EL ESPAÑOL DE AMÉRICA Justo Fernández López El español llevado a América por los conquistadores evolucionó de distinto modo según las regiones y las zonas de influencia de las lenguas indígenas. Todo dependió también del nivel de cultura de cada región: así no se puede comparar la región de Río de la Plata, de escasa cultura, con las altas culturas de los mayas y de los aztecas en Mesoamérica o la de los incas en los Andes. Es importante para estudiar la evolución del español de América tener en cuenta que los conquistadores eran de diferentes provincias españolas. Las diferencias entre el español americano y el castellano peninsular son, sin embargo, no tan grandes como a veces se piensa. Las características típicas del castellano de América se encuentran ya en la península: Canarias, Andalucía, Galicia. Ya Colón llevó en sus viajes intérpretes. Él sabía las lenguas mediterráneas y sus intérpretes dominaban lenguas asiáticas. Al llegar a la isla El Salvador, comprobaron que los indios no entendían ninguna de las lenguas de los intérpretes. Colón tomó en su barco a cinco indios, que asustados se tiraron al mar y cuando llegaon a Santo Domingo no quedaba más que uno de ellos. Al llegar a Cuba con unos indios de Haití, después de dos semanas de viaje, los indios ya conocían algunas palabras españolas. Se entendieron algo con los cubanos, notaron el parentesco entre la lengua de los indios de El Salvador, de Cuba y Haití. Era la lengua llamada el taíno, que tiene una importancia principal en la historia de la lengua española. No quedan restos del taíno, por lo que no sabemos cómo era esa lengua. Pero esta lengua fue la que más influyó en el español americano, más que el náhuatl de México o el kechua del Perú. El taíno fue la primera lengua que conocieron los españoles en América y recogieron las palabras indígenas para nombras las cosas que no tenían o no conocían de España. Así pasaron al español las primeras palabras indígenas: “maíz, canoa, tabaco, bohío”. Era el taíno una de las más pequeñas lenguas indígenas. Si se suman los americanismos, la lengua española tiene más americanismos que vocablos de origen e influencia árabes. No existe una uniformidad lingüística completa en la América Hispana, pero sus variedades son menos discordantes entre sí que los dialectismos peninsulares. Sin embargo, es hoy más uniforme el español en Hispanoamérica que lo era cuando ésta pertenecía a España. Esto se debe a que en el siglo XIX se multiplicó la instrucción pública, con lo que se redujo el analfabetismo. La escuela ha sido el instrumento de la uniformidad, de modo que el español escrito es como el de la península, prescindiendo de determinadas formas léxicas. El español no ha producido ninguna lengua criolla. La lengua criolla es una simplificación de la lengua corriente para reducirla a sus elementos primarios. Se reducen las formas verbales, el singular y el plural, los géneros se suprimen, queda una sola forma. Es la omisión de las partes orgánicas de una lengua que pueden ser difíciles para el aprendizaje. Es la reducción de la lengua alpasar de una cultura superior a una inferior. El francés ha producido muchos dialectos criollos. Al salir de Francia, el francés empieza a perder fuerza, p. e. en Haití. El protugués ha producido también mucho criollismo. EL inglés tiene varias formas criollas, como en Guayana. El único ejemplo de presunta lengua criolla del español es el papiamento, que en el fondo tiene influencia portuguesa, holandesa y española sefardita. No es una lengua criolla española, pero sí portuguesa. Los judíos españoles expulsados de España se fueron a Holanda y de allí pasaron a Curazao, de ahí viene la influencia del español en el papiamento. ¿Por qué el español no tiene criollismo? Santo Domingo habla español, mientras que Haití habla criollo y no francés. Se debe a la tradición española del buen hablar que ha contribuido a la unidad del español en América. En España el sentimiento de hablar bien pasa a formar parte del carácter. El hablar bien es señal de