como en “El lejano país de la hierba azul”. Es posible también en ese tiempo ir al encuentro de un mundo maravilloso como le sucede a la protagonista de “Las ninfas y el espejo”, o de observar a un ser transformado por la luz de la luna como en el cuento de “El noche”. Relatos recomendados para niños, no únicamente por pertenecer al género de la fantasía, que sin duda le sirve para recrear su inquieta imaginación, pues los adultos disfrutan también y a veces mucho más que los niños este tipo de lecturas, sino por su gran calidad y sencillez, traducido en una limpidez y claridad en el lenguaje, cargado de una atmósfera de misterio e impregnada del sentir de los personajes. Contrario a los que consideran los relatos de fantasía fuera de la realidad, estos cuentos de María Gabriela Ramos, muestran aspectos presentes en la vida cotidiana; la lucha, la
búsqueda de la verdad, el peligro, la muerte y la injusticia, bajo un enfoque optimista que ayuda al niño a explorar y entender estos sentimientos que pertenecen al mundo real. Dentro de lo fantástico, la fantasía en la literatura es un logro mayor, las palabras construyen mundos distintos, con reglas que le dan una cohesión interna y una veracidad que atrapa al lector, la magia unida al sentimiento, conmueve, lleva sobre él la primera mirada del hombre, sus deseos y temores más profundos, nos ofrece la visión de la mayor alegría y de la mayor tristeza, pero esto sólo lo logra una obra bien construida, y no es fácil llegar a ese nivel donde su lectura nos lleva más allá, a ese viaje fantástico en pos de nuestros deseos más íntimos. Los cuentos de María Gabriela tienen ese aire, logran con sus matices, introducirnos a esos universos, que nuestra imaginación reclama después para darle continuidad a una historia de la que hemos quedado prendados. Los relatos que componen este libro tienen referencias de leyendas que sobreviven desde un lejano pasado de la humanidad, que han cruzado ríos y mares y han recorrido por muchos pueblos, formando parte de la cultura acumulada a través de los siglos. Personajes misteriosos donde, sin embargo, tenemos la sensación de que al mirarlos a los ojos reconoceremos parte de nuestra propia esencia, nuestra extraordinaria existencia como seres en un mundo que puede ser uno más de los que transcurren por su tiempo. Los temas que los asocian, de carácter universal, los mantienen vigentes; uno de ellos, el amor a la naturaleza, ondea a través
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de todo el libro, nos hace celebrar cuando al escuchar el llanto de una sus criaturas, la defiende, como lo cuenta en “Criaturas de la noche” relato que lleva el mismo título del libro. Pero también, a través de la lectura asistimos al encanto de su primera contemplación, colmando uno de nuestros deseos más antiguos: llegar a entenderla, descubrirnos formando parte de ella, pudiendo incluso compartir nuestros sufrimientos o alegrías hasta el punto de hacerla nuestra compañera, como en el “Lejano país de la hierba azul”, estoy segura de que al leerlo a muchos ya no les parecerá tan lejano. De esta manera, con esa gran emoción que despertaron en mí esos hermosos relatos, los invito a que sean los lectores de esta obra, o mejor dicho, a que se conviertan en los exploradores de esos universos fantásticos cuyas puertas se abren al descubrir las páginas de este libro, hagan un viaje a través de ellos, de seguro los deleitará. Rachel Ortecho Suárez
Papá el escritor Papá el escritor es un texto narrativo que por un lado integra doce relatos como libro de cuentos que se pueden leer independientes y al mismo tiempo tiene de novela el que se mantenga el sujeto narrador: Natalia hablando de su papá, y el motivo que hace el contenido de todos los cuentos: la mirada de la hija acerca de su papá ,partiendo de las características de extrañeza que ella encuentra en él en comparación con otros mortales. Hay en este libro una serie de elementos, anécdotas y circunstancias que nos resultan a quienes conocemos de cerca al escritor ,sospechosamente cercanas a la vida personal de él mismo, y nos atrevemos a considerar en
lo deliberado de tal hecho, lo que puede ser al mismo tiempo inconsciente. Me explico: Puede que al ir escribiendo los relatos Armando Sequera haya reconstruido anécdotas de si mismo pero un espacio del inconsciente se coló en la circunstancia, como suele ocurrir cuando escribimos y el sueño y la vigilia toman su turno reiteradamente . El texto nos revela una mirada sobre un si mismo pero el imaginario construye la óptica de Mariana, lo que podría señalarse como: así imagino que mi hija me ve- y al mismo tiempo está presente la relación con el hecho creativo en la construcción de ese o esa otra externa que se acerca igualmente a Mariana, la hija “real” del escritor. Este recurso, por llamarlo de algún modo, que pone en juego lo real y lo ficticio, está en la obra de otro escritor de uno y otro modo, se me ocurre pensar en este momento en la novela de Marguerite Yourcenar Memorias de Adriano, ubicada en la Roma más antigua en donde podemos imaginar como lectores, la descripción del proceso de envejecer de la propia escritora en sus detalles más cruciales, trasladados a la figura de un personaje legendario y construido por la historia y la ficción innumerables veces. Papá el escritor, cuenta anécdotas pues de una hija única al lado de su papá, al que le ocurren hechos cotidianos pero que son edulcorados o transformados muchas veces por una mirada humorística que hace de la acción en su circunstancia un cuadro de lo doméstico en el cual se pueden retratar otros, y se ponen sobre la mesa, como revelación, las miradas en intercambio de un padre sobre su hija y a la inversa. El propio Armando se coloca como referencia al decirse con nombre y apellido que es un escritor amigo del papá de Natalia, se nombran sus libros, como los de otros
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escritores del medio, venezolanos o no, y en esa esfera de gustos y colores, se da un paseo por libros, cantantes o piezas musicales, se describen cuentos, viajes, deportes, afectos y relaciones. Es en si mismo un proceso de conciencia del otro y del si mismo, de la construcción del sujeto, del lado de quien escribe y de quien lee puede ser un descubrimiento de espejos o de situaciones graciosas de la vida misma, en un momento de este presente nuestro en el siglo XX y en Venezuela y su contexto internacional, desde esta voz femenina cuya adaptación se está haciendo frecuente en las últimas obras del escritor destinadas a niños y jovencitos.
Historias de Fútbol de Maén Puerta Tuvimos noticia de este libro a raíz de la Bienal Canta Pirulero del Ateneo de Valencia hace pocos años, y lo celebramos con alegría. Es el primer libro de Maén Puerta quien siente por la literatura infantil desde su óptica como investigadora, una pasión celebratoria desde hace muchos años. Ahora finalmente está el libro en nuestras manos por obra de la editorial Alfaguara. Historias de fútbol es un conjunto de relatos breves y más que relatos de estampas, sensaciones, anécdotas y reflexiones desde un niño que tiene este deporte como su mundo primordial. Pero no se limita a hablar de sus circunstancias en el juego sino que en sus comentarios va involucrando a la familia, a su mamá en primer lugar, pero sumando papá,abuelo, amigos suyos o de sus padres y muchas otras personas, en estos comentarios sabrosos, interesantes, reflexivos y a veces graciosos. Puede estar contando algo que le ocurrió a él o a otros, pero puede también estar
describiendo referencias en donde siempre el juego de fútbol es el centro y sirve para hablar del amor o de la soledad, de la solidaridad o de la angustia, hay aquí recuerdos del juego como deporte con muchos años de existencia y hay también la fuerza de su circunstancia de presente, por las vivencias mismas del niño. Se describe lo pequeño de una voltereta en el aire o lo terrible de una tarde en que todos los goles eran del equipo contrario y de deseaba terminar el juego. Este es un libro para quienes aman al fútbol y también lo es para gente que no tiene nada que ver con ese juego pero si con la vida y todas sus circunstancias. Laura Antillano
Décimas para acercarse al universo de Yldelfonso Finol Ydelfonso Finol nació en el estado Zulia en 1959. Es poeta, ensayista, compositor, luchador social. Tiene una licenciatura en economía en la Universidad del Zulia. En el 2007 la Fundación Editorial El Perro y La Rana publicaron un libro de poesía infantil titulado “Décimas para acercarse al universo” el cual, para mi, fue trasladarme a mis momentos de niñez para recordar la alegría que me trasmitían esos grandes astros que adornan el cielo. Empezando con el asombroso descubrimiento de esa rueda de queso que alumbra el cielo junto a estrellas como lazarillos. Finol, entre trazos brillantes con los que dibuja en la mente del lector algodones para las nubes y un arco iris que acompaña a los poetas, logro con exactitud describir estos fenómenos que adornan nuestro cielos, como por ejemplo el curioso juego que existe entre la luna y el sol cuando hay un eclipse y la interacción que tienen nuestro planetas.
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El poemario cuenta con una métrica sonora con unos versos cortos que, mágicamente enamoran, junto a los hermosos dibujos que acoplan al texto en su viaje que parte desde el cielo azul lleno de nubes y culmina disfrutando de un helado con Plutón . Corina Durán 2008
La abuela de las garzas de Daniel Otero A partir de 1999 se reconoce a Venezuela como una nación multicultural y multilingüe es decir que además de las riquezas naturales, también somos ricos en cultura y lenguas. El libro que hoy presentamos, pertenece a la colección warairarepano de Monte Ávila Editores, y son publicaciones bilingües que recogen historias y leyendas indígenas, respetando no solo la escritura original sino que vienen acompañadas de un CD a manera de brindarnos la sonoridad hermosa del dialecto. El libro se titula la abuela de las garzas y es una recopilación que hace Daniel Otero de su tradición oral. Daniel nace en Amazonas en el pueblo Wotjuja, conocido también como pueblo Piaroa, el creció a una familia numerosa junto a sus 9 hermanos, de niño fue reclutado por misioneros que lo enseñaron a leer y a escribir, al terminar la primaria, obtiene una beca por méritos y se va a estudiar a Caracas, donde se gradúa de maestro y esta sed de enseñanza lo lleva a ser vocero de su tradición y a contar lo que sus ancestros le contaron. En este libro, se narra la historia de un joven que en la edad de comenzar su vida adulta, es raptado por las garzas y es llevado a la choza donde vivía la abuela de las garzas
a ver si se comportaba correctamente entre ellas, luego, las jóvenes garzas se fueron ya que se estaban preparando para la fiesta anual de la cosecha, y dejaron al joven en la choza acompañando a la abuela, esta decide ir a dormir y le dice al joven que cierre la puerta o si no se quedara atrapado en sus sueños. El no obedece entonces ella cierra la puerta y todo se oscurece, y a excepción del joven todo se convierte en piedra. Desesperado y con hambre el joven divisa por una rendija a un ratón al que convence para que le traiga noticias de la cosecha de maíz y algunos granos para alimentarse. Un día, ya cansado ,el ratón deja de visitar al joven. Pasaron tres lunas y al despertar la abuela de las garzas, la choza se ilumina y ella encuentra al joven ya muerto, llena de dolor por la muerte del joven, recuerda que debe preparar la chicha para la fiesta de la cosecha y necesita de un ayudante, así que recoge los huesos del joven, los sopla y le da un aliento de vida, él poco a poco se recobra hasta convertirse en garza. Relatos como este son fuentes de sabiduría, son parte de nuestra mitología, particularmente en esta historia, entre otras cosas, se habla de la fiesta de la cosecha, del maíz que es el alimento principal en muchos pueblos de América, se habla de nuestras raíces y son las raíces las que nos sujetan a la tierra y la tierra es para todos, por eso nuestro amor y solidaridad con nuestros hermanos americanos, por eso la unión de todas las voces que anuncian esta nueva y vieja América, todas las historias, la de nuestros ancestros, la de todos, con la raíz fija en la tierra y las ramas extendidas en señal de libertad . Esta unión de pueblos me recuerda una canción que lleva la letra de Tejada y la música de Isella, es la Canción con todos que dice en su coro:
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Todas las voces todas, todas las manos todas, toda la sangre puede ser canción en el viento; canta conmigo canta, hermano americano, libera tu esperanza con un grito en la voz. Aracelys Reyes
siglo veinte hasta la actualidad, la radio ha sido una compañera fiel que cohabita entre diversos gustos y estilos musicales. “La radio, mi abuelo y yo” es un trabajo creativo, didáctico, que permite a los docentes establecer puentes para que hagan de la radio un medio de enseñanza en el aula. Esta publicación forma parte del segundo número de la Serie “En buena onda”: Comunicación, presentada por el Instituto Radiofónico Fe y Alegría.
