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Estampas Dominicanas [ Primera Enrregr,z
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Mario Emilio
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estampas dominicanas Primera Entrega
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PUBl.lCAClONf.~ AMf.RIc.A. S. A. Santo Domineo, R. D.
1981
PROLOGO
Esencialmente, Mario Emilio Pérez escribe con la vida. Con la vida y con su vida. Y es que no hay otra manera de hacer. literatura, salvo los muy contados casos de misticismo. Lo personal encuentra su verdadera y grande importancia cuando coincide con lo personal de mucha otra sente o cuando se convierte en interpretaqién y versión de ese personal colectivo. Quizá vivir en una casa de dos pisos, en San Miguel, 'permitió al normalista, estudiante de derecho, aficionado a la literatura y periodista profesional, una visión pormenorizada y al mismo tiempo amplia de la vida barrial. Desde el balcón de la Restauración, Mario Emilio Pérez observó a la gente. y debe haber sido, variando en cada caso, risueño espectador, forzozo protagonista o simple parte de lo que son hoy sus Estampas. A todos nos ha ocurrido pero pasa aquí como con el huevo de Colón o con el Cristo de natí. Mario Emilio Pérez rompió una punta al primero y vió desde arriba al segundo. A eso se llama, también, talento. Desde una época que se remonta al Oriente del periodismo nacional, los reporteros han llenado muchas cuartillas con la descripción de personas y 5
lugares pintorescos de los diferentes pueblos del país. Hasta Mario Emilio Phez, sin,embargo -por su calidad y por su constancia-, el periodismo no había hecho un aporte tan valioso al estudio del ser, del espíritu, de la idiosincrasia dominicanos. Dentro de no muchos años, Las Estampas serán un libro de eonsulta para antropólogos y sociólogos, para historiadores, literatos y todo aquel que, por una u otra razón, se interese en buscar pistas para llegar a lo que es el corazón de la cultura nacional. Ahí está la gran aportación de Mario Emilío Pérez, Esta obra deja inaugurada una suerte de antropología cultural domestica, de barrio, de ciudad, cuya trascendencia empieza ya anotarse porque e~pezó a sentirse, como necesidad, desde hace ya tIempo. Esteban Montejo, negro cubano, cimarrón, debe contar hoy 111 años de edad. Vivía mansamente en un asilo de ancianos hasta que el etnólogo Miguel Barnet, de la misma nacionalidad, lo descubrió; vale decir, tropezó con ese pedazo vivo de la histo.ria de Cuba. La "Biografía de un Cimarrón" es el relato del viejo Montejo, escuchado y transcrito por Barnet, Una contribución inestimable al estudio de la cubanidad. Aquí, Cayo Báez o Antonio (Toñito) Fernández quizá tengan algo qué decir. Falta, sólo, quién les pregunte, aunque sea muy cómodo y usual, siempre, ubicar físicamente el hecho histórico, tener a mano un parte y cuatro cartas, e inventar el resto de acuerdo al interés personal o a la apreciación subjetiva. El trabajo de Mario Emilio Pérez en Las Estampas es, más que todo, un llamado a buscar "en el seno del pueblo" -como repiten los
políticos-, la causa ser-nacional que engendra invariablemente el efecto Historia. Mientras, aquí está un puñado de indicios para que dominicanos conozcan mejor a sus connacionales y para que los connacionales conozcan mejor a dominicanos que, por ser capitaleños, "migueletes", de San Antón, San Lázaro o Villa Francisca, no dejan de compartir fundamentalmente idiosincrasia común con el resto de los criollos. juan josé ayuso Santiago, Primavera de 1971.
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el humor del dominicano
Se ha dicho en reiteradas ocasiones que el dominicano es triste, que no tiene el sentido de la diversión colectiva, y que vive amargado como un dueño de compraventa. Pero nadie puede negar que este es un país donde continuamente se pone de manifiesto un humor seco y cortante en frases oidas al azar, en un piropo o en un apodo genialmente aplicado. Recuerdo que una noche paseaba por la avenida Balitar a altas horas de la noche, cuando me encontré de golpe frente a una discusión que sostenían dos trotacalles de las que ejercen el antiguo oficio en esa moderna vía de la capital dominicana. Luego de un despliegue de palabras obscenas y frases duras, una de ellas gritó: "ay, no embromes, para lo que tu alumbras, apágate". Cuando un transeunte trató de intervenir en el sacar de "trapitos a la luna", otra mariposita noctámbula le voceó: "cállate, chulo aserenao JI. Más tarde me enteré que las dos mujeres que discutían respondían a los motes de Mercedes nalgas de bombillo y Ramontta Tutamblumen. En eso de apodos el criollo es genial. Por 9
ejemplo, las diversas formas de cráneo ;Y sus dimensiones han provocado motes como • medio nun d o ", "casco de puya", "casquite de malapalabra" y "martillito de jue't". Si un hombre está mal vestido for razones de estrechez económica se dice de é que viste de robalagallina, Tarzán o pan de fruta. Si al,guien demuestra en su anatomía endeble que esta consumiendo más calorías de las que ingiere, se dice de él que "tiene más hambre que un maestro de escuela". Cuando alguna persona intenta mezclarse en el círculo de otras que la consideran social o intelectualmente inferior, se le dice medio en serio, medio en broma: 'cucaracha, busca tu seto". O se da el caso de una mujer hablando despectivamente del último embullo de su marido, de la que dice que "vale menos que un pestillito de letrina". En el piropo ~l 'dominicano tiene chispa, cachet, verunte, sabor y talento. Cinco de la tarde, calle El Conde, gran cantidad de mujeres en minifalda recomendo la vía. De pronto se acerca una chica cimbreando el talle con donaire, y surge el piropo oportuno: "si como caminas cocinas, me guardas el concén", Pero, esperen un momento. Por ahí se acerca otra. Y el pepillito de cabellera abundante y bien peinada, con bigotito a lo Omar Shariff, le dice: "Por ti seda capaz de trabajar" Pero no solo en el piropo se pone de manifiesto este humor agridulce del criollo. Resulta que Pollollo es un hombre que pide tantos cigarrillos que los fumadores del barrio donde reside le han puesto de sobrenombre" la aduana ". Y es que todo aficionado al elegantemente inútil vicio de aspirar y expeler humo con nicotina, [urfural y monóxido de carbono, debe pagar el impuesto correspondiente a Pollollo. Un día en que se discutían los efectos nocivos del tabaco, nuestro héroe manifestó que estaba lO
fumando demasiado. A lo que respondió Doroteo: "Claro, te fumas más de una cajetilla de colillas al día". y volvemos al arte del piropo, pues este .ba evolucionado tanto que a veces se emplea ante el paso de una mujer hermosa una frase en la que no se dice nada de sus ojos, ni de su pelo, ni de sus "guardalados" exhuberantes. Y esta frase podría usarse y se usa casi cotidianamente en los templos católicos o protestantes: "aplaca señor tu ira, tu justicia y tu rigor". También resulta interesante el caso del pobre empleado público que a costa de privaciones de todo género logró reunir 800 pesos para un pequeño auto de diez años de uso. Transita con aire de satisfacción por el malecón, cuando de repente el motor comienza a fallar. Entonces un muchacbo parado con cuadre de "timacle" le grita: "cámbialo por pollos de libra y media". Ru(Jerto se está robando el público en el sancocho preparado por Domitila en su casa de la calle Caracas. Lanza un chiste aquí, otro allá, pero es interrumpido por la voz de Claudia el zapatero: .. "diablo, Ruperto se ha portado hoy mejor que nunca. Solamente ha metido la pata dos veces", Vale la pena mencionar el caso de Pirulo, quien con disimulo le suelta un coco tazo a Pellé. Este se voltea, pero no puede determinar quién es el gracioso que le "aJlojó" el golpe en la mamerria. Sin embargo, y con aire de circunstancias, pregunta: équién le dió un cocotazo al marido de su mamá? Luis barquilla es un hombre que tiene la mania de introducir en las conversaciones frases con temas muy ajenos al que se está tratando. Cansado de esa actitud, su amigo Cachirulo lo esperó pacientemente en una conversación sobre beisbol (fe Grandes Ligas, y cuando Luis barquilla iniciaba un monólogo acerca de la gran cantidad de mujeres que le estaban pegando cuernos a sus esposos en el 11
país, le tiró de sorpresa esta frase, extraída de una canción que interpretaba el desaparecido cómico dominicano Paco Escribano: "ay, Luis, como sé que te gusta el dulce de lecbs, por debajo de la puerta te metí un ladrillo". Ramoncito trata de opinar sobre todos los temas, pero lo hace con tan mala pata que ya sus amigos le aplicaron el mote de "ñame con corbata En la avenida Dúarte, de la capital, una mujer ",,'e bajisima estatura camina con aire resuelto a las diez y treinta minutos de la noche. Un paletero la mira con curiosidad y le suelta la frase picaresca: -Esta mujer uno la mira, y como que se acaba de una vez. Otro más atrevido le gritó: "Ave María, pero que "chin" de mujer. No está de más relatar la tragedia de Gollito, quien trata de demostrar a sus compañeros de labor que fue él quien terminó los amores con MaTUca. La reacción no se hace esperar, y aquí está la voz de Nené: - Yo siempre he dicho que Gollito es un hombre orgulloso. Desde que Maruca lo botó, él terminó con ella los amores. Por eso aunque sociólogos, sicólogos y siquiatras continúen hablando de la tristeza del. dominicano, .Y señalen que vive amargado co~o un maestro rural, nosotros estaremos de placemes siem pre que nos encontremos con las manifestaciones de su humor seco y cortante en una frase oida 171 azar, un piropo, o un apodo genialmente aplicsdo. JI.
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el peatón no es un ser humano
El joven tiene fascinada a la concurrencia. Sus genialidades han sacudido también a la bija casadera del hogar que visita. Todo marcha bien. La muchacha le gusu, y hasta considera que podria casarse con ella ~luego de un noviazgo de tres años en lo que él "se prepara". Es empleado de la sección de archivo de una dependencia oficial, quizás periodista, taloez profesor de escuela primaria o dependiente de una tienda de calzados. Pero tiene deseos de superación. Estudia en U1l liceo nocturno con la esperanza de "ser alguien en la vida". La chica le mira con coquetería mientras se roba el show entre las carcajadas y expresiones elogiosas de los presentes. Cuando todos.se marchan, él le habla acerca de la plácida vida que podrían tener juntos, y del amor, y el ensueño, y la poesía. Pero comienza a llover. Pasa una hora. La lluvia no cesa. Son las 11.30 de la noche. La madre bosteza y exclama: "Esta agiiita no va a dejar de caer por abora". No es mnguna indirecta, sino directa. 13
y entonces el joven de talento decide marcharse. Pero la sombrilla de la casa la cogió p!estado Ramonita la hermana de Polín y no la ha. 'deoueíto. Madre e bija comienzan a rebuscar por tolfo$ los rincones de la casa algún periódico f1ieto para que eljoven seproteja de la lluvia al marcharse. El espectáculo del galán corriendo con el periódico en la cabeza hacen dudar a la joven y a la madre si es realmente el bombrefue c01l11Íene. Después de todo es algo pedante, untocbe, y le gusta hablar mucho y robarse e show en las reuniones. Además parece que "no 'Va a lleg..r muy lejos en la vida". Esta es una de las innumerables situaGÍones enojosas en que se ve continuamente sumido ese ser de dolor, sacrificio, resignación y martirologio cotidiano que es e(peatón. Una de las razones de su diario viacrucis es la necesidad en que se ve de abordar carros o guaguas del servicio publico. Cuando el peatón aborda alguno de estos vehículos inmediatamente: pasa por la primera estación del viacrucis, cuando elJX!sajero que tieneal lado le lanza una mirada bomicida. Laspersonas que montan en autos del servicio público piensan que con los quince o veinte centavos que pagaron lo han comprado. Por eso les molesta et colega peatón que se mete en "su carro". Pero a veces la primera estación tiene carácter diferente cuando al montar en el vehículo público e( peatón se encuentra con algún invertido solapado o abierto. El peatón toma asiento y el "cundango" se rueda iémidamente media pulgada más allá. El peatón le mira colérico y entonces el afligido sodomita se rueda hacia el extremo opuesto del asiento, lamentando no haber podido dar "pierna muerta" al desdichado pasajero. En ocasiones el »iacrucis se produce cuando algún chofer de carro público pone "tuche" al i
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peatón al meter ocho pasajeros en el asiento posterior, algunos afectados de CIma/acrianza sobacal". El peatón es continuamente objeto de bromas por parte de sus amiros automotiílistas, quienes arremeten contra él a ~n reloeidad para frenar bruscamente a escasas pulgadas de su anatomía en cualquier calle. Luego del confortante jueguito el amigo automovilista hace un gesto de amabilidad francesa y le cede el paso con ironia, quizás con pena. El peatón se ve obligado a sonreír, a agradecer. En el terreno de la competencia amorosa el peatón pasa momentos amargos frente al automooilista. Muchas veces el peatón cree que ha "levantado" una muchacha en un baile porque al terminar cada pieza se queda de manitas cogidas con ella. Pero se oye el chirrido de los frenos en la puerta. Del flamante automóvil se desmonta el conductor, y el infeliz peatón comienza a escuchar la voz de Lucho Gatica sin calor de pareja. Otra situación diffcil para el peatón es cuando llega a una oficina publica y comienza a cortejar a la empleada que momentos antes ha solicitado permiso para "una diligencia", zUien le pregunta con coqueteria. "usted tiene ve iculo, ¿verdad? Tengo que ir al centro de la ciudad". Frente al peatón los padres 1 hermanos de cualquier muchacha casadera mantienen un código de moral más estricto que frente al automovilista. Así, cuando el peaton enfoca algún tema escabroso sobre el sexo, aún lo baga en len~aje científico, los parientes de la chica lo calificaran en conversaciones "por trasmanos" de atrevido, fresco, propasado y confianzudo. Cuando lo hace el automovilista, los parientes dirán que "demostré cultura y tacto al enfocar con delicadeza un tema tan escabroso como el sexo". Si el pretendiente peatón se da 1111 [umo y le lleva una serenata a la muchacha es "UII borrachón que amanece en la calle". Si lo hace el 16
automovilista es "un hombre que, ~se a que tiene un carro de pescuezo largo, todavía conserva el alma romántica para la serenata a la amada, aún con el sacrificio de una mala noche ".. y así, día tras día y noche tras noche, el peatón camina por las calles bajo el sol, bajo la lluvia. Se encuentra en el carro público con el invertido que no quiere rodarse en el asiento, o sufre los rigores ae una axila fogueada en el trabajo. Pero tiene afectos, ama, va al cine, y es fanático de tal o cual equipo en el beisbol profesional criollo. Todas estas cosas demuestran que el peatón es un ser humano. iO no lo es? La duda no tiene el deseo de herir a nadie. El autor de este artículo es peatón de nacimiento y origen.
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el "ti anca" y el "pariguayo"
Obséruenlo. Está párado en la esquina formada por la avenida Duarte y la calle Barabona. Da vueltas a un llavero. Luce un pantalón tan estrecbo, tan ceñido a su cuerpo, que parece que en lugar de esa importante pieza de vestir ttene sobre las piernas y sectores adyacentes una mano de pintura. Al hablar, su boca gira en forma petulante, como si '1.uisiera juntarse con la oreja derecha. Cuando inicia la marcha, se mira con detenimiento la camisa, el pantalón y la punta de los zapatos. Si estos no estan lustrosos, les da un toquecito en la pierna contraria para que "no pierdan el brillo". Camina con los brazos algo separados del cuerpo, mirando alternativamente al suelo 'Y hacia adelante. Cuando le pasa por el lado una cbica bien formada da un toquecito de cocote, la mira de arriba a abajo, y le suelta la frase salerosa: "oye, tiemta, équé es lo tuyo? iponte clara! . De seguro que ustedes ya lo han reconocido. Efectivamente. Es el tiguere tranca. Este simpático personaje el figura habitual en los barrios de la parte alta de la capital dominicana. Vive del cuento, y no tiene reparo en afirmar que mientras sus amigos trabajen él no dara un golpe. 19
Levanta los cigarrillos picoteando a todo el que le pasa por el lado con cara de conocido. Entra a los bares, colmados, restaurantes y fondas con mirada escudriñadora, y cuando distinp¡e a algún "enllave". se le sienta al lado obligandolo a compartir con él la comida o el pote. Afirma con aire jactancioso que está "enllado" con una señora que tiene "unos cuartos rendidos" y que le corta las uñas de los pies y le empolva la espalda después del baño. Si oisita un prostíbulo le dice al amigo acompañante que él nunca ha pagado un "cbele a ninguna de las mujeres que alli "hacen sala". Se desabotona la camisa, y afirma que es la mejor manera de lograr que las mujeres "de la vida" hagan cerebro con un hombre de pelo en pecho. Su hablar está salpicado de refranes y palabras obscenas. Alardea de valiente, ~ero se mete por debajo cada vez que le sale al frente alguno que "los tiene bien puestos". Apela a todos los recursos y trucos p'ara engañar al prójimo, y en las reuniones "romlles" bebe y fuma más que todos los que han hecho su afJf1'fe en metálico. Conoce la vida de la mayoría de los habitantes de 1" capitaJ, y no 1, tiembla el pulso tara destruir la reputación de una dama o un hombre respetable. Este conocer está fundamentado en las horas que pasa dándose "baños de malanocbe ". De esta forma sabe las chicas que regresan tarde a casa en automóviles imparqueables con algún apuesto galán o una destacada invertida. Según sus relatos, ha visto desnudas a la mitad mas un« de -las mujeres bellas de la ciudad, e invente las formas acrobáticas en que ha podido darse ese [esun visual. Existe otro personaje antípoda del "tiguer« tranca". Es ingenuo y fácil victima de los más vivos. Su andar es desgarbado; usa los pantalones muy alto, hasta el extremo de que alguien afirmó 20
que "quien intenta darle una nalgada a un pariguayo lo que consigue es darle un coco tazo ". Es el mejor recipiente para un allante, pues todo lo cree a pie juntillas. No sabe decir que no, y un ventrílocuo podría sacarle unos cuartos largos vendiéndole un pollo que habla Ingiés. Cuando se enamora tarda dos meses por lo menos en atreverse a dirigir la palabra a la chica objeto de su amor. Claro que en el interin llega algún tranca que se levanta a la muchacha, en medio del dolor y el desconcierto del pariguayo. y cuando conquista una mujer cae en el error de presentársela a sus amigos más civilizados, incluyendo uno que otro "serie palito". Entonces surge la "serrucbada de palo", y nuestro amigo comienza a darse cuenta de que "no se puede creer ni en hermanos de padre y madre en materia de faldas". Cuando el "lego" asiste a un burdel las meretrices tratarán de sacarle un oro" rápidamente. y abundarán la! miraditas insistentes sobre el parigupj'o, quien tendrá la convicción de que "está gustando hasta de espaldas': Llamará a una de las "maripositas noctámbulas" y la sentará en su mesa. Pero fa chica le hablará de que tiene un compromiso con un hacendado que acostumbra pagarle de 30 a 50 pesos for noche. E pari~ayo protesta, y entonces la chica "de vida alegre' se dzrige al teléfono para meterle un allante al hacendado y pasarlas horas de la noche y la madrugada "con el hombre que le gusta". Claro que ya el lego se habrá "canteado" con dos pesos para mandar a uno de los mozos a buscarle un pollo a la barbecue a la meretriz, pues esta "no había cenado". A la hora de pagar la cuenta, el pariguayo verá considerablemente abultada la suma, pues la trotacalles se habrá combinado con el mozo para que le ponga de más. y tendrá que pagar el doble de lo estipulado
por la "salida" a la dueña del establecimiento. El pariguayo por lo general prOf1Íene de las zonas rurales. Por eso los trancas acostumbran llamarle "campesino embullado". Nuestro amigo se encariña {ácilmentb con la gente, y saluda a todo el mundo con afecto en calles y avenidas. Su debilidad son las domésticas, y aquí lo semos abrazado con Pascuala en el malecón cerca de las once de la nocbe, mientras sus za1Ja.tos recién estrenados dibujan sus contornos sobre el banco de granito. La ciudad con sus luces, sus barrios y clubes elegantes, y sus callejones huérfanos de bombillas donde florece el amor salpicado de sustos de los sin fortuna, alberga a dos simpáticos personajes antipodas que no tienen aparentemente nada en común, pero que no podrían existir el uno sin el otro.