señorío, aunque falten las riquezas, la lengua iguala en grandeza y señorío a todos. Una palabra mal dicha que puede despertar la sonrisa de los demás es una vergüenza que hace sentirse inferior. La sobrevalorización de la persona, típica de la mentalidad del español “moderno”, potenció este rasgo del carácter. Es extraño que siendo España un país de gran diversificación, tan quebrado y lleno de contrastes, con tantas regiones, sel el país de Europa de menos dialectos, el más uniformo. Más dialectos hay en Francia, Portugal o Italia. Este sentimiento de incorporarse a lengua correcta siguí íntegro al extenderse el español por el mundo. Es una preocupación que ha ido con la cultura española misma. En Hispanoamérica se ha exaltado la preocupación y el sentimiento de la lengua correcta. La sensibilidad frente al lenguaje incorrecto es casi patológica. Se está siempre en guardia por el idioma. Desde que se nace, el hablar mal es ser víctima de la burla de todos. Hay gran preocupación por los defectos en el hablar. Las zonas de influencia indígena en la lengua hispanoamericana Las diferencias entre las diversas zonas no son grandes y están determinadas por los diversos substratos indígenas, la época de colonización, la geografía, la inmigración, etc. Primera zona Comprende México y América Central. El náhuatl es la lengua indígena más importante hablada por los aztecas y en las regiones de las mesetas centrales de México. Se llama nahua al grupo étnico del tronco uto-azteca que habitaba en la meseta del Anahuac. El nahua consta de tres dialectos: náhuatl, náhual y náhuat. Es el grupo lingüístico prehispano más importante de Mesoamérica. El náhuatl-azteca es la lengua que más ha influido en el español, sobre todo en lo tocante al léxico. La otra lengua indígena de esta zona es el maya-quiché (el quiché) hablado en la península de Yucatán, Guatemala y Honduras. La familia lingüística mayaquiché comprende está repartida entre varios grupos étnicos, el principal es el maya. Sin embargo, el maya tiene un interés prácticamente sólo arqueológico. Vocablos tomados del náhuatl-azteca son: cacao, chicle, chocolate, tomate, tiza, tocayo (persona del mismo nombre), hule, jícara, petate. Segunda zona Comprende las Antillas españolas de Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico, así como gran parte de Venezuela y la costa atlántica de Colombia. Las principales lenguas indígenas de esta zona son el arawac (arahuac) y el caribe, que suelen unirse bajo el nombre común de “lenguas de las islas”. Tanto la población como las lenguas indígenas de las Antillas han sido completamente extingidas. El español de estas zonas tiene rasgos arcaicos, y especialmente en Santo Domingo se semeja mucho al de Castilla. El ser la primera zona colonizada, y la influencia de centros como la Universidad de Santo Domingo, la Audiencia y el Arzobispado, han contribuido, sin duda, a la conservación del habla peninsular.
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El arawac era un grupo lingüístico que se extendía de la actual Florida del Sur a Venezuela y las Guayanas, y hacia el sur hasta Bolivia y el Brasil. Eran tribus más pacíficas que guerreras. Un dialecto del arawac era el taíno. Del arawac y del caribe recibió el español las primeras palabras: patata, cacique, canoa, hamaca, tiburón, tabaco, maíz, sabana. La familia de los caribe se extendió desde el Amazonas a Florida. Los caribe eran una tribu guerrera, grandes navegantes, enemigos de todo lo extranjero. De ahí deriva el nombre de Caribe (caríbal – caníbal). Tercera zona Comprende la región andina de Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Norte de Chile. El kechua (o quichua) es la lengua indígena má importante. Esta lengua se mantiene viva en la actualidad debido a la gran proporción de población que la sigue hablando. Aparece muy mezclado con el aymará (o aimará), lengua del pueblo amerindio que habita el altiplano andino, entre Bolivia y Perú, especialmente en torno al lago Titicaca. Esta lengua es hablada por el 30% de la