La radio, mi abuelo y yo Alexander Hernández nos pasea por la historia y el origen de la radio, de una manera muy divertida y ligera a través de la relación afectiva entre un abuelo y su nieta. Dos personajes que representan “el ser latinoamericano” reflejado por su color de piel, por lo alegre y vivaz de sus personalidades y por sus comentarios sencillos y cercanos. En ellos se tejen finamente ritmo y dinamismo, humor y amor, que aproximan al lector desde lo lúdico a una multiplicidad de lecturas sobre el medio. Aprovecha la brecha generacional que existe entre los dos y establece un lenguaje con códigos que interactúan, animados por un hilo conductor que los une: la radio. Por ello, la niña descubre su magia. Gracias a su abuelo, comprende porqué es “una enorme caja de juguetes”, un gran invento; y descubre el maravilloso mundo que existe a través del lenguaje radiofónico. Este libro ilustrado como tiras cómicas, condensa a través de un lenguaje muy sencillo, conceptos sobre este interesante medio, expresados con narraciones anecdóticas del abuelo y formas de ver el mundo de la nieta. Expresiones que contextualizan por ejemplo, el uso de la tecnología en la evolución de este Medio, y de cómo al pasar diversas generaciones desde la segunda década del
Edith Fuentes
Oswaldo Blanco, Aracelys Reyes, Corina Durán, Rachel Ortecho, Omira Bellizio, Soledad Córdova y Laura Antillano.
Maén Puerta leyendo un fragmento de su libro de cuentos “Historias de fútbol”.
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T alleres y visitas a las escuelas
La lectura y los bebés. Experiencias del Taller “Promocionando la lectura antes de nacer” Azul Urdaneta
Luciano me alejó de la bohemia literaria / Luciano no me deja ni escribir / él es mi poema único / yo soy su mejor poema/ cuando mira mis ojos y descubre / las redondeces de mi cuerpo / mis oquedades se llenan a su antojo / Luciano ha leído y releído mi cuerpo / sabe lo que está entre líneas / lo ha visto por dentro y por fuera / frente a él no hay retórica / ni ocultamiento ni máscara que valga / ni perfume francés ni colonia mennem / mi olor es un olor de animal con cría / soy una frase simple / y sin embargo / él me regala/ el mejor de los aplausos / sus ojos cerrados / después del tibio y dulce recital / que mi pecho le da. Azul Urdaneta El poema que me sirve de intro tiene tono de post-parto porque fue en ese período cuando se inició la historia que les quiero contar hoy: sucedió justo la primera vez que la mañana me encontró sentada en la mecedora de mi cuarto con un bebé nuevito entre mis brazos. Él se tomaba su teta y yo lo miraba y de repente empecé a cantar como me cantaron a mí un día…nana nanita nana nanita ea…y el bebe de tres días de antigüedad soltó la teta, levantó su cabeza y con la boca y los ojos bien abiertos me miró…nos miramos los dos por primera vez. Esta anécdota de reconocimiento y el libro de Evelín Torres (Palabras que acunan) que había llegado a mis manos como obsequio de Elisabel Rubiano me movieron a investigar sobre la experiencia de los bebés en torno a la lectura estética. Después de recupe-
rarme de la cesárea y con un título: (“Génesis de un lector: Experiencias familiares de un bebé desde su gestación hasta los 3 años de edad. Estudio de Casos”), entre mis manos, llegué a post-grado y todo aquel que me preguntaba, le contaba: voy a investigar sobre lectura en bebés. Me respondían: ¿Lectura en bebés? ¿Lectura? ¿En bebés? Parece que a pesar de los aportes del Ministerio del Poder Popular para la Educación en pro de garantizar una educación integral continua y de calidad para l@s niñ@s incluso antes del nacimiento; a pesar de las investigaciones que se han venido realizando sobre la Educación Inicial en diferentes Universidades de nuestro país; a pesar de que la neurociencia ha brindado informaciones puntuales en torno a las capacidades de los bebés para el aprendizaje y del carácter imperativo de un abordaje adecuado del niño en sus primeros años de vida nos sigue sonando un poco disparatado hablar de lectura en bebés o de libros para bebés lectores. Se hace necesaria, entonces, una revisión de nuestras concepciones en torno a la infancia, sobre todo esa primera infancia, esos primeros tres años en los que, según la creencia de los adultos, los cambios ocurren por maduración y no por aprendizaje, donde se hace sentir con más fuerza el fantasma de la in – fantia (el que no habla) y por lo tanto, no piensa. Cuando me tocó como madre e investigadora salir a comprar libros para mi bebésujeto de estudio me encontré con muchos libros comerciales de materiales adecuados (tela, plástico, con luces, sonido, sonajeros incorporados) pero totalmente desvinculados de nuestros valores, de nuestra cultura latinoamericana, con poca calidad estética y a precios nada solidarios (con algunas contadas excepciones). Por otra parte, es conocido que las exigencias de la sociedad moderna han lle-
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vado a la población femenina a incorporarse al campo laboral. Los múltiples compromisos de la madre en la sociedad actual han limitado el tiempo disponible para la atención amorosa de los hijos, para cantar canciones y contar historias. Creo que el proceso de transformación que vive nuestro país es propicio para redimensionar nuestra concepción de la lectura y su promoción hacia un encuentro más humano con la palabra incluso antes de nacer, por eso salimos a las comunidades a compartir nuestras experiencias. Ese día llegamos a la biblioteca pública Simón Rodríguez en Tarapío, municipio Naguanagua, para encontrarnos con un grupo de madres embarazadas que todos los miércoles asisten a un curso de preparación integral para la maternidad, con ellas realizamos actividades que se podrían agrupar en cuatro categorías: de desarrollo personal y emocional, para la lectura reflexiva, de escritura estética y de animación lectora para bebés. El taller finalizó con un encuentro en el que las madres compartieron sus escritos:
Poema colectivo Día soleado jugando feliz con papá días en mi escuela con pasos livianos con sueños de cielos y mares Esta experiencia se convirtió en un taller de desarrollo personal, en un círculo de lectura, en un taller de escritura literaria, en un clan pro defensa de la lactancia materna: en una compleja y conmovedora experiencia de aprendizaje sobre la maternidad, la lectura y los bebés. El llamado es brindar a todo niño o niña, desde su concepción, la oportunidad de construir experiencia significativas sobre sí mismo y sobre su entorno vinculadas al respeto mutuo, al afecto, a lo lúdico y placentero, a la posibilidad de los deseos y a la contundente belleza y aventura de la existencia misma. Y en este sentido, la presencia de la literatura y la voz de la madre son fundamentales.
Carta para mi bebé -¡Hola Sebastián! Espero que estés muy a gusto, esta carta es la reafirmación del sentimiento que te transmito todos los días: mi inmenso amor hacia ti. Espero mostrarte las cosas buenas y malas del mundo… Adriana -Hola bebé...Tu papi te quiere ver, jugar contigo y tu abuela y tu abuelo y una amiguita que vive cerca de la casa… María -Hola Samuel: Quiero que sepas que te quiero mucho y espero tu nacimiento con mucho anhelo para seguir aprendiendo de ti y tú de mí… Ana
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Entrega la palabra a un joven y regresará convertida en poesía Said Torres
La naturaleza humana es compleja. Somos seres diferentes unos de los otros, sobre todo en lo que a aspectos generacionales refiere. Nuestros jóvenes son un cúmulo de sentimientos, sufrimientos, alegrías y emociones que en la mayoría de los casos son expresados a través de la rebeldía y el mal comportamiento. Sin embargo, no dejan de ser personas hermosas e increíbles, tanto por su forma de ser como lo que logran a través de sus actos. El caso del Liceo Luis Alfredo Colomine no escapa de esta difícil situación. Sus estudiantes recrean cada una de las facetas de los cambios de humor por los cuales transitan los adolescentes y sus expresiones en algunos momentos no armonizan con las líneas de conducta aceptadas. Sin embargo, hemos de reconocer que son jóvenes maravillosos, cargados de mucha energía y adrenalina, capaces de realizar cosas grandiosas y sorprendernos a todos. Lo único necesario para lograr esto es enfocar sus habilidades hacia los espacios armoniosos. Precisamente, este trabajo fue realizado por la editora de Monte Ávila, Carolina Álvarez, quien se integró al equipo de docentes especialistas de lengua y literatura del Liceo Luis Alfredo Colomine en una hermosa jornada de un día de trabajo compartiendo con jóvenes estudiantes de 4to y 5to año de bachillerato de dicha institución. Carolina fue contactada a través de la profesora Laura Antillano, en el marco de la realización del III Encuentro de la Literatura Infantil y Juvenil de Venezuela. Dichos jóvenes forman parte de un grupo de estudiantes de diversos espacios sociales,
con numerosas necesidades e inquietudes, pero con un deseo en común, expresar a través de la palabra lo que cada uno lleva por dentro, lo que cada uno representa, expresarse a ellos mismos. Carolina Álvarez fue capaz de conducirlos por medio de la retórica hacia los estados precisos de construcción y producción literaria. Se convirtió en su amiga, su confidente, su gran maestra y tierna compañera de creación. Al instante, surgieron preguntas sobre el proceso de selección y edición de libros. Esto le mostró a Carolina las intenciones de estos muchachos, convertirse en escritores. Su sorpresa fue mayor al saber que ellos pueden llegar a serlo. Pueden lograr escribir, ser editados y publicados, llegar a las masas a través de la creación de grandes historias. Carolina les demostró que un escritor no es un Dios alejado de todo ser humano, les demostró que son personas como todos nosotros, sólo que éstos expresan a través de la palabra sus concepciones, necesidad y preocupaciones acerca del mundo y ellos pueden ser capaces de hacer lo mismo. A partir de allí, todos sintieron la necesidad de manejar ciertas formas de expresarse a fin de llegar a los lectores, de atraparlos con sus historias, de contar grandes anécdotas. Ahora Carolina los había conectado con una necesidad imperiosa, la necesidad de escribir. Claro está, ella les explicó que la mejor forma de aprender a escribir para un público lector es leyendo lo que otros han escrito, detallar sus pasos para lograr ese encuentro íntimo con el lector y a partir de allí ensayar para ser escritores destacados. De esta manera, y aprovechando que Carolina es editora de Monte Ávila, procedió a revisar cuentos de excelentes escritores venezolanos, tales como Eloi Yague, Eduardo Liendo, Francisco Massiani, entre otros. Revisaron los cuentos, conversaron sobre
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ellos, los disfrutaron fuera de esos límites academicistas que coartan el placer de la lectura. Se olvidaron de evaluaciones y exámenes, dedicándose exclusivamente a leer y disfrutar. El encuentro fue excitante, las perspectivas sobre lo leído, las conclusiones repentinas, la ubicación de detalles que Carolina y los profesores no habían encontrado hicieron de esta primera parte de la jornada algo completamente nutritivo. Tanto los jóvenes como los profesores sacaron provecho de la discusión, además, fue grato ver como se defendía estos muchachos y como su punto de vista se apoyaba en criterios sólidos y fuertes que en la mayoría de los casos lograban convencer al auditorio. Ya para la segunda parte, los estudiantes contaban con ciertas herramientas que los podían ayudar a producir, a escribir de forma libre, sin esperar un calificación o aprobación de algún profesor. Cada uno de ellos, se convirtió en un William Shakespeare, un Miguel de Cervantes, un García Márquez o una Allende; cada uno de ellos desarrolló su historia, bien fuera personal o la vivida por otro, cada uno fue capaz expresarse a través de la palabra, a través del verbo. Los resultados fueron más grandes que los esperados, los profesores, uno a uno, no terminaban de caer en la sorpresa que causaban las excelentes producciones de sus muchachos, sus cuentos eran una muestra de las capacidades de nuestros jóvenes y lo que el trabajo armonioso y liberador puede lograr. Sin presiones, con amor y ternura, estos muchachos escribieron y leyeron sus cuentos, ellos mismos fueron sus críticos y aportaron ideas para las mejoras. Se transformaron en nuevos escritores. Carolina Álvarez no deseaba dejar el auditorio de la institución y mucho menos despedirse de estos jóvenes, el intercambio
trajo consigo nuevas amistades, nuevas caras para los que no se conocían y que ahora comparten algo en común, un ferviente amor por lectura y la escritura.