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los amores consentidos ,{ los escondidq~~
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En este país paradojal, una de las más notables paradojas puede traducirse en esta frase: "en los amores "consentidos" no se consiente nada, y en los "escondidos" todo se puede hacer. Analicemos. Torcuato Gutiérrez es un joven serio. Cursa el tercer año de Derecho, y para costear sus estudios labora en horas de la mañana en una dependencia gubernamental. No "aploma" 23
tragos. Fuma moderadamente y solo "amanece" cuando está "fajado" estudiando de campana a campana en vísperas de examen.• S e enamoró como un -adolescente petromacorisano de Brunequilda Rosario, estudiante de secundaria con una madre "muy embromona", que vive repitiendo continuamente que "amores y estudios no p'ueden ir juntos". No obstante, Brunequilda se las ha ingeniado para tener más de un "embullito ", y por su coqueteria sin par es conocida en el liceo con el mote de "nalga alegre': Pero como "el último tonto es el de casa", doña Simplicio vive repitiendo en todo lugar que "su hija puede dar tres vueltas en redondo sin que nadie le pise la cola". Pero la gente le saca la lengua por la espalda, y afirma con malicia popular que "Brunequilda cambia de novio como de prendas íntimas, y es muy aseada". Pues bien. Torcuato tiene fama entre sus e o mpa¡leros de labores y de estudios de "parigúayo ", ~stos han /legado -a afirmar que, en materia de mujeres, Torcuato "no se levanta ni por la mañana ".. El joven serio y formal ha despertado "cerebros" en más de una representante del mal //111111,do sexo débil, pues según dicen "está entero". Pero Torcuato babia resistido con tenacidad de [raile'los .'ataques" de las féminas. Pero cuando conoCIó a Brunequilda en el bailecito de Piluco el pulpero sintió que el quinto espacio intercostal izquierdo latía como "un potro desbocado que no sabe donde va". Y al bailar con el/a, los apretones y contoneos 'de la chica lo pusieron "al borde de la yola". o
Brunequilda, graduada Cun Laude en la universidad del amor, hizo un' trabajo "de relojero fino" y se "levanto" a Torcuato en menos tiempo del que etnple, un mozo de restaurante en
"poner/e de más" a la cuenta de un parroquiano a quien acompaña una tnucbacba. COJllO es natural, Bruncquilda queria "darse vida" C011 S1f último "levante" pero Torcttato el P,¡rÍfr;;,7YO consideró que dcb ian . "[ortnalizar las rel'¡~'i011es ", Habló con dalia Sinrplícia, la cual accedió tl regañadientes ,1 consentir/e los amores a la bija, luego de averiguar con sus amistades que "Torcttato era 1In muchacho serio y de porvenir". Pero dccia en son de broma que los amores de Brunequilda no eran consentidos: sino "tolerados". y se constituyó' en uigilaute estricta de los amores del fruto de sus entra/las. Torcuato solo podia visitar a la amada los viernes, sábados y domingos, de siete a die: de /.¡ noche, para no obstaculizar los estudios de ambos. Cuando el joven llegaba a la casa se encontraba con doña Simplicia en la sala, con una cara de [uc: de Primera Instancia minutos antes de dictar sentencia condenatoria, . La vieja no daba "cbance" en Ilingú 11 momento, Torcuato solo pudo darle un beso asustado y ráp'ido a su novia una nocbe en que Simplicia su[nó un atae¡,ue de tos y salió a la glllaí" de la casa a 'coger aire " Las peripecias y sufrimientos de Torcuato IlO terminan ahi. Si invita a su novia al cine, tienen que ir acampa/lados de la suegra. por /0 cual se ve Imposibilitado de dar "mano muerta" a la chica, Todo esto con el agravante de tener que pagar también la entrada a Sirnpltcia. No puede encontrarse con la muchacha en ningún sitio público, porque inmediatamente la vieja se entera y empicu a decir que "a mi no me van ustedes a coger de JIlojiganga. So cs justo quc yo los este cuidando por /a noche, y ustedes "matándose" en e/ dia por esas calles de Dios ", Sin embargo, los que tienen amores "escondidos" pasean a plena /11: del dia, y si alguien "chivatea" a la muchacha con sus padres,
siempre tiene la oportunidad de decir que era un compañero de estudios o de labores, o simplemente un amigo. Para ir al cine a "dar pelicula"; la chica sale de la casa con una amiga. Naturalmente,;ra el novio la está esperando en el teatro con un 'enllaoe" que está "enredado" con la amiga. A la hora de salida, los muchachos abandonan el cine primero para evitar problemas. La muchacha que tiene sus amoritos "baio cuerda" pelea en la casa porque "no puede estudiar. por la bulla que hay siempre ',y se va n "repasar las lecciones" en casa de una amiga. Pero naturalmente que esto no es más que un "agüaje", y aqui la vemos en las ruinas de San NIColás o en algún banco semioculto del parque Hostos, "gomeando con banda" con el novio. Si la invitan a un bailecito familiar, se lo participa "por trasmanos" a su interfecto. Y pasa la noche sin susto bailando con la cara tan pegada de la del novio, que el sonido que producen al separarse se asemeja mucho al de un bofetón. Mientras hala mundo habrá amores "consentidos" y 'escondidos". Pero solo en un país paradojal como el nuestro en los "consentidos" no se podrá hacer nada, y en los "escondidos" todo se podrá hacer.
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aquí hay prejuicios, cojollo
Vivimos repitiendo continuamente, con la secreta esperanza de llegar a creerlo al~n día, que este es un país donde no existen prejuicios sociales ni raciales. Pero la cotidianidad del vivir nos da continuamente en .el "tu tú " para que veamos lo que nos empeñamos en negar. y es que también en esta media isla de hombres que tratan de paliar los estragos de una "amanecida" apelando a un cocido de pata de vaca o un mondongo en alguna fonda de la calle Barabona, se dan la mano la discriminación y el prejuicio. Aqui todo el mundo habla de $ente "decente" y "chamuchina ", de personas •Importantes" "tigueres de Villa" de "la sociedad" y el "tigueraje". Claro que "decentes, importantes y de sociedad" son aquellos que tienen una posición económica holgada, que bailan en los clubes "de primera", y transitan¡;or calles y avenidas en vardas ". carros de 1os que se ven en "oor por yar Los otros son obreros, desempleados, o gente Ul1 poquito "quemada" por la perpendicularidad 27
del í'tramposo l sugust 6n ti sol tropical. La gente 'de cente" oioe en repart os alejados de fos barrios de gen te "plebe ", porque "cada cual debe buscar su nivel ", Además la miseria es "con tagiosa", y "el que se junta con jod ías lo más 'l ue p'u~de coger es un "grajo " de los que necesitan
litargirio.
De man era que el que no tiene ni en qué caerse
muerto, sea por'Jue no consigue empleo o porque tiene una familia numerosa a la cual buscar "el moro nuestro de cada día" siempre será calificado de "tiguere" y mirado por encima delbombro con desdén por aquel/os que están "en la pomada". Un ejemplo que pone de manifiesto la veracidad de esta afirmación es la actitud de la persona que abre una puerta en el barrio elegante luego que tocan a el/a. Lo primero que hará será lanzar una rápida y escrutadora mirada a la vestimenta del que tocó. Si luce ropas humildes, desteñidas por la acción del sol, el sudor JI el jabón de cuaba, le preguntará en tono a~o :y desconfiado: -lQue desea?. Si por el contrario va vestido con traje elegante, despidiendo efluvios de "Vetiver" y dando vueltas en los dedos a las llaoes de un qutomóvil parqueado junto a la acera, entonces el tono de voz será suavemente hospitalario y abierto: -Buenos dias, cabal/ero, pase adelante. ¿En qué podemos servirle? Pero donde la discriminación tiene coloración tragicómica es en la actitud de los padres de chicas casaderas, frente a los pretendientes. Si el aspirante a convertirse en ese bue)' social que es un f.adre de familia es de color morado lila" y humilde empleado de tienda de calzados de la avenida Duarte, entonces se armará la.del "no te menees". Los padres de la muchacha comenzarán a buscarle defectos, y si el curriculum del Romeo es i,,!,pecable, sin historias de burdel con ribetes de "fulleria" y "cubos", entonces apelarán a razonamientos como este: -Mi b]«, yo sé que tienes derecho a enamorarte de quien quieras, pero debes saber que el amor no es todo en la vida. Existen prejuicios de tipo social, económico y hasta racial. Este muchacho es muy bueno, pero sinceramente yo no le veo porvenir. En cualquier momento lo pueden botar del empleo, y no tiene una profesión ni I
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"relaciones", Imagínate lo que seria tu f1Ída aliado de un bombre así.· Despues de todo, nunca has pasado "crujía", y jamás te ha faltado aunque sea un trapo para ponerte. Terminado el sermón del padre, interr1iene la madre con fingida bondad: -Mi btjita querida, los ~res quieren lo mejor para sus muclJacbos. Tú dices que lo quieres 'mucbo, y yo te creo. Pero ponte a pensar que el amor, lo que se dice el amor, dura pocos meses cuando bay "fuácata ". Te mantendrás aburrida dentro de la casa, con una recua de macacos llenos de "~pú", y tú sestida de "pan de fruta", ecbando más maldiciones que un carpintero al majarse un dedo con el martillo. y él se beberá de ron todos los cuartos, y llegará tarde en la nocbe con un "tufo" de esos que no tienen madre. Y cuando le señales que no hay dinero para la "cbaúcba" te dará golpes hasta de barriga, porque "el mal comido no piensa, y cuando uno está jodlo quiere darle mordidas basta a las earedes de concreto armado. Así que "ponte clara y acaba los emorito« con el muerto de bambre ese. Si por fin acceden a consentirle los amores a la bija, entonces ama'!ara" la existencia del infeliz nooio, baciéndole ' caer el cerquillo" con ultrajes disimulados o no disimulados. Por ejemplo, si llega al~n amigo "importante" de la familia le Jn:Csentarán al JOfH!n como un "compañero de oficina de Pituquita": Si ban puesto las diez de la nocbe como "nora tope" fJtl.ra las "';sitas del galán, entonces comenzarán a "[oder la pista" desde las nuerN! y' treinta minutos, llamando a la Dulcinea. -Pituquita, ya es hora de que entres. No abuses, que tú sabes que yo s0'1_ muy buena, pero cuando se me monta un cambie o endo basta a Maria Santísima. Asi que vete des . renda. Si el novio se bace el "cbif1o oca", entonces la madre llega basta el extremo de salir con ralos en la 30
cabeza y bata de dormir a la sala, bostezando de tal forma que se le podría notar por la boca abierta que tiene sucio el dedo pulgar del pie izquierdo. Pero si el nooio es hombre que "carga plata ", la actitud de los "viejos" será muy distinta. Temerosos de que el joven se desencante de la muchacha tratarán por todos los medios de "echarle el ¡;uante", apelando en ocasiones a recursos béroicos. Así, pretextan que tienen un sueño cede película" Y se van a dar el abrazo con M 0'ieo, ~ro con la secreta esperanza de que la chica' le [ie" al no"';o, ~ra entonces Ilevano a la justicia para reparar 'el bonor de la familia". También se barán de la vista gorda cuando sorprendan al ga!án haciendo incursiones manuales en zonas estratégicas de la anatomía de la niña, pues saben que ''las costumbres de ahora no son las de antes". La gente de clase media en el país hace malahares para mantener sus bijos en colegios caros y "que se rocen con lo mejor". Por eso no es raro el caso de un padre diciendo, como al azar, a un amigo que le visita en su bogar: -Ramoncito tiene que estudiar esta tarde con el bijo del Jn:esidente del Club Rotano, y esta es la bora en que ;'0 ha venido a su casa. Pero estos lujos lo hacen a costa del mangÍl diario, ignorando juella célebre frase de Piriningo el cojo: "Si uste l"uega San con el estómago, cobran réditos los pu manes". El código moral de la sociedad dominicana está fundamentado en el dinero. No importa que don Pro copio baya hecho fortuna macuteando, robando, estafando, asesinando. Sera bien recibido en todas partes,), en lugar del agrio y desconfiado ¿qué desea? , OIrá siempre un suavemente hospitalario y abierto: , r-Buenos días, cabal/ero, pase adelante. ¿En que podemos servirle? 31
los prestamistas del "módico veinte"
Puede ser que el aspecto de la casa en que reside nos dé la Impresión de "p'rángana". Al llegar se stente el "ba¡ito a descuido" que impertr en los lugares donde p'rodiga sus caricias la miseria, y nos duelen los nudillos de tocar la puerta "vuelta una etcéstera" por el paso del tiempo. Tres de los ocho hijos, con los ombligos cual teteras, corretean en la sala, mientras el más pequeño bebe la leche en una botella de ron con una mamila. Pero no se engañen. En esta casa donde sus moradores salen a la calle cada vez que llueve para mojarse menos, y donde no aparecen ratones porque "dejaron el claro" al no encontrar qué comer, vive nada más ni nada menos que doña Hermenegilda, la dulce y comprensiva mujer que presta "al módico veinte por ciento mensual". Doña Hermenegilda no es nada avara en libras, pues pesa 210. No cree en las instituciones bancarias, y por esa razón tiene el dinero guardado en el armano, o en cualquier rincón difícil de localizar, >:a que los hijos tienen las manos ágiles para el "VII metal". Comenzó el negocio cuando murió Procopio, H
su mando, dejándole como herencia la destartalada casa en que reside, con grandes rendijas y goteras, y 200 pesos que tenia "dpuñaleados" en su armario. Pensó en instalar un ventorrillo, pero su prima Cutimba le dijo que ese negocio "no dejaba ". y fue entonces cuando llegó la luz a su cerebro, materializada en Rafucbe el barbero, quien tenía un bijo enfermo de colerin y necesitaba 20 pesos para los medicamentos que le recetó un panente que cursaba el cuarto año de Medicina. Rafucbe insistió en que se lo pagaría con 24 pesos el día 25, fecha en que cobraba su hijo Simplicio, el que trabaja de peón en Obras Públicas. Doña Hermenegilda p,rotestó. Claro que era imposible que le cobrara 'réditos" a Rafucbe, "su amigo de 20 años". Pero cuando.llegó el día 25 y el barbero se presentó con los 24 pesos, ella se vió "obligada" a cogerlos. Al ver la .facilidad conque los 20 pesos se convirtieron en 24 sin sudor de faena, la gorda y bondadosa señora comprendió que era una forma honesta de ganarse la vida, porque "se puede hacer de todo menos coger lo ajeno ". Con alzas y bajas, doña Hermenegilda fue aumentando sus ingresos. Es cierto que pasaba sus rabietas, como en el caso de Gollito, a quien prestó 50 pesos confiando en su seriedad)' por ser hijo de Polin el dentista, hombre de qu,en nadie podía decir nada malo. La dulce prestamista, a quien le gusta evitar pleitos, llamaba por teléfono a Gollito al trabajo, a su casa, sin ningún resultado. Pues parecía que el joven no daba importancia a la deuda que tenía contraida con una mujer "sola en la vida ". Por fin doña Hennenegilda se vio obligada a hablar con don PoUn, el cual regaiio al bi]o, "lo puso en su puesto" y lo bizo pagar el dinero. La illcl1/ijic"ble, poco honeste e inhumana actitud del bija de un hombre tan serio como Polín
el dentista, convenció a la buena mujer de que "no se .pu~de cre~~, en nad~e". A partir de entonces eXtge garantta a sus citen tes. Esta garantía consiste en cualquier objeto de mayor valor que el monto del préstamo, con el cual se 'queda la prestamista en caso de que el cliente no resulte tan serio como se esperaba. La mayoría de los prestamistas lo hacen al módico veinte por ciento mensual, aunque existen algunos que tienen los "timbales" de hacerlo al 40. Si el cliente no paga esa suma al cumplirse el plazo de un mes, entonces debe abonar los réditos. Así se' da el CflSO de personas que han pagado en réditos más de la suma que cogieron prestada. Aunque los prestamistas no quieran admitirlo, es cierto que casi todos tienen un fuerte complejo de culpa, por lo cual viven justificándose continuamente y "allantando" a los clientes y amigos sobre las razones que los "obligan" a prestar. da . ". " Las mujeres casa s que tienen este negocro generalmente expresan que el marido no les da 'dinero extra fuera de "las tres calientes", por lo que tienen que buscarlo en la calle, "sin caer en lo mal hecho". Por eso dicen a sus clientes que no les entreguen ni les pidan dinero delante del esposo, porque este es un hombre tan "embroman" que si se entera es capaz de abandonarla. Las opiniones sobre los prestamistas varían. Mientras la gran mayoría de las personas, incluJlendo sus mei,ores clientes, consideran que son 'unos ladrones " otros creen que el lío del que pueda sacar a cualquiera este personaje no se paga con todo el oro del mundo.
y señalan que si 30 "globos" prestados oportunamente traen al hogar el médico y la medicina que salva la vida a un pariente, este hecho noble no está debidamente pagado con los 6 pesos de rédito que se da al prestamista.
y son muchos los dolores de cabeza que evita este personaje de los países desarrollados y subdesarrollados a los que se han "pasado" en la cuenta de un restaurante, o a aquellos que iban a perder el radio o la consola por estar atrasados con más de 6 pagarés. Mientras continuen las injusticias sociales y los privilegios, materializados en grandes riquezas para unos pocos y mediana o gran pobreza ptlra la mayoría, seguirá existiendo ese simpático y "vivo". personaje que es el prestamista. y seguirá acumulando dinero en un armario o en un banco nacional o extranjero. Aunque al entrar en la casa donde reside en busca de un préstamo de 30 pesos para paJ!.árselo con 36 "el día de. pago", nos llegue el "bajito a descuido" que im'per~ en los lugares donde prodiga sus caricias la mtsena.
el "allan toso"
Todos están atentos al relato. El joven describe la forma en que puso fuera de combate a dos hombres que se pusieron de "frescos" con la destacada. bailarina con la que sostiene un ardiente y oculto romance. Todo ocurrió cuando el joven salía de un club nocturno con la bailarina.. Dos hombres que se encontraban en la puerta del establecimiento lanzaron piropos subidos de tono a la muchacha. El joven les l/amó la atención cortesmente, lo cJ4al lúe confundido con cobardía por los dos hombres, quienes acto seguido dieron "mano muerta" a la vedette. Entonces el joven se lanzó sobre los propasados, dió un fuerte puñetazo en la barbillaal más corpulento que lo hizo caer de bruces, e inmediatamente echó una zancadilla al otro. Cuando este último se incorporó, el joven reparó en que tenía en la mano una sevillana. Pero esto no lo atemorizó. Como había a,Prendido alfto de Karate en su último viaje al Japon, le fue fácil dominar al alevoso contrincante con una certera patada en el estómago que lo puso fuera de 37
combate y al borde de la asfixia entre frenéticos retortijones. Vencer en combate cuerpo a cuerpo a más de un adversario es una de las historias que frecuentemente inventa ese personaje de nuestro medio que es el "allantoso". Todos conocemos a este simpático mitómano por habérnoslo encontrado en algún bar o restaurante, en los grupos de la calle El Conde o simplemente porque es nuestro amigo de infancia, o compañero de estudios o de labores. Todas las mujeres del mundo aman af allantoso, aunque en los últimos días le va muy mal en las lides amorosas: solamente tiene relaciones con seis mujeres. Si alguien le vió en el cine con una muchacha resulta que tuvo que "atenderla" debido a las múltiples llamadas telefónicas que le hacía diariamente, tanto a su casa como a la empresa donde labora. Lo lamentable del caso es que por ir al cine con la muchacha perdió a una rica mujer de la alta sociedad que desde hacía tiempo estaba por dibujarle los ornamentos frontales al marido con él. Pues resulta que la dama de alcurnia se encontraba en el cine y lo vió con la chica. Se puso tan rabiosa que abandonó la sala inmediatamente. Desde entonces se ha negado hasta a hablar con él por teléfono. Esta circunstancia ha impedido que ande con dinero en grandes cantidades pues la dama rica se lo prodigaba a manos llenas. El allantoso tiene un "allante" para cada circunstancia. Cuando se sienta sin ser invitado a la mesa de dos amiq,os en un restaurante, a la hora de pagar la cuenta 'se tira a muerto" señalando que solo tiene un billete de cien pesos o un cheque sin cambiar. A unque los amigos del allantoso reparan en que tiene pocas prendas de vestir, resulta que lo que ocurre es que tiene más de treinta camisas y 3R
veintidós pantalones, pero no se los pone porque "él 110 vive con el mundo". El allantoso tiene un duro empleo mal remunerado en una pequeña compañía, pero eso se debe a que a él no le gusta ocufX!r a los amigos que tiene en los altos círculos sociales y en las esferas gubernamentales. Además, es enemigo de "dar coba". Sin embargo, nuestro personaje trata por todos los medios de que los demás reparen en sus "eullaoaduras" con gente "importante". As¡' cuando está en un bar, restaurante o zualquier sitio público, habla en voz alta sobre la discusión que sostuvo con su amigo el Secretario de Obras Públicas, a quien calltó "unas cuantas verdades". El funcionario no se disgustó eorque la familia del allantoso lo había "mantenido ' durante meses cuando estaba "desbaratado". La familia de nuestro amigo ahora está en U11a mala situación económica, pero sus miembros son incapaces de pedirle dinero o empleos en el gobierno al funcionario porque "son muy orgullosos". Prefieren morirse de hambre antes que pedir. . Al allantoso le gusta hacer alarde de cultura. Por eso se va a las bibliotecas circulantes, t01111l un libro prestado .')1 anda con la obra debajo del brazo por calles ')' avenidas. Este libro, del cual solo lee dos o tres 'páginas aparte de 1" SOIIlf.I' J' el prólogo, podria titularse por ejemplo: • Las corrientes irracionalistas en 111 filosofio contemporánea" o quizás "Frecuencia de los trastornos de 1" personalidad en los intelectuales". Como el allantoso 1/0 se ba "quemado las pestLlIias" en largas boras de lectura, se limiu a citar títulos de obras con aire pedantesco, que se traduce en 1111 rápido abrir de boc. .,1 [inal de cada [rase.