población de Bolivia. Es muy importante la diferencia entre las dos partes montañosas en las que el español es más puro y arcaico, y las de la costa o tierras bajas (este fenómeno es general en la América Hispana, excepto en Chile). Los quechuas eran una tribu emparentada con los aimará; ambas familias representaban el grupo étnico andino, base del imperio inca (hoy Bolivia y Perú). De los quechuas, por el camino de Pizarro, recibió el español varios vocablos: caucho, coca, chicha (bebida sacada del maíz), llama, cóndor, vicuña, pampa (llanura), papa (patata). Cuarta zona Comprende Chile. El mapuche era la langua de los araucanos. Esta lengua se ha perdido y la población quedó completamente absorvida. El aparente andalucismo de esta zona coincide con el de las tierras bajas. La geografía y el especial aislamiento de Chile han dado un carácter especial a esta región, tanto en el periodo hispano como en la actualidad. Del mapucha recibió el español varios vocablos: poncho (capote de monte), guata (alemán ‘Watte’), ruca (choza). Quinta zona Comprende Argentina y Uruguay. En esta zona de Río de la Plata, la población y su lengua han sido eliminidas y sólo compiten con el español los extranjerismos (italianismos principalmente) de la población inmigrante. La avasalladora magnitud de las capitales hace que sean grandes las diferencias entre el habla rural ( gaucho) y la de Buenos Aires y Montevideo (porteño), muy caracterizada por el voseo y por los abundantes barbarismos que dieron lugar a la creación de un dialecto o jerga, el lunfardo. El nombre ‘lunfardo’ se deriva de lombard, ‘lombardo’, por la mala fama mercantil de los de dicha procedencia. En este ambiente surgió una jerga delincuente en Buenos Aires. Sus diferencias con el castellano son meramente léxicas, con aportaciones del inglés, francés, italiano y de germanías españolas. Otras palabras lunfardas surgieron por inversión, metáforas, etc. Popularizado por el tango, ha perdido su función original, adquiriendo más tarde cierto carácter literario. Sexta zona Comprende el Paraguay y algo del norte de Argentina. El Paraguay es el país americano que con mayor vigor conserva la lengua indígena, el guaraní; hasta tal punto que la mayor parte de la población se puede considerar como bilingüe. La abundancia de hispanismos en el guaraní contrasta con la escasa influencia de esta lengua en el español. El tupí pertenece al grupo étnico brasílido entre los ríos Paraná y Paraguay. En el momento del descubrimiento de América, estas tribus ocupaban el Brasil, las Guayanas y el Amazonas. El guaraní se mezcla en los confines con el Brasil con el tupí formando el tupí-guaraní. Fue la familia lingüística más extendida por América del Sur. En aquel entonces cubría los territorios siguientes:Centro y Sur de Brasil, Paraguay, Bolivia, Argentina y Uruguay. Hoy quedan pocos grupos puros que hablen tupí-guaraní. La lengua tupí-guaraní está saturada de más de cinco mil hispanismos léxicos, además de la fuerte influencia gramatical por parte del español en esta lengua indígena. Palabras tomadas del tupí-guaraní: jaguar, ananas (los españoles también la llama piña), yacaré (caimán), tapioca (fécula de yuca). Zonas con dialectismo criollo Negro-Español Cuba, Puerto Rico. La gran proporción de antiguos esclavos negros en estas islas ha impuesto varias características al habla de las clases populares, principalmente en la capital de Cuba: la pronunciación de la s en lugar de la r ante consonante (‘casne’, ‘vendeslo’), el uso de la tercera persona del singular de los verbos como única forma general (‘llama’, ‘hace’) y la confusión del género de los sustantivos (‘la buey’) son las variantes más importantes. Papiamento Curaçao, Aruba y Bonaire. La población negra procedente de colonias portuguesas, el dominio holandés, que impuso la lengua oficial, y la influencia del español, a través de los judíos españoles emigrados a Holanda, son los factores que han intervenido en la formación del papiamento que habla casi toda la población de las tres islas.