Yenny Ramos, Carolina Ávarez y Said Torres.
Carolina Ávarez con los alumnos del liceo Luis Alfredo Colomine.
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Crónica de los escritores en las escuelas Gabriela Ossais
Entre el 06 y el 08 de noviembre de 2008, se realizo en la ciudad de Valencia-Edo Carabobo, el III Encuentro con la Literatura Infantil en Venezuela, coordinado por la escritora Laura Antillano, entre los temas centrales se encontró: lo fantástico en la literatura para niños y jóvenes, la novela de aventuras, la literatura subversiva desde la infancia, la lectura desde la escuela, el teatro como herramienta creativa en la escuela. Del mismo modo y ya siendo tradición de este evento, los escritores visitaron escuelas y liceos de la región donde realizaron lecturas de sus textos. Entre el grupo de Escuelas Nacionales Básicas Bolivarianas, que se sumaron a vivir esta inolvidable experiencia con los estudiantes permitiendo el despliegue imaginario de los mismos, partiendo de la oralidad al plasmado de las letras mas allá de la grafía misma activando múltiples inteligencias, estas escuelas Coordinadas bajo la orientación de la Supervisora del Subsistema de Educación Especial del Municipio San Blas- Santa Rosa y posteriormente el Municipio San José MSc. Gabriela Ossais quien conto como punto de contactos las aulas integradas, siendo estas docentes especialistas quienes en conjunto con todos los actores que hace vida en la institución apoyaron estas visitas a través de múltiples estrategias didáctico pedagógica, de antemano mil gracias a todos y cada uno de los adultos significativo de estas cinco escuelas de ambos Municipios por servir de andamiaje para llevar el mágico, aventurero, fantasmal, único mundo de las letras que forman palabras, oraciones y todo un texto cargado de vida, risas, lagrimas, sustos, esperanza de un mundo mejor lleno
de amor y compromiso por las convicciones y principios que nos hacen crecer en nuestra esencia de seres humanos, estas instituciones son: E.B.B “Eduardo Viso” quien estuvo a cargo de recibir al cuenta cuentos Luis Cedeño, semanas antes las docentes especialistas Coromoto Palma y Lenny Rosales en conjunto con la directora del plantel Lic. Libia Rivas quien presto todo el apoyo técnico y de logística para el recibimiento del cuenta cuento y escritor Luis Cedeño, la escuela en pleno estaba vestida con dibujo, bocetos, álbumes, y producciones, de tan esperado visitante quien se llevó la grata sorpresa de disfrutar su obra “Gatero y yo” dramatizada por los estudiantes asimismo imitaron a Luis vistiéndose como él, echando cuentos de sus propias experiencias con toques exageraaadooos, entre ruidos de cacerolas, maracas y otros instrumentos diseñados por los niños, salían del publico manantiales de risas, una vez que nuestro Luis Cedeño se deleitó con su público quien lo homenajeó y le recordaron que hace años el daba clases en esas aulas; lleno de emoción y aun asombrado de ver a tantos pequeñitos tan bien organizados se paró y le tocó a el dar la función utilizando tantos objetos tradicionales sencillos, rústicos, con los cuales demostró, que nuestros niños, niñas y jóvenes no están sedientos de juguetes caros sino de que hayan oídos que los escuchen y cuentacuentos que le hablen en su idioma sencillo puro e inocente pero cargado de picardía y la complicidad típica entre los pequeños, quienes solo tienen como meta aprender jugando, divertirse jugando, hacer amigos jugando solo eso, como lo transmite Luis, el fuego vivaz del juego mantiene encendida las risas de los niños y cuando esta se apaga ellos de forma inmediata se las arreglan para volver a empezar el juego otra vez… es así como todos los docentes debemos mantener lo lúdico vivo, partiendo de lo
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conocido por los estudiantes para adentrarlos a lo desconocido. Otros de los planteles visitados fue la E.B.B “Jesús Granado Casares” estando a cargo de esta actividad las docentes especialistas Belkis Pérez y Carmen Barreto los estudiantes tanto de educación inicial, básica en su primera y segunda etapa esperaban desde haces semanas con anterioridad a la poetisa Wafi Salih, al verla llegar los mas grandes la abrazaron como que si ya la conocían y formaban parte de sus vidas, la poetiza sintió de forma inmediata el amor y cariño de los chicos quienes la ovacionaban y le hablaban de lo que ellos opinaban de sus poemas; ellos mismos la llevaron a realizar el recorrido por toda la institución donde la tan anhelada invitada disfruto de los murales que reflejaban sus Haikus de su poemario “cielos descalzos” era todo un paisaje de animales, insectos brillantes que parecían brotar del mural, los riachuelos, plantas, arcoíris, soles y estrellas todo cargado de la gracia, pureza y sencillez de Waffi, sin obviar el aroma a café por doquier, pues los chicos se percataron que en los poemas se nombra tan aromática bebida así como la influencia árabe. Una vez que la poetisa realizo recorrido de murales y observo las producciones de los estudiantes compartiendo con los niños muchas fotos y autógrafos, la llevaron a la biblioteca y allí fue recibida por estudiantes vestidas de bailarinas árabes quienes al son de tan enigmática danza le recordaron sus ancestros, del mismo modo le prepararon un rap con ritmo arábigo y autóctonos, cuya letra era nada menos y nada mas que la biografía de la poetiza, Waffi no paraba de llorar y reír solo nos decía “…que bello todo es una experiencia que nunca olvidare, los llevare por siempre en mi corazón…”; bueno allí no termino todo vino la ronda de preguntas por
parte de los estudiantes, donde surgieron interrogantes interesantes como ¿Waffi por que algunos de tus Haikou no cumple las reglas y se excede el numero de líneas? ¿Waffi por que nombras mucho el café, te gusta tomar café? ¿Alguna vez ha viajado al Líbano, como es? ¿Cómo se dice alegre en árabe? ¿Desde que edad escribes poesía? ¿tienes hijos?, entre muchas otras preguntas mas, Waffi las respondió todas con una enorme sonrisa, sus ojos inmensos de negros brillantes brotaban surcos de lluvia delgaditas que escribían en su rostro la palabra CONFIANZA, confianza en el futuro de nuestro noble país que estará a cargo de chicos como estos que con esta experiencia cercana empezaron con un boceto imaginario de un rostro desconocido, a la carne en vivo para por siempre amar la poesía, ser poetas y mirar al mundo desde la esencia de lo sencillo y místico, que nos llevara, a lo mas complejo nuestro crecimiento espiritual. Gracias Waffi por enseñar a nuestros chicos amar a las luciérnagas y escuchar palabras profundas en la chicharra misma y ver la grandeza de Dios en el rocío verde de hojas. Otras de las experiencias gratificantes fue el encuentro con el escritor Armando Sequera en la E.B.B “Fermín Toro” a cargo de la Docente especialista Ivana Chacin, quien conto con todo el apoyo técnico y de logística de la Coordinadora Pedagógica la Lic. Judith y la Directora de la institución Lic. Esthella, este plantel de corte histórico evocaba la época colonial, pues antes era un convento y el escritor se percato de la antigüedad de la infraestructura y del ambiente pintoresco de la plaza e iglesia que rodea a la escuela y por supuesto como buen escritor estos elementos le eran atractivos, fue recibido por los estudiantes, quienes en fila de sirenas petrificadas dieron vida a su cuento, le mostraron los afiches que elaboraron de el,
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su reseña, realizaron bailes alusivos a uno de sus cuento, teatros, obras de títeres, rondas de preguntas ¿Dónde vives?, ¿Cuándo eras pequeño te leían cuentos?, ¿cual es tu cuento favorito?, ¿Cuántos premios te haz ganado? Luego invitaron al escritor de tez morena, cabello ceniza, gafas que se anteponen a ojos almendrados marrón pardos, a un pequeño refrigerio y con sonrisa tímida, dice: “perdón pero yo soy vegetariano” es así como todos al unísono lo vimos fijamente y como de conexión le dijimos, con razón tienes porte hindú, y fue así como el escritor estallo en carcajadas, reafirmando que efectivamente ya se lo habían dicho antes. se despidió manifestando lo importa de este tipo de actividades para promover la lectura de autores venezolanos así como la motivación que les queda a los mismos estudiantes al escribir sus propios cuentos y darles vida a través de todas las actividades que se disfruto en esa mañana pintada con escenarios de historia colonial típica de la Plaza San Blas y su hermosa Iglesia, se podía oler y sentir los pasos de esa época que se deleitaron en el espacio trasluz de la gran creatividad e ingenio de nuestros muchachos y muchachas desde los mas pequeñitos nivel preescolar, hasta los de sexto grado, eso sin obviar el gesto del escritor al dejar una colección de sus cuentos en la biblioteca de la institución, la cual siempre traerá al recuerdo de los estudiantes esta mágica experiencia. De forma simultánea al igual que las escuelas antes mencionadas, también se visito la E.B.B “La Marquera”, la misma se preparo semanas con antelación para recibir a la escritora Mercedes Franco, donde todos los niños trabajaron el cuento “Vuelven Los Fantasmas” orientados por cada uno de sus docentes, directivos Lic. Virginia Romero y y las docentes especialistas Adriana León y Glagen Lugo, los niños esperaban con anhelo a la escritora de tan fantasmal obra que lejos
de acentuar los miedos los coadyuvo a reír y gozar del miedo mismo, solo que lamentablemente los niños, niñas y jóvenes de esta institución el día que llegaría la escritora esta aviso que no podría asistir por razones personales, esto causo dibujos de tristeza en los rostros de los chicos y de decepción, pero gracias a la versatilidad, y conexión nata con este pequeño publico (los niños) el director de teatro, locutor y escritor Jesús Urdaneta accedió a suplir a la escritora acompañando a la coordinadora general de la visita de estos cinco escritores a estas cinco instituciones Lic. Gabriela Ossais, este ángel alto, de piel chocolate, ojos llenos de miel y sonrisa de caramelo logro extenuar todo rasgo de tristeza en los chicos se paro bailo la danza del mono la cual es típico del Estado Monagas lugar de nacimiento de la escritora, disfruto y ovaciono las obras de teatro como “la Sayona”, “las Brujas” “El Silbón”, obras de títeres con ambiente musical bajo la dirección del Prof. de música, el Escritor Jesús Urdaneta se paseo por toda la institución con los estudiantes donde disfruto de cartas hechas a la escritora Mercedes Franco, afiches alusivos a sus cuentos y sirvió de jurado para elegir los tres primeros lugares, aprecio los mapas mentales y producciones inéditas de los chicos quienes desde un principio se sintieron IDENTIFICADOS con esta obra ya que esta institución esta ubicado en zona rural es un asentamiento campesino donde viven todas las noches cuentos fantasmales con sus abuelo, tíos y padres, nos despedimos de todos preguntándoles como se sintieron realizando estas actividades y muchos dijeron: que cuando sean grandes quieren ser escritores de cuentos de terror “pero que cuando los inviten a una escuela ellos nunca dejarían embarcados a su estudiantes porque eso es chimbo”. Por ultimo se cerró el recorrido con la visita de la escritora Leonor Bravo del
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Ecuador a la E.B.B “Dr. Ángel Cervinni” estando a cargo de esta experiencia las docentes especialistas Lic. Carla Moreno y la T.S.U. Nith Paz con el apoyo de la directora del plantel MSc. Yoleida Rodríguez al igual que todas las otras escuelas contaron con el apoyo incondicional de todos los docentes de aulas, docentes de música, teatro, bibliotecarios, padres, representantes y comunidad general, esta institución a penas conto con dos semanas para organizar esta visita de la escritora ecuatoriana, quien es catalogada por la prensa de su país como una de las mejores escritoras contemporáneas, toda la institución trabajo el cuento “los anteojos de la abuela”, la escritora fue recibida por el directivo y docentes quienes la guiaron a las diferentes aulas donde aprecio sus afiches desde educación inicial nivel preescolar hasta el sexto grado de primaria de básica observo trabajos de investigación mas elaborados por los chicos grandes respondió preguntas de todos ¿tu también sabes hacer galleticas como las de la abuela? ¿Oye tu no crees que la abuelita no debe rascarse el pompis y se reían con picardía? ¿Será que puedo usar tus anteojos? ¿Desde que edad escribes? ¿Cómo se te ocurrió ese cuento tan gracioso? ¿Cuéntanos sobre la maratón de lectura que ayudas a organizar en tu país? luego de responder todas esta preguntas la escritora invito a los chicos a escoger entre una variedad de cuentos que por cierto dono a la biblioteca de la institución y son de su autoría; los estudiantes escogieron uno sobre retahíla de Quito Ecuador y fue así como todos en un abrir y cerrar de ojos viajamos en un caballo de arcoíris para recorrer y conocer un poquito de la patria hermana del ecuador de la mano y calidez de Leonor Bravo. Es justo con un BRAVO que deseo cerrar la crónica de estas visitas, BRAVO una vez
mas por todos lo que hicieron posible este encuentro quienes activaron un abanico de estrategias didácticas pedagógicas innovadoras enfocadas en las necesidades e intereses de los estudiantes, libre de falsos moralismo y dejando al desnudo la esencia primitiva del niño sin tabúes que lo frenen, fue todo mas que un encuentro un festival una fiesta con los escritores, BRAVO por demostrar que las barreras no existen sino que con trabajo planificado, organizado, y continuo control sobre el proceso mismo permitiéndoles a los chicos ser ellos mismos se garantiza el éxito de la enseñanza aprendizaje obteniéndose resultados de optima calidad, pues esta experiencia al igual que los otros dos encuentros organizados por la escritora Laura Antillano, han permitido que los estudiantes despierten el amor hacia la lectura y escritura no viéndolas como un castigo o algo aburrido del ma -me –mi- mo- mu; ni, silabas, de palabras graves, agudas, esdrújulas… sino que ese encuentro primero con el papel blanco sea mas bien para dibujar y contarle su historia de vida respetándoles su nivel de conceptualización de la lengua escrita activando sus sentidos con los olores a canela, miel, azúcar, con texturas de ceda, rústico, con sonidos de arrullos, con caricias de ¡tu si puedes soy tu amigo escribe en mi lo que tu quieras como tu quieras¡, y es así como el niño, el lápiz, el papel se vuelven amigos inseparables y se van conociendo cada vez mas a profundidad y en esa profundidad estarán de forma no traumática las “reglas ortográficas”, pero para ellos, no son reglas rígidas sino pasan a ser parte del juego y la diversión para producir textos variados, que darán sentido y coherencia a sus ideas…. Por eso BRAVO a estos docentes de cada una de estas instituciones por demostrar que los esquemas encasillan y castran la creatividad e imaginación, BRAVO solo BRAVO
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y mas BRAVO porque convirtieron las letras en: música, en bailes, en arte, en ciencia, en matemáticas, en historia, en geografía, en…. Y todo con un cuento, con poemas de cuatro a cinco líneas, con una narración, mil gracias por ser todos los que aquí participaron, docentes comprometidos con la formación de un verdadero Republicano autónomo, con pensamiento libre, y respetuoso a la diversidad e interculturalidad, amante de sus raíces y orgullosos de ser venezolanos; gracias por ayudarlos a que ellos mismo construyan sus sistemas de valores y principios sin los falsos moralismos y tabúes que los adultos acostumbramos inculcar, por ultimo mil gracias Casa Nacional de las Letras por apoyar este evento que se inicio hace tres años con la prof. y escritora Laura Antillano y damos un BRAVO para que continúen promoviendo esta hermosa, pedagógica y espiritual labor asimismo alentamos a las autoridades de Zona Educativa Carabobo y Jefes de Municipios mantengan el apoyo para este encuentro anual.