Nuestro 1"lís ('St17 Í11111l'rSO en III vor.íl{il1e del odio )' [L'S il1justick'S sociales. l' 1'11 ese' marco, sacndido por el ruido bomlcid. de 1,1 1",/" que lleva ·w
dolor y luto al hogar ayer quizás alegre, el allantoso vive el mundo mágico de su mentira. Muy lejos taloez del duro golpe con que la vida nos recuerda a cada instante que somos débiles seres de dolor, en una tierra de dolorosa cotidianidad. Esta circunstancia podría motivar la perennnidad de un personaje que se escapa con frecuencia a un mundo donde las cosas son como debieran ser: como uno las quiere.
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el arte de jugar billetes y quinielas
En un país subdesarrollado los tablazos de la vida caen continuamente sobre la débil anatomía del pobre, produciéndole heridas contusas en el alma curables después de muerto. En la agoma que implica buscar "el moro nuestro de cada dia" en esta media isla donde el dinero que cae de los bolsillos de los pocos que tienen no llepa a tocar el suelo porque algún "desbaratado' lo coge en el aire, la ilusion de vivir mejor mañana está simbolizada en el arte de jugar billetes y quinielas. Parece que fuera de pasar hambre, el pobre no tiene aqui otro entretenimiento que dedicar los dias que preceden al sorteo dominical de la lotería a hablar de asuntos relacionados con este juego. La guía por excelencia de los hombres y mujeres que pagan religiosamente su "impuesto a la ilusión" al jugar billetes y quinielas son los sueños. De ah,' el "cantaleteo" constante de las "comadres de barrio" hablando del sueño "revelador" que tuvieron recientemente. y se ha estructurado una especie de tabla de logaritmos mediante la cual las figuras que aparecen en los sueños tienen su número
respectivo. Cuando se sueña con personas se establecen reglas para descifrar el número que debe jugarse. Si una mujer sueña que está contemplando un vestido en un escaparate deberá jugar el 47, porque es el número que corresponde a esta prenda que cada día se acorta más, y más, y más.... felizmente. Si durante el sueño aparece un agente del orden público que la detiene porque piensa que va a robarse el vestido, el sueño se complica porque "policía dá 7". Cuando aparece más de un elemento en el sueño, el jugador de billetes y quinielas apela a las "combinaciones ". Pongamos un ejemplo que lleve a nuestras "mamerrias" una idea clara de este dificilísimo arte de descifrarlos sueños. Resulta que así como policía dá 7, niño dá 3. De lo que se infiere que si soñamos que un agente del orden público conduce preso a un niflo por robarse un plátano de un ventorrillo de la calle Caracas, el número qúe debemos jU,Kar es el 73, producto de la unión del 7 del pollera con el 3 del muchachito. Pero debemos tener sumo cuidado frente a las veleidades del g/obazo cinico, char/atán, burlón, temperamental y supstón de la loteria, que vive continuamente "cantándonos bingo" en su lento y "remeneante" girar. ¿Por qué decimos esto? pues sencillamente porque en el sueflo también aparece un plátano, y de todos es sabido que "plátano dá 9" Y a s i se pueden hacer múltiples combinaciones, ya sea juntando el 7 de policia con de niño el 9 del plátano, 'l,ue daria 79 o 97. O con el 7 de policla, o el 7 del agente con el 3 del infante.... de lo cual se desprende que para no caer en "gancho" tendríamos que jugar la mayoría de estas "reburujiñas": 79,91, 39,93,37, 73, etc. En el lenguaje sueño-quíniela apa es el 8; un vehículo de cualquier clase, incluyendo los
ns
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velocípedos, patinetas, bidrletas y cllrretilll/( es el
4.
Mujer dá 6, un catÜÍ'Pn es 13, arroz dá 23 Y cualquier tip-o de carne es el 25. . Si un fanático de los billetes y las 9l!inielas sueña con su viejo amigo Replecio Berto1, debe. jugar el final del número de su cédula pendnal de iáentidad.. Pero si no le gusta el número p-uede entonces Jugar el qU4 corresponde a la casa donde eside. Los números de la casa y la cédula deben jUgarse al revés y al derecho para no tener sorpresas dolorosas. Más de un esforzado padre de familia ba tenid« t[U,e pasarse el domingo con el estómago "en piiamas" por no baber Jugado un número que "le 'dieron clarito" al revésy al derecho. Pero no solamente juegan billetes y quinielas las jJenonas a[ecladas de "pranganitis Q~da", "fuacata frónica" o aquellas que están "en la lona" "en el lacre" o "comiéndose un cable" También los ricos y lastersonas de clase media ~stan de "tirar su cbinita al albur de un sorteo, 'por si acaso" Pero lo que ocurre es que estas persc~_.. tienen un poco de pudor [rente a los que juegan "por necesidad': Por eso es común ver a un hombre de aspecto respetable, con saco y corbata y gruesos anteojos, observar como quien no quiere las cosas los estantes repletos de números tentadores. Nuestro amigo adopta un aire-de displicencia, saluda a su comadre Gollita, y trata de verifica,. cuál de los números que le hacen guiños desde el burro tiene "olorcito a premio", Cuando ya tiene suficientemente ponderada su decisión, el caballero "ensacado" mira a todos lados "con disimulo", saca un /W.so de la cartera y dice sin mirar el rostro del quinielero: "dame tres pedacitos de la pareja de B.•.. Las "comadres de barrio" hablan todos los 45
días de "números", razón por la cual al finalizar la semana los han mencionado todos. Por eso, sea cual sea el número que sal~a del globo parejero y sinvergüenzón; exclamará: •me lo dieron clanto, clarito. ¿No te acuerdas, Rufina, que te dije que soñé que al hijo de Piluco lo babia mordido un caballo? bueno, la casa de Piluco es 96 y se metió al revés. y domingo tras domingo el globo de la lotería destruirá múltiples ilusiones y hará nacer unas pocas. 1d . d b011 Pero e ommtcano segzlJra ¡ugan o tetes y quinielas con la ilusión de "salir de prángana" y vivir un poco mejor,)' no estar a las dos de la tarde sentado en una si/la' reposando el hambre". y también "por sr acaso", el viejo de holgada posición económica llegará junto al burro del quinielero, mirará a todos lados y, con disimulo, como quien no quiere las cosas, preguntará ansioso: . -¿Tienes la p.reja de 7.... y e124? o
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el afán social
Don Ramón tiene ante sí un grave dilema, pues no sabe. a cual de dos clubes sociales le conviene ingresar: si al "Amigos de la cultura" o "Artistas de pies a cabeza". Esto se debe a que "la gente. tiene que darse importancia" y "andar con personas que le den y TlO que le quiten". También porque "el que se¡unta con blancos aunque sea el perfume se le pega ' y "hay que tener amigos en la alta sociedad, porque las relaciones vnlen más que el dinero". Las tribulaciones de don Ramón vienen desde la tarde en que se viro en la calle para piropear a una curoilinea doméstica, y su amigo Pocbolo le gritó: "Este hombre no tiene ni agua en el buche, y pretende que las mujeres le hagan caso". Nuestro amigo se puso "colorado como un guineo", dió un toque de cocote para el lado de la pared, y siguió su camino sintiéndose más infeliz que un cobrador de empresa que vende a crédito.. A partir de ese momento, don Ramon se propuso "ser alguien en la vida". Siempre había sido orgulloso, pero empezo a 47
"darle coba" al jefe de la empresa donde labora para ver s. progresaba. Huta se biza de la Pista gorda cuando lo invitó
cenar una nocbe a su casa, y empezó a bailar apretado con su mujer despues de haberse lanzado unos "fogonazos" de Wbiskie. E{ jueguito no le ba dado resultado, pues el
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Plrt,,,,ci,,,,,, una #a d, rru"tro b~'oe, No .,b""ol cuál,mI ,1 "sultado firral de los elfutnos del pob,., Ramó", ~ro su actitud viene de 101.bata~0. ",0",1" ip' 1, han lido fJ1:opinados desde aquella t,rd' en qu', teniendo seis años de edad, daifa Justa B,ta"e,. y Goieoeebea le voceó ""'I!o (I;ara,o ", y 1(1 actitud d, la neja "0 le ju.tiJjcaba, ya que ,1 ",,;CO d,li,o d, ~",o"c¡'o fue jugar al fftrNcam,lo" con GMeit" 'u f),cl"a. En est, P!'r'1 la ,-"t, t1Íw a{anándole por ffll'~r". D, ab; qu, se ap,l, a numeroso» actos qu, bordean la. {,ont"", ¡¡,I Código Penal con tal ¡¡, "un" bate". E,t, IS ,1 oripn del "macuteo" l os "por la iaqu/erda" matrimonios de conveniencia y la discri",;nación, Aunque ,e ar"""a que aquí no existen .1
prejuicios raciales, esto está muy lejos de la verdad. Porque no pasa un día en que no se oigan las clásicas 'expresiones: "no puede negar ,/ue es prieto", en mi casa negro yo y el caldero" , yo soy negra, e,ero no me caso con prieto ni que esté loca". 'Hay que adelantar la raza y no atrasarla". Hay familias que comen mal y poco con tal de ahorrar dinero· para alternar en los clubes, tener un auto de lineas aerodinámicas comprado a plazos, y poder hacer regalos caros a los magnates conocidos en las fiestas sociales. Pero puede decirse a manera de justificación que las presiones del medio influyen decisivamente en estas actitudes. Por ejemplo, doña Clotilde gana 300 pesos mensuales en una oficina del gobierno. Vive en la casa que le dejó su padre al morir. Tiene dos bijas. Es viuda. Las entradas dt' la pobre señora apenas alcanzan para las tres comidas, pero ella se las ingenia para tener a las bijas en colegios exclusioistas y en clubes aristocratizantes. Afirma con aire jactancioso que sus "niñas" nunca se han puesto vestidos de "cuquicá", y que no se junta;l con todo el mundo. Pero lo que no cuenta es que cada fin de mes se rompe la cabeza haciendo numeritos y dejando "enganchado" a más de un acreedor. El ronroneo de motocicletas de cobradores por las mmediaciones de la casa de doña Clotilde es algo que mantiene en jocosa observación a la barriada. Para la presentación en sociedad de Clotildita ~astá un dineral en el vestido, sin que lograra atrapar al hijo de M,,";cusa Oropcli, el cual se "fletó" desde el inicio de la fiesta con Af"rtlcbi Riovcrdc, la bij., del propietario de una cadena de Sil pcrmcrcados. Aún entre las personas de escasos rC(1I rsos se Jan los C"SOS de discriminación ,,1 '1111' est.i "más desbaratado". Por eso St' iuuit: ,,1 vecino ,/111· "pisa" el moro Sil
con dos centavos de biela a ver la nevera nueva sacada a plazos, Claro que el artefacto podría ser bautiz.ado como. "Agua luz", debido a que solo esto tiene en su mtenor. Entre la clase media existe una marcada propensión a celebrar en grande los cumpleaños de las quinceañeras. Por eso los padres se "enllan" durante meses con el sueldo prácticamente hipotecado para lIMe las fiestecitas de sus hijos "se den en forma", y los matrimonios son efectuados por lo general con abundancia de bebidas y decenas de Invitados, que al fin y al cabo solo van a hacer chistes escarlatas a costa de los novios, y a criticar el afán de los contrayentes por querer aparentar que "vivirán en la papa", Por eso debemos guardar respetuoso silencio para no turbar las reflexiones de don Ramón, porque puede ser que se decida por el "Amigos de la cultura", cuando realmente le conviene más el "Artistas de pies a cabeza",
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velorios dominicanos: dolor, indiferencia y carcajada
El que sufre la pérdida de un ser querido, experimenta un dolor-lacerante. En los momer tos de mayor desesperación llega hasta el asombro frente a la indiferencia del mundo, que continua su anárquico transcurrir. El espectáculo ae la muerte, pese a su repetición constante, inevitable, no ha perdido hasta hoy su carácter sobrecogedor. La rigida mudez inmóvil de un cadáver hace que vuelvan a nuestra mente los miedos de la Infanc!a! entreteiid~s en.• relatos de viejas supersticiosas, al ritmtco uatuen de las meced-oras. Sin embargo, todos sabemos que en este país los lugares donde hay un velorio se convierten en centros de humor, salpicados de la/rase oportuna y el cuento escarlata. El autor de este artículo fue testigo de un caso singular ocurrido en el velorio de una amiga. La mayoria de los presentes llevaba impresas en el rostro las huellas de la mala noche pasada velando el cadáver. Con la natural fatiga que da la "amanecida" y entre los gritos de los parientes, los dsistentes 53
permanecían en un estado de somnolienta modorra. De repente, alguien gritó: ülué pasa con el café? 1. en seguida la dl?lient~ quietud del velorio aJqutno caracteres de mtcromitm. Al son de ritmicas palmetadas los presentes comenzaron a gritar: "El café, el café, el café", mientras los deudos de la difunta, entre dolidos y estupefactos, ~n!cia~tln l,!~ gestiones para preparar y sermr la aromática tnJuston. Los velorios varían de acuerdo a la clase social a que perteneciera el difunto. . Los ricos no acostumbran gritar fuerte ante el cadáver de. sus parientes. Por lo general permanecen sentados con gafas ahumadas y aires de esfinge. Cuando alguno se acerca a darles el pésame, se levantan con estudiada parsimonia para recibir el medio abrazo de rigor. -Le acompaño en sus sentimientos. -Gracias, don Angelo, esto ha sido un golpe duro, muy duro. -Resignación, doctor, resignación. Los pobres son más efusivos en sus manifestaciones de dolor. Entre gritos estridentes relatan anécdotas)' deseos del desaparecido. -Ay, Procopio de mi alma, ayer me dijiste que le cogiera cinco pesos prestados al veinte a Doña Monona para darte un [umo, porque tenías el pico como un tirapiedras, sin saber que era el último "prendi" que te ibas a dar en la vida. Ay, qué va a ser de mí, Dios mío. Los gritos cesan para reaparecer tan pronto se acerca algún amigo o pariente del occiso. -Ay Rafucbe, él siempre me decía que estaba arrepentido de la insultá que te dió el otro día en la casa de Pocholo. Tú sabes que era bueno, pero se le montaban cambios. Cada vez que me entraba a golpes, se arrepentía después y me trataba con cariño por dos o tres días. Ay, mi pobre Procopio. El "ataque" por lo ¡{eneral es cortado dando a 54
oler a la v,'ctima hojas de guanábana o algún viejo zapato deportivo. Pero lo interesante de los velorios es que despiertan reacciones diversas. Algunos evaden asistir a el/os porque el espectáculo de la muerte les produce terror. Otros están a la caza de el/os para "matar el tiempo" y aumentar su repertorio de chistes obscenos. Los más acuden a el/os para cumplir con un frío deber social, y permanecen un rato en la casa mortuoria o en la funeraria, repitiendo automáticamente a los dolientes: - Te acompaño en tus sentimientos. Frente a la inmóvil elocuencia de un cadáver continuarán los gritos, el frío pésame y el chiste equívoco, en U71 país que, como dijera el poeta: "no merece el nombre de país, sino de tumba, féretro, hueco o sepultura".
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el chisme: pasatiempo nacional
Fulano es buena gente, pero . Estas palabras son por lo p'eneral el inicio de eso que atl".í se conoce como 'dar tijeras", "cortar un traje': "bandear" o "chismear". El chisme existe desde que fue creado ese globo $frante que es el planeta Tierra, y aparecio sobre el el hombre. Todo el mundo le ha dado a la lengua para "comentar" sobre las virtudes y defectos de algún bípedo pensante. Existe en nuestro país la creencia de que "el chisme es cosa de gente de barrio", Pero también en la llamada "Afta sociedad" se acaba con el prójimo "a lo callaito", y si es necesario se le da de frente su "pela de len$Ua ". Pero quienes mas se destacan en el arte de roer una reputación son las llamadas "comadres de barrio" En los sectores humildes la mayor prueba de amistad que se puede dar a una persona es ofrecerle que le bautice un hijo. Y el compadrazgo detiene un romance o una pelea "de boca ", o "al puño ", cuando los apostadores hubiesen dado "peso a cabo de túbano" a que sonaría la galleta. La comadre puede llamarse [uanita Pleguñé, 57
Altagracia Soplatubo, Cacbita la gorda o Ramona la arepera. Pero vivirá atenta a todo lo que OCurre en el barrio, aún a costa de que se le' quemen las habichuelas, o que el bijo de seis meses se le caiga de la cuna. y as'- comentará con su amiga Domitila que la hija de Pancho el gambao llegó a su casa de madrugada en un carro de pescuezo largo, .'Y que estaba tan pegada del conductor que, en lugar de dos personas parecian una sola muy gorda. -Pues como te iba diciendo, Domitila, yo soy enemiga del chisme, pero te diré que estaba'n "dando suela" dentro del carro, y no se sabía donde comenzaba uno y donde terminaba el otro. Yo no sé como' Pancho consiente esas vagabunderJ'as, porque hasta hoy lo he considerado un hombre serio. Tú sabes que desde la rendija que tiene la puerta de casarse domina la calle entera. Yo me babia desvelado porque estoy hasta el cuello de de,udas, as,' q~e desde /l~e,,~entí el carro me asome a la rendija y me tire ese desagradable espectáculo. Me quedé ahí hasta que ella entró a su casa, solo para ver hasta donde iba a llegar en su cbiueria. El tipo le dió "mano muerta" por todas partes, y ella tan mal sentada en el carro que se le veía hasta un tío que tiene en Nueva York. En mis tiempos no se veían estas perrerías. Bueno, comadre, la dejo, que a mí estas cosas no me gusta ni comentarlas. Odio el chisme y a la gente que lo practica. Bueno, hija mía, nos vemos.... Y la comadre se va con su conciencia tranquila. Pero la reputación de la hija de Pancho el gambao quedará bastante maltrecha, ya que en un par de días hablarán de su "amanecida" hasta los sordomudos. Esto, teniendo en cuenta que cuando la comadre sabe una cosa, solo se enterarán dos: ellay el pueblo. En toda empresa pública o privada, el chisme campea por sus fueros, y es generalmente el 58
preludio de la "serrucbada de palo" al compañero (le labores. Por eso se usan mil fórmulas para "formarle un gancho" al compañero, entre el/as decirle al jefe los horrores que este dice de él por la espalda. O haciendo que la atención del mandamás se concentre en un error que cometió el colega. Claro que no se cuenta esto por chisme, sino con la sana tntención de que ,¡ muchacho "atienda más a su trabajo", T ntre los vecinos de barriada pobre se acostumbra prestar "los trastes". Pero esto da lugar a discusiones y "sacaliñadas" entre el/os. Por eso no es raro oir a Dorotea insultar en alta voz a la malagradecida de Picbuca, la CUQl se ha puesto a hablar mal de ella, "a pesar de que hasta los panties que tiene puestos se los regalé yo ", En paises explotados como el nuestro, el chisme prolifera con rapidez vertiginosa, y la reputacion de todo hombre o mujer está a expensas de cual-quier "lengua larga" a quien le caiga mal. y casi sin elementos deJuicio se afIrmará que fulano es homosexual, droga icto o estafador. Así el dominicano sigue su lucha por la subsistencia en una media isla agobiada por la explotación de unos pocos sobre la mayoría. Esa mayoría realizará esfuerzos titanicos cada día para poder "pisar las tres bases". A veces la frustración y el desaliento acercara a sus labios la botella de ron o el frasco de raticida. Pero dentro de ese marco doloroso, el escape mayor llegará en el chisme, casi siempre iniciado con estas palabras: "fulano es buena gente, pero .
