Ventalaperra

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PINTURAS Y GRABADOS MURALES de las CAVERNAS PALEOLÍTICAS Publicadas bajo los auspicios de S. A. S. el Príncipe ALBERTO I de MÓNACO ___________________________________

LAS CAVERNAS DE LA

REGIÓN CANTÁBRICA (España)

por H. ALCALDE DEL RÍO Director de la escuela de artes y Oficios de Torrelavega

el abad Henri BREUIL profesor de etnografía prehistórica en el instituto de paleontología humana (París) y

El reverendo Padre Lorenzo SIERRA Superior del colegio de Limpias __________________________ Planchas y figuras por el abad H. BREUIL MONACO IMPRENTA: Viuda A.CHÉNE 1911

Tomás Sainz Angulo. Traducción de: “Les Cavernes de la Région Cantabrique” (H. Alcalde del Río y el abad Henri Breuil) Pág: 1


Las cuevas de la región cantábrica. I. - LA VENTA DE LA PERRA (Descubierta P. SIERRA 16 de Agosto de 1904)

Cerca de la frontera territorial, que, en la carretera de Santander a Bilbao, limita las dos provincias, se encuentra, ya en el lado Vasco, una aldeuela de cuatro casas: es la “Venta de la Perra”, “l’Auberge de la chienne”. Justo enfrente, apenas a cincuenta metros, un saliente sobresale del pie de la montaña, perforado por una triple obertura de grutas. Para acceder allí se atraviesa una suave pendiente cultivada, seguida de arbustos creciendo entre los pedregales desprendidos. La de más a la izquierda es accesible a pie; se ve en la entrada vestigios de un muro en ruinas, basado sobre una arcilla dura, amasada con astillas de hueso, arenisca y trozos de sílex. A una veintena de metros en el interior, bajo un espeso suelo

Planos de las grutas de la Venta de la Perra (a la izquierda) y de la Sotarriza (la más grande)

estalagmítico, se entrevé todavía un asentamiento arqueológico de la edad paleolítica. La gruta puede continuar todavía unos cuarenta metros, todas sus paredes están corroídas por una condensación muy activa. Puede que ahí queden trazas fugitivas de grabados desaparecidos; ya no se puede obtener más. A la derecha de esta gruta, pero en Bizcaia, puesto que son contiguas, se encuentra una segunda (fig. 2, nº I), de un acceso más escarpado. Se accede fácilmente al vestíbulo situado en la parte baja, pero es escalando grietas en la roca como se sube, no sin esfuerzo, hasta la sala superior, dominando el vestíbulo desde unos cuatro metros. Esta sala forma una cavidad bastante espaciosa, bien aireada y bien abrigada, que fascina hoy a las cabras. Termina en un pozo bastante grande, pero poco profundo, y que debe abocar a nivel de la primera gruta, probablemente alcanzando su extremo.

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En cada lado de la galería, las paredes están bordeadas por grandes resaltes donde es fácil subirse. A la izquierda, sobre la capa rocosa de uno de ellos, se aprecia un dibujo profundamente grabado figurando los cuartos traseros de un Bisonte (en C del Plano) galopante, la cola doblada en cayado (fig. 3 et pl. III, nº 2). El trazo es nítido, vigoroso, del mismo aspecto que el de las superficies de alrededor. Ninguna luz artificial es necesaria para observarlo. Desgraciadamente, la roca donde estaban la cabeza y los cuartos delanteros está desde antiguamente desprendida.

Fig. 3.- Cuartos traseros del Bisonte de la Venta de la Perra, situada en C del plano. Escala: 1/1. Ver pl. III, nº 2.

En lugar de elevarse casi verticalmente, la pared enfrente del dibujo precedente forma, al alcance de la mano, una superficie techo-inclinada. Numerosos trazos bastantes borrados la surcan, sin embargo es necesario renunciar a identificarlos todos. Solamente tres figuras son descifrables; son, yendo desde el fondo hacia la salida: un Oso (fig. 4 et pl. III, nº 1) muy reconocible, la cabeza inclinada como si husmease el suelo; no presenta la frente muy convexa del Oso de las Cavernas; -después un cuerpo de animal que parece el de un bóvido (fig. 5); -finalmente, otro Bisonte, cuya cabeza no es apreciable (fig. 6), (I). En fin, si se sigue la dirección a lo largo de la estrecha cornisa que continúa por el suelo de la misma sala, por el lado izquierdo yendo hacia la salida, se destaca una superficie horizontal perteneciente a la misma cornisa, completamente tallada con múltiples incisiones que se entrecruzan en todos los sentidos (fig. 7).

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Apenas se pueden aproximar estas singulares hendiduras, ciertamente muy antiguas como lo demuestran su gran desgaste y las concreciones secas que las recubren parcialmente, a los petroglifos descubiertos en la región de Fontainebleau por M. Courty (fig. 8 y 9). Estos últimos no están datados con certeza y nada dice que su edad no sea anterior a la época neolítica, insinuada dubitativamente por su descubridor (I). – Inversamente, no tenemos ninguna prueba de que las incisiones de la gruta española se reseñen en la misma época que los dibujos zoomórficos colindantes; pudieran muy bien ser más jóvenes, aunque no lo creemos.