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El papiamento es una mezcla de portugés, judeo-español y holandés. El nombre viene del verbo papiar = ‘hablar’. Las características más acusadas son la extrema simplicidad gramatical: sustantivos invariables, es decir, sin declinación, género o número; reducción del verbo a una especie de infinitivo invariable, y mezcla de palabras española, portuguesas y holandesas. Peculiaridades del español americano Las primeras influencias de las lenguas indígenas en el español se deben a nombres de plantas o animales o cosas para los descubridores desconocidas. Hoy en día hay un sinnúmero de vocablos de uso corriente en Hispanoamérica y desconocidos en España, todos de origen indígena: china, guajira, chacra, choclo, etc. Pero de mayor interés son los cambios fonéticos y semánticos que experimentan los propios vocablos españoles usados en Hispanoamérica. Muchas veces estos vocablos están más conformes con el espíritu del idioma que los que se hallan en España en uso, por ejemplo: grabadora se llama en Hispanoamérica al magnetofón; estacionamiento, a lo que en España se llama aparcamiento. Factor de unidad y de conocimiento mutuo de las variantes entre España e Hispanoamérica es la difusión desde los años sesenta de la literatura nueva latinoamericana, además de la labor conjunta de la Real Academia Española (RAE) y las Academias nacionales de América, que trabajan para hallar soluciones léxicas comunes y dirigir la evolución coherente del idioma. La lengua española llega a América en un momento crucial de su desarrollo: es el momento en el que está sufriendo sus transformaciones más profundas con el cambio o simplificación de su sistema fonológico y, en general, el tránsito hacia el español moderno. Los primeros pobladores y colonizadores de aquellas tierras son andaluces y canarios en su mayoría, e imprimen el carácter de su modo de hablar en aquellas zonas. De ahí la semejanza que se encuentra entre Hispanoamérica – principalmente las Antillas – y Andalucía y Canarias. Añadamos la intervención de la predicación de los misioneros, y el desarrollo posterior debido a la inmigración de diferentes provincias españolas y de países europeos (por ejemplo, la gran migración gallega a las Antillas, a México y a Argentina en el siglo XIX y XX, o la de los italianos a Venezuela y Argentina). Se calculan en 123 las familias de idiomas indígenas que han dejado huella en el habla del español hispanoamericano. Las diferencias se produjeron también por proceder los colonizadores y conquistadores de diferentes regiones españolas que en el siglo XVI y XVII aún no habían nivelado sus diferencias idiomáticas regionales. Fonología Seseo o pronunciación de la z y de la c ante e/i como s. Yeísmo o pronunciación de la /ll/ como /y/: caballo = cabayo. Hay zonas en las que aún se conserva la distinción: en los Andes colombianos, en algunas proncincias del Ecuador, en casi todo el Perú, Bolivia, Paraguay, Norte y Sur de Chile, y en partes de Argentina. En las zonas del Río de la Plata el yeísmo ha sado incluso a un zeísmo (/j/ francesa como en ‘jornal’) ensordecido: calle = ‘catze’). El seseo y el yeísmo han sido reconocidos como formas legítimas de expresión en los congresos de las Academias americanas de los años 1956 y 1962. Aspiración o pérdida de la /s/ en posición silábica posnuclear (-s final): este = ‘ehte’, mosca = ‘mohca’. Esta aspiración está muy generalizada en toda Hispanoamérica, lo mismo que en la parte meridional de España. Tanto aquí como allí, esta /-s/ puede desaparecer originando a veces un cambio de timbre vocal. Esta pérdida se produce en el centro de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, costas de Colombia, Venezuela y Panamá. Ejemplo: las casas = “lah’casa”. Pronunciación de la /j/ como /h/ aspirada: mujer = ‘muher’. Aspiración de la /h-/ inicial procedente de la /f-/ inicial latina: hilo = ‘hoilo’. Reducción de los grupos consonantes: doctor = dotor, digno = dino, perfecto = perfeto, como ocurre también en partes de la Península. Confusión mutua de /r/ y /l/: pierna = ‘pielna’, soldado = ‘sordao’. Frecuente traslación del acento: país = ‘páis’, maíz = ‘máis’. Todos estos rasgos son comunes al dialecto andaluz, que ejerció una decisiva influencia en los tiempos posteriores al descubrimiento de América, por ascender el número de andaluces emigrantes al 60% del total de los españoles y portugueses que fueron a América hasta 1519; y el número de las andaluzas, al 67% de todas las mujeres emigradas a América. Todos los fenómenos