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el hombre dominicano no enamora hoy como enamoraba ayer
Se han escrito gruesos volúmenes sobre el amor. y cada día los periódicos, el cine, la televisión, nos traen el amor en tonalidades de ternura, tragedia, abnegación, sacrificio y ensueño. Pero si el amor es' eterno, si existe y existirá mientras haya seres humanos sobre este planeta, también es cierto 1ue cambian las actitudes de los enamorados a traues de las épocas. Aqui han variado estas actitudes de modo notable en los últimos veinte años. En la apacibilidad medio aldeana del Santo Domingo de Guzmán o Ciudad Trujillo de 1950 el amor llegaba generalmente a materializar en besos y abrazos luego de un largo periodo de cortejo conocido como "hacer esquina". En efecto. H galán pasaba un día al azar por una calle y veía a la puerta dealguna residencia una cbica. que le gustaba. Entonces decidia hacerle esqurna. Desde entonces se paraba día tras día durante horas e11 la esquina más pr(í:áma esperando que la 1111l.ldc1 saliera a la pulpería, a visitar una lllll~~c1 o simplemente "a dar pascitos", CU,lIlJo I" tenia cerca, inmcdiatumentc salí" el
piropo de rigor, el cual era correspondido la mayona de las veces por un fingido disgusto de coque tena. La aceptación del galán por parte de la chica tomaba tiempo. En esa época no estaban mu:y liberalizadas las costumbres, y toda mujer tenia que aparentar resistencia aún estando enamorada del "atacante" para que no se dijera que "cayó ' '1"• fiQCI Por eso el hombre que se "levantaba" una chica -en dos. meses sentia elevado su ego hacia alturas inconmensurables y lo pregonaba a voz en cuello. Frente al amigo que también hada alarde de donjuanismo afirmaba con jactancia: "yo solamente les doy dos meses". La "esquina" se hacía recostado el galán de un poste de luz con una menta y un cigarrillo, y haciendo girar cor aire de suficiencia un llavero de cadenita para coger más "cuadre". La mucbacba se daba importancia los primeros días del cortejo, y solo de cuando en vez dirigía una sonrisa ptcaresca al galán para que no perdiera las esperanzas. Luego comenzaban los contactos, generalmente a través de una vecina amiga quien hacía las veces de "correo azul". Cuando la chica había aceptado al pretendiente, entonces venía la cita, casi siempre en el anfiteatro de un cine. Los observadores expertos del acontecer "atacatnz" comenzaron a darse cuenta de 'l.ue este era un proceso lento y difícil en comparación con el del baile. Pues en el abrazo legalizado de la danza las cosas siempre han marchado a mayor velocidad. El joven llegaba al baile. Iniciaba inmediatamente un proceso de "vistilla" a las muchachas presentes. Le-gustaba quizás la indiecita 'l.ue estaba sentada en la mecedora, pero esta estaba 'enllauada" con uno de los invitados. La "enllauadura" se notaba al bailar, pues 62
cuando terminaba cada pieza musical se quedaban con las manos cogidas. También era síntoma de "fletada" el bailar con las caras pegadas, aún en "teses de riguroso verano. El galán seguía mirando las muchachas hasta que se encontraba con una que. "le hacía fiesta". Entonces la invitaba a bailar, buscaba la aproximación, y si no encontraba rechazo venía el juguetear de dedos en las manos entrelazadas. En lo adelante, la chica se convertía en su pareja. Luego de las clásicas preguntas étienes novio? ¿dónde vives? ¿ a cuál cine vas mañana? había una presunción de noviazgo que culminaba en besos tan fogosos como los que aparecían en la pantalla situada frente a ellos al día siguiente en el teatro. Pero el bailecito familiar ha ido desapareciendo paulatinamente, devorado por el club nocturno y el restaurante. Las chicas tienen mucho mayor independencia por su rápida incorporación al trabajo profesional y por la liberalización de las costumbres. De ahí que casi no esperan la llegaaa del pretendiente, sino '1ue lo encuentran en los sitios de diversión que oisitan con cierta frecuencia. Las mujeres han perdido en parte en nuestro país su aire de tímida espera, y tienen el valor suficiente para decirle directamente a un hombre que le gusta, con palabras que salen envueltas en humo de cigarrillosy fragancia de licor. Los valore» .«morosos de la mujer dominicana han ido también cambiando lenta pero inexorablemente en las últimas décadas. La minifalda, el liberalismo y la competencia al bombre en casi todas las act,vidades han hecho que los corazones femeninos sean menos receptivos a la 63
serenata y la poesĂa, y mĂĄs asequibles al carro largo y la posiciĂłn de ejecutivo. Pero para que no desaparezt;a por completo la imagen del amor de ayer, todavĂa vemos con complaciente nostalNa un bailecito familiar con parejas "enllaoadas o un hombre "atrasado" 'baciendo esquina recostado de un poste de luz, con la menta y el cigtlrrillo, y haciendo girar el llavero de cadenita para "no perder el cuadre".
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el borrachón
Como sabemos que trabaja en la sección de archivo de una dependencia gubernamental nos orprende verlo a las nueve de la mañana en una burra anónima "largándose unos petacazos". Al preguntarle por qué no asistió a la oficina, nos dice que tieñe una serie de. problemas que le impedirían concentrarse en la labor diaria, por lo cual decidió "tirarse unos tragos" para "aclararlas ideas". Ahora bien. No debe pensarse que a él "lo domina el romo" pues "bebe cuando quiere". Sin embargo, pese a lo temprano de la hora, estuvo a punto de prendernos con el "tufo" y lucía ya "prendido como el trapo de la plancha y más alto que un zócalo de cadenita". ¿ Cuáles son las características de este personaje que vemos a menudo caminar por calles y aceras en forma tambaleante frente a 7a mirada compasiva o iracunda de los transeúntes y ante las bromas y risas de los niños? En nuestro país se aplica el calificativo de "borrachón" a todo hombre que hace uso frecuente de las bebidas alcohólicas. Prefiere el ron, 65
bautizado por el prócer cubano José Mart{ como "la dulce maldición de las antillas". El borrachón puede ser un empleado público o privado, un desocupado, un vago sempiterno, un poeta y hasta uno que ""ive de susrenta:". Cuando ya el alcohol ha destruido el último reducto de su voluntad, descuida su empleo y su apariencia personal, no importándole entonces andar oestido de "pan de fruta". Considera que todo dinero que no se gasta en . ron es dinero botado. Es frecuente el caso del borrachón que entra a una tienda preguntando el precio de la camisa roja con rayas amarillas que está en el escaparate. Cuando el empleado le dice que ante: costaba 1O pesos pero que está rebajadil a 5, el bombr,e "amigo de los tragos" se qtleja de que los dueños. de tiendas de tejidos son unos ladrones. Tres horas después sale "encendido" de cualquier restaurante de la calle El Conde, después de pacar la cuenta de la mesa en que estuvo compartiendo con tres amigos a los cNales invitó. La cuenta ascendió a 25 pesos con 85 centavos, incluyendo ellO por ciento ae propina al mozo. Pero nuestro amigo se "canteo" con dos pesos más porque "los había atendido en forma". El borrachón vago o desocupado es por logeneral "picoteador" sempiterno e incurable. Un farzático del béisbol diría de él que "pide más que un catcber". Cuando se encuentra con algún amigo o conocido, inmediatamente "le marcha" por la peseta o el medio peso para "completar el pote". y es insistente hasta el fastidio, y capaz de provocar devaneos de púgil hasta en un padre Franciscano. Si el borrachón repara en que el amigo es de los que "no dan cuartos para romo ", entonces apela al cuento o "allante ", Ora es un hijo que tiene internado en una clínica recién "operado de amígdalas", ya el peso 66
que le falta para comprarle un libro al hijo que cursa el tercer año de secundaria. Después de todo, nose le puede matar el empuje al joven estudiante que está tan empeñado en sus estudios, que va a la escuela "con dibujitos en los fundillos". El borrachón Ror lo general bebe el romo '.'de a tercia", o sea la mitad de una botella pequeña. Pero es terriblemente cuidadoso de que e1 pulpero "no lo muerda" al vendérsela. Por eso mide cuidadosamente el contenido de la botella "nueva" con el de la "vieja" para ver si las dos están parejas, al ser vaciada la mitad de una en la otra. Si las "tercias" no están "parejas" el borrachon se incomoda, "coge velocidad' y comienza a mencionarle al pulpero sus parientes, desde la madre hasta un primo tercero que trabaja en una factoría de un juiJío en Nueva York. Cada vez que nuestro personaje se da u72 "juma " le coge con abrazar a todo el vivo, mientras lanza a diestra y s;niestra su "bajito a níspero". Cuando tenemos la desgracia de encontrarnos con un amigo borrachón, comienza a recordar los tiempos en que estudiábamos las primeras letras en la escuelita iie Pancracio el bigotudo, y comíamos dulce de mani molido en el "puestecito" de [uanita la haitiana. Luego que le entregamos la peseta para salir de él, comienza el largo proceso de despedida, interrumpido continuamente por el apretón de manos y el abrazo cordial, efusivo, cariñoso " "recordante" que nos da bajo el tufo "prendedor " El borrachón gusta casi siempre de entonar, con voz que remeda el mugir de una vaca en la espesura, canciones de antaño. Y no es raro que nos topemos con él a altas horas de la madrugada en un parque y nos obligue a oír su versión de "Orfelina" o "La triste realidad", Nuestro héroe es romántico. Vive también en el mundo mágico de la mentira, en la semiincons ciencia que da el alcohol. Esta circunstancia motiva que interrumpa continuamente a los parroquianos 68
de la barra donde se está "[umigando'" para contarle alguna historia de los dias en que él vivía "como un prt'ncipe, sin dar un golpe y siempre con cuartos. echándose fresco en el ombligo". Por vivir en todos los ambientes, el borrachón es una enciclopedia de refranes, piropos, anécdotas y relatos de jumos jocosos o peleones. Nos dice con aire serio que una disposición del Ayuntamiento del Distrito obliga a los propietarios de burros y caballos a ponerles zapatos de goma ~ sus animales para que no dañen el asfalto de las calles. Y de repente, ante la muchacha de "buena carroceria" que pasa por su lado, lanza el piropo atrevido y gracioso: - Vamos a "vivir" q,ue yo no sé tener amores . y el borrachón sigue su vida multifacética. Puede ser un empleado público o privado. un desocupado, un vago sempiterno, un poeta y hasta uno que vive de sus rentas. Pero lo reconoceremos por su andar tambaleante, por el tufo, o '[!lizás por estar vestido de roba la gallina, con un 'pote' en los bolsillo: traseros del pantalón. y el sentimiento que despertará en nosotros podrá ser la pena, la rabia o la envidia. La secreta envidia de los que estamos uncidos al trabajo que "ennoblece y dignifica" frente a un personaje aparentemente feliz, y que anda todos {os días y todo el dia "prendido como el trapo de la plancha" o "más alto que un zócalo de cadenita".
el dominicano y la brujería
Tiburcia está un poco asustada frente a las contorsiones de la "metresa", poseida por el espíritu de Candelo, "el luá que la ilumina y la protege f/.e la gente". Pero todo se justifica con tal de recuperar a Bartolo, 'luien desde hace meses la está castigando "con el latigo de la indiferencia". La pobre Tiburcia se exprime la "azotea" pensando en las "malas influencias" que han producido un cambio radical en su marido, el cual se casó con ella "enamorado como un cajuil". Bartolo no la saca a ninguna parte, y cuando llega en l«s noches trae al hogar una cara de dueño de compraventa en días flOJOS. Si su mujer se le acerca, le da una "cortada de ojos" tan grande zue la hace pensar en la letra de la guaracha: "bay vistas que tumban cocos". Ella sospecha que su "bembro" tiene algún lio de faldas, pero basta ahora ban resultado infructuosas las "mvestigaciones" que ba realizado para tratar de descubrirlo. . Ni siquiera la colaboracion sincera de doña Monona, la mujer que por su afición al chisme es conocida con el mote de "lcneu, eléctrica" ba 71
puesto 1'11 claro el origen de la actitud de Bartolo baci« su mujer. Por eso Tiburcia se ha visto obligada a apelar a /., ".1'lld., de los "luases'Óy aquí la tenemos frente a Prouidencia /111<' nuujcr que "se monta" .Y que es [ainos« /,or sus "ciertos. Candclo /1., dicbo por boca de la metiese que Bart olo cst.i medio "enredado" con una cibaeñit. de /,(,10 cr,'sl'o 'lile "lo trae .Ir IUl ala". I:'.~/,' "1//,ill1" le bccbo "trabajos" a Tiburcia /'''1'., que 1'1 nutrido "/a deie", }' ti eso se debe, seguu el "Ser", la actitud fría, .11' I'mpll'tldo público tres dias antes del p,'go, que mantiene Bart ulo [rente " UII,' mujer quc siempre [uc cariñosa. le tcni. listas las chancletas al salir del bailo, le sacab« C"S/," intcrdiario. y le decía cariñosamente "Tol in". Proridcuci« promete " 1" atribulada Tiburci, que "le Vtl " ,rrreg/l" Sil mundo". Pero antes deber. ofrecerle .lIgo .d "ser", y., '111(' cll, uo quiere nada. Ti 1111 rc i., d c], cinco globos, tulipanes, tururuscs, jiÍquilll.,s, I/l/I/"S I~ Cl/¡r/qllier otro nontbrc
l.",
usted ,/UIlTI1 "grt'g.,r a Ia lista con qUI' el pueblo f.", bau f i·:.tldo .,1 /,e.~o dominicano, y ,WII'/UC l os dias transrurrr n sin resultado positivo, COII Bart olo c"d., di« 1/1I'S ('1111'1',,".10 en ",,/,(1,,;>lI"le 1'1 biclo", nuestra bcroin« siguc COI/ su fe /'UI'SI.. 1'11 Proridcnci«, Candr}» y los otros "cspitit us ". Cout.uuio con 1" ")111.1., dc' estos "seres ", la 1I111jl'r SI' 1.1., tornado /111 ¡'oco ",I.,'1·,'sj¡.., y pcleon«. Al mismo t icnrpo, los bl"l'b.,j"s '1"" 1,' 11I.1IIdtÍ /'1"1'1"'1'."
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Prouidcncia, l.,
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de 1111111/(' 'lul' p.ut« el alnu. }' 111/., 1/"l/itlIM de dicicntbrc, [alt.uid« ÓIICO
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hogar que dejó por una "mal nacida, pelo malo, desbaratamatrimonios, que no me da a mi ni por los tobillos El caso de nuestra amiga se repite cotidianamente en un país pobre, dondé "levantar los cuartos del moro "liene cada día caracteres de odisea, y donde el refrán más citado es aquél que dice: "la esperanza mantiene". Producto de la ignorancia en que la mantienen sumida los que durante siglos han detentado el poder en nuestro país, las grandes masas dominicanas son "supersticiosas hasta la pared de enfren te' '. y se da el caso de que aquí creen en brujería, desde humildes campesinos de la frontera con Haití hasta profesores unioersitarios y escritores. Muchos de estos intelectuales, algunos señalados como Marxistas i.eninistas, asisten con frecuencia a sesiones de brujeria, aunque alegan que lo hacen por curiosidad o "espíritu de Investigador". Una manifestacion del espíritu supersticioso del criollo son las actitudes de los que se reunen para: practicar algún juego de azar. Si comienza a perder manos tras mano algun« de los jugadores inmediatamente se encoleriza el que tiene aliado porque "lo está azarando Otra modalidad de la superstición que abunda en el país es la lectura de "la taza Por la módica suma de 25 centavos usted visita alguno de estos "lectores" de tazas de café, para que le diga algunas cosas sobre su pasado, presente y poruemr. Luego de brindarle un poco de la aromática infusión en una tacita "preparada ", el "adivino" empieza a ver las figuras que se adivinan en el fondo del recipiente. y surgirá de inmediato el pronóstico. Unas veces "pega pero la mayoría "se va de boca". JI.
JI.
JI.
JI,
Como estos "vivos" conocen que en la vida de
todo ser humano se presentan invariablemente determinados acontecimientos, apelan al recurso de citarlos para llevar la credulidad y la fe a los incautos. A casi toda solterona que se presenta por sus predios, le dice que en los próximos meses tendrá dos pretendientes: uno indio y el otro blanco. Cuando llegue el momento deberá decidirse por el "indio ", ya que el blanco se divorció de su tercera esposa, luego de darle una "golpeada" 'I.ue la mantuvo "en cama" dos semanas por una •picaaa de ojo". Como todo desempleado algún día encontrará colocación, el experto en tazas le dice con seguridad y firmeza que "lo suyo está caminando" y que pronto volverá a comer tres veces al día. A los que han solicitado visa para viajar al extranjero les dicen que, lue~o de algunas dificultades, "su viaje se va a dar " y van a estar "en la papa" muy pronto, aunque algo tristes por la nostalgia del terruño. El que va- a abrir un negocio, emprender un viaje, o contraer matrimonio, por lo regular "consulta" a algún brujo para que le vaticine cómo le irá en estas arriesgadas empresas. En este pais se~irá vigente por mucho tiempo el arte de "brujear " debido a la mseguiridad que caracteriza la vida de las mayorias- desposeidas, oscilando continuamente entre el hambre y la espe~anza! ~ ~ la poc~ fe de la clase media en el destino bistorico dominicano. Aunque muchos se dan, "para disimular" de la letra del merengue": "yo tengo un luá que me ilumina y me protege de la gente, con cuatro velas de a centavo, y tres vasitos de aguardiente".
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semblanza del "picoteador"
La ciudad, esplendent e en la gama multicolor de sus arterias comerciales, o cruel en la indiferencia del transeĂşnte apresurado frente a las . l/agas del mendigo. encierra una serie de tipos humanos interesantes.
"
Uno de esos personajes anontmos, figura obligada en calles, parques y bares, que obltga a cambiar rápidamente de acera y que debilita nuest::o .presupu~~to después del halago oportuno, es el 'picoteador". Hay dos clases de picoteadores: 1- El vago sempiterno y recalcitrante, que se levanta a las doce del meridiano para ahorrarse el desayuno, y que picotea en horas de la tarde, la noche y la madrugada, y 2- el que trabaja de cuando en cuando, mayormente en labores manuales, y desaparece cuando está "boyante" para reaparecer· cuando siente sobre su anatomía los embates de la
"prángana ". El f,icoteador vago se las arregla para estar "pulido', quizás a expensas de la obrera o prostituta con quien está amancebado. Este tipo gusta de las cosas buenas, no acepta ni regalado un cigarrillo negro, piropea. a.rgueando las cejas en gesto petulante y ven/tea con insistencia el que la camisa esté sin a~gas dentro .tet pantalón. Cuando alr;ún amigo, harto del consabido estribillo: "leudntame peseta" "falta medio peso para el pote ", , le sugiere que doble el lomo, asoma a sus labios, en oportuno alarde de nacionalismo musical, la letra del merengue: "el trabajo lo hizo Dios como castigo ". Por su parte, el pico teado r que trabaja ocasionalmente no cuida mucho de su apariencia por dedicarse mayormente a pintar con brocha gorda, dar lustre a muebles de caoba o "arreglar" un contador de luz. 76
Casi siempre los dos tipos de picoteador son amantes del trago. Merodean por las proximidades de los restaurantes, en espera del f1!mer conocido que se sumerja en la atmosfera· de aire acondicionado, para entonces "beberle el romo", fumarle los cigarrillos, y en ocasiones hasta enamorarle la dama que lo acompañe. El picoteador considera que el amigo está obligado a darle el peso. De ahí su aire agresivo cuando pienza que alguien se está apuñaleando". Muchas veces se coloca en pose casi pugilística para decir: éte me vas a tirar a muerto? Esta actitud hace que algunos le entreguen de mala gana la peseta o el medio globo para evitar rozamientos con el susceptible personaje. Ingrato y otoidadizo, el picoteador continuará su ronda por las calles de la ciudad, inmune a los golpes de la frustracción y el desaliento que han llevado al consultorio del siquiatra a tantos convencidos de que "el trabajo ennoblece y dignifica ".
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los juegos infantiles de ayer y de hoy
Siempre habrá niños en el mundo. Pero los juegos de la infancia carian con las épocas. Por eso cada ser humano tuvo su forma particular de ser niño. En los años del 40 y 50 había en los iuegos infantiles un matiz de ingenuidad y emocion que parece haber desaparecido de los juegos de hoy. Estos aparecen enmarcados en la imitación de Batman y Robin, o en la representación de una escena truculenta de algún Western italiano. El niño de hoy parece que "nace sabiendo" y desde los primeros años conoce los secretos de la procreación y de los reyes magos. y el solar yermo solo es un sitio para corretear, sin el misterio de la "combina ", ni el riesgo de treparse en lo más.alto de un árbol para "hacerle lujos" a la muchachita de la casa de aliado. En pasadas décadas cada niño tenía su "combina ". Esta era cualquiersolar yermo donde uno enterraba carretes vacíos de hilo, cuchillos inservibles, bolas y algunos "cbeles" El solar simbolizaba el descanso después de las comidas. Allí se reunía la barriada, y surgía la conversación amena, la "cuerda" al compañero, .Y 79
en ocasiones la frase preludio de la pelea infantil: -¿Te quieres tirar dos trompadas conmigo? Generalmente las discusiones que se producían entre los niños eran alentadas con o sin disimulo por los compañeros. -¿Cómo es que tú le dices a este, frente de cachimbo? y a veces, colocando alguna hoja de árbol a los posibles contendientes se les decía, con acento de fanático de boxeo-Esta es tu mamá y ésta es la de él. A ver si se la tumban. Por lo general ambos niños arroiaban de sus hombros "la madre" del rival, iniciándose de inmediato el "rebú" entre el griterío y el entusiasmo de los compañeros. Los niños eran celosos defensores de su "combina". Por eso ponían sumo cuidado en que nadie adivinara el secreto, repitiendo con orgullo: -La combinita mía no la sabe nadie. Pero un dia cualquiera, el niño descubria que alguien había sacado de la tierra su carrete vacío de hilo, sus bolas y sus cheles. La Combina había sido descubierta. El treparse en lo alto de los árboles era también una especie de ritual que cumplían religiosamente dos o tres "enllaues" de la barriada. ALU se conversaba sobre la muchachita que cada uno se estaba "levantando" o de las hazañas de los padres. Los devaneos tarzánicos de estas ocasiones terminaban algunas veces en aparatosas caídas que provocaban durante varios días o semanas los comentarios burlones de los chicos del barrio. El juego más popular durante muchos años fue el de "dieciocho-veintiuna" a nivel del suelo. To dos los participantes se "canteaban" lanzando la bola 'bacia la raya. Aquel cuya bola cayera más cerca de ella tiraba primero la bola hacia el hoyo. Le seguían los otros, de acuerdo a la 80
distancia en que hubieran caido sus bolas con relación a la raya.