Fig 4.- Oso grabado de la venta de la Perra, situado en A del plano. Tamaño: 85 cm. Ver pl III, nº 1.

En todo caso, ninguna figura específicamente neolítica se encuentra en los petroglifos de Etempes; los trazos en forma de pino se encuentran en el arte cuaternario y los dameros y cuadriláteros parecen resultar de procesos empleados por el artista grabador. No parece, en efecto, que la arenisca se preste a recibir grabados a mano alzada como una suave roca caliza; apenas se puede hacer allí, a menos que se emplee la piqueta, más que grabar incisiones rectilíneas y agruparlas en figuras muy simples. Los grabados de animales de Venta de la Perra no pueden ser datados más que por medio de comparación. No nos servirá de gran cosa saber que vestigios del paleolítico superior bastante gastados han sido recogidos en la misma cavidad y en las de alrededores; también se encuentran allí cascotes de cerámicas neolíticas y vestigios de todas las edades. Es más instructivo subrayar el estilo muy arcaico de las siluetas: allí el perfil absoluto es la regla, las extremidades están descuidadas, una sola pata de cada par es indicada; el trazo, para haber subsistido, ha debido ser profundamente Tomás Sainz Angulo. Traducción de: “Les Cavernes de la Région Cantabrique” (H. Alcalde del Río y el abad Henri Breuil) Pág: 4


Fig. 5.- Bóvido grabado de la Venta de la Perra, situado en A del plano. Longitud: 75 cm.

Fig. 6.- Bisonte grabado de la Venta de la Perra, situado en B del plano. Escala: un cuarto.

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Fig. 7.- Incisiones practicadas sobre un rocoso a la derecha del vestíbulo de la Venta de la Perra. Longitud: 35 cm.

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Fig. 8.- Incisiones sobre areniscas rocosas de Seine-et-Marne, de G. Courty; recuerdan, más complejamente, las hendiduras de la fig. 7, descubiertas en Venta de la Perra.

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erosionado. Por todos estos caracteres, las imágenes de Venta de la Perra se aproximan a figuras auriñaciences de la gruta de Pair-Non-Pair, y deben ser atribuidas probablemente a esta primera fase del Paleolítico Superior.

Fig. 8.- Incisiones sobre areniscas rocosas de Seine-et-Marne, de G. Courty; recordando las de la Venta de la Perra

II. --- LA SOTARRIZA (descubierta P. Sierra, 12 de Agosto de 1906) Las cuevas que se observan frente a Venta de la Perra, descubiertas por el padre Sierra, no tienen nada relevante. Otras dos le reservaban algunos hechos interesantes; se escondían cerca de la cima de la loma redondeada que domina el torrente, y es imposible apercibirlas antes de llegar a su entrada, rebajada, sin ser verdaderamente estrecha. La primera, nombrada Cueva Negra, comienza (fig. 10) por una bonita sala redonda, espaciosa, adornada con bonitas columnas, con un suelo fuertemente inclinado hacia el interior. Hacia el fondo, a la derecha, se abre un corredor bastante grande cuya pared derecha deja ver algunas marcas negras, muy mal conservadas, verdaderos vestigios de una antigua ornamentación parietal. Se aprecia primero una especie de V tumbada sobre su lado derecho, después un poco más allá, un trazo negro aislado, un poco

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inclinado. Al final de este corredor que puede tener una veintena de metros, se abre un pasaje muy bajo, en pendiente pronunciada, accidentado, de tres metros, a una tercera sala un poco menos espaciosa que la segunda. Las paredes conservan admirables superficies horadadas por las uñas del gran Oso; el muro de la izquierda (B del plano) es sobradamente destacable, y recuerda completamente a la de Bétharran (Altos-Pirineos) que ha sido publicada con el consentimiento de su descubridor, M. Cartailhac, por MM. Captain y Breuil. En un rincón situado a la derecha, los vestigios son de naturaleza un poco diferente; son surcos espantosos, de una profundidad impactante, que han surcado la arcilla roja del suelo, hoy compactada y desecada. Varias medidas de estas huellas ponen de manifiesto una envergadura de 20 cm entre las garras extremas de la misma pata. El gran Oso ha hecho todavía mejor: cavador como un tejón, ha excavado (D del plano) un estrecho túnel en la arcilla, suficiente para introducirse en una pequeña y exigua cavidad redonda. En la entrada de esta especie de trinchera abierta por él, las huellas de sus patas están maravillosamente conservadas. Continúan observándose rastros sobre suelo y paredes hasta los primeros metros de un cuello final muy estrecho donde el plantígrado no podía acondicionarse. Allí, su rastro desaparece bruscamente.

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