fonéticos que mencionamos arriba se encontraban ya en pleno desarrollo a finales del siglo XV en Andalucía y en las Islas Canarias. Las pronunciaciones regionales toleradas en la prosodia culta no están representadas en la ortografía actual. Morfología Voseo o uso de ‘vos’ en lugar de ‘tú’ y de ‘ti’ en Argentina, Uruguay, Paraguay, América Central y el estado de Chiapas en México. Es un rasgo arcaizante del español que tiene su origen en un estado de cambio que sufrió el castellano de España hacia 1500. El ‘tú’ era usado para el trato familiar y con inferiores. Para el tratamiento de respeto se usaba el ‘vos’, sustituido poco después por ‘vuestra merced’, del que viene el actual ‘usted’. Así ‘vos’ cayó en desuso en España, donde se fijó el sistema ‘tú-vosotros’, ‘usted-ustedes’. Al propagarse ‘usted’ por América, fue ‘tú’ la forma que quedó relegada en algunas zonas y ‘vos’ pasó a ocupar su lugar para el trato familiar. El sistema americano del voseo quedó, pues, así: Singular (familiaridad): vos, te, tu, tuyo (cortesía): usted
Plural ustedes (para ambos casos)
El uso de ‘vos’ es compatible con ‘te’: “vos te debés lavar mejor”. Las formas pronominales ‘vos, ‘te’, etc. se combinan normalmente con la forma del plural del verbo: “vos querés” / “vos eres” / “vos sos”. ‘Vos’ afecta a la acentuación de la forma verbal que acompaña y con ello a la antigua vocal tónica, que ya no diptonga: “vos tenés” = tú tienes; “vos rogás” = tú ruegas. En Chile, Ecuador y Colombia, interior de Venezuela y Costa Rica, el voseo concurre con el ‘tú’. En el resto de Hispanoamérica se generalizó el ‘tú’. Loísmo o conversación de ‘lo’ como objeto directo en acusativo para persona singular masculina, frente a ‘le’ como dativo: ‘lo veo’ (en España se admite la variante ‘le veo’). América: ‘lo veo y le doy el libro’; España: ‘le veo y le doy el libro’. Lo que es incorrecto es el laísmo, tan extendido en Castilla: ‘la veo y la doy el libro’, en vez de ‘la veo y le doy el libro (a ella)’.
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Acentuación analógica de alguanas formas verbales del subjuntivo: ‘váyamos’ (por ‘vayamos’), ‘puédamos’ (por ‘podamos’), ‘puédais’ (por ‘podáis’). Estas acentuaciones también aparecen en la Península. Conservación de formas verbales arcaicas: ‘Semos’ (por ‘somos’), ‘dea’ (por ‘dé’), ‘estea’ (por ‘esté’), ‘traya’ (por ‘traiga’), ‘haiga’ (por ‘haya’). Estas formas arcaicas están muy extendidas por todo el mundo hispano. Abundante uso de aumentativos y diminutivos, incluso de adverbios y gerundios: ‘platita’ (dinero), cansazo, ranchito, suavecito, ahorita, prontito, corriendito. Variaciones de género desconocidas en España: comedianto, bachillera, el llamado, la insultada, la conversada. Sintaxis Mayor empleo del perfecto simple (o pretérito indefinido) en lugar del pretérito perfecto o perfecto compuest o: ‘lo vi’ (en vez de ‘lo he visto’). Este uso está también muy extendido en el norte de España. Tendencia a utilizar verbos de movimiento en forma reflexiva (así como verbos de reposo): ‘venirse’, ‘entrarse’, ‘huirse’. Empleo de formas como ‘atrás mío’ (= por detrás de mí), ‘delante suyo’ (= por delante de él), ‘cerca nuestro’ (= cerca de nosotros), ‘lejos nuestro’ (lejos de nosotros). Conservación del empleo puramente temporal de las formas verbales en /-ra/, procedentes del pluscuamperfecto de indicativo latino (lat. ‘cantaveram’ = esp. ‘cantara’). Es el empleo de una forma, que hoy pertecene al subjuntivo en español, con el valor de indicativo que tenía originariamente en latín: ‘según escribiera entonces’ = según había escrito entonces. Este empleo se encuentra en textos escritos también en España. Hipérbaton en las Antillas en oraciones interrogativas: ‘¿Qué tu quieres’ (= ¿Qué quieres tú?). Sustitución en algunos países de Centroamérica del futuro por la expresión ‘va y + presente de indicativo’: ‘no se alegre, porque va y no viene’. Semántica Acepciones distintas en voces ya conocidas: bregar = trabajar catar = mirar cobija = manta coger = significado sexual cueriar = azotar curioso = cuidadoso demorarse = tardar escobilla = cepillo guapo = valiente mercar = comprar pararse = levantarse / ponerse de pie ponerse bravo = enfadarse prometer = asegurar En español, ‘andar’ incluye ‘caminar’; ‘caminar’ conlleva la idea de ‘andar a pie’. En América, ‘caminar’ llega a ser forma general en lugar de ‘andar’; este último es un término más rebuscado. Muchos vocablos tienen sentido diferente en español peninsular y en español americano por conservar en América el valor arcaico ya perdido en España: ‘pollera’ = ‘falda’. Uso frecuente de frases especiales: ‘recién’... (= nada más ...), ‘¿cómo no?’, ‘¿cómo le va yendo?’, ‘más’ (= nada más). Abundancia de colectivos: ‘muchachada’, ‘criollada’, ‘mujerero’, ‘caballada’, ‘carnerada’, ‘balacera’. Incorporación de extranjerismos: ‘rentar’ (en México = alquilar); ‘carro’ (coche). En Centroamérica y México, ‘hasta’ en vez de ‘recién’: ‘hasta hoy empecé a jugar’ (= recién hoy empecé a jugar). Idea negativa en diferentes expresiones: ‘¡qué va!’, ‘¿de dónde?’, ‘¡ni modo!’