Jose Pedroni

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José Pedroni

Fábrica


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Misa Negra

¿A qué dios del infierno están rindiendo culto estos torvos herreros? De las cuarenta fraguas encendidas sube un pesado incienso.

Con el brazo del frío alrededor del cuello, en la mañana limpia he venido a ver esto.

Los herreros me miran hoscamente. Yo no soy uno de ellos. Toda la cara, bajo sus miradas, se me llena de dedos.

Hay una puerta grande como la de los templos. En la puerta estoy yo, cada vez más pequeño.

El aire ya se ha puesto irrespirable; todo el aire está negro. Es como si una nube de tormenta se hubiera metido adentro, 3


quedรกndose enredada en las vigas de hierro.

Suenan los martillazos. Se oyen gritos blasfemos. Jarros de agua le arrojan a la cara del fuego, y el fuego, enardecido, le saca la lengua al techo.

En el techo estรก el humo. Le ha entrado miedo. Huye por las ventanas al camino quebrรกndose los remos. Por caballos del aire se hace llevar al cielo.

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Fundici贸n

Viejo avaro es el hierro. Es necesario el horno y mil doscientos grados de tormento para que entregue el oro. Abajo est谩n las escudillas a la espera del chorro.

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Tú, en la fábrica

Por la ventana abierta ha entrado un pájaro, y está aquí, entre las máquinas, un poquito asustado.

Por la ventana abierta ha entrado un pájaro, que otra cosa no eres con tu vestido blanco.

La llama sigilosa te sigue, por quemártelo. Estrellas de los yunques estallan a tu paso. Ruedas de dientes negros muerden tu olor a nardo.

Por la ventana abierta ha entrado un pájaro. Lo están diciendo el fuego que se llenó de brazos, y el hierro que se apura a ponerse dorado, y el humo que se va derecho al cielo 6


con tu vestido blanco.

¡Por la ventana abierta, vuelve mañana, pájaro!

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Muela esmeril

Tú. Tú le mataste, mala. Tú le diste en el pecho la tremenda pedrada.

Él cayó contra el suelo con toda la cara, en la boca la forma de lo que cantaba.

La canción empieza con “a”. Tal vez fuera amor la palabra; tal vez Amelia; tal vez amada.

Como si hubiera chocado con otra piedra mala, paróse, sacudiéndose, el barco de la fábrica.

De la sacudida, cuanta gente pálida. Los fuegos se apagaron y derramóse el agua. 8


El humo, ¡cómo huía por todas las ventanas!

Tú. Tú le mataste, mala. Tu, por reventarte como una granada.

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Accidente

El dedo está en la viruta; en el montecillo de viruta blanca; el dedo con su anillo; el dedo con su alianza. Veinte obreros lo buscan. Todos tenemos miedo de la montaña.

En la “silla de oro” de cuatro manos bastas, a él ya se lo llevaron a la primer farmacia. Iba como dormido. Ya no lloraba. Vacía de sangre la cara pálida.

Por aquí pasaron… –dicen las manchas–. Hay una redonda sobre una piedra blanca. Hay una redonda como una mirada.

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La duna movediza se desparrama. Cuarenta pies remueven las serpentinas blancas, en carnaval absurdo de graves máscaras. También mis pies ¡o madre!, como en mi infancia.

Mis manos no se atreven: tiemblan amargas. Hay víboras debajo de la maraña.

Tiene un anillo de oro. Tiene una alianza. ¡Haz que yo no lo encuentre, madre del alma!

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Taberna

ÂĄDejadlos que beban el vino negro! Hoy es dĂ­a de paga, y el vino es bueno.

Un mes seguido machacando hierro. En la garganta tienen el fuego.

A la tierra desciende, tabernero. De la tierra suban los jarros llenos.

Vino de uva pisada por lagareros; vino que huele a fuerza, para el herrero.

De la tierra suban los vinos gruesos. Con jarros de vino se mata el fuego. 12


Ponle a la puerta tranca de hierro, y abre la otra que estรก en el suelo.

Abajo espera tonel obeso; tonel echado: desnudo cuerpo.

ยกTodos a la tierra de seno fresco! ยกBajad a la tierra, herreros!

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Paga

Mamá Angustia, en la puerta, llora y da de mamar; llora porque su hombre en la taberna se está bebiendo el jornal.

No llores, mamá Angustia, que tu niño bebe tu mal. Míralo, en la luna de tu pecho, dispuesto a lloriquear.

Yo iré, si tú lo quieres, a buscar a tu Juan, que ha perdido el camino de tus ojos y no lo puede hallar. Le diré que tu mesa ya está puesta debajo del parral, con su jarra de vino de Mendoza y su redondo pan…

Pero que nunca llores la puerta cuando das de mamar; nunca las dulces lunas de tu pecho se hagan lunas de sal.

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Tu hombre es un herrero. Lo debes recordar.

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DATOS BIOGRÁFICOS (Gálvez, 1899-Esperanza, 1967) Poeta argentino. Su obra exalta en un tono lírico las manifestaciones más esenciales de la vida, con un toque de rebeldía que lo situó en la línea de la poesía social. Entre sus títulos más importantes figuran La gota de agua(1923), Diez mujeres (1937), Canto a Cuba (1960) y El nivel de la lágrima (1963)

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