El 3er encuentro de literatura infantil en la U.E. Francisco José Cisneros: ¡un evento especial! Eugenia Matié
ESCRITOR INVITADO: Antonio Trujillo. PROGRAMA: Canción Venezuela. Danzas de la U.E: Francisco José Cisneros. Biografía del Escritor: Antonio Trujillo. Alumna de 4º grado “B” Trabalenguas del Cuento por alumnos de 4º grado sección “B”. Canción “La Gallinita” por alumnos de 6º grado “A”. Simulación “La Gallinita Voladora” alumnos de 6º grado “A” Canción “Cabuyita” alumnos de 4º grado “C” Descubriendo a “Cabuyita”. Alumnos de 4º “A” Cuentacuentos por Antonio Trujillo. Teatro: la “Cucarachita” por grupo invitado. Danzas valores del Cisneros. CANCIONES: LA GALINITA VOLADORA Esta es una historia, // Que ocurrió en el aire Cuando todo era: Lodo, tierra y aire.
Luis Cedeño en la E.B.B. Eduardo Viso.
CABUYITA: Mi Cabuyita leré, dijo un día leré Que si quería leré, viajar en sombrero Leré, y yo le dije, leré a Cabuyita leré Quiero en sombrero leré, descubrir mundos leré
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(Música de: Mi cocherito) Trabalenguas: Mi sombrero viaja bello Viaja bello, mi sombrero El sombrero de la jipi De la jipijapapera. Llegamos tempranito al plantel, era un día muy importante, ya a las seis y cuarto de la mañana todos los niños que participarían estaban allí, claro ellos querían salir bien teníamos un invitado muy importante, el escritor de los cuentos y tooodo debía salir bíen. mientras unos ensayaban, otros adornaban la biblioteca, ya a las seis y media la maestra Yéssica estaba con nosotros, debíamos ir muy temprano en busca de nuestro invitado: el escritor : Antonio Trujillo, escogimos el mejor carro, ya que nuestro invitado especial se debía sentir muy cómodo y el viaje era laaargo. Primero pasamos por El Carabobeño y allí la profesora Laura Antillano, nos recibió amablemente e invito al vinculante que nos llevaría al escritor; al llegar al hotel nos impresionamos: Era hermoso y muy significativo mirar la cantidad de escritores que esperaban ansiosos ser llevados a cada escuela; Mercedes Piñero del Centro Nacional del Libro nos recibió amablemente preguntando por quien veníamos, y enseguida en un emocionante grito hizo venir a Antonio Trujillo, quién cariñosamente, nos saludo y abordo el vehículo; el viaje fue largo y hermoso, hablamos muchísimo, parecía que nos conocíamos de mucho tiempo. Al llegar ya los invitados estaban en casa, tooodo estaba repleto de gente, todas habían atendido a la invitación. Entonces comenzó la gran celebración, se inicio con unas palabras de bienvenida a los presentes y la canción Venezuela no podía faltar, los alumnos de cuarto grado nos
deleitaron con la biografía y una simulación de la Gallina Voladora, los terceros grados presentaron canciones y trabalenguas del cuento Cabuyita, también un hermoso juego de figuras literarias y antes de disfrutar el cuentacuentos del escritor pre escolar debuto con una dramatización de la Gallinita Voladora; fue entonces cuando estrenamos la participación especial del grupo de teatro de la casa de la cultura, y no podía faltar, el grupo de danzas de nuestro plantel quién represento como siempre por todo lo alto. Al concluir los actos cerramos con broche de oro, brindamos con refrescos caramelos y unas ricas galletas que preparo la señora Isabel, nadie se quedo sin comer ya que este era un acontecimiento muy especial, y así entre bullicios, besos, fotos y caramelos despedimos a tan importante visita. La más importante. Claro, no como la de nuestra escritora Laura Antillano.
Los niños de la UE Francisco José Cisneros dan la bienvenida a Antonio Trujillo.
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La visita de el escritor Rui Zink a la escuela UEE Ambrosio Plaza Aracelis Reyes Herrera
¡Pom ,Catapum!, ¡Pom , Catapum! ¡ Shhh! Ese era exactamente el sonido de mi corazón cuando la profesora Laura Antillano me informo dos cosas: Primero me dijo que yo iba a estar en el comité organizador del Tercer encuentro internacional con la literatura infantil y juvenil en Venezuela allí empezó mi corazón ¡Pom ,Catapum! ¡ Pom ,Catapum ¡.Pero cuando me dijo que un escritor visitaría mi escuela la UEE Ambrosio Plaza entonces el ¡ Pom, Catapum! se transformó en un ¡Shhh ¡. Hubo un cortocircuito en mi sistema demasiadas buenas noticias juntas, salí muy de prisa de La Letra Voladora y me fui a informarlo en la escuela. ¡Estamos de suerte, un escritor nos vendrá a visitar!- solo me miraron y yo seguí como si nada- El se llama Rui Zink , es de Portugal y además escribe libros para niños muy pequeños. -¡Ah!, pero entonces es un recreador. - No, es un escritor. - Pero, quien dijo que los niños muy pequeños leen? -Pero las historias son dirigidas a ellos con ilustraciones grandes y coloridas. (Fue aquí cuando me di cuenta que hay que luchar para darle su puesto a la Literatura Infantil). Así que comenzó la preparación, la Prof. Laura me facilito tres libros de Rui Zink: El bebe que no sabía quién era El bebe que no le gustaba la televisión El bebe que no quería ir a dormir Sacamos muchas copias porque aunque era para niños de preescolar y primer grado, yo quería que todos los niños de la escuela sa-
borearan esas historias. Como era de esperarse les encanto a grandes, chicos y chiquititos. Algunos niños comenzaron a dibujar lo que más les gusto de la historia y los otros los más grandes la comentaban e imitaban, así que decidimos llevar una de las historias al teatro. El día de la visita los niños estaban ansiosos, escribieron un mensaje de bienvenida en la pizarra, colgaron los dibujos de cuerdas como si fueran paños secándose al sol y se sentaron a esperar y créanme se escuchaba ¡pom ,catapum! Y no era yo, eran los niños. Cuando Rui entro al salón los niños lo miraron y se escucho: ¡ Na guará! , si es grande y verdad de Dios que Rui Zink es alto. Rui saludó con tanta sencillez que los atrapó, les mostró los cuentos que había escrito y los niños le hicieron saber que los habían leído y comenzaron a narrarlos todos al mismo tiempo, Rui volteo a mirarme y me dijo: Ellos lo conocen, vaya,vaya. Y se carcajeó halagado. Aun así les mostraba las ilustraciones, les leía y les explicaba con ejemplos la situación, ellos también se reconocían en las travesuras que hacía el bebé protagonista. Luego Rui les dijo que él era mago y conocía las palabras mágicas más antiguas de la historia, los niños trataron de adivinar y nada, entonces el colocó un vaso con agua y les asegurño teniendo a un niño como testigo y asistente que el vaso llegaría hasta sus manos con las palabras mágicas, tenían que ver la cara de esos niños esperando ver el vaso volar. Al final del truco las palabras mágicas eran “por favor” y “gracias”. Para despedir a Rui los niños presentaron la obra teatral basada en el cuento “ El bebé que no sabía quién era”. Se lucieron los chamos y ahora era Rui al que había que verle la cara. Estaba feliz, los aplaudió, les tomó fotos, los niños lo abrazaban, luego brinda-
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mos con refresco y galletitas y despedimos a tan ilustre visitante. Me queda decir muchas gracias a todos los que hacen posible estos encuentros nuestros niños se lo merecen. …Y saben algo, todavía hoy los niños a veces me preguntan: Profe, se acuerda cuando nos visito Rui el escritor de Portugal ..y como olvidarlo, ¡pom catapum! , ¡pom catapum!
El poeta Gonzalo Fragui en el Liceo Nacional Bolivariano “Enrique Bernardo Núñez” Christian Farías
Jueves en la mañana, exactamente bajo el sol suave y sostenido de las diez, llegué junto a mi compañera Angélica María, a las afueras de un hotel del norte de la ciudad, para buscar al poeta Gonzalo Fragui y trasladarlo al Liceo Nacional Bolivariano “Enrique Bernardo Núñez”. Nos conocimos la noche anterior en las instalaciones de “El Carabobeño”. Laura Antillano me dijo: conoce al poeta Gonzalo, Christian, él estará en tu liceo mañana, pónganse de acuerdo. Efectivamente, llegamos al liceo; y allí, en la biblioteca “Saúl Albano Moreno”, estaban reunidos un grupo de estudiantes de primer, segundo y tercer año de bachillerato y algunos profesores, esperando al poeta para oír sus poemas, sus comentarios, su palabra. Palabra prometida I Tener una muchacha es igual que tener un avión o una pistola inmediatamente nos provoca volar II El poeta es un barco que navega contra los acantilados para romper la botella en que se encuentra.