S, alfJno de los que lanzaban las "uellugas" la introducia en el hoyo, "salía" o sea, se sentaba a esperar a los otros para ver cual era el que iba a "aguantar taquitos". Los participantes en el juego iban siendo eliminados, de acuerdo al clásico golpeo de alguna bola con la suya, luego de ponerla a rodar con un empujón del dedo índice, mientras contaba: -Dieciocbo veintiuna tres- seis- nueve- docequince- boté, y "al hoyo". El que se quedaba a "aguantar" colocaba alguna de sus manos cerrada al borde del "hoyito". mientras los demás le golpeaban con las bolas en los nudillos. Para esto colocaban la bola en el otro extremo del hoyo y la empujaban hacia la mano, soltando el índice previamente aprisionado con el pulgar. Las "totumas" que esto producía ocasionaban múltiples dolores a las víctimas del entretenido y rudo Juego infantil. La dictadura de Trujillo sumió en una miseria "decente" a la mayoría de la población, la cual comía tres veces al día, pero poco cada vez. De abi que para paliar en algo el haberse quedado "topao' los muchachos idearon hace algunos años el "mamá que me dé, y fuera". Según las reglas de este juego, cuando el niño veía algún compUliero comiendo en le! calle, le voceaba: "mamá que me dé, y fuera". El amigo estaba obligado entonces a darle una parte de lo que.estuviera ingiriendo en ese instante. La "cubanita" era otro juego fundamentado en dinero. Se lanzaban los centavos hacia una raya, igual que en el de "dieciocho veintiuna". De acuerdo a la cercanía del cbele y la 1"aya, cada uno de los participantes lanzaba las monedas nl 111"" Al 81
caer en el suelo, se quedaba con las que tenían el escudo hacia arriba. Este juego estaba prohibido por la ley. De ahí las "juideras" que se armaban cuando asomaba algún policia. Resultada
interminable la descripción de
t an t os juegos infantiles. Tendríamos que extendernos sobre er "topao, escondio, pégate,
desprecio. matarile, trompo, cbicbigua", etc. Hoy, el niño criollo parece que nace con el conocimiento pleno de los problemas de la vida. Además, la supresión de las restricciones del régimen tiránico han dejado el paso a una infancia y adolescencia, preocupadas por los problemas sociales del pals. Y qlre a t'eces expresLl su protesta en el tumilito callejero, a dcj.mdose crecer el cabello, o manejando Ll ¡'c/OCiti¡ld vertiginosa una II/Ol ociclcta.
De CI""1do ('11 t'C';:' vemos en el cielo una cbicbigua, o l/OS CI/COl1trLllllOS con el espectáculo de 1111 niño lanzando Ul1 trompo. TL1I ¡'e: l. suerte nos dt'I'¡H'c ¡¡/l!;1Í1I dia !tl contemplación de rarias /JO/,'S rodando ¡lOr el sudo lanzadas por manos infantiles.
Pero tenemos la SCI/S¡lC1011 de que el conocimiento precoz de 1,IS iniusticías sociales ba sacado a los niños dominical/os dI'! inundo mágico de /". combina, el solar YI'mlO, el trompo .v /,, cbicbigu«.
el fantoche
La camisa ajustada no presenta m una arruguita en el punto donde se junta con el panialon. Los zapatos "brillan" más que un estudiante desaplicado. El cabello no tiene ni una pumita que sobresalga debido al largo JI cuidadoso proceso de peine y cepillo que tuvo ante el cspe¡». Cuando babia mira al interlocutor por encima del hombro .Y arquea las cejas en gesto petulante. Si una chica pasa junto a él le lanza U1'M mirada entre complacida .Y desdeñosa, con la cual !Jlm:cc pre¡.,rzUltar: --i. Verdad que estoy bien hecho? 1\1f' iI//¡lgino que ustedes habrán adivinado de quién se trata. 1:'" efecto. es el fantoche. l.u opini/m generalizada en nuestro paú es qn(' "el que nacio fantoche no cambiará nunca, aUflque esté hecho tiras y recomendado para bilacba " La "[ant ocbcria" no uene edad. Todos recordamos al compailcro de primeras 1('1Yi/\ '1/(/: pisab« duro Ilúru l/Uf' /lOS dicratnos cuento d,' '/ff(' estaba "estrenando" -:,u!}¡llos. De [allurl« ('.\U' truco publicitario, apclab« entonces ,ti (''./I,·dí('III(' .1(' decir. "estos //Ie/I,lilo.\
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zapatos que estrene hoy me tienen los pies "desbaratados ': El muchachito fantoche salia a la calle con un muslo de pollo los escasos días que en su casa cocinaban aves de corral para "echarle lujo" a sus amtgos. Esto ocurría por lo general en los barrios pobres, donde las discusiones infantiles giraban sobre los recursos económicos de los padres o parientes más próximos. Por eso era común que un niño encolerizado dijera a su contrincante, con aire jactancioso de empleado público agraciado con dos r.edazos de billetes del /?rimer premio de la lotería: 'en mi casa hay nevera '. Cuando el chico fantochito se enamoraba de alguna niña del barrio, inmediatamente se tornaba frio con los compañeros, para que la causa de sus desvelos y noches de insomnio supiera que "él no se juntaba con tigueres". Como no disponia de muchos recursos, y su vestuario era escaso, apelaba a las "combinaciones". De esta manera aparentaba tener más ropa de la que tenia. Si el fantochito -ueia a la niña r.arada en la puerta de su hogar, aprovechaba para 'meterle una llaue" a cuanto niño más débil le pasara por el lado para "lucirsela". Pero la mejor forma de "echarle plante" a la muchacha era con una bicicleta prestada, Entonces comenzaba a hacer "pindiius" en el vehículo; Estas piruetas terminaban muchas veces con el !!,alán en el suelo, con dolores en el lugar donde la espalda pierde Sil nombre, entre las risas disimuladas o abiertas de sus amigos y de los transeúntes. Como consecuencia del "mataso" el [antocbito "dcjaha el claro" .Y Si' iba a "amargar" por la t'rrp,ii('/l':a /"¡s,,da [rente ,¡ la chica que estaba "atacando . 1:'/ [aut ocb« dI' 15 a 25 años tiene muchas ('OS,IS ('/1 ('o//liÍ/I ¡'tl/l id "ullant oso ". :\1 (l,r/(¡¡l l/lIe K·I
este, 111" (" ' ·,d l,I/HCS en cualq uier OC1l5ió/1 "au nque .w' /WI111.h.lil C" ) ' se ,I/I "l,1 .Ir qu e la camisa que llc ua PII('s t., "~ :? le dcst uío " /' /1 meno s de tres meses, ' lII U q/l/ ' (u gú 20 " gll,lI} 1<g " /,o r elta cn Puert o R ico, Pese d SI/ ,¡pll riencia arroxan tc, el [ant ocbc es po r lo g c n crdl l/ II nuiíoiduo inseguro. 1:'51 11 se /, OIlC de mlmi/ir.s lo en el becbo d I' qm ' tlp rolJl>ch l cnatquíer OCdú ()n en que se /' //CI/I'IIII",( CI/II (1I/d dmigd IJ¡,¡r¡/ "exhibirse" con el/o/ /,or (',, /11" ;
)' a venidas. . Cuando ' ¡[~/I i(' 1I Ir' pr c;..runta si está ' :cllrt''/.¡d ,, ''
con la chica, se limita a nep'ar con una sonrisita equivoca para por lo menos' 'dejaren la duda". Aunque tenga novia, el [antocbe no se siente seguro. Por eso gusta de "dar matanle" a su compañera con cualquier muchacha que tenga cerca. En ocasiones pasaR.0rla casa de la novia con alguna amiga para "mortificarla". Cuando al fantoche juvenil lo cancelan del empleo dice a sus amigos que el jefe lo botó "porque su esposa vivía haciéndome fiestas ". Si viaja en el carro de algún amigo saluda a "tutirimundacbe", para que reparen en que se relaciona con "gente de cachet". El fantoche de edad madura vive hablando de sus parientes que están en la papa Y. a los cuales "no ocupa" por orgullo. Directivos de varias instituciones sociales le han solicitado que Ingrese en ellas, pero él se ha negado porque "donde hay mucha gente siempre hay chismes, y yo odio esas cosas". Ahora bien. Destaca que en sus años juveniles bailó "en los mejores clubes" y andaba para arriba y para abajo con la "crema" del país. Lo que más lamenta es tener que "vivir en barrio", porque él tiene un espíritu refinado y sus ~ustos chocan con la chabacanería de la 'chamuchina" que lo rodea. Aunque adora la música clásica, se ve obligado a comprar boleros, guarachas y merengues, "porque si algun día se me ocurre comprar una sinfonia de Beetbouen, los incultos de este barrio son capaces de arrancarme la cabeza". Con la camisa sin una arruga, mirando a la gente por encima del hombro, y con la convicción de que "no se puede saludar a todo el mundo", el [antocbe camina por calles y avenidas con paso y gestos estudiados. y cuando alguna chica pasa junto a él arquea las cejas, entreabre los labios. y sus ojos entrecerrados parecen preguntar: -¿ Verdad que estoy bueno? 86
el restaurante
El restaurante es un sitio donde se supone que reina un ambiente de quietud y plácida alegría. Pero en este paú sumergirse en la atmósfera de aire a c o n d i c i o n a d o de uno de estos establectmtentos tiene también sur ~ »n cenientes, enmarcados a veces en situaciones tragicomicas Las dos tandas de la labor del empleado ban llegado a su [in. Se siente algo cansado, las frustraciones comienzan a producirle heridas contusas en el alma curables después de un primer premio de la lotería. Es dia 21. Como cobra quincenalmcntc, está a mitad de base del día en que cabrá .Y del que va a cobrar. Fl dia J 5 paWJ todas sus deudas y le qurduron 1(J pesos con 78 centavos. Pero reinicio J()\ diu» después la carrera "prestamcntista ", La cual LLeva cinco mios. Después de todo, doúu l lcrmcncyil du m'l/l/m' tiene dinero, .Y presta al modtco uctnt c l''"' ("11'1110 mensual. Su corazon J;e:ru'TOso Le intpid« hac« r como otras prestamistas ahusa d orus V .\1// conciencia que cobran el J(J por ctcnt o /lN'flSII"!. Fl empleado /leK'J al [inul de Id dura !a!N)T 117
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cotidiana "con el pico como un tirapiedras ", por lo cual llamó a su amigo Taoitillo para "aplomar" en "lgiÍ 11 restauran te. Taoitillo estaba precisamente· esperando la 1/"I1I"da de algún "tercio" porque iba a salir con la chica con quien tiene amores escondidos de la [ainilia. Pero resulta que para poder "allantar" a la mamá, la chica metio el cuento de que iba a estudiar con Rafucbina, la cual pasaria a buscarla a Ias siete de la nocbe. Tauitillo dice que está un poco escaso de dinero, pero que con la ayuda de su amigo podrian llevar las dos chicas a algún restaurante a cenar. La cita queda concertada, y aqui los' vemos en UIIO de los restaurantes de la calle El Conde. Acaban de sentarse. Esperan unos minutos. El lugar está algo concurrido, 'y los mozos tratan de multiplicarse para atender las peticiones de la clientela. El 'empleado quiere aparentar que frecuenta estos sitios de diversión, por lo cual se abstiene de dar palmetsdas I1lUY fuertes para que vengan a atenderlos. La situación se torna embarazoza, pero al fin los mozos se deciden a prestarles atención. Estaban l1Iuy ocupados haciendo cucbi cucbis a los clientes conocidos que dan buenas propinas. Por eso babian dejado medio abandonados a los "caras raras". COII la esperanza .de que las chicas les dejen la elección de la bebida para tirarse a ron o cerveza criollos, que son más baratos, preguntan timidamente: "é qué quieren tomar? . Pero tal como babian calculado, las muchachas dijeron que tomarian lo 'lue el/os pidieran. Se deciden por el 'pote de romo" con Coca Cola, y luego del primer "petacazo" se entabla una amena conuersacion, salpicada del chiste oportuno y las miradas coquetas de las chicas. Pero resulta que las dos muchachas fuman cual murciélagos enternecidos, y en menos tiempo del 89
'lite tarda un gato en cerrar los párpados se han 'largado'í una cajetilla. 'Comienzan los sudores fríos de los dos empleados de comercio, pues no saben si lo que tienen alcanzará para estos imprevistos devaneos nicotinicos. Pero la cosa se complica aún más cuando llega Pocbolo el timacle, borracho, y empieza a recordarle a Tavitillo los vínculos de amistad que los unen desde la infancia, cuando ambos se "gaoiaban" en la mata de jobos de doña Monona, la mamá del que le decían "casquito melancólico". Después 'de quince minutos hablando "español y muchos disparates" se decide a "morder" a Tavitillo con un peso. Para no pasar verguenza delante de las muchachas Taoitillo le da el globo a Pocbolo, por lo cual están un poco más leJOS de poder pagar la cuenta. Esta va un poco altá porque las muchachas se antojaron de sendos chicharrones de pollo, lo cual no estaba en el "presupuesto". Los desdichados empleados se abstuvieron de pedir porque "no tenían hambre". A todo esto ya han "bajado" dos potes de ron, y. el tercero va por la mitad, en medio de las miradas aterrorizadas de los empleados. Ya los dos han ido al teléfono en varias ocasiones, pero los amigos a los cuales les han "girado" se les "tiraron a muerto". Dalia Hermenegilda salió de su casa desde las ocbo de la noche, y los hijos no saben decirles dónde se encuentra. Por fin Tavitillo dice al mozo con un hilo de voz: "trae la cuenta", mientras las chicas sonríen C( mplacidas diciendo que han pasado una noche excelente y que "les gustaría volver cuanto antes". La cuenta asciende a 25 pesos con 75 centavos. Aunque eso incluye' ellO por ciento de propina, los mozos se incomodan si no se les dá alg,o mas. Felizmente, dalia Hermenegilda llego a tiempo tI su casa, Llamó por teléfono al restaurante cuyo 90
número le babian dejado con el hijo menor, enviá a este ti rescatar a sus clientes, y salvá la situación. Todos salen contentos. Después de todo "se j{oz.á" mucho durante el tiempo que estuvieron en el restaurante. l-s verdad que la cuenta de doña tlcrmencgilda subirá esta quincena un poco más que de costumbre, pero después de todo "la vida es corta JI hay que gozarla " y el empleado sigue su vida dura, con la desesperanza de los aumentos de sueldo que no llegan, .v con la envidia del compañero que pana un poco menos aunque tiene unos años mas en la empresa. Pero no importa lo duro del trabajo. Después de todo, aún quedan restaurantes. donde uno se olvida de las penas y las frustraciones, aunque sea a costa de un susto pasajero y de "descuadrar" el presupuesto para engrosar el de doña Hermcnegilda.
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los amoritos de la infancia
Todos recordamos con nostalgia y algo de tenue melancolia los días de la infancia. Esa etapa de nuestra vida pasa entre perseguir de mariposas, sueños desmesurados y peleas con los compañeros. También con un miedo difuso a la muerte y a los muertos, entre relato .'Y. relato lúgubre de abuela regañona al vaivén crujiente de vieja mecedora. y todos nos hacemos con frecuencia la pregunta de si cambiaríamos nuestra vida de adulto, llena de sueños destruídos, desengaños y desesperanza, por la del niño que pedalea con vigor frente a nosotros su velocípedo, con el rostro rebosante de sana ale¡r;ría. La frase "todo tiempo pasado fue mejor" tiene para algunos carácter de axioma, y para otros de solemne disparate. Pero es cierto que los golpes de la vida nos hacen evocar en la edad madura los días de neblina paradisíaca de la niñez. y nos aferramos a la idea de que en esa época de nuestra vida los días de sol y de lluvia eran más bellos, los amí.gos más sinceros, y el amor más sensible y más ¡tel y consecuente. En esos años surge el amor con una. rara 93
mezcolanza de ensueño, dulce ardor y sentimientos de culpa. Sobre todo en un país con padres de un subdesarroilo mental tan acentuado, que la frase t!,ás repetida a los oídos,~e las niñas es la que reza: no Juegues con varones . El amor en la infancia puede nacer con la contemplación por primera vez de la nueva vecinita en el balcón de su casa, "chupando" una paleta, o con un par de patines cruzando la acera o la calle a gran velocidad. y el niño siente el cosquilleo dulce que le invade el pecho, :y la ternura honda que acerca un poco más las lágrimas a sus ojos. Busca el acercamiento, luego de días enteros de timido titubeo, en los cuales se tira en la cama a todas horas, imaginando mil aventuras donde es el héroe intrépido que rescata a su amada de grandes peligros, obteniendo luego de sacrificios inmensos el tesoro de su amor. y al fin, con el corazón latiendo como tambor en manos inexpertas, se atreve a acercarse a la niña, .Y la pregunta surge: ¿Cómo te llamas? y quizás la conversación incoherente y superficial inicie un dulce lazo de afecto: O tal vez la niña diga con aire de fingido disgusto: "mi mamá no quiere que yo me junte con varones". De ocurrir esto ultimo, el niño erigirá en centro de su existencia a la muchachita atada a la puerta de su casa por el celo desmedido y Jos prejuicios de sus padres. y buscará cuanta oportunidad se le presPílle de abordarla en la calle, en la pulpería, en el parque o en cualquier otro lugar. Pero si a la niña no la dejan salir, entonces apelará a todos los medios para que ella se fije en
e7.
Cuando jue~a a "policías y bandidos" tratará siempre de ser' el detective", y poner "tiqui mani" a sus compañeros de juego. Al buscar a sus ami¡:os empuña el revólver de juguete "con cuadre', y se esconde en los 94
Ulguanes vecinos a la residencia de su amada para que estos "no lo pongan manos arriba ". y tratará de ganar en todos los juegos para lucirse ante la niña. Para calibrar el cariño de la niña por él: gusta de jugar. a "matanle ", y espera ansioso el acercarse de la hilera donde está su amada envuelta en la pregunta musicalizada: -¿Cuál paje quiere usted, matarile rile rile, cuál paje quiere usted, matarile rile ron? El corazón se le quiere salir por los labios, su latir retumba en los oidos mientras la niña avanUl. El vestidito de "tafeta" rojo hace [rufrú, y la voz de la niña se 'eleva en la noche, llenando su corazón antes ansioso de júbilo: - Yo quiero a Rafucbe, matarile rile rile. Yo quiero a Rafuche, matarile rile ron. El niño toma· esto como una aceptación de sus requiebros, y esa noche oirá campanadas de reloj público anunciando horas que sólo sabía que existían por referencias. y desde ese momento considerará a la niña como S1' novia. Pero 'esto no pasará de algún papelito arrancado a un cuaderno, y que la ni/la verá surcado por una letra temblorosa e indecisa formando una frase: "yo te quiero". Pero son escasas las posibilidades de un beso. Este puede llegar en la casa de alguno de los niños, o en algún callejón cómplice. O en algún cine si a la niña la dejan ir sola o acompañada de alguna amiga. En los juegos de los niños casi siempre late el amor, abierto o escondido. Por eso el jueKo preferido por los niños es el conocido como "el'.escondido ". Todo hombre y mujer recuerdan de cuando e~ cuando la dulce sensación experimentada en la mñez ante la proximidad del ser amado. Aunque los amores en esa época de la vida fueran fugaces. O el beso con los labios cerrados, y el abrazo que producía "ahogo" de dulce gozo. Y las peleas entre niños y niñas rivales. Las fiestecitas de cumpleaños de niños eran la 95
cantera de donde surgían mayormente los ro manees. Pero también aparecian las "peleas al puño" de los niños, o a "jalones de moño", La más ~ave humillación que podía sufrir un niño era ser 'paseado" a golpes por un rival frente a la amada. Entonces desistía del cortejo, repitiéndose "ue se vengaría de la afrenta "cuando fuera grande' . La niña se pone "mona" cuando ve a dos niños enfrascados en combate cuerpo a cuerpo disputándose su cariño. Y le dirá a la amiguita del colegio: "ayer se emburujaron dos muchachos por mí en un cumpleaños". El que es adulto fue niño. Y recordará con nostalgia y algo de tenue melancolía los días de la infancia, en su presente quizás matizado por el desengañoy la desesperanza. y tendrá para él caracteres de axioma o de disparate solemne aquella frase tantas veces repetida: "cualquier tiempo pasado fue mejor",
éson realmente locos nuestros locos?