. El tan generalizado ‘¡cómo no!’ es una forma interjectiva con el significado de ‘naturalmente, sin duda, claro, ya lo creo’. Galicismos: ‘es por eso que’, ‘y es entonces que vino’. Vocabulario americano Si en Buenos Aires una mujer quiere comprarse un vestido y pregunta dónde hay un comercio de modas, recibirá la siguiente respuesta: Siga esta vereda (acera), y a las cinco cuadras (manzanas) ha de ver un negocio que tiene polleras (faldas) y sacos (chaquetas) en la vidriera (escaparate). Un español va a México y para el desayuno le ofrecen bolillos, humildes panecillos que no hay que confundir con las teleras, en Guadalajara llamadas virotes y en Veracruz cojinillos. Al salir del bar puede decidirse a tomar un camión (ómnibus, que en Puerto Rico o Cuba llaman la guagua) o si llama al ruletero (taxista que da más vueltas por la ciudad que una ruleta). A no ser que alguien le ofrezca amistosamente un aventoncito (un empujoncito), que es una manera muy cordial de acercarle al punto de destino. En Venezuela a esta clase de empujoncito se le llama colita, y en Puerto Rico, un pon. Si quiere limpiarse los zapatos en la calle en México, tiene que recurrir a un bolero que se los bolea en un santiamén (Cantinflas ha hecho una película famosa con el título de El bolero de Raquel). Si llama por teléfono en México, apenar descolgar el auricular oye ¡bueno!, lo que le parece una aprobación un poco precipitada. Pasea por la ciudad y le llaman la atención los letreros se renta por todas partes (se venden coches, pisos, casas, etc.). Otros anuncios: ventas al mayoreo y al menudeo; ricas botanas botanas todos los días (lo que español se llaman tapas; en Argentina, ingredientes; en Venezuela, pasapalos). En México se ven establecimientos llamados tlapalerías (venta de toda clase de pinturas, en alemán se diría ‘Farbenhandlund’; incluye también ferretería), misceláneas (tiendas de quincalla), rosticerías. En México el Zócalo (alemán ‘Sockel’)es una plaza imponente.
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Si le dicen que a un amigo le va muy mal porque se ha llenado de drogras, quieren decir que está lleno de deudas. En Argentina los estudiantes toman exámenes para que no los aplacen. Al terminar la carrera alcanzan la categoría de egresados. En Bogotá nos saludan con la pregunta de cómo nos acaba de ir (= qué tal nos va). En Colombia nos ofrecen un café y nos preguntan si nos provoca un tinto o un perico, quiere decir, si queremos un café solo o cortado. En Puerto Rico, postularse es presentarse como candidato, acueducto es una alberca, pantallas son pendienes, pronto es la entrada que se paga cuando se compra algo a plazos, abanico es un ventilador, y las palabras bicho y polilla tienen un significado obsceno. Si le dicen en México que hasta las ocho hay tren, quieren decirle que no hay tren antes de las ocho. Si le dicen que el tren sale desde las nueve, no debe entender que habrá un tren cada hora a partir de las nueve, sino que el único tren que hay sale a las nueve. En Puerto Rico les despedirán diciéndoles que gocen, para desearles que lo pasen bien o que se diviertan. Una señora en Cuba se pone muy brava si los dependientes de un comercio no la han atendido como se debe. En Argentina, el alumno le pide disculpas al profesor pidiéndole que no lo rete (= no lo riña). En este país, prolijo significa cuidadoso y esmerado. Tenemos marcados ejemplos de arcaísmos en toda Hispanoamérica. Se trata de vocablos que en España pertenecen solamente al nivel literaria y no al coloquial: afligirse (apurarse), angosto (estrecho), dañar (estropear), enojarse (enfadarse), liviano (ligero). Tenemos vocativos con posesivo antepuesto: mi hijito, mi amigo. Niño o niña como signos de respeto: ‘el niño Santos y la niña Juliana’. Fórmula de trato en Argentina es la apelación con che y la despedida porteña con chau. Hay un sinnúmero de vulgarismos en Hispanoamérica: josticia, melitar, cevil, sepoltura, mesmo, tiniente, dispusición, malino, coluna, dotor, agüelo, güeno, trigunal, dijunto, truje.