Con soltura, buen humor y agrado, nuestro visitante sostuvo un diálogo con los asistentes a este modesto pero hermoso encuentro en la biblioteca de nuestro liceo. Eso fue el día 6 de noviembre de 2008. Por fortuna, la encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 279
profesora Migdalia Quiroz conservó algunas notas de esa experiencia. Por ejemplo, el poeta dijo que “las preguntas de los que comienzan en la vida, son las más difíciles de responder; pero, él lo intentaría”. Transcribimos algunas de las preguntas: ¿A qué edad empezó a escribir? ¿En qué se inspira para escribir? ¿Para poner en práctica la creatividad, el poeta tiene que estar en un estado de ánimo especial? “Sí, claro. La mayoría de los boleros, por ejemplo, están inspirados en el tema amoroso. No toda poesía está escrita basándose en el despecho. Se puede escribir con entusiasmo, con alegría,...” “El mar quién no lo sabe es un caballo de madera recorriendo los prados de la infancia son tus ojos ahogándome en la espera es un pedazo de papel escrito a olas y corales El mar quién no lo sabe es un caballero andante desfaciendo entuertos Gonzalo estuvo en nuestro liceo gracias a la realización del III Encuentro con la Literatura Infantil y Juvenil de Venezuela, programado y coordinado por la magia y la gracia de nuestra amiga, poetisa e incansable promotora cultural, Laura Antillano. A ella debemos eterna gratitud por facilitar que este poeta merideño realizara ese contacto con nuestros muchachos y muchachas, y les hablara de la poesía, de su infancia, del escultor merideño Juan Félix Sánchez: su obra, sus temas, su inspiración. Igualmente, de Miguel Otero Silva y esa obra hermosa que se llama La piedra que era Cristo; de ese otro gran
poeta cubano, Nicolás Guillén; en fin, fue un diálogo de reconocimiento con el pasado, con la naturaleza, con el valor de la palabra, de la comunicación cara a cara, de la solidaridad y de la condición humana. Algunos de los niños se entusiasmaron y leyeron poemas. El poeta – nos dice la profesora Migdalia en sus notas– estaba muy feliz porque se encontraba en un terreno fértil donde dejaba depositada la semilla de la poesía. Amor y devoción hacia la naturaleza, mucha historia personal, local, de amigos y poetas, retratos de la infancia, recuerdos, acontecimientos y costumbres de la gente del pueblo, alegorías, erotismo, atmósferas de amor y de tristeza, de soledad y de júbilo. Imágenes que rinden tributo a la amistad, la fraternidad y la rebeldía a través de un lenguaje sencillo, personal, identificado con la tribu y lleno de vida, de memoria, de devenir, como un río de humano ser. Todo eso y más está presente en la poesía de Gonzalo Fragui: El desterrado Cuando éramos niños y los padres nos negaban diez centavos de fulgor a nosotros nos gustaba desterrarnos a los parques, para que vieran que hacíamos falta, y caminaran tras su corazón hasta volverse más humildes y pequeños que nosotros. Entonces era hermoso regresar.
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LA Visita de Silvia Maza en la U.E Teolinda Romero de Díaz en Güigüe El tercer Encuentro Internacional de la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela, permite tener contacto con personas que han hecho algo por incentivar, motivar a la lectura a jóvenes y niños. El tener a Silvia Maza en nuestra institución la U.E. Teolinda Romero de Díaz, fue una nueva experiencia, pues si al inicio de su presentación los asistentes ni siquiera eran capaces de preguntar algo, ella logro despertar en todos los estudiantes del 4to, 5to, y 6to grado una gran participación, además involucró a los invitados del colegio Hermano Gaspar, quienes llegaron con las docente Dayana Heredia y Wendy Morales, quienes son pertenecientes a la Cátedra Abierta y asistieron a la reunión, doy las gracias al personal directivo de su plantel por aceptar la invitación y compartir con nosotros esta agradable experiencia, también agradezco a los profesores Rolando Peraza, Delia Gil docentes de la institución por su apoyo, y muy especialmente a Laura Antillano por brindarnos la oportunidad en participar en tan gran evento como es el Encuentro Internacional de la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela. Sin más preámbulos, comentare sobre el evento y nuestra invitada Silvia Maza, pero que mejor manera de hacerlo escribiendo algunas de la experiencias de los alumnos, pues ellos fueron los mas halagados con esta visita. La estudiante Alejandra Esparragoza 5to grado “A” comenta: “Me gustaría que Silvia fuera mi maestra, para que nos contara cuentos de terror y de la Caperucita Roja, pues ella lo hace muy bien y también para
nosotros escribir cuentos y las personas lo lean”. Para José A Becerra: “Me sentí muy emocionado, al llegar ella dijo me llaman Silvia, luego llegaron los niños de Hermano Gaspar y la señora Silvia Maza comenzó a contar cuentos, yo conté algo también, por eso me sentía feliz porque era dedicado a ella” Otro de los estudiantes que quiso colaborar para este escrito fue Ignacio Bracamonte, quien expreso en sus cortas líneas: “me gusto el cuento del tigre y el cangrejo, donde decía Ojos míos vayan al fondo del mar y vuelvan, me gusta su forma de contar cuentos, se mueve de un lado a otro imitando a los personajes”. Después de los cuentos compartimos la merienda y nos tomamos fotografías con la invitada. Daniela Romero: Silvia llegó exactamente a las 8:05 de la mañana, estábamos muy nerviosos porque no sabíamos como era, cuantos años tenía, la vimos y nos vio, quedamos asombrados nadie hablaba, ella comenzó a contar cuentos de manera muy divertida, el cuento mas chistoso el de los ojos de mi hermano vayan al fondo del mar y vuelvan, todos se reían y otro cuento fue el de la Sayona ella actuó muy bien cuando contaba. Sabemos que Silvia vive en Caricuao (Caracas), compartimos con alumnos del turno de la tarde y de otra escuela fue una experiencia divertida y agradable me encanto, ella es unas mujer muy sabia, que tiene mucha experiencia, gracias” Según Marianny Romero: “ Mi experiencia con Silvia Maza, quien dice que no es escritora, ella nos contó los cuentos que yo no conocía, nos dijo que podíamos inventar cuentos, o cualquier propaganda y así los muchachos hicieron propaganda de pastelitos, entrevistas y cuentos, compartí con ella y la pase muy bien, espero vuelva a venir “
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Docentes invitadas Wendy, Dayana Heredia explican que los alumnos al terminar la reunión iban comentando por el camino la experiencia vivida, que los cuentos eran chéveres, muy divertidos, y se preguntaban entre si por qué no habían invitado una persona para su escuela. A lo que Dayana les respondió que debe planificarse con tiempo, pero posiblemente el próximo año envíen a alguien. Para mi persona, quien suscribe Teresa Margarita Carrillo, es grato tener personas que tengan a uno siempre presente, como es la profesora Laura Antillano, mujer sencilla y trabajadora a favor de la lectura y escritura, quien trata por medio de la realización de este Encuentro Internacional de la Literatura Infantil y Juvenil en Venezuela dar a conocer herramientas de trabajo de los docentes e invitados que participan y que los asistentes al evento maestros y maestras adquieran, apliquen, lo conocido y sientan necesidad de actualizar sus conocimientos para no caer en la rutina del trabajo escolar. Espero, que este 4to Encuentro siga siendo apoyado, para beneficio en común del fortalecimiento y la promoción de la lectura y escritura. Gracias, por permitirnos participar una vez más, esperando que los directivos de otros colegios del Municipio Carlos Arvelo deseen participar en tan bella experiencia. Para finalizar una reseña de Silvia Maza, docente en los diferentes niveles educativo, iniciándose en la escuela Nacional “24 de Julio” por un periodo de 10 años, luego trabajo en la Escuela Nacional “Caricuao” solamente por 18 años en la etapa del Preescolar y un año en primer grado, esta experiencia que requiere de una persona activa, dinámica para contar cuentos, canciones y leer, el llevarse bien con todos los niños y niñas actuar con ellos es lo que ha fortalecido su forma tan amena de contar cuentos. Silvia en Caricuao,
esta a la orden de cualquier estudiante o persona de la comunidad que requiera su ayuda. Otra labor, y tal vez la más conocida su reunión en el pasillo de su apartamento con niños de diferentes edades para realizar actividades como dibujar, escribir, leer, hacer adivinanzas, de aquí surge su proyecto “Una Experiencia con los Niños de Mi Escalera”. Participó en FUNDALECTURA plan Lector con la Caja Viajera. Silvia Maza docente jubilada continúa su trabajo de promoción de la Lectura con amor y dedicación. Gracias por compartir con nosotros una parte de tus saberes.
Silvia Maza comparte con alumnos de la escuela Teolinda Romero de Díaz.
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Una Visita
Michelle Guillén Pérez Por fin había llegado el día en que Ángela Pradelli, visitaría el Liceo Bolivariano ´´ Cirilo Alberto”, ubicado en el Trigal Norte, Valencia, Estado Carabobo. Alumnos y profesores la recibieron afablemente entre las paredes de la biblioteca y luego de que ésta se ubicara en un asiento y se hiciera una pequeña presentación de su persona, comenzó la ronda de preguntas. Se presentaron inquietudes con respecto a los motivos de inspiración, Pradelli sació su curiosidad relatando la forma en que las situaciones de la vida cotidiana llevan las ideas a su mente. También estaba la interrogante, acerca de la edad en la que surgió su pasión por la escritura. Ella manifestó que en un principio era una gran lectora, razón por la cual escogió una profesión tan cercana a ellas y luego fue que se atrevió a escribir. Un factor mencionado determinante en su emprendimiento literario fue la presencia de sus abuelos de nacionalidad italiana. Narró el recuerdo de su abuelo que, mientras regaba las plantas, cantaba canciones en su lengua natal, canciones que en cierto modo tocaban la sensibilidad del hombre. Por la mente de la niña Pradelli, cruzaban miles de preguntas acerca del contenido de aquellas canciones. Según su testimonio, su abuelo jamás le informó el significado de tan curiosas letras, a pesar del deseo que poseía su nieta por saberlo. Aunque ella asegura que hoy en día agradece mucho aquella acción, debido a que ante el desconocimiento de las traducciones, ella comenzaba a imaginar por si misma el probable tema que tendría las canciones, apa-
reciendo de esta forma historias que tratasen como por ejemplo, del amor. Ante la pregunta sobre cuál consideraba su escritor favorito, decididamente pronunció el nombre de Chejov, el célebre escritor ruso. En relación con los maestros de la pluma venezolanos, respondió con nombres como los de Arturo Uslar Pietri y Laura Antillano. Y entre los colegas de su patria, mostró interés por los trabajos de Libertad Demitrópulos, Jorge Luis Borges, entre otros personajes. “¡ Mmm…Qué difícil!” fueron las palabras resaltadas en la habitación en el momento en que se le planteó concederle a una de sus propias obras, el adjetivo de ´´Favorita``. La autora se mostró muy indecisa ante esta pregunta, bien sea hay muchos escritores que consideran a sus obras unos hijos y Ángela Pradelli mostró no ser la excepción. Se mencionó el hábito de corrección minuciosa de sus textos, su interés por la escritura que incitan al lector a la emoción y su admiración o rechazo ante los autores y géneros literarios que iba nombrando el público. La voz de la argentina inundó la estancia mientras leía un capítulo de su novela “Amigas Mías”, titulado “Moras”. Nuevamente, recalcó el papel que desempeñaba las experiencias tanto personales como nacionales en sus escritos, contándonos algunos sucesos vividos en su país. Se realizó un intercambio cultural, La invitada respondió algunas dudas existentes acerca de la vida y costumbres de la Cuna del Tango, y los mismos estudiantes le proporcionaron información acerca de nuestro país y la animaron a probar con algunas risas nuestra gastronomía. Además, ella aprovechó para decir la buena impresión que posee de Venezuela (siendo esta su primera visita a la nación).
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Finalizando, los asistentes llevaron a cabo preguntas personales, con picardía joven ,relacionadas con sus gustos musicales. La reunión culminó con aplausos que agasajaron a la invitada, y tanto Ángela Pradelli, como nosotros, nos fuimos con nuevas anécdotas por contar.