Son realmente locos esos personajes populares de la capital dominicana que vemos casi a diario por calles y avenidas provocando las bromas y risas de los transeúntes? Si n0.5 ponemos a analizar las caracteristicas de cada uno, su forma de expresarse sobre temas que no están directamente relacionados con su locura y a observar algunas de sus actitudes, la duda nos asalta. y como los vemos fuera del marco cientifico de la siquiatria, con nuestros ojos de periodista quizás muy lejos de esa noble rama de la medicina, nos resultan simpáticos y hasta geniales. Por ejemplo, el caso de "Capitán". Es común ver por los barrios de la parte alta de la capital a un joven alto, delgado, caminar con aire marcial vestido de kaki y llevando en la mano derecha una rústica vara a manera de "bastón de mariscal", De estos locos populares ~eneralmente nadie conoce la verdadera historia, y sobre ellos teje la fantasía mil leyendas: , ., Se dice que Capitán nacto en cuna de oro, pero que una tía lo llevó a la locura a base de ~nyec ciones con el fin de apoderarse de la berencia que é
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le dejó su padre. Esto podría servir de argu.men.to a Agatba Crbistie para alguna novela de mtsteno. Lo cierto es que Capitán actúa como si fuera oficial de la Fuerza Aérea Dominicana. Habla de que "ayer hice un vuelo rasante sobre las islas Hauai en un p-51 " o aterrizó sin ruedas en el mismo aparato en la base aérea de Santiago de los Caballeros. Capitán tiene una marcada debilidad por las faldas. y por eso se le ve en las competencias de uolibol femenino repitiendo continuamente: "a mí hay 9,ue buscarme donde hay mujeres". 'Bonilla" es diferente. Desaseado, buen bebedor de cerveza, camina casi siempre descalzo con paso lento y mirada hosca. Se encuentra a menudo en "rebuses" por su temperamento violento. Las mujeres le temen, pues en ocasiones suele serfrocaz. También sobre se ha tendido el velo de la levenda. De acuerdo a ella era un eficiente empleado publico que veía pasar los días envueltos en el8"Í.s de la tranquilidad de "tranca" de la tiranía trujillista. Un día su padre enfermó. Internado en uno de los centros de salud del Estado, murió a los dos o tres días. Bonilla tenia un cariño inmenso a su padre, y la tragedia nubló de tal manera su entendimiento que consideró que los médicos del hospital no babian hecho todos los esfuerzos para salvarle la vida. Se fue tornando hosco. Se dió a la bebida. Perdió el empleo. Y entonces comenzó a descuidar su persona. Ahora deambula por las calles de la ciudad en lamentable estado de abandono, lanzando palabras soeces a diestra y siniestra, y en ocasiones libando sobre la marcha una tercia de ron. é
Otro personaje éloco o medio loco? popular en las calles y avenidas de Santo Domingo es el "doctor" Anamú. 98
Este tiene 101 debilidad de la medicina. y anda por esos mundos de Dios con un anacrónico estetoscopio y gruesos volúmenes sob re la materia debajo del brazo. Anamú hace KiJla de un vocabulario médico
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pintoresco, el cual provoca la risa en los 9ue se acercan a él con aire grave para "consultarlo'. "Ejerce" en el Hospital Padre Billini, y puede vérsele con frecuencia en los pasillos y salas de este centro de salud. Otros dos personajes populares de la ciudad primada de América ap'arecen en un marco lúgubre de muerte. Son "Pelao ' y "Cbocbueca". Desarrollan "sus labores" dentro del marco de los entierros de gente pobre. Visitan las funerarias para que se les informe acerca de los sitios donde alguien ba: estirado el ombligo. Luego se presentan al lugar para cargar sillas, repartir el café y realizar otros menesteres indispensables para llevar a un'íex-tnvo" a la última morada. Recuerdo que cuando era apenas un adolescente la presencia de Cbocbueca o Pelao por las inmediaciones de mi barrio era interpretada por sus moradores como signo de que alguien pasaría a mejor vida. De abi el temor supersticioso de los familiares de alguna persona enferma cuando aparecía por las cercanias de la casa alguna de esas dos figuras agoreras. "El maco" es otro "notable" en esta gal~ría de tipos populares de la ciudad de Santo Domingo. Catolico [eruoroso, es presencia inevitable en las procesiones y en los templos, donde su rostro deforme proyecta la mirada torpe y mistica de sus ojos verdes. La.5 mujeres embarazadas huyen de Rl Maco pensando que la contemplación del pintoresco personaje influirá en las características físicas y mentales de la criatura por nacer. . Santo Domingo, que crece más JI más cada día borizontalmente, nos bu escondido fin poco ,1 estas [igu ras de leyenda 'lile aparecen ahora, csporádicurncntc en las avenidas, en un velorio, en los p,lrques, en 105 templos cutolicos. 100
el buscabailes y el paracaidas
Algunos campesinos de simpático cachimbo afirman que el dominicano nace con el baile en la sangre. y esta al parecer anticientífica y romántica afirmación parece encontrar asidero en los movimientos semiacompasados de niños de pocos meses ante un ritmo tropical bien interpretado. Frente al merengue, la guaracba o el bolero, el criollo siente el llamado de la sangre, y goza y se enternece, olvidando por momentos los sustos y angustias inevitables en un país donde la vida es material gastable, según la expresión de un conocido periodista. Los bailecitos familiares de hace algunos mios han desaparecido casi por completo del panorama urbano criollo. Ahora se prefiere el club nocturno con buenas orquestas y combos, .y donde un mozo afable o una camarera en minifalda se dcsoiuen por atendernos. Todas estas circunstancias ban determinado la desaparición del "buscabailes" para dar paso al ..paracat'das". as . El buscabailes tuvo su apogco en 1" década del 50. Este pintoresco personaje dedicaba los sábados y domingos de cada semana ti buscar 101 bailccuo familiar donde colarse. 1111
Previamente desempolvaba su único traie, o le peqía algfm sacf prestado a ~al9uier amtgo,. De 'abi surgtan multtples combinaciones, que iban desde un pantalón blanco con un saco amarillo, hasta un saco verde con un pantalón marrón claro. Luego de "picotear" a [os "enllaues" y hasta a algún distraido transeúnte, nuestro hombre compraba diez centavos de cigarrillos Holliuiood, tres mentas y una cajita de chic7ets y comenzaba su búsqueda de bailes. En los tiempos en que el busca bailes campeaba por sus respetos era común el bailecito "con contribución ", Los tocadiscos que amenizaban. estas fiestas [amiliares eran alt¡uilados, por lo cual los organizadores pedtan una contribución que oscilaba entre cincuenta centavos y un peso a los hombres. Las mujeres estaban liberadas de este debilitante de l!resupuesto masculino. Para distinguir a los que habían pagado contribución, los organizadores de la fiesta les colocaban un lacito en la solapa del saco o en la camisa si pertenecía a los "de fJUayabera". Pero el busca bailes tema una colección de estos lacitos, que obtenía pidiéndolos a los asistentes de una fiesta, una vez que esta finalizaba. Con lacitos de diferentes colores nuestro héroe se ubicaba en la puerta de cualquier bailecito, verificaba qué tonalidad tenía el distintivo de los "contribuyentes", e inmediatamente se colocaba "con disimulo" uno igual en la SOI'IP'1 del saco, Cuando el baile no era de contribución sino "con invitación" el héroe observaba un rato desde la pucrt. en busca de algú" conocido. Entonces se topaba con UII muchacho trigueiio que estndio con él el seguudo curso ··dt: primaria. Luego de saludarlo cOIlIIl ejitsh,i'¡.r'¡ y /,' cOllj'i,l/I-:'" a qur Ir daba derecho esta circunst.mcia, /e ccbab« el brazo y sr colaba en e/ bailc.; O tri) r ru e o (' o IlÚ S t i.t /'11 ,'OllrCI/1 plar atentamente las jc)roj!.r"(i,,s (010(".(;" ,'/1 l., sa!« 1112
donde se efectuaba el baile y. luego elogiar con calor las líneas de cualquiera ae los rostros que le sonreían desde las paredes. Podía ocurrir que el rostro correspondiera a la jovencita cuyo cumpleaños se estuviese celebrando. La gratitud de la chica o de su madre ante el elogio limpiaban de abrojos el camino del buscabailes en su trayecto hacia el danzar y "aplomar" sin problemas. El "paracaídas". es un personaje de la década del 60. Desocupado o va$o, este tndividuo nunca carga el "vil metal", razon por la cual no puede incitar damas a bailar a clubes nocturnos o establecimientos similares. Pero como gusta de "las cosas buenas de la vida ", no puede prescindir del bailes que es una de ellas. Por eso asiste a los sitios "bailables" sin dinero y sin pareja, conocedor de que en alguna' mesa habrá alguna muchacha "que sobre". y pasa la novbe bailando ion fruición, sin gastar un Centavo. Y a veces tiene la suerte de encontrar un amigo que lo invite a su mesa, lo cual le da lil oportunidad de "levantarse" alguna de las chicas que lo acompañan. L"Os bailecitos familiares van desapareciendo. Con él se va el buscabailes con sus combinaciones estrafalarias producto de la diferencia de gustos con el amigo que le prestó el saco. El personaje de la' lécada del so no nos asombra con su alarde de astucia materializado en los lacitos de diversos colores que lleva en uno de los bolsillos del pantalón. Pero nos dejó en la "grata" compañía del paracaidas, quien ronda la pista de baile del club nocturno para tratar de "enllauarse" con la muchacha que sobre" en alguna de las mesas. Por eso consideramos que tendrá vigencia por muchos años la frase "el criollo nace con el baile en la sangre" tantas veces pronunciada por campesinos de simpático cachimbo. 104
la cuestión no es ser SIno parecer
Piluco está sentado en calzoncillos en la sala de su casa a las siete de la noche, conversando con su compadre Monchín. Está disgustado con la humanidad "que critica, pero no mantiene", y vive sumergida en el fango de la "uagabunderia, la inmoralidad y el relajo". "Pues como le iba diciendo, compadre, yo no comprendo a la gente. Todo el mundo vive dentro de la falsedad, la hipocresía y la maldad. Pero lo mío es la moral, la honradez, la virtud, la sinceridad. Si todo el mundo fuera como yo, la vida seria un paraiso sin problemas de intriga, serruchadera de palo ni inmoralidades". Piluco levanta las piernas y se coloca en posición de Yoga, lanza una breve mirada mdiferente a su ombligo, y continúa: -Pero la gente buena como yo no tiene suerte en la vida, y se mantiene todo el tiempo desbaratado, sin un chele en los bolsillos, y fajado de sol a sol para poder meter las tres calientes en la casa". Nuestro amigo hace una pausa para llevarse los dedos a la nariz y hurgar dentro de ella alguna part icula que le molesta. Luego limpia 105
meticulosamente el dedo con el calzoncillo, y prosijue con la cbarla. -Pero todo es cuestión de costumbre y modales que no se aprenden en escuela ni en los libros, sino en el bogar. A mi' la vieja Selenia me crió para que fuera gente entre la gente. En ese instante se oye en la cocina el ruido de una botella al quebrarse en el piso, y la voz de Ramona, la esposa de Piluco. - ¡Ay, María Santisimal . Se rompió la botella de aceite de maní que compré ayer, y estaba llena. Es cierto que cuando uno está de malas, se cae de espaldas y se rompe el ombligo. Piluco salta del asiento como si le hubiesen pinchado los glúteos con un alfiler de cabecita, y empieza a lanzar improperios bacia todos .los puntos cardinales. -Carajo, esta maldita mujer tiene las manos de melcocha. No puede negar que es del campo. Perra, abusadora, desconsiderada, vagabunda. Parece que crees que yo me robo los cuartos, o que se dan en matica. Mujer de la mala [é, yo te entro aquí mismo a patadas y después les doy a todos los hombres con los que tú te acuestas. Maldita, insignificante, cuero de cortina. Ya nuestro béroe ha cogido cuerda, y ba encampanado la cbicbigüa de la cólera basta regiones estratosféricas. El bijo menor corre a esconderse en su cuarto, pero Piluco lo agarra por el cuello, y le da un fuerte pellizco en la meiilla. - Y tú, mucbacbito del diablo. Ponte donde yo no te vea, antes de que se me monte un cambio, y te dé una pescozada que te vire la cara para el Sur. No creo que ustedes se sorprendan de que Piluco esté bablando de moral en calzoncillos en la sala de su hogar, pues es una característica del criollo bablar convencido de cosas en las que no cree. Y se presenta también el caso de la mujer que desde las primeras horas del domingo se dirige íos
hacia la iglesia a oir misa y comulgar, luego de haberle suministrado al marido su cuota diaria de malas palabras e insultos. Pero esto no se presenta solo en el hogar, sino tambiĂŠn en el seno de instituciones que preconizan la igualdad y el amor entre los hombres. Por ejemplo, veamos el caso de don Pepillo. Se siente transfigurado de virtud y de amor por sus semejantes, mientras habla en el banquete de una de las instituciones a las que pertenece. - "Nuestros postulados son de amor, de igualdad, de solidaridad. Vivamos siempre para el
bien, y así podremos noche tras noche conciliar el sueño tranquilamente, sin los sobresaltos de aquellos que no están en paz con su conciencia. Tratemos a los demás con cariño, con dulzura, sin discriminación, con sentido de igualdad y de justicia, y pronto tendremos un mundo de amor, de alegría, de perdón, sin odios, sin rencores, sin crímenes ni robos", Emocionado por las palabras del orador, y luego de los estruendosos aplausos que se produjeron al final de ellas, se acerca un joven timidamen te. - "Don Pepillo, ,quisiera poder explicarle el goce que me han producido sus palabras. Y además, decirle que en mi opinión la cuota de ingreso del club es muy alta. Si la rebajamos siquiera a la mitad, estoy seguro que entrarian muchos jóvenes valiosos de condición modesta". Don Pepillo se vuelve hacia él y dice con firmeza: - "Eso ni pensarlo, porque inmediatamente entrarian al club una serie de gente baja, inferior, y hasta uno que otro negrito de Villa Francisca se creería con derecho a mezclarse con la gente decente ". Otra situación que se dá con frecuencia es la del padre de familia que sorprende a su hijo besando a una amiguita en la galería de su casa. Lo regaña en forma violenta, lo envía a acostarse stn cenar como castigo, y jura que en el fin. de semana no tendrá m un centavo para diversiones. Cuatro horas después, luego. de fuertes vibraciones de la pólvora líquida conocida como ron, el virtuoso padre de [amilia llega "prendido" a la casa. Tras media hora de discusión, se va a la cama convencido de que hay 9ue retirar a la doméstica po« que "no dá cbance' Por eso en esta media isla tiene veracidad de axioma aquella frase tan repetida: "La cuestión no es ser, sino parecer". 108
el guitarreo en los patios
Suenan las guitarras y los palitos, y en el patio gra nde se elevan en la noche las voces aguardentosas: "Hoy la triste realidad me ahoga, la dulce gloria de mi amor Si: ha ido...... Es la vieja canción que llegó a tantos corazones hace unas décadas en las voces de Eduardo y Rosa Elena Brito. O podría ser otra: "Orfelina, recuerdo aquella tarde, tenia el cielo una sonrisa azul.. .. Pero en el patio l{[ande, entre trago y trago de ron, muchas veces 'a pico de botella ", quizás frente a una lata de sancocho que deja oir su monocorde "reburujar" de víveres, la melodía trae recuerdos al viejo odfelo e inquietud de ternura a los jóvenes. Pero el "guitarreo en los patios" va quedando atrás, rebasado por la velocidad del combo, o la ya tradicional expresión: "Vamos a dar codos para la feria.... Porque parece que solamente "los viejos de logia" tienen la pasión del patio, el sancocho .Y la guttarra. El ambiente para el entonar del "habanero" se lU9
da generalmente los sรกbados y domingos. Desde las primeras boras de la tarde van llega:ldo los "tercios" y comienza el afinar de gllltarras, entre los preparativos de rigor. - Vamos a mandar a buscar el romo. - Yo me canteo con medio globo para el r;
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serrucho. - Yo no sé para qué. 11 tí. nada más con la invitación se te puede dar un junto. -Rl'gci¡iI111le bien CSIl guitarra, Arscnilio, que cstov amargado C01110 UII bombero, ·-SI'¡pl~c.l1IIe de cariño, ncgra. -Vel/ de rCVl'rsa JI dame una patada en d ombligo. Y luego de completado el "pote" comienza la búsqueda de los vasos en el vecindario, '}la que los escasos enseres de la btonildc casa de "Tas alturas" de 1., capital no son suficientes para los invitados, IlIIligos de los invitados, .Y amigos de los inuttados de los amigos. <Donde Cutimba })a'}l vasos de sobra. También donde; Caján. Búscalos. . -¿No bay por tlt/uí llingú,? muchacho que vala 11 buscar cigarrillos? oye tu, boca de taplta, comprame media cajetilla de cigarrillos y quédate con "la vuelta ". Cuando la mayoria de los presentes está "sugustán" for .e{,ecto del alcohoL, entonces se arma "la de gato' porque todos quieren que los del "conjunto" musical los complazcan con su melodia favorita. ¿Qué pasa con "dos rosas"? Vamos arriba, mucbacbos. - Te llevó el zeppelin, abara viene la guaracbita esa que me vacila, rúiiele mamá". y todos se creen poseedores de un buen estilo ~ra c~mtar. Yempieza el coro.y el desafinar, y las
discusiones.
-Fellito siempre dalia el momento bablando de sus problemas. -No más que tú amargado con Ra[:Jchina todo el tiempo. Y ella "haciendo cerebro' con el que "despacha" en la barrita de don Procopio. -Haz como que te vas a callar y cállate. -Perucbo tiene voz de soprano coloratura. -Lo que no vas a mejorar no lo interrumpas. <Pero Tribilin nunca "procede. Siempre se 111
está "apuñaleando"los cuartos". -No vengas con "solfas", que muchas "pelas" que tú me has dado. Ojalá tener de "cbeles" los potes que te he brindado. Pero cuando la guitarra está "acompasada"con las voces, entonces todos. guardan respetuoso silencio. Al finalizar, el aplauso. -Te la comiste, Rodolfo. -Que bien toca Piluco la guitarra. Y yo que pe~é que no tocaba ni puertas. y a veces surgen las discusiones sobre-la edad de alguno de los presentes, o quizá alguien "cogió cuerda" frente a una broma pesada. y cuando el sancocho está listo, todos se acercan plato en mano, y el chiste y la "pulla" surgen de inmediato. -Diablo, f'Jate que pedazo de plátano le puso la india a Bartolo. Parece que el negro la tiene "tuche", • -Que va, si Bartolo es un "pari¡;iiayo" en asuntos de mujeres. Acuérdate la apreta que se dió con Rufina. -Tú eres más lego que yo en eso, frente de cachimbo. Casi siemwe me estás pidiendo consejo cuando comienzasa 'atajar" una niña. Cuando los presentes se han "regañado" con el sancocho los ánimos decaen ante el sopor natural del hartazgo. Las melodías van haciéndose más espaciadas, éste tiene que marcharse porque mañana tiene que hacer "una diligencia" temprano. Aquél va a misa con la mujer a las seis de la mañana, y el otro vino por "cumplir" porque desde hace algunos días se siente "tumbado con la gripe". En el marco de los patiosgrandes de los barrios de "las alturas" de la capital, van siendo cada vez menos frecuentes los "guitarreos", siempre añorados por los "viejos de logia", p'ero dejados atrás por el impulso del "combo" y la ya clásica expresión: da " d J:' • - "T' vamos arco os" para 1arena...... 112
la lluvia
Ver caer la lluvia ha sido fuente de inspiración para los poetas de todas las épocas. Los hombres y mujeres afectados de la .divina neurosis poética han cantado a la lluvia, que llegó puando en sus almas anidaba 111l alegría o la tristeza, o cuando en sus brazos vibraba de amor el ser amado. En el campesino la lluvia es ale$ría al llegar como poderosa enemiga de la sequi». o dolor y tristeza cuando su caída continuada trae inundacién, desbordar de río. En la ciudad un ()r;fIacero puede ser oportuno o inoportuno, bien recibido o maldecido, fuente de satisfacción o de disgusto. Todo depende de la hora en que traiga su carga de agua, y del oficio o profesión del que lo ve caer. Para el niño de barrio pobre el aguacero significa salir de la rutina del pequeño mundo de hogar. Sale desnudo o con pantalón corto para disfrutar de la caricia del agua, corre por calles y avenidas dando saltos y gritos. Y en ocasiones sus pies chapotean en el charco formado a golpe de
'desidío edilicia. Recordamos nuestros años de infancia, cuando 113
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salunnos C0/110 fuimos traidos al ütundo a bañarnos ('1/ el '¡gIú¡cero aprovecbando que la lluvia metía en SI/S e.¡S.15 a las vtejas regaiionas J' ., las niñas con sus ojos indiscretos. Sos alejábamos varias cuadras del bogar, del barrio donde 110 nos daba vergüenza andar cual Adán infantil. )' de repente el aguacero cesaba, sacando ., la calle, a puertas y ventanas, los ojos antes escondidos. Entonces se iniciaba el rápido y ruborizado 114
correr ante las miradas estupefactas o burlonas de los transeúntes. Hay tres esforzados trabajadores que ven caer la lluvia con mal disimulado disgusto mercantilizado. los propietarios de lavanderías, los choferes del servicio público y los limpiabotas. Cuando el día comienza con calor de sol el lavandero ordena la ropa con cuidado en los "burros" para chequearla antes de enviarla a los client;s. Mient!a.s t~mto, calcula los beneficios que traeran estos tnajecttos. Pero el cielo se torna gris, y el sonriente comerciante cambia su rostro por uno de juez de Primera Instancia minutos antes de dictar sentencia. A partir de ese momento, todos pagarán las consecuencias de la lluvia, hasta el gato que le regaló la vecina para que acabara con los ratones que estaban acabando con la ropa. y no es pora menos. El cliente fijo a quien hay que llevarle la ropa a su casa protesta por la tardanza, o llama por teléfono diciendo 'lue no se la envíen porque "no va a salir con esta agúita". Por su parte, el cliente pobre que se encuentra en su casa desnudo o con Uf pantalón corto por haber mandado a lavar los dos únicos a la lavandería no envía a buscarlos por la misma causa. El caso del chofer es aún más patético, sobre todo cuando el automóvil que conduce es alquilado. Pues resulta que el aguacero es malo si comienza antes de iniciar la faena, o cuando casi está completando el dinero del alquiler. Hay una especie de mentiroso consuelo que el chofer de carro público esgrime para sacar fuerzas de su tragedia. Es el repetirse que en los dias lluviosos se van los pasajeros de "por la linea" para dar paso a 103 "de a carrera". Pero sus ilusiones se desvanecen cuando "dando medas" por la avenida San Martín ve a un hombre de aspecto respetable enfundado en grueso 11S
capote y bajo un paraguas solemne, con cara de pasajero de carrera. Frena con entusiasmo .Y dirige su mirada esperanzada al hombre con aspecto de Venerable Maestro de Logia Masónica, quien pregunta timidamcntc. i.va por la avenida Bolivar? lil limpiabotas es quizás el ser más golpeado por la lluvia. Esta parece una implacable vengadora de los que han muerto víctimas de ataques cardiacos producidos por la insistencia de estos humildes y tenaces maestros del betún, liquido, cepillo y palio. Los ojos aterrados del limpiabotas contemplan el cielo nublado, mientras repite al cliente que "ese agüacero no cae porque la brisa está del otro lado". Convincente argumento cargado de sapiencia mcteorologica que el mismo quiere creer. Un aguacero cerrado es un buen pretexto para los empleados de empresas públicas y privadas, quienes se precipitan a "enfermar o matar" según las circunstancias y el carácter del jefe, a parientes afines y colat!?ra!es para no asistir al trabajo que ennoblece y dignifica. Los sueños de! empleado público en la almohada aparecen con ribetes de la poesía y la bienaventuranza que le falta a su vida, entre inútiles oficios yel ocio bostezante del siete)! media a una y media de la tarde. También en los' sustos inevitables cuando cancelan al jefe o cambia el gobierno. La lluvia le trae un poco de tranquila modorra. y en la tarde el pote de ron o la cerveza "para abogar la pena que le produjo la muerte de su tío Luis". Pero e! aguacero seguirá llegando en visitas espaciadas o continuas al campo )' la ciudad. Traerá alegria o tristeza al campesino. Furor contenido ai chofer de carro público y al limpiabotas. Carreras y saltos al niño de barrio pobre, inspiración al poeta.