castellano andaluz antillano mexicano chileno rioplatense
Caracteres regionales del español imperioso, grave y sonoro vivaz y gracioso dulce como la piña y suave como la papaya circunspecto de alegres altibajos melódicos pausado e insistente El problema del sustrato y de la influencia de las lenguas indígenas en el español americano
Los estudios del sustrato en la lengua americana se caracterizan por su falta de rigor y seriedad. Tanto la tesis que exagera el sustrato como la que lo minimiza están cargadas de ideología nacionalista, proindigenista o prohispana. En general, se puede decir que se ha exagerado demasiado la existencia de un sustrato indígena: Los autores que se han ocupado de este problema son: Amado Alonso y Enríquez Ureña. La polémica no se debe tanto a la defensa o no de la existencia de sustratos, sino más bien a la valoración y medida del sustrato en la lengua americana; se puede exagerar y querer ver todo problema lingüístico como problema de sustrato indígena, y se puede minimizar negando la influencia del elemento indígena en la lengua. A veces la confusión surge por la falta de diferenciación clara de los términos: Sustrato designa las interferencias del español amaricano con las lenguas indígenas. En este sentido, hay casos de verdadero sustrato en Hispanoamérica. Por ejemplo, en los Andes la palabra vidala, el sufijo quechua la es un posesivo; vidala significaría ‘vida mía’. O la terminación yucateca en eco, que viene del nahua –ecatl, que es un formador de gentilicios. Adstrato se da cuando, en situación de convivencia con una lengua viva, el hablante transplanta sus hábitos lingüísticos al español; pero en este caso no se trata de influencia del sustrato. No hay que confundir el adstrato con una situación de bilingüismo. El problema está en determinar si una peculiaridad se debe al sustrato, al adstrato o a la evolución interna del sistema lingüístico. Grado de influencia de las lenguas amerindias en el español: § A nivel fonológico o fonético no ha habido modificaciones. § A niver morfosintáctico (gramatical), tampoco. § A nivel léxico, sí: Palabras de origen americano son en su mayoría de origen antillano: del taíno y arawac por la primacía del contacto histórico (las Antillas fueron las primeras regiones de contacto en la Conquista de América). Le sigue en importancia la influencia del náhuatl (México) y luego del kechua (los Andes). Menor importancia tiene la influencia del guaraní (Paraguay). Del araucano (Chile) hubo poca influencia. Y del maya (Yucatán, Honduras, Guatemala) muy poca. La importancia del préstamo indígena no depende de la importancia del idioma indígena, sino de la primacía del contacto histórico, como es el ejemplo de las Antillas. La inteferencia lingüística en Hispanoamérica se ha presentado siempre como un tema más bien polémico y apasionante, pero no se ha estudiado con criterio puramente lingüístico, sino con criterio histórico-político que impide la investigación. Así los hispanistas niegan la fuerza del sustrato indígena, mientras que los indigenistas exageran la fuerza de este sustrato. Para el profesor Lope Blanch, la posición ideal es la intermedia. Los términos poco, mucho, bastante en interferencia son términos relativos. “Observemos que el árabe, tras 800 años de convivencia con el español, dejó solamente léxico y no huellas que calen en lo profundo del sistema lingüístico español”. Hay que distinguir lo que es efecto del sustrato de lo que es sólo préstamo léxico.
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