Encuentro Literario en la Escuela Bolivariana “Pedro Castillo” Richard Sirit
En el marco del III Encuentro Internacional con la Literatura Infantil, nuestra escuela se vistió de gala para recibir a la escritora ecuatoriana Soledad Córdova, previo a este encuentro y durante dos semanas los alumnos desde preescolar hasta sexto grado, realizaron trabajo de investigación sobre la escritora, su biografía y datos del país de procedencia. Durante estas actividades preparatorias a su visita los alumnos leyeron sus cuentos y realizaron dibujos y escritos sobre los mismos, elaboraron otros cuentos con los mismos personajes y se incluyeron ellos mismos como personajes y a la escritora Soledad Córdova. Durante este período se realizaron diversos conversatorio sobre el trabajo literario de la escritora en cada aula y de acuerdo al nivel o grado, de tal manera que llegada la hora de la visita había muchas expectativas e inquietudes de los alumnos. El día jueves en la mañana todos preparados, organizados y bien ambientado con muchos colores el patio techado de nuestra institución para recibir llenos de alegría y mucha ilusión a la escritora Soledad Córdova, con música venezolana y .varios actos, entre ellos la dramatización por parte de los alumnos de tercer grado de unos de sus cuentos: El Romance de la Duermesiempre, adaptación hecha por los estudiantes y docentes, luego de leído y discutido el cuento. Es importante destacar que durante la elaboración de esta adaptación y durante los ensayos de la obra hubo una participación activa de los alumnos, pero sobre todo un disfrute constante, los alumnos reían mucho y todas las ocurrencias las anexaban a la
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obra. Los estudiantes recibieron con mucha educación a la escritora, la abrazaban, la besaban y durante el breve conversatorio hacían muchas preguntas, relacionadas a cuando empezó a escribir, cual es su cuento preferido, y le narraron sus experiencias al leer sus cuentos. Todo ello le agradó a Soledad y manifestó que eran niños muy despiertos, nada tímidos y muy expresivos. Nuestros alumnos dieron una sentida despedida a nuestra Amiga, deseándole todo el éxito en su vida y como escritora, enviándoles un saludo cordial a todos los ecuatorianos. Al día siguiente, los alumnos de cuarto grado dramatizaron el cuento titulado Rojo, del libro Sucedió en colores, de la escritora argentina Liliana Bodoc. Adaptación hecha por los alumnos del grado y la colaboración de la profesora Vivian Varela, el escenario estaba bien dispuesto con muchos colores, como los cuento de Liliana: negro, verde, amarillo, blanco y rojo. Esta dramatización inspiró a nuestros pequeños actores y escritores, pero sobre todo, a los casi 350 alumnos que ese día en silencio, en un verdadero silencio, disfrutaban de las desventuras del diablo con la bruja Rubilda; vendedora de manzanas, y el truco de los tres sí, para ganar su amor. Cada vez que el diablo preguntaba a la vendedora, todo el mundo, en un silencio expectante, esperaba la respuesta, y casi al mismo tiempo respondían todos con un sí o con un gesto de desilusión cuando Rubilda respondía con otra cosa la tercera presunta. Pero la sorpresa mayor cuando el diablo perdió sus tres oportunidades y decepcionado intenta regresar del mercado y escucha a Rubilda hacerle tres preguntas a las que él respondió con un simple sí. Todos se dieron cuenta que el que fue atrapado fue el diablo y todos reían y gritaban de alegría por el desenlace final.
Visita de Marissa Vannini a la Escuela Lic. Carlos Requena de Puerto Cabello Nallibir Rivero
Corazón de Arepa La visita de nuestro escritor este año, estuvo marcada por la dulzura y el candor de un despertar hogareño en cualquier parte de nuestro país, cuyo plato principal es el Corazón suave y tierno de una deliciosa arepa. Y es que Marissa Vannini nos dejó impregnados los paladares a ese saborcito dulce que produce un hermoso cuento, cuando en su contenido nos refleja la importancia de cultivar en nuestras vidas los valores que nos permitirán más adelante, hasta saber seleccionar al ser que mas nos conviene como compañero de vida. CORAZON DE AREPA es una fresca pieza literaria que entre otras escritas por Marissa, destaca por ofrecernos esos hermosos instantes de la vida que en el albor de la misma se nos presentan como parte de nuestra cotidianidad, en donde cuentan como piezas importantes de formación la participación de nuestros padres como guías de nuestro sendero desde niños. Y el amor….! Ay el amor! Importante protagonista de los valores que deben centrar nuestras vidas. Es así como una historia de aparente sencillez se robó la atención de 473 niños y niñas de nuestra escuela, que transformaron los espacios del plantel en un budare de leña adornado por una mesa que entre los utensilios para servir presentaba taparas, vasos de barro, manteles, vestuarios de la época de nuestros abuelos y mucha creatividad, todo ello acompañado de la participación de nuestros maestros y maestras. Esto sin olvidar la bienvenida preparada a nuestra
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bella escritora que desde pancartas, bocetos, globos, bailes, canciones, teatro y poesías, rindieron un hermoso homenaje a Marisa que en medio de todo no sabía como reaccionar. Ah y es que con tanta efusividad cualquiera se inquieta! pues, tenía que atender a mas de cuatrocientos estudiantes quienes querían todos presentarles sus más de seiscientos trabajos realizados en sus aulas con el resto de sus obras, que fueron leídas y releidas durante un mes de preparación. ¿Quién podría ahora contener la emoción de esos niños y niñas ansiosos que tenían en persona a la autora que robó sus corazones durante todo ese mes? Marisa paseó nuestras instalaciones, recorrió por cada uno de los pasillos, entró a cada una de las aulas y por ultimo visitó la Biblioteca, que a pesar de no estar aun inaugurada, refleja el esfuerzo de nuestra institución por cultivar el hábito lector en los niños y niñas. Que impactante experiencia monitoreada desde la ciudad de Valencia por un equipo cuyo responsable principal ha sido desde hace años nuestra querida Laura Antillano, quien se complace en seguir aupando la motivación por la lectura haciendo llegar cada año a través de redes este compartir grandioso a las escuelas de nuestro estado. GRACIAS LAURA, mil sinceras gracias, desde aquí desde la Escuela Bolivariana “Licdo. Carlos Requena” en Puerto Cabello, te agradecemos de corazón y te pedimos nos sigas tomando en consideración para próximas ocasiones. ¡Te amamos!
Silvia Dioverti y su “Gato enamorado” visitan a Fe y Alegría Luisa Cáceres de Arismendi Arminda Goncalves …El gato con botas perdió su sombrero, ya no tiene espada ni blanco pañuelo... Así comienza el cuento versificado del Gato embotado y enamorado de la escritora argentina Silvia Dioverti, que marca el encuentro de los alumnos de preescolar y primera etapa de la U.E.C. Fe y Alegría Luisa Cáceres de Arismendi de Valencia con la poesía. Desde la biblioteca del centro educativo se organizó la apertura a la visita que haría la escritora argentina, quien se encontraba en nuestro país para participar en el Encuentro de Internacional de Literatura Infantil celebrado en la ciudad de Valencia en noviembre de 2008. No encuentra reposo ni caza ratones, descuidó su aspecto y sus pantalones... El Gato se instaló en la escuela, visitó la biblioteca en las voces de los bibliotecario, quienes lograron conmover a los pequeñines con la historia de amor que cuentan los versos, iniciando así un abrazo afectuoso con este género literario poco utilizado en los primeros niveles de la educación básica. La biblioteca se convirtió en la casa del Gato y los pequeños se entusiasmaron con la historia, haciendo que las docentes las repitieran una y otra vez en cada encuentro.
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Anda por el monte triste y compungido pregunta a las flores: ¿Seré el elegido?
...Por fin, decidido va en busca del rey para que los case siguiendo la ley....
Se fue creando un clima de entusiasmo entre los niños, quienes se volcaron a la biblioteca para buscar la historia escrita, no había entonces ejemplares disponibles para todos, así que el equipo directivo del centro decidió apoyar la iniciativa, adquiriendo un ejemplar para cada grado, de manera que, los docentes del aula pudieran trabajar el texto con sus alumnos, acercándose también ellos a la experiencia de motivación hacia la lectura. Entonces el gato empezó a rondar por las aulas y maullar sus versos, animando el encuentro con la palabra y haciendo saltar emociones en todos los grados.
Los maestros volcaron toda su iniciativa hacia la investigación, el diálogo de saberes y la aplicación de nuevas estrategias de aprendizaje colaborativo y colectivo. De una u otra manera se estaba logrando en un clima cálido y armonioso, la motivación hacia la lectura. La biblioteca dejó de ser el depósito y se convirtió en la fiesta del encuentro colectivo, donde la risa iba de la mano con el aprender.
Como no ha comido hace varios días, parece de un gato su radiografía... Para los estudiantes la experiencia comenzó a crear expectativas interesantes, el reflejo del tema del amor y la comicidad narrada en la historia, versificada, le dio pasó a la creatividad, esa que se esconde en los rincones del aula y que sólo aflora cuando se deja la rutina y se inicia el viaje hacia el encuentro con la libertad del ser interior. Los niños inventaron, crearon, investigaron, preguntaron y se divirtieron mucho aprendiendo a versificar, reconociendo la rima, conociendo nuevas palabras, escribiendo el texto para memorizarlo, haciendo muchos dibujos del gato y su pena de amor.
...Y dice el monarca que es justo y sencillo ¿Dónde está la gata, en dónde el anillo?... El clima preliminar a la visita de Silvia dio pie para el descubrimiento de esta escritora y así se les dijo a los niños “Es una profesora de castellano y literatura, también es columnista de prensa, escribe cuentos para niños y viene de la Argentina y nos visitará próximamente”. La escuela se vistió de gala para recibirla, todos los niños querían participar en el arreglo y decoración de la biblioteca, donde tendría lugar el encuentro; así que hubo que seleccionar a 10 por grado, quienes con los docentes bibliotecarios y algunos representantes decoraron el recinto con los trabajos que los niños habían hecho en sus aulas, para este momento tan especial. Allí en el tejado la he visto, señor, más no sé su nombre, sólo su color.
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La alegría llegó , se plantó en la escuela con la llegada de Silvia, quien se sintió halagada y con gran familiaridad fue contando como había sido su llega a Venezuela, habló de su revista “La Piraña” dedicada especialmente para todos los niños hospitalizados, de manera que puedan entretenerse con todos los juegos, crucigramas, cuentos e informaciones divertidas que publican allí. Los niños emocionados por la presencia de la autora de la Historia que tanto les había impactado, escuchaban con mucha atención todo lo que ella contaba y le brindaron sus trabajos escritos y dibujos; le preguntaron muchas cosas y le regalaron una hermosa dramatización del cuento “El gato embotado y enamorado”. La autora quedó impactada con el potencial creativo de los estudiantes, se sintió en casa, contestó todas las preguntas con la mayor sencillez y finalmente leyó su cuento para todos los niños con gran ternura, arrancando de ellos, ante el esperado final, la mejor sonrisa.
muy agradecidos y felices, la significación de este encuentro y todo lo vivido, estimuló la lectura, el trabajo cooperativo, el convivir fraterno y la alegría de aprender. Nada de esto podrán olvidar por largo tiempo. ...Pero nunca nadie la gatita halló porque en el tejado lo que el gato vio fue un rayo de luna pálido y plateado que sobre los techos se quedó enredado Crónica escrita por Arminda Goncalves a partir de la sistematización de la experiencia realizada por la docente Yuly Y. Guevara Martínez.