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el arte estudiantil de brillar
El introducir conocimientos en el "cacumen" a la fuerza es una de las grandes torturas de la vida de todo ser humano. Por eso se explica el pataleo y las "malacrianzas" de los niños pam no ir a la escuela. Algunos exigen de uno a cinco "cbeles" pam sumergirse durante cuatro o álICO horas en las cárceles docentes. y es' ~lle la disciplina escolar choca con los impulsos "tiguenles" de niiiosy jó¡'cnes, a quienes solo les gusta, les fascina, les sacude, una cosa de los centros docentes: el recreo. y esa circunstancia ba orighh1do 1111<1 pintoresca institución escolar: el "brillo " El arte estudiantil de brillar consiste en //0 asistir ala escuela pam p'1se.1r por calles y avenidas. sumergirse en aguas saladas o dulces,' pescar, "hacer esquina" o JU~'lY beisbol. En los años de 'tranquilidad de tranc..t' de 1., era de Truji/lo, la mayoría de los brilladores se iba al balneario de Gúibia, a la pl.,)'., de 5.111 Jerónimo, o a "'marotear" frutas en residencias de "tutumpotes ". Esto se hacía tomando precauciones extremas 117
para evitar que los pr-ires se enteraran por el "chivateo" de algún amigo o conocido de la familia. En las escuelas públicas eran varios los ardides que se utilizaban para brillar y estar "presente" en la lista. Uno de ellos consistía en decirle a un compañero que "cantara presente" cuando se mencionara su número. Otro era asistir a la primera hora de clases, aprovechando que los maestros que impartían docencia en las otras asignaturas copiaban la lista. Pero en la. mayoría de los hogares los padres siempre estaban 'chivos y broncos" frente a la uocacton "brillil" de sus bijos. y de aln que de cuando en vez los progenitores se presentaran a los planteles para verificar cómo iba la asistencia de sus retoños Para verificar si sus hijos se habían ido a brillar a alguna playa, los padres apelaban al expediente. de saborear los cabellos del mozalbete para ver SI estaban "sulaos ". Los estudiantes de hace dos décadas eran mucho más tímidos que los actuales para brillar, y ('/1 ocasiones andaban con una camisa debajo de la del uniforme para disfrazarse de "civil" cuando IIcgdra el caso. U marotco era la más valiosa diuersi/m del brillador, aúll a costa de un glúteo o una piona l1IL1gulldl!os por la dentellada que se pudo evitar si 1'1 cntustasmo no hubiese imr.edido ver el clásico lctrerito: "cuidado, bay perro ' Las frutas que más abundaban en esas incursiones ex t raescola res eran los limoncillos 11"/llgoS, cajuiles y algarrobos. ' f "/bit! varios métodos para "apearlos". Se /I(}d/;/. hacer a pedrada limpia, o encaramándose 01// nesgo de romperse el apellido al coxo/lito del .í r/>III. . .\1U(':'IIS flro/,iet~rios o. inquilinos de casa:~ con árboles [rutales t cnian actitudes condescendientes 1 II!
con el "maroteador", y le permitían cOJ:er limoncillos o mangos en sus predios. Pero otras veces le "cbubában" el perro, cuyos dientes por lo se clavaban en la /,arte ana tó mica de estudiante-brillador-marotcador donde la espalda pierde su decoroso nombre. Más que la fruta, al estudiante brillador le atraía la aventura, el riesgo contenido en una escopeta de perdigones, en la dentellada de un bulldog yen las olas encrespadas del mar Caribe.
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Por eso nos asombramos al cabo de los años de habernos bañado día tras día en la playa de San Jerónimo, donde merodeaban. continuamente los tiburones. Pero bien valía la pena el riesgo, frente al placer del trayecto a todo lo largo del malecón para llegar a Gúibia o al baño del Carmelo. Este trayecto estaba matizado por el "tumbar" de almendras y cocos de agua. y luego el correr por la arena de la playa, y alcanzar a nado los trampolines más distantes de Güibia, como era el conocida como "Peñita". Y pensar con cierta pena en los "pari~ayos" y "legos" que se quedaban en las aulas recibiendo los regaños de los maestros cuando no repetían al pie de la letra la lección de Historia y Geografía. Rero a veces llegaba el "chivateo en forma" ante el maestro y de ahí al padre. Entonces las "pelas" nos hacían pensar en dejar de brillar. Pero estos arranques de arre pentimiento "correácicos'' duraban pocotiempo, y de nuevo nos veían las mañanas y las tardes en la playa o "maroteando" a trocbe y moche. Hoy el brillo estudiantil tiene. características de movilización de protesta frente a las injusticias sociales y la represión. y el estudiante, con sus libros bajo el brazo, corre por calles y avenidas, lejos de las aulas, llevando consigo el riesgo de la bomba lacrimógena, el disparo, la macana o1a cárcel. Pero a veces el brillo tiene la estridencia de la discoteca, el humo de la marihuana, el sabor ardiente del alcohol. Todo esto motivado en parte por ía torturt:{ contenida en fl meterse conocimientos a la fiJerza en el "cacumen". Tortura que lleva pataleo y malacrianza al niño frente a una palabra que tiene para él ribetes de fastidio: "Escuela".
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las navidades dominicanas
Desde que se inicia el mes de diciem bre, con sus brisas frescas, comienzan a aparecer en calles y avenidas las señales de lo que aquí se llama "las pascuas". Frotas JI dulces importados dibujan sus contamos en la mesa del buhonero o en los estantes del supermercado y el colmado, mientras a través de las emisoras y en los tocadiscos familiares resuena la música con aires navideños. . Pero poco a poco las navidades han ido perdiendo colorido en el país, y en los últimos tres alias han pasado casi'inadvertidas, sin estampido de cohetes, garbanzos ni "buscapiés", En los aiios no tan lejanos de la .década del 50 cuando se acercaban los días pascuales se notaba en el ambiente de la capital el entusiasmo febril de la espera de Nochebuena y Año Nuevo. Losjóvenesde ambos sexos hablaban de lo que. hadan en esos dos días extraordinarios, mientras resonaban de cuando en vez los "montantes" y surcaba el cielo la luz coloreada de la vela romana. y como era raro el espectáculo hoy común de adolescentes aficionados al "trago ", todos los 121
~?venes. pensaban ~Ol1 ansiedad. de, espera en el
prendt que se darian en esos dos dias. y cuando llegaba la nochebuena se csuiblccian los contactos desde las primeras horas del día /klr« saber cuáles hogares visitaría cada uno en plan de "fiesta y aplome ". y se hacia más elástico el recibimiento de muchachos y muchachas en las casas.y rápidainrntc se improvisaban el bailecito .Y la "beben tina ". Más de un joven enamorado que bubi« pasado meses en espera de poder danzar con SI( "dcrriengue", apelaba al expediente fácil de colarse en su bogar. Asi podia acercarse al "esquivo cordzoncito cruel", como diria la letra de un bolero de los que se oyen en las velloneras "de por allá arriba". Pero el joven no se detenia ahi, sino quc decía con aire jactancioso de dueño de pulpcria al estrenar un traje: "todauia me faltan UllOS cuantos cruces para buscar canes". Como no estaba acostumbrado a beber la pólvora liquida, se daba unos "[umos de película" traducidos en el cantar a todo galillo mientras se tambaleaba por las calles con un frasco de ron en los bolsillos. Pero la causa fundamental de esos "[umos locos" era que en cada hogar que oisitab, le brindaban una bebida distinta. Al I/elfar donde Emilio el barbero se largaba un "pctaca:o ' de anis. Luego iisitabu /,' cus« de Tauitillo, donde estaban "tirando" ron. Al salir de alli lo invita su amigo Cunano .( beberse UllOS traguitos de Sidra de un frasco qUI! mandó su t io Tomasito, subsecretario de estado. Cerca de 1"S doce de la noche nuestro .1II1igo "pica" para su casa "vuelto loco ", con II/M borrachera In ul ticolo r, co 11 los "faroles" .,p",}!",dos, "en dos ruedas". AlU vomita "basta la cédula ", CUI1 sudores [rios y sintiendo que la cama d,í vueltas o se hunde en un precipicio interminable. Y por su mente 123
pasan rápidamente las incidencias del día, con el rostro de la amada y las formas variadas de los "potes". También la letra de la melodía con la que se "amargó" en la casa de Cunano: "ay, que tnste navidad voy a pasar sin ti, solito aqui en mi hogar, .Y tú lejos de mí". Nochebuena y Año Nuevo transcurren en el paú matizados fundamentalmente de explosiones de cohetes .Y garbanzos, sonsonete de radios y tocadiscos puestos "a todo lo que dá", saludos efusivos con abrazos y griterío de balcón a balcón. La gente espera el 31 de diciembre las doce campanadas que anuncian el advenimiento de una nueva iomada de existencia rara gran parte del mundo: y sale a felicitar a "Villegas y todo el quP /lega". La fecha es aprovechada por personas que babian roto sus vínculos de amistad para "hacer las paces". El dominicano cree que "no se puede comenzar el año con odios, porque terminará con odios". Pero también las doce de la noche del último dia del afio son un marco propicio para la bipocresia y el "merenguismo". Gente que está deseando que Perencejo se muera inmediatamente o antes, se precipita en esa fecha a desearle felicidades, larga. vida, y "que, todas sus aspiraciones se realicen este año. Pero de; todos es sabido que cuando a una persona la, despiden de algún trabajo los amigos a quienes participa la noticia ponen de inmediato una falsa cara de tristeza, aunque un buen observador notada un rictus en los labios y una expresión en los ojos que parecen decir: "ay, que bueno". Por esa razón muchas personas se esconden los días 31 de diciembre para evitar que en ellos se ensañe la mala fé y la hipocresía de tantos Doctor I\ierengue que pululan por esos mundos de Dios. De nada les valdrá esta medida berolca Ni siquiera que la prolonguen hasta el día dos de enero. Al retornar al trabajo, en la calle, en un 124
Centro de diversión, aparecerá el amigo o el pariente que no lo saludaba cuando estaba "cruzando el Niágara en bicicleta" para decirle en medio de un fuerte abrazo: <Como no te había visto desde el año pasado, aprovecho la ocasión para desearte muchas felicidades, .Y ojalá que todos t?JS sueños se realicen en este año que comienza. Las navidades han perdido en nuestro país el colorido, el entusiasmo, la fuerza de ternura humana contenida en arios anteriores. Pero está presente en la brisa [resca, en la fruta importada, en el buhonero con esneranza de tres comidas calientes en su ho({ar de maderas carcomidas, y en el "prendi' multicolor del adolescente.
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el día de los santos reyes
Nada iguala en el alma de un niño dominicano al gozo que experimenta el día de los Santos Reyes, cuando debajo de la cama o en algún otro lugar de la casa aparecen los juguetes que pidió a Melcbor, Gaspar o Baltazar. Ese día surge ante los ojos infantiles con ruidos de cornetas, de pistolas y revólveres" de los de a jugando", y de tambores. Pero el entusiasmo de los niños por esta fecha ha ido decreciendo, debido a que desde los primeros alias se enteran por boca de amiguitos de mayor edad que "los Reyes son los papás y las , " mamas. Se ha discutido mucho sobre si conviene o no eXf/icarles a los niños que no es cierto que la noche de día 5 de enero descienden en camellos tres Reyes Magos tiara proveerlos de juguetes. Pero es innegable que se han originado muchos traumas sicológrcos debido al desengaño que experimenta un niño cuando ve que a su amiguito los reyes le pusieron más juguetes que a él. Recuerdo el caso de un amigo de infancia en cuyo hogar se estaba pasando una prángana que "mandaba madre". 127
Peleó dos o tres días antes de Reyes con un vecinito cuyos padres tenían una estable posición· económica. Como era de esperar el "mal comido" perdió el combate. Su amiguito, qtfe se largaba las tres comidas y luego, "para completar" picaba un sandwich de jamón y queso con un vaso de leche [ria antes de irse a la cama, le dió "hasta con el cubo del agua", Los padres del mal comido armaron tremendo "repcrpero ", [ueron a la casa del niño "paReado" y Lograron que sus progenitores le dieran 'tremenda pcl» " Estos también dijeron a su hijo que los Reyes no le iban a poner nada por haber abusado de su amiguito 17ItÍS débil. 'Pero el día ansiado se presentó ante el mal comido con el panorama de una mariposita de las que cbocan las alas ,al rodar arrastradas por un largo JI estrecho pedazo de madera. y mientras con cara de pena el niño débil que se portó bien rodaba su lánguida mariposita .1 m arilla y negra, el papeado confrontaba problemas para bajar de la acera pedaleando un carrito de juguete de gran tamaño. Al mismo tiempo lanzaba al aire con displicencia una enorme pclot« de volibol. Los niños de padres pobres pasan las de Caín tratando de leoantar los centavos con los cuales comprar el tabaco .Y los refrescos para su rey [auorito. . y discuten apasionadamente sobre el monto de
la n(I'I('za de cada uno de los reveso Otra circunstancia traumatizante es el furor del padre de niiio pobre cuando este rompe el juguete 'lile quizás (011 enorme sacrificio pudo comprarle. Por eso se sorprende ellaudo su progenitor arremete contra él con 1" correa (} la tabla por baba perdido un juguete que "le trajeron los reyes". Sin embargo, 110 todo es tristeza para el niño pobre en este dia. Pues ocurre quc: si le dejan una o
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pistola o un revólver de juguete tendrá la oportunidad de lucirscla ante la muchachita de mirada lánguida J' medie citas azules que se mudó recientemente por el barrio. y se vertÍ su figura agacbada tras las paredes acecbando a los amigos que juegan con él a "policías y bandidos". -¿Qué tepusieron los Reyes? -Nada. Me porté mal. -Pero mi mamá dice que yo me porto mal, y me pusieron una patineta, una pelota, un bate, un bipodromo, un velocípedo y un par de guantes de boxeo. - iQué dichoso! Las carreras, el averiguar lo que le trajeron los Reyes al amiguito, la secreta envidia frente al juguete caro de este, enmarcan el panorama del niño pobre, con su alma corriendo tras la quimera de la hierba, la cartita y el 'túbano". y todavía no se han puesto de acuerdo los padres para decidir si conviene que sus hijos sepan que "los Reyes son los papás y las mamás". Quizás valga la pena romper con la leyenda. Así se evitarían dolores como el que experimento el niño mal comido que se portó bien y tuvo una mariposita, frente al amigo papeado que se portó 111al y confrontaba problemas para bajar de la acera con su carrito de pedales.
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la doméstica criolla
Es respondona, tierna, violenta, malcriada, coqueta, laboriosa, holgazana. Una y múltiple. Explotada, humillada, Jeliz en el idilio con el alistado o el mecánico de automóvil. Es la doméstica criolla. La vida de nuestras fregatrices es dura. Por un salario que oscila entre los quince y treinta pesos mensuales tiene que lavar grandes cantidades de ropa, fregar los platos, cocinar, y en ocasiones hasta cuidar de los niños de la casa. La mayoria de esas esforzadas muchachas, a quienes muchos llaman despectivamente "cbopas ", vienen de nuestros campos a "bandeárselas" solas. Se ubican en algunos de los mercddos de la capital, en espera del ama de casa que esté "sin sirvienta", generalmente porque el maltrato que dió a las que tuvo las hizo poner pies en polvorosa. Las amas de casa las examinan cuidadosamente, buscando la fealdad en ellas, a fin de que no despierten los devaneos cerebrales del mando o los hiJOS. Luego vienen las preguntas de rigor acerca de las partes donde ha laborado y del salario que aspira 131
ganar. También lo que espera que realice en la casa, y si el trabajo es "con dormida". Algunas veces la campesina en busca de colocación como sirvienta acude a los hogares preguntando con timidez éno necesitan una trabajadora? . Pero de esta forma se le dificulta conseguir empleo, ya que las amas de casa son renuentes a colocar muchachas sin referencias precisas de personas conocidas. Muchas veces las recomendaciones vienen de parientes del ama de casa. -Ramonita, tú dizque estás buscando sirvienta? Te voy a mandar una que trabajó hace como un año en casa. Es seria y trabajadora. El único problema es que habla mucho, y como que se compa,ra. Pero como me has dicho que Hermenegildo m las mira, pues no hay problema. y la muchacha de campo inicia su labor dura, agobiante. Su hora de llegada a la casa es por lo general a las siete de la mañana. De inmediato es enviada a la panadería o al colmado para buscar los productos necesarios para el diario batallar. Cuando regresa, es sometida a un riguroso chequeo del dinero gastado y sobrante. ¿Cuánto es que vale la libra de salchichón? No. Devuélvelo. Donde Piculin lo venden más barato. Ladrones, estafadores. Luego de preparar y servir el desayuno, la doméstica comienza las labores de limpieza de la casa, por lo $eneral peleando con algún miembro de la familia que cruza el piso cuando están "trapeando ". Cerca de las nueve de la mañana se dirige al mercado con la dueña de la casa, y mientras ésta escoge la mercancia, ella sigue detrás con su bulto o una funda. Cuando va sola, generalmente "se da vida" ahorrándose unos centavos aquí, poniendo de más allá, o aceptando el obsequio del dependiente que tiene "un cráneo" con ella. 132
La doméstica se ve frecuentemente sometida a los requiebros ora disimulados, y,a violentos, del padre de familia o alguno de los bijos de la casa. Estos apelan con frecuencia al chantaje disimulado para obtener las caricias de la [regatriz: Los contactos doméstica-hijo de la casa han provocado más de un embarazo, con el consiguiente escándalo y las medidas duras y "cientificas" para "desaparecerlo". La doméstica criolla tiene marcada predilección por. los alistados y clases militares, policiales y hasta bomberiles. Las enloquecen los uniformes, aún sean de boy scouts. Al finalizar sus labores en la noche se encaminan a los parques del centro de la capital, algunas veces llevando su "sopita en botella' para el policía de tránsito de la esquina. En Gazcue y Ciudad Nueva se les ve conversar con el alistado, al amparo de un zaguán o un árbol frondoso. También intercambia caricias muchas veces incendiarias con su galán en la zona del malecón de la capital. En el seno de las familias de todas las clases sociales la muchacha campesina enganchada a sirvienta tiene que pasar continuamente por diversas humillaciones. Come generalmente apartada de "los de la casa", muchas veces sentada en una silla y con el plato sobre las p'iernas. Respondona, explotada, humillada, tierna o violenta, laboriosa u bolgazana, la doméstica criolla es un ser simpático y abnegado, que quizás sólo tiene momentos fugaces de jeucidad en el idilio con el alistado o el mecánico de automóvil.
las muchachas del 50 y las del 70
"Todas las mujeres , son iguales", "creer en mujer es cavar su propia tumba", "el que cree en mujer no cree en Dios", "por ellas aunque mal paguen ", "si las mujeres son el infierno. que me lleve el diablo", "si se trata de faldas yo enamoro hasta a un sacerdote". De las mujeres se ha hablado desde que el mundo es inundo, en bien l' en mulo Sobre ellas se teje el velo de la leyenda, l' se les atribuyen ora virtudes sobrcbumanas, ya pecados. deslealtades y caprichos mezquinos. Los representantes del mal llamado "sexo fuerte" caemos frecuentemente en el gancho bistorico de s!lbestimar a es"s complicadas y encantadoras criaturas. Pero lo que interesa es destacar la [onna en que han cambiado en dos dĂŠcadas en este pais las actitudes de las mucbacbas. Hu la dĂŠcada del 50, en luXur de las atrevidas minifaldas de boy, se usaban vestidos "a media canilla" reforzados con "cretonas ", los cuales dificultaban enormemente las aproxĂsnacioues de los "quemadores" en los bailes. De todos es sabido que no tiene nada de 135
embustera la letra del merengue: "todo el que baila es por interés". Por eso se explica la protesta ~e en los jóv~nes del 50 provocaba el despliegue de murallas imf,edidoras del roce conocidas como "crinolina', o hablando mas criollamente "cretona". Consistía esta en una especie de "antefalda" endurecida con grandes dosis de almidón, que da a las chicas un aspecto de embudo boca abajo, o antena de televisor al revés. Pero este entusiasmo "cretonil" de las muchachas era el reflejo de una li~era timidez al tratar con los hombres. Esto se poma de manifiesto en lo lento del proceso amoroso. Cuando a una chica le interesaba algún bembro se lo daba a entender a través de "miraditas chulas" "p'ullitas disimuladas", y "amargamientos ' con discos de Lucho Gatica, El Indio Araucano, o José Antonio Salamán, los cantantes populares'que más "jalaban" en aquella época. Y as" cuando su "debilidad" pasaba con aire indiferente por su casa comenzaba a entonar la canción que "sonaba" en la voz de Lucho: "si de mirar me dejaras, mi vida se acabaría...... Si el galán ponia "truño" ante la indirecta, entonces le tiraba suavecito una canción de "Salamán el amargao": "odiarte quisiera, más allá de la muerte, y lo que consigo es tan solo quererte, mucho, mucho más..... Si el joven daba señales de estar en la cosa, la muchacha se talia de una amiga para que hiciera las veces de "correo azul ". y aquí vemos a la amiga llevando un papelito, o el "mandado" de rigoral esquivo elegido. Las diversiones principales de las quinceañeras del 50 eran dar paseitos, asistir a las retretas dominicales en los parques, organizar bailecitos, " sentarse en la puerta de sus hogares a "dar tijeras '. Eran pocas las que fumaban, y en las xrandes 136
ocasiones bebían a regañadientes 11110 o dos vasitos de Coca-Cola con ron. Abundaban las románticas y soñadoras que se pasaban horas muertas leyendo novelitas de Corin Tellado, Caridad Bravo Adams, y poemas de José Anl(el Buesa. Cuando se ',enredaban" con un muchacho, los escasos besos de la semana los recibían en las tandas dominicales de los cines. Los apretones en los zaguanes eran esporádicos. La evolución amorosa de la muchacha dominicana coincidió con la aparición de los pantalones femeninos, y que fue agradablemente recibida por los hombres. Muchas chicas con rjúteos protuberantes y canillas flacas encontraron la fórmula mágica del gustar en los pantalones, debido a que esta pieza destacaba los [undillos y tapaba las piernas. Hoy las chicas se pelan y peinan "a lo macho ", y su mayor aspiracion es ir borrando lenta pero inexorablemente toda apariencia de femineidad. LO$ zapatos "machihembra ", las camisas de hombre arremangadas hasta la mitad del brazo, el reloj de pulsera con esfera grande y los pantalones "campana" ponen el toque "bombril" en nuestras quinceañeras Go-Go y Ye- Ve. Beben las chicas de hoy licor "a dos manos" en restaurantes exclusivistas y hasta de dudosa fama y se van solas hasta el fin del mundo, y un poquito más al/á. En los amores "consentidos" se permiten toda clase de "samadas" con el novio, ante la mirada complaciente o indiferente de los padres y bermanos. Si en un baile encuentran un parejo que "les bace sangre", se dan unas "metidas' que el hombre tiene que buscarlas por detrás de él para continuar danzando. Tienen poco respeto a la autoridad del hombre, y cuando salen con algún amigo o pretendiente saludan, a veces hasta con besitos en 137
l., 1111'jil/."
a cuanto conocido, primo segundo, cecino. ex-cuitado o 1111ti},TlIO novio le cruza por .icl, 1I/t 1'.
C0l/10 es natural, el acompañante pasará las de edil .I/It(' lo "soludablc" de su compañera. Y S"t'.,r.í 1111" risita cstu diada del fondo de su disgusto cu.tn.!« •l,'.~ !J/U;S de I/lM brcuc presentación la chica .,,' "llli'"s'llIt' ('11' 1111<' amena, "manoseante" 'Y "COII!I,lII:lId,," cb.u], con el amigo encontrado .i.ri. i"II/t,ll/1ell te ('111., calle El Conde.
l.u« cbica« de boy S011 audaces, coquetas y ·'t'bi;'iric.,s"basta irse de boca. Por eso no es de cxt r,l/l.,r el espectáculo de una joven dando "taqnvcitostnacabics" de pierna por debajo de la 1I1<'S., de IIn restaurante al amigo del novio que jos im'itiÍ ., cenar. ,\ucntras asi se. "desenvuelve" tiene las manos del novio entre las suyas, JI le lanza miradas capaces de incendiar en Sil totalidad el cuartel de los bomberos de Santo Domingo, incluyendo las manguerasy los extinguidores. La cbica del 70 hace "cerebro" con la mitad más lino de los galanes de la pantalla. Y no tiene rep¡¡ro en "firmar delante del hombre qlle la llevará ,,1 altar 'lile "Marlon Brando está más bueno que un c(,<,millo después del cafecito de las siete de la - na " . nlll/la Cuando siente llegar IIn acceso de tos pide permiso al novio "para ir al cuarto de los desesperados a botar un gargajo ". Si el novio /leva un libro de poemas .'Y comienza a recitar algunos, le dice tras bostezos capaces de lesionar lfl mandíbula de Ul1 boxeador de Peso Completo: "mi hijo, tú estas muy atrasado. Ya esa vaina de poesías no se lisa. si me sigues leyendo poemas, me duermo aquí mismo", Los aiios devoran costumbres, tradiciones, lcycn das, modas y actitudes, pero el alma humana sigue' siendo la misma: impredecible, inconstante, oolublc, insaciable, insatisfecha. Y dentro de las caracteristicas del alma humana se destaca la 138
contradictoria naturaleza de la mujer. Esta contradicción se pone de manifiesto en la diferencia abismal de las actitudes de una muchacha de 1950 y otra de nuestros días. Pues mientras aquella esperaba pacientemente el bailecito familiar para estar "de carita pegada" con el novio, la última investiga con el ginecólogo las excelencias y problemas de los anticonceptivos. y el eco de la voz de la del 50 parece silenciado por una frase admonitoria de la del 70: 'ya esa vaina de poesías no se usa".
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el dominicano ées bueno o malo?
Continuamente oimos expresiones como estas: "el dominicano es malo por naturaleza" "en este pais no se puede ser bueno" "el instinto criminal del criollo". Pero estas frases son lanzadas sin pensar por la mayoría de quienes las pronuncian. Pocos se han puesto a ahondar en la sicología del criollo, y los trabajos publicados sobre el tema han despertado encendidas polémicas. El conocido siquiatra Antonio Zaglul ha señalado en varios artículos lo que llama "el gancho, o la paranoia del dominicano". Según la tésis de Zaglul los nacionales de esta media isla sufren de una especie de delirio de persecución que los hace vivir "broncos" y "chivos" frente a personas y situaciones. El profesor Juan Bosch afirma en su obra "Trujillo, causas de una tiranía sin ejemplo" que la susceptibilidad es un rasgo sicológico común a casi todos los dominicanos. Tambien señala que en muchos casos la susceptibilidad está suplantada por la envidia. Analizando con el ojo práctico y la objetividad del periodista vemos al criollo en sus
manifestaciones cotidianas que van desde la susceptibilidad basta la más fría calma, y desde la desconfianza paranoide basta la confianza más , mgenua. Una de las características del criollo que más llama la atención de los extranjeros que nos visitan es su actitud frente al saludo. Todos bemos pasado por el trance de llegar a la casa de algún amigo en momentos en que la residencia es visitada por varias personas.. Cuando decimos el clásico "buenas" inmediatamente se producen actitudes diferentes frente al saludo. Mientras unos responden fría y protocolarmente, los más se ecban bacia atrás en los asientos con aire desconfiado y hostil mientras nos lanzan una mirada examinadora que tu alternativamente de los pies a la cabeza. Aún cuando el llmlgo baga las presentaciones de rigor se mantendrá durante unos minutos la actitud de fría reserva cargada de bostilidad de los primeros momentos. Pero esta reacción del dominicano ante el saludo del extraño también se manifiesta frente al amigo o al conocido. Todo el mundo ba pasado por el trance de que un amigo "le baga bielo" o "lo deje fabricando" cuando' le saluda en la calle o en algún establecimiento comercial o sitio de diversion. Dicen algunos que el criollo es malagradecido como un gato. Pero parece que la ingratitud se da en el mismo grado en todos los países del universo. Es sabido que cuando se le da dinero al amigo que está "cruzando el Niágara" este no sólo no lo agradece sino que se ofende cuando en alguna ocasión "le fallamos". Una actitud común en el dominicano es la de recordarnos que "mañana es su cumpleaños" a fin de que le demos algún regalo. Pero no tiene la más mínima idea de cuándo es el cumpleaños nuestro. Otra característica de la mayoría de los 142
nacidos en esta tierra es la gran capacidad para hablar mentiras o "allantar". Aquel que está sin empleo es porque ha rechazado varias ofertas de colocación porque él no le trabaja a todo el mundo. Cuando lo despiden resulta que "renunció". Los sueldos de ISO pesos mensuales son de 250, y la camisa quc luce cada criollo cuesta varios pesos más de los quc costá. El dominicano gusta de baccr favores. Pero generalmente con el fin de "sacaliñársclo" al beneficiario. Pero el criollo es tierno )' afectuoso con el amigo o conocido a cuya púerta se presentó la adversidad. De abi las "amanecidas" frente al lecho del enfermo o en un velorio. Los extranjeros ponderan el calor de relación e intimidad que existe entre los habitantes de un mismo barrio en nuestro país. En los sectores humildes llega hasta el Krado de prestarse los enseres de cocina, aiÍ11 cuando provoque riñas que en ocasiones llegan basta la "pela de lengua". Otra negativa actitud nacional es el chisme. I\qu'- se destruye una reputación ganada en aiios de dura labor honesta en menos tiempo del que tarda un dueño de c-olegio privado en cancelar un maestro. No es necesario ser socióloKo ni sicrí/oKo para reparar en el alto grado de violencia contenida que subyace en toda amistad entre criollos. Est» puede e o m probarse lácilmente al observar a dos "enllaues" que inician un "pctaqueo" de trayos en un patio. Cuando se destapa el primer pote todo es sonrisas, apretones de manos y abrazos
esporádicos.
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-Compadre, yo lo aprecio. <Pero no como yo a usted, mi hermano. 1\1 finalizar el primer frasco w!neralmente se inicia la discusión, pues resulta que en el 143
"serrucho" alguno de los dos quiere "apuñalearsc" 1os "cuartos". <Compadre, u~ted,esun vivo, y e 'ee que .va soy tonto. Pero ro se mas que usted. - Yo no discuto por cbeles. Usted es un ridiculo. y lo que comenzó como un agradable intercambio se convierte en riña verbal que lleva en ocasiones a la violencia física. Muchos se equivocan al considerar como carac teristica exclusiva del dominicano la tendencia a "serrucbarle el palo" a los amigos en materia de trabajo o amores. Esto existe en todos los países. y parece ser consustancial con la naturaleza humana, siempre empeñada en desear lo que no tiene cy no 'dar mucha importancia a lo que tiene. Algunos extranjeros que nos visitan aseguran' que el criollo no tiene el sentido de la diversión colectiva. Y señalan que en todo sitio de diversión o acto social se forman grupos reducidos que "gozan por su lado". Pero [rente- a los ojos curiosos de cualquier persona con un mínimo de objetividad el dominicano aparecerá cotidianamente variable en la susceptibilidad y la ingenua confianza. O en la ternura .Y la abnega~ión mostradas frente al vecino a cuyu puerta golpeo la adversidad.
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el matrimonio criollo
Procopia ha logrado conmoter a la concurrencia con el relato de 70S líos [alderiles de su esposo Gumersindo.
y señala, con lágrimas en las ojos, que su media naranja atravesaba el aposento en plantilla de medias cuando llegaba tarde en la noche para ponerse horizontal con Mocholonga, la siroienta "chivirica". Claro que despidió a la "taquisrasa" por "fresca .Y comparona ", aunque reconocta que el bandido de Gumersindo tenía "su poquitin de culpa". Pero lo que más le dolió a la pobre ama de casa file aquella "sinvergüencería" que le hizo su marido cuando se "enredó" con Picbucba la maipiola que vivía en el 1/Iisl110 barrio. y debe hacerse resaltar que cuando Procopia conoció a Gumersindo este se encontraba con m.ís hambre que un miembro del Cuerpo de Bomberos de Santo Domingo. Vestía de mameluco de Essolube, y despedía un olorcito a sobaco de pitcber en extrainning: La infeliz mujer afirma que su marido no se aguanta cuando anda con ella para "dar vistilla" a cuanta falda le pasa por el lado. En una ocasión en 14S
que andaban por la Avenida Mella, t'CIIi., ,'11 dirección contraria una muchacha con nuis curvas que el pitcber Rubén Gomez. Y el maluado no tuc» ningún reparo en decir a la desp"III/""hll/('
quinceañera:
-Por ti seda capaz de hacer ~,írg'lr<l.\ buc« abajo. La concurrencia está pasmada, y con g,II"'s d(' arrancarle la cabeza y sectores ady.iccntc« ,,1 desconsiderado esposo de Procopia. La desdichada mujer. y su marido l'sr.íl/ "terminados". No. hay ninguna posibilid.u! d,' arreglo. Doña el/timba es la que más ha protrstado por las vagabllnderúJs de Gumersindo, y se /I.¡ ere ido ('11 el deber de in[ormar a Procopi, sobre (,1 "embullito" que este tiene con Pancbola la IlIi" del dueño del hotel "COIIIO quiera dicen". Pues bien. Cuan do l'rocopia s(~ mascbú rrun cerca de las doce de la noche, por lo 'lile J)oii" L/illa y Nepornuccna decidieron acompañarla IA¡Sr.1 su casa. Cual no seria su sorpresa al encontrar a Gumerstndo en calzoncillos en la sala, ovendo discos del jibarito de Lares en la consola ll"e compró su esposa cuando "cogió el SIJU" di' Mercedes la bizca. Pero esta sorpresa por !}()CO se convierte NI infarto del miocardio cuando Procopia, lll(',!!.o JI' una débil protesta se lanztÍ 'en los brazos de Sil "hombre" dándole besos por toneladas en el "cocote ". Al despedirse de las pobres muieres qlll' .\(' babian pasado toda la noche oyendo sus diatrtbus contra Gumersindo, Procopia 'les dijo con una sonrisa picara y tramposa: _. Vayan con Dios, mis hijas. Y no sufran, qlu' cuando el hambre dá calor, la batata es un rc[resco. Al dia sipúente, Gumersindo se pr('wlI/IJ becbo una [uria en la casa de doiia Cutiinba, y la "rellenó" de arriba a abajo con una pela de 1('l/gulJ.
Mencionó a todos sus parientes, incluyendo a su
tio don Lico, 'j,,;en había muerto hacía más de diez años practicando el amor en todos sus tonos, luego de babcrsc "1<1rgado" un cocido de pata de vaca en una [ondu de la calle Barabona. La actitud del marido de Procopia se debía a que esta le babia contado las cosas que sobre él babia dicho 1'1 .busadora de Cutimba. Esta es U1/1.1 demostracion más de la veracidad de a.quel ref~án popular que dice: ':fn pleito de mando y mujer, nadie se puede meter. En la República Dominicana está cambiando mucho la fisonomia de los matrimonios. En las décadas del 40 al 60 el hombre era el "pato macho" en la casa. Su palabra era ley, convirtiéndose en toda ocasion en batuta y constitución. • y se teta el espectáculo de la pobre mujer que se levantaba a altas horas de la madrugada ante las patadas que el marido le daba en la puerta. Cuando la abria, reparaba en .que su compañero estaba "encendido como un cachimbo" y acompañado de dos "tercios". y a esa hora tenía que fajarse a hacer un sancocho al rey de la casa :Y sus "enllaues". y cuidado con poner mala cara, porque podía perder, como diría un sastre, "la entretela del forro del borde de la costura de la hilacha y la baceta" ante el impacto de una "tabanada" de su amo y señor. Actualmente las mujeres están desplazando al hombre del mando, aunque usando a veces tácticas especiales lavadas con "champú de cariño". Por eso, en lugar de gritarle al marido que no. salga a la calle a "parrandear", se le acerca solícita y le dice con ardor mientras le abraza: -Ay, Puchun$o, yo sé que tú tienes derecho a salir cuando te de la gana. Por algo eres el hombre. Pero cuando te marchas, yo me siento tan desamparada. Ay, mi amor, cariñito, cucbi-cucbi, dáme un besito, viejo. y el flamante marido, elevada su vanidad hacia 148
alturas inconmensurables, se queda en la casa porque "su mujer es muy miedosa, JI sin él se vuelve una etcétera de noche". Hoy ld mujer "le desbarata los líos" al hombre. Le registra los bolsillos para ver si encuentra alguna carta comprometedora o una fotografía de fémina. y si esto ocurre, se vuelve una fiera y arremete contra la usurpadora, sea por teléf011 o o personalmente I!:'ra que "deje de estar fijándose en hombres ajenos : El1 lo que toca al pobre marido, este tendrá que "hablar inglés" para explicar la aparición, l' durante días enteros vivirá homenajeando (' la esposa. Estos homenajes podrían culminar en 'el clásico paquetico de bizcochos al retornar al bogar en las noches. Ul1 periodista amigo decía e1J son de broma. aunque los qlle conocemos los entretelones de SIl matrimonia sabemos 'Iue es la pura verdad: -En mi casayo siempre dIgo la última palabra. tú tienes razón, querida. y u n sastre ex-libertino afirmaba con jactancia: "en mi casa mando yo. A mi mujer le puedo permitir 'lúe me -dé una bofetada, pero la segunda sí que no se la consiento". En este país -narido y mujer continuarán sus peleas interminables; producto quizás del resentimiento acumulado por siglos de explotación y atropello. y la mujer dolida, o el marido disgustado, relatarán a sus amigos las "desconsideraciones" de .«
cányuge.
Pero, por favor, absténgase de opinar. Porque en la noche de ese día, los besos y abrazos borrarán el disgusto irremisiblemente. y entonces en la puerta de su casa resonará una voz colérica que "Ie sacará los trapitos" .,1 sal. y al igual 9,lte Cutimba, usted experimentará en "carne viva ' el dolor de haber olvidado que "en pleitos de marido y mujer" nadie se puede meter.
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INDICE
Pá~na
Prólogo por Juan José Ayuso.................................. El humor del dominicano........................................ El peatón no es un ser humano............................... El "tranca" y el ..pariguayo.................................... Los ~mores c?n.s~ntido~ y los escondidos................ Aqut hay preJuICIOS, cOJollo.................................... Los prestamistas del "módico veinte"..................... El ..allantoso........................................................... El arte de jugar billetes y quinielas.......................... El afán social. ,. Velorios dominicanos '" El chisme: pasatiempo nacionaL............................ El dominicano no enamora hoy como enamoraba ayer... El borrachón........................................................... El dominicano y la brujería............... Semblanza del ..picoteador...................................... Los juegos infantiles de ayer y de hoy..................... El fantoche.............................................................. El restaurante............... Los amoritos de la infancia..................................... ¿Son realmente locos nuestros locos? El busca~iles y el par~caidas.................................. La cuestión no es ser sino parecer........................... El guitarreo en los patios........................................ La lIuvia.................. El arte estudiantil de brillar.................................... Las navidades dominicanas..................................... El día de los santos reyes........................................ La doméstica criolla............ Las muchachas del 50 Y las del 70........................... El dominicano ées bueno o malo? El matrimonio criollo..............................................
5 9 13 19 23 27 33 37 43 47 53 57 61 65 71 75 79 83 87 93 97 101 105 109 113 117 121 127 131 135 141 145