...En toda la aldea se pegan carteles ¡Quien traiga la gata tendrá mil pasteles! ... Y se dan las señas que el gato recuerda: Ojos de lucero, dienticos de perla... Como todo lo grato el encuentro llegó a su fin, después de un agradable refrigerio que los niños y maestros habían preparado, Silvia rifó entre los niños un ejemplar del cuento y se despidió llena de alegría no sin antes dejar de agradecer las atenciones recibidas y felicitar a todos por el clima de alegría e integración que se vive en la escuela. Los niños y docentes también quedaron 288 encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela
Los talleres del ilustrador Marco Chamorro en el Ateneo de Valencia Coralia López y Oswaldo Rosales Fotos: Oswaldo Rosales y Argenis Agudo
Taller para adultos Marco Chamorro, ilustrador ecuatoriano invitado al encuentro dictó el jueves 6 de noviembre en el Ateneo de Valencia un taller de ilustración para adultos donde nos habló de su experiencia (de vida, de trabajo, de todo) y de cómo esas experiencias lo han llevado a ser lo que es hoy en día. Marco nos contó con detalles el proceso de creación de su libro “Segundo acto” con el cual ganó, nada más y nada menos, que el segundo lugar en el Concurso de álbum ilustrado A la orilla del viento que promueve el Fondo de Cultura Económica de México. “Soy ecuatoriano, soy latinoamericano”, nos decía, y busco en mis raíces los elementos para mi trabajo. “Así creé al personaje de esta historia”. Historia sobre la que Anthony Browne – que fue jurado en el concurso– opinó: “Las coloridas pinturas decorativas están bien hechas y contrastan muy bien con las siluetas difuminadas. También hay un sorprendente contraste al final, cuando el protagonista camina por las contaminadas calles de la ciudad cargando su brillante disfraz.” Al final, los participantes, muy motivados, ilustramos todos un pequeño cuento. Taller para niños Viernes 7 en la tarde. Con cartulinas blancas, lápices mágicos y tintas de colores los participantes en este taller pasaron una divertida tarde haciendo dibujos, que no sabían cómo iban, hasta que el
“profesor” Marco les echaba la tinta y “aparecían” las imágenes. Después ya no aguantaban y ellos mismos “revelaban” sus dibujos con impaciencia. Participaron muchos niños y algunos adultos que al principio se negaban a pintar, pero que después se divirtieron tanto, o más, que los pequeños. Al final todos hicieron sus autorretratos y los pusieron en el piso de la sala 1 del Ateneo (junto a obras del 64 Salón Michelena) y se tomaron una foto felices de estar en tan importante espacio. Fue tan divertido que Rafael, el sobrino de Oswaldo que tiene 10 años, le preguntó: -Tío, ¿esto va a ser todos los viernes?
Los participantes trabajando en un pequeño cuento que Marco nos dictó. El texto iba así: Una mañana el zorro miró su sombra y se dijo: “hoy me comeré un camello”. Y pasó todo el día buscando un camello. Al mediodía volvió a mirar su sombra y se dijo: “mejor me comeré un ratón”.
Los libritos: ¿semillas? Eso espero.
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Marco Chamorro hace entrega de los materiales a los participantes.
Y comienzan a dibujar con velas. “No veo nada”, dice uno por allí. Ese día descubrieron que las velas no son hechas con parafina, sino con la misma tinta invisible que usan los espías.
Los más pequeños trabajando.
Marco Chamorro y los participantes de su taller.
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Exposición de ilustradores homenaje a Velia Bosh Textos y fotos: Oswaldo Rosales
El miércoles 5 de noviembre se inauguró en la Sala Alternativa del Centro Cultural Eladio Alemán Sucre el 3er encuentro Internacional con la literatura infantil en Venezuela con una exposición de 21 ilustradores, quienes Escritora Velia Bosch. realizaron sus imágenes en torno a poemas de la escritora venezolana Velia Bosch. En esta muestra, con la museografía de Argenis Agudo y la coordinación y el montaje de Oswaldo Rosales y Coralia López, participaron Vanesa Boulton, Eddymir Briceño, Marco Chamorro (invitado de Ecuador), Delia Contreras, Menena Cottin, Oswaldo Dumont, Gerald Espinoza, Adriana Genel, Luz Marina Gutiérrez, Yonel Hernández, Elisa Hevia, Laura Liberatore, Coralia López, Gustavo Lozada, Cristina Müller, Douglas Muñoz, Oswaldo Rosales, Carmen Salvador, Lucho Rodríguez, José Santander y Ramón Siverio. La exposición fue la atmósfera ideal para los foros que se realizaron desde el 6 al 8 noviembre en este evento que contó con la presencia de escritores, ilustradores, editores y promotores de lectura de nuestro país e invitados internacionales de Argentina, Ecuador y Portugal.
Cora y Pablo. Y en primer plano, el vehículo con el que Pablo viaja.
Coralia y Oswaldo organizando las ilustraciones.
Ahora sí: Argenis comienza a montar las ilustraciones. encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela 291
Cora medita, mientras Oswaldo trabaja.
Coralia se enfrenta a la gran pared anaranjada.
Montando las ilustraciones de la pared del colibrĂ. Oswaldo interviniendo con tiza los dibujos de Lourdes Armas.
Montando las ilustraciones de la pared del elefante.
Borrando detalles en la pared.
Pared del elefante: lista.
Pared del colibrĂ: lista.
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Velia Bosch: al borde de la imaginación Laura Antillano
Conocí a la escritora Velia Bosch en un Congreso de Literatura Latinoamericana en Caracas, en una época en la cual ella trabajaba como investigadora en el Celarg (Centro de Estudios Rómulo Gallegos) con la también escritora Carmen Mannarino. Velia al identificarme enseguida pasó a hablar de mi madre. Me contó que eran muy amigas, en tiempos en que mi madre vivía en la urbanización El Silencio de Caracas (una de esas maravillas diseñadas por Carlos Raúl Villanueva, y que para quienes nacimos allí de mi generación es un icono insaltable). Velia se veía a si misma como una joven liceista, con sus libros bajo el brazo, que iba a visitar a mi joven mamá, quien escuchaba sus poemas al mismo tiempo que tendía mis pañales en las cuerdas. Esa imagen la recordé muchas veces porque Velia siempre que me veía volvía a hacer el mismo relato. Entonces yo pensaba en el granito del piso, en el balcón de El Silencio, en los pomos de cristal de las puertas, y en los álbumes de fotos de cartulina negra, fotos en blanco y negro sostenidas con punteras sobre las páginas, y en mi mamá ordenándolo todo. Entonces leí su poemario “Dadme una rosa pura” y comencé a conocer más certeramente a Velia Bosch, la escritora, la poetisa.. Me interesó su poesía, su trabajo como investigadora, su labor docente, su profunda búsqueda en la obra de Teresa de la Parra. La profundidad de su paciencia en el recabar datos y analizarlos, la pasión que ponía en todo lo que significaba su búsqueda, su trabajo. Coincidimos en la ciudad de Coro en un Simposio de Literatura Venezolana, ella llevó una ponencia sobre Virginia Gil de Hermoso
a quien yo no había leído. La escuché con curiosidad, creció mi interés a partir de su lectura acerca de la escritora. Hablamos mucho, me llevé copia de aquello y busqué más información sobre Virginia Gil de Hermoso. Cada encuentro con Velia era un descubrimiento nuevo, de aspectos de nuestra literatura que vale la pena poner sobre la mesa. Después descubrí su trabajo acerca de literatura infantil. Ella estuvo en el grupo que inició AVELIJ, la asociación de literatura infantil y juvenil, con Ligia Bianchi, Jesús Rosas Marcano, Carlos Izquierdo, Ana Teresa Hernández y otras personas. La escritora se convirtió en una divulgadora de lo realizado por José Martí, el grane scritor cubano, a través del periódico “ La edad de oro”, el cual realizara a finales del siglo XIX en su exilio en Nueva York, para los niños de nuestra América Hispana. Velia se apasionaba profundamente por esa lectura e hizo adaptaciones de cuentos allí publicados por Martí, para los niños. Ella escribió poesía y lo hizo también pensando en la infancia. Fue una extraordinaria creadora de estrategias para el trabajo de la promoción a la lectura con niños y jóvenes, algunas de las cuales aparecen en su libro: Al borde de la imaginación, publicado en 1991. De hecho ganó un concurso en Europa otorgado a un juego de su inventiva acerca de la posibilidad de construir poemas a partir de procesos lúdicos. La sola imagen de Velia siempre me ha parecido grata y cercana. Ella es delicada y agradable, seguía las líneas de cortesía de una Teresa de la Parra, con suaves modales y extremo cuidado en su aspecto general, Con su esposo Gabriel Bracho tuvo una familia frondosa y estableció una especial complicidad. Me contaba hace pocos años, que mientras lo cuidaba en la gravedad de la enfer-
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medad de él, ella fue escribiendo los apuntes de su novela “Me creían mansa”, finalmente publicada en Maracaibo. Esta es su única novela y está dedicada a la memoria de su madre. Velia sentía un verdadero compromiso filial en la escritura de este libro, y en sus líneas lo pone al descubierto: ““Anda, dime algo aunque sea ahora para que puedas ser libre de tus fantasmas. Si te parece más fácil, escríbeme unos poemas o alguna novela. Deja de ser esa niña que has sido, siempre apegada a tus íconos de infancia.”( Velia Bosch, 2000:24) La protagonista de la novela, Galia, presiente la voz del fantasma de su madre que no la abandona. América, la madre en la novela, ha tenido una vida dolorosa, ha tenido dos hijos prácticamente sola, abandonada por un marido que solo existe en cartas y que jamás da la cara asumiendo ninguna responsabilidad, el hijo varón muere enfermo y la pequeña Galia queda cuidada por las tías de América, dado que esta viaja a Caracas en busca de independencia económica. La mayor parte de la novela se desarrolla en Ciudad Bolívar en una casona que aún existe, y que será el centro significativo de la trama fundamental de este libro, cuyos rasgos autobiográficos son innegables para la autora. Velia andaba entonces por esas tierras del “sol amado”, Gabriel Bracho, el pintor , su esposo, había fallecido ya y ella se encargaba de un Museo en su memoria, que correspondía a la casa natal del artista, en los Puertos de Altagracia. Ella conversó con mis alumnos del posgrado de Literatura Venezolana (Universidad del Zulia)sobre su obra, y tuvimos una particular intimidad porque ella señaló detalles significativos de su escritura relacionados con su vida personal y su vínculo con las tierras de la Guayana.
El recorrido que hace desde esa novela por la historia de Venezuela incluye tópicos como el papel de la radio durante la segunda guerra mundial, o las circunstancias de las inundaciones por el río en Ciudad Bolívar, que tienen un interés peculiar dentro del texto. Con relación a sus ensayos y su trabajo de investigación es muy interesante su profundización en la obra de Teresa de la Parra, las ediciones que preparó para la Biblioteca Ayacucho, la recopilación de imágenes, la bibliografía iconográfica sobre la escritora, su ensayo: “Esta pobre lengua viva de Teresa”. También una edición de la novela “El Recluta” de Virginia Gil de Hermoso con un estudio preliminar, y la reedición de la novela de Lucila Palacios “Reducto de soledad”. Como un gesto de fidelidad al territorio de su nacimiento e infancia, preparó una antología que reúne a los poetas de todo el territorio guayanés, los poetas del Orinoco. También recopiló la obra de los poetas zulianos en un libro titulado: “Gente del Lago: 44 poetas del Zulia”, libro publicado por la Fundación Zuliana para la Cultura, en Caracas. Siempre ha sido una hormiguita, o mejor una abeja trabajadora. Su actividad incesante ha trascendido a otros países, de hecho es conocida y leída fuera de nuestras fronteras. La invitamos a Valencia a una jornada parecida a la de Maracaibo, con un seminario de novela de autoras venezolanas, para conversar acerca de “Me creían mansa”. Nos acompañaban la escritora Luz Marina Rivas, quien es una de sus exalumnas, la escritora Lina Jiménez y la gente de la Maestría de Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo). Fue una noche grata, donde expuso y respondió preguntas del público, y ella fue muy ella misma, en el diálogo y en sus maneras. Queremos tenerla presente siempre así: Como la escritora curiosa y
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delicada, como la investigadora inteligente y minuciosa, como la profesora interesada y siempre dispuesta a acercar a sus alumnos a la información. Terminemos esta semblanza con palabras hermosas de la propia escritora acerca de la literatura que vale la pena leer. “Descartemos aquella literatura exclusivamente formativa e informativa, sus responsables pecadores e impenitentes, pertenecen a otras categorías humanas, Anclemos en esta, cuya única verdad debe ser el logro de un corpus estético capaz de lograr fascinación y el inenarrable placer de transportarnos a bordo de una invisible embarcación que únicamente conduce a mundos, seres y aventuras inéditas” (Presentación de “Al borde de la imaginación” Velia Bosch). Poemas de Velia Bosh, ilustrados para el 3er Encuentor internacional con la literatura infantily juvenil en Venezuela: Colibrí Llega raudo a mi patio el colibrí Arranca a la trompeta húmeda de la flor del lirio su débil vida su dulce carne ¡Campanillas! ¡Trinitarias! ¡Coquetas! están como vencidos a causa de este guerrero pecho de zafiro Están como vencidos por su espada-rayo Están como atrapados por su cola hélice que no sabe detenerse Nos quedamos todos pendientes de él mientras vuela por entre las rosas sin tocar sus tallos espinozos Los bambúes del patio están como felices de ser la jaula.
Amor de elefantes El elefante quiere viajar la hormiga lo ha invitado para esta navidad. El elefante sueña con volverse alfiler en el muelle lo espera un barco de papel. Mil gaviotas lo llaman y un pirata lo ve: -“este pobre elefante, en su mundo al revés no sabe que la hormiga es un sueño de él”.
Bibliografía Bosch Velia (1991) Al borde de la imaginación. Ediciones Alfadil, Caracas. Bosch, Velia. 2000. Me querían mansa. Fondo editorial Sinamaica. Secretaría de cultura del estado Zulia. Bosch, Velia, A los cinco grados de latitud Velia Bosch. Caracas :Gráficas Armitano Bosch, Velia, Angeles y ceremonias Velia Bosch. 1984 Bosch, Velia, Arrunango Velia Bosch; portada, Halina Mazepa de Koval ; ilustraciones, Lourdes Armas. Impresión de 1968 Gil de Hermoso, Virginia El recluta Virginia Gil de Hermoso; estudio preliminar por Velia Bosch , Caracas :Seleven [PQ8815 B6] Bosch, Velia, Esta pobre lengua viva: relectura de la obra de Teresa de la Parra: a medio siglo de las Memorias de Mamá Blanca Velia Bosch. , Caracas :Ediciones de la Presidencia de la República, Bosch, Velia Gente del lago:44 poetas del Zulia selección, prólogo notas Velia Bosch , CaracasFundación Zuliana para la Cultura Palacios, Lucila Reducto de soledad Lucila Palacios; prólogo Velia Bosch 1993 Caracas, Monte Avila editores. Bosch, Velia, Teresa de la Parra Velia Bosch. , Caracas: Ministerio de Educación, Dirección de Información y Relaciones, División de Prensa Bosch, Velia, Teresa de la Parra: conversación biográfica Velia Bosch; diseño y diagramación Antonieta Alemán; reproducciones Frank Balbi. 1986.
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Los participantes durante el proceso de inscripción.
Los participantes en el evento realizado en el Centro Cultural Eladio Alemán Sucre.
Laura Antillano y Luis Alberto Crespo.
Las jóvenes del comité organizador.
El stand de Alfaguara.
El grupo Valencia Danza Contemporánea dirigido por Juan Monzón.
Carolina Álvarez, Laura Antillano y Soledad Córdova.
Leonor Bravo.
Sofía Salazar, Luiz Carlos Neves, Silvia Dioverti y María Antonieta Izaguirre.
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Bautizo del libro de Alexander Hernández.
El grupo Valencia Danza Contemporánea dirigido por Juan Monzón.
Patricia Ortega, Sergio Gómez y Sofía Salazar.
Jesús Urdaneta.
Luis Alberto Crespo, Laura Antillano, Oswaldo Rosales, Coralia López, Argenis Agudo y Pablo Agudo.
Rui Zink y Laura Antillano.
Ángela Pradelli.
Juan Monzón invitando a los asistentes a disfrutar del grupo Valencia Danza Contemporánea.
Antonio Trujillo, Luis Alberto Crespo y Luis Alberto Angulo.
Marissa Vanini.
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Armando José Sequera conversando con jóvenes asistentes al encuentro.
Cristina Müller.
Luis Cedeño.
Silvia Maza y Coralia López.
Gonzalo Fragui, Enrique Arenas, Sofía Salazar, Soledad Córdova, Maén Puerta, Mireya Tabuas, Silvia Maza, Luiz Carlos Nevez, Marissa Vanini, Silvia Dioverti, Omira Bellizzio, Armando Carías, Laura Antillano y William Urdaneta.
Azul Urdaneta.
Eglée Chacín, Elvia Silvera y Silvia Maza.
Soledad Córdova y Jesús Pérez de Ciriza.
Marco Chamorro y Mercedes Piñero.
Henriette Arreaza.
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Enrique Arenas.
Oswaldo Rosales, Marco Chamorro, Abilio Padrón, Cristina Müller, Luis Cardozo y Ramiro Guevara.
Los libros de la Fundación editorial El perro y la rana.
Soledad nos cuenta el cuento de su conejo y llora.
Las jóvenes de la logística.
Asistentes a la exposición de ilustradores.
Luis Alberto Angulo, Mercedes Piñero, Carolina Álvarez, Antonio Trujillo y Wafi Salih.
Mireya Tabuas lee entre Luiz Carlos y Armando.
Antonio Trujillo nos lee un poema.
Armando Sequera firma autógrafos.
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ÍNDICE 2do. Encuentro Internacional con la literatura infantil en Venezuela Palabras para el inicio. Laura Antillano
5
Temas tabú para la literatura infantil La aldea, el origen, el sur. Sandra Comino Los temas tabú en la literatura infantil. Cósimo Mandrilo y Alicia Montero
6 10
Los ilustradores al banquillo El proceso de ilustrar. Oswaldo Rosales El papel del diseño gráfico en la edición de libros. Coralia López
17 18
La literatura va a la escuela La Lectura en tres etapas. Carmen Carrillo, Margot Carrillo Leer al derecho y al revés. Francisco Ardiles La lectura “real” y la lectura en la escuela. Rafael Victorino Muñoz Taller “la poesía en el aula”. Niddy Calderón Las madres como promotoras del proceso de lectura. Juan Manzano Kienzler Círculo de madres promotoras de lectura. Cleopatra Duvén “La magia de los libros”, un programa de promoción de la lectura. Mariela Peña
21 25 30 34 37 39 42
Medios de comunicación y promoción a la lectura Los muchachos de la radio: Una experiencia de comunicación. Alexander Hernández Los caminos de un guión para Sala 404: historias de niñas y niños pacientes. Lilian Maa’Dhoor Medios de comunicación y promoción a la escritura (y la lectura) Programa infantil: ¿Y que nombre le pondremos? María Eugenia Armas Escribir para jóvenes ¿Para qué jóvenes? Armando Carías El sitio de Imaginaria. Graciela Pérez Aguilar Taller de Creación Literaria para desarrollar a través de Internet. Carmen Carrillo Una escritura desliteraturizada. Silvia Dioverti Charla: Máximas y mínimas sobre estimulación de la lectura. Ricardo Mariño Cómo sembrar niños escritores Para pensar, rayar y jugar. La Revista Tereterito . José M. Milano M. Si yo te contara… Moraima Rodríguez Tenias La palabra, los títeres y la vida. Luis Rojas La poesía en la Escuela Básica. Arnaldo Jiménez Los niños y la poesía: La promoción de la lectura en el aula. Aurymar Granadillo ¿Existe la poesía para niños? Leer en el libro de poesía de la naturaleza Marissa Arroyal 300 encuentrointernacionalconlaliteraturainfantilyjuvenilenvenezuela
45 52 56 59 62 64 69 72
78 79 80 83 85 89
92 95 98
La tarea de Ivelice. Ramón Núñez ¿Existe la poesía para niños? Giondelys Montilla Ludismo, niño y poesía. David Figueroa Figueroa A los niños sólo les interesa la poesía o “el paisaje sale a volar con las mariposas”. Carlos Ildemar Pérez
103
Cuentos de miedo, historias policiales y otras aventuras Los libros de aventuras y las historias de piratas. Graciela Pérez Aguilar La puesta en escena del misterio. Eloi Yagüe
109 111
Diversidad en la Literatura Infantil latinoamericana: Afrodescendientes, pueblos originarios, otras propuestas Ni remota ni exótica sólo cósmica. Carlos Ildemar Pérez El compromiso de Monte Ávila Editores con los pueblos indígenas. Carolina Álvarez Arocha La Aldea, el origen, el sur. Sandra Comino
116 119 121
Literatura juvenil. ¿Quién quiere leer en la adolescencia? ¿Quién quiere leer teatro en la adolescencia? Marilúz Suárez ¿Quién quiere leer en la adolescencia? Mercedes Amanda Pena
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Editar para niños: ¿negocio o quimera? Editar para niños: ¿negocio o quimera? Pedro Parra-Deleaud Se buscan lectores. Adriana Rodríguez
133 134
Visitas a las escuelas Carlos Ildemar Pérez visitó la escuela La romanita El regalo de San Francisco de Sales. Arnaldo Jiménez Un cuento hecho realidad: Visita de los escritores Marissa Arroyal y Cósimo Mandrillo. Gabriela Ossais Salir de dudas . Elodia A. Flores de O. Visita de la escritora Sandra Comino a la U.E. Instituto experimental “Simón Bolívar” (Apucito). La visita de Benito Mieses a la U. E. “Teolinda Romero de Díaz”. Teresa Carrillo Eloi Yagüe en la Escuela Bolivariana “Juan José Flores” . Cleopatra Duvén
138 139 141 145 146 148 149
Presentación de libros La Montaña que vino del mar de Marissa Arroyal, El árbol de jugar de Cósimo Mandrilo, Una casa y dos muñecas de Malvina Vargas.
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Fotos del evento
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3er. Encuentro Internacional con la literatura infantil en Venezuela Acercándonos al acto de leer. Palabras para el inicio. Laura Antillano ¿Leer literatura en la escuela? Leer literatura en la escuela. Ángela Pradelli Apuntes sobre la lectura (en el contexto del proyecto leer es un poder) Enrique Arenas
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162 168
Lo fantástico necesario Lo fantástico latinoamericano. Armando José Sequera
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Propuesta de un repertorio para la escuela. ¿Qué leer? Patria y poesía del decir. Un repertorio de lectura para la escuela. Luis Alberto Angulo Mi relación con la poesía. Antonio Trujillo Literatura para todos los días. Plan de lectura. Wafi Salih
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Seducir por la lectura Textos y títeres. Maria Antonieta Izaguirre Cartas para la libertad. Proyecto de Promoción de Lectura Epistolar. Silvia Maza Diversidad de imaginarios en la literatura juvenil latinoamericana El Mito: punto de fuga para iluminar los caminos. Henriette Arreaza Cuatro voces en el camino de la identidad. Presentación de textos de cuatro autores ecuatorianos de literatura para niños. Leonor Bravo
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Los jóvenes son prioridad Decálogo del arte. Gonzalo Fragui Los diarios como libros de lectura. Ángela Pradelli
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La novela de aventuras ¿género juvenil? La novela de aventuras: ¿género juvenil? (Genética juvenil de aventuras) Marisa Vannini Por qué los dragones son necesarios. Silvia Diovertti
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La literatura subversiva desde la infancia Los lobos cambian de disfraz o la subversión de las hadas. Jesús Urdaneta ¿Subversivos? Los lectores. Mireya Tabuas Huellas. Rui Zink El teatro un atajo para acercar a los niños y jóvenes a la lectura. Maén Puerta
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Presentación de libros Criaturas de la noche de María Gabriela Ramos, Papá el escritor de Armando José Sequera, Historias de Fútbol de Maén Puerta, Décimas para acercarse al universo de Yldelfonso Finol, La abuela de las garzas de Daniel Otero. La radio, mi abuelo y yo de Alexander Hernández. Talleres y visitas a las escuelas La lectura y los bebés. Experiencias del Taller “Promocionando la lectura antes de nacer”. Azul Urdaneta Entrega la palabra a un joven y regresará convertida en poesía. Said Torres Crónica de los escritores en las escuelas. Gabriela Ossais El 3er encuentro de literatura infantil en la U.E. Francisco José Cisneros: ¡un evento especial! Eugenia Matié La visita de el escritor Rui Zink a la escuela UEE Ambrosio Plaza. Aracelis Reyes Herrera El poeta Gonzalo Fragui en el Liceo Nacional Bolivariano “Enrique Bernardo Núñez”, Christian Farías La Visita de Silvia Maza a la U.E. Teolinda Romero de Díaz en Güigüe Una Visita. Michelle Guillén Pérez Encuentro Literario en la Escuela Bolivariana “Pedro Castillo” . Richard Sirit Visita de Marissa Vannini a la Escuela Lic. Carlos Requena de Puerto Cabello Nallibir Rivero Silvia Dioverti y su “Gato enamorado” visitan a Fe y Alegría, Luisa Cáceres de Arismendi. Arminda Goncalves Los talleres del ilustrador Marco Chamorro en el Ateneo de Valencia. Coralia López y Oswaldo Rosales Exposición de ilustradores homenaje a Velia Bosh. Oswaldo Rosales Velia Bosch: al borde de la imaginación. Laura Antillano Fotos del evento
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Este libro se imprimi贸 en noviembre de 2009 en los talleres de la Fundaci贸n Imprenta de la Cultura. Se imprimieron 2.000 ejemplares Valencia, Venezuela.